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    Agencia y exclusin en tiempos de

    tecno-sociabilidad: los jvenes en cuatro

    ciudades del Mercosur

    Captulo 4

    4.1. Introduccin

    En este captulo se analizan las opinionesy la relacin entre los riesgos de exclusin y lacapacidad de agencia de jvenes que residen encuatro ciudades del Mercosur: Asuncin, Bue-nos Aires, Montevideo y Rio de Janeiro.

    El captulo se divide en dos partes. En la

    primera se describe, a partir de los resultadosde la Encuesta IDHM1, la relacin de los jve-nes con la tecno-sociabilidad, la evaluacin quehacen de sus propias sociedades, su sistema po-ltico, las instituciones no polticas, sus conciu-dadanos y la forma en la que el resto de la so-ciedad desde sus padres hasta las autoridadespblicas se dirigen a ellos y toman decisionesque los involucran. Adems, se examinan lasrelaciones entre demandas ligadas a distintasfuentes de injusticias y comportamientos quereflejan la capacidad de voz, como la partici-

    pacin en movilizaciones sociales o polticas.Por ltimo, se analizan los vnculos entre lasdemandas y actitudes que reflejan opcionesde salida, como la disposicin a migrar. Estoimplica un panorama general acerca de cmose ven, qu quieren y cmo actan los jve-nes, una exploracin en sus deseos, miedos ydecisiones.

    En la segunda parte del captulo, se explo-ran los procesos de emancipacin de los jve-nes y su relacin con los distintos niveles devulnerabilidad a la exclusin social, as como

    los nexos entre la vulnerabilidad a la exclusinsocial y las capacidades de agencia. Es decir, enqu medida las condiciones objetivas de vidade los jvenes afectan su capacidad de actuar einvolucrarse en el desarrollo propio y el de lassociedades en las que viven.

    1 Para investigar cuantitativamente la opinin de losjvenes de cuatro ciudades del Mercosur se realiz unaencuesta ad hoc, cara a cara, domiciliaria, sobre la basede una muestra probabilstica, a jvenes de entre 15 y29 aos. El n final de entrevistas obtenidas fue 4600,siendo los casos distribuidos en cuatro aglomeradosurbanos/reas metropolitanas (Rio de Janeiro n=1.500,Buenos Aires n=1.500, Montevideo n=800, Asuncinn=800). Para mayores detalles tcnicos sobre la encues-ta, incluido el cuestionario aplicado, vase el AnexoMetodolgico.

    Es importante destacar que estas indaga-ciones se producen en un nuevo contexto. Losjvenes estn recibiendo cada vez ms atencindesde los medios, la poltica y la sociedad, pordiversas razones. En primer lugar, por una cier-ta obsolescencia de las experiencias del pasadopara guiar las elecciones de los jvenes en reascentrales de sus vidas, como la educacin, eltrabajo y la constitucin de nuevas familias. Elpasado ya no funciona como orientador de lasdecisiones del presente. Por otra parte, el mun-do joven, como estilo de vida, como generadorde alternativas culturales y estticas y como es-pacio social en el que se desacralizan hbitosy costumbres con la consecuente ampliacinde los espacios de libertad para nuevas pro-puestas aparece como el mbito privilegiadode modernizacin y cambio. Hay tambin unabrecha generacional de valores, aspiraciones yesquemas cognitivos que se nutre de la brechadigital intergeneracional, as como de los im-

    pactos de la secularizacin y el descentramien-to de la sociedad hacia la juventud.

    La facilidad de los jvenes para absorberlas innovaciones tecnolgicas est expandien-do sus capacidades. Esto eleva su status en unasociedad que demanda mayor conocimiento yuna mejor sincronizacin con los cambios tec-nolgicos. La manifestacin ms obvia de estefenmeno son las nuevas formas de conectivi-dad virtual. La informacin en la que se basaeste captulo sugiere que, efectivamente, estteniendo lugar un desplazamiento de la socie-

    dad hacia la juventud, debido a su relevanciapara enfrentar los desafos que impone el cam-bio global. Los jvenes, de esta manera, tien-den a convertirse, a travs de sus mltiples ma-nifestaciones y opiniones, en actores crucialesde la sociedad y el desarrollo humano. En estembito, el rol de la tecno-sociabilidad es clave.Los problemas de exclusin, desafiliacin ins-titucional y discriminacin y violencia son lasprincipales barreras que debern superar losjvenes y sus respectivas sociedades para avan-zar en los objetivos del desarrollo humano.

    Las tendencias descritas ms arriba tienenlugar en un contexto de fuertes cambios urba-nos. Los procesos de urbanizacin acelerada ymetropolitanizacin son constitutivos de las

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    experiencias juveniles. Es posible encontrar undoble proceso que contextualiza la situacin yla accin de los jvenes: por una parte, las ciu-dades se estn convirtiendo en grandes nodosque permiten la interaccin de los jvenes conla globalizacin. Por otra, son espacios urbanos

    cada vez ms fragmentados y desarticulados,en los que persisten la exclusin social y losproblemas de seguridad y calidad de vida. Portales motivos, el anlisis de las grandes ciuda-des resulta fundamental para la comprensinde los problemas de los jvenes en trminos desu desarrollo.

    Cmo se ven? Cmo actan? Ququieren?

    En la primera parte del captulo se analizala relacin de los jvenes con la tecno-socia-bilidad. Luego se describe su vnculo con el

    pasado a partir de sus relaciones con las gene-raciones previas. En tercer lugar, se caracteri-zan sus visiones del futuro, y en particular susexpectativas con respecto a sus condiciones devida. Por ltimo, se examinan sus percepcio-nes y evaluaciones sobre distintos aspectos dela estructura social presente.

    4.2. Protagonismo y exclusinde los jvenes en tiempos de

    tecno-sociabilidadLas grandes ciudades constituyen espacios

    privilegiados para observar los problemas deintegracin de los jvenes en el marco de la glo-balizacin y la aceleracin de las innovacionestecnolgicas. En las grandes ciudades se con-centran las mayores desigualdades, as comolos ejemplos extremos de triunfos y fracasoshumanos (Merton, 1964). Mientras estuvieronasociadas a localizaciones territoriales con es-casas conexiones entre ellas, las desigualdades

    en las condiciones de vida tuvieron un impactolimitado sobre los sentimientos de pertenencia ala sociedad. Sin conexiones importantes entre elcampo y la ciudad, la ampliacin de las brechasentre la pobreza rural y la opulencia urbana noera una realidad presente entre los habitantes deambas zonas. Para la mayora de los habitantesrurales o urbanos, el marco de referencia paraevaluar las ventajas y desventajas de su situacinse restringa a su zona de residencia.

    Este escenario ha sido modificado por almenos cuatro fenmenos. En primer lugar, los

    desplazamientos masivos de poblacin rural alas ciudades y el rpido aumento de las tasas deurbanizacin en todos los pases de la regin,con el consecuente incremento de la pobreza. El

    segundo fenmeno es la revolucin de las comu-nicaciones, que increment tanto la visibilidadde las condiciones de vida urbana como las di-ferencias entre las clases dentro de cada ciudad.El tercero es la ampliacin de las oportunidadeseducativas, que modific los proyectos de vida

    de las personas de bajos recursos, elev sus aspi-raciones de participar en el desarrollo y expan-di los significados de la condicin ciudadana.Finalmente, la actual revolucin en la tecnologade la informacin y la comunicacin (TIC) hatransformado los patrones de sociabilidad y hagenerado nuevas vas para la reproduccin delas sociedades.

    Todos estos fenmenos se concentran en lasciudades y contribuyen a ampliar las brechasentre incluidos y excluidos. No es posible eludirla comparacin entre las propias condiciones

    de vida y las de los dems. Las evidencias de lariqueza y la pobreza, del xito y del fracaso, dela miseria y la opulencia, resultan perfectamentevisibles. La progresiva aparicin de circuitos demovilidad social vinculados a zonas de residen-cia, al acceso a instituciones de enseanza dedistinto nivel de calidad, as como a servicios desalud, transporte, seguridad y esparcimiento di-ferenciados por clases social, contribuyen a mul-tiplicar los sentimientos de privacin relativa.

    Adems, la creciente importancia del sectorfinanciero y de los servicios avanzados a la pro-

    duccin, as como la penetracin de capitalesinternacionales, ha evolucionado junto con eldesarrollo de las TIC. Una de las consecuenciasde estos procesos es una transformacin radicalde la morfologa edilicia y social de las grandesciudades y de sus mercados de trabajo (Sassen,1999; Castells, 1989 y 2001).

    En este contexto, los jvenes de las grandesciudades del Mercosur estn produciendo unfenmeno indito: la construccin de redesde tecno-sociabilidad controladas y adminis-tradas por ellos mismos. Estas redes, ademsde convertirse en los espacios centrales paralas culturas juveniles urbanas, se manifiestanen una multiplicidad de circuitos virtuosos dealimentacin de habilidades y destrezas en elmanejo de las innovaciones tecnolgicas.

    4.2.1. El rol de los jvenes en la

    reproduccin de sus sociedades

    Las innovaciones en las TIC han generadocondiciones favorables para la transformacin

    del papel de la juventud en la reproduccinde sus sociedades. A esa transformacin hancontribuido al menos tres factores: la crecien-te importancia de las TIC en la economa, la

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    ductilidad de nios y jvenes en el manejo delas mismas y las redes de sociabilidad que seconstruyen a partir de ellas.

    El primer factor es clave. La globalizacinde la economa no puede entenderse sin tomaren cuenta el rol de las TIC en la articulacin

    de procesos que expanden las fronteras decompetitividad y que impulsan el crecimientode la productividad en todas las esferas de laproduccin.

    En cuanto al segundo, la capacidad de ni-os y jvenes para incorporar las destrezas ylos conocimientos requeridos para el manejode esas tecnologas, para explorar el mundovirtual y para absorber las complejidades dela comunicacin inalmbrica, es significativa-mente mayor que la de los adultos. Esa ventajageneracional se ve reflejada en situaciones enlas que se invierten los roles tradicionales enel aprendizaje: hoy son los jvenes quienestransmiten a los adultos habilidades y saberesnecesarios para funcionar en la sociedad con-tempornea. En otras palabras, los jvenes, eincluso los nios, saben cosas que los adultosno saben, y son capaces de ensearlas. Estosugiere un crculo virtuoso entre la naturalezade la juventud y los requerimientos del manejode las TIC. Dicho crculo es alimentado por elcarcter ldico del vnculo que establecen losjvenes con estas tecnologas, pero tambinpor la motivacin a participar plenamente en

    las dinmicas actuales, tanto a travs de la po-sesin de los productos icnicos de la moder-nidad como del aprendizaje de las habilidadesy cdigos para manejarlos.

    El tercer factor que genera condiciones fa-vorables para la transformacin del papel dela juventud en la reproduccin de sociedadeses la tecno-sociabilidad. La sociabilidad a tra-vs de las TIC permite a los jvenes satisfacersus necesidades de interaccin, esparcimiento,pertenencia e identidad. Al mismo tiempo, lasredes resultan un campo frtil para la propa-

    gacin, ejercitacin, acumulacin y consolida-cin de conocimientos asociados al manejo deestas tecnologas.

