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El costo del ajuste social (Argentina 1976 - 2000)Susana Torrado

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  • SUSANA TORRADO (Directora)

    EL COSTO SOCIAL DEL AJUSTE

    (Argentina, 1976-2002)

    Tomo I

  • Modelos de acumulacin, regmenes de gobierno y estructura social

    Susana Torrado

    Los cambios en la estructura social y la movilidad social son fenmenos que se despliegan por lo tanto, se captan en el largo plazo, es por ello que en general se abordan desde una perspectiva histrica. Slo as, por comparacin con momentos pretritos, es posible aprehender convenientemente la signifi-cacin de cada acontecimiento. Esto explica que, a los efectos de contextuar el anlisis de los cambios en la dinmica demogrfica y el bienestar que se ve-rifican durante el proceso de "ajuste estructural" en nuestro pas, y para pro-veer las principales claves interpretativas en cada momento particular, rese-aremos aqu la evolucin de la estructura social de la Argentina desde fines del siglo XIX hasta principios del XXI.

    En nuestro marco conceptual, es central la distincin de lapsos histricos segn los "modelos de acumulacin" hegemnicos. Esta nocin se asocia f-cilmente con el corpus terico desarrollado para dar cuenta de dos de las gran-des dimensiones discernibles en los sistemas capitalistas: el "rgimen social de acumulacin" (RSA) y el "rgimen poltico de gobierno" (RPG) (Nun, 2007:12-14).

    Un rgimen social de acumulacin constituye el conjunto complejo de los factores territoriales y demogrficos, de las instituciones y de las prcti-cas que, en un determinado momento definido por coordenadas de lugar y tiempo, inciden coherentemente en el proceso de acumulacin de capital, entendiendo a este ltimo como una actividad microeconmica de genera-cin de ganancias y de toma de decisiones de inversin. Un RSA o mode-lo de acumulacin (utilizaremos las dos expresiones como sinnimos) constituye entonces una matriz de configuracin cambiante en cuyo inte-rior se van enlazando diferentes estrategias especficas de acumulacin y

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    procedimientos diversos para implementarlas, de modo que la acumulacin de capital se vuelve en cada lugar el resultado contingente de un entrelaza- miento de estructuras y de estrategias.

    Por su parte, el rgimen poltico de gobierno hace referencia a las trans-formaciones que pueden experimentar los sistemas polticos institucionales respecto a un determinado modelo de acumulacin. En nuestro caso, nos in-teresa mostrar cmo, en el curso de un mismo modelo es factible que cambien los sistemas de gobierno que lo sustentan, es decir, que haya mutaciones en el marco poltico institucional el que puede variar desde una situacin de dic-tadura hasta una de democracia sin que necesariamente las haya en las estra-tegias de acumulacin.

    Ahora bien, en la historia de la Argentina moderna, hay un hito la cri-sis internacional de 1930 que separa dos etapas de muy distinta naturale-za: la primera, caracterizada por la prolongada vigencia de un modelo de acumulacin agroexportador; la segunda, asentada, primero, en un modelo de industrializacin sustitutiva para el mercado interno (1945-1972); y, lue-go, en un modelo de apertura a la globalizacin econmica internacional (1976-2002).

    Es este ltimo lapso el que constituye la cobertura temporal de este tra-bajo. Durante el mismo se sucedieron en el poder gobiernos de muy distin-ta idiosincrasia, aunque, por la naturaleza de sus polticas econmicas, todos puedan ser englobados dentro un mismo rgimen de acumulacin llamado "aperturista" o "de ajuste". Para organizar la exposicin de estos aconteci-mientos, distinguiremos en ese lapso dos principales momentos: a) el ajuste en dictadura militar (1976-1983); b) el ajuste en democracia (1983-2002). Este ltimo perodo, signado por gobiernos civiles de dismil signo partida-rio y diferente intensidad en la aplicacin de similares polticas neoliberales, lo subdividiremos en tres etapas: la del gobierno radical (1983-1989); la del gobierno justicialista (1989-1999); la del gobierno de la Alianza (1999-2002).

    Dentro de lo posible, nos limitaremos a destacar los efectos de cada es-trategia, dentro del modelo de ajuste, sobre la estratificacin social y la movi-lidad social, ya que el cambiante nivel de vida de la poblacin se muestra a lo largo de varios captulos de este libro. La disponibilidad de informacin esta-dstica vara notablemente de un momento al otro, tanto en cantidad como en calidad, lo que ineludiblemente se reflejar en las caractersticas de cada descripcin.

    1. El modelo agroexportador: antes de 1930

    Las transformaciones que experimenta la economa argentina a partir de la se-gunda mitad del siglo XIX estn directamente determinadas por la coyuntu-ra de los mercados internacionales de materias primas, signada en ese enton-ces por el notable acrecentamiento de su demanda en los pases que se consolidaban como centros industriales, fundamentalmente en Europa. Se in-duce as una nueva divisin internacional del trabajo que favorece la incor-poracin a la economa mundial de las regiones productoras de bienes prima-rios, va la inversin de capitales y las migraciones internacionales desde el centro a la periferia.

    La Argentina cuyas vastas praderas naturales la convertan en una de las zonas ms aptas para la produccin agropecuaria fue uno de los pases don-de este proceso se verific en forma tpica.

    Las elites ilustradas que condujeron el pas durante este perodo noto-riamente subordinadas a los grandes propietarios terratenientes de la pampa hmeda se abocaron entonces a resolver cuatro cuestiones prioritarias: a) la organizacin nacional; b) la atraccin de capitales externos que posibilitaran el desarrollo de formas modernas de produccin agropecuaria; c) la promo-cin de la inmigracin europea; d) la educacin universal y obligatoria.

    La unidad nacional y la organizacin institucional (que se completaron hacia 1880, despus de varias dcadas de luchas civiles) eran indispensables pa-ra asegurar las inversiones extranjeras y la continuidad de las actividades eco-nmicas. Los nuevos capitales deban permitir la modernizacin productiva y, sobre todo, asegurar la implantacin de un sistema nacional de transporte (que se centr en el tendido ferroviario) que posibilitara la movilizacin de bienes y personas de acuerdo a la nueva dinmica econmica. La promocin de la in-migracin europea tena por objetivo "poblar el desierto", modificando de pa-so sustancialmente la composicin de la poblacin criolla de antigua raigam-bre. La universalizacin de la educacin buscaba asemejar el elemento humano nacional al de los pases europeos que servan de paradigma.

    Puede considerarse que todos estos objetivos se alcanzaron durante el lapso 1880-1930. En efecto, durante esas seis dcadas se incrementaron ver-tiginosamente el volumen y el valor de las exportaciones, el capital instalado, el producto nacional y el producto per cpita (esto ltimo a pesar del notable incremento de la poblacin).

    Un efecto no previsto fue la escasa radicacin rural de los inmigrantes atribuible, entre otros factores, a las dificultades para acceder a la propiedad

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  • de la tierra regida por una altsima concentracin latifundiaria. El asenta- miento en las ciudades de la mayora de los recin llegados, propici una tem- prana e importantsima urbanizacin en las reas que se incorporaron a las nuevas actividades agroexportadoras, la que fue acompaada por una muy in- cipiente industrializacin ligada a la preparacin de productos primarios pa- ra la exportacin y por un muy considerable desarrollo del sector terciario (co- mercio y servicios). El Cuadro 01 provee los principales indicadores de esta evolucin.'

    Cuadro 01. Indicadores de desarrollo social. Total del pas, 1869-1947

    Ao Poblacin (miles)

    Tasa de crecimiento (p/mil) (a)

    96 de Extranjeros

    96 de Poblacin Urbana (b)

    96 de PEA en Sector

    Terciario (c)

    Yo Analfabetos

    (d)

    Esperanza de vida (e,

    (aos) 1869 1,737 12 29 14 78 29

    30 '

    vente

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    1895 3,955 25 37 22 54 35 35

    1914 7,855 30 53 27 35 48 21.

    1947 15,894 .g- 15 62 37 14 61

    Fuente: TP-1869/1895/1914/1947; Germani (1955); Somoza (1971). (a) Tasa de crecimiento anual intercensal (por mil). (b) Localidades de 2.000 habitantes y ms. (c) Excluido Servicio Domstico. (d) Analfabetos por 100 habitantes de 14 aos y ms. (e) Sexos reunidos.

    Entre 1869 y 1914, la tasa de crecimiento intercensal de la poblacin es nota- blemente alta (igual o superior al 30 por mil), un ritmo cuya mayor parte es atribuible a la inmigracin europea: durante este perodo, el porcentaje de ex- tranjeros en el total de la poblacin del pas se situ siempre entre el 20% y el 30%. Dado que su localizacin espacial no fue uniforme en el territorio nacio- nal, dicho porcentaje es sustancialmente superior en las grandes ciudades de la regin pampeana. Entre esas dos fechas censales, el porcentaje de poblacin ur- bana subi de 29% a 53%; el volumen de la poblacin econmicamente acti- va (PEA) en el sector comercio y servicios (excluido el servicio domstico) pa- s del 14% al 27%; el porcentaje de analfabetos descendi de 78% a 35%; y la esperanza de vida al nacimiento ascendi de menos de 30 a casi 50 aos.

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    Para los aos 1914-1947, ha disminuido radicalmente la tasa anual de crecimiento (21 por mil), siendo este ltimo atribuible ahora, en su mayor parte, al crecimiento vegetativo. Sin embargo, esta delimitacin intercensal es engaosa. Si contramos con un censo para el ao 1930 o alrededores, com- probaramos que, hasta ese entonces, la dinmica demogrfica era semejante a la del pasado y que el cambio de tendencia empieza recin en 1932, cuan- do el pas se cierra a la inmigracin extranjera como secuela de la gran depre- sin. Por su parte, el analfabetismo contina disminuyendo aceleradamente durante esos aos, al igual que progresa ininterrumpidamente la urbanizacin (desde 1930, en funcin de las migraciones internas de la poblacin nativa).

    En lo que concierne a la estratificacin social, su perfil se trastoca profun-damente durante la vigencia del modelo agroexportador. 2

    En el Cuadro 02 se aprecia la rapidsima expansin de los sectores medios, que pasan del 10% de la poblacin activa en 1869, a 25% en 1895, y 30% en 1914, es decir, se tri- plican en un lapso de 45 aos. Si este anlisis se limita exclusivamente al sec- tor urbano, los resultados son an ms espectaculares ya que el volumen de los estratos medios se cuadruplica con creces, pasando de 5% a 22%. Una evolucin semejante debi verificarse hasta mediados de los aos treinta, co- mo lo sugieren las cifras correspondientes a 1947.

