Textos y Contextos de Una Polémica de Petrarca Contra La Escolástica

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Ensayo

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  • TEXTOS Y CONTEXTOS DE UNA POLMICA:PETRARCA Y LA ESCOLSTICA(O LOS MODERNOS)

    Xavier Tubau Moreu

    PRLOGO

    El presente trabajo trata del rechazo de Francesco Petrarca a la escolstica de su poca. El tema es de capital importancia para comprenderno slo la singular figura del escritor italiano, sino tambin la gnesisdel humanismo. No se trata de una mera polmica de carcter literario,sino de un serio enfrentamiento, con las armas clsicas del genus de-monstrativum o epidctico, a la enseanza medieval, a la escolstica ca

    duca del siglo xiv, cuyos mximos representantes fueron los dialcticosde inspiracin occamista.

    Los estudiosos del humanismo y los especialistas en Petrarca hanabordado el tema desde dispares perspectivas. Algunos (P.O. Kristellerentre ellos) consideran que la serie de textos donde Petrarca arremetecontra la escolstica no debe tomarse sino como testimonio de merasdisputas entre departamentos del saber. En tal caso, Petrarca slo habrapretendido atacar las disciplinas no humansticas, sin una perspectiva madura y global del problema. Para otros estudiosos (E. Garin, sobre todo),

    la polmica s refleja una voluntad de transformar la enseanza de lapoca, precisamente porque Petrarca no ataca las disciplinas por s mismas sino los mtodos con los cuales eran impartidas en escuelas y universidades. Se tratara, entonces, de un proyecto que aspirara a la reforma, tanto en mtodos como en contenidos, de todas las disciplinas.

    En este trabajo he procurado recoger y comentar los textos ms representativos de Petrarca y demostrar que la polmica se adeca a lasegunda de las tesis citadas. No se trata, por tanto, de una monografa,sino de un ensayo de interpretacin de toda una serie de referencias ydocumentos que hasta el momento (en lo que alcanzo) no se haban ana

    lizado globalmente. Faltaba recorrer toda la obra del Petrarca polemista

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    (Invective contra medicum 1-1V, De ignorantia. Invectiva contra eum quimaledixit Italie) para comprobar si la tesis fundada en tres o cuatro fa

    miliares y un par de pasajes del Secretum encontraba una exacta correspondencia en los dems textos.

    As, el objetivo prioritario de este modesto trabajo es iluminar lacoherencia ltima de Petrarca en sus diversas aproximaciones crticas a

    la enseanza de la poca, contextualizando las aparentes contradiccionesy resolviendo algn que otro falso tpico.

    Pienso que no llegaremos a comprender las verdaderas relaciones entrela escolstica y el incipiente humanismo hasta que no se analicen detenidamente todos los textos y documentos de la poca. Este trabajo noaspira sino a esbozar las lneas generales de un tema sobre el que toda

    va quedan muchos interrogantes por responder.

    EDICIONES SEGUIDAS PARA CADA OBRA

    Rime, Trionfi e poesie latine, a cura di F. Neri, G. Martellotti, E. Bian-chi, N. Sapegno, Miln-Npoles, 19S1 (La letteratura italiana, Storia e

    testi, VI): Bucolicum carmen, Metrice.Prose, a cura di G. Martellotti, P. G. Ricci, E. Carrara, E. Bianchi,Miln-Npoles, 1955, (La letteratura italiana. Storia e testi, VII): Poste-ritati, Secretum, De vita solitaria, Invective contra medicum III, Seni-lium rerum libri (seleccin).

    Opere latine, a cura di Antonietta Buffano, Editrice Torinese, Turn,1975, vol. II; De otio religioso, vol. IV; Invective contra medicum, I, IIy IV, De sui ipsius et multorum ignorantia. Invectiva contra eum quimaledixit Italiae.

    Opere, I, Sansoni, Florencia, 1975: Familiarum rerum libri (edicinque sigue el texto fijado por V. Rossi y U. Bosco en Le Familiari, edicin crtica, Florencia, Sansoni).

    Para las Seniles, de las que no existe edicin completa, me he servido de los textos citados por M. Martelli en su artculo Petrarca episto-lografo: le Senili (en // Petrarca latino e le origini dell'umanesimo. Qua-derni petrarcheschi, IX-X (1992-1993), pp. 641-667), que sigue el textode las Opera editadas en Basilea (1554), y de las incluidas en el volu

    men Prose. Sigo otra edicin para la tercera Invectiva contra medicum,por haber un salto de veinte pginas justo a la mitad de la citada invec

    tiva en la edicin de las Opere latine que manejo. De ah que cuando secite, recuerde que sigo la edicin de Prose. El par de veces que cito elDe remediis utrusque fortune, sigo el texto latino de una edicin ale-

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    mana bilinge (una seleccin de fragmentos de Rudolf Schottlaender) enla editorial Wilhelm Fink, Mnchen, 1975. Para la interpretacin de ciertasFamiliares he consultado las notas de Ugo Dotti a su edicin de las car

    tas: Le Familiari, Libri I-III, Archivio Guido Izzi, Roma, 1991. Tambinhe seguido de cerca las introducciones a la seleccin de textos traduci

    dos al castellano en Obras, I: Prosa, ed. al cuidado de Francisco Rico,Alfaguara, Madrid, 1978.

    ABREVIATURAS BIBLIOGRFICAS

    AHDLMA Archives d'Histoire Doctrnale el Littraire du Moyen AgeBHR Bibliothque d'Humanisme et RenaissanceGSLI Giornale storico della letteratura italianaIMU Italia Medioevale e UmanisticaLI Lettere italianeQP Quaderni petrarcheschi

    RPH Romance PhilologyRLI Rassegna della letteratura italianaSP Studi petrarcheschi

    1. Petrarca polemista

    Al poco de visitar a su hermano Gerardo, cartujo en Montrieux desde 1343, Petrarca le escribe una carta acompaada de su primera buc

    lica1. Al arrimo del Ttiro y Melibeo virgilianos2, aqu el poeta y suhermano sern Silvanus y Monico. En la carta se ofrecen las claves detodo el poema, a fin de que Gerardo distinga la riqueza de alusionesque all marchan apretadas. As, en cuanto a la razn de los nombres,

    Francesco es Silvanus porque en l desde la infancia (ab ineunte eta-te) ha sido natural (insitus) el odio a las ciudades (urbis odium) yel amor de los bosques (amoremque silvarum)3.

    En la cuaresma de 1346, instalado en Vaucluse, aquel insitus amorpor la naturaleza, menos sujeto a unos rigores filolgicos que comenzaban a ponerse en entredicho, cristalizaba en el encendido elogio de la

    vida retirada que es el De vita solitaria. En uno de sus captulos Petrarca va contrastando en breves vietas, siguiendo la falsilla de una jorna-

    1 Familiares, X, IV y Bucolicum carmen. I, en Poesie pp. 808-816.2 Virgilius noster in Bucolicis [I]... sub persona pastoris de se ipso loquens {Secretum,p. 178)

    3 Familiares, X, IV, 20.

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    da completa, la vida del solitario apartado de las ciudades y la vida delque vive en ellas. El primero, paseando por los bosques al amanecer,entre devotis .. suspiriis, eleva sus cotidianos laudes a Dios (diurnas

    Dei laudus), y le ruega conserve su pureza de corazn (puritatem cor-dis) y apague el ardor de las disputas (extingu flammas litium). Al

    segundo, en cambio, al punto de amanecer ya le invaden la habitacinhostibus amicis, pasa con tristeza la maana in forum, lleno de demandas (plenus querelarum), y llega al anochecer ganado por las preocupaciones, el miedo, el vino o la soberbia4.

    No hay razn para sospechar que Francesco no aspirara de joven oya mayor, a una vida alejada de las ciudades, recogido en soledad y ascetismo. Pero los hechos confirman que estuvo muy lejos de lograr satisfacer su deseo, o que incluso prefera una vida a medio camino entreel campo y la ciudad5. Continuos viajes o largos aos en Miln y Pa-dua, nos llevan a dudar que tal deseo fuera ms que una promesa gratade alimentar6. Todava en los perodos vividos en Vaucluse, por encimade una vida contemplativa, libre de las flammas litium, sobresale un

    inagotable afn de trabajo y una reflexin orientada tanto sobre s comosobre cuestiones de actualidad1. No nos engae el toque idlico con elque Petrarca cierra sus cartas: ad fontem Sorgie. En realidad, comoconfiesa en una carta fechada en 1351, nada le mueve con ms vehe

    mencia a su retiro provenzal (nichil... me vehementius movet), que lagran esperanza de darles una ltima mano (imponendi manum) a cier-

    4 De vita solitaria, pp. 300-318. Cito de las pginas. 304. 302 y 316. Todo el captuloest animado de un buscado (y logrado) dramatismo, y es difcil no ver en l una voluntad deconmover al lector antes que un retrato de actitudes ntimas, si bien stas (en un plano menosexaltado) podan estar al servicio de la primera y ser exageradas segn criterios estrictamente

    literarios, como aqu parece suceder.5 Vid. Metrice, III, XVIII, compuesta en Miln en 1353 (ciudad donde residira los siguientes ocho aos), que comienza: Rus michi tranquillum media contingit in urbe,/rurc velurbs medio..., de tal modo que cuando se cansa del rus tranquillum puede con slo abrirla puerta pasear entre la gente in media urbe. Esto cuando no se pregunta abiertamente, ynada menos que en el De vita solitaria, a qu utilidad responden su soledad, sus paseos, susescaladas, si su malestar le sigue all donde vaya, talis in silvis qualis eral in urbibus?

    (p. 344). Cf. a la luz de este pasaje, Secretum, p. 126. Vid. tambin. Familiares, XVI, XI, 9-13 y XVII, X, 6. Alude a una intensa actividad social y literaria en Avin en el De ignoran-tia, p. 1054.

    * No se descuiden las reminiscencias clsicas que hacan poco menos que condicin sinequa non la vida retirada para el filsofo. Y en su madurez, Petrarca, sobre todo, cual el mejorCicern, pretende ser philosophus (F. RICO. Introduccin, p. XXVII, en Petrarca, Obras, I:Prosa) Vid. Invective contra medicum, IV, p. 950; o en el De vita solitaria, cap. XII, donde dacumplida relacin de filsofos amantes de la soledad, de Pitgoras a Pedro Abelardo.

    7 Recordar que durante la estancia en Vaucluse (1351-1353) se inicia la polmica contrael mdico avionense, que tras un intercambio de cartas se trocar en las Invective contramedicum.

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    tas obrecillas suyas (opusculis quibusdam meis)8. A Zanobi da Stradale cuenta detalles de su vida cotidiana: se levanta a media noche (media nocte consurgo), sale de casa a primera hora de la maana (primomane domo egredior), pero asegura que as en el campo como en casa,

    studeo, cogito, lego, scribo. Con un solo vistazo al cuerpo de su obra,se impone juzgarle sincero al confesar que languidece y se atormenta(crucior semper et langueo) cuando no escribe (nisi dum scribo)9.

    Asf era como la ilusin jams abandonada de una vida en soledad,tan alejada del presente como cercana a la vida religiosa, no tuvo msremedio que plegarse a las exigencias de otros estmulos igualmentepoderosos. Y entre ellos, la creciente urgencia de involucrarse en pu-blicis... negotiis10.

    En los nuevos horizontes que amanecan all por 1345, Francesco podacifrar su nueva orientacin intelectual en el dicho, quae filologa fuit,

    facta philosphia est". Aquella nueva actitud, tal vez sin haberlo previsto, le acerc a facetas de su personalidad no cultivadas hasta le fecha,

    verbigracia, la de polemista.Si hacemos recuento de su obra en prosa posterior a 1347, ao del

    8 Familiares, XI, XII, 6. La carta, como seala Mario Martelli, o stata composta adaggiunta pi tardi al corpo delle Familiah, o e stata profondamente rielaborata, (Petrarca:psicologa e stile, p. XXI). Vid. tambin Francisco Rico, Ubi puer, ubi senex: Un librode Hans Barn y el Secretum de 1353, en QP, IX-X, (1992-1993), pp. 234-236. Dejando a

    un lado las razones de la marcha a Vaucluse y Avifln en julio de 1351, sabemos que Petrarcapensaba regresar a Italia al acabar el verano (Martelli, p. XVIII). Unas pocas settimani quehaban de ser suficientes para sbrigare gli affari che lo chiamavano in Francia. Las contradicciones de la familiar con la realidad (cf. RICO, p. 235-236) apuntan sin duda a que el

    autor retoc la carta generosamente al preparar el texto ne varietur (Rico, p. 235), pero,con todo, no creo necesario regatearle a Petrarca la sincerdidad en la confesin de su spes

    ingens de concluir ciertos opusculis en Vaucluse. De ser toda la epstola pura invencin,no se entendera (en lo que alcanzo) que llevara consigo el manuscrito del Secretum (la versin del 49) o los libros necesarios para trabajar en la ampliacin proyectada del De viris.

