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LA ORTOGRAFIA DE LOS AUTOGRAFOS SANJUANISTAS Sugerencias para la transcripción de los textos * Se conserva un número reducido de páginas autógrafas. En com- paración con santa Teresa y otros contemporáneos, san Juan de la Cruz es, en este sentido, un desafortunado. No existe motivo razo- nable para pensar que al redactar el Cántico espriritual usó crite- rios ortográficos diferentes a los seguidos en otros escritos. La relativa libertad imperante en su tiempo justifica sobrada- mente las fluctuaciones ortográficas que registramos en la pluma del Doctor Místico. No podemos buscar en él la preceptiva moderna. Tampoco un rigor ni una uniformidad que le coloquen fuera de su ambiente. La mejor prueba de los modos entonces imperantes nos la ofre- cen los traslados manuscritos y las ediciones de su obra. Hasta los amanuenses que se esfuerzan por extremar la fidelidad al texto se desentienden de la ortografía. Cada uno copia tan libremente como compone sus propios escritos. Comparando los mss. del Cántico con las páginas autógrafas de san Juan de la Cruz se concluye, sin género de duda, que la mayor exactitud en la transmisión del texto no está en relación con una mayor afinidad ortográfica. Entre el ms. * Estas páginas fueron redactadas hace años para servir de introducción a una nueva edición crítica del Cántico espiritual. La excesiva demora de su aparición, ajena totalmente a la voluntad del autor, ha motivado la sugerencia de publicarlas por separado en vistas a mejorar los criterios adoptados a tra- vés de posibles consejos. En este contexto las alusiones y referencias al Cán- tico y a sus copias manuscritas deben aplicarse, con las debidas salvedades, a los demás escritos del Santo. Deben tenerse en cuenta las siguientes siglas: CA = primera redacción del Cántico; CB segunda redacción del mismo; BMC — Biblioteca Mística Carmelitana; MemHist = Memorias Historiales de Andrés de la Encarnación; S = ms. de Sanlúcar de Barrameda; T = ms. de Tarazona Otras se señalan más adelante. Ephemerides Carmeliticae 31 (1980/1) 195-243

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LA O RTOGRAFIA DE LOS A U TO G RAFO S SA N JU A N IS T A S

S u g e r e n c ia s p a ra la tr a n sc r ip c ió n d e lo s te x to s *

Se conserva un número reducido de páginas autógrafas. En com­paración con santa Teresa y otros contemporáneos, san Juan de la Cruz es, en este sentido, un desafortunado. No existe motivo razo­nable para pensar que al redactar el Cántico espriritual usó crite­rios ortográficos diferentes a los seguidos en otros escritos.

La relativa libertad imperante en su tiempo justifica sobrada­mente las fluctuaciones ortográficas que registramos en la pluma del Doctor Místico. No podemos buscar en él la preceptiva moderna. Tampoco un rigor ni una uniformidad que le coloquen fuera de su ambiente.

La m ejor prueba de los modos entonces imperantes nos la ofre­cen los traslados manuscritos y las ediciones de su obra. Hasta los amanuenses que se esfuerzan por extremar la fidelidad al texto se desentienden de la ortografía. Cada uno copia tan libremente como compone sus propios escritos. Comparando los mss. del Cántico con las páginas autógrafas de san Juan de la Cruz se concluye, sin género de duda, que la mayor exactitud en la transmisión del texto no está en relación con una mayor afinidad ortográfica. Entre el ms.

* Estas páginas fueron redactadas hace años para servir de introducción a una nueva edición crítica del Cántico espiritual. La excesiva demora de su aparición, ajena totalmente a la voluntad del autor, ha motivado la sugerencia de publicarlas por separado en vistas a mejorar los criterios adoptados a tra­vés de posibles consejos. En este contexto las alusiones y referencias al Cán­tico y a sus copias manuscritas deben aplicarse, con las debidas salvedades, a los demás escritos del Santo. Deben tenerse en cuenta las siguientes siglas: CA = primera redacción del Cántico; CB — segunda redacción del mismo; BMC — Biblioteca Mística Carmelitana; M emHist = Memorias Historiales de Andrés de la Encarnación; S = ms. de Sanlúcar de Barrameda; T = ms. de Tarazona Otras se señalan más adelante.

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de S, por ejemplo, y los autógrafos sanjuanistas existe mayor distan­cia que entre éstos y T.

Un examen minucioso demuestra con certeza otra conclusión im­portante: ninguno de los mss. conocidos reproduce con fidelidad ciertas normas, relativamente seguras, de la ortografía sanjuanista. Pese a las irregularidades y fluctuaciones inevitables, dada la situa­ción existente, san Juan de la Cruz escribe con arreglo a criterios ortográficos de notable constancia y estabilidad. También se verifica el fenómeno — en mayor o menor grado — en algunos mss. Sin embargo, no se da coincidencia en la clave ortográfica con ninguno de ellos.

Estas constataciones plantean al editor un delicado problema respecto al criterio preferible en la transcripción del texto. Acepta­da de antemano la imposiblidad de reconstruirlo tal como estaba en el autógrafo, hay que replegarse hacia otras soluciones.

La mayoría de los editores han seguido el camino más fácil: la modernización total, salvo ciertas modalidades sintácticas o determi­nados fenómenos morfológicos exigidos principalmente por la versi­ficación. Es, sin duda, un criterio sustancialmente válido. Tiene ade­más ventajas inalcanzables por otros derroteros. Ante todo, facilita la lectura para el gran público.

Teóricamente podría proponerse un texto con sabor clásico re­produciendo a la letra el texto del ms. base o el de otro que se juzgue más próximo a la ortografía sanjuanista. Tendría la indudable utili­dad de aproximar a los modos típicos de la época en que se com­puso la obra. El inconveniente de una lectura desagradable para el público se mitigaría, en cierto sentido, con la inevitable moderni­zación de la puntuación y separación de palabras y la uniformidad en la acentuación, cosas incuestionables de no intentar una edición paleográfica b Nos parece desaconsejable semejante procedimiento por la razón ya insinuada. No habrá aproximación al criterio san­juanista más que en el hecho de la fluctuación ortográfica; tendría­mos un texto donde se salva la alternancia típica del siglo XVI. Lo

i El criterio de la ed. de Dom Chevallier de 1930 es singular. Moderniza totalmente la ortografía, pero sin puntuar en ningún sentido el texto. El pro­cedimiento normal suele ser el contrario. — Por su parte, el P. Silverio (como antes había hecho el P. Gerardo) se atiene a una interpretación en todo con­forme a la escritura actual. — Una fórmula intermedia ha adoptado el P. Lu- cinio en eds. de la B.A.C. Mientras en el CB elimina la ortografía antigua, en el CA (editado como borrador) sigue con casi absoluta fidelidad la escri­tura, típicamente anzaluza, del ms. S, aunque modernizando su puntuación y añadiendo la acentuación al uso de hoy. Ha modificado el criterio desde la ed. 10a (1978) modernizando también la ortografía del CA y abandonando la del ms. de Sanlúcar. Al parecer en este punto le han convencido las sugerencias hechas en recensiones a ediciones precedentes.

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que no se lograría, en cambio, sería lo más personalmente san- juanista, es decir: las normas ortográficas fijas o estables en él, sea de índole general, sea relativas a determinadas palabras. Ninguno de los mss. conocidos sigue esas normas.

Más arriesgado sería el intento de establecer un texto que repro­dujese la fonética de la época en que se compone el Cántico. El re­sultado no sería satisfactorio. Es bien sabido que el mapa lingüístico de la Península presentaba notables y abundantes diferencias. En buena parte la diversidad ortográfica de los mss. de la obra se debe a ese hecho incuestionable. Dentro de una misma región, como Anda­lucía, son muy destacadas las diferencias fonéticas y dialectales2. Tampoco los preceptistas del idioma « castellano » están de acuerdo por entonces al establecer la correlación entre fonética y ortografía o escritura en general. Ignoramos qué texto gramatical estudió san Juan de la Cruz, pero aunque llegásemos a individuarlo, quedaría la duda de si, ante la libertad y confusión reinantes, se mantuvo fiel a su norm ativa3. No podemos tampoco olvidar que su « castellano » de Avila y Salamanca hubo de sufrir cierta matización o coloración andaluza, dada la prolongada estancia en el sur.

Descartados estos criterios, intentamos acercarnos lo más posi­ble al autógrafo sanjuanista abriendo otro camino. Somos conscien­tes del riesgo y también de la oposición que puede suscitar. El pro­cedimiento nos parece legítimo. En parte obligado. En todo caso se podrá discutir si es preferible un texto totalmente modernizado o una transcripción híbrida, por lo menos a prim era vista. Lo es ya en algún sentido toda edición que introduzca en textos antiguos la acentuación, la puntuación y la división temática de la preceptiva moderna. Fuera de ediciones paleográficas el hecho se ha vuelto

2 Aunque sería sencillo ilustrar abundantemente el hecho con bibliogra­fía copiosa sobre el tema, no es propio de este lugar. El interesado hallará las indicaciones requeridas en repertorios esmerados. Contienen todo lo sus­tancial, entre otros, los de A n to n io Q u i l i s , Fonética y fonología del español. Madrid, C.S.I.C., 1963 (= Cuadernos bibliográficos, n. 10). Sobre los atlas lin­güísticos generales o regionales cf. nn. 698-924, p. 52-63. — El atlas andaluz lo ha estudiado con particular interés e insistencia M. Alvar. Para una pri­mera confrontación sigue siendo de gran utilidad Garcia de Diego, V., Manual de dialectología española. Madrid 1946; 2a ed. 1959. — Otro repertorio impor­tante que recoge la bibliografía de los anteriores se debe al mismo M a n u e l A lv a r , Dialectología española. Madrid C.S.I.C., 1962 ( = Cuadernos bibliográfi­cos, n. 7).

3 A los repertorios clásicos de La Viñaza y S a m u e l G i l í G ay a , éste en su excelente Tesoro lexicográfico (1492-1726) Madrid 1947 ss. pueden añadirse las referencias bibliográficas reunidas en los autores citados en la not. anterior. Cf. A. Q u i l i s , Fonética, p. 74-75. Interesantes los complementos que ofrecen R . de B a l b ín y A. R o ld a n en la ed. faesimilar de la Gramática de la lengua vul­gar de España (Lovaina 1559) Madrid 1966 (= Clásicos Hispánicos).

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norma corriente. Nada puede objetarse en contrario. No podemos apartarnos tampoco nosotros de ese criterio común. Pero el problema no se plantea en ese terreno. Radica en la relación que se ha de establecer entre la ortografía actual y la seguida por san Juan de la Cruz, caso de poder conocerla, al menos en sus rasgos más generales.

Si el examen minucioso de sus páginas autógrafas permite estable­cer con suficiente garantía ciertas reglas ortográficas seguidas inva­riablemente por el Doctor Místico, nada tan justificado como el adop­tarlas en el Cántico. Si son realmente seguras, debemos pensar que a ellas se atuvo al componer esta obra. Los traslados mss. pueden ser a veces confirmación y a veces complemento. En ocasiones la semejanza o analogía de un fenómeno ortográfico (de los autógrafos o de los mss.) puede perm itir ampliar una clave ortográfica, rela­tivamente restringida, si se tiene en cuenta la parquedad de las piezas autógrafas.

Acaso su penuria ha influido inconscientemente en la creencia generalizada de que no existe base suficiente para un estudio siste­mático de la ortografía sanjuanista. Sin pecar de optimistas pode­mos constatar que la realidad es otra. Las exiguas páginas salvadas de la avaricia del tiempo y de la hostilidad de los elementos han sorprendido nuestra exigencia investigadora con resultados más hala­güeños de lo que al iniciar esta labor previa pudimos sospechar.

Rehacer la clave ortográfica de san Juan de la Cruz a base de elementos tan limitados exige un proceso largo y fatigoso. Impone un análisis minucioso de todos los autógrafos conocidos, examinán­dolos letra a letra y palabra por palabra. Sintetizaremos los resul­tados obtenidos, apuntado de momento sólo las imprescindibles constataciones para orientación del lec to r4.

La hipótesis apuntada de que el Cántico se haya escrito con idénticas normas ortográficas que los demás escritos sanjuanistas se afianza al prim er contacto con los autógrafos conocidos actual­mente. Casi todos ellos proceden de la misma región donde se com­puso el Cántico. Son además muy próximos cronológicamente a su texto. Nada tan razonable como suponer uniformidad de criterios en ambos extremos. De momento poco importa que exista o no con­cordancia ortográfica. Lo que interesa es que se dé uniformidad en la normativa redaccional. Lo debemos suponer, mientras no haya pruebas en contra.

Antes de iniciar nuestro examen es preciso que el lector conozca el campo de exploración, es decir, la serie de piezas autógrafas y su

4 El estudio exhaustivo alargaría desmesuradamente estas páginas; retene­mos lo esencial.

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valor desigual para lo que aquí interesa. No descendemos a minu­ciosas descripciones de índole bibliográfica. Reunimos los datos ne­cesarios para que pueda seguirse el hilo del proceso desarrollado. Si bien es cierto que las reproducciones fotográficas no ofrecen las mismas garantías de fidelidad que los originales, en algunos casos nos hemos tenido que doblegar ante la imposibilidad de trabajar sobre el papel mismo escrito por el Santo. Para la mayoría de los lectores no existe otra posibilidad de control que las reproducciones fotográficas o las transcripciones paleográficas dadas por algunos editores. Para facilitar el examen personal de los interesados procu­ramos dar referencias concretas a esas fuentes.

I. Los AUTÓGRAFOS SANJUANISTAS

Data de principios de este siglo la prim era colección fotográfica de autógrafos sanjuanistas. La realizó el padre Gerardo de san Juan de la Cruz como complemento de su « edición crítica ». La técnica fotográfica y tipográfica de entonces no puede compararse con la de nuestros días. Aunque la colección sea imperfecta, tanto en el aspecto técnico como en el estrictamente científico, presta todavía excelentes servicios5. Dispone los autógrafos entonces conocidos en tres apartados: avisos y sentencias, cartas y documentos varios. Como apéndice reproduce algunas páginas del ms. de S en que aparecen anotaciones tenidas por autógrafas.

Hay que desechar algunas piezas donde no hay rastro de la pluma sanjuanista o, a lo sumo, se reduce a la firma. No tienen cate­goría de autógrafos los que se dan como tales en p. 84-85 y 88. El texto de éste último es de una religiosa de la comunidad sevillana, por nombre Francisca del Espíritu S an to6. Llevan únicamente la firma autógrafa los textos reproducidos en p. 80 y 86. De este género quedan bastantes otras piezas de las cuales no nos ocupamos, ya que la firma se repite casi siempre con absoluta uniformidad. Carece de interés para nuestro tema, aunque pueda tenerlo para otros. Las insignificantes diferencias pueden apreciarse en las firmas de los documentos integralmente autógrafos.

J Nos referimos al opúsculo Los autógrafos que se conservan del Místico Doctor san Juan de la Cruz. Edición foto-tipográfica por el Padre Gerardo de san Juan de la Cruz, C. D. Toledo 1913. XVI, 95 pp. En las p. pares van las fotocopias y en las impares su transcripción (que incomprensiblemente es to­talmente moderna) Indicaremos en su lugar los autógrafos aquí incluidos. Algunos de los documentos no son autógrafos, como los de p. 80, 84, 86 y 88.

6 Cf. BMC 13, LXXVII, not. 1 y nuestro trabajo Sobre un autógrafo de san Juan de la Cruz, en MteCarm 61 (1953) 291-296.

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Con posterioridad a la serie reunida por el P. Gerardo han apa­recido otros varios. Algunos que existían entonces y él no publicó han desaperecido o se han extraviado. Así, por ejemplo, la licencia exten­dida con fecha 13-4-1586, a favor de las Madres Carmelitas de Sevilla para que comprasen nueva casa, hace tiempo que anda traspapelada7. La carta escrita en Granada el 8-2-1588, tras muchos avatares que la llevaron hasta Perpignan y desde aquí a las Carmelitas Descalzas de Barcelona, se perdió (a lo que parece irremisiblemente) durante la contienda civil de 1936. Gracias a la reproducción del P. Gerardo (p. 48) podemos rehacer su ortografía. Idéntica suerte le tocó a otra carta fechada en Madrid el 6-7-1591. Se veneró como autógrafa por mucho tiempo en el convento de las Descalzas del Corpus Christi de Alcalá. El Padre Gerardo la examinó y no la juzgó autógrafa. Parece que la tuvo por tal el Padre Silverio, aunque habla de « ori­ginal ». Desapareció también con motivo de la guerra del 1936; pero afortunadamente conocemos fotocopia de la misma realizada por el P. Silverio8. Las dimensiones reducidas de la fotocopia y el tenor mismo de la escritura nos hacen dudar. Como en otros casos simi­lares nos sirvimos de ella sólo a título de ilustración. No decidimos criterio alguno ortográfico por los datos provenientes de esa pieza.

