Museo Arqueológico Nacional EDAD MEDIA
Transcript of Museo Arqueológico Nacional EDAD MEDIA
Museo Arqueológico Nacional
E D A D MEDIA
LUIS BALMASEDA M U N C H A R A Z J U A N ZOZAYA STABEL-HANSEN MARIA A N G E L A FRANCO M A T A
M I N I S T E R I O D E C U L T U R A Dirección General de Bellas Artes y Archivos
DISEÑO Y MAQUETACION
Luis CARRILLO
RAÚL ARECES
FOTOGRAFIAS ENRIQUE SÁENZ DE SAN PEDRO SERVICIO FOTOGRÁFICO DEL M.A.N.
DIBUJOS FERNANDO FERNÁNDEZ
COORDINACION GENERAL ANGELA FRANCO MATA
ISBN: 84-7483-857-6 (Tomo II - Separata II) ÑIPO: 301-91-057-8 D. L.: M-697-1991 imprime: qrafofbet ¿I
EDAD MEDIA S a l a s X X I V - X X X V
LUIS BALMASEDA MUNCHARAZ
JUANZOZAYA STABEL-HANSEN
MARIA ANGELA FRANCO MATA
PLANTA TERCERA (entrada)
A R Q U E O L O G I A R O M A N A
A R Q U E O L O G I A R O M A N O T A R D I A Y P A L E O C R I S T I A N A
E D A D MEDIA
ANTIGÜEDADES PALEOCRISTIANAS
Y VISIGODAS Salas XXIV-XXIX
LUIS BALMASEDA MUNCHARAZ
ANTIGÜEDADES PALEOCRISTIANAS
Y VISIGODAS
XXIV A R Q U E O L O G I A P A L E O C R I S T I A N A
XXV A R Q U E O L O G I A P A L E O C R I S T I A N A
XXVI A R Q U E O L O G I A P A L E O C R I S T I A N A
XXVII A R Q U E O L O G I A V I S I G O D A
XXVIII A R Q U E O L O G I A V I S I G O D A
XXIX A R Q U E O L O G I A V I S I G O D A
I N G R E S O D E L A S P I E Z A S C A P I T A L E S E N E L M U S E O
Sarcófago de San Justo de la Vega. A n tes era conocido como "sarcófago de As-torga", pues desde muy antiguo se hallaba en su catedral, primero en la capilla de San Cosme de la claustra (según testimonio de Ambrosio de Morales en 1572) y luego en la primera capilla de la nave izquierda. Una cubierta de granito puesta sobre él, con epígrafe alusivo a la sepultura del rey don A l fonso (el Magno) debe ser posterior a 1515, según M . Sotomayor.
En 1869, una comisión formada por J . de Dios de la Rada y Delgado y J . M a -librán, movida por encargo gubernamental, conseguía la cesión del sarcófago, a pesar de ciertas dificultades originadas por la ausencia del obispo, que se hallaba en Roma asistiendo a las sesiones del Concilio Vat i cano I. Ingresó en el Museo el 5 de diciembre de 1869.
E l sarcófago de Pueblanueva se adquirió por compra e ingresó en 1871. Fue hallado en la dehesa de Santa María de las A l -bueras, a 1 kilómetro del río Tajo, "en un recinto subterráneo de planta hexagonal, construido de sillería y cubierto con bóveda de hormigón romano, horadada por varios tragaluces", según el informe del A r quitecto de la Real Academia de San Fer
nando que acompaña al expediente. N o tenía tapa y estaba asentado sobre una fábrica de ladrillo.
E l sarcófago de Berja fue hallado en marzo de 1925, en el paraje de Janela, a consecuencia de trabajos agrícolas. Tenía restos de pintura roja o morada y dorado. L o cubrían tres piedras o lajas de la región, con claros indicios de reutilización. Ingresó en el Museo el 22 de noviembre de 1925, por compra del Estado.
E l tesoro de Guarrazar fue descubierto en un llano cerca de la fuente del mismo nombre, en término de Guadamur (Toledo), guardado en dos fosas revestidas de hormigón antiguo. E l hallazgo se hizo el 25 de agosto de 1858 por un matrimonio de aquella localidad que regresaba de Toledo, y el 27 del mismo mes por otro labriego que, observando la actividad de los primeros, descubrió la segunda fosa. Se formaron, pues, dos lotes independientes. E l primero fue vendido por un intermediario al Estado francés y pasó al Museo de Cluny. Estaba constituido por nueve coronas votivas y 5 cruces colgantes. Los dos brazos de la cruz procesional, joyas sueltas y algunas piezas menores pasaron, por compra del Ministro de Fomento, al Gabinete de A n tigüedades de la Biblioteca Nacional y, posteriormente, al Museo Arqueológico Nacional, junto con los fragmentos de friso marmóreo decorado hallados en las excavacio-
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nes subsiguientes al descubrimiento. La parte más importante del segundo lote fue ofrecida a la reina Isabel II por su descubridor y se conservó en la Armería del Palacio Real (Corona de Suintila, del abad Teodosio, cruz del obispo Lucecio, varios fragmentos y una esmeralda grabada). La corona de Suintila fue robada en 1921.
En 1941 fructifican las negociaciones entre el gobierno español y el francés del Mariscal Pétain y vuelven a España 6 de las coronas de Guarrazar, entre ellas la de Re-cesvinto. En el Museo de Cluny quedan la corona de Sonnica (con el epígrafe alusivo a Santa María in Sorbaces), otra decorada con arquillos de herradura calados y una tercera de enrejado.
Tras una prolongada exposición en el Museo del Prado, ingresaron las coronas y cruces que se muestran en la Sala X X I X , en el Museo el año 1943.
El conjunto del tesoro continúa, pues, dividido. A pesar de que sus descubridores confesaron haber vendido numerosas joyas a orfebres toledanos, fundidas en sus crisoles, las coronas expuestas en nuestro M u seo, rescatadas para España, permiten valorar la calidad de un ámbito importante del arte hispano-visigodo.
A R Q U E O L O G I A P A L E O C R I S T I A N A (Salas XXIV-XXVI)
El cristianismo nació en el seno del Imperio romano y en él alcanzó su primera difusión. En muchos aspectos la arqueología llamada paleocristiana es una rama de la cultura material romana, dotada de una especial significación religiosa. La pregunta de cómo una religión, cual la cristiana, que en sus orígenes rehuía las imágenes, pasó rápidamente a utilizarlas de manera profusa, no ha recibido una respuesta del todo convincente. A l principio se valió de símbolos como el pez, el pan, el cordero, para identificarse los creyentes entre sí; más tarde las representaciones adquirieron carácter narrativo, con propósitos difusores del mensaje cristiano. A l aumentar el número de adeptos a la nueva creencia y cambiar las condiciones políticas con el Edicto de Milán (313), que toleraba el cristianismo, los talleres artesanales incorporan en muchos de sus productos imágenes y símbolos cristianos a fin de satisfacer a un sector importante de su clientela. A . Grabar insiste en el uso cristiano de esquema y motivos del arte oficial al servicio del emperador,
adaptados ahora para la glorificación divina. Se aprovechó además parte de la iconografía que habían desarrollado en la decoración de sus villas los grandes terratenientes provinciales.
Los primeros vestigios del arte cristiano aparecen alrededor del 200, en las catacumbas; pero es a partir del siglo IV cuando tiene lugar una eclosión iconográfica, que invade los objetos de uso habitual. La distinta mentalidad de Oriente (Constanti-nopla, como polo principal) y Occidente (Roma) supone caminos diferentes en el tratamiento de las representaciones, que se hacen más ricas mediante mutua influencia.
En Hispania, el cristianismo se asentó tempranamente. Testimonios literarios de fines del siglo II hablan de comunidades creyentes en la Península, y las actas del Concilio de Iliberis (Granada), que tuvo lugar hacia el año 300, recogen la presencia de 19 obispos y otros representantes de 37 iglesias locales. E l origen del cristianismo hispano parece ser multifocal. Nuestras provincias mantuvieron siempre un estrecho contacto comercial y cultural con Roma y, a través de mercaderes, esclavos y militares venidos de allí y de otros puntos del Imperio se difundiría la nueva fe. Arqueológicamente se ha subrayado, en los últimos años el claro influjo de comunidades y talleres del Norte de Africa.
Englobamos en la denominación pa-leocristianas a las manifestaciones de cultura material acompañadas interna o externamente de símbolos cristianos, desde sus inicios hasta el 507, año en el que, tras ser derrotados en Vouillé, los visigodos se im-
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plantan masivamente en la Península y crean el llamado Reino de Toledo.
La dualidad pagano-cristiana de los siglos tardorromanos
Durante los siglos III al V los cristianos forman un grupo minoritario, pero con influencia creciente. La convivencia con los hispanorromanos que siguen practicando su religión sufre alternativas circunstanciales, hasta que llegó el hecho decisivo de la oficialización del cristianismo. Las Salas X X I V - X X V I del Museo exponen piezas con símbolos y contextos tanto paganos como cristianos.
Son los sarcófagos de mármol importados desde Roma, donde se fabricaban, los primeros indicios materiales de la nueva creencia. H a n aparecido un total de 32 ejemplares, completos o parciales, la mayoría en las provincias tarroconense y bética. Los más antiguos que conservamos datan de inicios del siglo IV. En la Sala X X I V se exhibe un bello ejemplar procedente de San Justo de la Vega, cerca de As-torga (Fig. 1). Ingresó en el Museo en 1869, tras haber sido reutilizado en la catedral de aquella ciudad. Es de mármol blanco y va decorado con escenas de friso continuo. De izquierda a derecha, vemos seis escenas: 1) La resurrección de Lázaro, cuyo cuerpo, situado en un edículo, se ha perdido. Su hermana suplica a Cristo arrodillada. 2) E l arresto de San Pedro, al que conducen dos soldados. Sus gorros y fíbulas son elementos que ayudan a datar la elaboración escultórica del sarcófago. 3) E l milagro de la fuente. San Pedro en prisión hace manar
agua de una roca para bautizar a dos soldados que lo custodiaban, los cuales beben arrodillados. 4) Adán y Eva junto al árbol de la ciencia (casi desaparecido). 5) Mul t i plicación de los panes y los peces, escena en la que cuatro apóstoles acompañan a Cristo. 6) Sacrificio de Abraham; su mano, presta a sacrificar a su hijo, es detenida por un ángel bajo apariencia humana. La figura de Isaac y del cordero sustitutorio se hallan muy dañados.
E l significado es claro: al igual que los sarcófagos paganos representan escenas mitológicas relacionadas con la vida de ultratumba, aquí se quiso figurar la caída del hombre (Adán y Eva) y la salvación que Dios efectúa por el Bautismo (milagro de la fuente) y la Eucaristía (multiplicación de los panes), prefigurada en la liberación de Isaac y la resurrección de Lázaro. M . Sota-mayor data el sarcófago alrededor del 310 a. de C.
Unicamente grandes propietarios o personajes enriquecidos podían permitirse el lujo de costearse tales sarcófagos para sus mausoleos. Muchos dueños de latifundios se habían hecho cristianos, arrastrando a su servidumbre a la nueva creencia; otros, en cambio, siguieron manteniendo la religión romana, como el "dominus" de la gran villa de Pedrosa de la Vega (Palencia). En las vitrinas 1 y 2 de la Sala X X I V se conservan objetos diversos decorados con símbolos, paganos unos y cristianos otros, todos coetáneos del siglo IV. Son pasarriendas y otras piezas del atalaje de carros y caballos, con escenas de caza, a la que tan aficionados eran en sus villas los nobles del Bajo Imperio; otras tienen símbolos cristianos,
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como el Buen Pastor, o inscripciones expresivas "Viva X t o " . Una escena de este género adorna la sítula de Bueña (Teruel), en la vitrina 1: dos personajes negroides persiguen animales para darles caza. Cazas y juegos, cuyo significado religioso conservaba aún la religión romana. En la vitrina 2, sendas fuentes de térra sigillata clara C, procedentes de Baelo (Cádiz), reproducen la dualidad de motivos: en una, la representación de los trabajos de Hércules (lucha contra el león y contra la hidra), y en la otra, dos personajes, que son interpretados como Abraham e Isaac camino del sacrificio en el monte. Hércules fue representado en las catacumbas y considerado como precursor y tipo de Cristo, como "alejador de los males" y revestido de gloria tras una vida de sufrimientos y esfuerzos. Como nuevo Eneas, salvador del grupo en la catástrofe troyana y fundador de Roma, parece considerarle la inscripción del ladrillo de Aceu-chal (Badajoz), expuesto en la vitrina 5, conteniendo el primer verso del libro V de la Eneida, seguido del símbolo de Cristo.
Los mosaicos expuestos en el suelo y la pared del testero de la Sala son del siglo IV y pertenecieron a villas lujosas de Soria y Navarra. La decoración vegetal que los adorna, en forma de láureas y entrecru-zamientos fue retomada y adaptada por el arte cristiano y visigodo. En el centro de uno de los pavimentos, procedentes de Cuevas de Soria, hay un monograma que quizá sea la expresión del nombre del propietario de la villa.
Las inscripciones sepulcrales utilizan fórmulas muy breves para expresar con decisión el concepto que el cristiano tiene de la vida y del tránsito de la muerte. En el panel mural se ofrece una selección de epígrafes emeritenses (recessit in pace, fámula Dei), acompañados de signos cristianos.
Igualmente importado, pero más tardío (325-335) es el sarcófago de Berja ( A l mería), ingresado en el Museo en 1929, que se muestra en la Sala X X V . Aquí las escenas son: resurrección de Lázaro, entrada en Jerusalén, orante flanqueada por dos personajes, negación de San Pedro y el mismo apóstol con San Pablo acusados ante Nerón.
En la misma sala se muestra un fragmento de frontal del sarcófago de Alcaude-te (Jaén), de factura local y época tardía. Va decorado en dos frisos superpuestos: arriba, la resurrección de Lázaro, escena en la que intervienen once personajes (plañideras, Jesús, apóstoles, la hermana del difunto, etc.). En la zona inferior, David cor-
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ta la cabeza a Goliat; les rodean los dos ejércitos, en marcha hacia la izquierda. E n fin, Daniel en el foso de los leones.
Junto a los sarcófagos de mármol , destinados a personajes de alta fortuna, conocemos otros más modestos, hechos en plomo moldeado, que se adornan igualmente con símbolos cristianos. Tal es el procedente de Andújar (Jaén), ingresado en el M u seo en época reciente. L a decoración se obtenía por procedimientos similares a los empleados en la fabricación de la térra si-gillata: punzones aplicados a moldes de barro. E l procedente de Córdoba va adornado con bandas cruzadas formando losanges, donde corren animales, presa de caza. Estos sarcófagos, que abundan en las provincias occidentales del imperio, rara vez tienen inscripciones.
En contexto funerario y de origen nor-teafricano, aparecen las laudas sepulcrales en mosaico (Fig. 2). Hay numerosos ejemplos en los territorios de la Baleárica y la Tarraconense. L a que adornaba la tumba de Ursicinus data de mediados del siglo IV, según las monedas halladas en el enterramiento. Está compartimentada en cuatro recuadros: venera, busto del difunto, láurea e inscripción. Esta nos informa que Ursici-no "duerme en paz por el nombre de Dios" , que tenía cuarenta y siete años y dejaba una hija de ocho. Su esposa Melete encargó el epitafio, para cuya confección los mosaístas utilizaron teselas amarillas, azules, verdes, negras y blancas.
Completando la visión de la dualidad pagano-cristiana de la antigüedad tardía, la vitrina 6 contiene todo el ajuar aparecido en una importante sepultura en Fuentes-preadas (Zamora), excavada por L . Caballero. Se hallaba cerca de una villa y pertenecía a un personaje masculino. Como ajuar tenía dos broches de cinturón con los que sujetaría su vestimenta, un cuchillo con su vaina y una jabalina, de la que se conserva sólo la punta. Junto al muerto se colocaron arreos de caballo (frenos, petrales y botones para la sujeción de las correas), y una caja de madera conteniendo instrumentos diversos para las labores campestres de la villa. Como ofrenda funeraria también tenía un conjunto de acetre y pátera de bronce, jarra y fuente de cerámica y botella de vidrio. L a tumba se data a comienzos del siglo V . L a pátera y el acetre remiten a la función sacerdotal del "pater-familias" en la religión romana, según interpretación de Caballero.
De taller local es el sacórgafo de Pue-blanueva (Toledo), expuesto en la cabecera
de la Sala X X V I . En trece arcos sobre columnas es representado Cristo con el colegio apostólico. En el centro, el Señor entrega el rollo de la Ley a San Pablo, que lo recibe con las manos cubiertas con un velo. Más a la derecha, Mateo entrega su evangelio a Bartolomé, quien, según una tradición, lo predicó en la India. Faltan las cabezas, que fueron arrancadas intencionadamente; la identificación de los apóstoles se logró por las inscripciones sobre cada uno, en el borde superior. E l hallazgo tuvo lugar en un mausoleo octogonal, en 1871. Excavaciones emprendidas en época reciente por el Instituto Arqueológico Alemán determinaron el lugar exacto que ocupaba, apoyado en el muro junto a otros dos sarcófagos más pequeños. E l mausoleo fue convertido en mezquita en tiempos altomedievales. Tanto la planta de la construcción como la decoración del sarcófago que albergaba, ambos de época teodosiana, tienen prototipos orientales.
E l mausoleo de Pueblanueva, enclavado en los dominios de un gran propietario rural, sugiere el tipo de construcción que cobijaba los sarcófagos tardorromanos. Más amplio y mejor conservado, el mausoleo de Centcelles (Tarragona) decora el interior de su cúpula con escena paganas y cristianas, consecuencia lógica de la romanidad cristianizada en que vivían sus propietarios. En el mosaico expuesto en el muro, procedente de Arróniz (Navarra) se representan varias villas con sus torres defensivas, patios, jardines, etc., en medio de paisajes africanos. Musas y Maestros se emparejan en cada uno de los cuadros. Es la síntesis del otium cum litteris como divisa de la actividad de los terratenientes ilustrados del Bajo Imperio.
No sabemos con certeza el uso que tenían los ladrillos y placas cerámicas moldeadas, como las que se exhiben en la Sala X X V I . Van decorados con crismones, cruces, peltas, estrellas y otros temas geométricos. Fueron empleados más en la Bé-tica y en Baleares, desde el siglo IV hasta el VII . Por las inscripciones que portan, algunos serían empleados en la decoración externa de tumbas o edículos.
A R Q U E O L O G I A V I S I G O D A (Salas XXVII-XXIX)
Los visigodos en Hispania p ¡ g 2 Lauda sepulcral de
Los visigodos, junto a los ostrogodos, Ursicino. Alfaro eran un pueblo de origen germánico, dota- (Logroño).
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panorromanas y germanas en la Península. A partir de su conversión al catolicismo (III Concilio de Toledo, 589), bajo Recaredo, la fusión entre ambos elementos se acelera. Su padre, Leovigildo, había establecido las bases para la unificación territorial de His-pania.
Fig. 3 Fíbula aquiliforme
y broche de cinturón visigodos.
do de una estructura social y militar propia, que emigró en masa en el siglo III d. de C. y logró establecerse en la Dacia, junto al Mar Negro. Más tarde tras prolongados años como feudatarios de Roma, se mueven hacia el oeste y, en el año 412 llegan a las Galias. Mediante un pacto con el Imperio se asientan en Aquitania fundando el Reino de Tolosa. Como tropas federadas de Roma, intervienen en territorio hispano contra vándalos y alanos, que, junto a los suevos, habían invadido la Península en el 409. A partir del 430, los reyes suevos, único pueblo bárbaro que permanecía implantado en la Gallecia, se empeña en una expansión territorial, que es frenada por los visigodos en continuas expediciones a la Península desde sus bases allende el Pirineo. Irán apoderándose de plazas fuertes estratégicas y controlando las calzadas principales con núcleos de guarnición. Tras ser derrotados en Vouillé (507) por los francos, los visigodos emigran a Hispania y se establecen en un triángulo espacial que abarca el centro de Castilla. La capitalidad será fijada en Toledo, Los historiadores calculan en unas 200.000 las personas venidas a Hispania.
Profesaban la religión cristiana bajo la modalidad herética arriana y eran portadores de tradiciones culturales ajenas al roma-nismo. Durante casi dos siglos pervivió la dualidad de manifestaciones culturales his-
Progresión del cristianismo
E l cristianismo, mientras tanto, continuó su expansión afianzándose en zonas rurales, habitadas por hispanorromanos. Testimonios del avance son los numerosos restos de templos en distintos puntos de la Península. Un grupo de ellos se caracteriza por tener ábsides contrapuestos en los extremos E - 0 del eje longitudinal. Tal es la basílica de Vega del Mar , cerca de San Pedro de Alcántara (Málaga). De planta casi cuadrada, tiene tres naves, con entradas al norte y al sur y, flanquedando el ábside oriental, sacristía y baptisterio con piscina cruciforme para el rito de inmersión, según el cual se desarrollaba la iniciación bautismal. E l ábside occidental con su altar correspondiente tendría una función de culto funerario-martirial.
Iniciadas las excavaciones en 1916, se descubrió en los alrededores de la basílica un conjunto de 148 sepulturas, cuyos principales ajuares pueden verse en la vitrina 1 de la Sala X X V I I . En su mayoría datan del siglo VII , aunque algunas cerámicas aparecidas en ciertas tumbas son islámicas y ello significa que la necrópolis siguió en uso tras la invasión árabe.. . En 1930 prosiguieron nuevas campañas por Pérez de Barradas, descubriéndose los muros de la basílica y placas de mármol decoradas con pel-tas rematadas en cabecitas de águila, que revestían el interior del edificio. Con posterioridad, fragmentadas, se emplearon en la construcción de sepulturas (véase panel en Sala X X I V ) .
Semejante disposición y fecha tiene la planta de la basílica de Casa Herrera, cerca de Mérida, excavada por L . Caballero y T. Ulbert. Su maqueta puede contemplarse en la vitrina 3. Es más alargada y en el ábside oriental poseía un altar soportado por columnitas. Dos pórticos laterales fueron añadidos en época más tardía. Los numerosos canceles ante los ábsides y en la nave central dejan un pasillo, que comunicaba ambos extremos, para ser recorrido en procesiones litúrgicas. En un panel mural se muestran dos ejemplares de cruces con láurea y pie para hincar, que servían para decorar el hastial del tejado de los templos.
La zona central de la Sala X X V I I se reserva a los vestigios de las basílicas de Se-góbriga (Saelices, Cuenca). La mayor, funeraria, construida a extramuros de la ciudad, fue excavada a fines del siglo X V I I I . Sobre un primer edificio del siglo V con ábside de herradura, probable mausoleo o marty-rium, se construyó un templo de tres naves separadas por columnas. E l mausoleo quedó como cripta, precedido de un estrecho espacio a modo de crucero, que se prolonga al sur por dos habitaciones alargadas. En esos espacios fueron enterrados varios obispos de Segóbriga, hasta fines del siglo V I . En panel mural se muestran dibujos antiguos de elementos decorativos del edificio, y en otro, un fragmento de jamba con roleos de acanto y un ave, reaprove-chando una moldura del siglo IV. Una segunda basílica, situada en el interior de la ciudad, fue excavada en 1892 y, por las placas decorativas que de ella se conservan, (ver panel) sabemos que data de tiempos posteriores, ya en pleno siglo V I L
En el espacio que media entre la basílica extramuros y el recinto urbano, al zanjar los cimientos del Museo Monográfico, se descubrió en años recientes una necrópolis del siglo VII , cuyas tumbas presenta
ban ajuar muy pobre con broches y ador- Fig. 4 nos evolucionados (vit. 1). Jarrito y patei
litúrgicos.
Poblados y necrópolis
Poco sabemos de los poblados y aldeas en los que habitaban tanto los hispanorro-manos como los germanos, al principio separados. En las provincias de Avila y Salamanca, aislados o en excavaciones de habitáis muy pobres, aparecen numerosos ejemplares de pizarras inscritas con dibujos, textos o numerales latinos, que arrojan rica información sobre las actividades agrícolas y ganaderas que ejercían los habitantes de aquellas comarcas en los siglos V I - V I L Las que contienen textos son denominadas " t i po Diego Alvaro" , al ser en este yacimiento abulense donde con más profusión se encontraron; las de numerales se conocen como "tipo Ler i l la" (Salamanca), por la misma causa. En la vitrina 1 se conservan dos ejemplares de la última clase.
