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UN EPISODIO DE ARTIFICIOSA MEMORIA EN «LA CENA SECRETA» DE JAVIER SIERRA 1 Juan José Morcillo Romero Universidad de Extremadura Acerca de la memoria artificial Desde la Antigüedad, la memoria ha sido una de las cualidades humanas más admirada y deseada. Esta fascinación por la capacidad de retener en la memoria todo aquello que se escucha, se ve o incluso se piensa interiormente, tiene una más que justificada razón de ser en una sociedad eminentemente oral. Son de sobra conocidas las nóminas de ilustres memoriosos que se fueron ampliando generación tras generación, desde Simónides de Ceos hasta Funes el Memorioso de Borges. La memoria natural, pues ya desde la Antigüedad se distinguía entre memoria natural y artificial, se sometió a un proceso de racionalización que la convirtió en una técnica o arte, buscando así suplir las deficiencias memorísticas mediante la puesta en práctica de diversas estrategias mnemotécnicas. Así, surgen las primeras teorías en las obras de los estudiosos de la Retórica: Aristóteles, el autor de la Rhetorica ad Herennium, Cicerón o Quintiliano, entre otros. No hay que olvidar que la memoria está presente en los Officia Oratoris: inventio, dispositio, elocutio, memoria y actio. De este modo, unida a la Retórica, la memoria artificial ha pervivido en la tradición cultural europea. La Retórica clásica sentó la base que sirvió de fuente para los estudiosos de la memoria durante la Edad Media (Hugo de San Víctor, Alberto Magno o Tomás de Aquino) y después para los humanistas del Renacimiento, como es el caso de Iacobus Publicius, autor del primer Ars Memorativa impresa, Pedro de Rávena o el mismo Johannes Romberch, cuya obra servirá de referente en este estudio. El sistema mnemotécnico heredado de la Antigüedad se fundamentaba en la memorización tanto de conceptos, como de palabras, por medio de loci (lugares mentales) e imagines (imágenes representativas que se ubicaban en estos loci). A partir de estos elementos, en las escuelas de Retórica se enseñaba a crear imáge- nes y a ubicarlas en los lugares mentales, con el fin de hacer posible la memori- zación de todo aquello que quedaba representado en ese mundo virtual de loci et imagines. La memoria artificial en «La Cena Secreta» En esta ocasión se pretende analizar la presencia del arte de la memoria en la novela de Javier Sierra, que lleva por título La Cena Secreta, publicada por Plaza y Janés en el 2004, y que al día de hoy ha alcanzado la décimo octava edición. Se 1 Este estudio se ha llevado a cabo gracias al Proyecto de investigación FFI03478FILO Teoría, en- señanza y ediciones de la gramática latina (Siglos XV-XVII), dirigido por el Dr. Eustaquio Sánchez Salor. Agradezco al Dr. Luis Merino Jerez todas sus aportaciones durante la elaboración de este trabajo.

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UN EPISODIO DE ARTIFICIOSA MEMORIA EN «LA CENA SECRETA» DE JAVIER SIERRA1

Juan José Morcillo Romero Universidad de Extremadura

Acerca de la memoria artificialDesde la Antigüedad, la memoria ha sido una de las cualidades humanas más

admirada y deseada. Esta fascinación por la capacidad de retener en la memoria todo aquello que se escucha, se ve o incluso se piensa interiormente, tiene una más que justificada razón de ser en una sociedad eminentemente oral. Son de sobra conocidas las nóminas de ilustres memoriosos que se fueron ampliando generación tras generación, desde Simónides de Ceos hasta Funes el Memorioso de Borges.

La memoria natural, pues ya desde la Antigüedad se distinguía entre memoria natural y artificial, se sometió a un proceso de racionalización que la convirtió en una técnica o arte, buscando así suplir las deficiencias memorísticas mediante la puesta en práctica de diversas estrategias mnemotécnicas. Así, surgen las primeras teorías en las obras de los estudiosos de la Retórica: Aristóteles, el autor de la Rhetorica ad Herennium, Cicerón o Quintiliano, entre otros. No hay que olvidar que la memoria está presente en los Officia Oratoris: inventio, dispositio, elocutio, memoria y actio. De este modo, unida a la Retórica, la memoria artificial ha pervivido en la tradición cultural europea.