    4.2.2. Internet, computadoras y

    pobreza: la tecno-sociabilidad

    y la exclusin social de los

    jvenes

    Los procesos de globalizacin generan unaumento de los umbrales de calificacin reque-ridos para participar en los circuitos principa-les de la sociedad. En los sectores del merca-do de trabajo con mayor expansin y mayor

    productividad, ello implica una demanda demayores niveles educativos, pero tambin de

    habilidades y conocimientos relacionados conel manejo de las TIC.

    Esas demandas no se limitan exclusiva-mente al mercado laboral. Cada vez ms, elfuncionamiento de distintas reas de la vidasocial y cultural, as como de actividades vin-culadas al cumplimiento de obligaciones condiferentes instituciones privadas y pblicas,tiende a organizarse en torno a las nuevas tec-nologas. Por ejemplo, para realizar un trmiteimpositivo, anotarse en la universidad o haceruna gestin bancaria, resulta muy til, a veces

    imprescindible, tener acceso a internet y saberutilizar la red. Para los sectores de la poblacinsin acceso a las TIC, los cambios en los requi-sitos para aprovechar las oportunidades debienestar asociadas a las esferas mencionadasimplican un aumento de su vulnerabilidad a laexclusin social. Esta situacin afecta princi-palmente a los jvenes urbanos de hogares debajos ingresos.

    Como se muestra en el Captulo 2, el ni-vel socioeconmico de los hogares determinala probabilidad de poseer en el hogar algunaTIC, lo que a la vez condiciona las posibilida-des de participar en las redes de tecno-sociabi-lidad. En el Grfico 4.1 se observa que, segnlos datos de la Encuesta IDHM, la proporcin

    Para la mayora de los jvenes urbanos, el aporte de las TIC a sus

    posibilidades de desarrollo personal ha sido tan significativo como

    su contribucin a la transformacin del papel que desempean en la

    reproduccin de sus sociedades. Algunos de los aspectos de su desa-

    rrollo personal afectados por las TIC son:

    a. La ampliacin de sus oportunidades de sociabilidad ms all de

    los espacios fsicos de interaccin (la casa, el barrio, la escuela y los

    lugares de esparcimiento y de trabajo).

    b. El fortalecimiento de su autonoma y de su privacidad en la inte-

    raccin con amigos y parejas, en el mundo virtual, y en las oportu-

    nidades para definir problemas propios y estrategias de solucin,

    con mayor independencia de padres o profesores.

    c. El aumento de sus capacidades de identificacin y de eleccin de

    personas y grupos con quienes compartir afinidades e intereses

    de naturaleza diversa.

    d. La expansin de oportunidades para ejercitar la asociacin entreesfuerzos y logros y, por ende, la confianza en sus propias capaci-

    dades para alcanzar metas.

    e. El surgimiento de un mbito para desplegar la creatividad y el de-

    sarrollo de la individuacin, donde pueden actuar al mismo tiem-

    po como emisores y receptores de mensajes, con la posibilidad de

    incorporar su sello personal a cada uno de ellos.

    Recuadro 4.1:TIC y oportunidades de desarrollo personal

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    de jvenes que posee una computadora en losestratos socioeconmicos altos es entre 3 y 5veces superior a la de los estratos bajos. Asi-mismo, en todas las ciudades existe una fuer-

    te y significativa correlacin entre la posesinde una PC en el hogar y la intensidad de usode internet, independientemente del estratosocioeconmico2.

    La distribucin de telfonos celulares se-gn el nivel socioeconmico de los jvenesest menos concentrada que la de la tenenciade PC y servicios de internet en el hogar. Esdecir, el porcentaje de jvenes pobres que tienecelulares es mucho mayor que el de aquellosque tienen una computadora en casa. Alrede-dor de 86% de los jvenes posee celular: 80,5%

    en los estratos socioeconmicos bajos y 92,6%en los altos. En el Grfico 4.2 se observa que lamayor parte de los jvenes enva mensajes detexto (SMS) todos los das. Excepto en Rio deJaneiro, donde este porcentaje es menor a 5%,la propagacin de celulares est generando unformidable flujo diario de mensajes: casi 71%de jvenes encuestados en las dems ciudadesenva SMS todos los das. En los estratos so-cioeconmicos bajos el porcentaje es 62,6% yen los altos 79,5%3. En otras palabras, el celularse ha democratizado ms rpidamente que lacomputadora.

    2 Vase Cuadro AV.31 del Anexo Metodolgico.3 Vase Cuadro AV.32 del Anexo Metodolgico.

    El uso de celulares en las ciudades est ge-nerando una explosin de espacios de conec-tividad entre los jvenes de todas las clasessociales. Sin embargo, la cantidad y calidad de

    las innovaciones tecnolgicas se multiplica daa da: hoy, adems de PC y celulares, se dispo-ne de nuevas y diferentes vas y velocidades deacceso a internet GPS, WiFi, pantallas de altaresolucin y cmaras digitale. Las brechas entreclases en cuanto a las potencialidades de uso delos celulares siguen el ritmo de esas modifica-ciones: los celulares ms sofisticados funcionanprcticamente como computadoras porttiles y,al igual que stas, constituyen herramientas id-neas para la construccin y el aprovechamientode redes de tecno-sociabilidad, con propiedades

    difcilmente diferenciables de las redes que seforman a travs de las PC.

    Por lo tanto, aun cuando la mayora delos jvenes de menores recursos tenga algunaexperiencia con la conectividad virtual a tra-vs de los celulares, la propagacin de las TICplantea un riesgo de ampliacin de las brechastecnolgicas entre jvenes de distintos es-tratos. Es tan veloz la expansin de las TIC ysus constantes innovaciones tecnolgicas quese corre el riesgo de que los jvenes de bajosrecursos queden atrs. En cada sociedad, laintensidad de ese riesgo se vincula estrecha-mente con el papel que desempee el Estadoen promover la igualdad de oportunidades enel acceso a las TIC. Al igual que en el caso de

    68,264,3

    54,664,1

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    60

    70

    80

    90100

    NSE Bajo NSE Alto NSE Bajo NSE Alto NSE Bajo NSE Alto NSE Bajo NSE Alto

    Montevideo Asuncin Ro de Janeiro Buenos Aires

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    60

    70

    80

    90100

    Con PC Sin PC Tenencia de PC en hogar

    84,6

    57,252,8

    96,5

    84,1

    63,8

    37,1

    92,4 91,396,2

    90,0

    73,1

    42,6

    95,9

    76,0

    16,8

    28,8 27,1

    95,6

    36,6

    Grfico 4.1:Jvenes que han utilizado internet, segn tenencia de PC en la casa,por nivel socioeconmico, 2008. En porcentajes

    Fuente: Encuesta IDHM

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    bienes fundamentales para el bienestar, comoeducacin, salud y vivienda, las TIC tambinestn sujetas a las imperfecciones de los merca-dos. Si estas imperfecciones no son corregidas,

    pueden terminar consolidando, o aumentan-do, las brechas existentes.

    A continuacin se indaga sobre los vn-culos subjetivos enttre tecno-sociabilidad y

    La cultura juvenil encuentra en la comunicacin mvil

    una forma adecuada de expresin y afirmacin. La rpida

    expansin de la telefona mvil es resultado, en parte, de

    la amplia aceptacin de los jvenes, y puede explicarse

    por una combinacin de factores que incluyen la apertu-

    ra de la juventud a las nuevas tecnologas y su capacidad

    para utilizarlas de acuerdo a sus propsitos. La capacidad

    de los jvenes para aprovechar las nuevas tecnologas se

    ha convertido en un factor de respeto por parte de los

    mayores, as como un smbolo de reconocimiento entre

    sus pares.

    La cultura de la sociedad en red se caracteriza princi-

    palmente por la importancia de los proyectos de auto-

    noma como un principio de accin. Los actores sociales

    buscan construir su propia autonoma en todas las di-

    mensiones de la vida. Esta bsqueda es especialmenteimportante en los segmentos ms jvenes de la pobla-

    cin. La prctica tiende a ser instrumental; puede ser pro-

    fesional, comunicativa, centrada en el control del cuerpo

    o la poltica, pero lo que importa es que el actor es quien

    decide el propsito de la instrumentalidad. Hay una clara

    correlacin entre la aparicin de una cultura mundial de

    la juventud, la conectividad de la red social y el potencial

    que ofrecen las tecnologas de la comunicacin mvil.

    Los tres procesos se refuerzan mutuamente.

    a. La movilidad: agrega espontaneidad a los eventos;

    b. la espontaneidad permite un contacto interpersonal

    mucho ms directo: es la plataforma ideal para atrapar

    a la vida personal con las preocupaciones sociales;

    c. la funcionalidad mltiple: permite que los usuarios

    mviles se conviertan en la prensa diaria

    Los jvenes son la punta de lanza de la difusin de

    esta tecnologa y en muchos casos quienes inventan, de-

    sarrollan y crean nuevos usos. En trminos generales, la

    tecnologa no determina a la sociedad: son las personas

    quienes conforman y modifican las formas y usos de la

    tecnologa en el caso de las comunicaciones mviles, deacuerdo a sus intereses, valores, hbitos y proyectos.

    Gracias a las tecnologas de la informacin, se estn

    creando tendencias juveniles que afectan a personas de

    todas las edades. Se puede considerar a la juventud de

    hoy como la precursora de la red de la sociedad mvil.

    Recuadro 4.2:Jvenes, cultura y celulares

    2,6

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    60

    70

    80

    90

    100

    Varn Mujer Varn Mujer Varn Mujer Varn Mujer

    Montevideo Asunci n Ro de Janeiro B uenos Aires

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    60

    70

    80

    90

    100

    NSE Bajo NSE Alto Brecha por NSE

    67,5

    86,1

    73,5

    91,2

    65,4

    82,8

    68,1

    77,9

    5,89,8

    3,22,5

    6,9

    4,4

    18,6 17,7 17,4

    45,7

    67,0

    56,7

    72,2

    21,315,5

    Grfico 4.2:Jvenes que envan SMS diariamente por sexo y nivel socioeconmico,2008. En porcentajes

    Fuente: Encuesta IDHM

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    exclusin. Una de las dimensiones centralesde la subjetividad de los jvenes urbanos, ex-cluidos o incluidos de forma desfavorable, esel sentimiento de privacin relativa. Su inten-sidad depende de los marcos de referencia queutilicen para evaluar su situacin actual. En

    este sentido, los jvenes probablemente se con-sideren mejor posicionados con respecto a lageneracin anterior. De hecho, al contrastar susituacin y sus expectativas de integracin enla sociedad moderna con la de sus padres o conlos adultos de su propio estrato social, los jve-nes pobres de las cuatro ciudades perciben, aligual que los jvenes de los estratos altos, unasensacin de superioridad generacional basadaen el manejo de las TIC. En esas comparacio-nes, los jvenes gozan de la ventaja natural dehaber nacido en una poca signada por tecno-logas ms avanzadas.