La excavación de necrópolis es fuente importante de información sobre aspectos esenciales de la cultura visigoda: además de la proporción de enterramientos según el sexo y la edad, puede deducirse el status
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Fig. 5 social del difunto por el tipo constructivo Placa de cancel de su tumba y la riqueza o ausencia de ajuar
emeritense. y aderezos del vestido. La orientación dominante en las tumbas es este-oeste, con la cabeza situada en el oeste, y el tipo constructivo es a base de lajas de piedra en paredes y cubiertas, o bien de ladrillos o té-gulas, según la tradición romana. A veces utilizan sarcófagos de mármol u otras piedras, casi siempre lisos.
En el segundo cuarto del presente siglo fueron excavadas grandes necrópolis visigodas pertenecientes al siglo V I , como la de E l Carpió de Tajo (Toledo), Castiltierra (Segovia) y Herrera de Pisuerga (Palencia), que se hallaban formadas por alineamientos de tumbas, con ajuares de riqueza desigual, pero casi todos ellos pertenecientes a elementos germánicos. Respondían a la época de su implantación en la Península, donde vivían y se enterraban separados de la población hispanorromana, que continuaba inmersa en la tradición cultural romana, modificada de forma creciente por el cristianismo.
De Castiltierra, excavada por Navas-cués y Camps, vinieron al Museo los principales ajuares, que se sumaron a adquisiciones anteriores. En la Sala X X V I I , en una vitrina exenta, se muestra la reconstrucción de la sepultura número 207, femenina, una de las más completas. Los adornos y complementos del vestuario se sitúan tal como
aparecieron: fíbulas, broches, pendientes, anillos, etc. Las inhumaciones masculinas solían contener hebilla de cinturón, puñal o cuchillo, a veces, y con rareza, puntas de lanza y atalajes de caballo o herramientas. Las femeninas eran más ricas: alfileres de tocado, pendientes, collar, anillos, brazaletes, fíbulas y placa de cinturón.
En la vitrina 2 de la misma Sala se desarrolla la tipología de las fíbulas y los broches de cinturón (Fig. 3). Aquéllas comienzan con las de puente laminiformes y alcanzan su mayor expresividad en las aquilifor-mes con almandines de pasta vitrea y piedras preciosas o semipreciosas. Los broches de cinturón de placa rectangular, articulados van ornamentados con piedras y vidrios en composiciones geométricas, y los de placa rígida, decorados con motivos incisos o calados, normalmente de animales o figuras.
Es frecuente hallar en las tumbas jarritas de cerámica de una o dos asas, de tradición romana, toscamente hechas; otras veces, son orzas y cuencos pequeños los que aparecen como ofrenda funeraria.
La vitrina 6 de la Sala X X V I I I conserva una muestra de las armas usadas por los visigodos: la "francisca", arma ofensiva de gran eficacia, la lanza, con punta de hierro y hastil de madera y la espada larga. Dos ejemplares proceden de Castiltierra, y una conserva restos de la vaina o tahalí de madera. Los visigodos no solían inhumarse con sus armas, salvo casos excepcionales.
L a liturgia y sus componentes materiales
Por los elementos conservados en la vitrina 7 y la reconstrucción del altar que se ofrece en el muro izquierdo, podemos rastrear algo de lo que constituyó la liturgia de la Iglesia hispanovisigoda. Procedentes de la iglesia de E l Gatillo (Cáceres) hay un lote de bronces: el jarrito deriva estilísticamente del jarro sacrificial romano. E l asa, en su unión a la panza, suele rematar en una cabeza humana, y en la zona superior lleva un botón o apéndice. Tienen cuerpo piriforme y pie cónico, y van decorados con motivos vegetales o geométricos muy simples, inmersos en franjas. La patena, que forma conjunto con el jarrito, tiene largo mango soldado al plato, que se decora con un botón central y motivos igualmente incisos (Fig. 4). En ambos utensilios abundan las inscripciones alusivas a la Eucaristía o el Bautismo; así, una de ellas reza: " V I T A X R T . C U S T O D I A T . A M E N . A D I V V A D N . " . Algunas son piezas importadas, de origen mediterráneo y otras, imitaciones
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autóctonas procedentes de talleres fijos o ambulantes.
Hay también incensarios (vits. 6 y 7), cuya forma y función no difieren demasiado de las actuales. En la vitrina 6, una cucharilla de plata, de uso litúrgico, y una cruz de bronce, que estaría colgada encima del altar o en otro lugar principal, y lleva la dedicatoria del oferente: + O F F STE-F A N V S E C L I S I E SC. C I N I A N I S I . De bella factura es la lucerna de bronce en forma de pavo real; resulta acertada la situación de la llama iluminadora en la cola del ave.
Con piezas de diversa procedencia se ha reconstruido la apariencia que debía ofrecer el ábside de una iglesia visigoda. Dos placas de cancel, de mármol blanco, con sus barroteras de apoyo; una, procedente de Mérida, va decorada con red de círculos albergando racimos y hojas de vid. La otra, de caliza, procede de Recópolis (Guadalajara) y lleva decoración cruciforme calada. E l cancel oculta parcialmente la acción litúrgica a los ojos de los asistentes, acción que se refuerza con las cortinas (Fig. 5).
La mesa de altar, de mármol , decorada, tiene una pequeña oquedad para contener las reliquias sagradas, y descansa sobre el pie del altar, asimismo de mármol , generalmente decorado con cruz patada. Aquélla procede de Alcaudete (Jaén) y éste, de Córdoba. Sobre el altar, patena y jarrito de bronce y, más arriba, cruz monogramática colgante, originaria de Baena (Córdoba) .
Los capiteles labrados en época goda son muy variados, según escuelas locales, que los hacen evolucionar desde los modelos clásicos. Aquí se muestra uno, procedente de Segóbriga, corintio, con pareja de palmetas en ángulos y ñores de lis. E l otro es de pencas estilizadas, y ambos del siglo V I L A uno y otro lado de la reconstrucción se muestran placas de cancel y tenantes de altar del foco emeritense, con decoraciones diferentes, y dos placas, una en forma de hornacina, con roleos vegetales, que en el lateral tiene la inscripción " M I -C A E L " ; procede del palacio episcopal de Salamanca (Fig. 6). La otra, en forma de pilastra, va dibujada con círculos y hojas de vid. Se halló en Mérida. La ventana geminada con arcos de herradura es de la iglesia de San Ginés de Toledo.
En el muro de la derecha, elementos arquitectónicos decorados: cimacios y co-lumnitas monolíticas procedentes de Mérida, y dos epitafios; uno de ellos (el de Reb-bi Jacob) es postvisigodo.
E l tesoro de Guarrazar y la orfebrería Fig. 6. Relieve visigoda decorativo.
Salamanca.
E l tesoro de Guarrazar representa el mejor ejemplo de la actividad de los talleres oficiales de la corte toledana, íntimamente influenciados por la tradición bizantina. En la Sala X X I X , vitrina 2 se exponen las dos chapas de oro que revestían los brazos de una cruz procesional, posiblemente de madera. En el reverso llevaría otras chapas de oro lisas, al igual que sucede en las coronas. La decoración que las adorna es muy semejante a la de la corona de Reces-vinto; está compuesta por un diseño geométrico de verdugones repujados y calados de hojitas, que unen un mosaico de cabujones y granates en tres líneas. Los espacios triangulares van calados con una decoración vegetal estilizada.
L a corona de Recesvinto (vit. 10) (Fig. 7) está formada por dos anchas piezas semicirculares que se articulan mediante charnelas y pasadores formando un aro. L a chapa de oro es lisa al interior y decorada al exterior con verdugones geométricos calados con hojitas distribuidos entre los simétricos cabujones de zafiros, perlas y granates. Junto a los bordes corre un friso de círculos secantes en relieve, generando cuadrifolias. Del inferior penden cadenillas soportando 22 letras con incrustaciones, que conf i rman la ded ica to r i a : R E C C E S -V I N T H V S R E X O F F E R E T . De cada letra cuelgan, a su vez, zafiros y perlas. L a corona está sostenida por cuatro cadenas, cuyos eslabones tienen forma de hoja de peral calada, que van a unirse en una doble flor de azucena, un pequeño capitel y una bola de cristal de roca.
Una cruz cuelga desde el centro del remate. En el anverso, su cuerpo se decora con zafiros sin tallar, aprisionados por uñas; rematan los extremos de los brazos perlas pareadas. Por el reverso, la chapa de oro va repujada, formando círculos cóncavos y calados con rosetas. A juzgar por los restos del enganche que conserva en este lado, sirvió de cruz pectoral. Su técnica remite a talleres bizantinos.
Las restantes coronas (vits. 9 y 11) son más sencillas: tres tienen factura de retícula abalaustrada, y dos van formadas por medios aros ensamblados y adornados al exterior con piedras preciosas y palmetas. Algunas llevan cruces colgantes con pedrería.
Las coronas eran ofrendas votivas de reyes, abades y otros magnates a iglesias concretas, denominadas con alguna advocación. Seguían en esto la costumbre de la corte bizantina, enraizada en tiempos más arcaicos. H . Schlunk ha comparado la orfebrería y engaste de piedras de las joyas de Guarrazar con los tesoros de Kerynia (Chipre), en el Museo Británico, y de Assiut (Egipto), en el Antiquarium de Berlín, deduciendo la clara imitación de modelos bizantinos por los talleres áulicos visigodos.
A raíz del hallazgo de Guarrazar, se iniciaron excavaciones oficiales en el lugar y fue descubierta una necrópolis y los restos de un edificio cultual, que iría decorado con frisos de mármol conteniendo ro-leos vegetales, palmetas y trifolios. De ellos se recogieron algunos fragmentos, expuestos en el testero de la sala. Dentro de los cimientos del edificio estaba la lápida de pizarra con inscripción del presbítero Cris-pín, muerto a los sesenta años, en el 73 d. C.
Existen en el Museo restos del tesoro de Torredonjimeno (Jaén). Son un fragman-to de cadena con eslabones en forma de hoja, una letra colgante (E), procedente de alguna corona votiva y diversas cruces y piezas sueltas, que remiten a un conjunto semejante al de Guarrazar, si bien menos brillante. Hoy, las reliquias del tesoro se conservan en los museos de Córdoba , Barcelona y Museo Arqueológico Nacional.
E n la vitrina 14 se guarda una cajita de plata con tapadera sobredorada. E l cuerpo se decora con arcadas esquemáticas y unas como coronas colgantes. E n la parte superior externa de la tapa, busto de perfil de un emperador bajoimperial, diademado y con manto. Parece imitación o copia local de monedas bizantinas. L a cajita pudo servir para guardar el anillo con el sello real con el que se certificaba la sanción de edictos y decisiones judiciales.
A su lado, otra singular joya: broche de oro circular, aparecido en una sepultura de E l Turuñelo, cerca de Medellín. L o decora una escena con la adoración de los Reyes Magos, acompañados de una inscripción que invoca a la Virgen María protección sobre la persona poseedora del broche. Junto a él se hallaron unas láminas de oro, apliques de vestido, decoradas con tema animalístico estilizado. E l conjunto quizá sea importado de Oriente.
Escultura ornamental arquitectónica
Los principales edificios de época his-pano-visigoda conservados se ubican en parajes rurales apartados de las ciudades, y han sufrido añadidos y remodelaciones con el paso del tiempo. Muchos elementos constructivos godos han sido reaprovechados en obras posteriores, al igual que ellos hicieron con capiteles, basas y fustes romanos. Con frecuencia, los únicos vestigios remanentes de arquitectura visigoda son impostas, frisos, cimacios y otros restos decorados, descubiertos accidentalmente en remociones de tierras o empotrados en otras construcciones.
Esta escultura decorativa siempre se concibe al servicio de la arquitectura. Sólo los frisos corridos, que decoran interna y externamente los muros, cumplen función estética exclusiva. Los temas que adornan las esculturas revisten formas geométricas o vegetales, raramente figurativas; y están fuertemente influidos por el ambiente bizantino (Constantinopla, Ravena) y por la tradición tardoantigua hispana. Las fuentes de inspiración son dibujos de mosaicos, mi-
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Fig. 7 Tesoro de Guarrazar. Corona de Recesvinto.
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maturas, tejidos, orfebrería, etc. No será vano recordar el intenso flujo comercial entre la Península y el Oriente, realizado por colonias de mercaderes extranjeros, asentados habitualmente aquí, y los frecuentes viajes de hispanos a tierras orientales.
L a técnica de labra a bisel es sencilla; el relieve resultante es bajo y aplastado, en general, originando suaves contraluces.
Por la importancia que tuvo como cabeza de la Lusitania, Marida conserva en los siglos V I y VI I una fuerte personalidad y es un centro artístico y cultural de primer orden. De los restos conservados destacan placas de cancel, nichos, pilastras y tenantes de altar, con rica decoración vegetal de grandes tallos. E l foco emeritense influyó en la Bética, Toledo y Lisboa.
Toledo, afianzada como capital del reino, fue objeto de engrandecimiento por los monarcas del siglo V I L Ningún edificio se conserva hoy, pero sí abundan los elementos decorados que llenan el Museo Provincial. Algunos guardados aquí se adornan con veneras, redes de cuadrifolios con cruces inscritas, etc.
E n la Bética, Córdoba y Sevilla son las ciudades más activas conserva numerosos capiteles godos reaprovechados y canceles empotrados en sus muros. E n un panel de la Sala X X I X se muestran piezas decoradas procedentes de distintos puntos héticos.
Recópolis, en honor de Recaredo, fue el nombre que recibió la ciudad fundada por Leovigildo, junto a Zorita de los Canes (Guadalajara). Sucesivas campañas de excavación van descubriendo la estructura urbana del enclave; algunos restos decorativos (ménsulas, pequeños capiteles, etc.) dan fe de su pasada grandeza. E n 1945, en uno de los espacios cerca del atrio de la basílica, halló J . Cabré un conjunto de monedas, que.se exponen en la vitrina 13. Son en total 90 trientes, que serían enterrados entre 576 y 579. Fue Leovigildo quien comenzó a acuñar moneda a su nombre, siguiendo el pa t rón del "sueldo áu reo" ; el tríente o tre-mis de oro era equivalente a un tercio del "sueldo". Las cecas o lugares de acuñación de moneda visigoda son muy numerosos y
la coincidencia de muchas de ellos con la estancia del ejército godo en las campañas contra suevos, vascones y elementos disidentes, hace pensar que gran parte del amo-nedamiento era destinado a pagar a las tropas.
Los Monasterios
Los monjes agrupados en cenobios, haciendo vida en común, abundan en la Península, en los siglos V I y V I L En sus escuelas se formó el más influyente y docto episcopado de la época. Había monasterios masculinos y femeninos, la mayoría en zonas rurales o suburbanas. Las fuentes escrinas conservan referencia de cerca de treinta monasterios, pero su ubicación precisa es harto difícil. E n las actas de los concilios v i sigodos, en los que se reúnen obispos con nobles del palacio del rey para dictaminar el gobierno del país, figuran las firmas de numerosos abades que eran invitados a asistir a las reuniones. Es una muestra de la importancia que adquirieron los monasterios en la Hispania visigoda.
San Fructuoso y San Mar t ín de Braga crearon importantes núcleos monacales, y San Leandro y su hermano San Isidoro compusieron reglas para algunas comunidades. Algunos monjes venidos de Oriente y del norte de Africa contribuyeron a enriquecer el mundo espiritual hispano.
Había monasterios que eran fundaciones episcopales o de propietarios laicos que los erigían en sus tierras a cambio de un cierto control sobre ellos. L a iglesia de Santa María de Melque es visigoda, y formaba parte de un conjunto monacal excavado por L . Caballero. Tiene planta cruciforme, con pórtico a los pies, ábside en herradura por el interior y rectangular al exterior, construida en sillares de granito y fuertemente abovedada. Se hallaron en el suelo las huellas de los canceles y restos decorativos. E n el extremo de la nave sur hay un arcosolio que cobijaría un sarcófago, presumiblemente del fundador del monasterio.
Muy cercanos a la iglesia quedan restos de construcciones monacales auxiliares, pertenecientes al siglo V I L
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B I B L I O G R A F I A
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ANTIGÜEDADES ANDALUSIES DE LOS
SIGLOS VIII AL XV Salas XXX-XXXI
JUANZOZAYA
ARQUEOLOGIA ISLAMICA
XXX A N D A L U S I (711-1086)
XXXI A N D A L U S I (1086-1492)
I N T R O D U C C I O N
E l mundo islámico surge a principios del siglo VII d. de C. en la Península árabe tras las predicaciones de Muhammad, el Mahoma español . L a religión islámica mantiene cinco obligaciones o "cinco pilares del Islam": la profesión de fe o sanada (que se recoge en la frase " N o hay más divinidad que Dios" y condensa todos los Principios del Islam), la oración (como mínimo cinco veces al día), la limosna, el ayuno del mes de Ramadán y la peregrinación a la Meca. L a vida del musulmán significa u n a total integración de la fe con la vida cotidiana, y por lo tanto con el gobierno. E l Estado constituido por Mahoma fue una teocracia y el musulmán, teniendo sus obligaciones religiosas respecto al Estado cumple con su religión. Ello explica no sólo la expansión bélica del Islam, sino la pacífica de dicha religión. Su libro sagrado es el Corán, y su lengua sagrada el árabe, de donde derivará la importancia de la palabra escrita y su puesto principal en la decoración, teniendo ésta siempre como punto de referencia la religión, ya que en torno a ella girará la estructura social.
L a constitución de califato, institución a la vez religiosa y política, a la muerte de Mahoma, fue un tanto sorpresiva. A b u Bakr fue reconocido sucesor suyo y primer califa. Con él comenzó la expansión islámi
ca hacia Caldea, Palestina y TransJordania. Su sucesor, Umar vio la expansión hacia Siria, Iraq, Mesopotamia, Egipto y Persia. Con él se estructura el Estado árabe basado en la organización militar y el primer gobernador de cada provincia es quien la conquista, debiendo presidir la oración, exhortar al pueblo convocado a la mezquita y administrar la justicia en nombre del califa. Igualmente con él se instaura la era musulmana (622 d. de C , con sistema de años lunares).
E l asesinato de 'Umar conduce a una sucesión a favor de Osmán, yerno de M a homa, bajo el cual se realiza la redacción del texto único del Corán. Su gobierno no fue acertado, siendo asesinado y sucedido por ' A l i , primo del Profeta. Disensiones diversas y guerras hicieron que su califato no fuera reconocido por Mu'awiya, gobernador de Siria. ' A l i , con sus apoyos iraquíes intentó reponer su autoridad, cosa que no logró al ser asesinado en Kufa por un heterodoxo hariyi. Este hecho significó el acceso al poder de Mu'awiya, también de la familia de Mahoma. Es el primer omeya, y con él el califato se traslada a Damasco.
E l califato Omeya impulsa la política expansionista, llegando en el 655 d. de C. a Bujara y Samarjanda por el este y a Trípoli por el oeste. Posteriormente, en el 711, bajo al-Walid, se conquistó Hispania, estableciéndose un emirato dependiente, al mismo tiempo que se llega a la India. E l 750 ve el
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final de la dinastía Omeya en Oriente, produciendo la llegada de ' A b d al-Rahman a al-Andalus, nombre árabe de la Península Ibérica, donde establece un emirato o principado independiente (756-932), que nomi-nalmente acepta el califato 'abbasi, establecido en Bagdad. Con él se asienta el mundo andalusí, que va a tener características especiales.
Esta fase de transición denota una relación estrecha con el pasado de herencia hispano-romana y visigoda, como se puede apreciar en la lastra de Adra , emparentada con los tipos de decoración de tipo bizantino del norte de Africa, con un esquema decorativo derivado de una trama de rectángulos y cuadrados en los cuales ya se incluye un tema vegetal que será constante: el de la flor de loto. L a herencia clásica estará presente también en los capiteles de t i po corintio, que lentamente empiezan a tomar su aire específico islámico. Notable entre éstos está el atribuido a época de ' A b d al-Rahman II, reputado como procedente de la mezquita de Córdoba .
Pocas cerámicas conocemos de la fase emiral temprana. Una pieza, fechada por el tesorillo que contenía, en el último cuarto del siglo VIII es una de las más antiguas de este período conocidas en España. Parece claro que después de ella aún perviven formas y técnicas de decoración de época romana y se introduce de forma generalizada, a partir de la segunda mitad del siglo I X , el vidriado monocromo y bicromo. Así lo denotan los fragmentos procedentes de las Mesas de Villaverde (El Chorro, Málaga). Significan un gran avance técnico, sobre todo respecto a las cerámicas contemporáneas del resto de Europa.
Este mundo andalusí repite el proceso histórico de la penetración y consolidación del Islam en la zona sirio-palestina, y se mantiene una notable adhesión a los elementos pre-existentes. Este proceso tiene un culmen en al-Andalus cuando ' A b d al-Rahman III reivindica para sí la legitimidad omeya y se declara califa, con su capital en Córdoba (932). Al-Andalus pasa a gozar de su gran momento de cosmopolitismo, generando una síntesis apreciable en las cerámicas producidas en la ciudad palatina de Madinat al-Zahra', cerca de Córdoba, ya en pleno auge a partir de 944.
L a cerámica procedente de Madinat al-Zahra' es un buen ejemplo de la compaginación entre los diversos modos decorativos. Las piezas comunes, como los jarri-tos sin vidriar con decoración pintada, re
cogen formas visigodas que conviven con temas romanos y leyendas en árabe.
Esa convivencia se hace aún más rica en la cerámica policroma vidriada, la comúnmente denominada de "verde y manganeso". De posible origen chino, esta decoración permite un gran juego cromático y agilidad al artista. Los temas van desde lo vegetal, con la flor de loto o temas del Paraíso, a lo epigráfico y zoomorfo. En época de ' A b d al Rahman III se enriquece el repertorio de formas, debido a las influencias exteriores. Así habrá tazas de formas palestinas, cuencos y botellas de formas chinas, cuencos de formas mesopotá-micas y persas, tinteros de influjo persa, como lo serán los primeros "botes de botica". L a riqueza y vistosidad son enormes.
U n fenómeno similar ocurre en la decoración parietal. Los temas bizantinos y orientales de flores de loto se encuentran en lo que se puede considerar el núcleo o parte central de la decoración parietal. Las cenefas o bordes tienden a seguir una pauta de moldura o de decoración vegetal, generalmente roleos. E l zócalo, en cambio tiende a seguir un esquema geométrico, que en al-Andalus deriva de lo romano. E l rodapié, saliente, en cambio suele llevar también una decoración vegetal, de manera que en el conjunto parietal se ve una decoración inobstrusiva que enmarca una movida y r i ca decoración vegetal, con grandes composiciones de origen geométrico que se "apoyan" sobre unos esquemas geométricos bastante sencillos pero dotados de movimiento.
En el Museo se puede apreciar esto con los fragmentos expuestos procedentes de Madinat al-Zahra', Cortijo del Alcaide y Seminario de San Pelayo (Córdoba) . L a pieza toledana existente en el Museo significa una particularidad: la talla es más plana, menos en relieve, y además la cenefa está incluida en la misma lastra que el resto de la composición (compárese con las otras piezas). Haciendo juego con todo ello, dentro del conjunto arquitectónico, están los capiteles y las basas, que recogen también la decoración vegetal como tema básico.
De excepcional calidad es la pieza, procedente del antiguo Alcázar omeya de Córdoba , vecino a su magnífica Mezquita Catedral (Fig. 1). Se trata de una lastra enmarcada por una moldura a bisel de corte clásico. Su interior representa tres arquillos de herradura, con las columnas torsas sobre basas corintias. Los capiteles, con inscripción de difícil lectura que se interpreta como " K a r i m su siervo". En cuanto al in-
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terior de los arcos éstos tienen tres árboles de la vida, cada uno diferente, basados en el tema de la flor de loto. En los senos de los arcos surgen también flores de este tipo. Parece ser arte emiral aún, pero ya próximo a lo califal.
En contraste con esta pieza tan clásica y reminiscente del mundo oriental hay un fragmento de otra procedente de Toledo en que la cenefa, al igual que la pieza anteriormente citada de la misma procedencia, está inclusa en la misma lastra. La cenefa es de roleos y una banda perlada la separa del tema decorativo central de la pieza: un gran árbol de la vida del cual queda el remate central en una magnífica flor de loto que es rematada lateralmente en dos roleos amplios. La talla es plana y no tiene la flexibilidad ni soltura de la pieza cordobesa, denotando una clara herencia visigoda, fecha-ble en torno a los comienzos del siglo X .
