Historia del escudo oficial de la Pontificia …7 Evolución del escudo oficial 1920-1924 Bajo el...

Historia del escudo oficial de la Pontificia Universidad Católica de Chile

1888-2013PEDRO ÁLVAREZ CASELLI

2

ISBN: 978-956-14-1378-8Inscripción Nº 234.380

Pontificia Universidad Católica de Chile Vicerrectoría de Comunicaciones y Educación ContinuaAlameda 390, Santiago, Chile

investigaciónPedro Álvarez

asistente investigaciónGonzalo Morales

ediciónLuz Márquez de la Plata

corrección de estiloMarcela Campos

diseño y producciónPedro ÁlvarezAlejandra NeiraMariana Muñoz

digitalización y retoqueGonzalo Morales Alejandra Neira

impresiónMaval

pedro álvarez caselliDiseñador, Magíster y Doctor© en HistoriaPontificia Universidad Católica de Chile

Académico e investigadorEscuela de DiseñoPontificia Universidad Católica de Chile

3

Palabras del Rector

Evolución del escudo oficial

Introducción

Albores de la Universidad

Presencia de la Universidad en el medio nacional

La imprenta de la Universidad

Modernización de las comunicaciones corporativas de la Universidad

Primera normativa del escudo oficial

Proyecciones recientes de la marca universitaria

Fuentes

Muestra de imágenes con diversas aplicaciones del escudo oficial de la Universidad

05

07

13

21

27

37

43

53

61

65

69

Índice

5

En el marco de las celebraciones de los 125 años de la Pontificia Universidad Católica de Chile, nos ha parecido oportuno realizar una investigación sobre el escudo de nuestra casa de estudios. Para ello, el profesor de la Escuela de Diseño, Pedro Álvarez, desarrolló un acucioso estudio en diversas fuentes que se tradujo en este libro que sin duda será un aporte a la memoria histó-rica de la UC.

Nacida en el seno de la Iglesia, nuestra Universidad trabaja día a día para transformarnos en un país desarrollado, más humano, justo y solidario. Ese fue nuestro sueño en 1888: una institución que entregara profesionales con una formación académica integral y al servicio de Chile.

Formada por más de 30.000 personas, la Universidad Católica es actual-mente la elegida por los mejores alumnos para su preparación académica y formación a lo largo de la vida. También es el lugar donde los más destaca-dos investigadores trabajan incansablemente en la búsqueda de soluciones novedosas e innovadoras para los problemas de Chile.

El escudo es parte importante de nuestra identidad visual y en él se representan actualmente características que para la Universidad son fun-damentales: su condición de Pontificia, de chilena y una representación de algunas de las numerosas áreas de estudio que hoy abarca.

Estoy seguro que este libro será un aporte para la comunidad en general ya que ver la evolución de algo tan distintivo para la UC, es también obser-var cómo ha ido cambiando nuestra Universidad a lo largo de los años para adecuarse a su objetivo de buscar la excelencia para el servicio de Chile.

IGNACIO SÁNCHEZ DÍAZ

Palabras del Rector

7


1920-1924

Bajo el rectorado de monseñor Carlos Casanueva apareció por primera vez, y de manera oficial, el escudo de la institución, en ese entonces denominada “Universidad Católica de Santiago de Chile”. El sello fue impreso en la portada del primer tomo del año V de la Revista Universitaria de 1922.

1925-1930

En 1922, la casa de estudios cambió su nombre a “Universidad Católica de Chile” producto del afán por proyectarse como una institución abierta a toda la nación. Tres años después, se implementó una segunda versión del escudo en la cual se modificó la divisa del texto “Universidad Católica de Chile”, omitiendo la palabra “Santiago”.

8

mediados década 1930 hasta 1973

Durante las celebraciones de las Bodas de Oro de la Universidad surgió una nueva interpretación del escudo, sin el agregado del término “Pontificia”, que a partir del decenio de 1940 desplazó al diseño anterior, aplicándose en las comunicaciones de algunas escuelas y facultades, así como en la impresión de diplomas, folletos, libros y prospectos, aunque no de manera sistemática. Esta cuarta versión consideró dos diseños homólogos diferenciados en el tratamiento de la Cruz de San Juan de Dios: una con su fondo lleno y otra con su interior achurado, para el uso particular de la Rectoría y las principales autoridades del plantel.

primera mitad década 1930

En 1930, la Universidad fue erigida canónicamente por la Santa Sede. Ello motivó un cambio importante en el diseño del escudo oficial que incorporó en su parte superior una corona conformada por el Sagrado Corazón, la Tiara Papal, las Llaves del Reino y el Escudo Nacional. La forma redonda del emblema se cuarteló en forma de cruz, incorporándose los símbolos de las facultades y en la cartela exterior se añadió la palabra “Pontificia”.

9


1974-1994

En 1974, en tiempos del rectorado de Jorge Swett, se encargó a Publicidad Universitaria el rediseñoy trazado de los caracteres del emblema original. Inspirándose en la primera versión del escudo con corona que incorporó el término “Pontificia”, y que se estrenó durante la administración de monseñor Carlos Casanueva en los inicios de la década de 1930, las diseñadoras Eddy Carmona, Pepa Foncea, Ana Maksimović y Ximena Ulibarri ejecutaron la reactualización del símbolo gráfico para ser aplicado en la extensión y comunicaciones de la Dirección Superior y unidades académicas.

fines década 1930 hasta 1973

Particularmente desde los inicios de la década de 1940, este diseño fue destinado al uso de la papelería y correspondencia de la Dirección Superior. En relación a la otra variante del escudo universitario (descrita en la página anterior), además del cambio en el achurado de la Cruz de San Juan de Dios, se eliminó la decoración interior del cuartelado en forma de cruz y se modificó la tipografía de caja alta glífica (cincelada), ubicada en el interior de la divisa circular, por un trazado más caligráfico. A partir de la década de 1960 se comenzó a incorporar –de forma gradual– la palabra “Pontificia”.

10

1988

El programa del centenario, que fue liderado por el rector Juan de Dios Vial Correa, consideró el diseño de una identidad visual. Ello significó el desarrollo de una versión especial del escudo inspirada en el dibujo heráldico del vitral realizado en 1940 por Adolfo Winternitz para Casa Central. El nuevo rediseño, a cargo de Ximena Ulibarri, mantuvo fielmente la banda exterior volumétrica y el trazado y la ubicación de los símbolos de las facultades. Este símbolo conmemorativo se utilizó en la papelería de las principales autoridades y en aquellos soportes destinados a la difusión del acontecimiento durante el año 1988.

1994

Estudio de imagen corporativa encargado a Publicidad Universitaria por la Vicerrectoría de Asuntos Económicos y Administrativos durante el rectorado de Juan de Dios Vial Correa. Este análisis preliminar consideró un nuevo rediseño del escudo, incluyendo las aplicaciones en color y el trazado del isologo con diferentes valores de línea. El dibujo, realizado por primera vez con el apoyo de softwares de edición digital, respetó la estructura basal del emblema dibujado manualmente en 1974, aunque no incluyó las representaciones del cóndor y el huemul que serán incorporadas al año siguiente.


1995-2012

En 1994, la Vicerrectoría de Asuntos Económicos y Administrativos inició un estudio de identidad visual para actualizar –entre otras cosas– la versión del escudo que se venía ocupando desde los inicios del rectorado de Jorge Swett. Al año siguiente, se estrenó oficialmente el nuevo diseño que, por primera vez, definió una fuente tipográfica institucional. El proyecto, dirigido por Ximena Ulibarri, se concretó en la edición del Manual de Normas de Comunicación Visual que a partir de 1997 estableció una serie de disposiciones que reglamentaron los usos del símbolo universitario tanto en soportes tangibles como intangibles.

2013

A instancias del rector Ignacio Sánchez Díaz, la Vicerrectoría de Comunicaciones y Educación Continua de la Universidad impulsó un plan de coordinación de su identidad visual, que retomó el trabajo realizado con anterioridad por el Departamento de Estudios Tipográficos de la Escuela de Diseño. Finalmente, el equipo integrado por José Manuel Allard, Francisco Gálvez y Rodrigo Ramírez desarrolló una nueva versión del escudo, estableciendo un criterio de aplicación definitivo para el identificador gráfico institucional cuya entrada en vigencia coincide con la celebración de los 125 años de la casa de estudios.

11

13

introducción

En la actualidad, la imagen que proyectan empresas, instituciones y países cobra día a día mayor importancia y atención de los medios. Las organiza-ciones modernas buscan que un sector muy amplio de público, tanto interno como externo, las respete. Y en ellas se mueven, con familiaridad y centrali-dad, marcas, símbolos e identificadores gráficos que se han adueñado de la economía de la representación, sustituyendo a la típica economía funcional.

La imagen de toda entidad se sostiene primero en su identidad, la cual refleja una estructura organizacional con todos los rasgos que le dan ese carácter, unida a la manera en que ella se concibe y ve a sí misma, a fin de proyectar buena reputación entre sus clientes y usuarios.1 Las empresas que son conscientes de sus propias responsabilidades y objetivos, disponen de gran cantidad de medios en el empeño por lograr la expresión más clara posible de su “identidad corporativa” como una estrategia comunicacional en el largo plazo. Si, por un lado, esta dimensión “marcaria” opera en tanto concepto de emisión o transmisión, por el otro, la idea de “imagen corporativa” indica la manera en que una institución es percibida por su entor-no, en una suerte de estructura mental que las

1. Cavallo, Ascanio y Eugenio Tironi, Comunicación Estratégica. Santiago, Taurus, 2006, p. 81.

14

audiencias se forman respecto de la organización. Dicho de otro modo, se articula como un concepto de recepción respecto a un determinado público.

El término “identidad corporativa” aparece –en su sentido moderno– una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, como consecuencia del creci-miento económico y la expansión de las grandes empresas de Occidente. Si bien el concepto tuvo sus primeras aplicaciones concretas durante la prime-ra mitad del siglo XX y se instituyó como norma en las siguientes décadas, es posible encontrar el germen de su práctica hacia mediados del siglo XIX, momento en que “las compañías de ferrocarriles británicas, espoleadas por la dura competencia, buscaron la uniformidad y la identidad no solo en la ar-quitectura de las estaciones de ferrocarril, sino también en el equipamiento interior de trenes y en ciertas manifestaciones gráficas”.2

La sumatoria de la identidad y la imagen de una determinada institu-ción propicia el surgimiento de una forma particular de identificación visual que la diferencia de otras organizaciones similares o del mismo rubro, y que está presente en sus proyectos y metas, pero también en su historia, hábitos, prácticas, funcionamiento, productos, servicios, infraestructura y aparien-cia de sus funcionarios. Esta identidad visual habitualmente se compone de una forma logotipada (logotipo), un símbolo (isotipo) y una gama cromática (color institucional) que se aplican a la identificación de una organización, marca, producto o servicio.

En función de sus aspectos puramente formales, estos elementos básicos de la identificación institucional reconocen una serie de tipologías o mo-

delos internos más o menos estandarizados.3 El caso particular de las universidades permite dis-tinguir el uso frecuente de símbolos de carácter icónico (representación de algún referente reco-nocible del mundo real o imaginario), de natura-leza abstracta (forma que no representa objetos reconocibles o conceptos conocidos) y de orden alfabético (utilización de las iniciales del nombre de la organización, sin confundirse con el modelo

2. Hefting, Paul, “En busca de una identidad. Algo tan obvio y a la vez tan complejo”, en: De Jong, Cees (ed.), Manual de imagen corporativa. Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1991, p. 33.

3. Chaves, Norberto y Raúl Belluccia, La marca corporativa. Gestión y diseño de símbolos y logotipos. Buenos Aires, Paidós, 2003, pp. 32-33.

15

de sigla). A su vez, y en lo referente a la denominación institucional, los re-cursos más utilizados son la codificación descriptiva (enunciación sintética de los atributos identificatorios de la universidad), la forma de la contracción (alzamiento de la marca mediante iniciales, fragmentos de palabras, etc.), la nominación simbólica (referencia a la institución mediante una imagen abs-tracta), la codificación patronímica (alusión al plantel mediante el nombre de una personalidad clave), y la variante toponímica (referencia al lugar de origen o influencia de la universidad).4

Desde su nacimiento en 1888, la Pontificia Universidad Católica de Chi-le ha recurrido a la nominación descriptiva y el uso de un símbolo icónico, encarnado en la figura del escudo como forma identificativa institucional. Esta tipología de configuración heráldica reconoce sus orígenes en la baja Edad Media, cuando se estructura un nuevo modelo de sociedad mercantil caracterizada, en el campo de la producción, por el sistema corporativo que agrupó a artesanos, gremios y cuerpos de oficios, y en el ámbito político-militar, por el advenimiento de las Cruzadas que, en sus inicios, buscaron restablecer la dominación cristiana sobre Tierra Santa.

El término “heráldica” proviene de la palabra “heraldo”, el mensajero, que en la Edad Media desempeñaba a menudo la fun-ción de diplomático. Su indumentaria y accesorios 4. Ibid., p. 34.

Introducción

Desde sus inicios, la dirección de la Universidad utilizó timbres y matrices de madera para estampar sellos institucionales, habitualmente en tinta azul. La presencia de esta rúbrica permitía certificar la autorización de documentos redactados por la administración superior del establecimiento.