    Sin embargo, la mayora de los jvenes deescasos recursos evala su posicin relativa en

    la sociedad a partir de la comparacin con suscongneres. Al elaborar imgenes de s mis-mos, los jvenes se miran en el espejo de supropia generacin, ms que en el de los adul-tos. Las diferencias intrageneracionales entrelos jvenes de clases populares y aquellos de

    clases medias y altas son el eje a partir del cualse evala la posicin relativa en la sociedad.A esto se agrega la omnipresencia de la cul-

    tura juvenil en la sociedad, ms presente en losmedios que nunca, lo cual hace que sea prcti-camente imposible eludir su exposicin a ella.Hoy la cultura juvenil urbana es ms amplia,ya que la postergacin de la edad de salida delsistema educativo e ingreso al mundo laboral,de abandono del hogar paterno y de formacinde familia, ha pospuesto el paso a la adultez.Y tiene ms presencia en los medios debidoa que la creciente importancia de los jvenesen el mercado de consumo ha modificado lostargetspublicitarios de productores de bienes

    Nivel socioeconmico de los hogares

    Diferencias en: i) acceso/no almundo virtual; ii) momento

    del ciclo de vida en que lapersona se inicia en el uso

    de las TIC

    Diferencias en la internalizacin de

    los cdigos y de la lgica intrnseca

    de las TIC.

    Capacidades autoprogramadas

    Diferencias en la intensidad ydiversidad de la participacinen redes de tecnosociabilidad

    (SMS, chats, e-mails, pginas

    web)

    Diferencias en lasoportunidades para

    participar en en loscircuitos principales de la

    modernidad

    Diferencias en las

    capacidades paraarticular artefactos

    tecnolgicos diversos

    Diferencias en la capacidad deaplicar TIC en reas diversas

    (estudio, trabajo, gestiones,

    esparcimiento, difusin de materiales

    propios a trevs de redes)

    Las capacidades autoprogramadas, que permiten una participacin como emisor y

    receptor en el mundo virtual, y que se alimentan en ese intercambio, constituyen una

    dimensin de creciente importancia en los sistemas de estratificacin que afectan

    a las actuales juventudes urbanas, La superposicin entre las viejas y las nuevas

    dimensiones de la estratificacin de la juventud urbana aumenta el riesgo de consolidar

    los mecanismos de la reproduccin intergeneracional de la vulnerabilidad a la exclusinsocial.

    Esquema 4.1:Crculo virtuoso de potenciacin de capacidades autoprogramadasde utilizacin del mundo virtual

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    y servicios. Hoy, buena parte de la publicidadest dirigida a los jvenes, quienes son asocia-dos al uso de ciertos productos para resaltarsus bondades. Adems, la cultura juvenil tienemayor penetracin que en el pasado ya que loslogros juveniles en las innovaciones tecnolgi-

    cas inciden en prcticamente todas las nuevasmanifestaciones culturales.

    Por ltimo, incluso los jvenes en situacinde mayor vulnerabilidad a la exclusin socialreconocen que la participacin en redes juve-niles ayuda a adquirir destrezas tecno-socialesque elevan sus oportunidades de integrarse almercado y a la sociedad, o que incluso ayudana ganarse la vida por vas ilegales. Por ejemplo,a travs de la piratera de CD, videojuegos, ypelculas.

    Para los jvenes urbanos, la nocin de ciu-

    dadana plena comprende entre sus pilaresfundamentales la participacin en las redesde tecno-sociabilidad. Las condiciones de ac-ceso y manejo de las TIC que hacen posible laparticipacin en la red se transforman en lasdimensiones claves de un nuevo sistema de es-tratificacin urbano basado en el conocimien-to y la innovacin tecnolgica.

    En general, los fenmenos mencionadosestn modificando las fuentes (familia, co-munidad, mercado y Estado) que proveen losactivos requeridos para el aprovechamiento delas estructuras de oportunidades de acceso al

    bienestar. En este nuevo esquema, las redes detecno-sociabilidad se ubican en una posicindestacada, como un rasgo juvenil de la co-munidad que va ocupando importantes espa-cios entre el mercado y el Estado.

    4.3. Padres e hijos, jvenes yadultos: avatares del vnculointergeneracional

    La juventud es una etapa de la vida crucialpara la reproduccin de las sociedades. Endicha etapa suelen tomarse decisiones funda-mentales para las trayectorias de vida de laspersonas, como el abandono de los estudios, lainsercin en el mercado de trabajo, la forma-cin de un hogar independiente y la reproduc-cin. Adems, se incorporan las restriccionesde ingresos, de modo que esas decisiones de-finen rutas de emancipacin para jvenes dedistinto origen social.

    Las trayectorias de emancipacin condicio-nan, a su vez, las opciones de los jvenes, ascomo los recursos con que contarn en el futu-ro. Elegir entre una u otra ruta de emancipacin

    tiene implicaciones sobre la ampliacin o node las posibilidades que tendrn los jvenespara aprovechar las oportunidades que brindala sociedad.

    Por otro lado, las desigualdades entre losjvenes, las formas de relacionarse entre ellos y

    con el resto de la sociedad, as como su opininsobre las estructuras sociales, culturales y polti-cas, preanuncian la calidad del tejido social de lasociedad futura, y las posibilidades de alcanzarun desarrollo humano integrador y equitativo.

    A pesar de la cercana relativa y la perte-nencia al Mercosur, las cuatro ciudades consi-deradas poseen historias y legados culturalesdiversos, y sobre todo diferentes tipos de rela-ciones entre sus clases sociales. Estos atributosinfluyen en los procesos de socializacin de losjvenes y, por lo tanto, en la evaluacin de sus

    posibilidades presentes y futuras.

    4.3.1. Qu se puede aprender

    de los adultos?

    Como se refleja en el Grfico 4.3, la mayo-ra de los jvenes entrevistados, independien-temente del gnero o nivel socioeconmico,considera til la experiencia de los adultospara enfrentar sus problemas actuales.

    Sin embargo, la percepcin no es la misma

    en las cuatro ciudades. Entre los jvenes deBuenos Aires y Montevideo existe una pro-porcin significativamente mayor que no con-sidera til la experiencia adulta. Esto puededeberse a dos motivos. El primero es el hechode que Argentina y Uruguay son las dos ni-cas sociedades de la regin que, en trminos debienestar y cohesin social, muestran un pasa-do claramente mejor al presente4. Los jvenes,entonces, podran estar responsabilizando a lasgeneraciones previas es decir, a los adultospor el deterioro de los sistemas de proteccin

    social, lo que disminuira su idoneidad paraconstituirse en un grupo de referencia.El segundo factor que podra explicar esta

    diferencia es que, en Argentina y Uruguay, mu-chas de las funciones tradicionales de la familiay la comunidad fueron incorporadas al Estado.Si bien el sistema de bienestar estatal construi-do en ambos pases puede considerarse dbilen comparacin con los de las naciones desa-rrolladas, en el contexto regional se destaca cla-ramente por la diversidad de sus prestaciones yla extensin de su cobertura. De este modo, las

    4 Segn Oscar Altimir (1979), a principios de la dcadade 1970 la proporcin de hogares pobres urbanos ascen-da a 5% en Argentina y a 10% en Uruguay, cifras nota-blemente inferiores a las de las dos ltimas dcadas.

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    Informe sobre desarrollo humano para Mercosur 2009-2010.Innovar para incluir: jvenes y desarrollo humano

    176

    generaciones anteriores habran perdido partede sus atributos como generacin de respaldoy cedido espacios que podran haber sido ocu-pados por las redes de bienestar.

    4.3.2. Cmo creen los jvenes

    que los tratan los adultos?

    Si bien la mayora de jvenes valora la ex-periencia de los adultos, en general no advierte

    actitudes que faciliten la transmisin de cono-cimientos y habilidades. Al contrario, comose observa en el Grfico 4.4, los jvenes per-ciben indiferencia, desconfianza por parte delos adultos e incluso impedimentos para unamayor participacin. En promedio, menos de50% de los jvenes considera que los adultoslos protegen, a pesar de que ms de 69% opi-na que la experiencia de los mayores es muy obastante til.

    4.3.3. Importancia de los

    padres en las decisiones de los

    jvenes

    En general, las imgenes de los jvenes sobre

    los adultos se relacionan con las experienciasvividas en sus hogares. El Grfico 4.5 muestraque la mayora de los jvenes atribuye bastanteo mucha importancia a la opinin de sus padresal momento de tomar decisiones, especialmenteen las ciudades de Rio de Janeiro y Asuncin.

    En el Grfico 4.6 se resume la informacinsobre la influencia de los padres en un ndi-ce sumatorio simple de acuerdo con distintasdecisiones. En general, los jvenes consideranimportante la opinin de sus padres, aunqueesa importancia disminuye en la toma de deci-siones relativas a la eleccin de amigos o de pa-reja. En Buenos Aires y Montevideo el porcen-taje de jvenes que no atribuyen importancia

    31,3

    14,4

    7,3

    22,8

    68,7

    85,6

    92,8

    77,2

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    60

    70

    80

    90

    100

    Montevideo Asuncin Rio de Janeiro Buenos Aires

    P oc o o na da t il M uy o ba st an te t il

    Grfico 4.3:Utilidad de la experiencia de la generacin anterior,2008. En porcentajes

    31,8

    37,2

    31,4

    44,5

    5,9 6,5

    14,7

    10,5

    36,1

    32,1

    23

    29,3

    17,5

    22

    29,8

    11,9

    8,8

    2,2 1,33,9

    0

    5

    10

    15

    20

    25

    30

    35

    40

    45

    50

    Montevideo Asuncin Rio de Janeiro Buenos Aires

    Protegen a los jvenes No les importan los jvenes

    No confan en los jvenes Ponen trabas para su participacin en decisiones

    Ninguna de las anteriores

    Grfico 4.4:Percepcin de los jvenes de la actitud de los adultos hacia ellos, 2008.En porcentajes

    Fuente: Encuesta IDHM

    Fuente: Encuesta IDHM

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    Captulo 4 |Agencia y exclusin en tiempos de tecno-sociabilidad

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    a las recomendaciones de sus padres es de casiun tercio, mientras que en Asuncin y Rio deJaneiro disminuye a 10%. En las cuatro ciuda-des, la influencia de los padres es mayor entrelas mujeres. El nivel socioeconmico slo esestadsticamente significativo en Rio de Ja-neiro y en Buenos Aires, donde los jvenes ensituacin ms ventajosa declaran una mayorinfluencia de los padres5.

    La conclusin a destacar es que no se ad-vierten rupturas generacionales significativas.Esto coincide con la idea, analizada en el Cap-tulo 3, acerca de un esquema de negociacionesy acuerdos que reconfigura la relacin entregeneraciones. Para la mayora de los jvenes,los adultos proporcionan experiencias tiles yrespaldo en decisiones vitales. Esto probable-mente se relacione con las dificultades que en-frentan los jvenes para acceder a las prestacio-

    nes de mercado y a la baja presencia del Estadoen las cuatro ciudades. Parece razonable supo-ner que en condiciones de alta incertidumbrelaboral y de insuficiencias en la arquitectura debienestar con respecto a los riesgos que generala emancipacin, la constitucin de nuevas fa-milias y hogares, los jvenes se sientan inclina-dos a mantener las redes familiares con adultoscomo parte de la generacin de respaldo. Estoquiere decir que, para una mayora de ellos, losregmenes de bienestar nacionales no habranperdido su carcter familstico.

