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  • LA OTRA ECONOMA

  • Antonio Cattani Paulo Peixoto de Albuquerque Euclides Mance Marcelo Baquero Alfonso Cotera Fretell

    Humberto Ortiz Roca Paulo de Jess Libia Tiriba Domingos Donida Derli Schmidt Verglio Periur Francisco Milanez Nolle Lechat Valmor Schiochet Jos Coraggio Ana Sarria Icaza

    Anne Wautier Paul Singer Luis Gaiger Armando de Melo Lisboa Franklin Dias Coelho Ana Castro Trajano Ricardo Alves de Carvalho

    Franoise Wautiez Claudia Bisaggio Soares Heloisa Primavera Miriam Nobre Srgio Kapron Ana Fialho

    Claudio Nascimento Marcos Arruda

    ANTONIO DAVID CATTANI (Organizador)

    LA OTRA ECONOMA

  • 2003, Editora Veraz Ltda., Porto Alegre, RS. Brasil 2004, Fundacin OSDE

    2004, Editorial [email protected]

    Impreso en la Argentina - Printed in ArgentinaQueda hecho el depsito que marca la ley 11.723ISBN: 987-????-??-?

    Traduccin a cargo de Lucimeire Vergilio LeiteRevisin de la edicin en espaol: Susana Hintze

  • La publicacin de la Coleccin de Lecturas sobre Economa Socialtiene como objetivo difundir en espaol las investigaciones cientfi-cas actuales ms destacadas en este campo. As, el lector podr en-contrar agudas reflexiones sobre problemas contemporneos comola insuficiencia dinmica del mercado capitalista global para susten-tar la integracin y democratizacin de nuestras sociedades, las difi-cultades que se derivan de la usual separacin entre lo econmicoy lo social, cmo esta separacin impide pensar vas efectivas dedesarrollo humano integral e integrador y, adems, genera polticaspblicas cortoplacistas, ineficientes e insostenibles.

    Los artculos que componen esta obra forman parte del materialde estudio de la Maestra en Economa Social del Instituto delConurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento, insti-tucin que ha diseado un programa de investigacin-formacin-accin para promover el conocimiento cientfico, el desarrollo decapacidades profesionales y el diseo de polticas y programas diri-gidos a la conformacin de un sector orgnico y solidario de econo-ma social. Dicha maestra es base de ese proyecto, ya en marcha,que busca capacitar a actores y a agentes locales y globales pararearticular en el pensamiento y en la accin lo econmico-social y lopoltico-cultural.

    Finalmente, cabe destacar que la presente publicacin ha sidoposible gracias a la sensibilidad y a la voluntad de los directivos dela Fundacin OSDE, con quienes compartimos el objetivo de contri-buir a que nuestras sociedades puedan pensar y procesar sus propiasalternativas en un mundo en transicin.

    JOS LUIS CORAGGIODirector Acadmico de la

    Maestra en Economa Social

  • 7LOS AUTORES

    ALFONSO COTERA FRETELL, socilogo peruano (Universidad NacionalMayor de San Marcos del Per). Cofundador del Centro de Comuni-caciones de Villa El Salvador, Comunidad Autogestionaria de VillaEl Salvador. Responsable del Programa de Desarrollo Regional en elCentro de Educacin Ocupacional Ilo y en los Servicios EducativosEl Agustino, Lima 1997-1998. Actualmente, es responsable del pro-grama de animacin de redes locales de economa solidaria del GRESP.Autor de varias publicaciones, entre ellas, Experiencias de Dilogopara el desarrollo local. Miembro de la Alianza por un Mundo Plural,Responsable y Solidario.

    ANA LCIA FIALHO, economista del Departamento de Economa So-lidaria de la SEDAI, Secretara de Desarrollo y Asuntos Internaciona-les del gobierno del Estado de Rio Grande do Sul.

    ANA MERCEDES SARRIA ICAZA, magister en Sociologa (UniversitCatholique de Louvaina, 1992). Profesora del Curso de Ciencias So-ciales de la Universidad Vale do Rio dos Sino, UNISINOS. Desarrolltrabajos de investigacin e intervencin social en el rea de Movi-mientos Sociales en el Instituto para el Desarrollo de la Democracia,ITAPE (Nicaragua), en el Centre Tricontinental, CETRI (Blgica) y enel Centro de Documentao e Pesquisa, CEDOPE (So Leopoldo RioGrade do Sul). Tiene varias investigaciones y publicaciones sobre latemtica de la Economa Solidaria y es articuladora del GT EconomaSolidaria, en el Sector Trabajo, Solidaridad y Sustentabilidad, delInstituto Humanitas (UNISINOS).

    ANA RITA CASTRO TRAJANO, Psicloga y magister en Psicologa So-cial de la UFMG. Especializacin en Psicologa Comunitaria de laUFPB. Profesora asistente del CEPEMG. Profesora/investigadora y

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    analista institucional del Instituto Flix Guattari/Belo Horizonte.Miembro fundadora del Foro Mineiro de Economa Solidaria y delNcleo Sindical de Apoyo a los Emprendimientos Autogestionariosde la rama metalrgica, de la Unitrabalho/MG y NESTH/UFMG.

    ANNE MARIE WAUTIER, profesora de Sociologa en la UNIJUI(Universidade do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul). Se reci-bi en Ciencias del Trabajo (graduacin y maestra) en la Universi-dad Catlica de Louvaina (Blgica). Actualmente, hace su doctoradoen Sociologa en la UFRGS, ha sido pasante en la cole de hautestudes en Sciences Sociales con beca de la CAPES. Investigadoraacerca de las organizaciones de la economa solidaria, public AConstruo Identitria e o trabalho nas organizaes associativas(Ed. Uniju, 2001).

    ANTONIO DAVID CATTANI, doctor de la Universidad de Paris I Sorbonne(1980). Pos doctorado en la cole de hautes tudes en Sciences So-ciales (1993-1994). Profesor titular del Departamento de Sociologay del Programa de Posgrado en Sociologa de la UFRGS. Investigadordel CNPq, autor y organizador de los libros (entre otros): Trabalho eAutonomia (Vozes, 2000), Frum Social Mundial: a construo deum mundo melhor (Corag, Ed. UFRSG, Veraz, Vozes- Unitrabalho,2001), Dicionrio crtico sobre trabalho e tecnologa (Vozes, Ed. UFRGS,2002, 4 ed. rev. y ampl.).

    ARMANDO DE MELO LISBOA, profesor en el Departamento de Eco-noma de la UFSC. Miembro fundador del GT Economa Solidaria.Consultor de diversas organizaciones de la sociedad civil. Publi-c, en co-autora, varios libros entre los cuales se destaca Qualidadede vida e cidadania (Florianpolis, Ed. Cidade Futura, 2001), ade-ms de varios artculos en reas de economa poltica, economasocial, economa ecolgica y ciencias de la religin. E-mail:[email protected].

    CLAUDIA LUCIA BISAGGIO SOARES, economista recibida de la UFRJ, conmaestra en Sociologa Econmica por la Universidad Tcnica de Lis-boa y hace el doctorado en Ciencias Humanas en la UFSC. Se haocupado de cuestiones terico-conceptuales vinculadas al desarro-llo, a las relaciones entre sociedad y naturaleza y a la economa

  • 9AUTORES

    solidaria. Fue colaboradora del CECCA, en la publicacin Qualidadede vida e cidadania (Florianpolis, Ed. Cidade Futura, 2001).

    CLAUDIO NASCIMENTO, educador popular. Miembro del Programa Eco-noma Popular y solidaria. SEDAI Gobierno de Rio Grande do Sul.Autor de libros acerca del socialismo autogestionario: Roza Luxem-burgo e Solidarnosc (Loyola, 1988), A questo do Socialismo, DaComuna de Paris Comuna de Gdansk (Cedac, 1986), Las lutasoperrias autnomase autogestionrias (Cedac, 1986); Autogesto eeconomia solidria (Revista TEMPORAES. Fflch- Usp, 1999); O Pro-grama da Comuna de Paris in A Comuna de Paris de 1871 (Bibliote-ca Espao Marx/Ed. cone, 2002).

    DERLI SCHMIDT, curso de Especializacin en Cooperativismo(UNISINOS, 1982) y de Gerenciamiento Cooperativo en la Universi-dad Complutense de Madrid (1988). Magister en Ingeniara de la Pro-duccin, UFMS (2001). Profesor en Gestin de Cooperativas(UNIVATES y UNISINOS) UFES (Estado de Esprito Santo) y ESAMC(Alagoas). Prorrector de Investigacin y Posgrado de la UERGS, Uni-versidad del Estado de Rio Grande do Sul.

    DOMINGOS ARMANDA DONIDA, profesor del PPG- Ciencias Sociales Apli-cadas de la Universidad UNISINOS. Coordinador de la CtedraUNSECO/UNISINOS sobre Trabajo y Sociedad Solidaria. Doctor enCiencias Polticas de la Universidad de Paris Sorbonne (1973). Ex-director para Amrica Latina del Programa del Fondo Internacionalpara el Desarrollo Agrcola de las Naciones Unidas (Roma, 1979/1986). Ex-director para Amrica Latina del Programa AlimentarioMundial de las Naciones Unidas (Roma 1990/1996).

    EUCLIDES ANDR MANCE, filsofo y magister en Educacin de la UFPR.Socio fundador del Instituto de Filosofa de la Liberacin, del cualfue presidente de 1995 a 1998. Colaborador de la Red Brasilea deSocioeconoma Solidaria; miembro del Equipo Impulsor de Red So-cial Mundial y responsable por el portal de la Red Brasilea de Eco-noma Solidaria para la difusin, apoyo y articulacin de las diversasprcticas de economa solidaria en redes de colaboracin. Escritor yconferencista, da clases en cursos de graduacin filosfica y posgra-do en Curitiba. Ha asesorado gobiernos y organizaciones populares

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    en la elaboracin de estrategias de red. Artculos y conferencias delautor estn disponibles en [email protected].

    FRANCISCO MILANEZ, bilogo, arquitecto, profesor ambientalista yconsultor en desarrollo sustentable y educacin ambiental. Miembrode la coordinacin de la Red Interamericana para la Democracia, delconsejo cientfico de la ATTAC-RS. Fue miembro del Consejo Nacio-nal del Medio Ambiente, presidente de la Cmara Tcnica del Mersocur,de la coordinacin del Foro Brasileo de ONGs y Movimientos So-ciales para el Medio Ambiente, presidente de la Associao Gachade Proteo ao Ambiente Natural (AGAPAN). Presidente de la Fun-dacin para el Desarrollo Ecolgicamente Sustentable y de la Socie-dad de Biologa del Rio Grande do Sul. Articulista del rea ambientalen diarios y revistas nacionales e internacionales. Escribi O Golpedo Terceiro Mundo.

    FRANOISE WAUTIEZ, economista-ecolgica. Investigadora del Cen-tro de Investigacin y Planificacin del Medio Ambiente (Santiagode Chile), Coordinadora de la Unidad de Economa Ecolgica delInstituto de Ecologa Poltica y, actualmente, gestiona los foros elec-trnicos de la Alianza para un Mundo Responsable, Plural y Solida-rio y del Polo Socioeconoma Solidaria (Francia).

