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MANIFIESTO
D E L A R E G E N C I A D E L A S E S P A D A S
SOBRE CESACION EN E L MANDO D EL QUARTO EX ER CITO
y C A PITA N IA G ENERAL DE LAS ANDALUCIAS DEL E X
CELENTISIM O SEKoR d o n FRANCISCO BALLESTEROS.
CADIZ i EN LA IMPRENTA EEAL: 1813.
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I m_/a separación del Teniente G eneral D . Francisco B a
llesteros del mando del quarto E xército, y Capitanía G en eral de las A n d alu cías, por la causa extraordinaria que la ha ' rod u cid o, y las circunstancias particulares que la han acompañado, es uno de aquellos acaecim ientos, que por su importancia y trascendencia llaman á sí la atenciorí de una N ación. L a carta que este G eneral dirigió al G o b ierno con fecha de 23 de O ctubre último , y que hizo im primir y esparcir por todas p artes, puso en todas ellas en e x pectación al píiblico, y en aquella desagradable inquietud que“ causa en los ánimos un hecho de semejante naturaleza. La pronta resolución del G o b iern o , y las providencias decididas con que aseguró su execu cio n , disiparon en breve todo tem or , y conservaron el orden y la tranquilidad publica, que por un momento se v io amenazada. E n efecto , era m uy profunda la sensación , y debia producir la agitación mas amarga la idea de un G eneral que á la cabeza de las tropas que se le habían confiado para arrojar al enemigo de nuestro territo rio , se negaba á obedecer al Gobierno de la N ación , y hasta llegaba á amenazarle con sus ulteriores disposiciones. P or otro lado , la idea ventajosa que mantenia la m ayor parte del p u b lico , particularmente los habitantes de los pueblos de Andalucía, que habian estado baxo la dominación francesa, del v a lor é intrepidez de este G e n e ra l, el afecto que le habian grangeado entre los mismos las victorias publicadas en sus oficios al Gobierno , y por otros medios que enea-
' recian su fama , formaban un contraste, de qu e pudieran derivarse conseqüencias m u y fatales en otra N ación de carácter menos solido y decidido que la española. Pero el p uebla español, el mas sensato y juicioso de la tierra, así como le concedió su aprecio , le prodigó sus honores , y
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( í )celebró sus triunfos, en tanto como los estimaba favorables y dirigidos á su lib ertad , el mismo pueblo , desde el momento que notó atentaba á e lla , negando su obediencia á la suprema legítim a autoridad de la N ación , minando asHel principal cimiento del Estado , y los principios fundamentales de toda sociedad , convirtió su aprecio en indignación, y sus alabanzas en imprecaciones. E l noble soldado español, que á su la d o , y baxo sus órdenes, se batió gustosa y bizarramente con los enem igos, derramó su sangre , y expuso repetidas veces su vida quando se trataba *de libertar á su patria, vió separar con indiferencia á uii G e n era l, áq u ien antes apreciaba por su valor, luego que presumió pudiera emplearlos de instrumentos para su esclavitud.
L a N ación , p u e s , tiene un derecho á ser enterada exactamente de este acontecimiento. E l asunto principal le es conocido ; pero ignora hechos, circunstancias y antecedentes , que tienen una relación íntima con este suceso', y que les son desconocidos del to d o , ó de que tiene una idea confusa ó equivocada : y el Gobierno tiene la m ayor complacencia en poder informarla en materias que tanto la interesan, libre ya de los motivós que hasta ahora le obligaban á la reserva. Para ello ha creído conveniente manifestar las disposiciones y sistema que ha observado con respecto á este G e n e ra l, y las contestaciones y conducta de este en los negocios importantes que han tenido lugar durante el tiem po de su mando en G e fe del quarto exército. L a N ación se halla instruida de sus acciones militares por sus partes m ism os, que se han dado al público en las G azetas m inisteriales, y han corrido por todas partes : sus victorias él mismo las ha escrito , nadie las Jia desfigurado ; y el G obierno jamas trató de dismi- m iirle el concepto que le grangeaban sus proclamas y sus ponderados triu n fo s, por el bien que resultaba á la Patria del entusiasmo de los pueblos ocupados por el enemigo , y los auxilios con que gustosamente contribuían los libres. P e io en el día que no existea estos m otivos, es tiempo de
( 3 ) .que el público se instruya también de lo que esta G efte- r a l , pudiendo y debiendo , dexó de hacer en favor de nuestra causa, y de los males que ha ocasionado con su voluntariedad, y falta de cooperacion y de cumplimiento á las ordenes superiores, en los momentos nías críticos é importantes de esta guerra. Así la N a c ió n , al mismo tiempo de ser enteí’ada de la justicia con que ha sido separado del mando por su notoria desobediencia , podrá también fixar su opinion acerca de su conducta .y servicios anteriores.
Quando en 22 de Enero de este año se encargó á la actual Regencia^ el gobierno de la M onarquía , se hallaba el G eneral Ballesteros en el Cam po de G ibraltar con el mando de una división del quarto exército. E l Consejo de ilegencia anterior acababa de comunicarle la orden de pasar á mandar el segundo y tercero , con las mismas facultades que llevó el Capitan G eneral D . Joaquin B lake, y llevando consigo la división Asturiana de su antiguo n:ando , en vista de la situación y ocurrencias militares del R eyn o de Valencia. L a nueva R egencia , dos de cuyos individuos hablan asistido como G enerales á la junta que se habia convocado, y en que se acordó su nombram iento , le reiteró la órden el dia mismo de su instalación , manifestándole la confianza que tenia depositada en su persona para lograr el que se repusiesen , con su m ucho zelo y actividad , las fuerzas de aquel distrito ; para lo q u a l, no solo le autorizaba ampliamente en sus facultades , sino que le sostendría y auxiliaría con los medios necesarios. É l G eneral B allesteros, con fecha de 24 , contesto que el trabajo que habia tenido de organizar y sistemar provincias y formar exdrcitos, añadido á las fatigas que le habia ocasionado sxi actual m ando, en que habia formado el exército mas hermoso que habia muchos años tema la N ación , habían acabado con su salud , lo que le imposibilitaba de llenar las intenciones del G obierno en el nuevo destino que se le d aba, pues sus ach 'ques solamente podían perm itirle ei mando de exércitos organiza
do3 , en donde no queda mas que atender que a la parre de la guerra , y á dar mas influencia y vigor á la disciplina y m ovilidad que constituyen un exército de maniobra; que por lo tanto estaba imposibilitado de marchar adonde se le prevenia, y devolvia todas las órdenes que se le habian remitido para los G efes y Autoridades de las P ro vincias de Levante. E n vista de esto hubo que nombrar en su lugar á otro G eneral que fuese á aquel destino.
Acababa de vacar e l mando del quarto exército , y la Capitanía G eneral de las Andalucía?, por haber sido nombrado R egente el C on de del A bisbal; y la Regencia, con fecha de 28 del mismo E n e ro , confirió ambos mandos al G eneral B allesteros; é hizo al mismo tiem po trasladar á su inmediación el QuarteL general del exército que se hallaba en la Isla de León. A q u e l G eneral tenia entonces á sus órdenes la división de su antiguo mando, con que pasó al Cam po desde el Condado de N ieb la ; las tropas del G eneral B eg in es, que encontró allí en número de quatro m il trescientos hombres y seiscientos cincuenta caballos, y ademas se le habiareforzado en O ctubre y N oviem bre con tres mil seiscientos hombres y ciento veinte Caballos.
E l G obierno deseaba emplear activam ente todas las fuerzas de que podia disponer, despuesde dexar cubiertas las líneas de C ád iz con la absolutamente indispensable: con este objeto, en el siguiente F ebrero , sacó de la Is la , y remitió á aquel G eneral, cerca de quatro mil hombres y quatrocientos caballos; y con el mismo fin pasó en el mes de M arzo á incorporársele desde C e u ta el R e g imiento de Ordenes M ilitares con mas de m il plazas. T o das estas tropas vestidas y armadas.
