Hobsbawm, Erich - Las Revoluciones Burguesas

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    Las Revoluciones Burguesas Eric Hobsbawm Pgina 1 de 179

    E. J. HOBSBAWM

    LAS REVOLUCIONES

    BURGUESAS

    SEGUNDA EDICION

    EDICIONES GUADARRAMA

    Lope de Rueda, 13

    MADRIDCONTENIDO

    Fue publicado este libro porVEIUENFEI D AND NICOLSON, Londres, 1962

    con el ttulo

    THE AGE OF REVOLUTION

    Lo tradujo al castellanoBarreiro, jose Luis.

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    El presente libro estudia la transformacin delmundo entre 1789 y 1848, debida a lo que llamamos la doble revolucin la Revolucin francesa de 1789y la contempornea revolucin in-dustrial britnica. Por ello no es estrictamente ni una historia de Europa ni del mundo. No obstante, cuandoun pas cualquiera haya sufrido las repercusiones de la doble revolucin de este perodo, he procuradoreferirme a l aunque sea ligeramente. En cambio, si el impacto_ de la revolucin fue imperceptible, lo heomitido) As el lector encontrar pginas sobre Egipto y no sobre el Japn; ms sobre Irlanda que sobre

    Bulgaria; ms sobre Hispanoamrica que sobre Africa. Natural-mente, esto no quiere decir que las historias delos pases y pueblos que no figuran en este volumen tengan menos inters o importancia que las de losincluidos.Si su perspectiva es principal-mente europea, o, ms concretamente, franco-inglesa, es porque endicho perodo el mundo o al menos gran parte de l se transform en una base europea o, mejor dicho,franco-inglesa El objeto de este libro no es una narracin dehllada, sino una interpretacin y lo que los fran-ceses llaman haute vulgarisation. Su lector ideal ser el formado tericamente, el ciudadano inteligente yculto, que no siente una mera curiosidad por el pasado, sino que desea saber cmo por qu el mundo hallegado a_ser lo que es hoy y hacia dnde va. Por ello, sera pedante e inadecuado recargar el texto con unaaparatosa erudicin, como si se destinara a un pblico ms especializado. As, pues, mis notas se refieren casien absoluto a las fuentes de las citas y las cifras, y/ en algn caso a reforzr la autoridad de algunasafirmaciones que pudieran parecer demasiado sorprendentes o polmicas.Pero nos parece oportuno decir algo acerca del material en el que se ha basado una gran parte de este libro.Todos los historiadores son ms expertos (o, dicho de otro modo, ms ignorantes) en unos campos que enotros. Fuera de una zona generalmente limitada, deben confiar ampliamente en la tarea de otros

    historiadores. Para el perodo 1789-1848 slo esta literatura secundaria forma una masa impresa tan vasta,que sobrepasa el conocimiento de cualquier hombre, incluso del que pudiera leer todos los idiomas en queest escrita. (De hecho, todos los historiadores estn limitados a manejar tan slo unas pocas lenguas.) Poreso, no negamos que gran parte de este libro es de segunda y hasta de tercera mano, e inevitablementecontendr errores y cortes que algunos lamentarn como el propio autor. Al final figura una bibliografa comogua para un estudio posterior ms amplio.

    Aunque la trama de la historia no puede des-enredarse en hilos separados sin destruirla, es muy conveniente,a efectos prcticos, cierta sub-divisin del tema bsico. De una manera general, he intentado 1ividir el libro endos partes. La primera trata con amplitud el desarrollo principal del perodo, mientras la segunda esboza laclase de sociedad producida por la doble revolucin. Claro que hay interferencias deliberadas, pues la divisinno es cuestin de teora, sino de pura conveniencia.

    Debo profundo agradecimiento a numerosas personas con quienes he discutido diferentes aspectosde este libro o que han ledo sus captulos en el manuscrito o en las pruebas, pero que no sonresponsables de mis errores: sealadamente, a J. D. Bernal, Douglas Dakin, Ernst Fischer, Francis

    Haskell, FI. G. Kocnigsberger y R. F. Leslie. En particular, el captulo xiv debe mucho a las ideas deErnst Fischer. La seorita P. Ralph me prest gran ayuda como secretaria y ayudante en el acopio dedocumentacin.

    E. J. H.

    INTRODUCCION

    Las palabras son testigos que a menudo hablan ms alto que los documentos. Consideremos algunosvocablos que fueron inventados o que adquirieron su significado moderno en el perodo de sesenta aos que

    abarca este volumen. Entre ellos estn: industria, industrial, fbrica, clase media, clasetrabajadora, capitalismo y socialismo. Lo mismo podemos decir de aristocracia y de ferrocarril, deliberal y conservador, como trminos polticos, de nacionalismo, cientfico, ingeniero,proletariado y crisis (econmica). Utilitario y estadstica, sociologa y otros muchos nombres deciencias modernas, periodismo e ideologa fueron acuados o adaptados en dicha poca'. Y lo mismohuelga y depauperacin.

    Imaginar el mundo moderno sin esas palabras (es decir, sin las cosas y conceptos a las que dan nombre)es_medir la profundidad de la revolucin producida entre 1789 y 1848 que supuso la mayor transformacin enla historia humana des-de los remotos tiempos en que los hombres inventaron la agricultura y la metalurgia,

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    la escritura, la ciudad y el Estado. Esta revolucin 1 transform y sigue transformando al mundo entero. Peroal considerarla hemos de distinguir con cuidado sus resultados a la larga, que no pueden limitarse a cualquierarmazn social, organizacin poltica o distribucin de fuerzas y recursos internacionales, y su fase primera ydecisiva, estrechamente ligada -a una especfica situacin social e internacional , La gran revolucin de 1789-1848 fue el triunfo no de la industria como tal, sino de la industria capitalista; no de la libertad y laigualdad en general, sino de la clase media o sociedad bourgeoise y liberal; no de la economa

    moderna, sino de las economas y Estados en una regin geogrfica particular del mundo (parte de Europa yalgunas regiones de Norteamrica), cuyo centro fueron los Estados rivales de Gran Bretaa y Francia. Latransformacin de 1789-1848 est constituida sobre todo por el tras-torno gemelo iniciado en ambos pases ypropagado en seguida al mundo entero.

    Pero no es irrazonable considerar esta doble revolucin la francesa, ms bien poltica, y la revolucinindustrial inglesa no tanto como algo perteneciente a la historia de los dos pases que fueron sus principalesmensajeros y smbolos, sirio como el doble crter de un anchsimo volcn regional. Ahora bien, que lassimultneas erupciones ocurrieran en Francia e Inglaterra y tuvieran caractersticas ligeramente diferentes noes cosa accidental ni carente de inters. Pero desde el punto de vista del historiador, digamos, del ao 3000,como desde el punto de vista del observador chino o africano, es ms relevante notar que se produjeron unay otra en la Europa del Noroeste y en sus prolongaciones ultramarinas, y que no hubieran tenido probabilidadalguna de suceder en aquel tiempo en ninguna otra parte del mundo. Tambin es digno de sealar que en

    aquella poca hubieran sido casi inconcebibles enotra forma que no fuera el triunfo del capitales-1 mo liberaly burgus.

    Es evidente que una transformacin tan profunda no puede comprenderse sin remontarse en la historiamucho ms atrs de 1789, o al menos a las dcadas que precedieron inmediatamente a esta fecha y quereflejan la crisis de los anciens rgimes del mundo occidental del Norte, que la doble revolucin iba abarrer. Quirase o no, es menester considerar la revolucin norteamericana de 1776 como una erupcin designificado igual al de la anglo-francesa, o por lo menos como su ms inmediata precursora yacuciadora;Jquirase o no, hemos de conceder fundamental importancia a las crisis constitucionales y a lostrastornos y agitaciones econmicas de 1760-1789, que explican claramente la ocasin y la hora de la _granexplosin, aunque no sus causas fundamentales Cunto ms habramos de remontarnos en la historia hastala revolucin inglesa del siglo xvii, hasta la Re-forma y el comienzo de la conquista militar y la explotacincolonial del mundo por los europeos a principios del siglo xvi e incluso antes, no viene al caso para nuestro

    propsito, ya que semejante anlisis a fondo nos llevara mucho ms all de los lmites cronolgicos de estevolumen.

    Aqu slo necesitarnos observar que las fuerzas sociales y econmicas, y los instrumentos polticos eintelectuales de esta transformacin, ya estaban preparados en todo caso en una parte de 1 Europa losuficientemente vasta para revolucionar al resto. Nuestro problema no es sealar la aparicin de un mercadomundial, de una clase suficientemente activa de empresarios privados, o incluso (en Inglaterra) la de unEstado dedicado a sostener que el llevar al mximo las ganancias privadas era el fundamento de la poltica delgobierno. Ni tampoco sealar la evolucin de la tecnologa, los conocimientos cientficos o la ideologia de unacreencia en el progreso individua-lista, secular o racionalista.

    Podemos dar por supuesta la existencia de todo eso en 1780, aunque no podamos afirmar que fuesesuficientemente/poderosa o estuviese suficientemente difundida. Por el contrario, debemos, si acaso,ponernos enguardia contra la tentacin de pasar por alto la novedad de la doble revolucin por la familiaridadde su apariencia externa, por el hecho innegable de que los trajes, modales y prosa de Robespierre y Saint-Just no habran estado desplazados en un saln del ancien rgime, porque Jeremas Bentham, cuyas ideas

    11La mayor parte de esas palabras tienen curso internacional o fueron traducidas

    literalmente en los diferentes idiomas. As, "socialismo" y "periodismo" se in-ternacionalizaron, mientras la combinacin "camino" y

    "hierro" es la base de "ferrocarril"

    en todas partes, menos en su pas de origen.

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    reformistas acoga la burguesa britnica de 1830, fuera el hombre que haba propuesto las mismas ideas aCatalina la Grande de Rusia y porque las manifestaciones ms extremas de la poltica econmica de la clasemedia pro-cedieran de miembros de .la Cmara inglesa de los Lores del siglo xvi.

    Nuestro problema es, pues, explicar, no la existencia de esos elementos de una nueva economa y unanueva sociedad, sino su triunfo; trazar, no el progreso de su gradual zapado yminado en los siglos anteriores,sino la decisiva conquista de la fortaleza. Y tambin sealar los profundos cambios que este sbito triunfo

    ocasion en los pases ms inmediatamente afectados por l y en el I resto del mundo, que se encontraba depronto abierto a la invasin de las nuevas fuerzas, del burgus conquistador, para citar el ttulo de unareciente historia universal de este periodo.

