La Obra del Espíritu Santo, Vol 2 Abraham Kuyper

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    La Obra del Espritu Santo/Volumen 2: Introduccin

    PorAbraham Kuyper

    Volumen 2: La Obra Del Espritu Santo en el Individuo

    I. El Hombre que Dios Ha de Formar

    He aqu, yo derramar mi Espritu sobre vosotros, y os har saber mis palabras.Prov. i. 23.Hasta ahora, la discusin se ha limitado a la obra del Espritu Santo en la iglesia como un todo.Ahora consideraremos Su obra en laspersonas como individuos.

    Hay una diferencia entre la iglesia como un todo y sus miembros como individuos. Est elcuerpo de Cristo, por un lado, y los miembros que constituyen partes del cuerpo. Y el carcterde la obra del Espritu Santo en uno, es necesariamente diferente al del otro.La Iglesia, que nace por el deleite divino, es completa en la eterna perspectiva y propsito deDios, y la eleccin soberana ha determinado su curso completo.

    El mismo Dios que ha contado el nmero de cabellos sobre nuestras cabezas, tambin ha

    contado los miembros del Cuerpo de Cristo. De la misma manera en que todo nacimiento estordenado de antemano, cada nuevo nacimiento cristiano en la iglesia est divinamentepredestinado.

    El origen y despertar de la vida eterna vienen del cielo; no de la criatura, sino del Creador, y sebasan en Su libre y Soberana eleccin. Y as permanece, no es una mera decisin, sino unacto divino, igualmente decisivo, que lleva a cabo y realiza por completo la decisin. Esta es laomnipotencia espiritual de Dios. No es como el hombre, que experimenta; l es Dios, quienjams niega la obra de Sus manos, y persiste en llevar a cabo, irresistiblemente, todo lo que ledeleita. Por tanto Sus decretos se convierten en historia; y la Iglesia, cuya forma es diseadapor la voluntad de Dios, debe nacer, incrementar y perfeccionarse de acuerdo al consejo deDios a travs de las edades; y ya que Su consejo es indestructible, las puertas del infierno noprevalecern en contra de la Iglesia. Esta es la base de la seguridad y consolacin de los

    santos. No tienen otra base de confianza. Adquieren la plena conviccin con la cual profetizanen contra de todo lo visible y fenomenal por el hecho de que Dios es Dios, y por ser Dios, todolo que a l le place, permanece.

    En la obra de la gracia, no hay rastro de casualidad o fatalidad; Dios ha determinado no slo sufin, sin decidir la forma en la cual se llevara a cabo, sino que, en Su consejo, ha preparadocada medio para llevar a cabo Su decisin. Y en Su consejo, se revelan formas que el ojohumano no puede seguir ni comprender. La omnipotencia divina se adapta a la naturaleza de lacriatura. Causa el crecimiento de sus cedros del Lbano, y que aumenten los toros de Basn;pero alimenta y fortalece a cada uno de acuerdo a su propia naturaleza. El cedro no comepasto, y los toros no escarban en la tierra en busca de su alimento.

    El decreto divino determina que por medio de sus races el rbol absorba los lquidos del suelo,

    y que por la boca el toro ingiera su comida y la transforme en sangre. Y l honra Sus propiosdecretos al proveer alimento en el suelo para uno y pasto en el campo para el otro.

    El mismo principio prevalece en el Reino de la Gracia. Dios ha dado, al hombre como sujeto delReino, y al mundo moral que le pertenece, un organismo distinto al del buey, cedro, viento oarroyo. Los movimientos de este ltimo, son plenamente mecnicos; el arroyo debe descenderpor la montaa. Acta en forma distinta sobre los toros y los rboles; y aun de otra manera enlos seres humanos. En el ser humano, las fuerzas qumicas funcionan mecnicamente y sondistintas a las del toro y del cedro. Y aparte de estas, hay fuerzas morales en el hombre queDios tambin opera de acuerdo a su naturaleza.

    Sobre este argumento, nuestros padres consideraron que la idea fantica de que en la obra degracia el hombre fuera un mero bloque de materia, era indigna frente a Dios; no porque le

    atribuyera algo al hombre, sino porque muestra a un Dios que niega Su propia obra y decretos.Al crear un toro o un rbol o una piedra, cada uno distinto del otro, dndoles una naturaleza

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    propia, no puede violar esta condicin, sino adaptarse a ella. Luego, todas Sus operacionesespirituales estn sujetas a las disposiciones del decreto divino del hombre como un serespiritual; y esta particularidad hace de la obra de la gracia una obra extraordinariamentehermosa, gloriosa y adorable.

    Porque, si Dios tratara al hombre mecnicamente, como a un bloque de materia, no nos

    engaemos entonces hablando de la obra de gracia como si fuera algo glorioso. No habramisterio para los ngeles, sino una obra de omnipotencia inmediata que de pronto deshace yrecrea todas las cosas. Para admirar la obra de la gracia, debemos considerarla tal cual ha sidorevelada, es decir, como una obra compleja e insondable, por medio de la cual Dios se adaptaa las necesidades del ser espiritual del hombre, frgiles y variables; y revela Su omnipotenciavenciendo los enormes e interminables obstculos que la naturaleza humana pone en Sucamino.

    Incluso el alma de Dios tiene sed de amor. Todo Su consejo puede reducirse a unpensamiento: que en el fin de los tiempos Dios tenga una Iglesia que entienda Su amor ypueda darle de ese amor de vuelta. Pero el amor no puede ser decretado, ni puede ser forzadode alguna manera que no sea espiritual. No puede derramarse en el corazn del hombremecnicamente. Para llegar a ser clido, refrescante, y satisfactorio, el amor debe ser avivado,

    cultivado y preciado. Por tanto, Dios no derrama ni siquiera una gota de amor en los corazonesde Su pueblo, pues eso producira instantneamente amor en ellos. Ms bien, demuestra Suamor mediante Aqul, que estaba en el principio con Dios y era Dios, quien con inmensurableamor muere por el hombre en una cruz.

    Esto sera irrelevante si el hombre fuera un mero bloque de materia. Dios slo tendra que crearamor en sus corazones, y el hombre lo amara por pura necesidad, tal como la estufa emitecalor cuando se prende. Pero el amor que se ilustra con tanta calidez en la Biblia no esirrelevante cuando Dios lidia con los seres espirituales de forma espiritual. Por lo tanto, la cruzde Cristo es una manifestacin del amor divino, el cual supera enormemente toda concepcinhumana; consecuentemente ejercitando este irresistible poder sobre todos los escogidos deDios.

    Y aquello que es preeminentemente verdadero y evidentemente amoroso, es verdad en cadaparte de la obra de graciaen cada una de sus etapas. En ella Dios nunca se niega a smismo, ni a sus decretos ni planes para los cuales el hombre fue creado. As, es glorioso quepor un lado Dios haya concedido al hombre los medios para tal resistencia, y por otro lado,haya superado divina y majestuosamente dicha resistencia por la omnipotencia de Su graciaredentora.

    Cuando el apstol testifica: As que somos embajadores, en nombre de Cristo, como si Diosrogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios (2 Cor.v. 20), revela tal profundidad del misterio del amor, que finalmente las relaciones sonliteralmente revertidas, de manera que el Dios santo implora a Sus criaturas rebeldes, quienesen realidad debieran rogarle a l por misericordia.

    La tradicin cuenta de seres misteriosos ejerciendo su fascinacin irresistiblemente sobreviajeros y marineros hasta tal punto que estos ltimos se lanzan voluntariamente a ladestruccin, sin embargo, en contra de su propia voluntad. De acuerdo a la revelacin divina,esta tradicin, de una forma revertida y santa, se ha convertido en realidad. Aqu tambin, hayuna fascinacin todopoderosa, finalmente irresistible para el pecador condenado:permitindose a s mismo ser atrado en contra de su voluntad y, sin embargo, voluntariamente,la eterna miseria no lo acarrea hacia la destruccin sino fuera de ella.

    Sin embargo, la maravillosa obra del amor apenas se puede analizar. Los amantes nuncasaben quin fue el que atrajo y quin fue atrado, ni cmo el amor llev a cabo su atraccin enmedio de la lucha de afectos. El amor es demasiado misterioso como para revelar sus variadasobras y cmo estas obras se entrelazan. Esto se aplica en mucho mayor medida al amor deDios. Todo santo conoce por experiencia, que finalmente se convirti en algo irresistible y que

    prevaleci, pero no logra expresar cmo se logr la victoria. Esta obra divina viene sobrenosotros desde alturas y profundidades infinitas, nos afecta misteriosamente, y en el comienzo

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    era tal la escasez de luz espiritual, que uno apenas puede tartamudear acerca de estas cosas.Quin entiende el misterio del nuevo nacimiento? Quin tena conocimiento cuando fueentretejido curiosamente en las partes ms profundas de la tierra? Y si esto se llev a caboinconscientemente, cmo podemos comprender nuestro nacimiento espiritual? Es evidenteque, subjetivamente, es decir, dependiendo de nuestra experiencia personal, no sabemosabsolutamente nada acerca de ste; y todo lo que se dijo y puede decirse al respecto, se

    conoce directamente por la Escritura. A Dios le ha complacido levantar slo una punta del veloque cubre el misteriono ms de lo que el Espritu Santo consider necesario para fortalecerla fe, para la gloria de Dios y el beneficio de otros en el tiempo de su nacimiento espiritual.Por tanto, en esta serie de artculos slo intentaremos sistematizar y explicar lo que Dios harevelado para que Sus hijos sean dirigidos espiritualmente.

    Nada puede estar ms lejos de nuestras intenciones que instruirnos en cosas demasiadoelevadas para nosotros, o penetrar los misterios que se han escondido de nuestra vista. Dondela Escritura se detiene, nosotros nos detendremos; a las dificultades que queden sin explicar noaadiremos lo que slo puede ser el resultado de la estupidez humana. Pero donde la Escrituraproclama incuestionablemente el poder soberano de Jehov en la obra de gracia, ni la crtica,ni las burlas del hombre nos impedirn demandar sumisin absoluta a la soberana divina y adarle la gloria a Su nombre.

    II. La Obra de Gracia, Una Unidad

    Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espritu Santo quenos fue dado.Rom. v. 5.

    El fin ltimo de todos los caminos de Dios es que l sea todo en todo. No puede dejar detrabajar hasta que haya entrado en las almas de los hombres. Tiene sed del amor de lascriaturas. En el amor del hombre hacia Dios, desea ver las virtudes de Su propio amorglorificado. Y el amor debe nacer del ser del hombre que habita en el corazn.Es imposible dar suficiente alabanza a la obra de gracia efectuada por el consejo divino. Desdeel Paraso hasta Patmos, revelada a profetas y apstoles, es trascendentemente profunda,abundante y gloriosa. Fue preparada en el mismo Emanuel, quien ascendi al cielo, quien ha

    recibido dones para los hombress, para los rebeldes tambinpara que el Seor Diospueda morar entre ellos. Esta obra de gracia excede las alabanzas de hombres y ngeles. Sinembargo, la mayor gloria y majestad, se muestra slo cuando vence la rebelin que opera en elalma, mostrando su luz al hombre para que glorifique al Padre que est en los cielos.Consecuentemente, el derramamiento del Espritu Santo es la corona por sobre todos loseventos de salvacin, porque revela subjetivamente, en percepcin de las personas comoindividuos, la gracia revelada hasta ahora objetivamente.