    FRANKLIN DIAS COELHO, ha sido miembro de oposiciones sindicales yeditor del diario de oposicin sindical metalrgica de Ro de Janeiro.Despus de la amnista, desarroll investigaciones y estudios bus-cando rescatar hechos, imgenes y smbolos de la formacin social.Magister en Planeamiento Urbano Regional en la UFRJ (1995). Miem-bro ejecutivo del Foro Nacional de la Reforma Urbana. Delegado deONGs en la Conferencia de la ONU sobre el medio ambiente en 1992en Ro de Janeiro. Doctor en Historia de la UFF (1996). Tiene varioslibros publicados (ver www.franklincoelho.kit.net). Profesor de Eco-noma de la Universidad Federal Fluminense y coordinacin de pro-yectos de comercio y finanzas solidarias en el Viva Ro.

    HELOISA PRIMAVERA, biloga y magister en Ciencias Sociales (USP),realizando doctorado en la Facultad de Ciencias Econmicas de laUniversidad de Buenos Aires. Consultora de organismos pblicosnacionales e internacionales en el rea de gestin de polticas pbli-

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    AUTORES

    cas. Docente y coordinadora de la pasanta de la Maestra en Admi-nistracin Pblica en la Universidad de Buenos Aires. Miembro delgrupo impulsor de las Redes de Trueque en Argentina. Fundadora dela Red Latinoamericana de Socioeconoma Solidaria y de la Alianzapor un Mundo Responsable, Plural y Solidario. Integrante del EquipoGlobal de Animacin del Polo de Socioeconoma Solidaria.

    HUMBERTO ORTIZ ROCA, economista peruano (PUC - Per). Cursos deespecializacin en proyectos de desarrollo en la Fundacin Alemanapara el Desarrollo Internacional (DSE). Fue dirigente obrero en losaos 70. Responsable de varios programas de promocin de la eco-noma popular. Actualmente, responsable del Programa de Econo-ma Solidaria de la Comisin Episcopal de Accin Social y asesorpara asuntos de la Economa Solidaria de la Conferencia EpiscopalPeruana y del Consejo Episcopal Latinoamericano. Miembro de di-versas redes internacionales y presidente del Grupo Red de Econo-ma Solidaria del Per; miembro del Comit Internacional deorganizacin del III Encuentro Internacional de Economa Solidaria(Dakar, Senegal, 2005).

    JOS LUIS CORAGGIO, profesor investigador titular del Instituto delConurbano y Director de la Maestra en Economa Social de la Uni-versidad Nacional de General Sarmiento. Co-coordinador de la Redde Polticas Sociales Urbanas Urbared (UNGS/UNAM- Mxico).Realiza investigaciones sobre economa popular y economa del tra-bajo, desarrollo local y polticas sociales. Trabaj en diversas instan-cias gubernamentales, universitarias y en ONGs en Argentina(1961-76; 1995 hasta la fecha), Mxico (1976-80), Nicaragua (1981-1990), Estados Unidos (1991-94). Autor de ms de 80 artculos, autory co-autor de 22 libros. Su produccin est disponible en el sitewww.fronesis.org.

    LIA TIRIBA, doctora en Sociologa Econmica y del Trabajo de laUniversidad Complutense de Madrid. Profesora de la Facultad deEducacin de la Universidad Federal Fluminense. Investigadora delNcleo de Estudios, Documentacin y Datos sobre Trabajo y Educa-cin, NEDDATE/UFF. Autora de Economia popular e cultura dotrabalho (Ed. Unijui, 2001).

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    LUIZ INCIO GAIGER, doctor en Sociologa (Universit Catholique deLouvaina); profesor del PPG en Ciencias Sociales Aplicadas, de laUniversidade Vale do Rio dos Sinos, miembro de la Cooperacin Na-cional del Programa de Economa Solidaria de la Red Unitrabalho;entre otros, public Formas de combate e de resitncia pobreza (SoLeopoldo, Ed. UNISINOS, 1996). E-mail: [email protected];Site: www.ecosol.org.br

    MARCELLO BAQUERO, PhD en Ciencias Polticas. Profesor del Progra-ma de Posgrado en Ciencia Poltica de la UFRGS. Coordinador delNcleo de Investigaciones sobre Amrica Latina (NUPESAL UFRGS).ltimos libros publicados: A vulnerabilidade dos partidos polticos ea crise na Amrica Latina (2000), Reinventando a Sociedade naAmrica Latina (2001), ambos editados por Ed. UFRGS.

    MARCOS PENNA SATTAMINI DE ARRUDA, economista y educador del PACS-Instituto de Polticas Alternativas para el Conosur. Doctor en Educa-cin por la UFF, magister en Economa del Desarrollo de The AmericanUniversity. Colaborador de la Red Brasilea de Socioeconoma Soli-daria, de la Alianza para un Mundo Responsable, Plural y Solidario.Miembro del Instituto Transnacional de Amsterdam. Economista yeducador del Partido de los Trabajadores (PT) y miembro del Movi-miento Fe y Poltica. Autor de libros y artculos publicados en Brasily otros pases.

    MIRIAM DA SILVA PACHECO NOBRE, ingeniera agrnoma, magister porel Programa en Integracin de Amrica Latina USP. Tcnica de laSOF Sempreviva Organizao Femenista, donde es responsable delprograma Gnero, Polticas Pblicas y Ciudadana. Activista de laRed Economa y Feminismo y de la Marcha Mundial de las Mujeres.

    NOLLE LECHAT, sociloga de la Universidad Catlica de Lovaina.Fue a Brasil en 1980 para trabajar en la Universidad Regional No-roeste del Estado de Rio Grande do Sul (UNIJUI), donde actualmentees profesora titular. Magister en Antropologa Social de la UNICAMP,defendi su tesis La cuestin de gnero en ler Movimiento de losTrabajadores Rurales MST. Realiza doctorado en Ciencias Socialesen la UNICAMP, sobre la tesis Emergencia y formacin del campode la economa solidaria en Brasil. Public trabajos sobre afro-bra-

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    AUTORES

    sileos, desempleo y subempleo y cooperativas de trabajo, ademsde artculos sobre la cooperacin agrcola en el MST del Brasil y laeconoma solidaria.

    PAUL SINGER, profesor titular de la Universidad de So Paulo. Miem-bro fundador y economista senior del Centro de Anlisis y Planea-miento Cebrap (1969-1988). Miembro del primer Consejo Directordel Instituto de Estudios Avanzados IEA USP (1986-1990). Secreta-rio Municipal de Planeamiento de So Paulo (1989-1992). Tiene nu-merosos libros publicados, entre los ms recientes estn: Globalizaoe desemprego: diagnstico e alternativas (1998); Utopia militante:repensando o socialismo (1998); O Brasil na crise: perigos e oportu-nidades (1999); Para entender o mundo financeiro (2000); Introduo economia solidria (2002).

    PAULO DE JESUS, doctor en Ciencia de la Educacin (Universit deParis VIII), posdoctorado en Economa Social (IEDES Universit deParis I). Curso de Especializacin en Asociativismo/Cooperativismo.Profesor de la UFRPE Recife (Incubadora de Cooperativas Popula-res). Tiene artculos publicados sobre economa social y solidaria.Coordinador PE de la Investigacin Significado y Tendencias de laEconoma Solidaria en Brasil (Unitrabalho). Miembro de las Univer-sidades de las Amricas para estudios cooperativos y asociativos UniRcoop.

    PAULO PEIXOTO DE ALBUQUERQUE, profesor Titular en la Universidaddel Vale do Rio dos Sinos. Doctor en Sociologa de la UniversidadCatlica de Louvaina (1994). Investigador del Instituto Humanitas,UNISINOS, Sector de Economa Solidaria, Trabajo y Cooperativismo.Coordinador Adjunto del Programa de Posgrado en Ciencias SocialesAplicadas (lnea de investigacin: trabajo, transformaciones y alter-nativas).

    RICARDO AUGUSTO ALVES DE CARVALHO, psiclogo de la UFMG, magisteren Psicologa/CNAM/Pars y doctor en Sociologa de la Universidadde Pars VII. Profesor adjunto en el Departamento de Psicologa y dela Maestra en Psicologa Social/UFMG. Coordinador regional de lainvestigacin Significados y tendencias de la Economa Solidariaen Brasil - Unitrabalho. Autor del libro Les nouvelles tecnologies de

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    LA OTRA ECONOMA

    gestion et la mobilisation de la subjetivit dans une industrie auBrsil (Presses Universitaires du Septentrion, Paris, 1998). Organi-zador del libro Negociao coletiva nos anos 90 (Ed. IRT/PUC Mi-nas, 1999), y Globalizao, trabalho e desemprego (Ed. C/Arte, BeloHorizonte, 2001), entre otros.

    SRGIO KAPRON, economista, director del Departamento de Econo-ma solidaria de la Secretara de Desarrollo y de Asuntos Internacio-nales (2000-2001) y de la Agencia de Fomento del Gobierno del Estadode Rio Grande do Sul (2002).

    VALMOR SCHIOCHET, doctor en Sociologa Poltica de la UnB. Profe-sor en el Departamento de Ciencias Sociales y Filosofa y en la Maes-tra en Desarrollo Regional de la Universidad Regional de Blumenau(FURB- SC). Coordinador de la Regional Sur de la Unitrabalho (2000-2002). Investigador del Ncleo de la Unitrabalho de la FURB en latemtica de Economa Solidaria y Desarrollo Regional. PublicSociedade civil: o social pensado politicamente (Cortez, 2002).

    VERGLIO FREDERICO PERIUS, profesor en Derecho y Legislacin Coo-perativa (UNISINOS). Auditor sustituto del Consejero del Tribunalde Cuentas de Rio Grande do Sul. Asesor de cooperativas rurales yurbanas.

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    PRESENTACIN A LA EDICIN EN ESPAOL

    ALBERTO M. FEDERICO SABATSUSANA HINTZE

    Los numerosos ensayos que componen la publicacin que aqu pre-sentamos cubren una gran cantidad de temas fundamentales a sertenidos en cuenta por quienes intentan comprender, discutir e interveniren los diversos campos y los distintos componentes organizativos queabarca la economa social, en cualquiera de sus actuales acepciones.

    El trabajo que introduce la versin en portugus, escrito por elorganizador del libro, Antonio David Cattani (La otra economa:los conceptos esenciales), cubre un espacio analtico muy amplio yabarcador del heterogneo mundo de la economa social y solida-ria, y su necesaria implementacin. As como de su reaparicinhistrica visiblemente destinada a la superacin (en el sentido msprofundo del aufgehoben sein) de la sociedad actual por otra msjusta, recproca y solidaria. Constituye un discurso acotado y a lavez slido y rotundo, que como tal parece dejar ya poco o nada pordecir a modo de presentacin, salvo expresar el acuerdo con sutexto y sus argumentos.