A l mismo tiempo que la R egencia remitia á las órdenes de aquel G eneral todas las fuerzas, y le auxiliaba con todos los recursos de que podia disponer, le comunicaba todas las noticias que recibia de -los movimientos de los otros exércitos , y le indicaba algunas operaciones que podian emprenderse , pero sin prefixárselas , dexando
siempre á su arbitrio el modo de iiacer la guerra, como lo ha verificado. E n todo el tiempo de su mando dos veces únicas se le previno terminantemente executar una operación : la una en el mes de A b r il , para que viniese á atacar la línea del bloqueo de C ád iz ; la otra en Setiembre, para que fuese á ocupar la Sierra de Alcaraz.
E n el mes de M arzo , con presencia de la situación, fuerza y movimientos , tanto de los exércitos aliados, como de los enem igos, se le indicaron varios movimientos que podía executar con el su yo, á fin de cooperar con los que los aliados executaban por Extrem adura , manifestándole merecía la preferencia en la consideración del G o bierno , el que presentaba mas proporciones de poder aprovechar de la primera ocasion favorable para emprender algo decisivo contra los sitiadores de C ád iz ; para lo que podría contar con el auxilio de las tropas de la Isla , que contribuirían á la operación, atacando por Santí- P e t r i , y dexando á su discreción la forma y el momento de executarlo : seguidamente se le avisó de los movimientos de los enemigos de la lín e a , que habían pasado seis mil hombres de Chíclana y P u erto -R eal al P uerto de Santa M aría ; y posteriormente que la fuerza de la línea enem iga se hallaba reducida á cinco mil h om bres, y un batallón con algunos caballos, que ocupaba á V e g e r : que habían sacado los hospitales, y parte de sus almacenes de Chíclana , P uerto-R eal y Santa M a ría , y llevádolos á X e re z ; y que el C on de de Penne y Brigadier M orillo se hallaban y a con sus divisiones en el Condado de N ie bla : que en la Isla estaban preparados de cinco á seís mil hombres de tropas nacionales y a liadas, y hasta trescientos caballos, prontos para o p erar; ya fuese atravesando e l rio de S an tí-P etri, ó y a desembarcando en la costa, según los puntos que conviniese atacar,- para lo que todo estaba p reven ido; y se le rem itió-copia de lo que el G e neral del quinto exército avisaba de los movimientos de tropas en Extrem adura.
E l G eneral Ballesteros no encontró conveniente aque-2
, . ( , olia operacion , y se d irigió á U trera en principios de A b ril; de donde habiendo sabido la toma de Badajoz por los a liados, verificó su retirada.
Y a en este caso, y con las noticias que e l G o b ierno tenia, se le dixo en 15 de aquel m es, que no teniendo otras tropas enemigas que combatir que las de la división C ou rroux , que estaba sobre e l G uadalete, si el Mariscal Soult no habia destacado otras de consideración en su seguimiento , tratase de atacar seriamente por la espalda á los sitiadores de C á d iz , supuesto que habia sabido despreciar las primeras en su atrevida m archa hácia S ev illa , y que la división del C oronel sola contenia á las de M álaga ; pudiendo contar para cooperar á esta empresa con ocho mil in fan tes, trescientos caballos y d’oce piezas de artillería, entre tropas españolas y aliadas de la Isla, que operarían como conviniese, contra la izquierda y centro del enem igo; *que esta era la voluntad d el G obierno, y qwe no dudaba tomaría todas las medidas que le dictaran su conocido zelo y actividad para verificar tan importante em p resa, que al mismo tiem po que le llenaría de g lo r ia , proporcionaría ventajas incalculables á la N ación.
A los dos dias se recibió un oficio su yo , fecha d el9 desde Puerto-Serrano , en que decía ser su intención obrar por la parte de M á la g a ; en el mismo día se le enteró de lo que en el 1 5 se le había d ic h o , y se le previno entonces term inantem ente, que reuniendo todas sus fu e rza s , viniese á atacar la retaguardia de la línea ene- m iga para desbaratarla, y obligar á los enemigos á su abandono, contando para ello con las tropas y demas recursos de estos puntos, de que y a se le había dado conocimiento : que avisase sin pérdida de tiem po del re cibo de la órd en , y de quedar tomando las disposiciones convenientes á un intento tan interesante; y que c o municase las señales que manifestasen sin equivocación su reñ id a, momento del ataque , y demas oportuno.
D ispuestas y distribuidas qual correspondía para la
r ^ 7 )operación todas las fuerzas de mar y tierra de estos p untos, y preparados todos los auxilios que estos proporcionaban, se aguardaba por instantes el momeiito de la í.ccion; y en esta situación se mantuvo todo hasta e l IT de M a y o , en.que e recibió la contestación de aquel G eneral con fecha del -29 anterior en Yunquera. D e cía en e lla , que quando habia recibido la órden del 15 estaba replegando sus divisiones sobre la montaña , por haber destacado Soult contra é l una división de infanter ía , caballería y 'a r t ille r ía , y hallarse con fuerzas insuficientes para vencer las del enemigo. Q ue sus tropas no eran capaces de executar con buen éxito el ataque á la lín ea de C ád iz , cuya vprdad le habia demostrado la e x periencia de haber atacado muchas veces puntos fortifi • cados de poca consideración, pues no estaban en disposición para empresas de tal naturaleza; para lo que ademas carecia de artillería y caballería.
A esta respuesta inesperada, solo se le contestó que quando se habia resuelto el ataque de la línea no fue contando con solo las fuerzas de su m ando, sino con ocho mil infantes, trescientos caballos y doce piezas de artillería que habrian atacado el flanco izquierdo de los enem igos; que siendo sus tropas tan bizarras, no podia convencerse la R egencia de que no estuvieran en disposición de una operacion sem ejante; y que quando habia determinado y prevenido el movimiento , estaba meditad o con toda detención y bien combinado. A l fin la ocasion se p asó , las circunstancias variaron, y todo se qued® como ántes estaba.
C o n fecha del dia siguiente al de su anterior oficio remitió otro circunstanciado de los movimientos que habia executado desde su marcha á U tre ra , con los que decía se habia hecho dueño de casi todo el R eyn o de Sevilla , y de no pequeña parte del de C órdoba; que habiendo -variado su plan por la notída de la toma de B adajoz, y la que le dió el C on de de Penne de no po- d c í continuar las operaciones concertadas, habia empren
dido otro n u e v o , que correspondiendo fielmente á sus esperanzas, habia ofrecido á la N ación un nuevo testimonio del valor, constancia y disciplina de sus tro p a s, é in- cluia los detalles de las acciones de Alora y Osuna , p u blicadas ya en las G azetas. Se le contestó á este oficio en términos m uy satisfactorios; y como manifestaba consideraba acreedores á obtener letras de servicio á los brigadieres D . D ie g o C la rk e y D . G uillerm o L ib esay, se le dixo igualmente habérselas la R egencia concedido.
