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1 LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER DURANTE LA DÉCADA DE LOS 70 DEL SIGLO XX: RECONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA SOCIAL Y PROPUESTA PEDAGÓGICA ASOCIADA A LA ORGANIZACIÓN POPULAR EN EL CASO DEL BARRIO LOS ALPES. TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE LICENCIADO EN CIENCIAS SOCIALES. AUTORES: MERLY LORENA CASTIBLANCO PERALTA - CÓD. 2012160015 CARLOS MARIO RIVAS - CÓD. 2012160066 TUTORA: CLAUDIA LILIANA BERTIERI UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL FACULTAD DE HUMANIDADES LICENCIATURA EN CIENCIAS SOCIALES LÍNEA DE PROYECTO PEDAGÓGICO FORMACIÓN POLÍTICA Y RECONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA SOCIAL Bogotá 2017

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LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER DURANTE LA DÉCADA DE

LOS 70 DEL SIGLO XX: RECONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA SOCIAL Y PROPUESTA

PEDAGÓGICA ASOCIADA A LA ORGANIZACIÓN POPULAR EN EL CASO DEL BARRIO LOS

ALPES.

TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE LICENCIADO EN CIENCIAS

SOCIALES.

AUTORES:

MERLY LORENA CASTIBLANCO PERALTA - CÓD. 2012160015

CARLOS MARIO RIVAS - CÓD. 2012160066

TUTORA:

CLAUDIA LILIANA BERTIERI

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

FACULTAD DE HUMANIDADES

LICENCIATURA EN CIENCIAS SOCIALES

LÍNEA DE PROYECTO PEDAGÓGICO FORMACIÓN POLÍTICA Y RECONSTRUCCIÓN DE LA

MEMORIA SOCIAL

Bogotá

2017

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RESUMEN ANALÍTICO EN EDUCACIÓN -RAE

1. Información General

Tipo de documento Trabajo de grado

Acceso al documento Universidad Pedagógica Nacional. Biblioteca central.

Título del documento La experiencia organizativa del barrio Villa Javier durante la década

de los 70 del siglo xx: reconstrucción de la memoria social y

propuesta pedagógica asociada a la organización popular en el caso

del barrio los Alpes.

Autor(es) Castiblanco Peralta, Merly Lorena; Rivas, Carlos Mario.

Director Bertieri Soler, Claudia Liliana

Publicación Bogotá. Universidad Pedagógica Nacional, 2016. 159 P.

Unidad Patrocinante Universidad Pedagógica Nacional

Palabras claves ACCIÓN COLECTIVA, MEMORIA SOCIAL,

ORGANIZACIONES POPULARES URBANAS, TEOLOGÍA DE

LA LIBERACIÓN. VILLA JAVIER

2. Descripción

El documento evidencia un trabajo de investigación relacionado con la recuperación de la

memoria social en el barrio Villa Javier durante la década de los setenta articulando cuatro

categorías de análisis entorno a la acción colectiva, las organizaciones populares urbanas, la

memoria social y la teología de la liberación. Este análisis permitió realizar una intervención

pedagógica con los integrantes de los grupos que apoya la parroquia del barrio Los Alpes en

Ciudad Bolívar con el propósito de fomentar la organización barrial y la formación política

tomando como ejemplo la experiencia organizativa en Villa Javier.

3. Fuentes

Para este trabajo se utilizaron diversas fuentes y autores los cuales contribuyeron a darle

sustento al cuerpo teórico y conceptual de la investigación entre estos referentes se destacan:

Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Madrid: Siglo XIX. Halbwachs, M. (2004). La

memoria colectiva. Prensa universitaria de Zaragoza España). Benjamín, W. (1999). Sobre el

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(1985). La tradición oral. Barcelona: Editorial Labor.

Además se utilizaron fuentes orales referidas a entrevistas, en primer lugar se tomaron los

testimonios de los protagonistas de los procesos barriales de Villa Javier durante la década de

los setenta: Carlos Lima; Mauricio Archila Neira; Gonzalo Amaya S.J.

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En los trabajos de la experiencia pedagógica se desarrollaron entrevistas grupales a la Brigada

Julio Antonio Mella y se tomaron como fuentes orales sobre la memoria barrial a Jose Laverde

y Sara Gómez.

4. Contenidos

El trabajo se compone de cuatro capítulos en donde se evidencia la exposición de las principales

categorías que se desarrollaron y la metodología, el marco histórico del barrio Villa Javier en la

década de los setenta y el análisis de las fuentes orales. La creación de la propuesta pedagógica

se articula con la experiencia educativa desarrollada en el barrio Los Alpes en Ciudad Bolívar y

las reflexiones que se generaron a partir de la experiencia.

En el primer capítulo: Aspectos teóricos y metodológicos del problema de investigación.

Se expone las principales categorías que sustentaron esta investigación y los planteamientos

generales del proyecto en su aspecto metodológico y teórico.

En el segundo capítulo: la década de los setenta en Bogotá: Desarrollos urbanos, acciones

colectivas y experiencias organizativas. Se desarrolló un análisis histórico de la década de los

años setenta en Bogotá, relacionado exclusivamente con los proyectos urbanos, las políticas

públicas, las luchas populares y las acciones colectivas en el suroriente de Bogotá y de forma

específica en Villa Javier, además del análisis de las entrevistas realizadas con base a las

historias de vida de los protagonistas y las conclusiones del proceso de reconstrucción de la

memoria.

En el tercer capítulo se plantea una propuesta pedagógica que se realizó en Ciudad Bolívar con

la comunidad del barrio los Alpes y los resultados de la experiencia pedagógica. Finalmente se

hace referencia a las reflexiones suscitadas en el desarrollo de la propuesta pedagógica acerca de

los tres aspectos centrales: acción colectiva, memoria social y teología de la liberación y el

legado de la propuesta Camilista en la organización barrial hoy. Y en el cuarto capítulo se

expone la sistematización de la experiencia de la propuesta pedagógica, la cual se dividió en tres

fases de intervención: La memoria y el territorio en la construcción de identidad barrial; las

prácticas organizativas y la acción colectiva; el legado: alimentar la experiencia y la memoria.

5. Metodología

La metodología de este trabajo estuvo enmarcada en la investigación cualitativa y se utilizaron

como técnicas de recolección de la información: las historias de vida y la historia oral y sus

narrativas en la elaboración de cuerpo de la reconstrucción de la memoria social de los procesos

organizativos.

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6. Conclusiones

El desarrollo de este acercamiento investigativo permitió desarrollar un abordaje y un dialogo de

las categorías de análisis que se articularon con la memoria social, las organizaciones populares

y la Teología de la Liberación y que se vincularon necesariamente con los contextos y las

características sociohistóricas del barrio Villa Javier como el de Los Alpes. A raíz de esto se

concluyó que la reconstrucción de la memoria social de la experiencia organizativa del barrio

Villa Javier durante la década de los setenta y la posterior experiencia educativa desarrollada en

los Alpes en Ciudad Bolívar representó un esfuerzo por fomentar los trabajos de memoria social

y la participación política de los sujetos que quieren poner su identidad por encima de todo.

En una parte nodal de los resultados de la investigación se logró reafirmar que las problemáticas

generadas por los desarrollos urbanos y por las dinámicas migratorias en el país durante los años

setenta, determinaron que los sujetos y comunidades enmarcados en la lógica de expulsión y

marginalidad transitaran a procesos organizativos que lograran articular y catalizar todo el

descontento social, y de hecho todo el catalizador de los procesos de cambio fue la organización

comunitaria que reivindicaba con acciones colectivas la vida y el derecho a la ciudad.

Cabe señalar que por medio de los relatos orales se evidenció que la experiencia organizativa

barrial nacida en Villa Javier contra los avances de los proyectos urbanos sirvió como ejemplo

de las posteriores acciones colectivas que se expresaron en el paros cívicos de 1977 en el

suroriente, es decir la experiencia organizativa animadas por los sacerdotes y religiosos de Villa

Javier significó la base práctica y política de muchas comunidades para organizarse durante el

paro cívico.

Por otro parte permitió reflexionar acerca de la importancia de las historias de vida porque se

convirtieron en una herramienta primordial en la reconstrucción de la memoria social, en la

medida que los relatos permitieron concatenar distintos acontecimientos y también vislumbrar

los posibles motivos de la perdida de la memoria y en algunos casos la oposición a recordar.

En el momento de la implementación pedagógica que se llevó a cabo en el marco de la Línea de

investigación de formación política y reconstrucción de la memoria social se logró concluir con

respeto al proceso educativo que los saberes escolares deben involucrarse con las prácticas

cotidianas en el espacio donde los sujetos comparten sus vivencias como lo es el barrio. El

proceso de sistematización permitió analizar las dinámicas de los contextos de los barrios

populares hoy, además se logró reflexionar sobre la necesidad de realizar unas prácticas

educativas acorde a su realidad y a las necesidades de identidad con el grupo y una de estas

prioridades es la memoria social de su pasado. A raíz de esta prerrogativa se logró influir en la

cimentación de procesos y ejercicios de memoria y formación política en las organizaciones

barriales con que se trabajó en el Los Alpes.

Elaborado por: Castiblanco Peralta, Merly Lorena; Rivas, Carlos Mario

Revisado por: Bertieri soler, Claudia Liliana

Fecha de elaboración del

Resumen:

21 de Febrero de 2017

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Tabla de contenido

INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………………....8

CAPITULO 1 Aspectos teóricos y metodológicos del problema de investigación.

1.1. Aspectos generales del problema social……………………………..…………………….....10

1.2 Análisis categórico de la memoria, la acción colectiva, organizaciones populares urbanas y la

teología de la liberación…………..………………………………………………………………20

1.3 La memoria social……………..…………………..……………………………………...…..20

1.4 Un análisis de la acción colectiva………………………………………………………….....25

1.5 La acción colectiva: Organizaciones populares urbanas como categoría de análisis……..….26

1.6 La acción colectiva y la Teología de la Liberación………………………………………..….31

1.7 La teología de la liberación como propuesta dinamizadora de la movilización social……...33

1.8 Aspectos metodológicos………….…………………………………………………….……..36

1.9 Las historias de vida ……………………………………………………………………….…41

CAPITULO 2 La década de los setenta en Bogotá.: Desarrollos urbanos, acciones colectivas

y experiencias organizativas

2.1 El suroriente: Resultados de prácticas organizativas……………………………………...….43

2.2 Caracterización del barrio: La comunidad de Villa Javier………………………………...….48

2.3 Bogotá en la década de los setenta. A manera de introducción…………………………...….52

2.4 El contexto histórico-urbano de Bogotá. ¿Bogotá: una ciudad planeada o autogestionada?...55

2.5 Una ciudad en lucha una urbe en resistencia…………………………………………..……..65

2.6 Proyectos urbanos, políticas públicas y las acciones colectivas en el suroriente……….…….69

2.7 El Piduzob: Programa Integral de Desarrollo Urbano en Bogotá………………………...….73

2.8 Luchas populares en el suroriente……………………..……………………………………..78

2.9 Vamos a escuchar las voces de los protagonistas………………………………………….…87

CAPITULO 3. PROPUESTA PEDAGÓGICA Y DE INTEREVENCION EDUCATICA...97

3.1 Bases teóricas y pedagógicas que sustentan la propuesta ………………………..……….....99

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3.2 Contenido pedagógico de la propuesta…………..……………………………………...…..104

3.3 Aclaraciones Previas………………..………………………………………………...……..109

3.3 Contextualización socio- espacial del barrio los Alpes…………………………………..….111

3.4 Grupo de trabajo: La comunidad……………………………………………………….……114

CAPITULO 4. SISTEMATIZACION DE LA EXPERIENCIA…………………………....119

4.1 Aportes al problema formativo y social: El resultado del proceso………………119

4.1.1 Análisis de la primera fase: La memoria y el territorio en la construcción de

identidad barrial………………………………………………………………………...127

4.1.2 Análisis de la segunda fase: Las prácticas organizativas y la acción colectiva…133

4.1.3 Análisis de la tercera fase: El Legado: Alimentar la experiencia y la memoria…135

CONCLUSIONES………………………………………….………………………………...…136

BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………..………….138

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS…………………………………………………..………145

ANEXOS…………………………………………………………………………………….…..145

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Introducción

Este trabajo plantea la necesidad de reconstruir la memoria social del barrio Villa Javier

en la década de los setenta en relación a las experiencias organizativas que se desarrollaron bajo

la influencia de la Teología de la Liberación y animada por un grupo de hombres inspirados por

la propuesta pastoral del Padre Camilo Torres Restrepo la cual se enmarca en la solidaridad con

los desfavorecidos, el servicio a la clase popular y que apoyados en ideales comunitarios llevaran

a que los sujetos se unifiquen, se organicen y decidan sobre su realidad.

Este documento expresa los análisis de los testimonios, narraciones y relatos de sujetos

que tuvieron una experiencia valiosa de lucha y de apoyo a la organización barrial durante los

años 70 en Villa Javier y sus zonas aledañas en contra de los planes de desarrollo urbanos tales

como el PIDUZOB (Programa Integral de Desarrollo Urbano de la Zona Oriente de Bogotá),con

el cual pretendían desalojar y desplazar a muchos de los habitantes de la zona suroriental de la

ciudad por la necesidad de ejecutar estos planes. Este hecho produjo un proceso de identidad con

el espacio, de organización y movilización barrial. En este sentido el cuestionamiento que guío la

investigación se enfocó en responder la pregunta ¿Cuál fue la experiencia organizativa barrial y

los procesos de acción colectiva en el barrio Villa Javier durante la década de los setenta en

relación a la defensa del territorio?

De esta forma las categorías de análisis en la que se ordena este trabajo son: la memoria

social, la acción colectiva, las organizaciones populares urbanas y la teología de la liberación; de

estas se derivan los objetivos que orientan esta investigación. Los fundamentos metodológicos y

el itinerario investigativo se relacionan con la utilización de la historia oral y las historias de vida

y sus narrativas, que llevaron a las reflexiones y análisis del proceso de reconstrucción de la

memoria, que contempla los testimonios de los protagonistas de las luchas barriales en Villa

Javier en los años setenta.

El trabajo se compone de cuatro capítulos en donde se evidencia la exposición de las

principales categorías que se desarrollaron y la metodología, el marco histórico del barrio Villa

Javier en la década de los setenta y el análisis de las fuentes orales. La creación de la propuesta

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pedagógica se articula con la experiencia educativa desarrollada en el barrio Los Alpes en

Ciudad Bolívar y las reflexiones que se generaron a partir de la experiencia.

En el primer capítulo se exponen las principales categorías que se desarrollaron y los

planteamientos generales del proyecto en su aspecto metodológico que se utilizaron en la

investigación con el propósito de resaltar estas metodologías en la reconstrucción de la memoria

social.

El segundo capítulo corresponde al análisis histórico en el cual se inscribe el periodo de

estudio: la década de los años setenta en Bogotá, relacionado exclusivamente con los proyectos

urbanos, las políticas públicas, las luchas populares y las acciones colectivas en el suroriente de

Bogotá y de forma específica en Villa Javier, además del análisis de las entrevistas realizadas

con base a las historias de vida de los protagonistas y las conclusiones del proceso de

reconstrucción de la memoria.

En el tercer capítulo se plantea una propuesta pedagógica que se realizó en Ciudad

Bolívar con la comunidad del barrio los Alpes y los resultados de la experiencia pedagógica.

Finalmente se hace referencia a las reflexiones suscitadas en el desarrollo de la propuesta

pedagógica acerca de los tres aspectos centrales: acción colectiva, memoria social y teología de

la liberación y el legado de la propuesta Camilista en la organización barrial hoy.

En resumen esta experiencia investigativa consideró los trabajos de la memoria como

importantes en la conformación de la identidad barrial y como prerrogativa de las condiciones

por las cuales las comunidades defienden su territorio, bajo esta razón la propuesta pedagógica se

enfocó en situar la importancia de rescatar la memoria social y reubicarla en el lugar que merece

en los barrios populares de la ciudad como los Alpes, el cual ha vivido procesos históricos de

luchas por la defensa del territorio e iniciativas organizativas que merecen ser reconstruidos a

través de los trabajos de la memoria.

Por otro lado es importante resaltar el pensamiento de Camilo Torres Restrepo en los

procesos de formación política de la organización barrial, porque su proyecto estaba encaminado

a que las comunidades se organizaran con base a la solución de las problemáticas que surgieron

del abandono y la exclusión por parte del Estado, lo cual implicaba en primer lugar reconocer la

situación en la cual está inmersa la comunidad y en segundo lugar proponer alternativas reales

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frente a su situación; en este sentido la propuesta pedagógica intenta ser un articulador de la

necesidad de los trabajos de memoria, las luchas barriales por el derecho a la ciudad, la

influencia de la Teología de la Liberación y la propuesta Camilista para los barrios populares que

padecen escenarios de marginalidad como los barrios alrededor de Villa Javier durante los años

setenta y como lo son hoy los barrios periféricos en ciudad Bolívar como Los Alpes.

Capítulo 1. ASPECTOS TEÓRICOS Y METODOLÓGICOS DEL PROBLEMA

DE INVESTIGACIÓN.

Aspectos Generales del problema social.

La actual situación que se está presentando en el contexto nacional, referente al escenario

de las discusiones políticas y los debates para poner fin al conflicto armado, político y social que

ha perdurado durante más de medio siglo, así como el debate social que ahonda en la necesaria

búsqueda de una reconciliación nacional, promueve desde el ámbito investigativo y docente en el

campo de las ciencias sociales, el reconocimiento de todas aquellas condiciones y necesidades

que puedan proponer vías de análisis para comprender el conflicto, hallar y analizar críticamente

los sucesos, hechos y experiencias que han marcado la historia reciente, para encontrar nuevas

estrategias para investigar y enseñar el fenómeno del conflicto con una carácter siempre critico;

de análisis y de comprensión.

En esta medida los trabajos de reconstrucción de la memoria social sobre los fenómenos

generados por el conflicto social, son una herramienta posible para conocer las experiencias de

grupos, comunidades y colectivos que se han visto incluidos de forma directa o indirecta en el

conflicto. Es un trabajo que pretende reconstruir de manera participativa y reflexiva aquellas

memorias ¨disidentes¨ que escapan del olvido y de las memorias hegemónicas que intentan

encausarlas por otros caminos, esas memorias ¨disidentes¨ tal como lo expresan Gnecco y

Zambrano (2002):

Encarnadas en las voces, narraciones, textos, imágenes, objetos y acciones engendradas

en los espacios de confluencia y confrontación, dominación y subordinación, de luchas e

hibridaciones entre agrupaciones inter e intra-societales diversas y dispares: colonizadores y

colonizados, indígenas y Estado, indígenas y arqueólogos, comunidades afrocolombianas,

indígenas y colonos, obreros y misioneros, clases populares y élites modernizadoras, urbanas y

rurales, grupos insurgentes y estado, y hombres y mujeres (p.5).

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De igual forma, se hace necesario e imprescindible, realizar un aporte académico que

permita la reconstrucción de unas memorias de los que no tuvieron ¨voz y voto¨ en la historia

oficial, de los que fueron víctimas en este largo trasegar histórico de violencia, ocultamiento y

olvido selectivo. En tanto, el compromiso reside en hallar, comprender y mostrar con un análisis

de los hechos sociales, las circunstancias vividas por las comunidades en el marco de los

procesos históricos del conflicto armado. En este sentido la pretensión es profundizar en las

voces, las narraciones y los testimonios ocultados, las luchas contra-hegemónicas y las apuestas

activas que emergen como solución a los olvidos y a la amnesia colectiva generadas por la

insensatez de los dueños de la memoria oficial o de la historia hegemónica, que coadyuvan al

ocultamiento de otras voces y otros testimonios subalternos.

Bajo estas motivaciones nace el sentido de la investigación y con un objetivo que trató de

ser dinámico, el cual se basó en la exploración de campos y momentos de la memoria que no

fueron visualizados por la historia, sacando de las ruinas del olvido la importancia y la relevancia

del acontecimiento y su significado para el colectivo.

Para esta labor se hace necesario retomar y acoplar las nociones planteadas por Walter

Benjamín, en la idea de revalorar el tiempo histórico, comprendiendo que este tiempo está

pensado en el modelo del progreso el cual se ha encargado de mostrar las memorias a juicio de

los vencidos e interpelando que la historia avanza acumulando solo logros y conquistas, y que el

futuro es mejor que todo lo de ayer (Benjamin, 1999).

Por otro lado para ser sujetos activos y participativos que convergen con las

comunidades que quieren reivindicar su lugar en las historias colectivas, se hace necesario ¨pasar

por la historia el cepillo a contrapelo buscando en esta una nueva interpretación de lo histórico,

superar los lugares comunes o repetidos que obnubilan la historia, son las claves para la

comprensión de la realidad¨ (Ospina , 2011, p. 3). De alguna forma es ir a contracorriente de la

historia oficial de la clase dominante, sus categorías de análisis, es llegar a ¨deslegitimar la

continuidad siempre positiva, ascendiente, gloriosa de la historia de los dominadores¨ (Benjamin,

1999, p. 67), además de simplista del acontecimiento y del tiempo.

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Esta investigación sin pretensión de hacer historia se planteó con el propósito de dar

algunas puntadas para preservar la memoria de los sujetos en su espacio, -el barrio popular-

entendido como un escenario para la activación de la memoria de los sujetos en el cual

convergen pensamientos, ideologías, resistencias y alternativas. De esta forma se buscó explorar

en clave del compromiso pedagógico y político; en reconstruir unas memorias que están entre la

luz y la oscuridad, y que resultan primordiales para comprender los procesos de luchas barriales

que se desarrollaron durante los años setenta en la zona suroriental de Bogotá.

En este sentido hablar sobre la reconstrucción de la memoria de los procesos barriales

implica considerar la vinculación del espacio como clave de la reconstrucción. Asimismo se debe

comprender que la memoria de un espacio se hace visible cuando se articula con la memoria

colectiva y expresan cambios que se fueron operando a partir de prácticas sociales en un

territorio determinado.

Inicialmente Silvana Fabri (2010) en su reflexión sobre los lugares de la memoria y los

emplazamientos de la memoria como marcas territoriales, asume que los barrios son espacios de

memoria donde se articulan prácticas cotidianas y se re-significan los lugares, imprimiéndole una

carga simbólica dada por la definición que los sujetos sociales han podido efectuar. Además

señala que ¨pensar en la territorialización de la memoria sería un intento de poner en discusión

los conceptos de construcción socio-espacial y construcción de la memoria” (p. 8).

De esta forma los barrios son lugares que guardan memorias como productos sociales con

fuertes contenidos culturales y políticos, y es allí cuando la memoria barrial se materializa

otorgando cierta especificidad al lugar (Fabri, 2010) y (Nora,1988), en este sentido “los lugares

de memoria podrán entenderse como los sitios que condensan significaciones de una realidad

histórica y simbólica que no solo se simplifican a monumentos o acontecimientos memorables,

pero si entendidos como productos sociales” (Fabri,2010, p.104). De esta manera los significados

de los sujetos con el espacio barrial se entretejen con la cotidianidad y le imprimen al lugar

simbólico lo ¨vivido y lo percibido¨, además permite una constante reconstrucción de

experiencias. En esta medida es necesario recuperar un espacio para la memoria como el barrio y

sus lugares comunes, y para esto es preciso apoyarse en la reconstrucción de historias de vida de

los sujetos que vivieron determinadas experiencias.

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El caso del barrio Villa Javier ubicado en el suroriente de la ciudad de Bogotá, ha sido un

espacio donde se han efectuado fenómenos de perdida de la memoria o de ocultamiento de las

experiencias que por fuerza opresiva se han materializado.

Hay dos razones que pueden justificar la perdida de la memoria sobre la experiencia

organizativa barrial, la primera se relaciona con el marco conmemorativo del centenario de

fundación del barrio Villa Javier en el año 2013, que aunque se celebró y se trajo a la luz la

historia del barrio durante sus años de creación y/o de construcción y se le otorgó al barrio el

título de patrimonio cultural a nivel distrital y de memoria intangible de la ciudad, se

evidenciaron los vacíos existentes en la memoria social del barrio especialmente desde los años

setenta hasta el presente.

Una segunda razón que justifica el interés por conocer e intentar reconstruir la memoria

social del barrio Villa Javier está relacionada con la conclusa investigación histórica de Alberto

Saldarriaga y Rocío Londoño en 1994 titulada: La Ciudad de Dios en Bogotá. Barrio Villa

Javier, la cual se centra en estudiar un periodo determinado de la historia barrial, fijándose en

reseñar los acontecimientos históricos desde la llegada y fundación del barrio por el padre jesuita

José María Campoamor (1913-1946) hasta la muerte del padre de la compañía de Jesús José

María Posada en 1972 quien lo remplazaría hacia 1946 después de su fallecimiento.

Esta investigación tuvo como objetivo principal reseñar históricamente el papel

desempeñado por la iglesia católica colombiana y la labor social liderada por los sacerdotes con

los obreros del suroriente de la ciudad cuyas principales acciones se evidenciaron en la

organización del Círculo de Obreros, en la construcción del barrio Villa Javier, además de grupos

de trabajo comunitario como las Marías – grupo de mujeres obreras.

La investigación además deja ver claramente signos que demuestran que a partir de los

años setenta no hay una memoria escrita del barrio, dejando de lado importantes acontecimientos

que influían la forma de vida religiosa y social del barrio. Especialmente los cambios que

disponían una nueva relación de Estado, la Iglesia Católica y la sociedad como lo fue el nuevo

modelo teológico de cristiandad basados en el llamamiento ecuménico del Concilio Vaticano II y

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de los resultados episcopales del encuentro de la CELAM en 1968 celebrado en Medellín

(Calderón, 2002).

De forma que se empezó a desarrollar una tendencia en América Latina que buscaba la

restauración de la labor pastoral en pro de una iglesia popular para los pobres, inspirada en una

nueva explicación teológica y sociológica del hecho religioso denominada Teología de la

Liberación que como lo señala Mario Calderón en su tesis de grado Conflictos en el Catolicismo

Colombiano (2004) impulsó la conformación de grupos religiosos, sacerdotes y laicos en las

parroquias como la de Villa Javier a comienzos de los setenta, influyendo dichos grupos en los

organismos oficiales católicos con nuevas prácticas pastorales las cuales contenían un alto

sentido político y de compromiso social, acciones que generarían conflictos con la jerarquía

eclesial.

De igual forma estas transformaciones internas de la Iglesia se desarrollaron a la par de

nuevas situaciones políticas, demográficas y culturales que configuraron la realidad social del

país. Situaciones históricas como el Frente Nacional (1958-1974) implicaron un cambio

importante para la vida política del país, que transformó las pugnas bipartidistas por el poder en

una especie de hegemonía compartida , lo cual generó cambios entre la Iglesia católica y los

partidos (Calderón, 2002).

En esos años, la sociedad colombiana estaba experimentando transformaciones muy

profundas: la radicalización de sectores medios urbanos, la permanencia de profundos problemas

sociales en el campo y el fracaso del reformismo agrario, junto con una creciente migración de

población rural a las ciudades que desbordaba la capacidad de ella para proporcionar adecuados

servicios públicos y la capacidad de la industria y el comercio para absorber la excesiva mano de

obra que inundaba a las grandes ciudades, confluyeron para producir una explosiva situación

social. En ese contexto, surgen los cinturones de miseria y la informalización de la economía en

las grandes ciudades, mientras que en las zonas rurales periféricas aparecen movimientos

guerrilleros de corte más radical, influenciados por la ideología Marxista-leninista de los

movimientos políticos de la izquierda de esos años: el ELN, el EPL y las FARC. Además, en ese

contexto de agitación social se produce una intensa movilización de protesta social al margen del

bipartidismo, que mostraba ya los inicios del debilitamiento progresivo del monopolio que el

bipartidismo tradicional había ejercido sobre la vida política del país (Jaramillo, 2012, p.178).

En este complejo contexto histórico nacional, la comunidad de Villa Javier no fue ajena a

esas nuevas dinámicas sociales y políticas. Durante estos años se profundizó el conflicto urbano

y se incrementaron las acciones colectivas y/o procesos organizativos activados por las

iniciativas de grupos de izquierda y eclesiales que llegaron a los barrios marginales a hacer

labores de concientización social y política con base en la educación popular.

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15

En el trascurrir de estos años se profundizó el conflicto urbano y se incrementaron por

hecho las acciones colectivas y/o los procesos organizativos activados por las iniciativas de

grupos de izquierda y eclesiales que llegaron a los barrios marginales a hacer labores de

concientización social y política con base en la educación popular.

Situaciones como la recepción de la población migrante rural, el engrosamiento de los

cinturones de miseria en el suroriente y la renovación en el pensamiento político y social de la

iglesia marcaron el punto de partida para el desarrollo de procesos organizativos barriales

expresados en la defensa de los territorios.

En el estudio del profesor Alfonso Torres (1999). Barrios Populares e Identidades

Colectivas, se expone que para la década del setenta, no sólo habían nacido nuevos barrios, sino

que los surgidos en las anteriores décadas se habían consolidado, aumentado su densidad

poblacional y estrechado su relación con el tejido urbano mayor.

Estas nuevas circunstancias, dieron lugar a nuevos actores (escolares, jóvenes, madres de

familia, inquilinos, tenderos) y a nuevas demandas: parques, canchas deportivas, sala cunas,

escuelas, vías, transporte, etc. en una convulsionada coyuntura política donde la irrupción de

nuevos grupos de izquierda, la agitación universitaria, la politización del magisterio y de algunos

sectores de la iglesia, llevó a muchos activistas (partidarios o no) a hacer presencia en los barrios.

La lucha contra la Avenida de los Cerros (1971-1974), los paros zonales por transporte y el Paro

Cívico de 1977 ejemplarizan esta nueva experiencia de protesta social desde los barrios¨. Afirma

además que ¨muchos de los barrios especialmente ubicados en el sur oriente fueron también ¨los

escenarios privilegiados de la aparición de nuevas formas de organización barrial y de estrategias

inéditas para presionar sus demandas¨. (Torres, 1999, p. 9)

Asimismo Torres argumenta como las luchas por la vivienda fueron las principales

reivindicaciones sociales de los habitantes de la ciudad hacia los años 70, estas luchas estuvieron

relacionadas con invasiones de tierras que se expresan como accesos no negociados a los

derechos de hábitat, y asume que estos fenómenos urbanos han generado importantes cambios

morfológicos en el sur-oriente de Bogotá, asimismo esta alternativa, necesariamente tuvo que ver

con la presión popular de los años 60 y 70, no solo desde la urbanización informal, sino también,

desde organizaciones políticas que tomaron como bandera la lucha por un techo, por ejemplo, la

Central Nacional Provivienda – Cenaprov- y el barrio Policarpa Salavarrieta en pleno centro de

Bogotá, es quizás uno de los casos más emblemáticos de las luchas barriales organizadas y

evidencia el creciente problema del déficit de vivienda para los más pobres. (Carvajalino, 2011)

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16

De esta forma con los primeros acercamientos a los recursos bibliográficos y fuentes

testimoniales sobre el tema, se evidencia que durante la década de los 70 se manifestaron unos

embrionarios aires de organización en todo el suroriente e igualmente en el caso del barrio Villa

Javier se generaron los primeros conflictos con la institución eclesial frente a la implementación

de algunos religiosos de una idea de iglesia popular que estuviera pensada en las necesidades de

los más pobres. De forma tal que con la llegada de estas nuevas tendencias organizativas y la

incidencia de varios religiosos comprometidos con el trabajo pastoral en las comunidades, se

apoyó abiertamente y otras no, las iniciativas nacidas desde las necesidades de la comunidad y

dinamizaron las propuestas organizativas barriales. (Calderón, 2002).

Alfonso Torres señala que en algunos barrios el trabajo pastoral de comunidades

religiosas desembocó en la creación de numerosos Grupos Juveniles e iniciativas de

Comunidades Eclesiales de Base comprometidas con acciones de promoción comunitaria y

educación popular. “Estas nuevas experiencias asociativas favorecieron la organización de base,

la educación de sus miembros y ampliaron las formas de gestionar sus necesidades y demandas”

(Torres, 2007, p. 41).

Bajo estas premisas, es importante la valorización de la experiencia comunal en Villa

Javier, a raíz del papel desempeñado por una teología pastoral que se la jugó con un compromiso

cristiano por la comunidad y la conformación barrial en el suroriente de Bogotá. En este sentido

es relevante destacar el papel jugado por aquellos sujetos que se identificaban con los postulados

de la Teología de la Liberación y de Camilo Torres Restrepo, que encaminaron su vida por

defender a los excluidos de las zonas periféricas de la ciudad.

Ubicar en ese vacío histórico las actividades cristianas inspiradas en torno a la justicia

social y enmarcadas en un elemento inspirador: la opción por los pobres en las ciudades, es una

labor que necesita mucho de nuestro compromiso pedagógico e investigativo, pretendiendo que

este análisis halle su lugar en la historia de los procesos barriales y sirva como incentivo para

promover la memoria colectiva de los barrios populares de Bogotá.

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17

EL PORQUÉ DE LA MEMORIA SOCIAL EN LOS TRABAJOS DE

RECONSTRUCCIÓN DE MEMORIAS EN COLOMBIA.

En el actual escenario para poner fin al conflicto armado, social y político, y construir una

posibilidad de paz en Colombia, la memoria social se ha convertido en un tema necesario,

transversal y decisivo en estas disyuntivas, y se relaciona principalmente con los empeños por

esclarecer la verdad sobre los sucesos desarrollados durante el conflicto y como punto inicial

para llegar a la reconciliación nacional, el perdón y la justicia. Revelar lo que ha ocurrido en

nuestro pasado es determinante para este proceso.

A raíz de esto, nace la necesidad de los trabajos sobre la memoria, la cual radica en que

estos han de posibilitar que las víctimas sean reconocidas y hablen desde sus vivencias sobre el

apremio y urgencia que significa poner fin a este cruento conflicto. En últimas, los trabajos sobre

la memoria buscan aportar a esa deuda histórica que aún se tiene con quienes vivenciaron

directamente todas las modalidades de violencia, y se expresan en la misma exigencia por la

verdad y la reparación integral.

Al respecto, el Estado colombiano ha entendido y aceptado en medida estas apelaciones,

no solo por su acción de buena voluntad, sino a causa de las múltiples demandas tramitadas en

las comisiones de Derechos Humanos de la OEA y de la ONU por parte de las organizaciones de

víctimas. De forma tal que el Estado no solo se ha de encargar –en hecho de cumplimiento– por

responder a las demandas por resarcir los daños causados por acción u omisión durante el

conflicto, sino que también ha de facilitar que las victimas construyan espacios para resignificar

y visibilizar sus resistencias y sus luchas por la verdad.

En consecuencia se ha venido desarrollando una serie de políticas estatales, relacionadas

con la consolidación de una memoria histórica oficializada que se ha materializado con la

creación de diversos centros especializados de pensamiento que han producido múltiples

informes sobre los hechos del conflicto como el informe Basta Ya! Colombia: Memorias de

guerra y dignidad (2013), elaborado por el Centro Nacional de Memoria Histórica, que

representa un esfuerzo académico e institucional importante que buscó develar las dimensiones

de la violencia en el país, pero que en definitiva trata de una verdad oficial con el obvio sesgo

Page 18: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

18

institucional, que evita entrar en “honduras incomodas” que podrían conducir al lector a

reconocer la existencia de una marcada violencia institucional (Ramírez, 2013).

En la actualidad hay un boom enfocado en realizar actos conmemorativos de la memoria,

y que en la mayoría de los casos se han desarrollado por los centros especializados y por las

comisiones de esclarecimiento de la verdad, y aunque las víctimas participan en estos procesos

de reconstrucción, es el Estado quien marca los lineamientos de acción para la recuperación de

las memorias, esto evidencia que la memoria hegemónica se mantiene aunque participen los

excluidos de la historia, lo cual ha dado paso a las preocupaciones que se tienen por la

administración del pasado en el país (Rodríguez, 2010).

Este auge por la memoria ha propiciado la creación de lugares para el recuerdo de las

víctimas como los son: los museos, monumentos, parques, muros, entre otros. Por ejemplo un

lugar de la memoria es el parque monumento que rinde homenaje a las víctimas de Trujillo-Valle

a orillas del rio Cauca, el cual fue construido a raíz de un fallo de la Corte Interamericana de

Derechos Humanos que condena al Estado Colombiano por la masacre más prolongada hasta ese

momento en el país, 300 víctimas directas y desapariciones forzadas durante cinco años. En ese

parque se dignifica a los seres queridos, especialmente a los desaparecidos y se vuelve un lugar

en dónde las victimas dirigen el dolor y los recuerdos, es un espacio de dignificación, de

encuentro y de resistencia contra el olvido, es el sitio donde se denuncian los dolores, los sueños

y utopías de un territorio que aspira a la paz.

Estos lugares de memoria se han convertido en la materialización de los impulsos por no

olvidar; parques de la paz en nombre de las víctimas, muros con inscripciones de los

desaparecidos y hasta centros educativos se exhiben en muchas ciudades como los lugares

habituales con que se recuerdan a las víctimas del conflicto.

En esta medida la institucionalidad y algunas organizaciones sociales se han puesto en la

tarea de hacer de estos lugares para la memoria, espacios que den sentido y re-signifiquen el

pasado desde las experiencias cotidianas de los sujetos, buscando crear redes y tramas sociales

de mutuos recuerdos que ayuden a reconfigurar las mismas experiencias históricas y den paso

Page 19: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

19

para la conformación de identidades a partir del sentimiento de continuidad que se vuelve

residual en los lugares (Nora, 1984).

Por otro lado, muchos de los trabajos de memoria se inscriben en el discurso de la

necesidad de la memoria en términos de garantía de no repetición, es decir que a partir de la

recopilación de los relatos, memorias y olvidos se llegue a romper la línea de la impunidad en

consonancia con la búsqueda de la justicia. Esto significa que bajo este imperativo, se debe

garantizar a las víctimas las condiciones necesarias para poder expresarse.

La necesidad de recopilar estos relatos debe desafiar la capacidad de lo narrado o lo

omitido, en tanto que se debe prever que “lo que está en juego no es solo la dificultad de expresar

lo vivido y lo sentido, sino el miedo a que “eso” pueda repetirse” (CNRR, 2009, p. 17). De esta

forma hay una estrecha relación de la memoria con la noción de verdad, que posibilita de

antemano a la memoria misma la función de garante de no repetición, un hecho que es de

reconocer. Asimismo hay una relación evidente entre la memoria y las víctimas que se articula

en las reivindicaciones y las subsistencias de los recuerdos que conlleva a demandar la necesidad

de la reconstrucción de la memoria bajo el empoderamiento de las víctimas del conflicto, la cual

se convierta en un instrumento para reclamar los derechos y la oportunidad de hacerse visibles

como sujetos políticos.

Este hecho suscita enfrentarse con sus propios recursos, medios y estrategias a los

discursos hegemónicos de la memoria histórica oficializada y demuestra que las memorias

desclasificadas y disidentes están en permanente disputa por la resignificación y por establecer

“los sentidos que el pasado tuvo para sus protagonistas y, al mismo tiempo, descubrir los

sentidos que esa memoria puede tener para el presente” (Madrigal y Sánchez, 2012, p. 16) como

lo es el esclarecimiento de la verdad y la no repetición. Cabe señalar que “según cómo se acople

la memoria del pasado a los desafíos del presente, se estará construyendo un relato que puede ser

resistente o funcional al poder” (Calveiro, 2006, p. 379).

En cierto modo las disputas de la reconstrucción de la memoria, se presentan como una

constante resistencia al olvido y una lucha contra la reducción de la memoria social al rumor, así

como en disputa.

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20

Análisis categóricos de la memoria, la acción colectiva organizaciones populares

urbanas y la teología de la liberación.

Este apartado contiene elementos teóricos de las cuatro categorías básicas en la que se

guio este trabajo de investigación: Memoria Social, Acción colectiva y las Organizaciones

Populares Urbanas, además se tomó el movimiento de la Teología de la liberación como

categoría de análisis, asimismo se expone la pertinencia de la utilización de los componentes

metodológicos de la historia oral y las historias de vida y los testimonios propios en el proceso

de investigación de la experiencia organizativa en Villa Javier durante los años setenta.

La memoria social.

Los estudios e investigaciones sobre la memoria no son nada nuevos en las Ciencias

Sociales, por el contrario ya tienen una tradición desarrollada. La memoria como objeto de

estudio fue atrayendo la atención creciente de disciplinas como la sociología, la historia y la

psicología social y hoy está situada como objeto de estudio y como categoría social de análisis y

abre, en verdad, la posibilidad de entender los distintos usos del pasado (Escalante y Carrillo

2014)

En Colombia, la memoria social ha tomado fuerza debido a la coyuntura histórica del

país, en el sentido de que la memoria está asociada al estudio y a las construcciones de nuevos

relatos de la historia del conflicto. Funciona a la vez como una herramienta y eje de comprensión

eficaz para develar las sombras de ese pasado tan complejo para la sociedad colombiana, al igual

que se ha transformado en un fundamento constitutivo de algunas comunidades, movimientos

sociales, grupos de víctimas, entre otros, las cuales han visto en esta, la oportunidad de

reivindicar sus luchas y sus identidades.