    Claramente, en los das del antiguo pacto, la gracia salvfica obr en el individuo, pero siempremantuvo una caracterstica preliminar y especial. Creyentes del antiguo pacto no recibieron loprometido, proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellosperfeccionados aparte de nosotros. (Heb. xi. 39, 40) Y la dispensacin de la salvacinpersonal, en su carcter normal, slo comenz cuando, finalizada la obra de reconciliacin y

    habiendo resucitado Emanuel, lleg silenciosamente el otro Consolador a enriquecer a losmiembros del Cuerpo de Cristo.

    De ah que el propsito del Dios Trino mueva todas las cosas inexorablemente hacia estagloriosa consumacin. La compasin divina no puede dejar de trabajar hasta que la obra desalvacin del alma no haya comenzado. En toda la obra preparatoria, Dios se dirigepersistentemente a sus escogidos; no tan slo despus de la cada sino incluso antes de lacreacin, Su sabidura se deleitaba en el mundo terrenal, y Sus delicias eran con los hijos delos hombres. (Prov. viii. 31) Desde la eternidad l conoce a todos los que recibirn Su gloriosaluz. No le son extraos aquellos quienes, al pasar las edades, l descubre infructferos al serexaminados, o a ser forjados para llegar a ser sujetos apropiados y tiles de acuerdo a susrespectivos mritos; no, nuestro fiel Dios de Pactos, nunca es un extrao ante ninguna de Suscriaturas. Cre a todos, y decret cmo deban ser creados; no han sido creados y luego

    predestinados; sino predestinados y luego creados. Aun as, la criatura no es independiente delSeor, ya que antes de que haya palabra en Su boca, conoce todas las cosas; no por

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    informacin de lo que ya exista, sino por conocimiento divino de lo que habra de venir. Aun lasrelaciones de causa y efecto que conectan las etapas de su vida se encuentran desnudas yabiertas delante de l; nada se esconde de l; y Dios conoce mucho ms ntimamente alhombre de lo que el hombre se conoce a s mismo.

    Las aguas de salvacin que descienden de la cima de la montaa de la santidad de Dios no

    corren hacia campos desconocidos. Sus cauces estn preparados, y recorriendo los montes seencuentran con los pastizales que han de regar.

    Por tanto, aunque mayor claridad demanda divisiones y subdivisiones en la obra de gracia,stas en realidad no existen; la obra de gracia es una unidad, es un hecho eterno y continuo,que procede del vientre de la eternidad, avanzando sin parar hacia la consumacin de la gloriade los hijos de Dios que ser revelada en el gran Da del Seor. Por ejemplo, aunque en elmomento de la regeneracin Dios llam a las cosas que no eran, con todo lo que contieneninherentemente como en un germen, esto no debe ser representado como si Dios abandonarael alma del hombre por veinte o treinta aos. Porque aun este aparente abandono es una obradivina. Contenido por su amor, hubiera preferido volcarse a sus escogidos, a sus criaturasperdidas, para encontrarlos y salvarlos inmediatamente. Pero l mismo se abstuvo, si aspodemos expresarlo; pues este mismo abandono, este temporal escondimiento de su rostro,

    obra finalmente para bien como medio de gracia en la hora del encuentro del amor para lograrla eficacia de la gracia en aquella alma amada.

    Por tanto, la salvacin de un alma, en su ser personal, es una obra eterna, ininterrumpida ycontinua, cuyo punto de partida es el decreto y su punto final es la glorificacin delante deltrono. No contiene nada formal ni mecnico. No hay un periodo de dieciocho siglos previosdurante el cual Dios est preparando la gracia objetiva sin llevar a cabo ninguna obra de graciasobre el individuo. Tampoco hay salvacin preparada slo para posibles almas cuya salvacinpermaneca incierta. No, el amor de Dios nunca obra hacia lo desconocido. l es perfecto y Suscaminos son perfectos; por tanto, Su amor siempre contiene la elevada y santa marca:proceder de corazn a corazn, de persona a persona, conociendo y leyendo a la persona conconocimiento perfecto. Durante los tiempos en que Can fue juzgado; mientras No y sus ochoaguardaban en el arca; mientras Abraham fue llamado y Moiss conversaba con Jehov cara a

    cara; mientras los videntes profetizaban; el Bautista apareci en pblico, Jess subi al calvarioy San Juan vea visionesdurante estos tiempos Dios nos conoca (si somos Suyos), lapresin de Su amor se diriga firmemente hacia nosotros, nos llam antes de existir para quellegsemos a existir, y cuando llegamos a existir, gui cada uno de nuestros das.Cuando nos rebelamos contra l y l apart Su rostro de nosotros, aun ah, nos gui comonuestro pastor, fiel y verdadero. Sin duda todas las cosas deben ayudar a bien a los que amana Dios, incluso las vidas y caractersticas de sus ancestrosya que ellos son los llamados deacuerdo a Su propsito.

    En vez de ser fro y formal, es un acto de amor, lleno de vida, derramndose, desprendindosehacia fuera. Desde su fuente en las montaas ms altas, atravesando incontables montes paraalcanzarte, fluye el amor divino, sin descansar, hasta derramarse en tu alma. Por eso el apstolse jacta de que finalmente el amor encontr su bendito fin en su persona y en la amada iglesia

    de Roma. Ahora tenemos paz con Dios, porque el amor de Dios (que se mueve hacia nosotrosdesde la eternidad) finalmente nos ha alcanzado, y es derramado en nuestros corazones.Esto no quiere decir que nosotros poseamos un amor puro, sino que el amor de Dios por Susescogidos, habiendo descendido de lo alto, venciendo todo obstculo, se ha derramado en lasprofundas cavidades de nuestros corazones regenerados.

    A esto l le suma la gracia de lograr que el alma entienda, beba, y deguste de este amor. Ycuando el alma contrita y llena de lstima se pierde en los deleites del amor y la adoracin desu eterna compasin, la gloria de Dios resplandece con mayor brillo y su deleite con los hijosde los hombres se completa.

    Sin embargo, cuando el Dios Trino anticipa la llegada y glorificacin de los santos desde antesde la fundacin del mundo, las Escrituras revelan claramente que esta llegada y glorificacin es

    la obra del Espritu Santo. El amor de Dios es derramado en nosotros por el Espritu Santoquien nos ha sido dado.

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    Las Escrituras le dan un lugar prominente a la obra del Espritu Santo; no para excluir la obradel Padre y del Hijo, sino para que esta obra personal sea solamente ejercida por el EsprituSanto. La Escritura lo presenta con tanta fuerza que el Catequismo no se equivoca al explicartres puntos de nuestra santa fe: de Dios el Padre y nuestra Creacin; de Dios el Hijo y nuestraRedencin, y de Dios el Espritu Santo y nuestra Santificacin. Y esto no es de sorprenderse,pues:

    En primer lugar, como ya hemos visto, en la economa del Dios Trino, es el Espritu Santoquien mantiene el contacto ms cercano con la criatura y lo llena de S mismo. Luego, es Sulabor peculiar entrar en el corazn del hombre, y all en sus recesos ntimos, proclamar lasgracias de Dios hasta que l cree.

    Segundo, l lleva toda la obra del Dios Trino a su consumacin. Es as como l perfecciona laobra de la gracia objetiva mediante la salvacin de las almas, realizando su propsito final.Tercero, l aviva. Pasando por encima de las aguas del caos, respira aliento de vida en elhombre. En perfecta armona con esto, el pecador, muerto en delitos y pecados, no puede vivira menos que sea avivado por el Espritu de Avivamiento, a quien la Iglesia siempre hainvocado, diciendo: Veni, Creator Spiritus.

    Cuarto, l toma lo de Cristo y lo glorifica. El Hijo no distribuye Sus tesoros, sino el EsprituSanto. Y ya que todo el plan de salvacin de los redimidos consiste en el hecho de quehombres muertos y corazones marchitos sean unidos a Cristo, la fuente de Salvacin, debemosalabar al Espritu Santo por llevar a cabo esta obra.

    Luego, en el deseo constreido de amor divino por la salvacin individual de criaturasescogidas, pero a la vez perdidas, la obra del Espritu Santo ocupa, evidentemente, el lugarms conspicuo. Nuestro conocimiento de Dios no es completo a menos que lo a lconozcamos como bendita Trinidad, Padre, Hijo y Espritu Santo. Pero como nadie llega alPadre sino es por M, (Juan xiv. 6) y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aqul a quien el Hijoquiera revelar, nadie puede venir al Hijo si no es por medio del Espritu Santo y nadie puedeconocer al Hijo si el Espritu Santo no se lo revela.

    Pero esto no implica en absoluto la separacin, aun en pensamiento, entre las PersonasDivinas. Esto destruira la confesin de la Trinidad, substituyndolo por la falsa creencia del tri-tesmo. No! Es el mismo Dios eternamente subsistiendo en tres Personas. La verdad denuestra confesin brilla en el entendimiento de la unidad de la Trinidad. El Padre jams seencuentra sin el Hijo, ni el Hijo sin el Padre. Y el Espritu Santo jams podra venir a nosotros otrabajar en nosotros si el Padre y el Hijo no cooperan con l.

    III. Anlisis Necesario

    Vamos adelante hacia la perfeccin; no echando otra vez el fundamento.Heb. vi. 1.

    Para sistematizar la obra del Espritu Santo en el individuo, primero es necesario considerar lacondicin espiritual antes de la conversin.

    Una mala comprensin de este punto, nos lleva al error y a la confusin. Produce unaconfusin en las diversas operaciones del Espritu Santo que nos lleva a utilizar los mismostrminos para cosas distintas. Esto confunde los propios pensamientos de uno llevando a otrosa desviarse. Es ms notorio en ministros que discuten el tema en trminos generales, aquienes les eluden las definiciones claras y consecuentemente terminan reiterandotrivialidades.

    Tal predicacin impresiona poco o nada; su monotonismo es tedioso; acostumbra el odo a larepeticin; carece de estmulo para el odo interno. Y la mente, que no puede permanecerinactiva frente a impunidad, busca alivio mediante sus propios mtodos, muchas veces enincredulidad, alejada de la obra del Espritu Santo. Las palabras corazn, mente, alma,consciencia, hombre interno, se usan indiscriminadamente. Existen frecuentes llamados a la

    conversin, regeneracin, renovacin de vida, justificacin, santificacin, y redencin; mientrasel odo no se ha acostumbrado a distinguir, en cada uno de stos, algo especial y una

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    revelacin peculiar de la obra del Espritu Santo. Y al final, este tipo de predicacin caticaimpide la discusin inteligente de temas divinos, ya que aqul que se ha iniciado o instruidoprofundamente no ser comprendido por otros.

