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Capitulo 1: Un dia inusual

Das Contados

Diego Gastn Douer

DIAS CONTADOS

Ediciones LiliayeroDouer, Diego GastnDas contados- 1ra. Edicin artesanal: Liliayero, 2009

Diagramacin e ilustracin de tapa: Elida Liliana Medina

Primera edicin: 2009

Este libro no hubiera sido posiblesin la colaboracin y la comprensinde mis tres amores y musas inspiradoras.Sin ellas en mi vida no hubiera habidolugar para soar ni para imaginar otrasrealidades; menos aun hubiera sido posibleintentar volcarlas en la historia de ficcinplasmada en este humilde libro.A ustedes, Liliana, Ayelen y Roco mims profunda gratitud.Esta obra, al igual que mi amor incondicional,les pertenece por siempre.

Villa Adelina, diciembre de 2009

A mis padres, Elsa y Daniel, quienes siempre me apoyaronen las diversas etapas y vicisitudes de mi vida. A mis hermanos, Cristian y Carolina, cuyo apoyo,aunque implcito como pasa con la mayora de los hermanos, siempre sent presente. A la querida familia que me regalaron los aos: Haydee, Nancy, Ezequiel, Yazmn y Alfaro,quien como dicen los artistas, se fue de gira(aunque yo creo que no vuelve porque Dios le pidi colaboracin en una trascendente obra,y acaso que actor puede negarse a tremendo director?). A mis abuelos: Moiss, Baldomero y Aurelia, quienes tambin estn de gira.A mis queridos Kuki y Osvaldo;a Cristina, Maru, Paquito, Abi y la bobe Jacinta;quienes sospecho son todos compaeros de obrade Don Alfaro Medina.A mi querida abuela Kuka. A mis tos; a mis primos, a sus hijos y a sus respectivas familias. A la memoria de mis tos: Delia, Roberto y Armando.A todos mis amigos; a los que veo a menudoy a los que aunque hace mucho tiempo no frecuento siempre estn en mis recuerdos.A mis queridos Sergio, Mara Jos y Julia.A mis hermanos del alma: Leonardo, Daniel y Gustavo(para los ntimos: el totta, el pipa y el tuerca),quienes me hacen sentir orgulloso cuando me dicen amigo.Seguramente sabrn disculparme por haber utilizado sinpermiso previo sus nombres y sus apodos en esta novela,es que simplemente no logro imaginar historia algunaen la que ustedes tres no estn presentes.

Villa Adelina, diciembre de 2009

ndice

Captulo 1: Una maana evasiva3Capitulo 2: Un da inusual..7Capitulo 3: Un da revelador.20Capitulo 4: La visita a la tarotista..28Capitulo 5: Un da para reflexionar.......42Capitulo 6: La interpretacin de los sueos..49Capitulo 7: Recuerdos, sueos y capitalismo....72Capitulo 8: Una noche en la casa del Simio..........................................................82Capitulo 9: Detectives de pesadillas....105Capitulo 10: Ximena, a la conquista del mundo......113 Capitulo 11: Das decisivos..121Capitulo 12: Las confesiones del viejo Morfeo...135Capitulo 13: Caminos bifurcados146Capitulo 14: Un sueo confirmado..161Capitulo 15: Un da en la sacrista...173Capitulo 16: No te salves.185Capitulo 17: Un da en la sinagoga. 195Capitulo 18: Dos llamadas inesperadas...209Capitulo 19: El da D...231

si los sueos tuvieran la periodicidad de la experiencia nadie sabra ya cuando suea y cuando esta despierto.(Camilo Canegato en la novela Rosaura a las diez)

Para resolver un problema, hasta el momento indescifrable, tenemos que dejar abierta la puerta a lo desconocido.(Richard Feynman, premio Nbel de fsica)

El sueo es una pequea parte oculta en los recovecos mas ntimos y secretos del alma, la cual se abre a esa noche csmica que era psique mucho antes de haber ninguna conciencia del yo, y seguir siendo psique no importa hasta donde se extienda nuestra conciencia del yo Al racionalismo de nuestra era le cupo explicar el sueo como residuos del da, como las migajas que caen al mundo crepuscular desde la mesa ricamente cargada de nuestra conciencia. Esas profundidades oscuras no son entonces nada mas que un saco vaco, que no contiene mas que lo que cae en el desde arribaSeria mucho mas exacto decir que nuestra conciencia es ese saco, en el cual no hay otra cosa que lo que por azar cayo en el.(Carl Jung, medico psiquiatra, psicologo y ensayista suizo; figura clave en los inicios del psicoanlisis)

Captulo 1: Una maana evasiva.

Era un da normal, como cualquier otro. Al igual que en el resto de las jornadas laborables, Cristian Mancuso comenz su diaria y meticulosa rutina: se dio un placentero bao caliente, rasuro su incipiente barba, cepillo firmemente su blanca dentadura y se aprest a vestir un clsico traje azul y unas de sus tantas camisas de lino. Haban pasado ya ms de quince minutos de las siete de la maana cuando, justo en el instante en que cebo su primer mate del da, escuch un leve ruido que lo distrajo. Se dirigi lentamente hacia su habitacin y con cierto asombro vio a Romina sentada en la cama a punto de vestirse. En realidad la situacin no tenia nada de extrao o fantstico, pero tampoco nada de habitual, ya que su mujer no acostumbraba abandonar el lecho antes de las diez del da. Sin embargo, aunque ambos aun ni siquiera lo intuyeran, a partir de aquella maana la rutina de la familia Mancuso comenzara a cambiar.-Buen da!, que raro levantndote tan temprano! - comento Cristian e inmediatamente beso a su esposa en los labios.-Es que quise darte una sorpresa preparndote el desayuno, pero evidentemente el despertador no son a la hora que deba -se quejo Romina mientras entraba al bao.-No importa mi amor, apurate que todava me queda tiempo para que tomemos unos mates.Estaban ya ubicados los dos en la pequea mesa de madera de la cocina, disfrutando del incomparable sabor de un mate bien cebado, cuando Romina decidi confesarle a Cristian la verdadera razn de su imprevista accin madrugadora.-En realidad me levante temprano porque quiero preguntarte algo- dijo en voz baja para no despertar a sus hijos que dorman plcidamente en la habitacin contigua.-Preguntarme algo?- inquiri Cristian simulando no saber cual seria el interrogante de su esposa.-Si- levanto levemente la voz Romina-. No te hagas el distrado!, Quiero que me cuentes bien detalladamente ese recurrente sueo que te hizo sobresaltar las ultimas noches!Hacia ya dos largas semanas que Cristian intentaba mitigar el estupor que esa sistemtica pesadilla le causaba, sin embargo, merced al imperativo pedido de Romina, no pudo continuar ocultando su preocupacin.-Buenola verdad es que no quise alarmarte, pero hace varias noches que tengo la misma pesadilla y aunque intente diversas estrategias para evitarla ninguna surti efecto.-Estrategias?-comento desorientada Romina- Ah!, ahora entiendo porque cenaste tan liviano las ultimas noches, es por la pesadilla, no?-Si-exclamo Cristian con desencanto-, pens que al irme a dormir con el estomago mayormente vacio evitara soar; pero fue en vano, la secuencia que me atormenta se repite sin descanso y no logro comprender porque no se disipa.Romina haba escuchado atentamente la confesin de su esposo y comenzaba a intuir que el contenido de ese misterioso sueo provocara en ella un temor mayor al que evidentemente senta Cristian. Es que su marido no era un ser miedoso, ni fcilmente impresionable y menos aun ante una situacin tan subjetiva, irreal e irracional como la emergente de un simple sueo nocturno. Era indudable que la pesadilla que lo aquejaba deba transmitir algo inquietante, demasiado explicito como para haber logrado asustar a un hombre extremadamente racional y de sereno carcter.-Nunca habas tenido alguna pesadilla parecida?- balbuceo Romina sin atreverse todava a preguntar sobre el ncleo del sueo.-No- respondi secamente Cristian-. Vos sabes bien que nunca antes tuve pesadillasoh bueno, si las tuve, una vez despierto, nunca las recordaba.Romina asinti con la cabeza y no atino respuesta alguna. Sbitamente cruzo por su mente la clsica teora referida al funcionamiento de los sueos. Podra haber apelado a ella para explicarle a Cristian la relacin tripartita que disparaba el recuerdo de los sueos, hubiera sido una explicacin brillante; era sencillo: una cena abundante, el exceso en la ingestin de lquidos y la interrupcin del sueo durante la madrugada (tal vez para aliviar necesidades fisiolgicas) se asociaban como causal determinante para lograr reconstruir un sueo nocturno. El giro de la conversacin hubiera sido interesante, enriquecedor; sin embargo, Romina prefiri volver sobre su ultima pregunta; la medito brevemente y reconociendo su total improcedencia, opto por el silencio.La casa toda permaneca inmutable. En la moderna cocina solo se oa el persistente avanzar del minutero. El modesto reloj colgaba cercano a una pequea reproduccin de la magistral obra de Monet, La playa en Sainte-Adresse. En ella podan apreciarse todos los atributos del paisaje martimo: una hermosa playa de arenas blancas, un mar difano de tonalidad azul-verdosa, veleros de grandes velas confundindose con el horizonte y un cielo celeste poblado de brumosas nubes plidas. Disfrutando de la inmejorable vista se ubicaban, en un extremo de la pintura, un grupo de personas ataviadas con la clsica vestimenta que se usaba en las playas francesas hacia finales del siglo XIX; por cierto extremadamente diversa a las diminutas prendas de bao corrientes en el siglo XXI.Cristian, sin osar acabar con el clima silencioso impuesto por su esposa, dejo calma su mirada posada en tan bella obra, cuya claridad intensa le hizo olvidar, aunque mas no fuera por un momento, el terrible sueo que lo atormentaba, poblndose su mente, jubilosa, con el recuerdo de la sabia premisa de Monet: El personaje principal de mis cuadros es la luz.La preciada luminosidad invada el ambiente por mltiples extremos. A travs del regio ventanal de fina madera el sol de la maana irrumpa con plenitud una vez abierta la barrera impuesta por los macizos postigones. Desde el living, atravesando los dos ventanales, la luz llegaba calida hasta la cocina. Con igual intensidad, arribaba desde el pequeo patio trasero, enmarcando el ambiente en una impresionante orbita lumnica. Para el observador atento, aquel que sabe apreciar la belleza de lo cotidiano, la cocina toda era una vasta obra de arte, como emergida, sin duda, de la genial paleta de Monet. Ya haban pasado algunos minutos de las ocho del da. El trinar de los pjaros llegaba tenue a la habitacin de los hijos del matrimonio Mancuso. Ximena, la mayor, haba cumplido catorce aos hacia unos pocos meses; por lo tanto toda la familia haba iniciado ya los preparativos del preciado cumpleaos numero quince. Pablo, el benjamin de la familia, con tan solo diez abriles en su haber, era la alegra de la casa; siempre activo, carioso y ocurrente, pareca tener energa ilimitada y mas aun cuando se trataba de correr detrs de una pelota. Es que en la Argentina, seguramente al igual que en otras latitudes, la gran mayora de los varones comparten invariablemente la misma ilusin, aquel bello sueo inmortalizado en las candidas palabras del Pelusa:Mi sueomi primer sueo es jugar en el mundial. Y el segundo es salir campen con Argentina. Los tiempos cambian, pero aquel sueo, ese que fue convertido en realidad en la inolvidable gesta de Mxico 86, aquel sublime sueo de potrero, se mantiene invariable.El reloj marcaba dos minutos de las ocho del da cuando, trastocando nuevamente la rutina familiar, Ximena apareci repentinamente en la cocina. Su padre, a punto ya de romper el silencio, estaba decidido a revelar a su esposa el acuciante sueo que lo desvelaba, mas al ver a su hija presente en el ambiente, quedo atnito. Su rostro se sonrojo sbitamente y un sudor fro comenz a transitar por todo su cuerpo.-Buen da papa!- saludo Ximena besando a Cristian en la mejilla derecha-, tenes la cara toda transpirada!, te sentis bien?-Si, si- respondi dubitativo Cristian-, solamente estoy un poco acalorado.A pesar de que la temperatura ambiente no superaba los diez grados, Ximena quedo conforme con la respuesta de su padre y no insisti mas con el tema. Acto seguido dio los buenos das a su madre, encendi el calefn e ingreso en el bao dispuesta a ducharse.Romina, por el contrario, no quedo para nada satisfecha con el autodiagnstico de su marido. Desde aquel instante comenz a sospechar que la bendita pesadilla de su esposo tena algo que ver con su hija.

