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Colaboran en este número

Montserrat García, Juan Carlos Gómez Alonso, Ioana Gruia, Aitana Pardos Poza, Sofía Ramírez Ramos, María Luisa Suárez Marín

Comité de redaCCión

Consejo de redaCCión Javier I. Alarcón, Rodrigo Cañete, Gonzalo Escribano, Candela Fernández, Sofía Gonzalez, Verónica Jiménez, Álvaro Ley, Eduardo Montoza, Patricia Pizarroso, Ismael Ruiz, María Sánchez, Diego Seligrat, Fabiola Stoian

Firma invitada

Juan Carlos Gómez Alonso: “Vigencia y actualidad de la estilística”

miradas

“La magia de la lectura: el fenómeno Harry Potter”, por Soledad Abad Lavín y Ainhoa Rodríguez Leal

BiBlioteCa ClásiCa

“Más allá de la ira: una mirada a la obra maestra de Steinbeck”, por Aitana Pardos Poza

FleChas literarias

“Machado y Machado”, por Gonzalo Escribano

inéditos

reseñas

Diálogo con las ArtesDe aquí y de alláAlrededoresPolifonías

voCes

Entrevista a Ioana Gruia: “Ioana Gruia, una literatura sin fronteras”, por Fernando Larraz

artíCulos

Sofía Ramírez Ramos: “Eros y Thanatos, amor y muerte en Noches Lúgubres”Cristina Suárez: “El concepto de “derrota” en Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez”

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Índice

Miradas

Alejandro Rivero

BiBlioteca clásica

Soledad Abad

Flechas literarias

Fernando Larraz

inéditos

Noelia Izquierdo

diálogo con las artes

Gema CuestaVíctor M. Rodríguez

de aquí y de allá

Cristina Suárez

alrededores

María Álvarez

PoliFonías

Raquel López

Voces

Paula Mayo

artículos

Javier Helgueta

dirección

Fernando Larrazcoordinación

Ainhoa RodríguezCristina Somolinos

corrección

María GonzálezYara Pérez

dirección de arte

Ainhoa Rodríguez

diseño y Maquetación

Ainhoa Rodríguez

diFusión y gestión weB

Diego Mínguez Ainhoa RodríguezVíctor M. Rodríguez

Contrapunto. Publicación de Crítica e Información LiterariaNúmero 34 (diciembre 2016)ISSN: 2340-8081

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Desde que cursé en la Universidad de Valladolid las asignaturas de Crítica y Teoría literaria, en la

licenciatura de Filología Española, me sentí atraído por el estudio de la Literatura desde postulados formalistas. El profesor Albaladejo, mi maestro, me orientó y me animó a estudiar la estilística de Amado Alonso, por lo que mis primeros pasos en la investigación venían de la mano de este autor y de sus propuestas estilísticas. Comenzar a estudiar la Estilística supuso un acercamiento a la lingüística y a todos los movimientos formalistas. El magisterio de Vítor Manuel de Aguiar e Silva en la Universidad do Minho (Braga, Portugal) durante un curso académico, becado por el Consejo de Europa, consolidó mi interés por esta perspectiva de estudio y por los autores de la Escuela española de Filología, algo que se amplió con mi estancia en la UCM y con la orientación del profesor Antonio García Berrio. Varios años de investigación sobre la Estilística y, en especial, el análisis de la obra de Amado Alonso, me hizo profundizar en la sistematización y estudio de la teoría literaria de Amado Alonso orientado a la tesis doctoral defendida con éxito en la Universidad Autónoma de Madrid

en 1994. Posteriormente recogí parte de estas reflexiones sobre la estilística de Amado Alonso en varios trabajos y artículos y en un libro publicado por la Universidad de Murcia, La Estilística de Amado Alonso como una teoría del lenguaje literario, que sistematiza y resume los propósitos que marcaron los estudios estilísticos de Amado Alonso llevados a cabo fundamentalmente desde el Instituto de Filología de Buenos Aires. Con este libro intenté recuperar la obra estilística de Amado Alonso mostrando una especial atención por todos aquellos aspectos que han influido en sus estudios literarios y en sus análisis estilísticos, realizando una particular sistematización de los mismos y, paralelamente, una interpretación de su estilística en conjunción con sus estudios lingüístico-literarios, una estilística integradora que tiende un puente de unión entre la estilística del habla y la estilística de la lengua.

La Estilística supuso la renovación decisiva de los estudios lingüístico-literarios en el ámbito de la filología, produciéndose una confluencia con la teoría y crítica literarias. La clave de esta renovación de los estudios literarios en la filología románica fue la aproximación

entre lingüística y teoría y crítica literarias que tantos frutos dio con el Formalismo ruso y con la Estilística, e incluso con el New Criticism. La lingüística proporciona al conocimiento de la literatura un instrumental que permite analizar, describir y explicar el elemento constructivo lingüístico de la obra literaria. La colaboración de la lingüística en la explicación de la literatura ha tenido en Europa e Hispanoamérica un importante desarrollo. Y en España la llamada escuela española de Filología acogió las innovadoras posiciones de Amado Alonso y Dámaso Alonso, para quienes la formación lingüística supone un importante apoyo al análisis y descripción de la obra literaria y donde los conocimientos lingüísticos se presentan como instrumento muy útil para la labor de la crítica literaria. Piénsese también en las aportaciones críticas de Rafael Lapesa (albacea académico de Amado Alonso), de Fernando Lázaro Carreter en sus Estudios de Poética, de Antonio García Berrio al analizar la obra poética de Claudio Rodríguez o al estudiar la tipología de los sonetos del Siglo de Oro, o de Francisco Chico Rico en sus estudios vinculados a la lingüística del texto. La Estilística y la lingüística del texto han sido conectadas en una gran construcción teórica por Antonio García Berrio, quien considera que la Estilística ofrece una visión textual de la obra literaria como avance de algunas cuestiones de la lingüística textual, en su propuesta de integrar en esta sus antecedentes. La Estilística ha desarrollado con el paso de los años una vocación textual explicitada también por

Manuel Muñoz Cortés en sus trabajos críticos, en los que ofrece una visión de la obra literaria marcados por su textualidad.

Desde esta perspectiva estilística, la obra literaria se presenta al crítico como una construcción caracterizada por la globalidad textual que implica a todos los componentes y elementos integrantes en el proyecto creativo y estético, al que se accede por medio de un proceso hermenéutico analizando cada componente en el conjunto de la obra, que es donde obtienen su sentido, como ha señalado también M. Riffaterre. La operación hermenéutica, que es el “círculo filológico” propuesto por L. Spitzer, basado en el “Zirkel im Verstehen”, consta de la detección de elementos clave en la obra y en la posterior confirmación de su función fundamental en la construcción literaria gracias al procesamiento interpretativo del texto como globalidad.

Y si, como afirmaba P. Guiraud, la Estilística es la Retórica de los antiguos, hoy continúo realizando estos estudios estilísticos dentro del marco de la Retórica Cultural propuesta por Tomás Albaladejo, integrado en los proyectos de investigación que en los últimos años se van desarrollando desde la UAM en conexión con otras muchas universidades españolas y extranjeras. La revitalización de los estudios retóricos en España desde las últimas décadas del siglo xx y hasta hoy ha venido, a mi juicio, de la mano del desarrollo de los trabajos críticos desde postulados estilísticos.

Firma invitadaVigencia y actualidad de la estilística

Juan Carlos Gómez Alonso (Universidad Autónoma de Madrid)

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La magia de la lectura: el fenómeno Harry Potter

Los que hoy pasamos la veintena recordamos con cariño al joven mago que nos enseñó una magia

inagotable, infinita, con la que podíamos viajar en el tiempo, conocer otros mundos e interactuar con seres fantásticos: la lectura. Y es que no podemos subestimar el papel y la importancia que juega la literatura infantil y juvenil en la formación de lectores que, a una corta edad, encuentran en los libros un portal en el que vivir aventuras y desarrollar su personalidad. La lectura, asimismo, contribuye a fomentar su comprensión del mundo y las cosas, por lo que fenómenos mediáticos como Harry Potter en su día (aunque su estela sigue visible) y otros más actuales deben tenerse en consideración en los estudios literarios y en la didáctica de la literatura.

Durante los meses de octubre y noviembre los seguidores de esta saga han estado de celebración. Y no es para

menos, ya que han contado en nuestro país con dos nuevos hitos: un libro y una película han aparecido en el panorama, alimentando la insaciable admiración hacia el mágico entorno del joven inglés desde que en 2011 se estrenara la última parte de su adaptación cinematográfica.

Harry Potter llegó a nuestro país en marzo de 1999, dos años después de que surgiera en su tierra natal, Reino Unido. A pesar de la negativa que la autora recibiera de varias editoriales, la publicación de la novela fue todo un éxito, captando tanto lectores jóvenes como adultos y convirtiéndose en una de las sagas con más beneficios. El papel que Harry Potter ha tenido en la literatura infantil y juvenil es innegable, pues logró atraer a numerosos seguidores que han ido creciendo a la vez que su protagonista y que encuentran en los nuevos materiales una llamada a la nostalgia.

MiradasCasi han pasado veinte años desde

la publicación del primer libro, al que le siguieron seis novelas más, así como tres libros publicados con fines benéficos que son complementarios a la saga. Estas publicaciones han desembocado en el estreno de ocho películas basadas en ellas (al haber dividido el séptimo libro en dos películas) y Animales fantásticos y dónde encontrarlos, la última en unirse a la saga, basada en uno de los libros benéficos antes mencionados y que, posiblemente, desemboque en cuatro estrenos más. Pero parece que ningún mercado se resiste a Potter ni a su creadora, desde numerosos productos de merchandising con su sello, desde camisetas, sudaderas y calcetines, hasta productos alimenticios pasando por el material escolar. Quizá lo más interesante sea la aparición de dulces inspirados en los productos que los protagonistas toman en la historia, pudiendo contar en el mercado con

ranas de chocolate o píldoras de todos los sabores (todos implican una gran variedad, ya que junto al melocotón, el chocolate o el algodón de azúcar podemos encontrar píldoras con sabor a barro, gusanos o mocos). Asimismo, aquellos seguidores de las aventuras de Harry, Ron y Hermione, conocidos en la comunidad como potterheads, pueden seguir inmersos en el universo mágico creado por J. K. Rowling en el portal Pottermore, una página web (por el momento, en lengua inglesa) donde la propia autora añade información sobre la saga y donde cada usuario puede descubrir si, de haber recibido la carta de Hogwarts a los once años, hubiera pertenecido a la casa de Gryffindor, como nuestro héroe y sus amigos, o a Slytherin, Hufflepuff o Ravenclaw. Con motivo de la ampliación del universo mágico debido a la producción de Animales fantásticos, la página ha estado

“Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño

y de remediarlo”.

Harry Potter y las reliquias de la muerte

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en constante actualización en los últimos meses, dando a los fans la oportunidad de conocer su Patronus (encantamiento que puede tomar forma animal) o su varita mágica, además de conocer su casa en el centro mágico estadounidense Ilvermorny. Como vemos, la vitalidad de la franquicia es incuestionable; la autora de Harry Potter ha creado un universo que se expande ya no solo desde la comunidad fanfiction sino, de nuevo, a través de la pluma de J. K. Rowling, con los nuevos materiales publicados este año y lo que está por venir.

La noticia de la publicación de una continuación de la saga original ha satisfecho la necesidad de los seguidores de conocer cómo ha sido la vida de los personajes tras la derrota de Lord Voldemort. El nuevo libro Harry Potter y el legado maldito se distancia en cierta medida de los anteriores, especialmente porque ha cambiado el género. Esta vez no contamos con una nueva novela, sino con el guion de una obra de teatro que fue estrenada en el Palace Theatre de Londres el 30 de julio de este año. Esta característica implica que la obra no se trata de una publicación individual de J. K. Rowling, pues comparte autoría con Jack Thorne y John Tiffany, autor del guion y director de escena, respectivamente. La saga continúa justo donde terminó el último libro, en la estación de King Cross con Harry, Hermione y Ron ya adultos, acompañando a sus hijos a

tomar el Expreso de Hogwarts. Muchos cambios se han dado en el espacio de tiempo ocurrido entre la derrota de Lord Voldemort y la actualidad, ocupando Harry y Hermione altos cargos en el Ministerio de Magia y habiendo cumplido Ron el sueño de sus hermanos gemelos fundando su propia empresa de artículos de broma. Nuevos personajes nos serán presentados, destacando de entre ellos los hijos de los protagonistas, especialmente el hijo mediano de Harry y Ginny y el único hijo de Draco Malfoy, que se harán íntimos amigos. Los adolescentes ocuparán el protagonismo en este nuevo título, sin eclipsar la figura de sus padres, y serán quienes participen de las nuevas aventuras.

Los conflictos familiares y las dificultades de Harry y Draco por convertirse en sólidas figuras paternas alimentan las interpretaciones de la profecía antes mencionada. Viajes en el tiempo, reaparición de figuras perdidas y mucha emoción inundan las páginas de este volumen, si bien el formato de guion hace que la lectura dure apenas un rato para los entusiastas de la saga, dejándonos, como siempre, con ganas de más.

Aunque, por el momento, las nuevas aventuras de los personajes de la historia principal parecen quedarse en el guion teatral, J. K. Rowling no se conforma y se lanza como guionista de la (muy posible) pentalogía

fílmica Animales fantásticos y dónde encontrarlos, protagonizada por el actor británico Eddie Redmayne, que nos sorprendió con sus interpretaciones en La teoría del todo y La chica danesa. En cuanto a Animales fantásticos y dónde encontrarlos es importante adelantar que, aunque se desarrolla en el mismo universo, ni el tiempo ni el espacio son los mismos, como tampoco lo son sus

protagonistas. Sin embargo, cabe señalar que este título sí hace su aparición en la historia de Potter, siendo uno de los libros que Harry tiene que estudiar en la escuela de magia y su escritor el protagonista de la película. Esta nueva historia está ambientada en el Nueva York de los años veinte, un espacio al que un joven británico, Newt Scamander, zoólogo de criaturas mágicas llega con

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una misteriosa maleta. El muchacho, introvertido y cabizbajo, nos recuerda en parte a Harry Potter, si bien su pelo y tez son más próximas a su gran amigo Ron Weasley.

El momento elegido para el desembarco es clave, pues históricamente se estaban produciendo grandes migraciones hacia Estados Unidos desde Europa y así lo vemos reflejado en las caras de los compañeros de viaje de Scamander, repletas de ilusión por la llegada a un nuevo país repleto de oportunidades. La magia arranca en la propia aduana en la que el joven mago convierte su maleta en “apta para muggles”, mostrando así un equipaje común. El panorama que le recibe en la ciudad es inquietante, un grupo de ciudadanos reunidos profieren gritos en contra de las brujas, se está produciendo una cacería, encontrándose el mundo mágico resignado a la clandestinidad y gobernados por un sistema de leyes bastante más estrictas que las británicas. Además, extraños sucesos como el derrumbamiento de edificios por parte de una extraña fuerza oscura, tienen en alerta a los no mágicos, a pesar de los esfuerzos del Congreso de Magia por desmemorizar a los presentes. A este cúmulo de circunstancias hay que añadir la existencia de un mago tenebroso que se encuentra en paradero desconocido y del que se teme su poder. Es importante, también, señalar la vital importancia

que cobra la prensa, pues estamos en el momento de expansión de este medio de información.

Scamander recorre la ciudad y se encuentra con este tumulto de personas. Su maleta parece inquieta, se mueve, y de ella salen extraños sonidos. Uno de los habitantes de la misma logra escapar, provocando pequeños incidentes en el banco en el que esta reunión se está llevando a cabo. Una confusión de equipajes con Jacob Kowalski, un pastelero “no-maj”, provoca la salida de otras de estas criaturas, siendo necesaria y urgente su recuperación. Estos incidentes serán presenciados por Porpentina Goldstein, una aurora suspendida de su cargo que se implicará junto con su hermana Queenie en la aventura.

Grandes edificios mágicos emblemáticos volverán a ocupar la escena, pues aunque echemos de menos Hogwarts y el Ministerio de Magia, contamos con el Mágico Congreso Americano (MACUSA), presidido por un gran reloj que indica el nivel de peligro que corre la comunidad mágica. Además, el interior de la maleta de Scamander no deja indiferente a nadie, pues se abre a un espacio de recreación de numerosos ecosistemas en los que las criaturas fantásticas viven alegremente y donde el investigador puede seguir aprendiendo de ellas, contenidos que irá recogiendo en un manuscrito.

Esta última entrega nos trae de nuevo grandes dosis de aventuras que hacen que el ritmo de la película sea trepidante y en la que se resaltan valores como la confianza y el respeto, fundamentales en esta saga, si bien siempre se enfrentan a personajes corruptos o poco desinteresados, antihéroes a los que desenmascarar. Esta saga que se inicia nos presenta un mundo mágico más maduro, sus protagonistas ya no son adolescentes que aprenden a usar la magia sino magos experimentados. Que la propia J. K. Rowling sea la guionista es una aliciente más para seguir próximas partes; la esencia de la autora se percibe en el cuidado de los detalles y la construcción de los

personajes principales y secundarios, siendo el inocente “no-maj” Jacob con quien el espectador empatiza y observa el mundo fantástico que se le presenta.