    En este marco no se podra avanzar mucho ms all de sealar laimportancia de esta primera versin en castellano de un texto publica-do este mismo ao en Porto Alegre, en el cual colaboraron de maneraplural y autnoma una treintena de autores, ciendo sus trabajos a ungrupo de consignas comunes. Relevante para los lectores crticos a losque va dirigido por su actualidad, trascendencia y estmulo intelectualy porque aborda de manera abierta las cuestiones relativas a unasocioeconoma alternativa, probablemente contestataria, a ser cons-truida para pases perifricos o del llamado tercer mundo, pero queregistra antecedentes y desarrollo en el capitalismo avanzado1 . Talescuestiones, que evidentemente deben ser dichas, por s mismas nos

    1. Al respecto, vase en esta misma coleccin el texto de Jean-Louis Laville,Economa Social y Solidaria: una visin europea, UNGS/Fundacin OSDE/Altamira.

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    LA OTRA ECONOMA

    dejan insatisfechos. Es una tarea, hasta aqu, poco gratificante frenteal rico discurso de Cattani.

    Podra agregarse que, al estar en nuestra lengua, sigue dirigindosea los integrantes de los pases donde ms han crecido la urbanizaciny la tendencia a la dualizacin en los aos recientes y donde msestragos ocasion la globalizacin de la mano de polticas sociales yeconmicas que no derramaron para nada el crecimiento y las mejorasprometidas en el famoso Consenso de Washington, sino que, por elcontrario, generaron desocupacin, subocupacin, precarizacin, dis-tribucin regresiva del ingreso, traducidos en exclusin social y de-gradacin poltico-cultural. Por la inestabilidad social consecuente,adems hasta pueden poner en peligro la continuidad democrtica.

    Los lectores de habla castellana deben recordar asimismo quehacemos la presentacin desde la Argentina, lugar de un capitalismoprebendario y depredador tan singular, el pas donde la decadenciasocial2 y no slo la crisis result emblemtica y gener un mbitode sentimientos y aspiraciones por momentos nico, con la emer-gencia de modalidades populares de economa y de accionesautogestionarias asociativas (los llamados emprendimientospiqueteros, los mercados solidarios de las asambleas populares ba-rriales y las empresas recuperadas por los trabajadores, espacios enlucha y de lucha por formas mejores de vida colectiva). Institucionessocieconmicas ya conocidas en otros mbitos, pero aqu multiplica-das en experiencias a la vez sugestivas, desalentadoras y hasta trau-mticas, por su falta de continuidad o consolidacin positiva, comoen el caso tan conocido del trueque multi-recproco.

    Se agrega a lo hasta aqu apuntado, que Argentina es el lugar deAmrica Latina donde las formas cooperativas y de ayuda mutua dela economa social tradicional lograron y mantuvieron mayor desa-rrollo e insercin. Sostenidas y encauzadas por normas jurdicas du-rante los ltimos tres cuartos de siglo, pero con el inconveniente deque las nuevas formas asociativas en emergencia no estn siendo

    2. Siguiendo a Alfredo Pucciarelli, la nocin de decadencia refiere a un estadopermanente de privacin de ciertos atributos, de ciertos rasgos valiosos o positivospresentes en el pasado de la sociedad argentina, que toma distancia con la idea decontingencia del discurso sobre la crisis (Crisis o decadencia? Hiptesis sobre elsignificado de algunos cambios recientes de la sociedad argentina, Revista Socie-dad, N 12, Buenos Aires, octubre 1998).

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    PRESENTACIN A LA EDICIN EN ESPAOL

    comprendidas, articuladas y asimiladas con la rapidez necesaria poraquellas otras tradicionales. As, la unidad de la economa socialtradicional y la nueva es una tarea terica y emprica entre nosotros,para evitar la banalizacin de la una por la otra. A su vez las novedosasorganizaciones mencionadas, que la accin poltica desde el campopopular dio nacimiento en los ltimos aos, an se identifican dubi-tativamente con otra economa y resultan renuentes lo cual eshistricamente justificable a disputar el espacio de la poltica y aemprender asociaciones pblico-privadas con identidades propias yautonoma. Otra economa demanda obviamente de otro estado,que debe comenzar a ser construido socialmente desde los distintosmbitos en que se disputa el poder, si se pretende como sealanKapron y Fialho, en este libro lograr la conjuncin de lo econmicoy lo social, generando independencia y ciudadana, quebrando si-multneamente prcticas asistencialistas y paternalistas, va la ges-tacin de polticas activas, que junto a la atencin de necesidadessociales aumenten la produccin y el ingreso en la sociedad.

    Entre los aspectos a considerar en el impacto de otras formaseconmicas sobre la reproduccin de los sectores populares, ms alldel proceso negativo de la injusticia sobre el marco macrosocial,sobre los desequilibrios medioambientales de los ecosistemas y losefectos de la explotacin y alienacin sobre el trabajador, implcitosen el proceso productivo, sealados por Cattani como los gravsimosproblemas de los que el capital globalizado es responsable, estn losefectos destructores sobre las relaciones humanas y familiares, sobrela ntima cotidianeidad de los sujetos que el sistema dominante nologra ya incorporar al tejido social. Y de los cuales, tal como seanaliza aqu en diversos artculos, la otra economa debe resguar-darnos. Pero la desocupacin y exclusin social afecta a todos y noslo a los excluidos, abarcando tambin a los ocupados y lossobreocupados, y a las familias de todos ellos. Existe registro de es-tos hechos por los especialistas en psicologa y salud mental y porquienes llevan a cabo tareas de capacitacin para la reinsercin detrabajadores a ser incorporados en emprendimientos productivos osociales autogestionarios en los barrios populares.

    El que mantiene su trabajo en las unidades domsticas populareses vctima de la sobreexigencia, ya que ocupa ms lugares de los quepuede y tiene que reacomodar sus funciones, deseos y necesidades.Por fin, la base de la comunidad misma queda afectada seriamente.

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    LA OTRA ECONOMA

    Las unidades domsticas, en esta situacin, enfrentan crisis evoluti-vas y disrupciones provocadas por la exclusin social. El proyecto devida, la propia reproduccin social queda a veces cercenada y lo queperdura es la incertidumbre, el desamparo. Estos hechos se producenen los sectores ms carenciados, pero tambin abarcan a las clasesmedias bajas y las medias en descenso.

    Slo el reconocimiento por otros estamentos sociales y la inser-cin en acciones transformadoras disminuyen el traumatismo social,tal como aparece en los estudios que refieren a la percepcin de losactores comprometidos en el trueque3 , los cuales muestran que msall de los efectos en la economa familiar de la provisin de ciertosbienes superando la iliquidez monetaria dominante, las personas queasistan a los nodos valoraban la contencin obtenida mediante re-laciones sociales surgidas en la confiada interaccin con otros ensituacin similar y un lugar en el cual compartir experiencias comu-nes. Este es, en consecuencia, un valor fundamental que provee lapropuesta del entorno social de construccin de la economa social ylas interacciones socio-culturales implicadas en la misma, cuando esorientada de manera continua, pblica y sistmica. Son elementos aconsiderar en el anlisis de las formas domsticas de produccin porla antropologa econmica y los estudios sobre el papel de la unidaddomstica en una economa alternativa.

    Los numerosos acercamientos a la economa social o solidariaque se llevan a cabo en el libro aqu presentado en su versin caste-llana, nos generan adems nuevos interrogantes e inquietudes sobretemas no abordados, o bien que slo estn considerados de maneratransversal en las intervenciones publicadas.

    El suponer (y esperar) que se sucedan nuevas versiones en portu-gus y espaol de este mismo libro, que puedan perfeccionar, am-pliar, agregar textos que aborden otros aspectos conceptuales o unasistematizacin de experiencias an no registradas, constituye un est-mulo a un debate a ser continuado en el futuro. El texto introductoriode Cattani lo indica cuando insiste en que la multiplicidad y compleji-dad de las temticas abarcadas, los aspectos controversiales pendien-tes, no se cierran a nuevos desafos conceptuales, sino ms bien abren

    3. Susana Hintze (ed.), Trueque y Economa Solidaria, Buenos Aires, UNGS/PNUD/Prometeo, 2003.

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    PRESENTACIN A LA EDICIN EN ESPAOL

    sus puertas a nuevos debates sobre alternativas a la economa delsistema capitalista (senil y mediocre en sus palabras). Es un trabajoen curso, recin iniciado, a llevar a cabo con la participacin colectivade muchos sectores interesados, ensayistas polmicos, comunicadoressociales e investigadores. Tarea necesaria porque la economa social, odel trabajo o socioeconoma solidaria, ve la luz ya asediada, en unmundo ideolgico y cultural pleno de falsas opciones, de enmasca-ramientos y de frmulas simuladoras.

    Como indica Cattani, por un lado, este es el caso del llamadoTercer Sector non profit; por otro lado, podramos mencionarlas propuestas de desarrollo aislado de microemprendimientos nosistmicos, slo enlazados por el microcrdito y sostenidos por lainaceptable nocin de capital social de los pobres del Banco Mun-dial. Propuestas realizadas e impulsadas desde hace aos en nuestrospases por los organismos multinacionales de crdito, apoyadas in-ternamente por una limitada concepcin de una economa solidariade pobres para pobres. El tema de los microemprendimientos est enpleno crecimiento cuantitativo en Amrica Latina y es promovidocon generosos financiamientos, cooperaciones verticales y horizon-tales, foros y cursos de formacin de empresarios sociales, segn laidea del capitalismo de pies descalzos u otras similares. Para algu-nas fuentes, han florecido y existen ya ms de 60 millones de em-prendimientos de este tipo con hasta cinco personas trabajando, ennuestro continente (70% bajo la lnea de pobreza)4 . Organismostransnacionales, ONGs profesionalizadas pero que apenas superaronel asistencialismo, grupos financieros privados en la bsqueda deoportunidades con alta tasa de inters, fundaciones diversas y conpropsitos confusos, y otras instituciones privadas y estatales, apo-yan esta respuesta a la desocupacin creciente y estructural. De loque se trata en el contexto de la economa social es de instalar plata-formas complejas de sostn local, programadas en redes asociativasy circuitos, esto es, de evitar el efecto aislamiento y el individualis-mo economicista en la promocin. Pero estas plataformas no puedenquedar separadas de la visin poltica de futuro, de la insercin de losempresarios sociales en un proyecto estratgico de mayor alcance.

    4. BID, Apoyo del grupo BID al sector de la microempresa. Logros, lecciones ydesafos, Washington DC, 2003.

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    LA OTRA ECONOMA

    La relacin entre las organizaciones de la economa estatal, laeconoma capitalista y las de la economa social requieren un trata-miento terico y metodolgico especial. Pensamos que el tema de lostres subsistemas con regulacin estatal, mercantil y solidaria respec-tivamente, como un complejo a la vez paralelo e interdependiente deuna sociedad en trnsito y formando lo que algunos autores denomi-nan una economa plural, merece un apartado especial y una discu-sin ms amplia. No es ajeno a este aspecto la necesidad de avanzardesde la conformacin de redes socioeconmicas hacia la aplicacincomplementaria del enfoque basado en circuitos de produccin ycirculacin, procesando y prefigurando en ellos los aspectos contra-dictorios y conflictivos de dicha vinculacin.