Capitulo 2: Un da inusual.

Camino al trabajo, Cristian no logro desembarazarse de su fastidio, aunque haba logrado evadir con xito el interrogatorio de su esposa, en realidad hubiera preferido ser ms directo, desahogarse con ella, compartir con alguien ese temor nocturno que lo agobiaba. Aquella sensacin ambivalente, repleta de sentimientos encontrados, fue por supuesto una reaccin inherente a la condicin humana; quien a menudo no ha deseado lo que no tiene y no valora lo que si posee?, y peor aun, cuando concreto lo deseado comienza a dudar si eso era realmente lo que quera. En fin, la duda es en ocasiones la esencia del ser, no siendo necesario recurrir a un estudio filosfico para ejemplificarlo, solo bastara con haber observado la cara de Cristian Mancuso, sentado en el ultimo asiento individual del colectivo, rumbo a su lugar de trabajo. Mas su cara, mejor dicho, la expresin que en ella se dibujaba, era una replica casi exacta de la mayora de las caras que compartan aquel transporte publico, esas que pueden verse cualquier lunes a la maana durante el critico periodo enmarcado en el trayecto del hogar al trabajo, de la libertad al yugo. Caras casi sin expresin (no demuestran alegra, ni congoja; dolor, ni gozo; felicidad, ni pesar) que pretenden disimular la duda interior que carcome al ser, enfrentndolo a una paradoja sin matices, la de la voz de la conciencia que susurra:Me bajo en la parada que viene!, para que seguir con esta farsa, no soporto mas trabajar en lo que no me gusta!, voy a seguir mis propios sueos, voy a ser libre. Mas como la voz no puede sustraerse de la dualidad de su portador, enseguida acota:Bueno, en realidad mi trabajo no es tan malo y el sueldo, no ser mucho pero sin el como voy a subsistir?, cmo, con que voy a mantener a mi familia? Cierto, basta de sueos, basta de utopas, sigo hasta la parada de la esquina de la fabrica, a cumplir con mis obligaciones, a trabajar!Al igual que esos trabajadores desencantados, los que deben relegar sus sueos frente a la cruda realidad, Cristian decidi emprender la diaria rutina laboral como si nada extrao hubiera ocurrido, como si la peridica pesadilla no existiese (negacin de la realidad, dira un psiquiatra), como si la sucursal del Banco Nacin ubicada en el barrio de Once fuese el emblema del mundo real, del universo conciente, de ese ambiente palpable, concreto y medible que disipara el impredecible mbito dominado por el inconciente nocturno.Con dicha disposicin mental arrib a su trabajo esa fra maana de agosto, pero muy a pesar suyo, superando su frrea predisposion a la normalidad, una experiencia inesperada lo ubicara nuevamente en el escenario no deseado; en ese extrao universo liderado por sus sueos.Aquella jornada la cola para realizar operaciones relacionadas con la entidad (depsitos, cobro de cheques, transferencias y otras tantas transacciones bancarias) era mas larga que lo habitual. Entre unas diez o quince personas esperaban con ansias ser atendidas en la ventanilla que portaba una pequea placa plstica negra con letras blancas, las cuales conformaban el nombre y el cargo del empleado receptor: Sr. Cristian Ral Mancuso, tesorero.La tarea de cajero, que desempeaba solo ocasionalmente, le daba la posibilidad de tener un contacto mas estrecho con los clientes del banco. Cada tanto poda intercambiar con ellos alguna efmera charla y hasta, con los clientes ms antiguos, evocar recuerdos de alguna vieja reunin de fin de ao. Los que en la soledad de su amplia oficina eran tan solo nombres y apellidos, nmeros de cuenta y saldos deudor o acreedor, se transformaban en el concurrido y diminuto sector de cajas, en caras conocidas, en viejos clientes que haban mantenido sus cuentas en el banco durante varios aos, aun en las peores crisis; en personas que con mayor o menor grado, segn cada caso especifico, le resultaban familiares. Mas ese no seria el caso del hombre que aquella fra maana se apersono frente a su ventanilla.Haba atendido ya a mas de diez personas, todas conocidas, aunque mas no fuera a travs de una tenue memoria visual, cuando se acerco hacia la caja un seor de avanzada edad, entre sesenta y setenta aos, de mirada serena, figura esbelta y cabellera escasa poblada de cabellos blancos. Estaba vestido con ambo a la vieja usanza, impecables zapatos negros y un bello gamulan color mostaza. Nunca lo haba visto antes, tal vez seria un nuevo cliente, sin embargo sus rasgos le recordaban a alguien.-Buen da, necesito cobrar esto.- dijo el anciano y apoyo en el mostrador una libreta de enrolamiento y un cheque por treinta mil pesos.-Buen da- saludo Cristian-. Va a tener que esperarme un momento porque cuando la suma a cobrar supera los cinco mil pesos necesito la autorizacin del gerente.-Muy bien, espero.- contesto el anciano.Cristian salio rpidamente del sector de cajas rumbo a la oficina del gerente, mas a medio camino se dio cuenta que se haba olvidado el cheque en el mostrador. Volvi sobre sus pasos, reingreso al sector y tomo el documento bancario. Cuando levanto la vista se encontr con la imagen del anciano; estaba parado, de perfil, charlando con el hombre de seguridad. Instantneamente record el origen de la familiaridad de su rostro; atnito, dejo caer el cheque y la libreta de enrolamiento de su mano derecha; el misterioso anciano haba emergido de su terrible sueo nocturno.Despus de recuperar el aliento, hizo autorizar el cheque y pago al anciano la suma indicada. Un poco mas tranquilo, reflexiono sobre lo ocurrido, tal vez estaba equivocado!, podra ser que el rostro del hombre lo hubiera visto en cualquier otro sitio o por que no, en la televisin. Sin embargo, todas sus dudas se disiparon rpidamente cuando vio al anciano de perfil, retirndose del banco, caminando hacia la esquina. Indudablemente, su figura esbelta, su distinguida vestimenta y su andar sereno ya los haba observado con anterioridad. Muy a su pesar, la escena era idntica a una de las que noche a noche interferan su descanso nocturno.Privilegiando la intuicin sobre el razonamiento (practica que no era habitual en su comportamiento) Cristian solicito, presuroso, permiso al gerente para retirarse de su trabajo. Gracias a su rpida maniobra, en menos de dos minutos su ubicacin espacial flucto del sector de cajas a la esquina ms prxima a la sede bancaria; lugar en el cual ubico al anciano, parado, con la mano derecha extendida, presto a tomar un taxi. Instintivamente hizo detener al auto de alquiler inmediatamente posterior al abordado por el hombre mayor; subi bruscamente e indico al chofer que siguiera de cerca al primer rodado.Los dos vehculos se alejaron del sector cntrico de la ciudad rumbo a la zona norte del conurbano bonaerense. Transcurridos mas de veinte minutos de viaje, Cristian desvi por primera vez sus ojos del vehiculo perseguido. Levantando levemente la vista observo asombrado el reloj del taxmetro: sus nmeros, color rojo intenso, marcaban un costo parcial de veintisiete pesos con quince centavos. Con cierto nerviosismo reviso cada uno de sus bolsillos. La incomodidad del caso lo obligo a repetir la bsqueda en varias ocasiones, ya que sentado en un automvil resulta complicado asegurarse de que no quede ningn billete en algn recoveco; mas en ese caso la reiteracin de la accin resulto infructuosa; Cristian portaba en total la escueta suma de treinta y tres pesos y veinticinco centavos.Cuando dirigi nuevamente sus ojos hacia el taxi que transportaba al anciano, este viro hacia la derecha y abandono la ruta Panamericana por el acceso de la avenida San Martn, en la localidad de Vicente Lpez. El vehiculo recorri seis cuadras por la transitada via y doblo hacia la izquierda, deteniendo finalmente su marcha en la mitad de la cuadra. El pasajero bajo lentamente e ingreso a una hermosa vivienda de estilo colonial. Su perseguidor hizo detener el auto en la primera esquina prxima a la casa, abono los treinta pesos con cincuenta centavos que marcaba el reloj y se encamino tmidamente en direccin a la residencia del hombre que apareca cada noche en su traumtico sueo.Parado frente a la casa, Cristian reacciono. Nuevamente prevaleci en el su carcter serio y analtico. La situacin que haba comenzado como una alocada aventura; all, con la vista fija en la bella fachada color ocre, empezaba finalmente a incomodarle.Dispuesto ya a retirarse, percibi el ruido generado por la apertura de la puerta de acceso a la vivienda. Sbitamente giro su cabeza y ante la presencia del anciano se escondi detrs de un rbol. El tronco, de voluminoso porte, oculto su anatoma por completo.A paso firme, el hombre mayor recorri las dos cuadras que distanciaban su lugar de residencia del bar ubicado frente a la plaza; Cristian lo haba seguido de cerca. Cuando el hombre ingreso al lugar, se detuvo por un instante a una distancia prudencial; sus pensamientos eran confusos: Seria prudente continuar con la persecucin?, acaso no era todo una locura originada tan solo por un sueo?; sin embargo, iba a abandonar justo cuando se le presentaba la oportunidad de poder dialogar con el anciano?La razn, predominante en su naturaleza, le dictaba una retirada inmediata; mas su instinto dominaba ampliamente la situacin. Sigilosamente entro al bar y se sent en la ltima mesa ubicada a la izquierda de la entrada. En el extremo opuesto, aproximadamente a cinco mesas de distancia, su perseguido peda un caf.Desde su perspectiva pudo observar el perfil del rostro del anciano con detenimiento. En breves instantes, ayudado por la postura inmvil del observado, pudo comparar cada uno de sus rasgos faciales con los que su mente haba registrado durante sus extraos sueos. Todos concordaban; adems, la mirada serena del viejo, dirigida imperturbable en direccin de la plaza de enfrente, era sin duda la misma que noche tras noche irrumpa hacia el final de sus visiones nocturnas.-Seor!, seor!, disculpequ desea tomar?- la voz del mozo lo desconcentro.-Eeeeh una lagrima por favor. Presurosamente, habiendo transcurrido tan solo un breve momento, su pedido llego a la mesa.-Srvase seor- nuevamente la intervencin del mozo hizo que retirara por un instante la vista de la mesa opuesta.-Gracias- respondi secamente.-Lo conoce?-Perdn!- la mirada de Cristian se clavo en los ojos del empleado del bar.-Pregunto si lo conoce, a el, al viejo de la mesa de la esquina!-No, por qu pregunta?-No!, por nada en especial, y disculpe que me meta, pero como lo vi tan concentrado observndolo!-Usted lo conoce?- repregunto Cristian hbilmente tomando la iniciativa en la charla.-Si, de verlo en el bar. Hace dos meses que viene todas las tardes.-Ah, entonces debe vivir en el barrio.-Se mudo hace poco a una casa de ac a dos cuadras- dijo el mozo y disimuladamente recorri con la vista el amplio saln en busca de algn posible llamado de otro cliente. Luego de asegurarse que nadie requera de sus servicios contino con el relato:-Creo que antes viva en otro pas, es un hombre muy raro!-Raro?, por qu dice eso?-Usted lo vio?, siempre esta solo, con la mirada perdida, mirando a la plaza. No habla con nadie, qu se yo?, muy normal no parece-Mozo! mozo!- se escucho el llamado proveniente desde el fondo del local.El empleado se escuso e inmediatamente se dirigi hacia una de las mesas ubicadas en la parte trasera del bar.Por unos instantes, Cristian haba retirado por completo la vista de la mesa enfrentada. A la par que saboreaba la bebida caliente pensaba en la charla que haba protagonizado un momento atrs. Instintivamente, presintiendo que alguien lo observaba, levanto la vista. Su mirada se topo de lleno con los ojos del anciano.-Seor!- dijo el hombre al mismo tiempo que con un gesto de su mano derecha le pidia a Cristian que se acercara a su mesa.-A mi?- pregunto totalmente sorprendido.-Si a usted buen hombre. Podra por favor acercarse?Tmidamente inicio el trayecto hacia la mesa del anciano.-Joven!, trigase el caf por favor, lo invito a sentarse a mi mesa.- sealo el viejo con tono amable.Aun ms sorprendido que antes, con visibles muestras de nerviosismo, Cristian volvi sobre sus pasos, agarro la taza que contena la bebida caliente y se encamino rumbo a la mesa a la que haba sido invitado.-Sintese, por favor.-Gracias, usted dir!- balbuceo sin poder disimular su evidente estado de conmocin.-En realidad el que tiene algo que decir es usted no es verdad? Las palabras del anciano fueron como la gota que derrama el contenido de un vaso. Seguramente me descubri.- pens Cristian- Creer que quiero robarle!, tal vez ya llamo a la polica?, que locura!, Qu hago ac?-Tranquilcese joven! No es mi intencin intimidarlo, pero desde que ingreso al bar me esta observando, por lo tanto supuse que deseaba decirme algo.Cristian respiro aliviado, pareca ser que al viejo solo le haba llamado la atencin su conducta en el establecimiento. Recuperada la calma, dirigi su vista hacia la plaza de enfrente y dijo pausadamente:-Si es verdad, lo observaba porque me despert curiosidad su mirar concentrado hacia el parque.