Tanto basas como capitales incluyen, al igual que los conjuntos parietales —aquí no representados— bandas epigráficas. O bien carteles con los nombres de los alarifes que los hicieron, o bien bandas con la fecha de factura, además de una dedicatoria y una inscripción de carácter religioso, como en el denominado "capitel de Sego-v i a " y que dice: " E n el nombre de Dios. Gozo perenne y poder inquebrantable, fe
licidad completa y recompensa doblada para su dueño. Guarde Dios su vida, [Esto es] de lo que mandó hacer y se [hizo] en el año nueve y cuarenta y trescientos" (960-961 d. de C.). Estas basas y capiteles podían ser exentas o "entregas", es decir: o aislados o "recibidos" en la pared, razón por la cual les falta decoración o remate en un lado.
La parte superior de las edificaciones de corte oficialista se completaba con una techumbre de madera. E l Museo tiene restos de techumbres que seguramente fueron similares a las de las grandes edificaciones palatinas: fragmentos lígneos de la techumbre de la Mezquita Catedral de Córdoba, de la fase de ampliación de al-Hakam II. Los fragmentos conservados son cuatro. E l mayor de ellos apenas conserva restos de policromía. Esta desgraciada pérdida permite, sin embargo, apreciar el sistema de composición, tallada en la madera, de un esquema romboidal. El procedimiento es con decoración de relieve a dos planos, con flores de loto que conservan algún resto de pintura.
Los otros dos fragmentos, por contrario, conservan mejor su sistema cromático, con rojos y cremas resaltando las flores que componen el esquema. Son, seguramente, restos de tabicas de la techumbre.
Fig. 1 Lastra del Alcázar (Córdoba), siglo X.
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Como se dijo anteriormente, al hablar de la cerámica, se citó el cosmopolitismo omeya. Este gusto por lo extranjero está presente en las diversas importaciones que en este período se realizaron. Destacan el aguamanil en bronce, temprana importación (siglo VIII d. de C.) del Jurasán iranio, parejo a la orza procedente de Mesas de Villaverde (Málaga), que aunque no es importada está copiando modelos sirios de ese momento. L a famosa arqueta de al-Mansuriya en Túnez, fechada en la segunda mitad del siglo X , nos indica su procedencia mediante una espléndida inscripción en letra cúfica que dice: " E n el nombre de Dios... la ayuda de Dios y la victoria rápida para el siervo de Dios y su amigo Ma'add Abu Taminm, el Imán al-Mu'izz [li-din Allah], Emir de los Creyentes. Las bendiciones de Dios caigan sobre él y sus ancestros y sus puros descendientes. [Es] una de las cosas que ordenó se hicieran en al-Mansuriyya [la ciudad] agradable [a Dios]. E l trabajo de Muhammad [o A h -mad] al-Jurasani".
También importadas, en esta ocasión del Egipto fatimí son dos piezas preciosas: una es un fragmento de un plato grande, con borde de ala, en reflejo dorado, técnica oriental que luego se explicará, y fecha-ble en el final del siglo X . El otro es un pequeño pomo en cristal de roca, hecho para almacenar khol o cloruro de antimonio, colirio usado también como cosmético, con la leyenda en relieve "Bendición de Dios" en banda sobre decoración de dos azores enfrentados con un roleo intermedio formando un "árbol de la vida" centrado.
Naturalmente la pieza maestra, a caballo entre lo importado y lo nativo es el denominado "Bote de Zamora" (Fig. 2), Por haber formado otrora parte del tesoro de su Catedral. De importación es su materia prima: marfil de elefante, lo cual nos habla de las relaciones comerciales de los omeyas. L a pieza, con tapa semiesférica y charnela con cierre de plata es espectacular a la vez que delicada, tallada sobre un cilindro de colmillo. En su parte superior, la inscripción nos dice para quién se labró la pieza y en qué año: "Bendición de Dios para el Imán ' A b d Al lah al-Hakim al-Mustan-sir billah, Príncipe de los creyentes. Esto es de lo que ordenó se le hiciera a la Señora Madre de ' A b d al-Rahman III al cuidado de Durri el Chico. Año de tres y cincuenta y trescientos" (año 964 d. de C ) .
Pieza posiblemente importada es la pequeña fuente en bronce en forma de cierva (Fig. 3). Su ingreso de agua se efectuaba Por el vientre y el surtidor salía por la bo
ca, sugiriendo un aguamanil continuo. La pieza tiene unas características: patas muy cortas, y sus pezuñas tienden a ser casi discoideas, como se presentan en las pinturas de zoomorfos en la cerámica fatimí. E l cuerpo está cubierto por una decoración de roleos que es también de tipo oriental, formando medallones que dan la impresión de ser una especie de gualdrapa con una ingente cantidad de variaciones sobre el tema de la flor de loto en cada uno de ellos. Puede decirse que esta pieza es la fuente de inspiración para la pieza de tipo similar, también procedente de Madinat al-Zahra, que hay en el Museo Arqueológico de Córdoba.
Otros bronces forman parte de la colección del Museo y entre ellos hay que destacar, además de los candiles de época omeya, de tipo ornitomorfo y con una o dos piqueras, el candelabro en forma de templete sobre columnas (la parte superior con poly-candelón y espiga ha desaparecido). La obra es de bronce con decoración a cincel, hecho "a la cera perdida". Los orígenes de esta forma se remontan a Armenia. Esta pieza procede de Almería, y por el estilo de su decoración vegetal puede adscribirse al
Fig. 2 'Bote de Zamora"
946. d. C.
Fig. 3 Fuente en bronce, en forma de cierva. Madinat al-Zahra (Córdoba), siglo X.
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siglo X . Asociado con esta pieza hay un "nudo" de candelabro, formado por base y boca acampanadas, entre los cuales se sitúa una esfera. En el centro de ésta, en cincelado, la palabra "baraka" (bendición), repetida. En la base, además de molduras, decoración de Cordón de la Eternidad de dos cabos. Junto a estos dos bronces se encuentra un precioso brasero, derivado de prototipos visigodos y un conjunto de dedales de guarnicionero, alguno de ellos firmado.
En cuanto al armamento son de destacar una espuela de espiga de hierro y una lanza en el mismo material, ésta procedente de las Mesas de Villaverde (Málaga). Ambos son del siglo X . Complementan esta exposición una punta de adarga y una punta de flecha, ambas situadas en el siglo X .
Del mundo del trabajo de metales destaca el conjunto de moldes de procedencia desconocida para fundir joyas, hechos en esteatita. En ellos podemos apreciar moldes de colgantes y de falsas monedas para ser usadas como adornos, amén de algún gol-gante de tipo zoomorfo. De distinto tipo son las joyas que podemos ver en plata (una cuenta de filado) y en oro, con tres cuentas y dos brácteas, de filigrana. Su estilo se relaciona con el de los tesorillos de Loja (Granada), Lorca (Murcia) y Charril la (Jaén). En tono menor está la colección de anillos para hombre fundidos en plata, con inscripciones directas o inversas (éstas para servir de sello), entre los que destaca uno con inscripción sufí.
Si las artes del fuego tienen su lugar en el Museo no pueden faltar en ella las primeras muestras del vidrio omeya en la Península. Unas piezas procedentes de Vi l la-ricos nos llevan a la fase primera del vidrio islámico en España, con formas derivadas muy directamente de lo romano. A su lado, permitiendo la confrontación con los modelos posteriores hay dos vasos a molde realizados en los talleres palatinos de M a -dina al-Zahra'. E l tema decorativo es el de la ñor de loto, que vemos también en un fondo de vaso en el cual el tema está desarrollado de una forma especialmente barroca.
E l mundo califal tiene su fase final en torno al último tercio del siglo X , bajo A l -manzor, primer ministro y valido de H i -sam II. Este personaje intentó implantar una dinastía, plasmada en una ciudad palatina bautizada como Madinat al-Zahira, competidora de la Madinat al-Zahra' de los omeyas. La revolución de 1002 que produjo la caída de su dinastía significó también la destrucción de la misma. De ella pocos restos han llegado, siendo especialmente importante la pila de abluciones, recuperada parcialmente.
La pila de Madinat al-Zahira (Fig. 4) es todo un ejemplo de iconografía, con un frente singular, de los tres que se conservan, a este respecto. Sobre unas águilas con alas explayadas se apoyan en sus extremos superiores sendos leones enfrentados. Las garras de las aves cogen ciervos y bajo el conjunto se encuentran dos grifos enfrenta-
Fig. 4 Pila de abluciones,
en mármol, de Almanzor, Córdoba
988.
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dos. Parecida iconografía se encuentra en otras dos pilas atribuidas a este momento y lugar. Del lateral derecho sólo se conservan una banda epigráfica, bajo la cual discurre a modo de encuadre otra con patos y peces (referencia a la abundancia) y un resto de león asaltando por la grupa a un ciervo, con fondo de roleos y aves, más un resto de la banda de encuadre. E l lado contra-fio muestra tres arcos trilobulados encuadrados por respectivos alfices con decoración de roleos en las albanegas. En los arcos se aprecia una clara distinción de dovelas bicolores, con el arco central insinuando ya un apuntamiento. Los cuatro fustes se disponen simétricamente: los dos extremos con decoración de zig-zag, posiblemente alusiva al agua, mientras que los dos centrales tienen tema del "cordón de la eternidad". Los fustes sostienen capiteles sobre los cuales se apoyan aliceres que rematan en modillones lobulados. Sus interiores están vaciados, como si hubiera habido alguna inscripción que o nunca se agregó o se ha perdido (véase la lastra del Alcázar de Córdoba en página y lámina ). La inscripción en lo que ha podido restituirse dice: "... Almanzor A b i Amir Muhammad ben A b i Amir y prospérele Dios. [Esto es] de lo que mandó hacer para el Alcázar de al-Zahira y se terminó con el auxilio de Dios y su buena ayuda bajo la dirección del gran fatá amirí el año siete y setenta y trescientos» (987-988 d. de C ) .
La otra pieza expuesta de este momento es el capitel procedente la Casa del Gran Capitán, en Córdoba. Es pieza rara para el mundo clásico cordobés. Las volutas tienen forma de cabeza de león, cuyas melenas suben verticalmente. L a decoración floral y la presencia de aves en la misma es de un estilo estrechamente emparentado con la pila recién descrita.
E l mundo del califato, tras una guerra civil, se disgregó en una serie de reinos preexistentes "de facto", agrupados en relaciones políticas, étnicas y geográficas. Tradi-cionalmente se admite que este período, conocido como de los "Reinos de Taifas", abarca desde 1035 a 1086, aunque sus límites sean algo más desdibujados que las estrictas fechas citadas. Algunos de estos reinos tuvieron gran importancia cultural, como los de Sevilla, Toledo o Zaragoza.
En cuanto a relieves destaca la espléndida pieza procedente de Denia, (Fig. 5) re-miniscente de los mejores sistemas decorativos de origen oriental, originados en los baños de Jirbat al-Mafyar, último monumento omeya en Oriente. E l relieve toledano expuesto es, por otra parte, un claro
Fig. 5 Panel de mármol de Denia (Alicante), siglo XI.
ejemplo de continuidad en la técnica de talla existente en Toledo.
De esta época la pieza "clave" del museo es la denominada "Arqueta de Cuenca", (Fig. 6) o de la catedral de Palencia, con guarnición de esmaltes simbolizando agua. Estos, en la tapa atautada, parecen ser contemporáneos de la arqueta, y serían de los esmaltes más antiguos conocidos del mundo andalusí. Las placas de marfil están caladas con escenas cinegéticas, elementos florales y animales, todos sobre cuero dorado, y una inscripción continua que dice: " E n el nombre de Dios Clemente y Misericordioso. Bendición duradera, favor completo, salud continua, prosperidad prolongada, dicha permanente, gloria, prosperidad, favor, continuidad y logro de esperanza para su dueño, ¡que Dios prolongue su vida! [Esto es] de lo que ha sido hecho en la ciudad de Cuenca por orden del hayib Hisam al-Dawla Abu Muhammad Isma'il Ibn al-Ma'amun du-l-maydain ibn al-Zafir du-l-rayasatain Ab i Muhammad ibn du-1-Nun ¡glorifíquele Dios! en el año uno y cuarenta y cuatrocientos" (1049-1050 d. de C ) .
De esta época son también dos plaque-tes de marfil de este taller, que se encuentran reutilizadas en la Caja de las Bienaventuranzas (véase Sala 31 b) y la tapa de un "plumier" con decoración floral.
Pieza también de importancia es el aguamanil en bronce hecho en el Irán oriental hacia el siglo X I , y decorado a cincel en al-Andalus. En el cuello tiene deco
ración de flores de loto, con inscripción, que dice: "Bendición y felicidad y /y (sic) gozo y de él" debajo de la cual va un gran sol en el cual van sendos grifos (uno a cada lado), todo ello enmarcado por decoración de roleos con tondos debajo del arranque del pitorro, y en el pie una decoración de tondos entrelazados con águilas, liebres, leones y flores de loto. En el asa falta algún elemento roto y perdido antes de ingresar la pieza en el Museo. E l dorso del asa tiene decoración de escamas, y remata, en su parte inferior, en cabeza de gacela. E l pitorro remata en una cabeza de león, siendo dudosa su autenticidad, o, al menos, su relación directa con la pieza que ahora se cita.
Especial interés denota el astrolabio plano de Ibn al-Sahli, matemático próximo a la escuela de Maslama de Madrid, fechado en Toledo en 1067. Es una de las piezas más antiguas existentes en el Mundo de este tipo.
Otras piezas con interés de este momento, de carácter doméstico, son los pequeños bronces, como el candil, el acetre, la lipsanoteca o la hebilla de cinturón. Junto a ellas están las llaves y la cerámica, con representación de piezas características de diversos centros productores de los Reinos de Taifas.
De mayor importancia son los cipos funerarios procedentes de Toledo. La zona toledana se caracteriza, en su mundo funerario, por la presencia de esto tipo de monumento conmemorativo, originado, al pa-
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Fig. 6 "Arqueta de
Cuenca". Madera, marfil y esmaltes,
Cuenca, 1049 d. C.
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recer, en Túnez, y que no se encuentra fuera de esta zona española. Uno, cilindrico, hace referencia a un visir, con un texto bellamente labrado en la cartela central, que dice: " E n el nombre de Dios clemente y misericordioso: ¡Hombre! ¡Lo que Dios promete es verdad! ¡Que la vida de acá no os engañe! ¡Que el Engañador [el Demonio] no os e n g a ñ e acerca de D i o s . [ C o rán X X X V , 5]. * He aquí la tumba del visir bien dotado A b u Umar, hijo de Musa. Murió —¡que Dios tenga piedad de él! la víspera del miércoles, de yumada II del año 465 (1072 d. de C ) . Atestiguó que no hay más divinidad que Dios [y que] Maho-ma es el Profeta de Dios. Dios es veraz [Corán III, 89]." En las bandas laterales de la cartela dice: " E n el nombre de Dios clemente y misericordioso. Te hemos concedido una clara victoria. Para perdonarte tu Pecado pasado y futuro, perfeccionar Su gracia en ti y dirigirte por una vía recta. Para prestarte Dios un auxilio poderoso. E l es Quien ha hecho descender la sakina en los corazones de los creyentes para incrementar [su fe...]" [Corán X L V I I I , 1-4]. Tiene, en un lado, una inscripción en hebreo, bastante posterior, que dice: "Maír , Hijo de Yehuda."
Semi-cilíndrico, en mármol , es, en cambio, otro cipo con inscripción en bello cúfico florido, que dice: "Basmala... Corán X X X V V , 5 ... He aquí la tumba de M u hammad, hijo de Ahmad, hijo de Muhammad, hijo de Mugit. Atestiguó que no hay más divinidad que Dios, único, que no tiene asociados, y que Mahoma es Su servidor y Su apóstol, al cual ha enviado/con la
dirección y la religión verdadera para que, a despecho de los asociacionistas, prevalezca sobre toda religión/[paráfrasis de Corán I X , 33]. Murió, que Dios se apiade de él, la vispera del Domingo, quedando ocho noches de Rabi'II, año de 447" (1055 d. de C ) .
Los restos arquitectónicos procedentes de la Aljafería de Zaragoza constituyen uno de los tesoros del Museo. Pueden apreciarse restos de arquerías del patio central, con bellos arcos entrecruzados formando una espectacular decoración de tipo teatral, así como diferentes decoraciones parietales y unas complejas ménsulas de la Sala de las Chimeneas, con bel l ís ima decorac ión . Acompaña a estos restos un conjunto de capiteles, cuatro en alabastro, y epigrafía, tanto sobre yesería como en algunos de los capiteles.
El mundo de las invasiones africanas (1086-1223) tiene diversas representaciones en cerámica, con decoración en "cuerda seca" y esgrafiada, así como candiles imitando tipos romanos, con decoración impresa sobre disco plano. De formas asociadas con las de la cerámica se presentan tres piezas prácticamente únicas de vidrio almohade, bicromo, que siguen formas orientales, señalando influjos selyuquíes, con decoración de filaturas azules.
Entre los metales destacan una navaja y guarniciones de armas con esmaltes. En latón destacan la caja con decoración floral imitando caracteres cúficos fechables en el siglo XII final y un acetre, también con inscripción. Aquélla es de tapa atautada pero desconocemos su uso. E l acetre tiene inscripción en nasjí, con interesante asa moldurada.
También de este período son las arquetas de Carrión de los Condes, con marfil y decoración barroca añadida, la pequeña píxide de origen sículo-normando y la arqueta con decoración de hueso con perros e inscr ipc ión en letra " n a s j í " (Fig. 7). Poco más rica es, en cambio, la representación del mundo nazarí (1223-1492). El conjunto mayor de joyas de época islámica del Más rica es, en cambio, es la representación del mundo nazarí (1223-192). E l conjunto mayor de joyas de época islámica del Museo lo constituyen los dos te-sorillos de Mondéjar (Granada) y Bentari-que (Almería). Aunque sus procedencias son diferentes han de considerarse, realmente, como conjunto único, pues unas joyas complementan a las otras, y es hasta presumible que fueran hechas por el mismo joyero, o por lo menos, por el mismo taller.
Fig. 7 Arqueta de madera y marfil ¿Círculo andalusí?, siglos X11-XIII.
Fig. 8 Arqueta de escribano
en madera y taracea, Círculo granadino, siglo
X I V .
Fig. 9 Lámpara en bronce calado, dedicado a IVluhammad III, para la mezquita de la Alhambra, 1305 d. C.
E l conjunto lo constituyen 11 collares, de los cuales dos son especialmente espectaculares, un collar con cuentas con decoración esmaltada y un par de ajorcas de oro, amén de dos de plata, ésta de mala calidad. Complemento de la expresión de la joyería de esta época es un par de pendientes y un anillo de oro con esmeralda en la cual está tallada la palabra "al-'acimatu" (la fama).
Asociado con el mundo de las joyas está la espada granadina del siglo X I V , hermana menor de las de los Museos de Kas-sel y del Ejército, así como un puñal de la jineta. Algunos adornos con esmalte son el acompañamiento natural del equipo bélico, arrancando desde época almohade y que llega hasta el mundo nazarí. También metálicos son dos acetres, usados seguramente en los baños de lujo de Granada. Una llave, unos morteros y un cuadrante de navegación, y que nos dan una idea del desarrollo científico, tecnológico y social de este momento.
Destaca una caja metálica, la procedente de Paredes de Nava, es una pequeña píxide en latón que sigue modelos mamelucos con inscripción de carácter devoto en bella letra tipo nasjí. También con bella inscripción y decoración hay un acetre que se reputa como venido de los baños de la Alhambra.
En madera con bonita labor de taracea, con decoración geométrica basada en
lazos de ocho, está una interesante arqueta, sobre patas y remates esquineros de marfil y ébano. También de madera, con labor de taracea con nácar, maderas coloreadas y hueso es una arqueta de escribano. Tiene tapa superior y en su interior hay compartimientos para tintero, plumas de cáñamo y folios, y se puede considerar como antecedente de las escribanías y bargueños. Ambas piezas son de final del siglo X I V (Fig. 8).
En bronce es pieza capital la lámpara colgante, que sigue modelos orientales, procedente de la mezquita real de la Alhambra (Fig. 9). Es de cuerpo octogonal tronco-cónico, de bronce calado, con decoración vegetal y la inscripción del lema nazarí: " N o hay más vencedor que Dios ¡Ensalzado sea!" Todo ello se recoge en torno a un vastago central, que en su parte superior recoge tres bolas, también con el lema nazarí y decoración vegetal, remontando en un gancho para colgar. De sus lados, rotos, salen los ganchos que sostenían las lámparas de vidrio.
En su parte inferior, inciso en el bronce hay una inscripción cursiva que dice: " E n el nombre de Dios, clemente y misericordioso. Dios bendiga a nuestro señor Muhammad y a su familia y le conceda total salvación. Nuestro señor el sultán, el ensalzado, el fortalecido por Dios, el conquistador, el justo, el amo, el ajustador (?) de tierras y trazadro (?) del curso de la justicia
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entre los siervos de Dios emir A b u A b d Al lah hijo de nuestro señor, Príncipe de los musulmanes, A b u A b d Al lah de nuestro señor al-Galib billah [Vencedor por Dios], victorioso por la abundancia de Dios, emir de los musulmanes, A b u A b d Al lah , sea E l ensalzado, ensal... y ello fue en el mes bendito de Rabia al-awal, en el año setencien-tos y cinco" (1305 d. de C ) . A pesar de los desperfectos en la parte inferior, los títulos que da permiten atribuirlo a una iniciativa del Rey de Granada Muhammad III.
Se presenta también una típica lauda funeraria prismática, con la inscripción en característica letra de tipo nasjí, asociada con la lámpara de mezquita, pues este tipo de asociaciones religiosas no es raro en el mundo andalusí.
En cuanto a la cerámica hay que señalar el conjunto de piezas pintadas y vidriadas de carácter popular, y las cerámicas de reflejo dorado de producción malagueña. Aunque es famosa la tardía este tipo parece generarse durante el momento almoha-de. Su técnica se basa en tres cochuras, de las cuales las dos primeras sirven para fijar la forma y la decoración, y se hacen mediante fuego oxidante. L a última, mediante fuego reductor, sirve para dar el dorado, que se ha conseguido aplicando una solución de cobre y mercurio a la decoración.
Esta cerámica origina las posteriores y conocidas cerámicas de Manises (Valencia), Muel (Zaragoza) y Manresa (Barcelona).
Destacan piezas de vajilla, "botes" y cerámicas de tipo decorativo y funerario, como la estela denominada de "orejas de gato". Sobresalen los dos "jarrones" conocidos como "de la Alhambra". Eran grandes fi l tros de agua y seguramente se usaron en dicho conjunto palatino. Uno, dorado sobre blanco, procede de la Cartuja de Jerez. E l otro, en azul y dorado procede de Hornos (Jaén). Del mismo grupo y procedencia es el gran azulejo en azul y dorado con escudos nazaríes y aves (Fig. 10).
Completan la colección el arco en yeso del palacio de Mulay Hassan, del Alba i -cín, e inscripción en nasjí y capiteles.
B I B L I O G R A F I A B A S I C A
El Corán. Edición preparada por Julio Cortés. Madrid, 1979. FLORES ESCOBOSA, Isabel. Estudio preliminar sobre loza azul y dorada nazarí de la Alhambra. Madrid, 1988. G Ó M E Z M O R E N O , Manuel. El arte árabe español hasta los almohades. Arte mozárabe. Madrid, 1951. (Ars Hispaniae vol. 3). R E V I L L A V I E L V A , Ramón. Patio árabe del Museo Arqueológico Nacional. Catálogo descriptivo. Madrid, 1932. TORRES BALBÁS, Leopoldo. Arte Almohade. Arte Nazarí. Arte Mudejar. Madrid, 1949 (Ars Hispaniae, vol. 4).
* Textos coránicos según la traducción de Julio Cortés. Madrid.
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Fig. 10 Azulejo nazarí de reflejo dorado. Málaga, siglo XIV.
ANTIGÜEDADES CRISTIANAS DE LOS
SIGLOS VIII AL XV Salas XXXI-XXXVII y X X X V
MARIA ANGELA FRANCO MATA
ANTIGÜEDADES CRISTIANAS (S. VIII al XV)
XXXI A R Q U E O L O G I A P R E R R O M A N I C A
XXXII E S C U L T U R A Y A R T E S D E C O R A T I V A S R O M A N I C A S
XXXIII E S C U L T U R A Y A R T E S D E C O R A T I V A S R O M A N I C A S , G O T I C A S Y M U D E J A R E S
XXXV S A L A M U D E J A R
I N T R O D U C C I O N
L a importante colección de Arqueología Medieval Cristiana del Museo Arqueológico Nacional se ha ido formando e incrementando paulatinamente al compás del enriquecimiento de las restantes colecciones, fundamentalmente a base de donaciones, por compras estatales y depósitos, todo ello incrementando los fondos fundacionales. Pero circunstancias favorables, como la Comisiones Científicas de 1868 a 1875 han supuesto momentos gloriosos para el enriquecimiento del Museo. Las más importantes comisiones han sido las encomendadas a los señores J . de la Rada y J . M a -librán y a P. Savirón, quienes recorrieron varias provincias con el fin de estudiar sus monumentos y adquirir objetos para el M u seo Arqueológico Nacional, a cargo entonces de don José Amador de los Ríos.