    Una discusin tal vez previa y necesaria para estimular la con-formacin de tales redes y circuitos es la que refiere a la cultura deltrabajo que debera sostenerlos. La distincin entre trabajo genui-no, asimilable a las ocupaciones en relacin de dependencia (inde-pendientemente de su formalidad) y al imaginario de la sociedadsalarial, versus el trabajo autogestivo expresivo de las actividadesque se realizan en el marco de emprendimientos productivos de laeconoma social, amerita un anlisis profundo acerca de formas com-plejas y combinadas de concebir el trabajo y la reproduccin. Discu-sin que debera incluir el gnero como dimensin analtica relevante,tanto por el papel preponderante de las mujeres en la reproduccinde la unidad domstica, como en los emprendimientos solidarios ylas polticas sociales.

    Se incluye en este libro un artculo de muy buena factura sobre lasllamadas empresas ciudadanas, en otros mbitos conocidas como em-presas comunitarias y entre nosotros como empresas de responsabili-dad social o bien filantrpicas, confundidas gran parte de las vecescon simple caridad extendida5 . Pero no se aborda el tema delpartenariado de reinsercin de doble propsito (autogestionario y/o depromocin salarial) que puede resultar una institucin ineludible enalgunas experiencias regionales e importante, adems y en particular,para la provisin de bienes pblicos de calidad y precio adecuados.

    5. Al respecto y para la Argentina, vese la opinin de Estela Grassi, Polticas yproblemas sociales de la sociedad neoliberal. La otra dcada infame I, Buenos Aires,Espacio Editorial, 2003.

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    PRESENTACIN A LA EDICIN EN ESPAOL

    En materia de desarrollo local integral, es dable avanzar en elanlisis de los emprendimientos de proximidad o relacionales, ascomo su contribucin a la densificacin social del territorio paramejorar la sinapsis y generar amplios efectos sinrgicos, incluso para lainstalacin de soluciones pensadas desde estrategias neoschumpeterianasy del evolucionismo microeconmico tecnolgico industrial, apoyadasen constelaciones enracimadas de pymes y destinadas a alcanzar unmedio innovador. En este aspecto, resultar interesante no quedar fuerade la polmica que se refiere a que las empresas de la economa social ysolidaria son capaces de generar mayores innovaciones que las empre-sas de otro tipo. Pero tambin ensayos que permitan visualizar la cons-titucin del espacio pblico de proximidad no estatal o mixto, comocomponente central en el desarrollo de una poltica viable y con sentidoparticipativo popular para el mbito local. Con lo que se espera transfe-rir a los nexos del poder y la esfera pblica, valores y actitudes existen-tes en otras organizaciones de la formacin social.

    En estrecha vinculacin con lo anterior, cabe ampliar y fertilizar la com-prensin sobre el denominado capital social derivado directo de enfoquesanglfonos y tomar en cuenta para ello, en cambio, otras versiones mscoherentes y apegadas a la lgica de la economa social que provienende elaboraciones crticas latinoamericanas y continentales europeas.

    No escapa a nadie que una parte muy importante de las nacioneslatinoamericanas tienen un fuerte componente de carcter tnico-cultu-ral, una enraizada herencia histrica pre-colombina an viva, consoli-dada en su matriz semntica. En algunos pases andinos, por ejemplo,dichos componentes tnicos son predominantes en vastas regiones debase campesina y se extienden en las ciudades con sus cholos y mestizosen el comercio, la produccin artesanal y su cancha. Pero es en el mbi-to agrario, en los valles profundos y el altiplano, donde todava estnpresentes con fuerza la minga y el mingaco, el ayni y la ruani. Y en lospases y reas guaran parlantes, el yopoi y la oandivega. Y en Mxicoel tequio, la guelaguetza y la guetza, entre otros componentes sembra-dos por la cultura. Reflejan modalidades de cooperacin basadas en elservicio comunitario y la ayuda mutua, en ocasiones expresa y ridcula-mente aculturadas; pero en otras con formas recprocas decontraprestacin an aplicadas, la mayor parte de las veces articuladasa formas asociativas importadas, aspectos bsicos para el desarrollo dela economa social y solidaria, que no debemos dejar de estudiar paraalcanzar una visin ms compleja y completa.

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    LA OTRA ECONOMA

    Nos resulta claro que los hechos a los que nos referimos y su posiblesentido, as como la prefiguracin de su futuro, no pueden estar resuel-tos en un libro, si bien el aqu presentado significa un aporte importantea la reflexin profunda en este campo, a su contencin y a un mejordireccionamiento para una estrategia de organizacin de economa so-cial, solidaria o del trabajo. La instalacin del tema en el nivel universi-tario de grado y postgrado es un hecho innegable en Amrica Latina, yel inters de una gran cantidad de profesionales oriundos de todas lasdisciplinas por lograr una adecuada formacin en economa alternativa,otro. Por ende, esta compilacin resulta sustancial para la realizacin delas actividades de formacin, estudios e investigaciones que la econo-ma social requiere, as como para acompaar el sendero de las accionesproyectivas en materia de construccin de instituciones, organizacio-nes, valores, principios y efectos deseados. Esperamos que el formato delos textos y su carcter sinttico, que semeja una enciclopedia temtica,y en general su sencillez expositiva, lo vuelva atractivo para estos nive-les de docencia, pero a la vez, para la capacitacin de agentes involucra-dos en emprendimientos productivos y sociales.

    En esa lnea consideramos que los trabajos aqu incluidos apor-tarn un instrumento clave a todas estas actividades. Por ello nos hapreocupado, en contacto directo con el organizador de la versinbrasilea, que esta edicin no constituya una traduccin mecnica,lineal, sino que hemos intentado introducir las mejoras y adaptacio-nes en usos y giros terminolgicos necesarias para su mejor com-prensin en espaol. En ello ha sido una aliada eficiente e informadaLucimeire Vergilio Leite, responsable de la traduccin del portugus.

    En la actualidad la economa social se manifiesta en posicin acti-va, pero no cmoda, en un orden socio-poltico donde lo viejo noacaba de morir y lo nuevo por nacer enfrenta mltiples dificultades.Alcanzar una visin ms compleja y completa de la economa socialnos permitir a los iberoamericanos alcanzar derroteros comunes, inter-cambiar nuevas experiencias enriquecedoras y forjar alianzas con mi-ras a mejorar la situacin de nuestros pueblos. Confiamos que estapublicacin, ms all de su funcin pedaggica, contribuya a este ca-mino tanto por lo que propone como por lo que deja abierto en tantoespacio de produccin de conocimiento y prcticas colectivas.

    Buenos Aires, diciembre 2003

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    LA OTRA ECONOMA: LOS CONCEPTOS ESENCIALES

    ANTONIO DAVID CATTANI

    La economa capitalista necesita ser superada. Bajo todos los as-pectos, ella es predatoria, explotadora, deshumanizada y, ante todo,mediocre, y ya no corresponde a las potencialidades del tiempo pre-sente. En su surgimiento y expansin en el mundo occidental mo-derno, el modo de produccin capitalista represent un avanceextraordinario. Lo que exista en la poca eran formas primarias deorganizacin de la produccin material basadas en relaciones de pro-duccin mediadas por despotismos de diversos orgenes: polticos,tnicos, familiares y religiosos. Dado que revolucion continuamen-te a las fuerzas productivas, implant una racionalidad instrumentalmanejando medios y fines y disciplin las fuerzas sociales del traba-jo segn moldes productivistas, el capitalismo super la base limita-da de la economa y de la sociedad feudales, lanzando al gnerohumano en la aventura de la expansin material ilimitada. Infinitasposibilidades tecnolgicas son desarrolladas, pero se dan en el marcoestricto de las relaciones sociales marcadas por la apropiacin priva-da de una produccin que es, esencialmente, colectiva.

    Actualmente, el sistema capitalista domina el planeta y la domi-nacin es responsable, entre otros, por tres gravsimos problemas. Elprimero proviene de la intensificacin de su naturaleza profunda:acumular y acumular, siempre y ms, disciplinando la creatividadhumana en procesos de trabajo que resultan en la expoliacin y alie-nacin del trabajador. La organizacin de la produccin est basadaen el principio de la fungibilidad fsica e intelectual del trabajo vivo.Su ampliacin o sofisticacin contemporneas redefinen variadasformas de trabajo, pero no alteran la lgica de funcionamiento. Paragran parte de la humanidad, el trabajo se desarrolla de forma pocointeresante y estresante, asegurando la insercin subordinada en laesfera social y garantizando el acceso a la sociedad de consumoalienado. El paradigma de la especializacin flexible y la intensifi-

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    LA OTRA ECONOMA

    cacin de la automatizacin ofrecen ventajas slo para una minora,mientras atemoriza a los dems con amenazas de exclusin o deprecarizacin.

    El segundo problema, consecuencia del primero, se refiere alagravamiento de las desigualdades. Nunca en la historia de la huma-nidad se produjeron tantos bienes y servicios de inters colectivo,pero nunca hubo semejante injusticia en su acceso y usufructo. A laentrada del siglo XXI, la suma de la riqueza de 0,01% de la poblacinequivale a lo que poseen 50% de los habitantes del planeta. Algunospocos billonarios cuentan con bienes y poderes superiores al de cen-tenares de naciones. Para las elites dominantes, las profundas des-igualdades son interpretadas como naturales, procedentes del mayoresfuerzo y sagacidad de algunos y de la falta de voluntad y creativi-dad de otros. Esa concepcin de meritocracia, fundamentada en lacompetencia entre desiguales, permite legitimar procesos de exclu-sin y de eliminacin de los menos capaces.

    Los riesgos ligados a la sobrevivencia fsica del planeta y de supoblacin corresponden al tercer problema procedente de la expan-sin del capitalismo desenfrenado. Despus de explotar las riquezasnaturales de manera predatoria, la expansin industrial hoy amenazael aire, el agua, la vida en general. Como la naturaleza no se venga,sino que te devuelve, regiones de todo el mundo son daadas porconstantes catstrofes originadas en desequilibrios ecolgicos.

    Analizados segn perspectivas holsticas o microsociales o eva-luados en trminos materiales o espirituales, los resultados de ms dedoscientos aos de dominio del modo de produccin capitalistaremarcan la necesidad de construir otra economa para atender a lasdemandas de una sociedad ms exigente, tcnica e intelectualmentems calificada. Las necesidades de justicia, de respeto humano, derealizaciones materiales ms acabadas resuenan por todo el mundo.En vez de la competencia fratricida, los sentimientos que emergenfuertemente en algunos grupos son los de cooperacin y de solidari-dad; en lugar de la devastacin de la naturaleza, la relacin respe-tuosa con las mltiples formas de vida; en vez del proceso deacumulacin y concentracin irracionales de riqueza, la generosidadde la donacin y del compartir. El consumo desenfrenado y neurticopuede ser desplazado por el usufructo tranquilo de los bienes. Eltrabajo alienado puede ser sustituido por la labor consciente y crea-tiva que favorece la realizacin humana plena.

