7 Historias Eróticas - L. Jellyka
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Encuentro con pasión
Capitulo 1:
Lo primero que quiero aclarar e
que tanto mi amante como yo estamocasados, incluso añadiré que felizmentcasados, por lo que para no ir dand
nombres falsos prefiero no dar ningunoAsí que les hablare de ella y de mí eestos términos.
Ninguno de los dos volverá a cumpli
os 30, pero a ambos nos faltan todavímuchos años para los 40. Noconocimos a través de Internet. Y poener aficiones similares y vivir e
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ocalidades cercanas decidimos vernomutuamente. Fue un autentico flechazoen nuestro segundo encuentro y
erminamos haciendo el amor. ¿Por quéPues porque ella es muy ardiente desinhibida en el sexo, cosa que mesposa no es, y yo soy todo lo sensible cariñoso que su esposo no es... ¿eresultado? Encuentros furtivos en loque cada uno trata que el otro disfrute l
ndecible... tratando siempre de hacerealidad las fantasías y los sueños másalvajes... así que no les extrañe si ledigo que ya lo hemos hecho en un parqu
hasta en un cine medio vacío mientraveíamos una película.
He creído necesario darles todo
estos datos para que el increíbl
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encuentro que tuvimos el día de scumpleaños no les parezca la fantasía dun adolescente embriagado. Ese dí
habíamos decidido hacer algo especiaasí que reserve mesa y habitación en uhermoso hotel lejos de la ciudad, parque pasáramos la velada juntos. Ya quepor suerte, su esposo no regresa a scasa a comer, y yo había podidosolicitar el día libre a mi jefe con un
excusa de la que mi esposa no sabínada. Así que a media mañana agarre eauto que había alquilado y pase buscarla al lugar convenido.
Ella, que no sabía donde le iba levar, me esperaba con su etern
sonrisa picaruela en la esquin
convenida. Y les aseguro que me costó
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horrores controlarme para no devorar besos sus labios gordezuelos ndesnudarla para poseerla hay mism
sobre la acera al ver que se había puestpara la ocasión su breve y seductorminifalda escocesa, de esas con ubroche lateral que dejaba al aire sumorenos y duros muslos.
Llevaba la camiseta blanca dbotones completamente desabrochada
anudada debajo del ombligo, dejandque sus firmes y abultados senos smovieran en completa libertad bajo lmisma, con sus durísimos y grueso
pezones marcándose desafiantes en efino tejido, para que ni el más cegato dos mortales dejara de apreciar que n
había ningún sostén aguantand
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semejantes maravillas. Este conjuntoan atrevido como sensual, ya nos habí
deparado varios encuentros deliciosos
alguna que otra anécdota que quizás lecuente otro día.
Para que se hagan una idea de l
brevedad de su minifalda solo he ddecirles que no me hizo falta más qugirar un poco la cabeza para ver edeliciosos tanguita blanco que llevab
puesto ese día cuando se agacho parsentarse en el asiento de mi lado. Nadmás hacerlo nos dimos el primer besoan apasionado e intenso como todos lo
que nos damos siempre. Yo con misabios tratando de devorar los suyo
gordezuelos y sabrosos y ella empeñad
en que su dulce lengua se hiciera u
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nudo con la mía. Ni mis manos ni lasuyas pueden permanecer ociosacuando nuestras bocas se juntan.
Así, al mismo tiempo que sus deditose deslizaban traviesamente por lentrepierna de mi holgado pantaló
veraniego las mías se introducíaansiosas bajo su camiseta, ávidas dvolver a amasar esos enormes meloneoscuros que me tienen medio loco
estrujándolos y apretándolos como si mfuera la vida en ello. Creo que de nhaber estado en un lugar tan céntrico lmás seguro es que hubiéramos acabad
haciendo el amor ahí mismo. Pero mrecordé a mi mismo los planes trazados haciendo acopio de toda mi fuerza d
voluntad me separe de ella, jadeando,
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puse el coche en marcha, camino de lautopista... y de un encuentro muapasionado.
Puestos a hacer las cosas bien habídecidido alquilar finalmente un cochdescapotable, pues era algo de lo qu
enía ganas desde hacía años y pensque la situación era la más idóneaCircular raudo por la autopista, con eaire en la cara, viendo como est
revuelve las prendas de ropa de mamante cómplice es un recuerdo quamás olvidare.
Ella, tan excitada como yo, sino maspronto empezó a hacer de las suyasrecostando un poco su asiento parponerse más cómoda... y par
apoderarse con más facilidad de lo qu
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o guardaba en mis pantalones para ellaCon su habilidad consumada prontestuve con la cremallera bajada y s
mano dueña y señora de mi rígidmasculinidad. La cual masajeabánguidamente para que no perdiera s
dureza, pero controlándola para quampoco explotara la dinamita antes diempo.
Yo tampoco quise ser menos, y
aprovechando la casi total ausencia dráfico por la vía le empecé a acariciaos pechos de nuevo, pero esta veambién quería contemplar los grueso
fresones que pellizcaban mis dedos, poo que aparte la tela a un lado para deja
que asomara al aire esa maravilla de l
naturaleza.
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-“¿Qué haces?... me las va a ver todel mundo” me dijo ella, que tenia loenormes ojos pardos entrecerrados par
disfrutar aun mas de las sensaciones qua rodeaban.
-“¿Te importa?... déjalos qu
disfruten”. Y aparte del todo la tela paraque el sol le diera de lleno, mientras midedos continuaban jugueteando con srígido pezón.
-“MMmmmm... De acuerdo... ¿poqué no?” y ella misma se desato el nuddel ombligo para que los dos pecho
quedaran completamente a la vista y scamiseta se convirtiera en un simplrapo ondeando al viento.
Yo no podía dejar de asombrarme de
su osadía, de la que tantas muestras m
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habían dado ya, y que la hacían tadistinta de mi tímida y apocada esposaPero ahí estaba de nuevo, impertérrita
masajeando mi pene y sonriendo feliz os incrédulos automovilistas que no
miraban con los ojos como platocuando les adelantábamos velozmenteCreo que puedo afirmar, sin temor equivocarme, que ella estabdisfrutando de la situación lo mismo qu
o, y quizás algo más, por su alocada desinhibida forma de ser.-“Mi amor... soy tan feliz... y me gust
anto este paseo que voy a hacer alg
para que no lo olvides jamás” me dijo, os juro que se me pusieron de punthasta los pelos del cogote... pues y
sabía que sus promesas nunca son e
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falso.
Capitulo 2:
No tuve que preguntarle en questaba pensando, pues sus intenciones s
hicieron muy evidentes cuando, tragirarse como una gatita en celo en easiento, me dirigió una de sus miradamas traviesas y uso ambas manos parerminar de desabrocharme del todo e
pantalón y dejar mi aparatcompletamente a la vista... e indefens
ante su voracidad.Lo primero que pensé al sentir su
abios succionando mi chime fue que dseguir así no iba a ser capaz d
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controlar el vehículo y que al final noestrellaríamos... Y lo segundo que penséfue... ¡Qué Diablos! ¿Acaso hay un
forma mejor de morir?...Así que me relaje y permití qu
hiciera una de las cosas que mejor sab
hacer... y que a mi mujer, por desgraciae da asco. Mi léxico se queda cortpara describir las mil y una sensacioneque me embargaban en ese momento,
el gozo que la unión de su lengua, suabios y sus manos trabajando a la veen mi miembro me proporcionaban. Eralgo sublime, un placer digno de lo
dioses que solo los muy afortunadopueden tener.
Por suerte no había apenas tráfico
por lo que no tenía que cambiar d
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marchas, algo que me hubiera resultadmuy difícil con sus grandes pechocolgando sobre la palanca. Así que l
mano que no tenia en el volante ldedicaba a acariciarlos, algo de lo qununca me canso... ni se cansarían ustedesi tuvieran la oportunidad de estrujaentre sus manos esa carne tan firmcomo suave, y pellizcar entre sus dedoesos gruesos y puntiagudos pezones d
caoba, tan sensibles como agradecidos odo tipo de manejos.El viento se convirtió en mi aliado
haciendo que su minifalda revolotear
descontrolada a un lado y a otropermitiéndome continuos y generosovistazos a sus nalgas desnudas. Pues s
anguita blanco por detrás era un fin
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cordón que desaparecía en la estrecha misteriosa hendidura de su traserodejando sus duras y amplias nalgas a l
vista. No solo a mi vista, sino a la dalgunos afortunados conductores qupudieron ver como su generosa grupasomaba por encima de la puerta.dedicándonos miradas atónitas, y algunque otra pitada de claxon... supongo qucomo agradecimiento al espectáculo...
nunca mejor usada esa palabra.Para cuando alcanzamos eodoterreno de aquellos chicos yo estaba a punto de llegar al orgasmo, así qu
es rebase velozmente, perdido en mpropio placer, pero no por ello sin dejade observar como pegaban lo
muchachos sus caras asombradas a lo
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cristales. La cabeza de mi amante subí bajaba ya a un ritmo frenético
siguiendo mi respiración agitada
levándome hacia el clímax a pasoforzados. Casi tan forzado como epobre motor del todoterreno al que lochicos exprimieron al máximo con tal dvolver a ponerse a mi altura para ver eculo de mí amante de nuevo.
Decidí que tan loable esfuerz
merecía una recompensa, por lo quevante un poco el pie del aceleradopara permitir que alcanzaran nuestrposición... mirando complacido como s
agolpaban los jóvenes a los cristalepara no perderse detalle de lo qusucedía en nuestro vehículo. Al ser est
un poco más elevado que el nuestro y
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suponía que su vista debía de semagnifica, pero decidí hacerla tamemorable como la mamada lo estab
siendo para mi... así que en un alarde dgenerosidad estire mi mano libre y bajel tanguita de mi amante hasta surodillas... dejando a tan solo un metrescaso de los encandilados muchachosus tesoros mas íntimos a la luz.
