La larga guerra del siglo XX 065

1
La Larga Guerra del siglo XX 1914-1989 Segunda Guerra Mundial Durante unos meses, la guerra en la Europa occidental quedó estancada, pero la lucha continuó en otros escenarios 14 Serie dirigida y coordinada por: Armando Fernández-Xesta La falsa guerra, los falsos amigos y los falsos enemigos E l periodo de tiempo transcurrido entre la ocupación de Polonia, en octubre de 1939, y la fulminante ofensiva desencadenada por la Wehrmacht en el Oeste, en mayo de 1940, es co- nocido como “la falsa guerra”. En contraste con lo ocurrido en 1914, apenas había ahora escaramuzas entre los principales contendien- tes, aunque se luchara en otros frentes. Durante ese medio año de práctica inactividad bélica en la Europa Occidental, hubo incluso quien creía posible recomponer la paz. Sin embargo, aquellos meses, a veces a pesar de sus protagonistas, servirían para delimitar los campos enfrentados. Nacionalismo. Ideológicamente an- tagónicos, nazis y comunistas ha- bían llegado a un acuerdo porque, más allá de las ideologías, prima- ron sus intereses nacionalistas: si Hitler quería recomponer los vie- jos imperios alemán y austriaco, desmembrados tras la derrota de 1914, Stalin aspiraba a engullir en la URSS todos los territorios que habían formado parte de la Rusia del Zar y que se perdieron en la precipitada paz de Brest-Litovsk. Alemania, es cierto, fue la iniciado- ra de la terrible segunda fase de “La Larga Guerra del siglo XX”, pero el banderazo de salida lo dieron los soviéticos cuando, a cambio de un acuerdo de no agresión militar con aquellos con los que habían venido agrediéndose verbalmente duran- te años, aceptaron quedarse con media Polonia. Y, como postre, la aquiescencia germana a la ocupa- ción soviética del resto de los territorios que habían formado parte del imperio ruso. Así, mientras en el Oeste los soldados se aburrían en sus cómodos alojamientos de la Línea Maginot o de la Sigfrido, ayudaban a los campesinos en la ven- dimia, se iban de baile con las lugareñas, o sus man- dos competían en invitaciones gastronómicas, cada cual más exquisita, en el Este el Ejército Rojo ponía fin por fases a la independencia de Letonia, Estonia y Lituania, despojaba a Rumania de la Besarabia y la Bucovina y desataba una guerra con Finlandia (la Talvisota, la Guerra de Invierno) por territorios y concesiones que subordinarían ese país a la URSS. El mundo vio entonces a Stalin como el gran aliado de Hitler. Mucho más que a Mussolini, re- ticente a cualquier acuerdo con los comunistas, irritado por la ocupación de un país católico como miento directo entre los aliados y los soviéticos, que hubiera llevado a éstos de manera inexorable y de- finitiva al bando alemán, con unas consecuencias que, para no jugar al futurible, podríamos calificar de insospechadas. Aliado... por horas. Pero los planes de franceses e ingleses ni se olvi- daron ni se abandonaron. Si Fin- landia no pudo, de hecho, pasar a formar parte de los aliados (y uni- ría sus fuerzas a las del Eje en 1941, para terminar enfrentándose a él dos años más tarde), aún queda- ba Noruega. Su papel esencial en el abastecimiento de hierro y su larga fachada atlántica eran una tentación difícil de resistir, tenien- do en cuenta además que su ocu- pación por los aliados supondría un radical cambio estratégico, al amenazar a Alemania desde el sur y desde el norte de forma simultá- nea. En Berlín, sin embargo, la OKW (Oberkommando der Wehrmacht, el alto mando de las fuerzas armadas) había llegado a las mismas conclu- siones, elaborando sus propios pla- nes de invasión. Unos y otros fueron puestos en práctica de forma simu- tánea en cuanto, con la primavera, el tiempo hizo factible operar en el gélido Norte. Los germanos llegaron primero, por horas… Y así, Noruega quedó integrada en los aliados, que teóricamente desembarcaron para repeler la agresión perpetrada por los ejércitos nazis. Si hubieran lle- gado sólo unas horas antes, france- ses e ingleses habrían sido los agre- sores y las tropas de Hitler habrían acudido entonces a Noruega para impedir su ocupación. La propia guerra, su desarrollo, fue inexorable- mente agregando contendientes a uno y otro cam- po en función de estrategias militares y políticas, la mayor parte de las veces ajenas a quienes se vieron involucrados. Ni el Eje, ni los aliados, tal como hoy distinguimos a unos y a otros, estaban definidos en aquellos meses de “la falsa guerra”. Ni siquiera los que serían a la larga únicos vencedores de esta segunda parte de “La Larga Guerra del siglo XX” habían entra- do en la contienda: la URSS, para su propia sorpresa, tuvo inopinadamente que dejar de ser el respaldo de la aventura militar del Reich, para convertirse en su más encarnizado enemigo. Y los japoneses lograron en Pearl Harbor que los Estados Unidos tuvieran cau- sa y razón para no mantener su aislacionismo ni la neutralidad aprobada por ley… Amigos y enemigos aún estaban entonces por decidir. ARMANDO FERNÁNDEZ-XESTA Soldados finlandeses durante la Segunda Guerra Mundial. Finlandia, que a punto estuvo de ser la causa de que los aliados se enfrentaran al Ejército Rojo, se unió a las filas del Eje en 1941. Pero dos años más tarde se vio obligada a combatir contra los alemanes en Laponia era Polonia y temeroso de arriesgarse en una guerra cuyo resultado, aún incierto, podía poner en peligro su régimen. Basta ojear las hemerotecas para darse cuenta de que la opinión pública europea (y tam- bién la americana) consideraba a la Unión Soviética en el mismo bando que al Reich. Sobre todo tras la invasión de Finlandia. Invasión. Pero no era sólo cuestión de opinión públi- ca, reflejada en editoriales, artículos o caricaturas. La inesperada y heroica resistencia finlandesa, llevó a los Estados Mayores francés e inglés a planear la intervención en Finlandia frente al Ejército Rojo, aún a costa de invadir para ello la neutral Noruega. La derrota finlandesa frustró esta operación para la que, incluso, se estaban concentrando ya las tro- pas. Así, tan sólo por semanas se evitó un enfrenta- ABC (Madrid) - 01/04/2014, Página 41 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.

