Un Corazon de Nadie. F. Pessoa

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    Fernando Pessoa

    Un corazn de nadieAntologa potica

    (1913-1935)

    Traduccin, seleccin y prlogo de

    ngel Campos Pmpano

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    prlogo

    Fernando Pessoa: un corazn de nadie

    Fernando Antnio Nogueira Pessoa naci el 13 de juniode 1888 da de San Antonio, patrn de Lisboa en elcuarto piso de la casa nmero cuatro (cuatro son los poetas

    que habitaron especialmente su corazn deshabitado) de laplaza de San Carlos y muri, tambin en Lisboa, el 30 denoviembre de 1935. En los cuarenta y siete aos que me-dian entre estas dos fechas transcurri, sedentaria, sin ape-nas relieves externos, la existencia del creador de una delas obras ms complejas e inquietantes de la literatura con-tempornea. Fernando Pessoa vivi la primera infancia,junto a sus padres y su abuela materna Dionsia que su-fra locura rotativa, una enfermedad caracterizada porataques cclicos de gran violencia agresiva. Siendo nio, elpoeta presenci varias crisis agudas de su abuela que lomarcaron profundamente. Una de mis complicacionesmentales escribi en 1908, apenas cumplidos los dieci-nueve aos es el miedo a la locura, lo cual ya de por s eslocura. Esta preocupacincon frecuencia obsesiva ad-

    quirira formas y matices cambiantes a lo largo de su vida,pero no cabe duda de que los trastornos psquicos del poe-ta eran de otro tipo: depresiones profundas, ondas ne-gras, las llamaba, de origen histrico-neurastnico, comol mismo las definir ms adelante. Los primeros aos delpoeta transcurrieron en un hogar acomodado de clase me-dia ilustrada. Su padre, Joaquim de Seabra Pessoa, era unfuncionario inteligente y culto que ejerca tambin como

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    crtico musical del Dirio de Notcias, y que ya haba pu-blicado una pequea monografa sobre Wagner. Su madre,Maria Madalena Pinheiro Nogueira, fue educada en un co-

    legio ingls y posea una vasta cultura literaria, artstica ymusical muy superior desde luego a la de las mujeres de supoca, hablaba y escriba perfectamente en francs y eningls y conoca el alemn y el latn, a la vez que componaversos neorromnticos muy propios del momento. Peroquien ejerci una influencia decisiva en la educacin pri-mera del poeta fue su ta abuela Maria Xavier Pinheiro da

    Cunha, un tipo de mujer culta, escptica en religin, aris-tocrtica y monrquica con mejores dotes literarias quesu madre, ella fue quien sin duda le indujo a escribir sus pri-meros versos. Nunca escribe Pessoa, apenas mes y me-dio antes de su muerte, a Joo Gaspar Simes, el primerbigrafo del poeta he sentido nostalgia de la infancia;nunca he sentido nostalgia de nada. Soy, por ndole y en elsentido literal de la palabra, futurista []. Tengo del pasa-do tan slo la nostalgia de personas idas a las que he amado;pero no es una nostalgia del tiempo en que las am, sino deellas; las querra vivas hoy, y con la edad que hoy tendran sihasta hoy hubiesen vivido.

    Este ambiente familiar se modifica a partir de enero de1896, cuando el entorno del poeta pas a ser britnico, en-marcado concretamente en el mundo colonial ingls.

    Hurfano de padre desde los cinco aos, entre los siete y losdiecisiete aos vivi junto a su madre en la ciudad surafrica-na de Durban, en la que su padrastro el comandante demarina Joo Miguel Rosa ocupaba el puesto de cnsulde Portugal. All, en un ambiente cordial y tranquilo, pas elpoeta el final de su infancia y la adolescencia: Recib unabuena educacin []. La primera nutricin literaria de miniez fue lo que encontraba en numerosas novelas de miste-

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    rio y de horrendas aventuras. Poco me interesaban esos li-bros llamados para chicos, en los que se narran vivenciasemocionantes. No me atraa la vida saludable y natural. No

    anhelaba lo probable, sino lo increble, y ni siquiera lo im-posible en grado, sino lo imposible por naturaleza. Aun-que el libro que cita como el ms fascinante de ese perodode su vida es Los documentos pstumos del club Pickwick,leer a Dickens es proporcionarse a uno mismo una visinmstica, sin nada que ver con la visin cristiana del mundo.Es la antigua alegra bquica de poseer el mundo, aunque

    sea fugazmente, de experimentar la coexistencia y la pleni-tud humanas. En esa poca comenzaban a configurarse loque ms tarde sera un elemento distintivo de su personali-dad: la creacin heteronmica (el misticismo pagano de Reisy de Caeiro). Desde que tengo conciencia de m mismo meapercib de una tendencia innata a la mixtificacin, a lamentira artstica, adase a eso un gran amor por lo espiri-tual, lo misterioso, lo oscuro []. Nio aislado como era yno quera dejar de ser, ya me acompaaban algunas de las fi-guras de mi ensueo: cierto capitn Thiebaut, cierto Cheva-lier de Pas y otros de los que me he olvidado []. Esto pare-cer, sencillamente, imaginacin infantil que se entretieneatribuyendo vida a sus muecos. Pero era mucho ms queeso: no necesitaba muecos para concebir intensamente ta-les figuras. Claras y visibles en mi ensueo constante, reali-

    dades exactamente humanas para m, cualquier mueco lashabra estropeado por irreal. Eran personas.

    Curs la enseanza primaria en la escuela catlica dur-banesa de West Street y la media en High School conexcelentes calificaciones. Durante los dos ltimos cursosasisti adems a las clases de la Comercial School, dondeadquirira los conocimientos mercantiles suficientes que mstarde habran de servirle para ganarse la vida. En 1903 se

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    matricul en la Universidad de El Cabo. Obtuvo el QueenVictoria Memorial Prize, un premio otorgado al mejorensayo breve de carcter literario en lengua inglesa, dispu-

    tado por ms de un millar de candidatos, en su inmensamayora nativos. Sin duda, este premio le alent para per-severar en su carrera de escritor. Dos aos ms tarde, ycuando el joven Pessoa parece totalmente integrado en lavida universitaria britnicaya en posesin del Interme-diate Examination in Arts, decide interrumpir sus estu-dios, abandonar frica del Sur e instalarse definitivamente

    en Lisboa. No hay excesivos elementos de juicio para ex-plicar tal ruptura. Se han sealado problemas de adapta-cin cultural o cierto distanciamiento afectivo con respec-to de su madre (Gaspar Simes) o en opinin de AntnioQuadros la atraccin que el joven escritor sentira haciala tierra mtica del padre, el origen, el centro que le era de-sesperadamente necesario para no perderse de s mismo yde sus races, pero quiz la opcin ms plausible fue la de-cepcin del joven escritor por no poder continuar sus estu-dios en Inglaterra: la beca fue para el segundo de la lista,su condiscpulo Clifford Geerdts, que se march a estudiara Oxford con todos los gastos pagados por el gobierno deNatal. Sea como fuere, lo cierto es que el poeta no explicaen ningn momento las razones que le llevaron a tomar esadecisin, que a la postre sera vital en su biografa: adems

    de la separacin familiar lo que le supona la prdida deun estatus social y econmico muy favorable, representa-ba la adopcin de Portugal (mi patriaescribira ms tar-de es la lengua portuguesa) como patria cultural y civilfrente a sus hermanastros Joo y Lus Miguel, que optaronpor la nacionalidad inglesa, se graduaron en la Universi-dad de Londres y ejercieron sus carreras en Inglaterra.Quienes truncaron su destino (el de ser ingls) escribe

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    Alexandrino E. Severino le hicieron un inmenso favor a lacultura portuguesa.

