Herbert Estuardo Meneses Coronado

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El conflicto dE la paz

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BBC 16 M 71

ББК 84Р6 + 26.89(2Рос) М 71

ISBN 978-5-8155-0239-0

© Herbert Estuardo Meneses Coronado, 2015© Editorial “Globus”, 2015© Pablo Durán Surí, 2015

Diseño y compaginatión: Pablo Durán SuríYuriy Romanov

ISBN 978-5-8155-0239-0

Herbert Estuardo Meneses CoronadoM71 El conflicto de la pazMoscú, “Globus”, 2015. P. 240

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Dedicatoria: dedico este trabajo a mi familia con todo mi amor y a los estudiosos de la política

así como de las relaciones internacionales.

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Índice

A modo de Introducción .................................................. 5

Prólogo ......................................................................... 27

“Del Conflicto a la Guerra” ............................................ 31

“De la Guerra a la Guerra” ........................................... 64

El Pacto de Roerich .................................................... 100

¿Guerra Fría o Paz Armada? ..................................... 103

Epílogo ....................................................................... 231

Bibliografía ................................................................. 235

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A modo de IntroduccIón

Reflexionar sobre el origen y relación entre el conflicto, la guerra y la paz ha sido una preocupación sempiterna del ser humano desde el surgimiento de la sociedad y sobre todo, más recientemente, ante el peligro inminente de un conflicto nuclear que amenaza con poner en riesgo a toda la existen-cia humana, hecho que remonta a la crisis de los misiles de Octubre en Cuba, en la década de los 60 solo que ahora las consecuencias serían más funestas e incalculables.

Al principio se pensó en exponer esta problemática re-lacionada con los conflictos sociales y la permanente bús-queda de la paz a través de un breve ensayo, sin embargo, la lectura de los resultados de las investigaciones produci-das desde la academia, personalidades y de otros estudios independiente, cambiaron la idea inicial de ensayo por una monografía, si tenemos en consideración que, esta última, generalmente, debe tratar una temática en particular utilizan-do diversas fuentes y puntos de vista sobre el tema, así como también está mediada por la inevitable valoración de su autor.

En este esfuerzo se han producido algunos estudios en torno a las revelaciones del conflicto social a partir de la dé-cada de 1950 en la que se desarrollan estudios y teorías centrados en el conflicto social, como fenómeno genérico, más allá de sus expresiones concretas. El tema sobre la Guerra, los conflictos sociales y la Paz son abordados por diferentes disciplinas dentro de las cuales se encuentra la Ciencia Política y de manera más específica, las Relaciones Internacionales y la Diplomacia.

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Para la comprensión del tema se realiza una breve re-flexión para aproximarnos al objetivo y lugar de las relacio-nes internacionales en el camino de la Paz y la solución de conflictos sociales. Una de las teorías más influyentes que floreció durante la Guerra Fría, el realismo político, proporcio-nó a los hacedores de política exterior el lenguaje moral y la visión de la realidad que justificaba y explicaba la política que se veían obligados a seguir frente a los grandes conflictos sociales y el papel de los estados. De la misma forma, las teorías de la interdependencia deben mucho a una coyuntura mundial de distensión donde otros factores no geopolíticos adquirieron relevancia dentro de los cuales no puede desli-garse el surgimiento del neorrealismo durante la Guerra Fría y los “conflictos regionales”.

La Diplomacia y, sobre todo, la disciplina acerca de las Relaciones Internacionales desempeñan un papel indiscuti-ble como instrumento para este análisis pues a fin de cuenta fueron ellas las encargadas de diseñar la política exterior de los estados y, dado el predominio estadounidense en este terreno, la influencia de los estudiosos de este país se hizo abrumador. De esta manera el giro cientifista que afectó a las ciencias sociales – especialmente en Estados Unidos en los años cincuenta, alcanzó de lleno a las Relaciones Interna-cionales así, del realismo práctico de los clásicos, y de las escuelas europeas, se pasó al realismo técnico que mostró su hegemonía en la disciplina .

Las Relaciones Internacionales fueron más tarde incapa-ces de predecir el fin de la Guerra Fría y esto llevó a algunos teóricos a hablar del fracaso de la disciplina: Si sus prediccio-nes fallaron completamente y fueron incapaces de anticipar un evento de tanta magnitud como el fin de ese conflicto, la Guerra Fría, uno debe preguntarse sobre las teorías en que estaban basadas. O tales teorías eran en sí mismas un arte-facto de la Guerra Fría, en cuyo caso carecían de la aplicabili-dad universal que reclamaban tan a menudo para sí mismas; o si eran de aplicación universal, entonces, nos comenta Ga-ddis, es que simplemente eran erróneas

En realidad lo que ha fracasado no es la teoría en sus predicciones, sino la misma idea de una Ciencia Social con capacidad de predicción, en cualquier caso nos interesa re-

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señar que dadas esas características de la disciplina de las Relaciones Internacionales, la alta vinculación con la coyun-tura histórico-política, y una producción abrumadoramente estadounidense, junto al fin de la Guerra Fría y la emergencia de un mundo turbulento, cuyos parámetros son difíciles de definir, ha dado lugar a que la disciplina navegue en el plura-lismo paradigmático teórico o se encuentre en crisis.

Hans Morghentau, destacado politólogo y teórico alemán cuestiona como, hasta épocas muy recientes, no existía una teoría explícita de las Relaciones Internacionales y ni siquiera nadie consideraba la posibilidad de elaborar dicha teoría y no ha sido por falta de pensadores, que hayan sido conscientes de la existencia de esas relaciones sociales, que hoy llama-mos internacionales y de hecho sí puede afirmarse la exis-tencia desde hace siglos de una Historia de tales relaciones.

En su opinión tal ausencia puede deberse a tres razones relacionadas tanto con la coyuntura histórica como con la his-toria del pensamiento político.

• La primera de las razones que señala es que hasta el fin de las guerras napoleónicas, la visión filosófica dominan-te consideraba a las relaciones entre los Estados como un hecho de la naturaleza ante el cual los hombres eran impotentes. Mientras los hombres creyeran que las rela-ciones entre los Estados estaban fuera del alcance del control humano, más allá de su capacidad para cambiar la realidad, sólo había cabida para la Historia de esas re-laciones y no para intentar su teorización. • Una segunda razón que se presenta como un obstáculo nacido precisamente de esa creencia en la capacidad de reformar las políticas exteriores, característica del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX: lo que verdaderamen-te importaba no era entender la naturaleza de las relacio-nes internacionales, sino desarrollar las instituciones lega-les y los mecanismos que fueran capaces de superar las relaciones internacionales entonces existentes. Para el Wi-lsonismo de entreguerras era intelectualmente impensable y moralmente dañino hablar de Relaciones Internacionales de una manera científica, es decir, objetiva y sistemática. • El tercer factor que limita, aunque no anula la posibilidad de tal teoría es de carácter permanente: “la acción políti-

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ca tiene un elemento racional que la hace susceptible al análisis, pero contiene un elemento de contingencia que obstaculiza seriamente dicha teorización. Los fenómenos políticos ocurren de forma singular y nunca se repetirán de la misma manera”. En la posguerra fría el sistema internacional se recompo-

ne en medio de tendencias contradictorias y una dinámica convulsa, turbulenta y conflictiva, así como los acelerados cambios mundiales que escaparon a todas las previsiones han cuestionado ideas preconcebidas, sistemas de valores, paradigmas interpretativos que, según Roberto González, se caracterizan por:

• La implosión del bloque de países socialistas europeos y la desintegración de la URSS, puso fin a la guerra fría y en buena medida a toda la segunda postguerra, signa-da por la confrontación bipolar este-oeste; La emergencia victoriosa de Estados Unidos de la confrontación como única superpotencia mundial en todos los planos del po-derío militar, económico, de influencia política e ideológi-ca. Se perfiló una configuración de la relación de fuerzas coyunturalmente unipolar o monopolar, sustentada en sus recursos de poder “duro” y “blando”. • La superpotencia norteamericana, desde luego, no sa-lió indemne de la gran confrontación global, como lo de-muestran los grandes déficits fiscales y de balanza de pagos, la enorme deuda externa, el deterioro de los ni-veles educacionales en primaria y secundaria, y de las infraestructuras de los centros urbanos, el alto grado de criminalidad, aunque esto no avale en términos absolutos, la tesis “declinista”, popularizada en los años 80 por el historiador Paul Kennedy. Para la presentación de los resultados de estas reflexiones

se ha propuesto una estructura que comprende tres partes, íntimamente vinculadas, que exponen el contenido siguiendo el orden lógico e histórico, y de lo general a lo particular para de esta forma alcanzar un análisis más integral y holístico del objeto investigado.

La parte I “Del conflicto a la Guerra”, comienza con la co-nocida frase de Plauto y popularizada más adelante por Tho-mas Hobbes: “El Estado surge como un mal necesario a fin

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de garantizar paz y seguridad, así como para terminar con el estado natural de guerra perpetua entre los hombres” (“Homo homini lupus vs Homo, sacra res homini”). De manera que, como se interpreta el párrafo, la causa principal de los con-flictos deben buscarse en el egoísmo y en el comportamiento humano, según afirma Hobbes en su obra Leviatán, aunque la sociedad intenta corregir tal comportamiento favoreciendo la convivencia, esta idea se cita con frecuencia cuando se hace referencia a los horrores de los que es capaz la humani-dad para consigo misma. Como contrapunto a la frase, Séne-ca escribió que “el hombre es algo sagrado para el hombre” (“Homo, sacra res homini”).

En lo que respecta al Estado moderno, la guerra y la Paz fue iniciada por la tradición de Maquiavelo e incluye a los grandes juristas iusnaturalistas como Vitoria, Suárez o Gro-cio, los teóricos del Estado como Bodino o Hobbes y a fi-lósofos como Rousseau o Kant. Lo anterior es reconocido por todos los estudiosos de las relaciones internacionales al considerar que sus aportaciones han sido esenciales para la reflexión contemporánea sobre estos asuntos, de hecho muchas de sus ideas, imágenes y metáforas aparecen cons-tantemente en los textos de nuestros días la distinción acadé-mica entre ciencia política y teoría política ha cercenado mu-chos de los hilos de reflexión que podían vincular la reflexión clásica con la reflexión contemporánea.

El análisis abarca las diferentes posiciones desde teóricos tales como Carl von Clausewitz, en su clásica obra De la gue-rra, donde expresa que la guerra moderna es “La continua-ción de la política por otros medios” y que el fin de la misma era “desarmar al enemigo”, no exterminarlo; de aquí nació el concepto de desarme mutuo, que imposibilita toda guerra y da paso a la política. La guerra sería pues un “acto político”, y esta manifestación ponía en juego lo que él consideraba el único elemento racional de la guerra.

Para una comprensión más profunda de la guerra y la paz resulta imprescindible descubrir su expresión en su condición y expresión extrema de social, según Lewis A. Coser, en el sentido sociológico, es una lucha por los valores y por el es-tatus, el poder y los recursos insuficientes, en el curso de la cual los oponentes desean neutralizar, dañar o eliminar a sus

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rivales. Un conflicto social será cuando transciende lo indivi-dual y proceda de la propia estructura de la sociedad.

Una visión radical del conflicto la encontramos en Marx. En su opinión, los conflictos sociales son expresiones de los intereses antagónicos de las clases en pugnas y la solución radica en el cambio profundo y radical del sistema político a través de la revolución social. A pesar de la existencia de una significativa diversidad de enfoques dentro de la teoría, la mayoría de los representantes de la sociología coinciden en el criterio de considerar como pioneros de la misma a Carlos Marx, por una parte, y a G. Simmel, por otra. Las diferencias fundamentales entre Marx y Simmel, estriban en la manera diferente en que ambos conciben las causas que originan el conflicto social.

Los conflictos sociales se distinguen por la existencia de un sujeto y un objeto que los representa (Marx), por su alcan-ce y forma de solución, así como por las condiciones sociales que le sirven de marco (Simmel). En los marcos de la socio-logía occidental burguesa, él ha sido en general concebido como uno de los factores decisivos del desarrollo social. El social ya desde el siglo XIX fue examinado por Herbert Spen-cer desde las posiciones del darwinismo social, como mani-festación de la selección natural, caracterizándolo como un fenómeno propio de la historia de la humanidad.

De forma análoga fue analizado por Max Weber quien lo identifica como lucha. Para éste, una relación social entraría en cuando un actor realiza su voluntad contra la resistencia de otro. De esta misma manera ha sido presentado por otros exponentes del pensamiento sociológico. Para Ralf Dahren-dorf, es un hecho social universal y necesario que se resuel-ve en el cambio social, este tipo de concepción más radical sigue la línea de Hobbes según el cual la sociedad está en cambio constante y está integrada por elementos contradic-torios.

Las personas implicadas en un conflicto se ven, con fre-cuencia, arrastradas por una dinámica de intensificación que les lleva a estar cada vez más enmarañados en el conflicto, con posiciones progresivamente más rígidas y con tendencia a distorsionar los gestos conciliadores, malinterpretándolos como signos de debilidad. En ocasiones, las partes pueden

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carecer de la creatividad y/o experiencia necesarias para dar una salida aceptable al problema en que se encuentran; no por que no quieran, sino por qué no saben cómo hacerlo.

Por las razones anteriores, entre otras, se origina una si-tuación tal que las partes implicadas en un no son capaces de llegar a un acuerdo por sus propios medios. Bajo estas circunstancias, es apropiado el uso de terceras partes, que intervengan y ayuden a alcanzar acuerdos. Es en este mo-mento que aparece la mediación, es decir, “la intervención de una tercera parte imparcial y neutral, que no tiene el poder de tomar decisiones, en una disputa o negociación, para ayu-dar a las partes contendientes a alcanzar un acuerdo mutua-mente aceptable sobre los temas en disputa.

En esta parte se hace referencia al Proyecto de paz per-petua de Kant donde se propone revertir esta filosofía del po-der que alimenta la perpetuación de las guerras, no la juzga solamente peligrosa para la paz, sino para la supervivencia misma del género humano pues el realismo conduce a una lógica del exterminio que terminará por imponerse a todos los beligerantes. El representante de la filosofía clásica alemana ha elaborado a partir de la crítica a las posiciones del realis-mo político la condición esencial para alcanzar una verdade-ra filosofía de la paz. En su Proyecto de paz perpetua, indica que el realismo no tiende a presentarse simplemente como un arte o como una técnica de gobierno, sino que tiende a imponerse como una verdadera sabiduría política.

Finaliza esta parte I con una definición de la guerra como forma extrema que asume el conflicto social y representa el enfrentamiento armado externo entre estados o grupos socia-les dentro del estado. A pesar de los criterios de algunos, que aun debaten si la guerra es la ruptura de la paz o viceversa, no cabe duda que con ella se interrumpe la paz y provoca un desorden en todas las esferas de la vida social, representa un periodo durante el cual, parafraseando a Herodoto, los padres entierran a sus hijos mientras que en tiempos de paz los hijos sepultan a sus padres.

Parte II “De la Guerra a la Guerra” enfatiza la idea de que la guerra fría no es ausencia de conflictos y de guerras re-gionales que se mantienen como detonadores potenciales latentes de futuros conflictos mundiales. Recordemos la ad-

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vertencia de Bernard Baruch, “No nos engañemos: estamos inmersos en una guerra fría”.

El siglo XX, según indica Eric Hobsbawn, fue el más san-guinario del que la historia tenga registro. El número total de muertes causadas por o asociadas a sus guerras se estima en 187 millones, el equivalente a más de 10 por ciento de la población mundial en 1913. Si situamos su inicio en 1914, fue un siglo de guerra casi ininterrumpida, y hubo pocos y breves periodos en los que no hubiera algún conflicto armado orga-nizado en alguna parte.

Estuvo dominado por guerras mundiales; es decir, por guerras entre estados territoriales o entre alianzas de esta-dos. El periodo transcurrido de 1914 a 1945 puede conside-rarse como “una sola guerra de treinta años”, interrumpida únicamente por la pausa de los años 20 – entre la retirada final de los japoneses del lejano Oriente soviético en 1922 y el ataque a Manchuria en 1931.

El dominio sobre las áreas coloniales provocó conflictos entre las potencias que se resolvían en ocasiones por vía pacífica través de acuerdos diplomáticos, o bien de guerras que se mantenían dentro de un marco estrictamente local. En estos tiempos las reglas de juego de la diplomacia internacio-nal fueron variando poco a poco y a medida que crecían las necesidades de expansión de las grandes potencias indus-triales, las confrontaciones se fueron haciendo incontrolables y resultaba cada vez más difícil resolver los conflictos en un escenario que se acrecentaba constantemente.

Los enfrentamientos ya no sólo solían presentarse en Europa sino que abarcaban a otros continentes que, junto a nuevos contrincantes, provocaban el incremento de su agre-sividad. Recordemos que Estados Unidos y Japón se habían trasformado en grandes potencias que se disputaban el do-minio del área del Pacífico. Por otro lado, Alemania afloraba pujante y poderosa, pero insatisfecha por haber llegado tarde al reparto colonial, sus intereses expansionistas en China y África del Sur chocaban con el poderío que los ingleses ha-bían establecido en esas zonas.

Las posiciones irreconciliables entre Alemania e Inglaterra generaron un sistema de alianzas permanentes que puso en peligro la paz mundial, por un lado, se formó la Triple Alianza

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y por otro, la Triple Entente. A todo lo anterior se suma la si-tuación de incertidumbre y explosiva a raíz de los conflictos internos que atravesaban muchas de las grandes potencias.

El 5 de agosto de 1914 comenzaba la Primera Guerra Mundial y a pesar de que la causa principal se confunde, en ocasiones, con el atentado que tuvo lugar en Sarajevo, el 28 de junio de 1914, al heredero del trono de Austria-Hungría y su esposa asesinados por un estudiante nacionalista serbio, sabemos que las causas de la guerra eran más profundas, pues es conocido que el atentado solo sirvió de pretexto para aniquilar a Serbia y declararle la guerra. Con el inicio de la primera conflagración mundial, 1914, se abre el periodo de los más crueles de la historia y de 30 años de guerra. Los muertos llegaron a sumar unos 10.000.000 personas solo su-perado más tarde en la segunda, 1939, que sobrepaso los 40.000.000.

Una de las causas más notorias de la Primera Guerra Mundial fue la llamada “Paz armada” que abarca el periodo comprendido entre 1871-1914, unido a las perpetuas tensio-nes entre Estados a causa de conflictos tanto nacionalistas como imperialistas dieron lugar a que cada Estado destinara gran cantidad del capital estatal a la inversión de la industria de armamento y al fomento del ejército que dieron lugar a un complejo sistema de alianzas, en las que las naciones se hallaban en conflicto sin estar en guerra.

A lo anterior se suman las rivalidades entre las potencias y las aspiraciones hegemónicas imperiales: por un lado, Ita-lia tenía ya problemas en las colonias, al igual que el resto de los Estados, Italia deseaba explotar los grandes territorios africanos, deseos que le fueron privados cuando Alemania le arrebató su única colonia próxima al territorio italiano, Túnez, causa del resentimiento de Italia hacia Alemania, que no se haría presente hasta 1915 cuando Italia deja el bando de los Imperios Centrales para pasarse al de los Aliados tras el Tra-tado de Londres.

En 1917 se hicieron varias protestas en Rusia, porque el costo de la guerra no estaba dejando dinero para comer. La gente se estaba muriendo en Rusia por la guerra. En 1917 se hizo la revolución, y en octubre se retira Rusia de la guerra. En marzo de 1918 se firmó el tratado de Brest-Litovsk en el

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cual se declara la paz entre Rusia y Alemania, el líder de las Potencias Centrales.

La Revolución rusa fue uno de los más importantes hechos ocurridos en la época contemporánea y su impacto fue evi-dente tanto en América como Europa, aunque la Revolución no hizo expandir el comunismo como un efecto inmediato, les dio a otros países revolucionarios del tercer mundo un ejemplo a seguir. Más adelante, el modelo Político, filosófico y guber-namental tomaría renovada notoriedad a medida que Rusia, convertida en un estado paradigmático dentro del sistema so-cialista mundial y en una superpotencia económica-militar que enfrentaría a los Estados Unidos en la Guerra Fría.

La caída del régimen zarista, la Revolución de Febrero y la creación del primer estado comunista del mundo fueron resultado de las situaciones políticas, sociales y económicas de Rusia en la época. Políticamente, el pueblo ruso odiaba la dictadura del zar Nicolás II, las bajas que los rusos sufrieron durante la I Guerra Mundial debilitaron aún más la imagen de Nicolás y socialmente el régimen despótico del zar ha-bía estado oprimiendo al campesinado durante siglos, lo cual provocó tensiones dentro de la clase baja rural, que desem-bocó en conflictos violentos a lo que se suma la inflación y el hambre por toda Rusia que contribuyeron, asimismo, a la revolución.

Las causas económicas de la Revolución rusa se atribu-yen en gran medida a la mala gestión del zar, sumada a la I Guerra Mundial, donde más de quince millones de hombres se unieron al ejército, lo que produjo un número insuficiente de trabajadores en las fábricas y en las granjas, que trajo como resultado una gran escasez generalizada de alimentos y materias primas. Los obreros tuvieron que soportar terribles condiciones de trabajo, incluyendo jornadas de doce a cator-ce horas y bajos salarios.

Hay quien dice que la revolución rusa fue ideada para ex-tenderse a través de todo el mundo, Lenin y Trotsky dijeron que la meta del socialismo en Rusia nunca se llevaría a cabo sin el éxito del proletariado mundial en otros países, como se vio en la Revolución Alemana, sin embargo, hasta el día de hoy, este asunto es objeto de opiniones contradictorias por va-rios grupos y partidos marxistas sobre la historia comunista.

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La derrota alemana en la Primera Guerra Mundial anuló el tratado de Paz, y todas las pérdidas rusas fueron recupe-radas para 1940, solamente Finlandia y Turquía, sucesora del Imperio Otomano, conservaron los territorios recibidos en Brest-Litovsk. En el tratado, Rusia renunciaba a Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia, Lituania, Ucrania y Besarabia, que a partir de entonces quedaron bajo el dominio y la explotación económica de los Imperios Centrales. Al finalizar la Primera Guerra Mundial los Aliados se reúnen en la Conferencia de Paz de París para acordar los términos de la paz con Alema-nia, el antiguo Imperio Austrohúngaro, uno de sus resultados fue el conocido Tratado de Versalles.

Las discusiones de los términos de la paz empiezan el 18 de enero de 1919, y fue presentado ante Alemania en mayo siguiente como única alternativa, y su rechazo habría impli-cado la reanudación de las hostilidades, el tratado estableció la creación de la Sociedad de Naciones, con el propósito de que esta organización mediara como árbitro en los conflictos entre las naciones para prevenir que se llegara a un enfren-tamiento bélico, en ella se prohibió el ingreso a Alemania por considerar que fue la única responsable de la guerra.

Se aborda un tema poco estudiado y de gran relevancia para el análisis de la guerra se trata de la vigencia del patrón oro, que imperó durante el siglo XIX como base del sistema financiero internacional, terminó a raíz de la Primera Gue-rra Mundial, de forma que ya no se utiliza en ningún lugar del mundo. Suiza fue el último país en abandonarlo en 1998. Este patrón es un sistema monetario bajo el cual el valor de la moneda de un país es legalmente definido como una can-tidad fija de oro la moneda en circulación está constituida por piezas de oro, o por billetes de banco (papel moneda) que las autoridades monetarias están obligadas a convertir, si así se las demanda, por una cantidad determinada de oro. Además, los individuos tienen la posibilidad de exportar e importar oro libremente.

La Sociedad de Naciones fue un organismo internacional creado por el Tratado de Versalles, el 28 de junio de 1919, se proponía implementar las bases para la paz y la reorga-nización de las relaciones internacionales una vez finaliza-da la Primera Guerra Mundial. El Pacto de la Sociedad de

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Naciones proclama que las Altas Partes contratantes: con-siderando que para fomentar la cooperación entre las nacio-nes y para garantizar la paz y la seguridad, importa: aceptar ciertos compromisos de no recurrir a la guerra; mantener a la luz del día relaciones internacionales, fundadas sobre la justicia y el honor; observar rigurosamente las prescripciones del Derecho internacional, reconocidas de aquí en adelante como reglas de conducta efectivas de los Gobiernos; hacer que reine la justicia y respetar escrupulosamente todas las obligaciones de los Tratados en las relaciones mutuas de los pueblos organizados; Adoptan el presente Pacto.

El Pacto de la SDN (los 26 primeros artículos del Tratado de Versalles) fue redactado en las primeras sesiones de la Conferencia de París por iniciativa del Presidente de los Es-tados Unidos, Woodrow Wilson. El 15 de noviembre de 1920 se celebró en Ginebra la primera asamblea de la sociedad, con la participación de 42 países. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial a mediados del siglo XX, la SDN fue disuelta el 18 de abril de 1946, siendo sucedida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La creación de la Sociedad fue la reacción de las dife-rentes naciones contra los horrores que provocó la Primera Guerra Mundial resultado de los millones de muertos, invá-lidos, población civil desplazada, pobreza, deuda de guerra, la caída de cuatro imperios –el alemán, el austrohúngaro, el ruso y el otomano– que a su vez provocó inestabilidad política. Como objetivo principal procuraba impedir una re-petición de los hechos que dieron lugar a la guerra, como la falta de cooperación, la existencia de pactos secretos entre estados o la ignorancia de los pactos internacionales. Por eso se quiso crear un organismo a través del cual las nacio-nes pudiesen resolver sus disputas por medios pacíficos en lugar de militares, evitando aquellas causas que llevaron a la guerra.

En la Parte III se hace referencia a un hecho muy impor-tante que es el Pacto Roerich, que lleva ese nombre en honor al artista ruso Nicholas Roerich, quien impulsó las ideas, que dieron vida a un mecanismo tendiente a proteger el patrimo-nio cultural a favor de los países no sólo, que estuvieran en guerra sino de la humanidad en general y que posteriormen-

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te, dicho pacto contribuyó para la adopción de la Convención de la Haya de 1954 para la protección de los Bienes Cultura-les, en caso de conflicto armado.

La Parte IV comienza con la interrogante: ¿Guerra Fría o Paz armada?” y la respuesta de Albert Einstein sobre una posible III Guerra mundial: “No sé con qué armas se librará la Tercera Guerra Mundial, pero en la Cuarta Guerra Mundial usarán palos y piedras” se inicia esta última parte, introduci-das en comentarios anteriores, la historia y el debate acerca de la situación mundial en condiciones de postguerra a me-diados de los 40 en el siglo XX.

Aquí se hace un recuento donde se explica que finalizada la guerra Europa quedó totalmente desmantelada e incapaz de garantizar su propia defensa y necesita de los EE.UU. y la URSS para asegurar la paz, así, en las conferencias de Tehe-rán, Yalta y Potsdam, estas grandes potencias se reparten el mundo en áreas de influencia, lo cual implica que la otra po-tencia no intervendrá en el área de influencia ni los problemas ajenos, no obstante mantienen los intentos de penetración en el área de influencia contraria, lo que provoca tensiones y conflictos que durante años han estado a punto de provocar una nueva guerra en ocasiones declarada abiertamente en el área de conflicto. El período que se abre después de la gue-rra es una época de continuos conflictos locales entre ambos bloques, sin que estos se enfrenten definitivamente, será la política de enfrentamiento entre los sistemas capitalista y el comunista.

El proceso de toma de poder de los partidos comunistas en la Europa del este es más o menos similar en todos los países, se crea un gobierno de coalición con todos los grupos que han integrado la resistencia para organizar el Estado de la posguerra donde los comunistas ocupan los puestos más relevantes del Estado y, por último, se proclama el Estado comunista como una democracia popular, es decir, un país donde el partido comunista controla el Estado y se declara la igualdad y la justicia social por encima de la libertad in-dividual, pero poco a poco se van a convertir en dictaduras de partido, en las que tampoco se garantiza la igualdad ni la justicia social.

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Será en 1947 cuando se materialice la ruptura de Euro-pa en dos bloques antagónicos, cuando la política exterior de EE.UU. cambia de tendencia y se vuelve intervencionista, aumenta sus gastos militares y se lanza la doctrina Truman para detener el avance comunista en todo el mundo y se aprueba el plan Marshall al considerarse que la única forma de detener el avance comunista en Europa es por medio del desarrollo económico. El telón de acero se levanta no sólo por los regímenes políticos, sino también por las diferencias económicas entre ambos bandos. Se forman dos bloques enfrentados que se unen militarmente: la OTAN y el Pacto de Varsovia, serán los futuros contendientes en una eventual guerra, y los principales protagonistas de la guerra fría.

En 1949 se crean dos Estados alemanes con dos gobier-nos diferentes, uno comunista, República Democrática Ale-mana y otro capitalista, el de la República Federal Alemana. Dada la situación en la Europa occidental los comunistas son apartados de todos los gobiernos de los que forman parte, tal es el caso de Italia, donde tienen más posibilidades de ha-cerse con el poder, se crea el Pentapartido, una coalición de cinco partidos que gobernará Italia hasta 1993, con el objeto de que los comunistas no formen gobierno, aunque sean la fuerza más votada

Pero la guerra fría, como veremos, no se queda en los lí-mites de Europa, sino que se extiende por todo el mundo, las grandes potencias inician una carrera armamentística, que comienza por la obtención y el desarrollo de la energía ató-mica que amenaza con una guerra nuclear definitiva y total-mente destructiva, lo que paraliza las instituciones internacio-nales, como la ONU. Las relaciones internacionales asumen un carácter bipolar.

En 1949 China proclama la República Popular sin la ayu-da de la URSS, el bloque comunista gana extensión y po-blación; en 1950 China ayuda a Corea en su «liberación» y estalla la guerra de Corea (1950-1953) donde participa Es-tados Unidos. Con el enfrentamiento entre Corea del Norte y Corea del Sur, una psicosis de pánico se extiende por toda Europa ante el temor de la expansión del modelo soviético en Occidente. Los EE.UU. con el apoyo de la ONU ayudan a Corea del Sur y China a Corea del Norte, a partir de este

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momento quedó consagrada la división del país en torno al paralelo 38º. La guerra termina en 1953 y en 1956 comienza la intervención de EE.UU. en Vietnam, después que este país obtiene la independencia de Francia en 1945.

La guerra fría no resiste la neutralidad y cada país se alía a uno de los bloques y se integraran a las alianzas militares como la OTAN y el Pacto de Varsovia. La política de Marshall de ayuda económica es sustituida por la ayuda militar y se inicia una carrera nuclear y de alta tecnología militar una ca-rrera que en el campo civil se plasmó en la carrera espacial. En 1953 muere Stalin y su sucesor, Nikita Jruschov, en el XX congreso del PCUS condena el estalinismo; iniciándose, así, un período de distensión en las relaciones entre los blo-ques en 1955 se reúnen en Ginebra Dwight Eisenhower y Jruschov, pero no se llega a un acuerdo en concreto, a parte del valor simbólico del encuentro las formas de la guerra fría subsisten, pero el ambiente político es otro, comienza lo que se ha dado en llamar la coexistencia pacífica.

En 1959 triunfa en Cuba y se inicia una revolución po-pular y antiimperialista en las puertas de los EE.UU. que de inmediato intentan derribarla por todos los medios pero Cuba recibe ayuda de la Unión Soviética, del pueblo armado y la revolución se mantiene hasta nuestros días a pesar de las dificultades que tiene que enfrentar en todo los planos. En 1963 la URSS pone una base militar en Cuba, con misiles atómicos este será uno de los episodios de mayor tensión directa entre la Unión Soviética y Estados Unidos la crisis de los misiles que terminó con la retirada de la URSS, pero la guerra ha estado a punto de estallar.

En 1960, y durante todo el período, estallan numerosas crisis en los países del Tercer Mundo todas ellas tienen de fondo el enfrentamiento entre EE.UU. y la URSS desde Na-mibia, la crisis del Canal de Suez, el conflicto árabe-israelí, las guerras de emancipación coloniales, las guerrillas latinoa-mericanas, Angola o Afganistán, crisis que explota en 1979 con la intervención de la URSS en Afganistán y con ello, se inicia una guerra de la que se tendrá que retirar diez años después sin haber solucionado los problemas.

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Una caracterización de estos momentos la ofrece de ma-nera magistral el intelectual estadounidense Noam Chomsky en una entrevista:

“Terminada la Guerra Fría y el mundo bipolar, ¿cómo defi-ne el nuevo orden internacional?

– Como algo bastante parecido a lo que era antes. Mire si no lo que está pasando en Colombia.

– ¿Por qué dice que nada cambió desde la Guerra Fría? –Porque los intereses siguen siendo los mismos. El Muro de Berlín cayó en noviembre 1989. ¿Qué pasó? Un mes des-pués, Estados Unidos invadió Panamá, secuestró al presi-dente –que a esa altura a nadie le gustaba pese a que había trabajado para la CIA– y colocó un gobierno títere. Y luego vino Haití, donde Jean-Bertrand Aristide ganó la primera elección democrática. Pero inmediatamente comenzaron a socavar su poder porque decían que era izquierdista. Para-ron la asistencia y, por primera vez, comenzaron a recibir re-fugiados haitianos. Aristide fue derrocado por los militares y luego –cuando decidieron que la gente había sido torturada demasiado, mandaron a los marines– volvió pero a condición de que aceptara un programa económico neoliberal. Muchos pensaron que después de la Guerra Fría, los Estados Unidos podrían finalmente ocuparse de los derechos humanos y de la democracia, pero lo primero que hicimos fue disminuir la ayuda que brindamos a los países latinoamericanos. Enton-ces el mensaje fue que ahora el mundo en desarrollo ya no importa.

Una de las clasificaciones más importante referida a la Guerra Fría es la del destacado y conocido historiador Ro-nald Powaski, que resume en tres grandes tendencias las visiones acerca de la Guerra Fría en: Ortodoxa, Revisionista y Posrevisionista. Con esta clasificación se pretende descu-brir las causas y los culpables del origen de la Guerra Fría a partir del enfoque, que se originan desde las escuelas histo-riográficas occidentales que, a la larga, evolucionan hacia la objetividad interpretativa.

• “Ortodoxa: según esta interpretación el principal cul-pable de la Guerra fría fue la Unión Soviética y Estados Unidos no tuvo más opción que contener y, donde fuera posible, trastocar la expansión de un estado comunista

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agresivo que ambicionaba por encima de todo derribar el capitalismo, la democracia y otros aspectos de la cultura occidental.• Revisionistas: sostienen que Estados Unidos fue el principal responsable de la Guerra Fría y que la Unión Soviética se vio obligada a reaccionar a la agresividad de un país que estaba decidido a fomentar la expansión del capitalismo, asegurándose el acceso ilimitado a los mercados y recursos del mundo y resuelto a aplastar a los movimientos revolucionarios que amenazasaren su interés.• Posrevisionista: ésta echa la culpa de la Guerra Fría a ambos bandos. La actuación de ambos bandos provocó reacciones hostiles en el otro bando y esto creó una espe-cie de ciclo acción-reacción, en el cual el nivel de animo-sidad se elevaba periódicamente hasta niveles peligrosos e incluso llegaba al borde de una guerra nuclear total que ninguno de los bandos deseó jamás”.

Tradicionalmente la Guerra Fría, se interpreta como el conflicto suscitado entre Estados Unidos y la Unión Sovié-tica tras la Segunda Guerra Mundial y se percibe como la hostilidad comenzada tras por las dos grandes potencias vencedoras de dicho conflicto, es decir, Estados Unidos y la Unión Soviética. Estas potencias vinieron a ocupar el vacío de poder generado a partir de la decadencia de las antiguas potencias europeas que para 1945 se encontraban desgasta-das y al borde del colapso económico, incluso Inglaterra, que no había sido vencida estaba en decadencia y desangrada por los años de guerra.

Desde esta perspectiva, tras la Segunda Gran Guerra co-menzó un nuevo conflicto de orden mundial, pero con ca-racterísticas singulares, era un conflicto no declarado que permaneció latente por 45 años entre los dos principales vencedores de la Segunda Guerra Mundial y donde Europa aparece como el primer escenario de la Guerra Fría, no obs-tante, una vez que ambas partes aceptaron la existencia de sus respectivas zonas de influencia, la rivalidad se desplazó hacia zonas periféricas, a países de Asia, África y América Latina donde las dos potencias midieron su poder ya sea a

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través de métodos indirectos (influencia) o directos (interven-ción económica y/o militar).

El punto de partida de aquellos que consideran el inicio de la Guerra fría tras la segunda Guerra Mundial adolecen de ser muy generales, entre los autores de esta visión se encuentran: Juan Pereira, Julio Gil, Rafael Aracil, Eric Hobs-bawn, Henry Kissinger, George Kennan, Analdy Dorynin, Jean Duroselle y algunos ejemplos destacados de la Historio-grafía Oficial de la Unión Soviética. Dentro del grupo se dan dos vertientes historiográficas, la occidental y la soviética. La primera se caracterizó por ir experimentando una evolución progresiva hacia la objetividad interpretativa, mientras que la historiografía soviética mantuvo durante mucho tiempo su ri-gidez y ortodoxia.

Un acercamiento al punto de vista soviético contempla las definiciones y propuestas planteadas en diferentes obras de las cuales se destaca la última de Anatoly Dobrynin: “En Confianza: el embajador de Moscú ante los seis presidentes norteamericanos de la guerra fría”.

La carrera de armamento nuclear es una característica de la Guerra Fría, a través de ella se empleó la diplomacia nuclear, para los norteamericanos, la superioridad nuclear no era solo un requisito de la seguridad nacional, sino una cues-tión de supremacía nacional. Para los soviéticos, la superiori-dad nuclear norteamericana amenazaba su existencia. Todos los gobiernos norteamericanos de la posguerra fueron objeto de presiones para que fabricaran más armas nucleares, con el fin de conseguir más apoyo del Congreso al incremento de los gastos de defensa, el complejo militar-industrial aprove-cha constantemente el miedo de los ciudadanos para hacer estimaciones exageradas de las capacidades agresivas de su adversario histórico.

Con el fin de la guerra fría no terminan los conflictos, las recientes estadísticas sobre conflictos armados no presen-tan una situación halagadora y a hubo un ligero incremento en el número de incidentes violentos cuantificados durante el final de la década de 1990. De acuerdo con los últimos datos disponibles. Durante 1999 se incrementó el número de episodios violentos que afectó a regímenes alrededor del mundo donde se registraron no menos de 27 conflictos ar-

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mados de importancia considerable, en comparación con 19 durante 1997 de todos estos conflictos, dos fueron de natu-raleza interna.

En la actualidad se mantiene un esfuerzo teórico y práctico en relación con la lucha por una Paz “desarmada”, real, pal-pable, en esta dirección merece destacar las elaboraciones teóricas y propuestas sobre el tratamiento de los conflictos, es decir, organizado en tres grandes: la resolución de conflic-tos, la gestión de conflictos y la transformación de conflictos.

Lo anterior permite efectivamente la reducción de siste-mas de violencia en pro de la satisfacción de la justicia, equi-dad y libertad, facilitando una cultura de paz y con facultades de preparación para un cambio en la sociedad, con acento en la voluntad de cambio al tratar conflictos políticos y so-ciales complejos y violentos, partiendo de las causas que lo originan. Para varios autores el paradigma de ganar-per-der en que la competencia en el ingrediente regulador de la respuesta o solución a los conflictos, ha perdido validez. La transformación tiene plena confianza en los seres humanos y su vocación emancipatoria para abrir posibilidades a la he-gemonía moral y política. Es, entonces, la que más se apro-xima e incluso solapa con la aspiración de la construcción de la cultura de paz.

Johan Galtung, quien es reconocido como el autor que más ha estudiado sobre la temática de la paz “Investigación para la paz”, habría sido uno de los primeros en proponer elementos para manejar los conflictos con el fin de trascen-derlos de forma no violenta y creativa. Sostiene que la paz es mucho más que la ausencia de la guerra por lo que es la violencia la que se contrapone a la paz, no la guerra. Gal-tung se compromete también con una democratización de las Naciones Unidas y se pronuncia reiteradamente en favor del establecimiento de un parlamento mundial. La paz, en consecuencia, debe incluir en su definición a la ausencia o disminución de todo tipo de violencia ya sea directa (física o verbal), violencia estructural o violencia cultural, y vaya diri-gida al cuerpo, la mente o el espíritu, o contra la naturaleza.

Este autor afirma que la violencia está presente cuando los seres humanos se ven influidos de tal manera que sus realizaciones afectivas, somáticas y mentales, están por de-

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bajo de sus realizaciones potenciales, cuando por motivos ajenos a nuestra voluntad no somos lo que podríamos ser o no tenemos lo que deberíamos tener. Coincide la perspectiva de la investigación en considerar que no es posible deslindar de las posibilidades de paz la necesaria disminución y elimi-nación de las contradicciones fundamentales existentes en la sociedad, que alimentan círculos de violencia, como tarea primordial, que la política debe resolver. Construir la paz, en-tonces, significa evitar o reducir todas las expresiones de la violencia.

La encíclica publicada por juan XXIII Pacen in Terris hace un llamado a que: Todos deben, sin embargo, convencerse que ni el cese en la carrera de armamentos, ni la reducción de las armas, ni, lo que es fundamental, el desarme general son posibles si este desarme no es absolutamente completo y llega hasta las mismas conciencias; es decir, si no se es-fuerzan todos por colaborar cordial y sinceramente en elimi-nar de los corazones el temor y la angustiosa perspectiva de la guerra. Esto, a su vez, requiere que esa norma suprema que hoy se sigue para mantener la paz se sustituya por otra completamente distinta, en virtud de la cual se reconozca que una paz internacional verdadera y constante no puede apoyarse en el equilibrio de las fuerzas militares, sino única-mente en la confianza recíproca. Nos confiamos que es éste un objetivo asequible. Se trata, en efecto, de una exigencia que no sólo está dictada por las normas de la recta razón, sino que además es en sí misma deseable en grado sumo y extraordinariamente fecunda en bienes.

La investigación para la paz tiene un carácter particular en cuanto a disciplina con demanda científica y tiene pre-tensiones de introducir reflexión en la ciencia, precisar las causas de la guerra y de la violencia para socavar su auten-ticidad como instrumento político y fomentar así condiciones de paz. Entre sus características definitorias se destacan: “in-terdisciplinariedad, transdisciplinariedad, carácter normativo, orientación hacia la acción, su naturaleza internacional y la búsqueda de receptores diversos.

La paz como proceso de búsqueda de justicia en los dife-rentes niveles de relación humana, es un concepto dinámico, el cual nos lleva a ser optimistas y a hacer florecer, impedir y

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solucionar los conflictos de manera no-violenta, con el fin de alcanzar una concordia de la persona consigo misma, con la naturaleza y con los demás.

Desde la perspectiva de las relaciones internacionales, como área de conocimiento, se reconoce que el tema de los conflictos, la guerra y la paz, engloba las relaciones políti-cas, económicas, jurídicas, societarias, y otras que pueden abordarse desde los postulados y las metodologías de dife-rentes disciplinas. Por supuesto que la Historia, en su forma de Historia diplomática, no sólo está en el origen del moderno estudio de las relaciones internacionales sino que, desde una perspectiva historiográfica más actual, sigue ocupándose de esta parcela de la realidad social a la cual, en particular, he dedicado gran parte de mi vida.

Estuardo Meneses,Moscú, 2014

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Prólogo

El autor aborda de forma muy seria el conflicto socio-po-lítico más grave entre dos o más grupos humanos: la guerra. Analiza sus motivos, sus causas, sus efectos, su despropor-cionalidad en las consecuencias, respecto a lo inicialmente previsto, su impredictibilidad y sus efectos desastrosos para los seres humanos y para los países que la sufren.

Se percibe un desarrollo lleno de información de primera calidad, seguramente el resultado de una investigación di-versa, profusa y de lecturas cuya abundancia hace del libro un compendio de información fascinante, adecuado para los estudiosos de la política, las relaciones internacionales y los conflictos que conducen a las guerras o a los enfrentamien-tos armados. Su bibliografía y citas demuestran un propósito determinado en el desarrollo de los contenidos, que al princi-pio orientan al lector hacia un libro de historia de las guerras y sus efectos perversos.

Mientras se avanza en la lectura, uno se da cuenta que debe volver y empezar por el principio para encontrar la pun-ta del hilo que conduce posteriormente a la conclusión final, lo cual convierte a la obra en un trabajo aún más interesante y en cierta forma novedoso, a pesar de que se desarrolla a lo largo de temas que han sido tratados con profundidad por muchos autores a lo largo de los años.

Esto me condujo a escribir y revisar varias veces este pró-logo, para poder señalar con objetividad la importancia y la profundidad del planteamiento que se desarrolla en la obra

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y lo actual de sus conclusiones, que va apuntalando con ar-gumentos derivados de frases, desarrollos filosóficos, éticos, sociológicos, psicológicos o políticos de destacados escrito-res que han jugado papeles importantes en la historia de la humanidad.

Personajes como Emanuel Kant, Tomas Hobbes, John Galting, Carl Von Clauzewitz, el Papa Juan XXIII, el Presiden-te Wilson de los Estados Unidos, Noam Chomsky, Talleyrand y Albert Einstein son citados apropiadamente y sustentan la tesis fundamental de que la violencia, trae violencia, que la violencia provoca el conflicto y que el conflicto conduce a las guerras, con las consecuencias mencionadas.

Es aquí, a partir de este punto, donde empiezan las sor-presas agradables de un libro diferente, porque no solo va desarrollando una tesis al revisar la historia de las guerras y sus consecuencias, sino que se va proyectando al futuro a partir del pasado y describiendo como las guerras pudie-ron haber sido trágicas para la humanidad desapareciéndola en forma definitiva, como la concebimos en este momento al citar a Kant en su búsqueda de la paz eterna y al transcribir literalmente la frase de Einstein, cuando decía “no se con que armas se librará la tercera guerra mundial, pero en la cuarta guerra mundial usarán palos y piedras”.

Por su información, adecuadamente seleccionada para los propósitos del autor, este libro debería ser una lectura obligada para los que aspiran a ocupar un cargo público en relaciones exteriores y una guía de primera calidad para los que ya es-tán en el servicio, pues les dará información muy valiosa para comprender la aparente complejidad de las relaciones interna-cionales y los movimientos políticos, estratégicos y tácticos de los principales actores en la política exterior.

El libro tiene una columna vertebral que se descubre has-ta el capítulo final, sin embargo si se lee con el cuidado de-bido es posible identificarla desde la introducción. El autor señala la necesidad de promover una “verdadera Cultura de Paz” que por supuesto va mucho mas allá de los anuncios de muchos gobiernos agresivos, que afirman que se arman para defenderse y garantizar la paz.

En este sentido es muy categórico cuando cita las pala-bras del Papa Juan XXIII en su encíclica “Pacen In Terris”

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cuando dice “La Paz Internacional no puede apoyarse en el equilibrio de las fuerzas militares, sino únicamente en la confianza recíproca” y descubre a lo largo de su análisis del pensamiento filosófico y político de grandes pensadores de la humanidad amantes de la paz, una línea continua de re-chazo a la violencia en todas sus manifestaciones, pues es la violencia de la pobreza, de la marginación, de la injusticia, la que crea los círculos viciosos que conducen al surgimien-to de planteamientos agresivos, que pueden convertirse en teorías xenofóbicas que conducen a la guerra entre grupos étnicos o países.

Con audacia desarrolla la tesis que es hasta el siglo XX que se empezó a reconocer que las “relaciones internaciona-les” no habían sido consideradas como una política de esta-do que mereciera un estudio teórico, sino que era un instru-mento de la política de la nación en sus relaciones con otros países y que generalmente era utilizada como una forma del estado para justificar sus acciones hacia otros, que podrían ser incluso acciones agresivas y de fuerza, para lograr propó-sitos de dominio, conquista y apropiación de territorios.

A esto se debió, según el autor, que a mediados del siglo XX ante la ausencia de una teorización de las relaciones in-ternacionales, en función de la paz, se prestigió tanto la teo-ría del “Realismo Político” pues era, de alguna manera, una teorización que le daba sustento moral a los estrategas de la Guerra Fría, quienes propiciaron de contrapartida el surgi-miento de las teorías de la “la interdependencia, el neocolo-nialismo, y los conflictos regionales”.

Analiza cómo el desarrollo del pensamiento internaciona-lista de la post guerra fría, condujo al avance de una inquie-tud por la necesidad de propiciar la convivencia, el respeto a los intereses de cada país para evitar los conflictos y la nece-sidad de revisar el papel de las instituciones internacionales, de carácter multinacional, como las Naciones Unidas, para favorecer estos valores y disminuir la hegemonía del poder de algunos países que fueron los vencedores de la II Guerra mundial y que controlan el Consejo de Seguridad y tienen derecho de veto ante decisiones para ellos estratégicas.

En este tema es por demás interesante, el planteamiento de John Galtung quien en sus estudios de la temática de la

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Paz propone “la Democratización de las Naciones Unidas y la Creación de un Parlamento Mundial” como un paso ne-cesario para garantizar la convivencia, terminar el dominio ilimitado de las grandes potencias y permitir la creación de condiciones adecuadas para fomentar un comercio mundial justo y equitativo.

En resumen puedo decir, que el libro está lleno de temas motivadores para un investigador, didácticos para un acadé-mico de las relaciones internacionales o un nuevo profesional interesado en comprender la importancia de las relaciones exteriores en un gobierno y, propositivo para un político o funcionario que se interesa en la paz, en la convivencia in-ternacional, con el deseo de elaborar una política activa que le de a su país un lugar preponderante ante las naciones del mundo y las organizaciones multinacionales.

Los invito a realizar este recorrido de fácil y agradable lec-tura para comprender el porqué del siglo XX y soñar con un mundo nuevo para el siglo XXI pues, como el mismo Mene-ses, dice “Para hacer algo nuevo hay que pensar de nuevo” y creo sinceramente que esto es el mayor aporte del libro.

Guatemala, Enero de 2014. Marco Vinicio Cerezo Arévalo

Presidente de Guatemala1986-1991

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I“del conflIcto A lA guerrA”

“El Estado surge como un mal necesario a fin de garanti-zar paz y seguridad, así como para terminar con el estado

natural de guerra perpetua entre los hombres”. “Homo homini lupus vs Homo, sacra res homini”1.

Thomas Hobbes

En lo que respecta al Estado moderno, la guerra y la Paz fue iniciada por la tradición de Maquiavelo e incluye a los grandes juristas iusnaturalistas como Vitoria, Suárez o Gro-cio, los teóricos del Estado como Bodino o Hobbes y a filó-sofos como Rousseau o Kant. Esto es reconocido por todos los estudiosos de las relaciones internacionales al considerar que sus aportaciones han sido esenciales para la reflexión contemporánea sobre estos asuntos, de hecho muchas de sus ideas, imágenes y metáforas aparecen constantemente en los textos de nuestros días, la distinción académica entre 1 Homo homini lupus es una locución latina de uso actual que significa “el hombre es un lobo para el hombre”. Es originaria del comediógrafo latino Tito Marcio Plauto (254 a. C. – 184 a. C.) en su obra Asinaria, donde el texto exacto dice: “Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit.” (Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro) Fue popularizada por Thomas Hobbes en su obra Leviatán, dice que el egoísmo es básico en el comportamiento humano, aunque la socie-dad intenta corregir tal comportamiento favoreciendo la convivencia. Se cita con frecuencia cuando se hace referencia a los horrores de los que es capaz la humanidad para consigo misma. Como contrapunto a la frase de Plauto, Séneca escribió que “el hombre es algo sagrado para el hombre”. “Homo, sacra res homini (...)”. ver: Lucio Anneo Séneca: Cartas a Lucilio, XCV, 33.

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ciencia política y teoría política ha cercenado muchos de los hilos de reflexión que podían vincular la reflexión clásica con la reflexión contemporánea. Sin embargo, no puede dudarse que el espacio de las relaciones internacionales puede es-tudiarse desde la perspectiva de la Ciencia Política y desde la de la Sociología, a pesar de que muchas veces no queda clara la diferencia entre estas dos perspectivas.

El estudio de los conflictos, la guerra y la paz en la disci-plina de las relaciones internacionales, desde la perspectiva de la Ciencia Política, ha caracterizado las elaboraciones en el mundo anglosajón principalmente en los primeros autores realistas – como Morghentau, Wolfers o Herz, – muy clara-mente en la llamada etapa behaviorista o cientifista en los años cincuenta y sesenta, con el llamado neorrealismo de los años setenta y ochenta, y coincidente con la fiebre de la elección racional.

Por el contrario, las relaciones internacionales como so-ciología ha sido el enfoque preferido de autores franceses como M. Merle y de la llamada escuela o tradición española que siguiendo a Truyol se articula en torno a la formulación de una “teoría de la sociedad internacional”.

Esta posibilidad de que nuestra área de conocimiento se aborde desde diferentes perspectivas, que en numerosas ocasiones se solapan, se reflejan en los programas de es-tudios de las facultades y licenciaturas de Ciencias Políticas y Sociología. En ellos se aborda tanto las Teoría de conflicto social, como su Historia, el Derecho Internacional, las orga-nizaciones político-administrativas internacionales, la econo-mía internacional, etc.

Por otro lado, la soberanía entendida como autoridad exclusiva de un Estado sobre una población y un territorio, como potestad para actuar en el medio internacional sin otras obstáculos que aquéllas con las que los Estados se han do-tado a sí mismos; como independencia y como igual frente a otros Estados. Y la frontera como la demarcación que de-limita el espacio dentro del cual los deberes y derechos del Estado y de los ciudadanos tiene vigencia y fuera del cual son otros los que están dotados de ellos.

En nuestros días el estudio de las relaciones internacio-nales va más allá de la etapa inicial wilsoniana en la que se

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situaban las causas de la guerra en la organización interna de los Estados –según Wilson fueron los imperios autoritarios y multinacionales los causantes de la guerra– y se confiaba para evitarla en un futuro en el carácter liberal de los regí-menes internos, en la fuerza de la opinión pública interna-cional y en la Sociedad de Naciones. Fue ésta una etapa en la disciplina en la que la soberanía no separaba la relación entre lo interno y lo externo en el estudio de las relaciones internacionales.

A partir del establecimiento de la hegemonía del realismo clásico en los años cuarenta, el área de conocimiento de las relaciones internacionales se establece mediante una sepa-ración radical entre lo interno y lo externo. Reflejando esta situación los relatos convencionales sobre la vida política que expresan una contradicción o paradoja crucial: dentro de un Estado particular, los conceptos de obligación, libertad y jus-ticia pudieron ser articulados en el contexto de los relatos universalistas de Revelación, Razón e Historia.

El concepto de soberanía y su plasmación-demarcación geográfica en la frontera delimitan claramente un dentro y un fuera. Dentro de las fronteras, bajo la protección de la so-beranía, el individuo es la unidad de análisis y el sujeto de deberes y derechos; fuera de las fronteras los Estados en su comportamiento internacional son el objeto de estudio.

El orden aparece como la condición normal de la vida en la sociedad interna; mientras que, la característica más resal-tada de la vida internacional es la anarquía, ya sea entendida en términos hobbesianos como estado de guerra, ya enten-dida, siguiendo a Locke, como simple ausencia de autoridad superior.

Dentro del Estado es posible y deseable, y ese será el fin último del estudio, la búsqueda de la vida buena, es decir de aquella sociedad capaz de proporcionar los bienes que los ciudadanos demanden, sean estos cuales fueran; fuera del Estado, donde el conflicto es aplazable, pero históricamente inevitable, el estudioso sólo puede proporcionar los conoci-mientos que permitan al Estado defenderse, o en todo caso apaciguar y encauzar los conflictos.

Dentro, el Estado, con su sistema legal, permite dirimir los conflictos y hacer guardar el orden y posee la capacidad de

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imponer la ley y castigar sus violaciones; fuera, el sistema legal es más escueto y sobre todo no existe una autoridad superior con poder sancionador, de tal modo que los únicos instrumentos a disposición de los Estados en caso de conflic-to y de peligro de sus intereses son la guerra y la diplomacia. Como reflejo de lo anterior, los Estados tienen un derecho interno muy desarrollado, mientras que el Derecho Interna-cional se basa en las costumbres y las normas generadas por la interrelación misma de los Estados.

Y cabe una negación fáctica, apelando a los límites reales de la soberanía por los efectos de la globalización, a la diso-lución de las diferencias entre el medio externo y el medio interno por los flujos transnacionales, o por los procesos de integración y cooperación. Ambas negaciones son acertadas. Pero, a pesar de ello, es difícil olvidar que las Relaciones In-ternacionales como área de conocimiento se establecieron y desarrollaron sobre la base de tal distinción.

Se ha comentado acerca del parcial escepticismo de H. Morghentau sobre una posible teoría de las relaciones in-ternacionales. En esta misma línea de pensamiento se sitúa R. Aron que argumenta que no se puede buscar una teoría que explique todo, no sólo imitando a las Ciencias Natura-les sino a la misma economía... pues puede que exista un homo economicus maximizador racional de beneficios pero “no existe un homo diplomaticus maximizador de poder, éste no sería un modelo, sino una caricatura”.

Sobre las modelaciones matemáticas de la elección ra-cional comparto con H. Bull cuando, en el debate con el cien-tificismo de los años sesenta, sostenía que lo único que ha-bían dado de sí las interminables y científicas correlaciones y regresiones eran lugares comunes a los que ya se había llegado por métodos históricos y filosóficos.

En este sentido, S.M. Walt en su artículo “Rigor or Rigor Mortis” menciona con simpatía a algunos autores que “dudan de que, los métodos de la acción racional y, sus técnicas for-males tengan algún valor, y consideran a la comunidad de los modelizadores como un grupo de imperialistas estrechos de miras que buscan imponer su método a toda la disciplina” y que, por otro lado, todavía no han sido capaces de elaborar “un sustancial número de hipótesis importantes, ni de predic-

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ciones verificadas”. En el desarrollo de una teoría sobre la guerra, el conflicto y las perspectivas de una paz duradera, resulta necesario echar un vistazo, como mínimo, a los gran-des pensadores de antaño y actuales.

El Leviatán2 de Hobbes expresa el contraste del optimis-mo social cuando afirma que el hombre vive originariamente, dejado a su incivilizada naturaleza individual, en un estado de permanente «guerra de todos contra todos»3. Donde predo-mina el sentido pesimista de este supuesto en lo que significa respecto al problema de la guerra, y que, al parecer, natura-leza humana individual y guerra van unidas de la mano. Los instintos humanos destilan agresividad, lo que convierte al ser humano en el peor de los animales, puesto que ningún otro busca el conflicto.

De ser así, cabría poca esperanza de superar este mi-serable estado, puesto que la solución que, efectivamente, ofrece el propio Hobbes -y junto a él la mayor parte de los teóricos que no confían en exceso en la bondad innata del hombre-, consistente en la aceptación de la vida social como renuncia al poder de la violencia, no supondría otra cosa que el ocultamiento provisional de unos impulsos agresivos, que no dejarían de poder aflorar en cualquier momento.

No obstante, habría que insistir la otra cara de la moneda: junto al instinto de destrucción, aparece en el ser humano otra pasión; el temor, que sirve de contrapeso. Agresividad y temor aparecen, entonces como los dos polos de la cuestión: el primero conduce a la guerra, el segundo busca refugio en la búsqueda de la paz. La creación de la sociedad civil, la ins-titución de un Poder Soberano, que imponga su fuerza sobre la de los contendientes, son el resultado del triunfo del temor sobre la agresividad.

La paz es fruto del miedo; tal es el resultado negativo que parece deducirse de esta tesis, por lo demás, casi uni-

3 Leviatán, o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, comúnmente llamado Leviatán (en inglés Leviatán) es el libro más conocido del filósofo político inglés Thomas Hobbes, escrito en 1651. El nombre hace referencia a un monstruo de la Biblia que posee un poder descomunal. En este libro, Hobbes establece su doctrina de derecho moderno como la base de las sociedades y de los gobiernos legítimos.4 («Bellum omnium contra omnes»).

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versalmente reconocida. Con ello, la esperanza de mejorar el estado de cosas se esfuma, prácticamente, puesto que un temor sólo parece ser vencido por otro temor más fuer-te. El precio a pagar por la paz seria la aceptación de la tiranía de un Poder omnímodo, capaz de imponer el Terror universal y abstracto, para superar así el miedo particular a lo concreto.

En esta obra nos encontramos con una exposición de la condición natural del hombre, abarcadora del marco de su felicidad e infelicidad, contenedora de la célebre frase cita-da anteriormente, “Bellum omnium contra omnes”. El hombre lobo del hombre expresa la condición solitaria, pobre, malé-vola, bruta y corta de la vida del hombre. Hobbes encuentra tres motivos básicos por los cuales se producen los conflic-tos en el Estado de Naturaleza: El primero, es la competen-cia, que hace que el hombre ataque para obtener algo; el se-gundo, el respeto, para alcanzar la seguridad de uno mismo; y el tercero, la gloria, para la reputación.