La Retórica clásica sentó la base que sirvió de fuente para los estudiosos de la memoria durante la Edad Media (Hugo de San Víctor, Alberto Magno o Tomás de Aquino) y después para los humanistas del Renacimiento, como es el caso de Iacobus Publicius, autor del primer Ars Memorativa impresa, Pedro de Rávena o el mismo Johannes Romberch, cuya obra servirá de referente en este estudio.

El sistema mnemotécnico heredado de la Antigüedad se fundamentaba en la memorización tanto de conceptos, como de palabras, por medio de loci (lugares mentales) e imagines (imágenes representativas que se ubicaban en estos loci). A partir de estos elementos, en las escuelas de Retórica se enseñaba a crear imáge-nes y a ubicarlas en los lugares mentales, con el fin de hacer posible la memori-zación de todo aquello que quedaba representado en ese mundo virtual de loci et imagines.

La memoria artificial en «La Cena Secreta»En esta ocasión se pretende analizar la presencia del arte de la memoria en la

novela de Javier Sierra, que lleva por título La Cena Secreta, publicada por Plaza y Janés en el 2004, y que al día de hoy ha alcanzado la décimo octava edición. Se

1 Este estudio se ha llevado a cabo gracias al Proyecto de investigación FFI03478FILO Teoría, en-señanza y ediciones de la gramática latina (Siglos XV-XVII), dirigido por el Dr. Eustaquio Sánchez Salor. Agradezco al Dr. Luis Merino Jerez todas sus aportaciones durante la elaboración de este trabajo.

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trata, pues, de una novela de éxito y que cuadra bien con lo que hoy llamamos: novela histórica2.

La acción se ambienta en la convulsa Italia de los últimos años del siglo XV. El protagonista es un fraile domini-co destinado en las oficinas del Santo Oficio, cuya labor es descifrar códigos para la detección de posibles herejías. Éste acude a Milán, pues le llegan sos-pechas de que en la corte de Ludovico el Moro se están produciendo hechos extraños y no del todo ortodoxos, más concretamente, en el Monasterio mila-nés de Santa María delle Grazie, casa de los dominicos de Milán, en la que pre-cisamente se hospedará el protagonista.

Es de sobra conocido el hecho de que la Orden de Santo Domingo, por ser una orden de predicadores, se de-dicó con especial interés al estudio de esta disciplina, tan útil a la hora de reproducir sus sermones. El autor de la novela aprovecha esta circunstancia para introducir nexos de relevancia entre el Cenacolo Vinciano o Última Cena de Leonardo Da Vinci y el ejercicio de la mnemotecnia en el Monasterio de Santa María delle Grazie, en cuyo refectorio se encuentra la enigmática obra del pintor Florentino.

La primera referencia a la memoria artificial surge bien avanzada la narración, en la escena en que el abad del monasterio explica al protagonista de la novela, completo desconocedor del arte de la memoria, en qué consiste esta arte que ejer-citan sus frailes con el fin de poder codificar contenidos en imágenes y para ello, el abad se sirve de la conocida imagen en la que aparece personificada la ciencia de la gramática (Fig. 1).

Comienza hablando de los referentes clásicos, y cita el De Oratore de Cicerón y la Rhetorica ad Herennium. El abad le revela que lleva unos treinta o cuarenta años dedicado al estudio del ars memoriae, de modo que coincide, más o menos, con los años de las primeras publicaciones de textos relacionados con el arte de la memoria, como el apéndice que aparece en los Oratoriae artis epitomata de Publicio. Resulta curioso que pese a tratarse ya de los años finales del siglo XV, no haga mención a la obra de Quintiliano, pues después de que Poggio Bracciolini hallara dos valiosos códices de su obra a comienzos de ese mismo siglo, las teorías del de Calahorra se

2 Resulta una novela difícil de clasificar, en primer lugar por la variedad de sus temas, pues abarca una trama policiaca en pleno siglo XV, al tiempo que tiene una muy acertada ambientación histórica y realiza un acercamiento a la obra y vida del pintor florentino Leonardo Da Vinci. Algunos especialistas en novela histórica, como el Dr. Carlos Mata Induráin prefieren usar para este tipo de novelas la termi-nología: novela de ambientación histórica, novela pseudohistórica o incluso novela «del código».

Fig. 1. La Gramática, Johannes Romberch, Con-gestorium Artificiosae Memoriae, Venetiis, 1533

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difundieron con gran rapidez y fueron bien acogidas entre los estudiosos del Renacimiento.