    Sobretodo, protestamos solemnemente en contra de aquella apariencia piadosa que escondeun vaco interno de este tipo de predicacin que dice: Mi Evangelio simple no da cabida a

    estas diminutas distinciones; estas prueban el escolasticismo seco con el cual mentesquisquillosas aterrorizan a los hijos de Dios, llevndola al cautiverio de la letra. No! Elevangelio de mi Seor debe mantenerse lleno de vida y Espritu: por lo tanto, librenme deestas liviandades.

    Sin duda hay algo de verdad en esto. Mediante el anlisis seco de verdades refrescantes parael alma, las mentes abstractas tienden a robar el gozo y consuelo de almas ms simples.Discuten temas espirituales en trminos ms de mestizaje del latn con el ingls, como si elalma no tuviera parte con Cristo a menos que sea experta en el uso de estas palabrasbastardas. Aterrorizar al dbil as demuestra al orgullo y a la auto-exaltacin. Y efectivamentees un orgullo muy torpe, porque el conocimiento del cual se enorgullecen, se adquiere,meramente, por el uso de la memoria.

    Tal externalizacin de la fe cristiana es ofensiva. Substituye la genuina piedad por una lenguafluida, y la justificacin por la fe por la justificacin mental. Por consiguiente, la piedad delcorazn es reemplazada por la de la mente, y en vez del Seor Jesucristo, Aristteles, elmaestro de la dialctica, se convierte en salvador.

    Abogar o defender tal caricatura est lejos de nuestro propsito. Creemos que nuestrasalvacin depende completamente de la obra de Dios en nosotros, y no en nuestro testimonio;y aqul pequeo con labios tartamudos, pero trabajado por el Espritu Santo, preceder aaquellos vanos escribas en el camino hacia el Reino de los Cielos. Que nadie imponga el yugode sus propios pensamientos sobre otros. Slo el yugo de Cristo encaja en el alma del hombre.Ahora, aun as, el Evangelio no perdona la superficialidad, ni aprueba la basura.

    Claro, hay una diferencia. No requerimos que nuestros hijos se aprendan los nombres de todas

    las venas y msculos del cuerpo humano, de las posibles enfermedades que podran afectarle,y los contenidos de los frmacos. Sera una carga para estos pequeos, quienes son msfelices no teniendo consciencia del organismo que acarrean. Pero el doctor que no est muyseguro de la localidad de estos rganos; quien, despreocupado de los detalles, est satisfechocon conocer las generalidades de su profesin; quien se equivoca en la receta de los remedios,incapaz de diagnosticar el caso correctamente, ser prontamente destituido para recibir aalguien que pueda discriminar mejor. Y hasta cierto punto se requiere lo mismo de todapersona inteligente. Los hombres bien informados no debieran ser ignorantes respecto a losrganos vitales del cuerpo humano y sus funciones principales; madres y enfermeras deberaninformarse aun mejor.

    Lo mismo se aplica a la vida de la Iglesia. Aquellos con menos dones no entienden lasdistinciones de la vida espiritual; incapaces de masticar carne, deben ser alimentados slo con

    leche. Tampoco es bueno cargar y aburrir a los nios con frases que van mucho ms all de sucomprensin. Hay que ensearle a ambos de acuerdo al "son de su msica." Que un niohable de cuestiones religiosas discriminando trminos, inquieta el sentir espiritual. Pero no ascon el mdico espiritual, o sea, el ministro de la Palabra. Si se expulsa a un veterinario por notener capacidades para su trabajo, con mayor razn se debiera expulsar a aquellos quienes,fingiendo curar y tratar el alma, traicionan su propia ignorancia de las condiciones y actividadesde su vida espiritual. Por lo cual, insistimos que todo ministro de la palabra, debe ser unespecialista de esta anatoma y fisiologa espiritual; familiarizado con las diversas formas deenfermedad espiritual y siempre preparado, por la plenitud de Cristo, para escogercorrectamente los remedios espirituales que se requieren.

    Y pedimos el mismo conocimiento, aunque no en el mismo grado, de todo hombre o mujerinteligente. El doctor o abogado que sonre ante nuestra ignorancia de los principios bsicos de

    su profesin, debiera avergonzarse de igual manera, al traicionar su propia ignorancia de lacondicin de su alma. En la vida espiritual, cada talento debiera captar nuestro inters. Todo

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    hombre debiera desarrollarse simtricamente. Debiera ser capaz de distinguir las cuestionesespirituales y las necesidades de su alma de acuerdo al rango de visin, a la fortaleza de suspoderes y profundidad de discernimiento. Que este conocimiento se encuentre slo en torno anuestros hombres simples y temerosos de Dios y no en las clases ms altas, es una seria ydeplorable seal de nuestros tiempos.

    El conocimiento que tiene poder en la esfera espiritual, y es capaz de sanar, no viene entrminos afuerinos, no se expende en las variadas formas de la crtica bblica, interesndosesolamente en razonamientos filosficos, logrando que las almas hambrientas sean alimentadascon piedras en vez de pan; sino que busca, sistemticamente, la Palabra y obra de Dios en elalma del hombre, y comprueba que el hombre ha estudiado las cosas que debe ministrar a laiglesia.

    Consecuentemente, nuestros lderes espirituales, quienes han reemplazado este conocimientoespiritual por la crtica y apologtica en las universidades y en las clases de catequesis, tienenmucho por lo cual responder. Durante los ltimos treinta aos, este conocimiento se haabandonado en estas instituciones. Y como se perdi tal conocimiento, la predicacin se tornmontona y gran parte de la iglesia se perdi. Se mantena siempre un ojo y un odo abiertos ala obra objetiva del Hijo, pero la obra del Espritu Santo fue abandonada y despreciada.

    Consecuentemente, la vida espiritual se ha hundido a tal grado que, mientras un tercio de laplenitud de la gracia que es en Cristo Jess se conoce y honra, el hombre afirma que estpredicando a Cristo y a este crucificado.

    Por tanto, la discusin de la obra del Espritu Santo sobre le individuo demanda que dejemosde lado las sendas de la superficialidad y de las generalidades y avancemos hacia el anlisisms cuidadoso, an existiendo el riesgo de ser tildados de "buzos escolsticos." Lasoperaciones del Espritu Santo sobre diversas partes de nuestra condicin deben serdistinguidas y tratadas en forma separada; no slo en los escogidos, sino tambin en los noescogidos, ya que no son las mismas. Es cierto que las Escrituras ensean que Dios hacebrillar el sol sobre buenos y malos, y que Su lluvia cae sobre justos y pecadores para que en lanaturaleza toda buena ddiva que viene del Padre d luces y sea conocida por todos; pero enel Reino de la gracia no es as. El Sol de justicia muchas veces brilla sobre uno, dejando a otro

    en oscuridad; y las gotas de gracia riegan el alma de uno mientras otros permanecenabsolutamente privados de ella. Cristo tambin fue puesto como tropiezo para muchos enIsrael; y aun esto es causado por el testimonio del Espritu Santo. No tan slo el sabor de lavida, sino tambin el sabor de la muerte alcanza al alma por medio del Espritu Santo; tal comoel apstol declar respecto a aquellos que, habiendo recibido el don del Espritu Santo, seperdieron. Es debido atender cuidadosamente a Su actividad en ellos, y la condicin de elloscuando comienza Su obra de salvacin o endurecimiento.

    Claramente, este no es el lugar para discutir exhaustivamente la condicin del hombre cado.Esto requiere una investigacin especial. Muchas cosas que en otra seccin requerirn mayordetalle, aqu se tocarn brevemente. Pero servir para nuestro propsito si logramos entregaral lector una visin lo suficientemente clara de la condicin del pecador para que nos puedacomprender cuando discutamos la obra del Espritu Santo en el pecador.

    Por pecador entendemos al hombre tal cual es, vive y se mueve por naturaleza, sin los efectosde la gracia. En aquel estado est muerto en delitos y pecados; alienado de la vida de Dios;completamente depravado y sin fuerza; pecador, y por ende culpable y bajo condenacin. Noslo muerto, sino tambin tendido en medio de la muerte, hundindose, cada vez ms profundoen los abismos de la muerte, la cual se ensancha por debajo de l si no examina su caminarhasta que la muerte eterna sea revelada.

    Este es el pensamiento fundamental, la idea madre, el concepto principal de su estado. Por unhombre entr el pecado al mundo, y la muerte por el pecado, y as pas la muerte a todos loshombres. (Rom. v. 12) Y la paga del pecado es la muerte. (Rom. vi. 23) El pecado, siendoconsumado, da luz a la muerte. (San. i. 15) Para ser trasladado a otro estado, uno debe pasarde la muerte a la vida.

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    Pero hay que analizar esta idea general de la muerte en sus diversas relaciones. Con este fin,es necesario determinar qu sola ser el hombre, y qu lleg a ser despus de esta muerteespiritual.

    IV. Imagen y Semejanza

    Hagamos al hombre a Nuestra imagen y semejanza.Gen. i. 26.

    Es gloriosa la declaracin que hace Dios cuando introduce el origen y la creacin del hombre:Y Dios cre al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo cre. El significado de estasimportantes palabras fue discutido recientemente por el conocido profesor Dr. Edward Bhl, deViena. De acuerdo al Dr. Bhl, esta frase se debe leer: El hombre fue creado en no aimagen de Dios, la imagen no se encuentra en la naturaleza o ser del hombre, sino fuera de l,en Dios. El hombre fue simplemente puesto en el resplandor de Su gloria. Por tanto, alpermanecer en esa luz, vivira en esa imagen. Sin embargo, al salir de ella, caera y retendrasu propia naturaleza, la cual es igual antes y despus de la cada.

    En el idioma holands, la preposicin "en" no conlleva el mismo sentido de "conforme a" quedice el espaol, sino denota un estado de permanencia o mocin limitada en el espacio, tiempo

    o circunstancia.[1]

    En la discusin acerca de la corrupcin de la naturaleza del hombre consideraremos la opininde este profesor de Viena, altamente estimado. Permtanos decir que en este puntorechazamos esta opinin, en la cual vemos un regreso al error de Roma. No podemos concebirel carcter negativo que presenta Bhl acerca del pecado, el cual es la base de estarepresentacin del pecado. Ms aun, se opone a la doctrina de la Encarnacin y de laSantificacin que declaraba la Iglesia Reformada. Por lo tanto, consideramos ms apropiado,primero, explicar la confesin de los padres respecto a esto, y luego mostrar que dicharepresentacin es inconsistente con la Palabra.