De estos tres conceptos partirán las 19 leyes de naturale-za hobbesianas, dentro de las cuales, la primera y segunda ley serán las más importantes y de las cuales se deducen el resto. La primera ley se compone de dos partes: Cada hom-bre debe procurar la paz hasta donde tenga esperanza de lograrla; y cuando no puede conseguirla, entonces puede buscar y usar todas las ventajas y ayudas de la guerra.

La segunda parte se refiere al derecho natural a la libertad de cada hombre, que lo autoriza de usar su propio poder, según le plazca, para la preservación de su propia vida, y por lo tanto de hacer cualquier cosa que conciba como la más adecuada para alcanzar ese fin. De esta ley se va a derivar la segunda ley: Un hombre debe estar deseoso, cuando otros lo están también, y a fin de conseguir la paz y la defensa personal hasta donde le parezca necesario, de no hacer uso de su derecho a todo, y de contentarse con tanta libertad en su relación con los otros hombres, como la que él permitiría a los otros en su trato con él.

Esta filosofía política en Hobbes se convierte más ade-lante en una de las fuentes teóricas esenciales del realismo político con antecedentes en el pensamiento de Maquiavelo y en la premisa de una filosofía de la naturaleza y de la historia

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para la cual las relaciones de fuerza no pueden ser suprimi-das de las relaciones entre los pueblos.

El general chino Sun Tzu en su célebre obra “El arte de la guerra”, aseveró que la guerra había que ganarla antes de declararla o de que existiera en sí misma. En este as-pecto, el célebre general expondría en una sucinta frase su concepción sobre el carácter de la guerra: “La guerra, es el Tao del engaño”; así, pretendería establecer que el estratega virtuoso debía basar todas sus decisiones militares, buscan-do primeramente distraer la atención del enemigo en los ele-mentos más sobresalientes de su posición, y de no tenerlos, inventarlos.

Su pensamiento dejaría una profunda impronta en el pen-samiento militar moderno, no sólo en reconocidos pensado-res, sino también en eminentes estrategas como Napoleón Bonaparte, quien en su renombrada victoria en la Batalla de Austerlitz, aplicara aquellos preceptos del engaño.

El concepto de “guerra justa” fue justificado por Tomás de Aquino en Summa Theologiae, Erasmo de Rotterdam, el re-conocido humanista renacentista, calificaba a la guerra con la frase “Dulce Bellum inexpertis est” (“La guerra es dulce para los inexpertos”). El historiador árabe Ibn Jaldún presenta por primera vez un análisis de las causas materiales de la guerra.

Para las Ciencia Política y, en particular, las Relaciones Internacionales la guerra es un instrumento político, al servi-cio de un Estado u otra organización con fines políticos. Se-gún Richard Holmes la guerra es una experiencia universal que comparten todos los países y todas las culturas4.

Carl von Clausewitz, en su clásica obra De la guerra, pen-saba que la guerra moderna es “La continuación de la política por otros medios” y que el fin de la misma era “desarmar al enemigo”, no exterminarlo; de aquí nació el concepto de desarme mutuo, que imposibilita toda guerra y da paso a la política. La guerra sería pues un “acto político”, y esta mani-festación ponía en juego lo que él consideraba el único ele-mento racional de la guerra.

Para una comprensión más profunda de la guerra y la paz resulta imprescindible descubrir su expresión en su condición 4 Holmes Richard , La experiencia de la guerra, capítulo 13 de Soldados, BBC, Londres, 1985

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y expresión extrema de social. Según Lewis A. Coser, en el sentido sociológico, “es una lucha por los valores y por el estatus, el poder y los recursos insuficientes, en el curso de la cual los oponentes desean neutralizar, dañar o eliminar a sus rivales. Un conflicto social será cuando transciende lo individual y proceda de la propia estructura de la sociedad”.5

Una visión radical del conflicto la encontramos en Marx. En su opinión, los conflictos sociales son expresiones de los intereses antagónicos de las clases en pugnas y la solución radica en el cambio profundo y radical del sistema político a través de la revolución social.

A pesar de la existencia de una significativa diversidad de enfoques dentro de la teoría, la mayoría de los represen-tantes de la sociología coinciden en el criterio de considerar como pioneros de la misma a Carlos Marx, por una parte, y a G. Simmel6, por otra. Las diferencias fundamentales entre Marx y Simmel, estriban en cómo éstos conciben las causas que originan el conflicto social.

Para Marx, tales causas se encuentran en la esfera de la actividad económica de los hombres, las relaciones de pro-piedad en el modo de producción y distribución de los bienes. La contradicción entre la forma de producción cooperada de esos bienes y su ulterior distribución, surgida en todas las for-mas de organización social existentes hasta entonces, desde el punto de vista histórico (desde la comunidad primitiva has-ta el capitalismo), se transforma en contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, lo cual conduce al surgimiento de otras contradicciones sociales,

5 Lewis A. COSER, “The Functions of Social Conflict. New York: The Free Press, 1956.6 Georg Simmel (Berlín, 1 de marzo de 1858 – Estrasburgo, 28 de septiem-bre de 1918) fue un filósofo y sociólogo alemán. Doctor en filosofía por la Universidad de Berlín en 1881. Se centró en estudios micros sociológicos alejándose de las grandes macro teorías de la época. Resulta notable ob-servar la influencia de su pensamiento en la cultura científica y filosófica alemana del siglo XX. Figuras tan diferentes como Weber, Heidegger, Jas-pers, Lukács, Block, entre otros, fueron claramente influidos por su obra. Asimismo, los teóricos de la Escuela de Fráncfort, Hans Freyer y Max Sheller son también sus herederos intelectuales. Simmel escribió una gran cantidad de trabajos y artículos sueltos pero su principal contribución se encuentra en el ámbito de la sociología, especialmente en el análisis de los procesos de individualización y socialización.

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que asumen una grado de conflictividad tal que la solución se produce solo a través del sistema social caduco por otro más avanzado: la comunista. Toda esta concepción general sirvió de fundamentación al modo en que se transformaría la sociedad de libre competencia a partir del principio de maxi-mización de la ganancia, objeto éste de análisis central por excelencia en la obra de Marx7.

G.F. Hegel, representante más destacado de la filosofía clásica alemana, escribió: “la guerra es bella, buena, santa y fecunda; crea la moralidad de los pueblos y es indispensable para el mantenimiento de su salud moral. Es en la guerra donde el Estado se acerca más a su ideal porque es enton-ces cuando la vida y los bienes de los ciudadanos están más estrechamente subordinados a la conservación de la entidad común8.

Por su parte Simmel, entiende el conflicto como “dispu-ta”, considerándolo como un fenómeno psicológicamente condicionado, al tiempo que una de las formas en que se manifiesta la socialización. Según éste, las causas del se-cular estriban en la constitución psíquica de los individuos conformada en el proceso de su evolución, en el desarrollo de sus inclinaciones innatas, que lo compulsan a la búsqueda de asociación con otros hombres, y como resultado de ello, vivir en colectivo.

La vida colectiva, según Simmel, demanda de la organi-zación y colaboración de las personas, lo cual según él, ine-vitablemente conduce a la aparición de objetivos y valores análogos, los cuales constituyen la base de la integración y fundamentación del orden social, de los objetivos y valores contradictorios, los cuáles contribuyen a la desorganización de la vida social, y en última instancia, a la aparición de con-flictos.

En esta representación, la génesis del social se observa al margen de su contexto histórico. Partiendo de ello, puede concluirse que la visión de Simmel sobre las causas que ya-cen en la base de los conflictos sociales resulta más general

7 Ver prólogo a la contribución a la crítica de la Economía política. Obras Escogidas en tres tomos. Ed. Progreso, 1987. Moscú.8 Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana. Espasa - Calpe. Ma-drid, 1925. Tomo XXVII, página 39.

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y abstracta que las conclusiones a las cuales arriba Marx. No obstante ello, se maneja la tesis acerca de la complementa-riedad entre ambas concepciones.

En el plano filosófico9 pudiera observarse una cierta co-munidad de principios en los postulados fundamentales em-pleados por ambos pensadores en cuanto a la necesidad del análisis dialéctico de la realidad circundante. De aquí que se excluya la posibilidad de una solución definitiva de los con-flictos sociales, por cuanto, cada solución puede resultar por sí misma una posible causa originaria para el surgimiento de nuevos conflictos.

Tanto para Marx, como para Simmel, los procesos de sur-gimiento y desarrollo de los conflictos acompañan permanen-temente a la humanidad al tiempo que devienen un mecanis-mo para el ulterior desarrollo de las relaciones sociales.

En el plano sociológico, existe una importante aproxima-ción en las concepciones de Marx y Simmel, lo cual puede observarse en sus valoraciones acerca del carácter del sur-gimiento de la función movilizativo-organizativa que ambos destacan como algo sustancial al desarrollo de los conflic-tos sociales. Es cierto que para Marx, la realización de esta función conduce inevitablemente hacia un fortalecimiento significativo del mismo, por ejemplo, en el proceso de la re-volución o de otras formas de lucha, se produce una solución temporal de éste, y sin más, incluso en algunos casos, con la liquidación de las causas objetivas de tales contradicciones. Según Simmel, la determinación precisa de los objetivos con-trapuestos de las partes en determinadas condiciones puede conducir a la identificación del conflicto y posteriormente a su solución, a través del compromiso, de conversaciones, etc.

En ambos autores se observa un seguimiento del esque-ma fundamental de la dinamización de la conducta, de los intereses, objetivos, valores; la articulación del conflicto por algunos integrantes del grupo (por sus líderes), la organiza-ción de grupos con el objetivo de “solucionar” el conflicto; la

9 Pensadores como: Aristóteles, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Nico-lás Maquiavelo, Thomas Hobbes, Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Hume Friedrich Hegel, Karl Marx, Nietzsche, Sigmund Freud, Ortega y Gasset, Jean Paul Sartre entre otros dedicaron parte de sus estudios al tema del conflicto y la guerra.

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existencia de una determinada forma de interacción entre las partes en conflicto (conversaciones); la existencia de dife-rentes formas de lucha, la posibilidad de eliminación de uno u otro de los contrarios; la solución temporal del conflicto, con lo cual se crean nuevas premisas para la aparición de otros conflictos.

En el aspecto axiológico, también se observa una apro-ximación entre los criterios de ambos a diferencia de mu-chos partidarios de la idea acerca del valor fundamental del acuerdo y la armonía sociales, para quienes todo aquello que pueda representar una amenaza a tales valores se califica de negativo, Marx y Simmel no consideraron las contradic-ciones y conflictos como un mal social. Las contradicciones, los conflictos y las luchas resultaban para ellos hechos tan naturales como lo podían ser la integración y la colaboración. Por consiguiente, todos ellos podían resultar axiológicamente neutrales, cualesquier no podía considerarse de antemano como bueno o malo, soliendo presentarlos como criterios de valoración de los cambios sociales.

Los conflictos sociales se distinguen por la existencia de un sujeto y un objeto que los representa (Marx), por su alcan-ce y forma de solución, así como por las condiciones sociales que le sirven de marco (Simmel). En los marcos de la socio-logía occidental burguesa, él ha sido en general concebido como uno de los factores decisivos del desarrollo social. El social ya desde el siglo XIX fue examinado por Herbert Spen-cer desde las posiciones del darwinismo social, como mani-festación de la selección natural, caracterizándolo como un fenómeno propio de la historia de la humanidad.

De forma análoga fue analizado por Max Weber quien lo identifica como lucha. Para éste, una relación social entraría en cuando un actor realiza su voluntad contra la resisten-cia de otro. De esta misma manera ha sido presentado por otros exponentes del pensamiento sociológico10. Para Ralf Dahrendorf11, es un hecho social universal y necesario que

10 L. Gumplowicz, W. Sammer, F. Tennis, L. Ward, T. Veblen, A. Smoll, Ch. Cooley, F. Giddings, T. Bottomore, W. Moore, entre otros.11 Ralf Dahrendorf (Hamburgo, 1 de mayo de 1929 - Colonia, 18 de junio de 2009) fue un sociólogo, filósofo, politólogo y político germano-británico. Es considerado uno de los autores fundadores de la Teoría del Conflicto social.

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se resuelve en el cambio social, este tipo de concepción más radical sigue la línea de Hobbes según la cual la sociedad está en cambio constante y está integrada por elementos contradictorios.

Dahrendorf denomina su concepción directamente como “teoría del conflicto”, entendiendo el conflicto como resultado de la contraposición social existente entre las relaciones de dominación y subordinación cuyas causas de aparición no pueden ser eliminadas; define la esencia del conflicto como aquella situación en la que se tiene un desacuerdo entre gru-pos sociales en cuanto a sus derechos al acceso a determi-nados bienes sociales (y materiales), así como a sus posibi-lidades de realización de tales derechos, o sea la existencia de un real acceso a los bienes.

Dahrendorf se presenta como crítico de las posiciones de la “clase mayoritaria”, que recibe una parte deseable de los bienes y excluye con ello a aquellas capas, que como con-secuencia del bajo nivel de calificación y de su bajo status social no tiene las posibilidades de acceso que cuentan las “mayorías”. Según Dahrendorf, en la sociedad liberal pueden solucionarse los conflictos a nivel de la competencia entre individuos, grupos y clases sociales.

Morton Deutsch señala, que “un conflicto existe cuando ocurren actividades incompatibles. Una actividad incompati-ble impide o interfiere en la ocurrencia o efectividad de una segunda actividad. Estas actividades pueden tener su origen entre dos o más personas, o entre dos o más grupos”.

Por su parte K.E. Boulding define el conflicto como “una forma de conducta competitiva entre personas o grupos. Ocurre cuando dos o más personas compiten sobre objetivos percibidos como incompatibles o realmente incompatibles, o sobre recursos limitados”.

Otros importantes como J.Z. Rubin, D.G Pruitt, y S.H. Kim han definido el conflicto como la “divergencia per-cibida de intereses o una creencia de que las aspiraciones actuales de las partes no pueden ser alcanzadas simultá-neamente”. L. Kriesberg, destacado sociólogo del conflicto señala que, el “conflicto social es una relación entre dos o más partes que (o cuyos portavoces) creen tener metas incompatibles”.

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Coincido con Gianfranco Pasquino cuando expresa que, “es una forma de interacción entre individuos, grupos, orga-nizaciones y colectividades que implica enfrentamientos por el acceso a recursos y su distribución” agregando que es un tipo particular de interacción de los sujetos sociales, princi-palmente de individuos, grupos, clases, que se caracteriza por la contraposición de sus intereses, que adquiere formas agudas de manifestarse.

Las personas implicadas en un conflicto se ven, con frecuencia, arrastradas por una dinámica de intensifica-ción que les lleva a estar cada vez más enmarañados en el conflicto, con posiciones progresivamente más rígidas y con tendencia a distorsionar los gestos conciliadores, ma-linterpretándolos como signos de debilidad. En ocasiones, las partes pueden carecer de la creatividad y/o experiencia necesarias para dar una salida aceptable al problema en que se encuentran; no por que no quieran, sino por qué no saben cómo hacerlo.

Por las razones anteriores, entre otras, se origina una si-tuación tal que las partes implicadas en un conflicto no son capaces de llegar a un acuerdo por sus propios medios. Bajo estas circunstancias, es apropiado el uso de terceras partes, que intervengan y ayuden a alcanzar acuerdos. Es en este momento que aparece la mediación, es decir, “la intervención de una tercera parte imparcial y neutral, que no tiene el po-der de tomar decisiones, en una disputa o negociación, para ayudar a las partes contendientes a alcanzar un acuerdo mu-tuamente aceptable sobre los temas en disputa.

La mediación surge como un proceso voluntario y la fun-ción del mediador es ayudar a las partes a desarrollar un pro-cedimiento resolutivo, que les posibilite satisfacer con éxito sus intereses substanciales de procedimiento psicológico, evitando que la solución del conflicto sea por la vía violenta.

Desde el punto de vista socio-filosófico se han desarro-llado diversas teorías acerca del origen y causas de las gue-rras. En consecuencia, resulta provechoso tratar de clasificar, en general, tales teorías en dos grandes divisiones.

Una que percibe la guerra como producto racional de ciertas condiciones políticas, como es el caso de Carl von Clausewitz, “la guerra es la continuación de la política por

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otros medios y otra12; “irracionalista, que ve el origen de la guerra en causas no solucionables a tratamiento racional13, por ejemplo, sentimientos religiosos14 o emociones15. El ex-tremo lógico de esta visión, donde el hombre es un animal inherentemente violento, situación que demanda la expresión ocasional de tales tendencias se encuentra en algunas expli-caciones psicológica del origen de la guerra.

La visión alternativa dentro de esta posición irracionalista ve la guerra como resultado, a menudo, de equivocaciones o percepciones erróneas. Así, por ejemplo, se argumenta que a partir de un análisis estadístico de la cantidad de guerras que se podría confirmar, éstas tuvieron un origen racional y que las mismas han disminuido dramáticamente en tiempos recientes16.

En relación con las causas algunos insisten que la guerra es el producto de condiciones y políticas domésticas, sitúan como ejemplo la Primera Guerra Mundial que no fue resulta-do de disputas internacionales, tratados secretos o conside-raciones estratégicas, sino la consecuencia de condiciones socio políticas, incluyendo económicas, que, a pesar de ser comunes a varias sociedades, hacían sentir tensiones a cada una de ellas en forma interna, tensiones que solo se pudieron resolver a través de la guerra.

En contraste, la teoría de la primacía de la política inter-nacional, que se encuentra, por ejemplo, en la concepción de

12 Carl von Clausewitz Edición en Castellano "De la Guerra", Ediciones del Ministerio de Defensa de España, dos volúmenes, 1999. Edición dirigida y traducida por Michael Howard y Peter Paret, con abundantes textos introduc-torios de los editores.13 Kalevi Jaakko Holsti (Peace and war) nota que en la concepción moder-na común la guerra es considerada como una aberración, una catástrofe o crimen, el abandono de políticas racionales por alguna otra cosa, etc. http://www.allacademic.com/one/prol/prol01/index.php14 Pinnock, Sarah Katherine. Transcendence and Violence: The Encounter of Buddhist, Christian, and Primal Traditions (review) Buddhist-Christian Stu-dies - Volume 26, 2006, pp. 231-235.15 Shadia B. Drury: Augustinian Radical Transcendence: Source of Political Excess Journal article by Humanitas, Vol. 12, 1999; Shadia B. Drury: Augus-tinian Radical Transcendence: Source of Political Excess Journal article by Humanitas, Vol. 12, 1999.16 Lindley, Daniel and Schildkraut, Ryan. “Is War Rational? The Extent and Some Sources of Miscalculation and Misperception as Causes of War”.

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Leopold von Ranke17, que señala que son las decisiones de estadistas, motivados por consideraciones geopolíticas las que conducen a la guerra.

La decisión política se convierte aquí en un arte, donde influyen el conocimiento de la realidad sobre la que se actúa, otros ejemplos históricos que ejercen de precedentes y, so-bre todo, la intuición que aporta la experiencia. Nada queda del argumento de necesidad como una ley objetiva y externa a los agentes.

Kenneth Waltz18 en su libro clásico sostiene, que toda la reflexión occidental sobre las causas de la guerra y su inevi-tabilidad se pueden situar en una de las siguientes tres imá-genes: en el comportamiento humano (Imagen I); en la es-tructura interna de los Estados (Imagen II); o, por último, en la estructura anárquica y competitiva del sistema internacional mismo (Imagen III)19.

Nos advierte que los grandes pensadores que han re-flexionado sobre la guerra no han situado sus causas, clara e inequívocamente, en una sola de estas tres imágenes. Por el contrario han rastreado un gran número de registros en el amplio arco de reflexión que va desde una concepción antro-pológica del hombre y de su agresividad, avaricia y egoísmo o, por el contrario su bondad, hasta la historia y estructura del sistema europeo de Estados; es decir, de lo que hasta prácticamente los años cincuenta del siglo pasado ha sido considerado por nuestra tradición occidental como el sistema internacional.

Pero aun advertidos y conscientes de que no se puede encerrar tan rica reflexión en casilleros estancos, sí podemos delimitar dos grandes líneas de pensamiento: aquéllos que han situado el origen del conflicto internacional – y de su ex-presión más terrible, la guerra – en la estructura interna de los Estados, en su organización social política y económica; y aquéllos que sitúan ese origen en la misma anarquía inter-17 Leopoldo von Ranke (21 de diciembre de 1795 - 23 de mayo de 1886), historiador alemán, uno de los más importantes historiadores del siglo XIX y considerado comúnmente como el padre de la historia “científica”.18 Sobre este tema ver artículo del autor en monografías.com en el cual se realiza un análisis más detallado al respecto.19 Waltz, K., Man, the State and War, Columbia University Press, Nueva York, 1959.

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nacional, en la interacción de unidades discretas y codiciosas que son los Estados.

En la primera corriente se sitúan todos aquellos pensa-dores de la Ilustración que veían en las ambiciones de los monarcas europeos, en su uso y abuso de la razón de Es-tado, en la diplomacia oculta y sin escrúpulos, y en la idea del equilibrio de poder, las causas de la guerras que año tras año, siglo tras siglo, asolaban a Europa20.

La segunda corriente, la tradición de Maquiavelo y Hob-bes, la de los pensadores del derecho internacional y de la guerra justa como Grocio y Vattel21, y los pensadores realistas de nuestros días. Los primeros consideran que la guerra no es inevitable, pues un cambio en la estructura interna de los Estados, cambio deseable y posible, haría desaparecer las causas de la guerra. Los segundos sostienen que la ausencia de una autoridad superior a la de los Estados, en un mundo de recursos escasos y de constante inseguridad, hace histó-ricamente inevitable el conflicto internacional.

Estas dos líneas de pensamiento, sobre donde situar las causas de la guerra sea en el carácter interno de los Estados, en su régimen político, social, etc., o en la estructura del sis-tema internacional; están presentes en toda la reflexión sobre las relaciones internacionales.

Más adelante veremos como con el fin de la Guerra Fría se produce una renovación de la importancia de la Imagen II, es decir, los aspectos internos de los Estados entran cada vez más en la reflexión de la disciplina y el Estado, como aca-bamos de ver, no puede seguir siendo concebido como una realidad cerrada, un actor unitario, una totalidad que actúa con una sola voz en el escenario internacional.

Hay que distinguir entre Estado, gobierno, sociedad, pueblos, naciones, elites, clases, y aunque el Estado, como totalidad, sigue teniendo intereses nacionales, debemos empezar a distinguir entre intereses de esas distintas ins-20 Ver Hazard, P., El pensamiento europeo en el siglo XVIII, Alianza, Madrid, 1985, especialmente el cap. 5: "El Gobierno" y Cassels, A., op. cit., Ideology and International Relations..., cap. 1: "Raison d'état meets the Enlighten-ment".21 Para un interesante discusión sobre Vatel en relación con Kant, ver Gallie, W.B., Philosophers of war and Peace, Cambridge University Press, Cambri-dge, 1978, pp. 26 y ss.

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tancias y en sus relaciones mutuas, de la misma forma, la soberanía ha dejado de ser un escudo impenetrable, garan-tía de la independencia y unidad de esa totalidad nacional territorial.

Pero aunque esta renovada importancia de la Imagen II, puede ser un fenómeno relativamente nuevo en la disciplina, hay que advertir que un examen somero de la historia de las relaciones internacionales apunta a que el carácter de los regímenes, los distintos principios de legitimidad, las diferen-cias culturales y civilizatorias; han jugado un papel importan-te en las relaciones entre Estados y pueblos.

En este sentido cabe una distinción. El reconocimiento de que la heterogeneidad de los sistemas era un elemento en las relaciones internacionales no fue del todo olvidado du-rante la Guerra Fría. Como tal, aparece centralmente en los análisis de Raymond Aron.

Su concepción es una aceptación parcial de la Imagen II, pues la heterogeneidad del sistema, es decir, el tener en cuenta los diferentes principios de legitimidad, o las diferentes ideologías, o las diferentes formas de organizar la vida política, social o económica y sus efectos conflictuales, no implica ne-cesariamente situar las causas de la guerra en las característi-cas internas de este o aquel sistema, ni necesariamente supo-ne que, a efectos del análisis no se consideraran los distintos Estados como totalidades nacionales territoriales.

La heterogeneidad del sistema de los bloques, y el hecho de que estuvieran encabezados por las grandes potencias que promovían ideologías expansionistas, no implicaba que éstas no funcionaran en el sistema internacional como bolas de billar22. Tampoco la consideración de determinadas crisis en el sistema de Estados como guerras civiles europeas23 su-pone una aceptación total de esta imagen. La guerra civil eu-ropea entre el liberalismo y el Antiguo Régimen en el período de 1789 a 1848, o entre liberalismo, comunismo y fascismo en el período de 1917 a 1939, o la consideración de la Guerra Fría como constituida, en parte, por elementos de guerra civil

22 Ver Holliday, F., Rethinking International Relations, Macmillan, Londres, 1994, cap. 8: "Inter-systemic Conflict: The Case of the Cold War".23 Ver Preston, P., "La guerra civil europea" en Claves de Razón Práctica, núm. 53, 1995.

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europea, no suponen, en principio, situar las causas de la guerra en el carácter de tal o cual régimen.

Sin embargo, aunque las apreciaciones anteriores –la consideración de los elementos de heterogeneidad del sis-tema y las crisis en el sistema europeo de Estados al en-frentarse a diferentes principios de legitimidad– no suponen situarse inequívocamente en la Imagen II, sí nos acercan a una visión de las relaciones internacionales donde los facto-res sistémicos entran en el análisis.

Según la tesis de la paz democrática: los regímenes de-mocráticos establecen entre sí relaciones pacíficas, aunque no necesariamente establecen relaciones de este tipo con los regímenes no liberales. Esta idea, a la cual se ha hecho referencia anteriormente y que será abordadado con detalles más adelante, se vincula con la línea de pensamiento de la Ilustración, sobre todo de I. Kant, de la que hablábamos al comienzo de este apartado. La consideración de que eran las élites aristocráticas y la monarquías autoritarias las cau-santes de la guerra, que estaba presente en el pensamiento de los ilustrados; se transformó a principios de nuestro siglo en la idea de que los imperios autocráticos y plurinacionales habían sido los culpables de la Primera Guerra Mundial.

Se puede afirmar que con el fin de la Guerra Fría y la crisis de la hegemonía de la visión realista de las relaciones internaciona-les, se está produciendo una saludable revitalización de los enfo-ques normativos en los textos de las relaciones internacionales24.

Cuando hablamos de revitalización no ignoramos la cantidad y calidad de innumerables trabajos que discuten un horizonte nor-mativo para el mundo de las relaciones entre los Estados25, sino

24 Aguirre, I “La teoría normativa de las relaciones internacionales hoy” en Cursos de Derecho Internacional de Vitoria-Gasteiz, Tecnos, Madrid, 1996.25 Ver: Thomson, K.W., The Moral Issue in Statecraft, Louisiana State University, 1966; Beitz, C., Political Theory and International Relations, Princeton University Press, Princeton, 1979; Hoffmann, S., Duties Beyond Borders, Syracuse Univer-sity Press, Syracuse, N. Y., 1981; Nardin, T., Law, Morality and the Relations of States, Princeton University Press, Princeton, 1983, VV.AA., Ethics and Interna-tional Relations, Fulbright Papers II, , Manchester, Manchester University Press, 1986; Frost, M., Toward a Normative Theory of International Relations, Cambri-dge University Press, Cambridge, 1986; Pogge, T.W., Realizing Rawls, Cornell University Press, Ithaca, N. J., 1989 y la polémica desarrollada en Philosophy and Public Affairs recogida en Beitz, C., Cohen, M., Scalon, T. y Simmons, J., (eds.), International Ethics, Princeton University Press, Princeton, 1985.

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señalamos que, en su mayoría, estos trabajos no formaban parte de los cánones de las enseñanzas de la Relaciones Internacionales y que, incluso, su lugar de publicación era distinto de donde se publicaban y discutían los textos que han conformado la disciplina de las Relaciones Internacio-nales en estas últimas décadas. Ch. Beitz señalaba hace ya años la fragmentación entre las disciplinas y detectaba una división del trabajo entre la Filosofía Moral y las Ciencias So-ciales. Mientras que las Ciencias Sociales se tecnificaban y se hacían cada vez más instrumentales, los problemas nor-mativos quedaban para los filósofos26.

Esta división era tanto más arbitraria cuanto que la teo-ría de las Relaciones Internacionales, incluso en su versión más positivista, tiene un alto contenido normativo: asume el Estado como forma de organización de las comunidades políticas diferenciadas, como un hecho incontrovertible, como el valor fundacional de la disciplina. Como se obser-va, todo el análisis y la misma constitución de las relaciones internacionales como una disciplina diferenciada se basa en la inclusión-exclusión, dentro-fuera, cuya demarcación es la soberanía territorial.

La concepción del Estado habitual en nuestra teoría es de clara consistencia jurista y está plagada de principios de alto contenido valorativo, sin embargo, el profundo con-tenido normativo de los fundamentos de la disciplina de las Relaciones Internacionales –su enorme herencia de la tra-dición clásica de la filosofía y la teoría política– permanece oculto en el discurso por un movimiento donde el olvido del origen crea el hábito de vivir sin cuestionar el fundamento mismo de la reflexión27 la prioridad absoluta, ética, política y práctica, de la seguridad y el bienestar de una determi-nada comunidad y del instrumento que las garantiza, el Estado.

26 Beitz, Ch., "Bounded Morality: justice and the state in world politics" en International Organization, vol, 33, núm. 3, 1979, p. 424.27 Ruby, C., en su Historia de la filosofía, Talasa, Madrid, 1994, p. 41, nos remite al análisis de Foucault y nos recuerda como el Estado ordena las relaciones sociales por el poder y la conquista, y se asienta sobre el olvido del origen y el hábito de la opresión.

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M. Walzer, en la ya glosada lectura sobre el diálogo tucidi-diano de Melos28, nos recuerda que los juicios de necesidad son cosa de los historiadores y no de los agentes históricos, y que siempre cabe preguntarse, en primer lugar, si lo que se presenta como necesitado de defensa y da lugar al juicio de necesidad –el imperio ateniense, en el caso del diálogo de Me-los, la seguridad y el bienestar del Estado en nuestro caso– es a su vez ético. De la misma manera, la disciplina podría preguntarse si su fundamento mismo no debe ser objeto de debate moral29. Por el contrario, estas preguntas básicas han quedado enterradas por los análisis positivistas dominantes. El positivismo dominante en la teoría de la política mundial en-tendido como la existencia de leyes objetivas y atemporales, y la necesaria exclusión de consideraciones normativas30 puede deberse a razones que tienen que ver tanto con la coyuntura científica como con la histórico-política.

28 La historia está ambientada en el siglo IV A.C., en la isla griega de Sicilia, comienza con un joven campesino llamado Melos quien llega a la ciudad de Siracusa, Melos descubre un ambiente hostil en la ciudad, causado por las barbaries llevadas a cabo por el gobernador Dionisio I , en su camino se encuentra con Selinunteus, a quien llamaban cariñosamente Selinae, con quien desarrolla una muy pronta amistad, Melos descubre que Selianae es nada menos que el escultor real del palacio de Dionisio, Melos se arriesga al allanar el palacio de Dionisio para apreciar el trabajo de Selinae, pero es descubierto y arrestado por la guardia del palacio, al ser interrogado por el mismo Dionisio este trata de explicar su situación, pero debido a que los atentados contra el rey estaban a la orden del día, este es acusado sin nin-guna duda de intento de asesinato contra el rey y sentenciado a muerte, sin embargo Melos suplica por que se le permita volver a su aldea para terminar los asuntos que tiene pendientes, Dionisio aprovecha par dar una lección a todos, acerca de lo absurdo que resulta el tener confianza hacia los demás, así que decide dar una oportunidad a Melos de encontrar un rehén que se quede en su lugar entre los presos de la ciudad, al no recibir la oportunidad de parte de ninguno de ellos, Selinae exclama su intención de ser el quien se quede en lugar de Melos, confirmando su regreso Melos parte hacia su aldea tan pronto le es posible, al llegar al día siguiente para llegar antes del plazo pactado, en el camino se encontrara con muchos peligros que le hacen cada vez más difícil el cumplir con su objetivo, finalmente y gracias a la ayuda de los amigos de Seliane, Melos llega a su objetivo el cual parece haber fraca-sado, hasta que logra convencer al rey de lo contrario, dado esto y gracias al esfuerzo de Melos, ambos Melos y Selinae son liberados.29 Walzer, M., Just and Unjust Wars..., op. cit., p. 830 Hollis, M. y Smith, S., Explaining and Understanding International Rela-tions, Clarendon Press, Oxford, 1990, p. 46

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Nos referimos, en primer lugar, al famoso complejo de las Ciencias Sociales frente a las Ciencias Naturales y a los con-siguientes intentos de imitación. En segundo lugar, al miedo a caer en el error de las relaciones internacionales de entre-guerras: el olvido de las realidades del poder, en la conocida formulación de E. H. Carr31. En tercer lugar, ese positivismo se manifiesta en la determinada financiación de los estudios orientados hacia la formulación de políticas concretas.

Este último aspecto, que vincula la elaboración teórica a la coyuntura política, tiene especial importancia, en la medida en que esa revitalización del enfoque normativo antes señalado puede ser interpretada como síntoma de una nueva forma de entender las identidades y los intereses de los Estados.

En estos últimos años, en primer lugar, aparecen cada vez más trabajos en esta línea y, a menudo, son publicados en revistas que habitualmente no daban cabida a la discu-sión ético filosófica. Dos ejemplos32 de este reencuentro en la teoría política y el mundo de las relaciones internacionales, pudieran ser la reciente publicación por parte de John Rawls de una extensión de su teoría de la justicia a la escena inter-nacional33 y la publicación por parte de M. Walzer de un texto que extiende la discusión moral dentro y fuera34.

31 Carr, E.H., The Twenty Years' Crisis, 1919-1939, Harper and Row, Nueva York, 1964 (1a. ed. en inglés, 1939) Elegimos estos dos ejemplos por su parti-cular significación. Estos autores son dos clásicos de la filosofía política cuyas incursiones en el campo de la relaciones internacionales han sido escasas -una sucinta mención en su A Theory of Justice en el caso de J. Rawls- o de hace tiempo, caso de M. Walzer que publicó su Just and Unjust Wars en los años setenta. Cabría mencionar otros dos buenos trabajos al respecto con sólo dar una idea más amplia de esa revitalización mencionada: Brown, Ch., Internatio-nal Relations Theory. New Normative Approaches, Hemel Hemsptead, Herts., Harvester Wheatsheaf, 1992 y Nardin, T. y Mapel., D.R., (eds.), Traditions in International Ethics, Cambridge University Press, Cambridege, 1992.32 Brown, Ch., International Relations Theory. New Normative Approaches, Hemel Hemsptead, Herts., Harvester Wheatsheaf, 1992 y Nardin, T. y Mapel., D.R., (eds.), Traditions in International Ethics, Cambridge University Press, Cambridege, 1992.33 Rawls, J., "The Law of the Peoples" en Critical Inquire, vol. 20, núm. 1,1993.34 Walzer, M., Thick and Thin. A Moral Argument at Home and Abroad, University of Notre Dame Press, Notre Dame, 1994, traducción española a cargo de Rafael del Águila, Alianza, Madrid, de próxima aparición. Por ejemplo, Onuf, N.G., A world of our making. Rules and Rule in Social Theory and International Rela-tions, University of South Carolina Press, Columbia, S. C., 1989 y Kratochwill, F., Rules, Norms and Decisions, Cambridge University Press, Cambridge, 1989.

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Elegimos estos dos ejemplos por su particular significa-ción pues estos autores son dos clásicos de la filosofía políti-ca cuyas incursiones en el campo de la relaciones internacio-nales han sido escasas –una sucinta mención en su A Theory of Justice en el caso de J. Rawls– o de hace tiempo, caso de M. Walzer que publicó su Just and Unjust Wars en los años setenta. Cabría mencionar otros dos buenos trabajos al res-pecto con sólo dar una idea más amplia de esa revitalización mencionada

Este renacer del debate normativo que, aun partiendo en estos casos de la teoría política, empieza a generalizarse en la disciplina de relaciones internacionales, abre nuevas pers-pectivas a una renovación de las Relaciones Internacionales. De esta manera, este debate no sólo es necesario para in-tervenir en el diseño de ese nuevo orden mundial, sino que empieza a construir una parte cada vez más considerable de la reflexión sobre relaciones internacionales.

Parece conveniente hacer una breve referencia a lo que en la literatura de Relaciones Internacionales se conoce como constructivismo. Aunque dentro de esta corriente hay diversas visiones35 su popularidad en la disciplina ha venido sobre todo de la mano de los trabajos de A. Wendt. Este autor define el constructivismo como una teoría estructural de la política internacional construida sobre tres puntos:

(1) los Estados son los principales actores del sistema;(2) las estructuras del sistema son intersubjetivas más

que materiales;(3) los intereses e identidades de los Estados están con-

dicionados por esa estructura social, más que dados exóge-namente por la naturaleza humana o por la política interna36.

Distingue en la política internacional entre estructura – anarquía y distribución del poder – y proceso, que es inte-racción y aprendizaje. En la teoría clásica de las Relaciones

35 Por ejemplo, Onuf, N.G., A world of our making. Rules and Rule in Social Theory and International Relations, University of South Carolina Press, Co-lumbia, S. C., 1989 y Kratochwill, F., Rules, Norms and Decisions, Cambrid-ge University Press, Cambridge, 1989.36 Wendt, A., “Identity and Structural Change in International Politics” en La-pid, Y. y Kratochwil, F., (eds.), The Return of Culture and Identity in IR Theory, Lynne Rienner, Boulder Co., 1996.

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Internacionales, según nuestro autor, los comportamientos cambian pero no así las identidades e intereses que perma-necen constantes, previos y no afectados por la acción. Sin embargo, debemos considerar que identidades e intereses no son exógenos a la acción, sino endógenos, son parte de la acción, inscritos en ella y transformados por ella37. A su vez los intereses son dependientes de las identidades38.

Distingue entre la que denomina identidad corporativa y la identidad social. La identidad corporativa designa las cua-lidades intrínsecas y auto-organizadoras que constituyen la individualidad de un actor. Si hablamos de organizaciones, tales cualidades son los individuos que las constituyen, sus recursos físicos, sus creencias e instituciones compartidas, en función de las cuales los individuos funcionan como un “nosotros”. La identidad corporativa del Estado genera cuatro intereses o apetitos básicos:

1. la seguridad física, incluyendo la diferenciación con otros actores;

2. la seguridad ontológica, es decir, la estabilidad de la propia identidad en relación con otras identidades y la predic-tibilidad en sus relaciones con el mundo;

3. el reconocimiento por parte de otros actores, por enci-ma y más allá de la pura supervivencia; y

4. el desarrollo, en el sentido del cumplimiento de las as-piraciones humanas a una vida mejor, cuya dimensión colec-tiva es depositada en los Estados. Estos intereses corporati-vos mueven a los Estados a la interacción. Pero la forma en que el Estado satisface sus intereses corporativos depende de cómo se define en relación con el otro, lo que a su vez es una función de la identidad social.

Ésta es el haz de significados que el actor se atribuye a sí mismo cuando se pone en la perspectiva de los otros39. Las identidades e intereses sociales están siempre en proceso durante la acción. Puede que sean relativamente estables en

37 Wendt, A., “Anarchy is what the states make of it” en International Organi-zation, vol. 46, núm. 2, 1992, pp. 398 y ss.38 Wendt, A., “Collective Indentity Formation and the International State” en American Political Science Review, vol. 88, núm. 2, 1994, p. 38539 Wendt, A., “Anarchy is what the states make of it” en International Organi-zation, vol. 46, núm. 2, 1992, pp. 398 y ss.

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un determinado período de tiempo o situación, pero sería un error tratarlas como dadas, pues son prácticas que expresan una relación entre el “self” (el uno) y el otro, no un dato fáctico del mundo40.

La teoría de las Relaciones Internacionales ha deificado la estructura del sistema, en palabras de Berger y Luckman41 convirtiendo un opus propium en opus alienum. La anarquía y la distribución del poder sólo tienen sentido para el Estado en virtud de su forma de entenderlas y de sus expectativas, que constituyen sus identidades y sus intereses instituciona-lizados: la anarquía es lo que los Estados han hecho de ella. Las amenazas son, asimismo, construcciones y no productos naturales42. Los estímulos ínter subjetivos dan significado a los estímulos materiales: las armas nucleares británicas no tienen para Estados Unidos, por ejemplo, el mismo significa-do que las armas nucleares rusas.

J. G. Ruggie, en la obra citada, ha sintetizado lo que para él son las grandes diferencias entre los relatos neo utilitaris-tas –realismo estructural e institucionalismo liberal– frente a la lectura constructivista del mundo. Para nuestro autor aqué-llos “comparten una visión utilitarista del mundo de las rela-ciones internacionales: un universo atomístico de unidades auto centradas cuya identidad está dada y fijada, y que son responsables de la consecución de los intereses materiales estipulados en sus asunciones de partida”43.

Estos corpus teóricos difieren entre sí, pero incluso las instituciones propias de los análisis de los segundos son descritas en términos instrumentales cara a la búsqueda del beneficio material individual o colectivo. Por el contrario, el

40 Wendt, A., “Collective Indentity Formation and the International State” en American Political Science Review, vol. 88, núm. 2, 1994, p. 385.41 Una crítica interesante al planteamiento de Wendt es la realizada por Chakarbarti, S., “Culturing International Relations Theory: A Call for Ex-tension” en Lapid, Y. y Kratochwil, F., (eds.), op. cit., p. 100, que propone considerar la civilización como identidad colectiva, que se constituye en el contacto con el otro. Las ideas de los Estados están definidas por las ideas del sistema o de la civilización donde se inscriben. Propone una sugerente analogía: los miembros de una familia no sólo están definidos por su papel en el seno de esa familia, por sus interacción, sino también y de forma fun-damental por su idea de lo que es una familia.42 Wendt, A., “Collective Identity...” op. cit., pp. 385 y 386.43 Wendt, A., “Collective Identity...” op. cit., pp. 385 y 386.

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constructivismo en su versión más básica intenta explicar lo que los neo utilitaristas dan por supuesto: las identidades e intereses de los actores. El constructivismo parte de una “ontología relacional” y atribuye a los factores ideacionales, incluyendo cultura, normas e ideas una eficacia social por encima de la de la utilidad funcional que puedan tener: un papel en la forma en que los actores definen sus identidades e intereses44.

Los neo utilitaristas han podido converger porque com-parten los mismo fundamentos analíticos: ambos presupo-nen la existencia de una anarquía internacional; ambos creen que los Estados son los principales actores en las relaciones internacionales; ambos creen que las identidades y los in-tereses de esos Estados son fijos y exógenos a la acción; y que éstos son actores racionales que intentan maximizar sus utilidades definidas en término materiales como poder, seguridad y bienestar.

Ruggie realiza tres críticas fundamentales a las escuelas neo utilitaristas:

1. No dan repuesta a la cuestión fundacional de cómo los actores, es decir los Estados, llegan a asumir las identida-des e intereses que marcarán sus políticas;

2. Aunque es indudable que los Estados territoriales tie-nen identidades e intereses específicos, estas escuelas no tiene instrumentos analíticos para explicar por qué las identi-dades específicas conforman lo que son percibidos como sus intereses y, por tanto, los modelos de acción internacional; y

3. Hay una creciente evidencia empírica de que los in-tereses de los Estados están conformados no sólo por sus identidades sino por factores normativos cuyo origen puede situarse en el ámbito de lo internacional o de lo doméstico45.

Cabría añadir que el olvido de los procesos de relaciones donde las identidades e intereses se construyen socialmente y considerarlos exógenos a la acción dan lugar a serias dis-torsiones y omisiones. Por el contrario, el rasgo más impor-tante que diferencia el constructivismo de otras lecturas del mundo es que éste postula que las creencias no son simples

44 Anarchy...", op. cit., p. 405.45 Ibíd., pp. 14 y 15.

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añadidos teóricos que se pueden utilizar para completar los análisis instrumentalistas, sino que en determinadas circuns-tancias fuerzan a los Estados a redefinir sus intereses, y su misma visión de sí mismos46.

La idea de que la política era y es cosa de seres huma-nos y de que quien intente comprenderla debe interpretar el significado, que para los protagonistas tienen la elección y la acción políticas, estaba presente en algunas de las aporta-ciones clásicas de la literatura de la Relaciones Internaciona-les antes de que el positivismo se tornara dominante.

M. Wight propone en un esclarecedor pasaje la conside-ración del estudio de las relaciones internacionales como un ejercicio cercano a la crítica literaria, un ejercicio de herme-néutica: “los estadistas actúan bajo diversas presiones, y apelan, con diversos grados de sinceridad, a principios mo-rales. Es cosa de los que estudian las relaciones internacio-nales el juzgar sus acciones, lo que implica juzgar la validez de sus principios éticos. Éste no es un proceso de análisis científico; está más cercano a la crítica literaria. Necesita del desarrollo de una sensibilidad para estar atento a la dificultad de todas las situaciones políticas y a las encrucijadas mora-les en las que opera la acción del Estado”47.

Sin embargo, la teoría de las Relaciones Internacionales, como el resto de las llamadas Ciencias Sociales, ha seguido mayoritariamente un camino diferente: no ha intentado com-prender las acciones y relaciones humanas, sino explicarlas. Estas dos vías de acercamiento a la realidad son planteadas explícitamente por M. Hollis y S. Smith en una obra conjun-ta titulada Explaining and Understanding International Rela-tions48.

Sostienen estos autores que las Ciencias Sociales toman de dos tradiciones diferentes. La primera es heredera directa del auge de las Ciencias Naturales en los siglos XVI y XVII, que plantea una observación desde fuera y, a la manera de un científico natural, intenta explicar el funcionamiento de la naturaleza, incluyendo dentro de ella a los seres humanos, sus acciones y sus relaciones.

46 Ibíd. p. 19.47 “Anarchy...” op. cit., p. 405.48 Clarendon, Oxford, 1990.

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La segunda es heredera de las ideas historiográficas del siglo XIX, que abogaban por una comprensión de los acon-tecimientos desde dentro, buscando el significado de unos hechos – los hechos humanos – que no responden a leyes de la naturaleza49.

La primera de estas aproximaciones busca deducir de los hechos una secuencia causal, y de esta secuencia extraer las leyes naturales, que son efectivas en circunstancias si-milares y que gobiernan los acontecimientos. En su versión más extrema, esta aproximación no considera relevante lo que los actores, en nuestro caso en la arena internacional, piensen o sientan, pues su comportamiento está gobernado por un sistema de fuerzas y estructuras, que podemos co-nocer mediante la observación. De esta manera, si nuestro conocimiento es apropiado podremos predecir los aconteci-mientos futuros.

La segunda aproximación pretende, fundamentalmente, comprender; pues, a diferencia de otros elementos de la na-turaleza, que los seres humanos atribuyen sentido a sus ac-ciones. El mundo social es una construcción de reglas y sig-nificados: “el mundo social debe ser visto a través de los ojos de los actores porque (ese mundo social) depende de cómo sea visto por los actores, y su funcionamiento depende de cómo sean ejercidas las capacidades sociales de aquéllos”50.

Señalan cuatro razones por las cuales el mundo social tiene significado para los actores:

1. Los seres humanos encuentran significado en su expe-riencia y este significado depende de símbolos y sólo puede tener una expresión simbólica;

2. Dado que el lenguaje es el vehículo de la expresión humana, el significado lingüístico es un componente esencial de la vida social, así las palabras tienen significados públicos regidos por reglas y, al mismo tiempo, los seres humanos tienen intenciones y motivos cuando las usan;

3. Las acciones se producen en contextos y estos contex-tos no pueden separarse de la forma en que son entendidos por los actores; y

49 Clarendon, Oxford, 1990, p. 1.50 Clarendon, Oxford, 1990

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4. Los actores tienen ideas sobre el mundo social y sobre su funcionamiento, y se crean expectativas sobre el compor-tamiento de otros actores51.

Esta segunda aproximación apunta a una segunda dife-rencia entre el estudio de la naturaleza y el estudio de las acciones y relaciones humanas: “...la aplicación al estudio del comportamiento humano de los medios de las Ciencias Naturales tiene un límite muy claro, ya que el objeto de nues-tro estudio es también un sujeto con capacidad cognitiva y, por lo tanto, capaz de aprender y de cambiar de conducta, a diferencia del carácter repetitivo del comportamiento en el mundo natural”52.

Concluyen Hollis y Smith que siempre habrán dos histo-rias que contar de las relaciones internacionales. Una, que explique estructuras y procesos, y otra que comprenda las acciones de los individuos y de los agregados sociales53. Pero lo que me interesa resaltar aquí es que ha sido la primera de estas historias la que ha dominado la disciplina, olvidando los significados que las relaciones internacionales tienen para los Estados y para otros actores de la política mundial.

Ya hemos citado el parcial escepticismo de H. Morghentau sobre una posible teoría de las relaciones internacionales, sin embargo, es bueno recordar su obra: “Política entre las nacio-nes”54 donde desarrolla los seis principios del realismo político:

1. La política, como la sociedad en general, está goberna-da por leyes objetivas arraigadas en la naturaleza humana, que es invariable; por lo tanto es posible desarrollar una teo-ría racional que refleje estas leyes objetivas.

2. El rasgo principal del realismo político es el concepto de interés, definido en términos de poder que infunde un orden racional al objeto de la política, y de ese modo hace posible la comprensión teórica de la política. El realismo político hace hincapié en lo racional, lo objetivo y lo no emocional.

3. El realismo asume que el interés definido como poder es una categoría objetiva universalmente válida, pero no con 51 Ibíd. 68-70.52 Rodrigo, F., La teoría de las Relaciones Internacionales y el fin de la Gue-rra Fría: algunas consideraciones metodológicas, mímeo, UAM, 1995, p. 6.53 op. cit., p. 211.54 Morghentau, H., Política entre las naciones, GEL, Buenos Aires, 1986, traducción de la 6ª ed. inglesa, cap. 9: “Elementos del poder nacional”.

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una definición fijada de una vez y para siempre. El poder es el control del hombre sobre el hombre,

4. El realismo político es consciente del significado mo-ral de la acción política. Es también consciente de la tensión entre el control moral y las exigencias de la acción política eficaz. Por lo tanto, el realismo no es inmoral, sino que su objeto de estudio no es la moral.

5. El realismo político se rehúsa a identificar las aspira-ciones morales de una nación en particular con las leyes que gobiernan el universo. Es el concepto de interés definido en términos de poder lo que nos salva de los excesos morales y la torpeza política.

6. El realista político sostiene la autonomía de la esfera política. Se pregunta: ¿cómo afectará esta política el poder de la nación?”. El realismo político está basado en una con-cepción pluralista de la naturaleza humana. Un hombre pura y exclusivamente político no sería más que una bestia, pues carecería por completo de límites morales. Sin embargo, para desarrollar una teoría autónoma del comportamiento político, el “hombre político” debe abstraerse de los demás aspectos de la naturaleza humana.

En general, es una lucha por el poder, y el poder político es una relación psicológica entre aquellos que lo ejercen y aquellos sobres los cuales es ejercido. Le confiere a aque-llos un control sobre ciertas acciones de éstos a través de la influencia sobre sus mentes, dicha influencia puede ser ejercida a través de órdenes, amenazas, persuasión, o una combinación de cualquiera de tales fenómenos. Todas las naciones, según Morghentau, sufren la tentación de revestir sus propias aspiraciones como si fueran objetivos morales universales.

El Proyecto de paz perpetua de Kant se propone revertir esta filosofía del poder que alimenta la perpetuación de las guerras, no la juzga solamente peligrosa para la paz, sino para la supervivencia misma del género humano pues el rea-lismo conduce a una lógica del exterminio que terminará por imponerse a todos los beligerantes. El representante de la filosofía clásica alemana ha elaborado a partir de la crítica a las posiciones del realismo político la condición esencial para alcanzar una verdadera filosofía de la paz. En su Proyecto de

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paz perpetua, indica que el realismo no tiende a presentarse simplemente como un arte o como una técnica de gobierno, sino que tiende a imponerse como una verdadera sabiduría política.

Esta pretensión es el obstáculo más resistente y más du-rable para la emergencia de una filosofía de la paz al preten-der presentarse como una sabiduría pragmática cuya habi-lidad se llama prudencia en materia de gobierno, prudencia política que admite como una verdad primera la convicción que la salud del pueblo se identifica con la fuerza del poder: la paz misma no es más que un asunto político y es para preservar la paz civil que se impone el poder restrictivo del Estado.

Pero esta “sabiduría” no es otra cosa que el resultado de una concepción belicosa de la política, en tanto ella presupo-ne que los pueblos, al igual que los individuos, están en un estado de guerra potencial permanente, no los mira más que como enemigos virtuales, presuponiendo su natural “mal-dad”, es decir, una agresividad humanamente originaria.

En este contexto de hostilidad generalizada, no es sor-prendente ver a la moral relegada al rango de fastidiosa fan-tasía en provecho de la razón de Estado y de una política de poder identificada con el verdadero bien del pueblo, des-de que se erige como norma, como fundamento último de la conducta de los Estados, el realismo político destruye los principios sobre los cuales se asienta el deseo de fundar la paz sobre el Derecho.

5 Lewis A. COSER, “The Functions of Social Conflict. New York: The Free Press, 1956. 6 Georg Simmel (Berlín, 1 de marzo de 1858 – Estrasburgo, 28 de septiem-bre de 1918) fue un filósofo y sociólogo alemán. Doctor en filosofía por la Universidad de Berlín en 1881. Se centró en estudios micros sociológicos alejándose de las grandes macro teorías de la época. Resulta notable ob-servar la influencia de su pensamiento en la cultura científica y filosófica alemana del siglo XX. Figuras tan diferentes como Weber, Heidegger, Jas-pers, Lukács, Block, entre otros, fueron claramente influidos por su obra. Asimismo, los teóricos de la Escuela de Fráncfort, Hans Freyer y Max Sheller son también sus herederos intelectuales. Simmel escribió una gran cantidad de trabajos y artículos sueltos pero su principal contribución se encuentra en el ámbito de la sociología, especialmente en el análisis de los procesos de individualización y socialización.

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Desde que la guerra, y no la paz, es considerada como la situación más normal en las relaciones internacionales, la paz misma no sirve más que para preparar la guerra. La paz conquistada al interior, la que definen la unidad política de un pueblo, se convierte en la condición de una política extran-jera enteramente fundada sobre la lógica de las relaciones de fuerza, cuando la paz y la guerra no son vistas más que como móviles políticos, el poder, y no el derecho, decide lo que es justo.

La “prudencia política” o realismo político se hace pasar como sabiduría suprema en materia política pero Kant acusa a los consejeros del poder de pervertir ellos mismos la noción de “prudencia”, haciendo una generalización y una banaliza-ción de la excusa de la razón de Estado y, por consiguiente, una trasgresión permanente a la moral.

La “sabiduría política” que él describe no se reduce a un derecho de excepción, al uso contingente y forzado de la vio-lencia en detrimento del derecho cuando las circunstancias lo exigen; no se contenta con dar provisionalmente una licen-cia a la moral en nombre de la urgencia, sino que se erige ella misma en una moral que suplanta a la moral, en una seudo-sabiduría del interés que pretende eliminar a cualquier otra sabiduría política.

Para este moralismo político, no existe otra moral más que la política misma, no existe otro derecho más que los goces obtenidos por la fuerza: es la autoridad y no la verdad quien decide lo que es justo y la justicia no es más que el resultado del poder del Estado; no hay felicidad política sino solo domi-nación exitosa. Todas las máximas del político se reducen a una sola: es absurdo creer que la paz pueda ser deseada por otra cosa que no sea interés, en tanto interés privado de un Estado y con la condición de confundirse con él.

Si la paz no es nada más que un bien físico que se po-see y se conquista, el motivo más radical y más banal de la prudencia se encuentra aquí definido: el desprecio de los derechos del hombre cuando esto resulta conveniente. Aquel a quien Kant llama el “moralista político”, porque se fabrica una moral a la medida de los intereses de la política, de la Realpolitik diríamos hoy en día, trata a su propio pueblo, así como a sus Estados vecinos, como enemigos potenciales.

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La prudencia quiere ser esta sabiduría paradójica que se pliega a la inmoralidad en vistas de la eficiencia, y que re-lega la moral a las quimeras intelectuales dado que es una posición teóricamente débil en el contexto de la política de la hostilidad generalizada. Pero, las promesas del realismo político son engañosas pues apuntan, en realidad, a conferir a la inmoralidad una apariencia de ciencia, y a la tesis de la maldad humana una legalidad seudo-científica.

El realismo político considera a los hombres como eter-nos súbditos en razón de que son naturalmente malvados y deben ser disciplinados mediante la fuerza. Querer tratar a los hombres “tal como son” significa tratarlos como si no fueran nunca a cambiar; y afirmar que permanecerán inde-finidamente inclinados hacia lo peor, es alegar la necesidad de someterlos por medio de la violencia; es pretender que la historia tendrá siempre necesidad del engaño de los po-derosos, así como predicar un naturalismo y un historicismo catastrofistas.

Es así que el mismo realismo engendra aquellas costum-bres de las que se queja: los hombres “tal como son” no son más que los hombres tal como han sido hechos a fuerza de prácticas coercitivas abiertamente indiferentes a la justicia. Esta visión no hace más que reproducirse a sí mismo por un amoralismo calculado que rechaza todo sentido, toda direc-ción saludable para la historia humana. Al pretender reaccio-nar ante la necesidad de las guerras mientras que se alista para la carrera hacia el poder. Es por eso que sigue siendo, aún en la paz, un pensamiento de guerra: la seguridad inte-rior, obtenida por dominación, es el resultado de una proyec-ción que es más técnica que pacífica.

En el plano de las relaciones entre las naciones, el rea-lismo supone que el desinterés es algo imposible y que la corrupción es la tendencia mejor compartida. De ahí que imponga este principio en su política extranjera: para los hombres de poder, la paz no es más que un objetivo técnico pragmático que se confundirá siempre con el interés privado de los poderosos. Legitima así una suerte de injusticia profe-sional de los políticos que “eterniza la violación del derecho” haciendo de la paz misma nada más que la ocasión o el pre-texto de una extensión del poder.

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La guerra es la forma extrema que asume el conflicto social y representa el enfrentamiento armado externo entre estados o grupos sociales dentro del estado. A pesar de los criterios de algunos, que aun debaten si la guerra es la ruptu-ra de la paz o viceversa, no cabe duda que con ella se inte-rrumpe la paz y provoca un desorden en todas las esferas de la vida social, representa un periodo durante el cual, parafra-seando a Herodoto, los padres entierran a sus hijos mientras que en tiempos de paz los hijos sepultan a sus padres.

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II“de lA guerrA A lA guerrA”

“No nos engañemos: estamos inmersos en una guerra fría”55

Bernard Baruch 16 de abril de 1947

Con el inicio de la primera conflagración mundial, 1914, se abre el periodo de los más crueles de la historia y de 30 años de guerra. Los muertos llegaron a sumar unas 10.000.000 personas solo superado más tarde en la segunda, 1939, que sobrepaso los 40.000.000.

“El siglo XX, según indica Eric Hobsbawn, fue el más san-guinario del que la historia tenga registro. El número total de muertes causadas por o asociadas a sus guerras se estima en 187 millones, el equivalente a más de 10 por ciento de la población mundial en 1913. Si situamos su inicio en 1914, fue un siglo de guerra casi ininterrumpida, y hubo pocos y breves periodos en los que no hubiera algún conflicto armado orga-nizado en alguna parte. El concepto Guerra Fría es de origen norteamericano. Lo inventó en 1947 el periodista Herbert B. Swope para su uso en un discurso del senador Barnard Baruch. Lo recogió otro periodista Walter Lipman que lo popularizó en una recopilación de sus artículos titulada La Guerra Fría. Estudio de la política exterior de los Estados Unidos. A finales de los años cuarenta la expresión había ganado carta de naturaleza y se utilizaba para designar al complejo sistema de relaciones internacionales de la posguerra, la pugna entre las dos superpotencias por la hegemonía mundial y la aparición de un abismo de hostilidad y temor entre los dos grandes bloques geopolíticos. Fuente: Gil, Julio, La Guerra Fría: La OTAN frente al Pacto de Varsovia, Editorial Siglo XXI Madrid 1998. Página 7.