D esd e que la R egencia se habia encargado d el G o bierno de la N a c ió n , em pezó á recibir representaciones ile varios ind ivid uos, qu e'se quejaban de arbitrariedades, tropelías y trato indecoroso que decian haber experim entado del G en eral Ballesteros. Conprehendia e l G obierno que en las apuradas circunstancias en que á veces se halla un G en era l, no es extraño que no siem. re pueda su- jetarsé al órden rigoroso , y conservar lá moderación que debe caracterizar al hombre consriLuido en un mando sup erior; y por otra parte,, que podia haber exageración, y aun falta de buena intención en alguna de las acusaciones; por le que no tomó providencias positivas, y solo trató de evitarlas por órdenes generales. Pero las quejas se repetían, y sé multiplicaban diariamente.. Los Alcaldes-de los pueblos de la Sierra, llamados á S. R o q u e , puestos en la cárcel, y tratados con desprecio é ignom inia, e l A l calde m ayor d e 'X im e n a llevado al castillo d® Castelar, y arrestado ocho dias, con prevención de que hiciese- Ja fatiga de so ldado-ó de peón dfe -albañil; íos'Alcaldd^s, el C u ra,, e l Beneficiado, los Eclesiásticos y hásta los ancianos de G ausin conducidos á pie en dos filas á Xim ena sin co m er, y con e l mayor escándalo : los diputados de caballería de S. R o qu e conducidos á media noche a l 'C a s ti l lo de G au sin , donde aun subsistían presos: e l Arcediano de V e le z ,. G obérnador del ObiSpadó^ de M álag a , conducido á pie con escolta desdé el pueblo de su residencia al quartel g e n e ra l: '¿l Comand-ante de C ruzad a preso y maltratado por aquel G e n e ra l, despues de no- lia-
( 9 > .b e rk protegido , como se le tenia prevenido •, conclu -
yendo con deshacerla, sin dar conocimiento de ello a G obierno que la habia mandado form ar; otros muchos en fin , que se quejaban de injusticia y mal trato , decidieron á la Regencia á hacerle los cargos y reconvenciones o.ior- tunas; y con fecha de 29 de M a yo , usando de la m ayor consideración y decoro á su autoridad, se le rem itió, reservadam ente, una relación de los cargos que le resultaban en vista de las representaciones y quejas que se habían recibido , á fin de que expresase los causales que habia tenido para aquellos procedim ientos; omitiendo en ob sequio de la disciplina militar las muchas quejas de G efes y Oficiales del mejor concepto. E l G obierno vio por uno de los papeles públicos de esta C iu d a d , que se le present ó , una disposición del G eneral Ballesteros, dada sin su conocimiento , aprobación ni previo aviso , perm itiendo la libre introducción p5r Algeciras de harinas y com estibles en los paises ocupados por el enem igo, en contra diametralmente á lo dispuesto por e l G obierno en 2 de F e brero; y posteriorm ente, despues de un maduro examen, del estado de la N ación y de la guerra. Se habia prohibido la creación de cuerpos nuevos de tropas, como requería el arreglo que se estaba haciendo de los exércitos, pues era excesivo el numero de los que habia, y se hallaban sin fuerzas; y aquel G eneral creó dos» uno de Infantería con la denominación de H o y a de M álaga, y otro de Caballería con la de Húsares de id e m , sin pedir perm iso, ni dar la menor noticia. Estas y otras disposiciones, tanto gubernativas como administrativas, debilitaban ó inutilizaban las medidas políticas y militares adoptadas por la R e g e n cia. Y por lo ta n to , en dicha fecha del 29 se le reconvenía por esta arbitrariedad y falta de su ecion á las disposiciones del G ob iern o , que nada podria hacer si cada uno obrase según su antojo. A estos cargos ni á los anteriores nada contestó entonces ni despues.
T u v o lugar en aquellos dias la desgraciada acción de Bornos; y la R egen cia , considerando la baxa que habia
( l o )sufrido su e x e rc ito , hizo sacar de la I s la , y le remitió inmediatamente á Tarifa en su reem plazo, el Regim iento com pleto de Ciudad-R eal. E n el mes de Ju lio hizo una excursión hacia M álaga: los enemigos quisieron apr®ve- charse de esta oportunidad para destruir ó desconcertar su e x é rc ito ; y al intento destacaron con celeridad las tropas disponibles del frente de C á d iz , y le cortaron la retirada, ocupando con fuerzas suficientes el Cam po de G ibraltar', su principal posicion. Q u ed ó así aislado entre los varios cuerpos enemigos que podían venir sobre é l ; y cortada la comunicación con aquella p laza, privado del abrigo de sus fu eg o s, á que se habia refugiado en otras -ocasiones, y con lo que habia conseguido conservar su exército. E l G ob iern o , en el momento que tuvo noticia de su m ovim iento y del de los en em igos, y conociendo e l riesgo inminente en que iba encontrarse, dispuso una expedición de mas de tres m il hombres al mando del M ariscal de Cam po D . Juan de la C ru z M ourgeon , que desembarcó en T arifa , y unida con las tropas que habían quedado en aquel p u n to , se dirigieron á flanquear la división enemiga del C a m p o , la que no pudiendo así operar ni mantenerse en aquella posicion , se v ió obligada á abandonarla, y retirarse ; como lo verificó la del G eneral C ru z á la Is la , luego que e l G eneral Ballesteros quedó en sus antiguas posiciones, y le manifestó no necesitarla.
En principios de A g o sto , sabida la memorable v ictoria de Salamanca, y la reunión de troj as que hacia Soult sobre el G u a d a lq u iv ir , al N orte de S ev illa , y en las Sierras occidentales de los P ed roch es, que hacían presumir pudiese intentar algo contra la E xtrem adura, con objeto de distraer la atención de! D u q u e de C iud ad-R od rigo, dispuso el Gobierno para im pedirlo enviar al Condado de N ieb la una división de cinco m il hombres al mando del G eneral C ru z M o u rgeo n , q u e , unidos con la T ropa que allí habia, amenazasen la retaguardia de S o u lt, y aun ¿ S e v illa , si se separase demasiado de aquella C iu d a d ; y
( “ )con el mismo objeto de llamar la atención del enemigo, dando conocimiento de esta expedición al G eneral Ballestero s, se le previno se pusiese en movimiento con todas las tropas disponibles que tuviera, dexan-lo á su arbitrio e l amenazar la espalda de las hneas del frente de C ád iz, ó penetrar há iia Sevilla. Ballesteros, con fecha dcl lo desde C asares, contestó haria quanto estuviese de su parte , y que elegía la dirección sobre Sevilla.
C o n fecha de 21 se le d íx o , que por los indiciot que se tenían, era m:is que presumible que el exércíto de Soult pensaba abandonar las Andalucías; que por lo tanto suspendiese el movimiento proyectado sobre Sevilla; que reuniese sus fuerzas, y se aproximase á las líneas del frente de C á d iz , para ponerse de este modo en com unicación en el momento oportuno con las tropas de la Isla , con que se le reforzaría. A lo que contestó en 26 que estaba enterado, y que así lo executaría. ,
Sucesivamente se le fueron comunicando noticias de los movimientos del enemigo en estas inm ediaciones, que e l Gobierno recibía por los medios de comunicacíoh con los confidentes establecidos en su cam po, que anunciaron desde el día 23 el abandono de la línea para el 25. V e rificóse así en dicho día; y en el 27 la entrada del G e n e ral C r u z en S e v illa , de todo lo que se dió inmediatamente aviso al G eneral del exércíto. Salieron de la Isla a lgunas Compañías á seguir ob<;ervando la dirección de los enem igos, y seguidamente los Regim ientos de N avarra, España, G u ad íx y A frica , que eran los que estaban desde lu ego prontos para ponerse en marcha al mando del B rigadier D . Joaquín de V ir u e s , con la órden de reunirs« al G eneral en G e fe ; y la misma se comunicó á las tro pas de Sevilla. C o n fecha dcl 30 se le díxo la salida de las de la I s la , á que se seguiría la de o tras, á m edida que se fuesen poniendo en estádo para ello ; que podía disponer de la división que estaba en Sevilla para obrar en masa contra los enem igos: que combinara sus movimientos- con el G eneral H i l l , sin q ue esto obstase á que entre taa-
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io aprovechase toda ocasìoa de dañaf al eìiemigò ; y se Itt daba noticias de la situación y movimientos de las tropas mglesas de Andalucía. C o n la misma fe c h a , entre otras 'varias prevenciones, se le encargó tuviese mucha deferencia a los dictámenes del G eneral H i l l , y que si llegase el caso de operar jiln to s, en un dia de acció n , le hiciese el obsequio de ofrecerle el mando de ella. Q u e la conti- miacion de la campaña de las Andalucías debía ser com binada con las operaciones del D u q u e de C iudad-R odrjgoj y que entre tanto aprovechase el tiempo en hacer al enem igo todo el mal posible.
C o n fecha del mismo 30 de A gosto desde T eb a participó Ballesteros estaba sobre el enem igo, que ocupaba á Osuna y A n teq u era, y que él aquella misma noche camparía á legua y media de a q u ella-C iu d ad , con ánimo decidido-de aprovechar qualquiera ocasion favorable, y continuaría hasta que saliese el enem igo dél territorio de sii •Hiando.
