LAS FIESTAS DE QUINTOS EN ELARENAL
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LAS FIESTAS DE QUINTOSEN EL ARENAL
PEDRO JOSÉ CASTELLANOS ALAVEDRA
A Paulina, quinto del 91. A los quintosdel 90, del 92 y del 97 que me acog ieron calurosamente en las suyas. Ygracias a Fernando y Ana y a Carmen yFelipe por su apoyo «logístico».
Desde 1989 ejercí dos años alternosla doce ncia en los institutos deArenas de San Pedro, y tuve ocasiónde ver cómo en El Arenal, algunos delos que eran nuestros poco participativos e implicados alumnos, se convertían en eficaces organizadores yprotagonistas activos de las fiestas desu quinta, parte muy significativa dela vida festiva y social de su pueblo.En 1990, 91 Y 92, fui espec tador yparticipante en algunas de ellas, y realicé algunas observaciones. Entre febrero y octubre de 1997, en diversascharlas y entrevistas de campo, muchas personas me han ido aportandodatos. No citaré a todas, pero sí almenos a Aquilino Crespo, nacido en1909 y quinto en el 30 sobre aspectosreferidos a los tiempos más remotos,Eugenio Salgado Serrano «el guitarrero», nacido en 1926 y quinto en el45, Aquilino Crespo hijo y su mujerAndrea Jimén ez Chinarro sobre losaños posteriores a la guerra. Y aMiguel Ángel Troitiño Vinuesa en unadoble faceta de quinto arenalo de los60 y profesional de las Cienc iasSociales que me ha aportado valiosasorientaciones.
El Arenal está a media ladera de lafalda sur de la Sierra de Gredos, a9 km de Arenas de San Pedro. Su término es eminentemente montañoso,entre 700 y 2.200 metros de altitud,con clima mediterráneo interior favorecido por la abundancia de lluvias deorigen orográfico. La economía se basaba en una agricultura de montaña,relativamente próspera por la bonanza del clima y la abundancia de aguaque perm itían el regadío, junto conuna ganadería, especialmente caprina, en zonas altas. Buscando el autoabastecimiento, las pequeñas parcelas abancaladas se dispersaban porlas laderas para cubrir distintos ámbitos y obtener diversos productos complementarios. Así se ocupó todo el espacio disponible hasta que aprincipios del xx se llegó a sus m áxi-
mas posibilidades de crec imiento(Troitiño, 1976).
LAS FIESTAS DE QUINTOSHASTA LOS AÑOS CINCUENTA
Forman parte del ciclo festivo anual,que se repite cada año, y del ciclo vital, por el que individuos varones, exclusivamente, pasan una sola vez enla vida. El período de quinto se desarrollaba al llegar a la edad militar y sortear, según las legislaciones diversas,en torno a los 19 o 20 años.
En carnaval se desarrolla el núcleomás importante de las fiestas. Anteshabían cogido un pino, regalado por elayuntamiento, junto con trastos, madera de derr ibo y otra leña , inclusoquitando de noche la que los vecinosno hubieran guardado. Se apilaba enla plaza del pueblo para alimentar unaenorme fogata.
La tarde anterior al Domingo Gordocomenzaban las fiestas con la rondade quintos. Estrenando su primer traje,se juntaban en la plaza con familiaresvarones y otros hombres que quisieran, y recorrían el pueblo cantando yparando en casa de los quintos y lastabernas, donde se bebía, entoncescasi exclusivamente vino, a cuenta depadres y parientes (1).
Por la noche , tras prender la enorme hoguera , celebraban una cena decabr ito, organ izada y serv ida sólo porlos hombres, en que los asistentescontr ibuían en una colecta para compensar los gastos. La mañana del domingo, bien vestidos de nuevo, erantalleados en el ayuntamiento.
El Lunes de Carnaval tenían lugarlas carreras de gallos. Eminentementemasculinas, las organizaba cualquiercuadrilla de amigos, pero la más solemne era la de los quintos, que al correrlos por primera vez iniciaban losactos de su vida adulta; por ello teníaelementos rituales que otras no teníanpor qué observar.