No puedo afirmarlo, pero creo qu
ninguno olvidara fácilmente la rajitdepilada que les dedicaba su húmedsonrisa vertical, mientras su fogosdueña empezaba a tragar con glotonerí
odo el semen que manaba a borbotonede mi fuente inagotable, producto de uorgasmo tan intenso como prolongado.
que me impulso a pisar el pedal de
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acelerador de nuevo, de un modautomático, alejándome así por últimvez de los muchachos que tocaban e
claxon sin parar, intentando, sin éxitovolvernos a alcanzar.
Ella, ajena por completo a lo qu
había sucedido, se dedicaba a lamer succionar con fruición mi aun rígidaparato, limpiándolo con tanto cariño esmero que me temía que de seguir as
me provocara un nuevo orgasmo, por lque tuve que rendirme y pedirlclemencia... pues no quería llegar ahotel totalmente agotado. Después d
relamerse los labios como una gatitsatisfecha reparo, creo que por primervez, en que tenía el tanguita cas
quitado... lo cual le hizo mucha gracia
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Yo pensaba que se lo volvería a colocapero, para mi asombro, lo que hizo ladorable desvergonzada fue ponerse d
pie, sujetándose al parabrisas con unmano mientras se despojaba de labraguitas con la otra.
Yo no podía ver los coches quecirculaban en sentido contrario, pues mapaba el seto de protección, pero lo
continuos pitidos de claxon me dieron
entender, bien a las claras, que lopechos desnudos de mi alocada amantsi se veían desde el otro lado. Cuandvolvió a sentarse, riéndose y todaví
sonrosada de la emoción de su osadíae conté lo que había pasado con lo
chicos... excitándose tanto con mi relat
que se puso a acariciarse la depilad
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almejita con uno de sus dedos mientrasonreía de oreja a oreja.
Era una pena que yo no alcanzara
hacerlo, como hubiera deseado, pero lposición era muy incómoda, y ahora eráfico era algo más denso, cruzándono
continuamente con otros vehículos. Aella ya le daba igual, pues una vez quhabía empezado sus dedos no parabade hurgar en su intimidad, cada vez ma
frenéticamente, mientras se acariciabos pechos desnudos con la otra manajena, al parecer, a las miradas que ldedicaban.
Pero no era así, y ella debía de estadisfrutando de su exhibición mucho máde lo que yo me imaginaba... pues en u
momento dado me suplico que m
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pusiera a la altura de un camionero.pues deseaba correrse ante su miradaYo, excitado, y siguiendo sus deseos
adecue mi marcha al tráfico, haciendo lposible por tener siempre un camión a lvista... a la espera de que el cambio dsu respiración me indicara el momentoportuno en que debía ponerme a laltura de uno de ellos.
Era como una ruleta, en la que lo
participantes no sospechaban el premique estaban perdiendo cada vez que loadelantaba en busca del próximcamión. Hasta que llego el moment
crucial, en que su respiración sconvirtió en un continuo jadeo, disminuí mi marcha para que e
afortunado tipo pudiera ponerse a m
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costado y, desde ahí arriba, ver cocomodidad el espectáculo de mí amantogrando su orgasmo. La visión debí
ser increíble, con su breve minifaldsubida hasta la cintura y la camisabierta de par en par... con sus dodeditos entrando y saliendo a un ritmfrenético de entre sus piernaseparadas... y su otra mano estirando spezón violentamente mientras jadeab
con la boca abierta... rugiendo su placea los cuatro vientos.
Capitulo 3:
Tan embelesados estábamocontemplándola los dos que el aut
patrulla tuvo que hacer sonar varia
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veces su claxon antes de que mpercatara de que lo tenía detrás. Se lmaginaran ¿no?... ordenando nuestra
ropas deprisa y corriendo mientrabamos a la entrada de servicio que nondicaban unos kilómetros mas adelant
para estacionar tanto nuestro cochcomo el camión en una explanadsituada tras una amplia curva.
Yo todavía estaba abrochándome lo
últimos botones del pantalón, hecho umanojo de nervios, cuando la agente sasomo por un lado y me dijo con su vofirme y autoritaria que recogiera m
documentación y fuera donde estaba scompañero con el camionero. Recogos papeles a toda prisa, sin saber au
que decir para salir del paso, mirando e
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gesto de enfado de la irritada agente... lcual, por otro lado, no dejaba descrudiñar a mi amante. Al pasar por s
ado no pude evitar compararlamentalmente, diciéndome que esa chicflaca no quedaría del todo mal con otrropa, pues ni siquiera el uniforme podíocultar unas nalgas bien prietas y unopechos pequeños, pero duros y muiesos.
Cuando llegue a la altura del cochpatrulla el pobre camionero todavíestaba sacando toda su documentación, parecía estar tan asustado y nervios
como yo. El guardia, un tipo grandote fornido, permanecía callado y con egesto ceñudo, parado pacientemente a
pie del camión... sin decir nada, a l
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espera de revisar todos nuestropapeles. No podía dejar de mirar a mauto, apesadumbrado por el mal rato qu
mi amante debía estar pasando, sobrodo cuando la agente la hizo salir
procedió a cachearla apoyada sobre acapo de nuestro auto.
No entendía porque la cacheaba ella y a nosotros no, y porque insistíanto en meter sus manos dentro de l
ropa, dado que ya debía haberse dadcuenta de que no llevaba nada debajopuesto que las braguitas aun estababajo su asiento. Estaba tan absorto qu
el otro agente me tuvo que llamar latención para que me diera cuenta dque el camionero ya se marchaba
agradecido y con muchas prisas, y qu
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era el turno de mostrar mdocumentación. Yo se la entregue todade golpe, absorto en la contemplació
del cacheo de mi amante, pues para mera ya evidente que la agente estabmanoseándola a conciencia... y yo, parmi sorpresa, estaba excitándome dnuevo, pensando en lo que le estaríhaciendo.
Imagínense como me quede al ve
que la agente, con toda la tranquilidadel mundo, se separaba de mi amantedespués de decirle algo al oído; y, traabrir la puerta del descapotable
ocupaba el asiento del copilotosentándose cómodamente y haciendo ugesto a mi amante para que entrar
ambién. No sé que me sorprendió mas
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si ver la parsimonia con que la agente sestaba quitando los pantalones, o ldocilidad con que mi amante entro en e
vehículo, cerrando la puerta del mismras haberse arrodillado a los pies de l
policía.
Tanto el otro agente como yohabíamos comprobado que mi turbadamante llevaba ya los senos al aire aocupar su sitio, señal inequívoca de qu
el cacheo había sido todo lo prolongade intenso que yo había sospechado... mucho mas. Si en ese momento mhubieran preguntado les aseguro que n
sabría decirles de seguro si lo que lestaba mostrando al otro policía era ldocumentación del coche o mi carnet d
a biblioteca o del videoclub... y no er
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para menos, pues la cara de satisfaccióde la agente, cómodamente recostada eel asiento no dejaba lugar a duda
acerca de lo que debía estar haciendo mamante arrodillada a sus pies. Y con lobien que maneja ella la lengua segurque la agente estaba en el séptimo cielo
De eso no nos cupo ninguna dudcuando ambos vimos que sdesabrochaba la camisa del uniforme
dándonos una vislumbre de supequeños y puntiagudos pechodesnudos, antes de tumbar el asiento deodo hacia atrás y desaparecer d
nuestra vista. El motivo quedo bieclaro cuando vimos el rostro sonrosadde mi amante asomar brevemente
desaparecer en dirección a su cara y
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sus pechos. Su postura arrodillada sobra agente nos permitía ver su culit
desnudo por encima de la puerta de
descapotable, ahora que su sufridminifalda permanecía enroscada a scintura, donde alguna de las dos la habíremetido para que no molestara, y dejarodo al aire.
El otro policía y yo ya habíamodejado de fingir, y mirábamos absortos
embelesados la increíble escena quenía lugar a solo unos metros dnosotros. No era para menos, mi amanta estaba desbocada del todo y
aferrándose a la puerta y a uno de loasientos se irguió ante nuestra atónitmirada, moviéndose adelante y atrá
frenéticamente, restregándose
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conciencia contra la policía; de la cuasolo veíamos uno de sus pies, apoyaden la esquina del salpicadero, pero qu
bastaba para hacernos una idea de lbien separadas que estaban sus piernas.
Aunque nuestros ojos dond
realmente se clavaban era en lovoluminosos pechos de mi amante, qubamboleaban alocados en cada uno dsus empujones. Sus gruesos pezone
brillantes de sudor, y puede que dsaliva, semejaban dos dátiles maduroque se hacia difícil no morder. Pero esplacer, por ahora, solo estaba reservado
a la fogosa policía, la cual se aferraba ellos con sus manos temblorosas con uansia más que justificada.
Yo tenía la boca seca, y una erección
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an considerable como dolorosa viendos dedos de la agente pellizcar
retorcer sin piedad esos pezone
divinos. Por sus movimientos caspodría jurar que note cuando tuvo eorgasmo... pero lo que si sabía de ciertal ver la carita de pena de mi amantcuando la agente la obligo a ponerse dnuevo de rodillas a sus pies es que ellaun no había obtenido el suyo.
La agente, con una sonrisa satisfechase tomo con bastante tranquilidad lo dponerse la camiseta de nuevomirándonos con cierta insolenci
mientras se abrochaba los botones. Simportarle nada, al parecer, que tanto s
compañero como yo viéramos de nuev
sus pechos desnudos... y supiéramos l
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que mi amante le estaba haciendmientras tanto. Y que debía de estahaciéndolo de maravilla, a tenor de s
cara de felicidad.Cuando al fin salió del auto, todaví
abrochándose los pantalones, s
compañero fue a reunirse con ella, mitad de camino entre amboautomóviles, mientras yo miraba a mamante limpiándose la boca con el dors
de la mano y una mirada en sus grandeojos pardos que tenía mucho mas danhelo que de inquietud. Después ddialogar unos instantes, la agente vin
hacia mí, mientras su compañero sdirigía a mi coche con toda confianzaempezando ya a desabrocharse lo
pantalones.