E l G obierno notó con admiración los límites á que circunscribía aquel G eneral sus operaciones; y no podia com prehender como el G eneral Ballesteros, ni ningún ©tro en su caso, podia dexar al enemigo sin molestadle, que llevase sus armas á devastar y conquistar otras provincias , y quedarse á lo lejos de espectador tranquilo, eu los momentos que mas necesitaba la Patria de sus esfuerzos. Y así al punto se le contestó que no limitase sus operaciones á la A n d alu cía , sino que se dirigiese á operar ¿onde conviniese, y lo exigiesen las circunstancias.
E n í 6 de Setiem bre se le dixo que los importantes sucesos que habian tenido lugar desde e l 25 de A gosto , y la rapidez con que el enemigo abandonaba las A n d alu cías para concentrar sus fu erzas, y poder vo lver á tomar la ofensiva en la dirección que mas le pudiera convenir despues de verificada su reunión con Suchet y el R e y intruso , exijian dispósicibnes que nos pusieran en el casó de impedir las operaciones que intentasen despues de su re- iini©n, que y a no podia evitarse por este lad o ; que en
( 13) , , . . , ,consideración á estas circunstancias, a la situación de los cxcrcítos de nuestros A lia d o s , la probabilidad de los m ovim ientos de los enem igos, y la grande ventaja que resultaría de dar un impulso uniforme y general, á todos nuestros m edios, en combinación con las fuerzas piincipales que debian ob rar, habia resuelto la Regencia que con to das las fuerzas que en la actualidad se hallaban baxo su inmediato m ando, se dirigiese á A lca raz, extendiendo desde aquel punto destacamentos hasta A lb a ce te , pc.v las Peñas de S. P e d ro , y se mantuviese en aquella posicion, hasta que enterado de ella el Qpneral H ilí acordasen entre sí lo mas conveniente, con relación al plan geneial del D u q u e de C iu d a d -R o d rig o , del que se suponía mstruído en mucha parte á dicho G eneral H ill, en el caso de que e l D u q u e no anticípase sus instrucciones, en virtu d del aviso que con la misma fecha se le daba de esta disposición. Q u e la unidad del m ando, tan necesaria en las operaciones m ilitares, exijia que se conformase y sujetase á todos los movimientos que le prescribiera el D u q u e de C iu d a d -R o d rig o , y a fuese directam ente, ó por conducto del G eneral H ill como mas inmediato , y con cuyo .C u erpo tendría que obrar en u n ió n ; y que la R e g e n cia , persuadida de estos principios, y de las ventajas que de ellos debian resultar á nuestra causa, le prevenía que así los observase; y procurase conservar la mejor arm onía, ya fuese obrando en unión con las tropas de S. M . B ritán ica , ó separadamente con arreglo á las instrucciones de dichos G e fe s , sin que esto impidiera el que hiciese seguir al enem igo por una pequeíía colum na móvil de ochocientos á mil hom bres, tanto para que tuviese conocimiento de sus movimientos y dirección, como para libertar á los pueblos de su tránsito de las tropelías que en él suelen cometer los últimos restos de su retaguardia. D e estas órdenes se dió conocimiento al D u q u e de C iudad-R odrigo y al G eneral H i l l , en el mismo d ía , expresándoles que entre tanto le comunicaban las instrucciones consiguientes al plan de la campaña, se le había señalado aq^uella posicion, que ocupa-
j. .n a ¿on diez f seiS mil hombres y ochócientos caballos, como la mas ventajosa para cooperar .con las fuerzas aliadas, ya fuese que los enemigos permaneciesen en el R eyu no de V alen cia , ó que intentasen penetrar por la Mancha; al mismo tiempo que cubria las Andalucías, y llenaba el
. hueco que hay entre el Tajo y las montañas que las separan de as Castillas. Y al dia siguiente, habiendo la R e gencia recibido parte de hallarse una división del segundo y tercero E xcrcito en Albacete y C h in ch illa , se le comunico al G eneral Ballesteros, previniéndole que como la nueva situación que debían tener sus tropas sobre Alcaraz, le ponía en relación con las fuerzas de aquel exércíto , procediese de acuerdo con el G eneral E lio , como se le prevenía también á este, en quanto podía interesar á la unidad en las operaciones m ilitares, y mejor servicio de la N ación.
£1 G eneral Ballesteros recibió la órden del 16 , y con- t>cstó con fecha del 22 desde G ranada, que se habia sor- prehendido al ver que se le prevenía continuase las operaciones militares. Q u e el estado de su e x é rc íto , constituido para obrar sobre montañas, y á corta distancia de su principal base, hacia que careciese de aquellas cosas indispensables que forman la organización, y dan la fuerza, tales como el arreglo de la caballería, artillería, ramo de Hacienda , hospitales y otras; que estaba entendiendo en su h abilitación, y que luego que se viese con e l exércíto capaz de o b rar, que sería m uy p ro n to , verificaría el movim iento que se le prevenía, y demas necesarios; concluyendo con pedir fusiles, sables y espadas.
E n 28 del mismo se le contestó que supuesto los mayores recursos que le proporcionaba la m ayor extensión de terreno libre , esperaba la R egencia que se realiza ría , como ofrecía, lo mas pronto posible, su traslación á la posícion de A lc a ra z ; como que avisado y a el D u q u e de C iudad-R odrigo., contaría con sus fuerzas en aquel pnnto para sus com binaciones; y se le remitieron con e l mismo A yud ante que traxo su carta las armas que pedia, y ademas m il vestuarios.
^ ' 5 5L a Regencia tenia dispuesto, y se había comunicadp
al G eneral Ballesteros en 31 de A g o sto , que se remitie- 3en á la Isla de L e ó n , donde se iba á formar un exercito ^ e reserva, los dispersos y desertores de los exércitos na- .dónales que se presentaren en conseqüencia del in d u lto acordado por las C ortes generales y extraordinarias del R eyn o . E l Gobernador de M álaga, adonde se habian presentado muchos ,de aquellas clases, dispuso barcos en que fuesen transportados al destino que se les habia señalado» - y en este estado recibe orden del G eneral Ballesteros, con fecha de 13 de Setiembre por conducto del segundo C a bo de la p laza, á quien la d irig ió , para que no se remitiesen á la Isla los del R eyn o de Granada y C ó rd o b a , sino que se le presentasen; por lo que suspendió el em barco, j .dió cuenta en 19. E n 23 participó el mismo Gobernador ser crecido el número de dispersos deten idos, y que no •tenia con que mantenerlos a l l í ; y acompañaba una ór’den -circular im presa, fecha.de 18 de Setiem bre en Granada, que le habia dirigido el mismo G eneral. E n ella mandaba que para que su exército pudiese adquirir á la may o r brevedad una fuerza respetable , los dispersos de la Provincia de Granada se presentasen con las armas que tu viesen en aquel quartel general el i . ' de O c tu b re ; en el concepto que el dia 2 saldría un V isitad or general á recorrer los pueblos de la expresada P rovin cia, para averiguar si había quedado algún individuo comprehendido en aquella órd en , para que en su v ista , el que no hubiese dado cumplimiento á e l la , sufriese el castigo de m uerte; y si dichos individuos se hubiesen fu g a d o , fuesen presos sus padres, y confiscados sus bienes; y que los Alcaldes de los pueblos que los abrigasen ó los protegiesen fu esen conducidos al castillo de la Alham bra, y sentenciados en un tribunal militar establecido al intento.
Posteriormente recibió la Regencia un oficio del In tendente de la Provincia de C ó rd o b a , dando cuenta de una órden que el G eneral Ballesteros le dirigió con fecha de 28 de Setiem bre ».mandándole remitir diez m il camisas;
seis m il vestuarios, y todos los fondos de aquella tesorería , y quantas ■existencias hubiese procedentes de todos los ramos que pertenecen á la Hacienda nacional, sin p erjuicio de otro pedido anterior de diez y siete m il pares de ‘zapatos y de setenta mil raciones de carne , vino , menestras y cebada que le habia. hecho el mismo G eneral. Y que ademas de estas demandas tan gravosas, se estaban presentando al mismo tiempo en varios pueblos Com isa-
'rios y Oficiales del quarto E x é rc ito , recogiendo indistin- 'tam ente quantos fondos y granos encontraban, de qual- quier clase y procedencia.