    Cuando, en septiembre de 1905, se instala en Lisboa, las

    costumbres de Fernando Pessoa no son las propias de unjoven portugus de la poca, tiene un aire de extranjeroque ya no le abandonar con el paso de los aos. No es sloun adolescente con un amplio conocimiento de la literatu-ra inglesa, sino que adems siente una gran devocin in-culcada por W.H. Nicholas, profesor de latn que algunoscrticos quieren ver como modelo del heternimo Ricardo

    Reis por los grandes autores griegos y latinos, pero so-bre todo es un prolfico escritor en lengua inglesa desdelos catorce aos. Tras un ensayo aislado sobre poesa por-tuguesa y algn que otro poema, se inicia en la narrativabajo la fuerte impresin que le produjo la lectura de losPickwick Papers, sin embargo es la escritura potica deAlexander Search (Bsqueda) y Robert Anon (Annimo),dos personajes pessoanos, nacidos en 1903 y 1904, respec-tivamente, quienes influidos por las lecturas de Milton, By-ron, Keats, Pope, Shelley, Tennyson, etc., abordan una lite-ratura que de algn modo es el germen de lo que ser laobra futura de nuestro autor. Alexander Search posee ca-racteres que lo alejan de la mera seudonimia, se trata deun personaje ha escrito Teresa Rita Lopes que el autorvio existiendo fuera, al que dot incluso de vida perso-

    nal, aunque no pudo adquirir presencia dramtica como lade lvaro de Campos, por ejemplo. En verdad, Alexan-der Search nunca llega a configurarse con los elementosdistintivos de un heternimo, es ms bien un semiheterni-mo (como Bernardo Soares o el Baron de Teive), o quizhabra que considerarlo como el primer paso hacia la frag-mentacin heteronmica, que caracterizar ms tarde laobra del poeta portugus.

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    Su carcter reservado, cierta frialdad en el trato, su ten-dencia a la soledad, le hacen muy difcil el proceso de adap-tacin a una nueva cultura que hasta ahora apenas ha sen-

    tido como propia. Adaptacin que pasa por el deseo dematricularse en la Universidad de Lisboa, algo que no hacehasta octubre del ao siguiente, precisamente cuando sumadre llega a la ciudad para pasar unas largas vacaciones.Su paso por la universidad es extremadamente breve, por-que en mayo de 1907 coincidiendo con el regreso de sumadre a Durban la abandona para siempre. Es un mo-

    mento de incertidumbre, de desgarro interior, y tambin demiedo en ese periodo decisivo que l denomina su terceraadolescencia. Estoy sentado a mi mesa, con mi papel ymis plumas, y de pronto me asalta el misterio del universoslo tiene diecisiete aos cuando escribe esta nota; medetengo, tiemblo, siento miedo, y me gustara dejar de sen-tir, ocultarme, golpear la cabeza contra la pared. Felizaquel que es capaz de pensar profundamente; pero sentircon esa profundidad es una maldicin.

    Hasta ese momento, Fernando Pessoa se mantiene en si-lencio por lo que respecta a textos firmados con su nom-bre, en cambio sigue escribiendo en ingls la obra de Searchy de Anon. Contina con la lectura de los clsicos ingleses(Shakespeare, Blake, Byron, Milton, etc.), a los que aadeahora la obra de Baudelaire y de los simbolistas franceses;

    sin embargo, las incursiones en la literatura portuguesa noson todava demasiado frecuentes ni muy significativas.Toda la literatura portuguesa clsica escribe lvaro deCampos en un texto escrito en ingls, fechado en 1916difcilmente llega a ser interesante; incluso difcilmente lle-ga a ser clsica. Aparte de algunas cosas de Cames, queson nobles, otras de Antero de Quental, que son grandes;uno o dos poemas de Junqueiro, que vale la pena leer aun-

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    que no sea sino para ver hasta qu punto se educ una vezhabindo-se educado en Hugo; un poema de Teixeira dePascoaes, quien se pas el resto de su vida pidiendo excu-

    sas, en mala poesa, por haber escrito uno de los mayorespoemas de amor del mundo, si exceptuamos esto y otras in-significancias, el conjunto de la literatura portuguesa dif-cilmente es literatura y casi nunca es portuguesa. Sin em-bargo, hay dos nombres que no cita, el de Antnio Nobre y,sobre todo, el de Cesrio Verde, dos poetas muy admiradospor Pessoa (y por Campos), que le acercaron decisivamen-

    te a la poesa que se escribe en su pas.El abandono de la universidad (expulsado por su parti-

    cipacin en las revueltas de 1907, como sostiene su herma-no, o porque en realidad estaba absolutamente disconfor-me con los planes de estudios oficiales, que no le aportabannada) provoc una tensa situacin familiar y la suspensinde la ayuda econmica que mensualmente reciba de sumadre. Afortunadamente, vino en su ayuda la herencia desu abuela Dionsia (de la que siempre le obsesion comoya dije la posibilidad de heredar tambin su locura). El di-nero no era excesivo, pero con una buena administracinhubiera dado para obtener unas rentas fijas suficientes. Sinembargo, Pessoa decidi invertirlo. Enterado casualmentepor un anuncio en el peridico de que en la ciudad de Por-talegre se venda un taller de artes grficas, viaj a la ciu-

    dad alentejana (el nico viaje que realiz por Portugal entoda su vida), adquiri de inmediato las mquinas e impor-t otras de Espaa, las traslad a Lisboa, alquil un local ybautiz la nueva industria con el nombre de Empresa Ibis-Tipografa a Vapor, que nunca lleg a funcionar, a pesar desus grandes proyectos. Entrado el ao 1908, el poeta se en-cuentra en una situacin ruinosa y no le queda otro reme-dio que cerrar la empresa Ibis. El ibis simboliza la parte in-

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    fantil de su carcter. Al poeta le encantaban los nios, y aveces, jugueteando con sus sobrinos, recoga una de suspiernas y caminaba imitando al pjaro mtico de los egip-

    cios. Tras este fracaso, que ser el primero de una larga se-rie, no cuenta ya con ninguna ayuda familiar, si no es la deuna modesta renta procedente de la herencia paterna, insu-ficiente para poder subsistir. Pocos meses despus empiezaa trabajar como redactor de correspondencia extranjera enuna empresa de importaciones-exportaciones, tarea que,junto con las traducciones, constituir su principal fuente

    de ingresos. Un trabajo modestamente remunerado, perocon un horario flexible que no le ocupar ms de dos o treshoras diarias y que le permite mantener la suficiente liber-tad como para seguir ocupndose de la obra de Anon y deSearch, precursores ya est dicho de los tres grandes he-ternimos que surgirn ms tarde. Cumple con su tarea la-boral, mantiene excelentes relaciones con sus jefes y com-paeros y puede disponer, cuando lo necesita, de pequeascantidades de dinero (nunca acept someterse a un sueldofijo) mediante un sistema de retribucin de entregas acuenta. Moitinho de Almeida, hijo de uno de los empresa-rios para los que trabajaba, revela en 1985, un testimonioque refiere la actividad laboral del poeta en los aos veinte:Muchas veces asist a escenas como sta: el seor Pessoa,que trabajaba casi siempre en la mquina de escribir, se le-

    vantaba, coga el sombrero, se ajustaba las gafas y decacon aire solemne: Me voy al Abel. A nadie le extraabaesta actitud, excepto a m []. Segu yendo a la oficina ydesvel la manera de proceder del seor Pessoa, en la cualse mantendra a lo largo de su vida y que, al fin, no cons-titua ningn misterio: iba a la taberna ms cercana de laSociedad Vincola Abel Pereira da Fonseca para tomarseuna copa de aguardiente []. Un da fueron tantas las idas

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    al Abel, que en uno de sus regresos me permit decirle:Aguanta usted como una esponja, a lo que l inmediata-mente me respondi: Cmo una esponja? Como una

    tienda de esponjas, incluido el almacn. Es el nico defec-to de ser defecto que le conoc. Nunca hablaba mal denadie. Nunca pos de intelectual. Tena una palabra ami-ga para todos, y en la oficina todos le queran y respetaban.Se le estimaba como buen compaero y magnfico redactorde correspondencia. Hasta mi padre, que no lo tomaba enserio como poeta, le daba carta blanca para hacer lo que le

    apeteciera, porque deca siempre vuelve en mejor for-ma para trabajar.