    Cuadro 02. Poblacin Econmicamente Activa (PEA) segn Estratos Socio-ocupacionales y Origen. Total del pas, 1869-1947

    Estratos Socio-Ocupacionales Distribucin de la PEA (96) % Extranjeros en la PEA

    1869 1895 1914 1947 1895 1914 Estratos medios urbanos (a) 5,1 14,6 22,2 31,0 59,4 50,7 Estratos populares urbanos (a) 53,5 46,2 50,0 43,8 38,7 47,7 Estratos medios rurales (b) 5,5 10,6 8,2 9,2 43,0 44,5 Estratos populares rurales (b) 35,9 28,6 19,6 16,0 25,0 34,8 Total 100,0 100,0 100,0 100,0 38,8 46,1

    uente: Germani, (1963: 321). (a) No agropecuarios; (b) Agropecuarios.

    Esto significa que, en menos de una generacin, surgi un amplio estrato me-dio, por lo que, necesariamente, sus miembros debieron reclutarse entre los estratos populares, urbanos y rurales, y la movilidad social resultante debi ser no slo de carcter intergeneracional (desplazamiento de posicin de padres a

  • 46 85 66

    58 74 66

    19 26 22

    Composicin de los estratos medios: De cada 100 personas

    pertenecientes a los estratos medios haba en los aos

    indicados la siguiente cantidad de individuos de origen popular

    Porcentaje de ascensos en los estratos populares: De cada 100 personas

    de origen popular haba ascendido a los estratos medos la siguiente

    cantidad de individuos

    Lugar de nacimiento de la poblacin econmicamente activa

    PEA Argentina nativa PEA extranjera PEA total

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    hijos) sino tambin de naturaleza intrageneracional (desplazamiento durante la vida de una misma persona), 3 esto ltimo sobre todo entre los extranjeros recin llegados cuya extraccin social originaria era por dems modesta.

    Para el perodo de la inmigracin masiva, existen las cuantificaciones de este fenmeno que se presentan en el Cuadro 03. As, el hecho funda-mental que afect la movilidad social en la Argentina durante esta etapa en extremo elevada por comparacin a patrones internacionales fue el creci-miento muy rpido de la proporcin de estratos medios que acabamos de resear. Debido a esta expansin estructural (y en la hiptesis de ninguna movilidad de descenso entre las personas de origen medio 4), durante dicho perodo, en la poblacin total, por lo menos un 20% de las personas de ori-gen popular ascenda a los estratos medios, lo que a su vez implicaba que 66% de los individuos ubicados en posiciones ocupacionales de clase media eran de origen popular, habiendo ascendido va intergeneracional o intrage-neracional.

    Cuadro 03. Movilidad estructural en la Argentina, 1895 y 1914

    Fuente: Germani (1963: 325).

    Estos parmetros eran notoriamente diferentes entre la poblacin nativa y la extranjera, aunque deba tenerse en cuenta que, para 1914, la categora "nati-va" involucraba tambin inmigrantes de segunda generacin (hijos de extran-jeros). Las cifras indican que el proceso de movilidad social ascendente fue mucho ms acentuado entre los extranjeros que representaban en esa poca entre 50% y 60% de los estratos medios (vase Cuadro 02), ya que la pro-porcin de aquellos que haban ascendido personalmente desde posiciones

    27 populares fluctu entre ellos entre 1/3 (31%) y 1/4 (26%), contra 10% y 19%, respectivamente, en la poblacin nativa.

    Por otra parte, los datos precedentes se refieren a todo el territorio nacio-nal cuando, en realidad, las tasas de movilidad debieron haber sido muy des-iguales entre regiones, en razn del muy dispar desarrollo del pas durante el modelo agroexportador. En efecto, dado que los cambios estructurales se con-centraron por entonces en la Ciudad de Buenos Aires (CBA) y en la regin pampeana, la ampliacin de los estratos medios debi haber sido comparati-vamente mucho ms marcada en estas reas (que son tambin las que absor-bieron prcticamente todos los flujos migratorios externos).

    Al finalizar el modelo agroexportador con la gran crisis mundial, sin em-bargo, se perciban ciertos aspectos negativos en el sistema socioeconmico que el proceso, bien dej intactos, bien engendr.

    Entre los primeros, el ms importante era la persistencia sobre todo en la zona pampeana de un rgimen de propiedad fundiaria que actu como determinante fundamental del futuro desarrollo agropecuario. Entre los se-gundos, el ms grvido de consecuencias era, sin duda, el grado de dependen-cia externa (respecto a la demanda de productos agrcolas y a la entrada de nuevos capitales) en que se haba situado la economa argentina, fenmeno que se designa habitualmente con la expresin "vulnerabilidad econmica ex-terna".

    Porque una de las principales consecuencias de la crisis de 1930 fue la modificacin sustancial del sistema que haba regido hasta entonces el comer-cio internacional, sobre todo entre el centro y la periferia. En la Argentina, las consecuencias de la depresin fueron inmediatas y se tradujeron en disminu-cin de las exportaciones, deterioro de la relacin de intercambio entre los productos nacionales y los bienes de importacin, drstica disminucin de la entrada neta de capitales, aumento de los servicios de la deuda externa, cierre del pas a la inmigracin extranjera, etc.

    Razones todas que explican el viraje sustancial de la orientacin de los modelos de acumulacin a partir de 1930.

    2. La industria como eje del desarrollo: 1930-19725

    En efecto, como consecuencia de la crisis mundial, la Argentina debe aban- donar el modelo agroexportador que, hegemonizado por los grandes propie- tarios terratenientes de la pampa hmeda, haba presidido su desenvolvimien-

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    to desde fines del siglo XIX. Se inicia entonces un proceso de desarrollo basa-do en la industrializacin sustitutiva de importaciones que habra de perdu-rar casi 45 aos, aunque con sensibles diferencias en las dos estrategias ("jus-ticialista" y "desarrollista") que tienen vigencia efectiva en este lapso.

    Para resear el efecto de estos modelos sobre la estructura social, nos ser-viremos del Cuadro 04, en el que hemos estimado el peso de los principales estratos socio-ocupacionales en la PEA no-agropecuaria (a la que denomina-remos urbana). Esta ltima representa, respectivamente, en cada fecha censal, 73,7%, 80,5%, 84,1%, 86,9% y 87,9% de la fuerza de trabajo total.

    Antes de entrar a analizar cada modelo, sealemos que tienen un rasgo comn, por lo menos en lo que concierne al empleo: si bien a diferente rit-mo, ambos indujeron el crecimiento de actividades no-agropecuarias, razn por la cual, invariablemente, se verific una notable transferencia de mano de obra rural hacia los sectores urbanos (migraciones internas de la poblacin na-tiva). Aunque es claro que las dos estrategias difieren sensiblemente en lo que concierne a la forma en que se absorbe el empleo no-agropecuario segn los sectores productivos y segn los estratos sociales componentes y, por lo tan-to, en el perfil resultante de la estratificacin social.

    Por otra parte, - en lo que concierne a la movilidad social6 tambin pue-den sealarse algunos rasgos permanentes a lo largo de ambos modelos: la ex-pansin continua de la educacin formal en el conjunto de la poblacin; el fenmeno de devaluacin de las credenciales educativas 7 ; el acceso diferencial de cada estrato a cada nivel educacional (en especial, el virtual bloqueo de la educacin como canal ascensional para la clase obrera); en fin, el crecimiento demogrfico diferencial entre estratos (ms lento en los de clase media) (To- rrado, 2003).

    Por ltimo, es difcil escindir internamente la dinmica demogrfica a partir de 1930. Globalmente, el perodo 1930-2000 se caracteriza por una nueva desaceleracin del crecimiento vegetativo, por una nueva disminucin de la importancia del crecimiento inmigratorio respecto al crecimiento total, y por un cambio notable en los componentes netos de la migracin externa, (ahora, inmigracin de trabajadores provenientes de pases limtrofes y emi-gracin de argentinos nativos).

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    Cuadro 04. Fuerza de trabajo urbana (a): distribucin segn Clases y Estratos sociales. Total del pas, 1947-1991

    Clases y estratos sociales

    (miles)

    - Industriales - Comerciantes - Resto

    1947

    (4.621)

    2,5 7,6 3,9

    1960

    (6.022)

    2,8 7,4 4,1

    1970

    (7.440)

    1,2 7,7 2,9

    1980

    (8.684)

    1,3 8,4 2,8

    1991

    (10,850)

    1,9 6,0 3,7

    IIIIIP lt,"1 - Profesionales 1,9 1,8 2,3 3,4 3,6 - Tcnicos 6,1 5,8 7,5 9,1 11,5 - Empleados administrativos 10,9 14,9 16,6 14,7 8,3 - Vendedores del comercio a it.4

    7,7 5,9 6,7 7,7 3,0

    - Artesanos de la manufactura 3,6 3,3 2,7 2,8 3,2 - Trabajadores calificados

    de los servicios 1,0 1,8 3,8 3,8 5,1 t"4"111119711 /71'51 -":011ir17.11111r:1-1544 14272:212913 1.

    - Obreros de la industria 22,6 21,1 16,5 15,0 10,9 - Obreros de la construccin 5,1 5,4 7,0 6,4 6,1 - Resto 17,3 16,9 15,2 12,2 17,6

    - Peones de la construccin y los servicios 0,5 1,1 1,9 4,5 7,6

    - Empleados domsticos 8,8 7,1 7,2 7,0 10,3

    Fuente: Torrado (1994) y CEN- 1991. (a) No-agropecuaria.

    2.1 El modelo justicialista: 1945-1955

    El perodo 1930-1945 estuvo signado por el estancamiento de la actividad agropecuaria tradicional y por el estmulo a la actividad industrial, verificn- dose concomitantemente una moderada implantacin de capital extranjero

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    mediante la inversin directa en actividades industriales que funcionaban en condiciones oligoplicas. Sin embargo, hacia 1945, predominaban en la es-tructura industrial las empresas pequeas y medianas de capital nacional. En el plano poltico, varias estrategias alternativas de industrializacin se dispu-taban la hegemona a comienzos de la dcada de 1940.

    En estas circunstancias, en 1945, emerge el movimiento que lidera el General Juan Domingo Pern como expresin de una nueva alianza de clases: la de la clase obrera y los pequeos y medianos empresarios industriales. El nuevo bloque, apoyado en una lnea nacionalista de las fuerzas armadas, es por-tador de un proyecto de desarrollo industrial radicalmente distinto al pro-pugnado hasta ese momento por las diversas fracciones de la antigua clase do-minante.

    En esta estrategia de corte "distribucionista", la industria constituye el objetivo central del proceso de desarrollo. Se impulsa una industrializacin sustitutiva basada en el incremento de la demanda de bienes de consumo ma-sivo en el mercado interno, la cual es generada a travs del aumento del salario real. El modelo requiere as medidas redistributivas del ingreso que impulsan la demanda interna y la ocupacin industrial y, por lo tanto, la acumulacin.

    El principal mecanismo para lograr estos objetivos fue la reasignacin de recursos para la produccin a travs de la accin del Estado. Ello se logr me-diante la expropiacin parcial de la renta agraria a travs de la nacionalizacin del comercio exterior de productos agropecuarios, transfiriendo los recursos as obtenidos al financiamiento del desarrollo industrial centrado en indus-trias de consumo masivo (particularmente, alimentos y textiles). Las medidas que impulsaron la industrializacin (tales como la proteccin arancelaria, el privilegio fiscal, el crdito subsidiado, el estmulo a la importacin de bienes de capital, el manejo selectivo del control de cambios, etc.) beneficiaron so-bre todo a los pequeos y medianos empresarios de origen nacional y, parale-lamente, a los asalariados industriales.