En tiempos, se corrieron en la plaza,enterrados hasta el cuello. El quinto,vendados los ojos y tras darle vueltaspara despistarlo, con una hoz -espadasegún otras versiones- trataba de cortarle la cabeza mientras un personaje,
vestido de forma especial, hacía sonarun tambor dirigiéndolo o despistándolo. Nada más me han concretado sobre aquel ritual pues cambió, y quienlo han conocido fue de niño, como espectador.
Desde los años 20 se corren con caballerías. Padres, tíos o abuelos procuraban, según sus posibilidades , unabuena montura , propia, o prestada,prefiriendo caballo a mula y ésta a burro, y la engalanaban con los mejoresjaeces y una manta de lujo que se tenía para ocas iones especiales. Algunas mujeres trataban que su hijo,sobrino o nieto llevase el gallo máshermoso y lo criaban especialmente olo adquirían bien criado.
Al mediodía los quintos se congregaban en la plaza con sus monturas ygallos, e iban a correrlos. El lugar variócon el tiempo, pero debía ser una calleimportante, con espacio para los espectadores. Entre dos árboles, u otrasujeción, tendían una cuerda de la quese colgaban uno a uno los gallos, atadas las patas y emborrachados. Losquintos, a galope tendido por debajo,trataban de agarrar la cabeza y arrancársela, mientras que desde el extremo alguien tensaba o aflojaba la cuerda para facilitarlo o dificultarlo. A vecesel que lograba arrancarla la lanzaba algrupo de espectadores, especialmente a las mozas y quizá a alguna concreta. Se corrían así todos, pero si loshabía de muchos quintos, por no alargarlo corr ían parte , y los demás semataban directamente.
Esa noche se reunían con parientesy amigos varones y comían juntos losgallos en una cena ahora organizada yservida por los quintos, en la que ofrecían, junto al guiso, vino, licores y tabaco a cargo de su fondo. Y los queparticipaban, de nuevo contribuían enotra colecta final.
El Martes de Carnaval, día en quese celebró en tiempos la mascaradacarnavalesca de los hormachos, sejuntaban solos para cenar morcillablanca que cada uno traía de su casa.El Miércoles de Carnaval, otro día importante , sacaba n La Vaquilla . Erauna estructura que me describen con«forma de escalera.., sosten ida pordebajo por uno o dos quintos, con un
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NARRIA
La Vaquilla. Martes de Carnaval, 1997.
par de cuernos en los extremosde los palos laterales, cubiertoy con un cencerro colgado queavisaba de su presencia. Losdemás la acompañaban con lacara tiznada o pintada, pidiendo por las calles chorizos quecolgaban en la lata, palo llevado por dos a hombros, y huevos que recogían en cestas.Iban provocando la hilaridad ygastaban bromas, algunas demal gusto , al vecindario y enespecial a los niños ; a vecesderivaban en auténticas batallas de huevos no bien recibidas por todos.
Con lo recogido organizabanuna nueva cena a la que yaasisten mujeres. Según algunode los informantes de másedad, esta costumbre de la cena de los chorizos y huevos delos quintos se institucionalizópor los años 20 . Antes la cuestación no debía ser exclusivade los quintos; otro informanterecuerda haberla hecho siendoniño en esos años.
Las actividades de los quintos continuaban la noche deSan Juan con la Enramada.Los mozos, especialmente sitenían novias o cortejaban, sa-lían de ronda por las calles, cantandouna versión arenala del conocidoTrébole (2), adornando puertas o balcones de las chicas con ramas, floreso frutas y escribiendo piropos en lasparedes. No era exclusiva de los quintos, aunque sí la hacían de una manera más formal y finalmente también seinstitucionalizó en torno a ellos. Eraocasión de que se volvieran a reunir,quizá cenar solos , y hacer la rondajuntos. Y también escribían vivas a suquinta, motes o bromas, a veces gamberreaban y quitaban o trastocabancosas.
En la semana de fiestas patronalesdel Cr isto de la Expiración , que comienza el segundo domingo de octubre, costeaban una jornada, contratando la música de esa noche.
Sorteaban en noviembre, y antiguamente se creyó que cogiendo un hueso del cementerio se libraban de ir aÁfrica, aunque mis informantes ya loconsideraban como algo antiguo y supersticioso. Al poco se celebraba unadespedida, pues casi todos se iban enpoco lapso de tiempo, con una ronda yuna cena en familia; parientes o amigos acudían a despedirlos y les dabanvituallas o dinero para sus gastos. Asíse cerraba el ciclo de ese año y pronto comenzaban los siguientes quintos.Un último encuentro se podía producir
a la vuelta, para celebrar un regresosin percances.