-Bueno, usted podr apreciar desde aqu la extrema belleza de sus flores, de sus plantas, de sus rboles. En fin, qu ojos podran resistir reposar sin pausa en tan bello escenario?-Tiene toda la razn- contesto Cristian sin quitar los ojos de la plaza-. Si yo me hubiera sentado en esta mesa tampoco habra retirado la vista de tan sublime espectculo.-Vio mi amigo, todo es cuestin de perspectiva; tenan razn los artistas del renacimiento!-Los artistas del renacimiento?- inquiri Cristian un tanto confundido.-Si joven, usted sabeMassacio, Alberti, Leonardo da Vinci; en fin, los pintores y escultores que comenzaron a plasmar la realidad de su tiempo mas all de las dos dimensiones clsicas, utilizando en sus obras el magnifico recurso de la profundidad.-Disculpe mi ignorancia con respecto al arte, pero no lo comprendo.-No se preocupe joven, es muy sencillo. Vio usted alguna vez la obra La ultima cena, de Leonardo da Vinci?-Si, creo que sies una pintura en la que se representa a Jess, en una larga mesa, con sus apstoles?-Exactamente, recuerda el escenario que rodea a la mesa?-No con exactitud, pero si la memoria no me falla, en cada costado se destacan unas columnas que se alejan hacia el fondo de la imagen.-Usted mismo lo ha dicho!, las columnas sealan el fondo de la pintura; pero como es eso posible en una superficie plana de solo dos dimensiones?-Tiene razn, nunca lo haba pensado, debe ser algn tipo de truco visual.-Por supuesto, una magistral ilusin ptica denominada perspectiva!, ahora entiende joven?-No del todo, pero como es posible?-Cuando observe nuevamente la pintura detngase en las dos lneas oblicuas que a ambos extremos conforman las dos paredes que contienen a las columnas. Si se ayuda con una regla vera que ambas chocan en la figura de Jess, ubicada en el centro de la mesa; lo mismo sucede con las lneas del techo, todas convergen hacia el; es lo que en arte se denomina punto de fuga. Esta tcnica, amigo mio, hace posible que el ojo humano capte algo imposible de percibir en una superficie plana: una tercera dimensin, la profundidad, la bella perspectiva!- dijo el viejo pronunciando la segunda palabra en italiano.-Que notable no!, todo el trabajo que se tomaron esos artistas para hacernos ver algo que en realidad no existe.-No, no, mi amigo, no se equivoque, la profundidad existe siempre, aun en los casos en que nuestros ojos no puedan captarla. El genio del artista consiste entonces en guiarlos, en brindarles una seal que rompa con los sentidos convencionales, elevando as al individuo mas all de las limitaciones aparentes.-Usted quiere decir entonces que la profundidad sugerida en un cuadro es real?-Por supuesto!-Pero usted mismo dijo que es un truco visual.-Es cierto, lo dije para que usted pudiera entenderme. De lo contrario, si hubiera afirmado en primera instancia que la tercera dimensin es real, aun en las aparentes superficies planas, usted hubiera credo que estaba loco, por lo tanto habra desistido de mi invitacin rpidamente. Acaso no hizo usted algo similar al inventar una excusa respecto a la causa de su extrema atencin hacia la figura de este viejo?-Disclpeme, no lo entiendo.-Vamos joven!, en breves instantes comprendi la tcnica de la perspectiva y ahora no puede entender algo tan simple, acaso le parece verosmil la siguiente historia?, escuche por favor:Un anciano cobra un cheque por una importante suma de dinero en un banco al que nunca antes haba concurrido, bastante alejado de su lugar de residencia. En la esquina del banco toma un taxi hasta su domicilio, se higieniza, se acicala un poco, se muda de ropa y sale de su casa en direccin al bar del barrio. Sentado en la mesa de siempre es observado minuciosamente por un muchacho joven, casualmente el mismo hombre que lo haba atendido, hacia menos de una hora, en la ventanilla del sector de cajas del banco. Sorprendido, el viejo invita al joven a su mesa y al preguntarle por el motivo de su insistente observacin, el hombre le dice que lo estaba mirando porque le haba llamado la atencin su mirar absorto en direccin a la plaza ubicada frente al bar. Qu le parece joven?, es realmente una respuesta creble?El semblante de Cristian comenz a desmoronarse rpidamente. El relato del viejo lo dejo atnito.-No, la verdad que no- esgrimi resignado-, pero puedo explicarle todo, no tengo ninguna mala intencin!-Por supuesto joven, eso no lo dudo, de lo contario ya hubiera intentado algo. Cunteme por favor, no importa que su mvil le parezca absurdo, tal vez sea tan real como la perspectiva.-Eeeh, bueno, la verdadno se como empezar, pero lo primero que quiero aclararle es que no acostumbro seguir a las personas, y menos aun a los clientes del banco-Reljese joven, ya me he dado cuenta que usted no es de esa clase de personas. No tengo duda de que existe un motivo sumamente importante por el cual decidi seguirme hasta este lugar, hable con confianza, soy un viejo razonable.-Le agradezco su reaccin, me hace sentir mucho mas tranquilo- respondi Cristian con un tono de voz ya un poco mas sereno.Luego de tomarse unos instantes para equilibrar sus pensamientos y tras un prolongado suspiro, comenz con su relato:-En realidad todo surge de un sueo, de un extrao y traumtico sueo que recurrentemente interfiere mi descanso nocturno. Entre las personas que aparecen en el, figura usted. Imagnese entonces mi sorpresa al verlo parado frente a la caja del banco en el cual trabajo hace mas de diez aos. En un primer momento cre que me haba confundido, que su cara la habra visto en algn otro lado, o inclusive pens que podra ser que lo conociera de la televisin, del cine o de alguna propaganda, pero no, cuando lo observe a travs de la pared vidriada del banco, dirigindose hacia la esquina, no tuve ya mas dudas, usted era, o mejor dicho es, uno de los personajes de la pesadilla que me aqueja noche tras noche. Aunque le parezca absurdo, increble o hasta inverosmil, ese es el motivo que justifica mi accionar durante esta tarde.-Un sueo!, un sueo!- repeta el anciano emocionado-, cuanto tiempo hace que no escuchaba a un hombre decir que sus acciones son movilizadas por un sueo-Entonces, me comprende?- interrumpi sorprendido Cristian-, no le parece extrao que lo haya seguido solo porque apareci en mis sueos?-Por supuesto que lo comprendo. Y por que debera parecerme extrao lo que usted me ha confesado joven?-No se, sinceramente, si yo estuviera en su lugar ya me habra retirado de esta mesa hace un largo tiempo; me cuesta mucho creer en algo que no pueda ver o que este mas all de la realidad.-Ese es un gran problema joven! En los tiempos que corren solo lo material es considerado real, las manifestaciones del espritu han sido desechadas, siendo consideradas, en el mejor de los casos, solo como expresiones involuntarias del subconciente humano; mas es ese acaso el significado profundo de los sueos?, expresar nicamente los miedos, las frustraciones y los deseos internos del individuo?, yo creo que no, el mensaje que todo sueo contiene posee un origen externo al hombre. Desde all, las claves del pasado, del presente y del futuro nos son reveladas. Lamentablemente, nuestro actual sistema de vida, excesivamente materialista, nos imposibilita descifrar el mensaje. En fin, disculpe joven, creo que lo he confundido con mis aires de filosofo y lo que es peor, he interrumpido su relato; contine por favor, cmo es eso de que aparezco en sus sueos?-No, no, para nada me molestan sus apreciaciones, al contrario, me parecen muy interesantes. En lo que respecta al sueo, usted aparece siempre en la etapa final pero no recuerdo exactamente que es lo que esta haciendo.-Usted afirma que me ha visto en mas de un sueo, cada uno de ellos difiere entre si?-No,-respondi rpidamente Cristian- todos son casi idnticos. En realidad yo dira que no son varios sueos, sino uno que se repite peridicamente.-Y con que periodicidad?-En las ultimas dos semanas, todas las noches.-Que notable!- exclamo el viejo-, se da cuenta joven que algo de razn tengo, acaso es posible que los temores de su subconciente se repitan con tanta precisin y durante un tiempo tan prolongado?-Hasta que lo vi a usted, pensaba que si, pero ahorano se que pensar, su aparicin ha confundido mi sano juicio; qu voy a hacer ahora? -Primero, tranquilcese. Segundo, debe volver a su hogar, su esposa y sus hijos deben estar muy preocupados. Tercero-Cmo sabe que estoy casado?, y que tengo hijos?- interrumpi Cristian con cierto tono desafiante.-Su anillo en el dedo anular de la mano izquierda es el smbolo de su matrimonio, y en lo que respecta a sus hijos, despus de haber charlado este largo rato con usted, intuyo que la extrema preocupacin que su sueo le causa solo es posible, en el caso de un hombre con sus conocimientos y convicciones, por la aparicin en el de un personaje infinitamente mucho mas cercano a sus sentimientos que este anciano que se encuentra ahora mismo sentado frente a usted. Y quien acaso es ms importante en la vida de un hombre que un hijo?La respuesta del viejo no hizo ms que confirmar las sospechas que Mancuso tenia respecto a la sorpresiva aparicin del anciano en la ventanilla del banco aquella fra maana de agosto; mas el afn de mantener en secreto el traumtico contenido esencial de su sueo hizo que desistiera, aquella tarde, de seguir interpelandolo.Intercambiaron finalmente unas pocas palabras ms y se despidieron amablemente. En ltima instancia, ambos saban en donde volver a encontrarse.A las dos cuadras de haber salido del bar, Cristian se dio cuenta que caminaba sin rumbo y que adems contaba tan solo con la suma efectiva de dos pesos y setenta y cinco centavos para pagar algn medio de transporte que lo devolviera a su hogar. Despus de haber escuchado con atencin las amables indicaciones del canillita del barrio, se dirigi hacia la estacin del ferrocarril. En escasos minutos la formacin arrib a la terminal de Florida. Rpidamente el anden quedo desierto; Cristian fue el ultimo pasajero en abordar el tren, sin embargo logro sentarse en un extremo del ultimo vagn, en el asiento mas cercano a la ventanilla. En un intento por descomprimir sus pensamientos, dirigi su mirada hacia el exterior, observando atentamente como las casas y todo el paisaje en general se alejaban velozmente de su campo visual. Emulando los tiempos de su niez fijo su vista en los rieles del trayecto contrario y el mismo efecto que haba experimentado mas de una vez cuando era un nio surgi nuevamente frente a sus ojos: de repente, los rieles dejaban de alejarse y comenzaban a perseguir al tren en vertiginosa carrera. Es el mismo efecto que el de la perspectiva- pens-. Estoy viendo lo que en realidad no existe. Otro pensamiento, por cierto mucho ms perturbador, surgi en su mente. Las vias eran como sus sueos, lo perseguan implacablemente donde quiera que se dirigiese.El ruido de la locomotora lo despert sobresaltado, pero para su suerte, en la estacin correcta. Lentamente descendi del vagn en la estacin Aristbulo del Valle, en puente Saavedra, municipio de Vicente Lpez, zona lindante con la Capital Federal. Mientras caminaba hacia la parada del colectivo la oscuridad de la noche provoco que se percatase del tiempo transcurrido, su reloj pulsera marcaba las 21:30 horas en punto. Un horario tarde en extremo para arribar a su domicilio. Inmediatamente pens en llamar por telfono a su casa para que no se preocuparan, pero la escasez de efectivo le trunco la iniciativa.Con las monedas justas pago el boleto en la maquina expendedora del transporte perteneciente a la lnea de colectivos numero 71; abrindose paso accedi a la parte trasera del mnibus y a las tres paradas pudo sentarse en el ultimo asiento individual que quedo desocupado. Durante todo el trayecto las palabras de despedida del misterioso anciano deambularon por su mente, recordaba cada una de ellas con envidiable exactitud y las repeta de manera continua, sin descanso, con la esperanza de obtener de ellas alguna conclusin razonable. Con un trazo desparejo, debido al oscilante movimiento del vehiculo, escribi cada palabra en la primera hoja de su agenda, mas la frase surgida confundi aun mas su inusual da.Ya instalado en su hogar, mucho ms relajado y con la familia ya tranquilizada, ingreso en el bao, lleno con agua tibia la baadera y comenz a disfrutar de un placentero bao de inmersin. A escasos diez minutos, la voz de su esposa interrumpi su descanso.-Amor, de donde copiaste esta frase tan linda que tenes escrita en tu agenda?Automticamente, las contracturas musculares volvieron a su cuerpo y aunque saba exactamente a que frase se refera su mujer, intento hacerse el distrado.-Qu frase mi amor?- respondi simulando un total desconocimiento.-La que tenes anotada en la primer hoja, no la copiaste vos?, a ver, escucha que te la leo.Cristian saba perfectamente que cada palabra seria como un mazazo recibido por la espalda, pero ya no haba vuelta atrs, el da inusual aun no haba terminado, nuevamente aparecera en escena a travs de las palabras ledas por Romina:-Los sueos son como la perspectiva, permiten al hombre descubrir lo que crea imposible.

