Adolfo Sanchez Vazquez Vida y Obra
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VIDA Y OBRAHOMENAJE A ADOLFOSNCHEZ VZQUEZ
COLECCIN
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AMBROSIO VELASCO GMEZCOORDINADOR
FACULTAD DE FILOSOFA Y LETRAS
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO
VIDA Y OBRAHOMENAJE A ADOLFOSNCHEZ VZQUEZ
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Primera edicin: 2009
DR 2009. UNIVERSIDADNACIONAL
AUTNOMADEMXICO
Ciudad Universitaria, Delegacin Coyoacn,
C. P. 04510 Mxico, Distrito Federal
ISBN 978-607-2-00389-7
Prohibida la reproduccin total o parcial por
cualquier medio sin autorizacin escrita del titular
de los derechos patrimoniales.
Impreso y hecho en Mxico
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El doctor Adolfo Snchez Vzquez es, sin duda, uno de los maestros
ms emblemticos del exilio republicano espaol. Lleg a Mxico en el
barco Sinaiaen 1939, cuando tena slo veinticuatro aos. La decisin
la tom despus de luchar, como joven escritor y como miembro del
ejrcito republicano contra las fuerzas franquistas que terminaron con
la Segunda Repblica Espaola establecida democrticamente en 1931.
Adolfo Snchez Vzquez pronto se incorpor a la Universidad Nacio-
nal Autnoma de Mxico como estudiante de la Facultad de Filosofa yLetras, donde obtuvo su licenciatura, maestra y doctorado en filosofa.
Poco despus se integr a la planta docente y durante ms de cincuenta
aos ha realizado un magisterio ejemplar, convirtindose en uno de
los filsofos ms destacados de todo el mundo iberoamericano. El ha
sabido amalgamar su quehacer filosfico del ms alto nivel, con el ms
firme compromiso tico y poltico. Se ha destacado como humanista
comprometido con la construccin de una sociedad ms justa, ms libre
y ms democrtica.
En ocasin de sus noventa aos, la Universidad Nacional Autnoma
de Mxico, a travs de la Facultad de Filosofa y Letras, organiz un
merecido homenaje en su honor. En el participaron un nutrido grupo
de colegas, alumnos y amigos, tanto del pas como del extranjero. El
libro que ahora se presenta recoge los trabajos escritos para esa ocasin.
Dicho material, despus de ser corregido por los autores y editado por
el doctor Ambrosio Velasco Gmez, director de la Facultad de Filosofay Letras, conforma este volumen.
La publicacin del libro de homenaje a Adolfo Snchez Vzquez
resulta muy oportuna. Lo es especialmente en las vsperas de la con-
memoracin de siete dcadas del inicio del exilio espaol en Mxico, al
Presentacin
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8g Presentacin
trmino de la trgica guerra civil. La Universidad Nacional Autnoma de
Mxico constituy un espacio de libertad para los grandes humanistasy cientficos que tuvieron que dejar su patria por ser fieles a los valores
de la Republica Espaola, que defendieron hasta el final. La tragedia
ocurrida en Espaa, en 1939, paradjicamente se torn en una gran
oportunidad de enriquecimiento intelectual y moral para nuestro pas,
gracias a la vocacin magisterial de personas como el ilustre maestro
don Adolfo Snchez Vzquez, quien a lo largo de su fructfera vida
acadmica ha recibido los reconocimientos ms importantes de nuestra
Universidad, como el Premio Universidad Nacional en Docencia enHumanidades, el nombramiento de Profesor Emrito, y el doctorado
Honoris causa. Muchas otras Universidades de nuestro pas, de Amrica
y de Espaa, tambin le han otorgado el doctoradoHonoris causaco-
mo justa distincin a su ejemplar labor acadmica como profesor, como
filsofo y como humanista. La obra que el lector tiene en sus manos deja
constancia de una biografa excepcional, de una obra de trascendencia
universal y de una conducta tica indiscutida.
Jos Narro Robles
Rector de la Universidad NacionalAutnoma de Mxico
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En septiembre de 2005 la Facultad de Filosofa y Letras le brindun emotivo homenaje al doctor Adolfo Snchez Vzquez con motivo
de sus noventa aos de vida. En ese homenaje participamos muchos de
sus discpulos, colegas y amigos para reconocer y agradecerle la larga,
fructfera y ejemplar vida que ha tenido en beneficio de las humanidades,
de la filosofa, de la Universidad, de la Facultad de Filosofa y Letras
y, en general, del pensamiento crtico y emancipador.
Adolfo Snchez Vzquez no es slo uno de los grandes maestrosdel exilio espaol que ha tenido Hispanoamrica; su significacin no
se limita a ser uno de nuestros ms destacados filsofos de la segunda
mitad del siglo XX, reconocido con muchos premios y distinciones en
el pas y en el extranjero, pues es, adems, una figura seera del exilio
republicano espaol y un paradigma del humanismo iberoamericano
comprometido con la emancipacin libertaria de los hombres y pueblos
de Iberoamrica y del mundo. Por ello, es motivo de sano orgullo para
nuestra Facultad rendirle cumplido homenaje al poeta, al filsofo, al hu-
manista, al profesor, al republicano, al hombre excepcional que es Adol-
fo Snchez Vzquez, cuyos mritos y virtudes, obras y logros se reflejan
en los ensayos que conforman este libro.
