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DEL MARCO TEÓRICO AL PROBLEMADE ESTUDIO: REFLEXIONES DESDELA INVESTIGACIÓN DE LA VIOLENCIACONTRA LA MUJER EN UN CONTEXTOMIGRATORIO

Carmen Arellano G.34

Patricia Aranda G.35

Introducción

l objetivo de este trabajo es reflexionar sobre el proce-so de construcción del problema del texto “Cicatricesdel silencio: Estudio sobre la violencia en la pareja enun contexto de migración en Sonora” (Arellano,

2008), así como sobre las reflexiones teórico-metodológicas quecondujeron a su delimitación y las implicaciones para su análisis.Se trata de una investigación cualitativa del posgrado de El Cole-gio de Sonora, que versa sobre la violencia en las relaciones depareja en un contexto multicultural, cuyo trabajo de campo fuerealizado de agosto de 2006 a marzo de 2007 en EstaciónPesqueira, Sonora, una comunidad ubicada al centro del estado,perteneciente al municipio de San Miguel de Horcasitas, cuyaprincipal actividad económica es la exportación de uva de mesa yde otras hortalizas.

34 Maestra en Ciencias. Asistente de investigación del Centro de Estudios de Salud ySociedad de El Colegio de Sonora.35 Profesora e investigadora del Centro de Estudios en Salud y Sociedad de El Colegiode Sonora, correo electrónico: pag562@hotmail.com

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A esta localidad llegan año con año miles de migrantes paracontratarse como jornaleros agrícolas en la siembra y cosecha deestos productos. Algunos de ellos llegan directamente a las insta-laciones de los campos agrícolas, otros se asientan temporalmen-te, y otra parte más se establece definitivamente en la comuni-dad, lo que ha traído un crecimiento acelerado de la misma des-de la década de los noventa, esto aunado a una insuficiente co-bertura de servicios públicos (Haro, 2006).

El sitio se conforma por personas oriundas de distintas partesde México, como Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Mi-choacán, Puebla y Sinaloa (Ortega, 2007); incluso cohabitan dis-tintos grupos indígenas como triquis, mixtecos y zapotecos. Lapermanencia de algunos de ellos en el poblado lo han convertidoen un espacio multicultural, ubicando al municipio como unode los que tiene mayor concentración de población hablante delengua indígena, con la particularidad de que estos grupos étnicosno son nativos de la entidad, sino resultado de los flujosmigratorios. Debido a sus características migratorias y a multi-culturalidad36 Estación Pesqueira es un contexto donde se pre-sentan diversas problemáticas, entre las que se encuentra la vio-lencia en el nivel comunitario y familiar.

El problema de la violencia en el hogar, y más específicamenteen la pareja, ha transitado durante las tres últimas décadas haciasu delimitación como objeto de debate público, y su identifica-ción como problema social y de salud pública. Disciplinas comola medicina, la psicología y la sociología han estudiado múltiplesfactores asociados a la problemática. En este sentido, y previo alanálisis de la investigación realizada, haremos un breve recorridosobre los antecedentes en la formulación de la violencia en el hogarcomo tema específico de estudio de la sociología, con la finalidad

36 La multiculturalidad se define como el conjunto de relaciones en un espacio dondeconvergen diferentes grupos de individuos provenientes de distintos lugares, con dife-rencias culturales y lingüísticas. En la configuración de estos grupos en un espacioterritorial compartido se busca la identificación de las características propias de cadauno de ellos, para diferenciarse del resto de las demás agrupaciones con las que convi-ven (Almada, 2006: 46).

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de ejemplificar cómo este fenómeno fue convirtiéndose en temade interés de las disciplinas biomédicas y de las ciencias sociales,para posteriormente describir y analizar el proceso de construc-ción del problema de estudio, así como algunos aspectos teóricosy metodológicos relacionados.

La violencia desde diversos abordajes disciplinarios

Los fenómenos de la cultura se convierten en objeto de investi-gación social en la medida en que su existencia y la forma queadoptan en su momento histórico, despiertan los intereses y elafán de conocimiento entre los investigadores, a partir de susmanifestaciones sociales (Weber, citado en Luengo, 1991: 204).Bajo esta perspectiva, algunos trabajos de investigadores handocumentado el proceso mediante el cual la violencia en el hogarse ha convertido en objeto de estudio sociológico.

En primer lugar, Strauss (1992) y Gelles (1985) describen uncrecimiento importante en el número de investigaciones publica-das sobre este tema a finales de los años setenta en los EstadosUnidos. Strauss (1992) registró que entre 1974 y 1988 los traba-jos indexados y citados en la base de datos “Sociological Abstracts”sobre violencia en el hogar, fueron alrededor del 20% del total deartículos registrados. Estos autores reportan que dicho campo deinvestigación en Estados Unidos inició con el estudio de violen-cia física en los infantes, y posteriormente se amplió hacia el es-tudio de la violencia contra las parejas, los parientes, los ancia-nos, y finalmente, hacia otras dimensiones del problema: estu-dios de abuso sexual, negligencia y abuso psicológico en el ámbi-to doméstico. De acuerdo con la misma fuente (Strauss, 1992:212), entre 1976 y 1987 se crearon siete nuevas revistas sobre es-tos temas, a pesar de que previo al auge de la temática, había yarevistas sobre sociología criminal, familia, leyes, comportamientosexual y estudios sobre victimología en donde era posible publi-car los resultados de investigaciones. De acuerdo con el autor,ningún otro subcampo de la sociología creció en las mismas pro-porciones en estos años, de modo que de nueve trabajos publica-

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dos en 1974, la cantidad subió a 222 en 1988 en la base de datosanalizada.

¿Qué sucedió para que la violencia en el hogar se convirtieraen un problema de investigación sociológica? ¿Por qué entoncesy no antes? Richard Gelles (1985) analizó los trabajos sobre vio-lencia familiar y señaló que la sociología hizo un “descubrimien-to tardío” del problema. Su explicación se centra en el acceso a lainformación sobre la problemática social, misma que se concen-tró entre los trabajadores sociales debido a su participación en losprocesos de atención. Pero fueron los radiólogos pediatras quie-nes desde 1946 identificaron y difundieron los patrones de hue-sos rotos y fracturas que se vinculaban al maltrato en los niñospor parte de sus cuidadores. Algunos de estos trabajos publica-dos fueron los de Caffey, en 1946 y 1957, y Silverman, en 1953(Gelles, 1985).

