Discurso Rousseau 1314

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    ROUSSEAU

    DISCURSO SOBRE LA SIGUIENTE CUESTIN.

    Cul es la virtud ms necesaria para los hroes?; Quines son loshroes a los que falta esa virtud?

    Propuesto en 1751 por la Academia de Crcega.

    Traduccin: Simn Royo HernndezRevisin: Julin Jess Martnez LpezEnero de 2014

    Advertencia:Esta obra es muy mala, la encontr de tal modo as tras haberla escrito que no me

    dign ni siquiera a enviarla. Es tan fcil de hacer sobre el mismo asunto, que no se

    puede hacer bien: porque no habr nunca una buena respuesta que dar a las preguntasfrvolas. Sin embargo siempre hay una leccin til que sacar de un mal escrito.

    Si yo no fuese Alejandro, dijo el conquistador, yo quisiera ser Digenes. El filsofohubiera dicho dudando: si yo no fuese lo que soy, querra ser Alejandro? Unconquistador consentira antes ser un sabio que un sabio ser un conquistador. Pero quhombre en el mundo no consentira ser un hroe? Se nota entonces que el herosmotiene virtudes propias, que no dependen de la Fortuna, pero que necesitan de ella paradesarrollarse. El hroe es obra de la naturaleza, de la Fortuna y de s mismo. Para

    definirlo acertadamente hara falta asignarle qu es lo que tiene de cada una de las tres.Todas las virtudes pertenecen al sabio. El hroe se deshace de aquellas que le faltan paraque brillen aquellas que posee. Las virtudes del primero son templadas pero estnexentas de vicios. Si el hroe tiene defectos, stos son borrados por el brillo de susvirtudes. El uno es siempre cierto que no tiene ninguna mala cualidad, el otro siempregrande no las tiene mediocres. Los dos son firmes e inquebrantables, pero de diferentesmaneras y en diferentes asuntos. El uno no cede nunca ms que a la razn, el otro no lohace nunca excepto por generosidad. Las debilidades son tan poco conocidas del sabiocomo las vilezas lo son para el hroe, y la violencia no impera sobre el alma del primeroms que las pasiones sobre el segundo.

    Hay ms solidez en el carcter del sabio y ms brillo en el del hroe; y la preferencia seencuentra decidida a favor del primero, pues se contenta con considerarlas tal y comoson. Pero si nosotros les miramos con referencia al inters de la sociedad, nuevasreflexiones producirn muy otros juicios y devolvern a las cualidades heroicas la

    preeminencia que les es debido, que les han sido consideradas a lo largo de los siglos,en un consentimiento comn.

    En efecto, el cuidado de su propia felicidad ha sido toda la ocupacin del sabio, lo quees bastante sin duda para llenar la tarea de un hombre ordinario. La visin del verdaderohroe se extiende mucho ms lejos: el bienestar de los hombres es su objeto, es a

    semejante sublime trabajo al que consagra la gran alma que ha recibido del cielo. Losfilsofos, como hemos visto, pretenden ensear a los hombres el arte de ser dichosos, y

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    como si debieran atender a formar naciones sabias, ofrecen a los pueblos una felicidadquimrica que no quieren para ellos mismos, de la que no toman ni la idea ni el gusto.Enrgicamente Scrates deplorar los males de su patria, pero era a Trasbulo a quien leestaba reservado acabar con ellos. Platn, tras haber perdido su elocuencia, su honor ysu tiempo, en la corte de un Tirano, estuvo obligado a abandonar a otro la gloria de

    librar a Siracusa del yugo de la tirana. El Filsofo puede dotar al universo de algunasinstrucciones saludables, pero sus lecciones no corregirn jams ni a los Grandes que seequivocan, ni al pueblo que no les entiende. Los hombres no se gobiernan a travs de

    proyectos abstractos, no les vuelve felices el que se les obligue a serlo, hace falta queprueben el bienestar para que lo lleguen a amar: he aqu la ocupacin y los talento delhroe, pues a menudo mediante la fuerza se encuentra en estado de recibir las

    bendiciones de los hombres que se han acostumbrado a llevar el yugo de las leyes parasometerse finalmente a la autoridad de la razn.