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Capitulo 4:
Cuando la agente llego a mi altura lprimero que hizo fue ponerme contra lpuerta del coche patrulla y empezar
cachearme. Afortunadamente estaba dfrente a mi auto, por lo que pude ver cooda nitidez como permanecía dentro d
pie junto al asiento y como la cabeza dmi amante se incrustaba en sentrepierna, empezando a mamar coavidez el trozo de carne descomunal qu
había vislumbrado fugazmente cuando ecorpulento policía se lo puso ante lnariz.
La agente, después de constatar l
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durísimo que estaba mi aparato, sdedico a liberarlo de su encierropegando contra mi espalda su
durísimos pechos puntiagudos mientrame decía al oído con su voenronquecida lo bien que le habíchupado el conejo mi esposa y lo muchque había disfrutado con su lenguaComo ambos llevábamos puestonuestros anillos de casados no quis
sacarla de su error, y además dudo dque me hubieran salido las palabraspues mi garganta estaba seca... no pocómo me masturbaba, ya que lo hací
con bastante rudeza, sino de ver asomapor encima de la puerta de mi coche lopies de mi amante... lo cual, unido amovimiento de caderas del policía m
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ndicaba bien a las claras que la estabposeyendo delante de mis narices.
La viciosa agente, sin dejar d
masturbarme en ningún momento, mdijo al oído, con sus enervantesusurros, que su compañero tenía un
poya descomunal... así, con esapalabras. Y yo, viendo la violencia desus empujes, no pude por menos qumaginar lo que estaría sintiendo m
querida amante con ese grueso trozo dcarne apenas entrevisto entrando saliendo tan violentamente de salmejita.
Yo estaba ya a punto de alcanzar eorgasmo a manos de la agente, mas poa visión de lo que sucedía en e
descapotable que por lo que ella m
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hacía. Por sus gestos se veía claramentque mi amante había cambiado dpostura, y que ahora estaba a cuatr
patas sobre el asiento mientras epolicía la penetraba desde atrás. Estefirmemente aferrado a su cinturamprimía un ritmo frenético a su
caderas, con unos empujes tan rudos violentos que yo estaba convencido dque de seguir así la iba a destrozar... o
matar de placer.En ese momento la agente me dio súltimo mensaje al oído. Me dijo, couna voz que sonaba excesivament
cínica para mi gusto, que estuvierranquilo, que no la iba a deja
embarazada... que el siempre acababa e
otro sitio. Ese comentario, junto con l
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visión del policía maniobrando parcolocarse más cómodamente detrás dmi amante, encendió una alarma en m
cabeza. Ella era prácticamente virgen dese agujerito, pues yo había sido eprimero en entrar, y solo lo había hechouna vez hasta entonces... y no me diiempo a pensar nada mas, pues inclus
desde donde estábamos situadopudimos oír nítidamente su grito d
dolor cuando fue sodomizada por esalvaje policía.Aunque lo cierto es que después d
ese primer grito no volvimos a oírl
quejarse, y el ritmo del policía, quvolvía a ser frenético, nos daba entender claramente la facilidad con qu
su chisme entraba y salía de su pequeñ
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orificio. Esa visión fue el detonante dmi abundante eyaculación. La cual fue parar, casi por completo, contra e
cristal del coche policial. El restpermanecía en la mano de la satisfechagente, la cual se la lamio sin pudorsonriendo satisfecha.
Pero para cara satisfecha la de mpobre amante cuando, tras irse epolicía, haciéndome un saludo medi
burlón, me acerque a mi auto y la vhecha un ovillo sobre el asientoencharcada en sudor, prácticamentdesnuda y con marcas por todos lados.
para dejar bien patente que estcumpleaños dejara una huellmborrable en ella.
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Confesión
Capitulo 1:
Hola, me llamo Mari Loli y si le
cuento esto es porque si no le comento alguien todo lo que me paso este fin dsemana seguro que exploto. Y como po
razones obvias no se lo puedo contar mis amistades se lo cuento a ustedes quno me conocen y así me quedo tranquilaDe antemano iba a ser un fin de seman
deal, pues aprovechando que Papi Mamuchi se iban a ir al cortijo de loseñores Gutiérrez (por llamarlos dalgún modo) yo les había dado permis
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a los criados. Pues pensaba montar uguateque para mis amigos y no queríener testigos indiscretos.
A mis papis no les extraño nada queno quisiera ir con ellos, pues siemprme habían parecido sus nuevos amigo
muy bastos y zafios. Sobre todo me dabun coraje tremendo cuando papuchnsistía en hablar como su amigo, con uenguaje de lo más chabacano y vulgar.
Pero todo se estropeo el viernes última hora cuando Papi me llamo achalet para decirme que aprovechandque iba a estar esos días ahí habíencargado al capataz de una de suconstructoras que mandara algunoobreros para hacerme las reformas en e
dormitorio que tantas veces le habí
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pedido. Me dio mucha rabia questropeara los planes que tenia hechospero me consolé pensando que por fi
ba a poder poner el cuarto como yquería.
Estoy tan acostumbrada a que l
criada abra la puerta que la mañana desábado los obreros tuvieron que llamaal timbre un buen rato antes de que mdespertara y me diera cuenta de que sol
o podía abrirles la entrada. Cuando caen ello me dirigí apresurada al hall, sipercatarme de que solo llevaba puestencima mi vaporoso camisoncito rosa
Por eso, cuando al fin les abrí la puertno sé quien se llevo mayor sorpresa sellos o yo.
La mía lo fue por ver la pinta ta
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pobre y desaliñada que traían los tresEl que pulsaba el timbre sin descansera un sujeto de treinta y tantos, moren
muy grandote, que daba hasta repelúverlo. Si lo encuentro a solas en ucallejón me muero del susto. A su ladovenia un negro, pero negro de los dverdad, casi tanto como el betún. Ermuy flaco y alto. Tenía el pelo rizado una perenne sonrisa de oreja a oreja. Y
detrás de ellos, llevando la mayoría dos bultos, un chico de pelito largo carita de hambre, bastante guapito pocierto, intentando atisbarme por entr
os otros dos.Después de un embarazoso silenci
por fin caí en la cuenta de porque m
miraban tanto y con tanto interés. Pue
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mi liviano camisoncito de gasa apenas svelaba mis rotundas formas, ya querasparentaban descaradamente mi
abultados pechos, especialmente mioscuros pezones. Y lo peor de todo eque a la luz del día se veía incluso lpoblada espesura de mi intimidad.
Supongo que con otra chica quizáhubieran disimulado un poco más snterés, pero es que yo soy alg
especial. No es por presumir, pero todome dicen que soy muy linda, con mpelito caoba cortado a lo paje y mis ojocolor miel resaltando en la blancura d
mi cara. Pero la mayoría de los chicono se fijan en eso, solo tienen ojos parmi cuerpo. Por suerte, o por desgracia
a madre naturaleza ha sido de lo má
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generosa con mis medidas. No leexagero nada, gasto una talla 110 dcopa ancha de sujetador. Lo cual, a mi
19 años, solo me trae problemas. Nsolo me cuesta horrores encontrar algunropita que me sirva, sino que ademáengo que lidiar con multitud d
admiradores, más o menos descarados, diario.
Supongo que por eso sigo sin novio
por el recelo que les tengo a lohombres. Y eso que cuando meneo mrotundo trasero por la calle, solo lociegos se abstienen de mirarme. Per
cuando me miran con tanto deseo descaro como me miraban aquellos treobreros solo se reaccionar de un
forma... avergonzándome.
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Así que les pedí que me esperasen umomento en el recibidor mientras fui lmás rápido posible a mi dormitorio
cambiarme. Como tenía prisa decidponerme el conjuntito nuevo de estar pocasa que me había comprado la víspera
Este era una cucada verde monísima. Mpuse el holgado pantaloncito corto sinada debajo, por no perder más tiempoa que al ser de suave algodón no m
hacían falta las braguitas. La parte darriba era una camisetita a juegambién muy ancha y con un generos
escote. En teoría esta debía queda
rasada con el pantaloncito, pero erealidad mis enormes pechos hacían qua prenda quedara un palmo por encima
dejando mi ombliguito al aire.
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Aun tenia la camisetita en la manocuando vi, a través del espejo de lcómoda, como el hombre grandote m
miraba con todo descaro a través de lpuerta que yo, con las prisas, habídejado semiabierta. No pude dejar d
preguntarme, mientras me ponía lcamisetita a toda velocidad, en cuantiempo llevaría ese repelente sujet
espiándome, y en todo lo que habrí
visto de mi cuerpo sin mi permiso.Aun así, cuando salí de mi cuarto, m
sentí incapaz de recriminarle nada, pueme amedrentaba tanto su corpulencicomo el desparpajo con que me sonreícínicamente. Además, ahora que tenia aovencito más cerca, me encandilo s
aspecto desaliñado, mezcla de bohemi
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de perrito muerto de hambre. Ypuestos a confesarme, les diré que enegro me daba incluso algo de miedo.
El grosero era el jefe de los tres, asque me tuve que armar de valor y lempecé a decir como quería qu
hicieran la obra de mi cuarto. Este, ecuanto empecé a hablar, se pego como sfuera una lapa detrás de mí restregandsu rígido paquete contra mi trasero cad
vez que dejaba de andar. Mi timidez mmpedía reaccionar como hubierquerido, por lo que, en vista de mpasividad, empezó a palmearme el cul
con toda confianza.Eso sí, el tipo, a pesar de palmearm
as nalgas cada dos por tres, no dejab
de decirme “señorita”, aunque m
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sonaba con un cierto retintín. Yo, muy ami pesar, me limitaba a ruborizarme anta audacia de su continuo acoso, dándol
pie a que continuara sobándome. En umomento dado, aprovechando questaba distraída, se me acercsigilosamente por detrás, atrapándomun pecho con su manaza al tiempo qume preguntaba sobre donde colocar unde los muebles que sacaba. Solo acert
a tartamudear la nueva ubicación, sierminar de creerme lo que me acababde hacer.