    Puesto que la doble revolucin ocurri en una parte de Europa, y sus efectos ms importantes einmediatos fueron ms evidentes all, es inevitable que la historia a que se refiere este volumen seaprincipalmente regional. Tambin es in-evitable que por haberse esparcido la revolucin mundial desde eldoble crter de Inglaterra y Francia tomase la forma de una expansin europea y conquistase al resto delMundo. Sin embargo, su consecuencia ms importante para la historia universal fue el establecimiento del do-minio del globo por parte de unos cuantos regmenes occidentales (especialmente por el ingls) sin paraleloen la historia. Ante los mercaderes, las mquinas de vapor, los barcos y los caones de Occidente y_tambin_ ante sus , ideas, los viejos imperios y civilizaciones del mundo se derrumbaban y capitulaban.) LaIndia se convirti en una provincia adrninlstrada por procnsules britnicos, los Estados islmicos fue-ronsacudidos por terribles crisis, Africa qued abierta a la conquista directa. Incluso el gran Imperio chino se vioobligado, en 1839-1842, a abrir sus fronteras a la explotacin occidental. En 1848 nada se opona a laconquista occidental de los territorios, que tanto los gobiernos como los negociantes considerabanconveniente ocupar, y el progreso de la empresa capitalista occidental slo era cuestin de tiempo.

    A pesar de todo ello, la historia de la doble revolucin no es simplemente la del triunfo de la nuevasociedad burguesa. Tambin es la historia de la aparicin de las fuerzas que un siglo despus de 1848 habrande convertir la expansin en contraccin/ Lo curioso es que ya en 1848 este futuro cambi de fortunas eraprevisible en par-te. Sin embargo, todava no se poda creer que una vasta revolucin mundial contraOccidente pudiera producirse al mediar el siglo xx. Solamente en el mundo islmico se pueden observar losprimeros pasos del proceso por el que los conquistados por Occidente adoptan sus ideas y .tcnicas paradevolverles un da la pelota: en los comienzos de la reforma interna occidentalista del Imperio turco, hacia

    1830, y sobre todo en la significativa, pero desdeada, carrera de Mohamed Al de Egipto. Pero tambindentro de Europa estaban empezando a surgir las fuerzas e ideas que buscaban la sustitucin de la nuevasociedad triunfante. El espectro del comunismo ya rond a Europa en 1848, pero pudo ser exorcizado.Durante mucho tiempo sera todo lo in-eficaz que son los fantasmas, sobre todo en el mundo occidental msinmediatamente transformado por la doble revolucin.

    Pero si miramos al mundo de 1970 no caeremos en la tentacin de subestimar la fuerza histrica de laideologa socialista revolucionaria y de la comunista, nacidas de la reaccin contra la doble revolucin, y quehacia 1848 encontr su primera formulacin clsica. El perodo histrico iniciado con la construccin de laprimera fbrica del mundo moderno en el Lancashire y la Revolucin francesa de 1789, termina con laconstruccin de su primera red ferroviaria y la publicacin del Manifiest comunista.

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    PRIM ERA PARTE

    EVOLUCIONES

    CAPITULO I

    EL MUNDO EN 1780-1790

    Le dixhrri.tieme siecle (foil cifre mis au Panthon. SAINT-JUST 1

    Lo primero que debemos observar acerca del mundo de 1780-1790 es que era a la vez mucho mspequeo y mucho ms grande que el nuestro. Era mucho ms pequeo geogrficamente, porque incluso los

    hombres ms cultos y mejor informados que entonces vivan por ejemplo, el sabio y viajero Alexander vonHumboldt (1769-1859) slo conocan algunas partes habitadas del globo. (Los mundos conocidos deotras comunidades menos expansionistas y avanzadas cientficamente que las de la Europa occidental erantodava ms pequeos, reducidos incluso a los pequeos segmentos de la tierra dentro de los que elanalfabeto campesino de Sicilia o el cultivador de las colinas birmanas viva su vida y ms all de los cualestodo era y sera siempre absolutamente desconocido.) Gran parte de la superficie de los ocanos, por no decirtoda, ya haba sido explorada y consignada en los mapas gracias a la notable competencia de los navegantesdel siglo xvi, como James Cook, aunque el conocimiento humano del lecho de los mares seguira siendoinsignificante hasta la mitad del siglo xx. Los principales contornos de los continentes y las islas eranconocidos, aunque no con la seguridad de hoy. La extensin y altura de las cadenas montaosas europeaseran conocidas con relativa exactitud, pero las de Hispanoamrica lo eran escasamente y slo en algunaspartes, las de Asia apenas y las de Africa (con excepcin del Atlas) eran totalmente ignqradas a finesprcticos. Excepto los de China y la India, el curso de los grandes ros del mundo era desconocido para todos,salvo para algunos cazadores de Siberia y madereros norteamericanos, que conocan o podan conocer los de

    sus regiones. Fuera de unas escasas reas en algunos continentes no alcanzaban ms que unas cuantasmillas al interior desde la costa, el mapa del mundo consista en espacios blancos cruzados por las pistasmarcadas por los mercaderes o los exploradores. Pero por las burdas informaciones de segunda o terceramano recogidas por los viajeros o funcionarios en los remotos puestos avanzados, esos espacios blancos'habran sido incluso mucho ms vastos de lo que en realidad eran.

    No solamente el mundo conocido era ms pequeo, sino tambin el mundo real, al menos en trminoshumanos. Por no existir censos y empadronamientos con finalidad prctica, todos los clculos demogrficosson puras conjeturas, pero es evidente que la tierra tena slo una fraccin de la poblacin de hoy;probablemente, no ms de un tercio. Si es creencia general que Asia y Africa tenan una mayor proporcin dehabitantes que hoy, la de Europa, con unos 187 millones en 1800 (contra unos 600 millones hoy), era mspequea, y mucho ms pequea an la de las Amricas.CAproximadamente, en 1800, dos de cada trespobladores del planeta eran asiticos, uno de cada

    cinco europeo, uno de cada diez africano y~uno de cada treinta y tres americano y ocenica' Es evidente que

    esta poblacin mucho menor estaba mucho ms esparcida por la superficie del globo, salvo quiz en ciertaspequeas regiones de agricultura intensiva o elevada concentracin urbana, como algunas partes de China, laIndia y la Europa central y occidental, en donde existan densidades comparables a las de los tiemposmoderno Si la poblacin era ms pequea, tambin lo era el rea de asentamiento posible del hombre. Lascondiciones climatolgicas (probablemente algo ms fras y ms hmedas que las de hoy, aunque no tantocomo durante el perodo de la pequea edad del hielo, entre 1300 y 1700) hicieron retro-ceder los lmiteshabitables en el Artico. Enfermedades endmicas, como el pl dismo, mantenan deshabitadas muchas zonas,como las de Italia meridional, en donde las llanuras del litoral slo se iran poblando poco a poco a lo largo delsiglo xzx. Las formas primitivas de la e-cdoma, sobre todo la caza y (en Europa) la extensin territorial de la

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    transhumancia de los ganados, impidieron los grandes establecimientos en regiones enteras, como, porejemplo, las llanuras de la Apulia; los dibujos y grabados de los primeros turistas del siglo xix nos hanfamiliarizado con paisajes de la campia romana: grandes extensiones paldicas desiertas, escaso ganado ybandidos pintorescos. Y, desde luego, muchas tierras que despus se han sometido al arado, eran yermosincultos, marismas, pastizales o bosques.

    Tambin la humanidad era ms pequea en un tercer aspecto: los europeos, en su conjunto, eran ms

    bajos y ms delgados que ahora. Tomemos un ejemplo de las abundantes estadsticas sobre las condicionesfsicas de los reclutas en las que se basan estas consideraciones: en un cantn cae la costa ligur, el 72 por100 de los reclutas en1792-1799 tenan menos de 1,50 metros de estatura 2.Esto no quiere decir que loshombres de finales del siglo XVIII fueran ms frgiles que los de hov. Los flacos y desmedrados soldados dela Revolucin francesa demostraron una resistencia fsica slo igualada en nuestros das por las ligersimasguerrillas de montaa en las guerras coloniales. Marchas de una semana, con un promedio de cincuentakilmetros diarios y cargados con todo el equipo militar, eran frecuentes en aquellas tropas. No obstante locual, sigue siendo cierto que la constitucin fsica humana era muy pobre en relacin con la actual, como loindica la excepcional importancia que los reyes y los ge.perales concedan a los mozos altos, que formabanlos regimientos de lite, guardia real, coraceros, etc.

    Pero si en muchos aspectos el mundo era ms pequeo; la dificultad e incertidumbre de las co-municacinc5 lo haca en la prctica mucho mayor que hoy. No quiero exagerar estas dificulta-des. La

    segunda mitad del siglo XVIII fue, respectoaEdad Media y los siglos xvi y xvii, una de las guerras napolenicasy el advenimiento del ferrocarril, proporcion no solamente una relativa velocidad el ser-vicio postal desdePars a Estrasburgo empleaba treinta y seis horas en 1833-, sino tambin regularidad. Pero_ las posibilidadespara el transporte de viajeros por tierra eran escasas, y el transporte de mercancas era a la vez lento ycarsimo. Los gobernantes y grandes comerciantes no estaban aislados unos de otros: se estima que veintemillones de cartas pasaron por los correos ingleses al principio de las guerras con Bonaparte (al final de lapoca que estudiamos seran diez veces ms); pero para la mayor parte de los habitantes del mundo, lascartas eran algo inusitado y no podan leer o viajar excepto tal vez a las ferias y mercados fuera de locorriente. Si tenan que desplazarse o enviar mercancas, haban de hacerlo a pie o utilizando lentsimoscarros, que todava en las primeras dcadas del siglo xix transportaban cinco sextas partes de las mercancasfrancesas a menos de 40 kilmetros por da. Los correos de gabinete volaban a travs de largas distancias consu correspondencia oficial; los postillones conducan las diligencias sacudiendo los huesos de una docena de

    viajeros o, si iban equipadas con la nueva suspensin de cueros, hacindoles padecer las torturas del mareo.Los nobles viajaban en sus carrozas particulares. Pero para la mayor parte del mundo la velocidad del ca-rretero caminando al lado de su caballo o su mula imperaba en el transporte por tierra.

    En estas circunstancias, el transporte acutico era no sl ms fcil y barid , sino tambin a menudo msrpido si los vientos y el tiempo eran favorables. Durante su viaje por Italia, Goethe emple cuatro y tresdas, respectivamente,' en ir y volver navegando de Npoles a Sicilia. Cunto tiempo habra tardado enrecorrer la misma distancia por tierra con muchsima menos comodidad? Vivir cerca de un puerto era vivircerca del mundo. Realmente, Londres estaba ms cerca de Plymouth o de Leith que de los pueblos deBreckland en. Norfolk; Sevilla era ms accesible desde Veracruz que desde Valladolid, y Hamburgo desdeBaha que desde el interior de Pomerania. El mayor inconveniente del transporte acutico era suintermitencia. Hasta 1820, los correos de Londres a Hamburgo y Holanda slo se hacan dos veces a lasemana; los de Suecia y Portugal, una vez por semana, y los de Norteamrica, una vez al mes. A pesar de locual no cabe duda de que Nueva York y Boston estaban en contacto mucho ms estrecho que, digamos, el

    condado de Maramaros, en los Crpatos, con Budapest. Tambin era ms fcil transportar hombres ymercancas en cantidad sobre la vasta extensin de los ocanos por ejemplo, en cinco aos (1769-1774)salieron de los puertos del Norte de Irlanda 44.000 personas para Am-_rica, mientras slo salieron cinco milpara Dundee en tres generaciones y unir capitales `distantes que la ciudad y el campo del mismo pas. Lanoticia de la cada de la Bastilla tard trec das en llegar a Madrid, y, en cambio, no se recibi en Pronne,distante slo de Pars 133 kilmetros, hasta el 28 de julio.