    Familiares, XV, III, 1 (febrero, 1353) y XIII, VII, 10 (noviembre, 1352). Petrarca seconfesaba incansable trabajador, a la zaga de los antiguos, un ao antes de su muerte (Seni

    les, XVII, II, en Ptvse, p. 1.148 y 1.154-1.156). De ah, pienso, que no tolerase verse sumidoen ille pestifer torpor ac perplexitas animorum (Familiares. XVII, X, 21), aun cuando probablemente caa en esa egritudo animi menos veces de lo que podamos pensar. Sobre la

    acidia (que Petrarca empareja con la aegritudo clsica), vid. Secrelum, p. 106 y el comentario ad locum de F. Rico en Vida u obra de Petrarca, 1: Lectura del Secretum, Antenore-University of North Carolina, Padua-Chapell Hill, 1974, pp. 197 y ss.

    10 Familiares, I, I, 33.11 La inversa de la conocida frase de Sneca: quae philosophia fuit, facta philologia est(Ad Lucilium, CVIH, 23), en crtica a los maestros qui nos doccnl disputare, non vivere (F.Rico, Introduccin, p. XXVII, en P., Obras, I: Prosa). Para este viraje en temas y objetivos(que aqu a penas rozo), vid. GUIDO Martellotti, Linee di sviluppo dell'umanesimo pe-trarchescho, en SP, II, (1949), pp. 51-80; De F. Rico, Lectura del Secretum, sobre todo,pp. 472-501; y la Introduccin ya citada a P. Obras, I: Prosa, pp. XV-XXXIX.

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    De otio religioso, salvando el imponente De remediis utriusque fortune,el resto de obras extensas respiran de un intenso dilogo con particulares de la poca, lcido o exagerado, siempre personalsimo: las Invecti

    ve contra medicum (1353), la Invectiva contra quendam magni statushominem sed nullus scientie aut virtutis (13SS), el De sui ipsius et mul-

    torum ignorantia (1367), la Invectiva contra eum qui maledixit Italie(1373), junto a las familiares o seniles en las que busca fijar definitivamente sus distintas opiniones12.

    Si el retiro nunca se desasocia del estudio y la reflexin sobre elpresente (como hemos procurado demostrar arriba), estos mismos des

    velos no se entienden (y menos an en nuestro autor) sin unos lectoresa los que llegar mediante la palabra escrita. Para Francesco los criteriosa partir de los cuales juzgar una obra, corren paralelos a los efectos queocasiona su lectura en el lector. Con los libros morales de Aristteles,

    nos dice, tal o cual vez me habr vuelto ms sabio (doctiorque his for-sitan nonnunquam), pero no mejor (sed non melior). De las carencias sealadas en Aristteles se deduce el esfuerzo por conjugar en suspropios escritos preceptos morales con oportuna elocuencia, a fin deencontrar esas palabras que apremian e incendian el espritu (mens ur-getur atque incenditur)B.

    Cabe entender sujetas a estos criterios las obras ms decididamentepolmicas de Petrarca? Tomemos un ejemplo. Es sabido el carcter ficticio de muchas familiares. Algunas son verdaderas piezas maestras de

    la invectiva y abordan cuestiones conocidas para todos en la poca. Peroes razn suficiente que fueran escritas en vistas a un pblico numerosopara apreciarlas en el mismo contexto, digamos, que los Remediis utriusquefortunel No sera lcito verlas como simple testimonio de las antipatas

    del autor, textos que no responderan a la voluntad de hacer melior allector? Pienso que no, si advertimos el matiz fundamental que caracteriza estas cartas: el encuentro violento no de dos opiniones concretas sobre temas circunstanciales, sino de dos concepciones opuestas de la viday del lugar que ocupa en ella el saber14.

    11 Vid. los estudios de U. Bosco, Precisazioni sulle Invective contra medicum, SP, I,(1948), pp. 97-109; P.O. Kristeller, Petrarch's averroists, BHR, XIV, (1952), pp. 59-65; P.G.Ricci, La cronologa dell'ltimo certamen petrarchesco, SP, IV, (1951), pp. 47-57: bibliografa en Prose, pp. 1171-1177 y en P. Obras, I: Prosa, p. 160

    13 De ignorantia, p. 1106. En la Invectiva contra eum qui maledixit Italie, glosa el pasajeanterior: plus Aristotilem docere, plus Tullium nimos mover (p. 1.234). Veinte aos antessentenciaba un libro de Galeno (no importa si muy o poco sinceramente) arguyendo que pocovalor tendra si su rival, que lo haba ledo, segua siendo tan estpido (Invective contra medicum, III, en Prose, p. 6S0).

    14 Vid. en Prose, pp. 1171-1177, en la Nota crtica ai testi, la rica tradicin manuscritaque gozaron las obras polmicas de Petrarca, prueba de que los contemporneos y las gene-

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    Petrarca se labr un estilo de polemista que hara escuela en sucesivas generaciones (Salutati, Bruni, Valla,...), tomando de aqu de all, saboreando nuevos matices del sarcasmo, nuevos grados de irritacin yaspereza. Los mtodos variaron necesariamente.

    Si hasta entonces el dilogo con libros y autores se practicaba conuna pluma, presta a salpicar de aprobaciones y reproches los mrgenesdel cdice, ahora sus opiniones necesitarn de argumentos ms elaborados". Recuperar giros clsicos y citas bblicas, se valdr de recursosretricos, de sibilinos apostrofes a hiprboles degradantes o crueles ironas, y acuar nuevas expresiones. En lo que afecta a la creatividad literaria es palmario que Francesco debi disfrutar como pocas veces. Incluso agradece al mdico sus insultos (gratiam habeo convitiis tuis),pues le estimulan el ingenio (exercent ingenium) '*. Reconoce sus maestros en Cicern y Salustio no menos que en Gerolamo, Berengario dePoitiers o el mismo San Agustnl7.

    Haba, con todo, una vieja quaestio que Petrarca no poda desor; enefecto, cmo conciliar el precepto retrico que condenaba el hablar de smismo y elogiarse frente a otros (evev5oki|IV), con unos textos plagadosde opiniones personales, de insultos e ironas contra el rival de tumo, de

    vanidoso recuento de alabanzas recibidas?l8 El propio Petrarca recuerda que,en efecto, glorian et de seipso predicare vanum ac superbum [est]19.

    raciones siguientes de humanistas leyeron algo ms que unas meras batallas personales. Petrarca tiene muy presente al lector en sus invectivas: se dirige a l (v.gr., lector, oro te,

    lector amabilis, etc.), espera de l un juicio sobre la polmica (iudicent qui legent), oque la posteridad dicte veredicto a su pleito (De re autem posteritas viderit De ingorantia,

    p. 1142). Incluso desea ser tam gratus para el lector quam molestus tib (Invective contra medicum, III, en Prose, p. 660). Para las polmicas suscitadas por sus obras latinas durante el siglo xv, vid. A. L. McLaughlin, Histories of Literature in the Quattrocento, en

    The Languages of Literature in Renaissance Italy, eds. P. Hainsworth, V. Lucchesi et al.,Oxford, 1988, pp. 63-80. Para la difusin de los textos polmicos fuera de Italia, vid. losrespectivos censimenii publicados por la ed. Antenore de Padua, el ltimo de ellos a cargoMilagros Villar, Cdices petrarquescos en Espaa, 1995.

    15 Un dilogo tanto o ms intenso cum sanctis, cum philosophis, cum poetis, cum orato-ribus, cum historiis que murieron mulls ante me seculis, que cum his qui sibi vivere

    videntur (Familiares, XVI, VI, 25 y XV, III, 14). Para la variedad de acotaciones en loscdices, vid. F. Rico, Petrarca y el De vera religiones, IMU, XVII (1974), pp. 317, 319, 322y 327; o S. Gentile, Le postule del Petrarca al Timeo latino, QP, IX-X (1992-1993),

    p. 130." Invective contra medicum, IV, p. 970.17 Ibdem. Digo que los reconoce porque asegura que non ignorem los verborum cer-tamina de Cicern y Salustio, de Gerolamo y Agustn, en pp. 972-974. Para Berengario

    DE PotTIERS, Invectiva contra eum qui maledixit Italie, p. 1190.18 Para una exposicin del problema, vid. HUGO Friedrich, Montaigne, Gallimard, Pars,196S, pp. 238-239 y 406-407, con referencias de Aristteles, Cicern, Tcito o Dante.

    " Invective contra medicum, IV, p. 972, recordando a CICERN, De officis. I, 137; deforme etiam est de se ipsum praedicare, prrafo del que extrae una cita en p. 976.

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    Destacados autores haban resuelto la duda de si es posible la alabanzapropia sin merecer censura, apuntado una razn previa que justificaba rompercon la norma: cuando se hace para defenderse de una calumnia o una

    acusacin20. Condicin que Petrarca no dejar de resear: lacessitus sum,convitiator meus o tu [lector] lacessito faveas21. Una acusacin que nosremite a la misma retrica clsica, al genus demonstrativum, en el quedeclara haberse ejercitado (in demonstratvo genere exerceon>), gnero que

    inclua, desde Aristteles {Retrica, 1366a), la laus y la vituperatio, laaccusatio y la defensio22. Todas ellas cultivadas en sus invectivas, salvo laprimera, que confiesa habra preferido practicar (mallem in laudibusexerceri)23.

    Precisado el gnero de las Invective, Petrarca tendr disculpado susermo tam fervidus o el permitirse observar en su rival las costumbres porcorum24, ya que cuando la contesa assume carattere perso-nale, y el adversario es un dechado de ignorancia y soberbia, non c'

    20 Plutarco, Moralia, De cmo alabarse sin despertar envidia, 4, 540c, p. 86 en laedicin de Gredos, Madrid, 1996, (vol. VIII). p. 86. Ms adelante aade Plutarco: En algu

    nas ocasiones, para causar miedo o reprimir y para humillar y dominar al hombre arrogante ypresuntuoso, no est mal jactarse y vanagloriarse de uno mismo (16, 544 F; p. 99). Vid.tambin, DANTE, Convivio, I, II.

    21 Invective contra medicum, IV, pp. 980, 978 y 980. Cosa que. por otro lado, no es deltodo cierta en estas invectivas. Lo es en tanto responde a una afrenta personal, pero fue Petrarca quien inici el intercambio de hostilidades con su carta a Clemente V (Familiares, V,XIX). Vid. U. BOSCO, art. cit., p. 97 y 100. Es significativo adems que en la tradicin manuscrita la carta a Clemente V se copiara junto a las Invective (vid. M. Villar, Cdices pe-trarquescos en Espaa, ed. cit., p. 380). Los objetivos que persigue en sus respuestas a losataques recibidos varan. Si a veces slo da como razn la necesidad de limpiar su nombre(v.gr., en Invective contra medicum. I, p. 818) en otras va ms all y dice haber contestadopara que el mdico no crea haber hundido musarum ... et sacrorum studiorum (ibdem, III,en Prose, p. 678), o sencillamente para defender la verdad (ibdem, II, pp. 858-860). Muy

    retricas suenan sus palabras introductorias del De ignorantia, pp. 1.026-1.030, donde nosconfirma que para Francesco la razn fundamental de los ataques recibidos es la invidia.