Como hemos señalado, la comunidad potterhead está de enhorabuena y, como poco, aún cuenta con cuatro películas más con las que viajar al universo mágico de J. K. Rowling. La gran mayoría de los adultos que este año ha regresado al mundo de Potter recibieron en su niñez un libro sobre un joven inglés destinado a ser el mago más poderoso y en él descubrieron el valor de la amistad y el compañerismo, así como el placer de la lectura, la magia más poderosa de todas.

Soledad Abad LavínAinhoa Rodríguez Leal

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Más allá de la ira: una mirada a la obra maestra de Steinbeck

“El hombre se ha convertido en nuestro mayor peligro y nuestra única esperanza”

(Steinbeck, 1962). John Steinbeck (1902-1968), nacido en California, se convirtió en un famoso escritor durante el siglo xx gracias a sus arrebatadoras obras literarias y ahora es considerado uno de los mejores novelistas americanos. La cita mencionada anteriormente forma parte de su discurso al aceptar el premio Nobel y resume a la perfección su gran preocupación por los problemas sociales. Sus novelas están llenas de crítica social y retratan una sociedad llena de individuos quebrantados.

En Las uvas de la ira, Steinbeck nos transporta a Estados Unidos durante la Gran Depresión (1929-1939) y, aunque la historia principal se centra en la familia Joad, la novela constituye el epítome de la forma en que toda una nación sufrió esta crisis financiera y luchó por sobrevivir. Los protagonistas son forzados a salir de su casa en Oklahoma y se embarcan en una travesía de esperanza camino a California. La novela está estructurada

por un lado, en capítulos que desarrollan la trama principal y, por otro, en los que aparece una visión más general de todo el contexto social. Además, en varios de estos últimos, incluso se hace un análisis histórico. La novela en su conjunto puede considerarse en muchos aspectos como una crónica de los acontecimientos que tuvieron lugar en la historia de Estados Unidos en ese momento ya que las detalladas descripciones del ambiente, las condiciones humanas y los lugares constituyen una representación bastante precisa de cómo era realmente la vida en aquel momento. Al alcanzar el ecuador de la novela, Steinbeck nos deleita con un texto excepcional en el que describe cómo las personas que alguna vez poseyeron tierras propias ahora se reducen a enfurecidos y salvajes migrantes. De hecho, en ciertos momentos, la voz narrativa cambia y se hace un intento de reproducir las palabras exactas que los personajes han articulado. Se pasa de una narración omnisciente al discurso directo, por ejemplo: “cuando había trabajo para un hombre, diez hombres peleaban por él.

Biblioteca Clásica

Si ese tipo trabaja por treinta centavos yo trabajaré por veinticinco. Y pronto los grandes propietarios y las empresas inventaron un método nuevo”. Este cambio de ritmo en la narración hace que vivamos los acontecimientos en primera persona y ayuda a acortar la distancia entre el texto y el lector. Sin duda alguna, la manera en la que el autor juega con los puntos de vista y la narración es una de las características más peculiares de esta novela.

Algo muy importante a destacar es que se trata de obra muy cuidada, que combina extraordinariamente

un humor sutil con la aflicción más desgarradora. Personalmente, encuentro esta singularidad fascinante y constituye una de las razones por las cuales esta novela produce un efecto tan cautivador y tiene tanto reconocimiento literario. La narración está repleta de vivas imágenes y metáforas que ayudan al lector a sumergirse en este mundo y en estas duras circunstancias. Por ejemplo, cuando la lluvia castiga las tierras e impide el trabajo: “sobre el heno húmedo de graneros con goteras nacían niños de mujeres que jadeaban, enfermas de neumonía. Y los ancianos se acurrucaban

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por los rincones y morían así, de modo que los forenses no los podían estirar”. En otro fragmento Steinbeck escribe “en las carreteras la gente se movía como hormigas y buscaban trabajo, comida”. Esta metáfora en concreto es de gran importancia, puesto que en los textos naturalistas es muy común comparar a los seres humanos con animales. Dicha técnica, que probablemente deriva de la teoría de la evolución de Charles Darwin, tuvo una gran influencia en los escritores de la época.

La verdad es que aunque muchos críticos consideran Las uvas de la ira una obra puramente naturalista, estoy totalmente en desacuerdo, ya que también contiene elementos realistas. Normalmente, en la literatura naturalista la voluntad humana es una ilusión y en esta novela los personajes, puede que estén condicionados por su entorno y sus circunstancias, pero su libertad de decisión les permite tomar diversos rumbos, por ejemplo Tom Joad decide abandonar a su familia y seguir los pasos de Casy; Connie abandona a su mujer; Noah elige quedarse atrás cerca de la frontera californiana, etc. Además, la novela cuenta los acaecimientos de la familia Joad en su viaje hacia la “tierra prometida”: California. Esta estructura narrativa se asemeja en gran medida a una de las novelas realistas más conocidas, Las aventuras de Huckleberry Finn (1884) de Mark Twain. Al igual que

Huckleberry Finn y Jim con su balsa, los Joad se encuentran en busca de una vida mejor.

Volviendo de nuevo al texto, no podemos terminar de hablar de esta obra maestra sin pararnos a examinar la increíble y trascendental importancia de los personajes femeninos. En la novela las mujeres se presentan como poderosos seres que toman las riendas en tiempos de penumbra y son capaces de adaptarse fácilmente a situaciones de desconcierto. Así lo afirma el personaje de Madre Joad: “Una mujer puede cambiar mejor que un hombre […] la mujer tiene su vida en sus brazos. El hombre la tiene toda en su cabeza […]. El hombre vive a sacudidas, un niño nace y muere, y muere un hombre, eso es una sacudida. La mujer fluye, como un arroyo, con pequeños remolinos y pequeñas cascadas, pero el río sigue adelante”. Este tipo de retrato femenino está, en mi opinión, estrechamente ligado a la aparición de The New Woman en 1890, que se convirtió en la temática predominante del realismo. Además, no solo nos encontramos con mujeres fuertes y decididas sino que los roles sociales establecidos se difuminan: “Déjeme salar esta carne —dijo—. Es trabajo de mujeres […]. Es trabajo —replicó el predicador—. Hay demasiado trabajo como para dividirlo en trabajo para mujeres y para hombres. Usted tiene mucho que hacer. Deje que yo sale

la carne”. En definitiva, Las uvas de la ira nos hace cuestionarnos la manera en la que entendemos el mundo y a lo largo de la obra Steinbeck reta al lector bombardeándole con un sinfín de

situaciones y puntos de vista sin tapujos. Por supuesto, todo esto con la Gran Depresión como telón de fondo y unos personajes carismáticos que resultan imposibles de olvidar.

Aitana Pardos Poza

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Machado y Machado

Flechas literarias Estoy sentado. Mitad de la noche. Tiempo sobre tiempo y tiempo ardiendo en un vaso. Alegrías

de Cádiz; cantares de Castilla; ausencias norteñas o etnocéntrica apatía. España. España en sus luces y en sus sombras; mejor, en sus silencios y en sus rebuznos. He dejado la pluma, el cáliz; manos yertas, casi yertas; los dedos de pianista a punto de ritmar una leve emoción cálida sobre la mesa de madera; y las palabras dispersas, como aforismos o sentencias, como regalos o donaires. No es aquí, ni allá. Es aquí y allá. Ahora, en los desvelos tristes de mi triste jardín, alegrías. Alegrías de Machado (y adviertan que prefiero dejar que sean ustedes quienes digan cuál es cuál), para pasar la hora. Horas cárdenas, caballo fiero —cimarrón como Umbral—, y tugurios modernistas con aire de casta. Casta y raza hispana que no es raza, sino viento. No es raza, sino testosterona y llanto; y dos continentes cantándole a la misma musa. ¿Y España? Hoy podemos obviar ese tema tan incómodo. Degustemos mejor la dulzura de unas lágrimas, la euforia de un lamento, el ruido del bordón y de la plaza. De tripas corazón... y al ruedo. Y cantar nuestras penas y ahogarlas en el mar de la poesía. Machado alerta; Machado tranquilo como solo lo saben estar los hombres

que ya por todo han pasado, hasta por la conversión de dos adelfos en una sola flor entristecida. Machado parlanchín y requebrado. Machado mítico: solo nos deja unos cuantos versos cortos perdidos por el mar, barquitos sin rumbo... y sin final. Machado pictórico: no hay mejor manera de ver el Prado que a través de sus ojos. Pero esperen. ¿Y España? España importaría poco si no fuera, Dios dispone, por sus gentes. Las gentes ¿de España? ¿Y quiénes son esos? Mairena pregunta; la clase reflexiona. ¿La luna... o el dedo? Caminos de Castilla... y tiempo, muerte, angustia, y alegrías. Más alegrías para pasar la hora. El hondo sentir, al fin y al cabo, no es más que cosa de darle un tinte trágico a una cuestión muy poco trágica. Ustedes... Ustedes son la respuesta. Respuesta que se abre a mil nuevas preguntas. Mairena reza; luego, escéptico, pregunta. Los alumnos, patidifusos, no abren sus cuadernos. Y es una suerte, porque no toca apuntar, toca pensar. Reflexionemos, hijos de Dios. Y que Dios disponga. Experto flechador era Machado: flechas de amor o flechas de alegría; flechitas de tristeza o flechas de estoicismo. Llamados a la hora estamos todos. Que cada uno elija su camino. O que elija los dos: la guitarra templada... y otra copla temblando en el bordón.

Gonzalo Escribano

—¿Será acaso una fuente la que nos salve del desastre?

—Podría ser. No creo, en cualquier caso que fuese un parque desierto el que lo haga...

—¿Una guitarra templada y nos ponemos de acuerdo?

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Jengibre y limón

Un desgreñado y álgido bóreas trae el murmullo de las encinas, de la tierra firme y gélida, de la leña que arde y humea sobre las chimeneas, semejante al susurro de los besos... o así se me antoja.

Suben la calle muros de canto y cal. Comienza el tintineo de las farolas y del árbol de luces de la torre de la Iglesia. Lo noto en el estómago... esa añoranza que ha traído el recuerdo y descubre la suave y tímida melodía de la dicha.

La puerta de la casa ha perdido su color, el sol, la lluvia, el viento, el tiempo...

Asgo el picaporte y abro... mmmm... la dulzura y la calidez me toman. Olor a castañas asadas, mandarinas, canela, jengibre y limón.

Montserrat García

InéditosAquí estamos para detener el viento y

para izar las velas y llegar a Tar, para alargar la sonrisa

sobre nuestro escaso rostro.

Aquí estamos como momias o comosaxofonistas, estamos en medio del humoy del valle, en medio del punto minúsculo

en donde no estamos.

No quisiéramos cruzar los mismos atardeceresque John Wayne, no

quisiéramos tener los ojos bajo los pies,aquí vamos hacia Tar, hacia el grito hueco, hacia

el oxímoron, que lo es todo y nada y la tímida materia.

Aquí vamos hacia donde los segmentos se agotany hacia donde nacerán nuevos cuerpos sin almaque lucharán, igual que nosotros, por el pasado;igual que nosotros, por el palíndromo y la noche.

Diego Seligrat

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Una experiencia lacrimógena

José Antonio Bayona (Barcelona, 1975) es el responsable de películas españolas bien acogidas por el gran

público como El orfanato (2007) y Lo imposible (2012). El talentoso cineasta ha recibido diferentes distinciones por su trabajo, entre las que destacamos el Premio Nacional de Cinematografía (2013). Entre sus próximos proyectos cabe mencionar que en abril de 2016 se anunció que había sido elegido por Steven Spielberg para ser el director de la secuela de Jurassic World, todo en hito en cuanto a recaudación de taquilla se refiere. Las abultadas cifras en este sentido, de todos modos, no le son ajenas, ya que Un monstruo viene a verme es una de las películas más vistas este año. Pero, ¿cuál es el secreto de su éxito, tan aparentemente indiscutible?

El argumento de la película, basada en la novela homónima de Patrick Ness, se centra en un niño cuya madre padece un cáncer terminal. Además, sufre bullying por parte de sus compañeros de colegio y no tiene una

buena relación con su abuela. Por si esto fuera poco, su padre parece prescindir del protagonista en sus planes de futuro con su nueva familia. El chaval, ante tamaña nube de problemas sobre sus espaldas, se consuela haciendo dibujos. Una noche, uno de los monstruos que obstinadamente acudían a su

Un monstruo viene a vermeDirección: José Antonio Bayona

Reparto: Lewis MacDougall, Sigourney Weaver, Felicity Jones, Liam Neeson

Duración: 108 minutos

Diálogo con las Artesimaginación cobra vida. El susto inicial que el niño siente ante el monstruo-árbol se aclara enseguida, ya que desde los primeros momentos se entiende que el personaje fantástico se le ha aparecido para ayudarle. Así, a través de historias que aparecen ante el espectador como retazos de dibujos se inicia una suerte de terapia en la que, suponemos, el protagonista debe llegar a entender todo lo que le está pasando. En este punto, si bien es cierto que las imágenes con las que se presentan las historias del árbol milenario son de una gran belleza plástica, su pertinencia argumental no está del todo clara. Durante una considerable porción temporal de película, ni el niño ni el espectador saben muy bien lo que les están contando. Las historias se suceden las unas a las otras con una evidente intención moral o, al menos, consoladora, pero el mecanismo invisible que introduce al cinéfilo en una trama concreta, que le permite volar y alejarle de su vida durante unos minutos, no aparece en prácticamente ningún instante. Las historias no parecen significar un cambio en la vida del niño o en su entorno, exceptuando quizá la última.

Los instantes finales de Un monstruo viene a verme no por predecibles dejan de afectar a los espectadores. De este modo, la que aquí escribe presenció cómo una sala destacadamente repleta de gente se deshacía en inevitables lágrimas. Pero no se trataba de un dolor profundo, conseguido a través de una

buena historia que acaba contagiando su melancolía, sino una suerte de orgía morbosa del llanto en la que no faltaron comentarios jocosos o los famosos selfies lacrimógenos, donde ciertos adolescentes mostraban con orgullo su emoción ante una de las películas más publicitadas del momento. En este sentido, ante una historia con fisuras argumentales, no debemos negarle a Bayona la capacidad de emocionar en los puntos culminantes de la película. Aunque, en mi opinión, no se trata de un clímax alcanzado gracias a una progresión inteligente, sino la recreación de un momento de dolor universalmente compartido.

En definitiva, Un monstruo viene a verme tiene buenas intenciones, una excelente banda sonora, interpretaciones notables y una fotografía extraordinaria. Su punto débil se encuentra en la mente que tenía que unir todas las fichas del juego cinematográfico. El ritmo de la película decae en varios momentos y no parece haber un hilo conductor que relacione la realidad y la fantasía de manera orgánica. Siendo esto así, ¿cómo es posible el éxito indiscutible en taquilla? La respuesta se encuentra en la excesiva publicidad, que avasalladoramente nos mete la película por los ojos… y aparece hasta en la sopa. Las relaciones entre los “que ponen el dinero” y el influenciable público se han vuelto a poner de manifiesto en esta película, una declaración de buenas intenciones que no llegan a producirse.

Raquel López López

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Acercando la música clásica a un público diferente

Desde que comencé mi peculiar camino en la música clásica pude comprobar que una

gran mayoría de personas no conocen realmente todo lo que es y significa esta profesión (o particular afición), este sacrificio tan bonito y gratificante. Siempre me he preguntado cómo se podría conseguir que la música clásica llegase hoy en día al gran público y siempre he hallado la misma respuesta: a través de las bandas sonoras. Vivimos en un mundo en el que lo audiovisual nos ha conquistado a todos en mayor o menor medida, por lo que recurrir a unas melodías que pueden ser reconocidas por varias generaciones es un gran comienzo para tratar de transmitir qué es la música clásica, qué es acudir a un concierto de estas características en directo. Este es precisamente el objetivo de la Film Symphony Orchestra, la primera orquesta sinfónica europea especializada en realizar giras de conciertos de música de cine. Este proyecto nace en 2011 y cuenta con más de setenta y cinco artistas. La FSO lleva a cabo anualmente una gira de conciertos a lo largo de la

geografía española en la mayoría de los auditorios de nuestro país. Han colaborado ya con diversos proyectos culturales y continúan preparando nuevos espectáculos, como La música de las galaxias, programa dedicado a la banda sonora de la conocida saga de películas Star Wars y que se estrenará en mayo de 2017. Su director, Constantino Martínez-Orts, es también compositor y ha sido galardonado en múltiples ocasiones por su trabajo y su profunda dedicación hacia las bandas sonoras.