    Por todo ello, el mundo de 1789 era incalculablemente vasto para la casi totalidad de sus habitantes. Lamayor parte de stos, de no verse desplazados por algn terrible acontecimiento o el servicio militar, vivany moran en la regin, y con frecuencia en la parroquia de su nacimiento: hasta 1861 ms de nuevepersonas por cada diez en setenta de los noventa departamentos franceses vivan en el departamento en

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    que- nacieron. El resto del globo era asunto e los agentes de gobierno y materia de rumor. No ha.a^pertc

    li: cos, salvo para un escaso nmero de lectores de las clases media y alta la circulacincorriente de un peridico francs era de 5.000_ ejemplares' en 1814, y en todo caso muchos no sabanleer Las noticias eran difundidas por los viajeros y la parte mvil de la poblacin: mercaderes y buhoneros,viajantes, artesanos y trabajadores de la tierra sometidos a la migracin de la siega o la vendimia, la ampliay variada poblacin vagabunda, que comprenda desde frailes mendicantes o peregrinos hastacontrabandistas, bandoleros, salteadores, gitanos y titiriteros y, desde luego, a travs de los soldados que

    caan sobre las poblaciones en tiempo de guerra o las guarnecan en tiempos de paz. Naturalmente, tambinllegaban las noticias por las vas oficiales del Estado o la Iglesia. Pero incluso la mayor parte de los agentesde uno y otra eran personas de la localidad elegidas para prestar en ella un servicio vitalicio.

    Aparte de en las colonias, el funcionario nombra-do por el gobierno central y enviado a una serie depuestos provinciales sucesivos, casi no exista todava. De todos los empleados del Estado, quiz slo losmilitares de carrera podan esperar vivir una vida un poco errante, de la que slo les consolaba la variedadde vinos, mujeres y caballos de su pas.

    II

    El mundo de 1789 era preponderantemente rurtt -:y --no - puede.- comprenderse si no nos 'damos cuentaexacta de este hecho. En pases como Rusia, Escandinavia o los Balcanes, en donde la cm ad mi haba

    florecido demasiado, del 90 al 97 por 100 de la poblacin era campesina. Incluso en regiones con fuerte,aunque decada, tradicin urbana, el tanto por ciento rural o agrcola era altsimo: el 85 en Lombarda, del 72al 80 en Ve-necia, ms del 90 en Calabria y Lucania, segn datos dignos de crdito'. De hecho, fuera dealgunas florecientes zonas industriales o comercia-les, difcilmente encontraramos un gran pas europeo enel que por lo menos cuatro de cada cinco de sus habitantes no fueran campesinos. Hasta en la propiaInglaterra, la poblacin urbana slo super por primera vez ala rural .en .1851.

    La_palabra: _ui_bana>_> es ambigua, desde luego. Comprende a las dos ciudades europeas que en1789 podan ser llamadas verdaderamente gran-eles por el nmero de sus habitantes: Londres, con casi unmilln; Pars, con _casi medio, y al-ganas otras con cien mil "ms o menos dos en Francia, dos en Alemania,quiz cuatro en Espaa, quiz cinco en Italia (el Mediterrneo era tra-'.dicionalmente la patria de lasciudades), dos en Rusia y una en Portugal, Polonia, Holanda, Austria, Irlanda, Escocia y la Turqua europea.Pero tambin incluye la multitud de pequeas ciudades provincianas en las que vivan realmente la mayorparle de sus habitantes: ciudades en las que un hombre poda trasladarse en cinco minutos desde lacatedral, rodeada de edificios pblicos y casas de personajes, al campo. Del 19 por 100 de los austracosque todava al final de nuestro perodo (1834) vivan en ciudades, ms de las tres cuartas partes residan enpoblaciones de menos de 20.000 habitantes, y casi la mitad en pueblos de dos a cinco mil habitantes. Estaseran las ciudades a travs de las cuales los jornaleros franceses hacan su vuelta a Francia; en cuyos perfilesmedievales, conservados intactos por la Paralizacin de los siglos, los poetas romnticos alemanes seinspiraban sobre el teln de fondo de sus tranquilos paisajes, sobre cuyos riscos se alzaban las torres de lascatedrales espaolas; entre las cuales, en las sucias juderas, discutan los rabinos las sutilezas de la leydivina; a las que el inspector general de Gogol llegaba para aterrorizar a los ricos y Chichikof, para estudiarla compra de las almas muertas. Pero stas eran tambin las ciudades de las que los jvenes ambiciosossalan para hacer revoluciones, millones o ambas cosas a la vez. Robespierre sali de. Arras; GracchusBabcuf, de San Quintn; Napolen Bonaparte, de Ajaccio.

    Estas ciudades provincianas no eran menos urbanas por ser pequeas. Los verdaderos eluciaclanos mirabanpon- encima del hombro al campo circundante con el desprecio que el vivo y sabihondo siente por el fuerte, ellento, el ignorante y el estpido. (No obstante, el nivel de cultura de los habitantes de estas adormecidasciudades campesinas no era como para vanagloriarse: las comedias populares alemanas ridiculizan tancruelmente a las krachzvinkcl, o pequeas municipalidades, como a los ms zafios patanes.) La lneafronteriza entre ciudad y campo, o, mejor dicho, entre ocupaciones urbanas y ocupaciones rurales, era rgida.En muchos pases la barrera de los consumos, y a veces hasta la vieja lnea de la muralla, divida a ambas. Encasos extremos, como en Prusia, el gobierno, deseoso de conservar a sus ciudadanos contribuyentes bajo supropia supervisin, procuraba una total separacin de las actividades urbanas y rurales. Pero aun en donde noexista esa rgida divisin administrativa, los ciudadanos eran a menudo fsicamente distintos de loscampesinos. En una vasta extensin de la Europa oriental haba islotes germnicos, judos o italianos en lagoseslavos, magiares o rumanos. Incluso los ciudadanos de la misma nacionalidad y religin parecandistintos delos campesinos de los contornos: vestan otros trajes y realmente en muchos casos (excepto en la explotada

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    poblacin obrera y artesana del interior) eran ms altos, aunque quiz tambin ms ciclgados 2. Ciertamentese enorgullecan de tener ms agilidad mental y ms cultura, y tal vez la tuvieran. No obstante, en su manerade vivir eran casi tan ignorantes de lo que ocurra fuera de su ciudad y estaban casi tan encerrados en ellacomo los aldeanos en sus aldeas.

    Sin embargo, la ciudad provinciana perteneca esencialmente a la economa y a la sociedad de la comarca. Viva a expensas de los aldeanos de las cercanas y (con raras excepciones) casi como ellos. Sus clasesmedia_y_-d?rfe ionl_ eran los traficantes en cereales y ganado; los transforma-dores de los productos

    agrcolas; los abogados y notarios que llevaban los asuntos d-

    los-grrides propietarios y los interminableslitigios que forman parte de la posesin y explotacin de la tierra; los mercaderes que adquiran y revendanel trabajo de las hilanderas, tejedoras y encajeras de las aldeas; los ms respetables representantes delgobierno, el seor o la Iglesia. Sus artesanos y tenderos abastecan a los campesinos y a los ciudadanos quevivan del campo. La ciudad provinciana haba declinado tristemente desde sus das gloriosos de la EdadMedia. Ya no eran como antao ciudades libres o ciudades-Estado, sino rara vez un centro demanufacturas pata un mercado ms amplio o un puesto estratgico para el comercio internacional. A medidaque declinaba, se aferraba con obstinacin al monopolio de su mercado, que defenda contra todos loscompetidores: gran parte del provincianismo del que se burlaban los jvenes radicales y los negociantes delas grandes ciudades proceda de ese movimiento de autodefensa econmica. En la Europa meridional, granparte de la nobleza vi-va ene ellas de las rentas de sus fincas. En Alemania, las burocracias de losinnumerables principados que apenas eran ms que inmensas fincas satisfacan los caprichos y deseosde sus serensimos seores con las rentas obtenidas de un campesinado sumiso y respetuoso.a ciudadprovinciana de finales del siglo xvi pudo ser una comunidad prspera y expansiva, como toda-va atestiguan

    en algunas partes de Europa occidental sus conjuntos de piedra de un modesto estilo neoclsico o rococ.Pero toda esa prosperidad y expansin proceda del camp

    III

    El problema agrario era por eso fundamental , en el mundo de 1789, y es fcil comprender por 1 que laprimera escuela sistemtica de economistas continentales los fisicratas franceses consideraronindiscutible- que la -tierra, y-Ta -renta de la tierra, eran la nica fuente de ingresos. Y_c ue . el eje delproblema ,agracio-,era la relacin entre quienes poseen la tierra y quienes la cultivan, en-

    j tre los queproducen su riqueza y los que la acumulan. Desde el punto de vista de las relaciones de la propiedad agraria,podemos dividir a Europa o ms bien al complejo econmico cuyo centro radica en la Europa occidentalen tres grandes sectores. Al Oeste de Europa estaban las colonias ultramarinas. En ellas, con la notable

    excepcin . de los Estados Unidos de Amrica_ del_ Nor.te....y algunos pocos - territorios menos importantesde cultivo independiente, el cultivador tpico era el indio, que trabajaba como un labrador forzado o un virtualsiervo, o el negro, que trabajaba como esclavo; menos frecuente era el arrendatario que cultivaba_ la .tierrapersonalmente. (En las coloi.;as de las Indias Orientales, donde el cultivo di-recto por los plantadoreseuropeos era rarsimo, la forma tpica obligatoria impuesta por los poseedores de la tierra era la entregaforzosa de determinada cantidad de producto de una cose-cha: por ejemplo, caf o especias en las islas ho-landesas.) En otras plabras,_el cultivador tpico no era libre o estaba sometido a una coaccin poltica. Eltpico terrateniente era el propietario de un vasto territorio casi feudal (hacienda, finca, estancia) o de unaplantacin de esclavos? La economa caracterstica de la posesin casi feudal era primitiva y autolimitada, o,en todo caso, regida por las demandas puramente regionales: la Amrica _esp ola exportaba productos demine-ra, tambin extrados por los indios virtual-mente siervos, pero apenas nada de productos agrcolas.La economa caracterstica de la zona de plantaciones de esclavos, cuyo centro estaba en las islas del Caribe,a lo largo de las costas septentrionales de Amrica del Sur (especialmente en el Norte del Brasil) y las del Sur

    de los Estados Unidos, era la obtencin de importantes cosechas de productos de exportacin, sobre todo elazcar, en menos extensin tabaco y caf, colorantes y, desde -cl principio de la revolucion in-, clustrial, elalgodn ms que_nacla. Este formaba por ello parte integrante de la economa europea y, a travs de la trata

    21 En 1823-1827 los ciudadanos de Bruselas medan tres centmetros ms que los

    hombres de las aldeas rurales, y los de Lovaina, dos centmetros ms. Existe un consi-derable volumen de estadsticas militares sobre este punto, aunque todas corresponden alsigloxix (Quctelet, cit. por Manouvrier, Sur la taille des parisiens, "Bulletin de la SocietAnthropologique de Paris", 1888, pg. 171.

