Espiritualida

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407 Perspect. Teol., Belo Horizonte, v. 46, n. 130, p. 407-432, Set./Dez. 2014 PERSPECTIVA TEOLóGIA ADERE A UMA LICENçA NãO COMERCIAL 3.0 CREATIVE COMMONS Perspect. Teol., Belo Horizonte, v. 46, n. 130, p. 407-432, Set./Dez. 2014 LA TRAMA INTERNADE EVANGELII GAUDIUM ENSAYO SOBRE LA FUERZA DE LA ESPIRITUALIDAD EVANGELIZADORA The "Inner Plot" of Evangelii Gaudium - An Essay on the Strenght of Evangelical Spirituality Virginia R. Azcuy * RESUMEN: Este artículo intenta auscultar el entramado de una espiritualidad evangelizadora en el texto de Evangelii gaudium. La reflexión se estructura siguiendo la lectura de algunos ejes principales de los capítulos I, III y V de la exhortación apostólica, dedicados a “la transformación misionera de la Iglesia”, “el anuncio del Evangelio” y los “evangelizadores con espíritu”, respectivamente. Las influencias de Evangelii nuntiandi y la V Conferencia de Aparecida en la exhortación son no- tables, aunque no menos importante resulta el peculiar carisma espiritual del papa Francisco; en este horizonte, se sitúa el programa de reforma que él nos presenta en el primer capítulo y en el conjunto del texto. Los capítulos III y V, en sus temas principales, ofrecen el marco para pensar la evangelización y la espiritualidad en relación; otros dos temas parecen prioritarios para completar una aproximación fundamental al documento: la “mundanidad espiritual”, como una de las mayores tentaciones mencionadas en el capítulo II y “el lugar privilegiado de los pobres en el Pueblo de Dios”, considerado en el capítulo IV. Así, la “trama interna” de la exhortación, que puede resumirse en la alegría de evangelizar, se va desplegando en las claves de la transformación misionera, la comunidad evangelizadora, el cultivo de la contemplación y el estilo materno-mariano de la acción eclesial. PALABRAS CLAVE: Evangelii gaudium, Espiritualidad, Evangelización con espíritu, Reforma, Misión. * Professora pesquisadora do Centro Teológico Manuel Larraín, Universidade Católica do Chile. Artigo submetido a avaliação em 04.11.2014 e aprovado para publicação em 18.11.2014. Documento:7529 Perspectiva 130 Set Dez 2014.pdf;Página:55;Data:18 de 12 de 2014 15:44:34;conferido LUTADOR

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    PersPectiva teolgia adere a uma licenano comercial 3.0 creative commons

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    la trama interna de evangelii gaudiumensayo sobre la fuerza de la espiritualidadevangelizadora

    The "Inner Plot" of Evangelii Gaudium - An Essay on the Strenghtof Evangelical Spirituality

    Virginia R. Azcuy *

    RESUMEN: Este artculo intenta auscultar el entramado de una espiritualidadevangelizadora en el texto de Evangelii gaudium. La reflexin se estructura siguiendola lectura de algunos ejes principales de los captulos I, III y V de la exhortacinapostlica, dedicados a la transformacin misionera de la Iglesia, el anuncio delEvangelio y los evangelizadores con espritu, respectivamente. Las influenciasde Evangelii nuntiandi y la V Conferencia de Aparecida en la exhortacin son no-tables, aunque no menos importante resulta el peculiar carisma espiritual del papaFrancisco; en este horizonte, se sita el programa de reforma que l nos presentaen el primer captulo y en el conjunto del texto. Los captulos III y V, en sus temasprincipales, ofrecen el marco para pensar la evangelizacin y la espiritualidad enrelacin; otros dos temas parecen prioritarios para completar una aproximacinfundamental al documento: la mundanidad espiritual, como una de las mayorestentaciones mencionadas en el captulo II y el lugar privilegiado de los pobresen el Pueblo de Dios, considerado en el captulo IV. As, la trama interna de laexhortacin, que puede resumirse en la alegra de evangelizar, se va desplegando enlas claves de la transformacin misionera, la comunidad evangelizadora, el cultivode la contemplacin y el estilo materno-mariano de la accin eclesial.

    PALABRAS CLAvE: Evangelii gaudium, Espiritualidad, Evangelizacin con espritu,Reforma, Misin.

    * Professora pesquisadora do Centro Teolgico Manuel Larran, Universidade Catlica doChile.Artigo submetido a avaliao em 04.11.2014 e aprovado para publicao em 18.11.2014.

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    Introducin

    Como seala Antonio Spadaro, para el papa Francisco, hay algo ab-solutamente claro: la Iglesia est llamada a anunciar la alegra delEvangelio, en correspondencia con su naturaleza misionera (Spadaro, 2014,p. 19). Esta perspectiva invita a iniciar la reflexin con una introduccinsobre las fuentes principales de Evangelii gaudium en relacin con Evangeliinuntiandiy la Conferencia de Aparecida; a ellas hay que aadir algunasconsideraciones sobre el carisma espiritual de Francisco, verdadera fuentede sus palabras y sus gestos.Una presentacin completa de la exhortaciny de los aspectos espirituales contenidos en ella excede las posibilidadesde este texto. Por esta razn me concentrar en algunos temas de los ca-ptulos I, III y V, referidos a la transformacin misionera de la Iglesia,el anuncio del Evangelio y los evangelizadores con espritu respecti-vamente, junto con dos cuestiones insoslayables de los captulos II y IV:la mundanidad espiritual y el lugar privilegiado de los pobres. Laperspectiva disciplinar de mi aproximacin es la teologa espiritual, pero meinspiro tambin en una bsqueda de unidad entre teologa, espiritualidady pastoral, cuya reflexin ya he iniciado anteriormente (AZCUy, 2014b,p. 76). La exhortacin apostlica Evangelii gaudium manifiesta la fuerza deuna trama interna que permite integrar, entre otras, las dimensiones dela reforma misionera, el sujeto evangelizador, la actitud contemplativa yla dimensin mariana de la evangelizacin.

    ABSTRACT: This article seeks to perceive the framework of an evangelizing spiri-tuality in the text of Evangelii Gaudium. This reflection is structured according toan interpretation of the principal points of chapters I, III and V of the apostolicexhortation, chapters respectively titled The Churchs Missionary Transformation,The Proclamation of the Gospel and Spirit-Filled Evangelizers. The influencesof Evangelii nuntiandi and the V Conference of Aparecida in the exhortation arenotable, although no less notable is the particular charisma of Pope Francis; it isin this horizon that the program for reform is located which the Pope presents inthe first chapter and in the rest of the text. Chapters III and V, in their principalthemes, offer a frame for thinking of the relationship between evangelization andspirituality; two more significant topics that are important to complete a study ofthe document are the spiritual worldliness that is presented as one of the greattemptations mentioned in Chapter II and the special place of the poor in Godspeople treated in Chapter IV. Thus, the internal plot of the exhortation, whichcan be summarized in the phrase the joy of evangelizing, is revealed in thekeys of missionary transformation, the evangelizing community, the cultivationof contemplation, and a Marian-maternal style of ecclesial action.

    KEywORDS: Evangelii Gaudium, Spirituality, Evangelization in the Spirit, Reform,Mission.

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    1 Algunas claves fundamentales de la espiritualidad enEvangelii Gaudium

    El entramado entre evangelizacin y espiritualidad encuentra sus ra-ces contextuales en el tiempo posconciliar, de un modo particular en laexhortacin apostlica Evangelii nuntiandi y su recepcin latinoamericana.En la enseanza de Pablo VI, resalta la invitacin a reconocer al Espritucomo principal agente de la evangelizacin: l es quien impulsa a cada unoa anunciar el Evangelio y quien en lo hondo de las conciencias hace acep-tar y comprender la Palabra de la salvacin (cf. EN 75h). Los obisposde Amrica Latina y el Caribe asumieron esta orientacin a partir de laConferencia de Puebla, pero recin tres dcadas despus, en la reunin deAparecida, laprofundizaron desarrollando una propuesta de espiritualidadmisionera. Otros testimonios y experiencias de la Iglesia de Buenos Airesmuestran cmo esta inspiracin misionera ya se encontraba en marchaen diversas iglesias particulares (AZCUy; CERVANTES, 2014a, p. 35ss).

    Junto al influjo de estos textos claves y de otros documentos del magis-terio de las ltimas dcadas como la Gaudete in Domino y la Conferenciade Puebla (Spadaro, 2014, p. 20), se debe aadir el espritu de jesuita ypastor que anima al actual obispo de Roma. El carisma de Francisco, quehunde sus races en la espiritualidad ignaciana, se enriquece de una graciasingular recibida junto con su vocacin. Cabe recordar que el lema delpapa Francisco es miserando atque eligendo, tomado de las homilas de SanBeda, el Venerable; Spadaro tambin seala la vinculacin de esta clavevocacional del papa con la imagen del Dios glorioso en su misericordiapropia de los Ejercicios Espirituales (SPADARO, 2013, p. 144). El programade Francisco se entiende como el de quien ha sido mirado con misericordiay percibe su necesidad en nuestro tiempo: lo que la Iglesia necesita conmayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a loscorazones de los fieles, cercaa, proximidad (FRANCISCO, 2013, p. 16).En toda la Evangelii gaudium se destaca la prctica de la misericordia y laternura como fruto de la contemplacin: Jess quiere que toquemos lamiseria humana, que toquemos la carne sufriente de los dems (EG 270).El desafo est en la integracin de contemplacin y accin (ZAMBONI,2014, p. 41).