    Por otra parte, el Estado tambin extiende su campo de accin econ-mica y social al nacionalizar o crear importantes empresas de servicios pbli-cos, y al acentuar su estrategia redistributiva a travs de la asignacin crecien-te de recursos a la educacin, la salud, la vivienda y la seguridad social.

    El balance de la estrategia justicialista de sustitucin "fcil" de importa-ciones respecto a la distribucin sectorial de la PEA, se traduce, en primer tr-mino, en altsimos niveles de creacin de empleo urbano, logrados en un con-texto de plena ocupacin, o, ms precisamente, con tasas de desempleo abierto equivalentes al nivel friccional.

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    Debe destacarse que por nica vez en la historia de la Argentina moder-na, la industria manufacturera asume el liderazgo de ese proceso, expandin-dose con un perfil interno que, a pesar del predominio absoluto de las peque-as empresas en el conjunto de las nuevas plantas que entonces se establecen, favoreci netamente la creacin de puestos asalariados tanto de clase obrera como de clase media. En efecto, el rasgo ms especfico del modelo justi-cialista fue su superior capacidad de creacin de empleo industrial, aunque no pueda afirmarse que la industrializacin sustitutiva de esta etapa liderara un importante crecimiento de la economa. Tambin fue importante en este lap-so la creacin de empleo por parte de los otros dos sectores no-agropecuarios (construccin y terciario).

    En lo que concierne a la estructura social, puede observarse en el Cuadro 04 que, hacia 1945, la poblacin activa urbana contena cerca de 40% de puestos de clase media y 50% de puestos de clase obrera, con neto predomi-nio del empleo asalariado en ambos colectivos (2/3 en la clase media; 3/4 en la clase obrera). En total, las posiciones asalariadas representaban 72% del empleo global, un nivel definitivamente asimilable a pases capitalistas relati-vamente desarrollados.

    La dinmica del mercado de trabajo durante la estrategia justicialista mo-dific un tanto ese perfil inicial aunque no en forma drstica. Por un lado, el crecimiento global del empleo involucr en forma ms o menos pareja tanto al empleo asalariado como al empleo autnomo (empleadores y cuenta pro-pia), de suerte que puede estimarse que, hacia 1955, la distribucin de posi-ciones desde esta ptica era bastante similar al comienzo: alrededor de 72% de asalariados y 28% de autnomos. Por otro, si bien es cierto que la clase me-dia crece algo ms rpido que la clase obrera, este lapso es el de menor distan-cia relativa entre las velocidades de expansin de ambos colectivos, al tiempo que tambin en ambos se incrementa velozmente el estrato asalariado.

    La dinmica que acaba de describirse se traduce, a mediados de la dca-da de 1950, en un perfil de la estructura social urbana algo diferente al de 1945, pero no en lo esencial. El volumen de la clase media es algo superior (ha-bra pasado, digamos, del 41% al 43%) y algo inferior el de la clase obrera (de 50% a 49%). Pero la composicin interna de cada clase haba cambiado muy poco respecto al momento inicial, aunque se observe una incipiente asalariza-cin de la clase media y una levsima desalarizacin de la clase obrera.

    En lo que respecta a la movilidad social, la interpretacin ms verosmil de los movimientos que acaban de researse es que los migrantes internos ali-mentaron principalmente la expansin del estrato obrero asalariado (lo que

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    puede considerarse un movimiento ascendente, dadas las modestas posiciones que la mayora de ellos ocupaba en las reas rurales de origen), as como tam-bin el crecimiento de los pequeos propietarios de la industria y el comercio (un estrato de menor crecimiento demogrfico comparativo), experi-mentando en todos estos casos movilidad ascendente de carcter intragenera-cional (desde luego, esto no excluye que muchos de dichos migrantes debie-ron incorporarse al empleo urbano en puestos manuales no calificados y en el servicio domstico). Por otra parte, la rpida expansin de las posiciones no manuales asalariadas (empleados en la industria y la administracin pblica), debi nutrirse de los estratos autnomo y asalariado de clase media que se ha-ban conformado con anterioridad a 1945 los que ya haban incorporado por completo la obtencin de la credencial educativa de nivel primario y co-menzaban a acceder al nivel secundario (debe recordarse que, en este momen-to, la cantidad de educacin formal necesaria para acceder a posiciones admi-nistrativas asalariadas no deba exceder en mucho el nivel primario). En este ltimo caso, debi primar un tipo de movilidad intergeneracional que, a pe-sar de realizarse entre segmentos pertenecientes a una misma clase social, sin duda se visualizaba como ascendente, vista la alta valoracin social de las po-siciones no manuales asalariadas. Por otra parte, no se detecta en este momen-to empleo precario (empleo no-registrado) y existe escaso empleo marginal (empleo inestable u ocasional de calificacin nula). En suma, desde el punto de vista ocupacional, el panorama de conjunto durante el justicialismo es el de un proceso generalizado de movilidad estructural ascendente, desde mo- destas posiciones rurales a posiciones urbanas autnomas de clase media y asa- lariadas de clase obrera, y desde segmentos inferiores a segmentos superiores dentro de la clase media. Complementariamente, todas las evidencias dispo- nibles llevan a concluir que esta movilidad ocupacional ascendente fue efecti- vamente acompaada por un movimiento tambin ascendente en la escala de ingresos.

    Como visin global, puede decirse que el modelo justicialista favoreci la expansin cuantitativa de los componentes sociales del bloque que le sirvi de apoyo para su surgimiento (la clase obrera y los pequeos y medianos em-presarios industriales), al tiempo que fortaleci (por que existan desde anta-o) el aumento cuantitativo de las capas medias asalariadas, sobre todo en el sector pblico. Adems de su carcter "distributivo", otros dos adjetivos po-dran calificar los efectos de esta estrategia sobre la estructura social: se trata de una dinmica "relativamente modernizadora" e "incluyente". Con este l-timo neologismo buscamos contrastar el modelo justicialista con aquellos

    SUSANA TORRADO 33

    otros a los que es prctica comn calificar como "excluyentes", en razn, jus-tamente, de su incapacidad para incorporar al empleo y al bienestar a impor-tantes contingentes de la fuerza de trabajo total. El modelo justicialista no in-dujo un gran crecimiento econmico global ni una modernizacin destacable de la estructura social, pero tuvo el mrito de no segmentar los mercados de trabajo ni excluir a franjas importantes de la poblacin de los frutos del desa-rrollo logrado.

    Una serie de restricciones estructurales y coyunturales en las variables que sostenan la acumulacin interna se conjugaron para interrumpir el creci-miento industrial impulsado durante el perodo justicialista. Entre ellas pue-den citarse: a) la acrrima oposicin del sector agroexportador que, al dismi-nuir la produccin exportable, favoreci una crisis en la balanza de pagos que redujo la capacidad de importacin de los bienes intermedios y de capital in-dispensables para continuar y profundizar la industrializacin sustitutiva; b) la no menos virulenta oposicin de los grandes empresarios que retrotrajeron la inversin y trataron de recuperar ingresos a travs del aumento de precios, con la consiguiente inflacin; c) el fracaso en la tentativa de obtener capitales externos que aceptando la estrategia "distribucionista" permitieran superar el estrangulamiento externo de la economa. Estas fueron las principales fuer-zas que se conjugaron para derrocar el gobierno justicialista, en 1955.

    2.2 El modelo desarrollista: 1958-1972 8

    En el contexto de una autoritaria proscripcin del peronismo de la vida pol-tica nacional, en 1958 accede al poder un nuevo bloque caracterizado por la alianza de la burguesa industrial nacional y el capital extranjero, corporizado este ltimo por grandes empresas trasnacionales norteamericanas que afluyen entonces al pas en magnitudes significativas.

    En esta nueva estrategia, la industria tambin constituye el objetivo cen-tral del proceso de desarrollo. Pero, a diferencia del modelo justicialista, se im-pulsa ahora una industrializacin sustitutiva de bienes intermedios y de con-sumo durable, en la que el incremento de la demanda est asegurado por la inversin, el gasto pblico y el consumo suntuario del estrato social urbano de altos ingresos. Este modelo implica, por lo tanto, un proceso regresivo de concentracin de la renta.

    El Estado tambin cumple un rol crucial en esta estrategia coadyuvan-do al intenso esfuerzo de capitalizacin y concentracin econmica que se

  • 34 EL COSTO SOCIAL DEL AJUSTE

    despliega durante ms de una dcada, mediante sus funciones como produc-tor de bienes y servicios y como agente distribuidor de los recursos sociales.

    En lo que concierne a la distribucin sectorial de la fuerza de trabajo, la estrategia seguida entre 1958 y 1972 induce efectos completamente dismiles a la justicialista.

    La creacin de empleo urbano es an ms rpida que durante el perodo precedente, pero, en este proceso, el papel de la industria manufacturera es prcticamente nulo. No obstante, es preciso calificar esta afirmacin desde di-versos ngulos. Porque lo que en realidad acontece, es que la nueva estrategia industrializadora destruye un nmero muy considerable de pequeos y me-dianos establecimientos industriales (con la consiguiente desaparicin de los empresarios, obreros asalariados y artesanos por cuenta propia empleados en los mismos), pero, al mismo tiempo, crea empleo asalariado de clase media (empleados administrativos y, de manera incipiente, tcnicos industriales) a un ritmo tan veloz que compensa con creces el nmero de puestos elimi-nados. De manera que, si bien puede afirmarse que, en lo que concierne a la creacin cuantitativa de empleo, el desempeo de la industria es nulo duran-te el perodo desarrollista, esta afirmacin sera totalmente errnea en trmi-nos cualitativos.

    Desde luego, la falta de creacin neta de empleo industrial determina que todo el crecimiento de la oferta de fuerza de trabajo urbana deba ser absorbi-do por los otros dos sectores no-agropecuarios: la construccin y el terciario experimentan por entonces su crecimiento ms veloz.

    Por otra parte, aunque es verdad que la creacin de empleo urbano es an ms rpida que durante el justicialismo, el contexto ya no es de pleno empleo. As, si bien la tasa de desempleo abierto (aunque oscilante) nunca se alej de-masiado de niveles usuales en economas capitalistas (del orden del 6%), en algunos aos de este perodo la misma alcanza valores que sealan sin amba-ges una subutilizacin visible de la mano de obra urbana.

    Por su parte, los efectos de la estrategia desarrollista sobre la estructura so-cial son radicalmente diferentes a los del perodo precedente (Cuadro 04).

    Por un lado, la expansin del empleo favoreci algo ms al asalariado por comparacin al autnomo, aunque al final de este lapso el volumen total del empleo asalariado urbano continuaba oscilando alrededor del 72%.