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Estuvo dominado por guerras mundiales; es decir, por guerras entre estados territoriales o entre alianzas de esta-dos. El periodo transcurrido de 1914 a 1945 puede conside-rarse como “una sola guerra de treinta años”, interrumpida únicamente por la pausa de los años 20 – entre la retirada final de los japoneses del lejano Oriente soviético en 1922 y el ataque a Manchuria en 1931”56.

El dominio sobre las áreas coloniales provocó conflictos entre las potencias que se resolvían en ocasiones por vía pacífica a través de acuerdos diplomáticos, o bien de guerras que se mantenían dentro de un marco estrictamente local. En estos tiempos las reglas de juego de la diplomacia internacio-nal fueron variando poco a poco y a medida que crecían las necesidades de expansión de las grandes potencias indus-triales, las confrontaciones se fueron haciendo incontrolables y resultaba cada vez más difícil resolver los conflictos en un escenario que se acrecentaba constantemente.

Los enfrentamientos ya no sólo solían presentarse en Europa sino que abarcaban a otros continentes que, junto a nuevos contrincantes, provocaban el incremento de su agre-sividad. Recordemos que Estados Unidos y Japón se habían trasformado en grandes potencias que se disputaban el do-minio del área del Pacífico. Por otro lado, Alemania afloraba pujante y poderosa, pero insatisfecha por haber llegado tarde al reparto colonial, sus intereses expansionistas en China y África del Sur chocaban con el poderío que los ingleses ha-bían establecido en esas zonas.

Las posiciones irreconciliables entre Alemania e Inglaterra generaron un sistema de alianzas permanentes que puso en peligro la paz mundial, por un lado, se formó la Triple Alianza y por otro, la Triple Entente. A todo lo anterior se suma la si-tuación de incertidumbre y explosiva a raíz de los conflictos internos que atravesaban muchas de las grandes potencias.

Muchos gobiernos trataron de resolver estas crisis socia-les y políticas llamando a todos los sectores a dejar de lado sus diferencias y a unirse situando por encima los intereses nacionales e impulsando un sentimiento patriótico durante el

56 Eric Hobsbawn Historiador y economista inglés. Autor de Historia del siglo XX, La era del capital y rebeldes primitivos. La primera versión de este traba-jo apareció en el London Review of Books.

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cual la prensa también jugó un papel importante en todo este proceso exagerando las cualidades de la nación y ridiculizan-do o disminuyendo las de los pueblos extranjeros.

Pero existía otro nacionalismo, el de los pueblos someti-dos por potencias extranjeras, que luchaban por su indepen-dencia como era el caso de la mayor parte del territorio de los Balcanes sometida por los imperios turco y austro-húngaro donde a principios del siglo XX, el choque de intereses irre-conciliables situaba a esta región como una de las zonas más conflictivas de Europa. Con el objetivo de construir un Esta-do yugoslavo que reuniera a todos los eslavos de la región debían apropiarse de territorios que estaban en poder de los imperios austro-húngaro y turco.

El imperio ruso estaba interesado en extender sus domi-nios hasta el Mediterráneo para lograrlo se compromete ayu-dar a los serbios. Alemania, Francia e Inglaterra deseaban apropiarse del territorio que en la zona ocupaba el imperio turco para dominar un punto estratégico para la comunica-ción entre el Mediterráneo y Asia central. Como se aprecia, grosso modo, en los Balcanes concurrían los odios, las riva-lidades y las insatisfacciones que se habían ido acumulando durante las últimas décadas, lo que hacía, hasta cierto punto, previsible que una crisis en la región pudiera estimular el es-tallido de una guerra generalizada.

El 5 de agosto de 1914 comenzaba la Primera Guerra Mundial y aunque la causa principal se confunde con el aten-tado que tuvo lugar en Sarajevo, el 28 de junio de 1914, al heredero del trono de Austria-Hungría y su esposa asesina-dos por un estudiante nacionalista serbio, es conocido que Austria-Hungría uso el atentado como pretexto para aniquilar a Serbia y declararle la guerra sabemos que las causas de la guerra eran más profundas.

Viena, que razonaba con recelo el progreso de Serbia, se apresuró a culparla del magnicidio y exigió satisfacciones como preámbulo de su declaración de guerra el 28 de julio. Rusia proclamó la movilización general, mientras Alemania, que había dado seguridades a su aliada para una ayuda total en caso de conflicto con Rusia, envió un ultimátum a este país, y otro a Francia como advertencia y más tarde la decla-ración de guerra a ambos países.

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Unos57 resumen las causas del conflicto armado en tres antagonismos principales:

• Entre Alemania y Francia, en forma de una enemistad reactivada por la derrota francesa de 1871, y la pérdida de Alsacia-Lorena.

• Entre Alemania e Inglaterra, competencia en el terreno de la industria de la política colonial y del rearme marino.

• Entre Austria-Hungría y Rusia, por el dominio de los Bal-canes.

Otros58, afirman que “Nueve fueron las causas que deter-minaron el inicio del primer gran conflicto del siglo XX:

1. Rivalidad entre los estados europeos por sus ambicio-nes imperialistas.

2. Carrera armamentista entre las grandes potencias.3. Rivalidad entre ingleses y alemanes por el dominio del

mar.4. Grandes problemas internos en el imperio Austrohún-

garo, por la gran cantidad de grupos étnicos diversos unidos por la fuerza.

5. Perdida del carácter defensivo de las alianzas euro-peas.

6. Política de los rusos en los Balcanes.7. Movilización de tropas y ultimátum irreflexivos.8. Nacionalismo francés (deseoso de revancha por la de-

rrota en la guerra Franco-prusiana) Nacionalismo alemán.9. Rivalidad económica entre los países de capitalismo

más avanzado, que competían para conquistar nuevos mer-cados mundiales”.

La guerra que entonces empezaba significó la muerte de la anticuada Europa, el final de los viejos tiempos, el desplo-me definitivo de una concepción del mundo. Esta guerra, que debería haber puesto fin a las guerras, dio origen a nuevos enfrentamientos, a nuevas guerras.

El conflicto militar que comenzó como un desafío locali-zado en el Imperio Austro-Húngaro y Serbia el 28 de julio de 1914; se transformó en un enfrentamiento armado a escala europea cuando la declaración de guerra austro-húngara se

57 Enciclopedia Ilustrada Barcelona, 198958 Historia Universal, Raúl Millán, octubre, Mendoza, Lanús oeste. Enciclo-pedia Clasa EGB3.

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extendió a Rusia el 1 de agosto de 1914 y, finalmente, pasó a ser una guerra mundial en la que participaron más de treinta naciones.

Es en estas condiciones que entre 1914 y 1918 se desa-rrolló en Europa la mayor conflagración hasta entonces cono-cida, motivada, sobre todo, por conflictos imperialistas entre las potencias europeas de manera que, la “Gran Guerra”, como se denominó originalmente a la primera guerra mun-dial, involucró a toda la población de los estados contendien-tes y sus colonias respectivas.

Una de las causas más notorias de la Primera Guerra Mundial fue la llamada “Paz armada” que abarca el periodo comprendido entre 1871-1914,unido a las perpetuas tensio-nes entre Estados a causa de conflictos tanto nacionalistas como imperialistas dieron lugar a que cada Estado destinara gran cantidad del capital estatal a la inversión de la industria de armamento y al fomento del ejército y con ello dieron lugar a un complejo sistema de alianzas, en las que las naciones se hallaban en conflicto sin estar en guerra.

En la segunda mitad del siglo XIX y los inicios del siglo XX, se produjo el reparto de África, Asia Meridional, y el gra-dual aumento de la presencia europea en China. A finales del siglo XIX Inglaterra dominaba el mundo tecnológico, finan-ciero, económico y sobre todo político, Alemania y Estados Unidos, se disputaban el predominio industrial y comercial.

Inglaterra y Francia, las dos principales potencias colonia-les, se enfrentaron en 1898 y 1899 en Sudán, sin embargo el rápido ascenso del Imperio alemán hizo que los dos países se unieran a través de la Entente, mientras que, por otro lado Alemania, empezó a pretender más a medida que aumenta-ba su poderío militar y económico posterior a su unificación en 1871. A todo esto se agrega una desatinada diplomacia que fue aislando al Reich, que sólo podía contar con la alian-za incondicional de Austria-Hungría.

Por su parte, Estados Unidos y, en menor medida, el Im-perio Ruso controlaban vastos territorios, unidos por largas líneas férreas (ferrocarril Atlántico-Pacífico y Transiberiano, respectivamente). Francia deseaba la revancha de la derrota sufrida frente a Prusia en la Guerra Franco-prusiana de 1870-1871. Mientras París estaba asediado, los príncipes alema-

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nes habían proclamado el Imperio en el Palacio de Versalles, lo que significó una ofensa para los franceses.

Mientras tanto, los países de los Balcanes liberados del Imperio Otomano fueron objeto de rivalidad entre las grandes potencias. Turquía, que se hundía lentamente, no poseía en Europa más que Estambul, la antigua Constantinopla, todos los jóvenes países nacidos de su descomposición (Grecia, Bulgaria, Rumania, Serbia, Montenegro y Albania) buscaron expandirse a costa de sus vecinos, lo que llevó a dos conflic-tos entre 1910 y 1913, conocidos como Guerras Balcánicas.

Impulsados por esta situación, los dos enemigos secula-res del Imperio Otomano continuaron su política tradicional de avanzar hacia Estambul y los Estrechos. Así las cosas, el Imperio Austrohúngaro deseaba proseguir su expansión en el valle del Danubio hasta el mar Negro, sometiendo a los pue-blos eslavos. El Imperio Ruso, ligado histórica y culturalmen-te a los eslavos de los Balcanes, ya les había brindado su apoyo en el pasado y contaba con ellos como aliados natura-les en su política de acceder a «puertos de aguas calientes».

Como resultado de estas tensiones, se crearon vastos sis-temas de alianzas a partir de 1882: La Triple Entente: (Fran-cia, Gran Bretaña y Rusia) y La Triple Alianza: (Alemania, Austria-Hungría e Italia). Se conoce este período como “Paz armada”, por el hecho de que Europa estaba destinando cuan-tiosas cantidades de recursos en armamentos y, sin embargo, no había guerra, aunque se sabía que ésta era inminente.

El Imperio Austrohúngaro59 y el Imperio Ruso60 buscaban ampliar su influencia en los Balcanes aprovechando la debili-

59 El Imperio austrohúngaro fue un estado europeo nacido en 1867 que re-conocía al Reino de Hungría como una entidad autónoma dentro del Imperio austríaco, a partir de ese momento, Austrohúngaro. En 1914 tenía una exten-sión de 676.615 km² y contaba con 52.799.000 habitantes y era considerada como una de las grandes potencias en el marco internacional, ocupando el 6º puesto por su potencia económica. Lo que fue estaba integrado por las nacio-nes de Austria, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y las regiones de Voivodina en Serbia, Bocas de Kotor en Montenegro, Trentino-Alto Adigio y Trieste en Italia, Transilvania y parte del Banato en Rumanía, Galitzia en Polonia y Transcarpatia en Ucrania.60 El Imperio ruso era una monarquía hereditaria a la cabeza del cual estaba un emperador autocrático (zar), representa lo que era Rusia entre 1721 y 1917 designa el periodo cronológico de la historia rusa desde la conquista de los territorios comprendidos entre el mar Báltico y el océano Pacífico iniciada

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dad del Imperio Turco, los Balcanes siempre fue considerado un importante punto de conflictos, en el cual se entrelazan varios factores como la diversidad de pueblos, idiomas, re-ligiones. Por su parte el Imperio Austrohúngaro se resistía a la voluntad de los eslavos del sur de unirse. Debido a los deseos que tenía Austria de dominar una salida al Medite-rráneo a través de Serbia. Por otra parte, el Imperio Ruso defendía la creación de esta unión para poder tener salida al mar a través de sus puertos.

En este contexto, se desataron tres crisis: en 1908 Austria se anexiona Bosnia, que la administraba desde 1878, provo-cando la cólera de Rusia, se crea la Liga Balcánica (1912) integrada por Serbia, Bulgaria, Grecia y Montenegro. De esta forma se obligaba a Turquía a abandonar sus últimos territo-rios reconociendo la independencia de Albania y en 1913 una nueva guerra enfrentó a serbios con búlgaros. Estas hostili-dades se verían reflejadas en el sistema de alianzas que se creó a causa de la llamada “Paz Armada”.

Una de las causas importantes de las rivalidades entre las potencias fue las aspiraciones hegemónicas imperiales: por un lado, Italia tenía ya problemas en las colonias, al igual que el resto de los Estados, Italia deseaba explotar los grandes territorios africanos, deseos que le fueron privados cuando Alemania le arrebató su única colonia próxima al territorio ita-liano, Túnez, causa del resentimiento de Italia hacia Alema-nia, que no se haría presente hasta 1915 cuando Italia deja el bando de los Imperios Centrales para pasarse al de los Aliados tras el Tratado de Londres.

por Pedro I hasta el reinado de Nicolás II, el último zar, y el comienzo de la Revolución de 1917. A finales del siglo XIX, el imperio comprendía 22.900.000 km². De acuerdo al censo de 1897 su población alcanzaba 125.640.000 perso-nas, habitando la mayoría (93,44 millones) en Europa. Más de 100 diferentes grupos étnicos convivían en el imperio (la etnia rusa componía el 44% de la población). Además del actual territorio de Rusia, en 1917 el Imperio ruso incluía territorios de los estados bálticos, Bielorrusia, parte de Polonia (Reino de Polonia), Moldavia (Besarabia), el Cáucaso, Finlandia, la mayoría del Asia Central y una parte de Turquía (las provincias de Ardahan, Artvin, Iğdır y Kars). Entre 1732 y 1867 el Imperio ruso también incluía Alaska, al otro lado del Estrecho de Bering. En 1914 estaba dividido en 81 provincias (óblasti) y 20 re-giones (guberniyas). Entre los vasallos y protectorados del imperio se incluían el Emirato de Bujara, el Kanato de Jiva y, tras 1914, Tuvá.

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Alemania no abandonaba los deseos de tener la zona de Marruecos ofreció su apoyo al sultán de Marruecos 1905 para establecer allí un protectorado alemán y así resistir las presiones de los franceses que se hallaban en pleno expan-sionismo colonial por el norte de África. Para resolver esta situación, en 1906 se convocó la Conferencia de Algeciras61, que frustró las aspiraciones alemanas al convertir Marruecos en un protectorado franco-español. A causa de esta frustra-ción, la resentida Alemania protagonizo en 1911 un nuevo incidente. Al final, Alemania conseguiría ampliar su colonia de Camerún a cambio de abandonar Marruecos, aunque Gran Bretaña se había puesto incondicionalmente al lado de Fran-cia. A la larga este incidente haría que Francia y Gran Breta-ña se enemistaran con Alemania.

Todas estas hostilidades entre Estados tanto por conflic-tos nacionalistas como por conflictos coloniales se vieron re-forzadas por conflictos imperiales. Gran Bretaña había sido la primera potencia mundial durante la Primera revolución industrial y Alemania lo había sido en la Segunda, ambos países poseían una flota naval en continuas fricciones y con-flictos, situación que condujo a la creación de un complejo sistema de alianzas:

• La Triple Entente, formada en principio por Francia, Gran Bretaña y Rusia;

• y la Triple Alianza, formada por Alemania, el Imperio Aus-tro-Húngaro e Italia.

61 El objetivo de la conferencia fue solucionar la llamada primera crisis ma-rroquí que enfrentaba a Francia con Alemania. Dicha crisis había surgido en 1904 con motivo del acuerdo que habían suscrito Francia y España, con el visto bueno de Gran Bretaña, para delimitar las zonas de Marruecos sobre las que ambas potencias coloniales ejercerían su protectorado. Alemania mostró su disconformidad con dicho acuerdo al estar también interesada en un protectorado propio en Marruecos e inició una ofensiva diplomática que culminaría el 31 de marzo de 1905 con la visita a Tánger de káiser Guillermo II donde anunció su defensa de la independencia marroquí y exi-gió la convocatoria de una reunión de las potencias afectadas. Además del tema principal que originó la celebración de la conferencia, se trataron otros temas como el asegurar el pago de un importante préstamo que Alemania había concedido al Sultán de Marruecos, Abd al-Aziz, en 1904, la integridad del Estado marroquí y diversos asuntos económicos y fiscales sobre dicho territorio como fueron la libertad de comercio, la recaudación de impuestos, la lucha contra el contrabando y el control aduanero.

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Diversos fueron los enfrentamientos que sirvieron de pre-ludio a la primera guerra mundial, y existe consenso en seña-lar, entre ellos, los siguientes hechos históricos:

En 1870 Francia fue derrotada por el ejército prusiano62 comandado por Helmuth G. von Moltke, Mariscal de campo alemán, cuyo genio militar ayudó a convertir a Prusia en un Estado hegemónico en Alemania, con lo que se completó la unidad de Alemania y el reconocimiento de Guillermo como emperador, por los príncipes de numerosos Estados. La de-rrota en la guerra franco-prusiana y las pérdidas territoriales colocaron a Francia en situación tirante con Alemania.

El desencadenante principal del conflicto fue el famoso Telegrama Ems, el cual había sido enviado por Guillermo I de Alemania a Bismarck la noche del 13 de julio de 1870 tras la reunión informal que mantuvo con el embajador francés en Prusia, Vincent G. Benedetti, acerca de la retirada de la candidatura del príncipe Leopoldo, hijo de Carlos Antonio, al trono real de España. La publicación de este telegrama incitó la guerra Franco-Prusiana, que comenzó el 19 de julio de 1870, el nombre del telegrama se refiere a Bad Ems, lugar de residencia y reposo de la realeza prusiana.

En 1872 se crea la Liga de los Tres Emperadores, alianza formada por los emperadores del Segundo Imperio Alemán, del Imperio Austrohúngaro y del Imperio Ruso representantes de las tres mayores potencias del este y centro de Europa en aquel momento. Esta Liga pretendía crear un frente común de oposición a las formas de gobierno de corte liberal impe-rantes en los países del occidente europeo, y se creó tras la unificación de Alemania por Prusia tras la derrota francesa en la Guerra Franco-prusiana de 1870.

La máxima ambición del canciller de hierro alemán de mantener aislada a Francia y lograr que Alemania se trans-formara en el estado más fuerte del continente se vio rea-lizada en 1873 mediante la Liga de los Tres Emperadores. En los Balcanes, el enfrentamiento de los intereses rusos y La Guerra Franco-Prusiana fue un conflicto que tuvo lugar desde julio de 1870 hasta mayo de 1871. El desencadenante principal fue el famoso te-legrama de Ems. Este conflicto bélico resultó en realidad una guerra fran-co-alemana debido a que se aliaron a Prusia todos los estados alemanes (conforme a los planes de Bismarck). Precisamente, después de esta cir-cunstancial alianza militar se produjo la unión política de Alemania.

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austríacos condujo a la disolución (1878) de la Liga de los Tres Emperadores y en 1879 la alianza entre Alemania y Austria-Hungría se hizo más fuerte cuando en 1882 se am-plió con Italia. En 1887 Alemania y Rusia firmaron un tratado mediante el cual estrecharon sus relaciones.

La Triple Alianza fue la coalición inicialmente integrada por el Imperio Alemán y el Imperio Austrohúngaro por inicia-tiva de Otto von Bismarck, a la que posteriormente se uniría Italia, aunque también se invitó al Imperio Ruso a formar par-te de ella. Cuando Rusia unió fuerzas con Inglaterra y Fran-cia para formar la Triple Entente, Alemania y Austria-Hungría buscaron a Italia como reemplazo en 1887, por lo que los in-tegrantes de esta coalición pasaron a ser conocidos como los “imperios centrales”, en alusión a su situación geopolítica en Europa. Tras optar inicialmente por Austria-Hungría, y ante la imposibilidad de mantener a la vez una alianza con Viena y San Petersburgo – enfrentadas en los Balcanes – Bismarck encontró en Italia el esperado aliado contra Francia.

El nuevo emperador de Alemania Guillermo II destituyó a Bismarck y no renovó el tratado con Rusia, lo que aprovechó la Francia aislada para aliarse con Rusia en 1894 y en 1904 pactó también con Inglaterra más adelante se aliaron tam-bién Inglaterra y Rusia, con lo que en 1907 quedó terminada la Triple Entente y el cerco de Alemania era ya un hecho.

La Triple Entente conformada por la alianza franco- rusa de 1871, la Entente Cordiale franco-británica de 1904 y el acuer-do anglo-ruso de 1907. La nueva política mundial alemana ini-ciada por Guillermo II en 1890 consiguió que estas tres poten-cias, con importantes diferencias entre sí, Francia, Inglaterra y el Imperio Ruso, se aproximaran y terminaran por coaligarse como la Aliada Mayor Nacionalista para hacer frente a la Triple Alianza de Alemania, al Imperio Austro-húngaro e Italia.

La Revolución Industrial, iniciada en Gran Bretaña a fi-nales del siglo XVIII, en Francia a comienzos del XIX y en Alemania a partir de 1870, provocó un gran incremento de productos manufacturados, por lo que estos países se vieron obligados a buscar nuevos mercados en el exterior. El área en la que se desarrolló principalmente la política europea de expansión económica fue África, donde los respectivos inte-reses coloniales entraron en conflicto con cierta frecuencia.

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La rivalidad económica por el dominio del territorio africa-no entre Francia, Alemania y Gran Bretaña estuvo a punto, desde 1898 hasta 1914, de provocar una guerra en Europa en varias ocasiones. Como consecuencia de estas tensio-nes, las naciones europeas adoptaron medidas tanto en po-lítica interior como exterior entre 1871 y 1914 que, a su vez, aumentaron el peligro de un conflicto; mantuvieron numero-sos ejércitos permanentes, que ampliaban constantemente mediante reclutamientos realizados en tiempo de paz.

Gran Bretaña, influida por el desarrollo de la Armada ale-mana, que se inició en 1900, y por el curso de la Guerra Ru-so-Japonesa, modernizó su flota bajo la dirección del almi-rante sir John Fisher. El conflicto bélico que tuvo lugar entre Rusia y Japón había demostrado la eficacia del armamento naval de largo alcance.

Los avances en otras áreas de la tecnología y organiza-ción militar estimularon la constitución de estados mayores capaces de elaborar planes de movilización y ataque muy precisos, integrados a menudo en programas que no podían anularse una vez iniciados. Los dirigentes de todos los paí-ses tomaron conciencia de que los crecientes gastos de ar-mamento desembocarían con el tiempo en quiebras naciona-les o en una guerra; por este motivo, se intentó favorecer el desarme mundial en varias ocasiones, especialmente en las Conferencias de La Haya de 1899 y 1907.

Sin embargo, la rivalidad internacional había llegado a tal punto que no fue posible alcanzar ningún acuerdo efectivo para decidir el desarme internacional. De forma paralela al proceso armamentístico, los Estados europeos establecie-ron alianzas con otras potencias para no quedar aisladas en el caso de que estallara una guerra. Esta actitud generó un fenómeno que, en sí mismo, incrementó enormemente las posibilidades de un conflicto generalizado. El camino hacia el desastre de 1914 pasó por Marruecos y los Bálcanes, en el Marruecos francés intentaron hacerse valer los intereses co-merciales alemanes, la consecuencia entre otras, fue la crisis de Agadir de 1911.

Austria declaró la guerra a Serbia el 28 de julio de 1914, ya fuera porque creía que Rusia no llegaría a unirse a Serbia o porque estaba dispuesta a correr el riesgo de un conflicto

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europeo general con tal de poner fin al movimiento naciona-lista serbio, a su vez Rusia respondió movilizándose contra Austria. Alemania advirtió a Rusia de que si persistía en su actitud le declararía la guerra, y consiguió que Austria acce-diera a discutir con Rusia una posible modificación del ulti-mátum enviado a los serbios. No obstante, Alemania insistió en que los rusos retiraran sus tropas inmediatamente al final Rusia se negó a hacerlo y Alemania le declaró la guerra el 1 de agosto.

Los franceses comenzaron la movilización de sus fuerzas ese mismo día; las tropas alemanas cruzaron la frontera de Luxemburgo el 2 de agosto y Alemania declaró la guerra a Francia el 3 de agosto, el gobierno alemán había informado al gobierno belga de su intención de marchar sobre Francia cruzando Bélgica, a fin de evitar que los franceses utilizaran esta ruta para atacar Alemania. Las autoridades belgas se negaron a permitir el paso por su territorio de las tropas ale-manas y recurrieron a los países firmantes del Tratado de 1839, en el que se garantizaba la neutralidad de Bélgica en el caso de un conflicto en el que estuvieran implicados Gran Bretaña, Francia y Alemania, para que se cumpliera lo esta-blecido en dicho acuerdo.

Gran Bretaña, uno de los países firmantes del Tratado de 183963, envió un ultimátum a Alemania el 4 de agosto en el que se exigía que se respetara la neutralidad de Bélgica; Ale-mania rechazó la petición y el gobierno británico le declaró la guerra ese mismo día. Italia, por su parte, permaneció neutral hasta el 23 de mayo de 1915, cuando rompió su pacto con la Triple Alianza para satisfacer sus aspiraciones territoriales y declaró la guerra a Austria-Hungría.

La unidad de los aliados se fortaleció en septiembre de 1914 a través del Pacto de Londres, firmado por Francia, Gran Bretaña y Rusia, con el avance de la contienda, fue-ron sumándose al conflicto países como el Imperio otomano, 63 El Tratado de Londres de 1839, llamado también la Convención de 1839, se firmó el 19 de abril de 1839. En este tratado las potencias europeas (el Reino Unido, Austria, Francia, Prusia, Rusia y los Países Bajos) reconocen oficialmente la independencia y neutralidad de Bélgica. Por insistencia del Reino Unido, su Artículo VII requería que Bélgica permaneciese perpetua-mente neutral y, consecuentemente, obligaba a las partes signatarias a res-guardar dicha neutralidad en caso de invasión.

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Japón, Estados Unidos y otras naciones del continente ame-ricano. Japón, que había firmado una alianza con Gran Breta-ña en 1902, declaró la guerra a Alemania el 23 de agosto de 1914, y el 6 de abril de 1917 lo hizo Estados Unidos.

A todo lo anterior se suma la influencia que ejerció la Re-volución Francesa y las Guerras Napoleónicas difundiendo por la mayor parte del continente europeo el concepto de de-mocracia, extendiéndose así la idea de que las poblaciones que compartían un origen étnico, una lengua y unos mismos ideales políticos tenían derecho a formar estados indepen-dientes. Sin embargo, el principio de la autodeterminación nacional fue totalmente ignorado por las fuerzas monárqui-cas y reaccionarias que decidieron el destino de los asuntos europeos en el Congreso de Viena (1815)64.

Los pueblos que deseaban su autonomía quedaron so-metidos a dinastías locales o a otras naciones. Así, por ejem-plo, los estados alemanes, integrados en la Confederación Germánica, quedaron divididos en numerosos ducados, prin-cipados y reinos de acuerdo con los términos del Congreso de Viena; Italia también fue repartida en varias unidades po-líticas, algunas de las cuales estaban bajo control extranjero; los belgas flamencos y franceses de los Países Bajos austria-cos quedaron supeditados al dominio holandés por decisión del Congreso.

Las revoluciones y los fuertes movimientos nacionalistas del siglo XIX consiguieron anular gran parte de las imposi-ciones reaccionarias acordadas en Viena. Bélgica obtuvo la independencia de los Países Bajos en 1830; la unificación de Italia fue culminada a cabo en 1861, y la de Alemania en 1871. No obstante, los conflictos nacionalistas seguían sin

64 El Congreso de Viena fue un encuentro internacional celebrado en la ciu-dad austriaca de Viena, convocado con el objetivo de restablecer las fron-teras de Europa tras la derrota de Napoleón I y reorganizar la forma e ideo-logías políticas del Antiguo Régimen. Así pues, su intención era volver a la situación anterior a la Revolución Francesa 1789. La reunión se llevó a cabo del 1 de octubre de 1814 al 9 de junio de 1815. Los acuerdos tuvieron vigencia en los territorios de Europa Central y del Este hasta el final de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, la paz se consiguió mediante el es-tablecimiento del absolutismo. Fue convocado por el emperador de Austria Francisco I, diciendo éste al final del congreso que la nueva Europa era la Europa de la Restauración.

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resolverse en otras áreas de Europa a comienzos del siglo XX, lo que provocó tensiones en las regiones implicadas y entre diversas naciones europeas.

Ya antes de la Primera Guerra Mundial habían aparecido importantes armas, los ejércitos iniciaron la guerra con la idea básica de la supremacía de la ofensiva, que cambiaron a lo largo del desarrollo de los conflictos. El empleo de la ame-tralladora terminó con la caballería, su eficacia en la defensa hizo fracasar los ataques masivos y originó el nacimiento de la sección y del pelotón. La guerra de trincheras introdujo el uso del mortero, el carro de combate dio inicio a la guerra acoraza-da, la artillería multiplicó calibres, aumentó alcances y mejoró métodos de corrección. A inicios de la guerra empezaron a em-plearse gases asfixiantes con la toma de las ciudades belgas, se comenzó la guerra biológica y química, la fortificación de campaña se perfeccionó y favoreció el auge de la guerra de trincheras, el transporte motorizado se generalizó y la aviación de guerra libró batallas aéreas independientes.

El avión fue utilizado como arma de guerra, los primeros combates entre pilotos fueron con pistolas y con carabinas pero en octubre de 1914, en la primera confrontación, un avión francés atacó con fuego de ametralladora a otro ale-mán, marcando así, la primera victoria aérea. El avión de bombardeo se creó después de iniciada la guerra y en 1917 los bombarderos alemanes atacaron Londres y otras ciuda-des inglesas, el uso de poraviones se inicia a finales de 1915.

La I Guerra Mundial estimuló enormemente la fabricación de aeronaves, su uso con fines militares y el desarrollo de la guerra aérea; se construyeron dirigibles, globos y aviones que se utilizaban la observación y el bombardeo, los dirigi-bles servían para realizar reconocimientos en el mar, y los aeroplanos, para sobrevolar las zonas costeras. En relación con las operaciones militares terrestres, los aeroplanos se empleaban para observar la disposición de las tropas y de-fensas del enemigo y bombardear sus líneas o a sus fuerzas cuando entraban en combate.

En cuanto a la guerra marítima, a comienzos de la gue-rra, el grueso de la flota británica, la Gran Flota, contaba con veinte acorazados y numerosos cruceros y destructores; es-taba ubicada en la base de Scapa Flow, situada en las islas

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Orcadas, mientras que una segunda flota protegía el canal de la Mancha. La Flota de Altamar alemana estaba compuesta por trece acorazados y tenía sus bases en los puertos alema-nes de mar del Norte.

El 7 de mayo de 1915 con el hundimiento del trasatlánti-co de pasajeros Lusitania a manos de un submarino alemán perdieron la vida muchos ciudadanos estadounidenses, lo que originó una polémica que estuvo a punto de provocar la guerra entre Estados Unidos y Alemania. Sin embargo, en marzo de 1916, el hundimiento por un submarino alemán del buque de vapor francés Sussex en el canal de la Mancha y la existencia de víctimas estadounidenses hizo estallar un nuevo conflicto entre estos países.

Otra de las principales características de la I guerra mun-dial fue la participación de un gran número de naciones, y con su inicio se produjo una reacción en cadena donde los países de la triple alianza se enfrentaron contra los de la triple Entente y Rusia con sus deseos de acabar con el Imperio Austrohúngaro, apoyó a Serbia y le declara la guerra.

Alemania, aliada de Austria, declaró la guerra cuando estos invadieron Bélgica; Turquía y Bulgaria se unieron a Austria y Alemania; mientras que Japón, Rumania, Grecia, Portugal e Italia se incorporaron dentro del bloque de la triple Entente. En 1917, soldados de Alemania hundieron varios barcos mercantes estadounidenses razón por la cual Esta-dos Unidos le declara la guerra, es así como, con excepción de algunos países del mundo, en especial América del Sur, sufrieron la más horrible de las guerras.

A los alemanes no les convenía que Estados Unidos en-trara en la guerra directamente, hasta ese momento los ale-manes estaban dominando la guerra, Así, para que Estados Unidos se quedara en su tierra, y no fuera a Europa, que crearon un plan que consistía en mandar un telegrama al em-bajador alemán en México, en el cual le dicen que si Estados Unidos declara la guerra, le diga a México que Alemania le promete los territorios en Texas, Arizona y Nevada que Esta-dos Unidos le había quitado, si le declaran la guerra a Esta-dos Unidos, el telegrama fue interceptado por los británicos y publicado y los Estados Unidos le declararon la guerra a Alemania, el 6 de abril de 1917.

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Este sería el comienzo del fin para Alemania, ya que la ayuda de Estados Unidos a los Aliados ,comenzando en mar-zo de 1918, fue de suma importancia, y provocó la derrota de los alemanes en poco tiempo, ya que después de esto llegaban 250.000 soldados americanos a Francia cada mes.

En 1917 se hicieron varias protestas en Rusia, porque el costo de la guerra no estaba dejando dinero para comer. La gente se estaba muriendo en Rusia por la guerra. En 1917 se hizo la revolución, y en octubre se retira Rusia de la guerra. En marzo de 1918 se firmó el tratado de Brest-Litovsk en el cual se declara la paz entre Rusia y Alemania, el líder de las Potencias Centrales.

La Revolución rusa fue uno de los más importantes hechos ocurridos en la época contemporánea y su impacto fue evi-dente tanto en América como Europa, aunque la Revolución no hizo expandir el comunismo como un efecto inmediato, les dio a otros países revolucionarios del tercer mundo un ejemplo a seguir. Más adelante, el modelo Político, filosófico y guber-namental tomaría renovada notoriedad a medida que Rusia, convertida en un estado paradigmático dentro del sistema so-cialista mundial y en una superpotencia económica-militar que enfrentaría a los Estados Unidos en la Guerra Fría.

La caída del régimen zarista, Revolución de Febrero, y la creación del primer estado comunista del mundo, Revolución de Octubre, fueron resultado de las situaciones políticas, so-ciales y económicas de Rusia en la época. Políticamente, el pueblo ruso odiaba la dictadura del zar Nicolás II, las bajas que los rusos sufrieron durante la I Guerra Mundial debilita-ron aún más la imagen de Nicolás y socialmente el régimen despótico del zar había estado oprimiendo al campesinado durante siglos, lo cual provocó tensiones dentro de la clase baja rural, que desembocó en conflictos violentos a lo que se suma la inflación y el hambre por toda Rusia que contribuye-ron, asimismo, a la revolución.

Las causas económicas de la Revolución rusa se atribu-yen en gran medida a la mala gestión del zar, sumada a la I Guerra Mundial, donde más de quince millones de hombres se unieron al ejército, que produjo un número insuficiente de trabajadores en las fábricas y las granjas que trajo como re-sultado una gran escasez generalizada de alimentos y mate-

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rias primas. Los obreros tuvieron que soportar terribles con-diciones de trabajo, incluyendo jornadas de doce a catorce horas y bajos salarios.

Se desencadenaron cuantiosas revueltas y huelgas rei-vindicando mejores condiciones y mayores salarios a pesar de que algunas fábricas accedieron a las peticiones para ele-var los salarios, la inflación de guerra anuló su efecto; en es-tas condiciones se organiza una protesta ante la cual Nicolás respondió con violencia, en respuesta, los trabajadores de la industria fueron a la huelga y paralizaron de hecho el ferroca-rril y el resto de redes de transporte.

Las pocas mercancías que estaban disponibles no podían llevarse a su lugar de destino, los precios se dispararon a me-dida que los bienes esenciales eran cada vez más escasos, el hambre amenazaba a muchas de las grandes ciudades el fracaso de Nicolás en resolver los problemas económicos de su país y la promesa del comunismo por aplacarlos compuso el núcleo de esta revolución.

Las causas sociales de la Revolución tienen su origen en siglos de opresión del régimen zarista sobre las clases bajas, además de los desmanes de Nicolás en la I Guerra Mundial. Aproximadamente un 85% del pueblo ruso formaba parte del campesinado, oprimido por las clases superiores y el propio régimen, el sometimiento, típico de la Edad Media describe con precisión la situación social de la Rusia Zarista.

En 1861, el zar Alejandro II de Rusia emancipó a estos campesinos no por razones morales sino porque impedía el avance social de Rusia sin embargo, esta nueva libertad fue de carácter limitado, dado que no tenían ninguna tierra que cultivar, así las cosas, el gobierno elaboró nuevas leyes que les otorgaban pequeñas parcelas que trabajar. No obstante, la cantidad de tierra que se les cedió era insuficiente y como resultado se desencadenaron varias sublevaciones.

La I Guerra Mundial sólo aumentó el caos, la colosal de-manda de producción industrial de artículos de guerra y obre-ros causó muchas más insurrecciones y huelgas, además, como se necesitaban grandes cantidades de trabajadores en las fábricas, los campesinos emigraron a las ciudades, que pronto se vieron superpobladas, en condiciones de vida que rápidamente empeoraron.

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Para colmo, mientras que la cantidad de alimentos reque-rida por el ejército era cada vez mayor, el abastecimiento tras el frente se empobrecía más y más, el hambre amenazaba a la mayoría de las grandes ciudades, la suma de todos los fac-tores anteriores contribuyó a un creciente descontento entre los ciudadanos rusos, que posteriormente desembocaría en la Revolución. La circunstancia política de la Revolución rusa es, esencialmente, el resultante de la combinación de los pro-blemas sociales y económicos mencionados arriba.

Las condiciones de salud y seguridad en el trabajo eran sombrías, y los salarios bajaban, se produjeron numerosas huelgas y protestas con el paso del tiempo ignoradas por Ni-colás o reprimidas, en ocasiones de una manera violenta y mortífera como fue el llamado Domingo Sangriento. El intento fracasado de conquista de Manchuria fue también muy impo-pular entre el pueblo, parte de la clase intelectual, educada en muchos casos en Occidente, también rechazaba la auto-cracia zarista en 1915, la situación se tornó crítica cuando Nicolás decidió tomar el control directo del ejército, para de esta forma supervisar personalmente el frente de guerra.

Sobre finales de octubre de 1916, Rusia había perdido entre casi dos millones de soldados, a los que había que agregar dos millones de prisioneros de guerra y un millón de desaparecidos, empezaron a suceder motines, y en 1916 los soldados estaban hambrientos y faltos de calzado, municio-nes e incluso de armas, se culpaba al Zar Nicolás de estas calamidades, y el pequeño apoyo que todavía le quedaba empezó a tambalearse.

A medida que este descontento general y odio hacia Ni-colás II crecían, la Duma (cámara baja del parlamento ruso representada por terratenientes, ciudadanos, trabajadores de la industria y campesinos) emitió una advertencia al zar en noviembre de 1916 declarando que se avecinaba el desastre sobre la nación si no se ponían en marcha reformas consti-tucionales, como era de esperar el Zar hizo caso omiso y el resultado no se demoró, varios meses después el régimen colapsó durante la Revolución de febrero de 1917.

Un año después, el zar y su familia fueron ejecutados, a la postre, la gestión inepta del Estado y de la guerra por parte de Nicolás le costaron el trono y la vida, la Revolución de Fe-

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brero sobrevino casi espontáneamente, cuando el pueblo de Petrogrado protestó contra el régimen zarista por la escasez de comida en la ciudad a todo esto se agregaba un gran des-contento con la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial, de manera que a medida que las protestas crecían, muchos políticos reformistas (tanto liberales como de extre-ma izquierda), empezaron a coordinar sus actividades.

A principios de febrero las protestas se fueron tornando vio-lentas en cuanto los ciudadanos se sublevaron y enfrentaron a la policía y los soldados en estas condiciones el grueso de los efectivos destacados, en la capital se unió a la sublevación; que se convierte en una verdadera revolución que obliga abdicar al zar previo a una transición casi sin derramamiento de sangre.

Se constituyó un nuevo gobierno provisional, también lla-mado Duma, a la vez que se planeó la convocatoria de elec-ciones, entre febrero y octubre los revolucionarios intentaron fomentar cambios más radicales, bien a través del Soviet de Petrogrado o de forma directa. La Revolución de Octubre liderada por Vladimir Lenin marcó el inicio del sistema so-cialista mundial en el siglo XX y no fue espontánea como la revolución de Febrero sino resultado de planes madurados y actividades coordinadas desde principio a fin. El 7 de noviem-bre de 1917, los líderes bolcheviques Vladimir Lenin y León Trotsky lideraron a los revolucionarios de izquierda en una revuelta contra el ineficaz Gobierno Provisional.

La Revolución de Octubre culminó la fase revolucionaria instigada en febrero, reemplazando el gobierno provisional, encabezado por Kerensky, por el poder organizado y delibe-rativo de los soviets obreros, soldados y campesinos, verda-deros organismos de participación política y asamblearia por parte de las clases trabajadoras de la población.

Sin embargo, aunque muchos bolcheviques, León Trotsky y el propio Lenin, apoyaban una democracia soviética, el mo-delo de “reformas desde arriba” y del socialismo en un solo país ganó el definitivo poder, en detrimento de la teoría de la revolución permanente de Trotsky, cuando Lenin murió y Stalin asumió el control de la URSS y del Partido Comunista de la Unión Soviética. Trotsky y sus simpatizantes, además de otros comunistas democráticos y anarquistas, fueron per-seguidos y finalmente encarcelados o asesinados.

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La Guerra civil rusa, que estalló en 1918 tras un breve periodo después de la Revolución de octubre, trajo muerte y sufrimiento a millones de personas de ambos bandos sin importar su postura política, además las viejas capas de la población que veían perder sus privilegios o posición social, o se veían beneficiados por el anterior sistema, los blancos recibían el apoyo de potencias extranjeras tales como el Rei-no Unido, Estados Unidos, Canadá, Francia, Japón, Polonia, Turquía; que intervinieron activamente en la contienda me-diante el envío de material, recursos, aparato logístico y nu-merosos contingentes de tropas.

Hay quien dice que la revolución rusa fue ideada para extenderse a través de todo el mundo, Lenin y Trotsky dije-ron que la meta del socialismo en Rusia nunca se llevaría a cabo sin el éxito del proletariado mundial en otros países, como se vio en la Revolución Alemana, sin embargo, hasta el día de hoy, este asunto es objeto de opiniones contradic-torias por varios grupos y partidos marxistas sobre la histo-ria comunista.

La derrota alemana en la Primera Guerra Mundial anuló el tratado de Paz65, y todas las pérdidas rusas fueron recu-peradas para 1940, solamente Finlandia y Turquía, sucesora del Imperio Otomano, conservaron los territorios recibidos en Brest-Litovsk. En el tratado, Rusia renunciaba a Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia, Curlandia, Lituania, Ucrania y Be-sarabia, que a partir de entonces quedaron bajo el dominio y la explotación económica de los Imperios Centrales.

Desde que los norteamericanos llegan a Europa, los Po-deres Centrales empiezan a ser agredidos por todos los la-dos, con excepción de Rusia. Los atacan por Italia, por Bél-gica, por Francia y por África. Bulgaria abdicó el 4 de octubre de 1918, Turquía abdicó el 31 de octubre, y Austria el 3 de no-viembre. Alemania se quedó sola y el 9 de noviembre dimitió el Káiser Wilhelm, y el 10 de noviembre renuncio Guillermo II al trono alemán. cuando se firmó el Armisticio por parte de los 65 La Paz de Brest-Litovsk es un tratado de paz firmado el 3 de marzo de 1918 en la ciudad polaca de igual nombre (entonces bajo soberanía rusa, actual Brest) entre el Imperio Alemán, Bulgaria, el Imperio austrohúngaro, el Imperio otomano y la Rusia soviética. Asimismo, entregó Ardahan, Kars y Batumi al Imperio otomano. Con este tratado, Alemania reforzó el frente occidental con efectivos orientales.

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generales de todos los países, y se dio la guerra oficialmente por acabada el 11 de noviembre.

El 27 de Octubre de 1918 Alemania consintió en aceptar las negociaciones de paz, Guillermo II se vio obligado a en-tregar el poder en momentos en que se extendía por toda Alemania una revolución proletaria posteriormente sofocada y en 1919 se reunieron en Versalles, los representantes de los países vencedores para preparar el tratado definitivo de paz y en ese mismo año, Alemania firmó el Tratado de Ver-salles, por lo que quedaba obligado a reducir drásticamente su ejército y armamento y a pagar fuertes sanciones econó-micas como reparación por los daños causados a los aliados durante la guerra, además, de perder su imperio colonial y numerosos territorios en Europa.

Tras la derrota de Alemania en la I Guerra Mundial, los vencedores no llegaban a un acuerdo sobre las reparacio-nes de guerra que debía pagar la nación vencida, en estas condiciones de incertidumbre los líderes de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia celebraron la Conferencia de Paz de París en 1919 y elaboraron el Tratado de Versalles. Al finalizar la Primera Guerra Mundial los Aliados se reúnen en la Conferencia de Paz de París para acordar los términos de la paz con Alemania, el antiguo Imperio Austrohúngaro, uno de sus resultados fue el conocido Tratado de Versalles.

Las discusiones de los términos de la paz empiezan el 18 de enero de 1919, y fue presentado ante Alemania en mayo siguiente como única alternativa, y su rechazo habría impli-cado la reanudación de las hostilidades, el tratado estableció la creación de la Sociedad de Naciones, con el propósito de que esta organización mediara como árbitro en los conflictos entre las naciones para prevenir que se llegara a un enfren-tamiento bélico, en ella se prohibió el ingreso a Alemania por considerar que fue la única responsable de la guerra.

Los representantes de la reunión fueron el primer minis-tro británico Lloyd George, el ministro de Asuntos Exteriores italiano Giorgio Sonnino, el jefe de gobierno francés Geor-ges Clemenceau y el presidente de Estados Unidos Thomas Woodrow Wilson.

A pesar de que todas las naciones confiaban en que los acuerdos alcanzados después del conflicto restablecerían la

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paz mundial sobre unas bases estables, las condiciones im-puestas promovieron un conflicto aún más destructivo. Los Imperios Centrales aceptaron los catorce puntos elaborados por el presidente Wilson como fundamento del armisticio, es-perando que los aliados los adoptaran como referencia bási-ca en los tratados de paz.

Sin embargo, la mayor parte de las potencias aliadas acu-dieron a la Conferencia de Versalles con la determinación de obtener indemnizaciones en concepto de reparaciones de guerra equivalentes al coste total de la misma y de repartirse los territorios y posesiones de las naciones derrotadas según acuerdos secretos. Durante las negociaciones de paz, el pre-sidente Wilson insistió en que la Conferencia de Paz de París aceptara su programa, pero finalmente desistió de su propó-sito inicial y se centró en conseguir el apoyo de los aliados para la formación de la Sociedad de Naciones.

Entre las principales consecuencias de tan funesta guerra se encuentra la muerte de más de 12 millones de personas y varios millones de heridos, en su mayoría jóvenes, princi-palmente de Rusia, Alemania, Francia y el Reino Unido. Las pérdidas materiales fueron enormes se calculan en más de 186.000 millones de dólares, en las tres primeras semanas de la guerra, los alemanes perdieron 600.000 hombres.

El territorio de Turquía se redujo y el imperio austrohúnga-ro desapareció dando lugar a cuatro nuevos Estados: Austria, Checoslovaquia, Hungría y Yugoslavia. La Primera Guerra Mundial marcó el fin de la supremacía de las potencias de Europa y fortaleció la posición de los Estados Unidos y de Japón, en casi toda Europa los medios de comunicación, el transporte, los cultivos, los edificios, quedaron destruidos. La contienda generó un intenso desarrollo de los instrumentos y técnicas de guerra: fusiles de repetición, ametralladoras, gases asfixiantes dando origen a la guerra biológica y quími-ca, hubo tanques, dirigibles y aviones, también se practicaron los bombardeos a las ciudades, la artillería multiplicó los cali-bres, aumentó el alcance y mejoró los métodos de corrección y se generalizó el transporte motorizado.

Hubo una intensa participación de la sociedad civil impli-cándose en operaciones bélicas, de igual forma participaron instituciones como la Cruz Roja donde la mujer desempeñó

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una gran labor. A pesar de la labor desempeñada por la Cruz Roja, se desataron grandes epidemias de enfermedades in-fectocontagiosas.

A pesar de los esfuerzos realizados para provocar la paz mundial con el Tratado de Versalles, las potencias vencedo-ras permitieron que se incumplieran algunos de los términos establecidos lo que provocó el resurgimiento del militarismo y del nacionalismo agresivo de Alemania y de los desórdenes sociales en gran parte de Europa, agudizó la crisis económi-ca, hubo una fuerte agitación social y hubo el resurgimien-to de movimientos bélicos producto de graves disputas que quedaron sin resolver.

Todas las pérdidas ocasionaron una disminución de la producción industrial y agrícola, las reservas de oro y las in-versiones se redujeron, toda Europa entró en una grave cri-sis económica, recordemos que el patrón oro era el respaldo de los billetes en determinada cantidad de oro y en muchos países existía bimetalismo donde los billetes estaban respal-dados por una parte de oro y otra de plata. Su abandono co-menzó durante la primera guerra mundial, dada la necesidad de los gobiernos beligerantes de imprimir la moneda sin tener la capacidad de redimirla en metal.

El patrón cambio oro es un sistema monetario por el cual se fija el valor de una divisa en términos de una determinada cantidad de oro donde el emisor de la divisa garantiza po-der devolver al poseedor de sus billetes la cantidad de oro en ellos representada. Este sistema se reimplantó en Bret-ton Woods, cuando surgió el Fondo Monetario Internacional (FMI). Las divisas que garantizaban el cambio al oro fueron el dólar y la libra esterlina. Este sistema dio lugar a una esta-bilidad relativa y duradera, de 1944 a 1971 en este periodo la mayoría de las economías del mundo se desarrollaron, por lo que esa etapa se conoce en la historia como la “Edad de oro”.

La vigencia del patrón oro, que imperó durante el siglo XIX como base del sistema financiero internacional, terminó a raíz de la Primera Guerra Mundial, de forma que ya no se utiliza en ningún lugar del mundo. Suiza fue el último país en abandonarlo en 1998. Este patrón es un sistema monetario bajo el cual el valor de la moneda de un país es legalmente definido como una cantidad fija de oro, la moneda en circu-

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lación está constituida por piezas de oro, o por billetes de banco (papel moneda) que las autoridades monetarias están obligadas a convertir, si así se las demanda, por una cantidad determinada de oro. Además, los individuos tienen la posibili-dad de exportar e importar oro libremente.

El patrón estuvo en vigencia, con diversas variaciones, hasta bien entrado el siglo pasado: Inglaterra lo abolió, por ejemplo, en 1931 cuando se usa el patrón oro se estabilizan, dentro de una estrecha franja, los valores de las diferentes monedas que aceptan el mismo. Un déficit en la balanza de pagos produce un flujo de salida de oro, el cual, si no se to-man medidas compensatorias por parte del banco central del país, causa una contracción en la oferta monetaria; esto, a su vez, lleva a la disminución de los precios interiores con res-pecto a los de otros países; lo cual alienta las exportaciones y reduce las importaciones, posibilitando así un flujo de oro en sentido inverso (entrante al país).

A pesar de las ventajas del sistema, fue abandonado du-rante los primeros años de la crisis de la década de los treinta para evitar que precios y salarios descendieran en respuesta a una bajada de la demanda global, de modo que los ajustes recayeron sobre la cantidad de empleo total; en estas con-diciones se consideró “menos doloroso”, en lo inmediato, la depreciación del tipo de cambio (es decir el abandono del pa-trón oro puro) para abaratar las exportaciones, que la reduc-ción de los salarios, especialmente porque la presión de los sindicatos impuso, en buena medida, este tipo de política66.

66 El patrón como sistema monetario internacional no podía funcionar sin la cooperación de los países que lo adoptaban mientras funcionó impidió que las naciones llevasen a cabo las políticas aislacionistas que disminuyen el comercio mundial y tienden a producir un estancamiento riguroso. Después de su colapso surgieron rápidamente políticas nacionalistas discriminatorias, en particular devaluaciones recurrentes, que restringieron el comercio multi-lateral y ahondaron la crisis de los años treinta. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se ha intentado restaurar la coor-dinación entre las políticas monetarias de los diversos países y la libertad de comercio internacional, mediante la creación de organismos como el FMI y el GATT. A lo largo de la geografía y de la historia se han usado muchos bienes como dinero; conchas, vacas, sal, cigarrillos, etc. pero el que acabó triunfando fue el oro. Sus características como bien duradero, divisible, ho-mogéneo y difícil de falsificar lo convirtieron en el bien líquido por excelencia, por lo que fue bendecido por el mercado para servir de moneda de cambio.

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Posteriormente, los gobiernos han ido descubriendo pro-blemas debidos al uso de un patrón oro para poder controlar la oferta monetaria pues su uso es inestable frente a cual-quier decisión gubernamental, que en un momento dado decida suspenderlo como hicieron las naciones beligerantes durante la Primera Guerra Mundial y que su ineficacia como sistema monetario .

Lo cierto es que el argumento de que las reservas en el mundo son desiguales no es sostenible, ya que en el caso de Japón, la entrada de oro sería extraordinaria debido al volu-men de sus exportaciones, todo ello sin necesidad de tener una sola mina de oro en su territorio. Las críticas más fuertes contra el patrón oro proceden del keynesianismo ya que lo acusan de haber sido el principal responsable de la gran de-presión económica que siguió al crack de 1929.

Aunque modernamente este punto de vista se ha des-mentido y, de acuerdo a la teoría macroeconómica moder-na, la verdadera responsabilidad hay que buscarla más bien en los repetidos fracasos para poder restaurar un patrón oro tan estable como el que existía antes de la Primera Guerra Mundial, así como en los problemas estructurales del sistema bancario y en la política monetaria seguida por los bancos centrales.

En la visión general de los economistas, la objeción más fuerte contra el patrón oro se deriva de las consideraciones previamente citadas en torno a su ineficacia y a razones de índole social más que puramente económicas. Consideran tales economistas que el uso de un patrón oro da lugar a eta-pas largas de fuerte crecimiento económico separadas por

De todas formas, en la práctica, la moneda fraccionaria más utilizada a lo largo de la historia ha sido la plata, aunque el verdadero valor residiera en el oro. Por eso, cuando se habla de patrón oro no quiere decir que se esté hablando necesariamente de monedas circulantes de oro físico o de paga-rés respaldados contra reservas de oro disponibles en el acto; sino de un sistema monetario respaldado por un bien tangible con valor en sí mismo.Uno de los problemas que se le puede poner a los metales como moneda es su peso, por lo que pronto se hicieron comunes los billetes, que no son otra cosa que promesas firmadas de entregar a su portador la cantidad en oro que en ellos se representa. Los bancos emitían estos billetes cuidándose de mantener una relación sensata entre el dinero que habían emitido y las reservas de oro que custodiaban en sus cajas fuertes, dado que, en caso contrario, perderían la confianza de sus clientes.

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depresiones severas e intensas, que dan lugar a miseria y empobrecimiento generalizados durante periodos cortos de tiempo, ciclos que ocurrieron repetidas veces a lo largo del siglo XX.

Pero un hecho cierto es que el abandono total del patrón oro ha supuesto un crecimiento enormemente disparatado de la oferta monetaria mundial, muy superior al crecimiento total de los bienes y servicios que la sociedad es capaz de produ-cir, causa de la inflación permanente en la que vivimos las sociedades occidentales, y que las depresiones causantes de paro y pobreza sobrevinieron después de largos periodos de envilecimiento, por parte de los gobiernos, de las divisas sometidas a un patrón oro no estricto, contrariamente a como sucedió en la segunda mitad del siglo XIX, hasta que al final, la convertibilidad en oro es abandonada por esos mismos go-biernos y bancos centrales, aduciendo, falta de flexibilidad en la política monetaria.

Durante la guerra, los estados beligerantes mantuvieron la fachada del patrón oro, pero el edificio monetario pronto se desplomo y en enero de 1918 se creó un comité específico, con el objetivo de proponer políticas apropiadas para la tran-sición de la posguerra conocido como la Comisión Cunliffe. Su informe recomendaba a Inglaterra la restauración del Pa-trón Oro y describía su funcionamiento en términos del meca-nismo de precios y flujos de dinero. Además, incorporaba el rol de las tasas de interés y los movimientos de capital. Uno de los pocos críticos manifiestos con esta resolución fue el prestigioso economista inglés John Maynard Keynes.

En este contexto, la preocupación creciente de las eco-nomías por sus problemas internos hace que intenten evitar los problemas derivados de los equilibrios externos cerrando sus economías al exterior. Especialmente problemático fue el abandono del patrón oro por parte de Inglaterra en 1931, cuando el gobierno de Inglaterra, el país central, renuncia de sus obligaciones como detentador de la moneda para resol-ver problemas o conflictos internos.

A pesar de que todas las naciones confiaban en que los acuerdos alcanzados después del conflicto restablecerían la paz mundial sobre unas bases estables, las condiciones im-puestas promovieron un conflicto aún más destructivo. Los

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Imperios Centrales aceptaron los puntos elaborados por el presidente Wilson como fundamento del armisticio, esperan-do que los aliados los adoptaran como referencia básica en los tratados de paz.

Hacia el final de la Primera Guerra Mundial, el presiden-te de los Estados Unidos, Woodrow Wilson hizo un llamado a las naciones europeas en conflicto para que detuvieran el fuego y dieran paso a la reconstrucción del continente.

Para este objetivo redactó un discurso conocido como los Catorce Puntos, que no era más que una serie de propuestas que permitirían desvanecer el fantasma de la guerra en todo el planeta y la conformación de un nuevo orden mundial. El discurso fue dado el 8 de enero de 1918 ante el Congreso de los Estados Unidos donde expone los siguientes puntos:

1. Convenios abiertos y no diplomacia secreta en el futuro.2. Absoluta libertad de navegación en la paz y en la guerra fuera de las aguas jurisdiccionales, excepto cuando los mares quedasen cerrados por un acuerdo internacional.3. Desaparición, tanto como sea posible, de las barreras económicas.4. Garantías adecuadas para la reducción de los arma-mentos nacionales.5. Reajuste, absolutamente imparcial, de las reclama-ciones coloniales, de tal manera que los intereses de los pueblos merezcan igual consideración que las aspiracio-nes de los gobiernos, cuyo fundamento habrá de ser de-terminado, es decir, el derecho a la autodeterminación de los pueblos.6. Evacuación de todo el territorio ruso, dándose a Rusia plena oportunidad para su propio desarrollo con la ayuda de las potencias.7. Plena restauración de Bélgica en su completa y libre soberanía.8. Liberación de todo el territorio francés y reparación de los perjuicios causados por Prusia en 1871.9. Reajuste de las fronteras italianas de acuerdo con el principio de la nacionalidad.10. Oportunidad para un desarrollo autónomo de los pue-blos del Imperio Austrohúngaro.

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11. Evacuación de Rumanía, Serbia y Montenegro, con-cesión de un acceso al mar a Serbia y arreglo de las rela-ciones entre los estados balcánicos de acuerdo con sus sentimientos y el principio de nacionalidad.12. Seguridad de desarrollo autónomo de las nacionalida-des no turcas del Imperio otomano, y el Estrecho de los Dardanelos libres para toda clase de barcos.13. Declarar a Polonia como un estado independiente, que además tenga acceso al mar.14. La creación de una asociación general de naciones, a constituir mediante pactos específicos con el propósito de garantizar mutuamente la independencia política y la integridad territorial, tanto de los Estados grandes como de los pequeños.

La Sociedad de Naciones (SDN) fue un organismo inter-nacional creado por el Tratado de Versalles, el 28 de junio de 1919, se proponía implementar las bases para la paz y la reorganización de las relaciones internacionales una vez finalizada la Primera Guerra Mundial.

El Pacto de la Sociedad de Naciones proclama que: “las Altas Partes contratantes: considerando que para fomentar la cooperación entre las naciones y para garantizar la paz y la se-guridad, importa: aceptar ciertos compromisos de no recurrir a la guerra; mantener a la luz del día relaciones internacionales, fundadas sobre la justicia y el honor; observar rigurosamente las prescripciones del Derecho internacional, reconocidas de aquí en adelante como regla de conducta efectiva de los Go-biernos; hacer que reine la justicia y respetar escrupulosamen-te todas las obligaciones de los Tratados en las relaciones mu-tuas de los pueblos organizados; Adoptan el presente Pacto”.