Existen otros fragmentos o textos sujetos a la misma cautela. Uno de los que se ha prestado a opiniones divergentes es el de la carta conservada en el museo parroquial de Pastrana y escrita por el Santo en Málaga con fecha del 18-11-1586. Negó su carácter autógrafo fray Andrés de la Encarnación y le siguió el P. Gerardo. Al mismo parecer se atiene el P. Lucinio, mientras el P. Silverio la tiene por autógrafa, lo mismo que Simeón, quien confiesa no haberla visto, pero se fia del anterior, cuyas notas copia con frecuencia sin ulterior

7 Cf. BMC 13, 299. Hace años que no se! logra dar con el paradero de esta reliquia sanjuanista,consultada por Silverio en su ed.

s El P. Gerardo, negando la condición de autógrafo (cf. Los autógrafos, p. XII) no la incluye en su colección. El P. Silverio, llamándola « original » en contraposición a las copias, hace pensar que la consideró autógrafa (Cf. BMC 13, 285 not. 1). El P. Simeón afirma nada menos en 1959 que el « autógrafo se conserva en las Descalzas de Alcalá de Henares ». Copia, sin confesarlo a Silverio, como si la carta siguiese donde éste la vió antes de 1936 (cf. p. 1598, not. de su ed.). El P. Lucinio, al indagar personalmente el paradero constató que no quedan huellas a partir de 1936. Por eso lealmente deja sin zanjar la cuestión de la autografía, considerándola dudosa, máxime no pudiendo cer­ciorarse por ninguna fotografía (cf. p. 992, not. 32 de 5» ed., 10a ed. p. 374). Según anunciamos en el texto disponemos de una fotocopia realizada por en­cargo del P. Silverio, de quien la heredamos directamente en vistas al estudio de la ortografía sanjuanista. Mantenemos reservas sobre su calidad de autó­grafo por las razones indicadas, pese a que desde el punto de vista de la orto­grafía nada se opone a su directa procedencia de la pluma sanjuanista. La con­tamos como 24 en esta clave.

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verificación en el epistolario9. Es claro que sólo por la ortografía resulta peligroso sentenciar, ya que las excepciones existen en otras cartas ciertamente autógrafas. La escritura es la que debe decidir, aunque pueda apoyarse en la ortografía. Es el conjunto de elemen­tos el que nos impide incluirla entre los autógrafos. Estos pueden distribuirse en tres grupos fundamentales: avisos o sentencias espi­rituales, cartas y documentos varios.

Al margen de esa agrupación quedan dos casos o escritos que me­recen consideración especial: las notas del ms. de Sanlúcar de Barra- meda y el llamado ms. de Begoña. Por cuanto subsisten dudas sobre su condición de autógrafos, no es conveniente establecer normas ortográficas avaladas exclusivamente por ellos. Recogemos los datos que aportan en cuanto sirven para aclarar su misma naturaleza y pueden apoyar de alguna manera, por analogía, determinados fenóme­nos ortográficos del Santo o de los mss. de la época.

— En el primer caso, en el del ms. S, nos mantenemos en esta línea prudencial, no porque personalmente dudemos de la autografía sanjuanista de las anotaciones, sino para que los resultados en este aspecto concreto de nuestra investigación no se vean comprometidos metodológicamente por su discutible base. Prescindir en absoluto de ese testimonio resultaría a su vez arbitrario. Se renunciaría además ilegítimamente a un elemento que debe entrar en la cuestión misma de la procedencia de las notas y, sin duda, arroja bastante luz sobre la debatida problemática. Cualquiera que sea la opinión respecto a la autografía de las traídas y llevadas acotaciones, resulta bastante fácil señalar las que carecen de valor desde el punto de vista orto­gráfico, en cuanto su relación con el texto que intentan corregir impide una postura libre e independiente de quien las hace. De ahí que queden eliminadas desde el mismo punto de p a rtid a10. De las

El ditamen contrario a la autografía de Andrés de la Encarnación en MemHist. C, n. 26. El de Gerardo cf. ed. III, p. 586. Consecuente con su opinión no la incluye en la colección manual de los autógrafos. Entre otras razones, el P. Lucinio se apoya en la ortografía para rechazar la creencia de la autografía (cf. p. 974, not. 8 de 5a ed.; 10 ed. p. 358 nota). Aunque peli­groso ese camino, si no existen otras pruebas, me parece que en este caso es acertado y concluyente por sí mismo. Es abismal la distancia que separa este escrito de la ortografía sanjuanista. De ahí que no podamos compartir el sentir del P. Silverio (BMC 13, p. 259, not. 1) ni del P. Simeón que no hace otra cosa más que copiarle, advirtiendo, esta vez, no haber examinado directa­mente el texto (p. 1557, not. 1).

]0 Entre los más claros tenemos los monosílabos que no ofrecen posibi­lidad alguna de alternancia, como: de, se, si, etc. — La frecuente tachadura de la n en mucho (tipismo local) para que quede mucho — Las referencias bíblicas marginales y en abreviatura de la Biblia, como las registradas en II, 141, lín. 16; II, 143, 13; II, 144, 9. — Las palabras que quedan mutiladas (al encuadernar el ms.) precisamente en la parte que podría presentar proble-

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aprovechables (que son la mayoría) dejamos constancia, estableciendo su relación con los autógrafos indiscutibles.

— Diverso es el caso del ms. begoñés. Como es sabido, suele considerarse como autógrafo sanjuanista, pero se da la singularidad de que el texto del ms. no es composición propia del Santo, sino copia por él realizada (no sabemos si al dictado o directamente del ms. original) de una biografía de la carmelita descalza de Beas, Ca­talina de Jesús. Resulta así que el autógrafo más extenso y solemne no es original11. Desgraciadamente tampoco ha llegado completo.

mática, por ejemplo: I, 225, 16; II, 30, 14-16, etc. — En general los textos la­tinos, por carecer de punto de referencia en los autógrafos y no poder esta­blecer comparación, así, por ejemplo: bibes (I, 207, 7), audit/ aud.iu.it te (I, 156, 10), el largo de I, 191, 4-7, fulcite (I, 22, 4) y el de II, 45, 11-12. En general confirman los criterios seguidos en el español. — En último lugar vienen los casos en que la intervención de esa mano que corrige se limita a detalles tan insignificantes o realizados de tal suerte que no permiten conclusiones vá­lidas en sentido ortográfico, o a lo sumo sirven para comprobar la existencia de determinados signos. Por ejemplo: la corrección de postrim eras por postri­merías (I, 108, 15-16) nos hace ver un acento o tilde pronunciadísimo en la i;lo mismo en el cambio de aquí por aque en I, 233, 14. — Resumiendo sumaria­mente los demás fenómenos observados, pueden hacerse las siguientes obser­vaciones: la superposición de escrituras deja sin valor a correcciones como « tras ti» de triste (I, 10, 5; I, 21, 10; I, 33, 14) « escondido» de escogido (que queda así es con d ido : I, 22, 12-13) « asirme A ti » de desasirme de ti (I, 34, 3) que es incluso intervención dudosa del que hace las anotaciones com entes. Tampoco sirve el arreglo de « al amado » (I, 95, 10)' o el « dando-le » (I, 97, 12- 13), mientras es de dudoso origen el cambio de « le » por lo en S I, 95, 15.La grafía de la corrección « al descubierto y desnudo el o r o » (I, 108, 11-12)Tampoco se presta a interpretación ortográfica válida, lo mismo que « tal es », arreglo de ta el (I, 119, 9). Otro tanto puede afirmarse de la frase arreglada « y lo es para ella » (I, 138, 1) y de « porque se da » (I, 153, 8), De nula entidad son también los casos siguientes: « m ii» corregido de m i (I, 156, 12) « Eliphaz » de Etiphaz (I, 158, 17), « u n » de eun » (I, 179, 8 se tacha solo la e inicial; si el resto lo hubiese escrito el Santo probablemente tendríamos vn. No puede presentarse, pues, como contrario a su norma, según veremos; « in funde» de infunden (I, 192, 17) « a labar» de labar (I, 199, 13;' con la misma reserva de«un x / vn, ya que la corrección se limita a añadir la a inicial) «aquí deaque (11,3. 3) « viendo-le» (II, 31, 9, lo mismo que el caso de «un /vn; se trata de añadir únicamente el le final) « y erila m editación » (II, 70 3-5) se trata de una adición al texto y lo único de interés es la unión de « en la », pero es debida a la falta de espacio) « y » (S II, 158, 18, corrección de otra letra no identificable) « sabida » (II, 154, 16-17, sirve únicamente como muestra de abreviatura por sabiduría, no subida como lee el editor) « ceguera» (II, 165, 1, corrección de la a final) « auia » (II, 212, 15, parece que el corrector ha modificado la i por otra detra, no ha escrito nada más). El arreglo de « la razón ya u an » (II, 107, 16) carece de interés por la forma en aue se realiza. Unicamente cabe sacar partido del uan estirando todas las posibilidades. De casi nulo valor son también los textos exclusivamente latinos de II, 148, 16-18; II, 134. 11-13; II, 137, 10-11 y II, 139, 11-16.

11 Dado por desaparecido durante mucho tiempo se localizó su paradero en el convento de los PP. Carmelitas Descalzos de Begoña (Bilbao) y lo re­produjo fotográficamente, acompañándolo de una esmerada transcripción el P. Eduardo de santa Teresita OCD, Un nuevo autográfo de san Juan de la Cruz: Carmelo de Begoña-Bilbao. Vitoria 1949. En la introducción deja bien asentado

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Sólo se conserva un fragmento que comprende los capítulos 6, 7, 8, y 9 (éste incompleto) de la citada relación autobiográfica de la vene­rable Catalina de Jesús. El nombre con que suele designársele se debe al lugar de su actual conservación: el convento carmelita de Begoña (Bilbao).

Es claro que en su ortografía puede haber dependencia del ori­ginal, pese a que no era costumbre de la época el transcribir tan mecánicamente los mss. que servían de modelo. Como es imposible determinar hasta qué punto san Juan de la Cruz se sujetó al ori­ginal o se dejó influenciar por él, toda cautela es poca. En conse- quencia, el autógrafo begoñés, aún en caso de aceptarse, no decidirá norma alguna de la ortografía sanjuanista, si bien recogeremos, como ilustración, sus datos.

Damos a continuación la lista de los demás autógrafos. Seguimos el orden cronológico de composición en cada una de las secciones, señalando los lugares donde el lector puede hallar fotocopia o trans­cripción. Para mayor garantía de las conclusiones asentadas, seña­lamos también cuándo hemos posido examinar directamente cada pieza o nos fiamos de las reproduciones 12 ante la imposibilidad del análisis personal.

Ct. 1. Lleva la fecha de marzo 1582 y está escrita en Los Már­tires de Granada algunos meses después de llegado allí el Santo.

el carácter autógrafico (p. 7-21). En las páginas pares se reproduce el texto fotográficamente por el procedimiento hueco-offset, y en las impares la trans­cripción (p. 2 4 4 8 ). Se mantiene el tamaño natural u original. En un apéndice (p. 51-53) reúne el editor los datos conocidos por la historia sobre la venerable Catalina de Jesús, según la BMC 7, 215-240. Distinguimos este ms. con la sigla Bg. Contra la creencia generalizada se ha pronunciado R. Duvivier apoyado en la opinión del profesor Jacques Stiennon de la Universidad de Lieja. Este ilustre paleógrafo — a lo que se dice — encabeza su comunicado a R. Du­vivier afirmando que las conclusiones que podrían proponerse « no tienen más que un carácter provisorio, al no tener a la vista los originales». Ello no obsta a que se pronuncie radicalmente contra el ms. de Begoña en cuanto « no identificable con ninguno de los otros escritos presentados como piezas de comparación ». Decide perentoriamente: « no queda nada en pie de la argumen­tación paleográfica del P. Eduardo de Santa Teresita ». R. D u v iv ie r , La genése du « Cantique sp ir itu e l», p. LXXII. Este, a su vez, elimina aún más la provi- sionalidad de esas conclusiones de su consultado y deja zanjada para siempre la cuestión, según lo que repite con posterioridad en otros trabajos. He man­tenido siempre ciertas reservas sobre el carácter autógrafo de esa pieza, pero no me parecen tan decisivas las pruebas en contra; desde luego los razona­mientos de Duvivier, al emparentar el ms. de Begoña con las notas de Sanlúcar (ibid. p. LXXIII), son sofisticados y claramente tendenciosos: un querer que todo cuando refuerce la autoría sanjuanista de las acotaciones sanluqueñas dis­minuya su consistencia. La línea ortográfica que he señalado, y a la que alude, robustece, no enflaquece, la tesis positiva.

12 Para simplificar las referencias en las páginas que siguen usamos las siglas o abreviaturas siguientes: Av. = Avisos de Andújar, Ct. = Carta (se-

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Dirigida a una hija espiritual suya que probablemente hay que identificar con María de Soto, beata de Baeza. El autógrafo se conserva actualmente en el convento de las MM. Carmelitas Descalzas de Gmunden (Austria). El historial y la descripción minuciosa pueden verse en la revista EphCarm 11 (1966) 491-506. Reproducción fotográfica entre p. 504-505. Hemos visto el ori­ginal, pero es de plena garantía la reproducción señalada B.

Ct. 2. Dirigida a la M. Ana de san Alberto (en Caravaca) desde Sevilla; está fechada en junio de 1586. Se conservó el autógrafo, en posesión de los marqueses de Reinosa (Madrid) hasta el 1936. No se ha vuelto a saber nada de él desde entonces. Podemos estudiarla a base de la fotocopia publicada por el P. Silverio, en tamaño reducido (BMC 13 apéndices), quien da una detallada descripción del mismo (ib. p. 256-256, not.) seguida muy de cerca por los editores posteriores. Pese a la reducción del formato la foto es de suficiente garantía para el estudio ortográfico 14.

Ct 3. Escrita esta carta en Granada el 8 de febrero de 1588, se con­servó el autógrafo hasta 1936 en el convento de las MM. Carme-

guida del número progresivo que la corresponde, según el orden cronológico de composición) De = Documento (en la misma forma que Ct), Bg. = Autó­grafo ya mencionado de Begoña-Bilbao; S* = Notas y correcciones del rns. de Sanlúcar de Barrameda. Un elenco completo y detallado de la serie Ct. puede verse en ed. 5a Lucinio p. 1008-1009; 10 ed. p. 1105. Del autógrafo de An- dújar o Dichos de luz y amor se ha preparado y publicado con posterioridad a la redacción de estas líneas una nueva edición en facsímil por la editorial de Espiritualidad (Madrid 1976) bajo la dirección de los padres José Vicente Rodríguez y Juan Bosco de Jesús, aprovechando la oportunidad de la restau­ración del autógrafo por el Centro Nacional de restauración de libros y docu­mentos. La nueva ed. respeta el original y ofrece una reproducción (en for­mato exacto) excelente para el estudio ortográfico. También restablece el orden de los ff. anteriormente alterado. Aunque se han verificado de nuevo por ella los datos aquí reunidos se ha mantenido la referencia (a páginas y líneas) de la edición del P. Gerardo por haberse realizado por ella.