    Hay que sealar, no obstante, que las dificultades econ-micas de Fernando Pessoa son el resultado de una opcin.Desdeoso de la fama, cosa para actrices y productosfarmacuticos, aunque no de la gloria, convencido deque la superioridad no se disfraza de payaso, desea tanslo la tranquila posesin de s; ntegramente Pessoa seentrega a su vocacin total de escritor, y para ello deberrenunciar a casi todo. En 1915, escribe a su amigo Arman-do Crtes Rodrigues: he visto que mis propsitos y ambi-ciones se levantaban cada vez ms a la altura de las cuali-dades que recib. Tener una accin sobre la humanidad,contribuir con todo el poder de mi esfuerzo a la civiliza-cin, se viene convirtiendo en los graves y pesados fines de

    mi vida. Y as, hacer arte me parece cada vez ms impor-tante cosa, ms terrible misin: un deber que he de cumplirarduamente, monsticamente, sin desviar los ojos del fincreador-de-civilizacin de toda obra artstica. La vida dePessoa es siempre un acto de renuncia en favor de su obra,un acto de renuncia que, tras el fracaso de su empresa edi-torial, le lleva a rechazar sistemticamente todos los traba-jos que le ofrecen, algunos magnficamente remunerados

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    como el de Jefe de Correspondencia y Archivo de la Com-panhia Industrial de Portugal e Colnias; tampoco se deci-de a trabajar con el editor norteamericano Kellog porque le

    obliga a trasladarse a Inglaterra, ni acepta la ctedra deLengua y Literatura Inglesa de la Universidad de Coimbra.En fin, el poeta lo tiene todo previsto. Ha diseado un plandestinado a alcanzar lo que l llama una estabilidad fi-nanciera. La forma de alcanzarla es aadir a los 31 dla-res de las dos oficinas otros 29 de procedencia por determi-nar. En rigor, para vivir me bastaran 50 dlares, puesto

    que tomando 35 como base indispensable, otros 15 resul-taran suficientes para lo dems (las cosas superfluas de lavida). Recurrir de vez en cuando a las traducciones parapoder permitirse algunos lujos con los que maquillar la aus-teridad en la que vive: seguir vistiendo en Loureno & San-tos, el mejor sastre de la ciudad, afeitarse diariamente enuna buena barbera, hojear novedades en la Livraria Ingle-sa o en Portuglia, donde le suministran libros sobre ocul-tismo y masonera, o encargar a alguna librera de Londreslos que no poda encontrar en su ciudad, comprar las cuatrocajetillas de tabaco que consume diariamente, y poco ms.Vivir en dieciocho domicilios diferentes, frecuenta restau-rantes de comida casera, consume aguardiente en tabernaspopulares, asiste a tertulias de caf y copa en el Montanha,A Brasileira, el Martinho de Arcada. No viaja al extranjero.

    Apenas conoce su propio pas. Su mundo exterior se reducea las calles de Baixa lisboeta, recorridas a pie, camino de laoficina, de los cafs, de las tabernas. Slo sali de Lisboapara ir con Oflia (su nica novia) hasta Belm; para visitara su madre, ya enferma, en una quinta cercana a la ciudad;para acercarse con algn amigo a Cascais o a Sintra.

    Una de las renuncias ms significativas de la vida de Pes-soa fue de algn modo su inhibicin en el mbito de las

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    relaciones sexuales. No encuentro dificultad en definir-me: soy un temperamento femenino con inteligencia mas-culina. Mi sensibilidad y los movimientos que de ella pro-

    ceden, y en eso consiste el temperamento y su expresin,son de mujer. Mis facultades de relacin la inteligencia y lavoluntad, que es la inteligencia del impulso son de hom-bre. En realidad, la nica relacin amorosa del poeta pla-tnica, aunque con indicios de que el platonismo no debide ser total fue con Oflia Queirs, una compaera deoficina. Fue una relacin en dos etapas (1920 y 1929-

    1930), con interferencias ambiguas de lvaro de Campos,el heternimo supuestamente homosexual de Oda marti-ma. La lectura de las cartas de amor de Pessoa demuestrancuando menos la imposible relacin del poeta con el otro,aunque poco antes de romper le comunica a Oflia su deseode vivir en el campo, para dedicarse mejor a su obra, inclu-so proyecta casarse con ella, aunque hace falta saber si elmatrimonio, el hogar, son cosas que me convienen, a m quededico mi vida al pensamiento. Tras la ruptura, el poetainteriorizar conscientemente toda inclinacin amorosa ysexual para transformarla en materia de sueo: Quienda amor escribe pierde amor. La mujer: buena fuente deensueo. No la toques nunca. Aprende a desvincular laidea de voluptuosidad de la de placer. Aprende a gozar nocon todo lo que es, sino con las ideas y sueos que produce.

    Pues nada es lo que es; ni siquiera los sueos son sueos.La inhibicin de Pessoa no es slo ertica, sino que afectaigualmente a cualquier aspecto de las relaciones humanas.No habr en ningn caso comunicacin intensa con los de-ms, ni siquiera con quienes l considera amigos suyos. To-dos los que lo trataron lo recuerdan como alguien distan-te, inaccesible. lvaro de Campos le reprochar la faltade asistencia al Maestro Caeiro en sus ltimos momentos:

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    Fernando Pessoa siente las cosas pero no se mueve, ni si-quiera por dentro. El poeta es plenamente consciente des-de el principio de esa incapacidad suya de comunicacin

    con los dems. No hay alma ms amante o tierna que lama, alma ms repleta de bondad, de compasin; sin em-bargo, no hay alma tan solitaria como la ma solitaria,hay que advertirlo, no por circunstancias exteriores, sinointeriores. Lo que quiero decir es esto: a la par de mi granternura y bondad se ha introducido en mi carcter un ele-mento de naturaleza enteramente opuesta, un elemento de

    tristeza, de egocentrismo, por tanto de egosmo, que pro-duce un doble efecto: deformar y perjudicar el desarrollo yla plena accin interna de esas otras cualidades, y perjudi-car, al deprimir la voluntad, su plena accin externa, sumanifestacin []. Hay entre m y el mundo una nieblaque me impide ver las cosas como realmente son: como sonpara los dems. As pues, el poeta slo compartir verda-deramente el mundo con sus otros interiores, cuya nicavoz mltiple le proporcionar la nica realidad posible, laque habitar para siempre su corazn de nadie.