FSO Tour 2016 Dirección: Constantino Martínez-Orts

Interpretación: Film Symphony OrchestraPróximos conciertos: Mallorca (17 de diciembre), Pamplona

(23 de diciembre), Madrid (28 de diciembre), Murcia (7 de enero), Alicante (8 de enero), Oviedo (14 de enero)

El FSO Tour 2016 es su gira de conciertos de este año, en la que cuentan con un programa muy variado y con grandes sorpresas que se van desvelando hasta el final del propio espectáculo. Se ha realizado una selección de bandas sonoras propias del género bélico (La gran evasión), la fantasía (Conan el Bárbaro, Harry Potter, Star Trek Into Drakness, Gremlins), la acción (Star Wars: El despertar de la fuerza, El caballero oscuro, Capitán América, Sherlock Holmes: un juego de sombras), el suspense (Psicosis), la animación (Chicken Run: evasión en la granja), el western (Silverado, Los odiosos ocho) y el drama (Chocolat, La lista de Schindler, Cinema Paradiso). Cada una de estas piezas es contextualizada previamente por el propio director, quien, con mucho sentido del humor, relata anécdotas sobre esas bandas sonoras o sobre sus compositores. Esto resulta muy atractivo para aquel que conoce por primera vez esas melodías, pero también para el que lleva toda su vida escuchando a Ennio Morricone, Hans Zimmer o John Williams. La Film Symphony Orchestra es una orquesta compuesta por músicos bastante jóvenes que han apostado claramente por un estilo más desenfadado y cercano, alejado del famoso frac negro. Esta juventud, unida al objetivo que siempre ha defendido Martínez-Orts (hacer de estos conciertos una fiesta) hace que en muchos momentos del espectáculo se lleguen a utilizar instrumentos

más variopintos y a que los músicos intervengan de diversas formas. Todo ello hace de este concierto una verdadera delicia para aquel que se interesa por el cine y por las buenas bandas sonoras o para aquel que simplemente quiere saber qué es eso de la música clásica. Gracias a unos precios bastantes más económicos en comparación a otros eventos similares y a su espontaneidad sobre el escenario, consiguen conquistar a grandes y a pequeños.

El propio Martínez-Orts ha señalado en más de una ocasión que las bandas sonoras han sido calificadas, durante muchos años, como “la prima denostada de la música clásica”. En realidad, algunos sectores de la música clásica parecen no haberse dado cuenta aún de que este tipo de composiciones llegan a un gran público y, más allá o no de su éxito, algunas de ellas son verdaderas obras de arte. Pese a las dificultades, la FSO continúa reivindicando su espacio en el panorama cultural español con humildad, trabajo y devoción por el arte, por el cine.

Paula Mayo Martín

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Asomarse a la vida

El porvenir es una película que alude a un periodo de tiempo incierto que deben enfrentar

los personajes en la trama y, con mayor protagonismo, una profesora de Filosofía, Nathalie (interpretada por Isabelle Huppert, con toda probabilidad la actriz francesa más célebre de lo que llevamos de siglo, conocida por películas como La pianista, de Michael Haneke).

La situación de Nathalie responde al tópico de la mujer burguesa que afronta una crisis existencial cuando se desmoronan los pilares básicos de su vida, ya tratada en películas tan conocidas como Blue Jasmine, de Woody Allen, o Sunset Boulevard, de Billy Wilder. En esta película, la crisis se sustenta sobre un trípode cuyos elementos se van engarzando progresivamente, aunque a ratos no se logre del todo el equilibrio: desaparece el bienestar familiar, encuentra anomalías en el entorno social y lidia con cambios en el ámbito profesional que cuestionan los valores intelectuales defendidos por ella hasta ahora.

La directora (Mia Hansen-Løve) acierta al comenzar in media res, pues de

ese modo el espectador tiene la impresión de que está ante una estampa cotidiana que al igual que ha empezado terminará, es decir, en cualquier momento, al retirar los ojos de la mirilla que de la cámara ha hecho Hansen-Løve. Esa estampa, acaso costumbrista, corresponde a la grabación de la toma de consciencia del ciclo vital: una mujer que debe cuidar de su madre senil y que al poco tiempo se convierte en abuela. Ha llegado la hora del trasvase de papeles. Paralelamente, su marido le pide el divorcio porque ha conocido a una mujer menor. Otro tópico.

El porvenirDirección: Mia Hansen-Løve

Reparto: Isabelle Huppert, Edith Scob, Roman Kolinka, André Marcon, Sarah Le Picard, Solal Forte, Elise Lhomeau, Lionel Dray, Marion Ploquin

Duración: 100 minutos

Un atractivo de la película reside en el espacio sentimental que se abre en Nathalie y que, previsiblemente, ocupará su alumno predilecto, a quien profesa un profundo cariño. No ocurre, a pesar de las trampas en las que cae la cámara en ocasiones. La manera de abordar el abismo generacional es muy interesante, dado que se representa a través de las conversaciones del alumno y sus compañeros de viaje, enternecedoramente idealistas, que viven en una granja en el campo mientras comparten sueños anarquistas. Se contraponen a las opiniones de Nathalie, cuya filosofía se circunscribe a la teoría que enseña en las aulas. Es la dicotomía entre la praxis y la palabra escrita. Respecto al lado profesional, Nathalie ve cómo el sello en el que ha editado una colección de filosofía pretende cambiar su línea y hacerla más divulgativa para incrementar ventas. Es curiosa la visión que de la editorial se hace, mostrando cómo es, al fin y al cabo, una empresa cultural, pero antes empresa que cultural.

El interés principal que puede ofrecer la cinta es la polisemia de los subtextos que aparecen, de entrada como algo complementario. Un ejemplo es la recomendación bibliográfica que Nathalie hace a su alumno: El perdedor radical, de Hans Magnus Enzensberger. Se trata de un libro excelente para conocer la psicología de los terroristas del Estado Islámico, su razón de ser y sus

intenciones. Y es un tema que afecta en gran medida a Francia, de manera que su inclusión en la película no es casual.

El porvenir es, para terminar, una palabra cargada de connotaciones positivas. Sin embargo, y dada la crisis estructural de la que adolece la sociedad contemporánea, uno se pregunta si las ha perdido y estamos, meramente, ante “lo que está por venir”, cuya adjetivación ya se encargará el tiempo de añadir. Nathalie tendrá que esperar.

Sofía González Gómez

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La carne: jaula o paraíso del alma

En esta ocasión, la autora española Rosa Montero (Madrid, 1951) nos deleita con su nueva obra La carne

(2016). Esta escritora, que ha estudiado Periodismo y Psicología y ha colaborado dentro del teatro independiente, ha publicado numerosas novelas. Algunos de sus títulos son, entre otros, Crónica del desamor (1979), La función Delta (1981), Te trataré como a una reina (1983), Amado amo (1983), La hija del caníbal (1997), Premio Primavera de Novela, La loca de la casa (2003), Premio Qué Leer 2004 al mejor libro del año, Premio Grinzane Cavour 2005 y Premio Roman Primeur 2006, Instrucciones para salvar el mundo (2008), Premio de los Lectores del Festival de Literaturas Europeas de Cognac 2011, o La ridícula idea de no volver a verte (2013), Premio de la Crítica de Madrid 2014. Entre sus ensayos los títulos que destacan son Historias de mujeres (1995) y Pasiones (1999). Su obra está traducida a más de veinte idiomas, es Doctora Honoris Causa por la Universidad de Puerto Rico y ha recibido, además, el Premio

Internacional Columnistas del Mundo 2014.

En su última novela, La carne, el lector encuentra un elemento constante sobre el que se sostiene todo el relato: la intriga. Entre estas páginas somos capaces de observar un enigma que envuelve a cada personaje,

Rosa Montero, La carneBarcelona, Alfaguara

240 páginas, 18,90 euros

De aquí y de alláque forma parte de su esencia y que, como consecuencia, conforma un halo de misterio que se convierte en un ingrediente básico, siendo este utilizado por una Montero que nos conduce hacia donde se propone. Si uno busca, o teclea, en el Diccionario de la Real Academia Española el término suspense, encontrará la siguiente definición: “expectación impaciente o ansiosa por el desarrollo de una acción o suceso, especialmente en una película cinematográfica, una obra teatral o un relato”. Y esto es, exactamente, lo que hallamos en esta aventura que nos propone la autora madrileña.

Soledad es una mujer madura. Acaba de cumplir los sesenta años y teme irremediablemente a la vejez, aunque reflejada en su piel no vemos a una mujer mayor: es atlética, atractiva, delgada y se conserva muy bien para ser una sexagenaria. No aparenta la edad que tiene y, sin embargo, eso no hace que se sienta menos vulnerable. Se licenció en Historia del Arte y es comisaria de exposiciones. No obstante, no encuentra la manera de sentirse feliz. Su vida en el ámbito profesional entra en crisis, se desmorona, al mismo tiempo que empieza a descartar la idea de encontrar el amor tras demasiados desengaños. ¿Se puede temer al amor igual que a envejecer? En esta dicotomía se encuentra Soledad cuando conoce a Adam Gelman, un gigoló ruso de treinta y dos años al que contrata una noche para dar celos a un amante que

la ha abandonado por su joven mujer embarazada. Lo que ella no sabe es que, sin pretenderlo, este varonil muchacho trastocará su vida cuando ambos inicien una fogosa y vacilante relación llena de malentendidos, incertidumbres y secretos. La vida de estos personajes no ha sido nada fácil y todo lo que les va ocurriendo conduce a un interrogante: el que se abre ante Soledad respecto al ruso y viceversa. Estamos en medio de una historia de dos seres heridos en busca de su salvación: dos almas gemelas en busca de una respuesta.

La carne es una intriga emocional con numerosos toques de humor, pero también de rabia, donde se tratan temas como el sexo, el paso del tiempo, el miedo a la muerte y la capacidad de sobrevivir al fracaso; pero también otros, como la esperanza y los anhelos. Es una lucha constante contra los estragos del tiempo. Esta es una obra sobre el amor que a veces se da y que se necesita recibir: la desnudez del alma en su máximo esplendor. Sin embargo, lejos de situarnos frente a una novela triste, melancólica o decadente, el público encuentra entre sus líneas un mensaje profundamente vitalista. Es, tal y como expone la editorial que la publica, Alfaguara, la novela “más libre y personal de las que ha escrito Rosa Montero”.

Noelia Izquierdo

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Del olvido que seremos y de su reverso, la memoria

A tenor de la sinopsis del libro, uno tendería a pensar que Lo que olvidamos es una historia

sentimental sobre las relaciones entre una madre que comienza a notar los síntomas de la enfermedad de Alzheimer y su hija: una especie de reconciliación reconfortante con el pasado con el trasfondo dramático de la enfermedad. Sin embargo, la personalidad intelectual de Paloma Díaz-Mas (Madrid, 1954) avala lo que en realidad justifica este libro: una profundísima reflexión sobre la memoria en la que nada es gratuito, que aspira a trascender esa sentimentalidad a través de la reflexión y la literatura. Lo que olvidamos se encuadra en el tono íntimo y confesional de sus últimas novelas, alejadas de aquellos magnos marcos históricos que ofrecían en los ochenta y noventa del pasado siglo las justamente aclamadas El rapto del grial, La tierra fértil y El sueño de Venecia.

El libro comienza cuando la madre de la narradora comienza a mostrar algunos síntomas de la enfermedad. La experiencia de contrastar el hondo tajo que separa la mujer que era y la que es y de constatar que, sin embargo, es la misma persona da pie a escribir un testimonio radical sobre la condición humana y, al mismo tiempo, una confesión sincera

y nada afectada del anonadamiento del ser querido. Pero resulta ser también una experiencia iluminadora, porque a partir de ahí la realidad parece cobrar nuevos significados para la narradora, quien percibe de qué manera todo está entrelazado con la memoria: la identidad, la culpa, la escritura literaria, la historia. De este modo, la desmemoria de la madre supone una oportunidad para que recupere las raíces de su ser y acepte el olvido y el no-ser del que cada individuo estamos hechos. En realidad, a partir de su madre, la narradora

Paloma Díaz-Mas, Lo que olvidamosBarcelona, Anagrama

165 páginas, 15,90 euros

comienza a relativizarlo y a constatar que también ella ha dejado escapar de su memoria retazos del pasado. Y que los que pasaron están también condenados a ser olvidados por mucho esfuerzo que hagamos, en un eterno Ubi sunt?

A través de las visitas al geriátrico donde está interna su madre, de sus contactos con otros enfermos y sus familiares y también de los vestigios que va encontrando al desmantelar su casa, la narradora siente la necesidad de reconstruir una historia condenada a la desaparición, la de su madre, pero también la de todos los que la han rodeado, la de un cuerpo social. Es en vano pues el olvido acaba venciendo. Solo le sirve para hacerse capaz de integrar en su vida la experiencia de la pérdida de recuerdos. No recordar acaba siendo tan doloroso como no ser recordada, esto es, no ser identificada. Aprendizaje tortuoso en el que el lector es llevado de la mano hasta que comprende que estamos hechos de memoria y que esta es débil y acabará disipándose como la de una enferma de Alzheimer.

Los lectores de Díaz-Mas sabemos de su rara habilidad para fijarse en la honda significación de lo cotidiano y para resignificar el mundo desde una perspectiva existencial. Observar el comportamiento y las respuestas a los estímulos de otras personas que habitan la misma residencia que su madre y que sufren el mismo mal le sirve a la

narradora para perfilar su conocimiento profundo del ser humano. No hay en Lo que olvidamos una trama narrativa, sino una sucesión de anécdotas, observaciones y reflexiones, de personajes primorosamente dibujados por la narradora y, sobre todo, un tono lúcido y un punto desengañado. Organizada en episodios más o menos independientes, la novela se convierte en un humanísimo tratado de sabio estoicismo, higienizado por sutiles y bien dosificadas notas de humor. El libro adquiere así una intensidad lírica altísima; lo que ocurre a la madre de la narradora es la misma consistencia de la que todos estamos hechos, por lo que resulta imposible permanecer impasible ante las meditaciones que brotan del libro con una naturalidad asombrosa. Todo ello en una prosa pulida hasta la perfección, tan ajena al virtuosismo estéril como a la más pequeña vulgaridad, propia de una escritora de largo aliento.

Fernando Larraz

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Los tres momentos del límite: los relatos de La noche y yo

En La noche y yo, Juan Carlos Méndez Guédez (Barquisimeto, 1967) nos presenta tres relatos

medianamente largos que, con sus diferencias, hilan un sentido que se construye a través de las preguntas y los temas que plantean. Sin embargo, lo primero que salta a la vista son los elementos que distancian a los textos, sobre todo en lo que respecta a la forma. “Un círculo para Ainhoa” presenta una estructura temporal lineal que sigue los devenires de un hombre que recorre las calles de Caracas con una vestimenta extraña que no deja de atraer la atención de quienes lo ven. Esta linealidad en el tiempo del texto es interrumpida solo por los recuerdos del protagonista, que nos narra su historia con Ainhoa, un amor imposible cuya historia, más que circular, parece una espiral que no terminará nunca de cerrarse. “Xibanya”, por su parte, nos lleva en el viaje retrospectivo de otro hombre que, en los momentos finales de su vida, revisa su pasado a través de las mujeres que amó, desde sus amantes hasta su madre. La muerte le ha llegado en uno de sus momentos más embarazosos: envejecido en un baño, con su pijama de botones y los pantalones abajo. Finalmente, el tercer y último relato, que da título al

volumen, es el más experimental: con un discurso quebrado, el relato sigue la consciencia de una mujer insomne que recuerda sus amores pasados la noche antes de su matrimonio.

A pesar de lo heterogéneo, la lectura de los tres cuentos nos revela las constantes que los unen. Primero, la circularidad que los define: todas las historias se desarrollan como un ciclo que empieza y termina en el mismo lugar. El recorrido que realiza el primer personaje a través de la capital venezolana es también un viaje a través de su memoria

Juan Carlos Méndez Guédez, La noche y yoMadrid, Páginas de Espuma

154 páginas, 14 euros

en el que revisa su romance con Ainhoa, cuya conclusión, ya lo dijimos, es inicio y fin del relato. La muerte de Sabino, personaje central del segundo texto, es también la causa motriz y final de este. Por último, la noche insomne de la mujer que está por casarse es un espacio circular en el que la narradora rememora su pasado por fragmentos que siempre vuelven, inevitablemente, a la víspera de su boda. Asimismo, los puntos límite de la vida, sus momentos de crisis, son un tema común: el final de la relación, la muerte y el matrimonio. Aunque, es importante aclararlo, los personajes se ubican desde distintas perspectivas: el primer texto mira retrospectivamente la conclusión de su romance, el segundo se ubica en el momento de la muerte de Sabino y el tercero mira ansioso hacia un mañana que no termina de llegar. De la misma manera, otros motivos se hacen sentir: los tres personajes son lectores, por ejemplo, y todos los cuentos se centran en el amor en sus distintas formas.

Otro elemento común en los tres relatos es la experimentación. Si bien es cierto que “La noche y yo” sobresale en esta característica, esto no quiere decir que la prosa de “Un círculo para Ainhoa” y “Xibanya” no presente propuestas propias para buscar nuevas formas de expresar los temas que abordan. Sin embargo, la búsqueda experimental no hace que los textos se hagan herméticos.