13 F e l ip e Z u a z u a , OCD, Nueva carta autógrafa de S. Juan de Id Cruz, en EphCarm, loe. cit.

14 Además de la reproducción, en tamaño disminuido, nos ha llegado a través del P. Silverio una fotografía en formato normal. Con toda probabi­lidad de ella se sirvió para su edición. A los datos que señala en el lugar citado conviene añadir otros detalles, dado que al desaparecer el original, se ignoran y resulta imposible conocerlos. Debía de guardarse plegada en un reliquiario ya que la primera plana está encerrada dentro de un recuadro que la describe (en leyenda continuada por los márgenes) en esta forma y con letras capitales: « Carta de N. Glorioso P. S. Jvan de la Crvz Doctor Místico Primer / Carmelita Descalzo y Coadjutor de N / M. S. Teresa en la reforma de religiosos y religiosas Car/melitas Descalzos y D escalzas». El tono y los títulos que se le atribuyen al Santo parecen indicar que se escribió después de su canonización. La dirección o sobrescrito es uno de los mejor conser­vados y magníficamente reproducidos en la foto que comentamos. Apenas se puede apreciar por otros traslados la forma exacta. Es del tenor siguiente: « f / Para la m6 Ana de / S. Alberto priora en / las descalcas Carmelitas / Carauaca ».

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litas de Barcelona. Posteriormente no se ha vuelto a saber nada de él. Queda, como base de estudio, la reproducción fotográfica en el P. Gerardo (p. 48-49), bastante clara aunque imperfecta y en formato reducido, ya que el original era de 310x230 mm. Naturalmente nos servimos de esta única reproducción.

Ct. 4. Está fechada en Segovia el 9 de noviembre 1588 y el autó­grafo se guarda en el convento de las MM. Carmelitas Descal­zas de Avila (san José). Aunque no muy lograda, puede servir para el estudio la fotocopia de Gerardo (p. 50-52), por la que nos hemos guiado al no poder consultar el original.

Ct 5. El autógrafo de esta carta, escrita en Segovia el 28 de enero de 1589, ha llegado a Italia y se conserva actualmente en el convento de los PP. Carmelitas Descalzos de Concesa. Bas­tante deteriorado cuando lo fotocopiò el P. Gerardo (p. 54-57) resulta un tanto inseguro su estudio por esa reproducción. Con motivo de su restauración (el 1962) en Roma, tuvimos oca­sión de examinar directamente el original y colmar las deficien­cias de la foto imperfecta.

Ct. 6. Escrita en Segovia en febrero de 1589, ha corrido un pe­riplo histórico muy accidentado, hasta que ha vuelto a las MM. Carmelitas del convento de la Imagen en Alcalá de Henares. No ha tenido la suerte de ser reproducida convenientemente, ya que la edición litogràfica de Vicente de la Fuente (Madrid 1883) y la reproducción en ella basada que apareció en el MteCar 19 (1916) 367-370 son absolutamente insufientes para su estudio. Por ello hemos examinado directamente el original de 295 x 195 mm.

Ct. 7. Escrita también en Segovia, con fecha del 7 de junio de 1589, se conserva en las MM. Carmelitas Descalzas de Bruselas (Carmel Royal). Ofrece buena reproducción fotográfica Silverio EMC 14, apéndices) aunque reducido el formato. Hemos exa­minado el original, pero es suficiente esta muestra.

Ct. 8 . Escrita también en Segovia, el 18 de julio de 1589, se conserva actualmente en el convento de Carmelitas Descalzas de Córdoba. Reproducida en Gerardo (p. 59-60).

Ct. 9. Carta dirigida, con fecha 12 de octubre de 1589, desde Segovia a Granada a Juana de Pedraza. El autógrafo, un tanto deteriorado, lo guardan las MM. Carmelitas Descalzas de Vallado- lid. Una mano extraña (ciertamente antigua) escribió al margen en dirección vertical respecto a la escritura del santo: « carta ori­ginal de nro. sto. Pe. fray Juan de la + ». Al deteriorarse el texto

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se han recompuesto dos líneas con letras arregladas y que no responden al verdadero autógrafo. Así, lín. 14 y 43 y 50. Incluso se introducen formas ortográficas extrañas al Santo, como « po­tencias » (lín. 43). La reproduce Gerardo (p. 66-70). He visto el original y poseo excelente fotografía.

Ct. 10. Autógrafo ácrono y sin nombre de destinatario. Por el contenido parece debe colocarse antes de 1590 y acaso escrito en Madrid. Se conserva en el archivo de las MM. Carmelitas Descalzas de Santa Ana (calle Aranaz) con el n. 9, Reproducción bastante deficiente en Gerardo (p. 74-76). Muy buena, y según formato original, en Silverio (BMC 13, apéndice).

Ct. 11. Dirigida desde Madrid a la Priora de Córdoba el 20 de junio de 1590, se conserva todavía en el mismo convento a donde fue destinada. También existe doble reproducción: re­ducida y poco exacta en Gerardo (p. 62-64), excelente y al natu­ral en Silverio (BMC 13, apéndice).

Ct. 12. El estado de esta carta autógrafa es lamentable. Ni por el autógrafo ni por las copias puede establecerse la fecha exacta de composición, aunque sí que se escribió en Madrid durante el mes de julio. Probablemente de 1590. Se guarda en un pequeño reli- quiario ovalado en el convento de las MM. Carmelitas Descalzas de Sanlúcar la Mayor (Sevilla). Los deteriodos sufridos al que­rer acomodarla al relicario pueden suplirse en parte por copias antiguas, como la de M ontserrat (cf. Lucinio, 6a ed. p. 380-381). No así la composición autógrafa misma. Hemos estudiado lo más exactamente posible el autógrafo para rehacer su ortogra­fía. Tampoco existe reproducción alguna fotográfica.

Ct. 12b. Carta escrita en julio de 1591, se halla el autógrafo en buen estado de conservación en las Carmelita Descalzas de An- tignano (cerca de Livorno, Italia). La dio a conocer Tomás Alvarez en Ephemerides Carmeliticae 24 (1973) 402411, con transcripción en p. 412-413, y reproducción fotográfica entre p. 430-431 (por equivocación tipográfica, fuera de lugar). Se re­produce su texto en las ediciones posteriores: Lucinio 10a ed. B. A. C. p. 375, con el n. 28. de la serie de cartas.

Ct. 13. Se trata de un fragmento o de un billete espiritual que se conserva actualmente en las Carmelitas Descalzas de Nápo- les (ahora via Arco-Mirelli) y lleva fecha del 22 de agosto de 1591, desde la Peñuela. Realizamos el examen por fotografía moderna.

Ct. 14. Es la última carta del Santo llegada hasta nosotros. Está escrita en la La Peñuela el 21 de septiembre de 1591 y di-

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rígida a Dña. Ana del Mercado y Peñalosa, residente entonces en Segovia. Se conserva en las MM. Carmelitas de Salamanca. Reproducción reducida en Gerardo (p. 72); en tamaño natural en Baruzi (Aphorismes p. XXIV). Se ha perdido algún renglón al acomodarla a un relicario. En su restauración moderna se ha podido rehacer parte del texto autógrafo, antes desconocido por idéntica razón. Hemos visto el original y poseemos foto­grafía moderna muy exacta 15.

De. 1. Se trata de la facultad concedida a las MM. Carmelitas Descalzas de Sevilla para hacer contratos sobre legítimas y bie­nes. Fechada en Granada el 15 de diciembre de 1585. Se conser­va el autógrafo en el Archivo de Protocolos de Sevilla, donde lo hemos consultado personalmente, aunque se reprodujo, con bastante deficiencia, en el Boletín Carmelitano (San Fernando- Cádiz) en su n. 22 del 15 de abril de 1929, p. 10. Lo editó en forma modernizada el P. Silverio, BMC 13, p. 298. Está registra­do archivísticamente bajo la notaría de D. Alonso Cívico. Nos servimos del examen realizado personalmente.

De. 2. Acta de profesión de María de san Alberto en las Carme­litas Descalzas de Granada, escrita toda ella, incluida la fór­mula (pero exceptuando las firmas) de puño y letra del Santo. Se halla en el Libro de profesiones de dicha comunidad grana­dina. Hace el n. 8 y ocupa el f. 8r. Hagradecemos a las religio­sas dueñas de esta reliquia (y de la pieza siguiente) la excelente fotografía que nos han proporcionado para el estudio de ambos autógrafos.

De. 3 Acta de profesión de la hermana Ana de Jesús, en el mismo Carmelo de Granada con fecha 19 de marzo de 1586. Se guarda en el mismo convento y en idéntico lugar que la ante­rior (n. 9, f. 9r). Valen para él las indicaciones señaladas en De. 2.

De. 4 Licencia para la profesión de Isabel de santa Febronia (Freile) en el convento de las Descalzas de Sevilla, donde se guarda actualmente el autógrafo. Está expedida en Granada con fecha 29, de marzo de 1586. Existe reproducción en Gerardo (p. 82).

15 J. B a r u z i en su trabajo Aphorismes de sainí Jean de la Croix. París 1924, realiza un estudio detenido y penetrante sobre el autógrafo de los Avisos de Andujar (en la Iglesia de Santa María- la Mayor). Cf. Introduction, p. IX-XXIV. A seguido ofrece una reproducción fotográfica en tamaño natural de la carta de Salamanca (14) y dos pp. de los Avisos (correspondientes a ff. 5v y 8V). Luego hace una edición completa de carácter paleográfico, aunque con leves deficiencias. También hay foto al natural en la BMC 13, apéndice. Es del f. 16r.

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De. 5. Curioso texto con el recibo de unos objetos de sacristía, extendido por el Santo en Segovia el 14 de diciembre de 1588. Conservan el autógrafo los sucesores de la familia Peñalosa y se reprodujo en fotocopia en el Mensajero de santa Teresa y san Juan de la Cruz, n. 11, 7 (1929-30) p. 353. Es suficiente para el estudio ortográfico.

Por desgracia algunos otros documentos similares que llegaron hasta tiempos relativamente modernos han desaparecido o se han extraviado. A los mencionados más arriba hay que añadir el guar­dado en Sevilla hasta la ed. del P. Silverio (BMC 13, 299) y actual­mente sin paradero. Lo mismo el que se guardaba en 1936 en las MM. Carmelitas Descalzas de Barcelona (p. 303-304). Dado que en las ediciones se ha modernizado la ortografía no sirven para nuestro estudio. A estas pocas reliquias se reduce el legado autógrafo de san Juan de la Cruz. Pese a su reducida dimensión, estas páginas per­miten determinar con suficiente exactitud un elevado coeficiente de normas ortográficas familiares a la pluma sanjuanista. Carecen de interés práctico para lo aquí intentado las numerosas firmas autó­grafas puestas al fin de los documentos que refrendó el Santo con motivo de sus cargos y oficios. Desdichadamente son muchas las que la falsa piedad ha hecho desaparecer por via de la tijera. Poco añaden al conjunto algunas apostillas a ciertos documentos, como en la profesión n°. 15 del convento de Beas: cf. Mte Carmelo 72 (1964) p. 464, not. 45.

II. C r it e r io s s e g u id o s e n e l a n á l is is

En medio de la anarquía ortográfica del siglo XVI resulta fac­tible una clara distinción entre las plumas cultas y las iletradas. Basta comparar los mismos mss. del Cántico para convencerse. S, T, G, P, E, I, por ejemplo, se distancian de N, V2, V3, M6. De­jando a un lado la caligrafía, ya bastante elocuente por sí misma, se advierte, apenas leídas unas líneas, que la formación de los respec­tivos copistas era muy diversa. Las difereñeias ortográficas no afectan únicamente a la categoría intelectual de los escritores. Separan tam­bién a los preceptistas de la época. No por nada se ha dicho que los siglos XVI y XVII constituyen el periodo de confusión ortográfica de la lengua castellana16.

16 Para una visión general de la historia ortográfica remitimos a) las obras clásicas y más a mano de V ic e n t e G a r c ía de D ieg o , Gramática histórica espa­ñola, 2a ed. Madrid 1961 (la la ed. es de Burgos 1914); R. M e n e n d e z P id a l , Ma­nual de gramática histórica española, 7a ed. Madrid 1939; J. O l i v e r A s ín , Inicia­

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San Juan de la Cruz es de los que escriben calamo cúrrente, pero posee una formación gramatical y retórica que le permite mantenerse a un nivel relativamente elevado si le colocamos en un diagrama ortográfico partiendo de la regularidad y de la modernidad. Encon­tramos irregularidades y fluctuaciones para nosotros incomprensi­bles, pero en menor grado que en otros contemporáneos. Sus autó­grafos registran arcaismos ya casi totalmente superados en su tiem­po, pero obedecen casi siempre a necesidades de expresión técnica. Existen hasta errores en que incurrió sin advertirlo. Hasta parece que no llegó a superar nunca ciertas dificultades de trasliteración (como en la palabra concupiscencia) acaso por influencia fonética ambiental.

En contrapartida, nos sorprende con un número notablemente alto de normas fijas en el uso de letras muy fluctuantes en su época. Sus autógrafos presentan el dato curioso de escribir invariablemente ciertas palabras en cuya composición entran letras sujetas a flutua- ción en su misma pluma. En el prim er caso estamos ante reglas o normas fijas de su ortografía (aunque quepa alguna excepción); en el segundo, ante palabras y desinencias fijas o seguras, dentro de la alternancia general. En ambos casos la norma ortográfica del Santo coincide unas veces con la establecida en la preceptiva moderna y en otras se aparta de ella.

Criterio supremo para orientar cualquier análisis tiene que ser, naturalmente, la ortografía moderna. A ella hay que contraponer la del siglo XVI y la de los autógrafos sanjuanistas, en particular para establecer unos criterios seguros y claros en la transcripción del texto. Aunque en su aplicación concreta y minuciosa se deben for­

ción al estudio de la historia de la lengua española, Zaragoza-Madrid 1938; E. A rcos L lorach, Fonología española, Madrid 1965; A mado A lonso , Estudios lin­güísticos. - Temas españoles, Madrid 1951; De la pronunciación medieval a la moderna en español, Madrid, 1935, etc. — Entre la infinidad de estudios rela­tivos al s. XVI, cf. F. M ateu L l o p is , Decadencia de la escritura en el siglo XVI. El testim onio de Juan Luis Vives, en « Miscelánea N ebrija» I (Madrid 1945) p. 97-120; M. de M o n t o l iu , La lengua española en el siglo XVI. N otas sobre al­gunos de sus cambios fonéticos, en la misma publicación, I, p. 153-160; B. E s c u ­dero de J uana , La ortografía de N ebrija comparada con la de los siglos XV, XVI y XVII. Contribución al estudio del romance español, Madrid/ 1923; M. R om era- N avarro, Estudio del autógrafo de « El héroe » graciano: ortografía, correccio­nes y estilo, Madrid 1946; M. G arcía B lanco, La lengua española en la época de Carlos V, Santander 1958. La introducción a la ed. de la Gramática castellana de Nebrija por Pascual Galindo Romeo y Luis Ortiz Muñoz. Madrid 1946. Tam­bién la introducción a la Gramática de la lengua vulgar de España: Lovaina 1559, por Rafael de Balbín y Antonio Roldán. Madrid 1966, LIX-99 pp. y Gra­m ática castellana por el licenciado Villalón, ed. facsimilar y estudio de Constan­tino García. Madrid 1971. — La más próxima a los autógrafos sanjuanistas por su fecha es la de López de Velasco (Juan), Ortographia y pronunciación castellana [1582].

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mular después de haber realizado el estudio minucioso, resultará más fácil al lector tenerlos ya reunidos antes de forma general para que pueda seguir m ejor los datos que apuntamos. Su enunciación aquí es resultado de ese trabajo realizado previamente por nuestra parte.

Io. - Ni en los autógrafos sanjuanistas ni en los mss. hay coincidencia con la ortografía moderna en lo que se refiere a la separación de las palabras, a la puntuación, a la acentuación y al uso de los signos o notas auxiliares de la escritura. No existe tampoco un criterio fijo y uniforme en su empleo. Aunque se diera éste en los autógrafos, tendríamos que acomodar el texto a las normas actuales, según criterio universal, fuera de las ediciones filológi­cas o paleográficas. Apuntaremos adelante los datos más repre­sentativos de los autógrafos. Lo mismo debemos advertir respecto al uso de las abreviaturas.