En la década de 1960 la literatura sobre abuso infantil crecióampliamente, sin embargo, de acuerdo con Gelles (1985: 348),no hubo un solo artículo de sociología entre la literatura publica-da por el entonces “Departamento de Salud de Estados Unidos”.Antes de los años setenta, los psiquiatras y pediatras eran quie-nes escribían y publicaban sobre violencia en los infantes, mien-tras que los estudios de violencia contra las mujeres o sobre abu-so en la pareja recibieron poca o nula atención en el ámbito cien-tífico. La violencia contra la mujer tardó más tiempo en ser moti-vo de denuncia y en caracterizarse como problema de salud pú-blica. Es preciso reconocer que antes de definir el problema comoviolencia contra la mujer o como violencia en el hogar, la sociolo-gía escribió sobre criminalidad y homicidio, pero no precisó eltema y no lo constituyó como su propia sub-especialidad. No fuesino hasta los años setenta cuando los sociólogos entraron de lle-no a esta discusión.

La atención a las consecuencias de este tipo de violencia con-llevan una trayectoria de atención que concentra en las discipli-nas biomédicas la información sobre el tema. La hegemonía de ladisciplina biomédica en este campo se consolidó y mantuvo fue-ra a la sociología, en parte porque los factores socioculturales no

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fueron abordados por especialistas de ciencias sociales, sino porpersonal médico y posiblemente porque los mismos definieroneste problema con un enfoque más individual que social en tornoa la atención institucional de su competencia. Por otra parte, lasestadísticas oficiales empezaron a documentar los casos hasta losaños setenta. En este mismo lapso, las organizaciones feministascrearon refugios para las mujeres maltratadas, dando espacio alos sociólogos para investigar acerca del problema (Pagelow, 1981;citado en Ferraro, 1983: 326).

En general, los investigadores (Straus, 1974: 13-17) atribuyena tres factores esta llegada tardía de la sociología al estudio de laviolencia: a) el proceso de sensibilización en la sociedad sobre laviolencia que tuvo lugar en los años sesenta y setenta con la gue-rra de Vietnam, a través de las protestas sociales contra la violen-cia; b) la reemergencia de los movimientos feministas, y c) loscambios en los modelos teóricos y metodológicos que fortalecie-ron teorías críticas en las ciencias sociales.

Algunos de los aportes de las ciencias sociales al estudio de laviolencia podrían describirse a partir de los estudios de Gelles(1985: 349), de la siguiente forma: a) criticaron la construcciónde los primeros modelos biomédicos que pretendían explicar laviolencia intrafamiliar. Los primeros autores se refirieron a la ca-rencia de muestreos representativos y a la falta de precisión en losgrupos entre los que se realizaban comparaciones, a partir de loscuales formaban los modelos. Las críticas metodológicas (Gelles,1973 citado en Gelles, 1985) se sumaron al señalamiento de quelos modelos unicausales no podían explicar procesos complejosni mucho menos utilizarse para teorizar a partir de las asociacio-nes estadísticas señaladas; b) Los sociólogos rebatieron mitos exis-tentes acerca de que la violencia familiar era un fenómeno pococomún o bien que se redujera a un tipo de población con proble-mas mentales (Steinmetz y Straus, 1974, citado en Gelles, 1985:349) y pusieron en duda algunas aseveraciones respecto a que laviolencia se presentara solamente en familias pobres o el prejui-cio de que a las mujeres violentadas “les gustaba vivir así”(Steinmetz 1977, citado en Gelles, 1985: 350).

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La primera década de investigación sociológica anglosajonasobre violencia (de 1970-a 1980) se enfocó en cuatro temas prin-cipales: a) definir (nominal y operacionalmente) el abuso y la vio-lencia; b) medir la incidencia y prevalencia de la violencia en lafamilia; c) buscar los factores correlacionados con la violencia enel hogar; d) desarrollar modelos causales para explicar la violen-cia familiar. Los primeros años de la década de los noventa toca-ron el tema de las consecuencias de la violencia y las dinámicasviolentas, así como el impacto de las intervenciones realizadashasta el momento. Esta perspectiva sociológica coincidió amplia-mente con la necesidad de documentar la prevalencia que soste-nían los especialistas en salud pública.

El problema de la violencia se definió entonces como un asun-to de salud pública en razón de la generalidad con que se presen-ta, y más recientemente, desde una visión administrativa, a travésde los costos que implica su atención en los servicios médicos. Deacuerdo con Tulchinsky (2000) la salud pública en sus inicios eravista como una disciplina cuyo objetivo era el estudio e imple-mentación de medidas para el control de la dispersión de ciertasenfermedades, básicamente a través de actividades de salubridady vacunación. Hoy en día en las instancias internacionales, y enalgunos casos excepcionales en las nacionales, se construye comoun campo multidisciplinario que tiende a incluir tanto los apor-tes de las ciencias básicas como aplicadas. En nuestro país estecampo de conocimiento y aplicación se construye principalmen-te bajo la hegemonía biomédica, estableciendo vínculos limita-dos con educación, psicología, y de manera menos frecuente consociología y antropología.

En México, durante los últimos diez años, los esfuerzos desdela salud pública se han dirigido a medir prevalencias de diversostipos de violencia a través de encuestas y a buscar los factoresrelacionados con la reproducción de la misma. Las preguntas quese plantean desde este enfoque buscan caracterizar el tipo de vio-lencia de acuerdo con las definiciones internacionales (OPS, 2003;OMS, 2005; ONU, 2007) y a conocer las características de lasmujeres con la finalidad de identificar factores de riesgo o carac-

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terísticas asociadas a una mayor vulnerabilidad que pudieran serrelevantes para su atención en los servicios de salud. Es decir,buscan responder qué tan frecuente es la problemática, qué tipode mujeres tienen mayores riesgos de ser violentadas, qué tipo deviolencia es la más frecuente, en qué ámbitos se ejerce esta violen-cia y qué nivel educativo o de ingreso tienen las personas que sonviolentadas. Así mismo, el registro y evaluación de las formas deatención de la violencia se concentran principalmente en torno ala identificación de la problemática en los servicios médicos, lacanalización a servicios de psiquiatría y de psicología clínica, enla posibilidad de la denuncia penal y la canalización a los servi-cios legales y/o de derechos humanos correspondientes.