    1.1 Exhortacin a la dulce y confortadora alegra de evangelizar

    El tono espiritual de la alegra atraviesa la Evangelii gaudium. Esta exhor-tacin puede entenderse, precisamente, como invitacin a renovar el fervorespiritual del anuncio y en este sentido como una clara actualizacin de laEvangelii nuntiandi. La inclusin de una extensa cita de Pablo VI al final delDocumento de Aparecida, que pide conservar la dulce y confortadora alegrade evangelizar (cf. EN 80g; DA 552), revela sin lugar a dudas la relacin

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    entre Aparecida y la exhortacin de Francisco en el tema de la alegra(cf. EG 10). Me parece importante sealar que la afirmacin de Pablo VIse encuentra en el captulo VII, sobre El espritu de la evangelizacin(cf. EN 74-80); de este modo, la alegra de evangelizar podra resumir laespiritualidad evangelizadora, esta dulce y consoladora alegra es el almade la evangelizacin.

    En la introduccin a Evangelii gaudium, se habla de la alegra de la salvaci-n, del encuentro con Jesucristo y su misericordia: nadie podr quitarnosla dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable (EG 3).De forma muy bella, ya en Aparecida los obispos expresaban que lo quedefine al discpulo es el amor recibido y que el reto est en comunicarlopor desborde con gratitud y alegra (cf. DA 14; 549). Cmo se da estaalegra? Cuando crece la conciencia de pertenencia a Cristo, en razn dela gratitud y la alegra que produce, crece tambin el mpetu de comunicara todos el don de ese encuentro (DA 145). Por eso, la exhortacin a laalegra es una invitacin a renovar la amistad con Cristo: invito a cadacristiano, en cualquier lugar y situacin en que se encuentre, a renovarahora mismo su encuentro personal con Jesucristo (EG 3). La alegra deevangelizar se aprende del amor de Jess; el amor de Cristo funda y re-nueva la alegra del anuncio (cf. EG 264).

    1.2 Una espiritualidad integradora impulsada por el ConcilioVaticano II

    La renovacin de la Iglesia y la teologa en el siglo XX han impulsadodiferentes caminos de integracin entre teologa y espiritualidad, contem-placin y accin, teologa y praxis, fe y justicia, comunidad y misin, entreotros. Teologa y santidad ha sido el paradigma de retorno a la unidadque ha marcado en el siglo XX (BALTHASAR, 1965, p. 235-268). Teologay pastoral o teologa y praxis, bajo el impulso de Gaudium et spes, fuesobre todo un binomio distintivo en su recepcin latinoamericana, tras lashuellas de Populorum progressio y Evangelii nuntiandi. Ciertamente que elacontecimiento del Vaticano II, enriquecido por los movimientos de vuel-ta a las fuentes, contribuy a una plasmacin de esta visin de unidad(AZCUy, 2011b, p. 257). Enla reflexin postconciliar, el desafo emergenteconsisti en entramar las dimensiones; se fue abriendo paso una bsquedade unidad y una pasin integradora, capaz de reconciliar sin polarizar unnfasis particular en lo pastoral y tambin en lo espiritual. Fue en una lec-tura retrospectiva que Lucio Gera, uno de los grandes telogos argentinosde este ltimo tiempo, nos record la necesidad de una integracin entreteologa, espiritualidad y pastoral como tarea insoslayable (GERA, 1999).En la teologa argentina, la espiritualidad fue buscando su florecimientoen la pastoral y la pastoral reconociendo su enraizamiento en la vida es-piritual (AZCUy; GALLI, 2005). Una mirada a la evolucin posconciliarlatinoamericana, permite considerar la creciente importancia que ha ido

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    tomando la espiritualidad en la vida eclesial y pastoral, sobre todo de unmodo ms integrado a partir de la V Conferencia de Aparecida. El logrode Aparecida, en parte anticipado en la teologa y el magisterio argentino(cf. GALLI, 2014, p. 23-59), fue evitar una concepcin dialctica, subjetivistao desintegradora de la vida espiritual y proponer una visin integradora:

    Cada vez fue tomando ms fuerza la preocupacin por no separar el discipu-lado de la misin. La inquietud por unirlos estrechamente termin provocandoun uso generalizado de la expresin discpulos misioneros. La voluntad deintegracin que triunf en Aparecida, aparece expresada a lo largo de todo eldocumento, proponiendo una espiritualidad que no se reduzca a los espaciosprivados de oracin sino que impregne toda la existencia personal y comuni-taria (FERNNDEZ, 2013, 121).

    En este caso, la perspectiva de integracin ha sido marcada por el binomioespiritualidad y misin o discipulado misionero (FERNNDEZ; GALLI,2006, p. 88ss). La voluntad de integracin que triunf en Aparecida, apareceexpresada a lo largo de todo el documento, proponiendo una espiritualidadque no se reduzca a los espacios privados de oracin sino que impregnetoda la existencia personal y comunitaria (FERNNDEZ, 2013, p. 121).Se trata, sin duda, de una orientacin que necesita seguir tomando cuerpoen nuestras iglesias, desafiadas por una conversin pastoral que exigehondura espiritual (cf. DA 365ss; EG 19ss).

    1.3 El carisma ignaciano o la contemplacin en la accin

    Francisco es un jesuita, una persona de carisma; pienso que lo que escribey acta, se nutre de esta peculiar vocacin. En su conversacin con AntonioSpadaro, l lo expresa en relacin con lo contemplativo:

    Esto es lo que empuja a la Compaa a estar en bsqueda, a ser creativa,generosa; por eso hoy ms que nunca ha de ser contemplativa en la accin() y agrega se necesita una actitud contemplativa: es el sentimiento delque va por el camino bueno de la comprensin y del afecto frente a las cosasy las situaciones; seales de que estamos en ese buen camino son la paz pro-funda, la consolacin espiritual, el amor a Dios y de todas las cosas en Dios(FRANCISCO, 2013, p. 11.23).

    A mi modo de ver, la Evangelii gaudium contiene la inspiracin del caris-ma ignaciano, lo cual contribuye aenraizar la contemplacin en la accin.Cuando Antonio Spadaro le pregunta a Francisco qu figuras de jesuitaslo han impresionado de modo especial, aparece el nombre del beato PedroFabro (1506-1546) que fue uno de los primeros compaeros de san Ignacio.Resulta interesante la descripcin que de l se recoge en la elaboracinde su entrevista:

    Michel de Certeau define a Fabro sencillamente como el sacerdote reformadopara quien experiencia interior, expresin dogmtica y reforma estructural eranrealidades estrechamente inseparables. Me parece entender, por eso, agrega

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    Spadaro que el papa Francisco se inspira en este tipo de reforma (FRAN-CISCO, 2013, p. 12).

    Esta admiracin de Francisco por Fabro parece expresar algo que paral mismo resulta inspirador (FERNNDEZ, 2014, p. 68). Estas realidadesimbricadas: la interior, la dogmtica y la estructural, me llevan a pensarnuevamente en una trama interior que anima el pensar de Francisco. Meparece percibir que de lo que se trata en la vida espiritual es del caminode la integracin: la experiencia del Espritu une, reconcilia, articula. Y esose da tanto en la espiritualidad personal como en la comunitaria y social,entre los carismas y las culturas.

    2 Transformacin misionera de la Iglesia y la predicacin

    El captulo I de Evangelii gaudium, La transformacin misionera de laIglesia (EG 19-49),da el tono del programa de Francisco (GALLI, 2014, p.23-59). La propuesta de reforma est animada por la fuerza de la misiny brota de ella como una exigencia fundamental. En la V Conferencia deAparecida, esta realidad necesitada de renovacin se expresa con la fr-mula conversin pastoral (DA 366, 370); en la exhortacin apostlica, eltema est muy presente aunque se recrea de diversas maneras: la reformaesperada afecta tanto a la Iglesia como a la predicacin, por tratarse deuna mediacin institucional privilegiada al servicio del anuncio del Evan-gelio. Junto a la necesidad de renovacin de la parroquia, Francisco novacila en afirmar la importancia indispensable de revisar la homila y supreparacin (cf. EG 28, 43).