2o. - En la mayoría de los mss., lo mismo que en los autógrafos, hay un elevado número de palabras que se escriben invariablemente como hoy. Siempre que ese fenómeno se constata en los autógrafos no existe duda en la transcripción, pese a la fluctuación que en casos determinados ofrezcen los mss. La correspondencia entre la escri­tura antigua y la moderna se determina casi mecánicamente en muchos casos por no haber posibilidad de divergencia. Pongamos por ejemplo: alma, como, dos, fue poner, salir, etc. Cuando no sucede así, se determina por las mismas reglas propuestas para los casos siguientes. A falta de constancia (en pro, en contra o fluctuación) en los autógrafos, se resuelve afirmativamente por este orden de facto­res: los mss., la analogía, la preferencia. Evidentemente, cuando en los autógrafos se da conflicto entre el uso moderno y el antiguo, cabe optar por dejar la fluctuación en el texto o reducirlo a la forma mo­derna. En ambas soluciones se salva la posibilidad de respetar lo que escribió san Juan de la Cruz. Dado que las diferencias ortográ­ficas pueden afectar al uso de ciertas letras de diverso uso entonces, a términos o palabras que se han modificado semánticamente con el tiempo y a los signos o notas auxiliares de la ortografía, a cada uno de estos fenómenos le dedicamos consideración especial, teniendo en cuenta los siguientes criterios de aplicación.

3o. - Si en los autógrafos se da el caso de usar constantemente de la misma manera letras fluctuantes en los mss. (por ejemplo, b /v /u ; g/j, etc.) tenemos, sin duda, una regla segura de ortografía sanjuanista a la que debemos acomodar la transcripción del texto. Cuanto mayor sea el número de casos registrados mayor será tam ­bién la garantía. Un mínimo exigible nos parece ser el de tres presen­

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cias, sin ninguna excepción, a no ser que ésta obedezca a otra norma constante, como el caso de la palabra exercitar / exercicio, escrita siem­pre así, pese a la alternancia de los mss. entre la g, la j y la x, y no obstante que los autógrafos prefieran la g a la j entes de e y de /', según veremos.

4o. - También concedemos carácter de norma regular al uso constante de letras sujetas a alternancia en los mss., aunque en los autógrafos se den raras excepciones o irregularidades, sobre todo si pueden explicarse por alguna razón que no comprometa la regla general. También aquí por extremar la garantía no admitimos la regularidad si se dan excepciones que superen el 2 por ciento 17.

5o. - Cuando nos encontramos con fluctuación en los mss. y re­ducida presencia en los autógrafos, elegimos como forma ortográ­fica la de éstos, siempre que contemos, por lo menos, con tres casos invariables. De no llegar a ese número, se adopta la forma moderna o se mantiene la que parece más probable del Santo a tenor de los otros criterios (preferencia de los mss., analogía, etc.).

6o. - Puede aceptarse como norma relativamente segura la que resulta de la presencia de uno o dos casos (sin excepción o alter­nancia) en los autógrafos apoyada por la concordancia prácticamente general de los mss. Hay bastante margen de garantía de ser escritura sanjuanista. Evidentemente, es aplicable este criterio en la contraposición de la escritura antigua a la moderna.

T. - En la graduatoria de acercamiento al original sanjuanista colocamos en último lugar las formas ortográficas antiguas que, a pesar de no estar certificadas por los autógrafos, tienen como refren­do la unanimidad prácticamente absoluta de los mss. más antiguos y mejor presentados. En ciertos casos consideramos válido este cri­terio, incluso cuando parece contradecir a reglas fijas seguidas por el Santo. Así, por ejemplo, balbucir, que no figura en los autógrafos. Con toda seguridad era excepción a su norma habitual. Por la misma razón podría mantenerse la forma habitual en los mss. philomena, ninphas, etc. Son, sin embargo, más fluctúan tes y, por lo mismo, menos seguras. En todo caso, aceptar en estos y otros ejemplos, fá­ciles de comprobar por la lectura de los mss., la alternancia no es

17 Así, por ejemplo, puede darse como norma de la ortografía sanjuanista la omisión de la h inicial en todos los modos y tiempos del verbo haber, ya que así lo escribe en cerca de 60 casos, mientras sólo en dos rarísimas excep­ciones escribe has (Av. 40, 19) y ha! (Cí. 3, 14). No tenemos en cuenta Bg., que escribe siempre sin h lo mismo que S*. Otro tanto puede decirse de aora (= ahora) escrito siempre así, salvo contadísimas excepciones. Lo mismo vale para el uso constante de g por ante las débiles (e-z), aunque de impro­viso se olvide en la Ct. 6.

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ni incongruencia ni inseguridad; más bien acercamiento a las formas del Santo y de su época.

III. N o r m a s f i j a s de la e s c r it u r a s a n ju a n is t a

Comparando los traslados del Santo con la escritura moderna advertimos inmediatamente no sólo las numerosas diferencias, sino también la irregularidad o fluctuación ortográfica de los rnss. Idén­tico fenómeno registramos en los autógrafos sanjuanistas. Sin em­bargo, un examen paciente de los mismos permite asentar con plena garantía ciertas normas mantenidas con regularidad sustancialmente inalterada, frente al uso arbitrario de las copias y de los escritores contemporáneos. Estamos ante las reglas seguras de la ortografía sanjuanista. Definidas éstas, apuntaremos los fenómenos más notables en que procede también sin uniformidad.

Dejando a un lado lo relativo a la puntuación, acentuación, abre­viaturas y signos auxiliares de la escritura, las normas fijas de la ortografía del Santo pueden agruparse en dos apartados fundamen­tales: reglas constantes en el uso de letras fluctuantes en los mss. y palabras o formas gramaticales empleadas de forma idéntica y al margen de las normas anteriores.

A. - Reglas fijas en letras fluctuantes en los mss.

Naturalmente no entran en consideración más que las letras con representación en los autógrafos. Prescindimos también del proble­ma de mayúsculas y minúsculas, al que aludiremos brevemente más adelante. La aparentemente reducida normativa no debe desorientar. El cuadro de las letras fluctuantes es en sí reducido; en cambio, su densidad o frecuencia en cualquier escrito es muy vasta. En los autógrafos sanjuanistas merecen relieve éstas:

b, u, v.

Es precisamente durante el siglo XVI cuando se llega a la con­fusión entre la b y la v. Hasta mediados del siglo siguiente no se regularizó, en cambio, la distinción gráfica entre la u y la v (conso­nante o semivocal). San Juan de la Cruz, como sus contemporáneos, está muy alejado de la reglamentación y del uso modernos. El inter­cambio o trastueque entre estas tres letras representa uno de los

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mayores índices de diferencias con respecto a la ortografía actual. También es este grupo uno de los más difíciles de reducir a normas. Con todo, san Juan de la Cruz resulta mucho más regular y ordenado que los mss. de sus obras y la mayoría de los contemporáneos. Si prescindimos de alguna palabra o forma gramatical (de las que tra­taremos luego) que puede representar excepción muy singular, el resultado a que nos conduce el examen de los autógrafos sanjuanistas se expresa así:

a. - San Juan de la Cruz no usa la v intermedia o intervocálica. La excluye siempre en medio de palabra, tenga el valor que tenga: de consonante o sonido de vocal. Tropezamos con una excepción que lo es sólo aparentemente, ya que se debe a la forzada separa­ción de la palabra al final de reglón en dos partes: toda via, resul­tando inicial la v (Av 14, 11; 20, 16 y Ct 12, 15). Es tanto más reve­ladora y sintomática esta regla en cuanto se trata de casos muy fre­cuentes. Por ejemplo: 8 casos, al menos, del verbo volver, 6 del vivir, 12 del olvidar, etc. La única excepción pudiera ser olvidó (= olvida Av 22, 15-16). Pero tiene perfecta explicación aún en este caso; se trata de una palabra dividida al fin de renglón, sin el guión de la separación debida. Comienza nueva línea precisamente con vida.

b. - Consecuencia de esa norma es la de escribir con u, y no con v, la sílaba final del imperfecto de indicativo, v. gr. yua, yuan, deseaua, faltaua. También aquí la única excepción que hemos podido localizar es aparente y no real. Se trata de yva; pero es en un arreglo hecho por el Santo sobre iría en S* (66, 2).

c. - San Juan de la Cruz nunca repite en la misma palabra dos veces la b ni la v, aunque existan en la radical latina. Escribe: baruero, boua ( = boba), biue, viniendo, beuio (de beber), bouerias (Ct 12b, 15), mientras la misma palabra latina la pone con toda inten­ción y rigor con dos b-b, corrigiendo la v inicial que trazó el copista de S en vibes, restituyendo el Santo bibes.

d. - Repite sólo la u, sea alternada, (v. gr. uiuos), sea seguida (estuuó), probablemente para evitar el uso de la v intermedia, (estuuiera Ct 12b, 9).

Además de estas reglas fijas podemos determinar un buen nú­mero de palabras y formas gramaticales usadas con uniformidad en los autógrafos sanjuanistas, según veremos más adelante.

c, c, z

Frente al empleo tan inconstante y arbitrario de estas letras — interdentales, sordas y sonoras — en los mss. sanjuanistas y en

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los escritores del siglo XVI, san Juan de la Cruz observa unas nor­mas sorprendentemente regulares. Pueden reducirse a las siguientes:

a. - Escribe c (y no q ni z) antes de las vocales e, i, cualquiera que sea su sonido y colocación. Los casos registrados con absoluta normalidad suman centenares. Apenas puede considerarse como excepción el hiqe de Bg (28, 8) por razón de su entidad y además por tratarse de copia de otro escrito, aunque se trate de un autógrafo. La verdadera excepción la constituye el fenómeno inexplicable de la Ct. 6. En ella hay varias palabras que se mantienen fieles a la norma seguida inviolablemente en todos los demás autógrafos (así: necesario lín. 18, acerca, 21, discreción, 23, aborrecimiento, 23). Improvisamente, sin embargo, en esa carta, el Santo cambia sistema y emplea casi uniformemente la q en lugar de la c y de la z (incluso en algunas de las palabras escritas con c ) 1S. No hallamos explicación plausible para esta excepción. Debe considerarse como tal, sin invalidar la norma establecida, ya que es caso único y se intercala cronológica­mente entre otros autógrafos anteriores y posteriores.

b. - San Juan de la Cruz escribe cedilla (p) únicamente antes de a, o y u (con equivalencia de x, z). Los rarísimos casos, frente a una repetición nutridísima se deben a evidentes decuidos o a que se olvida (cosa frecuente en la época) del rasgo de la cedilla. Si no se nos ha escapado algún caso involuntario, sólo advertimos estas dos trasliteraciones que confirman la regla: regulen (Av. 34, 13 por relucen) y dulqura (Av. 24, 10).

c. - En los autógrafos sanjuanistas la z se usa únicamente al fin de palabra (en los casos que la llevan hoy, salva la excepción por influjo andaluz de gongales De. 3, 7) y al final de sílaba seguida de consonante, generalmente c (como en nazca, mezcla). No se registran excepciones a esta regla, pese a la extraordinaria frecuencia del uso. Se trata de una lay bastante generalizada en el siglo XVI y la siguen con sustancial uniformidad los apógrafos del Cántico 19.

18 Las excepciones que recurren únicamente én esa Ct 6 son éstas: aborrece 12 (pero en 23 aborrecimiento), necesario 16 (pero en 18 necesario y en ,21 acerca) mortificación 24 (pero en 23 discreción), hacer 24 (contra centenares de veces hacer, correctamente), hiciere, 26, tercero, 27, riquega = siguiendo en esto la norma general, 29, cansancio, 30, preciosa, 32.

19 Con toda probabilidad son del Santo las correcciones de las z en c que aparecen con cierta frecuencia en el ms. de S. Así, por ejemplo, en p. 69, 144, 200, 201 del tom. I y 28, 32, 58, 67, 75, 78, 152 del II. Acaso también el « pre- tenciones» de la estrofa 38 por pretensiones. En fin de cuentas, se trata de uniformar la ortografía de S al canon sanjuanista en estas letras.

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c, q

El uso de estas letras en San Juan es en general concorde con el actual, fuera de los casos señalados adelante entre las fluctuaciones. En él, en los mss. del Cántico y entre sus coetáneos vacilaba el empleo de ambas letras antes de u, es decir, en el primitivo sonido velar de la c, seguida de fricativa labial. San Juan de la Cruz puede contarse entre los que mantienen la norma etimológica o culta, escri­biendo q por c tanto si mantiene el sonido de u (= qual, qualesquier, quanto, quando, quatro) como si es sorda (= quinto). Por semejanza fonética escribe indistintamente: cuenta (2 veces), acuenta y enquen- ta, aquenta (una vez cada caso). También en esta norma existe con­cordancia con los copistas de sus textos, por lo menos con los mejores.

i > h' > h

San Juan de la Cruz se m uestra bastante indeciso en la escri­tura de la h, incluso cuando su presencia en la raíz latina podía ser­virle como norma etimológica. En sus autógrafos nos encontramos, por ejemplo, con erencia, verfano, auer (en todos los tiempos y mo­dos), etc.

Constatamos, sin embargo, que usa indefectiblemente la h proveniente de la f etimológica a través de la h aspirada (= f > h > h). Por ello escribe correctamente hacer (en todos los modos, tiempos y personas), pese a la frecuente repetición, huir, etc. — Tro­pezamos con la única excepción del fecho {De 1, 8). En cambio: herrar y hierre (de error). Idéntica norma siguen non notable regu­laridad los mss. más autorizados del Cántico.

g, i, x.

Esta tem a de consonantes, perdiendo poco a poco su carácter prepalatal, sirvió de punto clave en la evolución fonética del atlas lingüístico español. Con las alternativas b, u, v / c, c, z dan el mayor coeficiente de fluctuaciones e irregularidades ortográficas en los mss. sanjuanistas. Por fortuna, también aquí el Santo se ciñó a nor­mas rigurosamente fijas, a saber:

a. - En los autógrafos sanjuanistas nunca se usa la g si no es antes de e y de i. No hemos advertido excepciones.

b. - Es constante y uniforme el uso de la antes de las restan­

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tes vocales. La única excepción gusticia (Av 26, 24) es desliz manifiesto, frente al módulo fijo mantenido en esa palabra. Dos líneas antes aparece en la forma justicia.

c. - La x es de uso excepcional en las páginas autógrafas. Apa­rece regularmente sólo en la palabra exercicio / exercitar, registrada, por lo menos, cinco veces.

Dos curiosas excepciones se alejan de estas normas. Escribe: moxca (Av 12, 16) y floxa (Av 26, 13). La prim era es un arcaismo corriente todavía en pleno siglo XVI; la segunda puede significar un residuo de la forma fluctuante o también influjo ambiental de Anda­lucía, donde abundaba el fenóm eno20.

A grandes líneas el comportamiento de los mss. no autógrafos resulta el siguiente: a) Ninguno de los mss. más acreditados obser­va las normas fijas del Santo; S, b, T, G, M escriben indistintamente las tres letras. Basta examinar, por ejemplo, las estrofas 11 y 21; las palabras dibujados, escogidas y entretejidas en todos ellos apare­cen escritas de manera diferente a distancia de pocas páginas y aún líneas, b) Todos ellos se acercan bastante a los autógrafos en el uso de g, j en relación al uso moderno; se distancian, en cambio, en el empleo de la x, sustituida por el Santo, incluso en casos de concor­dancia antigua y moderna, como extraño, examen, etc.

i, y

Aunque San Juan de la Cruz es uno de tantos indecisos en el uso intercambiabile de ambas letras, presenta, sin embargo, ciertas normas fijas en su escritura:

a. - La i inicial mayúscula de nombres propios la escribe siem­pre como Y. Tenemos: Ynes, Ysabel (4 veces), Ysaac (pero la abre­viatura isa. = isaías, S* 162, 3).

b. - La y final (aparece sólo en monosílabos) la escribe siempre bien, a la moderna, v. gr.: doy, voy, etc. — Así, escribe siempre — por seguir la regla — ay/hay, tanto en el adverbio (= ahí), como en el verbo (= hay).

c. - También escribe correctamente, en consonancia con las nor­mas actuales, y en lugar de i en medio de palabra, siempre que es

20 Cf. R. L apesa , Historia de la lengua, p. 238. El intercambio de x por j es sumamente raro en el Santo, como advertimos, cuando es intervocálica. Es, sin embargo, regular el uso de la x etimológica y ante consonante, excelente, exceso, etc. A los casos excepcionales debe corresponder el perplexidades de Ct 12b, 6-7.