    Al respecto, vid. Seniles, XVII, II, en Pmse, p. 1.152.21 Sobre el genus demonstrativum, vid. Rethorica ad Herennium, III, VI, 13; Cicern,De inuentio, II, LIX. En general, consltese el apartado que le dedica H. LAUSBERG, Manualde retrica literaria: fundamentos de una ciencia de la literatura, Gredos, Madrid, 1966-1968;

    tambin, E. R. CURTIUS, Literatura europea y Edad Media latina, FCE, Madrid, 1995, pp.106-108 y 226-231; Aristtil, Retrica. Potica, Edicions 62, Barcelona, 1998, edici a curad' A. Blecua, pp. 18-21 de su introduccin. En un pasaje de Quintiliano: Quin illa etiam

    pars tenia que laudandi ac vituperando officis continetur? (XII, II, 16), apostilla Petrarca,Demonstrativa (f. 112vb. 1559), Vid. M. A. Lanzillotta, Le positlle del Petrarca a Quintiliano (Cod. Parigino lat. 7720), SP, V, (1988).

    23 Invective contra medicum, IV, pp. 972, 978, 980. Idntico comentario nos brinda al inicio de una carta ficticia escrita entre 1350 y 1351: Experiri vis, ut arbitrar, in demonstrativocause genere quid possitn. In laudibus polius quam in contrario me probasses! (Familiares

    I, XI, 1).24 Ibdem, pp. 972 y 976.

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    freno che importi: difendersi giusto, offendere indispensabile1S. Enrealidad, no es la ira, animi repens, una reaccin natural del que ha

    sido ofendido?26 Si luego el disputar cum iracundia aut pertinacia haimpedido adecuar las palabras a la cuestin debatida, ya habr tiempode pedirle al lector una disculpa camino de la captatio beneuolentiae11.

    2. La nueva dialctica: los modernos

    De los varios frentes polmicos abiertos en la obra de Petrarca, lacrtica ha propuesto varias posibilidades al deslinde de aquellos ms seriamente tratados, as como la significacin de los mismos en el marco

    del humanismo. Desde los iluminadores estudios de Garin y Vasoli2a, lospetrarquistas estn de acuerdo en considerar fundamental la polmica contra

    los lgicos de Merton College, los moderni, discpulos del franciscanoGuillermo de Occam29. Quienes con un sofisticado conjunto de definicionesy reglas dialcticas, aspiraban a resolver todas las quaestiones que las

    25 P. G. RlCCI, La tradizione dell'invettiva tra il Medioevo e l'Umanesimo, en U, XXVI(1974). p. 409.

    26 invectiva contra eum qui maledixit Italie, p. 1.190.27 Invective contra medicum, IV, p. 976 (citando a CICERN. De ftnibus. I, 27-28) yp. 978.

    28 Vid. sobre todo, E. Garin, La cultura florentina nella scconda meta del 300 e i 'barbad britanni', en RU, LXIV (1960), pp. 181-195; Petrarca e la polmica con i 'moderni',en Rinascite e rivoluzioni. Movimenti culturali dal XIV al XVHI seclo, Laterza, Bari, 1990,pp. 71-88; C. VaSOLI, La dialettica e la retorica deliUmanesimo. Invenzione e Mtodonella cultura del XV e XVI seclo, Feltrinelli Edilore, Milano, 1968, pp. 9-15; Petrarca e i

    filosofi del suo tempo, QP, IX-X (1992-1993), pp. 75-92. Vid. tambin, F. Tateo. Dialogointeriore e polmica ideolgica nel Secretum del Petrarca, Casa Editrice F. Le Monnier,Firenze, 1965, p. 56 ss. Otras interpretaciones de las propuestas por Garin y Vasoli las resume sucintamente K. FOSTER, Petrarca. Poeta y humanista. Crtica, Barcelona, 1989, p. 198,n. 16.

    29 Durante toda la Edad Media la dicotoma modernos-antiguos funcion generalmentecomo delimitacin de un modusfacendi en el campo del saber. Claro que tambin se empleaba como simple adjetivo temporal, contrapuesto a la Antigedad: tra lo stil de' moderni e '1sermn prisco (Rerum vulgarium fragmenta, XL, 6); cum ad deprimendam veterum indus-

    triam et excusandam ignaviam modernorum (Seniles, XVII, II, en Prose, p. 1148); pestisanimi, quam accidiam moderni, veteres egriludinem dixerunt (Secretum, p. 106). Dante llama a sus contemporneos moderni bruti (E. R. CURTIUS, op.cit., p. 519, n. 47). Un ensayoglobal sobre la cuestin; J. A. Maravall, Antiguos y modernos. La idea del progreso en eldesarrollo inicial de una sociedad. Sociedad de Estudios y Publicaciones, Madrid, 1966 (vid.p. 243, donde nota el autor que Alfonso de la Torre, en su Visin delectable, emplea el adjetivo con un uso anlogo al que se encuentra en las polmicas de la poca contra la corrupcin en que ha cado la filosofa de los moderni, esto es, de los nominalistas del siglo XV).Vid. tambin. E GlLSON, Notes sur une frontiere conteste, AHDLMA, XXV, (1959),pp. 65-81.

  • 114 XAVIER TUBAU MOREU

    ciencias planteaban y a extraer, en ltima instancia, conclusiones metafsicas, certezas intemporales, perpetuamente vlidas30. Discusin pues,centrada en mtodos y fines antes que en los contenidos. Rendida la

    Sorbona a la nueva dialctica britnica, hacia mitad de siglo, de la manode profesores como Gerardo Odn o Francisco de Mayronnes, estos

    mtodos ganaban terreno en centros de enseanza italianos31.Tambin sus crticas a los fsicos, telogos o al mdico de turno queelabora sus pronsticos con la ayuda de silogismos, van de la mano con

    los desplantes a los dialcticos. Todos ellos participan de una concezionedel mondo attraverso la 'lgica' e il linguaggio in cui si manifesta e dicui si serve32. Antao, le dice Petrarca al mdico avionense, los en

    fermos eran curados sin silogismos... Con vosotros silogizando, muerenquienes sin vosotros podran vivir33. Petrarca era consciente del caladoen varias disciplinas cientficas de la nueva lgica inglesa, fuera en unaconcreta aplicacin de mtodos britnicos (como en efecto sucedi con

    los fsicos de la Sorbona), o por simple efecto de respirar su orientacinlogicista (como el caso de ciertos mdicos), lo cual explicara los trminos gemelos en los que despotrica de un dialctico y de un mdico. Noen otro sentido deberan interpretarse esas relaciones entre las ciencias

    (de scientiis inter se) y los lmites de una ciencia particular (de uniusscientie terminis), que Petrarca entiende como temas factibles de crearcontroversia M.

    M Vid. F. RICO, El sueo del humanismo. Alianza. Madrid. 1993. p. 22. Valgan un par deejemplos para demostrar que conoca perfectamente el origen de la nueva dialctica: dyale-

    ticorum agmini britannico (Familiares, I, VII, S); ...stomacosum illud ergo parisiense etoxoniense, quod mille iam destruxit ingenia (Seniles, XII, II, p. 1.008).

    11 Frattanto da Bologna e da Parigi continuava la lenta invasione di testi e di comentialia lgica aristotlica e alia philophia naturalis in chiave occamista e averroista, come possibile documentare dagli inventan delle bibloteche di alcuni professori del tempo (A.Poppi. Introduzione all'arislotelismo padovano, Antenore, Padova, 1991, p. 20). Cf. C. SCA-LON, Pmduzione e fruizione del libro nel basso medioevo. II caso Friuli, Anlenore, Padova.

    1995, p. 252 y n., donde sabemos de un dominicano. Thomas de Utino, que habfa estudiadoen Oxford y Bolonia, y que en su capsa tena un par de libros de Occam, adems de laLgica de Alberto Magno, segn reza un inventario realizado en 1402 (pp. 252-253). Y enuno de 1423, leemos: tem unum librum loicale in papiro cum tabulis qui incipit: 'Omnesloice traciatores et cetera' et finit 'Hec loica ad usum fralris Iohannis de Civitate Austria. Ellibro no es sino la Summa logicae del mismo Guillermo de Occam (p. 304).Vid. tambin, E.Garin, La cultura florentina..., loe. cit., pp. 183-184.

    32 E GARIN, Rinascite e rivoluzioni, ed. cit., p. 28." Invective contra medicum, III, en Prose, p. 692. (vid. tambin en la II, p. 850).M Invective contra medicum, IV, p. 974. Es idea que le rondaba a menudo por la cabeza,v.gr. en la misma invectiva, p. 818, 828 o 838.

  • TEXTOS Y CONTEXTOS DE UNA POLMICA 115

    3. La dialctica: del siglo xii al siglo xiv

    Cuando E.R.Curtius escriba que entre el mundo de Juan de Salis-bury y el de Petrarca hay un parentesco espiritual35, tal vez slo estableca correspondencias entre el humanismo francs del XII y el italianodel XIV, pero, en cualquier caso, su afirmacin es prtico inmejorable

    para detenernos lo justo en el tiempo de un autor que dos siglos antesde Petrarca, mantena una fuerte discusin con los excesos de abstraccin y tecnicismo de los lgicos contemporneos36.

    Cuando Salisbury escribe su Metalogicon31, obra en la que desarrolla su teora educativa, el marco de las artes liberales, del trivium y elquadrivium, acusaba sus limitaciones al ganar las disciplinas en especia-

    lizacin. Septem artes liberales non sufficienter diuidunt philosophiamtheoricam, deca Santo Toms. Las escuelas catedralicias, ya desligadasde las escuelas monacales, se alzaban en estandarte de sus respectivasciencias, originando la crisis de una determinada articulacin de las disciplinas. En Pars reinaban la lgica y la teologa, en Bolonia el derecho, en Salermo y Montpellier la medicina. Se requera con urgencia una

    nueva clasificacin de las ciencias, para la cual no slo contaban las artes liberales sino las divisiones philosophiae de origen aristotlico y laselaboradas por los estoicos y los neoplatnicos. El incontable nmerode sistemas propuestos, de improvisados esbozos a desarrollos exhausti

    vos, vienen a sugerirnos el clima de inquietud intelectual que atraviesanescuelas y universidades del siglo XII y XIII38.

    Pero si algunas disciplinas iban perdiendo protagonismo, otras no dejaban de medrar en prestigio, como es el caso de la dialctica. Es en el

    siglo xii cuando la dialctica precisa su lugar en el mbito de la enseanza y logra desligarse de la identificacin y confusin con la lgica39.

    35 E. R. CURITUS, op. cit., p. 120.36 E. Garin ha insistido en la perfetta e non casuale corrispondenza di argomenti e diimmagini fra la lettere del Petrarca a Tomaso Caloa da Messina [Familiares, I, II, VII, XII],contra la dialettica dei logici inglesi, e taluni luoghi anticornifciani del Metalogicon (Ri-

    nascite e rivoluzioni, ed. cit., p. 25).17 Para un repaso de la obra, es fundamental el artculo de Daniel D. McGary, Educatio-nal theory in the Metalogicon of John of Salisbury, en Speculum, XIII (1948), pp. 6S9-67S(Para la posicin de Salisbury ante la lgica, pp. 669-670).

    38 Para el tema remito a F. Rico, en Alfonso el Sabio y la General Esloria, Ariel, Barcelona, 1984, pp. 142-143 y n.l con abundante bibliografa (vid. tambin mi nota 39).