Las piezas más antiguas ingresadas proceden de tierra asturiana: son varios fragmentos arquitectónicos de San Miguel de L i l lo , además de varias esculturas góticas interesantes, una cruz procesional gótica de bronce esmaltada, procedente de San Pedro de Beloncio y otra del mismo estilo, de plata, con marca de Burgos, procedente de San Martín de la Vega de Poja. En Santander se adquirió la lápida sepulcral de la familia Fernández de las Cortinas, de bron
ce, procedente de Castro Urdíales, entregada por el Gobernador de la provincia. De Palencia proceden, por conducto de representantes de otras instituciones y particulares: tres magníficos capiteles románicos del monasterio de Santa María de Mave, y un nutrido lote de objetos del convento de Santa Clara de la capital. Largo es el elenco de adquicisiones en Toledo, como una Piedad de azabache gótica y restos arquitectónicos mudejares procedentes del Taller del Moro .
Pero es León la provincia que colaboró más ampliamente en el enriquecimiento del Museo, desde el punto de vista de la importancia de sus obras, pues cuantitativamente llevó la palma el Ayuntamiento de Cartagena, de donde procede un retablo de alabastro inglés del taller de Nottingham del siglo X V . Rada y Malibrán adquirieron en León piezas de categoría única, particularmente de donaciones de Cabildo de San Isidoro —Crucifijo de don Fernando y doña Sancha, la arqueta de las Bienaventuranzas, tres arquetas más islámicas, una tabla con la Coronación de la Virgen, obra de Marcellus Coffermans—, de la Comisión Provincial de Monumentos —relieve románico de la Virgen con el Niño, procedente de Sahagún, Virgen y San Juan góticos, del monasterio de Gradefes—. N o faltó la aportación del Cabildo catedralicio con hacheros, candelabros y un arcón ojival.
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P. Savirón llevó a cabo un fructífero viaje por Aragón, donde recavó una buena colección de piezas: un relieve sepulcral de Santa Engracia, retablos pictóricos, uno procedente del Nueno y otro de Argüis (Huesca) del siglo X V —este actualmente en el Museo del Prado—, un hermoso tapiz de fabricación flamenca, así como diversos canes de madera y escudos blasonados. También resultó enriquecedora la Comisión Sala-Dóriga, pues por su medio ingresaron el sepulcro del abad Aparicio (?) y el de doña Inés Rodríguez de Villalobos, góticos, procedentes de Aguilar de Campoo (Palencia) junto con la bellísima serie de capiteles románicos, todo lo cual fue salvado de la ruina.
Por la Comisión Científica de Oriente del año 1872, se hizo donación de un fragmento de lauda sepulcral del siglo X V , procedente del antiguo templo de San Juan de los Caballeros de Rodas.
También Madr id se benefició del interés salvador del Museo, pues en 1869, se rescatan del destruido convento de Santo Domingo del Real la estatua orante de Pedro I el Cruel, el sepulcro de su nieta doña Constanza y una cabeza de joven paje asimilable a la escuela de Egas Cueman.
L a serie de adquisiciones en lo que resta del siglo es larga. No la consignamos en su totalidad para no alargar en exceso la presente relación. Destacamos solamente las piezas más notables: una enorme puerta mudejar procedente de San Pedro de D a -roca, platos de reflejo metálico, un nutrido lote de fragmentos procedentes de los sepulcros reales del monasterio de Poblet, cruelmente destrozados en 1835; de aquí destaca un "pleurant", acéfalo y sin piernas, adscribióle a Jaime Cascalls, lote donado por B . Hernández Sanahuja.
Durante la dirección de Antonio García Gutiérrez (1872-1881) ingresa una pieza capital: el báculo del Papa Luna, además de 27 vasijas mudejares, un tríptico con esculturas de hueso del taller de los Embria-chi, parte de la sillería de coro del monasterio de Gradefes, comprada en 1874 aJ. G i l Dorregaray; un díptico de marfil, un plato de latón, ambos del siglo X V . E n 1894 se adquieren las ruinas de la iglesia románica abulense de San Isidoro a don Emilio Rotondo, para su exhibición en el M u seo Arqueológico Nacional, pero circunstancias adversas impiden su instalación en este centro; por ello fueron donadas al Ayuntamiento, quien las instaló en el Parque del Retiro. Más fortuna tuvo la portada de la iglesia del monasterio de Arlanza
(Burgos), cuya autorización de traslado al Museo Arqueológico Nacional, a consecuencia del estado ruinoso en que se encontraba el inmueble, se hace en 1895, si bien no se llevará a efecto hasta treinta años más tarde.
Los fondos románicos, góticos y mudejares se incrementan progresivamente en el presente siglo. En 1913 se adquiere la bellísima cabeza románica de Cristo de la abadía palentina de Benevívere, que parece perteneció al t ímpano de una portada. De 1930 data la memorable adquisición de tres columnas del monasterio de San Pelayo de Antealtares, de las cuatro que sostenían el baldaquino que presumiblemente existió en la iglesia del monasterio. Una de ellas fue enviada al Fogg Ar t Museum, formando parte del generoso trueque llevado a cabo en 1932 para recuperar la lauda de Alfonso Ansúrez, que había sido vendida por un particular al citado museo norteamericano. En el mismo año se adquirió un magnífico brasero, también románico y cuatro bellísimas sillas del coro del convento de Santa Clara de Astudillo (Palencia) con los blasones de María de Padilla, la fundadora. E l año 1933, fue también pródigo de adquisiciones; se compró un importante lote a don Apolinar Sánchez Villalba en el que figuraron una Virgen con el niño catalana, (60609), dos cruces, una de ellas de madera policromada, estucada y con labores sobre pergamino (60539) —románicas—, dos arquetas del mismo estilo, un frontal de trans-ción al gótico, leonés, y un retablo de piedra, procedente de Poblet, atribuido a Jor-di de Deu y datado hacia 1386. También se adquirió un relieve del Bautismo de Cristo, procedente de Montefaro, y doce años más tarde se compraría un arco con capiteles del mejor estilo románico, procedente del monasterio de San Pedro de las Dueñas (León); una espléndida escultura de profeta (57811) del coro románico de la catedral de Santiago, un relieve del Salvador, de V i -go, y una escultura románica gallega.
Piezas góticas de interés son: la cruz de término del siglo X V , una espada, la importante serie de pinjantes catalanes adquiridos a J . Gudiol (1932-89), el sepulcro pictórico, fondo de un lucillo, de los caballeros Juan Velázquez de Cuéllar y Juan Ve-lázquez, una talla de la Virgen con el Niño (57807) y varios objetos de plata: cáliz con marca de Estrasburgo, placa con Dormi-ción de la Virgen y cruz con marca de Morella.
Dentro del mundo mudejar cabe destacar la paulatina adquisición de objetos de variado carácter: dos puertas de sagrario
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procedentes de Jaén, una alacena toledana (57809), zapatas y quicialeras, cerámica v i driada de reflejo metálico, sin vidriar y cuerda seca. E n la década de los ochenta han ingresado varios objetos, algunos de calidad excepcional, tal una placa de marfil, perteneciente a la arqueta románica de San Felices, de San Millán de la Cogolla, compañera de otra ya adquirida por el M u seo en 1942 junto con un brazo de cruz mozárabe —compañero de los dos existentes en el Louvre—, una pila benditera románica, italiana, un relieve de Cristo bendiciendo, obra de Giovanni di Balduccio, y un alfarje mudejar cordobés del siglo X I V , perteneciente originariamente a la mansión de un noble cercano al rey Alfonso X I y doña Leonor de Guzmán.
A R Q U E O L O G I A A S T U R I A N A (Sala XXXI)
San Miguel de Lillo y el arte ramirense
Dado que los monumentos más importantes del llamado arte asturiano se construyeron durante el reinado de Ramiro I (842-850), se le ha denomiando "arte ramirense". Es un término inexacto, revisado por la crítica artística actual, que en un feliz intento de objetivización ha reivindicado la figura de Alfonso II, bajo cuyo reinado la capital, Oviedo, se enriquece extraordinariamente. Por ello, resulta más justo bautizar el arte asturiano con el nombre de este rey. San Miguel de Li l lo debió de ser un santuario anterior, renovado desde los cimientos, iglesia de la que actualmente se conserva sólo una parte que parece corresponder a los pies; estaba abovedada y era de tres naves separadas por columnas. Debió de ser suntuosa y estuvo cubierta con pinturas. E n el Museo Arqueológico Nacional se exhiben varias piezas arquitectónicas procedentes de aquélla: un capitel completo (50118), otro incompleto (50101), un salmer de arco (50072), una clave de arco (50073), un dintel (50050) y un fragmento de capitel (1980/50), junto con una di dáctica maqueta del edificio.
P E R I O D O M O Z A R A B E Y D E L A R E P O B L A C I O N
Coincidiendo con el esplendor del Califato —siglo X — se desarrolla en las tierras limitadas al sur por la cuenca del Duero un arte, cuya denominación mozárabe, acuñada por M . Gómez Moreno en 1919, ha sufrido sucesivas revisiones. L a
primera de ellas es debida a Camón Aznar, treinta años más tarde, en que propone nuevas matizaciones: había un arte mozárabe realizado por estas gentes que vivían en territorio musulmán, y había un arte cristiano que prefería llamar de repoblación. I. Bango, partiendo de estos presupuestos, analiza las formas y los motivos en relación con su procedencia. En este sentido, el reino de León corresponde al primero de ambos apartados; dicho reino produjo hermosas construcciones reaprovechadas a veces de tiempos visigodos, abandonadas y semiderruidas, habilitadas rápidamente para el culto. De hecho, ideológicamente está presente la tradición de la monarquía visigoda a la que se mitifica. Alfonso III es "el campeón del neovisigotismo y el inventor de la fundada creencia en un Alfonso II restaurador del orden gót ico" (Yarza). Las iglesias más caracterizadamente mozárabes se sitúan en los límites del reino leonés, si bien sólo determinados aspectos formales —arco de herradura, alfiz (no siempre), modillones de rollos de los aleros— pueden relacionarse con lo musulmán.
De este siglo son dos interesantes lápidas sepulcrales, asturiana la primera y la segunda palentina. Aquélla (50184) hallada en el pueblo de Santa Ana , parroquia de Ques, concejo de Pilona, es de forma rectangular apaisada, y perteneció al Siervo de Dios Severo, que murió el 27 de marzo de 927, según indica la correspondiente inscripción; he aquí el original latino: +OBIIT F A M U ( L U S ) D ( E ) I S E V / E R U S V I K ( A ) L ( E N ) D ( A ) S ( A ) B R I L L ( E ) S E R A / D C C C C L X V ; es de piedra caliza como la compañera (57479), procedente de Dueñas , de estructura irregular y perteneciente al clérigo Froila, que falleció el 16 de mayo (el a ñ o es i l e g i b l e ) : H I C F R A T E R C L E / R I C V S F R O I L A / O V I I T P E R B O / N A C O N F / E S S I O N E ) / D I E I I I / I D V ( S ) M A / I A S A N ( N ) 0 F E ( . . . ) / V R T O .
De particular interés en el presente contexto es el tardío monasterio de San M i llán de la Cogolla, cuya iglesia es consecuencia de las diversas transformaciones de lo que originariamente fue un santuario ru-prestre. De aquí proceden algunos objetos suntuarios, dos de ellos de excepcional importancia en la eboraria "mozá rabe" , un brazo de cruz y un ara portátil . Ambas obras son de fines de siglo X , y revelan el influjo de la gran tradición califal, continuada luego en Cuenca que a su vez influye sobre los talleres cristianos, uno de los cuales estuvo presumiblemente en el propio monasterio. E l brazo (63935), patado, mantiene el tipo asturiano, repetidor a su vez de
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formas visigodas. Presenta contornos curvilíneos y cóncavos; en los bordes, un friso de ataurique y variado bestiario a base de leones, grifos y cérvidos, y en el extremo inferior, la máscara de un fauno. Todo ello se repite fielmente en los dos brazos que pertenecieron a la misma cruz y que se hallan actualmente en el Museo del Louvre. Los orificios de los perfiles delatan la existencia de primitivos adornos probablemente de oro y pedrería, como consta era frecuente en el medioevo. Dicho bestiario em-parenta la eboraria mozárabe con la decoración del mismo tipo de los Beatos, expresión genuina del arte hispánico del siglo X , aunque no estén ausentes elementos europeos. E l ara por tá t i l (63936) (vitr. 10; Figs. 1, 2) se ha realizado con placas de marfil montadas sobre el alma de madera de nogal, plata dorada embutida y en la base inferior un forro de tela árabe con bustos de leones alados inscritos en círculos, de gusto sasánida, probablemente contemporánea. Las placas eborarias han sido talladas con bichas, cabras, liebres y follaje de tipo cordobés. Una inscripción indica la finalidad del objeto: H A N C A R A M S A C R O (esta ara consagro). De la misma procedencia, pero algo posterior —siglo X I — es la cajita-relicario de hueso, decorada con círculos incisos, sogueado y un crismón.
En el área aragonesa, data del siglo X el comienzo de lo que llegará a ser panteón real de la casa de Aragón, el monasterio de San Juan de la Peña, que en el citado siglo, era una iglesia de dos naves donde se utilizó el arco de herradura; por esta razón ha sido calificada de arte mozárabe. De Zaragoza, proceden unos fragmentos arquitectónicos que delatan la estilística del mo
mento aunque se ha datado un siglo más tarde. Se trata de un fragmento de cancel (50010), de piedra caliza, con una palmeta por decoración, y un fragmento decorativo (50086), con red de cuadrifolios y cruces inscritas, ambos procedentes de la Plaza del Pilar.
El área propiamente mozárabe vendría a ser la que se hallaba en tierra conquistada por los musulmanes; se mencionan como construcciones más destacadas Bobastro (Málaga) y Melque (Toledo), cuyo mozarabismo ha sido negado por L . Caballero Zoreda, quien demuestra desde la arqueología su claro visigotismo. De Córdoba y Granada proceden varias lápidas sepulcrales, una de las cuales (62290), especialmente significativa por su bilingüismo latino-árabe; es de mármol y la inscripción es: + IN H O C T V M U L O R E Q V I E S —hoja— CIT C O R P V S I O A N N I —hoja—XPI-C O / L I SIT I L L I B E A T A R E Q V I E / OBIIT D I E D O M I N I C O XII M(O) / K A -L E N D A S M A R T I A S —hoja—/ IN E R A M I L L E S I M A —hoja—/ C E N T E S I M A Q V A D R A / G I N T A S E P T I M A —roseta—. La transcripción del citado texto se tradujo al árabe y al castellano. Dice así: " E n este túmulo descansa el cuerpo de Juan, servidor de Cristo. Tenga feliz descanso. Murió el domingo día 12 de las kalendas (18 de febrero) de marzo de la era de 1147 (año 1109)." Procede de Córdoba, como las números 57487 y 62295, ambas de caliza y más historiada la primera. Su inscripción está enmarcada por roleos y dice así: + H I C T E L L V S L A T E T M E M B R A / V I C T A F ( I ) N ( I ) T I S I A M M ( V ) N D ( 0 ) / A N V S N(0)BIL(I)S P A V L E / L E C T R ( I ) X P E N ( I ) T E N D O / P E ( N ) A M C A R A D E
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Fig. 1 Ara portátil,
madera y marfil, siglo X. San Millán
de la Cogolla.
V(I)TA F(E)LIX ADI( . ) E R A / M E N S E I(V)LIO E R A / M I L L E N A ( C X ) I I , cuya traducción es : "Aquí cubre los restos abatidos, una vez acabados ya para el mundo, de la noble anciana Paula Lectora, cumpliendo su penitencia pasa feliz de la preciada vida al cielo en el mes de julio de la era 1112" (año 1074). La inscripción de la número 62295 es: + O C C V L T A M A N E N S IN A N T R O N E M P E / F A M V L A D E I E L I S A B E T H / S V B D I E S E X T ( O ) I D ( U S ) D ( E ) C ( E M ) B R ( I ) / E R A D C C C C L X L I I I I A ("Cubierta queda precisamente en (esta) gruta la sierva de Dios Elisabeth el día seis de los idus de diciembre de la era 993 (9 de diciembre del año 917").
La lápida sepulcral granadida (50060) es de piedra caliza, datable entre el siglo I X - X . Presenta una inscripción enmarcada por dientes de sierra, que en latín dice así: OBIIT D(E)I F A M U / L U S D(OMI)NI-C U S D I / U E ( M E ) M O R I E E T B E / A T E REQUIE(UIT) S U B / S E N I L I ( A ) E T A T E D E / P O S I T ( U S ) E X ( E U ) N T I B U S / (...) ("Falleció el siervo de Dios, Domingo, de santa memoria y descansó plácidamente a avanzada edad, enterrado...")
P E R I O D O R O M A N I C O
El primer arte románico —término ideado por J . Puig i Cadafalch— en cuya formación ha intervenido todo el Occidente, está constituido por iglesias desnudas de ornamentación plástica. Ello se compensa con el uso de escasas fórmulas decorativs, repetidas siempre, que le prestan un indudable sello de identidad: se divide y ordena la curva de los ábsides, el exterior de los campanarios y a veces los muros laterales y fachadas con pilastras —lesene en italiano—. Cada una de las divisiones, llamada "banda lombarda", se decora superiormente con festones de arcadas ciegas. Cataluña está muy bien representada en este momento, debiéndose particularmente al abad Ol i -ba. Pero interesan más aquí Navarra y León, no tanto desde el punto de vista constructivo, cuanto eborario, pues de San M i -llán de la Cogolla —vinculada en estos tiempos a la corona Navarra— y de San Isidoro de León proceden piezas de primera categoría. Navarra consigue durante el reinado de Sancho el Mayor (1004-1035) una Posición de hegemonía y la ocupación de todos los tronos hispanos al final de su vida, coronada con la titulación leonesa de imperator. Este monarca patrocinó diversas obras de Navarra —Leyre—, Castilla —primitiva catedral de Palencia— y Aragón —Loarre, San Juan de la Peña.
La gran abadía de San Millán de la Cogolla, aumentada parcialmente por el rey Sancho, siguió siendo un centro artístico de importancia, que desarrolló especialmente el campo de la ilustración del libro, la orfebrería con inclusión de la eboraria. E l arca de San Millán, un tiempo en el M u seo Arqueológico Nacional (1932/89), donde se guarda una buena copia de las placas, está actualmente diseminada por diversos museos europeos (Florencia —Bargello—, Leningrado y Berlín), uno americano (Washington) y la propia abadía, que ha recuperado bastantes piezas de marfil —la parte metálica y de pedrería se perdió con las tropas napoleónicas—, alusivas a la vida del santo fundador, narrada según el texto de San Braulio.
Los Reyes don Fernando I y doña Sancha y San Isidoro de León
El antiguo reino de León se encuentra en decadente situación en torno al año
Fig. 2 Idem, parte inferior de la base. Tejido árabe, siglo XII o anterior.
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Fig. 3 Arqueta de las ágatas, plata y
ágatas. Siglo XI. San Isidoro de
León.
Fig. 4 Crucifijo de don Fernando y doña Sancha, marfil, oro y azabache. Antes de 1063. San Isidoro de León.
1000, lo que se refleja evidentemente en el arte. Será Navarra la que renueve la crisis, primero en la persona de Sancho el Mayor, pero sobre todo bajo su hijo Fernando I, sin olvidar el papel activo jugado por su esposa Sancha, de origen leonés. E l fue destinado como heredero de Castilla y acabó siendo también rey de León, heredando el vacuo derecho al imperium. Sus campañas militares se vieron coronadas por la aportación del botín de guerra en el que hay que comprender presumiblemente las arquetas procedentes de San Isidoro de León, cuya reutilización como relicarios, frecuente en el Medioevo, está fuera de duda. La número 51053, llamada de las ágatas, (vitr. 7, Fig. 3), quizá fuera encargada directamente desde la abadía, y es presumible la inspiración en la arqueta de las ágatas de la catedral de Oviedo. Está constituida por alma de madera y sobre ella, una estructura nielada a base de cerrados arcos de herradura, de medio punto, rectángulos, cuadrados y círculos que enmarca las ágatas. Aunque la placa de plata de la base es un añadido gótico, la obra es del siglo X I , siglo al que pertenecen las arquetas número 50889 y 50867, del mismo material, ovalada y prismática respectivamente, islámicas. Tienen inscripciones con caracteres cúficos, que traducidos al castellano, dicen: "Bendición perpetua, ventura cumplida, veneración continuada, prosperidad, protección, buena suerte, abundancia de bienes y paz continuada para Abdu-Xaki r " y "Bendición de Alah sobre el pueblo. Salud perpe
tua... cumplida felicidad permanente, ven-tu...ra duradera... prosperidad... para su dueño" . Ambas están decoradas a base de vegetales y flores.
Las donaciones regias a San Isidoro, que constan en la carta-testamento, firmada en la era de 1101 —año 1063, diciembre—, son demostrativas de su extraordinaria generosidad, aunque no está ausente una intencionalidad política. Figuran varias piezas de orfebrería, además de tierras y bienes inmuebles. E l Crucifijo de marfil con los nombres de los monarcas y la arqueta de las Bienaventuranzas, ambos en el Museo Arqueológico Nacional, figuraron en la citada donación. Aquél aparece especificado (vitr. 8; Fig. 4) aliam aburneam in similitudinem nostri Redemptoris Crucifixi, es decir, con la representación del Crucificado, novedosa en el arte hispano, aunque en Europa se conocen ejemplos bastante anteriores. Se trata de una estauroteca —receptáculo para contener una reliquia de la Vera Cruz—, y resume sintéticamente la historia de la salvación. Figura como protagonista de la redención Cristo Crucificado, a cuyos pies sale Adán de la tumba, el causante de la caída del hombre, y superiormente Cristo resucitado, iconografía también novedosa, pues lo usual es la representación velada, es decir, las mujeres ante el sepulcro recibiendo el mensaje del ángel. Cristo baja al limbo a recoger las almas de los santos que salen de sus tumbas, como en la eboraria carolingia. Existe, pues, una correlación entre la resurrección de Cristo y la de los hombres. La obra está en relación con la liturgia de la muerte, como el propio programa iconográfico del panteón real y el Beato de Fernando I, actualmente en la Biblioteca Nacional. La indicación precisa de la pertenencia de la cruz a don Fernando y doña Sancha, que figura en la parte inferior del anverso, revela más un carácter de posesión que de donación, aunque ésta se llevara a efecto.
La arqueta-relicario de las Bienaventuranzas estuvo guarnecida con plata, desgraciadamente perdida. E l cuerpo es de estructura prismática y cubierta troncopira-midal; tiene alma de madera y está cubierta de placas de marfil en las que se repite insistentemente la figuración de un ángel y un santo; en el enmarque de los arcos se identifica cada una de las Bienaventuranzas —se conservan siete— tema iconográfico tomado de la liturgia mozárabe, como se atestigua a través del Antifonario de la Catedral de León. Como la cruz, es fechable antes de 1063, siendo ambas obras producto del taller regio.
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El Románico Clásico (1075-1150)
Continuando con el arte eborario mencionamos dos fragmentos pertenecientes a una placa del arca de San Felices, placa cuya reconstrucción ideal ha sido llevada a cabo por el profesor Moralejo (vitr. 12; Fig. 5). Se representa una escena de las Bodas de Cana, de gran belleza plástica, como las cuatro conservadas en el propio monasterio de San Millán de la Cogolla, con escenas alusivas a la vida de Cristo —dos milagros, Entrada en Jerusalén y Santa Cena— y otra antes en la colección vienesa de Figdor. Obra del taller del monasterio, que formaba parte del reino leonés desde 1076, tiene relación estilística con lo languedocia-no y es fechable entre 1090 y 1110, prácticamente contemporánea del Crucifijo del monasterio de Carrizo, hoy en el Museo Arqueológico de León.
