La hija del campesino

Post on 05-Jul-2015

2.139 views 0 download

description

Cuento dramatizado

Transcript of La hija del campesino

LA HIJA DEL CAMPESINO

LA HIJA DEL CAMPESINO

TIEMPO: 13 MINUTOS

PERSONAJES:RAMÓN EL CAMPESINOLUCERO SU HIJATIBURCIO EL REY

ESPACIOS:SEMBRADÍOPALACIOCASA

SEMBRADÍO: terrenodestinado a sembrar.

NARRADOR.- Érase una vez un campesino tan pobre que ni siquiera poseía un pedazo de tierra que cultivar. Sólo tenía una casita muy pequeña donde vivía con su única hija. Pero ésta, que era una muchacha sensata e inteligente aconsejó a su padre que fuera a pedirle al rey un poco de tierra.

LUCERO.- Dile que, a cambio, le darás parte de la cosecha y es muy probable que el rey se compadezca de nuestra pobreza y te dé la tierra.

NARRADOR.- Todo sucedió como la joven había imaginado. El rey entregó al campesino una parcelita de tierra, donde padre e hija se dispusieron a sembrar un poco de trigo y algunos frutales. Y justo cuando estaban terminando de labrar el campo encontraron enterrado un almirez de oro puro.

Almirez: mortero de metal, pequeño y portátil, que sirve para machacar o moler en él.

RAMÓN.- (Pensativo) No podemos quedarnos con el almirez. Estas tierras son del rey y, por lo tanto, le

pertenece a él.

LUCERO.- Tienes razón, padre. Pero mira bien que si

no aparece la maza del almirez,

el rey puede sospechar que nos la hemos quedado nosotros. Es mejor esperar a ver si la

encontramos.

Maza: Instrumento de madera dura que sirve para machacar las especias.

NARRADOR.- Pero el campesinoestaba deseoso de corresponder al rey el favor que le había hecho. Y, sin atender a los consejos de su

hija, tomó el almirez y se lo llevó al rey.

El monarca quedó muyimpresionado por aquel fantástico

tesoro, pero, tal y como habíasupuesto la hija del campesino, unasospecha empezó a revolotear por

su cabeza.

TIBURCIO.- ¿Y no has

encontrado nada más?...

RAMÓN.- No, majestad.

TIBURCIO.- (Suspicaz) Es muy raro. Lo lógico esque junto al almirezestuviera enterradatambién la maza.

RAMÓN.- Sóloapareció esto,

señor.

TIBURCIO.- No te creo. Irás al calabozo hasta

que recuerdes donde has escondido la maza de oro de este almirez.

NARRADOR.- De nada sirvieron los juramentos de inocencia del campesino, que fue llevado a prisión y condenado a alimentarse de pan y agua.

RAMÓN.-(Quejándose) ¡Ay, si

hubiera escuchado los consejos de mi hija!

NARRADOR.- Se lamentaba una y otra vezRamón el campesino. Y tantas veces repitióesa frase, que los carceleros fueron a ver al

rey y le contaron que el prisionero no quería comer ni beber y se pasaba todo el día diciendo: ¡Ay, si hubiera escuchado los

consejos de mi hija!

NARRADOR.-El rey, intrigado, mandó que volvieran a traer al prisionero a su presencia y preguntó:

RAMÓN.- Pues vera, mi señor: mi hija me aconsejó que no trajera ese almirez, porque al no tener la maza, su majestadpodía creer que nosla habíamosquedado nosotros.

REY.- ¿Cuáles son los consejos de tuhija?

REY.- Parece quetienes una hijainteligente. Voy a ordenarle que venga, a ver si es tan listacomo parece.

NARRADOR.-Así pues, la hija del campesino se presentó ante el rey, el cual para probar su inteligenciale propuso un acertijo: si lo adivinaba se casaría con ella. Peroen caso contrario, su padre permanecería en la cárcel hastaque apareciese la maza de oro.

REY.- Mañana deberás venir a mi presencia.

Pero habrás de hacerlo ni vestida ni desnuda, ni a pie ni montada en un caballo o en cualquier otro animal, y deberás venir con regalos pero sin regalos. Si lo haces

así cumpliré la promesa.

LUCERO.- Dígame el acertijo, que estoy segura de que lo resolveré.

NARRADOR.-La jovenestuvo todo el díapensando en el acertijo. Cuando creyóencontrar la soluciónse fue a dormir.