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    de esclavos, de la africana. Fundamentalmente, la historia de esta zona en el perodo de que nos ocupamospodra resumirse en la decadencia del azcar y la preponderancia del algodn.

    Al Este de Europa occidental, ms especifica-mente an, al Este de la lnea que corre a lo largo del Elba, lasfronteras occidentales de lo que hoy es Checoslovaquia, y que llegaban hasta el Sur de Trieste, separando el

    Austria oriental de la occidental, estaba la regin de la servidumbre agraria. Socialmente, la Italia al Sur de laToscana y la Umbra, y la Espaa meridional, pertenecan a esta regin; pero no Escandinavia (con la excep-

    cin parcial de Dinamarca y el Sur de Suecia). Esta vasta zona contena algunos sectores de cultivadorestcnicamente libres: los colonos alemanes se esparcan por todas partes, desde Eslovenia hasta el Volga, enclanes virtualmente indepenclientes en las abruptas montaas de Iliria, casi igualmente que los hoscoscampesinos guerreros que eran los panderos y cosacos, que haban constituido hasta poco antes la fronteramilitar entre los cristianos y los turcos y los trtaros, labriegos independientes del seor o el Estado, oaquellos que vivan en los grandes bosques en donde no exista el cultivo en gran escala. En conjunto, sinembargo, el cultivador tpico no era libre, sino que realmente estaba ahogado en la marea de la servidumbre,creciente casi sin interrupcin desde finales del siglo xv o principios del xvi. Esto era menos patente en laregin de los Balcanes, que haba estado o estaba todava bajo la directa administracin de los turcos. Aunqueel primitivo sistema agrario del prefeudalismo turco, una rgida divisin de la tierra en la que cada unidadmantena, no hereditariamente, a un guerrero turco, haba degenerado en un sistema de propiedad ruralhereditaria bajo seores mahometanos. Es-tos seores rara vez se dedicaban a cultivar sus tierras,

    limitndose a sacar lo que podan de sus campesinos. Por esa razn, los Balcanes, al Sur del Danubio y elSave, surgieron ce la dominacin turca en los siglos XIX y xx como pases fundamentalmente campesinos,aunque muy pobres, y no como pases de propiedad agrcola concentra-da. No obstante lo cual, el campesinobalcnico era legalmente tan poco libre como un cristiano, y de hecho tan poco libre como un campesino, almenos en cuanto concerna a los seores.

    En el resto de la zona, el campesino tpico era un siervo que dedicaba una gran parte de la se-mana atrabajos forzosos sobre la tierra del se-or u otras obligaciones-por el estilo. Su falta de libertad poda ser tangrande que apenas se diferenciara de la esclavitud, coino en Rusia y en algunas partes. de Polonia, en dondepodan ser vendidos separadamente de la tierra. Un anuncio insertado en la' Gaceta de Mosc, en 1801,de-ca: Se venden tres cocheros, expertos y de buena presencia, y dos muchachas, de dieciocho y quinceaos, ambas de buena presencia y expertas en diferentes clases de trabajo manual. La misma casa tiene enventa dos peluqueros: uno, de veintin aos, sabe leer, escribir, tocar un instrumento musical y servir comopostilln; el otro es til para arreglar el cabello a damas y caballeros y afinar pianos y rganos. (Una granpro-porcin de siervos servan como criados domsticos; en Rusia eran por lo menos el 5 por 100 3.) En lacosta del Bltico la principal ruta comercial con la Europa occidental, los siervos campesinos producangrandes cosechas para la exportacin al Oeste, sobre todo cereales, lino, camo y maderas para laconstruccin de barcos. Por otra parte, tambin suministraban mucho al mercado regional, que contena almenos una regin accesible de importancia industrial y des-arrollo urbano: Sajonia, Bohemia y la gran ciudadde Viena. Sin embargo, gran parte de la zona permaneca atrasada. La apertura de la ruta del Mar Negro y lacreciente urbanizacin de Europa occidental, y principalmente de Inglaterra, acababan de empezar haca pocoa estimular las exportaciones de cereales del cinturn de tierras negras rusas, que seran casi la nicamercanca exportada por Rusia hasta la industrializacin de la URSS. Por ello, tambin el rea servil orientalpuede considerarse, lo mismo que la de las colonias ultramarinas, como una economa dependiente deEuropa occidental en cuanto a alimentos y materias primas.

    Las regiones serviles de Italia y Espaa tenan caractersticas econmicas similares, aunque la situacinlegal de los campesinos era distinta. En trminos generales, haba zonas de grandes pro-piedades de lanobleza. No es imposible que algunas de ellas fueran en Sicilia y en Andaluca descendientes directas de loslatifundios romanos, cuyos esclavos y colonise convirtieron en los caractersticos labradores sin tierra de

    dichas regiones. Las grandes dehesas, los cereales (Sicilia siempre fue riqusimo granero) y la extorsin detodo cuanto poda obtenerse del msero campesinado, producan las rentas de los grandes seores a los quepertenecan4.

    3a II. Se: Esquisse d'une histoire du rgime agraire en Etirope au XVIII et XIX sicles, 1921. pg. 184. J.

    Blum: Lord and Peasant in Russia, 1961, pgs. 455-460.

    4Despus de 1918 fueron confiscadas en Checoslovaquia ochenta propiedades de

    ms de 10.000 hectreas. Entre ellas las de 200.000 _ de los Schoenborn y los Schwar-

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    El seor caracterstico de las zonas serviles era pues, un noble propietario y cultivador o explotador degrandes haciendas, cuya extensin produce vrtigos a la imaginacin: Catalina la Grande re-parti unoscuarenta a cincuenta mil siervos entre sus favoritos; los Radziwill, de Polonia, tenan propiedades mayoresque la mitad de Irlanda; los Potocki posean milln y medio de hectreas en Ucrania; el conde hngaroEsterhazy (patrn de Haydn) lleg a tener ms de dos millones. Las propiedades de decenas de miles dehectreas eran numerosas Aunque descuidadas y cultivadas con procedimientos primitivos muchas de ellas,producan rentas fabulosas. El grande de Espaa poda como observaba un visitante francs de los

    desolados fundos de la casa de Medina-Sidonia

    reinar como un len en la selva, cuyo rugido espantaba acualquiera que pudiera acercarse', pero no estaba falto de dinero, igualando los amplios recursos de losmilores ingleses.

    Adems de los magnates, otra clase de hidalgos rurales, de diferente magnitud y recursos econmicos,expoliaba tambin a los campesinos. En algunos pases esta clase era abundantsima, y, por tanto, pobre ydescontenta. Se distingua de los plebeyos principalmente por sus privilegios sociales y polticos y su pocaaficin a dedicarse a cosas como el trabajo indignas de su condicin. En Hungra y Polonia esta claserepresentaba el 10 por 100 de la poblacin total, y en Espaa, a finales del siglo xviiz, la componan me-diomilln de personas, y en 1827 equivala al 10 por 100 de la total nobleza europea "; en otros sitios eramucho menos numerosa.

    IV

    Socialmente, la estructura agraria en el resto de Europa no era muy diferente. Esto quiere decir que, parael campesino o labrador, cualquiera que poseyese una finca era un caballero, un miembro de la clasedirigente, y viceversa: la condicin de noble o hidalgo (que llevaba aparefiados privilegios sociales ypolticos y era el nico camino para acceder a los altos puestos del Estado) era inconcebible sin una granpropiedad. En muchos pases de Europa occidental el orden feudal implicado por tales maneras de pensares-taba vivo polticamente, aunque cada vez resulta. ba ms anticuado en lo econmico. En realidad, suranciedad, que haca aumentar las rentas cic los nobles y los hidalgos, a pesar del aumento de precios y degastos, haca a los aristcratas explotar cada vez ms su posicin econmica inalienable y los privilegios desu nacimiento y condicin. En toda la Europa continental los nobles expulsaban a sus rivales de origen. msmodesto de los cargos provechosos dependientes de la corona: desde Suecia, en donde la proporcin deoficiales plebeyos baj del 66 por 100 en 1719 (42 por 100 en 1700) al 23 por 100 en 1780hasta Francia,en donde esta reaccin feudal precipitara la revolucin._ Pero incluso en donde haba en algunosaspectos cierta flexibilidad, como en Francia, en que el ingreso en la nobleza territoreald a reltivrricntcfcil, o como r en Inglaterra, en donde la condicin de noble y propietario se alcanzaba como recompensapor servicios o riquezas de otro gnero, el vnculo entre gran pro-piedad rural y clase dirigente segua firmey acab por hacerse ms cerrado.Sin embargo, econmicamente, la sociedad rural occidental era muy diferente. El campesino haba perdido

    mucho de su condicin servil en los ltimos tiempos de la Edad Media, aunque subsistieran a menudomuchos restos irritantes de dependencia legal.' Los fundos caractersticos ha-ca tiempo que hban dejadode ser una unidad de explotacin econmica convirtindose en un sistema de percibir rentas y otrosingresos en di-

    nero. El campesino, ms o menos libre, grande, mediano o pequeo, era el tpico cultivador del suelo. Siera arrendatario de cualquier clase, pagaba una renta (o, en algunos sitios, una parte de la cosecha) alseor. Si tcnicamente era un propietario, probablemente estaba sujeto a una serie de obligacionesrespecto al seor local, que podan o no convertirse en dinero (como la obligacin de vender su trigo almolino del seor), lo mismo que pagar impuestos al prncipe, diezmos a la Iglesia y prestar algunosservicios de trabajo forzoso, todo lo cual contrastaba con la relativa atencion de los estratos sociales mselevados.,exencin, si estos lazos polticos se hubieran roto, una gran parte de Europa habra surgidocomo un rea de agricultura campesina; generalmente una en la que una minora de ricos campesinoshabra tendido a convertirse en granjeros comerciales, vendiendo un permanente sobrante de cosecha almercado urbano, y en la que una mayora de campesinos medianos y pequeos habra viyido con ciertaindependencia de sus recursos, a me-nos que stos fueran tan pequeos que les obligaran a dedicarsetemporalmente a otros trabajos, agrcolas o industriales, que les permitieran aumentar sus ingresoS. /