INTERPRETACiÓN
Estos son ritos de iniciación que fijan el final la adolescencia y el comienzo del papel en la sociedad comoindividuo adulto. Se celebrarían ennuestro entorno desde tiempos ancestrales, aunque faltan fuentes históricasque nos den referencia clara de ellasantes del XIX. La implantación, entonces , del servicio militar obligatorio,afectó justamente a los jóvenes entránsito, y se encajaría la categoría dequinto en complejos iniciáticos preexistentes.
Los elementos rituales descritos noson exclusivos de aquí, sino que enotros lugares (Vadillo, 1997, cap. V)también los vemos, quizá con otro orden; formaban parte de un amplio repertorio común en las sociedades tradicionales. Cumplen varias funciones.
La primera, remarcar el inicio de lamayoridad. Las travesuras (o gamberradas) de los quintos, relacionadascon los excesos del carnaval y aguantadas con estoica permisividad, representarían el final de la inconscienciajuvenil, después no tolerada. Perootras actitudes son adultas: estrenan
traje, gasto grande que no sehacía hasta culminar el crecimiento, beben y fuman abiertamente , son convidados y devuelven la invitación, organizany pagan fiestas. Se colocan, endefinitiva, en plano de igualdadcon los mayores. Pocodespuésde la vuelta de su servicio, muchos comenzaban realmentesu vida independiente y la formación de nuevas familias.
Tienen también una funciónsocializadora, marcando su posición en el grupo. Muestran lacapac idad económica, en laposibilidad de disponer de buenos trajes, montura y jaeces, ysus aptitudes personales comola capacidad organizativa dentro de su quinta, e incluso suhabilidad física de jinete. Y secrean o refuerzan vínculos tanto entre quintos como entre familias.
Una tercera función es el refuerzo de su rol masculino trasla infancia, en actos en queparticipan sólo con los hombres, mientras la mujer juegaun papel marginal como corresponde a la menor representación social que tenían asignada.
Correr los gallos es el rito más importante. Con muchas variantes , engeneral es una celebración masculina,propia de adultos o individuos en tránsito para serlo, y vinculada al carnaval, aunque en casos no se cumplenestas premisas. Implica siempre lamuerte y comida común del gallo alque se mata de diferentes formas :unas veces enterrado y decapitado oapaleado, otras colgado de un muro oposte y lapidado. La forma más espectacular y extendida es colgado deuna cuerda y decapitado con armablanca o las manos por jinetes que corren debajo (Temprano Peñín, 1996).
Su difusión fue amplísima por todala península, descrito en el XIX inclusoen Madrid (Caro Baraja, 1992, 1, cap.IV), y documentado en tiempos recientes en numerosísimos puebloscastellanos y leoneses (TempranoPeñín, 1996). En de la comarca nosconsta al menos en El Raso, Candeleda, Fresnedilla (Padilla, 1984, pág.34) y Poyales del Hoyo (Vadillo, 1997,pags. 54-56) a caballo, Arenas de SanPedro, donde se lapidaban colgadosde los muros del castillo, o Piedralavesen que pervive convertida en carrerade cintas.
Para buscar su significado originario quizá haya que remontarse a unpasado ancestral, a un mundo ideol ó-
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Uno de los últimos años que se corrieron los gallos.
gico ya muy lejano. El gallo es un símbolo polivalente; por su permanentecapacidad de apareamiento , de fertilidad y procreación. La sangre tambiéntenía un fuerte contenido simból icocomo port adora de fuerzas mágicas yen rituales antiguos se vertía sobre elsuelo o los presentes (Biederman,1993, y Becker, 1996). Así, la del galio, que en una variante incluso estásemienterrado, fert iliza ritua lmente latierra. De ahí su relación con el carnaval que, según interpretaciones,tendría su origen en antiguos rito sagrarios de regeneración de la fertili dad de la naturaleza. Colgado, der rama su sangre, además, sobre el propio ofi ciante, t rasmitiéndole esacapacidad fecundadora; y en el actotan extendido (Temprano Peñín, 1996,1, pág. 57) de arroja r la cabeza sangrante sobre alguna moza , espec ialmente a la que se pretende, tendríacontenido sexual, una proyeción la capacidad fecundadora mascul ina sobreella.
y es que tamb ién es símbolo demascul inidad , como macho que domina y defiende belicosamente a su grupo amplio de hembras. Según un pensamiento mágico ancestral, «de lo quese come se cría», el comedor adquiere características de lo com ido. Así suingestión refuerza mágicamen te la virilinidad .
