Republica liberalismo y Populismo -Gabriela Rodríguez.

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    Ttulo: La repblica entre el liberalismo y el populismo. Relectura y actualidad deRepublicanismde Philip Pettit1

    Gabriela Rodrguez (UBA-CONICET)

    Eje: Formas Polticas

    Introduccin:

    1. Introduccin: el republicanismo y la teora de contempornea de lademocracia. Un debate inconcluso

    En este texto nos proponemos debatir los sentidos actuales del republicanismo comofilosofa y tradicin poltica. Para hacerlo primero vamos a revisitar y deconstruir untextoRepublicanism. A Theory of Freedom and Governmentque gener en su momentode produccin (fines de la dcada de 1990) la reinstalacin de la temtica republicana en

    la Filosofa Poltica anglosajona para analizar hasta qu punto las cuestiones que all seplantean tienen sentido en la poltica actual, especialmente en el contexto,latinoamericano y argentino. Y finalmente nos plantearemos el problema de la formapoltica de nuestro tiempo para debatir los fundamentos de legitimidad y sentido de lasdemocracias contemporneas y plantear, si acaso, la repblica, con sus tensiones ycontradicciones, especialmente con el poder personal, y ms cerca del gobierno popularque de la divisin formal de poderes, no puede ser un alternativa conceptual y poltica alliberalismo y el populismo.

    El planteo que realizamos en este trabajo se enmarca en la pretensin de instalar undebate que afecta dos dimensiones centrales de la Teora Poltica hoy: la actualidad delos conceptos y tradiciones que histricamente y su capacidad terica e institucionalpara participar del proceso de innovacin conceptual.

    Por un lado, se plantea la pregunta acerca de la relacin entre republicanismo yla discusin contempornea sobre la Teora de la Democracia. De hecho, el propioargumento de Philip Pettit (2010:171-215) tiene como uno de sus ejes principalesdebatir los supuestos, alcances y lmites de las democracias contemporneas. Tanto paraPettit como para otros tericos del republicanismo que comparten, no sin matices, su

    misma interpretacin como Maurizio Viroli (1999), Jrgen Habermas (1995), P.G.APopock (2003) y Q. Skinner (1998a, 1998b ) el regreso del republicanismo puede

    salvar a la democracia de sus vicios liberales, sin transformarla en excesivamentepopular o participativa. As pues, hay en estos tericos y defensores del republicanismono solamente un aporte conceptual y epistemolgico acerca de los sentidos histricos dela repblica y sus transformaciones2 sino la instalacin del tema republicano como una

    1 "Presentado en las Terceras Jornadas Debates Actuales de la Teora Poltica Contempornea. BuenosAires, 10 y 11 de Agosto de 2012."2 De este aspecto, el conceptual y metodolgico, del aporte de los tericos del republicanismo, en

    particular de los de la Escuela de Cambridge como Skinner y de la Saint-Luis como Pocock nos hemosocupado en otros trabajos cuyo nfasis estaba en el anlisis de los usos del concepto de repblica endiversos autores y tradiciones polticas. Vase Rodrguez (2011, 2012). En este caso nos interesa indagar

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    apuesta filosfico-poltica para re-significar la teora de la democracia liberal sindiscutir sus fundamentos ltimos o la carencia misma de estos propios fundamentos.Ciertamente esta tradicin crtica de la Teora de la Democracia moderna es muchomenos radical que la que se plantea desde lo que se suele denominar el pensamientopost-fundacional (Marchart, 2009) ni tampoco reconoce en el conflicto y la accinpoltica incondicionada (Rancire 2004, 2005; Arendt 1998, 2002) el centro neurlgicode la democracia. Pero incluso en el marco de esas limitaciones que analizaremos aposteriori el libro de Pettit descubre un problema central de las formas en que la Cienciay la Teora Poltica Contempornea abordan la democracia: el error de hacer de las

    instituciones una prerrogativa exclusiva del liberalismo

    Por el otro, el debate terico filosfico sobre el republicanismo muestra cmo unconcepto produce efectos tericos e institucionales en las sociedades donde se produce yrecepta pero tambin en las disciplinas que se dedican a estudiarlas. En el contexto

    argentino y latinoamericano, el tema republicano se impone desde el campo poltico yen mucha menor medida en ciertas fracciones mass-mediticas del campo intelectual,pero no alcanzado la misma relevancia en el campo acadmico, en particular en laTeora y Ciencia Poltica y la filosofa. La historiografa informada por la HistoriaConceptual ha hecho, sin duda, notables aportes para la comprensin de los usos ysentidos de la repblica en la historia latinoamericana, particularmente en el siglo XIX(Meglio, 2008, Palti, 2009, Fernndez Sebastin, 2009). Pero al ser en este caso lapropuesta debatir los sentidos del republicanismo como filosofa poltica debeevidenciarse. que incluso en un medio como el de la Ciencia y la Teora Polticaargentina que tiende a apropiarse, incluso acrtica y a-reflexivamente de ciertas modasinternacionales, es notoria la poca atencin al debate republicano. De hecho, el propiolibro de Philip Pettit, si bien fue traducido al espaol por Toni Domenech dos aosdespus de su primera edicin inglesa de 1997 bajo el ttulo Republicanismo, Teorasobre la libertady el gobierno, es ms citado, aunque no en abundancia, que conocido.Ciertamente no ha tenido el mismo impacto que en Espaa, por ejemplo, y esto esnotable porque otro debate de la filosofa poltica anglosajona como el producido entreliberales y comunitaristas tuvo tanta a ms impronta en Amrica Latina que en la

    pennsula Ibrica. La reinterpretacin de los sentidos la repblica y el descubrimiento

    del republicanismo atlntico de Pocock y Gordon Wood modific los supuestos

    estructuralistas y liberales de la Historiografa de la revolucin estadounidense y atravs de ellos las interpretaciones del proceso de independencia iberoamricano(Rodgers, 1992). Cabe preguntarse si, ms all de las tensiones y contradicciones dealgunos de sus planteos, el debate republicano no puede terciar en la discusin poltica yterica empantanada entre el liberalismo y el populismo en la terica y la polticademocrtica latinoamericana.