    Slo unas pocas comarcas haban impulsado el desarrollo agrario dando un paso adelante hacia unaagricultura puramente capitalista, principal-mente en Inglaterra.' La gran propiedad estaba muyconcentrada, pero el tpico cultivador era un comerciante de tipo medio, granjero-arrendatario que

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    operaba con trabajo alquilado. Una gran cantidad de pequeos propietarios, habitantes en cho-zas,embrollaba la situacin. Pero cuando sta cambi (entre 1760 y 1830, aproximadamente), lo que surgino fue una agricultura campesina, sino una clase de empresarios agrcolas los granjeros y un granproletariado agrario. Algunas regiones europeas en donde eran tradicionales las nversiones comercialesen la labranza como en ciertas partes de Italia y los Pases Bajos-- o en donde se producan cosechascomerciales especializadas, mostraron tambin fuertes tendencias capitalistas, pero ello fue excepcional.Una excepcin posterior fue Irlanda, desgraciada isla en la que se combinaban ras desventajas de las

    zonas s retrasadas de Europa con las de la proximidad a la economa ms avanzada. Un puado de lati-fundistas absentistas parecidos a los de Sicilia y Andaluca, explotaban a una vasta masa de pequeosarrendatarios cobrndoles sus rentas en dinero.Tcnicamente, la agricultura europea era todava, con laexcepcin de unas pocas regiones avanzadas, tradicional, a la vez que asombrosamente ineficiente. Susproductos seguan siendo los ms tradicionales: trigo, centeno, cebada, avena y, en Europa oriental,alforfn, el alimento bsico del pueblo; ganado vacuno, lanar, cabro y sus productos, cerdos y aves decorral, frutas y verduras y cierto nmero de materias primas industriales como lana, lino, camo paracordaje, cebada y lpulo para la cervecera, etc. La alimentacin cte Europa todava segua siendo re-gional. Los productos de otros climas eran rarezas rayanas en el lujo, con la excepcin quiz del azcar,el ms importante producto alimenticio importado de los trpicos y el que con su dulzura ha creado msamargura para la humanidad que cualquier otro. En Inglaterra (reconocido como el pas ms adelantado)el promedio de consumo anual por cabeza en 1790 era de 14 libras. Pero incluso en Inglaterra, elpromedio de consumo de t per capitaera 1,16 libras, o sea, apenas dos onzas al mes.

    Los nuevos productos importados de Amrica o de otras zonas tropicales haban avanzado algo.

    En la Europa meridional y en los Balcanes, el maz (cereal indio) estaba ya bastante difundido y habacontribuido a asentar a los campesinos nmadas en sus tierras de los Balcanes, y en el Norte de Italia elarroz empezaba a hacer progresos. El tabaco se cultivaba en varios pases, ms como monopolio del gobiernopara la obtencin de rentas, aunque su consumo era insignificante en comparacin con los tiemposmodernos: el ingls medio de 1790 que fumaba, tomaba rap o mascaba tabaco no consuma ms de unaonza y un tercio por mes. El gusano de seda se criaba en numerosas regiones del Sur de Europa. El msimportante de esos nuevos productos la patata empezaba a abrirse paso poco a poco, excepto en Irlanda,en donde su capacidad alimenticia por hectrea, muy superior a la de otros, la haba popularizadorpidamente. Fuera de Inglaterra y los Pases Bajos, el cultivo de los tubrculos y forrajes era excepcional, yslo con las guerras napolenicas empez la produccin masiva de remolacha azucarera.

    El siglo XVIII no supuso, desde luego, un estancamiento agrcola. Por el contrario, una gran era deexpansin demogrfica, de aumento de urbanizacin, comercio y manufactura, impuls y hasta exigi eldesarrollo agrario. La segunda mitad del siglo vio el principio del tremendo, y desde entonces ininterrumpido,

    aumento de poblacin, caracterstico del mundo moderno: entre 1755 y 1784, por ejemplo, la poblacin ruralcid Brabante (Blgica) aument en un 44 por 100'. Pero lo que origin numerosas campaas para el pro-greso agrcola, lo que multiplic las sociedades de labradores, los informes gubernamentales y laspublicaciones propagandsticas desde Rusia has-ta Espaa, fue, ms que sus progresos, la cantidad deobstculos que dificultaban el avance agrario.

    V

    El mundo de la agricultura resultaba perezoso, salvo quiz para su sector capitalista. El del comercio y elde las manufacturas y las actividades tcnicas e intelectuales que surgan con ellos era confiado, animado yexpansivo, as como eficientes, decididas y optimistas las clases que de ambos se beneficiaban. El observadorcontemporneo se senta sorprcncliclsimo por el vasto des-pliegue de trabajo, estrechamente unido a laexplotacin colonial. Un sistema de comunicaciones martimas, que aumentaba rpidamente en volumen y

    capacidad, circundaba la tierra, beneficiando a las comunidades mercantiles de la Europa del Atlntico Norte,que usaban el podero colonial para despojar a los habitantes de las Indias Orientales " de sus gneros,exportndolos a Europa y Africa, en donde estos y otros productos europeos servan para la compra deesclavos con destino a los cada vez ms importantes sistemas de plantacin de las Amricas. Lasplantaciones americanas exportaban por su parte en cantidades cada vez mayores su azcar, su algodn,etc., a los puertos del Atlntico y del Mar del Norte, desde donde se redistribuan hacia el Este junto con losproductos y manufacturas tradicionales del intercambio comercial Este-Oeste: textiles, sal, vino y otrasmercancas. Del Oriente europeo venan granos, madera de construccin, lino (muy solicitado en lostrpicos), camo.

    Tambin con alguna extensin al Extremo Oriente, en donde compraban sedas, t, porcelana, etc.,

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    productos de los que era creciente la demanda en Europa, Pero la independencia poltica de China y el Japnquitara a este comercio una parte de su carcter de piratera.

    hierro de esta segunda zona colonial. Y entre las economas relativamente desarrolladas de Europa queincluan, hablando en trminos econmicos, las activas comunidades de pobladores blancos en las coloniasbritnicas de Amrica del Norte (desde 1783, los Estados Unidos_ de _Amrica)la red cmrcial ! se hacams y ms den aEl nabab o indiano, que regresaba de las colonias con una fortuna muy superior a lossueos de la avaricia provinciana; el comerciante y armador, cuyos esplndidos puertos Burdeos, Bristol,Liverpool haban sido construidos o reconstruidos en el siglo, parecan los verdaderos triunfadoreseconmicos de la poca, slo comparables a los grandes funcionarios y financieros que amasaban suscaudales en el provechoso servicio de los Estados, pues aqulla era la poca en la que el trmino oficioprovechoso bajo la corona tena un significado literal. Aparte de ellos, la clase media de abogados,administradores de gran-ces fincas, cerveceros, tenderos y algunas otras profesiones que acumulaban unamodesta riqueza a costa del mundo agrcola, vivan unas vidas humildes y tranquilas, e incluso el industrialpare-ca poco ms que un pariente pobre. Pues aunque la minera y la industria se extendan con rapidez entodas partes de Europa, el mercader (y en Europa oriental muy a menudo tambin el seor feudal) seguasiendo su verdadero director.

    Por esta razn, la principal forma de expansin de la produccin industrial fue la denomina-da sistemadomstico, por el cual un mercader compraba todos los productos del artesano o del trabajo no agrcola delos campesinos para venderlo luego en los grandes mercados. El simple crecimiento de este trfico creinevitablemente unas rudimentarias condiciones para un temprano capitalismo industrial. El artesano,

    vendiendo su produccin total, poda convertirse en algoms que un trabajador pagado a destajo, sobre todosi el gran mercader le proporcionaba el material en bruto o le suministraba algunas herramientas. Elcampesino que tambin teja poda convertirse en el tejedor que tena tambin una parcelita de tierra. Laespecializacin en los procedimientos y funciones permiti dividir la vieja artesana o crear un grupo detrabajadores semiexpertos entre los campesinos. El antiguo maestro artesano, o algunos grupos especialesde artesanos o algn grupo local de intermediarios, pudieron convertirse en algo semejante a subcontratistaso patronos. Pero la llave maestra de estas formas descentralizadas de produccin, el lazo de unin deltrabajo de las aldeas perdidas o los suburbios de las ciudades pequeas con el mercado mundial, era siemprealguna clase de mercader. Y los industriales que surgieron o estarin punto de surgir de las filas de lospropios productores eran pequeos operarios a su lado, aun cuando n dependieran directamente de aqul.Hubo algunas raras excepciones, especial-mente en la Inglaterra industrial. Los forjadores, y otros hombrescomo el gran alfarero Josiah Wedgwood, eran personas orgullosas y respeta-das, cuyos establecimientos

    visitaban los curiosos de toda Europa. Pero el tpico industrial (la pa-labra no se haba inventado todava)segua sien-do un suboficial ms bien que un capitn de industria.

    No obstante, cualquiera que fuera su situacin, las actividades del comercio y la manufactura florecanbrillantemente)Inglaterra, el pas europeo ms prspero del siglo XVIII, deba su podero a su progresoeconmico. Y hacia 1780 todos los gobiernos continentales que aspiraban a una poltica racional, fomentabanel progreso econmico y, de manera especial, el desarrollo industrial, pero no todos con el mismo xito. Lasciencias, no divididas todava como en el acadmico siglo t rx en una rama superior pura y en otra inferioraplicada, se dedicaban a resolver los problemas de la produccin: Cos avances ms sorprendentes en1780 fueron los de la qumica ms estrechamente ligada por la tradicin la prctica de los talleres y a lasnecesidades de la industria. La gran Enciclopediade Dide_rot y D'Alembert no fue slo un compendio delpensamiento progresista poltico y social, sino tambin del progreso tcnico y cientfico.[Pues, en efecto, laconviccin del progreso del conocimiento humano, el racionalismo, la riqueza, la civilizacin y el dominio de

    la naturaleza de que tan profundamente imbuido estaba el siglo xviii, la Ilustracin, debi su fuerza, antetodo, al evidente progreso de la produccin y el comercio, y al racionalismo econmico y cientfico, que secrea asociado a ellos de manera inevitable. Y sus mayores paladines fueron las clases ms progresistaseconmicamente, las ms directamente implicadas en los tangibles adelantos de los tiempos: los crculosmercantiles y los grandes seores econmicamente ilustrados, los financieros, los funcionarios con formacineconmica y social, la clase media edueada los fabricantes y los empresariogTales hombres saludaron a unBenjamin Franklin, impresor y periodista, inventor, empresario, estadista y habilsimo negociante, como elsmbolo del futuro ciudadano, activo, razonador y autoformado. Ta-les hombres, en Inglaterra, en donde loshombres nuevos no tenan necesidades de encarnaciones revolucionarias trasatlnticas, formaron las

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    sociedades provincianas de las que brotaran muchos avances cientficos, industriales y polticos. La SociedadLunar (Lunar Society) de Birmingham, por ejemplo; contaba entre sus miembros al citado Josiah Wedgwood,al inventor de la mquina de vapor, James Watt, y a su socio Matthew Boulton, al qumico Priestley, albilogo precursor de las teoras evolucionistas Erasmus Darwin (abuelo de un Darwin ms famoso), al granimpresor Baskcrvillc.(Todos estos hombres, a su vez, pertenecan a las logias masnicas, en las que nocontaban las diferencias dclase y se propagaba con celo desinteresado la ideologa de la Ilustracin).