Por el contrario, incluso en el caso más extremo, la prosa se mantiene ágil y es capaz de sostener un buen ritmo a lo largo de la anécdota. Méndez Guédez la construye con meticulosidad y el resultado, más allá de algunas frases sobreconstruidas y algunas repeticiones que, aunque buscadas, entorpecen la lectura, no decepciona. El punto débil del volumen está en los temas, cuyo abordaje resulta, de momentos, tópico. Algunas formulaciones para referirse al amor o al sexo caen en lugares comunes que le agregan una plasticidad al discurso que ni siquiera la experimentación formal logra disimular. No solo esto, sino que las estructuras de los relatos, que se repite en su forma rememorativa y circular, se hacen repetitivas. En resumen, La noche y yo es un libro muy bien escrito, con momentos que nos recuerdan la importante trayectoria de su autor, pero que no sorprende y, quizá por esto mismo, llega a decepcionar en su aproximación a las historias que narra.

Javier Ignacio Alarcón

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Si postrado ante mí me adoras

Dolores Redondo (San Sebastián, 1969) alcanzó la fama, hace un par de años, gracias a la Trilogía

del Baztán —formada por los títulos El guardián invisible (2013), Legado en los huesos (2013) y Ofrenda a la tormenta (2014)— con la inspectora Amaia Salazar como protagonista y cuyo primer volumen llegará el próximo año a la gran pantalla. Su nueva novela se titula Todo esto te daré y, adscrita también al género negro, le ha servido a su autora para recibir el Premio Planeta 2016 en uno de los años en los que más propuestas —casi 600— se han presentado.

Manuel Ortigosa tiene, en apariencia, una vida perfecta: casado con Álvaro, sin problemas económicos gracias a su trabajo como escritor y con un círculo social bastante amplio. No obstante, su paraíso particular se desmorona cuando, una mañana, la policía llama a la puerta de su casa para comunicarle que su marido ha fallecido en un accidente de tráfico en la Ribeira Sacra. Las preguntas sin respuesta comienzan entonces a agolparse en la cabeza de Manuel, que, instalado en la Galicia natal de su esposo, iniciará una investigación para esclarecer las extrañas circunstancias en las que este ha muerto. Ayudado por Nogueira, un guardia civil

recién jubilado, y Lucas, un religioso amigo de Álvaro desde su infancia, el protagonista de Todo esto te daré redescubrirá cómo era la persona de la que se enamoró hace más de quince años y a la que creía conocer a la perfección. Entre tanto, la familia de Álvaro, los Muñiz de Dávila, intentará impedir que se conozcan los secretos y miserias que esconden sus integrantes.

Redondo, autora que se ha instalado con fuerza en el panorama del noir español, se decanta en esta ocasión por las tierras gallegas como escenario

Dolores Redondo, Todo esto te daréBarcelona, Planeta

616 páginas, 21,90 euros

para su nuevo relato frente a la Navarra que se erigió como personaje destacado en su afamada trilogía. El paisaje gallego, especialmente los viñedos de la Ribeira en los que se encuentran las bodegas y los trabajadores de Álvaro, recorre todas las páginas de la obra y sirve como marco principal para una historia de misterio, caciquismo —ejercido, en toda la comarca, por parte de los poderosos Muñiz de Dávila—, riquezas y relaciones familiares. El pazo de As Grileiras, en el que viven los parientes de su esposo, se configura para Manuel como un entorno ideal, debido a la naturaleza salvaje que le rodea, pero con unos muros que no dejan de recelar del recién llegado, cuya sexualidad parece no agradar a nadie en esa casa, anidándose anticuados y retrógrados prejuicios en el corazón de la matriarca de la familia. Juegan también, en esta novela, un importante papel los nuevos lazos que irá estableciendo el protagonista, con quienes hasta hace unas semanas eran desconocidos para él: su pequeño sobrino Samuel, cuyo afecto desmedido por su recién conocido tío parece un tanto inverosímil, su inocente cuñada Elisa, Nogueira y su familia... Sin embargo, estas nuevas amistades no sirven para encubrir la soledad de Manuel en tierras desconocidas, hecho que nos lleva a preguntarnos por qué ninguno de sus amigos, que como escritor famoso que es suponemos que tiene, le llama o se preocupa por él, o por Álvaro, durante ese tiempo. Igualmente, para tratarse

de una obra ganadora de uno de los premios literarios más prestigiosos de las letras castellanas cabría esperar de ella un mayor perfeccionamiento en el estilo, la ausencia de faltas de ortografía —un error imperdonable en una publicación de este calibre—, una mayor economía lingüística para expresar la clave de la narración en un menor número de páginas evitando, con ello, la desesperación por parte de los lectores, etc. A pesar de estas faltas, en Todo esto te daré se revela una interesante línea de investigación que irá desmantelando los secretos que permanecieron dormidos desde hace más de treinta años. Heredera de la tradición policial británica, Redondo logra construir un relato plagado de sospechas y crudas realidades que se erige como digno continuador del género negro.

Cristina Suárez

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Maneras de decir posguerra

Es tan difícil dar con novedosas versiones narrativas de la guerra y de la posguerra españolas que

la búsqueda suele consistir en conquistar una esquiva originalidad que no haga caer a los nuevos relatos en la banalidad. La apuesta de Ernesto Pérez Zúñiga (Madrid, 1971) en No cantaremos en tierra de extraños equipara la gesta que llevan a cabo dos antiguos combatientes en la guerra española con la épica de una historia de aventuras cercana al western, reforzada por la lectura que de novelas de este subgénero hace uno de los protagonistas. Los dos aventureros son bastante diferentes entre sí: Ramón Montenegro ha combatido en la Segunda Guerra Mundial a las órdenes del General Leclerc en la famosa Nueve y es diestro en el manejo de las armas. Conoce los requisitos que implica la búsqueda de un fin superior, incluida la comisión de actos inmorales. Manuel Juanmaría, en cambio, solo desea recuperar a su mujer, de la que tuvo que separarse al partir primero a la guerra y luego al exilio, y que imagina explotada por el antiguo cacique de su pueblo, al sur de la Península. Ambos se conocen en un hospital de Toulouse, donde se recuperan varios españoles y en el que Montenegro convence a Juanmaría para emprender la

aventura y salvar a la esposa confinada en la España cautiva. Para ello, recorren juntos medio país, desde la frontera navarra, que cruzan clandestinamente. En su correría escapan de la guardia civil pero también de partidas de carlistas, de delatores, de viejos enemigos y de orates capaces de cualquier rapacería para paliar el hambre y despertados anhelos animales. Todo ello les sirve para reencontrarse con una realidad social sórdida y descompuesta. La novela consiste pues en una irracional empresa

Ernesto Pérez Zúñiga, No cantaremos en tierra de extrañosBarcelona, Galaxia Gutenberg

168 páginas, 20 euros

protagonizada por dos perdedores de la historia cuyas personalidades, con sus aristas y alientos épicos van mostrándose y desarrollándose paulatinamente.

La aproximación a la España de 1945 que ofrece en estas páginas Pérez Zúñiga recuerda a la de la España en guerra que hace unos años José Ovejero presentó en su La comedia salvaje. Ambas renuevan las posibilidades significativas de la guerra y la posguerra españolas a través de un lenguaje expresionista que, a ratos, linda con el esperpento y con el que se resume la devastación moral que produjo el enfrentamiento. En sus páginas, predominan lo grotesco, la alucinación y lo hiperbólico, con personajes que han cruzado los límites de la cordura como consecuencia de su experiencia del odio, la sinrazón y la barbarie. Esta ambientación lejana del realismo —y, por tanto, de un concepto de memoria basado en el testimonio directo—, convierte a España en un espacio mítico, cruel y devastado, habitado por cadáveres vivientes, donde impera la anomia y en el que el bien y el mal resultan indiscernibles. La deformación estética a la que Pérez Zúñiga somete su relato no es sino correlato de la misma deformidad sufrida por la nación. La novela sirve asimismo de denuncia contra el sistema de violencia impuesto por la victoria franquista y perpetrado por sus sustentadores, frente a quienes se sitúan

estos dos náufragos de la historia que recogen los restos de su viejo idealismo para enfrentarse a los ogros y tratar de restaurar un fragmento de racionalidad.

Sirva lo dicho como invitación a adentrarse en este relato original del pasado, homenaje a quienes se sobrepusieron a la violencia gratuita (quizá no a la violencia sin apellidos). Pérez Zúñiga sostiene todo ello con una prosa firme que evita con sumo cuidado los convencionalismos y los lugares trillados y apuesta por un ritmo extraordinariamente bien medido. Aporta también algún hallazgo interesante como las voces internas de Juanmaría, que ponen contrapunto a lo que expresa y que sirven para que el libro se configure como una dialéctica entre el afuera y el adentro de los personajes. La historia está además cuidadosamente documentada sin abusar del detalle histórico y en algunas partes incluye testimonios de algunos otros ilustres que compartieron con los protagonistas exilio y campos de concentración, como un Max que suena al autor de El laberinto mágico, sin que nada de ello estorbe la cohesión de la novela.

Fernando Larraz

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El lamento acompasado. Mártires por el pueblo salvadoreño

Jorge Galán (San Salvador, 1973) es un escritor latinoamericano que cuenta con una extensa trayectoria

literaria, que se comenzó a publicar en 2004. Tanto en poesía como en prosa, su estilo le ha llevado a ganar múltiples premios de reconocido prestigio como son el Premio Adonáis de Poesía por su obra Breve historia del Alba en 2006, Accésit del Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma por el libro El estanque colmado, en 2010, o el Premio Real Academia Española por Noviembre, en 2016, entre otros. La urgencia por contar la historia que se reseña a continuación ha llevado a su autor al exilio en España por las amenazas recibidas. Sacar a la luz a los verdaderos autores de los asesinatos de los jesuitas españoles Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno y Amando López y de los salvadoreños Joaquín López y López (también sacerdote), Elba Ramos y su hija Celina (ayudantes de los padres), no ha dejado indiferente a los protectores de los asesinos.

Noviembre tiene como protagonistas a los hechos que ocurrieron el 16 de noviembre de 1989, pero también refresca la memoria de los fallecidos por la liberación del pueblo

de San Salvador que se veía sumido en un Guerra Civil desde 1980. Entre los conmemorados se encuentra Rutilio Grande, pero sobre todo Monseñor Romero (beatificado en mayo de 2015). La crisis que envolvía al país desató esa barbarie que dividió a la población y que hizo que se cometieran grandes crímenes. En esa época, se encontraba en pleno apogeo la ideología marxista y varios teólogos y filósofos desarrollaron la Teología de la Liberación. Estos jesuitas intelectuales, principalmente Ignacio Ellacuría, al denunciar las

Jorge Galán, Noviembre Barcelona, Tusquets

275 páginas, 18 euros

injusticias sociales y ponerse del lado del pueblo y de los más pobres, firmaron su sentencia de muerte. Lo que para ellos iba más allá de una simple postura política y de poder, para sus ejecutores eran peligrosos opositores que debían ser eliminados cuanto antes. Y así fue: mientras dormían, un pelotón del batallón Atlacatl irrumpió en medio de la noche y acabó con las vidas de los que se encontraban en la UCA (Universidad Centroamericana José Simeón Cañas).

La novela tiene una estructura en la que el escritor es un narrador oculto que da paso a los personajes reales que vivieron esos tiempos tan crueles. Sus testimonios nos hacen rodear toda la historia que lleva al desencadenante de los asesinatos. Dividida en siete partes, un inicio y un epílogo, Jorge Galán nos hace convertirnos en otros testigos del crimen. Mejor dicho: de los crímenes que se dan en ese contexto social de Guerra Civil. El lector se hace una composición de lugar y lo ve y lo escucha todo. De esta forma, se hace una reconstrucción de los hechos para aclarar la verdad y así poder identificar a los culpables materiales e intelectuales del crimen y de todos los intereses políticos e ideológicos implicados en esta historia. Al final de la novela, podemos encontrar los agradecimientos del autor, muchos de ellos protagonistas de la novela, por los testimonios que le aportaron y que han hecho posible que el libro salga a la luz y

que la memoria de esas víctimas no caiga en el olvido. Entre esos testimonios se encuentran los de los jesuitas José María Tojeira, Jon Sobrino y Alfredo Cristiani, expresidente de San Salvador que ejercía en la fecha en la que ocurrió el múltiple asesinato. Además de muchas personas anónimas que por miedo a represalias prefieren permanecer en la sombra.

Sin duda, el lector de esta novela quedará sobrecogido ante la crueldad de los hechos reales que ahí se narran y provocará en él preguntas que todavía siguen sin resolver y que probablemente nunca se resuelvan. Pensará que todo esto no puede quedar impune y que hay que procurar la justicia que se merecen los personajes, pero a día de hoy no ocurre así. El Salvador sigue sufriendo y Noviembre nos recuerda que ese país necesita salir adelante y vivir en paz.

María González

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De viaje por Madrid

Joaquín Rubio Tovar nació en Madrid, donde estudió música y Filosofía y Letras. Es especialista en literatura

medieval y actualmente imparte clases en el área de Filología de la Universidad de Alcalá. Entre sus publicaciones se encuentran las traducciones del francés medieval de Cligès, de Chrétien de Troyes (1993) o el ensayo La vieja diosa. De la filología a la posmodernidad (2005), entre otros. También ha publicado libros de cuentos y otras dos novelas, El sueño de los espejos (2008) y Alguien envenena a los pájaros (2011), ambas protagonizadas por el comisario Carrasco, el atípico personaje principal de Viaje a la muerte.

En esta aventura, el comisario, un auténtico héroe antimoderno, recibe de manos de un adivino un encargo por el que una joven, a la que el mensajero ha visto en sus premoniciones, parece estar en peligro mortal. Con este inicio, el audaz protagonista se adentra en los entresijos de una organización empresarial que trafica con muertos para obtener beneficios económicos. La acción transcurre en lugares que son conocidos pero, al mismo tiempo, resultan algo extraños. El lector, de la mano de Carrasco, pasea por Las Rozas, las torres de la Castellana, la Universidad Autónoma o Alcalá de Henares. En este

viaje por la capital y sus alrededores van apareciendo los personajes que ayudan al comisario retirado en su empresa. Así, nos encontramos con caracteres como Ángel Custodio, seguidor de Heidegger y sushiman, o el maestro Benito, erudito humanista y habitante libre de las profundidades de la capital. En la novela se incluyen elementos fantásticos, introducidos de manera magistral gracias al buen uso del elemento musical. Así, se traza un puente de ecos cortazarianos entre la inexplicable vida interior de la víctima y su no menos incomprensible

Joaquín Rubio Tovar, Viaje a la muerteMadrid, La Discreta

199 páginas, 15 euros

realidad a través de la música, única “verdad” en la confusión en la que se encuentra. Gracias a la acción del audaz protagonista y sus atípicos compañeros de fatiga, se va desarrollando una trama que muestra la degradación moral que se puede llegar a producir en las altas esferas empresariales en su afán por conseguir el maná del siglo xxi, la única deidad ante la que se arrodillan, el poderoso caballero, Don Dinero.

En el universo madrileño que nos presenta el autor, los elementos que entran a escena resultan cercanos y, a la vez, siniestramente perversos. El lector se siente identificado con la víctima, una mujer que no logra recordar su pasado y cuyo presente es incierto, y que está siendo sometida a una vigilancia constante en una suerte de ratonera-urbanización de la que solo puede huir en sus sueños, más reales que aquello que los demás identifican con la “realidad”. De la mano de unos personajes que no entienden la enrarecida sociedad en la que transitan comprendemos su indefensión ante los mecanismos impasibles de un sistema para los que la inteligencia humana solo se entiende en el afán de abultar ciertas cuentas corrientes. Afortunadamente para la mujer atrapada, y también para el lector, la imparable máquina capitalista no acaba con el deseo de avanzar en el conocimiento de los llamados “saberes inútiles”. A lo largo de la novela, los inadaptados que acompañan a Carrasco

en su búsqueda de la verdad, seres apartados del sistema pero íntegros, valientes y sin nada que perder, se atreven a mantener con vida el espíritu humanista. A pesar de su precaria situación social y monetaria, no por ello venden su alma ni se dejan embaucar por los cantos de sirena que proceden del dinero fácil y los bienes materiales inmediatos.

La maestría del autor reside en que la contienda entre las arrolladoras fuerzas de la modernidad (entendida esta como un verdadero triunfo de la codicia) y la fe de aquellos que siguen sintiéndose “enanos a hombros de gigantes”, se resuelve con un estilo accesible, en el que prima un lenguaje cercano y en el que encontramos diálogos ágiles y chispeantes, marca de la casa. En la novela no falta una fina capa de humor, que le da forma y particulariza especialmente al comisario Carrasco, siempre irónico. Así pues, quien se adentre en este Viaje a la muerte se dejará llevar por un misterio que por momentos parece irresoluble y, de esto no hay duda, pasará un buen rato. Muy recomendable.

Raquel López López

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Joyce Carol Oates (Lockport, Nueva York, 1938) indaga en el abismo y la locura de un literato que ya no

distingue la realidad de la ficción en su propia vida. Andrew J. Rush es un escritor que ha conseguido el éxito con el que sueña todo escritor. Consagrado a la literatura, pasa su tiempo en lo que él denomina su refugio, un estudio construido sobre el antiguo granero de su lujosa casa. El escritor, que vive en un pueblo tranquilo de Nueva Jersey, pronto se va desvelando como un misógino, plagiario, mezquino y sin talento alguno que tiene delirios de grandeza. Andrew se enorgullece de ser capaz de llevar una doble vida sin que su familia convencional, formada por Irina y sus tres hijos, se percate de nada, o al menos eso supone él en su constante alejamiento de la realidad. “Rey de Picas” es el pseudónimo con el que firma las novelas de género negro donde vierte toda su frustración y se puede presentar como es él realmente: un machista reprimido,

celoso, posesivo y cruel. A medida que el lector avanza en la lectura de Rey de Picas se va haciendo más patente que Andrew J. Rush puede padecer algún tipo de enfermedad mental que le hace olvidar los delitos que comete. Así, se establece una encarnizada batalla con C.