Recientemente, estudiosos de las ciencias sociales en AméricaLatina (Castro y Riquer, 2003), han señalado que el número deinvestigaciones sobre el tema ha sido preocupantemente bajo, peroademás, a partir de su experiencia en la investigación sociológicasobre el tema, critican la orientación predominantemente empí-rica que existe, así como la carencia de anclaje en teorías socioló-gicas amplias y proponen la necesidad de diseñar nuevas investi-gaciones con sustentos conceptuales de las ciencias sociales y dejara un lado diseños que se han caracterizado por ser “ateóricos ymeramente estadísticos” (idem, 2003: 135). En el mismo trabajose señala que lo que ha sido una preocupación principal para losinvestigadores latinoamericanos es identificar la magnitud delproblema de la violencia. Los autores hacen una crítica en gene-ral a estos estudios porque la mayoría de ellos no diferenciaron laseveridad de la violencia que reportan las mujeres entrevistadas,con lo que generan datos confusos que incluyen formas modera-das y episódicas a la par de mujeres que viven situaciones de vio-lencia crónica, lo cual no permite precisar la severidad y grave-dad del problema.

En Latinoamérica se reportan pocos estudios publicados quecontengan un diseño para la explicación del problema. En la ac-tualidad se cuenta con un listado de variables que se identificancomo asociadas de manera estadísticamente significativa al pro-blema de la violencia, tales como el nivel socioeconómico, la es-

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colaridad y el grupo de edad o el estado civil, el haber sufridoabuso en la infancia, la condición de ocupación, el número dehijos, años de la unión y consumo de drogas, principalmente al-cohol, y relaciones de género con marcada asimetría, pero seña-lan que estas asociaciones carecen de un sustento teórico (Castroy Riquer, 2003). Retomamos entonces el reto de reflexionar sobreel proceso de construcción de sustento teórico en una tesis deposgrado, con la intensión de que se beneficien de ello futurosesfuerzos que aporten nuevos elementos al análisis de esta pro-blemática desde las ciencias sociales, sin negar por ello la impor-tancia de los estudios interdisciplinarios.

Primeros pasos y condiciones del estudio

Uno de los elementos que es necesario considerar en toda inves-tigación son las condiciones en que se realiza el trabajo, y en estesentido, las tesis de posgrado, y en específico de maestría, hansufrido cambios importantes en los últimos quince años en Mé-xico. Mientras que en los años ochenta y todavía en los noventalos estudiosos de maestría eran líderes en el sector académico, yun estudiante de ese grado podía pasar dos años de arduos estu-dios y otro tanto en la elaboración de su tesis, en el año 2000 lastransformaciones en los centros de excelencia académica han sidomayúsculas.

Actualmente los docentes no sólo han de ser doctores, sinoque además han de ser parte de sistemas nacionales que evalúanpermanentemente su desempeño con una serie de criterios deproductividad en la docencia y en la investigación que ha reper-cutido indudablemente en la formación de los estudiantes. Hacefalta un estudio amplio y crítico en torno a sus resultados. Enesta década los estudiantes de maestría cuentan con un tiempolímite de titulación de dos años en El Colegio de Sonora, lo queimplica que el proceso de formación teórico-metodológica se ace-lere y se construya a la par de investigaciones más modestas ensus objetivos y alcances, dado que los alumnos han de titularsepoco tiempo después del término del programa. Para apoyar este

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proceso de formación en el Centro de Estudios de Salud y Socie-dad de El Colegio de Sonora, se conformó un seminario en elque participaron seis estudiantes que trabajarían en EstaciónPesqueira. En este espacio se acompañó el proceso de delimita-ción de los problemas de estudio con una dinámica que se esta-bleció desde el inicio a partir de la revisión bibliográfica y el con-tacto con la comunidad. Los seis estudiantes utilizarían métodoscualitativos, de modo que asumimos un diseño circular que con-sideraba como insumos las bases de datos o publicaciones sobrela región y, por otro lado, el conocimiento de la zona y sus recur-sos de atención médica y educación.

En el curso se retomaron lecturas sobre migración y salud y secompartió la experiencia de trabajo de campo. Al mismo tiempo, lainfluencia de la formación teórica y metodológica de la maestríaapoyó la delimitación del proyecto de investigación. También se or-ganizaron coloquios permanentes para la presentación de los avan-ces de investigación, que permitieron la retroalimentación entre es-tudiantes y docentes que conformaban los comités de tesis.

En la delimitación del tema de investigación que tratamos enesa ocasión se trataron otras cuestiones éticas desde el punto devista científico y desde nuestra posición como seres humanos anteuna temática sensible. Retomando estas consideraciones teóricasy prácticas, se inició el proceso de delimitar una pregunta de in-vestigación y los objetivos a alcanzar, a la par que se tomaban encuenta las características propias de la población a estudiar y lamejor forma, desde nuestra perspectiva, de abordar el tema de laviolencia en una comunidad rural y multicultural.

En un primer momento, un tanto exploratorio de la comuni-dad y de su relación con la violencia, se planteó la posibilidad deconocer la situación de violencia en la localidad, manifiesta enproblemáticas sociales como la drogadicción y la delincuencia.En Estación Pesqueira se vive un ambiente de impunidad ante laventa de drogas, los robos a casa habitación a plena luz del día,las constantes riñas y pleitos en la calle entre hombresalcoholizados, que a la vez se trasladaban a ambientes familiaresceñidos por la violencia.

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Había que seleccionar de esa compleja realidad social una pe-queña parte para estudiar. El interés ahora se debatía entre laspreferencias profesionales de abordar el tema de la violencia en lapareja, o la violencia que se presenta en la comunidad. Para elprimer caso habría que considerar las opciones reales de abordarel tema de la violencia en las relaciones de pareja, sin que estoconllevara el rechazo por parte de las mujeres para compartir susexperiencias y significados compartidos sobre la violencia en lasrelaciones de pareja.