16

daban cuenta de su pertenencia a un determinado grupo social o a una clase dominante, con el fin de ser claramente reconocible por el adversario.5 De esta forma, las campañas militares impulsadas por el papado en Europa im-pusieron un sistema de identificación unitario para los heraldos y caballeros que abandonaban el suelo patrio y accedían a regiones de otras lenguas y costumbres, subrayando la expresión de hermandad y comunidad.

Inicialmente, en este tipo de prácticas se consideró la apariencia del ofi-cial en su conjunto, a saber, la vestimenta o cota de armas, la montura, los componentes del armamento, la bandera y el escudo. Con el paso del tiem-po, los elementos distintivos fueron restringiéndose a determinadas piezas de la panoplia. Por regla general y como portador de la enseña o divisa, el escudo fue el dispositivo heráldico más utilizado en las campañas militares. La mayor superficie plana que ofrecía para su ornamentación, la inclusión de algún lema y la combinación de colores –habitualmente primarios– lo transformó en el soporte más adecuado para representar el linaje o el gra-fismo que revelaba la pertenencia concreta a una determinada comunidad, ampliando el repertorio de factores distintivos puestos en juego. De ahí que la distribución de este campo fuera refinándose con el paso del tiempo, a la vez que las zonas coloreadas dejaban de ser “un mero relleno para adquirir carácter sígnico”.6

La segmentación del escudo en campos cromáticos y la división del mis-mo en “líneas de costura”, llamadas también “cortes”, propició el surgimien-to de disposiciones y normativas cada vez más rigurosas. Así, en torno a la distribución de la superficie se orquestó todo un sistema significante que develaba la identificación, rango y origen del portador, estableciéndose nor-mas concretas que se aplicaban a las particiones, la disposición informativa y los colores del mismo. Sobre esta organización reticular se incorporaban

los motivos significativos –de orden figurativo más que sígnico– de la persona o colectivo, con-formando lo que en un sentido más estricto se denomina “blasón”. En síntesis, la configuración de la heráldica en su totalidad integraba cuatro

5. Frutiger, Adrian, Signos, símbolos, marcas, señales. Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 2000, p. 248.

6. Ibid., p. 249.

17

niveles de codificación visual que le daban sentido a la enseña: la forma del escudo, las segmentaciones geométricas de su campo, las figuras y los colo-res o esmaltes.7

En buena medida, estas pautas y aplicaciones del código heráldico ante-cedieron y también anticiparon las funciones de las marcas actuales, here-deras directas de las enseñas corporativas que surgieron como corolario del modo de producción feudal, cuyo andamiaje se edificó sobre un estatuto de gremios que coordinaba el trabajo y el capital y que, además, velaba por los intereses comunes de artesanos, maestros, oficiales y aprendices. Como bien indica Joan Costa “toda marca de nuestro tiempo identifica, expresa propie-dad y origen, y señala las pertenencias de la empresa […] He aquí cómo las funciones de la marca en la actualidad no están lejos de aquellas que nacie-ron y se desarrollaron hace mil años.”8

En el caso particular de la Pontificia Universidad Católica de Chile, desde la aparición de las primeras versiones de su escudo oficial hasta la actuali-dad, la forma redonda de origen hispano –emparentada con la tipología oval característica del orden eclesiástico– ha definido el estándar de representa-ción institucional de la Universidad. Esta modalidad de heráldica corporati-va (que también remite a la apariencia del sello), en la península ibérica se denominó “adarga”, cuando se trataba de un escudo de mayores dimensio-nes, y “targa”, si su diámetro era menor.

La tendencia histórica, tanto en el contexto local como internacional, muestra que las universidades tradicionales o de mayor antigüedad han implementado identificadores gráficos basados en la forma del escudo. En nuestro país, la primera institución educacional en adoptar una forma herál-dica fue la Real Universidad de San Felipe, fundada en 1747; a continuación la Universidad de Chile, cuyo primer emblema distintivo fue aprobado en 1847 y, en 1920, la Universidad Católica de Santiago de Chile, que en ese entonces no reconocía el rango pontificio que más adelante le otorgaría la Santa Sede. Ahora bien, la atenta revisión de la identidad visual de las institucio-nes extranjeras de educación superior con mayor

7. Costa, Joan, La imagen de marca. Un fenómeno social. Barcelona, Paidós, 2004, p. 65.

8. Idem.

Introducción

18

9. Chaves, Norberto, La marca-país en América Latina. Buenos Aires, Ediciones La Crujía, 2011, p. 23.

prestigio o trayectoria –aunque no se trate de una regla aplicable a todos los casos– confirma la preferencia por el uso de formas heráldicas. Corrobo-ran esta tradicional tendencia las universidades de Yale, Oxford, Harvard, Standford, Cambridge, Toronto, Sao Paulo, Nacional Autónoma de México, Complutense de Madrid, Bologna, Copenhagen, Melbourne y Leiden, por mencionar solo algunas.

Como medio de expresión de tradiciones, valores sociales y proyecciones institucionales, la heráldica ha logrado mantener su vigencia, adaptándose a las distintas épocas hasta llegar a nuestros tiempos. A su vez, la incorpo-ración de elementos icónicos en las segmentaciones de los escudos (ani-males, árboles, astros, coronas, figuras humanas, libros, llaves, torres, etc.) ha devenido en un patrón aplicado en diversas marcas universitarias como instrumento estratégico y microdiscurso de la identidad organizacional. La función narrativa y descriptiva de los motivos o símbolos se ve reforzada, además, por la semantización generada a partir de su uso sistemático, ya que “la reiteración del uso solidariza la marca con su referente institucional”.9

Finalmente, cabe señalar que la imagen de marca monolítica de la Ponti-ficia Universidad Católica de Chile está compuesta por una serie de símbo-los fundamentales que van dispuestos en los cuarteles del blasón, expresa-dos a través de un lenguaje gráfico y visual característico. Dado el constante crecimiento de la organización y la compleja y variada gama de actividades académicas, de investigación y extensión que en ella se desarrollan, se hace necesaria una revisión permanente de estos identificadores gráficos que jue-gan un rol importante en la presencia visual y el capital de marca que posee la Universidad desde hace varias décadas.

19

Formas logotipadas de la institución provenientes de diversos archivos impresos entre 1891 y 1916. Como consecuencia de la apertura de los cursos, escuelas y facultades se produjo la aparición de las primeras versiones de logotipos en documentos oficiales de la Universidad. Más adelante, el uso de identificadores gráficos será una práctica recurrente en la impresión de anuarios, cartas, folletos, memorias y revistas.

Introducción

21

albores de la universidad

El 21 de junio de 1888 se fundó la Universidad Católica de Santiago de Chile con un primer plan de estudios cuya puesta en marcha se produjo al año si-guiente, y que tenía como objetivo entregar una formación teórica y práctica conforme a las necesidades de un país en desarrollo. La fundación, decretada por el Arzobispo de Santiago monseñor Mariano Casanova, significó una al-ternativa a la impronta laica de la Universidad de Chile, ya que integraba los valores de la espiritualidad católica. Bajo el lema de “Universidad Católica libre” se inició el año académico con el curso de leyes, dependiente de la Facultad de Leyes y Ciencias Políticas, y un curso propedéutico de mate-máticas con la misión imperativa de lograr autonomía, por tratarse de una corporación privada no adscrita al sistema público de enseñanza oficial. De esta manera, se buscaron los medios para incorporar a la vida pública la doc-trina social de la Iglesia, sin tener que identificarse necesariamente con una determinada corriente política.

Este momento fundacional se insertó dentro de un proyecto más amplio destinado a reafirmar el catolicismo en Chile y hacer frente a la corriente lai-ca que intentaba suprimir la influencia de la Iglesia en la enseñanza, dejando en poder del Estado el control de la educación. La convergencia entre una

22

formación teórico-profesional y otra de carácter práctico animó a los funda-dores de la nueva casa de estudios –civiles y eclesiásticos– a formar profe-sionales católicos capaces de asumir la dirección del desarrollo cultural, so-cial y político del país y, al mismo tiempo, entregar conocimientos técnicos a estudiantes provenientes de las clases más vulnerables como una manera de contribuir al desarrollo tecnológico y económico de Chile. Ello trasuntó, si se mira en perspectiva, en la creación de facultades, escuelas profesionales, institutos y centros de educación. Y es en este empeño fundamental donde –en palabras de Juan de Dios Vial Correa– “se percibe la marca, el rasgo del acto fundador”.10

Como una forma de reforzar la presencia institucional de la Universidad y dejar un registro histórico de la misma, a partir de 1889 se comenzaron a publicar los Anales de la Universidad Católica, de forma similar a lo que venían haciendo los centros europeos de educación superior. Ya entrado el siglo XX, el uso de anuarios y folletos informativos se constituyó en una práctica habitual de la corporación, empeñada en conciliar la fe con sus pro-pios instrumentos de acción.

Un acontecimiento importante en términos de nominación y proyección simbólica de la Universidad, fue la ceremonia en la que se bendijo y colocó la primera piedra del nuevo edificio institucional, ubicado en Alameda, entre la calle de la Maestranza y la de Lira. Esta acción fundante –que hoy se podría considerar una campaña de comunicación estratégica, a pesar de su carácter ritual– se llevó a cabo en 1902, en un espacioso terreno preparado para ini-

ciar la construcción del edificio que albergaría a la casa de estudios, donde “se alzaba una hermosa carpa adornada con guirnaldas, escudos y bande-ras nacionales. Al fondo de esta carpa se levanta-ba, rodeado por colgaduras tricolores, el escudo del Iltmo. y Rvdmo. Señor Arzobispo, con su her-moso lema en grandes letras doradas”.11 Durante el solemne acto se repartió una hoja, elegante-mente impresa, donde se dejaba constancia del

10. Vial Correa, Juan de Dios, Discurso académico. Santiago, Editorial Universitaria, 1978, p. 11..

11. Krebs, Ricardo, M. Angélica Muñoz y Patricio Valdivieso, Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, 1888-1988, Tomo I. Santiago, Ediciones UC, 1994, p. 550.

23

nombre de la nueva institución: Universidad Católica de Santiago de Chile.En el transcurso de la ceremonia, monseñor Mariano Casanova aprovechó de destacar, a través de alusiones simbólicas, la importancia de la colocación de la piedra “bendita” como un “monumento indestructible”, al tiempo que daba cuenta del carácter privado del emprendimiento, el cual, al no contar con un respaldo estatal, se hacía realidad gracias al impulso y tesón de un grupo de católicos:

La Universidad Católica se va abriendo paso á pesar de las trabas que detienen su benéfica marcha. Será siempre timbre de gloria para la Iglesia y para la República su desarrollo y perfeccionamiento sin más amparo que el de la iniciativa individual.12

De esta forma, en las actas y registros manuscritos que dieron cuenta de los primeros pasos que dio la corporación, de acuerdo al ideal científico y cristiano, las autoridades manifestaron las intenciones programáticas del proyecto educativo, el cual “no correspondía al modelo de las universidades europeas ni era una réplica de la Universidad de Chile”.13 Su Facultad de Le-yes pretendía ser un centro universitario, además de contar con un curso propedéutico de matemáticas y una escuela comercial e industrial. En rigor, se trataba de una combinación entre universidad, politécnico y escuela.14 Así, en 1894 se abrieron los cursos de agrimensura, arquitectura y construc-ción, y en 1896 el de ingeniería práctica, los que más adelante se transforma-rán en escuelas y facultades.

Como consecuencia de estos avances, que demandaban una mayor aten-ción a las comunicaciones internas y externas del plantel, a partir de 1891 se comenzaron a introducir las primeras versiones de logotipos en archivos oficiales, tales como cartas de las autoridades de la Universidad, libros de exámenes, matrículas y registros de facultades. Poco después, estos identificadores gráficos fue-ron apareciendo sistemáticamente en los anua-rios, memorias y folletos publicados por la casa de estudios y cuya función era dar a conocer las actividades y los logros de la institución. En líneas


12. Ibid., p. 562.

13. Krebs, Ricardo; M. Angélica Muñoz y Patricio Valdivieso, op. cit., p. 20.

14. Idem.

24

generales, se trató de pequeñas composiciones tipográficas que utilizaban la denominación “Universidad Católica de Santiago”, acompañadas por vi-ñetas y motivos ornamentales propios de la época. En el diseño de estos lo-gotipos, a cargo de la Imprenta Cervantes, se utilizaron letras serifas y me-canas, dos tipologías de fuentes con remates, de uso común en los talleres de imprenta decimonónicos.

También se ocupó un sello distintivo a un color, cuya impresión en tin-ta sobre papel certificaba la autorización de documentos redactados por la administración superior del establecimiento. Este timbre oficial de estruc-tura ovalada y compuesto en caracteres tipográficos de formas naturales y orgánicas, reconoce la influencia del Art Nouveau o Modernismo europeo, que irradió hacia Chile en los inicios del siglo XX, particularmente en las áreas de la arquitectura, decoración, diseño de libros, revistas y etiquetas de productos. Al respecto, cabe destacar que desde su fundación hasta 1919, la Universidad no dispuso de un emblema oficial que la identificara, recayendo el peso de las comunicaciones institucionales en variedades de formas logo-tipadas y sellos que adoptaron diversas tipologías de escritura.