    Por otro, se acelera el crecimiento de la clase media por comparacin al de la clase obrera, al tiempo que se modifica profundamente la composicin interna de ambos agregados. Dentro de la clase media, la expansin relativa beneficia casi exclusivamente al estrato asalariado. Por el contrario, dentro de

    35 la clase obrera, predomina ahora el crecimiento del estrato autnomo. En otros trminos, se experimenta un claro proceso de asalarizacin de la clase media y de desalarizacin de la clase obrera.

    El balance final del desarrollismo es una estructura social urbana en la que la clase media representa alrededor del 45% al igual que la clase obrera, con un ms neto predominio del estrato asalariado dentro de la primera y con un incipiente crecimiento del estrato autnomo dentro de la segunda. Se ob-serva tambin un leve incremento del estrato marginal.

    En lo que respecta a la movilidad soci ah el modelo desarrollista tambin muestra tendencias muy dismiles a las precedentes.

    En primer lugar, la clase media autnoma crece poco en trminos netos, un fenmeno que refleja la compensacin entre la desaparicin absoluta de pe-queos industriales y el aumento absoluto de pequeos propietarios del comer-cio y los servicios. Ahora bien, aun aceptando que muchos migrantes recientes pudieron haberse incorporado directamente al estrato de pequeos propietarios, es plausible que tal dinmica implicara mayoritariamente un trasvasamiento de los estratos medios autnomos de la industria que fueran desplazados por el proceso sustitutivo, hacia posiciones sociales anlogas en el sector terciario, en todos los casos suponiendo movilidad de tipo intrageneracional.

    En segundo lugar, la clase media asalariada alcanza durante esta etapa su ritmo ms rpido de expansin, con la particularidad de que ahora crecen ms velozmente sus categoras ocupacionales de mayor requerimiento educacional (profesionales y tcnicos). En su gran mayora, este movimiento ascencional debi haber sido alimentado va intergeneracional desde la clase media au-tnoma en su conjunto, desde las propias posiciones tcnico-profesionales, y desde las categoras ms bajas de la clase media asalariada (empleados adminis-trativos y comerciales). En relacin a esta dinmica, es verosmil que durante esta etapa comenzara a experimentarse una devaluacin de las credenciales de nivel medio, atribuible a la rpida expansin de la matrcula secundaria que co-mienza ya durante el justicialismo.

    En tercer lugar, en lo que concierne a la clase obrera asalariada, durante el desarrollismo disminuye en trminos absolutos el nmero de obreros de la industria (comparativamente ms calificados que los de otros sectores urba-nos), razn por la cual este sector dej de constituir un canal de incorpora-cin laboral para los migrantes recientes. Por el contrario, s parece haber cumplido este papel el empleo obrero calificado y no calificado asalariado en la construccin, tanto para los migrantes internos como para los limtrofes (comparativamente ms voluminosos durante esta etapa).

    SUSANA TORRADO

  • SUSANA TORRADO 36 EL COSTO SOCIAL DEL AJUSTE

    Por ltimo, puede razonablemente conjeturarse que el canal de movili-dad laboral ms importante tanto para los migrantes internos recientes co-mo para los obreros autnomos y asalariados desplazados de sus antiguas po-siciones en la industria y el transporte, fue el empleo autnomo de clase obrera en el sector servicios, el que, durante esta etapa, aseguraba iguales o mejores ingresos que muchas posiciones obreras asalariadas. Por lo dems, du-rante este lapso, se detecta escaso empleo marginal, aunque s empleo no-re-gistrado tanto de clase media como de clase obrera.

    Dicho de otra manera, en relacin con la movilidad social ocupacional, el panorama de conjunto durante el desarrollismo es de mucha mayor compleji-dad que durante el justicialismo. A la continuada y masiva transferencia de po-blacin desde el campo a la ciudad, se acompaan ahora mltiples trasvasa-mientos dentro de la poblacin urbana nativa o de antigua residencia citadina. Desde el punto de vista ocupacional, esta estrategia parece caracterizarse por la coexistencia de fuertes flujos de movilidad estructural ascendente y descenden-te, acompaados de importantes movimientos intersectoriales presumiblemen-te neutros desde una perspectiva jerrquica (tambin debi ser ms intensa la movilidad por reemplazo). Correlativamente, desde la ptica de los ingresos, las evidencias sugieren que la estrategia desarrollista induce, en promedio, una mo-vilidad descendeyte relativa, que constituye el efecto neto, por un lado, del me-joramiento de las posiciones correspondientes a la clase alta y a los segmentos superiores de la clase media, por otro, del empeoramiento de las posiciones pro-pias de la clase obrera y de los segmentos inferiores de la clase media.

    En sntesis, el balance global del modelo desarrollista en relacin a la es-tructura social muestra algunas de las bondades prometidas por sus estrategas, pero tambin muchos rasgos que difcilmente podran ser catalogados como tales. Por un lado, es cierto que durante 1958-1972 se verifica en promedio una notoria modernizacin y complejizacin de la estructura social en todos los sectores productivos (incluido el sector pblico), cuya manifestacin ms evidente es la rpida expansin de puestos de clase media asalariada. Un ras-go que adems de su obvia naturaleza "concentradora" permitira calificar a esta estrategia como "modernizadora". Pero, por otro lado, son impactantes otros hechos (aumento del cuentapropismo obrero; incremento del empleo precario, tanto de clase media como de clase obrera; franco deterioro o estan- camiento de los niveles de bienestar de las capas sociales ms modestas) que justifican que tambin se la califique como "excluyente". En efecto, si bien el desarrollismo indujo un elevado crecimiento econmico global y una innega- ble modernizacin de la estructura social, ambos elementos se lograron al pre-

    37

    cio de marginar a una parte considerable de la poblacin de los logros del des-arrollo econmico. En otras palabras, muchos de los fenmenos por los que sera posteriormente anatematizado el modelo aperturista, se inician en reali-dad durante la vigencia del desarrollismo.

    El freno a este modelo estuvo dado por la convergencia de factores eco-nmicos y polticos de ndole adversa. Entre los primeros, se cuenta la recu-rrencia de las crisis de la balanza de pagos, agravadas ahora por la remisin de utilidades y pagos por tecnologa al capital extranjero. Entre los segundos, la agudizacin del conflicto social, manifestado en las movilizaciones de protes-ta que, en 1969, en varias aglomeraciones urbanas, tradujeron el rechazo de los sectores populares respecto a los objetivos de la estrategia desarrollista.

    Estas movilizaciones tuvieron como corolario, durante 1970-1973, una aguda crisis institucional que se resuelve con el llamado a elecciones genera-les y con la asuncin del tercer gobierno justicialista, en mayo de 1973.

    3. El modelo aperturista: 1976-2002

    El gobierno surgido del golpe de Estado de marzo de 1976 adopt un mode-lo de acumulacin sustancialmente diferente a todos los experimentados en el pasado, virando en forma diametral las orientaciones de industrializacin sus-titutiva que haban estado vigentes desde 1930.

    En trminos generales (aplicables a todo el perodo aunque con algunas diferencias segn los gobiernos), esta estrategia aperturista "de ajuste" en su denominacin popular tendi simultnea o sucesivamente a los siguientes objetivos: vigencia de los precios de mercado como rgimen bsico de funcio-namiento; promocin de los sectores ms altamente competitivos, lo que im-plicaba la concentracin del capital y la eliminacin de empresas de menor productividad; amplia apertura de la economa a la importacin de capital ex-tranjero y de bienes de todo tipo; contencin drstica del salario real como medio de controlar la inflacin y de asegurar bajos costos de mano de

    , obra a las empresas. El modelo postul adems el aprovechamiento a travs de la exportacin de bienes agroindustriales y agropecuarios de las ventajas com-parativas que posee la estructura productiva argentina en esos rubros, aunque sin brindar a estas actividades estmulos especiales.

    Para alcanzar estas metas se aplicaron medidas de distinta ndole. En el plano econmico, se destacan las siguientes: notable reduccin de los arance-les a la importacin; subvaluacin de la paridad cambiaria; reforma financie-

  • Martnez de Hoz, Ministro de Economa de la dictadura militar.

    EL COSTO SOCIAL DEL AJUSTE SUSANA TORRADO 39 38

    ra inductora de un sustancial crecimiento en las tasas de inters real (es decir, fin del crdito subsidiado); supresin de los antiguos crditos preferenciales a la industria. Otra dimensin central de esta estrategia busc imponer el prin-cipio de subsidiariedad del Estado en materia econmica y social, lo que su-pona, por un lado, transferir parte de sus actividades (servicios pblicos y empresas productivas) a la esfera privada; por otro, desmantelar el Estado de bienestar que se haba organizado en nuestro pas en la dcada de 1940. Incluso se llegaron a trasladar los efectos del endeudamiento externo privado al Estado nacional, a travs de su estatizacin.

    3.1 El ajuste en dictadura (1976-1983)

    En medio de una profunda crisis econmica y poltica del gobierno constitu- cional justicialista instaurado en 1973, un golpe de Estado militar desplaza a este ltimo en marzo de 1976, adoptando una nueva estrategia de desarrollo.

    Puede caracterizarse al nuevo bloque dominante durante 1976-1983, co-mo una alianza entre el estamento militar y el segmento ms concentrado del capital nacional y de las empresas transnacionales. La particularidad de este momento histrico es que las fuerzas armadas llegaron entonces al poder con

    intereses que claramente sobrepasaban la esfera de lo econmico, apuntando a lograr un disciplinamiento social gene-ralizado mediante un cambio drstico de la antigua estructura de relaciones econmicas, sociales y polticas.

    En efecto, el programa del go-bierno militar se opone a las preceden-tes orientaciones de industrializacin sustitutiva, dando implcitamente por terminada a la industria como objetivo central del proceso de desarrollo. En la concepcin que se impuso entre los sectores dominantes de la coalicin militar (en especial, el Ejrcito), para lograr el ansiado disciplinamiento po-ltico e institucional de la clase obrera, ms all del avasallamiento de sus ins-

    tituciones corporativas y de representacin poltica, ms all de la represin fe-roz, la estrategia ms eficiente deba consistir en una modificacin drstica de las condiciones econmicas funcionales que haban alentado histricamente el desarrollo de esa clase, es decir, en una modificacin drstica de los modelos industrializadores. Y ello, aunque los efectos de la poltica a implementar afec-taran algunos intereses de fracciones importantes de las clases dominantes. De ah la poltica de apertura externa de la economa.

    En lo que respecta al volumen y estructura de la mano de obra, algunos de los preceptos centrales del nuevo modelo (sobre todo, el abandono de la industrializacin sustitutiva; la reforma financiera; el principio de subsidiarie-dad del Estado) dejan su huella indeleble en las trasferencias de empleo que se producen en este perodo.