A continuación se hace referencia al concepto de lugar mnemotécnico, lla-mándolo «palacios de la memoria», al tiempo que se alude al tópico de me-moria como tesoro del conocimiento. Inmediatamente después, pasa a resumir el mecanismo de la memoria artificial. Para ello el personaje utiliza únicamente el concepto de lugar, y a éste le atribuye las funciones propias de un lugar mne-motécnico y las de una imagen de la memoria. De modo que no hace alusión al sistema per locos et imagines en que se fundamenta la memoria artificial3.

En esta presentación de la memoria artificial se menciona también que estas imágenes esconden «abecedarios secre-tos», que no es otra cosa que los co-nocidos alfabetos visuales que plagaban las artes de memoria del Renacimiento (Figs. 2 y 3).

A continuación pasa a explicar el ejemplo de imagen mnemotécnica al que se aludía anteriormente, es decir, la representación de una de las artes liberales, la gramática. Probablemente se produce esta elección porque es uno de los pocos ejemplos de imagen que tenemos y además, por tratarse de una imagen que popularizó F. Yates en su conocido libro El arte de la memoria, que, con casi total seguridad, es la fuente de información que maneja el novelis-ta. Ciertamente la Antigüedad nos ha legado un reducido número de imágenes modelo que pudieran ilustrar y ayudar a comprender pasajes que a veces resultan bastante oscuros. Ya desde la Rhetorica ad Herennium se justificaba este déficit de imágenes argumentando que al igual que para enseñar a componer un proemio se dan unas pautas y se deja al alumno que con su ingenio componga uno, para en-señar a crear imágenes, se dan las pautas correspondientes y se deja al alumno que

3 Este sistema aparece descrito con todo detalle en el capítulo Retórica y Memoria Artificial: de la Antigüedad al Renacimiento, aportado por el Dr. Luis Merino Jerez a una publicación análoga anterior: Antonio Bernant Vistarini-John T. Cull (eds.), Los Días del Alción, Emblemas, Literatura y Arte del Siglo de Oro.

Fig. 2. Alfabeto visual de aves, Johannes Romberch, Congestorium…, Venetiis, 1533

Fig. 3. Alfabeto visual de objetos, Johannes Romberch, Congestorium…, Venetiis, 1533

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interiormente cree sus propias imágenes. Algo entendible, pues la imagen mnemo-técnica, para ser efectiva, ha de tener una fuerte impronta personal. Pasemos a ver la descripción que hace el abad dicha imagen.

El primer aspecto que señala es la presencia de los tres elementos sobre los que se fundamenta la Gramática según teorías medievales: praedicatio, applicatio y continentia. La Praedicatio está señalada por el pájaro que tiene en la mano derecha, una pica o urraca, cuyo nombre latino empieza por la P de praedicatio. El siguiente atributo, applicatio, está representado por un Aquila, el águila que se apoya en el antebrazo, justo por encima del ave anterior. El tercer elemento, continentia, se re-presenta en el pecho de la imagen, en el que aparecen escritas mediante símbolos las letras: conti4.

La explicación es bastante superficial y coincide exactamente con los datos que ofrece Yates en un pasaje del libro mencionado5. Se obvian buena parte de los componentes de dicha imagen.

Nuestro análisis de esta curiosa representación de la gramática debe comenzar por una pequeña apreciación cronológica, la novela se ubica en la última parte del siglo XV y la primera aparición de esta imagen se produce en la edición Veneciana del Congestorium Artificiosae Memoriae de Johannes Romberch de 1520. Ciertamente, lo que la novela transmite es correcto, pues probablemente está to-mado de la obra de una gran especialista como Yates, aunque tanto ésta como el personaje de la novela ofrecen un análisis bastante incompleto. En cualquier se caso, se trata de un anacronismo, debido a que la primera aparición de esta imagen es posterior a la época en la que se ambienta la novela.

Entrando en materia, hay que apuntar en primer lugar que esta propuesta de Romberch es un modelo de imagen personificada que, como él mismo afirma, puede aplicarse a las demás artes liberales:

Haec nomina actus habitus simplex compositum parciale totaleque suis imagninibus in hominis alicuius grammaticam, logicam, rhetoricam, arithmeticam, geometriam, as-tronomiam aut quidlibet alteram6.

Junto a la mujer que representa la gramática7, aparecen, flanqueándola dos pa-labras: Negatio en la parte derecha y Affirmatio en la izquierda. Por lo tanto la parte derecha del cuerpo presentará los elementos que están negados; mientras que en la parte izquierda del cuerpo, aparecerán los conceptos que deban estar afirmados.