Aun así, y a pesar de la clara ausencia de algún tipo de normativa gráfica –algo sencillamente impensable en aquel entones– los impresores, cajistas y prensistas que se ocupaban del material solicitado por la Universidad, eran relativamente conscientes del rendimiento técnico al que debía someterse el texto o composición tipográfica que daba nombre a la casa de estudios. Ejemplo de ello son las anotaciones que se hacían en las pruebas de imprenta donde se indicaban, escrito a mano, las variables de grosores adecuadas para los distintos soportes, ya fuera papel, cartulina, cuero u otro material. Duran-te este período, se confió la producción de libros a la Imprenta Cervantes y a los talleres de Imprenta y Encuadernación Chile, respectivamente, mientras que los folletos y papelería institucional se encargaban a establecimientos tipográficos de menor envergadura.

A partir de la primera década del siglo pasado se volvió cada vez más frecuente la aplicación del nombre de la Universidad en diferentes medios impresos, así como en la arquitectura institucional y las dependencias que

25

albergaban al cuerpo de administrativos, profesores y alumnos; primero, en el frontispicio de la antigua casona ubicada en la calle Agustinas que fuera comprada a la Unión Central y, más adelante, en la fachada del Instituto de Humanidades y el Palacio Universitario, construcciones emplazadas en ple-na Alameda de las Delicias, a instancias del rector Rodolfo Vergara Antúnez. Ello significó la introducción de un repertorio más amplio de aplicaciones tipográficas que provenían de los tipos, clisés y linotipias disponibles en las imprentas que ofrecían sus servicios a la Universidad. Alfabetos decorativos y fuentes de palo seco, escriptas, serifas, egipcias y góticas otorgaron un ca-rácter ecléctico a las diversas formas logotipadas que adoptó la institución en sus comunicaciones corporativas, dando forma a un auténtico catálogo ti-pográfico, herencia de la doctrina industrialista que caracterizó al siglo XIX. Esta práctica se mantuvo vigente –con matices– hasta fines de la década de 1960, aun cuando el plantel académico ya disponía de un muestrario de tipos propios desde hacía algunos años, el cual fue adquirido para la puesta en marcha de su propia imprenta, que comenzó a funcionar en calle Carmen 360 a partir de 1956.


27

presencia de la universidad en el medio nacional

Después de la sucesión de los rectorados de monseñor Joaquín Larraín Gan-darillas (1889-1897), monseñor Jorge Montes Solar (1897-1898), presbítero Rodolfo Vergara Antúnez (1898-1914) y monseñor Martín Rücker Sotomayor (1915-1919), monseñor Carlos Casanueva Opazo asumió en 1920 la dirección de la institución, momento en el cual las pugnas entre catolicismo y laicismo tendían a bajar su intensidad, aunque todavía no terminaran de resolverse.

Bajo el rectorado de monseñor Casanueva –el más extenso en la historia de la casa de estudios– surgió la preocupación por dotarse de una imagen institucional, en consonancia con la tradición europea de identificar con for-mas heráldicas a aquellas universidades de prestigio y trayectoria. No fue sino hasta 1920, precisamente en los inicios de la administración del Rec-tor Casanueva, cuando apareció por primera vez y de manera oficial el escudo de la Universidad Católica de Santiago de Chile.15 Este fue impreso en la portada del primer tomo del año V de la Re-vista Universitaria, publicación que reemplazó al anuario y que desde 1915 operaba como principal órgano informativo de la institución.

15. Lamentablemente, estas primeras evidencias simbólicas del escudo no se encuentran ni en los planos arquitectónicos ni en la decoración del edificio, ya sea en forma de sobre relieves, enrejados u otros elementos decorativos.

28

Este incipiente emblema se definió a partir de la forma de una circunfe-rencia –o sello–, configuración básica que respondía, por una parte, a la tra-dición heráldica de los blasones de origen español y, por otra, al perfil carac-terístico de los escudos ovales verticales de procedencia italiana, también de uso regular en la emblemática eclesiástica. Asimismo, es posible especular que el acercamiento a esta primera forma heráldica tuviera algún tipo de co-nexión con la sigilografía,16 al definir la ubicua forma del sello como elemen-to identificador –una práctica común tanto en el marcaje de las pertenencias como en la correspondencia epistolar– por la misma razón que esta tipología de enseña se ocupaba como símbolo de reconocimiento en las fachadas de casas y edificios.

Dentro de la superficie de este primer escudo de la Universidad, se dis-ponían varios círculos concéntricos que en su sección central albergaban un conjunto de símbolos propios de la Iglesia católica, así como representacio-nes abstractas de las facultades que hasta ese entonces formaban parte de la institución. En el margen de la forma geométrica sellada se ubicaba una cartela exterior que portaba la leyenda “Universidad Católica de Santiago de Chile”, a saber, la denominación o nombre de marca (naming) del estable-cimiento en aquel entonces, trazado a mano con una tipología de escritura que remitía a las letras lapidarias romanas de caja alta con remates glíficos. El escudo no presentaba divisiones ni uso de esmaltes (colores) por lo que, más que blasonarse, aunaba en el centro de su campo elementos propios de la iconografía religiosa con imágenes esquematizadas de los saberes de sus facultades y escuelas.

En la zona superior del emblema se dispuso el símbolo del Sagrado Co-razón de Jesús, patrono principal de la Univer-sidad. Según el Papa Benedicto XV, en carta dirigida a los fundadores del establecimiento educacional, esta forma devocional escondía “los tesoros de la Sabiduría y de la Ciencia”,17 lo que de alguna manera explica su fuerte car-ga simbólica y el hecho de que en su honor se

16. La sigilografía consiste en el estudio de los sellos como instrumento para autorizar y validar la documentación pública y privada.

17. Krebs, Ricardo; M. Angélica Muñoz y Patricio Valdivieso, op. cit., p. 68.

29

erigiera el monumento a la figura patronal con motivo del incendio que en 1931 arrasó parte del edificio y que todavía adorna la fachada de la Casa Central de la institución. El corazón representa la sabiduría y el amor divino, además de otros valores como la devoción religiosa, el coraje, la compasión, la comprensión, la alegría y el pesar.

En el campo inferior se ubicó la imagen de la balanza como metáfora de la justicia, el equilibrio y la igualdad, en directa alusión a la Facultad de De-recho, que tuvo un papel fundacional en la historia de la Universidad al ser la primera en abrirse al alumnado y a la élite católica de la capital en 1889. A los pies de la balanza se localizó el Cáliz de Hipócrates, representando a las disciplinas del área de la salud. Al respecto, y pese al intento de impulsar una Academia de Medicina en 1908, tuvieron que pasar varios años para que en 1929 se produjera su apertura como una facultad más de la Universidad. Si bien la figura del cáliz puede interpretarse como un contenedor de la sangre de Cristo, representada por el vino como fuente de sustento inagotable y “sustancia virtuosa” según Hipócrates, en esta primera versión del escudo también es posible relacionar dicha imagen con la Copa de Higia, en tanto símbolo de curación, limpieza y sanidad, estrechamente unido a la naciente profesión médica durante la Antigüedad.

El tercer elemento distintivo y bajo la égida del Sagrado Corazón fue el compás de puntas, atributo de precisión “que controla todas las obras”18 y a la vez instrumento que fija límites en el ámbito de las ciencias exactas. Este símbolo identificaba la presencia disciplinar de la Arquitectura, cuyos primeros cursos se dictaron en 1894; la enseñanza de la Ingeniería, que también comenzó a impartirse a fines del siglo XIX, y las Ciencias Físicas y Matemáticas, que desde la fundación de la Universidad fueron áreas de interés prioritario.

A pesar de la importancia que en el país se asignaba a las labores agrí-colas y el interés del Arzobispado por formar agrónomos competentes para el desarrollo nacional, las ciencias agropecuarias, habitualmente representadas a través de una hoz y una espiga, no tuvieron cabida en este primer

18. Cooper, J.C., Diccionario de símbolos. Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 2000, p. 57.


30

diseño del escudo, si se considera su temprana presencia en los programas de la Universidad. Al respecto, valga mencionar que a partir de 1905 se im-partieron por primera vez cursos de Agronomía y, cuatro años más tarde, la especialidad adquirió la categoría de facultad.

En una mirada más amplia, y a propósito de la aparición de este primer identificador gráfico institucional de la Universidad a poco más de tres dé-cadas de su fundación, cabe destacar la influencia en la representación he-ráldica de la iconografía religiosa y la pregnancia de los símbolos de poder y dignidad utilizados de manera sistemática en los blasones eclesiásticos. En tal sentido, la Iglesia católica estableció con gran habilidad una temprana es-trategia comunicacional que normó todo un código de atributos en función de los grados de su jerarquía, basado en la presencia de diversos elementos simbólicos (tiara, mitra, capelo con borlas, cáliz, hostia, báculo y cruz acola-dos al escudo, etc.) en sus sellos y timbres oficiales, práctica que, por ejem-plo, permitía estampar un cuño seco del escudo sobre la documentación de las principales autoridades, lo que señalaba la presencia de un “sello mayor”, o lacrar un símbolo distintivo en relieve con lacre rojo, indicio de una versión de “sello menor”.

Parece ser que este sistema de difusión de la imagen pública despertó algún tipo de interés durante el periodo de monseñor Carlos Casanueva. Bajo su rectorado se implementaron cinco variantes oficiales del escudo, cuya última versión mantuvo vigencia hasta 1973, veinte años después del término de su gestión. En sus cartas, manuscritos y documentación personal es posible advertir la voluntad de dotar al plantel católico de una identidad gráfica propia; en primer lugar, por el uso recurrente de formas logotipa-das en su correspondencia –aunque sin un criterio normativo– y, en segunda instancia, por la utilización del escudo de la Universidad en algunos de sus escritos, a partir de la primera mitad de la década de 1930.

En 1922 la casa de estudios cambió su nombre a “Universidad Católica de Chile”, en vez de “Universidad Católica de Santiago de Chile”, estrate-

gia que obedeció a razones tanto programáticas como también prácticas.19 El plantel académico 19. Ibid., p. 219.

31

debía proyectarse como una institución para todo el país, de igual forma que la Universidad de Chile. Sin embargo, solo a partir de 1924 comenzó a utili-zarse la nueva denominación en anuarios, prospectos, folletos y papelería, habitualmente en color negro y, en menor medida, en una gama cromática cercana al marrón.

A su vez, con motivo de la fundación en 1925 de la primera sede en la ciu-dad de Valparaíso, la Universidad se vio en la necesidad de ampliar el radio de acción de sus comunicaciones, por lo que ese mismo año se implemen-tó una segunda versión del escudo, muy similar a la anterior, en la cual se modificó la divisa del texto a “Universidad Católica de Chile”, omitiendo la palabra “Santiago” e incorporando una viñeta en la zona inferior de la forma sellada. Este nuevo identificador gráfico apareció en la portada de la Revista Universitaria en mayo de 1925 y se utilizó hasta 1930, con la excepción de su uso esporádico en forma de cuño seco en la correspondencia de la Rectoría y algunos decanatos.

Si bien este escudo adquirió mayor visibilidad al aplicarse de forma más sistemática que la versión anterior, tanto en publicaciones institucionales como en la impresión de diplomas y papelería,20 su arquitectura de marca todavía se encontraba en una fase primaria de desarrollo. El uso esporádico de la denominación

Con motivo del interés por ampliar su radio de acción fuera de la capital, en 1922 la institución adoptó el nombre “Universidad Católica de Chile” y, tres años más tarde, estrenó una segunda versión del escudo.


20. Por ejemplo, como soporte del texto “Oficina del Rector”.

32

“Universidad Católica de Santiago de Chile” en algunas formas logotipadas y la introducción de una variedad más amplia de fuentes tipográficas y cli-sés de imprenta (corondeles, filetes, mediacañas, orlas, viñetas, etc.) para identificar al plantel en sus comunicaciones internas y externas, tendió a desvirtuar el principio unificador que podía dar una mayor coherencia a la aplicación de la nueva marca.

A esta incipiente construcción de identidad visual se fueron sumando otros hechos relevantes que fortalecieron su presencia como institución de enseñanza superior de carácter público, vinculada a la Iglesia Católica. En 1929, la Universidad obtuvo el reconocimiento oficial de la Santa Sede gra-cias a los fuertes lazos que se habían creado desde su fundación. De esta manera, el Papa Pío XI la erigió canónicamente mediante un rescripto del 11 de febrero de 1930, día de la fiesta de la aparición en Lourdes de la Bien-aventurada Virgen María Inmaculada, justo un año antes de ser consagrada al Sagrado Corazón de Jesús. Particularmente en este decenio se hizo más evidente el interés de la casa de estudios por cultivar una “identidad pro-pia” y proyectarla hacia fuera para consolidar una “imagen de corporación” firme, próspera y respetada. En la Memoria de la Universidad Católica de Chile, publicada en 1933, fueron destacadas estas fortalezas ante los álgidos embates políticos y sociales del período que, antes que debilitar a la institu-ción, más bien reforzaban su unidad interior, así como la importancia de su acción exterior.21

Estos acontecimientos y convicciones motivaron un cambio importante en el diseño del escudo oficial de la Universidad, que abandonó su aparien-cia de sello al incorporar en su parte superior una corona conformada por el Sagrado Corazón en su cima, una Tricorona –también conocida como Tiara o Mitra– acompañada de una rudimentaria representación de las Llaves del Reino en el lado izquierdo, y el Escudo Nacional flanqueado por el irregular

trazado de las figuras del cóndor y el huemul en el costado derecho.