L a R egencia en vista de estos partes, de que mandó Mar conocim ientoá aquel G e n e ra l, resolvió en 8 de Octu- 'bre , y en la misma fecha sé le com unicó, que los dispersos y desertores que hasta aquella fecha se le hubiesen presen-
'tado en su quartel general, ó á qualquiera de sus C o m isionados , á gozar del indulto , se incorporasen en los
• C uerpos de su e x é rc ito , pero que' los demas que en lo sucesivo se presentasen, y no perteneciesen á ninguno de e llo s, fuesen rem itidos, sin excepción, al destino que la R egencia les habia señalado ; y que por ningún pretexto embarazase el pronto cumplimiento de aquella resolución, ni los detuviese, como entonces habia h echo, oponiéndose en sus providencias á la que tiene dada la Regencia, faltando en esto, y en no haber dado parte, á lo que la sumisión y el respeto que se la d ebe, ex igen ; falta que no podria tolerarle en lo sucesivo. D íxosele tam bién, que si los apuros en que á veces se veria quando los enemigos ocupaban las A n dalucías, y bloqueaban esta Plaza, pudieron autorizar algunas medidas que habia tomado para sostener las tropas de su m ando, el presente estado de cosas exijia que se volviesen al órden en que debian estar, y principalmente á la unidad y sujeción al G obierno establecido , -sin la q u a l, la arbitrariedad y la anarquía exasperaban los p u eb lo s, que tanto habian sufrido y auii sufrian. Q u e la R egen cia , que debía velar por su conservación,-y jtistamente atender al aumento de los exércitos
C 1 7 )nacionales, para arrojar al enem igo fuera del R e y n o , y proveer á la subsistencia de las tropas que de su órden se iban form ando, la qual habia de buscarse en las Provincias que iban quedando libres, no podia permitir que los C om isionados de su exército , repartidos por toda la Andalucía, se apoderasen de todas las existencias que encontraban; y que é l frustrando las órdenes de la R e g e n cia , mandase á los G efes de la Hacienda nacional que le acudiesen con todos los fondos de las Tesorerías, como lo habla hecho con el de C ó rd o b a , privando al G obierno con estas m edidas , opuestas al bien general, y que excedían sus facultades , de los medios de que debi,a valerse para llevar á efecto sus disposiciones que quedaban así paralizadas. Q u e retírase inmediatamente tales Com isionados, y que en lo sucesivo pidiese al Intendente ó M inistro de la Hacienda nacional destinado á aquel e x é rc ito , lo que hii-biese me-
' nester para su provisión y subsistencia, dando cuenta á la R egencia de lo que ademas necesitase, para rem itirle con oportunidad los a u x ilio s, y que enviase á Sevilla los caballos de la requisición mandada hacer. Finalm ente , se le p re v in o , que á los desertores y dispersos, que en conse- qüencia de la órdexi que había dado en 28 de Setiembre hubiese recogido el V isitad o r, se les castigase con arreglo á ordenanza, guardando la forma y modo que en ella se p revien e, y que por ningún caso se impusiese á los padres ni á otras personas la pena de confiscación de bienes, e x presamente prohibida en la Constitución del R e v n o ; ni las Justicias que hubiesen faltado en aquel punto á su obligación, fuesen juzgadas por comisión alguna especial, ni en otra forma que la establecida en la ordenanza, y posteriores resoluciones.
E l dia 12 de O ctubre supo la Regencia que aquel G eneral habia mandado pasar á C órdoba la tercera d iv isión de su exército , é inmediatamente le p revin o , por extraordinario, dixese los m otivos que habia tenido para darle aquella dirección, opuesta á lo que repetidanaente
X ' 8 )je le tema mandado , y sin dar la menor jioticia de aquel m ovim iento, á pesar de las reiteradas órdenes que se le habian com unicado, de que avisase d« todos los que em prendiese, para lo qual se habia establecido la posta militar,
A l dia siguiente se le comunicó otra órden diciéndo- ie , que teniendo la R egencia fundados m otivos para creer qae reunidas las fuerzas enemigas de los cales Soult y Suchet tratarían, ó de operar contra el jcuer- ,po expedicionario que estaba al frente de A lica n te , y sitioi aquella p la za , 6 de dirigirse sobre la C a p ita l, le prevenia que reuniese inmediatamente las .fu£rzas del exército de su m ando, y se pusiese en marcha para el punto de A lcaraz, según se le tenia prevenido'repetidam an- te desde el i6 de Setiembre , poniéndose de acuerdo con los Generales H ill y E lio , que estaban ya reunidos en la M an ch a, y con el G eneral ingles M aitlan d , que mondaba el C uerp o expedicionario de A lican te , obedeciendo ;lás órdenes del D u q u e de 'C iu d a d -R o d rig o , como se le tenia prevenido, por convenir así al servicio de la Nación; en la inteligencia de que de todo se daba conocimiento al expresado D u q u e.
E l dia 14 llegó á manos de la R egencia un oficio original del G eneral Ballesteros, fecha del 9 , en que avisaba á C órdoba habia determinado fuesen á acantonarse á aquella C iud ad la tercera división y la caballería ¿ s i quarto e x é rc ito ; y supo al mismo tiempo trataba de establecer allí talleres de m onturas, armamentos y otros, y que exijia de la provincia de C órdoba diez y siete m il pares de zapatos,-seis mil vestuarios completos, veinte y dos mil camisas, trescientas mil raciones de to das especies, los granos y efectos procedentes de los enemigos y sus partidarios, y ademas una contribución de quatrocientos mil reales cada quince dias, con otros va* rios artículos. Inmediatamente se le previno en el mismo dia se sujetase á lo que le estaba ordenado , pues las
-medidas que habia tom ado,, sobre ser impracticables, eran
( 19)Opuestas á k equidad con que deben contribuir todos los Ciudadanos, excedían sus facultad-es, y se oponían á lo prescrito por la C on stitución , y á los deseos del G o bierno , que quiere la equidad y la justicia. Ultim am ente , que sin la menor omision verificase el movimiento al punto de A lcaraz, que tan reen carpd o se le tenia, y explicase las razones que habia tenido para mandar la tercera división y la caballería á acantonarse en C ó rd o ba , en dirección tan contraría á lo que se le tenia mandado.
C o n fecha de i6 escribió quejándose de los pocos auxilios que se le habian rem itido, y falta de recursos para ocurrir á las necesidades del exército ; á lo que se le contestó manifestándole era extraño se quejase de es- ta falta , quando su exército habia merecido la mayor atención, y había sido socorrido con preferencia á los o tro s ; sin embargo de que por no remitir los estados de fu erzas, como se le tenia encargado, ni los de existencias que acreditasen lo rem itido y extraído de los p u e b lo s , como estaba prevenido por punto general , y repetídosele particularm ente, no podia graduarse lo que necesitaba; que era de notar que aquel exército , que se habia mantenido en el corto distrito del Cam po de G i braltar, no tuviese lo suficiente en el dia, que contaba con los quatro R eynos de A n d alu cía ; que todas las tropas que habian salido del C antón de la Isla, y pasaban de diez y seis m il hom bres, habían ido vestidas y armadas; que habia pocos días se le habian mandado fusiles y sab les, sin contar los que habia recibido de G ib raltar, y quantos efectos de artillería habia indicado, siendo por esto m uy notable que no se hallase entonces el exército en estado de presentarse frente al en em igo, quando en su retirada habia dicho habia sabido hacerlo consiguiendo ventajas; y se conclu ía, reiterándole la órden de que realízase e l m ovim iento sobre Alcaraz sm excu?a ni demora alguna.
M as todo fue infructuoso: e l G eneral B allesteros, al
Cfin no fué adonde se le miindaba i los franceses tu v ie ron la proporcion de sitiar con facilidad, y apoderarse del castillo de C h in ch illa ; invadieron las Sierras de A l caraz; y aquel hermoso distrito , que hasta entonces se habia conservado intacto durante toda la g u erra , y e n - cerraba en sí una preciosa abundancia de ganados y granos, se vió destruido en un m om ento; sus habitantes reducidos á la m iseria, y los copiosos recursos de aquel pais sirvieron para facilitar al enem igo su marcha á la C a p ita l, y sus ulteriores operaciones.