En la parte derecha aparece, en primer lugar, la pica8 que se mencionaba más arriba, en representación del término praedicatione, pero además esta urraca tiene otros dos signos: en la boca tiene el símbolo equivalente a la N del alfabeto visual de objetos de Romberch, que representa la palabra nominis; y colgando de la misma mano que sujeta el cuello del ave, el símbolo de la R, que representa a la palabra rei.9

El segundo elemento es un águila que se sitúa en el antebrazo. La A del águila

4 Sierra, 2004, pp. 119-129.5 Yates, 1966, pp. 146-148.6 Romberch, Congestorium artificiosae memoriae, capítulo tercero, tratado cuarto.7 Ver Fig. 1.8 Ver Fig. 2.9 Ver Fig. 3.

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está representando al término applicatione10. Esta rapaz aparece con las alas abiertas y muestra en la parte interna de estas varios signos: por una parte el símbolo de la N, que hace alusión de nuevo al término nominis; por otra, aparece una N mayúscula se-guida del símbolo de la S, que está haciendo alusión a la expresión nominis subiecti11.

El tercer elemento aparece en el hombro derecho, extendiéndose hacia el pe-cho. En este caso se indican las cinco primeras letras de la palabra mediante el alfabeto visual de objetos12, y así, se puede leer CONTI, esto es, la primera parte del término continentia. Estos son los tres signos que aparecen bajo el dominio de la palabra Negatio. Mediante la negación de estos conceptos se pretende expresar que la Gramática no es una ciencia común sino especial:

%� por el predicado del nombre y del contenido;%� por la aplicación del nombre y del nombre del sujeto a otras ciencias;%� por su contenido.

En la parte izquierda, justo debajo de la palabra affirmatio aparece el primer signo, una especie de banderola que presenta con claridad la forma de una P, de nuevo representando al término praedicatione (Fig. 4).

En la parte superior de esta letra gigante se pueden leer tres letras: N R S, que están haciendo alusión a los términos nomine y re subiecti. El siguiente signo es una escalera, también tomada de un alfabeto visual del Congestorium de Romberch, que representa la letra A de applicatione (Fig. 5).

A simple vista tiene dos atributos más, el dibujo de un pequeño pájaro y unas tenazas. Esta ave, según el alfabeto visual de Romberch, se identifica con un reye-zuelo o abadejo, regulus en latín, y está indicando la letra R de rei13. Las tenazas están

10 Resulta curioso y quizá pueda ser un indicio de que la imagen no está creada por el mismo Romberch el hecho de que para representar la letra A, en lugar de utilizar el ave correspondiente en su alfabeto visual de aves que sería el Anser (Fig. 2) utiliza el águila.

11 Ver Fig. 3. 12 Ver Fig. 3.13 Ver Fig. 2.

Fig. 4. Alfabeto visual: Letra P, Johannes Romberch, Congestorium…, Venetiis, 1533

Fig. 5. Alfabeto visual: Letra A, Johannes Romberch, Congestorium…, Venetiis, 1533

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representando también, según otro de sus alfabetos visuales, la R de rei (Fig. 6).

Si sólo apareciesen esos símbolos, estaríamos ante la repetición de un mismo concepto mediante dos objetos distintos, pero hay algo más en la esca-lera que está completando el concepto del segundo rei: el pie que está apoya-do en el primer peldaño14. Al fin y al cabo, este pie está elevado en relación al otro, lo cual se expresa en latín con el participio del verbo subjicio, que se-ría subjiectus, término que nos lleva al concepto de subiecte. Así, del símbolo de las tenazas con el pie apoyado en la escalera obtendríamos el concepto rei subiecte. Por lo tanto los conceptos que aparecen afirmados, están indicando que la Gramática es una ciencia común y no especial:

%� por el predicado en el nombre y en el contenido del sujeto.%� por la aplicación del contenido y del contenido en el sujeto.

Estos serían los conceptos, puramente formales, que describen a la gramática como ciencia y arte liberal, y los hemos reunido en un cuadro del tipo:

Grammatica communis

non est

praedicationenominisrei

applicationenominisnominis subiecti

continentia

estpraedicatione

nominere subiecti

applicationereirei subiecte

Como se puede apreciar, es una imagen con una relativa complejidad, pero que está bastante bien estructurada y gracias a ello consigue introducir una serie de conceptos que son bastante complejos a su vez. Esta definición de la gramática como ciencia tiene su origen en la filosofía nominalista de la Edad Media, que cultivaron pensadores como Duns Scoto o Guillermo de Ockham. Quizá, el hecho de que se tratara de una definición tan compleja fue el motivo que llevó a Romberch a la composición de esta imagen, que se esquematiza en la obra del dominico alemán mediante el siguiente esquema (Fig. 7):

14 Ver Fig. 1.

Fig. 6. Alfabeto visual: Letra R, Johannes Romberch, Congestorium…, Venetiis, 1533

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Este esquema tomado del impreso de Romberch de 1533 es el que se ha intentado exponer de una forma más clara en el anterior cuadro15.