    Para muchos jvenes, las redes familiaresson el nico refugio ante el desempleo, el nico

    5 Vase Cuadro AV.1 del Anexo Metodolgico.

    apoyo con que cuentan para el cuidado de losnios o la ayuda en la bsqueda de solucio-nes habitacionales. Estas situaciones refuerzanla funcin clsica de la familia como lugar decobertura afectiva y comunicacional y desin-centiva mayores rupturas intergeneracionales.El hecho de que los jvenes de Buenos Aires yMontevideo muestren seales de independen-cia generacional ms pronunciadas que los deAsuncin y Rio de Janeiro puede explicarse por-que se trata de las dos ciudades en las que el pro-ceso de desfamilizaricin ha sido ms avanzado.

    El reconocimiento de las ventajas de losjvenes frente a las TIC y las oportunidades

    Grfico 4.5:Jvenes que declaran que los consejos fueron importantes o muyimportantes para la toma de decisiones, 2008. En porcentajes

    55,6

    74,1

    85,8

    55,8

    68,9

    61,2

    83,3 84,3

    63,9

    73,676,4

    86,889,7

    75

    82,2

    88,9

    93,6 94,8

    85,5

    90,6

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    60

    70

    80

    90

    100

    Montevideo Asuncin Ro de Janeiro Buenos Aires Total

    Eleccin amigos Eleccin pareja Buscar trabajo Educarse capacitarse

    Fuente: Encuesta IDHM

    Grfico 4.6:Importancia atribuida a la influencia de los padres enla toma de decisiones, 2008. En porcentajes

    31

    13,6

    10

    33,7

    48,3

    45,7

    42 42

    20,7

    40,7

    48

    24,3

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    60

    Montevideo Asuncin Rio de Janeiro Buenos Aires

    BAJA MEDIA ALTA

    Fuente: Encuesta IDHM

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    Informe sobre desarrollo humano para Mercosur 2009-2010.Innovar para incluir: jvenes y desarrollo humano

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    que ofrecen en trminos de aumento de au-tonoma y privacidad y de oportunidades deindividuacin no implica un quiebre con lageneracin de sus padres. Se observa, entre lospadres, un repliegue de las pretensiones de au-toridad que formaban parte de los patrones fa-

    miliares tradicionales. Esto podra ser el reflejode la vivencia de haber vivido bajo gobiernosautoritarios experimentada por muchos pa-dres y de las experiencias de lucha y recupe-racin de la democracia, lo que podra haberderivado en una resignificacin de los con-ceptos democrticos, que hoy permean otrosvalores y mbitos, incluyendo el privado. Peroeste repliegue de la autoridad paterna tambinse debe al reconocimiento de las ventajas com-parativas de los jvenes en el manejo las nue-vas tecnologas, al desconcierto de los padres

    frente al hecho de que los requerimientos desocializacin para la integracin de sus hijos almundo moderno superan sus conocimientos.Es como si los padres asumieran el hecho deque el mundo de hoy, marcado por las innova-ciones tecnolgicas, les impide ejercer su auto-ridad en una amplia gama de aspectos y, roto elmonopolio del saber, se resignasen a concedera los jvenes mayores mrgenes de libertad (yen muchos casos incluso a aprender de ellos).

    En tales circunstancias, y aunque la mayo-ra de los padres admite que el uso de las TICreduce los mrgenes de control sobre sus hijosy la relacin de stos con el mundo, el deseo defacilitar la integracin social de los hijos sueletraducirse en apoyo financiero para la adqui-sicin de celulares, computadoras, serviciosde internet o cursos de informtica. En el casode los celulares hay un mayor equilibrio entreautonoma y control, ya que la ampliacin deautonoma de los jvenes se contrapone con laposibilidad de comunicarse con ellos cada vezque los padres deseen.

    4.4. Es posible progresar atravs de la educacin?

    Se advierte, al igual que en los captulos an-teriores, una tensin entre educacin y empleo.A continuacin se analiza esta tensin en basea los datos recogidos en las cuatro ciudades, enespecial la percepcin de los jvenes en cuan-to a sus posibilidades de obtener un trabajodecente versus las oportunidades disponiblespara los adultos6.

    6 Pese a utilizar la nocin de trabajo decente popu-larizada por la Organizacin Internacional del Trabajo,la comprensin del trmino decente se dej librada al

    En las tres ltimas dcadas, la coberturaeducativa, as como los aos de estudio prome-dio en los pases del Mercosur, se han expan-dido considerablemente Tambin se ha masi-ficado el uso de las TIC y se ha multiplicado elimpacto de esas innovaciones en la produccin

    de bienes y servicios. Tales transformacionesdeberan haberse traducido en ventajas labo-rales para los jvenes. Sin embargo, las cifrasde las encuestas de hogares nacionales anali-zadas en el Captulo 2 muestran lo contrario:la situacin laboral de los jvenes, con relacina los adultos, no ha cambiado. Los jvenes si-guen teniendo mayores tasas de desempleo,ocupaciones de menor productividad, menorcobertura de seguridad social e ingresos msbajos que los adultos.

    Pese a ello, la mayora de los jvenes per-

    manece optimista con respecto a sus oportuni-dades en el mercado de trabajo. En efecto, 75%de los jvenes de las cuatro ciudades consideraque sus oportunidades laborales son mayores alas de los adultos. El optimismo es ligeramentemayor en Rio de Janeiro y Buenos Aires que enMontevideo y Asuncin, as como entre aque-llos con mayor nivel educativo7.

    Es posible que las disparidades entre eldesempleo juvenil y las percepciones de los j-venes esta aparente distancia entre sueos yrealidad se deban a que buena parte de ellosconcibe sus desventajas como transitorias. Enparticular, esta descripcin refleja la situacinde un nmero importante de jvenes que tra-bajan y estudian y que evalan su situacin la-boral presente como parte del costo a pagar porla oportunidad de acumular el capital humanonecesario para acceder a mejores empleos.

    Pero esto no significa que los jvenes an-ticipen vas fciles de progreso a travs deltrabajo. Al contrario, salvo en Rio de Janeiro,la mitad o ms de los jvenes estima difcil omuy difcil, conseguir un empleo que le per-mita progresar en la vida (49% en Montevideo,

    65%% en Asuncin, 41% en Rio de Janeiro y59% en Buenos Aires).

    En todas las ciudades, los jvenes con ma-yor nivel educativo son los que creen que ten-drn ms posibilidades de progresar a travs desu insercin en el mercado laboral. Sin embar-go, incluso en aquellos jvenes con educacinuniversitaria (o posgrado) el porcentaje que

    respondiente. De acuerdo con la OIT, el trabajo decen-te es aquel que incorpora derechos universales y que esconsistente con los valores y las metas de la sociedad enque se inserta. En este sentido, lo considerado decente

    evoluciona de acuerdo al progreso econmico y socialde los pases (CINTERFOR, 2008). http://www.cinter-for.org.uy/.7 Vase cuadro AV.2 del Anexo Metodolgico.

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    Captulo 4 |Agencia y exclusin en tiempos de tecno-sociabilidad

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    considera difcil o muy difcil obtener un tra-bajo que les permita progresar asciende a casi50%8.

    Se confirma la tendencia, analizada previa-mente, a las dificultades y tensiones entre edu-cacin y empleo. Los jvenes reconocen estar

    mejor preparados que los adultos para compe-tir en el mercado laboral, pero tambin creenque tales ventajas no cancelan la incertidumbreasociada a los nuevos requerimientos y exigen-cias de los mercados. La acumulacin de aosde estudio, aun en los escalones ms elevadosde la pirmide educativa, reduce, pero no eli-mina, esta incertidumbre.

    4.5. Las races de la injusticia y

    los derechos de ciudadanaAqu se distinguen tres fuentes potenciales

    de injusticias: generales, categoriales e indi-viduales. Se denominan fuentes generales deinjusticias a aquellas que surgen de las interac-ciones entre los de arriba y los de abajo, esdecir, relacionadas con las dimensiones de po-der en general. Las fuentes categoriales, que seanalizan luego, son injusticias percibidas en lasrelaciones de los jvenes con el Estado y con lasociedad. Por ltimo, se evalan las injusticiasindividuales, que se refieren a las experienciaspersonales.

    4.5.1. Fuentes generales:

    injusticias por asimetras de

    poder

    Una dimensin central del clima de opi-nin dominante entre los jvenes es su evalua-cin sobre el reconocimiento de los derechosde los de abajo. La Encuesta IDHM indag

    el grado de injusticia percibido por los jvenesen una serie de relaciones marcadas por las asi-metras de poder. Las discrepancias en la per-cepcin de injusticias pueden explicarse tantopor diferencias objetivas en los niveles de des-igualdad predominantes en cada ciudad, comopor diferencias subjetivas en la sensibilidad delos jvenes9.

    8 Vase cuadro AV.3. del Anexo Metodolgico.9 Los datos obtenidos a travs de la Encuesta IDHMpermiten elaborar dos ndices de percepcin de injus-ticias. En primer lugar, un ndice que estima el nivelde sensibilidad de cada entrevistado frente la desigual-dad ordenado segn dicho nivel de sensibilidad. Paratal efecto, se elabor un ndice sumatorio simple queagrega las evaluaciones de cada entrevistado sobre el

    En el Cuadro 4.1 se presenta el ndice desensibilidad frente a cada una de las situa-ciones analizadas, y el promedio simple paracada ciudad. La mayor proporcin de jvenes

    que advierte altos niveles de injusticias se en-cuentra en Buenos Aires (65,2%), seguida porAsuncin (61,2%), Rio de Janeiro (60,5%) yMontevideo (55,7%). La desagregacin pornivel socioeconmico arroja resultados simi-lares en las cuatro ciudades, como muestra elGrfico 4.7.

    Los jvenes coinciden en que las mayoresinjusticias se concentran en las relaciones entrela sociedad y el medio ambiente, entre ricos ypobres, entre polticos y ciudadanos, y entre lapolica y los jvenes. Tambin hay coinciden-

    cias en el otro extremo: el porcentaje de jve-nes que percibe tratamientos abusivos en lasrelaciones intergeneracionales adultos y jve-nes, profesores y alumnos, y padres e hijos esmuy bajo. De hecho, tales relaciones son vistas

    carcter ms o menos justo de cada situacin. En se-gundo lugar, se calcula un ndice que caracteriza cadaciudad de acuerdo con el grado de injusticias percibi-das por los jvenes. El ndice agregado, cuyos valoresaparecen en la ltima fila del Cuadro 4.1, diferencia alas ciudades segn la proporcin de jvenes que percibealtos niveles de injusticia en cada una de las situacio-nes consideradas. Para todos los casos se calculan lospromedios no ponderados de los porcentajes de jvenesque perciben esa relacin como muy o bastante injusta.Para mayor detalle sobre la composicin y clculo deambos ndices vase el Anexo Metodolgico.