Asomarse al abismoJoyce Carol Oates, Rey de Picas. Una novela de suspense

Traducción de José Luis López MuñozMadrid, Alfaguara

229 páginas, 18,90 euros

AlrededoresW. Haider, una mujer sexagenaria que lo demandará por plagio y desencadenará tal agitación en el aparentemente ciudadano modelo Andrew J. Rush que lo llevará a una obsesión digna de un relato de Edgar Allan Poe. La demanda llevará a este escritor inestable y vulnerable que ve enemigos por todas partes a cometer diferentes desmanes que finalmente lo pondrán al borde del abismo más absoluto de su locura. Se vislumbra un tipo de enfermedad mental a través de las frases introducidas en el monólogo interior de Andrew J. Rush por Rey de Picas, su personaje inventado, y estas son un claro signo de la bipolaridad que el lector intuye.

Como en casi todas las obras de Oates, la autora plantea el papel de la mujer con talento que se ve relegada a un segundo plano cuando se casa para no herir al marido mediocre que se ve amenazado porque su mujer es mucho más brillante. Este análisis de la situación de la mujer en el mundo intelectual también está representado por C. W. Haider, quien a pesar de ser una escritora con buenas ideas se ha visto rechazada por un mundo editorial donde solo los hombres son tomados en serio. Por otro lado, Oates dibuja de una manera magistral el mundo interior de la creación literaria, los anhelos del escritor, sus miedos y su necesidad de reconocimiento público. Planteando, así, que la creación por sí sola no es valiosa,

sino que necesita de un público que la avale como obra de arte. Asimismo, Oates se adentra en la lucha de egos de los escritores famosos y cómo mantener su estatus puede convertirlos en fatuos literatos, preocupados únicamente por el prestigio social, olvidando la verdadera función del escritor intelectual, que es perseguir la creación literaria como fin último y satisfactorio.

Oates se regodea en un análisis del fetichismo que rodea a la posesión de primeras ediciones como legado cultural del que presumir delante de otros intelectuales. El egocentrismo de dejar de leer a los demás porque tu creación es insuperable o la delgada línea entre influencia y plagio son otros de los temas que planean por esta novela. Rey de Picas se atreve a introducir a Stephen King en uno de los juegos metaliterarios que también contiene esta historia. Al igual que en otras novelas de Oates, Rey de Picas tiene como talento principal el estudio del mal y cómo cualquier persona por insignificante y anodina que sea su vida es capaz de provocar el daño más atroz si se da la circunstancia y se acerca demasiado al abismo al que todos los seres humanos se ven atraídos en un momento de sus vidas.

María Luisa Suárez Marín

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La evocación de un nombre

Maylis de Kerangal (Toulon, 1967) es considerada una de las grandes figuras literarias

francesas contemporáneas. Su andadura como escritora comenzó en el año 2000 cuando publicó su primera obra, si bien en España no aparecería ningún escrito suyo hasta 2013 con Nacimiento de un puente. Su última novela, en francés À ce stade de la nuit  (En esta etapa de la noche), ha sido publicada en español por la editorial Anagrama bajo el título de Lampedusa.

La novela se inicia en la noche del 3 de octubre de 2013, cuando una mujer, sentada en la cocina de su casa de París, escucha en la radio la noticia de que un barco procedente de Libia, lleno de refugiados, ha naufragado cerca de la isla de Lampedusa. El relato, escrito en primera persona, es el de la propia de Kerangal, quien se introduce en la novela, como muestra el hecho de que cite su propio nombre dentro de las páginas de la obra. Sucede durante esa noche en la que la autora reflexiona sobre los distintos significados y connotaciones que puede llegar a adquirir un nombre, el nombre de Lampedusa: “pienso en esos nombres inscritos en los paisajes y pienso en los paisajes transferidos a los

nombres”.

Escuchar el nombre de Lampedusa dentro del contexto de aquella noticia radiofónica provocará que la escritora ponga en marcha toda una serie de referencias de su propio mundo como películas, lecturas realizadas durante viajes, paisajes conocidos…, que le permiten reflexionar y dialogar con ella misma sobre la tragedia acaecida y que, muchas veces, acaba recordando a un viaje onírico por la mente de De Kerangal. La primera

Maylis de Kerangal, LampedusaTraducción de Javier Albiñana

Barcelona, Anagrama72 páginas, 11,90 euros

asociación que menciona la autora es la del actor americano Burt Lancanster, que interpretó a don Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, en la película  El Gatopardo, de Luchino Visconti, basada en la novela homónima de  Giuseppe Tomasi de Lampedusa. La elección de esta obra no es gratuita, ya que la novela del italiano describe el final de una época, el final de la aristocracia rural representada por el príncipe de Salina y el ascenso de una clase inferior, personificada en Don Calogero y Angélica. Sin embargo, el recuerdo del visionado de la película por parte de la autora la llevará establecer una asociación mayor entre la sociedad siciliana de aquella época y la tragedia de Lampedusa: “comprendí que Visconti había filmado El Gatopardo como un naufragio” y, por extensión, el naufragio de la sociedad europea, incapaz de hacer frente a las exigencias del momento. Siguiendo el transcurso de sus pensamientos, De Kerangal vuelve a retomar la figura de Burt Lancaster, la cual le lleva de nuevo a otra película The Swimmer, de Frank Perry. En esta ocasión el personaje de Lancaster refleja “la odisea de un hombre que ha trazado el extraño proyecto de volver a su casa nadando, atravesando una tras otra las piscinas privadas de las suntuosas mansiones del valle donde vive”. De esta manera Lancaster representa ahora a aquellos refugiados que se han embarcado hacia Europa en busca de un futuro mejor, en busca de una

nueva oportunidad que está llena de incertidumbres y de miedos: “Tentativa de huida para liberarse de un mundo y reinventarse, o tentativa de regresar a su casa y volver a la vida de antes, anhelo purificador de renacer, lozano y virgen, con el fin de volver a partir de cero: el hombre nada hasta el agotamiento de su delirante proyecto”.

En este dialogar y fluir de pensamientos, de recuerdos, de experiencias vividas, de lecturas…, De Kerangal entrelaza en Lampedusa la crítica a nuestra sociedad actual (“Lampedusa concentra por sí solo la vergüenza y la rebeldía, la pena, designa ya un estado del mundo, un relato totalmente distinto”) con la esperanza en el ser humano (“Y los habitantes de la isla, aislados y pobres por su parte […] los habían recogido y a la humanidad entera con ellos”). Pero además, en este relato la autora pone de relieve una reflexión metaliteraria sobre la capacidad que tiene la literatura para analizar, para reflexionar, para repensar el mundo.

Patricia Pizarroso Acedo

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El humor gráfico, una perspectiva teórica

Manuel Álvarez Junco (Zamora, 1948) es un experimentado artista gráfico que cuenta con

numerosas aportaciones en este ámbito, habiendo publicado humor gráfico en medios como El País o Interviú. Realiza también exposiciones y ha publicado varios libros, entre los que destacamos Ni hablar, de cuyo conjunto se extrae la portada del que presentamos, así como algunos ejemplos de su interior. El autor, que es también Profesor Titular de Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid, nos entrega una perspectiva teórica a este ámbito del humor gráfico que, en sus propias palabras, ha sido poco estudiado. Lo cierto es que aquellos que intentamos adentrarnos teóricamente en el humor, nos encontramos con que, efectivamente, es un terreno poco fértil en cuanto a estudios teóricos, por lo que esta nueva publicación contribuye especialmente a rellenar los vacíos existentes. Para el propio autor esta desatención se debe a que dentro del ámbito académico “este

tema se ve como perteneciente a un mundo demasiado personal, expresivo y subjetivo” y lo compara con el diseño o el arte, disciplinas que no acogen al humor gráfico como propias.

Álvarez Junco nos remitirá en sus páginas a las tres obras más destacadas

Manuel Álvarez Junco, El humor gráfico y su mecanismo transgresor

Madrid, Antonio Machado Libros224 páginas, 18,90 euros

Polifoníasen relación al humor: La risa, de Henri Bergson; El chiste y su relación con el Inconsciente, de Sigmund Freud y Psicoanálisis de lo cómico, de Ernst Kris, tres obras que forman el A-B-C de los estudios sobre humor y que sirven de base para los mismos. A lo largo del texto nos introduce poco a poco en la noción de humor, un recurso social que “toca con el dedo nuestra realidad, plantea insospechadas razones y nos proporciona puntos de vista diferentes”. Es una herramienta de entretenimiento, no cabe duda de ello, pero también nos invita a la reflexión, se utiliza para llevar a cabo una crítica que incide especialmente en cuestiones sociales y políticas. El humor gráfico ha venido ilustrando la actualidad a través de la difusión que se le ha dado en prensa, si bien es cierto que el avance de las redes sociales ha hecho de ellas otra plataforma de distribución.

Entre las consideraciones que entra a valorar Álvarez Junco en este estudio están los orígenes del humor gráfico, entre los que se encuentra la caricatura, de la que hace un repaso histórico desde la Prehistoria hasta nuestros días, señalando que el origen de la misma se sitúa, generalmente, en el siglo xvi en el estudio de la familia Carracci, dada la intencionalidad de los mismos al realizar estos ejercicios de exageración. También hace referencia a las consideraciones que, desde Platón o Aristóteles, se ha hecho sobre la

risa y el humor o sobre la relación que existe entre el arte, el diseño gráfico y el humor, haciendo especial hincapié en la intencionalidad y la reflexión que van ligados al diseño del humor gráfico. Es importante mencionar también su valoración en torno al humor negro, pues es el más denostado, pero no deja de ocupar un espacio en nuestra sociedad.

Estamos ante un título que viene a fertilizar el desierto de estudios teóricos sobre el humor, un recurso social que forma parte de nuestro día a día, que está especialmente vinculado al contexto de la sociedad que lo emite, incidiendo sobre aquello que de la misma nos disgusta, pero también haciéndonos reflexionar sobre lo que de ella valoramos. A lo largo de doce capítulos se desarrolla este exhaustivo estudio que atiende a todos los elementos del esquema del humor gráfico, desde el diseñador al receptor, pasando por la imagen, el texto, el contexto y el medio de difusión (y lo condicionante que puede ser para el diseñador). Todos los contenidos, además, vienen ejemplificados con numerosas obras que, a su vez, son pertinentemente explicadas. Álvarez Junco, desde su doble posición de artista y docente, despliega en este libro todo su conocimiento para entregarnos un título indispensable para todo aquel que quiera entender cuáles son los mecanismos que el humor tiene a su disposición.

Soledad Abad Lavín

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“Escribí por ahí que mi infancia no fue feliz, pero sí interesante”

Gerardo Deniz —seudónimo de Juan Almela Castell (Madrid, 1934 - Ciudad de México,

2014)— empezó a elegir y organizar en el año 2002 una serie de poemas para publicarlos en una editorial madrileña. Después de que rechazaran su selección, fue el Fondo de Cultura Económica, en su colección de la Biblioteca de la Cátedra del Exilio, la que los ofreció al público hace unos meses. No es la primera vez que circula entre los lectores esta antología, ya que se distribuyeron algunos ejemplares de una versión anterior en 2008, cuando recibió el premio Aguascalientes de poesía. El autor, Juan Almela, nació en 1934 en Madrid y, después de pasar parte de su infancia en Ginebra, tuvo que exiliarse con su familia a México en 1942. Allí cursó estudios superiores de Química mientras trabajaba como traductor de obras escritas en ruso y sánscrito y corregía pruebas editoriales. Comenzó a publicar su obra a la edad de treinta y cinco años, estrenándose con el poemario Adrede (1970), al que le siguió Gatuperio (1978). Ni los elogios que merecieron sus poemas en su patria adoptiva (que llegaron a llamar la atención de Octavio Paz, quien demostró un franco

entusiasmo por el escritor novel), ni el hecho de ser considerado allí uno de los poetas más importantes de la segunda mitad del siglo xx lograron hacer que su fama atravesara el Atlántico y llegara a su país natal. El autor, que falleció en 2014, no vería culminado el intento de dar a conocer su obra entre el público español. Sobre las íes es la segunda antología personal de Gerardo Deniz, presentada al público por Fernando Fernández casi treinta años después de que el poeta publicara la primera, Mansalva (1988), en México.

Gerardo Deniz, Sobre las íesMadrid, FCE, Cátedra del Exilio

154 páginas, 12 euros

En Sobre las íes, Deniz recoge poemas tomados de todos sus libros y los divide en cuatro secciones: “Amor y oxidente”, “Picos pardos”, “Mundonuevos” y “Además” (en el que añade también algunos inéditos), que aparecen acompañados por un álbum fotográfico seleccionado por Elsa Almela Rodríguez y Aurelio Martín Nájera, con imágenes que van desde los últimos años del siglo xix hasta los primeros del xxi. Se reúnen versos amorosos, satíricos e irónicos que ofrecen al lector textos formalmente muy experimentales, en los que se mezclan con total naturalidad versos en español y en francés unidos a palabras creadas por el autor. Los poemas de Gerardo Deniz hacen gala de una asombrosa originalidad, un aparente descuido por la métrica y la ruptura con las reglas tradicionales de la poesía. Utiliza el poema para explicar que la belleza se compone, quizás, de una combinación de elementos y sustancias bioquímicas y que no es, por tanto, un problema de carácter metafísico. El último poema del libro, “Patria”, es el único que se ha añadido a la selección que se distribuyó en 2008 en México, y es sin duda la mejor elección que se podía haber hecho para acabar la antología. Inspirado por el único viaje que hizo Deniz a España, entremezcla los recuerdos del mismo con algunas experiencias biográficas, dando una idea de la imagen que tiene el autor sobre sus experiencias vitales.

Deniz no trata de trasladar al lector a otras realidades, sino que intenta ofrecer la realidad en sus posibles combinaciones, alcances y limitaciones. Todos los poemas que forman la antología tratan del deseo: habla de amores, de hazañas de antihéroes que desean y de heroínas que son deseadas. Almela construye en sus poemas una escenografía intelectual y literaria, lúdica e irónica, capaz de expresar en tono lírico sentimientos de forma novedosa. Estimula lo que critica: la concepción actual de la poesía y el papel cultural de los poetas. Sobre las íes constituye una oportunidad para que quienes no conocían a Deniz puedan sumergirse en una poesía original y sorprendente, que traspasa las barreras de lo establecido para criticar el sentimentalismo y la concepción tradicional de la poesía. Puede que el poemario, como su infancia, no sea feliz, pero sí interesante.

María Álvarez Villalobos

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Una mirada lúcida para un periodo convulso

Philipp Blom (Hamburgo, 1970) es doctor en Historia por la Universidad de Oxford. Otros

ensayos suyos traducidos al español son Encyclopédie. El triunfo de la razón en tiempos irracionales (2007) y Gente peligrosa. El radicalismo olvidado de la Ilustración europea (2012). En cuanto a la obra que nos ocupa, tiene su preludio en el excelso ensayo que lleva por título Años de vértigo. Cultura y cambio en Occidente, 1900-1914 (2010). En dicho estudio se plantean los aspectos más relevantes que tuvieron lugar en el periodo anterior a la que se conocería como la Gran Guerra. De forma similar, en La fractura se persigue exponer de la manera más completa posible las fuerzas ideológicas, políticas y sociales que caracterizaron el periodo que precedió a la Segunda Guerra Mundial, desastre bélico que acabaría por cambiar los cimientos de la cultura occidental en su conjunto.

En los primeros compases del ensayo encontramos un continente traumatizado y herido por el terrible periodo anterior. Así, el capítulo introductorio empieza con el relato de un enfermo con neurosis de guerra, que trata de poner voz a todos aquellos

para los que las ideas del honor y la valentía ya no valían nada tras la atroz experiencia en las trincheras. Ante la visión de estos seres deformados, tanto física como mentalmente, los valores tradicionales parecían desmoronarse en países en los que, además, los problemas económicos tenían sumida a gran parte de la población en la miseria. Con este inicio, a lo largo del ensayo se atiende a cuestiones tan aparentemente alejadas como las consecuencias de la “Ley Seca” en Estados Unidos, el incendio del Palacio de Justicia de Viena o la construcción del

Philipp Blom, La fractura. Vida y cultura en Occidente, 1918-1938Traducción de Daniel Najmías

Barcelona, Anagrama616 páginas, 26,90 euros

enorme proyecto industrial soviético de Magnitogorsk. Desde el punto de vista de las diferentes corrientes culturales que se desarrollaron en la época, encontramos la apoteosis de la música jazz, exportada al viejo continente por los soldados estadounidenses negros para los que la Gran Guerra supuso una suerte de liberación inimaginable en su país natal. Del mismo modo, nada volvería a ser lo mismo para las mujeres tras el conflicto, y en este sentido aparecieron las flappers, jóvenes independientes y de figura un tanto andrógina, dispuestas a beber champán sobre los convencionalismos que las habían atrapado durante siglos. Se atiende, del mismo modo, a los hallazgos científicos que cambiaron la visión del mundo, como la teoría cuántica, que cuestionaba incluso la solidez de los supuestos físicos que se habían producido hasta la fecha.