Pero tuve tiempo de hacerme a l
dea, pues a lo largo de la mañanfueron varias las ocasiones en que sapodero de mi delantera, estrujándom
os senos cada vez con más soltura
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confianza. Yo, acobardada, casi llegue aacostumbrarme a sus rudos toqueteosPor eso en un par de ocasiones, a pesa
de oírle llegar por detrás, permanecquieta como si fuera una estatuaesperando el temido momento en que smano se aferraría a mi pecho siatreverme a reaccionar.
Con ello solo lograba que susobeteos se hicieran más intensos
prolongados, llegando al extremo dugar con mi rígido pezón durante variominutos mientras me llamaba “señorita me preguntaba por alguna reforma e
concreto. No era el único que se estabdivirtiendo a mi costa, pues mientras eefe me consultaba y mostraba cierto
detalles de las cosas que ib
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modificando me hacia agacharme colocarme en incomodas posturas qumostraban hasta lo más oculto de m
anatomía a través de mis holgadoescotes y perneras.
Capitulo 2:
A media mañana, cuando iban a sacadel cuarto la estantería sobre la quguardaba mi colección de muñecaantiguas de porcelana, temí por ellas
o acababa de fiarme de ellos, por l
que les pedí que me dejaran bajarlas mí, para que los patanes no rompieraninguna pieza. El grosero accediencantado, acercándome una silla par
que pudiera apoyarme en ella, mientra
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me indicaba en que parte de la repisnferior debía colocar el otro pie par
no caerme. En cuanto estuve en l
posición adecuada se arremolinaron lores debajo mía. Yo, en mi ingenuidad
pensé que era para ayudarme, pero nadmás lejos de su intención.
El grosero rápidamente se sitúdetrás de mí poniendo sus ampliamanazas en mis nalgas para, según su
cínicas palabras, evitar que pudiercaerme. Ante mi pasividad sus dedoempezaron a explorar mi carneestrujando y magreando mi pandero de
modo más descarado y ruin. Pero era uzorro generoso y, aprovechando ladecuada separación de mis piernas y l
holgura de las perneras de m
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pantaloncito, aparto la prenda lo justpara que sus dos compañeros pudieraver cómodamente mi intimidad a ta
solo un par de palmos de distancia. Yono lo sabía, pero cada vez que me movíun poco para alcanzar una nueva figuraes mostraba tanto el bostezo indecoros
de mi rosada rajita como gran parte dmi espeso bosquecillo intimo. Y egrosero, mientras, con la otra mano
amasaba mis prietas nalgas.El colmo fue que al acabar, mientrame ayudaba a bajar de la silla, deslizesa mano por debajo de mi pantaloncito
Dejando que sus dedos resbalaran pomi sensible canalillo hasta que toparocon mi aun más sensible entrad
posterior. No pararon ahí, sino qu
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continuaron hasta llegar a rozar mi flovirginal, provocando con ello tanto mrespingo como mi huida precipitada
aderezada por su coro de risablasfemas. Por ello procure rehuirledurante las horas siguientes hasta que, afinal, me llamaron los muy ladinos, parque les resolviera un problema.
Me dijeron que mi cama no pasaba ravés de la puerta, y que no sabía
cómo podían desmontarla para sacarlaMentira cochina! Yo, inocentona, aunrecordaba donde estaban los pernos dsujeción debajo del somier y les dij
que eran muy fáciles de soltar. Tantohincapié hice que el grosero me pidique lo hiciera yo, como ya tenía
planeado de antemano.
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No supe negarme, y me tumbe sobra alfombrilla, con una ridícula llave d
esas en la mano, mientras me empujaba
por las rodillas y me metían debajo da cama. Yo, enfrascada en acaba
cuanto antes con una labor ta
gnominiosa e impropia de mí, no me dcuenta de que mientras me sujetaban mhabían separado las piernas casi pocompleto.
No podía saber de ningún modo quel grosero había apartado de nuevo mpantaloncito a un lado, y que tenia a lores obreros viendo, y hasta oliendo, m
flor más preciada. Pues sus tres cabezase turnaban a escasos centímetros de mntimidad. Mis rosados pétalo
separados enviaban su mágico olor a su
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narizotas mientras sus ojos bizqueabaante la belleza de la maravilla quenían delante. Además el suave tejido
había cedido lo suficiente como parmostrarles la mayor parte de mi espesriángulo de vello oscuro.
Estaban tan absortocontemplándome que tuve que insistivarias veces en que ya había acabadantes de que reaccionaran y me ayudara
a salir. Y entonces vino la segundaparte, los muy golfos no contentos con lque ya habían visto trabaron de algunforma la parte inferior de mi camisetit
con los muelles. Por eso, cuando por fiiraron de mi, esta se me enredo en e
cuello, dejando al aire mis enorme
globos.
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Me quería morir. Ahí estaba yometida debajo de mi cama, con lobrazos en alto por culpa de mi camiset
con los pechos totalmente expuestos a mirada de los tres odiosos obreros
Estaba tan sumamente cohibida por m
exposición e indefensión que solo podímusitar “por favor... por favor...soltadme” una y otra vez. Mientras ellome decían palabras de calma y fingía
rastear en mi camisa.Yo sabía que lo estaban haciendo a
propósito, pues no en vano sentía scálido aliento en la cima de mis pechosseñal de que sus cabezas estaban escasos centímetros de lo que ningúmortal había podido ver antes. Par
colmo de males mis sensibles pezone
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reaccionaron ante la situaciónendureciéndose y agrandándose tantcomo de costumbre, provocando as
nuevos murmullos de admiración ante sbelleza y grosor. No sé cuánto tiempopermanecí en tan humillante posturapero seguro que fue demasiado. Cuandal fin me soltaron no sabía dóndesconderme, y no sabía cómcomportarme ante sus explícitas
ntensas miradas.
Capitulo 3:
Por eso les rehuí durante un buerato, hasta que llego la hora de comer me llamaron para que compartiera co
ellos lo que estaban saqueando de l
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nevera. Como estaba sin desayunar enía bastante hambre accedí a come
con ellos, a pesar de que sus modos e
a mesa dejaban muchísimo que desearLos obreros no usaban agua, sino qubebían el vino como si este lo fuera. Yo, tonta de mi, dejaba que llenaran m
vaso una y otra vez, como hacían ellocon los suyos.
El resultado ya se lo puede
maginar, pronto estaba diciendoonterías y riéndome de las cosas qudecían ellos. Les aseguro que todavía nse como lo hicieron pero el caso es qu
me sorprendí a mi misma confesándolesentre risitas, lo mucho que me atraía eovencito. Y ese fue el principio de m
fin.
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El grosero, aprovechando loportunidad que les brindaba ebandeja, me animo a que le diera u
beso ahí mismo, delante de todosCuando quise darme cuenta estábamoabrazados, y sus labios empezaban
saborear los míos. Me deje llevar por eplacer y respondí a sus besos cobastante timidez, recibiendo más qudando, aunque también mi lengua s
enroscaba con la suya cuando sropezaban en nuestras bocas.Yo, colgada de su cuello, deje que
sus manos se adueñaran de mis pechossuspirando como una boba mientras sudedos exploraban mis enormes tetahasta alcanzar las sensibles cimas. Un
de ellas se quedo allí, extasiada
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pellizcando y retorciendo el grueso sensible fresón que casi le llenaba pocompleto la mano. La otra fue bajand
entamente, deslizándose por mombliguito, hasta introducirse al fin podebajo de mi pantaloncito, y sepultarsen mi ardiente intimidad.
Mis espasmos de placer iban eaumento mientras sus dedos, mucho mádulces de lo que podía suponer, se iban
abriendo paso en mi cálida y estrechvirginidad. No me di cuenta de que eraotras manos las que me estabadesnudando hasta que empezaro
ambién a magrearme. Estas eran muchmás ansiosas y estrujaban mis tetas y mculo con demasiada rudeza, restand
bastante placer a la delicios
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masturbación que me estaba haciendo eovencito.
Yo, sentada desnuda en su regazo
enía mi cabecita apoyada en su firmhombro, mientras le besaba sidescanso. El, que tenía una de las mano
permanentemente ocupada con magradecido pezón, pugnaba por metedos de sus dedos en mi intimidadAlternándolos de tal modo que m
estaba llevando al borde del orgasmoo me importaba pues que el negro shubiera adueñado al mismo tiempo dmi otro pecho, chupando y succionand
mi pezón como si le fuera la vida eello, mientras sus manazas amasaban apretaban mi descomunal cántar
embelesadas.
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El grosero, después de haber catadmis pechos durante un rato, se dedico mordisquear y lamer mi trasero
estrujándolo a manos llenas. Su lenguse deslizaba una y otra vez por entre mimedias lunas, hasta localizar la sensibl
entrada de mi esfínter. Donde estuvo unbuen rato.Mis gemidos y jadeos delataban l
nminencia de mi orgasmo por lo que e
grosero se arrodillo frente a mí y uso sboca para ayudar a su joven amigo
ada mas sentir su húmeda lengubuceando en mi cuevecita arranco eprimero de mis orgasmos, siendo estan fuerte que mis fluidos bañaron s
cara. Al grosero no solo no le importo e
baño sino que siguió succionando co
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avidez en la almejita, hasta encontrar lgruesa pepita de mi clítoris; que, por lexcitación, asomaba descarada.
El muy bestia la chupo de un modan brutal que consiguió llevarme anstante a las puertas de un nuev
orgasmo. Y en el preciso instante en queeste empezaba a invadirme dulcementel pedazo de animal me introdujo uno dsus enormes dedazos en el agujerito de
culo. El orgasmo fue larguísimodándome la impresión de que iba explotar por dentro. Al final quede floj desmadejada como un muñeco d
rapo. Entre los tres me llevaron ebrazos hasta el comedor, donde mumbaron sobre la mullida alfombra, si
dejar de besarme y manosearme todo e
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rato.Cuando por fin abrí los ojos y
estaban todos desnudos y el groser
estaba situándose entre mis piernas coa intención de penetrarme con su larg grueso cipote. Le llore, rogué
suplique para que no lo hiciera, pues nquería perder mi virginidad de un modan burdo. No llegue a conmoverle, per
acepto respetarme si yo le hacia un
buena mamada al muchachito.