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semi-vocal o aconsonantada. Por ejemplo: mayor, suyo (en todas las formas).

En todos los demás casos fluctuantes en su tiempo el Santo se m uestra inseguro e inconstante, según indicamos adelante. Dentro de la irregularidad general hay palabras que las escribe siempre de la misma manera, como veremos. Fuera de la prim era regla — rara­mente registrada — en las dos restantes los mejores manuscritos concuerdan sustancialmente con el uso sanjuanista.

s / ss

Asentado definitivamente en el siglo XVI el superlativo -issimo, el Santo lo usa constantemente con la ortografía latina de la ss doble.

B. - Vocablos y formas gramaticales de uso regular

Según los criterios anteriormente propuestos deben considerarse normas constantes de la escritura sanjuanista las palabras y for­mas gramaticales escritas siempre de la misma manera, tanto si recurren en ellas grupos ortográficos fluctuantes (como en el caso de las letras b, u, v) como si se tra ta de términos que no caen en la normativa anterior.

Para que podamos contar con reglas fijas es necesario que cada una de los casos registrados tenga relativa frecuencia. Cuanto mayor es el coeficiente, más segura es la norma ortográfica. Como requisito mínimo exigimos que se repita de idéntica forma tres veces por lo menos y no haya excepción alguna. Con tres frecuencias y el refrendo general de los mss. existe cierta certeza moral de hallarnos ante criterio definido. Anotamos algún caso de menor frecuencia, pero no lo damos valor de regla fija, a no ser que concurran otros facto­res, a tenor de lo expuesto más arriba. Se trata, a lo sumo, de pro­babilidad.

En sentido inverso cabe aceptar como ortografía seguramente sanjuanista, aunque no se llegue a la presencia señalada en los autó­grafos, la escritura reclamada por la versificación y registrada como segura en la reconstrucción textual a base de los mejores mss. Tal es el caso de las formas contractas fuerdes, vierdes, tenellós, etc. Estos y otros fenómenos de asimilación, metátesis, metaplasmo, etc. apenas hacen acto de presencia en los autógrafos, pero se repiten con uniformidad casi absoluta en los mss. y ofrecen todos las garantías de originalidad sanjuanista, sobre todo si se tra ta de los versos. No olvidemos que no existe autógrafo alguno poético.

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Para que se aprecie el grado de certeza o probabilidad de los casos registrados, añadimos a continuación las estadísticas corres­pondientes 21. En gracia a la comodidad, seguimos el orden alfebé- tico en los diversos apartados.

1. - Trasliteraciones habituales o constantes

monesterio, repetido así en Ct. 13, 6, y 9 veces en Bg, que también ofrece una vez « monasterio » (48, 2). Dada la condición de este testimonio, sólo cabe retenerla como forma probable.

quiriendo, repetido invariablemente en cinco ocasiones (Av 60, 8; Ct 15, 15, 23, 24, 28).

finiendo, que aparece en dos casos (además de una presencia en Bg), a saber: Av 10, 15; Ct 9, 27-28) y que tiene apariencias de forma fija.

priesa, está representado por los menos en tres casos, prescindiendo de Bg (Ct 2, 4 y 10; Ct 13, 18; Bg 30, 6).

recebir, usado así uniformemente en el infinitivo, en perfecto deindicativo y en el las demás formas verbales que carecen de la i en la tercera sílaba, como en recibiendo = Ct 11, 33.

cuydado(s) con una presencia bien nutrida de 18 casos en ambos géneros y números, y sin ninguna excepción.

yglesia, que aparece así invariablemente en cinco ocasiones y sin ninguna excepción (Ct 2, 17 y 22; Ct 9, 49 y también en Bg 28, 20 y 34, 16).

yr presenta 13 casos en diversos modos y tiempos, con la única ex­cepción de i do (S* II, 71, 1) y que es fácil explicar por tratarsede corrección de la escritura precedente. También se da en Bg (44, 19, etc.).

reynar / reyno tres casos entre ambas formas, pero sin excepción

No indicamos el lugar de cada fenómeno por no alargar inútilmente estas páginas. Se señala sólo cuando el rigor de la comprobación o la dudosa estadística pueden exigirlo. Ya queda advertido que no damos como decisivos los casos provenientes de Bg, aun cuando se recurra a él para ilustrar los datos aportados por los autógrafos ciertos. Así, por ejemplo, no incluimos en la primera lista ymagen, pese a la presencia de 8 casos en Bg: 34, 18-19; 36, 4-5; 13, 22; 38, 13; 38, 24; 40, 19. Como es natural, entran en consideración aquí sólo los fenómenos que difieren del uso moderno.

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alguna (Av 12, 3 y 38, 13; S* I, 225, 2-3, con rey en Bg 46, 18 que no entra en cuenta).

frayle(s) aparece así indefectiblemente en todos los casos registra­dos, seis en total (Ct 2, 12, 30, 31; De 4, 3).

cibdad, en consonancia con las formas de la época, se repite así las cuatro veces que hemos localizado la palabra (Ct 2, 13 y 22; De 1, 11; De 6, 22).

escuro, presenta cuatro casos en las formas siguientes: escuro, escu­ra, escurece, a escuras (Ct 10, 41) lo que induce a pensar en una norma constante.

2. - Otras formas ortográficas de uso constante.

aduerso, con dos casos, uno singular y otro plural (Av 32, 4; 36, 2) a los que pueden añadirse el dudoso de Ct 24, 8.

aduertencia, representada en cuatro casos (Av 18, 20 y 26; Ct 10, 15 y 20).

ay (= ahí), aparece así en las ocho ocasiones en que se usa como adverbio y a las que se deben añadir las formas del verbo haber. Sin excepciones en ambos casos.

aora registrado en 25 casos, y sin excepción alguna, tanto para el advervio como para la conjunción adversativa. Sólo encontra­mos un ahora interlinear (Av 42, 6-7) tanto más sintomático cuanto en otro lugar (Ct 9, 26) el mismo Santo elimina de ma­nera inconfundible una h intermedia, que había escrito primero, para que se lea aora; hora, nombre sustantivo, registra dos casos con h, a la moderna, y ninguno sin ella (cf. Av 42, 3).

aliuiar / aliuio, cuentan entre ambas formas 3 casos sin excepción alguna advertida (Av 2, 19 y 23; Ct 4, 24).

aprouechar, siguiendo la norma de evitar la v intermedia, se pre­senta así en 8 casos correspondientes a diversos modos, tiempos y personas.

atreuer / atreue dan juntos cuatro casos idénticos al anterior (Av 40, 7; Ct 13, 20). A esta formas hay que reducir otras muchas por analogía aunque no tengan suficiente representación esta­dística.

auer, como puede suponerse tiene una presencia insistente. Al me­

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nos en 54 ocasiones se escribe así (sin h y con u) en diversos modos y tiempos. La casuística puede reducirse a los siguientes apartados:

— Salvo en dos casos (Av 40, 19; Cí3, 14) se escribe siempre sin h. En uno de ellos es del verbo tener, no del auxiliar haber; en el otro está separado del participio por una pa­labra intermedia.

— Todos las formas que modernamente llevan b se escriben con u, incluso el futuro auré, aurá. Son 20 casos sin excepción alguna.

— El subjuntivo presente se escribe siempre igual, con la y fi­nal; el pretérito imperfecto y el futuro imperfecto comien­zan invariablemente con v aunque siga la n. Son claros es­tos tres casos: Av 10, 21; Ct 9, 60-61; Ct 10, 28.

Teniendo en cuenta la notable frecuencia de este auxiliar, re­sulta dé grande interés poder reducir a reglas tan fijas y segu­ras su uso ortográfico, que carece de identidad en la mayoría de los mss.

breue ¡ edad, con 6 casos en consonancia con la norma de omitir la v intermedia. Lógicamente siguen idéntica ortografía las formas derivadas {Ct. 5, 47; Ct 10, 11 y 34; Ct 13, 9-10, 28 y 47).

conserue, recurre con un mínimo de tres casos en singular y plural y en consonancia con la misma norma {Ct 8, 12; Ct 10, 48; Ct 24, 25).

conuenir, presenta 13 casos en todos los modos y tiempos (incluido conueniente) en confirmación de la citada norma de los casos anteriores.

conuento, que con conuentuales, aporta otros 9 casos a la norma que elimina la v intermedia.

Córdoua, como nombre propio aparece así en 6 casos {Ct 2, 3, 4, 11 y 15; Ct 12, en el sobrescrito).

deuer, presenta una estadística de cuatro presencias en el indica­tivo y una en el pasado con deuieron. Pudiera añadírseles otro de la dudosa Ct 24, 5 {Ct 2, 6 ; Ct 8 , 29; Ct 9, 55; Ct 10, 25).

deleytes, aparece así en tres casos al menos {Ct 6, 29; 8, 13; 11, 22).

diuino / dad, según la norma corriente recurre en 6 casos (más otro en la Ct 24, 11) y sin excepción alguna {Av 14, 6 ; 20, 3; 42, 13; 44, 12; S* 119, 4; 225, 15).

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enbiar, dentro de la fluctuación del grupo m¡n p, parece ser que en esta palabra se prefiere la n, aunque no hay suficiente esta­dística si eliminamos Bg que aporta 11 casos explícitos. Claro en Ct 12», 4.

estraño, aparece como forma invariable al menos en cuatro casos, lo que es suficiente para retenerlo como segura, al no hallar excepción.

frayle(s), sin diferencia contraria presenta 6 casos manifiestos (Ct 5, 12; Ct 5, 30 y 31; De 4, 3, con el freyla de DC 3, 10 y en Bg 44, 11).

leuantar, como era de esperar, por la regla conocida, aparece inva­riable en los nueve casos en que se usa este verbo en diversos modos y tiempos.

llenar, con idéntica representación que el anterior y en consonancia con la misma norma.

marauilla, tiene insuficiente representación (con solos dos casos Ct 9, 13; Ct 13, 5) pero la analogía con la norma de evitar la v in­termedia ofrece base segura para darla por forma constante. Cabe añadir la confirmación de Bg, de manera particular por el caso de p. 36, 3.

mouer, ofrece 8 casos, sumado a mouimientos (Ct 8, 9), repartidos entre los tiempos regulares e irregulares.

nouicio, con sus tres presencias (Ct 4, 19 y 22-23; Ct 7, 6-7) y la nor­ma de la u por la v intermedia queda garantizada como forma segura.

nueuo, resulta igualmente cierta por la misma norma y al menos tres presencias explícitas (Av 44, 6; Ct 4, 30; Ct 7, 28).

perseuerar, apenas dos casos explícitos, pero la regularidad de la norma repetida permite considerarla forma cierta (Av 20, 11 y 44, 13).

proprio / edad, con 10 casos (incluidos 3 de S*) y sin ninguna ex­cepción resulta segura frente a la fluctuación observada en los mss.

prouincial, arroja una estadística de 7 casos en singular (Ct 4, 9; De 4, 2; De 4, 15; De 1, 5; De 2, 4; De 3, 6).

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perfectión, con 8 casos, incluyendo imperfectiones (Ct 9, 31) está bien documentada como forma fija que elimina sistemáticamen­te la asimilación de ct en cc, y que por analogía debe exten­derse a las demás palabras de idéntica terminación, al menos como fluctuación.

respecto, recurre en 5 ocasiones: cuatro corresponden al sustantivo respeto y una al adverbio respecto de (Av 18, 20; 34, 1; Ct 4, 27; Ct 11, 29; Ct 10, 31).

Segouia, con minúscula y u intermedia aparece explícitamente en dos casos (Ct 24, 15-16 dudosa, según lo dicho, y De 7, 2). En la mayoría de las cartas autógrafas la abreviatura suprime la sí­laba final, pero dada la consonancia con la norma de la u/v parece normal suponer que prevalecería en el Santo la h.

serenas, aunque apenas pede aducirse más que el caso de S* II, 100, 6-8, la casi uniformidad de los mejores mss. hace suponer que procede de la pluma sanjuanista esta forma anticuada.

seruir / ido, con 10 casos, al menos, representan una forma induda­blemente segura, pese a la rarísima excepción del servia con la v intermedia. Tiene cumplida explicación, sin recurrir a casos de fluctuación, por darse la circumstancia de que se escri­be como si fueran dos palabras: ser al final de línea y sin trazo o guión de unión, y via al comienzo del renglón siguiente. Esta­mos ante otro caso similar al todavía, mencionado anterior­mente.

seuilla, al igual que segouia y los demás nombre propios, se escribe con minúscula. En cuatro ocasiones aparece tal como aquí se transcribe (Ct 2, 24 y 31; De 4, 7; De 5, 6).

solenidad, con tres casos en una misma carta (Ct 2, 12-13, 17 y 29-30) no parecen demasiada garantía para sentar un fenómeno cons­tante. Quizás sean suficientes para autorizar una fluctuación entre la forma correcta y esta singular haplografía.

suaue / idad, aunque con tres casos explícitos (Av 20, 10; Av 2, 13; Av 22, 23), por tratarse de la regla fija de la u /v intermedias, son suficientes.

temporal, con la presencia exclusiva de tres casos, parece afian­zarse dentro de la fluctuación o alternancia del grupo m/n-p, sobre todo si se añaden los dos casos registrados de tiempo (Ct 11, 9, 12 y 24; Ct 7, 17 y 20).

vn /vno / vna, con respectivos plurales arrojan por lo menos 20 ca­

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sos invariables. Su condición de formas fijas se reafirma con la presencia de vnico (Av 16, 17).

vnir / vnión, con cuatro presencias uniformes entre ambos. La ma­nifiesta analogía con la forma anterior apoya la regularidad que se corrobora además por el dato significativo de que en S* se corrige intencionadamente un desliz usando esta forma (cf. II, 72, 6; los casos elencables en: Ct 11, 28; S* I, 225, 3-4; II, 76, 10-11).

ualer, parece norma constante por los seis casos y la confirmación de un ualor (Av 20, 21; 24, 25; 34, 24; Ct 1, 27; Ct 5, 46; Ct 8, 23; De 1, 18). Probable excepción resulta valederas (De 5, 18) aun­que quizás demasiado poco para exigir la fluctuación.

uanidad, presenta tres representaciones (Av 36, 19; 40, 18; Ct 6, 30).

uenir, con seis casos en distintos modos y tiempos parece suficien­temente seguro, aunque no creo se excluya cierta fluctuación entre u/v. Parece que prevalece claramente la v inicial en las formas irregulares del verbo en que la e está precedida de i, como en viene, fenómeno por lo demás corriente en otros ver­bos similares, según se anota en el siguiente.

uer, con 10 casos explícitos en diversos tiempos y modos implica uso constante. Pero la presencia de dos excepciones en viendo y viéndola nos persuaden de que ante ie (en las formas irregula­res) prefiere la v a la u inicial. La regularidad de la u antes de la e en el mismo sonido se confirma con la presencia uniforme del compuesto deueras y los dos casos de uencer y los de uentura (Av 44, 3; 28, 12; Ct 2, 55, más la dudosa 24, 21).

uerdad /dero, se impone por la presencia de 9 casos uniformes, pero un tanto discutible por una excepción singular e inexplicable: verdaderamente (Av 28, 11).

uez /eces, con cuatro casos dispersos en piezas muy diferentes se presenta segura (Av 12, 5; 16, 17; Ct 2, 55; Ct 9, 63).

vicario, al igual que las formas verbales con i en la sílaba inicial, se inclina resueltamente por la v en lugar de la u. Así lo atesti­guan los seis casos registrados y sin excepción alguna (aunque en algunos aparezca en abreviatura « vic° » (De 4, 2 y 15; De 1, 2 y 26; De 2 De 3 ).

vida, probablemente por idéntico fenómeno aparece constantemente con v inicial en los dos casos documentados y en los que se

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incluyen las correcciones interlineares de S* 12, 1; 91, 9-10. El verbo vivir flutúa, en cambio, entre la b y la v.

bolar / buelo, apenas cabe situarlo entre las formas fijas, ya que sólo aparece en dos casos. Con todo, es muy sintomática la frecuencia con que se reproduce así en los mss. Por ello, y la analogía con otros similares, cabe preferir esta forma aunque no como exclusiva a la moderna vuelo ¡ volar.

boluer, pese a su extrañeza debe retenerse como forma rigurosamen­te sanjuanista, ya que así se repite sin excepciones en siete casos de diversos modos y tiempos. Probablemente quepa la excepción en los que aparece la i, aunque siendo intermedia no es seguro. Cierta confirmación proviene del buelta de Bg 48, 1.

uos, con tres casos seguidos en la misma carta y referiéndose a Dios ( Ct 5, 38, 39 y 42) no son demasiados para normalizar un uso constante; pero deben sumarse a la analogía favorable de­cididamente al empleo de la u por la v en este sonido inicial.

así. — Aunque fuera de su debido orden, cerramos esta serie con el caso importante del adverbio así. Una vez asentada la concurrencia de las tres formas así, as sí, ansí durante el siglo XVI, el uso se vuelve sumamente arbitrario y, dada la frecuencia con que se emplea, in­cide de manera singular en la ortografía incluso de un mismo autó­grafo. Mientras en los mss. del Cántico existe verdadera anarquía, los autógrafos sanjuanistas nos sorprenden agradablemente con un uso absolutamente constante y uniforme. Pese a las inumerables veces que recurre, se escribe el adverbio a la moderna, así. Trope­zamos con un esporádico ansí (Ct. 2, 52) como única excepción. Ignora el assí, ya que no puede considerarse escritura del Santo el caso de S I, 179, 8, pues su intervención se reduce al arreglo de la primera letra. No hay por qué insistir en la importancia de esta norma ortográfica que permite repetir con seguridad esa palabra tan usada.