    Hasta este momento en nuestra trayectoria intelectual nuestros anlisis de larepblica estuvieron ms orientados por el lan de Cambridge combinado con

    sobre la teleologa que supone reinstalar la repblica como tema y a partir de all encontrar en elrepublicanismo una alternativa terica y poltica a la democracia liberal y al populismo.

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    elementos heursticos de la Historia Conceptual3 ya que nuestro objetivo era identificarla ambivalencia de sus usos en ciertas tradiciones intelectuales y horizontes culturalesespecficos. Recientemente, hemos transformado este anlisis en una apuesta tericopoltica para reconciliar la repblica con la democracia, innovando conceptualmente apartir de la nocin gobierno popular, que como el republicanismo que reivindican Pettit(2010), Pocock (2008), Skinner (1998 a y 1998b) y Viroli (1999) y la democracia

    populista - institucionalista de Mc Cormick (2003, 2007), es de raigambremaquiaveliana. Si bien Pettit no da la Teora Poltica el mismo estatus epistemolgicoque la autora de estas lneas, su forma de concebir la filosofa poltica tan arraigada enun horizonte cultural especfico (el pragmatismo anglosajn) no deja de ser interesanteporque en ella se pueden observar tanto los supuestos normativos de la Ciencia Polticaempirista representativa del mainstream de la disciplina como la mutua dependenciaentre la reflexividad terica y el cambio conceptual e institucional. Y ese esprecisamente el mbito para el desarrollo de la Teora Poltica.

    Esta ponencia contiene dos secciones adems de la introduccin. La primeracorresponde al ncleo argumental de la exposicin y no tiene otro propsito que elanlisis delRepublicanism de Pettit a la luz del problema poltico que hemos planteadoy su corolario: es el republicanismo un justo medio entre liberalismo y populismo?,cmo afecta esta forma de concebir la repblica la teora y las prcticas democrticas?Esta presentacin incluir dos momentos. Primero, se presentarn una sntesisargumental crtica del texto de Pettit, contextualizada en los debates tericos polticosen los que est inmerso y los modelos de democracia en que se inspira. Segundo,tomando como punto de partida la diferencia entre la libertad como no dominacin y lalibertad como no interferencia, se analizar su impacto en el contraste entre unademocracia republicana e institucionalista y una participativa y contestaria. La ltimaseccin corresponde a las conclusiones se ensayar, reconstextualizando elrepublicanismo en el pasado y el presente argentinos, propondr una reflexin acercadel sentido de la forma poltica democrtica de nuestro tiempo a partir del concepto degobierno popular.

    2. El republicanismo segn Philip Pettit2.1 Del texto al contexto: debates tericos sobre el republicanismo y dficit

    republicano de las democracias liberales de fines del siglo XX

    Dentro de aquellos trabajos que se suelen asociar con el debate republicano,particularmente en el contexto acadmico anglosajn, el Republicanism de PhilipPettit tiene una diferencia especfica: se asume como un trabajo filosfico poltico conuna clara pretensin normativa. Sin embargo, como bien puntualiza McCormick(2003:633-5) en su artculo Machiavelli against Republicanism: On the CambridgeSchool Guicciardian Moments el hecho que Pettit haga explcita su intencin de

    recuperar los valores del republicanismo para poner en debate la Teora de laDemocracia y las instituciones de las democracias contemporneas no debiera llevar a

    3 Para ver la posibilidad y las dificultades para articular ambos enfoques, Rodrguez (2011), PintoRodrguez (2011).

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    creer sus supuestos son tan diferentes de aquellos autores que no los hacen tan evidente.Los estudios de Pocock (2008) y Skinner (2003, 2005)4, ms apegados a las tcnicashermenuticas de anlisis textual de la intencionalidad del autor o al anlisis, tambinconllevan una normativa del deber ser republicano que afecta su interpretacin de losautores que eligen como representantes cannicos de esta tradicin. Para Philip Pettiteste reconocimiento forma parte de su apuesta por una filosofa poltica que, sin dejar deser normativa, pueda ser una fuente no slo de ideas sino tambin de prcticas para lareforma institucional de las democracias realmente existentes. En sus propiaspalabras:

    But to say that no one individual philosopher can expect to do much alone isnot say that political philosophy as such does not achieve anything significant.The prospect of political conversation coming entirely adrift from reflection ofpolitical philosophers is a bleak and chilling scenario. (...) If political

    philosophers did not exit, we would have to invent them.(Pettit, 2010:4)But though the ideal republic already involves various regulatory, self-stabilizing measures, it is equally clear that there are many other means availableto pursuing its stabilization. (...) Some brief remarks on each principle willindicate the sort of research that needs to be pursued here; the precise measuresshould be put in place cannot be identified in advance empirical investigation(Pettit, 2010:234)5.