Capitulo 4:
Nunca había hecho una cosa así, peracepte como mal menor. El chico ssentó en el sofá y separando sus pierna
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me dejo a la vista su largo y afiladestilete. Me arrodille ante él y, haciendode tripas corazón, empecé a lamer com
pude su punta roja y brillante. Pronto macostumbre lo suficiente a su sabocomo para meterme el extremo en lboca. Por ser tan larga no podía albergamucho trozo en la boca, pero emovimiento de mi lengua debía de seeficaz, porque el chico empezó a jadea
de placer.Los otros dos no permanecíaociosos y el negro pronto se habíumbado debajo mía para apoderarse d
mis pechos de nuevo. Les hacía de todo lo más raro es que empezaba
gustarme su obsesivo interés y el mod
en que los maltrataba cariñosamente co
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su lengua, dientes y manos. Y el groserodetrás de mí no paraba de lamer mrasero, chupando mi dulce almejita d
vez en cuando. Sobre todo cuando metíalguno de sus dedos en mi culitosupongo que para calmar el posibldolor. Pero el caso es que ya me habíacostumbrado a esa rara sensación y nme molestaba demasiado sentir comalgo se movía en mi interior.
No sé porque pero lo cierto es quempezó a gustarme eso de chupar algan cálido y vivo, pues hasta su sabo
empezaba a resultarme agradable. M
hacía gracia ver como mis chupeteos amidas lograban que el muchachito s
fuera convirtiendo poco a poco en u
muñeco en mi poder. Estaba ta
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concentrada en estas nuevas y curiosasensaciones que no me di cuenta de qualgo enorme estaba intentando entrar e
mi culito hasta que la dilatación empeza ser dolorosa. Y entonces ya fue tarde.
El grosero solo tuvo que hacer u
esfuerzo más para que la gruesa punta dsu miembro se acomodarcompletamente en mi estrecho interiorSolo pude gemir débilmente mi
protestas mientras el jovencito apretabmi cabeza contra su pene y el groserntroducía su candente hierro hasta e
mismísimo fondo. Luego, aferrado a mi
caderas, empezó un lento vaivén, qupensé que me iba a partir en dos. Siembargo fue mano de santo, porque poc
a poco fue mitigando mi dolor con su
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empujes, haciendo que este se fuerconvirtiendo en placer. Placer que mvenía en oleadas cada vez que arremetí
rudamente contra mi interior.El grosero, al escuchar mis mugidito
de placer, fue aumentando su ritmo
haciendo que las embestidas fueran cadvez más rápidas y violentas. Estprovocaba que el largo pene deovencito se introdujera cada vez más a
fondo de mi boca, llegando casi hasta lgarganta. Y que los dientes del negro seclavaran dolorosamente en mis senospara que no se le escaparan mis pétreo
pezones con el continuo bambolear. Lonterminables jadeos de placer qu
provoco mi fuertísimo orgasmo fue e
detonante que hizo que ambo
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eyacularan casi a la vez. Aun no scomo lo hice pero conseguí tragarmcasi todo lo que mano de aquell
manguera eterna antes de que asfixiarcon su esperma.
No había terminado de salir e
grosero de mi interior cuando el negrexigió su parte del pastel. Yo, al ver sudescomunal aparato, tan grueso, taargo y tan negro, palidecí, segura d
que si intentaba meterme eso dentro mmataría. El grosero, al ver mi cardescompuesta, me tranquilizo, y me dijque solo tenía que chupársela como a
ovencito. No era lo mismo, pero tratde que no se notara el asco que me dab me aplique con renovado interés, par
acabar cuanto antes.
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Así, mientras el jovencito y egrosero seguían sobándome, trate dmeter toda esa barra de caoba en m
boca. Era imposible, por lo que me tuvque conformar con absorber la punta amer el resto del gigantesco miembro
Como eso no bastaba el grosero me dijcomo debía usar mis grandes tetas parque el chisme se deslizara entre ellasdándole así mayor placer. No sé si fu
mi dedicación, o el manosear mi cuerpopero el caso es que los otros doenseguida volvieron a estaempalmados.
El grosero siguió ejerciendo dmaestro de ceremonias y sitúo al chicen la posición adecuada para que m
penetrara por detrás. Así lo hizo, y he d
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reconocer que esta vez, no sé si poestar ya dilatada o por ser más pequeñapero el caso es que goce mucho má
desde el principio. Solo me molestabque el grosero me palmeara el traserocada vez con más ganas, mientraalentaba al chico a que incrementara lprofundidad de sus embestidas.
El jovencito no aguanto muchiempo el frenético ritmo que imponía s
compañero, por lo que eyaculo ecuanto yo empecé a correrme en otrnterminable orgasmo. Este me dejo ta
agotada que no tuve más remedio qu
apartar mi cabeza de la gruesa y pétrebarra de caoba que me estaba asfixiand apoyar la cabeza en el sofá, mientra
adeaba medio muerta.
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Lo malo es que el negro, demasiadexcitado ya para contenerse, salto desofá como un resorte, y se sitúo detrá
mía antes de que acertara siquiera reaccionar. Cuando quise hacerlo ya nopude. Sus dos amigos, haciendo cas
omiso de mis inútiles y débiles protestame sujetaron con fuerza en la mismposición arrodillada en la que estabaAsí, el negro, aprovechando la cantida
de líquido que rezumaba ya mi sufridagujerito, pudo apoyar la punta de sgigantesco rabo en la entrada.
Jamás había sufrido tanto en mi vidacada centímetro de esa descomunabarra arrancaba destellos de dolor de mnterior. Solo la habilidad con la que e
grosero empezó a hurgar con su
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dedazos en mi intimidad mitigo unminúscula parte de mi agonía. Pero nuvieron piedad, y hasta que sus peludo
estículos no rozaron mis nalgas nquedaron satisfechos. Luego el vaivénestrujando mis tetas con sus manazapara no resbalar.
Esta vez tardo mucho más en llegar eplacer, a pesar de que el grosero yhabía localizado mi clítoris y me l
acariciaba con su destreza habitual. Essí, a cambio, cuando llego el placer, lohizo en oleadas interminables, que mhacían gritar de placer y jadear com
una posesa. El negro acelero la furia dsus envites, llegando a creer que msacaría su chisme por la boca. Estrujab
con tanta ansia mis pechos que mucha
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veces no llegaban ni mis manos ni mirodillas al suelo, quedando suspendidpor el inmenso aparato que me empalab
sin piedad.Su orgasmo fue brutal, con un
corrida tan salvaje que hasta me chorre
por los muslos mientras gritaba como uenergúmeno. Y la mía aun fue mayorpues por primera vez en mi vida eorgasmo fue múltiple, empalmándose u
clímax detrás de otro hasta que pensque toda yo iba a reventar de placerLuego me arroparon sobre el sofá y mdejaron descansar varias horas.
Cuando por fin se marcharon aquellarde apenas podía mantenerme en pie
Y cuando el grosero me dijo al salir
pellizcándome la barbilla, que procurar
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8/18/2019 7 Historias Eróticas - L. Jellyka
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dormir a gusto, que al día siguiente ausería mejor, mis piernas temblaronsosteniéndome a duras penas.
Esa noche, cuando papi llamo parnteresarse por el estado de la obra y m
dijo, imitando el tono chabacano de s
amigo “¿Qué, cariño? ¿Te han dadomucho por culo los obreros?”. No pudpor menos que ruborizarme y musitarlquedamente “Muchísimo más de lo qu
podrías imaginarte”.
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8/18/2019 7 Historias Eróticas - L. Jellyka
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Psicóloga
Ana, mi mujer, me ha dejado encimde la mesa una libreta de teléfonoabierta por la letra S. En letras grande
en rojo, destacándose del resto dnombres y números puede leerse SilviaSilvia es su psicóloga, lo es desde qupoco después de nacer Toni, nuestro
primer hijo, ella cogiera una pequeñdepresión. Al principio yo no creídemasiado en eso. Pensaba que l
psicóloga no iba a solucionar nada y quan sólo íbamos a estar pagando dinero cambio de nada. Pero he de reconoceque mi mujer mejoró mucho en poc
iempo y que tras un par de meses volví
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8/18/2019 7 Historias Eróticas - L. Jellyka
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a ser la jovial y divertida Ana que menamoró hace ya 12 años
El caso es que desde hace unos mese
mi mujer y yo no hacemos el amor. Mpequeño soldadito, que hasta hace unomeses se había comportado como un
auténtica arma de destrucción masivhoy en día no era más que un pequeñrevolver, recuerdo de épocas anterioresYo lo achacaba al estrés puesto que la
empresa últimamente no nos daba máque disgustos y en vista de eso decidomarme unas pequeñas vacaciones. Mlevé a mi mujer y a mi hijo una seman
a la nieve. Yo pensaba que una vez quevolviera la tranquilidad y el sosiegaquello volvería a funcionar. Pero no
fue así. Las vacaciones acabaron igua
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8/18/2019 7 Historias Eróticas - L. Jellyka
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que habían empezado, haciendrabajitos con la lengua a mi mujer par
que al menos ella tuviera su ración d
sexo. Lo mío era bastante mácomplicado. Mi rabo, en otros tiempoorgulloso y espléndido no era más quun colgajo de pellejos que nconseguían ponerse en pie por mápiruetas que Ana intentara, y juro quntentó bastantes. Ella me decía a
principio que no me preocupara, que ne diera importancia, que eso le pasabde vez en cuando a todos los hombrepero a medida que iba pasando e
iempo y veía que la cosa no ssolucionaba comenzó a preocuparsambién. Lo intenté todo, revistas
películas, shows en directo, inclus
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8/18/2019 7 Historias Eróticas - L. Jellyka
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probé con las pastillas pero las minerecciones que conseguía erancompletas e insatisfactorias. A vece
conseguía penetrar a mi mujer pero esduraba poco y tenía que acabar la faenhaciéndole un dedo y con una molestherida en mi ego machista.