Desde este sentido, la memoria es un elemento constitutivo de la identidad y se define

como un fenómeno colectivo que se asienta en el presente y otorga identidad a los grupos

Page 21: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

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sociales (Halbwachs, 2004), en esta medida la memoria le tiene un gusto especifico al grupo

social que experimenta en su identidad un pasado en común.

Halbwachs (2004) en su obra Los trabajos de la memoria colectiva, concibe que no hay

memoria que no sea social y propone el debate en cuanto a la naturaleza social de la memoria

individual y una conciencia colectiva desprendida de ésta. Establece que hay un vínculo entre el

grupo y el recuerdo común que es el que mantiene unido al colectivo, es decir: no hay memoria

sin grupo y grupo sin memoria.

En Los marcos sociales de la memoria, Halbwachs (2004), reafirma esta idea y asume

que si bien la memoria es una condición individual e intransferible esta se ubica y se desarrolla

dentro de unos marcos sociales, en prácticas culturales, sociales, políticas de un contexto y grupo

social determinado.

Cabe resaltar que el pasado siempre se actualiza en el presente y es aquí donde la

memoria se vuelve dinámica y diferente a la historia, a este caso Pilar Calveiro (2016) afirma

que la diferencia entre la historia y la memoria.

No es tajante ni reside en la supuesta objetividad de la historia, siempre

imposible. Sin embargo, esta –historia-tiene la necesidad de construir a partir de

documentos y fuentes una versión que, aunque recoja distintas voces es, finalmente, una

construcción cuya estructura y cuya lógica son únicas y corresponden al historiador en su

diálogo con los hechos y con los procesos que estudia. En este sentido, ya sea como

historia del poder o de la resistencia procede principalmente bajo la modalidad del

archivo (p. 377).

La diferencia en este caso radica en que la memoria busca enriquecer la reconstrucción de

los hechos con distintos relatos que se escapan de la lógica de la fuente escrita y del archivo. A

esta disputa entre memoria e historia Halbwachs (1950) afirma que:

La memoria colectiva es un proceso social de reconstrucción del pasado vivido y

experimentado por un determinado grupo, comunidad o sociedad, diferenciándose de la historia

como crónica oficial, en que a ésta no le interesa si alguien experimentó los acontecimientos,

mientras que para la memoria sí. Mientras que la historia da testimonio de los cambios en la

sociedad, la memoria colectiva insiste en asegurar la permanencia del tiempo y la homogeneidad

de la vida, como en un intento por mostrar que el pasado permanece, que nada ha cambiado

dentro del grupo y, por ende, junto con el pasado, la identificación de ese grupo también

permanece, así como sus proyectos. (1950, p.65).

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De otro lado desentrañar los recuerdos de los colectivos y reconstruir la memoria es una

apuesta política reivindicativa que entra en constante lucha en una sociedad en crisis,

desarraigada, veloz y cambiante como la nuestra que se combina con “el temor al olvido” (Jelin,

2002). Además “la memoria tiene un papel altamente significativo, como mecanismo cultural

para fortalecer el sentido de pertenencia en comunidades oprimidas, silenciadas y discriminadas

(…) la referencia a un pasado común permite construir sentimientos de autovaloración y mayor

confianza en uno/a mismo/a y en el grupo” (Jelin, p.10).

Jelin plantea tres niveles para entender la presencia y el sentido del pasado, en el primero

plantea que se debe hacer un análisis a la memoria desde lo político, en el que se entienda que “la

memoria es un objeto de disputas, conflictos y luchas, lo cual apunta a prestar atención al rol

activo y productor de sentido de los participantes en esas luchas, enmarcados en relaciones de

poder”; el segundo el simbólico y personal, expresa que se debe entender “las memorias como

procesos subjetivos, anclados en experiencias y en marcas simbólicas y materiales”; y por último

expone que para analizar el sentido del pasado se debe “reconocer que existen cambios históricos

en el sentido del pasado, así como en el lugar asignado a las memorias en diferentes sociedades,

climas culturales, espacios de luchas políticas e ideológicas” (Jelin, 2002, pág. 4).

Indica además que es al mismo tiempo individual y colectiva, pero no pueden

comprenderse la una sin la otra y están ligadas a un conjunto de experiencias vitales que

confluyen en la producción de identidad y en última cumple una función social transtemporal de

defensa frente al desarraigo que prolifera en la sociedad contemporánea Jelin(2002). La memoria

es simultáneamente individual y social.

(…) ya que en la medida en que las palabras y la comunidad de discurso son

colectivas, la experiencia también lo es. Las vivencias individuales no se transforman en

experiencias con sentido sin la presencia de discursos culturales, y éstos son siempre

colectivos. A su vez, la experiencia y la memoria individuales no existen en sí, sino que

se manifiestan y se tornan colectivas en el acto de compartir (Jelin, 2002, p. 76).

Aunque la experiencia es vivida subjetivamente esta es culturalmente compartida cuando

se crean mecanismos o lazos sociales de reciprocidad.

Los aportes de Maurice Halbwachs sobre la memoria son retomados por Jelin en Los

trabajos de la memoria, la cual asienta en sus análisis que la memoria es un producto de lo

colectivo y social, y que los recuerdos transitan en la memoria mientras un grupo social lo

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reclama, además asume desde las propuestas de Nora (1984) que los recuerdos tienen una

vinculación con el lugar o el espacio y por tanto es una producción social que es situada.

Por último, es adecuado incorporar en la investigación, la idea de que la memoria es un

espacio de lucha política que dota a grupos sociales excluidos y minoritarios de herramientas

para luchar contra los olvidos colectivos impuestos hegemónicamente. Por igual es necesario

considerar el trabajo de reconstrucción de la memoria en consonancia con los deseos y

aspiraciones por hacer frente a la aceleración de la vida contemporánea y la angustia que genera

la posibilidad del olvido ya que su presencia amenaza la identidad (Jelin, 2002). Además debe

ser un acto de resistencia y una decisión consiente por no olvidar.

Hasta este punto se han señalado las reflexiones teóricas sobre los dilemas de la memoria,

a partir de ello se va a definir teóricamente la apuesta por la memoria social como mecanismo

para la recuperación de las experiencias organizativas en el sur oriente de Bogotá durante los

años setentas.

La memoria social se construye a partir de las experiencias vividas por grupos sociales en

contraste de la memoria histórica que efectúa un registro textual producido desde el poder. En

este caso la memoria social “se articula con la oralidad, la pluralidad y la sociedad civil, la

memoria histórica con la textualidad, la unicidad y el Estado” (Lifschitz, 2012, p. 3)

Según Halbwachs (2004) la memoria social crea vínculos sociales al mismo tiempo que

establece diferentes puntos de vista sobre el pasado. La memoria es ante todo una condición

natural y social que fortalece el reconocimiento entre el sujeto y el colectivo, y social porque es

una reconstructora de las realidades y de los procesos sociales del pasado del colectivo, además

dotan a los sujetos del colectivo de una identidad, algo que los une. Eso hace que la memoria sea

social en el sentido compartido del pasado, de igual manera la constitución misma de la memoria

social está ligada a pretensiones de autoreconocerse en el pasado y ser partícipes en el presente,

ya que “encarna un proyecto social frustrado, que fue víctima del olvido, pero que aún puede

existir como posibilidad en el presente, porque puede ser recordado” (Rodríguez, 2010, p. 12).

Por otra parte la memoria social es una herramienta para releer o escribir las relaciones

entre el pasado y el presente en función de las acciones colectivas de los sujetos. En síntesis la

memoria social.

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Se reconoce como la producción y repertorio de recuerdos, narraciones, representaciones

e imaginarios que un grupo social dispone sobre su pasado, en torno a los cuales alimenta su

sentido de pertenencia, despliega sus acciones y relaciones cotidianas, y configura lo porvenir.

Como productora de sentido, de experiencia y de pertenencia social, la memoria guarda una

relación de mutua confluencia con la cultura y con la identidad; las nutre a la vez que es

actualizada por ellas. El conjunto de representaciones, símbolos, creencias y saberes que

configuran la cultura es el resultado, entre otros factores, de la experiencia histórica compartida y

de las estrategias que se hayan desplegado para recuperarla y transmitirla. Por eso la memoria no

dice tanto sobre los acontecimientos pasados como sí del significado que tuvo para sus

protagonistas y del sentido y la utilidad que le otorgan los sujetos en el presente y en la

construcción de futuros viables (Rodríguez y Mendoza, 2006, p.15).

Estas reflexiones se refuerzan con la idea de que la memoria es social, cuando los sujetos

se reconocen en el contexto cultural y en el ámbito de las identidades. En este sentido la memoria

social es un tipo de narrativa que se produce en grupos, ya que contiene en sí, la oralidad, las

interacciones grupales y un permanente desplazamiento (Lifschitz, 2012).

En efecto la memoria social se basa en la toma de los significados proporcionados por los

grupos, porque además de centrarse en los hechos que han de generar grados de pertenencia

grupal, esta se orienta a los elementos que sobresalen de los significados que le da cada persona.

En resumen la fundamentación conceptual de la memoria social en la presente

investigación, se tomó como la principal elemento para permitir visualizar los tejidos sociales

que mediados por la oralidad se articulan para dar significados a los hechos del pasado, de forma

que para lograr este finalidad se hizo necesario retomar herramientas metodológicas como las

historias orales y las historias en su carácter narrativo para hallar esta necesidad, la cual

involucró pensar sobre “los conjuntos de recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y

gestos, en un juego de saberes pero también de emociones, en los cuales también hay huecos y

fracturas” (Jelin, 2002, p. 87).

La reconstrucción de la memoria social de los procesos organizativos barriales de los

años 70s en el barrio Villa Javier, los cuales han estado en un proceso continuo de ocultamiento,

silenciados y dejados en las sombras de la historia, es una labor necesaria para comprender los

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sentidos de una experiencia que marcó la identidad y la vida de un colectivo. La memoria social

es el principal marco de análisis donde se asienta la comprensión de los procesos organizativos,

luchas y resistencias adelantados por algunos sujetos en Villa Javier.

Un análisis desde la Acción Colectiva.

Para poder desarrollar los objetivos del trabajo de investigación, sobre la reconstrucción

de la memoria social de los procesos organizativos en Villa Javier durante los años setenta, se

tomó como segundo categoría de análisis la acción colectiva, con el ánimo de que esta ayudara

comprender los procesos colectivos y organizativos, los cuales se fueron consolidando a través

de una identidad de lucha y concientización sobre la defensa del territorio. Estas acciones se

configuran en relación al conflicto que se establece con un adversario, en este caso, representado

por el Estado y por las demandas expresadas en la “protesta social” (Oslender, 2008).

Estas acciones colectivas en el transcurso de la historia reciente del país han estado

marcadas por los impulsos de una sociedad civil que hace resistencia a la violencia, al atropello,

al olvido por parte del Estado y a los mismos avances del capitalismo salvaje en la ciudad como

es el caso a investigar. Este tipo de iniciativas colectivas surgen de la inconformidad de los

ciudadanos por la situación social en la cual están inmersos. Se materializan en demandas para el

acceso a la vivienda, a mejoras de los servicios públicos básicos, transporte y a la adecuación de

la infraestructura vial, entre otras, aspectos que han limitado el disfrute del derecho a la ciudad

de una población urbana que está inmersa en las dinámicas del conflicto armado.

Esta población comienza a expresar su malestar social adelantando acciones que se

manifiestan en protestas, marchas, levantamientos, disturbios, bloqueos, los cuales se encuentran

inmersos en acciones organizativas, que son en últimas procesos populares y participativos que

apostaron por superar la exclusión del Estado (Archila, 2003).

La acción colectiva es en realidad una toma de conciencia política que pretende la

democratización de los derechos que beneficien al grupo.

Es un proceso de coordinación de interacciones con miras a intereses comunes, a

través de la movilización organizada de recursos y habilidades estratégicas, y por medio

de la organización se constituyen, articulan, restringen y orientan las acciones e intereses

generales. El resultado no es simplemente una coordinación de interacciones sociales sino

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además una resignificación de las interacciones sociales cotidianas y, con ello la

redistribución de poder, recursos, y oportunidades entre los actores sociales involucrados

percibiendo y definiendo de nuevas maneras los contextos de conflictos, identidades y

motivaciones particulares (Estrada, 2006, p.113).

La acción colectiva es un conjunto de prácticas que están materializadas con base a una

organización que busca la modificación de las condiciones de existencia de las personas, nacen

de las resistencias y de la toma de conciencia de los excluidos del sistema, el cual restringe los

derechos sociales, impone pautas y aplica a los más desprotegidos nuevas formas de explotación

que someten a los colectivos a la miseria. En relación a esto se desarrollara un análisis categorial

sobre la categoría de organización popular urbana en el caso de la propuesta investigativa como

concepto desprendido de la acción colectiva en las ciudades.

La acción colectiva: Organización popular urbana como categoría de análisis.

La acción colectiva lleva en su carácter varios elementos, entre estas está la organización,

que parte de los intereses comunes de los sujetos y funciona como elementos que promueven la

participación, en términos de pertenencia de las bases sociales (Torres Carrillo, 1999).

Por otro lado la acción colectiva se configura en prácticas de resistencia la cual moldea

las actividades de lucha y confrontación popular.

En esta medida, la realidad social de exclusión que ha emergido en nuestra América

Latina desde el siglo pasado, determinó que los sujetos transitaran a procesos organizativos que

lograran articular y catalizar todo el descontento social y de hecho todo el catalizador de los

procesos de cambio fue la organización comunitaria de base, articulada en estructuras locales,

regionales, nacionales e internacionales (Granbois, 2015).

De esta forma, con la llegada de las nuevas dinámicas de acumulación del capital a

nuestro continente y aplicada casi exclusivamente a las ciudades con la especulación

inmobiliaria, proyectos para el desarrollo urbano, descentralidades productivas y comerciales,

aplicación de los modelos de dependencia y desarrollo entre otros, fueron ejerciendo presión

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sobre los territorios populares los cuales ya padecían problemas tales como marginalidad, déficit

en la distribución poblaciones entre otros.

Esta situacion produjo nuevas formas de pensar políticamente la ciudad por parte de los

excluidos. Las organizaciones populares empezaron a tomar conciencia sobre el rol que debían

desempeñar frente a las nuevas dinámicas urbanas que se estaban presentando de forma que:

En la práctica histórica latinoamericana de las últimas décadas vemos, con prístina

claridad, que el sector popular más dinámico en lucha por el cambio social son los excluidos, los

humildes organizados del campo y la ciudad. Las fisuras más emblemáticas del periodo neoliberal

no se dieron entre patrones y obreros sino a partir de la resistencia de los excluidos que tienen su

propia forma de conciencia y resistencia (Granbois, 2015, p. 5).

Para este análisis categórico es pertinente retomar los aportes del profesor Alfonso

Torres, los cuales permiten establecer los alcances que tienen las acciones colectivas, los

procesos organizativos barriales y la construcción de la identidad en la reconstrucción de la

memoria social barrial y el medio que puede explicar el desarrollo de las experiencias

organizativas barriales en Bogotá. A esto, menciona Torres (2006) que Bogotá:

Ha sido escenario de la emergencia de múltiples experiencias asociativas protagonizadas

por los pobladores y pobladoras populares; enfrentados a precarias condiciones, se asocian para

ganar mayor capacidad de solución a sus necesidades, de interlocución con el Estado y de

impulso de iniciativas propias. A lo largo del siglo XX, pero en especial a partir de la década de

los años cincuenta, las formas de asociación más generalizadas fueron las Juntas de Acción

Comunal (…) Sus líderes se convirtieron en pragmáticos mediadores entre necesidades colectivas

y recursos del Estado, a la vez que reprodujeron los modelos de acción caudillistas y

monopolizaron la representación de los habitantes de los barrios frente a las autoridades. Desde

mediados de los años setenta, surgieron asociaciones impulsadas por activistas provenientes del

mundo eclesial, cultural y universitario de izquierda, y por nuevos actores sociales de los barrios -

como las mujeres y los jóvenes-, que no se sentían representados o representadas en la

tradicionales Juntas Comunales. Sus campos de acción fueron la educación infantil y de adultos,

las actividades culturales y artísticas, la autogestión económica, el medio ambiente y la

comunicación (p. 4).

La acción colectiva trasciende al escenario público bajo la lógica de la demostración de

contrariedad de actores organizados, que se enfrentan a otros actores -en las cuales se asumen

condiciones para el control hegemónico-, por tanto son choques que siempre se expresan en

relaciones de tensión y disputa por el poder. En esta dinámica se van creando identidades de

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lucha en donde los individuos con su apuesta colaborativa van creando identidades barriales, en

el caso de las luchas que incumben escenarios urbanos (Torres 2005).

Por otro lado, las acciones colectivas también son entendidas como un fenómeno natural

en una construcción social, que buscan soluciones a una problemática social, que sean viables y

duraderas para la comunidad más que una respuesta inmediata. La acción colectiva es una

construcción socio histórica pero que muchas veces puede ser coyuntural, pero cuando las

acciones colectivas producen un tipo de organizaciones sociales duraderas y se logran conservar

en un mayor periodo de tiempo, se convierten en movimientos sociales (Archila, 2003). Por otro

lado dentro de la acción colectiva se observa un ¨sistema de relaciones que liga e identifica

aquellos que la producen¨. Melucci (1999) citado por Torres Carrillo, (2007, p. 68).

Estas concepciones del profesor Alfonso Torres se acotan en el aporte interpretativo de

Alberto Melucci en el libro: ¿Qué hay de nuevo en los nuevos movimientos sociales? ( 1999),en

el que asume que los Movimientos sociales son un tipo de acción colectiva y los define como

“construcciones sociales organizadas a modo de sistema de acción, que involucran conflicto,

identidad y transgresión” Melucci (1999),citado por Torres Carrillo, (2007, p. 68) aclara que

todos los movimientos sociales son una acción colectiva, pero no toda acción colectiva es un

movimiento social. Torres (1999) afirma que:

El movimiento social es un tipo de acción colectiva, más o menos permanente, orientada

a enfrentar opresiones, desigualdades, exclusiones, protagonizados por sectores amplios de

población quienes a través de la organización y movilización en torno a sus demandas y sus

luchas, van elaborando un sistema de creencias y una identidad colectiva, a la vez que van

generando propuestas y proyectos que modifican estructuras del sistema social (p.95).

Para Archila (2003) “El movimiento social implica una modificación total, es decir, que

está inmerso en conflictos que abarcan todas las dimensiones de la sociedad y no solo la

económica”. (p.60). en este sentido, las experiencias organizativas que se dieron al interior del

barrio a estudiar no se caracterizaron por ser un movimiento social activo, sino en un plano local

y espontaneo con dificultades de continuidad. Por lo anterior, resulta pertinente resaltar que las

experiencias organizativas en Villa Javier aunque no tuvieron trascendencia histórica como

movimiento si crearon identidades colectivas que se mezclaron con las luchas que iban surgiendo

de las problemáticas de una década conflictiva.

Page 29: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

29

Igualmente se asume que las “acciones colectivas y el sistema de relaciones que en ellas

se producen, se construyen identidades en la medida en que generan solidaridades y sentimientos

de pertenencia y se comparten campos de oportunidades comunes¨ (Torres, 2007, p 68).Por otro

lado, desde la Teoría de movilización de recursos se expresa que las acciones colectivas son un

proceso de coordinación de intereses individuales a intereses comunes, además como lo expresa

Estrada (2006) las acciones colectivas son:

(…) movilizaciones en las cuales los actores sociales individuales que las conforman

comprometen su participación y cooperación para obtener bienes públicos o colectivos. De tal

suerte, como acción organizada, no necesita de la participación universal de todos

permanentemente, ni que todos los miembros, actuales o posibles, se dispongan a prestar su

cooperación en las mismas actividades. En efecto, la “élite” dirigente de la organización del actor

colectivo se encarga de distribuir esfuerzos y recursos en áreas diversas con vistas a contribuir al

mejoramiento del resultado final de la movilización y organización colectivas (p. 113).

En resumen, las acciones colectivas son reivindicaciones que no conciernen generalmente

a intenciones de continuidad, pero si tienen una visión de alternativa frente a las relaciones de

dominación existentes bien sean espontaneas u organizadas. Estas expresiones se centran

especialmente en la denuncia de una injusticia.

Para la década de los sesentas y ochenta la ciudad de Bogotá estuvo marcada por el

ascenso y consolidación de experiencias significativas de organización y luchas urbanas que

estuvieron influenciadas por el marxismo. Cabe nombrar las alternativas de organización que

alcanzaron la experiencia socialista en Chile, el triunfo de la Revolución Sandinista y la

emergencia de propuestas alternativas en los campos educativos y eclesiales, como lo fue

educación popular y la teología de la liberación en Brasil, Centroamérica y Colombia.

Igualmente en Colombia se desarrollaron importantes experiencias de asociacionismo que

se expresaron con el surgimiento de organizaciones como: la Asociación Nacional de Usuarios

Campesinos (ANUC), la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y “la

Coordinadora Sindical y de Movimientos Cívicos” así como la generalización de la protesta

cívica a nivel nacional; por aquel entonces, cobran importancia los Centros de promoción,

investigación y apoyo a procesos populares como el CINEP, Dimensión Educativa, entre otras”

(Torres, 2006, pág. 5).

Esta proliferación de organizaciones surge de las mismas necesidades de una población

cada vez más desposeída e inmersa en las lógicas de exclusión del Estado y del sistema

Page 30: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

30

económico. Se presentaron nuevas formas de organización que se disputan el derecho de acceder

a la ciudad; asociaciones se nutren en gran medida por una población víctima del conflicto

armado, la cual se vio en la necesidad de migrar de manera forzada a la ciudad y ahora se disputa

el derecho ciudadano de acceder a la urbe y una manera de hacerlo era organizarse. “Manuel

Castells emplea para nombrar estas acciones colectivas urbanas, la categoría Movimiento Social

Urbano (MSU) como una propuesta direccionada a “comprender el conjunto de movilizaciones

protagonizadas por los pobladores en su lucha por el derecho a la ciudad” (Torres, 2007, p. 69)

las cuales fueron producto de las contradicciones de la urbanización capitalista.

Las luchas sociales en las ciudades latinoamericanas se explicaban bajo un marco

estructural, en donde los conflictos en torno a la organización de la vida social en las ciudades,

como la obtención de las viviendas y el acceso a los servicios públicos (acueducto, energía

eléctrica, escuela, hospitales, parques, etc), expresaban contradicciones sociales en las

sociedades capitalistas. (Torres, 2007, p. 70).

Estas acciones colectivas en su análisis desde los Movimientos sociales urbanos (en

adelante MSU) se afincan en generar por medio de las luchas las contradicciones del sistema

político. Estas acciones tienes en su base un potencial político, debido a que las motivaciones

que los contienen pueden ir más allá de las demandas reivindicatorias. Por otro lado el MSU está

relacionado con la incapacidad del orden capitalista de asegurar un funcionamiento adecuado de

las ciudades. De esta forma cuando MSU tiene una base social y política definida, una

organización, una continuidad y una fuerza para trasformar estructuras, pueden pensarse el

control de la producción social (Torres, 2007) siempre y cuando se cumplan el carácter de unidad

y transgresión al sistema.

Alfonso Torres afirma que no es posible considerar teóricamente el MSU para el caso de

Bogotá, ya que las características expresadas en las acciones colectivas, aunque expresaban altos

niveles de beligerancia y actos reivindicativos, se puede percibir por igual niveles bajos de

articulación, continuidad temporal y cohesión local, por tanto no se permite atribuirle carácter de

movimiento (Torres, 2007). Bajo estos preceptos propone que “se deben abordar las dinámicas

organizativas y las movilizaciones protagonizadas por pobladores populares de la ciudad de

Bogotá desde el concepto descriptivo de Organizaciones Populares Urbanas (OPU) o el

equivalente de organizaciones populares a nivel barrial o local. (Torres, 2007. P. 71.)

Page 31: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

31

Una de las causas para asumir esta perspectiva es que considera igual que Touraine

(2006) que en:

“América Latina las luchas urbanas no son ni podrán llegar hacer movimientos sociales

en un todo debido a la estructura fragmentaria social y a su histórica subordinación al sistema

político”(…) por lo tanto es conveniente incluir todas las Iniciativas asociativas populares

permanentes, originadas en territorios populares en torno a la organización colectiva de la vida

urbana, a la defensa de identidades culturales populares o a la participación en la gestión local,

que se definen autónomas con respecto a la estructura de poder estatal y de los partidos políticos,

y se orienta desde opciones políticas alternativas (Torres, 2007. p. 71).

En el caso de Bogotá las organizaciones populares se cimientan en las identidades que se

tejen en el ámbito del barrio popular; lugar donde perviven relaciones intensas y duraderas, y

donde los habitantes constituyen identidades que los hacen vivir en comunidad. Se constituyen

en base a las vivencias cotidianas y con la identificación de problemas sociales tales como el

desempleo, salud, educación y el mismo problema de la vivienda. El Barrio no es una comunidad

homogénea, porque aunque hay un referente de identidad, los pobladores tienen en sí un

acumulado cultural diferente que se expresan en tradiciones, costumbres, uso del lenguaje etc.

pero los cuales se mezclan en la finalidad de una causa común (Torres, 1999).

En últimas los barrios no son universos cerrados, en él se reproduce la vida social, a

través de prácticas e interacciones subjetivas mediadas por pautas comunicativas. Y en esta

medida se desarrollan prácticas colectivas en los territorios de reconocimiento en la que se

rescata el carácter de la memoria y las experiencias vividas como base de la identidad.

Es importante resaltar que en los barrios populares, es donde se evidencian y se

reproducen prácticas de resistencias frente a los discursos hegemónicos y en las cuales emergen

tácticas de luchas que posibilitan procesos contra la dominación y la exclusión. De esta forma es

pertinente analizar cuáles fueron las acciones colectivas emprendidas por las organizaciones

barriales en villa Javier motivadas por las propuestas organizativas allegadas de la teología de la

liberación durante los años 70.

La acción colectiva y la teología de la liberación.

Las experiencias de acciones colectivas populares durante los años setenta en América

Latina estuvieron influenciadas por un panorama político e ideológico renovado, que propició la

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32

simpatía e identificación a las expresiones colectivas nacientes. Asimismo, estas nuevas

expresiones posibilitaban la construcción de un nuevo rol a las organizaciones en relación a su

papel activo en el cambio social, que comprometidos políticamente determinarían las

transformaciones sociales necesarias.

A principio de los setenta del siglo pasado Latinoamérica vivía una situación política

convulsionada, hechos como los derrocamientos de gobiernos populistas y democráticos,

dictaduras militares, endeudamiento financiero, la influencia de los norteamericanos expresada

en la Alianza para el Progreso, los cambios de la Iglesia latinoamericana y de manera

trascendental el ascenso de los movimientos populares que asumieron formas diferentes de

participación tales como la creación de movimientos guerrilleros en varios países que

determinaron esencialmente las características propias de la época.

Por otro lado y en respuesta a estos acontecimientos, las acciones colectivas se

radicalizaron en contenido e incorporaron entre sus acciones la formación educativa de las capas

populares, inspirada en la en idea de la alfabetización concientizada propuesta por Paulo Freire,

además se incorporó a las acciones colectivas en el caso colombiano la propuesta académica de

Investigación-Acción creada por Orlando Fals Borda, la cual preconizaba la tarea del

investigador comprometido por el cambio social y una investigación participativa que permitiera

el cuestionamiento reflexivo de las colectividades populares. De igual manera se acopló la praxis

marxista suscitada por las experiencias revolucionarias socialistas de Cuba, Chile y

Centroamérica.

Asimismo aparecieron nuevos referentes y propuestas emancipadoras con proyectos

claros de organización y movilización popular que iban a fortalecer directamente la acción

colectiva de la comunidades más deprimidas y explotadas de los países de Latinoamérica, una de

estas propuestas fue la Teología de la Liberación engendrada especialmente por la influencia de

los consensos teológicos nacidos en el Concilio vaticano II y el CELAM (Consejo Episcopal

Latinoamericano). Propuesta que asumía la acción comunal, la Educación Popular y una pastoral

cristiana renovada como los fundamentos para “descubrir la dimensión política de la fe y la

fuerza transformadora del evangelio para resarcir a los oprimidos” (Fals, 1994, p. 202b).

La teología de la liberación (en adelante denominada T.L), llega aportar a la

identificación y a la simpatía de muchas acciones colectivas debido a que articula una

Page 33: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

33

metodología de conocimiento de la realidad social a través de la acción popular, con intensos

procesos de crítica y autocrítica en la organización y asumiendo que la experiencia del ser

cristiano debe estar ligada con la comunidad y con sus necesidades.

Hablar de la T.L como marco de análisis para entender las dinámicas organizativas y de

acción colectiva en América Latina a partir de la década de 1970, exige necesariamente retomar

diversa literatura que las mismas ciencias sociales han desarrollado desde una significativa

interpretación sociológica. En primer lugar la interpretación social de la T.L apasionaba en los

círculos académicos, especialmente por el reto que implicaba lograr articular la realidad social

con las nuevas categorías teóricas que generaba el fenómeno de la T.L, asimismo el interés por

entender el radicalismo de su posición por el cambio social y el compromiso de cristianos, en su

mayoría católicos, a favor del socialismo. Por otro lado ya se empezaba a destacar dentro de los

análisis sobre el fenómeno el interés por comprender las categorías en las cuales se podría incluir

la T.L como un amplio movimiento social (Tahar Chaouch, 2007).

De esta forma la T.L se convirtió en un temario amplio en análisis, pero entenderlo o

asociarlo a los fenómenos de movilización y acción social es la tarea de esta investigación. En

este sentido se retomaron, algunos de los análisis desde la interpretación sociológica de este

movimiento social que se desarrolló al interior de la iglesia católica en América latina,

expresando la trascendencia que tuvo en el campo político y social de las organizaciones y

asociaciones comunales establecidas en los campos y las ciudades tercermundistas.

La Teología de la Liberación como dinamizadora de la movilización social.

La literatura histórica sobre la T.L expresa que esta surge en Medellín, en el ambiente de

la celebración de la II conferencia general del episcopado Latinoamericano la cual fue convocada

por la CELAM –Concejo Episcopado Latinoamericano- en 1968, este encuentro tenía entre sus

finalidades aplicar las orientaciones y las conclusiones en los países del subcontinente americano

de los lineamientos teológicos nacidos del Concilio Vaticano II, y es en este momento cuando la

T.L como propuesta teologal introduce sus trazados entre la base institucional de la iglesia,

influyendo así en la redacción de los documentos episcopales conclusivos.

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34

Ejemplos de esto fue el volumen editado por la CELAM a finales de 1968 “La iglesia en

la actual transformación de América Latina, a la luz del concilio” donde se desarrollan una serie

de conclusiones rectoras en las cuales se debe direccionar la Iglesia, agrupadas en tres apartados:

Promoción humana, la paz y la justicia; Evangelización y crecimiento de la fe, La Iglesia visible

y sus estructuras, se va organizando la ideología de acuerdo a un nuevo modelo de iglesia y se

proyecta un nuevo rol del ser cristiano en el llamado “tercer mundo”. Como resultado de esta

conferencia en Medellín se “marcó el descubrimiento latinoamericano de las exigencias sociales

del Evangelio” (Morello, 2003, p. 96).

Cabe resaltar la importancia que tuvieron las conclusiones a las cuales llegó la CELAM,

porque posibilitaron que la T.L hablara por sí misma y se pronunciara con términos y criterios

propios, expresiones como: emancipación, alineación, sociedad nueva, concientización,

liberación, etc. fueron la base conceptual con la que el discurso de la T.L se iba a ver fortalecido

en su propuesta práctica de comprensión y transformación de la realidad de América latina

(Mongue, 1977).

Expresado en los documentos finales de Medellín de 1968 se expone claramente los

fundamentos de la T.L para América latina, en donde se anuncia que:

El Episcopado Latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas

injusticias sociales existentes en América Latina, que mantienen a la mayoría de nuestros

pueblos en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria(…)En el

contexto de pobreza y aun de miseria en que vive la gran mayoría del pueblo latinoamericano,

los obispos, sacerdotes y religiosos tenemos lo necesario para la vida y una cierta seguridad,

mientras los pobres carecen de lo indispensable y se debaten entre la angustia y la incertidumbre.

Y no faltan casos en que los pobres sienten que sus obispos, o sus párrocos y religiosos, no se

identifican realmente con ellos, con sus problemas y angustias, que no siempre apoyan a los que

trabajan con ellos o abogan por su suerte (CELAM, 1968).

Por otro lado la T.L presupone de un “actor popular inspirado en la fe religiosa para la

búsqueda de su propia liberación social” (Tahar Chaouch, 2007, p. 70), estos componentes

claves se fueron articulando con elementos básicos de la religiosidad y las tradiciones populares

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35

con el fin de lograr las finalidades de liberación de los pueblos de nuestra América. De esta

forma la T.L se vio fortalecida por la estructura religiosa que componían la vida y la cotidianidad

de las personas, esto determinó efectivamente la implementación de procesos eficaces en las

organizaciones populares urbanas en algunos barrios de la ciudad de Bogotá para los años 70.

Con la proclama social que aboga por las soluciones a las injusticias que padecía el

grueso de la población marginal de las barriadas y los caseríos de Latinoamérica, la T.L entró a

desarrollar sus objetivos de compromiso social y libertario. Fue así como la propuesta teologal se

direccionó por un compromiso por la liberación de una sociedad “a partir de la fe y una

dimensión de liberación en cristo, liberación integral, de todo hombre, de todos los hombres, que

tienen fundamentalmente una entraña evangelizadora” (Restrepo, 1995, p. 44). La T.L está

asume la opción preferencial por los pobres, por lo tanto asumía un auténtico y evangélico

compromiso social por las clase oprimidas, en esta medida German Neira S.J en su libro:

Religión popular católica Latinoamericana (2007), contempla la T.L como

Una opción clasista por los pobres, con un doble papel: desvelar el aprovechamiento que

las clases dominantes hacen de la religiosidad popular a su modo y reactiva el potencial

transformador y subversivo que hay en el pueblo en su espiritualidad contestataria y práctica del

amor cristiano. Este potencial subversivo no responde a intereses políticos sino al poder de Dios

presente en los pobres (p. 83).

Este nuevo modelo de religiosidad y acción popular busca “equipar a los cristianos,

gracias a la calidad y al poder de su vida grupal, para servir en todas las empresas comunitarias,

descubriendo y actualizando en ellas los designios de Dios” (Sanz, 2000, p. 7) buscando la

construcción de una iglesia reflexiva y con nuevas prácticas evangelizadoras que respondieran a

un mundo cada vez más desigual. La T.L asume que la iglesia no puede estar alejada de la

realidad histórica y de los grandes cambios económicos y sociales, además debe favorecer la

promoción de los sectores populares (Sanz, 2000).

De esta forma la T.L propone revisar los elementos de la comprensión que ha asumido la

iglesia en su praxis cristiana, en tanto a su relación iglesia/sociedad y propone abandonar el

proceso evangelizador amparado en el Estado, ahora debería desarrollar su proyecto en común

con las clases oprimidas. Esto quiere decir que la iglesia no puede asociarse al Estado y para esto

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36

se exige crear nuevas instituciones como las comunidades eclesiales de Base (Calderón, 2002).

Por su parte Sanz Agrado (2000) agrega que:

A la iglesia latinoamericana, tradicionalmente se le criticaba su vinculación al poder

político y económico, su actitud retrograda frente al progreso humano, a la conquista de la

ciencia, de la tecnología, de la lucha por la igualdad social y los derechos humanos. Las nuevas

posiciones del Episcopado Latinoamericano, especialmente desde la asamblea de Medellín (1968)

y el nuevo compromiso social y político de los grupos cristianos militantes, junto con la

emergencia actual de una iglesia que nace en las bases populares, está cambiando esa imagen

tradicional de la iglesia alejada de los problemas cotidianos de la gente y enfrascándola en una

interpretación espiritualista del evangelio ( p. 87).

La T.L promueve la promoción de la dignidad de los hombres y lo hace en la línea de la

acción por la justicia como tarea evangelizadora, captando el clamor de los pobres del continente

y se compromete audazmente por la liberación de todos los hombres (CELAM, 1968). Y se

constituyó no solo como un movimiento que se gestó al interior de la iglesia católica y que

combatió el catolicismo clerical oficial en pro de una iglesia para los pobres o que surgió a favor

de la justicia social, sino que además fue el punto de expresión que muchas de las organizaciones

progresistas de la época preconizaban.

Aspectos Metodológicos.

Para reconstruir la memoria social de los procesos organizativos barriales de Villa Javier

durante los años setenta y dado a que la investigación cualitativa de tipo documental no permite

la indagación y resolución al problema de investigación, se hizo indispensable acudir a las

herramientas metodológica participativas relacionadas principalmente con el uso de fuentes

orales, los testimonios y las narrativas que se desprende de la historia oral y las historias de vida,

las cuales privilegian el dialogo directo con los sujetos –testigos– que a la vez proporcionan la

información para hallar a través de su experiencia vital los hechos y acontecimientos no

registrados en otros documentos y los cuales se pretende reconstruir.

Las entrevistas semiestruturadas fueron la técnica empleada para recopilar las narrativas

y los recuerdos de los sujetos. Cabe señalar que se realizaron diarios de campos con las

observaciones participantes en algunas actividades de memoria que se llevaron a cabo con

integrantes de la comunidad como lo fueron los actos celebrativos y conmemorativos del

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aniversario del barrio Villa Javier durante estos dos años, así como de la celebración de la Misa

Colombiana realizadas después de 20 años en Villa Javier en el 2015, además se realizó una

observación participante de una celebración litúrgica en el que se recordó el legado de algunos

personajes en la configuración del barrio como lo fue Mario Calderón. En esta última actividad

se interactuó con algunas personas y se realizaron algunas entrevistas informales sobre las

experiencias organizativas de lucha y defensa acaecidas en villa Javier durante la construcción de

la Avenida de los Cerros hacia 1972 hasta referenciar los sucesos del Paro cívico de 1977 en el

suroriente.

Para el análisis del contexto histórico se utilizó una investigación de corte documental o

bibliográfico, que nos permitió reformular las líneas para la recopilación de la información sobre

la memoria social de los sucesos a investigar en el barrio Villa Javier, este marco de análisis se

construyó en una relación conceptual con las luchas organizativas barriales y las acciones

colectivas.

En cuanto a las técnicas previstas dentro de la investigación se buscó vincular la teoría e

investigación práctica, con la finalidad de ir favoreciendo nuevos descubrimientos y aportando a

la explicación de la realidad social.

El proceso de reconstrucción de memoria se desarrolló con la participación de personas

allegadas a Villa Javier que fueron referenciadas como importantes gracias a su participación

activa en la experiencia organizativa en el barrio durante los años a investigar, también se

aplicaron a otro tipo de personas seleccionadas como claves: religiosos y académicos, que tienen

conocimiento de los sucesos acaecidos en el barrio en los años 70. Esta parte del trabajo se

realizó con la guía de Carlos Lima el cual fue un actor vivencial de los sucesos acaecidos y guía

en el proceso de recopilación.

Por otro lado, realizar trabajos de reconstrucción de la memoria social de determinados

sucesos y experiencias acaecidos en espacios con trascendentes significados para una comunidad

y que a su vez estos sucesos colectivos están sujetos a las dinámicas históricas del conflicto

armado es una tarea ardua de compromiso social, ético e investigativo.

En este sentido el maestro Fals Borda afirma que en una investigación de carácter social

sobre la misma realidad social en países como el nuestro, el investigador social tiene que estar

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38

reflexionando e intentando sobrepasar el carácter academicista de la investigación y debe de

manera orgánica

(…) buscar ganar el equilibrio con formas combinadas de análisis cualitativo y de

investigación colectiva e individual y se proponga combinar y acumular selectivamente el

conocimiento que proviene tanto de la aplicación de la razón instrumental cartesiana como de la

racionalidad cotidiana y del corazón y experiencias de las gentes comunes, para colocar ese

conocimiento sentipensante al servicio de los intereses de las clases y grupos mayoritarios

explotados (Fals, 1987, p. 5).

Para tal labor investigativa y en tanto labor pedagógica de construcción de conocimiento

social se debe propender por articular elementos a nivel propositivo de la investigación

cualitativa dirigida a los estudios de la memoria social, pero pensando siempre en las

necesidades sentidas de los sujetos a investigar.

Proponer de esta manera una investigación cualitativa que responda al contexto

colombiano actual, debe estar principalmente direccionada en potenciar procesos sistemáticos de

aproximación reflexiva a situaciones sociales tan conflictivas como las que se viven a diario en

las barriadas pobres de nuestro país.

En este sentido una investigación cualitativa que sea de tipo participativa debe estar

guiada a ser crítica en su naturaleza y perfilada siempre en desarrollar la coproducción de los

saberes, los cuales aporten de manera recíproca a construir un conocimiento nuevo de nuestras

realidades. Una investigación de este tipo, debe ser una iniciativa que como lo expresa el maestro

Fals Borda (1973)

Lleve a comprender la necesaria actividad de poner en práctica todas las ideas que se

exponen en los libros y en las aulas, en tanto a su necesidad de ser articuladas o de ser

involucradas a la realidad de los procesos sociales de base (…) y buscar nuevos métodos de

investigación y acción social, destinados a aumentar la eficacia de la lucha por la justicia y la

autonomía en Colombia; estimular la adopción de una perspectiva propia para el estudio de la

realidad nacional y para la actividad social, política y económica; y promover la dinamización de

la cultura popular necesaria para este esfuerzo simultaneo de construcción científica y cambio

social (p.49).