Esta fusión de iconografía religiosa y simbo-logía patria denotaba, por un lado, el rango de

21. Memoria de la Universidad Católica de Chile correspondiente a 1930-1931-1932. Santiago, Imprenta W. Gnadt, 1933, pp. 7 y 119.

33


universidad pontificia,22 gracias a la presencia de la ya mencionada Tiara Papal formada por tres coronas superpuestas, con remate en cruz en la parte superior, y las Llaves del Reino –de oro a la diestra y de plata a la siniestra– depositarias de San Pedro, primer Pontífice de la Iglesia, y encarnaciones del poder en el cielo y la tierra, respectivamente; por el otro, su vinculación al Estado chileno en razón del reconocimiento que este le había otorgado como universidad, así como en su rol de centro educacional que debía aportar al desarrollo y crecimiento del país.

Bajo la corona se dispuso la forma redonda del escudo, ahora cuartelado en forma de cruz. El blasonado de los cuadrantes no se apegó a la normativa heráldica tradicional, por cuanto no se respetó el orden de fundación de las facultades al momento de distribuirse en la superficie del emblema, como en el caso de Leyes, cuyo curso fue el que dio inicio a las actividades académi-cas al interior de la Universidad en 1889.

En el primer cuartel se ubicó la Cruz de San Juan de Dios, para indicar la presencia de la Facultad de Sagrada Teología, inaugurada en 1935, y el Cáliz de Hipócrates que identifica a la Facultad de Medicina, creada en 1929. En la partición superior derecha se dispuso un capitel de columna jónico, como representación de los conceptos de firmeza y estabilidad, y sobre él un compás, aludiendo a las disciplinas de la Arquitectura y la Ingeniería. En el tercer cuartel se añadieron los símbolos de la hoz y la espiga, atributos de fertilidad y abundancia, para designar a las disciplinas agropecuarias, y luego el Caduceo de Mercurio, dios del comercio, en referencia a las ciencias económicas, cuya facultad se fundó en 1924. Finalmente, en la zona inferior derecha se incorporó la figura de un libro, símbolo del aprendizaje y el sa-ber humanos, para distinguir a las áreas de la filosofía y las humanidades, y sobre él la balanza de la justicia, cuyo soporte se configura sobre la forma de una espada, como distintivo de la Facultad de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales.

Esta división en cuatro cuadrantes con los símbolos de las facultades mantuvo la divisa cir-cular con el nombre de la casa de estudios, pero

22. La primera institución de rango universitario en América del Sur en obtener un vínculo jurídico con el cuerpo de la Iglesia y su jerarquía vaticana.

34

Diseño basado en la primera versión del escudo oficial de la Universidad, utilizado de forma esporádica en la papelería de la Dirección Superior. Este isologo procede de una invitación a presenciar una disertación de examen doctoral llevada a cabo en 1940.

La distinción canónica de la Universidad por parte de la Santa Sede en 1930 impulsó a monseñor Carlos Casanueva a introducir cambios importantes en el diseño del isologo. La anterior forma redonda del escudo se cuarteló en forma de cruz y en su zona superior se añadió una corona.

35

con el añadido de la palabra “Pontificia”. Durante la primera mitad de la dé-cada de 1930 comenzó a circular, aunque de manera intermitente, este tercer rediseño en cuya cartela exterior se incorporaba la denominación “Pontificia Universidad Católica de Chile”, principalmente en la papelería y correspon-dencia del Arzobispado de Santiago, del Rector y de la Facultad de Sagrada Teología. Más adelante surgió una nueva interpretación del escudo, sin el agregado de la palabra “Pontificia” y que a partir del decenio de 1940 despla-zó al diseño anterior, aplicándose en las comunicaciones de algunas escue-las y facultades, así como en diplomas, folletos, libros y prospectos (aunque no de manera sistemática), hasta fines de los años cincuenta. De esta cuarta versión se hicieron dos variantes: una con la Cruz de San Juan de Dios con su fondo lleno y otra con su interior achurado, para el uso de la Rectoría y las principales autoridades del plantel. Además, cuando se trataba de la im-presión de invitaciones a una ceremonia oficial o a la defensa de una tesis de posgrado, se volvía a la forma original del sello sin corona, incorporando en la divisa exterior el texto “Universitas Catholica Chilensis”.

Como un hecho destacable del período, en 1940 se inauguró el emblemá-tico vitral que contiene el escudo de la Universidad en el acceso a la capilla de Casa Central, cuyo diseño se solicitó al pintor y vitralista austríaco Adolfo Winternitz, quien fuera fundador de la Facultad de Artes de la Pontificia Uni-versidad Católica del Perú. El emblema conservó el cuartelado en forma de cruz, los símbolos de las facultades y la corona en su parte superior, con las representaciones del Sagrado Corazón, la Tiara Papal, las Llaves del Reino y el Escudo Nacional. Sin embargo, no se utilizó la tradicional cartela circular para incorporar el nombre de la Universidad, ya que este se situó en la base de la estructura vidriada con la leyenda “Universitas Catholica Chilensis”. Respecto a la presencia de colores en el vitral decorativo, Winterlitz traba-jó con piezas de vidrio de color plano lo que, en términos estilísticos, se asemeja al arte bizantino, donde resulta inevitable una cierta “dureza del di-seño y el predominio de la figura hierática”.23


23. Díaz Silva, Patricio. Vitrales en Santiago de Chile: obras conservadas en Iglesias y edificios civiles. Santiago, Ocho Libros Editores, 2007, p. 109.

37

24. En la codificación heráldica los colores son el azur (azul), gules (rojo), púrpura (morado), sable (negro) y sinople (verde).

25. Antes del funcionamiento de la imprenta, los clisés de sellos, escudos y logotipos de la casa de estudios circularon por diversos talleres de impresión. Entre ellos, podemos destacar: Imprenta Cervantes, Imprenta y Encuadernación Chile, Imprenta y Litografía La Ilustración, Litografía y Encuadernación Claret, Imprenta Walter Gnadt, Imprenta y Editorial Sagrado Corazón de Jesús, Impresores Casa Hogar San Pancracio, Imprenta El Esfuerzo y Empresa Editora Zig-Zag.

la imprenta de la universidad

A partir de 1960 la institución intentó regularizar la utilización de su nombre en el escudo oficial, volviendo a la denominación “Pontificia Universidad Católica de Chile” que se ocupara en el segundo decenio del rectorado de Carlos Casanueva. Aun así, las aplicaciones y adaptaciones del emblema universitario en diferentes documentos impresos originaron manifiestas disparidades en su valor de línea, trazado, nitidez de los dibujos, elección de fuentes tipográficas (serifas romanas o glíficas y diferentes versiones de palo seco), calidad de impresión y uso de colores (negro, azul y ocasio-nalmente marrón, verde o morado), entre otros.24 Amén de la falta de un manual de normas gráfi-cas, este desajuste en la aplicación del escudo se debió, en buena medida, a las diferencias entre los clisés del mismo (matrices originales, copias de las placas) disponibles en la imprenta de la Edi-torial Universidad Católica,25 activa desde 1956,


38

como también en otros talleres de impresión tipográfica que operaban oca-sionalmente como proveedores de algunas unidades del plantel académico.Por lo demás, cuando se daban a las prensas documentos provenientes de las escuelas o facultades que no incorporaban el escudo, con frecuencia se utilizaba el nombre “Universidad Católica de Chile”.

Pese a que el taller de la Universidad realizó algunos trabajos de cierta magnitud, como la impresión de la totalidad del material de campaña del candidato presidencial Jorge Alessandri en 1958, no solía cobrar por los ser-vicios de diagramación de folletos, libros y revistas, y a diario debía lidiar con la imprecisión de las correcciones solicitadas por los clientes, la falta de stock de papel y el atraso o la mala calidad de los clisés y grabados que se encargaban a otras imprentas. Incluso, durante sus primeros años de funcio-namiento, el rector Alfredo Silva Santiago visitó con frecuencia las oficinas del taller y las secciones de prensa y tipografía para entregar directrices y corregir errores. A propósito de estas vicisitudes y problemas generados al interior del establecimiento de impresión, Manuel Solá –quien fuera gerente del taller durante sus inicios en calle Carmen y luego en el galpón ubicado en Lira 136 que el Consejo Superior ordenara construir en 1960– mediante una carta enviada al Rector Silva señalaba lo siguiente:

[…] la Editorial de la Universidad del Estado funciona con grandes defi-ciencias. Creo conveniente visitar y estudiar las organizaciones de las mejores Universidades Europeas en este sentido: Heidelberg, Lovaina, Roma, La Sorbona, Madrid, etc.26

La observación de Solá respondía, por una parte, a la falta de control en la sección de Cajas, las fallas permanentes de los clisés, la imposibilidad de

contar con una adecuada asistencia técnica para el mantenimiento de las prensas y, por otra, a la poca coordinación entre los servicios de impre-sión y las permanentes solicitudes que surgían de las distintas unidades de la Universidad, debido a la falta de personal administrativo en la misma imprenta.

26. Carta enviada por Manuel Solá al Excmo. y Rvmo. Monseñor Alfredo Silva Santiago. Santiago, 26 de diciembre de 1960, Registros Imprenta, Archivo histórico, Dirección de Archivos Pontificia Universidad Católica de Chile, código 06MII-0001.

39


Desde sus inicios, el taller de la Universidad dispuso de un muestrario de diversos tipos para la impresión de papelería, folletería, libros y revistas institucionales, el cual definía el uso de seis fuentes para la impresión en ti-pografía (Grise, Kardex, Máquina, Nobel, Ross Romano y Tipos Afiches), ade-más de filetes, mediacañas y viñetas de bronce, y dos familias tipográficas para la sección de linotipia (Caledonia y Metro). Valga subrayar que algunos de estos tipos se venían ocupando desde los rectorados del presbítero Ro-dolfo Vergara Antúnez (Grise) y de monseñor Carlos Casanueva (Caledonia, Metro, Nobel y Ross Roman). Grise, una fuente display para títulos, rescataba el espíritu victoriano de las antiguas tarjetas de visita; Caledonia, un tipo romano diseñado por William Addison Dwiggins entre 1939 y 1941 –casi tan popular como Times Roman– tuvo una gran demanda en la impresión de li-bros a partir de la segunda posguerra; Metro, de 1929, y también de Addison Dwiggins, respondía a la tipología de palo seco con una cierta matriz Art Déco; Nobel, un alfabeto geométrico sin remates diseñado por Sjoerd Henrik de Roos, que se introdujo en 1929, y la fuente serifa Ross Roman, de Frederic George Ross, que comenzó a circular en la década de 1930 para la composi-ción de títulos y textos. Curiosamente, la familia mecana Rockwell, que salió al mercado en 1933 y que el Rector Casanueva habitualmente utilizó en pa-pelería como acompañamiento del escudo de la Universidad desde 1934, no se incluyó en el catálogo oficial de la imprenta.

Por otro lado, llama la atención que no se definiera una normativa básica para la aplicación del símbolo gráfico de la institución –si ya disponía de una imprenta propia– aun cuando el Club Deportivo de la Universidad ya contara con una reglamentación respecto al uso de los emblemas y uniformes, incluso con anterioridad a la creación de la Edi-torial Universidad Católica. En efecto, en el Prospecto General de 1954 se establecía lo siguiente:

La insignia y el banderín del Club Deportivo se formarán con un trián-gulo isósceles, cuya base y altura estarán en relación de uno a tres. Sobre el eje mayor de este triángulo se emplaza una cruz azul, que se destaca sobre el fondo plateado en la insignia y blanco en el banderín.

40

A diferencia de la casa de estudios, el Club Deportivo de la Universidad dispuso, desde mediados del siglo XX, de una normativa clara respecto al uso y aplicación de la insignia, el banderín y el uniforme. En la imagen, se observa un sello emitido por la institución en 1950.

41

Las letras C.D.U.C. irán en los ángulos formados por la cruz, en color rojo. Se proporcionarán de acuerdo con los espacios disponibles […] La bandera se formará sobre un rectángulo en una proporción de uno a dos, con una franja horizontal azul, ubicada sobre el eje que divide el primero del segundo tercio superior. Sobre la franja ubicada en la ban-dera, justo en el eje que divide verticalmente el primero del segundo tercio irá el eje de la insignia que deberá ser del largo menor de la ban-dera […] Todas las prendas de los equipos deben guardar uniformidad.27

Pese a que durante el rectorado de monseñor Silva Santiago se pusiera en marcha la imprenta universitaria, comenzara a funcionar el Departamen-to de Difusión Cultural y se instalara una estación experimental de televi-sión que inició sus operaciones en 1959, su política de extensión fue dura-mente criticada por el movimiento estudiantil reformista que emergió en 1967 –justamente en las postrimerías de su gestión– por considerar que su modelo de universidad respondía a una impronta elitista y conservadora. En ese particular momento de revolución político-cultural, la institución se vio en la necesidad de redefinir su identidad histórica mediante una nueva es-trategia comunicacional que la posicionara como una universidad “abierta”, no solo a la élite católica, sino también a los sectores populares.