Capitulo 3: Un da revelador.

A mitad de la noche el habitual sueo nocturno interfiri nuevamente su periodo de descanso. Las imgenes imprecisas, en extremo borrosas de las pesadillas anteriores, adquirieron en esa ocasin una clara nitidez, permitindole reconstruir, a travs de la utilizacin de su memoria visual, una imagen mucho mas certera de cada una de las traumticas escenas que noche a noche se revelaban en su subconciente.Luego del habitual sobresalto provocado durante el extrao lapsus que con frecuencia se origina, brevemente, pero con extrema intensidad, entre el universo del sueo y la realidad tangible, abandono Cristian, sigilosamente, el lecho matrimonial. Luego de mudar su transpirada remera, extendi la frazada alrededor de la anatoma de su esposa y abri, aun con ms sigilo, el ventanal que comunicaba la habitacin con el balcn orientado hacia el fondo de la vivienda. Sentado sobre un viejo balde plstico de pintura comenz a observar con detenimiento el imponente espectculo nocturno. Su mirada, azorada, se fijo durante varios minutos, como hipnotizada, en la magnifica bveda oscura poblada de incontables estrellas. Hacia tanto tiempo que no disfrutaba de tan sublime escenario!; el trabajo, las obligaciones y los compromisos lo haban alejado de los pequeos placeres cotidianos, aquellos que todava los hombres de empresa no han logrado privatizar, con el fin de convertirlos en rentables; esos que mgicamente se presentan ante nosotros todos los das y lamentablemente pocas veces apreciamos.Las estrellas brillaban ante sus ojos con inusitada intensidad. Su mente, atareada por el anlisis de los recuerdos del sueo y a la vez extasiada por las transmisiones arribadas desde los globos oculares, comenz a generar alguno de los viejos interrogantes de la raza humana:Quines somos?, de donde venimos?, hacia donde vamos?, estaremos solos en el universo?A cada pregunta intento Cristian, esa noche, darle una respuesta; mas la tarea fue infructuosa, salvo en el caso del ltimo interrogante, para el cual crey hallar un discurso inequvoco. Observando maravillado esos luminosos mundos lejanos, se convenci de que era indudable que existieran all otros seres, tal vez muy diferentes a el, o tal vez, como saberlo?, mas parecidos de lo que imaginaba y tal vez, por que no?, algunos estaban aquella noche, al igual que el, observando el mismo majestuoso espectculo, solo que ubicados en las gradas opuestas del anfiteatro.Fue en aquella especial madrugada de sbado cuando, por vez primera, acepto Cristian la posibilidad de que el contenido de sus recurrentes sueos manifestara algn tipo de mensaje o advertencia respecto a hechos futuros. El entorno nocturno, bello y silencioso, le ayudo a reflexionar sobre las diversas situaciones que haba experimentado en el ltimo tiempo. Indudablemente, desde el inicio de sus reiterativos sueos hasta la extraa aparicin del anciano, sus vivencias cotidianas se haban modificado abruptamente, generando en su vida un clima de incertidumbre inusual, incomodo y en extremo incompatible con su personalidad. Sin embargo su mentalidad sumamente estructurada y realista, comenzaba a experimentar cambios significativos. Las hiptesis que solo unos das atrs ni siquiera hubiera considerado como posibilidades remotas, afloraron aquella madrugada de sbado casi naturalmente, transformndose as en explicaciones alternativas de los extraos sucesos que padeca cada vez con myor asiduidad.Sin alterar el silencio nocturno, su esposa le apoyo sobre los hombros un abrigo de lana y se sent a su lado.-Otra vez el sueo!, no?- exclamo Romina sin quitar la vista del horizonte.En nada sorprendido por la repentina aparicin de su compaera, Cristian no emiti respuesta sonora alguna, solamente se limito a girar su cabeza, en direccin a su esposa, movindola seguidamente en sentido vertical, en inequvoco gesto afirmativo.Romina acaricio su rostro con suavidad, con esa placentera dulzura que solo una madre o la mujer amada saben generar en un hombre. Juntos, ingresaron en la habitacin. Los primeros rayos solares del da haban empezado a filtrarse por las pequeas rendijas de la persiana plstica. Cristian, ya desvelado, se dirigi a la cocina, puso la pava sobre el mechero y se sent frente al amplio ventanal.Romina, en tiempo record, despleg sobre la mesa de madera todos los componentes esenciales de un buen desayuno: el mate, las tostadas crocantes, la manteca, el azcar y el insustituible dulce de leche. Mientras se diriga hacia la habitacin en busca de un abrigo, su esposo cebo el primer mate.-Gracias mi amor, no sabes las ganas que tenia de tomar un mate bien caliente. La primera succin de Romina a travs de la bombilla fue intensa, pero aun ms lo fue su carrera hacia la pileta de la cocina en la cual expulso violentamente el lquido ingerido.-Qu te paso?- pregunto Cristian asombrado-, te atragantaste?-El agua esta helada!, no te diste cuenta cuando lo cebaste?Cristian giro su cabeza en direccin a la cocina e instantneamente descubri lo que haba sucedido.-Uy, disclpame mi amor!, que tarado que soy!, despus que puse la pava en el fuego apague el calefn, que haba quedado en piloto toda la noche, y en vez de cerrar la llave de paso que correspondia, cerr la de la cocina.El gusto agrio del agua fra mezclada con yerba no se haba disipado aun del paladar de Romina. Por supuesto que no era la primera vez que su esposo confunda las llaves de paso del gas, sin embargo cmo era posible que un experto cebador de mate como el no se diera cuenta que el agua estaba helada?; evidentemente- pens Romina- las pesadillas nocturnas estaban afectando progresivamente sus conductas diurnas.-Mira Cristian, esta situacin ya no da para mas! Primero los sueos extraos, ahora tenes pesadillas todas las noches y adems todava no me diste una explicacin coherente de lo que te paso el otro da, cuando llegaste a casa despus de las diez de la noche. Me podes decir por favor que te esta pasando?-Bueno mi amor, quedate tranquila, es solo un sueo recurrente que no me deja conciliar el sueo- respondi Cristian intentando descomprimir la situacin.-Y la otra noche, que fue lo que te paso?- inquiri Romina enrgicamente.Cristian saba que no podra seguir esquivando las preguntas de su esposa indefinidamente. Era tiempo de empezar a sincerarse.-La verdad, lo que me paso el otro da fue muy extrao un hombre grande, un anciano, vino al banco para cobrar un cheque por treinta mil pesos. Al principio todo normal, pero cuando lo observe con mas detalle me di cuenta que su cara me resultaba familiar-Lo conocas de algn otro lado?- interrumpi Romina con tono impaciente.-Si, pero no exactamente de otro lugar, sino de mis sueos.-Cmo de tus sueos?-Si, aunque parezca una locura, el hombre que esa maana apareci frente a la caja del banco es tambin uno de los personajes de mis sueos. Increble no?...te quedaste muda!En efecto, Romina no emiti palabra alguna. Preocupada en extremo, comenzaba a sospechar que los extraos episodios que padeca su esposo presagiaban algo mucho ms grave de lo que supona.Ante el prolongado e incomodo silencio de su mujer, Cristian decidi retomar su relato:-Como te deca, cuando me di cuenta de donde conoca al viejo, ped permiso al gerente para retirarme antes de hora. En la esquina del banco lo vi subirse a un taxi e impulsivamente tome el que venia atrs y empec a seguirlo. Salimos de la capital, rumbo a zona norte, hasta que en la avenida San Martn el taxi salio de la panamericana y recorri algunas cuadras para el lado del ro, hasta llegar a la casa del viejo.-Y vos que hiciste?- pregunto Romina sbitamente como quien reacciona intespectivamente luego de un largo letargo.-Y que voy a hacer!, me baje del taxi y espere en la puerta de la casa. Al rato, cuando el hombre salio de su hogar, lo segu unas cuadras hasta un bar ubicado frente a la plaza del barrio. Entre al lugar y me sent a un par de mesas de distancia de donde el se haba ubicado.Romina, mientras escuchaba el relato de su esposo, no poda salir de su asombro. Pareca una historia de ciencia ficcin protagonizada por un detective, no por su marido!; cmo era posible?-pensaba- que un hombre extremadamente estructurado y formal como el, hubiera reaccionado de esa forma. Ya era suficiente, evidentemente le estaba ocultando algo muy pesado.Su rostro, siempre dulce y angelical, se trasfiguro y su voz, generalmente suave y agradable, irrumpi en el ambiente con inusitada agresividad:-Bueno basta!, vas al grano por favor y me decis de una vez por todas que fue lo que paso con ese viejo.-Esta bien, no te pongas nerviosa, te voy a contar todo, pero promteme que no te vas a asustar, tal vez todo sea una coincidencia. -Coincidencia?,- bramo Romina- un hombre, al cual nunca habas visto en tu vida, aparece en tus sueos y a los pocos das se presenta a cobrar un cheque en la ventanilla del banco en el que vos trabajas, justo en la caja en la que ese da, ocasionalmente, estabas atendiendo al publico debido a la ausencia del cajero habitual, tu amigo Leo, quien si mal no recuerdo tenia el record de asistencia perfecta en los ltimos tres aos, y falto, justo ese da, no porque estaba enfermo sino porque su esposa, mi amiga Patricia, se llevo sus llaves por equivocacin, dejndolo encerrado en su propia casa. Adems, por si fuera poco, supongo que no debas ser vos el que reemplazara a Leonardo, ya que sos el tesorero del banco. Sin embargo, intuyo que aquella maana sentiste la necesidad de relacionarte con los clientes, por lo tanto le pediste al gerente que te dejara ocupar el puesto por un rato- menciono con irona-. Haciendo memoria, creo que la ultima vez que cubriste ese puesto fue hace no menos de un ao y medio, cuando al finalizar el arqueo te faltaron cincuenta pesos, los cuales pusiste de tu propio bolsillo despus de jurar que nunca mas haras el trabajo de cajero. Ahora, si vos a todo eso le llamas coincidencia!, perfecto, como quieras, pero-Romina!,- la interrumpi Cristian con vehemencia- ya se que para vos las coincidencias no existen, y tal vez en este caso tengas razn, pero te pido que te lo tomes con calma y que no me interrumpas antes de que termine de contarte lo que paso, puede ser?-Esta bien, te escucho.Cristian reanudo el relato desde el momento en el que haba ingresado al bar. Con tono sereno le comento a su esposa la charla que haba entablado con el mozo y hasta le describi algunos detalles del aspecto fsico del misterioso anciano, sin embargo, al iniciar el relato referido al contacto directo que ambos haban mantenido en el bar aquella tarde, su voz denoto una creciente tensin y su tono sereno se transformo gradualmente en un decir entrecortado, dubitativo y con evidentes signos de nerviosismo.Su esposa, aunque percibi al instante el nerviosismo de Cristian, cumpli con su palabra y lo escucho atentamente y sin generar interrupciones. Seguidamente, durante unos cuantos segundos, el silencio domino la escena; indudablemente, la experiencia vivida por su esposo la haba abrumado.-Mi amor- exclamo Romina despus de un largo suspiro-. La verdad me parece todo muy extrao, estas seguro que ese hombre es el mismo que aparece en tus pesadillas?-Absolutamente.-Entonces tenemos que descartar que se trate de una coincidencia, no hay duda que ese viejo sabe algo que nosotros desconocemos, cmo es posible que no se sorprendiera de que vos lo siguieras?-Si, la verdad que su reaccin es un tanto desconcertante. Es como si el ya hubiera sabido todo lo que iba a pasar- respondi Cristian un tanto mas sereno.-Adems amor, qu quiso decir con eso de que los sueos son como la perspectiva?-Segn su explicacin la perspectiva hace posible ver en una superficie plana una tercera dimensin, la profundidad, la cual objetivamente es imposible que exista en una imagen bidimensional. Por lo tanto, siguiendo su razonamiento, creo que lo que quiso decir el viejo es que los sueos pueden ser un instrumento para descubrir situaciones que en el universo conciente pasan desapercibidas; entendiste algo?- pregunto intuyendo una respuesta negativa.Romina, sin poder disimular su expresin de desconcierto, atino solamente a oscilar su cabeza en claro gesto negativo.-Buenote lo explico de manera ms sencilla. El anciano, antes de que nos despidamos, me dijo que los sueos son como la perspectiva, ya que permiten ver al hombre lo que crea imposible-Ahora entiendo todo,- interrumpi Romina- el viejo quiso explicarte que tus pesadillas se refieren a algo a priori imposible o inesperado, pero que en realidad va a suceder.-Vos decs cmo una premonicin?- acoto Cristian tmidamente.-Exactamente, nunca pensaste que las pesadillas pudieran ser algo mas que sueos nocturnos?; tal vez sean alguna especie de advertencia o una seal.Cristian enmudeci. Todo el sueo comenz a rodar en su mente como si fuera una larga escena de un film hollywoodense. Hacia el final de la experiencia pudo vislumbrar, por vez primera, con gran nitidez, el trgico desenlace que lo desvelaba. En ese instante presinti que Romina estaba en lo cierto, la pesadilla era un mensaje de advertencia.-Tal vez tengas razn,-respondi resignado- puede ser que los sueos manifiesten algo de lo que va a suceder, pero cmo saberlo con certeza?-No te preocupes, yo tengo la solucin, y aunque estoy segura que no vas a estar de acuerdo, tene en cuenta que probablemente sea la nica salida.-No te entiendo, de que solucin estas hablando?-Te acordas de mi amiga Cristina, la parapsicloga?, creo que ella va a poder ayudarnos.-Por favor Romina!-exclamo Cristian espontneamente-, vos sabes muy bien que no creo en nada de esas chantadas-Ya lo se, ya lo se-interrumpi ella con vehemencia-, pero que propones que hagamos?, qu vayamos a un psiclogo?-No, menos todava, ni loco!-Entonces escuchame amor, te hago una propuesta: vamos de Cristina, te juro que yo no le conte nada; le pedimos una sesin de tarot y vemos que nos dice. Sino sale nada sobre tus sueos, ah noms nos vamos y nunca ms vuelvo a insistir con el tema.-Y si dice algo sobre las pesadillas?-En ese caso tenes que prometerme algo, que me vas a confesar lo que hasta ahora me vens ocultando.-Qu cosa?- respondi Cristian ingenuamente.-El contenido exacto de tus sueos.

Capitulo 4: La visita a la tarotista.