En León y Castilla hubo amplio desarrollo monasterial, de donde existen honrosísimas manifestaciones arquitectónicas y escultóricas en el museo. La portada de la iglesia del monasterio de Arlanza (Burgos) —dedicado a San Pedro—, ha sido montada simulando el acceso a la siguiente sala dispuesta a modo de una iglesia. Comenzada en 1080, se pensó según el tipo de la primera planta de San Isidoro románico: un rectángulo dividido en tres naves, sin tran-
septo saliente y con tres ábsides semicirculares. Dicha portada, actualmente sin tímpano, está constituida por una moldura superior de alero y la portada propiamente con dos arquivoltas que montan sobre sendas parejas de columnas, la exterior de fustes torsos. La labor decorativa a base de bolas, entrelazos, sogueados y palmetas, con evidente carácter geometrizante, delata el influjo bizantino, por conducto lombardo, acrecentado sobre todo en los fustes estriados y en espiral ya mencionados. Los capiteles son de pencas. La obra es de piedra caliza, con el capitel adosado de hojas lisas y cabeza humana (60207; 50120).
De tierras leonesas proceden tres obras cumbres de la escultura románica y un arco con bellísimos capiteles. Todas ellas son puntual reflejo del extraordinario desarrollo artístico de Sahagún. De allí proceden la cubierta del sepulcro de Alfonso Ansúrez, el relieve de la Virgen "Maiestas" y un capitel, y del vecino monasterio de San Pedro de las Dueñas un arco sostenido por bellísimos capiteles, visto en su lugar de origen por Gómez Moreno, quien asimila su decoración a la de los capiteles de mejor calidad de San Isidoro. Se representan en ellos: leones luchando; tres hombres desnudos, con capas, que montan sobre leones y les clavan puñales en las fauces; leones y ballesteros; Icones bajo las volutas y hojas car-
Fig. 5 Dos fragmentos de
placa de marfil, pertenecientes al
arca de San Felices, 1090-1110. San
Millán de la Cogolla.
(Esquema S. Moralejo.)
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nosas picudas; cazadores a caballo; jinete vestido sobre un caballo ensillado con riendas y estribos; aves carniceras picándose; aves con los cuerpos entrelazados y un animal cuadrúpedo haciendo una cabriola. D i cho arco estaba originariamente en la iglesia del monasterio, que se comenzó bajo el mandato del abad Diego, en el siglo XII . El arquitecto fue un gran maestro, probablemente extranjero, traído presumiblemente por los cluniacenses al servicio de Alfonso VI y su monasterio dependiente de Sa-hagún. La iglesia debía de tener tres naves, con capillas y ábsides en la cabecera. Las capillas laterales fueron casi terminadas y la central alcanzó el arranque de su arco y bóveda.
Las tres piezas restantes provienen del monasterio de San Benito de Sahagún, que a consecuencia de la desamortización, sufrió paulatinamente un desastroso proceso de destrucción. Dicho monasterio, paradójicamente, se había constituido en los siglos que ahora se estudian, en el foco rector de la reforma cluniacense durante el reinado de Alfonso V I , alcanzando su momento de máximo esplendor en los años finales del siglo XI y en los primeros del XI I . Indudablemente el prestigio del panteón real, promovido ya por el rey desde 1080, atrajo, como ocurrió también en San Juan de la Peña, a los nobles del reino. Este fue el caso del destinatario de la lápida, Alfonso A n -súrez ( f l 093), hijo del conde Pedro Ansú-rez, ayo de Alfonso VI . La lauda sepulcral, que ha sufrido diversos avatares, contemplada por Gómez Moreno en el cementerio de Sahagún, fue vendida al Fogg Museum de Harvard, Cambridge, Massachusetts, y recuperada en 1932. Estudiada por el profesor Mondejo, dicha obra se presenta como capital en el panorama de los orígenes de la escultura románica española. Es de mármol, de forma ligeramente trapezoidal y labrada a doble vertiente, en cuya moldura axial, plana, se colocó el epitafio. Se desarrolla también un coherente programa iconográfico de tipo salvífico donde la M a no Divina, que sale del cielo —ideado por medio de un segmento de círculo con series concéntricas de estrellas— bendice al difunto vivo, como elevándose hacia el cielo; varias figuras angélicas, Miguel, Gabriel y Rafael, de especial protagonismo escatalógico como intercesores e incluso portadores del alma en el viaje final, toman aquí figuración precisa, con los respectivos letreros identificadores. También está presente la idea de liturgia funeraria en la cruz, el incensario y el libro, atributos que convienen a los clérigos en la celebración de las exequias, que se transfieren en Sahagún al plano sobrenatural. Se completa el programa
con la representación de los Evangelistas, tres de ellos bajo la forma de hombres y San Juan sólo con su símbolo, el águila, posible alusión a la resurrección corporal.
El relieve de la Virgen fue rescatado por R. Velázquez Bosco que lo vio "en la parte exterior de una capilla de Sahagún" (Fig. 6). Procede indudablemente del monasterio de San Benito de la misma ciudad, donde debió ocupar presumiblemente un t ímpano, quizá con ángeles adorantes a los lados. Esta hipótesis es más convincente que la propuesta de una Epifanía. La inscripción en el ángulo superior izquierdo así parece aconsejarlo. Los dos personajes, María y el Niño aparecen en alto-relieve, completamente frontales, sedentes, aquél sobre el regazo de la Virgen y ésta sobre el "trono de Salomón". Ambos están coronados y todavía se aprecian las oquedades que albergaban piedras preciosas, símbolo de magnificencia: en el ángulo superior izquierdo, sólo indicado, se ve en caracteres capitales la siguiente inscripción: RES M I -
Fig. 6 Altorrelieve de la Virgen con el Niño, mármol siglo XI . Monasterio de San Benito, Sahagún (León).
R A N D A S A T / I S B E N E / C O N -P L A / C I T V R A / B E A / T / I / I S (n.° inv. 50194); siglo X I . E l capitel número 57552, depósito de la Real Academia de la Historia en 1907, es fragmento de uno doble, y es espléndido en cuanto a ejecución, aunque su estado de conservación no es satisfactorio. Forma el collarino un retorcido y abultado funículo, del que brota en los ángulos un vastago simbólico de vid, dispuesto verticalmente con hojas bien detalladas, todo en relieve. En uno de los frentes y entre el citado vastago destaca una esfinge alada, de pie y con cabeza femenina, que presenta a uno y otro lado dos trenzas separadas y colgantes. Se toca con una especie de mitra, deformada por las fracturas y de la cual surgen a modo de plumas en una y otra parte adornos paralelos y largos. En otro de los frentes destaca un ángel envuelto en los pliegues ondulantes del manto, por entre los cuales asoma su mano izquierda abierta como dando la paz. A l parecer asía con la mano las ramas del arbusto que hay a su lado, ya fracturadas cuando el capitel ingresó. Se advierte en la parte inferior de ellas restos de la decoración en relieve que desarrollaba un asunto religioso, completado sin duda en el otro capitel gemelo que falta.
En la misma sala se exhibe una pila bautismal románica, italiana, adquirida en 1984. Actualmente carece de la basa originaria, elemento que sustenta la pila del mismo estilo del museo Lázaro Galdiano. L a pila propiamente descansa sobre un fuste cilindrico completamente decorado, como el exterior de aquélla, cual si de un tejido oriental se tratase. L a decoración, en bajo-relieve, obtenida a base de rehundido, está formada por elementos vegetales y animales inscritos en círculos, distribuidos a rmónicamente, cuyo sentido de la simetría juega un papel preponderante. Dichos animales aparecen casi siempre individualmente, y aunque predominan los realistas —cisnes, perro, ave, elefante, jabalí— no faltan los fantásticos —dragón, alguna vez con orejas de perro y pico—. Unas veces se presentan en actitud de lucha, lo que dentro del simbolismo cristiano hace referencia a la lucha entre el bien y el mal. Pero al lado de este pensamiento, hay que considerar otro relativo a la vida placentera del paraíso antes de la caída, significada en los propios animales entre plantas. Esta pila responde estilísticamente a la corriente artística italiana desarrollada en la región veneciana en contacto con el mundo bizantino y también con el lombardo; de Bizancio proviene el sentido planiforme del relieve, que toma v i da en todo el arco adriático con influencia directa de las artes del marfil y de los teji
dos. L a decoración planiforme y abstracta ha sido relacionada con F . Nordstrom con un maestro anónimo "Byzantios". Ello resulta bastante significativo en cuanto a la configuración de un taller concreto ubicado en tierras venecianas, que se servía de la piedra de los Montes Dolomíticos. Estos daban a veces distintos colores, como en la pila del Museo Arqueológico Nacional, l i gada aquella variedad a un simbolismo, cuyo significado desconocemos.
E L T E M P L O R O M A N I C O (Sala XXXII)
Pilas Bautismales
Dos pilas bautismales románicas, procedentes de dos áreas geográficas españolas diferentes —Burgos y Asturias— son indicativas del uso del sistema por infusión en época románica. De distinta estructura, la primera de ellas (57381) (Fig. 7), procedente de Mazariegos, afecta la forma de copa de respetables dimensiones y basa circular. L a copa aparece decorada exteriormente con arcos de medio punto que cobijan rosetas inscritas en círculos, todo lo cual se completa con sogueados, semicírculos tangentes y roleos. Pero lo más interesante es que aparece firmada —PET(R)US M E F E -C I T — y fechada —... de 119 (.) (.)—, según c ó m p u t o de la Era Hispánica , lo que correspondería más o menos a mediados del siglo X I I . Es de piedra caliza, mientras la compañera asturiana es de piedra arenisca. Esta, procedente de San Pedro de Vi l l a -nueva —allí la vio y dibujó Parcerisa—, presenta forma de cuba y se decora exteriormente a base de franjas con vastagos serpenteantes y en el centro una gruesa inscripción: + I O H A N N E S E T M A R I A F E -C E R U N T H O C O P U S I N E R A M I L A C L I I , es decir, sus autores fueron Juan y María y realizaron el trabajo en la era de 1152 —año 1114— (50181) (Fig. 8).
Mobiliario Litúrgico
De entre todo el mobiliario litúrgico, la pieza fundamental es evidentemente el altar, dado que la Misa es el centro del culto de la Iglesia. Existen variados tipos, consecuencia en gran parte de la evolución cronológica de la vida de la Iglesia: el altar-mesa primitivo, el fijo, el altar con retablo, el altar tabernáculo y el altar portáti l .
Sobre el altar se colocaba el ara, asociada desde antiguo al culto de las reliquias de los mártires en unión mística con Cris-
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to. En el Museo Arqueológico Nacional se exhiben dos aras portátiles, la mozárabe de San Millán, mencionada anteriormente, y otra de mármol blanquecino con vetas grises (59951). Es de estructura paralelepipé-dica escalonada superiormente. Los bordes están resaltados por una línea incisa en la parte superior decorada a base de dientes de sierra que corren en los cuatro lados. Por el borde del escalón inferior se lee la inscripción en góticas mayúsculas alusivas al autor y a la fecha de ejecución: " A R N A L -DUS: M E : FEC(i t in)/ (ho)NORE B E A T I M A R T ( i n i ) / (fui?) C O ( n ) S A C R ( a ) T A E : R : A / : M I L : C C a : X L a I I H " , es decir, su autor fue Arnaldo y realizó la obra en la era de 1244 —año 1206—. Procede de A v i la, según comunicación de M . Gómez M o reno.
Era frecuente cubrir el altar con un baldaquino, ciborium, de planta cuadrangu-lar, sobre cuya función existen diversas teorías. La más convincente de ellas indica que se ideó para expresar arquitectónicamente la dignidad excelsa y la importancia litúrgica del altar. Es muy hermoso el que se exhibe en la sala número 29 —de antigüedades visigodas— (1984/70), que está formado por cuatro columnas con capiteles sobre basas colocadas en el suelo un poco separadas de los cuatro ángulos del altar, sobre las que monta el coronamiento. Este consta a su vez de otras tantas placas con arcos que sostenían una pequeña cúpula o bóveda de arista, ya desaparecida. La decoración a base de estructuras geométricas, círculos, sogueados, retículas, así como pavos reales afrontados, repite formas frecuentes en Roma de cuya área debe proceder la presente pieza, datada por X . Barral a finales del siglo VIII o con más probabilidad en la primera mitad del siglo IX.
Parece que hay que poner en relación con un baldaquino de altar las dos columnas compostelanas procedentes del monasterio de San Pelayo —o San Payo— de A n tealtares —otra se encuentra actualmente en el Fogg Museum y la cuarta en paradero desconocido—. Las cuatro columnas están escupidas con tres apóstoles cada una, y aluden plásticamente a los cuatro pilares de la iglesia sustentada por ellos, sustentantes a su vez del ciborium. Estilísticamente están en relación con Tolosa y Silos, aunque puede encontrarse un antecedente directo en la portada de las Platerías. Son da-tables en el segundo cuarto del siglo XII (55479, 55480). Fueron frecuentes espléndidos baldaquinos de madera en Cataluña, constituyendo conjunto con frontales y estatuas de bulto redondo. De casi todo ello existen ejemplos en el Museo Arqueológico
Nacional: Virgen sedente con el Niño (60609) y frontal (60606). Este último, sin embargo, aunque adquirido a una colección particular de Barcelona, es obra indudable de taller leonés. Responde a la tipología característica de este tipo de obra: es apaisado y domina la perspectiva jerárquica. En la parte central Cristo Rey bendice dentro de la mandorla mística, rodeado por el Tetramorfos y a los lados se dispone en doble fila el Colegio Apostólico. La estatua de la Virgen sedente, como el frontal, es de madera policromada, y atribuible al autor del frontal de Santa María de Tahull; tal es su calidad; siglo XII . Contemporáneo de las columnas de Antealtares es el relieve, también gallego, del Bautismo de Cristo, procedente de Montefaro (exp. 1933/69).
E l Románico Final
Siguiendo con el mobiliario litúrgico, el altar tiene una serie de accesorios nece-
Fig. 7 Pila bautismal, piedra caliza. Siglo XII. Mazariegos (Burgos).
Fig. 8 Pila bautismal, piedra arenisca. Año 1114. San Pedro de Villanueva (Asturias).
sarios para la función litúrgica: los manteles y corporales, la cruz, los candeleras con velas, las flores y el atril, y hasta fecha reciente, las sacras. Se exhiben en el Museo Arqueológico Nacional varias cruces procesionales y de altar, una de las cuales repite la estructura de la de D o n Fernando y Doña Sancha (52162). Es del siglo XII I , de estilo de Limoges y probable taller de Silos. Está decorada en el anverso con roleos, una cartela, la Mano de Dios bendiciendo y Adán saliendo del sepulcro. E l Crucifijo es de cuatro clavos, y en los extremos de la cruz aparecen dos ángeles, tema bastante frecuente en este tipo de objetos. E n el reverso se ve un medallón central con Cristo Juez entre las letras alfa y omega, es decir, Principio y F in , y el Tetramorfos. Esta iconografía se repite parcialmente en la número 57353, procedente de Sigüenza (Guada-lajara), y 52149. E l Cristo de la cruz 51708 es de tres clavos, con huecos de cabujones, extremos flordelisados y la inscripción con el anagrama del Crucificado en latín y griego J H S / P X S . Es de cobre grabado y esmaltado. L a cruz parroquial 51969 procede de San Pedro de Beloncio (Asturias). En el anverso se muestra un Agnus Dei y el Tetramorfos y en el reverso Cristo inscrito en un círculo y los Evangelistas. Los extremos son flordelisados. Es obra de cobre dorado, grabado y esmaltado, sobre el alma de madera. E l Crucificado, de formas gráciles, lleva perizoma de buen plegado. Datable hacia el siglo X I V - X V , no es lejana en estilo a la número 57661, que presenta la particularidad de estar firmada y fechada. Es obra de Juan Sánchez, hijo de López Ortiz de Santander que la ejecutó en el año 1371. En el anverso está el Crucificado —aprovechado de una cruz anterior—, María —a la izquierda—, un ángel turiferario —arriba— y Adán saliendo del sepulcro. Falta San Juan, que se indica en la inscripción: M A R I A JESUS N / A Z A R E N U S R E X S A N I U A N . En el reverso se ve a Cristo Majestad en el centro y el Tetramorfos y la inscripción documental: E S T A C R / U Z D E S A / N L L O R / E N T E D / C O / B I T A E FI Z O / L A J U A N S / S A N C H E Z F I J O D E L O / P E O R T I Z D E S A / N T A N D E R E FI Z O / L A E N L A E R / A D M / I L L E C U A / T R O C I / E N T O / S N U / E V E / A N -N O . Es de bronce y las figuras de bulto redondo están repujadas. Hay que advertir que aunque las citadas cruces tenían un doble cometido, como procesionales y de altar, esta última surgió de la primera, acoplándole un soporte para instalarla sobre el altar, como se documenta en el siglo X I I . No obstante, la primera representación se remonta por lo menos al siglo VIII . También son frecuentes las cruces de dimensiones reducidas, como la número 52149 —ya
indicada en cuanto a iconografía—, y la 1981/20/9, del siglo XII y XII I respectivamente. E l Crucificado suele aparecer coronado y a menudo es de cuatro clavos, por lo menos hasta el siglo X I I I — n ú m e ros 52162, 52093, 52129—, siguiendo la tradición de San Cipriano, San Gregorio de Tours y Benedicto XI I . Si las cruces indicadas son metálicas, de estilo limosino, aunque a veces de fabricación hispana, no faltan las de madera, como las que estuvieron expuestas a ambos lados del gran Crucificado que parece procede de Oña. Se han sustituido actualmente por una Virgen y un San Juan (Exp. 1907/40; 57316; 57318), procedentes de Vahell Rey (Zamora), del siglo XIII que se indican más adelante. Es de tamaño natural y además de su hieratismo, destaca la desproporción de brazos y tórax con relación al cuerpo. E l perizoma presenta minúsculos y finos plegados de hermoso efecto simétrico. Originariamente debió de estar coronado y tener larga cabellera, lo que presumiblemente se suprimió durante el barroco que se indican más adelante para acoplarle una corona de espinas, según fue frecuente entonces. Es obra de las postrimerías del siglo XI I y su finalidad fue la de presidir la iglesia en el fondo del ábside.
En cuanto a los candelabros sobre el altar, parece que fue en la primera mitad del siglo X I cuando hacen su aparición. En el Museo Arqueológico Nacional se exhibe uno de estilo limosino y probable taller de Silos, de cobre y con esmaltes excavados (52147). L a peana va con roleos y presenta un vastago con nudos.
Capítulo fundamental de la celebración litúrgica son los vasos sagrados. Unos son imprescindibles: el cáliz, la patena y la píxide. Otros, como la custodia, están determinados para una finalidad precisa: la exposición de la Hostia consagrada a los fieles, costumbre no anterior a la primera mitad del siglo X I V . Los relicarios, tienen también una motivación propia, la de guardar reliquias de los mártires y de los santos. Existe infinidad de ejemplares en la Edad Media, especialmente receptiva a dicha costumbre. L a liturgia cuenta además con otros vasos sagrados secundarios: las vinajeras, las palomas crismales y el aguabenditera.
E l Museo Arqueológico Nacional no cuenta con cálices de este momento. Se exhibe un hermoso copón de cobre y esmalte excavado del siglo XII I , decorado a base de medallones con ángeles y anagramas de Cristo. Es una iconografía directamente relacionada con la Eucaristía (52146), pues la finalidad del copón es la de contener las
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hostias consagradas. Su estructura es sencilla y airosa: pie circular, fuste delgado y copa semiesférica cuya tapadera es ligeramente abombada. A partir del siglo IX la disciplina de la custodia de la Eucaristía se modifica sensiblemente. En algunos países, como Francia e Inglaterra, se legaliza la costumbre de colocar la píxide, de igual finalidad que el copón, pero carente de fuste, sobre el altar. En otros lugares, quizá por influencia del Oriente, se adopta el uso de conservar la Eucaristía en el interior de una paloma de metal que se abría por arriba por medio de una tapa provista de gozne. A este tipo responde la expuesta en la vitrina 2 (52956), cuya decoración incisa de la tapa sugiere las alas de ave. Presenta sendas perforaciones para suspensión. Es de cobre y es datable del siglo XII al XIII . La paloma se colocaba sobre el plato y, cubierta con un velo, se suspendía del techo del ciborio o delante del altar por medio de una pequeña ménsula de hierro.
Especial importancia alcanzaron en la Edad Media los relicarios, bien como receptáculos de una reliquia de la Vera Cruz —estauroteca— bien de los mártires y santos. Fue sobre todo a partir del siglo X I cuando la fe viva e ingenua del pueblo acentuó la devoción por las reliquias, y a pesar de las restricciones de Roma, se asociaron más y más al culto. Las urnas que conservaban los restos de los santos patrones se sacan de las criptas y se colocan en el altar. De hecho, dentro del ara se excavaba una oquedad para guardar las reliquias del santo patrón a quien estaba dedicada la iglesia. Las reliquias se convierten en objetos de peregrinación, y alcanzan una merecida lama de mayores, las de Jerusalén, Roma y Santiago. Durante el románico prevaleció el tipo arquitectónico, que aun conservando las líneas tradicionales del cofrecillo, se asemejaba en la forma a un pequeño edificio rectangular cubierto por techo a doble vertiente. A esta estructura responden las dos arquetas de estilo limosino. Proceden de León, a cuyo convento de San Marcos fueron trasladadas desde el monasterio de Sandoval a raíz de la desamortización. La número 52153 de alma de madera, está forrada de cobre dorado y esmaltado, y cubierta rematada en una crestería de arquillos de herradura y bolas. En el frente principal la decoración es de ángeles inscritos en círculos con las cabezas en relieve pegadas sobre esmalte. En las caras laterales hay dos apóstoles entre columnas bajo sendos arcos. La cara posterior, donde está la puerta, lleva una sencilla decoración de rombos. La compañera, número 52152, se decora en el frente principal con seis figurillas en relieve pegadas sobre un fondo es
maltado de rosetas y decoración geométrica. Dichas figurillas representan las de la parte inferior de la Virgen dentro de una mandorla y dos ángeles a los lados. Las de la cubierta figuran a tres apóstoles en relieve, mientras los de las caras laterales presentan la técnica de cincelado. Ambas arquetas muestran en la decoración tonalidades azules, amarillas, doradas, con variedad de gamas, de gran vistosidad. Son obra de hacia 1230. De hacia 1200 es el cofre de madera y cobre dorado con decoración geométrica, claveteado, con una falleba decorada con un animal fantástico y un ave en la placa de cerradura. Es de taller de Silos (52156).
Sentido litúrgico unas veces y profano otras, tenían los platos aguamaniles, llamados en francés "gemeüons", es decir, gemelos o dobles. Eran frecuentes en el arte de Limoges, al que pertenecen los dos ejemplares del Musco Arqueológico Nacional. Proceden de San Isidoro de León y son da-tables en la primera mitad del siglo XIII . Por su iconografía parecen guardar relación con la vida cortesana. Se usaron también para el servicio del altar en oratorios de casas reales y nobiliarias (vitr. 2; Fig. 9). Se figura en ambos la coronación de un rey y una reina respectivamente, rodeados de escenas juglarescas. De estilo limosino se exhiben otros interesantes objetos: una naveta (52956) de cobre con esmalte excavado, del siglo XIII . Está decorada con medallones con ángeles. Su finalidad era la de
Fig. 9 "Gemelion", cobre esmaltado, primer tercio del siglo XIII. San Isidoro de León.
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contener el incienso. Una placa con el Pan-tocrátor, el alfa y la omega, ha sido reuti-lizada como cerradura (52127). Una cubierta de Evangelario, de probable taller silen-se, ostenta la representación del Pantocrá-tor dentro de la mandorla mística ente el alfa y la omega y según la tradicional técnica de esmalte excavado sobre cobre dorado.
Dentro de la imaginería románica, las representaciones del Crucificado, el Descendimiento y la Virgen entronizada son las clásicas. E l Crucificado puede aparecer con el perizoma o paño de pureza, como el anteriormente indicado (60540). También puede ir vestido con el colobium, largo manto que le cubre el cuerpo. Ejemplo paradigmático es el Santo Volto de Lucca. N o faltan ejemplos de grandes cruces sin Crucificado, como una catalana (exp. 1933/129; 60539). Es de madera, pergamino y estuco, y está policromada y decorada con hiedra e imitación de pedrería, el Agnus Dei y el Tetramorfos. Su estructura es similar a la que portan los ángeles del pórtico de la Glor ia de la Catedral de Santiago.
