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MIÉRCOLES 8 DE JULIO DEL 2009 368 Ruinas contemporáneas Dancing in the dark El escritor Agustín Fernández Mallo inicia su serie de artículos sobre lo desechable. La primera ruina está bajo tierra, en los túneles Página 23 En directo La música expandida Diversas obras artísticas de nuestro tiempo reclaman la participación de los músicos. Unas prácticas que desbordan la sala de conciertos Página 25 El siluetazo Las siluetas de los desaparecidos en Argentina son una forma genuina de arte activista Páginas 2 a 5 Para menores Libros de terror, épica, suspense, comedia o fantasía. El lector joven se apropia del género Páginas 6 a 17

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MIÉR COLES8DEJ ULIODEL2009

368

Ruinas contemporáneasDancing in the darkEl escritor AgustínFernández Mallo inicia suserie de artículos sobre lodesechable. La primeraruina está bajo tierra, enlos túnelesPágina 23

En directoLa música expandidaDiversas obras artísticasde nuestro tiemporeclaman la participaciónde los músicos. Unasprácticas que desbordan lasala de conciertosPágina 25

El siluetazoLas siluetas delos desaparecidosen Argentinason una formagenuina de arteactivistaPáginas 2 a 5

Para menoresLibros de terror,épica, suspense,comedia ofantasía. El lectorjoven se apropiadel géneroPáginas 6 a 17

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Siluetazo

La realización de siluetas es lamás recordada de las prácti-cas artístico-políticas queproporcionaron una potente

visualidad en el espacio público deBuenosAires ymuchasotras ciuda-des del país a las reivindicacionesdelmovimientodederechoshuma-nosen losprimeros añosde ladéca-da del ochenta. Consiste en el tra-zado sencillo de la forma vacía deun cuerpo a escala natural sobrepapeles, luego pegados en los mu-rosde la ciudad, como formade re-presentar la presencia de la ausen-cia. La de los miles de detenidosdesaparecidos durante la últimadictadura militar”. Así empieza laintroducción a El siluetazo (Adria-na Hidalgo Editora, Buenos Aires,2008), el antológico volumen queAna Longoni y Gustavo Bruzzonehan editado para recopilar los do-cumentos textuales y fotográficos

de testimonios e interpretaciones,nunca reunidos hasta ahora, de unepisodio que pronto trascendió lasituaciónpolítica singular de la dic-tadura argentina.Con el tiempo, puede decirse

que el siluetazo “señala uno deesos momentos excepcionales dela historia en que una iniciativa ar-tística coincide con la demanda deunmovimiento social, y toma cuer-po por el impulso de una multi-tud”.Endefinitiva, un cruce emble-mático de arte, política y activismoquemarca época yque señala el ca-minohacia un cierto tipodeprácti-cas colaborativas que han replan-teado de raíz las nociones de auto-ría, de producción y de circulaciónde las prácticas artístico-políticasde nuestro tiempo.Visto en perspectiva, el episo-

dio, en ciertos aspectos, mereceser pensado junto al genocidio per-

petrado por los nazis durante elTercer Reich. Si este régimen, co-mo señaló Hannah Arendt, provo-có la aparición de una nueva cate-goríapolítica, la delparia, como in-dividuo al que jurídicamente se leva privando de todos sus derechoshasta que, al final, el exterminioviene a culminar su aniquilamien-to físico, lasdictaduras latinoameri-canas, y no sólo la argentina, hicie-ron su siniestra aportación a la rea-lidad y al pensamiento políticosdel siglo XX con la trágica figuradel desaparecido. Una prácticacriminal que vino a trastocar la po-sibilidad misma de una experien-ciadel duelopor las políticasde eli-minación radical, incluida la delcuerpomismo de los sujetos asesi-nados.“Identificar la muerte con la

