Katixa Agirre, escritora “La idea que mejor define la...

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6 Bilbao a escritora Katixa Agirre (Vitoria-Gasteiz, 1981) presenta estos días Las madres no, una novela que com- bina ensayo y ficción para refle- xionar sobre la relación entre maternidad y creación. Con to- ques de suspense y también del humor que concede cierta dis- tancia auto-irónica, la historia enfrenta contradicciones y ta- búes. Su versión original Amek ez dute, publicada por Elkar, obtu- vo una gran repercusión el pasa- do año; ahora es Tránsito, una de las editoriales del momento en el panorama de las letras en castellano, la encargada de alo- jar la traducción de esta novela que interesa y engancha a un público heterogéneo. –La recepción de Las madres no está siendo muy buena. ¿Se lo esperaba? –No sé, siempre esperas que la recepción va a ser buena… o no, depende del día que tengas (se ríe). Bueno, hasta ahora bien, la verdad. La editorial también ayuda mucho; es una editorial nueva, que está trabajando muy bien y tiene su fandom. He en- contrado una buena casa donde publicar. –La traducción la ha hecho us- ted misma. ¿Disfruta del proce- so o le hastía? –La verdad es que he odiado el proceso, y he decidido no vol- ver a hacerlo nunca. Preferiré que lo haga otra persona. En es- ta ocasión, además, ha pasado poco tiempo desde que escribí el texto original hasta que lo tra- duje y ya estaba muy harta del texto, y volver a ponerme con ello ha sido muy cansino. Las madres no contiene una negación en el propio título, y, en mi opinión, una de las tesis del libro es la negación de la pro- pia identidad de la mujer que se convierte en madre, que pasa a ser solamente madre. Esta es una de las ideas potentes de la novela, ¿no? –Sí, y realmente no sé si es al- go que ocurre solo en el ámbito íntimo, que tú te lo crees y por tanto proyectas que todo el mundo te ve como madre, o si es un proceso social que todo el mundo lo ve así. Tengo dudas porque a veces creo que noso- tras mismas nos boicoteamos. En todo caso, en un grado sí ocurre: en el patio del colegio ni nos sabemos los nombres, so- mos “las madres de”. –La novela no es ni un alegato a favor de la ma- ternidad ni un discurso en con- tra. Hay pasajes muy tiernos, y otros, duros. –Sí, yo creo que la palabra que mejor defi- ne esto es la am- bivalencia, sen- tir en un mismo día todos los ex- tremos de un sentimiento. Pasar de querer quitarte los hijos de encima por- que estás harta a, a los cinco mi- nutos, querer achucharlos y no soltarlos y olvidarse del mundo. –Es una novela reflexiva, pe- ro el punto de partida está cer- cano al thriller y a la novela de juicios; ¿primero fue la tesis y luego el argumento o al revés? –Primero vinieron las refle- xiones sobre la maternidad, ba- sadas en mi propia experiencia y en lo que había ido leyendo, pero aquello no tenía nervio co- mo para escribir sobre ello, sim- plemente eran reflexiones suel- tas, ideas, y fue a través de la fic- ción y del hilo del thriller que to- das aquellas reflexiones encon- traron un canal. –¿Le costó encontrar la voz que nos habla en Las madres no? Lo digo porque hay una hibridación entre el ensayo y la novela. –Sí, en el momento en el que decidí que la protagonista iba a ser una escritora que hablara so- bre cómo escribe un libro, vi que eso me iba a abrir todas las opciones: ella sigue su proceso de acción, ella va a una juicio, es- cucha un juicio, pero también sigue con su proceso interno, ella piensa, se replantea asun- tos, y eso me daba la opción de combinar distintos tonos y regis- tros. Txani Rodríguez L “Mis reflexiones sobre la maternidad cogieron forma a través de la ficción” Katixa Agirre, escritora Murakami, sobre la soledad “La idea que mejor define la maternidad es la ambivalencia” mundo; conocido también por “perder” cada año el Premio Nobel, del que es eterno candi- dato. Coronado por la Acade- mia Sueca o no, es innegable que estamos ante un autor que cuenta con una legión de lecto- res, que se multiplicó con la pu- blicación de Tokio Blues. Entre otros, ha merecido los premios Franz Kafka y Jerusalén. Por su parte, el Gobierno español lo distinguió con la Orden de las Artes y las Letras. Hijo de un sa- cerdote budista y de una comer- ciante de Osaka, Murakami ha escrito con toques surrealistas sobre la soledad y la búsqueda del amor. Kafka en la orilla, After Dark o el más reciente La muerte del comendador son algunos de sus últimos trabajos T. R. a editorial Tusquets ha publicado una edición primorosa del relato Tony Takitani, firmado por Ha- ruki Murakami (Kioto, 1948). Este texto fue escrito original- mente en 1983, aunque hasta 2008 no fue publicado en caste- llano, también por Tusquets, que lo incluyó en el volumen Sauce ciego, mujer dormida. Con tapa dura, doble sobrecubierta y, sobre todo, con unas magnífi- cas ilustraciones, reproducidas a varias tintas, estamos ante un libro-objeto realmente hermo- so. El autor de la parte gráfica es Ignasi Font, que ha captado y elevado las sensaciones que transmite el relato, mediante dibujos limpios, que de manera coherente con el texto, no se ci- ñen al realismo. Tony Takitani es una historia de soledad, que puede imbricarse en el fatalismo, sobre el que tanto ha reflexionado este autor japo- nés. El protago- nista del relato es hijo de un disolu- to, encantador, egocéntrico y vivi- dor trombonista de jazz y de, según palabras de su pa- dre, “una mujer muy bonita y callada, pero de constitución débil”, que murió al dar a luz. Tony Takitani se crió sin afecto: primero lo cuidó una empleada doméstica y luego, al terminar el último año de pri- maria, empezó a apañárselas so- lo. La relación con su padre “no era tan distante como cabía es- perar”, pero nunca se abrieron el cora- zón el uno al otro: “Shozaburo Takita- ni no estaba hecho para ser padre y a Tony Takitani tam- poco le iba el papel de hijo”. Creció también con el pe- so de un nombre norteamericano, Tony, que su padre le puso en honor a un comandante del ejército de Estados Unidos, que ocupó Japón, junto con las tropas aliadas, al término de la Segunda Guerra Mundial; por ello, su nombre le granjeó a me- nudo el desprecio de quienes le rodeaban. Pero Tony madura, desarrolla un gran talento para el dibujo y se convierte en un L afamado ilustrador. La vida no le trata mal, aunque sigue em- boscado en la soledad, un esta- do que se adapta a él como una segunda piel. Sin embargo, un día conoce a una mujer de la que se enamora perdidamente, y su vida cambiará. Murakami construye un rela- to que toca la fibra emocional con pocos elementos –el jazz, el dibujo, los vestidos de diseño– y con apenas cuatro personajes. Pero lo cierto es que consigue elaborar de manera eficaz una fábula triste que se interroga so- bre lo que nos queda de las per- sonas que se van y sobre las ca- pas tectónicas de la emoción, di- gamos, que pueden hacer que la más profunda soledad sea aún más profunda. Haruki Murakami es uno de los escritores más famosos del Y eso ocurre, y, claro, es raro de explicar porque es contradic- torio, porque no encaja bien en nada, pero, vamos, no creo ni en una cosa ni en la otra, creo en el término medio, en lo ambiva- lente y mezclado. Las madres no es la reedición y traducción de Amek ez dute

