La Construccion Del Jardin Del Eden

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    La construccin

    del Jardn del Edn .........................................................................................................................................................

    J.A

    Fortea

  • 2

    Editorial Dos Latidos

    Benasque, Espaa Ao 2012

    Copyright Jos Antonio Fortea Cucurull

    www.fortea.ws

    versin 2

  • 3

    La construccin

    del Jardn del Edn

  • 4

  • 5

    ndice ....

    Parte I

    el nacimiento del paraso

    Parte II

    el cnit de una isla

    Parte III

    la muerte de un Estado

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  • 7

    23 de abril de 2206

    a las 00:12 de maana

    os inmensos rotores de las cinco

    naves llenaban el aire con su sonido

    grave y profundo. Eran cinco naves

    de gran peso, voluminosas, de oscuras

    superficies aceradas; aeronaves nuevas y

    relucientes. Desde el lugar de comienzo de

    la plataforma, un asistente del helipuerto

    mova los brazos rtmicamente hacindoles

    una serie de indicaciones con sus seales

    luminosas. Desde la torre de control, los

    controladores supervisaban todo, este

    aterrizaje de forma muy especial. A pocos

    pasos de los cuatro controladores, el

    gobernador rodeado de sus funcionarios

    miraba tranquilo tras los cristales la escena

    del aterrizaje. Era de noche, nadie era

    testigo de la llegada de esas naves, slo los

    tcnicos del helipuerto, nicamente los

    servicios de seguridad que tenan

    acordonado todo el permetro.

    Las compuertas de la nave se

    abrieron, pesadas y solemnes. Se alzaron

    aquellos recuadros de acero en medio de los

    usuales silbidos producidos por los

    mecanismos hidrulicos internos. Los pies

    del cardenal fueron los primeros en

    descender por la rampa. El cardenal iba

    vestido de viaje, sin formalismos, clriman

    negro, un alzacuellos que con su blancura le

    rodeaba todo el cuello, una americana

    elegante y sencilla. Tan slo la esplndida

    cruz de oro y perlas que colgaba sobre la

    tela negra de su camisa indicaba que aquel

    clrigo era algo ms que otro prelado. Justo

    delante de la rampa estaba esperando el

    gobernador de la isla, detrs de l cinco

    funcionarios, y un poco ms retirados ocho

    consejeros de rango inferior. Tambin sobre

    el asfalto de la pista, pero bastante ms

    alejados, diez vehculos de los servicios de

    seguridad.

    -Qu tal, Eminencia?

    Ese fue todo el discurso de

    recibimiento del Gobernador. Mientras, eso

    s, le haba besado sinceramente el anillo.

    El cardenal levant la mirada de la testa que

    inclinada le besaba la mano y con una

    inclinacin ligera de cabeza dio por

    saludada al resto de la comitiva. Una

    inclinacin tras una mirada a los all

    presentes. En los ojos del cardenal se

    notaba el cansancio de un viaje de catorce

    horas.

    En otras ocasiones, el gobernador

    hubiera recibido a este poderoso prncipe de

    la Iglesia con una compaa de infantera

    presentando armas. En otra ocasin

    hubieran pasado revista a la formacin de

    soldados, hubiera habido un discurso de

    bienvenida, no hubiera sido un recibimiento

    rpido en medio de la noche. Pero ahora no

    haba tiempo, el cardenal saldra al

    amanecer.

    El cardenal y sus tres secretarios se

    apartaron de la ancha rampa metlica para

    dejar que varios hombres descendieran una

    pesada caja blindada. Una caja reforzada y

    hermtica. Cuatro hombres trasladaban la

    caja bien agarrada de sus cuatro amplias

    asas.

    -As que sta es la caja coment el

    gobernador al verla.

    Los cuatro hombres no se

    detuvieron, directamente fueron guiados

    por uno de los agentes de seguridad hacia

    otro vehculo. La caja, de un modo bastante

    discreto, tena la indicacin VA327. Fuera

    de eso, careca de cualquier rtulo o

    indicacin alguna en su exterior, fue

    introducida en el interior del todoterreno.

    -S, efectivamente, sta es

    respondi el cardenal.

    Ocho cajas ms, iguales a la

    primera fueron introducidas en el mismo

    vehculo. Todas tenan una numeracin

    sucesiva, que parta desde VA328 a

    VA336. Seis hombres armados con

    ametralladoras se montaron en el vehculo.

    El convoy de vehculos aguardaba ya con

    los motores en marcha. La lnea de faros

    formaba una hilera perfecta a la derecha de

    la pista de aterrizaje.

    El comandante al mando dio la

    orden y la decena de automviles y

    todoterrenos se pusieron en marcha con los

    puentes de luces destellando rfagas rojas y

    L

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    azules. Sin sirenas, sin prisas, sin otro ruido

    que el de los motores en medio de la noche,

    los coches se alejaron de la pista del

    helipuerto iluminada por varias torres de

    focos.

    -Eminencia dijo el gobernador tras

    dirigir una ltima mirada al convoy-, a

    pesar de la hora sabe muy bien que me

    placera que compartiera una cena ligera en

    mi residencia. Una cena fra; si lo desea.

    -Le estoy en verdad agradecido

    respondi el cardenal de cabellera plateada

    mientras se suba a otro vehculo-, pero

    como le habr advertido el secretario de

    protocolo, marcho a Roma maana a las

    siete de la maana. Adems, monseor

    Caravante me espera en su palacio para

    recibirme. Tambin l debe haber preparado

    algo, pero lo nico que deseo es una cama.

    Estoy muerto de sueo.

    El cardenal estuvo a punto de decir

    que confiaba en que habra una segunda vez

    en que se encontraran, y que entonces le

    sera posible aceptar aquella hospitalidad.

    Pero ambos hombres se miraron y supieron

    que no habra una segunda vez. El cardenal

    no acab la frase, en realidad ni la empez,

    los dos percibieron al mirarse a los ojos en

    silencio durante un instante, la realidad

    angustiosa y tremenda de aquella situacin.

    Su eminencia acab de introducirse

    en el vehculo, de nuevo una pequea

    inclinacin de cabeza para decir adis al

    resto de la comitiva. No haba tiempo para

    protocolos y ceremonias, todo el mundo lo

    saba. El golpe seco y consecutivo de las

    puertas traseras al cerrarse indic que sus

    tres silenciosos y serios secretarios

    cargados con sus maletines estaban ya

    dentro del vehculo oficial. El coche parti

    al momento.

  • 9

    eborah estaba sentada en un banco

    del parque Elliot, un banco

    tradicional de madera pintada de

    blanco. Al lado su hermana haca punto,

    dos mujeres en sus bellos cuarenta aos,

    delgadas, despreocupadas, las dos de claros

    ojos castaos. Deborah contemplaba a su

    hija que sentada jugaba haciendo un hoyo

    en la tierra con un palo. Su otra hija

    persegua un grillo, o un escarabajo (desde

    luego era algo con seis patitas) que corra a

    unos pasos de distancia. La madre, sentada

    bajo unos arces, dej de mirar a sus hijas, y

    observ sin entusiasmo los jacintos y

    petunias del macizo que tena delante, junto

    a una fuentecilla.

    Su hermana, entre puntada y

    puntada, le comentaba como su marido se

    mataba a trabajar como camarero en el

    restaurante Breakfast at Tiffanys, un

    restaurante de postn. Era un gran

    restaurante, pero al fin y al cabo trabajaba

    de camarero. El sueldo no era malo, pero su

    cualificacin excelente le deba haber hecho

    aspirar a algo mejor. No era un camarero

    cualquiera, era un camarero de frac. Pronto

    sera un jefe de camareros, por lo menos

    eso pensaba ella. Pero ni aun as su mujer

    estaba feliz. Ella esperaba otra cosa,

    siempre esperaba otra cosa de su marido.

    Poda haber seguido hablando del tema

    durante veinte largos minutos.

    Su hermana la escuchaba, siempre

    era la misma cancin. La cantinela de

    quejas ces, por lo menos ces un rato.

    Deborah sac su termo, y se sirvi un poco

    de t con limn. De su ancho vaso de

    plstico grueso y tacto rugoso y agradable,

    suban leves, ligeras volutas de vaho

    impregnado del perfume del t

    aromatizado. No le sirvi a su hermana, ya

    se lo haba ofrecido antes.

    Deborah escuchaba ms o menos a

    su hermana, pero lo que de verdad pensaba

    en ese momento era lo feliz que se senta de

    su tierra. De la tierra que le haba visto

    nacer, crecer y en la que esperaba morir

    despus ver crecer a sus hijos. Una tierra

    bella y pequea. Su diminuto pas, una isla.

    Una isla en el Ocano Pacfico, era el ao

    2206. Veintiocho kilmetros cuadrados

    situados en el Mar de Tasmania, entre

    Nueva Caledonia y Nueva Zelanda. Un

    punto en el Ocano Indico, uno de los

    Estados ms pequeos del mundo. Deborah

    amaba cada uno de sus metros cuadrados,

    los haba recorrido muchas veces. A ella le

    gustaban las naciones pequeas. Una y otra

    vez hojeaba libros de fotos acerca de pases

    como San Marino o Liechtenstein. Una y

    otra vez lea la historia de la formacin de

    enclaves como Gibraltar o las Guayanas.

    En un mundo dominado por las

    grandes Uniones y Confederaciones de

    Estados, las pequeas naciones le parecan

    encantadoras excepciones. Los imperios

    siempre han sido deseos masculinos,

    mientras que los pequeos reinos han sido

    dulces escenarios de sueos femeninos,

    repeta alguna que otra vez a su escptica

    hermana. En cualquier caso, ambas vivan

    en un pequeo pas de 200.000 habitantes.

    Uno de los estados que conformaban ese

    siglo XXIII. Aunque la inmensa mayora de

    los habitantes de ese siglo, si hubieran odo

    hablar de l hubieran tenido que consultar

    el atlas para localizarlo.

    Nueva Brunswick tambin era

    parte del siglo XXII. Ese estado era parte

    del futuro. Aunque en algunos aspectos el

    futuro era mucho menos futuro de lo que

    muchos se haban imaginado. Es ms, el

    Futuro haba resultado ser mucho ms

    Pasado de lo que hubieran deseado muchos.

    Pero es que el futuro nunca llueve a gusto

    de todos. Sobre todo a los vaticinadores de

    la sociologa siempre les coge el futuro por

    sorpresa. Y es que el porvenir te viene por

    donde menos te lo esperas, eso les pasa

    hasta a los ms experimentados. El tema de

    los profetas de la sociologa a los que el

    futuro les pilla desprevenidos, es un tema

    con una larga tradicin. Nueva Brunswick

    era una de esas raras flores geogrficas que

    florecen en el mapamundi, un hecho

    singular.