El radio-reloj despertador interrumpi sbitamente el silencio matutino. Al instante estiro Cristian su mano derecha y presiono enrgicamente la tecla extinguidora del estridente sonido. Rpidamente abandono el lecho matrimonial y subi la persiana de la habitacin. Los rayos solares, con su gran intensidad lumnica, dieron de lleno en el rostro de Romina, despertndola de inmediato.El desayuno fue breve, dos cafs con leche y unas cuantas tostadas fueron suficientes para saciar el apetito de ambos.Mientras su esposa se daba los ltimos retoques en el bao, Cristian entro a las habitaciones de sus hijos para darles un beso antes de partir. El varn dorma profundamente y ante el saludo de su progenitor permaneci inmutable. Ximena, en cambio, giro todo su cuerpo quedando de espaldas a la pared y enfrentada a su padre. Su silueta, larga y esbelta, ocupaba casi todo el largo de la cama. Cristian, sobresaltado debido al brusco movimiento de su hija, reposo un instante y fue ah cuando observo con detalle algo en lo que hacia tiempo no reparaba, Ximena haba crecido notablemente. Ya no era su nenita mimada, frente a sus ojos dorma una mujer que hasta en algunos aspectos le pareca una extraa. Melanclico, fluyeron a su mente imgenes de antao, cuando jugaba con su pequea hija y los dos rean como nios. Qu haba pasado con ella?,-pens- a dnde se haba ido?; Acaso los hijos no nos abandonan al crecer y llegan en su reemplazo otros seres similares, con facciones y gestos que aun reconocemos, pero que ya no son los mismos? y acaso esto no sucede tan rpidamente que cuando percibimos el cambio, nosotros, los padres, quedamos pasmados y atnitos ante semejante metamorfosis? Eso fue exactamente lo que le ocurri a Cristian Mancuso aquella maana. Parado frente a la nueva imagen de su hija los cuestionamientos surgieron imprevistamente:la haba visto crecer realmente?, haba vivido junto a ella todos los momentos posibles?, cunto tiempo hacia que no compartan una charla?, y un juego juntos?, tal vez demasiado tiempo, y lo haba dejado escapar!Mientras esperaba a su esposa en el auto, pudo recordar el ltimo juego que haba compartido con su hija, el TEG (plan tctico y estratgico de la guerra), ese viejo juego de mesa de la dcada del ochenta que el mismo le haba regalado con el objetivo de que jugasen juntos. Hacia mas de un ao que eso no suceda y no precisamente porque Ximena no estuviera dispuesta. Semana tras semana le insista a su padre para que compitieran por la conquista del mundo, pero la respuesta era siempre la misma: ahora no puedo mi amor, estoy cansado y adems, ese juego lleva mucho tiempo.La justificacin de Cristian contaba con cierto fundamento; el plan tctico y estratgico de la guerra es un juego en el que dos o mas participantes pueden pasarse varias horas jugando si eligen la modalidad conquista del mundo, y aunque existe una modalidad que no insume tanto tiempo, la llamada competencia por objetivos, esta ultima opcin no era generalmente la preferida por Ximena.El sonido generado por la puerta del acompaante interrumpi sus recuerdos.-Ahya estas lista?, tan rpido!- comento Cristian con extrema naturalidad y sin el mnimo atisbo de irona.-Bueno esta bien!, no es para tanto- respondi Romina.Acostumbrada ya a los reproches de su esposo cada vez que se demoraba en exceso, no se percato que en esa ocasin no haba en las palabras de Cristian nada de sarcasmo.-No, ya se, pero como bajaste tan rpido la verdad que me sorprendiste.-Vos me estas hablando en serio Mancuso!-Si por supuesto.-Entonces el que me sorprende sos vos. Tarde mas de veinte minutos, y si, lo reconozco, establec un nuevo record de demora, y vos me preguntas como baje tan rpido?-Uhen serio?, a mi me parecieron como mucho cinco minutos- respondi Cristian asombrado.-Esta bien-dijo Romina con tono conciliador-, no nos vamos a poner a discutir ahora amor. Nos vamos por favor!-Si, si, claro- respondi Cristian aliviado mientras giraba la llave de encendido del automvil.Como suceda habitualmente en las maanas de los das sbado, el trfico era escaso. En apenas quince minutos, el vehiculo conducido por Cristian Mancuso haba dejado atrs la Capital Federal, adentrndose en la zona norte del Gran Buenos Aires a travs de la ruta Panamericana, con destino a la localidad de Del Viso, lugar de residencia de la amiga de Romina; Cristina, la tarotista.Durante el ultimo tramo del viaje Cristian imaginaba la apariencia del lugar al que se dirigan, seguramente seria un sitio lgubre, sobrecargado de objetos mgicos y esotricos, de sahumerios, velas, imgenes de santos y vaya a saber que otras figuras paganas o demonacas. En su imaginacin apareca la figura de la tarotista como una bruja medieval rodeada de amuletos y hasta de una bola de cristal resplandeciente. Sino hubiera sido por la impericia irresponsable de un conductor, su mente habra seguido fabricando escenarios fantasmagricos; mas el trfico lo devolvi a la realidad. Detenido frente a las vas del ferrocarril, a escasos dos metros de la barrera, escucho el sonido del motor de un automvil acercndose. Miro por el espejo retrovisor y diviso, hacia el final de la cola de vehculos, un auto que avanzaba por el carril izquierdo de la calle, detenindose finalmente paralelo a su rodado, enfrentando al trafico que esperaba la subida de la barrera del lado opuesto. Indignado, adelanto el auto un metro equiparando las trompas de los dos vehculos. Pens, casi instintivamente, en acelerar velozmente en el instante en que la barrera comenzara a alzarse, poniendo as en un atolladero al imbecil que pretenda pasar primero. Sin embargo, desisti de esa opcin, ya que perjudicara tambin al automovilista que esperaba del otro lado, por lo tanto decidi encarar al imprudente conductor verbalmente. Lentamente bajo la ventanilla delantera izquierda y dirigi su mirada hacia el interior del automvil contiguo.-Seor, disculpe, esta apurado!, tiene alguna urgencia?-Perdn!- respondi sorprendido el conductor.-Le pregunto si esta apurado!, ya que se adelanto a los mas de diez autos que estamos esperando en la cola que habra la barrera, por lo tanto supongo que tendr una razn justa para hacerloo me equivoco? El hombre, de mediana edad, observo a Cristian con gesto adusto y a la par que balanceaba la cabeza en claro gesto afirmativo dijo: -La verdad que tiene razn, disclpeme!Seguidamente puso marcha atrs y retrocedi el vehiculo hasta el ultimo sitio de la fila. Gratamente sorprendido, Cristian miro a su esposa y ambos intercambiaron una breve sonrisa.-Estuviste genial mi amor, le diste una leccin de ciudadana- sentencio Romina orgullosa de su marido.-Gracias amor- respondi con satisfaccin mientras, habiendo cruzado ya el paso a nivel, observaba atentamente los carteles de sealizacin previos al acceso a la va rpida.-Tengo que bajar en la ruta 26, no?-Si, bajas y doblas a la izquierda. Cruzas por debajo de la Panamericana, haces cinco cuadras y doblas a la derecha hasta la mitad de cuadra.Cristian sigui al pie de la letra las indicaciones de su esposa. En aproximadamente quince minutos el auto se detuvo frente a la vivienda de la tarotista.La fachada de la casa no presentaba ningn signo distintivo que pudiera relacionarse con la extravagante actividad de su propietaria. Era un tpico chalet de dos plantas con tejado estilo francs, color terracota, paredes de ladrillos a la vista barnizados en tono oscuro y amplios ventanales con persianas de madera, del tipo gua barrio, tonalizadas de color caoba.Adelantndose un instante al movimiento de la mano derecha de Cristian en direccin al timbre de la residencia, la amiga de Romina se apersono sbitamente en la puerta de entrada.-Buen da!, los estaba esperando.-Buen da- saludo Cristian un tanto asombrado- escucho el ruido del auto?-Ruido del auto!, ah, usted lo dice por mi aparicin repentina. No, no escuche ningn ruido, no se olvide que soy adivina!- comento la tarotista con tono sarcstico, acompaado de una tenue y sugestiva sonrisa.-Es una broma, los vi llegar desde la ventana de mi cuarto- acoto rpidamente a la par que avanzaba al encuentro de Romina.-Amiga!, tanto tiempo sin vernos!- exclamo emocionada a la par que se estrechaban en un efusivo abrazo.Romina, con lgrimas en los ojos, le relato escuetamente el motivo de la consulta. Mientras tanto, Cristian aprovecho la situacin para escudriar el lugar en busca de algn amuleto u otro objeto cabalstico que le indicara el lugar preciso en el cual las virtudes adivinatorias de la anfitriona entraran en accin. -Pasen por ac por favor- dijo la tarotista guindolos por un estrecho corredor hacia la habitacin mas distante de la casa.Antes de ingresar a travs de la maciza puerta de doble hoja, imaginaba Cristian el esotrico interior de la enigmtica sala: un cuarto lgubre, iluminado por velas, cuya luz tenue reposaba sobre una vieja mesa circular plagada de smbolos estrafalarios, mgicos, cuasi demoniacos. Ms al trasponer el umbral el escenario lo desconcert. La habitacin, de dimensiones clsicas, cuatro metros por cinco aproximadamente, contaba con un esplendido ventanal por el cual la luz del da ingresaba con exuberancia. La mesa, un escritorio de madera de pino, portaba tan solo un telfono inalmbrico y una moderna lmpara individual. El resto del cuarto estaba mayormente vaco, excepto por una pequea biblioteca ubicada en el extremo derecho de la sala. Sobre las blancas paredes, un bello cuadro de medianas dimensiones rompa con la monotona del ambiente.