El Pacto de la SDN (los 26 primeros artículos del Tratado de Versalles) fue redactado en las primeras sesiones de la Conferencia de París por iniciativa del Presidente de los Es-tados Unidos, Woodrow Wilson. El 15 de noviembre de 1920 se celebró en Ginebra la primera asamblea de la sociedad, con la participación de 42 países. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial a mediados del siglo XX, la SDN fue disuelta el 18 de abril de 1946, siendo sucedida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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La creación de la Sociedad de Naciones fue la reacción de las diferentes naciones contra los horrores que provocó la Primera Guerra Mundial67. Millones de muertos, inválidos, población civil desplazada, pobreza, deuda de guerra, la caí-da de cuatro imperios – el alemán, el austrohúngaro, el ruso y el otomano – que a su vez provocó inestabilidad política. La Sociedad de Naciones pretendía impedir una repetición de los hechos que dieron lugar a la guerra, como la falta de cooperación, la existencia de pactos secretos entre estados o la ignorancia de los pactos internacionales. Por eso se quiso crear un organismo a través del cual las naciones pudiesen resolver sus disputas por medios pacíficos en lugar de milita-res, evitando aquellas causas que llevaron a la guerra:

La propia exposición de los motivos del Pacto de la Socie-dad de Naciones proclama:

“Las Altas Partes contratantes: considerando que para fo-mentar la cooperación entre las naciones y para garantizar la paz y la seguridad, importa: aceptar ciertos compromisos de no recurrir a la guerra; mantener a la luz del día relaciones internacionales, fundadas sobre la justicia y el honor; obser-var rigurosamente las prescripciones del Derecho internacio-nal, reconocidas de aquí en adelante como regla de conducta efectiva de los Gobiernos; hacer que reine la justicia y respe-tar escrupulosamente todas las obligaciones de los Tratados en las relaciones mutuas de los pueblos organizados; Adop-tan el presente Pacto”.

Los países integrantes68 originales eran los 32 miembros del anexo al Pacto y los 113 de los Estados invitados a parti-cipar, quedando abierto el ingreso futuro al resto de los paí-ses del mundo. Las excepciones fueron Alemania, Turquía y la URSS, en el caso del Reino Unido, le fue permitido el ingreso de sus dominios y colonias, como India, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda.

Estos países fueron incorporados posteriormente: Austria en 1920, Alemania – por medio del Tratado de Locarno – en 67 Rotary International (ed.): «Evaluating the League of Nations.» (en inglés) (revista). The Rotarian. Vol. 45, nº 3. (septiembre de 1934). Consultado el 27 de agosto de 2009.68 Oraá O., Jaime; Gómez Isa, Felipe. «Capítulo 1. Organizaciones interna-cionales», Textos básicos de Derecho Internacional Público. (libro), Bilbao: Universidad de Deusto, p. 11. ISBN 8474857031 .

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octubre de 1925 (que posibilitó su ingreso como miembro en septiembre de 192669; Turquía en 1934 y la Unión Soviética en 1934. Estados Unidos nunca se incorporó a la Sociedad, debido a la negativa del Congreso estadounidense a partici-par en ella, aunque sí perteneció a sus organismos afiliados.

Estaba organizada en tres organismos, según el Tratado de Versalles.

I. La Asamblea: compuesta por los Estados miembros de la SDN. Se reunía en el mes de septiembre de cada año en Ginebra, Suiza. Cada Estado tenía derecho a un voto. Se encargaba de proponer y votar las resoluciones y recomendaciones por unanimidad, así como elegir los miembros no permanentes del Consejo. Las candidaturas de nuevos países integrantes debían obtener la aproba-ción de dos tercios de los votos de la Asamblea. Además, debía aprobar el presupuesto de la Sociedad, el trabajo del Consejo, del Secretariado, organizaciones técnicas y comisiones asesoras. Tenía participación en la elección de los jueces al Tribunal Permanente de Justicia Interna-cional.II. El Consejo: originalmente estaba compuesto por 5 miembros permanentes: Francia, Italia, Japón, Reino Uni-do y los Estados Unidos (el cupo de éste último fue deja-do vacante en caso que se incorporara posteriormente); y 4 miembros no permanentes elegidos por la Asamblea y renovados por tercios cada tres años. En 1926 al ingre-sar Alemania, se le asigna el puesto de los Estados Uni-dos. Los estatutos son reformados en 1934, proveyendo un Consejo de 6 miembros permanentes, uno de cuyos asientos es asignado a la – que acababa de ingresar – y 11 miembros no permanentes electos por la Asamblea. El Consejo sesionaba regularmente tres veces al año y en sesiones especiales si lo merecía la ocasión. Sus re-soluciones se tomaban por votación unánime, salvo en materias de procedimiento. El consejo actuaba como una comisión de indagación y conciliación en cualquier dispu-ta que le fuera presentada. Los países no integrantes de

69 La República de Weimar (1918-1930) (en español). Deutsche Welle 13.01.2007 (2007). Consultado el 11/03/2008.

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la Sociedad podían presentar cualquier tema que afectara sus intereses directamente al Consejo70. III. El Secretariado: organismo permanente que se en-cargaba de preparar las sesiones de la Asamblea y del Consejo, así como la elaboración de informes y documen-tos. Estaba encargado de las comisiones asesoras y del Alto Comisario de la Ciudad libre de Dánzig71.Después de un desarrollo muy sangriento en tierras euro-

peas, la guerra terminó tras 4 años de intensa lucha por parte de los diferentes países que hicieron parte de esta, y dejando como saldo terribles consecuencias para la humanidad. Fue el primer conflicto armado en cubrir más de la mitad del pla-neta y el segundo más sangriento de la historia, antes de la Segunda Guerra Mundial, a esta conflagración.

Otra novedad del Pacto de la Sociedad era la obligación de los Estados miembros de publicar sus tratados y registrar-70 Estructura del Tratado* Parte I – Cláusulas financieras (artículos 248 al 263).* Parte II – Las Fronteras de Alemania (artículos 27 al 30).* Parte III – Cláusulas para Europa (artículos 31 al 117 y anexos).* Parte IV – Derechos e intereses alemanes fuera de Alemania (artículos 118 al 158 y anexos).* Parte V – Cláusulas militares, navales y aéreas (artículos 159 al 213).* Parte VI – Prisioneros de guerra y cementerios (artículos 214 al 226).* Parte VII – Sanciones (artículos 227 al 230).* Parte VIII – Reparaciones (artículos 231 al 247 y anexos).* Parte IX – El Pacto de la Sociedad de Naciones (artículos 1 al 26 y anexo).* Parte X – Cláusulas económicas (artículos 264 al 312).* Parte XI – Navegación aérea (artículos 313 al 320 y anexos).* Parte XII – Puertos, vías marítimas y vías férreas (artículos 321 al 386).* Parte XIII – Organización Internacional del Trabajo (artículos 387 al 399).* Parte XIV – Procedimientos (artículos 400 al 427 y anexo).* Parte XV – Garantías (artículos 428 al 433).* Parte XVI – Previsiones, misceláneas (artículos 434 al 440 y anexo).71 Ciudad-Estado autónoma establecida el 10 de junio de 1920 en la actual ciudad polaca de Gdansk (de 1772 a 1920 parte de Prusia), de acuerdo a la Parte III, sección IX, del Tratado de Versalles (1919). Dánzig dejaba de for-mar parte de Alemania y quedaba bajo la tutela de la Sociedad de Naciones, concediendo a Polonia privilegios económicos. La ciudad perdió su condi-ción «Ciudad libre» tras ser anexionada a la Alemania Nazi en 1939 y poste-riormente a Polonia tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar la Primera Guerra Mundial en (1919), la ciudad de Dánzig se había convertido en un centro de disputas territoriales. Por un lado, Alemania reclamaba el territorio por su inmensa población de origen germano; y por el otro, Polonia reclamaba la ciudad por ser su única vía de acceso al Mar Báltico. Su origen legal se encuentra en la firma del Tratado de Versalles (artículos 100-108).

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los en la SDN72. Las acciones principales estaban enfocadas en fomentar una política mundial de desarme y seguridad co-lectiva. La reforma llevada a cabo por el Protocolo de Ginebra (resolución pacífica de conflictos internacionales 1924) hizo obligatorio el arbitraje en caso de conflicto.

El rechazo del arbitraje por una de las partes en con-flicto le hacía reconocer el carácter de agresor. Para ello se podrían aplicar automáticamente sanciones militares. La Sociedad de Naciones, durante su existencia logró dar so-luciones pacíficas en diferentes conflictos. La disputa entre Alemania y Polonia por la Alta Silesia, 1921, sobre todo la zona industrial, la Sociedad decide el reparto entre Alema-nia y Polonia de la Alta Silesia. Conflicto fronterizo en el cual tropas griegas invaden territorio búlgaro, 1925, después de incidentes fronterizos, interviene rápidamente produciéndo-se la retirada de las tropas griegas y el pago de indemniza-ciones a Bulgaria.

El caso de Turquía que reclama la soberanía de la pro-vincia de Mosul, que formaba parte del mandato británico de Iraq que se resuelve a favor del Reino Unido, el Arbitraje en la Guerra del Chaco,1932, entre Bolivia y Paraguay y el fronterizo entre Perú y Colombia por la zona de Leticia 1938.

Sin embargo, éstos fueron de menor importancia frente a conflictos en los cuales las grandes potencias o grupos de países tenían intereses ya declarados, lo cual se dio en los siguientes casos decisivos:

• 1922 — Reclamaciones por la posesión de Vilna entre Polonia y Lituania. La Conferencia de Embajadores en París resolvió el conflicto, instalándose como instancia para resolver problemas que involucrasen o tuviesen su origen en el Tratado de Versalles.

72 Países Fundadores: Argentina, Australia, Bélgica, Bolivia, Brasil, Canadá, Checoslovaquia, Chile, China, Colombia, Cuba, Dinamarca, El Salvador, Es-paña, Francia, Grecia, Guatemala, Haití, Honduras, India, Italia, Japón, Li-beria, Nicaragua, Nueva Zelanda, Países Bajos, Panamá, Paraguay, Persia, Perú, Portugal, Reino de Yugoslavia, Reino Unido, Rumanía, Siam, Suecia, Suiza, Sudáfrica, Uruguay y Venezuela. 1920-1930: Abisinia, Albania, Ale-mania, Austria, Bulgaria, Costa Rica, Estonia, Finlandia, Hungría, Irlanda, Letonia, Lituania, Luxemburgo y República Dominicana, 1930-1940: Ecua-dor, México, Egipto, Iraq, Turquía y URSS.

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• 1923 — El incidente de Corfú. Durante la solución de un conflicto fronterizo entre Grecia y Albania, fue asesi-nado el General italiano Enrico Tellini , quien había sido mandado a investigar en Grecia. Benito Mussolini ordenó el bombardeo de la isla de Corfú y el pago de una fuerte compensación. La Sociedad ofreció una solución, pero la Conferencia de Embajadores la rechazó y propuso una favorable a Italia, debido a las presiones de Mussolini.• 1931 — La invasión japonesa de Manchuria. Japón era dueño de las minas, ferrocarriles, fábricas y puertos en Manchuria y mantenía una guarnición militar en la ciudad de Kwantung. Por medio de un incidente promovido por soldados japoneses, el 18 de septiembre de 1931, se vue-la una sección del ferrocarril japonés. De este incidente se culpó a los chinos, y Japón aprovecha la oportunidad para ocupar la ciudad de Shenyang. China pide ayuda a la Sociedad, la cual ordena la retirada de las tropas japone-sas, pero el gobierno japonés no admite dicha petición. El ejército japonés continúa su avance por Manchuria. Para finales de 1931, Japón tenía el control de toda la provincia de Manchuria, la cual denominan Manchukuo. En octu-bre de 1933, la Comisión Lytton propone como solución la retirada de las tropas japonesas y la semiautonomía de Manchuria respecto a China. Las propuestas son apro-badas por la Sociedad, pero Japón se retira de ésta en 1933, con lo cual Japón incorpora plenamente a Manchu-ria como un Estado satélite.• 1935 — Invasión italiana de Abisinia. En un intento por expandir sus colonias africanas, Italia invade Abisinia en octubre de 1935. El Emperador de Abisinia Haile Selassie, quien encabezaba la resistencia, describió en una sesión de la Asamblea los terribles métodos de invasión y pidió la intervención de la Sociedad. La Sociedad condena di-cha acción e impone sanciones económicas, pero que no incluyen las exportaciones de carbón, petróleo y acero a Italia. Dichas sanciones – que no afectaron la capacidad productiva de Italia- no impidieron la conquista completa de Abisinia en mayo de 1936. Semanas después dichas sanciones fueron levantadas por la Sociedad y al poco tiempo Italia abandonó la Sociedad.

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El Tratado de Versalles entregaba a la SDN la adminis-tración directa y temporal de diversos territorios agrupados según sus dos distintos modos de administración:

• Sarre: por medio de una Comisión de 5 miembros (26 de febrero 1919) por 15 años, tras los cuales se realizó un plebiscito para determinar si Sarre se unía a Francia o Alemania, o se mantenía bajo administración internacio-nal. El 1 de marzo es incorporado nuevamente a Alemania tras los resultados de la consulta, donde más del 90% del electorado votó por la reincorporación a Alemania.• La Ciudad libre de Dánzig: por medio de un Alto Comi-sionado (15 de noviembre 1920 – 1 de septiembre 1939). Después de la invasión a Polonia por la Wehrmacht, Dan-zig es incorporada en forma directa al territorio de la Ale-mania nazi.Territorios fuera de Europa pertenecientes a Alemania y

Turquía por medio de los mandatos de la SDN. Supervisados por la Comisión Permanente de los Mandatos.

Sin embargo la SDN tuvo que enfrentar un grupo de pro-blemas desde sus comienzos y el primero tuvo que ver con la negativa del Senado de los Estados Unidos a aprobar el Tratado, que hizo que el gobierno estadounidense se autoex-cluyera de participar en la SDN.

El segundo fue la exclusión de Alemania y Turquía, debido a su condición de países derrotados en la Primera Guerra Mundial, además de haberse determinado oficialmente la responsabilidad exclusiva de Alemania por el estallido de di-cha contienda. También fue excluida la Unión Soviética, dado el carácter comunista de su régimen (lo que fomentó la crea-ción de un cordón sanitario de estados anticomunistas para evitar la propagación de la revolución bolchevique) y por el tardío reconocimiento diplomático de los vencedores de la Primera Guerra Mundial hacia el gobierno de Moscú (recono-cimiento que sólo llegó poco antes de 1930). Ni siquiera en su mejor momento logró la SDN contar con más de cincuenta miembros.

Desde 1923 se evidenció la debilidad de la organización cuando Francia invadió la región alemana de Renania para exigir reparaciones de guerra, sin que este hecho pudiera ser evitado o condenado a pesar de haberse prohibido oficial-

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mente cobrar deudas de guerra mediante esta clase de ocu-paciones militares.

La invasión de Manchuria por parte de Japón en 1931 fue el segundo gran golpe que recibió la SDN. Condenado por la agresión, Japón abandonó la organización en 1933 sin haber recibido sanciones efectivas de los miembros de la SDN y sin haber restaurado a China el territorio de Manchuria. Alemania había sido admitida en 1926 como miembro de la SDN en ca-lidad de estado amante de la paz, pero el régimen nazi siguió en 1933 el mismo camino de Japón y se retiró de la SDN.

A fin de cuenta la Sociedad de las Naciones nunca con-siguió la autoridad suficiente para imponer a sus miembros sus resoluciones en forma obligatoria, esto se repitió en 1934 cuando la Asamblea General dicta una resolución referente a la Guerra del Chaco, la cual se desarrolló entre 1932 y 1935, teniendo como Estados beligerantes a la República del Pa-raguay y a la República de Bolivia. El fallo definitivo de la Asamblea General fijó posición en la disputa territorial favo-reciendo a Bolivia, pero la República del Paraguay desafió la autoridad de este organismo y se retiró de la Sociedad de las Naciones, para luego resultar vencedor de la citada contien-da. Las invasión de Abisinia por Italia en 1935 reveló que la SDN carecía de autoridad efectiva para guiar una acción in-ternacional contra las agresiones entre Estados, siendo com-pletamente impotente para asegurar un mínimo de respeto a la paz mundial, historia que se repite en la actualidad con el incumplimiento de las resoluciones de la naciones unidas.

Pese a que se aprobaron sanciones contra la Italia fascis-ta en 1935, estas no fueron apoyadas por muchos países, y tampoco privaban a Italia de obtener materias primas indis-pensables para su campaña militar. Finalmente, los principa-les miembros de la SDN (Francia y Gran Bretaña) se negaron a tomar acciones más severas tratando de evitar que Musso-lini retirara a Italia de la SDN y se aliase con Hitler.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939 mostró el fracaso final de la SDN al ocurrir el princi-pal evento que se deseaba impedir con la creación de la So-ciedad: una nueva guerra a gran escala en Europa. El último gran acto oficial de la SDN fue expulsar a la URSS cuando tropas soviéticas invadieron Finlandia en diciembre de 1939.

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La Sociedad de Naciones sólo mantuvo algunos servicios de ayuda a refugiados y de regulaciones laborales, en forma reducida, durante los años de la Segunda Guerra Mundial; para estos fines continuó utilizando su sede en la neutral Sui-za y teniendo como último secretario general al irlandés Seán Lester, con un equipo de un centenar de servidores. La SDN fue disuelta oficialmente en abril de 1946 aunque su última Asamblea fue celebrada una vez finalizada la II Guerra, en-tre el 8 y el 18 de abril de 1946, su disolución legal no tuvo lugar hasta el 17 de julio del año siguiente, por lo que sus archivos y bienes fueron entonces traspasados a la recién creada ONU.

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IIIel PActo roerIch

La paz no es solamente la ausencia de la guerra en cuyo caso intervienen las fuerzas armadas y se utilizan artefactos bélicos de diferente generación hoy en día, en donde pare-ce que hay más adelantos científicos en diseñar y construir armas letales para nuestra propia destrucción como seres humanos, que avances para curar enfermedades o superar las vergonzosas estadísticas de pobreza y de destrucción del medio ambiente.

Por eso y por mucho más me quiero referir a una inicia-tiva nacida de un artista ruso, pensador, explorador y figura pública de Rusia, el señor Nicholas Roerich, que después de convirtió en lo que hoy se conoce como el Pacto Roerich, en su honor.

En dicho pacto se conjugaban valores perdurables para la humanidad y se entrelazan la educación y la cultura e incluso las ciencias aplicadas a la tecnología moderna, en la búsque-da de proteger el patrimonio cultural a favor no sólo de los países que están en guerra sino también de la humanidad en general.

De esta manera se sabe que el Pacto Roerich fue creado en función de proteger los bienes culturales que representan una visión del antiguo mundo. El Pacto está íntimamente liga-do a la filosofía de Roerich, con su comprensión de la cultura como la base de la evolución humana, y por supuesto con su conocimiento y experiencia como investigador y explorador.

Fue por primera vez en 1904 que Roerich propuso un Pacto para la protección de los monumentos históricos, las

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instituciones artísticas, educativas y científicas. Él presentó su propuesta a la sociedad arqueológica imperial Rusa de San Petersburgo, pero no tuvo éxito, pues en esta época ya habría comenzado la primera guerra mundial, y su propuesta no fue tomada en consideración.

Luego de realizar distintos movimientos para concientizar a la sociedad de la necesidad de proteger los bienes cultura-les e históricos, es en 1929 y 1930 que se publica el Pacto de Roerich en Europa, Estados Unidos y en Asia. Esto marcó el comienzo de un movimiento mundial para la protección de los bienes culturales y la adopción de este Pacto.

Gradualmente se han venido estableciendo más de ochenta(80) asociaciones en todo el mundo llevando el nom-bre de Roerich – en París, Berlín, Finlandia, Reino Unido, Letonia, Bulgaria, Yugoslavia, América Latina, India, China, Japón y Estados Unidos, entre otros. Estas asociaciones apreciaban el arte de Roerich, sus ideas en la filosofía y la ciencia, y en particular sus ideas para el papel principal de la cultura en nuestra vida, y de la cultura como el único camino hacia la paz.

En 1931 – La Unión Internacional por el Pacto Roerich fue fundada en Brujas, bajo la dirección de un miembro de Comité de Bélgica para la protección del patrimonio cultural.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el Pacto Roerich contribuyó significativamente para la adopción de la Conven-ción de La Haya de 1954 para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado. En 1950 el Pacto Roerich y la Bandera de la Comisión de Paz entregó toda la documentación relacionada con el Pacto Roerich, al Di-rector General de la UNESCO, Jaime Torres Bodet. Y el 14 de mayo de 1954, como es bien sabido la Convención de La Haya para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado, se firmó. En la actualidad hay 126 Estados Partes de la Convención y es el tratado universal más impor-tante en el campo de la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado.

El Pacto Roerich fue el primero en establecer una protec-ción de bienes culturales en tiempo de paz y esto está rela-cionado con uno de los fines más importantes del relacionado acuerdo, si no el más importante, la educación. Precisamente

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por ello, la existencia de la protección jurídica internacional de los tesoros culturales es capaz de cultivar en los jóvenes el sentido del respeto a la propia cultura nacional, así como de la cultura de otros pueblos.

La salud espiritual trae la paz en los corazones y la men-te, por lo tanto es el único camino para la paz duradera en la Tierra. Es la Bandera de la Paz el símbolo de esta idea, y según Nicholas Roerich, ninguna otra cosa puede traer la paz verdadera y duradera, es sólo la cultura que puede hacerlo.

La Bandera de la Paz en las últimas dos décadas se ha planteado en muchas partes del mundo, particularmente en Rusia, Europa del Este y en Asia.

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IV¿guerrA fríA o PAz ArmAdA?“No sé con qué armas se librará la Tercera Guerra Mundial, pero en la Cuarta Guerra Mundial usarán palos y piedras”.

Albert Einstein

Finalizada la guerra Europa quedó totalmente desmante-lada e incapaz de garantizar su propia defensa y necesita de los EE.UU. y la URSS para asegurar la paz, así, en las conferencias de Teherán, Yalta y Potsdam, estas grandes po-tencias se reparten el mundo en áreas de influencia, lo cual implica que la otra potencia no intervendrá en el área de in-fluencia ni en los problemas ajenos, no obstante mantienen los intentos de penetración en el área de influencia contraria, lo que provoca tensiones y conflictos que durante años han estado a punto de provocar una nueva guerra en ocasiones declarada abiertamente en el área de conflicto. El período que se abre después de la guerra es una época de conti-nuos conflictos locales entre ambos bloques, sin que estos se enfrenten definitivamente; será la política de enfrentamiento entre los sistemas capitalista y el comunista.

Al finalizar la Guerra Estados Unidos y el Reino Unido de-claran que solo están de paso en Alemania, pero con su reti-rada se genera una situación de inestabilidad, por otro lado, el socialismo tiende a aumentar su prestigio en Europa y en numerosos países, ganan votos en las elecciones; incluso algunos partidos comunistas tienen posibilidades de ganar las elecciones en lugares como Italia. A esto se agrega que

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la ruina económica sirve de caldo de cultivo propicio para el avance de las ideologías socialistas y crea condiciones rea-les para que se generalice una revolución socialista en toda Europa, bajo la cobertura del Ejército rojo en la zona liberada y con su apoyo, asume el poder en todos estos países el partido comunista sin atravesar a una guerra civil como acon-teció en la revolución Rusa.

El proceso de toma de poder de los partidos comunistas en la Europa del este es más o menos similar en todos los países, se crea un gobierno de coalición con todos los grupos que han integrado la resistencia para organizar el Estado de la posguerra donde los comunistas ocupan los puestos más relevantes del Estado y, por último, se proclama el Estado comunista como una democracia popular, es decir, un país donde el partido comunista controla el Estado y se declara que la igualdad y la justicia social por encima de la libertad individual, pero poco a poco se van a convertir en dictaduras de partido, en las que tampoco se garantiza la igualdad ni la justicia social.

Será en 1947 cuando se materialice la ruptura de Europa en dos bloques antagónicos, la política exterior de EE.UU. cambia de tendencia y se vuelve intervencionista, aumenta sus gastos militares y se lanza la doctrina Truman, para de-tener el avance comunista en todo el mundo y se aprueba el plan Marshall al considerarse como la única forma de detener el avance comunista en Europa que es por medio del desarrollo económico. El telón de acero se levanta no sólo por los regímenes políticos, sino también por las diferencias económicas entre ambos bandos. Se forman dos bloques enfrentados que se unen militarmente: la OTAN y el Pacto de Varsovia, serán los futuros contendientes en una eventual guerra, y los principales protagonistas de la guerra fría.

En 1949 se crean dos Estados alemanes con dos gobier-nos diferentes, uno comunista, República Democrática Ale-mana y otro capitalista, el de la República Federal Alemana. Dada la situación en la Europa occidental los comunistas son apartados de todos los gobiernos de los que forman parte, tal es el caso de Italia, donde tienen más posibilidades de ha-cerse con el poder, se crea el Pentapartido, una coalición de

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cinco partidos que gobernará Italia hasta 1993, con el objeto de que los comunistas no formen gobierno, aunque sean la fuerza más votada.

Pero la guerra fría, como veremos, no se queda en los límites de Europa, sino que se extiende por todo el mundo, las grandes potencias inician una carrera armamentística que comienza por la obtención y el desarrollo de la energía ató-mica, que amenaza con una guerra nuclear definitiva y total-mente destructiva, lo que paraliza las instituciones internacio-nales, como la ONU. Las relaciones internacionales asumen un carácter bipolar.

En 1949 China proclama la República Popular sin la ayu-da de la URSS, el bloque comunista gana extensión y po-blación. En 1950 China ayuda a Corea en su «liberación» y estalla la guerra de Corea (1950-1953) donde participa Es-tados Unidos. Con el enfrentamiento entre Corea del Norte y Corea del Sur, una psicosis de pánico se extiende por toda Europa ante el temor de la expansión del modelo soviético en Occidente. Los EE.UU. con el apoyo de la ONU ayudan a Corea del Sur y China a Corea del Norte, a partir de este momento quedó consagrada la división del país en torno al paralelo 38º. La guerra termina en 1953 y en 1956 comienza la intervención de EE.UU. en Vietnam, después que este país obtiene la independencia de Francia en 1945.

La guerra fría no resiste la neutralidad cada país se alía a uno de los bloques y se integraran a las alianzas militares como la OTAN y el Pacto de Varsovia. La política de Marshall de ayuda económica es sustituida por la ayuda militar y se inicia una carrera nuclear y de alta tecnología militar, una ca-rrera que en el campo civil se plasmó en la carrera espacial.

En 1953 muere Stalin y su sucesor, Nikita Jruschov, en el XX congreso del PCUS condena el estalinismo; iniciándose, así, un período de distensión en las relaciones entre los blo-ques. En 1955 se reúnen en Ginebra Dwight Eisenhower y Jruschov, pero no se llega a un acuerdo en concreto, a parte del valor simbólico del encuentro las formas de la guerra fría subsisten, pero el ambiente político es otro, comienza lo que se ha dado en llamar la coexistencia pacífica.

En 1959 triunfa en Cuba y se inicia una revolución comu-nista en las puertas de los EE.UU. que intentan derribarla por

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todos los medios pero Cuba recibe ayuda de la Unión So-viética, del pueblo armado y la revolución se mantiene hasta nuestros días a pesar de las dificultades, que tiene que en-frentar en todo los planos. En 1963 la URSS pone una base militar en Cuba, con misiles atómicos este será uno de los episodios de mayor tensión directa entre la Unión Soviética y Estados Unidos la crisis de los misiles terminó con la retirada de la URSS, pero la guerra ha estado a punto de estallar.

En 1960, y durante todo el período, estallan numerosas crisis en los países del Tercer Mundo todas ellas tienen de fondo el enfrentamiento entre EE.UU. y la URSS desde Na-mibia, la crisis del Canal de Suez, el conflicto árabe-israelí, las guerras de emancipación coloniales, las guerrillas latinoa-mericanas, Angola o Afganistán, crisis que explota en 1979 con la intervención de la URSS en Afganistán y con ello se inicia una guerra de la que se tendrá que retirar diez años después sin haber solucionado los problemas.

Tras la coexistencia pacífica en 1980 comienza otra es-calada de la guerra fría con la política de rearme, que inicia Ronald Reagan y que es conocida en los medios de comuni-cación como la guerra de las Galaxias, por tener como prin-cipal motivo la colocación de misiles en el espacio y donde Estados Unidos trata de renovar su armamento nuclear. Por otro lado, con la descolonización surge una nueva fuerza in-ternacional con la que hay que contar en las relaciones inter-nacionales, el Tercer Mundo, que se unen en la Organización de los Países no Alineados países que tienen sus propias reivindicaciones que difieren de la política de bloques aunque todos tomarían partido en caso de guerra real.

En 1985 llega al poder en la Unión Soviética Mijaíl Gorba-chov, un comunista que pretende transformar el sistema para que no se descalabre e inicia una serie de reformas económi-cas y de apertura ideológica, que es la inauguración de una nueva distensión entre los dos bloques. En 1987 se reúnen en Ginebra Gorbachov y Reagan y más adelante continuarán en Washington las conversaciones que tienen como fin el desar-me nuclear de las dos potencias; los resultados son fructíferos, y comienza el desmonte de numerosas armas atómicas.

El 9 de noviembre de 1989 cae el muro de Berlín comien-za una serie de reacciones en todo el bloque del Pacto de

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Varsovia, que harán caer a todos los regímenes comunistas en la Europa del Este, incluso en la URSS que desaparece en 1991. Una caracterización de estos momentos la ofre-ce de manera magistral el intelectual estadounidense Noam Chomsky en una entrevista:

“Terminada la Guerra Fría y el mundo bipolar, ¿cómo defi-ne el nuevo orden internacional?

– Como algo bastante parecido a lo que era antes. Mire si no lo que está pasando en Colombia.

– ¿Por qué dice que nada cambió desde la Guerra Fría?– Porque los intereses siguen siendo los mismos. El Muro

de Berlín cayó en noviembre 1989. ¿Qué pasó? Un mes des-pués, Estados Unidos invadió Panamá, secuestró al presiden-te – que a esa altura a nadie le gustaba pese a que había tra-bajado para la CIA – y colocó un gobierno títere. Y luego vino Haití, donde Jean-Bertrand Aristide ganó la primera elección democrática. Pero inmediatamente comenzaron a socavar su poder porque decían que era izquierdista. Pararon la asisten-cia y, por primera vez, comenzaron a recibir refugiados haitia-nos. Aristide fue derrocado por los militares y luego – cuando decidieron que la gente había sido torturada demasiado, man-daron a los marines – volvió pero a condición de que acepta-ra un programa económico neoliberal. Muchos pensaron que después de la Guerra Fría, los Estados Unidos podrían final-mente ocuparse de los derechos humanos y de la democracia, pero lo primero que hicimos fue disminuir la ayuda que brinda-mos a los países latinoamericanos. Entonces el mensaje fue que ahora el mundo en desarrollo ya no importa”73.

Por diferentes razones y argumentos se ha considerado el año 1947 como el inicio de la Guerra Fría y la Doctrina Truman como su primera manifestación concreta, aunque sobre el concepto Guerra Fría existen variadas opiniones que valen la pena repasar antes de adentrarse al proce-so de su desarrollo. Generalmente las diferencias de con-cepciones sobre la Guerra Fría radican esencialmente en el orden y las causas que la originan, algunos autores la consideran como el conflicto suscitado entre EE.UU. y la 73 Fragmentos de la Entrevista exclusiva que acordó a Clarín, el intelectual estadounidense Noam Chomsky a Ana Barón, Corresponsal en Washington, Clarín.

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URSS tras la Segunda Guerra Mundial, mientras otros ad-miten como punto de partida el triunfo de la revolución de octubre en Rusia en el año 1917.

Una de las clasificaciones más importante referida a la Guerra Fría es la del destacado y conocido historiador Ro-nald Powaski74, que resume en tres grandes tendencias las visiones acerca de la Guerra Fría en: Ortodoxa, Revisionista y Posrevisionista. Con esta clasificación se pretende descu-brir las causas y los culpables del origen de la Guerra Fría a partir del enfoque, que se originan desde las escuelas histo-riográficas occidentales que, a la larga, evolucionan hacia la objetividad interpretativa.

1. “Ortodoxa: según esta interpretación el principal culpa-ble de la Guerra fría fue la Unión Soviética y Estados Uni-dos no tuvo más opción que contener y, donde fuera posible, trastocar la expansión de un estado comunista agresivo que ambicionaba por encima de todo derribar el capitalismo, la democracia y otros aspectos de la cultura occidental.

2. Revisionistas: sostienen que Estados Unidos fue el principal responsable de la Guerra Fría y que la Unión Sovié-tica se vio obligada a reaccionar a la agresividad de un país que estaba decidido a fomentar la expansión del capitalismo, asegurándose el acceso ilimitado a los mercados y recursos del mundo y resuelto a aplastar a los movimientos revolucio-narios, que amenazasen sus intereses.

3. Posrevisionista: ésta echa la culpa de la Guerra Fría a ambos bandos. La actuación de ambos bandos provocó reacciones hostiles en el otro bando y esto creó una especie de ciclo acción-reacción, en el cual el nivel de animosidad se elevaba periódicamente hasta niveles peligrosos e incluso llegaba al borde de una guerra nuclear total, que ninguno de los bandos deseó jamás”.

Tradicionalmente La Guerra Fría, se interpreta como el conflicto suscitado entre Estados Unidos y la Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial. Estas potencias vinieron a ocupar el vacío de poder generado a partir de la decadencia de las antiguas potencias europeas que para 1945 se en-contraban desgastadas y al borde del colapso económico, 74 Powaski, Ronald, La guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991, Editorial Crítica, Barcelona 2000, Página 11.

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incluso Inglaterra, que no había sido vencida estaba en deca-dencia y desangrada por los años de guerra.

Desde esta perspectiva, tras la Segunda Gran Guerra co-menzó un nuevo conflicto de orden mundial, pero con ca-racterísticas singulares, era un conflicto no declarado que permaneció latente por 45 años entre los dos principales vencedores de la Segunda Guerra Mundial y donde Europa aparece como el primer escenario de la Guerra Fría, no obs-tante, una vez que ambas partes aceptaron la existencia de sus respectivas zonas de influencia, la rivalidad se desplazó hacia zonas periféricas, a países de Asia, África y América Latina donde las dos potencias midieron su poder ya sea a través de métodos indirectos (influencia) o directos (interven-ción económica y/o militar).

Las diferencias se hicieron insostenibles, una vez termi-nada la guerra contra el enemigo común cada uno de los ven-cedores poseía una visión particular del mundo y las contra-dicciones se hacían evidentes e infranqueables en aspectos, tales como la organización económica, política y social que cada uno patrocinaba.

Cuando la Conferencia de los Tres Grandes se reunió en Teherán, el 27 de noviembre de 1943, las fuerzas angloa-mericanas ya habían invadido Italia, no obstante, los alema-nes ocuparon rápidamente la mayor parte de Italia y logra-ron frenar el avance aliado hacia el norte de la península75. La Conferencia de Teherán constituyó el punto culminante de la cooperación en el seno de la Gran Alianza, los éxitos del ejército soviético y la inminencia de la apertura de un se-gundo frente en Europa occidental permitieron que el primer encuentro entre Stalin, Churchill y Roosevelt se desarrollara en un ambiente de gran cordialidad. En una Conferencia pre-paratoria realizada en Moscú entre los Ministros de Asuntos Exteriores, en octubre de 1943, los aliados occidentales co-municaron a los soviéticos; que la apertura de un segundo frente se llevaría a cabo en mayo de 1944 y se realizaría en el norte de Francia, de esta manera, Stalin recibía respuesta a su constante demanda de apertura de un segundo frente76.

75 Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 7576 Service, Robert, Ob. Cit., Página 255

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Uno de los acuerdos firmados en Teherán establecía: que las Potencias participantes en la Conferencia han convenido tomar nota de que la “Operation Overlord”, que más adelante seria el desembarco en Normandía, será desencadenada en mayo de 1944, en conexión con una operación en el sur de Francia. Esta última operación se emprenderá en las propor-ciones permitidas por la importancia del material de desem-barco. Asimismo, la Conferencia toma nota de la declaración del mariscal Stalin, según la cual las tropas soviéticas des-encadenarán una ofensiva, casi en el mismo momento, para impedir el transporte de tropas alemanas del frente del Este al frente del Oeste.

Otro de los acuerdos de Teherán fue la completa desmili-tarización de Alemania, así como las zonas de ocupación que corresponderían a cada cual, en este sentido, Roosevelt con-vino con el plan de Stalin de desplazar hacia el oeste las fron-teras de Polonia, e indicó que él no presionaría a Stalin sobre la cuestión del Báltico. Aseveró que si los ejércitos soviéticos ocupaban los Estados Bálticos, ni los Estados Unidos ni la Gran Bretaña los desplazarían, aunque también recomen-dó la celebración de un “plebiscito”77. El problema polaco no condujo a ningún acuerdo concreto, y Stalin rechazó la po-sibilidad de celebrar elecciones en los territorios Bálticos78.

Otra de las decisiones principales tomadas en Teherán tuvo que ver con la futura Organización de las Naciones Unidas, cuyo principal objetivo sería un papel pacificador de carácter mundial algo que coincidía con las propuestas de Roosevelt. La Conferencia de Teherán vino a representar el apogeo de la unidad política de los Aliados durante la Gue-rra, ellos trazaron las líneas generales de la Europa de Pos-guerra, aceptaron un importante papel pacificador para las Naciones Unidas y aprobaron los planes para la invasión del norte y sur de Francia.

En Yalta, 1945, se reunieron de nuevo Churchill, Roosevelt y Stalin para coordinar sus planes de guerra en un momento en el que las operaciones contra las potencias del Eje habían entrado en un punto decisivo. Así, por esta vía, intentaron

77 Kissinger,Henry,Ob.Cit.Página 39778 Powaski, Ronald, Ob.Cit.Página 76

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llegar a un acuerdo lo más amplio posible sobre los puntos de fricción que les separaban en lo referente al futuro de una Europa que se preveía prontamente liberada de la dictadura hitleriana. Se acordó avanzar al final del conflicto y definir la futura suerte de Europa, en especial Alemania y Polonia y construir una nueva organización internacional encargada de preservar la paz, el comunicado final de la conferencia establecía la partición de Alemania y Berlín, atribuyéndose zonas de ocupación según el avance de las tropas aliadas en territorio alemán.

Después de las impresionantes ofensivas del Ejército Rojo en 1944, las tropas soviéticas se hallaban a 70 kilómetros de Berlín y ocupaban prácticamente toda la Europa central y oriental, la situación en el momento que se produce la Confe-rencia y los acuerdos favorecían claramente a Stalin. Simul-táneamente, el mantenimiento del pacto de neutralidad con Japón permitía a Moscú mantener una posición de fuerza en todo lo relacionado con las cuestiones polacas y alemanas.

Sin embargo, Francia que, no había sido invitada a la Conferencia, fue contemplada por los líderes Aliados como uno de los países vencedores que merecía y debía hacerse cargo del futuro de Alemania. Charles Zorgbibe señala que si bien la Francia de Gaulle había sido excluida de la Conferen-cia Interaliada, principalmente porque Roosevelt no recono-cía la total legitimidad del gobierno establecido en ese país, la alusión a las zonas de ocupación llevó a los líderes aliados a tratar sobre el papel de Francia en Alemania. Churchill de-seaba atribuir una zona de ocupación a Francia, que sería constituida a partir de las zonas americana y británica; Stalin desaprobó la idea, pero cedió cuando Roosevelt intervino a favor de la propuesta de Churchill, sosteniendo que “las fuer-zas americanas no podrán permanecer más de dos años en Europa… Gran Bretaña no puede asumir sola el esfuerzo de ocupación”79.

La medida concreta referida a la incorporación de Francia se expresó en el Artículo IV de la Resolución sobre Alemania, donde se establece: “Se ha convenido que una zona de Ale-mania, que ocuparán las fuerzas francesas, será atribuida a

79 Zorgbibe, Charles, Ob. Cit., Página 24 a 26.

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Francia. Esta zona será tomada de las zonas inglesa y ame-ricana, y su extensión será fijada por ingleses y americanos tras consulta con el Gobierno Provisional francés. También se ha convenido que el Gobierno Provisional francés será in-vitado como miembro para formar parte del Consejo de Con-trol Aliado para Alemania”80.

Según las resoluciones acordadas en la Conferencia de Yalta, Alemania sería desmilitarizada y dividida en cuatro zo-nas de ocupación a cargo de la URSS, EEUU, Gran Bretaña y Francia (incluida por demanda de Churchill). En efecto, en la Resolución sobre Alemania se afirma: “El Reino Unido, los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socia-listas Soviéticas detentarán la autoridad suprema en lo con-cerniente a Alemania. En el ejercicio de esta autoridad toma-rán las medidas que estimen pertinentes para la paz futura y la seguridad, comprendiendo el desarme completo, la desmi-litarización y el desmembramiento de Alemania”81. Alemania, además, quedaría sujeta a fuertes reparaciones financieras y perdería la Prusia Oriental y parte de Pomerania, quedando su frontera oriental fijada en la línea marcada por los ríos Oder y Neisse.

Se creó un tribunal internacional que juzgaría a los princi-pales criminales de guerra nazis en el Título VI de la Resolu-ción sobre Alemania donde se establece: “La Conferencia ha decidido que la cuestión de los grandes criminales de guerra será objeto de una investigación por los tres ministros de Asun-tos Exteriores que presentarán un informe en tiempo oportuno, tras el final de la Conferencia82. Todas las medidas adoptadas se llevaron a cabo a través de los Juicios de Núremberg”83.

Polonia sería “desplazada” hacia el oeste, anexionándose los territorios que Alemania perdía en el oriente y cediendo en

80 Título IV, Resolución Sobre Alemania, Yalta 2 de agosto de 1945. En: Do-cumentos para el estudio de la Historia del Siglo XX: www.historiasigloxx.org/DOCUEMNTOS/acuerdosyalta.html81 Título III, Artículo 12, Resolución Sobre Alemania, Yalta 2 de agosto de 1945. En: Documentos para el estudio de la Historia del Siglo XX: www.historiasigloxx.org/DOCUEMNTOS/acuerdosyalta.html82 Titulo VI, Resolución Sobre Alemania, Yalta 2 de agosto de 1945. En: Do-cumentos para el estudio de la Historia del Siglo XX: www.historiasigloxx.org/DOCUMENTOS/acuerdosyalta.html83 Zorgbibe, Charles, Ob. Cit., Página 26.

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el oriente los territorios que habían quedado bajo el dominio soviético tras el pacto de no agresión germano-soviético en 1939. El llamado Comité de Lublin, formado esencialmente por comunistas, constituirían el núcleo principal del futuro go-bierno polaco, aunque también tendrán presencia los miem-bros del gobierno provisional polaco pro-occidental con sede en Londres. Como señala, Charles Zorgbibe, los occidenta-les terminaron cansándose ante la obstinada posición de Sta-lin y cedieron respecto de la extensión de la frontera polaca sobre territorio alemán. Además, los territorios en cuestión formaban parte de la ocupación atribuida a la URSS84.

Con respecto a las Naciones Unidas, cuya Carta había sido ya redactada en borrador, se acordó un compromiso so-bre la fórmula de voto en el futuro Consejo de Seguridad, poniendo el énfasis en el papel clave de las grandes poten-cias vencedoras en la futura organización de la paz. El 6 de febrero, en sesión plenaria, Roosevelt abrió el debate sobre las Naciones Unidas y propuso un sistema de voto en el Con-sejo de Seguridad, según el cual las cuestiones de fondo más importantes exigirían, para ser resueltas, el voto positivo del conjunto de los miembros permanentes, con esto se estable-cía el derecho a Veto a las grandes potencias, como señala Zorgbibe; los redactores de tal procedimiento (americanos), imaginaron una restricción fundamental en el derecho a veto: El Estado miembro permanente, que es parte en la cuestión examinada por el Consejo de Seguridad, no podría tomar parte en la votación.

Por último, se aprobó la denominada Declaración sobre la Europa liberada en la que los aliados se comprometieron a que la reconstrucción de Europa se hiciera por medios de-mocráticos, constituyendo gobiernos ampliamente represen-tativos de todos los elementos no fascistas de cada nación, los gobiernos deberían convocar lo antes posible elecciones libres que permitieran la creación de gobiernos que emana-ran de la voluntad popular.

A tales efectos, según la Declaración sobre la Europa li-berada (4/11 de febrero de 1945) los líderes de Unión de las

84 Ibidem, Página 31.85 Zorgbibe, Charles, Ob. Cit., Página 29.

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Repúblicas Socialistas Soviéticas, del Reino Unido y de los Estados Unidos de América serian consultados en el interés común de los pueblos de sus países respectivos y de los de la Europa liberada. Testifican conjuntamente su acuerdo para determinar una política común de sus tres Gobiernos durante el período temporal de inestabilidad de la Europa liberada, con el fin de ayudar a los pueblos de Europa liberados de la dominación de la Alemania nazi, y a los pueblos de los antiguos Estados satélites del Eje, a resolver por medios de-mocráticos sus problemas políticos y económicos más apre-miantes.

El establecimiento del orden en Europa y la reconstruc-ción de las economías nacionales deben realizarse mediante procedimientos que permitan a los pueblos liberados destruir los últimos vestigios del nazismo y del fascismo y estable-cer las instituciones democráticas de su elección basadas en los principios de la Carta del Atlántico: “derecho de todos los pueblos a elegir la forma de gobierno bajo la que quieren vivir; restauración de los derechos soberanos y de autogo-bierno en beneficio de los pueblos que fueron privados por las potencias agresoras”.

Con el fin de crear las condiciones en las cuales los pueblos liberados podrán ejercer estos derechos los tres Gobiernos ayudarán conjuntamente a los pueblos de todo Estado liberado de Europa, o todo Estado europeo anti-guo satélite del Eje, cada vez que estimen que la situación lo exige: a) Para crear las condiciones de la paz interior; b) Para adoptar las medidas de urgencia destinadas a socorrer a los pueblos desamparados: c) Para constituir autoridades provisionales gubernamentales ampliamente representativas de todos los elementos democráticos de estas poblaciones y que se comprometerán a establecer, tan pronto como sea posible, mediante elecciones libres, gobiernos que sean la expresión de la voluntad de los pue-blos, y d) Para facilitar en todos los lugares donde sea necesario tales elecciones.

Los tres Gobiernos consultarán a las demás Naciones Unidas y a las autoridades provisionales a los otros Go-biernos de Europa, cuando se examinen problemas que les interesen directamente, por tanto, cuando los tres Go-

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biernos estimen que las condiciones en un Estado libre de Europa o en un país anteriormente satélite de Europa ha-cen necesaria una acción determinada; se consultarán in-mediatamente acerca de las medidas a tomar para asumir sus responsabilidades comunes definidas en la presente declaración.

Con ella se reafirmaban su fe en los principios de la Carta del Atlántico, la fidelidad a la Declaración de las Na-ciones Unidas y la determinación de construir en coope-ración con las otras naciones pacíficas, un orden mundial que se inspire en las leyes de la paz, de la seguridad, de la libertad y del bienestar general de toda la humanidad. Al publicar esta declaración, las tres potencias expresan la esperanza de que el Gobierno Provisional de la Repúbli-ca Francesa quiera asociarse a ellas mediante el procedi-miento sugerido.

Esta declaración, propuesta por Estados Unidos, anun-cia los principios que permitirán el establecimiento de un orden mundial regido por el derecho, donde en cada uno de los países liberados del nazismo, se constituirían gobier-nos provisionales, en los cuales debían estar ampliamente representados todos los elementos democráticos de la po-blación y tan pronto como fuera posible debían celebrarse elecciones libres.

Las primeras reacciones ante los comunicados finales de la Conferencia de Yalta resaltaron el optimismo y produjo una profunda impresión en la prensa y en los círculos par-lamentarios. En Estados Unidos las editoriales fueron muy entusiastas, en el Senado suscitó expresiones de satisfac-ción y admiración. En la Unión Soviética Pravda sacó un número especial consagrado a Yalta; la declaración sobre la Europa liberada fue leída por la radio. Pero en Europa occidental la satisfacción fue más moderada. Las editoria-les británicas se refirieron al caos alemán después de Ver-salles como ejemplo que no debía seguirse; Churchill, por su parte, subrayó que la destrucción del nazismo no debía significar la destrucción de Alemania, finalmente en Francia las reacciones fueron negativas.

De Gaulle denunció la insuficiente precisión de los acuerdos sobre Polonia y percibió la inocencia de la Decla-

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ración sobre la Europa Liberada86 “al final sólo resultó ser una declaración de buenas intenciones y no un compro-miso que los soviéticos estuvieran dispuestos a cumplir”. No obstante, la victoria común y la capitulación incondi-cional de la Wehrmacht87, el ambiente en la conferencia había cambiado con respecto a Teherán y Yalta, así como habían cambiado sus protagonistas. Truman ha sustitui-do a Roosevelt que había fallecido unos meses antes y Clement Attlee, el líder británico laborista, sustituye a un Churchill derrotado en las elecciones generales de 1945; este último sólo estuvo presente hasta el día 25 de julio, ya que, ese día, Churchill y Eden tuvieron que pedir un re-ceso para volver a su patria y esperar los resultados de la primera elección general celebrada desde 1935. Churchill nunca regresó a Potsdam, pues sufrió una derrota aplas-tante, Clement Attlee ocupó su lugar como Primer Ministro, y Ernest Bevin llegó como Secretario del Exterior, según rememora Kissinger88.

Los dirigentes de la Gran Alianza acordaron establecer una autoridad suprema interaliada en Alemania, en la que el poder real residiría en un Consejo Supremo de Control, for-mado por los comandantes militares de las cuatro zonas de ocupación: americana en el sudoeste, británica al noroeste, francesa en el oeste y soviética al este. Era una mera división administrativa de Alemania y, en aquel momento, ninguno de los líderes reunidos pensó en una división política de la po-86 Ibidem, Página 3587 La Reichswehr era el ejército de la República de Weimar y heredero del derrotado ejército imperial alemán. Ernst Röhm, jefe de la organización para-militar Sturmabteilung (SA), pretendió que esta organización fuese aceptada en las filas de la Reichswehr, a lo que se oponía el alto mando militar con contundencia, por lo que Hitler hizo suyas las exigencias de los militares, ya que aún no los dominaba y temía que provocasen un golpe militar. Después de la noche de los cuchillos largos y el asesinato de Röhm, de sus seguido-res y en paralelo de un alto mando militar y su esposa que nada tenían que ver con la ideología de los asesinados, Hitler, al comprobar la satisfacción por la eliminación de los jefes de la SA de la Reichswehr y su nula protesta por el asesinato de su compañero y su mujer, comprobó que la criminali-zación del mando de la Reichswehr era un hecho factible, organizando la Wehrmacht tras la disolución del anterior ejército. Entre los organizadores del nuevo ejército se encontraban los generales Heinz Guderian, von Rei-chenau y Jodl.88 Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 421

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tencia derrotada. Austria también fue dividida en cuatro zo-nas, así como Berlín y Viena89.

Señala Charles Zorgbibe, que la elaboración de los prin-cipios de la administración interaliada de Alemania pareció relativamente fácil, pero el consenso sólo era producto de la falta de interés. Cada uno de los tres grandes sabía que él sería la autoridad suprema en su propia zona de ocupación y que para los asuntos concernientes a toda Alemania dispon-drá de un derecho a veto en el Consejo de Control90.

En Potsdam se definió el denominado plan de las cua-tro “D”: desnazificación, desmilitarización, descartelización (abolición de los grandes “carteles” económicos germanos) y democratización. Se suponía que este plan debía ser la base de la reconstrucción de Alemania, para ello todas las organizaciones nacional-socialistas debían ser disueltas, la administración depurada y los criminales de guerra castiga-dos en un Tribunal que tendrían como sede Núremberg, la capital de los grandes congresos nazis. Todas las organiza-ciones militares y paramilitares debían ser disueltas y des-articulada la industria armamentística, así como los grandes conglomerados industriales. La democratización pasaría por la vuelta a la legalidad de los partidos políticos y sin-dicatos, por elecciones locales y el restablecimiento de las libertades civiles.

Los ministros de asuntos exteriores quedaron encargados de preparar un tratado de paz definitivo con Alemania aunque no hubo acuerdo sobre el trazado de la frontera germano-po-laca, la URSS impuso una política de hechos consumados anexionando a Polonia importantes territorios germanos y fi-jando la línea Oder-Neisse como la frontera definitiva91. Este cambio de fronteras se vio acompañado de la expulsión de diez millones de alemanes de territorios orientales y de am-plios desplazamientos, a menudo dramáticos, de población en toda la Europa oriental.

En lo referente a las reparaciones de guerra, se acordó tras espinosas discusiones que serían extraídas por cada po-tencia en su área de ocupación, aunque a la Unión Soviética

89 Aracil, Rafael, Ob. Cit., Página 2690 Zorgbibe, Charles, Ob. Cit., Página 4991 Ibidem, Página 52

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se le permitió obtener del 10 al 15 por ciento del equipamien-to industrial de las zonas occidentales a cambio de productos agrícolas y de otro tipo de su zona de ocupación.

Pese a la proclamación solemne de la creencia en la res-ponsabilidad colectiva de las grandes potencias en el esta-blecimiento de una paz justa y concertada y de la adhesión unánime a los principios de la Carta del Atlántico; la reali-dad fue que en la Conferencia de Potsdam afloraron de una manera bastante evidente las divergencias ideológicas y las ambiciones nacionales irreconciliables, que llevarían a corto plazo al fin de la Gran Alianza y al inicio de la Guerra Fría. En efecto, como señala Henri Kissinger, el resultado práctico de Potsdam fue el principio del proceso que dividió a Europa en dos esferas de influencia.

El diálogo mantenido entre estos dos mundos durante la Segunda Guerra Mundial no logró mantenerse una vez que ya no existían razones para continuar perteneciendo al mis-mo bando así se fueron configurando dos mundos opuestos, que derivaron más tarde en dos bloques militares y económi-cos en permanente tensión.

El punto de partida de aquellos que consideran el ini-cio de la Guerra fría tras la segunda Guerra Mundial adole-cen de ser muy generales, entre los autores de esta visión se encuentran: Juan Pereira, Julio Gil, Rafael Aracil, Eric Hobsbawn, Henry Kissinger, George Kennan, Analdy Dory-nin, Jean Duroselle y algunos ejemplos destacados de la Historiografía Oficial de la Unión Soviética. Dentro del gru-po se dan dos vertientes historiográficas, la occidental y la soviética. La primera se caracterizó por ir experimentando una evolución progresiva hacia la objetividad interpretativa, mientras que la historiografía soviética mantuvo durante mucho tiempo su rigidez y ortodoxia. Según Juan Pereira, esta rigidez se mantuvo incólume hasta la década de los setenta y los primeros ochenta, donde la relajación de la tensión y la mejora de las relaciones entre Moscú y Was-hington, permitieron una matización en la interpretación de las relaciones entre las dos superpotencias en el contexto de la Guerra Fría. No obstante, “solo con Gorbachov y su libro Perestroika se inició un amplio proceso de crítica in-terna que contribuyó, sin duda, a la crisis del primer Estado

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Socialista del mundo, cuya desaparición se certificó en la Navidad de 1991”92.

Un acercamiento al punto de vista soviético contempla las definiciones y propuestas planteadas en diferentes obras93 de las cuales se destaca la última94 por su análisis crítico que inten-ta buscar respuestas de una manera más objetiva a diferencia de las anteriores, no se encuentra sometida a las demandas impuestas por el Estado Soviético, quien censuraba y se encar-gaba de establecer las directrices de la historiografía para ajus-tarse estrictamente a la interpretación oficial. El rasgo principal de la interpretación occidental que unifica a este grupo radica en que todos ellos poseen una perspectiva general y completa del período en estudio, ya que todas sus obras fueron publicadas en el transcurso de la última década del siglo XX y la obra más antigua fue publicada en 1989, cuando aún “existía” la Unión Soviética aunque ya padeciendo muchos de los síntomas que la condujeron al colapso. La evolución experimentada por la his-toriografía occidental Se conoce fundamentalmente a partir de Juan Pereira Castañeda a través de sus obras “Historia y Pre-sente de la Guerra Fría” (1989) y “Orígenes de la Guerra Fría” (1997), en ambas obras se presentan a grandes rasgos la evo-lución experimentada por la historiografía referida a la Guerra Fría desde 1947 hasta el momento en que se edita cada libro.

Autores tales como Rafael Aracil y Eric Hobsbawn, nos aportarán un análisis general acerca de los aspectos más relevantes de la Guerra Fría, mientras que a través de H. Kissinger y George Kennan podremos conocer las percep-ciones de dos protagonistas destacados de la Guerra Fría, los cuales, a través de sus obras intentan aproximarse de manera analítica al estudio del período en que por diversas circunstancias se vieron directamente implicados.

Desde el punto de vista de la interpretación soviética, la Guerra Fría será valorada a través del prisma de la lucha de

92 Pereira Castañeda, Juan, Los Orígenes de la Guerra Fría, Editorial Arco, Madrid 1997. Página 1993 “Compendio de Historia de la URSS” (1966), “Gran Enciclopedia Soviética” (1970), “Historia de la Política Exterior de la URSS” (1971),“En Confianza: El embajador de Moscú ante los seis presidentes norteamericanos de la guerra fría” (1998).94 “En Confianza: El embajador de Moscú ante los seis presidentes nortea-mericanos de la guerra fría” (1998).

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clases trasladada al nivel internacional, según ésta el capi-talismo mundial y los países que lo representaban habrían comenzado un ataque en todos los frentes contra el mundo socialista95. Los análisis soviéticos son oficiales e insisten en la unilateralidad de las causas de la Guerra Fría, culpando al que ellos llaman “capitalismo imperialista norteamericano”, la crítica interna y objetiva sólo se evidenció con la llegada de Gorbachov al poder en la década del ochenta.

“La Guerra Fría constituye un rumbo político agresivo que tomaron los círculos reaccionarios de las potencias impe-rialistas, bajo la dirección de Estados Unidos e Inglaterra, a raíz de la Segunda Guerra Mundial 1939-1945 (…) La Gue-rra Fría está orientada a no permitir la coexistencia pacífica entre Estados de diferentes sistemas sociales, a agudizar la tensión internacional y a crear las condiciones para el des-encadenamiento de una nueva guerra mundial (…) En la práctica la política de Guerra Fría se ha hecho patente en la creación de bloques político-militares agresivos, en la carrera de armamentos, en el establecimiento de bases militares en el territorio de otros Estados, en la histeria de la guerra, en la intimidación de los pueblos amantes de la paz (…), en la des-organización de las relaciones económicas pacíficas, en los intentos de sustituir por la violencia y la dictadura las normas generalmente reconocidas de las relaciones diplomáticas en-tre los Estados”96.

Según esta definición el conflicto lo originó Estados Uni-dos y está dirigido contra los países que no comparten su mismo sistema social, los países socialistas, que patrocinan la coexistencia pacífica, no obstante, esta última se ve direc-tamente afectada por el constante clima de tensión interna-cional que genera un permanente peligro de desencadenar una tercera guerra Mundial.

Los objetivos y directrices interpretativas del libro “Com-pendio de Historia de la URSS” quedan claramente especifi-cados en los títulos de los capítulos dedicados al estudio de

95 Pereira Castañeda, Juan, Los Orígenes de la Guerra Fría, Editorial Arco, Madrid 1997. Página 1996 En la Gran Enciclopedia Soviética se hace evidente la unilateralidad expli-cativa acerca de las causas que originaron el conflicto denominado Guerra Fría, 1970. En: Pereira Castañeda, Juan, Ob. Cit., Página 16

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la Guerra Fría97. Según se desprende de los capítulos dedi-cados a la Guerra Fría, ésta comenzó en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial y como punto de partida podría señalarse el “innecesario” lanzamiento de las bombas ató-micas sobre Japón. Según la percepción soviética, el lanza-miento de las bombas estaba destinado, más bien, a intimi-dar a la Unión Soviética, que a derrotar al último bastión de las potencias del Eje98.

Desde esta perspectiva, la Guerra Fría fue fraguada y emprendida por Estados Unidos contra la Unión Soviética mientras que la URSS se había mantenido en un esfuerzo permanente por mantener la paz, no obstante Estados Uni-dos siguió provocando situaciones de conflicto y tensión. A través del libro se hace evidente el deseo de mostrar a la Unión Soviética como baluarte de los países pacíficos, pro-clamando que la URSS se encargó durante todos los años de posguerra de velar por el mantenimiento de la paz y como un actor fundamental en la superación de las tensiones in-ternacionales, especialmente preocupada de proponer en la ONU las soluciones más plausibles en favor de la paz, pero todos sus esfuerzos se vieron siempre restringidos por los representantes de Estados Unidos y los países occidentales que seguían sus directrices.