    Deborah desde luego no hubiera

    cambiado su vida all, en aquellos

    veintiocho kilmetros cuadrados, ni por

    todas las interminables llanuras

    D

  • 10

    norteamericanas, ni por las montaas

    suizas, ni por los espacios abiertos e

    inacabables de frica, ni por nada del

    mundo. Porque por muchas maravillosas

    regiones que tuvieran los cinco continentes,

    nicamente aquel trozo de tierra era su

    hogar y era sentido como tal. Por eso, desde

    aquel banco del pequeo parque, miraba

    con orgullo el reducido paisaje del centro

    de la capital, mientras su hermana

    continuaba con sus manos con el punto, y

    con su lengua prosegua con el inacabable

    asunto del trabajo de su marido.

    A lo lejos, a la derecha, en la

    explanada se vea una de esas escenas que

    parece ms digna de una postal que de la

    realidad: un grupo de nios soltaba cuerda a

    sus cometas, corra mientras las colas de

    sus cometas se ondulaban en el cielo

    moviendo todas sus pajaritas de colores. Un

    par de descomunales dirigibles navegaban

    por los cielos, las voluminosas aeronaves se

    movan tranquilas como cetceos con sus

    panzas grises. Todo era bello. Dios mo,

    qu hemos hecho para merecer vivir en tal

    armona, pens Deborah mientras daba otro

    sorbo a su dulce vaso de t. Mi marido, ya

    te lo he dicho, prosegua su hermana de vez

    en cuando dejando largos intervalos de

    silencio, debera aspirar a ms, es muy

    tranquilo, rectifico, es demasiado tranquilo.

    Deborah se coloc mejor su

    femenino sombrero de paja. Sombrero con

    un lazo azul celeste y claro, muy claro. Un

    sombrero redondo de ala muy ancha,

    necesario para su cutis pues al fin y al cabo

    el sol era el propio de una latitud tropical.

    -Deja ese bicho le grit Deborah a

    su hija. Su hermana se sirvi, ahora s, un

    poco de t y tambin grit a su sobrina. Al

    fin y al cabo ese bicho era una guarrera.

    No era ni venenoso, ni peligroso, pero la

    nia estaba empeada en torturarle

    clavndole el palo. Despus de atosigar

    durante diez minutos al pobre grillo, araa,

    o lo que fuera, lo haba matado con la

    misma parsimonia con que lo haba

    acosado. Los nios son muy cafres. La otra

    nia segua cavando meticulosamente su

    agujero, colocando cuidadosamente los

    montoncitos de tierra que extraa y que para

    ella significaban quin sabe qu cosa.

    Su madre tumb la espalda sobre la

    superficie combada del respaldo, se coloc

    las gafas de sol y recit interiormente las

    palabras de profeta Isaas, una vez ms:

    El lobo habitar con el cordero, la

    pantera se tender con el cabrito, el

    novillo y el cachorro pacern juntos. La

    vaca pacer con la osa, y sus cras se

    echarn juntas, y el len con el buey

    comer paja.

    Cada uno ser como un lugar protegido

    contra el viento y como un abrigo contra

    la tempestad, como corrientes de agua en

    tierra rida, como sombra de una gran

    roca en tierra calurosa.

    Tambin era cierto que las cuatro

    extremidades del orbe no eran como aquella

    isla. Era bien cierto. Deborah lo record,

    despus pens que tampoco le importaba.

    Lo que en ese momento estuviera

    sucediendo en China, en Guatemala o en el

    centro del continente africano, no era de

    incumbencia suya.

  • 11

    Parte I ..

    El nacimiento

    del paraso

    Nueva Brunswick : Pequeo Estado de

    224.000 habitantes situado en el Mar de

    Tasmania enclavado en el Ocano Pacfico,

    latitud 84, longitud 327. Fundado el 13 de

    agosto de 2130

    os orgenes de aquel estado se

    remontaban a un 1 de enero de

    2124, hace ya 94 aos. El magnate

    Johnston se hallaba en la sobremesa de una

    cena: la cena de Nochevieja de 2124. A la

    mesa de su casa de Seatle, varios

    millonarios y unos pocos intelectuales

    amigos suyos. La conversacin estaba

    animada. Las esposas se haban ido a ver el

    invernadero, tras lo cual jugaron al bridge.

    Sus esposos seguan inmersos en una

    discusin de sobremesa. Johnston con su

    traje negro de etiqueta, con un costoso puro

    en su mano, miraba distrado a la copa

    mediollena de un brandy centenario qie

    tena en su mano derecha, mientras

    divagaba acerca de la corrupcin

    generalizada de la sociedad en la que les

    tocaba vivir. Cada cual deca una cosa, cada

    cual daba su opinin, aventuraba una

    solucin. El magnate mirando hacia la

    chimenea de mrmol donde ardan gruesos

    troncos, les confes que se senta

    relativamente desazonado por la evolucin

    de las... cosas. Y deca cosas por no decir

    todo. Acababa de cumplir sus sesenta y dos

    aos, y senta que el mundo no iba por el

    camino adecuado. O cuando menos, el

    mundo se empecinaba en no ir por camino

    que a l le gustara.

    Todos, buenos amigos de l, saban

    por donde iban los tiros. Johnston era

    ultrareligioso. Un cristiano perteneciente a

    lo que ellos llamaban la derecha religiosa,

    un catlico ms que practicante. Johnston

    se pein con la mano sus sienes entrecanas,

    los largos y cuidados cabellos de esas

    sienes que retocaba un peluquero que

    cobraba 600 dlares la hora. Cuando eres

    un millonario todos te escuchan, se es uno

    de los privilegios de los millones: tener una

    mesa rodeada de amigos y que la gente te

    escucha, digas lo que digas.

    Esa noche hablaba como un Carlos

    V, un Felipe II, un Carlomagno. Si la voz

    de Johnston hubiera sido escuchada en off

    por otros, hubieran credo estar escuchando

    a un San Antonio Abad o a un eremita. Pero

    la imagen no engaaba. Era la de un

    Ciudadano Kane, eso s, delgado y lleno de

    distincin. No dejaba de desmenuzar los

    detalles de por qu pensaba que la sociedad

    estaba tan mal, aunque todos en la mesa

    saban lo bien que le gustaba vivir.

    De vez en cuando, el

    multimillonario, al hablar, miraba fijamente

    al fuego que entre dos atlantes crepitaba en

    la chimenea. Las mujeres, en otro saln,

    comenzaban a repartir cartas. Los

    camareros trajeron champn y alguna

    infusin a uno y otro saln. La

    conversacin de los esposos se iba

    avivando. Primero se trat acerca del asunto

    si era verdad que la sociedad era ms o

    menos corrupta. Quiz era tan solo

    moderadamente corrupta. Quiz lo haba

    sido siempre. Y hacia las once de la noche,

    la conversacin dio un giro: qu haba que

    hacer para arreglar la situacin? Todos

    estaban ms o menos de acuerdo, aquella

    situacin ya era irremediable. Siguieron

    divagando y divagando sobre el tema, los

    contertulios cada vez estaban ms

    entregados a la charla. Todos con sus copas

    de brandy o jerez intervenan. La larga

    mesa situada en el centro del gran saln se

    L

  • 12

    llenaba de ideas. Johnston, de vez en

    cuando, ensimismado en los pensamientos

    de sus intervenciones, miraba a los bustos

    de doce emperadores romanos que

    decoraban uno de los laterales de la sala. A

    ratos hablaba mirando aquellos bustos

    severos sobre columnas, aquellos bustos

    con largas cortinas de seda tras de ellos.

    Los comensales al otro lado de la

    mesa tenan una larga cristalera que daba al

    bosque privado del millonario. Aunque

    ahora de noche era todo l una gran masa

    oscura. El reloj avanzaba implacable, pero

    la conversacin segua animada. Todos

    estaban a gusto. Una caja de puros

    desapareci. Una botella de coac ya estaba

    medio vaca, y era la segunda, cuando el

    carilln del saln del piso de abajo reson

    con las doce campanadas de la medianoche.

    Estaban cansados. Poco despus todos se

    retiraron, casi todos a sus casas, un par

    acept la hospitalidad del magnate y

    subieron hacia los aposentos superiores.

    Johnston estaba feliz, aunque ms

    que feliz, excitado. La larga sobremesa, la

    discusin de ideas entre todos, le haba

    hecho ver cul era la solucin al problema

    tratado. Haba visto lo que haba que hacer,

    por primera vez: su cabeza era un hervidero

    de ideas y proyectos. Cuando sali de su

    cuarto de bao enfundado en su opulenta

    bata y camino de la cama se dijo que al da

    siguiente pasara a la accin. Aquella noche

    se acost sin dejar de hablar a su mujer, la

    cual no le escuchaba por el sueo. Johnston

    estaba exultante, crey que no se dormira

    en mucho rato, pero dada la hora pronto se

    cerraron sus ojos.

    uando el multimillonario llam a la

    maana siguiente al padre Giusepe

    Scalfaro del Opus Dei y le dijo:

    diseme un pas, organceme una

    teocracia, le debi dar un soponcio al

    sacerdote al otro lado de la lnea. Cuando

    alguien descuelga el telfono no espera que

    le digan que funde un pas. El padre

    Scalfaro tuvo que sentarse, la conversacin

    dur una hora ntegra. Conoca de sobra al

    multimillonario, le haba predicado varios

    retiros espirituales, e incluso fue su

    confesor durante una temporada mientras

    ejerca su ministerio en la Costa Oeste,

    despus fue trasladado de nuevo a

    importantes puestos dentro de la prelatura

    del Opus Dei en Argentina, que era donde

    se encontraba. Ahora le peda a aquel

    sacerdote, que se encargara de dirigir un

    megaproyecto. El padre Scalfaro era un

    hombre de espiritual y un hombre de

    gestin, haba sido un gran empresario

    antes de dejarlo todo y hacerse sacerdote.

    Con Johnston la relacin haba sido no

    tanto de paternidad espiritual, como de

    amistad, una gran amistad de ms de quince

    aos. La conexin entre aquellos dos

    hombres haba perfecta desde el primer da.

    El sacerdote saba de lo que era

    capaz aquel millonario viudo y sin hijos.

    Era consciente de que su fortuna era una de

    las ms notables del planeta. No dudaba de

    que era un hombre tozudo y prctico, como

    todos los hombres de negocios.

    -Mire, padre le dijo Johnston-, eso

    djelo de mi cuenta. En cuanto cuelgue

    telefonear al Prelado de la Obra. Le pedir

    que le releve de todos sus encargos. Me

    debe muchos favores. Adems, si hace falta

    har las donaciones que hagan falta, pero es

    usted y slo usted el que quiero que sea el

    director del equipo.