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    LA OTRA ECONOMA: CONCEPTOS ESENCIALES

    El capitalismo tiene dimensiones seniles, antiguas e, insisto, me-diocres, de modo que debe ser superado por modalidades ms avan-zadas de organizacin econmica y social. Varios argumentoscontrarios a esta posicin pueden surgir con aparente vigor y perti-nencia: el capitalismo es un modo de produccin sofisticado y uni-forme, que tiene su legitimidad construida por la conjugacin de lateora liberal con el sentido comn; sus defensores son poderosos yechan mano de instrumentos complejos para reprimir o seducir a lasvoces disonantes. En tanto sistema total, articulando reproduccinmaterial y social, se presenta como un horizonte insuperable a medi-da que las resistencias son fragmentadas y consternadas. Pero lahistoria humana est repleta de momentos de superacin de situa-ciones que eran tenidas como permanentes, de conquista de umbra-les superiores de la civilizacin. La Reforma Protestante, la Aufklrungo la Revolucin Francesa, no surgieron en momentos infinitamentems desfavorables de la dominacin absolutista y clerical? La mis-ma Revolucin Industrial no fue realizada en contra de los interesespoderosos? Estos y otros procesos cambiaron la sociedad de maneraradical y afirmaron la potencialidad y la libertad creadoras de lahumanidad que es, siempre, superior a su destino, que niegadeterminismos trascendentes y causalidades estructurales. Si fue po-sible avanzar en otras pocas, bajo condiciones ms adversas, po-demos contentarnos, hoy, con menos de lo que ya fue soado yconquistado en el pasado?

    Esta evaluacin no se origina en devaneos utopistas o melanc-licos de un tiempo mtico. En la contracorriente del sistema y de laideologa dominante, se registra un importante y slido movimien-to de construccin de un mundo mejor (Cattani, 2001). Entre lasvarias dimensiones de este esfuerzo colectivo internacional estnlos elementos constitutivos de otra economa. Son procesos, insti-tuciones, valores, manifestaciones, etc., designados por diversosnombres o conceptos: socioeconoma solidaria, economa popularsolidaria, economa del trabajo, empresas autogestionarias, nuevocooperativismo, inversin tica, empresa social, redes de consumosolidario y tantos otros. Son fenmenos que corresponden, por unlado, a algo muy concreto (instituciones formales, prcticas socia-les) y, por otro, a dimensiones abstractas, como proyectos, valores,percepciones, etc., que no corresponden a la economa y a las prc-ticas convencionales.

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    LA OTRA ECONOMA

    De esto trata la presente obra: de lo nuevo, lo osado, de la trans-formacin utpica, que busca romper con el capitalismo o que buscaser mejor y ms avanzado que l.

    Las alternativas en la esfera productiva contempornea son ml-tiples, complejas y polmicas. El mundo de las alternativas abarca,invariablemente, incontables visionarios de nobles propsitos, perono slo el infierno est lleno de buenas intenciones. Hay realizacio-nes slidas que conllevan verdaderos cambios, como tambin exis-ten proyectos inconsistentes e inconsecuentes cuyos resultados noaportan para nada a la transformacin progresista. La confusin ylas dudas estn en la prctica, pero tambin en las elaboraciones yrepresentaciones intelectuales de la realidad. La existencia de impre-cisiones semnticas, de conceptos ambiguos o imprecisos, de teorasvagas slo aumenta la dificultad de comprensin y de implementacinde los procesos. Por ello, la necesidad de construir conceptos y teo-ras que permitan conocer y apropiarse correctamente de la natura-leza y de las potencialidades de los fenmenos.

    Varios enfrentamientos

    Las alternativas al capitalismo conceptualizadas en este trabajoenfrentan tres grandes desafos. El primero se sita en el campo delas ideas que existen respecto de los significados del trabajo. Paramuchos intelectuales influyentes y formadores de opinin, en la so-ciedad contempornea, el trabajo perdi su significado para la cons-titucin de la identidad y de las potencialidades polticas de losindividuos y de las clases. Cualquier otra dimensin cultural o pol-tica parece ser ms importante que el ejercicio profesional vinculadoa la esfera de la produccin y de los servicios. A lo largo de la dcadadel 90, diversas formulaciones tericas, especialmente en el camposociolgico y filosfico, identificadas por la adhesin a los princi-pios neoliberales bajo el rtulo de pos-modernidad, sostuvieronque la categora trabajo ya no era ms relevante para comprender elcapitalismo, que haba sido reemplazado por la sociedad de la in-formacin o del conocimiento. Con un registro poltico diametral-mente opuesto, otros tericos afirmaban que el empoderamiento dela sociedad civil a travs de los nuevos movimientos sociales, de lasONGs, de la participacin ciudadana en amplias esferas de la vida

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    LA OTRA ECONOMA: CONCEPTOS ESENCIALES

    poltica, tambin le quitaba al trabajo cualquier valor. En ambas pers-pectivas, poco importaba qu haca el individuo en su actividad la-boral. Las cuestiones decisivas seran definidas por la cultura o por lapoltica.

    El desafo que se le impone a la otra economa es el de reafirmarla importancia fundamental del trabajo para los individuos y para lasociedad. Dicha importancia es dada por las dimensiones libertariasu opresoras. No es suficiente con tener un presupuesto participativo,el empoderamiento de la asociacin barrial, una intensa vida cultu-ral emancipadora y seguir sometido al trabajo repetitivo, desprovistode sentido, alienado, explotado, tanto si es ejecutado en la empresacapitalista estndar o en las formas institucionales alternativas. Dela misma forma, el hecho de que las cooperativas y empresasautogestionarias no constituyen un universo apartado de la econo-ma capitalista puede llevar a la internalizacin de los mismos prin-cipios competitivos, a la intensificacin del trabajo ejecutado segnreglas jerrquicas y autoritarias, en fin, a la auto-explotacin.

    El segundo desafo a que la Economa Solidaria debe hacer frentees la delimitacin precisa entre las verdaderas alternativas y las prc-ticas conservadoras en el denominado Tercer Sector. Las elites domi-nantes vienen desarrollando una hbil estrategia para asegurar lahegemona en este campo. Bajo el encanto cautivante del trabajovoluntario, de las asociaciones ciudadanas, de las empresas comuni-tarias, se observa el intento de preservar privilegios, asegurando lalegitimidad elitista en la conduccin de los procesos sociales. Losdaos del capitalismo fueron tan grandes que si no se hace nada, laexclusin, la marginalizacin y el empobrecimiento de amplias ca-pas de la poblacin comportan el riesgo de una convulsin social ode dirigir la violencia en contra de los poderosos. Como lo demostrBronislaw Geremek en La Piedad y la Horca (1978) a lo largo de lahistoria occidental, para frenar esa amenaza, las elites echan manoen ocasiones a la horca y otras a la piedad. Actualmente, la ofensivacaritativa conservadora disputa el espacio con las verdaderas inicia-tivas del solidarismo emancipador, pero en caso de que no resulte, laestrategia podr ser la otra.

    El tercer gran desafo para las mltiples manifestaciones de laotra economa es de ubicarse como realizaciones en un estndarsocial, ecolgico, poltico y, tambin, tecnolgico, superiores al capi-talismo convencional. No basta con que sean alternativas para po-

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    LA OTRA ECONOMA

    bres y excluidos: es menester que proporcionen logros en todos losdominios, involucren de manera responsable a amplias capas de lasociedad, que rescaten, para fines ms generosos, lo que la creativi-dad humana pudo aplicar en la generacin de productos y serviciosde mejor calidad. Los intentos de volver a una poca pre-capitalistamtica y buclica seran pueriles. El esfuerzo debe estar orientado arecuperar socialmente aquello que el progreso tcnico proporcionen trmino de confort y calidad de vida. Asimismo, el gran desafoest en, sobre todo, fortalecer de todas las maneras posibles las lu-chas sociales en curso en el capitalismo avanzado. La democratiza-cin de los ambientes de trabajo, las nuevas luchas sindicales, loscontroles sociales sobre la utilizacin de la alta tecnologa, entreotros aspectos, son factores que materializan desde ahora el despusdel capitalismo (Melman, 2002) al cual la otra economa debeestar asociada.

    Una invitacin

    Los fenmenos en curso son mltiples, complejos y, en la mayorade los casos, de apropiacin intelectual fuera de los parmetros con-vencionales. El reto es proceder a su abordaje de acuerdo con unaperspectiva crtica. Crtica es una bella palabra que remite a la capa-cidad de juzgar, de discernir, a la facultad de pensar, entendiendo esaoperacin como el examen racional, evaluativo, indiferente a prejui-cios, convenciones o dogmas. Es con este sentido ms denso, com-prometido con la produccin de conocimiento, que los autores deesta obra orientaron sus esfuerzos.

    Esta obra tiene como objetivo clarificar y precisar conceptos yteoras, relacionados a los procesos alternativos a la economa ca-pitalista, que son al mismo tiempo provenientes de esta esfera yaplicables a ella. Estas producciones intelectuales no son neutras,ni despojadas de valores, principios, anhelos y esperanzas. Algunaselaboraciones son el fruto de la vivencia, de la participacin direc-ta en la economa solidaria; otras son formulaciones procedentesde ejercicios analticos del observador externo a los procesos. Entodos los casos, no son percepciones resignadas de la realidad so-cial, sino elementos de la marcha conquistadora sobre la produc-cin de la historia.

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    LA OTRA ECONOMA: CONCEPTOS ESENCIALES

    El gran esfuerzo de sntesis emprendido no fue un intento de sim-plificar las cuestiones para ahorrarle trabajo al lector. Como muchospensadores ya lo dijeron, no hay caminos fciles para la ciencia. Elconocimiento es siempre resultante de arduos esfuerzos y no les in-cumbe a los intelectuales rebajar el nivel de las elaboraciones abriendorecnditos atajos en el proceso del conocimiento. Lo que s se buscfue remarcar los elementos constitutivos esenciales, las determina-ciones sustantivas y los despliegues relevantes de cada cuestin. Nose rehus sealar las controversias, problemas y an las contradic-ciones existentes. Asimismo, ello no represent ningn intento dedetallar los puntos controvertidos, ni de formular directrices paraorientar acciones concretas. La otra economa busca constituir unaobra de referencia que dialoga con el proceso en curso y con susinterpretaciones tericas. Las sntesis producidas son una invitacinpara seguir adelante en la produccin del conocimiento, un estmuloa la lectura de otras obras y a la observacin ampliada de los fen-menos concretos.

    Mltiples construcciones

    La otra economa es plural. Los treinta autores tuvieron libertadpara elaborar sus trminos segn principios tericos propios, enfati-zando y argumentando de acuerdo a su visin y valores. A partir deuna estructura bsica (definicin sinttica, gnesis y desarrollo his-trico del concepto, controversias, actualidad y validez del concep-to), se presenta ac un conjunto de artculos especializados, casi todosarticulados entre s o completndose. No fue definida (y tampocohubiera sido coherente hacerlo) una norma terica o estilstica. Cadaautor es responsable de sus textos. El punto de unin del equipomultidisciplinario es la creencia en los valores civilizatorios: coope-racin, solidaridad, compromiso con la vida, la naturaleza, el paci-fismo y la justicia social. Todos creemos que un mundo mejor esposible y que est siendo construido por las realizaciones concretasde la otra economa.