-Sintese por favor- dijo la tarotista sealando las dos sillas enfrentadas al escritorio.-Gracias- respondi Romina y tomando a su esposo de la mano se sent con lentitud.-Algo le llamo la atencin?- inquiri la duea de casa merced a la distraccin de Cristian, que permaneca todava parado, sujetado de la mano de su esposa y observando el cuadro con detenimiento.-No, nobueno, en realidad me sorprend un poco al ver la habitacin,usted atiende siempre ac?, porque no parece un lugar donde se adivine el futuro! Al escuchar las palabras de su esposo Romina dirigi, alarmada, la vista hacia su amiga, convencida de que la respuesta de Cristina iniciara una discusin mayscula. Mas la parapsicloga permaneci imperturbable y actuando como sino hubiera escuchado a Cristian, se dirigi hacia el lugar donde colgaba la obra de arte y exclamo asombrada: -que raro!, este cuadro no estaba aqu ayer por la noche. Tal vez mi esposo quiso darme una sorpresa y lo colg hoy a al maana. En finperdn!, usted me deca que le sorprendi el cuarto y lo mismo me sucedi a mi con este cuadro! Pero volviendo a su sensacin, qu es lo que usted imaginaba?: una habitacin repleta de elementos esotricos, extremadamente oscura y hasta con una bola de cristal sobre el escritorio?-Si, tal vez si-respondi Cristian- y disclpeme la sinceridad.-Al contrario, la sinceridad es una gran virtud, pero lo que si debo aclararle es que yo no adivino el futuro, tampoco hago brujeras; soy tarotista y nada tiene que ver el tarot con la magia o la supersticin.-Disculpe mi ignorancia sobre el tema, no fue mi intencin ofenderla.-No se preocupe, normalmente la gente asocia al tarot con la adivinacin. Yo solamente quera dejar claro ese punto para que no surjan despus malos entendidos. Si les parece, antes de comenzar con la sesin, puedo contarles, a grandes rasgos, que es el tarot y como funciona.-Me parece una excelente idea- respondi Romina y al instante miro a los ojos a Cristian en busca de un gesto afirmativo.-Si, si, por supuesto- acoto Cristian con tono seguro.-Muy bien!- sealo con entusiasmo Cristina-, entonces comencemos por el principio, por la gnesis del tarot y por su misin. Sus orgenes son inciertos, para algunos especialistas naci en el antiguo Egipto, para otros en la India, en China o en la Mesopotamia asitica. Tambin se lo relaciona con los cabalistas de la edad media y con muchos otros pueblos y tradiciones, pero lo importante es destacar que el tarot no es contrario a la religin o a la fe, sino su complemento-Perodisclpeme que la interrumpa-intervino Cristian-, segn mi conocimiento la Biblia condena toda prctica adivinatoria o de prediccin del futuro, o me equivoco?-Tiene usted toda la razn-respondi tranquilamente la tarotista mientras extraa de uno de los cajones de su escritorio un pequeo libro de tapa dura, de color negro intenso. Tomndolo con la mano derecha elevo su brazo y afirmo:-Es verdad, las sagradas escrituras condenan en el Antiguo Testamento las prcticas de hechicera, predicciones y adivinacin, ordenando a los israelitas no practicarlas. Pero tambin es cierto, que este mismo libro, contiene gran cantidad de relatos en los que los llamados profetas vaticinan acontecimientos futuros o experimentan visiones msticas a travs de las cuales predicen lo que va a suceder.-Por ejemplo la historia de Jos-sealo Romina con decisin. -Si, claro, es una de las ms conocidas-acoto Cristina girando su mirada hacia el cuadro colgado frente al escritorio.-Volviendo a su pregunta Cristian, es verdad que la Biblia condena a la adivinacin como practica sistemtica de poder o como actividad lucrativa, pero no niega la posibilidad humana de poder predecir el porvenir, en tanto y en cuanto este conocimiento sea utilizado en beneficio del consultante.-Entonces, segn sus palabras, el tarot, utilizado bajo las condiciones que usted menciono, no es una prctica contraria a la fe cristiana.-No, claro que no, el tarot es totalmente compatible con los principios de cualquiera de las tres religiones monotestas, ya que su funcin esencial es esclarecer la conciencia humana. En cuanto a nosotros, los tarotistas, nuestra funcin consiste en usar nuestro don para servir a Dios, para curar el alma.-Bueno, debo reconocer que su explicacin me deja un poco mas tranquilo-afirmo Cristian a pesar de que el supuesto vinculo del tarot con el monotesmo no era para el muy relevante debido a su condicin de ateo-. Igualmente quiero ser sincero con usted y advertirle que yo no creo en nada de estas cosas y si vine hasta ac es porque mi esposa insisti, ya que ltimamente tengo una ...-Para, para Cristian!-rugi Romina con vehemencia-, no le adelantes nada a Cristina de lo que te pasa, deja que las cartas hablen por vos.-Pero eso es posible?- pregunto Cristian dirigiendo su mirada hacia la tarotista.-Mire, pongamos en claro algunas cosas. En primer lugar, nuevamente le agradezco su sinceridad.En segundo lugar, Romina tiene razn, no me cuente nada, si logramos tener una sesin exitosa las cartas nos indicaran cual es el problema que lo aqueja. En tercer lugar, mas all de su escepticismo, necesito que usted se concentre, se relaje y abra su mente, para lograr as que nuestras vibraciones entren en sincrona; puede ser?-Voy a hacer lo posible- respondi Cristian e inmediatamente cerr sus ojos y respiro hondo.-Excelente, entonces comencemos.Cristina saco del cajn superior del escritorio un mazo de cartas y un tapete color escarlata. Lentamente comenz a mezclar las barajas. Al finalizar deposito el mazo sobre la mesa y con la mirada orientada hacia el rostro de Cristian dijo solemnemente:-Le pido la mayor concentracin posible, debemos conectar nuestras vibraciones con extrema sincrona. En esta primera parte de la sesin vamos a realizar la llamada tirada en estrella o en cruz, la cual nos brindara informacin principalmente sobre su personalidad y sobre la cuestin que lo inquieta. Por favor, distribuya las cartas en sentido circular.Cristian, intensamente concentrado, realizo la accin indicada. Romina, expectante, permaneca silenciosa, sentada unos pasos detrs de su marido.A continuacin la intrprete recogi cada una de las barajas hacindolas pasar alternativamente de una mano a la otra, a la par que soplaba, de izquierda a derecha, sobre cada una de ellas. Esta ltima practica, a pedido de la tarotista, fue concretada tambin por el consultante.-Ahora piense un numero del 1 al 22 y luego fije su pensamiento en la cuestin a resolver- solicito Cristina al mismo tiempo que apartaba del mazo un pequeo piln de veintids cartas.-Listo- dijo Cristian rpidamente.-Por favor antelo en este papel.La extraa secuencia fue repetida en tres oportunidades, tras las cuales la anfitriona solicito a Mancuso que adicionara el total de las cifras obtenidas.-Listo- volvi a responder Cristian velozmente-. El resultado final es 57.-Muy bien, como el numero es mayor que 22 debemos sumar las dos cifras, por lo tanto obtenemos el numero 12. Por favor antelo tambin; ese nmero ser el de la carta central.-Entonces los cinco nmeros que anote representan cinco cartas del tarot?- consulto Cristian.-Exactamente. Me dice por favor los nmeros que selecciono.-Si claro. Los nmeros son: 11, 3, 20, 8 y 15.-Perfecto- sentencio la tarotista mientras separaba del piln de cartas de los veintids arcanos mayores las cinco barajas correspondientes-. Ahora, con estas cinco cartas, comenzamos con la tirada en cruz.De izquierda a derecha, de arriba hacia abajo y finalizando en el centro, cada una de las barajas formo sobre la mesa una figura en cruz. Cristian y su esposa observaron con suma atencin, y a la vez con gran asombro, cada una de las extraas figuras representadas en los naipes. La primera carta, ubicada a la izquierda, portaba la imagen de una mujer ataviada con un vestido azul, una capa roja y un sombrero de ala ancha, cuyas manos abran la boca de un perro. En la parte superior de la baraja figuraba el numero XI y en la parte inferior dos palabras: La Force (la fuerza en francs).La carta de la derecha, con el numero III y el titulo L`Imperatrice (la emperatriz) en cada uno de sus extremos apareci en forma invertida. Tena como imagen el dibujo de una reina sentada en el trono con un bculo en su mano izquierda.Despus de haber dado vuelta esos dos primeros naipes, la tarotista comenz a desentraar el significado de cada simbolismo grafico.