    Por una parte, el ritmo de crecimiento del empleo urbano fue notable-mente ms lento que en las dcadas precedentes, debido a factores que opera-ron tanto del lado de la oferta como de la demanda de mano de obra. Por otra, en este momento, el nivel de empleo traduce mecanismos de equilibrio ms complejos que en el pasado. Es cierto que los ndices corrientes de subu-tilizacin abierta de la mano de obra -de 1974 a 1986, la tasa de desocupa-cin pasa de 3,4% a 5,2%, y la de subocupacin horaria de 4,6% a 7,4% (Cuadro 05)-, respecto al desarrollismo precedente, habran descendido o mantenido el mismo nivel durante el aperturismo, algo incongruente si se tie-ne en cuenta la notoria recesin econmica que se experimenta durante el go-bierno militar. No obstante, un anlisis ms detenido de la cuestin lleva a concluir que tales ndices son engaosos.

    Cuadro 05. Indicadores de la evolucin del mercado de trabajo, 1974-2002

    Indicador 1974 1986 1991 1995 2000 2002 Tasa de desocupacin abierta(*) 3,4 5,2 6,0 16,6 14,7 17,8 Tasa de subocupacin horaria(*) 4,6 7,4 7,9 12,5 14,3 19,9 A de Asalariados registrados(**) 56,9 51,4 48,1 47,0 46,0 40,7

    de No asalariados(**) 28,6 33,0 28,9 28,9 25,2 27,8 de Asalariados no registrados(**)(a) 18,8 20,9 29,9 30,6 35,0 39,6

    Fuente: EPH-INDEC (ondas de octubre), Beccaria (2002). (*) Total de aglomerados. (**) Aglomerado Gran Buenos Aires (Ciudad de Buenos Aires ms Conurbano Bo-

    naerense). (a) Excluido el servicio domstico.

  • SUSANA TORRADO 41

    tables se orient preferentemente hacia el cuentapropismo informal o subem-pleo oculto, ms que hacia puestos asalariados de mala calidad (no-registrado o "en negro" ), como acontecera en el futuro.

    Un aspecto crucial de esta dinmica radica en la diferencia del impacto en los distintos estratos sociales, definidos estos, por imperativo de la infor-macin disponible, de acuerdo al nivel de educacin del jefe de hogar (Becca-ria, 2002). En efecto, el desempleo abierto afect a todos los trabajadores, pe-ro en los estratos inferiores lo hizo con mayor intensidad. Esto se vio agravado porque los ms dbiles sufrieron, adems, desocupacin de ms larga dura-cin y ms alta rotacin en el empleo. Tambin fueron los trabajadores me-nos calificados los que experimentaron mayor incidencia del trabajo no-regis-trado.

    En lo que concierne a la desigualdad en la distribucin del ingreso, es preciso referirse aunque sea brevemente a la evolucin de las remuneracio-nes reales.

    Durante 1976-1983, los ingresos medios de los asalariados, que haban registrado una muy leve tendencia creciente desde principios de la dcada de 1950 hasta mediados de los setenta, caen abruptamente en 1976 como resul-tado del ajuste implementado por el gobierno militar inmediatamente des-pus de su llegada al poder. Al punto que puede afirmarse que el grueso del aumento en la regresividad de la distribucin del ingreso durante el gobierno militar aconteci durante 1976-1978, cuando se produjo el gran deterioro de los salarios medios reales.

    Cuadro 06. Distribucin declica del ingreso total de las familias. rea Metropolitana (Aglomerado Gran Buenos Aires), 1974-2002

    Deciles 1974 1986 1991 1995 2000 2002 20% ms pobre 6,1 4,9 4,6 4,2 4,1 3,2 70% intermedio 67,0 63,2 61,2 60,5 61,7 54,8 10% ms rico 26,9 31,9 34,2 35,3 34,2 42,0 TOTAL 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

    Fuente: EPH-INDEC (ondas de octubre).

    Esta evolucin de la desigualdad durante el gobierno militar se puede resumir observando (Cuadro 06) que, en el lapso 1974-1986, la distribucin declica del ingreso total de los hogares disminuy de 6,1% a 4,9% en los dos prime-

    40 En primer lugar, una parte considerable del descenso de los indicadores de su-butilizacin abierta se explica por el fuerte retroceso de la oferta de mano de obra en los mercados de trabajo urbanos (especialmente en el rea Metropolitana), un fenmeno principalmente atribuible a razones de ndole demogrfica (no independientes, desde luego, de la propia coyuntura econ-mica). Entre las mismas se encuentran: la disminucin de la migracin inter-na hacia las grandes ciudades; el retroceso de la inmigracin de trabajadores limtrofes; el aumento de la emigracin externa de argentinos; en fin, el enve-jecimiento de la poblacin que produjo un achicamiento de la franja de eda- des potencialmente activas.

    En segundo lugar, tambin contribuy al descenso de dichos ndices la retraccin de la demanda de mano de obra que induce la recesin, fenmeno que, a su vez, se tradujo en el aumento considerable del desempleo oculto (por desaliento de personas activas respecto a la bsqueda de empleo, las que son contabilizadas como inactivas).

    En otros trminos, la subutilizacin de mano de obra durante el modelo aperturista en su versin militar, se manifest por mecanismos distintos a los conocidos, pero alcanz sin duda niveles muy considerables.

    Por otra parte, el escaso empleo neto creado en la industria manufactu-rera durante este loso, a diferencia de lo acontecido durante el desarrollismo, no privilegia exclusivamente a los asalariados sino que se distribuye entre to-das las categoras ocupacionales, lo que equivale a decir que se retrotrae el per-fil socio-ocupacional del nuevo empleo industrial a fases incluso previas a 1945, cuando se afianza en el pas la industrializacin sustitutiva. Tal conclu-sin se desprende de la notoria desaceleracin del empleo asalariado industrial de clase media (fundamentalmente, empleados administrativos) dentro de las plantas, as como de la renovada expansin del cuentapropismo industrial (ar-tesanado), tanto de clase media como de clase obrera.

    Dado este comportamiento de la industria, el crecimiento de la fuerza de trabajo urbana debi necesariamente refluir por entero a la construccin y al terciario, que crecen efectivamente a ritmo acelerado.

    Otro aspecto del deterioro del mercado de trabajo se refiere a la morfo-loga interna de los ocupados plenos. En el Cuadro 05, puede observarse que, durante 1974-1986, se verifica la disminucin de los asalariados registrados (de 56,9% a 51,4%); el aumento de los no-asalariados (categora que incluye a cuentapropistas y empleadores informales) (de 28,6% a 33%); y tambin la incipiente alza del trabajo precario (de 18,8% a 20,9%). En suma, durante es-ta etapa, el reflujo de mano de obra expulsada de las posiciones asalariadas es-

    EL COSTO SOCIAL DEL AJUSTE

  • SUSANA TORRADO 42 EL COSTO SOCIAL DEL AJUSTE

    ros deciles; y de 67% a 63,2% en los deciles 3 a 9. Es decir, resignaron ingre-sos las capas sociales ms bajas pero tambin las capas medias. El conjunto de lo perdido se traslad al ltimo decil, cspide de la pirmide, el que agrega 5 puntos porcentuales a lo que absorba en 1974 (de 26,9% a 31,9%) (Beccaria, 2002).

    43

    ms agudo cuanto ms bajo era ese nivel fue significativamente diferente (Beccaria, 2001).

    Cuadro 08. Porcentaje de hogares por debajo de la Lnea de pobreza. AMBA, 1974-2002 (fechas escogidas)

    Cuadro 07. Participacin de la masa salarial en el PBI. En %. 1974-2002

    Ao Masa salarial/ PBI 1974 48,5 1980 30,8 1983 26,1 1985 29,6 1990 s/d 1995 36,8 1999 33,5 2001 32,1 2002 25,4

    Fuente: Lindenboim (2005).

    Por otra parte, en el Cuadro 07 se aprecia que, entre 1974 y 1980, la partici-pacin de la masa salarial como porcentaje del PBI pasa de 48,5% a 30,8%, el ms brusco deterioro anual promedio de toda la serie si se excluye la cada inducida por la crisis de 2001-2002.

    La resea de variables que acabamos de presentar, sin duda, conduce a la conclusin de que ya en estos momentos creci significativamente la inciden-cia de la pobreza por ingreso (LP) entre los hogares.

    El desempleo, la disminucin del salario real y la regresividad en la dis-tribucin del empleo, debieron inducir el crecimiento del nivel de la pobre-za por LP (poblacin cuyos ingresos no alcanzan para comprar una canasta de bienes y servicios bsicos de costo mnimo) (Cuadro 08), aunque existan muy escasas fuentes para ilustrar con confiabilidad el nivel de la pobreza du-rante la dictadura militar (Lindenboim, 2009). Ntese que, segn el Cuadro 08, la nica medicin disponible indica que el volumen relativo de hogares pobres experiment un aumento del 4,2% en 1974 al 6,2% en 1980. Sin du-da, parte del aumento que recin se puede verificar para 1986 (11,3%) fue generado en los ltimos aos del gobierno militar. Por otra parte, est de-mostrado que el impacto de la pobreza segn el estrato social de pertenencia

    Perodo y fecha % Hogares bajo LP Antes del ajuste 4,2 Oct-74

    Gobierno militar Oct-80 6,1

    Gobierno radical Oct-86 11,3 Oct-89 38,2

    Gobierno justicialista Oct-90 25,3 Oct-99 18,9

    Gobierno Alianza Oct-00 20,8 Oct-02 42,3

    Fuente: Elaborado en base a Lindenboim (2009).

    La estructura social urbana durante el gobierno militar, por su parte, experi-menta mutaciones inditas por comparacin a perodos precedentes, lo que se aprecia analizando el saldo de la dcada de 1970 sobre este particular (Cuadro 04). Esta temtica se estudia con los censos de poblacin que se levantan en cada dcada en los aos terminados en cero, razn por la cual la informacin no puede desagregarse de acuerdo a las fechas lmite de cada gobierno.

    As, invirtiendo de raz las tendencias sostenidas en el pasado durante los modelos industrializadores, la creacin de empleo urbano durante el gobier-no militar favoreci netamente las posiciones autnomas por comparacin a las asalariadas. Entre 1970 y 1980, la tasa anual de crecimiento del empleo autnomo (27,4 por mil) es casi dos veces y media superior a la del empleo asalariado (11,9 por mil). Como resultado de lo cual, al final de esa dcada, el empleo asalariado haba perdido casi 4 puntos porcentuales en la estructu-ra social urbana, representando ahora alrededor de 68%.

    Adems, se acrecienta la velocidad comparativa de expansin de la clase media respecto a la de la clase obrera (ste es el perodo de mayor distancia

  • 44 EL COSTO SOCIAL DEL AJUSTE

    entre las mismas), a la par que se modifican drsticamente las tendencias in-ternas en cada colectivo. Dentro de la clase media, por vez primera, es el es-trato autnomo el que lidera el crecimiento. Dentro de la clase obrera, casi to-do el crecimiento concierne al estrato autnomo. En otros trminos, se detiene el proceso de asalarizacin de la clase media y se acelera el de desala-rizacin de la clase obrera. Por otra parte, tiene lugar un significativo creci-miento del estrato marginal.