    Eso no significa, sin embargo, que Pettit (2010: 17-49283-305) no se sirva de la

    historia conceptual de la repblica, de la historia intelectual de los autores vinculadoscon la tradicin republicana con su momentos maquiavelianos y atlnticos paraargumentar a favor de las libertades, instituciones y principios republicanos. La deriva ylos usos histricos de la repblica (en especial en el Renacimiento y desde all suinfluencia en las revoluciones inglesa y americana) son pilares de su narrativa que,tambin se sostiene, en una deduccin lgica casi rawlsiana de la superioridad de lalibertad republicana que no se observa en ninguno de los otros autores cercanos alrepublicanismo de Cambridge (Skinner y sus discpulos) o Saint Louis (Pocock y lossuyos). Entonces, es factible decir que el republicanismo de Pettit se autoproclamacomo un justo medio, no solamente entre las derivas populistas de los demcratas

    4 La excepcin parcial sera el texto Liberty before Liberalism donde Skinner (1998b) mencionaespecficamente cul es el tipo de libertad que ms valora: una republicana basada en los valores de estatradicin y orientada hacia la no dominacin pero que sin ser exclusivamente negativa o utpicamentepositiva contemple el ideal liberal de la no interferencia.5 Pero decir que ningn filsofo individual puede hacer mucho solo no implica decir que la filosofapoltica como tal no pueda lograr cosas significativas. La posibilidad de que las conversaciones polticasvayan a la deriva de lo que reflejan los filsofos polticos es un escenario escalofriante. (...) Si losfilsofos polticos no existieran, tendramos que inventarlos.Pero aunque la repblica ideal ya implica en s diversas medidas auto-reguladoras y estabilizantes,

    tambin resulta claro que hay muchas otras maneras de lograr su estabilidad (...) Algunas brevesmenciones sobre cada principio indicar el tipo de investigacin que debe realizarse; las medidas precisasque deben implementarse no pueden ser identificadas antes de la investigacin emprica.

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    radicales y las individualistas posesivas6 de los liberales, sino como un intermedio entreun registro filosfico poltico caracterstico del contexto intelectual anglosajn dondepriman el conductismo y el pragmatismo (siendo partcipe de este ltimo tantos losliberales como los comunitaristas) y una historia intelectual mucho ms conceptual yterica.

    As pues el texto de Pettit (2010) es producto de un horizonte de sentido dondese conjugan, por una parte, una recuperacin y revisin del republicanismo comotradicin y filosofa poltica, con una preocupacin por la democracia como forma de lapoltica contempornea.

    En primer lugar, puede sealarse que ms all de algunas diferenciasepistemolgicas y heursticas, los filsofos neo-republicanos anglosajones de finales delsiglo XX comparten el supuesto de que la libertad republicana no es del todohomologable a la libertad liberal, aunque el tipo de combinacin que propongan entreellas vare segn el caso7. Pero tambin esta concepcin, incluso en aquellas versionesms comprometidas con el evitar la dominacin arbitraria (por ejemplo Pettit) no dejarade estar consustanciada con un republicanismo que es refractario a lo popularespecialmente en lo que respecta a la participacin poltica (McCormick, 2003: 615-7).El vivere civile es una virtud pero si los prncipes maquiavelianos invierten las virtudesde los estoicos para poder dar rienda suelta a su virtud los ciudadanos virtuosos ensentido amplio, es decir aquellos que pueden tomar las decisiones, son pocos (Skinner,1998a, 50-6, Pocock, 2008:272). Hasta qu punto esta versin aristocrtica delrepublicanismo es maquiaveliana o no es un tema que merece una amplia discusin8.

    Sin embargo, es claro que especialmente para aquellos que quieren reconciliar elrepublicanismo con una democracia contestataria y relativamente deliberativa (aunqueno tan participativa) como Pettit, este elitismo republicano no deja de ser un problema.Y se trata de un problema anlogo al que se le presenta a Maquiavelo que cuando quieretranspolar de las virtudes personales e institucionales de la repblica romana a uncontexto menos propicio, Florencia entre los siglos XII y XV.

    6 Un clsico en esta conceptualizacin es Mapherson (2005), [1962] pero es muy interesante notar cmosin citarlo Pettit (2010:41-6, 271) tiene una lectura similar de Hobbes, aunque ponga el acento en el

    elemento autoritario-absolutista sin terminar no solamente de definirlo ni dar cuenta cmo incide o no enla posterior historia del republicanismo liberalizado.7 Para observar el contraste entre Skinner y Pettit segn este ltimo vase Pettit (2010:300-5).Bsicamente mientras que Pettit critica la antinomia entre libertad negativa y positiva para definir a lalibertad republicana como no dominacin, Skinner (1998b) hace algo similar para promover una libertadque garantice a la vez la no dominacin y la no interferencia. Por ello, estara para Pettit ms prximo alliberalismo. (ver infra)8 Para McCormick (2003) esta versin aristocrtica del republicanismo estara ms cercana a la prosa deFrancesco Guicciardini que de Nicols Maquiavelo. Sin embargo, el tema democrtico en Maquiavelotiene tantas ambivalencias como su populismo: hay una confianza en la capacidad del pueblo para elegir alos lderes y tomar las decisiones de ltima instancia, sea en forma de acclamatio o va institucionesespecficas, pero tambin un rechazo a ciertas prcticas a las que era afecta la plebs romana. (Maquiavelo,200:86-88) Tambin se observa en Maquiavelo una defensa al punto de vista del pueblo pero tambin una

    eleccin a favor de las elites para pasar su vida ultraterrana: prefiere ir al infierno con Platn, Sneca,Tcito y Plutarco que al cielo con los pobres. Francisco Murari Pires (2008:34) relata esta ancdota apartir de un sueo que habra tenido Maquiavelo poco antes de morir.

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    En segundo trmino el problema de la forma poltica de nuestro tiempo tienepara Pettit una doble referencia. Por un lado, se encuentra su propia toma de posicinrespecto de las instituciones de la democracia contempornea y cmo estas podranreformarse con una dosis de republicanismo y mayor confianza en el poder de laFilosofa Poltica como algo ms que un conjunto de axiomas sobre el deber ser de lascomunidades y animales polticos. Por el otro, tomar posicin por el republicanismo yofrecer un abordaje filosfico histrico del mismo tan mixto como el rgimen polticoque lo representa (la repblica), tiene como contexto y como apuesta intelectual, laintensin de asumir una postura respecto del debate entre liberalismo y comunitarismoque tanto impacto tuvo en la Filosofa Poltica anglosajona de los aos 1970 y 1980. Sindetenerse demasiado en las diferencias internas entre cada perspectiva, especialmenteentre liberales libertarios o anarquistas y liberales socialdemcratas como Rawls, casinico autor cannico en esta discusin al que Pettit (2010: 11, 50, 90, 102, 117, 130,136, 169, 233, 240, 274-5, 301) cita ampliamente, lo que se propone nuevamente es un

    justo medio entre los contendientes. Cmo y por qu se puede optar por esta posicin?