En esta parte de la propuesta investigativa es importante comprender que este tipo

cualitativo de la investigación permite interpretar la experiencia de los sujetos del modo más

cercano a como lo viven o vivieron, buscando entender la interioridad de los sujetos y de los

colectivos bajo una comprensión significativa y al ser una estrategia integral, esta asume que la

realidad es “dinámica” y que entender a los sujetos y los hechos en su contexto es clave.

Page 39: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

39

Asimismo se orienta a entender los procesos y los componentes estructurales y semánticos de la

realidad social (Rodríguez y Gil , 1998).

Ahora bien bajo la perspectiva que corresponde a lo metodológico; la tarea del

investigador es aproximarse e insertarse a la realidad del grupo social para conocerla, de manera

que la disposición de éste sea la de construir conocimiento en términos colectivos. Además la

pretensión del investigador deben estar relacionada con:

La interpretación y descripción de una cultura para hacerla comprensible ante quienes no

pertenecen o no están relacionada con ella. Por ello un investigador sólo puede conocer a través

del contacto con el grupo social por medio de mecanismos o instrumentos entre los que

encontramos las entrevistas directas y la observación participativa (Guber, 2001, p.7).

En este sentido la disposición investigativa se centró bajo el interés por la historia oral y

las historias de vida como propuestas investigativas asumiéndolas como opción para incorporar

nuevos elementos sociales y políticos desde el análisis histórico, nutrido por preocupaciones

específicas de la recuperación de la memoria colectiva de los grupos subalternos que hasta ahora

han sido marginados en la mayor parte de indagaciones históricas recientes (Vega y Castaño,

1998).

Renán Vega (1999) expresa que la historia oral ha permitido enfocar con nuevos

elementos los debates epistemológicos y teóricos de la disciplina histórica, por ejemplo, con

respecto a fuentes, interpretación, objetividad-subjetividad, construcción del hecho histórico,

entre otros. Manifiesta que “la historia oral no solamente es una técnica, sino que representa una

concepción más democrática en la investigación, en razón del papel protagónico de los propios

actores sociales y por la multiplicidad de voces que contribuyen a la reconstrucción de los

hechos históricos” (p. 25)

La historia oral reivindica las formas comunicativas directas entre el investigador y los

protagonistas, rescata la cotidianidad y los saberes populares (Vega y Castañeda,1998) y

posibiliita cuando no hay documentos o son escasos, reconstruir el pasado de las comunidades.

La valoración por las fuentes orales cobra importancia “cuando no existe escritura, o

prácticamente no se halla presente, de forma tal que las tradiciones orales han de llevar el peso

de la reconstrucción histórica, pero no lo harán de la misma forma que las fuentes escritas”

(Prins, 1999, p. 146). Para esto es necesario comprender las limitaciones de las fuentes orales ya

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que en una investigación de reconstrucción si se utiliza unívocamente una técnica, esta no puede

llegar al detalle, ya que una reconstrucción histórica con fuentes orales puede caer en ser poco

fiable si no cuenta con fuentes independientes para contrastar (Prins, 1999).

Un aspecto importante de las fuentes orales es que está atado a la oralidad, al lenguaje y a

los recuerdos que se fijan en el espacio. De forma que las fuentes orales expresadas en las

narrativas se enraízan en procesos activos de construcción dialógica del pasado basado en una

lógica de recuerdo y olvidos los cuales afloran bajo preinscripción.

Los relatos orales presiden de un análisis realizado por el investigador, especialmente

sobre las tensiones y disputas estrechamente ligadas a las funciones de la memoria de los sujetos,

es decir, a lo que se va olvidando o lo que no resulta conveniente o lo que por defecto deja de ser

significativo. Hay que tener en cuenta que las fuentes orales han servido para la conservación de

la tradición y la memoria de las diferentes culturas que en muchos casos se pierden porque no

pueden ser recuperados, y es porque “hay ciertos tipos de memoria que no podrán jamás

recuperarse, debido a la forma misma en que se han perdido” (Prins, 1999, p. 161)

A partir de la oralidad, los trabajos de la memoria han tomado su lugar dentro la

investigación social, puesto que se han interesado en rescatar la memoria popular así como las

identidades y representaciones culturales de los colectivos y han proporcionado reflexiones al

estudio del pasado, especialmente sobre la necesidad del reconocimiento de los excluidos de la

historia oficial, reconociéndole sus prácticas, hechos, percepciones y saberes.

Cabe resaltar que la historia oral se hace importante cuando las narrativas de los sujetos

se ponen en correspondencia con su experiencia colectiva, es decir cuando sus recuerdos y

vivencias están ceñidos a su relación comunitaria, al medio o al contexto social que forma su

identidad colectiva. En resumen, este uso metodológico permite reconstruir los detalles de la

gente común, sus recuerdos, sus prácticas en el espacio y sus formas de ser y sentir la

comunidad, además las narraciones aportar frescura y riqueza a los hechos del pasado y los

dinamiza en respuesta a la construcción de identidad.

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41

Las historias de vida

Al igual que la historia oral, las historias de vida son esenciales para este tipo de

investigación, ya que arrojan datos precisos de las experiencias de los sujetos expresados con sus

propias palabras y actuaciones (Chárriez, 2012). Las historias de vida son documentos personales

que tienen los sujetos interiorizados y se encuentran directamente relacionadas con la

subjetividad tanto de los sujetos como de la colectividad. Dan cuenta del mundo en el cual ha

vivido el sujeto y como ha sido la forma en la que este pone en juego sus narrativas del pasado

frente al colectivo.

De los aspectos teóricos de las historias de vida se puede rescatar que su principal

paradigma se sitúa en la fenomenología, la cual expresa que la construcción de la realidad social

se construye por medio de interpretaciones individuales y colectivas de ciertas situaciones.

Además busca reflejar esas interpretaciones de la vida de los sujetos en un momento determinado

y asimismo las formas en que se entiende un fenómeno social desde el actor (Chárriez, 2012).

Una de las maneras para hacer investigación cualitativa con este tipo de técnica es la

biografía, la cual se materializa en mayor grado en la historia de vida y es:

El relato de un narrador sobre su existencia a través del tiempo, intentando reconstituir los

acontecimientos que vivió y transmitir la experiencia que adquirió. Narrativa lineal e individual

de los acontecimientos que él considera significativos, a través de la cual se delinean las

relaciones con los miembros de su grupo, de su profesión, de su clase social, de su sociedad

global, que cabe al investigador mostrar. De esa forma, el interés de ese último está en captar algo

que trasciende el carácter individual de lo que es transmitido y que se inserta en las colectividades

a que el narrador pertenece. (Pereira de Queiroz (1991) citado por Veras (2010, p. 144).

En este proceso, el investigador busca resaltar no solo al sujetos sino la colectividad de la

cual hace, procura identificar los rasgos individuales que son reflejo de esa misma sociedad, de

manera que este método implica “comprender los fenómenos en la construcción de significados

y símbolos, que implican una búsqueda, construcción y significación” (Chárriez, 2012, p. 17)

Las historias de vida permite por medio de los relatos, el encuentro con los testimonios de

los sujetos, buscar que lo implícito sea explícito, lo escondido sea visible; lo no formado,

formado y lo confuso, claro (Chárriez, 2012 p.76)

Otro de los aspectos teóricos importantes de la historia de vida es sus modalidades y

dimensiones, se manifiesta en tres tipos de historia de vida: completas, temáticas y editadas

Page 42: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

42

Las historias de vidas completas son aquéllas que cubren la extensión de la vida o carrera

profesional del sujeto. Las temáticas comparten muchos rasgos de las historias de vidas completas, pero

delimitan la investigación a un tema, asunto o período de la vida del sujeto, realizando una exploración a

fondo del mismo. Las historias de vida editadas, ya sean completas o temáticas, se caracterizan por la

intercalación de comentarios y explicaciones de otra persona que no es el sujeto principal (Chárriez, 2012,

p. 34) (Paz, 2003)

En esta oportunidad se utilizara las temáticas, en el apuro de la delimitación.

Las historia de vida tienen como objetivo comprender la experiencia biográfica, tiempo,

espacio de la vida de la persona, incluyendo todo aquello que hace referencia a la sociedad

circundante, igualmente busca las ambigüedades y cambios que dan cuenta de que la vida de los

sujetos no es estática, y demanda comprender la visión subjetiva con la que el sujeto entiende el

mundo, las formas de interpretarlo y por último objetivo es manifestar con la historia de vida las

maneras como el sujeto interpreta los fenómenos sociales (Chárriez, 2012).

En las historias de vida la función que el lenguaje cumple es de vital importancia, puesto

que los significados de las palabras son decisivos a la hora de hacer preguntas, afirmaciones,

negaciones, aclaraciones y contradicciones.

Se puedo concluir que las historias de vida se valen de herramientas como los relatos, los

documentos personales, fotos entre otras, ya que permiten el acceso a los recuerdos de unas

experiencias de vida. De esta forma que se utilizó la historia de vida encausada en la dimensión

temática como fundamento de la reelaboración testimonial. Se buscó encausar la técnica al

conocimiento que se tenía de determinado acontecimiento, en el cual había información en

ocasiones sin veracidad de las circunstancias que lo rodeaban. De esta manera la recopilación de

los testimonios orales fue clave para la búsqueda de nuestros fines.

Page 43: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

43

CAPÍTULO 2. LA DÉCADA DE LOS SETENTA EN BOGOTÁ: DESARROLLOS

URBANOS ACCIONES COLECTIVAS Y EXPERIENCIA ORGANIZATIVAS.

El suroriente: resultado de prácticas organizativas.

Históricamente el suroriente de la ciudad de Bogotá se ha convertido en unas de las zonas

que más ha recibido población desplazada, la cual ha llegado de forma continua desde mediados

del siglo pasado producto del fenómeno de migración de los pobladores rurales víctimas del

conflicto que se produce en Colombia. Al mismo tiempo es una de las zonas de mayor

crecimiento urbanístico de la ciudad resultado del propio fenómeno.

En Bogotá la incidencia del conflicto armado no ha logrado acceder de una manera

significativa en su territorio a diferencia de otras regiones y ciudades de Colombia, las cuales han

vivido el conflicto de manera mucho más directa; no obstante el fenómeno del desplazamiento

constituye la huella más visible del conflicto armado en la ciudad. Para el caso de Bogotá el

estimativo de la población desplazada, de acuerdo a los registros de la Consultoría para los

Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES), que datan de 1985 hasta Agosto de 2002,

es de 480.000 personas, es decir, el 23 por ciento del total de la población desplazada del país

para el año 2002. (DAPD, de Bogotá, A. M., 2004).

Por otro lado para el sistema de información sobre desplazamiento forzado y Derechos

Humanos que opera CODHES, en Colombia habrían 3’832.527 personas desplazadas en los

últimos 20 años y 305.996 personas desplazadas en el 2007 –año que sumaría el mayor número

de población desplazada-. De acuerdo con la misma entidad entre 1999 y 2007 fueron

desplazadas 2´693.477 personas en todo el territorio, de lo cual corresponde a Bogotá un

porcentaje aproximado del 11.53%. (CODHES, 2009) Es decir los datos giran en unos 400.000

desplazados aproximadamente ubicados en la ciudad.

Para el informe de CODHES y otros anexos como el de Alto comisionado de la Naciones

Unidas para los Refugiados (ACNUR) para 2003 titulado “la población desplazada por la

violencia en Bogotá. Una responsabilidad de todos” da a conocer un informe estadístico sobre el

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total de desplazados y el número de familias en las veinte localidades de Bogotá desde 1999 a

2002, de acuerdo con estos datos, son las localidades de Ciudad Bolívar, Kennedy, Bosa -y las

siguen muy de cerca las localidades- Usme, San Cristóbal, Rafael Uribe Uribe y Santa Fe, las

cuales son las que más han acogido una mayor proporción del número total de familias

desplazadas de la ciudad, el cual giraba en 177.000 personas repartidas en 8.363 familias

ubicadas en toda la ciudad para los años de 1991 a 2002 (ACNUR, 2003).

De esta forma la muestra estadística expresa que en las cuatro últimas localidades

ubicadas en el suroriente de la ciudad se recibieron un total de 1.961 familias, lo cual representa

un 19%. Estos datos sobre desplazamiento y las zonas de ubicación en la ciudad indican que los

arribos de las personas desplazadas se encuentran en las zonas que presentan altos porcentajes de

población en condiciones de pobreza aumentando aún más las tensiones sociales del suroriente.

Por otro lado el informe da a conocer unos datos muy relevantes sobre las condiciones de

vida relacionadas a la vivienda, trabajo, y el acceso a la educación de estos desplazados. A groso

modo el informe de la ACNUR (2003) muestra que:

Antes de su desplazamiento, un poco más de la mitad (54%) de esta población era

propietaria de la vivienda que habitaba con su familia. El 13,5% residía con familiares mientras

que cerca del 12% contaba con vivienda bajo la modalidad de arriendo y casi en la misma

proporción vivía como aparceros. Actualmente, en Bogotá la gran mayoría vive en arriendo o en

posadas y solo un 0,8% dice ser propietaria del lugar que habita (p.24).

Además este informe asevera que cerca de un 39,5% habita en cuartos, el 21,9% en casas,

por otro lado el 64% de la población desplazada no se desempeña en una ocupación u oficio

estable y tienen por lógica una pésima atención en salud, en relación al área educativa hay un

porcentaje alto de ingreso a la educación inicial de los menores desplazados.

De otro lado, la situación de los desplazados recién llegados al suroriente de la ciudad de

Bogotá después de los años sesenta no era muy diferente en hechos y circunstancias frente a los

inconvenientes que se experimentan en la actualidad, sin embargo aunque existe una linealidad

del conflicto, cada época tiene una particularidades específicas. Aunque haya muy poca

información sobre los datos reales de la población desplazada que llego a la ciudad de Bogotá

para los años 60 y 70 de esta se puede extraer datos valiosos sobre las dinámicas históricas del

conflicto en el caso de las pugnas violentas del bipartidismo en los años cincuenta, las cuales

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45

muestran que esta situación histórica determinó que la población civil afectada por los ataques

frontales de los regímenes partidistas asumieran el desplazamiento como forma de supervivencia.

En esta medida la violencia bipartidista claramente tuvo la intención de fortalecer la hegemonía

de algún bando, usurpar tierras valiosas, despejar regiones de posibles oponentes y utilizar el

desplazamiento como estrategia de guerra (Ibáñez, 2008).

Según estimaciones de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento

(CODHES) durante este período se desplazaron de las zonas rurales hacia las ciudades cerca de

dos millones de colombianos, los cuáles en su mayoría no retornaron, pero “El gobierno nacional

creó en 1953 la Oficina Nacional de Rehabilitación y Socorro que contribuyó al retorno de más

de 32.000 personas, atendió a 11.622 desplazados en Bogotá y otros 20.949 en otras poblaciones

y ciudades del país” (UARIV, Unidad de Victimas, 2013, p. 11).

Por otra parte, a mediados del siglo XX el fenómeno del desplazamiento y las

transformaciones territoriales de la urbe colombiana, estuvo siempre ligado como punto nodal a

los debates sobre ciudad e igualmente las dinámicas urbanísticas estuvieron ligadas en gran

medida a los sucesos de desalojo vividos por los más pobres del campo.

En Bogotá se puede evidenciar que el fenómeno del desplazamiento forzado ha

determinado la existencia de problemas sociales propios de la ciudad, tales como la creación

ilegal de barrios, el aumento demográfico en algunos barrios generando por efecto problemáticas

de hacinamiento y necesidades, en especial las relacionadas con salud, empleo, educación y

servicios públicos.

Claramente las dinámicas asociativas nacidas de este fenómeno en el suroriente de la

ciudad, permitieron que se gestaran nuevos escenarios donde se han configurado un conjunto de

experiencias organizativas y distintas vivencias relacionadas con las formas de habitar la ciudad,

lo cual dio paso a la formación de nuevos barrios populares. Hoy es un lugar contenedor de

historias y memorias que perviven y luchan contra el olvido, las cuales reflejan una serie de

experiencias comunales y organizativas que han fortalecido en muchos casos la identidad y el

sentido de pertenencia de la periferia.

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46

En el cuarto de siglo comprendido entre 1950 y 1975, las estrategias de las

organizaciones barriales estuvieron basadas en el trabajo comunitario, la autoayuda, la existencia

de asociaciones subordinadas a las políticas estatales y las relaciones clientelistas que

constituyeron las formas dominantes de la acción colectiva urbana. Según Torres (2013), esta

“modalidad típica de asociación y acción popular urbana es denominada como asociacionismo

comunitario subordinado” (p. 60-61). Hoy es un importante conglomerado urbano que

Comprende cinco de las veinte localidades de la ciudad de Bogotá, estas son: San

Cristóbal, Usme, Antonio Nariño, Santa Fe, y Rafael Uribe Uribe, con alrededor de 594 barrios

siendo las dos primeras localidades con mayor número de barrios, con 206 y 220 barrios

respectivamente. Alcaldía Mayor de Bogotá (2014).Guía de interfaz. Recuperado de

http://www.portel.bogota.gov.co.

Estos barrios son producto de grandes esfuerzos comunitarios que desde la década de los

50 se han venido construyendo bajo importantes luchas colectivas de la gran masa desplazada y

desprotegida proveniente de los campos de nuestro país. Es quizás la localidad de San Cristóbal

la que más ha tenido una historia que la relaciona con los distintos fragmentos históricos de

luchas colectivas y construcción de barrios, por ello constituye un lugar de interés.

En esta localidad del Sur Oriente de Bogotá, las construcciones de sus barrios

históricamente y culturalmente han sido creados por acciones de carácter colectivo e individual,

como las tomas e invasiones ilegales de terrenos, lotes, y potreros de antiguas haciendas y de

reservas ambientales como los cerros surorientales y las orillas del rio Fucha, de esta forma, estas

tierras ocupadas poco a poco se fueron incorporando a Bogotá, en las cuales se iban creando

construcciones urbanas legales, normales o subnormales, ¨piratas¨ o clandestinas, y por donación

de terrenos y urbanizadores piratas. Muchas de estas urbanizaciones masivamente se construían

en zonas de alto riesgo de deslizamiento, sin lineamientos técnicos y guía de construcción.

Estos barrios representan las profundas condiciones históricas de desigualdad en la

ciudad, expresadas en la apropiación y uso del territorio que fue provocado por la

marginalización del Estado. De igual forma son productos de los procesos de inclusión marginal

por acceder al derecho a la ciudad por parte de los habitantes de las zonas rurales del país.

Page 47: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

47

La conformación y el crecimiento ininterrumpido de estos barrios en san Cristóbal se remonta a

los años 1915 y 1920 cuando se consolidó el barrio San Francisco Javier, hoy Villa Javier, que

data de 1913, el cual se constituye en uno de los primeros barrios obreros de la ciudad,

organizado por el padre José María Campoamor. En el año de 1946, el barrio contaba con 120

casas, un edificio donde funcionaba la escuela, hospedería para maestros, teatro, sala de sesiones,

restaurante y otras dependencias (Londoño y Saldarriaga, 1994).

Claramente estos nuevos asentamientos surgieron en respuesta a la necesidad de vivienda

que tenían los desplazados que llegaron de otras regiones del país como Cundinamarca, Boyacá·,

Tolima y Santander. En este periodo aparecieron barrios como Buenos Aires, Sosiego, Vitelma,

Santa Ana, San Isidro, entre otros, los cuales fueron las primeras barriadas periféricas en San

Cristóbal. Con el paso del tiempo vino el nacimiento de más barrios y ante la oportunidad que

dio la organización comunal y las acciones colectivas, mencionando las Juntas de Acción

Comunal y el apoyo de la acción católica llevada a cabo por el padre Campoamor; fue un

importante paso para vincularse más a la ciudad y una circunstancia más para consolidar las

luchas y las identidades colectivas.

Durante los años 60 y 70 se incrementaba la migración y llegaba al suroriente una mayor

población desplazada del campo, los cuales iban creando otros barrios e iban generando presión

entre los barrios existentes. Por otro lado se iban creando nuevas necesidades como el deficiente

acceso a servicios públicos básicos, esta situación generó que se creará y se direccionaran nuevas

luchas comunales y acciones reivindicativas. “En la historia de la construcción de San Cristóbal

reposa tranquila una luz que puede alumbrar el camino para mermar los problemas de violencia,

olvido e injusticia que se viven en la actualidad. Esa luz es la organización comunitaria” (Bustos

2007, pág. 45). En este sentido la conformación urbana de la localidad, se convirtió en un

escenario en donde se desarrollaron significativas experiencias organizativas que reunían

necesidades compartidas e intereses comunes, como la vivienda, la dotación de servicios

públicos entre otros, y se fue forjando un sentido de pertenencia e identidad propia de sus

pobladores.

Por último es importante situar la relevancia que tuvieron en la organización barrial de

estos nuevos barrios, las parroquias y las congregaciones religiosas, las cuales siguieron la labor

trazado por Campoamor, con su trabajo pastoral, de alfabetización, formación en artes y oficios,

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48

promoción de normas cívicas entre otros, con el objetivo de impulsar iniciativas para crear

comunidad en estos barrios ubicados en las periferias.

Caracterización del barrio: La comunidad de Villa Javier.

Los trabajos de memoria son un ejercicio de compromiso ético por la verdad y una batalla

por prevalecer los recuerdos de un pasado oculto. Es un punto de apertura para visualizar los

procesos sociales apartados forzosamente del sentido propio en que se han construido las

comunidades. El ejercicio de los trabajos de memoria se asienta en la recuperación de los

recuerdos, anécdotas e historias de vida que se han tejido de manera singular en los sujetos y

que en últimas son indispensables para la reafirmación de las identidades y de los sentidos de

vivencia de las comunidades.

Por tanto con este trabajo se buscó contribuir a que la memoria de las experiencias

organizativas enraizadas en la defensa y la lucha por los derechos de habitar la ciudad durante

los años 70 en el suroriente no se pierda en la historia y sirva como un punto de apertura para

visibilizar los procesos que han construido comunidad.

Para lograr una aproximación a la tarea de reconstruir la memoria social de los procesos

barriales de Villa Javier, se inició con la caracterización y contextualización del espacio: el

barrio, sus condiciones históricas y los diferentes elementos constitutivos de identidad que se

relacionan con la línea de los objetivos que se planteó este trabajo.

El barrio Villa Javier se encuentra localizado en el sur-oriente de la ciudad de Bogotá,

entre las calles 8ª y 10ª sur y las carreras 2ª y 6ª. En la localidad 4ª San Cristóbal.

En la actualidad el barrio cuenta a su alrededor con un gran número de instituciones

educativas: el Colegio Femenino San Juan Bosco, Colegio Nuestra señora del Pilar y el Colegio

José Félix Restrepo. Además existen sedes de algunas instituciones gubernamentales como el

del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), centros de atención social, ONG y

variadas sedes de organizaciones religiosas.

El barrio fue la primera iniciativa de urbanización obrera en el país y el primer

asentamiento periférico de la ciudad de Bogotá a comienzos del siglo XX (Londoño y

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49

Saldarriaga Roa, 1994). En la memoria colectiva de algunos habitantes del barrio se recuerda

cómo fue la construcción y la fundación de Villa Javier en la primera década del siglo pasado a

comienzos de 1913, el papel desempeñado por la iglesia y por los regentes católicos entre

estos el fundador del barrio; el padre Campoamor. Este espacio fue ideado como un experimento

de vivienda social emprendido por el Circulo de Obreros de San Francisco Javier , fundado en

en 1911, y liderado por la visión y voluntad carismática del padre José María Campoamor

sacerdote jesuita español que llegó a la ciudad de Bogotá, con la intención de ejecutar proyectos

desde la acción social de la iglesia católica, que fueran en parte la solución, para los graves

problemas sociales ligados a la desprotección obrera de las industrias nacientes. De esta forma

pretendía “la redención moral, económica e intelectual de la clase obrera y recristianizar a los

desposeídos de fortuna¨ (Londoño y Saldarriaga Roa, 1994, p. 14).

Es importante resaltar que con la llegada de Campoamor al país en 1910, su primera labor

pastoral fue promover un tipo de sindicalismo cristiano llamado Círculo de Obreros San

Francisco Javier -antes mencionado- además de impulsar la caja de ahorro, en donde los fondos

ahorrados por la mutual y los bienes raíces adquiridos proporcionaron los medios para

emprender obras de asistencia social para los asociados tales como viviendas a bajo costo.

Para 1913 el proyecto urbanístico se direccionó a la construcción de un conglomerado de

117 casas y un edificio central cercadas por muros, en 1933 se inauguraron las primeras casas y

se continuó la construcción hasta llegar a un total de 120 viviendas repartidas en cinco

manzanas.

Villa Javier fue un experimento en la organización de una comunidad basada en la

antigua nocion cristiana de una “Ciudad de Dios”, protectora de la clase obrera. Las casas fueron

cedidas a las familias de los miembros del Circulo a cambio de aceptar las normas habitacionales

impuestas por Campoamor, bajo un modelo ético y social católico. El barrio fue el lugar

apropiado para implantar fielmente los principios de la Encíclica Rerum Novarum 113 de 1891

y la Quadragesimo Anno de Pio XI de 1931, dirigida a la organización de la clase obrera,

contenida en la Doctrina Social Católica, la cual buscaba más que acciones de beneficencia, una

lucha católica contra el secularismo de la sociedad laica y las ideas anticlericales, el liberalismo,

el individualismo y el comunismo (Londoño y Saldarriaga, 1994).

Page 50: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

50

La Iglesia católica veía con beneplácito a las organizaciones mutuales como las

Sociedades de artesanos y trabajadores y los Círculos Obreros, por ello hizo grandes esfuerzos

para controlarlas y difundirlas a lo largo y ancho del país, propósito que reforzó en 1913, cuando

la Conferencia Episcopal decidió impulsar la Acción Social Católica, propuesta por el papa Leon

XIII.

Ante las nuevas realidades del país y la emergencia de la “cuestión social”, el Clero

colombiano desplegó una campaña que incluyó la transformación de cofradías en sociedades

mutuarias y luego en sindicatos, así como la creación de patronatos, escuelas, cajas de ahorros e,

incluso, barrios obreros. Con estas iniciativas, se buscaba el control físico y moral de los obreros

para mantenerlos alejados de tendencias radicales y socialistas. Pero su efectividad no fue

completa, pues grandes contingentes de trabajadores abrazaron organizaciones políticas y

sindicales de otras tendencias o permanecieron al margen de cualquier asociación. (Núñez

Espinel, 2006).

La historia de Villa Javier se entremezcla con la realidad del siglo XX: la expansión de

las pequeñas ciudades coloniales y el dinamismo de las mismas, la modernidad y el despegue

precoz de la industrialización, los problemas sociales y políticos de una nación que entra en

desventaja al siglo XX y las fuertes luchas partidistas.

Bogotá no era propiamente una ciudad moderna e industrializada, tenía las características

de un pueblo grande con pretensiones culturales , asumía diferentes condiciones urbanas y

sociales, con un predominio de pobres con viviendas carentes de servicios sanitarios e higiénicos

–sin acueducto domiciliario, desagües, electricidad, pésimas vías- además se le suma que dicha

población tenía altos niveles de consumo de chicha y aguardiente, por lo tanto el consumo de

alcohol, la falta de higiene en las viviendas y la precariedad de las mismas entre la población

pobre fueron los problemas que animaron la intervención del padre Campoamor. (Londoño &

Saldarriaga Roa, 1994) .

Para ese entonces los sectores eclesiales comprendían que el problema mayor del obrero

no era el trabajo en la fábrica sino su situación cultural que en los momentos de esparcimiento se

expresaba: el alcoholismo; para la iglesia el problema era moral y para “1922 se creó una ley que

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castigaba la vagancia y el alcoholismo, eran unas campañas para que no se subvirtiera los

valores moralizantes de la elite” (Archila , 1991, p. 34).

Se conoce que para los años 20 no existía una clase obrera determinada, con una

ocupación definida y niveles de ingresos establecidos, los obreros de la época no eran más que

jornaleros, sirvientes domésticos y artesanos con variadas actividades.

Además existía una gran cantidad de desocupados y pobres viviendo en la miseria, que

de alguna forma vivieron de la misericordia de la iglesia, también contaron para el proyecto

inicial de Campoamor de crear el Círculo de Obreros.

Poco a poco se fue constituyendo el barrio el cual se normalizaba con unas exigencias

morales que se expresaban desde el control del tiempo hasta las relaciones sociales. Para

Campoamor, Villa Javier es el palacio de los pobres.

Donde cada uno de sus habitantes se gloriaba en imitar a Jesucristo, colaborarse como

servidores mutuos, sin sirvientes, en donde no se admitía el lujo, ni pretensiones de lujos en los

hogares y en el vestir, además el anhelo era triunfar en el mundo de la pobreza cristiana realzada

por el aseo, por la amabilidad, en el trato, y cultura en los modales. El aseo era clave para vivir en

comunidad, había normas estrictas de higiene tanto en las casas como en cada persona, además se

prohibía el consumo en exceso de bebidas alcohólicas, bailes sin autorización, riñas entre los

habitantes, se exigía la puntualidad en las labores religiosas –asistir a la misa de los domingos,

comulgar- igualmente se prohibía que viviera más de una familia en las casas, poner negocios o

tiendas y arrendar piezas entre otras prohibiciones. (Londoño & Saldarriaga Roa, 1994, p. 54)

Por otro lado el componente más importante del proyecto lo constituyó la comunidad

semiconventual de Las Marías, que se convirtió en el eje de funcionamiento de la organización

durante más de medio siglo. En ella las mujeres fueron capacitadas para desempeñarse como

cajeras, modistas, maestras, agricultoras o cocineras, además de laborar en la imprenta del

Círculo de Obreros o en la tienda de la organización que existió durante algún tiempo en Villa

Javier

Con el fallecimiento de Campoamor en 1946, y siendo reemplazado por el colombiano

José María Posada sacerdote jesuita se comenzaron a evidenciar las transformaciones reales del

barrio y su filosofía. A finales de los años 40 aumentaron las viviendas en los terrenos aledaños

al barrio dirigido por la Secretaria de Obras Públicas Distrital; las normas de No arrendamiento

de las casas del barrio desaparecieron y se permitieron las ventas y entregas de títulos de

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52

propiedad de las viviendas. Y se suspendió la construcción de viviendas por la caja de ahorro del

Círculo de Obreros, el muro y las rejas fueron suprimidas dando paso a la integración del barrio

y la ciudad. Un momento importante de la historia del barrio fue la construcción de la iglesia y

la casa cural a comienzos de 1960, frente a este hecho Londoño y Saldarriaga refieren que:

La construcción de la iglesia puede tomarse como el punto de final de este pequeño

ejercicio en vivienda social que logró configurar durante cincuenta años un recinto urbano con

aspiraciones de orden y de bienestar para algunos miembros de la clase obrera. La junta de

circulo de obreros vendió la mayoría de las viviendas (…) el edificio principal fue adquirido por

el gobierno de Alfonso López Michelsen y fue adjudicado a la Asociación Nacional de Usuarios

Campesinos, ANUC, entidad que actualmente lo posee y administra para sus actividades (1994,

p. 115).

El gesto de Campoamor significó para muchos de sus sucesores, sacerdotes, seminaristas

y miembros de la comunidad en Villa Javier el punto de partida por las preocupaciones por la

vivienda, la protección al prójimo desposeído y simbolizó las transformaciones de los barrios

lejos de la intervención Estatal.

Ahora se va a resaltar la situación general del barrio, la zona suroriental de Bogotá durante los

años 70 década en que se centrará el análisis y preguntas sobre las luchas barriales, las

influencias de algunos movimientos progresistas – Teología de la Liberación y el resultado de

estás.

Bogotá en los años setenta.

A manera de introducción.

Es de vital importancia en este análisis de las luchas populares, los procesos

organizativos y las experiencias barriales en el suroriente de la ciudad de Bogotá, examinar las

condiciones urbanas y los factores determinantes del fenómeno de la urbanización de la “ciudad

pensada” (Colavidas, 1990) y las posteriores resistencias organizadas que nacieron de estas

condiciones. En medida se busca hacer reflexiones que vislumbren las disputabas asociadas a las

acciones colectivas expresadas en el suroriente, situando a los sujetos en el contexto del

desarrollo urbano y hallando las consecuencia de los proyectos de urbanización en las

comunidades de esta zona.

Page 53: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

53

Aunque existe una extensa literatura sobre el tema urbano, los movimientos y las luchas

sociales, el eje de esta reflexión se centró en analizar aquellas condiciones y/o motivaciones que

irradian los procesos de urbanización o los planes de desarrollo urbano que determinaron que

muchos sujetos comprendieran la razón de luchar por el derecho a la ciudad, es decir: ¿Por qué y

qué les motivó iniciar la lucha?

Complejizar estas temáticas permitirá interpelar por las resistencias sociales y políticas

impulsadas en las barriadas populares por sujetos que han sufrido de manera directa las

transformaciones socio-urbanas generadas por el sistema social: –segregación, desplazamiento

intraurbano, inexistencia de auxilios habitacionales para los habitantes pobres, las condiciones de

los accesos a los servicios públicos etc.– asimismo permitirá establecer cuáles fueron los

horizontes posibles en las reivindicaciones sociales propuestas desde los barrios populares en

búsqueda de alternativas para habitar la ciudad.

En el tránsito de la década de los años 60 a los 80 las transformaciones urbanas nacidas

de las confluencias económicas y políticas globales neoliberales, articulado con los medios

locales de dominación, determinaron la profundización de muchos problemas urbanos y han de

provocar tipos de insurgencia populares en las urbes.

De forma tal, se trata de buscar e identificar las experiencias colectivas e individuales de

sujetos excluidos del derecho a habitar la ciudad, de disfrutar y hacer parte de ella como

ciudadanos. Se busca comprender las fuerzas sociales que actúan en la producción de los

espacios urbanos populares, y por tanto hallar cómo esas fuerzas se materializaron –en

expresiones colectivas- contra las lógicas del sistema social urbano capitalista, que desplaza y

confina a las clases populares a la miseria.

Sin lugar a dudas estas nacientes expresiones colectivas de resistencia por el derecho de

habitar en la ciudad se alimenta y se amalgaman por posiciones políticas filiales a la izquierda y

de movimientos de carácter religioso progresista, que inyectaron en última las posibilidades

ideológicas para la defensa y el reconocimiento del espacio barrial autoconstruido. Estas se

encargaron de dinamizar los procesos populares barriales como al mismo tiempo de la

politización del territorio, de reafirmar la consolidación de un sistema urbano democrático y

trabajar en el empoderamiento y el reconocimiento del poder de las comunidades como

Page 54: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

54

herramienta de lucha, buscando con esto endurecer las posibilidades que surgen en los barrios

populares.

Encontrar las formas en que los sujetos enfrentaron los fenómenos de exclusión en las

periferias de la ciudad tiene gran importancia porque permite comprender los significados que

fueron atribuidos a las dinámicas de apropiación socio-espacial del territorio urbano, de forma

que permitan hallar el sentido político a sus formas de organización y resistencia. Esto lleva a

debatir la incidencia de la ideologización de los procesos populares barriales que se entablaron

para posibilitar la democratización del espacio urbano y la construcción de lo comunitario desde

la ciudadanía y que a la postre han de determinar la complejizacion de las luchas urbanas durante

casi toda la segunda mitad del siglo XX.

De esta manera se presentara una síntesis histórica sobre las lógicas de la

mercantilización de la ciudad, los procesos de urbanización del Estado y el capital que en últimas

motivaron las confrontaciones, las disputas y las experiencias de producción social del espacio

urbano en relación a los fenómenos de creación de barrios populares en el suroriente de Bogotá,

en donde las comunidades excluidas y víctimas del sistema social lograron constituirse con una

potencialidad política, incidente y decisoria frente a los embates del capital como las acciones de

resistencia contra el Plan Cerro (Torres, 2013), que se planteó en 1972 y que tenía como

finalidad; desarrollar proyectos urbanísticos y de renovación urbana en el suroriente de Bogotá,

lo cual implicaba entre muchas otras, el desalojo de miles de familias y por lo tanto se iniciaron

procesos de resistencia populares urbanas en esta zona de la ciudad, los cuales cimentaron una

identidad colectiva y nuevas bases en la gestión territorial de sus comunidades.

Page 55: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

55

El contexto Histórico-Urbano de Bogotá.

¿Bogotá: una “ciudad pensada o ciudad autogestionada”?

¨Changer la ville, changer la vie!¨ Henri Lefebvre.

Entre los años 60 y 80 del siglo XX se presentaron en las nacientes metrópolis de nuestra

América Latina importantes fenómenos urbanos, especialmente se desarrollaron intensos

procesos de urbanización que determinaron una progresiva densificación poblacional en las

ciudades, prescribiendo la idea hegemónica que sitúa la ciudad como centro del progreso. Hoy

Latinoamérica se muestra como una región profundamente urbanizada y en efecto para el año

2010 la población urbana en la región alcanzó más de un 80 por ciento del total de sus

habitantes, lo que ha convertido al subcontinente en una de las dos regiones más urbanizadas a

nivel mundial. De esta manera, resulta evidente que el futuro de la región por preferencia de los

habitantes, está en los centros urbanos (ONU-Hábitad, 2012) (Mejía Pavony, 2013).

Existe una supremacía y una valoración positiva de la vida en la ciudad sobre cualquier

otra forma de habitar, pero hay una gama de problemas que deben ser solucionados para

satisfacer las necesidades y los deseos de los habitantes por vivir en la urbe. Estos problemas

urbanos están referidos entre muchos otros, al acceso a la vivienda, a los servicios públicos, a la

falta de empleo, a la utilización de los espacios públicos, la seguridad, entre otros.

A lo anterior se le suma el descontrolado crecimiento de asentamientos sin planificación,

que dio como resultado fenómenos de ¨tugurización¨ de los espacios que han sido en realidad un

escollo a la idea de la modernidad urbanizada para nuestra América Latina (Mejía Pavony,

2013), hoy la idea de un modelo de ciudad más sostenible, eficaz en movilidad y servicios choca

con estas realidades socio-históricas. Sin lugar a dudas los procesos de urbanización y de

transición urbana que se han experimentado en la región, estuvieron siempre relacionados con

los profundos problemas de inequidad y de segregación en la forma de vivir en la ciudad y que

en últimas irradiaron en futuros conflictos urbanos que se van a reseñar (Abramo, Rodríguez, &

Erazo, 2016).

Ahora bien, retomando el punto nodal de estas primeras aclaraciones introductorias, es

importante resaltar que este rápido crecimiento urbano que permitió procesos de expansión y

aglomeración demográfica en las áreas urbanas entre las décadas de los 60 a los 80 han sido

producto particularmente de la “reestructuración metropolitana, a partir de la reestructuración de

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la ciudad central y el desarrollo de los suburbios que se asocia a los cambios regionales y

globales del capitalismo” (Clichevsky, 2000, p. 36) (Gottdiener,1985) es decir, el proceso de

crecimiento urbano que transformó las ciudades latinoamericanas entre estas Bogotá, a lo largo

de la segunda mitad del siglo XX, se vio influenciado en gran parte por el modelo económico y

político que tenía como finalidad responder a las dinámicas socioeconómicas del momento, es

así como por ejemplo, el Modelo de Sustitución de Importaciones y su política de

proteccionismo influenció en la planeación urbanas con el objetivos de favorecer el desarrollo

industrial en las ciudades a esto Guillén Romo (2013) afirma:

La protección engendró un modelo de desarrollo regional en torno a las megalópolis. En

la medida en que el modelo de ISI-la industrialización sustitutiva de importaciones- implicaba una

política de crecimiento industrial orientada hacia el interior en la que el mercado interno era el

principal destino de la producción de las empresas del sector manufacturero, se incitó a las

empresas industriales a instalarse en los grandes centros de consumo, hecho que propició un

crecimiento rápido de las ciudades (p. 37)

En esta disposición, las ciudades que reflejaron un substancial crecimiento urbano y

demográfico durante estas décadas atendían a un modelo de planificación urbana reflejo de los

cambios y el dinamismo del capitalismo. Cabe enunciar que no solo estas ciudades lograron

adaptarse a las transformaciones económicas capitalistas, sino que también han sido actores

estratégicos en su estructuración. De acuerdo a la corriente Marxista en la cual se afirma que las

sociedades se definen de acuerdo con sus modos de producción, de igual forma las ciudades se

explican y se concretan por el modelo de desarrollo imperante.

En este sentido, es en la décadas de los años 60 a los 80 en donde se establecen los

procesos de transformación de las ciudades en consonancia con la profundización del modelo,

sustentado en los ingresos derivados de la extracción de materias primas y en el caso de algunos

países de América Latina las transformaciones se dieron con la modernización de la estructura

agraria y del aparato Estatal , la formación de ciertas condiciones favorables para la inversión

extranjera, el crecimiento del proletariado, la concentración de los ingresos y la aceleración del

proceso de urbanización tutelados por el Estado interventor y motivados por empresarios

privados de la urbanización (Ibarra, Puente, & Saavedra, 1986) (ONU-Hábitad, 2012).