    Grfico 4.7:ndice de percepcin de injusticias por ciudad, 2008.En porcentajes

    34,3

    20,3 21,5

    17,9

    37,535,9 35,4

    31,2

    28,2

    43,9 43,1

    50,9

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    Montevideo Asuncin Rio de Janeiro Buenos Aires

    Bajo Medio Alto

    Nota: Este ndice se construye a partir de la cantidad de respuestas Muy injustao Bastante injusta cuando se interrog sobre cun injustas les parecan a los

    entrevistados las situaciones mencionadas. El nivel bajo corresponde a entre 0

    y 5 respuestas en esta categora, el medio a entre 6 y 8 en tanto el alto a entre

    9 y 13.

    Fuente: Encuesta IDHM

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    como espacios privilegiados de trato justo y nocomo fuentes de injusticias. Esta percepcinrefuerza la idea de acuerdo intergeneracionalanalizada anteriormente.

    Al margen de esta conclusin general, esinteresante analizar algunas diferencias en

    cada ciudad. Los jvenes de Montevideo atri-buyen menos relevancia que sus pares de lasrestantes ciudades a las injusticias en el tratode los polticos a la sociedad y los blancos alos indgenas, pero muestran mayor preocu-pacin por los derechos de los homosexuales.En Asuncin sobresale la baja importanciaotorgada al trato de la polica a los jvenes. EnRio de Janeiro y en Buenos Aires, 66 y 80% delos jvenes, respectivamente, considera muyinjusta la relacin entre blancos y negros. EnRio de Janeiro esto se debe probablemente a la

    composicin tnica de su poblacin y a la he-rencia de la esclavitud. En Buenos Aires esteporcentaje refleja la percepcin de los jvenessobre fisuras en el tejido social urbano, ya queel trmino negro se utiliza en forma peyora-tiva para caracterizar a la poblacin margina-da que reside en la periferia de la ciudad, enmuchos casos migrantes desde las zonas po-bres del Noroeste, en las que existe un mayorporcentaje de poblacin de origen indgena,as como de los pases limtrofes.

    Otra forma de identificar espacios sociales

    donde ocurren violaciones de derechos sig-nificativos para los jvenes es a travs de lasinjusticias que ellos consideran ms impor-tantes. La diferencia con los datos anterioreses la siguiente: un joven puede estimar que ensu pas se cometen abusos graves en la rela-cin entre jefes y empleados, pero no necesa-riamente considerarla como la injusticia msimportante. Es decir, la diferencia entre lasinjusticias consideradas ms graves y la rele-vancia social que se les otorga.

    Aunque es lgico que haya coincidenciasen ambas dimensiones, vale la pena resaltaralgunos contrastes que surgen al ordenar lasinjusticias segn la percepcin de los jve-nes y la relevancia social que les otorgan. Alagregar las opiniones en las cuatro ciudades,pasan a ser prioritarias las injusticias que seproducen en la relacin entre la polica y losjvenes. Entre 20 y 25% de los jvenes de Bue-nos Aires, Montevideo y Rio de Janeiro con-sidera que se trata de la injusticia ms impor-tante. Aunque las injusticias en esa relacinno son percibidas con tanta gravedad comoaquallas que tienen lugar en los vnculos entrelos polticos y la gente, la sociedad y la natura-leza o los ricos y los pobres, para los jvenes larelacin con la polica resulta particularmen-

    te problemtica en comparacin con otrosproblemas sociales.

    Esto puede deberse a la visibilidad y con-flictividad que adquiere dicha relacin en lavida cotidiana de los jvenes. Parte de la con-flictividad se produce por la funcin asignada

    a la polica en el control del cumplimiento denormas de comportamiento en los espaciospblicos. Esto aumenta las probabilidades deque la polica entre en conflicto con los jve-nes, quienes se encuentran en una etapa delciclo de vida en la que el desafo a los mar-cos normativos vigentes, la experimentacincon comportamientos no convencionales yel rechazo a los abusos del poder suelen serrelevantes en las subculturas que conformancon sus pares. Otro aspecto de la funcin dela polica que explica esta percepcin negativa

    es la inmediatez, notoriedad y frecuencia dela presencia de sus representantes en el da ada de los jvenes. Como surge de la Encues-ta IDHM, los jvenes en general desconfande las fuerzas de seguridad y, en particularaquellos provenientes de las clases populares,sienten que son discriminados y maltratados.Pero los jvenes pueden hacer un aporte a laconvivencia y, desde su propia experiencia,contribuir a que la sociedad asuma la cultu-ra del respeto de los derechos humanos y laconvivencia.

    Para resumir la informacin sobre la im-portancia relativa que atribuyen los jvenes alos distintos tipos de injusticias es decir, elranking de injusticias se realiz un anlisisfactorial de componentes principales. Los re-sultados muestran que las distintas situacio-nes de asimetras de poder se agregan alrede-dor de tres dimensiones principales10.

    El componente 1, denominado injusticiasadscritas, comprende aquellas interaccionesen las que intervienen jerarquas basadas enatributos innatos de las personas, como el co-lor de la piel, el origen tnico o el sexo 11. En

    este componente las mujeres exhiben valoresms altos. Para controlar por posibles predis-posiciones de las mujeres a las formas en quelos varones tratan a las mujeres, se repiti elanlisis excluyendo dicho componente del n-dice. Los resultados reflejan que, excepto enlos estratos ms bajos de Rio de Janeiro, losdiferenciales se mantienen12.

    El componente 2 agrupa las injusticiasintergeneracionales; es decir, aquellas deri-

    10 Vase cuadro AV.5 del Anexo Metodolgico.11

    Corresponden a las situaciones 7, 8, 9 y 10 en el cua-dro AV.5 del Anexo Metodolgico.12 Vanse cuadros AV.5a y AV.5b del AnexoMetodolgico.

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    181

    vadas de las relaciones entre padres e hijos,adultos y jvenes, y profesores y alumnos. Elcontenido de estas relaciones refleja en buenamedida la influencia de contextos primarios ysecundarios de socializacin, como la familia,las comunidades vecinales y las institucioneseducativas13. Salvo en Rio de Janeiro, la sensi-bilidad frente a este tipo de injusticias tiende

    a ser mayor en los estratos socioeconmicosbajos que en los altos, y tambin es mayor en-tre las mujeres. Esas tendencias podran atri-buirse a la inercia de las tradiciones patriar-cales en las clases bajas urbanas, en las que seenfatiza la autoridad de los adultos y de losvarones14.

    El componente 3, injusticias de poder,incluye las desigualdades percibidas en re-laciones de ndole econmica y poltica, ascomo en el comportamiento de los funciona-rios pblicos, relaciones entre ricos y pobres,

    entre polticos y el pueblo, y entre la polica ylos jvenes. Los jvenes de Rio de Janeiro y deBuenos Aires perciben las mayores injusticiasen estas formas de poder. En el otro extremose encuentran los jvenes de Montevideo. Ex-cepto en Asuncin, estas percepciones sonligeramente mayores en los estratos socioeco-nmicos bajos que en los altos15.

    13 Corresponden a las situaciones 1,3 y 7 del cuadroAV.5 del Anexo Metodolgico.14 Vase Cuadro AV.6 del Anexo Metodolgico.15 Vase Cuadro AV.7 del Anexo Metodolgico.

    4.5.2. Fuentes categoriales de

    injusticia. Reconocimiento de

    derechos y problemas juveniles.

    Trabajo, educacin y seguridad

    como problemas prioritarios

    En esta seccin se abordan tres dimensio-nes relacionadas con las opiniones de los jve-nes sobre la atencin que reciben en la elabo-racin de la agenda pblica. Estas se refierena la disposicin del Gobierno y del resto de lasociedad a reconocer y actuar sobre los proble-mas que para ellos son prioritarios, a las con-diciones para el pleno ejercicio de sus derechosciudadanos, y a las injusticias que consideranms importantes.

    En el Cuadro 4.2 se presentan las respues-tas a la consulta sobre cules son los problemasms relevantes para los jvenes en sus respec-

    tivos pases.Como se muestra en el anlisis cualitativo

    del Captulo 3, la situacin laboral es percibidacomo el principal problema para los jvenes,lo que refleja el papel que atribuyen al traba-jo como va privilegiada para la integracinsocial. En promedio, 28% de los encuestadosmenciona este problema como prioritario. Ladistribucin de los distintos grupos socialesindica que en tres de las cuatro ciudades sal-vo Rio de Janeiro la relevancia asignada a losproblemas laborales es ms marcada entre los

    jvenes con mayor nivel educativo16

    . Sin em-bargo, los estratos socioeconmicos bajos ms

    16 Vase Cuadro AV.8. del Anexo Metodolgico.

    Cuadro 4.1:Nivel de injusticia percibida en distintos tipos de relaciones, ordenadosen forma descendente segn la media no ponderada, 2008. En porcentajes

    Trato injusto o bastante injusto de Montevideo AsuncinRio de

    JaneiroBuenos

    AiresMedia no

    ponderada

    La sociedad al medio ambiente 78,2(1) 90,0(1) 81,4(2) 83,6(3) 83,3(1)

    Los ricos a los pobres 74,7(2) 88,3(2) 80,0(4) 87,6(1) 82,6(2)

    Los polticos al pueblo 60,3(6) 87,8 (3) 84,2(1) 85,0(2) 79,3(3)

    La polica a los jvenes 68,8(3) 67,3(7) 80,4(3) 75,4(7) 73,0(4)

    Los blancos a los indgenas 55,3(9) 77,0(4) 62,8(7) 82,4(4) 69,3(5)

    Los funcionarios pblicos a la gente 60,7(5) 67,5(6) 66,0(6) 80,0(6) 68,5(6)

    Los heterosexuales a homosexuales 67,0(4) 71,5(5) 61,5(8) 73,2(8) 68,3(7)

    Los blancos a los negros 59,8 (8) 60,5(8) 66,4(5) 80,2(5) 66,7(8)

    Los jefes a los empleados 59,8(7) 54,8(10) 49,0(10) 66,5(9) 57,5(9)

    Los hombres a las mujeres 46,1(10) 58,6(9) 52,0(9) 54,2(10) 52,7(10)

    Los adultos a los jvenes 35,1(11) 33,7(11) 42,7(11) 31,7(11) 35,8(11)

    Los profesores a los estudiantes 33,6(12) 25,6(12) 30,0(13) 28,6(12) 29,4(12)

    Los padres a sus hijos 24,6(13) 20,0(13) 30,4(12) 19,6(13) 23,6(13)Porcentaje promedio 55,7 61,7 60,5 65,2

    Fuente: Encuesta IDHM

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    Informe sobre desarrollo humano para Mercosur 2009-2010.Innovar para incluir: jvenes y desarrollo humano

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    que los altos, y los varones ms que las mujeres,son los que asignan prioridad a los problemasen la insercin en el mercado laboral (esta vezla excepcin es Montevideo)17.