    Fernando Pessoa es, no cabe duda, uno de esos escrito-res que constituyen un mundo cerrado, un mundo queprocede de la experiencia del hombre Pessoa, y cuyo uni-verso es difcilmente transferible. Pessoa es, sobre todo, los27.543 documentos manuscritos o dactilografiados que

    constituyen el legado de sus originales, que va acumulandoen la ya famosa arca de inditos, algunos de los cuales fue-ron ordenados dentro de sobres por el propio autor, pero lamayora quedaron sueltos para desesperacin de los estu-diosos de su obra.1912 es un ao decisivo en la vida del poeta. Es el ao en

    el que Fernando Pessoa se inicia en lo que convencional-mente llamamos vida literaria. Asiste a tertulias en los

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    cafs de la Baixa, en las que participaban, entre otros, M-rio Beiro (quien aos ms tarde formara parte del juradoque le concedi el segundo premio a Mensaje), el futurista

    Santa Rita Pintor, Lus de Montalvor (primer director deOrpheu), Almada Negreiros (pintor, dibujante, novelista,poeta, escengrafo, bailarn, personaje decisivo en el mo-dernismo portugus) y sobre todo Mrio de S-Carneiro,el nico amigo de Pessoa. Su amistad dur apenas tres aosy medio, la mayor parte de este tiempo estuvieron separa-dos: uno, en Lisboa; el otro, en Pars, pero mantuvieron una

    profunda comunin epistolar (aunque slo se conservanlas ciento catorce cartas enviadas por S-Carneiro, las dePessoa desaparecieron tras la muerte de su amigo). Pessoaes por esos aos un hombre de tertulia, un hombre que dis-cute, que ironiza, que se re de los escritores convenciona-les y hueros que dominan la vida nacional, aunque luegose retire hacia su casa, escabullndose melanclicamen-te. Pero tambin 1912 es el ao de su estreno literario.Curiosamente se da a conocer como ensayista con dos ar-tculos publicados en la revista A guia, de Oporto, rga-no de la sociedad Resnascena Portuguesa, que aglutinabaalrededor del poeta Teixeira de Pascoaes a escritores e inte-lectuales saudosistas: La nueva poesa portuguesa so-ciolgicamente considerada y La nueva poesa portu-guesa en su aspecto psicolgico, en los que profetiza la

    llegada de un Supra-Cames, el poeta supremo de la Euro-pa de todos los tiempos, un supremo despersonalizado.De quin puede estar hablando, sino de l mismo?: So-mos portugueses que escriben para Europa, para toda la ci-vilizacin; por ahora no somos nada, pero lo que ahora ha-cemos ser un da universalmente conocido y reconocido.Alejmonos de Cames, de todos los absurdos fastidiososde la tradicin portuguesa y avancemos hacia el futuro

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    []. Se prepara en Portugal un extraordinario renacimien-to, una resurreccin prodigiosa.

    Esa resurreccin viene de la mano de Orpheu, en 1915,

    punto de partida del modernismo portugus (conviene ad-vertir que lo que se conoce como modernismo en Portugalnada tiene que ver con la esttica modernista introducidaen Espaa por Rubn Daro); el modernismo portugushay que entenderlo como el nacimiento en este pas de lasliteraturas de vanguardia, en cuya invencin S-Carneiro yFernando Pessoa jugaron un papel decisivo. Todo, sin em-

    bargo, haba comenzado algn tiempo antes: por lo que serefiere a Pessoa, el 8 de marzo de 1914, el da triunfal desu vida (vanse las cartas a Casais Monteiro, incluidas en elApndice I), el da que un tanto novelescamente (a Pes-soa le interes siempre el gnero policiaco) inicia su dramaem gente. Merece que nos detengamos en la singularidadque este drama en gente, no en actos aporta al hecho po-tico pessoano, esto es, en la estructura heteronmica de suobra. Porque cuando nombramos a Pessoa, estamos nom-brando una totalidad que se nos presenta textualmentefragmentada, que incluye al propio Pessoa, que slo es realdentro de esa totalidad.

    El punto central de mi personalidad como artista esque soy un poeta dramtico: tengo continuamente en todocuanto escribo la exaltacin ntima del poeta y la desperso-

    nalizacin del dramaturgo. Vuelo otro: eso es todo. Enesta afirmacin del poeta, es decir, en la naturaleza dram-tica de su poesa, est la clave de la gnesis de los heterni-mos. Es imposible hablar de Fernando Pessoa sin referirsea ese descubrimiento suyo de escribir inventndose otros.Hoy constituyo el punto de reunin de una pequea hu-manidad tan slo ma. Los heternimos son la manifesta-cin suprema de una construccin racional elaborada en el

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    campo del lenguaje, el intento de dar voz a las paradojas ycontradicciones de una conciencia dividida, fragmentada,de explicarse desde la coherencia de las distintas voces que

    representan la imposibilidad de ser uno. Alberto Caeiro,Ricardo Reis, lvaro de Campos y el propio Pessoa quecomparte el mismo sistema potico que los tres heterni-mos principales y es tambin en ese sentido una realidad deficcin estn ntimamente relacionados entre s, partici-pan en un incesante dilogo unos con otros hasta confor-mar un verdadero debate sobre los grandes temas del pen-

    samiento y de la poesa del siglo pasado: la soledad, laconciencia, la importancia misteriosa de existir. Vivires ser otro. No es posible ni siquiera sentir si hoy se sientecomo ayer se sinti: sentir hoy lo mismo que ayer es recor-dar hoy lo que ayer se sinti, ser hoy el cadver viviente delo que ayer fue vida perdida. El debate entre verdad/fingi-miento referido a la poesa pessoana es un debate carentede sentido. La sinceridad de los heternimos est fuera detoda duda, si consideramos por una parte la absoluta cre-dibilidad y coherencia de los mismos, y, por otra, el hechode que su creacin sea algo intrnsecamente necesario alpropio poeta, que necesitaba dar a cada emocin una per-sonalidad, a cada estado de alma un alma. En Pessoa, lossentimientos carecen de valor e incluso de autntica reali-dad independientemente del pensamiento. El sentimiento

    slo se har poesa si se convierte en fingimiento (vaseel poema Autopsicografa). La creacin de los heterni-mos es un modo de sentirlo todo de todas las maneras. Estoda una literatura que yo he creado y vivido, que es since-ra porque es sentida y que constituye una corriente con po-sible influencia, benfica incontestablemente, en las almasde los dems. Lo que yo llamo literatura insincera no es laanloga a la de Alberto Caeiro, Ricardo Reis o lvaro de

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    Campos [], es algo sentido en la persona de otro; est es-crito dramticamente, pero es sincero (en mi grave sentidode la palabra), como es sincero lo que dice el rey Lear, que

    no es Shakespeare, sino una creacin suya. Llamo insince-ras a las cosas hechas para sorprender, y tambin a las co-sas que no contienen una idea metafsica fundamental, estoes, por donde no pasa, aunque sea como un viento, una no-cin de la gravedad y del misterio de la Vida. Por eso es se-rio todo lo que he escrito bajo los nombres de Caeiro, Reis,lvaro de Campos. Puse en los tres un profundo concepto

    de la vida, distinto en cada uno, pero en todos gravementeatento a la importancia misteriosa de existir.