nada es lo que querría hacer el cri-minal”, le escribió Derrida a Lévi-

nas. De ahí, a su juicio, la dimen-sión política del duelo, que se en-frenta al peligro siempre presentede sellar el olvido y de convertirloen definitivo. El siluetazo, surgidopor una iniciativa de tres artistasargentinos que fue sometida a unproceso de apropiación colectivaen las manos y las prácticas demiles de activistas y resistentes, seconvirtió en un proceso de duelocreativo: no por su dimensión ar-tística, que en seguida pasó asegundo plano, sino por su volun-tadde oponer, comouna impugna-ción, la presencia fantasmática delos desaparecidos a un régimenque empezaba a disolverse y quepretendía irse de rositas despuésde casi siete años de impunidad.Hoy,másdeun cuartode siglo des-pués, las figuras silueteadas conti-núan mirándonos. Con sus cuer-pos aún ausentes. |

ARTEYACTIVISMO

Hoy, más de un cuarto de siglo después,las figuras silueteadas continúan mirándonos;con sus cuerpos aún ausentes

XAVIER ANTICH

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3Cultura|sLa

Vanguardia

MIÉRCOLES,8JULIO2009

TEMA

MARCELO EXPÓSITO24 de marzo de 1976: un golpe deEstado impone el último gobiernomilitar de los sufridospor laArgen-tina en el sigloXX.El llamadoPro-ceso de Reorganización Nacionalsistematiza la represión que crecíayadesde los añosprecedentes.Mu-chas personas son secuestradas ysin más se desvanecen. Desapare-cenmasivamente.Casi de inmedia-to, sus madres comienzan la bús-queda. Tan temprano como el 30deabril de 1977 se fundan comoor-ganización: son las Madres de laPlaza de Mayo. La perseveranciade su lucha es un eje que estructu-ra en los años siguientes la resisten-cia contra la dictadura.Buenos Aires, 21 de septiembre

de 1983, día delEstudiante: lasMa-dreshanconvocadoparahoy la ter-cerade susMarchas de laResisten-cia.Apenas quedanunospocosme-ses para que el régimen militar fi-nalice. Por la tarde comienza afluir la protesta hacia la plaza, y enesta va adquiriendo presencia uninquietantemotivo visual: centena-res de cuerpos a escala humana si-lueteados sobre papel y pegadosen vertical sobre las paredes de laCatedral, del Cabildo, alrededor dela Casa de Gobierno. Unamultitudfantasmáticaprolifera y observa er-guida, interpelando a los vivos. Lasfuerzas del orden están desconcer-tadas.Nadie conoce el origennipu-doprever elusodeeste recurso; pe-

ro es fácil constatar quemuchas deesas siluetas contienen el nombrede algún detenido-desaparecido.Cada vez más personas se tiran alsuelo para dar cuerpo a un perfilhumano sobre papel. Un policíaarrancauna silueta para que la ana-lice un superior; una de lasmadresse abalanza sobre él y colgada desus ropas le exige: “Suéltalo, eseque llevas ahí es mi hijo”.Lametodología, transmitida por

testigos visuales y participantes enla acción de la plaza, contada bocaa boca o canalizada a través de laprensa, se reproduce a escala na-cional durante años: incontablesacciones públicas comienzan a es-tructurarse alrededor de esemeca-

nismo tan sencillo como sobreco-gedor: un grupohumano seorgani-za en el espaciode la calle parapro-ducir la presencia de la ausenciamasiva. Se convierte así en uno delos ejemplosmás relevantes que sehayan dado de socialización parti-cipativa de herramientas creativasde producción de imágenes, quesirven como modo de visibiliza-ción y al mismo tiempo de estruc-turación tanto de la protesta pun-tual como de todo un movimientosocial.El libro compiladoporAnaLon-

goni y Gustavo Bruzzone (El silue-tazo) lo explica demanera admira-ble: el llamado siluetazo era, en suorigen, una propuesta artística; pe-ro fue su desbordamiento hacia elcampo social y su socializaciónanónima en el seno de los movi-mientos por los derechos huma-nos en Argentina lo que finalmen-te le dio entidad. Rodolfo Aguerre-berry, Julio Flores y GuillermoKexel, tres artistas y docentes deartes plásticas comprometidos dediferentes maneras con las resis-tenciaspolíticas y culturales al régi-men, planearon presentar, en elmarco de un importante premionacional de artes plásticas, un pro-yecto pictórico que consistiese envisualizar la dimensión del vacíode lo que entonces eran ya decenasdemiles de desaparecidos. Pero serequerían demasiadas manos paraproducirlo, y no habría suficiente

