Propaganda y Ataque- Manuel Gonzalez Prada

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    GONZLEZ PRADA, MANUEL (1848-1918)

    (Lima, 1848-id., 1918) Escritor y poltico peruano. Perteneciente a una familiaaristrocrtica de origen colonial, se defini desde su juventud como un poltico deideologa prxima al anarquismo y, en un intento de luchar contra la corrupcin del

    sistema, acab por fundar la Unin Nacional y publicar diversos ensayos y artculos enlos que pona de manifiesto su radicalismo poltico, anticlerical e indigenista (Pginaslibres, 1894,Horas de lucha, 1908).

    Durante la guerra entre Per y Chile (1879) luch en las filas peruanas, y con la posteriorocupacin chilena de su pas se recluy por tres aos en su casa como seal de protesta.En 1912 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional de Lima, fund el CrculoLiterario y se erigi en el gua poltico y literario de un sector de la juventud peruana.

    Su formacin literaria, autodidacta, se centra en los clsicos espaoles, los simbolistasfranceses y algunos autores alemanes (Goethe, Schiller, Krner...) que l mismo tradujo.

    Sobre esta base, llev a cabo una renovacin mtrica y rtmica de la lrica en castellano,que expuso en el tratado titulado Ortometra. Apuntes para una rtmica (publicado en1877), e introdujo estrofas mtricas provenientes de la lrica medieval francesa e italiana,y composiciones persas que conoci en su adaptacin inglesa.

    Su poesa es fruto de un minucioso trabajo, y aunque se halla temticamente vinculada aun romanticismo rebelde, que deja traslucir sus preocupaciones polticas y sociales; suexpresin es siempre contenida y exacta, deudora del simbolismo. En vida slo lleg apublicar tres libros de poemas (Minsculas, 1901, Presbiterianas, 1909 y Exticas,1911); pstumamente aparecieron Trozos de vida (1933), Baladas peruanas (1935),Grafitos(1937) yAdoracin(1946), un canto de amor a su esposa, Adriana Verneuil, quese incluye dentro de la temtica ertica de la poesa pradiana.

    (http://www.biografiasyvidas.com/)

    PROPAGANDA Y ATAQUE

    INDICE

    ADVERTENCIAS

    PRIMERA PARTE

    EL ENEMIGOPOLEMICAS RELIGIOSASCOMEDORES DE PAPASLA SANTA IGNORANCIA

    http://www.biografiasyvidas.com/http://www.biografiasyvidas.com/
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    LA FE Y SUS DEFENSORESLA CUESTION RELIGIOSALA TRINIDADLOS LIBROS SAGRADOSLA INMACULADA CONCEPCION

    LA EDUCACION DE LOS JESUITASCONGRESO DE GINEBRAMORIBUNDOS Y MUERTOSESTAMOS CON SAN JERONIMO

    SEGUNDA PARTE

    LA CIUDAD HUMANALA RETIRADA DE BILLINGHURSTEL HONRADO Y EL DEVOTOCUIDADO CON LA BOLSA

    LAS AUTORIDADES Y LA UNION NACIONAL"GERMINAL"LA UNION NACIONALEL MENSAJE Y LA PRENSAEL MENSAJE Y LA PROVIDENCIAROMAA Y LA PRENSAEL ESCRITOR Y LA LEYUNA LECCIONLA LEY DEL PALOEL MOMENTO POLITICOMERCADERES POLITICOS

    ADVERTENCIAS

    Es ste un libro representativo de la vida y lucha de Manuel Gonzlez Prada: propaganday ataque. Palabras que no slo encierran un grito de combate sino un programa: lapropaganda de la ideologa estimada verdadera y justa debe aunarse con el ataque a lasideologas consideradas injustas y falsas. Ataque extensivo a los individuos, porque -como dijo alguna vez el autor de este libro- "en la lucha de ideas sirven de blanco loshombres que las encarnan". La tctica de la propaganda y del ataque, lejos de reclamarsede novedosa en la batalla doctrinaria, cifra precisamente en la antigedad de su ejerciciola virtud de su eficacia; y porque Gonzlez Prada la hizo suya en sus campaas de pluma,creemos el ttulo de esta recopilacin -ttulo de uno de sus ms famosos artculos dePjinaslibres- apropiado al espritu de su contenido.

    Escrito hace treinta y cinco o cuarenta aos, este volumen conserva su actualidad. Hamuerto la mayora de los hombres mencionados en sus pginas y ciertos acontecimientos

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    aludidos en ellas cobran ya el inevitable color aejo de las cosas vistas desde unaperspectiva de casi medio siglo. Pero los principios por los que combate este libro no hanenvejecido. Por el contrario. Hoy ms que nunca, en medio a la regresin ideolgica quepretenden imponer ciertas doctrinas sociales y polticas, se hace imperativa la lucha por lalibertad del Individuo contra la creciente opresin del Estado. En momentos en que

    dictaduras seudocivilizadas llevan hasta su ms degradante lmite el avasallamiento delIndividuo por el Estado, reconforta asistir a este cotidiano bregar de una pluma por laLibertad. Y aunque el espectculo se desenvuelva a la escala de un escenario peruano, lamodestia del contenido geogrfico no menoscaba la dignidad de esta lucha: sus caracteresde universalidad y eternidad, ajenos a fronteras y cronologas, la ennoblecen de uninmutable valor humano.

    Los atentados a la libertad del pensamiento y los atropellos contra los derechos delindividuo flagelados en este libro parecern inofensivos deslices al comparrseles con labarbarie espiritual y poltica imperante hoy en los Estados totalitarios de Europa y enalgunas tiranas militares de la Amrica Latina. La circunstancia de que atravesemos una

    poca de retroceso en cultura moral no resta oportunidad ni eficacia al presente volumen:antes bien, justifica la necesidad de persistir en la propaganda y porfiar en el ataque. Lalucha de hoy es la lucha de ayer y ser la lucha de maana. En ambos campos, nuevoshombres aportan nuevas banderas, nuevas divisas y nuevas armas de combate; pero es lamisma guerra, ancestral y eterna, entre la Poltica de la Tirana y la Poltica de laLibertad.

    Propaganda y ataque obedece al plan de reunir una serie de escritos de ndole semejante,no recopilados an en volumen. Veintiocho artculos -ocho inditos y veinte publicados-forman el libro: trece artculos religiosos en la primera parte; quince artculos polticosen la segunda. Los primeros son de carcter general y divulgacin doctrinaria; los

    segundos, casi todos de inters local y circunscritos, en su mayora, a un ciclo breve de lahistoria poltica peruana. Circunstancias ligadas con la vida misma del autor explican quetodos los artculos, excepto cuatro, correspondan a la poca 1898-1903, aosmarcadamente beligerantes en la existencia de Gonzlez Prada.

    El orden cronolgico ha sido observado en la segunda parte; pero desatendido en laprimera. Tal disparidad de mtodo tiene su motivo: en un proyecto embrionario de libro,el autor estableci la colocacin de algunos artculos de esta primera parte que,suplementada con otros escritos, deba formar un volumen de ndole exclusivamenteantirreligiosa. Hemos juzgado cuerdo respetar ese plan. Pero sin pauta igual para lasegunda parte, la distribucin cronolgica nos ha parecido la nica sensata. (Slo "Laciudad humana", de dudosa cronologa, escapa a la regia).

    Con posterioridad a su publicacin, algunos artculos fueron corregidos por el autor: talesenmiendas aparecen en el presente texto. En los casos de adiciones -tanto en losmanuscritos inditos como en los recortes impresos de los publicados- hemos preferidoincluirlas en la forma de notas marginales.

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    Ciertos artculos de la segunda parte, a pesar de significar valiosa contribucin a lahistoria poltica del Per, carecern de inters para el lector no peruano. Alusiones localesoscurecen a menudo el texto, que slo hemos aclarado con los escolios estrictamentenecesarios. Oscuridades de esta naturaleza no menoscaban la inteligibilidad del sentidogeneral y cualquier lector medianamente perspicaz (aun el lector dotado de la "dosis muy

    moderada de entendimiento" concedida por Swift a Lord Lexington) lograr suplir suignorancia de localismos peruanos con un leve esfuerzo de imaginacin. Conviene dejaral lector la complacencia de adivinar -aun a riesgo de equivocaciones ocasionales -y noatiborrarle con superabundancia de notas explicativas.

    Personas familiarizadas con la labor periodstica de Gonzlez Prada nos reprocharn talvez la omisin de algn artculo religioso o poltico aparecido durante la poca queabarca este volumen. Respecto a la parte publicada, debemos al pblico una explicacin:slo aparecen aqu los escritos que en recortes impresos conserv el autor entre sus

    papeles, papeles que a su muerte vinieron a nuestro poder. El habitual descuido deGonzlez Prada en guardar copia de sus producciones publicadas permite conjeturar la

    existencia de otros artculos. Prximas ediciones de este libro corregirn esta probabledeficiencia, que dificultades de acceso personal a colecciones de peridicos existentesslo en Lima nos impiden salvar en esta oportunidad.

    En cunto a los artculos publicados enLos Pariasy otras hojas d combate, durante losaos 1905 a 1918, un libro que aparecer prximamente en las EDICIONES IMAN,Prosa menuda, reunir esos escritos dispersos.

    Alfredo Gonzlez Prada

    Nueva York, octubre de 1938.

    PRIMERA PARTE

    EL ENEMIGO

    Avoir une tte gifle, tener una cara que pide bofetadas, es una frase tan expresiva comoverdadera. Hay pobres diablos que sin habernos causado ningn mal, por el nico hechode poseer una fisonoma repelente o grotesca, nos inspiran ganas de embestirles y

    sopapearles.Lo que nos sucede con las gentes nos pasa tambin con los pueblos, las instituciones y lascreencias. Sin ir muy lejos, ah tenemos al Catolicismo con su tte gifle, con su carapidiendo bofetadas. Hay una diferencia: el pobre diablo grotesco y antiptico suele nomerecer los golpes, mientras el Catolicismo los pide con razn y los recibe con justicia.

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    Concebimos la monomana irreligiosa o curofobia de algunos prjimos; y nosotrosmismos, sin ser masones, enemigos personales de Jessni comedores de presbteros, nodesperdiciamos la ocasin de asestar un golpe al monstruo. Quin sabe si en nuestrasvenas repercute el clamor de algn infeliz apedreado en los muelles de Alejandra,degollado en las calles de Bziers o carbonizado en el quemadero de Sevilla.

    Si habitamos Londres, Constantinopla, Lasa o Pekn no se nos ocurre soar en luchas ocontroversias religiosas porque un ingls, un turco, un tibetano y un chino se cuidan muypoco de averiguar nuestras creencias con el fin de imponernos las suyas. Por lo general,donde imperan los sectarios de las religiones ms absurdas, quedamos indiferentes oneutrales; pero donde los catlicos imponen la ley o se hallan en gran nmero, no cabenindiferencias ni neutralidades: el ms pacfico y menos agresivo tiene que volverseanticatlico y batallador.

    Nada tan hermoso como el respeto a las convicciones ajenas ni tan laudable como laarmona de los espritus animados por ideas antagnicas. Mas armonas y respetos no

    existen sin una gran dosis de escepticismo que nunca se alberga en las almas catlicas.Mientras haya dogmas polticos y religiosos, las naciones y los individuos sentirn odiosirreconciliables. La tolerancia reinar en la Tierra cuando los hombres se digan que unacreencia no se distingue de un prejuicio y que la fe ciega denuncia miopa deentendimiento: quienes afirman alguna cosa no poseen ojos suficientemente poderosospara divisar las razones de negarla.