Pero la cristianización transformaríase significado. El gallo es ahora un serlujurioso y lascivo (Biederman, 1993,pág. 206) Ysu muerte la represión delapet ito carnal en la cuaresma que comienza (Caro Baraja, 1992, 1, págs.106 Y 107).
Vaquilla, huevos ,carne de cerdoson también símbolizaciones ancestrales de lafertilidad de lanaturaleza quecelebra el carna val. El cerdo es,en una de sus interpretaciones ,símbolo de riqueza y prosperidadagropecuariaque , curio- samente, se mantiene en algo detan amplia difusión aún comolas huchas decerdito donde losniños guardan suriqueza monetaria . El huevo esgermen de viday, por cons i
guiente, símbolo muy difundido queantiguamente desempeñaba un papelen los cultos de fecund idad . Y la vacafue símbolo de la misma Madre Tierra en la que reside la fert ilidad .(Biederman , 1993, y Becker, 1996).También los ritos en torno a estos elementos cambiarían de sign ificado conel crist ianismo, y así la ingestión ritua ldel cerdo será preparación para elayuno y abst inenc ia cuaresmales y, entiempos más recientes, su consumopúblico evitaba sospechas de criptojudaísmo.
Pero las mot ivac iones ancestralesdejaron de ser consc ientes hace muchos siglos y en tiempos recientes semantenían no por magia , ni incluso representación religiosa, sino por costumbre o divers ión, y como ritos inici áticos que si manten ían su vigencia.
Estos elementos de carnaval y SanJuan se documentan en muchos sitios(Caro Baraja , 1992 , 1 Y 2, cap. 22),pe ro la partic ipación nos aparecesiempre más abierta en otros lugares.Aqu í el grupo dio un protagon ismoinusitado a sus mozos en tránsi to,comp lejizando sus rituales, y los convirtió en los grandes protago nistas departe impor tante del ci clo fest ivoanual. Parece que se trata de un fenómeno bastan te reciente , de principiosde siglo ; la supervivenc ia en los 50 decor ridas para lelas menos ritualizadas,o el test imon io de cómo en los años20 se comp lej izó el ritual de correr gallos y se regula rizó en torno a los quintos la cena de cho rizos y huevos ,apuntan a que en esos momentos seinstitucionalizaban en torn o a ellos estas fiestas.
NARRIAEn esos años hay camb ios económ i
cos y soc io-pol íticos que se pod ríanponer en relación. La forma tradicionalde explotación se había extend ido portodo el espa cio disponible hasta lasprimeras décadas del XX, en que llegóa sus máximas posibilidades de crecimiento. Desde entonces la presión demográfica y la aper tura al exterior afectan negativamente a ese sistema , quecomienza a entrar en crisis. El retrasogeneral izado del país y las circunstancias de la Guerra Civil y la posgue rrahicieron que se pudiera mantener todavía esa situación crítica latente hasta finales de los 50 (Troitiño, 1976), justamente el período en que tiene plenavigencia todo el comp lejo de fiestascomo lo venimos desc ribiendo.
Ser quinto hasta mediados del XX noera fáci l, y las glebas general izadashacían que los pobres no se escapa ran del largo servicio militar, como podían, pagando, los ricos. Viajar era poco habitual, y la mili era un auténticoviaje iniciático en el que salian por primera, y quizá única vez, de su entornopróximo. Las guer ras co lon iales de lXIX o la de África (3), las agitacionespolíticas del país y después la GuerraCivil lo hicieron realmente difícil.