Ana no me decía nada, para nagobiarme aún más, pero yo erconsciente de que para ella tampoc
debía estar siendo fácil. Desde que lconozco Ana siempre ha sido musolícita en lo que al sexo se refiere y nes por presumir pero conmigo siempr
había estado bien servida. Ahora ecambio no era así ¿pero qué naricepodía hacer yo? Creo que en una de la
periódicas visitas que Ana hacía con s
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8/18/2019 7 Historias Eróticas - L. Jellyka
82/350
psicóloga ella le comentó algo de lo qume estaba pasando. Luego, ya en casame sugirió que quizás mi problema er
mental y que quizás Silvia me podíayudar como en el pasado la habíayudado a ella. Como he dichanteriormente yo no creía demasiado eeso pero quería que mi mujer estuviescontenta y que viera que por mi partestaba dispuesto a cualquier cosa.
He marcado el teléfono y la hlamado para concertar una cita. Voyesta tarde.
Silvia es una mujer muy atractivaDebe tener unos treinta y pocos percomo digo la conocemos desde hacunos años, y digo la conocemos porqu
en la primera entrevista que Ana tuvo
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8/18/2019 7 Historias Eróticas - L. Jellyka
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con Silvia me pidió que la acompañaraSilvia es de esas mujeres que con loaños se vuelven más interesantes
Segura de sí misma, independiententeligente, con un buen físico y uno
ojos azules que irradian optimismo alegría Su voz era dulce y calmada y ahablar parecía que lo hiciera esusurros.
Hola Carlos, ¿qué tal? ¿cómo v
odo? Hace tiempo que no nos veíamo¿verdad?Sí así es.
Mi voz era entrecortada y temblorosdebido al nerviosismo que me producíener que hablar de un tema tan íntim
con una desconocida, por muy psicólog
que fuese.
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8/18/2019 7 Historias Eróticas - L. Jellyka
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Bueno, tu mujer me ha contado más menos lo que te trae hoy aquí. Dime¿desde cuándo notas esa disfunción?.
No sé, hará un par de meses más menos.
¿y te pasa siempre?
Sí, siempre que intento mantenerelaciones con mi mujer.
¿lo habéis hablado?
Sí, lo hemos hablado, hemos intentadno darle importancia pero nada.Ya. Dime, ¿habéis probado algo para
solucionar el problema?Sí, lo hemos intentado todo. Desd
encería atrevida hasta pasar tardeenteras en un sex shop viendo película
actuaciones en directo y nada.
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8/18/2019 7 Historias Eróticas - L. Jellyka
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Ya. ¿y las erecciones matutinas comoson, son igual que antes?
No, no son tan fuertes. –hice un gestcon las manos para apoyar mis palabrapero al mismo tiempo que lo hacía marrepentía de ello por si Silvia l
encontraba grosero.Bien, eso es bueno pues significa quas erecciones no han desaparecidotalmente.
No totalmente no pero…¿te masturbas, puedes llegar
masturbarte tu mismo o tu mujer?
Hace tiempo que ya no lo intento. Aprincipio lo hacía pero no conseguímucho.
¿recuerdas si te sucedió alg
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nmediatamente antes de la primera veque tuviste el bajón?
No, no sé, ¿a qué se refiere?
Bueno, a algo que pudiera habebloqueado tu mente y que por eso nengas una buena respuesta sexual.
No, no sé, no recuerdo.Intenta recordar aquellos primero
días, si conseguimos saber qué es lo que ha bloqueado conseguiremos qu
vuelvas a tener erecciones fuertes. –Silvia realizó el mismo gesto quminutos antes había realizado yo y es
me relajó bastante. No sé, quizás sea una tontería, per
recuerdo que pocos días antes de que msucediera esto tuvieron que hacerme u
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reconocimiento médico anal por quenía problemas con mis intestinos.
¿una exploración anal?
Sí, me tuvieron que introducir unoaparatos por el ano para ver cómestaba por dentro el intestino.
Ya, ¿y cómo asumiste esereconocimiento? ¿lo viste como algnormal, como parte de un chequeo o lvistes como algo negativo?
Sí, creo que sí, que lo vi como algnegativo ¿sabes? Yo siempre he sidomuy hombre y cuando el médico m
ntrodujo aquel aparato por el culo fucomo si me violaran, como si despuéde aquello fuera menos hombre.
Entonces estoy segura que ahí tiene
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a causa de todos tus problemas.¿usted cree?Estoy segura. Pero déjame hacer un
prueba.Entonces Silvia comenzó
desabrocharse la blusa lentamente ant
mi sorpresa. Su blusa de color pistachdejaba paso a un sensual sujetador dcolor negro que dejaba al descubiertbuena parte de sus pechos.
Yo, que debía tener los ojos comoplatos debido a lo inesperado de lsituación comencé a sentir un picorcill
conocido en la entrepierna. No puede ser. –dije en voz alta¿qué es lo que no puede ser? –dij
ella a la vez que se deshacía de s
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sujetador. No puede ser. –repetí de nuevo. Creo
que voy a tener una erección –le dij
con una sonrisa estúpida mientras mbajaba la cremallera de los pantalones.
Silvia se levantó de su asiento
bordeando la mesa de su despacho ssituó en cuclillas a mi lado.A ver, déjame ver.Yo me bajé los pantalones y lo
calzoncillos para que Silvia pudiesadmirar la robustez de mi polla que sestaba poniendo tan dura como en lo
viejos tiempos.Creo que el hablar conmigo de esto h
desbloqueado tu mente. Vaya, tienes unabuena polla. –me dijo mientras la cogí
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con una mano y la recorría de arribabajo.
Déjame ver la consistencia. –y l
apretó varias veces antes dntroducírsela en la boca.
Yo no me lo podía creer. Esa muje
con sólo unas palabras había hecho qumi polla recobrara el vigor que ya lcreía perdido y ahora me estabofreciendo una mamada que ni las puta
o hacían mejor. Alcancé sus pechodesnudos que quedaban a pococentímetros de mis manos y comencé masajearlos al ritmo que su lenguproponía en mi glande. Silvia estabsiendo deliciosa. No sé si eran lomeses que hacía que no tenía sexo o la
cualidades innatas de una boca hech
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para mamar pollas el caso es que sabíque de un momento a otro podía llenarla boca de leche.
Intenté avisarla para que se retirara iempo pero la chica parecía esta
pegada a mi rabo con pegamento y no s
retiró ni siquiera cuando los chorros dsemen se vertieron inundándole la bocaLo siento. –le dije cuando Silvia s
ncorporó para limpiarse los restos d
semen que aún le quedaban en la boca. No tienes que sentirlo, a mi m
encanta ayudar a la gente. De toda
formas creo que esta terapia será máarga de lo que yo pensaba en uprincipio así que te daré hora para lsemana que viene.
Hacía ya una semana desde que s
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pericia y su lengua habían hecho revivia mi otro yo. Desde entonces habíhecho el amor con mi mujer cada día, e
ocasiones varias veces, pues lpobrecilla había estado pasando hambrdurante los últimos meses.
Ya te decía yo que esa chica era muybuena en su trabajo. –dijo Ana lprimera vez que vio mi polla de nuevdura. Y tanto que lo es, pensaba yo
recordando las caricias que su lengume había regalado pocas horas antes.A mi me ayudó mucho cuando lo d
mi depresión. Continuaba hablando An en mi mente imaginé a mi mujer
sentada en la misma silla en la que habíestado yo, con la falda remangada y la
bragas en las rodillas mientras Silvia
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acurrucada junto a ella, le lamía el coñcon voracidad.
Ya, ya me imagino. Pero Silvia dic
que aún no estoy totalmente recuperad que para evitar recaídas deberé ir u
par de veces más a su consulta.
Eso me parece muy bien. –dijo mmujer mientras me llevaba de la mano adormitorio.
La segunda visita a Silvia duró uno
20 minutos. Nada más llegar me hizpasar a su despacho.
¿qué tal? ¿cómo vas de lo tuyo? –m
preguntó picarona.Muy bien, desde que vine a verla l
última vez todo funciona como laagujas de un reloj.
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¿puntuales? No, imparables.
Está bien, bájate los pantalones, tengque examinarte de nuevo.Yo creía que Silvia iba a premiarme
con otra buena limpieza de sable y sól
con pensarlo mi rabo se puso duro hiniesto. Ella misma lo cogió con lmano antes de que comenzara desbordarse por el lateral de localzoncillos
Sí, ya veo que funciona bastante biepero tengo que hacerle una prueba d
resistencia para asegurarnos de que sencuentra en perfectas condiciones.
Lo que usted diga. –le dije mientrame relamía sólo con pensar en lo qu
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Silvia me iba a hacer.Silvia comenzó a desnudarse y ante
de que me diera cuenta la tenía frente
mí, tan sólo con un minúsculo tanguitde color rosa.
Silvia estaba realmente tremenda. E
otro día, entre el apuro que llevaba ypor lo de mi impotencia y la sorpresque me llevé cuando se me amorró anabo no había sido capaz de apreciar s
sensual atractivo en toda su plenitud. Spiel bronceada, supongo que con algunasesiones de uva, contrastaba con ecolor claro de sus ojos y el rubio chillóde su cabello que ahora le caía suelthasta sus pechos. Éstos no eraexcesivamente grandes, normalitos dirí
o, pero muy firmes y duritos, con lo
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pezones duros y pequeñitos como dobotones. Llevaba un pearcing en eombligo y un pequeño tatuaje en uno d
os cachetes del culo, aunque eso no lvi hasta más tarde. Debía llevar el sexdepilado pues el tanga a penas si podíapar su delicada rajita.