    Cuando los catlicos no gobiernan exclusivamente, claman y protestan como siestuvieran desposedos de un derecho inalienable; cuando imperan ahogan toda voz yreprimen toda libertad como si ellos solos poseyeran ttulo a la expresin de las ideas y aldesenvolvimiento de la vida. Y proceden lgicamente, segn su manera de juzgar: qu

    pueden conceder a sus semejantes los hombres imbuidos en la idea que toda verdad vienede Dios por conducto de la Iglesia? Considerando moralmente venenosas las doctrinasopuestas al Dogma y teniendo por criminales a los hombres que las enuncian, losfanticos son consecuentes al usar la censura previa y hasta la supresin del heterodoxo:se conducen como esos brbaros de la Edad Media que para detener la propagacin deuna enfermedad contagiosa eliminaban el virus eliminando a los apestados.

    Cuando los liberales asumen el poder, siguen otro sistema: como proclaman lainviolabilidad de todos los derechos, cualquiera que sea la comunin religiosa delindividuo, otorgan al catlico la plena libertad de ejercer su propaganda. Imitan(ignoramos si con razn) a los ingleses que ni al sentirse amenazados de la plagabubnica se resuelven a establecer cordones sanitarios o cuarentenas porque saben queuna buena higiene pblica y privada concluye por aislar y extinguir el ncleo deinfeccin. As, pues, a los liberales les toca el papel menos ventajoso en la tragicomediasocial: si no gobiernan, tienen que enmudecer y sufrir la vulneracin de sus derechos; simandan, se ven obligados no slo a escuchar el insulto y la calumnia, sino a proveer dearmas a sus propios enemigos.

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    No se repita que liberales y librepensadores se gozan en la lucha y provocan el ataque: alembestir contra la Religin Catlica no hacen ms que parar el golpe y ejercer un acto delegtima defensa. Se ven reducidos a un dilema: perecer o resistir. Al liberal olibrepensador que blande la espada o maneja la pluma contra los catlicos se le debeaplicar lo de

    Cet animal est fort mchantQuand on l'attaque il se dfend!

    Quin suscitara polmicas religiosas si el Catolicismo fuera pacfico y conciliador?Como se distingue por la agresividad y la intolerancia, como nos amenaza con reducirnosa la condicin de parias intelectuales, nos hallamos en la necesidad de oponernos a sudominacin. Nadie combatira por el solo motivo que los dogmas de la Iglesia entraan elabsurdo y la contradiccin, como nadie rie ni disputa con el vendedor de especficospara el dolor de muelas, la calvicie o los callos: basta con sonrer y abstenerse de comprarel ingrediente. Pero el catlico se sulfura con la abstencin: impone el gasto y el uso del

    menjunje o la droga.Un buen catlico tiene que ser poltico retrgrado, as como un poltico avanzado tieneque ser enemigo implacable del Catolicismo. Desconfiemos de los liberales moderadosque (por echarla de socilogos prcticos o no querer excitar los nervios de algunas damashistricas) se declaran respetuosos con todas las creencias y deciden ex cathedra que lasguerras de religin no pertenecen a nuestro siglo. Los contemporizadores infundensospechas en todos los bandos: en el conservador que les mira como aliados tibios einseguros, en el radical que les ve como futuros reaccionarios. Mercachifles de felicidadpblica, algunos hombres se imaginan que gracias al reclamo y al envase logranintroducir sus mercaderas averiadas. Felizmente, descubren el juego, a nadie engaan.

    Todos sabemos ya que los liberales moderados, parodiando al coloso de Rodas,descansan un pie en el altar de la Razn y colocan el otro en el umbral de una sacrista.

    Quien lucha por la emancipacin social, mina el edificio religioso; de igual modo, quienprediga la libertad de conciencia, socava el monumento poltico. No caben abstencionesni componendas. Demandemos a los creyentes si aceptan y, sobre todo, si observan laneutralidad; ellos varan de tctica segn las circunstancias: zorros cuando se hallan enmenor nmero, tigres cuando forman la mayora.

    No hay hombre medianamente ilustrado que de buena fe admita los dogmas de la sectaromana: hoy se cree por ignorancia supina o se finge creer por malicia refinada. Losincrdulos o librepensadores se ven acometidos por dos fuerzas: la inteligente del clero,la bruta de las muchedumbres fanatizadas, sealadamente las mujeres. En vano el filsofoy el sabio desean vivir pacficamente consagrados a las faenas del espritu: cuando lancenuna idea que perjudique los intereses de la casta sacerdotal o formulen una ley que no seavenga con los dogmas de la secta, oirn un clamor de muerte, vern manos amenazantesy crispadas, sentirn las uas del tigre o recibirn las babas del reptil. A los predicadoresde consideraciones y respetos al Catolicismo les deseamos una sola felicidad: vivir enpueblos regidos por un gobierno netamente clerical.

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    Que librepensadores y liberales aprendan en los hombres aleccionados por milnovecientos aos de guerra con los paganos, los heresiarcas, los filsofos y los reyes. Loscatlicos piden tregua cuando les conviene, nunca celebran paz definitiva ni sincera.Besan para morder, abrazan para estrangular. Si la hipocresa no hubiera existido en elmundo, ellos la habran inventado, porque llevan en sus labios la miel necesaria para

    endulzar todo el ocano, mientras disimulan en su alma la ponzoa suficiente paraenvenenar todos los ros. Difcilmente se imaginara peores enemigos: ejercen lacalumnia tradicional y metdica, profesan el odio colectivo y hereditario. Con el tiempo yla muerte quin no perdona o disminuye su rencor? A los mil aos de muerto unenemigo, los catlicos le aborrecen, le maldicen y le calumnian. No dan cuartel ni cedena la compasin, viviendo animados por el ms implacable y feroz de los sentimientosferoces: el odio divino. Y todos, chicos y grandes, pobres y ricos, manifiestan la mismaferocidad, porque si el fantico de blusa suprime violentamente al hereje, el fantico delevita o de sotana ensea y justifica la supresin. De los soldados franceses se dijo quetodos llevaban en su mochila el bastn de mariscal; de los catlicos se puede afirmar queel ms inofensivo esconde en sus bolsillos el tizn de Torquemada.

    Vedles formando las grandes colectividades. Las naciones sometidas al yugo espiritual deRoma denuncian algo caduco y antediluviano: parecen mozas avejentadas, jvenes con elmicrobio de la decrepitud. Mientras Alemania, Inglaterra y Estados Unidos exhalan unaatmsfera de vida, Espaa y las Repblicas Sudamericanas hieden a cementerio. Por msdistingos que se haga, Catolicismo y Clericalismo son sinnimos, y quien dice gobiernoclerical dice regresin a la Edad Media.

    En resumen: el Catolicismo es el enemigo, y como no se puede andar a su lado, se debemarchar contra l.

    POLEMICAS RELIGIOSAS

    Las discusiones religiosas presentan el inconveniente de no sembrar el convencimientoen el nimo de los llamados a ser convencidos, en los creyentes de buena cepa: conalgunos aos de Catolicismo, el hombre de cerebro ms robusto concluye por quedareternamente emparedado en el absurdo, viviendo a semejanza de quien desciende a unstano, rechaza tanto el gas como la luz elctrica y no reconoce mejor alumbrado que unavela de sebo.

    Pero el inundo no se compone de slo fanticos o vctimas cogidas en los tentculos delpulpo religioso: hay una gran ola humana que flucta, indecisa entre la Razn y la Fe, noacertando a declararse por la ciencia que nos rasga la venda ni por la Religin que noscircunda de tinieblas. Y se disculpa su estado de alma: es tan dulce la pereza intelectual!Hay, a la vez, una gran masa de hombres indolentes que siguen el Catolicismo comoseguiran otra religin cualquiera, por haber nacido en ella y no darse el trabajo de pensarni de mantener una lucha consigo mismo. Y tambin se les disculpa: (es tan cmodoabandonarse a la corriente de las ideas adquiridas! Nada tan agradable como navegar

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    muellemente recostado en la cmara de un trasatlntico, mientras los hombres de marfijan el rumbo, manejan el timn y atizan los calderos.

    Pues bien, si la Iglesia se apodera de los indecisos e indolentes por qu no se apoderarde ellos el librepensamiento? Hay que ayudar a muchos en la empresa de quitarse de los

    hombros la carga tradicional. Abundan personas que llevan el Catolicismo en su cerebrocomo se lleva una erupcin cutnea en las espaldas o un fornculo en las posaderas: noestn enfermas de muerte, pero necesitan de mano ajena para curarse.

    Se dir con muchos seudo-liberales del Per que la era de las discusiones religiosas haconcluido, pues todos creemos lo que mejor nos parece sin acordarnos de las creenciasprofesadas por los dems? Los catlicos no piensan as, y lo prueban con sus libros y susdiarios: cuando algn filsofo discurre basndose en la Razn, surge inmediatamentealgn fantico a refutarle en nombre del Dogma. Pregntese a un santurrn si averigua ono la fe religiosa de sus prjimos, si sabe quines acuden los domingos a misa y quinescomen de viernes en cuaresma.

    Cierto, las religiones van muriendo de puro viejas al mismo tiempo que hasta en la masapopular los fetiches del Catolicismo pasan de moda y dejan de ser temas de actualidad;pero aqu no sucede lo mismo: las supersticiones catlicas nos acometen, nos circundan,nos penetran y nos emponzoan. Estamos como sumergidos en atmsfera deemanaciones patgenas, como hundidos hasta el cuello en lquido saturado de microbios.San Jos nos asedia, la Virgen nos obsede y Jesucristo, como el pimiento en Castilla y elajo en Marsella, no falta en ninguna de nuestras combinaciones culinarias.

    Veamos Lima y fijmonos en un solo hecho: la multiplicacin y predominio de la castasacerdotal. Los conventos donde en aos no muy remotos vegetaban unos pocos frailes,

    han sido sorpresivamente colmados de huspedes recogidos entre los mas groserospalurdos de Italia y Espaa. Y estos frailes advenedizos, no satisfechos con reinar en susconventos y disfrutar de pinges rentas, monopolizan la instruccin, dominan en lasfamilias y ejercen una incesante succin en todos los jugos sociales: son algo as como unimposible natural, como sanguijuelas que chuparan por la cabeza y la cola.

    Mientras la miseria cunde en todas las clases, mientras el obrero ve disminuir el jornal ycrecer las contribuciones, mientras la mujer se prostituye por hambre o muereprematuramente por exceso de trabajo mal remunerado, el clrigo y el fraile viven hartos,alegres, felices y hasta relucientes: se dira que los rosados mofletes de cada presbteroacabaran de ser enlustrecidos con charol de puo. Si al cruzar por la calle divisamos unsemblante donde se trasluzca la serfica beatitud de haber comido bien y bebido mejor,no preguntemos el nombre de ese dichoso mortal: es un fraile. Si escuchamos el metlicoruido de herrajes en los adoquines y vemos aparecer dos rozagantes caballos enganchadosa un coche de cuatro asientos, no preguntemos quin va dentro: es un obispo. Sidivisamos una seorona con traje de seda y sombrero de plumas acompaada de tres ocuatro chiquillos con botines de hule y ternos de rico pao, no preguntemos a nadie elestado civil de aquellos envidiables seres: son la comadre y los sobrinos de algn cura.