    Naturalmente, visto lo reseado hasta el momento, la movilidad social durante el gobierno militar ostenta una total singularidad respecto al pasado.

    Primero, el menor crecimiento del empleo urbano (o sea, de la migra-cin rural-urbana) elimina una fuente crucial de movilidad ascendente, al tiempo que concentra los desplazamientos en la poblacin de antigua resi-dencia urbana.

    Segundo, la continuada expansin de la clase media favorece ahora com-parativamente ms a su estrato autnomo con fundada presuncin de que el mismo contiene errneamente una proporcin no discernible de trabajadores marginales. Este crecimiento de las posiciones autnomas de clase media (sobre todo en el comercio) debi alimentarse va intrageneracional de asa-lariados de clase obrera y de clase media que perdieron sus antiguas posicio-nes en el proceso general de desalarizacin que indujo la estrategia militar, siendo difcil de aceptar que estos desplazamientos tradujeran una movilidad ascendente.

    Tercero, la clase media asalariada crece menos que en las etapas preceden-tes, siendo significativo el hecho de que se expanda comparativamente ms el segmento tcnico-profesional (de menor crecimiento vegetativo y migratorio) que el de los empleados y vendedores. Todo ello, en un contexto en el cual se acentu el proceso de devaluacin de las credenciales educativas en el merca-do de trabajo, como secuela de la expansin de la matrcula secundaria y su-perior en los aos precedentes, y se acrecent el empleo precario de clase me-dia. El modesto crecimiento del estrato medio asalariado debi continuar nutrindose va intergeneracional desde posiciones correspondientes a la clase media autnoma y a la propia clase media asalariada, representando por lo general una movilidad ascendente, si se definiera a esta , ltima en trminos exclusivamente ocupacionales.

    Cuarto, el estrato marginal es el de ms rpido crecimiento, junto con el empleo obrero precario. El crecimiento del estrato obrero autnomo y el del segmento marginal debi alimentarse comparativamente de trabajadores asalariados urbanos que perdieran sus antiguas posiciones durante el proce-

    SUSANA TORRADO

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    so, ms bien que de migrantes internos o externos (en franca retraccin nu-mrica), razn por la cual puede considerarse esta movilidad de tipo descen-dente.

    En suma, desde el punto de vista ocupacional, el balance del modelo aperturista durante el gobierno militar es de preeminencia de movilidad es-tructural descendente.

    A su vez, desde el punto de vista de los ingresos, las evidencias dispo-nibles (Cuadro 06) reduccin del salario real; cada de la participacin de los sueldos y salarios en el ingreso nacional; incremento de la desigualdad en la distribucin de las remuneraciones entre los asalariados y entre los no-asalariados; niveles extremadamente reducidos de los haberes jubilato-rios confirman que la movilidad experimentada en todos los estratos de clase obrera y en la mayor parte de los de clase media fue abruptamente descendente.

    3.2. El ajuste en democracia (1983-2002)

    3.2.1 El gobierno radical (1983-1989)

    En abril de 1982, un suceso imprevisto la guerra de las Malvinas marca el ocaso del gobierno militar. La guerra precipit de tal forma los acontecimien-tos que, para fines de ese ao, estaba ya en marcha el proyecto de reconstruc-cin democrtica que culminara con la asuncin del gobierno constitucional (Partido Radical) del Dr. Ral Alfonsn, en diciembre de 1983.

    Desde entonces y hasta julio de 1989, no lleg a implementarse una es-trategia de desarrollo especfica distinta del aperturismo, si bien se intentaron suavizar algunos efectos sociales de la situacin heredada, sobre todo en lo que concierne a la mejora del salario real.

    La recuperacin democrtica haba legado al nuevo gobierno una situa-cin econmica catica, con enorme dficit fiscal y presiones inflacionarias. Por otra parte, en el lapso de este primer gobierno radical, las vicisitudes de la transicin democrtica, la irracionalidad de la oposicin justicialista y sindi-cal, y las propias fisuras dentro del radicalismo, determinaron que los escasos intentos de reforma global de las instituciones de poltica social se vieran sis-temticamente frustrados, e incluso que se evidenciara una creciente inclina-cin por medidas de ndole neoliberal.

  • 46 EL COSTO SOCIAL DEL AJUSTE

    Soldados argentinos en Puerto Argentino.

    Estos diversos condicionamientos polticos resultaron, hacia fines de la dca-da de 1980, en algunos brotes hiperinflacionarios que repercutieron dura-mente en la situacin de los sectores populares, y, a la postre, obligaron a la entrega anticipada del poder en julio de 1989.

    En lo que dice relacin con el mercado de trabajo, en el lapso 1983-1991 que abarca al gobierno radical y los dos primeros aos del justicialista, la tasa de desocupacin abierta, si bien muestra una tendencia claramente cre-ciente, se mantiene inferior al 7%, un nivel considerado relativamente bajo atendiendo a la intensidad del deterioro econmico durante ese lapso (Cuadro 05). La subocupacin horaria tuvo durante estos aos una evolucin similar.

    Ahora bien, el deterioro de la situacin ocupacional en estos momentos se visualiza mejor observando, con datos censales (asimilables al total del pa-s en ocupaciones "urbanas"), cmo cambia la composicin de la mano de obra subutilizada entre 1980 y 1991.

    En efecto, durante la dcada de 1980, la subutilizacin abierta de la fuer-za de trabajo fue acompaada de modificaciones sustanciales en las formas de insercin laboral de los ocupados plenos (ocupados con jornada normal), no menos graves desde el punto de vista de su impacto sobre la estructura de cla-ses sociales y los niveles de bienestar.

    Observando exclusivamente lo que acoteci con la PEA masculina total y con la PEA femenina asalariada (a fin de eliminar posibles sesgos de medi-cin introducidos por el cambio de metodologa del censo de 1991 respecto al de 1980), pueden enumerarse las siguientes tendencias (Torrado, 1995).

    SUSANA TORRADO

    47

    Primero, se aceler la desalarizacin de la fuerza de trabajo: el volumen relativo de asalariados entre los hombres era 71% en 1970, 67% en 1980 y 61% en 1991. Especialmente impactante es el hecho de que, en la dcada del ochenta, el nmero de asalariados disminuy en trminos absolutos.

    Segundo, se acentu la informatizacin de los asalariados: en 1980, el 28% de los asalariados varones trabajaba en una microempresa (hasta 5 ocu-pados); en 1991, esta cifra alcanza al 35%.

    Tercero, aument la precarizacin de los asalariados: en 1991, 37% del total de asalariados del sector privado era no-registrado; este indicador alcan-zaba 23% en el sector empresarial (ms de 5 ocupados) y 64% en el micro- empresarial. Si bien es imposible calcular este ndice con el censo de 1980, to-das las estimaciones disponibles lo sitan, ese ao, muy por debajo de la cifras de 1991.

    Esta medicin intercensal entre 1980 y 1991 tambin pone de manifies-to otros hechos que confirman las estimaciones anteriores sobre el aumento de la subutilizacin durante la dcada de 1980.

    Se verifica un aumento absoluto del componente pblico entre los asala-riados: el empleo pblico representa 31% del total de asalariados tanto en 1980 como en 1991, pero este porcentaje se mantiene gracias a un aumento absoluto de los ocupados en el sector pblico (muchas ms mujeres, leve re-duccin de los varones).

    Se acelera el aumento del cuentapropismo: el volumen relativo de traba-jadores por cuenta propia entre los activos varones era igual al 18% en 1970, 22% en 1980 y 27% en 1991.

    En fin, en la misma direccin, se tiende a la informalizacin de los em-presarios: entre 1980 y 1991 aument considerablemente el nmero de em-pleadores varones: este aumento favoreci comparativamente ms al sector microempresarial que al empresarial.

    Por lo dems, prosigui la expansin ocupacional del sector terciario y volvi a disminuir la mano de obra ocupada en la industria.

    Estos hechos se expresan sintticamente en el Cuadro 05: los asalariados registrados perdieron casi 3 puntos porcentuales entre 1986 y 1991; los no- asalariados resignaron 4 puntos en igual lapso; los asalariados no-registrados incluso excluyendo el servicio domstico aumentaron 9 puntos, pasando de 20,9% de la PEA en la primera fecha, a 29,9% en la segunda.

    Los efectos sobre la estructura social de las polticas implementadas du-rante 1983-1991, tambin pueden observarse en el Cuadro 04, comparando los perfiles de 1980 y 1991 de la PEA total (la falta de comparabilidad inter-

  • 48 EL COSTO SOCIAL DEL AJUSTE SUSANA TORRADO 49 censal de estos datos no alcanza a sesgar las tendencias de conjunto). Se resu-men como sigue: drstica desalarizacin (cuentapropismo) de toda la estruc-tura (el empleo asalariado total representaba 68% de la PEA en 1980 y 61% en 1991); violenta retraccin del volumen de la clase media (de 47% a 38%), casi toda explicable por la disminucin de su estrato asalariado; aumento del volumen de la clase obrera (de 40% a 43%), casi todo explicable por el creci-miento de su estrato autnomo; abrupto incremento del estrato marginal (de 12% a 18%).

    En consecuencia, la movilidad social fue esencialmente descendente, tan- to desde el punto de vista ocupacional como del de la distribucin de los in- gresos.

    En sntesis, durante la dcada de 1980, el debilitamiento de la capacidad de la economa para generar empleo genuino se resuelve en una fuerte expan-sin de las dos formas visibles de subutilizacin (desempleo abierto y subem-pleo horario) y en la disminucin e intensa precarizacin del trabajo asalaria-do, junto con una proliferacin de subocupaciones en el sector informal urbano (comercio y servicios), en el sector pblico (nivel provincial y muni- cipal) y en el servicio domstico.

    Respecto a la distribucin del ingreso, la instauracin del gobierno de- mocrtico en 1981 posibilita una importante pero momentnea recupera-cin parcial de las remuneraciones reales en 1984, la que, sin embargo, no lleg a consolidarse para 1989. El poder de compra de las remuneraciones volvi a descender a partir de 1987 luego de otro corto perodo de recu-peracin asociado a la estabilidad lograda por el Plan Austral (1985-1986), para volver a reducirse, ahora de manera extrema, durante los brotes hipe-rinflacionarios de 1989 y 1990. Si se toma el ao 1986 como base 100 de las remuneraciones reales, el nmero ndice correspondiente a 1989 era igual a 61.

    Obviamente, esta evolucin del ingreso medio, sumada a las tendencias del desempleo y el subempleo, indujo una nueva marcha regresiva de la dis-tribucin del ingreso. Puede verse en el Cuadro 06 que el ingreso total de los hogares volvi a mostrar una prdida en los 9 primeros deciles, contrastada con el aumento del decil ms rico (32% en 1986; 34% en 1991). Lamentablemente, no existen datos que permitan estimar la participacin en el PBI de la masa salarial durante el gobierno radical (Cuadro 07).