    Es significativo que los dos centros principales de esta ideologa Francia e Inglaterra lo fuerantambin de la doble revolucin; aunque de hecho sus ideas alcanzaron mucha mayor difusin en susfrmulas francesas (incluso cuando stas eran versiones galas de otras inglesas). Un individualismo secular,racionalista y progresivo, doininaba el pensamiento ilustrado. Su objetivo principal era liberar al individuode las cadenas que le opriman: el tradicionalismo ignorante de la Edad Media que todava proyectaba sussombras sobre el mundo; la supersticin de las Iglesias (tan distintas de la religin natural o racional);de la irracionalidad que divida a los hombres en una jerarqua de clases altas y bajas segn el nacimiento oalgn otro criterio desatinado. La libertad, la igualdad y luego la fraternidadde todos los hombres eransus lemas. (En debida forma seran tambin los de la Revolucin francesa.) El reinado de la libertadindividual no podra tener sino las ms beneficiosas consecuencias. El libre ejercicio del talento individual enun mundo de razn producira los ms extraordinarios resultados. La apasionada creencia en el progreso deltpico pensador ilustrado reflejaba el visible aumento en conocimientos y tcnica, en riqueza, bienestar y

    civilizacin que poda ver en torno suyo y que achacaba con alguna justicia al avance creciente de sus ideas. Al principio de su siglo, todava se llevaba a la hoguera a las brujas; a su final, algunos gobiernosilustrarlos, como el de Austria, haban abolido no slo la tortura judicial, sino tambin la esclavitud. Quno cabra esperar si los obstculos que an oponan al progreso los intereses del feudalismo y la Iglesiafuesen barridos definitivamente.

    No es del todo exacto considerar la Ilustracin como una ideologa de clase media, aunque hubo muchosilustrados y en poltica fueron los ms decisivos que consideraban irrefutable que la sociedad libresera una sociedad capitalista5. Pero, en teora, su objetivo era hacer libres a todos los seres humanos.Todas las ideologas progresistas, racionalistas y humanistas estn implcitas en ello y proceden de ello. Sinembargo, en la prctica, los jefes de la emancipacin por la que clamaba la Ilustracin procedan por lo ge-neral de las clases intermedias de la sociedad hombres nuevos y racionales, de talento y mritosindependientes del nacimiento, y el orden social que nacera de sus actividades sera un orden burgus

    y capitalista.Por tanto, es ms exacto considerar la Ilustracin como una ideologa revolucionaria, a pesar de la

    cafl 'ymoderacin poltica de muchos de ' sus caudillos continentales, la mayor parte de los cuales hasta 1780 ponan su fe en la monarquia absoluta ilustrada. El despotismo _ilustrdo supondra laabolicin del orden poltico y social existente en la mayor parte de Europa. Pero era demasiado esperar quelos anciens rgimes se destruyeran a s mismos voluntariamente. Por el contrario, como hemos visto, enalgunos aspectos se reforzaron contra el avance de las nuevas fuerzas sociales y econmicas. Y susciudadelas (fuera de Inglaterra, las Provincias Unidas y algn otro sitio en donde ya haban sido derrotados)eran las mismas monarquas en las que los moderados ilustrados tenan puestas sus esperanzas.

    VI

    Con la excepcin de la Gran Bretaa (que haba hecho su revolucin en el siglo xvii) y algunos Estados

    5 Como Turgot, Oeuvres, v. pg. 244: "Quienes conocen la marcha del comercio sabentambin que toda importante empresa, de trfico o de industria, exige el con-curso de dosclases de hombres, los empresarios... y los obreros que trabajan por cuenta de losprimeros, mediante un salario estipulado. Tal es el verdadero origen de la distincinentre los empresarios y los maestros, y los obreros u oficiales, fundada en la naturalezade las cosas".

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    pequeos, las monarquas absolutas gobernaban en todos los pases del continente europeo. Y aquellos en losque no gobernaban, como Polonia, cayeron en la anarqua y fueron absorbidos por sus poderosos vecinos. Losmonarcas hereditarios por la gracia de Dios encabezaban jerarquas de nobles terratenientes, sostenidas porla tradicional ortodoxia de las Iglesias y rodeadas por una serie de instituciones que nada tenan que lasrecomendara excepto un largo pasado. Cierto que las evidentes necesidades de la cohesin y la eficaciaestatal, en una poca de vivas rivalidades internacionales, haban obligado a los monarcas a doblegar lastendencias anrquicas de sus nobles y otros intereses, y crearse un aparato estatal con servidores civiles, no

    aristocrticos en cuanto fuera posible. Ms an, en la ltima parte del siglo xviii, estas necesidades y elpatente xito internacional del poder capitalista britnico llevaron a esos monarcas (o ms bien a susconsejeros) a intentar unos programas de modernizacin econmica, social, intelectual y administrativaUnaquellos das, los prncipes adoptaron el sobrenombre de ilustrados para sus gobiernos, como los de losnuestros, y por anlogas razones, adoptan el de planificadores ] Y como en nuestros das, muchos de losque lo adoptaron en teora hicieron muy poco para llevarlo a la prctica, y algunos de los que lo hicieron, lohicieron movidos menos por un inters en las ideas generales que para la sociedad suponan la ilustracin ola planificacin, que por las ventajas prcticas que la adopcin de tales mtodos supona para el aumentode sus ingresos, riqueza y poder.

    Por el contrario, las clases medias y educadas con tendencia al progreso consideraban a menudo elpoderoso aparato centralista de una monarqua ilustrada como la mejor posibilidad de lograr susesperanzas. Un prncipe necesitaba dc una clase media y de sus ideas para modernizar su rgimen; una clasemedia dbil necesitaba un prncipe para abatir la resistencia al progreso de unos intereses aristocrticos y

    clericales slida-mente atrincherados.Pero la monarqua absoluta, a pesar de ser mornista e innovadora, no poda y tampoco daba muchasseales de quererlo zafarse de la jerarqua de los nobles terratenientes, cuyos valores simbolizaba e

    incorporaba, y de los que dependa en gran parte. La monarqua absoluta, tericamente libre para acercuanto quisiera, perteneca en la prctica al mundo bautizado por la Ilustracin con el nombre deeuda.lidad o feudalismo, vocablo que luego ..popularizara laRevolucin francesa. Semejante monarquaestaba dispuesta a utilizar todos los recursos posibles para reforzar su autoridad y sus rentas dentro de susfronteras y su poder fuera de ellas, lo cual poda muy bien llevarla a mimar a las que eran, en efecto, lasfuer-zas ascendentes de la sociedad. Estaba dispuesta a reforzar su posicin poltica enfrentando a unasclases, fundos o provincias contra otros. Pero sus horizontes eran los de su historia, su funcin y su clase.Difcilmente poda desear, y de hecho jams la realizara, la total transformacin econmica ysocial exigidapor el progreso de la economa y los grupos sociales ascendentes.

    Pongamos un ejemplo.( Pocos pensadores racionalistas, incluso entre los consejeros de los prncipes,dudaban seriamente de la necesidad de_ abolir la servidumbre y los. lazos de dependencia feudal que ansujetaban a los campesinos. Esta rtrma era reconocida como uno de los primeros puntos de cualquierprograma ilustrado, y virtualmente no hubo soberano desde Madrid hasta San Petersburgo y desdeNpoles hasta Estocolmo que en el cuarto de siglo anterior a la Revolucin francesa no suscribiera tino deestos programas. Sin embargo, las nicas liberaciones verdaderas de campesinos realizadas antes de 1789tuvieron lugar en pequeos pases como Dinamarca y Saboya, o en las posesiones privadas de algunos otrosprncipes. Una liberacin ms amplia fue in-tentada en 1781 por el emperador Jos II de Austria, perofracas frente a la resistencia poltica de determinados intereses y la rebelin de los propios campesinos paraquienes haba sido concebida, quedando incompleta.(_Lo que abolira las relaciones feudales agrarias en todaEuropa central y -o' sera faRevolucincion directa, reaccin ejemplo, y luego l.arevoluci de 1848.

    Exista, pues, un latente que pronto sera abierto conflicto entre las fuerzas de la vieja sociedad y lanueva sociedad burguesa, que no poda resolverse dentro de las armazones de los regmenes polticos

    existentes, con la excepcin de los sitios en donde ya haban triunfado los elementos burgueses, como enInglaterra. Lo que baca a esos regmenes ms vulnerables todava, era que estaban sometidos a diversaspresiones: la de las nuevas fuerzas, la de la tenaz y creciente resistencia de los viejos intereses y la de losrivales extranjeros.

    Su punto ms vulnerable era aquel en el que la oposicin antigua y nueva tendan a coincidir: en losmovimientos autonomistas de las colonias o provincias ms remotas y menos firmemente controladas. As,en la monarqua de los Habsburgos, las reformas de Jos II hacia 1780 originaron tumultos en los PasesBajos austracos la actual Blgica y un movimiento revolucionario que en 1789 se uni naturalmente alde Francia. Con ms intensidad, las comunidades blancas en las colonias ultramarinas de los pases europeos

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    se oponan a la poltica de sus gobiernos centrales, que subordinaba los intereses estrictamente coloniales alos de la metrpoli. En todas partes de las Amricas espaola, francesa e inglesa, lo mismo que enIrlanda, se produjeron movimientos que pedan autonoma no siempre por regmenes que representabanfuerzas ms progresivas econmicamente que las de las metrpolis, y varias colonias o la consiguieron porva pacfica durante algn tiempo, como Irlanda, o la obtuvieron por va revolucionaria, como los EstadosUnidos. La expansin econmica, el desarrollo colonial y la tensin de las proyectadas reformas deldespotismo ilustrado multiplicaron la ocasin de tales conflictos entre los aos 1770 y 1790.

    La disidencia provincial o colonial no era fatal en s. Las slidas monarquas antiguas podan so-portar laprdida de una o dos provincias, y la vctima principal del autonomismo colonial Inglatc rra no sufri lasdebilidades de los viejos regmenes, por lo que permaneci tan estable y dinmica a pesar de la revolucinamericana. Haba pocos pases en donde concurrieran las condiciones puramente domsticas para unaamplia transferencia de los poderes. Lo que haca explosiva la situacin era la rivalidad internacional.