Si sumamos las normas ortográficas provenientes del uso cons­tante de las letras reunidas en el prim er párrafo, estas palabras, y las que por analogía o predominio se pueden dar como fijas, a todas las demás letras y palabras que no pueden presentar diferencias con respecto a la ortografía moderna (salvo error manifiesto) constata­remos que el coeficiente de la ortografía seguramente sanjuanista es verdaderamente elevado. Es cierto que no todas las normas hasta aquí establecidas gozan de idéntica garantía, pero en conjunto responden a la redacción gramatical del Cántico escrito por la misma pluma de san Juan de la Cruz. Aunque en los casos de fluctuación

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o alternancia entre diversas formas ortográficas no podamos asegurar en cada caso cómo escribió una palabra el Santo, nos acercaremos aún más a su texto conociendo sus inconstancias o irregularidades y manteniéndolas en la transcripción siempre que los mejores mss. lo permitan. Si los autógrafos sanjuanistas vacilan entre dos formas de una misma palabra y lo propio sucede en los mss. nos acercamos más a la escritura original manteniendo esa fluctuación que no uni­formando la transcripción en sentido moderno o adoptando una de las formas alternantes. Así, por ejemplo, sucede con el uso de la m /n antes de las labiales b y p. Por esta razón consideramos útil registrar aquí los casos más destacados de las fluctuaciones ortográ­ficas sanjuanistas.

IV. P r in c ip a l e s f l u c t u a c io n e s e n la o rto gra fía s a n ju a n is t a

Aunque san Juan de la Cruz se m uestra más preciso en la or­tografía que otros escritores de su época, no es excepción en ese típico momento de evolución gramatical. En él, como en la mayoría de los escritores cultos, los contrastes con respecto a la ortografía moderna y el fenómeno de las plurivalencias o alternancias se debe en buena parte al problema de los cultimos latinos.

Superado el momento del idioma constituido a base de leyes fonéticas, cuya « actividad había caducado », quedó pendiente durante siglos el problema de la pronunciación y de la escritura de voces latinas incorporadas al léxico castellano. « Todo el periodo áureo — se ha escrito autorizadamente — es época de lucha entre el res­peto a la forma latina de los cultismos y la propensión a adaptar­los a los hábitos de pronunciación romance » n.

Entre los metaplasmos de mayor incidencia en la evolución clásica hay que contar, sin duda, la asimilación y la contracción. Los factores determinantes de la aféresis, síncopa, apócope, metá­tesis y sinalefa habían consumado ya casi toda su virtualidad para la modificación idiomàtica cuando escribe san Juan de la Cruz.

Fuera de algunos casos muy singulares, las fluctuaciones de la escritura sanjuanista de deben en su mayoría al fenómeno general antes señalado. Se rigen por metaplasmos corrientes en su tiempo. Naturalmente, no podemos detenernos aquí en consideraciones de índole general. Apuntaremos las alternancias sanjuanistas sin descen­der a explicaciones pormenorizadas ni a ejemplificarlas con otros

22 R. L ap esa , Historia de la lengua, p. 241.

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escritores contemporáneos. Destacamos únicamente la relación que guardan con los mss. del Cántico.

Para facilitar al lector interesado el control dispondremos los fenómenos de alternancia en varios grupos, a saber: relativos al uso de vocales y semivocales; al empleo de cansonantes (simples o dobles); al caso de los grupos cultos de consonantes y a casos espe­ciales. Añadiremos una lista de irregularidades no clasificables como fluctuaciones o debidas a factores de índole sintáctica.

A. - Vocales y semivocales

La alternancia vocálica se caracteriza por metaplasmos como los señalados arriba, que no responden a fluctuaciones constantes sino al uso concreto de algunas palabras; por lo mismo, deben tratarse como casos singulares.

— Unico caso seguro de alternancia fija es el de la i / y, cuando la última es vocal, según indicábamos antes. Es, sin embargo, regular y exacta la consonantización de y, sea intermedia, sea final.

Representantes de la trasliteración y / i son, en prim er término, las palabras escritas constantemente de la misma forma y señaladas en otro apartado. Hay que añadir las que no guardan norma fija por carecer de la necesaria repetición. El registro arroja estas casos:

ymperio, 1 solo caso, ninguno en contrario {Av 26, 20) cayclo / cayrán, 2 ejemplos {Av 4, 22; Ct 8, 14) deleytes y deleitable. 1 ejemplo para cada forma {Ct 3, 13; Ct

6 , 22)finyquito, caso único {De 1, 18-19) juyeios, 1 caso {Av 36, 5) mysterios, 1 caso (S* II, 80, 67) trayga, 2 casos {Ct 7, 13; Ct 10, 2).

Según puede apreciarse, no existe criterio seguro; las fluctuacio­nes no responden ni a leyes etimológicas ni a normas fonéticas.

Pese a su reducida ejemplificación autogràfica, puede también considerarse fluctuante e indeciso el uso de las letras e / y como conjunción copulativa. Así, frente al uso normalmente correcto de la y, notamos como excepción de marcado resabio cultista « docientos e cinquenta » {De. 1, 12). No puede decirse otro tanto del uso de la y antes de i/y. Tenemos dos casos bien típicos:

y inclinación {Av 26, 6) y yrlos (S * 154, 16-17).

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— Estirando al máximo la minucia, podríamos considerar fenó­meno de alternancia la trasliteración relativamente frecuente de e / i. Pero más que verdadera fluctuación general se tra ta de residuos cultistas o de permanencia de arcaismos en formas concretas y de­terminadas. En algunos casos, incluso de error o descuido. No esta­mos ante el fenómeno típico de indecisión como en ciertas conso­nantes (v. gr. b / v). Las alternancias típicas son éstas:

deciembre / diciembre (De 1, 25)escribir / escrebir en las diversas flexiones: 6 de la prim era y

3 de la segunda, segura / sigura (De 1, 11 y 23)mesmo(s) / mismo(s), en todos los géneros y números: 5 con

e y 10 con i.

Son excepcionales (descuidos o errores):

heciste (Av 16, 15) perficionar (Av 44, 16) rindimiento (Av 22, 21)térra (por tierra Ct 5, 51), siempre bien (tierra) en muchos casos.

— Fuera de las peculiaridades morfológicas constantes, las al­ternancias en las restantes vocales son anomalías manifiestas en la escritura sanjuanista. No tienen representación suficiente para cons­titu ir norma fija ni tampoco para demostrar clara fluctuación. Si no son residuos cultistas, responden por lo común a descuidos. Tales:

entremeta (Ct 4, 19 y Av 34, 7) degese (Ct 9, 24) relación (Ct 4, 29) puniéndolos (S* II, 57, 11-12) concupaciencia (Av 30, 2) esfriando (Av 4, 19-20) regulen (= relucen Av 34, 13).

— Idéntica norma debe aplicarse a los pocos casos de trasli­teración entre vocales y consonantes. No son fenómenos de alternan­cia sino normas fijas en alguna palabra o singularidades sin sufi­ciente representación.

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B. - Consonantes

a. Simples

b /u /v — Es el caso más importante (y en rigor de términos el único de consonantes simples). Fuera de las pocas normas fijas, establecidas anteriormente y de las formas concretas elencadas arriba, no es posible reducir a reglas fijas su uso en los escritos san- juanistas. Idéntica libertad encontramos en los mss.

h / th — Los ejemplos de h inicial en los autógrafos sanjuanistas son tan pocos que no permiten catalogar slx presencia o su omisión entre los fenómenos de alternancia. En concreto podemos señalar como casos de presencia indebida herrar (Ct 9, 46) y hierre (Ct 9, 47), insuficiente, a todas luces, para fijar ningún criterio.

— Omisión indebida en erencia (De 1, 19) y en verfano (huér­fano, Ct 9, 52) que con un sólo acto de presencia no basta para hacer ley. Lo hace, en cambio, el verbo auer en todos los tiempos y per­sonas, según tenemos advertido.

— Respecto de la h intermedia el panorama es casi idéntico: fuera de los casos repetidímos de ay ( = ahí) siempre así, y aora (con una sola excepción ahora, Av 42, 7), tanto para la omisión como para la presencia (respecto al uso actual) se dan ejemplos singula­res o aislados.

aprehensiones (Ct 9, 38) comprehender (Av 30, 12) eme [= me he] (Ct 13, 14) enorabuena (Av 20, 18).

La ausencia de más repeticiones impide decidir si se trata de simples excepciones de su uso ordinario, o al contrario. La consis­tencia y concordancia de los mss. en el caso de la h interna, de raíz latina, hace sospechar que el Santo se atenía en esto al uso corriente en el tiempo, que era el de mantenerla.

— Podemos dar por fortuito y anormal el uso de th etimológica, ya que se da un caso solo frente al sistema moderno, seguido cons­tantemente. Residuo culto mantenido por descuido en thesoros (Av 2, 2). La ausencia de otros vocablos típicos, v. gr. theologia, obliga a ser cautos en este punto. Resumiendo:

La h inicial se escribe siempre según el uso moderno menos en el verbo auer y formas de él derivadas.

La interna se mantiene en las voces que la mantienen por razón etimológica, aunque no haya suficiente representación en los autó­grafos, siempre que den base los apógrafos.

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El grupo th se moderniza, a no ser que por alguna razón parti­cular se deba mantener, por considerarla original.

b. Consonantes dobles

— Las mantenidas como simples fonéticamente en español (ch/ll/rr/) se escriben correctamente en los autógrafos. Presentan alguna rarísima excepción (collación, Ct 2, 23), pero no fluctuaciones ni alternancias, fuera del único caso: —allo-illo-ello, etc. a pesar de que los dos ejemplos registrados en los autógrafos no serían sufi­cientes sin el atestado de los mss.

— Las dobles latinas, perdidas en español, son las que ofrecen dificultades de mayor cuantía por la abundancia en los mss., frente a la casi total ausencia en los autógrafos. De hecho en éstos sólo tropezamos con la ff doble en un reducido cuadro de voces:

affectos (S* II, 44, 1) offende (Av 26, 16) officio (De 1, 24) officiales (Ct 27, 30).

Como se ve, todos ellos son casos de permanencia etimológica; tienen insuficiente representación para asegurar si se trata de nor­mas fijas o de fluctuaciones en esas mismas palabras ya que las hay bien escritas, v. gr. efectuar (De 5, 7) etc. Se trata, sin duda, de ex­cepción o descuido el caso de approuechar (Av 44, 18-19), pues escribe regularmente siempre la palabra con p simple.

— El único caso en que parece seguro mantiene la doble eti­mológica, hoy perdida, es el de los superlativos en -íssimo, por lo que resulta norma fija. Caso seguro de fluctuación nos lo ofrece en este grupo el término pecado-peccador, pues tenemos:

peccado (Ct 13, 1) peccadores (Av 18, 3-4) y

pecador (Av 26, 24) pecados (Av 40, 19 / Ct 11, 5) pecarás (Av 38, 2).

— Entre las dobles latinas, mantenidas por razón etimológica en el español actual, registramos también uso correcto en el Santo, pero testificado sólo por accesible (Av 30, 10-11).

Por último, las dobles españolas actuales, provenientes de un grupo latino por asimilación, contracción, etc., son las que en realidad presentan casos de fluctuación en su uso, pero pertenecen al apar­tado siguiente.

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c. Grupos cultos de consonantes

A propósito observa R. Lapesa: « Todo el período áureo es épo­ca de lucha entre el respeto a la forma latina de los cultismos y la propensión a adaptarlos a los hábitos de la pronunciación romance ». Y aclarando la duración del fenómeno añade: « Ni siquiera a fines del siglo XVII existía criterio fijo; el gusto del hablante y la mayor o meno frecuencia del uso eran los factores decisivos » n.

En ese período de transformación san Juan de la Cruz ofrece abundantes casos de alternancia. Lo propio sucede con los mejores mss. del Cántico. Partiendo del uso ortográfico moderno podemos anotar los siguientes casos en los autógrafos sanjuanistas:

bst > st — propende el Santo a mantener las tres consonantes latinas, pero es un grupo apenas presente. Tenemos dos veces substancia (S* 150, 12; Av 26, 10). Dado el predominio en S y mss. se debe mantener la forma etimológica latina como la preferida por él.

ct > t — Tres posturas fundamentales:

Ia. Lo corriente es mantener el grupo en los casos etimológicos, como en la actualidad: actos, efectuar, effectos, etc.2a. Son, sin embargo, notables las fluctuaciones en mantener ambas consonantes o en suprim ir una. Registramos, fruto y fructo; otubre; sancto y santo; districto (siempre por distrito) especie de epéntesis, semejante a la anterior; frente al susten- tivo junta bien escrito, escribe juncias (adjetivo = unidas) y< auctoridad (ambos una vez) y siempre respecto(s) (= nombre, 5 veces). Por otra parte escribe a la moderna junto, juntar, jun­tamente (cf. S* II, 153, 17 ss).3a. La asimilación ct > cc la desconoce prácticamente San Juan de la Cruz; mantiene la forma etimológica de la ct v. gr. lection (Av 44, 12), perfection / imperfection (6 veces) o la simplifica en c: perfecionar (Av 44, 16).

gd/d = Registra dos casos de supresión de la g en Madalena (Ct 3, 22; Ct 20, 30).

m b/nb = Es uno de los fenómenos más representativos de la al­ternancia. Emplea indiferentemente una y otra forma: enbio, entram­bas, enbuelto, tanbién. Este último término representa con sus seis casos uniformes una norma probablemente fija.

m p/np = Todavía más importante que el anterior, por tener más amplia representación numérica; ejemplos: ampara, compañía, comparado, conpadecido, conprado y comprar, empleado, enpobrece, inpide, inperfecto, ymperio, inpurega, nombre, tanpoco, siempre y

23 R . L a p esa , Historia, p. 241-242.

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siempre, temporal y tenporal (pero tiempo) reconpensa, enbiar, in­presión, e tc .24.

m n/n = Propende San Juan de la Cruz a la simplificación escri­biendo, por ejemplo, onipotencia (Av 26, 23), solenidad (tres veces = Ct 2, lín. 12-13 17 3' 30 = signatura). No es, con todo, constante, como tampoco los mss.

ns/s = Siguiendo la tendencia asimilante (existente ya en el mismo latín) San Juan de la Cruz propende a la elisión de la n, se­guida de consonante (generalmente /, t, v). Escribe: costante {Ct 18, 19) y transformación; pero es fluctuante, ya que la misma palabra (hasta en el mismo lugar) la escribe transformado (S* II, 135, 17-19; se deben notar las dos correcciones de esta palabra en S* II, 154, 7 y 156, 2; si son del Santo, es prueba de que prefería la forma ns) instrumento (S* II, 153, 17/18), etc. Dudosa la lectura de S* 226, 10/11 = trasloe = transformación?.

sc/c = En el empleo de este grupo, cuando es intervocálico, registramos leves pero significativas fluctuaciones en el Santo. Frente al uso correcto, como en disciplina (dos veces Ct 7, como nombre y verbo), vemos docientos (2 veces De 1, lín. 12) y las formas excepcionales concupaciencia (= concupiscencia), moxca (mosca). Pueden considerarse todos casos excepcionales, teniendo en cuenta el uso exacto del grupo etimológico en las demás palabras.

se > c = En el grupo inicial, con la s etimológicamente líquida, es norma casi constante el fenómeno de la asimilación o reducción a lo forma moderna; sin embargo, registramos alguna levísima fluc­tuación al mantener el cultismo latino en sciencia (S* 225, 12-13; 226, 9) y scripturas (De 1, 17) frente a escriptura(s) (= Ct 2, 40 y 48-49) y un número muy elevado según la forma moderna. El lati­nismo afecta a términos técnicos.

psjp t — Es decir, labial seguida de dental, ofrece idéntico pro­ceso al grupo anterior. En ps inicial desaparece la p fuera del caso único ps. en abreviatura (S* 21, 17); mientras pt intervocálico se mantiene en algún caso, más bien raro, como en scriptura(s) con tres ejemplos al menos (Ct 2, 10, 19-20; De 1, 17). El verbo escribir lo pone siempre a la moderna.

sp/ = El caso inverso, en las iniciales líquidas latinas, es uno de los más representativos de la alternancia entre la forma arcaica latinizante y la moderna. Tenemos: spiritu(s) y espíritu(s); spiritual

24 A lo que parece cundió el ejemplo de Juan de Valdés que escribía a proposito: « Por mi fe, en eso tanto nunca seré muy supersticioso. Bien sé que el latín quiere m y que a la verdad parece que está bien, como no pronuncio sino n, huelgo ser descuidado en esto, y así, por cumplir con la una parte y con la otra, unas veces escribo m y otras n ». Diálogo de la lengua, ed. de J. F. Montesinos = Clásicos castellanos, 86 (Madrid 1928) p. 80.