    -Vamos a ver, y exactamente qu

    es lo que pretende?

    -Pues pretendo crear un pequeo

    estado que sea una teocracia, un estado

    confesional. Ser una pequea nacin de

    hombres religiosos, de hombres temerosos

    de Dios. Vamos a crear desde cero una

    nacin segn los Mandamientos de la Ley

    de Dios, con familias voluntarias, muy

    escogidas. Podemos empezar con mil o dos

    mil personas. Desconozco cuantos se

    agregaran a este proyecto, pero por

    supuesto no le quepa la menor duda de que

    lo financiar con generosidad.

    -Mire creo que es una locura. Yo...

    francamente, no veo que esto pueda

    funcionar.

    -Tranquilo, pida permiso a sus

    superiores para trasladarse hasta aqu y lo

    C

  • 13

    hablamos tranquilamente durante un par de

    das.

    -Dnde se encuentra ahora?

    -En mi casa de Seatle. Mi secretaria

    ya ha mirado todos los vuelos: sale un

    avin de Buenos Aires directo a Los

    ngeles dentro de hora y media. En el

    aeropuerto le esperara mi avin particular

    para traerlo aqu.

    -Mire, lo siento mucho, pero mi

    opinin es que esta empresa en la que se va

    a embarcar no tiene ningn futuro. Es ms,

    insisto en que es una locura que no puede

    resultar.

    -Mire usted, voy a financiar este

    proyecto. Me entiende? Voy a financiar

    generosamente este proyecto. Si no es usted

    el que lo dirige, ser otro. No dude de que

    alguien querr aceptar esta tarea. Es ms,

    estese seguro de que hay miles de personas

    que saltaran como locos por ser ellos a los

    que les hiciera el encargo que le estoy

    haciendo ahora mismo. Pero quiero que

    sea usted! No obstante, si no es usted ser

    otro. No dude de que alguien tomar las

    riendas del asunto.

    quella tarde el sacerdote estaba

    volando hacia Seatle. Con las

    cuatro cosas que le haba dado

    tiempo a meter en una pequea maleta de

    mano. Con esa maleta y lleno de dudas, sus

    superiores haban consultado al ms alto

    nivel dentro de la prelatura. Es ms,

    mientras volaba hacia Seatle las consultas

    continuaban y, en vuelo, su telfono son

    un par de veces. Sus superiores lo vean

    claro, Scalfaro deba dirigirse all, al menos

    para enterarse bien de lo que pretenda

    aquel hombre, sa fue la resolucin final

    que se tom ese da y as se le dijo. Scalfaro

    no se resisti, lleg a Los ngeles a las

    18:21. Tres personas elegantes se le

    presentaron en cuanto puso un pie en la

    terminal. Una aeronave particular le

    esperaba para llevarle a Seatle.

    Aquella noche, antes de retirarse a

    su habitacin a dormir, Scalfaro estaba

    sentado en el despacho de Johnston

    escuchando al millonario y discutiendo el

    proyecto. El magnate con ojos muy abiertos

    y los codos apoyados sobre la mesa le dijo

    rebosante de seguridad:

    -Mi fortuna como bien sabr hasta

    por las revistas no especializadas est

    valorada en 130 billones. Estoy dispuesto a

    emplear cinco billones en este proyecto.

    Medio billn por ao. Pero si hace falta, si

    hiciera falta, estoy dispuesto incluso a ser

    ms generoso el sexagenario se sirvi un

    poco de zumo natural de una gran jarra de

    cristal que siempre tena sobre la mesa-. Si

    le doy mi palabra de que financiar este

    plan, lo har. No me voy a echar para atrs

    a la mitad despus de una pausa, con aire

    pcaro aadi-: Aunque tampoco abuse y

    me exprima demasiado.

    -Pero...

    -Yo no tengo descendencia por la

    que preocuparme. sta es la ilusin que

    tengo para el final de mi vida.

    -Mire, seor Johnston

    -Es que me va a privar de esta

    ilusin, una ilusin que es buena y recta?

    -Djeme, hablar.

    -No, no le dejo. Si me quisiera

    gastar ese dinero en levantar un complejo

    hotelero, nadie me pondra problemas. No

    me pondran inconvenientes, ni aunque

    quisiera construir un casino.

    -Es una cuestin de realismo.

    -Est usted hablando con Fitzgerald

    Christopher Johnston. Cree que me puede

    dar lecciones de realismo?

    -Y dnde piensa levantar su

    pequea nacin?

    -Por supuesto que ningn pas nos

    va a ceder parte de su territorio. Aunque no

    sera difcil comprar una vasta extensin de

    terreno a alguna nacin del tercer mundo.

    Hay pases sumidos en la pobreza ms

    asfixiante que tienen gobiernos corruptos.

    Pero el problema es que por ms que les

    exigiramos acuerdos firmados o leyes

    especiales, al final se pueden echar atrs,

    aunque hayan pasado veinte o treinta aos.

    Lo malo de pactar con corruptos es que no

    tienes garantas.

    -Entonces?

    A

  • 14

    -Entonces construiremos una gran

    plataforma en aguas internacionales de

    algn mar poco profundo. Una plataforma

    ampliable.

    -Saldr caro.

    -S, me costar ms que pagar el

    terreno en tierra firme a alguno de esos

    presidentes corruptos. Pero vale la pena. El

    terreno ser nuestro. Nuestro y de nadie

    ms. Independencia total.

    Los dos siguieron charlando

    durante una hora en aquel despacho de

    esttica tecno. Visto desde el techo, el

    negro del traje del sacerdote contrastaba en

    aquel suelo de alabastro. Todo el suelo era

    de una sola pieza, un suelo de piedra

    artificial sin junturas, ni piezas

    ensambladas. Las manos morenas del

    sacerdote reposaban sobre el cuero blanco

    del silln. El nico toque de color chilln

    en ese despacho era una cascada de hiedras

    verdsimas que caan desde una maceta de

    porcelana, y cuyas hojas eran un chillido de

    color sobre la mesa imponente de un

    Johnston vestido informal y que vestido en

    tonos blancos haca juego con su despacho.

    Detrs del dueo de la casa, el ventanal

    apaisado a travs del cual se divisaban la

    casi totalidad de las cien hectreas de

    bosque de su propiedad.

    -Usted continu el magnate

    poniendo con unas pinzas de plata dos

    cubitos de hielo en su vaso de grueso

    cristal-, me informar de la marcha del

    proyecto cada semana. Tengo muchos

    negocios que despachar, pero dedicar una

    hora a la semana a este asunto. Usted me

    pondr al da y me consultar los asuntos

    ms relevantes. Yo tendr la ltima palabra

    sobre todo el proyecto. Aunque en la

    prctica usted estar a pie de obra y decidir

    lo grande y lo pequeo. Yo no dispongo de

    tiempo. Debo dedicarme a mis negocios.

    Mis industrias no se cuidan solas. Pero cada

    semana pienso dedicar, como le he dicho,

    una hora. Lo ms importante lo decidiremos

    en esas reuniones, lo dems lo dejo a su

    buen criterio. Yo no puedo estar en todo.

    Usted presnteme esa pequea sociedad

    dentro de dos o tres aos, y ya est.

    Scalfaro de nuevo iba a presentar

    una objecin a la totalidad del proyecto,

    pero Johnston le cort antes de empezar,

    dicindole:

    -Me alegra que tenga tantas

    renuencias a mi proyecto! De ningn modo

    puedo colocar al frente de todo esto a

    alguien que arda de entusiasmo y se muera

    de deseos de llevarlo a cabo. No puedo

    poner al frente del equipo a algn

    iluminado, o a algn soador fantasioso.

    Necesito en la cpula a un hombre con los

    pies en la tierra. El sueo, digmoslo as, lo

    pongo yo. Usted se encarga de ser realista.

    Usted se encarga de materializarlo. Puede

    parecerle una paradoja el hecho de que sea

    usted, tan poco ilusionado, el que sea al que

    se encomienda esto, pero as estoy ms

    seguro de que este sueo se har realidad.

    Los idealistas debemos encargar nuestros

    sueos a hombres ajenos a todo sueo. Si

    un idealista se apoya en otro idealista, todo

    se viene abajo. Aunque a decir verdad, yo

    mismo soy un hombre prctico, un

    empresario, pero no tengo tiempo de

    encargarme de esto.

    Cambiemos de tema. Ya le he dicho

    que le proporcionar medio billn de

    dlares al ao. Aunque, una vez que

    tengamos un proyecto concreto, un

    proyecto sobre el papel, me encargar de

    invitar a mis amigos a colaborar para lograr

    una ms abundante financiacin. Si me

    muevo, podemos esperar donaciones

    generosas. No obstante, por el momento

    presupueste slo de acuerdo a la cantidad

    que le he mencionado, la que yo le dar.

    Aqu tiene mi telfono directo, y ste es el

    nmero de la cuenta de donde ya desde hoy

    puede sacar los fondos que precise. De

    momento he ingresado en ese nmero de

    cuenta quinientos millones de dlares. En

    los prximos das har nuevas entregas.

    Cada vez que necesite de asesora

    jurdica, o de nombres de empresas para

    ejecutar algn paso del proyecto, o de

    consejos para cuestiones logsticas, lo que

    sea, llame a mi secretario Januzs. l le

    pondr en contacto con todos servicios de

  • 15

    mis empresas. Y si algo no tenemos le

    daremos los nombres de las empresas que

    dispongan de esos servicios.

    Quiero insistirle en que dedicar

    una hora a la semana a esto. Ni un minuto

    ms. Lo ms importante que me haya de

    comentar hgalo en esa hora. El resto de la

    semana es usted el que ha de decidir. No

    quiero que me llame para asuntos menores.

    Entendido? Cuando delego, delego.

    n mes despus Scalfaro entr en el

    despacho que se le haba asignado

    en Los ngeles para dirigir la

    realizacin de aquella magna empresa. El

    sacerdote ya estaba dedicado en exclusiva a

    sacar adelante este proyecto. Haba

    obtenido una entrevista con el mismo

    Prelado del Opus Dei y, aunque con dudas,

    le haba recomendado que aceptara el

    encargo. Tambin le pidi que no le

    anduviera consultando cmo llevar adelante

    la empresa. Si la cosa sala mal, no deseaba

    que pareciera que aquello haba sido una

    obra llevada a cabo por la Obra. El haba

    recibido el encargo y l deba llevarlo a

    cabo.

    -No me complace para nada el que

    nosotros estemos en medio de este asunto

    le repiti el Prelado-. Pero hay que

    reconocer que lo que l le dijo es verdad: o

    lo lleva a cabo usted, o lo realizar otro. As

    que es mejor que sea usted.