Delimitación teórica-conceptual del problema

Por lo general el proceso de delimitación del problema de estudiose narra de manera escueta y lineal en los informes y documen-tos entregados, a pesar de que depende de él, en gran medida elresultado de la investigación. Consideramos importante reflexio-nar sobre este proceso a partir de este estudio concreto, con finesdocentes, y para profundizar en la valoración de las implicacio-nes teórico-metodológicas en el proceso y resultados de la inves-tigación.

En el tiempo que inició el esfuerzo por definir el problema deestudio de Arellano, en el entonces Programa Salud y Sociedad,los investigadores habían analizado la perspectiva teórica de SergeMoscovici (1993) sobre las representaciones sociales, principal-mente desde la perspectiva de la antropología social de EduardoMenéndez (1997), quien enfatiza el enfoque relacional en el aná-lisis de las representaciones sociales y las prácticas en los proce-sos de salud/enfermedad/atención, y de la antropología crítica deNancy Scheper-Hugues, en los estudios realizados sobre emba-razo, parto y puerperio (Denman, 2001), y sobre cáncer cervi-couterino (Aranda, 2005). En ambos trabajos doctorales las auto-ras debatieron sobre la pertinencia y alcances de estas perspecti-vas. Esta experiencia teórica y metodológica fue discutida am-pliamente en los seminarios realizados con los estudiantes demaestría y marcó la definición inicial de la investigación (Arellano,2008) que queremos retomar aquí.

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Durante su proceso de formación, la autora del trabajo ubicóesta discusión en comparación con algunas corrientes teóricasde su formación profesional como psicóloga, como los plantea-mientos ecológicos de Corsi y el cognoscitivismo. También se re-visaron las normatividades internacionales, nacionales y estatalessobre la violencia, que describen y tipifican las formas de violen-cia en las relaciones de pareja. En la delimitación del problema seentrelazan posturas disciplinarias que se conjugan para tratar dedar mayor riqueza a la construcción de un cuerpo de conoci-miento, que transita entre la interpretación del discurso domi-nante, en este caso dado desde las normas, y la búsqueda de ex-plicaciones sociológicas sobre la perspectiva del actor social.

Desde las propuestas de la sociología se retomaron losseñalamientos teóricos de Berger y Luckman sobre la pertinenciadel estudio de los procesos de socialización primaria y secunda-ria. La elaboración de las preguntas de investigación, bajo el en-foque del constructivismo social, responde a la búsqueda de pa-trones de socialización compartidos alrededor de la violencia, quebuscaban ser respondidos a través de formas de violencia tolera-das y aceptadas dentro de las relaciones de pareja en ciertos con-textos sociales, en este caso en Estación Pesqueira. Sin embargo,las limitaciones del tiempo hicieron imposible el estudio de estosprocesos, de manera que se retomaron investigacionesantropológicos que invitaban a estudiar la problemática desde elpunto de vista del actor social (Menéndez, 1997), es decir, a des-cribir en primera instancia la forma en que las personas de lalocalidad entienden la violencia y a partir del estudio de estasnociones comparar las definiciones normativas con la forma enque socialmente se construyen estas expresiones de violencia.

En la búsqueda de un bagaje teórico que diera sustento al estu-dio y durante los últimos meses de formación, se inició la revisiónteórica de los planteamientos de Bourdieu a partir de la investiga-ción doctoral sobre derechos a la atención de mujeres con proble-mas mamarios de Castro (2006). Tal enfoque teórico dio sentido yestructura lógica al análisis de la información, al igual que los plan-teamientos básicos derivados de la perspectiva de género.

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La propuesta relacional del sociólogo francés Pierre Bourdieusobre la violencia contra las mujeres retoma la visión de la domi-nación masculina, donde las distintas estructuras sociales comoel Estado, la religión y la educación, contribuyen a la perpetua-ción de la posición subordinada de la mujer en sociedad, cuyaexpresión más visible es la violencia. Tales relaciones desigualesson asumidas y naturalizadas en el contexto social, por lo queciertas expresiones de violencia contra las mujeres son normali-zadas (Bourdieu y Wacquant, 2005). La violencia contra las mu-jeres representa una manifestación extrema de la desigualdad degénero y constituye una expresión de la dominación masculinabajo la cual está organizada la sociedad patriarcal en su conjunto(Castro, 2004: 306). En estas relaciones naturalizadas, la desigual-dad de poder entre los géneros se convierte en una situación dada,y sobre esto Bourdieu se refiere a la violencia simbólica, definidacomo una “violencia suave, invisible, ignorada como tal, elegidatanto como sufrida: la de la confianza, el compromiso, la fideli-dad personal, la hospitalidad, el don, la deuda, el reconocimien-to, la piedad; todas las virtudes, en una palabra, que honra lamoral del honor” (Bourdieu, 1991: 214). Esta violencia simbólicase traduce en distintas formas de violencia contra las mujeres,como son el control sobre sus actividades, acciones, sobre su sexua-lidad; incluso sobre el aislamiento al que pueden ser sometidas,pero como define Bourdieu: es invisible y no se considera violen-cia, sino como una manera de establecer las relaciones sociales.Desde este enfoque la violencia es considerada una construcciónsociocultural, cimentada en las relaciones asimétricas entre losindividuos (Ramírez, 2003).

Dos de los conceptos centrales de la obra de Bourdieu son elde campo y el habitus. El autor define el campo como “el con-junto de relaciones objetivas e históricas entre posiciones ancla-das en ciertas formas de poder” (Bourdieu y Wacquant, 2005:44). Tales relaciones están “objetivamente definidas en su exis-tencia y en las determinaciones que imponen sobre sus ocupan-tes, agentes o instituciones, por su situación presente y potencialen la estructura de distribución de especies del poder cuya pose-

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sión ordena el acceso a ventajas específicas que están en juego enel campo, así como por su relación objetiva con otras posiciones”(Bourdieu y Wacquant, 2005: 150). Desde esta perspectiva, elanálisis de la violencia contra la mujer alude a un campo socialcaracterizado por el poder que los hombres tienen sobre las pri-meras, en una relación desigual y asimétrica de poderes insertaen un contexto y tiempo específico.