Es importante subrayar que en Latinoamérica los procesos de urbanización no fueron

coherentes con las capacidades productivas que se esperaban de las ciudades, estas fueron

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57

creciendo y también la población urbana por encima de los índices de desarrollo. Incapaces las

ciudades de sostener a una población en continuo crecimiento y por lo tanto de generar empleo y

tecnificar la mano de obra a las nuevas dinámicas productivas, y aun dinamizada por la

migración rural, las ciudades no brindaron respuestas satisfactorias a una población que buscaba

oportunidades en ellas.

Fue así como todas estas personas fueron excluidas por los sueños de la modernidad y del

desarrollo empezaron a ubicarse en las zonas marginales de las ciudades sin acceso a servicios

básicos esenciales -alcantarillado, acueducto, electricidad entre otros. Sin más, estas poblaciones

empezaron a aglomerarse en las barriadas que en últimas, ha coloreado la estructura urbana en

función de la latente estratificación social.

De esta forma Valladares & Prates Coelho (2003) anuncian que para los años 60

La mayoría de los países de la región estaban pasando por lo que se llamó

"hiperurbanización", situación en la que un ritmo rápido de urbanización no iba acompañado de

un crecimiento correspondiente de la industria provocando un trasiego de las personas de los

empleos poco productivos en la agricultura rural al empleo o subempleo urbano también de baja

productividad. Los síntomas más claros de hiperurbanización se observaban en las ciudades más

populosas, donde el desequilibro entre el rápido crecimiento demográfico y las insuficientes

posibilidades de empleo daba como resultado una creciente pobreza y la proliferación de los

barrios de chabolas y tugurios. Las "favelas" de Brasil, las "poblaciones" de Chile, los "barrios"

de Venezuela y Ecuador, las "villas miseria" de Argentina y las "barriadas" y ¨comunas¨ de Perú y

Colombia (p. 98)

Retomando la idea inicial en la cual los procesos de urbanización en las ciudades de

América Latina han sido producto de la profundización del capitalismo, se hace evidente que en

el caso de Bogotá, el desarrollo urbanístico que debía seguir para los años de 70, según el modo

de producción, tenía que estar enfocado en tres funciones casi especializadas; “como centro

político de las decisiones estatales y de gobierno; centro industrial, comercial y de servicios

clave para el desarrollo capitalista y centro de las migraciones poblacionales que dispararon el

crecimiento demográfico de la capital” (Molano, 2014, p.119) la ciudad en su modelo de

planificación urbana debía sustentar por un lado al aparato administrativo y decisorio en lo

político así como de sostener los intereses del capital en su afán de desarrollar a Bogotá como un

foco económico cardinal para el país.

En este sentido, la ciudad debía modificar su infraestructura de tal manera que pudiera

responder de manera satisfactoria a estas necesidades socioeconómicas, fue así como se iniciaron

las construcciones de complejos administrativos, habitacionales, industriales y viales que

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58

facilitaran la conexión de los centros de producción y de comercio con los suburbios, y por lo

tanto dinamizar el tránsito de mercancías con otras regiones.

De acuerdo a lo anterior Alicia Beuf (2012) afirma que en el contexto de las aspiraciones

de modernización que se tenían desde la década de los 30 en Bogotá, a raíz de la discontinua

urbanización de las antiguas haciendas de la sabana de Bogotá desde su casco antiguo hasta

chapinero, la ciudad iba adoptando la forma de una ciudad lineal, con una barrera natural –los

cerro orientales– que impedía la urbanización hacia el oriente, de forma tal que las autoridades

locales de la ciudad consideraron necesario proyectar un plan de desarrollo urbano a futuro, que,

conectara la zona occidental y suroriental con el centro de la capital. Por ejemplo el plan Bogotá

futura de 1923 –nos dice Beuf-, establece las bases de los planes para regular la organización

urbana en Bogotá.

Este plan asume una visión coherente -pero poco realista- de la regulación del

crecimiento urbano, que buscaba mantener los ensanches en la continuidad espacial de las áreas

ya urbanizadas, y contrarrestar el proceso de expansión urbana discontinua. Según el plan, Bogotá

debía seguir siendo una ciudad monocéntrica, capaz de extender el área de influencia del centro

tradicional hacia los nuevos barrios (p. 5).

Este plan nunca fue ejecutado y la ciudad siguió creciendo de forma caótica y discontinua

en función de la fragmentación de las grandes haciendas. De forma tal que la visión por

organizar el naciente espacio urbano capitalino fue ceñido y la ciudad no viró a otras zonas,

como el altiplano de la Sabana; al oeste y al norte, que aunque estas zonas ofrecían las

condiciones ideales para la expansión urbana, -una vez desarrolladas las técnicas para el drenaje

de los humedales- no fueron tenidas en cuenta para esta década. (Beuf, 2012)

Por otro lado, en el contexto de los años 1930-1940, con la llegada de Karl Brunner al

recién creado Departamento de Planeación de Bogotá, se comienza a trabajar en planificar una

ciudad con una visión higienista y pluricentral, (Torres, 1999) ideas que se efectuaron en la

construcción del parkway, el desarrollo de fragmentos urbanizados de forma espontánea como

los barrios El Campín, Bosque Izquierdo y la planeación integral de barrios obreros como El

Centenario.

Para el año 1947 se creó una ley de regulación de las grandes ciudades y se contrataron a

tres miembros importantes del Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) José

Luis Sert, Paul Lester Wiener y Le Corbusier. Para estos arquitectos como para los sectores

productivos y políticos consideraba

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La transformación urbana de Bogotá como un requisito para la difusión de la modernidad

y el desarrollo a nivel nacional. Esta transformación era tanto más necesaria en cuanto el

crecimiento de la población, impulsado por un éxodo rural sostenido continuaba a un ritmo

frenético. En los años 1950-1970, Bogotá tenía una de las más altas tasas de crecimiento urbano

en el mundo. Y a pesar de la expansión espacial resultante (…) la ciudad mantuvo la forma lineal

de la mancha urbana hasta la década de 1960, a pesar de la urbanización de terrenos hacia el

occidente, en discontinuidad con el tejido urbano existente. Los asentamientos precarios, siendo

hasta entonces limitados y ubicados en posición central (como por ejemplo el paseo Bolívar), se

estaban expandiendo hacia la periferia y planteaban nuevos problemas de acceso a los servicios y

equipamientos colectivos, con lo cual se generalizaba la idea de que sólo la modernización de la

ciudad podría resolver estos retos.¨ (Beuf, 2012, p. 7)

Estos procesos de modernización urbana, se fueron reforzando con los sucesos del

Bogotazo que dieron la oportunidad a que se fueran acoplando con mayor intensidad por parte de

los gobernantes los planes de construcción y reorganización de la ciudad, con base a una nueva

centralidad, y pensada bajo la óptica de estos arquitectos europeos como una ciudad funcional

pensada con base de previsiones de crecimiento demográficos.

Para Le Corbusier la técnica brindaba el progreso y la satisfacción de las necesidades

humanas “(…) La Carta de Atenas de 1933 expresaba esta ideología modernista y funcionalista

que erige la separación de las cuatro funciones urbanas (vivienda, movimiento, trabajo, ocio)

como principio fundamental para construir ciudades eficientes” (Beuf, 2012, p. 10). Esta visión

llevó a pensar de manera separada la centralidad como función urbana, y los centros urbanos

como lugares tradicionalmente caracterizados por una densidad y diversidad de funciones y

actividades.

En cambio Sert con su Plan de Regulación de 1953 abogaba por la recentralización de las

funciones urbanas de la ciudad, consideró el abandono de la cuadratura colonial y la

construcción de unidades administrativas de gran altura aisladas en medio de espacios

policéntricos -como lo plantea Le Corbusier- como inadecuado para las ciudades

latinoamericanas, y por tanto creyó en el desarrollo de los “núcleos de sectores que debían

guardar como forma de su identidad algunos elementos del modelo urbano colonial, las

manzanas, las grandes casas con patios, las plazas y las calles, debían volver a funcionar como

espacios públicos con diversidad de usos” (Beuf, 2012, p. 12).

Ahora bien, la adopción de estos planes estuvo influenciada por los urbanizadores piratas

que percibían a estos planes opuestos a sus intereses, además “Sert y Wiener reconocieron

parcialmente que la urbanización informal era más efectiva, debido a que se adecuaba de mejor

manera a las condiciones socioeconómicas de los recién llegados a la ciudad” (Beuf, 2012, p.

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60

12). Cabe destacar que sin desconocer la existencia de regulaciones, como los fueron estos

planes, la transformación de Bogotá obedece más a la espontaneidad que a la misma

planificación (Del Castillo, 2003).

En 1952 durante la administración de la alcaldía de Fernando Mazuera y durante el

gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla en 1953, se lograron desarrollar importantes

proyectos urbanos que respondían a la visión de la ciudad funcional: centro de toma de

decisiones políticas y centro de comercio y servicios.

(...) se lanzó, con poca planificación, la construcción de autopistas urbanas (Avenida

Eldorado, autopista Norte) y de grandes infraestructuras, como el aeropuerto Eldorado, además de

Hospitales, edificios oficiales y centros educativos. El proyecto emblemático de Rojas Pinilla fue

el Centro Administrativo Nacional (CAN), un Centro Cívico ubicado simbólicamente en la

periferia, a lo largo de la nueva Avenida 26, que quedó parcialmente construido durante muchos

años y que alberga hoy en día, según una lógica monofuncional, varios ministerios y

administraciones de carácter nacional. Igualmente en los años1950, mientras las élites salían del

centro tradicional -temido después del Bogotazo-para asentarse en los barrios residenciales de la

zona norte, el primer CBD de la ciudad se consolidó en el pericentro Norte; se edificaron varias

torres de oficinas alrededor del hotel de lujo Tequendama (1953) y del Centro Internacional

Tequendama adyacente, ambos edificios representantes del urbanismo moderno. El impulso hacia

el desarrollo del eje centro-norte estaba dado (Beuf, 2012, p. 12).

De igual forma, estas gestiones públicas de recomposición del espacio urbano durante el

gobierno de Rojas Pinilla, se fueron consolidando con los proyectos de ordenamiento del

territorio y políticas oficiales que modificaron de manera trascendental la estructura urbana de la

ciudad. Para el año de 1954, el autoritarismo de las políticas desarrollistas de Rojas Pinilla

determinó que núcleos poblacionales importantes como fueron los municipios vecinos de Usme,

Fontibón, Usaquén, Engativá, Suba y Bosa fueran anexados al nuevo orden urbano de la capital

moderna como respuesta a las necesidades del desarrollo económico y político de la nación.

Por otro lado esta fusión determinó que los suelos urbanizables que quedaron entre el

casco urbano de Bogotá y los municipios anexados, comenzaron a ser parte de la ciudad a

medida que se empezaba a lotificar y por lo tanto a construir los barrios. Este proceso de

urbanización muchas veces quedó en manos de comerciantes, empresarios y políticos que se

convirtieron después en poderosos urbanizadores tales como Fernando Mazuera –Alcalde de la

ciudad- y Mariano Ospina Pérez – Presidente de la república 1946-1950-, el cual contribuyó a

que las tierras que fueron parte de grandes haciendas de la sabana comenzaron hacer

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urbanizadas. Es importante señalar que a comienzos de los 60 se efectuaron proyectos de

infraestructura educativa lo cual implico el aumento de la cobertura educativa de la capital “con

el fin de apoyar el proyecto de industrialización, internacionalización y competitividad del país

(…) Con las ofertas académicas, Bogotá atrajo personas de todas las partes del país,

consolidando su imagen de metrópoli y del centro urbano más importante del país (Suárez

Gómez, 2009, p. 53)

Bogotá entra a la segunda parte del siglo XX siendo la ciudad con mayor habitante del

país, pasando de 330.000 en 1938 a 1.811.000 habitantes en 1964. El factor clave de este

crecimiento demográfico fue la inmigración nacional. Además se eleva las áreas urbanizadas

pasando de 2.514 ha. Aprox. a 17.390 para 1972. Alrededor de un 38% de estas áreas construidas

para inicio de la década de 1970 se hallaban en terrenos adquirido extralegalmente. Allí se

alojaba el 59% de la población de la ciudad (Calderón Villegas, 2002).

Desde entonces, se vienen expresando en la ciudad de Bogotá, los primeros conflictos

urbanos, manifestados en los fenómenos intensos de toma o invasión de terrenos por una

población migrante que determinarían posteriormente una descontrolada creación de barrios

marginales en las periferias urbanas de la ciudad, sin ningún tipo de infraestructura, planeación y

control del Estado.

Por otro lado Bogotá se convirtió en el polo industrial del país, la cual acaparó un

importante porcentaje de la producción industrial nacional y de inversión de capitales

extranjeros. Para este período, Bogotá “es ya obra de la concentración de la población, de los

instrumentos de producción, del capital, del disfrute y de las necesidades, mientras que el campo

sirve de exponente al hecho contrario, al aislamiento y a la soledad” (Patetta, 1997, p. 410).

La ciudad se iba convirtiendo año tras año en un complejo sistema urbano, con claros

mecanismo de control de la organización del espacio y de la reproducción del mismo. La ciudad

no era la misma, sobre ella había otra visión que dejaba atrás las costumbres coloniales, ahora los

espacios de la ciudad son concebido de manera diferente con nuevas ideas en la concepción del

espacio y de cómo este permitía mejorar las condiciones de vida de los que podían pagar por

ello. Bogotá para la segunda mitad del siglo XX se iba resituando como un producto social e

histórico de las condiciones del país, de la reproducción del capitalismo y de las nuevas

relaciones sociales que se iban entrelazando mediante el uso cotidiano del espacio y su

producción, lo cual ha ocasionado según Lefebvre (1978):

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62

«El barrido de la ciudad anterior» para dejar sitio a una nueva condición desde la que

contemplamos la hegemonía del ‘valor de cambio’. Donde todas las formas de creatividad y

espontaneidad tienden a desvanecerse. La ciudad, que era ‘una obra’ que unificaba lenguajes,

códigos y tejidos sociales comunes, se convierte en ‘un producto’: «la comunidad se desvanece, el

vecindario se desmorona » (p. 85)

Siendo la ciudad un espacio socialmente construido bajo los intereses del capital y una

mercancía al servicio exclusivo de los intereses de la acumulación, asimismo es pensada con un

papel propio en el valor de uso y de cambio (Harvey, 2011) la ciudad de Bogotá de a mediados

de siglo se acomoda en esta contemplación inicial, solo basta ver en los proyectos urbanísticos

durante el gobierno de Rojas Pinilla (1953-1957), los gobiernos del Frente Nacional (1958-1974)

y en especial en la administración de López Michelsen(1974-1978) en la cual las estrategias de

desarrollo se apoyaron en la reorientación del gasto estatal hacia las obras públicas y de

infraestructura esencialmente en el fomento de la industria de la construcción que inspiró el plan

del nuevo Departamento Nacional de Planeación, nombrado Plan de las Cuatro Estrategias de

(1971) que:

Identificaba el sector de la construcción como principal motor del desarrollo económico (el sector

exportador era el segundo). La urbanización, su producción (construcción) y su gestión

(distribución de la población y de las actividades) eran el corazón de esta estrategia de desarrollo

a nivel nacional. Como es lógico, por tanto, se dio una integración de la política económica y de

la política urbana (Beuf, 2012, p. 13)

Este Plan buscaba la adopción de medidas para mejorar las condiciones de la vivienda

popular y reducir la inequidad existente en la distribución de la propiedad urbana.

En este momento se promocionaron los planes de desarrollo urbanísticos apoyados y

concebidos por el Banco Interamericano de Desarrollo -BID- y el Fondo Especial de la ONU,

políticas y planes urbanísticos, que se abordaran de forma más específica en el siguiente

apartado, los cuales generarían las condiciones para que se desarrollaran las luchas populares

urbanas en el suroriente.

Bogotá se fue configurando bajo un modelo desarrollista hegemónico agenciado por la

gran burguesía (Molano, 2014) y amparado bajo el

Principio de la acción estatal, acompañado de un claro enfoque redistributivo y de la

voluntad de tener en cuenta las reivindicaciones populares; una nueva orientación que se

concretizó por la adopción de reformas sociales cuyo objetivo era la relegitimación del orden

político y social y, en el contexto de la guerra fría, la apuesta por contrarrestar la formación de las

guerrillas revolucionarias. Esta acción reformadora tuvo el apoyo de EE.UU. a través de la

Alianza para el Progreso (Carta de Punta del Este, 1961), que entre otras cosas, como programa

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de cooperación, financió en Bogotá la construcción de un proyecto de más de 10.000 viviendas,

Ciudad de Techo, que fue llamado Ciudad Kennedy (Beuf, 2012, p. 12)

El discurso del desarrollo promovió el cambio de la imagen de la ciudad. Sin embargo,

dice Beuf (2012) el proyecto desarrollista tropezaba contra la potencia de los intereses de las

élites políticas y económicas locales.

Cuyas representaciones morales justificaban la exclusión histórica de los sectores

populares del campo político y de los derechos, razón por la cual, por ejemplo, el intento de

reforma agraria del presidente Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) fracasó al no poder llegar a un

acuerdo sobre la base de la solidaridad nacional (p. 13).

En realidad, esta reforma agraria frustrada trataba de frenar el éxodo rural y limitar el

crecimiento urbano de la ciudad; impulsando el ¨desarrollo¨ de las regiones de origen de los

migrantes; de forma que se buscaba, que los planes de una ¨ciudad pensada¨ al servicio del

capital se desarrollaran y no se viera antepuesta por el fenómeno de la sobre demanda de

vivienda y servicios. Pero el fenómeno de migración fue tan intenso que el modelo no respondió

a las necesidades de los migrantes lo cual se expresó en la ocupación ilegal y masiva de predios

privados y estatales. Hechos que se escapaban de la lógica de los proyectos de planificación

urbana moderna para Bogotá.

De esta forma, durante los años 70, el proceso de urbanización que se había venido

desarrollando en la ciudad, se expresaba siempre en conflicto con los impulsos por un lado de la

gran burguesía que buscaba viabilizar un nuevo modelo económico cimentado en la planificación

urbana al servicio del capital, y por otro lado, la realidad social del país, expresada en las

migraciones campo-ciudad de miles de personas víctimas de la violencia, las cuales iban

pensando, creando y autogestionando su propia ciudad a la par de los grandes monopolios

capitalistas amparado por el Estado.

Retomando, el concepto de la ¨ciudad pensada¨ comprendida en la construcción técnica

de la urbe o de forma general a los que en su tesis Colavidas (1990) llama como una ciudad

funcional al proceso productivo –analizada desde las categorías económicas Marxistas-, genera a

una.

Comunidad humana que queda agotada -en la ciudad como valor de uso- en su condición

de mera masa social que se reproduce mediante el desarrollo integrado de las cuatro funciones

básicas de habitar a la ciudad (residir, trabajar, recrearse y circular) y, de forma aún más

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restrictiva -en la ciudad como valor de cambio-, en su condición de mera fuerza de trabajo¨

(Colavidas, 1990, p. 97).

Engels (1976) analiza el proceso histórico del sistema capitalista en las ciudades y centra

su atención sobre las condiciones de vida en los barrios obreros de las grandes urbes inglesas y

los efectos del desarrollo industrial del capitalismo, encuentra que el hombre obrero es –desde el

carácter acumulativo del capital- un alienado del derecho a la ciudad y de todo sentido de

apropiación. Asume además que hay dos ciudades una es la reservada exclusivamente para la

burguesía y otra para el proletariado, de forma que en las ciudades, hay una configuración urbana

desigual, expresada en las divisiones de clase entre la burguesía y el proletariado, y que en esta

configuración del espacio urbano se expresa una guerra social, que se manifiesta en la lucha por

el poder político y social, es decir una lucha de clases que determina en últimas la forma urbana

(Engels, 1976).

Se puede afirmar que siendo la ciudad, un espacio deshumanizante para el obrero según

Engels, es por igual un lugar donde las contradicciones del capitalismo afloran y por lo tanto

germina la semilla que condena a la burguesía.

Sin lugar a dudas, las ciudades que se fueron constituyendo como foco de desarrollo

industrial acogieron a miles de trabajadores que, “despojados de sus medios de producción,

debieron vender su fuerza de trabajo en el mercado como modo de asegurar su subsistencia”

(Wagener, 2013, pág. 5) estas ciudades donde la centralización de bienes ha alcanzado su grado

más elevado, privaron de todo derecho a las clases trabajadoras o explotadas y las sumieron en

un estado de miseria en las periferias sin ninguna posibilidad de acceso a servicios esenciales.

Reduce y niega la humanidad al conjunto de los trabajadores; al tiempo que es una ciudad

en la que se imprime el poder de clase de la burguesía sobre el proletariado, también es una

ciudad cuyos efectos, junto a los de las relaciones de producción capitalista, pueden producir

seres conscientes de sus intereses de clase, capaces de luchar por su libertad (Wagener, 2013, p.

4).

En esta medida es pertinente en este momento del análisis tomar las reflexiones de estos

autores con la intención de entender un poco más las dinámicas urbanas de los años 70,

relacionado a la influencia de los modos de producción, la reproducción del espacio y la forma

en que los sujetos habitan la ciudad.

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Asimismo se busca comprender cómo vive la población pobre en las barriadas de esta

urbe, sus luchas expresadas en acciones sociales colectivas por defender su derecho a la ciudad,

buscando con esto incorporar al análisis sociohistóricos de la configuración desigual de la ciudad

y el rol que esa desigualdad tiene en la dimensión política entendida como lucha de clases.

Una Ciudad en lucha, una urbe en resistencia.

Esta segregación espacial que suscita la ciudad, vista desde el enfoque marxista, produce

como bien se expuso a un tipo de población excluida y enajenada de todo derecho de habitar la

ciudad, esta población, la pobre u obrera, sobrevive en la ciudad gracias a su fuerza de trabajo y

por lo tanto del salario que devenga, no poseen nada en la ciudad, quizás sus viviendas que

muchas veces autogestionadas exploran la insalubridad y que por regla general están mal

agrupadas, lo cual implica deplorables condiciones de construcción y protección de los azares

naturales y sociales.

Este fenómeno de segregación espacial, típico de las ciudades acomodadas al nuevo

modelo de acumulación capitalista, marcó en el caso de Bogotá, el sello de buena parte de los

procesos de urbanización de mediados del siglo XX -especialmente en la década de los 70- y que

sin lugar a dudas contribuyó, como hecho causal, a expresiones e iniciativas colectivas de

resistencia y empoderamiento socioespacial de muchos habitantes de escasos recursos, o de

obreros que nunca se vieron beneficiados por medio de su condición laboral a acceder a una

vivienda digna y por tanto recurrieron a prácticas colaborativas y de autogestión para permitirse

el derecho al acceso y permanencia a la ciudad por medio de acciones tales como la formación

de viviendas y barrios en las zonas marginales en las que ocuparon legal o ilegalmente y que ha

permitido de hecho la expansión de la ciudad más allá de ¨la ciudad planeada¨. En las ciudades

colombianas.

(…)Se ha venido manifestando un proceso que marca de manera clara la configuración de

las ciudades que son, precisamente, los asentamientos humanos. Algunos de ellos desarrollados

en la lógica de la producción de la ciudad a partir de entidades del gobierno y otros por parte de

grupos empresariales privados. Pero además de estos procesos, la expansión de la ciudad ha

obedecido a un conjunto amplio de formaciones barriales gestionadas, creadas y constituidas por

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grupos sociales empobrecidos, migrantes y marginales. Algunos de estos sectores barriales se

lograron incluir en la institucionalidad con el paso del tiempo, pero otros no (Uribe, 2011, p. 30).

Este crecimiento de la ciudad, producto de la lógica expansiva del capitalismo y de los

fenómenos evidentes de segregación espacial generados por la misma lógica, determinó la

creación de barrios subnormales en zonas alejadas y de difícil acceso, con unidades residenciales

irregulares que no tienen en cuenta las demás casas, y bajo esto, nunca acudieron a estudios de

riesgo, solo la necesidad de tener un techo donde vivir es lo que sustentó la vida de estos

habitantes en la ciudad. En estas casas las personas son “confinadas” a espacios mínimos y viven

sin más en situación de miseria, la pobreza habita con ellos, pero ellos se las arreglan como

puedan para sobrevivir.

Sus problemas producto de las condiciones materiales de hábitat, son variados; van desde

las dificultades de transporte, hasta los de acceso a los servicios básicos especialmente el

acueducto y la energía eléctrica. Estas personas son excluidas de toda posibilidad para sanear

estos aprietos por vías legales, ya que los entes estatales no los reconocen –inicialmente- como

habitantes sino como invasores e ilegales y por tanto los segrega y los excluye de las

posibilidades para acceder a los servicios y se ven obligados a usar maneras ingeniosas o

peligrosas como en el caso de la energía eléctrica, a hacer conexiones ilegales a los postes de

energías de alta tensión.

Situaciones como estas de –exclusión a los derechos a la ciudad- han de generar según

Engels; la Guerra social y que para Lefebvre es la lucha por el derecho a la ciudad, ya que como

bien afirma Engels (1976)

Los capitalistas ignoran totalmente el enorme e importante papel que juega la satisfacción

normal de la necesidad de habitación; no saben lo que hacen a la gente cuando con tanta

irresponsabilidad ¨le ofrecen¨, por regla general, viviendas malas e insalubres; no saben, en fin,

cuánto daño se hacen con esto a sí mismos (…) Si los capitalistas conocieran su verdadero

interés, ofrecerían a los obreros buenas viviendas y mejorarían en general su situación. Y si los

obreros comprendieran su verdadero interés, no harían huelgas, no se sentirían empujados hacia la

socialdemocracia, no se mezclarían en política, sino que seguirían obedientemente a sus

superiores, los capitalistas (Engels, 1973,p. 44).

En esta medida prevén los teóricos marxistas, entre estos Manuel Castells (1978) que la

ciudad ha de convertirse en un campo de lucha por el acceso a la misma por parte de las clases

excluidas y por tanto, en un espacio donde han de configurarse luchas por el acceso a los

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derechos de vivir y de residir con niveles óptimos de dignidad humana. Disputas que son en

verdad, unas luchas contra el uso mercantil que se ha hecho de la ciudad. En contraposición a

este fenómeno de la ciudad-mercancía, Lefebvre

Construye una propuesta política (…) para reivindicar la posibilidad que la gente volviera

ser dueña de la ciudad. Frente a los efectos causados por el neoliberalismo, como la privatización

de los espacios urbanos, el uso mercantil de la ciudad, la predominancia de industrias y espacios

mercantiles, se propone una nueva perspectiva política denominada derecho a la ciudad¨

(Mathivet & Sugranyes, 2010, p. 24)

El derecho a la ciudad se convirtió para los años 70, como el lugar desde el cual partirán

los movimientos sociales y las organizaciones populares urbanas para luchar por los derechos.

Lefebvre (1978) plantea que desde la segunda mitad del siglo XX las principales ciudades

latinoamericanas fueron tomadas por los intereses de la acumulación del capital, las cuales han

dejado de pertenecer a la gente y están lejos de ofrecer oportunidades en virtud de una equidad

económica, cultural, política, y espacial a la población urbana y a esto han de contribuir las

políticas públicas que le juegan en gran medida a los interés de la burguesía y fomentan aún más

la discriminación geoespacial, limitando el acceso a la vivienda digna y desarraigando más y más

a los pobres de la ciudad.

Lefebvre aboga a través del derecho a la ciudad por rescatar el hombre como elemento

principal, protagonista de la ciudad que él mismo ha construido. Para él, el derecho a la ciudad

es restaurar el sentido de ciudad, instaurando la posibilidad del “buen vivir” para todos, y hacer

de la ciudad “el escenario de encuentro para la construcción de la vida colectiva” (Mathivet &

Sugranyes, 2010, p.. 23) (Lefebvre, 1978).

Estas luchas por una ciudad democrática, inclusiva, habitable y equitativa se manifestaron

con acciones populares que estuvieron direccionadas por voluntades colectivas, con hechos

reivindicatorios de sujetos invisibilizados y que tomando como eje focal las luchas por la

ciudadanía construyen acciones de toma de conciencia de la realidad de la ciudad y de su

realidad social-colectiva. Esta idea del derecho a la ciudad

(…) está analizada y pensada a través de los conceptos de ciudadanía y espacio público

con una visión integral e interdependiente de los derechos humanos para lograr la meta de

recuperar la ciudad para todos sus habitantes. Sin embargo, es importante aclarar que el derecho a

la ciudad no es un derecho más, es el derecho a hacer cumplir los derechos que ya existen

formalmente. Por eso el derecho a la ciudad se basa en una dinámica de proceso y de conquista,

en el cual los movimientos sociales son el motor para lograr el cumplimiento del derecho a la

ciudad (Mathivet & Sugranyes, 2010, p. 70).

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68

Esto quiere decir que en los procesos de conquistas de los derechos usurpados, la acción

colectiva es la base de las luchas contra los problemas concretos que enfrentan los pobladores de

las ciudades, principalmente aquellos que.

—por su situación económica, migratoria, vulnerable o minoritaria— soportan el mayor

peso de la inseguridad y la discriminación: dificultad para acceder a la tierra y a una vivienda

digna, desalojos forzados (masivos y con mucha agresividad), segregación urbana planificada,

presiones especulativas, privatización de la vivienda social, obstáculos de toda índole e incluso

criminalización de los procesos de autoproducción de vivienda y de urbanización popular,

violencia inmobiliaria (mobbing) contra inquilinos pobres, entre otros (Nehls, 2008, p.19).

A esta problemática se le suma la llegada de nuevos pobladores urbanos procedentes de

las zonas rurales del país, producto de la violencia que se venía desarrollando en el campo, los

cuales se asentaron en las periferias de la ciudad haciendo visible la realidad de una ciudad que

excluye y aleja los sueños prometidos de progreso social y económico que pregonaba el nuevo

modelo de ciudad.

De esta forma el fenómeno de la migración rural a las ciudades, tanto en Colombia como

en el resto de las ciudades de América Latina se convirtió en un eje fundamental para entender el

nacimiento de los barrios populares en las periferias así como de los movimientos populares

urbanos que disputaron el derecho de habitar un espacio (Agudelo, 2016).

Hoy Bogotá es considerada como una de las ciudades de América Latina más grandes; su

crecimiento se asocia, entre muchos otros factores, a las dinámicas propiciadas por más de 60

años de confrontación política y militar entre diversas facciones políticas y tendencias

ideológicas, y por la cualificación del conflicto armado interno. Así mismo, se asocia a las

condiciones estructurales de inequidad y pobreza inherentes al modelo de desarrollo. El

crecimiento poblacional de manera particular incide en las dinámicas de crecimiento urbano,

porque los recién llegados demandan espacio para la realización de sus necesidades materiales y

espirituales, esto deriva en la autoproducción de espacios y la estructuración de dinámicas

denominadas de “mercado informal” como estrategias que ordenan los procesos de configuración

del entramado urbano. Dichos fenómenos se acentúan en la medida en que no existan políticas

públicas para la generación de ofertas de vivienda social que, por ejemplo, sean asequibles a

pobladores urbanos de bajos ingresos, o en tanto el mercado sea el único que ofrece recursos “sin

la intervención del Estado. (Castillo de Herrera & Torres Tovar , 2009, p. 148)

Los procesos de configuración del espacio en Bogotá implicaban trastocar escenarios de

legalidad y formalidad. La producción de loteos clandestinos y el acceso por invasión a terrenos

públicos fue una muestra particular de las dinámicas urbanas, lo que significó para los años

setenta que alrededor de un 59% de la población total de Bogotá residiera con algún tipo de

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69

informalidad, situación que se explica: “ i) por las condiciones macroeconómicas, como la falta

de empleo, la baja salarial y el consecuente empobrecimiento de la población; y ii) las políticas

del Estado y el funcionamiento de los mercados de tierra urbana y vivienda (Clichevsky, 2000,

p.79). Bajo estas condiciones Bogotá iniciaba nuevos procesos de ordenamiento territorial que

iban desde los procesos de autogestión hasta planes estructurados de desarrollo urbano que

condicionaban transformaciones del espacio urbano; pero asimismo generaban multiples

escenarios de confrontación entre los sectores excluidos.

Proyectos urbanos, políticas públicas y las acciones colectivas en el suroriente.

Desde la década de los 50, Bogotá se fue transformando y siendo objeto de grandes

cambios sociales, urbanos y políticos; fundamentalmente estas transformaciones fueron producto

de importantes movimientos demográficos internos que determinaron la necesidad de proyectar a

la ciudad y la política pública hacia un nuevo enfoque.

Estos movimientos demográficos resultado de la migración interna causada por el

conflicto armado trazó en la ciudad de Bogotá, especialmente en las décadas del sesenta y

setenta, un nuevo mapa de la distribución poblacional y dibujó un nuevo plano espacial de

crecimiento especialmente en las zonas centro y sur oriental de la capital.

De igual forma la incidencia de los hechos del ¨Bogotazo¨ determinaron en el escenario

administrativo, medidas urgentes de planeación urbana para la ciudad. Asimismo es importante

entrever en estas transformaciones los impulsos del sistema económico por ubicar a Bogotá

como el centro de las decisiones políticas y económicas del país, hechos que sin lugar a dudas

posibilitaron los grandes cambios en la estructura de la ciudad para las décadas posteriores.

Es importante señalar que estos hechos- los acaecidos después del 9 de abril- fueron el

telón de fondo que empujó el proceso de migración interna y está a la vez al giro de lo rural a lo

urbano, permitiendo un aumento y desarrollo de una vida más urbana en las grandes ciudades

como Bogotá y por tanto posibilitó la creación de proyectos urbanizadores y modernizadores

gestados desde el Estado pero trazados por los empresarios (Ruiz, 2008), de igual forma esta

relación: impacto de la violencia y el fenómeno de migración hacia las distintas áreas urbanas

determinó el acoplamiento de la ciudad a las nuevas dinámicas que demandaron los migrantes.

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70

Es importante situar el análisis en los fenómenos de concentración y/o los procesos de

densificación en Bogotá durante la segunda mitad del siglo XX, porque fue una condición que

influyó singularmente para la transformación de la política pública y trazó la razón del

crecimiento y la expansión urbana de la ciudad planeada y de la ciudad autogestionada.

De igual forma la ciudad estaba mediada por los discursos, los modelos, las necesidades

y los valores de una sociedad, ya sea la “burguesa o la capitalista” las cuales definieron las

formas residenciales, el tipo de vivienda y por último la estructura funcional de la ciudad (Maya

Sierra, 2007).

Y aunque las condiciones estructurales de la ciudad –casi colonial- demandaron una

solución que obedeciera a las nuevas circunstancias; la respuesta fue la implementación de

planes que buscaron de manera veloz y sin previo aviso un abandono del tipo de ciudad

existente, con otros significados de residir y concepciones para habitarla diferentes; esta

situación permeó todas las capas de la población y mostró los problemas de estructura de la

naciente ciudad tales como: la poca intervención en la planificación de las zonas marginales que

fueron resultado de la lotificación pirata de los suelos, así como de los problemas de titulación de

predios e intervención de los barrios tradicionales (coloniales), que en concreto estimuló los

problemas de hacinamiento, escasez de viviendas o arriendos libres, asimismo de los problemas

de servicios públicos, transporte y de servicios sociales.

Estas problemáticas generaron que a finales del Frente Nacional (1958-1974) se

comenzaran a expresar una proliferación de demandas de los ciudadanos referidas a buscar

soluciones a la falta de viviendas, a los costos de vida, a los problemas de movilidad, entre otros.

Desde este momento iniciaron las luchas por el derecho a la ciudad y una muestra real de

que estos nuevos pobladores urbanos hacen parte ya de la transformación de la ciudad y dejan de

manifiesto que el crecimiento o desarrollo de la misma no solo se limita a la planeación que

hacen las autoridades o es solo el rastro de la influencia y las decisiones de los empresarios, sino

que los pobladores a su manera, van contribuyendo para bien o para mal a la trasformación de la

urbe.

El crecimiento acelerado de la ciudad, la aglomeración demográfica y la incipiente

capacidad de la ciudad para retener a la población que llegaba; determinó que estos nuevos

pobladores urbanos buscaran por cuenta propia y bajo diferentes formas el acceso a la vivienda,

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71

bien sea, por loteo de terrenos legal o ilegal lo que también incluía antiguas parroquias o antiguas

haciendas.

Esta explosión demográfica efectuada en la ciudad hasta un poco más de la mitad del

siglo XX representaba para la ciudad un incremento -por década, desde los 50 hasta los 80- entre

un 80% a un 100%, es decir, en cada paso de décadas y en comparación, la población tendía a

duplicarse, solo basta ver las tablas censales de estos años:

A groso modo estas tablas permiten inferir que para 1950, Bogotá tenía una población de

700.000 habitantes aproximadamente y para los años de 1970 tenía una población de alrededor

de 2.500.000 habitantes, triplicando su población en menos de dos décadas efecto de que Bogotá

para la época comenzaba a sufrir los movimientos demográficos antes descritos y se iniciaba una

importante concentración en las zonas céntricas de la ciudad de miles de pobladores que

buscaban oportunidades para vivir.

La capital fue la naciente “metrópoli” que por todos los beneficios que brindaba acogió

gran parte de la población que emigraba, esto determinó el crecimiento urbano especialmente en

las áreas céntricas y surorientales de Bogotá con la construcción de barrios formales e informales

Page 72: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

72

que propiciaron el ensanchamiento del área urbana; y estos nuevos habitantes producto del

desplazamiento interno desde diferentes zonas“ buscaban una mejor calidad de vida, otros un

sitio aceptable para vivir, con tal de no volver a sus lugares de origen, ya sea por cuestiones de

seguridad, o por el afán constante de conseguir un mejor vivir” (Suárez , 2009, p. 56).

Esta concentración de la población hizo efecto en la falta de unidades residenciales y los

bajos cupos de arrendamientos en las casas existentes, generaron una apertura de espacios al

negocio de los proyectos urbanos buscando estos suplir las demandas de estas poblaciones.

Además buscaban desarrollar proyectos urbanos útiles al sistema productivo, por ejemplo, se

involucraron en la construcción de unidades residenciales cerca de los centros industriales y

comerciales con el propósito de disminuir costos, incluidos entre ellos el tiempo de traslado. Así

que se intentó proveer todo el andamiaje infraestructural necesario para desarrollar las

actividades productivas que requería el naciente capitalismo industrial y citadino, de esta forma

la ciudad se fue acoplando a estas exigencias y se fue transformando.

A consecuencia de estos fenómenos en el gobierno de Rojas Pinilla y en el periodo del Frente

Nacional, se aceleró el crecimiento urbano de Bogotá, la cual tenía que acoplarse y dar respuesta

a las necesidades y expectativas de las poblaciones migrantes, lo que condujo a los entes

administrativos a proponer y activar nuevos planes y políticas que permitieran articularse a las

dinámicas demográficas, económicas y sociales que el momento exigía.

Muchos sectores poblacionales quedaron excluidos de estos nuevos planes, especialmente los

migrantes más pobres y pocos cualificados laboralmente. Estos sectores populares marginados se

ubicaron en terrenos de forma ilegal con el objetivo de construir sus viviendas, pero la

legalización de estas propiedades se otorgaría años después, acompañada de la lucha constante

de sus habitantes por el derecho de tener un lugar digno donde vivir, igualmente la consecución

de los servicios públicos y demás elementos básicos necesarios para la supervivencia se dieron a

partir de un acumulado de luchas organizadas que las colectividades lograron en torno a las

necesidades que tenían en común, frente a los servicios públicos (electricidad, acueducto,

transporte, colegios, puesto de salud entre otros).

Estos proyectos urbanísticos y la gran desigualdad que generaban, propiciaron procesos

colectivos de autogestión, lo cual originó a su vez dinámicas de cooperativismo e identidad con

el territorio en disputa, utilizando acciones como la movilización y la protesta para garantizar

asimismo su derecho a acceder a la vivienda y a los servicios básicos.

Page 73: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

73

El PIDUZOB.

Con las condiciones sociales y urbanas en América latina en la segunda mitad del siglo

XX, se comenzaron a gestar una serie de proyectos que respondieran al acelerado crecimiento

demográfico y a las nuevas dinámicas económicas fundamentadas en la acumulación industrial.

Bogotá por ejemplo, adquirió un ritmo más acelerado desde los años 50 de crecimiento,

expansión y modernización, esta determino que para los años sesenta Bogotá fuera el primer

polo industrial del país y para 1967 el 26% de la producción industrial colombiana se

desarrollaba en la capital, además la ciudad para 1969 acaparó el 44.7% de la inversión de

capitales extranjeros, (Calderón, 2002). Aunque hubo un avance en el desarrollo industrial y

financiero de la ciudad, con la construcción de fábricas y centros empresariales y

administrativos.

El espacio urbano de Bogotá presentaba en ese momento el aspecto típico de muchas ciudades

colombianas y latinoamericanas: un centro antiguo y administrativo con algunos inmuebles obsoletos

convertidos en “inquilinatos” (hacinamientos de familias) y un gran cinturón de tugurios suburbanos.

Entre estos se cuentan los llamados “barrios orientales” ubicados en la pendiente de los cerros del mismo

nombre (Calderón , 2002, p.p 174-175).