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y espiritual; sposo y esposo. (La abreviatura sp u // spual. siempre en la forma latina). Para concluir añadimos algunas peculiaridades dignas de mención.

— Los grupos etimológicos ph / / y th / t no tienen representación en los autógrafos fuera del único caso señalado arriba (thesoros), mientras en los mss. son relativamente frecuentes.

— Algunos latinismos los mantiene el Santo por razón de su valor de términos técnicos, v. gr. acquisita (S* 225, 13 marg.), a natura (S* 226, 9-10). Por influjo del español trastueca alguna vez la grafía latina, v. gr. forcium ( = fortium S* 191, 6).

— Añadimos como final las irregularidades aisladas, debidas a diversos fenómenos de inducción fonética, y no señaladas en ninguno de los apartados precedentes: por dentalización o equivalencia tene­mos el caso de recogimiendo (= recogimiento Av 28, 17) y esfriando (= enfriando Av 4, 19-20); por labialización, presumciones (Ct 9, 20); por epéntesis priesa y Grauiela (Ct 8, 40) pero también Gabriel (Ct 11, 39); por asimilación vocálica o síncopa, tenemos plegó, por pliego (Ct. 13, 4) térra, por tierra (Ct. 5, 51), contino, por continuo (Av. 38, 1, bastante frecuente en los mss. incluso en S), meajas, por migajas (Av. 18, 12). En el Santo, como en los mss. alternan las for­mas jee y je (cf. Ct. 10, 14; S* II, 71, 9).

Se trata de casos únicos o excepcionalmente representados en los autógrafos, y, por lo mismo, carecen en sí de valor para establecer normas fijas. Dado que muchos de esos vocablos vuelven a repetirse en forma correcta, hay que pensar más bien en distracciones o yerros. A lo sumo en excepciones, sobre todo si no existen ejemplos de escritura correcta. Como en otros casos, la analogía y la usanza de los mss. pueden ser orientadoras.

Es claro que los fenómenos no mencionados aquí corresponden a normas fijas o no tienen representación en los autógrafos. Para completar el panorama conviene recordar los fenómenos que inciden en la ortografía no directamente, sino por razones morfológicas, sintácticas o gramaticales en general, debido a la evolución sufrida por el idioma.

C. - Fluctuaciones de origen morfológico y sintáctico

La mayoría de los fenómenos que aparecen en los autógrafos y también en los mss. se deben al proceso evolutivo de la metátesis, de la asimilación y de la contracción. Los casos registrados en los mss. de las poesías son casi siempre normas fijas, pero no tienen refrendo en los autógrafos, todos ellos de piezas en prosa. Pero que también alguna vez volvieron a la pluma sanjuanista fuera de

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los versos lo demuestran casos como el de llorallos (Ct 6, 13-14). No todos los casos más representativos obedecen a leyes ortográficas y fonéticas. Algunos parece que deben atribuirse a la ambivalencia de formas morfológicas o a la del género que se atribuye a ciertos nombres. Así, por ejemplo, tanto el uso del artículo masculino o femenino, como la contracción del o della, deste, desta, etc. están en clara dependencia de ese hecho. Señalaremos los casos que ofrecen interés por su reiterada frecuencia en los autógrafos.

a. - La contracción de la preposición a y el artículo el, en el mas­culino (al) y en el femenino (ala) presenta una casuística muy irre­gular en los mss. del Cántico, bastante distanciados del uso actual. El caso más repetido y variado lo afrece quizás la palabra alma, sobre todo cuando se usa fuera del nominativo. Existe tendencia marcada en muchas copias a usar el artículo femenino: al alma, a la alma, etc. No es norma absoluta, ya que un mismo ms. usa in­distintamente del alma, de la alma. El Santo en sus autógrafos se m uestra bastante uniforme y en consonancia con el uso actual (usa alma y no el cultismo ánima) por lo que al género del artículo se refiere. Son sintomáticos al respecto algunos casos de intervención en S, como en I, 96, 17; 123, 1; II, 76, 7-12; 101, 13-14; 128, 9-11 donde escribe corrigiendo al copista el alma. En II, 152-5-9 explíci­tamente pone el genitivo del alma (y no cíela alma, como hace fre­cuentemente S), lo mismo que en I, 224, 12: en el alma (todo unido por falta de espacio). Otro tanto hay que decir del uso concreto de la contracción al. Aparece como add. que corrige a S (I, 216, 16). En la misma línea de modernidad se presenta respecto al laísmo y leísmo en el caso de esta palabra tan sujeta a variantes en los mss. Escribe correctamente la y no le cuando es complemento indi­recto (S I, 145, 10; 226, 1). En los autógrafos indudables del Santo se aprecian las mismas normas, pero quizás no ofrecen la suficiente reiteración como para poder definir una regla segura (por ejemplo, al alma Ct. 10, 22 y 42 etc.).En lo que se m uestra fluctuante es en la forma gráfica de escribir, uniéndo unas veces ala/alas (Ct. 11, 32 y 39) y separando ambos elementos en otras (ib. 36) y con diversas palabras (cf. ala paz Ct. 10, 9, etc.). Podemos concluir diciendo que la reducida representación apoya el uso moderno en lo que se refie­re a la contracción de al/ a el / a ella respecto al género del arti­culo y del nombre afectado. En cambio, se m uestra fluctuante en lo relativo a la unión o separación, especialmente en el femenino ala (De. 2, 14-15 a la y De. 3, 13 ala, seguidos en ambos de fórmula equivalente: « gloriosa », « bienaventurada »).

b. - Uno de los fenómenos más representativos de la fluctuación

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lo hallamos en el caso del pronombre él (en todos los géneros y números) junto con la contracción de la proposición de y el artículo el (también en los diferentes géneros, números y casos). No parece posible admitir que el Santo siguiera normas fijas, dada la arbitra­riedad que constatamos en los autógrafos.

— Del (contracción de la preposición y del artículo) tenemos esta representación: a la moderna, en forma contracta, dos o tres casos (Av. 20, 21; S* 152, 7-8; S* II, 71).De el (en sentido del) recurre con mucha más frecuencia. En unos 10 casos, por lo menos.De él (pronombre) en la forma masculina singular, casi puede decirse que se da regla fija, escribiéndolo en la mayoría de los casos unido = del en lugar de él. Siete casos seguros contamos en los autógrafos ciertos, y a ellos debemos añadir otros cuatro por lo menos de S*. Dado que existen excepciones (aunque raras, S* II, 71, 1) no es conveniente extremar el rigor de la norma.

— D éla I de las / de lo, en la forma posesiva o de genitivo no pre­senta norma estable, aunque propende claramente a la forma contracta o escritura unida (déla, délas, délo, délos). Notamos, por lo menos siete casos incluidos Bg y S*. Pero en otros tres o cuatro casos prefiere la escritura separada, al modo moderno.

— De ella / ellas / ello ¡ ellos (preposición y pronombre) ofrece idéntico resultado. Preferencia muy marcada por la forma con­tracta (con 14 casos, al menos, incluidos Bg y S*) pero admite también la forma actual separada con cinco representaciones seguras en los autógrafos ciertos.

c. — Muy semejante es el panorama que ofrece el suo de los de­mostrativos que en el tiempo del Santo fluctuaban entre dos for­mas: la que se ha impuesto modernamente y la antigua, general­mente contracta.

— De ese/ esa/ eso apenas presentan elementos de juicio, por su escasa repetición en los autógrafos. En los cuatro o cinco casos registrados aparecen las dos maneras usadas en los mss. deso / de eso y de esa (cf. Ct 7, 20; 11, 9 y 13, 11)— Desde / de esta / etc., como en el caso del pronombre dél podría presentarse como regla ortográfica fija la forma contracta, ya que es de predominio casi absoluto (12 casos, al menos) frente a contadas execepciones (de esta S* II, 91, 9-10).— Aunque hacen acto de presencia las formas dúplices de esotro (Ct. 12, 17; Ct. 9, 23; 10, 34) y aquesto (Ct. 7, 15) junto a este otro, se tra ta de resabios excepcionalmente usados, sin consistencia para oponerse a la forma corriente del Santo, que es la moderna.

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d. — No podemos sentar tampoco regla segura en el uso de las dos formas corrientes del qualquier(a)/ qualesquiere(a). Lo único ciertos es que el Santo escribe con q inicial. Respecto a la prefe­rencia por la forma antigua o moderna parece que se inclinaba por la primera, según induce a pensar el hecho de su repetición a breve distancia y en el mismo autógrafo {De. 1, 17 y 19). Pero que no se deba tomar por norma fija lo demuestra la aparición de un qual- quier una línea después (De. 1, 20) y un qualesquiera {De. 5, 17).

e. — Un ejemplo típico de fluctuación lo tenemos en el uso de mismo en sus diversos géneros, números y funciones. Alterna, sin posibilidad de concretar criterio alguno, la forma anticuada mesmo con la que se afianzó definitivamente, mismo. Existe mayor repeti­ción del mismo, pero no como para pensar en un predominio que obedezca a postura habitual.

f. — Otro caso de fluctuación lo ofrece la curiosa alternancia del cultismo latino sancto (así usado cuatro o cinco veces) con la forma moderna de santo (empleado otras tantas veces). Es exce- ción, según toda verosimilitud, el sant frente al uso del san lo mismo que mili por mil. Los mss. propenden por las formas arcaicas; el Santo por las modernas.

V. - S ig n o s o r to g r á fic o s a u x il ia r e s

Es bien sabido que una edición moderna, si no es estrictamen­te paleográfica, no puede atenerse al uso que de los signos auxiliares de la escritura se hacía en el siglo XVI. Resultaría ilegible, a veces ininteligible. Ha evolucionado demasiado el sistema de la puntua­ción y de la acentuación, por señalar algún ejemplo, para que quepa un acercamiento editorial.

Aunque no podemos apartarnos de la criteriología moderna en este aspecto, creemos de utilidad señalar las características más destacadas de los autógrafos sanjuanistas y de los mss. del Cántico para que se aprecie mejor el sentido de nuestra reconstrucción. A la vez que completamos el panorama de la ortografía sanjuanista, podemos justificar el sentido de algunos detalles mantenidos en nuestra edición, pese a romper moldes más o menos universalmen­te aceptados. El que haya quedado superado el método antiguo de la puntuación, no implica necesariamente que se deban abando­nar ciertas particularidades de los autógrafos o de los mss. que, sin ser obstáculo para una lectura cómoda, reflejan modos univer­

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sales de entonces. Un ejemplo nos lo ofrece la misma disposición de los versos del Cántico. El hecho de que se coloquen en los mss. a distinta distancia los versos endecasílabos y los heptasílabos de­m uestra que ese era el uso normal. Como quiera que sucede lo mismo con los otros poemas del Santo y de otros poetas, estamos ante una normativa de la época que merece ser respetada.

No es el caso de apurar aquí hasta los últimos detalles rela­tivos a los signos gráficos empleados en los autógrafos y mss. san- juanistas. Señalamos los más relevantes, en la medida necesaria para orientar suficientemente al lector.

A. - Puntuación y acentuación

San Juan de la Cruz conoce la mayoría de los signos de pun­tuación moderna. En su uso es tan irregular que no parece se ajus­te a ningún sistema ortográfico definido para expresar la sintaxis ni para determinar un ritmo prosódico concreto. Algunos de los signos por él usados no tienen correspondencia con los actuales. No es fácil determinar su valor sintáctico o prosódico.

Si nos atenemos al sentido gramatical de la frase es imposible acomodarlos a los criterios imperentes actualmente. Harían ininte­ligible el texto a cualquier lector moderno. Estableciendo una com­paración entre los modos sanjusniatas y la preceptiva moderna, hay que señalar como elementos más representativos los siguientes.

a. - La coma (,). En los autógrafos sanjuanistas aparece escrita gráficamente partiendo del centro de la línea (no debajo, como la mayoría de sus copistas). Es muy fácil de reconocer, hasta en re­producciones fotográficas deficientes. Es un signo bien definido y mantenido con uniformidad sustancial en todos los autógrafos. Su uso es, en cambio, muy parco y muy distante del actual. Si se tra­tase de establecer una estadística apenas contaríamos una coma por cada página de los autógrafos.

Es más, la mayoría de las piezas no la conoce. Su puesto no responde casi nunca al que le daríamos actualmente. Tenemos, por ejemplo (,) en lugar del guión divisor de la palabra, al fin de línea (Av 2,2 = espíri, tu); la encontramos también entre dos nombres unidos por la conjunción (y) (uirtud, y juerga, Av 4, 2). No faltan, con todo, algunos casos de uso acertado, v. gr.: « El que halló sus venas, descansó » (Av 8, 10); « ...en ellos Dios mío tu uoluntad, que es lo que yo más quiero » (Av 14, 14), etc.

En ocasiones, donde hoy pondríamos coma, encontramos otros

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signos, dos puntos (:), raya (/) o punto (.), pero sin constancia alguna ni justificación aparente para nosotros. Esos mismos signos se alternan arbitrariamente en otros lugares.

b. - El punto (.). Se tra ta del signo ortográfico más usado por el Santo dentro de renglón. Fuera del caso evidente, punto final de párrafo o período (donde, por lo demás, se omite con mucha fre­cuencia) resulta imposible determinar qué razón de ser o qué fun­ción desempeña ese signo que aparece como al azar, cuando menos se espera. Se multiplica de manera insólita en ciertos períodos, llegando hasta colocarse a seguido de dos, tres y hasta cuatro pala­bras de la misma línea. Véase, por ejemplo, el texto de la famosa Oración de alma enamorada (Av 14-16) o las Cartas 10 y 11.

Es verdad que en algunos casos puede valer por la coma, pero no se debe a intención premeditada; es más bien casual la coinci­dencia. Sabido es que no se trata de un fenómeno exclusivo de la la pluma sanjuanista, ya que lo encontramos en mss. de sus obras y en otros escritos de la época (hasta en pseudo-autógrafos tere- sianos). Si en otros autores puede llegarse a una explicación sa­tisfactoria, en el Doctor Místico es difícil hallarla. Quizás en algún texto los puntos puedan tener valor musical, según opinaba Baru- z i25; no es probable en otros casos, como en las cartas citadas. Se da el uso de punto como guión — que divide palabras — sílabas al fin de línea {Ct 12b).