    Al aceptar el relato de la Creacin como una revelacin directa del Espritu Santo,reconocemos su absoluta credibilidad en cada parte. Aquellos que no la aceptan o, como

    muchos telogos ticos, niegan su interpretacin literal, no tienen voz en esta discusin. Siestamos seriamente interesados en la exposicin del relato, no jugando con palabras, debemosestar completamente convencidos de que Dios realmente dijo: Hagamos al hombre a nuestraimagen y semejanza. (Gen. i. 26) Pero al negarlo y considerar que estas palabras son merasrepresentaciones de cmo alguien, animado por el Espritu Santo, present a s mismo lacreacin del hombre, no podemos deducir nada de ellos. Luego no habra seguridad alguna deque sean divinas; slo sabramos que un hombre piadoso las atribuy a los pensamientos deDios y las puso en Su boca cuando era simplemente su propio relato respecto a la creacin delhombre:

    Por lo tanto, la infalibilidad de la Sagrada Escritura es nuestro punto de partida. Vemos en Gen.i. 27 un testimonio directo del Espritu Santo; y creemos con plena certeza que estas son laspalabras del Todopoderoso dichas antes de crear al hombre. Con esta conviccin, ellas tienen

    decisiva autoridad; por lo tanto, inclinados ante ella, confesamos que el hombre fue creado aimagen y semejanza de Dios.

    Esta declaracin, en conexin con todo el relato, muestra que el Espritu Santo distingueclaramente la creacin del hombre a la del resto de la creacin. Todas eran manifestaciones dela Gloria de Dios, porque l vio que era bueno; un efecto de Su consejo divino puesencarnaban un pensamiento divino, pero la creacin del hombre fue especial, fue ms elevaday ms gloriosa; porque Dios dijo: Hagamos al hombre a Nuestra imagen y semejanza.

    Por lo tanto, el sentido general de estas palabras es que el hombre es totalmente diferente atodos los otros seres; que esta especie es ms noble, rica y gloriosa; y sobretodo, que la mayorgloria consiste en el vnculo ms ntimo y relacin ms cercana que tendra con el Creador.Esto se aprecia en las palabras imagen y semejanza. En todas Sus obras creadoras, el Seor

    habla, y se hace; l ordena, y todo existe. Hay un pensamiento de Su consejo divino, unavoluntad para ejecutar, y un acto omnipotente para realizarlo, pero nada ms; los seres son

    http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-0http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-0http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-0
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    creados enteramente fuera y aparte de l. Pero la creacin del hombre es completamentedistinta. Claro, est el pensamiento divino que procede de Su eterno consejo, y lo lleva a cabomediante Su omnipotente poder; pero esta nueva criatura est conectada con la imagen deDios.

    De acuerdo al significado universal de la palabra, la imagen de una persona es la

    concentracin de sus caractersticas esenciales que generan la misma impresin de su ser.Sea mediante lpiz, pintura o fotografa, un smbolo, una idea o una estatua, la imagen siempreser la concentracin de caractersticas esenciales del hombre o de una cosa. Una idea es unaimagen que concentra esa descripcin sobre el campo de la mente; una estatua de marfil obronce, etc., pero independiente de la forma en que se expresa, en esencia, la imagen es unaconcentracin de diversas caractersticas del objeto que representa el objeto a la mente. Nodebemos perder de vista este significado fijo y definido. La imagen puede ser imperfecta, sinembargo, mientras sea posible reconocer el objeto en ella, aun cuando la mente deba suplir loque falta, sigue siendo una imagen.

    Esto nos dirige hacia una observacin importante: el hecho de que podemos reconocer a unapersona de una foto fragmentada, comprueba la existencia de la "imagen del alma," unaimagen impresa por medio del ojo en el alma. Ocupando la imaginacin, esta imagen nos

    permite ver a esa persona mentalmente an en su ausencia y sin su retrato.

    Cmo se obtiene tal imagen? No la podemos crear, pero la persona, al mirarlo, la dibuja en laretina para luego proyectarla en el alma. En fotografa, no es el artista ni su aparato, sino lascaractersticas de nuestro rostro que por arte de magia dibujan nuestra imagen sobre la placa.De la misma forma, la persona que recibe nuestro mensaje es pasiva, mientras que nosotros, alponerla en su alma, somos activos.

    Luego, en el sentido ms profundo, cada uno de nosotros lleva su propia imagen en o sobre surostro, y la introduce en el alma del hombre o la imprime sobre la lmina del artista. Estaimagen consiste en caractersticas que, en conjunto, forman nuestra peculiar expresin deindividualidad. Un hombre forma su propia sombra sobre un muro a su imagen y semejanza.Cada vez que damos una impresin externa de nuestro ser, lo hacemos a nuestra imagen y

    semejanza.

    Volviendo a Gen. i. 27, luego de estas observaciones preliminares, notamos la diferencia entre(1) la imagen divina por la cual fuimos creados a semejanza, y (2) la imagen que,consecuentemente, se hizo visible en nosotros. La imagen por la cual el hombre fue creado asemejanza es una, y la imagen que se imprimi en nosotros es otra bastante distinta. Laprimera es la imagen de Dios, por medio de la cual, fuimos creados a semejanza, la otra es laimagen creada en nosotros. Para prevenir confusiones es necesario mantener la distincinentre ellas. La primera exista antes que la segunda, porque de lo contrario, cmo pudo habercreado Dios al hombre a Su semejanza?

    No es de extraarse que muchos han llegado a pensar que tal imagen y semejanza se referana Cristo, quien es la Imagen del Dios invisible, (Col. i. 15) y la fiel imagen de Su Sustancia.

    (Heb. i. 3) No son pocos los que han aceptado como parte de su doctrina. Sin embargo, junto anuestros mejores ministros y maestros, creemos que es un error. Pues est en conflicto con laspalabras, Hagamos al hombre a Nuestra Imagen y Semejanza (Gen. i. 26) la cuales debensignificar que el Padre se diriga al Hijo y al Espritu Santo. Algunos dicen que estas palabrasse dirigen a los ngeles, pero esto no puede ser ya que el hombre no es creado a imagen dengeles. Otros dicen que el Padre se diriga a s mismo, motivndose a s mismo a ejecutar Sudiseo, usando la persona Nosotros como un plural usado para referirse a la majestad, peroesto no coincide con el uso del singular en la frase que viene inmediatamente despus: Y Dioscre al hombre a Su imagen. (Gen. I. 27)

    Por tanto, nos unimos a la explicacin de los ministros ms sabios y piadosos de la Iglesia: alusar estas palabras el Padre se diriga al Hijo y al Espritu Santo. Luego, la unidad de las trespersonas se expresa en las palabras, Y Dios cre al hombre a Su semejanza y la imagen no

    se refiere slo a la del Hijo. Cmo podra el Padre decirle al Hijo y al Espritu Santo:Hagamos al hombre a la imagen del Hijo?

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    Luego, esa imagen se debe entender como la concentracin de las caractersticas de Dios, pormedio de las cuales se da a conocer a S mismo. Y ya que slo Dios puede darse a conocer aS mismo, se deduce que la imagen de Dios es la representacin de Su Ser, eternamenteexistente en la consciencia divina.

    Consideramos Imagen y Semejanza como sinnimos; no porque no se pueda hacer una

    diferencia; sino ms bien porque en el v. 27 la palabra semejanza ni se menciona. Por tanto,nos oponemos a la explicacin de que imagen se refiere al alma y semejanza al cuerpo,permitiendo que por la unin indisoluble del cuerpo y alma, las caractersticas de la imagen deDios deben tener un efecto secundario en el cuerpo, el cual es Su templo; sin embargo, no hayuna buena razn para estar de acuerdo con esta distincin tan precaria entre la imagen ysemejanza. Entonces, la imagen por la cual fuimos creados a semejanza, es la expresin deDios tal como existe en Su propia conciencia.

    Considerando esto, la pregunta que sigue es: Qu haba o hay en el hombre que hizo queDios lo creara a Su imagen?

    V. Justicia Original

    Porque en l vivimos y nos movemos y somos; como algunos de nuestros propios poetas hantambin han dicho: porque linaje Suyo somos.Hch. xvii. 28.

    Es bastante peculiar la caracterstica de la Confesin Reformada, la cual, ms all de cualquierotra confesin, humilla alpecadory enaltece al hombre libre de pecado.

    Empequeecer al hombre no es bblico. Al ser un hombre pecador, cado y al dejar de ser unverdadero hombre, debe ser humillado, reprendido y quebrantado interiormente. Pero elhombre creado divinamente, llevando el propsito divino o restaurado por la gracia omnipotentesobre los elegidos, es digno de adoracin, ya que Dios lo ha hecho a Su propia imagen.Por estar tan en alto cay tan bajo. Era un ser grandioso, y por eso pas a ser un ser tandetestable. La excelencia del primer hombre es la fuente de su posterior maldicin.

    Se dice que nuestra doctrina slo empequeece al hombre mientras nuestra era actualacertadamente lo aprecia y exalta; pero aun considerando todo elogio y alabanza, nuestraactual era jams ha concebido un testimonio ms exaltado que el que da la Escritura cuandodice: Dios cre al hombre a Su propia imagen. (Gen. i. 27) Protestamos en contra del grito denuestra era, no porque dice demasiado respecto al hombre, sino porque dice muy poco alexpresar que el hombre es glorioso aun en su condicin cada.

    Qu pensaras del hombre que, pasando por tu jardn marchitado y destruido por unatormenta, dijera que los tallos rotos y flores cubiertas de barro son magnficos?Y justamente esto es lo que hace nuestra era actual. Caminando por el jardn de este mundo,marchito y alterado por la tormenta del pecado, reclama en xtasis, lleno de orgullo: Cunglorioso es el ser humano! Cun justo y excelente! Y el botanista, al ver su jardncompletamente destruido, dira: A esto llamas bonito? Debieras haber visto cmo se vea

    antes de que la tormenta lo destruyera. As que le decimos a nuestra era: Llamas a estehombre cado glorioso? Comparado a lo que debera ser, no tiene absolutamente ningn valor.Pero fue glorioso antes de que el pecado lo arruinara, brillando en toda la belleza de su imagendivina.

    Por tanto, nuestra doctrina lo exalta a su mayor gloria. Despus de la gloria de habersidocreados a imagen de Dios viene la gloria de ser Dios mismo. Tan pronto como el hombrepresume ser Dios, arroja de inmediato toda la gloria de s mismo; es el pecado detestable dequerer ser como Dios. Si se afirma que aun en el paraso prevaleca la ley de que slo Dios esgrandioso y la criatura no es nada frente a l, diramos que aquel que fue creado a imagen deDios no puede aspirar a ms que ser un reflejo de Dios; excluyendo la idea de estar sobre o encontra de Dios. Por tanto, est claro que el hombre original fue glorioso y excelente; por lo cualel hombre cado es despreciable y miserable.

    Entonces, ha perdido el hombre cado la imagen de Dios?

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    Esta pregunta fundamental controla nuestra perspectiva del hombre en todo sentido, y por enderequiere de anlisis exhaustivo; especialmente porque las opiniones de creyentes respecto aesta pregunta son diametralmente opuestas entre s. Algunos dicen que despus de la cada elhombre mantuvo algunos aspectos, otros dicen que perdi la imagen por completo.Para evitar todo mal entendido, antes debemos decidir si ser creado a la imagen de Dios (1) serefiere slo a la justicia original, o (2) tambin incluye la naturaleza del hombre, la cual llevaba

    puesta esta justicia original. Si la imagen divina consista slo en la justicia original, entonces,claramente, se perdi completamente; porque cuando el hombre cay perdi su justicia parasiempre. Pero si la imagen de Dios se imprimi sobre su ser, naturaleza, y sobre su existenciahumana, entonces no puede desaparecer completamente; ya que, por muy hundido que esten el pecado, el hombre cado sigue siendo hombre.