    Scalfaro le coment la intencin

    que tena de formar un grupo de consejeros

    que le ayudasen en el diseo terico del

    nuevo estado. De momento, antes de entrar

    en cuestiones materiales, haba que hacer

    un diseo terico de esa sociedad. Y para

    eso era muy conveniente escuchar muchas

    opiniones y contrastarlas, necesitaba un

    grupo de consejeros. El Prelado le aconsej

    que no formara el grupo slo con miembros

    del Opus Dei, sino que formara un grupo

    abierto a otras formas de pensar.

    -Involucremos a otros en esta

    empresa le dijo el Prelado-. Eso ser

    bueno incluso en el caso de que haya que

    repartir responsabilidades. Si las cosas

    salen mal, no quiero que seamos nosotros

    los nicos que llevemos el peso de toda esta

    carga sobre nuestros hombros.

    -Muy bien.

    Scalfaro se puso manos a la obra de

    inmediato. Se pas un par de das al

    telfono, pero al quinto da ya tena el

    Consejo formado. Ocho catedrticos, tres

    de ellos miembros del Opus De, dos

    religiosos legionarios de Cristo, un jesuita,

    un dominico y dos franciscanos. Todos

    ellos prestigiosos profesores en distintas

    universidades esparcidas por el mundo. Los

    dos franciscanos se retiraron del proyecto

    un mes despus por indicacin de sus

    superiores.

    El Consejo Directivo, como se

    denomin con el tiempo a ese grupo,

    recibi el encargo de Scalfaro de que cada

    uno se tomara una semana para poner fin a

    los compromisos que cada uno tuviera

    adquiridos antes de ser llamados para el

    proyecto. Esa semana tambin servira para

    reflexionar cada uno por separado acerca de

    cmo organizar y crear de la nada una

    nacin. Al cabo de una semana se reuniran

    y deliberaran entre s. La oficina de

    Scalfaro en Los ngeles era a partir de ese

    momento el cuartel general alrededor del

    cual se iran habilitando nuevas oficinas

    conforme el desarrollo del proyecto lo

    requiriese. Para el 8 de febrero, dijo

    Scalfaro, os quiero a todos instalados en

    vuestras residencias de West Palm Beach,

    vamos a comenzar a trabajar en serio y a

    toda mquina desde el primer da. El seor

    Johnston quiere ver el estado estando vivo.

    No quiere que sea una realidad veinte aos

    despus de su muerte.

    U

  • 16

    l 8 de enero temprano por la

    maana, ya tena Scalfaro sobre su

    mesa el informe de la ms

    prestigiosa firma de abogados de Los

    ngeles. Dos elegantes abogadas del

    bufete, ya entradas en aos, le explicaban:

    -Padre, los detalles los encontrar

    en este informe. As como todos los

    tratados internacionales acerca del tema

    sobre el que nos pidi el trabajo. Las

    referencias y fuentes aparecen citadas con

    el Sistema Manhein de citacin de textos

    legales. El resumen de todo es lo que sigue:

    Las aguas internacionales, es decir aquellas

    que van ms all de las 200 millas, de

    acuerdo a la convencin internacional del

    30 de abril de 1982, no son propiedad de

    nadie. Lo que hay en las aguas

    internacionales no pertenece a nadie. Tengo

    entendido, segn me dijo, que la

    construccin de esa plataforma artificial

    ntegramente la costear el seor Johnston,

    por lo menos de momento. No es as?

    -S.

    -Pues bien, la plataforma ser

    propiedad suya o de aqul a quien la done.

    Se equipara a un barco en aguas

    internacionales. Un barco o un avin

    aunque se hallen en aguas internacionales

    estn sujetos a la jurisdiccin del pas bajo

    cuyo pabelln navegan o vuelan. Ahora

    bien, si un barco retira la bandera y

    destruye los papeles que acreditan su

    pertenencia jurdica a una determinada

    nacin, entonces ese barco se convierte en

    un barco aptrida. Eso significa que

    ninguna nacin amparar sus derechos. Si

    esa plataforma es cedida con un acto de

    compraventa a sus propios habitantes o a

    sus representantes, entonces la plataforma

    pasar a ser una propiedad de ellos. Si ellos

    no estn erigidos en ningn tipo de figura

    legal sometida a algn tipo de jurisdiccin

    de alguna nacin, entonces esa plataforma

    ser, segn el derecho internacional,

    completamente aptrida. Eso tiene la

    ventaja de no estar sometido a nadie, pero

    la desventaja de no estar amparado por

    nadie.

    -Este tipo de miniterritorios

    soberanos intervino la otra abogada- son

    relativamente comunes. Ahora mismo hay

    unos 500 en el mundo. La mayor parte no

    cuentan ni con un centenar de personas.

    Normalmente se crean como ficcin

    jurdica para evadir impuestos. Otras veces

    se han instalado justo a un par de millas de

    los lmites marinos de la territorialidad,

    para as poder instalar algn tipo de

    empresa o negocio que escape a algn tipo

    de legislacin. Otras veces se han creado

    como enclaves para la prctica de

    experimentos mdicos y biolgicos penados

    por algunas legislaciones.

    En cualquier caso, el tema de los

    Estados Martimos es un asunto muy

    debatido entre Estados Unidos y Europa.

    Siempre dicen que hay que llegar a algn

    tipo de consenso internacional, pero al final

    no hacen nada. Hasta ahora no ha habido

    acuerdo para poner coto a la creacin de

    nuevos estados, porque a la industria

    norteamericana no le interesaba. Adems, a

    los grandes bancos les interesa crear sus

    propios parasos fiscales. De ah que

    sigamos con la ley de 1982.

    Por otra parte, no han cambiado el

    actual status, porque saben que un reparto

    de las aguas internacionales significara que

    cada pas con costas, por pobre que sea,

    tendra derecho a un pedazo de la tarta de

    esa inmensa superficie de aguas. Mientras

    ese derecho internacional consensuado

    sobre el tema llega, las grandes naciones

    saben que pueden moverse como Pedro por

    su casa en esa inmensa superficie del globo.

    El paso de portaviones, de material blico,

    de mercancas es completamente libre. Un

    reparto de las aguas acabara con el libre

    trnsito de las grandes potencias. As que ni

    se vislumbra que la situacin cambie.

    En cualquier caso, si la situacin

    algn da cambiara slo afectara a los

    estados que se crearan a partir de la firma

    de ese acuerdo internacional, no a los que

    ya existieran antes. Ya que los microestados

    creados hasta el momento se han fundado

    con un escrupuloso respeto a los tratados

    que regulan el Derecho Internacional.

    E

  • 17

    -Muy bien, me alegro de que no

    haya nubarrones jurdicos dijo para acabar

    el sacerdote-. Pues nada, les consultar

    cualquier otro tipo de duda dijo

    levantndose de su asiento, todava le

    quedaban cuatro horas de citas aquella

    maana.

    Dos horas despus, en el despacho

    del padre Scalfaro entraban los cinco

    expertos en oceanografa geolgica.

    -Bueno, y ya han pensado bien las

    opciones acerca de dnde colocar la

    plataforma? pregunt Scalfaro.

    -S, aqu tiene el informe final.

    -El seor Johnston dijo mientras lo

    lea-, sabe que tiene que construirla en

    aguas poco profundas. Pero al mismo

    tiempo tengo que hacer que le entre en la

    cabeza, que esas aguas no estn por todas

    partes sigui leyendo en silencio-. Ya veo

    que la profundidad media del Ocano

    ndico es de 4210 metros.

    -Nos imaginamos que el seor

    Johsnton no quiere pagar unos pilares de

    cuatro kilmetros cada uno.

    -No, no, claro est. Y cerca del

    continente europeo no hay nada?

    -Que estn libres, no. Hay en el

    Mar Noruego una zona de plataforma

    continental que se haya en aguas

    internacionales. Pero estamos hablando de

    una profundidad que va de los 1600 a los

    1750 metros.

    -Vaya.

    -Es una pena tambin que no

    podamos construir nada en el Estrecho de

    Baas en el Ocano Pacfico. Tiene una

    profundidad media ese estrecho de

    cincuenta metros.

    -Pues s. Qu pena.

    -Pero no pasa nada. Hay muchas

    posibilidades.

    Acto seguido se pusieron a

    ponderar las ventajas de cada una de las

    zonas orogrficas que ellos sugeran. La

    reunin dur una hora y media. Pero al

    acabar, el informe final para Johnston ya

    estaba listo y slo faltaba darle la redaccin

    final.

    n ao despus se colocaban los

    primeros pilares del nuevo Estado.

    El lugar elegido para el

    emplazamiento era el mar de Tasmania, en

    el Ocano Pacfico, a dos mil millas de la

    costa australiana. En aquellas aguas

    internacionales, en un mar poco profundo,

    se colocaron los formidables pilares sobre

    la que se construira la gran plataforma. El

    terreno que se colocara sobre la plataforma

    se constituira como completamente

    independiente y soberano.

    La estructura sobre el mar haba

    sido erigida a un ritmo inmejorable. Se

    trataba de una plataforma como las de las

    prospecciones petrolferas, slo que colosal.

    Una plataforma de cuatro kilmetros

    cuadrados. Se consideraba que ira siendo

    ampliada con el tiempo, pero se comenzara

    con esa superficie.

    190 pilares dignos de los Gigantes

    de la mitologa griega sostenan una

    superficie edificable de 1128 metros

    cuadrados. No toda la superficie de la

    plataforma era edificable. Slo se podan

    levantar edificios en las partes designadas

    para ello, all donde los pilares estaban

    pensados para ello. El resto de la superficie

    era csped y palmeras. La plataforma

    ostentaba en su centro una gran montaa

    artificial. La montaa por dentro estaba

    pensada como una estructura arquitectnica

    habitable. Por fuera la montaa mostraba

    verdes laderas y grandes masas rocosas.

    Masas rocosas de materiales artificiales y

    huecas por dentro. La gran montaa

    ocupara una tercera parte de la superficie

    de ese nuevo territorio. Una prominencia

    orogrfica rodeada de verdes llanuras. La

    isla artificial contara con un ro, un

    helipuerto, terrenos cultivables, un puerto y

    hasta tres playas artificiales, y una central

    atmica con dos ncleos que constituiran

    el verdadero corazn del nuevo Estado en

    construccin. Los dos ncleos de la central

    nuclear proporcionaran una abundantsima

    U

  • 18

    cantidad de energa, que permitira la

    evaporacin de cantidades ingentes de agua

    salada para un suministro muy generoso de

    agua dulce.