27. La Universidad Católica de Chile en 1954. Prospecto General. Santiago, 1954, p. 384.


43

modernización de las comunicaciones corporativas de la universidad

En 1967 comenzó a desarrollarse un proceso de reformas al interior de la casa de estudios, coyuntura que proporcionó el clima adecuado para el nombra-miento de Fernando Castillo Velasco como Rector del plantel, en reemplazo de monseñor Alfredo Silva Santiago, con la venia de la Sagrada Congrega-ción de Seminarios y Universidades ubicada en Roma. Ello significó que, por primera vez en la historia de la universidad, una autoridad laica asumiera el mando de la Dirección Superior.

Esgrimiendo la consigna de “Nueva Universidad”, la administración en-cabezada por Castillo Velasco buscó alinear los objetivos de “compromiso”, “democratización” y “modernización” como aspectos centrales de su misión reformista, bajo la égida de la Santa Sede y la Conferencia Episcopal. Para Ricardo Krebs, este viraje hacia una postura más pluralista, no necesaria-mente clerical o evangelizadora, significó que “la identificación institucio-nal se trasladara del plano religioso al ideológico, expresándose como un proyecto de participación de la Universidad en la transformación de la cul-tura nacional, con lo que el principio identifica-dor resultante era externo a la institución”.28 Sin

28. Krebs, Ricardo, M. Angélica Muñoz y Patricio Valdivieso, Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, 1888-1988, Tomo II. Santiago, Ediciones UC, 1994, p. 733.

44

Folleto institucional publicado con motivo de la conmemoración del Día de la Universidad durante el rectorado de Fernando Castillo Velasco, 1971.

45

embargo, según plantea el historiador, se mantuvo la certeza de que la or-ganización tenía una misión trascendente y, en un sentido más profundo, la “Nueva Universidad” continuó siendo la Universidad Católica de siempre.29

La función de la comunicación, declarada como “esencia misma del que-hacer universitario”, cobró un papel relevante en el rectorado de Castillo Velasco, para lo cual se organizó una Dirección General de Comunicaciones que debía planificar, coordinar y ejecutar los proyectos y programas emi-tidos desde la recién creada Vicerrectoría de Comunicaciones. Para servir a dichas políticas de la “Nueva Universidad”, entre otros instrumentos, en 1967 se estructuró un Departamento Editorial a fin de generar una estrate-gia de difusión con proyecciones de masividad y “al alcance de los sectores medios de la comunidad nacional”.30 Esta línea de acción buscó incorporar la expresión gráfica a las dinámicas de comunicación que el plantel había ini-ciado con el sector de los trabajadores, “empleando dicha metodología de co-municación como una forma de intercambio y encuentro de experiencias”.31

Ese mismo año se creó un Departamento de Diseño, dependiente de la Vicerrectoría de Comunicaciones, destinado a difundir las actividades cul-turales y otorgar una identidad visual a las publicaciones provenientes del Departamento Editorial, que de alguna manera sintonizaron con la expre-sión gráfica de lo popular-local característicos de la estética que surgiera durante el gobierno de la Unidad Popular. Dadas las urgencias y políticas de renovación que animaron al movimiento reformista, los lineamientos o me-joras en la aplicación de la simbología gráfica en las comunicaciones de la Universidad no fueron un tema prioritario, estableciéndose un lazo de con-tinuidad con el anterior rectorado que había vuelto a incorporar, al menos en el escudo oficial, el término “Pontificia”, aunque sin una normativa clara y establecida.

En 1973, con motivo del golpe de Estado que significó el término del gobierno de Salvador Allende y la decisión de la Junta Militar de inter-venir las universidades, se puso fin al rectorado de Fernando Castillo Velasco. El nombramiento

29. Ibid., p. 758.

30. Ibid., p. 19.

31. Idem.


46

del contralmirante Jorge Swett Madge como Rector Delegado ese mismo año, trajo consigo un cambio en la orientación del establecimiento y puso distancia con el proyecto de “Nueva Universidad”. De esta forma, las ideas fuerza de la administración entrante apuntaron a los objetivos de “orden”, “racionalización”, “misión evangelizadora” y “catolicidad”, como fundamen-tos de un “sello propio” que debía impulsar los proyectos y realizaciones del plantel académico, en palabras de la nueva autoridad máxima.32

Hasta entonces, como nombre oficial había prevalecido el de “Univer-sidad Católica de Chile” y solo ocasionalmente se había antepuesto el ad-jetivo “Pontificia” a fin de acentuar esa distinción especial. Para el Rector Delegado ello no era una cuestión meramente formal o nominal sino que implicaba una definición, un programa y un compromiso, por lo que la Uni-versidad debía ser católica y además pontifical. El Rector Swett insistió sistemáticamente en que el nombre completo era “Pontificia Universidad Católica de Chile” y “ordenó que en todos los documentos oficiales se usara esta designación”.33

Para atender a estos nuevos desafíos, un decreto de Rectoría promulgado en 1974 reformó el Departamento de Diseño organizado en tiempos de la administración de Castillo Velasco, para transformarlo en una oficina profe-sional. A partir de ese momento, Publicidad Universitaria debía encargarse de la identidad visual de la institución, con el fin de otorgar una mayor co-herencia al diseño de las publicaciones de orden interno y difundir la ima-gen y quehacer académico del establecimiento. Ese mismo año, el remoza-do departamento recibió el encargo de redibujar y trazar los caracteres del diseño original del emblema, para generar una matriz aplicable a todas las

comunicaciones de la Universidad. Inspirándose en la primera versión del escudo con corona que incorporó el término “Pontificia” durante la direc-ción de monseñor Carlos Casanueva a inicios de la década de 1930, las diseñadoras Eddy Carmona, Pepa Foncea, Ana Maksimović y Ximena Ulibarri –quien tomará la jefatura de la oficina a partir de

32. Sin autor; “Recrear la fe”, en Noticias Pontificia Universidad Católica de Chile, 29 abril 1980, p. 3.

33. Krebs, Ricardo; M. Angélica Muñoz y Patricio Valdivieso; op. cit., p. 771.

47

1977– ejecutaron la reactualización del símbolo gráfico para ser aplicado en la extensión y comunicaciones de la Dirección Superior, unidades académi-cas y organismos vinculados a la casa de estudios.

Si bien durante la primera etapa del rectorado de Jorge Swett (1973 a 1977), se logró implementar de forma más rigurosa el uso del escudo oficial con el término “Pontificia” en todas las comunicaciones de la Universidad, incluso en las sedes regionales, distinta cosa ocurrió con las piezas gráficas que no eran encargadas a Publicidad Universitaria y se enviaban directa-mente a las imprentas que atendían a las diferentes unidades del plantel, las que en ocasiones emplearon una versión anterior del emblema, copias del mismo o un clisé desgastado por su uso. Por otro lado, la antigua imprenta de la Universidad había pasado a manos de privados, bajo el nombre de Al-fabeta Impresores.

Esta nueva rotulación del símbolo gráfico universitario no definió una tipografía institucional para acompañar al escudo, lo que sumado a la amplia oferta de servicios de imprenta, generó una dispersión en el uso de la forma logotipada. En efecto, aun cuando en el emblema finalmente se impuso el nombre “Pontificia Universidad Católica de Chile”, cada vez que se trataba de su aplicación en forma de texto no acontecía lo mismo, como es posible advertir en la numerosa papelería y folletería impresa durante este proceso inicial de transformaciones en la casa de estudios.

Ya entrado el segundo período del Rector Swett, la autoridad universi-taria hizo pública la Declaración de Principios de la Pontificia Universidad Católica de Chile que en 1979 proclamó su fidelidad absoluta al Romano Pontífice y contribuyó así a posicionar con mayor fuerza el adjetivo “Pontifi-cia”, no solo en las comunicaciones corporativas sino también en la infraes-tructura de la Universidad, particularmente a partir de la década de 1980. El folleto impreso que dio a conocer esta declaración –encargado a la Escuela de Diseño de la Universidad– incluyó una versión coloreada del escudo en la que se aplicaron varios colores provenientes de la tradición heráldica y la simbología religiosa, los cuales, de forma muy ocasional y desde tiempos del Rector Casanueva, se habían utilizado en objetos personales, piezas bordadas


48

y documentos de autoridades. Así, por convención y sentido común, y no a través de una normativa oficial, se fueron definiendo cuatro variantes para el símbolo universitario (azul, celeste, oro y rojo) lo que en parte obedeció a la tradición de severo control del color por parte de los ministros de la Iglesia, quienes desde la Edad Media intentaron extraer significados cromáticos a partir de las ideas religiosas y las características materiales de los propios colores.34

Este acercamiento a los orígenes y valores católicos de la Universidad dio pie a la circulación del escudo -en su versión a varios colores- en folletos, banderines y documentos oficiales, pero de forma esporádica, lo que tam-bién puede explicarse por los avances de la tecnología en la industria de la impresión local. Si bien en 1962 Litografía Marinetti había introducido en el país la primera máquina offset para imprimir a cuatro colores en forma simultánea, lo cierto es que este sistema recién se comenzó a masificar en la segunda mitad de la década de 1970, primero en la capital y luego en pro-vincias, desplazando al antiguo procedimiento de impresión tipográfica que resultaba más adecuado para trabajos a una sola tinta.

A partir de 1970 los cursos y escuelas abiertos durante el rectorado de monseñor Alfredo Silva Santiago en la zona del Maule, Talcahuano, Temuco y Villarrica, se constituyeron en sedes regionales. La dirección de Fernando Castillo Velasco había iniciado un plan de coordinación entre los estableci-mientos, lo que motivó la elaboración de un proyecto sobre el régimen ge-neral de la Universidad en provincias, si bien en la práctica esas sedes no se integraran de manera efectiva, aunque en tiempos del Rector Swett se intentó establecer una mejor coordinación entre la casa matriz y las filiales, homologando a las sedes con las políticas generales que regían a la Universi-dad. Esta voluntad de convergencia se hizo extensiva a las aplicaciones grá-ficas de los planteles de la zona sur del país, los cuales adoptaron el escudo

oficial redibujado en 1974, aunque introduciendo variaciones y omisiones en los textos y el traza-do de los símbolos. En efecto y de manera similar a lo acontecido en la capital, la implementación

34. Gage, John. Color y cultura: la práctica y el significado del color de la Antigüedad a la abstracción. Madrid, Ediciones Siruela, 1997, p. 8.

49

coordinada de la identidad gráfica de la Universidad en regiones fue un as-pecto de difícil regulación, ante la ausencia de directrices que establecieran una normativa en la utilización de imágenes, fuentes tipográficas, colores, proporciones, etc. Además, debemos considerar que en Chile la empresa pri-vada solo comenzó a dar importancia a la imagen pública en la medianía de la década de 1970, al profesionalizar sus herramientas de promoción externa, proveyéndose además de una serie de elementos visuales que simbolizaron y establecieron su identidad corporativa.

Por otra parte, con la reestructuración de la Universidad en 1981, la su-presión de la Vicerrectoría de Comunicaciones y la política de entregar la responsabilidad de extensión a las facultades, la eventualidad de aunar un criterio común en el uso de la marca y el logotipo se tornó aun más difícil de manejar. Finalmente, las sedes regionales fueron traspasadas a sus respec-tivas diócesis, lo que significó el surgimiento de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, la Universidad Católica del Maule y la Universi-dad Católica de Temuco, sobre la base de las antiguas sedes de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Estas entidades reconocieron su autonomía, desligándose de la casa matriz y asumiendo sus propios instrumentos de identificación y comunicación.

En 1985 asumió como Rector el médico e investigador Juan de Dios Vial Correa, quien definió con claridad los lineamientos que debían dar soporte a su identidad institucional: una universidad católica, pero abierta a todos los credos; arraigada en los valores trascendentales de la fe; investida de una particular misión evangelizadora, y depositaria de una profunda lealtad a su magisterio. En otras palabras, en el centro de las aspiraciones del Rec-tor Vial estuvo su voluntad por consolidar la identidad católica de la casa de estudios. Este rasgo confería a la Universidad su personalidad específica, definiendo de esta forma su sentido y misión formativa.

Durante su rectorado se produjo un acontecimiento simbólico de gran significación para el establecimiento educacional, al ser escogido por el Papa Juan Pablo II como sede de uno de los actos oficiales que realizó en Chile en 1987. En dicho momento solemne, el Papa destacó los imperativos


50

de calidad, investigación y competencia científica y profesional a los que debía ceñirse la Universidad, pero también su compromiso de colaboración con la Iglesia y la sociedad.

Transcurridos cuatro años desde que asumiera la dirección de la casa de estudios, el Rector Vial se enfrentó al desafío de la conmemoración del centenario de la Universidad. En 1989 la institución llevó a efecto un pro-grama de celebraciones que contempló tanto la realización de obras de gran envergadura para su desarrollo futuro, como actos de adhesión y eventos de tipo transitorio, ideados especialmente con motivo de los cien años de acti-vidad del establecimiento. A través de una convocatoria denominada “Cam-paña del Centenario”, se hizo un llamado a todos aquellos que se sintieran comprometidos con la obra de la Universidad, a fin de proveer los recursos necesarios para la puesta en marcha del Centro de Extensión como proyecto de desarrollo institucional prioritario.