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    Y an estamos en el exordio de la cruzada tenebrosa. Gobernados por un hombre coninstinto de albail y alma de monaguillo, Lima se va convirtiendo en un mixto de lupanary sacrista. Muy pronto caer sobre nosotros un denso crepsculo, mejor dicho, una nochecimeriana donde no veremos ms que la silueta de pjaros negros, donde noescucharemos mas que el graznido lanzado por aves de mal agero.

    Digan ahora las gentes racionales si aqu se necesita o no emprender una campaa contrael fanatismo, si se debe o no discutir la influencia del Catolicismo en el atraso de nuestrasociedad. Pero vindolo bien, al ocuparse de materias religiosas no conviene discutir sinoatacar sin responder. Los catlicos nos ensean el ejemplo cuando en vez de hablarracionalmente se contentan con oponer a los hechos el versculo de la Biblia, a las leyesde la Naturaleza el latn de algn santo padre. Conducindonos ms cuerdamente queellos, desvirtuemos las afirmaciones de la Fe con las negaciones del buen sentido.>Quin discute con mnagos y santones? El cido fnico >argumenta con el microbio?

    Quedamos, pues, en que la mejor manera de luchar con los fanticos es asestarles de

    cuando en cuando un buen golpe, hacemos los distrados y dejar que chillen. Pero tantocomo lanzarles descargas de grueso calibre o propinarles sendos varapalos en lugarsensible, vale tal vez hincarles con alfileres o azotarles con ramas de ortiga, es decir,tomarles el pelopara que todos los hombres de buen humor se ran a costa del dolo, deldogma y del bonzo. Hablar siempre con gravedad y miramientos equivale a confesartcitamente que se mira en la Religin una cosa digna de respeto, seria, intangible,sagrada.

    (Ved lo santo y lo respetable de nuestra Religin- diran los presbteros- cuando hasta losmismos herejes y librepensadores la tratan con veneracin sin atreverse a gastar bromascon ella! No demos margen a semejante paparrucha. Si al aproximarnos a un viejo le

    hacemos muchos saludos y reverencias, las gentes se figurarn que nos hallamos enpresencia de un anciano venerable; pero si le tiramos la barba y le soltamos algunasinterjecciones de color subido, entonces esas mismas gentes se convencern de que el talviejo es un vejete ridculo y despreciable. En el presente caso nos las habemos con unavieja verde que se propone darnos gato por liebre; hacernos pasar por dentadura de casa,los dientes postizos; por caderas de buena sustancia, las almohadillas de algodn; porblancura de tez virginal, el colorete de albayalde; por aliento de boca sana, las clidas ypungentes emanaciones de un estmago canceroso.

    En resumen, quien logra tener de su parte a los que ren, lleva mucho camino avanzado,porque una religin que sirve ya de burla y escarnio est muerta o moribunda. Tratemos,pues, de hacer rer' al lector, recordando que la risa es irrefutable y poderosa,revolucionaria y democrtica, que "el lloriqueo de Rousseau no derrib tanto como lacarcajada de Voltaire".

    COMEDORES DE PAPAS

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    Los catlicos repiten siempre: Todos los que se alejan de Roma, todos los que se declaranen guerra contra el Catolicismo, acaban mal, o en trminos grficos: quien come Papamuere.

    Qu dicen los hechos?

    Cuando el Patriarca Photius hizo en Constantinopla algo parecido a la obra que sietesiglos ms tarde realiz Lutero en Alemania, Roma sufri tremenda sacudida, y siguiendosu inveterada costumbre quiso detener el cisma con la astucia y la fuerza. Si hubo tiempoen que los Pontfices romanos imponan con las armas a los disidentes griegos o seburlaban de ellos con tina diplomacia prfida, hoy las cosas pasan de otro modo: laIglesia Ortodoxa Griega, encarnada en los eslavos, disfruta del mismo principado que laIglesia Latina, y a Roma le sera tan difcil dominar o influir en San Petersburgo como enLondres o Berln. Los papistas se alucinan constantemente con el regreso de loscismticos griegos al seno de la Iglesia Romana, en tanto que el Imperio Ruso continasu camino sin preocuparse mucho de Papas ni de Catolicismo: no le separa ya de Roma

    una simple cuestin defilioque. Entre los eslavos la idea de patria se vincula tanto con lade religin que en Austria o Turqua el ortodoxo griego pasa por ruso, as como en Rusiael protestante pasa por alemn, el budista por chino, el mahometano por turco. Mientrasel Papa Latino vegeta en la impotencia poltica, sin ms armas que sus anatemas ni msdominio que el Vaticano, el Zar, con sus ciento veinte millones de sbditos diseminadosen Europa y Asia, mantiene el equilibrio europeo, habindose convertido en preciosoaliado que las grandes potencias se disputan. Francia, la hija mayor de la Iglesia,amenazada por la Triple Alianza, busca su salvacin en un comedor de Papas: el Zar deRusia.

    Qu eran los pueblos germnicos antes de la Reforma?

    Su engrandecimiento empez el da que los martillazos de Lutero en Wisemburgo fuerona repercutir en el corazn de los prncipes alemanes. Prusia, la nacin luterana porexcelencia, la que empuj a Vctor Manuel hacia el Vaticano, marcha hoy a la cabeza delImperio Alemn, habiendo realizado en pocos anos lo que no consiguieron en muchossiglos las naciones catlicas de Europa. Basta recordar un solo hecho: a los ciento setentaaos de que el Elector Federico III se hizo coronar como rey de Prusia en Koenigsberg, elrey Guillermo I se haca proclamar Emperador de Alemania en el palacio de Versailles.Los tres millones de hombres que al advenimiento de Federico el Grande componan todoel reino de Prusia se multiplicaron con tanta rapidez que pasan hoy de treinta. Y elaumento en la poblacin es proporcional no slo al ensanche del territorio sino aladelanto en las ciencias, las artes, la industria y el comercio. Hamburgo no tiende acompetir con Londres? Ejrcitos prusianos vencieron a la catlica Austria en Sadowa,ejrcitos prusianos vencieron tambin a la catlica Francia en Sedn.

    Desde, que Enrique VIII rompi con la Curia Romana, no existe nacin ms comedora dePapas que Inglaterra. Debera ser el pas ms flagelado por la justicia del Eterno, y sucedetodo lo contrario: hasta las fuertes epidemias que diezman a las poblaciones europeascausan menos estragos en ciudades inglesas, cuando no se detienen a sus puertas: la

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    clera divina retrocede ante la buena higiene. Como nacin de libertades pblicas ygarantas individuales, Inglaterra merece llamarse la primera de todas, sin exceptuar a lamisma Francia. Los perseguidos polticos de todas las naciones, los apstoles que deseanhablar y escribir libremente, buscan refugio y proteccin en el pueblo ingls. Bossuet nose mostr, pues, muy buen profeta cuando predijo que "el libre examen minara los

    estados protestantes" ni mejor poltico al afirmar que "el Protestantismo era incompatiblecon la existencia de un gobierno bien organizado". Cuando Felipe II, queriendo vengar lamuerte de Mara Stuart y restablecer el Catolicismo en Inglaterra, lanz contra la reinaIsabel todos los caones de la Invencible Armada, fue la mejor oportunidad para que semanifestara el auxilio divino; pero Dios tuvo la prudencia de permanecer neutral y laInvencible Armada no justific su nombre. Los cuatrocientos millones de hombres queforman hoy el Imperio Britnico evidencian el asombroso desarrollo de los anglo-sajonesy el peligro en que se encuentra la Tierra de ser orbe britnico, como antes fue orberomano.

    Por siglos enteros, Italia vive fraccionada en reinos microscpicos, gobernados por

    mirmidones, siendo campo de batallas y rapias, feria donde se dan cita los aventureroscoronados o sedientos de coronas; pero cambia de suerte, asciende al rango de granpotencia, el da que Vctor Manuel invade el Quirinal y convierte al Papa en simplevecino de Roma. Morta la bestia, morto il veleno. Sin el Papado, que nunca vacil enapelar al extranjero para sostenerse y que desde el siglo V haba hecho en Italia lo mismoque Inglaterra hace hoy en la India, los italianos olvidaron sus rencillas y reconstituyeronla unidad nacional. Italia come Papa diariamente y diariamente se consolida y serobustece.

    En Suiza, con slo atravesar a vuelo de pjaro un cantn, se adivina la creencia religiosade sus pobladores: donde no hay higiene pblica ni privada, donde reinan el

    estancamiento y la pereza, donde hasta el aire parece que encerrara grmenes deenfermedad y muerte, se cruza por un territorio catlico; por el contrario, donde resalta elaseo, donde bullen la actividad y el trabajo, donde se respira algo como un aliento desalud y vida, se atraviesa un lugar protestante.

    No se necesita especificar minuciosamente el fabuloso progreso de los norteamericanos,hijos de ingleses y tan comedores de Papas como sus progenitores. Conviene, s,mencionar el extrao fenmeno que se realiza en los Estados Unidos: a pesar de laconsiderable inmigracin de irlandeses, el Catolicismo no aumenta en la proporcin quedebera aumentar. De dos catlicos rancios nacen hijos incrdulos o indiferentes. A ms,media un abismo entre un catlico yankee y un papista italiano o espaol. El Catolicismopierde en Norteamrica su intolerancia y agresividad: a manera de microbio patgeno,disminuye su virulencia merced al cultivo y las inoculaciones sucesivas.

    Mxico, dominado por clrigos enemigos de la repblica y adictos a la monarqua deMaximiliano, comprendi al fin que su regeneracin estribaba en romper con lastradiciones religiosas legadas por los espaoles. En la Repblica Mexicana las iglesias setransforman hoy en talleres o escuelas, de modo que donde resonaba el rgano, jadean lasmquinas a vapor, y donde rezongaba latines el monigote, enuncia verdades cientficas el

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    profesor. Desde que Mxico emple tan radicales medidas contra el papismo, lasbendiciones del cielo llueven no slo sobre sus hijos, sino sobre sus minas, sus pozos depetrleo, sus campos y sus rebaos: todo en esa nacin prospera desde que el fanatismoanda de capa cada.

    En Sudamrica, los pueblos que han dictado leyes ms opuestas a la enseanzadogmtica, los que han empezado a comer Papa, son los que disfrutan de mayorbienestar, son los que en sus guerras vencen a las naciones catlicas, apostlicas yromanas.

    Los hechos manifiestan, pues, que el adelanto de los pueblos se mide por su lejana deRoma, o ms bien dicho, por la cantidad de Papa que comen.

    A cuantos digan que los comedores de Papas mueren, se les debe contestar con laspalabras de un gastrnomo al amigo que le aconsejaba no comer trufas porque estabanhaciendo dao: --"No haga usted caso, amigo mo, sa es una voz que han levantado los

    pavos".

    LA SANTA IGNORANCIA

    Conversando con la familiaridad de buenos compadres, se paseaban en los jardines delVaticano el banquero Mires y el Pontfice Po IX.