espacio en todos losmuseos argen-tinos para acoger semejante volu-men.Fueentonces cuandodecidie-ron proponer el proyecto a lasMa-dres. En una asamblea de prepara-ciónde la IIIMarcha, estas acepta-ron que la propuesta sirviese paravisualizar a gran escala su recienteconsignaAparición con vida, intro-duciendo matices importantes enel modus operandi que original-mente se les había propuesto.Prestemos atención almomento

que acabamosdedescribir sucinta-mente, porque en él hallamos elinstante justo en que eso que luegosedenominóel siluetazo, o la silue-teada, comienza a adquirir su con-dición de experiencia clave en la

Un policía arranca una de las siluetas de papely una de las madres se abalanza sobre él yle exige: “Suéltalo, ese que llevas ahí es mi hijo”

Contra ladictadura

Representaciónde loirrepresentable

EDUARDO GIL. El autor de las imágenes de esta doble página es Eduardo Gil, fotógrafo argentino autor denumerosas exposiciones, publicaciones y cuya obra se encuentra en las colecciones de diversos museosamericanos y europeos. Gil recogió con su trabajo, en los años ochenta, el testimonio del siluetazo

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Arte en el debatepúblico

Empujar el arte hacia lavida (y viceversa)MIGUEL LÓPEZ LÓPEZPocas experiencias sociales y polí-ticas han propiciado tal grado demovilización colectiva, de rabiosadenuncia y de recuperación radi-cal de la esfera pública como losefectos impensados de la siluetea-da del 83 durante la IIIMarcha dela Resistencia de las Madres de laPlaza de Mayo. Un acontecimien-tomejor conocido como el silueta-zo. Más de 25 años después deaquellaprimera aparición, el imagi-nario de desobediencia civil allídesatadocontinúa atizando las for-mas más beligerantes de protesta,de confrontación activa contra la

represión y de lucha frontal por elpoder simbólico.Las maneras de leer el siluetazo

han sido también múltiples. Gene-rado por iniciativa de tres artistasvisuales (Rodolfo Aguerreberry,Julio Flores y Guillermo Kexel)conel apoyode lasMadres yAbue-las de la Plaza de Mayo, y algunosactivistas y grupos dederechoshu-manos, su realización pasó de in-mediato a formar parte de la histo-ria de la política en la batalla porlos desaparecidos. Aunque impul-sado inicialmente por artistas, sucombate seubicó siempre enun lu-gar enérgicamente distinto al de

los circuitos del arte, inscribiendounadinámicade acción yparticipa-ción en donde cada sujeto deveníaproductor de una gran enuncia-ción colectiva. Quizá por ello enlos últimos años su recuperaciónalgo tardía para una historia del ar-te ante la cual fue largamente invi-sible no ha estado exenta de repa-ros y divergencias.El desplazamiento no resulta

tampoco hoy nada sencillo. Laspugnas por redefinir el sentido deestas prácticas se viene librandotantodentro como fuerade lo artís-tico. Y ahora con particular énfa-sis, frente a un escenario global

que ha empezado a digerir institu-cionalmente la objetualidad fetichi-zada de sus registros sin que elloimpliqueunapuesta en riesgo insti-tucional ni una apuesta por unaparticipación activa en aquellasmismas disputas.Sin embargo, recontextualizar

el siluetazo dentro de aquella ge-nealogía podría permitirnos invo-car una memoria política distinta:las trazas de un arte decidido a in-tervenir en los debatespúblicos, ca-paz de apostar por la construccióndeunproyecto democrático del di-senso. Fragmentos decisivos –aquíaúnbreves e incompletos–que aca-so sirvanpara pensar una incipien-te cartografíadeprácticas subversi-vas que redefinen permanente-mente la proyección social de cier-tos procedimientos artísticos.En el mismo septiembre de