Para transformar de manera efectiva la infraestructura de la ciudad, entre los años 60 y 70

se formularon una serie de planes urbanos que buscaban intervenir la ciudad con base a las

diferentes problemáticas sociales (migración, hacinamiento y tugurización), productivas

(renovación industrial e inversión extranjera), y a la débil infraestructura inmobiliaria (centro

antiguo y administrativo obsoleto). Para 1968 a 1971 se desarrollaron planes urbanos auspiciados

por el Banco Mundial y algunas firmas extranjeras para abrir el sector de la construcción al

capital financiero (corporaciones de ahorro y vivienda) y “recuperar políticamente, grandes

sectores de población citadina expulsada del campo” (Calderón Villegas, 2002, p. 175).

Fue así como se empezaron a formular planes urbanos que permitieran la expansión del

sector inmobiliario y aumentar el capital financiero,de esta forma, dentro de las políticas de

planeación urbana y en el Plan General de Desarrollo de la ciudad de Bogotá para 1972 se

planteó el PIDUZOB (Programa Integral de Desarrollo Urbano en la Zona Oriente de Bogotá)

que tenía como eje primordial, solucionar desde una planeación integral, los distintos problemas

físicos, sociales y económicos que se presentaban en la zona oriente de Bogotá; todo ello

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orientado a mejorar las condiciones en las cuales vivían las comunidades que habitaban este

sector, pero además en imponer un ordenamiento territorial que facilitara la transformación del

suelo urbano y permitiera el crecimiento económico de dicho sector. Este proyecto nace con el

propósito de descongestionar la carrera séptima la cual era la vía principal para acceder al centro

de la ciudad, por lo tanto se propuso la construcción de una vía alterna trazada por el borde de los

cerros.

Asimismo en 1970 el EZOB (Estudio para la zona oriente de Bogotá) el cual antecede al

PIDUZOB, realizado por el centro de planeación de la Universidad de los Andes ( CPU) en un

intento por hacer una caracterización y diagnóstico de dicha área, la cual se destacaba como una

zona vulnerable de la ciudad debido a la cantidad de personas que llegaban a causa del

desplazamiento producido por el conflicto armado, el reducido acceso a servicios básicos ( Agua,

energía, vivienda, entre otros), además de los altos niveles de desempleo debido a las pocas o

nulas posibilidades de acceso a la educación. (Campo, 2012)

En este sentido se realizó un estudio de los usos del suelo, y de las posibilidades que en

dicho sector existían con el propósito de brindarle un desarrollo ordenado a la ciudad y de

responder a las exigencias de los países desarrollados en relación al ordenamiento urbano, que se

supone debían tener las urbes de los denominados países del tercer mundo.

Para ejecutar el PIDUZOB se crearon nueve subprogramas: pavimentación de vías,

servicio de salud (13,95%), centros comunitarios, vivienda, alcantarillado, energía eléctrica

(14,9%), mejoramiento institucional, educación, coordinación del programa y su principal

proyecto era la construcción de la Avenida de los cerros (Actualmente Avenida Circunvalar) con

un 34,8% que tenía como prioridad mejorar la interconexión de toda la ciudad. Con un

presupuesto total previsto de 86,18 millones de dólares. (Calderón, 2002) (Campo, 2012).

Estos proyectos se fueron desarrollando durante el gobierno conservador de Misael

Pastrana Borrero (1970-1974), y en la administración del distrito a cargo de Carlos Albán

Holguín y Fernando de Soto respectivamente. El PIDUZOB se enmarcó dentro de un proceso de

planeación integral que tomó como base el desarrollo social y económico; sin embargo, los

distintos grupos sociales que habitaban la ZOB (Zona Oriente de Bogotá) se opusieron a la

ejecución del proyecto y presentaban como principal argumento no haber sido consultados con

anterioridad sobre la planeación y propuesta de dicho proyecto, el alcalde Carlos Albán Holguín

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75

de manera arbitraria mediante el decreto 1410 de 1971 y sin consentimiento del concejo aprobó

el inicio de la ejecución del programa. Este proyecto se establece como una forma de responder a

las exigencias del momento en América Latina, en relación con las políticas de progreso y

desarrollo que estaban enfocadas más en la infraestructura que en la forma de integrarlas con el

contexto económico y social.

Este proyecto integral supuso la participación financiera y política del Banco

Interamericano de Desarrollo (BID) y la intervención de tres firmas extranjeras (Estados Unidos,

Canadá y Reino Unido) y dos colombianas ( Calderón,2002) .Esto demuestra que el proceso de

urbanización debía responder a un modelo de desarrollo determinado, el cual tomaba como base

el modelo de centro – periferia, que se caracterizaba por la relación de dominación-

subordinación; en este sentido había una serie de condicionamientos y requerimientos los cuales

debía aplicar la ciudad y la sociedad bogotana para mantener el modo de producción capitalista

que garantizara el éxito del modelo económico para las clases más acomodadas. En este sentido

Campo (2012) asevera que:

La práctica de planeación urbana es considerada como una herramienta que han de utilizar los

tecnócratas de turno para defender sus intereses, cabe anotar que es en este tiempo donde el suelo

urbano se convierte en objeto de intercambio que entra en el círculo de bienes del sistema

capitalista capaz de producir grandes plusvalías, razón por la cual desde el ámbito político como

económico necesita de una regulación, que no siempre se enfocara en defender al colectivo de la

sociedad. (p. 48).

Es así como el PIDUZOB fue una estrategia de las elites políticas y empresariales para

hacerse el control del uso que se le iba a dar al suelo, lo cual representaba una posibilidad de

aumentar el poder económico de las clases dominantes, ya que el proyecto le daba un plusvalor e

importancia al suelo del suroriente periférico que estaba habitado por una población olvidada y

carente de representatividad. De esta forma, el suroriente pasa a convertirse en una zona de la

ciudad estratégica que brinda la oportunidad a las clases hegemónicas a instaurar un instrumento

de planeación que logre por sí misma la consecución del poder económico.

Sin lugar a dudas, en la década de los setenta se presentó un gran auge de los proyectos

urbanos, en respuesta a las dinámicas globales del desarrollo y a la situación social que vivía el

país debido a la violencia, el cual provocó el fenómeno que se denominó la “ciudad de los anillos

o del crecimiento hacia adentro” (Jiménez, 2012, p.23) ,que motivó una mayor densificación y

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expansión de la ciudad “planeada” y produjo a la vez dinámicas idénticas de crecimiento de una

ciudad “autogestionada” con las invasiones de los terrenos privados para la autoconstrucción de

las viviendas de la población excluida.

Bogotá durante este periodo asumió un modelo urbanístico que rompió el modelo

colonial anterior y paso a cumplir funciones especializadas y estratégicas para la reproducción de

la economía capitalista y el modelo político. Se convirtió en una ciudad clave para el desarrollo

empresarial gracias al fomento de los proyectos urbanos de infraestructura inmobiliaria que

ampliaron los monopolios privados para la gestión urbana de Bogotá.

La estrategia de planificación urbana tuvo como eje central la disminución de la inversión

pública en la vivienda de interés prioritario, el saneamiento básico, el transporte público, las vías

de acceso entre otros, porque las clases dominantes se esforzaron por darle a la metrópoli una

lógica de crecimiento que urbanísticamente apoyara la reproducción del capital mas no a las

clases bajas. Este modelo hegemónico de ciudad se desarrolló a partir de tres estrategias:

Infraestructura y equipamiento para viabilizar la consolidación de los monopolios; la expansión y

creciente centralidad del capital financiero, que reemplazó al Estado en la construcción y

financiación de la vivienda; una política fiscal a partir del impuesto predial y el de valorización,

generados a comienzos de la década de 1970, y que afectaban principalmente a los habitantes de

los barrios populares (Molano, 2014, p. 120).

Para llevar a cabo la trasformación urbana en la capital, se creó en 1972 el Instituto de

Desarrollo Urbano (IDU), ente burocrático que sería el eje central de la ejecución de las distintas

obras de infraestructura que permitieran llevar a cabo el proyecto de las clases dominantes como

el Programa de Inversión para el Desarrollo Urbano de la Zona Oriente de Bogotá (PIDUZOB),

que tenía por objetivo la planeación urbana de la ciudad en el suroriente.

Este plan urbano pretendía intervenir toda la zona suroriental (barrios, baldíos, zonas

forestales, ríos, etc.) caracterizada por la situación de precariedad de sus habitantes los cuales

vivían en condiciones deplorables, residían en tugurios y la mayoría de ellos eran desplazados

por la violencia y no contaban con un empleo, tenían distintos orígenes, en su mayoría provenían

de Boyacá, Cundinamarca y Tolima, y su perfil laboral estaba ligado a las labores del campo, al

contrario de las exigencias del auge industrial de la ciudad, es así como:

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La migración y la adaptación de las personas a un ambiente muy diferente al de su origen,

con una dinámica económica caracterizada por la transformación de los procesos productivos

artesanales a procesos industriales dificultó la definición y especialización de la nueva mano de

obra concentrándose en labores de alto riesgo y baja remuneración. La mano de obra en

abundancia disparó los niveles de desempleo y la falta de oportunidades facilitó el deterioro de la

seguridad y bienestar básicos de la zona oriente de Bogotá. (Campo, 2012, p. 16)

El Piduzob implicaba el desplazamiento de miles de familias que se ubicaban en la zona

suroriental muchas de veces de manera ilegal. El programa reflejaba la ausencia de propuestas

consensuadas con las comunidades, alejaba a estas de toda decisión sobre la intervención de la

zona y aplicaba todas las medidas para la realización del proyecto entre ellas las vías de hecho

expresadas en los desalojos directos y la imposición de construcciones sin consulta previa , por

lo cual este proyecto marcó gran parte de la protesta y la organización barrial, porque implicó

oponerse a entidades como la Oficina de Planeación Nacional, el IDU y a los urbanizadores

privados que querían desarrollar estos proyectos y efectuar sus negocios vulnerando los derechos

de habitar la ciudad de los pobladores del suroriente.

En consecuencia “comienzan a aparecer comités de defensa de los barrios orientales

animados por activistas políticos de partidos de oposición parlamentaria y extraparlamentaria”

(Calderón, 2002, p. 176) que alertaban a los pobladores del peligro de desalojo directo debido a

la ejecución de varios programas de intervención urbana, especialmente la construcción de la

Avenida de los Cerros y asimismo prevenían a los pobladores legales del alza de la rentabilidad

de la tierra (impuestos de valorización, servicios públicos más costosos, especulación

inmobiliaria, etc.).

En últimas estas acciones de defensa de la población del suroriente fueron la respuesta al

modelo urbano de construcción, que pasó de la planeación y la construcción estatal a permitir

la total injerencia de los distintos monopolios financieros en el desarrollo de la ciudad, entre

estos se cuentan las estrategias que los consorcios privados utilizaron para promover la

masificación y compra de unidades residenciales dentro de los cuales se destacan: el UPAC -

Unidad de Poder Adquisitivo Constante- implantado en 1972 con el propósito de ofrecer créditos

hipotecarios para la compra de inmuebles, asimismo la creación de corporaciones de ahorro y

vivienda que buscaban instaurar el modelo de ciudad Inmobiliaria.

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78

Todo esto despertó un sentimiento generalizado de participación de las comunidades del

suroriente, en defensa de su territorio y en contra de cualquier proyecto que amenazara su

permanencia en los barrios.

Luchas populares en el suroriente de Bogotá.

Uno de los principales factores que motivaron la participación de los sectores populares

fueron los proyectos de transformación urbana o planes de desarrollo en el suroriente de la

ciudad. Asimismo las razones de los conflictos se complementan con las condiciones de

existencia de una población migrante y carente de posibilidades materiales.

Estas nacientes expresiones de inconformismo populares o enfrentamiento manifiestos

con el Estado, se relacionan con la defensa o lucha por la consecución de los bienes colectivos

de los habitantes de los barrios populares, que determinaron circunstancias abiertamente

conflictivas. Estas expresiones están ligadas con el equipamiento urbano, es decir,

infraestructura, la deficiencia en el servicio de transporte y vías de acceso, servicios públicos y

disposiciones gubernamentales que afectan el derecho de pertenecer a la ciudad.

Generalmente, estos factores de inconformismo se desarrollaron en los barrios periféricos

donde residía un importante porcentaje de población obrera, vendedores informales, empleadas

del servicio doméstico, constructores, entre otros. Estas desaprobaciones se expresaron en luchas

y acciones reivindicativas de defensa del derecho a pertenecer a la ciudad, a tener un empleo,

vivienda y unas condiciones dignas para vivir.

Las luchas se empezaron a entretejer ya que las reivindicaciones que solicitaban

concordaban con distintos sectores sociales entre ellos: Los trabajadores informales, los

estudiantes, inquilinos, los dueños de viviendas y los obreros, lo cual implicaba enfrentarse a

los sectores dominantes de la ciudad: los bancos, empresarios, el gobierno, entre otros, todo ello

impulsó unas mayores y mejores formas de organización que permitieran hacer escuchar y sentir

sus peticiones frente a lo que estaban viviendo.

Es importante señalar que durante la década de 1970 la huelga fue la principal forma de

acción colectiva, en ese momento se registró su más alto nivel en el siglo XX, teniendo un pico

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entre 1976 y 1977. Según las investigaciones del caso los principales sectores en los que se

concentraron las huelgas fueron: el manufacturero (27), el magisterio (125) y otros servicios

públicos y privados (bancos, empresas públicas, electricidad, comercio, obras públicas tales

como vías terrestres, aeropuertos y adecuación de puertos). (Molano, 2014 ,p. 117) (Archila,

1991). Cabe señalar que la movilizacion popular y de protestas civicas durante los años setenta

fue heterogenea y no hay una evidencia clara de que la movilizacion social estuviera motivada

por una vanguardia sindical. Muchas de las expresiones de lucha fueron realizadas por otros

sectores diferentes a los trabajadores; población “cívica” que se manifestó con problemáticas

propias de los sectores excluidos que habitaban en los territorios populares.

Estas expresiones de distintos habitantes de los barrios populares forjaron diferentes

maneras de pensar frente a la situación que vivían, la forma de solucionarlos, las estrategias para

organizarse comunitariamente y las apuestas políticas para enfrentar al gobierno.

Las condiciones económicas y políticas que se presentaban a inicios de los años setenta

conllevaron a acelerar las acciones colectivas o luchas barriales más que en todos los años del

Frente Nacional (Torres, 2013) esto se explica con las condiciones de existencia de los sectores

populares capitalinos con la irrupción y aplicación del modelo económico y laboral que

incrementó el costo de vida para los obreros bogotanos que según Torres Carrillo (2013)

aumentó un 120,7%, además para el mismo periodo es decir de 1970-1974 “los salarios y demás

ingresos de los habitantes de los barrios perdieron buena parte de su poder adquisitivo por efecto

de la inflación” (p. 180) esto determinó que las huelgas aumentaran, pero además el

esquematismo mecánico de los sindicatos frente a las condiciones económicas y la conflictividad

contra el Estado perdiera su poder de mediación y se creara una toma de conciencia a nivel

interindividual, cristalizando en el grupo y organización social (Medina, 1984).

Estas condiciones sociales y económicas de vida de los pobladores posibilitaron un contexto

“propicio para la proliferación de modalidades más beligerantes de luchas contra nuevas

situaciones o medidas gubernamentales que atentaban contra la frágil estabilidad de las

organizaciones” (Torres, 2013, p. 180). Acota además Torres que

Un hecho que debe ser considerado es que, para la década del 70, los protagonistas más

activos de la protesta urbana pertenecen a la segunda generación de migrantes. Son jóvenes que

han nacido o vivido la mayor parte de su experiencia en la ciudad, con una mentalidad más

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80

“urbana”, con nuevos valores más permisivos con la acción directa (…) aunque esto es una

hipótesis que requiere profundización, considero que la experiencia acumulada en torno al cada

vez menos eficaz intercambio clientelista para resolver los problemas como la escasez o carestía

del transporte, acentuó la pérdida de credibilidad en los dirigentes tradicionales y en sus formas

de lucha. (Torres Carrillo, 2013, p. 181).

De igual manera la década de los setenta se caracterizó por el auge de los movimientos sociales,

la consolidación y el repunte del movimiento sindical a raíz de la situación económica, política y

laboral del país, asimismo se generó el ascenso de movimientos campesinos con la creación de

la ANUC (Asociación Nacional de Usuarios Campesinos), el fortalecimiento del movimiento

estudiantil universitario y la vitalización de sectores de la izquierda. Esta coyuntura de ascenso

de los movimientos populares favoreció un clima ideológico y el auge de algunos movimientos

armados entre los cuales se destaca el surgimiento del Movimiento 19 de abril (M-19) que nace

con el propósito de aglomerar el descontento social especialmente en las urbes bajo

presupuestos políticos revolucionarios que llevaran a la clases populares a la rebeldía frente a la

coyuntura social y económica del país.

Las luchas populares fueron más organizadas e influyentes; Según Medófilo Medina

(1978) entre 1970 y 1977 se produjeron 72 paros cívicos, estos representaron una de las mayores

formas de lucha de la época debido a que permitieron a las clases populares construir una

identidad colectiva y conciencia de clase. Estos paros cívicos aglomeraron y fueron el engranaje

de las múltiples modalidades de lucha y protesta urbana. Además estos posibilitaron la cohesión

de las demandas y las exigencias de los excluidos del sistema.

Estas acciones colectivas fueron la respuesta a los proyectos de transformación urbana

allegados de las lógicas mercantilistas del capital en la ciudad, así como de las políticas de

desarrollo del Estado, y por igual de la ineficiencia de este para solucionar las diferentes

problemáticas de una población mayoritariamente migrante y pobre, que se ubicó en las

periferias de la ciudad. Este descontento de las clases bajas así como de los sindicatos reavivaron

las demandas y reivindicaciones que estaban motivadas por la precariedad de los servicios

públicos, la relacionadas con transporte (las rutas de acceso, privatización, valor del combustible,

alza en los precios de los pasajes) los intentos de desalojo, las relacionadas con otros servicios

como escuelas y centros de salud, por otro lado están las difíciles condiciones laborales de los

trabajadores que estimularon la materialización de diferentes modalidades de protestas urbanas

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barriales en Bogotá como: paros cívicos, bloqueos de vías, manifestaciones pacíficas, las

resistencias a los desalojos, entre otros. Esta serie de expansión cuantitativa de acciones

colectivas conllevo la decisión de la realización del paro cívico de 1977 el cual era la cúspide de

una interminable cadena de solicitudes comedidas y enérgicas al Estado. Como lo afirma Torres

(2013)

(…) el 14 de septiembre de 1977, día del primer Paro Cívico Nacional, incluso se puede

afirmar que la magnitud y beligerancia que asumió tal jornada de protesta solo puede

comprenderse por el acumulado previo de experiencias de movilización popular gestadas durante

el Frente Nacional.(…) los intereses comunes de los habitantes de los barrios populares no están

dados por una identidad en la esfera laboral, sino por el hecho de compartir experiencias comunes

en el plano del consumo colectivo (vivienda. Servicios públicos) e individual (sobrevivir en una

estructura de pobreza (p. 163).

Todo ello se expresó en la paralización total o parcial de las actividades económicas y

sociales en la ciudad, el bloqueo de vías fue una de las principales características. Sus objetivos

fueron la exigencia al gobierno de soluciones a los problemas agudos e inmediatos que afectaban

a toda la comunidad o a la mayor parte de ella, (Torres, 2013), este paro cívico contó con el

apoyo de los habitantes de los diferentes barrios populares urbanos, participaron hombres,

mujeres, niños todos en voz unánime contra la precariedad de las condiciones en las cuales

estaban inmersos exigiendo soluciones estructurales. Para ello recurrieron a las vías de hecho, a

estos actos respondieron las autoridades con represión, poniendo en marcha el “Plan tricolor”

cuyo principal objetivo era mitigar la movilización popular, una de sus primeras acciones fue

iniciar con la militarización de distintos barrios donde se afirmaba se planeaban las acciones

“subversivas”, ejemplo de ello fue el barrio Policarpa (Molano, 2014).

El PCN contó con un amplia gama de participación y apoyo de grupos sociales con

capacidad de movilización como los sindicatos de trabajadores agremiados entre estos FECODE,

la USO, la CGT y el Partido Comunista Colombiano( PCC), coaliciones de fuerzas de izquierda

como el MOIR (Movimiento Obrero Independiente Revolucionario), la ANAPO, PCC-Marxista-

Leninista (ML), el Movimiento Camilista ML, asimismo “las fuerzas guerrilleras FARC, ELN,

EPL, M-19, Autodefensa Obrera ADO, Comando Urbano PLA, Frente Revolucionario de

Unidad Popular FRUP, manifestaron su respaldo a la lucha popular y sus respectivas estructuras

urbanas, bastante reducidas en esa época, salvo las del M-19, se vincularon activamente a la

jornada” (Molano, 2014, p. 132)

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Esta gran movilización determinó la ruptura de la creencia y sumisión de las clases

populares a las clases hegemónicas y tradicionales, y asumieron que los problemas de las clases

populares ya no se podían solucionar con la intervención desde los salones de gobierno. Esta

ruptura fue un encuentro con una dinámica cultural radical de agrupación y con las diferentes

corrientes de la izquierda, las cuales difundían sus ideales y organizaban las acciones en los

barrios populares. En este sentido se fue gestando un ambiente de lucha y confrontación en la

conciencia colectiva de muchos barrios del suroriente de la ciudad, los cuales al culminar el paro

mantenían sus formas de organización expresadas en los comités cívicos y barriales, que

conservaban en continuidad, principios y fines una estructura organizativa (Molano, El Paro

Cívico Nacional del 14 de septiembre de 1977 en Bogotá Las clases subalternas contra el modelo

hegemónico de ciudad, 2014).

Este PCN (Paro Cívico Nacional) logró la gestación de respuestas oficiales a cada uno de

los conflictos, las soluciones y los intereses que estaban en juego. El balance general fue desde

la perspectiva de las clases hegemónicas, considerar las acciones colectivas expresadas en el

Paro cívico como una amenaza para la estabilidad del país, por lo tanto se empezaron a

desarrollar estrategias que permitieran contener o disminuir, a través de la coerción, lo que se

denominó la “contrainsurgencia social”; para ello acudieron a distintos órganos legales que

permitieran legitimar su política con la lógica de que el movimiento social estaba influenciado

por las insurgencias armadas, y las medidas que propiciaron para controlar los brotes de las

luchas populares; fue crear con los mandos militares un marco jurídico político denominado

Estatuto de seguridad que buscaba “enfrentar la amenaza subversiva” en general (Molano,

2014). (Torres , 2013).

Según Molano (2014):

(…)Poco a poco se fue formando el consenso entre la elite empresarial para girar a una

política de “terrorismo de estado”, convirtiendo a la dirigencia social y sindical en los enemigos

internos de la democracia colombiana. En ese contexto las tesis de la represión a ultranza

contaron con vía libre al llegar a la presidencia el candidato liberal Turbay Ayala con un

programa que se basaba en tres ideas centrales , reclamadas por el bloque de clases dominantes

“la producción, la seguridad, y el empleo”. Al comienzo de su mandato, expidió el Estatuto de

Seguridad en ejercicio del artículo 121 de la Constitución Nacional, para contrarrestar el

movimiento popular. La expedición del estatuto se realiza una semana antes del aniversario del

paro cívico. (p. 139-140).

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En ese sentido no hay que desconocer que algunas respuesta oficiales a las protestas

populares en Bogotá fueron positivas para los sectores en disputa contra el Estado, a este caso

afirma Torres Carrillo (2013), que el gobierno le dio solución al problema o se evitaron

medidas adversas en un 35%, en otros casos la solución fue la represión con negociación con un

23%, promesas de solución con un 14%, represión sin solución con un 14% y sin solución con

un 11%. Esto demostró que para los periodos a estudiar la acción colectiva organizada

“sorprendió a las elites como al mismo gobierno, ya que más de la mitad 49.9 % de las

exigencias de los comités la respuesta fue la solución misma de los problemas o sus promesas de

solución sin acción represiva contra algún manifestante” (Torres, 2013, p. 177). De Igual manera

estas soluciones vinieron acompañadas por represión y por un tratamiento diferencial e

indiferente a lo demandado y esto dependió del nivel organizativo y estructural que tuvieron

algunos movimientos después del paro, como si lo mantuvo la Central Nacional Provivienda y el

movimiento cívico del barrio Cundinamarca que aunque predominó la represión policiva, se

lograron negociar y evitar intentos de desalojo a invasiones y a casonas (Torres, 2013).

De forma que para las organizaciones y comités así como para los sindicatos y partidos

de izquierda, el balance general fue positivo. Por un lado porque la gente pensaba en la unidad

para lograr sus necesidades, por otro lado el movimiento sindical se robusteció, “ha crecido, es

una esperanza para el pueblo en general (...) Las gentes han cambiado las adhesiones a ciertas

banderas por el derecho de exigir y de imponer condiciones de vida, a las cuales tienen derecho

absoluto” (Molano,2014, p. 140).

Por igual se recuperaron más de 20 años de historia del movimiento sindical y se

evidenció que el Paro Cívico expresó un ascenso de la lucha de las masas y la radicalización en

el proceso, además se dio la oportunidad para que las tendencias de izquierda se proyectaran al

dialogo y a las articulaciones políticas para madurar el amplio respaldo popular visto en el Paro

Cívico.

Por último el Paro Cívico Nacional representó un hito porque fue concebido como una de

las principales acciones colectivas en el transcurso del siglo XX, gracias a que logró reunir

distintos actores sociales que poco a poco fueron configurando su identidad y tomaron

conciencia sobre el papel contrahegemónico que estaban desempeñando, todo ello relacionado

con un modelo de ciudad que las clases acomodadas querían implantar.

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Una de las razones de este logro del PCN, se demuestra en que el Estado implementó el

Estatuto de seguridad, que busco acabar y fragmentar o desarticular algunos movimientos y

asociaciones desde 1978. Esto demuestra que para las clases dominantes “el desarrollo del Paro

Cívico incrementó el “pánico antisubversivo”, profundizando su mirada sobre la protesta

popular como crimen o patología social y desarrollando una estrategia de control y

normalización social basada en la represión” (Molano, 2014, p. 142)

Sin lugar a dudas la trayectoria de la protesta urbana durante los años setenta

especialmente desde 1973, representada en un acelerado aumento de acciones colectivas,

muestran las contradicciones reales de un sistema económico ajeno a nuestra realidad y de unas

políticas impropias a nuestras necesidades, durante esta trayectoria de protestas que van desde la

instauración del Frente Nacional hasta el Paro Cívico de 1977 se logró concretar un proyecto

contrahegemonico de amplios respaldos populares, con una clase urbana más participativa, la

cual tuvo un proceso de subalternidad a lo largo de la década, que fueron construyendo una

identidad propia “en pugna con el modelo de ciudad imperante y con las lógicas del capital, que

empezaba a articular un nuevo régimen de acumulación, el orden neoliberal” (Molano, 2014, p.

142).

El análisis de las formas de protesta urbana u organización barrial tiene una significación

social y política muy importante, dado que ellas representan experiencias más o menos

autónomas de confrontación con el orden urbano establecido, que se vieron expresadas en las

acciones masivas que protagonizaron los habitantes de los barrios populares en el PCN; gracias

al acumulado previo de experiencias de movilización popular gestadas en el Frente Nacional, y

profundizadas con la aplicación de los nuevos proyectos urbanos como el Piduzob.

Estas experiencias de movilización generaron para 1972 formas más organizadas y

permanentes que se expresaron en los comités barriales, que protagonizaron unas acciones

colectivas contra la construcción de la Avenida de los Cerros y que fortalecieron, desde esta

experiencia, todas las acciones reivindicativas durante el PCN .“Este tipo de acciones pueden

llegar a constituirse en un verdadero movimiento social y urbano, es decir, en prácticas

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colectivas duraderas que resultan de las articulaciones de una coyuntura con otras” (Torres,

2013, p. 164).

Esto demuestra que se debe acentuar la mirada en las luchas y experiencias organizativas

que se desarrollaron frente a la implementación del Piduzob y especialmente en el proyecto de la

Avenida de los Cerros, ya que estas experiencias tuvieron, como lo afirma Torres Carrillo

(2013), prácticas colectivas duraderas y trasgresoras que lograron crear formación política e

identidad organizativa y que se vieron expresadas en los comités cívicos y barriales ejemplos de

los comités Pro-defensa de los cerros orientales.

Este acumulado de luchas desarrolladas en los barrios surorientales desde el Piduzob

hasta el PCN demuestran que hubo practicas organizadas y duraderas, con una base social

definida y unos intereses políticos estratégicos con un alto nivel de trasgresión del orden social

(…) como lo fue la lucha de los barrios surorientales de la ciudad contra la construcción de la

Avenida los Cerros entre los años 1972 a 1974 que contiene algunos elementos que le acercan a

un movimiento social urbano, tales como su continuidad y capacidad de incidencia política.

Lo que se plantea, es que hubo una construcción de identidad barrial y formación política

en el suroriente de la ciudad a raíz de la defensa de los cerros orientales contra el proyecto de la

Avenida de los Cerros, que permitió la consolidación en el aspecto organizativo y político de las

luchas de los habitantes del suroriente durante el paro cívico de 1977, además se realizó un

intento por rescatar la participación y la importancia de algunos actores en la conformación,

consolidación y apoyo de estas acciones colectivas como la de algunos representantes de la

iglesia católica, seguidores de las ideas del padre Camilo Torres Restrepo y de la teología de la

liberación, esta es la idea que se manejó en la culminación y conclusión de esta investigación;

porque en el caso de las acciones de desalojo estos personajes tuvieron una considerable

participación en lo que respecta al apoyo dado y de forma general en la consolidación de una

identidad barrial y política que lograse contener todas las demandas y potenciar la organización

popular urbana con una fuerte representatividad frente al Estado.

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Este trabajo intentó rescatar desde la memoria social, la participación de un grupo de

religiosos y feligreses allegados a la parroquia de Villa Javier que fortalecieron los comités pro

defensa de los barrios surorientales, los cuales vincularon su condición religiosa con el activismo

social por las clases más desfavorecidas. Ellos fueron promoviendo un intento definitorio de un

movimiento barrial, con procesos desde la educación popular politización de los comités lo cual

permitió una nueva experiencia de clase desde la perspectiva liberadora y de unidad de las bases

cristianas o laicas. Este contacto con la comunidad les permitía vincular su labor pastoral con un

contenido político liberador.

Para la misma época (la década de 1970, incluso la década de 1980), se llevó a cabo la

iniciativa de la Administración distrital para construir la avenida en los cerros orientales de la

ciudad, sin embargo, junto a esta modernización de las vías, se propuso una política para los

tugurios de esta zona basada en reprimir, prevenir y corregir. En contra de la erradicación de las

viviendas en barrios ilegales y el desplazamiento de las familias, surgen los comités prodefensa

de la zona oriental5, que se habían organizado para la construcción comunitaria de acueductos,

escuelas, jardines, salones y vías, y que habían realizado las gestiones para la legalización de los

servicios públicos, y conformaron la Asociación de los Barrios Nororientales de Chapinero,

organización que más tarde se juntaría con la Asociación de Vecinos Pro-Ayuda Mutua de La

Casona de San Diego, cuyos miembros eran los habitantes de Paraíso, San Martín, Pardo Rubio y

Mariscal Sucre (Grupo de Estudios José Raimundo Russi, 1975, p. 164).

El profesor Alfonso Torres lo sabe y nos dice que en lo que concierne a los desalojos

desde 1973 hasta el Paro Cívico, “las prácticas que acompañan la resistencia a un desalojo. Por

una parte, generalmente hacen presencia pobladores de otros barrios, representantes de otras

organizaciones populares y, en algunos casos, personalidades políticas de la oposición o

miembros del clero. Esta presencia masiva de los pobladores y grupos solidarios va casi siempre

acompañada por otros recursos destinados a frenar la acción violenta de la policía: banderas

blancas, pabellones nacionales, cuadros religiosos, niños y mujeres en la primera fila etc.

La combinación de las anteriores tácticas generalmente exitosas evitando la desigual

confrontación con la fuerza pública (…) la lucha de los barrios por los que pasaría la avenida de

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los cerros estuvo motivada, en gran medida por una previsiva resistencia a hipotéticos desalojos”

(p. 169).

Vamos a escuchar las voces de los protagonistas.

En la historiografía sobre los paros cívicos y las protestas urbanas desarrolladas desde la

mitad del siglo XX en Bogotá, se ha recolectado valiosa información de tipo testimonial sobre la

participación directa e indirecta en las acciones de protesta popular de dirigentes políticos y

sindicales y habitantes de los barrios populares.

En el caso de los acontecimientos que se desarrollaron especialmente durante el Paro

Cívico Nacional en la década del setenta se han escrito diversos textos entre ellos:” Un día de

septiembre, testimonios del paro cívico 1977” (1980) de Arturo Alape,” Los paros cívicos en

Colombia (1957-1977)” (1977) de Medófilo Medina, “Experiencias organizativas populares

urbanas y construcción de sujetos” (1994) de Alfonso Torres Carrillo y Mauricio Archila en

“Idas y venidas, vueltas y revueltas. Protestas sociales en Colombia 1958-1990” (1993), estos

escritos proporcionan “información valiosa, fuentes inéditas, reflexiones desde la experiencia

directa en los sucesos del paro y claves argumentativas sugerentes (Molano, 2014,p. 142) Estos

autores caracterizan el paro cívico nacional (PCN) acaecido en 1977 como una movilización

obrera-popular con caracteres fuertes en cohesión política e identitaria con una presencia

marcada de sindicatos y partidos de izquierda entre estos el Partido Comunista Colombiano

(PCC).

Son documentos que se orientan a una explicación histórica de los acontecimientos, el

tipo de organización y los intereses en juego, especialmente Alfonso Torres y Mauricio Archila

“analizan las protestas sociales urbanas de la década del 70 como resultado de la presencia de

nuevos grupos de izquierda, otras luchas sociales diferentes a la sindical, radicalización de

sectores de la iglesia católica, nuevas generaciones de pobladores urbanos” (Molano,2014,

p.146).Además estos dos autores analizan el fenómeno desde la configuración de identidades de

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las organizaciones y movimientos sociales y optando por la utilización de herramientas analíticas

para comprender las luchas urbanas desde las acciones colectivas.

En este sentido este proyecto buscó escuchar los testimonios de tres personajes que

participaron en los procesos de lucha y organización barrial de Villa Javier con el propósito de

reconstruir la memoria social y aportar con sus relatos a la comprensión con mayor profundidad

sobre la incidencia que tuvieron estas luchas.

En primer lugar el profesor Mauricio Archila quien en ese momento era estudiante de

teología en la parroquia de Villa Javier y apoyó los procesos de organización y lucha barrial, y

quien al comentarle el objetivo de este proyecto quiso apoyar la labor de reconstrucción de la

memoria social, ahora se desempeña como docente e investigador en la Universidad Nacional de

Colombia. Además Carlos Lima quien era militante de un grupo de izquierda de la época,

participó en los grupos culturales de la parroquia, se declara camilista, y ha sido una de las

personas que más ha apoyado este proyecto por la cercanía que tiene con el barrio y sus

procesos, actualmente se desempeña como pintor, docente e investigador de Kaired (Kairos

Educativo) que es un centro de estudios, investigación , educación popular y teología que

propende por generar nuevos procesos y brindar herramientas pedagógicas a los sectores

populares; también el Padre Gonzalo Amaya que en ese momento se desempeñaba como párroco

de la iglesia y gestionó y apoyó los procesos organizativos y al conocer el objetivo de este

trabajo quiso brindar su testimonio como prueba de la labor que se realizó durante la década de

los setenta, en el presente se encuentra jubilado y descansa en su hogar.

Este texto tiene como finalidad reconstruir la memoria social del barrio Villa Javier en la

década de los setenta a través de los tres testimonios de los protagonistas a partir de un hecho

sustancial la propuesta del PIDUZOB (Programa de Desarrollo Integral de la Zona Oriente de

Bogotá) que buscaba realizar una renovación urbana en el sur de la ciudad, y contenía en su

proyección la construcción de una gran avenida que atravesaría los cerros orientales; el plan

tenía la intención de fomentar la industria de las constructoras en el país y por tanto generar un

repunte de la economía capitalina, además se proyectaba en sentar un precedente en la

renovación urbana latinoamericana. En este sentido Mauricio Archila afirma “ese proyecto (el

Piduzob) fue entregado como la mayor solución para la zona suroriental de la ciudad, en la cual

todos y cada uno de los habitantes iba ser beneficiario de semejante obra que buscaba el

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“progreso” de ese sector; sin embargo; en esa época yo estudiaba teología y sabia cuáles eran las

condiciones del barrio y eso solo significaba una cosa: una excusa para invadir y desalojar a los

habitantes , lo cual planteaba una etapa de reflexión y propuesta para enfrentar a la clase

dominante”. A partir de la notificación a la comunidad sobre el nuevo proyecto solo se les

mencionó los beneficios: mayor conexión para la ciudad, proyectos de salud, educación,

comunitarios y sociales pero nunca se contó con su opinión y aprobación para dicho proyecto

porque ello implicaba despojarlos de su espacio y su territorio para dar paso a una obra que

intentaba beneficiar a las clases hegemónicas y favorecer el desarrollo industrial; al respecto el

Padre Amaya reitera que “ Ese proyecto ilusionó a mucha gente porque creían que los iba a

beneficiar de muchas maneras, pero cuando empezaron a llegar los del IDU y dijeron que o

salían por las buenas o empezaban con el desalojo la gente se sintió traicionada porque era el

único patrimonio que tenían y eso eran sus casas”. A partir de allí se inició un proceso de

búsqueda de respuestas y soluciones para este nuevo proyecto que amenazaba con despojarlos de

lo único que tenían, un lugar donde sobrevivir en medio de las adversidades de la ciudad para lo

cual Carlos Lima asevera “En el proceso de organización, la iglesia desempeñó un papel muy

importante porque entraba a mediar con la comunidad sobre la mejor manera de resistir a los

desalojos, fue entonces cuando se empezaron a conformar comités barriales pro-defensa de Villa

Javier y en general de ese sector de la ciudad”.

Gracias a sus narraciones se pudo establecer que el aliciente para iniciar las luchas

barriales y de forma más específica en Villa Javier, fue la creación y la posterior implementación

del PIDUZOB (Programa de Desarrollo Integral de la Zona Oriente de Bogotá); a partir de allí se

iniciaron procesos organizativos populares urbanos, los cuales estaban influenciados por la

Teología de la Liberación que era la abanderada de la parroquia de Villa Javier, debido a que

representaba un cambio radical en la percepción que se tenía de la labor de la iglesia, es decir, se

pasó de contemplar las complejas condiciones en las que habitaban las personas del suroriente de

la ciudad a realizar acciones concretas a través de las organización de las comunidades de base

como respuesta a la desigualdad y la pobreza que se presentaba en las Zona Oriental de Bogotá.

Y que en el caso de los procesos organizativos frente a la ejecución del Piduzob y la defensa

mismas de los Cerros Orientales, se presentó una importante participación de una serie de

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religiosos: seminaristas y sacerdotes miembros de la parroquia de Villa Javier; que apoyaron e

impulsaron a los grupos de defensa, con un trabajo pastoral y educativo frente a las acciones

establecidas por parte de la administración distrital y del capital inmobiliario.

En este sentido el profesor Mauricio Archila afirma que “se estaba iniciando un proceso de

formación política el cual animó las vidas de los colectivos a través de las reflexiones bíblicas y

que bajo el evangelio diversas comunidades comenzaron a descubrirse como sujetos con

dignidad, con capacidad de exigir sus derechos y de direccionar su propio destino”. Gracias a

este testimonio se podría afirmar que las comunidades comenzaron a sentirse como un actor

colectivo con una concepción de lo político en construcción, con discursos y prácticas propias

de su identidad, es decir, típicos del sentir arraigado del nuevo ethos campesino que describe

Fals Borda, que en circunstancias hostiles y cambiantes, la mirada abstracta de la comunidad y el

sentido de unidad aflora con rostros propios y con la naturalidad de la cultura campesina. Una

comunidad desafiante y con conciencia ciudadana que se articuló con otras para defender su

territorio.

A partir de allí la Educación Popular y la Teología de la liberación se articularon con los

proyectos de los sectores populares, los cuales en palabras de Archila “buscaban brindar una

alternativa real y concreta frente a dos acontecimientos en particular: la implementación del

Piduzob con todas las consecuencias que ello conllevaba y la necesidad de presentar proyectos y

alternativas aunque fueran utópicas, a la difícil realidad que vivían los habitantes del barrio, lo

cual implicaba una formación política somera pero contundente que les permitiera tomar

conciencia de su realidad.

Lo popular y lo comunitario son empleados en los discursos y las ideas de conformación de las

organizaciones, gracias a que los trabajos de los religiosos con la comunidad, de acuerdo a

Carlos Lima “ se promovieron Escuelas de Formación y Promoción Comunitaria en muchos de

los barrios del suroriente de la ciudad para fomentar la concientización y la posterior necesidad

de organizarse en los comités cívicos pro-defensa; que en el caso de las luchas contra el Piduzob

fueron importantes”.

La situación que vivía la zona oriente de Bogotá se empezó a hacer más visible no solo en

la ciudad sino en algunas partes del país fue así como de acuerdo al padre Amaya “En la

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parroquia nos sorprendimos al recibir cartas en las cuales expresaban su apoyo con nuestra labor

y nuestra lucha distintas organizaciones que para nosotros parecían tan lejanas” al respecto

Carlos Lima recuerda que “ incluso algunas organizaciones con tintes políticos estaban

interesadas en nuestro proceso que aunque emergente representaba un hito en la lucha popular y

barrial, además en esos años algunos muchachos pertenecían al movimiento estudiantil que

estaba en proceso de consolidación y se encargaban de informar la situación que estábamos

viviendo”.