    La transformacin misionera exige afrontar la crisis del compromisocomunitario, tal es el tema del segundo captulo de Evangelii gaudium;Francisco ofrece un discernimiento evanglico e invita a proseguirlo en lascomunidades (cf. EG 50, 51, 108). En relacin directa con la transformacinesperada, reviste particular inters la mundanidad espiritual (EG 93ss),por cuanto ella, oculta tras apariencias religiosas, busca el propio intersque encierra e impide la salida hacia los otros. En cambio, la dimensinextrovertida de la Iglesia busca salir de la propia comodidad y atreversea llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio (EG 20).Una Iglesia en salida tambin necesita plantearse su conversin y reformaen relacin con la dimensin social del Evangelio, como se presenta en elcaptulo IV de la exhortacin. La opcin preferencial por los pobres y lossobrantes, en la cultura del descarte, constituye una perspectiva fundamentalpara orientar la renovacin de la Iglesia (cf. EG 193-196).

    2.1 La Iglesia en salida para anunciar la misericordiaLa salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia (EG 15). Conestas palabras en la introduccin y el conjunto de temaspresentados en

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    el captulo I de la Evangelii gaudium, se evoca una temtica muy tpica deAparecida que es la conversin pastoral (cf. DA 365ss). As lo confirma,de algn modo,el empleo de una frmula semejante en el primer captu-lo: pastoral en conversin (EG 25-26). Si la conversin pastoral invitaa superar las estructuras caducas para someter todo a la misin, tambinla pastoral en conversin pone el acento en una conversin pastoral y mi-sionera que no puede dejar las cosas como estn (EG 25). Por eso, en eldiscernimiento planteado por el captulo II, se habla del desafo de unaespiritualidad misionera que no se confunda con una religiosidad vivida deforma individualista, sin identidad ni entusiasmo religioso y de la necesidadde rechazar las tentaciones ms frecuentes en estos tiempos que frenany minan a veces sutilmente el dinamismo evangelizador (cf. EG 78).

    La transformacin de la Iglesia se presenta, as, como una exigencia de lamisin. Lo peculiar de esta misin es volver a lo fundamental del anuncioy, para ello, se plantea la necesidad de aplicar el principio de la jerarquade verdades propuesto por el Concilio Vaticano II (cf. UR 11). Por ques necesario el aporte de este principio? Sin lugar a dudas, est a favordel primer anuncio o kerigma, cuya centralidad resulta una pieza claveen el programa de reforma de Francisco. En este punto, se observa elaporte de la teologa para establecer el criterio de lo prioritario: si bien seasume el cuerpo de las verdades de la fe, se subraya la conveniencia derespetar la belleza fundamental del anuncio del Evangelio: la belleza pascualde Jesucristo y su salvacin para la humanidad (cf. EG 36). En este contexto,siguiendo la enseanza de la tradicin, la misericordia se expresa comoel ncleo fundamental de la fe (cf. EG 37ss).

    2.2 La mundanidad espiritual o la autorreferencialidad

    En la Evangelii gaudium se reconoce claramente la tarea de todos los quetrabajan en la Iglesia y que el aporte de la Iglesia en el mundo actuales enorme (EG 76). Sin embargo, en el captulo II se apunta a un dis-cernimiento que detalla los diversos desafos culturales y eclesiales y, eneste contexto, se hace un planteo de las tentaciones ms frecuentes. Dadasu importancia, quiero profundizar en la mundanidad espiritual (FER-NNDEZ, 2014, p. 18-19), que representa un contraparadigma: si la salidamisionera presenta a la Iglesia como una madre de corazn abierto (EG46ss), la mundanidad espiritual la vuelve elitista, narcisista y autoritaria(cf. 94). Esta mundanidad, explicitada tambin muchas veces como autor-referencialidad, se da de dos maneras emparentadas: la fascinacin delgnosticismo que lleva al subjetivismo y el neopelagianismo autorreferencialque hace confiar slo en las propias fuerzas y en la seguridad doctrinalo disciplinaria (cf. GIUDICE, 2011, p. 227-250). El papa Francisco ofrece,adems, un criterio de discernimiento prctico para examinar estas formasdesvirtuadas de cristianismo: en los dos casos, ni Jesucristo ni los demsinteresan verdaderamente (EG 94). El llamado de conversin apunta, de

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    este modo, a revisar la prctica del amor en la Iglesia, a no suponer quetoda prctica religiosa implica un compromiso autntico con el Evangelio,sino a examinar las nuevas formas de farisesmo (cf. EG 93).

    Otro criterio importante para reconocer la mundanidad espiritual es quelas diferentes actitudes en que se manifiesta tienen en comn la mismapretensin de dominar el espacio de la Iglesia (EG 95). Algunos tiposde esta mundanidad son el cuidado excesivo de la liturgia, la doctrina yel prestigio; la fascinacin por la conquista, la vanagloria por la gestino las dinmicas de autoayuda; una intensa vida social o el funcionalismoempresarial, entre otros. Lo que delata estas actitudes es que, en ellas,no se percibe el sello de Cristo encarnado, crucificado y resucitado yno se respira el aire puro del Espritu Santo que nos libera de nosotrosmismos (EG 95, 97). El papa Francisco delata, en el fondo, una tentacinde poder: la vanagloria de quienes se conforman con tener algn podery prefieren ser generales de ejrcitos derrotados antes que simples sol-dados de un escuadrn que sigue luchando (EG 96). Pero el planteo nose queda en la advertencia, sino que invita a un proceso de sanacin quepuede darse en la medida en que se pone a la Iglesia en movimiento desalida de s (cf. EG 97).

    Cuando se cae en la tentacin de la autorreferencialidad, la Iglesia sealeja de los sufrimientos del pueblo fiel y el Evangelio se desencarna; encambio, una Iglesia en salida se distingue por su capacidad de escucha alclamor de los pobres y de estremecerse ante el dolor ajeno (cf. EG 193). Lasalida hacia las periferiases un leit-motiv que recorre toda la exhortacin,aunque se concentra especialmente en el captulo IV del texto (cf. EG 20,30, 46, 53, 63). Estas periferias exigen que la espiritualidad de la misinevangelizadora est radicada en el amor de misericordia; la misericordiadebe ser el tema central del anuncio de la Iglesia. La reforma de la Iglesiay su estilo en salida estn motivados por el anuncio y la prctica de lamisericordia. La reforma es para la misin y sta siempre prefiere a lasperiferias.

    2.3 Reforma de la predicacin como conversacin materna

    Junto a la insistencia en la totalidad del sujeto evangelizador y en la espi-ritualidad popular, el captulo III destaca la centralidad de la homila y lanecesidad de su preparacin (cf. EG 135-159; FERNNDEZ, 2014, p. 24-25).La importancia dada en la exhortacin a esta seccin se explica porquela homila es la piedra de toque para evaluar la cercana y la capacidadde encuentro de un pastor con su pueblo (EG 135; FRANCISCO, 2013,p. 19); otras formas de anuncio, como la catequesis o el acompaamientoespiritual que no considero en esta ocasin confirman la valoracincon insistencia de todo el sujeto evangelizador (cf. EG 160-175).

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    En este contexto, se habla de la conversacin de la madre como modelo:la Iglesia es madre y predica al pueblo como una madre que le hablaa su hijo, sabiendo que el hijo confa que todo lo que se le ensee serpara bien porque se sabe amado (EG 139). Este modelo femenino est alservicio de una dimensin afectiva y espiritual que ha de guiar al pastorpara escuchar la fe del pueblo y hablar en lengua materna (cf. EG 139). Un hijoentiende esta lengua y, del mismo modo, toda cultura comprende cuandose le habla en su lenguaje, con sus propias palabras, smbolos y valores. Sila homila no habla al corazn, si no respira la novedad del Evangelio, nocomunicar vida; en cambio, si en la prdica se busca aunar el corazn delSeor y su pueblo, el amor se enciende. La clave se encuentra en el espritude amor y en el Espritu Santo que gua al pastor cuando ste predica asu pueblo; en este tono materno, quedan resaltadas las notas tpicas delEspritu: nimo, aliento, fuerza e impulso (EG 140). Se trata de mirarcomo Jess mir; entrar en esta perspectiva es lo que produce que ardanlos corazones (cf. EG 142). Con un lenguaje muy expresivo, Francisco pideque la homila sea un hablar de corazn, que haga sentir al pueblo como enmedio de dos abrazos, el del Padre y el de Mara (cf. EG 144).