Las diferentes secciones del volumen corresponden a distintos aspec-
tos o facetas de su vida y obra: el exilio, su obra potica, su magisterio
filosfico, la filosofa del arte; la filosofa moral y poltica, as como
su contribucin al marxismo y al socialismo a travs de la filosofa dela praxis, y de la reflexin crtica y rigurosa sobre la realidad histrica
de nuestro tiempo.
Adems de la presentacin de nuestro rector, doctor Jos Narro
Robles, a quien mucho le agradezco sus palabras, se inician los ensa-
Introduccin
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10g Introduccin
yos con un saludo a Adolfo Snchez Vzquez del doctor Juan Ramn
de la Fuente, quien en su carcter de rector de nuestra Universidad,particip en el homenaje de los noventa aos del filsofo en 2005.
Cierra el volumen la conferencia de clausura que imparti el doctor
Javier Muguerza, sobre el tema Adolfo Snchez Vzquez y el pensa-
miento utpico. Agradezco a ellos y a todos los colegas y amigos que
participaron en este volumen el esfuerzo por reelaborar los textos que
presentaron en 2005.
Aunque ya han pasado ms de tres aos, la publicacin del volu-
men es de lo ms pertinente, pues que mejor marco que la conmemo-racin en 2009 de los setenta aos del exilio republicano espaol que
dio un impulso transformador a la filosofa y a las humanidades en
Iberoamrica y en especial en nuestra Facultad, de la cual tambin ce-
lebramos ochenta y cinco aos con su actual nombre de Facultad de
Filosofa y Letras. Esta Facultad es tan entraable a Adolfo Snchez
Vzquez como l lo es para la Facultad. En Mxico, en la Universidad
Nacional Autnoma de Mxico y especialmente en su Facultad deFilosofa y Letras ha encontrado el doctor Adolfo Snchez Vzquez su
nueva tierra. Por ello, l ha podido transitar el destierro de su patria
originaria al trastierro en su nueva patria. Pero, como l mismo seala,
no se trata de perder una raz y ganar otra, sino ms bien el trnsito
del destierro al trastierro, habr que verlo como una suma de dos
races, de dos tierras, de dos esperanzas. Lo decisivo es ser fiel aqu o
all a aquello por lo que un da se fue arrojado al exilio. Lo decisivo
no estar ac o all sino cmo se est.
Felicidades a nuestro fiel y querido amigo, a nuestro admirado
maestro Adolfo Snchez Vzquez.
Ambrosio Velasco Gmez
Director de la Facultad de Filosofay Letras de la UNAM
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Cuando estamos frente a una persona como el maestro Adolfo SnchezVzquez, por lo que significa, nos sentimos todos profundamente
conmovidos, pues aunque sabemos que se puede morir por una causa,
tambin se puede vivir, como l, por una causa. Snchez Vzquez ha
vivido por una causa que nos contagia a todos y a todos compromete;
que nos emociona y nos enorgullece a todos. Sus principios y sus
convicciones los ha mantenido a lo largo de sus noventa aos con una
intensidad y con una capacidad para transmitirla que son verdaderamen-te excepcionales. Yo no podra entender al exilio espaol sin Snchez
Vzquez, ni podra entender a la Universidad nuestra, la de ahora, sin
Snchez Vzquez; yo no podra entender a las humanidades en Mxico,
a la filosofa, sin Snchez Vzquez.
La guerra, que conlleva siempre ruptura y desolacin, signific, al
menos en el caso de la guerra en defensa de la Repblica Espaola,
signific tambin en nuestro pas renacimiento y generosidad. Cuntos
excelentes espaoles, de cuntas provincias, ciudades y pueblos se des-
plazaron a Mxico a iniciar una nueva vida, entre ellos Snchez Vz-
quez. Y precisamente a travs de personas como Adolfo Snchez Vzquez,
Mxico se vio extraordinariamente beneficiado a raz de esa terrible
confrontacin. Fue una suerte de injerto intelectual, pero tambin un
ejemplo extraordinario de congruencia, de firmeza en las convicciones
y de posibilidades de hacer una nueva vida anteponiendo el inters del
futuro y de la nueva patria a las dolorosas huellas del pasado.
Saludo a Adolfo Snchez Vzquez*
JUAN RAMN DE LA FUENTE
* Palabras del hoy ex rector, doctor Juan Ramn de la Fuente, con motivo de la cele-
bracin de los noventa aos del doctor Adolfo Snchez Vzquez. Septiembre de 2004.
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12g Saludo a Adolfo Snchez Vzquez
Mxico no sera lo que hoy es si no fuera por ese grupo formidable
de mujeres y hombres que vinieron a este pas. Y este pas, en una delas mejores pginas de su historia diplomtica, supo abrirles las puertas
a quienes igualmente correspondieron con ese gesto formidable que
marc para siempre nuestra historia con la actitud valiente y solidaria
del presidente Crdenas. Para Mxico, para la Universidad, ha resulta-
do enormemente benfico que en condiciones tan dramticas llegaran
a nuestro pas acadmicos de la talla del maestro Snchez Vzquez.