1983, el grupo chileno C.A.D.A.(Colectivo de Acciones De Arte)realiza una acción titulada NO +.La acción, desarrollada casi almis-mo tiempo pero sin conexión conla silueteadaargentina, era una res-puesta a la conmemoración de losdiez años de la dictadura en Chile:una intervención capaz de ofreceruna frase (No +) que movilice de-mandas de la sociedad civil. Así, através de la inscripción masiva dela frase con pintura sobre los mu-ros de la ciudad –un gesto prohibi-do por el régimen militar– el lemase convirtió en poco tiempoenunaproclama de insubordinación porparte de la ciudadanía frente al ré-gimen.“No + muerte”, “No + dolor”,

“No + dictadura”, “No + hambre”,“No + tortura”, afirmaban carteles,telas, intervenciones o pancartasen la ciudad, producidos por unamultitud ilocalizable.Unapropaga-ción imparable e inédita, cuyas ili-mitadas posibilidades se expandi-rán geográficamente a lo largo delos siguientes años a través de ac-ciones, convocatorias públicas e in-clusopormedio de las organizacio-nes antidictatoriales que la convir-tieron en el lema de su lucha.Al igual que el siluetazo, la socia-

lización radical del procedimientoestéticodelNO+ exigía que el tran-seúnte lomodifique en su traslado,

historia de las articulaciones en-tre práctica artística, política demovimientos y activismo social. Elsiluetazo sepuede entender, enpri-mer lugar, como un puente excep-cional entredosmomentos históri-cosdel activismoartístico habitual-mente escindidos: el del ciclo revo-lucionario del 68, por un lado, y eldel actual ciclo de conflictos, des-de finales de la década de 1980, porotro. En lo que respecta al prime-ro, el siluetazo bebe de proyectosde autoemancipación colectiva co-mo la pedagogía del oprimido dePaulo Freire o el teatro del oprimi-dodeAugustoBoal, de la actualiza-

ción brechtiana del teatro comuni-tario que efectúa el argentino Gru-po Octubre y de una experienciaclave en el desbordamiento sesen-tayochista desde el arte de van-guardia hacia la política revolucio-naria: el proyecto Tucumán Arde.(Véase nuestra reseña del libro deAna Longoni yMarianoMestman,Del Di Tella a Tucumán Arde, enCultura/s, 4 de junio de 2003.)Precisamente el (gran) León Fe-

rrari, participante deTucumánAr-de, afirmó lo siguiente (en unas de-claraciones a Longoni queEl silue-tazo recoge): “El siluetazo fue unaobra cumbre, formidable, no sólo

políticamente sino también estéti-camente... una idea propuesta porartistas la lleva a cabo una multi-tud sin ninguna intención artísti-ca... no importaba si era o no eraarte”. Exactamente en lamismadi-rección reflexionó el ya fallecidoAguerreberry, extrayendode la ex-periencia agudas conclusiones: “Elartista, más que productor de lasobras, podría serlo de los proyec-tos que, al generar la participación,permitirían el desarrollo de la ex-periencia estética popular... crean-do sistemas para que los demás seexpresen”. He ahí la manera enque el siluetazo avanza una de las

características compartidapormu-chas experiencias de anudamientoentre el arte, la política y el activis-mo que se han dado en los últimosveinte años: se trata depensar el ar-te como una práctica colaborativade la cual surgenmodelos visuales,materiales y estéticos, cuyo objeti-vo es ponerse a circular y prolife-rar a través de la utilización que deellos hacen anónimamente sujetoscolectivos. Lo que Brian Holmesafirmóa propósito de los signosdi-señados colaborativamente por elcolectivo francés Ne Pas Plier, enel sentido de que su significado ysu forma se modelan a través del

Ana Longoni yGustavo Bruzzone(compiladores)El siluetazo

ADRIANA HIDALGOEDITORABUENOS AIRES, 2008

515 PÁGINAS23 EUROs

Miguel López(Lima, 1983) esartista einvestigador. Integrala redConceptualismos delSur y ha co-curadorecientemente‘SubversivePractices. Art underConditions ofPolitical Repression.60s-80s / SouthAmerica / Europe’(WKV Stuttgart,2009)