En el ensayo se trata de reflejar la imagen de una sociedad, la occidental, que no tuvo tiempo para superar los traumas de un conflicto deshumanizador. Sin embargo, la modernidad continuó avanzando, con máquinas que reescribieron la idea del trabajo y con conceptos como la producción en masa y el cambio en los hábitos de consumo. Con todo ello, el concepto que se había tenido durante siglos de la vida humana cambió por completo en una generación. Los nuevos occidentales buscaron nuevos valores, y algunos

los encontraron en corrientes que presentaron a un nuevo “superhombre” pseudonietzscheano, que se presentó glorioso en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. Aunque el preludio macabro con el que no podía dejar de despedirse el autor tuvo sus precedentes en hechos como la hambruna artificial de Ucrania, provocada por una cúpula soviética capitaneada por un siniestro Stalin, la subida al poder de Mussolini en una Italia deprimida, o el auge norteamericano del Ku Klux Klan.

En definitiva, en La fractura se atiende a los diferentes aspectos que determinaron la vida y las ideas de aquellos a los que tocó navegar en las difíciles aguas del periodo de entreguerras. Con ese fin, lejos de utilizar un críptico lenguaje académico, el autor acerca los hechos históricos al lector con personajes reales, anónimos o conocidos, que narran en primera persona su experiencia de vida en unos años que acabaron siendo terribles. Por todo ello, puede afirmarse que La fractura se perfila como un texto fundamental para entender un contexto histórico agitado y convulso. Una ventana abierta amena, interesante y documentada hacia una etapa trascendental para entender las causas que acabaron en un conflicto bélico de consecuencias catastróficas y, al mismo tiempo, reflexionar sobre nuestro presente.

Raquel López López

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Ioana Gruia, una literatura sin fronterasEntrevista a Ioana Gruia

Ioana, naciste en Bucarest y tu lengua materna es el rumano. ¿En qué momento decidiste que tu lengua de escritura literaria sería el castellano? ¿Por qué? ¿Qué ha supuesto esta decisión?

Llegué a Granada con 18 años, en 1997. Tenía una beca para estudiar Filología Hispánica y luego hice también la carrera de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Empecé a leer

mucho en español, escuchaba solo español a mi alrededor y la escritura llegó de modo natural en español. Esta decisión supuso intentar asimilar una tradición literaria enorme, la española y la hispanoamericana, que podían unirse así a la rumana, también de gran valor.

Integras un conjunto de escritores cada vez más numeroso de origen extranjero pero asentados en España, que participan del campo literario español

Aunque ya había publicado varios libros de creación y crítica, 2016 ha supuesto un hito en la carrera literaria de  Ioana Gruia (Bucarest,  1978). En apenas unos meses ha obtenido el premio Emilio Alarcos de poesía y el  Tiflos de novela, lo que ha dado lugar a la publicación, casi simultánea, de Carrusel (Visor, 2016) y de El expediente Albertina (Castalia/Edhasa, 2016).  Investigadora  en el campo  de la  literatura comparada, antes había publicado obras de poesía —Otoño sin cuerpo  (2002),  El sol en la fruta (Renacimiento, 2011)—, de narrativa —Nighthawks (2007) y La vendedora de tiempo (Espuela de Plata, 2013)—  y trabajos académicos —Eliot y la escritura del tiempo en la poesía española contemporánea (Visor, 2009) y  La obra de Norman Manea: crítica e interpretación  (Universidad de Granada, 2016)—, algunos de ellos, merecedores también de diversos premios literarios. Ioana es rumana de origen, lleva casi veinte años viviendo en Andalucía y trabajando en la Universidad de Granada y su obra literaria permite prever una interesante trayectoria futura en los campos de la poesía y la narrativa. 

Voces

y que aportan temas, modalidades, preocupaciones… nuevas a nuestra literatura. ¿Consideras que el sistema literario —la academia, los lectores, los editores…— sigue siendo muy provinciano en España, que hay una mirada muy estrecha de qué es ser “escritor(a) español(a)”?

La verdad es que no lo sé. Tal vez, si comparamos con Francia o Inglaterra, haya todavía resistencia a la asimilación de escritores en lengua española cuya lengua materna es distinta, pero en cuanto se den a conocer algunos autores provenientes de la segunda ola de la inmigración por ejemplo (niños educados en España de padres extranjeros) las cosas cambiarán. Esta gente traerá a la literatura española

nuevas miradas y problemáticas.

Parece que hay un creciente interés por reforzar el conocimiento mutuo de las culturas rumana y española. ¿En qué estado están estas relaciones? ¿Cuánto sabemos los españoles de la literatura rumana y viceversa?

El rumano es una lengua latina y hay efectivamente un interés creciente por Rumanía, lo veo en mis estudiantes de literatura. En Rumanía siempre hubo una predilección por la cultura y la literatura española. Hay varias editoriales, como Tusquets, Pre-Textos o Impedimenta, entre otras, que están editando muy bien a autores rumanos importantísimos como Norman Manea, Ana Blandiana o Mircea Cartarescu, por dar solo algunos nombres.

“Mi propia biografía me empujaba al

comparatismo literario”.

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En unos pocos meses has ganado dos prestigiosos premios, uno de poesía —el Emilio Alarcos— y otro de novela —el Tiflos— por Carrusel y El expediente Albertina, respectivamente. ¿Qué suponen los premios, para una escritora y, en general, para la literatura?

Los premios fueron fundamentales para mí. No sé si de otra manera hubiera logrado publicar estos libros, además en dos editoriales de referencia como Visor y Edhasa-Castalia. Los premios son muy importantes porque permiten a un autor, una autora en mi caso, publicar sus textos, algo de verdad muy difícil en las condiciones actuales.

Ambos libros, aun siendo tan dispares y perteneciendo a géneros distintos, comparten una serie de preocupaciones y de temas: la memoria individual y colectiva, la identidad femenina, las relaciones intergeneracionales… Los mismos temas aparecen también en algunos de tus libros anteriores. ¿Cuánto tienen que ver estas elecciones con tu propia biografía y tu identidad intelectual?

Son temas que siempre me han preocupado mucho y que por supuesto tienen mucho que ver con mi experiencia

vital e intelectual. Cualquier escritor escribe a partir de las obsesiones que lo habitan. Aunque era pequeña durante el comunismo, tengo en la memoria recuerdos y sensaciones que muchos años después llegaron a interrogarme. Vengo de una historia colectiva convulsa, que dejó una huella duradera y nefasta en las historias personales y, cómo no, en las relaciones intergeneracionales. Qué hicieron nuestros padres, nuestros abuelos, era una reflexión obligada, no siempre fácil, y algo que quería explorar literariamente. En cuanto a la identidad femenina, muy compleja, como mujer y feminista es algo que siempre me ha interesado mucho. Además las mujeres sufrieron durante la dictadura un control feroz sobre sus cuerpos y su sexualidad (prohibición del aborto, inexistencia

“Cualquier escritor escribe a partir de las obsesiones que lo habitan. Aunque era pequeña durante el comunismo, tengo en la memoria recuerdos y sensaciones que muchos años después llegaron a interrogarme”.

de anticonceptivos o preservativos, imposición de una moral pacata).

El panorama que dibujas en El expediente Albertina de la sociedad rumana actual es crítico: de sus páginas se concluye que muchos de quienes usurparon puestos del poder gracias a la delación y el colaboracionismo han sabido colocarse en la élite política y económica del nuevo sistema. ¿Qué falló y que salió bien en la transición a la democracia en Rumanía? ¿Crees que hay similitudes con lo que había ocurrido en España quince años antes?

Son preguntas muy complejas. La dictadura dejó una herencia de miseria moral enorme, porque, como atestiguan los expedientes de la policía secreta, muchas personas fueron constantemente

delatadas por compañeros de trabajo, amigos e incluso familiares. Rumanía arrastró durante años una corrupción feroz ya floreciente en el comunismo. Afloraron también por desgracia discursos nacionalistas vehementes, con tintes de extrema derecha. Se tardó mucho tiempo en reconocer —y solo se hizo casi a regañadientes— algunos derechos básicos como el de la homosexualidad. Sin embargo, poco a poco parece que el país va saliendo. En la Transición española, pocos años después de la muerte de Franco, surgió un periodo de explosión cultural pero también vital, la movida madrileña. En pocos años el país cambió, tengo entendido, de manera espectacular. En Rumanía los cambios fueron más lentos, ciertos reflejos propios de la dictadura permanecieron durante un tiempo.

Las protagonistas de El expediente Albertina son intelectuales: escritoras, críticas, profesoras, investigadoras. Al final del libro nos dices que el personaje de Laura está inspirado en la información que te facilitó un informante de su propia experiencia. ¿Has tenido también algún modelo real para inspirarte en los personajes de Victoria, Dana y Smaranda?

“La dictadura de Ceausescu dejó una herencia de miseria moral enorme”.

“He procurado que los personajes de mi novela representasen

efectivamente distintas maneras de responder en la vida cotidiana a las presiones y la represión de una

dictadura”.

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¿Representan en general las distintas maneras de responder ante el estado totalitario de los escritores rumanos del final de los años ochenta? ¿Cómo valorarías, en general, que fue la reacción del mundo intelectual ante el totalitarismo?

Hay algunas informaciones reales que me ayudaron a construir determinadas circunstancias del personaje de Laura, pero las cuatro mujeres son, obviamente, criaturas de ficción. No hubo un modelo real para Victoria, Dana o Smaranda (de hecho, tampoco hubo exactamente un modelo real para Laura). He procurado

que representasen efectivamente distintas maneras de responder en la vida cotidiana a las presiones y la represión de una dictadura. La última pregunta es muy compleja. En primer lugar, habría que concretar a qué nos referimos a la hora de hablar de “mundo intelectual” (¿en Rumanía, en Europa, en el mundo?) y de “totalitarismo” (¿el comunista, el fascista?). Si hablamos de la reacción del mundo intelectual rumano ante la dictadura de Ceausescu, las reacciones fueron muy diversas: desde la resistencia y la disidencia hasta la complacencia con el poder.

Fernando Larraz

“En cuanto se den a conocer algunos autores provenientes de la segunda ola de la inmigración (…) las cosas cambiarán.

Esta gente traerá a la literatura española nuevas miradas y problemáticas”.

Como investigadora, trabajas en el campo de la Literatura Comparada. ¿Puedes contarnos brevemente el origen de tu vocación comparatista y cuáles son tus líneas de investigación?

Mi propia biografía me empujaba de alguna manera al comparatismo literario. Me apasionan la literatura escrita en distintas lenguas y el análisis literario. Tengo intereses muy diversos: la novela y la poesía contemporánea (en español,

rumano, francés e inglés), los estudios de género y el feminismo, los estudios del trauma, la cicatriz en la literatura o la intersección entre literatura e historia.

¿Hacia dónde se encaminan tus próximos proyectos literarios?

Tengo un libro inédito de cuentos y he empezado a pensar en una novela y un futuro libro de poemas. Voy despacio porque tengo una hija muy pequeña, pero espero ir avanzando.

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Eros y Thanatos, amor y muerte en Noches Lúgubres

Sofía Ramírez Ramos

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Introducción

La muerte es un tema muy presente en la vida de Cadalso; tanto que su vida estará marcada por la muerte de su verdadero amor, María Ignacia Ibáñez, fallecida probablemente en 1772. Este hecho se verá proyectado en el estado de ánimo de Tediato, personaje principal de su obra Noches Lúgubres (1789-1780), ya que los sentimientos de este serán muy cercanos a los que sufrió el propio Cadalso después de la muerte de su amada.

Las Noches Lúgubres arrancaron —según dijo Joaquín Arce— “del dolor personal derivado de una situación real y vivida: el amor por María Ignacia, la fidelidad que ella demostró hacia el arruinado militar, la perturbación de este y su grave enfermedad como

consecuencia de la prematura muerte”

(Cadalso 1987: 39).

Cadalso entrelazará varios temas filosóficos y metafísicos como la vida, la muerte, y el amor llevado hasta su máximo extremo. En este artículo nos centraremos en analizar la importancia de la muerte en Noches Lúgubres y cómo estará íntimamente ligado con el amor.

Y es que, como decía Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, “el hombre se ve atenazado por dos grandes fuerzas instintivas y opuestas”, a las que dio el nombre de dos dioses griegos: Eros y Thanatos. “La primera simboliza la fuerza de Vida, el amor, el deseo, la atracción y la creación. Eros se encontrará cara a cara con Thanatos, o el instinto de muerte, la muerte no violenta,

la muerte de la autodestrucción, de repulsión. Y así, navegando entre uno y otro tendrá que encontrar el hombre su camino, eternamente a la deriva entre la Vida y la Muerte. Y la Vida y la Muerte, Eros y Thanatos, no dejan de ser caras de la misma moneda. Dos fuerzas capaces de cambiar la vida, de provocar seísmos. Dos fuerzas que no podemos controlar. La muerte y el amor infinito” (Díaz Gil 2007).

La muerte

Tediato: […] ¡Ay, si fuese el último de mi vida! ¡Cuán grato sería para mí! ¡Cuán horrible ahora! ¡Cuán horrible! Más de lo que fue el día, el triste día que fue la causa de la escena en que ahora me hallo (Cadalso 1987: 127).

Desde el inicio en la Noche primera, encontramos a un Tediato harto de la vida que desea la muerte y en la que solo encontrará descanso. En este pequeño fragmento nos explica y nos muestra sus auténticos sentimientos, el dolor profundo en el que se halla el personaje tras haberse producido la muerte de una persona cercana a él. El tópico literario del contemptus mundi estará muy presente a lo largo de la obra, ya que hará un menosprecio del mundo y de la vida terrenal que no son otra cosa que un valle de lágrimas y dolor.

Cadalso adoptará un punto de vista filosófico que podrá asociarse al sensismo, que “es el punto de vista común a todas las teorías empiristas según el cual las sensaciones son los elementos básicos del conocimiento y los que le sirven de fundamento y justificación”. Nuestro autor utilizó esta teoría como punto de arranque, la cual acabó ejerciendo una gran importancia en él y en sus obras. Esta sensibilidad se verá demostrada en una dimensión ético-moral. El vocablo corazón, evocado en el texto en reiteradas ocasiones —nada menos que catorce veces—, constituye el lugar privilegiado en que reside esta nueva sensibilidad en auge.

Veamos brevemente algunos ejemplos, todos ellos en boca de Tediato y referidos a la Noche primera (Quinziano 2010):

¡Qué noche! La oscuridad, el silencio pavoroso interrumpido por los lamentos que se oyen en la vecina cárcel, completan la tristeza de mi corazón.

Lorenzo no viene […] no ve lo interior de mi corazón.

La frialdad de la noche y el dolor que tantos días antes rasgaba mi corazón me pusieron en tal estado de debilidad.

Sólo mi corazón aún permanece cubierto de densas  y  espantosas tinieblas.

Un pecho sólo se te ha resistido…

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ya no existe… ya tu domino es absoluto…ya no existe el solo pecho que se te ha resistido.

Esta frase la podemos comparar con lo que se dice en la Carta de un amigo de Cadalso sobre la exhumación clandestina del cadáver de la actriz María Ignacia Ibáñez:

Despreció los intereses y las interesantes ofertas de sus apasionados, manteniéndole una ejemplar constancia y diciéndole que quien había disipado con ella todos sus bienes, no merecía una recompensa cual él se maquinaba, que se desimpresionase de semejante error y que se convenciese de que siempre sería suya.

Podríamos establecer una relación entre la amada de Tediato, que ha fallecido, “ya no existe el solo pecho […]” y María Ignacia, la cual amó a Cadalso hasta la hora de su muerte. Encontraríamos el tema del amor llevado hasta el último extremo, la muerte y aventurar que con ella, el amor no acaba si no que se intensificará más, llegando incluso a rozar la locura y la desesperación.

Al encontrarnos en un ambiente que será característico del romanticismo, un tenebroso cementerio, hallaremos muchas alusiones al oficio de sepulturero, vocabulario relacionado con la muerte (“infeliz”, “cadáveres”, “enterrar”,

“mármoles”…) y referencias a seres extraordinarios como los fantasmas y las sombras que perturbarán a Lorenzo en su ayuda a Tediato.

Cadalso, a través de Tediato, hará una crítica y manifestará la repulsión a la envidia y a la vida. A lo largo de varios parlamentos podremos notar esa desazón como muestra el siguiente diálogo entre Lorenzo y Tediato:

Lorenzo: […] He oído no sé dónde que ni aun los muertos están libres de las sospechas y aun envidias de los cortesanos.

Tediato: Tan despreciables son para mí muertos como vivos, en el sepulcro como en el mundo, podridos como triunfantes, llenos de gusanos como rodeados de aduladores […] (Cadalso 1987: 133).