    Lo dicho sobre la homila conduce a hablar dela preparacin de la predicaciny a proponer, en ella, la lectio divina como camino de oracin con la Palabra(cf. EG 145-159). Se habla de la lectio en relacin con la Palabra de Dios ytambin en conexin con la lectura de la historia, en coherencia con unaespiritualidad no solamente intimista, sino volcada a la misin (cf. EG 152-155). Pero la motivacin fundamental del tema en esta exhortacin va dela mano con una preocupacin de ndole pastoral: uno de los defectos deuna predicacin tediosa e ineficaz es precisamente no poder transmitir lafuerza propia del texto que se ha proclamado (EG 148). En efecto, la lectiodivina o lectura de Dios significa una lectura que tiene a Dios por objetoy, en este sentido, San Gregorio Magno habla de la Sagrada Escritura comoscripta Dei escritos de Dios (COLOMBS, 1995, p. 33). En cuanto tal, estalectura es un lugar privilegiado del encuentro con la Palabra de Dios y porello para la experiencia espiritual cristiana que nutre de vida la proclama-cin. La lectio divina constituye una prctica antigua, capaz de entregar frutossiempre nuevos, porque al ser una lectura orante, permite escuchar, retener,profundizar, vivir la Palabra de Dios contenida en la Escritura, sumergirseen ella con fe y amor (COLOMBS, 1995, p. 40). Adems, este mtodo deoracin con la Biblia suscita la capacidad de abrirse al misterio, porque apelaa una actitud receptiva, desinteresada y perseverante. Las diversas orienta-ciones de Evangelii gaudium se deben entender en este sentido (cf. 145-153).

    La lectio divina, en nuestros das, se extiende a la vida cristiana y su praxis;para Martini, por ejemplo, el momento de la contemplacin est relacio-nado tambin con el discernimiento y la accin (CUNNINGHAM; Egan,2004, p. 52s). En Evangelii gaudium, la escucha de la Palabra se encuentravinculada al discernimiento de la historia: en el servicio de la predicacin,la contemplacin de la Palabra se da unida a la contemplacin del pueblo (cf. EG154); lo mismo puede decirse de otras formas de anuncio del pueblo de

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    Dios, que han de nutrirse del discernimiento evanglico. De hecho, aunqueno siempre se da en la vida concreta de la Iglesia, el papa Francisco celebraque sacerdotes, diconos y laicos se renan peridicamente para encontrarjuntos los recursos que hacen ms atractiva la predicacin (EG 159).

    El llamado a la reforma es para todos los bautizados, pero recae sobretodo sobre los pastores, llamados a tener olor a oveja, por saber tocarla carne sufriente de Cristo (EG 24). Francisco afirma: prefiero unaIglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que unaIglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propiasseguridades (EG 49; AZCUy; CERVANTES, 2014, p. 41-46). El llamadode renovacin a las parroquias no ha dado todava suficientes frutos y laopcin preferencial por los pobrespide una atencin espiritual y religiosaprivilegiada y prioritaria (cf. EG 28; 200). El lugar central dado a la ne-cesidad de reforma en el mbito de la predicacin responde al programade Francisco (AZCUy, 2002, p. 43).

    3. La exigencia de una espiritualidad comunitaria para elanuncio del Evangelio

    El captulo III de Evangelii gaudium nos recuerda, ante todo, que la tareade la proclamacin explcita del Evangelio vale para todos (EG 110). Enconsonancia con las enseanzas del Concilio Vaticano II y en conexin conla encclica Evangelii nuntiandi, se retoman las nociones de Iglesia comosujeto de la evangelizacin y Pueblo de Dios (cf. EG 111; 114ss); se integra,adems, la diversidad de culturas que acogen el Evangelio, recibiendosu gracia y aportando a la vez sus riquezas (cf. EG 115ss; GALLI, 2014,42ss.). Los desafos de unidad en la diversidad quedan a la vista, pero nosignifican buscar la uniformidad, sino la convivencia y el intercambio (cf.EG 117). En este cuadro, quisiera proponer algunos elementos espiritualesdinamizadores de la evangelizacin: la comunidad de bautizados y elsensus fidei, cuyo reconocimiento destaca la presencia del Espritu en todoslos cristianos (EG 119); la mstica popular: una verdadera espiritualidadencarnada en la cultura de los sencillos (124); los carismas al serviciode la comunin evangelizadora (130ss)y una presencia ms incisiva delas mujeres en la Iglesia (103), que invita a ampliar la participacin enlos espacios de toma de decisiones.

    3.1 La construccin de la comunidad, tarea espiritual del sujetoevangelizador

    A hablar de Pueblo de Dios en el captulo III, la exhortacin apostlicainsiste en decir que el sujeto evangelizador trasciende la dimensin ins-titucional y jerrquica, lo cual prepara el terreno para introducir de los

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    aspectos culturales y carismticos que animan la unidad del pueblo deDios en la diversidad. Ante todo, se busca destacar que la Iglesia colaboracomo instrumento de la gracia divina y que la primaca de la gracia debeiluminar nuestra reflexin para pensar la evangelizacin (cf. EG 112; 13).La perspectiva de la gracia se acompaa, como al comienzo de la Evangeliigaudium, con la misericordia (cf. EG 3, 37, 44): la Iglesia, que est al ser-vicio de la salvacin de todos, tiene que ser el lugar de la misericordiagratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonadoy alentado a vivir segn la vida buena del Evangelio (EG 114).Esta reali-dad de la gracia invita a la tarea: la proclamacin explcitay la exigenciade edificar la comunidad como lugar de misericordia, precisamente en uncontexto de crisis y tentaciones del compromiso comunitario.

    Con su referencia al sujeto evangelizador, Evangelii gaudium tambin otorgaun lugar especial a las diversas culturas que encarnan el Evangelio y, alhacerlo, recupera los aportes del magisterio y sobre todo de la teologa delpueblo, que se ha expresado entre otras fuentes en la III Conferenciade Puebla, al tratar sobre la evangelizacin de la cultura y la piedadpopular (GERA, 2006, p. 717ss). En este captulo III, la reflexin se hil-vana desde el principio: la gracia supone la cultura, y el don de Dios seencarna en la cultura de quien lo recibe (EG 115); se introduce la relacinentre espiritualidad y cultura. La salvacin no acontece slo en el planoindividual o comunitario, sino tambin en el mbito de las culturas, atravs de las personas, comunidades y grupos que las integran. En estecontexto, la reflexin se abre a la diversidad de culturas: el cristianismono tiene un nico modo cultural (EG 116), sino que lleva consigo el ros-tro de diversas culturas y pueblos en que se arraiga. As, la riqueza delas culturasembellece a la Iglesia y en ella se pide superar la tentacin deabsolutizar la propia cultura y valorar a cada una como mediacin de lasalvacin.La diversidad construye la comunin y la armona del Pueblode Dios (117).

    En coherencia con la perspectiva del Pueblo de Dios, Evangelii gaudiumpropone el tema del sensus fidei o sentido de fe de los fieles (cf. LG 12).No se trata de un tema nuevo, pero s, quizs, de una dimensin pocopracticada en la vida de la Iglesia. En la exhortacin, se afirma que elEspritu Santo otorga a los creyentes una cierta con naturalidad con lascosas divinas y una sabidura (EG 119). En este sentido, sera inadecuadopensar en un esquema de evangelizacin llevado adelante por actores ca-lificados donde el resto del pueblo fiel sea slo receptivo (EG 120); as sebusca revalorizar, en el plano de la evangelizacin, el compromiso de todoslos bautizados y especialmente de las personas ms sencillas. El ejemplode la samaritana, dado en el texto, resulta elocuente: a partir del dilogocon Jess ella se convierte en misionera y muchos se abren a la fe, inicial-mente, gracias a su testimonio (cf. Jn 4,39). En efecto, la revalorizacin delsensus fidei representa un elemento dinamizador en el proceso de creacin

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    y profundizacin de la comunidad eclesial; adems, posibilita ampliar elsujeto evangelizador y hacer efectivo el anuncio comotarea de todos/as. Serequiere hacer lugar al sentido de fe de los fieles y tener una fe confiadaen la accin del Espritu en los ms humildes (GRIEU, 2013, p. 355ss).

    3.2 La mstica popular como elemento carismtico del sujetoevangelizador

    El aporte de la mstica popularpuede considerarse como otro elementodinamizador, uno por excelencia, en la tarea de la evangelizacin. El Do-cumento de Aparecida ha dado un paso adelante considerando la piedadpopular como una autntica espiritualidad o mstica cristiana (DA262-263), una enseanza que Francisco asume y universaliza en Evangeliigaudium. Ante todo, se trata de valorar positivamente lo que el EsprituSanto ya ha hecho, es decir, percibir la piedad popular como un impres-cindible punto de partida para conseguir que la fe del pueblo madure yse haga ms fecunda; al valorar su riqueza evanglica, tambin se puedeasumir lo que todava debe ser evangelizado: por este camino, se podraprovechar todava ms el rico potencial de santidad y de justicia social queencierra la mstica popular (DA 262). Se puede decir, que esta perspectivaya estuvo en la preocupacin del episcopado y la teologa argentina desdelos tiempos de la II Conferencia de Medelln, como respuesta a una visinms bien negativa que se tena de la religiosidad popular (GERA, 2007, p.297-364); con el tiempo, se fue asumiendo una visin ms positiva de laexpresin religiosa del pueblo: fue Pablo VI en su Exhortacin apostlicaEvangelii nuntiandi quien dio un impulso decisivo en ese sentido (EG123), al explicar que la piedad popular expresa la particular sed de Diosde los pobres y sencillos. y Benedicto XVI, en su Discurso Inaugural enAparecida, presenta la religiosidad popular como el precioso tesoro dela Iglesia catlica en Amrica Latina, y que ella debe proteger, promovery, en lo que fuera necesario, tambin purificar (BENEDICTO XVI, 2007).