    El herosmo es entonces, de todas las cualidades del alma, aquella ms importante parael pueblo, que no pide otra cosa sino que el gobernante sea agradecido. Es la coleccin

    de un gran nmero de virtudes sublimes, raras en su ensamblaje, ms raras en su energay ms raras an que el herosmo que constituyen, desentendido de todo inters personal,no tiene por objeto ms que la felicidad de los otros y por precio su admiracin.

    Nada he dicho aqu de la gloria legtimamente debida a las grandes acciones, no hehablado de la potencia de ingenio, ni de otras cualidades personales necesarias al hroe,que sin ser virtudes, sirven a menudo mucho mejor que ellas al xito de las grandesempresas. Para situar al verdadero hroe en su rango no puedo sino recurrir a este

    principio incontestable: que es entre los hombres aquel que se muestra como el ms tila los dems, que debe ser el primero de todos. No temo en absoluto que los sabiosrequieran de una decisin fundada en tal mxima.

    Es cierto, y me he dado cuenta, que se presenta, en tal manera de ver el herosmo, unaobjecin que parece tan difcil de resolver como que surge del fondo mismo del asunto.

    No debe haber, dicen los antiguos, dos soles en la naturaleza ni dos csares sobre latierra. Y en efecto, ocurre con el herosmo como con aquellos metales cuyo preciodepende de su rareza y cuya abundancia convierte en perniciosos o intiles. Aquel cuyovalor ha pacificado el mundo se sentir apenado si es que encuentra un rival digno de l.Tales circunstancias pueden convertir a un hroe en necesario para la salud del gnerohumano, pero, en cualquier tiempo que ocurra, un pueblo de hroes, provocar

    infaliblemente la ruina; se parecer a los soldados de Cadmo, y se destruir rpidamentea s mismo.

    Cmo?, se me dir, la multiplicacin de bienhechores del gnero humano puede serpeligrosa para los hombres? Podra haber demasiadas personas trabajando a favor delbienestar de todos? S, sin duda, respondera, cuando lo realizan mal o cuando no seocupasen ms que en apariencia. No disimulemos nada, la felicidad pblica es muchomenos el fin de las acciones del hroe que un medio de llegar hasta aquello que se

    propone, y ese fin est siempre cercano a su gloria personal. El amor a la gloria hahecho bienes y males innombrables. El amor a la patria es ms puro hacia el prncipe yms seguro en sus efectos. Tambin el mundo ha estado a menudo demasiado cargado

    de hroes, pero las naciones no tendrn jams suficientes ciudadanos. Hay diferenciaentre el hombre virtuoso y aquel que tiene las virtudes, las del hroe encuentran

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    raramente su fuente en la pureza del alma. Son parecidas a esas drogas saludables, peropoco agitadas, que es necesario mezclar con corrosivos, se dira que necesitan delconcurso de los vicios para adquirir su efectividad.

    No es necesario representarse al herosmo bajo la idea de una perfeccin moral que no

    le conviene de ninguna manera, sino como un compuesto de buenas y malas cualidadessaludables o perjudiciales segn las circunstancias y combinadas en tal proporcin quede ellas resulte la fortuna y la gloria para aquel que las posee, y que a menudo

    proporciona ms bienestar para las gentes que una virtud perfecta.

    De tales nociones desarrolladas se sigue que bien pudiera haber las virtudes contrarias alherosmo, otras que le seran indiferentes y otras que seran ms o menos favorablessegn sus diferentes relaciones con el arte de subyugar los corazones y elevar laadmiracin de los pueblos. Y que, en fin, entre estas ltimas, debera haber alguna quefuese ms necesaria, ms esencial, ms indispensable, caracterizada de la siguientemanera: se trata de aquella virtud especial y propiamente heroica, que debe ser aqu el

    objeto de mis investigaciones.

    Nada es aqu tan decisivo como la ignorancia y la duda es tan rara entre el pueblo comolo es la afirmacin entre los verdaderos filsofos. Hace mucho tiempo que el prejuiciovulgar se pronuncia sobre la cuestin que nos preocupa hoy y el valor guerrero pasa enla mayora de los hombres por la primera virtud del hroe. Se atreven a llamar a tal

    juicio ciego, al Tribunal de la razn, y los prejuicios, tan a menudo sus enemigos y susvencedores, le ensean a ceder tambin en este asunto.