    Primero, para Pettit (2010:120-6) el principio republicano de la no dominacines tan universal como cualquier principio liberal que se precie de tal. Segundo, suhiptesis sobre la libertad como no dominacin, aunque requiera de una prueba histricapara no asimilarlo errneamente con la libertad como no interferencia, se deriva de unrazonamiento deductivo similar al del velo de ignorancia de Rawls (1993 163-9:).Tercero, a diferencia de los abstractos derechos liberales la no dominacin genera unefecto de identificacin en la comunidad al modo comunitario. Cuarto, la libertadrepublicana tiene una historia propia y se realiza en instituciones concretas que nopudieron ni en el pasado ni pueden en el presente disociarse de un patriotismo que noes, al menos en su versin moderno-contempornea, ni xenfobo ni exclusivista (Pettit,2010: 147)9. De alguna manera as cmo el republicanismo debe colocarse en unaposicin no exclusivamente liberal no excesivamente populista en el continumdemocrtico (que para Pettit es por no definicin demoliberal) la filosofa republicanaes universal como la liberal pero no abstracta y es concreta como la comunitaria, aunqueno particularista. Ciertamente, esta peticin de principios no se cumple tanto en larealidad factual del libro que, si bien se sirve de muchos ejemplos tpicamentecomunitaristas para resolver dilemas polticos e institucionales concretos, apela con ms

    frecuencia a la universalidad (expresada esta ltima en trminos de igualdad deintensidad y de extensin) del republicanismo y su tipo de libertad caracterstica para

    justificar su valor como filosofa poltica.

    9 Los usos de la patria en las retricas, tradiciones y filosofas polticas republicanas merece untratamiento en particular. Los elementos exclusivistas del patriotismo si no son contextualizados. Sinembargo, puede decirse que el patriotismo que postula Pettit es mucho ms comunitarista que elpatriotismo constitucional habermasiano, pero acoge tanto ms que aquel la contradiccin acerca de loslmites no slo externos sino internos del demos en las sociedades democrticas.

    Hemos trabajado los usos de la patria y su relacin con la repblica en la elites intelectuales y polticasargentinas del siglo XIX y comenzado a hacer una exploracin similar en el contexto contemporneo.Rodrguez, 2008.

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    Es en este contexto, que antes de entrar en el argumento principal interesa a estadiscusin sobre la relacin poltico-conceptual entre liberalismo, repblica y populismo,resulta pertinente recordar la estructura argumental del libro que condensa la filosofarepublicana del profesor de Princeton Philip Pettit 10. Publicado originalmente en 1997,

    Republicanism. A Theory of Freedom and Government, fue reeditado en ingls tres aosdespus, con un eplogo que incorporaba. A partir de all Pettit sigui publicando,especialmente sobre Hobbes y la relacin entre sociedad y poltica pero su inters en elrepublicanismo y el civismo continuaron en sus trabajos, en coautora con espaoles,sobre ltimo presidente socialista espaol, Jos Luis Rodrguez Zapatero11.

    El libro cuenta con dos partes nada similares. La primera aborda la diferenciaentre la libertad republicana de la liberal, distinguiendo a la primera tanto de la libertadpositiva (democrtico participativa, populista o ateniense) como de la negativa (liberalno interferencia). Esta distincin tiene dos momentos, uno histrico que explica cmo a

    partir de la experiencia de la Revolucin Americana y gracias a la mala influencia deHobbes, los liberales ingleses abandonan la libertad republicana basada en el principiode la no dominacin arbitraria por la liberal que supone la no interferencia de los otrosen la esfera individual (Pettit, 2010:17-21,41-50). Este argumento histrico escompletado por un anlisis lgico que contrapone no solamente los sentidos de nodominacin y no interferencia sino tambin ofrece situaciones dilemticas que implicandesde la combinacin de ambas situaciones (la ms positiva) hasta su total ausencia. Entodo caso, siempre se prefiere la no dominacin aunque haya interferencia a la nointerferencia que no actualice la dominacin pero la mantenga como potencialidad(Pettit, 2010: 52-60, 78-80).

    La segunda parte tiene cuatro captulos orientados a demostrar cmo elrepublicanismo democratiza las democracias contemporneas. Empieza evidenciandocmo el republicanismo es el lenguaje poltico ms adecuado en las democraciaspluralistas para expresar las demandas ecolgicas, feministas, multiculturales ysocialistas. Y partir de all se muestra cmo hay un modo republicano de hacer poltica(especialmente en los campos de las relaciones exteriores y en la seguridad interna),pero que para ser posible requiere de una vida pblica abierta y cierta prosperidadeconmica (Pettit, 2010 130-147, 152-58, 163-70). A continuacin toca el turno a los

    arreglos institucionales (o las formas necesarias) para que la libertad republicana sea unideal poltico realizable. Las tres constricciones constitucionales que propone, siempre

    10 En el sitio web de la universidad de Princeton pueden consultarse los papershttp://www.princeton.edu/~ppettit/papers.htmdel profesor Pettit desde el inicio de su carrera acadmicahasta la actualidad . Se destaca en su produccin anterior al texto que comentamos un trabajo sobre laTeora de la Justicia de Rawls , un artculo en Political Theory sobre el republicanismo y dos aosdespus un captulo en el libro de Ian ShapiroDemocracys Valuedenominado Republican Freedom andcontestatory democratization11A Political Philosophy in Public Life: Civic Republicanism in Zapatero's Spain (PUP 2010) y Examena Zapatero (Temas de Hoy, Madrid 2008). Ms all del anecdotario, este inters demuestra una bsquedade relacionar una filosofa poltica con causas y principios bastante abstractas, por ms que el autor hacer

    esfuerzos para contextualizarlos histrico e institucionalmente, con un liderazgo poltico. Dejando de ladoel eurocentrismo de esta mirada filosfica, un ejercicio similar sera interesante para contextualizar lossentidos de la repblica y el republicanismo hoy en casos latinoamericanos.

    http://www.princeton.edu/~ppettit/papers.htmhttp://www.princeton.edu/~ppettit/papers.htmhttp://www.princeton.edu/~ppettit/papers.htm
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    inspiradas en el gobierno mixto como forma poltica casi ideal, son de por s, aunque nose lo haga explcito, liberales o fcilmente liberalizables: el gobierno de la ley antes quelas personas, la dispersin de poderes y una ley resistente a la voluntad mayoritaria(Pettit, 2010: 172-83). Entonces, tras una discusin filosfica acerca de la antropologapoltica del republicanismo12, propone un conjunto de arreglos institucionales dondems que la participacin del pueblo o los ciudadanos se destaca su posibilidad deoponerse a decisiones mayoritarias que sean arbitrarias por imponer su dominium sobrela libertad de un individuo o grupo13. Pero todo esto no es posible si no existe uncivismo relativamente difundido y activo por el cual la ciudadana expresa su confianzay sobre todo vigila (actitud no contradictoria segn Pettit con la primera) al gobierno.Oscilando entre argumentos que cree comunitaristas (el patriotismo, las identidades),liberales (el control del poder y su corruptibilidad) e incluso socializantes (la necesidadde un Estado no mnimo para garantizar el progreso econmico y ciertas condicionesque eviten la desigualdad material excesiva) Pettit afirma que el republicanismo hoy

    encuentra su mejor forma en una versin contestataria de la democracia (contestatorydemocracy) que complementa sin hacer por dems participativa, la democraciaelectiva14.

    Pero qu supuestos hay detrs de esta argumentacin y cules son las tensionesy contradicciones que la atraviesan? En la prxima seccin nos detendremos en elargumento para nosotros principal respecto de la relacin conceptual entre liberalismo,populismo, repblica y democracia, pero sin realizar un ejercicio deconstrutivo ensentido tcnico15, podemos enunciar postulados no explcitos que sostienen alrepublicanismo de Pettit como libro y como filosofa:

    1. La libertad (republicana o no dominacin) es un bien personal que se ejercecomunitariamente pero ms de forma pasiva que activa

    2. Las instituciones que garantizan el republicanismo son elitistas y formalistas,aunque no sean exclusivamente gobernadas por el principio aristocrtico de la

    eleccin3. La desigualdad econmico social se reconoce pero, antes que tramitarse

    institucionalizando el conflicto a la manera maquiaveliana, se neutraliza en lacivilidad

    4.

    La ley de la moda o la reputacin de Locke es ponderada como forma nopunitiva de sancin, aunque su dominium controlador sea mayor al imperium decualquier gobierno

    12 Para Pettit (2010: 210) la antropologa poltica de los republicanos pero destaca que todos ellossostienen su corruptibilidad, especialmente a partir del ejercicio del poder.13 Como rganos o instituciones prioritarias de esta democracia contestataria destaca los comits, pero noelectivos ni constituidos en forma directa por grupos de inters econmico sino por tcnicos o minoras yla posibilidad del poder ejecutivo y sobre todo del judicial de frenar los excesos democrticos dellegislativo. Pettit (2010:182) se ocupa de distinguir entre el dominium arbitrario y el imperium, gobierno,que puede no serlo, pero hay que controlarlo para que no lo sea.14 Una definicin ms completa de la constestatory democracy se encuentra en Pettit (1999: 178-89)15

    Para una definicin tcnica de la deconstruccin en clave derridiana pero orientada la Teora Literaria,Derrida, De Mann y otros (2010), De Man (1983)Para una versin en clave filosfico poltica de Jacques Derrida, Penchaszadeh (2011).

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    5. Los liderazgos y los magistrados que ejercen el poder no son necesariamentearbitrarios pero naturalmente corruptibles y la vigilancia que se ejerce sobreellos es ms constitucional-formal que producto de la accountability democrtica en sentido amplio

    6. Ni la repblica (gobierno mixto en una comunidad relativamente identificadapor el patriotismo no exclusivista y el amor a la libertad) ni la contestatorydemocracy comprenden institucional y conceptualmente al gobierno popular

    7. La democracia republicana de Pettit es ms liberal constitucionalista querepublicano activa

    Tras esta sntesis tan aximontica hobbesiana como el ndice comentado que ofrecePettit en el captulo final de la primera edicin de su Republicanism..., podemos resituarel interrogante principal: cul es el estatus del republicanismo frente al liberalismo y elpopulismo?

    2.2.El republicanismo entre Escila del liberalismo y la Caribdis del populismo

    Hay que reconocer que Pettit es quien realiza el esfuerzo ms sistemtico dentro delos neorepublicanos para mostrar que histrica y conceptualmente la diferencia entre lalibertad positiva y la libertad negativa, planteada originalmente por Benjamin Constant(1997) pero difundida e instalada por Isaiah Berlin (1958) es errnea. Y lo es porquefinalmente ninguna de las dos alternativas, la participacin popular activa en la esferapoltica, y la no interferencia en la vida personal de los individuos, sera totalmentecompatible con principios republicanos. En el primer caso nos encontraramos ante unadefinicin populista de la democracia y de la poltica y el otro ante una visin liberal de

    la democracia y de la sociedad.Sin embargo, hay algo mucho ms enigmtico que en esta versin anglosajona de un

    dilema poltico que atraviesa a la democracias y teoras polticas latinoamericanas. Sudefinicin de la libertad republicana tiene por principio la no dominacin y esta implica,entre otras cosas, la posibilidad de mirar cara a cara a tus compaeros ciudadanos

    teniendo la confianza que nadie tiene el poder arbitrario de intervenir sobre otro (Pettit:2010:5). Entonces la libertad republicana tiene su diferencia especfica en un modo desociedad donde los principios aristocrticos de la diferencia pierden su intensidad y suextensin, casi como suceda en la versin sociofenomenolgica de la democracia

    moderna de Alexis de Tocqueville. Este republicanismo socialmente democrtico es declara impronta maquiaveliana y tiene su expresin no slo en los Discorsi donde elpueblo elige, en las circustancias ms complejas y adversas, bastante bien, sino tambinaparece en un texto mucho ms desconocido del terico poltico florentino como LaVida de Castruccio Castracani (Maquiavelo, 2005, 2006). All la clarividencia de esteprncipe republicano, Lucca institucionalmente nunca dej de ser una repblica, sepresentaba como alguien que en el trato con sus conciudadanos siempre haca primarrelativa igualdad no importara el estrato social al que el otro perteneciera 16. Este es el

    16

    Maquiavelo (2006: 32). Este texto de Maquiavelo es una biografa semificcional de un condottiero quegobern la ciudad de Lucca en el 1300 y venci siempre a los ejrcitos florentinos. All Maquiaveloretoma una dcada despus de la redaccin del Prncipe la relacin entre fortuna, virtudes y virt y

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    momento maquiaveliano que sin dejar de ser republicano ni terminar reconocerse comoun populista tout a courthace del gobierno popular una combinacin entre una forma devida y una estructura institucional, que no excluye a los liderazgos y que supone unaparticipacin popular que excede la instancia puramente electoral.

    Sin entrar en la discusin acerca de las limitaciones de la teora democrticamaquiaveliana en trminos de la amplitud o fronteras del demos, cuestin hasta los queoptan por una versin populista como McCormick (2003, 2007) suelen eludir, se puededecir que, a pesar de los momentos maquiavelianos, de la reivindicacin delrepublicanismo atlntico y de la recusacin histrica y terica de que la libertad liberalsea la nica posible en las democracias contemporneas, Philip Pettit cae en la trampade la no interferencia. Y esa trampa est dada en el hecho de que, por ms quereconozca mucho ms que otros neo-republicanos las diferencias sociales y el conflicto,termina optando por una democracia, que por temor al populismo, acepta que la nicainstitucionalidad posible es la liberal que tiene por eje la generalizacin del control y la

    vigilancia. Quizs McCormick (2003) no pueda afirmar de Pettit tan fcilmente comode Pocock que su republicanismo pseudo maquiaveliano esconde un aristocratismo quetermina siendo funcional al establecimiento de una gnesis histrica entre la tradicinrepublicana florentina y atlntica el gobierno representativo cuya interpretacin liberalno satisface a los tericos republicanos de hoy. Pero podra decir del mismo modo quese hace aqu que el republicanismo en versin Pettit termina siendo una formalevemente ms cvica de la democracia liberal moderna que no es sino la consagracindel gobierno representativo como sinnimo de la repblica.

    Se puede entonces afirmar que la libertad republicana, aunque quiera sostenerse en

    principios diferentes que la liberal y asuma la irrealidad del supuesto de la nointerferencia, termina limitndose a una versin ms constitucionalista y polticamentecorrecta de ella en lo que refiere al rol del Estado en las sociedades modernas y lasinstituciones polticas que necesita una democracia del siglo XXI. Sin embargo, la nodominacin republicana tiene un inesperado corolario populista, claro que se trata de unpopulismo que no es rousseauniano ni arendtiano sino latinoamericano.

    En nuestra tradicin sociopoltica, algunas formas de populismo, combinadas conuna historia de larga duracin que hizo desde el siglo XVII a la zona atlntica del Ro dela Plata muchos menos aristocrtica que las comunidades andinas o el futuro imperiobrasileo, tuvieron en la no dominacin a la Pettit un principio de identidad. De hecho,Guillermo ODonnell (1984) en los aos 1980 usa una metfora similar a la de mirar al

    conciudadano a la cara sin temor a que este imponga el peso de la jerarqua social paracaracterizar por contraste la cultura poltica argentina y la brasileas. Apropindose dela frase Vce sabe con quem esta falando? con que magistralmente Da Matta (1978)haba descripto el funcionamiento de la jerarqua social brasilea, ODonnell (1984:2,10) encuentra una respuesta portea: A m qu mierda me importa. Entonces la

    sociedad argentina atravesada por una experiencia poltica populista (el peronismo) quetena notables diferencias con otra versin de los populismos histricos, el varguismo

    muestra nuevamente como en los Discorsi la incompatibilidad entre liderazgos polticos militares yformas republicanos en tanto y en cuanto estos no se vuelvan cesaristas. Ver Rodrguez (2012)

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    brasileo, mostraba una manera de convivencia poltica donde la desigualdad real ysimblica, si bien no era negada, encontraba un punto de fuga en el insulto. El A mqu mierda me importa del porteo pona a los dos hablantes, no sin violencia y ciertoautoritarismo (de ambas partes deberamos decir, aunque ODonnell no se atreva y lo

    limite a la respuesta) refleja una manera latinoamericana de mirar al otro a los ojos yponerse en pie de igualdad. Entonces, el populismo deja de ser el lmite externo delrepublicanismo y su libertad singular para ser una forma histrica de realizacin de estaltima, que parece seguir teniendo efectos, a pesar del efecto disciplinador de la ltimadictadura militar en el caso argentino17.

    Es en este punto que es importante recordar que desde un marco conceptual bastantediferente al que estn acostumbrados quienes emplean estos conceptos en AmricaLatina, Pettit (2010:7-11) identifica al populismo y al liberalismo como las dos fuerzanque tensionan a la democracia para que no pueda ser republicana. Dicho en otros

    trminos, desde la perspectiva de Pettit el republicanismo es una filosofa poltica queadems de tener principios propios e instituciones caractersticas se distingue delpopulismo entendido como expresin de un democratismo nostlgico de la comunidadpoltica antigua del que seran Hannah Arendt, Jean Jacques Rousseau y las versionesms comunitaristas del republicanismo de Maurizio Viroli18. A lo largo del libro dePettit pocas veces se va insistir en el problema del populismo que la introduccinpareca tan central, salvo cuando se refiera a la posibilidad de realizarinstitucionalmente los valores republicanos en el marco de una democraciarepresentativa que, si bien deber ser abierta y plural, no es demasiado participativa ocontestataria. En forma contrastante, la diferencia entre el republicanismo y elliberalismo va ser abordada en los cuatro captulos de la extensa primera parte de

    Republicanism, que se mantiene en las reediciones posteriores a 1997. Sin entrar aanalizar los argumentos puntuales, lo que interesa aqu, incluso tratando de cuestionaralgunos de los supuestos de la democracia liberal, se parte de la idea de que hay uncontinuum donde esta constituye un polo liberal individualista, formal e institucionalistay el populismo o democracia popular el otro, antagnico. Y la repblica, aunque Pettit

    (2010:283-304) la plantee como una alternativa totalmente discordante de ambas,termina operando posicionalmente como justo medio. Esto ha llevado que autores comoMcCormick (2003), que han criticado slidamente los argumentos de los

    neorepublicanos como funcionales a una versin conservadora del gobiernorepresentativo que niega el valor de las instituciones en lo que l denomina la tradicin

    17 ODonnell (1984:10-13) sostena en los 80 que la dictadura militar haba logrado disciplinar a talpunto a la sociedad argentina que seguramente sus reflexiones sobre los porteos en el ao 1976 habaquedado extemporneas. Sin lugar a dudas eso sucedi pero en diferentes momentos (generalmentefundacionales, refundacionales o de crisis) de la Argentina post- 1983 esa dimensin republicanoigualitaria, no institucionalista, por cierto, se vio activada.18 McCormick (2003:622) tiene una visin totalmente contrastante ya que sostiene que la lectura de Virolide Maquiavelo al sobredeterminar la importancia de las Historias Florentinas en la produccin de este

    pensador poltico termina siendo funcional a la interpretacin que limita la participacin popular en elrepublicanismo y coincidente con la lectura aristocrtica de Pocock y Skinner que reduce la repblica enMaquiavelo al gobierno mixto.

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    democrtico populista19, a rechazar el elemento popular de la tradicin republicana. Enun contexto totalmente diferente las teoras sobre el populismo, sociolgicas, poltico-lingsticas o filosficas tienen a compartir esta interpretacin que Gerardo Aboy Carls(2012) ha venido cuestionando al demostrar que las identidades democrtico liberales ylas populistas son paradjicamente de un mismo tipo.

    Nuestro punto de vista convergente con el de Aboy Carls y McCormick en lo querespecta a la relacin entre populismo e institucionalismo se diferencia de este ltimo enla conviccin de que la repblica no tiene que transformarse necesariamente en elcontrabalance de los excesos democrticos, aunque muchos usos histricos justifiquenesa interpretacin. La repblica puede ser sinnimo de un gobierno popular que acoja elconflicto como co-constitutivo sin rechazar su institucionalizacin y active los valoresdel vivere civile republicano sin hacer de las virtudes cvicas una cuestin de pocos nitener un rechazo visceral hacia los lderes.

    Entonces, podemos decir que hay un problema terico que atraviesa el argumentocentral del republicanismo de Philip Pettit que afecta a su pretensin normativa de hacerdel republicanismo la filosofa poltica que democratice, en un sentido contestario, a lasdemocracias contemporneas. Este no es otro que seguir sosteniendo que la democraciarepublicana como concepto y como prctica poltica institucional pude posicionarse enun continiuum donde el populismo y el liberalismo son los extremos a evitar. Esaconcepcin termina, ms all de los principios y valores que se pretendan representar,obligando a la repblica a cumplir el rol de salvaguarda institucional de los excesosdemocrticos (o cualquier forma de irrupcin de lo nuevo en la vida poltica) y

    moderacin del liberalismo, dotando de cierta civilidad difusa al constitucionalismo.

    A diferencia de otros, creemos que el republicanismo de Pettit es valioso porquepone en evidencia que la forma poltica de nuestro tiempo siendo contingentementehistrica tiene tambin una genealoga y una teleologa. A su vez, la filiacinrepublicana de su democracia contestataria muestra, de un modo menos radical pero pormomentos ms realista que la interpretacin populista de McCormick (2007) de lasinstituciones de la plebe romana en clave maquiaveliana, que no hay contradiccinnecesaria entre conflicto e institucionalidad. O dicho en otros trminos, puede haberinstituciones que no neutralicen el conflicto sino que hagan de este su quintaesencia,

    sin domesticar a la democracia o hacer de la poltica simplemente policy o police(Laclau, 2005:199-215 Rancire 1996). Por eso, no se equivocan quienes afirman que elpopulismo, con su lgica de equivalencia y sus particiones agonsticas del campopoltico, no solamente crea instituciones sino que se apropia de muchas prcticas yreivindicaciones tpicamente demoliberales porque a la larga son ambos son identidadespolticas populares de pretensin hegemnica distintas de las totales o parciales (AboyCarls, 2012: 6, 11, 13). En todo caso, lo que falt a Philip Pettit fue aprender una de las

    19 Esta ltima estara representada para McCormick (2007) por Maquiavelo y se observara en la

    descripcin que hace en los Discorsi de las instituciones con las que el pueblo romano participabaactivamente de la poltica y ejerca, adems de la seleccin y acclamatio de lderes, su poder deacusacin, veto y daba poder a los sectores menos favorecidos.

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    mejores lecciones que la historia conceptual e intelectual han legado a la TeoraPoltica: son las tensiones de una tradicin republicana y de los usos contextuales de larepblica donde se pone en juego la innovacin conceptual de la apuesta terica encuestin.

    3. Republicanismo aqu ahoraAs como la produccin y recepcin del Republicanism tiene un horizonte de

    comprensin y expectativas anglosajn que hace sentido, tambin lo tiene la lecturapropuesta aqu.

    Por un lado, en la Amrica Latina y Argentina en particular la tradicin republicanase ha transformado en una versin verncula, y bastante poco democrtica, delliberalismo poltico. El estudio de contextos y autores y textos representativos (lo queen otros trabajos hemos dado en llamar momentos de repblica en la Argentina)20 hapermitido concluir que el uso de la repblica por parte de las elites intelectuales ypolticas argentinas no tiene ni tuvo un sentido unvoco. Sin embargo, en una coyunturaespecfica, el Centenario de la Revolucin de Mayo, cuando un modelo de Estado y unrgimen poltico entran en crisis, cristaliz una relacin conceptual contrarioasimtrica21 entre democracia y repblica, que con mutaciones, persiste en sectoresrepresentativos de la intelligentsia y del campo poltico hasta nuestros das. Desdeentonces la repblica se ha transformado en una salvaguarda de los excesosplebiscitarios de la democracia llegando al paroxismo de que un constitucionalistaliberal como Nicols Matienzo encontrara en un golpe de Estado de 1930 la mejor

    manera de defenderla22.Pero, esa es la nica relacin poltico-conceptual posible entre repblica y

    democracia? No, otras sociedades hicieron de la relacin entre repblica y democraciacasi una sinonimia pero ello no ha significado que una y otra terminaran liberalizndoseen el mejor de los casos en clave de gobierno representativo23. Es por ello que resultaimportante rescatar aquella versin del republicanismo y la repblica menos refractariaal poder popular y las formas institucionales y tipos de liderazgos que esta puede darse.

    20 Actualmente est en proceso de edicin el libro Democracia y Repblica en la Argentina del

    Bicentenario escrito en coautora con el Dr. Julio Pinto. All se analizan los usos por parte de las elitespolticas e intelectuales de la repblica y la democracia en la Argentina desde la revolucin de Mayohasta nuestros das a partir de la herramienta heurstica de los momentos conceptuales. Para el caso de larepblica identificamos 5 momentos en revolucionario (1810-1820), el cvico institucional (1837-1880),el antipopular (1910, 1930, 1945), el democrtico liberal (1983) y el republicano populista (2008-2010).21 Entendemos por relacin contrario asimtrica aquella cuando la caracterizacin positiva de un conceptoimplica la desvalorizacin de su contrario, por ejemplo, griego-brbaro. Remitimos a Koselleck (1993:205-51) en su definicin.22 As defina Matienzo al golpe de 1930 en su libro del mismo ao La revolucin y los problemas de lademocracia argentinaLa revolucin que acaba de realizarse ha tenido por objeto esencial defender laConstitucin conculcada por el gobierno personal.23 Decimos en el mejor de los casos porque desde una visin ms radical el liberalismo es despolitizadorpor excelencia (Schmitt, 1995) .En este caso, como hemos preferido frente a los anlisis que apuntan a los

    fundamentos de la poltica y lo poltico aquellos que dan cuenta de su contingencia histrica preferimosno desestimar totalmente las formas polticas liberales, aunque en trminos schmittianos sean unoxmoron.

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    En tal sentido, no es casual que para encontrar concepto de gobierno popular quepermita reconciliar conflicto, participacin e innovacin (incluso aquella que aparezcaen forma personalizada) con institucin, eleccin y estabilidad de la forma poltica,volvamos al momento maquiaveliano. El desafo ser que, sin transformarlo en unmomento Guicciardi a la Pocock o un momento rousseaniano a la McCormick, nuestralectura de textos cannicos e ignorados de Il Macchia se muestre una combinacintensionada entre ambos24.

    Por el otro, el populismo se presenta tanto o ms sobresaturado de significacinque la repblica y el liberalismo. Tal vez resulte extrao afirmar que estasobresaturacin se observa tanto en la tradicin de la teora y filosofa polticaanglosajona como en el anlisis sociopoltico latinoamericano, ya que este ltimo se noshace ms ostensible por su cercana. Nuevamente las teoras y sus contextos nos exigenun ejercicio de innovacin conceptual para comprender los problemas polticos denuestro tiempo. Esta innovacin no implica aportar neologismo y abandonar categoras

    o conceptos por su polisemia, ya que eso es lo que les da su riqueza. Pero s puedesignificar recuperar otros que quedaron obturados y que pueden servir para comprendercmo en la actualidad conviven experiencias que, no sin excesos tericos y valorativos,son categorizadas de populistas con polticas y retricas republicanas en un sentidoliberal pero tambin en un sentido democrtico-popular. Y la inversa, las tradicionesms cannicamente liberales o ms axiomticamente republicanas apelan a dispositivosenunciativos y particiones polticas tpicamente populistas. Entonces, sabiendo losriesgos de la estrategia del justo medio de Pettit, puede ser el momento de reinstalar enel debate terico y poltico la nocin de gobierno popular que interpele a la repblica

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    24

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