    La extrema rivalidad internacional la guerrapona a prueba los recursos de un Estado. Cuandoera incapazde soportar esa prueba, se tambaleaba, se resquebrajaba o caa. Una tremenda serie de rivalidades polticasimper en la escena internacional europea durante la mayor parte del siglo XVIII, alcanzando sus perodoslgidos de guerra general en 1689-1713, 1740-1748, 1756-1763, 1776-1783 y sobre todo en la poca queestudiarnos, 1792-1815. Este ltimo fue el gran conflicto entre Gran Bretaa y Francia, que tambin, en ciertosentido, fue el conflicto entre los viejos y los nuevos regmenes. Pues Francia, aun suscitando la hostilidadbritnica por la rpida expansin de su comercio y su imperio colonial, era tambin la ms poderosa,eminente e influyente, y, en una pa-labra, la clsica monarqua absoluta y aristocrtica. En ninguna ocasin se

    hace ms manifiesta la superioridad del nuevo sobre el viejo orden so. cial que en el conflicto entre ambaspotencias. Los ingleses no slo vencieron ms o menos decisiva-mente en todas esas guerras excepto una,sino que soportaron el esfuerzo de su organizacin, sostenimiento y consecuencias con relativa facilidad. Encambio, para la monarqua francesa, aunque ms grande, ms populosa y ms provista de re-cursos que lainglesa, el esfuerzo fue demasiado grande. Despus de su derrota en la Guerra de los Siete Aos (1756-1763), la rebelin de las colonias americanas le dio oportunidad de cambiar las tornas para con su adversario.Francia la aprovech. Y naturalmente, en el subsiguiente conflicto internacional Inglaterra fue duramentederrotada, perdiendo la parte ms importante de su imperioamericano, mientras Francia, aliada de los nuevosEstados Unidos, result victoriosa. Pero el coste de esta victoria fue excesivo, y las dificultades delgobiernofrancs desembocaron inevitablemente en un perodo de crisis poltica interna, del que seis aos ms tardesaldra la revolucin.

    Parece necesario completar este examen preliminar del mundo en la poca de la doble revolucin con unaojeada sobre las relaciones entre Europa (o ms concretamente la Europa occidental del Norte) y el resto del

    mundo. El completo dominio poltico y militar del mundo por Europa (y sus prolongaciones ultramarinas, lascomunidades de colonos blancos) iba a ser el producto de la poca de la doble revolucin. A finales del sigloxvrzi, en varias de las grandes potencias y civilizaciones no europeas, todava se consideraba iguales almercader, al marino y al soldado blancos. El gran Imperio chino, entonces en la cima de su podero bajo ladinasta manch (Ch'ing), no era vctima de nadie. Al contrario, una parte de la influencia cultural corradesde el Este hacia el Oeste, y los filsofos europeos ponderaban las lecciones de aquella civilizacin distintapero evidentemente refinada, mientras los artistas y artesanos copiaban los motivos a menudo ininte-ligibles del Extremo Oriente en sus obras y adaptaban sus nuevos materiales (porcelana) a los usoseuropeos. Las potencias islmicas (como Turqua), aunque sacudidas peridicamente por las fuerzas militaresde Ios Estados europeos vecinos (Austria y sobre todo Rusia), distaban mucho de ser los pueblos desvalidosen que se convertiran en el siglo xzx. Africa permaneca virtualmente in-mune a la penetracin militareuropea. Excepto en algunas regiones alrededor del Cabo de Buena Esperanza, los blancos estabasconfinados en las factoras comerciales costeras.

    Sin embargo, ya la rpida y creciente expansin del comercio y las empresas capitalistas europeas

    socavaban su orden social; en Africa, a travs de la intensidad sin precedentes del terrible trficode esclavos;en el Ocano Indico, a travs de la penetracin de las potencias colonizadoras rivales, y en el Oriente Cercanoy Medio, a travs de los conflictos comerciales y militares. La conquista europea directa ya empezaba aextenderse significativamente ms all del rea ocupada desde ha-ca mucho tiempo por la primitivacolonizacin de los espaoles y los portugueses en el siglo xvt, y los emigrados blancos en Norteamrica en elxviz. El avance crucial lo hicieron los ingleses, que ya haban establecido un control territorial directo sobreparte de la India (Bengala principalmenle) y virtual sobre el Imperio mughal, lo que, dan-do un paso ms, losllevara en el perodo estudia-do por nosotros a convertirse en gobernadores y administradores de toda laIndia. La relativa debilidad de las civilizaciones no europeas cuando se enfrentaran con la superioridad tcnicay militar de Occidente estaba prevista. La que ha sido llamada la poca de Vasco de Gama, las cuatrocenturias de historia universal durante las cuales un puado de Estados europeos y la fuerza del capitalismo

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    europeo estableci un completo, aun-que temporal como ahora se ha demostrado, dominio del mundo,estaba a punto de alcanzar su momento culminante. La doble revolucin iba a hacer irresistible la expansineuropea, aunque tambin iba a proporcionar al mundo no europeo las condiciones y el equipo para lanzarse alcontraataque.

    CAPITULO II

    LA R EVOLUCI ON I NDUSTR I AL

    Tales trabajos, a pesar de sus operaciones, causas y consecuencias, tienen un mrito infinito yacreditan los talentos de este hombre ingenioso y prctico, cuya voluntad tiene el mrito, donde quieraque va, dehacer pensar a los hombres... Liberadlos de esa indiferencia perezosa, soolienta y estpida,de esa ociosa negligencia que los encadena a los senderos trillados de sus antepasados, sin curiosidad,sin imaginacin y sin ambicin, y tened la seguridad de hacer el bien. Qu serie de pensamientos, quespritu de lucha, qu masa de energa y esfuerzo ha brotado en cada aspecto de la vida, de las obrasde hombres como Brindley, Watt, Priestley, Harrison, Arkwright...! En qu campo de la actividadpodramos encontrar un hombre que no se sintiera anima-do en sus ocupaciones contemplando lamquina de vapor de Watt?

    ARTHUR YouNC: Tour s i n Eng land and W a les 1 .Desde esta sucia acequia la mayor corriente de industria humana saldra para fertilizar al mundo en-

    tero. Desde esta charca corrompida brotara oro puro. Aqu la humanidad alcanza su ms completodesarrollo. Aqu la civilizacin realiza sus milagros y el hombre civilizado se convierte casi en un salvaje.

    A. DE ToCQUEVILLE, sobre Manchester, en 1835 2.

    La revo luc in industr ia l

    I

    Vamos a empezar con la revolucin industrial, es decir, con la inglesa. A primera vista es un punto departida caprichoso, pues las repercusiones de esta revolucin no se hicieron sentir de manera inequvoca ymenos an fuera de Inglaterrahasta muy avanzado ya el perodo que estudiamos; seguramente no antes de1830, probablemente no antes de 1840. Slo en 1830 la literatura y las artes empiezan a sentirse atradas porla ascensin de la sociedad capitalista, por ese mundo en el que todos los lazos sociales se aflojan salvo losimplacables nexos del oro y los pagars (la frase es de Carlyle). La comedia lttttttatta de B_alzac, elmonumento msextraordinario- dedicado a esa ascensin, pertenece a esta dcada. Pero hasta cerca de1840 no empieza a producirse la gran corriente de literatura oficial y no oficial sobre los efectos sociales de larevolucin industrial: los grandes Bluebooks (Libros Azules) e investigaciones estadsticas en Inglaterra, elTableau de l'tat pltisvque et moral des ouvriersde Villerm, la Cottdition of tlte Working Class in EnglanddeEngcls, la obra de Ducpetiaux en Blgica y los informes de observadores inquietos u horrorizados viajerosdesde Alemania a Espaa y a los Estados Unidos. I-Iasta 1840, el proletariado ese hijo de la revolucinindustrial y el comunismo, unido ahora a sus movimientos sociales el fantasma del Manifiesto comunista, no se ponen en mar-cha sobre el continente. El mismo nombre de revolucin industrial refleja su impactorelativamente tardo sobre Europa. La cosa exista en Inglaterra antes que el nombre. Hacia 1820, lossocialistas ingleses y franceses que formaban un grupo sin precedentes lo inventaron proba-blcmente poranaloga con la revolucin poltica de Francia

    No obstante, conviene considerarla antes, por dos razones. Primero, porque en realidad estall antes dela toma de la Bastilla; y luego, porque sin ella no podramos comprender el impersonal subsuelo de la historia

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    en el que nacieron los hombres y se produjeron los sucesos ms singulares de nuestro perodo; la desigualcomplejidad de su ritmo. -

    Qu significa la frase estall la revolucin industrial? Significa que un da entre 1780 y 1790, y porprimera vez en la historia humana, se liber de sus cadenas al poder productivo de las sociedades humanas,que desde entonces se hicieron capaces de una constante, rpida y hasta el presente ilimitada multiplicacindc-hombres, bienes y servicios. Esto es lo que ahora se denomina tcnicamente por los economistas el take-off into sclf-sustained growth. Ninguna sociedad anterior haba sido capaz de romper los muros que una

    estructura social preindustrial, una ciencia y una tcnica defectuosas, el paro, el hambre y la muerte imponanperidicamente a la produccin. El takc-off no fue, desde luego, uno de esos fenmenos que, como losterremotos y los cometas, sorprenden al mundo no tcnico. Su prehistoria en Europa puede remontarse,segn el gusto del historiador y su clase de inters, al ao 1000, si no antes, y sus primeros intentos parasaltar al aire torpes, como los primeros pasos de un pa-tito ya hubieran podido recibir el nombre derevolucin industrial en el sido xTTT, en el xvr y en las ltimas dcadas del xvmt.\Dcsde mediados delxvTTT, el proceso de aceleracin se hace tanpatente que los antiguos historiadores tendan a atribuir a larevolucin industrial la fecha inicial de 1760. Pero un estudio ms detenido ha hecho a los expertos preferircomo decisiva la dcada de 1780 a la de 1760, por ser en ella cuando los ndices estadsticos tomaron elsbito, intenso y casi vertical impulso ascendente que caracteriza al take-off. La economa emprendi elvuelo.

    Llamar rvlcin industrial a este proceso es algo lgico y conforme a una tradicin slidamenteestablecida, aunque algn tiempo hubo una tendencia entre los historiadores conservadores quiz debida acierto temor en presencia de conceptos incendiarios a negar su existencia y a sustituir el trmino por otroms apacible, como, por ejemplo, evolucin acelerada. Si la sbita, cualitativa y fundamentaltransformacin verifica-da hacia 1780 no fue una revolucin, la palabra ca-rece de un significadosensato.CCClaro que la revolucin industrial no fue un episodio con principio y fin=)Preguntar cundo secomplet es absurdo, pues su esencia era que, en adelante, nuevos cambios revolucionarios constituyeran sunorma. Y as sigue siendo;1a lo sumo podemos preguntarnos si las tranformaciones econmicas fueron lobastan-te lejos como para establecer una economa industrializada, capaz de producir hablando entrminos generales todo cuanto desea, dentro del alcance de las tcnicas disponibles, una madurae,gonoma industrial, por utilizar el trmino tcnico .j En Inglaterra, y por tanto en todo el mundo, estperodo inicial de industrializacin coincide probablemente y casi con exactitud con el perodo que abarcaeste libro, pues si empez c-nn el take-off en la dcada de_1780L podemos__afirmar que conciuycon la-construccin del f rocarril y -I c-reacin de '~'f`urt ~ dustria pesada en 1W :aterra en la dcada de1840. Pero la revolucin en s, el perodo de take-off, puede da-tarse, con la precisin posible en tales

    materias, en los lustros que corren entre 1780 y 1800: es decir, simultneamente, aunque con ligera priori-dad, a la Revolucin francesa.