    No cabe duda de que la poesa escrita por Alberto Caei-ro (1889-1915) marca la lnea que subyace a toda la obrapessoana. O Mestre nace como el poeta de la espontanei-dad, del instinto, su poesa es visceralmente vivencial,construida a partir de las impresiones que recibe de su per-manente contacto con la naturaleza, no ser por tanto unaconcepcin de la vida, sino una actitud ante la misma; aspi-ra a una realidad utpica: el regreso al hombre natural yprimitivo que vea nacer el Sol y an no lo adoraba. Supoesa es la afirmacin absoluta del espritu, puesto que al le basta existir para ser completo. El poeta se definecomo un animal humano que la naturaleza produjo. Lanaturaleza como conjunto sera una creacin de nuestro

    pensamiento, por eso defiende la singularidad del rbol ode las flores. La verdadera necesidad del poeta la podemosresumir en el penltimo verso de El guardador de Rebaos:Sentir la vida correr por m como un ro por su lecho. Elverdadero conocimiento de las cosas tiene que ser inmedia-to, captado al momento por los sentidos: el verdadero sen-tido oculto de las cosas es el hecho de que no tengan senti-do oculto alguno, las cosas simplemente existen, todo lo

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    dems es mentira. Caeiro necesita expresar la realidad deun modo objetivo, de ah el frecuente uso que hace de unlenguaje directo, el nico que siente como vlido. La po-

    breza lxica, la escasa adjetivacin de su obra responde asu concepcin vital, una concepcin que procura la ma-yor adecuacin posible entre la palabra empleada y su pro-pia visin de las cosas. Si Caeiro habla escribe OctavioPaz es porque el hombre es un animal de palabras comoel pjaro es un animal alado. El hombre habla como el rocorre o la lluvia cae. El poeta inocente no necesita nombrar

    las cosas; sus palabras son rboles, nubes, araas, lagarti-jas. Tal vez la obra de los dems poetas de la coterie bsi-ca de Pessoa puede ser vista como asegura Rinaldo Gamacomo una respuesta al desafo impuesto por la, digamos,antipoesa de Alberto Caeiro. La aparicin de la obra deReis, Campos y del propio Pessoa-ele mesmo fue un modode reafirmar los signos, que Caeiro da como irremediable-mente perdidos. Cada uno tratara de encontrar su caminopara hacer frente a la embarazosa situacin creada por lapoesa caeiriana []. Tras crear, dramticamente, su pro-pio proceso metalingstico, Caeiro abre la posibilidadpara que surjan los procesos de otros dramas, es decir,otros poetas. Los dramas individuales se completan en elgran drama pessoano o pessoano-caeiriano.

    El doctor Ricardo Reis (1887- ?) es clsico ms romano

    que griego en su potica y clsico tambin ms griegoque romano en su filosofa, en su concepcin estoica delas cosas del mundo. Su lenguaje es el de un poeta cercanoa Horacio. Su literatura es de un cuidado formal exquisito,latinizante, plagada de deliberados arcasmos tanto lxicoscomo sintcticos. Es la suya una poesa medida, rigurosa,perfectamente elaborada, que nos presenta cada vez conms nitidez las obsesiones fundamentales del poeta: la des-

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    personalizacin, el fingimiento, la renuncia del amor, etc-tera. La obra de Reis es un esfuerzo lcido, conciso, inten-so y disciplinado siempre por lograr una cierta calma inte-

    rior: Para ser grande, s entero: nada / tuyo exagera oexcluye. / S todo en cada cosa. Pon cuanto eres / en lo m-nimo que hagas. / As en cada lago la luna toda / brilla por-que alta vive.

    El heternimo que mejor nos permite entender la mo-dernidad de Pessoa es sin duda lvaro de Campos (1890-aunque no se ha podido precisar la fecha de su muerte, sta

    no debe ser anterior a octubre de 1935, fecha en que se datasu ltimo poema conocido), un personaje complejo, intere-sado por las mquinas y por las violentas realizaciones tc-nicas de nuestro tiempo. Fue el nico heternimo que co-noci personalmente a su autor, que puso en l toda laemocin que no me doy ni a m ni a la vida. Es un poetade raz whitmaniana y futurista en sus poemas ms exten-sos, Oda martima, Oda triunfal, poemas que de re-pente rompen la secuencia apologtica de las sensaciones ylo devuelven a la nostalgia ms recndita de su intimidad.Tras una larga crisis, en la que algo tuvo que ver el suicidiode su amigo S-Carneiro, se refugia en un largo silencio,para reaparecer ms tarde con poemas tan estremecedorescomo Estanco un esplndido texto que me lig parasiempre, hace ya veinticinco aos, a los versos de este gran

    genio portugus. El poema se estructura como el monlo-go de un personaje que, tras la ventana de su cuarto con-templa la calle y las gentes que pasan y la puerta de un es-tanco. Entre la realidad exterior y el personaje que mirahay una barrera infranqueable: es el misterio de la realidada partir de algo tan anodino como puede ser una calle cual-quiera y un estanco. La nia sucia que come chocolatinas(como el nio desconocido y sucio que apareca en un poe-

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    ma de Caeiro) simboliza la inocencia, la ausencia de auto-rreflexin a la que el poeta aspira. Sin duda es ste uno delos grandes poemas de la historia de la poesa de todos los

    tiempos.El ortnimo Pessoa es el poeta del vaco, de la nada, lo

    que queda tras la creacin de Caeiro, Reis y Campos. Estaafirmacin de Jorge de Sena, un tanto exagerada, cobratodo el sentido para quienes creemos, como l asegur a lolargo de toda su produccin crtica sobre Fernando Pessoa,que el ortnimo no es sino un heternimo ms: el paulista,

    el interseccionista, el gnstico, el ocultista diletante, el me-tafsico, el poeta popular, en fin, el que faltaba para com-pletar la magia de una potica tan sobrecogedora.

    Dentro de un bal de madera donde el poeta iba guar-dando sus poemas convivan todos, desde el ms precoz,Chevalier de Pas, creado cuando el poeta tena seis aoshasta el ms convulsivo, el ingeniero lvaro de Campos.Pero tambin Caeiro y Reis, y Bernardo Soares y Alexan-der Search, y Antnio Mora y Baron de Teive y Coelho Pa-checo toda una multiplicidad de mscaras (pessoas) quese fue adhiriendo poco a poco al rostro del poeta hastamoldear una de las ms apasionantes experiencias poticasdel siglo xx.

    Aunque el nuevo clima literario que anhelaban los es-critores tertulianos de los cafs de la Baixa ya se haba lo-

    grado con la publicacin de O sino da minha aldeia yPais, los primeros poemas publicados por Pessoa, bajoel ttulo Impresiones del crepsculo. Pais (Paular)era tan aparentemente inslito y nuevo que de l nacera elprimer ismo de la potica comn: el paulismo, un movi-miento fuertemente influido por el simbolismo, caracteri-zado por una gran complejidad formal es casi imposiblearriesgar un traduccin precisa de sus versos y una falsa

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    complejidad de contenido. La vida de Orpheu fue muy bre-ve. Se publicaron dos nmeros: el de enero-febrero-mar-zo, dirigido por Lus de Montalvor y Ronald de Carvalho

    (poeta brasileo al que haba recurrido Montalvor paraintentar difundir el nmero en Brasil) y el de abril-mayo-junio, dirigido ya por Fernando Pessoa y Mario de S-Car-neiro, que supuso un desafo mayor y mucho ms directo,pues en l se incluan la colaboracin plstica del extrava-gante Santa Rita Pintor y la colaboracin potica de ngelode Lima, un paranoico que se encontraba internado en un

    hospital psiquitrico. Su nueva y revolucionaria literaturasorprende e intranquiliza a la literatura oficial, que arre-meti contra ese grupo de jvenes escritores que tuvieronla osada de publicar en Orpheu (entre ellos tres de losgrandes nombres de la literatura portuguesa del siglo pasa-do: Pessoa, S-Carneiro y Almada Negreiros) escribiendoartculos periodsticos con titulares tan llamativos comoLiteratura de manicomio, Orpheu en los infiernos, et-ctera. Los problemas de financiacin y el suicidio de S-Carneiro en Pars, el 26 de abril de 1916, haban acabadocon toda posibilidad de continuar con la revista. El tercernmero, destinado a salir tras varios aplazamientos enseptiembre de ese mismo ao, qued indito, en pruebas.En las pginas de Orpheu aparecieron algunos de los tex-tos ms representativos de la obra pessoana: El marinero,