    La campaa de propaganda de

    Johnston haba surtido su efecto y miles de

    familias de todo el mundo imbuidas del

    ideal de crear una sociedad religiosa

    escribieron solicitando un lugar en aquella

    utopa del Pacfico. El Consejo de asesores

    de Scalfaro haba creado la Oficina de

    Seleccin, la PSB, People Selection

    Bureau. Esa oficina se encargaba de

    escoger las personas y familias ms

    interesantes. Todos deban ir movidos por

    el nico deseo de participar en la creacin

    de una nueva sociedad enteramente

    cristiana. Pero toda aquella familia que

    fuera sospechosa del ms leve desequilibrio

    psicolgico en alguno de sus miembros,

    toda aquella familia que fuera sospechosa

    de algn tipo de iluminismo, o de extraas

    ideas polticas, quedaba automticamente

    excluida de las listas.

    Como es lgico una campaa como

    la que se hizo para buscar familias que

    poblaran el nuevo proyecto era como la

    miel que atraa a un tropel de visionarios,

    iluminados y chiflados. Todos estos

    quedaban filtrados en los distintos niveles

    de seleccin, porque, adems, haba un

    campo de alojamiento transitorio en Utah,

    donde, adems de trabajar, convivan todos

    durante un ao entero antes de dirigirse a lo

    que sera su definitivo asentamiento.

    Durante esos meses previos convivan bajo

    la atenta mirada de los supervisores y

    psiclogos camuflados entre los habitantes

    del campo. El PSB quera gente idealista,

    romntica, soadora, pero no alucinados, ni

    sujetos problemticos. Queremos gente en

    gracia de Dios pero con los pies en el suelo,

    repeta el director general de la Oficina de

    Seleccin, un hombre muy religioso

    perteneciente a Comunin y Liberacin.

    Como era de esperar, muchos no

    obtuvieron jams el permiso de residencia

    en la nueva utopa y se quedaron durante

    aos trabajando (como mano de obra

    barata) en el campo de alojamiento

    transitorio, que se gestionaba como una

    empresa dedicada a productos de limpieza,

    una divisin de otra empresa de Johnston.

    Porque si el Director General de la Oficina

    de Seleccin tena su lema, tambin lo tena

    el Director de la Oficina Contable: el que

    no trabaja que no coma. Este lema lo

    llevaba a rajatabla, pues quera que el

    proyecto entero se pudiera autofinanciar en

    el menor nmero de aos posible, una vez

    que se terminara la construccin de las

    plataformas.

    El Consejo Directivo dej para el

    final la resolucin definitiva del modelo

    terico que regira el funcionamiento

    constitucional del nuevo Estado. Ese asunto

    era el que ms problemas poda plantear

    para el futuro y por lo tanto no convena

    precipitarse sino irlo madurando a lo largo

    de toda la puesta a punto del proyecto. Lo

    primero de todo, era pensar cual sera la

    fuente de ingresos econmicos para la

    nueva nacin. Johnston no sera eterno, y

    aunque lo fuera, aquel pas deba ser

    autnomo. Ni el Consejo Directivo, ni

    Johnston, deseaban crear una especie de

    feudo personal.

    En seguida hubo una cierta

    unanimidad sobre hacia donde encauzar las

    actividades econmicas de las familias que

    se iban a trasladar. La nueva nacin

    comenzara como una empresa de mil

    trabajadores dedicada a la artesana de

    material artstico religioso. La idea era que

    esa empresa fuera creciendo en volumen de

    facturacin, lo cual generara demanda de

    puestos de trabajo. La compaa se

    emprendera centrada en pintura religiosa,

    escultura y orfebrera. Poco a poco ira

    diversificando sus mbitos de trabajo. Al

    principio, la empresa y el Estado formaran

    una cierta unidad, sino de derecho al menos

    de hecho. Pero con el tiempo la poblacin

    ira abriendo nuevos campos econmicos

    ajenos totalmente al control y proteccin

    del Estado.

    Mientras llegaba el momento de

    poder inaugurar la nacin, las solicitudes de

    incorporacin se iban estudiando y

    aceptando, incorporndolas tambin como

  • 19

    mano de obra para su construccin. De los

    cinco mil obreros que construan la

    plataforma, ochocientos seran futuros

    habitantes de la nacin. En los siguientes

    meses, nuevos contingentes de futuros

    habitantes fueron engrosando el nmero de

    obreros. Los pilares se erguan orgullosos

    en medio del mar. Gruesos e imponentes,

    algunos de ellos contaban con un dimetro

    de cien metros. Algunos de esos pilares ya

    estaban comenzando a ser unidos con los

    contiguos, coronados por formidables

    estructuras metlicas. Estructuras sobre las

    que se erguan un sinfn de gras. Sobre el

    color grisceo de las vigas metlicas,

    sobrevolaban grandes y pequeos

    dirigibles. Aquellas esferas de helio

    suspendidas en el aire sostenan elementos,

    e iban y venan con materiales. Cada esfera-

    dirigible que se mova por el aire, adems

    de los grandes nmeros que la

    identificaban, estaba pintada con las usuales

    rayas amarillas y negras de los vehculos

    terrestres. A nivel del mar, grandes barcos-

    plataforma servan de centro de operaciones

    para la construccin. Unos ochenta barcos

    de distinto tonelaje rodeaban la estructura

    metlica que mes tras mes creca, se

    elevaba e iba tomando forma.

    Johnston hizo un par de viajes

    relmpago en los meses siguientes. Con dos

    das de antelacin avisaba de que iba a ir a

    ver como marchaban las cosas. Tomaba

    asiento en su imponente helicptero a

    reaccin y se presentaba all vestido de

    cualquier manera, con un refresco de cola

    en la mano, y un sombrero de paja sobre la

    cabeza. Daba unos cuantos golpes al suelo

    con su pie derecho, como para comprobar

    su solidez, quiz como una necesidad

    psicolgica de demostrarse a s mismo que

    su sueo se iba materializando. Y tras eso,

    manifestaba su deseo de pasar revista a

    todas las instalaciones. Pasaba revista

    durante menos de una hora, despus se

    cansaba, tomaba un almuerzo ligero con

    todos, y se marchaba.

    Un ao y medio despus, la isla iba

    siendo ya una realidad y no un proyecto. Ya

    tena nombre: Nueva Brunswick. se era el

    nombre de la nueva nacin del Pacfico, de

    la nueva cristiandad del hemisferio sur.

    El estado tendra que haberse

    llamado Neodn, que era el nombre que les

    gustaba a todos. Proceda de la unin de

    neo + Edn. Pero descubrieron que exista

    una empresa que tena el mismo nombre. El

    resto de nombres como Edenia y similares

    tambin estaban cogidos. El millonario se

    enfad y dijo que si no se llamaba Nueva

    Brunswick, se llamara Nueva Brunswick.

    Qu razones pulularon por su mente para

    mantener tal decisin con una invencible

    tozudez, es algo desconocido. Alguna razn

    sentimental ligada a su infancia, motiv que

    l quisiera honrar a la ciudad del mismo

    nombre que radica en Nueva Jersey. As

    que despus de intentar cambiar su idea

    durante un modo razonable, sus

    colaboradores tuvieron que dejar este tema

    por imposible. Para distinguirla de la ciudad

    de Estados Unidos, el nombre oficial sera

    Nueva Brunswick de los Mares del Sur. El

    nombre le pareca muy potico a Johnston.

    Nueva Brunswick de momento

    segua presentando todo su permetro

    rodeado de gras, barcos y dirigibles. La

    isla segua mostrando un aspecto de

    gigantesca plataforma petrolfera, pero ya

    haban comenzado a cubrir 3/5 partes de su

    superficie con tierra. En el centro de esa

    isla, la cima de la montaa artificial ya

    estaba comenzando a ser cubierta de tierra,

    y eso le confera al conjunto, por primera

    vez, un aspecto ms natural. En un mes, la

    montaa entera recorrida por senderos

    estara cubierta de fino csped y rboles.

    Aun antes de que se acabara la isla, ya se

    hallaran medio millar de personas

    trabajando en la recin estrenada firma de

    artesana de arte sacro.

    Las cifras iniciales de poblacin se

    haban disparado. Slo trabajando en la

    construccin haba ya cinco mil futuros

    habitantes. Aquel ao el millonario

    Johsnton tuvo que desembolsar 250.000

    millones de dlares adicionales para crear

    un pequeo centro agrcola que abasteciera

    de alimentos a la nueva comunidad. El

  • 20

    Estado ofrecera puestos agrcolas a todos

    aquellos para los que de momento no

    hubiera otro puesto de trabajo. As que de

    pronto, gracias a la nueva inyeccin de

    dinero, la nacin era autosuficiente en

    produccin de alimentos.

    La idea, le haba explicado Scalfaro

    a Johnston, es que a un habitante de esta

    nacin, en un futuro lejano, si no tiene

    trabajo, porque hay desempleo, no le

    podemos dejar en la miseria. As que si le

    hemos de ayudar econmicamente, mejor

    que trabaje en algo, no que est ocioso. De

    ah la importancia de una gran extensin de

    terreno dedicada a la produccin agrcola.

    Si tenemos esa posibilidad, los

    desempleados podrn trabajar como

    agricultores. Si hay ms desempleo,

    trabajarn ms con sus manos, de un modo

    ms tradicional. Si hay pocos

    desempleados, usarn ms las mquinas.

    Para los terrenos de produccin agrcola,

    podemos usar el espacio de la estructura

    bajo la superficie, iluminada con luz

    artificial. La superficie ser como una isla

    tropical, como un gran parque. Y el nivel

    inferior puede estar cultivado. Johnston

    pag sin rechistar.

    l padre Scalfaro estaba reunido con

    uno de los equipos que haba

    constituido para la creacin de

    Nueva Brunswick. Yale, Oxford, Berkeley,

    Cambridge y Harvard estaban

    representados en los cinco catedrticos que

    ocupaban los sillones y sofs de cuero de

    aquel saln de grandes alfombras de una

    casa privada a las afueras de Nueva York.

    Scalfaro, como siempre, con su clriman

    negro impecable. El resto vestan desde

    pantalones de pana, hasta elegantes trajes

    de sastre.

    En el centro una gran mesita baja

    con t y pastas. Alrededor de ella, un

    profesor con chaleco a cuadros fumaba en

    pipa, otro limpiaba cuidadosamente con una

    gamuza sus gafas finas y redondas, otro se

    tumbaba ms en su mullida parte del sof.

    Pero todos estaban concentrados,

    embebidos, en el tema que estaban tratando.

    Y eso que no haba ni un solo papel sobre la

    mesita central. Los papeles, plumas y

    bolgrafos se haban quedado en otro saln

    contiguo, donde haban trabajado toda la

    maana. Estaran reunidos, en total, dos

    das. Eran catedrticos de Derecho

    Constitucional. Magnficos y prestigiosos

    profesores en sus universidades, reunidos

    con una tarea: dotar a Nueva Brunswick de

    un texto constitucional.