    39 E Garin, La dialctica desde el siglo XII a principios de la Edad Moderna, enAbbagnano y otros, La evolucin de la dialctica, Barcelona, Martnez Roca, 1971, pp. 132-

    163 (p. 135). Sin embargo, advierte Garin, constantemente la dialctica parece expuesta a latentacin de confundirse a veces con la lgica, otras con la retrica y hasta con la teologa; a menudo la historia de la dialctica est forjada por las tentaciones de caracterizarla

  • 116 XAVIER TUBAU MOREU

    merced a las hornadas de nuevas traducciones aristotlicas (los Tpica ylos Elenchi sobre todo) que entraban en circulacin entre 1120 y 1160.Desde entonces, la dialctica se ir estructurando como disciplina de undoble razonamiento ars oppponendi et respondendo, que pretende,

    frente a proposiciones dispares, llegar a una conclusin 40. As, cuandomaestro y alumnos de algn studium pblico, enfrascados en la lectio deun texto, tropiezan con un pasaje difcil, se plantea la quaestio que poneen marcha la dialctica disputatio. De la discusin sobre el significado de

    los trminos {proprietas vocum) se llega a las propuestas de argumentosen pro y en contra (sic et non), animados por la bsqueda de un consen-sus que acerque posiciones contrarias. Si la tcnica poda aplicarse sobre

    un pasaje de Virgilio o Boecio, era factible atajar con idntico mtodo lasdudas planteadas en la lectio de la pagina divina, lo cual, como seala Garin,era suficiente para provocar una revolucin en la enseanza41. Algunono las tuvo todas consigo, y acababa optando por mirar al cielo y murmurar: Dialecticus proponit... diabolus concludit42.

    bajo uno de estos tres aspectos (p. 134). As, el mismo mdico de Avin contra el quearremete Petrarca, identifica lgica con dialctica: dyaleticam, quam logicam vocas (Invective contra medicum, II, p. 876). La puntualizaron de Petrarca se deja explicar en el mismopasaje: Dicis in primis me lgica carere. Non credo michi rethoricam aut grammaticam in-terdicas, que logice nomine continetur (Ibdem). En efecto, una clasificacin del saber corriente en la poca era la de llamar lgica al trivium y fsica al quadrivium. (P. O. KRISTE-LLER, El pensamiento renacentista y sus fuentes, FCE, Madrid, 1993, p. 306). Cuando Petrarca emplea el trmino lgica, salvo rara excepcin, la entiende desde esta clasicacin. Deah que se diriga a sus rivales llamndolos dialcticos (o disputatores), no lgicos. Recordar adems que, en la perspectiva que adopta y defiende Petrarca, el fin de la dialctica no esla demostracin de verdades universales (la fe y los dogmas son indiscutibles), sino que selimita a les qestions opinables (ndoxa) que no son veritats universals (A. BLECUA, loe.cit., p. 12). As la entiende Salisbury (remontndose a Cicern y San Agustn): Principia

    taque dialecticae probabilia sunt, precisando que potens cnim est de omni problemate, ethi-co scilicet. physico et lgico probabiliter disputare (Metalogicon, II, XIV, 871c y XV, 872cPL, 199), en una parfrasis de Aristteles, Tpicos, 105b. En la exageracin de esa potens...de omni problemate... disputare... caminar la dialctica medieval, trocando los probabiliaen conclusiones eternamente vlidas. Sobre la dialctica en general, vid. C. Vasoli, La da-

    lettica e la retorica dell'Umanesimo. Invenzione e Mtodo nella cultura del XV e XVIseclo, ed. cit.; M.-D. CHENU, Introduction I'elude de Saint Thomas d'Aquin, Monlreal-

    Pars, 1954, pp. 51-58; R. McKEON, Rhetoric in the Middle Ages, en Speculum, XVII(1942), pp. 1-32 (sobre las relaciones entre lgica y dialctica, pp. 7-11).

    40 E. Garin, La dialctica desde..., loe. cit., pp. 135-136.41 Ibdem, p. 139.42 E. Garin, La educacin en Europa, 1400-1600. Problemas y programas. Crtica, Barcelona, 1987, p. 52 n. 32. Vid. la carta contra Pedro Abelardo de Bernardo de Claravalle al

    Papa Inocencio II, donde no deja de reconocer que el filsofo destaca en el arte de la dialctica, pero le culpa de haberla aplicado sin el debido respeto a las Santas Escrituras (puede

    leerse en la ed. de la tnica de Abelardo al cuidado de Pedro R. Santidrin, Tecnos, Madrid,1990, Apndice 3. pp. 122-150).

  • TEXTOS Y CONTEXTOS DE UNA POLMICA 117

    La dialctica, como mtodo para resolver quaestiones a travs de ladisputatio, es la gran triunfadora en las escuelas del xii, legando a po

    cas venideras el hbito intelectual de comprender aquella realidad incuestionable de los auctores merced al detenido anlisis de los trminos ysus significaciones, a la bsqueda entre las palabras de relaciones formales dotadas de valor inmutable.

    El entusiasmo por aquella tcnica de raigambre lgico, facilit desdebuen principio excesos de confianza en las posibilidades del mtodo, loque propici que muchos desdearan el resto de las artes en beneficiode la dialctica (immutabatur dialctica, contemnebatur rhetorica), y

    abusaran de la disputatio escrutando dice Salisbury cada slaba, cadaletra, dudando de todo (dubitantes ad omnia), siempre preguntando(quarentes semper) pero nunca llegando a la ciencia (sed nunquamad scientiam pervenientes)43.

    Lo cierto es que Salisbury y quienes iban de su parte estaban en francadesventaja, como el siglo entrante les habra demostrado. Pars llega al

    siglo xiil orgullosa de hospedar los ms altos saberes de la poca, segura de ser la tercera, tras Grecia y Roma, en el mito de la translatio stu-dii44. Con el nuevo siglo, se escriben nuevos manuales de gramtica cm

    plices del rumbo que tomaba por entonces la enseanza. Los viejos manuales de Donato y Prisciano, repletos de ejemplos clsicos, convivenahora en el canon de obras estudiadas con el Doctrnale (1199) de Ale-

    xandre de Villedieu y el Graecismus de Evrard de Bthume, donde elprimero prescinde de cualquier ejemplo clsico y el segundo haba pro

    seguido el tenaz combate contra un Prisciano reo de apoyarse en los modelos antiguos en lugar de inquirir las causas universales del lenguaje 45.

    En efecto, los viejos tratados de gramtica dejaban construcciones sintcticas sin explicar, justificando otras al arrimo de citas clsicas. El principio de autoridad ya no convence y los nuevos talentos se aplican a

    descubrir desde la lgica las reglas de una gramtica universal46. Si de-43 Metalogkon. I, III, 829d y II, VII, 864c, en PL, 199." E. R. CURTIUS, op. cit.. pp. 52-54 y 550-551; E. Garin, La educacin en Europa, 1400-1600. Problemas y programas, ed. cit., pp. 33-34; J. Le Goff, Los intelectuales en la EdadMedia, Gedisa, Barcelona, 1996, p. 28; y la abundante bibliografa que trae F. Rico en Alfon

    so el Sabio y la General Estara, ed. cit., p. 160.41 F. Rico, Nebrja frente a los brbaros. El canon de gramticos nefastos en las polmicas del humanismo. Universidad de Salamanca, Salamanca, 1978, p. 12.

    46 Mientras que los lgicos se ocupan de los trminos, los gramticos se mueven cadavez ms en lo abstracto: se desinteresan de los autores y de todo el aspecto concreto, literariode la lengua, para dar a su disciplina el aspecto de una lgica (P. VlGNAUX. El pensamientoen la Edad Media, FCE, Madrid, 1995, p. 65). Sobre la gramtica especulativa, vid. R.H.

    ROBBINS, Breve historia de la lingstica. Paraninfo, Madrid, 1980, pp. 81-82 y 85-96; E.Garin, La dialctica desde..., loe. cit., p. 138; M.-D. Chenu. Grammaire et thologie auxXHe et XUIe sicles AHDLMA, 1935-1936, pp. 5-28.

  • 118 XAVIER TUBAU MOREU

    jamos de lado, se dicen, las variaciones accidentales particulares de cadalengua, se observar que de aquellos rasgos comunes a todas las lenguas se deduce una gramtica. Todo lo cual en Pars no hizo sino reducir drsticamente el estudio de la gramtica y la lectio de obras clsicas,

    a fin de comenzar el estudio de la lgica lo ms pronto posible47. Enlos programas de la Facultad de Artes durante la segunda mitad del XIIIdesaparecen los estudios clsicos, y Alberto Magno se permite sentenciar que el necio es al sabio como el gramtico desconocedor de la

    lgica es al versado en lgica48.Parte fundamental de la enseanza segua articulndose en las dispu-tationes dialcticas, pero ahora se advierte en stas la construccin deuna mquina que tiende a rebasarse... Aquella dialctica cuya eficaciaresida en la coalicin del sic y del non, siente ahora la urgencia desesperada de un rigor lingstico y lgico, y orienta sus investigaciones hacia

    una completa sistemacidad49. A esta nueva exigencia responden las obrasde Lamberto de Auxerre, Guillermo de Shyreswood y las Summulae dePedro Hispano, escritas en la segunda mitad de siglo, donde se acenta

    la especulacin sobre los verba. La nueva lgica modernorum que sustituye la lgica vetus y nova, est un travail de pur dialectique, il seborne des defnitions de termes, des formes mnmoniques, desformules concernant le bon emploi des oprations lgiques50. Y aqutenemos ya localizados los nescio quos tractatus que Coluccio Saluta-ti sealar como fuentes directas de la lgica de los moderni. Las obrasde estos autores, y especialmente la de Pedro Hispano, ensayaban mtodos de argumentacin y exposicin que disfrutaron de un amplio desa

    rrollo en la lgica del xrv51. Por otro lado, esta ltima lgica no habrasido la misma de no mediar antes el franciscano Guillermo de OccamS2.

    Del terminismo de Pedro Hispano, heredero de toda una lgica escolstica ambiciosa de constituirse como ciencia rigurosa del sermo, se llegacon Occam a una lgica del lenguaje presta a servir de instrumento paracualquier demostracin metafsica. El nominalismo de Occam nos llevaa considerar los trminos signos de las cosas y a construir una filosofabasada en la especulacin dialctica con estos signos. Todo ello, advierte Garin, al precio de transformar aqulla [dialctica disputatio] ... en

    47 . GlLSON, La filosofa en la Edad Media, Gredos, Madrid, 1972. p. 37748 Citado por R. H. ROBBINS, Breve historia de la lingstica, ed. cit, p. 83.49 E Garin, La dialctica desde..., loe. cit., pp. 147 y 148.

    50 H. D. SlMONlN, Les Summulae logceles de Petras Hispanus, AHDLMA, 1930, p. 275.51 P. O. KRISTELLER, El pensamiento renacentista y sus fuentes, ed. cit., p. 17732 Sobre la filosofa de Guillermo de Occam y el occamismo, cf. CONSTANTIN MlCHALS-KI, La philosophie au XlV sicle. Minerva GMBH, Frankfurt, 1969; . Gilson, La filosofaen la Edad Media, ed. cit. pp. 591-635.

  • TEXTOS Y CONTEXTOS DE UNA POLMICA 119

    una ciencia absoluta, mientras la bsqueda en realidad no se limitaba,tal como pretenda [el nominalismo], a los verba, poniendo entre parntesis las res, sino que en las vinculaciones de los verba crea agotar todoel conocimiento de las relaciones reales, sin necesidad de retornar a la

    realidad ". Todo el saber quedaba circunscrito a una discusin sobrelas palabras.

    Ya en la segunda mitad del XIV, Jean Gerson sealar que la crisisque viva la poca, tanto de la cultura en general como de las ciencias

    morales en particular, radicaba esencialmente en la pretensin de someter la metafsica, la teologa y cualquier otra disciplina a las sutilezas de

    la nueva dialctica. A todos ellos, verbosi, sophistae, garruli, los caracteriza con agudeza: de solo nomine controversiam nectentes S4.

    Del siglo XII al siglo de Petrarca, se ha intentado, mal que bien, seguir la evolucin de la dialctica. Hasta qu punto este tcnica de discusin progresivamente complicada condicion el modo de trabajo esco

    lstico, lo prueban el incontable numero de manuscritos medievales repletos de temas para discusin (Utrum...), de quaestiones resueltas,

    algunas de media pgina, otras llenas de disquisiciones interminables55.Como se ver, la razn fundamental del rechazo a la dialctica escolstica de los siglos xiv y xv por parte de los humanistas, de Petrarca aLorenzo Valla, estar en la crtica tanto al lenguaje excesivamente tcnico como a la pretesa di rdurre ogni rcerca scientifica ed ogni attivit

    umana alia determinazione astratta e a pror di procedimenti dialettici 56.Se buscar recuperar su carcter original, una tcnica de la discusin,que nos permita evitar el error y reconocer la verdad.