Por seguir el órden de las materias para su mas fácil comprehension , se ha omitido hasta este lugar el tratar del nombramiento hecho por las C órtes generales y extraordinarias del R eyn o para el mando en gefe de ios excrcitos españoles en e l Capitan general D u q u e de C iud ad -R od rigo.
C o n fecha de 19 de Setiembre participaron las Cór^ tes á la R egencia habian nombrado al D u q u e de C iu dad-Rodrigo G eneral de todos los exércitos españoles en la Península, y acordado que la R egencia informase con la m ayor brevedad y reserva sobre ios términos en que exerceria el mando. A l dia siguiente contestó la R e gencia quedar enterada del nom bram iento, y que por lo respectivo á los términos en que deberia exercer el m ando, creia que este debia entenderse conforme á lo que prescriben las Ordenanzas generales , con la sola diferencia de hacer extensivo á todas las provincias de la Península lo que previene el art. 6 , tít. i , trat. v ir , debiendo entenderse con e l G obierno por el M inisterio de la G uerra.
C o n fecha 22 del mismo comunicaron las Córtes á laR egencia el D ecreto siguiente : „ Siendo indispensable para la mas pronta y segura destrucción del enemigo común , que haya unidad en los planes y operaciones de los exércitos aliados en la Península; y no pudiendo conseguirse tan importante objeto, sin que un solo G eneral mande qü G efe todas las. tropa» españolas de h misma;
las C o r t e s generales y extraordinarias, atendida la urgente necesidad de aprovechar los gloriosos triunfos de las armas Aliadas, y las favorables circunstancias que van acelerando el deseado momento de poner fin á los males que han afligido á la N ació n , y apreciando en gran manera los distinguidos talentos y relevantes'servicios del D u q u e de C iu d a d -R o d rig o , C apitan G eneral de los exércitos N acionales, han venido en- decretar y decretan : que durante la cooperacion de las fuerzas aliadas en la defensa de la misma Península, se le confiera el mando en gefé de ellos, exerciéndolo conforme alas Ordenanzas generales, sin mas diferencia, que hacerse , como respecto del mencionado D u q u e se hace por el presente D ecreto j exten-^ sivo á todas las provincias de la Península^ quanto previene el art. 6 , tít. i , trat. v i i de ellas ; debiendo aquel ilustre caudillo entenderse con el G obierno español por la Secretaría del Despacho Universal de la G uerra. Ten- drálo entendido la R egencia del R eyn o , y dispondrálo necesario para su cum plim iento, haciéndolo imprimir, publicar y circular/' *Este D ecreto fué rem itido al P re sidente de la R egencia por el de las C o r te s , con un oficio reservado, que decia : que deseando que á su p u b licación precediese la noticia oficial de la aceptación de tan ■honrosa confianza, querian las C ortes que la R egencia procurase sin pérdida de momento que aquella se v e rificase á la m ayor brevedad p osib le, bien fuese que e l referido D u q u e estuviese y a autorizado ]ior su G o b ie rno , bien tuviese que aguardar el consentimiento del mismo. E n su conseqüencia se ofició por el M inisterio de Estado al Em baxador de S. M . Británica, participándol e el anterior nom bram iento, para que lo comunicase al D u q u e , cuya aceptación se esperaba para proceder á la publicación del D ecreto . E l D u q u e de C iu d a d -R o d rig o contestó al Em baxador en 2 de O ctubre desde T oro en fes términos mas satisfactorios; y manifestaba estaba pronto á encargarse del mando de los exércitos que se le confiaba j pero .que para verificarlo necesitaba obtener e l
permiso del Príncipe R egente de In g laterra , á quien al efeeto representaba, de cuya demora no se seguirían perjuicios, respecto á la atención con que los generales Españoles , á quienes hasta entonces habia comunicado el objeto que se proponía en sus operaciones m ilitares, le hab ao prestado todo auxilio y ayuda. Esta contestación fué comunicada en 9 á la R egencia por el referido Embaxa- dor por conducto del M inisterio de Estado; y en su con- seqüencia, y para que no se perdiese momento en la com pleta cooperacion de los E xércitos A liad o s, se circuló órden reservada con fecha del 11 a todos los G e nerales en G e fe de los exércitos en que se les'daba conocim iento de esta contestación, se les manifestaba lo sumamente grato que había sido á la R egencia la conducta tan política como patriótica que habian observado dichos G en erales, y se les prevenía que mientras que el D u que de C iu d ad -'R od rígo recibía de su C o rte la aprobación para encargarse del mando , continuasen coadyuvando con el mismo zelo á la execucíon de los planes da aquel gran G eneral contra el enem igo común.
E l dia 26 presentó á la R egencia el M inistro de la G uerra un oficio del G eneral Ballesteros , concebido en los notables términos sigu ien tes: „ D esd e la entrega de Barcelona , F ig u e r a s , Pamplona y S. Sebastian, época en que m j hallaba en M adrid , em pecé á no perdonar medios para formar la revolución. Puesto en co- mun'cacion con varias provincias de Es )aña, y trabajando en dicha C o r te , qaal ninguno, me lisonjeo que nadie contribuyó mas al suceso del 2 de M a y o , del que ha resultado nuestra presente situación. Los m otivos que me animaron para proceder así fuero.i saber qual era la voluntad general dé la N a c ió n , y conocer á qué fin se dirigía la entrega de dichas plazas á los franceses, á pesas del modo político con que se hizo.
„D e sd e aquella época no he dexado las armas de la man o , y he resistido, con honor de mi P a tr ia , las gestiones que se m e han h ech o , cu perjuicio de e l la , por e l extraa-
. gero. Siempre inexorable en ser solo español, y en que lo sean mis conciudadanos, me ha encontrado mi N ación pronto á sostenerla en todo sentido, sin consideración á mi fortuna, que la he mirado siempre como á S. A . debe constar con la mayor indiferencia.
„M e hallo sorprehendido al ver nombrado al G eneral ingles L ord W e llin g to n en G efe de los exércitos españo» les por resolución de las C órtes generales y extraordinarias. E sto s , que por conservar la reputación de su Patria tienen en el sepulcro millares de millares de nuestros compañeros de armas, están en observación de nuestro proceder ; y y o no me consideraria haber nacido en el R eyn o de A ragon , si no hiciese presente á V . E . para que lo eleve á noticia del G obierno , que no puedo condescender á una determinación que desdice del honor que ha caracterizado siempre e l nombre español, degradando á los G efes que están al frente de ellos, por considerarlos no ven la trascendencia infalible á que se dirige esta preparación, m ucho mas teniendo á la vista los acontecimientos de Barcelo n a, F ig u e r a s & c ., que dexo referidos, precisamente con una N ación con quien nos ligaba la mejor amistad y bu ena correspondencia, y de cuya mala fe y buenos ofreci- ffiientos nadie puede dar mas noticia que el señor D u q u e del Infantado, Presidente de la Regencia.
„R eservada he recibido la, órden de este suceso, y la de m over mi exército en conseqüencia. Una órden que comprom ete el honor de los individuos de todas las clases de é l , en el sentido de Ciudadanos y M ilitares, no podria yo •cuitarla sin usurpar los derechos que les corresponden, en el caso de reconocer al L ord W e llin g to n por G e n e ral en G efe de los exércitos españoles: y como este asunto en question es el mas importante al bien general de la P a tr ia , espero la resolución de S. A . para mis ulteriores determinaciones.