-La primera carta, la de la izquierda, es su carta Cristian- sealo la intrprete-. Nos habla sobre su carcter. Usted es una persona fuerte, resistente, con gran confianza en si mismo, mas la situacin que le toca vivir esta despertando su costado vulnerable: la duda, el temor. Pero esta difcil situacin se resolver finalmente.La segunda carta- prosigui Cristina-, la de la derecha, representa el mundo exterior, el cual como vera esta invertido, por lo tanto representa la antitesis de lo que sugiere la imagen; es decir que en lugar de transmitir seguridad y liderazgo, esta carta dada vuelta representa inseguridad, crisis y prdida de control ante una situacin traumtica.-Perdn que interrumpa Cristina- dijo Romina tmidamente ubicada ya a la par de su marido, como si ambos fueran los consultantes-, pero no entend bien el significado de la segunda carta.-No hay ningn problema, esta muy bien que consulten si surgen dudas. Esta carta- dijo Cristina sealando el naipe con la imagen de la emperatriz-, representa la ayuda que Cristian puede recibir del mundo exterior para solucionar el problema que lo aqueja; hasta ac vamos bien?-Si, si- respondieron los esposos al unsono.-Muy bien. Al aparecer esta carta al revs su significado cambia, o sea que en vez de representar liderazgo, confianza y voluntad, su significado se relaciona con la prdida de control, la crisis y el retraso. Ahora bien, como se puede interpretar esta carta cuando simboliza el mundo exterior del consultante?- sealo la tarotista-. Yo creo que en su caso Cristian, la baraja nos esta alertando sobre su desconfianza hacia el afuera, hacia los otros. Esta situacin, sumada a la crisis que usted esta experimentando, conllevara seguramente a retrasar la solucin a su problema, ya que sino cambia esa actitud y se abre al mundo exterior, indudablemente ser mucho mas difcil que su entorno familiar, sus amigos, o el entorno mas distante, compuesto por personas que conoce muy poco o que directamente desconoce, logren aportarle las claves que usted necesita develar para terminar con la situacin que lo atormenta.Asombrado por la justeza descriptiva de la tarotista, Cristian tan solo atino a mirar a su esposa, asintiendo con la cabeza. Cuando regreso la vista al escritorio, tres nuevas cartas haban sido presentadas sobre el tapete.-La carta superior es El Juicio- dijo la tarotista con voz firme sealando con su mano izquierda la baraja que portaba el numero veinte en nmeros romanos-. Esta carta nos indica que usted esta atravesando una etapa de cambios muy importantes en su vida. Este proceso no podr ya detenerse, los acontecimientos se precipitaran con suma rapidez. Ahora bien, lo que necesito saber para esclarecer mas el panorama es que problema...-Perdn seora que la moleste- interrumpi abriendo intespectivamente la puerta la mujer que realizaba las tareas domesticas en la casa de la parapsicloga-, pero me olvide de decirle que el cuadro que esta en la habitacin lo trajo un hombre mayor que no quiso decirme quien era, pero si me comento que le dijera a usted que la obra le iba a ser til en la sesin que iba a realizar esta maana.-Que extrao!, seguro que no te dijo quien era Esther?-No seora, solamente me dijo lo que le cont...ah, y tambin dijo que el consultante de esta maana le revelara su identidad.-Gracias Esther- respondi Cristina aun ms asombrada que la primera vez que haba visto el cuadro.-Disculpe seora, podra describirme el aspecto de ese hombre?- pregunto Cristian a la empleada domestica.-Si, lo recuerdo muy bien, era un seor mayor, canoso, vestido de traje y con un gamulan color mostaza.El relato de Esther dejo a Cristian y a Romina estupefactos. Entretanto la tarotista posaba sus ojos sobre el enigmtico cuadro.-Ah..., ya se quien dejo el cuadro, fue el seor Morfeo, un simptico anciano que conoc en una exposicin de arte la semana pasada; el me comento que se dedicaba a pintar imgenes bblicas, pero que raro que haya dicho que este cuadro me ayudara en la sesin de hoy! -Tal ves Esther no entendi bien- comento la esposa de Mancuso intentando salir del paso.-No Romina, la seora entendi muy bien, sin duda se trata del mismo anciano que apareci en el banco- afirmo Cristian con resignacin.Cristina no haba prestado demasiada atencin a la charla de sus visitantes, su concentracin permaneci centrada en el cuadro del viejo.-Ahora comprendo!; el sol, la luna y once estrellas que se inclinan ante un joven pastor: es una escena que representa uno de los sueos de Jos!- exclamo repentinamente sealando con el dedo ndice la obra de arte.-El sueo de Jos?- pregunto Cristian.-Si Jos, el personaje bblico; y sino me equivoco tambin se cual es la relacin del cuadro con nuestra sesin. Seor Cristian, el problema que lo atormenta emerge del contenido de un sueo nocturno. Estoy en lo cierto?Cristian, absorto, no emiti respuesta alguna.-Viste que yo tenia razn al insistirte en venir!- exclamo Romina.-Si si, usted esta en lo cierto- se sincero Cristian con resignacin-. La verdad, estoy muy sorprendido- agrego evidenciando un manifiesto estado de alteracin.-Bueno, clmese Cristian- pidi la tarotista. Seguidamente le solicito amablemente a Romina que se retirase de la sala-.De esta forma- le comento- lograremos que tu marido se abra mas y que se anime finalmente a confesarme el contenido de la pesadilla.Por supuesto, Romina accedi sin reparos.Una vez que Cristian se recupero de su asombro, Cristina le solicito que realizara la pregunta que creyera apropiada para intentar develar el problema.-De acuerdo, mi pregunta es la siguiente: que significa realmente el sueo que se repite casi invariablemente todas las noches?Con extrema paciencia la tarotista le explico al consultante el significado simblico de las dos barajas que aun faltaban analizar.La primera carta en cuestin era la numero VIII, La Justicia, representada con la figura de una reina sentada en el trono, con una espada en la mano derecha y una balanza en la mano izquierda. En la segunda carta, la numero XV, apareca el diablo, encarnado en la imagen de Mefistfeles, ubicado en el centro de la baraja con una espada en su mano izquierda. A su lado, dos pequeos demonios completaban la escena.Despus de la larga charla con Cristina, en la mente de Cristian ya no hubo lugar para las dudas. Tomndose la cabeza con ambas manos, no poda comprender como haba sido posible que el tarot hubiera desentraado el contenido secreto de sus pesadillas; mas cumpliendo con su palabra decidi sincerarse con la tarotista, brindndole todos los detalles del enigmtico sueo nocturno. Luego de una pausa tranquilizadora, Cristina hizo ingresar a Romina a la habitacin. Cristian permaneca de pie junto al cuadro de los sueos de Jos; se lo notaba un tanto inquieto y algo nervioso. La parapsicloga le pidi a su amiga que tomara asiento y le alcanzo un vaso con agua fra.-Romina, amiga mia, las cartas coincidieron, inequvocamente, con el contenido de la pesadilla que sufre tu marido. Ms all de esto, tene en cuenta que el destino no esta fijado, todo puede modificarse; por lo tanto, tomatelo con la mayor calma posible.Cristian se acerco a Romina lentamente, se sent a su lado y le agarro con firmeza la mano derecha.Finalmente, convencido ya de que su sueo los alertaba sobre un acontecimiento inminente, comenz a develar la escena onrica que lo desvelaba. Desde aquel momento ya no cargara el solo con tan pesada cruz.-Romina, amor mio- dijo con dulzura-, tomalo con calma por favor, seguramente juntos vamos a encontrar alguna solucin. La escena que revivo cada noche transcurre en un micro de pasajeros. Yo observo todo como si estuviera en el. De repente, las luces de otro vehiculo me enceguecen; se produce un violento choque. Cuando me recupero del impacto levanto la vista y observo frente a mi, sentado en el primer asiento, totalmente ileso, al seor Morfeo, el misterioso anciano que conoc en el banco; el mismo al que conoci Cristina en la exposicin de arte. Angustiado, el viejo hace un gesto, como recriminatorio, sealndome con ambas manos la parte trasera del mnibus. Yo me levanto, camino lentamente, abrindome paso entre hierros retorcidos y cuerpos humanos sin vida, y cuando logro finalmente llegar al final del pasillo descubro un espectculo aun ms sobrecogedor:una nia muerta, tirada en el piso, boca abajo. Cuando la doy vuelta, cuando la doy vueltapara, paraobservar su rostro- la voz de Cristian se entrecorta y las lagrimas comienzan a rodar por sus mejillas-cuando la doy vuelta, el terror me paraliza, la chica que vi es nuestra nia, nuestra hija Ximena.