    La exhortacin Evangelii gaudium sigue estas huellas hacindose eco,particularmente, del magisterio anterior. Se insiste en valorarla fuerzaevangelizadora de la piedad popular, vale decir, cmo los pueblos en su reli-giosidad son evangelizadores, una parte del sujeto evangelizador (cf. EG122-126). Una primera lectura que se ofrece, siguiendo los pasos de lasConferencias de Puebla y Aparecida, se expresa al afirmar: puede decirseque el pueblo se evangeliza a s mismo (EG 122). La piedad popular esuna verdadera expresin de la accin misionera espontnea del Pueblode Dios (122); lo que se quiere decir es que el Espritu Santo acta msall de la accin evangelizadora institucional o planificada! La exhortacinapostlica abre a una comprensin ms amplia y misteriosa de la dinmicade la evangelizacin; la accin del Espritu en la experiencia religiosa delsujeto histrico sigue sus propios caminos, ms all de las acciones querealizan las instituciones religiosas.

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    En cuanto al lenguaje, siguiendo a los obispos latinoamericanos, Evange-lii gaudium incorpora la clave de la espiritualidad popular o msticapopular, que es una espiritualidad que se expresa sobre todo por lava simblica y acenta especialmente el credere in Deum o el acto deconfianza en Dios (cf. EG 124). Una expresin particular se observa enlas peregrinaciones, en los santuarios muchos de ellos marianos yen muchas otras experiencias de misin popular en nuestro mbito (AZ-CUy; CERVANTES, 2014a, p. 35ss). En este punto, la exhortacinvuelvea asumir las perspectivas de Aparecida y agrega una invitacin especial:No coartemos ni pretendamos controlar esa fuerza misionera! (EG 124;FERNNDEZ, 2014, p. 80-81). Porque el alma [religiosa] de los puebloslatinoamericanos constituye un dinamismo evangelizador que va msall del plan evangelizador de la Iglesia jerrquica.

    Finalmente, se exhorta a no menospreciar la obra del Espritu Santo enla piedad popular; ms bien, estamos llamados a alentarla y fortalecerlapara profundizar el proceso de la inculturacin que es una realidad nuncaacabada (EG 126). Como fruto del Evangelio inculturado, la piedad po-pular posee una fuerza activamente evangelizadora, es decir, contiene semillasdel Verbo que impulsan a la construccin del reino en la historia. Por ello,el papa Francisco no duda en afirmar que las expresiones de esta piedadtienen mucho que ensear y constituyen un lugar teolgico al que debemosprestar atencin, particularmente a la hora de la nueva evangelizacin(EG 126). Para la teologa, esta expresin est llena de valor: la experienciareligiosa popular, como parte de la vida de las iglesias particulares, cons-tituye una fuente para pensar la teologa en dilogo con la espiritualidady la pastoral (AZCUy, 2014a, p. 13-34).

    3.3 Una presencia ms incisiva de las mujeres en la Iglesia

    Francisco afirma que la Iglesia es mujer y no elude el referirse en concreto a lasmujeres. El tema se encuentra en diversos contextos de Evangelii gaudium; uno deellos es el que plantea la cuestin del clericalismo y la participacin del laicadoy las mujeres, que es el que elijo para introducir las reflexiones de esta seccin:

    Reconozco con gusto cmo muchas mujeres comparten responsabilidades pastoralesjunto con los sacerdotes, contribuyen al acompaamiento de personas, de familias ode grupos y brindan nuevos aportes a la reflexin teolgica. Pero todava es necesarioampliar los espacios para una presencia femenina ms incisiva en la Iglesia. Porqueel genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ellose ha de garantizar la presencia de las mujeres tambin en el mbito laboral y en losdiversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia comoen las estructuras sociales (EG 103).

    En estas palabras se destacan tres ideas que merecen enunciarse: 1. Se reconoceun aporte especfico a las mujeres, en lo materno y en otras capacidades, 2. Sevalora positivamente su participacin en diversos servicios en la Iglesia y 3. Se

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    explicita la necesidad de profundizar esta presencia, sobre todo en los mbitosde toma de decisiones.

    Se puede pensar, entonces, que cuando Francisco habla de un estilo marianode la evangelizacin est apuntando a fortalecer las capacidades maternas de laIglesia y por ello, a la vez, busca valorizar el aporte de las mujeres e impulsaruna mayor incidencia de ellas en la pastoral eclesial. En otra ocasin, l afirmaque la(s) mujer(es) conserva(n) una sensibilidad particular para las cosas deDios, sobre todo (al) ayudarnos a comprender la misericordia, la ternura y elamor que Dios tiene por nosotros (http://www.osservatoreromano.va/es/tag/vaticanoffices). De hecho, es difcil imaginar una conversin hacia lo maternoen la Iglesia, sin una presencia ms incisiva de las mujeres a la hora de marcarel estilo. Si esto es as, la Iglesia tiene una tarea de conversin importante eneste punto, si bien ya viene haciendo un camino en una pastoral de la cercana,la misericordia y la ternura.

    Al promover una cultura materna en la evangelizacin, se tratar de dar lugar alos carismas propios de las mujeres, sin caer en idealizaciones. Si una mujer,Mara, es ms importante que los obispos (EG 104), se hace necesario revalo-rizar el carisma de la Iglesia junto a la Iglesia-institucin, al mismo tiempo queponderar los dones especficos de las mujeres sin por ello restarles dignidad yparticipacin en los espacios de toma de decisiones en las iglesias. En concreto,cabe preguntarse y reflexionar acerca del significado y las consecuencias que tienela afirmacin relativa a la superioridad de Mara con respecto a los obispos: enprincipio, pienso que se ha de entender en relacin con la prioridad que poseeel seguimiento sobre el ministerio.

    El anuncio del Evangelio reclama, en primer lugar, un fortalecimientode la comunidad de fe, una espiritualidad comunitaria, que dinamice loselementos carismticos del Pueblo de Dios. El acento puesto sobre la di-mensin femenina de la Iglesia busca equilibrar un estilo excesivamenteinstitucional con otro de acento ms bien mstico que sea capaz de impulsarel dilogo evangelizador con vitalidad. Sin una experiencia mstica, delmisterio, no es posible anunciar y transmitir la fe (cf. RAHNER, 1969, p.21); el reconocimiento de la cualidad mstica de la espiritualidad popularlatinoamericana resulta decisivo en la tarea evangelizadora. Tambin serequiere valorar el carisma de las mujeres y su presencia activa comoelemento dinamizador en una evangelizacin con estilo materno sobrelo que trataremos ms abajo .

    4 Una evangelizacin con la fuerza del Espritu Santo

    El captulo V de Evangelii gaudium, Evangelizadores con espritu (EG259ss), nos recuerda por cierto a la espiritualidad que acompaa a losdiscpulos misioneros en Aparecida (cf. FERNNDEZ, 2013, p. 128ss). Entre

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    los matices propios de Francisco, se destaca que una nueva evangelizacin,realmente efectiva, comienza por la reforma de la misma Iglesia. Esta reformaha de reflejarse en la bsqueda de santidad de todos los bautizados in-cluyendo el ardor mstico y la santidad de sus pastores (CARD FRANCO,2013, p. 151). Esta santidad integra amor a Dios y amor al pueblo, en unanueva y sugerente expresin de la unidad del amor a Dios y al prjimo;la visin de espiritualidad que se ofrece asume una rica diversidad dedimensiones en una bsqueda de armona y belleza de vida cristiana.Por ltimo, el estilo materno de la Iglesia se presenta de una manera nueva,muy sugerente.

    4.1 Reencontrar el almapara evangelizar con espritu

    Alo largo del captulo V vemos repetirse la palabra alma (cf. EG 259,261, 268, 273). Ella expresa aquello que debe darse en la misin eclesialde cada bautizado; sta es la accin del Espritu, el alma de la Iglesia se-gn San Agustn (cf. EG 261; EN 75d). Alma o respiracin del Espritu ennosotros es, en realidad, lo que define a la Iglesia cuando decimos CredoEcclesiam: creemos que la Iglesia es una obra del Espritu y creemos en laIglesia, que es nuestra Madre; ella, la comunidad eclesial, es el espaciovital-pneumtico, en el cual profesamos nuestra fe y vivimos en comunin(PI-NINOT, 2009, p. 52s). La Constitucin Lumen Gentium nos recuerdaesta realidad espiritual de la Iglesia y la presencia misteriosa del Esprituen ella: Para renovarnos sin cesar en El (cf. Ef 4,23) nos dio su Espritu,que es el nico y el mismo en la Cabeza y en los miembros. Este de talmanera da vida, unidad y movimiento a todo el cuerpo, que los Padrespudieron comparar su funcin a la que realiza el alma, principio devida, en el cuerpo humano (LG 7b). As, en el credo, profesamos que laIglesia ha sido formada por el Espritu Santo, que es su obra propia, elinstrumento por medio del cual nos santifica; por la fe, que la Iglesia noscomunica, tenemos parte en la comunin de los santos, en el perdn delos pecados y en la resurreccin de la carne para gozar de la Vida (H.DE LUBAC, 1988, p. 35s).