Las narraciones de los protagonistas permiten inferir lo importante que fue para ellos y

los comités pro-defensa del barrio recibir el apoyo de organizaciones como la Asociación

Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) que se encontraba en auge en las zonas rurales del

país, además de diversos sindicatos y del movimiento estudiantil.

En 1973 la lucha por la defensa de los barrios se vio amenazada porque se produjo un

cambio en la administración de la alcaldía e ingresó Fernando de Soto y declaro que los comités

Pro-defensa eran “aparatos dirigidos por la subversión”, a lo cual Archila alude “ con esa

declaración la parroquia y todos los que pertenecíamos a ella y realizábamos labores en el barrio

vimos nuestro accionar amenazado, porque algunos habitantes nos relacionaron con grupos

subversivos, y ello tuvo consecuencias graves porque en primer lugar mucha gente se empezó a

cuestionar su labor y en segundo lugar se logró fragmentar a través de la represión a las nacientes

organizaciones populares barriales urbanas, que finalmente era el principal objetivo de la

administración. En este momento los Comités comienzan a perder fuerza debido a la represión y

por la división naciente entre las fracciones de izquierda que estaban apoyándolas, además el

Alcalde estimulo la creación de las Juntas Comunales de Centro-Oriente en mayo de 1973 y en

esta dinámica opresiva y de confusión, la administración comenzó a ejercer presión sobre las

comunidades, haciéndole llamados de desalojos y amedrentamiento.

Asimismo Carlos Lima quien era integrante de los comités pro-defensa y apoyaba de

manera activa la labor de la parroquia de Villa Javier afirma “nosotros nos sentimos en ese

momento señalados y estigmatizados, y nos tocó buscar formas de reivindicar la labor que

estábamos haciendo a favor de la defensa de los barrios, fue así como se empezaron jornadas

informativas que buscaron fortalecer la unidad de los comités y darle un sentido más político y

social a nuestras luchas”. Estos procesos se empiezan a difundir en los demás barrios de la zona

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oriente de Bogotá a pesar de las disputas internas y se promueven encuentros y manifestaciones

en las plazas públicas de los barrios. Al respecto Alfonso Torres (2003) afirma que:

El punto culminante de este auge de los comités estuvo en el entierro simbólico de la

avenida realizado por los habitantes de Vitelma el 6 de julio en el teatro de Villa Javier, luego de

una nutrida marcha entre los dos barrios. En un pequeño ataúd, cientos de los habitantes

notificados depositaron las cartas enviadas por el IDU. El impacto público y el ánimo de lucha

son grandes y aprueban realizar una oposición “radical” a la avenida y un rechazo a la

negociación individual. (p. 193).

En resumen a pesar de los inconvenientes y la oposición para finales de 1973 se ven

fortalecidos los Comités con la creación de la Unión de Comités Pro-defensa los cuales

empezaron a organizar reuniones entre los representantes de los barrios con la participación de

militantes de la ANAPO ( Alianza Nacional Popular), el PCC ( Partido Comunista Colombiano),

algunos sectores del liberalismo y grupos de izquierda como el ELN estos últimos, inician una

crítica al partido liberal y al PCC “Por su estilo oportunista, al tratar de captar el descontento

popular para su propio fortalecimiento, lo que a largo plazo los obliga a retirarse de los comités,

arrastrando tras de sí a los habitantes sobre los cuales habían logrado influencia” (Torres, 2013,

p. 187).

El profesor Archila acota que “durante todo el proceso de los comités Pro-defensa, los

religiosos jugaron un papel importante, ya que con las pretensiones de la organización y la

unidad en la diversidad de la propuesta Camilista, se buscó que estos recuperaran sus

pretensiones comunitarias”, este llamado a la unidad dirigido a los Comités de los 31 barrios

afectados logró que se firmara una carta conjunta donde se sintetizaban los verdaderos motivos

de lucha y los peligros reales de la avenida , estos hechos demuestran que a pesar de los hechos

ocurridos en Villa Javier la organización popular se mantuvo con un objetivo específico y era

lograr concienciar a los pobladores sobre las intenciones que tenían las clases hegemónicas de la

ciudad al proponer e implementar el PIDUZOB.

De igual forma los grupos de religiosos comprometidos con el cambio social que basaban

su accionar en la Teología de la Liberación como una opción real y concreta por los pobres;

acompañaron e impulsaron experiencias organizativas y educativas populares en los barrios del

suroriente no solo se enfocaron en Villa Javier. La consolidación de estas experiencias

organizativas barriales tuvo relación directa con la aplicación de algunas corrientes alternativas

surgidas en el campo educativo, como por ejemplo las inspiradas en los trabajos de Paulo Freire

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93

que como lo afirma el padre Amaya“ Hablar de Educación popular necesariamente traía a

acotación a Paulo Freire y su protesta de abolir la educación bancaria y emplear una educación

más adecuada al contexto de cada persona, y Villa Javier era el escenario ideal para emplearla

por lo que en ese momento, esa época representó un cambio radical en las concepciones que se

tenían de educación porque implicaba que la personas tomaran conciencia de su realidad y de

alguna manera se empezó a hacer formación política”.

Ante esta situación y para demostrar su compromiso con la comunidad y los barrios de la

zona suroriental de Bogotá a finales de 1973,se empezaron a realizar reuniones periódicas de

carácter informativo con el propósito de compartir y resaltar la experiencia que se estaba

realizando a lo cual el profesor Archila relata que “sacerdotes y seminaristas jesuitas decidimos

irnos a vivir al barrio para compartir las condiciones reales de vida de la comunidad, mejorar las

relaciones y fortalecer el trabajo con la comunidad y eso implicaba apropiarse del contexto de

dificultad” fue así se fueron a vivir al barrio Pardo Rubio para lograr con otros compañeros

religiosos una mayor integración en todo el cinturón oriental tal como lo afirma “ la idea era

apoyar a la gente en sus formas organizativas y en la lucha por la vivienda”.

Sin embargo la parroquia desempeñaba un papel pasivo frente a algunas actividades de la

comunidad, quizás como una estrategia para no afectar las relaciones con la arquidiócesis de

Bogotá que para finales de 1972 iba a convertir el Centro Pastoral en la parroquia que es hoy,

aun así de acuerdo a las narraciones de Carlos Lima “La parroquia trato de seguir las pautas que

se establecieron en la asamblea episcopal del 68 para llevar una relación cordial con la

arquidiócesis de Bogotá y fue así como en el 73 se erigió la parroquia y se asignaron varias

funciones entre ellas fomentar por todos los medios el sentido comunitario” en este sentido se

realiza un llamado pastoral por un compromiso cristiano que implique cambiar las condiciones

materiales de existencia de la comunidad.

Para ello concuerdan Carlos Lima y Mauricio Archila que se propuso el MEC- Método de

Educación Comunitaria “que venía realizando el Grupo Golconda y que se basaba en el

conocimiento de la realidad en primer lugar para después llegar a enfrentarlos con el

conocimiento académico”, para ello se emplearon diarios de Campo que eran realizados tanto

por los religiosos como por los participantes de los comités barriales. Esta estrategia educativa

además tenía la intención de “ver cuáles eran las percepciones de la comunidad frente a la

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realidad, las soluciones posibles y los interrogantes que salían de la misma además apunta el

profesor Archila que “el método permitía la crítica y la autocrítica como procedimiento para

superar los errores en la estructura organizativa de los comités”.

El trabajo desarrollado en Villa Javier en la década de los setenta de acuerdo a Carlos

Lima, se efectuó bajo las apuestas del Concilio Vaticano y de la CELAM en 1968 “con una

visión y principios de acción pastoral por los pobres, buscando relacionarse de forma más

directa con la comunidad, para ello se emplearon organizaciones muy similares a las

Comunidades Eclesiales de Bases –CEB´S- y se buscó vincular a los jóvenes de una mejor

manera a estos procesos artísticos”.

Sin lugar a dudas los relatos de las voces de Villa Javier coinciden en que 1973 fue uno

de los años más activos en todo el proceso de construcción de organización popular, porque se

planearon distintas acciones y se reflexionó sobre los problemas generales de los barrios de

forma mancomunada, pensando en el colectivo y desarrollando la efectiva labor de hacer la

retroalimentación necesaria de su accionar. Este accionar continuo hasta mediados de 1977 que

fue cuando se evidenció de una mayor y mejor manera en el paro cívico nacional que tuvo lugar

en el mes de septiembre, la hipótesis que se plantea en este trabajo de grado es que la

historiografía no se ha ocupado de resaltar la importancia que tuvieron los trabajos pastorales,

educativos y de formación política realizados por los sacerdotes y estudiantes de la parroquia de

Villa Javier entre los años de 1970 y el 1976 ya que como se reseñó con anterioridad, lograron

formar, apoyar y obtener la confianza de los habitantes de los barrios del suroriente, animando la

construcción de un proceso organizativo popular urbano amplio, con perspectiva y continuidad ,

que contribuyó a que el Paro Cívico Nacional tuviera la envergadura que se evidenció en la

movilización masiva de diversos sectores: sindicatos, movimiento estudiantil, comités pro-

defensa, entre otros gracias a la formación de cuadros, comunidades cristianas de base y

organizaciones juveniles durante la defensa de los cerros por la implementación del PIDUZOB.

El Profesor Mauricio Archila acota que” hubo desde la parroquia un esfuerzo por

silenciar a los que participaron en las dinámicas de acompañamiento en los Comités y en las

jornadas de desalojos; porque se había descubierto que algunos sacerdotes estaban militando

clandestinamente con algunas facciones de la guerrilla”. Además algunos sacerdotes tuvieron

una vinculación política con algunos grupos clandestinos y de acuerdo al testimonio del padre

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95

Amaya eso” generaba cierta preocupación en la jerarquía de los jesuitas y en general en la

parroquia, debido a que algunos asumían la lucha armada como necesaria y ello se enmarcaba

en el camino de Camilo Torres y era una forma de justificarlo. A lo cual Carlos Lima

complementa que “hubo una presión de la iglesia católica para que los sacerdotes del grupo no

entraran en esas reflexiones políticas porque podían caer en un proceso que ya era creciente y era

el abandono de la iglesia”, todos estos testimonios se encuentran en varios audios y diarios de

campo que se realizaron a lo largo del trabajo.

En este sentido complementan su relato y declaran que en un intento por detener los

trabajos que el grupo pastoral estaba desempeñando, a muchos de los jesuitas los trasladaban o

los enviaban a hacer los dos años de magisterio en colegios que exigía la congregación, la idea

era dispersarlos (…) afirma Archila “y cuando me iban a mandar a la costa me salí de cura (…)

,además habían unas sardinas muy lindas en los 70 y así el celibato era muy difícil”

complementa diciendo que “la mayoría de nosotros, en el proceso político en los barrios, se iba

perdiendo la fe de “carbonero” y el marxismo venía a convencernos de esto”. Además expresa

que” era posible que la radicalización de algunos jóvenes jesuitas fuera mal asumida”.

El profesor Mauricio Archila recordó su experiencia junto a Mario Calderón quien por su

disponibilidad de tiempo no fue posible obtener su testimonio pero vale la pena resaltar que se ha

esforzado por relatar lo que ocurrió en los años setenta a través de distintos trabajos, pero quien

también fue compañero del profesor Mauricio Archila en la convulsionada década de los setenta

y este con nostalgia relato que “Mario no era un tipo radical, era un bacán” era disidente y

crítico; le gustaba que le llamará el cura del oriente porqué asumía que “El sol Nunca saldrá por

el norte” y es desde el oriente donde se renueva la vida cada día. Además recuerda que Mario

Calderón afirmaba que: “La defensa de la Avenida de los Cerros era más que la defensa de las

casas era un acto de renacimiento de la conciencia de los excluidos por organizarse y aprender a

luchar. La defensa de los Cerros fue una escuela en donde la gente aprendió a luchar en

comunidad. Menciona que “La imagen de Camilo era muy fuerte en los jóvenes jesuitas durante

los setenta y eso era muy simbólico y los llenaba de vigorosidad a seguir luchando”.

El padre Camilo Torres fue un referente de lucha y un aliciente para cambiar las

condiciones de vida de miles de familias pero para la iglesia representaba la disidencia y en este

sentido el padre Amaya recuerda que “Hablar de Camilo Torres representaba la admiración por

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96

la lucha y la perseverancia que él tuvo en todos los aspectos de su vida , hablar de él en esa época

para los jóvenes era lo que hoy representa para los jóvenes hablar del Che Guevara, Camilo era

un motivo más para creer que un país diferente era posible, pero en la iglesia y en las

instituciones eclesiales siempre se trató de opacar su accionar por su disidencia hacia la

guerrilla” , sin lugar a dudas la década de los setenta se convierte en referente de las luchas

barriales y las acciones colectivas que fueron posibles gracias a la organización y a la emergente

formación política que se le estaba brindando a sus habitantes así como lo menciona Carlos Lima

“ La toma de conciencia no se daba solo a través de clases o charlas magistrales ello tenía un

trasfondo mucho más didáctico y era utilizar el arte y de manera más específica las actividades

culturales como herramienta para promover la unión y la lucha por su territorio ,lástima que Villa

Javier aún se encuentre en el olvido son pocas las personas que conocen y reconocen el esfuerzo

que muchos hicimos para evitar el desalojo de muchas familias”

El caso de Villa Javier es un referente obligado para hablar acerca de la acción colectiva y

la eficacia de la Teología de la Liberación , fue así como el trabajo realizado por esos seguidores

de la Teología de la Liberación y del padre Camilo Torres en Villa Javier logró crear comunidad,

unidad e identidad en las organizaciones barriales del suroriente y a pesar de la persecución a los

movimientos pastorales barriales, estos dejaron sus semillas sembradas en el corazón de muchas

familias a quienes defendieron y apoyaron.

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CAPÍTULO 3. PROPUESTA PEDAGÓGICA Y DE INTERVENCIÓN

EDUCATIVA.

Una propuesta pedagógica en Colombia, que aspira o se encamina a entender, analizar y

comprender -bajo las reflexiones de las ciencias sociales- la realidad social, política y económica

de las comunidades que en el presente aún viven y enfrentan las dinámicas sociales e históricas

siempre ambiguas del conflicto armado, debe ser capaz de responder a esa realidad con una

¨pedagogía respondiente¨, la cual genere en los sujetos reflexiones responsables de su condición

histórica y asuman como seres conscientes la necesidad de lograr una construcción colectiva de

sus significados de vida, sus experiencias personales-colectivas y sus memorias, con la intención

de que estas sirvan como dispositivos que lleven a las transformaciones sociales en propio

beneficio.

Bajo esta razón, la propuesta formativa se enfocó en considerar los elementos sobre la

comprensión, el análisis de la realidad y el contexto social de los sujetos excluidos o bajo

condiciones de inequidad. Asimismo buscó adquirir un compromiso con la justicia social,

considerando que la práctica educativa debe atender las desigualdades sociales y pedagógicas de

los sujetos que en este caso, han sido olvidados por la historia, la cual ha desarrollado

mecanismos de ocultamiento forzado de la misma realidad de los sujetos y se ha alentado por

demostrar esa realidad como dada, que no cambia y que no se transforma –porque así nacieron o

porque así les tocó-.

En este sentido, todos los planteamientos teóricos que se entretejen y subyacen desde el

campo pedagógico y en esencia, las puestas en práctica de los saberes educativos se ajustaron por

un lado, a las mismas dinámicas que imprimieron los objetivos iniciales de la propuesta

investigativa en su carácter formador y por otro lado, fundamentalmente como planteamiento

educativo, que estuvo condicionado por el contexto donde se ejecutó la propuesta pedagógica.

De igual forma los planteamientos educativos o las prácticas que se desprenden de las

reflexiones pedagógicas giraron alrededor de un contexto menos institucionalizado como el

barrio, asumiéndolo como un lugar donde los saberes que se adquieren reflexivamente en el

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contexto escolar toman su verdadera relevancia práctica para los principales sujetos de la

educación, ya que es allí donde se piensan la vida en colectivo.

Por lo tanto la práctica pedagógica procuró involucrar a todos los sujetos, es decir, no

solo a los estudiantes, sino también a sus padres; entendiendo que la misma existencia social de

los estudiantes expresada en la escuela es la misma cotidianidad que viven sus padres en el

barrio, entorno que figurativamente se expresa en actitudes mentales de sumisión al contexto

mismo, lleno de exclusión, inequidad, violencia, fraccionamiento de los lazos afectivos,

desamparo estatal, falta de derechos , violaciones de los mismos, entre otros.

En el contexto histórico actual colombiano hay un desafío enorme para los maestros -

aunque hay muchos que lo hacen- y está relacionado en cómo pensarse y poner en práctica -bajo

mecanismos propios de su formación- acciones que traslapen la práctica del aula al contexto

inmediato como los Barrios, y cómo lograr involucrar a las familias y el entorno en escenarios

que posibiliten mejorar las capacidades reflexivas o críticas de los sujetos de su realidad

compartida muchas veces problemática.

De esta forma las apuestas teóricas y prácticas surgidas de reflexiones pedagógicas deben

estar sujetas a las realidades del entorno donde se intenta desempeñar una labor educativa, por

otro lado es pertinente hacerle pensar a la escuela que ella no tiene el derecho de ocupar

celosamente las vidas de los estudiantes en sus aulas y que el barrio (sus calles, parques, lugares

de ocio) son lugares de aprendizaje, donde los saberes que ella proporciona toman relevancia.

Por estas razones es necesario valorar el espacio barrial como ese lugar donde los maestros,

jóvenes y padres de familia entretejen, aprenden, cooperan y fomentan las reflexiones sobre su

existencia vital, asimismo de sus significados y sus memorias compartidas.

Es una propuesta eminentemente participativa que intentó desarrollar una metodología

que permitiera una recuperación crítica y una devolución sistemática del conocimiento social e

histórico adquirido con la gente, en la cual el contexto y los sujetos nos brindaron información

relevante; nosotros junto con ellos la analizamos y reflexivamente la devolvimos, agradeciendo

de antemano lo que aprendimos y posibilitando propuestas de cambio y transformación de la

realidad. (Fals Borda, 1997). Es de hecho un compromiso por la transformación, un

enamoramiento con la comunidad, con sus intereses, sus necesidades y sus preocupaciones.

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99

En relación a estas reflexiones iniciales, la propuesta pedagógica abordó algunos

objetivos, contenidos y bases pedagógicas claves para situar y poner en dialogo el discurso

teórico con la práctica educativa que desarrollamos en espacios tan conflictivos como los barrios

populares. Asimismo esta propuesta abordó las problemáticas históricas de larga duración de los

barrios, por lo tanto se intentó subrayar el carácter de la historicidad de las complejas formas

barriales de identidad y de organización social por medio de la realización de trabajos de

reconstrucción de la memoria social.

Bases teóricas y pedagógicas que sustentan la propuesta pedagógica.

La práctica pedagógica posee unos elementos que se relacionan con el ¨Hacer¨, en tanto

que es un ejercicio que está arraigado en el ¨aprender haciendo¨, desde un trabajo cooperativo y

participativo, que depende de la disposición proactiva de los sujetos -estudiantes, padres de

familia, organizaciones entre otros.- y del mismo docente, que desde un saber disciplinar siempre

autoreflexivo, busque entender y transformar la realidad social y no solo eso, también los

aspectos relacionados con lo relacional, actitudinal y lo cognitivo (Freire,1998). Por otro lado la

práctica pedagógica, debe valorar la participación activa de los sujetos en su tarea de relacionar

los saberes con su entorno sociocultural y con la sociedad que los rodea, es decir, procurar que

los saberes siempre estén en función del entorno social de los sujetos

Asimismo la propuesta pedagógica y su apuesta práctica tienen una dimensión política y

liberadora, que en este caso, se orienta en visibilizar las memorias sociales de los sujetos

socialmente excluidos por la historia, la cual no ha de reconocer ni sus imaginarios colectivos ni

sus significados, ya que se ha adueñado arbitrariamente de la palabra y con autoridad presupone

lo que se debe saber y ocultar. Bajo esta mirada, la propuesta pedagógica se enfocó en retomar

los aportes de Paulo Freire en relación a su apuesta por una práctica educativa que procure por

conocer las mismas experiencias vividas por los sujetos en colectivo, como centro para la

reflexión de lo pedagógico y lo político, además de la invitación de pensar en una educación

problematizadora como alternativa a la educación vertical o bancaria.

Freire desde sus dos desarrollos teóricos más interesantes: La educación como práctica

de la libertad (1971) y Pedagogía del Oprimido (1970), nos infunde la idea de realizar una

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reconstrucción crítica del mundo, de asumir con coraje el derecho de utilizar las palabras

con la acción, es decir llenar de significado el discurso, el cual pueda ser dinámico y con un

nuevo lenguaje directo frente a la realidad. Además nos invita a utilizar la palabra bajo un

dialogo de auténtico reconocimiento del otro y de sí mismo, de asumir conscientemente la

dirección de la vida y buscando siempre ser libre. Por otro lado nos demuestra que una práctica

pedagógica verdadera trae a la conciencia las contradicciones estructurales del mundo y del

mismo sistema, y acota que esta práctica educativa debe potenciar en los sujetos los anhelos de

liberación de su conciencia, en concordancia a esto Freire (2005) afirma:

En un régimen de dominación de conciencias, en que los que más trabajan menos pueden

decir su palabra (…) los dominadores mantienen el monopolio de la palabra, con que mistifican,

masifican y dominan. En esa situación, los dominados, para decir su palabra, tienen que luchar

para tomarla. Aprender a tomarla de los que la retienen y niegan a los demás, es un difícil pero

imprescindible aprendizaje: es “la pedagogía del oprimido (p.65).

De ahí la necesidad de que el sujeto oprimido tome conciencia de su realidad y enarbole

las banderas de liberación, la cual en sí misma es una conquista y una búsqueda permanente.

Superar tal situación de opresión o dominación implica la liberación, que es en palabras de

Freire un “parto” y es doloroso, pero que “el hombre que nace de él es un hombre nuevo, que

sólo es viable en y por la superación de la contradicción opresores-oprimidos que, en última

instancia, es la liberación de todos” (Freire, 2005, p. 29).

Por otro parte Freire (2009) expresa que el punto de partida de la práctica educativa está

en el contexto cultural, ideológico y social de los educandos, aunque esté deshecho o con

dificultades, la tarea del educador es rehacerlo en cooperación. El punto objetivo de la necesidad

esta en lograr despojar a los sujetos de la cultura del silencio, darles voz y la palabra para que

salgan de la ignorancia impuesta por las clases dominantes y por el saber atornillado que se

implanta como verdadero y valido.

De esta forma se hace necesaria una propuesta y práctica pedagogica crítica que de cuenta

de la realidad, que esté basada en concienciar a las masas excluidas, de apoyar la constitución de

una sociedad en condiciones de dignidad, las cuales consideren los valores y los derechos como

una reflexión histórica y contextual, que sea autoreflexiva es decir que:

No se asuma como una vanguardia paternalista, no como una idea revolucionaria que

llega hacia las masas, sino como una solidaridad crítica con los pobres en su camino hacia la

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liberación (…) es llevar a cabo una práctica educativa popular desde la perspectiva de la

Pedagogia de la liberación” (Vásquez, 2006, p. 331).

Por otro lado, las bases teóricas y metodológicas que propone la Educación Popular

permiten entender las necesidades de los sujetos y se enfocan en la idea de transformar al sujeto

a partir de un proceso de educación contextual, en la cual este asuma las condiciones para

descubrirse y conquistarse reflexivamente, como timonel de su propio destino histórico.

Además resalta la visión de entender a los sujetos siempre en relación a su contexto

social, en este caso el Barrio. Igualmente proporciona la guía para la utilización de elementos de

intervención educativa, como los diálogos de saberes, el diálogo intercultural, las técnicas

participativas y activas para la construcción colectiva de conocimiento, es decir, se enfoca en la

labor práctica que ocupa esta reflexión por la construcción de saberes.

En este sentido la educación popular ( En adelante denominada EP) es “una práctica pedagógica

emancipadora orientada hacia el fortalecimiento de los sujetos, espacios y luchas gestados desde

los sectores subalternos de la sociedad” (Torres,1993, p. 17) ,es una corriente educativa que se

guía por el compromiso rotundo con los sectores más humildes, marginados y explotados; por lo

tanto, la mayoría de sus prácticas emancipadoras se desarrollan desde comunidades campesinas,

indígenas y obreras; además se considera como una educación propia y protagonizada por los

propios sujetos que buscan una transformación desde su cotidianidad.

Principalmente la EP apunta a desarrollar un intercambio de saberes de manera

bidireccional, en términos de Freire (2005) conlleva a una educación más democrática y

cooperativa a diferencia de los métodos tradicionales de educación mercantil que dejan de lado el

pensamiento crítico, y direccionan su método de enseñanza afianzados siempre en los elementos

tradicionales como el salón de clase, asumiendo un plan de estudios que no concibe el contexto y

la realidad misma del educando.

En la EP se perciben a las y a los participantes como personas potencialmente proactivas,

capaces de asumir la transformación de la condición social que los rodea; ayuda a los sujetos a

definir sus propios problemas, a aplicar las lecciones de los éxitos y los fracasos a sus propias

situaciones, y permite a ellos y a ellas aprender a reflexionar e interpretar críticamente sus

propias formas de vida, por lo tanto proporciona elementos de partida y de llegada desde la

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realidad, para reflexionarla, entenderla y volver a ella. La EP realiza una lectura crítica del papel

funcional de la educación, busca agitar la subjetividad de los sujetos: su conciencia y sentidos de

vida, asume el trabajo práctico como base de la construcción colectiva de los saberes y el

proceso de enseñanza-aprendizaje como compromiso transformador hacia los sujetos,

entendiendo sus luchas, resistencia y sus procesos asociativos. (Torres, 1993).

De esta forma la práctica educativa se inscribió con base en un modelo pedagógico crítico

que permite hacer un análisis reflexivo educativo, tanto en escenarios escolares como barriales y

a partir de los contextos sociales de los estudiantes. Desde esta posición la pedagogía crítica de

manera general, se convierte en una teoría relevante para esta apuesta, ya que ayuda a pensarse

desde el lugar de la enseñanza y el aprendizaje, las categorías para caracterizar esta sociedad

opresiva y brinda herramientas para buscar nuevas y mejores alternativas, que permitan una

sociedad, una educación y una escuela distintas. Además “la pedagogía critica proporciona una

dirección histórica, cultural, política y ética para los involucrados en la educación que aún se

atreven a tener esperanza” (McLaren, 1984, p. 46).

Por otro lado, la teoría estructural que sustenta la pedagogía critica parte de la idea de que

las ideologías inmersas en la educación actual son de una u otra forma una introducción de la

clase dominante, la cual usa esta ideología para llevar a cabo y cumplir con cada uno de sus

intereses. De esta forma los principios en que se basa la pedagogía crítica tienen su origen en los

análisis de la Escuela de Frankfurt y la Teoría Critica los cuales comprendieron que al igual que

la sociedad, la escuela es un sistema homogenizado y normalizado.

De igual manera la Pedagogía Crítica y la EP, asumen que se debe llevar a la práctica un

proyecto de escuela liberadora la cual genere un lenguaje de resistencia frente a las injusticas

evidenciadas en la cotidianidad. Por ello, esta propuesta intentó unir los discursos críticos, la

teoría y la acción social en búsqueda de la liberación a través de una transformación desde el

campo educativo. (McLaren, 1984).

Del mismo modo la pedagogía crítica tiene como principio fundamental impulsar

procesos en pro de erradicar el pensamiento siempre positivo a los que han estado sujetos

algunos maestros, los cuales siguen asumiendo la idea de que las escuelas son tan solo centros de

transmisión de conocimientos; es decir de difusión de conceptos mecánicos. La intención de la

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propuesta se basó en intentar transgredir el trasfondo ideológico reproductivo del sistema

capitalista en la sociedad y especialmente en la escuela, a partir de un nuevo discurso crítico y

con un lenguaje contestatario. La propuesta pedagógica se diseñó teniendo como base la

pregunta formativa sobre ¿cuál es la relación que existe entre lo que hacemos en el salón de

clases y nuestro esfuerzo por construir una sociedad mejor?” (McLaren, 2005).

De otro lado la pedagogía es un campo de lucha y de acción social que permite definir la

posición y determinaciones de los sujetos en el aula y en contextos como los barrios. Además es

una reflexión social de la situación actual, pero para llegar a esa reflexión es fundamental la

comprensión de los fenómenos políticos, históricos, culturales y las relaciones de poder que se

entretejen dentro de una sociedad mediada por las reglas del mercado.

Bajo estas razones se tomó como base la educación popular y la pedagogía critica como

fundamento de la propuesta pedagógica, ya que guardan estrecha relación con el principal

objetivo de esta, es decir, se desarrollaron estrategias que permitieran activar en los sujetos

reflexiones y análisis críticos acerca de la cotidianidad barrial, de su misma experiencia en

comunidad y cómo se podía potenciar en los sujetos compromisos colectivos que les permitieran

afianzar sus prácticas liberadoras y de transformación de la realidad, teniendo como punto de

anclaje la idea del autoreconocimiento social, histórico y espacial de los sujetos que conviven en

el barrio.

De igual modo la intención de los objetivos de la propuesta fue asumir que el pueblo

aprende a partir de su experiencia y para esto es necesario comprender y ampliar las lógicas

culturales desde las cuales los sujetos populares ven, interpretan y actúan sobre su realidad, pero

no solo es intervenir en la subjetividades culturales sino hacer tomar conciencia de su realidad, es

decir, hacer que los sujetos reconozcan la historia de su construcción, de las condiciones de vida

presente y de sus relaciones con la cultura hegemónica. (Dusán, 2004).

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El contenido pedagógico de la propuesta

La propuesta educativa, se enfocó en generar en los sujetos nuevas experiencias para

pensar su accionar en la comunidad, partiendo necesariamente desde el conocimiento de la

misma y de igual forma se buscó abrir espacios de diálogo con la intención de que se tejieran

nuevas disputas por el control de la realidad y de los mismos saberes generados desde las

prácticas comunitarias de los sujetos. El contenido de la propuesta tiene como eje primordial la

apertura de espacios de diálogo, para ello desempeñó un papel importante el proceso de

recuperación de la memoria, porque se constituyó como una herramienta básica para que los

sujetos lograran apropiarse de su contexto y analizaran su experiencia barrial.

Por esto, es necesario abrir campos políticos de lucha y búsqueda de legitimación de la

historia y de la misma memoria social barrial, pero siempre en relación con los intereses de la

comunidad. Bajo estas comprensiones Henry Giroux (2004) asume que “toda apuesta educativa

es un campo de batalla, en base de una teoría del interés”(p.62) es decir, toda actividad educativa

como la práctica pedagógica que se desarrolló, refleja los intereses tanto de los maestros como de

los sujetos que los rodean: Los pobladores del barrio, que con sus visiones particulares del

pasado y del presente que representan, y asimismo de las relaciones sociales que afirmaron o

descartaron permitieron direccionar esta práctica a un campo de lucha especifico.

De igual manera esta propuesta se construyó con la exigencia ética de formar para el

dialogo, el debate y el compromiso social, por lo tanto simultáneamente propendió por capacitar

a los sujetos para que ejercieran sus derechos, a la ciudadanía, a tener historia, identidad y

memoria. Esta exigencia ética de otra forma prefigura la emancipación y la lucha de ésta como

posibilidad moral de decidir, comprender, y cuestionar, además de rechazar las prácticas

autoritarias que pisotean la dignidad y los ideales de una comunidad en lucha. (Ovelar, 2008).

Asimismo la pedagogía crítica labra los surcos por donde fluyen los medios alternativos de una

educación que siendo útil, práctica, funcional, eficiente, sea al mismo tiempo ética, afectiva

solidaria, imaginativa, y especialmente multidimensionalmente humana (Ovelar, 2005)

De esta forma para el trabajo que se realizó durante la práctica pedagógica, se utilizó la

pedagogía dialogante porque propone que el conocimiento no siempre o solo se debe construir

dentro de un aula de clase, sino que el saber y la construcción del mismo, adquiere sentido en

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105

unas relaciones dialécticas que giran en torno al saber del maestro, el estudiante y el contexto

donde se desenvuelven estos últimos. Por otro lado en relación a la exigencia ética:

Como educadores, somos responsables frente a la dimensión cognitiva de nuestros

estudiantes; pero así mismo, tenemos iguales responsabilidades en la formación de un individuo

ético que se indigne ante los atropellos, se sensibilice socialmente y se sienta responsable de su

proyecto de vida individual y social (De Zubiría , 2006, p. 78).

Bajo las reflexiones anteriores, la propuesta pedagógica tiene unos contenidos y objetivos

claros, en los cuales se asumió que el diálogo directo con la comunidad es la base donde se

sustenta la práctica educativa. En esta medida, se intentaron plantear alternativas educativas que

permitieran la acción participativa del docente y de los sujetos –estudiantes, padres de familia,

organizaciones, etc.-, y una de estas alternativas educativas fue los trabajos de reconstrucción de

la memoria social a través de las historias de vida y de la historia oral, ya que brindaron la

posibilidad de involucrar a los sujetos en la construcción de un conocimiento histórico y social.

De igual modo tanto las historias de vida como la historia oral se asumieron como

técnicas que permiten desarrollar trabajos de reconstrucción de la memoria social, tienen en su

naturaleza unas significativas implicaciones pedagógicas en la enseñanza de las ciencias sociales,

y estás implicaciones amplían el contenido curricular en la medida en que se articulan las

experiencias y las visiones de vida de los sujetos con el escenario disciplinar, especialmente con

la historia y su metodología. Más aún, se ponen en práctica el saber teórico escolar y los

objetivos reales de la educación que es la de pensarse a los sujetos a quienes se educa, con sus

experiencias de vida y sus prácticas sociales en un espacio determinado, los cuales han de

configurar la vida de los mismos educandos (Vega y Castaño, 1998).

La historia contada es válida y necesaria en el reconocimiento de la identidad cultural

urbana, para hacer apropiaciones del entorno social y establecer las raíces históricas de la

realidad latente en los barrios. Además es indispensable realizar trabajos de historia oral e

historias de vida con la intención de identificar a los sujetos con el medio en el cual viven,

conocer sus orígenes y desarrollos, pretendiendo hacer como fin, una memoria social del barrio

que procure visualizar las luchas colectivas, las costumbres, el origen social de los sujetos,

actividades cotidianas, las experiencia de vida en el barrio, entre otros. Junto a esto fue

importante considerar como clave las variadas formas de apropiación del espacio barrial que

asumen los sujetos.

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106

De esta forma se trabajaron la historia oral y las historias de vida como herramientas y

mecanismos para visibilizar las acciones cotidianas de los sujetos dentro de la comunidad, ya que

la historia oral por ejemplo, es en esencia un ejercicio colectivo donde los sujetos se convierten

en “sujetos de su propia historia, de su saber y de su expectativa ante el presente y su pasado”

(Vega y Castaño, 1998, p. 18). Por otro lado la historia oral incorpora un discurso histórico a las

clases populares que han sido tradicionalmente silenciadas o excluidas de las peroratas oficiales

y de la misma historia impartida en las escuelas, ya que muy pocas veces es enseñada o

reconstruida la memoria social y la historia del contexto donde se sitúa la escuela. En relación a

estas observaciones Vega y Castaño (1999) afirman que es necesario:

(…) buscar ampliar el espectro social de la historia oral como una realización colectiva,

en las que participan los sectores populares. Así se efectúen historias de vida, que en últimas

apuntan al mismo objetivo de reconstrucción colectiva de la historia, buscando conocer las

dimensiones específicas de la lógica popular, aunque eso se haga a través de la historia biográfica

de un sujeto popular ( p. 19).

En este sentido, tanto la historia oral como las historias de vida brindan la oportunidad de

estudiar la mentalidad colectiva que subyace en la acción cotidiana de sujetos en comunidades

excluidas. Además permite entender el imaginario social de la memoria colectiva a través de la

palabra viva y para la propuesta pedagógica son claves estas aclaraciones.

Ahora bien, es necesario entender el entorno a trabajar y subrayar sus características

sociales las cuales puedan justificar la necesidad de implementar una propuesta educativa de

carácter crítico. El barrio es un espacio de aprendizaje donde se redescubren las experiencias

vividas y el lugar donde las visiones de vida de los sujetos sobre su futuro toman sentido, es

decir, el espacio barrial es un contexto socio-pedagógico que se presta como lugar donde se

puede explorar y aprender sobre la realidad de la ciudad, sus dinámicas y sus representaciones

dadas por los sujetos. De igual forma el barrio es un espacio de cotidianas formas de interacción

social e intercambio de experiencias y es en donde suceden activos procesos comunitarios (De

Certeau, 2000), además es el territorio en donde se desafían las concepciones acerca de cómo

vivir en comunidad.

Estos espacios, especialmente aquellos Barrios Populares de la periferias de las ciudades

de Colombia son en realidad una colcha de retazos tejidos conflictivamente como parte del

desarrollo del conflicto armado, político y social del país, con un proceso histórico de larga

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107

duración y en los cuales todavía aún se viven procesos activos, de luchas constantes por la

construcción y apropiación no solo de un espacio material sino también, simbólico. (Torres,

1993).

En esta medida muchos de los barrios en Colombia han sido el resultado de las

transformaciones económicas lesivas, de las políticas desacertadas y de los cambios culturales

generados por las migraciones campo-ciudad de campesinos víctimas del conflicto. Estas

dinámicas urbanas de creación de barrios o de transformación de las urbes casi siempre han

estado en relación directa con el crecimiento acelerado de la población urbana durante la segunda

parte del siglo XX, y en ciudades como Bogotá son resultado o consecuencia predominante del

déficit habitacional, que vinculado con la migración producto de la violencia, el escaso papel del

Estado en relación a la solución de vivienda y la influencia de los modelos económicos

predominantes, han facilitado el surgimiento de barrios en la ciudad caracterizados por

condiciones de desigualdad y de segregación, (Sepúlveda , 2012).

En efecto estos barrios creados desde la segunda mitad del siglo XX fueron producto

esencial de la violencia bipartidistas vivida en los campos de Colombia, fenómeno que obligó a

muchos campesinos a migrar a estas pequeñas urbes, y sin un Estado que los ampararan por su

condición, forzó a estas personas en condiciones de pobreza a solucionar sus necesidades

habitacionales y de alojamiento por sus propias manos, y a través de distintas modalidades que

muchas veces se encuentran por fuera de la planificación urbana y de la legalidad, como las

invasiones de terrenos o compras de predios de manera no institucional a urbanizadores ilegales.

A esta razón Sepúlveda (2012) exhorta que esta necesidad habitacional:

(…) Se ha resuelto en varios casos mediante procesos de autoconstrucción y autogestión

de vivienda, ya sea de forma individual, familiar, con acompañamiento técnico sin él, o a partir

del apoyo de diferentes actores y organizaciones, cuyo interés se centra en mejorar las

condiciones físicas y sociales, a través de la organización, la promoción y gestión de su propio

hábitat y su entorno urbano. Esta dinámica se traduce en la conformación de sectores urbanos

compuestos en su mayoría por barrios populares, que históricamente han sido gestionados por

fuera del control y regularización del Estado, y que se encuentran inmersos en la denominada

lógica de la necesidad¨. (p. 146).

En síntesis muchos de estos Barrios Populares ubicados en ciudades como Bogotá han

tenido una lógica de construcción casi siempre lineal: lo cual ha motivado procesos de

apropiación ilegal y la autogestión.

Page 108: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

108

El gran aluvión migratorio de campesinos que desde los años sesenta se refugiaron en las

periferias pobres de la ciudad de Bogotá, se fueron organizando gracias al apoyo y al trabajo

pastoral de algunas comunidades religiosas comprometidas con acciones de promoción

comunitarias y de organización popular, asimismo los trabajos de agrupaciones de izquierda los

cuales gestionaron y direccionaron las demandas barriales siempre a la fuerza, con luchas

constantes de acciones colectivas: invasiones organizadas, protestas, mítines, bloqueos de vías,

paros, etc. Ello supone que con el incremento desde los años 60 de la violencia política y su

lineal correspondencia con la creación de los conflictos urbanos que involucraban a los sectores

excluidos y sus luchas por el derecho a la ciudad, se inició en la ciudad de Bogotá la práctica

socio-espacial de creación de barrios de manera autónoma, primordialmente en las montañas del

suroriente y las partes bajas del suroccidente de Bogotá.

Estos barrios en su momento padecieron precarias condiciones higiénicas y de acceso

limitado a los servicios básicos, pero que con la necesidad y las ganas de vivir de los pobladores,

estos espacios fueron tomando significados sociales como esperanza de paz y progreso de miles

de familias migrantes las cuales se las ingeniaron casi siempre organizados para sobrevivir. De

este modo, los barrios populares surgidos durante estos años se fueron convirtiendo en el

principal escenario de la lucha cotidiana de millares de pobladores por obtener unas condiciones

de vida digna y búsqueda de reconocimiento de ciudadanos. (Torres, 1999).