    No queremos decir que qued algo espiritualmente bueno en el hombre; entre los quefinalmente se pierden, aun en los ms hundidos en pecado quedar alguna evidencia de quefueron creados a imagen de Dios. No nos queda ni la menor duda de adherirnos a la opinin delos padres que, si los ngeles, incluso Satans, fueron originalmente creados a la imagen deDios (lo cual la Escritura no afirma concluyentemente), aun el diablo con toda su inmundiciamostrara algunas caractersticas de esa imagen.

    No queremos decir que despus de la cada el hombre tuviera alguna voluntad, conocimiento, ocosa buena; y aquellos que infieren esto de la frase algunos restos quedan del Artculo xiv. dela confesin de fe, pervierten su enseanza original. Aunque reconoce que algunos restosquedan, posteriormente afirma que toda la luz que estaba en nosotros cambi a oscuridad; yantes dice que el hombre se convirti en un ser perverso, malvado y corrupto en todos suscaminos, y que ha corrompido toda su naturaleza. Por consiguiente, estos restos no puedenentenderse como restos de vigor, voluntad o deseo de bondad. No, el pecador en sunaturaleza cada es enteramente condenable y no tiene, como dice el artculo, ningnentendimiento que se conforme al entendimiento y voluntad de Dios, sino lo que Cristo haformado en el hombre, lo cual nos ense cuando dijo: Sin m, nada podis hacer.Por tanto, derribamos toda sospecha de que buscamos algo bueno en el hombre pecador.Junto a las Escrituras confesamos: No hay justo, ni siquiera uno. No hay nadie que entienda,no hay nadie que busque a Dios. Todos se han descarriado, a una se hicieron intiles, no hay

    quien haga lo bueno, ni siquiera uno.

    Pero cmo se concilia esto? Cmo pueden ir juntas estas dos verdades? Por un lado elpecador no tiene nada, absolutamente nada digno de ser adorado; y por otro lado, anmantiene caractersticas de la imagen de Dios!

    Hagamos una ilustracin. Dos caballos se vuelven locos; uno es un comn caballo de carro, elotro es un noble semental rabe. Cul es ms peligroso? El ltimo, por supuesto. Cuando sesuelte, su sangre noble lo har violentamente incontrolable. Otro ejemplo: dos empleadostrabajan en una oficina; uno es un simple trabajador no muy inteligente, el otro un jovenbrillante con mente aguda. Quin podra hacerle ms dao a su jefe? Por supuesto que elsegundo. Todos sus esquemas mostraran su superioridad en la direccin contraria. Este essiempre el caso. No hay enemigo ms peligroso de la verdad que un incrdulo instruido en la

    religin. En todo su enojo impo muestra su instruccin y conocimiento superior. Satans llegaa ser tan poderoso porque antes de su cada fue excesivamente glorioso. Luego, en la cada, elhombre no dej su naturaleza original, la mantuvo, slo que su actuar se revirti,corrompindose y dndole la espalda a Dios.

    Cuando el capitn de una nave de guerra traiciona a su rey y levanta la bandera del enemigo,lo primero que hace no es derribar su propio barco, sino que lo mantiene tan eficiente comopuede, y con su armamento intacto, hace exactamente lo que no debera hacer. Optimicoruptio pessima! dice el proverbio del sabioesto es, a mayor excelencia, mayor peligro tienesu desercin. Si el almirante tuviera la posibilidad de elegir el barco que lo traiciona, dira: Quesea el ms dbil, porque la desercin del ms fuerte es ms peligrosa. En cada mbito de lavida es una realidad que las cualidades ms extraordinarias de un ser o una cosa nodesparecen cuando su accin es revertida, si no que se mantienen igualmente extraordinarios

    pero para mal.

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    En este sentido entendemos la cada del hombre. Antes de la cada tena el organismo msexquisito, que se diriga segn impulsos santos hacia los propsitos ms altos. Revertido por lacada, este precioso instrumento humano se mantuvo pero dirigido por impulsos impos y haciaobjetivos impos.

    Comparando al hombre con un barco, su cada no ech perder su motor; sin embargo, antes de

    la cada se mova hacia los propsitos de Dios, y despus de ella se mova en direccinopuesta. De hecho, tan rpido como navegaba hacia la felicidad, ahora navega hacia superdicin, lejos de Dios. Al mantener su mocin, la cada se hizo aun ms terrible, y mssegura su destruccin. Por lo tanto, mantenemos ambas posturas: el hombre mantuvo suscaractersticas excelentes, y su destruccin es evidente a menos que haya un nuevonacimiento.

    Ahora, de la imagen divina debemos ser cuidadosos en mantener:

    Primero, el organismo artstico y maravilloso llamado naturaleza humana.

    Segundo, la direccin hacia la cual se diriga, es decir, hacia los fines ms santos, en que Dioscre al hombre originalmente justo.

    Que Dios haya creado al hombre bueno y a su imagen no significa que Adn estabasimplemente en un estado de inocencia en el sentido de que no haba pecado; ni tampoco queestuviera perfectamente equipadopara llegar a ser santo al ir ascendiendo a un mayordesarrollo; sino que fue creado siendo realmente justo y santo, indicando no un grado dedesarrollo, sino ms bien, su estado. Esta era su justicia original. Luego, todo lo que sala de sucorazn, todas sus inclinaciones, eran perfectas. No careca de nada. Slo en un aspectodifera su condicin bendita a la de los hijos de Dios: poda perder su justicia, pero ellos no.De estas dos partes que constituyen la imagen divinaprimero, el organismo artstico del serhumano; segundo, la justicia original, en la cual el hombre se mova naturalmentela segundase pierde completamente, y la primera se revierte; pero el ser del hombre, aunque fuecompletamente arruinado, permaneci igual, para obrar hacia objetivos contrarios, en maldad einjusticia. De ah que las caractersticas o efectos secundarios de la imagen divina no se

    encuentran en las cosas buenas que permanecen en el hombre, sino en todo lo que hace. Elpecado del hombre no podra ser tan terrible si Dios no lo hubiese creado a Su imagen ysemejanza.

    Por tanto, las Escrituras dicen que todos se han descarriado, que todos han llegado a serinmundos, y que todos han sido destituidos de la gloria de Dios; y al mismo tiempo declara queincluso este hombre es creado a imagen de DiosGen. ix. 6y a Su semejanzaSantiago iii.9.

    VI. Roma, Socino, Arminio, Calvino

    Y vestos del nuevo hombre, creado segn Dios en la justicia y santidad de la verdad.Ef. iv.24.

    No es de extraarse que creyentes acepten diferentes perspectivas acerca del significado de laimagen de Dios. Este es el punto de partida que lleva a cuatro caminos distintos. La msmnima desviacin en el punto de partida te lleva a una representacin completamentediferente de la verdad. Por eso, cada cristiano creyente y racional, deliberadamente debe elegiruno de estos cuatro caminos.

    Primero, el camino de Roma, representado por Belarmino.

    Segundo, el de Arminio y Socino, que van mano a mano.

    Tercero, el de gran parte de los luteranos, dirigido por Mellanchthon.

    Finalmente, el camino trazado por Calvino, el de los Reformados.

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    La iglesia de Roma ensea que la justicia original del hombre no pertenece a la imagen divina,sino a la naturaleza humana como gracia sobreaadida. Citando a Belarmino, primero elhombre es creado en dos partes, cuerpo y espritu; segundo, la imagen divina se estampa enparte en el cuerpo, pero primeramente en el espritu humano, donde yace la consciencia moraly racional; tercero, hay un conflicto entre la carne y el espritu, la carne lujuriando en contra delespritu; cuarto, el hombre tiene un deseo e inclinacin natural hacia el pecado que, como

    deseo, no se considera malo a menos que se efecte el deseo; quinto, en Su gracia ycompasin Dios le dio al hombre, independiente de su naturaleza, su justicia original comodefensa y vlvula de seguridad para controlar la carne; sexto, a travs de su cada el hombrerepuls su justicia sobreaadida. Por tanto, como pecador, vuelve a su naturaleza desnuda, lacual se inclina naturalmente hacia el pecado, as como tambin sus deseos son pecaminosos.Creemos que los telogos romanos concordarn que sta sera su comprensin corrienterespecto a este tema. De acuerdo al Catechismus Romanus, (Pregunta 38): Dios, del polvo, ledio un cuerpo al hombre, de tal forma que participara de la inmortalidad, no por virtud de sunaturaleza, sino por gracia aadida. Para con su alma, Dios lo cre a Su imagen y semejanza,y le dio libre albedro; adems [proeterea, luego, no perteneciendo a su naturaleza], templ susdeseos de tal manera que continuamente obedecieran el dictamen de su razn. Aparte de esto,derram en l justicia original y le dio dominio sobre toda criatura.

    La perspectiva de Socino, y la de Arminio que lo segua de cerca, es completamente diferente.Es sabido que los socinianos negaban la deidad de Cristo, quien, tal como enseaban, habranacido como hombre. Ms encima (y mediante esto desviaron a los polacos y hngaros), elloscrean que Jess habra llegado a serDios. Por tanto, despus de su resurreccin, poda seradorado como Dios. Pero, en qu sentido? Que se le dio la naturaleza divina? De ningunamanera, en las Escrituras, los magistrados, siendo investidos con divina majestad que les dabaautoridad para ejercer autoridad, eran llamados dioses. Esto se aplicaba a Jess quien,despus de Su resurreccin, recibi poder sobre todas las criaturas eminentes. Luego, l esvestido completamente de divina majestad. Si un pecador, como magistrado, es llamado dios,cunto ms podemos decir que Cristo es Dios porque se dice que fue vestido con divinaautoridad?

    Para apoyar esta perspectiva falsa de la divinidad de Cristo, los socinianos adulteraron la

    doctrina de la imagen de Dios, hacindola equivalente al dominio del hombre sobre losanimales. En su opinin, esto tambin era un tipo de majestuosidad, que contena algo divino,lo cual era imagen de Dios. Luego, el primer Adn, habindose vestido de majestad y dominiosobre una parte de la creacin, era descendiente de Dios y creado a Su imagen. El segundoAdn, Cristo, tambin se visti de dominio y majestad sobre la creacin y, por lo tanto, lasEscrituras lo llaman Dios.

    El hecho de que los remonstrantes tambin adoptaron esta representacin doblemente falsa,se aprecia concluyentemente en lo que escribi el modesto profesor Limborch al comienzo delsiglo dieciocho: Esta imagen consista en el poder y posicin que Dios le dio al hombre sobretoda la creacin. Mediante este dominio muestra claramente la imagen de Dios en la tierra. Aesto agrega: Para ejercer dicho poder, fue dotado de gloriosos talentos. Pero stos son slomedios. El dominio sobre los animales es el elemento principal. Luego podemos inferir que el

    animal ms bravo y fiero de entre los animales ms mansos, jugando con leones y tigres comosi fueran mascotas, sera el tierno hijo de Dios. Lo decimos con toda seriedad y sin burlaalguna, para mostrar la necedad del sistema sociniano.