    Nosotros rechazamos esa primera reflexin que se muestra tan dbil y convenimos deentrada que los pueblos han desconsideradamente acordado otorgar su estima a la valamarcial. As como esa inconsecuencia que tienen tan odiosa consistente en creer que esa travs de la destruccin de los hombres que los bienhechores del gnero humanoanuncian su carcter. Somos a la vez muy torpes y muy desdichados si tan slo la tristefuerza puede excitar nuestra admiracin. Hay entonces que creer que si jams los dasde felicidad y de paz resurgieran para nosotros, desterraramos al herosmo junto alhorrible cortejo de las calamidades pblicas, y los hroes seran todos relegados en eltemplo de Jano, como encerramos, despus de la guerra, las viejas e intiles armas, ennuestro arsenal.

    Ya s que entre las cualidades que deben formar al gran hombre, el coraje es una cosa,

    pero fuera del combate el valor no es nada. El bravo no realiza sus proezas ms que enlos das de batalla mientras que el verdadero hroe realiza las suyas todos los das, y susvirtudes, para mostrarlas en pompa, no son de uso menos frecuente bajo un exterior msmodesto.

    Osamos decirle. Tanto hace falta que el valor sea la primera virtud del hroe que resultaincluso dudoso que la debamos contar bajo el nombre de las virtudes. Cmo podramoshonrar con ese ttulo una cualidad bajo la que tantos canallas han fundado sus crmenes?

    No, jams los Catilinas ni los Cromwells osaron volver sus nombres clebres, el uno nohubiera intentado la ruina de su patria, ni el otro servir a la suya, si la ms firmeintrepidez no estuviese en el fondo de sus caracteres. Con cuntas virtudes de ms, me

    diris, hubieran osado ser hroes. Decid mejor que con cuntos crmenes de menoshubieran osado ser hombres.

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    De ningn modo pasar revista aqu a esos guerreros funestos, el terror y la plaga delgnero humano, a esos hombres vidos de sangre y de conquistas, de los que no se

    puede pronunciar el nombre sin temblar, los Marios, los Totilas, los Tamerlans. No meprevendr de ningn modo del justo horror que han inspirado a las naciones. Es que

    hace falta recurrir a los monstruos para establecer que incluso la bravura ms generosaes ms sospechosa en su principio, ms trabajadora que sus ejemplos, ms funesta quesus efectos que no pertenecen a la constancia, a la solidez y a las ventajas de la virtud.Cuntas acciones memorables han sido inspiradas por la vergenza o por la vanidad?Cuntas hazaas que han sido ejecutadas con el rostro hacia el sol, bajo la mirada delos jefes y en presencia de todo un ejrcito, no han sido luego desmentidas en silencio,en la obscuridad de la noche? Aquel que es valiente en medio de sus compaeros, queno ser sino un cobarde, abandonado a s mismo. Aquel, la prestancia de un general queno tiene jams el corazn de un soldado. Aquel que afronta desde una trinchera lamuerte y el fuego de su enemigo, que en el secreto de su casa no puede mantener lavista del hierro salutfero de un cirujano.

    Uno que fue valiente un da, decan los espaoles de Carlos V, su buena gente leconoca por su valenta. Y en efecto, nadie puede ser el artfice de su valor, y hay muy

    pocos guerreros sinceros que osen responder de s mismos siquiera veinticuatro horas.Ayax espant a Hctor; Hctor aterroriz a Ayax y fue contra Aquiles. Antioco elGrande fue valiente la mitad de su vida y cobarde la otra mitad. El triunfador de tres

    partes del mundo perdi el corazn y la cabeza en Farsalia. El mismsimo Csar seemocion en Dirrachium y tuvo miedo en Munda. El vencedor de Bruto se fuecobardemente ante Octavio y abandon la victoria y el imperio del mundo a aquel quetena de l lo uno y lo otro. Acaso se creer que faltan ejemplos modernos y que poreso cito aqu los antiguos?