    4. La Italia de Petrarca

    En Italia la enseanza corra por otros caminos. Las ciudades regidas por los comuni, gobiernos de carcter municipal, una vez terminadas las Cruzadas desarrollaron una prspera actividad econmica, quepronto se vio necesitada de una burocracia que asegurara la buena mar

    cha del gobierno, de la administracin y de la diplomacia. La enseanzaiba orientada a preparar futuros jueces, abogados, notarios o secretarios,con un evidente sentido prctico de la educacin. As, los maestros de

    " E Garin, La dialctica desde..., loe. cit., p. 151.54 Citado por E. GaRIN en Rinascite e rivoluzioni, ed. cit., p. 26.55 A corle de ejemplo, cf. J. DUNS ESCOTO, Cuestiones cuodlibetales, BAC, Madrid, 1968,pp. V-X (ndice), o P. MARSHALL, Parisian psychoiogy, en AHDLMA, 1984, pp. 101-193(132-193).

    54 E. GARIN, La cultura florentina..., loe. cit., p. 195.

  • 120 XAVIER TUBAU MOREU

    escuela trabajaban sobre manuales de retrica clsica, el De inventioney la Rhetorica ad Herennium, pero tambin sobre un vasto corpo deprecetti, modelli e formulan ad uso practico che forniva un' adeguatapreparazione per redigere documenti, lettere e discorsi e che va sotto ilnome di ars notara, ars dictaminis e ars arengandi ". En la urgenciade dar con modelli ms perfectos, curiales y docentes, espoleados por elpapel fundamental que jugaban en la sociedad, reconocieron pronto eltesoro inagotable que ofrecan los autores clsicos. De aqu, slo unosaos bastaran para que un juez y un notario de Padua, investigando olvidados anaqueles de la catedral de Verona o del monasterio de Pomposa, dieran con hallazgos tan extraordinarios como los versos de Catulo o

    las tragedias de Sneca58. Son los primeros tanteos del humanismo italiano, que durante siglo y medio contar sus ms ilustres nombres entremaestros de retrica y gentes de cancillera.

    Es fcil entrever el escaso inters que ofreca a maestros y alumnosde la Italia comunale, inmersos en la vida civil de las ciudades, aquellabrbara escolstica enfrascada en distinguir sutilezas y resolver cuestiones intiles tanto para la vida pblica como para la vida ntima de cadaindividuo59.

    Desde nio Petrarca respir el ambiente de una clase social cada vezms interesada por todo cuanto haca referencia a la Antigedad60. SerPetrarcco di Parenzo, padre de Francesco, vleme huomo, activo et as-sai prudente61, era notario como su padre y su abuelo. Desde 1312desempea su oficio en Avin, nueva sede papal, bajo la proteccin delcardenal Niccol da Prato y ms tarde de Napoleone Orsini. Ser Petrarcco,ante las dificultades de hallar alojamiento en Avin, enva a su mujer ya sus hijos, Francesco y Gerardo, a la pequea ciudad de Carpentras,donde el mozo Francesco recibe los rudimentos bsicos de la ensean-

    " P. O. KRISTELLER, Umanesimo e scolastica a Padova fino al Petrarca, en Studies inRenaissance ihought and letters, TV, Roma, Edizioni di Storia e Utteratura, 1996, p. 14.

    58 Para la relacin de Petrarca con Catulo, vid. G. BILLANOVICH, II Catullo della cate-drale di Verona, en Scire Hueras. Forschungen vtm mittelaltertichen Geislesleben, Munich,

    1988. pp. 35-57.w Claro que hubieron interesados en la filosofa escolstica que no dejaron de asistir alas aulas de Pars, como Marsilio de Padua, y que ocuparon un posto di mezzo tra la culturaumanistica e scientifica (P. O. Kristeller, art..cit., p. 24), pero sin duda fueron los menos.Cf. A. Poppi, Introduzione all'aristotelismo padovano, ed. cit., p. 20 Sobre su Defensor pa-cis, vid. Saturnino lvarez Turienzo, La edad Media, en Historia de la tica, I: De losgriegos al Renacimiento, ed. V. Camps, Crtica, Barcelona, 1988, pp. 464-467.

    * Para la vida Petrarca, vid. las referencias recogidas por CARLOS Yarza en la Nota bibliogrfica de su muy til Vida de Petrarca, en P. Obras, I: Prosa, pp. LXXXIV-LXXXV.Vid. tambin, U. Dorn, Vita di Petrarca, Bar, 1987; K. Foster, op. cit.. pp. 15-40.

    61 LEONARDO Bru, Vita del Petrarca, en Opere letterarie e polinche, a cura di PaoloViti, Unione Tipografico-Editrice Torinese, 1996, p. 553.

  • TEXTOS Y CONTEXTOS DE UNA POLMICA 121

    za, un poco de gramtica, de dialctica y de retrica62, de la mano deConvenevole da Prato, un maestro toscano exiliado al que Francescoayudar aos despus al verse aquel en dificultades econmicas. No hayduda de que la dialctica que le ense Convenevole, nada tena que vercon las sofisticadas construcciones de la escolstica contempornea M.

    En 1316 su padre le enva a Montpellier para que realice estudios deDerecho, que en 1320 continuar en la ciudad de Boloa, pero el jovenFrancesco parece ms interesado en la lectura de los clsicos que en elestudio de las leyes. Aprovecha cualquier interrupcin de las clases paraprocurarse libros, que compraba o copiaba para su biblioteca con los

    aos, una de las ms importantes en fondo clsico. As, por ejemplo,en 1325, durante una estancia en Avin se hace con las Etimologas de

    San Isidoro, La ciudad de Dios de San Agustn, las Epstolas de SanPablo y los poemas de Virgilio, todos ellos regalo de Ser Petrarcco, queparticip en el diseo del impecable cdice virgiliano (hoy en la restaurada biblioteca Ambrosiana de Miln)M. Un ao despus, la muerte delpadre obliga el regreso de Petrarca a la ciudad papal, abandonando Boloa y una carrera que no poda satisfacer sus intereses filolgicos65.En el periodo que va de 1326 a 1329, con apenas veinticinco aos, Petrarca inicia la restauracin de los Ab Urbe condita de Tito Livio, verdadera edicin crtica de las Dcadas I, III y IV, compiladas a partir deun riguroso cotejo de las fuentes conocidas en la poca. Pero tambin

    aqu recibi prstamos inestimables de cannigos interesados por las letras clsicas, manuscritos a los que le habra sido muy difcil acceder de

    62 Namque hoc tempore Carpentoras, civitas parva et illi ad orienten prxima, quadrien-nio integro me habuit; inque his duabus aliquantulum gramatice dyaletice ac rethorice, quantum etas potuit, didici (Posteritati, en Pmse, p. 8. Vid. tambin. Seniles, X, II, en Pmse,p. 1.094).

    63 Hecho que confirma el juicio de tienne Gilson al juzgarlo limpio de escolstica, peroque no implica las consecuencias que de esta circunstancia deduce el ilustre historiador, afir

    mando que no reaccion contra ella, como si jams hubiera existido tal escuela, y quesu polmica contra los dialcticos y el contagioso logicismo de sus mtodos no era uno delos temas inmediatamente universalizables en la Europa culta del siglo XIV. Abreviar lapolmica contra los moderni en una divertida indignacin, slo indica la perspectiva algo

    imprecisa desde la cual juzgaba Gilson los textos crticos de Petrarca, sin menoscabo de susmuchos aciertos (v.gr., los matices en la crtica de Petrarca a los aristotlicos). Vid. La filosofa en la Edad Media, ed. cil., pp. 668 y 670, y el comentario de GARIN en Rinascile e rivo-

    luzioni, ed. cit., pp. 78-79.M Vid. G. Billanovich, Dalle prime alie ultime letture del Petrarca, en // Petra/va adArqua. Alti del Convegno di Studi nel VI Centenario, pp. 15-16

    45 La muerte del padre debi colaborar (si puede decirse as) en el abandono definitivo dela carrera, hecho que le permiti entregarse a los Ab urbe condita ya en ese mismo 1326.Claro que Petrarca ofrece otras razones, maduradas posi eventum, segn las cuales abandonlas leyes porque las ve corrompidas por la maldad de los hombres (Posteritaii, en Pmse,p. 10), o por su insitus amor por la soledad (Familiares, IV, XVI, 13-14).

  • 122 XAVIER TUBAU MOREU

    no ser por las relaciones trabadas en Avin, ciudad en la que confluyeron personas y elementos decisivos en el aprendizaje de Petrarca 66.

    Con todo esto slo aspiro a perfilar el contexto social en el que sedesarrollaron los primeros pasos de Petrarca, hasta qu punto los intere

    ses de su estamento le facilitaron el acceso a libros y manuscritos quepermitan alimentar su inters por los autores clsicos y, sobre todo, cmoel concepto del lugar que ocupaba la enseanza en las ciudades italia

    nas, tan cercano al de la Antigedad, explicaba ya la actitud fundamental del Petrarca maduro contra los modernos (y con ellos gran parte de

    las ciencias de la poca). En definitiva, cmo un rechazo tan conscientey elaborado de una orientacin pedaggica, no se eriga en base a me

    ras antipatas personales ni constituan simples ejercicios de retrica67,sino que responda a una situacin histrica particular que actuaba deteln imprescindible en las lineas centrales de su polmica.

    5. La polmica en sus textos

    De todas las polmicas que inici o continu, del conjunto de opiniones crticas sobre aspectos polticos, religiosos o sociales de su tiempo, pocasdespertaron tanta pasin en nuestro humanista68, signo inequvoco de que

    66 F. RICO, Introduccin a P. Obras I: Prosa, p. XVIII, donde se destaca el papel fundamental de Avin en el desarrollo de las primeras empresas filolgicas de Petrarca, una ciudad en la que Niccol da Prato, el protector de Ser Petrarco, indujo a Juan XXII, en 1316, aencargar un comentario de Livio al dominico ingls Nicols Trevct, profesor de teologa enOxford y Londres. Donde Simone da Arezzo, el cannigo de Verona... que habfa conocido a

    Albenino Mussato, puso en manos de Francesco una preciosa aportacin italiana. Donde Lan-DOLFO COLONNA, protonobilissimus romanus (de la estirpe a que Petrarca iba a servir desde

    1330), cannigo de Chartres, le daba acceso a una joya de las bibliotecas francesas. DondeRaimondo Subirani, procurador del Rey de Inglaterra, discuta con el hijo de su colega SerPetrarco acerca de Tito Livio.

    67 En estos trminos resume P. O. Krsteller la crtica de Petrarca y Leonardo Bruni a loslgicos del XIV y XV. Vid, por ejemplo. El pensamiento renacentista y sus fuentes, ed. cit.,pp. 142-143, o II Petrarca, l'umanesimo e la scolastica, en U, VII (19SS), pp. 367-383(vid. tambin n. 110).

    u Incluso una de las escasas inconsecuencias deslizadas en el Secretum parece explicable por ese mismo ardor. Vid. F. Rico, Lectura del Secretum, p. 87, n.l 17, donde cita otrotestimonio de la irritacin que despertaba en Petrarca el hablar sobre los dialcticos (Familia

    res, XVI, XIV, 13). Rico ha despejado cualquier duda sobre la posibilidad de habrnoslas conuna interpolacin, sealando que tanto lineas anteriores como otras pertenecientes a la su

    puesta interpolacin (pp. 48 y 52) responden a una inspiracin del De Philosophie consola-tione. I, pr. 6, 14-15, con lo cual, hubieron de surgir ... con el modelo igualmente vivo enel espritu ( en su art. Ubi puer, ibi senex..., loe. cit., p. 187, n. 30). El desliz, con todo,

    sigue all, y casi nos obliga a pensar que el autor no repas (o lo hizo muy por encima) eltexto definitivo del pasaje. Lo cual no sera imposible dada la urgencia con la que concluyel Secretum antes de abandonar la Provenza en la primavera de 1353.

  • TEXTOS Y CONTEXTOS DE UNA POLMICA 123

    all tropezaban dos concepciones de la vida y del saber profundamente distantes. Una contienda que se rastrea durante casi tres dcadas en su prosa,de los Rerum memorndum fragmenta, abandonados en 1345, a la ltimade sus invectivas, Contra qui maledixit Italie, y que recibi una especialatencin entre los aos 1350 y 1353, trienio en el que se registra una mayor afluencia de dialcticos modernos en las aulas italianas.