En este trabajo se estudió a una población que vive en la des-igualdad en distintos campos (educativos, de salud, políticos,económicos, laborales) que la coloca en una posición de vulnera-bilidad, dada principalmente por condiciones laboralesinequitativas para la población migrante. El análisis de la violen-cia contra la mujer en las relaciones de pareja se enmarca en uncontexto de instituciones limitadas y precarias en cuanto recur-sos para la atención del problema, anclados en un campo socialmás amplio que los contiene y configura.

En las relaciones de pareja se expresan las relaciones desigua-les entre hombres y mujeres, concretados en los distintos roles degénero en los niveles comunitarios, familiares y de pareja. En estecampo social se traslapan diferentes expresiones de la subordina-ción genérica, como es el caso de las estructuras de justicia ysalud, donde el acceso y resolución del problema se obstaculizapor un constante discurso de normalización de la violencia ydesacreditación de la voz de las mujeres. Por otra parte, el con-cepto de habitus es definido como un “sistema de disposicionesduraderas y trasferibles, estructuras estructuradas predispuestasa funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como prin-cipios generadores y organizadores de prácticas y representacio-nes” (Bourdieu, 199: 92). El habitus y el campo son dos concep-tos relacionados, ya que uno funciona en relación con el otro. Elhabitus responde a las exigencias del campo como una internali-zación de las estructuras sociales, por lo que se trata de un pro-ducto social sobre las prácticas puestas en marcha en distintassituaciones; prácticas percibidas como correctas y propias para elorden social impuesto (Pérez, 2004: 64). Es así como desde lavisión de Bourdieu la ciencia social realiza una “doble lectura”

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(Bourdieu y Wacquant, 2005: 32) de los hechos sociales: una,desde las relaciones de poder presentes en los campos; y otra,desde los patrones simbólicos (los habitus) que dan sentido alorden social. Así mismo, y como estudios anteriores sobre violen-cia lo habían hecho, se utilizaron algunos argumentos derivadosde la perspectiva de género, nacida dentro de los movimientosfeministas, pero que se consolidó como una propuesta académi-ca en años recientes. La perspectiva de género permea lavisibilización de la violencia contra las mujeres como un asuntopolítico y público al que es necesario destinar recursos académi-cos y de intervención para su solución.

Los estudios desde una perspectiva de género indicaban lapertinencia de analizar cómo se expresan las relaciones de género“a través de relaciones de poder-subordinación representadas enla adscripción de funciones, actividades, normas y conductas es-peradas para hombres y mujeres en cada sociedad” (Rivas de Mora,2001: 79). Esta situación da lugar a justificaciones culturales dela violencia, basadas en ideas tradicionales sobre los roles que jue-gan los hombres y las mujeres, dentro de los que se puede encon-trar que las mujeres cuiden del hogar, se ocupen de los hijos ymuestren obediencia y respeto al esposo (OMS, 2004: 102).

La identidad de género es pues, una construcción social queposibilita al hombre cierto dominio sobre la mujer (OMS, 2004;OPS, 2003). Las diversas expresiones de violencia contra la mu-jer, sobre todo la que se presenta al interior de la pareja, puedenrelacionarse con las concepciones de género que ligan la posiciónde la mujer como obediente, sumisa, preocupada por los otros, alpunto de ser objeto de violencia (Comesaña, 2000: 2).

Delimitación metodológica

Una vez definido que el objetivo sería retomar la perspectiva delactor, en este caso de las mujeres, sobre la violencia en la pareja,se decidió utilizar una metodología cualitativa, ya que permiteconocer y profundizar sobre las experiencias vividas, prácticas ysignificados de las personas ante este problema social, del cual

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no se habla y no se reconoce su existencia. Se optó por la realiza-ción de entrevistas, que es una herramienta empleada para cono-cer el discurso, narrativas, experiencias y vivencias de los actoresprincipales, y se define como “una forma de comunicación inter-personal con la finalidad de obtener información en relación aun objetivo” (Galindo, 1987: 158). Las entrevistas pueden ir des-de aquellas que permiten la total libertad de expresión de los par-ticipantes, hasta aquella que contiene una guía de temas centra-les a abordar dentro de una investigación.

En este trabajo se utilizó la entrevista semi-estructurada, que“recolecta datos de los individuos participantes a través de unconjunto de preguntas abiertas formuladas en un orden específi-co” (Mayan, 2001: 16) que cumplen con los objetivos plantea-dos. Las entrevistas semi-estructuradas se formulan bajo el fun-damento de que es más probable la expresión de los puntos devista subjetivos del entrevistado con este tipo de técnica que conla entrevista cerrada o un cuestionario con respuestas de opciónmúltiple (Flick, 2002).

Ahora bien, como parte de los criterios de selección de lasparticipantes, no se podría considerar a la población que perma-nece períodos muy cortos en la localidad o en los campos aleda-ños, es decir, a los jornaleros migrantes que no se hubieran asen-tado ya en Estación Pesqueira, porque sería poco probable el ha-cer compatibles los períodos de fuerte carga académica con eltrabajo de campo y a la vez considerar el calendario agrícola. Otralimitante a considerar era la condición étnica y con ello la necesi-dad de abordar a personas que hablaran español, dado que lainvestigadora no sería bilingüe (en la localidad se habla triqui,zapoteco, nahuatl y mixteco). También se enfrentó la disyuntivade seleccionar solo a mujeres con experiencias de violencia, o abrireste criterio a cualquier mujer que voluntariamente deseara par-ticipar en la investigación. Pero según el objetivo planteado sebusca conocer lo que socialmente es aceptado y normalizado so-bre la violencia, independientemente de la experiencia previa conla misma, de ahí que no fuera un criterio de inclusión el que lasmujeres participantes hubiesen tenido y reconocido experiencias

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de violencia en sus relaciones de pareja. A partir de esto, se eva-luaron las desventajas de incluir a mujeres violentadas, cuidandola forma de cubrir las identidades de las informantes en los regis-tros de información, tales como cambiar el nombre o situacionesmuy específicas de algunas de ellas, debido a que es un espaciopequeño en donde pueden ser estigmatizadas y señaladas por elresto de la comunidad, pero más que nada, para evitar represaliaspor parte de la pareja y que este ejercicio pudiera resultar contra-producente para la participante.