    Que no se nos diga ms que la palma del herosmo pertenece al valor y a las gestasmilitares. No es por las hazaas de los grandes hombres que su reputacin es comedida.Cien veces los vencedores han devuelto el precio de la gloria a sus vencidos. Que no secuenten los votos que me digan quin es ms grande si Alejandro o Poros, Pirro oFabricio, Antonio o Bruto. Que no se hable de los franceses bajo los hierros de unCarlos V triunfante, de los Valones vencedores y los de Coligny vencidos.

    Qu diremos de aquellos grandes hombres que por haber mantenido sus manosimpolutas de sangre, no son ms que seguramente inmortales? Qu diremos del

    legislador de Esparta, que, tras haber probado el placer de reinar, tuvo el coraje dedevolver la corona a su legtimo poseedor que no se la haba reclamado? Y de aqueldulce y pacfico ciudadano que saba vengarse de las injurias no mediante la muerte delofensor, sino tenindole por hombre honesto? Har falta desmentir el orculo queacord casi honores divinos y rechaz el herosmo a aquellos que convirtieron en hroesa todos sus compatriotas? Qu diremos del legislador de Atenas que supo guardar sulibertad y su virtud en el corazn mismo de los tiranos, y que os mantener la mirada aun monarca opulento al que el poder y la riqueza no hicieron de ningn modo feliz?Qu diremos del ms grande de los romanos y del ms virtuoso de los hombres, de esemodelo para los ciudadanos al cual solamente el opresor de la patria le hizo el honor deodiarle como para que cogiese la pluma en su contra, incluso tras su muerte? Le

    haremos semejante afrenta al herosmo de rechazar el ttulo de Catn de tica? Y portanto este hombre no se ha forjado en los combates, ni ha llenado el mundo del ruido de

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    sus hazaas. Me equivoco. Ha hecho un combate nico, que nunca ser imitado. Alformar a partir de una corte de hombres de guerra una sociedad de hombres sabios,equitativos y modestos.

    Sabemos bien que el reparto de Augusto no tena valor. Tena muy poco que ver con los

    ros de Actium o con los planes que a Filipo le llevo a recoger los laureles que leinmortalizaron, sino con una Roma pacfica y devuelta felizmente. El sumiso universoha supuesto menos para la gloria y para la seguridad de su vida que la equidad de susleyes y el perdn de Cinna: De tal modo son preferibles para los hroes las virtudessociales que la valenta! El capitn ms grande del mundo muerto asesinado en plenoSenado por un poco de altanera indiscreta, por haber querido adjuntar un ttulo vano aun poder real; y el odioso autor de las proscripciones, borrando sus crmenes a fuerza de

    justicia y de clemencia, se convierte en el padre de su patria a la que habadecepcionado, y ya muerto adora a los romanos que le haban avasallado.

    Quin de nosotros osara quitar a todos esos grandes hombres la heroica corona con la

    que sus cabezas inmortales se encuentran adornadas? Quin osar rechazar a esefilsofo guerrero y bienhechor, que con una mano acostumbraba a blandir las armas,apartando de vosotros las calamidades de una larga y funesta guerra, y que haca brillarentre vosotros, con una magnificencia Real, las ciencias y las bellas artes. Oh! Quespectculo digno de los tiempos heroicos! Veo a las Musas con todo su esplendormarchar con paso firme entre vuestros batallones, Apolo y Marte se coronanrecprocamente, y vuestra isla, an humeante de la devastacin de los rayos al haberlosdesafiado al abrigo de esos dobles laureles. Decidir entonces, ciudadanos ilustres,quienes merecen mayormente el mrito de la palma heroica, si los guerreros, que se

    precipitan en vuestra defensa, o los sabios, que hacen todo por vuestro bienestar; omejor an, rechazad una eleccin intil, porque bajo ese doble ttulo no encontrareissino las mismas frentes para coronar.

    A los ejemplos que se presentan multitudinariamente y que no me est permitidoagotar, adjuntad algunas reflexiones que confirman las inducciones que no me est

    permitido sealar aqu. Asignar el primer rango al valor en el carcter heroico, tal cosa,sera como dar al brazo que ejecuta la preferencia sobre la cabeza que proyecta. Yciertamente encontramos ms fcilmente los brazos que las cabezas. Se puede confiar aotros la ejecucin de un gran proyecto sin perder el mrito principal; pero ejecutar el

    proyecto de otro es entrar voluntariamente en el orden subalterno que de ningn modoconviene al hroe.