    En la lectura de los textos (escritos o reelaborados post 1345) sorprende cmo Petrarca no deja adivinar la menor duda o retroceso en susopiniones antes de la madurez. As, no tiene inconveniente en escribircartas a compaeros ya fallecidos, como es el caso de Tomaso da Calora, despistando a fillogos y lectores que las suponen escritas muchos

    aos antes. Fracasseti, en su edicin del epistolario petrarquesco (1863),no dudaba en fechar una carta con directas crticas a los dialcticos {Familiares, I, II) en 1326, lo que ni siquiera vendra a sugerirnos una precoz maduracin de su postura frente a los moderni, sencillamente porque en el 26 Occam apenas comenzaba a influir con sus enseanzas. Lacarta, como demostr Billanovich, se escribi tra il '50 e il '51 w.

    Queda para atrevidas hiptesis (que yo no sabra formular) el entrever alguna evolucin en su punto de vista sobre el tema. Aqu me limitar a lo que de cierto conocemos, sus textos, que ir glosando y acercando entre s, sin atender (en general) a las fechas.

    Ya en el aislado retazo que abre la serie de ataques, escrito entre elverano de 1343 y febrero de 1345, damos con un par motivos que nodejar de manejar en aos sucesivos:

    Quid nunc dceres. Domiti, quando philosophia posthabita et ne-glecta, garrulitatem pro virtutes sedantes omnes se certatim addyaleticam transtulerunt, nec pudet in puerilibus senescere sa-

    pientie studium professos70.Se impone notar, pues, que tanto el adjetivo garrulitatem71 como elreproche de in puerilibus senescere sern habitual recurso de escarmiento.

    w G. Billanovich, Petrarca leuerato. I: Lo scrttoio del Petrarca, Edizioni di Storia eLetteratura, Roma, 1947, p. 48. Otro tanto nos confiesa de la Familiar I, XII, que trata deun viejo dialctico siciliano (del que no sabemos nada), cuando asegura haberla escrito inultos anuos antes de 1353, siendo en realidad escrita en fecha cercana a la Familiar I, VII(Invectiva contra medicum, III, en Prose, p. 652).

    10 Rerum memorndum, III, 47, 3. Observaba Garin que sarebbe importante stablire sela polmica contro i senes pueri fosse presente nel Secretum fino dal '42-'43, e in che misu-ra (Rinascite e Rivoluzioni, ed. cit., p. 85) Queda claro que, si bien el Secretum tuvo unaredaccin posterior, la cita de los Rerum memorndum mantiene la vigencia de su comentario.

    71 El adjetivo garrulitas es muy usado por Petrarca, v.gr. en Secretum, p. 52; Familiares,I, XII; Invectiva contra medicum, III, en Prose, p. 652; De ignominia, p. 1.142. Ejemplosmedievales en E. R. Curtius, op. cit. p. 632 y 665.

  • 124 XAVIER TUBAU MOREU

    La imagen del viejo ocupado en cosas de nios viene de antiguo72.Pero en las varas posibilidades expresivas que Petrarca encuentra al tpico, parece tener como punto de partida los senes pueri que Calci-dio, remontndose a Aristteles, cita en su comentario al Timeo platnico73.

    El manuscrito fue adquirido y estudiado en los meses dedicados a losRerum memorndum libri, estudio que se reanud agli anni '50 - o co-

    munque agli anni immediatamente succesivi al 1350, fechas que coinciden nuevamente con la aparicin del tpico74.

    Ni que decir tiene que las tales puerilibus no son otras que lasdisputas dialcticas. Lo precisa en el Secretum:

    Ista quidem dyaleticorum garrulitas ... diffinitionum huiuscemo-di compendiis scatet et immortalium litigiorum materia gloria-tur: ... Quid, obliti rerum, inter verba senescitis, atque nter pueriles ineptias albicantibus comis et rugosa fronte versamini?75Poco de ejercicio retrico y s una precisa sntesis de la perspectivadel saber que por entonces reinaba en la escolstica. En la exhaustivaespeculacin sobre los verba se les escapaban todas las res. Aos ms

    tarde parece delatar en sus cuatro amigos venecianos rastros de idnticacostumbre, al recordar que quicquid dicerem sic excipere 75.

    De lo que se trata, pensaba Petrarca, es de implicarse en lo que seestudia, de leer penetrando el sentido de los verba con las res cercanas,y no de trabajar mecnicamente. Buen ejemplo de tal actitud la encontramos en su interpretacin de un pasaje virgiliano {Eneida, I, 58-59):

    Per trras enim, quid nisi terrenam corporis materiam; per ma-ria quid nisi humorem quo vivitur, per celum vero profundum,72 El reproche de actitudes infantiles en los adultos est ya en la Odisea (I, 297; IV, 31).Para la imagen del viejo enfrascado en nieras vid. por ejemplo, TEOFRASTO, Caracteres,XXVII, o Valerio Mximo, V, 4. Vives, en Linguae, latinae exercitatio, XIX, criticar los ancianos que son dos veces nios, y recordar el puer centum annorum (Isafas, LXV, 20;XX) que ya escriba Petrarca en Invective contra medicum, III, en Prose, p. 680. En nuestras

    letras. Quijote, II, 48." Hos Ansiles 'senes pueros' vocal, quod mens eorum a mente puerili minime diffe-rat, CALCIDIO, Sobre el Timeo , CCIX (Arist. Pmtrept. fr. 17). La expresin aparece literal en Familiares, I, VII, 18 y en Invectiva contra medicum, IV, p. 944. E. GAR1N, La dialctica desde..., loe. cit., p. 152 n. 36, cita ejemplos contemporneos a Petrarca del uso de la

    idea de senescere puerilibus, en idntico contexto de critica a los dialcticos. No menosimportancia tuvo el elementarius senex de Sneca (Ad Lucilium, XXXVI, 4), giro usado enFamiliares, I, VII, 17, y XII, III, 19; o en Invective contra medicum, III, en Prose, p. 680

    74 SEBASTIANO Gentile, Le postule del Petrarca al Timeo latino, loe. cit., p. 131. Gen-tile no menciona ninguna glosa o seal de Petrarca al pasaje citado en la nota anterior.

    75 Secretum, p. 52.76 De ignorantia, p. 1.060.

  • TEXTOS Y CONTEXTOS DE UNA POLMICA 125

    quid nisi interiore loco habitantem animam dedit intellegi, ...quasi diceret corpus atque animam et breviter totum hominemcui dominabuntur, in precipitium agent".

    Del mito al logos, y por aqu toda una actitud ante las obras clsicas: Agustn celebra la enarratio de Francesco y corrobora la licitudde buscar sentidos moralmente valiosos a un texto quizs escrito por el

    autor con otras miras 78.Merced al ejercicio de la filologa, del cotejo de textos de distintaspocas al esfuerzo por apreciar el sentido propio de trminos segn loscontextos, Petrarca tendra desde joven una fuerte conciencia de la historicidad del lenguaje. Curado de cualquier dogmatismo sobre el valorinherente de los palabras, se confesar un mercator inops literarum 79,que entiende el lenguaje como instrumento de comunicacin, conscientede la naturaleza voluble de los trminos. As, si mutantur verba y

    manent res, lgico pensar que in quibus scientie fndate sunt m. Claroque para acceder a las res (y con ellas a la filosofa) deben antes conocerse los verba, son indispensables las artes del trivium. Pero estas son

    transitus hacia el saber, no terminus 8I. Parte fundamental de su polmica se construye en base a las implicaciones de este juicio.

    A Zanobi da Strada, maestro de gramtica, le aconseja ut scolis gram-matice dimissis, en favor de ms altas aspiraciones: Nec grammaticanec septem ulla liberalium digna est in qua nobile senescat ingeniu 82.

    El tono sosegado de una carta amistosa desaparece cuando idnticareflexin se aplica al mdico avionense:

    Verum scio quid ei, quid ceteris liberalibus artibus dandum sit;didici a philosophis nullam earum valde suspicere. Equidem, uteas didicisse laudabile, sic in eisdem senescere puerile est. ...

    Vem tibi metam, dyaleticam, statuisti83.

    77 Secretum, p. 124.71 F. RICO, Lectura del Secretum", p. 239, n. 364. Volver sobre todo esto ms abajo.79 De ignorantia, p. 1.080.80 Invective contra medicum, III, en Prose, p. 658.81 Familiares, XII, III, 19.62 Ibdem, 18." Invective contra medicum, II, pp. 876 y 880. Petrarca, irnicamente, le anticipa que nocomprender sus razonamientos aun siendo la lgica y la filosofa dominios del mdico (In

    vective contra medicum, IV, p. 958) Con claridad se advierte que la crtica no recae sobre lasdisciplinas, sino en los mtodos y el espritu que los anima. Otro tanto nos muestra lo quedice de los silogismos de un viejo dialctico: iam se non dyalectico modo, sed frencticumostendit (Familiares, I, XII, 4).

  • 126 XAVIER TUBAU MOREU

    Quienes no van ms all de las dyaletice scolas M, se condenan noslo a pasar la vida entre puerlibis, sino a quedarse sin acceso a lafilosofa. No aquella filosofa loquacem, scolasticam, ventosam, sinola verdadera filosofa, que habita no tanto in libris como in animis,y que sana el espritu, expulsa las vanas inquietudes, libera de los deseos, aleja los temores 85.

    Que Petrarca no deje de elogiar a la gramtica, la dialctica o lamedicina en un contexto tan ferozmente crtico, no prueba sino la precisa individualizacin del objetivo contra el que arremete86. Es probableque cuando pensara en la dialctica recordara la que Convenevole da Prato

    le haba enseado de mozo. Pero tambin el respeto que por ella sentanCicern o San Agustn debi confirmarle en su opinin favorable87. S

    neca tambin, pero menos. No creo arbitrario que en la carta ms importante que dedica a la polmica, de los autores clsicos a los que poda arrimarse escoja a los estoicos de la mano de Cicern.

    'Ergo' inquiunt, 'dyaleticam tu condemnas?' Absit; scio enim quantum illi Stoici tribuant, secta philosophorum fortis et mascula;cuius, cum sepe alias, tum in libro De finibus Cicero noster me-

    minit; scio quod una liberalium est et gradus ad alta nitentibus in-terque philosophorum dumeta gradientibus non inutilis armatura.Excitat intellectum, signat veri viam, monstrat vitare falladas; de-nique, si nichil aliud, promptos et perargutulos facit **.

    Petrarca remite al libro donde se encuentra el juicio estoico sobre ladialctica y desarrolla su opinin entremezclando formulaciones de su

    84 Familiares, I VII, 15.85 Medetur animis, inanes solicitudines detrhail, cupiditatibus liberal, pcllit timores (Familiares, XII, III, 10-11; es cita de CICERN. Tusculanas, II, IV, 11). Tambin en el prlogo a

    De Remediis, I, II contrapone la filosofa de la escolstica a la filosofa que ad salutempergit. Cf. Invective contra medicum, II, p. 886.

    ** De la gramtica se pregunta si hay algo tam utile... quam ipasarum literarum primacognitia (Familiares, I, VII, 17). De la dialctica dir que no est falto de ella, (non haccareo), Invective contra medicum, II, p. 876; vid. tambin p. 830. De la medicina, non

    artificium sed artfices improbavi, eosque non omnes, sed procaces atque discordes, delimitacin que no convence a Mario Martelli en su impecable ntroduzione, pues considera quepara Petrarca i medici in blocco (salvo rarissime eccezioni, puntualmente da identificare consuoi devoti o con suoi ammirator) son indegni di essere ascoltati (Petrarca: psicologa estile, p. XVI). Vid. tambin, en la misma invectva, pgs. 822, 832, 834, 844, 846, etc.

    87 Por ejemplo, de CICERN, Tusculanae, I, XIV; V, XXIV-XXV; Orator, IV, 113-118(otras en la nota siguiente); Quintiliano, Inslitutio oratoria XII, II, 10; San Agustn, ContraAcadmicos, III, XIII, 29.

    " Familiares. I, VII, 13-14. Sobre la dialctica en el De finibus, II. 17-18; III. 72 (en elque deba pensar Petrarca); y IV, 8-10.