    Construir un paraso ednico en el

    siglo XXII o en cualquier siglo plantea

    problemas. Problemas logsticos,

    econmicos, de servicios, de Derecho

    Poltico. Quiz los problemas teolgicos

    eran los menores. Lo ms complicado era

    cmo organizar polticamente aquella

    sociedad. Haba que organizar un mundo

    regido por premisas religiosas, pero haba

    que colocar el poder fuera de las manos de

    aquellas personas encargadas de discernir

    esas mismas premisas: el clero.

    Es decir, haba que crear una

    sociedad al servicio de una Verdad

    Absoluta, pero haba que crearla de manera

    que esa sociedad quedara fuera del alcance

    de aquellas mismas personas que iban a ser

    los jueces nicos del contenido e

    interpretacin de esa Verdad. El clero jams

    deba ir ms all de los lmites que la Carta

    Magna les fijase de forma frrea. Saban

    que eso no resultara fcil, pues siempre iba

    a existir una constante tentacin

    clerocrtica. Los distintos elementos de la

    sociedad deban tener sus campos

    perfectamente delimitados, aun sabiendo

    que la vida est llena de intersecciones.

    La nacin que se iba a crear, poda

    durar siglos. Ese texto constitucional deba

    ser un muro invisible pero frreo frente a

    las ambiciones, frente a las pasiones, las

    conjuras y las conspiraciones no de la gente

    sencilla, sino del poder. No es tan sencillo

    crear un yugo invisible al que uncir los

    grandes poderes de una nacin. El poder

    puede cabecear con una tremenda fuerza. El

    E

  • 21

    texto poda ser preciso en sus prohibiciones,

    pero el conspirador buscara todos los

    entresijos. Afortunadamente, los que

    estaban debatiendo en ese saln eran

    grandes especialistas. Y eran conscientes de

    que deban hacer bien su trabajo, para que

    fuera cual fuera el futuro de Nueva

    Brunswick, los ciudadanos venideros

    sintiesen admiracin por los redactores del

    texto constitucional. Se tratara de un texto

    de pocas pginas. Pero si estaba bien

    erigido el sistema constitucional, se podran

    evitar tantos problemas en siglos futuros.

    Quin sabe cuntos gravsimos problemas

    se podran evitar.

    A esas horas de la tarde, todava no

    haban llenado con sus notas pginas y

    pginas de papel. Haban consumido

    bastantes tazas de caf, pero todava

    seguan inmersos en una interminable lluvia

    de ideas acerca de los fundamentos

    esenciales de la futura constitucin. La

    fundacin creadora de Nueva Brunswick

    les pagaba bien su trabajo, pero ellos

    trabajan suficientemente incentivados por el

    entusiasmo ante la operacin de ingeniera

    gentica que estaban realizando. Los genes

    que contenan el desarrollo constitucional

    de las futuras generaciones de Nueva

    Brunswick, se discutan all con la seriedad

    de los que saban que una decisin tomada

    en ese saln tendra indudables

    consecuencias en la futura historia de ese

    estado aun inexistente. Todo estara

    contenido en aquel texto que ellos

    produciran, miles de hombres tendran que

    moverse por aquellos senderos que ellos les

    delimitaran.

    La verdad es que actuaban

    concienzudamente. Las brillantes mentes

    all reunidas y dedicadas a la docencia del

    Derecho Constitucional, saban que un

    asunto tan delicado no podan dejarlo en

    manos del Pueblo. Al Pueblo le dejaban la

    libertad, pero los caminos para defender esa

    libertad no los abandonaban a su suerte. El

    trazado de los caminos para defender la

    libertad siempre han sido delegados a una

    minora, a una lite que escribe con

    matices. Las masas escriben con el corazn.

    Las masas son buenas para lanzarse en

    masa hacia una trinchera, o para tomar el

    Palacio de Invierno de San Petesburgo, o la

    Bastilla. Pero una masa incontrolada,

    abandonada a sus propios impulsos, nunca

    te levanta un palacete renacentista o te

    compone una partitura de Vivaldi. Las

    masas no escriben textos donde se

    salvaguarden los derechos y se delineen los

    campos de los poderes del estado.

    Vidas futuras se confiaban a los

    bien delimitados caminos de ese texto.

    Estaba claro que no se poda dejar el futuro

    lejano de Nueva Brunswick en manos de

    unos miles de recin llegados. Organizar el

    paraso es una tarea ms propia de ngeles.

    Adems, los parasos son muy distintos

    segn cada cual. El paraso de unos es el

    infierno de otros. En ese saln estaban para

    organizar un paraso para todos.

    Materializar el paraso levantando pilares

    de acero haba sido ms fcil, que

    materializarlo en un texto de Derecho.

    Los profesores intervenan de un

    modo relajado, entre sonrisas, interviniendo

    cada uno en el momento en que se crea que

    algo mereca bien una puntualizacin, bien

    la expresin de una opinin completamente

    divergente. Scalfaro no tuvo que poner

    orden ni una sola vez, todo flua como una

    charla entre amigos que hablan de pesca.

    -Debemos inculcar una poltica de

    la diferencia, de la heterogeneidad, el gusto

    por la diversidad. Todo deba estar

    permitido mientras no contraviniera

    expresamente la Ley Natural. Pero es

    seguro que pronto la sociedad se ir

    polarizando en grupos.

    -S, estoy de acuerdo. Los

    Ritualistas y los Libres, por ejemplo. Sin

    duda sern grupos as. Unos ms flexibles y

    otros ms estrictos. No hace falta ser un

    profeta para entrever que en un grupo como

    se, se dar una lucha por la ms rigurosa

    ortodoxia. Y seguro que en medio de ese

    afn por la ortodoxia, aparecer otro grupo

    ms proclive al ecumenismo, o a la

    amplitud de costumbres.

    -Sin duda, sin duda. En los Libres,

    llammoslos as, radicar la semilla de la

  • 22

    secularizacin de ese mundo, de la

    progresiva prdida de la identidad de esa

    sociedad. En la derecha ortodoxa estarn

    guardados los fantasmas del fanatismo ms

    opresivo, el cese abrupto de todo el

    complejo sistema de libertades y derechos

    del que ahora les queremos dotar.

    -Yo tengo una moderada confianza

    de que la moderacin de las masas sea la

    que contenga las opciones ms extremas.

    No?

    -Evidentemente. Ellas, las masas

    populares, son las nicas que pueden

    imprimir a todo el devenir de esa pequea y

    singular democracia el encanto y agradable

    toque del trmino medio.

    -Bien, creo que estamos de acuerdo

    entonces en que lo mejor es que el sistema

    poltico sea el de la pentarqua.

    -S.

    -Ciertamente.

    Todos estuvieron de acuerdo, as

    que se pusieron a discutir los detalles. El

    esquema del poder en la isla sera el

    siguiente:

    Poder Ejecutivo: Es elegido por el

    Congreso.

    Congreso: Sus cien escaos son elegidos

    por sufragio universal. Representa la

    voluntad popular.

    Senado: Los cincuenta miembros del poder

    legislativo son vitalicios. Cuando se

    produce una vacante, el Congreso nombra

    un senador cuando se pone de acuerdo en

    un nombre con 2/3 de los votos.

    Tribunal Supremo: Sus diez miembros

    son vitalicios. Cuando se produce una

    vacante, el Senado nombra un juez cuando

    se pone de acuerdo en un nombre con 2/3

    de los votos.

    Cada poder del estado, como se ve,

    sera completamente independiente. La

    nica cmara que sera elegida por votacin

    popular sera la del Congreso. Pero ellos no

    podran votar ninguna ley. Era el Senado el

    que poda recibir o redactar propuestas de

    leyes, y aprobarlas. Lo mismo el Tribunal

    Supremo, sus miembros eran inamovibles

    por cualquier otro poder del estado. Slo el

    mismo alto tribunal tendra capacidad para

    cesar a uno de sus miembros.

    A estos cuatro poderes, aadieron

    una institucin ms: la Censora. Sus ocho

    censores no tenan ningn poder, se les

    consideraba la voz de la autoridad moral.

    Podan emitir informes sobre cualquier

    persona, cmara, ley o resolucin de

    cualquier poder del estado, as como de

    cualquier ciudadano o grupo. Hubo una

    larga discusin entre el grupo reunido con

    Scalfaro acerca de si este grupo deba tener

    algn poder de veto o si todo se deba

    limitar a su autoridad. Finalmente, se opt

    por otorgarles slo autoridad. Pero su labor

    sera importante, porque si exista, por

    ejemplo, un debate acerca de si un poltico

    haba hecho bien o no algo, ellos podan

    investigar de forma completamente

    independiente, y determinar si su actuacin

    haba sido justa o, por el contrario,

    censurarle.

    Ellos podan, incluso, advertir a la

    opinin pblica de que un determinado

    programa poltico, o incluso un candidato,

    no eran adecuados a los fines fundacionales

    de esa nacin. Si la Censora se ganaba el

    prestigio durante generaciones, su voz

    gozara de un gran peso. Deba intervenir

    poco y de un modo completamente no

    partidista.

    De todas maneras, aunque no

    tuviera poder, s que su labor era importante

    en determinados supuestos constitucionales.

    Ya que su aprobacin era necesaria, en el

    improbable caso de que alguna vez en la

    Historia hubiera que disolver una cmara

    por causas de fuerza mayor. En el complejo

    engranaje de mecanismos para los casos

    extremos de crisis constitucional, la

    aprobacin de la Censora era

    imprescindible.

    El modo en el que se escoga a los

    ocho censores era por un sistema de turnos.

    Sus funciones eran vitalicias, cuando se

    produca una vacante sta era cubierta una

  • 23

    vez por un grupo, la siguiente por otro

    grupo, por turno. El sistema evitaba

    cualquier tipo de maquinacin poltica. Los

    turnos eran los siguientes:

    Cinco turnos consecutivos los

    elegira el clero de la isla. Tres turnos los

    elegira una cmara consecutivamente (una

    vez el Congreso, otra el Senado, otra el

    Tribunal Supremo). Dos turnos por

    cooptacin del mismo consejo de censores.

    Cuatro turnos seran elegidos

    consecutivamente por la Academia de

    Ciencias, formada por los ms prestigiosos

    intelectuales de la nueva nacin.

    El sistema de turnos ex profeso

    haba sido pensado para alejar

    maquinaciones partidistas. De forma que

    los censores siempre fueran independientes,

    no dependieran de los votos, y se tratara de

    personas prestigiosas que pusieran muy alto

    el nombre del Consejo del que formaban

    parte.

    -Padre Scalfaro.

    -S?