    El Papa, siguiendo la inveterada costumbre de sus predecesores, lamentaba la crecienteimpiedad de los corazones, la escasez de las arcas pontificias y la gran dificultad de

    procurarse fondos. Tal vez se hallaba necesitado de rifles y caones para hacerse grato aDios con el exterminio de las bandas garibaldinas. Levantaba los ojos al cielo, comoimplorando una lluvia de oro, cuando el banquero le dijo con la mayor seriedad:

    - (Bah! (Bah! De todos los soberanos del mundo, su Santidad es quien se encuentra enmejores condiciones para lanzar un emprstito: lo aseguro bajo mi palabra de financista.

    El Padre Santo se llen de ntima satisfaccin, y nerviosamente abra y cerraba las manos,como si ya cogiera los napoleones de Pars o las libras esterlinas de Londres. A la vez quedibujaba en sus labios la sonrisita peculiar a los jesuitas, pregunt a Mires en qu sefundaba para emitir semejante opinin.

    -En qu me fundo? En que lo ms durable, lo ms seguro y lo ms fcilmente explotablede este mundo es la tontera humana.

    Aunque la historia no parezca muy autntica, merece consignarse porque encierra muchaverdad y mucha filosofa. Leyendo ignorancia en lugar de tontera, la respuesta de Miresadquiere toda la fuerza de un axioma.

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    Por regla general, quien tonto nace, tonto muere, o, el tonto a nativitate es tonto persecula seculorum;pero sucede muchas veces que la tontera no viene de la constitucinorgnica sino de la ignorancia, como se ve, por ejemplo, en la sencillez o pobreza deespritu que denuncia la fe religiosa: creemos, no porque hayamos nacido tontosincurables, sino porque nunca hemos pensado en ahuyentar la nube de errores que nos

    envuelve desde la infancia, porque de jvenes y viejos seguimos viviendo como vivamosen los primeros aos.

    La secular y magna labor de la Iglesia Romana se resume en tres vocablos: fomentar laignorancia. Desde los primeros siglos de la era cristiana, los apologistas de la Religin ylos buenos creyentes manifestaron un odio encarnizado a la ciencia y un entraable amora la santa ignorancia. Jesucristo no llamaba bienaventurados a los pobres de espritu yles ofreca el reino de los cielos? Ya puede anticipar el sabio lo que en el otro mundo sele espera: no hay asiento a la diestra del Todopoderoso, sin llevar patente de ignorancia oimbecilidad.

    Segn Tertuliano, "la Filosofa es superflua o riesgosa, es la obra de los demonios.Despus de Jesucristo, toda curiosidad ha llegado a ser insensata; despus del Evangelio,toda ciencia ha llegado a ser intil". Se argir que por mala fe citamos a un doctor de laIglesia, nacido en el segundo siglo. Mas no: en pleno siglo XIX, el filsofo Balmesasegura que "el Catecismo nos hace llegar desde nuestra infancia al punto msculminante que sealar a la ciencia la sabidura humana". Cul es la ciencia suprema?Indudablemente el conocimiento de Dios, puesto que conocida la causa se conoce elefecto. Ahora bien, conforme a la teologa mstica, "Dios no es conocido verdaderamentesino de los simples y de los dbiles: la ciencia de las escuelas no hace ms que esparcir ointerponer una nube entre Dios y el hombre". Los telogos, en sus tenaces y prolijaslucubraciones, han llegado a esta conclusin: "La ignorancia de todas las cosas creadas es

    la condicin del verdadero saber divino".Por declaracin de los mismos telogos y apologistas, media pues una graveincompatibilidad de humores entre la Religin y la Ciencia: en eso estamos conformescon ellos. Qu tiene que ver la divinidad de Jesucristo con la paralaje de un astro, eldogma de la Trinidad con la duplicacin del cubo, la virginidad de Mara con ladilatacin de los gases, o el misterio de la eucarista con el binomio de Newton? Elmismo Dios, que representa un serio papel en la Metafsica y la Teologa, no luce muchoen las Matemticas, la Qumica, la Fsica, la Historia Natural ni la Astronoma: enalgunas ciencias hay que suprimirle, como hiptesis intil o cantidad despreciable.

    Desde que la Roma de los Csares degener hasta el extremo de convertirse en la Romade los Papas, la Iglesia Catlica vino ejerciendo el oficio de huracn y despabiladera.Durante los primeros siglos y en la Edad Media, cuando un hereje o filsofo querapensar libremente y encender su vela en el secreto del hogar, entonces la Iglesia (que todolo saba y todo lo miraba) se converta en la despabiladera para matar la luz y suprimir lavela. Cuando todo un pueblo encenda una gran hoguera para alumbrarse sin necesidad depedir luz a Roma, en ese caso la Iglesia Catlica se trasformaba en el huracn que no sloextingua la hoguera, sino arrasaba con los muros del pueblo y conclua con la existencia

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    de sus moradores. Se necesita realizar un prodigio de reconstitucin histrica paraimaginarse hoy el proceso mental de aquellos energmenos divinos que rompan lasestatuas, derribaban los templos, quemaban las bibliotecas y hundan el hierro en elcorazn de los paganos y de los herejes.

    Como los tiempos no son ya los mismos, la Iglesia se resigna o finge resignarse a ejercerel oficio de pantalla: quiere interponerse entre la Ciencia y la Razn para disminuir laintensidad de la luz o hacerla cambiar de colores. Verdad que Po IX con su Virginidadde Mara, su Infabilidad de los Papas y su Syllabus, levant una especie de muralla chinaentre la Religin y la Ciencia; pero verdad tambin que el infeliz Po IX es consideradopor muchos catlicos como un brouillon o gte-sauce, como un Pontfice ms digno de laEdad Media que del siglo XIX, como un espritu mezquino y estrecho que habramerecido el curato de una aldea, no la silla de San Pedro.

    Los modernos apologistas dejan las medidas violentas, realizan su cuarto de conversin ya fuer de buenos oportunistas o diplomticos, se desvelan por manifestar que no cabe la

    ms mnima discrepancia entre la ciencia humana y la ciencia divina; que las verdadesencontradas por el hombre con el simple auxilio de su inteligencia se conforman con lasverdades comunicadas a la Iglesia por el Espritu Santo. Conclusin: Moiss fue tan buenastrnomo como Laplace, Jesucristo supo tanto como Aristteles, Joaqun Pecci vale,cientficamente hablando, lo mismo que Spencer o Haeckel.

    De todos modos y sea cual fuere el plan de guerra seguido por la Iglesia, se llega a lasmismas conclusiones de Balmes y Tertuliano: la proclamacin de la inutilidad de laciencia y el culto a la santa ignorancia.

    Esta santa ignorancia, esta arma eterna del Catolicismo y dems religiones, es necesario

    combatirla por todos los medios posibles: quitndosela al hombre, le quitamos unainterminable y pesada cadena de males, le purificamos y ennoblecemos. Para conseguirlo,basta inocularle en el organismo unos cuantos centmetros cbicos de instruccin laica: laCiencia es a las religiones como el cido fnico, es a los microbios.

    LA FE Y SUS DEFENSORES

    I

    Cualquiera se imaginara que las feroces y seculares guerras de religin fueron suscitadaspara desvanecer las tinieblas y cubrir de luz a la Humanidad: slo se trat de salvar la Fe.

    Qu es la tal Fe? Algunos privilegiados lo saben y se guardan el secreto, mientras elcomn de mrtires nada comprende y pasa cargando su Fe, como un asno ciego lleva sualbarda. Muchas gentes que se lastiman porque "grasa la epidemia de la incredulidad" yva desapareciendo "el dulce blsamo de las creencias", muchos hombres quedesenvainaran el sable para defender la sacrosanta Fe de sus padres, se hallan en la

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    misma penumbra cerebral del pueblo que se amotinaba porque unos astrnomos inglesesqueran robarle el equinoccio.

    Para qu sirve? Antiguamente se usaba para trasladar las montaas; pero desde que eltaladro las perfora y la dinamita las pulveriza, ya no sirve de mucho en los negocios

    materiales de este mundo. Estamos seguros que nos sirva de algo en las cosasespirituales o de la otra vida? Oigamos al apostol Santiago: "Hermanos mos quaprovechar si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? Podr la fe salvarle?... La fe, sino tuviere obras, es muerta en s misma" (Epstola Universal, II, 14 & 17). Oigamos aSan Pablo: "Porque por gracia sis salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don deDios: no por obras, para que nadie se glore" (Epstola a los Efesios, II, 8 & 9).

    San Pablo defiende una doctrina, Santiago enuncia la contraria. A San Pedro, comoinfalible, le tocaba resolver la magna cuestin de la Fe y de las obras, pero no lo hizo y secontent con asegurar que entre las Epstolas de San Pablo "hay algunas difciles deentender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como tambin las otras

    Escrituras, para perdicin de s mismos" (Segunda Epstola Universal, III, 16). Es que sinembargo de toda la infabilidad, el buen San Pedro vea muy poco ms all de sus naricesy calzaba tantos puntos de Sancho como de apstol. Si no, vase cmo le trata Jess enuna rfaga de mal humor: "Y l (Jess)volvindose y mirando a sus discpulos, ri aPedro, diciendo: Aprtate de m, Satans; porque no sabes las cosas que son de Dios, sinolas que son de los hombres" (San Marcos, VIII, 33).

    Fe parece creer lo que no se ve y hasta lo contrario de lo que se ve. Un desconocido vienea nuestra casa, nos deposita un gran cofre y nos repite con mucha gravedad: "Aunque elmueble pesa como el heno, est repleto de oro". Si abrimos el cofre y afirmamos que lapaja seca es paja seca, somos unos descredos; si sostenemos que los haces de paja son

    lingotes de oro, somos hombres de Fe. Un creyente no se diferencia, pues, delhipnotizado que bebe horchata de almendras y se figura saborear una copa de champagne.Para llegar a ese gloriossimo estado de sugestin, se requiere el auxilio divino, desde quesegn la enseanza de la Iglesia, la Fe es un don del, Espritu Santo, desde que losesfuerzos individuales para conseguirla valen tanto como los especficos de los barberospara adquirir pelo. Vindolo bien, el don divino merece llamarse un presente griego, ycualquiera pedira la exoneracin de recibirle, si el Espritu Santo observara la buenacostumbre de averiguar nuestra opinin antes de concedernos sus dones.

    Cualquiera tiene derecho de preguntarse cmo una Fe tan irracional y descabellada puedehallar defensores tan decididos o caballeros andantes de humor tan irascible. Un cura deindios nos declaraba con la mayor ingenuidad: "Por la Fe hasta la muerte. Verdad quemuchos de nosotros no creemos o dudamos; pero a qu divulgarlo? Sera quitarnos elpan de nuestros hijos". Un sochantre nos sola repetir: "Amigo, se lo confieso con todareserva-: nosotros somos embaucadores o cubileteros, y nuestra rabia contra ellibrepensador es la misma rabia de los prestidigitadores contra el espectador que lesdescubre la trampa o el manipuleo".

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    Como la turbamulta de los creyentes no se halla en las mismas condiciones del sochantreni del cura, se necesita decir algo ms sobre los Defensores de la Fe: muchos no sonsimples cubileteros ni se guan por slo el amor paternal. Quin sabe si en el beato, elfraile o el clrigo vamos a descubrir el antropoide que sirve de transicin entre el gorila yel hombre.