El programa del centenario consideró tanto el diseño de un sistema de identidad visual, encargado a Publicidad Universitaria, como la apertura de un concurso público de afiches que otorgara realce a la conmemoración. Para tal efecto se desarrolló una versión especial del escudo oficial de la Universidad, inspirada en el dibujo heráldico del vitral realizado casi me-dio siglo atrás por Adolfo Winternitz. El nuevo rediseño, a cargo de Ximena Ulibarri, mantuvo fielmente la banda exterior volumétrica, el trazado y la ubicación de los símbolos de las facultades, no obstante, se omitió la leyenda “Universitas Catholica Chilensis”, que fue reemplazada por “Pontificia Uni-versidad Católica de Chile”, compuesta en caracteres de la familia Times Roman. Este símbolo conmemorativo, que operó de manera simultánea al emblema institucional, se utilizó en la papelería de las principales autori-dades y, en general, en todos aquellos soportes destinados a la difusión del acontecimiento a lo largo del año 1988, manteniéndose en la actualidad en la papelería del Rector.

A su vez, la discusión y el análisis de la propuesta significó volcar la mirada hacia los valores y el capital simbólico de la casa de estudios, as-pectos que habían sido poco abordados en las administraciones anteriores,

51

especialmente desde las facultades. En esta inédita oportunidad para revisar la marca de la Universidad, y en un momento en que el plantel afianzaba su andamiaje institucional, participaron profesionales de diversas disciplinas, tales como José Miguel Aguilera, Jaime Bellolio, José Luis Cea, Francisco Claro, Francisco Garcés, Alfonso Gómez, Juan Pablo Huidobro, Matko Kol-jatic, Federico Leighton, Ramón López, Vladimir Marianov, Gloria Montene-gro, Sergio Morán, Jaime Náquira, Flavio Nervi, Pedro Pablo Rosso, y Rafael Vicuña, entre otros. El resultado de este trabajo sentó un precedente directo del proyecto de imagen corporativa que en la siguiente década será coordi-nado por Ulibarri y su equipo de Publicidad Universitaria.

En sintonía con este proceso, se comenzaron a introducir en las depen-dencias del establecimiento académico los primeros computadores per-sonales, al tiempo que las oficinas de diseño y agencias de publicidad –a quienes habitualmente se encargaban los estudios de imagen corporativa y el desarrollo de manuales de normas gráficas– incorporaban en su fase de producción estas nuevas herramientas digitales. Dicho fenómeno trajo consigo una aceleración en los tiempos de respuesta ante desafíos de mayor complejidad, y un mejoramiento de la factura técnica en la elaboración de proyectos de comunicación visual.

Varios años antes, y particularmente en el ámbito privado, las empre-sas nacionales venían prestando una mayor atención a las comunicaciones corporativas y al imperativo que instaba a disponer de un sistema de marca coherente para fortalecer su imagen pública. Sin embargo, las principales universidades chilenas de entonces, si bien ya disponían de un identificador gráfico institucional desde hacía décadas, no contaban con una normativa clara respecto a su aplicación, aun cuando su crecimiento hacía evidente la urgencia de regulación en su arquitectura de marca.


53

primera normativa del escudo oficial

En 1994 la Vicerrectoría de Asuntos Económicos y Administrativos solicitó a Ximena Ulibarri y su equipo de Publicidad Universitaria, un estudio de ima-gen corporativa que actualizara la forma del escudo que se venía utilizando desde los inicios de la administración del rector Jorge Swett. Por primera vez en su historia, el símbolo oficial de la Universidad sería diseñado con el apoyo de softwares de edición gráfica, lo que permitió la impresión de mu-chas pruebas y la posibilidad de hacer correcciones y mejoras sucesivas en su dibujo. Ese mismo año se editó un pequeño manual en forma de carpeta con el nuevo rediseño del emblema, considerando las aplicaciones en color y el trazado de la marca con diferentes valores de línea. Esta incipiente incur-sión digital, que respetó la estructura basal del escudo trazado manualmente en 1974, no incluyó las representaciones del cóndor y el huemul que, en las an-teriores versiones, habían dado tantos quebraderos de cabeza a los dibujan-tes de imprenta y autores de los clisés del identificador gráfico universitario.

Al año siguiente, se perfeccionó la delineación del esquema heráldico, se agregaron las figuras de los dos animales y se definió una tipografía ins-titucional basada en la escritura lapidaria de caja alta de la Columna de Trajano, erigida en Roma en el año 114 de nuestra era. La sobria belleza de la

54

Isologo de la Universidad con aplicación de forma logotipada (naming)

construida a partir de la fuente serifa Trajan, de inspiración romana.

inscripción grabada en el monumento del emperador, considerada por el cé-lebre tipógrafo Jan Tschichold como “el mejor catálogo de letras existentes”, sirvió como modelo para la calígrafa estadounidense Carol Twombly, quien en 1989 diseñó la fuente digital Trajan a partir del sereno equilibrio de los caracteres romanos. Este alfabeto clásico con remates, comercializado por la empresa Linotype, empezó a utilizarse de manera sistemática como comple-mento del símbolo y forma logotipada estable del naming de la Universidad.

La investigación aplicada en la reformulación del escudo y su inventario de variables implicó, entre otras cosas, un estudio pormenorizado de color sobre la base de la documentación histórica del establecimiento y, por consi-guiente, su traducción a los códigos y estándares internacionales de impre-sión. Dicha elaboración seminal de un programa de imagen coordinada para la institución, convertida ya en una instancia de envergadura y alcance in-ternacional, finalmente redundó en la publicación de un Manual de Normas de Comunicación Visual, el cual a partir de 1997 estableció una serie de dis-posiciones para reglamentar los usos del símbolo universitario en soportes tangibles e intangibles, en un momento en que las comunicaciones móviles todavía no alcanzaban la hegemonía que detentan en la actualidad. Bajo el imperativo de “normar en la diversidad”, en la introducción del documento se declaraba lo siguiente:

PontificiaUniversidadcatólicade chile

PontificiaUniversidadcatólicade chile

55

Aplicación de isologo negativo en versión monocolor sobre fondo lleno Pantone 2727. Este tipo de normativas básicas de color se dispusieron por primera vez en el Manual de Normas de Comunicación Visual publicado por la Universidad en 1997.

La Universidad, desde su misma fundación y a lo largo de su existencia, ha requerido proyectar su imagen tanto hacia el interior de la comuni-dad que la integra como al exterior de ella, imagen que representa su característica primordial, lo que la distingue de las otras casas de estu-dio. Como por ejemplo, la esencia misma de la Pontificia Universidad Católica de Chile como institución de Iglesia, la excelencia académica, de investigación y de extensión, la historia y tradiciones, producto de ciento ocho años de vida […] Dado el constante crecimiento de la ins-titución y la compleja y variada gama de tareas académicas, de investi-gación y de extensión que en ella se desarrollan, debe hacerse una re-visión permanente de los elementos identificadores de la Universidad a fin de evitar que éstos se desvirtúen, diversifiquen o confundan, con la consecuente pérdida de valor de la imagen ya existente.35

Este importante paso en la modernización comunicacional de la Univer-sidad definió, como no se había hecho nunca antes, la forma de construcción y la descripción de los elementos del isotipo (escudo y símbolos); la aplica-ción de tintas en monocolor positivo y negativo (negro, azul y blanco) y en cuatricromía (azul, ne-gro, rojo, celeste y amarillo); impresión en relie-ve, cuño seco y engraving; relaciones de tamaño

35. Manual de Normas de Comunicación Visual. Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, Publicidad Universitaria, 1997, p. 11.


56

y valores de línea; tipografía para acompañar al isotipo (Trajan), papelería institucional (Garamond), diplomas y certificados (Caslon), aplicaciones de la marca universitaria en todo tipo de soportes (avisos en prensa, boletines, folletos, libros, revistas, páginas web, tarjetas de identificación) y materiales (cuero, género, metal, etc.).

La presencia de una primera normativa de color en este manual (que como ya se mencionó, reconoce un precedente en las convenciones relativas al simbolismo cromático heredadas de la tradición eclesiástica), estableció cuatro codificaciones de color en base al sistema internacional de control de colores Pantone: amarillo (136), azul (2718), celeste (2707) y rojo (185), además del blanco y el negro.

El azul intenso o azur, que desde la década de 1930 se ocupara con fre-cuencia en aplicaciones monocolor, representa -en clave heráldica- abun-dancia en el plano espiritual y conceptos como justicia, verdad y obligación al servicio, así como los valores cristianos de la piedad, fidelidad y castidad. Además, es el color del cielo por lo que simboliza la inmensidad y la eterni-dad. El esmalte oro, utilizado en la corona y la cartela exterior del emblema, remite al dorado o amarillo mezclado con ocre y se asocia a lo divino y tam-bién a atributos como fe, bondad, constancia y prosperidad. El rojo -o gules- representa el amor ferviente hacia Dios y el prójimo, lo que explica que sea el color del Espíritu Santo, y también que se relacione con otras nociones como sabiduría, fortaleza, caridad. Además, la Iglesia católica utilizó el rojo de las rúbricas para indicar la ordenación de los libros de plegarias y para las festi-vidades de los días eclesiásticos. El blanco, utilizado en las figuras de la hoz, las páginas abiertas del libro y la estrella del Escudo Nacional, expresa los conceptos de pureza y perfección, la luz y la representación de lo absoluto.

Destacable resulta que en este manual se incluyera una genealogía del escudo junto al análisis heráldico del mismo que, más allá de las conside-raciones tradicionales en la sistematización de un símbolo gráfico, hiciera mención a la disposición poco ortodoxa –de acuerdo a este tipo de lengua-je– de los símbolos de las facultades en el campo de la enseña pontificia, en razón de un ordenamiento que desplazaba a las ciencias jurídicas al borde

57

inferior derecho del esquema, privilegiando la ubicación de la Facultad de Teología en el primer cuadrante, estableciendo de paso una conjugación de símbolos y alegorías que no necesariamente respondían a la trayectoria his-tórica de las disciplinas fundantes de la institución. De todas maneras, el diseño propuesto por Publicidad Universitaria respetó la ubicación de los símbolos, definida como patrón una vez que la casa de estudios fue erigida como Pontificia en 1930.

El fin del rectorado de Juan de Dios Vial, en cuya gestión se impulsó esta normativa, coincidió con el cambio de milenio y el nombramiento en el año 2000 del médico Pedro Pablo Rosso como autoridad máxima. En este perío-do, la identidad gráfica de la Universidad cobró mayor vigor y logró instalar-se como una referencia estable en las comunicaciones generadas al interior del plantel académico. En este sentido, las restricciones impuestas para el uso del emblema institucional, considerando la diversidad de departamen-tos y empresas de la organización, la recomendación de no ocupar versiones anteriores del escudo y la invitación a que los representantes de cada unidad académica o administrativa ejercieran una supervisión sobre aquellos ele-mentos donde se aplicara el logotipo o el isotipo, fomentaron una cierta cul-tura interna en la aplicación de la marca, si bien en la práctica se produjeran variaciones generadas por la intervención del escudo en manos de terceros y la falta de un sistema de administración central que facilitara tanto el acceso como el uso del emblema y la forma logotipada.

La creciente presencia de estos elementos identificadores de la Universi-dad en ámbitos tanto públicos como institucionales, supuso una mayor de-manda y exigencia de rendimiento técnico que, a su vez, impulsó un nuevo estudio acotado a la reformulación del escudo. El Departamento de Estudios Tipográficos de la Escuela de Diseño se hizo cargo del proyecto, para lo cual elaboró un análisis constructivo de la forma heráldica en atención a sus dis-tintos usos, así como propuestas de diseño que consideraron correcciones de escala. El diagnóstico se centró en el análisis del dibujo de la corona del escudo, los niveles de abstracción de los elementos icónicos y las variables de legibilidad y usabilidad del isotipo en diferentes tamaños y soportes.


58

Finalmente, el equipo de profesionales integrado por José Manuel Allard, Eduardo Castillo, Francisco Gálvez y Juan Pablo De Gregorio desarrolló una propuesta que simplificó los símbolos, homogeneizó los valores de línea y espació los caracteres del nombre de la institución para privilegiar el reco-nocimiento inmediato de la lectura “Universidad Católica”. Como esta ver-sión no se implementó, la conveniencia de su aplicación quedó en suspenso, manteniéndose vigente el diseño anterior en boga desde 1995.