„E n la misma órden me comunica V . E. que L ord W^e- llington da las gracias á todos los Generales de la ]N ación por lo bien que han obrado política y militarmente pura
C m )haber conseguido los presentes resultados de las armas A lia d a s : pues ¿á qué se le coafiere el mando de la fuerza armada de la N ación? ¿Es la España acaso el pequeño R eyn o de Portugal ? ¿ E l origen de nuestra revolución no es d iferen te, con honra nuestra, que el de los Portugueses? ¿ N o tenemos la gloria de corresponder á la mas grande N ación del universo? ¿N uestras armas no se h in señoreado en las quatro partes del mundo ? ¿ Se podrá conciliar esto , sea qual sea nuestra situación política, con dar el maiido de los exércitos nacionales á un cxtran- gero sin oprobio de la N ación? N o ; la España tiene aua recursos; sus G en era les, G e fe s , Oficiales y Soldados conservan to d avía , por fortuna, el honor que heredaron de sus abuelos, y han hecho conocer á los ingleses y franceses en la presente guerra que tienen tanta disciplina y Valor en los combates como e llo s , y que sus gefes saben
, conducirlos á la victoria. Los campos de B a y íe n , la A l b u h era , Z aragoza y G e ro n a , sin otros muchos que om ito referir porque no se crea es jactancia m ia , son indelebles testimonios de esta verdad; y el quarto exército que y o m ando, puede contar la Nación que no cede en estas qualidades á ningunos soldados del m undo, y que sin descender á un envilecim iento, no sucumbirá á denigrar las glorias que ha sabido adquirirse, y los servicios extraordinarios y ejem plares que ha hecho en obsequio del L ord W e llin g to n , aunque siempre en combinación.-
„P o r últim o, y o solicito de S. A . se pida el parecer á los exércitos nacionales y á los Ciudadanos, y si estos condescendiesen en este nombramiento, y o renuncio de mis em pleos, y me retiraré á mi casa, para acreditar de este modo al mundo entero que solo el honor y e l bien de mi N ación es el que me conduce á esta exposición, y no unos fines de ambición eu mi fortuna, que tal v e z la malicia me atribuiría sin respetos á la notoriedad de mi patriotismo , adquirida en fuerza de constancia y servicios señalados.”_ N o es necesario expresar la impresión que debió cau-
c "5 ) .sar al G ob iern o este extraordinario oficio del G e n e ra l, a cuyas órdenes habia puesto todas las tropas de Andalucía. A l hombre menos refiexivo le asaltarán al momento un tro* peí de id eas, á qual mas desagradables; la odiosa comparación que hace de nuestros fieles aliados con las legiones iniquas d e lS a p o le o n ; el recuerdo de la felonía francesa en la toma de las plazas fuertes de la frontera, y el olvido de C iu d ad -R od rigo y Badajoz, conquistadas recientemente con la sangre de nuestros aliados, y puestas en nuestro p o d er; su recurso á los exércitos y á los pueblos, con que desconócela autoridad del G o b iern o , y la R epresentación nacional; su anuncio de que el exc-rcito de su mando no se envilecerá á obedecerla orden, y su declaia- cion de que é l no la obedece, y se prepara á ulteriores determinaciones , son cosas de -un tamaño que dan en los ojos á qu alquiera, y hacen excusada toda observación.
L a R egen cia en el momento expidió órden separándole del m ando; previniéndole pasase inmediatamente á la plaza de C e u ta á esperar allí sus órdenes, y que entregase el mando de las tropas que estaban en Granada y sus inmediaciones al Brigadier D . Joaquin V ir u e s , y las de C órd oba al mariscal de campo D . Pedro de Echevarri. A l mismo tiem po comunicó esta resolución á los Generales que mandaban las divisiones de G ranada, C órdoba y Jaén,,
■previniéndoles no obedeciesen ninguna orden del Cjene- r a l , que ya no m andaba, y prescribiéndoles la marcha que debían executar sus respectivas tropas: y con la misma fecha se dió aviso á los Gobernadores de las plazas de A n dalucía, y otras Autoridades. la iiíe r o n con celeridad los Oficiales, encardados de conducir las ordenes, llevando Jas instrucciones convenientes para icalizai las m edidas con que el G obierno, en tun desagradable ocurrencia , p ro veía, como uno de sus primeros debieres, á asegurar la tranquilidad p ublica, y á evitar los niales de qu.-5 ss veía amagada la N ación , con la actitud amenazante en que se presentaba el Ge.neial Ballesteros.
Poco despues recibió la Regencia un duplicado del ofi-
, . C ^ 6 )CIO anterior, y en el mismo acto se le presentaron vanas copias impresas que aquel G eneral habia distribuido y esparcido en Granada. A l mismo tiempo tuvo la satisfacción de recibir oficies de diferentes G efes de las tropas que se hallaban en aquella C iu d a d , en que , como ol G obierno se prom etia , expresaban su sorpresa por la conducta del G e n e ra l, que habian sabido por su oficio im preso, y mani'- festaban no ten íanla menor parte ni conocimiento d.e semejante determinación; que ellos estaban dispuestosá obedecer, como era debido, al G o b ie rn o , y creian lo estaban todos los demas.
E l dia 2 de N oviem bre recibió la R egencia la noticia de Granada de quedar executada su órden. Esta se publicó el 30 anterior al frente de las tropas., que no desmintieron en este acto la lealtad que siempre las ha caracterizad o, y se pusieron seguidamente en marcha para su destino: el pueblo observó la m ayor tranquilidad, dando nuevas pruebas de aquel buen ju icio , que afortunadamente es e l distintivo de los españoles. E n ja é n y C órdoba se comunicó igualmente la órden á aquellas divisiones, que salieron desde luego á los puntos á que se les mandaba.
L a Regencia habia nombrado por G eneral d.el quar- to exército al D u q u e del P a rq u e , que marchó de aquí, y tomó posesion de su mando. Com isionó al C oronel D o n Ram ón Sánchez Salvador para que en calidad de Fiscal hiciese la sumaria información de todos los incidentes ocurridos con m otivo del citado oficio del G eneral Ballesteros, y demas sucesos que tuviesen relación con su exoneración. Y posteriorm ente, habiendo presentado este Oficial im;'c- dimentos legales para actuar de Fiscal en esta causa, nombró al M ariscal de Cam po D . Antonio Begines de los R io s , que en la actualidad está entendiendo en ella.
C o n la fecha de su separación del mando , dirigió el G eneral Ballesteros una representación, en que se quejaba de la manera que se le habia separado, y pedia se le permitiese ir á Extrem adura en lugar de C e u ta , por tener en aquella Provincia proporciones de que le mantu-
( 27.)viesen , en razón de su infelicidad y del quebranto de su salud. L a R egencia , que habia dispuesto todos los auxilios para su viage y subsistencia^, y le habia señalado aquella plaza por la seguridad que prestaba contra las vicisitudes de la actual guerra , á que están expuestos los P u e blos de la península , no accedió á la so licitud , y asi se le comunicó el dia 4. JEn su conseqüencia, con fecha del 10, desde A n te q u e ra , ofició segunda v e z diciendo,se hallaba enfermo, y que dirigía una representación á las C ortes, p idiendo se le alterase e l destino: en esta representación apoyaba su solicitud en la nota de desterrado que suponía le recaía , y en que no podia ser infamado ni castigado sino despues de un juicio form al con arreglo á la Constitución; pero siendo C e u ta una C iud ad como, otra qualquiera de E spaña, y la órden de la R egencia solamente la de que fuese á ella á esperar las u lteriores, ni podria recaerle la nota de desterrado , ni se le habia impuesto el menor castig o , que la R egencia sabe corresponde á los tribunales, cuyas atribuciones jamas ha usurpado. En este concepto, se le previno con fecha del 13 siguiese á su destino ; y habiéndose mandado restituir al exército á los oficiales que le acompaííaban, por llamarlos allí su deber , se comisionó al C oronel D . Francisco de Lapeña para que la acompañase en su viage.
E n 19 ofició de nuevo desde A ntequera , remitiendo una certificación de varios facultativos de hallarse enfermo , y pedia se le dexase en su compañía á su A yud ante e l T eniente C oronel D . M anuel de la Lastra; y con fecha de 22 se le contestó concediéndole su permanencia allí, ínterin se restablecía para seguir su v ia g e , si bien con aquellas prevenciones convenientes en el caso.