    II

    Los monos domesticados se conservan mansos y dciles mientras viven sometidos alrgimen vegetal; pero se vuelven ariscos y batalladores apenas se habitan a comer carne.Algo semejante sucede con la Humanidad: desde que un individuo frecuenta la mesaeucarstica, pierde toda su mansedumbre y toda su bondad para convertirse en unaespecie de lobo indomesticable y agresivo. Esto, lejos de hablar en favor de la teofagia,manifiesta que la carne de los Dioses no conviene al organismo del hombre.

    Olvidando que la Fe no se adquiere voluntariamente, que no se inocula convicciones enel cerebro como se inyecta morfina en la sangre, los fanticos se declaran enemigosinexorables del filsofo porque no cree, como se llamaran adversarios del disppticoporque no digiere. Menos injusto se muestra don Quijote al abstenerse de partir en guerracontra los estmagos que rechazan el blsamo de Fierabrs: a Sancho que vomita ladroga, le sigue considerando tan su amigo como antes.

    Digamos a un gemetra que todos los radios de una misma circunferencia no son iguales,a un astrnomo que la Tierra se mantiene inmvil en el espacio, a un fisilogo que lasangre no circula en nuestras venas: los tres hombres de ciencia querrn convencernoscon pruebas experimentales, y al no conseguirlo, alzarn cuando mucho los hombros y

    sonreirn con ligera irona. Pero neguemos la divinidad de Jesucristo, sostengamos laconcepcin humana de Mara o combatamos la infalibilidad del Papa: todos los miembrosde la secta romana empezarn por aducir el testimonio de la Biblia o de los, SantosPadres y acabarn por esgrimir el arma hiriente, cortante o contundente. Ni siquiera unsimulacro de razones. Y as corroboran una ley del espritu humano: cuanto ms injustaes una causa, cuanto ms patente es un error, se les defiende con ms rabia y con peoresarmas. Por la bilis del creyente se mide la monstruosidad de la creencia; y un escritorfrancs anda muy acertado cuando valindose de un calembour, sostiene que la Foi estune maladie du foie, la Fe es una enfermedad del hgado.

    Sucede una cosa muy original: cuando algn incrdulo aduce que las aseveraciones de unmal sacerdote no merecen crdito porque lo afirmado con las palabras queda desmentidocon las acciones, los catlicos responden que debemos atenernos a la excelencia divina dela enseanza, no a la imperfeccin humana del rgano docente, que la rosa no deja defigurar como reina de las flores por nacer en un cementerio. Por el contrario, cuandoalgn librepensador combate el Dogma y prueba el origen humano de todas lasreligiones, entonces el clero empieza por baar de lodo al librepensador y concluye porasentar que no debemos creerle ni escucharle, que de labios corrompidos brotan siempredoctrinas abominables, que el mal rbol produce malos frutos. Nada ms natural que

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    alrededor de todo enemigo de la Iglesia se cristalice una leyenda de perversidad. Aldefender a Dios, no hay arma vedada, ni la ms atroz calumnia. Ante la gloria del SerSupremo qu vale la honra del hombre?

    Alguien dijo que el olor ms grato a los Dioses era el olor a cadver; pero como han

    cado en desuso los sacrificios humanos y los autos de fe, hoy el mayor placer de Dios enel ciclo es or calumniar al hereje en la Tierra. El Espritu Santo debe reclamar lainvencin del clebre consejo atribuido a Voltaire: "Mentid y calumniad sin miedo quealgo queda siempre". El sacerdocio de la calumnia y de la mentira lo desempean muybien, desde hace muchos siglos, todos los defensores de la Fe, principalmente losministros del Seor.

    Algunos catlicos, los menos malvolos, se imaginan que el incrdulo niegaostensiblemente; que en el fuero interno guarda la conviccin religiosa; que tarde otemprano regresa al seno de la Iglesia, sobre todo en la hora de la muerte. Y sin quererloni pensarlo, estas almas puras y generosas infieren a su religin la ms grave de las

    ofensas al convertirla en el ltimo refugio de los hombres que llevan petrificadas las trescuartas partes del cerebro. Todos sabemos que a la aproximacin de la muerte, cuando elorganismo sufre los estragos de la completa desagregacin, las facultades mentalespierden su vigor y su lucidez, de modo que la inteligencia ms poderosa oscila entre lainconsciente vaguedad de la niez y la estpida somnolencia de la decrepitud. Alaguardar, pues, que se regrese a la Fe cuando el cerebro se haya convertido en undesconcertado reloj que da las ocho y marca la una, se sugiere muy triste idea delCatolicismo. As que podramos desearle a un amigo nuestro: "-(Ojal te veas encondiciones de ser catlico!" parodiando al jorobado que vociferaba porque le habanrobado un vestido nuevo: "-(Ojal mi levita le venga bien al cuerpo del ladrn!"

    Otros catlicos, los menos benvolos se figuran, o al menos propalan, que siendoimposible negar de buena fe la evidencia de las verdades reveladas, la incredulidad nacede la perversin moral, que andan inseparablemente unidos el descreimiento y la mala fe.As muchos, particularmente los sacerdotes, consideran al impo y al hereje comoimperdonables delincuentes, ms odiosos y ms acreedores a la pena corporal que loscriminales comunes, desde que a la gravedad del acto se agrega la malicia del actor ydesde que matar las almas al inculcarlas una doctrina perniciosa causa mayor dao quematar el cuerpo al herirle con una espada. El impo y el hereje pecan contra el EsprituSanto, desean perpetrar un deicidio, son un nuevo Nabucodonosor que pretendereconstruir la torre de Babel para escalar el firmamento y destronar a Dios.

    En vano respondern los incriminados que ellos no se proponen reconstruir ninguna torre,escalar ningn firmamento ni destronar a ningn soberano legtimo: ellos no saben lo quedicen y, quieras o no quieras, son Nabucodonosor. Van a saber ms que los telogos?Esto recuerda una historia. En un pueblo de la sierra del Per fue conducido alcementerio un pobre diablo que ofreca todos los signos de la muerte, cuando slo estababajo la influencia de un sueo catalptico. Al ser arrojado a la fosa, abri los ojos y sepuso a gritar: "-(Estoy vivo! (Estoy vivo!"-" Vivo t?, exclama uno de los, enterradores:ests muerto y bien muerto. Quieres t saber ms que los mdicos?"

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    En resumen: la Fe debe ser considerada como un rgano que se atrofia con la luz:combatir en su defensa corre parejas con amotinarse por el robo del equinoccio y acusarde perverso al hombre que no la guarda, equivale a tratar de manco al sexdigitario que secorta el apndice intil y queda con sus cinco dedos.

    Respecto a los Defensores de la Fe, ellos operaron antiguamente como el boa queenvuelve a su vctima, la quebranta, la estrangula y antes de engullrsela tiene la buenaprecaucin de lubrificarla con una baba pestilente y viscosa. Mas hoy que no puedenestrangular ni engullir como la serpiente, se consuelan con gruir como los mastinesencadenados o secretar ponzoa como los batracios enfurecidos.

    LA CUESTION RELIGIOSA

    Cuando se habla de lanzar un libro contra los dogmas catlicos o de fundar un peridico

    de combate, muchos hombres con nfulas de graves pensadores o de avisados polticos,no censurarn del todo la campaa religiosa, pero niegan diplomticamente laconveniencia y oportunidad de iniciarla. Como Bertoldo no encontraba ningn rbol quepudiera servirle de horca, as los avisados polticos y los graves pensadores no hallanocasin favorable para combatir la sacrosanta religin de sus abuelas. Debe respetarse -dicen- las convicciones ajenas, conviene no escandalizar a los simples y sencillos niquitar a los desgraciados el consuelo de la fe. Algunos, tomndola desde muy alto,suelen afirmar que no vale la pena de consumir las fuerzas cerebrales en cuestiones depoca monta o de orden inferior.

    Respetar las convicciones ajenas. Los catlicos dan el ejemplo? Leamos a los

    apologistas o defensores de la Iglesia, y veremos que los ms tolerantes y moderadoscomienzan por infamar a los dioses de todos los olimpos y concluyen por arrastrar en ellodo a los creyentes de todas las religiones.

    El catlico de buena raza, sube al cielo para degollar a las divinidades, desciende a laTierra para estrangular a los infieles, y en seguida forma de todos los cadveres, divinos yhumanos, una inmensa montaa para instalar en la cumbre al hijo de un palomo y de unamujer. La ortodoxia romana condena al oprobio las civilizaciones anteriores alCristianismo y considera a la mayora de la Humanidad viviente como una manada delobos entretenidos en procrear y devorarse. Si en el otro mundo no salen muy bienlibrados los hombres que mueren sin haber recibido el agua del bautismo, en esta vida nohacen un papel muy honroso los judos, los budistas, los musulmanes ni los mismosprotestantes: fuera de la Iglesia Catlica no hay salvacin; tampoco hay ciencia, virtudesni honorabilidad. El hombre no tiene derecho de exigir a los dems hombres sino lo quel mismo se halla dispuesto a concederles en igualdad de circunstancias: entonces conqu derecho piden el respeto a sus convicciones los individuos que no saben respetar laconciencia ni la honra de sus prjimos?

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    No escandalizar a los simples y sencillos. El catlico no escandaliza, tambin a losdems hombres (entre los que seguramente no faltan simples ni sencillos) cuando se burlade todas las creencias y de todos los creyentes? O el escndalo de un musulmn al orescarnecer a Mahoma vale menos consideraciones que el de un papista al ver combatirla divinidad de Jesucristo? Dejando el terreno de las religiones positivas; o ms bien,

    saliendo del campo donde catlicos y no catlicos se escandalizan mutuamente, debemospreguntar: no se produce escndalo entre los librepensadores al hablarles de unadivinidad trina, de una Virgen-madre, de un hombre-Dios, de un Papa infalible o de unoslibros dictados por el Espritu Santo? No se escandaliza tambin a los sabios cuando sepone a la Religin frente a frente de la Ciencia, y hasta en escala superior? Al sabio lesobra razn para escandalizarse, pues los misterios y dogmas encierran tanto absurdocomo la teora de los cuatro elementos, como el horror de la Naturaleza al vaco, como elsistema geocntrico de Tolomeo. Desde que el apogeo de la Iglesia coincide con el mayorabatimiento y la mayor ignorancia de la Humanidad, debemos llamar al Catolicismo elsupremo escndalo de la Historia, no slo en el presente siglo sino en el porvenir. Sinosotros nos escandalizamos hoy de nuestros antepasados al constatar sus groseras

    supersticiones, nuestros descendientes se escandalizarn maana de nosotros al ver laenorme desproporcin de nuestro desarrollo mental, porque mientras en el ordencientfico hemos llegado a fijar el verdadero mtodo, en materias religiosas seguimosadmitiendo los errores y supersticiones de un cafre. Efectivamente, nos remos de lospobres egipcios que hacan nacer a sus dioses en los huertos o jardines, y tratamos conseriedad y respeto a los hombres que extraen a su Dios de las panaderas. Cabe muchadiferencia entre divinizar una lechuga y adorar un disco de migajn?