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a escritora Katixa Agirre(Vitoria-Gasteiz, 1981)presenta estos días Las

madres no, una novela que com-bina ensayo y ficción para refle-xionar sobre la relación entrematernidad y creación. Con to-ques de suspense y también delhumor que concede cierta dis-tancia auto-irónica, la historiaenfrenta contradicciones y ta-búes. Su versión original Amek ezdute, publicada por Elkar, obtu-vo una gran repercusión el pasa-do año; ahora es Tránsito, unade las editoriales del momentoen el panorama de las letras encastellano, la encargada de alo-jar la traducción de esta novelaque interesa y engancha a unpúblico heterogéneo.

–La recepción de Las madresno está siendo muy buena. ¿Se loesperaba?

–No sé, siempre esperas que larecepción va a ser buena… o no,depende del día que tengas (seríe). Bueno, hasta ahora bien, laverdad. La editorial tambiénayuda mucho; es una editorialnueva, que está trabajando muybien y tiene su fandom. He en-contrado una buena casa dondepublicar.

–La traducción la ha hecho us-ted misma. ¿Disfruta del proce-so o le hastía?

–La verdad es que he odiadoel proceso, y he decidido no vol-ver a hacerlo nunca. Preferiréque lo haga otra persona. En es-ta ocasión, además, ha pasadopoco tiempo desde que escribíel texto original hasta que lo tra-duje y ya estaba muy harta del

texto, y volver a ponerme conello ha sido muy cansino.

–Las madres no contiene unanegación en el propio título, y,en mi opinión, una de las tesisdel libro es la negación de la pro-pia identidad de la mujer que seconvierte en madre, que pasa aser solamente madre. Esta esuna de las ideas potentes de lanovela, ¿no?

–Sí, y realmente no sé si es al-go que ocurre solo en el ámbitoíntimo, que tú te lo crees y portanto proyectas que todo elmundo te ve como madre, o si esun proceso social que todo elmundo lo ve así. Tengo dudasporque a veces creo que noso-tras mismas nos boicoteamos.En todo caso, en un grado síocurre: en el patio del colegio ninos sabemos los nombres, so-mos “las madres de”.

–La novela noes ni un alegatoa favor de la ma-ternidad ni undiscurso en con-tra. Hay pasajesmuy tiernos, yotros, duros.

–Sí, yo creoque la palabraque mejor defi-ne esto es la am-bivalencia, sen-tir en un mismodía todos los ex-tremos de unsentimiento. Pasar de quererquitarte los hijos de encima por-que estás harta a, a los cinco mi-nutos, querer achucharlos y nosoltarlos y olvidarse del mundo.