    De este modo, sea cual sea la virtud que le caracteriza, debe anunciar el genio y serleinseparable. Las cualidades heroicas pueden muy bien tener su origen en el corazn,

    pero es en la cabeza que ellas se desarrollan y adquieren solidez. El alma ms purapuede equivocarse en la ruta misma del bien si el espritu y la razn no la guan y todaslas virtudes se alteran sin el concurso de la sabidura. La seguridad degenera fcilmenteen opiniotrez, la dulzura en debilidad, el celo en fanatismo, el valor en ferocidad. Amenudo una gran empresa mal concebida hace ms dao al que la ejecuta que honor sifuera merecidamente exitosa, porque el desprecio es ordinariamente ms fuerte que laestima. Parece incluso que, para establecer una reputacin brillante, los talentos sirvencon ms facilidad a las virtudes que las virtudes a los talentos. El soldado del Norte, con

    un genio estrecho y un coraje sin mella, perda sin retorno, a mitad de su carrera, unagloria adquirida no sin prodigios de valor y de generosidad; y es an dudoso para la

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    opinin pblica que el asesino de Charles Stuart no tenga nada que ver con todas lashazaas de entre los grandes hombres que han alguna vez existido.

    La bravura no constituye de ninguna manera un carcter y es ms bien al contrario, delcarcter de aquellos que la poseen, adquiere su forma particular. Es virtud en un alma

    virtuosa y vicio en una maliciosa. El caballero Bayard era bravo, Cartouche lo eraigualmente: pero podr alguien creer que lo eran de la misma manera? El valor essusceptible de todas las formas: es generoso o brutal, estpido o esclarecido, furioso otranquilo, segn el alma que lo posea; segn las circunstancias, es la espada del vicio oel escudo de la virtud, y puesto que no anuncia necesariamente ni la grandeza de alma nila del espritu, no es de ninguna manera la virtud ms necesaria para el hroe. Que me

    perdone el pueblo valeroso e infortunado que durante tanto tiempo ha estado llenandoEuropa del ruido de las hazaas y de sus males. No, de ningn modo ser la bravura deaquellos de vuestros conciudadanos que han derramado su sangre por su pas que estarde acuerdo en entregar la Corona Heroica, sino a su ardiente amor a la patria y a suconstancia invencible en la adversidad. Para ser hroes con tales sentimientos podran

    incluso haber dejado de ser bravos.

    Ataco una opinin peligrosa y muy extendida, y no tengo las mismas razones paraseguir en todos sus detalles el mtodo de las exclusiones. Todas las virtudes nacen delas diferentes relaciones que la sociedad ha establecido entre los hombres. Ahora bien,el nmero de esas relaciones es casi infinito. Qu tarea ser entonces la quenecesariamente tendremos que emprender? Esta ser inmensa porque hay entre loshombres tantas virtudes posibles como vicios reales; ser superflua, porque en elnmero de grandes y difciles virtudes de las que el hroe tiene necesidad para mandar

    bien, se sabr comprender como necesarias el gran nmero de virtudes ms difcilesan, de las que la multitud necesita para obedecer. Un tal ha brillado en el primer rangoy, habiendo nacido en el ltimo, muri en la obscuridad sin ser reconocido. No merefiero a aquello que se dice de Epicteto sentado en el trono del mundo, sino que digoque en el lugar de Epicteto, incluso el propio Csar no ha sido jams ms que unenclenque esclavo.

    Hagamos pi, para abreviar, en las divisiones establecidas por los filsofos ycontentmonos de descubrir las cuatro virtudes principales de las que proceden todas lasotras, teniendo claro que no es en las cualidades accesorias, obscuras y subalternasdonde debemos buscar la base del herosmo.