Esta sociedad desarrolló un mecanismo cultural solida rio con sus miembros jóvenes en un momento en quelas circunstancias económicas empiezan a no ir tan bien . Se refuerza supresencia en todo el complejo festivo,que adqu irirá otra func ión: ayudar acubrir algunas de sus necesidades conla recaudac ión de fondos y provisionespara que el serv icio militar fuera másllevadero. La colaborac ión funciona como un fondo de sol idaridad, un actoque obliga moralmente a todos , puescuando fueron quintos recibieron ayuda y cuando lo sean sus hijos tambiénla recibirán.
LAS FIESTAS DE QUINTOSACTUALES
Como en todo el campo español, a finales de los 50 y en los 60, El Arenalse ve inmerso en una crisis socioeconómica que hace inviables sus formasde vida habituales y lleva a gran partede sus habitantes al éxodo rural, especialmente hacia Francia o Madr id.Los que quedaron trataron de orientarsu actividad hacia formas de agricultura frutí cola más comerciales -cerezos,castaños...- , difíciles por las viejas estructuras heredadas, a la vez que lospinares han ido ocupando el espac iode los huertos abandonados. Y, comoen tantos lugares de las sierras del interior próximas a Madrid, se ha desa-
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NARRIArrollado un turismo que durante las vacaciones y los fines de semana llenael pueblo. La construcción y sector terciario vinculados a este representandesde los años 70 un recurso económico básico para los arenalos.(Troitiño, 1976).
Aunque los arenalos identifican lasfiestas actuales como continuadorasdesu tradición, lo cierto es que duranteestos 35 años, son muchos y profundos los cambios , relacionados claramente con las nuevas circunstanc iaseconómicas, sociales e ideológicas.
Se ha rejuvenecido, por las nuevaslegislaciones, la edad de los quintos,hoy 17 años, pero la actitud de estosjóvenes actuales es equiparable en algunos aspectos a la de los veinteañeros de hace treinta o cuarenta años, ycomportamientos habituales hoy entreellos, sus padres no los iniciaron hasta los 20 o 21. Pero hay un desfaseque no ocurría antaño, entre la asunción de roles de adulto y la verdaderacapacidad económica de comenzaruna vida independiente.
La pertenencia a una quinta está cada vez menos ligada al cumplimientoinmediato del servicio militar, por lasprórrogas u objeción . Pero, en cualquier caso, todavía las celebracionesde la quinta se desarrollan en el momento previo a un cambio importanteen la vida del muchacho, unos porqueeligen ír a la mílí nada más sortear,otros por seguir estudiando enseñanza superior en alguna ciudad , y losque buscan su camino en la emigración porque lo emprenden al pocotiempo.
Un problema es el demográfico. Laemigración y el descenso de la natalidad hace a las quintas actuales poconumerosas, y los quintos del año severían imposibilitados para abordarlassolos. Las soluciones han sido dos,una solicitar la ayuda de amigos deotras quintas , siempre anteriores, yotra la participación de bastantesquintos que no residen en el pueblopero que son hijos de emigrantes yque pasan all í sus vacaciones.Algunos no reparan en esfuerzos paraque estén ahí sus hijos esos días.
Antes había enorme permisividaddel vecindario durante las fiestas, especialmente de carnaval, hacia lasbromas y, a veces, desmanes de losquintos, pero el resto del año las cosas volvían a su cauce. Hoy la permisividad hacia los actos de los jóveneses mayor durante todo el año, perosus desmanes durante las fiestas sonmenores. Son mal toleradas cosas como el robo de leña , las batallas dehuevos, las pintadas, de modo que supráctica es limitada.
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Ya no se realiza el talleo elDomingo Gordo y la ronda y lahoguera y la cena del cabrito sehan pasado al Sábado deSemana Santa para favorecer lapresencia de gente que vivefuera. La fogata se prepara enunas antiguas eras, para evitarel peligro de incendio, y desdelos años 60 no se quema el pino, sino otra leña. Este, que seelige entre los mejores del pinara veces con mucha antelación,y se subasta durante la cenapara aportar beneficios a sufondo.