Acadmicos que, por su legado, seguirn dndonos lecciones durante
muchos aos a muchas generaciones.Su vitalidad nos asombra da tras da, maestro; la lucidez de sus
reflexiones nos permite seguir encontrando cotidianamente esa posibi-
lidad de repensar las cosas; su capacidad intelectual nos deslumbra;
pero a m lo que ms me impresiona y me conmueve, lo que ms me
compromete, es su enorme congruencia, esa congruencia humana, lai-
ca, profunda, la que marca y define caminos y rumbos, y que constituye
uno de los valores ms importante en nuestras vidas.En nombre de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico y
de cientos, de miles de alumnos que coincidimos con su magisterio a
travs del tiempo en las aulas universitarias, quiero expresarle nuestro
reconocimiento, pero sobre todo nuestro cario, nuestra gratitud.
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Adolfo Snchez Vzquez lleg a Mxico por el puerto de Veracruz,cuando tena escasos veinticuatro aos. Era el ao de 1939 y habapasado los ltimos tres aos en el frente de batalla, defendiendo losideales republicanos y resistiendo hasta el final la amenaza dictatorialdel fascismo. Su decisin de tomar las armas para defender la Rep-blica Espaola lo haba apartado de sus estudios de literatura en laUniversidad Central de Madrid. Adolfo Snchez nos cuenta que durante
sus aos universitarios previos a la guerra civil, la filosofa no era suvocacin, sino la poesa y la poltica. En esos aos escribi el libro depoesaEl pueblo ardiendo, que fue publicado ms tarde en Morelia. Lavinculacin entre poesa y poltica no era accidental pues para l tanrevolucionario es el poeta que transforma el lenguaje, como el polti-co que aspira a crear una nueva sociedad.1En Madrid frecuentaba loscrculos literarios donde figuraban poetas de la talla de Miguel Hernn-dez, Rafael Alberti, Federico Garca Lorca, Len Felipe y Pedro Garfias.Este ltimo fue su compaero de viaje en el barco Sinaiaque los trajoa Mxico en 1939, despus de que hubieron terminado su participacinen la guerra civil; guerra, nos dice Snchez Vzquez, que como en lasgrandes tragedias luchaba insobornablemente por unos principios, poruna causa, aunque ello significara la marcha inexorable de un desenlaceinfeliz: el fracaso, la derrota, la muerte.2
Homenaje a Adolfo Snchez Vzquez en su 90 aniversario
AMBROSIO VELASCO GMEZ
1Citado por Estela Alcntara Mercado, Adolfo Snchez Vzquez, hombre condos tierras y dos esperanzas, en Federico lvarez, ed., Adolfo Snchez Vzquez: lostrabajos y los das, Mxico, UNAM, FFL, 1995, p. 54.
2Ibid., p. 56.
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14g Homenaje a Adolfo Snchez Vzquez en su 90 aniversario
Una noche antes de llegar al puerto de Veracruz, nos dice Snchez
Vzquez que Pedro Garfias concibi su poema Entre Mxico y Espa-a, que concluye con esta estrofa con la que se identifica plenamenteAdolfo Snchez Vzquez.
Como en otro tiempo por la mar saladaTe va un ro espaol de sangre rojaDe generosa sangre desbordada...Pero eres t, esta vez, quien nos conquista
Y para siempre oh vieja y nueva Espaa!
Pero cuatrocientos aos atrs, en ese otro tiempo, al que se refierePedro Garfias, no todo fue conquista y despojo, tambin hubo espaolesconquistados por Mxico. Uno de ellos, precisamente el fundador denuestra Facultad de Filosofa y Letras, o mejor dicho su primer antece-dente, Alonso Gutirrez, destacado discpulo de Francisco de Vitoria que
al llegar tambin por la mar salada al puerto de Veracruz, conquistadopor Mxico tom el nombre de Alonso de la Veracruz.Existen interesantes similitudes entre los autores de nuestras primeras
dos reelecciones. Los dos vinieron de Espaa a Mxico en la plenitud desu juventud y llegaron al puerto de Veracruz. Los dos obtuvieron gradosen la Universidad de Mxico y fueron catedrticos. En el caso de Alonsode la Veracruz en la Facultad de Artes y de Teologa de la Real Univer-sidad de Mxico, primer antecedente de nuestra actual Facultad de Fi-losofa y Letras, donde Adolfo Snchez Vzquez obtuvo sus grados demaestro y de doctor, y ha sido catedrtico por ms de cincuenta aos.