El autor pondrá, a lo largo de una gran comparación, los dos temas existenciales que más le preocuparán, la muerte y la vida. Además de esta dualidad que estará presente a lo largo de la obra, tiene cabida el tema del dinero, asunto que ya apareció en la Carta de un amigo de Cadalso: “despreció los intereses y las interesantes ofertas de sus apasionados”, el personaje de Lorenzo, al inicio de la Noche primera deja claro que él busca entre los muertos objetos de valor, sin avergonzarse de ello y lo que realmente le interesa es el dinero: “[…] ¿El dinero que me prometiste?” (Cadalso

1987: 129). Tediato se opondrá a esta mentalidad, irá en contra de todo vicio y lo demuestra en una conversación con Lorenzo:

Tediato: Porque fomenta las pasiones, engendra nuevos vicios y, a la fuerza de multiplicar delitos, invierte todo el orden de la naturaleza; y lo bueno se sustrae de su dominio, sin el fin dichoso… con él no pudieron arrancarme mi dicha1.

Tediato tendrá una actitud pesimista y un tanto desgraciada, que será reflejada perfectamente a lo largo de la Noche primera, la antítesis de la vida y la muerte, siempre marcará su actitud, la cuna y la muerte, el suelo y la sepultura, etcétera:

Tediato: “¡Cuantas veces muere un hombre de un aire que no ha movido la trémula llama de una lámpara! ¡Cuántas veces de un agua que no ha mojado la superficie de la tierra! ¡Cuántas de un sol que no ha entibiado a una fuente! ¡Entre cuántos peligros camina el hombre el corto trecho que hay de la cuna al sepulcro! Cada vez que siento el pie, me parece hundirse el suelo, preparándome una sepultura […]” (Cadalso 1987: 135).

A pesar de esto, toda esta actitud y dualidad estará marcada por el amor;

1 En este parlamento encontraríamos una nueva alusión a la fidelidad de la actriz María Ignacia Ibáñez.

amor incondicional que le hará sufrir en vida, y por el que querrá morir. Tediato demostrará este amor al llegar al lugar donde desea estar, la lápida de su amada, donde el tiempo no tiene cabida y donde permanece, quieto, a su lado, sufriendo:

Tediato: Mejor que tu boca me lo dice mi corazón. Ya piso la losa que he regado tantas veces con mi llanto y besado tantas veces con mis labios. Esta es. […] ¡Cuántas tardes he pasado junto a esta piedra, tan inmóvil como si parte de ella fuesen mis entrañas! Más que sujeto sensible, parecía yo estatua, emblema del dolor. Entre otros días, uno se me pasó sobre este banco. Los que cuidan de ese templo, varias veces me habían sacado del letargo, avisándome ser la hora en que se cerraban las puertas. […] Quedé en aquellas sombras rodeado de sepulcros, tocando imágenes de muerte, envuelto en tinieblas y sin respirar apenas […] (Cadalso 1987: 136).

El ambiente macabro estará presente en la descripción que hace de las sombras. El estar rodeado de sepulcros y la frialdad de la noche influirá en que ese dolor se agrave, pierda el conocimiento y caiga en un sepulcro:

Tediato: La primera impresión que hicieron, el llanto derramado antes de la aparición, la falta de alimento, la frialdad de la noche y el dolor

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que tantos días antes rasgaba mi corazón, me pusieron en tal estado de debilidad que caí desmayado en el mismo hoyo de donde había salido el objeto terrible.

Amor y muerte

En la Noche primera, Tediato dejará claro que su oficio es pasar su vida sufriendo, y que no existirá ser más apenado que él en el mundo:

¿Quién me diría dos meses ha que me había de ver en este oficio? Pasáronse más aprisa que el sueño

dejándome tormento al despertar.

Tediato abrirá la tumba de su amada con la ayuda de Lorenzo. Este no ve clara la intención que tiene Tediato al abrir la tumba, los motivos que le mueven a hacer eso y por quién está haciendo todo. Al abrir la lápida, los gusanos saldrán de ella y se producirá una gran reacción por parte de Tediato, este se entristecerá y con sus palabras expresará el gran dolor que siente al ver a su amada en ese estado de putrefacción. El tópico del Fugit irreparabile tempus estará presente; se evocará la condición fugaz de la vida humana y el carácter irrecuperable del tiempo vivido. La amada al morir ya no poseerá la belleza que la caracterizaba y su cuerpo se convertirá en alimento de distintas criaturas:

Tediato: ¡Ay, qué veo! Todo mi pie derecho está cubierto de ellos. ¡Cuánta miseria me anuncian! ¡En éstos, ay, en éstos se ha convertido tu carne! ¡De tus hermosos ojos se han engendrado estos vivientes asquerosos! ¡Tu pelo, que en lo fuerte de mi pasión llamé mil veces no sólo más rubio sino más precioso que el oro, ha producido esta podre! ¡Tus blancas manos, tus labios amorosos, se han vuelto materia y corrupción! ¡En qué estado estarán las tristes reliquias de tu cadáver! ¿A qué sentido no ofenderá la misma que fue el hechizo de todos ellos!

Al desvanecerse la noche, el corazón de este seguirá teniendo el mismo dolor oscuro como la noche. Como final de la Noche primera expondrá su deseo, el motivo por el que se encontraba en el cementerio. Sus palabras nos harán reflexionar sobre el poder igualatorio de la muerte, podríamos destacar el tópico memento mori, la muerte como fin de la vida, recuerda que él también acabará como su amada; y el tema más importante el Amor post mortem. El carácter eterno del amor hará que el sentimiento perdure después de la muerte. Esa muerte supondrá la muerte en vida de la otra persona y el deseo de morir junto a ella, como le sucede a Tediato.

Tediato: […] En fin, ya se habrá desvanecido la noche. Sólo mi corazón aún permanece cubierto de

densas y espantosas tinieblas. Para mí nunca sale el sol. […] Objeto antiguo de mis delicias… ¡hoy objeto de horror para cuantos te vean! Montón de huesos asquerosos… ¡en otro tiempo conjunto de gracias! Oh tú, ahora imagen de lo que yo seré en breve; pronto volveré a tu tumba, te llevaré a mi casa, descansarás en un lecho junto al mío, morirá mi cuerpo junto a ti, cadáver adorado, y expirando incendiaré mi domicilio, y tú y yo nos volveremos ceniza en medio de las de la casa.

Esta última intervención de Tediato supondrá la parte más importante de la Noche primera, ya que tendremos el tema del amor y la muerte en relación, ya sabemos el motivo de su dolor y su deseo de morir junto a ella. No desea vivir sin ella y su anhelo es que la muerte no los separe.

La muerte como vía de escape

En la Noche segunda el amor no será el tema relevante, en cambio, la muerte seguirá teniendo gran cabida. El escenario elegido en este caso por Cadalso será la cárcel, aunque al principio de la Noche segunda se sitúe en el cementerio. Tediato seguirá siendo el amante maldito y melancólico que Cadalso nos mostraba en la Noche primera. Continuará viendo su desgracia como una fatalidad irreparable y no

hallará consuelo:

No tomé aliento. No enjugué las lágrimas. Púseme el vestido más lúgubre. Tomé este acero, que será… ¡ay, sí!, será quien consuele de una vez todas mis cuitas.

Tediato se verá involucrado en un crimen, en el que le acusan de ser el asesino. Se enfrentará a la justicia y esta querrá imponerle sentencia de muerte. Tediato en sus largos parlamentos reflexionará sobre la muerte, por qué la gente la teme y lo que él desea:

Suele pintarse la muerte con una guadaña que despuebla el universo, tenía la fortuna una vara con que volvía a todo el globo; […] ¡Oh, muerte! ¿Por qué dejas que te llamen daño, el mayor de ellos, el último de todos? ¡Tú, daño! Quien así lo diga no ha pasado lo que yo. […] ¡Van a morir y lloran! ¡Qué delirio! […] Ven, muerte, con todo tu séquito. Sí; ábrase esa puerta entren los verdugos feroces manchados aún con la sangre que acaban de derramar a una vara de mí. Si el ser infeliz es culpa, ninguno más reo que yo. […] (Cadalso 1987: 154-155).

Al ser puesto en libertad, tras haberse descubierto los verdaderos culpables del asesinato, encontrará a un niño llorando el cual resultará ser hijo de Lorenzo. En el momento que Lorenzo abra la puerta de su casa, Tediato descubrirá que no es el ser más

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desdichado, ya que hay personas en peores situaciones que la suya. Con la última intervención de Tediato finalizará la Noche segunda y podríamos decir que la única solución que encuentra Tediato para tanto sufrimiento será la muerte, y es lo que le aconseja hacer a Lorenzo para acabar con el sufrimiento de sus hijos y el suyo propio. Por lo tanto, considerará la muerte como la única vía de escape:

Tediato: Te compadezco tanto como a mí mismo, Lorenzo, pues la suerte te la multiplica en tus deplorables hijos… Eres sepulturero… Haz un hoyo muy grande… Entiérralos todos ellos vivos y sepúltate también con ellos. Sobre tu losa me mataré y moriré diciendo: Aquí yacen unos niños tan felices ahora como eran infelices poco ha y dos hombres los más míseros del mundo.

Poder igualatorio de la muerte

A pesar de que la Noche tercera sea la más breve, y según muchos, como Joaquín Arce, afirmen que esté “notoriamente inconclusa” (Cadalso 1987), supondrá el final de la obra. En esta Noche se pondrá de manifiesto el poder igualatorio de la muerte. Además, podremos notar un Lorenzo tediatizado (Ídem), ya que hará reflexiones similares a las de Tediato.

Tediato: […] ¿Qué importa que nacieras tú en la mayor miseria y yo en cuna más delicada? Hermanos

nos hace un superior destino, corrigiendo los caprichos de la suerte, que divide en arbitrarias e inútiles clases a los que somos de una misma especie. Todos lloramos… todos enfermamos… todos morimos.

En este pequeño fragmento podremos notar que la muerte tiene un poder igualatorio e importará muy poco la condición social que se tenga ya que la muerte es el único destino que existe.

En el último parlamento de Lorenzo podremos notar la transformación que ha sufrido este personaje desde el inicio de la obra hasta la última noche. Su pensamiento se verá influido por el de Tediato, verá la vida de forma desesperanzada, y sus ganas de vivir quedarán reducidas a la nada:

Lorenzo: ¿Para qué? ¿Para pasar cincuenta años de vida como la que he pasado, lleno de infortunios; y cuando apenas tengo fuerzas para ganar un triste alimento… hallarme con tantas nuevas desgracias en mi mísera familia, expuesta toda a morir con su padre en la más espantosa infelicidad? Amigo, si para eso deseas que me guarde el Cielo, ¡ah, pídele que me destruya!

La Noche tercera terminará con la frase: “Andemos, amigo, andemos…”, con ella podremos notar una cierta melancolía y una meditación que quedará en suspenso. Pero existe una nota final de la edición de Repullés

(1803) en la que el editor reconoce que la obra estaría incompleta y que el plan original de Cadalso era dar escarmiento a los jóvenes. Su deseo era que la obra sirviera como enseñanza y que los jóvenes no se dejaran llevar o “arrebatar”, según las propias palabras del editor, por un “amor desordenado”2.

Existe un último epílogo en la edición de M. R y Fonseca (1848) en el que concluiría la obra con un final cerrado. Tediato conseguirá sacar el cadáver de su amada y encontrarse moribundo, a punto de la muerte.

En este epílogo podríamos destacar de nuevo el tópico literario amor post mortem. Tediato sigue amando a su querida y el sentimiento, tanto de amor como de dolor, prevalece en él. El amor a esa mujer era lo que le mantenía en vida y sin ella su vida no tiene sentido. No existe ningún remedio posible para evitar esa pérdida y ese amor, por lo que querrá acabar su existencia de cualquier manera:

[…] Sin embargo, la llaga que Tediato tenía en el corazón era tan profunda, que no hubo medios humanos que pudiesen curarla radicalmente, pues le quedó un resto de melancolía, que iba minando su existencia.

Siéndole insoportable una vida tan

2 Nota final de la edición de Repullés (1803), Apéndice II: prólogos y epílogos en Cadalso (1987: 171).

triste y queriendo terminarla de un modo honroso y en obsequio de su patria, siguió la carrera de las armas y llegó hasta los primeros grados de un regimiento.

El final que le espera a Tediato se podría comparar con la vida del propio Cadalso, que murió tras recibir un impacto en la sien al poco tiempo de haber sido conferido al grado de coronel:

[…] Y cuando aún se hallaba dando disposiciones para colocar sus tropas, una bala de cañón terminó la triste existencia de aquel hombre, que honró a su patria con las armas y con las letras.

Conclusión

Cadalso reflejará en Tediato sus propios sentimientos y, de este modo, conseguiremos vislumbrar los auténticos sentimientos y la pasión que le unía a su amada. Además, podremos notar el fuerte vínculo que une al autor con el personaje ya que los dos chocarán con los límites de su pasión y con su condición de hombre.

Con su obra, el autor intentará expresar “las turbulencias de una sensibilidad exacerbada y el desencadenamiento de una pasión capaz de concebir un horrible proyecto” (Canavaggio 1995: 160) porque, como decía Antonio Machado en uno de sus

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poemas: “en el amor, locura es lo sensato”; hay que tenerle miedo al amor ya que

por él se realizan actos que pueden llevar incluso a la muerte.

Bibliografía

Cadalso, José (1987): Noches Lúgubres. (Manuel Camarero Ed.). Madrid, Clásicos Castalia.

Canavaggio, Jean (1995): Historia de la literatura española. El siglo XVIII. Barcelona, Ariel.

Díaz Gil, Javier (2007): “Eros y Thanatos: Amor más allá de la muerte”. http://javierdiazgil.blogspot.com.es/2007/02/eros-y-thanatos-amor-ms-all-de-la.html Última visita: 25.11.16.

Blanco, Isabel y Echegoyen Olleta , Javier. “Diccionario de psicología científica y filosófica!. http://www.e-torredebabel.com/Psicologia/Vocabulario/Psicologia-Vocabulario.htm Última visita: 25.11.16

Quinziano, Franco (2010): “Las Noches lúgubres  cadalsianas: humanitarismo, sensismo y nueva sensibilidad en la literatura dieciochesca”. En: RILCE: Revista de Filología Hispánica, vol. 26, nº 2, pp. 402-430.

El concepto de “derrota” en Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez

Cristina Suárez

Contexto socio-histórico de la obra

Los girasoles ciegos (2004), escrita por Alberto Méndez (Madrid, 1941- 2004), es una obra conformada por cuatro relatos, cada uno de ellos ubicado en un año y en un lugar diferente, pero todos ambientados en la posguerra española y relacionados entre sí mediante el concepto de “derrota”. Esta obra le valió a su autor el recibimiento del Premio Setenil (2004), el Premio de la Crítica (2005) y el Premio Nacional de Literatura (2005), los dos últimos de manera póstuma.

La “Primera derrota: 1939 o Si el corazón pensara dejaría de latir” narra los días previos a la muerte del capitán Alegría, que, a pesar de pertenecer al bando vencedor, se rinde al ejército republicano la noche antes de que termine la guerra civil española. En la “Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido” se da a conocer la historia de un joven poeta que se ve obligado a huir debido a su ideología política. En el intento de escapar de un

país que le persigue, le acompaña su novia, Elena, que no logra sobrevivir tras dar a luz a su hijo. Desolado y sin fuerzas, el joven termina sus días en una cabaña perdida en el monte junto al cadáver de su hijo y un diario en el que ha ido anotando los hechos acaecidos. En la “Tercera derrota: 1941 o El idioma de los muertos” se relata cómo un preso, Juan Serna, alarga su estancia en la cárcel mediante diversas mentiras contadas al coronel Eymar, cuyo hijo fue asesinado por los delitos que cometió durante la guerra. Por último, se presenta la “Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos”, la más extensa y la que da título al libro, en la que se narra la desgracia de una de las muchas familias que vivieron con miedo tras la contienda. Lorenzo Mazo es un niño cuyo padre, Ricardo, vive oculto en un armario. Su madre, Elena, debe lidiar con un hijo que desconoce el porqué de los secretos, con un marido harto de esconderse y con una sociedad que la critica a cada paso. El hermano Salvador, profesor de Lorenzo, parece, a simple vista, un religioso más. Sin embargo, la lascivia que alberga en su interior vence

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a su vocación y le hace acercarse cada vez más a Elena, que pasará de fingirse viuda a serlo realmente.

Aunque las narraciones que se encuentran en Los girasoles ciegos son relatos ficticios creados por Méndez, bien podrían ser historias reales acaecidas durante la posguerra española debido a la verosimilitud con la que se cuentan algunos de los sucesos que aparecen en ellas. Dado que es necesario conocer la historia para poder entender el presente, porque una situación tan extraordinaria dice mucho de la condición humana y porque las huellas del pasado son imborrables, Méndez decidió escribir estos episodios habiendo transcurrido casi setenta años desde la ubicación cronológica en la que se sitúan.