    Sea lo que fuere de estos cmputos fue probablemente el acontecimiento ms importante de la historiadel mundo y, en todo caso, desde la invencin de la agricultura y las ciudades. Y lo inici Inglaterra. Locual, evidentemente, no fue fortuito.

    Si en el siglo xvziz iba a celebrarse, una carrera para iniciar la revolucin industrial,. slo hubo ,enrealidad un corredor que se adelantar. Haba un gran avance iridstrial y comercial, impulsado por losministros y funcionarios inteligentes y nada cndidos en el aspecto econmico de cada monarquailustrada europea, desde Portugal hasta Rusia, todos los cuales sentan tanta preocupacin por eldesarrollo econmico como la que pueden sentir los gobernantes de hoy. Algunos pequeos Estados yregiones alcanzaban una industrializacin verdaderamente impresionante, como, por ejemplo, Sajonia y el

    obispado de. Lie1al si bien sus compljs ridustriales eran demasiado pequeos y localizados para ejercer larevolucionaria influencia mundial de los ingleses. Pero parece claro que, incluso antes de la revolucin,Inglaterra iba ya muy por delante de su principal com-ti petidora potencial, en cuanto a produccin percapitay comercio.

    Como quiera que fuere, el adelanto britnico no deba supenondad cientfica y tecnica. En lacienciasnaturales, seguramente los franceses superaban con mucho a los ingleses. La Revolucin francesaacentuara de modo notable esta ventaja, sobre todo en las matemticas y en la fsica. Mientras el gobiernorevolucionario francs estimulaba las investigaciones cientficas, el reaccionario britnico las considerabapeligrosas.

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    Hasta en las ciencias sociales los ingleses estaban mtiv lejos de esa superioridad que haca de las econmicasun campo fundamentalmente anglosajn. La revolucin industrial puso a estas ciencias en un prime lugarindiscutible. Los economistas de los aos 1780 lean, s, a Adam Smith, pero tambin y quiz con msprovecho a los fisicratas y a los expertos hacendistas franceses Quesnav, Turgot, Dupont de Nemours,Lavoisicr, y tal vez a uno o dos italianos. Los franceses realizaban inventos ms originales, como el telarJacquard (1804), conjunto mecnico muy superior a cual-quiera de los conocidos en Inglaterra, y consi nila -tmejores barcos. Los alemanes disponan de instituciones para la enseanza tcnica como la Berg akadcrnie

    prusiana, sin igual en Inglaterra, y la Revolucin francesa cre ese organismo impresionante y nico que erala Escuelct_Politdcr.iica. La educacin inglesa era una broma de dudoso gusto, aunque sus deficiencias secompensaban en parte con las escuelas rurales y las austeras, turbulentas y democrticas Universidadescalvinistas de Escoi, que enviaban una corriente de jvees brillantes, laboriosos y ambiciosos al pas meridional. Entre ellos figuraban James Watt, Thomas Telford, Loudon McAdam, James Mili y otros. Oxford yCambridge, las dos nicas Universidades inglesas, eran intelectualmente nulas, igual que las soolientasescuelas pblicas o de humanidades, con la excepcin de las Academias fundarlas por los disidentes,excluidos del sistema educativo anglicano. Incluso algunas familias aristocrticas que deseaban que sus hijosadquiriesen una buena educacin, los confiaban a preceptores o los enviaban a las Universidades escocesas.En realidad, no hubo un sistema de enseanza primara hasta que el cuquero _Lancastcr (y tras l sus rivalesanglicanos) obtuvo abundantsima cosecha de graduados elementales a principios del si-glo xtx, cargandoincidentalmente para siempre de discusiones sectarias la educacin inglesa. Los temores sociales frustraban laeducacin de los pobres.

    Por fortuna, eran.. necesarios pocos refinamientos intelectuales para hacer la revoluci6n._industrial6. Susinventos tcnicos fueron sumamente modestos, y en ningn sentido superaron a los experimentos de losartesanos inteligentes en sus ta-reas, o las capacidades constructivas de los carpinteros, constructores demolinos y cerrajeros: la lanzadera volante, la mquina para hilar, el iluso mecnico. Hasta su mquina mscientfica --la giratoria de vapor de James Watt (1784j no requiri ms conocimientos fsicos de los ascqui biesen la mayor parte del siglo la verdadera teora de las mquinas de vapor slo se desarrollara ex post .facto por el francs Carnot en 1820 y seran necesarias varias generaciones para su utilizacin prctica,sobre todo en las minas. Darlas las condiciones legales, las innovaciones tcnicas de la revolucin industrial sehicieron realmente a s mismas, excepto quiz en la industria qumica. Lo cual no quiere decir que losprimeros industriales no se interesaran con frecuencia por la ciencia y la bsqueda de los beneficios prcticosque ella pudiera proporcionarles

    Pero las condiciones legales se dejaban sentir mucho en Inglaterra, en donde haba pasado ms de unsiglo desde que el primer rey fue procesado en debida forma y ejecutado por su pueblo, y des-de que elbeneficio privado y el desarrollo econmico haban sido aceptados como los objetivos supremos de la

    poltica gubernamental.) ara fines prcticos, la nica solucin revolucionaria britnica para el problemaagrario ya haba sido encontrada. Un puado de terratenientes de mentalidad comercial monopolizaba casila tierra, que era cultivada por arrendatarios que a su vez empleaban a gentes sin tierras o propietarios depequesimas parcelas Muchos residug de la antigua economa aldeana subsistan todava para serbarridospor las Enclosure- Acts(1760-1830) ytransacciones privadas, pero difcilmente se puede ha- 5 blar de uncampesinado britnico en el mismo sentido en que se habla de un campesinado francs, alemn o ruso.Los arrendamientos rsticos eran numerossimos y los productos de las gran- 5 jas dominaban losmercados; la manufactura se haba difundido haca tiempo por el campo no feudal. [La agricultura estabapreparada, pues, para cumplir sus tres funcione s _ furtdmentales . en. una era de industrializacin:aumentar la producci y la" prodctividad pra alimentar a una poblacin no agraria en rpido y crecienteaumento; proporcionar un vasto y ascendente cupo de potenciales reclutas para las ciudades y las

    6"Por una parte, es satisfactorio ver cmo los ingleses adquieren un rico tesoro para su

    vida poltica del estudio de los autores antiguos, aunque ste lo realicen pedantescamente.Hasta el punto ce quc con frecuencia los oradores parlamentarios citan a todo pasto a esosautores, prctica aceptada favorablemente por la Asamblea, en la que esas citas no dejan desurtir efecto. Por otra parte, no puede por menos de sorprendernos que en un pas en quepredominan las tendencias manufactureras, por lo que es evidente la necesidad defamiliarizar al pueblo con las ciencias y las artes que las favorecen, se advierta la ausenciade tales temas en los planes de educacin juvenil. Es igualmente asombroso lo mucho quese ha realizado por hombres carentes de una educacin formal para su profesin (W.Wachsmuth,Europaiesche Sit ngeschchte 5. 2, Leipzig, 1839, pgina 736).

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    industrias7, y suministrar un mecanismo para la acumulacin de capital utilizable por los sectores msmodernos de la economa. (Otras dos funciones eran probablemente menos importantes en la Gran Bretaa:la de crear un mercado suficientemente amplio entre la poblacin agraria normalmente la gran masa delpueblo y la de proporcionar un excedente para la exportacin que ayudase a las importaciones de capital.)Un considerable volumen de capital social costoso equipo general necesario para poner en marcha toda laeconoma ya estaba siendo constituido, principalmente en buques, instalaciones portuarias y mejoras de

    caminos y canales. La poltica estaba ya engranada con los beneficios. Las peticio ics especfics de loshombres de negocios podan encontrar resistencia en otros grupos de intereses; y como veremos msadelante, los agricultores iban a alzar una ltima barrera para im-~` pedir el avance de los industrialesentre 1795 y '1846. Sin embarg,__en -conjur

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    inventos, copi los de los ingleses, a veces bajo la

    Slo lentamente el poder adquisitivo aument con el crecimiento de poblacin, la renta per capita, elprecio de los transportes y las limitaciones del comercio. Pero el mercado se ampliaba, y la cuestin vitalconsista en que un producto de mercancas de gran consumo adquiriera nuevos mercados que le permitieranuna continua expansin de su produccin (K. Bcrrill: International Trade and the 'Rafe of Economic Gronth,"Economic History Rcvicw", XII, 1960, pg. 358.

    W. G. Hoffmann : Tire Grnuth of Industrial Econornies. Manchester, 1958. pg. 68supervisin de mecnicos britnicos; algunos ingleses aficionados al continente, como los Cockerill, seestablecieron en Blgica y en algunos puntos de Alemania. Entre 1789 y 1848, Europa y Am-rica se vieroninundadas de expertos, mquinas de vapor, maquinaria algodonera e inversiones de capital, todo ellobritnico.

    Inglaterra no disfrutaba de tales ventajas. Por otra. parte, tena una economa lo bastante fuerte y unEstado lo bastante agresivo para apoderarse de los mercados de sus competidores. En efecto, las guerras ce1793-1815, ltima y decisiva fase del duelo librado durante un siglo por Francia e Inglaterra, eliminaronvirtualmente a todos los rivales en el mundo extraeuropeo, con la excepcin de los jvenes Estados Unidos.

    Adems, Inglaterra posea una industria admirablemente equipada para acaudillar la revolucin industrial enlas circunstancias capitalistas, y una coyuntura econmica que se lo permita: la industria algodonera y laexpansin colonial.

    II

    La industria britnica, como todas las dems industrias algodoneras, tuvo su origen como un sub-producto del comercio ultramarino, que produca su material crudo (o ms bien uno de sus materialescrudos, piles el producto original era el fustn, mezcla de algodn y lino), y los artculos de algodn indio oindianas, que ganaron los merca-dos, de los que los fabricantes europeos intenta-ran apoderarse con susimitaciones. En un principio no tuvieron xito, aunque fueran ms capa-ces de reproducir a precios decompetencia las mercancas ms toscas y baratas que las finas y costosas. Sin embargo, por fortuna, losantiguos y poderosos magnates del comercio de lanas conseguan peridicamente la prohibicin de importarlos calicoes o indianas (que el inters puramente mercantil de la East India Company Compaa de lasLidias Orientales trataba ce exportar des-de la India en la mayor cantidad posible), dando asoportunidades a los sucedneos que produca la industria nativa del algodn. Ms baratos que la lana, elalgodn y las mezclas de algodn no tardaron en obtener en Inglaterra un mercado modesto, pero

    benefici