E l Crucificado formaba frecuentemente conjunto con la Virgen y San Juan. Este trío puede denominarse Calvario "sintético", para diferenciarlo del completo, constituido por escenas de la Pasión de Cristo y en relación con el monte de aquel nombre. E n la parte superior se presentaba a Cristo crucificado rodeado de los dos ladrones. Es frecuente también la representación de la figura completa de Adán saliendo del sepulcro, que continúa en el arte gótico, sobre todo en cruces procesionales. En el Museo Arqueológico Nacional existen bastantes representaciones de la Virgen y San Juan procedentes de Calvarios, de los que a veces permanece el Crucificado en su lugar de origen, como en el caso, del conjunto gótico, de Gradefes (León) (51607; 51603). L a Virgen y San Juan, son figuras encuadrables estilísticamente en el círculo escultórico de la catedral de León. María, con una mano sobre la otra, viste túnica rozagante que sujeta a la cintura por medio del cíngulo, manto y velo sobre la cabeza y facciones finas y agradables. San Juan viste túnica talar y manto. Tiene los pies desnudos, apoya su mano derecha en la mejilla y con la izquierda porta un libro y es imberbe. Ambos ostentan policromía que no parece la original. Del ex convento de religiosas de Santa Clara de Oviedo proceden una Virgen y un San Juan. Varios grupos de ambos personajes provienen de Zamora y provincia, cuatro tallas de la ermita de Vahell Rey, extramuros de la capital. Todas ellas son del siglo XIII y en sendas imágenes de la Virgen y San Juan (57316;
57318), gracias a la labor de restauración se ha podido descubrir la policromía original debajo de los repintes barrocos, de gran interés artístico e histórico. Del siglo X I V son las esculturas procedentes de Toro (60522; 60523), de notable calidad artística. A excepción del mayor naturalismo y movimiento, las figuras góticas no varían nada de las románicas desde el punto de vista iconográfico.
No existen en el Museo Arqueológico Nacional grupos de Descendimientos románicos, pero sí varios ejemplares de imágenes de devoción de la Virgen "sedes" o trono del Dios, a veces objeto de especial culto por su carácter taumatúrgico. L a Vi r gen entronizada, de escuela de Auvernia (Francia) con un receptáculo en la cabeza para guardar una reliquia, es asimilable a este tipo de imágenes, cuyo culto en el sur de Francia produjera sorpresa y escándalo a un clérigo de Angers. L a imagen del M u seo Arqueológico Nacional es de completo bulto redondo, va ataviada con túnica y manto de pliegues absolutamente geométricos y paralelos. Este detalle ayuda a destacar el carácter de intemporalidad de la imagen. Es una de las más bellas de este estilo típico auverniés, del que existen ejemplos diseminados por distintos países. También se exhibe una Virgencita con el Niño, románica, procedente de Rivadesella (Asturias) (51798), de madera, de finales del siglo XI I . Es de un tipo que más naturalizado perdura durante el período gótico.
A la escultura es preciso añadir la miniatura, de la que contamos con algunos ejemplos de alto valor artístico, así el folio de una Maiestas Domini (52455), copia de un original en pergamino, que se ha relacionado, no muy fundadamente con la B i blia segunda de San Isidoro de 1162. Cristo aparece entronizado bendiciendo con la mano derecha y la izquierda sobre los Evangelios. Más fácil es que formara parte del Beato de Cárdena, actualmente en el M A N .
Existen en el Museo algunas manifestaciones de arte bizantino. Dos placas de hueso formaron parte de un cofre del tipo de los denominados "de rosetas" (vitr. 1; Figs. 10, 11). Por comparación con otros del mismo tipo puede deducirse que dichas placas estuvieron situadas en la cubierta. L a decorada con cuadrigas ocupó la parte horizontal superior y la de guerreros un lateral inclinado, cuya reconstrucción ideal se presenta en el dibujo adjunto. Es obra del siglo X I I muy interesante estilísticamente (52217; 52221).
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Dentro del mundo de la metalistería es preciso mencionar unas placas de cinturón (1981/20/5) de bronce grabado y dorado, con escenas cortesanas, del siglo XII I , y una cruz relicario en forma de cruz pectoral (1973/84/1-3). Repite un tipo frecuente en ambientes bizantinos y es muy interesante desde el punto de vista iconográfico. Es de bronce, patada, cerrada en sus extremos longitudinales por bisagras, que sujetan las dos valvas en cuyo interior se guardaba una reliquia —estauroteca. De hecho las dos piececitas de mármol decoradas en ambas caras con una estrella o roseta de cinco puntas deben corresponder a aquélla. E l anverso de la cruz se decora con Cristo crucificado y la inscripción en caracteres griegos, de carácter triunfante I S C H S / N I K A (Jesucristo vence). En el reverso aparece la Virgen orante, con los brazos en alto, coronada y con una cruz enmarcada por dos palmas. También en griego puede leerse Theoto. Es obra armenia, datable posiblemente hacia el siglo 1X-X.
Finalmente, varios objetos cerámicos de los siglos XII y XIII son indicativos del utillaje popular castellano del momento: un vaso (1981/20/1), pintado en rojo, una oll i-ta (1973/58), un candil (1981/20/2), una jarra con asa y piquera (63565), una jarrita de torno lento y pintura negra (1981/20/3), un p la to ( 1 9 8 1 / 2 0 / 4 ) y una j a r r i t a (1944/88). Esta última procede de Molina de Aragón (Guadalajara) y es datable entre el siglo XIII y X I V . Un brasero cuadrangu-lar sobre cuatro patas, de las que han desaparecido las cuatro ruedas sobre las que se sustentaba, no es lejano estilísticamente a otro existente en el Museo Diocesano de Tarragona, si bien el del Museo Arqueológico Nacional es más bajo. Las rejas números 51702, 58718, 57820, la cerradura número 57898 y el candelabro número 60545, son de hierro forjado con decoración a base de dobles volutas, según era usual. E l candelabro es del tipo llamado "de corona" con sistema de vastago, obra del siglo XIII-X I V . Las rejas y cerradura son de hacia el siglo XI I -XI I I .
Escultura gallega en piedra del último tercio del siglo XII.
Aparte de las esculturas gallegas indicadas anteriormente, hay que aludir a tres esculturas de piedra, esplendorosas muestras del románico final gallego. Están emparentadas estilísticamente con el taller del Maestro Mateo, especialmente el Profeta sedente (exp. 1950/50; 5781 1). Este es de granito, está sobre escabel prismático, y presumiblemente formó parte del coro ro
mánico, que se llevó a efecto bajo la dirección e intervención personal de aquél durante el gobierno de don Pedro Suárez de Deza (1143-1202) en la sede compostelana. Aceptando que las esculturas empotradas en la Puerta Santa proceden del citado coro, la escultura de profeta conservada en el Museo Arqueológico Nacional ha sido puesta en relación con ellas, por las proporciones, la actitud y el talante general de la figura. Destaca la cabeza bien proporcionada, la frente despejada, fina nariz, desgraciadamente mutilada, ojos abultados, con lacios bigotes y poblada barba, que como el cabello cae simétricamente dispuesto por detrás de las orejas en bucles que terminan en rizos acaracolados. Viste túnica de amplias mangas perdidas, de pliegues gruesos, largos y bien acentuados, que deja los pies al descubierto, tratados de manera sumaria. Apoya la cabeza pesadamente sobre la mano derecha y con la izquierda sostiene una gran filacteria de extremos enrollados, que cae por delante de las piernas. La talla de la túnica, como la del rostro y manos, es redondeada y suave. Conserva en muchas partes restos de enlucido, pudiendo pensarse que se trata de la preparación pa-
Figs. 10 y 11 Dibujos con disposición ideal de las placas de hueso bizantinas, siglo XII.
ra la policromía, aunque de ésta, si la hubo, no queda ningún vestigio.
De similares caracteres es la escultura de piedra granítica adquirida por el Estado en 1961 (1961/35). Representa quizá a un apóstol o a un profeta. Está de frente, sentado y con los pies cruzados. Tiene el rostro vuelto hacia su derecha, en actitud de diálogo con otro personaje. Viste túnica y manto terciado sobre el hombro izquierdo, cuyo borde cubre parcialmente la mano de este lado, y sujeta sobre las piernas un l i bro cerrado. Tiene la cabeza pegada y le falta un pie. E l deterioro general de la figura, no obstante, no impide adivinar la calidad de la obra, de rostro noble y sereno, actitud recogida y sencillez en el plegado de paños, de talla redondeada y suave movimiento. Es probable que proceda en origen —ha sido adquirida en un pazo gallego— del coro románico de la catedral compostelana.
También es románico un relieve del Salvador (1948/49), procedente, según supone don Eladio Oviedo, de la iglesia de Santa María, de Vigo, o de Santiago, de la misma ciudad según Sánchez Cantón. L a obra en cuestión, para cuya labra se aprovechó el fuste monolítico de una columna, actualmente partida, figura a Cristo de pie, vestido con una túnica talar, bastante ceñida al cuerpo, en cuyo extremo inferior se agitan los pliegues con movimiento suave. Sobre ella va el manto que se recoge por delante del cuerpo y envuelve los brazos, con pliegues ceñidos a las formas corpóreas. Como la orla de la túnica, la fimbria del manto ofrece decoración de contario y dientes de sierra. Sostiene un libro con las manos y con los dedos pulgar e índice de la derecha señala el texto que se lee el mis-m o : D ( O M I N U S ) / E T ( E R ) N U S : / 0 / M ( N I ) P ( 0 ) T E N ) S / E T / C L E M ( E ) N S : / O M / N I A Q ( U E ) G V B E / R N A / N S , que traducido al español es: Señor eterno: Omnipotente y Clemente, rector de todas las cosas. E l rostro, bastante mutilado, se orna con barba corta dispuesta en bucles simétricos, bigotes caídos y cabellera peinada simétricamente con raya al medio. E l cabello cae en mechones dispuestos a modo de tirabuzones de largas ondas. Se toca con nimbo crucifero, en el que se lee: E G O S V M A (alfa) E T í l (omega) " Y o soy el Principio y el F i n " . Los pies desnudos, protegidos por ligeras sandalias, pisan sendos leones contrapuestos y debajo de ellos una sencilla moldura, practicada sólo en la parte frontal, sirve de remate al fuste. Porta un libro en el que se lee: D(ominus) ET(er) N V S : / O / M ( n i ) P ( o t e n ) S : / E T / CLEM(e )NS: / O M / N I A Q ( u e ) / G V B E / R N A / N S ("Señor Eterno omnipotente y
clemente rector de todas las cosas"). No obstante las semejanzas con algunas esculturas de la Puerta de las Platerías así como con las columnas de Antealtares, parece coherente posponer algo la cronología, es decir, del primer cuarto del siglo XI I al último tercio del mismo. Se presentaría así contemporáneo de la obra del Maestro M a teo, aunque el estilo no depende totalmente de él. Se aprecian resabios de las citadas esculturas, pero el relieve del Salvador es más evolucionado.
Fuera de la geografía gallega, conviene aludir a dos obras románicas: la cabeza de un Cristo procedente de la abadía palentina de Benevívere y el frente de sarcófago, proveniente de Calatañazor. Este es particularmente interesante por su iconografía. En efecto, se representa, bajo arcos de medio punto perlados, a San Miguel sedente pesando almas y al diablo junto a la balanza, la Anunciación y la Duda de San José, que en el arte funerario adquieren una significación particular, escatológica y de salvación. Es de piedra caliza. L a cabeza de Cristo (1913/70), de finales del siglo X I I , proviene al parecer del t ímpano de la citada abadía. Se presenta como ejemplo de calidad extraordinaria dentro del románico palentino, del que también son notables ejemplos los tres enormes capiteles entregos procedentes de la abadía de Santa María de Mave, de finales del siglo X I I . E l 50109 es de orden corintio; otro (50114) desarrolla pencas y una cabeza de lobo entre las volutas, y el tercero, más rico en iconografía (50112) ostenta una escena de vendimia. Son de piedra arenisca.
S I G L O S X I I I - X V (Sala XXXIII)
E l Protogótico: la Orden Premonstratense y el Monasterio de Aguilar de Campoo (Palencia)
A l norte de la provincia de Palencia se enclava el monasterio premonstratense de Aguilar de Campoo, de cuya iglesia y claustro conserva el Museo Arqueológico Nacional una bellísima serie de capiteles románicos, además de sendos sepulcros góticos del siglo X I V . E l monasterio de Aguilar, fundado probablemente a comienzos del siglo I X , carece de secuencias culturales anteriores al siglo X I , según ha demostrado la arqueología. Hay constancia de varias donaciones y hasta la llegada de los premons-tratenses estaba ocupado, parece ser, por
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Fig. 12 Capitel con el Rey David a caballo, piedra caliza. Fines del siglo XII. Monasterio de Santa María de Aguilar de Campoo (Palencia).
canónigos regulares. La Orden de Premon-tré habitó hasta la desamortización de Mendizábal en 1937. Ocupó en 1173 la iglesia, que reaprovecha parcialmente y reedifica. Se finaliza en 1213 y es consagrada en 1222. La sala capitular se termina en 1209, como se documenta por la inscripción de un fuste de columna, también en el Museo Arqueológico Nacional: E R A M C C X L V I I F U I T F A C T U M H O C / OPUS D O M I N I -C U S .
La iglesia, de cuyo crucero proceden los cuatro grandes capiteles, es un edificio muy complejo. Es de tres naves, y se termina al este por una cabecera cuyas partes altas y las bóvedas ojivales parecen posteriores a las partes bajas que debían de ser todavía románicas. Los brazos del crucero se cubren con bóveda de cañón apuntado, como una de las capillas rectangulares —la otra ha desaparecido— que flanqueaban el ábside en herradura. En el centro del crucero se añadió posteriormente una bóveda ojival muy combada, cuyos arcos arrancan hacia el ábside sobre figuritas esculpidas al
modo angevino. Del lado oeste los pilares están compuestos de doce columnas que responden al tipo normal de la escuela his-panolangucdociana, a la que pertenecen también las tres crujías de la nave central y laterales. Dicha complejidad y carencia de armonía ha sido también detectada en la excavación de que ha sido objeto el monasterio. En la campaña de 1983 apareció un ábside semicircular, que podría ser el ábside lateral izquierdo de la cabecera de tres. Este tipo de cabecera fue confirmado por la campaña del año siguiente al aparecer parte del central y el lateral derecho, también circulares. Todo ello ha llevado razonablemente a P. Matesanz c I. Bravo a opinar que se tratase de la estructura existente antes de la llegada de los premonstratcnses, mediado el siglo XII .
Los cuatro grandes capiteles del M u seo Arqueológico Nacional estarían instalados en los arcos toral y laterales del crucero. De calidad excepcional, representan: 1. a) Marías ante el sepulcro, b) Aparición de Cristo a la Magdalena, c) Duda de San-
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Fig. 13 Capitel con Sansón
desquijarando al león, compañero del
anterior.
to Tomás. 2. a) Cristo mostrando las llagas de la Pasión y dos ángeles con instrumentos, b) y c) Angeles con instrumentos de la Pasión. 3. Descendimiento. 4. Ascensión, como indican los huecos respectivos y la coherencia del programa iconográfico. A éstos hay que añadir el 5. Rey David a caballo (Figs. 12, 13) y 6. a) Sansón desquira-jando al león, b) Sirena de doble cola, c) Personaje cogiendo la cola del león, presumiblemente en una u otra nave lateral —vid. plano 1 de Bravo-Matesanz, 1986.
El claustro, al que se añadió un friso en la época de Felipe II, fue construido según el modelo de los claustros cistercienses de Gascuña y Languedoc. Grandes arcos en tercio de punto encuadran, bajo t ímpanos completos, arcos más pequeños sostenidos por columnas geminadas. Los capiteles, reaprovechados parcialmente, difieren entre sí por la mayor o menor riqueza escultórica, denunciando contactos con el claustro de Silos. Los más sencillos evidencian una ejecución posterior en relación con el espíritu severo de la orden. He aquí un elenco de la iconografía de los capiteles claustrales del Museo Arqueológico Nacional: 1. Huida a Egipto. 2. Sirenas-pájaro y leones envueltos en entrelazo (dos capiteles). 3. Guerreros luchando contra animales fantásticos (tres capiteles). 4. Animales envuel
tos en entrelazo sobre una base de hojas. 5. Matanza de los Inocentes. 6. a) Resurrección de Cristo, b) Dos Marías. 7. Posible resurrección de Lázaro. 8. a) Resurrección de Cristo, b) Un ángel. 9. Posible Anunciación. 10. Apostolado con Profetas, probablemente. Los tres capiteles restantes presentan decoración vegetal, y el canjeado por la lauda de Alfonso Ansúrez, en el Fogg Museum, grifos y leones envueltos en entrelazo.
A través de las investigaciones en torno a la escultura del monumento, se han podido diferenciar varias manos. I. Bravo y P. Matesanz distinguen tres maestros que trabajaron en la iglesia y otros tantos en el claustro, estos últimos sujetos a una clara idea directiva. El primer maestro de la iglesia parece ser el autor del Cristo mostrando las llagas, las tres Marías ante el sepulcro y la Huida a Egipto —del claustro—. García Guinea considera que esculpió también el Descendimiento y la Ascensión, que sin embargo parecen obra de otra mano, notable, pero menos hábil que la anterior. El tercer maestro sería autor de Sansón des-quirajando al león, que el citado autor considera de inspiración borgoñona y autor de los capitales de Moarves. Identifica a su vez al primero con el Maestro Fruchel de A v i la y al segundo con el "Segundo Maestro de Silos".
No resulta fácil aventurar la ubicación precisa original de los capiteles en la iglesia y el claustro del monasterio. Sin embargo, sí parece posible contextualizarse una idea motriz ideológica. Por una parte, la vida de Cristo se representa con cierta amplitud en el claustro, mientras la teología salvífica se reserva para la iglesia. Dos personajes del Antiguo Testamento, David y Sansón, simbolizan la realeza y la fuerza que personifica Cristo. Se insiste en su Pasión y Triunfo y Salvación por medio de: a) el Descendimiento; b) Resurrección —por el sistema tradicional de las tres Marías ante el sepulcro vacío— y Ascensión; y c) Cristo mostrando las heridas, el precio de su sangre.
En cuanto a la cronología, se ha venido insistiendo en la datación a finales del siglo XII . Recientemente Bravo y Matesanz la adelantan a 1160-1170, que en mi opinión resulta demasiado simplista. Parece más cauto, según el estado actual de la investigación, colocar dicha cronología en el más amplio arco de años comprendidos en el último tercio del siglo XI I , pues el estilo invita a considerar una complejidad suficientemente sustancial que requiere un mayor lapso de tiempo en la realización de los mismos.
E L M U N D O M U D E J A R Y SU P A P E L E N L A S O C I E D A D B A J O M E D I E V A L
H I S P A N A
E L P A L A C I O M U D E J A R (Salas XXXIII, XXXV)
El mudejarismo debe aceptarse como un hecho en la realidad histórica de España. A la vez, el arte debe entenderse como el resultado de la asimilación de las formas islámicas sobre estructuras arquitectónicas cristianas. En un primer momento fue sobre el románico, y sobre el gótico en los siglos finales de la Edad Media, tras un proceso de selección y elaboración, por parte de una sociedad que eligió este arte como medio de expresión de su propia cultura.
Es el gusto estético el que caracteriza esta situación. Por ello, no debe reducirse lo mudejar al campo arquitectónico, ni al uso de determinados materiales, aunque éstos —ladrillo, yeso y madera— jueguen un papel importante. En el edificio mudejar resulta fundamental la incorporación de otros elementos que constituyen la esencia del estilo: específica valoración del espacio interior, y decoración de ese espacio por medio de materiales arquitectónicos, como son alicatados, yeserías, techumbres de madera, pero también alfombras, tapices, objetos de cuero o madera, que responden a un específico gusto estético, como perviven-cia de los modelos islámicos.
Los reyes y nobleza cristiana sienten una profunda fascinación por los palacios musulmanes, conocidos a través de las embajadas, cuyos enviados de las distintas cortes eran recibidos en los espléndidos salones dispuestos para tal fin. Aparte de la reclamación por los reyes cristianos —conquistadores de al-Andalus— de los palacios musulmanes, construyen ellos mismos nuevas mansiones, que imitan fielmente en su organización y decoración lo musulmán. En este sentido son destacados los palacios de Alfonso XI en Tordesillas, Pedro I en Astudillo y en el Alcázar de Sevilla y Enrique II en León. Este ya ha desparecido, pero existen algunos restos en este Museo salvados de la ruina por J . de la Rada en el siglo pasado, cuando el inmueble fue convertido en cuartel del ejército. Dichos restos consisten en un magnífico arco, cuya arqui-volta está adornada de angreles. Adornan las enjutas y demás entrepaños multitud de delicadas labras en relieve, entre las que se advierten pequeños medallones, cada uno de los cuales encierra una palabra en caracteres árabes en resalte completando la frase repetida insistentemente: " L a gloria es atributo de Alá." La frase "la felicidad pro-
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Fig. 14 Techumbre octogonal del tipo cupular ataujerado, siglo XV. Palacio de los Cárdenas, Torrijos (Toledo).
cede de Alá" se repite en el intradós, cuya labor es menos fina, y en las impostas figura la frase: " L a gloria eterna imperio perpetuo para Alá ."
Como la realeza, también la nobleza es sensible a lo islámico, convirtiendo la arquitectura y en general la vida "islamizada" en expresión de su estamento social. Durante los siglos X I V y X V se reforman los interiores de los antiguos castillos mil i tares, se levantan otros nuevos, y sobre todo, en las ciudades se construyen palacios urbanos designados como casas principales o casa buena. Su lujo y ostentación son admiración de los extranjeros que visitan el país, abundando las descripciones al respecto. Ejemplos de estas casas abundan en el Toledo del siglo X V , como la Casa de Mesa y el Taller del Moro. De éste se exhiben en el Museo Arqueológico Nacional, algunos fragmentos decorativos de yesería, buena manifestación de la altura alcanzada por los mudejares en este arte. En León desarrollaron también una extraordinaria ostentación en casas nobles, como la de los Condes de Luna. De ella proceden dos fragmentos de intradós, resto del arco que permanecía completo en 1858 cuando lo vio J . de la Rada. En ellos se aprecia una a rmónica fusión de elementos ojivales, musulmanes y renacentistas. Destaca el ataurique de tradición granadina, que con escasa labor de lacena, imprime en la obra un sabor nazarí, más acentuado por el angrelado que originariamente bordeaba el arco. Es obra del siglo X V I .
También es musulmana la tradición de la distribución de las habitaciones en torno a un patio, generalmente con alberca. Las habitaciones pueden ser estrechas y alargadas, con pequeñas alcobas en los extremos, o el salón de planta cuadrada rodeado de habitaciones —salón de Embajadores del alcázar sevillano. Del palacio de los Cárdenas, en Torrijos, proviene una techumbre octogonal del tipo cupular ataujerado (1969/14) (sala X X X V ; Fig . 14). Su estructura es similar a otra en el palacio de Tor-desillas. Mide 5,50 metros de lado y tiene una altura máxima de ocho metros. Como era habitual, descansaba sobre muros lisos, que se cubrían con tapices o sedas con dibujos ornamentales. A la altura en que terminaban estos paños, se iniciaba el desarrollo de los cuatros ángulos de las pechinas que confieren a la techumbre forma octogonal. Corren en todos sus anchos franjas ajedrezadas y otras decoradas con yeserías góticas y en sus centros grandes conchas de peregrino y las "eses" nobiliarias del que tan importante papel jugó para la celebración del matrimonio de los Reyes Católi
cos. A ellos se alude en la inscripción D Ferdinandus I D Isabel, sobre el arco de la misma procedencia. Dicha techumbre, como las restantes y las reparaciones efectuadas en el palacio, fueron encargadas a los pintores decoradores García del Barco y Juan Rodríguez. Los mocárabes de las pechinas no difieren mucho de los bellísimos que penden de la techumbre de madera de pino con pinas, dorado —como es costumbre, junto con otros colores—, lo que produce un elegantísimo efecto de riqueza—, procedente de la capilla del convento de San Francisco de Cifuentes (Guadalajara) (1903/30; 57228), un siglo anterior.
A l siglo X I V pertenecen las tabicas procedentes de la techumbre de la catedral de Teruel y el alfarje cordobés que perteneció a una casa nobiliaria, habitada por doña Leonor de Guzmán y Alfonso X I , que fue recientemente propiedad del General Fresneda. E l últ imo está decorado con heráldica identificatoria del linaje, temas vegetales simétricos e inscripciones en caracteres árabes cursivos que repiten: " N o hay más Dios que Alá" , a veces con la palabra "Fel icidad" intercalada. Es de grandes proporciones —mide 9 x 4 metros—, lógico, por cuanto pertenecía a la cámara del monarca. En el Salón de las Damas y de los Caballeros del desaparecido castillo-palacio de don Diego López de Es túñiga (1386-1400) en Curiel de los Ajos (Vallado-lid) figuraba el noble linaje de la familia. De allí proceden una vigas con representaciones pictóricas de escenas de cetrería y amatorias —relacionadas estilísticamente con el arte burgalés—, que nos ponen en contacto con el sistema de vida y diversiones de la clase noble.