–Es una novela reflexiva, pe-ro el punto de partida está cer-cano al thriller y a la novela dejuicios; ¿primero fue la tesis yluego el argumento o al revés?

–Primero vinieron las refle-xiones sobre la maternidad, ba-sadas en mi propia experiencia

y en lo que había ido leyendo,pero aquello no tenía nervio co-mo para escribir sobre ello, sim-plemente eran reflexiones suel-tas, ideas, y fue a través de la fic-ción y del hilo del thriller que to-das aquellas reflexiones encon-traron un canal.

–¿Le costó encontrar la vozque nos habla en Las madres no? Lo digo porque hay una hibridación entre el ensayo y lanovela.

–Sí, en el momento en el quedecidí que la protagonista iba aser una escritora que hablara so-bre cómo escribe un libro, vique eso me iba a abrir todas lasopciones: ella sigue su procesode acción, ella va a una juicio, es-cucha un juicio, pero tambiénsigue con su proceso interno,ella piensa, se replantea asun-tos, y eso me daba la opción decombinar distintos tonos y regis-tros.

Txani Rodríguez

L“Mis reflexionessobre la maternidadcogieron forma através de la ficción”

Katixa Agirre, escritora

Murakami, sobre la soledad

“La idea que mejor define lamaternidad es la ambivalencia”

mundo; conocido también por“perder” cada año el PremioNobel, del que es eterno candi-dato. Coronado por la Acade-mia Sueca o no, es innegableque estamos ante un autor quecuenta con una legión de lecto-res, que se multiplicó con la pu-blicación de Tokio Blues. Entreotros, ha merecido los premiosFranz Kafka y Jerusalén. Por suparte, el Gobierno español lodistinguió con la Orden de lasArtes y las Letras. Hijo de un sa-cerdote budista y de una comer-ciante de Osaka, Murakami haescrito con toques surrealistassobre la soledad y la búsquedadel amor. Kafka en la orilla, AfterDark o el más reciente La muertedel comendador son algunos desus últimos trabajos

T. R.

a editorial Tusquets hapublicado una ediciónprimorosa del relato

Tony Takitani, firmado por Ha-ruki Murakami (Kioto, 1948).Este texto fue escrito original-mente en 1983, aunque hasta2008 no fue publicado en caste-llano, también por Tusquets,que lo incluyó en el volumenSauce ciego, mujer dormida. Contapa dura, doble sobrecubiertay, sobre todo, con unas magnífi-cas ilustraciones, reproducidasa varias tintas, estamos ante unlibro-objeto realmente hermo-so. El autor de la parte gráficaes Ignasi Font, que ha captado yelevado las sensaciones quetransmite el relato, mediantedibujos limpios, que de maneracoherente con el texto, no se ci-ñen al realismo.

Tony Takitani es una historia

de soledad, quepuede imbricarseen el fatalismo,sobre el que tantoha reflexionadoeste autor japo-nés. El protago-nista del relato eshijo de un disolu-to, encantador,egocéntrico y vivi-dor trombonistade jazz y de, segúnpalabras de su pa-dre, “una mujermuy bonita y callada, pero deconstitución débil”, que murióal dar a luz. Tony Takitani se criósin afecto: primero lo cuidó unaempleada doméstica y luego, alterminar el último año de pri-maria, empezó a apañárselas so-lo. La relación con su padre “noera tan distante como cabía es-

perar”, pero nuncase abrieron el cora-zón el uno al otro:“Shozaburo Takita-ni no estaba hechopara ser padre y aTony Takitani tam-poco le iba el papelde hijo”. Creciótambién con el pe-so de un nombrenorteamericano,Tony, que su padrele puso en honor aun comandante

del ejército de Estados Unidos,que ocupó Japón, junto con lastropas aliadas, al término de laSegunda Guerra Mundial; porello, su nombre le granjeó a me-nudo el desprecio de quienes lerodeaban. Pero Tony madura,desarrolla un gran talento parael dibujo y se convierte en un

L afamado ilustrador. La vida nole trata mal, aunque sigue em-boscado en la soledad, un esta-do que se adapta a él como unasegunda piel. Sin embargo, undía conoce a una mujer de laque se enamora perdidamente,y su vida cambiará.

Murakami construye un rela-to que toca la fibra emocionalcon pocos elementos –el jazz, eldibujo, los vestidos de diseño– ycon apenas cuatro personajes.Pero lo cierto es que consigueelaborar de manera eficaz unafábula triste que se interroga so-bre lo que nos queda de las per-sonas que se van y sobre las ca-pas tectónicas de la emoción, di-gamos, que pueden hacer quela más profunda soledad seaaún más profunda.

Haruki Murakami es uno delos escritores más famosos del

Y eso ocurre, y, claro,es raro de explicarporque es contradic-

torio, porque no encaja bien ennada, pero, vamos, no creo ni enuna cosa ni en la otra, creo en eltérmino medio, en lo ambiva-lente y mezclado.

Las madres no es la reedición y traducción de Amek ez dute