    3.2.2 El gobierno justicialista (1989-1999)

    El Dr. Carlos Sal Menen (Partido justicialista), ganador de las ltimas elec-ciones generales, asume entonces anticipadamente en julio de 1989. El nue-vo presidente se mantuvo diez aos en el poder (hasta 1999) ya que, en 1994, se modific la Constitucin Nacional a fin de posibilitar la reeleccin del pri-mer mandatario por una sola vez consecutiva. En otros trminos, durante la dcada de 1990 gobern siempre el justicialismo con el mismo presidente. Sin embargo, la dcada "menemista" (como la bautizara el decir popular) no fue homognea en su devenir.

    Durante los aos 1989-1990, el nuevo gobierno ensay infructuosamen-te diversos lineamientos de polticas pblicas tendientes, sin mucho xito, a controlar la inflacin.

    Pero fue recin en abril de 1991, con el Plan de Convertibilidad, que se afianza una estrategia de desarrollo ntida en sus objetivos y en sus medios de implementacin, la que, en el plano econmico, retoma exacerbndolo el modelo aperturista del gobierno militar, pero ahora con un xito notable en el control de la inflacin y en el crecimiento del producto bruto nacional, al menos durante algunos aos.

    Despus de 1991, hubo un acentuado crecimiento de la economa que se fren durante 1993-1994 (por efecto de la crisis mexicana), el que se reto-m firmemente desde 1995 a 1997 y entr en aguda recesin en 1998 (sin interrupcin hasta el ao 2002).

    A los inconvenientes generales que el modelo aperturista arrastraba des-de los setenta, se agrega durante los noventa un agravamiento de la vulnera-bilidad externa de la economa, derivado de las restricciones que impone al crecimiento la imposibilidad de generar un supervit de la balanza de pagos que permitiera hacer frente a los exorbitantes servicios de una deuda externa en continua expansin.

    En el plano social, paradojalmente, el Partido justicialista que haba sido quien comenzara a desarrollar el Estado de bienestar en la dcada de 1940, fue tambin el ejecutor de su desmantelamiento en los aos noventa. El nue-vo gobierno introdujo cambios profundos en la legislacin laboral, reducien-do la estabilidad en el empleo, promoviendo el empleo legal precario, toleran-do el empleo "en negro", bajando costos de contratacin y de despido, aliviando las responsabilidades del empleador frente a accidentes de trabajo y quiebras empresarias. Paralelamente, todas las polticas sociales se vieron ne-gativamente afectadas por la modificacin de sus reglas de funcionamiento,

  • 50

    por la degradacin de sus fuentes de financiamiento, y por cambios en el r-gimen de acceso y en el tipo de beneficios.

    Ahora bien, durante la dcada de 1990, la subutilizacin de la mano de obra se agrava extraordinariamente, un fenmeno que se sintetiza diciendo que, en 2000, el nivel de la desocupacin abierta (14,7%) ms que duplica el correspondiente a 1991 (6%). Una evolucin similar ostenta la tasa de sub- ocupacin horaria (Cuadro 05).

    Por otra parte, las tendencias a la informalizacin y precarizacin de los ocupados se prosiguieron a un ritmo todava ms acelerado que en la dcada de 1980. Entre 1991 y 2000 (Cuadro 05), fue prcticamente nula la creacin de empleo asalariado; se satura la receptividad del sector "refugio" para el em-pleo no-asalariado (cuentapropismo informal); casi todo el empleo creado fue precario (los asalariados no-registrados crecieron de 30% en 1991 a 35% en 2000). En este lapso, el impacto tambin fue diferencial segn el estrato so-cial, perjudicando ms a los ms dbiles.

    Cabe mencionar otro hecho trascendental en la evolucin del mercado de trabajo durante este perodo: la nueva y brutal devaluacin de los ttulos acadmicos que indujo la abrupta irrupcin del hiperdesempleo. De repen-te, millones de personas quedaron "obsoletas" respecto a las nuevas exigen-cias empresarias, con el agravante de que su eventual reciclamiento deba ser autosolventado (ese tipo de formacin educativa no es gratuito). Es decir, una ingente porcin de la mano de obra se encontr de pronto enfrentada a la siguiente disyuntiva: para conseguir empleo se necesita ms educacin, pero para reciclarse se necesitan ingresos que no se obtienen porque se es desempleado.

    A partir de 1991, el exitoso control de la inflacin que acompa al Plan de Convertibilidad permiti que, temporariamente, mejorasen los ingresos re-ales de todos los grupos de perceptores. No obstante esta importante recupe-racin, despus de 1994 continu la tendencia negativa de las remuneracio-nes reales, las que, en 1999, representaban 83% del nivel de 1986.

    Paralelamente, sigui perdiendo peso la porcin del ingreso que absor-ban los asalariados, afectada tambin por el menor poder negociador de los sindicatos como consecuencia de los cambios en la legislacin laboral: el sala-rio real promedio de los trabajadores menos calificados en los servicios menos productivos se deterior, incluso en trminos nominales; cuando hubo au-mento del salario real, ste fue siempre muy inferior al aumento de la produc-tividad por persona ocupada. Entre 1995 y 1999, la participacin de la masa salarial en el PBI pas de 36,8% a 33,5% (Cuadro 07).

    51 Porque otro de los factores que afect gravemente el funcionamiento del

    mercado de trabajo, como ya se mencion, fue la desregulacin de las anti-guas protecciones de los trabajadores. Las normas laborales se modificaron en distintos andariveles: por un lado, disminuyeron las contribuciones patrona-les que se destinaban a financiar el costo del despido y ciertos programas so-ciales; por otro, se fomentaron nuevas modalidades contractuales (perodos de prueba; contratos a tiempo parcial; contratos de aprendizaje y pasantas; lmi-tes a la duracin de la jornada de trabajo; deterioro de la inspeccin de las condiciones de trabajo; descentralizacin de las negociaciones colectivas; etc.). Todas estas modificaciones tuvieron el comn denominador de precari-zar la situacin laboral. Unida a la rpida expansin del empleo "en negro", la nueva reglamentacin explica en gran parte el agravamiento de la vulnerabi-lidad en el empleo y, por extensin, de la vulnerabilidad social.

    En consecuencia, en la distribucin del ingreso familiar se constata una vez ms la prdida de los sectores ms desfavorecidos (principalmente afectados por el desempleo): los dos primeros deciles de la distribucin pierden todava algunos puntos, en favor esta vez de los sectores medios (Cuadro 06).

    Lamentablemente, no existe informacin que nos permita visualizar los rasgos de la estructura social a fines de los aos noventa (los datos sobre la PEA del censo de 2001 son completamente incompatibles respecto a los censos pre-cedentes). No obstante, visto lo acontecido en el mercado de trabajo y en la distribucin del ingreso, pueden enunciarse algunas conclusiones razonables.

    Para fines de la dcada de 1990, deben haberse agudizado algunos ras-gos ya evidentes a principios de los ochenta: disminucin relativa del volu-men de la clase media y su progresiva desalarizacin; disminucin del peso relativo de la clase obrera estable y acentuamiento de su desalarizacin; au-mento absoluto y relativo del estrato marginal (no-asalariado sin calificacin). Todo ello en un contexto de empobrecimiento absoluto (cada por debajo de la Lnea de pobreza) que ahora involucra no slo a sectores obreros estables y a sectores marginales, sino tambin a las capas medias que hasta hace poco ex-perimentaban slo empobrecimiento relativo (disminucin del bienestar sin caer por debajo de la Lnea de pobreza). O sea, un panorama de intensa

    mo-vilidad social descendente, tanto desde el punto de vista ocupacional como del de los ingresos.

    El altsimo desempleo, la disminucin del salario real y la regresividad en la distribucin del ingreso, indujeron niveles nunca antes conocidos de pobre-za crtica (Cuadro 08): el nmero de personas por debajo de la lnea de po-breza en momentos no inflacionarios se situ alrededor de 20% entre 1999 y

    EL COSTO SOCIAL DEL AJUSTE SUSANA TORRADO

  • I DEVALUCIOV; VALOR Pgina/12

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    1.1a la t'ala se fie. e o dela 26 EllICI`WS a sus espaldas

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    Cada de Fernando de la Ra reflejada en la portada del diario Pgina/12.

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    Jon armovird,M.

    La desocupacin en los medios, 26 de octubre de 2001.

    52

    2000 (Cuadro 08). Recurdese que al comenzar el modelo aperturista, a me- diados de la dcada de los setenta, el volumen de pobres apenas superaba al 5% de la poblacin.

    3.2.3 El gobierno de la Alianza (1999-2002)

    En diciembre de 1999, el justicialismo fue desplazado electoralmente del poder por una Alianza de Partidos polticos que llev como presidente al Dr. Fernando de la Ra, cuya gestin no cambio la orientacin aperturista prevaleciente has-ta su renuncia anticipada. Este corto lapso de gobierno, preado de conflictos propios y heredados, tampoco alcanz a cumplir su mandato constitucional, afectado en 2000 por la renuncia del vicepresidente Carlos lvarez y, en diciem-bre de 2001, por la del propio presidente Fernando de la Ra.

    La partida abrupta de este ltimo en medio de graves disturbios sociales y represin policial indujo una crisis que llega a su punto culminante tanto desde el punto de vista econmico, como poltico y social en los primeros meses de 2002.

    Tras la salida del Rgimen de Convertibilidad, de la libera-cin del mercado cambiario y del anuncio de la devaluacin del peso en un 40% en los pri-meros das de 2002, en apenas dos meses el tipo de cambio se triplic. Esto, sumado a los me-canismos diferenciales aplica-dos para la liquidacin de deu-das en moneda extranjera, produjo una vez ms en la his-toria de las ltimas dcadas en el pas una impresionante transferencia de activos que fa-

    53

    vorecieron una mayor concentracin de la propiedad y de los ingresos (Lindenboim, 2009).

    El derrumbe econmico que culmin en 2002 fue dra-mtico y provoc la ms grave crisis poltica y econmica en generaciones: en el cuatrienio que va desde 1999 a 2002 el PIB retrocedi ms del 20%. La crisis ocasion fuertes pertur-baciones sociales y una impor-tante disminucin del bienestar de la poblacin mensurable en el ario 2002: la tasa de desem-pleo (Cuadro 05) lleg al 17,8% frente al 14,7% registra-do tres aos antes; la desigual-dad en los ingresos (Cuadro 06), que, como vimos, vena in-crementndose sin pausa desde mediados de los aos setenta, al-canz su punto mximo despus de la crisis (del 34,2% al 42% pa-ra el decil superior) (Cuadro 06); la participacin de la masa salarial en el PBI pas de 33,5% en 1999 a 25,4% en 2002 (Cuadro 07); la incidencia de la po-breza (por hogares) aument de 20,8% en octubre 2000 a 42,4% en Octubre 2002 (medida en la poblacin, esta ltima cifra era de 57,5%) (Cuadro 08); la brecha de pobreza (porcentaje del costo de la canasta que no alcanza a cu-brir el ingreso familiar) era igual a 31,7% en 1991, 42% en 2000, y 49,7% en 2002.