E l mobiliario mudejar de las casas nobles y monasterios no era muy variado. Por el contrario, se precisaban objetos funcionales y de fácil transporte, en armonía con la decoración de los muros, riqueza de alfombras, almohadores, etc. Uno de los conjuntos más antiguos del arte mudejar hispano es la sillería del monasterio de Gra-defes (León) (50548) con decoración de atauriques y policromía alusiva al reino de León, indicativa del regio encargante (Figs. 15, 16). Es de madera de pino, de finales del siglo XII I , baja. L a de Santa Clara de Astudillo, por el contrario, es monumental. Las cuatro sillas formaron parte de la sillería de cuarenta. Otras 17 se hallan actualmente en San Diego y el resto permanece en el monasterio. Las cuatro sillas del M u seo Arqueológico Nacional fueron donadas por A . Sandez Villalba y estudiadas por E . Camps Cazorla. Este destaca la estructura de la carpintería y decoración pintada. Es-
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tá ensamblada de tan sabia forma que se han reducido al mínimo indispensable los elementos clavados. La paleta es la habitual, con predominio de los colores, rosa, rojo oscuro fuerte, negro verdoso, blanco y verde amarillo, aplicados sobre una recia imprimación blanca, con deslumbrante resultado visual. E l aspecto arquitectónico de la obra con las columnas ochavadas, arcos de lóbulos curvos, tejaroz con canes y tabicas, presta al conjunto un carácter monumental único. Es el ejemplo más antiguo en España de sillería alta, realizada por los años en torno a 1353, en que María de Padilla fundó el monasterio, como lo pregonan los escudos parlantes. María de Padilla vivió con Pedro I el Cruel en el palacio de Tordesillas, la obra más importante del momento, encargado por Alfonso X I y probablemente concluido por el primero. A su muerte y por decisión testamentaria se entregó a las clarisas. Es el actual convento de Santa Clara, profundamente modificado. Tras una restauración, es todavía visible alguna parte importante del conjunto: la entrada con una bellísima fachada de puerta adintelada y decoración de sebka
Figs. 15 y 16 Dibujos de la sillería del monasterio de Gradefes (León). Siglo XIII (Camps Cazorla).
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Fig. 17 Azulejo de Manises,
fondo blanco con decoración en azul cobalto. Siglo XV.
—de tradición almohadc— en la parte superior, un pequeño patio que sirve de paso a la llamada capilla dorada, y los baños, el conjunto más completo de este tipo realizado por mudejares.
El mobiliario mudejar toledano contó con obras importantes, tal el armario, que se exhibe en el Museo, procedente del convento de Santa Ursula. Es doblemente interesante, por ser bastante excepcional la carpintería doméstica, y por su magnífica calidad. Extraordinario por sus dimensiones y por la finura de ejecución, es de madera de pino, ataujerado, con construcción de bastidor y paneles y espléndido interior policromado. Sobrepasa los 2 metros y medio de altura y alcanza una anchura de 1,63 metros. Tiene tres huecos horizontales, cerrados cada uno con dos portezuelas. Todo él está decorado con labor de lacería. E l sistema empleado es el siguiente: cada una de las partes del armario tiene un núcleo central de tablas, clavadas o ensambladas, formando tablero. Sobre él se van encolando fuertemente por un lado y por otro los listones que han de formar la composición geométrica, dando la impresión de cintas que se enlazan. En el interior, cuya pintura se conserva en muy buen estado, se reitera insistentemente la palabra "prosperidad". Se ha utilizado la técnica al óleo con los colores fundamentales: azul, gris, rojo y blanco, negro, siena y amarillo. Responde a la estructura del representado en la Cantiga II de Alfonso el Sabio.
La labor de taracea es otra típica manifestación mudejar, desarrollada a lo largo de los siglos, aunque los más destacados han sido el X V I y X V I I , fuera por tanto de este estudio. Sin embargo, cabe mencionar algún ejemplo, como un pequeño escritorio de dos tapas (52701), de mandera de nogal con "tarsia a toppo". Es de tradición me
dieval, aunque pertenece a la primera mitad del siglo X V I .
La cerámica es preciso estudiarla desde una doble vertiente: a) la arquitectónica, es decir, que forma parte de la arquitectura a través de alicatados, alizares, azulejos de cúpula, de torres, —los denomino así por referirse a los que embellecen las torres aragonesas a las que prestan un aire abigarrado y colorista—. Torres Balbás distingue tres tipos diferentes en relación con la geografía hispana: el andaluz, con prolongaciones en Castilla, derivado del ostentado en las construcciones almohades y nazaríes; con empleo preferente del alicatado; el aragonés, de características muy singulares, donde se usa casi siempre el mosaico; y el valenciano, localizado sobre todo en Manises, con predominio de la técnica de azulejo pintado. De este último tipo se considera la cúpula de la capilla de San Jerónimo en el convento de la Concepción Franciscana, de Toledo, la obra más representativa en su género. Los fondos del encintado de ladrillo pintado en rojo, con filetes dorados, se rellenaron con piezas cerámicas, de fondo blanco y decoración azul unas y otras doradas de reflejo metálico. Un alicatado ocupa la clave. Sus motivos ornamentales, entre ellos, palmas góticas, son muy variados. Es obra fechada en 1422. De este convento proceden los azulejos maniseros del tipo "fer be", en cobalto sobre fondo blanco. Son alfardones con la citada inscripción en caracteres góticos rodeados de decoración vegetal, muy típica del siglo X V y enmarcan azulejos cuadrados con una roseta por decoración (Fig. 17). De Paterna proceden varios "socarráis" (60005; 60046; 60394-96; 60398) de barro cocido y vidriado, del siglo X V . En ellos se figura un animal, un águila, el escudo de los Luna sostenido por tenantes, un busto masculino y una caravela con la enseña de la ciudad. Este último es particularmente notable como ejemplar náutico medieval, con tonalidades predominantes en rojo y negro sobre fondo blanco. Los "socarráis" son una variedad de los alfardones, utilizados en la parte inferior de los aleros y entre la viguería de madera de los techos. Asimismo se exhiben algunos ejemplares de alizares toledanos de cuerda seca, muy frecuentes como rodapiés y como enmarque de bordes. De ellos todavía existen in situ en varios conventos y hasta la reciente desgraciada restauración en Santa María la Blanca. Un interesante lote conserva el Museo de Santa Cruz.
La cerámica, en su vertiente de alfarería doméstica, enriquece y completa el ciclo de la musulmana española. Permite seguir
su evolución con productos que alcanzan su punto álgido sobre todo en el área levantina a fines de la Edad Media. Fue muy frecuente la fabricación de piezas de barro estampado en fresco, recién torneado, con adornos a base de motivos islámicos, completados en ocasiones con labores profundas labradas a cuchillo o punzón, con representaciones de temas vegetales y epigrafía bien árabe o bien gótica. Ordinariamente las piezas solían ser de respetables dimensiones: tinajas, orzas, pilas bautismales, brocales de pozo y aljibe, y destacaron como centros de fabricación Toledo, Córdoba y Sevilla. De Sevilla proceden las tinajas números 50437 y 50387 con decoración incisa y estampillada respectivamente, la primera relacionada con varias toledanas en el Museo de Santa Cruz.
También ostenta raíces musulmanas la cerámica vidriada, concretamente la de verde y manganeso sobre fondo blanco, muy difundida en la España califal. De ella deriva la de Paterna, que adquirió su máximo esplendor en la primera mitad del siglo X I V . Esta cerámica, cuyas tonalidades decorativas se consiguen con óxido de cobre —verde— y de manganeso —morado—, negro y castaño, fue frecuente para uso doméstico ordinario no sólo en la mencionada localidad valenciana, sino también en Teruel —propuesta como pionera— y Manresa. L a colección de loza de Paterna del Museo Arqueológico Nacional es magnífica. Se han comprado a V . Juan y Amat (1872/12) veintisiete objetos. De ellos que se exponen: un cuenco (60476), un cuenco lobulado (60460), unas jarras o picheles (60486; 60477) y platos (60463; 60472). Responden a la tendencia decorativa de cubrir totalmente con el dibujo la superficie del recipiente según la ley de adaptación al marco. L a técnica, a diferencia de la cerámica califal —engobe o "engalba"— es la de v i driado blanco opaco conseguida con el barniz estannífero. L a cerámica turolense presenta un acento más popular. Aunque los tonos son los mismos, resultan más apagados. Se exponen una salvilla del siglo X V -X V I (60499) y un bote de botica, con la inscripción Ave María, siglo X V (57708).
También la cerámica de cuerda seca se utilizó en la vajilla doméstica. Los centros de producción más destacados en territorio cristiano son Sevilla y Toledo. Los colores más frecuentes —blanco, verde, azul oscuro y melado; más raramente el negro—, son brillantes y enteros, y los dibujos destacan siluetados por un fuerte contorno sobre el fondo blanco intenso de estaño. Existen piezas selectas en escaso número . E n el M u seo Arqueológico Nacional se exhiben tres
hermosos recipientes, dos platos (1964/15) y una jarra (1961/38) muy original, antropomorfa, similar a otra del Museo de Sé-vres. Son toledanos, de finales del siglo X V .
L a cerámica de lujo, la de mayor riqu-za, es la de loza dorada, que se fabricó en diversos lugares de la Península, pero los al-feres más importantes, cuya fama traspasó las fronteras, estaban en la villa valenciana de Manises. Aunque la cronología abarca el amplio lapso de tiempo comprendido entre el siglo X I V y nuestros días, su momento más brillante, con la citada producción de reflejo metálico, corresponde a los siglos X V y X V I . Es herencia cristiana de la magnífica loza dorada hispanomusulmana de los siglos de mayor esplendor islámico. E l más cercano precedente se halla en la cerámica nazarí malagueña, que se empezó a imitar según los documentos, desde el segundo cuarto del siglo X I V . Corresponde un papel muy destacado en su desarrollo a la familia Boi l , que detentó el señorío de Manises.
L a técnica de fabricación requería una gran preparación. Después de la primera cocción, se vidriaba y decoraba con azul cobalto y se introducía en al horno por segunda vez. A continuación, se aplicaba el dorado, a base de sulfuros de cobre y plata desleídos en vinagre, y se sometía a una tercera cocción a baja temperatura.
Aspecto importantís imo de la loza de Manises es la decoración, que pasó del predominio de elementos islámicos al de los de carácter gótico, particularmente de 1400 a 1475. Los temas más frecuentes son: a) temas epigráficos; b) geométricos; c) vegetales; d) figuras animales y humanas, aisladas, en parejas y ocasionalmente escenas más complejas; y e) temas heráldicos, típica incorporción cristiana. No falta entre ellos el emblema de los Boi l aparte de los de la realeza y nobleza. A partir del últ imo cuarto del siglo X V se introducen cambios en la decoración. Es entonces cuando surgen las series del "cordoncil lo" y las piezas agallonadas con umbo central, imitación de las vajillas de oro y plata, que requieren técnica de molde. E l repertorio de formas es amplio y las decoraciones repiten parcialmente las del período anterior. L a colección del Museo Arqueológico Nacional es magnífica. De ella se expusieron soberbios ejemplares en la sala X X X V I I , uno de los cuales, un bote de botica, es similar al que se reproduce en la Adoración de los Magos de Van der Goes, en los Uffizi de Florencia.
Los mudejares fueron también hábiles en la forja del hierro, y de ello da fe la do-
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cumentación. Artesanos de este material aparecían dispersos por toda la geografía hispana y fueron particularmente expertos en el arte de los herrajes de las puertas, con grandes clavos en cazoleta, agallonados y semiesféricos. Estos vienen datándose entre los siglos X V y X V I I , pues se repiten los tipos. Son muy hermosos los llamadores expuestos en el Museo. Destacaron asimismo en una época de continuas luchas entre cristianos y musulmanes y ambos entre sí en el armamento militar. L a espada (52353) tiene empuñadura de cobre dorado y esmaltes con labor de cordoncillos entretejidos y cardinas. E l pomo, casi esférico, lleva un escudo rojo con una flor de lis y la inscripción en caracteres góticos "Ave María", que se continúa en los gabilanes con "grafía plena" y "ora pro nobis", entre cardinas. Es gótica. También lo son los pinjantes números 59102; 59113-59115; 59143; 59735, de cobre dorado, esmaltado a veces, s i glo X I V - X V y el anillo signatario de plata, de Benito G i l (52524).
Dentro de las artes del metal son muy interesantes las arquetas decoradas, de larga tradición en la Edad Media. L a arqueta de la colegiata de Roncesvalles es de plata dorada y repujada a base de filigrana y fue labrada para un rey navarro de la casa Ev-reux, cuyo escudo lleva en los costados. Es obra del siglo X V , como las cajas de misal, una (1900/63; 54935), con decoración a base de claraboya —el interior con cardinas en relieve— procedente de Huete (Cuenca), y otra (52081), cuya cerradura se adorna con cuatro pináculos. De madera, cuero y latón son las arquetas números 57879 y 59948, prismáticas y de cubiertas planas, la primera usada como joyero. Está decorada con flores cuadrifolias y corre una inscripción gótica alrededor de la cubierta. Fue adquirida en 1949. L a segunda presenta decoración de tallos y hojas y dos rosetones en la cara anterior y cubierta, todo en reserva sobre fondo puntillado.
Arquitectura religiosa: iglesias
Representa la manifestación popular del arte mudejar, cuyo origen se establece a partir de modelos cristianos. Los materiales empleados, entre ellos el ladrillo, abaratan el costo con relación a la piedra, típica del románico y del gótico. Hay que unir la mayor economía de la mano de obra, explicándose así la pervivencia de modelos pasada la Edad Media. Ambos factores originan lo que se ha denominado "unidad y diversidad de la arquitectura religiosa mudejar". L a primera deriva del uso del ladrillo, la madera y el yeso, y la segunda de
marcado carácter regional, que propone fórmulas locales. E n este sentido hay que observar la influencia románica en Castilla y Toledo, la cisterciense y almohade en Sevilla, y la taifa unida al gótico mediterráneo en Aragón.
De la espléndida labor constructiva aragonesa, sobre todo en las provincias de Zaragoza y Teruel, son reflejo iglesias de una sola nave, las más numerosas, y de tres. De este tipo la más antigua es la catedral de Teruel, de la segunda mitad del siglo XII I . E n ella cabe destacar desde el punto de vista de cubrición la hermosísima techumbre de la que se exhiben en el M u seo Arqueológico Nacional unas piezas de tablazón, mencionadas por algunos investigadores, pero cuya ubicación primitiva dentro de la techumbre se desconoce. En ellas se figuran un personaje barbado y una mujer, componentes del amplio programa iconográfico relacionado con la visión universal del mundo medieval con los poderes de Dios, y diversos estamentos sociales reflejados en la sociedad turolense. E l estilo, junto con la cabeza femenina de barboquejo rizado, remate de un can, proporciona una cronología de los últimos años del siglo XI I I , que coincide con la obtenida del análisis de la madera. Se exhiben también otros canes, de rollos, de proa con palmetas, de proa con cabeza de animal, una quicialera, una zapata y otros elementos de carpintería, procedentes en su mayoría de Toledo.
Siguiendo con la labor constructiva aragonesa, cuya etapa más brillante es la segunda mitad del siglo X I V y comienzos del X V , cuando Aragón comienza a tener un peso específico, varios personajes de la nobleza tendrán un papel destacado como impulsores de la misma, entre ellos Lope Fernández de Luna, arzobispo de Zaragoza. Este encarga la parroquieta de San Miguel en la Seo y obras en diversos puntos de la provincia. También Benedicto XI I I —el papa Luna—, cuyo báculo papal se conserva en este Museo, tuvo especial empeño en la realización de diversas obras, entre otras la terminación de la iglesia de Tobed en 1385, que había sido comenzada en 1356. Imagen perfecta de la iglesia —fortaleza es la de Torralba de Ribota—, iniciada en 1367, es de planta rectangular dividida en cuatro tramos, con tres capillas en la cabecera y otras laterales.
Daroca, cuyas iglesias mudejares han sido estudiadas por Torres Balbás, contaba con trece parroquias en el siglo XII I . Unas han desaparecido completamente y parcialmente otras. Hace unos años se derribaron
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las de San Andrés, Santiago y San Pedro. De esta última procede la gran puerta de acceso (56188), que presenta sobre los tableros de las hojas fuertes listones planos, asegurados con gruesos clavos de cabeza se-miesférica que dibujan sencillas trazas geométricas.
En Andalucía, como en el resto del territorio hispano, la carpintería se desarrolló intensamente. Destacan, junto con las techumbres de par y nudillo, las ricas puertas interiores con decoración de lacería y frecuentemente doradas. En el Museo se exhiben dos puertas de sagrario procedentes de Jaén , una de la catedral (1952/49; 57833), con una larga inscripción en caracteres góticos alusivos a la Eucaristía, en latín. Traducida al español, reza así: " O h excelentísimo sacramento, digno de adoración, veneración, alabanza, glorificación, engrandecimiento, con alabanzas dignas de pregoneros, digno de exaltación, digno de conocimiento por devociones pías, digno de alabanzas sinceras de todas las mentes, Salvador, es decir, Señor." Es de pino y cedro, bastante similar a la de la capilla de la Concepción de la iglesia de San Andrés de la capital. L a segunda (1927/14), es de idénticos materiales. Procede del Archivo Catedralicio y su inscripción alude de forma particular a la Redención: " O h Jesús, nuestra redención, amor y deseado, Señor creador de todos los hombres y Señor de los tiempos, para vencer elegiste llevar nuestros crímenes con una muerte cruel." A diferencia de las anteriores, la puerta 51688, probablemente leonesa, ostenta decoración flamígera, distribuida en paneles, con el anagrama de Cristo en latín y griego: J H S / X P S . Es datable, como aquéllas, a fines del siglo X V .
E l Mundo Gótico
Como sucediera en siglos anteriores, el hombre bajo-medieval tiene un claro sentido de la trascendencia. Su vida gira en torno a la idea de Dios, que domina todo lo creado y se manifiesta por medio de las enciclopedias, que ya en el alto-medioevo tuvieron como una de sus funciones el recoger el saber de la antigüedad clásica, crist ianizándolo. En los siglos del gótico, tres monumentos del saber enciclopédico recogen la idea del mundo: la Summa Teológica, de Santo Tomás , la Divina Comedia, de Dante, y la Catedral de Chartres. Esta es la más teológica de todas las catedrales en el desarrollo de su programa iconográfico. E n España, concretamente las catedrales de Burgos y León, desarrollaron los programas iconográficos de las portadas de acuer
do con los cánones franceses, con la evolución de la moda, que va imponiendo nuevos criterios.
E l esplendor constructivo del s i glo XII I desmaya en el siguiente en el reino castellano-leonés, mientras en el área levantina se despliega una enorme actividad. Siguen, sin embargo, los trabajos en la catedral toledana y se levantan claustros catedralicios. E l sepulcro del probablemente abad Aparicio, del siglo X I V , procedente del monasterio de Aguilar de Campoo, debió de estar ubicado en el claustro. Consta de sarcófago y yacente encima, aquél de gran calidad técnica, profusión de elementos decorativos e interesante iconografía y el yacente ataviado de pontifical bajo un baldaquino. Responde a la corriente estilística de un grupo de sepulcros ubicados en provincias de Palencia, Valladolid y alguno en área leonesa, relacionados con el taller de Antón Pérez de Carrión. L o más característico de la iconografía del sarcófago es evidentemente la representación de la Santísima Trinidad como "Trono de Gracia". L a Paloma del Espíritu Santo sale de la boca del Padre en dirección hacia el Hijo, representac ión no muy conforme con el II Concilio de Lyon, ni con la fórmula precisa del X I de Toledo. A ambos lados, tres arcadas cobijan a los apóstoles situados por parejas. Son claramente reconocibles San Pedro y San Pablo. A l apostolado, como a San Miguel, va dirigida la oración de difuntos que se lee en la misa, después de la consagración.
L a muerte es la otra gran verdad que se manifiesta en el hombre del medioevo como algo que conmueve la vida. Es aceptada con sentido de liberación. Este clima tenía que dar sus frutos en los monumentos sepulcrales, cuya variedad de los existentes en el Museo Arqueológico Nacional proporciona una tipología casi completa en el gótico. Una simulada capilla dispuesta perpendicularmente a la estructura de la sala, cubierta por el alfarje cordobés, ofrece a la cabecera la contemplación de los tipos de monumentos funerarios, que se reseñan a continuación, a) Lucillo de fondo pintado. Pertenece a Juan Velázquez de Cuéllar y Juan Velázquez, yacentes con trajes de caballeros. Se identifican por la inscripción gótica "Aquí jazen los omrados de buen memoria juan velasques de cuellar cavalle-ro e juan v(e)l(asque)s." L a inscripción fue descifrada por Quadrado, con la mención del encargante, don Gonzalo González, arcediano de Cuéllar, fundador de la Magdalena y encargante del retablo. Aparte de los yacentes, el carácter funerario viene indicado por la larga inscripción, también en le-
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Fig. 18 Estatua orante procedente del
sepulcro de Pedro el Cruel. 1504.