    La perspectiva luterana, como veremos ms adelante, ocupa el lugar intermedio entre la Iglesiade Roma y la Iglesia Reformada.

    Lo principal (reconocido por la representacin del Dr. Bhl) es que la imagen divina esmeramente la justicia original. No niegan que el hombre, en su naturaleza y ser, muestrahermosura y excelencia que recuerdan la imagen de Dios; pero la verdadera imagen no es lanaturaleza del hombre, ni su ser espiritual, sino la sabidura y justicia con la cual fue creada porDios. Gerhardt escribe: La verdadera similitud con Dios se encuentra en el alma del hombre,en parte, en su inteligencia, en parte, en sus inclinaciones morales y racionales; estas tres

    formas de excelencia constituyen su justicia original. Y Bauer: Con toda propiedad, estaimagen de Dios consiste de algunas perfecciones de voluntad, intelecto, y sentimiento que Dios

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    cre junto al hombre (concreatas), que corresponde a la justicia original. Por tanto, la doctrinaluterana ensea que la imagen propia de Dios se perdi completamente, y que el pecadorantes de la obra de gracia es como un bloque de materia, atado e incapaz aun de mover elmentn.

    Los reformados, por el contrario, siempre han negado este punto, enseando que la imagen de

    Dios, o de igual forma, Su semejanza, no slo consista en su justicia original, sino que incluael ser y la personalidad del hombre; no slo su estado, sino tambin su ser. De ah que lajusticia original no es algo adicional, sino que su ser, naturaleza y estado estaban originalmenteen preciosa armona y relacin causante. Ursino dijo: La imagen de Dios se refiere a: (1) lasustancia inmaterial del alma con sus dones de conocimiento y voluntad; (2) todo conocimientode Dios y de Su voluntad creado en el interior del hombre; (3) con santas y justas motivacionesdel corazn e inclinaciones del alma; (4) el gozo supremo, paz santa y abundancia de tododeleite; y (5) el dominio sobre las criaturas. Nuestra naturaleza moral refleja la imagen de Diosen todos estos aspectos, aunque de forma imperfecta. San Pablo describe la imagen de Diosdesde la verdadera justicia y santidad, sin embargo, no excluye la sabidura y conocimientointerior de Dios con el cual el hombre fue creado. De cierta forma lo presupone.

    Estas cuatro perspectivas respecto a la imagen divina presentan cuatro opiniones contrarias y

    claramente definidas. Los socinianos conciben la imagen de Dios completamente exterior alhombre y su ser moral, consistiendo en el ejercicio de algo que se asimila a la autoridad divina.El catlico romano s busca la imagen divina en el hombre pero la separa del ideal divino, esdecir, la justicia original es puesta sobre l como vestiduras. El luterano, tal como el sociniano,ubica la imagen divina fuera del hombre, exclusivamente sobre la divinidad, la cual no laconsidera como fornea o extraa al hombre sino calculada y originalmente creada para l (sinembargo, distinta de l). Finalmente, los reformados afirman que toda la personalidad delhombre es la imagen de Dios impresa sobre su ser y atributos; por tanto, naturalmente, lepertenece aquella perfeccin ideal que se expresa en la confesin de la justicia original.Sin lugar a dudas, la confesin reformada es la expresin ms pura y excelente de larevelacin bblica; por lo cual la aceptamos con profunda conviccin. Sostiene que Dios cre alhombre a Su imagen; no slo su naturaleza, como dira la Iglesia de Roma; no slo suautoridad, como diran los socinianos; no slo sujusticia, como diran los luteranos.

    Su imagen divina no se refiere slo a un atributo, estado o cualidad del hombre, sino al hombre,todo su ser; porque cre al hombre a Su imagen; y cualquier confesin que se distancie deesto, se aleja de la afirmacin bblica, esto es, del testimonio del Espritu: Hagamos al hombrea Nuestra imagen y semejanza, (Gen. i. 26) y no Restauremos al hombre a nuestra imagen.

    La imagen de Dios no se encuentra slo en la personalidaddel hombre, como sostienen lostelogos vermittelungos (de la mediacin), siguiendo a Fichte. Claramente la personalidad delhombre le pertenece, pero esto no es todo, ni siquiera el elemento principal. La personalidadnos contrasta a nuestros semejantes, y el contraste no puede venir de la imagen de Dios,porque Dios es Uno. La personalidad es una caracterstica bastante dbil de la imagen divina.La verdadera personalidad no es contraste, sino algo en gloriosa completitud, como se apreciaen Dios. Una persona es algo defectuoso; tres personas es un ser, es completitud.

    Por tanto, protestamos en contra de las enfticas y ruidosas afirmaciones que expresan que laimagen es nuestra personalidad imperfecta. Creemos que estas afirmaciones alejan a la Iglesiade las Escrituras. No; el hombre en s mismo es la imagen de Dios, todo su seren suexistencia espiritual, el ser y la naturaleza de su alma, en los atributos, formas y mecanismosque adornan y expresan su ser; no como si el hombre fuera un motor sin combustible, como unmodelo, sino un organismo vivo y activo ejerciendo influencia y poder.

    El hombre como ser, no es defectuoso, sino perfecto; no est en un estado de llegar a sersino en un estado de seres decir, no es que habra de llegar a serjusto, sino que era justo.Esta es su justicia original. Entonces, que Dios haya creado al hombre a Su imagen implica:Que el hombre es, en forma finita, la imagen del serinfinito de Dios.

    Sus atributos son, en forma finita, imagen de los atributos de Dios.

    Su estado era la imagen de la felicidad de Dios.

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    El dominio que ejerca era imagen del dominio y autoridad de Dios.

    Puede agregarse tambin que, como el cuerpo del hombre est diseado para el Espritu, debecontener tambin algunas sombras de esa imagen.

    Las iglesias reformadas deben mantener esta confesin en el plpito, en clases de catequesisy, por sobre todo, en las aulas de recitacin de teologa.

    VII. Los Neo-Kohlbruggianos

    Y vivi Adn ciento treinta aos y engendr un hijo a su semejanza, conforme a su imagen yllam su nombre Set.Gen. v. 3.

    Muchos son los esfuerzos por alterar el significado de la palabra, Hagamos al hombre aNuestra imagen y Semejanza (Gen i. 26) al cambiar su traduccin, sobre todo al cambiar lapalabra a por en en nuestra imagen. Esta forma alternativa de leer el texto es la baseprincipal del Dr. Bhl. Con esta traduccin, su sistema cae o permanece en pie.

    De acuerdo al Dr. Bhl, el hombre no posee la imagen divina, sino que mediante un acto divinofue puesto delante de ella, tal como una planta es puesta delante del sol. Mientras la plantapermanece en la oscuridad, sus flores y formas son invisibles; pero frente a la luz, su belleza esnotoria. En forma similar, el hombre no brillaba hasta que Dios lo puso en la gloria radiante deSu propia imagen, y luego el hombre resplandeci con belleza. Claramente esta idea requierede la traduccin hagamos al hombre en Nuestra imagen. (Gen i. 26)

    Permtanos explicar la diferencia: Gen. i. 26 en el hebreo usa dos preposiciones distintas. Laque se encuentra antes de semejanza () se usa invariablemente en comparaciones; mientrasque la otra, antes de imagen normalmente se usa para denotar que una cosa se encuentra enotra. De ah que la traduccin, En Nuestra imagen y a Su semejanza, aparentemente tieneargumentos a su favor. Esta traduccin (aunque creemos que es incorrecta; para conocer lasrazones vea el prximo artculo) no altera el significado, si se interpreta correctamente.

    Cul es la interpretacin correcta? No es la del Dr. Bhl; ya que, de acuerdo a l, este hombrecreado no se hallaba en la imagen misma de Dios, sino slo en su reflejo y radiacin. La plantano es puesta en el mismo sol, sino que frente a su radiacin. No; si Adn se encontr en mediode la imagen de Dios, entonces estaba completamente rodeado por ella.

    Ilustrmoslo. Hay imgenes de madera cubiertas con papel con una cabeza o busto impresosobre el papel, pintado para imitar la apariencia del mrmol o bronce. La madera podra estaren la imagen, cubierta por ella por cada lado. Efectivamente, el escultor acincela la imagensobre el mrmol, primeramente embargando la imagen total en su mente, o posando comomodelo, encerrndolo en su imaginacin. De la misma manera, se podra decir que Adn, aldespertar por primera vez a la conciencia, fue envuelto por la imagen de Dios; noexternamente, siendo l solamente Su reflejo, sino siendo permeado por completo por el ectipo

    de la imagen de Dios.

    La exactitud de esta exgesis se aprecia en Gen. v. 1-3, en el cual su contenido, aun cuandomuchas veces es pasado por alto, soluciona el tema. Aqu las Escrituras conectan directamentela creacin de Adn con el nacimiento de su hijo, quien es engendrado a su propia imagen.Leemos: El da que cre Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varn y hembra loscre y los bendijo, y llam el nombre de ellos Adn, el da en que fueron creados. Y vivi Adnciento treinta aos y engendr un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llam sunombre Set.

    En ambas se utiliza el trmino hebreo zelem, imagen. Luego, para entender correctamente elsignificado de la afirmacin, ser creado en la imagen y a semejanza de Dios, las Escriturasnos invitan a entenderlo con la ayuda de la imagen de la similitud entre un padre y su hijo. La

    semejanza del padre se encuentra en el ser del hijo, es parte de l, no es slo un reflejo

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    externo del padre sobre el hijo. Aun en su ausencia o muerte, la similitud de las caractersticasdel padre permanece en l.

    Por tanto, engendrar a un hijo en nuestra imagen y a nuestra semejanza significa dar existenciaa un ser que tiene nuestra imagen y similitud, aun si es una persona distinta a nosotros. De loanterior se desprende que cuando las Escrituras dicen, refirindose a Adn, que Dios lo cre a

    Su imagen y Semejanza, usando las mismas palabras imagen (zelem) y semejanza(demoeth), no es posible concluir que la imagen divina resplandeci sobre l, dando a entenderque camin en su luz; sino que Dios lo cre para que todo su ser, persona, y estado reflejaranla imagen divina, ya que llevaba esa imagen en s mismo.

    Es notable apreciar que las preposiciones usadas en Gen. i. 26 tambin aparecen en estepasaje, pero en orden revertido. Traduciendo la preposicin en como en Gen. i. 26, se lee:Engendr a un hijo en Su semejanza y a Su imagen. Esto es concluyente. Muestra cuninjusto es usar un significado diferente por el uso de distintas preposiciones. Aun si traducimos por enen la imagen de Diosel sentido sigue siendo el mismo; en ambos, la imagenno es slo un reflejo sobre el hombre, indicando solamente su estado, sino tambin su forma.Indica ambos, su estado y su serf.

    Sin embargo, antes de proceder, permitamos al Dr. Bhl hablar por s mismo, ya queposiblemente hemos malinterpretado sus dichos. Dejemos que sus propias palabras hablendirectamente al lector.