  • TEXTOS Y CONTEXTOS DE UNA POLMICA 127

    cosecha con ideas de cuo tradicional89. Deca que no creo arbitraria laeleccin de Cicern y los estoicos como auctoritas en su defensa de ladialctica, cuando en Sneca encontraba frases anlogas donde se la de

    fine, en el marco de las partes de la filosofa, como el estudio de las apalabras y sus sentidos90. Y digo Sneca antes que otro porque de l

    ms que de nadie toma prestados giros e ideas para sus escritos. En lacarta, un poco antes recordaba Petrarca las burlas de Sneca y Cicern

    hacia las sutilezas de los dialcticos, lo que nos confirma que tena alalcance como auctoritas para el pasaje citado arriba, tanto a uno comoal otro. Pero ser Cicern el elegido, mientras que a Sneca le reservaruna cita para los senes pueri91. Tal vez consideraba que apoyarse en unautor del que proceden las ms agrias censuras contra las sofisteras dela dialctica no confera fuerza a su defensa92. Tal vez fuera slo el pruritode ostentar erudicin, el gesto que le llev al pasaje de Tulio sobre losestoicos en vez de acudir directamente al ms famoso de esta escuelafilosfica. O tal vez y por aqu va mi conjetura Petrarca distinguaen Sneca marcadas lneas de heterodoxia respecto a los estoicos, entre

    las cuales estaba el columpiarse entre una mera aceptacin y un rechazovirulento de la dialctica93.

    89 La dialctica como herramienta para discernir la verdad del error (I, VII, 13) es definicin tradicional que Petrarca no necesitaba leer en el De finibus (donde, en efecto, apareceen III, 72) para escribir este pasaje. La encontramos en Digenes Laercio, Vidas de filsofos, VII, 41, 42, 46, 62. A la Edad Media debi transmitirla San Isidoro (Etimologas, XXII,

    1). Slo que en la Edad Media, la definicin se aplicar a la lgica o a la dialctica segn elautor (vid. arriba, n. 39). La recuerda, por ejemplo, J. DE Salisbury, en el Metalogicon (II,

    II, 858d. en PL, 199); E. Deschamps en Van de dictier, y en nuestras letras, Alfonso dela Torre, en la Vtsin delectable (BAE, XXXVI. p. 344a), Lope de Vega, Anadia. V (Castalia, p. 410); o la def. que trae Covarrubias.

    90 Ad Lucilium, LXXXIX, 17.91 Familiares, I, VII, 18. Ya lo sealaba A. Bobbio: si varra dell'autorita di Cicerone e diSneca, togliendo a quest' ultimo quatche reminiscenza di immagine nel disprczzare il suoawersario (Bibliofttia, 1941, p. 237).

    92 Ad Lucilium, XLV, 5-13; XLVIII, 5-8. 10-12; XLIX, 6-9; LXXXII; CU, 20; CVIII, 12;CIX, 17; CXI; De fen.. I, 4 y III, 8.

    93 Su ms estridente heterodoxia fue despreciar la Lgica (J. C. GARCA BORRN, Losestoicos, en Historia de la tica, 1: De los griegos al Renacimiento, ed. cit., p. 236 recordar que los estoicos solan identificar lgica con dialctica, vid. Antologa de los primeros

    estoicos griegos, Akal, 1991, pp. 3S-37). Lo mismo dice Jess Mostcrfn en su Historia de lafilosofa, vol. 5; El pensamiento clsico tardo. Alianza, Madrid, 1994 p. 240. H.-l. Marrou,

    en la clasificacin de las artes liberales que rastrea en varios autores, propone las siguientespara Sneca: gramtica, msica, geometra, aritmtica, astronoma, excluyendo a la dialctica y la retrica (Saint Agustn et la fin de la culture antique, Pars, 1938, pp. 216-217, citado por E. Garin, La educacin en Europa, ed. cit., pp. 39-40, n. 12). Por todo esto no acabode ver acertada la notatio ad locum de Ugo Dotti en su ejemplar edicin de las Familaires ,al considerar que sulla pagina pelrarchesca hay una velada referencia a la epstola ad Lucilium LXXXIX, 9, 17, al hablar Petrarca de la secta fuerte y viril de los estoicos.

  • 128 XAVIER TUBAU MOREU

    Si advirti las diferencias de matiz entre el concepto del sapiens estoico, inclinado a la apatheia, y el de Sneca, un vir fortis que sufre eldolor y lo vence94, es fcil suponer que no se le escaparon en lo queafecta a la dialctica.

    Petrarca nunca recurri (en lo que alcanzo) al testimonio de Snecapara defender la dialctica. Por todo ello creo probable que lo incluyeraentre los ilustres philosophos que aseguraba desdeosos de la dialctica95. O en cualquier caso, entre aquellos que le ensearon a no sus-picere en exceso la ars disputandi y las artes liberales 96.

    De las varias tradiciones que confluyen a configurar algunos trazos desu polmica, una de las ms notables es el desprecio de las discusionesprolijas, donde se confiesan habilidades antes que afn de verdad. Abstinete a lite, et minus peccata rezaba el Eclesistico (XXVI, 10)", ya que,como advierte Salomn: Verba sunt plurima, multamque in disputandohabentia vanitatem (Eclesiasts, VI, 11)w. Con todo, la pagina divina tambinofreca reglas para la discusin, y de ellas se hace eco nuestro autor99.

    No hay duda que las discusiones son saludables, se dira Petrarca,pues una bien llevada disputatio dialctica, siempre agudiza el ingenio,

    nos ayuda a diferenciar la verdad del error, y puede adems ejercitarnosen el arte de la elocuencia, acercando posiciones que en un principio se

    apuntaban inconciliables. Nada que ver con el disputandi ardor de esassectas que no desean la verdad (non veri querendi) l0.

    Al escribir la ya citada carta a Tomaso da Calora, Petrarca tena frescala lectura de Quintiliano, en cuyos mrgenes haba sealado approva-zzioni frequenti alie invettive di quel classico contro i dialettici 101:

    94 Vid. F. RICO. Lectura del "Secretum; pp. 155-156 y pp. 165-167 (un botn de muestraen Familiares, I, I, 44).

    95 Invective contra medicum, II, p. 876.96 Ibdem. A ttulo de ancdota, sealar que incluso para quien conociera el origina) delDefinibas (que Petrarca tena desde 1343), el pasaje de Cicern en el que pensaba el huma-nista (III, 72) regalaba, seguida de la alabanza estoica a la dialctica, una defensa de la fsica, otro de los frentes de batalla de Petrarca (vid. n. 109).

    97 Citado en Familiares, XIX, XVIII, 13-14.98 La cita Petrarca en el De ignorantia, p. 1.096.99 Proverbios, XXVI, 4-5, citados en Invective contra medicum, III, en Prose, p. 678.100 De olio religioso, II, p. 790. Cf. CICERN, De oratore. I, XI, 47; San Agustn, Decivitate Dei, IX, V, y XIV, IX; Contra Acadmicos, II, IX, 22. Otro tanto apostillaba en el De

    Vera religione de San AGUSTN: Contra disputantes ad ostentationem scientie potius quamad inquisitionem veri (F. Rico, Petrarca y el De vera religione, loe. cit., p. 329). En Seniles, XII, II, dir de los modernos: qui nec loqui sciunt nisi disputent, nec disputare possunlquia nesciunt... (p. 1.008); en el Secretum, pp. 38, 42 y 104-106. Una de las crticas que

    Petrarca dirige a los mdicos no es otra que su gusto por las discusiones; el objetivo de talesdisputas lo seala en Familiares, V, XIX, 3, al arrimo de Plinio, Nat., XXIX, V, 11. Cf. tam

    bin. Invective contra medicum. I, pgs. 820, 822, 824, etc.101 G. Billanovich. Petrarca leterato, ed. cit., p. 49n; vid. M. A. LANZlLLarTA, Le postule del Petrarca a Quintiliano, loe. cit., notas, 6, 825, 1555, 1583.

  • TEXTOS Y CONTEXTOS DE UNA POLMICA 129

    Cum his, ut dixi, suo more contendere temerarium est, quippequi summam voluptatem ex contentione percipiunt, quibus non

    verum invenire propositum est, sed altercan. Atqui Varronis pro-verbium est: Nimium altercando ventas amittitur. Noli autemtrepidare ne in apertum sc[r]ipture solidique colloquii campumdescendant; hi sunt enim, de quibus Quintilianus nter Institu-tiones oratorias loquebatur: Quos reperias in disputando mirecallidos, cum ab illa cavillatione discesserint, non magis suffi-cere in aliquo graviore actu quam parva quedam animalia, que,

    in angustiis mobilia, campo deprehenduntur l02.

    Y si estas interminables discusiones, construidas en quaestiunculasy resueltas en conclusiunculas l03, ya le irritaban, solo faltaba que sulenguaje fuera el ms spero y fro de los posibles. Cuando una idea esobsesiva, todo reflexin puede encaminarse hacia ella. Slo as se explica que de un pasaje ciceroniano sobre la Divina Providencia, Petrarca leexprima un pretexto tan contemporneo como este:

    Idque velut manu lingue oculis hominum ingerendo, nisi ut auc-tore ac factore rerum cognito, puderet viros ingeniosos, a fonte

    ver felicitatis aversos, per opinionum devia vanis atque ardiscogitatibus circumvolvi? 104

    Un lenguaje austero y desfigurado por abstracciones que ya no dicenada al hombre, que no ofrece ni ejemplos ni consejos en los que verreflejadas sus angustias, sus pasiones, sus anhelos. El pasaje es ejemplo

    precioso de cmo se articula en su obra el esfuerzo por poner en cursoel legado de la Antigedad.

    Petrarca observ cmo del afn por discutir derivaba una complicacin de los argumentos, encerrando las dialctica disputado en una jer

    ga incomprensible, privilegio de especialistas, muchos de los cuales quedaron prendados del virtuosismo que llegaban a exhibir al poner en marcha

    102 Familiares, I, VII, 3-4. El proverbium viene de Macrobio. Saturnales, II, VII, I(para el problema de la atribucin a Varrn, cf. F. Rico, Lecirua del Secretum, p. 77, n.85);la cita de QU1NTILIANO, instulio oratoria, XII, II, 14.

    103 Son trminos acuados por Sneca (v.gr., en Epistolae ad Lucilium, CXI, 2) y Cicern(Tusculanas, II, 42). El diminutivo sugiere el carcter sofstico de los razonamientos. Para las

    quaestiunculas. Familiares, I, II, 18, donde tambin aparecen los trminos altercationi-bus y cavillationibus, ste ltimo usado por Cicern (Sneca, Ad Lucilium, CXI, 1-2); Las

    conclusiunculas, en Familiares, I, VII, 10; X, V, 9; Invective contra medicum, II, p. 880.IM De ignorantia, p. 1.080. El pasaje de Cicern que acababa de citar, en Tusculanas, II,XXXVIII, 96-98.

  • 130 XAVIER TUBAU MOREU

    aquel autnomo meccanismo di segni e di combinazioni logiche IOS.En el desprecio del gusto por la discusin y del estril tecnicismo, Petrarca era consciente de minar uno de los pilares de la baja escolstica.