    Evangelizar con alma quiere decir, entonces, desplegar el dinamismo propiodel ser eclesial: el misterio de la Iglesia misionera se juega en la relacinexistente entre el Espritu Santo y los bautizados, como personalizacino apropiacin subjetiva del misterio de Cristo (cf. ZIZIOULAS, 2003, p.139). La experiencia misteriosa de Cristo en nuestros corazones y en nuestrasrelaciones, el Jess en medio segn Chiara Lubich , implica una interio-rizacin de los sentimientos de Cristo Jess (Fil 2,5) que solo puede serobrada por el Espritu Santo. No es posible dar testimonio de Jess, si nolo hemos visto y odo (cf. 1Jn 1,1); el anuncio del Evangelio nos exige dejarque el Espritu Santo nos abra los ojos y los odos (cf. BALTHASAR, 1998,p. 27). Evangelizar con espritu implica una madurez en la vida espiritualpersonal, comunitaria e institucional, una cualidad teologal de nuestro ser

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    cristiano: una vida de caridad que sea capaz de no anteponer nada al amor deCristo como ensea la tradicin monstica , una opcin por la pobrezaque sea camino para hacer lugar a la accin divina y una prctica de laobediencia firme a los designios de Dios en la existencia humana.

    Evangelizar con espritu exige una espiritualidad integradora capaz de su-perar otras formas insuficientes de entender y vivir lo espiritual. Ya enAparecida se buscaba integrar la espiritualidad a las inquietudes por unavida plena, intensa, feliz, sin que esto representara una privatizacin dela fe, un cerrarse al amor servicial para que otros y otras tengan vida.Sequera criticar una experiencia frecuente de la espiritualidad vivida comoun camino de intimidad con el Seor en desmedro del compromiso devida en lo cotidiano y en lo social (FERNNDEZ, 2013, p. 122ss). El donque recibimos para evangelizar es la vida entera (cf. FERNNDEZ, 2003);por el camino de la santidad, que es amor extrovertido, nos preparamospara anunciar el Evangelio, cuyo contenido central es el amor de Dios: labelleza del amor salvfico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado(EG 36). Reencontrar el alma quiere decir encarnar los caminos del amory descentrarnos parapoder seguirlos, ms all de nosotros mismos.

    4.2 Con entraas de misericordia

    Evangelii gaudium nos invita a poner alma a la evangelizacin. Poneralma al anuncio tambin puede entenderse como ponerle corazn oentraa, vale decir, anunciar por amor, por amor de misericordia (cf.EG 3, 11, 37, 39, etc.). Precisamente, sta es la meta a la que parece quererllegar Francisco en su exhortacin, al preguntaracerca de la motivacinfundamental que nos lleva al anuncio del Evangelio: por qu anunciar?La cuestin es el amor: la primera motivacin para evangelizar es el amorde Jess que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por l quenos mueve a amarlo siempre ms (EG 264). Evangelizacin con entraases comunicar el Evangelio de haber sido encontrados por Cristo y haberrecibido su promesa de vida plena; evangelizar con entraas es tambin unaexigencia espiritual que nos lleva a salir del encerramiento para centrarnosen el ejercicio del amor. Los medios principales para encontrar los caminosdel amor de Cristo son la lectura orante de la Palabra, la comunin consu vida resucitada en la Eucarista y en la comunidad de hermanos/as.

    En definitiva, la evangelizacin con espritu nos sita en el coraznde la Iglesia y ste no es otro que las entraas de Cristo y la presenciavivificadora de su Espritu en nosotros. Si amamos y nos dejamos amar,vivimos bajo la accin del Espritu. Un amor que irreductiblemente esamor a Dios y al prjimo en unidad, una verdad que Francisco formulaargentinamente: por la accin del Espritu, nos disponemos a amar a Cristoy al pueblo (cf. EG 268; FERNNDEZ, 2014, p. 73ss). Como Jess y en suEspritu, pedimos tener entraas de misericordia: amor a Dios, nuestro

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    Padre de misericordia, y amor de entraas compasivas hacia su puebloque es nuestro pueblo.

    El discernimiento espiritual cristiano busca reconocer la obra del Esprituen la historia: la creatividad del Espritu est actuando en todas partes,en todas las dimensiones del crecimiento del mundo, en la diversidad desus culturas y en la variedad de sus experiencias espirituales (Spadaro,2013, p. 143). Cuando leemos y escuchamos el Evangelio de Jess, su luznos est guiando para reconocer su misteriosa presencia; en la incansabletarea de anunciar la buena noticia a la humanidad y en especial a los mssufrientes, su aliento nos est impulsando. En la lectura y la proclamacindel Evangelio de Jess, pedimos al Espritu el amor a Dios y a su pueblo,como Cristo lo ha vivido, unido, en un mismo acto de entrega a la muer-te hasta ser resucitado. Cada bautizado est llamado a dejarse ensearel Evangelio por el Espritu Santo: as llegar a ser evangelizador/a conespritu al servicio de la verdad de Jesucristo que es amor.

    4.3 Ms all de la contemplacin y la accin, el amor

    Una evangelizacin con espritu como dije antes exige superar la falsaalternativa entre contemplacin y accin, para centrarse en el amor (BAL-THASAR, 1965, p. 291ss). Amor a Dios y amor al pueblose concretan, enEvangelii gaudium, en relacin con dos prcticas fundamentales de la vidacristiana: la prctica de la oracin como encuentro con Dios e intercesinpor los otros y la prctica del amor hacia el pueblo una formulacinrealmente potente porparte de Francisco . En efecto, como dice la liturgia,la oracin de intercesin es una forma de amor a los dems: Este es el queama mucho a sus hermanos/as: el que ora mucho por su pueblo. Cristo Jess, enel mismo acto de dar la vida, cumple con la voluntad de Dios y nos amacon el mayor amor (cf. Jn 15,13); con l, estamos llamados a ser amigos/asde Dios y profetas/profetisas de los pueblos (cf. JOHNSON, 2004).

    Unespritu contemplativose caracteriza, primero, por la recepcin: es el Es-pritu quien gime en nosotros y nos hace clamar Abba (cf. Rm 8, 15); setrata, adems, de un espritu de filiacin: en Cristo, somos hijos, somosexistencia en recepcin (cf. BALTHASAR, 1989), somos recepcin delEspritu, en nuestros corazones, en nuestras comunidades, en la historia.Al mismo tiempo que Dios se nos da en su Hijo y en su Espritu divino,estamos invitados a la accin, que en sentido teolgico quiere decir par-ticipacin en el drama de la salvacin; por ello, para encontrar a Dios yprofundizar la recepcin de su don, en la Palabra y en los sacramentos,necesitamos buscarlo y amarlo con toda el alma, todo el corazn y todas lasfuerzas. En la vida de la contemplacin, la autntica recepcin siemprefructifica en la accin del darse hacindose don; ser hijo es, precisamente,recibir y dar gracias, dejarse regalar recibiendo el don y hacerse regalopara Dios donndose a s mismo para Dios y los dems. Es por eso que, la

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    exhortacin Evangelii gaudium nos recuerda que: sin momentos detenidosde adoracin, de encuentro orante con la Palabra, de dilogo sincero conel Seor, las tareas fcilmente se vacan de sentido, nos debilitamos decansancio y las dificultades, y el fervor se apaga (EG 262). Sin recepcinno puede haber don; sin recepcin, la accin queda sin alma, porque sinEspritu no hay renovacin.

    Una espiritualidad contemplativa se alimenta de tiempo dedicado a laoracin, una oracin que supone un autntico espritude adoracin yobediencia (BALTHASAR, 1965, p. 193). Por eso, Francisco se alegra alsaber que se multiplican en todas las instituciones eclesiales los gruposde oracin, de intercesin, de lectura orante de la Palabra, las adoracio-nes perpetuas de la Eucarista (EG 262). La vitalidad de los centros deespiritualidad o casas de irradiacin en nuestro mbito es creciente, perotodava no alcanza a todos: quienes poseen menos recursos, los pobresde bienes materiales, son con frecuencia tambin los ms marginados yhasta excluidos de los espacios eclesiales especficos para desarrollar elsentido contemplativo de la vida (AZCUy; MAZZINI, 2014a, p. 117). Lanueva evangelizacin requiere un nuevo vigor en la oracin y por ellouna decidida opcin institucional por las diversas casas de irradiacinen la iglesia particular. En Evangelii gaudium se seala que se requiereimaginar espacios de oracin y de comunin con caractersticas novedosas,ms atractivas y significativas para los habitantes urbanos (EG 73). Lamisin evangelizadora pide un estado de oracin (GERA, 1987, p. 27).