Adems, hay que destacar que nuestros dos maestros han sido filso-fos y humanistas profundamente comprometidos con la transformacinde las circunstancias en que les ha tocado vivir: Alonso de la Veracruz de-nunci y conden la Guerra de Conquista, el ilegtimo dominio espaolsobre los pueblos y territorios del Nuevo Mundo y la injusta explotacin
econmica de los indios. Defendi la plena racionalidad de los indge-nas y, con base en una teora poltica y jurdica republicana, promoviel reconocimiento del derecho de autodeterminacin de los pueblosautctonos frente a la expansin del imperio espaol. De manera an-loga, Adolfo Snchez Vzquez, a partir de un marxismo humanista y
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un pensamiento republicano, ha comprometido su destacado quehacer
filosfico para comprender crticamente la sociedad contempornea, susprocesos polticos y econmicos, las expresiones artsticas y morales,siempre con una enorme sensibilidad para denunciar la injusticia, es-pecialmente del sistema capitalista, pero tambin para cuestionar lainautenticidad tica o esttica. Como humanista social y polticamentecomprometido Adolfo Snchez Vzquez ha propuesto incansablemen-te utopas que logren superar las injusticias y miserias de la sociedadcapitalista. En los diferentes campos de la filosofa que ha cultivado,
a saber la tica, la filosofa poltica y la esttica, as como la crtica yla creacin literaria, Snchez Vzquez ha sido siempre un acadmicodel ms alto nivel y un hombre congruente con sus principios ticos ycompromisos polticos. Ambos catedrticos han sufrido persecucinpor sus ideas emancipadoras y sus compromisos republicanos. Alonsode la Veracruz en manos de la Inquisicin y Adolfo Snchez Vzquezpor la dictadura franquista.
Alonso y Adolfo han sido sin duda dos de los catedrticos ms bri-llantes, queridos y reconocidos que ha tenido la Facultad de Filosofa yLetras a lo largo de ms de cuatrocientos cincuenta aos de historia.
Pero quizs la analoga ms importante es que en ambos casos, M-xico se constitua como la tierra en que podran realizarse de diferentemanera y por distinta va los ideales y las utopas que haban fracasadoen Espaa. Tanto Alonso de la Veracruz como Adolfo Snchez Vzquezhaban tenido la experiencia, mucho ms directa e intensa en Adolfo, dela lucha por la Repblica y la equidad: a principios del siglo XVIcon larevolucin comunera en ciudades de Castilla en contra del emperadorextranjero Carlos V. En el siglo pasado, la lucha por defender a la ao-rada Repblica Espaola ante la amenaza franquista.
Nuestros dos maestros hicieron de su praxis filosfica una va paraluchar desde el mbito intelectual y moral del magisterio en contra delas ideologas dominantes que justifican la explotacin y enajenacin
de los hombres y en ltima instancia a favor de la emancipacin ylibertad plena de los seres humanos. sta es la forma propiamente hu-manista y universitaria de contribuir a la transformacin de la realidadsocial y poltica, que recordamos haba sido junto con la poesa la otravocacin juvenil de Snchez Vzquez.
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Considero que en el fondo sta fue la motivacin que llev a Sn-
chez Vzquez a descubrir en Mxico su nueva vocacin: la filosfica.Pero todo descubrimiento se realiza desde una situacin especfica. Lade Adolfo Snchez Vzquez era ante todo la del exilio, con todas sustristezas y sus penurias, pero tambin sus esperanzas. Se trataba deadoptarse a un modo que se desconoca por completo y de adaptarseen condiciones que no obstante la generosa hospitalidad significabaconstruirse una nueva vida marcada por el desgarrn terrible del des-tierro. ramos eso: desterrados y no simple transterrados, como nos
calific despus Gaos.3Al tiempo que el exilio se mostraba ms y ms largo, Snchez
Vzquez nos dice: Sent la necesidad de consagrar ms tiempo a lareflexin, a la fundamentacin razonada de mi actividad poltica, sobretodo cuando arraigadas creencias en la patria del proletariadocomenzaron a venirse abajo. De ah que me propusiera por entonceselevar mi formacin terica marxista y, en consecuencia, prestar ms
atencin a la filosofa que a las letras. Volv por todo ello a Mascaronesa estudiar la carrera de filosofa.4
Lo paradjico es que por los aos cincuentas el marxismo apenasfiguraba en la Facultad de Filosofa y Letras en las ctedras de WenceslaoRoces y de Eli de Gortari. Los grandes profesores de la Facultad, en sumayora tambin exiliados, como Joaqun Xirau, Jos Gaos, EduardoNicol, Gallegos, Rocafull y Juan Garca Baca, enseaban sobre todofenomenologa alemana y existencialismo. Los compaeros ms bri-llantes desarrollaron desde estas perspectivas estudios filosficos sobreel mexicano, sobre todo Luis Villoro, Emilio Uranga, Ricardo Guerra,Leopoldo Zea y Jorge Portilla, que conformaron el famoso grupo Hy-perin. Hegel tambin ocupaba un lugar central en los seminarios deGaos, donde Snchez Vzquez fue compaero tambin de AlejandroRossi y Fernando Salmern. Ante este panorama filosfico ajeno a suinters fundamental en el marxismo, Snchez Vzquez tuvo que ser
en buena medida autodidacta, pero de ninguna manera desaprovech
3A tiempo y destiempo, p. 31.4Adolfo Snchez Vzquez, Vida y filosofa, en su libro A tiempo y destiempo,
p. 34.