Además de carecer de amplitud analítica al ceñirse estric-tamente a la interpretación oficial sostenida por la Unión So-viética, esta obra sólo nos entrega el análisis de 20 años de la Historia de la Guerra Fría sin embargo, a partir de esta obra podemos conocer la perspectiva soviética acerca de algunos de los hitos más relevantes de la Guerra Fría. Por ejemplo, se puede conocer la versión soviética de las razones del quiebre definitivo de la alianza forjada durante la guerra, así como las causas que provocaron la Crisis de Berlín, la Guerra de Corea, la Crisis de los misiles y los inicios de la Guerra de Vietnam.

97 En la Gran Enciclopedia Soviética se hace evidente la unilateralidad expli-cativa acerca de las causas que originaron el conflicto denominado Guerra Fría, 1970. En: Pereira Castañeda, Juan, Ob. Cit., Página 16.Entre ellos se destacan los siguientes:1. Occidente da comienzo a la “guerra fría”, 2. Lucha de la Unión Soviética por la Distensión, Primeros éxitos de la URSS en la lucha contra la guerra fría, La URSS y el Desarme…98 Academia de Ciencias de la URSS, Compendio de Historia de la URSS, Segunda parte, Editorial Progreso, Moscú 1966. Página 300

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En cada uno de los casos mencionados las explicaciones son unilaterales y siempre los conflictos encuentran su causa primaria en agresiones provenientes del mundo occidental, especialmente desde Estados Unidos incluso la construcción del muro de Berlín y la Crisis de los misiles cubanos se expli-ca sólo a partir de la agresividad directa o encubierta de los Estados Unidos contra el bloque de países socialistas.

En su libro, “En Confianza”, Dobrynin99 aporta detalles de las circunstancias que rodean las grandes pugnas entre Esta-dos Unidos y la Unión Soviética en el periodo de la Guerra Fría, en su condición de embajador, Dobrynin participó en la prepa-ración de todos los encuentros de alto nivel entre los líderes de las dos naciones, desde el primero que tuvo lugar en 1955, hasta el último entre Gorbachov y Bush en 1990. En su obra se evidencia un interés analítico más amplio en relación con las causas de los acontecimientos estudiados, evita la unilaterali-dad y se interesa por sopesar la mayor cantidad de elementos involucrados con el fin de presentar una estructura explicativa más coherente y desapegada de los tradicionales parámetros impuestos por las interpretaciones oficiales que establecía la Unión Soviética. No obstante, cada hombre es hijo de su cir-cunstancia, por tanto, es lógico que también intente exponer la explicación y en muchos casos justifican los procederes del mundo al cual perteneció, la Unión Soviética, y también de sus propios actos en calidad de primer representante de ese mun-do frente a su principal enemigo: Estados Unidos.

Bastante impactante nos parece su apreciación acerca de la Guerra Fría, al referirse a ésta como una “perversión temporal, fundamentada en la ideología y no en los intereses nacionales”100 en esta afirmación está presente su interés por destacar las posibilidades de entendimiento que tienen Rusia y Estados Unidos tras el fin de la Guerra Fría, ya que al no existir choque de intereses entre ambas, y al haberse aparta-do de la ideología comunista, el futuro presenta grandes po-99 Dobrynin, Anatoly, llegó a Washington en 1962 y con sólo 42 años era el Embajador más joven de Moscú, permaneció como tal durante los mandatos de Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter y Reagan, llegando a ser el princi-pal canal de comunicación entre la Casa Blanca y el Kremlin.100 Dobrynin, Anatoly, En Confianza: El embajador de Moscú ante los seis presidentes norteamericanos de la guerra fría (1962-1986), FCE México 1998. Página 662

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sibilidades de un acercamiento y cooperación efectiva entre ambos países.

En su libro Dobrynin expresa una crítica profunda hacia la sobrecarga ideológica con la que fueron impregnadas las relaciones soviético-norteamericanas, las actitudes dogmáti-cas e intransigentes que contribuyeron a perpetuar el estado de tensión que caracterizó a toda la segunda mitad del siglo XX. Los aportes de esta obra pueden ser comparados a los extraído de los libros de Henry Kissinger y George Kennan, estos dos últimos en calidad de representantes del bloque occidental, liderado por Estados Unidos.

Los puntos coincidentes radican esencialmente en el he-cho que estos tres autores al escribir sobre la Guerra Fría no sólo lo hacen respondiendo a su interés por un período relevante del siglo XX, sino que a su vez están intentando poner en perspectiva histórica su propio actuar dentro de ese período, ya que todos ellos se vieron involucrados en los acontecimientos que narran y explican. A pesar de que se pueda discrepar que muchos de sus postulados carecen de la objetividad necesaria, es muy interesante conocer el análisis realizado por los actores de los acontecimientos que se estudian.

Al contrario de la interpretación Soviética, la occidental experimentó una notable evolución a lo largo de los años en que se extiende la Guerra Fría en los primeros años, los es-tudios dedicados a la Guerra Fría guardaban un gran apego a la ortodoxia, entregando explicaciones unilaterales, donde las causas principales radicaban, esencialmente, en la agre-sividad soviética y su afán expansionista sobre el resto del mundo. Desde esta configuración, Estados Unidos se con-sideraba legítimo defensor del mundo libre con la obligación de proteger y evitar el avance de las fuerzas comunistas, que amenazaban con extenderse por todo el mundo; el “fantasma del Comunismo” al decir de Marx.

La Alemania Federal consideraba que “La Guerra Fría era la forma procedente del agresivo comunismo mundial, de la confrontación político-espiritual y psicológico-propagandísti-ca con el mundo no-comunista, el comunismo mundial quie-re, en primer lugar, dominar la conciencia de las masas, por ende, trata de que su influencia penetre en todos los ámbi-

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tos vitales de la sociedad en los Estados no-comunistas. “La meta suprema de la guerra fría radica en el completo domi-nio, descubierto u oculto, del mundo no comunista. A tal efec-to se utilizan preferentemente medios no-militares. No obs-tante, de vez en cuando también puede recurrirse a medios militares. Los éxitos comunistas en la Guerra Fría pueden conducir a situaciones revolucionarias”101.

A partir de esta perspectiva, la Guerra Fría es un instru-mento del comunismo mundial, que espera poder lograr la subversión de las masas en los países occidentales y para obtener sus objetivos, el mundo comunista utilizaba prefe-rentemente medios no militares, por ejemplo la propaganda donde la utilización de medios militares no se encuentra des-cartada. El actuar de Estados Unidos se explica como parte de la legítima defensa ante el inminente peligro que significa para el mundo occidental los afanes agresivos y expansionis-tas del mundo comunista.

En Occidente la interpretación ortodoxa se fue matizan-do y orientando hacia estudios más objetivos que intentaban poner en perspectiva los diversos factores involucrados en las causas que originaron la denominada Guerra Fría. Como ejemplo de esta evolución se puede mencionar el análisis propuesto por Jean Duroselle, en su libro “Europa de 1815 a Nuestros días” (1967). En el libro se evidencia el claro interés por aproximarse a un estudio crítico y no ortodoxo del con-flicto sostenido por las dos superpotencias, el conflicto entre dos ideologías político-sociales se transformó en el fenóme-no más sobresaliente de la posguerra.

Durante la guerra las necesidades de permanecer uni-dos habían disfrazado las profundas diferencias entre los principales componentes de la coalición, pero una vez ter-minada la conflagración las divergencias se hicieron insupe-rables. Más aún, debido a que la guerra había contribuido a consolidar la calidad de superpotencias militares tanto a Estados Unidos como a la Unión Soviética, las condiciones para que se produjera la Tercera Guerra Mundial ya estaban generadas. Pero la conflagración no se llevó a cabo, debi-do esencialmente, a lo que Duroselle denomina “equilibrio

101 Ver: Pereira Castañeda, Juan, Ob. Cit., Página 13

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del terror”102, el cual se explica a partir del hecho que la tecnología militar utilizada por ambos bandos había sobre-pasado por primera vez los límites de la destrucción total. Ante tales condiciones, dar comienzo a un conflicto directo, habría significado sentenciar a muerte a la propia población, cuestión a la que ninguno de los dos bandos en pugna llegó arriesgarse

Andre Fontaine, en su Obra “La Historia de la Guerra Fría” (1970) forma parte del conjunto de autores que consideran el año 1917 como punto de partida de la Guerra Fría con-siderada por él como “un enfrentamiento entre soviéticos y norteamericanos, motivados por sus ambiciones e intereses contrapuestos, por el choque de dos ideologías de pretensión universal, encarnadas cada una de ellas en un estado con po-der suficiente para hacer de él un candidato a la hegemonía, solo el “equilibrio del terror” había permitido una especie de armisticio103. Fontaine elabora una definición equilibrada que contempla las responsabilidades de ambos actores, subra-ya también el factor crucial que hasta ese momento (1970), había impedido el enfrentamiento: el denominado “equilibrio del terror”.

Los autores representantes de la historiografía occidental actual cuentan con el hecho de poder contemplar su obje-to de estudio, la Guerra Fría, como un proceso acabado ya que todos escriben durante la última década del siglo XX e incluso en los primeros años del presente siglo. Los estudios académicos que tienen un interés de síntesis analística, en-tre ellos figuran Juan Pereira, Julio Gil, Rafael Aracil, y Eric Hobsbawn.

De todos ellos, sólo Hobsbawn no entrega una síntesis historiográfica acerca de la Guerra Fría, no obstante como él mismo lo señala en las páginas iniciales de su libro, “El siglo XX”, su interés no es realizar un estudio exhaustivo de documentación primaria, sino buscar respuestas que sirvan para explicar el “tan extraño desarrollo del siglo XX”. Además, él no se ha especializado en el estudio del siglo XX, su área

102 Duroselle, Jean, Europa de 1815 a nuestros días, vida política y relacio-nes internacionales, Editorial Labor, S.A., Barcelona 1978. Páginas 108-116103 Fontaine, Andre, Historia de la Guerra Fría, Editorial Luis Caralt, Barce-lona 1970. Vol. I.

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es la historia del siglo XIX europeo, de ahí que su propuesta viene a ser la reflexión de un hombre que vivió y padeció el siglo XX, del cual la Guerra Fría abarca aproximadamente 45 años. Finalmente serán analizadas las propuestas interpreta-tivas de Henry Kissinger y George Kennan, quienes además de dedicarse a la tarea de investigar e historiar el siglo XX, son partícipes directos de muchos de los hechos que relatan.

El trabajo de Juan Pereira aporta un análisis imprescin-dible en su obra “Orígenes de la Guerra Fría”, en la que dis-tingue las divergencias interpretativas entre la historiografía occidental y la soviética junto a definición del concepto, los ejes cronológicos y su intento por resumir y sintetizar a partir de las interpretaciones divergentes un concepto que conten-ga las principales características de la Guerra Fría.

Para Pereira, la Guerra Fría dura casi 45 años, se extien-de desde 1947 hasta 1989-1990 y durante este período se transformó en factor central de las relaciones internacionales. Condicionó la política exterior de Estados Unidos y la URSS, y también de gran parte de las naciones del mundo, del norte y del sur, del Este y el Oeste, este conflicto no sólo se desa-rrolló en Europa, sino que progresivamente se fue mundiali-zando, convirtiéndose el tercer mundo en principal teatro de operaciones militares. No obstante, la Guerra Fría no sólo es el conflicto entre el Este y el Oeste, pues sus manifestaciones y consecuencias se pueden apreciar en campos tan variados como el de la sicología de la guerra, la creación de la red de Internet, la censura en el cine y los medios de comunicación104.

El punto de partida de la Guerra Fría, es para J. Pereira el año 1947 ya que es ahí, donde según su apreciación se evidencia el quiebre definitivo de la alianza de guerra, lo que viene a manifestarse concretamente a través de la Doctrina del Presidente Harry Truman: “Uno de los objetivos funda-mentales de la política de EE.UU. es la creación de condicio-nes en las cuales nosotros y otras naciones podamos forjar una manera de vivir libre de coacción (…) debemos estar dis-puestos a ayudar a los pueblos libres al mantenimiento de sus instituciones libres y su integridad nacional (…)”105.

104 Pereira, Juan, Ob. Cit., Página 9105 Pereira, Juan, Ob. Cit., Página 9

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Juan Pereira considera que la Guerra Fría tuvo por ele-mentos integrantes la de ser un enfrentamiento directo y no bélico, primero entre Estados Unidos y Unión Soviética, después por los dos bloques liderados por éstos Estados, enfrentamiento que se inició en 1947 entre los dos Estados con mayor poder e influencia en el mundo que adquirieron un nuevo status en la política internacional: El de superpotencia. Posición que fue adquirida tanto por sus intereses mundiales y recursos disponibles, como por los medios políticos, ideoló-gicos y militares que tenían para alcanzar sus objetivos.

Este nuevo equilibrio de poder dio lugar a un sistema inter-nacional bipolar y flexible, en el que junto a las dos potencias y los bloques que estaban bajo su influencia, se encontraron actores no alineados y un actor universal la ONU, que trató de jugar un papel atenuador de la tensión internacional. En este sistema bipolar ambas potencias trataron de distinguir entre aliados u enemigos, delimitaron sus zonas de influencia y trataron de ampliarlas a costa del bloque contrario, inten-tando evitar cualquier desviacionismo político o ideológico en sus respectivas zonas. No hubo posibilidad de que un Es-tado se declarase neutral sin el consentimiento de las dos superpotencias. Al estar ocupada, controlada y delimitada a una “zona de influencia” su respeto por la otra superpotencia fue una regla básica que al romperse esta regla se incumplió y afectó a territorios incluidos en el perímetro de seguridad establecidos por las dos superpotencias, el peligro de enfren-tamiento directo surgió y la tensión se agravó provocando los momentos de mayor inestabilidad.

El enfrentamiento entre los bloques se fue mundializan-do paulatinamente a partir de los primeros choques en Eu-ropa progresivamente el antagonismo ideológico y dialéctico se amplió y en él se integraron factores políticos, psicológi-cos, sociales, militares y económicos, convirtiéndose de este modo en un enfrentamiento global. La tensión impulsó la elaboración de una política de riesgos calculados, con la di-suasión nuclear como eje básico, que adoptó una estrategia diplomática militar cuyas bases fueron: la contención del ene-migo y de su expansión;

75 Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 75.

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La disuasión de cualquier acto hostil ante la amenaza de recurrir al enfrentamiento bélico y provocar cuantiosos daños; la persuasión con factores ideológicos y psicológicos; la sub-versión para eliminar autoridades políticas o militares que no aceptaron los valores o las reglas del bloque en el que estaban integradas; el espionaje ante la necesidad de conocer rápida y verazmente las actividades y decisiones del enemigo.

El segundo autor, Julio Gil, se pregunta por el origen del término de Guerra Fría y afirma que “es de origen norteame-ricano inventado por el periodista Herbert B. Swope en 1947, para su uso en un discurso del senador Barnard Baruch. Lo recogió otro periodista Walter Lipman que lo popularizó en una recopilación de sus artículos titulada “La Guerra Fría. Es-tudio de la política exterior de los Estados Unidos.”

A finales de los años cuarenta la expresión había ganado carta de naturaleza y se utilizaba para designar al comple-jo sistema de relaciones internacionales de la posguerra, la pugna entre las dos superpotencias por la hegemonía mun-dial y la aparición de un abismo de hostilidad y temor entre los dos grandes bloques geopolíticos”106, inmediatamente explica que el término Guerra Fría se utilizó para caracterizar al nuevo tipo de relaciones internacionales que sobrevendría entre las dos grandes potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial. En este nuevo período, la característica es-taría dada por la tensión generada a partir de la competencia que ambas superpotencias emprendieron con el fin de ase-gurar su hegemonía mundial.

Un aspecto que destaca Julio Gil, es el rol de dos políti-cos en la teorización de los parámetros que caracterizaron a este nuevo período haciendo referencia a George Kennan y Jdanov, este es el año en que Kennan escribe el famoso te-legrama largo a sus superiores norteamericanos, explicando las motivaciones profundas del comportamiento soviético107.

El segundo protagonista, Andrei Jdanov, es un soviético, miembro del Politburó desde 1938, fue uno de los principales promotores de la creación de la Kominform.

106 Gil, Julio, La Guerra Fría: La NATO frente al Pacto de Varsovia, Editorial Siglo XXI Madrid 1998. Página 7107 El telegrama de George Kennan y su importancia en los inicios de la Gue-rra Fría será analizado más adelante.

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En ambos casos, lo que manifiestan los autores es su análisis respecto de la inevitable división del mundo en dos bloques. Cada uno de ellos veía en el otro a un agresor. Se-gún la propuesta de Kennan al gobierno norteamericano le correspondía contener con paciencia, firmeza y vigilancia las tendencias a la expansión de la URSS. Para Jdanov, el rol que debía jugar la URSS era luchar contra el peligro de otra guerra imperialista, recordemos que desde el punto de vista del análisis soviético las guerras son intrínsecas del capita-lismo imperialista; debía esforzarse también por afianzar la democracia y exterminar los restos del fascismo.

De este modo, los análisis de Kennan y Jdanov contribu-yeron a enmarcar el nuevo estilo de las relaciones internacio-nales, que se caracterizó por el predominio de “Una guerra jamás declarada, cuyos argumentos más contundentes no se esgrimían en el campo de batalla, sino en los foros interna-cionales, en los despachos de los estrategas, en las páginas de los periódicos y en los laboratorios de los científicos nu-cleares”108.

Interesante resulta destacar del análisis de Julio Gil por la caracterización de la vida internacional durante el período de la Guerra Fría cuando señala los siguientes rasgos:109

1. La estructuración de un sistema bipolar rígido, en el que no cabían las posiciones intermedias, que alineaba a dos bloques de países agrupados en torno a dos potencias impe-riales, Estados Unidos y la Unión Soviética.

2. La tensión permanente entre los dos polos, motivada por la búsqueda del equilibrio estratégico en un mundo pro-fundamente alterado por la Segunda Guerra Mundial y some-tido a continuos cambios en la posguerra.

3. Una política de riesgos calculados destinada en un pri-mer momento a la contención de los avances del adversa-rio y luego a disuadirle de cualquier acto hostil, pero evitan-do provocar un conflicto de carácter mundial. Esta política condujo a la continua aparición de puntos calientes (Corea, Berlín, Cuba, etc.) , Donde los bloques midieron sus fuerzas, dispuestos a volver a las negociaciones cuando los riesgos fueran excesivos para ambos.108 Aracil, Rafael, Ob. Cit., Página 110109 Ibidem, Página 10

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4. El papel asignado a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como foro de discusión entre los bloques, últi-mo recurso ante las crisis y, a la vez, escenario de la propa-ganda de los adversarios.

Otro autor clave en este análisis es Rafael Aracil y su libro “El Mundo actual de la Segunda Guerra Mundial a nuestros días”, en el que presenta su perspectiva de análisis acerca de la Guerra Fría, guerra que según su visión, habría sido provocada por el estado de paranoia y persecución de cada uno de los bandos más que por amenazas y peligros reales. “La Guerra Fría encontró su origen, menos en la agresividad efectiva de los adversarios, que dieron pruebas en realidad de una gran prudencia, que en la escalada de sus descon-fianzas recíprocas”110. Cada actor vio en el actuar de su opo-nente una provocación directa para iniciar el enfrentamiento.

Desde esta perspectiva, Aracil destaca un fuerte compo-nente psicológico en las motivaciones que provocaron el co-mienzo de la Guerra Fría. Desde su punto de vista se explican las divergencias interpretativas de cada uno de los bloques al comenzar la Guerra Fría, ya que cada uno veía en el otro a un agresor, dispuesto a recurrir a todo tipo de estrategias y armas para ampliar su esfera de influencia e ir derrotando así, progresivamente a su rival.

Respecto de la definición del concepto “Guerra Fría”, Ra-fael Aracil considera que “Aplicado a las Relaciones interna-cionales el término “guerra fría” caracterizará las relaciones entre el Este y el Oeste, las relaciones conflictivas entre los dos grandes actores del juego internacional, Estados Unidos y la Unión Soviética, los cuales tendrán por objetivo asegurar su dominio o su seguridad con el empleo de todos los medios que tengan a su disposición – intimidación, propaganda, con-quista del campo ideológico y cultural, subversión, guerras locales en la periferia por clientes interpuestos, etc. –, con la excepción de un enfrentamiento directo111”.

Rafael Aracil coincide con la cronología propuesta por Juan Pereira, es decir, también es el año 1947 el punto de partida de la Guerra Fría, aunque en relación con esto último,

110 Aracil, Rafael, El Mundo Actual, de la Segunda Guerra Mundial a nuestros días, Universitat de Barcelona, Barcelona 1998, Página 49111 Ibidem, Página 110

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afirma que también es correcto considerar como inicio de la Guerra Fría el año 1945, ya que inmediatamente terminada la Segunda Guerra Mundial, comienzan a manifestarse, entre Estados Unidos y la Unión Soviética, las mutuas desconfian-zas que culminaron con el quiebre definitivo en 1947. La Gue-rra Fría se manifestó inicialmente en Europa, donde se pro-dujeron las primeras fricciones entre las dos superpotencias, no obstante, pronto cada una aceptó tácitamente la esfera de influencia de su oponente y así se estabilizó o más bien se congeló la división de Europa durante todo el período que abarca la Guerra Fría, desde 1947 hasta 1989-1991. Este úl-timo factor fue la causa para que la Guerra Fría se extendiera hacia la periferia, especialmente a aquellos lugares donde la delimitación de las influencias aún no estaba definida, como ejemplo crucial se encuentra Asia, con la excepción de Japón que tras su derrota pasó a ser controlada exclusivamente por Estados Unidos.

El análisis propuesto por Eric Hobsbawn, para quien la Guerra Fría es el telón de fondo sobre el cual se estructura el devenir histórico de los últimos 45 años del que ha denomi-nado “Corto siglo XX”, que abarca desde 1914 hasta 1991, es decir, entre el inicio de la Primera Guerra Mundial y la caída de la Unión Soviética. Según Hobsbawn “(la segunda mitad de siglo XX) en su conjunto siguió un patrón único marcado por la peculiar situación internacional que lo dominó hasta la caída de la URSS: el enfrentamiento constante de las dos superpotencias surgidas de la Segunda Guerra Mundial, la denominada Guerra Fría”112.

La Segunda Guerra Mundial se encargó de dejar frente a frente a dos superpotencias militares de la URSS había sa-lido del conflicto ocupando amplias extensiones de Europa, y con un gran prestigio mundial, pues, según Hobsbawn, a ella pertenecía, esencialmente, el mérito del triunfo ante las potencias del Eje aunque, en términos concretos, la URSS no representaba ninguna amenaza inmediata para quienes se encontrasen fuera del ámbito de ocupación de las fuerzas del ejército rojo. Después de la guerra, se encontraba en rui-

112 Hobsbawn, Eric, Historia del Siglo XX, Editorial Crítica, Buenos Aires, 1998. Página 230

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nas, desangrada y exhausta, con una economía civil hecha trizas y un gobierno que desconfiaba de una población gran parte de la cual, fuera de Rusia, había mostrado una clara y compresible falta de adhesión al régimen . Pero esto último no lo tuvieron presente los políticos de Estados Unidos, que creyeron ver en la URSS una potencia expansiva y agresiva, frente a la cual era necesario actuar113.

En términos concretos, para Hobsbawn el período en que se entiende la denominada Guerra Fría no hubo ningún peli-gro inminente de guerra mundial, pues a pesar de la retórica apocalíptica utilizada por ambos bandos, los gobiernos de ambas superpotencias aceptaron el reparto global de fuerzas establecido al final de la Segunda Guerra Mundial114. Desde esta perspectiva el rol que correspondió a las armas nuclea-res fue el haber mantenido y congelado esta situación hasta fines de la década de 1980, cuando ambas partes acepta-ron que la otra sinceramente deseaba acabar con la carrera de armamentos, concretamente entre los años 1986 y 1987, cuando se llevan a cabo las cumbres de Reykjavik y Washin-gton. No obstante, el fin de esta peculiar guerra sólo se hizo inminente para todos con el hundimiento del Imperio Sovié-tico en 1989 y la posterior disolución de la URSS en 1991.

Si bien, la percepción acerca de las causas que motivaron el surgimiento de la Guerra Fría, Hobsbawn reconoce que es tentador para todo historiador quedarse siempre con el térmi-no medio, buscando un justo equilibrio cuando se trata de ha-llar a los culpables o responsables de ciertos acontecimientos históricos, finalmente, termina equilibrando la balanza hacia la responsabilidad que tuvieron muchos políticos norteameri-canos. Estos últimos habrían llegado a la conclusión de que la construcción de la imagen de un enemigo exterior era una herramienta política perfecta, que servía a sus intereses.

Así, “El anticomunismo apocalíptico se volvió útil y tenta-dor. Un enemigo exterior que amenazase a Estados Unidos les resultaba práctico a los gobiernos norteamericanos, que habían llegado a la acertada conclusión de que los Estados Unidos eran ahora una potencia mundial. Como fantasma y como uno de los mayores obstáculos internos se encontra-113 Ibidem, Página 253114 Ibidem, Página 230

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ba el aislacionismo. Si los mismísimos Estados Unidos no estaban a salvo, entonces no podían renunciar a las respon-sabilidades y recompensas del liderazgo mundial, igual que hicieron al término de la primera gran guerra”115. Desde este punto de vista, era necesario crear una imagen del enemigo exterior, ya que de ese modo podía justificarse el giro que es-taban experimentando las Relaciones Internacionales de Es-tados Unidos. Ya no se quedaría acorralado o protegido tras los dos océanos, sino que ahora tomaría participación directa en los diversos conflictos suscitados alrededor del mundo: Europa, Asia, América Latina y Asia.

Dos autores, George Kennan y Henry Kissinger, partícipes directos de muchos de los hechos que relatan se han dedi-cado, además, a la tarea de investigar e historiar el siglo XX. La obra de George Kennan “Al Final de un siglo, Reflexiones, 1982-1995” y “La Diplomacia” 1998 de Henry Kissinger son de obligada referencia en el análisis de las dos Guerras Mun-diales y ambos tuvieron participación directa en los procesos constitutivos de la Guerra Fría. Kennan conocido por su “Te-legrama Largo”, enviado desde Moscú el año 1946, intenta explicar al gobierno norteamericano las motivaciones profun-das que guiaban el actuar de los soviéticos y las razones por las que se estaba produciendo el quiebre de la alianza.

Henri Kissinger es uno de los diplomáticos más famosos del siglo XX, fue secretario de Estado norteamericano entre los años 1973 y 1977, uno de los períodos más difíciles para Norteamérica, pues tuvo que retirarse de Vietnam sin haber logrado sus objetivos.

Haciendo el esfuerzo en escribir sus recuerdos en tiem-po presente, Kennan nos revela su impresión frente a las publicaciones soviéticas: “Me consterna la propaganda que satura cada página de esta literatura soviética oficial, el uso descarado de obvias falsedades, la hipocresía y, sobre todo, la salvaje intolerancia mostrada hacia todo lo que no sea so-viético…”116

Kennan era un conocedor del sistema soviético y hablaba a la perfección el idioma ruso en el transcurso de tiempo que

115 Ibidem, Página 238116 Kennan, George, Al Final de un siglo, Reflexiones, 1982-1995, Fondo de Cultura Económica, México 1998. Página 41

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va entre el establecimiento de relaciones diplomáticas con la URSS y el fin de la Segunda Guerra Mundial, trabajó para el servicio exterior norteamericano en varios países, no obstan-te en los últimos meses de la guerra se encontraba en Mos-cú a cargo de la embajada, aunque no como embajador. Su conocimiento acerca de aquel mundo se iba acrecentando al punto de poder prever las dificultades que sobrevendrían una vez que finalizara la guerra.

La reflexión de Kennan para explicar claramente a los nor-teamericanos tales ideas escribió el mencionado “Telegrama Largo”, llamado así porque consta de al menos 8.000 pala-bras. Escribiendo sus recuerdos, como si estuvieran escritos en tiempo presente, nos dice: “Me llena de impaciencia y dis-gusto esta ingenuidad. Durante dos años he estado tratando de persuadir a la gente de Washington de que el régimen de Stalin es el mismo que conocimos antes de la guerra, el mis-mo que realizó las purgas, el mismo que concluyó el pacto de no-agresión con los nazis; De que sus líderes no son nues-tros amigos. He tratado de persuadir a Washington de que los sueños de una feliz colaboración con este régimen en la pos-guerra son enteramente irreales; de que nuestro problema es más profundo que eso; de que Stalin y sus socios están ahora fascinados con sus recientes éxitos militares y políticos y creen ver perspectivas favorables para la extensión de su influencia política por toda Europa, mediante tácticas de infil-tración y subversión. Sostengo que mientras no dejen de lado estas esperanzas de color rosa será inútil suponer que par-ticiparán en planes idealistas para la colaboración mundial bajo nuestro liderazgo, sobre todo en áreas tales como las de economía y finanzas, donde sus compromisos ideológicos son enteramente diferentes de los nuestros”117.

El objetivo de Kennan al escribir el telegrama era explicar la imposibilidad de poder transar o llegar a acuerdos de estilo tradicional con la potencia soviética, esencialmente, porque ésta no compartía ni los parámetros ni los valores occidenta-les. En efecto, la ideología comunista impregnaba el actuar soviético y ello era la base de sus decisiones respecto de temas tales como su negativa a unirse al Banco Mundial y al 117 Kennan, George, Al Final de un siglo, Reflexiones, 1982-1995, Fondo de Cultura Económica, México 1998. Página 41

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Fondo Monetario Internacional, ya que para ellos (los rusos) este tipo de instituciones no podía ser otra cosa que instru-mentos del mundo capitalista.

Ese orden se caracterizó por la rivalidad entre dos siste-mas absolutamente opuestos, el capitalismo occidental y el socialismo soviético, en definitiva, para George Kennan las características de este nuevo período que comienza tras la Segunda Guerra Mundial, estuvieron fuertemente impregna-das por la Guerra Fría, que viene a ser la consecuencia más duradera de la Segunda Gran Guerra. La Guerra Fría domi-nó gran parte de la vida internacional por el resto del siglo y puso en escena un gran arsenal de armas nucleares. Entre las características de esta peculiar guerra esta que dividió políticamente al continente europeo por cuarenta años, pro-dujo pocos sacrificios humanos, pero estuvo latente el temor a una tercera guerra, temores innecesarios de ambas partes porque ninguna deseaba la guerra118.

Pero los temores existían y dieron origen a la espelúz-nate carrera de armamentos nucleares, que nunca llegaron a utilizarse, pues de haberlo hecho, habría significado sen-tenciar a muerte a gran parte de la humanidad. ¿Qué Gue-rra podría haber justificado asumir tales costos? Al parecer los gobernantes de las dos superpotencias siempre llegaron a la conclusión de que era mejor dar un paso atrás antes de arriesgarse a una guerra nuclear, ya que “las armas nu-cleares generaron confusión estratégica, pues comenzar la guerra era suicidarse. El resultado de esta confusión fue la acumulación de armas nucleares que ahora no saben cómo eliminar”. Desde la perspectiva de Kennan la gran herencia que dejó la Guerra Fría a las futuras generaciones es el pro-blema nuclear.

Henry Kissinger en su libro “La Diplomacia” (1998) la Gue-rra Fría es una de las consecuencias de la Segunda Gue-rra Mundial ya que, tras la derrota de la Alemania Nazi, en Europa se genera un evidente vacío de poder, que vino a ser ocupado por las dos principales potencias vencedoras, Estados Unidos y Unión Soviética. Este nuevo orden inter-nacional que surgió tras la guerra estuvo marcado por las 118 Kennan, George, Al Final de un siglo, Reflexiones, 1982-1995, Fondo de Cultura Económica, México 1998. Página 11

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desavenencias y dificultades entre los vencedores, los cuales no lograron hacer fructíferos los sueños expresados por Roo-sevelt acerca de un mundo gobernado armónicamente por las grandes potencias.

Así, el mundo armonioso postulado por el pensamiento norteamericano se fue transformando progresivamente en dos bandos armados, cada uno motivado por el temor ante el avance inminente del enemigo, interesante destacar de este autor es su análisis acerca de las motivaciones profundas que guían el actuar de los Estados Unidos en el ámbito de las Relaciones internacionales, comprendiendo estas motivacio-nes se puede entender, según Kissinger, el comportamiento de los Estados Unidos durante la Guerra Fría.

Según esta perspectiva, el comportamiento norteamerica-no durante la Guerra Fría se explica, esencialmente, por el fuerte componente idealista con que Estados Unidos impregna las Relaciones Internacionales el idealismo inspirado en los planteamientos de W. Wilson119. Como afirma Kissinger, Esta-dos Unidos ha sido educado en la fe del bien y el mal120. Esto último explica el hecho que el actuar norteamericano se defina a sí mismo, a partir de parámetros morales, donde los fines úl-timos siempre son expuestos a partir de concepciones éticas.

Ejemplos concretos de ese idealismo lo encontramos en el esfuerzo de los portavoces del gobierno de Truman para demostrar que la OTAN no era una alianza tradicional, ya que Estados Unidos estaba defendiendo principios y no te-rritorios. Con ello según indica Kissinger, el viejo concepto del equilibrio europeo, renacía con nuevos ropajes idealistas, para que pudiera calzar con el sentir norteamericano121. Por ese idealismo y ese desapego a cálculos estratégicos duran-te la Guerra Fría, Estados Unidos intervino en guerras donde el valor concreto de las zonas defendidas era mínimo, tal es el caso de la guerra de Corea.

Kissinger considera que la Guerra de Corea, se produjo esencialmente porque los comunistas no comprendieron el 119 W. Wilson fue presidente norteamericano entre 1913 y 1921. Tras la Pri-mera Guerra Mundial proponía establecer un nuevo orden mundial basado en principios tales como la autodeterminación de los pueblos, la seguridad colectiva, los mercados abiertos, la democracia, etc.120 Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 660121 Ibidem, Página 427

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verdadero valor de los principios morales que guiaban el pro-ceder norteamericano, debido a que, si bien era efectivo que Corea había sido expresamente declarada, por el gobierno norteamericano, fuera de su zona de defensa, también era cierto que Estados Unidos se encontraba ya comprometido con la causa de la “Contención”, que implicaba oponerse a la agresión comunista allí donde ésta se produjese122.

En Vietnam, en términos efectivos tampoco se sopesaron los valores estratégicos aunque en un primer momento se intentó justificar la participación norteamericana a partir de dichos cálculos. En este lugar el discurso y el argumento en que se justificó la participación directa en el conflicto, sufrie-ron un vuelco respecto de los tradicionales argumentos idea-listas, esgrimidos por los gobiernos norteamericanos.

En el transcurso del siglo XX, y sobre todo después de W. Wilson, las Relaciones Internacionales Norteamericanas se han caracterizado por estar impregnadas de un discurso idealista, donde lo fundamental es defender valores y prin-cipios tales como la democracia, la autodeterminación y la seguridad colectiva. Pero al lanzarse a defender Vietnam, no podía justificar su actitud en dichos valores, ya que difícil-mente podrían haberse encontrado en Vietnam los valores anteriormente mencionados. Todo lo anterior fue explicado a partir de la “Teoría del Dominó”123, pero según Kissinger, tal justificación iba muy en contra de los valores intrínsecos del pueblo norteamericano, por eso se convirtió también en tarea de los gobiernos estadounidenses crear en Vietnam valores democráticos donde poder sustentar y justificar la defensa que se estaba realizando en aquellos territorios, pero fue en Vietnam donde Estados Unidos vivió su peor derrota.

Para Kissinger el final de la Guerra Fría vino a ratificar la efectividad de la “Teoría de la Contención”, la cual pese a todos sus problemas, finalmente manifestó sus frutos ya que sin necesidad de emprender una tercera guerra mundial, que por lo demás habría garantizado una hecatombe mundial, la Guerra Fría tocó su fin. El gigante imperio soviético se desga-jó a fines de la década de los ochenta, sin haber perdido nin-guna guerra. Pero el fin de la Guerra Fría “no fue obra de un 122 Ibidem, Página 462123 Ibidem, Página 622

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solo gobierno, fue el resultado de la confluencia de 40 años de esfuerzo bipartidista de los Estados Unidos y de 70 años de osificación comunista”124.

Con esta última afirmación, se sostiene que el fin de la Unión Soviética no responde sólo a la política aplicada por el Gobierno de Ronald Reagan, en el cual se reconoce el rol desempeñado en tales acontecimientos, pero que muchos han visto al artífice del colapso soviético, sin tener en cuenta el trabajo realizado por los ocho gobiernos norteamericanos durante la Guerra Fría, conjugado además con los problemas intrínsecos del sistema económico soviético.

Según la perspectiva que considera el antagonismo entre Estados Unidos y la Unión Soviética como punto de partida la Revolución bolchevique de 1917, la Guerra Fría es el con-flicto entre dos sociedades radicalmente opuestas: Estados Unidos y la Unión Soviética, cuyas características económi-cas, políticas y sociales son incompatibles a lo cual se suma a ello el hecho que ambas sociedades se consideraban a sí mismas como modelos para el resto del mundo.

Para los autores que sostienen estos planteamientos, la Guerra Fría no se podría haber evitado, ya que los elementos componentes de ambas sociedades hacían prever un futuro enfrentamiento, el principal punto en común de esta tenden-cia historiográfica es que considera el año 1917 como punto de partida de la Guerra Fría, el año en que la revolución bol-chevique triunfa en Rusia es considerado como hito funda-mental en la configuración del estado de tensión permanente que caracterizó a la Guerra Fría.

Los revolucionarios bolcheviques aspiraban a convertir-se en faros para el resto del mundo esperando que los pro-letarios de las diversas partes del planeta se levantaran en contra de sus gobiernos burgueses, pero en los gobernantes del mundo occidental surgió el temor de que algo como lo sucedido en el imperio ruso pudiera acontecer en sus propios países. Como señala Ronald Powaski, si bien, la intervención de los países occidentales no logró evitar el establecimiento del gobierno revolucionario en Rusia, sí provocó el acrecen-tamiento de los temores en los bolcheviques, ya que “sembró 124 Fontaine, Historia de la Guerra Fría, Editorial Luis Caralt, Barcelona 1970. Página 8

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en la mente de los líderes soviéticos el temor eterno a un cerco capitalista y la creencia de que la guerra entre el comu-nismo y el capitalismo era inevitable”125.

De este modo, la Guerra Fría se transformó en uno de los conflictos más largos de la historia, que abarca alrededor de setenta años, es decir, se extiende durante todo el período de existencia de la Unión Soviética. Se origina en 1917, pero aguarda en una fase de expectación hasta 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial dejó en medio de Europa y frente a frente a los dos grandes vencedores, Estados Unidos y la Unión Soviética.

Para los autores que sostienen esta perspectiva historio-gráfica, la Segunda Guerra Mundial, y más específicamente los años que van desde 1941 a 1945 son sólo un interludio de la Guerra Fría, ya que se olvidan momentáneamente las enormes diferencias entre ambos sistemas y pasan a formar parte de un solo bloque: “Los Aliados”. Las diferencias y riva-lidades se vigorizaron una vez que ya era evidente la derrota de las potencias del Eje, y se hicieron insalvables llegada la hora de organizar el futuro de los territorios ocupados. De ahí en adelante la Guerra Fría conoció 45 años más de historia, hasta la caída del bloque socialista entre los años 1989 y 1991.

La Guerra Fría se transformó en la mayor guerra de todos los tiempos señala Fermandois : “Aunque si bien no es la que ha costado más vidas, es la primera en la que se ha puesto en juego el dominio del mundo entero e incluso del espacio circundante, la primera que ha enfrentado, por encima de in-tereses y pasiones a dos recetas de una bondad automática y universal”126.

Por otra parte tenemos a Joaquín Fermandois, para quien la Guerra Fría es el enfrentamiento entre dos tipos de so-ciedades, tradicional una y revolucionaria la otra, donde la lucha gira entorno a intereses ideológicos y consideraciones de poder. Esta pugna comienza en 1917, año en que triunfa

125 Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 360126 Fermandois, Joaquín, La Guerra Fría, Documentos Universitarios, Uni-versidad Católica de Valparaíso, Valparaíso 1975. Página 13. Doctor en His-toria. Profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile y de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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en Rusia el movimiento revolucionario bolchevique, el cual presenta sus pretensiones de dominio y expansión mundial, a través de la revolución. En efecto, “cuando surgen las po-tencias revolucionarias se genera la lucha por la futura confi-guración del mundo entre potencias revolucionarias y poten-cias tradicionales”127.

Desde esta perspectiva, se destaca que la Guerra Fría constituye una mezcla de elementos tradicionales y revolu-cionarios debido, esencialmente, a que si bien el tipo de go-bierno y sociedad que se instaura en Rusia a partir de 1917, es revolucionario y cualitativamente nuevo, éste parte desde un espacio geopolítico determinado, el antiguo imperio ruso, del cual hereda una serie de tensiones y motivos tradiciona-les, propios de una sociedad nacional clásica, pero que ahora pasan a formar parte de otro contexto, caracterizado por el ímpetu revolucionario.

Así, la política exterior occidental, al poner énfasis en los elementos tradicionales, puede verse tentada a pensar que es posible llegar a acuerdos del tipo tradicional con la URSS, algo que desde el punto de vista de Fermandois era imposi-ble, ya que los elementos revolucionarios trastocan todo los visos tradicionales que hubiera podido conservar el antiguo Imperio Ruso, convertido ahora en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas128.

Aunque la periodización propuesta por Fermandois está condicionada por la fecha en que fue publicada su obra “La Guerra Fría”129 (1975), en gran medida la perspectiva de su análisis tiene gran importancia dentro del grupo de historia-dores, que concibe el año 1917 como fecha de inicio de la Guerra Fría en la cual se sugiere las siguiente etapas:

I. Guerra Fría encubierta 1917-1945En 1917 los elementos de la Guerra Fría están dados. Existe la sociedad con sentido revolucionario y en ger-men existe en el mundo tradicional la conciencia de en-frentar la amenaza. La caída del fascismo deja al mar-xismo leninismo como la ideología revolucionaria por excelencia.

127 Ibidem página 13128 Ibidem página 15129 Ibidem páginas 34 y 35

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II. Guerra Fría Abierta 1945-1975Desde 1945 la Guerra Fría es el fenómeno determinante en la política mundial.Estallido 1945-1948: tras la Segunda Guerra se toma con-ciencia de la inevitabilidad del conflicto. El concepto Gue-rra Fría aparece y se populariza hacia 1947. Como fisuras ideales podemos nombrar el Golpe de Praga, que pone fin a lo poco que queda de Yalta, y el Bloqueo de Berlín, que es el fin de lo poco que queda de Potsdam, y donde EE.UU. y la URSS se enfrentan directamente. Entre 1945 y 1948 está clara la tendencia de la formación de dos blo-ques gigantescos encabezados por EE.UU. y la URSS.Enfrentamiento 1948-1962: EE.UU. y URSS tienden a enfrentarse directamente en diversas partes del globo. Entre el 1950-1955 es la política americana la que toma la iniciativa y logra un hábil cerco de la URSS, pero la es-trategia de “al borde del abismo”, lleva consigo una cierta inmovilidad, de la cual la tragedia húngara es un doloroso ejemplo. Pero hacia 1956-57 la URSS toma la iniciativa e incluso lleva a cabo su propia versión de política de “al borde del abismo” hasta culminar en la crisis más grave de la Guerra Fría: la crisis de los cohetes (1962).– Distensión 1962-1975: es otra fase de la Guerra Fría y no su fin. Domina tendencialmente la distensión. Consis-te en delimitaciones y acuerdo para prevenir crisis políti-co-militares mayores. Los enfrentamientos adquieren más bien un carácter moral y psicológico: en guerras limitadas sin participación de las grandes potencias.De aquí en adelante, el análisis de Powaski coincide, en

esencia, con los autores que consideran a la Guerra Fría como el conflicto suscitado entre la URSS y EE.UU. tras la Segunda Guerra Mundial. No obstante su particularidad es el realce que da al factor ideológico como elemento crucial dentro del desarrollo de la Guerra Fría. Dos ideologías tan ra-dicalmente opuestas no podían llegar a entenderse, estaban destinadas a enfrentarse, ya que ambas se consideraban el mejor modelo para el resto del mundo. “Una razón más im-portante de la inevitabilidad de la Guerra Fría, más allá de la sensación de ser vulnerables que experimentaban ambas partes fue el carácter incompatible de sus ideologías respec-

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tivas… (y en efecto) El fin de la Guerra Fría y el comienzo de una verdadera cooperación entre los rusos y los nortea-mericanos no fue posible hasta después de que Gorbachov demostrara que estaba dispuesto a abandonar el conflicto ideológico que contaba varios decenios de existencia”130.

El giro llevado a cabo por Gorbachov debe entenderse dentro del amplio contexto de reformas que fueron implemen-tadas en la URSS durante la segunda parte de la década de los ochenta. Las reformas tendían a lograr superar el sinfín de problemas internos que aquejaban a la Unión Soviética, y entre ellos, el principal era el económico. El intento de dar mar-cha atrás a la decadencia económica y social del país, pero no logró sus objetivos, incluso las reformas implementadas ace-leraron el proceso de desintegración de la URSS. Sobre esto Powaski enfatiza que dentro de las causas del derrumbe del imperio soviético, no es acertado ver a Ronald Reagan, presi-dente norteamericano desde 1981, como su principal artífice, a lo que se hizo referencia anteriormente, los que afirman tal teoría son los propagandistas norteamericanos en su intento de justificar los enormes despilfarros de dinero en las estrate-gias militares propugnadas por el gobierno de Reagan.

Que la URSS haya empezado a caer en el último año de gobierno de Reagan (1989), fue coincidencia, ya que los desequilibrios y problemas económicos que la condujeron definitivamente al colapso, eran arrastrados desde hacía mu-chos años, sobre todo de la época de Breznhev; en la que se habían llevado a cabo políticas militares insostenibles por el sistema económico soviético.

En un discurso conmemorativo del XX Aniversario de la Victoria sobre Alemania, en mayo de 1965, Breznhev men-ciona por primera vez a Stalin de modo positivo y en abril de 1966 adoptó el título de Secretario General, que era el que usaba Stalin. El proceso a los escritores Yuri Daniel y Andrei Sinyavsky en 1966 marcó el cambio hacia una política cultu-ral más represiva, la policía secreta al mando de Yuri Andró-pov recuperó casi todo el poder de que había disfrutado en la época de Stalin, aunque sin llegar a los excesos de dicha época.

130 Ibidem página 373

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Una vez en la presidencia, su política, en especial la exte-rior, se basó en una revisión del marxismo que vino a llamar-se doctrina Breznhev (también llamada teoría o doctrina de la soberanía limitada) donde declara que la Unión Soviética era el Estado guía del comunismo y que por ello tenía derecho a intervenir, incluso militarmente, en asuntos internos de sus aliados algo que le sirvió para justificar en 1968, la interven-ción en Checoslovaquia diciendo que lo mismo se había he-cho anteriormente en 1956 en Hungría. Esta es considerada como la primera crisis de la era de Brézhnev con el intento que llevan a cabo los dirigentes comunistas de Checoslova-quia, al mando de Alexander Dubček, de liberalizar el sistema en lo que se dio en llamar la Primavera de Praga.

En julio Brézhnev criticó públicamente a esos dirigentes, tachándolos de “revisionistas y antisoviéticos”, y en agosto organizó la invasión del país por las tropas del Pacto de Var-sovia y la sustitución de Dubček. La invasión fue criticada en manifestaciones públicas incluso en la propia Unión Soviética durante su mandato las relaciones con la República Popular China siguieron deteriorándose, como consecuencia de la ruptura que se había producido a principios de los años 1960. En 1965 el primer ministro chino Zhou Enlai visitó Moscú para unas conversaciones, pero el conflicto no se pudo resolver, al final, en 1969 tropas soviéticas y chinas se enfrentaron esporádicamente en la frontera y Brézhnev siguió apoyando a Vietnam del Norte en la Guerra de Vietnam.

Sin embargo, el deshielo en las relaciones chino-esta-dounidenses a principios de 1971 marcó una nueva fase en las relaciones internacionales, para evitar la formación de una alianza antisoviética entre los Estados Unidos y China, Brézhnev abrió una nueva ronda de negociaciones con los norteamericanos. En mayo de 1972 el presidente Richard Nixon visitó Moscú, y los dos dirigentes firmaron el Tratado de Limitación de Armas Estratégicas (SALT I) que marca el principio de la época de la distensión. Los acuerdos de paz de París en enero de 1973 hacen que finalice oficialmente la guerra de Vietnam, lo que elimina un importante obstáculo en las relaciones entre los soviéticos y los Estados Unidos más adelante, el 18 de junio de 1979 en Viena se firman los acuerdos SALT II por Brézhnev y Carter.

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El punto culminante en la política de distensión, conoci-da como détente, fue la firma del acta final de la Conferen-cia de Helsinki de 1975, que certificaba las fronteras en la Europa del Este y Central posteriores a la Segunda Guerra Mundial y que de hecho legitimaba la hegemonía soviética en esa región. A cambio, la Unión Soviética aceptaba que los Estados participantes respetaban los Derechos Humanos y las libertades fundamentales. El problema de la emigración de los judíos de la Unión Soviética pasó a ser una creciente fuente de tensión, dada la tradicional política pro-sionista de los Estados Unidos, que ni siquiera pudo reducirse durante el encuentro que llevaron a cabo Brézhnev y el presidente Gerald Ford en Vladivostok en noviembre de 1974.

Durante los años 1970 la Unión Soviética alcanza la máxi-ma cuota de su poder político y estratégico con el escán-dalo del Watergate. Bajo el mandato del Almirante Serguéi Gorshkov la Unión Soviética pasa a ser una potencia naval mundial por vez primera y por medio de Cuba pudo intervenir incluso militarmente en África. Durante ese tiempo Brézhnev consolida su posición interna y en mayo de 1976 es nombra-do Mariscal de la Unión Soviética y en junio de 1977 Podgor-ny se jubila y vuelve a ser Presidente.

Entre estos dos extremos cronológicos, 1945 y 1989, acontecen las manifestaciones más concretas de la Guerra Fría, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convenció de la agresividad de la Unión Soviética y llegó a la conclusión de que lo mejor que podía hacer ante la agresión comunista era aplicar una política de “Contención”, destinada a detener el avance comunista en cualquier lugar donde éste se produjese; ésta sería la gran misión que tendría en sus manos Truman al poner en marcha la estrategia de “Conten-ción del Comunismo”.

Para finales de la guerra se pasa de las advertencias a los hechos, la renuncia de Inglaterra a la tutela sobre Gre-cia y Turquía, cuya defensa contra el avance comunista el gobierno norteamericano considerará fundamental, el Presi-dente norteamericano, Harry Truman, se dirige al congreso para sostener la necesidad de “ayudar a las naciones libres e independientes a mantener su libertad”.

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El 12 de marzo de 1947 el Presidente norteamericano Ha-rry Truman, se dirigió al Congreso de EE.UU. para anunciar un cambio importante en los objetivos y estrategias de la po-lítica exterior. La idea central del discurso versaba, esencial-mente, en torno a la responsabilidad que debían adoptar los Estados Unidos en defensa del mundo libre frente al asedio de los regímenes totalitarios. En términos concretos, se esta-ba pidiendo al Congreso la autorización de apoyar económi-camente a Grecia y Turquía frente al avance comunista. “Uno de los objetivos fundamentales de la política de EE.UU. es la creación de condiciones en las cuales nosotros y otras na-ciones podamos forjar una manera de vivir libre de coacción (…), debemos estar dispuestos a ayudar a los pueblos libres al mantenimiento de sus instituciones libres y su integridad nacional (…) Si dejamos de ayudar a Grecia y a Turquía en esta hora decisiva las consecuencias, tanto para Occidente como Oriente serían de profundo alcance (…) Pido al Con-greso la cantidad de 400 millones de dólares durante el pe-ríodo que termina el 30 de junio de 1948”.

Truman fue aconsejado para conseguir el apoyo del Con-greso debía “asustar de muerte al pueblo norteamericano”, delineando en su discurso un mundo dividido en dos tipos de vida, uno basado en la libertad y otro en la tiranía”131.

El Congreso finalmente aprobó una ayuda que se convir-tió en el primer acto de la política de “contención” norteameri-cana. El discurso representó un hito trascendental en el cam-bio experimentado por las relaciones internacionales. Así, el compromiso que Estados Unidos estaba asumiendo en de-fensa de Grecia significaba el reconocimiento de la inminente decadencia del último país europeo, que podría haber jugado como contrapeso en el período de posguerra: Gran Bretaña. En este sentido vale recordar que en febrero de 1947, el Mi-nistro de Asuntos Exteriores Británico hizo saber al Gobierno Norteamericano, que Gran Bretaña no podía soportar más la carga que había asumido de ayudar financiera y militarmente a Grecia y a Turquía.

A través del contenido del discurso se evidencia el modo en que aquellos postulados teóricos propuestos por George

131 Ocaña, Juan C. www.historiasiglo20.org/GLOS/doctrinatruman.htm

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Kennan van tomando forma concreta, a través de la política de ayuda económica propuesta por el Presidente Nortea-mericano, en defensa de los países que se encuentran ase-diados por la presión comunista, concretamente se refiere a Grecia y Turquía.

En Grecia se desarrollaba una guerra civil entre un gobier-no conservador pro-occidental y guerrillas comunistas, mien-tras que Turquía se encontraba bajo la presión soviética, de manera que, con los planteamientos de Truman se ponía en marcha la estrategia de “Contención del Comunismo”. Las reacciones frente al discurso de Truman fueron diversas, no obstante, giraron en torno de la reserva y la oposición, y en la ONU no fue bien acogido porque la situación de Grecia es-taba siendo sometida a examen en el Consejo de Seguridad, mientras que, en Europa, la reacción fue de prudencia y opo-sición. Como señala Pereira, los partidos comunistas de los diversos países de Europa Occidental levantaron la voz de protesta, pero la oposición más decisiva llegó desde Moscú .

Para los soviéticos la Doctrina Truman “proclamó el de-recho de los Estados Unidos a inmiscuirse en los asuntos internos de otros países y su primera aplicación práctica tuvo lugar en Grecia, donde los fascistas y Monárquicos recibieron una generosa ayuda norteamericana. El segundo campo de aplicación de la Doctrina fue Turquía, que linda con la URSS. Walter Lipman escribía en 1947: “No hemos elegido a Tur-quía y Grecia porque estos países tengan una necesidad es-pecial de ayuda, ni por ser ejemplos brillantes de democracia y libertad, sino porque constituyen la puerta estratégica, que da acceso al Mar Negro y al corazón de la Unión Soviética”132.

Desde la URSS” el discurso de Truman fue entendido como una agresión militar, donde no se escatimaron “gro-seras calumnias contra los países socialistas”, por otra par-te, también se subrayó el carácter fiscalizador que asumiría EEUU, quien se atribuía a sí mismo “el papel de gendarme mundial”, es decir, reconocía su intención de “intervenir en los asuntos de todas las naciones al lado de la reacción y de la contrarrevolución, contribuyendo a la represión del movimiento liberador de todos los pueblos y oponiéndose 132 Academia de Ciencias de la URSS, Compendio de Historia de la URSS, Segunda parte, Editorial Progreso, Moscú 1966. Página 301

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abiertamente a la revolución y al desarrollo socialista de los Estados”. Todas estas apreciaciones quedaron expresamen-te manifestadas en las publicaciones del periódico oficial del partido comunista de la Unión Soviética, Pravda, donde se puso énfasis en el carácter antisoviético y anticomunista de la política exterior formulada en la “Doctrina Truman” y también que, el carácter concreto de aquella estaba íntimamente liga-do a las apetencias de los círculos económicos interesados.

Con la Doctrina Truman comienza a perfilarse concreta-mente la división del mundo en dos bloques antagónicos, am-bos sistemas ya se habían delimitado con el establecimiento de la ocupación militar de pos guerra no obstante, en 1947 esa ocupación comienza a consolidarse y los campos de in-fluencia se demarcan con claridad en el ámbito europeo y se hizo más evidente con la aplicación del Plan de Recupera-ción Económica conocido como Plan Marshall. Unos meses después de que el Presidente Harry Truman anunciara su po-lítica de Contención del Comunismo y la ayuda a los pueblos libres, George Marshall dio a conocer en público el Progra-ma de Recuperación Europea, generalmente conocido como Plan Marshall, la promulgación oficial del Programa se realizó el 6 de junio de 1947 en la Universidad de Harvard, centro al que había sido invitado el General Marshall para ser investido Doctor Honoris Causa.

Dada la situación económica lamentable que sufría Euro-pa, Estados Unidos promueve un Plan de Recuperación Eco-nómica, conocido como Plan Marshall según los datos en-tregados por Rafael Aracil133, el panorama europeo en 1947 era el siguiente: los europeos no podían organizar el flujo de mercancías debido a las pérdidas sufridas por su marina mercante, el déficit de oro y divisas alcanzaba 8.000 millones de dólares, al mismo tiempo, a nivel interno se planteaban problemas de producción, de transportes de mercancías y de mano de obra. Excepto en Gran Bretaña, la producción agrícola era inferior a la de 1938 a causa de la disminución de superficies y de rendimientos, así como también por la desaparición de una parte del ganado; a todo lo anterior se

133 Aracil, Rafael “El Mundo Actual, de la Segunda Guerra Mundial a nuestros días”, Universitat de Barcelona, Barcelona 1998 Página 69

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suma el desabastecimiento alimenticio y la falta de productos de consumo, que obligaban a mantener un severo raciona-miento y favorecían las fuertes subidas de los precios.

Marshall parte en su discurso haciendo énfasis en la alar-mante crisis económica que afectaba a Europa, afirmando que la devastación de la economía europea hacía imposible que esos países lograran solventar sus gastos sin la ayu-da externa: “las necesidades de Europa para los próximos tres o cuatro años en alimentos y otros productos esenciales procedentes del exterior, principalmente de América, son tan superiores a su presente capacidad de pago, que tienen que recibir una ayuda adicional sustancial o enfrentarse con un deterioro económico, social y político de un carácter muy gra-ve”; la sociedad americana no puede cerrar los ojos, según Marshall, a los problemas económicos que están afectando a Europa ya que no son independientes del desarrollo eco-nómico mundial, por tanto, Estados Unidos debe estar atento pues su economía puede verse directamente afectada.

La propuesta de Marshall ante tal situación consistió en elaborar un plan de ayuda que permitiera devolver la salud económica al mundo, y con ello también construir bases só-lidas donde cimentar la paz, subrayando el carácter altruista de la política económica que está proponiendo al afirmar que “Nuestra política no va dirigida contra ningún país, ni ninguna doctrina, sino contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos. Su objetivo debe ser la vuelta a la vida de una eco-nomía operante en el mundo, de forma que permita la apa-rición de condiciones políticas y sociales en las que puedan existir instituciones libres”. De esta afirmación se desprende la posibilidad de que el plan también hubiere estado destina-do a los países de la Europa oriental. Sin embargo el plan fue rechazado por la Unión Soviética y obligó a los países ubica-dos bajo su esfera de influencias a rechazarlo.

En el discurso, George Marshall destaca la necesidad de que la petición de ayuda provenga de los países europeos, es decir, son éstos los que deben evaluar sus necesidades y organizarse para solicitar la ayuda que Estados Unidos está dispuesto a entregar. Tras un primer intercambio de puntos de vista entre franceses, británicos y soviéticos, se decidió responder a la propuesta norteamericana convocando una

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reunión en París, el 27 de junio donde quedó en evidencia que la URSS rechazaba la ayuda norteamericana, por las condiciones que el gobierno norteamericano exigía. Entre 1948 y 1952 dieciséis países se beneficiaron de la ayuda económica del Plan Marshall, quedaron excluidos España y Finlandia por razones políticas, mientras que la Unión Sovié-tica no lo aceptó y obligó a los países de su órbita a recha-zarlo.

El discurso de Jdanov134 vino a ser la respuesta de la Unión Soviética frente a la Doctrina Truman y el Plan Mar-shall pues al igual que Truman temía la expansión del co-munismo, Stalin consideró que si aceptaba la ayuda de los Estados Unidos, sobre todo la emanada del Plan Marshall, aumentaría la influencia norteamericana en Europa Oriental. En efecto135, Stalin vio en este plan de ayuda una verdade-ra máquina de guerra capaz de debilitar los lazos entre la Unión Soviética y los países de Europa Central y Oriental. De este modo y como señala Julio Gil, en el discurso de Jda-nov se consignan casi los mismos argumentos esgrimidos por Truman en su doctrina, pero ahora vistos desde el punto de vista soviético, es decir, el mundo estaba divido en dos, uno de ellos con cualidades pacíficas y democráticas; el otro caracterizado por tendencias belicistas y antidemocráticas. No cabe duda que, desde el punto de vista soviético, las ca-racterísticas pacíficas y democráticas pertenecen al mundo socialista liderado por la URSS, al cual se agrega una tercera característica, el antiimperialismo, el otro mundo, liderado por Estados Unidos, tras la guerra se convierte en el líder indis-cutido del capitalismo mundial.