    Lluvia oblicua (firmados por el Fernando Pessoa, elemesmo) y Opiario, Oda martima y Oda triunfal delvaro de Campos, as como otros magnficos textos fir-mados por S-Carneiro y por Almada. Con slo dos nme-ros, Orpheu cambi el rumbo de la literatura portuguesacontempornea, logr lo que pretenda: despertar a unasociedad adormilada, una sociedad formada por peque-os burgueses bienpensantes republicanos y monrqui-

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    cos que, en modo alguno podan asumir el agresivo inmo-ralismo esteticista de los jvenes rficos; stos sin dudatambin se vieron sorprendidos por la repercusin que, de-

    bido a los escndalos, haba alcanzado la revista. RobertBrchon escribi en 1976: el momento de Orpheu es unaexplosin casi sin maana, provocada por un grupo homo-gneo y muy restringido, cuatro poetas de primera magni-tud, dos de los cuales forman uno: Almada Negreiros, S-Carneiro, lvaro de Campos y Fernando Pessoa []. Sinduda, para la pequea historia de la literatura el movimien-

    to de Orpheu, que se reclama de Marinetti y se presentasimultnea o sucesivamente como modernista, sensacio-nista, interseccionista, simultaesta, etctera, puede pare-cer el avatar provinciano de una revolucin de la sensibili-dad nacida en un lugar distante []. Tal vez un da hayaque prestar justicia a ese momento excepcional de la histo-ria cultural que fue la aparicin en Lisboa, el ao 1915(exactamente el 26 de marzo), de la revista Orpheu.

    En noviembre de 1917, animada por Almada Negreirosy Pessoa-lvaro de Campos, aparece el nico nmero dePortugal Futurista, que incluye Ultimatum, el texto mscombativo del ms arrebatado de los heternimos pessoa-nos. Nuevo escndalo de prensa y pblico, tras la lecturadel Manifesto da Luxria de Almada. La revista apenaslleg al pblico porque fue secuestrada por la polica. A lo

    largo de los prximos cuatro aos, Fernando Pessoa cen-tra su esfuerzo en la publicacin de sus poemas en lenguainglesa, tal vez confiado de que su obra poda tener algunarepercusin en Inglaterra. Fue ste uno de los pocos mo-mentos en los que el poeta parece preocuparse por la posi-ble repercusin exterior de su literatura. Los poemas An-tinous, Inscriptions, Epithalamium, 35 sonnets,fueron editados por Olisipo (empresa de corta vida, que

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    acababa de fundar), escritos en un ingls impecable, aun-que excesivamente literario, son los nicos textos pessoa-nos de claro contenido ertico: Son mis nicos poemas

    escriba Pessoa en 1930 que ntidamente cabe llamarobscenos. Hay en cada uno de nosotros, por poco que setienda instintivamente hacia la obscenidad, un cierto ele-mento de tal orden, cuya importancia vara, evidentemen-te, de un hombre a otro. Como estos elementos, por peque-o que sea el grado en que existan, constituyen un ciertoestorbo para algunos procesos mentales superiores, por

    dos veces decid eliminarlos gracias al sencillo mtodo deexpresarlos intensamente.

    Parece que el destino literario inmediato de Pessoa era elde convertirse en personaje de escndalo en su propio pas,a pesar de que su poesa segua siendo ignorada por elgran pblico. En 1922 publica en el nmero 3 de la revistaContempornea un magnfico ensayo Antnio Botto y elideal esttico en Portugal. Botto autor de Canes eraun poeta maldito, considerado como el cantor del amorurnico, as es que los crticos conservadores volvieron ala carga. Pessoa despach a uno de ellos haciendo simple-mente una observacin gramatical en tres lneas sobre suprosa. Edit ms tarde un folleto de Ral Leal, Sodoma di-vinizada, que desat de nuevo las iras de los universitariosdel Centro Catlico, que formaron una Liga de Accin, al

    tiempo que provocaron varias algaradas callejeras queacabaron con el secuestro de las obras de Botto y de Leal.Pessoa respondi con dos manifiestos uno firmado porlvaro de Campos, el otro por l mismo distribuidos amano por las calles de Lisboa: Slo la nfima canalla ca-llejera insulta a un loco (haban tachado de loco a RalLeal), y en pblico. Slo un canalla ms bajo que la canallacallejera lanza ese insulto a sabiendas de que miente [].

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    No creo que a lo largo de mi vida, sea cual fuere su discu-rrir, me pueda caber mayor honor que el presente de tenercomo compaero al Dr. Ral Leal en esta aventura de la

    cultura en la que coincidimos, solitarios y diferentes, fren-te a la burla y el insulto de los canallas.

    La ltima aventura de Pessoa en el mundo literario serla publicacin de la revista Athena, dirigida por l y porRui Vaz (profesor de dibujo y pintor, que ha financiado laempresa). Aparecern cinco nmeros entre octubre de1924y febrero de 1925. El tono de la publicacin es bien distin-

    to al de las anteriores. A pesar de la calidad de sus cola-boradores (Pessoa, S-Carneiro, Almada, Botto, etctera)no logra enriquecer la renovacin iniciada en 1915. Sinduda, lo ms importante de esta empresa fue el hecho deque en sus pginas se dieran a conocer los otros dos gran-des heternimos de Pessoa lvaro de Campos ya habaaparecido en las pginas de Orpheu, que hasta entonceshaban permanecido inditos: Ricardo Reis, del que se in-cluyen el Libro primero de las Odas (veinte poemas) en elnmero 1 y el maestro Alberto Caeiro, del que se publicancuarenta poemas (veintitrs de El guardador de rebaos,en el nmero 4, y diecisiete de Poemas inconjuntos en elnmero 5). El propsito de esta publicacin era el de crearuna revista puramente de arte en la que proponer unmarco para la reflexin esttica y artstica, que se haca ya

    imprescindible, una vez finalizado el tiempo de la van-guardia histrica. Athena se transforma as escribe An-tonio Sez Delgado en la publicacin que ve circular porsus pginas, por primera vez y nica en una revista, a todoslos nombres del universo potico pessoano: lvaro deCampos, Ricardo Reis, Alberto Caeiro y el propio Fernan-do Pessoa. Las diferentes mscaras tienen ahora la oportu-nidad de entrar en dilogo abierto, en un recorrido que pa-

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    rece perfectamente trazado por el director de la revista(Pessoa) a lo largo de sus diferentes nmeros.