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sus estudios formales de filosofa en la Facultad, pues las perspectivas
filosficas predominantes le permitieron tener una visin crtica y re-novada del marxismo, especialmente del marxismo sovitico. SnchezVzquez nos narra esta situacin contradictoria de carencia y plenitudque vivi durante sus estudios de filosofa en la Facultad: haba avan-zado un largo trecho en el conocimiento de la filosofa contemporneaajena u opuesta al marxismo y cuanto ms me adentraba en ella,tanto ms insatisfecho me senta; a su vez, cuanto ms profunda era miinsatisfaccin tanto ms estrecho me resultaba el marco de la filosofa
marxista dominante (la del Diamat sovitico).5La situacin filosfica de Snchez Vzquez era verdaderamente
un dilema, y ante este dilema encontr su propia alternativa: la de unmarxismo crtico, ilustrado por un amplio y plural dilogo filosficocon otras tradiciones, a la par cientfico y humanista, al igual justifi-cado tericamente y comprometido ideolgicamente. Esta alternativafue precisamente la filosofa de la praxis, tema que constituy su tesis
doctoral dirigida formalmente por Gaos, en gran parte autodidacta ycuyo examen presentado en 1996 tiene el record de duracin de seishoras en la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAMante un juradoformado por los doctores Gaos, Roces, Villoro, De Gortari y Guerra.Este trabajo dio origen al libro Filosofa de la praxis (1967), al que elpropio Snchez Vzquez considera su obra fundamental.
En este libro Snchez Vzquez considera que la praxis es una cate-gora filosfica fundamental que refiere a la unidad dialctica, tensionaly recprocamente complementaria de la teora y la prctica. Esta cate-gora la reconstruye Snchez Vzquez a partir de un anlisis histrico-filosfico desde la antigedad hasta el siglo XX. En este anlisis destacael tratamiento de Snchez Vzquez sobre la concepcin maquiavelianade la praxis poltica, pero sobre todo destaca las concepciones de Hegel,Feurbach y especialmente de Marx. Desde mi punto de vista esta obrafundamental de Snchez Vzquez se inscribe en el campo de la teora
del conocimiento y de la filosofa de la ciencia en un sentido amplio, yno slo en el mbito de la interpretacin del marxismo como tradicio-nalmente se le ha concebido.
5Ibid., p. 36.
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Para Adolfo Snchez Vzquez praxis es una actividad creadora funda-
da en el conocimiento terico validado o justificado. Pero, precisamentela justificacin epistmica de la teora est en funcin de efectividadpara transformar la realidad circundante, de acuerdo con fines y valorestica y polticamente justificados.
Con base en los manuscritos econmico-filosficos de 1844 y enla tesis sobre Feurbach, Snchez Vzquez considera que la praxis esfundamento del conocimiento, todo conocer natural o social se ubicaen la relacin entre el hombre y el mundo o entre el hombre y la
naturaleza, que se establece gracias a la actividad prctica humana.6Esta idea anticipa la tesis que se desarrollaron dcadas despus en lafilosofa de la ciencia por filsofos kuhnianos como Ian Hacking, es-pecialmente en su libroRepresentar o intervenir. La idea bsica es quetodo conocimiento est basado en la actividad transformadora delhombre sobre su objeto de estudio y no puede concebirse como unamera contemplacin.
Adems, la praxis es criterio de verdad, en cuanto que la verdad ofalsedad del pensamiento tiene que definirse en funcin de su capaci-dad para transformar la realidad acorde a los fines propuestos, y msespecficamente a la utopa construida con base en ese conocimientoque se somete a prueba. Si al actuar se logran los fines que se perse-guan, ello significa que el conocimiento de que se parti para trazaresos fines es verdadero. Es en la accin prctica sobre las cosas dondese demuestra si nuestras conclusiones tericas sobre ellas son verda-deras o no.7Este criterio de verdad recupera la idea de Vico de quela verdad coincide con la capacidad del hombre para crear y producirsu objeto de conocimiento (verum ipsum factum) y desde luego con elconcepto maquiaveliano de verit effetuale. Este criterio praxiolgicointegra y supera los criterios correspondientes de verdad, as como lanocin aristotlica de Aletheia, como descubrimiento o develacionesde nuevas formas de interpretar al mundo. Adems de presuponer un
conocimiento objetivo e innovador, el criterio praxiolgico requiereque esa interpretacin develadora de paso al terreno de la accin de la
6Filosofa de la praxis, p. 127.7Ibid., p. 129.
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prctica transformadora y no se quede en mera interpretacin (tesis II
sobre Feurbach).Aqu me permito exponer una discrepancia de matiz con Marx y conSnchez Vzquez, pues como hermeneuta considero que la interpreta-cin es en s misma una accin, una prctica en s misma. Siguiendo aGadamer en su polmica con Habermas, ciertamente tendramos quereconocer que las interpretaciones pueden ser encubridoras o eman-cipadoras, pueden contribuir a mantener relaciones de explotacin ydominacin o bien a demenciales o superales, y estas implicaciones
de las interpretaciones son ya en s acciones y prcticas que transfor-man la realidad moral y poltica, pues nuestra vida y nuestro mundo estconstituido por interpretaciones y procesos de comunicacin, ademsde instituciones y relaciones polticas y econmicas.