El discurso de Jdanov es considerado, como el primer texto en el cual se analiza la Guerra Fría desde la perspec-tiva soviético-marxistas, realizando un análisis acerca de las transformaciones políticas producidas por causa de la Se-gunda Guerra Mundial, en que se precisa cómo la correlación de las fuerzas ha sido modificada a favor del campo socialista en detrimento del campo capitalista. Con la terminación de la 134 Stalin consideró que si aceptaba la ayuda de los Estados Unidos se acre-centaría la influencia de este país en las zonas bajo su dominio. “Vio en este plan de ayuda una verdadera máquina de guerra capaz de distender los lazos entre la Unión Soviética los países de Europa Central y Oriental”.135 Aracil, Rafael, Ob. Cit., Página 112

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Segunda Guerra Mundial se produjeron cambios esenciales en la situación mundial y en el sistema capitalista mundial, que en su conjunto sufrió nuevamente un duro revés, mien-tras que el robustecimiento del movimiento antifascista, per-mitió la separación del sistema capitalista a toda una serie de países de la Europa central y sudoriental.

De esta manera Jdanov pone en claro la escisión que se ha producido en Europa tras el fin de la guerra, a la vez que destaca la elevada posición que ha conquistado la URSS tras el Conflicto enfatizando el aumento, importancia y au-toridad de la URSS después de finalizada la guerra. En el discurso Jdanov señala que el imperialismo norteamericano había adoptado un conjunto de medidas con el fin de poner en marcha una política de dominación mundial, que le per-mitiera consolidar el dominio imperialista, que ha alcanzado su característica monopólica luego de que sus dos principa-les competidores capitalistas, Alemania y Japón, habían sido derrotados.: la hegemonía de los Estados Unidos sobre los mercados internacionales; privilegio que se ha establecido como consecuencia de la desaparición de sus dos mayores competidores, Alemania y Japón.

En la visión de Jdanov, el campo liderado por Estados Unidos se ha embarcado en una actitud expansionista, para la cual está utilizando diversas estrategias, entre las que se cuentan especialmente medidas de orden militar y económi-co, a partir de las cuales los Estados que acepten la intromi-sión norteamericana se verán sometidos a su dominio: “la dominación política y económica reduciría a estos países al estado de satélites de los Estados Unidos e instauraría unos regímenes interiores que eliminarían todo obstáculo por parte del movimiento obrero y democrático para la explotación de estos países por el capital americano”.

Como se puede apreciar, según Jdanov, Estados Unidos estaba aprovechándose de los problemas económicos que aquejaban a las zonas asoladas por la guerra, convirtiendo la ayuda económica en un arma para controlar y dominar “no sólo a los enemigos de guerra de ayer o a los Estados neu-trales, sino también y de manera cada vez mayor, a los alia-dos de guerra de los Estados Unidos de América”, con esto destaca, esencialmente, la dependencia creciente de Gran

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Bretaña y Francia, que en definitiva, fueron los mayores re-ceptores de la ayuda norteamericana.

El discurso Jdanoviano tenía, esencialmente, una finali-dad geopolítica en concreto: convencer a los participantes para que rechazaran el Plan Marshall y permanecer fieles a las indicaciones de Moscú, la URSS, a la cabeza del campo antiimperialista, estaba presto a luchar contra la amenaza de nuevas guerras de expansión, para la consolidación de la de-mocracia y para la extirpación de los restos del fascismo. En esta dirección los partidos comunistas debían ponerse a la vanguardia de la resistencia contra los planes imperialistas de expansión y de agresión dirigidos por el campo liderado por Estados Unidos.

Así pues, con el objetivo de organizar el intercambio de experiencias entre Partidos y para coordinar su actividad so-bre la base del acuerdo mutuo, se creó la Kominform, a par-tir de esta organización se ponía “en marcha una operación bien planificada para sovietizar, de forma rápida, la Europa Central y Oriental. Sovietización que se imponía por la fuerza de las circunstancias internas o a través de la presión, mani-festada por ejemplo, en el rechazo de la ayuda que EE.UU. ofrecía a través del Plan Marshall”136.

El modelo configurado por Stalin en la URSS seria experi-mentado en cada una de las naciones dominadas por el Ejér-cito Rojo, constituyéndose en las denominadas “democracias populares”, caracterizadas por la existencia de un partido único, colectivización de la tierra, planificación económica centralizada, prioridad a la industria de base, persecución de cualquier tipo de disidencia. Como señala Jean Duroselle, en este tipo de democracias tan sólo el Partido Comunista pre-senta candidatos, o bien se trata de una coalición de partidos comunistas y de sus partidarios. El elector no tiene facultad de elegir entre varias tendencias, en general su voto no es secreto137.

El concepto “Democracia Popular” fue inventado con el fin de poner énfasis en el hecho de que en Europa del Este, los comunistas habían alcanzado el poder sin que hubieran sido 136 Pereira, Juan, Ob. Cit., Página 44137 Duroselle, Jean, Europa de 1815 a nuestros días, Editorial Labor, Barce-lona 1978 Página 83

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necesarias las guerras civiles ocurridas en Rusia138. Con la implantación de las Democracias Populares, la URSS exten-día su modelo en su área de influencia, dejando claro que los Estados de Europa del Este se enmarcaban bajo su dominio.

En ese rápido proceso que duró pocos meses, el mo-mento clave lo constituyó el “Golpe de Praga” en febrero de 1948, con la aprobación de Stalin, se hace un llamamiento a la huelga general que se ve apoyada por “milicias de tra-bajadores”, en pocos días, la democracia checoslovaca se vio convertida en otra “democracia popular”. A diferencia de otros países ocupados por el Ejército Rojo, hubo que esperar más de tres años para que se estableciera una “democracia popular” en Checoslovaquia.

Como se ha podido apreciar, entre 1947 y 1948 la división del mundo se ha puesto en marcha, y ha comenzado por la delimitación concreta de las esferas de influencia en Europa, así, con la Doctrina Truman y el Plan Marshall, comenzó a consolidarse la esfera de influencia norteamericana, mientras que la Doctrina Jdanov y el Cominform están manifestando los primeros pasos hacia la consolidación de la esfera sovié-tica. Así pues, el conjunto de iniciativas y respuestas por par-te de norteamericanos y soviéticos indicaban que se había llegado a un punto de no retorno; a partir de este momento varios conflictos comenzaron a estallar en Europa y en el res-to del mundo, dentro de los cuales se destacan, por su impor-tancia el bloqueo de Berlín y la Guerra de Corea.

El 25 de junio de 1950, las tropas de Corea del Sur agre-dieron a la República Democrática Popular de Corea, con lo que inician una guerra civil y alcanzan penetrar en varios lugares en su territorio, como respuesta el Gobierno de la RDPC ordenó a sus tropas pasar a la contraofensiva, repeler al enemigo y perseguirlo en el territorio de Corea del Sur; con el objetivo de rechazar la agresión y garantizar la seguridad de la República.

EE.UU. se las ingenió para encubrir su intervención arma-da, dirigida contra Corea del Norte, con la bandera de la Or-ganización de Naciones Unidas, aprovechando la situación

138 Ver: Service, Robert, Historia de Rusia en el Siglo XX, Editorial Crítica, Barcelona 2000. Página 293

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creada en el Consejo de Seguridad. El 4 de julio de 1950, el Gobierno de la URSS publicó una declaración a propósi-to de la intervención armada de los EE.UU. en Corea, en la que aducían hechos irrefutables de que las autoridades nor-teamericanas habían preparado de antemano el ataque a la RDPC, y se demandaba el carácter ilegal de la resolución del Consejo de Seguridad. El Gobierno soviético hacía énfasis en que «el Gobierno de los Estados Unidos de América ha-bía cometido un acto hostil contra la paz y en consecuencia cargaba con la responsabilidad por las consecuencias de la agresión armada». La URSS se pronunció por el cese incon-dicional de la intervención militar norteamericana y la retirada inmediata de las fuerzas armadas extranjeras en Corea.

El 25 de junio de 1950, conforme a la interpretación de Henry Kissinger, Estados Unidos se encuentra ante la ambi-güedad. Una agresión de un sustituto de los comunistas a un país que Washington había declarado fuera de sus períme-tros de defensa y del cual se había retirado el año anterior, declaraciones oficiales habían puesto a Corea fuera del pe-rímetro de defensa y los comunistas de Moscú y Corea del Norte, así lo habían creído. Obviamente no habían compren-dido que las repetidas declaraciones norteamericanas, que proclamaban la resistencia a la agresión comunista como un deber moral tenían mucho más peso entre los políticos nor-teamericanos que ningún análisis estratégico.

De este modo la guerra de Corea surgió de un aparente doble equívoco, los comunistas, analizando la región por un interés para los Estados Unidos, no creyeron probablemen-te que estos resistieran en la extremidad de una península, cuando ya habían cedido la mayor parte del Asia continen-tal (China); mientras que los Estados Unidos, percibiendo el desafío como cuestión de principios, se preocuparon menos por la importancia geopolítica de Corea, que los dirigentes norteamericanos habían negado públicamente y, que por lo simbólico tolerar una agresión comunista no encontraría nin-guna oposición.

Estados Unidos se encontraba en un país remoto donde habían declarado no tener ningún interés estratégico, su inte-rés principal era demostrar que toda agresión sería castigada sin embargo la realidad era distinta, pues Stalin consintió en

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el ataque norcoreano después que Kim II Sung le aseguró, que la guerra no sería tan desastrosa. La disparidad de fuer-zas nucleares, marcaba la diferencia ya que en el caso de Stalin tenía mucho más que perder en una guerra general con los Estados Unidos y por tanto resultaba muy improba-ble, que Stalin se arriesgara una guerra por Corea ni tampoco buscaba la Tercera Guerra Mundial de hecho; si hubiese que-rido un enfrentamiento en Europa tenía suficientes pretextos para justificarse.

Además, dada la capacidad nuclear de Estados Unidos, era la Unión Soviética la que tenía más que perder en una guerra general, no obstante los analistas de Estados Unidos creyeron lo contrario. El mundo armonioso postulado por el pensamiento norteamericano de tiempos de guerra, se ha-bía transfigurado en dos bandos armados por temores infun-dados en ambos casos. Los gobernantes norteamericanos creyeron ver en la Guerra de Corea una estrategia soviética, para atraer a los Estados Unidos a distantes conflictos en Asia y facilitar así un ataque soviético a la posición aliada en Europa.

Al mismo tiempo, Stalin no interpretó la concentración de fuerzas occidentales como una medida defensiva, sino como un pretexto para el choque que siempre había previsto y que con tanto empeño trató de evitar, a la larga ambos bandos es-taban preparándose, en realidad, para lo que ninguno quería: un combate directo y total. Stalin retrocedió siempre ante la posibilidad de un conflicto militar con los Estados Unidos139.

En junio de 1950, la ofensiva del ejército norcoreano de-rrotó con facilidad a las tropas surcoreanas y por tanto la Guerra Fría se amplificó a Asia, más allá de la disputa entre 2 sistemas políticos, sociales y económicos, cada uno de los cuales estuvo liderado por Estados Unidos y la Unión So-viética respectivamente. La respuesta de los Estados Unidos fue rápida, Logró que la ONU condenara la agresión y deci-diera, conforme a los principios de su carta, acudir en ayuda de un país agredido y la Unión Soviética no pudo ejercer su derecho de veto, porque de esta manera boicoteaba a esta organización como protesta por el rechazo de la mayoría de 119 Ver: Kissinger Henry, La Diplomacia, Fondo de Cultura Económica de México, México 2000. páginas 459-485

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la asamblea al reconocimiento de la China Comunista y por no confiar a ésta el sitio reservado a China en el Consejo de Seguridad, al final la ONU pudo mandar tropas a rechazar a los invasores.

Con el apoyo de Mao, que decidió enviar más de 500.000 voluntarios a Corea, las tropas norteamericanas tuvieron que retroceder cerca del paralelo 38º, el límite de la frontera entre el norte y el Sur. El conflicto duró tres años después de inter-minables negociaciones, en julio de 1953, se firmó el armis-ticio, que consagraba el retorno a status quo de 1950. En el conflicto cerca de “cinco millones de personas murieron para nada”140.

En estas circunstancias, Europa fue el primer escenario de la Guerra Fría, y allí se manifestaron las primeras friccio-nes entre las potencias. No obstante, una vez que cada una de las partes logró consolidar su bloque respectivo, a partir de iniciativas económicas y militares, las rivalidades se tras-ladaron a la periferia, en especial allí donde la delimitación de influencias aún era difusa o simplemente no existía141. Desde esta perspectiva, la región de Asia entra a formar parte de la Guerra Fría. El primer gran símbolo de esta disputa por la delimitación de zonas de influencia lo constituyó la Guerra de Corea (1950-1953) y el segundo lo constituyó Vietnam, don-de se llevó a cabo la conflagración más larga de esta etapa y que ha pasado a ser considerado como uno de los hitos más significativos de este período.

La Guerra de Vietnam comienza como un conflicto de tipo colonial en el cual Francia se enfrenta a las fuerzas de libe-ración que aspiran a obtener la independencia que se desa-rrolla entre 1946 y 1954. La derrota de Francia durante esta guerra, permitió la solidificación de un movimiento nacional de independencia, en las cuales el “Partido Comunista viet-namita aportó la estructura capaz de organizar un programa de liberación, fundado sobre las bases de eliminar la opre-sión económica y social como elementos intrínsecos de una efectiva independencia”142. 140 Para profundizar en el tema ver: Rafael Aracil, “El Mundo Actual de la Segunda Guerra Mundial a nuestros días”, Publicaciones de la Universitat de Barcelona, Barcelona, 1998. Página 116-119141 Ob. Cit., Página 109142 Historia Mundial desde 1939, Editorial Salvat, Barcelona 1979, página 109

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El dos de septiembre de 1945 el líder Comunista Ho Chi Minh declaró la creación de la República Democrática de Vietnam, estableciendo la capital de su gobierno en Hanói afirmaba, de ese modo, su independencia de Francia. Como se puede ver, la etapa francesa de la guerra de Vietnam co-mienza en 1946 y se extiende hasta 1954, con esta derrota los franceses se dieron cuenta que la independencia de los estados de Indochina era inevitable, en vista de ello, parti-ciparon en las conversaciones de Ginebra, no obstante, la Conferencia de Ginebra, sólo puso fin momentáneamente al conflicto de Vietnam143.

En la declaración final de la Conferencia144 sobre el proble-ma del restablecimiento de la paz en Indochina se acuerda:

1. La Conferencia toma nota de los acuerdos que ponen fin a las hostilidades en Camboya, Laos y Vietnam, y que organizan el control internacional de la vigilancia para la eje-cución de las disposiciones de estos acuerdos.

2. La Conferencia se felicita del fin de las hostilidades en Camboya, Laos Vietnam. Expresa la convicción que la pues-ta en práctica de las disposiciones previstas en la presente declaración y en los acuerdos sobre el cese de las hostili-dades permitirá a Camboya, Laos y Vietnam asumir en el provenir, en plena independencia soberanía, su papel en la comunidad pacífica de naciones.

3. La Conferencia toma nota de las declaraciones hechas por los Gobiernos de Camboya y Laos, sobre su voluntad de adoptar medidas permitiendo a todos los ciudadanos ocupar su lugar en la comunidad nacional, principalmente participan-do en las próximas elecciones generales que, conforme a la Constitución de cada uno de estos países, tendrán lugar en el corriente año de 1955, al escrutinio secreto y en respeto de las libertades fundamentales.

4. La Conferencia toma nota de las cláusulas del acuerdo sobre el cese de las hostilidades en el Vietnam, prohibiendo la entrada de tropas y de personal militar extranjero, así como toda clase de armas y municiones. (…)

143 Powaski, Ronald, Ob. Cit., Páginas 138-139144 Participan representantes de Camboya, Estado del Vietnam, Estados Uni-dos de América, Francia, Laos, República Democrática del Vietnam, República Popular de China, Reino Unido y Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

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5. La Conferencia toma nota de las cláusulas del acuerdo cobre el cese de hostilidades en el Vietnam en los términos en los cuales ninguna base militar dependiendo de un esta-do extranjero podrá ser establecidas en las zonas de rea-grupamiento de las dos partes; éstas deberá velar para que las zonas que les son atribuidas no formar parte de ninguna alianza militar y no sean utilizadas para la reanudación de las hostilidades o al servicio de una política agresiva. (…)

6. La Conferencia comprueba que el acuerdo relativo al Vietnam tiene por fin esencial el solucionar las cuestiones militares en vista a poner fin a las hostilidades, y que la línea de demarcación militar en una línea provisional y que de nin-guna manera puede ser interpretada como constituyendo un límite político o territorial. Expresa la convicción que la pues-ta en práctica de las disposiciones previstas en la presente declaración y en el acuerdo sobre el cese de las hostilidades eran las premisas necesarias para la realización en un próxi-mo porvenir de la solución política en el Vietnam.

7. La Conferencia declara que en lo que concierne al Vietnam, la solución de los problemas políticos, puestos en práctica sobre la base del respeto de los principios de inde-pendencia, unidad e integridad territorial, deberá permitir al pueblo vietnamita gozar de las libertades fundamentales, garantizadas por instituciones democráticas como conse-cuencia de elecciones generales con escrutinio secreto. A fin de que el restablecimiento de la paz haya hecho progresos suficientes y que sean reunidas todas las condiciones nece-sarias para permitir la libre expresión de la voluntad nacional, las elecciones generales tendrán lugar en julio de 1958, bajo control de una Comisión Internacional compuesta de repre-sentantes de los Estados miembros de la Comisión Interna-cional para la vigilancia y el control relativos al acuerdo sobre el cese de las hostilidades. A este respecto tendrá lugar con-sultas entre las autoridades representativas competentes de las dos zonas a partir del 20 de julio de 1955. (…)

8. La Conferencia toma nota, de la declaración del Gobier-no de la República francesa, según la cual éste está dispues-to a retirar sus tropas de los territorios de Camboya, Laos y Vietnam a petición de los Gobiernos interesados y en los plazo que serán fijados por acuerdo entre las partes, a excep-

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ción de los casos en que, por acuerdo de las dos partes, una cierta cantidad de tropas francesas pueda ser dejadas en los puntos fijados y por un tiempo convenido.

9. La Conferencia toma nota de la declaración del Gobier-no francés, según la cual éste, para la solución de todos los problemas ligados al restablecimiento de la paz en Camboya, Laos y Vietnam, se basará en el respeto de la independencia y soberanía, y de la unidad e integridad territorial de Cambo-ya, Laos y Vietnam.

10. En sus relaciones con Camboya, Laos y Vietnam, cada uno de los participantes en la Conferencia de Ginebra se compromete a respetar la soberanía, independencia, uni-dad e integridad territorial de los Estados mencionados y en abstenerse de toda injerencia en sus asuntos interiores.

Como señala Henry Kissinger, en la práctica todo se re-dujo a poner fin a las hostilidades, dividir Vietnam y confiar el futuro a resultados políticos. El acuerdo fue muy ambiguo y sólo resolvió lo que podía resolver145. Por medio de estos acuerdos, Francia reconoció la independencia de Vietnam, Camboya y Laos. En el artículo 11º, el gobierno de la Repú-blica francesa reconoció la soberanía de estos tres territorios. Mientras que en el artículo 6º se consigna que Vietnam que-daba dividido por una línea provisional hasta que se celebra-ran elecciones con el fin de escoger un gobierno para todo el país. Los comunistas dominarían la zona situada al norte del paralelo 17º, mientras que el territorio situado al sur de dicho paralelo siguió bajo el dominio del emperador Bao Dai. En el acuerdo de Ginebra también se dispuso que se celebraran elecciones nacionales en Laos y Camboya y prohibía a los estados indochinos ingresar en una alianza militar o permitir que su suelo se instalara bases militares extranjeras.

Ahora bien, lo paradójico de los acuerdos de Ginebra es-tuvo dado por la ausencia de partes contratantes. Francia, Gran Bretaña, La Unión Soviética, China y Vietnam del Norte accedieron a aprobar los acuerdos oralmente, mientras que Estados Unidos y Vietnam del Sur se negaron a dar confor-midad a los acuerdos de Ginebra en estas condiciones, lo único que ratificaban los acuerdos era la retirada definitiva

145 Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 626

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de Francia del Conflicto Indochino146, que se había extendido por 10 años, sin lograr los resultados esperados.

Si bien es cierto, en esta etapa, fue Francia la que cargó con el peso de las armas, en esta tarea no estuvo sola, pues ya en 1950, el gobierno de Truman había concluido que la seguridad del mundo libre exigía que Indochina no cayera en manos de comunistas; Lo que en la práctica significaba aban-donar los principios anticoloniales de los Estados Unidos y apoyar la lucha francesa en Indochina147. Téngase en cuenta que un tercio de los gastos de Francia en Indochina esta-ban siendo subsidiados por Estados Unidos, la participación norteamericana en esta etapa no fue directa; dirigió su lucha contra el comunismo a través del ejército francés y para evi-tar ser censurados de colonialistas se preocuparon de exigir a Francia para que prometiera la independencia de aquellos territorios, con ello se pretendía reconciliar las convicciones estratégicas con las anticoloniales.

La preocupación norteamericana por el conflicto de Indo-china ya se evidenciaba a partir del Gobierno de Truman148, según el análisis norteamericano, el equilibrio global era atacado por Vietnam del Norte, supuestamente controlado desde Beijín, el cual se consideraba controlado por Moscú. Desde esta configuración el comunismo representaba una amenaza global controlada desde la Unión Soviética. Vale recordar que en este período el Presidente Norteamericano, Harry Truman, ya había dado a conocer la “Teoría de la Con-tención”, según la cual, Estados Unidos debía resistir al avan-ce comunista allí donde éste se produjese, favoreciendo así la libertad de las naciones. Tiempos atrás, Estados Unidos se había involucrado en los conflictos griegos en 1947 y estaba participando de la guerra de Corea desde 1950, el argumento norteamericano para inmiscuirse en los asuntos de Vietnam, al principio no tuvo como punto de partida un tema moral, sino geopolítico y se equiparó la seguridad de Vietnam con la seguridad de Norteamérica e incluso con la seguridad global.

En 1952 el Consejo Nacional de Seguridad elaboró “la teoría del Dominó”, según la cual la caída de Indochina, pro-

146 Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 139147 Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 617148 Ob. Cit., Página 622

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vocaría la alineación de toda Asia en manos comunistas, poniendo en peligro a Japón e incluso a Europa occidental teniendo en cuenta esta situación se legitimaba el punto de vista norteamericano de instar a este país a proseguir la lu-cha en Indochina y colaborar con la causa francesa a través de apoyo militar, financiero y logístico149.

El conflicto que comenzó como una crisis de carácter co-lonial, pronto fue insertado en los parámetros de la Guerra Fría donde los actores principales del conflicto se encuentran Estados Unidos, quien consideró a Vietnam como la zona donde debía ser demostrada la resolución norteamericana de resistir al avance comunista, mientras la Unión Soviética, tenia, como objetivo declarado, su disposición a favorecer las fuerzas del socialismo y de los movimientos de liberación na-cional junto a la República Popular China.

Los soviéticos declaraban que apoyarían toda clase de guerras justas, por convicción interior, marcharían en primera línea junto con los pueblos que luchan por una causa justa150 “La Unión Soviética apoya moral y materialmente a los pue-blos que luchan por su liberación… la revolución liberadora de los pueblos de las colonias cuenta con el apoyo creciente de la clase obrera y de todos los trabajadores de la URSS”151. Estas declaraciones confirmaban a Estados Unidos del inte-rés soviético por acrecentar su esfera de influencia, haciendo avanzar el comunismo por las distintas regiones del mundo.

Las declaraciones chinas apuntaban hacia el mismo obje-tivo, apoyar las luchas de liberación nacional de los pueblos oprimidos por los lazos del colonialismo… “en la actualidad, la Guerra de Vietnam es el modelo de una nueva clase de guerra para todos los pueblos hambrientos contra los vie-jos saciados, de las naciones oprimidas contra el imperia-lismo”152. Para hacer la guerra, Vietnam del Norte contaba con la ayuda militar y económica de soviéticos y chinos que se manifestó concretamente a través de ayuda económica y militar. (300.000 soldados chinos sirvieron en Vietnam del

149 Ob. Cit., Página 620150 Pereira, Castañeda, Historia y Presente de la Guerra Fría, Editorial Istmo, Madrid 1989, Página 385151 Academia de Ciencias de la URSS, Ob. Cit., Página 377152 Pereira, Juan, Ob. Cit. Página 386

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norte, de los cuales murieron 4.000, aunque no participaron en combates terrestres, ayudaron a manejar las armas anti-aéreas y las instalaciones de comunicación)153.

La derrota francesa en Dien Bien Phu y los Acuerdos de Ginebra de 1954, que consagraron la partición de Vietnam en dos, llevaron a que Washington inclinara su apoyo en el ré-gimen anticomunista en Vietnam del Sur, que hacía frente al Vietnam del Norte comunista apoyado por la URSS y China. A partir de este momento se considera la etapa americana de la guerra de Vietnam y el desarrollo del conflicto pasará a través de las administraciones de los gobiernos de D. Eisen-hower, J. Kennedy, L. Johnson y R. Nixon.

Tras la Conferencia de Ginebra, Eisenhower (1953-1961) continuó sosteniendo que Indochina era clave para el equili-brio del poder asiático e incluso global, en contra de las dis-posiciones de los acuerdos de Ginebra prestó ayuda militar a Vietnam del sur. Cuando las últimas unidades francesas salieron de Vietnam a comienzos de 1956, Estados Unidos ya había reemplazado a Francia como protector de Vietnam del Sur y en noviembre de 1954 asesores militares norteame-ricanos empezaron a preparar al ejército sud vietnamita, lla-mado Ejército de la República de Vietnam. Entre 1954 y 1959 la ayuda norteamericana a Vietnam del Sur ascendía a 1.200 millones de dólares y financiaba alrededor del 80% de sus gastos militares y casi el 50% de sus gastos no militares154.

En septiembre de 1954 se creó la SEATO155 aunque los acuerdos de Ginebra prohibían que Laos, Camboya y Vietnam del Sur ingresaran en alianzas militares, un proto-colo del tratado de la SEATO hacía extensiva su protección a dichos estados, así las cosas, Estados Unidos contaba con un marco legal para poder aplicar su teoría de la contención del comunismo en el sudeste de Asia.

En 1959 las guerrillas hicieron su aparición en el sur y en diciembre de 1960 se anunció la creación del Frente de

153 Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 197154 Ob. Cit., Página 59155 (Organización del Tratado del Sud Este de Asia), los Estados firmantes eran Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Australia, Nueva Zelanda, Tai-landia, Filipinas y Pakistán, y se comprometían a cooperar para impedir que el comunismo se propagara por el sudeste de Asia.

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Liberación Nacional del Sur, que será conocido como Viet-cong, integrado por comunistas y cuyo objetivo era la sus-titución del régimen americano-vietnamita156. Al inicio de la década de los sesenta la guerra de indochina había renaci-do, y en esta ocasión, Estados Unidos se encontraba amplia-mente comprometido con ella, pero el paso definitivo hacia la americanización de la guerra aún no se daba por la falta de compromiso serio en una participación directa del ejército norteamericano. Los datos157 indican que en 1960 había en Vietnam alrededor de 700 hombres en calidad de consejeros militares, mientras que Kissinger señala que para 1961 éstos habían aumentado a 3.164158. Se puede concluir que cuando J.F. Kennedy asume la presidencia, la participación nortea-mericana en la guerra aun no era irreversible.

Kennedy (1961-1963) consideró esencial a Indochina como eslabón en la geopolítica de Estados Unidos, como Truman y Eisenhower, pensó que impedir el triunfo comunista era vital y también razonó que los comunistas Vietnamitas se encontraban bajo las intrigas de la Unión Soviética, por tanto, lo que verdaderamente estaba en juego era la lucha contra el avance de las fuerzas comunistas. Kennedy también se adhería a la teoría del Dominó y consideraba, al igual que Eisenhower, que el derribo de la primera pieza por las fuerzas comunistas, pondría en peligro al resto de Asia159.

La propuesta de Kennedy consistió en apoyar las fuerzas anticomunistas de Vietnam del Sur, desde esta perspectiva la misión de Estados Unidos era, en opinión de Kissinger, “con-vertir a Vietnam del Sur en una nación, social, política, econó-mica y militarmente, para así poder derrotar a los guerrilleros sin arriesgar vidas norteamericanas”160. Recordemos que en este momento Kennedy estaba enfrentando, simultáneamen-te, la crisis de Berlín, que se prolongaba desde 1958 en este contexto, Kennedy creyó en la posibilidad de preparar a los Sud Vietnamitas para enfrentar la guerrilla comunista, pues

156 Pereira, Juan, Historia y Presente de la Guerra Fría, Página 388157 Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 186158 Kissinger, Henry, Ob. Cit. Página 645159 Zorgbibe, Charles, Ob. Cit., Página 440 y Powaski, Ronald, Ob. Cit., Pá-gina 186160 Kissinger, Henry, Ob. Cit. Página 636

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no consideró apropiado comenzar una guerra, pero tampoco retirarse, creyó en la posibilidad de formar sentimiento anti-comunista161.

Para ratificar tales apreciaciones, Kennedy envió a Vietnam, en marzo de 1961, al vicepresidente Johnson. Se-gún el informe de Johnson las posibilidades de Estados Uni-dos eran apoyar a Diem o retirarse, para salvar a Vietnam del Sur era necesario intervenir pronta y decisivamente162. El 11 mayo 1961 el Consejo Nacional de Seguridad estableció el objetivo nacional de Estados Unidos: “Impedir la dominación comunista en Vietnam del Sur” y para ello “la estrategia sería crear una sociedad viable y cada vez más democrática por medios de acciones militares, económicas, psicológicas…” Ante esta situación Kennedy se decidió a establecer una alianza limitada con Vietnam del Sur, lo que significaba que la ayuda americana no sería incondicional, y Diem debería lograr el apoyo de la población por medio de reformas polí-ticas y sociales Kennedy insistiendo en la reforma hizo que los norteamericanos participaran cada vez más en política interna de Vietnam del Sur163.

A mediado del año 1963 el fracaso de los objetivos nortea-mericanos era evidente, como señala Kissinger, llevar a cabo la democratización de un país en medio de una guerra es una tarea imposible, más aun si se consideraba la creciente im-popularidad del gobierno de Diem164. Las manifestaciones en contra del gobierno se multiplicaron y el 1 de noviembre de 1963 tuvo lugar un golpe militar en el que fueron asesinados Diem y su familia; el 8 de noviembre Estados Unidos recono-ció la nueva Junta Militar, veinte días antes del asesinato del J. Kennedy, quien legaba a su sucesor un fuerte compromiso con Vietnam del Sur.

Hacia 1963 el análisis norteamericano acerca de la parti-cipación en Vietnam ya no sólo se sostenía a partir del pro-blema estratégico que implicaría el efecto dominó, sino que se agregaba también el aspecto idealista y wilsoniana, que implicaba comprometerse con la defensa de valores como la

161 Ibídem, Página 641162 Ibídem, Página 642163 Ibídem, Página 642164 Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 645

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libertad y la democracia. No obstante estos valores no eran características de las que pudiera hacer gala la sociedad viet-namita, por tanto, el discurso justificativo de la defensa de Vietnam no giraba en torno de la defensa de esos valores, sino entorno a la necesidad de crear y fomentar los valores democráticos. No debemos olvidar que estas consideracio-nes provienen de las apreciaciones de un norteamericano que vivió y padeció, desde un nivel diplomático, el conflicto de Vietnam.

Frente al fracaso de Vietnam del Sur, el nuevo presidente norteamericano, L. Johnson (1963-1969), heredó un amplio programa de ayuda y alrededor de 17.700 hombres insta-lados como consejeros militares en Vietnam por eso deci-de empezar una decisiva escalada militar con el apoyo del Congreso que aprueba una resolución que le autorizaba a “tomar todas las medidas necesarias para repeler cualquier ataque armado contra las fuerzas de Estados Unidos e impe-dir nuevas agresiones contra Vietnam del Sur y contra cual-quier miembro de la Organización del Tratado del Sudeste de Asia”165. Como señala, Ronald Powaski, esto fue lo máximo que se acercó a una declaración de guerra contra Vietnam del Norte. La resolución fue aprobada el 7 de agosto, por 416 votos a favor y ninguno en contra en la Cámara de Represen-tantes y por 81 a favor y dos en contra en el Senado.

A partir de 1965 los aviones bombardearon día y noche Vietnam del norte, de 25.000 ataques aéreos en 1965 se pasó a 108.000 en 1967, pasando el tonelaje de bombas de 3.000 a 226.000. No obstante, de todos modos Vietnam del norte seguía en pie, en gran parte gracias a los envíos sovié-ticos de armamentos y los socorros alimenticios chinos es preciso tener presente que para hacer la guerra, Vietnam del Norte contaba con la ayuda militar y económica de soviéti-cos y chinos. Entre 1965 y 1968 la ayuda total que prestaron las dos, rebasó los 2.000 millones de dólares. Además como señalé anteriormente, entre 1962 y 1968 aproximadamente 300.000 soldados chinos sirvieron en Vietnam del norte, de los cuales murieron 4.000, aunque no participaron en comba-

165 Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 195

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tes terrestres, ayudaron a manejar las armas antiaéreas y las instalaciones de comunicación166.

Johnson asume que la intervención militar de Estados Unidos en Vietnam no está logrando los resultados espe-rados e intenta poner fin a la guerra y el 29 de septiembre de1967 declara que: “Los Estados Unidos están dispuestos a suspender todo bombardeo aéreo y naval al Vietnam del Norte si esto da lugar prontamente a unas discusiones pro-ductivas. Por supuesto, suponemos que mientras avanzan las discusiones, Vietnam del Norte no aprovechará el cese o la limitación de los bombardeos”167, el intento de salida nego-ciada al conflicto no logró los resultados esperados.

La causa esencial de este fracaso estuvo dada por las discrepancias en las condiciones que ambos ponían para poner alto al fuego, los norvietnamitas exigían un alto al fue-go como condición para entablar negociaciones y también exigían la promesa de que todas las tropas norteamericanas serían retiradas de Vietnam del Sur, por su parte Estados Unidos exigía la retirada total de las tropas norvietnamitas de Vietnam del Sur y que se excluyera al Vietcong de cualquier solución política de la guerra. En Estados Unidos el apoyo popular a la guerra decreció en forma notable y poco a poco la opinión norteamericana se volvió contra el gobierno, en particular, cuando a finales de 1967 el número de muertos alcanzó 13.500, y la televisión se encargaba de llevar hasta los hogares el horror de la guerra, en estas circunstancias los estudiantes universitarios se levantaron contra la guerra y la oposición al conflicto también creció en el Congreso.

Mientras se estaban llevando a cabo los intentos de ne-gociación, ambas partes prosiguieron su lucha, en 1967 el gobierno norteamericano aprobó el envío de 50.000 soldados a Vietnam, mientras que los norvietnamitas y sus aliados del Vietcong intensificaban la actividad guerrillera en el Sur. En respuesta, Johnson se dirigió a todo el país por televisión el 31 marzo de 1968 y dijo que no enviaría más soldados a Vietnam del Sur y ordenaría una suspensión parcial de los bombardeos contra Vietnam del Norte, que sería seguido por

166 Estos datos aparecen en Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 197167 Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 657

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un alto total de los bombardeos en cuanto empezaran las negociaciones concretas168. Johnson anuncio que no se pre-sentaría para la reelección presidencial. Con ello el presiden-te que había mandado a 500.000 hombres al Asia le dejaría el problema a otro169.

Los norvietnamitas aceptaron el ofrecimiento de nego-ciar la paz y las conversaciones oficiales comenzaron en París, en mayo de 1968, sin embargo, el estancamiento y la poca o nula disposición de los bandos a ceder en sus requerimientos, hicieron que las conversaciones se estan-caran; cada una de las partes siguió insistiendo de manera implacable en sus postulados: Johnson no había abando-nado su objetivo de preservar un gobierno no comunista en Vietnam del Sur. Mientras que los norvietnamitas tampoco habían abandonado su objetivo de reunificar Vietnam bajo su liderazgo170.

En estos escenarios, las conversaciones de Paris siguie-ron realizándose durante el resto del mandato de Johnson, pero sin llegar a ningún resultado concreto, de este modo, Jo-hnson heredó a su sucesor un enorme compromiso bélico en una guerra cuyas conversaciones de paz habían comenzado, pero se encontraban estancadas producto de las amplias dis-crepancias en las exigencias de cada uno de los bandos.

Cuando la guerra de Vietnam se encontraba en un estado de estancamiento Richard Nixon (1969-1974) asumió la pre-sidencia y las conversaciones entre las partes habían comen-zado, pero ninguna de ellas estaba dispuesta a ceder ante las demandas de la otra. Para la fecha, Nixon había propues-to en su campaña presidencial poner fin a la participación norteamericana en la guerra de Vietnam, algo que se lograría 4 años después de que asumió la presidencia. Los objeti-vos de Nixon eran sacar a Estados Unidos de Vietnam, pero no humillado, por ello se buscaba lo que pasó a conocerse como “la paz con honor”, tarea en la cual estuvo apoyado es-trechamente por Henry Kissinger, quien en 1969 presidía el Consejo de Seguridad Nacional. A éste último, el presidente le encargó la tarea de formular una estrategia que permitiese 168 Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 202169 Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 667170 Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 202

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a Estados Unidos poner fin “con honor” a su participación en el conflicto de Vietnam171.

Nixon escogió el camino de la “vietnamización” e hizo ex-pandir las actividades norteamericanas a Laos y Camboya para intentar bloquear las líneas de abastecimiento de los enemigos. El proyecto consistía en trasladar progresivamen-te la conducción de la guerra a las fuerzas de Vietnam del Sur, ello implicaba por parte de Estados Unidos que la re-tirada de las tropas norteamericanas tendría como contra-partida una mayor ayuda a las fuerzas armadas vietnamitas, las cuales, recibirían ochocientas cincuenta mil toneladas de armamento, sobrepasarían el millón de hombres y estarían dotadas de la cuarta aviación del mundo172.

Con esto se demostraba, que si bien Nixon tenía interés en sacar a Estados Unidos de Vietnam, no tenía intención de abandonar a Vietnam del Sur, quería una paz que justificase los sacrificios que habían hecho los norteamericanos duran-te los 20 años de compromisos directos e indirectos con la guerra de Vietnam. Es por eso que Nixon insistió en reforzar al ejército sud vietnamita antes de firmar un acuerdo de paz. Según la justificación de Nixon, los ataque sobre Camboya, contribuían a asegurar la supervivencia de Vietnam del Sur tras la retirada de las tropas americanas, ya que con eso se debilitaban las bases estratégicas de los comunistas173.

El 25 de enero de 1969, Nixon decidió la retirada incondi-cional progresiva del ejército de tierra que no sería objeto de negociación con el adversario y en diciembre de 1971 solo quedarían 171.000 soldados americanos en Vietnam, por su parte, Ho Chi Min pensaba en alcanzar una victoria incondi-cional, las propuestas de paz no eran oídas, exigía plazo fijo e incondicional para la retirada de Estados Unidos y el reem-plazo del gobierno de Saigón por un régimen comunista que desde esta perspectiva se había convertido en un obstáculo para la paz.

Nixon se negó a derribar a un gobierno aliado, pero Vietnam del Sur tendría que defenderse sólo. A diferencia de Europa y Corea, el caso de Vietnam era distinto ya que en 171 Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 220172 Zorgbibe, Charles, Ob. Cit., Página 447173 Powaski, Ronald, Ob. Cit., Página 221

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los dos primeros las fuerzas norteamericanas permanecieron resguardando a sus aliados y en Vietnam del Sur, presiona-dos por la división interna, Estados Unidos aceptó no dejar fuerzas residuales174.

Tras una compleja fase de negociaciones y enfrentamien-tos militares, se firmó en París en enero de 1973 un acuerdo de paz, en agosto de 1973, el Congreso norteamericano pro-hibió cualquier reanudación de la intervención norteamerica-na y la retirada de las tropas estadounidenses e hizo que el régimen de Vietnam del Sur sucumbiera ante la presión comunista175. La ofensiva final tuvo lugar en la primavera de 1975, el 30 de abril de 1975 Vietnam del Sur se rindió in-condicionalmente a las tropas comunistas. La guerra había terminado y el 25 de abril de 1946 los dos Vietnam se unieron para formar la República Socialista de Vietnam.

La Guerra Fría tuvo además su expresión concreta en América Latina a través del conflicto entre los Estados Uni-dos y la Unión Soviética durante la segunda mitad del siglo XX y los orígenes de las tensiones entre Estados Unidos y diversos gobiernos o movimientos latinoamericanos comien-zan con la elaboración de la Doctrina Monroe. La estrate-gia de ambos bandos durante el desarrollo de la Guerra Fría varió según la situación global o las particularidades de los cambios en el ámbito latinoamericano.

El principal punto de inflexión fue el triunfo de la Revo-lución Cubana en 1959 y la inclusión de la isla en la esfera de influencia soviética. Éste triunfo modificaría la estrategia comunista en el continente, produciéndose un auge de las or-ganizaciones guerrilleras hasta finales de los 60, decayendo las guerrillas tras la muerte del Che Guevara en Bolivia. Tras el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979 los conflictos armados vuelven a recrudecerse, especialmente en Centro-américa. Estados Unidos por su parte apostó por el mante-nimiento a ultranza de regímenes aliados, en muchos casos militares, y la intervención militar directa o indirecta en contra de países susceptibles de girar hacia la influencia soviética, como el caso de la Invasión de Bahía de Cochinos o la parti-cipación en la guerra civil de Nicaragua.174 Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 683175 Pereira Castañeda, Historia y Presente de la Guerra Fría, Ob. Cit., Página 391

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Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética y Estados Uni-dos evitaron una confrontación armada directa en su disputa por la supremacía ideológica y territorial. Más aun, a partir de 1953 había comenzado una nueva fase caracterizada por diversos gestos de buena voluntad que tendieron a suavizar las relaciones entre el Este y el Oeste. Como ya se ha dicho, a esta etapa se ha denominado “coexistencia pacífica”, ha-ciendo referencia al concepto utilizado por Nikita Jruschov respecto de la nueva política internacional que pretendía implementar. Sin embargo, durante dos tensas semanas de octubre de 1962 las superpotencias se enfrentaron cara a cara y casi provocaron una guerra nuclear. A este período se ha denominado “Crisis de los misiles” que empezó el 14 de octubre, cuando un avión espía estadounidense detectó instalaciones balísticas soviéticas en la isla de Cuba, a sólo 145 kilómetros de Estados Unidos.

Fue el momento de la Guerra Fría en que más cerca se estuvo del enfrentamiento directo entre la URSS y EE.UU. y de la destrucción nuclear, al final, tras negociaciones secre-tas, Jruschov lanza una propuesta aceptada por Kennedy: La URSS retiraría sus misiles de Cuba a cambio del compromiso norteamericano de no invadir la isla y de la retirada de los misiles Júpiter que EE.UU. tenía desplegados en Turquía. El mes siguiente la URSS desmonta y repatría su material béli-co y EE.UU. levantó el bloqueo. 5 meses más tarde Estados Unidos retiró los misiles de Turquía, pero esta transacción fue secreta.

Según la percepción de McNamara, el sábado 27 de octubre fue el día crítico. Jruschov no había respondido al bloqueo retirando sus misiles o declarando que los retiraría. Por lo tanto la pregunta que debía responder el Consejo era: “¿qué vamos a hacer?”. En ese momento, la CIA no creía que las ojivas nucleares para los misiles hubieran llegado a Cuba. Creían que los primeros 20 llegarían en 3 o 4 días. Además, los vuelos de reconocimiento demostraron que los misiles no estaban operativos todavía, eso tomaría unos 3 o 4 días más. Bajo estas circunstancias, McNamara señala que “A las cuatro de la tarde, del sábado 27, le recomendamos de forma unánime al presidente que atacáramos en 48 horas, (o sea el lunes 29). El ataque aéreo para el primer día fue

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planeado, e iba a ser un ataque gigante… Movilizamos 180 tropas desde puertos americanos en el sudeste y los trans-portamos hacia Cuba”176.

No obstante, la percepción norteamericana estaba equi-vocada, ya que efectivamente en ese momento los soviéticos tenían ya 162 ojivas nucleares en suelo cubano. Cuestión que la opinión pública sólo supo en enero de 1992, en una reunión en La Habana, que presidió Fidel Castro. Según señala Mc-Namara en la entrevista dada a la BBC de Londres en el año 2002, lo peor que podría haber sucedido era la aplicación de la decisión que el Consejo de Seguridad estaba proponiendo al Presidente Kennedy, pues se basaba en una premisa erra-da. En estas circunstancias se entiende la actitud de Jruschov, pues él si sabía lo que los norteamericanos ignoraban. El Se-cretario General de la URSS buscó la forma de dar a conocer su decisión de retirar los misiles de una forma rápida y expedi-ta: el 28 de octubre; en lugar de usar los canales diplomáticos usuales (que hubieran tardado unas 6 horas) decidió usar la radio pública para transmitir el mensaje.

Por el canal diplomático tardaría mucho más, porque hay que escribir el mensaje, traducirlo, codificarlo, decodificarlo y mandarlo a la Casa Blanca. Khrushchev tenía temor de que atacáramos mientras el mensaje llegaba, por lo que envió a un asistente a la transmisora pública de radio y le dijo: “man-tén el canal abierto que quiero enviar un mensaje”177. Así, la forma en que el Gobierno Norteamericano se enteró de la decisión de retirar los misiles, fue la trasmisión de una radio pública. El 28 de octubre la crisis había terminado. Como se-ñala Richard Neustadt y Ernest May, el mérito de que la crisis no condujese a la guerra nuclear radica por un parte en la de-liberada prolongación que el Presidente norteamericano dio a la crisis al escoger la alternativa que permitía ganar tiempo, dándole a Jruschov la posibilidad de dar marcha atrás y llegar a un acuerdo pacífico; mientras que por otra parte también el mérito lo tuvo el Secretario General de la URSS al apresurar-se a comunicar a EE.UU. su disposición de retirar los misiles, trasmitiendo su decisión de la forma más rápida posible178.176 http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_2297000/2297953.stm177 Idem178 Neustadt, Richard – May Ernest, Ob. Cit., Página 32

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Un aspecto interesante de destacar es el hecho de que desde el comienzo de la crisis, los altos mandos estadouni-denses habían considerado el trueque del desmantelamiento de los misiles norteamericanos instalados en Turquía por los de Cuba. Así que la medida ya había sido asimilada cuando fue puesta sobre la mesa por Jruschov. En efecto, ya el 18 de octubre Kennedy había planteado que “la única oferta que yo podría hacer para ofrecerle una salida pacífica sería le-vantar nuestros misiles de Turquía”. Esto se proponía como instrumento negociador que permitiera a Jruschov considerar los medios diplomáticos para poner fin a la crisis. No obs-tante a través de las cartas enviadas por Nikita Jruschov a J.F. Kennedy y sus correspondientes respuestas por parte del Presidente Norteamericano, el trueque de los misiles ins-talados en Turquía no fue dado a conocer a la opinión públi-ca, considerándose más pertinente discutir tales cuestiones a nivel secreto entre el Embajador Soviético, Dobrynin y Robert Kennedy, hermano del Presidente.

En los documentos enviados a Kennedy se puede apre-ciar las demandas del líder soviético y las condiciones para proceder al desmantelamiento de las bases instaladas en Cuba, mientras que la misiva enviada a Castro subrayan esencialmente la preocupación de Jruschov por guardar pru-dencia y evitar que las acciones del líder Cubano precipiten a un conflicto nuclear.

La crisis concluyó sin la necesidad de llegar a la utilización de las armas, en octubre de 1962 el mundo estuvo a un paso de dar comienzo a la tercera gran conflagración del siglo XX, no obstante, en el momento de máxima tensión las partes encontraron el modo de dar marcha atrás en el camino hacia la hecatombe mundial, ambas partes estaban conscientes del enorme poder destructor de las armas que estaban en su poder y sabían que haber dado el primer paso hacia la gue-rra, implicaba también sentenciar a muerte a gran parte de la población del propio país. Desde esta perspectiva, como señala Henry Kissinger, las inhibiciones catastróficas de la era nuclear hicieron posible que el mundo bipolar generado a partir de la Guerra Fría se salvara de verse envuelto en una guerra general179. 179 Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 222

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En esta misma línea, las palabras de Andre Fontaine, además de conmovedoras, nos parecen muy acertadas, ya que logran reflejar claramente el significado de este momento de máxima tensión: “Los grandes de la tierra podrían aniqui-lar naciones enteras con solo pulsar un botón, pero saben que tendrían todas las posibilidades de contarse ellos mismo entre el número de las víctimas de la tempestad así desenca-denada. Y si, por milagro, uno u otro lograran escapar, su vic-toria sólo le permitiría contemplar un reino de ruinas perdién-dose en la distancia y una raza minada en su descendencia por la atroz enfermedad de las radiaciones. No hay nada que compense este riesgo. Tienen pues que renunciar a la guerra abierta, como medio de hacer prevalecer sus ambiciones e intereses”180.

Si bien es cierto, con estas palabras, Fontaine está ca-racterizando el conflicto de la Guerra Fría en su totalidad, su significado pareciera estar haciendo referencia concreta al conflicto suscitado en 1962. En este punto debemos tener presente que Fontaine escribe su libro acerca de la Guerra Fría entre enero de 1962 y noviembre de 1965, por tanto, la crisis de los misiles no sólo formó parte de su objeto de estu-dio, sino que también, él mismo se cuenta entra las posibles víctimas de la hecatombe mundial que podría haber genera-do la conflagración directa entre las dos potencias nucleares.

Ahora bien, como señala Eric Hobsbawn, el resultado de esta fase de amenazas mutuas fue la estabilización del sis-tema internacional y el acuerdo tácito por parte de ambas superpotencias de no asustarse mutuamente ni asustar al resto del mundo, cuyo símbolo fue la instalación del teléfo-no rojo que entonces (1963) conectó la Casa Blanca con el Kremlin181. En efecto, la crisis de Cuba resultó demasiado peligrosa para ambos bandos. Además de la instalación del teléfono rojo, produjo algunas negociaciones con el fin de suavizar la amenaza nuclear. El primer resultado fue el Tra-tado de Prohibición Parcial de Pruebas Atómicas de 1963, que puso fin a las pruebas nucleares en la atmósfera. Des-pués de Cuba, las dos superpotencias nunca más llegaron a una situación en la que se arriesgaran a un enfrentamiento 180 Fontaine, Andre, Ob. Cit., Página 5181 Hobsbawn, Eric, Ob. Cit., Página 247

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directo. Aunque esto no impidió que siguieran participando e interviniendo en los conflictos suscitados en la periferia o “Tercer Mundo”, pero su participación en ellos se limitó a proporcionar adiestramiento y material a los amigos, o bien, como señala Lawrence Freedman, a luchar contra los amigos del otro bando182.

Como se puede apreciar, esta segunda fase de la Guerra Fría (1953-1962), concluye cuando las superpotencias mani-fiestan concretamente su voluntad de abstenerse de llegar a enfrentarse directamente. Así, el período que comenzó con la voluntad de suavizar los conflictos, conoció su máxima tensión en octubre de 1962, momento en el cual las ame-nazas y contra amenazas terminaron siendo reemplazas por la manifestación concreta de la voluntad de no arriesgarse a producir un conflicto nuclear. El líder soviético lo manifestó por medio de sus comunicados y declaraciones del 28 de oc-tubre, mientras que el Presidente Norteamericano encontró el modo de contener las fuerzas agresivas de algunos de sus asesores, optando por las recomendaciones más prudentes: ante la opción de la invasión o el bloqueo de Cuba, eligió el bloqueo; ante el derribo del avión norteamericano, optó por esperar antes de considerar aquello como una afrenta. Y en efecto, como señala Richard Neustadt y Ernst May, el Pre-sidente Kennedy manifestó expresamente su interés de no pasar a ser parte de la historia como el hombre que condujo al mundo hacia la tercera Gran Guerra del siglo, sino que esperaba pasar a ser parte de la historia como el hombre que hizo todo lo posible por mantener la paz183.

En opinión del economista Vladimir Davydov184 la emer-gencia de nuevas potencias y el fracaso de Estados Unidos en Irak son síntomas del nuevo orden mundial: “Washington reacciona como un elefante en una tienda de porcelana” en una entrevista respondió a las siguientes interrogantes:

– ¿Estamos ante una nueva Guerra Fría?182 Freedman, Lawrence, El enfrentamiento de las superpotencias, 1945-1990. En: Historia Oxford Del Siglo XX, Ob. Cit., Página 260183 Neustadt, Richard- May, Ernest, Ob. Cit., Página, 43184 Vladimir M. Davydov. Doctor titular en Economía, profesor, director del Instituto de Latinoamérica (ILA) de la Academia de Ciencias de Rusia. Rusia “Estamos ante una paz caliente en un mundo que tiende a ser multipolar” En Entrevista a Vladimir Davydov* - Juan Manuel Barca Publicado el 30/1/2008.

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– Yo hablaría de una paz caliente. Hay un proceso de recomposición de fuerzas dominantes en el mundo y Rusia participa gracias a que Putin restableció el Estado y la econo-mía. Ahora el país es una gran potencia, un lugar que le co-rresponde histórica y geopolíticamente. Pero no se trata sólo de Rusia. China, India y Brasil son gigantes emergentes que también van a ser líderes del siglo XXI, mientras que Estados Unidos pierde hegemonía. El mundo está en un movimiento hacia una multipolaridad, pero en el Occidente no son capa-ces de adaptarse, lo que provoca muchos conflictos. Al fin de cuentas van a acostumbrarse con Rusia como lo hicieron con China.

– ¿Qué sucede entonces con los viejos acuerdos de se-guridad?

– Hubo varios acuerdos de seguridad internacional, pero fueron preparados para la Guerra Fría. Ahora el mundo cam-bió. Washington comenzó una política unilateral hace unos años cuando salió del acuerdo antimisiles con Rusia y rom-pió el equilibrio. En cuanto al acuerdo de limitación de armas convencionales en Europa, Rusia lo ratificó pero la OTAN no. Mi país esperó mucho hasta que lo suspendió. No quiere de-cir que hay una carrera armamentista como en los ’70 y ’80. Después de los ’90, Rusia perdió casi la mitad de su PBI, por lo que tenía que restablecer no sólo la economía, sino su ejército. Hoy nos sentimos más seguros.

– ¿Rusia tiene aliados estratégicos?– Hay una colaboración estratégica con China. Ese país,

Rusia y otras naciones asiáticas crearon la organización de Shanghái para llenar el vacío de seguridad internacional en Asia central. Antes de la invasión a Afganistán, el régimen talibán era un peligro. Ahora Shanghái va más allá de la se-guridad apostando a la inversión energética, mientras India participa como observador. Por otro lado, el grupo IBSA es una búsqueda similar entre Brasil, India y África del Sur. Otro síntoma de un nuevo orden internacional que va a dominar el siglo XXI.

– En cuanto a la guerra de Irak, ¿por qué se abstuvo Pu-tin?

– Hussein no era un regalo para nadie, pero mi país tenía relaciones económicas desde hace mucho tiempo con Irak.

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Pero cuando Estados Unidos invade, Hussein no tenía ar-mas nucleares. El petróleo fue el gran motivo. Putin dijo que era un error estratégico para la Casa Blanca que no logró el resultado buscado, sino lo contrario: aumentó el terrorismo.

– Rusia no hizo mucho para evitar la ocupación...– No objetó frontalmente nada. Después del 11 de sep-

tiembre del 2001 participó en Afganistán. Luego Washington se convierte en víctima y reacciona como un elefante en una tienda de porcelana. Putin ayuda logísticamente, pero no manda a sus soldados, porque existe un complejo similar al de los norteamericanos. La intervención rusa en Afganistán en el ’78 fue un Vietnam para la URSS.

– En sus escritos, el actual presidente ruso parece un sal-vador...

– Tiene el mérito de haber sacado al país del caos. Ahora Rusia tiene poder tecnológico y financia grandes proyectos, como el gasoducto en el mar Báltico y en el mar Negro. Eso no quiere decir que el gobierno es ideal. No prestó atención adecuada a la ciencia, a la pobreza y la salud, pero el balan-ce es positivo.

Una de las características de la Guerra Fría fue, sin lugar a dudas, el fortalecimiento de la carrera de armamentos don-de cada una de las dos principales potencias se preocupó de acrecentar sus arsenales bélicos y especialmente los nuclea-res. En el año 1945, sobre las ciudades japonesas de Hiros-hima y Nagasaki fueron utilizadas en combate las primeras bombas atómicas, a partir de entonces, EE.UU. realizó me-joras en el potencial de sus bombas y en 1952 hizo explotar una bomba de Hidrógeno que tenía un poder destructivo mil veces superior a las utilizadas en 1945.

De inmediato, en 1949 la Unión Soviética fabricó su pri-mera bomba atómica y en 1953 su primera bomba de hidró-geno, ulteriormente consiguieron fabricar armas atómicas Francia, Gran Bretaña, China y la India, cualquiera de esos países estaba en condiciones de utilizar el arma atómica y causar destrucciones inmensas a un posible enemigo. Como el mundo estaba dividido en bloques, todo ataque nuclear hubiera causado la respuesta del bloque contrario y una serie de reacciones en cadena que hubieran llegado a acabar con la existencia humana.

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Si bien es cierto, desde hoy resulta fácil afirmar que nin-guna de las partes en disputa (EE.UU. – URSS), estaba dis-puesta a llevar a cabo una confrontación directa de carácter nuclear, el temor a ese tipo de enfrentamiento fue real, y así podrán comprobarlo a partir de los diversos documentos que analizarán a continuación. Durante la Guerra Fría genera-ciones enteras tuvieron que vivir con el temor a una guerra nuclear, cada uno de los bandos se esforzó por no quedarse atrás en la carrera de armamentos, aunque ninguno de ellos estaba dispuesto a comenzar la guerra… haber comenzado la guerra nuclear hubiera significado sentenciar a muerte a la humanidad.

El temor e incertidumbre ante la carrera armamentista en la guerra fría se desataron diferentes actitudes y con el obje-tivo de apaciguar a la población, se divulgaban todo tipo de explicaciones sin sentido e irracionales: “Aprender a vivir con la Bomba”. ¡Usted puede sobrevivir! Usted puede sobrevivir a un ataque con bombas atómicas y no le hará falta equipos especiales, ni ropa de protección, ni un adiestramiento espe-cial para lograrlo (…) ¿Cuáles son sus posibilidades? Si una moderna bomba cae sobre su ciudad sin previo aviso esta misma noche, sus posibilidades de sobrevivir serían aproxi-madamente éstas: si Ud. Fuera uno de los desafortunados que se encontraba justamente debajo de la bomba, no hay prácticamente esperanzas de sobrevivir.

De hecho, en cualquier lugar a media milla del centro de la explosión sus posibilidades son de 1 sobre 10, por otra parte, y esto es muy importante, de media milla a una milla de dis-tancia del centro, sus posibilidades son de 50 por ciento. De una milla a una y media, la posibilidad de morir es sólo de 15 por ciento. Y en todos los puntos que distan desde la milla y media a las dos millas, las muertes descienden muchísimo, hasta sólo 2 o 3 de cada 100 más allá de las dos millas, la explosión no causará casi ningún fallecimiento. Naturalmen-te sus posibilidades de ser herido son mucho mayores que las de resultar muerto. Pero hasta las heridas por radioacti-vidad no significan que Usted quede lisiado o condenado a una muerte temprana. Sus probabilidades de conseguir una plena recuperación son más o menos iguales a las de los accidentes cotidianos. Estas estimaciones son válidas ara

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bombas atómicas modernas lanzadas sin aviso. No se deje engañar por habladurías irresponsables sobre “super-super bombas”185 (…)

La URSS (entre 1964-1982), había empezado a arrui-narse solo al emprender un programa de armamento que elevó los gastos en defensa en un promedio anual de 4 a 5% durante los 20 años posteriores a 1964. La carrera ha-bía sido absurda, aunque le proporcionó a la URSS la satis-facción de poder decir que había alcanzado la paridad con los Estados Unidos en lanzadoras de misiles en 1971, y una superioridad del 25% en 1976. Hasta el pequeño arsenal atómico soviético había disuadido a los Estados Unidos du-rante las crisis de los misiles en Cuba, y hacía tiempo que ambos bandos podían convertir el uno al otro en un montón de escombros.