    La revista Athena cierra, de alguna manera, un ciclo de

    presentacin al pblico de la obra pessoana. El poeta, quetiene ya treinta y seis aos, se ha dado a conocer. No es, enrigor, un indito; pero tampoco ha logrado en modo algu-no el reconocimiento que su obra mereca. Todo se reduce,de momento, a los elogios de los amigos en las tertulias delos cafs. El mismo ao de la desaparicin de la revistamuere su madre, y dada la fuerte dependencia afectiva, Pes-

    soa se siente absolutamente desolado. l y sus heternimosguardan un silencio casi absoluto, roto tan slo por la re-daccin, en 1926, de una serie de textos de doctrina eco-nmica y empresarial, aderezados, eso s, con deliciososcomentarios sobre la psicologa del empresario, del emplea-do, sobre la organizacin de oficinas, la redaccin de co-rrespondencia, la publicidad (haba ideado un excelenteeslogan para su patrn, importador de Coca-Cola: Primei-ro estranha-se. Depois entranha-se), etctera. Por aquellosdas se produce un golpe de Estado y con l una dictaduramilitar que acabar desembocando en lo que se dio en lla-mar el Estado Novo, dirigido por Antnio de OliveiraSalazar, un catedrtico de Economa Poltica de la Univer-sidad de Coimbra que, desde el Ministerio de Hacienda, seencumbrar, tras cambiar la Constitucin en 1933, a la Pre-

    sidencia del Gobierno, y en ella permanecer cuarenta y unaos. Pessoa publica por aquel entonces un folleto: O Inte-rregno. Defensa e Justificao da Ditadura Militar em Por-tugal (1928), en el que de un modo ambiguo y por qu no,un tanto inocente justificaba la presencia de una dictaduraen su pas (hay que sealar que el texto fue redactado conanterioridad a la definicin de la incipiente dictadura comoEstado totalitario y corporativista). Pero tal dictadura no

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    ba: Pessoa ha realizado esta cosa extraordinaria: aislarsede la vida, rehusar la gloria para no mutilarse. Este solita-rio, con la riqueza de tantas vidas en una sola vida, sabe

    burlarse de nosotros. Ha tenido el arte de construir consigomismo, para s mismo, un universo tan perfectamente frtilen magia imprevista, en descubrimientos fecundos, que to-dos los dems somos para l intiles y casi inoportunos.No le interesa iniciarnos en las maravillosas fantasas de suteatro secreto.

    Tras sus colaboraciones en Presena, Pessoa parece re-

    pentinamente animado. He llegado a la edad le escribe aOflia, con la que inicia de nuevo un breve noviazgo, queromper definitivamente en enero de 1930 en que se tieneel pleno dominio de las propias cualidades, y la inteligenciaalcanza la fuerza y destreza que puede alcanzar. Es, pues, laocasin de realizar mi obra literaria completando unas co-sas, agrupando otras, escribiendo las que estn sin escribir.Para realizar tal obra necesito sosiego y un cierto aislamien-to. Por desgracia no puedo abandonar las oficinas dondetrabajo (no puedo, claro est, porque no dispongo de ren-tas), pero puedo, reservando para mis servicios en dichasoficinas dos das por semana (mircoles y sbados), dispo-ner como mos y para m de los cinco das restantes [].Toda mi vida futura depende de que pueda o no hacerlo, yen breve. Por lo dems, mi vida entera gira en torno a mi

    obra literaria; buena o mala, lo que es o pueda ser, todo lodems de la vida tiene para m un inters secundario. Estapreocupacin por su obra le lleva a la revisin lenta y pau-sada de los papeles con el fin de publicar uno o dos librosa final de ao, un proyecto que quedar igualmente apla-zado para siempre. El primitivo esquema de la edicin desu obra se reduce ahora a slo dos libros: Portugal(que fi-nalmente se publicar con el ttulo de Mensaje) y Cancio-

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    nero (que incluira buena parte de los poemas firmadoscon su nombre) y dos proyectos de libros: Livro do Desas-sossego de Bernardo Soares y Fices do Interldio, que re-

    cogera la poesa completa de Caeiro, Reis y Campos. En-tretanto sigue redactando cartas comerciales en ingls y enfrancs para poder sobrevivir.

    Leyendo The Confessions, de Aleister Crowley poeta,satanista, tesofo, astrlogo, heroinmano, montaero,aristcrata arruinado, Pessoa advierte un error en elhorscopo del mago ingls, recogido en su libro, y le escri-

    be a la direccin de su editor para comunicrselo. Los co-nocimientos astrolgicos de Pessoa maravillaron tanto alexcntrico escritor ingls que, tras un intercambio episto-lar, Crowley emprende un viaje a Lisboa para conocerlopersonalmente. As se inicia una de las fases ms curiosasde la aventura ocultista de Fernando Pessoa. En el muellecuenta Gaspar Simes, Fernando Pessoa, transido y t-mido, ve avanzar hacia l, alto, corpulento, envuelto en unacapa negra, cuyos ojos, a la vez maliciosos y satnicos, lelanzan una mirada de reproche, mientras exclama: Quidea la de enviarme la niebla hasta all arriba para recibir-me!. (Segn la leyenda, el rey don Sebastin regresarauna maana de niebla por la desembocadura del Tajo.)Viene acompaado de una joven alemana, Anni Jaeger.Tras varios das de convivencia entre los dos escritores,

    Crowley desaparece de un modo extrao. Un periodistaFerreira Gomes, cofrade ocultista, conocido de Pessoaencuentra casualmente su pitillera y una carta, redacta-da en trminos crpticos por un tal Tu-Li-Yu, en el acantila-do de Boca do Inferno, en Cascais, lugar frecuentado porsuicidas. El periodista denuncia a la polica la misteriosadesaparicin del mago ingls y de su acompaante. Seduda entre el suicidio y el asesinato; la polica interroga a

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    Pessoa, que reconoce la pitillera de Crowley, interpreta elbreve mensaje crptico de la carta, de claro sentido ertico.La prensa publica inmediatamente numerosos reportajes

    sobre el caso Crowley. Durante semanas el escndalo seextiende a la prensa europea. Pessoa se ha convertido en elpersonaje central de la historia. Pero justamente cuandoms enrevesado estaba todo, la polica informa que Anni

    Jaeger haba embarcado con destino a Hamburgo y que elpropio Crowley, tres das despus, haba cruzado la fronte-ra luso-espaola por Vilar Formoso. El caso Crowley

    queda resuelto, aunque una parte de la prensa se muestrasuspicaz ante el inesperado desenlace, temerosa quiz deque con la supuesta broma del poeta y el mago se quisieraechar tierra sobre un asunto ms complejo. Ms all dela ancdota, del montaje preparado en comn, que losconvirti en cmplices, lo que importa es lo que pudierondecirse durante los das que estuvieron juntos. Tal vez sir-viera para como asegura Brchon desbloquear la cons-ciencia de Pessoa, sumida en sus contradicciones. A partirde ese encuentro, el poeta escribe varios textos de carcteresotrico u ocultista, algunos de los cuales nos han ayuda-do mucho a penetrar en la imaginacin espiritual, si cabedecirlo as, del poeta.

    En los10o15ltimos aos de su vida comenta Albino,un camarero de A Brasileira vena por aqu todas las no-

    ches. Fumaba sin parar, tomaba sus cafs y sus copas bue-no ms copas que cafs mientras charlaba, discuta, rea:Nunca le vi perder la serenidad. Porque el seor Pessoa,por muchas copas que tomara, saba mantener la actitudde un verdadero caballero. Aguantaba una barbaridad.En 1932, el poeta sufre un ataque de delirium tremens.Basta ver las fotografas de la poca para darse cuenta deldeterioro, del cansancio que arrastra, de su vejez prematura.