    Reunida erudicin y elocuencia, hacia 1367 redactaba la ms briosasentencia al saber contemporneo, donde son difanas las alusiones a losbrbaros modernos:

    Sane in hac tanta scientie inopia, ubi implumes alas vento ape-rit humana superbia, quam frequentes et quam duri scopuli! quotquamque ridicule philosophantium vanitates! quanta opinionumcontrarelas, quanta pertinacia, quanta protervia! qui sectarum

    numerus, que differentie, quenam bella, quanta rerum ambigui-tas, que verborum perplexitas! quam profunde, quamque inacce-ssibiles veri latebre, quot insidie sophistarum omni studio veriiter vepribus ceu quibusdam obstruentium, ut nequeat internosciquis illuc rectior trames ferat! Quam ob causam Cato maior, ut

    novimus, pellendum censuit urbe Carneadem. Quenam postremohec inter hinc temeritas, hinc diffidentia maximorum hominumet desperatio quedam apprehendende veritatis! m

    El joven que sube educado entre tales sofisteras, acaba encontrandonatural una forma de pensar abigarrada, incluso puede tentarle el cifrar

    la profundidad de un pensamiento en lo aparatoso y desabrido de su expresin. En el lento avance por la selva de trminos escolsticos se dis

    tanciar de s mismo, apagando toda necesidad de introspeccin 107. Conlos aos aquel joven alumno, descuidada su vida ntima, colocar todasu felicidad en resolver un problema matemtico, en conocer el cursode los astros, la virtud de las hierbas o en vencer al rival en una dispu-tatio:

    Quem michi poetam dabis qui non prius eligat vita claudicarequam carmine? quem historicum qui, cum res omnium seculo-rum literis memorieque mandaverit, ... quid ipse agat rerumquesuarum ordinem viteque brevis reddere rationem velir aut va-

    leat? ... Ostende michi rethoricum qui non magis orationis de-

    105 C. Vasoli, Studi sulla cultura del Rinascimenlo, ed. cit.. p. 33.106 De ignorantia, pp. 1138-1140. Catn adujo como razn que cuando Carneades hablaba, era difcil distinguir las cosas ciertas de las falsas. Vid Familiares, XXII, II, 6-7. A Petrarca le gustaba recordar la ancdota: Cameade vidi in suo" studi si desto /che, parlandoegli, il vero e 'I falso a pena /si discernea, cos nel dir fu presto (Tronfo delta Fama, III,97-99).

    101 Las consecuencias son claras Doctus fen non potest, nisi qui se noverit atque odertignorantiem (Invective contra medicum, III, en Pmse, p. 678).

  • TEXTOS Y CONTEXTOS DE UNA POLMICA 131

    formitatem horreat quam vite; ostende dyaleticum qui non abaffectibus propriis quam ab adversarii conclusiuncula vinci ma-lit. Sileo arythmeticos ac gemetras, qui omnia numerant, om-nia metiuntur, unius anime nmeros ac mensuras negligunt m.

    El tema es conocido, pero no tanto el tratamiento que le dispensa.En efecto, Petrarca no se limita al gesto de trocar el yvc8i oe ouxovdeifico en crtica de los estudios cientficos l09, pues el tpico se aplica

    sin reparos a estudios que le tocaban de cerca, definitorios de los studiahumanitatis, como la historia, la retrica o la poesa. De lo que habla

    Petrarca es de hacer converger todas las ramas del saber hacia el hombre, a la manera de su querido Cicern (omnes artes quae ad humani-tatem pertinent habent quoddam comune uinclum, Pro Archia, I, II),perfilndonos el proyecto educativo que dcadas ms tarde Guarino Ve-ronese o Vittorino da Feltre ensayaran en sus escuelas ".

    Retomando el hilo de la crtica a las sutilezas dialcticas y a su lenguaje austero, es fcil sospechar cul era el reverso de aquel desprecio: la ne

    cesidad de la eloquentia '". A Francesco le encantaba aquella ancdota deAugusto narrada por Suetonio, segn la cual el emperador, ducho en la elocuencia, no slo llevaba escritas todas sus intervenciones en el senado, lasasambleas o el ejrcito, sino tambin las que sostena con sus amigos oincluso con su esposa Livia, cuando eran importantes "2.

    103 Familiares, XVI, XIV, 9-10.m Como s ocurre en otros pasajes de su obra, v.gr., en el De ignorantia, p. 1.038, o enFamiliares, III, I, 15. De estos y otros ejemplos se ocupa Rico en Lectura del Secretum,p. 136 y n. SO con abundante bibliografa.

    110 El texto de Petrarca nos advierte de cuan desencaminados van ciertos juicios de Kris-teller sobre la polmica humanstica (propaganda ruidosa) contra la ciencia medieval. Enefecto, no se trataba de una mera disputa entre facultades, ya que el proyecto aspiraba a una

    reforma, tanto en mtodos como en objetivos, de todas las disciplinas. Este intento de circunscribir la influencia del humanismo a concretos departamentos del saber, se contradice

    con los testimonios escritos de las enseanzas impartidas en fsica, lgica o dialctica porGuarino Veronesse (a cuya escuela acudi toda Europa) y otros maestros, adems de lasdisciplinas ms propiamente humansticas (Vid. E Garin, La educacin en Europa, 1400-

    1600, ed. cit., pp. 104-105 y todo el captulo 4). Cierto que en lneas generales los contenidos de los studia humanitatis acabaron siendo la retrica, la poesa, la historia o la filosofa

    moral (P. O. KRISTELLER, El pensamiento renacentista y sus fuentes, ed. cit., p. 126), peroeste hecho no debe ocultarnos que durante dcadas la perspectiva de Petrarca reflejada en eltexto citado fue compartida por aquellos que ms alentaron el sueo del humanismo (felizacuacin de F. Rico). Se trataba, en efecto, de un proyecto cuya misma imprecisin deutopa aseguraba su fertilidad (F. RICO, op. cit., p. 27), pero incluso en su calidad de bosquejo ideal, ignorarlo supone traicionar la razn misma del humanismo. Para la opinin de

    Kristeller, vid. arriba n. 67.111 Elocuencia que l confesar no poseer, v.gr. en Posteritati, p. 6 o Familiares, I, I, IS y 16.

    112 Vida de Augusto, II, LXXXIV. La ancdota reaparece en la carta Posteritati, p. 6. Enel De ignorantia, contrastando las dos ocasiones en que aparece mencionada la elocuencia de

  • 132 XAVIER TUBAU MOREU

    Petrarca no pensaba que fuera necesario llegar a tanto "3. Pero s tena claro el papel de la elocuencia en la filosofa "4, recordando con Snecaque el discurso es registro del espritu y el espritu es gua del discur

    so "5. En el De ignorantia le cuenta a Donato que los cuatro jvenesvenecianos no le envidian ni su sabidura ni su elocuencia.

    Non denique scientiam aut eloquentiam, quarum primam peni-tus nullam michi esse confirmant; altera, siqua esset, apud illoshoc moderno philosophico more contemnitur et quasi literatis

    viris indigna respuitur. Sic iam sola philosophantis infantia etperplexa balbuties, uni nitens supercilio atque oscitans, ut Cicero vocat, sapientia, in honore est, nec redit ad memoriam Platoeloquentissimus hominum, nec, ut sileam reliquos, dulcs ac sua-

    vis sed ab his scaber factus Aristotiles. Sic a suo desciscunt seudeerrant duce'".

    Palabras como estas facilitan el lugar comn de abreviar los contenidosde la crtica humanista a cuestiones de tipo esttico, a reproches de estilo.

    Augusto (pp. 1.060 y 1.096-1.098), se observa una leve incoherencia. En la primera se sorprende (mirar) de que un hombre con tantas preocupaciones curara tam exigue rei, mientras en la segunda esa misma elocuencia es ofrecida como ejemplo a seguir a los desabridosescolsticos. Leve desliz, desde luego, pero significativo de la dobc actitud que mantuvo toda

    su vida ante la elocuencia, la crtica o desengaada del Secretum y la favorable de las invectivas.

    115 Asegura en varas ocasiones preferir una charla espontnea y relajada con los amigos,por ejemplo, en su bellsima carta a Francesco Nelli, Familiares, XVIII, VIII, titulada:

    Fidem sufficere in amicorum colloqus nec querendum stilum. La misma idea en el Deignorantia, p. 1.060, y en la carta Posteritati, p. 6.

    114 En este caso las analogas entre la crtica a dialcticos y a mdicos, que aqu voyemparejando, si eran visibles en lo que afecta al gusto por las disputas (vid. n. 100), desaparecen en lo que atae a la elocuencia. Precisamente al mdico le recomienda que deje eloquentiam his quorum est propia, siguiendo el consejo de Virgilio que llamaba muda a lamedicina, quoniam muta debe esse, non loquax, y que comience a medicus esse (frayHernando de Talavcra subrayar esta crtica al presentar las invectivas escritas contra unmdico rudo y parlero; vid. M. Villar, Cdices petrarquescos en Espaa, ed. cit., p. 169).

    Las diferencias se explican porque la crtica va dirigida a carencias y abusos de ambas disciplinas, no al mero escarmiento. Todo lo cual corrobora la lucidez con la que aborda el tema.

    Vid. Invective contra medicum, III, en Pmse, pgs. 690 y 692. Son pginas donde se distingue claramente el objetivo de la crtica petrarquesca.

    115 Familiares, I, VIII, 2.'" De ingorantia, p. 1.032; para la filiacin intelectual de los jvenes venecianos, cf. P.O. Kristeller, Petrarch's averroists, loe. cit., pp. 59-65. El juicio sobre el estilo de

    Aristteles pudo leerlo en CICERN, De oratore. I, I, 49; Acadmicos, II, XXXVIII, 119; o enQuintiliano, Institutio oratoria, X, I, 83, e iba referido a unos dilogos perdidos de inspiracin platnica, no a las obras que nos llegaron del Eslagirita. Cf. P. O. KRISTELLER, Ochofilsofos del Renacimiento italiano, FCE, Madrid, 1996, p. 23.

  • TEXTOS Y CONTEXTOS DE UNA POLMICA 133

    Pero la rudeza del estilo escolstico (tanto en textos originales como entraducciones) no es subrayada por la necesidad de elegancias formales, subordinando el contenido a criterios de elocutio, sino por faltar en aqul elmenor asomo de vida, por estar enredado en abstracciones y ser incapaz decomunicarse fuera de un grupsculo de especialistas "7.

    Prueba de que apunta ms all de una simple crtica estilstica, es elreproche que dirige al admirado Cicern. Alaba su elocuencia y elegancia expresiva, pero no duda en censurarle que en su libro De naturadeorum, al hablar de los dioses y de la religin en general, esa mismaperfeccin formal haga resaltar la pobreza de contenido "8.

    La elocuencia, pues, es imprescindible, pero no puede agotar el discurso, antes debe conjugarse con una sapientia vertebrada de experiencia y noperder de vista que la Verdad gusta de expresare con sencillez "9.

    Claro que cuando lo que se pretende es barrer de la enseanza un hbito de trabajo tan arraigado, el ms trivial detalle es vlido para el escarmiento. En la invectiva contra Jean de Hesdin, ltimo desvelo en su carrerade escritor engag, donde construye toda su argumentacin sobre el desprecio de la barbarie glica l2 contrapuesta a la gloria latina, nada ms comenzar su largo escrito ridiculiza el estilo de su oponente:

    Quie, ne parum scolasticus videatur, et capitula et paragraphoset externe longam seriem scripture suis nugis inerserit tanto

    nisu, ut ridiculus labor suus pene omnes qui illas audierunt autlegerunt ... coegerit m.

    Criticar la prolijidad del francs (multiplicibus verbis) y marcardistancias entre sus formas de ordenar los contenidos l22. Pero donde Fran-

    117 E. GARIN. La revolucin cultural del Renacimiento, Crtica, Barcelona, 1981, p. 255.Cf. . GlLSON, La filosofa en la Edad Media, ed. cit.. p. 673.

    118 De ignorantia, p. 1.068. El pasaje debe cotejarse con una carta donde su juicio parecemenos rotundo (Familiares, XXI, X, 10-13). Vid. Invective contra eum qui maledixit Italie,p. 1.176; De ignorantia, p. 1.060.

    "' Sobre todo porque quicquid ab ullo vero dicitur, a Deo est (Familiares, XXI, X, 12).Para la exigencia sencillez, vid. Secretum, p. 40 y la notatio ad locum de Rico en Lectura delSecretum, pp. 61-63; Summum enirn ingenii et sciemie argumentum, dantas, dir en el Deingnoranlia, p. 1.096. Deben leerse en este contexto las crticas a los telogos que han convertido la teologa en dialctica (theologia dyaleticam efTecisset, Familiares, X, V, 8).

    120 La presencia del epteto barbaras se intensifica en la Invectiva contra eum qui maledixit Italie. Ante el enfado de Hesdin, su rival en la contienda, por ser llamado barbarus,Petrarca le aclara que entonces no est molesto con l sino con historiis mnibus atquecosmographis, que utilizan el trmino para referirse a tierras no romanas (p. 1.160). El epteto acabara siendo lugar comn para resumir to