Ahora bien, se debe agregar que en los procesos de consolidación de los barrios populares

se han conquistado y arraigado por igual, identidades sociales y culturales, las cuales han sido

fruto de los intereses compartidos y las experiencias de luchas en común de los sujetos que

conviven en el espacio, es decir, que los factores identitarios han sido claves para construir un

espacio con un gran simbolismo propio y con mecanismos de solidaridad auténticos (Durkheim,

1987). Lo expresado hasta ahora supone que la identidad colectiva y la construcción simbólica

que ha generado la construcción misma de los barrios son claves para entender la unidad de los

mismos y las formas como comparten los sujetos en un espacio determinado. Por esto la

propuesta pedagógica se orientó en rescatar el conjunto de representaciones socialmente

compartidas por los sujetos que contribuyen a la construcción de una realidad común.

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109

Para simplificar esta idea, es importante acotar que el profesor Alfonso Torres (1999)

asume, que aunque si bien es cierto que la identidad colectiva y las representaciones socialmente

compartidas constituyen una dimensión subjetiva de los actores sociales y de la acción colectiva.

Para su existencia requiere de una base real compartida (una experiencia histórica y una

base territorial común, unas condiciones de vida similares, una pertenencia a redes sociales); -el

barrio-, el compartir estos condicionamientos objetivos, permite la existencia de unas marcas o

rasgos distintivos que definen de algún modo la unidad ¨real¨ reconocida por el colectivo como

propia y que inciden en su propia practica; por ello, la identidad es a la vez condicionada y

concionadora de la práctica social (Torres , 1999, p. 12).

Bajo estas reflexiones es necesario rescatar la identidad con su carácter histórico y

relacional, pasando desde la esencia de lo subjetivo hasta llegar a la fuerza aglutinadora de lo

colectivo que resulta clave en esta tarea pedagógica. Y una razón que fundamenta esto, es que

uno de los principios de la identidad es la existencia de cierta continuidad histórica o temporal,

además de ser entendida como un proceso abierto y nunca acabado.

Tomando como base estas reflexiones se ampliaran las motivaciones de este proyecto

pedagógico considerando como primordial los trabajos de reconstrucción de la memoria social.

Aclaraciones pertinentes.

Es necesario caracterizar de forma más específica al grupo poblacional con el que se

realizó la experiencia pedagógica e investigativa. Y principalmente porque el objetivo principal

es saber ¿Cuáles son las historias que narran los niños y los jóvenes de sí mismos y del barrio?.

Por eso para esta práctica se incorporaron las experiencias e interpretaciones de los niños,

usualmente ignoradas y desestimadas, valorando la representación de estos sujetos “que se

expresa[n], que toma[n] iniciativas y ocupa[n] espacios” poniendo “en duda nuestras maneras

habituales de pensar” (Agier, 2012, p.19). Fue importante visibilizar sus voces debido a que de

alguna manera cuestionaron la mirada adultocéntrica predominante y contribuyeron a la

comprensión de la problemática del espacio urbano. (Tammarazio, 2013) Igualmente es

significativo comprender cómo los niños dan cuenta de otros usos y sentidos posibles al barrio y

Que a partir de las miradas, relatos e interpretaciones de los niños respecto del espacio se puede

comprender cómo un espacio que desde la perspectiva de los adultos muchas veces es considerado

abandonado, en desuso, y peligroso, para los niños forma parte de su mundo cotidiano (Tammarazio,

2013, p. 2).

En esta medida es importante esta concepción en el sentido de que es muy común ver a

los niños y los jóvenes caminar todo el día en las calles de los barrios, las recorren desde muy

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110

tempranas edades, solos, para ellos es un entorno favorable aunque el resto de personas no lo

consideren así, son libres allí porque muchas veces sus padres no están en sus casas. Son

peatones por excelencia, conocen sus lugares comunes, agradables y peligrosos, los recorren a

pie, en bicicletas, jugando, divirtiéndose. Se ve por ejemplo que mucha de la organización del

tiempo de los niños responde a las actividades de las instituciones barriales -la escuela, el apoyo

escolar, la biblioteca, la iglesia, la ludoteca- según lo que les pueda brindar cada una de ellas,

ellos van a estar cerca, ya sea por comida, porque no estén en la calle o un lugar que los cuide

mientras sus padres están trabajando, siempre van estar en el barrio. Los niños no están al

margen de las formas de pensar y vivir la ciudad de los adultos pero sí tienen:

Una manera diferente, más creativa, imaginativa, de vincularse con su entorno, con el uso

del suelo urbano. Los niños configuran el espacio urbano centrándose en las problemáticas

sociales, sin desconocer las necesidades físicas y de infraestructura o los problemas ambientales,

pero también buscando soluciones. La perspectiva de los niños respecto de su barrio-ciudad

permite reflexionar las formas tradicionales de concebir el mundo urbano, las formas aprendidas e

internalizadas a través de los diferentes discursos sociales y de las prácticas¨ (Tammarazio, 2013,

p.34)

Por esto fue trascendental identificar las percepciones especialmente la de los niños y

jóvenes sobre su contexto barrial, sus interpretaciones de la realidad y sus formas de interacción

con la sociedad con el fin de reconocer la manera en que se han configurado dentro del barrio sus

identidades y sus sueños de vida.

Aunque si bien es un trabajo teórico-histórico sobre el barrio Villa Javier en la década de

los setenta y el proceso de reconstrucción de la memorial social; la práctica pedagógica se

desarrolló en el barrio los Alpes en la localidad de ciudad Bolívar porque poseen elementos

similares, sin el ánimo de caer en el anacronismo, los Alpes es una barrio que se constituyó en

principio de manera ilegal, se ubica en un sector marginal, además es producto de la autogestión

gracias a la mediación de la parroquia y la participación activa de la comunidad y fue un

escenario propicio para desarrollar la práctica pedagógica porque sus habitantes ( padres de

familia, niños, jóvenes, sacerdotes) estuvieron dispuestos a compartir sus historias de vida y sus

formas de lucha y organización barrial para pertenecer a la ciudad.

En este sentido luego se va a realizar una descripción del barrio con mayor minucia para

mostrar qué lugar ocupan los sujetos en ese espacio y va permitir comprender de una mejor

manera el contexto en donde se realizó el proceso colectivo de enseñanza y aprendizaje y por

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111

último se va a describir cuál es el grupo específico con el que se llevó a cabo la experiencia

pedagógica.

Contextualización socio-espacial del barrio los Alpes-Ciudad Bolívar

El barrio Los Alpes se localiza en el sector más alto de la localidad 19 de Ciudad Bolívar,

en el extremo sur de la ciudad de Bogotá, con una altura aprox. de 2800 m.s.n.m. Colinda con los

barrios: El Paraíso en la zona baja, con Brisas en sus dos sectores (Altas y Bajas), El Recuerdo,

El Ensueño en su parte alta y con una de las tres zonas rurales de la localidad: Quiba alta. El

barrio está emplazado en una zona de mediano riesgo geológico, propenso a los derrumbes de

tierra y al desprendimiento de roca, situación que ha determinado una débil malla vial la cual ha

atraído problemas de movilidad como las dificultades para el acceso vehicular.

A primera vista Alpes es un barrio marginal típico de las ciudades tercermundistas como

Bogotá, con viviendas inadecuadas, con limitados servicios públicos esenciales, con altas tasas

de marginalidad y de criminalidad. Se puede ver que es una comunidad que ha sufrido durante

años el abandono estructural del Estado, situación que ha determinado ser un lugar

desfavorecido, caracterizado por altos índices de pobreza, de desempleo, y de asistencia social

con poca eficiencia real.

Para entender el origen del barrio Los Alpes es necesario comprender históricamente el

desarrollo urbano de la localidad de Ciudad Bolívar, el cual corresponde a un fenómeno general

y repetitivo que se dio en la ciudad hacia las décadas de los setenta y ochenta, en el que

campesinos, desempleados y personas de escasos recursos económicos arribaron a los sitios más

alejados de la ciudad para construir lo que se convertiría en su hogar después de arduas luchas.

De igual forma, durante estos años, los problemas sociales y las necesidades habitacionales

crecieron descomunalmente, y los programas y acciones emprendidas hasta ese momento por el

Estado resultaron insuficientes frente a la gran demanda de vivienda de esta población

desprotegida, situación que incidió naturalmente en la creación de barrios como Alpes por estos

Page 112: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

112

grupos poblacionales, los cuales fueron ocupando en condiciones de riesgo y miseria la periferia

urbana del sur de Bogotá.

El fenómeno de construcción de los barrios populares en la localidad de Ciudad Bolívar

ha estado casi siempre enmarcado dentro de un proceso de urbanización no planificada que

obedeció justamente a las necesidades habitacionales de miles de familias en condición de

pobreza, de exclusión y desigualdad que habían llegado a la ciudad víctimas del conflicto y que

gracias a su autogestión poco a poco fueron construyendo su hogar.

Hoy Los Alpes, junto a otros barrios aledaños en la parte alta de Ciudad Bolívar son una

clara muestra en el presente de Bogotá, de aquellas dinámicas históricas, demográficas y urbanas

expresadas entre los años 60 y 80 cuando se comenzaban a conformar las primeras experiencias

barriales en el sur de la ciudad. Al presente, el barrio Los Alpes vive esas mismas dinámicas,

representadas en invasiones de predios privados y públicos, compras ilegales de terrenos a

urbanizadores piratas, construcción de viviendas en míseras condiciones higiénicas y humanas,

asimismo de débiles pero significativos procesos de luchas organizadas.

De este modo, se asume en un primer momento, que el crecimiento urbano informal que

se dio y se sigue dando en la localidad de Ciudad Bolívar es una de las manifestaciones más

impactantes en las transformaciones de las estructuras sociales, económicas, espaciales y

ambientales en las escalas local, regional y nacional del país. Por otro lado la movilidad espacial

de los grupos en situación de desplazamiento forzado generó cambios drásticos en las relaciones

y configuraciones del territorio, tanto en los sitios de partida (casi siempre entornos rurales)

como en el sitio de arribo (casi siempre las periferias urbanas) de la ciudad. Se debe agregar por

igual que la conformación del Barrio Los Alpes está enmarcada por los últimos periodos de

violencia de los años 90 e inicio de los 2000, fenómeno que trajo consigo la movilización y el

desplazamiento de una significativa población rural al sector sur de la ciudad.

En la actualidad, este barrio es un pequeño sector de no más de 200 casas ubicadas en lo

alto de la montaña, en donde es posible observar a Bogotá en su magnificencia. Es un mirador

impasible de la ruidosa urbe contaminada, superpoblada, inequitativa y desigual. Desde Los

Alpes se ve a casi todo Bogotá, pero desde Bogotá no se ve Los Alpes o quizá no lo quieren ver,

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113

con sus contradicciones, la exclusión, el abandono, además tampoco se visibilizan las ganas de

vivir y los sueños de esos sujetos excluidos históricamente.

Desde allí se siente el ahogo de la altitud y se respira el pesado aire de la atmosfera, sus

metros de altura recuerdan lo difícil que es vivir ahí. Alpes se siente al caminar y al respirar, solo

el hecho de subir sus empinadas calles permite entender paso a paso lo complejo que es habitar

este lugar. El barrio se encarga de recordar las arduas condiciones de abandono y miseria en las

cuales aún viven muchas familias. Allí en el borde de esa montaña se alberga una realidad ajena

a las noticias, que solo es posible entender recorriendo sus calles y viviendas. Es un lugar en

donde se multiplica la pobreza, las posibilidades son mínimas y la vida se cimenta alrededor de

construcciones de latas, zinc, materiales plásticos, cartón y madera. Los Alpes es uno de los

barrios de la ciudades con mayores índices de pobreza, con una población ubicada casi en su

totalidad entre el estrato cero y uno y eso deja mucho que pensar.

Entrar en una de las casas en Alpes es encontrarse con historias de vidas chocantes y

traumáticas, es encontrase y mirar a la cara la disgregación familiar, la desnutrición, la

marginalidad, la violencia, el analfabetismo y condiciones de existencia en hábitat miserable.

Para muchos habitantes Alpes es un barrio ¨pesado¨, con constantes conflictos sociales

que se ven expresados en riñas callejeras, discusiones, agresiones verbales violentas, y

homicidios entre integrantes de las misma comunidad, entre ¨parches¨ de barras fútbol y de

combos juveniles barriales los cuales muchas veces buscan controlar el territorio y por ende a los

habitantes. Hay por igual incidencia y presencia de grupos paramilitares o bandas criminales

(BACRIM) que constantemente amedrantan y amenazan a la comunidad bajo su forma de operar

como el “boleteo” o las “vacunas”, hechos que han moldeado muchas veces las conducta de los

jóvenes, los cuales han sido propensos a ser más agresivos y menos precavidos para conformar

bandas y combos entre otros.

Por otro lado desde el primer contacto con la comunidad se pudo evidenciar la cantidad

de problemas y dificultades sociales, que concierne especialmente a lo colectivo y lo más

representativo está relacionado con las luchas del barrio para el reconocimiento de la mayoría de

sus predios por la secretaria de habitad del distrito, para que estos estén legalmente constituidos.

De igual forma se logró presenciar las luchas por solucionar los problemas del acceso al

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114

alcantarillado y al acueducto, al servicio de electricidad y de gas natural, estos por último han

sido los problemas latentes que afectan las formas de vivir hoy en la comunidad.

Alpes es una realidad compleja, pero con múltiples posibilidades y propuestas para

realizar junto con la comunidad, especialmente con los niños y jóvenes de este sector vulnerable.

Este barrio se constituye como un lugar con importantes referentes de identidad, en la medida

que sus pobladores al construirlo, habitarlo -y muchas veces- defenderlo como territorio, han

generado lazos de pertenencia global frente al mismo. Es un lugar donde se siguen construyendo

diferentes identidades colectivas, que muchas veces expresan la fragmentación,

multitemporalidad y conflictos propios de la vida urbana contemporánea (Torres, 1999), y esas

situaciones específicas son un aliciente para continuar aportando y proponiendo nuevas

herramientas para la reflexión crítica desde el campo pedagógico y de manera más específica

desde las ciencias sociales.

Grupo de trabajo: la comunidad.

El trabajo que intentamos desarrollar en Alpes se hizo mancomunadamente con las

labores sociales de la parroquia de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento a cargo de los

padres Manuel Carlos Martínez y Edgar López.

Es importante aclarar que el trabajo realizado por la parroquia en el barrio, ha sido una

labor de compromiso social, de amor por la comunidad y por lo tanto: un compromiso por la

clase desprotegida, es una tarea que ha estado apoyada por varias fundaciones sociales,

especialmente por la fundación española chaminade que ha estado apoyada por la fundación fe y

alegría que hace alrededor de una década, asumieron responsablemente con la comunidad la

transformación necesaria del barrio desde el ámbito socio-educativo, con una lógica influencia

de la moral cristiana de ayuda al desposeído. De esta forma y a partir de las iniciativas de varios

líderes de la comunidad apoyados por la parroquia de los Alpes, se han venido impulsando desde

hace más de 15 años acciones colectivas en pro del mejoramiento de la comunidad como la

gestión para la construcción de la casa cultural, la biblioteca popular, un mercado y el comedor

comunitario, los cuales se han pensado como espacio propicio para adelantar de manera

coherente el trabajo de formación y de concientización de los habitantes del barrio frente a su

Page 115: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

115

realidad. Asimismo la iglesia ha estado al frente –asesorando y acompañando a la comunidad en

cuanto a las problemáticas que en el presente vive el sector como: las invasiones de tierras de

algunos nuevos pobladores que se han estado ubicando en las zonas aledañas a Los Alpes.

La parroquia diariamente da su esfuerzo por la comunidad y apoya a la gestión y

construcción de nuevas organizaciones barriales que tengan la intención y la visión de generar

espacios que involucren a la comunidad, sus problemas y sus expectativas de vida, en este orden

de ideas hace alrededor de tres años nace una iniciativa de organización barrial llamada Brigada

Julio Antonio Mella ( B-JAM), este colectivo se fundó con la intención de generar procesos

formativos barriales desde la Educación Popular y está encabezado por un grupo jóvenes

educadores en formación inquietos por la situación de los barrios populares del sur de Bogotá. El

colectivo B-JAM desde un principio ha recibido el total apoyo de la parroquia y de la comunidad

en general, gracias al significativo trabajo comunitario y social que se ha venido desarrollando

desde el ámbito educativo en el barrio, por eso hoy esta iniciativa ha logrado tener una

importante incidencia en la comunidad.

Hace aproximadamente un año, la Brigada Julio Antonio Mella ha estado más activa que

nunca y se ha involucrado, en nuevos procesos comunales que responden a situaciones de la

realidad local y nacional. Principalmente el trabajo comunitario se había venido realizando desde

la casa cultural y de la biblioteca popular, con los apoyos escolares necesarios para los niños y

jóvenes, asimismo la implementación de talleres sobre las TIC´S, además de actividades

artísticas y recreativas. En la actualidad y con visión a futuro se han venido planificando,

desarrollando y fortaleciendo trabajos de apoyo con la Junta de Acción Comunal (JAC), de igual

forma con las acciones de apoyo emprendidas por la parroquia frente a los problemas de las

invasiones a predios y la adjudicación de titularidad y legalidad a muchas viviendas en Alpes.

Recientemente se ha promovido con los asistentes a la biblioteca popular y participantes activos

de la brigada, la realización de recorridos territoriales con la intención de generar sentido de

pertenencia y defensa del territorio y por último se ha impulsado el deporte como mecanismo

para la integración comunitaria y como una herramienta para potencializar valores como la

solidaridad, el compañerismo, la disciplina y el trabajo en colectivo que permita fortalecer el

engranaje con el trabajo de formación educativa y política.

Page 116: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

116

Actividad Función

Formación deportiva: creación de una

escuela deportiva.

Crear espacios que inviten a toda la

comunidad principalmente a niños y

jóvenes al aprovechamiento del tiempo

libre, que permita por un lado incentivar

desde el deporte lazos de identidad y por el

otro la necesidad de organización y

representatividad.

Taller de historia oral. Generar un espacio que nos permita conocer

nuevas formas narrativas de contar la

historia, fortaleciendo con este la escritura

de la historia del barrio.

Recorridos territoriales. Los recorridos territoriales son

fundamentales para la propuesta del trabajo

en el barrio, porque permiten: 1. Reconocer

un territorio determinado (localidad de

Ciudad Bolívar) 2. Ubicarse en Bogotá,

bajo la perspectiva del derecho a la ciudad.

3. Compartir espacios con otros sujetos de

la localidad. Con el objetivo de evidenciar

las problemáticas del territorio a través de

recorridos en este, lo que permitirá poder

describirlas, utilizando las TIC´S como

herramienta para darle visibilidad y

reconocimiento al ejercicio innovador.

Cine en el barrio Esta actividad tiene como función mostrar a

través de materiales audiovisuales algunas

de las problemáticas que aquejan a la

localidad de ciudad Bolívar así como

ejercicios dinámicos que puedan apoyar en

el aprendizaje de las TIC´S a la comunidad.

Page 117: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

117

Desde este año la Brigada ha situado en su programación la realización de una serie de

actividades que van más allá de los apoyos escolares y la estructura de acuerdo a diversas

actividades y la función de estas con la comunidad. Su metodología de trabajo para los ejercicios

de recorrer, escribir e informar y comunicar tecnológicamente la experiencia barrial, se

realizarán desde la perspectiva metodológica de la Educación Popular, articulando los encuentros

educativos (Talleres), con el dialogo de saberes; lo que permitirá dinamizar la iniciativa desde

una perspectiva comunitaria que logre enfocar el espacio de la biblioteca popular del barrio

Alpes como un lugar de encuentro de la palabra, la lectura y la escritura. Igualmente se plantean

unos objetivos generales programáticos espacio de la biblioteca popular del barrio Alpes como

un lugar de encuentro de la palabra, la lectura y la escritura. Igualmente se plantean unos

objetivos generales programáticos:

Objetivos principales de la Brigada Julio Antonio Mella

Alfabetización en el manejo de

herramientas básicas de cómputo.

Propiciar conocimientos básicos de las

herramientas de cómputo y de la

informática para ir apoyando la formación

en las TIC´S de los niños y jóvenes.

Creación de herramientas virtuales. Utilizar las redes sociales como Facebook e

instagram y la herramienta Blogspot para

visibilizar y dar a conocer a nivel local y

distrital, toda la experiencia; la realización

de fotografías en los recorridos territoriales,

videos comunicativos, tutoriales de

alfabetización y las historias de vida serán

fundamentales para el desarrollo de la

propuesta, puesto que permitirá hablar en un

lenguaje informativo y comunicativo desde

la tecnología a una comunidad que ha

estado segregada tanto de la tecnología

como de la información.

Page 118: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

118

Potencializar el tejido social en el barrio los Alpes, desde el abanico de posibilidades

que brinda la casa cultural y así, iniciar un proceso organizativo con los jóvenes y

adultos que se encamine a promover procesos formativos y académicos.

Lograr desde la Escuela de futbol, procesos de orden deportivo que permitan llevar a la

comunidad a ocupar el tiempo libre, a asumir un sentido de pertenencia por su barrio,

fomentar trabajo en equipo y generar el componente organizativo y disciplinar que

brinda el Fútbol..

Objetivos secundarios

Brindar un apoyo en términos jurídicos a la comunidad para que continúen en la lucha

por la titulación de sus predios.

Ejecutar diferentes trabajos audiovisuales que permitan dar a conocer el trabajo que se

realiza y que visibilice en la localidad la importancia de las luchas políticas y sociales

que se llevan en el barrio los Alpes.

Por lo tanto para ejecutar la propuesta educativa se tomaron en cuenta los objetivos

trazados por el colectivo, y de manera específica el apoyo y acercamiento con las organizaciones

barriales ( J.A.C. y Parroquia) en su trabajo organizativo, con el fin de entender las dinámicas

organizativas y de acción colectiva se logró realizar una articulación con las iniciativas de hacer

la historia del barrio, a través de los talleres que se realizaron con el grupo de jóvenes y niños

que participan tanto en la escuela de Fútbol como los que asisten a los talleres de refuerzos

escolares; asimismo esta actividad estuvo estrechamente ligada a los recorridos territoriales.

La propuesta pedagógica se divide en tres fases: en primer lugar se enfocó en la

reconstrucción de la memoria social a través de la historia oral y las historias de vida, en segundo

lugar se implementaron los recorridos territoriales para analizar las relaciones sobre cómo se

concibe el espacio, la identidad y el sujeto en el barrio, y por último se realizó una reflexión

junto a la comunidad y a los integrantes de la parroquia acerca de la importancia de la

organización barrial.

Page 119: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

119

Capítulo 4. Sistematización de la experiencia pedagógica.

El desarrollo de la propuesta pedagógica aplicó en su fundamentación los fines

orientadores de la Línea de Formación Política y Reconstrucción de la Memoria Social (FPRMS)

de la Licenciatura en Ciencias Sociales, la cual formula la necesaria relación dialéctica entre la

investigación social y la práctica pedagógica en la formación de los docentes. Bajo esta

afirmación, esta propuesta toma los elementos categóricos centrales en la que se ampara la línea,

como son: la Memoria Social y la formación política articulados entre sí, con una investigación

social comprometida con las necesidades educativas del país.

De esta forma y basándose en los fines en que se piensa la línea FPRMS, la propuesta

formativa buscó en lo posible ¨visibilizar los procesos, transformaciones, contingencias de los

sujetos, de los contextos y de los discursos¨ (Rodríguez y Mendoza, 2006) en escenarios tan

complejos como los barrios populares y suburbanos de la ciudad de Bogotá, fijando la mirada en

que estas visibilizaciones nos permitieran construir un lugar de análisis reflexivo tanto de los

contextos configurados históricamente –los barrios-, como de los sujetos marginales de la

memoria colectiva, con sus procesos de subjetivación y sobre todo nos condujo a construir una

articulación reflexiva de las experiencias de vidas de estos sujetos con los momentos históricos

de nuestra realidad actual.

Por otro lado, esta propuesta educativa se desarrolló en el escenario organizativo barrial,

con unas organizaciones sociales involucradas allí y unos sujetos en activos procesos

comunitarios. Esta propuesta se fundamentó en el trabajo de campo con la aplicación de

metodologías cualitativas, las cuales implicaron la intervención directa y participativa en el

barrio, con la intención de acercarse sin más al contexto sociocultural en el que viven los sujetos,

para comprender sus realidades y entender sus formas comunes de vida en el espacio barrial. De

esta forma, este trabajo pedagógico-académico está ligado a los métodos de investigación

participante la cual ha de proporcionar al investigador una mejor comprensión de la realidad,

facilitar la comunicación y comprensión de las distintas reflexividades que se espacializan en el

barrio.

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120

Igualmente la propuesta contempló desde sus análisis educativos la enseñanza y la

comprensión de la historia reciente, con análisis de fenómenos históricos tan complejos como el

desplazamiento, la construcción de los barrios subnormales en las periferias de las ciudades a

consecuencia del macro proceso histórico del conflicto armado, social y político emplazado hasta

hoy en Colombia y fenómenos de ocultamiento de las memorias y las historias de dinámicas

sociales tan trascendentales para la identidad de los sujetos.

Asimismo la pedagogía crítica, ha permitido que los sujetos en el proceso de educación

popular definan sus propios problemas y apliquen las lecciones de los éxitos y fracasos a sus

propias situaciones, aprendan a reflexionar e interpretar críticamente sus propias formas de vida,

partiendo siempre de su realidad, para entenderla, reflexionarla y volver a ella con herramientas

que posibiliten cambio. La educación popular en esta propuesta pedagógica permitió procesos

participativos desde el dialogo de experiencias de los sujetos y facilitó la labor práctica.

Bajo esta serie de planteamientos iniciales el proyecto educativo se enfocó en analizar y

articular tres fases con diferentes ejes temáticos en torno a procesos sociales de la historia

reciente, en un primer momento están las formas con las que se han desarrollado la construcción

de la identidad colectiva barrial desde los procesos de construcción de los barrios populares por

comunidades desplazadas y sin viviendas. En esta primera instancia se realizó un análisis desde

el trabajo de reconstrucción de la memoria social del barrio los Alpes, por medio del uso de las

historias de vidas y las historias orales que relataron los sujetos que fueron activos y

participativos en la fundación, construcción y desarrollo del barrio. En segunda instancia se

trabajó bajo esta fase el desarrollo de actividades enmarcadas en el uso de las entrevistas,

aplicadas específicamente a adultos sobre los significados que tienen para ellos los lugares

representativos del barrio como: la iglesia, la escuela, la casa comunal etc, en relación a la

comunidad, se intentó exaltar las luchas de a otrora de los fundadores del barrio en su gestión

comunitaria por la construcción de lugares comunes para el servicio de la gente del barrio, bajo

estos preceptos fue necesario extraer las percepciones que tenían los adultos sobre el barrio, los

primeros habitantes y del pasado en común que los unen. En esta actividad se evidenció que en

verdad estos lugares representan simbólicamente mucho para la identidad de los habitantes

porque fueron luchas colectivas y es algo que reconocen y se sienten orgullosos.

Page 121: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

121

La primera fase de la intervención se denominó La memoria y el territorio en la

construcción de identidad barrial, en ella se desarrollaron algunas actividades de

reconstrucción de la memoria social del barrio, las cuales permitieron reconocer la producción y

repertorio de “recuerdos, narraciones, representaciones e imaginarios y como el grupo social lo

dispone sobre su pasado, en torno a los cuales alimenta su sentido de pertenencia, despliega sus

acciones y relaciones cotidianas, y configura su futuro” (Rodríguez y Mendoza, 2006, p.14).

De igual manera se desarrollaron actividades de reconocimiento del espacio barrial con

los niños de la brigada, actividades como recorridos territoriales y ejercicios de cartografía social

posibilitaron el análisis del contexto del barrio; sus problemas y sus posibilidades de cambio,

asimismo se evidenciaron las percepciones, los sentires y las visiones que tienen los niños sobre

su barrio, las cuales pueden ser útiles a la hora de fortalecer los lazos históricos y comunitarios

porque estos les permiten pertenecer identitariamente a una comunidad. Bajo estas acotaciones

es trascendental identificar las percepciones de los niños y jóvenes sobre el contexto barrial, sus

interpretaciones de la realidad y sus formas de interacción con la ciudad, porque permiten

reconocer cómo se han configurado dentro del barrio las identidades de los adultos y de los

niños. En esta medida fue posible facilitar el dialogo de las voces de los niños con las de los

adultos, sustrayendo sus miradas sobre el pasado y del territorio mismo, la importancia de los

espacios comunes y de las diferentes formas que lo conforman para la reconstrucción de una

memoria social y por tanto reforzar la identidad colectiva.

Bajo esta última parte fue pertinente sistematizar el aporte pedagógico del trabajo que se

ha venido ejecutando conjuntamente con la Brigada Julio Antonio Mella en cuanto al desarrollo

de la escuela de futbol popular de Alpes, porque es una muestra fehaciente de que al posibilitar

espacios colectivos como las escuelas populares de futbol, se van construyendo lazos identitarios

entre los que participan; asimismo se va cimentando un tejido social desde la participación

colectiva al defender un grupo, un equipo y por representar una comunidad: su barrio, y porque

además el futbol popular ayuda a crear identidad con el barrio, respeto y tolerancia por el otro,

por sus compañeros y crea camaradería.

En esta medida se analizó que la actividad de la escuela de futbol popular, ha propiciado

escenarios de fraternidad y de apropiación territorial, en los cuales los jóvenes han entendido la

Page 122: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

122

importancia de defender lo que les es propio y que para lograr metas comunes existir una

hermandad consigo mismo y con el territorio.

La segunda fase de la intervención se denominó las prácticas organizativas de

movilización en los barrios Los Alpes, relacionados con el desarrollo de unos ejes temáticos de

análisis como la acción colectiva y las implicaciones comunitarias de la institución eclesial en el

barrio. De igual forma esta fase estuvo acompañada de una serie de actividades que permitieron

reflexionar y analizar cómo a través de las prácticas organizativas se fomentan acciones políticas

en la comunidad.

Además se logró identificar qué es lo político dentro del contexto barrial, cuáles son las

practicas organizativas que han hecho los sujetos especialmente los pertenecientes a la JAC para

enfrentar las problemáticas actuales como: las invasiones de algunos lotes cercanos al barrio para

la construcción de nuevas viviendas, el problema de las titulaciones de los predios de las casas, la

gestión de recursos para la pavimentación de las calles, entre otros.

En la primera parte de la segunda fase se desarrollaron talleres con intervenciones

magistrales por parte de los integrantes de la Junta de Acción Comunal, se presentaron una serie

de muestras audiovisuales sobre la temática, con pequeños fragmentos documentales y escenas

de películas como: Como el gato y el ratón, la estrategia del caracol y documentales del

movimiento Zapatista, los “okupas”, los sin Tierra del Brasil y los procesos de autogestión lineal

de los “Villeros” de la Argentina. En el desarrollo de estos talleres se analizaron las percepciones

de cómo los sujetos veían las formas organizativas que asumieron estas expresiones colectivas

representadas en las muestras audiovisuales y se fomentó la discusión de la importancia de estas

acciones para el proceso barrial de Los Alpes, con base en esto se recogieron las opiniones

abiertas de cada uno de sus miembros, direccionándolas en cómo los sujetos participantes

llegaron a comprender las prácticas organizativas de movilización que fomentaron acciones

políticas como los ejemplos de las organizaciones populares de las muestras audiovisuales. Por

otro lado se debatieron a raíz de las muestras, cómo los participantes entendieron las luchas

sociales y el surgimiento de los barrios de periferia en Bogotá, y a raíz de los talleres se

profundizó con una charla magistral, el proceso histórico de la conformación de las JAC

vinculándolo a la referencia y a los aportes del Padre Camilo Torres Restrepo y Orlando Fals

Borda en sus propuesta de participación y organización comunal. De esta forma se fueron

Page 123: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

123

concatenando las temáticas planteadas: Organización y luchas barriales, la memoria social del

barrio, la formación política y el legado de Camilo en la fase dos del esquema de la propuesta.

El segundo momento se enfocó en desarrollar diversos encuentros programáticos en

formas de grupo de estudios, debate y tertulias con los integrantes de la Parroquia, ejercicio que

logró la discusión sobre el rol social, los cambios y las permanencia del trabajo de la iglesia con

las comunidades pobres como Los Alpes, su influencia en la participación y la organización

barrial; asimismo se deliberó y se reflexionó acerca de la teología de la liberación y la propuesta

de las CEB´S como una alternativa de carácter popular desde el compromiso cristiano por los

pobres, por sus luchas comunes, por la justicia social, por la organización etc. Esta actividad tuvo

como finalidad analizar este tipo de propuestas en el contexto actual del país, intentando destacar

los aportes que pueden realizar a la organización social de los barrios más deprimidos de la

ciudad.

En conclusión esta fase tuvo el objetivo de generar al interior de la JAC y de la parroquia

espacios de dialogo, discusión y debate sobre las temáticas relacionadas con la organización

barrial, las alternativas populares y el reconocimiento de anteriores experiencias, direccionadas a

fortalecer el trabajo y las prácticas organizativas de movilización que permitan fomentar

acciones políticas en la comunidad.

En la tercera fase denominada: El Legado: Alimentar la experiencia y la memoria. Se

trabajó con los integrantes del colectivo Brigada Julio Antonio Mella, y se desarrollaron una

serie de actividades: Talleres y uso de herramientas didácticas para el análisis de las temáticas

tratadas en las fases I y II. Esta fase se inició con la incursión en las historias de las luchas

barriales en el sur y el suroriente de la ciudad de Bogotá, relacionándolas con las experiencias de

conformación de comunidad en determinados barrios del sur. Luego, se realizó en esta primera

parte, la muestra del Videoclip sobre la historia del barrio los Alpes (Realizado en conjunto con

miembros del colectivo) junto a otras dos muestras audiovisuales; ejemplos de procesos de

legalización y de luchas históricas de construcción de vivienda digna en el sur y en el sur-oriente

de la ciudad de Bogotá. De acuerdo a la muestra audiovisual, se realizó un conversatorio en torno

a una serie de preguntas orientadoras, por ejemplo: cómo han sido las luchas por la vivienda, por

qué se crearon los barrios, qué los animo a luchar, qué actores participaron, cuáles han sido los

cambios y permanencias en las formas de organización en las tres muestras audiovisuales,

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124

buscando con esto encausar los análisis históricos: el legado de esas luchas para el actual

momento organizativo del barrio de Los Alpes. De igual forma se buscó identificar el contexto

social, económico y político del momento histórico de esas experiencias de creación de los

barrios populares, además se propendió que los jóvenes comprendieran los procesos

organizativos que configuraron el barrio, comparando las dinámicas organizativas de los barrios

y reflexionando acerca de las acciones que se emplearon para acceder a los derechos a la

vivienda, a los servicios públicos entre otros. De esta forma se buscó reivindicar y reconstruir los

procesos de dignidad asumidos por las experiencias de las luchas por la vivienda en aquellas

épocas de organización barrial, recuperando la historia del barrio y poniendo en práctica los

conocimientos adquiridos durante el proceso de indagación. Pero lo primordial de este taller fue

visibilizar los actores que participaron en los procesos organizativos, los sectores que los

apoyaban y las ideas que seguían para cumplir sus metas comunales y todo ello condujo a

reflexionar acerca del papel desempeñado por algunos miembros de la iglesia católica en los

años 70 y 80 en los procesos de construcción de los barrios especialmente seguidores de la

teología de la liberación y de Camilo Torres Restrepo.

Cabe recalcar que aunque la propuesta pedagógica no giró de manera específica en su

ejecución, con los análisis de la Teología de la Liberación, los aportes de Camilo y su impacto en

la conformación de los barrios populares si fue importante enfatizar los procesos organizativos

colombianos que estuvieron impulsados por los movimientos sociales que se acogieron a la

propuesta de la Teología de la liberación, sin embargo estos ejercicios de memorias desarrollados

en el barrio, permitieron llevar a cabo una pequeña experiencia de redescubrir y reconstruir

aquellas historias y memorias que han estado en procesos de invisibilización como es la memoria

de Camilo y la propuesta teologal en los barrios de la ciudad, sus aportes a los procesos de

organización barrial, sus propuestas y apuestas por el cambio social desde las luchas sociales

barriales, con la organización y resistencia desde los barrios populares y suburbanos como Alpes.

Bajo este argumento es viable, reivindicar la memoria de Camilo Torres Restrepo,

reflexionar sobre cuál ha sido la influencia y su mensaje para los procesos de organización

barrial, es decir, entender el legado del padre Camilo, su mensaje de acción, unidad y

compromiso desde los barrios Populares. Para esto se llevó a cabo un par de actividades: en

primer lugar se entregó un material informativo sobre la vida de Camilo Torres Restrepo, con el

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125

fin de contrastar las visiones que se han construido alrededor de él. (Desde pequeños cortos

audiovisuales y pequeños artículos periodísticos, textos o libros, luego se pasó a lo que

llamamos: Momentos de Lecturas y de Arte. En donde por grupos se entregó la propuesta

didáctica de enseñanza; el libro Camilo vuelve a colores, como estrategia de enseñanza,

comunicación y difusión de su memoria, con el fin de situar al personaje desde un ejercicio

itinerante, diferenciado y reflexivo de lectura y debate, direccionado a relacionar su vida con sus

propuestas y apuestas por el cambio social desde las luchas sociales barriales con la organización

y resistencia desde los barrios populares como Alpes.

Los aportes al problema formativo y social: el resultado del proceso.

La sistematización de la experiencia educativa que se describe a continuación, se

encuentra descrita bajo un eje transversal: los procesos de reconstrucción de la memoria social, y

sustentada en las luchas, las resistencias y las defensas del territorio barrial por sujetos que han

desempeñado en la mayoría de los casos su rol como constructores de su propia realidad. De

igual forma esta cimentada en los fundamentos de la Educación Popular como una metodología

que permite articular espacios de participación social, de formación política y educativa desde la

realidad inmediata. Este trabajo constituye un ejercicio para reflexionar y pensar desde las

prácticas mismas en el espacio, las formas en que se desarrollan y se articulan la identidad y la

memoria de los sujetos con el barrio y la realidad sociopolítica del país.

Por otro lado, cabe resaltar de manera inicial, que las luchas por el territorio barrial,

entendido como construcción social colectiva, se han problematizado bajo la luz del enfoque de

la enseñanza de la historia reciente y sustentado en los análisis socio-históricos de fenómenos tan

complejos como el desplazamiento forzado, asimismo de los análisis y reflexiones que se pueden

extraer del papel desempeñado por el Estado en la resolución de los conflictos sociales urbanos

de las mayorías pobres que llegaron a la ciudad desde los años 70 víctimas del conflicto. En esta

medida es importante resaltar que es desde la enseñanza y la comprensión de acontecimientos o

fenómenos sociales del pasado reciente que aún tienen efecto en el presente, que es posible

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126

interpretar la magnitud del problema social del desplazamiento desde el estudio del fenómeno de

la construcción de los barrios populares en las periferias de la ciudad de Bogotá.

De esta forma, sistematizar esta experiencia de enseñanza y aprendizaje alcanzada en el

barrio los Alpes en el sur de la ciudad y desde allí desarrollar reflexiones críticas y de

apropiación critica del pasado-presente que permita forjar una mirada analítica frente al

territorio, sus dinámicas sociales allí expresadas, los sujetos que conviven en ese espacio, los

sueños y las visiones de futuro de cientos de personas, sus historias de vida y sus memorias

colectivas, es de urgencia manifiesta para entender mucho más los vaivenes históricos en los que

se han encauzado el conflicto social, armado y político en las periferias urbanas de nuestras

ciudades.

Bajo este primer juicio la línea en la que se desarrolló el ejercicio de sistematización y

análisis de la experiencia pedagógica contempló el análisis de los fenómenos expresados

anteriormente y bajo esa lógica se articularon las temáticas propuestas; las luchas barriales, la

organización comunal y la identidad colectiva con los ejercicios de memoria social a través de

las herramientas que se propusieron, buscando que este proceso de enseñanza cumpliera con el

propósito de dotar a los sujetos involucrados, de herramientas que les permitan comprender su

presente y el contexto en el cual se desenvuelven. A su vez, el poder comprender y analizar

nuestro pasado reciente y su relación con el presente.

De esta forma abordar estos temas en la propuesta de enseñanza, permitió en cierta

medida desarrollar niveles reflexivos en los sujetos y procesos de auto-reconocimiento por medio

de los análisis sobre el territorio y las construcciones socio-espaciales que recaen sobre este. Por

esto es importante inicialmente, reconocer los contextos en los que se encuentran inmersos los

sujetos, y entenderlos como escenarios de aprendizaje significativo, y esto representa,

comprender que los espacios colectivos inciden en el tratamiento del tema central de esta

propuesta pedagógica y la apreciación y apropiación por parte de estos frente al mismo.

Por último es clave subrayar que los trabajos de memoria social son una herramienta para

la defensa del territorio y un campo fundamental para la lucha en complejos espacios como los

Page 127: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

127

barrios populares. De igual forma los trabajos de memoria se transfiguran en un mecanismo para

fortalecer la identidad o el sentido de pertenencia. (Jelin, 2002)

Análisis de la primera fase de la propuesta pedagógica: La memoria social y el

territorio en la construcción de la identidad barrial.