Si no reconociramos el carcter prctico sustantivo, real y materialde las interpretaciones y particularmente de la actividad filosfica, nopodramos pensar que la vocacin filosfica puede ser una prctica trans-
formadora como lo ha sido en el caso de Adolfo Snchez Vzquez.Para l, ciertamente la filosofa puede y debe ser una praxis crticatransformadora y racional, que integra al mismo tiempo el conocimientoobjetivo, cientfico y la utopa.
Desde el punto de vista idealista la filosofa de la praxis, la filoso-fa, las ciencias y las humanidades y las artes integran de diferentesmodos el conocimiento objetivo con el ideal utpico, la justificacinepistmica o esttica y el compromiso ideolgico, tica y polticamenteresponsable.
Esta visin del quehacer filosfico ciertamente est basada en unainterpretacin del pensamiento marxista, pero en cuanto interpreta-cin, de acuerdo con lo que he argumentado, es una transformacin dela tradicin marxista y una verdadera aportacin filosfica, propia yoriginal. Esta ltima instancia es la alternativa que construy SnchezVzquez ante el dilema intelectual y poltico en que se encontraba en
su condicin de exiliado al iniciar sus estudios de filosofa en nuestraFacultad hace ms de cincuenta aos.
Adolfo Snchez Vzquez supo enfrentar la penosa situacin exis-tencial que viva como exiliado y supo encontrar un ambiente filosfico,humanista, literario y en general intelectual de nuestra Facultad forma-
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do por maestros, colegas y recursos necesarios para crear una filosofa
propia, pero sobre todo para ensear y formar a miles de estudiantes denumerosas generaciones en una manera de hacer filosofa, sea en el cam-po de la tica, la esttica, la filosofa poltica o de la epistemologa.
Lo ms importante de esta manera de hacer filosofa es precisamentela necesaria integracin entre el saber y el hacer, entre la exigenciaepistemolgica y esttica y la honestidad tica y poltica, en una palabrala congruencia.
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I. EL MAESTRO VISTOPOR ANTIGUOS ALUMNOS
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Pulsos deshabitados: aqu tenis mipulso ardiendo.
Adolfo Snchez Vzquez, 1935-1936
Justo y pertinente resulta el Homenaje que la Facultad de Filosofa yLetras organiza a Adolfo Snchez Vzquez. Lo primero no slo por elmotivo explcito del mismo, la conmemoracin de sus noventa aos de
vida, sino tambin porque en nuestra escuela se ha forjado el pensa-miento filosfico de este hombre que ha dejado una impronta profundae indeleble en y ms all de sus aulas. Lo segundo, su pertinencia,porque se trata de un pensamiento vivo y palpitante, cuyo dinamismole ha permitido resistir y contraatacar, persistir y corregirse, ponerseal da y adelantarse al futuro en circunstancias por dems adversas.Mis felicitaciones, pues, al doctor Ambrosio Velasco por este acierto y
mi agradecimiento por su gentil invitacin a participar en el presentereconocimiento a la vida y obra de mi querido y admirado maestro.Ingres a la Facultad cuando los ladrillos del Muro de Berln caan
despedazados al suelo para luego ser llevados a todos los confines deLa Tierra como souvenires. Un acontecimiento del que todos, actoresy espectadores, eran conscientes, sino de sus alcances s de que tendrauna enorme significacin histrica Snchez Vzquez calificara elhecho unos aos ms tarde como el fin del siglo XX.1Poco despus
terminara la indecisin e impotencia de Gorvachov de la nica manera
Adolfo Snchez Vzquez: un gladiador con causa
FERNANDO BELAUZARN
1Adolfo Snchez Vzquez,Ms all del derrumbe,tomado deEntre la realidad yla utopa, Mxico, FCE/ UNAM, 1999, p. 247.
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24g Adolfo Snchez Vzquez: un gladiador con causa
posible: con su salida del poder. La otrora poderosa Unin de Rep-
blicas Socialistas Soviticas se desintegrara entregndose, cada unade sus partes, al ms salvaje capitalismo. Eran tiempos de confusin ysentimientos encontrados. El ocaso de unos regmenes tirnicos, peroque dejaban el campo libre al capitalismo injusto y depredador; el finde la Guerra Fra, pero el advenimiento del mundo unipolar; el jbilo demillones de personas que esperaban mejores condiciones de vida y ma-yores libertades, pero la pulverizacin de un empresa titnica que, ensus inicios, se inspir en los ms altos valores humanos y que, al mar-
gen de su perversin, movi a muchos hombres y mujeres a dar su vidapor ella. Estbamos ante hechos de consecuencias an inciertas debido alinesperado y vertiginoso desenlace que de golpe estaba cambiando dra-mticamente la geopoltica de la posguerra.