U ltim am ente, con fecha de 25 escribió desde aquella C iu d ad , que aunque el estado de su salud era el mismo que habia manifestado anteriormente , no creía debía usar de la licencia que le permitía continuar en aquel pueblo hasta su entero restablecimiento , porque las condiciones que la acompañaban eran gravosas para su h on o r, y que
( ^ 8 )así prefería el ponerse en camino par»! C eu ta , embarcándose en Málaga; y reiteraba su solicitud acerca de su A y u dante. E n 27 se le contestó que con su marcha á C euta daría una prueba de su respeto al G obierno ; se le concedió permaneciese á su lado como pedia el teniente C o ro nel Lastra; y se previno al mismo tiempo al Gobernador de M álaga le facilitase todo auxilio para su viage. E n i.^ del corriente avisó aquel Gobernador se habia embarcado aquel dia á bordo de la fragata de guerra A s tre a , que dió la vela para conducirlo á su destino , y al dia siguiente llegó á C e u ta , donde es tratado conforme á las prevenciones hechas de antemaao á su G obernador d eq u e tenga con é l todas las consideraciones debidas á su carácter y servicios.
T a l ha sido la conducta que el G obierno ha observado con el G eneral Ballesteros , y tales los procedim ientos con que ha correspondido este G eneral á la .confianza qu e depositó en é l el G obierno. L a Regencia desde el momento de su instalación le significa su aprecio ,ofrecién dole de nuevo el mando y reorganización de dos exércitos. E l G eneral Ballesteros se excusa por el quebranto de sil salud. Confiérele el mando en G e fe del exército de que era G eneral de división; transfiere á s u lado todas las tropas disponibles de é l , y quando á los dos meses le ordena atacar la línea del bloqueo de C á d iz , que el enemigo se habia visto obligado á debilitrar extremamente, operacion de una importancia incalculable, y para lo que se tenían preparadas todas las fuerzas de mar y tierra de estos puntos, tanto nacionales como aliadas, este G e n e ral , que aun ántes de ser refo rzad o, acababa de decir mandaba el exército mas hermoso que habia muchos años tenia la N ación , contesta que no puede vereficar la operacion , porque sus tropas no son para el caso. R epí- tensele en vano las órd enes, y en vano se esperó por muchos dias la presencia de su exército. C ád iz quedó bloqueado , y se perdió la ocasion mas oportuna, sino quisiere decirse de quedar lib re , á I9 menos de emprenderlo.
.C ^ 9 ) 7 .llegan á la R egencia quejas multiplicadas de las vexacio- nes é insultos cometidos por este G eneral contra varios individuos y corporaciones, y usa de la consideración de dirigirle reservadamente los cargos que le resultan; el G e neral Ballesteros se desentiende, y no contesta. Sabe la R egencia las providencias y disposiciones de aquel G en eral , contrarias directamente á las suyas, en materias de suma im portancia, y estando tan próxim o al G o b ie rn o , y le reconviene reservadamente. A q u el G eneral se desentiende de la misma manera. Sufre una pérdida de consideración en el ataque de B orn os, é inmediatamente se le envía un R egim iento á remplazaría. L o ve empeñado hacia M álaga , y cortada sU retirada por el enemigo , que ocupó la ijase misma de su posicion, y apresta y dirige inmediatamente una expedición á T arifa , que paraliza las operaciones del enemigo , y le obliga á retirarse, y desistir de su empeño contra aquel General. L le g a e l momento d eseado de la retirada del enem igo de estos puntos ; la R e gencia tiene avisos anticipados, y los anticipa á aquel G e neral , previniéndole se acerque á ellos para ponerse en comunicación con las tropas de la I s la : aquel G eneral pensó de otro modo , y se puso en otra dirección; le avisa desde Sevilla e l G eneral C ru z su entrada en aquella ciudad , y le pide en vista de las órdenes del Gobierno instrucciones de lo que deba hacer, y le retarda tres dias la contestación. Marchan á ponerse á sus órdenes las tro pas 'disponibles de este C an tón , y se le encarga persiga é incomode á los enemigos todo lo p o sib le , combinando sus operaciones con los Generales de los otros exércitos, y este G eneral dice que lo hará así hasta que aquellos salgan del territorio de su m ando; idea que no se concibe como haya tenido lugar en el ánimo de un G eneral de un exército destinado á hacer la guerra á los enemigos que ocupaban la m ayor parte del reyno , como si los límites de la Andalucía lo fuesen de la España, y estuviese y a concluida la guerra.
L a R egencia le previene no le detengan los límites
( 3° ) ,¿Q la Andalucía, sino que se dirija á opeíar donde seá ne-’ cesario ; seguidam ente-le ordena se dirija á ‘ocupar con su exército una posición la mas ventajosa é importante para impedir las operaciones que los enemigos pudiesen intentar contra los exércitos aliados que operaban en las Castillas, y con quien se combinaba este m ovimiento; y el- G eneral Ballesteros, excusándose á pretexto de varias necesidades á executarlo , y ocupado al mismo tiempo en- reforzarse, ó por mejor decir , como si se le hubiese encargado la creación del exército de reserva, y para lo que imponia excesivas contribuciones, y se apoderaba de toáoslos caudales y existencias pertenecientes á la N ación , distrib u yó sus divisiones en las capitales* de las provincias de Andalucía , y se encerró en Granada , doads desde.el 17 de Setiembre en que entró en aquella C iudad hasta el 30 de O c tu b re , en que se le separó d;el mando , se mantu- bo inm óvil como si no hubiera franceses en el mundo: mientras, que estos continuaron sin ser molestados en su marcha al E.eyno de Murcia^ se reunieron con los del exército de V a le n cia ; invadieron, saquearon y se proveyeron en la M ancha, y llegaron á las puertas de la C apital. E l trastorno que sufrieron los planes de la campaña , y los males que afligen de nuevo á' una parte considerable de España, que*disfrutó por un momento d e ia libertad , son bien notorios. L a Regencia no fixará la influencia que en ello haya tenido la inacción en que el G eneral Ballesteros ha mantenido el quarto ex érc ito ; podrán calcularla* los m ilitares y demas inteligentes , mientras que el resto de la N ación notará la falta de cumplimiento de aquel G en eral á las órdenes del G o b iern o , y su falta de cooperacion en las circunstancias criticas en que se hallaban los demas exércitos nacionales y aliados.
Ultim am ente , su resistencia abierta á obedecer al G o bierno , con que ha sellado sus anteriores procedimientos es tan notoria, como la justicia con que se le ha separado ¿el mando.
Parecerá ciertamente extraño y aun excesivo e l su-
( 3 0frímiento con que el Gobierno ha tolerado tan largo tiem- po las inobediencias, los desayres y los males que ocasionaba un G eneral que tan constantemente ha desatendido sus órdenes, y contrariado sus. mejores disposiciones. P e ro la R egen cia , que desde el momento de su instalación se propuso por único objeto de sus operaciones el bien de la N ación, se desprendió en el mismo acto de toda pasión, y de todo otro Ínteres, y no apreciaba los desayres ni las contradicciones á sus providencias, sino en quanto perjudicaba al Ínteres de la P atria ; pudiendo ocultar los unos en el silencio en que no comprometía el decoro de la autoridad , calculaba los daños que las otras producían, al mismo tiempo que la utilidad que podria seguirse de su tolerancia : y si en esta compensación de ventajas y desventajas la Regencia padeció equivocación; si el fruto que esperaba recogiese la Patria de la bizarría y actividad de este G eneral, y del concepto que se h-abia adquirido, no ha correspondido á las esperanzas, ni compensado los males que la ha causado; y si ha esperado inútilmente por largo tiempo que este G eneral entrase en su d eb er; la R egen cia, al m enos, tiene la satisfacción de haber hecho quanto ha estado de su parte por no privar á la N ación de los servicios que pudiera prestarle, á cuya consideración ha pospuesto toda otra , hasta el momento en que el mismo Ballesteros hizo renunciar á toda esperanza. E l Pueblo Español podrá ver aquí una prueba de que su bien y su seguridad son los únicos móviles que dirigen á la Regencia encargada de su G obierno durante la ausencia de su suspirado M onarca, y de cuyos principios no se separará jamas.
C ád iz 12 de D iciem bre de 1812.
Por órden de S. A . la R egencia de las Españas,
Jesé M a ría Carvajal,Secretario i nteri no del Despacho de l a Guerra.
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