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    Cuando se admira a Pessoa cuenta Brchon conmuevever a este hombre de cuarenta y cuatro aos solicitandotorpemente, como un principiante, un puesto relativamen-

    te subalterno, el de conservador-bibliotecario del MuseoCastro Guimares de Cascais, ciudad a la que se quera re-tirar para dedicarse ntegramente a su obra literaria. Envisu currculum potico, pero se olvid de aludir a su expe-riencia en la Revista de Comercio y Contabilidad. Su can-didatura no prosper. Se prefiri a un pintor mediocre.Pero este fracaso adicional forma parte de la lgica y de su

    destino. Poco despus presenta Mensaje (el libro tieneunas posibilidades de xito del que carecen todos los de-ms) al premio Antero de Quental, instituido por el Secre-tariado de Propaganda para distinguir una obra de poesade carcter nacionalista. Dirige este organismo oficial suviejo amigo Antnio Ferro, editor de Orpheu y compaerode futurismo, encargado ahora de difundir la ideologasalazarista. El poeta confa en que el jurado sabr apreciarel nacionalismo mstico y el sebastianismo racionaldel que ser su primer y nico libro, escrito en portugus,que vio publicado en vida. El jurado presidido por el poetaMrio Beiro, antiguo compaero de andanzas vanguar-distas, y por entonces adalid del salazarismo considerque el libro de Pessoa no estaba en la lnea ideolgica delEstado Novo, le concede el premio de segunda catego-

    ra; el primero le fue otorgado a Romaria (Romera), unarecopilacin bastante impresentable de Vasco Reis, un pa-dre franciscano que desde luego no ha pasado a la histo-ria de la literatura portuguesa. Mensaje es en palabras deEduardo Loureno un libro de estructura simblica yhermtica, destinado a servir de derrotero inicitico a la vi-sin de un Quinto Imperio, que no sera otro que el Impe-rio Lusada sublimado, un libro que, en fin, cuenta la his-

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    toria de Portugal, las distintas corrientes de su espirituali-dad, la esencia de lo sagrado como smbolo y mito cosmo-gnico.

    En febrero de 1935 meses antes de su muerte Pessoaprotesta por ltima vez en pblico contra la Ley de Ex-tincin de las Sociedades Secretas. Su artculo Associa-es Secretas constituye una de las ms inteligentes y do-cumentadas defensas que se hayan hecho nunca de laMasonera. No soy masn ni pertenezco a cualquier otraOrden semejante o diferente. Pero no soy antimasn, pues-

    to que cuanto s acerca de este asunto me lleva a tener unaidea favorable de la Orden Masnica. Poco despus deeste artculo, que encendi las iras de algunas de las figurasms representativas de la extrema derecha nacionalista,comenzaron a circular clandestinamente por Lisboa unospoemillas satricos antisalazaristas, sin firma, cuyo autorno era otro que el poeta de Mensaje. La burla no alcanzaslo al dictador, ese pobrecillo tiranuelo que, en su aus-teridad no bebe vino / ni caf, pero se bebe la verdad / yla libertad / con tal agrado / que empiezan a faltar / en elmercado, sino que se extiende tambin a todo el Estadocorporativo, al Imperio Colonial, al consorcio de curas ydoctores que ilegalizan el divorcio, etctera. Desde eldiscurso de Salazar escribe el poeta, con motivo de la en-trega de premios de la Secretara de Propaganda Nacional,

    hemos aprendido, los que escribimos, que la regla restricti-va de la censura no hay que decir esto o lo otro ha sidodesde entonces reemplazada por la regla sovitica del po-der: hay que decir esto o lo otro. Pessoa, que ha ido acu-mulando fracaso tras fracaso, vive el final de su vida en unaespecie de exilio interior, desanimado y hundido, sin pararde fumar ni de beber (hace algn tiempo que lleva en su in-separable cartera de mano una botella de aguardiente que

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    rellena a diario en una taberna cercana a su casa de la ruaCoelho da Rocha). Por las noches, escribe. Y los domingospor la maana viene a afeitarle a su domicilio Manasss, su

    barbero de siempre: Un da le pregunt: Podra limpiartodo esto?, y l, un poco avergonzado, me dijo: Deja eso,Manasss, pero claro est que limpi los ceniceros, y apartir de aquel momento cada domingo le arreglaba el co-medor, adems de afeitarle []. Muchas maanas vena ala peluquera con grandes ojeras y le preguntaba: No seha acostado, seor Pessoa?. A veces me deca que no. Mu-

    ri quemado por la bebida.A finales de noviembre de 1935, Gaspar Simes y Almada

    Negreiros lo vieron por ltima vez: Al contrario de lo quepueden suponer quienes slo lo conocen a travs de sus escri-tos, Pessoa era en la intimidad (por lo menos en la intimidadde un caf, prcticamente el lugar ms ntimo que le habasido dado conocer desde la prdida de su nico y verdaderohogar cuando contaba muy pocos aos) el hombre ms afa-ble y sencillo que cabe imaginar. Al fondo del caf [] nosencontramos Almada y yo al poeta; con el sombrero cala-do y la gabardina blanquecina, por cierto bastante sucia, estavez no se levant para recibirnos []. Recuerdo que nuncalo haba visto tan excitado. Das antes, encontrndose soloen su casa de la rua Coelho da Rocha, se haba cado, incons-ciente, en el cuarto de bao, siendo necesario forzar la puer-

    ta para sacarlo de all. El mdico era categrico: otra copa deaguardiente y sera el fin. Qu dijimos? De qu hablamos?Naturalmente, hablamos an de los Indcios de Oiro de S-Carneiro, que Presena iba a publicar, y de sus proyectos lite-rarios. Tena todava proyectos literarios el poeta al quele quedaban dos o tres das de vida? No recuerdo exactamen-te de qu hablamos. Pero Pessoa se ri, Pessoa solt carcaja-das de un modo ms nervioso y carraspeante que de costum-

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    bre, de eso me acuerdo bien, como tambin me acuerdo detodo lo que hizo para que no nos disemos cuenta de que sesenta al borde de un abismo []. Salimos juntos del Marti-

    nho da Arcada []. Slo en la rua Augusta pude verle bien; yqued reforzada la primera impresin que haba tenido desu fsico al conocerlo, aos antes, en el caf Montanha. Eracomo si su cuerpo no tocase tierra y estuviese colgado de unclavo invisible como una marioneta.

    Fernando Pessoa, cumplidos los cuarenta y siete aos,sin saber que habra de convertirse en uno de los grandes

    hitos de la literatura universal, se haba ido a morir discre-tamente de cirrosis heptica, quiz en una habitacin depago del Hospital de San Luis de los Franceses, en el BarrioAlto lisboeta. El 29 de noviembre, ya internado, un da an-tes de su muerte, escribi a lpiz en una hoja de papel de co-pia: I know not what tomorrow will bring(No s lo que elmaana me traer).

    ngel Campos Pmpano

    San Vicente, julio de 2001

  • 8/9/2019 Un Corazon de Nadie. F. Pessoa

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    Lapso da conscincia entre iluses,

    Fantasmas me limitam e me contm.

    Dorme, insciente de alheios coraes,

    Corao de ningum.

    Fernando Pessoa

  • 8/9/2019 Un Corazon de Nadie. F. Pessoa

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    Edicin al cuidado de Nicanor VlezDibujo de la sobrecubierta (Fernando Pessoa)

    por Jos de Almada Negreiros.Diseo de sobrecubierta: Elsa Surez

    Publicado por:Galaxia Gutenberg, S.L.

    Av. Diagonal, 361, 1. 1. A08037 Barcelona

    [email protected] de Lectores, S.A.

    Travessera de Grcia, 47-49, 08021 Barcelonawww.circulo.es

    Primera edicin en este formato: septiembre 2013

    Assrio & Alvim, 2001, por los poemas ngel Campos Pmpano, 2001, por la traduccin, la seleccin y el prlogo

    Galaxia Gutenberg, S.L., 2013 para la edicin club, Crculo de Lectores, S.A., 2013

    Preimpresin: Maria GarciaDepsito legal: B. 15346-2013

    ISBN Galaxia Gutenberg: 978-84-8109-620-0ISBN Crculo de Lectores: 978-84-672-5165-4

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