Para potenciar la presencia de la institución en diversos ámbitos, la Di-rección Superior encabezada por el Rector Rosso tomó la decisión de revisar y actualizar el símbolo universitario y el manual editado en 1997, con el fin de contribuir al correcto uso de la marca por parte de las unidades académi-cas y administrativas de la Universidad. De esta forma, la Vicerrectoría de Comunicaciones y Extensión, que se restableció a partir del año 2000, en conjunto con su Departamento de Diseño, trabajó en la elaboración de un Manual de Normas Gráficas que se publicó el año 2005 en formato digital para su descarga. En la presentación del mismo se señala:

La marca es uno de los activos más importantes de toda institución. En el caso de la Universidad Católica, el enorme valor de su marca —numerosos estudios avalan su prestigio tanto en el segmento uni-versidades como en el conjunto de las marcas nacionales—, hace fun-damental que ella sea conocida, valorada y cuidada por la comunidad universitaria.36

El manual, que invitaba a la comunidad a conocer y utilizar sus conte-nidos, estableció normas básicas y entregó numerosos ejemplos de cómo aplicar el isotipo, la tipografía, el nombre y los colores corporativos de la Universidad. Asimismo, incorporó una solución gráfica denominada “Zona UC”, con el fin de estandarizar la ubicación del escudo y regular una adecua-da presencia corporativa en imágenes de actividades específicas.

36. Manual de Normas Gráficas. Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2005, p. 2.

59

Descripción de los símbolos del escudo incluida en el Manual de Normas de Comunicación Visual, 1997.

Sagrado Corazón

Mitra o Tricorona Escudo Nacional Chileno

Llaves

Compás

CapitelJónico

Cáliz deHipócrates

Cruz SanJuan de Dios

Hoz y espiga

Cetro de Mercurio

Balanza

Libro


61

proyecciones recientes de la marca universitaria

Con el término de la rectoría de Pedro Rosso se inició el período del doctor Ignacio Sánchez como autoridad máxima del plantel académico, asumiendo el liderazgo de la Dirección Superior en marzo de 2010.

Su propuesta de trabajo se encuentra en el Plan de desarrollo 2010-2015, documento que da a conocer las grandes tareas asumidas por la actual Di-rección Superior, entre las cuales se destacan la “identidad” de la institución como soporte para servir a la Iglesia y a la sociedad, además de la importan-cia asignada a la marca como activo intangible:

[…] debemos potenciar y resguardar el valor de la marca UC y sus submarcas a través de una política que dé coherencia y fortalezca su utilización y asociación con otras marcas y contenidos. Al respecto, ya se ha concluido un estudio cuyos resultados permitirán implemen-tar, dentro de los próximos cuatro años, los cambios necesarios para lograr este objetivo.37

Es así como a instancias del Rector Sánchez, la Vicerrectoría de Comuni-caciones y Educación Continua de la Universidad impulsó un plan de coordinación de su identidad marcaria, a través de un Manual de Normativas

37. Plan de desarrollo 2010-2015. Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2010, p. 21.

62

Rediseño del escudo a cargo del Departamento de Estudios Tipográficos de la Escuela de Diseño. Esta propuesta, presentada en 2003, consideró una versión para ser utilizada en formatos pequeños (imagen izquierda) y otra para soportes de mayor tamaño (imagen derecha).

Técnicas y un Manual de Diseño para sus páginas web, material que definió los principios para el desarrollo de plataformas digitales asociadas a la mar-ca UC. Asimismo, se retomó el trabajo de consultoría realizado con anterio-ridad por el Departamento de Estudios Tipográficos, el cual estableció un criterio de aplicación definitivo para el escudo oficial, aprobado por la Direc-ción Superior el año 2012.

El diseño de la nueva versión del escudo universitario, a cargo de José Manuel Allard, Francisco Gálvez y Rodrigo Ramírez, respetó la ubicación del blasonamiento utilizado en la propuesta desarrollada por Publicidad Uni-versitaria, pero amplió la visibilidad de la figura del Sagrado Corazón en la zona superior de la corona. Además, se privilegió una mayor síntesis en el delineado de rasgos esenciales de los símbolos que representan a las facul-tades, para aproximarse más a la forma de un isotipo que a la de un escudo heráldico tradicional. Pese a que en esta actualización no se elaboró un ma-nual de normas gráficas, se dispuso el uso del emblema en aplicaciones en tintas planas a un color, cuatricromía y resolución de pantalla. Igualmente, se restringió la gama cromática a negro y azul, en versiones monocolor, así como azul y amarillo, para impresión o formato digital. Esta reducción de los colores corporativos –se eliminó el rojo incluido en el escudo anterior– y de los valores de línea del dibujo, obedeció a una estrategia para simplificar

63

Versión actual del isologo de la Universidad en dos variantes monocolor. El diseño final del escudo, tarea encomendada al Departamento de Estudios Tipográficos, se aprobó en 2012. Su puesta en marcha se produjo al año siguiente, durante el rectorado de Ignacio Sánchez Díaz.

Proyecciones recientes de la marca universitaria

la marca y disminuir tanto los problemas técnicos de impresión (descalces, variaciones de tonalidad, etc.) como los de escalamiento en diferentes so-portes. También se hicieron modificaciones en la tipografía institucional empleada desde 1995, adaptándola a una versión serifa más robusta, con el fin de optimizar la lectura del nombre de la Universidad, y se definió una se-gunda variante –la fuente de palo seco Graphik–, cuya normalización ha sido desarrollada por el Departamento de Diseño Corporativo de la Vicerrectoría de Comunicaciones y Educación Continua.

La actualización del escudo se enmarcó en una estrategia más amplia, cuyo objetivo fue coordinar la identidad visual institucional –el “Proyecto Marca UC”– destinado a ordenar y fortalecer el uso de la imagen gráfica en todas sus actuaciones. La variedad del portafolio de marcas que actualmente maneja la Universidad –más de trescientas– motivó la elaboración de un pro-yecto de arquitectura marcaria impulsado por la Vicerrectoría Económica y de Gestión, dirigida por Patricio Donoso; la Vicerrectoría de Comunicacio-nes y Educación Continua, a cargo de Luz Márquez de la Plata; el Departa-mento de Marketing, encabezado por Magdalena del Río, y el Departamento de Diseño Corporativo, liderado por Soledad Hola. Este reciente estudio, que contó con el apoyo de la consultora estratégica FutureBrand, ha significado una revisión profunda de las relaciones entre la marca madre –el escudo– y

64

las diversas asociaciones, centros, departamentos, fundaciones, programas y unidades académicas de la Universidad.

Con la llegada de 2013, bajo el liderazgo del rector Ignacio Sánchez y en el marco de las celebraciones de los 125 años de historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, la nueva versión del escudo oficial y el or-denamiento de la marca UC entrarán paulatinamente en vigencia, coinci-diendo con un momento histórico de grandes desafíos para la institución. Hoy más que nunca, el concepto de “Universidad” resulta indisociable del de “calidad” y en este escenario de altos estándares de exigencia, la identidad de la casa de estudios –su ADN– se torna un capital estratégico invaluable. Considerada una universidad líder en el país y con presencia entre las de mayor reputación en Latinoamérica, la marca UC adquiere visibilidad en un entorno dominado por grandes corporaciones, donde los atributos de clari-dad y coherencia de su arquitectura de marca resultan imperativos.

65

ManuscritosArchivo histórico, Dirección de Archivos Pontificia Universidad Católica de

Chile, 1885-1985.

Impresos10 años de la Pontificia Universidad Católica de Chile, 1973-1983. Santiago,

Pontificia Universidad Católica de Chile, 1983.120 años en el corazón de Chile. Santiago, Pontificia Universidad Católica de

Chile, Vicerrectoría de Comunicaciones, 2008.125 años, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Vicerrectoría

de Comunicaciones y Educación Continua, 2013.Anuario de la Universidad Católica de Santiago de Chile. Tomo tercero, 1901-

1902. Santiago, Imprenta Cervantes, 1903.Anuario de la Universidad Católica de Santiago de Chile, 1898-1900, vol. 2.

Santiago, Imprenta Cervantes, 1899. Anuario de la Universidad Católica de Santiago de Chile. Tomo primero

desde 1888 hasta 1897. Santiago, Imprenta Cervantes, 1902.Anuario de la Universidad Católica de Santiago de Chile. Tomo tercero 1901-

1902. Santiago, Imprenta Cervantes, 1903.

Fuentes

66

Asociación de Amigos de la Universidad Católica de Chile. Antecedentes y estatutos. Santiago, Universidad Católica de Chile, 1927.

Bodas de plata de la Universidad Católica de Santiago y proclamación de los premios a sus alumnos, 1888-1913. Santiago, Universidad Católica de Santiago, 1913.

Boletín Oficial. Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1979.Boletín Oficial. Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1985.Campaña del Centenario. Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chi-

le, Dirección de Extensión, 1987.Cuenta de Rectoría de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Marzo

1986-Marzo 1987. Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, Ga-binete de Rectoría, 1987.

Declaración de Principios Pontificia Universidad Católica de Chile. Santia-go, Secretaría General, 1979.

Discurso del Rector, Dr. Pedro Pablo Rosso, con motivo de la inauguración del año académico 2008. Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, Rectoría, 28 de marzo de 2008.

La Universidad Católica de Chile en 1954. Prospecto General. Santiago, 1954.La Universidad Católica de Chile. Su historia, su vida íntima y su obra. San-

tiago, Imprenta Walter Gnadt, 1938.Los cuarenta años de la Universidad Católica de Chile. Santiago, 1929.Manual de Normas de Comunicación Visual. Santiago, Pontificia Universi-

dad Católica de Chile, Publicidad UniversItaria, 1997.Manual de Normas Gráficas. Santiago, Pontificia Universidad Católica de

Chile, 2005.Memoria de la Universidad Católica de Chile. Correspondiente al año esco-

lar de 1926. Santiago, Universidad Católica de Chile, 1926. Memoria de la Universidad Católica de Chile correspondiente a 1930-1931-

1932. Santiago, Imprenta W. Gnadt, 1933.Memoria de la Universidad Católica de Chile. Correspondiente a los años

1934, 1935, 1936 y 1937. Santiago, Imprenta Chile, 1938.Muestrario de Tipos. Santiago, Editorial Universidad Católica, 1957.

67

Fuentes

Noticias Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, 29 abril 1980.¿Qué es una Universidad Católica? ¿Qué se piensa de la Universidad Ca-

tólica de Chile? ¿Cuál es el deber de los jóvenes católicos respecto de su Universidad? ¿Qué ventajas les aporta? Santiago, Universidad Católica de Chile, 1935.

Palabras del Sr. Rector Dr. Ignacio Sánchez Díaz con motivo de la Inaugura-ción del Año Académico 2010. Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, 30 de abril de 2010.

Plan de desarrollo 2010-2015. Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2010.

Pontificia Universidad Católica de Chile: 1888-1988 Centenario. Santiago, Alfabeta Impresores, 1988.

Prospecto de la Universidad Católica de Chile correspondiente a 1931. San-tiago, Imprenta Electra, 1931.

Prospecto de la Universidad Católica de Chile correspondiente a 1931. San-tiago, Imprenta Selecta, 1931.

Reglamento general de la Universidad Católica de Chile. Emprenta Políglota Vaticana, 1938.

Revista Universitaria, año V, núm. 1, Santiago, Universidad Católica de San-tiago de Chile, 1920.

Revista Universitaria, año X, núms. 1-2, Santiago, Universidad Católica de Chile, abril-mayo 1925.

Scherz García, Luis, La fundación de la Universidad Católica de Chile. San-tiago, Seminario Historia de la Universidad Católica de Chile, 1978.

Universidad Católica de Chile. Sus bodas de oro, 1888-1938. Santiago, Im-prenta y Editorial Sagrado Corazón de Jesús, 1938.

Vial Correa, Juan de Dios, Discurso académico. Santiago, Editorial Univer-sitaria, 1978.

Vicerrectoría de Comunicaciones Universidad Católica de Chile. Santiago, Unidad Folletos, 1970.

68

BibliografíaÁlvarez Caselli, Pedro, Chile Marca Registrada. Historia general de las mar-

cas comerciales y el imaginario del consumo en Chile. Santiago, Ocho Libros Editores, 2008.

Cavallo, Ascanio y Eugenio Tironi, Comunicación Estratégica. Santiago, Taurus, 2006.

Chaves, Norberto y Raúl Belluccia, La marca corporativa Gestión y diseño de símbolos y logotipos. Buenos Aires, Paidós, 2003.

Chaves, Norberto, La marca-país en América Latina. Buenos Aires, Edicio-nes La Crujía, 2011.

Cooper, J.C., Diccionario de símbolos. Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 2000. Costa, Joan, La imagen de marca. Un fenómeno social. Barcelona, Paidós, 2004.De Jong, Cees (ed.), Manual de imagen corporativa. Barcelona, Editorial

Gustavo Gili, 1991.De la Flor, Fernando, Emblemas. Lecturas de la imagen simbólica. Madrid,

Alianza Editorial, 1995.Díaz Silva, Patricio; Vitrales en Santiago de Chile: obras conservadas en Igle-

sias y edificios civiles. Santiago, Ocho Libros Editores, 2007.Frutiger, Adrian, Signos, símbolos, marcas, señales. Barcelona, Editorial Gus-

tavo Gili, 2000.Gage, John, Color y cultura: la práctica y el significado del color de la Anti-

güedad a la abstracción. Madrid, Ediciones Siruela, 1997.Krebs, Ricardo, M. Angélica Muñoz y Patricio Valdivieso, Historia de la Pon-

tificia Universidad Católica de Chile, 1888-1988, Tomo I. Santiago, Edicio-nes UC, 1994.