    -Se me ha ocurrido una idea

    original.

    Todos le miraron con curiosidad.

    -Ver, y si incluimos una

    disposicin en el texto? La disposicin de la

    inmutabilidad?

    -Cmo?

    -La Carta Magna podra permitir

    que se cambien las personas y las leyes,

    pero no los artculos integrantes de la

    misma Carta.

    -Interesante.

    -S, no se me haba ocurrido.

    -Hay algn precedente?

    -No, no lo hay.

    -Considero que sera lo ms

    adecuado dejar fuera de las veleidades

    populares, las normas que constituyen la

    columna vertebral de la separacin de

    poderes.

    -Al fin y al cabo, ser una

    constitucin de no ms all de siete u ocho

    pginas.

    -Pero y las situaciones

    impresivibles?

    -Vamos, Alfred, no me vengas con

    lo de las situaciones imprevisibles.

    -Precisamente si se dan situaciones

    extremas, razn de ms para no cambiar

    nada en medio de una situacin de presin.

    -Nunca en la futura historia de

    Nueva Brunswick, volvern a tener un

    entorno tan calmado, tan favorable para

    tomar decisiones objetivas, como el que

    tenemos ahora.

    -S, como has dicho: que cambien

    personas y leyes. Pero la divisin de

    poderes, el mecanismo esencial que

    salvaguarda sus libertades, que se no se

    pueda cambiar.

    -Debemos proteger la libertad

    contra el mismo Pueblo. El Pueblo es

    manejable. Las grandes columnas que

    sustentan la libertad deben quedar fuera de

    las manos de la misma voluntad popular.

    -Perfectamente de acuerdo. La

    Libertad debe quedar amparada frente a la

    dictadura de los votos. A veces, la Libertad

    debe estar salvaguardada del Pueblo. Es una

    mera cuestin de tiempo que surja alguien

    que vea el mecanismo que hemos creado,

    como un obstculo, como una limitacin, a

    su capacidad de gobernar. La eterna

    tentacin de saltarse las vallas.

    -Estis todos de acuerdo en blindar

    el mecanismo constitucional?

    Todos asintieron.

    -Pasemos a otro punto. Cmo

    elegir el Congreso al Poder Ejecutivo? Yo

    propongo que la votacin sea secreta y que

    el mandato sea indefinido. Es decir,

    mientras mantenga el apoyo del Congreso,

    que representa la voluntad popular, que

    contine en el puesto.

    Scalfaro sala del despacho de

    Johnston. En su mano una carpeta de cuero

    negro con una copia notarial de cuatro de

    las clausulas del testamento del magnate.

    Las clausulas referentes al fondo de

    inversiones que dejaba asignado a Nueva

  • 24

    Brunswick cuando muriera. La fundacin

    creada para la ereccin del estado seguira

    viva durante veinte aos despus de su

    muerte. Gestionando un capital destinado a

    generar una cantidad anual de apoyo al

    nuevo estado. Durante varios aos, la

    nacin neonata tendra que ser apoyada. Sin

    recursos, cualquier emergencia podra

    desestabilizarla. Se necesitaba una especie

    de colchn.

    La nacin deba vivir de la gran

    empresa de arte religioso y arte en general

    que ya llevaba funcionando y creciendo

    desde la creacin del campo provisional de

    Utah. Tambin habra un consorcio

    agrcola, de tamao mediano. Y cinco

    compaas ms de pequeas dimensiones

    financieras. El futuro hara que otras

    empresas surgieran all y florecieran.

    En la carpeta, el sacerdote llevaba

    el diseo del escudo de Nueva Brunswick.

    Propiamente hablando, la isla no tendra

    bandera. La bandera consistira en el mismo

    escudo sobre fondo azul. Un fondo azul

    compuesto por ondas en dos distintas

    tonalidades azuladas. Junto al diseo del

    escudo de armas, estaban tambin los

    planos de cmo deba organizarse la

    ampliacin fsica del pas en los aos

    futuros. La isla inicial se convertira en un

    punto central rodeado de otras islas, unidas

    unas a otros por puentes. Bajo la

    constelacin de islas, habra un bosque de

    pilares de distintos tamaos, un bosque

    sombro. Pues las islas deban estar

    elevadas entre nueve y trece metros de

    altura sobre el nivel de las aguas. Era

    necesario por una cuestin de seguridad

    frente a los tsunamis, frente a los buzos que

    si no se introduciran en la nacin

    amparados por la oscuridad de la noche.

    Por estas y otras razones, el terreno deba

    estar elevado sobre el mar.

    Toda la isla sera peatonal, as

    como sus ampliaciones. El transporte se

    organizara bajo la superficie de la

    plataforma. Los planos de cmo organizar

    el futuro desarrollo del territorio eran

    preciosos: bosques, ncleos urbanos,

    playas, una universidad. Cunto de todo

    esto se llegara a realizar?

    La nacin comenzara con una isla

    con una especie de pequea poblacin.

    Pequeo el poblado de casas, pues la mayor

    parte de las personas viviran en las

    estructuras internas de la montaa y de la

    parte inferior de la plataforma. En

    superficie slo habra, de momento, un

    centenar de idlicas casitas familiares. Un

    precioso poblado de viviendas blancas de

    madera como las de Nueva Inglaterra.

    Alrededor de esta isla central, se

    construiran cuatro islas pequeas. Cada

    una con unos cuatro mil metros cuadrados

    de superficie. Si no haba contratiempos

    financieros, el capital de la fundacin

    levantara una isla ms cada tres aos. La

    cuarta isla, algo ms extensa, sera la de los

    edificios institucionales, una pequea

    Acrpolis: un monte verde con cipreses,

    donde se levantaran cinco templetes

    griegos. Construcciones de mrmol blanco

    y techo de teja roja, con sus frisos y sus

    columnatas. Slo cinco edificios en la isla:

    el Congreso, el Senado, el Tribunal

    Supremo, la Censora y la residencia y

    lugar de trabajo del gobernador de la isla.

    El estado era tan pequeo que todos

    los consultados haban preferido que el

    ttulo que ostentase fuese el de gobernador,

    y no el de presidente o primer ministro.

    Gobernador no de un monarca, sino del

    Pueblo Soberano.

    La isla de los cinco edificios de las

    instituciones sera pequea, pero estara

    dotada de una pura e irresistible belleza

    griega. Cada ao, en esa isla, se alzara una

    columna con la estatua de un ciudadano, o

    algn tipo de monumento similar. Aunque

    para esto todava quedaba mucho tiempo.

    De momento, todas las instituciones

    pblicas deban compartir y usar por turnos

    las salas del Edificio de la Gobernacin.

    Con el pasar de los aos y sin prisas, las

    cinco construcciones institucionales se

    erigiran en la pequea acrpolis. Cada

    templete deba tener unos doce metros de

    altura, pues deba incluir no slo la cmara

    de sesiones, sino tambin oficinas, salas de

  • 25

    reuniones y archivos. Pero para todo este

    proyecto no haba calendario. Se construira

    en la medida del presupuesto del que se

    dispusiese.

    Una razn poderosa para hacer tan

    hermosa la pequea acrpolis era que la isla

    con el tiempo, sin duda, se convertira en un

    destino turstico. Por eso sta ltima cuarta

    isla alrededor de la isla central, se levantara

    la ltima. Se consideraba que cuanto ms se

    consolidase el pas, ms voluminoso sera

    su presupuesto anual. As que esa parte

    sera dejada para el final. Cada uno de los

    cinco templetes deba ser realmente

    hermoso. Segn el dinero que entrara en el

    estado, las fases se acortaran en el tiempo o

    se alargaran.

    Johnston estaba encantado. Se

    senta orgulloso de Scalfaro.

    -Cuando yo elijo a alguien le

    coment-, s muy bien por qu lo elijo.

    Lo nico que el anciano le peda, le

    suplicaba, e incluso se lo dijo cogindole de

    la manga del brazo, era que l pudiera ver

    todo eso, la primera fase de todo lo que

    apareca en los proyectos.

    -No quiero que sea una realidad

    veinte aos despus de mi muerte. Quiero

    verlo con mis propios ojos!

    La primera noche que Scalfaro

    habl con Johnston, la noche en que le hizo

    venir a toda velocidad desde Argentina,

    pens que un anciano siempre ve las cosas

    peor de lo que estn. Se mira al mundo con

    la falta de optimismo que tienen los ojos del

    que ya se va despidiendo de la vida. Pero

    los aos siguientes le demostraron que crear

    esa burbuja poda ser mucho ms razonable

    de lo que pensaba. Qu sucedera si haba

    una guerra atmica y la mayora de la gente

    desaparecera? Tal vez esa burbuja estaba

    llamada a repoblar la tierra. Repoblar la

    tierra entera Puede que lo que, en

    principio, le pareca un proyecto pequeo,

    supusiera un cambio radical de la historia

    de la humanidad.

  • 26

  • 27

    calfaro todava tuvo que regresar a

    Seatle muchas veces ms. Hubo que

    decidir a quin entregaban la defensa

    de la isla. La nacin contara con fuerzas

    policiales mnimas. Pero por grandes que

    fueran estas fuerzas de seguridad,

    necesitaban de fuerzas militares que

    pudieran protegerles en caso de un ataque

    armado de proporciones mayores. Desde

    que haban aparecido un buen nmero de

    microestados, haba florecido la piratera en

    las aguas internacionales. Piratera

    organizada que poda atacar uno de esos

    pequeos pases marinos, cortar todas sus

    comunicaciones, y desvalijarlo durante un

    par de das, con toda tranquilidad. Se

    trataba de pequeos ejrcitos de doscientas

    o trescientas personas. Ex mercenarios con

    material pesado. Los grandes pases

    terrestres continentales no queran saber

    nada de esos microestados creados para

    evadir impuestos. As que haba que

    contratar la defensa a alguna compaa.

    Existan compaas que se

    encargaban de proteger a varios

    microestados, empresas y mercantes. No

    cobraban poco. Pero si un estado mandaba

    una seal de alarma, sus fuerzas se dirigan

    a toda velocidad a neutralizar al atacante.

    Se opt por una empresa australiana. En

    caso de necesidad, sus cazas llegaran en

    veinte minutos a Nueva Brunswick. Las

    fuerzas aerotransportadas tardaran algo

    ms de media hora. Pero se poda tener la

    seguridad de que cualquier atacante sera

    neutralizado en un plazo razonable.

    Adems, las fuerzas policiales con

    ametralladoras, granadas y pequeos

    misiles, podan resistir por sus propios

    medios durante el tiempo necesario para

    que llegasen los autnticos profesionales.

    En la primera fase, siempre se haba

    pensado que Nueva Brunswick comenzara

    con mil habitantes. Pero ya se haba

    decidido que se comenzara con siete mil.