    Esto sugiere que son los varones educadosprovenientes de las clases populares urbanaslos ms preocupados por sus posibilidades enel mercado de trabajo. En dichos jvenes pue-

    den tener mayor peso los mandatos tradiciona-les referidos a la responsabilidad masculina enel mantenimiento econmico de los hogares. Aesto se agrega el incremento de la brecha entresus aspiraciones laborales y los logros de suspadres, producto de su mayor nivel educativo.

    Adems del acceso al mercado laboral, laeducacin tambin figura entre las principalespreocupaciones: en segundo lugar en Montevi-deo y Rio de Janeiro y en tercer lugar en Asun-cin y Buenos Aires. La creciente centralidadde las innovaciones tecnolgicas en la produc-

    cin exige una estrecha vinculacin entre edu-cacin y trabajo, razn por la cual la inquietudpor el acceso a una educacin de calidad coin-cide con la prioridad asignada a los problemaslaborales.

    Este problema adquiere particular relevan-cia en Montevideo. El carcter de la educacincomo principal va de movilidad social estsiendo cuestionado debido a la existencia deuna barrera en el sistema de enseanza que seve reflejada en la baja proporcin particular-mente con respecto a sus pares de las demsciudades de jvenes entre 20 y 24 aos que

    han completado la educacin secundaria. Esto

    17 Vase cuadro AV.9 del Anexo Metodolgico.

    resulta ms grave si se toma en cuenta la his-toria de Uruguay como un pas relativamenteintegrado, desde el punto de vista social, en elque la educacin ha cumplido un rol histri-co fundamental como vehculo de movilidadsocial.

    La inseguridad es el otro tema prioritarioen las preocupaciones juveniles. Ocupa el se-

    gundo lugar, despus del empleo, en Asuncin,Rio de Janeiro (junto con la educacin) y Bue-nos Aires, y el cuarto lugar en Montevideo. Enesta percepcin influyen muchos factores. En-tre ellos, la experiencia personal o en el entor-no sociofamiliar inmediato de los jvenes, quemuchas veces han sufrido de manera directarobos o agresiones fsicas. Tambin inciden loscambios abruptos en la convivencia entre losresidentes de una ciudad y la forma en que losmedios de comunicacin presentan las noticiasrelacionadas con la delincuencia y la violencia.

    La violencia es un dato constitutivo de lacotidianeidad en las ciudades analizadas. Enefecto, los entrevistados que manifiestan habersido vctimas de una agresin fsica violenta enlos ltimos tres aos representan 30% en Mon-tevideo, 25,5% en Asuncin, 9,2% en Rio de Ja-neiro y 28,5% en Buenos Aires. Cabe destacarque la familiar imagen de Rio de Janeiro comociudad perturbada por luchas entre grupos denarcotraficantes no coincide con los resultadosde la Encuesta IDHM. De hecho, el porcenta-je de jvenes que declaran haber sido vctimasde una agresin violenta es tres veces ms bajo

    que en Montevideo, que, por el contrario, gozade una imagen de lugar seguro y no violento.Aunque es difcil arriesgar una explicacin, es

    Cuadro 4.2:Cul de estas situaciones te parece hoy da el problema principal paralos jvenes de tu pas? En orden descendente segn la media no ponderada,2008. En porcentajes

    Montevideo AsuncinRio de

    JaneiroBuenos

    AiresMedia no

    ponderada

    La situacin laboral 32,4 30,3 20,3 29,5 28,1

    La Inseguridad 12,0 25,4 18,3 22,7 19,6

    La situacin Educativa 20,8 15,8 18,2 18,5 18,3

    Falta de informacin sobre HIV/

    SIDA y mtodos anticonceptivos13,4 15,0 7,9 8,4 11,2

    Mala atencin hospitales centros

    de salud4,2 7,6 13,0 5,9 7,7

    Hostigamiento policial 4,3 0,6 8,4 5,1 4,6

    La vivienda 4,6 1,6 7,1 3,9 4,3

    La discriminacin tnica 2,6 0,8 4,5 3,9 2,9

    Otra situacin 4,6 2,0 0,0 0,5 2,4

    Ninguna 1,3 0,8 2,4 1,7 1,5Total 100 100 100 100 100

    Fuente: Encuesta IDHM

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    Captulo 4 |Agencia y exclusin en tiempos de tecno-sociabilidad

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    probable que el significado del trmino agre-sin fsica violenta vare segn los umbralesde sensibilidad a la violencia predominantes encada ciudad18. En cualquier caso, la inseguri-dad es parte central del paisaje urbano y de lavida cotidiana en las ciudades.

    Las diferencias de gnero son importantesen la percepcin de inseguridad. Los varonesque declaran haber sufrido una agresin fsicaviolenta en los ltimos tres aos son ms quelas mujeres19. Sin embargo, en general son lasmujeres las que perciben a sus barrios comoreas de baja o nula seguridad. Tambin esmayor el porcentaje de mujeres que considerabastante o muy probable que ellas, o alguien desu entorno, puedan ser vctimas de una agre-

    sin fsica violenta20. La brecha entre la violen-cia experimentada y la sensacin de insegu-ridad es ms amplia entre las mujeres, lo queprobablemente se deba al temor a una posibleagresin sexual. Es probable que la inseguridadcondicione el comportamiento de las mujeresjvenes en mayor medida, limitando sus ho-rarios y espacios para movilizarse y, por ende,restringiendo tanto sus condiciones de vidacomo las de sus hogares.

    Analizados los diferentes problemas, cabeahora preguntarse por la respuesta a ellos. En

    el Cuadro 4.3 se presenta la percepcin de losjvenes con respecto al reconocimiento de susprincipales problemas, injusticias y derechospor parte de la sociedad y del Gobierno.

    Los resultados muestran que en generallos jvenes perciben que sus problemas prio-ritarios son poco reconocidos por el Gobierno,sus derechos poco respetados y las injusticias

    18 Los umbrales de tolerancia a la violencia, estn fuer-temente relacionados con legados urbanos que varanen trminos de las tasas de criminalidad, el quebranta-miento general de las leyes y la vulneracin de derechos

    personales.19 Vase Cuadro AV.10 del Anexo Metodolgico.20 Vanse Cuadros AV.11 y AV.12 del AnexoMetodolgico.

    que padecen poco visualizadas (y escasamenteenfrentadas). En el anlisis ciudad por ciudad,los jvenes de Montevideo aparecen como losmenos disconformes.

    La consideracin conjunta de las tres di-mensiones de injusticias categoriales se reali-za a travs de un ndice sumatorio simple depercepcin de dicho tipo de injusticias paracada ciudad. El valor que toma el ndice puedeinterpretarse de la siguiente manera: mientrasmayor sea la percepcin de injusticias, menorser la percepcin de la incidencia de los pro-blemas y derechos de los jvenes en la agendapblica, y viceversa.

    Ambas percepciones pueden ser conside-radas como disparadores de movilizaciones

    sociopolticas. En el primer caso, dichos dispa-radores seran las demandas por transforma-ciones en la sociedad, que no otorga a los jve-nes ni la atencin ni el espacio social y polticoque ellos consideran merecer. En el segundocaso, la apertura de la sociedad constituye unestmulo para la articulacin y procesamientode demandas.

    El Grfico 4.8 muestra la distribucin delos valores altos del ndice de injusticias cate-goriales por sexo y nivel socioeconmico. Sal-vo en el caso de las mujeres de Rio de Janeiro,

    en general los valores ms altos se concentranen los estratos bajos de cada ciudad.Si bien se observan diferencias entre las ten-

    dencias de cada pas, es posible concluir que lasfuentes de injusticia que perciben los jvenes serelacionan con demandas de derechos, es decirel derecho a tener derechos, los cuales poseendiversos sentidos y significados. Estos se refie-ren a la demanda de ser tratados como personasdignas en todos los mbitos de su vida cotidiana,especialmente en su relacin con la polica, perotambin con familiares y en el sistema educati-vo. Adems coexisten tres clases de demandasde derechos: relacionadas con la igualdad, prin-cipalmente en las relaciones de gnero y entreetnias; demandas vinculadas con la ciudadana

    Cuadro 4.3:Dimensiones de fuentes categoriales de injusticias, 2008. En porcentajes

    Montevideo Asuncin Rio de Janeiro Buenos Aires

    T crees que las personas que estn en el gobierno reconocen que ste (problema

    sealado como prioritario) es el principal problema de los jvenes? Y si lo reconocen:

    crees que estn haciendo algo para solucionarlo? Porcentaje que responde No lo

    reconocen, o lo reconocen pero no hacen nada para solucionarlo

    55,9 68,9 76,6 89,9

    En qu medida te parecen que se respetan los derechos de los jvenes en tu pas?

    Porcentaje que responde Poco o nada57,9 79,0 80,1 81,4

    Crees que el Gobierno reconoce la existencia de esa injusticia? Y crees que est

    haciendo algo para eliminarla? Y porcentaje que responde No la reconoce, o lo hace

    pero no est haciendo nada para solucionarla.

    67,5 77,6 76,7 85,9

    Fuente: Encuesta IDHM

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    Informe sobre desarrollo humano para Mercosur 2009-2010.Innovar para incluir: jvenes y desarrollo humano

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    social (especialmente educacin y trabajo); y fi-nalmente aquellas referidas a los derechos eco-lgicos. Si dichas demandas se contrastan con labaja percepcin por parte de los jvenes sobrela capacidad del Estado y sus instituciones deofrecer respuestas efectivas, se puede inferir que

    la frustracin, el malestar y el conflicto tiendena aumentar, al igual que las barreras para la ex-pansin del desarrollo humano.

    4.5.3. Fuentes individuales.

    Experiencias de discriminacin

    La discriminacin es un proceso cuyo pun-to de partida son las relaciones asimtricas en-tre categoras sociales. Una accin discrimina-toria se inicia cuando los de arriba generan

    un estereotipo a partir de primeras impresio-nes basadas en rasgos externos que clasificaa determinadas personas como miembros decategoras sociales consideradas inferiores.

    Las sociedades democrticas han dejadoatrs las formas ms extremas de discrimina-cin, aquellas legitimadas por las legislacio-nes nacionales. Los avances democrticos hansido acompaados por el reconocimiento dela discriminacin contra determinados gru-pos, como mujeres y minoras religiosas, t-nicas o raciales. Esto se ha traducido en unamayor toma de conciencia y sensibilidad a la

    discriminacin. Pese a ello, el aumento de lasegregacin territorial y de la segmentacin enlos servicios de las grandes ciudades tiende a

    generar nuevos estereotipos, estigmas y discri-minaciones que coartan el ejercicio pleno delos derechos ciudadanos de ciertos grupos.

    Las personas que son discriminadas pue-den tener conciencia o no de que son tra-tadas como inferiores. Esto depende en parte

    de la legitimidad que le otorga la sociedad alas pretensiones de superioridad social de losde arriba. En sociedades con matrices socio-culturales que enfatizan la igualdad sobre lajerarqua, habr una menor tolerancia a lasdesigualdades y una mayor sensibilidad haciael tratamiento diferencial basado en caracters-ticas innatas de las personas.

    La juventud, en tanto perodo de la vida enel que se construyen identidades y se fortalecela imagen propia, conforma una categora so-cial particularmente sensible a la discrimina-cin. De hecho, muchos jvenes de los estratospobres urbanos experimentan cotidianamentela discriminacin.