Convento de Santo Domingo el Real,
Madrid.
tras góticas, alusivas al Miserere, y por la iconografía del Varón de Dolores en relación con la Misa de San Gregorio. Es obra de comienzos del segundo cuarto del siglo X V . Este tema con sentido funerario gozó de gran popularidad en este siglo y en el siguiente. Tal significación radica en la devoción por las llagas de Cristo, los instrumentos que las produjeron y la santa sangre, a la que se unió la leyenda recogida por San Gregorio, b) Urnas sepulcrales valencianas (1871/24; 50096; 50098), procedentes del desaparecido convento de Santo Domingo. Montan sobre ménsulas con cuerpo de leones. Sus reducidas dimensiones indican su finalidad: albergar los huesos del finado ya descompuesto. Son bastante frecuentes en el área oriental y catalana de la Península. L a iconografía es la usual en la Edad Media, es decir, la asunción del alma al cielo en sudario por ángeles y la yacente en una de ellas, perteneciente a una dama, c) Lápidas sepulcrales toledanas, ciudad en la que se repite insistentemente este tipo, del que se exhiben varios ejemplares en el Museo de Santa Cruz. Consisten en un rectángulo de reducidas dimensiones en cuyo interior se dispone una larga inscripción en relieve, en caracteres góticos, bordeada por una franja exterior con escudos alusivos al linaje del difunto. A veces se pintan o doran. En el Museo A r queológico Nacional se exhiben tres procedentes de Toledo, una de ellas con la inscripción que ocupa completamente la superficie de la lápida, y otras dos, de Mallorca y Granada respectivamente. En cuanto al origen, hay que buscarlo en las estelas funerarias islámicas, d) Lápidas sepulcrales que responden a las dimensiones del difunto, las más frecuentes a lo largo de la historia. Aparecen decoradas en su interior con motivos vegetales y, en general, con el escudo del finado, a veces repetido. Exte-riormente suele correr una inscripción iden-tificativa, por ejemplo, la del caballero Pedro del Valle. Los escudos se pueden también sustituir por la propia yacente, e) Sepulcro con sarcófago y yacente y lápida sepulcral pequeña identificativa. Es tipo frecuente en la escultura funeraria castellana del siglo X V . E l sarcófago era adosado al muro y la inscripción se disponía sobre éste a cierta altura. L a inscripción 50252, perteneciente a doña Elvira González, esposa de Diego Arias de A v i l a , contador mayor de Enrique IV, de mediados del siglo X V , responde al tipo indicado. Se ha montado sobre el sepulcro de doña Constanza de Castilla (t 1478). Procedentes ambas obras del convento de Santo Domingo el Real de Madrid , el sepulcro de la infanta, nieta de Pedro I el Cruel, está formado por la urna sepulcral y la yacente encima. Aquélla está
decorada con las alegorías de las Virtudes —Prudencia, Templanza, Fe, Esperanza— símbolos de las que adornaron en vida a la finada, cuyo escudo nobiliario sostienen sendos ángeles. L a yacente, mayor que el natural, viste de religiosa —fue durante cincuenta y cuatro años priora del convento madri leño— hábito blanco y capa negra, con rosario y bolsa con el libro de Horas dentro, sobre el pecho. A la cabecera y a los pies dos figurillas femeninas orantes representan probablemente a dos sobrinas que profesaron en la orden. Estilísticamente responde a la corriente hispano-flamen-ca que dominó en España en el últ imo tercio del siglo X V . Es de alabastro. 0 Lápida o lauda sepulcral metálica. L a aquí expuesta pertenece a Martín Fernández de las Cortinas y familia (52010). Procede de la iglesia de Santa María de Castro Urdiales y se compone de cuatro grandes láminas de bronce (1,93 X 0,8 m). Se representa la efigie del difunto con las manos juntas —trasposición de las figuras yacentes escultóricas—, rodeada de los apóstoles y santos patrones: Pedro, Pablo, Santiago, Juan, A n drés y Matías. Una inscripción que corre en torno alude al fallecido personaje ("f 1.° de marzo de 1371), a su esposa Catalina, muerta el 8 de mayo de 1373 y sus hijos L o pe, Juan, Catalina y Diego. Debió de ser don Mart ín un mercader conocedor del arte europeo, como lo delatan la arquitectura e iconografía. Es presumible la importación de la lauda, g) Sarcófago exento con decoración esculpida en los cuatro frentes y yacente encima. Los del taller de Antón Pérez de Carr ión son representativos de este arte en Castilla. Se le atribuyen fundadamente los sepulcros del infante Felipe —hermano de Alfonso X el Sabio— y de su esposa, doña Inés de Girón y Mendoza, de los que se han exhumado los vestidos. En el Museo Arqueológico Nacional se conservan la capa de infante, bonete y diversos fragmentos de ropas, un cojín, un chapín de la esposa... No lejano estilísticamente de este taller es un sarcófago exento —ya sin yacente— (50233). Es muy interesante desde el punto de vista iconográfico. Las escenas figuradas están en relación con la muerte, funerales y liturgia de difuntos, dentro de un marco cristiano de salvación: Bautismo, Resurrección de Lázaro, Eucaristía y Juicio Final. En el Dies Irae que se lee en la misa de difuntos, se evoca la venida del Juez Supremo al final de los tiempos y se implora perdón de los pecados por medio de los padecimientos de Cristo en la cruz. En el ofertorio de la Misa y en la oración de encomendación del difunto se suplica que San Miguel reciba su alma y la conduzca a la luz santa, y en esta oración se invoca también a San Pedro, San Pablo y a los
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restantes Apóstoles. Se ha representado asimismo el duelo de los familiares, deudos y amigos. Es presumible que sobre la cubierta estuviera representada la yacente del difunto y la asunción de su alma al cielo por ángeles, frecuente en la Edad Media. Responde a la antífona In paradiso. En ella se suplica que los ángeles tomen el alma y la conduzcan a la Jerusalén celestial, que ya se encuentra en los textos de Tertuliano hacia el año 200. h) Estatua orante. Aquí se expone la del rey castellano don Pedro I el Cruel, muerto en Montiel a manos de su hermano don Enrique (Fig. 18). Tras reposar sus restos en la iglesia de Alcocer casi un siglo, son trasladados por su nieta Constanza de Castilla al convento de Santo Domingo el Real de Madrid. Aquí manda erigir un monumento funerario en la capilla mayor, que los Reyes Católicos sustituyen por otro en 1504. Debió de reaprovecharse parte de aquél, como parece delatarlo la estatua orante, que inicialmente debió de ser yacente. E l anónimo artista del sepulcro de Pedro el Cruel conoció indudablemente las estatuas orantes del príncipe don Alfonso, hijo de los Reyes Católicos, en la Cartuja de Miradores, y el de Juan de Padilla, en el monasterio de Fres del Val , hoy en el M u seo Provincial de Burgos. De este monumento se encuentran diseminadas bastantes esculturas por diversos museos europeos y americanos. Dos estatuillas, de profeta y del rey David respectivamente, se exponen en el Museo Arqueológico Nacional, y son obras de taller de calidad mediocre. La cabeza de la estatua del monarca castellano es posterior al cuerpo. Viste armadura sobre finísima malla y manto real, enriquecido un tiempo con flores de oro sobre fondo azul, metal y color, ya desaparecido. Lleva guantes y las piernas están amputadas desde el siglo X V I I para introducirlo en un nicho. Obra representativa del período hispano-flamenco, se ha relacionado estilísticamente con G i l de Siloe. i) Fragmentos escultóricos procedentes de los sepulcros reales del monasterio de Poblet (Tarragona), muy destruidos por los franceses en 1835. Los sepulcros, como se aprecia en el dibujo de Laborde, aparecían sobre sendos arcos rebajados a ambos lados del presbiterio, con las estatuas yacentes sobre las vertientes. A la mano directa de Jaime Cas-calis debe atribuirse la esculturilla de pleu-rant, procedente de uno de los pináculos que adornaba el frente del sarcófago de Jaime I el Conquistador, mandado construir por el rey Pedro IV el Ceremonioso en 1367 (50265) (Fig. 19). j) Sarcófago antropoide del siglo X I V , procedente de Tiermes y perteneciente a un niño, de piedra basta, con la estructura de aquél en el interior, k) Lápida hebrea de considerables dimensiones,
Fig. 19 Figurilla de "pleurant"
procedente del sepulcro de Jaime I,
obra de Jaime Cascalls, 1367. Monasterio de
Poblet (Tarragona).
Fig. 20 Quinta Angustia
con peregrina, azabache. Hacia
1500. Toledo.
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con una inscripción en caracteres hebraicos como única decoración. Algunas esculturas de sepulcros citados se exhiben en la vitrina número tres, donde se muestran otros objetos de variado carácter. Sentido litúrgico tienen dos ángeles ceroferarios, y palmatorias. Objetos de peregrinación son: una ampolla de bronce, de forma circular aplastada, en cuyas caras se figura el Agnus Dei y el Juicio Final —siglo X I I I - X V (59985)— y dos esculturillas de azabache, un Santiago peregrino y una Quinta Angustia (Fig. 20). Aquél (52263) es de hacia 1500 y pertenece al tipo de "pernas". Es "jurado", es decir, taladrado para colgar y porta los atributos del apóstol. La Quinta Angustia o Piedad (52262), ya del siglo X V I , aunque
gótica, responde al modelo denominado "mís t ico" en que Cristo se ve de tamaño sensiblemente inferior siguiendo el pensamiento de San Bernardino de Siena. A m bas obras proceden de Toledo. Las peregrinaciones a lugares sagrados constituyen una de las manifestaciones más palmarias de la religiosidad en la época medieval, l i gadas directamente a las reliquias santas, la Vera Cruz (Jerusalén), el sepulcro de San Pedro (Roma) y el de Santiago (Santiago de Compostela). Los fieles acudían a orar e implorar la ayuda para las necesidades de todo orden y los signáculo que se llevaban consigo al regreso al lugar de origen eran la prueba irrefutable de su peregrinación al lugar santo.
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Fig. 21 Díptico de la Pasión, marfil. Escuela renana, siglo XIV.
Capítulo importantísimo en el mundo gótico, como en general, en todas las épocas es el de las artes suntuarias, en cuya realización se lograron altas cotas de perfección. L a referencia de objetos de oro, plata, frecuentemente esmaltados, marfiles..., apuntan a la magnificencia litúrgica, con la patente significación de honrar a la Div in i dad. L a enumeración de objetos litúrgicos coincide en línea máxima con la del período románico. En el Museo Arqueológico Nacional se exponen entre otros, un cáliz de la segunda mitad del siglo X I V , de Estrasburgo, de copa muy abierta y lisa, astil exagonal con ventanas ciegas de tracería gótica y fondo de esmaltes en colores verde, azul y lila, manzana de hojas sobrepuestas como gallones y seis discos también esmaltados. E l riquísimo programa iconográfico, con personajes del Antiguo Testamento y escenas del Nuevo, resume la historia de la salvación. Una placa de la Dormición de la Virgen es contemporánea del cáliz, y asimismo francesa. L a cruz procesional burgalesa de hacia 1400, presenta una iconografía tradicional en la figuración del Calvario —Cristo, María, San Juan y los ladrones— Tetramorfos, Adán saliendo del sepulcro —ya en la cruz de don Fernando y doña Sancha—, y ángeles portadores de los instrumentos de la Pasión. Esta obra, procedente de la Vega de Poja (Asturias), salió del mismo taller que la palentina de Requena de Campos y otras burgalesas. Se exhibe otra cruz procesional de tipo muy frecuente en Morella, cuya marca ostenta.
Una de las piezas más importantes de la platería bajomedieval, sobre todo desde el punto de vista histórico, es el báculo del papa Benedicto XII I , de la familia aragonesa Luna. Llegó al Museo tras una serie de vicisitudes (1876/14; 52160). Ostenta reiteradamente el escudo heráldico familiar, la luna, además de las llaves de San Pedro y la tiara pontificia. Quizá fue realizado en Aviñón entre 1394 y 1400. Es una de las primeras obras de su clase ejecutadas en plata, pues antes se hacían en cobre dorado. Como papal puede considerarse ejemplar único. Presenta, como otras piezas contemporáneas, cañón poligonal, nudo con chatones, macolla en forma de templetes góticos superpuestos y esmaltes translúcidos. Remata en dos esculturillas de la Anunciación. Es incluible dentro del gótico internacional.
Por lo que respecta a los marfiles, se expone una escogida serie de varias escuelas. E l Museo cuenta con obras francesas, italianas y alguna renana, como el díptico de la Pasión (1875/14; 52096) (vitr. 5; Fig. 21). La novedosa iconografía del tipo —al
que pertenece también el díptico de la catedral de Oviedo— del que es cabeza de serie uno existente en Berlín, supone un avance artístico. Se representan, leídas las escenas de izquierda a derecha y de arriba abajo, la Entrada en Jerusalén, el Lavatorio, la Cena, la Oración en el Huerto, el Beso de Judas y la Crucifixión. L a relación con la liturgia es evidente. L a plaqueta con el Jui cio Final y la Resurrección (52174) formó probablemente parte de un díptico de comienzos del siglo X I V , del taller parisino denominado por Koechlin de "los rostros característicos" y por Danielle Gaborit-Chopin de "Cristo Juez". Del taller florentino de los Embriachi se exponen un hermoso tríptico y un cofre de bodas del siglo X V . E l primero, la obra más representativa del taller en España, es de estructura y estilo muy similares al tríptico del Museo de Florencia. Se ha atribuido con bastante buen criterio a Baltasar Embriachi. Se figuran entre otros temas a la Virgen con el N i ño , la Crucifixión, la Anunciación y santos en el anverso, y en el reverso pinturas de estilo gótico italiano. Procede de Zaragoza (52108). E l cofre de bodas (52207), donado en 1868 por J . Fállala, presenta estructura poligonal, sobre alma de madera recubierta con placas de hueso. L a cubierta es p i ramidal con taracea a la "certosina". Se decora con escenas del ciclo Jasón, uno de los preferidos para este tipo de objetos, cuya fuente es el famoso Román de Troie. Es similar, en cuanto a formato, arte y decoración, al ejemplar del Museo de Viena, donde se representa el Juicio de Paris, y más aún al del Victoria y Alberto. L a cubierta de este úl t imo, como en el madri leño, se decora con las Virtudes, cuya disposición repite evidentemente la del Museo Arqueológico Nacional, donde sólo queda la Prudencia.
De carácter litúrgico son los dos peines (52258, 52199), cuyo material, madera de castaño, ha facilitado su buena conservación. Se representa la Anunciación-Adoración de los Magos y Flagelación-Camino del Calvario-Crucifixión. Se alude así a la Infancia y Pasión de Cristo respectivamente. L a finalidad de estos peines era su utilización en las ceremonias de consagración de los obispos. E n el Glossarium Mediae et Infirmae Latinitatis se hace extensible su uso a sacerdotes y clérigos. También se exhibe una patena (57089). Esta, junto con el cáliz era un utensilio esencial del banquete, que servía para poner el pan o las viandas. Era de forma circular y de sencilla estructura, en la que no faltaban decoraciones alusivas a la Eucaristía. A veces formaban conjunto los dos objetos —de gran belleza es el leonés del siglo XI I I , en el Museo del
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Fig. 22 Maestro de Santa María del Campo: Virgen de la Misericordia, siglo XV. Monasterio de Santa Clara, Palencia.
Louvre—. En el Museo Arqueológico Nacional se exhiben además, un cáliz y dos v i najeras (57088, 57090-91), del siglo X V , procedentes de Pago de Santa María de Re-nero (Palencia). Otros objetos de uso litúrgico son: incensarios (52255; 57614 —cobre—, 59745, 57616), de bronce, comprendidos entre los siglos X I V y X V . U n hos-tiario de latón (57887) forrado de plata, del siglo X V , presenta la inscripción A V E M A R I A G R A T I A P L E N A D O M I N U S T E -C U M B E N E D I C T A T U I N (en la caja) y A D O R A M U S T E C R I S T E E T (en la tapa). A ellos hay que sumar una crismera de plata (1972/35/8), de fines del siglo X V , procedente de Toledo, y un portapaz de cobre (1969/41/1) con la inscripción en letras góticas D O M I N U S T E C U M B E N E D I C / T A A V E M A R I A D E G R A T I A P L E N A .
Durante el gótico se desarrolla extraordinariamente el uso del retablo a despecho del frontal, más unido al mundo románico. A la humanización de los personajes sagrados en el siglo XII I , sucede en el X I V una especial sensibilidad por la traga-dia de la Pasión. Aparte de los Crucifijos patéticos, que se presentan exentos y como figura independiente, el tema de la Crucifixión, con mayor o menor número de personajes, y el Calvario sintético comienzan a ocupar el remate del retablo, que se convertirá en norma en los siglos posteriores. Los retablos pictóricos se encuentran diseminados a lo largo y ancho de la geografía hispana y excepcionalmente existe alguno en el País Valenciano y Baleares. No sucede lo mismo con los esculpidos en madera, de los que existen interesantes ejemplos en Castilla, aunque en escasa proporción.
Del monasterio de Poblet proceden presumiblemente fragmentos de un retablo atribuible a Jordi de Deu, de sencilla iconografía y calidad notable. Se representa un grupo de acólitos en una ceremonia litúrgica en relieve sobre fondos vidriado en cobalto con dibujos de ramas ondulantes, típico de las regiones levantina y catalana. Documentados dos oratoris encargados por el rey Pedro el Ceremonioso a Cascalls y a su esclavo Jordi de Deu, y destruidos como los sepulcros reales, los fragmentos que aquí se estudian podrían corresponder al encargo del discípulo. E l encargado a Cascalls debe de corresponder al que está repartido actualmente entre el Museo del Palacio del rey Martín y el Museo Sorolla.
Si la escultura borgoñana-flamenca constituyó un componente importante de la escultura española de la primera mitad del siglo X V , hay que valorar también la significación de los alabastros ingleses, que co
mienzan a importarse a finales del siglo anterior. E l éxito de los talleres de Londres, Nottingham y York provoca una producción en serie, que se exporta a toda Europa. En España existen bastantes diseminados por diversos lugares sobre todo del l i toral —está documentada la importación al menos en Sevilla, Galicia, Asturias, País Vasco y Murcia—. De Cartagena procede el retablo con siete escenas de la Vida de la Virgen. Obra de la primera mitad del siglo X V , es de buena calidad e interesante desde el punto de vista iconográfico y en él se da cabida a lo anecdótico. Aparte del retablo cartagenero (1871/25; 51600), se exponen otros relieves de alabastrp inglés, uno procedente de M o n d o ñ e d o (Lugo) (1873/27; 59767) y otro con dos santas (1933/95; 59766), con restos de policromía.
También se expone un interesante tapiz de hacia 1500 (1869/23; 51985). A u n que anónimo, es relacionable con el estilo de Van Orley y con un tipo iconográfico popularizado en los Países Bajos y Alemania, del que se conservan varios ejemplares de Durero. Se representa a la Virgen sentada con el Niño al que ofrece una manzana, mientras lee el libro que le sostiene un ángel. Se contemplan varios animalillos a lo lejos. Es de fabricación bruselense y pertenecía a una serie entregada a la Seo de Zaragoza en 1520, procedente de una colección del arzobispo Alfonso de Aragón recibida de su padre Fernando el Católico.
E l últ imo conjunto exhibido en la sala en el lado derecho está formado en su gran mayoría por piezas procedentes del monasterio de Santa Clara de Palencia. E l llamado Maestro de Santa María del Campo, actualmente en revisión y en cuya iglesia burgalesa se encuentran sus obras más representativas, tiene notables muestras en el Museo. L a tabla de la Virgen de la Misericordia (52812) y la Misa de San Gregorio (51717) (Figs. 22; 23) muestran su estilo, síntesis de elementos hispano-flamencos e italianos. Las figuras presentan gran concent rac ión , expresividad y corporeidad plástica, que lo emparentan en cierta manera con Pedro Berruguete. E l tema de la Virgen con el manto extendido acogiendo a multitud de fieles postrados de rodillas es muy característico del bajo-medioevo. Se acompaña frecuentemente de ángeles que sostienen el manto protector. L a motivación iconográfica, con distintas advocaciones, es en general de tipo votivo, bien por causa de pestes, hambres, guerras, bien por otras catástrofes, y se hacía en conmemoración de las víctimas. Cuando presentaba un carácter de protección genérica, Mater Omnium, se colocaba a los hombres a la de-
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Fig. 23 Idem. Misa de San
H Gregorio.
recha y a las mujeres a la izquierda, según la rígida ley de la jerarquía, todos arrodillados y en oración. E n la tabla del Museo Arqueológico Nacional dicha jerarquía se estructura con un pontífice, un obispo, un caballero, cortesanos y religiosos a la derecha de María y los Reyes Católicos, una religiosa clarisa —recuérdese que la pintura procede de un convento de esta Orden—, un dominico y otros caballeros y damas, al otro lado. De la misma procedencia es la magnífica tabla de Juan de Flandes con San Juan el Bautista, de hacia 1518-1519. Fue encargada probablemente por el almirante Fadrique, importante allegado de los Reyes Católicos y admirador, como ellos, del arte flamenco. E l manierismo de la figura indica que se trata de las obras más avanzadas del discípulo de Van der Goes, lo que evidencia su formación gótica. E l rostro evoca el del Cristo del Noli me tangere del retablo mayor de la catedral de Palencia y el modelado de las formas recuerda al naciente italianismo de Bigarni.
Tres esculturas en piedra representan a los santos patronos franciscanos, San Francisco (50035), Santa Clara (50028) y San Miguel (50037), bastante maltratadas. Fueron entregadas por el gobernador A n gulo a las comisionados Rada y Malibrán (1871/25), junto con varios respaldos de la sillería del coro. Estos, a diferencia de muchas sillerías catedralicias de la segunda mitad del siglo X V , de rica iconografía, presentan fina labor de tracería y claraboya. Son de madera de pino, como los restantes objetos de carpintería exhibidos en torno, dos pulpitos y un sillón prioral.
Volviendo a la pintura, existe en el Museo una notable muestra de finales del gótico, procedente del área castellana, navarra y aragonesa. Faltan, en cambio, muestras de pintura valenciana y mallorquína. Jaime Cabrera, que trabaja en Barcelona entre 1394 y 1432, es seguidor de Luis Barrassá. Su sentido de la delicadeza e ingenuidad se manifiesta en el tríptico de la Virgen entronizada, con el Niño, ángeles músicos y dos santas en la tabla central (52401). En las alas se representa la Anunciación, San Antonio Abad, San Francisco, San Sebastián y Santa Catalina. Del maestro burgalés de San Nicolás, que trabajaba en la segunda mitad del siglo X V , se exhibe un interesante conjunto de tablas. L a predella número 51661, con los santos Agustín, Elena, Bárbara, Ambrosio, Lorenzo y Sebastián —figurado como doncel, iconografía implantada en España—, perteneció al retablo de los Santos Juanes junto con las tablas números 51663 y 51893 con el Cirineo y el Descendimiento, la Co
ronación y la Flagelación. Los rostros tienen fuerte modelado y se aprecia un particular gusto por las telas de brocados dorados de raigambre flamenca. Procede de Burgos, como una Virgen con el Niño y ángeles músicos (51667). Son bellísimas las tablas del Maestro de Osma, que Camón A z -nar identifica con el Maestro de Sinobas. También burgalés, su actividad se sitúa entre finales del siglo X V y comienzos del X V I . L a Asunción de la Virgen (51659) se ha ideado en perspectiva jerárquica y las f i guras son de humilde expresión, proporciones correctas y elegantes. L a Epifanía (51666) se representa en el clásico momento de la adoración del Niño por el rey Mel chor. Los compañeros permanecen en pie sobre fondo dorado y punteado por algunas zonas a la derecha del espectador.
L a escuela navarra está representada por el retablo de San Nicasio y San Sebastián (60608). E l feliz hallazgo documental por parte del P. Goñi (1986) sitúa su primitiva ubicación en la capilla de los Eulates de San Miguel de Estella. He aquí el texto: "Pr imo fizieron fazer los dichos Mart in Pérez y Toda Sánchez, su muger, la capilla e altar de los señores Sant Sebastian e San Nicasio de nuevo e de pintarlos en un retablo a sus propias misiones por reverencia de nuestro Señor Ihesu Christo. E por las animas encomendada, Pater noster". Es de estructura cuadrangular apaisada y está organizado en cuatro calles con los santos t i tulares en las centrales, de mayor t amaño . A sus pies se arrodillan los encargantes, Mart ín Pérez y Toda Sánchez. E n las calles exteriores se desarrollan escenas de la vida y martirios, con leyendas explicativas, y la fecha de ejecución, 1402.
De fines del gótico son los pintores Juan de la Abadía el Joven y Pedro de Zue-ra, autores del retablo de San Mart ín de Tours. Procede de la parroquial de Nuevo y fué adquirido por P. Savirón (1869/23; 51684). Corresponde a Zuera (1430-1468) la parte más antigua, las tablas centrales con el Santo Patrón y la Crucifixión que remataba el conjunto. Es datable en torno a 1460, fecha del retablo de la Coronación de la Virgen de la Catedral de Huesca. Estilísticamente se aprecia la huella de Pedro Serra, aunque el aragonés da más corporeidad a sus figuras y sintetiza con lo italiano ciertos rasgos franceses, típico del arte de Aragón y Navarra. Las escenas de Juan de Abadía el Joven (h. 1498-1509) de estilo avanzado, representan a Jesús Salvator Mundi, San Andrés, varios momentos de la vida de Cristo y del apóstol. A este retablo pertenecen, según R. del Arco , las tablas números 51707 y 51713, correspondientes a
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la predella. Una cruz de término, probablemente de la región levantina (1940/50; 57808), de la segunda mitad del siglo X V , ha sido montada en su actual ubicación por razones de cronología y para producir en el espectador que accede desde el fondo de esta sala, un efecto de perspectiva. Las cruces de término, situadas en plazas normalmente delante de las iglesias visibles desde bastante distancia, invitaban al fiel a la frecuente oración al pasar ante ellas.
Las tablas de primitivos flamencos se exponen en la sala 37. Dentro del mundo gótico está la portezuela con la Trinidad de Franke van der Stock (51916), bruselés nacido hacia 1420 y muerto en 1495. Fiel seguidor de Rogier van der Weyden, obtuvo los cargos de presidente de la cofradía de San Eloy y fue miembro del concejo comunal entre 1465 y 1475. Sus figuras se caracterizan por un alargamiento que se acentúa por el reducido tamaño de las cabezas. Los rostros y gestos, muy repetidos, y movimientos indecisos e irresolutos están patentes en esta Compassio Patris, cuyo origen, según G . de Pamplona, está en Borgoña a comienzos del siglo X V y penetra en España a mediados de la centuria. Esta tabla fue compañera de otra portezuela similar del Museo de Oldemburgo con la Virgen desfallecida en brazos de San Juan. Adscribi-ble también al gótico aunque del siglo X V I , es el tríptico de la Coronación de la Virgen de Marcellus Coffermans, cuya actividad artística transcurre en la segunda mitad del citado siglo, obtenido el oficio de pintor en 1549. Su estilo sigue la línea tradicional de los flamencos del siglo X V y primera mitad del X V I y sus personajes se caracterizan por la repetición de tipos y atuendos. Sus fuentes de inspiración están en R. van der Weyden, B. van Orley, M . Schongauer y A . D u -rero. Los vestidos presentan ricos y finos plegados de t rad ic ión gót ico-f lamenca, aunque la estructura piramidal y simetría denuncian los nuevos vientos renacientes.
B I B L I O G R A F I A B A S I C A
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