En las carreras de gallos esdonde han sido más visibles loscambios. Su prohibiciónvenía delejos, en relación con la prohibición de todo tipo de actos carnavalescos que mantuvo el franquismo , y siempre se habíancelebrando con cierta vigilanciapor si llegaba alguna autoridad.A partir de la despoblación lapresión aumenta y se pasó a celebrarlas en las afueras, dondeparecían menos evidentes, aun-que cualquiera podía acudir averlas. La autoridad competente,quizá por no entrar en conflictoscon los vecinos actuando contra unacostumbre tan arraigada, se manteníadistante pese a ser de conocimientogeneral su celebración.
Paralelamente a intentos de hacerefectiva la prohibición oficial, se desarrolló desde inicios de los 60 un proceso de degeneración, quizá alimentadapor esta, pero que tenía otras causas.Debido a la nueva tecnología agrarialas caballerías pierden su función económica, su exhibición deja de ser unsímbolo social -sustituidas por otrasmuestras de la prosperidad como coches o casas de nuevaconstrucción- ysu número desciende y la nuevajuventud no estaba habituada a la monta.Las carreras de gallos de cuadrillasdesaparecieron definitivamente a finales de los 60, y las de los quintos continuaron por su valor ritua l, pero sesustituyó el caballo o mula por un burro, más accesible, menos rápido y menos peligroso, que iguala socialmentea todos, desapareciendo el sentido deengalanarlos. Con esto y la torpeza como jinetes de los mozos, las carrerasterminaron perdiendo la espectacularidad de otros tiempos, aunque mantuvieron su plena vigencia.
La cena de la morcilla blanca desapareció. Y aunque la cuestac ión delMiércoles de Ceniza se sigue llamando la vaquílla, desde los años 60 éstaya no se fabrica. En su lugar se llevaun burro con serones, montado por un
Recogida de huevos la tarde de la vaquilla.
quinto vestido de mujer, acompañadopor la comitiva hace la colecta de huevos y chorizos.
Los «menús» originarios de las cenas se han complementado con otrosplatos que se repiten en una neotradición ya fraguada: al guiso de gallo precede una sopa de ave con fideos o alos chorizos y huevos una ensaladillarusa... Y fruta, café y licores añadidosal vino y tabaco de siempre, emulandoel ritual de los restaurantes.
Han aparecido celebraciones carnavalescas de tipo «moderno», inspiradas en modelos brasileños e italianosque se introducen en España desde ellevantamiento de las prohibiciones delcarnaval en los años 70, pero añadidoa la celebraciones antiguas. El sábadoprimero de cuaresma, se celebra uncarnaval moderno con disfraces en ladiscoteca.
Las costumbres de la Enramadahan ido desapareciendo, manteniéndose sólo la de las pintadas. Estas antes apenas permanecían expuestasporque los escarniados se apresuraba a borrarlas; si no, como la pinturade antaño era más soluble y se la llevaba la lluvia con cierta facilidad o, entodo caso, la costumbre de reencalarlas casas tradicionales hacía desaparecer las que pudieran quedar. Lasnuevas pinturas resultan difíciles dequitar y los muros de las edificacionesmodernas no siempre se encalan, así
que se ha convertido en una prácticamal vista, una forma de ensuc iar elpueblo de la que los vecinos se quejany que el ayuntamiento prohíbe. Porello la enramada han caído en desuso,las andanzas nocturnas son casi clandestinas y las canciones se callaronpara evitar delatar el paso de los pintadores.
La despedida de los quintos y laayuda ha desaparecido. Su partida seproduce de forma desperdigada y lascondiciones socioeconó micas hacenque ya no sea necesaria esta formade solidaridad. Lo que han hecho alguna vez es pagarse una celebraciónprivada si hay dinero sobrante, o también a finales de año reunirse en unacena con los del que empieza para«pasarles el mando " , aleccio narlossobre cómo deben organizarse y cederles lo que quede del fondo. Y últimamente los nuevos quintos comienzan sus actividades antes que su año,recaudando viandas y vendiendo papele tas para una cesta de Navidadque rifan con el sorteo del Niño.
Pero, aunque ha cambiado el papelque juegan los jóvenes en la sociedady han ido cambiando las formas externas de las fiestas de quintos, lo que noha cambiado en estas celebracioneses su primitiva función iniciática queaún desempeña con pleno vigor. Elpaso por el comp lejo festivo siguemarcando el comienzo de la vida adulta, sigue dando la oportunidad a losadolescentes en tránsito de empezara organizarse y actuar de forma autónoma y sigue mostrando ante el gruposus capacidades sociales.