Con relación al uso del punto final merecen consideración espe­cial los Av; sus peculiaridades respecto a los otros autógrafos de­penden probablemente de su carácter doctrinal y de su peculiar género literario.

En este autógrafo San Juan de la Cruz suele cerrar los párra­fos o sentencias con una prolongación (en línea o raya recta) de la última letra, pero sin atenerse a normas fijas. En unos casos se prolonga la letra indicada si añadir luego punto final. Remedando usos cancillerescos y notariales, esa prolongación se desarrolla ex­traordinariamente. hasta ocupar todo el renglón (cf. p. 18, 20, 22, 24, 26). En otras ocasiones cierra los párrafos sin tal adorno, pero unas veces con el punto final, y otras sin él. Tampoco faltan casos en que se registran ambos signos, el punto y el trazo indicado que, sobre todo en las últimas páginas, se ve curvando progresivamente y se separa de la última letra. Tenemos casos incluso de (,) y rasgo de adorno (v. gr. 34, 16). Son raros otros signos ornamentales u

25 J. B a r u z i, Aphorismes de saint Jean de la Croix (Paris 1924) p . 3.

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ortográficos. Exceptuado el de p. 34, 20, notamos una sola vez la presencia de la (/), en forma inclinada (p. 4, 12), que aparece, en cambio, repetidas veces como punto final en otros autógrafos (v. gr. Ct 11, 8 y 33; 10, 22). Este signo, repetido también con frecuencia en el interior de los renglones, sin valor de punto final, es más in­clinado cuando va al final de los mismos. Llega en casos a formas intermedias entre la raya horizontal (cf. Ct 10, 37) y la diagonal ( / ) 26.

c. - Punto y coma (;). No hemos encontrado rastro alguno de este signo ortográfico en los autógrafos sanjuanistas. Tampoco se suple su ausencia con otro equivalente, si bien pueden darse fortuitas coincidencias. Signo extraordinariamente raro en la época sanjua- nista, tampoco lo usan apenas los apógrafos del Cántico.

d. - Dos puntos (:). Usados con relativa frecuencia en el autógra­fo de Av, son raros en los demás. No tienen equivalencia con el empleo actual. Aparecen donde nosostros escribiríamos (,) (Av 1, 14 y 19 etc.), lo mismo que donde pondríamos (;) (Av 24, 11) e, in­cluso (.)(Av 8, 9). Lo más corriente es hallarlos donde hoy no pon­dríamos signo alguno de puntuación por razón de sentido grama­tical (v. gr. Av 2, 19; 8, 2; 10, 9 etc.).

Muy poco usados en los mss. del Cántico, su empleo es, sin emargo, más uniforme que en los autógrafos (cf. por ejemplo, S 82, 5, donde aparecen con la función gramatical moderna). En S se usan también con valor de (:) la señal (/), empleada con otros va­rios significados.

e. - Puntos suspensivos (...). Ni San Juan de la Cruz ni sus co­pistas conocen este signo auxiliar de la escritura moderna. Es ver­dad que tropezamos alguna vez con dos puntos (..) seguidos en los autógrafos sanjuanistas (v. gr. Av 16, 17; Bg 34, 3 y 38, 1), pero sin correspondencia con el signo actual y sin significado bien definido.

f. - Interrogación y admiración (¿ ?, ¡ !). San Juan de la Cruz conoce solamente la interrogación final, pero apenas hace uso de ella. No hemos advertido más que dos, prácticamente es una (Ct 9, 32 y 34). La admiración no existe en sus autógrafos; tampoco la

26 Las registra puntualmente Baruzi en la obra citada (not. 25). Ya indi­camos en otro lugar que posiblemente la / es signo de pausa o acento de pie,y en algunos casos también de sentido, según los usos de la época. Cf. V. G ar­c ía de D iego , Gramática histórica, [2a. ed.] p. 49-50.

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escriben los mss. del Cántico, que en cambio registran cierto nú­mero de interrogaciones finales o conclusivas.

g. - Acentuación. Pese a la presencia de algunas insólitas señales gráficas diseminadas en rarísimos casos por los autógrafos sanjua- nistas (v. gr. Av 20, 2, con una especie de acento circunflejo sobre la o de conocimiento), puede asegurarse que no existe en ellos sis­tema alguno de acentuación. Con frecuencia la tilde de la i se estira notablemente en forma de acento, pero no responde a razones pro­sódicas ni fonéticas; es pura variante del rasgo gráfico indicado. Contra la costumbre de no pocos escritores (por ejemplo, ms. G, J, Juan Evangelista, etc. y en general los mss. de procedencia andalu­za) San Juan de la Cruz no tilda nunca la y griega.

Tampoco en los mss. del Cántico existe verdadera acentuación. Los más generosos, como S, se limitan a señalar las formas agudas en a, e, del futuro indicativo y las en o del indefinido del mismo modo. Nunca con regularidad y constancia. La edición príncipe desconoce también la acentuación gráfica. Según el uso entonces imperante el acento tónico agudo se señala gráficamente con el grave.

Como complemento de las precedentes observaciones añadimos lo que debe notarse respecto al uso de mayúsculas y minúsculas.

h. - Mayúsculas y minúsculas. En las páginas autógrafas de san Juan de la Cruz encontramos dos tipos o formas de letras mayúscu­las: capitales, con trazos fuertes y regulares, muy bien marcados, y cursivas corrientes, que en algunos casos apenas se distinguen de las minúsculas; hasta en el tamaño llegan casi a confundirse.

Usa las primeras con notable regularidad al principio de los diversos párrafos en el autógrafo de Andújar, aunque alguna vez (incluso si ha puesto la señal de nuevo punto y aparte en el margen) se le olvida (cf. p. 20, 24, 28, etc.).

Que se trata de una costumbre propia del Santo lo atestiguan bien claro las cartas 7 y 10, donde los puntos tratados se numeran y separan en párrafos de idéntica forma que en Av, aunque las mayús­culas iniciales no sean tan caligráficas.

Fuera de estos casos, motivados por razones doctrinales, el Santo es muy parco en hacer apartes. Por eso en las cartas y do­cumentos son muy raras las mayúsculas, ya que los puntos en el cuerpo del texto no obedecen a razones sintácticas ni obligan al uso de las mayúsculas.

Por lo que se refiere a nombres propios (de persona o lugar) el Doctor Místico ostenta manifiesta despreocupación e inconstancia.

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Así, en la misma carta escribe cuatro veces cordoua (í, 3, 4, 11, 15) y una Cordoua. En caso único escribe con minúscula dauid, isa(ías). Leemos granada (Ct 2, 2) en la escritura continuada, y Granada en el solemne sobrescrito de una larga carta a « doña Juana de pe­drada » (Ct 9). En las líneas finales de otra carta (11, 39-43) encon­tramos reunidas estas grafías: madalena S. gabriel, Ma. S. Pablo, míl. de la visitación, S. fran(cis)co..., madrid, segouia, y en la misma línea final, en cambio, « Alo que creo ».

Es muy acentuado el predominio de las minúsculas sobre las ma­yúsculas en los nombres propios. Además de los casos citados te­nemos: antonio, ángel, bernabé, grauiela, guadalcacar, ysabel, luis, madalena, segouia, soria, segura, seuilla peñuela, vbeda, etc. Pero también: Antonio, Ysaac, Ysabel, Juan, Pablo, Seg(ou)ia, etc. Per lo general, cuando los nombres propios van en abreviatura, suele escribirlos con mayúscula, aunque no faltan las fluctuaciones.

El mismo nombre de Dios unas veces lo escribe con mayúscula y otras con minúscula; predomina con mucho la segunda. Entre las mayúsculas bien claras notamos: Ct 3, 18, 5, 32; 11, 7.

En los autógrafos sanjuanistas es, en cambio, sumamente raro el uso de las mayúsculas por las minúsculas en nombres comunes o en otras palabras, fuera del principio de párrafo. En algunos casos cabe dudar si se trata del trazado un poco prolongado de minúscula o de verdadera mayúscula, cosa que sucede especialmente con la s y la l, por ejemplo, en Ct 13. Un caso seguro tenemos en Ct 9, 3, donde escribe Gracias.

i. - Las abreviaturas. Después de haber completado el elenco de las que emplea San Juan de la Cruz en sus autógrafos, podemos asegurar que casi todas las registradas en los mejores mss. del Cántico las conocía y las ha usado alguna vez el Santo. Hay algunas en los autógrafos desconocidas en los apógrafos, pero todas ellas son corrientes en los escritos de la época. En ambos extremos —autógrafos y mss. de la obra— su uso es irregular e inconstante. Según la costumbre del tiempo las que suelen mantenerse más uni­formes y constantes son las debidas a truncamiento (v. gr. V. R. = Vuestra Reverencia, P.-Pe. = padre, fr. = fray, etc.). Las típica­mente paleográficas, o por contracción con signo indicador, son fijas en su forma pero no en su empleo (por ejemplo: m / n finales, o antes de fe y p; c¡ (que), nro (nuestro), xpo. (Christo), etc..

La señal de la puesta en lugar de la palabra Cruz, además de trasm itirla los mss. más autorizados, tenemos el refrendo de su empleo sanjuanista por aparecer en sus autógrafos, no sólo en su firma personal, sino también en el texto corriente (Ct 5, 44 = « no

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nos falte _|_ » Ct 12b). Dada la mínima frecuencia de abreviaturas por truncamiento, el texto que presentamos, aunque resuelve las debidas a la contracción, no se aleja confusamente por ello de la escritura sanjuanista.

B. - Signos auxiliares de la escritura

No hallamos en los autógrafos sanjuanistas la tilde sobre la y griega, regularmente usada por algunos de sus copistas (G, J, etc.). Tampoco hay constancia de la diéresis o croma (") , ni de las co­millas ( ” ). Ausente la subraya ( ------ ), es casi corriente la sobre -rraya sobre abreviaturas. Todas estas anotaciones son aplicables, casi con idéntica extensión, a los apógrafos del Cántico.

Esporádico es el empleo del guión ( -) al final de renglón para separar las sílabas de la misma palabra. Los casos registrados (espe­cialmente en Av) tienen casi carácter de excepción. Algo semejante octirre con los mss. Desde luego ninguno ofrece normas constantes en este punto. Unicamente la ed. príncipe b es regular, pero admite separaciones rechazadas en el uso ortográfico moderno, como el dejar a final de línea una sola letra. Tres son los signos autográ- ficos de mayor relieve y frecuencia en las páginas que analizamos:

a. - El paréntesis ( ). Es sumamente raro su uso en los autógra­fos (sólo recordamos el caso de Ct 11, 31), si exceptuamos el caso singular de las acotaciones de S*. Por el contrario, los mejores mss. sobreabundan en ( ), hasta en casos no admitidos modernamente.

Es sintomático que los mejores mss. (S, T, G, b) concuerdan, no sólo en su frecuente empleo, sino también en la misma ocasión. Se constata, incluso, el acercamiento o alejamiento al mejor, es de­cir, a S, por la mayor o menor coincidencia, lo que ocurre también con la división de párrafos, según veremos.

Calificamos de singular el uso del paréntesis en S* porque se da una peculiaridad sintomática. Resulta que algunos de los signos ( ) tienen todas las apariencias de ser de puño sanjuanista. Tales serían, por ejemplo, los de II, 114, lín. 12 y 15; 131, lín. 12-13 y 133, lín. 9-10. De un caso no cabe dudar: en II, 102, lín. 12-13, el Santo introduce entre paréntesis este inciso: (y que de hecho inpide), todo de su puño.

Comparando los mss. —especialmente S, T, b— con los autó­grafos se advierte que los primeros frecuentan mucho más que los segundos este signo ortográfico. Resulta muy comprometido senten­ciar sobre el origen sanjuanista del mismo. Lo que sí cabe afirmar,

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es que casi siempre resulta aceptable su uso por responder a ora­ción aclaratoria o incidental, si bien en muchos casos hoy preferi­ríamos la coma.

b . - La raya inclinada ( / ) . Dejamos constancia anteriormente de la presencia de este signo en los autógrafos sanjuanistas (en rea­lidad propio de Av y algunas cartas). De los 10 casos registrados, 4 lo presentan al fin de período, con sentido de punto final. En 3 (Ct 10, 37 y 11, 8) es además final de párrafo; en el primero va acompañado de punto (colocado antes), mientras en el segundo va sola la raya. El tercer caso (11, 39) es final de frase, pero no de párrafo, y está precedida también del punto. En idéntica po­sición y significado sólo aparece una vez en Av 4, 12. En los seis casos restantes está siempre en medio de renglón. Fuera de su úl­tima aparición (Ct 9, 8), en que va precedida del punto, está siem­pre sola. Por el sentido gramatical y sintáctico puede hacerse equi­valer en todos los casos al punto, o a punto y coma. Lo último sería preferible para los dos primeros casos; el ( . ) para los restantes. Cuando la ( / ) va acompañada de ( . ) parece indicar un aparte o párrafo nuevo, incluso si comienza con la conjunción y, tan usada en este sentido por San Juan de la Cruz como por los clásicos, pro­pensos en general al estilo conjuntivo27.

c. - El calderón (r). Por fortuna el uso de este signo en san Juan de la Cruz es muy regular y su significación bien definida. Aun­que la pluma del Doctor Místico lo traza en forma poco elegante, como (r) minúscula (cf. Av. 28, 1), es claro que quiere señalar con su presencia el comienzo de párrafo nuevo, según uso todavía muy corriente en su tiempo. Por esta razón no lo encontramos más que en los autógrafos doctrinales, es decir, en Av y Ct 7 y 10. Es muy significativo el cuidado que pone en enumerar cada uno de los apartados de esas cartas, señalando al margen, con la señal de pá­rrafo, cada uno de los avisos. La correspondencia con el sistema empleado en Av es perfecta, y su repetición en las mejores copias del Cántico una garantía de que nos hallamos ante un sistema san- juanista bastante cierto. Como puede advertirse, repasando los Av unas veces escribe el calderón seguido del punto y otras sin él. So­lamente en un caso encontramos el uso tipográfico de escribir el signo al comenzar un epígrafe y en el margen correspondiente; se halla ante el epígrafe: Oración de alma enamorada (Av 14, 8). Su

27 Cf. not. anterior.

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presencia en el margen de cualquier escrito del Santo es señal cier­to de que debe dar comienzo nuevo párrafo.

Tras el examen detallado de los mss. se llega a la conclusión de que este signo es indicio revelador de proximidad al arquetipo sanjuanista. La concordancia además de los mejores mss. (S, T, b, G, etc.) en la división del texto llega a tal grado que refleja (por lo menos en líneas generales) la disposición del original.

Hasta en este punto tan significativo (precisamente por su poca entidad) la constancia de S en señalar al margen el principio de cada párrafo o aparte es argumento sólido en favor de su fidelidad a las maneras sanjuanistas. Dada la pericia caligráfica de su amanuense, encontramos las tres formas más corrientes de trazar el calderón: la antigua o paleogràfica en forma de (p) invertida con dos trazos descendentes; la típica del Santo a modo de (r) minúscula (es más rara, cf. 105, 16) y la de tipo moderno (adoptada en música) en arco o semicírculo con dos puntos, uno arriba y otro abajo. La prim era forma, por ser más elegante la reserva para los versos y párrafos mayores (que suelen corresponder a iniciales mayúsculas ornadas y capitales, como en b y T); las otras dos formas señalan les apartes menores dentre del comentario de cada verso o grupo de versos. No conoce la forma de calderón empleada, en cambio, per T en forma de C cortada por una raya, y que también era muy usada por aquel entonces, como resto de « caput/capitulum » e ini­cial de rúbrica.

Fuera de los señalados, no encontramos signos ortográficos dignos de mención en los autógrafos, tales como el apostrofe, el asterisco, signos de timbre y de cantidad, etc.

De todos los reseñados el único que presenta cierta uniformi­dad y acercamiento al uso moderno es el ( ). Los restantes carecen de valor o exigen modernización según los criterios actualmente im­perantes en crítica textual.

E u l o g io P a ch o