La guerra fría ha llenado al mundo de armas como resul-tado de muchos años de competencia constante entre los grandes Estados industriales, por armarse a sí mismos para una gran guerra que podía estallar en cualquier momento, periodo durante el cual las superpotencias compitieron por ganar amigos e influencias repartiendo armas por todo el pla-neta; por no hablar de cuarenta años de conflicto de baja intensidad con estallidos esporádicos de guerras de impor-tancia186.

Como ya lo indiqué anteriormente, el mérito de las armas nucleares radica en que los grandes de la tierra podrían ani-quilar naciones enteras con solo pulsar un botón, comenta Fontaine, pero saben que tendrían todas las posibilidades de contarse ellos mismo entre el número de las víctimas de la tempestad así desencadenada. Y si, por milagro, uno u otro lograran escapar, su victoria sólo le permitiría contemplar un reino de ruinas perdiéndose en la distancia y una raza mina-da en su descendencia por la otra enfermedad de las radia-ciones. Este pensamiento se complementa con la respuesta de Einstein: “No sé con qué armas se librará la Tercera Gue-

185 Folleto repartido por el gobierno norteamericano en las escuelas, 1950-1951. (En: Francisco Veiga, La Paz Simulada, 1941-1991, Alianza Editorial, Madrid 1998)186 Hobsbawn, Eric, Historia del Siglo XX, Editorial Crítica, Buenos Aires, 1998. Página 250-251

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rra Mundial, pero en la Cuarta Guerra Mundial usarán palos y piedras”.

En ese sentido se refería el cantautor John Lenon de igual manera al decir: “un día después de la guerra, si después de la guerra existe un día, te estrecharé en mis brazos y te haré el amor, si después de la guerra tengo brazos, si después de la guerra existe el amor…”

No hay nada que compense este riesgo, hay que renun-ciar a la guerra abierta, como medio de hacer prevalecer sus ambiciones e intereses, las ideas tradicionales de la política mundial se han visto trastornados en el mismo momento en que empezaban a enfrentarse en un duelo sin precedentes dos ideologías de pretensión universal, encarnadas cada una de ellas en un Estado con poder suficiente para hacer de él un candidato a la hegemonía.

La Guerra Fría es la mayor guerra de todos los tiempos, la que ha costado y cuesta cada día más vidas. Gracias a Dios, aunque su pretendida frialdad no debe deslumbrarnos, es la primera en la que se ha puesto en juego el dominio del mundo entero e incluso del espacio circundante.

La carrera de armamento nuclear es una característica de la Guerra Fría, a través de ella se empleó la diplomacia nuclear, para los norteamericanos, la superioridad nuclear no era solo un requisito de la seguridad nacional, sino una cues-tión de supremacía nacional. Para los soviéticos, la superiori-dad nuclear norteamericana amenazaba su existencia. Todos los gobiernos norteamericanos de la posguerra fueron objeto de presiones para que fabricaran más armas nucleares, con el fin de conseguir más apoyo del Congreso al incremento de los gastos de defensa, el complejo militar-industrial aprove-cha constantemente el miedo de los ciudadanos para hacer estimaciones exageradas de las capacidades agresivas de su adversario histórico.

Los supuestos enemigos, por lado, se sintieron obligados a mantenerse a la altura de su adversario, más avanzado en el campo de la tecnología, y con el tiempo lograron igualar en número, aunque no en calidad, prácticamente todas las prin-cipales armas nucleares de Estados Unidos. Se dio la para-doja de que el resultado final de este ciclo de acción-reacción fue un incremento de la inseguridad tanto norteamericana

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como soviética. Cuantas más armas norteamericanas apun-taban a la Unión Soviética, más armas nucleares soviéticas apuntaban a Estados Unidos187.

Comenzar una Guerra nuclear era firmar un pacto suici-da, afirma Hobsbawn, la paz se mantuvo durante la Guerra Fría porque a pesar de la retórica utilizada por ambas parte, ninguna de ellas estaba dispuesta a llegar al enfrentamiento directo, por tanto, una de las premisas durante este periodo era que la coexistencia pacífica entre ambas potencias era posible. Como ejemplos claros de esta situación tenemos la Guerra de Corea en 1950-1953 y la crisis de los misiles en Cuba en 1962. En ambos casos las partes no se arriesgaron a comenzar el enfrentamiento directo porque conocían los riesgos que ello significaba.

En el caso de Corea, Estados Unidos participó directamen-te, mientras que la URSS lo hizo de manera encubierta a tra-vés de los chinos. Esa situación la sabían los norteamericanos, pero se mantuvo en secreto porque se dedujo que lo último que quería Moscú era un enfrentamiento abierto. En la crisis de los misiles en 1962 ambas partes retrocedieron y lograron salir del problema sin verse involucrados en la guerra directa.

La URSS aprendió durante la Guerra Fría que los llama-mientos de Estados Unidos a “hacer retroceder al comunis-mo” no eran más que propaganda, y lo que primaba realmen-te era el respeto a la esfera de influencia soviética, pues una vez que la URSS se hizo con armas nucleares, atómica 1949, hidrógeno 1953, ambas superpotencias dejaron de utilizar la guerra como arma política en sus relaciones mutuas, pues era el equivalente a un pacto suicida. Durante la Guerra Fría se desplazó el enfrentamiento desde el ámbito de la razón al de la emoción, tanto el gobierno soviético como el nortea-mericano satanizaron a su enemigo global, pero el gobierno soviético no tenía que preocuparse por ganarse los votos de los congresistas o por las elecciones presidenciales y legisla-tivas, a diferencia del gobierno de los Estados Unidos.

Un enemigo exterior que amenazase a Estados Unidos le resultaba práctico a los gobiernos norteamericanos, que

187 Ronald Powaski, La guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991, Editorial Crítica, Barcelona 2000.

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habían llegado a la acertada conclusión de su país se ha-bía convertido en las nuevas circunstancias, en una potencia mundial , por esta razón si los propios Estados Unidos no estaban a salvo debían renunciar a las responsabilidades y recompensas del liderazgo mundial igual que hicieron al tér-mino de la primera gran guerra.

Las armas atómicas no se usaron, pese a que las poten-cias nucleares participaron en tres grandes guerras sin llegar a enfrentarse, se involucraron en Corea, Vietnam y Afganis-tán, pero en ninguno de ellos el éxito estuvo de su parte, por ello los costosos equipamientos militares, propios de la rivalidad entre las superpotencias, demostraron ser inefica-ces. Más evidentes resultan las consecuencias políticas de la Guerra Fría, que, casi de inmediato, polarizó el mundo dominado por las superpotencias en dos bandos claramente divididos.

Ya, para finales de los 80 los aires de cambio llegaron para la República Democrática Alemana, que tenía reputa-ción de haber sido siempre el país más avanzado económi-camente y socialmente de Europa del Este y, también, uno de los regímenes socialistas más sólidos dentro del sistema. En octubre de 1989, cuando, en medio de una ola de mani-festaciones masivas en sus principales ciudades, el jefe de Estado, Eric Honecker, se vio obligado a dimitir y se origina el colapso del Muro de Berlín.

Mientras los países comunistas de Europa del Este iban cayendo, la URSS avanzaba con su política de apertura ha-cia occidente, para 1989 y 1990, el gobierno de Gorbachov había acelerado las negociaciones sobre el desarme nuclear, con muy buenos resultados. Si bien su gestión era muy po-pular en la comunidad internacional, en el interior de la URSS crecían las críticas y los problemas: por un lado, en ciertos grupos del partido comunista y entre los altos mandos del ejército se criticaba la falta de apoyo del gobierno para evitar el derrumbe del régimen en los países del antiguo bloque.

También las reformas económicas eran impugnadas por no haber logrado reactivar significadamente los sectores productivos del país y, por el contrario, habían producido ma-yores dificultades, además, el gobierno de Gorbachov debía hacer frente a los reclamos nacionalistas que desde 1987 se

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venían produciendo en las repúblicas de Estonia, Lituania y Letonia, que querían obtener su independencia política.

Ubicadas en la costa del mar Báltico, aunque hacia si-glos que formaba parte del territorio ruso, se sentían polí-tica y culturalmente ajenas a la URSS, en marzo de 1990 Lituania, cuando los sentimientos anti rusos estaban más extendidos, decidió declarar la independencia, y el gobierno de Gorbachov, aunque intento encontrar una salida negocia-da, en 1991 cedió ante las presiones de los elementos más conservadores y envió al lugar fuerzas armadas especiales. Más violentos eran aun los conflictos interétnicos e indepen-dentistas que se habían despertado en las repúblicas del sur, como Kazajstán, Azerbaiyán, Armenia y Georgia, y que se intensificaron a partir de 1989.

Para 1991, el gobierno de Gorbachov se encontraba en una profunda crisis que impulso a un grupo de dirigentes del Partido Comunista a conspirar para destituirlo por medio de un golpe de Estado, el 19 de agosto de 1991, con el objetivo de volver al viejo orden y restablecer el dominio del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en todo el país. A pesar del fracaso ese hecho representó el final de la URSS. Presionado por Boris Yeltsin, cuya popularidad había crecido notablemente, Gorbachov abandono la Secretaria General del PCUS y en pocos días después, se disolvían el Congreso y el órgano principal del Estado, el Soviet Supremo.

Con el acuerdo para extender la Alianza Atlántica a países del este europeo, que se firmó en París entre Clinton y Yelt-sin, cae definitivamente el telón de la guerra fría, La Repúbli-ca Checa, Polonia y Hungría son los candidatos más firmes para ingresar, Rusia no podía calmar su caótico frente interno ante lo que significa la capitulación definitiva de su hegemo-nía política. Enseguida aparecían en la prensa de la mayoría de los países implicados las noticias: “Pasado mañana, los líderes de las grandes potencias caminarán por los alfombra-dos corredores del Elíseo conscientes de que están haciendo historia, alentados por frases grandilocuentes, como “el final de medio siglo de guerra fría” y “el inicio de una era de paz planetaria”.

La firma del acuerdo entre la OTAN y Rusia culmina sa-tisfactoriamente cuatro meses de intensas negociaciones por

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parte del secretario general de la Alianza Atlántica, el español Javier Solana, y el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Evgueni Primakov. Políticos y diplomáticos podrán volver a sus casas con la conciencia tranquila, seguros de que han hecho todo lo posible por evitar el peligro de una conflagra-ción mundial.

El acuerdo, bautizado “Acta Fundadora”, es un documento de 16 páginas, con un preámbulo y cinco artículos que prevén la creación del Consejo Conjunto y Permanente OTAN-Rusia, del cual Moscú ejercerá la copresidencia. Rusia tendrá voz en las deliberaciones de la Alianza, pero no un veto, algo que no se cansa de subrayar el presidente Bill Clinton.

La OTAN ha aceptado la fórmula asegurando, por su par-te, que no tiene “ni la intención, ni el proyecto, ni la necesi-dad” de desplazar armas nucleares hacia los países que se sumen a la Alianza. Un requisito que permitió a Moscú dar el visto bueno a su expansión hacia el Este. El consejo conjunto permanente se reunirá por lo menos dos veces por año en el nivel de ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa, pero, más importante aún, Rusia contará con una misión per-manente, dirigida por un embajador, en el edificio de la OTAN en Bruselas y delegaciones militares rusas tendrán acceso incluso a la jefatura militar de la OTAN. La idea de encontrar-se a diario con funcionarios rusos en las oficinas del corazón de la defensa occidental es un espectáculo al que muchos tendrán que acostumbrarse.

El compromiso entre las dos partes abunda en promesas de respeto a los derechos humanos, a la democracia, a la indivisibilidad de la defensa en Europa y expresa “la mutua voluntad de abstenerse de recurrir a la fuerza o a la amena-za contra la soberanía territorial y la independencia de un Estado”. Pero va incluso más allá al establecer una base de cooperación que permitirá, por ejemplo, la administra-ción conjunta de un sistema de defensa con misiles balísti-cos para interceptar y abatir cualquier misil lanzado contra un objetivo europeo. También acuerda dar más poderes a la organización para la seguridad y la cooperación en Europa, emprender una nueva reducción de efectivos en la región y de arsenales en Rusia y realizar mano a mano operaciones de mantenimiento de la paz, como las efectuadas en Bosnia.

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Surge la interrogante: ¿Por qué, entonces, los europeos no han salido aún a festejar en las calles la desaparición de la amenaza que pendió sobre sus cabezas por más de medio siglo? ¿Por qué, si bien todos dan la bienvenida a este acuer-do, nadie está aquí convencido de que se trata de la última gran victoria de la paz sobre el demonio de la guerra?

La organización fundada en 1949 se crea para contener la amenaza soviética y durante cuarenta años cumplió con su misión pero con la caída del muro de Berlín, la disolución del sistema soviético y la desaparición del Pacto de Varsovia, sus días parecían contados. No tenía voz, claro está, en el Este, pero también había perdido mucha de su credibilidad en Occidente, particularmente en Europa, donde muchos aseguraban que había perdido su razón de ser. Francia, que abandonó la integración militar, pero no la Alianza en 1966, había comenzado a insistir en crear un cuerpo de defensa ex-clusivamente europeo, es decir, fuera de los aspiraciones de Washington. La cuestión más importante sería entonces si la expansión de la OTAN hace más o menos factible que Rusia mantenga una relación constructiva con Occidente, así como la cuestión de mayor peso después de la Segunda Guerra Mundial fue si Alemania Federal podía ser incorporada a la alianza occidental.

Michael Mandelbaum, otra de las principales figuras que se oponen a la expansión, teme que el asunto de los trata-dos sobre armamentos sólo sea un primer paso y percibe la creación de un bloque europeo aún mayor, del cual Rusia sea excluida y sienta permanentemente una herida en su delica-da psiquis, que eventualmente podría hacer que en la cultura política de esa nación predomine el sentimiento de humilla-ción. En comparación con la humillación alemana en Versa-lles, Mandelbaum habla del inconsciente surgimiento de una “Rusia de Weimar”. El ultranacionalismo puede prosperar en un medio como ese.

Cuando el Senado norteamericano y el Parlamento de los otros miembros de la OTAN comiencen a analizar el trata-do revisado, algunos sostendrán que Rusia fue tratada con demasiada severidad. Otros dirán que la expansión es de-masiado costosa. Pero otros advertirán que se hicieron de-masiadas concesiones a Moscú, y eso podría complicar aún

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más el proceso de reunir los necesarios dos tercios de los votos en el Senado.

Moscú debe ser incluido en la toma de decisiones de la OTAN; debe tener el derecho de comentar, de sugerir, de ejercer presión sobre los demás para que haya consenso. No habrá un veto ruso, pero podría demandar mucho tiempo tratar de hacerles cambiar de parecer, y podría ser muy cos-toso votar en su contra, tanto en cuestiones operativas como en asuntos como la incorporación, en última instancia, de los países bálticos a la OTAN.

Si tanto la OTAN como sus objetivos no hubieran cam-biado a tal extremo, nadie pediría hoy a los rusos que par-ticiparan en las reuniones, tampoco podría la OTAN, según estaba programada, haber mantenido el compromiso de no estacionar armamentos en algunos países miembros, como es el caso de la nueva OTAN. De manera que, ¿es ésta todavía la OTAN o no lo es? La nueva OTAN evidentemente mantuvo a los norteamericanos adentro; el permanente com-promiso norteamericano en Europa fue una razón de peso para el apoyo de los británicos, los franceses y los alemanes.

“El debate que se abre en los Estados Unidos con el fin de la guerra fría tiene implicaciones no solo en el nivel de la seguridad nacional. En un contexto de transición a nivel glo-bal se trata más bien de que la nación se enfrenta a la posi-bilidad del ajuste interno y externo más grande y significativo después de la II Guerra Mundial, ante la perspectiva de un nuevo siglo en el que el predominio de la economía capitalis-ta transnacionalizada y la formación de bloques geoeconómi-cos obligan a la economía norteamericana a un incremento en niveles de eficiencia y competitividad para mantener su rol de liderazgo global”188.

Que los rusos puedan ser mantenidos afuera y hasta qué punto se pueden sentir ofendidos por eso son factores im-

168 Isabel Jaramillo Edwards Tomaremos desde el fin de la década 80 para este enfoque. “ESTADOS unidos: seguridad y política exterior”. ©Isabel Ja-ramillo Edwards, 2005 ©Sobre la presente edición,Ediciones CEA, 2005 y en S. Corbridge and J. Agnew, “The US Trade and Budget Deficits in Global Perspective: An Essay in Geopolitical Economy”, Environment and Plannning D: Society and Space vol. 9 1991, pp. 71-90; J. Agnew, The US Position in the World Geopolitical Order After the Cold War, Political Geography Quarterly, Vol. 44, No.1, February, 1992.

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ponderables. Moscú exigió que no se desplegaran armas nu-cleares ni fuerzas sustanciales de combate en la región que ocuparan las instalaciones militares del ex Pacto de Varsovia.

El dato fundamental del fin de la Guerra Fría (1989-1991) es que la Unión Soviética la perdió, un caso único en la his-toria de la puja por la hegemonía mundial, una de las partes la dio por terminada sin disparar un tiro, la Unión Soviética cayó con su sistema de defensa intacto ahora comenzó una nueva historia, en un mundo distinto, lo fundamental no es la expansión de la OTAN al Este, sino la incorporación de Rusia a la estructura continental de seguridad. Se crea un consejo político con Rusia como miembro pleno.

El mundo vive una extraordinaria transformación y la in-certidumbre se intensifica en todas partes la seguridad es estabilidad es un sistema para enfrentar las crisis que no se pueden prever, pero podemos prevenirlas para actuar a tiempo de modo sistemático. La pregunta estratégica es la del general Foch: “¿De qué se trata?”, no “qué hacer”, pura-mente operativa. El fin de la Guerra Fría está más cerca de Yalta que de nuestra época. Para pensar lo nuevo hay que pensar de nuevo.

Con el fin de la guerra fría no terminan los conflictos, las recientes estadísticas sobre conflictos armados no presentan una situación halagadora y hubo un ligero incremento en el número de incidentes violentos cuantificados durante el final de la década de 1990. De acuerdo con los últimos datos dis-ponibles189. Durante 1999 incrementó el número de episodios violentos que afectó a regímenes alrededor del mundo. Se registraron no menos de 27 conflictos armados de importan-cia considerable, en comparación con 19 durante 1997 de todos estos conflictos, dos fueron de naturaleza interna.

A pesar de que varios de estos conflictos fueron a peque-ña escala, si se evalúan en términos de víctimas graves y mortales, 14 conflictos en 1999 conllevaron la muerte de más de 1000 personas. Solo durante otros dos años de la década hubo una alta incidencia de víctimas del conflicto. Militares extranjeros intervinieron directamente en 5 de los 27 conflic-tos. Esto refleja aspectos importantes: primero, la naturaleza 189 Stockholm International Peace Research Institute http://editors.sipri.se/pubs/yearb.html

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esencial “interna” y geográficamente confinada de los con-flictos; segundo, la falta de involucramiento directo de partici-pantes externos durante la post-Guerra Fría, – la mayoría de estos conflictos no son vistos como de importancia estratégi-ca por las potencias principales –; y, tercero, la frustración de algunas partes poderosas dada la dificultad de tratar estos conflictos a largo plazo.

En 1999, las operaciones de paz de las Naciones Unidas se expandieron dramáticamente. Nuevas misiones fueron establecidas en la República Democrática del Congo, Timor Oriental, Kosovo y Sierra Leona. De acuerdo con el reporte del SIPRI, “Cada una de estas complejas misiones reveló los desafíos de la reconstrucción postconflicto y de las limitacio-nes de la comunidad internacional en la construcción de una paz interestatal duradera.”

Los siguientes casos describen los principales problemas sociales, políticos, económicos, tribales y territoriales iden-tificados en el cuadro de “Conflicto Comunal” previamente elaborado, su propósito es ilustrar la profundidad y la com-plejidad de los desafíos que confrontan los pacificadores en la actualidad, sin ser una presentación comprehensiva. Estos conflictos han sido identificados como “continuos o en curso”, es decir, el combate continuo, desde luego, la duración y la intensidad del conflicto difiere en cada caso190.

En agosto de 1999, los intentos por parte de las guerrillas chechenas para extender su control en la vecina provincia de Daguestán, reanudaron la guerra que había sido suspendida en 1996. Los ataques terroristas en Moscú y en otras ciuda-des estaban vinculados con la guerra en Chechenia, intensos bombardeos aéreos y combate por fuerzas terrestres ha lle-vado a los rebeldes chechenos a refugiarse en las montañas. Las fuerzas rusas ocupan un terreno relativamente plano en áreas del norte y dependen de una fuerte presencia militar para contener y someter a los militantes chechenos en las 190 Estos casos se tomaron en su mayoría de la compilación de datos realiza por personal del Center for International Development and Conflict Manage-ment y del Center for Systemic Peae de la Universidad de Maryland. Los do-cumentos completos pueden ser vistos en http://members.aol.com/cspmgm/warlist.htm y http://www.bsos.umd.edu/cidcm/CIDCMpeae.pdf. Los autores del curso han realizado pequeños cambios editoriales y, en algunos casos, actualizados la información del texto original.

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montañas. Los combatientes continúan con tácticas de gue-rrilla y ataques terroristas en contra de las autoridades debido a que fueron forzados a retirarse de las áreas urbanas.

A finales de febrero del 2001 la violencia estalló en una villa habitada por albanos en Macedonia, cerca de la frontera con Kosovo, a mediados de marzo, la violencia se extendió a la segunda ciudad más grande de Macedonia, los rebeldes argumentaron ser albanos locales que se estaban defendien-do las fuerzas de seguridad macedónicas, su propio gobier-no, y luchando por los derechos nacionales de los albanos en Macedonia. La coalición de gobierno rápidamente dio la alar-ma, culpando a elementos albanos kosovares de exportar la rebelión a Macedonia y de hacer un llamado a las fuerzas dirigidas por la OTAN en Kosovo para cerrar la frontera. Los rebeldes reclutaban docenas de voluntarios de las áreas de los alrededores cada día.

La India parece haber recuperado ventaja a mediados de 1999, tras el serio asalto de insurgentes cachemiros y se-guidores pakistaníes en el área de Kargil, la contraofensiva del ejército indio llevó a serios bombardeos transfronterizos y a incursiones aéreas entre fuerzas indias y pakistaníes. La presión internacional para neutralizar la confrontación condu-jo al gobierno civil pakistaní a retirar el apoyo militar para la resistencia en el área de Kargil, el firme apoyo del ejército pa-kistaní a la lucha armada en la Cachemira contribuyó al golpe de octubre de 1999 en Pakistán y a un nuevo incremento de las tensiones en noviembre de 1999, mientras Pakistán reiteró su apoyo al conflicto de la Cachemira y chocó con las tropas indias.

En Indonesia las luchas entre comunidades musulmanas y cristianas explotaron en Ambón en junio de 1999, las ten-siones locales escalaron a guerras comunales, mientras las milicias musulmanas convergieron en las Islas Malucas. El Presidente declaró una emergencia civil en junio de 1999, pero las Fuerzas Armadas Indonesias fracasaron en conte-ner las bandadas desenfrenadas y más de 3000 personas fueron asesinadas desde que la lucha inició.

En septiembre de 1996, un acuerdo de paz entre el go-bierno Filipino y el Frente Moro de Liberación Nacional esta-bleció la Región Autónoma Musulmana Mindanao con lo cual

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finalizó la insurgencia, sin embargo, el Frente Moro Islámico de Liberación Nacional prometió continuar la lucha por la in-dependencia, las conversaciones de paz se calendarizaron para octubre de 1999, pero nuevas demandas por la inde-pendencia tras el referéndum en Timor Oriental incrementa-ron las tensiones y pospusieron las elecciones en la Región.

Dentro de las comunidades de mayoría Sinhala y minoría Tamil191, la oposición se desconcertó por la propuesta de paz de 1995 que concedía la autonomía regional a áreas contro-ladas por los tamiles. Moderados de ambas partes han sido objeto de violencia por elementos radicales, que han actuado en colaboración con el enemigo, limitando futuras iniciativas de paz entre los grupos combatientes que continúan luchan-do. Ningún sitio ni persona están libres de ataques militares o terroristas. Las elecciones de finales del 2000 fracasaron en proveer la mayoría necesaria a políticos en favor de la auto-nomía, quienes tenían la esperanza de neutralizar o disminuir el conflicto prolongado.

En el medio oriente los Acuerdos de Río Wye (1998) pro-porcionaron la oportunidad de suspender la larga disputa en-tre palestinos e israelíes sobre la soberanía de los Territorios Ocupados (1967), que se remonta al mandato de Naciones Unidas sobre el futuro de Palestina (1948). Atrasos en la im-plementación de los acuerdos con la Organización Palestina para la Liberación – que amenazaron con declarar la inde-pendencia de Palestina desde mayo del 2000 –, hizo que las tensiones continuaran. Luchas siguientes, combinadas con una serie de incidentes generalizados de enfrentamientos es-

191 Tamil Eelam es el nombre asignado por los nacionalistas tamiles al estado tamil a constituir en el Norte y Este de la isla de Ceilán (Sri Lanka). Hasta mayo de 2009, fecha en que fueron derrotados por las fuerzas gubernamen-tales, la guerrilla tamil dominaba gran parte de estos territorios y se había or-ganizado como un estado de facto, aunque no reconocido internacionalmen-te, contando con su propio Tribunal Constitucional, policía, ejército, marina, fuerza aérea, Servicio de Inteligencia e incluso con su propio banco central, aunque ninguna de estas instituciones había sido reconocidas por el gobier-no cingalés. Además, dependían de la electricidad y las materias primas del área sostenida por el gobierno alrededor de la autopista A9. Tampoco tenían su propia moneda (utilizaban la rupia de Sri Lanka). Los nacionalistas tami-les han acusado frecuentemente al gobierno de embargar bienes esenciales a los civiles, oprimiendo a la población. No tiene su propio aeropuerto, por lo que los turistas extranjeros deben ir a través del aeropuerto de Colombo.

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porádicos en los Territorios Ocupados y manifestaciones por árabes-israelíes dentro de posesiones israelíes, amenazaron con interrumpir el proceso de paz del Medio Oriente. Los dis-turbios continuaron pese a la intensa presión internacional sobre el gobierno israelí y las autoridades palestinas.

Desde la captura del líder Abdullah Ocalan en febrero de 1999, Turquía incrementó su presión sobre el Partido de Tra-bajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en inglés). El PKK declaró unilateralmente que abandonaría la lucha arma-da, entregaría las armas y retiraría sus fuerzas armadas de Turquía, el 1 de septiembre de 1999. El PKK instó a finalizar la rivalidad armada con el Partido Demócrata Kurdistán (KDP, por sus siglas en inglés) del norte de Irak, propuesta que fue rechazada por el gobierno turco que continuó sus ataques a posiciones del PKK en Turquía, Irak e Irán; aun no hay evi-dencia de implementación alguna de las políticas de acomo-dación cultural con la población kurda.

No obstante los acuerdos de paz de la ONU en 1997, las fuerzas bajo la dirección de Jonas Savimbi, reanudaron la guerra a finales de 1998 realizando ataques esporádicos en áreas urbanas bajo el control del MPLA y tomando la mayoría de las áreas rurales durante 1999 y 2000, las fuerzas guber-namentales obtuvieron ganancias sustanciales en su lucha contra las fuerzas rebeldes, lo cual les permitió dirigir a los mismos hacia áreas fronterizas donde se crearon problemas en los países vecinos.

La insurgencia, que había operado en parte desde bases aéreas en el vecino Congo-Kinshasa, continuó afectando a Burundi a pesar de los esfuerzos concertados para resolver el conflicto, la intensa presión internacional para negociar un acuerdo dio como resultado la firma de los Acuerdos de Arus-ha, el 28 de agosto del 2000; acuerdos que fueron puestos en duda por el rechazo de dos de los principales grupos gue-rrilleros.

El asesinato de Laurent Kabila y el nombramiento de su hijo, José Kabila, generó la expectativa de la suspensión de la posible desintegración del país, la misión de observadores militares de Naciones Unidas y fuerzas extranjeras comple-mentarias fueron desplegadas, sin embargo, los intereses opuestos de las partes en conflicto aún no han sido satis-

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fechos. Las negociaciones entre los seis países con tropas en la República Democrática del Congo no han tenido fruto, debido en gran parte a la lucha por influencia y botines192.

Durante la larga guerra civil, dos tercios de la población de Sierra Leona fue desplazada y otras 600,000 personas se convirtieron en refugiados en países vecinos. La guerra se ex-pandió a Guinea, donde fuertes luchas desde septiembre del 2000 amenazaron con colapsar el gobierno y han producido un problema masivo de refugiados. Como lo dice un reporte bien argumentado, actualmente Sierra Leona es el corazón de una serie de conflictos que amenazan con formar un arco de violencia desde el sur de Senegal hasta Costa de Marfil193.

Desde 1991, la guerra civil entre el gobierno y el Frente Revolucionario Unido (RUF) ha ocasionado millares de muer-tos y el desplazamiento de más de 2 millones de personas (más de un tercio de la población) muchas de las cuales son ahora refugiados en los países vecinos. Se espera que con el acuerdo de paz firmado el 7 de julio de 1999, el país sea ca-paz de reconstruir su devastada economía e infraestructura, pero los previos acuerdos han fracasado. Desde finales de 1999, seis mil miembros de operaciones de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas han sido desplegados para vigilar el cumplimiento del acuerdo de paz194.

En Sudán las propuestas del gobierno tendientes a una reconciliación son ensombrecidas por una serie de promesas incumplidas y las confrontaciones directas entre el gobierno y las fuerzas rebeldes son evitadas, excepto en relación con la seguridad del nuevo oleoducto de 1,600 km que abarca desde el centro de Sudán – hasta el puerto del Mar Rojo.

Las facciones paramilitares de Colombia y rebeldes (Fuer-zas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC; Ejército

192 Los Karen Mon, Shan, Karenni y Rohingya son minorías étnicas que constituyen aproximadamente un tercio de la población birmana y que viven, en su mayoría, en las áreas fronterizas. Estos grupos han sido atados por el ejército birmano como parte de una campaña contrainsurgente contra la Unidad Nacional Karen, KNU es el grupo más destacado del movimiento rebelde que ha estado luchando, aproximadamente por 50 años, por ganar su autonomía del gobierno de Rangoon.193 “Sierra Leone: Time for a New Military and Political Strategy” International Crisis Group, Abril 11, 2001194 Ver CIA Fatbook, http://www.cia.gov/cia/publications/fatbook/geos/sl.html

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de liberación Nacional, ELN) continúan la lucha sobre el con-trol del interior de Colombia y, con ello, siguen obteniendo los lucrativos botines del comercio de drogas. Para el ejército co-lombiano le ha sido muy difícil en algunas oportunidades re-tomar el control de las regiones con los recursos disponibles y aún con la ayuda de los Estados Unidos, porque les resulta muy complicado competir con los señores de la droga.

Los regímenes represivos que dejaron de ser patrocina-dos financieramente por las superpotencias, ahora son vul-nerables a los ataques de grupos de oposición interna. En otros estados, aquellos que se inclinan por el uso de la vio-lencia para alcanzar objetivos políticos partidistas y lograr beneficios económicos valiéndose del caos social, dejan a un lado elementos moderados. En los lugares que cuentan con los recursos naturales suficientes para financiar la gue-rra, las facciones ignoran la presión internacional y continúan luchando. En muchos de estos casos, el desarrollo alcanza-do por la especulación por la guerra, el papel de los señores de la guerra y la relación cliente-patrocinador, debilitan y, a veces, destruyen la economía formal lo que hace difícil la for-mulación de la paz en estas circunstancias.

Factores económicos como la explotación de recursos, el aumento del desempleo y el fracaso de políticas fiscales y monetarias pueden conducir a la violencia, particularmente, esto ocurre en los estados sucesores del bloque soviético, como la ex Yugoslavia, y el Subsahara africano, en donde las disparidades económicas giran alrededor de divisiones cultu-rales, étnicas y religiosas. El ritmo acelerado de la globaliza-ción y el incremento de la brecha tecnológica entre el mundo desarrollado y en desarrollo ha exacerbado los problemas –especialmente en los aspectos sociales y culturales– en Áfri-ca, el Medio Oriente y el Centro, Sur y Este de Asia.

Algunas veces, los insurgentes son capaces de atraer la intervención extranjera por medio de llamados a la solidari-dad religiosa o étnica, o usando recursos locales para cos-tear el pago de mercenarios extranjeros, la intervención va desde la provisión de armas hasta el apoyo directo con fuer-zas militares”. Las llamadas “potencias regionales” pueden jugar un papel positivo como pacificadores o pueden exacer-bar las tensiones en los pequeños estados vecinos, éstas

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intervenciones, de las potencias regionales en los conflictos comunales suelen tener resultados mixtos debido a que las mismas surgen de la combinación del cálculo de intereses nacionales y razones humanitarias.

El sistema internacional enfrenta un cambio sustancial de-bido a la finalización de la Guerra Fría, al consecuente que-brantamiento de los bloques del este y del oeste y al distan-ciamiento entre las potencias y los estados de la periferia que antes tenían una importancia estratégica. Al mismo tiempo, el cambio en las relaciones económicas internacionales ha conducido a estados, tradicionalmente vulnerables, a condi-ciones más precarias. África ha sido la región más afectada debido al legado del colonialismo occidental que dejó fronte-ras artificiales, limitada o inexistente infraestructura social y generaciones de líderes preocupados por el enriquecimiento personal y no por el bien público.

En otras regiones, el levantamiento de las limitaciones impuestas por la Guerra Fría desató animadversiones basa-das en cuestiones étnicas y religiosas que se remontan, en algunos casos, a cientos de años atrás. La creciente deman-da por mayor participación en el gobierno, partidos políticos fragmentados y movimientos políticos fundamentalistas y etnonacionalistas conducen a guerras secesionistas en pro de la auto-determinación, guerras civiles, estados colapsa-dos, señorío militar local, crimen internacional organizado, limpieza étnica, represión estatal, violaciones a los derechos humanos y genocidio. Aunado a ello, las condiciones para el conflicto y el fácil acceso a las armas están presentes.

En la actualidad se mantiene un esfuerzo teórico y práctico en relación con la lucha por una Paz “desarmada”, real, pal-pable, en esta dirección merece destacar las elaboraciones teóricas y propuestas sobre el tratamiento de los conflictos, es decir, organizado en tres grandes: la resolución de conflic-tos, la gestión de conflictos y la transformación de conflictos.

De acuerdo a París195, el primero en surgir fue la resolu-ción de conflictos en las décadas del cincuenta y sesenta, con los autores Kenneth Boulding, Johan Galtung, John Bur-ton y organizaciones Peace Research Laboratory y Journal 195 París Albert, Sonia. Transformación de los Conflictos desde la Filosofía de la Paz, Tesis Doctoral, Universidad Jaime I de Castellón de la Plana, 2005

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of Conflict Resolution; luego, en 1970, se incursionó en la gestión de conflictos en la Universidad de Harvard, con Adam Curle y Elise Boulding y, finalmente, a partir de 1990 se ha di-fundido la transformación de conflictos, que se funda en base a un nuevo concepto de poder; elementos como la partici-pación, la cooperación, el reconocimiento, el diálogo, entre otros en busca de la paz.

Lo anterior permite efectivamente la reducción de siste-mas de violencia en pro de la satisfacción de la justicia, equi-dad y libertad, facilitando una cultura de paz y con facultades de preparación para un cambio en la sociedad, con acento en la voluntad de cambio al tratar conflictos políticos y sociales complejos y violentos, partiendo de las causas que lo origi-nan. Señala Shnitman196 que para varios autores el paradig-ma de ganar-perder en que la competencia es el ingrediente regulador de la respuesta o solución a los conflictos, ha per-dido validez. La transformación tiene plena confianza en los seres humanos y su vocación emancipatoria para abrir posi-bilidades a la hegemonía moral y política197. Es, entonces, la que más se aproxima e incluso solapa con la aspiración de la construcción de la cultura de paz.

Johan Galtung quien es reconocido como el autor que más ha estudiado sobre la temática de la paz “Investigación para la paz”, habría sido uno de los primeros en proponer elementos para manejar los conflictos con el fin de trascen-derlos de forma no violenta y creativa. Sostiene que la paz es mucho más que la ausencia de la guerra por lo que es la violencia la que se contrapone a la paz, no la guerra.

Galtung introdujo varios conceptos nuevos, entre ellos son los más conocidos aquellos acerca de la violencia y la paz:

El triángulo de la violencia: aparte de la violencia directa, física o verbal y visible para todos, existen también la vio-lencia estructural y la violencia cultural, fuerzas y estructuras invisibles, pero no menos violentas. Ellas son las raíces de la violencia directa y comprenden ciertas formas sociopolíticas y culturales de una sociedad: las estructuras violentas como

196 Citado en París Albert, Sonia. Transformación de los Conflictos desde la Filosofía de la Paz, Tesis Doctoral, Universidad Jaime I de Castellón de la Plana, 2005.197 Fisas, Vicenc. Cultura de paz y gestión de conflictos. UNESCO, 1998.

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represión, explotación, marginación o también la distancia no adecuada; y la cultura de la violencia como la legitimación de la violencia en el patriarquismo, racismo o sexismo.

Paz negativa versus paz positiva: La paz debe ser más que la mera ausencia de un conflicto violento (ésta es de-signada como paz negativa); los Estados (o cualquier grupo dentro de un conflicto) deben buscar relaciones de colabora-ción y apoyo mutuo para lograr una paz positiva. En el mo-mento del cese al fuego el trabajo para construir la paz no está sino a punto de comenzar, para lograr así una paz que dure más allá del alto al fuego.

Galtung se compromete también con una democratiza-ción de las Naciones Unidas y se pronuncia reiteradamente en favor del establecimiento de un parlamento mundial. La paz, en consecuencia, debe incluir en su definición a la au-sencia o disminución de todo tipo de violencia ya sea direc-ta (física o verbal), violencia estructural o violencia cultural, y vaya dirigida al cuerpo, la mente o el espíritu, o contra la naturaleza. Este autor afirma que la violencia está presente cuando los seres humanos se ven influidos de tal manera que sus realizaciones afectivas, somáticas y mentales, están por debajo de sus realizaciones potenciales, cuando por motivos ajenos a nuestra voluntad no somos lo que podríamos ser o no tenemos lo que deberíamos tener. Coincide la perspectiva de la investigación en considerar que no es posible deslindar de las posibilidades de paz la necesaria disminución y elimi-nación de las contradicciones fundamentales existentes en la sociedad, que alimentan círculos de violencia, como tarea primordial que la política debe resolver. Construir la paz, en-tonces, significa evitar o reducir todas las expresiones de la violencia198.

La construcción de la paz, de la cultura de paz, incuba la idea de un mundo nuevo, se ve comprometido con la desa-parición de las injusticias y desigualdades de todo tipo y todo aquello que fomenta y mantiene las relaciones de domina-ción, ya que entiende que es en base a estas condiciones de vida que se originan las conductas violentas. La cultura de paz, de acuerdo a la definición de la UNESCO, consiste en un

196 Ibidem

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conjunto de “valores, actitudes y conductas” que plasman y suscitan a la vez interacciones e intercambios sociales basa-dos en principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia y solidaridad; que rechazan la violencia y procuran prevenir los conflictos tratando de atacar sus causas; que solucionan los problemas mediante el diálogo y la negociación; y que no sólo garantizan a todas las personas el pleno ejercicio de to-dos los derechos sino que también les proporcionan los me-dios para participar plenamente en el desarrollo endógeno de sus sociedades.

Es un proceso global que considera e incide en lo econó-mico, político, ecológico, social, cultural y educacional, tanto a nivel individual como social y estructural, aunque la educación en un sentido más amplio es el medio de acción principal, para que logre sus objetivos es menester unirla a la justicia social y al desarrollo humano sostenible. Es un proceso de transfor-mación institucional y de acción a largo plazo para erigir los baluartes de la paz en la mente de los seres humanos.

Una Cultura de Paz debe contribuir al fortalecimiento de los procesos de democratización integral, que incluyen el pluralismo político, la participación real de la sociedad civil, donde los actores sociales contribuyan a la adopción de de-cisiones destinadas a la satisfacción de necesidades huma-nas, que promuevan procesos de desarrollo auto sostenibles, ecológicamente equilibrados y promotores de la dignidad hu-mana. Por otro lado, no puede excluirse, en lo relativo a la construcción de la paz, un acercamiento a experiencias en curso tan relevantes como el movimiento de los indignados, iniciado en España y multiplicado en diversas ciudades del mundo, como forma de reforzar la posibilidad de encauzar los valores y planteamientos pacifistas a la política real.

Lo cierto es que la organización y funcionamiento al inte-rior del movimiento así como sus expresiones se identifican con prácticas de resistencia no violenta, aunque no contienen un basamento teórico consciente o declarado. Desde esta perspectiva, pondera su importancia dada la capacidad de resistencia y convocatoria que han demostrado a pesar de la represión recibida por parte de los gobiernos. En este mul-titudinario movimiento se encuentra en posicionamiento, el cuestionamiento y rechazo al gasto militar y la propia militari-

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zación de las sociedades más bien, por su relación inmediata con la crisis sistémica en la cual los recursos destinados al armamentismo explican otras tantas pobrezas e injusticias.

Pero, el hecho de poner en tela de juicio esta temática del gasto bélico y la militarización así como las prácticas vio-lentas como formas de manifestación y protesta ha abierto la posibilidad de profundizar en la cultura de la no violencia, a refrescar las reflexiones sobre las tácticas de lucha y de aprender de las experiencias de la acción directa no violenta. El movimiento pacífico de los indignados también ha permi-tido iluminar la premisa de que luchar contra la militarización es luchar por la transformación social, quizás, hoy más que nunca, una tarea urgente e impostergable.

Resulta conveniente comentar sobre las inquietantes re-flexiones o cuestionamientos que surgen con respecto a las implicaciones de carácter teórico e ideológico envueltas en la actitud de defensa y exigencia de paz, la que tiene lugar en un contexto internacional caracterizado por una militarización generalizada como expresión de las guerras imperialistas y, en consecuencia, se perciben como altamente utópicas. Una de esas condiciones de exigencia de paz tanto de gru-pos organizados de la sociedad civil como de gobernantes comprometidos con el bienestar de los pueblos del mundo ha sido la necesidad de avanzar hacia el desarme a partir de la reducción del potencial bélico acumulado por los países potencia en esta materia, demanda burlada e ignorada en la escena internacional, que fundamenta las denuncias sobre la inutilidad de la ONU; supuestamente gestada para lograr la paz como uno de sus objetivos centrales.

La paz asegurada por el equilibrio del terror. La situación hacía prever un tercer conflicto mundial, pero éste no se pro-dujo. La explicación de esto va ligada a la introducción de un factor radicalmente nuevo en las relaciones internacionales: gracias a los más sorprendentes progresos tecnológicos que la historia humana jamás haya conocido, se ha sobrepasado por primera vez el límite de destrucción total. Cada una de las dos potencias hostiles, posee la capacidad de destruc-ción casi completa de su adversario, pero no tienen ningún medio para impedir que dicho adversario lo destruya a su vez totalmente.

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Aunque uno de los dos atacase primero, el otro conser-varía los suficientes medios de represalia, gracias a la dis-persión de las bases, a los submarinos equipados, etc., para destruir casi por completo al agresor.

Así se llegó a la siguiente situación:• El empleo de la fuerza como último recurso de la política ya no tiene ningún sentido, puesto que este último recurso equivaldría a un suicidio colectivo.• En consecuencia las armas ya no se fabrican para ganar la guerra sino para disuadir al adversario de hacerla.• Esta situación de paz por el terror mutuo sería tranquili-zadora para la humanidad si estuviera segura de que los responsables de las grandes potencias actuarían siempre de modo racional. Por desgracia, el acto de locura, el acci-dente que desencadenaría un cataclismo sin precedentes en la historia de la humanidad, no queda absolutamente descartado.• Por otra parte, tan sólo los grandes están casi comple-tamente protegidos por este riesgo total. Probablemente sus aliados lo están, pero con menos certidumbre. Pero en cuanto un conflicto local corra el riesgo de quedar eng-lobado en el conflicto Este-Oeste, se le bloquea inmedia-tamente (Ej. Suez)Lo singular es que las dos grandes potencias se auto limi-

tan por temor al Apocalipsis199.

En medio de toda esta forma de pensar aparece la exhor-tación del Papa Juan XXIII para trabajar por la Paz y evitar la III Guerra Mundial.

“A los venerables hermanos Patriarcas, Primados, Arzo-bispos, Obispos y otros Ordinarios en paz y comunión con la Sede Apostólica, al clero y fieles de todo el mundo y a todos los hombres de buena voluntad.

109. Vemos, con gran dolor, cómo en las naciones eco-nómicamente más desarrolladas se han estado fabricando, y se fabrican todavía, enormes armamentos, dedicando a su construcción una suma inmensa de energías espirituales y

199 Duroselle, Jean, Europa de 1815 a nuestros días, vida política y relacio-nes internacionales, Editorial Labor, S.A., Barcelona 1978. Páginas 106-112

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materiales. Con esta política resulta que, mientras los ciuda-danos de tales naciones se ven obligados a soportar sacrifi-cios muy graves, otros pueblos, en cambio, quedan sin las ayudas necesarias para su progreso económico y social.

110. La razón que suele darse para justificar tales prepa-rativos militares es que hoy día la paz, así dicen, no puede garantizarse sí no se apoya en una paridad de armamentos. Por lo cual, tan pronto como en alguna parte se produce un aumento del poderío militar, se provoca en otras una des-enfrenada competencia para aumentar también las fuerzas armadas. Y si una nación cuenta con armas atómicas, las demás procuran dotarse del mismo armamento, con igual po-der destructivo.

111. La consecuencia es clara: los pueblos viven bajo un perpetuo temor, como si les estuviera amenazando una tempestad que en cualquier momento puede desencadenar-se con ímpetu horrible. No les falta razón, porque las armas son un hecho. Y si bien parece difícilmente creíble que haya hombres con suficiente osadía para tomar sobre sí la respon-sabilidad de las muertes y de la asoladora destrucción que acarrearía una guerra, resulta innegable, en cambio, que un hecho cualquiera imprevisible puede de improviso e inespe-radamente provocar el incendio bélico. Y, además, aunque el poderío monstruoso de los actuales medios militares disua-da hoy a los hombres de emprender una guerra, siempre se puede, sin embargo, temer que los experimentos atómicos realizados con fines bélicos, si no cesan, pongan en grave peligro toda clase de vida en nuestro planeta.

112. Por lo cual la justicia, la recta razón y el sentido de la dignidad humana exigen urgentemente que cese ya la carrera de armamentos; que, de un lado y de otro, las naciones que los poseen los reduzcan simultáneamente; que se prohíban las armas atómicas; que, por último, todos los pueblos, en virtud de un acuerdo, lleguen a un desar-me simultáneo, controlado por mutuas y eficaces garantías. No se debe permitir –advertía nuestro predecesor, de feliz memoria, Pío XII– que la tragedia de una guerra mundial, con sus ruinas económicas y sociales y sus aberraciones y perturbaciones morales, caiga por tercera vez sobre la hu-manidad.

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113. Todos deben, sin embargo, convencerse que ni el cese en la carrera de armamentos, ni la reducción de las ar-mas, ni, lo que es fundamental, el desarme general son po-sibles si este desarme no es absolutamente completo y llega hasta las mismas conciencias; es decir, si no se esfuerzan todos por colaborar cordial y sinceramente en eliminar de los corazones el temor y la angustiosa perspectiva de la guerra. Esto, a su vez, requiere que esa norma suprema que hoy se sigue para mantener la paz se sustituya por otra completa-mente distinta, en virtud de la cual se reconozca que una paz internacional verdadera y constante no puede apoyarse en el equilibrio de las fuerzas militares, sino únicamente en la con-fianza recíproca. Nos confiamos que es éste un objetivo ase-quible. Se trata, en efecto, de una exigencia que no sólo está dictada por las normas de la recta razón, sino que además es en sí misma deseable en grado sumo y extraordinariamente fecunda en bienes.

114. Es, en primer lugar, una exigencia dictada por la ra-zón. En realidad, como todos saben, o deberían saber, las relaciones internacionales, como las relaciones individuales, han de regirse no por la fuerza de las armas, sino por las normas de la recta razón, es decir, las normas de la verdad, de la justicia y de una activa solidaridad.

115. Decimos, en segundo lugar, que es un objetivo suma-mente deseable. ¿Quién, en efecto, no anhela con ardentísi-mos deseos que se eliminen los peligros de una guerra, se conserve incólume la paz y se consolide ésta con garantías cada día más firmes?

116. Por último, este objetivo es extraordinariamente fe-cundo en bienes, porque sus ventajas alcanzan a todos sin excepción, es decir, a cada persona, a los hogares, a los pue-blos, a la entera familia humana. Como lo advertía nuestro predecesor Pío XII con palabras de aviso que todavía resue-nan vibrantes en nuestros oídos: Nada se pierde con la paz; todo puede perderse con la guerra.

117. Por todo ello, Nos, como vicario de Jesucristo, Sal-vador del mundo y autor de la paz, interpretando los más ardientes votos de toda la familia humana y movido por un paterno amor hacia todos los hombres, consideramos deber nuestro rogar y suplicar a la humanidad entera, y sobre todo

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a los gobernantes, que no perdonen esfuerzos ni fatigas has-ta lograr que el desarrollo de la vida humana concuerde con la razón y la dignidad del hombre.

118. Que en las asambleas más previsoras y autorizadas se examine a fondo la manera de lograr que las relaciones internacionales se ajusten en todo el mundo a un equilibrio más humano, o sea a un equilibrio fundado en la confianza recíproca, la sinceridad en los pactos y el cumplimiento de las condiciones acordadas. Examínese el problema en toda su amplitud, de forma que pueda lograrse un punto de arranque sólido para iniciar una serie de tratados amistosos, firmes y fecundos.

119. Por nuestra parte, Nosotros no cesaremos de rogar a Dios para que su sobrenatural ayuda dé prosperidad fecunda a estos trabajos. Convicciones y esperanzas de la hora actual.

126. Se ha ido generalizando cada vez más en nuestros tiempos la profunda convicción de que las diferencias que eventualmente surjan entre los pueblos deben resolverse no con las armas, sino por medio de negociaciones y convenios.

127. Esta convicción, hay que confesarlo, nace, en la ma-yor parte de los casos, de la terrible potencia destructora que los actuales armamentos poseen y del temor a las horribles calamidades y ruinas que tales armamentos acarrearían. Por esto, en nuestra época, que se jacta de poseer la energía atómica, resulta un absurdo sostener que la guerra es un me-dio apto para resarcir el derecho violado.

128. Sin embargo, vemos, por desgracia, muchas veces cómo los pueblos se ven sometidos al temor como a ley su-prema, e invierten, por lo mismo, grandes presupuestos en gastos militares. Justifican este proceder –y no hay motivo para ponerlo en duda– diciendo que no es el propósito de atacar el que los impulsa, sino el de disuadir a los demás de cualquier ataque.

129. Esto no obstante, cabe esperar que los pueblos, por medio de relaciones y contactos institucionalizados, lleguen a conocer mejor los vínculos sociales con que la naturaleza hu-mana los une entre sí y a comprender con claridad creciente que entre los principales deberes de la común naturaleza hu-mana hay que colocar el de que las relaciones individuales e internacionales obedezcan al amor y no al temor, porque ante

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todo es propio del amor llevar a los hombres a una sincera y múltiple colaboración material y espiritual, de la que tantos bienes pueden derivarse para ellos.…La organización de las Naciones Unidas.

142. Como es sabido, el 26 de junio de 1945 se creó la Organización de las Naciones Unidas, conocida con la sigla ONU, a la que se agregaron después otros organismos infe-riores, compuestos de miembros nombrados por la autoridad pública de las diversas naciones; a éstos les han sido confia-das misiones de gran importancia y de alcance mundial en lo referente a la vida económica y social, cultural, educativa y sanitaria. Sin embargo, el objetivo fundamental que se con-fió a la Organización de las Naciones Unidas es asegurar y consolidar la paz internacional, favorecer y desarrollar las relaciones de amistad entre los pueblos, basadas en los prin-cipios de igualdad, mutuo respeto y múltiple colaboración en todos los sectores de la actividad humana.

143. Argumento decisivo de la misión de la ONU es la Declaración universal de los derechos del hombre, que la Asamblea general ratificó el 10 de diciembre de 1948. En el preámbulo de esta Declaración se proclama como objetivo básico, que deben proponerse todos los pueblos y naciones, el reconocimiento y el respeto efectivo de todos los derechos y todas las formas de la libertad recogidas en tal Declaración.

145. Deseamos, pues, vehementemente que la Organi-zación de las Naciones Unidas pueda ir acomodando cada vez mejor sus estructuras y medios a la amplitud y nobleza de sus objetivos. ¡Ojalá llegue pronto el tiempo en que esta Organización pueda garantizar con eficacia los derechos del hombre!, derechos que, por brotar inmediatamente de la dig-nidad de la persona humana, son universales, inviolables e inmutables. Tanto más cuanto que hoy los hombres, por par-ticipar cada vez más activamente en los asuntos públicos de sus respectivas naciones, siguen con creciente interés la vida de los demás pueblos y tienen una conciencia cada día más honda de pertenecer como miembros vivos a la gran comu-nidad mundial”200.

200 Fragmentos de la Encíclica publicada por Juan XXIII Pacem in Terris el año 1963. “Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad”.

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Cuando nos enfocamos en esta importante preocupación del desarme es cierta la existencia de una discordancia pen-diente, que frena a la investigación, con respecto a las posi-bilidades de su exigencia dentro de un marco de supuestas bases donde la sociedad de clases es un hecho real que, en clave marxista, sólo admite una salida a partir de la lucha de clases y a partir de la táctica de armar a la clase explotada como condición esencial para un resultado a favor del pue-blo. De cara a nuestro tiempo, es evidente que la cuestión de la táctica revolucionaria se encuentra con la discrepancia, por un lado, utópica-declarativa sobre la exigencia de un desar-me asentado en un gran apetito mundial por la paz dada su valoración como un eminente peligro para la humanidad y, por otro, práctico, relativo a la sin salida en que caen los pue-blos que buscan defender su soberanía, sus derechos y dig-nidad y que para hacerlo deben mantener capacidades de defensa mínimos, enrolándose en el armamentismo que, a su vez, rechazan.

Esta disonancia, además, se ve reforzada al observar las respuestas que reciben las luchas de movimientos sociales pacifistas que tras ejercer su legítimo derecho de resistencia a la opresión han encontrado por parte del poder establecido, el más férreo empleo de la represión, desencadenándose un crudo enfrentamiento entre un establishment sofisticadamen-te armado contra un pueblo organizado totalmente desprovis-to que se ve, inevitablemente, reducido y frustrado en los ob-jetivos que persiguen con los alzamientos. En tan complejas condiciones, cómo abrazar y promover la consigna de la paz y avanzar hacia ella sin perder coherencia teórica y ontológi-ca con la revolución social y eficacia en su consecución es, sin duda, materia que despierta profundas cavilaciones.

Otros, desde posiciones religiosas, consideran que los hombres no pueden y no estarán dispuestos a unirse para formar gobierno mundial, y que ya es hora de que encare-mos la dura, fría y cierta realidad. La humanidad tiene dos alternativas: o existe un Omnipotente, Todopoderoso DIOS que está a punto de intervenir y establecer el reino de Dios para gobernar a todas las naciones con fuerza sobrenatural y supranacional para traernos paz – o de otra forma toda la humanidad será destruida (Mat. 24:22).

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Todas las naciones añoran la paz. Los líderes negocian por ella. Los ejércitos pelean por ella. Muchos oran por ella. Sin embargo permanece más elusiva que nunca. Pero la Bi-blia dice que vendrá — y pronto. ¡Aquí veremos cómo! Sola-mente el gobierno de Dios traerá paz.

Una cita de Georges Clemenceau, el congresista francés durante la Primera Guerra Mundial, refleja acertadamente estos asuntos de la actualidad cuando afirma : “Yo no sé si la guerra es un intermedio durante la paz, o si la paz es un intermedio durante la guerra”.

Desde ese tiempo, muchos han sugerido que un gobier-no mundial es la única manera de tener paz mundial y esta-bilidad. Pero muchas preguntas surgen. ¿Quién lo traería? ¿Cómo podría ser introducido gradualmente? ¿Cuáles leyes administraría? ¿Cómo serían impuestas? ¿Cederían las na-ciones soberanas su autoridad a otra? ¿Triunfaría, o even-tualmente oprimiría y esclavizaría a toda la humanidad? ¡Es-tas preguntas son las que siempre detienen abruptamente a los pensadores, planificadores, líderes, y científicos!

Por lo tanto, la paz mundial permanece tan elusiva como siempre. Aparentemente, todos anhelan esto, mientras que nadie sabe cómo lograrlo. ¿Por qué? ¿Por qué los líderes tan inteligentes y con tanta experiencia, y que son los pensa-dores de nuestros tiempos no pueden encontrar el camino a la paz? ¿Por qué piensan las personas que la única solución que puede traer la paz es un gobierno mundial, mientras que a la misma vez, reconocen que eso es casi imposible si se deja en las manos de los hombres? Si los hombres ni siquiera pueden gobernar sus propias vidas individualmente, ¿cómo podrían ellos gobernar a todo el mundo? Porque los hombres no pueden encontrar la paz

Siempre se ha dicho que todas las naciones están prepa-rándose para la guerra, están en guerra o se están recupe-rando de la guerra. A través de la historia humana, ha habido más de 14,600 guerras registradas. Y esta cantidad proviene de mediados de los 1960s. Parece que los hombres invaria-blemente van a la guerra en busca de la paz. El resultado de la guerra siempre involucra una tregua pero siempre fracasa en traer una paz permanente. Esto ocurre porque los hom-bres no pueden, y nunca podrán, encontrar el camino a la paz

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por ellos mismos sin ayuda externa. En la realidad ellos no tienen ninguna posibilidad de alcanzar la paz mundial. Aquí está la causa.

Los gobiernos de los hombres simplemente no funcionan. Nunca han tenido éxito en encontrar soluciones permanen-tes para problemas insolubles. No tienen las respuestas para las preguntas más importantes de la humanidad. No se le ha dado al hombre el poder entender el camino de la paz; y por lo tanto, de la abundancia, felicidad, salud y prosperidad. No en balde, los grandes pensadores, líderes, educadores y científicos han fracasado miserablemente en sus búsquedas por la paz en la tierra. Dios no le ha revelado todavía a la humanidad, por completo, la solución para las guerras inter-minables de los hombres.

La paz es el proceso de búsqueda de justicia en los dife-rentes niveles de relación humana, es un concepto dinámico el cual nos lleva a hacer florecer, impedir y solucionar los conflictos de manera no-violenta, con el fin de alcanzar una concordia de la persona consigo misma, con la naturaleza y con los demás.

La investigación para la paz tiene un carácter particular en cuanto a disciplina y como demanda científica tiene pre-tensiones de introducir reflexión en la ciencia, precisar las causas de la guerra y de la violencia para socavar su auten-ticidad como instrumento político y fomentar así condiciones de paz. Entre sus características definitorias se destacan: “in-terdisciplinariedad, transdisciplinariedad, carácter normativo, orientación hacia la acción, su naturaleza internacional y la búsqueda de receptores diversos.

Las razones de ello se resumen en general a que vivimos en una sociedad donde predomina la violencia, marcada por las guerras, el hambre y las grandes diferencias que existen entre unas zonas del mundo existiendo así zonas dominadas por el dinero en gran parte derrochado y otras, en las que prácticamente no tienen ni para comer y esa es su mayor preocupación al contrario de la mayoría de las sociedades que conocemos simplemente porque las encontramos más cercanas a nosotros mismos y en éstas la mayor preocupa-ción, es querer tener lo último en nuevas tecnologías y la guerra por los recursos.

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Batallar por el acceso a recursos naturales vitales como la comida o el agua cuando son escasos, no es una situación nueva, se conoce que a lo largo de la historia humana se han producido una gran cantidad guerras y conflictos sociales entre poblaciones azotadas por hambrunas y otras necesi-dades extremas relacionadas con la explotación irracional de los recursos naturales. El Cambio Climático Global crea nue-vas e inesperadas situaciones de carestía en diversos puntos del mundo incluidos aquellos en los que la actual riqueza de recursos naturales es una base sólida, que garantiza la esta-bilidad social y geopolítica.

La relación potencial entre el calentamiento global y la fre-cuencia y severidad de los huracanes, olas de calor y otros eventos meteorológicos extremos es un tema actual a lo que se une otra consecuencia potencial del Cambio Climático, menos difundida por la prensa pero igual o más preocupante, que tiene que ver con la creciente atención de los expertos en seguridad internacional. Estos expertos afirman que los daños que el Cambio Climático causa a los ecosistemas jun-to a la competencia, que como resultado se establecerá por el acceso a los recursos naturales; podrán actuar, de manera cada vez mayor como detonantes de guerras y otros conflic-tos en el futuro.