Estas precauciones metodológicas en la selección de las parti-cipantes son consideradas también por los dilemas éticos queconlleva trabajar un tema tan sensible, ante las precarias oportu-nidades de brindar un servicio de contención a las mujeres quese encuentren en una situación crítica de violencia. En EstaciónPesqueira no existen espacios ni personas capacitadas para brin-dar atención a las víctimas de violencia, y lo más cercano a ellasson los servicios prestados en la ciudad de Hermosillo. Estos di-lemas éticos fluctúan entre la necesidad de reconocer y hacer vi-sible la violencia por la que pasan las mujeres, frente a la incerti-dumbre de evitar daños emocionales que pudiera traer consigoel hablar abiertamente de este tema. Además, en el diseño de lainvestigación y la selección de la metodología, fue necesario con-siderar el límite de tiempo para la realización del estudio. Uno delos retos era el de traslado en camión hacia Estación Pesqueira, ala par que tenía que cumplirse con una intensa carga académica.

Por otra parte, los planteamientos bajo los cuales tradicional-mente la salud pública ha abordado la violencia contra las muje-res, es bajo un enfoque cuantitativo, que se hace evidente en lasencuestas a nivel nacional que buscan caracterizar los factores deriesgo de la violencia, así como la medición de la severidad de lostipos de violencia. En el estudio, aunque se justificó la violenciaen las relaciones de pareja como un asunto de salud pública, nose aplicó ninguna encuesta o cuestionario que pudiera ser repre-sentativo de la población de estudio y que brindara informaciónsobre los casos que se presentan en la localidad, ya que no forma-ba parte de los objetivos planteados. En ese sentido, es necesario

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reconocer las ventajas y desventajas de la metodología cuali ocuantitativa, pero sobre todo, la selección de una u otra obedecea las preguntas y objetivos de la investigación, así como al refe-rente teórico que da sustento al estudio.La delimitación final: el estudio en Estación PesqueiraUna vez enfrentadas las complejidades teóricas y metodológicasen la delimitación del objeto de estudio (aunque aún ahora sonmuchas otras las que aparecen), el objetivo general que guió lainvestigación fue describir y analizar las definiciones y valoracio-nes sobre la violencia en la pareja y su relación con la salud dadaspor mujeres mayores de 15 años que habitan en Estación Pesqueiradesde hace más de cuatro años, así como comparar diferencias ysimilitudes de acuerdo a su condición migratoria y a su experien-cia con el problema.

Los objetivos específicos planteados fueron:

• Describir, analizar y diferenciar entre las mujeres migrantesy no migrantes las definiciones y valoraciones que refierencomo violentas, y aquellas que son toleradas y normaliza-das dentro de una relación de pareja.

• Describir los tipos de violencia en la pareja que las mujeresreconocen y compararlos con las definiciones normativas,37

así como aquellos problemas de salud que ellas asocian aesta problemática.

• Describir las valoraciones de gravedad de las distintas ma-nifestaciones de violencia que las mujeres identifican en larelación de pareja.

• Analizar las condiciones de atención a la violencia en la pa-reja, así como las dificultades y necesidades que enfrentanlas mujeres en un contexto rural y migratorio.

Para alcanzar estos objetivos se logró entrevistar a 10 mujeres re-sidentes de Estación Pesqueira, 4 de ellas oriundas del lugar y 6

37 En esta investigación se considera como tipología normativa aquella que se estableceen la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.

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mujeres migrantes asentadas en la localidad desde hace más decuatro años, cuya edad iba desde los 20 hasta los 57 años. De lasmigrantes, 4 eran de origen indígena: una zapoteca, dos mixtecasy una tarahumara. Todas hablaban español y habían llegado aPesqueira en búsqueda de mejores opciones de empleo y de vida.En el siguiente cuadro se resumen las principales característicasde las mujeres participantes, a las que se les asignó un nombreficticio para proteger su identidad. Todas ellas aceptaron partici-par bajo las condiciones del consentimiento estando informado.

Cuadro 1. Características de las mujeres participantes (toma-do de Arellano, 2008)

Resultados de la investigación

Se encontró que la forma en que las mujeres participantes defi-nen, valoran e identifican las distintas formas de violencia en la

Informantes Edad Lugar de origen Estado civil Pertenencia

étnica

No.

Visitas

Horas de

grabación

Dulce 26 Estación Pesqueira Unión libre 5 3

Lucía 36 Estación Pesqueira Casada 5 5

Martha 20 Estación Pesqueira Unión libre 3 2

Paola 24 Estación Pesqueira Unión libre 4 2

María 31 Estación Bauchi,

Chihuahua

Unión libre Tarahumara 5 4

Bertha 42 Tabasco Unión libre 8 6

Isabel 57 San Andrés Abache,

Oaxaca

Casada Mixteca 4 3

Martina 40 Dolores Hidalgo,

Guanajuato

Unión libre 5 6

Ruth 26 Santiago Amoltepec,

Oaxaca

Casada Mixteca 3 3

Sonia 57 Santa Catalina,

Oaxaca

Casada Zapoteca 3 4

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pareja, se encuentra relacionada con la experiencia directa con lamisma, mientras que la migración actúa como un elemento quepuede poner en una mayor vulnerabilidad a las mujeres debido ala escasez de redes de apoyo. Es importante aclarar que el proce-so migratorio no es una condición que por sí misma aumente elriesgo de ser una mujer violentada, pero las trayectorias de mi-gración de las mujeres participantes en este estudio se dan encondiciones de pobreza, con un bajo nivel educativo, algunascomo jefas de familia, lo que, aunado a la ausencia de redes socia-les tanto en sus lugares de origen como en los de recepción, lasubica en una posición vulnerable ante la violencia y control ejer-cidos por su pareja.