    El anlisis de la discriminacin permiteidentificar la falta de reconocimiento de dere-chos que afectan a los jvenes y que para mu-chos de ellos constituyen elementos centralesde su realidad cotidiana. Tambin permite ex-plorar diferencias entre los jvenes de distintasciudades en trminos de atributos individua-les fsicos, culturales o socioeconmicos quepueden ser objeto de prcticas discriminato-rias, a la vez que abre espacios para discutir el

    impacto de tales prcticas en el desarrollo de laciudadana y la pertenencia plena a la sociedad.

    Grfico 4.8:Jvenes con alto ndice de injusticias categoriales por sexo y nivelsocioeconmico, 2008

    24,8 21,3

    43,351,7 49,5

    55,4 59,4 65,332,5

    34,2

    44,2

    52,8 52,6 54,8

    73,5 71,7

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    60

    70

    80

    Varn Mujer Varn Mujer Varn Mujer Varn Mujer

    Montevideo Asunci n Rio de Janeiro Buenos Aires

    NSE Bajo NSE Alto

    Fuente: Encuesta IDHM

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    Captulo 4 |Agencia y exclusin en tiempos de tecno-sociabilidad

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    La encuesta consult a los jvenes si algu-na vez se haban sentido discriminados. Entre20 y 40% respondi afirmativamente: 42% enBuenos Aires, 41% en Montevideo, 32% enAsuncin y 22% en Rio de Janeiro.

    Contra lo esperable, si se considera la ho-

    mogeneidad sociocultural de sus poblaciones,as como la fortaleza relativa de los legados his-tricos de igualdad y la mayor amplitud de sussistemas pblicos de bienestar, los jvenes deBuenos Aires y de Montevideo perciben ma-yor discriminacin que los de Rio de Janeiroo Asuncin. Esto sugiere una sensibilidad di-ferente en los jvenes de las dos ciudades rio-platenses frente a la de sus pares de Asunciny Rio de Janeiro en cuanto a la discrimina-cin basada en caractersticas externas de laspersonas.

    Tambin se indag sobre las razones por lascuales haban sido objeto de ese trato discri-minatorio. El Cuadro 4.4 presenta la primeramencin en esas respuestas. Sobresalen cuatroatributos como causas principales de discrimi-nacin: la pobreza (29,6% en Asuncin), el co-lor de la piel (30,6% en Rio de Janeiro), la formade vestir (43,3% en Buenos Aires y 30,7% enMontevideo) y la forma de hablar (alrededorde 10% en las cuatro ciudades)21. Que la formade vestir ocupe el primer lugar en la respuestade los jvenes que se sienten discriminados enBuenos Aires y Montevideo y el segundo lugar

    en Asuncin y Rio de Janeiro revela un hechoque no ha recibido suficiente atencin en losestudios sobre discriminacin entre jvenes,usualmente enfocados en aspectos relaciona-dos con el gnero, la pobreza o el origen tnico.La relevancia que los entrevistados asignan a laforma de vestir (y a la forma de hablar) no slodestaca la importancia que los jvenes otorgana su apariencia, sino que sugiere que la mismacomunidad juvenil puede ser una de las princi-pales fuentes de comportamientos discrimina-torios. En otras palabras, los jvenes discrimi-

    nan a los jvenes22

    .21 Se permiti a los jvenes encuestados mencionarespontneamente hasta tres respuestas. El anlisis noarroja razones de discriminacin diferentes a las sur-gidas del anlisis de la primera mencin. Sin embargo,dicho examen reafirma la importancia de la manerade hablar como objeto de discriminacin y aade, enMontevideo y en Rio de Janeiro, un porcentaje no des-deable de jvenes que manifiestan ser discriminadospor el lugar donde viven, lo que sugiere la vigencia deprocesos de segregacin residencial.22 Las reflexiones sobre la sensibilidad de los jvenes encuanto a las diferencias en la vestimenta no pueden elu-dir la consideracin del impacto de las marcas que po-pularizan los medios de comunicacin. En las ltimasdcadas, la opinin pblica se ha visto conmovida porhechos de violencia protagonizados por adolescentesvinculados a robos de zapatos deportivos o de prendas

    Adems de las causas, resulta interesanteidentificar los principales lugares donde losjvenes se han sentido discriminados23. Dadoque alrededor de 42% de los jvenes pasa granparte del da en instituciones de enseanza,no sorprende que en tres de las cuatro ciuda-des (43% en Buenos Aires, 37% en Asunciny 32% en Montevideo) la mayor proporcinde jvenes manifieste haberse sentido discri-minados en establecimientos educativos. Estoreafirma la idea de que los grupos de paresjuegan un papel importante como fuente dediscriminacin24.

    De manera inversa, la sumatoria de los j-venes que mencionan como principales luga-res de discriminacin mbitos de interaccincon adultos la familia, el trabajo o los orga-nismos pblicos es claramente inferior a lasuma de los lugares compuestos esencialmentepor jvenes.

    El factor discriminador que figura en se-

    gundo lugar, luego de la forma de vestir, esel color de piel. Producto de la composicinracial de su poblacin, el peso relativo de di-cho factor triplica en Rio de Janeiro el de las

    de vestir de marcas reconocidas. El uso de esas marcasparece operar como un smbolo de pertenencia al mun-do de la juventud contempornea.23 Vase Cuadro AV.14 del Anexo Metodolgico.24 Al sumar los porcentajes de los jvenes de BuenosAires que manifiestan haber sido discriminados (68%)se advierte que la mayora de los casos han ocurrido enestablecimientos educativos, fiestas y boliches, mientrasque en Rio de Janeiro estos espacios son las playas, lascalles y los estadios de ftbol, y en Montevideo la Ram-bla. Es decir, lugares en los que los jvenes interactancon otros jvenes.

    Cuadro 4.4:Primera mencin a la pregunta Por qu te sentistediscriminado? 2008. En porcentajes

    Montevideo AsuncinRio de

    JaneiroBuenos

    AiresTotal

    Por mi forma de vestir 30,7 18,9 23,3 43,3 32,5

    Por mi forma de hablar 10,5 8,2 10,8 12,4 11,0

    Por mi color de piel 9,2 6,9 30,6 12,8 15,7

    Por ser pobre 13,2 29,6 15,6 7,2 13,5

    Por mi educacin 4,8 3,8 3,1 2,9 3,4

    Por no tener contactos 5,7 11,3 4,2 4,7 5,7

    Por mi religin 1,8 2,5 3,5 2,1 2,4

    Por el lugar donde vivo 5,7 5,0 3,1 4,7 4,6

    Por no ser buen estudiante 4,4 2,5 0,3 1,4 1,9

    Por ser joven 4,4 3,8 4,2 3,9 4,1

    Por ser mujer / varn 8,8 6,9 0,7 3,7 4,4

    Por el idioma que hablo 0,9 0,6 0,7 0,8 0,8

    Total 100 100 100 100 100

    Fuente: Encuesta IDHM

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    restantes ciudades. Este tipo de discriminacintiene lugar, principalmente, en los estableci-mientos educativos. Ms an, en Montevideoy en Buenos Aires las escuelas y colegios sonlos nicos mbitos donde el color de la piel esdenunciado como causa de discriminacin. En

    Asuncin se agregan los espacios pblicos y enRio de Janeiro los espacios pblicos y los luga-res de trabajo.

    La pobreza es sealada por los jvenescomo el tercer factor de discriminacin. Dichaposicin relativa est determinada, en buenamedida, por la experiencia de los jvenes deAsuncin, 30% de los cuales menciona a la po-breza como el motivo principal. Excepto en losestablecimientos educativos, en los dems lu-gares se advierten porcentajes significativos dediscriminacin a la pobreza en los datos de estaciudad25. Es importante considerar que los j-venes que mencionan a la pobreza como causade discriminacin posiblemente estn conside-rando un conjunto de factores determinantesde su experiencia que no posee lmites defini-dos y que impide reconocer el atributo dispa-rador de la discriminacin (que podra ser laforma de vestir, la manera de hablar o el lugarde residencia).

    La cuarta causa de discriminacin es la for-ma de hablar. En tres de las cuatro ciudades ellenguaje tiene una alta significacin en las rela-ciones que se entablan en los colegios26.

    Los tres factores restantes falta de contac-tos, lugar de residencia y gnero son mencio-nados en menor medida que el resto. Se sea-lan experiencias de trato discriminatorio porfalta de contactos o conexiones en los lugaresde trabajo y en los organismos pblicos. Por suparte, el lugar de residencia suele ser seala-do por jvenes que viven en reas marginalescomo un estigma que reduce sus oportunida-des de trabajo y de acceso a servicios pblicos.Sin embargo, el impacto ms generalizado dellugar de residencia como factor de discrimi-

    nacin se observa en establecimientos educa-tivos y en los lugares de esparcimiento de losjvenes. Por ltimo, el gnero es mencionadocomo factor de discriminacin en espacios p-blicos y, sobre todo, en lugares de trabajo.

    25 En Buenos Aires, lugares de trabajo y organismospblicos; en Rio de Janeiro, organismos y espacios p-blicos; en Asuncin, espacios pblicos, incluidos luga-res de esparcimiento de los jvenes; y en Montevideo,

    espacios pblicos y lugares de trabajo.26 Adems, en las cuatro ciudades la forma de hablargenera conflictos entre los jvenes y los funcionariospblicos.

    4.6. Involucrarse o no:oportunidades y lmites para laparticipacin de los jvenes

    4.6.1. Confianza interpersonal

    Gran parte de los detalles sobre los meca-nismos que conectan confianza y calidad en laconvivencia han surgido a partir discusionesligadas a la nocin de capital social (CEPAL,2003)27. Los vnculos de confianza constituyenun bien pblico que se robustece con la inte-raccin continua, reduce los costos de transac-cin en cualquier emprendimiento colectivo yconstituye un factor clave para la convivenciaciudadana. Pero adems, en la medida en que

    facilita el intercambio de ideas, la identifica-cin de problemas comunes y la transforma-cin de esos problemas en demandas colecti-vas, ampla las opciones para el desarrollo delos actores sociales.

    Para investigar los niveles de confianza in-terpersonal se pidi a los jvenes entrevistadosque expresaran su acuerdo o desacuerdo condos frases. La primera es si perciben a sus con-ciudadanos como personas que podran apro-vecharse de ellos en caso de que se presentasela oportunidad. La segunda es la disposicin atratar a los dems en forma justa.

    La proporcin de jvenes que piensan quela mayora de las personas tratara de apro-vecharse de ellos posee un alto grado de ho-mogeneidad entre las ciudades. En efecto, elindicador de confianza interpersonal utilizadomuestra a los jvenes divididos aproximada-mente por mitades, en cuanto a sus sospechassobre las intenciones de los dems. En la des-agregacin por estrato socioeconmico, se ob-serva una ligera tendencia a la mayor descon-fianza interpersonal en los niveles bajos, con laexcepcin de Rio de Janeiro28.