    Porto Alegre, enero de 2003

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    LA OTRA ECONOMA

    Bibliografa

    Cattani, A.D. (Org.), Frum Social Mundial: a construco de um mundomelhor, Porto Alegre, Corag, Petrpolis, Vozes, 2001.

    Geremek, B., Litosc i Suzbienica, A piedade e a forca, Lisboa, Terramar,1986.

    Melman, S., Depois do capitalismo, So Paulo, Editora Futura, 2002.

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    1. Las realidades del asociativismo, an cuando son entendidascomo construcciones histricas y cotidianas de los actores socialesy colectivos, precisan ser explicitadas porque traducen mucho msque un tipo de prctica social, de disputas de poder, o de su ejerci-cio, y representatividad e instrumentalizacin poltica de un colec-tivismo cerrado en s mismo. Incluyen los anhelos y las utopas devarios segmentos sociales que se entrelazan en prcticas pluralesque nunca son definitivas ya que son el resultado de historias sin-gulares en la bsqueda de emancipacin y autonoma. Frente a lamultiplicidad de escenarios sociales propuestos por la contempo-raneidad y las posibilidades de accin colectiva, el asociativismoemerge como una de las ms antiguas prcticas sociales realizadapor sujetos sociales, que tiene en cuenta tanto las cuestiones delcotidiano (particular) como las ms complejas (generales). Partimosdel supuesto de que los individuos no siempre se comportaron deforma asociativa, tal como estamos acostumbrados a considerar, yque el asociativismo resulta de una construccin que se basa enotra forma de pugna por el poder y en la realizacin de un proyectocivilizatorio diferenciado.

    Por asociativismo, en sentido lato, se entiende el proceso por elcual una o ms personas y/o grupo(s) deciden reunirse de formaregular, pero no necesariamente continua, para atender demandascomunes. Se trata de un proceso fundado en la pluralidad que notiene la pretensin de verdad nica, sino que busca el consenso sobrelas divergencias de modo que los resultados de las decisiones estnpautados segn principios ticos. En este sentido, el asociativismo sepresenta como un conjunto de prcticas sociales con fechas y ubica-cin histricas que propone la autonoma del nosotros, calificandola cooperacin entre las personas, dado que dichas prcticas socialesse asientan en la reciprocidad, en la confianza, en la pluralidad, en el

    ASOCIATIVISMO

    PAULO PEIXOTO DE ALBUQUERQUE

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    LA OTRA ECONOMA

    respeto y no en la utilizacin operacional-instrumental de la asocia-cin entre las personas.

    Desde dicha perspectiva democrtica, la calidad y el carcterasociativo que se evidencia alrededor de ciertas operaciones realiza-das entre personas y/o grupos explicita un modo de ejercitar la ciu-dadana, independiente de los resultados alcanzados o de cmo loselementos se encuentran agrupados o asociados, constituyndose asdesde una perspectiva democrtica.

    De este modo el asociativismo:

    a) afirma un modo de actuar colectivo segn el cual los princi-pios de la accin social se forman en la experiencia concreta yparten del significado dado a las intenciones o a las ideas quedan fundamento al grupo; y

    b) seala un conjunto de acciones realizadas por personas movi-lizadas a partir de un proyecto que busca superar dificultadesen funcin de un inters comn y que, la mayora de las veces,no tienen fines de lucro.

    Por lo tanto, son prcticas sociales que buscan atender al impera-tivo categrico de construir criterios ms generales y universales, esdecir, buscan calificar la cooperacin segn el acto intencional einmediato de reunir personas y/o las fuerzas de cada uno para pro-ducir una fuerza an mayor. Asimismo, para establecer normas confundamento moral y tico, considera al otro como autnomo, comoalguien capaz de tomar decisiones. En este sentido, la asociacin o elasociativismo de dos o ms personas va ms all de la consumacinde un contrato mutuo que establece obligaciones en pro de objetivoscomunes. La esencia de dicha sociedad civil est fundada en la divi-sin de las ganancias, en la unin de los esfuerzos y en el estableci-miento de otro tipo de accin colectiva que ve, en la cooperacincalificada, la implementacin de otro tipo de accin social.

    2. Asociarse es atractivo y seductor, y hasta al ms grande egostale interesa asociarse porque las normas de convivencia estn an-cladas en la moral (es bueno estar con otros). El individuo no es unobjeto, necesita interactuar y el otro, por ser capaz de tomar de-cisiones, de alguna forma puede llegar a influir en la vida de laspersonas.

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    ASOCIATIVISMO

    En lo concerniente a la vida cotidiana de las personas, se puedeidentificar tres dimensiones esenciales en el concepto de asociativismo:

    Rechazo a la lgica economicista que reduce el quehacer hu-mano a la bsqueda racional del inters propio; y rechazo allucro mximo como objetivo final de la prctica cooperativa.En esta concepcin, la asociacin no es limitada o slo se haceposible desde una perspectiva contractualista (en el sentidohobbesiano o del individualismo metodolgico), porque, si asfuera, el inters en asociarse se originara en motivos egostasy narcisistas. Como prctica social intencional de accin co-lectiva, el asociativismo emerge como una salida colectiva yun contrapunto necesario para hacer frente a las diferentessituaciones de marginalidad, pobreza y formas de redistribucinde la riqueza producida por lo colectivo.

    Revela la idea de la necesidad de comprender la lgica socialhegemnica, no dejarse seducir por sus supuestos, y hace pen-sar la cooperacin en tanto un espacio social plural y no sloque instrumentaliza. En este sentido, la asociacin y/oasociativismo evidencia su aspecto paradjico y su fragilidad,ya que tambin cuenta con prcticas sociales instrumentales,porque permite a los asociados intercambiar sobre la base deun inters inmediato, pero como resultante de una accin co-lectiva que resulta de una accin singular diferenciada.

    La tercera dimensin refiere a la tica, o sea, a la interdepen-dencia existente en cada actuar individual, porque cooperar esun proceso frgil en el cual se puede fallar, independiente-mente de los propsitos iniciales. Por ello, grupos y/o indivi-duos regidos por un acuerdo mutuo, segn los usos y lascostumbres, no inmovilizados por leyes, rutinas o supersticio-nes, sino en un continuo desarrollo para satisfacer las crecien-tes exigencias de la vida libre, recurren a una tica fundada enla responsabilidad social.

    3. Por otro lado, hace falta tener en cuenta los diferentes tiposde cooperacin, porque, en tanto proceso, se origina a partir delactuar diferenciado del comportamiento habitual de una comuni-dad, grupo o individuo, sobre una realidad considerada difcil y/oproblemtica:

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    LA OTRA ECONOMA

    La cooperacin de tipo 1 instrumental o narcisista favorecey abre posibilidades de un tipo de participacin en la cual losintegrantes se instrumentan mutuamente. Este tipo de participa-cin es frgil y est pautada por la lgica de intercambio del mer-cado, en la cual las partes cooperantes y asociadas buscan ampliarsus limitaciones para el actuar cooperativo, por ejemplo: la co-operacin entre un ciego y un paraltico. Este tipo de asociativismoinstrumental presupone que todos somos egostas y racionales, in-cluso hasta un punto de posibilitar situaciones donde se finge quecooperamos.

    La cooperacin de tipo 2 calificada o recproca es una relacinque depende de una esfera de actividades no ntidamente marcadapor los factores econmicos tendiendo a ser ms compleja y, por ello,ms frgil, porque necesita ser calificada. Est basada en la recipro-cidad, confianza, pluralidad y en el respeto hacia el otro, dado quepropone, ms que nada, la autonoma de lo colectivo.

    Estos dos tipos de cooperacin, que de cierta manera son los ele-mentos constitutivos del asociativismo, no fueron presentados slocomo una herramienta lgico/conceptual para explicar elasociativismo, sino como elementos concretos de resignificacin deun proceso fundante de la vida. Una lgica que viene siendo coloni-zada por la teora hegemnica del mercado como regulador social yuna teora que, en el lmite, considera la reciprocidad del mercadocomo la propia vida.

    4. El asociativismo surge y es entendido, tradicionalmente, apartir de otros filtros, de una perspectiva normativa que tiene suvisibilidad e identificacin en las diferentes formas organiza-cionales. Este hecho reduce la compresin de un proceso com-plejo a su misma razn de ser o a objetivos del agrupamiento depersonas.

    En esta perspectiva, en la organizacin de personas, su uninest directamente ligada a la satisfaccin de necesidades comu-nes y a conseguir mejores condiciones de vida (espacio de resis-tencia) cuyo resultado esperado es la posibilidad de continuidaddel grupo. La participacin se da a travs de la representacin. Eneste proceso asociativo, grupos jurdicamente establecidos sonrepresentados a travs de la actuacin poltica, religiosa, en eltrabajo, estudio, comits, comisiones, ncleos de produccin, con-

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    ASOCIATIVISMO

    sumo, distribucin, etc. Puede darse en varios campos de la acti-vidad humana y su creacin proviene de motivos sociales,filantrpicos, cientficos, econmicos y culturales, pero los msfrecuentes son los siguientes:

    Asociaciones filantrpicas: congregan voluntarios que dan asis-tencia social a los nios, a personas mayores y a otras personascarenciadas.

    Asociaciones vecinales: organizaciones de personas que compar-ten el espacio urbano, con miras a obtener mejores niveles de educa-cin e integracin sociocultural.

    Asociaciones de defensa de la vida: de las cuales participan perso-nas que se unen por las mismas condiciones de marginalidad y por lagaranta de los derechos sociales mnimos (chicos de la calle y tam-bin alcohlicos annimos, diabticos).

    Asociaciones culturales, deportivas y sociales: se caracterizan porla unin temporal, o no, ligadas a las actividades identitarias, tantoliterarias, artsticas, deportivas, tnicas, etc.

    Asociaciones de clase: en este agrupamiento se destacan los con-sejos profesionales, las federaciones que representan, ante el Estado,los intereses de sus categoras empresariales o de trabajadores cuyoobjetivo es una mayor participacin en los resultados generados porel trabajo colectivo.

    Asociaciones de trabajo: incluyen a las asociaciones de trabaja-dores o de pequeos propietarios organizados para la realizacin deactividades productivas; la prestacin de servicios o de trabajo deproduccin y comercializacin de productos.

    En la pluralidad de las organizaciones que concretizan el procesoasociativo, podemos destacar tres modalidades de organizacin queapuntan a una prctica ciudadana: asociaciones, cooperativas y sin-dicatos, sobre las cuales sealaremos similitudes y diferencias en treselementos claves para la comprensin: definicin normativa, repre-sentacin, forma de participacin.

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    LA OTRA ECONOMA

    Puede representar losasociados en accionescolectivas de su inters.Polticamente sonrepresentadas por fe-deraciones y confede-raciones.