Transcript of La larga guerra del siglo XX 065

Page 1: La larga guerra del siglo XX 065

La Larga Guerradel siglo XX1914-1989

SegundaGuerraMundialDurante unosmeses, la guerra en laEuropa occidental quedó estancada, perola lucha continuó en otros escenarios14

Serie dirigida y coordinada por:Armando Fernández-Xesta

La falsaguerra, los falsosamigosy los falsos enemigos

El periodo de tiempotranscurrido entre laocupación de Polonia,en octubre de 1939, yla fulminante ofensiva

desencadenada por la Wehrmachten el Oeste, en mayo de 1940, es co-nocido como “la falsa guerra”. Encontraste con lo ocurrido en 1914,apenas había ahora escaramuzasentre los principales contendien-tes, aunque se luchara en otrosfrentes. Durante ese medio año depráctica inactividad bélica en laEuropa Occidental, hubo inclusoquien creía posible recomponer lapaz. Sin embargo, aquellosmeses, aveces a pesar de sus protagonistas,serviríanparadelimitar los camposenfrentados.

Nacionalismo. Ideológicamente an-tagónicos, nazis y comunistas ha-bían llegado a un acuerdo porque,más allá de las ideologías, prima-ron sus intereses nacionalistas: siHitler quería recomponer los vie-jos imperios alemán y austriaco,desmembrados tras la derrota de1914, Stalin aspiraba a engullir enla URSS todos los territorios quehabían formado parte de la Rusiadel Zar y que se perdieron en laprecipitada paz de Brest-Litovsk.Alemania, es cierto, fue la iniciado-ra de la terrible segunda fase de “LaLarga Guerra del siglo XX”, pero elbanderazo de salida lo dieron lossoviéticos cuando, a cambio de unacuerdo de no agresión militar conaquellos con los que habían venidoagrediéndose verbalmente duran-te años, aceptaron quedarse conmedia Polonia. Y, como postre, laaquiescencia germana a la ocupa-ción soviética del resto de los territorios quehabíanformado parte del imperio ruso.