    Naturalmente, la cada vertiginosa en tan corto lapso no permite cuanti-ficar los efectos sobre la estructura de clases sociales ni sobre la movilidad so-cial (aunque se admita que esta ltima debi haber sido abismal).

    Es que la naturaleza de esta crisis, asimilable a un tsunami econmico, fue tan especfica y desestructurante respecto a la historia de la Argentina moder-na, que las antiguas variables universalmente aceptadas para captar la perte-nencia de clase principalmente, las formas de insercin en los mercados de trabajo dejaron de predecir el lugar de pertenencia. Durante algunos aos

    EL COSTO SOCIAL DEL AJUSTE SUSANA TORRADO

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    (hasta la recuperacin de la crisis con posterioridad al ao 2003), fue imposi-ble cuantificar como antao los volmenes de cada estrato social.

    4. Una visin de largo plazo

    Vale la pena ahora comparar sintticamente los efectos de cada modelo de acumulacin y de cada rgimen de gobierno sobre la estructura de clases so-ciales y la movilidad social.

    Antes de 1930, durante el modelo agroexportador, el perfil de la estructu-ra social se trastoca profundamente: en especial, se aprecia una rapidsima ex-pansin de los estratos medios, los que prcticamente se cuadruplican en es-te lapso al menos en las reas urbanas, absorbiendo una parte sustancial de los grandes contingentes de inmigrantes de ultramar llegados durante el per-odo. De suerte que puede afirmarse que, en menos de una generacin, surgi un amplio estrato medio que, necesariamente, debi reclutar a sus miembros entre los estratos populares, por lo que la fuerte movilidad social ascendente experimentada debi ser no slo de carcter intergeneracional sino tambin de naturaleza intrageneracional, esto ltimo sobre todo entre los extranjeros recin llegados cuya extraccin social originaria era por dems modesta.

    Despus de 1930, los modelos industrializadores comienzan con la estra-tegia justicialista (1945-1955) caracterizada por la sustitucin de bienes de consumo final, la que, si bien no moderniz significativamente la estructura social, fue claramente distribucionista e incluyente de los estratos ms desfavo-recidos respecto a los frutos del progreso econmico. Por su parte, la desarro-lista (1958-1972) propulsora tambin de una industrializacin sustitutiva pero ahora de bienes intermedios y de capital, aunque modernizadora, fue marcadamente concentradora y excluyente. Por comparacin, el modelo aper-turista (1976-2002), presenta rasgos de claro sesgo desindustrializador, con-centrador y excluyente, sin atisbos de modernizacin.

    Para ilustrar los cambios que experiment la estructura social en la segunda mitad del siglo XX, podra disearse una pirmide de estratificacin con un eje vertical representando los diversos estratos sociales ordenados jerrquicamente, y con dos ejes horizontales: a la izquierda, uno que representara el volumen relati-vo de cada estrato desde el punto de vista ocupacional; a la derecha, otro que hi-ciera lo propio con la parte del ingreso nacional absorbida por cada estrato.

    En el largo plazo (1945-2002), esta pirmide mostrara formas cambian-tes. A la izquierda, el mantenimiento de una cpula minscula, el engrosamien-

    55 to progresivo y posterior estrechamiento de la parte intermedia y el ensancha-miento paulatino de la base. A la derecha, el ensanchamiento ininterrumpido de la cpula en detrimento de la superficie correspondiente a la parte interme-dia y a la base. En suma, las mutaciones en la pirmide de estratificacin so-cial ilustraran un proceso caracterizado por los siguientes rasgos: a) una clase alta numricamente nfima en curso de enriquecimiento absoluto; b) una cla-se media sucesivamente creciente/decreciente, en curso de progresiva asalari-zacin/desalarizacin, y pauperizacin absoluta y relativa; c) una clase obrera numricamente decreciente en curso de progresiva desalarizacin y pauperi-zacin absoluta; d) la aparicin de un estrato marginal numricamente im-portante con carencias absolutas.

    Por otra parte, cada estrategia de desarrollo indujo un tipo particular de movilidad social, entendiendo por tal el desplazamiento entre posiciones je-rrquicas dentro de la pirmide de estratificacin social, posiciones que, a su vez, pueden definirse en trminos ocupacionales o en trminos de ingresos.

    Respecto a la movilidad social, el conjunto del perodo 1945-2002 tiene algunos elementos comunes: la masiva transferencia de poblacin del campo a las ciudades (con la concomitante creacin de empleo urbano, inductora, de por s, de movilidad ocupacional); la expansin de la matrcula educacional en todos sus niveles; la progresiva devaluacin de las credenciales educativas (aumento de los ttulos exigidos para y disminucin de los ingresos devenga-dos por una misma posicin); el acentuamiento del rol de la educacin como canal ascencional. Sin embargo, tambin en este dominio, cada estrategia tu-vo efectos especficos.

    Durante la etapa justicialista, desde el punto de vista ocupacional, existe un proceso generalizado de movilidad estructural ascendente de carcter in-trageneracional, desde modestas posiciones rurales a posiciones urbanas aut-nomas de clase media y asalariadas de clase obrera, y desde segmentos inferio-res a segmentos superiores dentro de la clase media urbana. No se detecta en este momento ni empleo precario ni empleo marginal. Por otra parte, esta movilidad ocupacional ascendente fue efectivamente acompaada por un movimiento tambin ascendente en la escala de ingresos.

    Durante el desarrollismo, el panorama de conjunto es mucho ms com-plejo. La continuada migracin rural-urbano, se acompaa ahora de mlti-ples trasvasamientos dentro de la poblacin urbana nativa o residente citadi-na de antigua data. Desde el punto de vista ocupacional, esta estrategia se caracteriza por la coexistencia de fuertes flujos de movilidad estructural as-cendente y descendente, intra e inter generacionales, acompaados de im-

    EL COSTO SOCIAL DEL AJUSTE SUSANA TORRADO

  • 56 EL COSTO SOCIAL DEL AJUSTE

    portantes movimientos intersectoriales neutrales desde una perspectiva jerr-quica. Por lo dems, no se detecta empleo marginal aunque s empleo preca-rio, tanto de clase media como de clase obrera. Correlativamente, desde la ptica de los ingresos, la estrategia desarrollista induce, por un lado, el me-joramiento de las posiciones correspondientes a la clase alta y a los segmen-tos superiores de la clase media, por otro, el empeoramiento de las posicio-nes propias de la clase obrera y de los segmentos inferiores de la clase media.

    Durante el modelo aperturista (1976-2002), tomado en su conjunto, el proceso es totalmente dismil. Primero, el crecimiento del empleo urbano es mucho ms lento que en el pasado, lo que concentra la movilidad social en la poblacin de antigua residencia urbana. Segundo, la expansin de la cla-se media favorece ahora comparativamente ms a su estrato autnomo (pe-queos productores, cuentapropistas), movilidad que debi alimentarse va intrageneracional de asalariados de clase obrera y de clase media que perdieron sus antiguas posiciones en el proceso general de desalarizacin, siendo difcil de aceptar que estos desplazamientos tradujeran una movili-dad ascendente. Tercero, la clase media asalariada crece menos que en las etapas precedentes, en un contexto en el cual se acentu el proceso de de-valuacin de las credenciales y se acrecent el empleo precario de clase me- dia. El modesto crecimiento de la clase media asalariada continu nutrin- dose va intergeneracional desde posiciones correspondientes a la clase media autnoma y a la propia clase media asalariada, representando por lo general una movilidad ascendente, si se aceptara definir a esta ltima en tr- minos exclusivamente ocupacionales. Cuarto, la clase obrera autnoma es el estrato de ms rpido crecimiento, traduciendo ahora este fenmeno la ex- pansin preferencial del empleo informal y del empleo precario, junto con la emergencia de un estrato marginal. El crecimiento del estrato obrero au- tnomo se aliment comparativamente ms de trabajadores asalariados ur- banos que perdieron sus antiguas posiciones durante el proceso, que de mi- grantes internos o externos (en franca retraccin numrica), razn por la cual puede considerarse esta movilidad de tipo descendente. En suma, des- de el punto de vista ocupacional, el balance del modelo aperturista es de preeminencia de movilidad estructural descendente, intra e intergeneracio- nal. A su vez, desde el punto de vista de los ingresos, la movilidad experi- mentada en todos los estratos de clase obrera y en la mayor parte de los de clase media fue abruptamente descendente, implicando un proceso de pau- perizacin absoluta y de pauperizacin relativa, de carcter indito en la his- toria argentina reciente.

    SUSANA TORRADO 57

    Asunciones presidenciales desde 1983 a 2008.

    A principios del tercer milenio, la suma de estos procesos se cristalizaba en una estructura social profundamente segmentada, con signos agudos y exacer-bados de desigualdad social.

    Como primera visin global del aperturismo se impone una conclu-sin: el empeoramiento de las condiciones laborales y de bienestar en tan corto lapso es un buen indicador de la eficacia con que funcion el "disci-plinamiento social" originalmente propiciado por el golpe militar de 1976. Visto lo cual, calificar el balance de esta gestin en relacin con la estructu-ra social no es una tarea compleja: adems de "concentradora", la estrategia aperturista es tambin violenta y explcitamente "excluyente"; slo que se trata ahora de una exclusin sin modernizacin social ni crecimiento eco-nmico global.

    La contrapartida previsible de estos hechos fue un aumento sin preceden-tes de la incidencia, la intensidad y la heterogeneidad de la pobreza crtica, in-ductora de un deterioro brutal de los niveles de bienestar, particularmente de los ms dbiles.

    En la Argentina de las tres ltimas dcadas del siglo XX, la prdida de co-hesin social emergi tanto en dictadura como en democracia siendo mu-cho ms grave en democracia, y no slo comport el incremento de la desi-gualdad social, sino que hizo ms intensa la polarizacin entre los muy pobres y los muy ricos, destruyendo, en el camino, uno de los atributos distintivos del nuestro pas: la existencia de amplios estratos medios formados y consoli-dados a lo largo de casi un siglo.

    Quiz sea oportuno terminar esta exposicin con algunas reflexiones so-bre las clases medias, visto que en algunos anlisis se las visualiza como los sec-tores que ms perdieron durante el proceso de ajuste.

    Puede decirse que, con mayor o menor gravedad segn los momentos, en el plano estructural: la clase media disminuy su peso relativo y retrocedi en su modernizacin (cuentapropismo); comenz a padecer desocupacin y sub- ocupacin; sufri un sensible deterioro en la calidad de sus empleos debido a

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    la devaluacin de las credenciales educativas; resign porciones notables de in-greso y por ende de bienestar; se convirti por primera vez en un segmento vul-nerable a la pobreza; asisti atnita a la confiscacin de sus ahorros (corrali-to); cambi drsticamente su valoracin de la autonoma personal a expensas de su percepcin del entorno familiar. Sin trabajo, sin seguridad social, sin aho-rros, muchas familias de clase media