En esas circunstancias, preguntas obligadas flotaban en el ambienteintelectual del mundo y, por lo mismo, tambin de nuestra Facultad:por qu se vinieron abajo los regmenes del, por ellos mismos llamado,
socialismo real? Termin la viabilidad de un sistema social especficoo es el fin de toda posibilidad de emancipacin? Hay que aceptar eltriunfo del capitalismo como un hecho incuestionable e irreversible?Se puede an sostener la vigencia del pensamiento de Marx comoinstrumento para la accin poltica liberadora? Vale la pena seguirluchando por un cambio radical en la sociedad? Interrogantes que por sutrascendencia nos interpelaban a todos; pero si alguien estaba obligadoa hacerles frente en estas aulas era el reconocido y prominente marxistaAdolfo Snchez Vzquez, quien adems de tener toda su vida sostenien-do la necesidad humana del socialismo llevaba tiempo ocupndose deltema de la naturaleza de esas sociedades. Sus respuestas y la manera enque las dio me impresionaron. No encontr a un hombre a la defensiva,atrincherado en verdades decimonnicas, repitiendo dogmas y consignasa falta de argumentos y negando la realidad; tampoco al capitn del barcoque ante el naufragio est dispuesto a hundirse con su nave como una
ltima y pattica muestra de martirologio militante; ni al Pilatosque selava las manos y se preocupa ms por los deslindes que por enfrentar lagrave situacin; mucho menos al acrbata que realiza saltos mortalespara acomodarse en el lado opuesto de la barricada cuando todo love perdido. Lo que vi fue a un gladiadorque con inteligencia, rigor,
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conocimiento, audacia, seguridad y respeto por las reglas del combate
blanda sus ideas con fuerza y precisin. Desde un marxismo abierto,crtico, sin condescendencias, con la autoridad moral de llevar muchosaos cuestionando, y ms de una dcada denunciando, a ese sistemaque en nombre del socialismo negaba los valores de libertad, justicia ydemocracia que lo inspiraron, Snchez Vzquez sorteaba la acometida,manteniendo a salvo la posibilidad de realizacin, en otras condiciones,de la utopasocialista, concepto, por cierto, revalorado por l mismo.Todo ello sin minimizar el golpe recibido y las funestas consecuencias
que necesariamente alejaban por un tiempo tal posibilidad. Mi maestro,nuestro maestro, le aguanta la mirada a la realidad y no se engaa conella por ms dura y difcil que se le presente.
Ahora bien, si yo cometiera el imperdonable error lgico, el mismoque identifica Snchez Vzquez en Lenin cuando ste universaliz suexperiencia organizativa del Partido Bolchevique,2y generalizara esaimagen de gladiador que tuve del maestro en los momentos prximos
al derrumbedel socialismo real y la llevara al conjunto de su obra, eincluso, lo que ya no sera un error sino un sacrilegio en esta Facultad,me siguiera de frente y lo extrapolara a su vida y dijera que estamos en elhomenaje del gladiador Adolfo Snchez Vzquez, quiz mi afirmacinno se aleje mucho de la realidad. Nuestro filsofo siempre combate, assea fraternalmente, pero combate. La polmica es parte consustancial desu obra, es la preocupacin que lo ocupa y motiva, es, en buena medi-da, lo que le da sentido a sus escritos, conferencias, participaciones,discursos y clases. De manera explcita o implcita, directa o indirecta,siempre est presente la otra u otras posiciones. Enfrente puede estaruna teora o una ideologa, un amigo o un adversario, una orientacinpoltica o una tendencia artstica; lo mismo se enfrenta a ideologas con-servadoras como aquellas que pugnan por la neutralidad ideolgica,la naturaleza humana egosta o que celebran entierros sin los cadveresde la utopa, la historia o la misma ideologa, o bien a ideologas que
se mueven dentro de un pretendido marxismo pero que su sustentoterico es burdo y dogmtico, como el marxismo-leninismo, que a
2A. Snchez Vzquez, Filosofa de la praxis, Siglo XXI, 2003, cap. 8: Concienciade clase, organizacin y praxis, pp. 370-396.
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filosofas consolidadas de dentro, de los linderos o de fuera del campo
marxista. Puede polemizar con importantes filsofos o tericos comoHeidegger, Habermas, Marcuse, Nietzsche, Sartre, Adorno, Althusser,Lukcs, Gramsci, Lenin, Luxemburgo, Kosik, Korsch, Bell, Maritegui,Bobbio, Weber, Foucault, Lyotard, Vattimo, Villoro, Feuerbach, Kante incluso Engels y Marx, o bien con personalidades inefables comoFrancis Fukuyama. Es verdad que no pelea a muerte, que habitualmentelo hace de manera fraternal y que, sin ser condescendiente con nada nicon nadie, sabe reconocer la razn en el otro y practica la autntica tole-
rancia, aquella que l recuerda sostenida por el jurista espaol FranciscoToms y Valiente: Tal vez la tolerancia en nuestro tiempo deca el
jurista haya de ser entendida como el respeto entre hombres igual-mente libres... As concebida, como respeto recproco entre hombresiguales en derechos y libertades, pero que no se gustan, bienvenida estaforma de tolerancia.3La filosa espada de la crtica sanchezvazquianadeja siempre intacta la dignidad del adversario.