Las mujeres migrantes con alguna experiencia de violenciareconocen la agresión psicológica y la valoran como más grave encomparación con la violencia física. Esta situación es contrariaen las mujeres que no identifican violencia en sus relaciones depareja. Tal desconocimiento se relaciona con las formas de vio-lencia socialmente identificadas, como serían las agresiones físi-cas, los golpes y el uso de objetos para causar daño corporal, y alas cuales se les da una mayor valoración de gravedad, mientrasque no se identifican las expresiones de la violencia psicológicaestablecidas desde las normatividades legales y de salud. En elcaso de las mujeres que no reconocen experiencias de violencia,no identifican formas de control y dominación por parte de susparejas, como la vigilancia sobre sus actividades diarias o el aisla-miento al que pueden ser sometidas, acciones que son normali-zadas a partir de los habitus.

El tema de las redes sociales de apoyo resulta ser importanteen el problema de la violencia, y cobra mayor importancia cuan-do se trata de mujeres migrantes, y como lo reporta Ramírez(2006): el aislamiento en que pueden vivir las migrantes incre-menta su vulnerabilidad ante la violencia. En esta investigaciónse encontró que la ausencia de redes en el lugar de origen fue unmotivo que propició la migración, y aunque en el lugar de recep-ción las migrantes reconocen mejoras en su calidad de vida (comotener empleo, casa y alimentación), también han sido escasas las

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relaciones que han logrado construir en la localidad, lo que lassitúa en una posición de mayor vulnerabilidad ante la violenciaejercida por la pareja. Los espacios de atención a la salud se con-vierten en lugares a donde prefieren acudir las mujeres migrantes(a pesar de las inconsistencias en la atención), ya que no cuentancon relaciones confiables dentro de la comunidad, lo que con-cuerda con los resultados de Juárez y colaboradores (2005).

En el campo de las instituciones de salud es importante reco-nocer cómo los habitus estructuran las acciones frente al proble-ma de la violencia contra las mujeres, porque aunque en el dis-curso normativo se encuentra dentro de los asuntos centrales atratar, a nivel operativo, se reproducen las prácticas que perpe-túan la violencia a nivel institucional. Así, la atención de la vio-lencia contra las mujeres dentro de las instituciones de salud aúnno es considerada un ámbito propio para el personal médico (por-que no es propiamente una enfermedad biológica), y se brinda laatención cuando las consecuencias de ésta tienen repercusionesen la salud física, lo que reproduce esa representación de la vio-lencia como una agresión física. Es decir, dentro de las institucio-nes de salud aún no se cuenta con las disposiciones necesariaspara emprender estrategias de prevención y atención que resul-ten eficaces para abordar la violencia contra las mujeres en susdistintas manifestaciones.

Por otro lado, dentro del campo de las instituciones de justiciase reproducen esos habitus sobre la violencia al considerarla unasunto privado, y cuya atención solo es posible cuando las conse-cuencias físicas de la misma se prolongan más de 15 días. Así, lodefinido como violencia dentro de los marcos legales (tanto a ni-vel estatal como nacional) se enfrenta a toda una serie de prácti-cas y representaciones que impiden su ejecución en los distintosniveles de atención dentro de las instituciones de justicia. Es asícomo las instituciones estructuran y organizan las disposicionespara actuar frente a determinada problemática.

Entre las expresiones de violencia que han sido normalizadaspor las mujeres participantes se encuentra el asumir decisionesacerca de su persona, vestimenta y apariencia física, que son to-

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madas en cuenta por sus parejas, ya sea porque no son de suagrado o bien porque contrastan con la imagen socialmente com-partida que se tiene de una mujer casada. Por ejemplo, en lasconcepciones acerca de las relaciones de pareja, se comparte quela mujer ya no se preocupe por su arreglo personal y lo antepon-ga a las actividades familiares. Estas expresiones de la internaliza-ción de los habitus, se asumen en los discursos de las mujeressobre la importancia que le dan al cumplimiento de sus laboresdomésticas de limpieza y alimentación. Esta naturalización y acep-tación de los roles contribuye a perpetuar las desigualdades degénero y de poder en las relaciones humanas.

Otra de las formas de control y dominación masculina se ma-nifestó en el hecho de que las mujeres necesiten la autorización ypermiso de sus parejas para realizar ciertas actividades, como tra-bajar fuera del hogar o visitar a familiares y amistades. Según laNOM para la atención de la violencia intrafamiliar (1999) estasson formas de violencia psicológica ejercidas mediante la coer-ción, la intimidación y aislamiento o bien, como lo definiríaBourdieu (2000): expresiones de violencia cotidiana, invisible, sim-bólica en la que tanto dominador como dominado aceptan lasrelaciones asimétricas de poder.

A pesar de que estas acciones no son consideradas violentaspor las mujeres, a la vez son mecanismos que reproducen y per-petúan la desigualdad de género, y tal como lo reporta Castro(2004), tanto hombres como mujeres se pueden ver beneficiadoso afectados directa o indirectamente por el orden social a travésde los habitus que reproducen las relaciones de subordinación ydominación. Sin embargo, y de acuerdo con la postura deBourdieu y la dominación masculina, todas las mujeres estaríanexpuestas a la violencia como una forma en la que se estructuranlas relaciones sociales de subordinación y dominación, como unaforma natural en la que se ha organizado la sociedad. Esta natu-ralidad o normalización del orden social, puede llevar a que cier-tas manifestaciones de la violencia pasen desapercibidas, seaninvisibles desde el lenguaje de Bourdieu, tanto para los domina-dos como para los dominadores. Desde este enfoque, las mujeres

168

del estudio, en algún momento de su relación, han pasado porun evento violento como resultado de las desigualdades de género yde poder en las que se han estructurado sus relaciones sociales.

Las desigualdades de género inmersas en un contexto ruralde migración y de etnicidad como es el caso de Estación Pesqueira,enmarcan las distintas expresiones de la violencia contra las mu-jeres. Ramírez (2006) señala que en contextos rurales los roles degénero y las actividades son mucho más rígidos para cada uno deellos que en las zonas urbanas, mismos que están contenidos enun sistema de creencias tradicionales. Esta situación se agrava,según el autor, por la carencia de recursos de atención en zonasrurales, y si se suma la condición indígena de algunas de ellas,entonces se encuentran relaciones de subordinación y domina-ción mucho más jerárquicas en el uso del poder (Ramírez, 2006:320), lo que concuerda con los resultados encontrados en estainvestigación. Las mujeres migrantes indígenas que trabajan comojornaleras agrícolas se enfrentan a la violencia por su condiciónde género, etnia y clase, misma que se encuentra dada por ladesigualdad social presente tanto en los lugares de origen comoen los de recepción (Lara, 2003: 382).