    Se nos dir entonces que la justicia sea la base, en tanto que en la injusticia misma hanfundado el monumento de su gloria la mayora de los grandes hombres? Los unosembriagados de amor por la patria no han encontrado nada para servirla y no handudado en emplear para su xito los medios odiosos que sus generosas almas no habanosado jams emplear para s mismos; los otros, devorados de ambicin, no hantrabajado ms que en meter a su pas bajo cadenas; y el ardor de la venganza ha llevadoa otros a traicionarla. Los unos han sido vidos conquistadores, los otros, astutosusurpadores, y otros incluso no han tenido vergenza de volverse ministros de la tiranade otro. Unos se han equivocado en su deber, otros se han burlado de su fe. Algunos hansido injustos por sistema, otros por debilidad: todos han adquirido la inmortalidad.

    La justicia no es entonces la virtud que caracteriza al hroe. No diramos mejor quefuese acaso la temperancia o la moderacin, porque es por haberles faltado esa ltima

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    virtud que los hombres ms clebres se han vuelto inmortales, y que el vicio opuesto alotro no ha impedido a ninguno de ellos el lograrlo; ni siquiera Alejandro, al que esevicio horrible cubri de sangre de su amigo, tampoco Csar, al que todas lasdisoluciones de su vida no vieron una sola antes de su muerte.

    La prudencia es ms bien una cualidad del espritu que una virtud del alma. Sinembargo, de cualquier manera que lo veamos, encontramos siempre en ella ms solidezque brillo, y sirve antes a que se valoren las otras virtudes que a brillar por ella misma.La prudencia, dice Montaigne, tan tierna y circunspecta, es mortal enemiga de elevadasejecuciones y de todo acto verdaderamente heroico: si previene de las grandes faltas,tambin oscurece las grandes empresas, porque es poco o deja siempre al azar muchoms de lo que conviene al hombre sabio. Por el contrario, el carcter del herosmo es lade llevar al ms alto grado a las virtudes que le son propias. Nada aproxima tanto a la

    pusilanimidad que una prudencia excesiva y no se eleva a lo ms alto del hombre msque dejando un poco al margen la razn humana. La prudencia no es tampoco de ningnmodo la virtud caracterstica del hroe.

    La temperancia lo es an menos, a ella a la que el herosmo mismo, que es unaintemperancia de gloria, parece tener por excluida. Dnde estn los hroes que delexceso de cualquier especie no hayan tocado la villana? Alejandro se dice que fuecasto, pero fue sobrio? Tal mulo del primer vencedor de la India no imit susdesvaros? No los acumul cuando siguiendo a una cortesana quem el palacio dePerspolis? Ah! No tena una amante! En su funesta depravacin acaso no mat a suamigo. Cesar fue sobrio, pero fue casto l que hizo conocer a Roma inauditas

    prostituciones y cambios de sexo a su gusto? Alcibiades tuvo toda suerte deintemperancias y no por ello fue menos uno de los grandes hombres de Grecia. Inclusoel viejo Catn amaba el dinero y el vino. Tuvo vicios innobles y fue admirado por losromanos.

    El hombre virtuoso es justo, prudente, moderado, sin ser por ello un hroe y muyfrecuentemente el hroe no tiene nada de eso. No podramos menos que convenir que esen el desprecio mismo de esas virtudes a lo que el herosmo debe su brillo. En qu seconvierten Csar, Alejandro, Pirro, Anbal, vistos desde ese punto de vista? Con cuntosvicios de menos hubiesen podido ser menos clebres, a pesar de que la gloria es el

    premio del herosmo; pero es necesaria otra cosa para la virtud.

    Si hiciese falta distribuir las virtudes entre aquellos a los que mejor les convienen, yo

    asignara al hombre de Estado la prudencia; al ciudadano la justicia; al Filsofo lamoderacin; para la fortaleza de nimo, se la dara al Hroe, y nadie se quejar de laparticin.

    En efecto, la fortaleza de nimo es el verdadero fundamento del herosmo, es la fuente oel suplemento de las virtudes que la componen y es la que le impulsa a grandes cosas.Agrpense como se quiera las cualidades que pudieran concurrir a formar al granhombre, si no se conjunta la fuerza para animarlas, caen todas en la languidez y elherosmo se evapora. Al contrario, la fuerza de nimo en solitario aporta necesariamenteun gran nmero de virtudes heroicas a aquel que est bien dotado y suple a todas lasotras.