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eludiendo así, en su aparición in-cierta e imprevisible, todo ordenpolicial. Una estética de reproduc-ción que evoca transversalmentelos usos de la serigrafía como he-rramienta política de comunica-ciónpopular –y con ello una tradi-ción extensa de gráfica en los gru-pos de izquierdas: el esténcil, elgrafiti, los murales, las fotoco-pias–, y que encauzanoaccidental-mente algunos de los más filososcruces entre arte y política enaquellos mismos años en el conti-nente (colectivos como el Taller 4Rojo en Colombia entre 1972-1976, el Taller E.P.S. Huayco en

Perú en 1980-1982, el grupo Sumao el grupo Mira de México duran-te los años 70, entre varios otros).En un registro distinto se pue-

den ubicar los posibles legados delsiluetazo.LahistoriadoraAnaLon-goni ha señalado ejemplos en algu-nos de los contextos recientes deresistencia política como las silue-tas y escraches que HIJOS –orga-nismode derechos humanos de hi-jos de desaparecidos– promuevedesde fines de los 90 en contra dealgunos viejos represores, o tam-biéna travésdeacciones e interven-ciones de un renovado activismoargentino, con colectivos comoAr-

deArte!, elGAC(GrupodeArteCa-llejero) o Etcétera..., articulados enlosmárgenes del circuito artístico.Un eco que también resuena

–aunque sin conexión directa– enotros acontecimientos no suficien-tementedocumentados como la ac-ción que Eduardo Villanes realizaen 1995, frente a lamatanzadenue-ve estudiantes y un profesor porparte de un comando paramilitardel Estado peruano, y cuyos restosmortuorios fueron entregados encajas de cartón de leche evaporadade lamarcaGloria. Villanes realizauna intervención anónima en laVía Expresa de Lima en donde lainscripción “EVAPORADOS”, rea-lizada en cartón con recortes de si-luetas de manos, emergía en alu-sión al empaque de leche peromásaún a las desapariciones. Convo-cando luego a una marcha públicade protesta con dirección al Con-greso, portando cajas de leche so-bre la cabeza (la frase “leche evapo-rada” de las cajas era tachada paraafirmar “GENTEevaporada”), aso-ciando así la violencia y los cuer-pos de los desaparecidos con losde cualquiera.Sin lugar a dudas, repensar el si-

luetazo y sus tensiones desde elpresente podría permitirnos insta-lar en otros términos la reflexiónsobre el alcance relacional con queciertas retóricas han inundado losdiscursos del arte contemporáneo,y más las políticas estatales y pro-pagandaspopulistas quehan insta-lado eficazmente una noción des-politizada del espacio público entanto que lugar de todos, borrandosutilmente las oposiciones por unideal compartido que promueveuna falsa participación. Frente aello, el accionar múltiple de la si-lueteada argentina parece decirque un espacio es sólo público entanto que permite reinstalar un es-cenario de posiciones enfrentadas,reintroduciendo los conflictos y an-tagonismos erosionados.Así también, una experiencia co-

mo Lava la bandera, iniciada en Li-ma en mayo del 2000, puede reve-lar otro de los intensos desbordesen losqueunaenergíamínimaesca-pazdedetonarunaprotesta incesan-te. ImpulsadaporelColectivoSocie-

dad Civil –integrado inicialmentepor artistas visuales pero tambiénpor ciudadanos de diversas forma-cionesyprocedencias–, la acciónto-mólaplazaMayorapocosdíasde lasegunda vuelta de un irregular pro-cesoelectoralquepretendíaprolon-gar la dictadura de Fujimori.El lavado de banderas se inició