Discusión y conclusiones

Investigar un aspecto de la realidad es un proceso en el que sedecide qué parte de esa realidad analizar, para configurarla deuna forma lógica. Esta lógica puede verse desde distintos lentes,en distintos momentos y situaciones a partir de los cuales semodifica esa interpretación de la realidad. De ahí la importanciade establecer los limites y el acotamiento del objeto de estudio,así como la postura teórica de la cual se parte. La reflexión de losprocesos de construcción del problema de investigación y el dise-ño de la investigación cualitativa de este trabajo da cuenta de larelación entre los procesos docentes y de investigación, así comode la relación entre la teoría y el proceso riguroso de construcciónde guías de entrevista y de análisis de la información. De acuerdo

169

con Castro y Denman (2006) la construcción del objeto de estu-dio puede definirse como un proceso circular entre el plantea-miento inicial del problema, mismo que se ve influido por loshallazgos en el trabajo de campo, así como del análisis e interpre-tación de la información obtenida (ver cuadro 2).

Cuadro 2. El proceso de investigación (tomado de Denman yCastro, 2006)

Ahora bien, como parte de las múltiples reflexiones que al térmi-no de una investigación se hacen, en este estudio sobre violenciaen la pareja en un contexto migratorio faltó repensar las pregun-tas de investigación desde el marco teórico y los conceptos utili-zados para el análisis de la información. Desde la perspectiva deBourdieu, el análisis sociológico de cualquier problema social hade hacerse considerando que el tema de estudio tiene dos di-mensiones: la primera, que puede documentar las desigualda-des concretas en las condiciones de distribución de riqueza y poder,lo que ubica a los actores sociales en posiciones distintas en elcontexto analizado. La segunda dimensión de la realidad se refie-re a la subjetividad del actor social que ejerce la acción, la cual

Replanteamiento

del problema

Recursos y

Análisis

Análisis e Interpretación

Planteamiento del problema

Trabajo de

Campo

Investigación

170

solamente puede ser comprendida en relación con la posición enque se encuentra.

Como parte de este ir y venir entre la teoría y la forma deconstruir el objeto de investigación, algunos de los conceptoscentrales del autor, como campo, no pudieron ser reconstruidosy analizados en esta ocasión, ya que el trabajo de campo, así comolas preguntas en la guía de entrevista habían sido estructuradosdesde otros lentes. A pesar de esto, el ejercicio brindó la posibili-dad de iniciar la exploración dentro de un marco teórico que estásiendo conocido y utilizado en distintos estudios sociológicossobre salud en nuestro país. Esta postura teórica dio sentido lógi-co a la estructuración de las relaciones de dominación y violenciaque se presentan al interior de las relaciones de pareja, que son ala vez expresión de las desigualdades sociales y de género.

Se consideró reconstruir de manera general los escasos recur-sos institucionales con los que se cuenta para la atención de laviolencia, pero no se hizo un análisis detallado y amplio del cam-po de las desigualdades de poder, porque no se contaba con lasherramientas conceptuales que permitieran construir este tipode relaciones. No obstante, se reconstruyeron elementos que per-mitieron ubicar un primer análisis de la situación del campo enese sentido y queda pendiente para futuras investigaciones elabordar con mayor profundidad esta dimensión, a la par de laprofundidad que se logró en la reconstrucción de la subjetividaddel actor social. Es necesario plantear preguntas que permitan laconfiguración y delimitación del campo desde la visión teóricade Bourdieu, así como diseñar entrevistas de mayor profundidadque brinden datos sobre los habitus y la reproducción de la vio-lencia.

Otra de las reflexiones teórico-metodológicas de la investiga-ción se refiere al no reconocimiento de las experiencias de violen-cia desde la perspectiva de las mujeres, a pesar de que en su dis-curso se vislumbran algunas acciones que pudieran ser identifi-cadas como violentas desde las definiciones oficiales sobre la vio-lencia y sus tipos, pero que en la práctica cotidiana han sido nor-malizadas a través de los habitus que refuerzan la posición subor-

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dinada de la mujer en la sociedad. Estas prácticas normalizadas,en el discurso de las informantes, es decir: aquellas que no sereflexionan, sino que se toman como algo dado, que no se cues-tiona e incluso no se visualiza su posibilidad de cambio, son aque-llas en las que es urgente trabajar con procesos educativos creati-vos que no se reduzcan a informar e imponer las clasificacionesinternacionales, sino que permitan reflexionar en conjunto a losresponsables de estos programas y a los integrantes de la comu-nidad acerca de la violencia que se vive, de ahí la importancia derealizar investigaciones que consideren la perspectiva del actorsocial involucrado.

Las condiciones de atención a este problema, en un contextomulticultural, hacen necesaria la construcción de alternativas queconozcan y consideren las condiciones y la cultura particular dela población. Si las prácticas de atención al problema no conside-ran este punto de partida y no indagan más sobre sus raíces cul-turales, seguramente se tendrá una pobre eficacia en los procesosde intervención.

Una de las propuestas derivadas de esta investigación consisteen la creación de redes de mujeres y hombres de la misma comu-nidad que sean capacitados respecto a los derechos humados,equidad y género, legislación sobre violencia, diversidad cultural,y que a la vez funjan como promotores dentro de la localidad.Para esto es indispensable que las comunidades rurales aparez-can dentro de los objetivos de las políticas públicas sobre la vio-lencia y se destinen recursos económicos y humanos para su pre-vención, atención y seguimiento.

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La violencia en la vida social en México, de Claudia Campi-llo Toledano y Guillermo Zúñiga Zárate, se terminó enjulio de 2009, en los talleres de Serna Impresos, S. A. Ensu composición se utilizaron los tipos New Baskerville8, 9, 11, 14, 18 y 22. El cuidado de la edición estuvo acargo de los autores. Formato electrónico y diseño deportada de Claudio Tamez Garza. El tiraje de esta edi-ción consta de 500 CDs.