    En tanto organizacinpuede representar a losasociados en accionescolectivas de su inters.Polticamente son re-presentadas , en elmbito nacional enBrasil, por la Organiza-cin de las Coope-rativas Brasileas, yen el contexto del Es-tado (provincial), porla Organizacin de lasCooperativas Esta-duales.

    Este tipo de organizacinpuede representar toda lacategora, incluso a losno socios, en cuestioneslaborales, en una o msacciones, colectivas o in-dividuales.Polticamente son repre-sentados por federacio-nes y confederaciones.Tambin pueden orga-nizarse en centrales sin-dicales.

    Representacin

    Asociacin Cooperativas Sindicatos

    Sociedad civil sin finesde lucro cuya finalidades representar y defen-der los intereses de losciudadanos asociados,buscando estimular lamejora tcnica, profe-sional y social de losasociados.

    Sociedad civil/comercialsin fines de lucro cuyafinalidad es desarrollaractividades de consumo,produccin, crdito,prestacin de servicios ycomercializacin deacuerdo con los intere-ses de los participantesy cooperantes.

    Sociedad civil sin finesde lucro cuya finalidades promover la defensade los derechos e inte-reses individuales y co-lectivos de determinadacategora de trabajo, re-presentndola en cues-tiones judiciales y/oadministrativas

    Representacin

    Asociacin Cooperativas Sindicatos

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    ASOCIATIVISMO

    Forma de participacin

    Asociacin Cooperativas Sindicatos

    Las decisiones se dana travs de la asam-blea general, en lacual cada persona tie-ne derecho a un voto.Su rea de actuacin selimita a sus objetivos ylos resultados de sus ac-tividades es de enteraresponsabilidad de losasociados.

    Las que deciden sonlas asambleas de so-cios en las cuales cadapersona tiene derechoa un voto.El rea de actuacin selimita a sus objetivos.

    Las decisiones son to-madas en asamblea, enla cual cada persona tie-ne un voto.Su rea de actuacines ilimitada, pero nopuede existir ms deun sindicato con lamisma base de repre-sentacin por territo-rio; slo uno pormunicipio.

    Independientemente del ngulo por el cual se analiza y compren-de el asociativismo, es importante destacar que los modelos asociativosantedichos deben ser entendidos como procesos por los cuales lasociedad civil asume los espacios pblicos e intentan, a partir de unanocin de control democrtico (asambleas, consensos sobre las di-vergencias), establecer otro tipo de sociabilidad fundada en el dis-curso argumentativo de la solidaridad.

    Asimismo, hace falta subrayar que la bsqueda de espacios de-mocrticos realizada por estas organizaciones asociativas, tanto porlas mismas corporativas asistenciales como por los espacios de resis-tencia, seala estrategias sociales que permiten el gerenciamientodel bien comn, tales como la eleccin como principio de acceso ypermanencia en el poder; control de abajo hacia arriba; transparen-cia pblica y vigilancia organizada. En este sentido, el asociativismofunda la legitimidad del grupo, conforma un modo de vida comn yrepresenta el derecho a los derechos porque est anclado en el biencomn.

    El asociativismo proyecta un modelo de regulacin alternativo enla medida que se fundamenta en el ejercicio de la ciudadana, bus-

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    LA OTRA ECONOMA

    cando proponer modos plurales de actuacin e instaurar un movi-miento de interaccin de los espacios econmico, sociopoltico ycultural, en una perspectiva ms amplia. As, se muestra como unactuar colectivo diferenciado que puede ser interesante para la otraeconoma, porque, al basarse en la solidaridad, en la reciprocidad,en la confianza, precisa ser continuamente afirmado, no como laverdad, sino como una perspectiva que propone a los individuos ygrupos emancipaciones provisorias que resultan de una responsabi-lidad social cuyo carcter no tiene nada que ver con la filantropa,sino con la construccin de la justicia social.

    Bibliografa

    Althusser, L., Sobre a reproduo, Petrpolis, Vozes, 1999.Costa, F., As cooperativas e a econommia social, Lisboa, Horizonte,

    1986.Demo. P., Participao conquista -Noes de poltica social partici-

    pativa, 4 edio SP, Cortez, 1999.Elias, N., La socit des individus, Paris, Fayard, 1991.Gonalo, J. E., Organizao da sociedade civil como base para um

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    Grau, N. C., Repensando o pblico atavs da sociedade - Novas for-mas de gesto pblica e presepresentao social, R. J., Revan,1999.

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    Kurz, R., O colapso da modernizao - da derrocada do socialismo decaserna crise da economia mundial, R. J., Paz e Terra, 1966.

    Schujman, L., Economa social: la contracara del capitalismo salvaje,Rosario, Argentina, Homo Sapiens, 1997.

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    AUTOGESTIN

    PAULO PEIXOTO DE ALBUQUERQUE

    1. Concepto

    Por autogestin, en el sentido lato, se entiende el conjunto deprcticas sociales que se caracteriza por la naturaleza democrticade las tomas de decisin, que favorece la autonoma de un colecti-vo. En un ejercicio de poder compartido, que califica las relacionessociales de cooperacin entre personas y/o grupos, independiente-mente del tipo de estructuras organizativas o actividades, dado queexpresan intencionalmente relaciones sociales ms horizontales.

    El carcter multidimensional del concepto de autogestin (social,econmico, poltico y tcnico) nos remite a pensarlo como muchoms que una simple modalidad de gestin. Sin embargo, la referen-cia a una forma de organizacin de la accin colectiva, desde estaperspectiva, no se da linealmente, pues la apropiacin de espacioscolectivos es llevada a cabo de varias maneras y la referencia a laorganizacin de la accin colectiva necesita ser cualificada.

    La primera dimensin se refiere al carcter social, ya que entanto construccin social, la autogestin debe ser percibida comoresultado de un proceso capaz de engendrar acciones y resultadosaceptables para todos los individuos y grupos que dependen deella; la segunda remite a lo econmico y se asienta sobre procesosde relaciones sociales de produccin, que se definen segn prcti-cas que privilegian el factor trabajo en detrimento del capital; latercera es poltica y se fundamenta a partir de sistemas de repre-sentacin cuyos valores, principios y prcticas favorecen y creancondiciones para que la toma de decisiones sea el resultado deuna construccin colectiva que pase por el poder compartido (deopinar y decidir), de modo de garantizar el equilibrio de las fuer-zas y el respeto a los diferentes actores y roles sociales de cadauno dentro de la organizacin; la cuarta dimensin es tcnica e

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    LA OTRA ECONOMA

    insina la posibilidad de otra forma de organizacin y de divisindel trabajo.

    2. Autogestin: una prctica social con diversos significados

    La ambigedad del concepto. Aunque el trmino autogestin sehaya vuelto comn y corriente con la globalizacin de las tcnicasde administracin, el significado an permanece bastante impreciso.En la mayora de las veces, aparece asociado a procesos productivos(industriales) que se desarrollaron vinculados a determinados tiposde tecnologa y que tienen como objetivo promover la ampliacin ola integracin fabril. Pero tambin estn los que lo utilizan para des-cribir un fenmeno poltico: la eleccin de sus dirigentes dentro deuna perspectiva normativa, segn un estatuto, o de subordinacinpoltico cultural.

    De modo general, podemos decir que el trmino autogestin esutilizado mucho ms a menudo para designar una matriz de conoci-miento, relacionada a determinados mtodos o tcnicas administra-tivas. Al enfatizar el lado gerencial del proceso de trabajo, se mistificala realidad organizacional en tanto resultado de las prcticas socia-les de actores en un determinado contexto (histrico, geopoltico,espacial, etc.).

    Por otro lado, pensar la autogestin slo a partir del referencialcooperativo significa reducir la accin colectiva a la mitologa delbuen salvaje, lo que disimula la realidad social y la complejidaddel proceso de produccin, induciendo a la creencia nostlgica deque una relacin simple y sana entre aquellos que producen puedeser promovida a travs de los sistemas de participacin propuestos yde responsabilidad meramente gerencial.

    Como sabemos, la autogestin no es un concepto nuevo: en tantoforma de organizacin productiva, puede ser identificada en diferentesmomentos histricos, como ser en los falansterios, en las experienciasde la Comuna de Pars, en los soviets de la Revolucin Rusa, en laspropuestas anarquistas y como propuesta de gestin y organizacin paradiferentes espacios econmicos agrcolas y urbanos. Sin embargo, lautilizacin generalizada de dichas prcticas organizativas autogestionariasse dio efectivamente en la segunda mitad del siglo XX, relacionada a laacumulacin producida por diversas prcticas histricas.

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    AUTOGESTIN

    En verdad, como seala Defourny (1988), no existe una defini-cin general de autogestin, y la diversidad de concepciones sobre laempresa autogerenciada entre los cientficos es slo un poco msacotada que entre la opinin pblica.

    Sin embargo, este hecho no impide determinar que, desde su ori-gen, las experiencias autogestionarias siempre estuvieron relaciona-das a las luchas de los trabajadores y, principalmente, del movimientoobrero. En este sentido, no se habla slo de un conjunto de accionesque sistematizan el control de las actividades de una organizacinsegn el marco social o como modelo de gerenciamiento referente ala asignacin de recursos y asignacin de responsabilidades, contro-les de gestin, sino de prcticas sociales que se construyeron y tie-nen legitimacin, ubicacin y fecha histricas.

    Es importante subrayar que la utilizacin de una retrospectivahistrica no se reduce solamente a un ejercicio lgico de realizarinventarios, sino como factor necesario para comprender la dimen-sin de un fenmeno social en el contexto de la produccin que seconstruye y se reconstruye incesantemente, haciendo que la vida sereinvente.

    Con los cambios en la organizacin de la produccin y con lanecesidad de que los sectores productivos se adecuen a los parme-tros del mercado, ahora globalizado, se verifica cada vez ms laimplementacin de una lgica de gestin que incide sobre los facto-res de produccin; son los nuevos ritmos de produccin, nuevas tec-nologas, nuevas maneras de organizar la mano de obra, afectandode forma diferenciada a los trabajadores.

    La idea de la autogestin reaparece actualizada fuerza princi-palmente en funcin de los efectos perversos de la reestructura-cin productiva: el desempleo, de ah el carcter plural de sucomprensin.

    Por un lado, la autogestin adquiere una connotacin fuertemen-te econmica, asociada a una necesidad gerencial capaz de salvarempresas de la quiebra y evitar el desempleo en masa (Pires, 1999),y, por otro, resurge retomando las luchas polticas e ideolgicas quedieron origen al concepto, es decir, asociada a un ideal utpico, detransformacin y de cambio social.

    Entendemos que, para efectos de la otra economa o de la eco-noma solidaria, ambos componentes estn estrechamente relacio-nados y son parte esencial del concepto, pero, para lograr una mejor

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    LA OTRA ECONOMA

    comprensin, las diferentes dimensiones a las que el concepto serefiere deben ser explicitadas.