en la pileta colonial de la plaza, pa-ra luego ser paulatinamente acom-pañadopor decenas, cientos, y pos-teriormente miles de ciudadanosque transportaban sus propias ban-deras, bateas y jabón, semana trassemana, conformando un ritual derechazo público incontrolable.Convirtiendo la plazaMayor, y lue-go lasmuchas plazas de la ciudad ydel país entero (e incluso embaja-das peruanas en el extranjero) engigantescos tendales callejeros queclamaban por una limpieza simbó-lica: el retorno a la democracia. Unproceso que acompañó decisiva-mente no sólo la caída del régi-men, sino que se ha extendido has-ta hoy comounode losmás signifi-cativos gestosde impugnación y re-sistencia apropiados por distintosgrupos minoritarios.Al igual que experiencias como

el NO + o el siluetazo, el potencialpolítico deLava la banderano des-cansa únicamente en su dimen-sión icónica o alegórica, sino enesa fuerza liberadora que en su de-venir anónimo emerge para cues-tionar toda asignación previa delos cuerpos. Esa toma estética –co-mo enfatiza el historiador RobertoAmigo al referirse al siluetazo–que acompaña a la toma política, yque pone en evidencia pública loque parecía imposible de ser dichopor los medios, transformando es-téticamente la realidad, y en eseproceso ensanchando los contor-nos de lo que parecía posible deimaginar sobre una situación toda.Hay sin duda una energía eman-

cipadora que los vincula. Una di-mensiónque escapa a cualquier or-den funcional, y que se inscribe enel registro sensible, subjetivo e in-material deuna formadeexperien-cia siempre destinada a regenerar-se: allí donde la estética logra serfinalmente un reducto de resisten-cia inagotable. |

uso colectivo, se podría hacer ex-tensible a las imágenes políticasproducidas artísticamente dentrodel movimiento internacional ActUp originado en Estados Unidos;a los signos y acciones de colecti-vos argentinos comoArte en laKa-lle,Etcétera o elGrupodeArteCa-llejero para los escraches; o a lasexperiencias colaborativas tem-pranas en España que impulsó LaFiambrera.Para finalizar,megustaría resal-

tar cuáles son, a mi modo de ver,lasmás ricasmatrices interpretati-vas que contiene el hermoso librocoral de Bruzzone y Longoni. En

primer lugar, el enfoquematerialis-ta deJulioFlores, basado enel aná-lisis semiológico de la imagen y enelWalter Benjamin deEl autor co-mo productor: “La figura humana

vacía yde tamañonatural fue el sig-no que iba a representar a cadauno y a todos los que fueron vícti-mas de la desaparición. En el con-junto, cada figura debía verse úni-ca, múltiple e irrepetible, pero su

procedimiento de realización de-bía ser socializado... valorizando ladiscontinuidad discursiva y el im-pacto comunicacional”. En segun-do lugar, la lectura ritualística deGustavo Buntinx: “La toma de laPlaza tiene una dimensión políticay estética, pero almismo tiempo ri-tual. No se trata sólo de crear con-ciencia sobre el genocidio, sino derevertirlo”.En tercer lugar, el análi-sis que del siluetazo hace RobertoAmigo en términos de aconteci-miento, como una resignificacióndel espacio de laplaza, remitiéndo-se a lo que Juan Carlos Marín de-nominóproducciónde una territo-

rialidad social para referirse a la ac-ción de los movimientos socialesrevolucionarios argentinos de ladécada de 1970. Y en cuarto lugar,la manera en que Eduardo Grünerubica el caso de estudio en un pro-blemahistóricomás general: cómopensar las relaciones entre el artey la violencia política. Para ello,Grüner conjura aunBenjaminme-siánico frente al productivista quemoviliza Flores, a la hora de plan-tear lo que denomina el dilemaadorniano del pasado siglo: cómorepresentar lo irrepresentable, elhorror de la desaparición física delas personas a escala masiva. |

GUILLERMO KEXEL.Autor de lasfotografías de estadoble página,desarrolló en 1982,junto con RodolfoAguerreberry y JulioFlores, el proyecto‘Siluetas’ y coordinóla primera ‘silueta-da’ en septiembrede 1983 durantela Tercera Marchade la Resistenciade las Madres de laPlaza de Mayo

El siluetazo bebe, entreotros, de proyectosde Mayo del 68