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    Como se pueden realizar acciones virtuosas sin ser virtuoso, podemos realizar grandesacciones sin tener derecho al herosmo. El hroe no realiza siempre grandes acciones,

    pero siempre est presto a realizarlas si hace falta, y se muestra grande en todas lascircunstancias de su vida; en ello se distingue del hombre vulgar. Un invlido puedecoger la pala y laborar durante unos momentos la tierra: pero se agota y lo deja muy

    pronto. Un robusto jornalero no soporta grandes trabajos sin cesar; pero los podrarealizar sin incomodarse. Es a su fuerza corporal a la que debe ese poder. La fortalezade nimo es la misma cosa, consiste en poder siempre actuar fuertemente.

    Los hombres son ms ciegos que malvados y hay ms de debilidad que de maldad ensus vicios. Nos engaamos nosotros mismos antes que engaar a los dems, luegonuestras faltas no provienen sino de nuestros errores, no los cometemos apenas sino

    porque dejamos ganar a los pequeos intereses presentes que nos hacen olvidar lascosas ms importantes y ms lejanas. De ello provienen todas las pequeeces quecaracterizan lo vulgar, inconstante, ligero, caprichoso, falso, fantico y cruel: vicios quetodos ellos tienen su fuente en la debilidad de nimo. Y al contrario, todo es grande y

    generoso en un alma fuerte, porque ella sabe discernir lo bello de lo vaco, la realidad dela apariencia, y se fija a su objetivo con tal firmeza que aparta las ilusiones y sobrepasalos ms grandes obstculos.

    Por eso un juicio incierto y un corazn fcil de seducir, vuelve a los hombres dbiles ypequeos. Para ser grande slo hace falta volverse maestro de uno mismo. Es delinterior de nosotros mismos que surgen los peores enemigos y cualquiera que hayasabido combatirlos y vencerlos habr hecho ms por la gloria, a juicio de los sabios, quesi hubiese conquistado el universo.

    He aqu lo que produce la fortaleza de nimo, puede esclarecer al espritu, extender elgenio y dotar de energa y de vigor a todas las otras virtudes; puede suplir aquellas quenos falten: porque aquel que no sea valiente, ni justo, ni sabio, ni moderado porinclinacin, lo ser por tanto por la razn, para todo el que haya sobrepasado sus

    pasiones y vencido sus prejuicios. Sentir cuanto ha avanzado sobre los dems si seconvence de que puede hacer de que no puede alcanzar su bienestar si no es trabajando

    por el de los otros. La fortaleza es entonces la virtud que caracteriza al herosmo y lo esadems por un argumento sin rplica que saco de las reflexiones de un gran hombre: lasotras virtudes, dice Bacon, nos libran de la dominacin por los vicios, pero solamente lafortaleza nos garantiza la fortuna. En efecto, cules son las virtudes que no necesitande ciertas circunstancias para poder ponerlas en obra? De qu sirve la justicia entre los

    tiranos, la prudencia con los insensatos, la temperancia en la miseria? Sin embargotodos los sucesos honran al hombre con fortaleza, el bienestar y la adversidad sirvenigualmente a su gloria, y no reina menos en las cadenas que sentado en el trono. Elmartirio de Regulo en Cartago, el festn de Catn rechazando el consulado, la sangrefra de Epicteto torturado por su amo, no son menos ilustres que los triunfos deAlejandro y Csar; y si Scrates hubiese muerto en su cama, quiz dudaramos todavahoy si el fue algo ms que un hbil sofista.

    Despus de haber determinado la virtud ms propia del hroe, debera hablar deaquellos que han llegado al herosmo sin poseerla. Pero cmo habran llegado stosaqu sin la parte que ella sola constituye al verdadero hroe y que le es esencial? Yo no

    tengo nada que decir al respecto y en eso consiste el triunfo de mi causa. Entre loshombres clebres, cuyos nombres se encuentran inscritos en el templo de la gloria, a

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    unos les falta la sabidura, a otros la moderacin, ha habido crueles, injustos,imprudentes y prfidos; todos han tenido debilidades; ninguno de entre ellos ha sido unhombre dbil. En una palabra, todas las otras virtudes pueden faltar a algunos grandeshombres; pero sin la fortaleza de nimo, no habran sido jams hroes.