    Quitar a los desgraciados el consuelo de la fe. Podemos igualar el Catolicismo con latintura de rnica; la Ciencia, con los poderosos desinfectantes modernos. Si admitimosque a un fantico se le deje la fe, por servirle de consuelo, aceptemos tambin que a unpobre diablo se le permita su tintura de rnica en lugar de cido fnico y el sublimado.Por qu no dejamos al hombre del pueblo con su doctoray sucurandero? El mdico leasusta, el curandero y la doctora le consuelan. Si no hay consuelo ms seguro que lareligin ni consoladores ms eficaces que los sacerdotes por qu en todas nuestrasenfermedades no recurrimos al mnago ni encerramos la teraputica en una serie demanipulaciones y mojigangas litrgicas? Desde que el bromuro de potasio tiene un sabordesagradable y el bistur causa dolor, curemos la epilepsia con un pax tecum yextraigamos un divieso con un vade retro, Satana! En vez de otorgar a los desgraciadosel consuelo de la fe no valdra ms proporcionarles los medios de conseguir la felicidadterrestre, sin perjuicio de obtener la dicha celestial? A los desheredados del mundo, la feles sirve de espejismo; como si dijramos de engaifa, para soltar el bocado yentretenerse en perseguir la sombra. Supongamos que nos ponemos a marchar por delantede un asno hambriento, dndole a oler un manojo de hierba, pero no dejndole atrapar unsolo bocado. Ningn catlico negar que practicamos una buena accin -que procedemosconforme al espritu de caridad evanglica- pues si no damos al burro el placer deengullirse una sola rama, le proporcionamos el consuelo de olerlas todas. Lo que unbufn de mal gusto hara con el borrico, lo hace la fe con los desgraciados.

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    Las cuestiones religiosas pertenecen a un orden inferior. No lo negamos; concedemosque muchos hombres resuelven el problema religioso en los primeros aos de la juventud,y aun en los albores de la adolescencia; concedemos que la inteligencia, al salir de laignorancia, se despoja del Catolicismo como el nio al escapar de la noche uterina sedesembaraza del meconio; concedemos que en la sociedad las religiones hacen el papel

    de carnes fungosas involucradas en las clulas de un organismo; concedemos que, dada ladifusin de los conocimientos, nadie puede llamarse catlico sin llevar reblandecidas lastres cuartas partes de la masa cerebral; hasta concedemos que todas las religionesantiguas y modernas son a la Ciencia como el insecto y el microbio son al cuerpo delhombre. Porque nos consideramos un animal superior miraremos con tal desprecio a losbichos inferiores que impunemente nos dejaremos devorar? Mefistfeles opinaba conms cordura que los avisados polticos y los graves pensadores, cuando deca:

    "A la pulga que nos piqueReventarla, amigos mos!"

    En resumen: el respeto a las convicciones ajenas, el escndalo a los simples y sencillos,el consuelo de la fe y las cuestiones inferiores, deben considerarse como sofismas,paparruchas y salidas de tono. Lo esencial estriba en resolver si el Catolicismo encierra ono la verdad. Si la encierra, verifiquemos un movimiento regresivo, organicemos lasociedad moderna conforme al modelo de las naciones medioevales, o, en dos palabras,sometamos el poder civil al poder eclesistico, sin admitir ms cdigos que el Syllabus; sino la encierra, entonces provemonos de una buena escoba, y sin el menor escrpulo,hagamos con los dogmas y misterios, con el hombre-Dios y la Virgen-madre, algosemejante a lo que Don Quijote de la Mancha hizo con la titiritera morisma de maesePedro.

    Con el Catolicismo no se avienen los trminos medios: si no se le acepta en globo, se lerechaza en bloque.

    LA TRINIDAD

    Quien haya ledo a Molire, recordar que segn Sganarelle o el medico a palos,llevamos por mucho tiempo el corazn a la izquierda y el hgado, a la derecha, hasta quelos mdicos arreglaron las cosas de otro modo, ponindonos el corazn a la derecha y elhgado a la izquierda. Los telogos o galenos, de alta escuela practicaron tambin suoperacin quirrgica: dividieron en tres a la Divinidad. Hay una diferencia en el resultadode las dos operaciones: nosotros no perdimos ni ganamos con la traslacin de lasvsceras, mientras Dios se porta mejor y ha beneficiado en comprensibilidad desde lafamosa triseccin. Al menos, algunos catlicos opinan que sin el Misterio de la Trinidad,no legraramos adquirir el menor conocimiento de la Divinidad, del Universo ni delhombre.

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    Decir con precisin en que consiste el Misterio, parece difcil, o mejor dicho, imposible,cuando, los telogos mismos convienen en que es inexplicable e incomprensible. Eso noimpide el explicarle ni el tratar de hacerle comprender; y como naturalmente no logranninguno de los dos propsitos, concluyen por recomendarnos la Fe ciega y salvadora.As, pues, los hombres que aceptan el Misterio no saben con seguridad lo que aceptan, y

    les basta imaginarse que creen en una cosa muy excelente: parece que en las regiones dela Teologa el mrito aumenta con la oscuridad y el embrollo. Si un fotgrafo,pretendiendo habernos retratado con fidelidad, nos presenta un clich borroso y deforme,negamos el parecido y rechazamos el retrato; pero Dios, menos descontentadizo y quizms modesto que nosotros los hombres, queda siempre satisfecho con su imagen, aunquelas facciones aparezcan desfiguradas y confusas.

    Si dividimos en tres una piedra, los trozos quedan eternamente separados porque hemosdestruido la cohesin de los tomos; si dividimos en tres una fruta, no lograremosreconstituirla porque hemos roto la unin de los tejidos celulares; si dividimos en tres unanimal, no conseguiremos tampoco volverle a su primitivo ser porque hemos cortado la

    misteriosa trama de la vida; mas si dividimos en tres a Dios, el operado queda bueno ysano, trino y uno, indiviso y dividido. Alguna ventaja debe sacarse de poseer laDivinidad.

    Segn alcanza la razn a vislumbrar, las cosas suceden arriba de un modo extrao: elPadre Todopoderoso, contemplndose a si mismo, en una especie de onanismo eterno,engendra al Hijo; y el Hijo, unindose al Padre en un contubernio unisexual, engendra alEspritu Santo. Y todo se realiza eternamente y presentemente, pues ni el Padre esanterior al Hijo ni el Hijo al Espritu Santo: como si dijramos un abuelo, un padre y unnieto nacidos a la misma hora. En la Tierra, un marqus tiene precedencia sobre un condey un conde sobre un vizconde; en el Cielo, las tres Personas son tres marqueses. Todo

    ocurre amigable y democrticamente, sin enojosas cuestiones de prelacin por antigedado rango.

    No hay tradicin de que las tres Personas hayan disentido en su manera de gobernar elUniverso: cuando el Padre murmura si, el Hijo repite ouiy el Espritu Santo agregayes.Quin no recuerda a los gemelos siameses? La mayor parte de su existencia vivieronacordes en la manera de sentir, hasta que al estallar la guerra civil de los Estados Unidos,el uno se declar partidario del Sur y el otro sostuvo la causa del Norte. Supongamos unaceleste guerra tripartita, con la circunstancia que un beligerante se aliara con el Diablo.

    Slo en el Misterio de la Redencin hubo lo que llamaremos una abstencin diplomtica:el Padre y el Espritu Santo se quedaron arriba, mientras el Hijo descendi para sufrirvejaciones, azotes, coronamiento de espinas y crucifixin. El Espritu Santo se hallabaprobablemente escamado, pues en alguno de sus anteriores descensos o correras por elmundo no debi de haberle ido muy bien cuando perdi un dedo, que por ms seas seconservaba en un templo de Jerusalem. El Padre, ms prudente que todos, no descendide las alturas; al menos no subsiste tradicin de que hubiera perdido algn dedo ni cosapor el estilo. Hasta se hizo de la vista gorda cuando Jess le apostrofaba en los horroresde la agona.

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    Y en qu se ocupan eternamente las divinas Personas? Se comprende que a la creacindel Mundo, el Padre estuviera muy atareado en sacar de la Nada el Universo; que el Hijo,antes de llenar el vientre de Mara, se desvelara en madurar su proyecto de Redencin;que el Espritu Santo, siendo unos das voltil y otros das acutico, se gozara en volarpor las nubes o flotar sobre las aguas. Pero qu hacen hoy? amarse y admirarse, vivir

    como una especie de Budas hipnotizados por la contemplacin de sus tres ombligos.Montona ocupacin; tan montona que los simples mortales se congratulan de no serninguna de las tres Personas.

    Entre los hombres que penetraron a fondo en los arcanos divinos, se cuentaChateaubriand, aquel clebre poeta que muri con la seguridad de haber sido el primerromntico y el ltimo santo padre. Cuando el autor de Los mrtires usa de tantafamiliaridad y desenvoltura al explicarnos los Misterios, debemos admitir que algunasveces daba sus escapadas al Cielo para juzgar de visuy servir de testigo presencial. SegnChateaubriand, el Padre se halla arriba, el Hijo se encuentra abajo y "el Espritu Santodesciende eternamente del Padre al Hijo y eternamente sube del Hijo al Padre".[1] La

    trinidad se reduce, pues, a una maroma; la tercera Persona se convierte en funmbulo.Caras le salen al Espritu Santo las alas de paloma.

    Tomando por un momento las cosas a lo serio, se puede argumentar: si las tres Personasson meros atributos de un ser nico, todo el Misterio se reduce a un juego de palabras; si,por el contrario, son verdaderas sustancias, el Dios trinitario no pasa de una divinidadpolitesta, formada de tres dioses fundidos en uno.

    El Misterio catlico no ofrece el mrito de la novedad: las teogonas de Caldea, Asiria,Egipto, India, China, Persia, Grecia, etc. poseyeron sus tradas divinas, y muchosfilsofos -alucinados quiz por las virtudes concedidas en la Antigedad al nmero

    tres[2]- mostraron predileccin por la idea trinitaria. En los sistemas de Scrates, Platn,Aristteles, Plotino, Proclo, etc. abundan las concepciones trinas, no de personas sino deatributos.

    Interesante sera indagar cmo y cundo se introdujo la Trinidad en el seno delCatolicismo. Se la dira una concepcin alejandrina, un eco de Platn en la metafsicacristiana. En los dos primeros siglos de nuestra era se habl confusamente de la Trinidad(Tertuliano es el primero en usar la palabra) y como fue ignorada por ms de un catlico,muchos santos debieron de sufrir una gran sorpresa al ingresar en el Cielo y encontrarsecon un Dios trino, cuando haban adorado un Dios unipersonal.

    Al Hijo le fue simple incorporarse en el seno del Padre, desde que Jess, al tercer da desepultado, resucit y ascendi en cuerpo y alma: qu le tocaba al Padre sino recibirle ysentarle a su diestra? Al Espritu Santo no le cost la Divinidad azotes ni crucifixin: sloalgunos aos de paciencia y la interpretacin maliciosa de unos cuantos versculos.Parece. que algn maligno intent concederle el sexo femenino: concesin peligrosa ynada decente, pues habramos tenido, en el Cielo algo as como un desposorio de tres. ElPadre Eterno, viejo y bonachn, habra representado el papel de San Jos; en tanto que elHijo, ilustrado, ya con las lecciones de Magdalena, habra cometido las travesuras de

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    Querubn y Don Juan. Felizmente, para que los impos no encontraran un motivo ms deburlas, el Espritu Santo conserv la varona con todos sus accesorios. Faltaba ingerirleen la Divinidad, y eso lo realiz el Concilio de Nicea, gracias a la influencia e imposicinde Atanasio. Desde entonces (por gratitud a sus benefactores) el Espritu Santo desciendea la Tierra siempre que se retine un Concilio ecumnico.