    27 Vase tambin el Informe de Desarrollo Humano deChile, PNUD (1998).28 En la lectura de los datos llama la atencin el caso deRio de Janeiro, ya que 7 de cada 10 jvenes no anticipandisposiciones abusivas de sus conciudadanos, lo quecontrasta fuertemente con los casos de Buenos Aireso Asuncin, donde casi 6 de cada 10 jvenes percibenen la gente una voluntad de aprovecharse de otros si sepresenta la ocasin para hacerlo. Estos datos contrastancon las cifras sobre confianza interpersonal del InformeLatinobarmetro (2004), en el que se mide el grado dedesconfianza a los vecinos. Aunque no se refieren espe-cficamente a Rio de Janeiro, esas cifras colocan a Brasilcomo el pas con los mayores porcentajes, tanto entrelos jvenes como entre los adultos, de personas que des-confan de sus vecinos.

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    4.6.2. Confianza institucional

    El Cuadro 4.5 incluye las respuestas de losjvenes a la pregunta sobre el grado de con-fianza en ciertas instituciones. Los resultadosno difieren mucho de los que difundidos porlas distintas encuestas de opinin en los pasesde Amrica Latina, que en general muestranun nivel de desconfianza institucional relativa-mente alto en comparacin con otras regionesdel mundo.

    La gran mayora de los jvenes de las cuatrociudades desconfa de las instituciones polti-cas. Los partidos, los sindicatos y la polica son,en ese orden, las instituciones peor evaluadas:en promedio, ms de 80% de los jvenes en-cuestados desconfa de estas tres instituciones.

    Pero, pese a que podra pensarse que los j-venes manifiestan una sensibilidad especial en

    este aspecto, los datos del Informe muestranque la proporcin de jvenes que desconfande las instituciones polticas slo se aparta demanera significativa de los adultos en dos delas cuatro ciudades (Rio de Janeiro y Montevi-deo). En las dos restantes, las diferencias entrejvenes y adultos no son significativas. Es de-cir, los jvenes mantienen una distancia des-confiada respecto de las instituciones polticassimilar a la de los adultos

    Adems de la desigualdad en la distribu-cin del ingreso, la desconfianza en las institu-

    ciones polticas es otro rasgo que caracteriza alas sociedades latinoamericanas. Esto se expli-ca por la percepcin de un poder disociado de

    la moral y por la amplia brecha entre interesesprivados y bienes pblicos, en el marco de unaescasa transparencia y una dbil rendicin decuentas de la gestin pblica. Adicionalmen-te, la desigualdad est asociada a una brechaen las expectativas: los jvenes acceden a mseducacin y mantienen un contacto fluido ycotidiano con las TIC, pero sus oportunidadesde insercin en el mundo laboral y desarrollopersonal son limitadas, especialmente cuandose desciende en la escala social. Esto generauna frustracin de expectativas y una sensa-cin de malestar, difusa pero presente, que a suvez alimenta la desconfianza poltica.

    En las cuatro ciudades, los jvenes ubican alos partidos polticos en los lugares ms bajosde la escala de confianza. Sin embargo, el gradode confianza de los jvenes de Montevideo y deRio de Janeiro triplica al observado en Buenos

    Aires y es claramente superior al de Asuncin.La confianza que se deposita en gobiernos sue-le responder a situaciones ms coyunturalesque la confianza en las instituciones polti-cas. En este aspecto, los jvenes de Asuncin,Rio de Janeiro y Montevideo confan ms ensus respectivos gobiernos que en las restantesinstituciones polticas. En cambio, los jvenesde Buenos Aires confan menos en el gobier-no que en la polica. Lo contrario sucede enMontevideo y Asuncin, donde la confianzaen el gobierno supera a las dems instituciones

    polticas.Entre las instituciones no polticas, losestablecimientos de enseanza generan la

    Cuadro 4.5:Jvenes que manifiestan bastante o mucha confianza en instituciones,2008. En porcentajes

    Institucin Buenos Aires MontevideoRio de

    JaneiroAsuncin

    Partidos polticos 4,9 16,1 15,8 09,6

    Sindicatos 8,4 26,0 20,9 11,4

    Polica 10,5 20,8 21,3 16,5

    Justicia 12,9 29,8 38,5 15,1

    Gobierno 9,3 34,0 24,5 35,2

    Promedio* 9,2 25,3 24,2 17,6

    Empresarios 23,3 34,5 53,3 64,2

    Movimientos estudiantiles 33,3 48,9 54,1 69,0

    Iglesias 35,9 24,4 74,5 82,7

    ONG 44,7 62,7 54,1 58,8

    Medios de comunicacin 32,4 55,3 65,6 69,6

    Escuelas/colegios/universidades 59,0 72,7 74,2 78,0

    Promedio * 38,1 49,7 62,6 70,4Suma* 274,6 425,2 496,8 510,1

    *Sumas y promedios no ponderados.Fuente: Encuesta IDHM

  • 7/22/2019 Jovens Em Tempos de Tecno-sociabilidade - PNUD

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    Informe sobre desarrollo humano para Mercosur 2009-2010.Innovar para incluir: jvenes y desarrollo humano

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    mayor confianza, seguidos por las iglesias enAsuncin y Rio de Janeiro. Luego se ubican,

    en orden descendente y con variaciones segnlas ciudades, los medios de comunicacin, lasorganizaciones no gubernamentales y las igle-sias. No se observan diferencias significativasal desagregar por estrato socioeconmico ygnero, excepto entre las jvenes de nivel so-cioeconmico alto, que manifiestan un nivel deconfianza particularmente elevado en las orga-nizaciones no gubernamentales (ONG).

    4.6.3. La relacin entre esferas

    de confianza

    La calidad del tejido social de los pases serelaciona con las expresiones de confianza enlas instituciones, tanto gubernamentales comono gubernamentales. Sin embargo, dichas ex-presiones no son necesariamente transferiblesde una institucin a otra.

    Bajo el supuesto de que los niveles de con-fianza estn relacionados positivamente con lacapacidad de las instituciones para atender de-mandas colectivas, se analiza a continuacin larelacin entre los niveles de confianza en insti-tuciones polticas y no polticas. En el Cuadro4.6 se presentan los resultados que permitenidentificar las instituciones que eligen los jve-nes para canalizar sus reclamos29.

    Del anlisis por ciudad, surge que BuenosAires exhibe los menores porcentajes de con-fianza en instituciones polticas y no polticas.En contraste, en Paraguay el actual Gobierno

    29 La confianza general en las instituciones polticas esmuy reducida. Por lo tanto, la tipologa clasifica comorelativamente baja a las ciudades en las que menos de20% declara confiar en las instituciones polticas, ycomo relativamente alta a aquellas donde esa propor-cin es superior a 20 %. En cambio, reconociendo lamayor aceptacin general de las instituciones no pol-ticas, el lmite se estableci en 50%.

    goza de un alto nivel de confianza, al igual quelas instituciones no polticas, especialmente laIglesia. Este resultado puede relacionarse conla reciente experiencia poltica de Paraguay ycon el papel del actual presidente, que antesde lanzarse a la poltica perteneci a la Iglesia

    y que result electo con un apoyo nacionalmayoritario. En efecto, Asuncin es la ciudadque registra el mayor porcentaje de jvenes queconfan en su gobierno (35,2%), aun cuandoapenas 9,6% confa en los partidos polticos.

    El hecho de que Asuncin y Rio de Janei-ro posean mayores niveles de confianza en lasinstituciones no polticas sugiere una posibleconexin entre el desempeo de tales insti-tuciones y los menores logros relativos de susEstados de bienestar. En la medida en que elEstado, o los mercados, expanden la coberturapara los riesgos asociados al ciclo de vida sa-lud, educacin, seguro de desempleo, jubila-ciones y pensiones, entre otros las familias olas comunidades pueden ir redefiniendo su rolde proveedor principal de dichos servicios. Ar-gentina y Uruguay muestran avances ms tem-pranos que Brasil y Paraguay en la expansinde los servicios pblicos y privados que cubrenlos riesgos vinculados con el ciclo de vida. Estoplantea la posibilidad de que los mayores lo-gros de los Estados de bienestar de Argentina yUruguay se hayan traducido en una reduccinde las instituciones cvicas que atendan esos

    servicios antes de que hubieran alcanzado lamadurez y estabilidad socioeconmica, nece-sarias para su sostenibilidad en el tiempo.

    En efecto, Cruz (2008), sobre la base dedatos del Barmetro de las Amricas 200830,advierte que en Paraguay se obtiene el mayorporcentaje de respuestas positivas a la preguntaacerca de si en el ltimo ao ha contribuido ala solucin de algn problema de su comuni-dad o de los vecinos de su barrio. Despus deParaguay, los restantes pases del Mercosur seordenan de la siguiente manera: Brasil, Uru-

    guay y Argentina. El ordenamiento muestrauna relacin inversa con la posicin relativaque ocupan en cuanto al grado de desarrollode sus sistemas de seguridad social.

    Pero, ms all de la confianza institucionalcmo se relaciona la confianza en las institu-ciones polticas con la confianza en las perso-nas? Es razonable esperar que la relacin seapositiva, ya que altos niveles de confianza in-terpersonal mejoran la convivencia, y sta, asu vez, facilita la generacin del capital social

    30 El Barmetro de las Amricas es una encuesta a car-go deLatin American Public Opinion Project(LAPOP)sobre valores y cultura democrtica que se realiza en23 pases de la regin. http://barometrodelasamericas.org/.

    Cuadro 4.6:Tipologa segn confianza de los jvenes en susinstituciones polticas y no polticas, 2008

    Confianza en institucionesno polticas

    Confianza en instituciones polticas

    Relativamente baja Relativamente alta

    Relativamente bajaBuenos Aires

    (9,2;38,1)*

    Montevideo

    (25,3; 49,7)

    Relativamente altaAsuncin

    (17,6;70,4)

    Rio de Janeiro

    (24,2;62,6)

    *Entre parntesis: porcentaje de confianza en las instituciones polticas seguido

    por el porcentaje de confianza en las instituciones no polticas. Los porcentajes son

    promedios de los porcentajes de jvenes que manifiestan mucha o bastante con-

    fianza en las instituciones.Fuente: Encuesta IDHM

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    Captulo 4 |Agencia y exclusin en tiempos de tecno-sociabilidad

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    requerido para construir una plataforma esta-ble que facilite la negociacin y la resolucinde conflictos. Por el contrario, en contextos dealta desconfianza en las instituciones, los res-ponsables del poder pblico son percibidoscomo incapaces de garantizar el cumplimiento

    de las normas, la universalidad de los derechosciudadanos y el trato igualitario ante las leyes;es decir, los derechos institucionales mnimosque favorecen la confianza en las relacionesinterpersonales.

    En el Cuadro 4.7 se presenta el cruce de lasdos variables. Los resultados reflejan que los dostipos de confianza estn relacionados en las cua-tro ciudades31. En Asuncin y Buenos Aires lasfrecuencias ms altas se observan en la combi-nacin entre baja confianza interpersonal y bajaconfianza poltica. Por el contrario, en Monte-video y en Rio de Janeiro, buena parte de los j-venes tiene un alto grado de confianza interper-sonal