Esta primera aparición del arte de la memoria en la novela es la más extensa, quizá, porque sirve de introducción al lector a una disciplina de la que puede no haber tenido noticia con anterioridad. A partir de este episodio, la memoria arti-ficial se convierte en el hilo conductor que llega hasta el mismo desenlace de la obra, en el que se plantea que el misterio del Cenacolo de Leonardo está encriptado mediante un alfabeto visual. Como es natural, la complejidad de la interpretación de una obra de tales características queda fuera del alcance de los que no perte-necemos al gremio de los Historiadores del Arte, por lo que en ningún momento se pretende examinar aquí la lectura de la obra del pintor florentino. Ahora bien, siguiendo la tesis que se plantea en la novela, estaríamos ante una obra que es-conde un mensaje codificado mediante una modalidad de alfabeto visual que se nos antoja un poco peregrina. La trama propone que cada uno de los apóstoles, si se siguen las lecturas de Santiago de la Vorágine, tiene una cualidad determinada: Mirabilis (Bartolomé), Venustus (Santiago el Menor), Temperator (Andrés), Nefandus (Judas Iscariote), Exosus (Pedro), Mysticus (Juan), Alfa origen de todo (Jesús), Litator (Tomás), Oboediens (Santiago el Mayor), Sapiens (Felipe), Navus (Mateo), Occultator (Judas Tadeo) y Confector (Simón). A partir de la primera letra de cada cualidad se obtiene una palabra, clave en el desenlace de la novela. Es una aplicación del meca-nismo de los alfabetos visuales para introducir un mensaje en una imagen, en este caso una pintura. El problema es que para la lectura de este mensaje, es necesario conocer una obra determinada, el libro de Santiago de la Vorágine, mientras que los alfabetos visuales utilizados en las artes de memoria ofrecen la letra mediante imágenes de objetos o animales más o menos cotidianos.

15 La interpretación de esta definición de la gramática se hace bastante compleja, y tan sólo gracias a la inestimable aportación del Dr. Eustaquio Sánchez Salor se ha conseguido esclarecer en estas líneas a rasgos generales el significado de tal definición de la gramática como ciencia.

Fig. 7. Esquema representativo del contenido de la imagen de la gramática, Johannes Romberch, Congestorium Artificiosae Memoriae, Venetiis, 1533

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En cualquier caso, resulta curiosa la aparición del arte de la memoria con una impronta tan marcada en una novela de gran difusión, que llegó a ser un best seller en 2004, el año de su publicación. El tratamiento del tema, pese a no ser del todo riguroso, presenta notables aciertos, gracias seguramente al apoyo de alguna obra de referencia que el novelista no cita aunque se puede deducir. Este hecho es llamativo, porque, aunque las notas al pie no sean un recurso muy utilizado en la narrativa de la novela, hay casos en los que el autor no tiene reparos en utilizar este tipo de notas para citar algunas de sus obras anteriores. En definitiva, esta novela supone un excelente escaparate para que el Arte de la Memoria se dé a conocer en un momento en el que es una disciplina que tan sólo es estudiada por quienes fijan su interés en el Mundo Clásico y, sobre todo, en el Humanismo renacentista.

Bibliografía

Bernant Vistarini, A. y Cull, J. T., Los Días del Alción: Emblemas, Literatura y Arte en el Siglo de Oro, Barcelona, Medio Mara-vedí, 2002.

Merino Jerez, L., Retórica y Artes de Memo-ria en el Humanismo Renacentista: Jorge de Trebisonda, Pedro de Rávena y Francisco Sánchez de las Brozas, Cáceres, Universi-dad de Extremadura, 2007.

Sierra, J., La Cena Secreta, Barcelona, Debol-sillo, 2006.

Velázquez de Azevedo, J., Fénix de Minerva o Arte de Memoria, Estudio introductorio Fernando Rodríguez de la Flor, Valen-cia, Tératos, 2002.

Yates, A. F., El arte de la memoria, Madrid, Taurus, 1974.