Tengo media hora antes de la próximvisita. –y mientras decía eso pasnuevamente una de sus manos por m
verga.Estaba claro que esta vez me iba toca
rabajar a mi y que no disponíamos ddemasiado tiempo y que por eso ella mestaba apremiando.
De pié, el uno junto al otro, nuestrocuerpos se unieron. Mis manos saliero
disparadas en busca de sus tetita
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mientras que ella restregaba su tanga pomi polla.
Mi mujer dice que eres muy buen
haciendo terapia.¿ah sí,? ¿y tú que le has dicho?Que sí, que realmente eres muy buena
Bueno, intento ser bastantprofesional.
Después de varios minutos de besos
caricias, de susurros y chupetones, dmordiscos y obscenidades al oído unde mis manos abandonó sus pechos y sdirigió inexorable hacia su entrepierna
o fue nada difícil deshacerse del tang mucho menos aún introducir en s
chochito un par de dedos que explorabael nivel de excitación de Silvia. En un
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escala de 1 a 10 marcaba 100 así que nesperé más y estirándola sobre la mesdel despacho comencé a follarl
entamente.¿te parece que aguanta bien? –le decí
o mientras la penetraba profundamente
Sí, va muy bien, pero deberíamoverte más rápido para ver cómresponde.
¿más rápido? Así, así, así….
Sí, sí, sigue así. Lo haces muy bien.Así, así, así,…Siiiiiiiiií, asiiiiiiií, no pares, sigue.
Silvia tenía una forma muescandalosa de joder y tuve miedo dque la siguiente visita ya hubies
legado y que nos estuviese escuchand
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desde fuera pero al mismo tiempo sugritos y gemidos me excitaban mucho pronto tuve que hacer verdadero
esfuerzos para no correrme.Siiiiiiiiií, siiiiiiií
siiiiiiiiiiií,maaaaaaaaaás,
maaaaaaaaaaaaás, dámela toda, vamono pares, ya, ya ,ya, ya yasiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiií.
Silvia se corrió con un grit
escandaloso y poco después yo mdejaba ir en su interior llenando su coñcon mi esperma.
Cuando nos incorporamos parvestirnos nos dimos cuenta quhabíamos dejado la mesa perdida y quncluso algunos papeles se había
manchado de nuestros fluidos.
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¿y eso? –le pregunté yo, en referencia los papeles manchados.
No pasa nada, es tu historial clínicpero creo que ya no va a hacer falta.
¿entonces eso significa que me das ealta?
No, aún no, estas cosas son mudelicadas y hay que ver comevolucionan en el tiempo. Vuelve lsemana que viene. Ah, y dale recuerdoa tu mujer, ahora entiendo muchas de lacosas que me contaba en la consulta.
Me despedí de Silvia con un bes
ntentando imaginar que tenía preparadpara mí la próxima vez aquella diosa desexo.
Cuando regresé de la consulta d
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Silvia mi mujer me esperaba en casa coganas de marcha. Llevaba puesto usugerente albornoz de color amarill
pues acababa de darse una ducha y suvoluptuosos pechos de madre aparecíavisibles en parte por entre la bata dbaño. En condiciones normales, sólcon la visión seductora y sensual de mmujer me hubiese empalmado como ucaballo pero yo acababa de echar u
polvo con la psicóloga y mi rabo estabsaciado de sexo.¿qué tal? ¿cómo ha ido con Silvia? –
dijo mientras se desataba el albornoz.
Bien, ya sabes, hemos estadhablando y eso.
Ana dejó el albornoz tras la puert
del baño y desnuda por completo s
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acercó a mí y me dio un beso en la bocmientras con sus manos me palpaba lobajos.
Mi polla comenzó a endurecerse pero hacía sin la potencia con que lo haceas pollas cuando están ávidas de sexo.
Vamos a la cama, tenemos todavía unrato antes de que venga Toni.Cuando acabé de quitarme la ropa l
enía de nuevo tan dura como una roca
me tumbé al lado de mi mujer que mesperaba echada boca arriba en la camaAl verla desnuda recordé también e
cuerpo desnudo de Silvia. Silvia eralgo más joven que mi mujer pero al nser madre conservaba aún un cuerpmucho más estilizado. Sus pechos, po
ejemplo, aunque no tan grandes com
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os de mi mujer eran más firmes duritos. Ana tenía las caderas máanchas y el culo más grande que el d
Silvia. Recordé el tacto de mis manos esus nalgas, mientras la follaba sobre lmesa de su consulta. Eran unas nalgaapretaditas, seguramente bien trabajadaen el gimnasio que contrastaban con lanalgas flojas de Ana.
Se las acaricié, pellizcand
suavemente en sus mofletes como solíhacer cuando novios para indicarle quenía ganas de follarla. Ana se puso dado dándome la espalda
ofreciéndome su culito.Mi verga se restregaba contra su
riñones y algo más abajo aún, just
donde empezaba la rajita de su culo. L
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pasé una mano por el coño y lo encontrexcitado como de costumbre. Ella abrias piernas para facilitar mis caricia
pero tan sólo buscaba su flujo, sufluidos, su humedad que me permitierubricar su ano.
Mi mujer entendió rápidamente mintenciones y se puso boca abajo sobra cama. Su culito había dejado de se
virgen mucho tiempo atrás, antes inclus
de llegar a casarnos y aunque no era lque más gustaba a Ana nunca me habírechazado cuando sin palabras se lproponía.
Coloqué un cojín bajo su estómagpara que su culito quedara aún máexpuesto y volví a hurgar en su chochit
para extender más cantidad de flujo e
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su ano y en mi polla.Relájate cariño, voy a entrar.Con las manos le separé las nalgas
con mi polla en su agujerito comencé empujar hasta que conseguntroducírsela toda. Nada que ver l
resistencia de ese ano ya experimentada la que ofreció la primera vez, y siembargo, por la preocupación de nhacer daño y de que Ana tambié
disfrutara recuerdo que aquella primervez fue bastante normalita, dadas lagrandes expectativas que tenía en ella.
Pero ahora mi polla entraba y salícon cierta facilidad de su culito y medida que el ritmo de mis embestidaaumentaba escuché los crecientes jadeo
gemidos de mi mujer. Vi que tenía una
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mano en el coño como solía secostumbre cuando adoptábamos estpostura y decidí darle con más fuerza. A
cada penetración mis huevos chocabacontra sus nalguitas provocando usonido indecente y morboso.
Clak, clak, clak, clak, no dejaba dsonar mientras un fuerte orgasmo se ibfraguando en el interior de la vagina dAna.
Ella se corrió antes que yo, que teníel deseo algo más calmado que ella percuando la escuché correrse por segundvez me imaginé que era el culo de Silviel que me estaba follando y me vacié eella dejando caer mi cuerpo sobre esuyo y permaneciendo así durante u
buen rato.
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Pasó la semana como habían pasadodas desde que fui por primera vez a l
consulta de Silvia. Hacía el amor todo
os días con mi mujer pero a vecesmientras la follaba imaginaba que se lestaba metiendo a Silvia y me excitab
recordando nuestros dos encuentros. Emartes era el día fijado por Silvia parnuestro encuentro. No sé bien cuál fue emotivo, quizás Ana sospechara algo
quizás se me había escapado en algúmomento el nombre de Silvia mientrahacíamos el amor y yo no me había dadcuenta, el caso es que mi mujer s
empeñó en acompañarme a la consulta no hubo forma de hacerla cambiar ddea. Me preguntaba si Silvia se cortarí
sabiendo que mientras ella estaba en e
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despacho conmigo, fuera iba a estar mmujer, en otros momentos tambiépaciente suya pero pronto me di cuent
de que no iba a ser así. Nada más entrar a su despacho
verme entrar vi como se relamía lo
abios mientras enviaba una primermirada lasciva hacia mi paquete.¿cómo es que has traído a tu mujer?Ha querido venir y me ha sid
mposible convencerla de lo contrario.Silvia se levantó de su asiento y m
endiñó un morreo sin más.
Entonces tendré que ser más discretcuando tenga un orgasmo ¿no?
Esa Silvia era increíble. Tenía lmisma facilidad para hablar como par
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quitarse la ropa.Vamos, dame tu pollón, quiero
sentirte dentro una vez más.
Se había bajado los pantalones y labragas y peleaba con el cinto de mipantalones mientras en mi paquet
comenzaba a marcarse un tremendbulto. No tardó en tenerme como ella, co
os pantalones bajados hasta lo
obillos. Yo lucía una hermosa erecciónmientras la observaba a ella quitándosambién la blusa y el sujetador. Tení
os pezoncitos tan duros como lprimera vez que se los vi y la piel de supechos estaba tan caliente que parecíque tuviera fiebre.
Vamos, fóllame, ¿a qué esperas para
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metérmela?Silvia se abrió el sexo con los dedo
como si yo no conociera cuál era e
camino que debía tomar pero mis dudase debían a un terrible pensamiento qume asaltaba desde hacía unos días.
Quiero follarte el culo. –le dije parque no pensara que estaba atontado.¿cómo dices? ¿quieres mi culito?Sí, quiero joderte por detrás, llev
días soñando con ello.Entonces, por primera vez desde qu
conocí a Silvia la vi dudar. Era como s
a idea de ser penetrada por detrás no lhiciese demasiada gracia.
Verás, es que….
No importa, si no te apetece l
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dejamos y ya está. No, no es eso, es que verás…. Es qu
nadie me ha tocado el culo nunca
¿sabes? No sé si me va a gustar.Si no lo pruebas nunca lo sabrás.
dije yo intentando mostrar decisión
seguridad en mis palabras.Prometo ir con cuidado, tú sólo déjatlevar.
Entonces repetí la operación quhabía hecho tantas veces con mi mujerLe acaricié el coño y le restregué suflujos por el ano y cuando me pareci
que podía comenzar a intentarlo lordené que se pusiera a cuatro patas eel suelo.