Capitulo 5: Un da para reflexionar.

El viaje de regreso al hogar se produjo casi ntegramente en silencio. Romina, sumamente enojada, no poda dejar de culpar a su esposo por no haberle contado antes el trgico contenido de su sueo nocturno. Le pareca imposible, triste y hasta absurdo que no hubiera confiado en ella. Acaso no le inspiraba su fiel y amada compaera la confianza necesaria? o tal vez ya no la amaba como al principio?, como aquel da, en la iglesia, frente al altar, cuando le juro amor eterno. Sus pensamientos, confusos e irascibles, la acompaaron durante todo el viaje.Cristian no poda darse el lujo de ocupar la totalidad de su mente con los recientes acontecimientos que tan sbitamente se haban desencadenado. La mayor parte de su concentracin deba centrarse en el camino, ya que un buen conductor (virtud que el posea) debe siempre, sin excepciones, estar pendiente de la ruta, del vehculo y del entorno circulante. Sin embargo, durante el descanso en un semforo o en un paso a nivel, sus pensamientos retornaban a la sesin de tarot, a los vaticinios de la tarotista, a las recriminaciones vehementes de su esposa y a la horrible escena que peridicamente reviva en sus sueos. Todo ese cctel mental explosivo se combinaba con los agudos sentimientos de culpa que lo invadan cada vez con mayor intensidad. Tal vez deb contarle todo mucho tiempo antes ! - pensaba- Quizs hubiramos descifrado juntos el significado de las pesadillas ? Podr perdonarme ?Entender que lo hice para protegerla, para no preocuparla?Ninguno de los dos se animaba a romper el silencio, mas la falta de comunicacin los incomodaba. La tarotista, despus que Cristian le haba revelado a Romina el grueso de su pesadilla, haba intentado, sin xito, tranquilizar a su amiga; la cual, colrica y descontrolada abandono la habitacin, no sin antes insultar y maldecir a su marido. Antes de acudir en su bsqueda Cristian converso unos breves instantes con Cristina. La charla que haban entablado no poda quitrsela de la cabeza, especialmente el fragmento de la conversacin referido a una posible solucin para evitar lo presagiado en las pesadillas.-Romina- exclamo con tono sereno- podemos charlar tranquilos por favor, sin discutir ?Por un breve instante el silencio fue total, ms doblegando su enojo Romina respondi:-La verdad que es lo mejor que podramos hacer... al fin y al cabo esta en juego la vida de nuestra hija, no?-Por eso mismo, te pido que me perdones, no fue mi intencin lastimarte, solo quise que no te preocuparas.-Si Cristian, pero no confiaste en mi. cuando pensabas contrmelo?-No lo se, hasta hoy ese sueo, mas all de su persistencia, no era para mi mas que una pesadilla sin sentido, producto de mi subconsciente, entends? Es esa la razn de mi actitud, nunca supuse que su contenido fuera un presagio del futuro.-Esta bien Cristian, lo que paso, paso. Ahora concentrmonos en buscar una solucin al problema, te parece?-Por supuesto que si... y muchas gracias, te prometo que pase lo que pase nunca mas voy a volver a ocultarte informacin sobre la pesadilla. -Eso espero!...- manifest Romina mas como expresin de deseo que como advertencia- Te comento algo mas Cristina despus que yo me fui del cuarto?-Exactamente sobre eso estaba pensando- sealo Cristian mientras encenda las balizas y se aseguraba a travs del espejo retrovisor de la ausencia de algn posible vehculo cercano-, paramos un rato ac y te cuento?-Bueno, paremos.Los esposos descendieron del rodado y se sentaron en un cmodo banco de madera ubicado en uno de los extremos de la plaza. Aunque eran casi ya las doce del medioda, la frondosa vegetacin arbrea los protega de los inclementes rayos solares. Cristian comenz el relato afirmando que ms all de todo lo acontecido y aun considerando como una posibilidad concreta el accidente presagiado, no seria difcil impedir la tragedia. Segn su opinin bastara con evitar que su hija realizara algn viaje en micro que hipotticamente podra presentrsele; con esa sola accin el problema quedara resuelto.-Y vos le comentaste esta idea a Cristina?- inquiri Romina un tanto escptica.-Si, pero su respuesta me desconcert.-Por que? que te dijo?-Se puso muy solemne y afirmo muy segura: Seor Mancuso la solucin que usted plantea parece en primer instancia ser muy sensata, acaso que padre en su lugar no pensara en la misma solucin?, pero analizndola un poco mas detenidamente podr darse cuenta que no es la correcta, ya que si su hija no viajase en ese micro otra persona tomara su lugar, modificndose as el destino de ambas. Segn mi experiencia, en estos casos no es aconsejable actuar de manera individual, hay que buscar soluciones globales.Sinceramente yo no entend mucho lo que quiso decirme, por lo tanto fui mas preciso y le pregunte que pasara, segn ella, si Ximena no suba al mnibus en ese hipottico viaje.-Y que te respondi?- dijo con ansiedad Romina.-Me dijo que aunque Ximena no viajase el accidente ocurrira igual y que seguramente la persona que ocupara su lugar morira; es mas, segn su visin, esa situacin no asegurara que nuestra hija no sufriera otro accidente aun ms inesperado.Romina se tomo unos instantes para reflexionar (indudablemente la situacin lo ameritaba). -Ahora entiendo todo Cristian- lanzo despus de permanecer callada mas de un minuto-, el sueo que padeces noche tras noche no solamente nos esta previniendo sobre el peligro que corre Ximena, tambin nos alerta sobre una tragedia que involucra a mas personas. Por lo tanto, si tomamos el camino mas fcil, tal vez podramos salvar a nuestra hija, pero y todos los dems que si viajaran en ese micro? que pasara con ellos?Cristian, con gesto abatido, apoyo los dos codos sobre sus muslos, dejo caer su cabeza y tomndosela con ambas manos exclamo contrariado: - Vos queres decir que no solo debemos salvar a Ximena sino tambin a todas las personas que se supone viajaran con ella?, es una locura!-Serenate amor y pens tranquilo, no es ese acaso el consejo que te dio Cristina? Vos mismo lo dijiste: hay que buscar soluciones globales.-Pero escuchame Romina, aun estando cien por ciento seguros que el accidente va a ocurrir, como podramos hacer nosotros para evitar que todos los pasajeros viajen? o acaso penss contarle a cada uno el contenido de mis sueos?-No lo se Cristian, pero si estoy segura con respecto a dos cosas: tu sueo es una profeca y nuestro deber es salvar a todas las personas que formen parte de ese viaje.El trayecto final del recorrido de regreso al hogar, aunque extenso en distancia, fue para ambos, temporalmente hablando, como un breve paseo. Sus mentes, en extremo atareadas con el anlisis de mltiples ideas, hiptesis, inconvenientes y posibles soluciones, no registraron el real devenir del tiempo. Mas la rutina hogarea los volvi a ubicar rpidamente en tiempo y espacio.-Hola mama, que bueno que ya volvieron del supermercado, tengo un hambre brbaro y la heladera esta vaca- dijo Pablo, el hijo menor de los Mancuso.-Del supermercado?- respondi Romina confundida ...ah si, buen da mi amor, fuimos al sper pero tuvimos un problema con la tarjeta de crdito de papa y al final no trajimos nada. Pero no te preocupes enseguida cocino algo rico y comemos. Cristian ingreso en la cocina distrado, sin advertir la presencia de su hijo. -Yo creo que seria conveniente que hablemos con Ximena- menciono con tono decidido.-Mi amor no lo viste a tu hijo? - inquiri Romina clavandole la mirada a su esposo y sealandole con la mano izquierda el extremo opuesto de la cocina -, justo le estaba comentando el inconveniente que tuvimos en el supermercado!Cristian entendi rpidamente la indirecta. Sin mas palabras que buen da hijo saludo a Pablo con un beso en la frente y se apresto a realizar la actividad culinaria que dominaba con destreza: la preparacin del mate. Entre cebada y cebada, aprovechando que Pablo se haba ido a jugar a su cuarto, los esposos continuaron charlando sobre el plan a seguir. Romina, convencida del significado premonitorio del sueo, insista en buscar la manera de frenar la tragedia pensando colectivamente. Con gran decisin le indico a su esposo que cuando tuviera nuevamente la pesadilla deba concentrarse mas en tratar de recordar todos los detalles. -Ademas - acoto imperativa- tenes que ubicar al anciano sea como sea, estoy segura que el es la llave para evitar el accidente.La conversacin se prolongo por unos minutos hasta que Ximena irrumpi en el ambiente.-Buen da papis! como andan?- pregunto con su acostumbrada dulzura.-Bien, bien- respondieron casi al unsono.-Pero vos no te ibas a ir temprano a lo de tu compaera Brbara?-Si mami, lo que pasa es que me quede dormida, as que pico algo rpido y me voy en colectivo.-No!- gritaron ahora si al unsono.- Por que no?- dijo Ximena sorprendida.-No, lo que pasa es que queremos que te alimentes bien, espera 20 minutos que este lista la comida, comes y despus papi te acerca con el auto si?Por el momento la rapidez de Romina les haba posibilitado salir del paso pero que postura tomaran en el futuro? convena contarle todo a Ximena? o seria mejor que no supiera nada? Esa misma noche lograron consensuar el camino a seguir.Haban pasado ya ms de dos horas del nuevo da y Cristian permaneca despierto. La extensa discusin con Romina, en lugar de provocarle sueo surti el efecto contrario. Despus de analizar las diversas opciones, y ante la intransigencia de su esposa, decidieron no decirle nada a Ximena, ni a ningn otro miembro de la familia. El no estaba convencido de que esa fuera una decisin razonable, aunque a esa altura que era razonable y que no?; su tradicional apego al racionalismo se estaba desvirtuando y era evidente que su naturaleza analtica y calculadora reaccionaria en cualquier momento. Sin embargo aquella noche volvi a tomarse un tiempo para hacer algo que casi nunca se permita. Sentado cmodamente en la reposera ubicada en el balcn levanto la vista hacia el zenit y contemplo, maravillado, las incontables estrellas que con su tenue titilar resplandecan sobre la bveda oscura. Inmutable, esperaba tal vez alguna seal, podra ser una luminaria que centelleara con mayor velocidad o una impetuosa estrella fugaz que irrumpiera repentinamente en el cielo la que le indicara que su sueo era realmente un aviso proftico. Mas el teln nocturno permaneci invariable y su esencia escptica apareci en escena.-Que tontera,- se dijo a si mismo-como pude pensar yo, Cristian Mancuso, un hombre racional y pragmtico, que eso sucedera. Acaso estoy enloqueciendo? o es Romina la que me esta llevando hacia el terreno de lo irracional? Tengo que detenerme, voy a volver a repensar todo lo sucedido racionalmente, seguramente todo se trate tan solo de casualidades. Si eso mismo, ...de pequeas casualidades que, sumadas a la sugestin que me origino el miedo, no me permiten apreciar la realidad claramente. Al despertar, el nuevo Cristian, o mejor dicho el viejo Cristian, entro en accin.-Buen da mi amor, vamos, arriba que ya son las nueve- saludo suavemente a la par que apoyaba en la mesita de luz una bandeja con el mate, tostadas con queso blanco y mermelada de arndanos, y una delicada azucarera de porcelana.-Buen da amor - respondi Romina y comenz a desperezarse . Que bueno, preparaste el desayuno!, te agarro un ataque de amo de casa o quers pedirme algo?Cristian tomo el termo que ha