LAS FIESTAS Y EL CAMBIOCULTURAL
En los años 60 sufrieron el impacto dela emigración, dejando incluso de celebrarse unos años. Pero cuando la caída demográfica se estabilizó y los emigrantes comenzaban a volver porvacaciones , resurgieron con renovado vigor, más comunitarias incluso sicabe.
Yase expuso como el turismo es hoyun motor importante de la economíadel pueblo. Pero, aunque no faltan turistas forasteros, casi 40 años despuésdel inicio de las emigraciones, la mayoría de veraneantes son todavía antiguos emigrantes y sus descendientes,que siguen manteniendo los vínculoscon su pueb lo. Como cuando sonquintos, también algunos hijos e hijasde arenalos instalados fuera, han venido aquí a casarse con parte de la parafernalia tradicional, eso si, cambiadola época, que antes era en otoño o in-
vierno, cuando los cultivos se atendíanmenos, y ahora en período vacacionalpara favorecer la presencia de los defuera. Junto con factores sentimentales o lúdicos, el complejo de la identidad colectiva, en el que las tradicionesjuegan un papel importante, contribuye a que los arenalos de la diásporavuelvan al pueblo con regularidad.
En los últimos años han surgido entorno a las fiestas conflictos, cuya futura resolución quizá provoque nuevoscambios. Uno es el relacionado con lapresencia de mujeres en las celebraciones. Hoy que el papel femenino toma más import ancia, para algunasarena las su apartamiento de estasfiestas resulta un anacronismo. La manifestación de esta contradicción seplasma en varios aspectos. Se va configurando un grupo de quintas, las delmismo año que los quintos, que no tiene funciones pero existe al menos enla expresión habitual; intervienen exclusivamente en la cena del martes decarnaval. En aquellas que son sólo para hombres aún se veda su entrada,pero he sido testigo de como algunamujer ha tratado de ir y, al ser echada,se han provocado discusiones acusando a los hombres de machistas. Yúltimamente paralela a la cena masculina el día de la hoguera, algunasorganizan una cena alternativa que,como nos decía un informante, «no estradicional, pero quizá dentro de cincuenta años lo sea" .
Otro es el derivado de las corridasde gallos. Ya internamente surgía lacrítica hacia una costumbre para lasensibilidad actual salvaje, pero a principios de los noventa, ecologistas foráneos presionaron ante las autoridades provinciales para hacer cumplir lalegislación prohibiéndolas. He presenciado la llegada de forasteros con cámaras, tratando de obtener pruebascon las que interponer denuncias .Hubo un intento de solución por partede algunos arenalos proponiendo correrlos ya muertos, como se ha hechoen lugares como el pueblo vizcaíno deLequeitio, donde sus fiestas con gansos son incluso motivo de interés turístico. Consultado el Gobierno Civil,prohibió inc luso esto, en mi opiniónfuera de derecho puesto que una vezmuertos no se puede aplicar las leyescontra el maltrato; sería como denuciar el maltrato de filetes o jamones. Elresultado es que los gallos dejaron decorrerse en el 93 creándose un fuerteresentimiento hacia los políticos, «queprohíben nuestras fiestas porque nomueven muchos millones comootras" , y un rechazo bastante contraproducente hacia el ecologismo, porque «va contra nuestras tradiciones" .
NARRIAEl conflicto sigue latente pues siguenabiertos los pleitos, y parece que nose ha descartado la posibilidad de volver a correrlos, eso si, matados previamente y certificada su muerte. Porque,al fin y al cabo los gallos aún muerencada año para comerlos.
NOTAS
(1) Sobre la música de estas rondas verel ar tículo de Araceli Yustas que sigue alpresente en esta revista.
(2) Ver tamb ién el artí culo siguiente.(3) Guerra que aún recuerdan los quin
tos actuales en sus rondas (véanse en elartículo siguiente) y de la que algun os sepretend ían librar con el recurso mágico delhueso .
BIBLIOG RAFíA
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Vadillo Dosio, Ana Mar ia (coordinadora):Recuerdos de nuestra vida. ConsejoSoc ial Rural de la Zona de Arenas deSan Pedro. Arenas de San Pedro, 1997.
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