    Extraemos estas citas de su obra, la cual lleva por nombre Von der Incarnation des GottlichenWortes; un libro dogmtico, muy importante, en el cual lidia con los golpes teolgicos devermitullungos que han llenado nuestros corazones de gozo, en parte, porque Dios es honradoen l y tambin por el consuelo que trae a los corazones quebrantados. Por lo tanto, no esnuestra intencin disminuir la obra del Dr. Bhl; slo contendemos frente a su presentacin dela imagen de Dios, la cual no consideramos acertada. Luego, apuntamos, a las frases msimportantes y claras en las pginas 28 y 29:Dios lo orden de tal manera que, desde el comienzo, el hombre estuvo delante de lainfluencia de lo bueno y, consecuentemente, hizo lo que era bueno. Lo cre en la imagen de

    Dios, a su semejanza. Lo que esto significa se hace ms evidente cuando consideramos larestauracin del hombre cado (de acuerdo a Efesios. iv. 24; Col. iii. 9). Pablo, hablando delnuevo hombre que debemos llevar al desvestirnos del antiguo, se refiere al estado original, yahora describe este nuevo hombre como uno creado a imagen de Dios en justicia y santidad,tal como realmente es. Estas expresiones apostlicas contienen la descripcin de la mismandole que con la cual Moiss caracteriza con las palabras: En la imagen de Dios, a Susemejanza. La regeneracin es una nueva creacin, sin embargo, se ordena segn el modeloantiguo, sin extraer o agregar nada de ste. De ah que uno podra deshacerse de estaposicin del hombre frente a la imagen de Dios, donde es hecho a Su imagen, sin deshacersede la criatura de Dios como tal. Ms aun, el apstol describe el actuar del nuevo hombre segnla imagen de las vestiduras que debe usar (Col. iii. 12 ff.). La base sobre la cual se afirma queel hombre debe usar vestiduras es Cristo, el Espritu que Cristo enva del Padre; o el estar enCristo o en su gracia (2 Cor. v. 17; Gal. v. 16, 18, 25; Rom. v. 2). De la misma forma, es la base

    para la semejanza con Dios, estar en la imagen de Dios, de acuerdo a Gen. i. 26. [2]Las frases en letra itlica descartan toda duda. Es posible concebir que la imagen de Diosdesaparezca completamente y al mismo tiempo concebir al hombre siendo hombre.El Dr. Bhl vuelve a mencionar esto en las siguientes palabras (p. 29):Si pensamos en la criatura habiendo dejado su posicin frente a la imagen de Dios, la criaturase mantiene intacta.[3]

    Con esto, el Dr. Bhl llega tan lejos, que l mismo siente que se ha acercado a los lmites de laiglesia de Roma, por lo cual contina diciendo: Sin embargo, con este entendimiento, lacriatura no ha retenido suficiente fuerza, con la ayuda del don de gracia de Cristo, pararestaurarse a s misma, tal como la Iglesia de Roma ensea. Pero despus de la cada, el egodel hombre, con todos sus elevados dones, ha dejado su posicin y es entregado a la Muerte,quien gobierna sobre l, y a la Ley, su conductor hacia la muerte. [4]

    http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-1http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-1http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-2http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-2http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-3http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-1http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-2http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-3
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    Pero aun ms fuerte: el Dr. Bhl est tan firmemente sujeto a esta posicin que, aunrefirindose a Cristo, dice que antes de Su resurreccin careca la imagen divina. Observen lapgina 45: Nuestro Seor y Salvador, estuvo fuera de la imagen de Dios. [5]Lo cual es aun ms serio ya que como consecuencia de esta presentacin, las pasiones ydeseos hacia el pecado, en s mismos, no se consideran pecaminosos, tal como ensea laiglesia de Roma.

    As leemos en la pgina 73:El hecho de que el hombre tenga deseos, que sea guiado por pasiones como el enojo, temor,coraje, celos, gozo, amor, odio, anhelos, pena; todo esto no constituye pecado; porque lacapacidad de experimentar enojo, irritacin o compasin, junta a las dems pasiones, escreada por Dios. Sin estas, no habra ni vida ni revuelo en el hombre. Por tanto, los deseos ypasiones en el hombre no son pecados en s mismos. Son y se convierten en pecados en lacondicin presente del hombre, porque, mediante la ley, y por esa tendencia pervertida delhombre que el apstol Pablo denomina la ley del pecado, el ego del hombre lo obliga adeterminar su relacin con esas pasiones y deseos, esto es, para adoptar una buena o malaactitud hacia ellos.[6]

    Que cada uno juzgue por s mismo si fue demasiado hablar de la necesidad de protestar, en el

    nombre de nuestra Confesin Reformada, en contra de esta representacin platnica que pocoa poco ha ido apareciendo, y que ms adelante ha sido defendida por la iglesia de Roma, y enparte por telogos luteranos.

    El Dr. Bhl habla muy bien al mostrar que la justicia original no era un simple germen quehabra de desarrollarse, sino que la justicia de Adn estaba completa y no careca de nada. Suprueba en contra de Roma, tambin es excelente, al mostrar que el hombre, en su naturalezadesnuda, carece de todo poder para la santidad. Pero erra al representar la imagen de Dioscomo algo sin lo cual el hombre sigue siendo hombre. Esto, mecnicamente, ubica la justicia ysantidad fuera de nosotros, justamente cuando la conexin entre esa imagen y nuestro ser, queexisti y an debiera existir, es la que hay que mantener.

    Sin embargo, que no se piense que el Dr. Bhl tiene alguna inclinacin hacia la iglesia de

    Roma. Si lo entendemos correctamente, su desviacin, explicada desde el punto de vistapsicolgico, nace de un motivo completamente diferente.

    Es un hecho conocido, que el Dr. Khlbrugge ha contendido, con glorioso ardor de fe, en contradel restablecimiento del Pacto de las Obras en medio del Pacto de la Gracia: y nos haintroducido nuevamente, con tensin y nfasis, a la obra completa y finalizada de nuestroSalvador, y nada se puede agregar a ella. Luego, este predicador de la justicia fue forzado allevar al hijo de Dios a recordarquin era cuando no estaba en Cristo. Claramente, fuera deCristo no hay diferencia entre un hijo de Dios y un no creyente. Pues estn todos en el mismosaco, tal como el ritual de la cena del Seor dice con tanta belleza: Buscamos nuestra vida,fuera de nosotros mismos, en Jesucristo, y de esta manera reconocemos que nos encontramosen medio de la muerte; as tambin el Catecismo de Heidelberg declara: He transgredidogroseramente todos los mandamientos de Dios, sin guardar ninguno de ellos, y an me inclino

    hacia la maldad.

    Si nuestra ptica es correcta, el Dr. Bhl ha intentado reducir esta parte de la verdad a unsistema dogmtico. La ha racionalizado de la siguiente manera: Si la vida del hijo de Dios estfuera de s mismo, entonces la vida de Adn, quien fue un hijo de Dios, tambin debi haberestado fuera de s mismo. Por tanto, la imagen de Dios no estaba en el hombre sino fuera del.

    Cul es el error de este razonamiento? Que el hijo de Dios sigue siendo pecador hasta sumuerte y es restaurado completamente slo despus de su muerte. Slo ah le pertenece laredencin completa, mientras que en Adn, no haba pecado antes de la cada: por tanto, Adnjams podra haber dicho que en s mismo se encontraba en medio de la muerte.

    Con toda seriedad en nuestros corazones, imploramos a todos los que nos acompaan,quienes poseen este tesoro de la predicacin del Dr. Khlbrugge, que cuidadosamente

    http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-4http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-5http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-4http://es.gospeltranslations.org/wiki/La_Obra_del_Esp%C3%ADritu_Santo/Volumen_2%3A_Introducc%C3%ADon#cite_note-5
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    examinen y noten esta desviacin. Si los jvenes khlbruggianos son tentados a malinterpretara su maestro con respecto a este punto, la prdida sera incalculable, y el brecha de laConfesin Reformada perdurara en el tiempo, ya que toca un punto que afecta toda laconfesin de fe.

    VIII. Segn La Escritura

    El da en que cre Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo.Gen. v. 1.

    En pginas recientes, hemos demostrado que la traduccin en Nuestra imagen, realmentesignifica, a nuestra imagen. Crear algo en la imagen de no es un correcto uso de lenguaje;es inconcebible y lgicamente errneo. Procedemos, ahora, a explicar cmo se debiera traducircorrectamente, dando a conocer las razones del porqu.

    Comenzaremos citando algunos pasajes del Antiguo Testamento en los cuales la preposicin"B" no puede ser traducida como "en" (la cual en Gen. i. 27. precede la palabra 'imagen'), sinoque requiere una preposicin de comparacin, como por ejemplo: "como" o "segn."Isa. xlviii. 10 dice: He aqu, te he purificado, y no como la plata; te he escogido en horno deafliccin. Aqu encontramos la preposicin B antes de plata, tal como en Gen. i. 27 antes de

    imagen. Es evidente que no se puede traducir en plata, sino como plata. Claramente elSeor no convertira a los judos en vasijas de plata fundida. La preposicin es de comparacin;como en la Primera Epstola de Pedro i. 17 se compara la refinacin de Israel a la de un metalnoble. Se podra traducir: Yo los he refinado, pero no de acuerdo a la naturaleza de la plata, osimplemente: como la plata.

    El Salmo cii. dice: Porque mis das se han consumido como humo, y mis huesos cual tiznestn quemados. En el hebreo se utiliza la misma preposicin B antes de humo y casi todoslos exegetas lo traducen como humo.

    Nuevamente, el Salmo xxxv. 2 dice: Echa mano al escudo y al pavs, y levntate como miayuda. Levntate en mi ayuda no tiene sentido. La idea no acepta otra traduccin sino sta:Levntate para que seas mi ayuda; o, Levntate como mi ayuda; o como lo ha traducido la

    versin autorizada: Levntate para mi ayuda.

    Vemos el mismo resultado en Lev. xvii. 11: Porque la vida de la carne en la sangre est, y yoos la he dado para hacer expiacin sobre el altar por vuestras almas, y la misma sangre harexpiacin por las personas. Aqu nuevamente se utiliza la preposicin B. En el hebreo dice:Banefesh (Heb. Shin dot Pe segol Nun segol Bet patah dagesh), el cual se traduce porvuestras almas. Sera absurdo traducirlo como: en vuestras almas; ya que la sangre no entraen el alma y tampoco se lleva a cabo la expiacin dentro del alma, sino sobre el altar. Aqutambin tenemos una comparacin (sustitucin). La sangre es como el alma, representa alalma en la expiacin, toma el lugar del alma.