    Se estimaba que, en los aos siguientes, el

    pas alcanzara los veinte mil habitantes. Y

    que durante los cuarenta aos posteriores se

    producira un lento crecimiento

    demogrfico hasta llegar a una cifra de unos

    sesenta mil ciudadanos.

    l 13 de agosto de 2130, festividad

    de los santos Ponciano e Hiplito,

    se consider oficialmente como

    primer da del nuevo estado. El sexagenario

    Johnston de salud cada vez ms precaria, se

    encontraba presente en la ceremonia

    fundacional de Nueva Brunswick. Los

    7.000 habitantes congregados en la

    explanada habilitada al efecto en un

    extremo del centro urbano. En el gran

    estrado de mrmol construido, y que

    quedara despus como memorial, estaban

    los primeros cincuenta representantes del

    pueblo, elegidos democrticamente.

    La escena que presentaban los

    congregados sobre el estrado pareca propia

    de una pera. Se trataba de una

    escenografa sobria, pero triunfal,

    evidentemente. Las elegantes sillas haban

    sido dispuestas formando tres grupos. En el

    centro, el magnate fundador rodeado del

    Consejo Directivo. A la derecha, el

    Congreso que iba a recibir el poder, cien

    personas en total. A la izquierda, y como

    testigos del acto de transferencia del poder,

    los ocho sacerdotes que conformaban el

    clero de la pequea nacin. En medio del

    grupo eclesisticos, se hallaba el arzobispo

    primado de Australia sentado en el centro,

    magnfico con su capa pluvial y su

    esplndida mitra, con dos diconos con

    dalmticas flanquendole. En

    A las doce del medioda, con

    puntualidad exquisita, los tres jueces con

    los que contaba la nacin, dieron comienzo

    a la ceremonia de transmisin de poderes.

    Los tres togados tomaron juramentos, y

    llevaron de un lado a otro la Carta Magna

    para que la firmaran los que, hasta

    entonces, haban ostentado el ejercicio de la

    autoridad en esa isla. En medio de aquella

    ceremonia llena de pompa, el magnate

    firm el documento por el que entregaba la

    S

    E

  • 28

    posesin de la isla a esa colectividad de

    siete mil personas. Otro documento, una

    semana antes, haba sido firmado ante sus

    abogados en un despacho de notarios de

    Los ngeles. No deba caber ninguna duda

    acerca de la posesin legal de ese enclave.

    Si bien, el documento de Los ngeles

    especificaba que hasta ese da no se hara

    efectiva la transmisin de los derechos de

    propiedad. Legalmente, hasta ese momento,

    la isla era propiedad de Johnston. El

    documento que ahora firmaba en la isla era

    simblico. El documento de validez legal

    era el de la firma de notarios californianos.

    Los jueces de Nueva Brunswick se

    movan solemnes, con sus togas negras, con

    sus pelucas blancas. Johnston haba

    insistido en lo de las pelucas blancas, le

    haca ilusin. Se le advirti acerca del

    hecho de que estaban en una latitud

    tropical. l grit: pagar el aire

    acondicionado, pero los quiero con peluca!

    No volvieron a llevar la peluca nunca ms.

    Pero la ceremonia de transmisin de poder

    se hizo a su gusto. Los tres eran jueces

    retirados, cada uno de un pas. Se les pidi

    que ayudaran dos o tres aos a organizar el

    sistema judicial de Nueva Brunswick.

    Hicieron un magnfico trabajo en los aos

    siguientes.

    Slo haba habido tres discursos: el

    de Johnston, el del primer Presidente del

    Congreso, y el del arzobispo, por ese

    orden. A cada discurso se le concedi de

    antemano una duracin de ocho minutos.

    Johnston habl con una admirable cordura.

    Dijo que l nunca haba sido un soador

    luntico, y que su nica pretensin con

    aquello haba sido no reformar una

    sociedad, sino crearla desde sus cimientos.

    Mientras Johnston hablaba en su

    estrado, el padre Scalfaro sonrea. Al

    principio, el millonario apenas si se haba

    inmiscuido en los aspectos concretos del

    proyecto. Pero en los meses finales, cada

    vez intervena ms y ms. Y cada vez lo

    haca en cuestiones ms triviales. Jugaba a

    disear parques y plazas sobre la mesa de

    su despacho de Seatle. Un buen da, en una

    reunin, se empe en que la urbanizacin

    inicial tuviera aspecto de un poblado de

    puritanos de New Hampshire en el XVIII.

    As que la esttica de las casas tuvo que ser

    sa, justamente sa y no otra. Otro da se

    empeaba en poner una estatua en honor a

    tal o cual persona en este u otro sitio. Era

    lgico, aquel era su sueo. Su sueo y no el

    de otros. Menos mal que el da oficial de la

    fundacin del Estado haba llegado para

    alivio de todos. El Congreso de Nueva

    Brunswick tena los plenos poderes que le

    conceda la Constitucin. En las semanas

    siguientes se procedera a elegir los

    miembros de las otras dos cmaras. El

    pueblo de Nueva Brunswick era

    plenamente soberano. Aunque el Consejo

    Directivo continuara constituido un par de

    aos ms ejerciendo labores consultivas.

    Los nueve miembros del Consejo Directivo

    se reuniran una vez al mes en la oficina de

    Los ngeles, para resolver las cuestiones

    generales o prcticas que le plantearan los

    ministros del Ejecutivo de la isla. El

    Consejo Directivo contaba con varios

    equipos de expertos distribuidos entre West

    Palm Beach y Seatle.

    Scalfaro, durante la ceremonia,

    pensaba que la isla ya nunca volvera a

    contar con un grupo de tanto peso

    acadmico e intelectual como el que haba

    tenido durante la fundacin. En aquel

    consejo fundador haba afamados

    catedrticos de universidad, prestigiosos

    escritores, conocidos pensadores. Vuestra

    Era de Pericles est a punto de concluir,

    pens el padre Scalfaro en aquellos

    momentos, aunque nunca lo dijo a nadie.

    Despus, la banda de msica

    comenz a tocar. Johnston y todas las

    autoridades disfrutaron de un almuerzo

    oficial.

    l da siguiente, Johnston paseaba

    por las calles de la nueva ciudad.

    No pretenda ir de incgnito, pero

    con sus gafas negras y sombrero blanco,

    acompaado tan solo de Scalfaro y dos

    A

  • 29

    catedrticos ms, intentaba dar un paseo

    como un ciudadano ms. Era un ciudadano

    ms. Eso deca su pasaporte, el nuevo

    pasaporte del nuevo pas. Cuando se lo

    presentaron en el centro de un gran estuche

    de cuero, no se sorprendi que tuviera la

    numeracin 000001.

    Ahora slo quera pasear. Disfrutar

    del pequeo parque que tantas veces haba

    supervisado en los planos.

    -Amigos coment el millonario

    atusndose el pauelo blanco del bolsillo de

    su camisa-, no saben, no pueden imaginar,

    ni de lejos, lo que siento. Lo que siento

    ahora mismo el millonario sonrea

    mostrando todos sus dientes perfectos y

    artificiales-. sta era mi ilusin.

    Los dos catedrticos sonrean de

    satisfaccin. Era comprensible el orgullo

    del anciano.

    -Ejem carraspe uno de los

    catedrticos-, no una nacin, sino que, en

    cierto modo, yo dira que hemos recreado

    una nueva cristiandad.

    Todos rieron satisfechos. Todos se

    sentan felices con la idea de haber dado

    comienzo a algo importante. La vista ante

    ellos era una delicia. Toda construccin

    estaba nueva, recin pintado. El csped

    perfecto. El parque un poco ms all

    pareca un ensueo tropical. La avenida de

    palmeras con pequeos establecimientos

    comerciales a ambos lados se abra ante

    ellos. El futuro se abra ante aquel pas. El

    optimismo reinaba. No empieza todos los

    das la historia de una nacin.

    -Lamento que no vivir muchos

    decenios ms para contemplar el desarrollo

    de mi obra coment Johnston.

    Todos protestaron ante estas

    palabras, como se suele hacer en estos

    casos. Aunque a todos la palabra decenios

    les pareci, efectivamente, inasequible.

    Pero cuando un anciano dice que ya no

    vivir muchos aos para ver algo, los

    presentes siempre rechazan estas palabras

    como si se hubiera dicho algo sin ton ni

    son. Aunque pocas veces suele haber un

    pensamiento tan sensato como se. Aun as,

    el anciano continu:

    -Pero si viviera os aseguro que si se

    prolongase mucho mi vida, no interferira

    en la evolucin de este nuevo Estado.

    Aunque eso s, pasara largas temporadas

    aqu. S, ciertamente, en una casita soleada

    con una buena vista.

    -No creo que fuera difcil

    convencer al Congreso de que le concediera

    la casa con la mejor vista de la isla brome

    Scalfaro.

    -Una casita soleada, cuidando de

    mis pjaros... y de mis hortensias suspir

    como si ya entreviera su fin cercano-. En

    fin...

    Uno de los acompaantes pens en

    hacer un comentario alentador acerca de la

    salud de aquel hombre de negocios. Pero el

    hombre de negocios no le dio tiempo pues

    continu hablando, pero lo hizo en un tono

    mucho ms serio:

    -Confo en que se me d cristiana

    sepultura en el centro de la iglesia de los

    Santos ngeles.

    Es propio de algunos ancianos

    recordar a sus colaboradores los detalles de

    su testamento. ltimamente, el magnate

    estaba haciendo de esto una de sus

    actividades preferidas. Despus que le

    ofrecieron todo tipo de seguridades, aadi:

    -Colocareis una losa de piedra,

    grande!, e inscribiris en ella:

    FITZGERALDCHRISTOPHER

    JOHNSTON

    AQUI YACEN LOS RESTOS DEL

    FUNDADOR DE NEODEN.

    HOMBRE CRISTIANO,

    AUTENTICO CREYENTE.

    MURI EN LA FE DEL SEOR

    El millonario profiri la inscripcin

    como si la estuviera leyendo ya con sus

    propios ojos, pronunciaba las palabras de la

    losa casi acaricindola con sus manos. Cada

    palabra con tanta contundencia, como si su

    lengua fuera un cincel que esculpiera en el

    aire.

    -Deseo aadi despus de una

    pausa- que siempre haya junto al sepulcro

    rosas frescas. Rojas. Que se cultiven en la

  • 30

    isla. Un cirio lucir siempre encendido justo

    encima de la losa. Y que se celebren misas

    por mi alma mientras la isla subsista.

    El anciano hablaba como

    vislumbrando el futuro con sus ojos

    nublados, pareca otear una llanura lejana

    de siglos futuros. Los circunstantes

    rec