En esta primera fase se llevó a cabo la problematización y el tratamiento reflexivo de los

conceptos categóricos de territorio e identidad barrial, de igual forma se encaminó este trato

categorial en buscar que los sujetos participantes entendieran la incidencia del espacio barrial,

sus lugares comunes y la construcción de la memoria social en la formación de una identidad

colectiva. Asimismo se buscó visibilizar aquellas historias y percepciones que se tienen sobre el

espacio barrial y las formas cómo los sujetos se apropian de su barrio, desde la comprensión del

territorio mismo, entendido como una construcción social e histórica que se constituye en la

apropiación y la defensa.

De esta manera, la fase uno se proyectó dentro del plan de actividades en problematizar la

identidad barrial en el territorio, partiendo de la construcción de la memoria social a través del

uso de herramientas como las historias de vida y las historias orales, asimismo del uso de la

cartografía social y de los lugares de la memoria es decir desde las marcas físicas de la memoria,

con la finalidad puesta en mostrar la importancia del territorio y de las diferentes formas que lo

conforman para llegar a reforzar la identidad colectiva o la pertenencia con el espacio.

De tal forma se planteó el desarrollo de una serie de actividades como son los talleres de

cartografía social, la ejecución de los recorridos territoriales y los talleres escritos de

reconocimiento del contexto con los jóvenes de la Brigada, por otro lado se llevó a cabo la

realización de encuentros (grupos focales) con las personas que participaron en la fundación del

barrio, con el fin de elaborar con ellos las historias de vida y el trabajo de recolección de

información por medio de las entrevistas realizadas por los docentes y los integrantes de la

Brigada, con el propósito de empezar a generar un trabajo de reconocimiento del contexto y las

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128

problemáticas concretas desde las cuales surge la necesidad de reconstruir una memoria del

barrio.

El producto formativo y pedagógico fue de carácter comunicativo ya que se buscó la

construcción de un relato histórico del Barrio, además la formación barrial en Los Alpes se

desarrolló mancomunadamente con los integrantes de la Brigada.

Eje temático: Reconociendo el contexto.

En este eje se buscó que los jóvenes de la Brigada problematizaran en grupo sus

apreciaciones de su contexto inmediato: el barrio; a partir de sus vivencias individuales y

familiares en el territorio; y que a través de sus percepciones reflexionaron en torno a las

principales problemáticas que perciben en su barrio, así como de los cambios y continuidades

que se han presentado desde que tienen memoria, buscando con esto relacionar aspectos

temporales y espaciales.

Dentro de este eje se planearon tres actividades: un taller denominado “Mi Barrio” en el

que se desarrolló una discusión a partir de la pregunta: ¿Qué es el barrio?, de la cual se

desprendían otra serie de preguntas relacionadas. Luego en una segunda sesión se realizó un

recorrido territorial por el barrio y el desarrollo de un taller de Cartografía social y en una

tercera sesión se realizó un taller de escritura y debate sobre las percepciones del barrio. El taller

tuvo como eje principal las percepciones de los sujetos sobre los espacios del barrio, articulado a

las siguientes preguntas, inicialmente se realizó una conversación en relación a una pregunta

abierta en forma de entrevista ¿Qué es Los Alpes?, luego pasamos ¿Con qué lugares del barrio

me identifico, me generan felicidad, me siento a gusto? y ¿Qué lugares del barrio me generan

miedo? - ¿Por qué?; ¿Qué problemas se presentan en el barrio?.

La realización de estos ejercicio buscó que los jóvenes establecieran relaciones entre las

razones por las cuales viven en Los Alpes y el significado que tiene vivir en el barrio, y del

mismo modo se buscó descubrir las formas con las cuales reconocen el contexto y perciben el

territorio mismo, asumiendo los diferentes puntos de vista que estos han creado alrededor de su

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129

espacio barrial y de su cotidianidad, con el fin de visibilizar las miradas y los sentidos que le dan

los sujetos a su territorio.

El primer taller “Mi Barrio” se realizó con un grupo de 14 niños, en el cual se buscó

generar en los sujetos reflexiones de reconocimiento acerca del cuestionamiento de una serie de

preguntas como: ¿Qué es el barrio?, ¿Para ustedes que significa Los Alpes?, ¿Por qué viven en el

barrio, ¿ Qué es vivir en comunidad?,¿Cuáles son sus lugares comunes de encuentro? ¿Qué

hacen en sus rato libres? etc. El desarrollo del encuentro fue realizado en forma de diálogos

grupales, de tal forma que les permitió desde su experiencia, narrar la forma en la cual conciben

el barrio y cómo se relacionan con el mismo.

En la actividad, muchas de las intervenciones de los sujetos en relación a la primera

pregunta, se centraron en afirmar que el ¨barrio es donde viven, estudian, juegan y tienen sus

amigos¨ y luego se intentó problematizar desde un análisis espacial, puesto que fue evidente en

sus expresiones que no conciben en concreto al barrio poniéndolo en el eje de la infraestructura

física, la estética y el diseño de la traza urbana, sino que lo perciben como ¨ un lugar donde están

sus casas¨, aunque no están al margen de esta forma de ver al barrio –desde la concepción

urbana-, si tienen una forma diferente de verlo, uno de los niños comenta que el barrio “es el

nombre que se les da a todas las casas donde ellos viven y ese contexto se resalta como una de

las respuestas más conscientes.

Esta serie de afirmaciones generadas a raíz de las preguntas del primer taller, permitieron

el análisis en el cual la perspectiva de los niños con respecto de su barrio permite reflexionar las

formas tradicionales de concebir el mundo urbano; las formas aprendidas e internalizadas a

través de los diferentes discursos sociales y de las prácticas. Por esto en los siguientes talleres de

recorrido barrial y de cartografía social se problematizo con mayor profundidad la percepción

que tenían del territorio.

Por ejemplo el recorrido territorial previo a la cartografía social, tuvo la intención de que los

niños en grupo reconocieran el lugar donde habitan, sus lugares más frecuentes, sus sitios de

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encuentro, las dinámicas de la población que habita allí ( sus vecinos), entre otras características.

En este ejercicio de cartografía social se llevó a cabo una problematización de la categoría

territorio mediante el tratamiento de temas que traen consigo procesos de desterritorializacion y

conflicto sobre el derecho a la vivienda. Esta fase intentó generar un reconocimiento del contexto

y las problemáticas concretas desde las cuales surge la necesidad de que los jóvenes se

organicen.

Zaira, 10 años, Mi barrio.

En el taller de escritura tuvo como objetivo conocer y analizar las narrativas que los

sujetos han construido sobre su barrio, desde lo que les gusta y disgusta en su territorio, sus

problemáticas y las cosas por destacar, en fin una variedad de concepciones sobre su espacio. En

él participaron jóvenes y niños que vivían desde hace tiempo en Alpes y otros que recién

llegaron con sus familias a invadir y a construir sus casas. En relación a la pregunta ¿Qué lugares

del barrio me generan miedo? Un par de niños expresaron que en las casas de la invasión, porque

roban y los niños que viven allí obviaron esa afirmación y expresaron ¨que roban en el otro

barrio¨, otros dijeron que en las invasiones ¨matan y violan¨ y debatieron que no es verdad que

es en otras invasiones. Otros afirmaron que “cerca de las torres de energía, porque por ahí es

muy solo”.

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Sobre la pregunta sobre que le gusta y qué no de Alpes: ellos respondieron que no les

gusta el barrio porque hay muchas peleas a “cuchillo y a pistolas”, y que “a cada rato pelean y

sube la Policía”. Además expresan que no les gusta el barrio porque “fuman y venden vicio y a

ellos les da miedo”, y además “que por la noche no les gusta salir mucho por el miedo a que los

roben”. Por ejemplo este niño escribe “solo me siento seguro en mi casa, los otros lugares dan

miedo”, Ahora bien en los gustos de los niños sobre el barrio, un joven aduce “que le gusta

porque hay harto espacio para jugar y salir y también puede jugar con los parceros, se tiene

severa vista de la ciudad y la gente es chévere pero en la noche es repeligroso”.

Al hablar de las problemáticas presentes en el barrio muchos de los niños participantes

que viven en la invasión hablan del problema de los desalojos de sus casas construidas en Alpes

y dicen que a sus familias le han prometido reubicación y no les han cumplido. Los demás

jóvenes acusan que en Alpes hay varios problemas como los robos, uno de ellos afirma que

“muchos niños se quedan solos en sus casas, además hay mucha basura y por eso las calles se

ven sucias”

Al abordar el tema acerca de sus familias muchos de ellos afirmaron vivir con sus

padrastros, abuelas o solo con su mamá, por lo que se deduce que existen diversidad de familias

en condiciones adversas. Afirman que les gustaría que en su barrio no robaran tanto y sacaran

cuchillos y pistolas además que les gustaría tener “un parque con rodadero, culumpios, y juegos

para poder tener un lugar para jugar” porque al potrero a veces no pueden ir”.

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Jefferson, Andrey, Santiago, Paula, Laura, Jessica entre otros niños realizaron un collage

acerca de lo que significa su barrio.

Del mismo modo se buscó relacionar el surgimiento de los barrios populares como

producto del desplazamiento forzado y en tanto producto del conflicto armado existente en el

país, debido a la conversación con varios jóvenes, niños, e integrantes de la comunidad acerca

de la historia de su llegada e instalación en el barrio.

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133

Análisis de la segunda fase de la propuesta Pedagógica: las prácticas organizativas, acción

colectiva barrial.

Esta segunda fase tenía como objetivo abordar a la comunidad, en relación a su Junta de

Acción Comunal (JAC) y a las labores desarrolladas de la mano de la iglesia con el propósito de

destacar la importancia de la organización barrial como herramienta de lucha frente a los

desalojos, el acceso a los servicios públicos como acueducto, alcantarillado, energía eléctrica,

además problemáticas fundamentales como tener acceso a una alimentación básica, educación

entre otros.

Se realizó un conversatorio con los habitantes de la comunidad, los integrantes de la

JAC, los líderes de la parroquia dentro de los cuales se destacan el padre Manolo Martínez y el

padre Edgar González, el primero es español y basa su labor en la Teología de la Liberación y el

segundo lleva más de 15 años de labor en el sector, comentan su experiencia con la comunidad

de los Alpes y aclaran que “todo lo que se ha logrado ha sido gracias al trabajo conjunto de la

comunidad que se ha esmerado por brindarle mejores condiciones de existencia a sus familias y

vecinos”, luego se aclaró de forma pertinente la diferencia entre acción colectiva y acción barrial

esta última relacionada con el proceso que lleva la comunidad

Asimismo algunos vecinos e integrantes de la JAC afirman “ que ha sido duro el trabajo

en el barrio porque no hay plata, o porque algunas personas no les interesa el tema, a veces hace

falta más unión y comunicación” pero también rescatan que gracias a sus luchas y al apoyo de la

parroquia han logrado muchas cosas entre ellas: el comedor comunitario, roperos que son lugares

donde las familias prestantes donan distintas prendas de vestir que luego son vendidas a

habitantes del barrio por precios que oscilan entre los $5.000 – $8.000, esto con el propósito de

recoger fondos que contribuyan al mejoramiento de la biblioteca popular y la casa cultural .

Luego se realizaron una serie de preguntas con el propósito de indagar sus percepciones

acerca de ¿Qué es la iglesia?, ¿Qué papel ha desempeñado en la organización barrial? , y a los

sacerdotes ¿Cuál era su concepción de trabajo en comunidad?, a lo cual un joven respondió “ yo

pensé que la iglesia era puro diezmo y ya, pero en este tiempo me he dado cuenta que aquí no

pasa eso, ellos han ayudado mucho a la comunidad nos dan consejos sobre cómo pelear por

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134

nuestras casas, hay talleres y diferentes lugares donde van los niños”, muchas de las personas

reunidas destacaron el papel de la iglesia porque está al servicio de la comunidad, promueven

reuniones , están al tanto de las distintas problemáticas de las comunidades, y de distintas

maneras intentan proponer estrategias que permitan solucionar las problemáticas existentes en el

barrio Los Alpes

Los sacerdotes y en especial Manolo realizaron una reflexión interesante frente a la

iglesia y a su trabajo con la comunidad tomando como fundamento los preceptos de la Teología

de la Liberación, dentro de lo cual destacaron la necesidad de reflexionar sobre los más

necesitados y el papel que desempeña la iglesia y lo prioritario que resulta “establecer acciones

reales y políticas frente a la desigualdad que pervive en las periferias de Bogotá” acotan que su

labor hace parte del compromiso por los más pobres y ello implica necesariamente ayudarles a

transformar su realidad, por eso su accionar está inspirado en las CEB´S como punto de partida

para su organización barrial.

Es importante resaltar que la comunidad se reúne de forma periódica en la parroquia para

discutir temas relacionados con su bienestar como lo expresa la señora Blanca “Aquí hay que

pelear porque nos llegue el agua todos los días y a ver si por fin tenemos una tubería porque todo

toca por baldes o mangueras, algunos todavía no tienen luz todo toca con vela, entonces son

cosas por las que hay que unirse, además los padres tratan de buscar ayuda para poder resolver

todos estos problemas”; en este sentido la iglesia propicia ambientes de reflexión y espacios de

organización barrial donde se discuten distintas estrategias para lograr conseguir satisfacer las

necesidades de los integrantes .

Luego con la proyección de fragmentos de las distintas películas y documentales se experimentó

una experiencia muy enriquecedora porque muchos de los habitantes de la comunidad

pertenecientes a la JAC y quienes desarrollan de forma mancomunada diversos proyectos a favor

del barrio se sintieron representados con todas las acciones que realizaban los distintos grupos,

es decir, antes lo hacían de manera inconsciente en beneficio de su comunidad, pero ahora

representa un mayor esfuerzo y está impregnado de un alto sentido político porque reflexionan

acerca del entorno en el cual viven y la responsabilidad y los desafíos que ello implica.

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135

De esta manera se logró hacer una reflexión con la comunidad y la iglesia situándolos en un

contexto histórico y social asociando su accionar con las Cebs y la importancia de la

organización y las luchas barriales, todo ello enmarcado en la necesidad de reconocerse y

consolidar una identidad barrial lo que implica una formación política y social.

Sistematización de la tercera fase de la propuesta Pedagógica: El Legado: Alimentar

la experiencia y la memoria. Por último se realizaron diversos talleres y uno de ellos se enfocó

en reflexionar sobre las luchas barriales en Bogotá y de manera más específica en la zona

suroriente un ejemplo de ello fue el barrio Villa Javier y su experiencia organizativa, en los

cuales se encontraron diversos puntos en común: se inició la conformación de los barrios a causa

del desplazamiento producido por el conflicto armado y reconociendo que fue en contextos

distintos, además la insuficiencia en la satisfacción de las necesidades básicas como salud,

educación, servicios públicos ( energía eléctrica, acueducto), las malas condiciones de las vías de

acceso al barrio y la lucha por el reconocimiento de sus viviendas así se hayan edificado en

lotificaciones ilegales,. Luego, se realizó un conversatorio en el cual se escucharon las voces de

los protagonistas en la conformación y se contrasto con diversos ejemplos de procesos de

legalización y de luchas históricas de construcción de vivienda digna en el sur y en el sur-oriente

de la ciudad de Bogotá. A partir de allí se realizó un conversatorio en torno a una serie de

preguntas orientadoras, por ejemplo: cómo han sido las luchas por la vivienda, por qué se

crearon los barrios, qué los animo a luchar, qué actores participaron, cuáles han sido los cambios

y permanencias en las formas de organización, a lo cual la comunidad en general y de manera

particular los fundadores, respondieron que la conformación del barrio se dio por la necesidad de

tener un lugar para vivir y conformar su familia, además para buscar nuevas oportunidades entre

ellas un trabajo que les garantizara la satisfacción de las necesidades básicas como lo señala don

Carlos Sánchez “ Yo llegué acá desde Santander buscando un sitio para vivir, quería construir mi

casa y se me presentó la oportunidad de trabajar de albañil, pero aquí la lucha ha sido dura nos ha

tocado defendernos de muchas formas porque como dicen que esto es ilegal pero todo lo que

tengo ha sido con mi plata y mi esfuerzo”, en este sentido los integrantes de la comunidad

empezaron a organizarse gracias al acompañamiento y a la asesoría de la parroquia para un fin en

especifico y era el derecho a pertenecer a la ciudad y a habitarla de una manera digna.

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136

En este sentido todas estas actividades condujeron a que los integrantes de la comunidad

reconocieran que su lucha tiene un alto sentido político porque implica reconocerse en colectivo

y reivindicar las luchas históricas que se han tenido por la conformación de barrios y todo ello

mediado por el accionar de una iglesia renovada que buscó realizar acciones concretas para

favorecer a los más desprotegidos, asimismo se reivindicó la memoria del Padre Camilo Torres

Restrepo ya que usualmente se asocia con su accionar guerrillero pero se omite que todo ello

estuvo enmarcado dentro de un contexto reflexivo e innovador acerca del papel que debía

desempeñar la iglesia que era ir más allá de la simple contemplación de la realidad y pasar a

realizar acciones concretas que permitieran generar un cambio significativo en las comunidades.

Conclusiones

El desarrollo de este trabajo implicó una ardua labor de comprensión de los diferentes

elementos categóricos y analíticos que engloba tanto la memoria social como las acciones

colectivas. Asimismo significo entrar en los debates que contempla la Línea de Formación

Política y reconstrucción de la memoria social de la licenciatura.

A raíz de este trabajo se llegó a la conclusión de que la reconstrucción de la memoria

social del barrio Villa Javier durante la década de los setenta y la posterior experiencia

pedagógica en los Alpes en Ciudad Bolívar representó un esfuerzo por fomentar los trabajos de

memoria social y la participación política de las comunidades.

Además, en el momento de relacionar las categorías principales de (acción colectiva,

memoria social y teología de la liberación) las cuales no son conceptos aislados, permitió una

comprensión general de los objetivos que queríamos cumplir con este trabajo, gracias a que, al

analizar la necesidad de la reconstrucción de la memoria social de los procesos organizativos

barriales en Villa Javier se veía necesario retomar las preguntas de cómo los sujetos participaron

en la experiencia organizativa y esto llevaba a integrar de manera dialéctica las categorías tanto

de acción colectiva como la de la teología de la liberación.

El desarrollo del segundo capítulo posibilitó la comprensión del contexto social,

económico y político de la zona suroriental de Bogotá y de forma más específica en el barrio

Villa Javier, la influencia que tuvieron los proyectos urbanísticos en las distintas situaciones

Page 137: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

137

organizativas. Asimismo se analizó que las luchas que se gestaron por el acceso a la vivienda, los

servicios públicos (acueducto, electricidad, gas, entre otros,), educación, salud y transporte son

una prueba fehaciente del papel transformador que poseen los sujetos al vivir en comunidad.

Por otro lado las historias de vida se convirtieron en una herramienta primordial en la

reconstrucción de la memoria social del barrio Villa Javier porque al ser relatadas por sus

protagonistas: Mauricio Archila, el Padre Gonzalo Amaya y Carlos Lima, pasaron a ser relatos

minuciosos que permitieron concatenar distintos acontecimientos y vislumbrar los posibles

motivos de la perdida de la memoria social y en algunos casos la oposición a recordar. Cabe

señalar que por medio de los relatos orales se evidenció que la experiencia organizativa barrial

nacida en Villa Javier contra los avances de los proyectos urbanos sirvió como ejemplo de las

posteriores acciones colectivas que se expresaron en el paros cívicos de 1977 en el sur oriente, es

decir la experiencia organizativa animadas por los sacerdotes y religiosos de Villa Javier

significó la base práctica y política de muchas comunidades para organizarse durante el paro

cívico.

En el tercer apartado surge de la relación entre el aspecto teórico-metodológico con las

principales categorías de análisis que se desarrollaron y las herramientas que se utilizaron para la

reconstrucción de la memoria social en el barrio Villa Javier durante los setenta y se enlaza con

la situación de la comunidad del barrio los Alpes en Ciudad Bolívar con lo cual se lograron

establecer puntos en común entre las condiciones históricas de los dos barrios, para ello se

emplearon los postulados de Paulo Freire, Alfonso Torres, Peter Mclaren que resultaron

indispensables por sus aportes a la Educación popular para el desarrollo de la propuesta. En esta

parte se logró integrar a toda la comunidad participante a reflexionar sobre la necesidad de la

memoria social para los barrios populares, así como de la necesidad de organización y

participación en todas las acciones que involucre la vida en el barrio.

Y del cuarto capítulo se concluye, la importancia que tiene realizar un trabajo arduo con

la comunidad de los Alpes en el fomento de la memoria social, la formación política y el

reconocimiento del territorio, con el fin de hallar soluciones por medio de la organización de sus

problemas tales como el acceso a servicios básicos, legalización de sus lotes, y mejores

condiciones de vida.

Finalmente con esta propuesta se puede concluir, que a pesar de que han trascurrido más

de cuarenta años de las situaciones que motivaron las acciones colectivas aun hoy se presentan

Page 138: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

138

condiciones similares para muchas comunidades de la ciudad. Por otro lado la experiencia

educativa permitió generar que en niños, jóvenes y adultos nuevas concepciones, relaciones y

percepciones en relación con su entorno – el barrio- y comprendieron que el proceso que

realizan tiene unas profundas connotaciones históricas, sociales y políticas para su comunidad.

Además se logró poner en reflexión el papel que cumple la iglesia en la transformación de la

realidad social y la importancia que tuvo el padre Camilo Torres Restrepo en las experiencias de

organización y unidad comunal

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ENTREVISTAS

Amaya, Gonzalo. (9 de Agosto de 2016). Entrevista sobre la participación de los

religiosos en la defensa de los barrios surorientales.

Archila Neira, M. (10 de Septiembre de 2016). Entrevista sobre la participación en los

procesos populares en villa Javier. (M. Rivas, Entrevistador)

Lima, C. (12 de Agosto de 2016). (M. Rivas, & L. Castiblanco, Entrevistadores)

Page 145: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

145

ANEXOS

Anexo1.

Documentos del comité de alojamiento para el encuentro Nacional Popular desarrollado

en Villa Javier en 1973.

Ilustración 1 foto de la carta para el Encuentro Nacional Popular en villa Javier tomada por: Carlos Rivas el 26 de septiembre de 2016.

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146

Ilustración 2. Documento del Encuentro Nacional Popular; organización y comiciones para el desarrollo del encuentro en 1973 en Villa Javier.

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147

Ilustración 3. Documento final para la recepción de las ayudas a los procesos barriales en el suroriente. Recogidas por el Padre. JAVIER GIRALDO en Villa Javier.

Ilustración 4 Archivo General, Kaired, Pronunciamiento de algunos sacerdotes, religiosos y religiosas de Bogotá frente al plan de desarrollo de la zona oriental. 1973 (rescatado: 16 de septiembre de 2016)

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148

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149

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150

Ilustración 5. Volante informativo del Grupo de SAL en villa Javier apoyando el PARO CIVICO NACIONAL EN 1977

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151

Ilustración 6 Documento de los Momentos de mayor actividad por los religiosos en villa Javier entre el año de 1970 a 1977. Desarrollado por el Grupo SAL

Page 152: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

152

ANEXO 3.Panificación de las actividades y fases de la práctica pedagógica.

FASE EJE TEMÁTICO PROPOSITO GRUPO

DE

TRABAJO

SESIÓN OBJETIVOS ACTIVIDAD FORMA DE

EVALUAR

APORTE AL

PROBLEMA

SOCIAL

APORTE AL

PROCESO

FORMATIVO

La memoria y el

territorio en la

construcción de

identidad barrial

Reconociendo

el contexto.

Contextualización

del territorio.

JÓV

EN

ES

IN

TE

GR

AN

TE

S D

E L

A B

RIG

AD

A J

UL

IO A

NT

ON

IO M

EL

LA

1

Reconocer el contexto

de los sujetos, en

relación a las

construcciones que

estos han creado

alrededor de su

espacio barrial y de su

cotidianidad, con el

fin de visibilizar las

percepciones que

tienen los sujetos de

su territorio.

1. TRABAJO DE

ACERCAMIENTO.

Observación de la cotidianidad

de los sujetos en el barrio de los

Alpes

(Pautas de movilidad, de

comportamiento, lugares

comunes y de encuentro) –

Desarrollado por los docentes-

2. Taller: “Mi barrio¨

• tendrá como objetivo

fomentar el debate sobre el

espacio barrial en torno a unas

preguntas generadoras como:

• ¿Qué es el barrio?

• ¿Para ustedes que significa

Los Alpes?

• ¿Por qué vivir en Ciudad

Bolívar?

• ¿Qué es vivir en comunidad?

• ¿Cuáles son sus lugares

comunes de encuentro?

• ¿Qué hacen en sus rato libres?

• ¿Cómo se organizan?

ETC.

Participación

de los

integrantes del

colectivo y su

disposición al

dialogo.

Esta actividad

les permitió a

los sujetos

ubicarse

espacialmente

en un lugar – su

barrio-; y a

nosotros como

docentes

comprender la

cotidianidad de

los sujetos, sus

percepciones y

expectativas y

el concepto

global de lo que

implica vivir en

comunidad.

Esta primera

actividad resultó

muy pertinente

porque a través de

ella se fortaleció

la identidad y se

reconocieron las

particularidades

de los sujetos.

Page 153: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

153

2-3

Reconocer el territorio

barrial como eje

primordial que

permite construir

identidad a partir de

las percepciones

geográficas.

1. RECORRIDOS

TERRITORIALES.

• Se realizará un recorrido

territorial por el barrio en el cual

los chicos se ubiquen

geográficamente: deben tener en

cuenta los lugares más

representativos del barrio como

el colegio, la iglesia, los

parques, zonas sociales, las

viviendas, tiendas, todo aquello

que les llame la atención.

2. TALLER DE

CARTOGRAFIA SOCIAL.

A partir del recorrido deben

realizar un dibujo cartográfico

(mapa) sobre los lugares más

representativos del barrio; con

el propósito de que sirva como

herramienta para desarrollar el

taller de escritura.

-Se trabajará las nociones de

territorio, el impacto de las

construcciones de viviendas en

las zonas de laderas y los

problemas ambientales.

-se trabajará esta herramienta

para articular la lógica de la

marginalidad, la resistencia y la

supervivencia en el territorio

-se debatirá los límites del

barrio.

-el taller será grupal.

3. TALLER DE ESCRITURA

Y DEBATE SOBRE LAS

PERCEPCIONES DEL

BARRIO.

El taller tendrá como eje

principal las percepciones de

los sujetos sobre los espacios

del barrio, articulada a las

siguientes preguntas.

• ¿Con qué lugares del barrio

me identifico, me generan

felicidad, me siento a gusto?

• ¿Qué lugares del barrio son

problemáticos? ¿Por qué? ¿Qué

lugares del barrio me generan

miedo? ¿Por qué?

¿Qué problemas se presentan

en el barrio?

Elaboración

del mapa y del

taller de

escritura.

Esta actividad

permitió que los

integrantes de la

comunidad

reconocieran de

una mejor

manera su

entorno y

realizaran un

análisis sobre

las condiciones

en las cuales

están viviendo.

Realizar un

mapa sobre el

lugar donde

viven les

permitió tener

una visión

mucho más

amplia sobre el

lugar donde

habitan y las

actividades que

allí se

desarrollan,

además también

ubicar y definir

los lugares en

los cuales se

sienten

cómodos y en

los que no.

Realizar el

recorrido les

permitió ubicarse

geográficamente

dentro de la

ciudad y también

dentro del barrio,

reconocer lo que

implica habitar

una zona marginal

de la ciudad y las

dinámicas que allí

se desarrollan.

Se inició un

proceso de

construcción de

identidad

colectiva porque

reconocieron el

territorio y las

necesidades como

propias.

Page 154: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

154

Memoria social:

entre la

reconstrucción de

las historias de

vida, la oralidad y

la identidad.

Representación de

los imaginarios

sobre el pasado.

¨Narrando la

historia de mi

barrio¨

JÓV

EN

ES

IN

TE

GR

AN

TE

S D

E L

A B

RIG

AD

A J

UL

IO A

NT

ON

IO M

EL

LA

.

AB

UE

LO

S Y

AD

UL

TO

S M

AY

OR

ES

FU

ND

AD

OR

ES

DE

L B

AR

RIO

.

4 Visibilizar los

procesos, las

transformaciones y

contingencias de la

memoria de los

sujetos.

Reconocer las

historias de vidas y los

testimonios como una

herramienta que

permite la

reconstrucción de la

memoria social que

facilite el

autorreconocimiento

y el sentido de

pertenencia.

1. Taller de encuentros-Grupos

focales.

Realización de entrevistas y

elaboración de las historias de

vida a los fundadores del barrio.

(Por los docentes). ( se irán

haciendo las tomas en videos y

de audio sobre las narraciones

de los personajes)

2. Entrevistas a algunos

habitantes sobre el significados

que tienen para ellos los lugares

como: la iglesia, la escuela, la

casa comunal etc. para la

comunidad, y facilitar desde su

experiencia los análisis sobre el

proceso de construcción de

estos lugares, pretendiendo con

esto buscar exaltar las luchas de

a otrora de los fundadores del

barrio con su gestión

comunitaria.

3. Entrevista por parte de los

chicos a sus padres o a sus

abuelos, sobre la historia de

la fundación de los Alpes. (En

base a una guía de entrevistas)

se utilizaran el uso de sus

celulares para la grabación.

4. Realización de Historia de

vida de algunos chicos del

colectivo.

Desarrollo de

las entrevistas

y construcción

de un relato

histórico del

barrio. (texto

en

construcción

de la historia

del barrio).

Producto

Audiovisual

¨Voces de

Barrio¨.

Desarrollar un

proceso de

escucha activa

en la cual

diversos

integrantes de la

comunidad

relataran los

inicios y las

luchas que se

desarrollar por

el acceso al

territorio y a la

construcción del

barrio, permitió

reconocer las

historias de vida

como elemento

fundamental

para fomentar el

auto

reconocimiento

y el sentido de

pertenencia

Los testimonios y

los relatos se

convirtieron en

una herramienta

primordial para la

reconstrucción de

la memoria social.

El que abuelos y

nietos o padres e

hijos pudieran

compartir historias

de vida implicó un

avance

significativo en el

proceso de

visibilización de

las

transformaciones

y contingencias de

la memoria de los

sujetos.

5

Page 155: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

155

FASE EJE TEMÁTICO PROPOSITO GRUPO DE

TRABAJO

SESIÓN OBJETIVOS ACTIVIDAD FORMA DE

EVALUAR

APORTE AL

PROBLEMA

SOCIAL.

APORTE AL

PROCESO

FORMATIVO

Page 156: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

156

Las prácticas

organizativas de

movilización.

La acción colectiva

barrial.

Hallar las

Implicaciones

Organizativas en

la configuración

barrial.

JUN

TA

DE

AC

CIÓ

N C

OM

UN

AL

DE

L B

AR

RIO

DE

LO

S A

LP

ES

.

6

• Identificar qué es lo

político dentro del contexto

barrial

• Comprender las prácticas

organizativas de

movilización que permiten

hoy fomentar acciones

políticas.

• Entender las luchas

sociales y surgimiento de

los barrios de periferia en

Bogotá a raíz de los talleres.

1.. TALLER: ENCUENTROS:

Reunir a los integrantes de la JAC, con el

propósito de ampliar el debate sobre los

mecanismos de participación colectiva,

estrategias de movilización y de acción

comunal.

Se hará énfasis en el proceso histórico de la

conformación de las JAC, tomando como

referencia los aportes de Camilo Torres

Restrepo y Orlando Fals Borda. (actividad

magistral de los docentes)

2. MUESTRA AUDIOVISUAL SOBRE

EXPERIENCIAS DE ORGANIZACIÓN

BARRIAL Y COMUNAL.

•Presentar ejemplos a nivel latinoamericano en

donde se evidencie como se lograron organizar

distintas comunidades autónomas, barriales y

campesinas en las cuales se resaltan: las villas

en Argentina con los fundamentos de la

autogestión lineal, el movimiento zapatista, el

movimiento sin tierra del Brasil entre otros.

Además se presentaran fragmentos

audiovisuales sobre la temática colombiana

expresada en películas como: “El gato y el ratón

y “ La estrategia del caracol.”

• Luego se realizará un conversatorio en torno a

las siguientes preguntas:

¿Qué es la acción colectiva?

• ¿Qué es la acción barrial?

• ¿Qué es la participación comunitaria? Y

¿Cómo se relaciona con el momento actual

colombiano?, Con el propósito de contextuar

estos debates con las dinámicas de los Alpes; y

buscando que los integrantes realicen un

análisis crítico en el cual identifiquen las

diferentes problemáticas: sociales, políticas y

económicas que inciden en las distintas formas

de organización.

Participación,

mesas de debate

y opiniones.

Les permitió

a los

integrantes de

la comunidad

reconocer

que su lucha

está

enmarcada

dentro un

contexto

histórico,

político y

social.

Reflexionar

sobre sus

esfuerzos y

acciones

responden a

unas

necesidades

específicas

que también

prevalecen en

América latina y que

otras

comunidades también han

optado por la

organización.

Comprender

que sus acciones tiene

una profunda connotación

política y

social.

Conocer,

analizar y

reflexionar

sobre las

acciones

colectivas y

sus

repercusiones

en las

comunidades y

a nivel general,

además

entender cuáles

fueron las

luchas que se

produjeron por

el derecho a

habitar la

ciudad y papel

político que

desempeñan en

la ciudad.

Page 157: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

157

Iglesia, Poder y

Vínculos

comunitarios y

organizativos.

El rol social de

la iglesia en los

sectores

populares.

CO

MU

NID

AD

EC

LE

SIA

L(P

adre

s y

sem

inar

ista

s)

7

•Identificar los cambios y

permanencias que se han

presentado en la iglesia

desde los años70s.

•Reconocer en la iglesia

como una institución que ha

posibilitado la creación de

vínculos comunales y

barriales.

"CONVERSATORIOS Y TERTULIAS:

Discusión sobre: Iglesia y la incidencia

organizativa y política.

ACTIVIDAD 1. Conversatorio.

El conversatorio va girar sobre unas preguntas

problematizadoras: ¿cuál ha sido la influencia de

la iglesia desde los años 70s en el ambiente

político nacional?, ¿Qué repercusiones ha tenido

a nivel social y político en los sectores

populares? ¿Cómo se piensa la acción social la

Iglesia colombiana Hoy? ¿Es la iglesia

católica una institución progresista a 2016?

2. Momento de análisis.

¿Cómo ve la Iglesia colombiana hoy el

fenómeno de la T.L y ¨el movimiento

CAMILISTA¨? ¿Qué Rescatan hoy la iglesia

de esas propuestas de los años70s?.

Se buscara reflexionar en torno a los cambios y

las permanencias del trabajo de la iglesia con

las comunidades pobres como Los Alpes, su

influencia en la participación y la organización

barrial. Sus visiones a futuro y su propuesta

para la actual coyuntura política y social

colombiana.

Para complementar esta discusión se realizara

una siguiente actividad tomando como tema de

debate las propuestas populares de la Teología

de la Liberación y las CEB´S para fomentar la

experiencia organizativas desde una teología

desde los barrios,

Reflexiones

críticas y

propositivas

sobre el tema en

discusión.

Opiniones para

problematizar.

Lograron

identificar a

la iglesia

como

institución

que logra

mediar y

fomentar las

acciones

colectivas en

su comunidad

Comentaron

sobre la

importancia

de la

organización

barrial y

cómo se van

creando

vínculos

entre los

diferentes

sujetos.

Analizaron los

cambios y

permanencias

que se han

efectuado en la

iglesia.

Reflexionaron

sobre la

importancia de

la Teología de

la Liberación y

como sus

postulados han

contribuido a

mejorar las

condiciones de

vida de muchas

personas.

Reconocer

como un

sacerdote que

impulsó el

análisis y la

concientizació

n de la labor de

la iglesia.

Teología de la

liberación y las

CEB´S

Alternativas

para el cambio y

la organización

social de las

bases populares.

8

"• Identificar el contexto

social y político en el que

surge las T.L y la CEB´S.

• Reflexionar acerca de la

T.L como una alternativa

política y organizativa de

los barrios populares.

• Comprender la propuesta

de la CEB´S en la

construcción de lazos

comunitarios y de identidad

GRUPO DE ESTUDIO.

• Reflexión temática sobre la Teología de la

Liberación vs la Iglesia Conservadora.

• Debate y explicación de la propuesta de acción

social de la teología de la liberación y la

propuesta de las CEB´S en Colombia, su

contexto en el cual se desarrollaron y sus

propuestas en la construcción de comunidad.

• De acuerdo al debate se relacionarán las

propuestas de CEB´S con el contexto actual de

Reflexionaron

sobre la

importancia de

la Teología de

la Liberación y

como sus

postulados han

contribuido a

mejorar las

condiciones de

vida de muchas

Page 158: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

158

barrial. nuestros barrios. ¿Qué cosas se pueden resituar

hoy y que cosas debemos retomar y hacer para

crear comunidad?

personas

El Legado:

Alimentar la

experiencia

y la

memoria.

Las experiencias de

las luchas por la

vivienda: Épocas

de organización

barrial.

¨ El lugar de la

Formación

Política¨

JÓV

EN

ES

IN

TE

GR

AN

TE

S D

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A B

RIG

AD

A J

UL

IO A

NT

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IO M

EL

LA

.

9 • Identificar el contexto

social, económico y político

del momento histórico de la

creación de los barrios

populares.

•Comprender los procesos

organizativos que

configuraron el barrio.

• Comparar las dinámicas

organizativas de las

experiencias de

conformación de barrio.

• Reflexionar acerca de las

acciones que se buscaron

para acceder a los derechos

a la vivienda y a los

servicios públicos.

TALLER: MUESTRA COLECTIVA DEL

VIDEO REALIZADO SOBRE LA HISTORIA

DE ALPES: VOCES DE BARRIO, LAS

LUCHAS DE ALPES.

Actividad 1: Se realizará una muestra del

Videcoclip sobre la historia de Alpes junto a

otras dos muestras audiovisuales; ejemplos de

procesos de legalización, de vivienda digna y las

luchas históricas de construcción de vivienda en

el sur y en el sur-oriente de la ciudad de Bogotá.

Después de la reproducción de los videos se

hará un conversatorio en base a una serie de

preguntas orientadoras, ejemplo: cómo han sido

las luchas por la vivienda. Cuáles han sido los

cambios y permanencia en las formas de

organización en las 3 muestras audiovisuales,

además se realizará este debate en base a

preguntas claves como: ¿por qué se crearon los

barrios? ¿Qué los animo a luchar? ¿Qué actores

participaron? ¿Cuáles son las semejanzas en los

3 procesos? Y que experiencia puede

suministrar estas luchas para solucionar los

problemas actuales del barrio.

•Participación

• Análisis

crítico sobre las

muestras

documentales

Muchos de

los habitantes

se

sorprendieron

al

comprender

que su

proceso no es

el único, que

muchas

personas han

luchado y

siguen

luchando por

el

reconocimien

to de su

barrio y por

la

satisfacción

de sus

necesidades

básicas.

Se logró

realizar una

comparación

interesante

entre la

situación de

que vivio Villa

Javier y la de

Los Alpes.

Aunque no se

terminó el

videoclip si se

compartieron

historias sobre

la

conformación

del barrio lo

cual resultó en

un análisis

interesante

sobre las

similitudes y

diferencias.

El legado del padre

Camilo Torres

Restrepo: El

Mensaje de acción,

unidad y

compromiso.

Reivindicar la

memoria de

Camilo desde los

barrios Populares.

10

• Entender a un Padre

Camilo Torres ligado a la

acción social, más allá a lo

que generalmente es

asociado: Guerrillero,

(revalorizar la imagen de

Camilo).

•Lograr crear reflexiones

críticas sobre camilo.

• Reflexionar cuál ha sido la

influencia del Padre Camilo

Torres y su mensaje para los

procesos de organización

barrial.

Reivindicar la memoria de Camilo Torres

Restrepo.

ACTIVIDAD. 1. entrega de material

informativo sobre la vida Camilo Torres

Restrepo. Con el fin de Contrastar las visiones

que se han construido sobre Camilo Torres

Restrepo. (Desde pequeños cortos audiovisuales

y pequeños artículos periodísticos, texto o

libros.

• Momentos de Lecturas y de Arte. Por grupos

se entregará la propuesta didáctica de

enseñanza; el libro "CAMILO VUELVE, A

COLORES" como estrategia de enseñanza,

comunicación y difusión de la memoria de

• Participación

• Proponer

diferentes

representacione

s pictóricas

vinculadas a

sus

percepciones

sobre la vida de

Camilo Torres.

Se logró

hacer una

reflexión

acerca del

Padre Camilo

Torres

Restrepo y su

labor y

aportes a la

acción

colectiva y la

organización

barrial.

Se logró la

asociación de

la labor de la

iglesia con la

influencia del

padre Camilo

Torres

Restrepo y los

beneficios que

trajo y que aun

trae a la

comunidad

Page 159: LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL BARRIO VILLA JAVIER ...

159

Camilo, con el fin de situar al personaje desde

un ejercicio itinerante, diferenciado y reflexivo

de lectura y de debate, y direccionado a

relacionar la vida de Camilo, sus propuestas y

apuestas por el cambio social desde las luchas

sociales barriales con la organización y

resistencia desde los barrios populares como

Alpes.

ACTIVIDAD 2. Taller de Pintura ¨Re -colorear

a Camilo¨.

ACTIVIDAD 3: Realizar una Historieta sobre la

vida de cada uno de los jovenes.

Actividad Final: