Revista 1unpretexto Segunda edición

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Julio - Diciembre Número dos ISSN: 2322 - 6218

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Revista en periodismo narrativo del programa de Comunicación Social de la Universidad de Boyacá - Julio - Diciembre de 2012. ISSN 2322 - 6218

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RectoraDra. Rosita Cuervo Payeras

Vicerrector de Desarrollo InstitucionalIng. Andrés Correal

Vicerrector AcadémicoIng. Rodrigo Correal

Vicerrectora de Investigación Ciencia y TecnologíaIng. Claudia Patricia Quevedo

Decana Facultad de Ciencias Jurídicas y SocialesDra. Mary Luz Báez Suescún

Directora Programa de Comunicación SocialMsc. Diana Elizabeth Vargas Hernández

Directora Revista 1un Pretexto Cs. Libia Carolina Pinzón Camargo

Asistente EditorialKaren Dayana Estupiñán Díaz - Germán Ricardo García

Correción de EstiloIngrid Lorena Naranjo - Lizeth Rocío Rojas -

Karen Estupiñán - Andrea Cufiño - Jhon Arévalo - Jose Luis Berdugo

Escriben en esta EdiciónAdriana Niño - Felipe Ortegón - Alberto Rey-

Karen Estupiñán - Daniel Rebellón - Andrea Cufiño - Evelyn Maldonado - Shirley Burgos - Mary Luz Báez

Concepto VisualJuan Carlos Vargas Franco

FotografíaÁlvaro Sánchez - Néstor Suaterna - Laura Porras

DiagramaciónJuan Carlos Vargas Franco

Colectivo Redacción Periodística y Literaría - Semiótica Universidad de Boyacá

Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Comunicación Social

ISSN: 2322-6218

UNIVERSIDAD DE BOYACÁCampus Universitario Cra. 2a Este Núm. 64 - 169

Tunja - Boyacá / Tels: 745 0000 -7452105 Fax: 7450044www.uniboyaca.edu.co

Tunja - Boyacá2012

EDITORIALEn alguna ocasión, Monsiváis, sentenció, la crónica, es un templo de la prosodia, espacio donde el ritmo verbal lo es todo. La crónica es el arte de representar literariamente la actualidad. Estamos documentando y contando nuestra región, existe 1Un Pretexto para hacerlo, con el propósito de recrear y promulgar los hechos reales que se escenifican en Boyacá.

El aprendizaje que se ha adquirido en el itinerario es el punto de partida que desde el primer semestre del 2012 consiguió abrir un espacio, en el cual los estudiantes podemos materializar sus artículos periodísticos para el deleite de toda una comunidad académica, artículos que en un principio eran condenados al anonimato hermético que no trascendía el salón de clases.

Para esta segunda edición, hay seres que van desde querubines y feligreses a melómanos aventureros y artistas, quienes habitan entre alegrías y desdichas, que encontraron en las páginas de 1Un Pretexto el soporte para que por me-dio de la pluma de los cronistas se convirtieran en historias auténticas, escritas desde esa condición subjetiva de la experiencia íntima y por lo mismo más humana. La multiculturalidad de este cercado de mantas, se revela a través de esas otras formas de ver, oler, tocar saborear y sentir la vida en Boyacá. .

Para quienes se atrevieron a ser contadores de historias, la ganancia obtenida va más allá de una publicación. La inmersión detrás de la historia y la afinación de la pluma como redactores, es el aporte que cada uno de los autores de esta edición hace a la construcción paulatina de este proyecto.

Somos obstinados, por lo tanto seguiremos trabajando desde este escenario para rescatar ese periodismo que a través de la crónica, intenta atrapar el tiem-po en el que vivimos y así rehacer de manera literaria nuestra realidad.

Lizeth Rojas Jhon Arévalo

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ImpresiónBúhos Editores Ltda

Asistente Financiero

Jurado Reportaje Gráfico

Shirley Burgos Villamil

Msc. Manuel Fernando Barrera Ramírez

Vicerrectora de Educación VirtualIng. Carmenza Montañez

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CONTENIDOAdriana Fabiola Niño

Un ángel al lado Pág 5

Adrián Felipe Ortegón

Norteños hasta el tope Pág 11

Maryluz Baéz Suescún

Soatá, tierra de dátiles y leyendas - Pág 15

Daniel Andrés Rebellón

Hedonista animal Pág 21

César Luis Melgarejo

Fotoreportaje El motor de TogüíPág 26

Alberto Rey CabreraEntre fantasmas y recuerdos Pág 31

Andrea

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Pág 43

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Pág 47

08 / 11 / 2012

Semillero cinco Sentidos

Periodismo Narrativo

Editorial Pág 2

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Libia Carolina PinzónDirectora de Revista 1unPretexto

Apreciados lectores:

Inscribirse en la modalidad del periodismo narrativo, como una alternativa para contar los hechos de un país, puede resultar complejo, cuando hemos crecido ante formatos noticio-sos que dan primacía al dato y abandonan las historias. Aunque escasos existen medios y periodistas que han asumido el reto, mostrándonos un país diferente y real.

Pareciera que escribir historias en la prensa ha sido creado para otorgarle significado a aquello que no lo tiene, “escribir la no ficción, es ordenar el caos de la realidad” (Amstrong, 2005.) en nuestro país, escribir ese tipo de historias es encontrar el factor humano en cada hecho por simple que parezca, es observar el mundo con los cinco sentidos (Kapuscinski, 2003.) estar, ver, oír, compartir y pensar frente a mi labor como periodista, y el hecho que quiero contar.

Los componentes de la narratología enfocados hacia los géneros literarios, en la actualidad habitan también en algunos de los denominados géneros mayores del periodismo (repor-taje, crónica, perfil), en cuanto a los elementos y la estructuración se puede estudiar desde la misma óptica, en ocasiones se plantean los mismos temas como problemas y en su defi-nición atienden una misma línea, más allá de los factores teóricos, las ganas y la pasión con las que se aborde un tema, son determinantes a la hora de armar el relato.

Los hechos son más entendibles y crean un mayor nivel de recordación en el interlocutor, cuando son contados como una historia, con lugares, personajes, tiempo, conflicto. Si se empleara constantemente, el periodismo narrativo contribuiría a evitar la amnesia colectiva que padecen muchos países latinoamericanos.

Son estas las razones que nos han motivado para continuar con este proyecto, por lo que para 1unPretexto, es significativa la visita de Cristian Valencia a la Universidad de Boyacá en el lanzamiento de esta segunda edición, sabemos que sus aportes no sólo servirán de cimiento para la revista, también para nuestros periodistas en formación. Bienvenido.

Atentamente,

SEMILERO DE INVESTIGACION y PERIODISMO NARRATIVO´

Cinco

SentidosComunicación Social / Universidad de Boyacá

PRETEXTOFACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES

RevistaCOMUNICACIÓN SOCIAL

SEMILLERO DE INVESTIGACIÓN CINCO SENTIDOS

1UN

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Un ángel al ladoAdriana Fabiola Niño Camargo

Cronica´

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Revista 1un Pretexto - Universidad de Boyacá

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Quienes tienen dentro de sus fami-liares, personas con algún síndrome

mental, saben las dificultades con las que día a día se enfrentan para brindar una mejor calidad de vida a

estos seres, pero también disfrutan de su compañía y de las expresio-nes de amor y cariño desmedidas

que sólo ellos pueden ofrecer. Adriana ha querido compartir la his-toria de su hermano Cristian, quien

para ella es un verdadero ángel.

Siempre he pensado que en él no hay tristeza, si no un coro de risas, tan lleno de grandezas como son sus caricias…

Cogidos de la mano como si fuera un niño de 5 años, siendo de 13, llevo a mi hermano Cristian, él con su mano izquierda rosa las paredes de las calles donde pasamos, con su delgado cuerpo camina arrastrando los pies, dificultando más el trayecto, le aprieto la mano cada vez que debe-mos subir un andén, su boca es humedecida por la constante saliva, los dientes resaltan entre todo el conjunto de su cara, y la mirada, siempre indefinible… ¿qué será lo que piensa?

Es un día soleado, el viento nos acaricia como también el resplandor del sol, el ruido de los carros no impiden nuestros pasos, él dejándose llevar por mi mano, empieza a hablar, no logro identificar lo que pronuncia, es como si quisiera decirme algo y para que sienta que lo escucho yo le digo ¡todo saldrá bien!, como si entabláramos una conversación, pero él en un “idioma” y yo en otro. La gente pasa, viene y va, algunos concentran su mirada en Cristian, él sigue su rumbo junto a mí, pues vive en su mundo de cristal donde para él no existen ni rencores, ni odios, ni tristeza.

Llegamos a la Fundación San Alejandro de Tunja, entidad que presta servicios de rehabilitación a niños con alguna discapacidad cognitiva. En la puerta nos recibe Patricia. Una señora de unos 50 años, su cara refleja la experiencia y en sus ojos se ve la esperanza de poder hacer algo por los niños que allí llegan. Saluda a mi hermano con un efusivo y cálido -hola pollito, yo pregunto ¿pollito por qué? Patricia suelta una carcajada. Porque cuando nosotros estamos haciendo los ejer-cicios con los niños, mientras es su turno, Cristian se la pasa caminando alrededor del salón como un pollito buscando algo, se lo decimos de cariño ¿cierto pollito? se queda mirándolo y me dice -son ángeles que vienen para darnos un mensaje muy significativo, en el que sus padres son fundamen-tales, ya que también les enseñamos a que aprendan a estimularlos según su edad. sé que es un

Un ángel al ladoAdriana Fabiola Niño

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Un ángel al lado

Cuando se tiene la dicha de compartir con uno de ellos, nos damos cuenta de la belleza y el amor que entregan con espontaneidad. Son seres de naturaleza alegre, porque actúan con pureza, con grandeza de alma, en cada sonrisa nos regalan el significado de la vida. Luego de despedirme de la directora y de los compañeros de mí hermano, retomo el camino hacia casa.

Los recuerdosMi mamá se llama Rosa, siempre la he visto como una heroína que vence mis pesadillas con sus caricias. Cuando trato de escudriñar su memoria en cuanto a la historia de mi hermano, ella me evade, me cambia de tema, se marcha. Hoy he insistido de nuevo: –no quiero recordar esos viejos tiempos, asegura con nostalgia, porque así como a mí, también a todos nos dolía ver a Cristian en esa cuna de la clínica, con todas esas agujas sin saber que iba a padecer síndrome de Wets, yo sin poder hacer nada. Me dolía más cuando los doctores me decían que el

duelo eterno, si no se sabe manejar y dirigir, buscando que la familia no se

disperse y estén unidos a través de esos chicos y así desde la fundación,

se quiere conseguir el objetivo de la inclusión social. Esta Fundación es

una luz de esperanza. Cris solo sigue su camino y, con un ¡Cho nana!

y un beso, se despide subiendo las escaleras hacia su salón, pero sin

embargo lo acompaño. En el pasillo se me acerca uno de sus com-

pañeros, Sergio, quien es autista, me dice “hola”, dándome un beso

ensalivado en la mejilla, yo lo interrogo, como queriendo establecer

una conversación– ¿qué haces?, él señala un balón y me dice – vamos

a jugar, le hago una caricia en la cabeza y respondo – después, porque

tengo que ir a mi casa, pero otro día seguro jugamos, él sin un gesto

prosigue su actividad. Así veo cómo a esta hora de la mañana van

llegando los niños en compañía de sus papás o de otras personas que

están a su cuidado.

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niño iba a permanecer como un vegetal. Hace un silencio y dice –hay hija, siento algo en el pecho. Es tan importante para ella exteriorizar esos recuerdos, como para mí conocer cada detalle, ella respira pro-fundo queriendo continuar. Los médicos decían que nosotros éramos jóvenes para tener otro hijo. Nuevamente suspira hondo y sigue ten-diendo la cama, pensativa, hace los quehaceres de la casa, yo la dejo pensar porque sé lo difícil que es para ella recordar toda la situación.

Un rato después, alguien golpea la puerta de mi cuarto, es ella, mi ma-dre. Tiene la foto de Cristian en su mano derecha, se queda viéndolo y se sienta en mi cama -si yo le pudiera hablar a Dios, le hubiera dicho que a Cristian lo hubiera querido sin una mano o sin un pie, seguramente su vida sería más fácil, pero no así, el proceso de recuperación de la enfermedad de Cristian, es de mucha paciencia, pero de igual forma no podría vivir sin él.

El 11 de enero de 1999 cuando mi papá llamó para decirme que había nacido mi hermano, recuerdo que le pregunté ¿ nació bien? y me dijo –sí, todo estuvo bien, llegué al hospital de Los Andes y vi a mi madre algo fatigada y cansada, pero siempre con su sonrisa, en sus manos tenía a Cristian, con una cobija lo tapaba todo, estaba en compañía de una tía, me entregaron al bebé para que lo viera y mi tía me preguntó-“¿cómo se lo imaginó? y yo le dije –“así pero sin esa cosa negra en la frente”. Mi madre también se preguntaba lo mismo y

hasta hoy desconocemos por qué Cristian tenía esa mancha negra en su diminuta frente, pues se dice que al nacer lo cayeron los médicos, pero la verdad no se sabe. La realidad de todo esto es que Cristian nació tarde, porque mi madre no pudo dilatar, duró tres días con do-lores de parto, hasta que le hicieron cesárea, entonces Cristian tomó líquido amniótico, le faltó oxígeno, esto produjo que se le murieran las neuronas del cerebro y algunas de la visión. A los 15 días de tener a Cristian entre nosotros, empezaron los espasmos y ataques epi-lépticos que duraban de 2 a 10 segundos, durante el primer mes, él babeaba su cuerpo, se movía de forma extraña, sus ojos permanecían con expresión de angustia, recuerdo que con mis manos tapaba fuer-temente mis oídos para no escuchar ese espantoso sonido que salía de su boca, sin saber que estaba convulsionando. Luego de muchas visitas a clínicas y hospitales y en las manos de médicos especialistas, el diagnóstico fue microcefalia (cabeza pequeña) y síndrome de Wets, que es una alteración cerebral, caracterizada por espasmos epilép-ticos y retraso del desarrollo psicomotor, tal como lo determina la historia clínica.

Desde ese momento, empezaron las terapias y tratamientos para su desarrollo psicomotor, nosotros como éramos nuevos en esto, dábamos todo para que Cristian mejorara. Mi mamá empezó a ir a las misas de sanación con el padre Álvaro, para aquella época en Motavita. Ya eran tres años y Cristian no caminaba, él se arrastraba en el piso, lo más curioso es que no era hacia adelante sino hacia atrás. Un sábado a las siete de la noche, Cristian y mi madre llegaban de la misa de sanación y estábamos toda la familia reunida, Cristian estaba en el piso y entre las manos de mi mamá. ¿Quién dijo que los milagros no existen?, de repente mi mamá se descuidó y soltó las manos del cuerpo de mi hermano, él con unos tímidos pasos empezó a caminar hacia mi papá quien estaba al frente, todos quedamos impactados, nos alegramos y mi mamá gritaba, ¡gracias Dios mío! porque en esos tres años Cris no podía ni sostenerse por sí mismo. Su edad cronoló-gica es de trece años, pero su desarrollo es de un niño de tres. Cris-tian es todo un guerrerito porque ha pasado, medicamentos fuertes como el ácido valproico y carbamazepina (que es un componente: estearato de magnesio, celulosa microcristalina, carboximetilcelulosa de sodio) que lo dejan débil, terapias, inyecciones y todo lo que

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tendrá que pasar en su vida. Pero él sigue como si nada a pesar de todos los momentos difíciles, le da color a su vida. Aveces deseo ser como él, de alma inocente, cuando estoy con él me siento protegida, su energía es inexplicable, sus abrazos y sus besos, son lo más grande que Dios nos regaló.

Anécdotas e itinerarioCristian recorre la casa, me dice !ica ica! que significa música, a la vez que me empuja hacia el radio, pongo a sonar algo y a él le viene una sonrisa, la música le encanta, especialmente los vallenatos, sus prefe-ridos, los de Otto Serge y Carlos Vives. Cris empieza a tararear, trata de alcanzar la radio parándose de puntas y subiendo su mano, pero como nosotros ya lo conocemos bien, y para que no le pase nada, ni sea un desastre la casa o se haga daño, sabemos que el control del televisor no se deja cerca a él, que las ventanas no deben estar abier-tas, pues tiene la costumbre de tirar al vacío cualquier cosa que se le atraviese y mucho menos dejar la puerta abierta, porque sale como el

Un ángel al lado

pájaro que quiere volar de su jaula. Por su visión deficiente, algunas veces se ha caído de las escaleras y se ha herido en la espalda y en sus piernas. Recuerdo cuando cayó al segundo piso, mi padre estaba trabajando, Sebastián, mi otro hermano, y yo estábamos estudiando, mi madre relata. -Había salido a traer cosas para el almuerzo, la curio-sidad de Cristian lo llevó a ver por la ventana, el vecino de abajo tenía a todo volumen la música. Yo llegué y empecé a intranquilizarme al no ver en ningún lado a Cristian, pensé que no había asegurado la puerta y se había salido, vi debajo de las camas, en la cocina, detrás de las sillas de las sala, hasta que vi la ventana y la mitad de la cortina estaba afuera empecé a gritar ¡Cristian, Cristian! fue una sensación horrible, miré hacia abajo y gracias a Dios había caído en el sofá del vecino, él estaba pálido y no se movía”.

Yo llegué de la Universidad y mi mamá tenía una expresión de angus-tia, en sus ojos se veía que había llorado, sus manos temblaban, y en la cama estaba Cris inmovilizado, mi madre me dijo -Cristian se cayó ha-

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Adriana Niño Séptimo Semestre

[email protected]

Esta experiencia me lleva a cono-cer y sentir la retrospectiva de

Cristian, los obstáculos y progre-sos. De igual manera a resaltar la importancia de los padres de estos niños, quienes también hacen parte

de la sociedad inclusiva.

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cia el segundo piso y me siento impotente por no haberme dado cuenta que la ventana estaba abierta. En la casa la seguridad no sólo significa el bienestar de Cristian, es el bienestar y la tranquilidad para todos.

Sé que le encanta la pizza, recorrer los parques, jugar con las luces de neón, goza la piscina tanto como la ducha, le gusta que le cante, el arroz con leche, el payaso pin pin y la iguana que toma café, en las noches, le da nervios los peluches y los perros, no le gusta el baile, pero ama la música, odia tener que tomar sus medicamentos, se pone furioso cuando le cogen los pies, le gusta oler y palpar las cosas, sé que es muy curioso e inquieto, malgeniado, sonriente y tierno.

Mi hermano Sebastián, el menor de la familia, intercambia papeles con Cristian, él también ayuda a cuidarlo, lo coge de la mano en los parques, lo consiente, procura que esté bien, se ven muy tiernos cuan-do Sebastián le paladea cucharadas de sopa a Cris y luego le limpia su carita. Llega la noche y Cristian se siente cansado, mi mamá le pone la pijama y luego me llama para que le colabore en darle los medicamentos porque son muy fuertes, tanto como él. Cuando Cris escucha o ve los frascos de las medicinas, cierra la puerta del cuarto o se esconde en las cobijas como si estuviera viendo una película de horror, y llega la batalla, mi hermano lo coge de una mano y yo de la otra, mientras que mi madre le trata de dar la medicina, pero Cristian no se deja, mueve la cabeza de un lado a otro para no dejar que la cuchara entre en su boca, mueve su cuerpo con una fuerza exage-rada, hasta que se cansa, entonces se da por vencido. Esta batalla la vivimos tres veces al día.

Luego de la gran lucha, cierra sus cansados ojos, me acuesto junto a él, lo observo acariciándole los labios y con mi dedo pulgar roso sus mejillas y su nariz, lo contemplo viendo las facciones de su cara, lo veo tan perfecto y pienso ¿qué soñará?, ¿qué pensará de mí?, ¿me amará?

Se dice que antes de nacer uno escoge su país, su ciudad, sus ami-gos, su casa, sus primos, sus tíos, sus papás y sus hermanos. Siempre cuando pienso esto, me digo que hice una buena elección al escoger a Cristian como mi hermano. Veo la vida bella como él la ve, porque sin él mi vida no tendría sentido. Cada dulce caricia, cada inocente mirada, me roban una sonrisa dejando atrás tristezas del pasado, las preocupaciones del día y las angustias del tiempo que está por venir, es como si realmente tuviera un ángel al lado.

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NORTEÑOS HASTA EL TOPEAdrián Felipe Ortegón

Cronica´

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Revista 1un Pretexto - Universidad de Boyacá

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Norteños hasta el topeAdrián Felipe Ortegón

Si bien en Chivatá y Siachoque, dos municipios de Boyacá, se rea-lizan festivales de música norteña, que han contado con la presencia de agrupaciones como Bronco o el grupo Exterminador de México, pareciera que este género no es muy popular en el departamento,-sin embargo esta historia presenta a manera de reseña, la trayectoria y consolidación del grupo Francotira-dor, que se compone por una nómi-

na de músicos muy jóvenes.

Si antes que tú, yo había tenido otros amores,Que en su momento quise tanto como a ti.

Cuando alguien muere, siempre se le mandan flores,Y tú ni flores, vas a recibir de mí...

Canción: ni parientes somos de Los Tigres del Norte.

La música norteña en Colombia, ha sido estigmatizada a través del tiempo como música prohibida, de narcotraficantes, borrachos, violencia y popularmente como algo “guiso”. Una dimensión que para muchos y especialmente para los jóvenes, es totalmente ajena a su cotidianidad. En tarima son seis mu-chachos, cada uno de ellos con un sombrero de ala negra, que hace juego perfecto con los pantalones rojos y camisas color beige escotadas, que son recogidas en la cintura por una correa marrón, y para no perder su esencia juvenil, utilizan tenis “converse” como calzado..

Humberto, Carlos, Julián, Jonathan y Felipe suben al escenario. Como un rito, se persignan antes de to-mar sus instrumentos y arrancan con la presentación. El público está disperso, sin embargo, es evidente que esperan el show, el ritmo pegajoso de las cumbias, los aglomera y mezcla, hasta hacer un conjunto uniforme de hombres y mujeres que entonan y bailan todo el repertorio de la música norteña.

Entre murmullos y el bochinche de la noche, se escuchan comentarios y celebraciones por calidad del grupo, la noche avanza, asistentes y músicos, evidencian su euforia alentados por los tragos, es tanta la agitación, que Humberto, olvidó la letra de una de las canciones, el percance no se hace visible, la multi-tud, siente la letra dentro de sus pulmones y la expulsa a gritos, como queriendo recordársela al cantan-te. La agrupación complace las solicitudes de la concurrencia, quienes lanzan títulos de sus preferencias esperando sean interpretados por la banda.

Los regalos son para año nuevo“Ser músico no es tarea fácil, implica tiempo y por encima de todo estar siempre disponible”. Era el primer 31 de diciembre que Felipe Ortegón pasaba lejos de su hogar, junto con Carlos Rincón amigo de toda la vida, ellos habían sido contratados para entregar esa noche en el escenario lo mejor del repertorio norteño, para que de esta manera, los habitantes de Samacá recibieran el año nuevo.

“Recuerdo que cuando llegamos, había un desfile de carros alrededor del parque, tenía como propósito, pasear

unos escasos y amorfos muñecos de trapos que a media noche serían quemados”. Cinco minutos antes de subir al escenario, Felipe recibió una llamada de su mamá quien en medio de las lágrimas, deseaba lo

mejor para el próximo año a su hijo. El silbido de Nelson López, director y contratista del grupo, rompió

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el pequeño espacio para los buenos deseos y avisó al muchacho que ya era hora de subir a la tarima, Felipe dejó del otro lado del teléfono a su progenitora, invadido por la nostalgia, no dejaba de llorar.

Nelson López, conocido popularmente como Ángel de la Sierra, había llevado a Humberto Rojas, como baterista de la agrupación para acom-pañar la velada, sin saber que esa noche después de la presentación, marcaría el comienzo del proyecto Francotirador.

“Pasaban los minutos y las personas enardecidas por la demora, parecían

estar convirtiéndose en una manada de lobos, que asechaban su presa para

devorarla, de repente el sonido del acordeón rompió el enojo y junto con los

otros instrumentos repartimos el banquete de canciones, que por más de seis

horas animaron la fiesta, sentí esa conexión con los muchachos de una, que

aunque agotados por tanto tiempo en la tarima no dejaban de hacer sonar

sus palos, por eso me dejé llevar de la energía, y véanos hoy, conformando a

una familia, la del grupo Francotirador” comenta Patillas.

Luego de la agotadora función, Humberto Rojas invitó a los jóvenes para que participaran de su proyecto musical, ellos sin dudarlo, arrojaron un sí como respuesta. Los primeros ensayos fueron en marzo del 2009. Beto completó la nómina de músicos, con Julián Ortegón en la percusión, a quién no le gustaba el género.

“Nunca llegué a pensar que interpretaría el ritmo, me parecía que los gordos

que tenían una barriga de cervecero eran los apropiados para tocarlo, a mí

solo me importaba el rock, nunca imaginé cogerle tanto cariño a este tipo de

música” menciona Julián. Advirtiendo que su único profesor de música en la vida ha sido Travis Barker baterista de Blink 182, a quien sigue desde los 17 años, en videos que representan algunos de los éxitos de esta agrupación.

Componente HumanoHumberto Rojas, es un muchacho de uno sesenta y cinco centímetros de estatura, quien dice amar la música norteña por encima de todo, incluso, de las mujeres. Así describe John Rubio a su amigo y director del grupo Francotirador. “Beto va desde sastre y confeccionista de ropa hasta cocinero

estrella en su casa. Es un hombre con muchos talentos y aptitudes que lo ayu-

dan a rebuscársela y seguir adelante, él se ingenia cualquier cosa para arreglar

alguna chuchería. Mejor dicho, éste es el man que necesita mi hermana, lo

malo ¿sabe qué es?, que yo no tengo hermanas”. Concluye John con gracia.

“Patillas”, como lo conocen muchos de sus colegas de profesión, culpa a su mamá, del profundo amor que le tiene a la música norteña. Recuerda como si fuera ayer, que hace 17 años recibió de parte de Audelia, su mamá, un casette que en la carátula mostraba uno de los grupos pio-neros de este género en Colombia, la conocida agrupación, Estrellas del Norte.

“Ese Verraco chino, no me iba a clase, viera como en esos momentos yo me

lamentaba, decía a qué mala hora le regalé ese casete. ¿Pero sabe? hoy día,

con todo lo que ha logrado, si pudiera devolver el tiempo le regalaría todos los

casete de esa música que existieran en el mundo, mi hijo está empezando a

ser reconocido y pronto va a ser una estrella”.

Es de locos ponerle nombre a un instrumento musical, pero Carlos lo justifica, ya que es el único recuerdo que tiene de la visita que realizó a México a través del intercambio que hizo con la universidad. Carlos interpreta el bajo quinto, a quien llama Oscar, porque la marca del instru-mento es Oscar Smicht de la familia Washburn, instrumentos de cuerda populares en América del norte. El joven muestra tanto cariño, que en ocasiones le habla como si fuera una persona y lo trata como si fuera su hijo. Lo que al resto de sus compañeros les causa mucha gracia.

La escena FrancotiradorLos seis integrantes del grupo, en compañía de dos utileros, se transpor-

tan a su próxima presentación en Oicatá, mientras avanzan por carretera destapada, Jonathan Rojas no le quita la mirada a su batería electrónica.

Norteños hasta el tope

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El bus brinca mucho y teme que sufra algún daño. Todos los demás están invadidos por la risa, el bus parece que no transportara músicos, si no una nómina de payasos que lanzan chistes sin parar.

Treinta minutos después, llegan a su destino, y los utileros del conjunto, enseguida reciben órdenes de Patillas para que rápidamente bajen todos los instrumentos y los armen en el estrado, así los músicos agilizan la prueba de sonido que generalmente demora 15 minutos. “lo más cansón

quizás es probar la batería, son cerca de diez micrófonos que tienen que mo-

dularse perfectamente para que la base del show sea totalmente agradable,

tarea que no es fácil. a cada baterista le gusta un sonido diferente”, dice Julián Ortegón, mientras utileros y sonidistas, componen el croquis de la función, el animador en tarima, suelta un grito que anuncia la presenta-ción del grupo Francotirador.

Se da paso al sonido de los instrumentistas, arriba en la tarima suena la nueva esencia de la música norteña, la gente está emocionada y la compra de cerveza se incrementa con el paso del repertorio. Se podría pensar que cada presentación es igual, muchas cosas se repiten, pero es el público, quien las hace diferentes, en cada lugar la gente tiene sus formas de vivir y expresar el gusto por la música del norte. Hoy en Oicatá, la gente ha disfrutado tarareando las letras con total sentimiento. Llega el fin de la presentación que se ve interrumpida por un coro que viene del público, piden una canción más para marcar el fin de las fiestas. Humber-to canta majestuosamente “Golpes en el corazón”, éxito de los Tigres del Norte, y deja completamente alegre a los asistentes, quienes han bailado, quebraditas, cumbias y corridos, porque como dicen muchos, la música norteña es para cantar, bailar, beber y llorar. Boyacá parece ser la cuna de la música norteña en Colombia y la em-bajada de intérpretes del acordeón, el bajo quinto, la batería y el bajo eléctrico, con esencia mexicana. El grupo Francotirador según Humberto Rojas, pretende llegar a ser uno de los íconos de este estilo, con una nueva propuesta rumbera y muy juvenil, teniendo en cuenta que muchos de ellos tienen una amplia trayectoria musical, además su primer trabajo discográfico, titulado “el guapo”, les ha abierto muchas puertas.

“La Música norteña entra por los oídos, pasa por las venas y hace palpitar el

corazón” Jhon Rubio, locutor de Armonías boyacenses.

Felipe OrtegónTercer Semestre

[email protected]

Encontré en el género narrati-vo la oportunidad de contar los sueños y experiencias de cinco

jóvenes tunjanos, quienes ven en la música norteña un nuevo estilo

de vida.

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SOATÁ, TIERRA DE DÁTILES Y LEYENDASMaryluz Báez Suescún

Cronica´

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Soatá en lengua chibcha significa “Labranza del sol”, sus moradores provenían de la mezcla de Chibchas, Caribes y Choques; fundada en el año 1545, por el sargento Juan Rodríguez Parra. Este municipio conserva tesoros invaluables, desde la memoria de sus habitantes, hasta los elementos geográficos que testimonian la riqueza de la tierra donde mora el sol, como la “Cueva del Indio” que no sólo impacta por la caída del agua, sino por los relatos que encierra la guarida.

A quince minutos del pueblo, en la ruta que de Tunja conduce a Soatá, al lado izquierdo de la ca-rretera central del norte, cae imponente un chorro de agua de más de 50 metros de altura, que en época de invierno aumenta su caudal y da nombre a la vereda La Chorrera. Estas aguas nacen en un punto de la montaña llamado Rónquira, bifurcándose metros más abajo en dos quebradas: la primera vertiente toma el nombre de quebrada del bosque que sigue hacia los límites del munici-pio de Susacón y bañan un terreno llamado Labranza vieja. Muy cerca de allí se ubica un territorio histórico denominado Cruz Colorada. La segunda vertiente recibe el nombre de La Chorrera que a su vez le da nombre a la vereda y va ha desembocar en la vereda La Jabonera sobre el Río Chicamocha.

Estas dos quebradas convergen en puntos de suma importancia para la historiográfia soatense. La primera en el punto “Cruz Colorada”, nombre que aparece registrado en los anales de la tradición política de Colombia. En este lugar se llevó a cabo un duro enfrentamiento entre las tropas coman-dadas por el General Rafael Uribe Uribe y los rebeldes chusmeros. Las tropas oficiales se dirigían a Palo Negro en Santander, cuando fueron recibidos en aquella loma por opositores venidos de varios lugares del norte de Boyacá entre otros de la vereda Chulavita. Hubo muertes de ambos bandos, cuerpos que reposan en el llamado Campo Santo de la Cruz Colorada, jurisdicción del municipio de Soatá. Entre la maleza se puede apreciar una placa, en homenaje a los compatriotas caídos en una de las tantas guerras inútiles que hemos vivido los colombianos, el dato que reporta la contienda es de 800 muertos.

Este relato de memoria, vivifíca las escenas de un lugar mítico, en la bella población de Soatá. A través de los recuerdos de su abuelo, la cronista reconstruye los espacios donde ese legendario hombre y su mejor amigo, un indígena, compar-tían experiencias, recuerdos que logran trasladar al lector al lugar de

los hechos.

Soatá, tierra de dátiles y leyendasMaryluz Báez Suescún

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La segunda vertiente de la quebrada converge en el punto denomi-nado la arenera, donde los residentes aprovechan la caída de agua sobre una batea de cemento para explotar comercialmente la arena lavada que lleva consigo los torrentes de agua, que especialmente en invierno invaden el lugar ; este recurso natural es usado para la cons-trucción y comercialización, actividades que desde hace muchos años han estado dirigidas por Benedicto Peña, un carismático personaje de la región.

Gracias a esta quebrada y a la imponente caída de agua, se puede ubicar geográficamente un lugar romántico y apetecible por su paisa-je, allí donde el padre, de mi padre, de nombre José Báez Manrique, quien por la época de los años treinta, ostentaba el cargo de Regidor. En tardes de Domingo después de asistir a la celebración eucarística en la Catedral de Soatá, y durante su regreso a casa, participaba en las jugarretas de tejo en la tienda de don Juan Espumas, reconocido con ese remoquete por producir las más exquisitas chorizas de la región y el más espumoso guarapo de caña, sitio de gastronomía indígena donde el guarapo y las chorizas suplían el almuerzo, allí en improvisadas tertulias, mi abuelo contaba a los asistentes sus historias.

Mire hacia la loma, decía señalando la montaña, en el punto de la caída del agua, allí vivía mi amigo, el indio de la cueva, éste fue al parecer el último sobreviviente de una cultura desaparecida a fuerza de la violencia que se ejerció en esta zona del país, en primer término por la conquista fratricida de los españoles, luego la lucha partidista que fraccionó la tierra norteña entre cachiporros y godos. Contaba que su amigo el indio le había enseñado muchos secretos de sus ancestros, como el uso del tabaco masticado y aplicado como cataplasma para el reuma, reme-dios para el mal de ojo, la tocada de difunto y cómo liberar las almas en pena. Salía con el sol decía el abuelo, a fumar chicote, después de bañarse con el agua helada, del chorro y comer un poco de angú (pasta a base de maíz molido).

El abuelo señalaba cómo el agua golpeaba sobre una piedra de unos veinte por treinta metros. Allá, más allá del filo de la cuchilla, detrás de la caída del agua se divisa la cueva, justo pasando por debajo del chorro, esa era la casa del indio, mi gran amigo, repetía con nostalgia. Esta cueva tiene aproximadamente cinco metros de altura, por lo que es necesario valerse de una escalera formada por piedras para su ingreso. La entrada a la cueva es semejante a los hornos de adobe, que son comunes en

Soatá, tierra de dátiles y leyendas

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esta región para cocinar el pan y las mantecadas especialmente en época de semana santa.

El lugar está protegido por maleza y no se hace visible a cualquiera, continuaba describiendo el abuelo. Ahí me sentaba a escuchar muchas bonitas y tristes historias que me narraba el indio cuando los sábados pasaba por allí a cazar torcazas. Me decía: los míos han sufrido mucho, los blancos nos persiguen, por este motivo, todos huyeron por la montaña arriba, sin volverse a saber de ellos, los hombres blancos querían robarnos las mujeres y obligarnos a decirles dónde estaba el gran astro dorado.

Ese astro dorado estaba en el santuario religioso, que para los soaten-ses era probablemente la llamada Casa del Sol, que puso en acción la codicia del conquistador, Hernán Pérez de Quesada, cuando su hermano Gonzalo lo dejó como lugarteniente al partir a España en 1539. El nombre de la Casa del Sol provenía de un gran disco de oro que en lo más alto del adoratorio y con cara al oriente se veía rever-berar desde larga distancia, cuando los rayos del sol naciente llegaban perpendicularmente sobre dicha placa.

Gracias a los rumores de la intentona de saqueo, que se escucharon en el Templo del Sol en Sogamoso, advertidos los soatáes, se previnie-ron y cuando llegaron los españoles no encontraron ni una sola pieza de oro, y en las petacas en las que se afirmaba haber muchas momias con sus atavíos de valor, solo encontraron piedras comunes.

En la actualidad se menciona “La Cueva del Indio” como uno de los sitios turísticos de la ciudad del dátil, los habitantes de la vereda de La Chorrera comentan sobre este mítico lugar.

Su principal misterio radica, en que ésta se comunica con el municipio de Onzaga Santander, otros habitantes comentan que desemboca en el municipio de Tipacoque, quienes han intentado penetrarla, solo logran avanzar unos cien metros porque empieza a faltarles el aire y la oscu-ridad se hace bastante densa, sólo con linternas que usan los mineros, se logra llegar a una especie de sala que haría en otrora, las veces de refugio seguro para el amigo del abuelo y que podría haber sido también el de su familia; continúa un laberinto que cada vez se hace más estrecho hasta obligar a los intrusos a devolverse so pena de perecer en el intento.

José Báez Manrique

Clara de Báez

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Soatá, tierra de dátiles y leyendas

Dice mi padre que el abuelo no ocultaba las lágrimas, cuando le pre-guntaban qué había pasado con el indio, porque todos en Soatá sa-bían que él no huyó con su familia, él se quedó en la covacha que lo vio nacer. El indio afirmaba que el amor más grande era por su pedazo de tierra y ese amor no tenía rivales.

La cueva lo embrujó dicen algunos, o tal vez cumplía una secreta misión de proteger las entrañas de la cueva por eso no huyó de aquel lugar, donde deben reposar sus restos. Algún día no lo vi más, dijo el abuelo. Lo buscó, lo llamó, pero no volvió a verse por aquel lugar. El indio pen-saba que muy pronto se reuniría en otro lugar con el abuelo, quizás, sabiéndose enfermo, se internó en el fondo de la cueva para llevarse a otro mundo sus secretos. Se sabe que al pasar por la gruta durante aquellos días de reciente ausencia, se percibía en la entrada, un fuerte olor de azahares en plena florescencia.

Del imaginario popular y la cienciaAhí no termina el encanto de la cueva, ni del chorro de la Chorrera. Esto es lo que comentan hoy los soatenses, este episodio corre por cuenta de los pilluelos muchachos que atraídos por la leyenda, golpean

con piedras pequeñas, la gran piedra sobre la que cae el agua, inmedia-tamente el arco iris hace presencia, acompañado de una fuerte lluvia, así se esté a plena luz del día, o bajo un ardiente sol, lo que produce una rauda y despavorida carrera de los impertinentes, es apenas normal que la naturaleza reaccione por culpa de los intrusos que perturban la paz de los muertos.

La referencia historiográfica de la “cueva del indio” se evidencia en el libro Soatá, descripción geográfica y noticia histórica de esta po-blación, del autor Cayo Leonidas Peñuela. La formación geológica del suelo ha dejado en él huecos poco extensos que no alcanzan a merecer el nombre de cavernas. El principal de éstos se halla en el banco rocalloso que se llama la Tierra Blanca, entre las veredas de La Chorrera y Jabonera, de donde el señor, Amable Martínez Liévano, extrajo en dos ocasiones huesos gigantescos, que no se han estudiado adecuadamente y que se juzga pertenecen a la fauna antediluviana…”

Recuerdo que durante mi infancia, que transcurrió entre las calles y parajes de Soatá, nunca tuve la dicha que otras amigas tuvieron, de llegar hasta aquel mágico lugar. Por cuenta de los colegios y la ense-

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Mary Luz BáezDecana F. C. J. [email protected]

La intensión fue revivir momen-tos de mi niñez. Además ubicar este mítico lugar de mi amado Soatá,pa-ra que lo visiten,lo conozcan y lo disfruten. El escrito retoma las

enseñanzas de mi madre, que reflejo en tres amores: el amor por mis pa-dres y los padres de mis padres,por

la tierra que me vio nacer y las

instituciones que me formaron.

ñanza de la cívica, fueron muchos los paseos a la cueva del indio, que incluía la elaboración de las melcochas de panela en la olla de barro, y con sabor a chirrinchi (aguardiente casero).

Nunca obtuve permiso para participar en tan atractiva excursión, porque la profesora Aurita, mi madre, siempre consideró que aquel lugar era peligroso, lleno de misterio y leyenda, especialmente por-que allí asuntaban, decía: es el alma del indio cuidando su terruño y los tesoros escondidos en el fondo de la cueva. Tenía que conformarme con mirar hacia arriba desde el bus de mi padre, en las tardes de domingo, cuando pasaba de visita a la casa de la Abuela Clara, viuda de José Báez Manrique, el mismo que preservó esta historia, y quien fuera asesinado a la edad de 43 años, cumpliéndole a la patria en su cargo de Regidor del municipio de Soatá. Cosas de la violencia decía la abuela, quien recomendaba, dejar a los muertos descansar en paz, porque cuando se perturba su sueño las almas comienzan a desandar. Es probable que pronto el indio y mi abuelo hayan vuelto a reunirse y sus tertulias continúen en otro lugar.

Fotografías de esta crónica: Dr. Ricardo Tarazona.

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hedonista animalDaniel Andrés Rebellón

Cronica´

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Carlos Pinzón, hedonista animalAndrés Rebellón

El hedonismo, como filosofía de vida, busca el placer antes que cualquier otra cosa, suprimiendo el dolor como razón de ser de la vida. Esta historia refleja esos principios, con la particularidad de trascender en la condición individual del he-donista. Este personaje encuentra el placer y la felicidad en el servir, pero no precisamente a los seres

de su misma especie.

Historia de un coleccionistaEstos son mis tesoros, acá uno se distrae mucho, yo entreno a estos animales desde hace varios años y pues nos ayudamos mutuamente, nos hacemos compañía y así como los cuido ellos me dan de comer, entre gatos, perros, caballos, aves y otros seres, paso los días. Este es Prometeo, un caballo purasangre que me obsequió un muy buen amigo, yo siempre quise tener este animal, pero valía mucho billete, usted puede lucrarse de estos animales, cójalo de semental si quiere vender buenos genes, o para exhibiciones porque bien cuidado puede ganar concursos, bien entrenado ganar carreras. Mejor dicho ahí estaba el negocio. Mi amigo lo ponía a competir y el animalito le respondía muy bien, pero una noche le sacaron el ojo con un cuchillo, puros roces de intereses entre caballistas, y vea como perjudicaron al animal que no tiene culpa de nada. El man sabía cuánto deseaba yo al caballo y también la experiencia que tenía cuidándolos y me lo mandó, por eso ahora está conmigo.

Relata mientras hace un gesto irónico, y continúa en su tarea de surtir los comederos de forma mecánica. Carlos Pinzón, tiene una extraña afición por los animales y objetos de colección, su casa parece la réplica de un pequeño museo, tallas de figuras humanas y animales, rinocerontes, venados y jirafas, se disputan los espacios entre botellones enormes de distintos colores, un buen número de medallas y trofeos, que ha ganado en competencias caninas y equinas. El coleccionismo es una afición que consiste en la agrupación y organización de objetos de una determinada categoría. Car-los posee no solo una sino varias categorías de objetos que convierten su hogar en una pequeña tienda de cachivaches. Entre los objetos más antiguos se encuentra un bonsái de aproximadamente 3 siglos, medallas oficiales del partido nazi, una estufa portátil de combatientes de la segunda guerra mundial, una bicicleta de cartero que data de los años 20, cámaras fotográficas pertenecientes a su familia desde varias generaciones, copas de vino medievales y un cáliz con incrustaciones de diamantes.

Yo he sido muy loco, vea estas copas medievales, las adquirí en una subasta, eran de la realeza y se usaban para tomar vino en cada momento del día, esta es la de la mañana, señala pasándola para poderla palpar. Yo salía con esta y tomaba vinito donde fuera y un día me la intentaron bajar a las malas unos manes por ponerme a dar boleta, por eso está maltratadita porque me tocó guerreármela. Vea esa bicicleta por ejemplo, es de los años 20, era de cartero y terminó conmigo, estaba por ahí votada casi como chatarra, para el que no sabe, ese pedazo de lata no significa nada, yo la restauré y ahora hace parte de mis tesoros.

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Carlos combina su gusto por las antigüedades con el amor que siente hacia los animales. Vea esos fueron mis mascotas alguna vez- dice al mostrar dos pieles de tigrillo que adornan los rústicos muebles de lo que puede ser la sala –yo no voy con el maltrato animal esas pieles las conseguí una vez fallecieron, mírenme al lado de mi cachorrito- saca una fotografía donde luce mucho más joven, esbelto con cabello largo hasta los hombros al estilo rockero, usaba la camiseta pegada al cuer-po y se encontraba agachado al lado del felino al que sujetaba de igual forma que un niño a su mascota.

Vida de perrosNo le tenga miedo al perro, ellos sienten esa inseguridad- me dijo al notar que di un paso atrás al mirar al pitbull, además al lado ha-bía una perra, Maiden, como él la nombraba, detrás de nosotros en un corral, saltaba un chowchow, café con negro, mal cruzado con rottweiler según explicó Carlos. Los perros son de distinto carácter

como las personas, ellos también tienen su sicología, ese es de carácter fuerte y se le vota a cualquier perro a volverlo mierda, me ha toca-do duro con él y ahí vamos, se acompañan con ésta; cuenta señalan-do a Maiden, se han dado duro pero ya se saben llevar, al principio se agarraban, pero ahora véalo chillando porque quiere estar con ella.

Me causa curiosidad la forma como Carlos trata al pitbull y lo interro-go frente algunos mitos que hay en relación con la cría y cuidado de esa raza. Es cierto que esos perros pierden el olfato y el oído después de cierta edad y atacan a sus dueños.

El problema con estos animales es que no los saben cruzar, si es de pura raza y lleva ese linaje no va a tener problemas, pero si lo cruzan con pe-rros de carácter fuerte y que vienen de más cruces, normalmente le salen dando lata. Es mejor invertir en un buen perrito y saber que tiene algo en verdad de calidad, acá en Colombia pasa eso muy seguido, le puedo

Carlos Pinzón, hedonista animal

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asegurar que más de la mitad de los perros son sordos porque no han sa-bido cruzarlos. Por ejemplo los bigol, esos perros ahora se la pasan ladre que ladre, cuando ese perro es de temperamento calmado, yo he vendido buenos perros de esa raza y cuando me encuentro con los dueños, me di-cen “Charlie buena”, deja escapar una pequeña sonrisa, mientras hace una seña con el dedo pulgar apuntando hacia arriba, luego insiste en la importancia de saber tratar a los canes según su temperamento.

Alguna vez, vi en un programa de accidentes, que un reportero fue mor-dido por un pastor alemán policía, tras haber sujetado su cuello de frente. A un perro jamás se le acerque riendo, ellos se retan con los dientes, por lo general procure no hacerlo y menos si el perro no lo conoce, mejor deje que él se le acerque y lo huela ya que esa es la forma de presentarse y conocerse entre ellos. Usted muy tranquilo siempre, controle los nervios porque hay fieras que los perciben y se le mandan, como el rottweiler, ese es un perro de mucho carácter que no se pone con maricadas y lo puede atacar a la primera señal de debilidad.

Otras especiesDesde mi ingreso al terreno que componía la casa de Carlos, un gallo se interponía a mi paso y no paraba de retarme con su imponente presencia, lo imponente no era su cuerpo, sino su expresión, le hacía falta un ojo, lo que le daba un carácter intimidante, causando mi cons-tante traslado de una parte a otra, un animal sumamente territorial, al ver que lo evadía Carlos interrumpió.

Ese gallito era de combate, un verraco que en una desafortunada pelea le fueron lanzando un espuelazo en el oído y quedó sin equilibrio iniciando la contienda, lo bueno es que contaba con un dueño de mucho criterio que prefirió perder la plata y alzar al pollo antes que se lo mataran. Cuando el man me lo trajo, el animal estaba mal a causa de lesiones, pero ahí seguimos adelante y como son las cosas, no lo lastimaron duro en competencia y sí vinieron dos fieras de pavos a armarle pelea y obvio éste se defendió, cuando yo me di cuenta lo tenían en el piso dándole pico y ahí se fue el ojo, le desollaron el cráneo y lo dejaron casi muerto, la decisión era dormirlo o jugármela por su vida y eso hice, dos semanas du-rísimas donde me tocó cocerle la piel del pescuezo, darle de comer en el pico y vivió el animalito, ahora espera a mi papá cada tarde como relojito y nos es de gran compañía, yo no lo pongo a pelear. Lo alza y señala sus cicatrices, mientras le acaricia el plumero tornasolado.

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Daniel Rebellón Quinto [email protected]

Lo bueno de escribir es que se va dejando huella, si voy a ser co-municador social quiero ser bueno en cada rama que se desprende de este gigantesco árbol. ¿Por qué solo fotografía?,lo quiero to-

do,escritura, presentación, locu-ción,empresa, TODO.

Regresamos a la casa, Carlos entraba a uno de los cuartos, yo con-templaba la multiplicidad de objetos y pieles de animales expuestas a manera de galería, él irrumpe el silencio del momento cuando llega con unas pequeñas serpientes enrolladas en sus manos. Tranquilo, es-tas son las nenas de la casa, son mis niñas, culebritas de estos montes, las que llaman labranceras, no hacen daño y menos ahora que las tengo acostumbraditas al tacto de otros, estas las conseguí debajo de piedras y me las traje porque los campesinos las matan.

Después de un rato, de observar y entrar en contacto con las cule-bras, resultó bastante interesante, estas se deslizaban por mis dedos, mientras sacaban la lengua por sus diminutas cabezas. Si ve, lo están co-nociendo, ellas sacan la lengua para percibir partículas porque son ciegas, a través de este sistema saben qué comer o por dónde ir, véalas como están de cómodas, se sienten bien por la buena energía que usted irradia.

Carlos es un bogotano de 44 años, que ha encontrado en Boyacá un lugar especial para hacer lo que más le gusta, coleccionar objetos antiguos, rehabilitar y cuidar animales. Tiene un hijo de 4 años al que intenta trasmitir su gusto y conocimiento por estos temas, su padre y sus hermanos lo visitan con frecuencia, quienes también disfrutan de la compañía de los animales tomándoles fotos a sus mascotas.

Aunque cree en Dios, vive la religiosidad según sus propias convic-ciones. Creo en Dios, pero a mi manera, hay cosas que no comparto del todo como los mandamientos, que si los analiza son muy machistas, ¿no desear la mujer del prójimo?, qué forma más indirecta de discriminar a una mujer ¿no le parece?. No me gusta pensar en la muerte, porque uno termina asustándose de estar en ciertos lugares donde se ha imaginado morir, para qué sugestionarse con ese asunto cuando la vida se puede vivir y disfrutar al máximo, vea este lugar, mi hogar, todas esas cosas que he podido recolectar junto con tantas experiencias, vea todos estos animales que alegran mi existencia, loco sencillamente esta vida ¡la amo!

33208502 Comunicación Social

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RESEÑA

Para quienes comienzan a aventurarse en este género les digo, a modo personal, que lo último que se hace a la hora de escribir una crónica es, precisamente, escribir la crónica. Antes hay que tener claras algunas cosas.

Tengo un ejemplo claro, que he repetido varias veces. Un señor X llega a donde un carpintero y le dice que necesita una mesa. Acto seguido el carpintero se levanta, saca un madero y comienza a serruchar como loco.

- ¿Qué hace usted?- La mesa –responde el carpintero.

Entonces el señor X le dice que está loco. Que cómo se le ocurre comenzar a trabajar sin tener claro el tipo de mesa, el diseño, la madera, las dimensiones y el acabado.

Lo mismo pasa con un cronista que apenas le dicen que escriba una crónica sobre los caballos de carreras, por ejemplo, se pone a escribir de inmediato. Sin tener claro nada: ni la estruc-tura, ni el caballo específico, ni la extensión, ni, quizá lo más importante, la intención poética.

Cristian ValenciaTallerista Invitado

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cronistaReflexiones

deun

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Otras de sus publicaciones

Libro de crónicasEl eterno vuelo de GiselleLos burros más sabios del mundoTristes puentes de la Guajira Cien Horas entre la basuraLa familia ausencia

CrónicasEl ocaso de un pirata TurcoRecuerdos que matan¡Hay que dolor!

NovelasEl rastro de Irene La bitácora del dragónEl último comisario de la ciudad

ColumnaLo pintoresco de la GuajiraEl olvido premeditado de la historia

Colombia Tierra queridaCristian Valencia - Columna

No hay que inventar nada. No tenemos que hacer un plebiscito, ni llamar a concurso para tener un nuevo himno. Ahí está. Y es el mejor.

A eso de las seis de la tarde en todo el país, la mayoría de la gente pide (pido, pedimos) que le bajen el volumen al radio o que lo apaguen. Porque en ese momento estarán tronando los parlan-tes con redoblantes marciales y unas trompetas que anuncian el comienzo del Himno Nacional de Colombia. No lo hacemos por falta de patriotismo, ni porque desdeñemos la patria, esta patria que amamos, sufrimos y disfrutamos, sino por otras razones.

Creo que todos habremos leído al menos una vez todas las estrofas del Himno; y creo que a todos nos tocó aprendernos ese rosario de versos inentendibles y anacrónicos, porque de no hacerlo una mala nota nos seguía los pasos, y uno se rajaba como colombiano. Al sol de hoy, muchos niños todavía creen que el bien germina allá; y que los surcos no pueden ser de dolores sino de colores.

El himno nacional de Colombia es un himno militar, lleno de soldados de “varonil aliento”. No es un himno que represente a la ciudadanía. De hecho, ni siquiera dice la palabra Colombia. Fue un himno impuesto por un pupitrazo de un presidente, uno de esos decretos faraónicos inapelables.

Antes de escribir una crónica es necesario pensar mucho. Primero que todo es necesario delimitar muy bien el tema y tener un personaje. Luego, leer mucho sobre el tema y hacer muchas entrevistas: no sólo al personaje sino a su núcleo social. Después habrá que pensar muy bien en la intención poética de esa crónica específica. Y por último, deberá tener clara la historia en la cabeza, para saber por dónde sería más adecuado comenzar, es decir, un mapa de ruta, una aproximación a la estructura de la crónica.

Y ya está: una vez evacuado todo ese trabajo podrá sentarse a escribir. Intentar escribir sin tener esas pocas luces, produce textos muy irresponsables la mayoría de las veces. Y miedo. Ese mítico miedo a la página en blanco.

Sin duda, hacer ese trabajo previo proporciona cierta comodidad a la hora de escribir. Y por su-puesto textos más responsables. Textos sobre los cuales el escritor tendrá un absoluto control; para producir, o intentar producir, el efecto deseado.

Espero que estas pocas palabras les puedan servir a los nuevos cronistas que se vienen.

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Colombia tierra querida

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Pero en Colombia existe un himno popular que todos cantamos con dicha. Uno verdadero, que conmueve a todos los colombianos desde punta Gallinas hasta Leticia; desde Buenaventura hasta Puerto Carreño. Ese himno fue compuesto por Lucho Bermúdez y se llama Colombia, tierra querida. Nadie tiene que hacer ningún esfuerzo mnemotécnico para aprendérselo, y su letra nos representa.

Cuando Colombia gana alguna cosa, en fútbol, en literatura, en patinaje o ciclismo, en lo que sea, las emisoras lo tienen a la mano y lo ponen a reventar parlantes. No sobra decir que nadie pide que le bajen volumen a eso. Porque nos representa. Suena bien en todos los aires. Ha sido interpretado por papayeras, por la Orquesta Filarmónica de Bogotá, por conjuntos vallenatos, por bambuqueros; en aire de chirimía o música llanera o cumbia, en salsa; por bandolas, tiples boyacenses, gaitas sinuanas, acordeones. Y cuando un músico quiere gritar con orgullo que es colombiano, incluso dentro de Colombia, para despertar un verdadero fervor patriótico, no in-terpreta el himno oficial sino el verdadero, el que nos define. Ahí están las versiones de Andrés Cabas, Juanes, Yuri Buenaventura, Totó nuestra momposina, Carolina la O y tantas otras, sin olvidar la entrañable versión original de Matilde Díaz y Lucho Bermúdez.

No es un himno militar, es un himno a Colombia, a lo que significa Colombia para todos nosotros. Es el himno del futuro que queremos, lleno de frases memorables y sentidas. Es un himno de fácil manejo, con dos estrofas sonoras bien concebidas, que encierran toda la poesía de esta tierra. Y un coro que a todos nos dan ganas de gritar con orgullo: “Colombia, tierra querida, himno de fe y armonía / Cantemos, cantemos todos grito de paz y alegría / Vivemos, siempre vivemos a nuestra patria querida / Tu suelo es una oración y es un canto de la vida (bis). “Cantando, cantando yo viviré, Colombia, tierra querida / Cantando, cantando, yo viviré, Colombia, tierra querida.

“Colombia, te hiciste grande con el furor de tu gloria / La América toda canta la floración de tu historia / Vivemos, siempre vivemos a nuestra patria querida / Tu suelo es una oración y es un canto de la vida (bis)”.

Lo digo en serio. No es una propuesta descabellada -interpretado por la Filarmónica es sober-bio-. Es un himno superior en su letra, en su música (porque, como dije, es la verdadera música colombiana), y en su sentido patriótico.

No hay que inventar nada. No tenemos que hacer un plebiscito, ni llamar a concurso para tener un nuevo himno. Ahí está. Y es el mejor.

Extraido del Diaro El Tiempo

En esta edición contamos con el apoyo de: Muebles Contreras - Cooperativa Renacer O.C - Red de Museos de Tunja -

Doris Teresa Pineda Odontóloga - Cetro comercial El Pinal - Lavaseco Perlamatic - Grupo andino ¨Jhactakaya¨- Terapeuta Respiratoria Jasmín Villamíl - Bar My House.

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Medios de comunicación

RevistasSoho

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SemanaCambio

DiariosEl Espectador

El Tiempo

Revista 1un Pretexto - Universidad de Boyacá

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ENTRE FANTASMAS Y RECUERDOSAlberto Rey Cabrera

Cronica´

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Entre fantasmas y recuerdosAlberto Rey

Alguien dijo que una de las fun-ciones de la prensa, era mantener viva la memoria de los pueblos. Esta crónica de viaje, además de ser un homenaje más al pueblo y a los habitantes de Armero, pretende recordar que hace veintisiete años dejaron de existir aproximadamen-te 25.000 colombianos, demos-trando que muchos armeritas han sobrevivido a la tragedia a partir de

los recuerdos.

De niño, viajaba constantemente con mi papá, en alguna ocasión estuvimos en Armero, fue en una época reciente a la tragedia que acabó con ese pueblo en 1985. Recuerdo haber visto las ruinas del hospital, era un mediodía soleado en un terreno que todavía olía a azufre, el ambiente era devastado y entristecido. Había señoras, niños y ancianos con flores, llorando a sus víctimas. Desde la primera vez, mi interés por esa tierra es constante, he dedicado algún tiempo de mi vida a buscar y confrontar datos, leer historias, noticias, crónicas, tratando de reconstruir y recrear en mi mente, cómo era Armero antes y cómo han llevado la vida los sobrevivientes. Para muchos, este hecho es un episodio más de la historia de Colombia, estamos a pocos días de que se cumplan 27 años de la tragedia, de ese fatídico 13 de noviembre, que entre lava y piedras se llevó no sólo a la ciudad, sino a las personas con sus proyectos, sus sueños e ilusiones.

Hay ancianos que alcanzan a cumplir algo más de noventa años, y justamente esa fue la cantidad de años de vida de Armero, municipio fundado en 1895, perteneciente al departamento del Tolima, ubicado en el noroccidente de Colombia. Luego de la erupción del Nevado del Ruiz, la cabecera municipal pasó a Guayabal, uno de sus corregimientos, como muchos de los sobrevivientes, se ubicaron en los albergues que se encontraban en Guayabal, se le agregó el nombre de Armero-Guayabal.

Sábado de 2012El destino final es Honda, pero en la travesía me encuentro con el enterrado Armero. Le digo a Juan Carlos, el hombre que conduce el vehículo, que si podemos detenernos un momento para tomar algu-nas fotos. La imagen de años atrás ha cambiado, la maleza y la vegetación del trópico se ha apoderado del interior de las viviendas en ruinas, abriéndose paso por entre lo que alguna vez fueron puertas y ventanas, el único sonido que se percibe es el de los autos, que escasos, pasan por la avenida. Las ruinas de paredes con imágenes y mensajes deteriorados y algunos ilegibles, dan cuenta del paso de los años y del caminar de hombres y mujeres que querían hacer evidente su presencia ante amigos y familiares que seguramente nunca encontraron. Al otro costado de la carretera se encuentra un hombre con una bata blanca, es un vendedor de helados, esta desmontando su bicicleta. Además de helados, ofrece unos DVD sobre la tragedia y el especial de Omaira, la niña que quedó atrapada en el fango. En el cruce de palabras, el hombre afirma.

“Yo vivo en Armero-guayabal, pero en estas ruinas esta enterrada toda mi familia, mi mujer, mis hijos, todos,

por eso ando acá. Me gusta venir todos los días, así esto haya ocurrido hace tantos años, todavía veo a la

gente como ese día. Me acuerdo de la cara de una señora, toda contenta porque su hijo se iba a casar esa

Revista 1un Pretexto - Universidad de Boyacá

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misma noche del 13 de noviembre, yo le había preparado el pastel para

la fiesta de matrimonio, pues mi esposa y yo teníamos una panadería y los

dos trabajábamos ahí. Ese día cerramos la panadería como a las 9 de la

noche, nos acostamos temprano. Cuando es que empecé a escuchar gritos y

gente corriendo toda atemorizada hacia el cerro para salvar su vida. El gran

monstruo ya venía en camino, y muchos armeritas no alcanzaron ni a salir

de sus casas”.

A este hombre parece no importarle si vende sus helados o no, pues no

hay curiosos, ni turistas, ni nadie. No sé si es alegría o satisfacción, pero

es evidente que su rostro refleja cierta tranquilidad por estar en la tierra

donde nació, con la convicción profunda que al estar ahí, está junto a su

familia.

Comentarios y supersticionesAlgunos habitantes de municipios aledaños, como Ambalema o Alvara-do, señalan que a Armero le ocurrió la tragedia, porque allí había una brujería hecha por un cura. También hay quienes hablan de las cábalas numéricas en relación con la tragedia, al señalar las coincidencias en las fechas en que el volcán ha hecho erupción, son tres fechas que terminan en el mismo número, 1595, 1845, 1985. Los archivos y documentos de registros vulcanológicos en relación con el Nevado del Ruiz, señalan que “en la mañana del 12 de marzo de 1595, el volcán entró en erupción. Este

episodio consistió en tres erupciones que llegaron a oírse a más de 100 km.

de la cima, y fue expulsada una gran cantidad de ceniza, lo que oscureció

el área circundante. La erupción estuvo precedida por un gran terremoto,

tres días antes; esa erupción causó taponamientos por sedimentos en las

corrientes de agua, que viajaron por los valles de los ríos Gualí y Lagunillas,

obstruyendo el flujo de agua, matando los peces y destruyendo la vegetación.

636 personas murieron.”

La de 1595 fue la última gran erupción antes de 1985; y fueron simila-res en muchos aspectos, incluyendo la composición química del material erupcionado.

En el caso de la tragedia de 1845, los documentos reseñan. “En la mañana

del 19 de febrero de dicho año, un terremoto de gran magnitud dio como re-

sultado un flujo de lodo, que corrió por el valle de Lagunillas, extendiéndose y

vertiéndose al exterior del cauce del río y matando gran parte de la población

local, se estima que unas mil personas fallecieron a causa de lo sucedido. Para

el caso de 1895, el Nevado del Ruiz hizo erupción a las 9:09 de la noche

del 13 de noviembre de ese año, La masa total del material erupcionado,

incluyendo magma, fue de 35 millones de toneladas, La erupción alcanzó el

nivel 3 en el índice de explosividad volcánica. Únicamente sobrevivió la cuarta

parte de sus 28.000 habitantes. El segundo movimiento del volcán, que des-

cendió por el valle del Chinchiná, mató a cerca de 1.800 personas y destruyó

cerca de 400 casas en Chinchiná. En total, más de 23.000 personas perdie-

ron la vida, otras 5.000 resultaron heridas y más de 5.000 hogares quedaron

destruidos. La tragedia de Armero, para ese año, fue el segundo desastre

volcánico más mortífero del siglo y el mayor desastre natural de Colombia.”

Continúa la travesíaEn el paso por Mariquita y en conversaciones con los habitantes de allí, ellos manifiestan sus temores frente al riesgo de vivir en esta zona, debido a la ceniza que ha caído, especialmente en municipios como Líbano y Lé-rida que se encuentran muy vecinos de Armero y por supuesto cercanos al del volcán del Ruiz.

Ya hemos llegado a Honda y el calor es infernal para alguien de tierra fría, pero me acostumbro y hasta me complace sentirlo. Al entrar a un café, me quedo mirando un mapa ilustrado en alto relieve que está dispuesto en una de las paredes como decoración del local. Lo observo con deteni-miento, siempre me han parecido interesantes las cartas geográficas, llevo mi visión hacia el Nevado del Ruiz y de inmediato con el dedo índice bus-co a Armero, literalmente está borrado de la geografía colombiana. Revisé muchas veces y volví a mirar, pero no estaba, el único municipio cercano

Entre fantasmas y recuerdos

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Revista 1un Pretexto - Universidad de Boyacá

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al nevado era Líbano. No me dejo de asombrar por la ferocidad con la que el volcán devoró a Armero.

La tragedia de 1985 se pudo haber evitado, a no ser por las tormentas que hubo, que dificultaron la comunicación, la radio no logró trasmitir el estado de alerta en el que este pueblo se encontraba. Sería por los causes de los ríos lagunilla y Chinchiná que bajaría todo el lodo destructor. La magnitud del desastre sólo se conoció hasta el amanecer, cuando se informó que el 85% de Armero había desaparecido. Lo comenta la gente del Tolima, la prensa y los diferentes medios que registraron los hechos de la época, los libros de historia y los obstinados como yo, quienes no dejamos de cuestio-narnos por qué no se dio de manera oportuna la orden de desalojo.

Es el momento de abandonar esta tierra tolimense y mientras hago la ma-leta, como un pensamiento persistente, vuelve a mi cabeza la conversación con el heladero. “Por eso quiero que algún día, cuando muera, me entierren

aquí junto a mi gente, en el pueblo que nací, aquí quiero morir, en esta tierra

santa”, él decía esto, y yo entretanto veía pasar los vehículos a toda marcha. Me despedí del hombre y de Armero. Por la ventana observaba como él se quedaba sentado y tranquilo, con las manos entrelazadas como en ademán de adoración.

Los años seguirán transcurriendo y Armero pasará cada vez más al olvido. Sin embargo, por la carretera, cualquier viajero que vaya inadvertido, puede percibir esa aridez y desolación durante cuatro o cinco minutos, que gasta el vehículo en atravesar ese trayecto.

“En memoria de todas las víctimas de Armero, a tan sólo unos días de conme-

morarse 27 años de la tragedia”.

Para mí,la catástrofe de Armero, siempre tuvo un significado es-pecial. Hoy en la segunda edi-ción de 1un Pretexto, puedo re-flejar sentimientos y emociones que viví en una reciente visita

al enterrado pueblo.

Alberto ReyCuarto [email protected]

33211002 Comunicación Social

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EL SOL COMO TESTIGOAndrea Cufiño Moniquirá

Cronica´

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Revista 1un Pretexto - Universidad de Boyacá

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El sol como testigoAndrea Cufiño

Las misas de sanación en Soracá, son un punto de encuentro, donde no sólo boyacenses, también per-sonas de otros departamentos y países, se reúnen en busca de una cura sentimental o física. Este rela-to es un viaje por los acontecimien-tos que ocurren en este municipio los primeros sábados de cada mes, en el momento que el sacerdote ha

denominado La danza del sol.

La fe es el motivo por el que muchos enfermos se desplazan a Soracá, municipio en el que se ha-

cen las misas de sanación del padre Álvaro de Jesús Puerta. Esta historia quiere dar cuenta de los

testimonios, revelaciones y acontecimientos que se presentan los primeros sábados de cada mes.

El sol cumple un papel importante en el trascurso de la eucaristía, éste se vuelve un testigo más

de las revelaciones divinas.

Soy testigo:Me atreví a husmear sobre este tema del que me consideraba insensible y desconfiada, me acordé de la única vez que asistí a una misa de estas en Soracá, municipio que está a sólo cinco minutos de la capital boyacense. Por supuesto que creo en Dios, soy católica, pero mi familia y yo somos muy retirados en cuanto al tema de las misas y más de las de sanación. Ese día llegamos tarde ya había pasado la famosa danza del sol y si me acuerdo bien, el padre anunciaba, “tengan fe, la virgen intercede a través de mí para ayudarles con todas las enfermedades, los que están en sillas de ruedas párense, con fe”. Una aglomeración de humanidad se encontraba en el parque principal de Soracá, las misas son campales, por el mismo número de fieles que acuden a ellas. Generalmente se desplazan personas de todas las regiones de Colombia e incluso llegan de otros países, no sólo a buscar una mejoría física, también sentimental. Quienes tienen problemas con su pareja, su familia o en el trabajo, testifican que los rituales del Padre Álvaro de Jesús Puerta, proporcionan sosiego.

El sacerdote continúa en el acto de sanación, a mi lado derecho se encuentra un señor de apro-ximadamente 45 años en silla de ruedas, alrededor está su familia, comienzan a aplaudir y a decir en tono imperativo: “párate, tú puedes, vamos”, dos pequeñas, al parecer sus hijas, lloran, pero con un llanto de alegría. Poco a poco, la gente se está acercando, unos aplauden, otros rezan el padre nuestro y sin darme cuenta, ya hago parte del ensimismado grupo que encierra en círculo a este hombre. Siento una energía extraña, me imagino que es la fe de los devotos, en un acto invo-luntario empiezo a aplaudir, mi mente tararea estas palabras con emotividad, “párese señor, usted puede, Dios está con usted, vamos”. En un momento me siento tan alegre, este sujeto hace su mayor esfuerzo para levantarse, todos imploramos, “Dios mío ayúdalo, yo sé que él puede, párese señor, lo va a lograr. Padre nuestro que estás en el cielo…”

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Este hombre, postrado en su silla de ruedas llora, mientras hace un tercer intento, no quiere desfallecer, la multitud que lo obser-va, no deja de rezar, de animarlo, en un instante, él apoya sus dos manos en la silla y sin ayuda de nadie se logra parar por algunos segundos. Alejandra Salas, quien se encontraba en la escena, relata, “ese día, muchos se pararon de las sillas de ruedas, este señor logró caminar, porque Dios le dio la energía a su cuerpo para que él pudie-ra pararse, eso fue la fuerza del Señor y la fe que actuaron sobre él”.

Ese sábado sentí una felicidad incomparable, era una felicidad ajena, me la proporcionaba una persona de la cual no sabía ni su nombre. Entendí que la fe mueve montañas, que los milagros son escasos pero existen, que no sólo dependen de Dios, es importante la ayuda de la gente. Él no fue la única persona que se curó ese día, entre el gentío, en diferentes sectores del parque se escuchaban aplausos y expresio-nes de júbilo, los feligreses conmovidos agradecían las obras del Señor.

Danza del solEn Soracá, la fe no mueve montañas, la fe se encarga de mover el sol.

“Es una ceremonia que se hace en la mañana antes de la misa de sanación, es el momento en que se manifiesta la Virgen María cuan-do el padre está haciendo el Santo Rosario y en el quinto misterio ella se presenta”. Estas son las palabras de Carmenza Roa, misio-nera y compañera del padre Álvaro Puerta, ella testifica ser una de las tantas personas que a través de estas misas no sólo consi-guió alivio físico. A Carmenza le han practicado cinco cirugías, de las que ha salido en perfectas condiciones, “todo gracias al es-tar siempre en contacto con Nuestro Señor, mediante oraciones”.

En la conversación, ella entusiasmada me enseña la foto que tomó al cielo hace tres años, cuando el padre Puerta acababa de llegar a So-racá. En el momento de la Danza del Sol, al final del quinto misterio, el padre anunció: “la virgen está aquí y ya casi se va a ir”. Carmenza dirigió su mirada al cielo y enseguida levantó su celular, en ese instante, las nubes se abrieron y en un “pedacito de cielo” como ella lo explica, había una imagen celestial, que rápidamente quedó registrada en la pantalla de su teléfono, un Nokia convencional. Un compañero de oración al ver la fotografía exclamó: “¿Pero si ve lo que tiene aquí? vea, en la foto está el señor de rodillas.”

Al mirar la imagen a simple vista, no se logra determinar con certeza qué es, sin embargo, contemplé la foto unos minutos; acercamos la imagen, si bien no es muy nítida, identifiqué a Jesús arrodillado, con las manos juntas en posición de oración, todo su cuerpo se ve de perfil, las nubes blancas forman la silueta de su cara y su cabello, a espaldas de la silueta del cuerpo se alcanza a ver cómo se despeja el cielo, queriéndole dar nitidez a esta revelación visual.

Muchos feligreses, dan testimonio de lo que ocurre en ese momento de la ceremonia. “El sol parpadea, tiembla o pareciera como si se moviera de forma muy lenta, es un movimiento intermitente, por la presencia de nuestra señora de la esperanza, como el sacerdote Puerta la llama. La danza del sol es un bello fenómeno, que nos regala la virgen a nosotros los peregrinos que venimos de tantos lugares, en busca de la sanación”. Teresa Malagón, peregrina de Santander.

Desiderio Bastidas, es un campesino de la región, a quien no le interesa una explicación científica para entender por qué el cielo de su pueblo, que se mantiene encapotado y gris durante la mayoría de los días del calendario, cada primer sábado, ante las oraciones y palabras del sacerdote, se despeja y permite que el sol, dance para ellos.“Yo creo en Dios sobre todas las cosas, como lo enseñaba el catecismo, esto es obra de mi Dios, sólo él sabrá por qué pasa”.

“No solamente se mueve, alrededor del sol van saliendo diferentes colo-res, tonos entre azul y lila, la danza del sol es una cosa tan hermosa, muy difícil de describir.” Complementa Carmenza, quien revela en su rostro un entusiasmo particular.

El sol como testigo

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Revista 1un Pretexto - Universidad de Boyacá

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Carmenza se curó:La primera cirugía fue porque le diagnosticaron síndrome de Samter, en-fermedad en la que el paciente presenta pólipos en la nariz, además de asma bronquial de difícil control. “le meten a uno una manguera por la nariz y sentí como si me la pasaran por todo el cerebro ¿Más milagros, más milagros que hace el Señor? Yo le doy gracias a Dios porque a cada cirugía que voy primero mi confesión y la santa misa, yo le digo a él, señor no me quiero ir aún porque sé que tú me tienes para cosas importantes”. De las cinco ciru-gías que le han practicado a Carmenza Roa, todos los resultados han sido satisfactorios, cada vez que se enferma, ella piensa en el dolor que sufrió el señor Jesús, usa esto como estrategia para mitigar sus dolores, no sólo los físicos, también los del alma. “A mí se me murió mi esposo, y esa paz que le da a uno el señor, al estar en oración es estar conectado con él, desde que esté uno con él, siempre habrá fuerza para seguir adelante”.

Su esposo murió en 1999, año en el que Carmenza decidió, motivada por el luto, acercarse más a la iglesia y encontrar en estas misas de sanación lo que ahora ejerce como profesión. Ella es una mujer de 60 años, su per-sonalidad la hace amable, simpática, alegre y colaboradora. En la actualidad, Carmenza estudia para convertirse en misionera. Ayuda a las personas enfermas, viaja por todo el país a regiones donde se necesitan misioneros que enseñen la palabra de Dios. “El ser laico no sólo significa religión, además de esto es viajar y conocer otras culturas”.

Ella ha acompañado al padre Puerta durante los últimos 13 años, conoce innumerables testimonios y revelaciones. Recuerda en particular, el día que, durante la danza del sol, el padre anunció que iba a ocurrir un acon-tecimiento mundial, la virgen María no le pronosticó cuándo, ni en qué lugar, pero sí le afirmó que sucedería algo que a todo el mundo lo dejaría impactado. A los 11 días, después de la predicción, ocurrió el atentado de las torres gemelas.

En la Danza del Sol, al momento de la presentación de la virgen, el sába-do dos de octubre del año 2010 el padre Puerta advirtió: “Necesitamos vencer a satán con la bendición, bendícete, bendigan a los niños por medio del bautizo para que estén preparados para la llegada del año 2012, bau-ticen a los niños porque se estremecerá la tierra como nunca habrá tanto terror, pánico y miedo”. Hasta ahora no se sabe a qué hacen referencia las palabras de la virgen.

Andrea CufiñoSexto Semestre

[email protected]

Escribir sobre Dios, la fe y la sa-

nación no es nada fácil para una

persona que siempre ha sido aleja-

da de estos temas, sin embargo la

experiencia me ayudó a tener certeza

de los milagros y a conocer aquellas

personas que se entregan en cuerpo y

alma a la Virgen y al Señor, como es

el caso de Carmenza Roa.

33210020 Comunicación Social

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sombrerería itineranteEvelyn Maldonado Salcedo

Cronica´

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Revista 1un Pretexto - Universidad de Boyacá

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Sombrerería Itinerante, SimónEvelyn Maldonado

Todo un camino que se recorre, todas las personas que te llenan de conocimientos, todo lo que se puede encontrar a unos pasos del hogar. Simón, el personaje de esta historia, recogió ideas y pudo llevar a cabo una sombrerería, desde pe-queño ha llevado consigo el gusto

por los sombreros y la ruta.

Un recorrido por la cabeza Algunas veces los padres dicen: “¿por qué no te lees un libro o no sé una revista?, pero haz algo”. Aclaman que estemos en constante movimiento, pero cuando alguien toma la iniciativa de hacerlo, como irse a explorar otros lugares con lo poco que tiene a la mano, esa idea ya no es muy supli-cable, y ahí es cuando ellos se oponen al producto de nuestras ideas. Pero éste no es el caso de Juan Simón Bonilla, pues sus padres han sido la base de apoyo y fortaleza.

Promotora de ideasRecorrió toda Argentina y sin muchas provisiones fue buscando cómo sobrevivir donde muy pocas personas le ofrecían algo bueno, pero como dicen por ahí: “el que no busca no encuentra”. Así que caminó hasta encontrar en el barrio San Telmo, una fábrica de sombreros, La Fundamental, en la cual tuvo una grata conversación con el dueño, quien amablemente le dio trabajo. A su vez, Simón estudiaba filosofía en la U.B.A (Universidad de Buenos Aires).

En el tiempo que estuvo en la fábrica, pudo aprender tantas cosas que ahora es consciente que le sirven para su proyecto.“Yo pude entrar a esa fábrica gracias a que no llegué en calidad de vendedor sino de comprador” cuenta Simón, y añade que al final de su estadía en ese lugar el dueño, Claudio Pollán, le confesó con su atractivo acento argentino: “vos tuviste suerte, me encontraste de buenas pulgas el día que llegaste pidiendo laburo”.

Mejor experiencia no pudo tener, pues ahora ha comenzado un proyecto, una tienda de sombre-ros. Ya le tiene nombre, Sombrerería Itinerante. “Se llama así, porque hace referencia a lo que mis sombreros y yo hacemos, vamos de un lugar a otro en búsqueda de mejoras”.

Ha comenzado a hacer los sombreros para su tienda. Ya lleva seis: uno amarillo, uno verde, uno azul oscuro, uno gris, uno rojo, esos son los de campana y uno de lana, al estilo pirata, aunque él lo llama de teatro.

“Los sombreros van con la personalidad de las personas”. Simón asegura que se instruye en cuanto a los sombreros a partir del libro “Seis sombreros para pensar” de Edward de Bono, especialista en creatividad y desarrollo del pensamiento. “Este sujeto expone el significado de los colores que puede tener cada sombrero, como el verde que significa creatividad”.

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Sombrerería Itninerante

“Hay muchas técnicas para la realización de los sombreros, por ejemplo los de teatro, el Fieltro en la cual se utiliza una media y dentro de ella un jabón que se raya para luego masajear el vellón y así resulta una tela fiel-trada y compacta” Simón cuenta, cómo se lleva a cabo el proceso de realización de cada sombrero, dependiendo del material que se use. Pues no sólo es coser una tela, también aclara que los de campana son de lana, que serían los artificiales, pero los naturales están hechos de pelo de conejo o de liebre; sin embargo él prefiere trabajar con la lana. Asombrado con la pregunta acerca de por qué cubrir la cabeza, él responde: “marca un rol, de una forma u otra define tu personalidad, cubre el delire interno”. Aparte, habla de las curiosidades de los som-breros de magia, pues están hechos con doble tela una arriba y otra abajo, algo así como si fueran dos sombreros en uno, con el fin de que sean pesados.

Futuro de la Sombrerería y su creadorSe continuará donde nació, pues Simón emprenderá de nuevo un viaje hacia Argentina a finales de este año, piensa seguir estudiando pero no filosofía sino Música en la Escuela Popular de Avellaneda, espera aprender sobre los distintos géneros musicales pertenecientes a Argentina como el Tango, la Murga, la Zamba, la Milonga, la Payada.

“Cuando esté de vuelta por Buenos Aires, veremos quién más me da posibilidades de continuar con el trabajo, igual tengo un as bajo la manga que es fabricar unas cintas para los sombreros, como para no salirme del rulo, ya comencé con la realización de estas cintas”.

El pequeño Simón Sentada en el sillón de su casa, en uno de los pocos días que tiene de descanso, Sonia, la mamá de Simón narra. “Era comelón y gordito. Era un niño muy tierno, precavido. Como a los cinco u ocho años empecé a notarle un espíritu deportivo. Desde pequeño ha sido muy disciplinado”, además en las mañanas antes de que Simón se fuera al colegio, cami-naban hasta la loma del Chacón, cuando vivían en el barrio Sugamuxi, en la ciudad de Sogamoso. La iniciativa de subir esa loma siempre fue de él. Luego Simón combinó su disciplina con la lectura, pues dice Sonia que en su casa, la lectura ha sido parte de la cotidianidad.

“Simón era muy travieso. En el barrio Sugamuxi, una vecina siempre me advertía de lo inquieto que era, pues siempre se subía a los tejados y ella preocupada de que se cayera, llegaba a contarme”.

Anécdotas “En alguna ocasión para Halloween, Simón se disfrazó de Robin y desde ese momento no quiso dejar su disfraz, y por más de que yo le dijera que el colegio tenía uniforme, él reclamaba que por qué no podía ir con esa ropa que tanto le gustaba” Cuenta Sonia, que aparte del disfraz llevaba una ruanita y un sombrero boyacense, diciendo en todo lugar donde llegaba, “buenos días sumercé”. Manifiesta también que de cierto modo las profesoras fueron cómplices porque permitieron que Simón llevara a cabo sus ideas y la forma de expresar su creatividad, Simón sonríe al escucharla.

Page 42: Revista 1unpretexto Segunda edición

Revista 1un Pretexto - Universidad de Boyacá

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Tanto amor por los animales y por la naturaleza, tanto cariño y cui-dado que siente y que proporciona Sonia, se lo heredaron sus hijos. “A Simón no se le puede mandar a hacer alguna vuelta porque regresa sin el mandado y con un perrito “. Ya tienen cinco de los cuales cuatro son adoptados.

Simón heredó ese carácter nómada a su padre, quien en alguna oca-sión le dijo: “yo te eduqué desde la distancia”, pues él se la pasa viajando y dice su hijo que desde que lo conoce, hace 21 años ha sido así. Anita, la persona que ha cuidado de la casa y de Simón, al definir a este sombrerero en formación comenta. “Simón es una persona silenciosa, sabe escuchar, pero también tiene sus momentos de caos, como todos y algunas veces no sabe decir las cosas o las dice en un mal momento”, “Es un loco, siempre me sorprendía con lo que hacía y ahora me alegra saber que lo que tanto buscó lo encontró y sé que no lo dejará ir” con una sonrisa amplia y entre muletillas, Habla Zuly, su ex novia y ahora amiga, ella pensativa, busca una palabra que caracterice a Simón y cuando parece que ya la tiene dice con euforia “arte, Eve la palabra es arte, eso es Simón, no sólo por los sombreros, el refleja esa condición en todo lo que hace”.

Hemisferio derecho “Esa aptitud que agradezco a mi mamá, a los libros y a la música es la creatividad” y es que a toda persona con quien habla le dice que si llega a tener hijos les inculque ser creativos y tener curiosidad por todo, para que nunca se conformen con todo lo que dicen los medios de comunicación. “Sin creatividad, no habría progreso y estaríamos repitiendo siempre los mismos modelos” Al citar de nuevo a Edward de Bono, este personaje concluye que volverá a Colombia, con más sombreros, y así consoli-dar el proyecto de la sombrerería, lo que no garantiza es si dejará de ser itinerante.

“Todo lo que llevamos encima, es mostrar un poco la locura interior que tenemos”. Simón.

Evelyn MaldonadoTercer Semestre

[email protected]

Un sombrero, una historia, un amigo, un reto. No siempre las personas dedicadas a confeccionar sombreros intentan complacer a sus compradores, detrás de este perso-naje descubrí todas las cosas que

se tejen detrás de una sombrerería.

33211503 Comunicación Social

Fotografías de esta crónica: César Melgarejo

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las cuatro piernas de manuelShirley Burgos Villamíl

Cronica´

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Revista 1un Pretexto - Universidad de Boyacá

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Las cuatro piernas de ManuelShirley Burgos

De cómo un deportista con talento y disciplina se puede perder por la falta de apoyo económico. Cuan-do las circunstancias familiares no pueden superar esos impases. El protagonista de esta historia, nos enseña cómo el amor, la confian-za y la fe, son los aliados para no

abandonar un sueño.

Con la armadura a cuestas... Sus manos curiosas y ágiles pasaron de tener cayos en sus palmas por los mangos de la cicla a estar

acompañadas de una capa de grasa negra de tanto cambiar los neumáticos. Usa jeans rasgados para

el oficio; y como él manifiesta “esta ropa no es por gusto, lo que pasa es que mi vida son las bicicletas y

aunque por dinero no puedo estar encima de ellas por lo menos me satisface arreglarlas.

Manuel, con su ímpetu de juventud, se le mide a lo que sea con tal de estar cerca de lo que ama, por ello comenzó a trabajar en una bicicletería para no extrañar tanto el sueño que un día se forjó y hoy ya se está desvaneciendo: “Aunque no lo crean arreglar una bicicleta tiene su ciencia, ellas se dejan si lo haces con amor, cada vez que llega una para ser reparada lo hago como si fuera mi pequeña y blanca bicicleta, la número 171 que me acompañó durante mis carreras cuando era bicicrocista, hace una pausa y aclara,

o no era, lo soy. Confiesa Manuel López, bicicrocista.

Y todo comienza…Manuel Ignacio López se alegró, porque como muchos padres desean ¡fue un varón y llevaría su mismo

nombre!, noticia sorprendente porque unos meses atrás, un señor que predice el sexo de los bebés, le

puso a su esposa, en el estómago una aguja afirmándoles que supuestamente sería una niña, su padre

resignado y convencido por el adivino, comenzó a comprar todo rosado, y a Manuel le tocó usar la ropa

y la cobija rosada por unos días.

Tenía cuatro años cuando sus padres le regalaron su primera cicla de color azul. “Mi papá comenzó a

entrenarme desde aquel momento, me exigía demasiado, en muchas ocasiones sentía que no podía más, mis

piernas estaban demasiado cansadas pero él insistía que debía seguir. Es muy duro que lo entrene a uno el

papá porque quieren que uno haga lo que ellos no pudieron ser”. Finalmente ante tanto esmero se vieron

los frutos, ganó las nacionales muchas veces y su nombre ya era conocido por todo el país como uno

de los niños más pequeños en practicar el deporte.

“Recuerdo que en ese tiempo, no existían los tenis especiales para esta práctica, son zapatillas que tienen

que estar incrustadas en los pedales, mi pie era demasiado pequeño, entonces tuvimos que romper unos tenis

Bubblegummers que tenía y ponerle unas láminas en la parte de abajo para poder correr, lo recuerdo y me

da risa. Poco a poco fui adquiriendo mi uniforme y todo lo que requería. Hoy le agradezco enormemente a

mi padre porque gracias a él viví los mejores años de mi vida. Las cosas existen pero si no hay algo que te

impulsa a ellas no tendría sentido hacerlas”, afirma Manuel con cierto aire de nostalgia. Su mejor año

Page 45: Revista 1unpretexto Segunda edición

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Las cuatro piernas de Manuel

fue el 2002 porque fue cinco veces Campeón Nacional y el orgullo no

fue sólo suyo sino también del país, tal y como lo publicó el periódico

Boyacá 7 días en su edición del mes de octubre. “Manuel Steven López

estudiante de segundo de primaria fue galardonado como el mejor de su

categoría infantil, en la ceremonia de los mejores del ciclismo, a sus ocho años

ya es campeón nacional de bicicrós y uno de los mejores del departamento”.

Motorcito LópezUna vez bajaba el partidor, no lo podían detener, “uno de niño no le da pena

nada y es arriesgado”. Por este motivo el narrador de las carreras Octavio Méndez decía “Ahí lo tienen, el motorcito como una trompa, no cree en nadie, solo

cree en él mismo miren la calidad de este muchacho, ayyaay sus piernas jamás

paran desde la salida hasta la meta”, y así quedó apodado Motorcito López.

“Son 40 segundos en una final donde se entrega todo para ganar o ser de-

rrotado. Arriba en el partidor todo es un desafío, se miran unos con otros a

los ojos, la adrenalina se alborota, pasa todo por tu mente, esfuerzos, derrotas,

lágrimas para llegar ahí. Las expresiones del narrador, hacen latir el corazón

tan rápido que en tres segundos se quema el miedo. Cuando la tabla cae,

aprietas los dientes y piensas en entregar todas tus fuerzas en la pista y en

cada curva se tiene que pensar tan rápido para protegerte de los demás

corredores, una vez llegas sientes que el mundo es tuyo”.

Anécdotas… En el año 2003 cuando la pista no le era muy familiar al ir a entrenar, se

cayó de cara, rompió la bicicleta y se abrió su casco. Fue tanto el impacto

que perdió la memoria por unos días pero como todo buen guerrero

salió victorioso y la memoria regresó, igual que sus ganas de seguir com-

pitiendo. La sobreprotección de su mamá comenzó hacer de las suyas,

“a mi me daban unos nervios y lloraba cuando lo veía correr, un día en una

carrera yo estaba en la antepenúltima curva, me puse a llorar porque tenía

demasiados nervios, él pasó y me gritó no llore, iba entre los primeros y por

gritarme esto lo pasaron”.

En una de sus carreras se encontró con un seleccionador de talentos

que deseaba llevárselo para Australia, pero el amor de los padres puede

más, y no dejaron que partiera. “Mi vida hubiese sido otra si me hubieran

dejado ir. No entiendo a mis padres, porque los hijos son prestados y algún día

tendrán que partir, hace poco me enteré de ello, porque si lo hubiese sabido

a tiempo yo me hubiera ido de una”.

Periódico de ayerManuel cuenta sus triunfos y anécdotas con tanto orgullo y anhelo que

pareciera como si el triunfo fuera tuyo, y si no la hubiese visto plasmada

en un álbum lleno de fotografías y recortes, de periódicos viejos de todas

las carreras que había realizado cuando niño, no creería que fuese real,

pues de tanta fama ya no queda sino el sueño de su pasión. “Menos mal

le guardamos la historia a mi chinito, porque o sino seguro nadie lo creería,

es que los tiempos cambian y si no hay pruebas, las palabras se las lleva el

viento” agrega su abuela Virginia Galindo, al pasar las hojas del álbum con

cierta tristeza. ¨La actuación más destacada fue la del pequeño corredor

Manuel López, quien se impuso en las dos pruebas de categoría de 8 años.

Page 46: Revista 1unpretexto Segunda edición

Revista 1un Pretexto - Universidad de Boyacá

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Shirley BurgosTercer Semestre

[email protected]

Su amor por las bicicletas, además dela pasión, las ganas y la adrena-lina que le inyecta a cada cosa que

hace, merecían hacerlo visible a través de la páginas de la revista. El bicicrós se puso de moda, pero

no para todo el mundo.

33211506 Comunicación Social

El pequeño pedalista, oriundo de Chiquinquirá es uno de los mejores proyectos boya-

censes de este deporte, Boyacá 7 días - 21 de octubre de 2002”. Al pasar las hojas del álbum y observar tantos triunfos siento nostalgia, pienso que Manuel tiene mucho para dar y de cierta forma está aislando sus propios sueños.

¡La despedida y el reingreso! Los problemas económicos hicieron que Manuel abandonara la disciplina depor-tiva. El bicicrós más que pasión y esfuerzo requiere de muchos gastos y su familia ya no tenía el dinero suficiente, una nueva integrante hacia parte de su hogar y su madre merecía tener a su hijo y esposo en casa.

La pista en la ciudad de Chiquinquirá se acabó porque un muchacho falleció allí y la dejaron deteriorar, entonces ya no existía un lugar en dónde entrenar. Manuel abandonaba su condición entre niño y hombre, por lo que otras prioridades em-pezaron a llamar su atención, las mujeres, los amigos, el trago y las salidas, “mate

tanta fiebre que ya el bicicrós comenzó hacer parte de mi pasado, pero sólo por un

tiempo, después me di cuenta que no había nada tan emocionante como competir

encima de una bicicleta”.

“Lloraba al lado de la pista por mi sueño y quería dejar de pensar en eso pero veía

montar a otros y todo se me derrumbaba. Las lágrimas se me salían porque sentía

algo por dentro que me hacia saber que yo debía estar allá, que a pesar de los años,

el talento estaba ahí”.

Después de un largo descanso regresa a las competencias. “Mi primera carrera,

después del receso, fue en Chía en el 2011 y mucha gente se sorprendió al verme.

Me decían que si yo era el chiquito, monito que volaba en la pista, con orgullo y feli-

cidad respondía que sí”. Muchos cambios surgían ahora porque su bicicleta ya no servía, los tenis y el uniforme no entraban en un hombre de 1.73 de altura, y con diecisiete años de edad. Con jocosidad comenta. “No tenía uniforme y me puse un

pantalón que estaba roto entre las piernas lo mandé zurcir y una camiseta y así corrí,

todos se burlaban y yo callado no decía nada, sentí ira pero al corredor no lo hace lo

que lleva puesto sino las piernas. Ese día me traje una medalla y me sentía feliz, mi

orgullo fue grande”.

Le ha costado mucho volver a levantarse, pero la pasión sigue igual que el talento, le ha tocado llorar y sufrir, afirma que aún no tiene quien lo patrocine, y eso lo en-tristece. Sin embargo insiste en que “no es tarde para comenzar a actuar, todavía hay

mucho por dar, agradezco a Dios y a la vida por tantos logros y gratas experiencias, él

me va ayudar, porque sabe lo mucho que anhelo seguir compitiendo a nivel profesional,

el dolor es pasajero, pero la pasión es para siempre”.

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Un carro bomba en sochaKaren Dayana Estupiñán

Cronica´

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Un carro bomba en SochaKaren Estupiñán

En un departamento como Boyacá, afortunadamente, no es común ha-blar de tomas guerrilleras, o explo-siones por parte de grupos arma-dos, sin embargo los pocos casos que se han registrado se presentan como hechos aislados, como una noticia de momento, sin mayores detalles ni profundidad en la inves-tigación. Esta crónica reproduce lo que vivieron los habitantes del mu-nicipio de Socha, aquella tarde de julio, cuando en el parque principal

explotara un carrobomba.

Carmelita Díaz, en un sillón de su salón de belleza, revisaba el segundo par de medias veladas que Amandy Estupiñán le estaba ofreciendo, a la vez que contemplaba el reloj de la pared, eran las 6:15 de la tarde. “Oímos una explosión tremenda, vimos que una luz amarilla se posó en el lugar, había mucho humo, cuando sentimos que el techo cayó encima de nosotros” cuenta ella recordando el polvo a su alrededor y el pánico que sintió en el alma, tratando de reconstruir un amargo episodio que vivió en julio de 2003. Amandy inmovilizada por el impacto, respondía a Carmelita por medio de señas que difícilmente hacía con sus manos y cabeza, “tranquila todo va a estar bien, vamos a su casa, allí estará con su familia” reiteraba Carmelita en tono pasivo pero con la voz entrecortada, preocupada por el paradero de sus hijas y su esposo.

Mientras tanto en la casa de Luisa Santos nadie estaba bien, sus nietos lloraban inconsolablemente interrogándola, “abuela mi mamá está bien ¿cierto? mi papá ya viene por nosotros, confiemos en Dios, que todos estén bien”, expresaba Luisa dando a sus nietos un vaso de agua que tambaleaba entre sus manos. La incertidumbre y la angustia rodeaban al pueblo dejando entrever un símbolo más de violencia. “Explotó un cilindro en la tienda de doña Flora, aún no se sabe qué ocurrió”, la gente corría, lloraba y gritaba mientras hallaban refugio en alguna casa; pero minutos después la voz corrió tam-bién y avisó que la explosión la había producido un carro bomba.

Esteban Carreño, quien fuera el alcalde del municipio de Socha (Boyacá) para esa época, se en-contraba en el palacio municipal reunido con más líderes y representantes del pueblo, estaban organizando la semana cultural, “yo estaba colado, porque tenía prohibido llegar al municipio”, pues las amenazas continuas por parte de la guerrilla le robaban la calma y desmembraban cada proyecto a desarrollar en su alcaldía. Los antecedentes de crueldad y terror en el pueblo, datan desde 1993, la tranquilidad y la paz eran una utopía, sobre todo en las noches cuando el traqueteo de las armas y las botas de combate corriendo por todas partes, perturbaban los sueños. En septiembre de 2001, el cielo del pueblo se llenó de luces, cilindros volaban y estallaban en el palacio municipal, afec-tando casas aledañas y hostigando al municipio que se impregnaba de miedo y zozobra. La tiranía no cesaba y parecía no dar su último paso, se avecinaban actos peores, con más intensidad, furia y

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Un carro bomba en Socha

constreñimiento. “Situaciones difíciles que no permitían el desarrollo del pueblo ni la tranquilidad de las comunidades, casi no había fin de semana que no hubiese muertos en Socha, lo cual provocaba el desplazamiento de la gente a otras partes” cuenta Esteban Carreño dejando leer la frustración en su rostro por un mandato que poco provecho tuvo para el pueblo y para su vida.

Después de acompañar a Amandy a su casa, Carmelita se devolvió a la tienda de víveres ubicada en la esquina del parque, cerca de su salón de belleza, la intriga rondaba por las calles y la incertidumbre devoraba los pensamientos de los lugareños. “Todos corrían, había ne-blina y muchos soldados dando indicaciones de refugio, era algo impen-sable, nunca nos imaginamos vivir una situación como esta” menciona Carmelita y añade que el impacto de la bomba dejó sin puertas su negocio, lo cual le impedía proteger sus pertenencias. Se fue la luz, el pueblo en silencio y en oscuridad, el llanto de alguien se escuchaba a lo lejos y Carmelita decidió ir a su casa, “lo único en lo que pensaba era en mis hijas, sabía que estaban donde los abuelos paternos, pero no sabía si estaban bien, no sabía nada de mi esposo, esperaba verlo en

casa, con vida”. Carmelita decide ir a su casa, ubicada a pocas cuadras del salón de belleza, estando allí, golpean a la puerta, es su hermano menor, “Arley hágame el favor de ir por las niñas a donde doña Luisa, tráigamelas, mientras espero a ver si llega Humberto” ordenó a su her-mano sin dejarlo pronunciar una palabra. Tocan de nuevo a la puerta, es Humberto, su esposo, “ya mandé a Arley por las niñas, esperémoslo aquí”, -“yo pensé que algo grave le había pasado”, responde Humberto cerrando la puerta con llave.

“Abuela qué hacemos, dónde estará mi mamá y mi papá” le dice una de sus nietas a Luisa, ella angustiada por la explosión no responde nada, tiene un rosario en la mano y empieza a orar. Llaman a la puerta, “Es su tío niñas, alisten sus libros y váyanse con él para la casa” grita Luisa con un respiro de alivio. Arley llevó a sus sobrinas a la casa, la gente en las calles desconfiaba de cualquier persona que anduviera por allí. Un soldado interrumpe el paso presuroso de Arley, -“¿para dónde lleva esas niñas?” -“para donde sus papás”, -“mucho cuidado, no sabemos si ahorita a la guerrilla se le dé por disparar y se arme una revuelta, refú-giense en lugares alejados de ventanas”.

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Arley corre sin mirar el horizonte, sus sobrinas tomadas de sus ma-nos lo agarran con fuerza y corren a su paso. “nosotras corríamos con dificultad, no se podía ver, el pueblo estaba a oscuras y ya llegaba la noche, estábamos muy preocupadas por mis padres, nos aterraba la idea de imaginarlos muertos o heridos, fue una sensación desgarradora” dice Angie, una de las hijas de Carmelita, recordando el momento.

El alcalde apenas podía hablar de la conmoción y el miedo, las per-sonas que lo acompañaban lo esperaron para salir con él de la alcal-día, Esteban recuerda como hecho particular, que una funcionaria del hospital quería saltar por el balcón del palacio municipal, “ella tenía mucho temor, la detuvimos y le dijimos que nos fuéramos para la casa, unas personas estaban en la esquina donde explotó el carro bomba es-perando que saliéramos del palacio municipal, se burlaban del temor que el pueblo tenía y entre risas gritaban: ¡mire ese es el alcalde, no le pasó nada a ese hijueputa!”, riéndose más fuerte, como si se tratara de una broma. El alcalde se refugió esa noche en su casa y esperó la mañana que traería un día exhausto.

Arley llegaba a casa de su hermana dejando a salvo a sus sobrinas. “Gracias, dígale a mi mamá que todos estamos bien, váyase con cuida-do”. La noche era más lúgubre y el pueblo se desangraba de nuevo en medio de la crueldad y la coacción de la guerrilla. “Fue una noche terrible, cambiaron la entrada y salida de los buses por el lado de nuestra casa, no pudimos dormir, teníamos mucho miedo y angustia de lo que pudiera pasar” rememora Carmelita y añade que horas después de la explosión llegó la luz, nuevamente escucha que tocan la puerta de su casa y ella teme abrir, era el secretario de planeación del momento, “Carmelita, vaya saque las cosas de su negocio, la luz está encendida y de pronto le roban todo”. Ella emprendió la travesía al salón de belleza en compañía de su esposo, pero con temor de la calle, de la inseguridad, de la inquietud. “Tenía mucho miedo, no sólo por lo que pudiera ocurrirnos a nosotros, también por las niñas quienes tuvieron que quedarse solas en casa. Sa-camos todos los productos del salón y los dejamos a guardar donde una vecina y enseguida regresamos para tratar de descansar”. Al día

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siguiente, los rostros de los pobladores marcaban una nueva página en la historia del municipio de Socha, los medios de comunicación regis-traban lo ocurrido y Carmelita recogía el resto de sus cosas, lo poco que el carro bomba le había dejado, incluso las medias veladas que le había ofrecido Amandy, “yo estaba alzando todo cuando vi el reloj que marcaba las 6:15 pm, la pila del reloj se había explotado y sin pensarlo había apuntado la hora exacta de la explosión, fue algo triste, el momento se detuvo en el tiempo”.

El alcalde, al día siguiente, tratando de aclarar lo sucedido se enteraba que “el carro en el que explotó el artefacto pertenecía a Parques Nacio-nales”, un vehículo de tipo campero, que horas antes se encontraba en el municipio de Socotá a cargo de los profesionales del área social, correspondiente al Parque Natural Pisba, quienes desarrollaban una re-unión con la comunidad de la vereda La Reforma para tratar el tema de la conservación. En medio de la sesión, miembros de un grupo ar-mado hicieron presencia, y en cuanto acabó el encuentro se acercaron a los funcionarios de Parques Nacionales y les dijeron que necesitaban el campero, amedrentándolos y amenazándolos. Ellos le entregaron el carro y esperaron que fuera devuelto, según lo acordado con el grupo armado. Horas después la noticia de la explosión de un carro bomba en Socha hizo que los funcionarios de Parques Nacionales reportaran la pérdida del “palomo” como le decían al jeep blanco que estalló en el parque principal de Socha.

“No hubo hechos que lamentar en cuanto a la parte humana, pero sí bastantes daños materiales y algunos heridos”. Afirma Esteban y con un gesto de resignación admite que en ese momento se sembró mucho terror en el pueblo, lamentablemente el archivo del municipio se que-mó, y gran parte de la ferretería ubicada a un costado de la alcaldía.

Hoy nueve años después, la situación ha cambiado para bien, la fuerza pública y la comunidad han trabajado para que en Socha los propios y visitantes se sientan en una tierra de paz y libertad, como aparece en los anales de su historia, al referirse a la identidad del nombre del pueblo. Socha es reconocida como la “Tierra de la buena y clara luna” y para los contemporáneos “Nodriza de la Libertad”, nombre que se le ha asignado por su protagonismo y relevancia en la campaña libertadora. Esteban concluye, “nosotros gracias a Dios hoy podemos contar el cuento, hoy podemos vivir en paz, con más calma y tranquilidad”.

Karen EstupiñánCuarto Semestre

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Hacer remembranza de un hecho que dejó huella en la historia de mi municipio, atrapa en mí muchos sentimientos, además de ser una experiencia enriquecedora que me permite medir mi capacidad como

reportera y redactora.

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