Krebs, Ricardo, M. Angélica Muñoz y Patricio Valdivieso, Historia de la Pon-tificia Universidad Católica de Chile, 1888-1988, Tomo II. Santiago, Edi-ciones UC, 1994.

Lecaros Monge, Maria Luisa, Pontificia Universidad Católica de Chile. San-tiago, Dirección General de Pastoral y Cultura Cristiana, 2008.

Olins, Wally, El libro de las marcas. Barcelona, Editorial Océano, 2009.

69

Muestra de imágenes con diversas aplicaciones del escudo oficial de la Universidad

70

Invitación del Vicerrector a un acto solemne realizado en 1891 con motivo de la entrega de premios a los alumnos más destacados de la Universidad.

71

Programa de invitación a un acto académico oficial de la Universidad realizado en noviembre de 1901.

72

Izquierda: indicaciones de imprenta para la aplicación del logotipo oficial, 1893. Pese a que en sus inicios no existió normativa gráfica alguna para estandarizar las comunicaciones de la Universidad, eran corrientes las anotaciones que se hacían en las pruebas en máquina. Por ejemplo, se especificaban las variables de grosores adecuadas para los distintos soportes, ya fuera en papel, cartulina, cuero u otro material.

Abajo: cartola utilizada por la Rectoría de la Universidad, que entrega información sobre cursos de Derecho Canónico y Civil, 1906.

73

Selección de diversa correspondencia con aplicaciones de variantes de formas logotipadas utilizada por la institución entre 1920 y 1944.

74

En tiempos del rectorado de monseñor Carlos Casanueva apareció por primera vez, y en un documento oficial, el diseño de un escudo oficial destinado a identificar a la Universidad. El símbolo, que incorporó la denominación

“Universidad Católica de Santiago de Chile” en su divisa, fue publicado en 1920 en la portada de la Revista Universitaria, que en aquel entonces oficiaba como el principal órgano informativo de la institución.

75

Arriba, izquierda: en 1922 la casa de estudios decidió cambiar su nombre a “Universidad Católica de Chile” a fin de proyectarse como una institución para toda la nación. El nuevo escudo se dio a conocer tres años después, también en la portada de la Revista Universitaria.

Arriba, derecha: folleto de la Asociación de Amigos de la Universidad Católica de Chile, editado en 1927. Esta segunda versión del escudo oficial se utilizó desde 1925 hasta 1930, momento en que la Universidad será erigida canónicamente.

Izquierda: portada del Prospecto de la Universidad, publicado en 1929.

76

Abajo: escrito de monseñor Carlos Casanueva sobre papelería institucional, 1934.

Arriba: invitación a curso de ingeniería realizado en la Universidad, 1930.

77

Carta del decano de la Facultad de Sagrada Teología en la cual se observa el uso del primer escudo con corona que circuló bajo el rectorado de monseñor Carlos Casanueva, 1935.

78

Fragmento de carta de agradecimiento enviada en 1942 por el Arzobispo Auxiliar de Santiago al monseñor Carlos Casanueva, Rector de la Universidad, con motivo de la aprobación del título de “Educadora Familiar”.

Arriba: invitación a defensa de tesis doctoral de 1940 que incorpora el dibujo de la primera versión oficial del escudo. Este diseño se utilizó esporádicamente en la papelería de la Dirección Superior, ya fuera de forma impresa o en aplicaciones de cuño seco.

79

Vitral de Casa Central, 1940. El diseño consideró una versión del escudo adaptada a una estructura vidriada cuyo diseño y producción se encargó al pintor y vitralista austríaco Adolfo Winternitz.Fotografía: Omar Faúndez.

80

Abajo: diploma entregado en 1948 para acreditar la realización de Cursos de Temporada impartidos por la Escuela de Pedagogía de la Universidad.

Arriba: tres versiones del emblema oficial de 1951 a 1953, con las aplicaciones de color más frecuentes en las comunicaciones impresas de las escuelas y facultades de la institución.

81

Izquierda: reglamento de la Facultad de Comercio y Ciencias Económicas, 1953.

Abajo: borrador de una carta del Departamento de Extensión para el Secretario de la Academia Chilena de las Ciencias Naturales, 1955.

83

Muestra de páginas del catálogo de la Editorial Universidad Católica para la impresión de papelería,

folletería, libros y revistas, de 1957. El taller disponía de un total de seis fuentes para la impresión en tipografía y

dos familias para la sección de linotipia, además de filetes, mediacañas y viñetas de bronce.

84

Arriba: correspondencia enviada por el secretario general de la Facultad de Ciencias Económicas al académico Juan de Dios Vial en 1959. En la misiva, es posible advertir la utilización del escudo, aunque en color

marrón, con el agregado de la palabra “Pontificia” en la divisa circular.

Abajo: muestra de invitación del Rector de la Universidad a la reunión del Consejo Superior, 1960.

85

Carta elaborada por la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica dirigida al Consejo Superior de la institución, 1961.

86

Arriba: documento escrito en 1963 por el Prorrector de la Universidad con motivo de la aprobación de un contrato.

Abajo: escudos utilizados por la Facultad de Sagrada Teología, el Departamento Personal y la Escuela de Artes entre 1963 y 1967.

87

Arriba, izquierda: folleto de la Escuela de Química, 1963.

Arriba, derecha: folleto de la Escuela de Electricidad y Electrónica, 1964.

88

Portada de los Anales de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de 1965. El folleto evidencia la circulación, durante las

décadas de 1960 y 1970, de una versión del escudo, la cual incorpora una fuente sin remates y moderna, de tipo geométrico.

89

Memorándum dirigido al Vicerrector de la Universidad con información relativa a las remuneraciones de las facultades y escuelas de la institución, 1967.

90

Arriba: correspondencia del Rector, 1968. En la misma, se utiliza el color azul tradicional, pero se cambia el trazado humanista y caligráfico del texto por una fuente de palo seco geométrica.

Abajo: catálogo informativo emitido por la Vicerrectoría Académica del Programa de Cursos, 1973.

91

Selección de correspondencia institucional con aplicaciones de la marca de la Universidad utilizadas entre 1975 y 1978.

92

Arriba, izquierda: Boletín Oficial correspondiente a Mayo de 1979, en el cual se reúnen los decretos realizados por la Rectoría a la fecha.

Arriba, derecha: Guía Académica de la Sede Regional de Temuco, 1978.

Izquierda: portada de folleto editado en 1983 para la conmemoración de Semana Santa en la Universidad.

93

Arriba: versión del escudo utilizado por la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, 1981.

Arriba: versión monocolor de identificador gráfico de la Universidad impreso en 1978 por la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Vicerrectoría Académica.

Izquierda: Manual de Consulta para el Estudiante desarrollado por la Dirección General Estudiantil en 1982.

Arriba: correspondencia del Rector de la Sede Regional de Temuco dirigida al Rector de la Universidad, 1979.

94

Aplicación del identificador gráfico en papelería y folletería institucional de las sedes regionales entre 1974 y 1983.

95

Izquierda: redibujo del escudo oficial realizado por una imprenta utilizado entre 1980 y 1986 por algunas escuelas de la Universidad.

Abajo: tarjeta enviada por el decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas al Rector con motivo de una contribución destinada al arreglo de la capilla de Casa Central, 1982.

96

Formulario de solicitud de admisión a programa de postgrado, 1983.

97

Arriba: cuenta anual de la Universidad. En la portada del impreso se ocupó una versión muy similar al primer escudo con corona estrenado en tiempos de monseñor Carlos Casanueva.

Abajo: versión del escudo con aplicaciones de color de la marca aparecido en la Declaración de Principios de la Pontificia Universidad Católica de Chile. El folleto fue encargado a la Escuela de Diseño en 1979.

Abajo: banderín de la FEUC, 1983. En el diseño de la pieza se observa la aplicación del símbolo gráfico en color, además de la forma logotipada en una versión de escritura gótica.

98

Arriba: afiche publicado en 1988 con motivo del centenario de la Universidad. Esta pieza gráfica de difusión rescata la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, patrono principal de la Universidad.

Arriba: identificador gráfico para la celebración de los 90 años de la Universidad.

Más abajo: anverso de medalla conmemorativa inspirada en el dibujo realizado en 1940 por Adolfo Winternitz para el vitral de Casa Central. Este escudo mantuvo los elementos esenciales del diseño original, no obstante, reemplazó la leyenda “Universitas Catholica Chilensis” por “Pontificia Universidad Católica de Chile”.

Abajo: versión especial del escudo oficial desarrollada con motivo de la celebración de los 100 años de la institución por Ximena Ulibarri y su equipo de Publicidad Universitaria.

99

Ambos isologos y la portada del manual corresponden al estudio de identidad corporativa encargado a Publicidad Universitaria por la Vicerrectoría de Asuntos Económicos y Administrativos durante el rectorado de Juan de Dios Vial Correa. Este análisis preliminar consideró un nuevo rediseño del escudo, incluyendo las aplicaciones en color y el trazado de la marca con diferentes valores de línea. El dibujo, realizado por primera vez con el apoyo de softwares de edición digital, respetó la estructura basal del emblema dibujado manualmente en 1974, aunque no incluyó las representaciones del cóndor y el huemul, las cuales serán incorporadas al año siguiente.

101

La investigación aplicada en la reformulación del escudo y su repertorio de variables se tradujo en la publicación de un Manual de Normas de Comunicación

Visual que a partir de 1997 estableció, por primera vez en la historia de la Universidad, un sistema para normar los usos del símbolo universitario en diversas

aplicaciones y soportes. El proyecto estuvo a cargo de la diseñadora Ximena Ulibarri y su equipo de Publicidad Universitaria.

102

A partir del estudio de imagen corporativa desarrollado por Ximena Ulibarri y el equipo de Publicidad Universitaria en 1995, se aprobó oficialmente una nueva versión del escudo, que por primera vez incorporó normativas de color, variables de tamaño, valores de línea y una tipografía institucional basada en la escritura lapidaria de caja alta de la columna de Trajano.

103

Documento normativo para la aplicación de la identidad visual de la institución desarrollado por la Vicerrectoría de Comunicaciones y Extensión, bajo la dirección de Silvia Pellegrini y Francisca Alessandri, en conjunto con el Departamento de Diseño, a cargo de Soledad Hola, en el año 2005.

Retícula constructiva del escudo oficial ejemplificada en una página interior del Manual de Normas de Comunicación Visual de la Universidad, 1997.

104

En atención a la creciente presencia de la marca UC en todas las actuaciones de la institución, tanto en el ámbito público como en el institucional, durante el rectorado de Pedro Pablo Rosso se encargó al Departamento de Estudios Tipográficos de la Escuela de Diseño de la Universidad un estudio del rendimiento técnico del identificador gráfico y una reactualización del mismo. En la propuesta participaron los diseñadores José Manuel Allard, Eduardo Castillo, Francisco Gálvez y Juan Pablo De Gregorio. Si bien este proyecto no se implementó, estableció las bases para la normativa que será aprobada por la Dirección Superior en 2012.

105

Bajo el rectorado de Ignacio Sánchez se inició una política de fortalecimiento de la marca UC y sus submarcas. Ello significó retomar el estudio elaborado por el Departamento de Estudios Tipográficos que redundó en la aprobación definitiva del emblema oficial en 2012, desarrollo que estuvo a cargo de José Manuel Allard, Francisco Gálvez y Rodrigo Ramírez. Con la llegada del 2013, y en el marco de las celebraciones de los 125 años de historia de la Universidad, este nuevo identificador gráfico entra en vigencia, coincidiendo con un momento histórico de grandes desafíos para la institución.

107

agradecimientos

José Manuel AllardXimena Ulibarri

Rosa María EspinozaMario CorreaSoledad HolaEvelyn DidierAmelia SilvaJaviera BravoElvira Saurina

Marcela CamposDaniela Serra

Francisco GálvezBelén La RiveraOmar Faúndez

Luis Guerra

108

Las páginas interiores de este libro fueron impresas en papel bond ahuesado de 90 gramos y las tapas en cartulina duplex de 300 gramos, en los talleres de la Imprenta Maval. Para la diagramación del texto central y la bibliografía se utilizó la fa-milia tipográfica Archer, en sus variantes medium y medium italic, diseñada por Hoefler & Frere-Jones. En los subtítulos y lecturas de imágenes se ocupó la tipografía National, diseña-da por Kris Sowersby en sus va-riantes book, book italic y extra bold. Esta primera edición fue impresa en noviembre de 2013.

Nacida en el seno de la Iglesia, nuestra Universidad trabaja día a día para transformarnos en un país desarrollado, más humano, justo y solidario. Ese fue nuestro sueño en 1888: una institución que entregara profesionales con una formación académica integral y al servicio de Chile. El escudo es parte importante de nuestra identidad visual y en él se representan actualmente características que para la Universidad son fundamentales: su condición de Pontificia, de chilena y una representación de algunas de las numerosas áreas de estudio que hoy abarca.

Rector Ignacio Sánchez Díaz

Historia del escudo oficial de la Pontificia …7 Evolución del escudo oficial 1920-1924 Bajo el...

Documents

Transcript of Historia del escudo oficial de la Pontificia …7 Evolución del escudo oficial 1920-1924 Bajo el...