LUCERO.-Zzzz, zzzz,

zzzzz

NARRADOR.- A la mañanasiguiente se desnudó del todo: de esa forma no estaba vestida; a continuación tomó una red de pescar y se envolvió con ella: de esa forma tampoco estabadesnuda.

NARRADOR.- Luego alquiló un asno y le ató al rabo la red de pescar, de modo que el animal tuviera que arrastrarla. Y así se presentó ante el rey: ni vestida nidesnuda, ni a pie ni subida en ningún animal.

NARRADOR.-Por último, llevaba en las manosuna hermosa paloma como regalo. Pero en el momento de postrarseante el rey abrió sus manos y la paloma echó a volar saliendorápidamente de la estancia. De esaforma se cumplía el tercer requisitodel acertijo: había llevado un regalopero ya no había regalo.

NARRADOR.-El rey, admirado de la sagacidad de la joven, comprendiótambién que tenía razón en el asunto del almirez. Hizo liberar al campesino de su encierro y tomópor esposa a la muchacha, encomendándole la administraciónde los bienes reales.

NARRADOR.-Sin embargo, quiso el destino queaún hubiera de pasar la joven poruna nueva prueba antes de alcanzar la felicidad.Ocurrió que, unos meses despuésde la boda, el rey atravesó por unaépoca de profundo abatimiento.

NARRADOR.- El monarca era unabuena persona, pero como ya se demostró en el caso del almirez, también era muy receloso, y siempre estaba sospechando quesus súbditos no le querían y quetodos trataban de engañarle.

NARRADOR.- Ese carácter suyo le llevó a creer que su joven esposano le amaba y que sólo se habíacasado con él porque era el rey. Y tantas vueltas le dio a esa idea, que al final casi se volvió loco de celos. Hasta el punto que un día le dijo a su mujer:

REY.- (Tonocruel) No tequiero más poresposa. Mañanamismo debesabandonar el palacio y volver a tu casa.

LUCERO.-(Extrañada) Pero ¿qué falta he

cometido, esposo mío?

REY.- Una muydolorosa para mí: que no me amas.

LUCERO.-(Vehemente) ¡Claro que te amo! ¡Te he

amado desde el principio!

REY.- Ésta es la última noche quepasas en palacio. Sin embargo, comoreina que eres, tienes derecho a llevarte aquello quemás quieras.

LUCERO.-Está bien,

querido. Serácomo túordenas.

NARRADOR.- Luegomandó a los sirvientesque trajeran una jarradel mejor vino, paradespedirse de suestancia en palacio.

REY.- Brindemos porel tiempo que hemosestado juntos.

NARRADOR.- Ambos bebieron. La reina apenas tomó unos sorbos. Pero el rey bebió varias copas, hasta caer en un profundo sueño.

REY.-Zzzz, zzzz, zzzzz

NARRADOR.- Entonces la reina llamó a los sirvientes y ordenó que envolviesen el cuerpo del rey en unas sábanas y que lo trasladasen en un carruaje hasta su casa.

NARRADOR.- Después, ella misma condujo el carruaje hasta su antigua casa de campesina y colocó a su marido en la humilde cama, donde durmió toda la noche de un tirón. Por la mañana, cuando el monarca se despertó y miró a su alrededor exclamó:

REY.- ¡Cielosanto! ¿Qué me ha pasado? ¿Dónde estoy?

NARRADOR.- Llamó a gritos a sus servidores, pero ninguno apareció. Sólo su esposa acudió a su llamada. Al verla, el rey preguntó:

REY.-(Extrañado) Pero no comprendo…

LUCERO.- Queridoesposo: lo que ha pasado tiene fácilexplicación. Me

habéis permitido queme llevara aquelloque más quisiera y esos es lo que he

hecho.

LUCERO.- Túeres lo que másquiero. Por eso

te he traídoconmigo.

NARRADOR.- Al oír esto, al rey se le llenaron los ojosde lágrimas. Sus celosdesaparecieron, y arrodillándose ante sumujer, dijo:

REY.- Queridaesposa: en adelante tú serásmía y yo serétuyo.

NARRADOR.- Y seguidamentevolvieron al palacio real dondecelebraron una nuevaceremonia nupcial, como si secasaran otra vez. Y desdeentonces vivieron felices parasiempre.

FIN