Yo me puse tras ella y observé su
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rasero durante unos segundos. Era urasero delicioso. Tenía un pequeño tat
en una de las nalgas que decí
devórame. Me extrañaba que hastentonces ningún hombre hubiese queridposeer ese lindo agujerito. Le separé lanalgas como solía hacer con Ana lnspeccioné el ano. Parecía que lo tení
muy cerrado. Intenté presionarlo con udedo y aunque hubo cierta resistencia
gracias a la buena lubrificación pareciaceptarlo bien.¿te duele? –le preguntaba yo de vez e
cuando.
No, de momento no.¿Y ahora? –le decía mientras l
ntentaba introducir un segundo dedo.
Un poco.
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Costó un poco pero al fin conseguque aceptara tener varios dedos dentrde su culito. Era el momento d
penetrarla. Acerqué la cabeza de mpolla a su culo y presioné sobre su anque comenzó a abrirse poco a poco
Costaba lo suyo introducir una pollcomo la mía en un agujerito virgen comera ese pero poco a poco conseguntroducir la punta de mi nabo.
Ya la tienes dentro. –le dije pardarle ánimos. Con mis manos lacariciaba el coño para que sintiera máplacer y se relajara aún más, pero larea era lenta y ya comenzaba
arrepentirme de haber querido forzar esculito.
Voy a metértela un poco más. –le dije
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apreté con fuerza.Silvia soltó un gemido mitad dolor
mitad placer pero ahora mi polla estab
a dentro de su culito.Ya ha pasado lo peor, a partir de
ahora disfrutarás de lo lindo.
Comencé a moverme adelante y atrásacando y volviendo a meter todo mrabo en su interior cuando la puerta dedespacho se abrió y Ana apareció tra
ella.Yo me quedé petrificado al verla per
Silvia prácticamente ni se inmutó, er
como si no hubiese pasado nada, comsi nada tuviese sentido fuera de lo questaba sucediendo en su culo.
¿estás disfrutando? –me pregunt
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burlona Ana mientras se acercaba nosotros.
Yo no sabía que decir. Hice la
ntención de salirme de su trasero perSilvia no me dejó.
Espera…. –dijo Silvia
Aturdido por lo inesperado de lsituación vi como Ana se subía la faldde color negro que llevaba puesta y lmostraba impúdicamente su coñit
desnudo a Silvia.Tu mujer es parte de la terapia
erapia de pareja que le llaman lo
expertos. Fui yo quien la llamé. –dijSilvia.Entonces Silvia hundió su cabez
entre las piernas de mi mujer y comenz
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a lamerle mientras yo continuabperforándole el culo.
¿Así que vosotras dos tambié
estabais en algo? –pregunté a mi mujeque había cerrado los ojos parconcentrarse en las agradable
sensaciones que le provocaba la lenguexperta de Silvia.Desde el primer día.La visión de mi mujer siendo comid
por Silvia me acabó de poner como unmoto y agarrándome a su trasero cogmpulso para penetrarla con fuerza.
Clak, clak, clak, clak, volvían a sonamis cojones contra el culo de Silviaclak, clak, clak, clak hasta que no pudaguantar más y una tremenda lechada d
semen salió disparada de mi polla par
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desbordar el estrecho culito de lpsicóloga de mi mujer.
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Fin de semana
Nota: ¨E¨ es un seudónimo.
Me lo había ganado a pulso, lsemana anterior, durante un viaje qu
hicimos a la playa, me aposté con ellque si conseguía hacerla correrse treveces antes que yo la primera sería m
esclava durante un fin de semana. Lacosas como son, me costó muchísimpero gracias al alcohol y al morbconseguí que lo hiciera.
La primera con un dedo durante lvuelta de la discoteca al hotel, lsegunda con la lengua en el parking dehotel (en el asiento trasero del coche)
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a tercera ya en la habitación con muchsufrimiento pues ya estaba a punto destallar de lo caliente que estaba
además ella tardó por los dos orgasmoanteriores.
Así que bueno, como ella sería m
sumisa durante el fin de semana, estuvdurante la semana pensando que hacerlaLo que voy a relatar es lo que sucedió:
Sábado a la mañana. La recojo en s
casa y vamos a un sex-shop, en lentrada ella duda pero la recuerdo quera mi esclava y debía hacer todo lo quo quisiera. Entramos y hay poca gente
mientras vamos mirando un grupo dchicos jóvenes que estaban comprandalgo para la despedida de algún amig
se nos acerca y la pregunta que como s
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había atrevido a entrar, me miró y yo leconté toda la verdad (incluido lo de lores orgasmos) ella estaba a cad
momento más roja y los chicos no se lpodían creer, cuanto más les contabmás calientes se ponían y E que así slama pasó de vergüenza a calentura
pasó de estar cogida a mi mano ponerla sobre mi culo y cuantos mádetalles les daba a los chicos más m
apretaba y frotaba.Cuando terminé uno de los chicos mpreguntó si me gustaría que ellos mayudaran a hacerla alguna penitencia
fue cuando se me encendió la luz. Dacuerdo: Quiero que paséis con ella una de las cabinas dobles, pasareis d
uno en uno y cada uno solo podrá tene
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8/18/2019 7 Historias Eróticas - L. Jellyka
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hasta dos minutos de tiempo. Sois cincchicos, así que si queréis, solo podréiestar con ella dentro dos minutos cad
uno. Fuimos a las cabinas X y el maanzado entró el primero. A los do
minutos se abrió la puerta y aparecieroos dos sentados y ella con la camis
abierta con los pechos medio fuera. Aabrir el segundo la había subido al fald tenía las bragas movidas como s
hubieran hurgado en su cueva. El tercerapareció de pie y ella sentada, ellcomo con el anterior pero él con lbragueta abierta y se guardaba u
aparato de buen tamaño aunque nestaba dura del todo. El cuarto y equinto fueron directamente al asunto y estos si les dio tiempo de estar bie
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duros cuando se abrió la puertainguno de ellos pudo avanzar much
con ella en dos minutos, pero los má
istos se habían llevado una mamada do más rica. Ninguno de ellos quería dar aquell
por finalizado y sobre todo los primerose quejaban de que al ser los primerono supieron aprovechar el tiempo, asque después de mucho quejarse (y yo d
ver la cara de E, que estaba bastantcaliente) acordamos lo siguiente. Soluno de ellos tendría derecho a entrar unvez más con E en la cabina, serían die
minutos, y E sería la que elegiría achico.
Todos asintieron al principio pero a
ver que elegía ella ya dudaban. E eligi
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al tercero, me imagino que por eaparato y entraron. Al abrir la puerta lescena fue la siguiente: E sentad
encima del chico montándole como solella sabe, recorriendo cada centímetrde su aparato, desde la punta hasta lomismísimos huevos, disfrutando demomento y el retorciéndose del gustonos miraron y el empezó gimotear...NO, AUN NO, YA CASI
ESTOY, POR FAV.............Extendí la mano a E y la levanté dechico, ella al salirse soltó su ultimgemido, al estar casi fuera del chico l
solté y calló de sopetón sobre el chicoella creyó morir en esa envestida y a ée sirvió para llenársele toda la vena d
a base de la polla de leche, sol
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8/18/2019 7 Historias Eróticas - L. Jellyka
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necesitaba una envestida más, perretiré del todo a E y al notarse libraquel aparato se tensó y comenzó
diluviar leche por todos los ladosgrandes chorros, el sentado le llegabahasta su propio cuello y terminabareposando sobre su propio pecho vientre. Los demás amigos no soltabapalabra, simplemente se oían loquejidos del chico, acomodé la ropa a E
salimos de la zona de cabinas. Nos metimos rápidamente (por mieda que nos siguieran y quisieran mas) ea mini sala de cine que había, en l
oscura ante sala paramos y observamosi había mucha gente, perfecto no habímás que un hombre en las primeras filas
con lo que nos sentamos al final y así n
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8/18/2019 7 Historias Eróticas - L. Jellyka
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se enteró de que estábamos. Durante lpelícula estuve tocándola y ella a mí, siperder detalle de las escenas, ell
estaba bien caliente desde el principipues acababa de tener dentro una pollque ella misma había elegido, así qumis dedos en su entrepierna estaban sus anchas. Paré para decirla que máquería que hiciera. Debía ir al hombrde delante y como seguro que estaba co
su aparato fuera debía llegar y sentarsde sopetón, sin decirle ni palabra, algque ni se esperara, botar unas pocaveces y sin que se corriera el hombr
evantarse y venir. Dicho y hecho, llegó hasta el hombre se asusto, sin decirl
nada lo monto, el pecho de él contra lespalda de E y en el momento que e
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hombre se recuperó de la sorpresa pasó sus brazos a sus caderas E sevantó y vino hacia nuestro sitio. E
hombre no entendía nada y la siguió coa vista pero al verla sentarse conmig
se volvió y siguió a lo suyo.
Volvimos a salir de allí y se nohabía hecho la hora de comer.Comimos tranquilamente, n
hablábamos casi, pero E de vez e
cuando levantaba su cabeza del plato sonreía como sin creer lo que la estabhaciendo. Yo mientras seguía pensandoque más poder hacer para aprovechaeste fin de semana. Aunque la idea erclara. "Calentarla lo máximo posible sique llegue a correrse" y si consigo es
se que llegará un momento en qu
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8/18/2019 7 Historias Eróticas - L. Jellyka
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explote y se descontrole convirtiéndosen esa bomba sexual que tanto me gustver y disfrutar.
Volvimos a mi casa y allí la sentédelante del ordenador, entramos en unpágina de contactos y esas cosas. Com
hay muchas direcciones de Hotmail a laque más la gustaba el aparato lapusimos en el Messenger par ver shabía alguno conectado, debido a la
horas no había mucha gente pero dimocon un hombre, la dejaría chateando coél una hora y quería que lo calentara base de bien pero ella no debí
correrse, aunque debía tocarse. Yo mequedé se tumbado en la cama viendo lque le hacía para calentarlo y si parab
de tocarse haciéndola seguir. Todo