    Se ceir el Catolicismo a sus tres Personas en una? El terno divino concede esperanzasde convertirse en cuaterno y hasta en quina, si Jesucristo, como buen hijo, introduce en latrinidad a Mara y a San Jos.[3] Verificada la introduccin, San Jos y Mara arrastrarana todos sus ascendientes hasta concluir en Adn; y Adn, como buen padre, otorgara laDivinidad a todos sus descendientes. No cabe solucin ms sabia del problema religioso,y parece que vamos en camino de aceptarla. En concepto de las muchedumbres qu esMara sino la cuarta persona de la Trinidad? qu son los santos sino dioses a medias?qu los Pontfices romanos sino colaboradores y participes de la Divinidad?

    Como el Carlos V de Hernani pronunci su dramtico "Perdono a todos!", el Papa

    debera extender sus manos sobre la especie humana y exclamar en un arranque deentusiasmo: Divinizo a todos!

    1. Chateaubriand,Les Martyrs. Pars, Pourrat Frres 1836; Tomo I, Libro III, pg. 76.

    2.Nota marginal del autor: Vase el ensayoIsis y Osiris, de Plutarco.

    3.Nota marginal del autor: En el segundo siglo, Mara es la Virgen-Madre; en los sigloscuarto y quinto, asume el rango de un ser semidivino, no ya la madre de Jesucristoconsiderado como hombre -como lo pretenda Nestorio- sino laMadre de Dios, conforme

    a la decisin del Concilio de Efeso en 431. En la Edad Media, Mara se transforma en laReina del Cielo. S1o falta incorporarla de ttulo a la Trinidad, quefuncionalmente formaya parte de ella.

    LOS LIBROS SAGRADOS

    I

    En la Biblia se atesoran las verdades reveladas por Dios para instruirnos en el magno

    negocio de nuestra salvacin. Deberamos leerla y meditarla, con la seguridad de tener enella un faro y un gua; pero no sucede as: nadie se consagra a la meditacin y lectura dela palabra divina sin exponerse a infectar su alma con et virus de la impiedad. El guasuele convertirse en mal compaero que nos arrastra por caminos de perdicin; el faro, enluz traidora que nos Ileva derecho al precipicio. El Gran Libro quedara perfectamentesimbolizado por una droga con el rtulo: Panacea mortfera.

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    Los antiguos hebreos no permitan a menores de veinte aos la lectura de algunos librossagrados, como por ejemplo, Ezequiel y el primer captulo del Gnesis; y los catlicos,siguiendo las huellas de sus progenitores morales, prohiben a jvenes y viejos la lecturade Biblias sin notas. Y la Iglesia tiene salidas cmicas, dignas de recogijarnos. Cuandonos recomienda la meditacin de losLibros Sagrados, vedando el interpretarles segn las

    luces de la razn, se parece a la vieja solterona que chochea con gatos, les mima y lesconcede todo, menos el ejercicio de la virilidad. Cuando se vale de notas para hacernosver claro un versculo turbio, compite en malicia con el gitano que pona gafas verdes alburro para hacerle creer que le daba pasto fresco.

    En la interpretacin de los pasajes bblicos dudamos a que atenernos, pues mientras unapersona inteligente y de buena fe les entiende de una manera, otra persona dotada de lamisma. inteligencia y de la misma buena fe les comprende de un modo contrario. Siconforme a la opinin de algunos doctores musulmanes, cada sura del Corn admite unassesenta interpretaciones diversas cuntas admite cada versculo de la Biblia? Repasandola formidable historia de cismas y herejas, se constata que cismticos y heresiarcas se

    apoyan en el testimonio de losLibros Sagrados: las controversias religiosas se redujeronsiempre a tiroteos encarnizados en que los textos servan de proyectiles. Si los mdicosde Molire se bombardeaban con aforismos de Hipcrates y Galeno, los ortodoxos yheterodoxos se caoneaban con versculos de Moiss y San Pablo.

    Existen alemanes que todo to sacan de Goethe, espaoles que todo to extraen deCervantes, ingleses que todo to encuentran en Shakespeare: abundan creyentes que todoto almacenan en la Biblia. Hubo protestante que en las malas horas de su existencia abralos Libros Santos, seguro de hallar una enseanza o un consuelo en las primeras lneasque le saltaran a los ojos. El da que se le muere su hijo nico, el buen hombre acude a suBiblia y logra descubrir un blsamo providencial para el alivio de su dolor en la historia

    de Sansn, o lo que da lo mismo, en la quijada de un asno, enrojecida con sangre de milfilisteos.

    Qu fortuna de algunos hombres! (Encerrar en un solo volumen toda una enciclopediahumana y divina donde yacen implcita o explcitamente condensadas las cosas msincongruentes, desde las pruebas de la divinidad de Jess hasta la Economa Poltica,desde el binomio de Newton hasta la frmula de los ingredientes para confeccionar elvinagre de los cuatro ladrones! Supongamos la ganga del boticario que poseyera un barrilmaravilloso donde cada noche transvasara algunos litros de agua y de donde pudieraextraer todas las maanas cuantos especficos y recetas mencionan las farmacopeasconocidas y por conocer.

    De todo to hallado en el Gran Libro, nada tan asombroso como la Religin Catlica,Apostlica y Romana. Desafiamos al hombre ms sutil y ms agudo, retamos al mejoralquimista del Universo para que, manipulando todos los simples y todos los compuestosde la Biblia, logre realizar la sntesis cannica o formular un sistema religioso parecidoen algo a la doctrina enseada hoy por la Iglesia. Parece tan difcil como retazar un cantode la Ilada en griego, unir a ciegas los pedazos, y obtener en aimar un captulo de laVida de Bertoldo. Un elefante producido por un huevo de hormiga, un avestruz nacido de

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    una palmera, no causaran ms admiracin que un misterio y un dogma brotados de unversculo.

    II

    Pero, arguyen los telogos, no es, la razn humana quien de losLibros Sagrados extrae laReligin Catlica, sino la Iglesia iluminada por las luces del Espritu Santo, sino elmismo Dios hablando por boca de sus legtimos representantes en el mundo. La Iglesia,interpretando la Biblia, se reduce a Dios interpretndose a si mismo. Las anotacioneseclesisticas no pasan de aclaraciones divinas al texto divino, deben mirarse comoreparos de un autor a sus propias obras.

    Consecuencia: no habindose Dios expresado con suficiente claridad, necesita no sloexplicar el sentido de sus palabras, sino recurrir a la colaboracin de los hombres paraque le ayuden a salir del aprieto. (Valiente Divinidad, condenada por espacio de muchos

    siglos a la montona faena de corregir sus libros, haciendo nuevas ediciones con fe deerratas ms voluminosa que el texto! No posee mucha probidad literaria ni merecemuchas consideraciones el Dios plumfero que nos repite a cada momento: "Dondeescribo gorro, lase pantufla; y donde pongo blanco, entindase negro". Comoseguramente no ha finalizado el ciclo de las revelaciones, aconsejaramos al EsprituSanto que antes de comunicarnos nuevas verdades, se diera el trabajo de descender a laTierra, no slo para estudiar algo de Fsica y Astronoma sino para adquirir algunasnociones de Lgica y Moral.

    Vendra tal vez al caso exigir poderes en forma o documentos fehacientes a losportavoces de la Divinidad; pero basta recordar que la Iglesia monopoliza el interpretar

    los Libros Sagrados porque ella misma se arroga el monopolio, porque ella sola seconcede la exclusiva: segn Rousseau, "La Iglesia decide que la Iglesia tiene el derechode decidir". Y la buena seora emprende una labor de titanes y de hormigas. Una obrafantsticamente colosal y diminuta donde alternan lo grosero con lo refinado y loingenioso con lo burdo. Sorprende el ver cmo de un texto amorfo y ambiguo nos deduceun dogma y un misterio, ya sobrepasando la extravagancia del protestante que hallabarelaciones providenciales entre el amor de padre y la mandbula de un asno, yaeclipsando la destreza y agilidad del prestidigitador que en el bolsillo de cualquiertransente descubre un ramo de flores o un sombrero de picos.

    Qu debemos figurarnos encerrado en el pasaje de Moiss: Y el Espritu de Dios semova sobre la haz de las aguas? nada menos que el misterio de la Trinidad. Qusignifica el Libro de los Cantares de Salomn? no la ms voluptuosa manifestacin delos amores carnales, sino las bodas msticas de Jess y la Iglesia. No importa quealegorizar a la Iglesia. y a Jess algunos siglos antes de aparecida la Religin Catlica,nos recuerde la pared hecha con cemento romano, doscientos aos antes de fundadaRoma.

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    Los intrpretes oficiales o exgetas por procuracin divina, renuevan las sutilezas yargucias de los talmudistas, con una diferencia: los comentadores judos consideraban laletra como una cosa intangible y sagrada, mientras los nuevos anotadores de Biblias nose hallan animados por el mismo espritu. As, traducen caprichosamente, suprimen ointerpolan con tanta ligereza, que la Biblia nos ofrece hoy el ms curioso espcimen de

    fraude literario. Pero con las mil interpretaciones, unas veces alegricas y otras vecesliterales; con las mil interpolaciones y supresiones; con los mil escolios y engaifas,quedaron errores tan groseros y subsistieron contradicciones tan palpables, que muchossantos llegaron a declarar que slo crean en la verdad de losLibros Sagradosporque laIglesia les mandaba creer. El crculo vicioso merece la pena de insistir: crean en laIglesia porque lo mandaban los Libros y crean en los Libros porque lo mandaba laIglesia.

    Si el Romanismo, en vez de conformarse con la Biblia, la niega o la contradice, se nosocurre preguntar: qu hara Jess si volviera hoy a la Tierra? probablemente buscara alos, verdaderos cristianos en todas las religiones menos en el Catolicismo; echara en una

    hoguera los centones evanglicos; arrojara del templo a los mercaderes con tiara, mitra obonete; preferira la bomba de Vaillant al agua bendita. de Len XIII; y, por segunda vez,morira crucificado, no ya en Jerusalem sino en Roma.

    LA INMACULADA CONCEPCION

    Al pasar de las corridas de toros a la Inmaculada no verificamos una transicin muyviolenta, desde que fiereza y supersticin caminan juntas. No todo hombre cruel vivesumergido en las supersticiones; mas, por regla general, todo fantico se halla

    predispuesto a la injusticia: cuando el entendimiento se nubla con el fanatismo, elcorazn se endurece con la crueldad.

    Nada ms grotesco ni ms opuesto a la enseanza de Jess que el dogma de laInmaculada Concepcin de Mara: este dogma y algunas otras supersticiones yceremonias del ritual romano constituyen el Cristianismo inferior. Los pueblos que loaceptan y glorifican se hallan en un estado sicolgico no muy distante del revelado porlas tribus fetichistas de Africa.