Así,mientras en elOeste los soldados se aburríanen sus cómodos alojamientos de la LíneaMaginot ode la Sigfrido, ayudabana los campesinos en la ven-dimia, se ibandebaile con las lugareñas, o susman-dos competían en invitaciones gastronómicas, cadacual más exquisita, en el Este el Ejército Rojo poníafinpor fases a la independencia de Letonia, Estoniay Lituania, despojaba a Rumania de la Besarabia yla Bucovina y desataba una guerra con Finlandia(la Talvisota, la Guerra de Invierno) por territoriosy concesiones que subordinarían esepaís a laURSS.

El mundo vio entonces a Stalin como el granaliado de Hitler. Mucho más que a Mussolini, re-ticente a cualquier acuerdo con los comunistas,irritado por la ocupación de un país católico como

miento directo entre los aliados ylos soviéticos, que hubiera llevadoa éstos de manera inexorable y de-finitiva al bando alemán, con unasconsecuencias que, para no jugaral futurible, podríamos calificar deinsospechadas.

Aliado... por horas. Pero los planesde franceses e ingleses ni se olvi-daron ni se abandonaron. Si Fin-landia no pudo, de hecho, pasar aformar parte de los aliados (y uni-ría sus fuerzas a las del Eje en 1941,para terminar enfrentándose a éldos años más tarde), aún queda-ba Noruega. Su papel esencial enel abastecimiento de hierro y sularga fachada atlántica eran unatentación difícil de resistir, tenien-do en cuenta además que su ocu-pación por los aliados supondríaun radical cambio estratégico, alamenazar a Alemania desde el sury desde el norte de forma simultá-nea.EnBerlín, sinembargo, laOKW(OberkommandoderWehrmacht,elaltomandode las fuerzas armadas)había llegado a las mismas conclu-siones, elaborando sus propios pla-nesde invasión.Unosyotros fueronpuestos en práctica de forma simu-tánea en cuanto, con la primavera,el tiempo hizo factible operar en elgélidoNorte. Losgermanos llegaronprimero, por horas…Yasí, Noruegaquedó integrada en los aliados, queteóricamente desembarcaron pararepeler la agresión perpetrada porlos ejércitos nazis. Si hubieran lle-gado sólo unas horas antes, france-ses e ingleses habrían sido los agre-sores y las tropas de Hitler habríanacudido entonces a Noruega paraimpedir su ocupación.

La propia guerra, su desarrollo, fue inexorable-mente agregando contendientes a uno y otro cam-po en función de estrategias militares y políticas, lamayor parte de las veces ajenas a quienes se vieroninvolucrados. Ni el Eje, ni los aliados, tal como hoydistinguimos a unos y a otros, estaban definidos enaquellosmesesde“la falsaguerra”.Nisiquiera losqueserían a la larga únicos vencedores de esta segundapartede“LaLargaGuerradel sigloXX”habíanentra-doen la contienda: laURSS, para supropia sorpresa,tuvo inopinadamentequedejarde ser el respaldodela aventura militar delReich, para convertirse en sumás encarnizado enemigo. Y los japoneses lograronenPearlHarborque losEstadosUnidostuvierancau-sa y razón para no mantener su aislacionismo ni laneutralidad aprobada por ley… Amigos y enemigosaún estaban entonces por decidir.

ARMANDO FERNÁNDEZ-XESTA

Soldados finlandeses durantela Segunda Guerra Mundial.

Finlandia, que a punto estuvode ser la causa de que los aliadosse enfrentaran al Ejército Rojo,

se unió a las filas del Eje en 1941.Pero dos años más tarde se vioobligada a combatir contra los

alemanes en Laponia

eraPolonia y temeroso de arriesgarse enuna guerracuyo resultado, aún incierto, podía poner en peligrosu régimen. Basta ojear las hemerotecas para darsecuenta de que la opinión pública europea (y tam-bién la americana) consideraba a la Unión Soviéticaen el mismo bando que al Reich. Sobre todo tras lainvasión de Finlandia.

Invasión.Pero no era sólo cuestión de opinión públi-ca, reflejada en editoriales, artículos o caricaturas.La inesperada yheroica resistencia finlandesa, llevóa los Estados Mayores francés e inglés a planear laintervención en Finlandia frente al Ejército Rojo,aún a costa de invadir para ello la neutral Noruega.La derrota finlandesa frustró esta operación parala que, incluso, se estaban concentrando ya las tro-pas. Así, tan sólo por semanas se evitó un enfrenta-

ABC (Madrid) - 01/04/2014, Página 41Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de loscontenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposicióncomo resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de losproductos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.