    El gusto espiritual de ser pueblo? Para llegar a ser evangelizadores dealma, la contemplacin necesitaflorecer en las prcticas de amor a losdems y al pueblo. Francisco nos habla de la oportunidad de cultivar elgusto espiritual de ser pueblo: estar cerca de la gente hasta el punto dedescubrir que eso es fuente de un gozo superior (EG 268). Nos pide mirarel modelo de Jess para poder integrarnos a fondo en la sociedad, compartirla vida con todos en sus necesidades, alegrarnos con los que estn alegres y llorarcon los que lloran (cf. EG 269). El verdadero contemplativo no sucumbe antela tentacin de privatizar su fe ni ante la eleccin de la mstica a costa delcompromiso social (cf. 262); sino que se abre a una accin del Espritucuya impronta se manifiesta en la transformacin integral de la vida. Laespiritualidad de la misin, para Francisco, se desarrolla necesariamentecomo popular, es decir, vecina/prxima a la gente (FERNNDEZ,2014, p. 73ss). No da l sobradas muestras de este gusto espiritual deser pueblo? (cf. ALLEN, 2013, p. 12).

    Una forma de resumir el programa de Francisco es la salida misionera (EG15); hacia ella se orienta toda la transformacin de la Iglesia (cf. EG 19ss).En Evangelii gaudium, se presenta una espiritualidad cuyo centro est en lamisin en el corazn del pueblo. Francisco dice de forma muy enftica que lamisin no es algo advenedizo, aadido y accidental, sino algo central: soy

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    una misin en esta tierra (cf. EG 273). El cristiano es un ser des-centrado:deja de tener su centro en s, para tenerlo en Cristo; la misin nos saca denosotros mismos y nos pone en salida(cf. EG 15; 9). Ser cristiano es serhijo, partcipe en la misin o envo del Hijo, movido por el Espritu haciauna vida pascual. El cristiano est ungido por el Espritu para la misin,una misin que se realiza en el corazn del pueblo, es decir, junto a la vida decada p ersona, cuya dignidad merece la ternura infinita de Dios. Aprender aser pueblo es algo indispensable para el desarrollo de la misin cristiana: laespiritualidad contemplativanos invita a ser uno con todos, a incluir a todos/as empezando por los ms pobres; se distingue por sus notas de misionera,popular e inclusiva (AZCUy; CERVANTES, 2014a, p. 35ss).

    5. La espiritualidad materna de la evangelizacin

    Mara es icono de la ternura de Dios y de la Iglesia en su misin evan-gelizadora. El captulo V de Evangelii gaudium, como otros textos del ma-gisterio, concluye con el tema de Mara (ZAMBONI, 2014, p. 43); proponeuna evangelizacin con la ternura de Mara (cf. EG 284ss). Adems, el temamariano est presente en otros captulos, pero no es posible mencionarlosa todos. Se destaca la figura de una cultura materna como clave de laevangelizacin y la predicacin (cf. EG 139) y la cita del Nican Mopohuacomo ilustracin de la presencia de lo tpicamente latinoamericano: Noestoy yo aqu que soy tu Madre? (EG 286). En esta seccin, me propongoconsiderar el estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia,fundado en que cada vez que miramos a Mara volvemos a creer en lorevolucionario de la ternura y del cario (EG 288).

    5.1 Qu espiritualidad para una Iglesia Madre y Pastora

    En esta exhortacin, Francisco reitera su opcin por la ternura de la madrehacia sus hijos e hijas: una ternura materna. Ciertamente, su visin estimpregnada de una profunda piedad mariana, pero adems, el Papa estpreocupado por los pastores: sueo con una Iglesia Madre y Pastora. Losministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo delas personas, acompandolas como el buen samaritano que lava, limpiay consuela a su prjimo (FRANCISCO, 2013, p. 17). Posiblemente, susfunciones de superior y provincial como jesuita y, ms tarde, como ar-zobispo de Buenos Aires, han focalizado al entonces Cardenal Bergoglioen su preocupacin por el clero (FRANCISCO, 2013, p. 13). Ahora, comoobispo de Roma, se percibe que esta inquietud contina y a la vez quesu cuidado pastoral se dirige a todos los bautizados.

    Las acentuaciones de Francisco se nutren de la tradicin cristiana y delmagisterio de la Iglesia desarrollado a partir del Concilio Vaticano II. La

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    gran enseanza de los padres en el primer milenio cristiano es que laIglesia es Madre. Como seala Henri de Lubac, los lazos que existenentre la Iglesia y la Virgen Mara no son solamente numerosos y estre-chos, sino tambin esenciales. Estn ntimamente entretejidos. Estos dosmisterios de nuestra fe son ms que solidarios: se ha podido decir queson un solo y nico misterio (DE LUBAC, 1988, p. 249). La tradicincristiana ha explicado las relaciones entre Mara y la Iglesia a partir delas figuras de virgen y madre; as puede verse, por ejemplo, en la formu-lacin magisterial de Mulieris Dignitatem de Juan Pablo II. Lumen Gentiumexplica la maternidad de la Iglesia a la luz de la mediacin maternal deMara, quien colabora a que los fieles nazcan a la vida de gracia (LG63); la Iglesia es madre haciendo hijos por el bautismo y alimentndolospor medio de la Palabra y los sacramentos, tambin lo es en cuanto tipoy modelo de la vida cristiana. En la exhortacin apostlica Pastores dabovobis, se promueve una vida sacerdotal centrada en la caridad pastoral,con una espiritualidad marcada por la misericordia del Buen Pastor: elsacerdote est llamado a amar con una ternura que incluso asume mati-ces del cario materno, capaz de hacerse cargo de los dolores de partohasta que Cristo no sea formado en los fieles (cf. Gal 4,19) (PDV 22c).Se podra revisar, con provecho, la implementacin de estas orientaciones.

    Lo novedoso, en Evangelii gaudium, parece estarvinculado a la tradicinlatinoamericana, a una experiencia religiosa afectiva, dada por la va dela belleza (via pulchritu dinis), ms propia del pueblo sencillo, que no si-gue especialmente la va de la verdad (via veritatis), cuyo uso se practicams en teologa, para llegar a Dios. Evangelii gaudium habla de un estilomariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia (EG 288). An co-nociendo la teologa existencial de Francisco, puede llamarla atencin quel no se canse de repetir que la Iglesia es mujer. En cierto modo, en estepunto, el obispo de Roma va ms all de sus predecesores, que hablarondel principio mariano de la Iglesia (BALTHASAR, 1965, p. 175-237). Decirenfticamente que la Iglesia es mujer representa,en concreto, una verdaderarevolucin para el cristianismo.

    5.2 El estilo materno de la evangelizacin

    La segunda seccin del captulo V se titula Mara, la Madre de la evan-gelizacin (EG 284-288). La propuesta de un estilo materno en la evange-lizacin se vincula directamente con una Iglesia cuya alma es el Espritu:Con el Espritu Santo, en medio del pueblo siempre est Mara (EG284). En este prrafo, se introduce una de las referencias bblicas clavesde la obra de Lucas: Todos ellos, ntimamente unidos, se dedicaban a laoracin, en compaa de algunas mujeres, de Mara, la madre de Jess,y de sus hermanos (Hch 1,14). El relato presenta a Mara, otras mujeresy los discpulos en oracin preparando la venida del Espritu. Mara esla persona que, en su fiat, enlaza los acontecimientos de la Anunciacin

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    y Pentecosts. En la Anunciacin, el Espritu desciende sobre Mara; enPentecosts, el mismo Espritu desciende sobre los discpulos y discpulas,entre quienes se encuentra Mara, la madre del Seor. En referencia a sulugar distintivo en el plan de salvacin, se afirma que: Ella es la Madrede la Iglesia evangelizadora y sin ella no terminamos de comprender elespritu de la nueva evangelizacin (EG 285). Y, en relacin con la devocinmariana en los santuarios, se expresa que puede percibirse cmo Mararene a su alrededor a los hijos que peregrinan con mucho esfuerzo paramirarla y dejarse mirar por ella y los peregrinos encuentran la fuerza deDios para sobrellevar los sufrimientos y cansancios de la vida (EG 286).

    Una Iglesia del Espritu es una Iglesia eminentemente femenina porque elEspritu es femenino: sus funciones son alentar, animar, dar vida, consolar;todas ellas entraan los rasgos de lo femenino. En este sentido, Evangeliigaudium presenta el estilo mariano de la evangelizacin, en relacin con ellenguaje materno: As como a todos nos gusta que se nos hable en nues-tra lengua materna, as tambin en la fe nos gusta que se nos hable enclave de cultura materna, en clave de dialecto materno (cf. 2M 7,21.27)y el corazn se dispone a escuchar mejor. Esta lengua es un tono quetransmite nimo, aliento, fuerza, impulso (EG 139). Como recordamosantes, las funciones del Espritu son tpicamente femeninas y la figurade Mara, centrada en su maternidad, se presenta en relacin con estasfunciones femeninas:

    Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufrendolores de parto hasta que brote la justicia. Ella es la misionera que se acercaa nosotros para acompaarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe consu cario materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, luchacon nosotros, y derrama incesantemente la cercana del amor de Dios. A travsde las distintas advocaciones marianas, ligadas generalmente a los santuarios,comparte las historias de cada pueblo que ha recibido el Evangelio, y entra aformar parte de su identidad histrica (EG 286).

    Mara Madre da esperanza, se acerca, acompaa con cario, camina connosotros, son algunas de las acciones que expresan la cercana de Dios ysu Espritu en Mara. La referencia a los santuarios marianos da al textoun sabor claramente latinoamericano: se pone de manifiesto la experienciareligiosa que tienen nuestros pueblos de Mara. La devocin mariana sereviste de las diversas caractersticas culturales y se vuelve un camino deinculturacin del Evangelio (AZCUy, 2012, p. 373-401).

    En el ltimo prrafo del captulo V, Evangelii gaudium habla delestilomaterno en la actividad evangelizadora de la Iglesia en lo revolucionario de laternura y del cario (cf. EG 288). El estilo materno en la evangelizacin esinseparable de Mara, quien es madre y como tal mujer icono del misterio.Este estilo materno, que es un llamado para todos los bautizados, semanifiesta particularmente en la vida de las mujeres, por compartir la

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    condicin femenina que es propia de Mara, quien es, ante todo, la mujeragraciada (JOHNSON, 2005, p. 129).

    El sueo de una Iglesia Madre y Pastora revela la centralidad de Maraen el programa de renovacin eclesial que anima Francisco. Pastores,consagrados y laicos podemos encontrar en Mara el icono de la ternuramaterna de Dios, como ya lo haba propuesto la III Conferencia de Pue-bla de forma semejante al hablar de Mara de Guadalupe como elgran signo, de rostro maternal y misericordioso del Padre y de Cristocon quienes ella nos invita a entrar en comunin (DP 282; cf. 291). EnEvangelii gaudium, Mara es tambin el icono de la ternura materna de laIglesia, quien inspira y ensea el estilo materno de la evangelizacin, por elcamino de la ternura y el cario (cf. EG 288). El lenguaje materno es lapropuesta para la predicacin y el trato cercano y misericordioso con elpueblo es el nuevo estilo misionero (CEA, 2012).

    6 La trama interna de Evangelii gaudium o la fuerza deuna espiritualidad evangelizadora

    Una lectura atenta de la exhortacin,en el cuadro de los captulos I, III yV y en dilogo con aspectos puntuales de los captulos II y IV, permitedescubrir una propuesta de unidad entre teologa, espiritualidad y evan-gelizacin. A continuacin, propongo algunas consideraciones sobrelafuerza de una espiritualidad evangelizadora en la enseanza de Francisco,la opcin por lo materno en el estilo pastoral y el lugar de la teologa enel programa de reforma.

    6.1 La fuerza de una espiritualidad evangelizadora

    Una Iglesia que deja espacio a la accin misionera del Espritu sale aprimerear y se aleja de toda tentacin esteril de mundanidad espiri-tual: la comunidad evangelizadora experimenta que el Seor tom lainiciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn4,10); y, por eso, ella sabeadelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a loslejanos y llegar a los cruces de caminos para invitar a los excluidos; viveun deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentadola infinita misericordia del padre y su fuerza difusiva (EG 24). Franciscosabe esto por experiencia: miserando atque eligendo. En Evangelii gaudiumnos propone seguir el discernimiento evanglico para reconocer e inter-pretar las mociones del buen espritu y del malo, para elegir el primeroy rechazar el otro: s a una espiritualidad misionera, no a la acedia, elpesimismo y la mundanidad (cf. EG 51, 78ss); s a las relaciones nuevasque genera Cristo, no al clericalismo que muchas veces impide! la par-ticipacin de los bautizados en la misin y las decisiones (cf. 87,102). La

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    bsqueda religiosa de nuestro tiempo est bajo el signo de lo ambiguoy esto tambin puede filtrarse en la Iglesia: slo una Iglesia en salida esdigna de fe, porque slo ella puede vivir y comunicar una espiritualidadque sana, vivifica y no se cansa de buscar la comunin solidaria y lafecundidad misionera (cf. EG 89).

    6.2 La opcin por lo materno en el estilo pastoral

    La exhortacin introduce y dedica el captulo I a la transformacin misio-nera de la Iglesia, lo cual se expresa en el paradigma de la Iglesia en salida(cf. EG 15; 20ss). La espiritualidad de esta salida quiere distinguirse por lanota de la alegra que brota del amor y desborda en el anuncio; esta fuerzaespiritual est expresada en Mara de una manera incomparable: Mi almacanta la grandeza del Seor, y mi espritu se estremece de gozo en Dios,mi Salvador, porque l mir con bondad la pequeez de su servidora (Lc1,46-47). De este modo, la alegra del anuncio puede inspirarse en Maray en la nube de testigos que siguieron al Seor; Mara es el icono de laespiritualidad evangelizadora, en ella se encuentran los rasgos maternos dela evangelizacin. Pablo VI ya haba comparado el amor del evangelizadorcon el de un padre o una madre (cf. EN 79b); Francisco propone el estilomaterno de la evangelizacin mirando a Mara como modelo y mediadorade la ternura y el cario (cf. EG 288). El Espritu anima a la Iglesia en laevangelizacin, conduce al pueblo fiel con estilo materno, de ternura y com-pasin, para que pueda vivirlo como Mara. As la evangelizacin se vuelvecapaz de lengua materna (EG 139). Una presencia ms incisiva de lasmujeres en la Iglesia ayudar, ciertamente, a que se viva y se muestre comouna Madre de corazn abierto (EG 103, 46); para lograrlo, se requiere unaIglesia en salida que supere la tentacin de la autorreferencialidad (cf. 93ss).

    6.3 El lugar de la teologa en el programa de reforma misionera

    La Iglesia, empeada en la evangelizacin, aprecia y alienta el carisma de lostelogos y su esfuerzo por la investigacin teolgica, que promueve el dilogocon el mundo de las culturas y de las ciencias () Pero es necesario que, paratal propsito, lleven en el corazn la finalidad evangelizadora de la Iglesia y tambinde la teologa, y no se contenten con una teologa de escritorio. (EG 133).

    Esta referencia de Francisco es ante todo positiva, de valoracin, pero asu vez orientativa: que la teologa est al servicio de la evangelizacin,es decir, no una teologa de escritorio, lejana a la misin evangeliza-dora de la Iglesia. Esta misin exige la reforma y discernimiento; en estecontexto, el aporte teolgico del Concilio Vaticano II sobre la jerarquade verdades es fundamental (cf. UR 11). En el conjunto de las verdadesreveladas, lo que resplandece es la belleza del amor salvfico de Dios mani-festado en Jesucristo muerto y resucitado (EG 36). La teologa tiene tambinuna tarea importante en el discernimiento de la piedad popular y su es-

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    piritualidad, porque ella misma es considerada un lugar teolgico al quedebemos prestar atencin a la hora de pensar la nueva evangelizacin(EG 126). El desafo est en reconocer la experiencia mstica del Pueblode Dios, en todas sus expresiones, ms all de la accin institucional dela Iglesia; la espiritualidad popular invita a descubrir los caminos que elEspritu Santo alienta en esta nueva etapa de la evangelizacin (cf. EG280). Un discernimiento particular nos pide Evangelii gaudium a los telogosy telogas para pensar el lugar de las mujeres en la Iglesia y alentar sumayor participacin (cf. EG 102-103). y, en general, nos invita a una vidade contemplacin que prepara para el discernimiento evanglico y parala interpretacin de los signos de estos tiempos en la historia presente (cf.EG 51, 108, 154; AZCUy, 2011a, p. 601ss).

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    virginia R. Azcuy. Doutora em Teologia Sistemtica pela Faculdade de Teologia da Uni-versidade Catlica da Argentina; fezum trinio deestudos complementares em Tbingen,Alemanha. Pesquisadora de Eclesiologia do Vaticano II e Estudos de Espiritualidade naFaculdade de Buenos Aires. Professora pesquisadora da Faculdade de Teologia da Univer-sidade Catlica do Chile, no Centro Teolgica Manuel Larran. Coordenadora do Programade Pesquisa Teologa de los signos de lostiemposlatinoamericanos. Dedica-se ao estudode Teologia Feminista no Programa de estudos Teologanda.Endereo: Cafayate, 4267

    1439 Buenos Aires, Argentina

    Documento:7529 Perspectiva 130 Set Dez 2014.pdf;Pgina:80;Data:18 de 12 de 2014 15:44:36;conferido LUTADOR