    Notamos lo mismo en Prov. iii. 26, donde Salomn, con su sabidura dice: Porque Jehov sertu confianza, Y l preservar tu pie de quedar preso. Aqu se utiliza la misma preposicin. El

    texto Hebreo dice: Bkisleka (Heb. Dalet hataf qamats Lamed segol Samekh sheva Kaf hiriqBet dagesh sheva), en forma literal como tus lomos. Y por el hecho de que el lomo es lafuerza del hombre, se utiliza metafricamente para indicar la base de confianza y esperanza entiempos de angustia. Por tanto, el significado es perfectamente claro. Salomn dice: Jehovser para ti la base de confianza, tu refugio, y tu esperanza. Porque si leemos: Jehov estaren tu esperanza, se podra inferir que entre otras cosas, el Seor se encontraba en laesperanza de los piadosos; lo cual sera antibblico, dejando un sabor a pelagianismo. En lasEscrituras el Seor es la nica esperanza del pueblo. Por tanto, claramente, la preposicin nosignifica en, sino ms bien indica una comparacin.

    Para aadir un ejemplo ms, Ex. xviii. 4 dice: El Dios de mi padre me ayud y me libr de laespada de Faran. Si se tradujera, El Dios de mi padre fue en mi ayuda, cun ilgico yantibblico sera!

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    De estos pasajes y otros que se pueden aadir, podemos decir:

    1. Que esta preposicin no siempre se traduce como en.2. Que su uso como una preposicin de comparacin como, para, a, est lejos de ser

    considerado extrao o escaso.Con esta informacin, volvamos a Gen i. 26; que en nuestra opinin, ya no nos ofrece ninguna

    dificultad. Como en Isa. xlviii. 10, la preposicin y el sustantivo se traducen como la plata; enel Salmo cii. 4, como el humo; en el Salmo xxxv. 2, como o para mi ayuda; en Lev, xvii. 11,como o en mi alma; en Prov. iii. 16, como, o para mi confianza, la versin alemana de laBiblia Hebrea de Viena traduce, Hagamos al hombre a, o como Nuestra imagen, es decir,hagamos al hombre, quien ser nuestra imagen en la tierra. O, con ms libertad: Hagamos aalguien en la tierra quien tendr nuestra imagen, quien ser como nuestra imagen en la tierra, oque ser una imagen en la tierra para nosotros.

    Consecuentemente, podramos traducir en Gen. i. 27: Y Dios cre al hombre para su imagen,a imagen de Dios lo cre.Es exactamente lo mismo si digo, Dios cre al hombre a su imagen, esto es, as el hombrepas a tener o poseer la imagen de Dios, o Dios cre al hombre como imagen de s mismo.En ambas, de forma similar, se expresa que el hombre exhibira la imagen de Dios. Hasta ese

    momento, la tierra careca de la imagen de Dios. Cuando Dios cre al hombre, esta carencia sesupli, porque dicha imagen era el hombre, sobre el cual Dios estamp su propia imagen. Portanto, no vemos diferencia en ambas traducciones.

    Si hablamos de la estampa de cera de un sello, puedo decir, Hice una estampa de cera a laimagen del sello, refirindome a la imagen cncava del sello; o, La imagen fue estampadasobre la cera, refirindome a la imagen convexa sobre la cera.Aadimos, entonces, tres comentarios:Primero, la palabra hombre en Gen. i. 26 no se refiere a una persona, sino a toda la raza.Adn no era simplemente una persona, sino nuestro progenitor y cabeza representante. Todala raza humana estaba sobre sus hombros. La humanidad, en cualquier punto de la historia, esla suma de todos los que viven o vivirn algn da en este mundo, sean muchos o pocos. SloAdn fue la humanidad; cuando Dios le dio a Eva, ambos juntos eran la humanidad. Hagamos

    al hombre a Nuestra imagen y a Nuestra semejanza, es igual que decir: Hagamos a lahumanidad, la cual llevar sobre ella Nuestra imagen. Tambin se refiere al individuo, en elsentido que l tambin es parte de la familia humana. Por tanto, Adn engendr hijos en suimagen y su propia semejanza. Sin embargo, hay una diferencia. Cada hombre tiene distintosdones y cualidades; no se podra apreciar la plenitud de la imagen de Dios en los dones de losindividuos, sino en la manifestacin completa de la raza, si el hombre no hubiese pecado.De ah que la versin holandesa usa el plural, aun cuando el hebreo usa el singular hombre:no se refiere slo a Adn, sino al gnero hombre, a la humanidad, creada a imagen de Dios.Luego, cuando el primer hombre cay, el segundo Adn vino en Cristo, quien, como segundacabeza representante, contena en S mismo a toda la Iglesia de Dios. En su capacidad demediador, Cristo apareci como la imagen de Dios en lugar de Adn, por lo cual cada miembrode la Iglesia debe ser transformado a Su imagen1 Cor. xv. 49; Rom. viii. 29. Y la Iglesia,representando a la humanidad regenerada, es el plroma del Seor; ya que se le llama la

    plenitud de Aquel que lo llena todo en todo.

    Segundo, como el hombre es creado a imagen de Dios, debe permanecer entendiendo que esslo imagen y nunca presumir o creerse el original. La imagen y el original son opuestos.Dios es Dios y el hombre no es Dios, sino la imagen de Dios. Por consiguiente, la esencia delpecado es que el hombre rehsa aceptar su condicin de imagen, reflejo, sombra, al exaltarse,creyendo ser algo real en s mismo. Su conversin, por tanto, depende completamente de lavoluntad de volver a ser imagen, es decir, creer. Aquel que es formado a imagen de Dios, no esnada en s mismo, sino que exhibe todos sus atributos en absoluta dependencia de quienrecibi dicha imagen; esto corresponde a su mayor honra y completa dependencia.

    Finalmente, es necesario que la imagen de Dios se vea sobre la tierra. Con este propsito crea Adn. El hombre niega la existencia de la imagen de Dios sobre la tierra desvirtuando

    completamente los propsitos de Dios. Aqu comienza la alabanza de la imagen. La alabanzade la imagen quiere decir que el hombre dice que crear la imagen de Dios en s mismo, por su

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    propia iniciativa. Esto se opone diametralmente a la obra de Dios. El santo derecho de crearuna imagen de S mismo, es slo Suyo y el hombre jams debiera intentar tomarlo para s. Portanto, es presuncin, cuando, al aspirar ser como Dios, el hombre rehsa mantener sucondicin de imagen de Dios, desvirta su propsito, e intenta por s mismo, ser unarepresentacin de Dios de oro y de plata.

    La alabanza a la imagen es un pecado horrendo. Dios dijo: No te hars imagen. (Ex. xx. 4)Este pecado viene de Satans. l siempre imita la obra de Dios. No quiere ser menor que Diosen nada. Cuando finalmente aparezca la gran bestia, el Dragn proclamar: Los que habitensobre la tierra crearn una imagen de la Bestia! Dios ha decretado que Su propia imagen serel objeto de eterno deleite. Pero Satans, en oposicin, desvirta esa imagen y hace unaimagen para s mismo; no de hombre, pues este est corrompido y arruinado, sino de unabestia. Y as, en su manifestacin suprema, se juzga a s mismo. El Hijo de Dios se hizohombre, la creacin de Satans es una bestia.

    Cuando la bestia y su imagen sean finalmente derrotados, por Aquel que es como hijo dehombre, es el triunfo del Seor sobre Sus enemigos. Entonces la imagen divina es restaurada ynunca ms se podr deshonrar. El Todopoderoso se regocijar para siempre en el reflejo de Smismo.

    IX. La Imagen de Dios en el Hombre

    Y as como hemos trado la imagen del terrenal, traeremos tambin la imagen del celestial.1Cor. xv. 49.

    Slo nos queda un punto por discutir, a saber, si la imagen divina se refiere a la imagen deCristo.Esta opinin singular ha encontrado muchos adeptos en la iglesia, desde sus inicios. Se origincon Origen, quien con brillantes, fascinantes y seductoras herejas, ha provocado gran disturbioen la Iglesia; y su hereja respecto a este tema ha encontrado muchos defensores al este y aloeste. Incluso Tertulio y Ambrose lo apoyaron, junto a Basilio y Crisstomo; y fue nada ms ninada menos que San Agustn quien tuvo que desarraigar esta hereja.

    Nuestros telogos reformados, siguiendo de cerca la lnea de San Agustn, se han opuestofirmemente a ella. Junius, Zanchius y Calvino, Voetius y Coccejus condenaron la hereja,declarndola como un error. Podemos decir, con seguridad, que en nuestra herencia reformadano hubo lugar para este error.

    En el ltimo siglo, sigilosamente, ha vuelto a entrar a la Iglesia. La filosofa pantesta fue laresponsable; y sus efectos secundarios han tentado a los telogos holandeses de la mediacina volver al antiguo error.

    Los grandes filsofos que encantaron las mentes de este siglo en sus comienzos seenamoraron de la idea de que Dios se hizo hombre. No ensearon que el Verbo se hizo carne,sino que Dios se hizo hombre; y esto en el sentido fatal de que Dios va eternamenteconvirtindose, y que se convierte en un mejor Dios, ms puro, cuando se hace hombre. Este

    pernicioso sistema, que subvierte los fundamentos de la fe cristiana, y bajo disfraz cristianoaniquila al cristianismo esencial, ha conducido a la doctrina de que en Jesucristo estaencarnacin se convirti en un hecho; y de ella se dedujo que Dios se habra convertido enhombre aun si el hombre no hubiera pecado.

    En reiteradas ocasiones nos hemos referido al peligro de ensear esta doctrina. Las Escriturasla repudian, enseando que Cristo es el Redentor de nuestro pecado, en expiacin ypropiciacin. Pero una mera contradiccin no va a detener esta perversa enseanza; este hilovenenoso que se entrelaza en la urdimbre y trama de la teologa tica, no se extirpar de lapredicacin hasta que prevalezca la conviccin de que es filosfico y pantesta, y que se alejade la simplicidad de las Escrituras.

    Pero, respecto a los predicadores actuales, no hay nada que hacer. Prcticamente todos los

    manuales alemanes usados actualmente por nuevos ministros contienen este error; por esto

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    prevalece ampliamente la idea de que la imagen en la cual el hombre fue creado era la deCristo.

    Esto es natural. Mientras se crea que, aun sin pecado, el hombre fue destinado para Cristo yCristo para el hombre, se deduce que el hombre original fue diseado para Cristo y, por lotanto, fue creado a la imagen de Cristo.

    Como evidencia de que lo anterior nos desva de la verdad, para los telogos, nos referiremosa los escritos de San Agustn, Calvino, y Voetius acerca de este punto, y para nuestros lectoreslaicos, ofrecemos una breve explicacin de porqu nosotros y todas las iglesias reformadasrechazan esta interpretacin.

    Comenzaremos refirindonos a varios pasajes en las Escrituras, enseanzas acerca de lanecesidad de que el pecador redimido sea renovado y transformado a la imagen de Cristo.En 2 Cor. iii. 18 leemos: Somos transformados de gloria en gloria a la misma imagen (delSeor), como por el Espritu del Seor.; y en Rom. viii. 29: Que somos predestinados para serconformados a la imagen del Su Hijo; y en I Cor. xv. 49: Y as como hemos trado la imagendel terrenal, traeremos tambin la imagen del celestial. A esta categora pertenecen todos lospasajes en los cuales el Espritu Santo nos amonesta a conformarnos al ejemplo de Jess, lo

    que no debe entenderse como una mera i