Métodos trascendente

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Métodos trascendente, analítico y teológico de filosofar Los documentos consignados establecen los métodos de Platón (trascendente), Aristóteles (analítico) y Santo Tomás (teológico) en cuanto al filosofar. Primeramente, señalan la comparación que existe entre filosofía y filosofar, es como decir la teoría y la práctica, a saber expresar un acontecimiento o conjunto de acontecimientos interiores, casi siempre temerosos y extraños, que han pasado a ciertas personas, muy restringidas en número, que llamamos los grandes filósofos. El filosofar platónico proviene de una tragedia de renunciamiento interior; se ha hecho a costa de una tragedia, casi en sentido clásico griego de este género literario, que en Platón asciende a género filosófico. De tal modo que no por accidente ni en ciertas partes del globo solamente, sino que todo el universo, afirmaba Platón, se halla íntegra y necesariamente sometido a un terremoto, a un movimiento continuo e irregular. Platón extendió tal estado sísmico a todo lo sensible, inclusive al hombre, por dentro y por fuera. Y es de notar que el movimiento sísmico de que Platón habla no se aparecía ante él con esa regularidad de ondas que hemos hallado modernamente, sino con el carácter de irregular, no ordenable, no definible movimiento, que, por tanto, imposibilitaba toda ciencia de él, y toda técnica contra él. Platón estudio delicadamente la estructura general del universo de las ideas, se dedicó a andar por él paso a paso; y descubrió que las ideas estás ordenadas dicotónicamente, es decir, que partiendo de alguna de ellas, y bifurcándose siempre en dos, se llega por fin a ideas atómicas, a ideas indivisibles.

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Métodos trascendente, analítico y teológico de filosofar

Los documentos consignados establecen los métodos de Platón (trascendente), Aristóteles (analítico) y Santo Tomás (teológico) en cuanto al filosofar. Primeramente, señalan la comparación que existe entre filosofía y filosofar, es como decir la teoría y la práctica, a saber expresar un acontecimiento o conjunto de acontecimientos interiores, casi siempre temerosos y extraños, que han pasado a ciertas personas, muy restringidas en número, que llamamos los grandes filósofos.

El filosofar platónico proviene de una tragedia de renunciamiento interior; se ha hecho a costa de una tragedia, casi en sentido clásico griego de este género literario, que en Platón asciende a género filosófico. De tal modo que no por accidente ni en ciertas partes del globo solamente, sino que todo el universo, afirmaba Platón, se halla íntegra y necesariamente sometido a un terremoto, a un movimiento continuo e irregular. Platón extendió tal estado sísmico a todo lo sensible, inclusive al hombre, por dentro y por fuera. Y es de notar que el movimiento sísmico de que Platón habla no se aparecía ante él con esa regularidad de ondas que hemos hallado modernamente, sino con el carácter de irregular, no ordenable, no definible movimiento, que, por tanto, imposibilitaba toda ciencia de él, y toda técnica contra él.

Platón estudio delicadamente la estructura general del universo de las ideas, se dedicó a andar por él paso a paso; y descubrió que las ideas estás ordenadas dicotónicamente, es decir, que partiendo de alguna de ellas, y bifurcándose siempre en dos, se llega por fin a ideas atómicas, a ideas indivisibles.

En el método analítico de Aristóteles, proviene de las ansias por la seguridad, y de la impaciencia por no dejar que el universo externo e interno se vaya asentando o solidificando a su paso y módulo, sólo que ya no podrá llamarse divino, divino impaciente, porque la filosofía de Aristóteles, Dios, el Absoluto, o como quiera decirse, no juega ya el papel que en la de Platón.

Aristóteles está impaciente por hallar la seguridad del ser en el ser mismo, sin salirse de él; y de este sentimiento surgirá su teoría central de las cuatro

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causas, y su concepción del ser. Pero como en el caso de Platón, también Aristóteles tuvo que hacer una magnificente renuncia, y cometer parricidio, para poder ser genial y original filósofo. El parricidio asciende a condición de posibilidad de genial filosofar. Naturalmente no se comete por el simple gusto de matar, sino por la necesidad de vivir cada uno su vida. Por algo, además de Parménides, hay Platón; por algo, además de Platón, surge en el mundo un Aristóteles.

En sus Éticas objeta Aristóteles a Platón el que nadie se rige en sus acciones por la Idea de Bien en sí, sino por el bien humano los hombres, por el bien animal los animales, por el bien vegetal los vegetales. Cada cosa tiene su bien, al que realmente tiende y por el que tiene apetito real, que se sacia con la real posesión del bien, de su bien. La auténtica causa final tiene que ser término de una apetencia real, y su posesión ha de ser real, para causar una real satisfacción, para que el ser se note ya en el fin, en el término de sus aspiraciones.

En el filosofar teológico, Santo Tomás reabsorbe lo que dejó fuera del universo Aristóteles. Es decir, el entendimiento agente por una parte, y, por la otra, Dios. Habría de ser, pues, naturalmente la primera faena de Santo Tomás reabsorber el entendimiento, ponerlo a disposición de los individuos; y en segundo lugar, como buen cristiano que era reabsorber a Dios en el mundo.

Esta contraposición entre Aristóteles y los griegos en conjunto por una parte, con Santo Tomás y el cristianismo por otra no puede hacerse como se ha dicho: por prolongación de las faenas que Aristóteles dejó sin resolver. Se planteó Santo Tomás que toda la filosofía griega es una filosofía construida en plan racional; de determinismo racional; mientras que toda la filosofía cristiana está construida en plan dramático.

La suma teológica comienza hablando de Dios, demostrando que existe, estudiando sus atributos. Todo eso es perfectamente deductible, es decir, todavía, se mueve todo en un ambiente de universalidad, de necesidad lógica; pero ya ahí surge algo absolutamente imprevisible para toda deducción lógica, a saber: que en Dios hay nada menos que Tres Personas. Este punto que en Dios hay tres personas, tres personas vivientes en pleno sentido de la palabra, introduce

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dramatismo dentro de la Ontología divina, cosa que jamás pudo prever y que no se puede predecir racionalmente.

Santo Tomás inventó una nueva ontología; conveniente para el dogma cristiano, encontró una distinción entre Dios y las criaturas se hace en el orden de ser, en el orden de la Ontología; y está transformación de la Ontología aristotélica; que es una nueva creación o invención tomista, hace que le permita, como se puede ver, unir bajo un solo concepto diversamente tratado, todo: Dios y criaturas, sustancia, accidentes, materia y espíritu.

LISTO NEGROTE... GUEVO GRANDOTE