    Autogestin en su dimensin social. En el trmino autogestin,del Diccionario de Poltica (Bobbio y Mateucci, 1986), Massimo Folinsseala que en substancia, el principio de la autogestin refiere si-multneamente a una modalidad particular de organizacin del pro-ceso gerencial dentro de las empresas y, en el plano social ms global,a una forma particular de organizacin colectivista, dando lugar auna configuracin econmica original, cuyo rasgo principal est ensu referencia a principios propios de diversas filosofas econmicas,aparentemente inconciliables: por un lado, la superacin de la apro-piacin privada de la plusvala y, consecuentemente, de la relacindel sistema con el parmetro del lucro; por otro, el mantenimiento dela libre iniciativa de las unidades econmicas.

    Esta representacin merece ser remarcada. Sin embargo, la pers-pectiva holstica del concepto vuelve difusa y ambigua su compren-sin porque otorga mayor relevancia al aspecto tcnico de gestinque al proceso social de prcticas sociales innovadoras.

    Esta lectura no es nueva y se apoya en el concepto de produc-tividad y eficacia, por eso debe ser percibida en su ambigedad.Es difuso y ambiguo porque el examen del proceso de transfor-macin de las normas de organizacin del trabajo, para adecuarsea las nuevas exigencias de un rgimen de acumulacin, traduceno slo una estrategia social, sino la hegemona de prcticas so-ciales definida por un actor social las empresas que necesita serexplicitado.

    De hecho, en el marco de la globalizacin de la economa, latransformacin de los procesos de produccin en las empresas selegitima a travs de un discurso neoliberal que, centrndose en prin-cipios de liberalizacin, apertura internacional, flexibilizacin y pri-vatizacin de los sistemas productivos econmicos nacionales, sepresenta como causa del cambio y smbolo de la modernidad.

    Las estrategias de las empresas son y resultan muy parecidas:flexibilidad interna y externa, modos de organizacin del trabajo enequipos, en los cuales la polivalencia funcional aparece como sealde movilidad de los trabajadores y elimina los antiguos puntos dereferencia, que eran los parmetros sealadores de las prcticas delos actores sociales en el espacio productivo.

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    AUTOGESTIN

    La autogestin pasa a significar, segn los principios neolibera-les, una utilizacin operacional ms intensa de nuevas tecnologas,la liberalizacin en el uso de los factores sociales de produccin yuna aceleracin de rotacin del capital (fijo y circulante) de las em-presas.

    En las empresas capitalistas, los principales argumentos a favorde las nuevas formas de organizacin del trabajo, denominadasautogestin, neutralizan su carcter de crtica radical porque sonpresentadas slo como una tcnica gerencial ms que posibilita re-ducir defectos de produccin y aumentar la productividad.

    La autogestin slo como tecnologa de gestin. Los trminos ex-plicativos de la realidad productiva y del proceso de trabajo en laautogestin mistifican el lado empresarial y de la gestin, a medidaque en las explicaciones e interpretaciones predomina la perspectivaempresarial que, por un lado, enmascara la crtica y, por otro, relativizala multidimensionalidad del concepto.

    Adems de la dificultad de conceptualizacin de la autogestin,se hace cada vez ms difcil comprender las diferencias de los proce-sos productivos, tanto de empresas capitalistas como de empresascooperativas, porque las nuevas tendencias del proceso de produc-cin (automatizacin, informatizacin, tercerizacin de los procesosy servicios) sealan y disimulan la realidad social y la complejidaddel proceso de produccin.

    El concepto de autogestin acompaa la historia del cooperati-vismo y todava puede ser considerado un tema nebuloso, y por ellomerece continuas reflexiones, dada la posibilidad de explicacionesfalaces y equivocadas sobre el asunto.

    La autogestin como crtica radical. El sentido crtico y radicalpropuesto por una nueva forma de gestin, autnoma del conjuntosocial, puede ser marcado por desvos y zigzag. En un balance glo-bal, se puede decir que es una trayectoria frgil, desde el punto devista de experiencias concretas, sobre todo en el campo de los traba-jadores. Tal vez haya estado ms activa en el campo de las ideas y enel debate sobre alternativas socialistas, presentes en las varias co-rrientes socialistas (Nascimento, 2000).

    Sin embargo, se afirma cada vez ms el significado de autoges-tin como una nueva modalidad de gestin autnoma del conjunto

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    LA OTRA ECONOMA

    social que remite a otras formas radicalmente nuevas de organiza-cin, no slo de la economa, sino tambin de la educacin y de lapoltica global.

    Independientemente de la fragilidad de ese proceso, debe ser en-tendida como un sistema de organizacin de las actividades sociales,desarrolladas mediante la accin intencional y convergente de variaspersonas (actividades productivas, servicios, actividades administrati-vas), donde las decisiones relativas a los destinos del grupo son direc-tamente tomadas por los participantes, con base en la atribucin delpoder decisorio a las colectividades definidas por cada una de las es-tructuras especficas de actividad (empresa, escuela, barrio, etc.).

    Por lo tanto, podemos identificar dos determinaciones esencialesdel concepto de autogestin: a) superar la distincin entre quien tomalas decisiones y quien las ejecuta y b) autonoma decisoria de cadaunidad de actividad, es decir, la superacin de la interferencia devoluntades ajenas a las colectividades concretas, en la definicin yeleccin de qu hacer.

    De ese modo, la autogestin adquiere su carcter de radicalidad,pues pasa a ser un elemento fundante de la vida asociada y del que-hacer cotidiano. Follins (1986) dice que estas dos determinacionescalifican la autogestin como principio elemental de modificacinde las relaciones sociales y personales, en el sentido de reapropiacindel poder decisorio relativo a una esfera de actividad dada contracualquier autoridad, aunque legitimada por anterior delegacin.

    Autogestin y empresa autogerenciada. La autogestin como mo-delo organizacional y de gestin. En este sentido, una empresaautogerenciada es una organizacin productiva sobre la cual la lti-ma instancia del poder de decisin pertenece exclusivamente a sustrabajadores y es compartido de forma igualitaria entre todos ellos,no importa cul sean sus calificaciones o sus aportes en capital.

    La mayor parte de los economistas de la autogestin y, en todocaso, los de la tradicin neoclsica agrega un segundo elemento alnudo central de la definicin: la ganancia neta, luego de la deduc-cin de los gastos de explotacin, de la reduccin del capital y de losimpuestos eventuales, es dividida entre los trabajadores de acuerdo aciertas reglas (Defourny, 1988).

    Entonces, hablar de autogestin nos remite a aspectos diferentes(positivos y negativos), tanto en lo que se refiere a la gestin como a

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    AUTOGESTIN

    las consecuencias econmicas del emprendimiento, que son necesa-rios aclarar:

    (+) se ampla la capacidad productiva de los trabajadores, de-bido al ambiente ms democrtico; experiencia profesionalmejor conservada en la empresa; reduccin de la rotacin delos trabajadores;

    (-) la participacin en la gestin, en la propiedad y en los be-neficios engendra una mayor acumulacin de capital humano,porque los trabajadores son ms estimulados, tanto desde elpunto de vista moral como material, pero la participacin delos trabajadores en la gestin reduce la capacidad productiva,ya que sta deja de lado a dos atributos esenciales de los diri-gentes: su autoridad y su poder discrecional;

    (+) los trabajadores cuidan la calidad de su produccin por-que tienen una percepcin ms positiva de su trabajo, unsentido elevado de sus responsabilidades y el deseo de au-mentar sus rendimientos, determinados por la productividadde la empresa;

    (-) en la discusin de los procesos autogestionarios no quedaclaro cules son los estmulos ms efectivos; en todo caso,queda implcito que, dependiendo de cmo se organiza eltrabajo, los estmulos materiales o de participacin abren po-sibilidades para una poltica de emulacin y manipulacin;

    (+) la implicacin personal del trabajador sobre la productividadde sus compaeros es mayor porque desaparece la confronta-cin tradicional entre patrn y empleado; en este caso, la pre-sin del grupo corresponde a un proceso de vigilancia mutuaque reduce el ausentismo y castiga la pereza y el desperdicio;

    (-) hay que tener en cuenta que, en el marco de un trabajo enequipo, la medicin de la productividad individual es muy di-fcil;

    (+) aumenta la eficacia organizacional. Un ambiente partici-pativo facilita la comunicacin y sta, a su vez, favorece laidentificacin de ineficacias organizacionales que los trabaja-dores no estaran necesariamente interesados en identificar enun contexto no cooperativo. Capacidad de flexibilidad: hora-rios, condiciones de trabajo, reduccin de costos de supervi-sin y de vigilancia;

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    LA OTRA ECONOMA

    (-) un espacio productivo autogestionario remite a ambientesde incertidumbre.

    Autogestin en la otra economa. La autogestin en la otraeconoma se afirma como un modo del actuar colectivo, segn elcual los principios de la accin social se forman en la experienciaconcreta y provienen del significado dado a las intenciones o lasideas que fundamentan el grupo; van ms all de la celebracin deun contrato mutuo que establece obligaciones en pro de objetivoscomunes.

    La esencia de esta prctica social est fundada en la particindel poder y de la ganancia, en la unin de esfuerzos y en el estable-cimiento de otro tipo de actuar colectivo que encuentra, en la co-operacin calificada, la implementacin de otro tipo de accin social.

    De ese modo, tanto en su dimensin ms restringida, que hacereferencia a la produccin (economa, trabajo), como en su dimen-sin ms amplia, que se refiere a la reproduccin social (poltica,territorios), es dable pensar la autogestin vinculada a otro tipo deaccin social que busca, a travs de la reapropiacin de su fuerzaproductiva general, no slo la promocin del desarrollo del indivi-duo como sujeto social, sino tambin resignificar las prcticas socia-les relacionadas a la organizacin del trabajo asocindolas a laidea-fuerza de cambio radical y de transformacin de la sociedadcapitalista.

    Bibliografa

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    CADENAS PRODUCTIVAS SOLIDARIAS

    EUCLIDES ANDR MANCE

    1. Las cadenas productivas componen todas las etapas realizadaspara elaborar, distribuir y comercializar un bien o servicio hasta suconsumo final. Algunas concepciones tambin integran la financia-cin, desarrollo y publicidad del producto, considerando que dichoscostos conforman el costo final y le incorporan valor al ser recupera-do gracias a la venta del mismo. En otras palabras, una cadena pro-ductiva puede ser mapeada, determinndose los tem que fueronconsumidos o realizados para la produccin de un bien o servicio.Cuando consideramos las cadenas productivas en economa de red,partimos siempre del consumo final y productivo, para luego com-prender las conexiones y flujos de materias, informaciones y valoresque circulan en las diversas etapas productivas en su proceso deretroalimentacin. La reorganizacin solidaria de las cadenas pro-ductivas, segn la lgica de la abundancia, ampla los beneficiossociales de los emprendimientos en funcin de la distribucin de lariqueza que operan para sostener el consumo en las mismas redes.

    2. Los sistemas de red en la economa solidaria no siempre otor-gan mucha importancia al anlisis y recomposicin de las cadenasproductivas. Las prcticas de fair trade, por lo general, no demandanla certificacin de los proveedores de insumos, sino slo que el em-prendimiento productivo, que genera el bien que va a ser consumi-do, respete los criterios ticos y ambientales requeridos. Las redes deintercambio, igualmente, centrando la atencin en el momento