Algunos estudiosos del tema se atreven a incluso a de-clarar que la era de las guerras por los recursos está próxi-ma y que la combinación de los efectos del cambio climático global y los mermados recursos naturales incrementará la posibilidad de conflictos violentos por tierras, agua y ener-gía. En declaración pública, John Reid, ex secretario de Defensa británico, indicó que al combinarse los efectos del cambio climático global y los mermados recursos naturales, se incrementa la posibilidad de conflictos violentos por tie-rras, agua y energía. El cambio climático, “hará más esca-sos los recursos y el agua limpia, y la tierra agrícola en buen estado será más escasa”, esto generará que la emergencia por conflictos violentos sea más probable, “…la cruda ver-dad es que la falta de agua y de tierra de sembradío es un factor significativo que contribuye al trágico conflicto que se desarrolla en Darfur, “debemos tomarlo como señal de alerta”.

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Recordemos que los conflictos interétnicos se produjeron, sobre todo, a la competencia por los escasos recursos de la zona que se agudizaron debido al considerable aumento de-mográfico y a las condiciones climáticas adversas. Durante las décadas de 1980 y de 1990 se produjeron varios enfren-tamientos entre las poblaciones negra y árabe entre 1985 y 1988, donde se calcula que perecieron violentamente alrede-dor de 5.000 personas por la terrible sequía y consiguiente hambruna que asolaron la región.

En un momento en que sube el nivel del mar, cuando el agua y la energía comienzan a ser cada vez más escasos, cuando las fértiles pero escasas tierras de labor se vuelven desiertos, las guerras mortíferas por el acceso a los recursos vitales terminarán siendo un fenómeno global. El momento en que crece la población mundial, se disparan las tasas de consumo, desaparecen rápidamente las fuentes de energía y el cambio climático erradica valiosas tierras de cultivo y con ello señala el escenario, para luchas persistentes por el mun-do en pos de los recursos vitales, así las cosas, la lucha polí-tica o religiosa no desaparecerá del escenario, más bien será canalizada a la competencia por agua, alimentos y energía.

El agua y la comida son bienes indispensables para la supervivencia, y ambos son sensibles a los cambios en las condiciones climáticas, por tanto es lógico que se incremen-te cada día el temor por el número de regiones en el mundo vulnerables a la sequía que aumentará en los próximos años. Las reservas de agua almacenadas en los glaciares y en la cubierta de nieve en las zonas altas de cordilleras montaño-sas, como los Andes y el Himalaya, se pronostica que dismi-nuirán y la carestía de agua, a su vez, no sólo perjudicará de modo directo a las poblaciones humanas, sino que además repercutirá sobre la agricultura.

La degradación de estos recursos críticos, combinada con las amenazas a la población causadas por los desas-tres naturales, las enfermedades y el desmoronamiento de la economía y de los ecosistemas, podrían tener un efecto de cascada. Estos cambios medioambientales provocados por el calentamiento global no sólo afectan a las condiciones en que deben vivir las personas de cada zona, sino que pueden a su vez generar efectos sociales mayores, amenazando las

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infraestructuras de la sociedad o induciendo respuestas so-ciales que agraven el problema. La tensión socioeconómica y política asociada puede minar el funcionamiento de las co-munidades, la eficacia de las instituciones, y la estabilidad de las estructuras sociales. Estas condiciones degradadas pueden conducir a revueltas sociales, sobre todo en países en los que exista una gran brecha económica entre ricos y pobres, e incluso degenerar en un conflicto armado.

Grandes áreas de África están sufriendo de escasez de alimentos y agua potable, lo que los hace más propensos a los conflictos y más vulnerables a los efectos de éstos. Con tanto en juego, los expertos recomiendan múltiples estrate-gias para prevenir consecuencias que, de no impedirse, se-rán muy difíciles de remediar. Entre las estrategias más crí-ticas, está la de que los gobiernos incorporen medidas para afrontar el cambio climático dentro de la política nacional de cada país. Más allá de eso, es necesario un enfoque coope-rativo internacional para mitigar los riesgos, aunque el cam-bio climático es un factor potencial de creación de conflictos, también puede tener efectos contrarios, si empuja a las na-ciones hacia una actitud más cooperativa, al entenderse que es una amenaza común que requiere de acciones conjuntas.

Una de las señales más recientes y esperanzadoras en este frente, fue la cumbre de 2007 sobre el clima celebrada en Bali, que reunió a más de 10.000 representantes de todo el mundo para trazar un plan de acción contra el Cambio Cli-mático. En Bali surgieron buenas ideas, pero ha sido criticada por ser demasiado imprecisa para poder impulsar de manera eficaz esa cooperación internacional plena contra el Cambio Climático, sin embargo, los aparentes conflictos de intereses entre el medio ambiente y la economía serán descartados tan pronto se entienda que proteger el medio ambiente es una inversión económicamente rentable para el futuro, en com-paración con el alto coste de tener que solucionar mañana desastres graves que se habrían podido evitar hoy con medi-das preventivas baratas.

Además de la cooperación global, estudiar el pasado pue-de resultar también muy útil, ya que ello permite predecir con mayor fiabilidad situaciones que ya se produjeron en el pasa-do. La historia ha demostrado cuán dependientes somos los

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humanos de un estrecho margen de variabilidad climática en lo que se refiere al promedio de temperatura y al de la lluvia. Las grandes civilizaciones de la humanidad comenzaron a florecer después de la última edad de hielo, y algunas desa-parecieron debido a las sequías y a otros cambios adversos del clima. Y pese a tan sutil descenso, las consecuencias fueron muy graves en diferentes partes de Europa. Las cala-midades incluyeron pérdida de cosechas. La población dismi-nuyó. Los conflictos militares y los disturbios se hicieron más frecuentes como consecuencia de esas privaciones, como ha sugerido un estudio empírico reciente.

No obstante, como la historia ha demostrado, los seres humanos somos capaces de adaptarnos a las condiciones climáticas cambiantes, mientras estos cambios sean mode-rados de ahí que el desafío es por tanto frenar la dinámica del sistema climático y estabilizarlo en niveles que no sean peligrosos. Jürgen Scheffran es uno de los expertos que ana-lizan el riesgo de conflictos armados promovidos por el Cam-bio Climático Global que intentan impulsar medidas para mitigar tanto como sea posible ese cambio. Después de rea-lizar una minuciosa inspección de investigaciones recientes, Scheffran ha llegado a la conclusión de que los impactos que tiene el Cambio Climático sobre la seguridad humana mun-dial se extienden mucho más allá de lo que la limitada visión de la humanidad ha percibido hasta ahora.

La revisión de Scheffran incluye un análisis crítico de cua-tro tendencias, que en un informe publicado por el Consejo Asesor Alemán sobre el Cambio Global, se identifican como algunas de las que con mayor probabilidad desestabilizarán a las poblaciones y a los gobiernos: la degradación de los recursos de agua potable, la inseguridad en cuanto a la dis-ponibilidad de alimentos, los desastres naturales y la emigra-ción por causas medioambientales.

Scheffran también cita un informe del año pasado realizado por un grupo de trabajo del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), en el que se ratifica que el Cambio Climático puede afectar a ecosistemas y especies de todo el mundo, desde las selvas tropicales hasta los arrecifes corali-nos. Sin embargo, él todavía es optimista pues considera que aún es posible frenar lo suficiente el Cambio Climático como

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para impedir ese temible auge de conflictos armados. Su opti-mismo se basa en buena parte en que las labores de concien-ciación pública y educación que hoy se realizan hacen de las preocupaciones sobre el cambio climático una prioridad.

En los últimos tiempos, las grandes corporaciones han pasado a controlar el agua en gran parte del planeta y se especula que en los próximos años, unas pocas empresas privadas poseerán el control monopólico de casi el 75% de este recurso vital para la vida en el planeta. Los gobiernos de todo el mundo –incluidos los de países desarrollados– están desviando su responsabilidad de tutela de los recursos natu-rales a favor de las empresas (en nuestros días el embotella-miento del agua es un negocio que supera en ganancias a la industria farmacéutica), según ellos, para mejorar la provisión del servicio.

Ya no sólo es el carácter político-militar, no se confronta a un enemigo en particular, sino que busca apropiarse de los recursos estratégicos y necesarios para el desarrollo y ex-pansión del capitalismo. Guerras por el petróleo, guerras por el agua, guerras por tierras, guerras atmosféricas, esta es la verdadera cara de la globalización económica. Su orientación está en confrontar todo aquello que se opone o resiste a la privatización, a la usurpación de recursos naturales, que su-pera los límites de la sostenibilidad y la justicia, lo cual le da el distintivo de guerra privatizadora o expropiadora.

El problema no son los recursos naturales, no es la gente, sino la codicia de las corporaciones empresariales y las aso-ciaciones entre éstas y los estados con el fin de usurpar los recursos de los pueblos y violar sus derechos fundamenta-les de vida. Son los intereses geopolíticos y geoestratégicos, donde el territorio, el lugar, el sitio es preponderante para el dominio territorial de hecho lo que más interesa ahora es la alianza militar para controlar, privatizar o usurpar recursos naturales estratégicos que den más vida al capitalismo, bajo el dominio de las empresas transnacionales, el comercio in-ternacional, el capital especulativo y otras formas de coope-ración que se mueven alrededor de los intereses de la eco-nomía capitalista.

El objetivo de estos países consiste en priorizar las re-laciones y control en zonas donde las riquezas naturales

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abundan y que les permita asegurar su funcionamiento como modelo capitalista y base de la industrialización. Los Estados Unidos aparece como el principal protagonista de esta nueva guerra en la medida que requieren más del 30% de la energía consumida por la humanidad, incrementándose este consu-mo con la tendencia industrializadora del capitalismo, que día tras día incrementa el consumo de energía.

Las potencias históricas desarrollan estrategias dirigidas a mantener su posición en sus áreas de influencia. El cam-bio tecnológico puede aumentar drásticamente la demanda de algunas materias primas. (Las previsiones indican que la demanda de una serie de materias primas fundamentales podría más que triplicarse entre 2006 y 2030. La competen-cia se agudiza. La búsqueda de un nuevo patrón energético supone la explotación de novedosos materiales, cuyas re-servas y/o producción están concentradas en determinados países. Muchas economías emergentes están aplicando es-trategias de desarrollo industrial dirigidas a reservar su base de recursos para su uso exclusivo.

El actual boom de los recursos naturales tiene una rela-ción estrecha con:

Las grandes potencias quieren dominar a las naciones pobres de Latinoamérica que tienen gran concentración de ri-quezas naturales y estratégicas que ellas pretenden controlar mediante el imaginario antiterrorista que les permitan contro-lar la energía y el combustible. El agua brota como el mayor conflicto geopolítico del siglo XXI ya que se espera que en el año 2025, la demanda de este elemento tan necesario para la vida humana será un 56% superior al suministro actual y quienes posean agua podrían ser blanco de un saqueo for-zado, se conjetura que para los 7 mil millones de habitantes a los que hemos llegado, se necesitaría ya un 20% más de agua de la que disponemos.

A esto se agrega la necesidad del consumo de energía para desplazar a más de 1.800 millones de autos particula-res, para los hogares que cuentan con televisores, refrige-radores, aire acondicionado, calefacción, computadoras que van consumiendo mayores cantidad de petróleo, agua, gas y elementos de la biodiversidad que ponen a la humanidad en un complejo conflicto por controlar los recursos, pensemos

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en la industrialización acelerada de China y la India, que de-mandan cada día mayor consumo de energía y otros recur-sos como hierro, acero, aluminio, etc. La forma de operar en la confrontación no interesa el territorio, sino el recurso, que puede ser, mineral, hídrico y/o estratégico; humano o pobla-cional, para desestructurar al enemigo, por lo que el espa-cio-territorio no es una pieza importante en el ajedrez de la confrontación.

Esta nueva guerra requiere de alianzas porque en el control de la energía están implicados varios estados que son parte del dominio imperial, Europa y Asia no cuentan con recursos estratégicos importantes; EE.UU. cuenta con ellos de manera limitada. El Medio Oriente posee en la zona del mar Caspio, una gran concentración de recursos naturales, al igual que América Latina. De ahí que en estas regiones que poseen los recursos, los conflictos están a la orden del día y los provoca-dores serán las alianzas de las grandes potencias, alianzas que emergen como pieza fundamental en la medida que la sociedad industrial acelera su desarrollo y cada incremento tecnológico abre una válvula más al consumo.

El Agua es uno de los recursos que aparece como botín de la nueva guerra y presenta un cuadro desalentador según se aprecia en las estadísticas ante mencionadas, Los cálcu-los de las Naciones Unidas indican que en el 2025, la reserva potable y dulce del líquido apta para consumo humano será de 3% del total existente. Unos 2.500 millones de personas no tendrán en ese momento acceso al agua potable y a los servicios sanitarios. Y la mayor parte de ese 3% está en los glaciares y casquetes polares, de los que el volumen accesi-ble es de 12 mil kilómetros cúbicos y la humanidad consume la mitad de ellos. Para los próximos años se pronostica un consumo de 100% y la escasez se asoma como nueva ame-naza, este recurso, por su naturaleza, recorre muchos tramos de territorios, lo que permite sea compartido por varias nacio-nes, al ejercer el control para garantizar el abastecimiento, se vislumbran conflictos por el agua que ya se observan en varios lugares del mundo.

Pero es que el agua se presenta como un recurso impor-tante para ejercer el dominio político, se está convirtiendo en una fuente de guerras en la medida en que es privatizada

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y se transforma en mercancía. Este líquido nutre a muchas empresas trasnacionales que son desviadas de los sistemas naturales de drenaje de los ríos. Como consecuencia alterar el flujo de un río también modifica la distribución del agua, especialmente si eso implica las transferencias de agua entre varias cuencas. Este producto es ahora un recurso que ge-nera dinero, de ahí que una de las pretensiones que tenía el Área de Libre Comercio de las Américas de los Estados Uni-dos y de las corporaciones transnacionales sea provocar las privatizaciones de los recursos hídricos y acelerar la cons-trucción de hidroeléctricas privadas.

En los últimos tiempos, las grandes corporaciones han pasado a controlar el agua en gran parte del planeta y se especula que en los próximos años, unas pocas empresas privadas poseerán el control monopólico de casi el 75% de este recurso vital para la vida en el planeta. Los gobiernos de todo el mundo –incluido los de países desarrollados– están desviando su responsabilidad de tutela de los recursos na-turales a favor de las empresas. Según ellos, para mejorar la provisión del servicio. Las grandes corporaciones no son muchas. Las francesas Vivendi y Suez (clasificadas en los puestos 51 y 99 respectivamente en el Global Fortune 500 de 2001). La alemana RWE (en el puesto 53), que adquirió dos importantes empresas de agua, Thames Water en el Reino Unido y American Water Works, en Estados Unidos de Norte-américa. La intervención privada dio pie, en algunos lugares a un aumento exagerado del costo del agua. En la Provincia de Tucumán –Argentina– la empresa Vivendi enfrentó la furia popular y en Sudáfrica la empresa concesionada con el sumi-nistro no tuvo problemas en cerrar el grifo de un 80% de los pobladores de Alexandra Township por falta de pago.

Como también hay proyectadas variadas obras de in-fraestructura a lo largo del istmo mesoamericano, incluyendo la explotación de las abundantes provisiones de agua fres-ca del Petén guatemalteco y del sur de México. El IIRSA, el más ambicioso de los tres, propone corredores industriales y enormes proyectos hidroeléctricos y de hidrovía por todo el continente suramericano. Bajo esta lógica, aparecen los pla-nes intervensionistas como la militarización y privatizaciones en el sur de Argentina, el Iguazú, las represas en Centroamé-

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rica y la focalización de los ríos que faciliten la interconexión eléctrica entre Colombia y Panamá pasando por el Darién.

En la India cada río es motivo de importantes y grandes problemas sobre la propiedad del agua y su distribución, en el continente americano, causa de grandes conflictos entre Estados Unidos y México por el agua del río Colorado, las aguas de los ríos Tigris y Eufrates, que han sostenido a la agricultura durante miles de años en Turquía, Siria e Irak, han sido la causa de varios importantes choques entre esos tres países. La guerra entre israelíes y palestinos es en cierta medida una guerra por el agua el motivo de contienda es el río Jordán, usado por Israel, Jordania, Siria, Líbano y Cisjor-dania se sabe que la agricultura a escala industrial de Israel requiere agua de ese río así como de las aguas subterráneas de Cisjordania.

En medio de todo esto aparece el Banco Mundial que jue-ga un papel clave fomentando las privatizaciones y prestando dinero para las reformas en el sistema de agua, invirtiendo y finalmente actuando como juez en caso de conflicto entre los inversionistas y los Estados. Mientras poblaciones ente-ras no tienen acceso a la salubridad, grandes corporaciones venden agua pura embotellada para subsanar el mal. Se es-pecula que entre 1970, 2000 y 2009, la venta del agua creció incalculablemente. Por ejemplo, en 1970 se vendieron en el mundo mil millones de litros en 2000, 84 mil millones y en el 2009 se vendieron quinientos noventa y ocho mil millones de litros de agua.

No hay duda que la Amazonía es uno de los ecosistemas más ricos y diversos del mundo y cuenta con aproximada-mente 7 millones 160 mil kilómetros cuadrados de zona bos-cosa húmeda, constituye la mayor reserva natural del planeta y sin embargo, peligra. La cuenca amazónica es deposita-ria de la mayor extensión de bosques tropicales del planeta (56%) y de una gran variedad biológica de ecosistemas, es-pecies y recursos genéticos. Hay cerca de un millón y medio de especies conocidas y se estima que pueden ser más de diez millones. Un leve inventario nos indica la presencia de 50.000 variedades de mamíferos; 20.000 de reptiles, anfibios y aves; 21.000 de peces; 140.000 de vertebrados; 90.000 de invertebrados y artrópodos; 90.000 de plantas inferiores;

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270.000 de plantas superiores y 55.000 de microorganismos. Por el Amazonas y sus más de 7.000 tributarios corren 6.000 billones de metros cúbicos de agua por segundo. Además es la zona que más oxígeno provee (40% del oxígeno del mun-do) y mayor cantidad de carbono capta, se conoce como el pulmón de la humanidad.

El problema es que si bien el agua es un recurso que se da por sentado en muchos lugares, es muy escaso para los 1.100 millones de personas que carecen de acceso al agua potable, a las que habría que sumar otros 2.400 millones de personas que no tienen acceso a un saneamiento ade-cuado. Más de 2.200 millones de habitantes de los países subdesarrollados, la mayoría niños, mueren todos los años de enfermedades asociadas con la falta de agua potable, saneamiento adecuado e higiene. Además, casi la mitad de los habitantes de los países en desarrollo sufren enfermeda-des provocadas, directa o indirectamente, por el consumo de agua o alimentos contaminados, o por los organismos cau-santes de enfermedades que se desarrollan en el agua. Con suministros suficientes de agua potable y saneamiento ade-cuado, la incidencia de algunas enfermedades y la muerte podrían reducirse hasta un 75 por ciento.

En algunas zonas, la extracción del agua ha tenido con-secuencias devastadoras en el ambiente. La capa freática de muchas regiones del mundo se reduce constantemente y algunos ríos, como el Colorado en los Estados Unidos y el Amarillo en China, se secan con frecuencia antes de llegar al mar. En China, las capas freáticas acuíferas del norte han descendido treinta y siete metros en treinta años y, desde 1990 desciende un metro y medio cada año. El mar interior de Aral, en Asia Central, ya ha perdido la mitad de su extensión, el lago Chad era hace tiempo el sexto lago más grande del mun-do, en la actualidad ha perdido casi el 90% de su superficie y está agonizando. Como se aprecia este recurso es un bien tan necesario que podría pasar a ser objeto de peleas políticas, si se lo observa sólo como un negocio: represas, canales de irrigación, tecnologías de purificación y de desalinización, sis-temas de alcantarillado y tratamientos de aguas residuales. No debe olvidarse el embotellamiento del agua, puesto que es un negocio que supera en ganancias a la industria farmacéutica.

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El origen de esta comercialización del agua habría que buscarla en noviembre de 2001, cuando los recursos natura-les al igual que la salud y la educación, empezaron a ser ob-jeto de negociaciones en la OMC (Organización Mundial de Comercio). La meta final ha sido la liberalización de los servi-cios públicos desde el 2005. Esto que suena árido y aburrido, puede simplificarse: lo que hasta ahora era regulado por los estados, pasará a ser mercado de libre comercio.

Dentro de los acuíferos más grandes se encuentran: Are-niscas de Nubia con un volumen de 75 mil millones de metros cúbicos; Norte del Sahara con un volumen de 60 mil millo-nes de metros cúbicos; Guaraní con un volumen de 37 mil millones de metros cúbicos; Gran Cuenca Artesiana con un volumen de 20 mil millones de metros cúbicos; Altas Plani-cies con un volumen de 15 mil millones de metros cúbicos y Norte de China con un volumen de 5 mil millones de metros cúbicos.

El acuífero posee 132 millones de años. Sus orígenes se remontan a cuando África y América aún se encontraban unidas su extensión tiene las conocidas dimensiones del continente americano: 1.190.000 kilómetros cuadrados, una superficie más grande que la de España, Francia y Portugal juntas. Es conocido como el Gigante del MERCOSUR porque este inmenso reservorio de agua pura se extiende desde el pantanal en el norte de Brasil, ocupa parte de Paraguay y Uruguay y finaliza en la pampa Argentina. Incluso se sospe-cha que, a enormes profundidades, el acuífero se encuentra conectado con los lagos de la Patagonia. El volumen total del agua almacenada es inmenso. El volumen explotable en la actualidad es de 40 a 80 kilómetros cúbicos, una cifra equiva-lente a cuatro veces la demanda total anual de la Argentina.

La investigación sobre el Sistema Acuífero Guaraní (SAG) estuvo, hasta 1997, a cargo de la Universidad de Santa Fe y la de Buenos Aires, de la Universidad de Uruguay y de varias Universidades Públicas Brasileras, a partir de esa fecha pasó a ser parte de un proyecto financiado por el Banco Mundial y todo se tiñó de sospechas. En la Argentina, a través de un estudio realizado por la periodista Elsa Bruzzone se llegó a una preocupante conclusión: La presencia del Comandante del Ejército Sur de EE.UU, en la Triple Frontera –Brasil, Para-

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guay, Argentina– la declaración del Departamento de Estado y los rumores de que allí habría terroristas, tienen un objetivo: el control del Sistema Acuífero Guaraní (SAG), un verdadero océano de agua potable subterráneo que tiene allí su princi-pal punto de recarga. Brasil, también puso el grito en el cielo, al declarar a través de Aurelio García que: EE.UU. puso al Banco Mundial y a la Organización de Estados Americanos al frente de un proyecto que busca detectar la magnitud del recurso, asegurarse su uso de manera sustentable, evitar la contaminación y mantener un control permanente hasta cuando lo considere conveniente.

El alcance del problema del agua no sólo apunta al bol-sillo de cualquier consumidor, sino que es una estocada al estómago del fundamentalismo de mercado imperante en la aldea global, por lo cual todo tiene precio y con mayor razón lo que es escaso. La revista Fortune indicó: El agua promete ser en el siglo XXI lo que fue el petróleo para el siglo XX, el bien precioso que determina la riqueza de las naciones. Sin embargo, 160 gobiernos reunidos en La Haya –Holanda– en el 2000 acordaron definir el agua como una necesidad hu-mana y no como un derecho del hombre, este derecho no se compra ni se vende.

Si la globalización es empujada para apoderarse de estos recursos, aumentarán las guerras y la globalización se hará más lenta hasta detenerse a causa de las catástrofes ecoló-gicas y de los conflictos por los recursos naturales. Enton-ces, a todo lo anteriormente expuesto se impone una fuerte disyuntiva en tiempos en que el cambio climático afecta la supervivencia humana, ¿será apropiado proteger el ecosiste-ma y permitir el desarrollo en una zona, donde la naturaleza y hombres vivan en perfecta armonía? Las compañías made-reras, mineros y explotadores de bauxita, aluminio, metales preciosos, oro, cobre van en busca de sus metas ignorando la necesidad de mantener el equilibrio ecológico y minimizan la cuantía de los perjuicios que ocasionas sus prácticas.

Paradójicamente, el hombre, en busca de desarrollo y fuentes energéticas alternativas desplazan a su similar lle-vándose su patrimonio e identidad (sin olvidar el impacto en la vida animal) y provocan la emigración de pueblos y aldeas completas. Sumemos la expansión de los buscadores de oro

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quienes prueban fortuna robando en zonas antes respeta-das. Por eso los pueblos indígenas se han opuesto al dete-rioro de la Amazonía exigiendo el respecto a su hogar y al planeta. Para ellos, la relación con la madre tierra es la base de su existencia y la forma adecuada de mantener modos de vida construidos en perfecta simbiosis con las leyes de la na-turaleza. Si la Cumbre de Cambio Climático de Copenhague fue un gran fracaso, corresponde a los pueblos tomar sus propias decisiones por el bien propio y de nuestro planeta.

El problema no son los recursos naturales sino el libre comercio y la globalización. El problema no es la gente sino la codicia de las corporaciones empresariales y las asocia-ciones entre éstas y los estados con el fin de usurpar los re-cursos del pueblo y violar sus derechos fundamentales. Si la globalización es empujada implacablemente para apoderarse de esos recursos, aumentarán las guerras y la globalización se hará más lenta hasta detenerse a causa de las catástrofes ecológicas y de los conflictos por los recursos naturales. Si, por el contrario, los movimientos a favor de la sustentabili-dad ecológica y de la justicia social tienen éxito en resistir a las extralimitaciones de la globalización, podremos vivir con alegría en nuestro planeta y compartir equitativamente sus recursos vitales.

En opinión de Nuria del Viso nos hallamos en un contexto de crisis ecológica creciente que se manifiesta en el cambio climático, una cercana crisis energética, la reducción de la biodiversidad y el deterioro o escasez de los recursos no re-novables necesarios para el sostenimiento de la vida. Para conocer cómo afectará este escenario a los seres humanos y en qué medida un planeta en deterioro ahondará las múl-tiples y profundas fracturas de nuestras sociedades, formuló un grupo de preguntas a especialistas de diversas discipli-nas. Sus respuestas nos permiten acercarnos a los contor-nos de la conflictividad en las próximas décadas.

I. ¿Hasta qué punto será clave el cambio climático y los re-cursos naturales en la conflictividad de las próximas décadas?

Michael t. Klare: – Los seres humanos han luchado siem-pre por el acceso a recursos vitales y, por lo general, esta cla-

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se de luchas se ha intensificado en tiempos de crisis medio ambiental. Así ocurrió, por ejemplo, en Oriente Próximo –la región denominada Mesopotamia– donde las antiguas ciu-dades-Estado lucharon por la tierra y el agua. Aunque desde entonces los humanos han progresado bastante en la reso-lución de conflictos sin recurrir a la violencia, me temo que en el futuro la escasez de recursos unido al cambio climáti-co conducirá a más conflicto. Puede que no sea al nivel del Estados-nación, pero por descontado ocurrirá dentro de las naciones, en forma de luchas entre tribus, grupos o regiones por suministros de materiales vitales, especialmente tierra, alimentos y agua.

Joan Martínez Alier: – Hay dos tipos principales de con-flictos socio-ambientales o conflictos ecológico distributivos. En primer lugar, los conflictos por extracción de recursos, es decir combustibles fósiles, minerales, biomasa (como la pes-ca, la deforestación, los conflictos en plantaciones de árbo-les para papel...). En segundo lugar, los conflictos sobre los residuos. Son dos caras de la misma moneda, el principio y el final de las cadenas del metabolismo social. El cambio cli-mático es un conflicto que nace de la producción de una can-tidad excesiva de dióxido de carbono (en comparación con la capacidad de absorción de los océanos y de la atmósfera que está cambiando su composición). Ese dióxido de carbo-no surge sobre todo de la excesiva quema de combustibles fósiles que provienen, en parte, de las fronteras de la extrac-ción, ya sea del fondo del mar o de las selvas amazónicas de Ecuador o de Perú.

Hay conflictos en la extracción y conflictos en la evacua-ción de residuos. Por ejemplo, por los residuos domésticos, pero también por el derecho a usar los océanos y la atmós-fera para echar los gases con efecto invernadero. De quién es la atmósfera, de quién son los océanos (que se están aci-dificando)? Eso es lo discutido en Copenhague en 2009, en Cancún en 2010, en Durban en el 2011. Es hora de acabar con esa comedia de las COPs y que los perjudicados recla-men la deuda ecológica y una distribución justa, equitativa, igualitaria de la propiedad sobre la atmósfera y los océanos.

Es hora también de frenar la extracción de los combusti-bles fósiles. Una moratoria a la exploración y extracción en

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zonas frágiles como la Amazonía. Esa moratoria es lo que propuso Acción Ecológica de Ecuador y la red Oilwatch ya en el año 1997, en la reunión paralela en Kyoto.

Jaime Pastor: – No cabe duda que el cambio climático va a tener consecuencias cada vez más dramáticas –degrada-ción de los suelos, secado de los ríos y reducción de lagos, aumento del nivel del mar, inundaciones, desaparición de viejos glaciares, mayor desertización, afección a los ecosis-temas y a la biodiversidad, entre otras–, especialmente en las regiones menos responsables de su aceleración, como Áfri-ca, y por tanto generará mayor conflictividad. Igualmente, la escasez de determinados recursos básicos y la insuficiencia alimentaria en un número creciente de la población mundial van a conducir a más conflictos en la lucha por el control de los mismos, particularmente en los países donde se encuen-tran esos recursos –víctimas de “la maldición de las materias primas”–, ante el mayor interés de los países “ricos” más de-pendientes y las grandes empresas transnacionales por ac-ceder a los mismos.

Josep María Royo: – El cambio climático y la escasez o deterioro de los recursos naturales ya está siendo clave en algunos conflictos armados en la actualidad, e irá en incre-mento en los próximos años. En los últimos años, el avance de la desertificación en el continente africano ha empujado a comunidades enteras a desplazarse en busca de recursos para su supervivencia, lo que ha incrementado la presión so-bre los recursos, principalmente los pastos (el uso y propie-dad de la tierra) y los recursos hídricos.

II. ¿Qué recursos naturales estimas que serán más deci-sivos? ¿Agua, alimentos, hidrocarburos, minerales…? ¿En qué medida puede esto afectar a la producción de alimentos?

Michael T. Klare: – Los humanos no pueden sobrevivir sin alimento ni agua, por tanto, estos son los recursos que con mayor probabilidad provocarán conflicto a medida que el cambio climático genera sequías en muchas partes del mundo y diferentes pueblos estarán forzados a abandonar su tierra de origen en busca de otros lugares donde habi-tar. A medida que la energía y ciertos minerales críticos se hagan más escasos, también estos recursos pueden provo-

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car conflicto. En algunos casos, no es tanto el recurso en sí mismo la causa de conflicto, sino la riqueza que genera el control sobre los recursos. A medida que ciertos materiales sean más escasos y valiosos, diferentes grupos y camarillas dentro de la sociedad lucharán por controlar los recursos a fin de monopolizar el cobro de ingresos (o “rentas”) procedentes de su extracción. Esto se ha denominado en ocasiones la “maldición de los recursos”.

Joan Martínez Alier: – El agua para el consumo humano directo no falta en casi ningún lugar, aunque a los pobres les falta. Con desaladoras eso puede arreglarse, a 4 kwh el metro cúbico, debería subvencionarse el agua para los más pobres. Para la agricultura el tema es otro, pero has de ver como se malgasta el agua en cultivos de exportación, como los tomates de Almería (que incorporan o, mejor dicho, disi-pan mucha agua “virtual”), como los espárragos de exporta-ción de la costa de Perú, una costa donde no llueve y toda la agricultura es de riego. O como la exportación de agrocom-bustibles, etanol de Piura en la costa norte de Perú y tantos otros ejemplos. Se malgasta mucha agua en la agricultura. Es muy distinto desalar agua del mar en situaciones de es-casez de agua para la población urbana pobre que desalar agua para la minería, como piensan hacer en Namibia para la minería de uranio para exportar. Una cosa absurda. Es ver-dad que hay muchos conflictos sobre el agua, pero no son porque no haya agua suficiente para el consumo doméstico. Son conflictos vinculados a la utilización del agua como ma-teria prima en otros usos. Por ejemplo, para la expansión de la urbanización y el turismo, como en Valencia o Alicante o Murcia, cuando se hablaba del trasvase del Ebro. O para pro-ducir hidroelectricidad, como en el actual gran conflicto por la represa de Belo Monte en el Xingú en Brasil. O para regar en la agricultura, lo que a veces es necesario para la subsisten-cia de la gente local, pero otras veces es simplemente para ganar dinero en cultivos de exportación.

Los recursos que están llegando al pico de extracción son el petróleo convencional y el fósforo (en algunas de sus formas). Eso es importante. Pero hay mucho gas todavía y muchísimo carbón. La extracción de carbón aumentó siete veces en el mundo en los últimos cien años. El problema

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aquí es la producción de dióxido de carbono y el cambio climático.

Jaime Pastor: – Si tenemos en cuenta que del total de agua del planeta (1.400 millones de metros cúbicos) sólo el 2,5% es agua dulce disponible para el consumo humano, la situación en que se encuentra ya una parte de la humanidad (1.000 millones de personas no tienen acceso a agua potable y 2.500 millones carecen de servicio de saneamiento) y la predicción de que en 2025 alrededor del 40% de la pobla-ción mundial vivirá en países que experimentarán escenarios de escasez significativa, además de su creciente contami-nación, es evidente que la aspiración de controlar ese bien común –y hacerlo un negocio lucrativo– se va a convertir en una fuente primordial de conflictos. La lucha por el acceso a los alimentos también será otra fuente de conflictos, teniendo en cuenta cómo están incidiendo en un mayor aumento de su precio la desviación de parte de los mismos en el Sur a la producción de biocombustibles, la especulación financiera y el encarecimiento del petróleo. El petróleo sigue siendo un recurso clave y, por tanto, objeto de conflictos en la medi-da en que, pese a la tendencia a su agotamiento, continúa siendo fundamental para el mantenimiento del modelo de producción, distribución y consumo en nuestras sociedades. Además, la crisis de credibilidad de la energía nuclear como fuente alternativa tras el “accidente” de Fukushima y la resis-tencia a apostar decididamente por energías renovables da-rán todavía mayor peso al petróleo y confirman la tendencia al alza de su precio. Lo mismo puede ocurrir en relación con el gas y el carbón, cuya tendencia al agotamiento también está en un horizonte próximo, sin olvidar el papel clave de otros recursos, como el coltán.

Josep María Royo: – La creciente escasez del agua es un elemento que se está configurando como potencial foco de tensión y conflicto. El uso no sostenible del agua, la mala gestión y la privatización, la contaminación y el rápido cre-cimiento demográfico están fomentando su escasez, hecho que puede provocar el surgimiento de conflictos y la cares-tía alimentaria. Más de dos tercios de las 60 cuencas de los ríos del continente africano están compartidas por más de un país, hecho que puede convertirse en motivo de potencial

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disputa. Los expertos alertan que se necesitará una mayor cantidad de este recurso debido al crecimiento de la pobla-ción mundial, que se estima que alcanzará los 8.900 millones de personas en 2050; sólo en África su escasez ya afecta a 300 millones de habitantes y provoca la muerte de 5.500 me-nores al día. Naciones Unidas ha considerado que en 2025 una de cada dos personas del continente africano sufrirá las consecuencias de la escasez del agua, por lo que cada vez más esta es vista como un bien de importancia estratégica. Más de 1.200 millones de personas viven en el mundo sin acceso a agua potable y 3.000 millones (la mitad de la po-blación mundial) sufren un abastecimiento deficiente de este bien de primera necesidad. La carestía del agua potable es la responsable de la muerte de cinco millones de personas al año, entre ellas dos millones de niños que sucumben a enfer-medades relacionadas con la diarrea.

III. 3. ¿Cómo se manifestarán los conflictos en torno a esos recursos? ¿En forma de revueltas sociales masivas? ¿de desintegración de sociedades? ¿serán conflictos violen-tos o conflictos armados generalizados?

Michael T. Klare: – Los conflictos se producirán en todos esos formatos, aunque la expresión más frecuente serán luchas triba-les y étnicas por las valiosas fuentes de agua y tierra, tal como hemos visto en Darfur. Me preocupan también las migraciones masivas de personas, forzadas a abandonar su hábitat debido a la sequía y al hambre y que encontrarán hostilidad y violencia, por parte de los habitantes de las tierras a las que lleguen.

Joan Martínez Alier: – Los conflictos de extracción de re-cursos causan protestas locales, a veces en defensa de tie-rras indígenas en las fronteras de la extracción, o de defensa de comunidades campesinas. Hay decenas, tal vez cientos de muertos de ese ecologismo popular alrededor del mundo cada año. Hay casos famosos como Chico Mendes en el 1988 en Acre, Brasil, luchando contra la deforestación, y Ken Saro-Wi-wa y sus compañeros en el delta del Niger en el 1995, contra la Shell y la dictadura militar de Nigeria. Esos movimientos de justicia ambiental en el Sur son la esperanza para la sosteni-bilidad, junto con el pequeño movimiento por el decrecimiento en algunos países del Norte.

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Jaime Pastor: – Las formas a través de las cuales se ma-nifestarán esos conflictos serán variadas. Una será sin duda la de las revueltas sociales masivas, especialmente en el caso de los precios de los alimentos, como ya ha ocurrido en el pasado. Esto es lo que puede suceder especialmente en países del Sur, en donde además, si se encuentran bajo condiciones dictatoriales, como ocurrió en Túnez o Egipto, pueden articularse con luchas por las libertades y por su dignidad como pueblos. También debemos tener en cuenta la conflictividad que se puede ir generando en relación con las migraciones masivas de países o regiones afectadas por catástrofes climáticas a otros vecinos o del Norte, con los consiguientes estallidos de xenofobia y la creación de nue-vos muros. En cuanto al agua, esos conflictos pueden tener formas diversas: entre poblaciones de distintos territorios o incluso del mismo territorio dentro de un Estado o entre Es-tados vecinos por el reparto de ese bien; entre residentes e inmigrantes en zonas donde éstos tengan una presencia creciente; en las luchas contra la contaminación o en las que se desarrollan frente a la privatización del agua, como está ocurriendo desde hace años en países del Sur y también del Norte (como en la Comunidad de Madrid).

En cambio, en lo que se refiere al petróleo, teniendo en cuenta que las principales reservas de este recurso se en-cuentran fundamentalmente en una zona tan inestable como la de Oriente Próximo, es probable, como ya ha sucedido, que la conflictividad sea permanente no sólo en ella sino en los países vecinos que facilitan el transporte de ese recurso mediante los oleoductos a otros países. Lo más probable es la continuidad de focos de conflicto y de guerras en las que las viejas grandes potencias y las nuevas potencias emer-gentes intervengan militarmente –directa o indirectamente–, con los riesgos consiguientes de escalada en todos los ámbi-tos –armamentístico, territorial y de poblaciones afectadas– que pueden alcanzar. Tampoco debemos olvidar la conflicti-vidad que se puede dar en un próximo futuro en la zona del Ártico por su progresivo deshielo.

Josep María Royo: – Dependiendo del recurso natural en cuestión, la manifestación tiene una expresión u otra. No obs-tante, hay diversos debates teóricos en torno al tema. El he-

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cho de que determinados países que disponen de importan-tes recursos naturales hayan sufrido las consecuencias de conflictos armados, ¿presupone necesariamente la existen-cia de una relación entre la presencia de este tipo de recur-sos con las guerras que en ellos tienen o han tenido lugar? Diversos investigadores han realizado estudios relativos a esta cuestión y han intentado dar una respuesta plausible, planteando cinco interrogantes que guardan relación con el objeto aquí analizado:

1) ¿la existencia de recursos naturales influye en el sur-gimiento de un conflicto armado?; 2) ¿la existencia de recur-sos puede tener algún tipo de relación con la duración de un conflicto?; 3) ¿los recursos naturales influyen en todos los tipos de conflictos armados o sólo en los conflictos que tienen un origen etnopolítico y separatista?; 4) ¿todo tipo de recur-sos naturales o sólo algunos de ellos (por ejemplo, petróleo, diamantes) guardan relación con los conflictos armados?; 5) ¿qué mecanismos causales vinculan los recursos y los con-flictos armados?.

En primer lugar, el comienzo de un conflicto armado pue-de causar dependencia de la explotación de recursos natu-rales como consecuencia del abandono del sector agrícola y manufacturero, vinculado a la existencia de la situación de violencia en todo el país. El sector de industrias extractivas, caracterizado por su localización específica, más fácil de pro-teger y de cuya explotación se pueden obtener ingentes be-neficios a corto plazo, se convertirá fácilmente en la mayor fuente de generación de ingresos para las partes enfrentadas. Ejemplos paradigmáticos en este sentido serían los casos de Angola o RD Congo, países ambos afectados por guerras durante la década de los noventa donde los actores enfrenta-dos controlaban la explotación de los recursos naturales es-tratégicos (petróleo y diamantes en el caso de Angola; y oro, diamantes, coltán, uranio, madera, entre otros, en lo concer-niente a RD Congo). Esta situación originó el desplazamien-to forzado de centenares de miles de personas, privándoles del acceso a la agricultura como mecanismo tradicional de subsistencia o incluso provocando la salida de determina-das empresas (no extractivas) cuya acción se habría visto limitada por la existencia de violencia donde el Estado sería

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incapaz de garantizar, por omisión o voluntariamente, un cli-ma de seguridad. Además, la correlación entre los conflictos armados y la dependencia de recursos naturales podría ser consecuencia de otras variables no contempladas, como un frágil Estado de derecho o deficiencias en torno a la goberna-bilidad y al funcionamiento de las administraciones públicas, lo que dificultaría la presencia de empresas manufactureras ante las dificultades para penetrar en el marco legal del país.

En definitiva, a partir de estos estudios se han sugerido cuatro patrones preliminares en torno a la vinculación de los recursos naturales con los conflictos armados: en primer lu-gar, que las exportaciones de crudo podrían estar vinculadas al comienzo de un conflicto. En este sentido, incluso se ha llegado a plantear que existe una correlación más importan-te entre la explotación de materias primas y la existencia de conflictos de índole separatista o comunitaria. En segundo lugar, que los recursos que son fácilmente expoliables y transportables, como las drogas o los diamantes, guarda-rían una correlación con la duración de las guerras. En tercer lugar, otro grupo de estudios destaca que la explotación de productos agrícolas no guardaría relación con los conflictos armados, y en último lugar, que las materias primas en gene-ral no están fuertemente asociadas con el surgimiento de un conflicto armado. De estos estudios se puede concluir que la correlación será más o menos fuerte dependiendo del recur-so natural que se esté analizando y en qué casos, y también dependerá de las diferentes tipologías de conflictos armados que se tomen como base de análisis, lo que modificará los resultados y la posible correlación existente.

IV. En una situación de deterioro general de las condicio-nes de vida, ¿en qué medida los llamados conflictos socio ecológicos exigen repensar la idea de paz y seguridad que tenemos actualmente? ¿en qué grado van a interactuar o se van a reforzar con tensiones económicas, políticas o cultura-les ya presentes, generando otras conflictividades (o un nue-vo tipo de conflictividad)?

Michael T. Klare: – De mis anteriores respuestas se des-prende que, en mi opinión, el conflicto obedecerá de forma creciente a la escasez de recursos y al cambio climático. Este

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tipo de conflictos no se puede prevenir o resolver solamente a través de acuerdos políticos. Para lograr una solución será necesario hacer un esfuerzo por atender las necesidades de recursos de aquellos en situación de extrema dificultad. En mi opinión, lo que llamo la equidad de recursos es una con-dición necesaria para la paz. Sin ella, la paz es imposible porque la gente no afrontará hambrunas y penurias sin an-tes luchar. Al final, todo el mundo en este planeta tendrá que adoptar un modo de consumo sostenible en sintonía con el clima, a fin de evitar guerras por recursos sin fin y una catás-trofe ecológica.

Joan Martínez Alier: – Los conflictos socio-ambientales se solapan muchas veces con conflictos de valores sociales, por ejemplo, se defiende los territorios y los recursos nece-sarios para la supervivencia apelando a lo sagrado (como en la Niyamgiri Hill en Orisa, en la India, contra la minería de bauxita). Sin algo sagrado, queda excluida la compensación monetaria. O se solapan con luchas que apelan a la identidad indígena, usando la consulta previa según el convenio 160 de la OIT. O apelan a la democracia local, como en los referen-dos anti-mineros en Tambo grande, en Perú, y en Esquen, en Argentina, en 2002 y 2003, una nueva institución nacida de la resistencia local.

Jaime Pastor: – Obviamente, en ese contexto las ideas de paz y seguridad deben repensarse, como ya se está ha-ciendo desde el ecologismo social: tenemos que hablar de hacer las paces con el planeta, como nos proponía ya Barry Commoner, y tener una concepción de la seguridad multidi-mensional. Pero, sobre todo, hay que cuestionar el modelo civilizatorio, productivista y capitalista actual y buscar una transición postfosilista que nos permita caminar hacia otro de justicia social, ecológica, entre géneros e intergeneracional que sea compatible con la sostenibilidad de la vida en el pla-neta. Ideas como el “buen vivir” o “vivir (bien) con menos” deberían ir abriéndose paso en ese camino.

Josep María Royo: – No considero que los conflictos que entrañan las disputas por los recursos impliquen tensiones añadidas o nuevas conflictividades. Ya hoy en día se produ-cen conflictos y disputas en los que los recursos han contri-buido a originar el conflicto o lo están retroalimentando sin

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que esto signifique cambios en las características de la con-flictividad internacional.

V. ¿Contemplas algún otro elemento dentro de los ámbi-tos referidos que consideras especialmente relevante en la conflictividad futura?

Joan Martínez Alier: – A mí no me preocupa que haya con-flictos, ojalá se expresen en resistencias de tipo gandhiano, es decir, sin violencia pero con éxito. Hace falta más inves-tigación sobre estos conflictos ecológico-distributivos. En el ICTA UAB hay todo un equipo de investigación dedicado a ellos, y también en otros lugares. Las redes de ONG tienen muchísima información. En un proyecto europeo que se llama EJOLT (2011-2014) vamos a hacer estadísticas y mapas de conflictos ambientales en buena parte del mundo, basados en el conocimiento de los activistas. Hay que difundir el cono-cimiento sobre los conflictos ambientales. Los movimientos de justicia ambiental son la fuerza más eficaz, cuando triun-fan, para lograr una economía más ecológica. Hay que hacer “Mapas de Éxitos de la Resistencia Ecologista”, llevar esto a las reuniones internacionales.

Jaime Pastor: – Es precisamente la crisis global a la que estamos asistiendo la que también va a favorecer la interre-lación de los conflictos socio ecológicos con los derivados de otras dimensiones de la crisis (de los cuidados, de la demo-cracia, geopolítica...) y las diversas expresiones de malestar social y de protesta popular que se pueden ir dando, frente a la salida más neoliberal que se pretende imponer ante una crisis provocada por ese mismo neoliberalismo. Si además no se avanza hacia una ruptura con ese “modelo” y se van cumpliendo las peores profecías respecto al cambio climáti-co, la crisis energética y el colapso ecológico, como nos ha alertado nuestro querido amigo Ramón Fernández Durán, nos podemos encontrar con un caos sistémico en el que la búsqueda de un falso “orden” securitario facilite el ascenso de alternativas autoritarias y militaristas, que no harán más que profundizar las injusticias ya existentes.

Josep María Royo: – Un elemento al que se le está prestan-do poca atención es la cuestión no tanto de la escasez de los recursos sino a la privatización de éstos y a la compraventa de

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recursos futuros con el objetivo de especular y obtener grandes beneficios. A pesar de la grave crisis que estamos padeciendo nadie se ha atrevido todavía a cuestionar estas operaciones es-peculativas de alto riesgo para millones de personas.

En resumen, el caso de los recursos naturales y humanos de América Latina han sido incorporados a los acervos es-tadounidenses en las previsiones a futuro. En el caso de los energéticos el aporte latinoamericano es fundamental para apuntalar la situación de competencia de Estados Unidos. Venezuela y México ocupan el sexto y décimo lugares en re-servas mundiales de petróleo, Brasil es el séptimo lugar en reservas de uranio y Venezuela el octavo en gas natural. En conjunto, la producción americana de petróleo iguala la de Medio Oriente y contribuye a fijar los precios y a flexibilizar el mercado. La exploración petrolera en América Latina ha permitido identificar nuevas zonas o nuevos yacimientos en las ya conocidas. Es el caso en Colombia, a lo largo de la cordillera que cruza el país y las regiones controladas por la guerrilla, en el mar territorial de Brasil, los yacimientos del Golfo de México en la región conocida como los “hoyos de la dona” además de los del sureste de México y, como algo es-pecial, las estimaciones globales de Argentina que permiten hablar de una cantidad equivalente a la de Arabia Saudita o a la del Mar Caspio.

Geográficamente, la localización de yacimientos y de fuentes generadoras de energía se convierte entonces en un dato fundamental para la orientación de la política interna-cional de Estados Unidos y rige en gran medida sus movi-mientos de logística militar. Desde la crisis del petróleo en 1973, que en realidad fue una crisis para los consumidores del recurso y de ningún modo una crisis general, la búsqueda por fuentes alternativas y por el descubrimiento, apertura y control de nuevos yacimientos no ha tenido tregua. Sin em-bargo, a pesar de que América Latina se ha revelado como la segunda región petrolera del mundo con un potencial mucho mayor del previsto, el Medio Oriente, junto con el área euroa-siática y de Asia Central, sigue concentrando el 75% de los recursos mundiales.

Las tres iniciativas más importantes para garantizar el uso de los recursos latinoamericanos de acuerdo con las prio-

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ridades de competitividad y seguridad nacional de Estados Unidos ya se promovían desde antes del 11 de septiembre y se mantienen como prioritarias después: se trata del Plan Puebla Panamá, del Plan Colombia y del ALCA.

El Plan Puebla Panamá se anuncia como un gran proyec-to para solucionar la pobreza, ofrecer empleos y promover in-versiones bajo criterios supuestamente de sustentabilidad en el uso de los recursos naturales. Abarca una zona estratégica desde el punto de vista geográfico ya que comprende tanto el Istmo de Tehuantepec como el largo istmo centroamerica-no, y desde el punto de vista biológico comprende el eslabón que comunica y conecta las biotas neo tropical y neo ártica y alberga en su seno un alto grado de endemismos. Región socio diversa con una población de 64 millones de personas entre las cuales el 35% (22 millones) son jóvenes entre 15 y 34 años y con un nivel salarial sumamente deprimido (INEGI, 2001). Toda el área petrolera de México se encuentra en la región comprendida por el Plan Puebla Panamá, el corredor biológico mesoamericano con sus puntos nodales en la Selva Lacandona y el Paso de Darién y una fuerza de trabajo inme-jorable para la producción maquiladora .

El Plan Colombia se dirige a la región amazónica en su conjunto. Encaja con el de Puebla – Panamá y parece consti-tuir un dique de posiciones militares susceptible de mediar (o impedir) las comunicaciones entre el norte y el sur de Améri-ca Latina. Siguiendo la ubicación de posiciones militares en la región amazónica se puede trazar una línea imaginaria capaz de abarcar toda la zona sur del continente y, si a esto agrega-mos los que han sido colocados en el sur de Argentina y en la región Antártica se puede percibir un triangulamiento estra-tégico del territorio sudamericano. Una enorme coincidencia de las actividades militares con las zonas de riqueza natural equiparan este plan con el Puebla Panamá, aunque en éste la participación militar es mucho más discreta todavía.

El ALCA, a diferencia del proyecto ALBA, aparece, en este escenario, como una vuelta más a la tuerca. Plan integrador que, como el TLCAN, no se restringe a la apertura de mer-cados sino a la imposición de condiciones de funcionamiento general en todos los aspectos de la vida, desde la gestión monetaria y financiera hasta la información en los patrones

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de consumo, pasando por la del sistema educativo, por las relaciones políticas, etc. Abriendo paso a estas tres iniciati-vas se pone en práctica un conjunto de medidas entre las que destacan los agobios financieros (como el de Argentina de fines de 2001), el estrangulamiento general de las econo-mías latinoamericanas mediante el endeudamiento externo, las presiones privatizadoras, las dolarizaciones, las amena-zas de golpe de Estado y las intromisiones directas, visibles o encubiertas.

Pasemos de la paz negativa , como ausencia de guerra, a la paz positiva donde la ausencia de guerra se convierte en cooperación y cambio social no violento orientado a la creación de una sociedad con estructuras más justas y equi-tativas. En la revelación bíblica, la paz es mucho más que la simple ausencia de guerra y en este sentido ocupa un lugar muy importante la “Doctrina Social de la Iglesia”201.

El magisterio condena la crueldad de la guerra y pide que sea considerada con una perspectiva completamente nueva: en nuestra época que se jacta de poseer la energía atómica, resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado. La guerra es un “flagelo” y no representa jamás un medio idóneo para resolver los pro-blemas que surgen entre las Naciones: No ha sido nunca ni lo será jamás porque genera nuevos y más complejos conflic-tos. Cuando estalla, la guerra se convierte en una “matanza inútil”, aventura sin retorno, que amenaza el presente y pone en peligro al futuro de la humanidad: “Nada se pierde con la paz; Todo puede perderse con la guerra”. La guerra es, en definitiva, el fracaso de todo autentico humanismo, siempre es una derrota de la humanidad.

“Terminar la guerra del hombre contra el hombre e iniciar la guerra del hombre contra el hambre”

201 Ver: La Promoción de la paz. Cap. XI Compendio de la doctrina social de la iglesia, Conferencia del Episcopado Mexicano. Editado por la librería Editrice Vaticana. Montevideo No. 40 Tepeyac, insurgente, 2005

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ePílogo Quisiera felicitar a mi amigo, Embajador Extraordinario y

Plenipotenciario de la República de Guatemala en la Federa-ción de Rusia Dr. Herbert Estuardo Meneses Coronado con esta investigación interesante, analíticamente rica y suma-mente oportuna.

Destaco su carácter oportuno no solamente porque este año 2014 celebramos el 100 aniversario del inicio de la Pri-mera Guerra Mundial y el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín, que son fechas que ofrecen un excelente motivo informático para un análisis profundo de las principales lec-ciones de la historia.

Un valor especial de la investigación presentada, a mi cri-terio, consiste en que muestra de un modo convicente y dia-léctico, el cómo la evolución de la filosofía del pensamiento social llevó paulatinamente a la humanidad a una concienti-zación del rechazo de soluciones militares a las contradiccio-nes entre los Estados. El fin de la confrontación de bloques a finales de los 1980 – inicios de los 1990 hizo nacer esperan-zas de que la Guerra como método de la política se excluiría para siempre de los arsenales de la comunicación internacio-nal tanto conceptualmente, como en la práctica.

Sin embargo, la vida evidenció lo contrario. Los bombar-deos de Yugoslavia, la agresión de la tropas de la coalición a Iraq y Libia, la amenaza de una intervención externa a Siria y, por fin, el deseo de aplastar por fuerza la protesta en masa de una parte considerable de la población de Ucrania; que no aceptó el golpe de Estado en Kiev perpetrado por nacio-nalistas radiciales con un directo apoyo desde afuera – todo ello dicta el imperativo de volver a analizar las bases concep-tuales de la actual “filosofía de guerra” y de las posibilidades prácticas de la educación para una “cultura de la paz”.

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Creo que una de las conclusiones clave de la investiga-ción, consiste en la reconfirmación de aquel hecho innegable para la política de hoy; de que el fundamento del orden mun-dial existente lo puede constituir solamente un mundo multi-polar basado en principios de multilateralismo, supremacía del Derecho y reconocimiento del papel central y coordinador de las Naciones Unidas, en la solución de los principales pro-blemas internacionales. Nuestro mundo actual interdepen-diente no solo no excluye, sino pone de manifiesto con un énfasis particular la vigencia inagotable de las bases filosófi-cas del orden mundial, propuestas, entre otras, por los gran-des pensadores latinoamericanos de los siglos XVIII y XIX. El enfoque conceptual del Derecho Internacional formulado por Benito Juárez, quien decía que el respeto al derecho ajeno es la paz, o el de Simón Bolívar en relación a la no injerencia en los asuntos internos, afirmando que cada nación tiene el derecho de eligir su forma de gobierno y los demás deben respetarlo; – todos ellos parecen ser formulados solo hace un día y en todo caso son definitiva y universalmente aplicables a las realidades mundiales contemporáneas.

Estoy convencido de que solo a base de tal enfoque se puede garantizar un desarrollo armónico sucesivo de las na-ciones y de las relaciones entre ellas, así como la solución de aquellos problemas importantes, las que pone ante la hu-manidad el progreso de la civilización, entre ellos, el cambio climático y el aprovechamiento de recursos de agua dulce, sin hablar de tales retos, como el combate al terrorismo inter-nacional, el tráfico ilícito de estuperfacientes, el crecimiento del crímen organizado y otros nuevos desafíos y amenazas a la seguridad. La cooperación y no la contraposición, la interacción y no la contracción – así son las demandas del mundo contemporáneo, y el estudio detallado, retrospectivo y altamente profesional de Dr. Estuardo Meneses constituye un considerable aporte académico a la concientización de este imperativo de la política exterior.

Alexander Shchetinin, Director de América Latina del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia

Agosto, 2014

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Эпилог

Хотел бы поздравить моего друга, Чрезвычайного и Полномочного Посла Республики Гватемала в Россий-ской Федерации Герберта Эстуардо Менесеса Коронадо с этим интересным, аналитически насыщенным и весьма своевременным исследованием.

Хотел бы выделить его своевременность не только потому, что в текущем, 2014 году исполняются 100-летие начала Первой мировой войны и 25-летие падения Бер-линской стены – даты, представляющие собой прекрас-ный информационный повод для углубленного анализа основных уроков истории.

Особая ценность представленного исследования, на мой взгляд, состоит в том, что оно убедительно и диа-лектически показывает, как эволюция философии обще-ственной мысли постепенно вела человечество к осозна-нию неприятия военного решения межгосударственных противоречий. Окончание блокового противостояния на рубеже 1980-1990 гг. породило надежды на то, что война как метод ведения политики будет навсегда исключена из арсенала международного общения – и концептуально, и практически.

Жизнь, однако, показала обратное. Бомбардировки Югославии, агрессия коалиционных войск в Ирак и Ливию, угроза внешнего вмешательства в Сирии, наконец, жела-ние силового подавления массового протеста существен-ной части населения Украины, не принявшей государствен-ный переворот в Киеве, осуществленный радикальными националистами при прямой поддержке извне, – все это диктует необходимость еще раз разобраться в концепту-альных основах современной «философии войны» и прак-тических возможностях воспитания «культуры мира».

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Одним из ключевых выводов исследования, как пред-ставляется, является подтверждение того непреложного для сегодняшней политики факта, что основой существу-ющего миропорядка может быть только многополярный мир, основанный на принципах многосторонности, верхо-венстве права и признании центральной, координирую-щей роли Организации Объединенных Наций в решении ключевых международных проблем. Наш современный взаимозависимый мир не только не исключает, но и с особой силой подчеркивает неиссякаемую актуальность философских основ мироустройства, предложенных, в частности, латиноамериканскими мыслителями XVIII-XIX веков. Концептуальный взгляд на международное право Бенито Хуареса: «Уважение прав других – это мир» – или Симона Боливара на невмешательство во внутренние дела: «Каждое государство вправе выбирать себе тот или иной государственный строй, а остальным следует к это-му выбору относиться с уважением», – кажется, изложены только вчера и в любом случае однозначно универсально применимы к сегодняшним мировым реалиям.

Убежден, что только на основе такого подхода может быть обеспечено дальнейшее гармоничное развитие на-ций и отношений между ними, решение тех острых про-блем, которые ставит перед человечеством прогресс цивилизации, включая изменение климата или освоение запасов пресной воды, – не говоря уж о таких проблемах, как противодействие международному терроризму, неза-конному обороту наркотиков, росту организованной пре-ступности и другие новые вызовы и угрозы безопасности. Сотрудничество, а не противостояние, взаимодействие, а не соперничество, – таково требование современного мира, и подробное, ретроспективное и высокопрофесси-ональное исследование Эстуардо Менесеса является су-щественным академическим вкладом в осознание этого внешнеполитического императива.

Александр Щетинин, директор Латиноамериканского департамента МИД России

Август 2014 года

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