El concepto de “derrota” en Los girasoles ciegos

Teniendo presente que el hilo conductor de cada una de las narraciones de Los girasoles ciegos es la derrota sufrida por sus personajes, cabe incidir sobre este aspecto. Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), una “derrota” es el “vencimiento por completo de tropas enemigas, seguido por lo común de fuga desordenada”. Así pues, en Los girasoles ciegos el término “derrota” hace honor a su significado literal, puesto que el bando republicano fue derrotado por las tropas franquistas

en la guerra civil. Sin embargo, cada uno de los relatos que conforman la obra lleva consigo el título de “primera/segunda/tercera/cuarta derrota” sin referirse con ello a derrotas ocurridas en el campo de batalla o durante los acontecimientos de la misma. Más bien, en cada una de las narraciones de Méndez, se observa que sus personajes —bien sean del bando franquista o del republicano— han sido derrotados por otros motivos.

Como ya se ha comentado, el protagonista de “Primera derrota: 1939 o Si el corazón pensara dejaría de latir” es Carlos Alegría, un capitán de las tropas franquistas que, a tan solo un día de la victoria de su ejército, decide entregarse al bando enemigo. Curiosamente, el apellido de este personaje es “Alegría” por lo que estamos ante un recurso irónico del autor que contrasta notablemente con el ambiente descorazonador del momento. Con la frase “soy un rendido”, el capitán se abandona a una decisión ilógica para el bando ante el que se persona. Sobre si estaba o no el capitán en sus cabales podrían hacerse varias lecturas. La primera de ellas apuntaría a que Alegría estaba siendo víctima de un trastorno de enajenación mental transitoria que le obligó a rendirse ante las tropas enemigas a sabiendas de que estas perderían la guerra solo un día más tarde. Probablemente, este fue el pensamiento de aquellos republicanos que le oyeron rendirse ante ellos. ¿Qué

otra cosa podía ser? Un alto cargo del ejército franquista rindiéndose ante el bando enemigo y derrotado carecía de sentido. Sin embargo, y como bien explica Méndez en este relato, el capitán Alegría no es un loco más: es, más bien, alguien que se ha dado cuenta de que su ejército no anhela alcanzar solamente la victoria, sino que desea ver muertos a los integrantes del bando enemigo. De esta manera, el protagonista decide posicionarse lo más lejos posible del ejército del que hasta hace unas horas era miembro y qué mejor manera de desvincularse que pasando a formar parte del bando contrario. Con la repentina decisión del capitán, y tal vez sin él planearlo, pasó a ser enemigo de ambos grupos. El ejército franquista jamás lo aceptaría de nuevo en su cuerpo y para el bando republicano él siempre sería un falangista como los demás. Por tanto, la derrota se manifiesta en este primer relato a través de un personaje que se siente perdedor por haber pertenecido a un ejército que no tuvo en cuenta que cada muerto que caía era una pérdida inmensa. Esta no es una derrota militar dado que el capitán Alegría fue miembro del bando ganador hasta el momento en el que decidió abandonarlo. En el supuesto de que el capitán se sintiese un miembro republicano, tampoco su derrota sería militar ya que ese bando no le llegó a aceptar como a uno más, sino que le encarceló tras su llegada. Se manifiesta, pues, en este personaje una

derrota moral que le lleva a sentirse en desacuerdo con el militante falangista que un día fue. Tras haber sido disparado y sepultado bajo un montón de cadáveres en una fosa común, el ex capitán logra huir del lugar y llega a Somosierra donde se encuentra con unos soldados del, ya, ejército vencedor. Es entonces cuando Alegría se ve obligado a decirles, entre lágrimas, “soy de los vuestros” para poder salvar su vida —aunque no tuvo éxito en su empresa—. De este modo, la derrota vuelve a sacudir al protagonista al tener que posicionarse, de nuevo, en el bando franquista para intentar continuar con vida. Además, esta segunda derrota moral va acompañada de una derrota vital ya que el capitán no escapa de la situación en la que se encuentra. El capitán Alegría, debido a su cambiante actitud, termina su vida siendo un traidor para ambos bandos.

En cuanto a “Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido”, este es uno de los relatos más conmovedores que conforman la obra. Un año después de la guerra, Eulalio Ceballos, con apenas dieciocho años, tiene que huir de un régimen que le persigue por su ideología republicana. Acompañado de Elena, cuyo embarazo está bastante avanzado, camina hacia los montes que separan Asturias de León. Desafortunadamente, su novia se pone de parto y fallece tras dar a luz al bebé. El joven se establece junto a su hijo en

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una vieja cabaña, pero, con el paso del tiempo, ante la falta de alimentos y la desolación, ambos mueren. La derrota en este cuento se ejemplifica entonces a través de Eulalio, un poeta republicano que tiene que huir para salvar su vida y la de su familia. De esta manera, el protagonista del relato fue derrotado en el momento en el que su ideología resultó asesinada el 1 de abril de 1939. Además, el joven sufre otra derrota cuando tiene que cesar en su caminata hacia la libertad y Elena muere tras el parto. La llegada de un hijo, que en otras circunstancias habría sido motivo de alegría, se torna para el joven en una tragedia. A través del diario que Eulalio escribe durante el tiempo que permanece en la cabaña, se observa cómo la desilusión y el cansancio hacen mella en su espíritu. Tanto es así que cuidar a su hijo se convierte en una pesada obligación. Tener que mantener con vida a un niño, sin saber si ambos saldrán a delante en el futuro, es otra derrota para el poeta. Cuando el bebé enferma y muere, tiene lugar otra de sus derrotas personales puesto que se ha quedado solo en un país que le persigue para acabar con él. Es entonces cuando el muchacho se abandona a la sinrazón y comienza a escribir en su diario y en las paredes de la cabaña frases como “ah, sin ti no hay nada” o el conocido verso gongorino “infame turba de nocturnas aves”. Podría afirmarse que la última derrota del joven es su propia muerte.

Respecto a “Tercera derrota: 1941 o El idioma de los muertos”, se debe tener en cuenta que, tanto en la guerra como en la posguerra española, fueron muchas las mentiras sobre uno y otro bando que corrieron por las calles o que se publicaron en los periódicos. Partiendo de esa base, se puede hablar de las derrotas que sufrió el profesor de chelo Juan Serna durante su vida, más concretamente, durante el tiempo que pasó en una cárcel de Madrid antes de ser asesinado por el bando nacionalista. Mentir para salvar la vida, como hace Juan, responde aquí a su instinto natural de supervivencia. Cuando el coronel Eymar, uno de los militares presentes en el interrogatorio realizado al protagonista, le pregunta que si conoció a Miguel Eymar, Juan contesta con sinceridad: sí. Comienza así el diálogo de un padre con un preso para conocer el paradero de su hijo. A su vez, el recluso intenta alargar su estancia en la cárcel mediante las mentiras siendo esa la única manera de continuar con vida. Por tanto, aunque la primera derrota que sufre el protagonista queda representada por su encarcelamiento, de inmediato se observa que mentir para salvar su pellejo es otro de los fracasos que le sacuden. Además, destaca el hecho de que las mentiras contadas al coronel Eymar no tienen un carácter piadoso, sino que son del todo descabelladas porque su único fin, lejos de suavizar el dolor de un padre, es el de ser liberado

de la cárcel. A pesar de que Juan alarga su estancia entre rejas, sus repulsivas mentiras terminan por generarle tal repugnancia que no logra prolongarlas más y revela la verdad al coronel y a su esposa: Miguel Eymar fue asesinado, pero no por ser un franquista inocente, sino por ser un delincuente durante la guerra. Tal desenmascaramiento de la verdad desemboca en el fusilamiento de Juan Serna en 1941, siendo esta su última derrota sufrida. Resulta curioso que el coronel Eymar, miembro del bando nacionalista, sea un vencedor vencido puesto que su derrota personal es la de perder a un hijo que lejos de luchar por su patria, es asesinado por haber sido un delincuente.

La “Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos” es el relato que da título a la obra y el más extenso de los cuatro que la conforman. Al igual que sucede en la segunda, esta cuarta historia prescinde del elemento carcelario a favor del elemento puramente humano, a través del cual se presenta a una familia destrozada por las consecuencias que la guerra civil española ha dejado en ella. La derrota del bando republicano con el que simpatiza Ricardo Mazo, el padre de familia, representa la primera derrota, aunque este hecho debe suponerlo el lector dado que la narración comienza, y termina, en 1942. Ricardo se ve obligado a esconderse en su propia casa: más que vivir, se mantiene con vida y no hay para

él mayor derrota que vivir sin libertad. Vivir escondido supone que su mujer, Elena, deba fingir que se ha quedado viuda y que su hijo, Lorenzo, tenga que mentir en la escuela. Mientras Elena lucha cada día para sacar adelante a Lorenzo y para que Ricardo no se hunda, aún más, también tiene que lidiar con la incertidumbre de no saber si su hija Elena, que huyó embarazada con su novio poeta para poder tener un futuro mejor fuera de España, continúa con vida o no. De este modo, en este cuarto relato los lectores descubren que los protagonistas del segundo cuento, Eulalio y Elena, son el yerno y la hija, respectivamente, del matrimonio Mazo. Así pues, todos los miembros de esta familia han sido derrotados. En primer lugar, Ricardo tiene que vivir oculto por simpatizar con el bando republicano y, tras la irrupción del hermano Salvador en su casa, se suicida tirándose por la ventana del dormitorio que le tuvo preso durante varios años. Elena madre finge ser viuda y termina por serlo realmente. Elena hija huye embarazada con su novio para esquivar al régimen franquista y termina muriendo en las montañas. Eulalio, el yerno, ve morir a su mujer y a su hijo, para, finalmente, morir él. Rafael, el bebé fruto del amor entre Eulalio y Elena, ni siquiera sobrevive más de un mes, por lo que su derrota es no haber vivido. Por último, Lorenzo Mazo termina por ser uno de los personajes que más derrotas sufre a lo largo de su corta existencia: ve,

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día tras día, a su padre permanecer oculto en un armario y no entiende por qué tiene que mentir en la escuela, pierde a su hermana mayor, soporta las preguntas del hermano Salvador y, finalmente, presencia el suicidio de su padre. Tanto Ricardo como Eulalio sufren la derrota del bando republicano al que se declaraban afines, pero, además, ambos tienen que huir, bien sea escondiéndose en un armario o marchándose a Francia, de un régimen que pretende matarlos. Asimismo, ambos mueren de una manera indigna, suicidio en el caso de Ricardo e inanición y locura en el caso de Eulalio, lo que supone, en definitiva, sus mayores derrotas. Cierto es que esta familia no es la única derrotada del relato. El hermano Salvador, profesor de Lorenzo, termina rindiéndose ante la lascivia que le domina, por lo que tiene que abandonar su sacerdocio. Su obsesión por Elena, cuyo cuerpo de mujer encarna el pecado, le hace sentirse vencido ante la imposibilidad de acostarse con ella. Aunque el bando militar al que el hermano perteneció fue el vencedor de la guerra, se siente fracasado al no poder ejercer sobre los perdedores, como Elena, el poder que la victoria le brindó. Además, Salvador se siente derrotado, de nuevo, al descubrir que Ricardo continúa con vida, situación que le impide mantener relaciones con ella. Finalmente, el religioso al que envía su carta Salvador también sufre una derrota puesto que no ha logrado

reconducirle a su rebaño.

Asimismo, se podría señalar que los pueblos y las ciudades, especialmente Madrid por ser donde se desarrollan la mayoría de los cuentos de Los girasoles ciegos, también fueron derrotadas en la guerra civil española, no solo porque muchas de ellas quedaron devastadas tras los bombardeos, sino porque en ellas se vivió la barbarie, es decir, porque en sus calles y plazas se sufrió la derrota de una sociedad que no merecía morir por aquello en lo que creía, por mantener unos ideales. Así pues, España también fue derrotada. Un país que tiene que reconstruirse para poder continuar con su historia es un país vencido, al igual que lo es un país en el que han muerto miles de inocentes y del que muchos otros tendrán que huir si quieren continuar con vida.

La metáfora de Los girasoles ciegos y los vencedores vencidos

En el último relato de los cuatro que conforman Los girasoles ciegos se explica la metáfora que da título a la obra. El hermano Salvador escribe al inicio de esta cuarta narración “estoy desorientado como los girasoles ciegos”, y al terminar la carta con la que se concluye el relato, afirma lo siguiente: “en el futuro viviré como uno más entre los girasoles ciegos”. Por tanto, esta metáfora hace alusión a la confusión y la desorientación que

el diácono siente ya que ha perdido el norte, la luz que le guiaba en su vida: este vencedor ha sido vencido, hecho que se refleja en que padece la misma desorientación que sufrirían los girasoles ciegos, aquellos que no tuviesen ojos para poder seguir con la mirada al sol. En realidad, la mayoría de los vencedores de estos relatos se identifica con los girasoles ciegos al no saber hacia dónde mirar para continuar su vida. El capitán Alegría decide desvincularse del bando nacionalista, pero se rinde ante el republicano que, lejos de ser el sol que le ilumine, pasará a ser su derrota definitiva. El coronel Eymar depende del testimonio de un preso para conocer el paradero de su hijo, hecho que le supone el paso de seguir a un sol diferente al que seguía hasta entonces, es decir, que las palabras de Juan Serna serán para él su guía. Por último, el hermano Salvador ejemplifica al girasol más ciego de todos porque al dejar de seguir a Dios en pos de “vivir cristianamente fuera del sacerdocio” termina sintiéndose perdido en la vida. También la ceguera de los girasoles es comparable a la oscuridad que se cierne sobre Ricardo cuando tiene que encerrarse en el armario y a la que inunda la cabaña de Eulalio.

En 1939, tras la victoria del ejército franquista sobre el bando republicano, se puso fin a una guerra que había durado tres largos años. El resultado fue la tiranía del grupo vencedor sobre

el grupo vencido. Así, para gran parte de la sociedad, los años posteriores a la batalla estuvieron caracterizados por un profundo sentimiento que mezclaba el miedo con el fracaso. Miedo a que los conflictos no hubiesen tocado a su fin, miedo a los recuerdos inolvidables, miedo a la muerte. En realidad, no murieron solo las personas a las que las armas alcanzaron, sino que también pasaron a estar, metafóricamente, muertos aquellos cuyos ideales habían sido pisoteados en el fragor de la batalla: republicanos que tuvieron que huir a otros países, luchadores que se escondieron en las montañas, padres de familia que se ocultaron en un armario o en un sótano el resto de su vida, etc. Así pues, el bando republicano sufrió una clara derrota, pero ¿y el ejército vencedor? ¿Fue realmente vencedor en todos los aspectos o quedó en él el mismo sentimiento de fracaso que experimentó el bando enemigo? Darse cuenta de que el único fruto de la guerra ha sido la pérdida de vidas humanas y el enaltecimiento de algunos por ello, no poder cambiar el modo de pensar de muchos, a pesar de la violencia extrema con la que se intenta, o depender de los vencidos para demostrar que una ideología es mejor que otra, un pensamiento bastante erróneo, también supone una derrota. La victoria resultante de la batalla fue relativa, es decir, no fue absoluta porque los miembros del bando franquista no pudieron satisfacer todos sus deseos: no pudieron convencer a

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todo el mundo de que su cruzada de liberación había sido beneficiosa para todo el país, no pudieron cambiar el modo de pensar de los republicanos, no pudieron ejercer su poder sobre todos los individuos, etc. Además, el ejército franquista no gozó del clima deseado tras la batalla porque la miseria que quedó en las calles dejó heridas abiertas impidiendo la creación de una España grande y libre, como se pretendía. De este modo, se debe recapitular que los vencedores que aparecen en Los girasoles ciegos son también vencidos a pesar de haber ganado la guerra, generándoles esta situación de malestar, en el caso del capitán Alegría, angustia por no saber la verdad, en el caso del coronel Eymar, y rabia desmesurada y sed de venganza, en el caso del hermano Salvador.

Conclusión

Para concluir con este artículo, se debe señalar, de nuevo, que gracias a la metáfora de los girasoles ciegos, que relaciona los cuatro relatos, puede entenderse por qué muchos de los personajes se sienten desorientados respecto al camino que

deben seguir en sus vidas. Asimismo, el concepto de derrota vertebra todas las historias y las estructuras repartiéndolas en los cuatro años que siguieron al final de la guerra. Mientras que tres de los relatos —el primero, el tercero y el cuarto— transcurren, en parte, en la ciudad de Madrid, la segunda narración tiene lugar en los montes que separan Asturias y León. Este reparto espacial no es arbitrario, sino que está fundamentado sobre el conocimiento que tiene el autor de la cronología del final de la guerra y de la posguerra española. Así, teniendo en cuenta que el 1 de abril de 1939 tuvo lugar, en Madrid, el final de la batalla, la primera derrota de Los girasoles ciegos se sitúa en esos primeros días de confusión. A su vez, la segunda derrota tiene lugar en 1940, cuando aquellos republicanos que habían sobrevivido a la guerra y se habían escondido se vieron obligados a huir a otros países, como intenta hacer Eulalio. Y, por último, la tercera y la cuarta derrota se desarrollan en los años 1941 y 1942, en los que el miedo y el fracaso, que tardarían décadas en desaparecer, aún seguían muy presentes en la sociedad española.

Bibliografía

Méndez, Alberto (2004): Los girasoles ciegos. Barcelona, Anagrama.