    La Inmaculada Concepcin se debe a Po IX, clebre no slo por la definicin de esedogma y el de la infalibilidad pontificia, sino por haber elaborado el Syllabus encolaboracin del Espritu Santo con ayuda de los jesuitas y por haber introducido enRoma soldados franceses investidos con la santa misin de ametrallar a los garibaldinos.De todos los pontfices florecidos desde la Reforma, ninguno caus mayores daos alCatolicismo: prob que la Iglesia no haba salido de la Edad Media. En un momento desoberbia catlica lleg a decir que l solo representaba..."[1].

    En los Evangelios de Marcos y Juan no se refiere nada sobre la concepcin milagrosa deMara, como no se dice una sola palabra sobre la remota ascendencia de Jess con el fin

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    de emparentarle con David. Sin embargo, el libro que lleva el nombre de Marcos pasa porel ms antiguo de los Evangelios sinpticos y el ms conforme con las tradiciones de losprimeros discpulos. En cuanto al libro de Juan, los catlicos le estiman la obra de unhombre que vivi en unin ntima con Jess y se tuvo por el discpulo ms amado delMaestro, que mucho conoci a Mara y la recogi en su casa despus de consumada la

    tragedia del Calvario. Cmo se explica que en un hecho de tanta gravedad guardensilencio ambos evangelistas? Cierto, Lucas y Mateo hablan de la "concepcin milagrosa";pero incurren en tales contradicciones y puerilidades que para creerles o tomarles a loserio se necesita el celestial auxilio de la Fe.

    Mas aunque la concepcin se hubiera realizado milagrosamente (gracias a que el EsprituSanto en forma de palomo haba procedido como Jpiter metamorfoseado en cisne) nohallamos razn para deducir la perpetua virginidad de Mara. Lucas dice: Y pari a suhijo primognito (II, 7); Mateo, despus de referir las naturales dudas de Jos paraaceptar el milagro: Y no la conoci hasta que pari a su hijo primognito (I, 25). Conocerse traduce en este lugar por unirse carnalmente; primognito supone otros hijos. El

    Espritu Santo, mudable como Jpiter y menos absorbente o celoso que los hombres, sesatisfizo con disfrutar lasprimicias y dej al buen Jos en el goce tranquilo de su esposa.Y no hizo mal: qu habra sucedido si el Espritu Santo, en vez de contentarse conengendrar un Dios hubiera engendrado una docena?

    Los cuatro Evangelios concuerdan en un hecho: que Jess tuvo hermanos uterinos. Juan:Despus de esto descendi a Cafarnaum, l, y su madre, y sus hermanos, y estuvieron all

    no muchos das (II, 12). Y decan: No es ste Jess, el hijo de Jos, cuyo padre y madrenosotros conocemos? (VI, 42). Dijronle pues sus hermanos: Psale de aqu, y vele aJudea, para que tambin tus discpulos vean las obras que haces (VII, 3).Porque ni aunsus hermanos crean en l (VII, 5). ("Incredulidad digna de notarse -arguye Peyrat-

    porque si el nacimiento de Jess hubiera sido sealado, como lo dicen Mateo y Lucas,con prodigios patentes, sus hermanos no lo habran ignorado").[2] Mas como sushermanos hubieron silbido, entonces l tambin subi a la fiesta... (VII, 10).Dcele Jess(a Mara Magdalena):No me toques: porque an no he subido a mi Padre, mas ve a mishermanos y diles: Subo a mi Padre, y a vuestro Padre, y a mi Dios, y a vuestro Dios

    (XX, 17).

    Lucas:Entonces vinieron a l su madre y hermanos, y no podan llegar a l por causa dela multitud. Y le fue dado aviso diciendo: Tu madre y tus hermanos estn fuera, que

    quieren verte. El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que

    oyen la palabra de Dios, y la hacen (VIII, 19, 20, 21).

    Marcos y Mateo dan los nombres de esos hermanos y se refieren tambin a las hermanas,pero sin nombrarlas: No es ste el hijo del carpintero? No se llama su madre Mara; ysus hermanos, Santiago, y Jos y Simn, y judas? Y no estn todas sus hermanas entre

    nosotros? (Mateo, XIII, 55, 56). Marcos dice casi lo mismo (VI, 3). Slo de Santiago,conocido en la primitiva Iglesia por;"el hermano del Seor", quedan algunas noticiastrasmitidas por el historiador Hegesipo. Santo desde su nacimiento, Santiago no bebilicores, no comi carne, no se cort el cabello ni se ba nunca, llevando su piedad al

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    extremo que por mucho arrodillarse lleg a tener "callosas las rodillas como las de uncamello".[3]

    Acorde con lo aseverado por los cuatro evengelios cannicos, dicen Los Actos de losApstoles: Todos stos perseveraban unnimes en oracin y ruego con las mujeres, y con

    Mara la madre de Jess, y con sus hermanos. (1, 14).

    Mas respecto a los parientes consanguneos de Jess pasa algo muy curioso: cuando enun solo versculo de la Biblia se asegura que dos individuos son hermanos, todos loaceptan; pero cuando al tratarse de Jess se afirma en muchos pasajes que tuvo hermanos,entonces se emplea circunloquios, se desfigura los textos, se recurre al subterfugio detraducir "hermanos" por "primos carnales". Si conforme al Nuevo Testamento, a escritosde algunos Santos Padres y de autores profanos, Jess tuvo hermanos, la virginidad deMara y su concepcin por obra del Espritu Santo quedan reducidas a una simple leyendasin el mrito de la novedad.

    En la relacin de Marcos, Mara representa un papel tan secundario y oscuro, mejor dichotan insignificante, que no figura en la entrada a Jerusalem, en la pasin, en el Glgota, enel sepulcro ni en la resurreccin.[4] Qu madre es sta que no se interesa por la suerte desu hijo? Qu hijo ste, que piensa en todos menos en su madre? Una sola vez entraMara en escena para verse rechazada por Jess con una dureza que hiela el corazn: Y lamultitud estaba sentada alrededor de l, y le dijeron: He aqu, tu madre y tus hermanos

    te buscan fuera. Y l les respondi, diciendo: Quin es mi madre, y mis hermanos? Y

    mirando al derredor a los que estaban sentados en derredor de l, dijo: He aqu mi

    madre, y mis hermanos (III, 32, 33, 34). Mateo refiere la escena en los mismos trminosque Marcos (XII, 46, 47, 48, 49). En Juan leemos lo ocurrido en Can de Galilca en unaboda donde estaba la madre de Jess: Y faltando el vino, la madre de Jess le dijo: No

    tienen vino. Y le dice Jess: Qu tengo yo que ver contigo, mujer? an no ha venido mihora (II, 3, 4). Tales contestaciones revelan que los sentimientos de familia nodominaban en el alma de Jess.[5] Como su madre y sus hermanos le juzgaban loco, solarepetir con inefable amargura: No hay profeta sin honra, sino en su tierra, y en su casa(Mateo, XIII9 57).No hay profeta deshonrado sitio en su tierra, y entre sus parientes, yen su casa (Marcos, VI, 4).

    Ahora bien: si Mara no ignoraba que Jess fuera hijo de Dios por qu le trataba de locoy no tena fe en la divinidad de su misin? Y si Jess saba que su madre era esposa delEspritu Santo por qu la miraba con tanto desprecio.

    1. Inconcluso en el manuscrito. Un extenso fragmento parece haber sido desglosado aqupor el autor. Al margen est apuntada la siguiente cita: "Le nom de Marie, quoique citplus d'une fois dans les rcits vangliques, resta longtemps dans l'ombre; on parle de lanaissance miraculeuse du Christ, c'tait une preuve de sa mission divine; on s'occupe fortpeu, ou, pour mieux dire, pas du tout de sa mre. Ce n'est que quand les pratiquesasctiques se glissent dans le Christianisme, quand on se met a l'exemple des asctes del'Egypte et de l'Asie attacher une valeur morale la virginit, que le nom de Marie

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    reparat avec clat, et depuis ce moment grandit sans cesse". (Michel Nicolas. Etudes surles Evangiles apocrypiws. Paris, Michel Lvy, 1866; pg. 277). (A.G.P.).

    2. Alplionse Peyrat,Histoire lmeritaire et critique de Jsus. Paris, Michel Lvy, 1864;pg. 72.

    3. Jules Soury,Jsus et les Evangiles. Pars, Charpentier, 1878; pg. 57.

    4. Nota marginal del autor: Al resucitar Jess, se aparece a Mara Magdalena, a susdiscpulos; no a su madre.

    5. Nota marginal del autor: Dice Lucas: Si alguno viene a m, y no aborrece a su padre, ymadre, y mujer, e hijos, y hermanos y hermanas, y aun tambin su vida, no puede ser mi

    dscipulo (XIV, 26).

    6.El manuscrito se interrumpe aqu bruscamente. Varios papeles sueltos cubiertos de

    apuntes y de citas del Nuevo Testamento, prueban que el autor tuvo el propsito decontinuar este ensayo inconcluso; pero no lleg a dar forma ms o menos definitiva sinoa los fragmentos que publicamos. (A.G.P.).

    LA EDUCACION DE LOS JESUITAS

    Por mucho tiempo se consider como indiscutible la excelencia de la educacinsuministrada por los miembros de la Compaa, de modo que al censurar los defectos delas congregaciones docentes se estableca una excepcin en favor de los jesuitas. Hoy

    mismo, algunos partidarios del laicismo y del externado quieren ver en la solidez de laenseanza jesutica una compensacin a los inconvenientes del internado y de laeducacin religiosa.

    Cierto, el jesuita prefiere los actos a las contemplaciones, no fomenta la exageracin en elascetismo y hasta parece relegar a segundo trmino las prcticas inconscientes yrutinarias; pero con su sistema esencialmente depresivo de la dignidad, con su doctrina dela obediencia pasiva, forma hombres sin verdadera voluntad ni verdadero carcter,dspotas hasta la autocracia cuando mandan, humildes hasta la bajeza cuando obedecen.Como los jesuitas reducen su ideal a convertir la Humanidad en un solo rebao regidopor un solo pastor, amputan cerebralmente a las muchedumbres para quitarles la

    posibilidad de erguirse y emanciparse.Con el jesuita reina la moral de apariencias, la moral que bajo una costra sana esconde unfondo enfermo, la moral de reticencias y duplicidades, la moral que se propone no tantocorregir las malas acciones como evitar o disminuir el escndalo. No importan mucho losactos de Can, con tal de velarse con la sonrisa de Abel.

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    Si esto pasa en asuntos de moralidad o educacin propiamente dicha: no sucede cosamejor en materia de enseanza. Dnde los comprobantes de la proverbial y decantadasolidez en la instruccin? Dnde los textos luminosos? Dnde los mtodos infalibles?Los jesuitas proceden hoy mismo como si viviramos en el siglo XVII, y caracterizan suenseanza por estas dos palabras; aeja y retrgrada. Desde 1656 Pascal les aconsejaba

    "no echarla de maestros porque no tenan el carcter ni la suficiencia para tales". Mas lospadres desoyen el buen consejo y siguen dando a sus discpulos una instruccinincompleta y desproporcionada, donde fomentan unas facultades con detrimento de lasotras, donde hacen predominar la sutileza en la argumentacin a costa de la solidez en eljuicio, donde favorecen la credulidad a expensas del discernimiento.

    Y qu decir de su Esttica? El mal gusto de los jesuitas, as en las Bellas Letras como enlas Bellas Artes, se ha vuelto proverbial: ellos cultivan con asiduidad de manaco loshuero