Como todo buen gladiador, Snchez Vzquez tiene peleas memo-rables. Una de ellas es la efectuada en su examen profesional de gradode doctor que tuvo con la tesis llamada Sobre la praxis, base de sulibro fundamental Filosofa de la praxis, el cual no slo rompi recordde tiempo sino que, segn sus propias palabras, se convirti en unaverdadera batalla campal de ideas con los sinodales Luis Villoro,Ricardo Guerra, Eli de Gortari y Wenceslao Roces. Tambin lo fueaquella que dio en elEncuentro Vueltaa principios de septiembre de1990, cuando nuestro filsofo agu la fiesta fnebre que del socialismohaba preparado la revista del mismo nombre con la participacin deintelectuales renombrados a nivel internacional. Snchez Vzquez alzsu voz solitaria para sostener que eso era un falacia, que lo que cay erael socialismo real y no el autntico socialismo, que ste sigue siendoposible, pero que tendra que darse en condiciones muy diferentes a lasde la Rusia zarista, y el cual sera ms democrtico que cualquier so-
ciedad dentro del capitalismo, al que, por cierto, se pretenda absolverde sus males y se le estaba embelleciendo de manera inaceptable, y que
3A. Snchez Vzquez, Anverso y reverso de la tolerancia, tomado de Entre larealidad,p. 117.
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el pensamiento de Marx, no obstante lo que deba revisarse de l, segua
siendo vigente. Segn cuentan las crnicas, su intervencin propici unespontneo aplauso de los periodistas en la sala de prensa, exactamenteigual que como sucedi frente al televisor en el que observ tan afor-tunada y anticlimtica participacin. Octavio Paz ya no le quiso dar lapalabra, pero ni falta haca: el muerto todava se mova.4
Una pelea cercana a la epopeya fue la que protagoniz en el AuditorioChe Guevara, hoy lamentablemente privatizado, con el Consejo Gene-ral de Huelga en agosto de 1999, en compaa de Luis Villoro, Alfredo
Lpez Austin y Manuel Peimbert, con objeto de defender la propuestaque haban hecho para romper el estancamiento de una huelga que notena visos de solucin y abrir el proceso de transformacin universitariaa la participacin de toda la comunidad. El ambiente era de crispadapolarizacin. As lo cont en su crnica Herman Bellinghausen:
Pareci que el aplauso en memoria deLa TitaAvendao, un largo
minuto en el Che Guevara repleto, de pie y a manos llenas, se llevarala tarde. Pero no. El momento ms poderoso de la sesin lo originuna persona viva: Adolfo Snchez Vzquez. No fue por su condicinde hombre mayor, ni por la trayectoria intelectual que lo honra. Niporque es de izquierda, ni porque es profesor emrito. Pero con todoesto junto, Snchez Vzquez fue quien lleg ms lejos de entre lasdecenas de oradores que durante seis horas hablaron sin parar (y sinser interrumpidos nunca, verdadera novedad en un acto convocado
por el siempre rijoso Consejo General de Huelga).Fue el ms provocador de todos. El ms inquietante: Comprendoque haya grupos dentro del movimiento que consideran que la nicafuerza que podemos imponer es la huelga. Mantener la Universidadcerrada como nico recurso para transformarla, dijo, implica unacierta desconfianza en nuestras propias fuerzas para conseguir loque queremos.
Llevaba rato calentando al auditorio con sus intervenciones,
pero en ese momento estall el aplauso ms largo y abundante, con
4A. Snchez Vzquez, Por qu vive y se necesita el socialismo.Intervenciones enel Encuentro Vuelta, tomado deEl valor del socialismo, Mxico, Itaca 2000.
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bravos y gente progresivamente de pie y al final un Goyageneral yLuis Villoro con el puo en alto...5
Por qu pelea nuestro gladiador? A diferencia de aquellos que pelea-ban en el Circo Romano, Snchez Vzquez tiene una causa que lo impelea ir una y otra vez a dar la batalla. Si las peleas de Espartaco en el circohubieran podido contribuir en algo a su libertad y a la de sus compaeros,as como en detener la expansin del podero romano, seguramente ahhubiera continuado peleando. Pues precisamente porque para Snchez
Vzquez el resultado de cada disputa intelectual que da trasciende laarena puramente terica y se inserta en el proceso de transformacin delmundo que es, como todos sabemos, su pasin vital, conviccin in-telectual, compromiso poltico y obligacin moral es que no baja laguardia y siempre est listo para el siguiente combate.
Para entender mejor esa necesidad polmica puesta al servicio de latransformacin humana, permtaseme hacer una exposicin, aunque sea
sinttica y esquemtica. La vinculacin consciente e intencional de la teo-ra y la prctica para que la filosofa deje de limitarse a interpretar elmundo y sirva efectivamente para transformarlo es el fin de la Filosofade la praxis, que como filosofa est en el mbito de la teora y que, portanto, para realizar ese objetivo requiere de mediaciones con los agentesde ese cambio, es decir, con los hombres que, gracias a la teora, debentener un conocimiento racional de las condiciones objetivas en las quese encuentran y, por tanto, de las posibilidades de realizacin con-creta de la transformacin propuesta y de los medios que necesitanpara llevarla a cabo. Esto significa que lapraxis, adems de vincularteora y prctica, tambin vincula objetividad condiciones materialespara el cambio con subjetividad convencimiento de la posibilidady deseabilidad de ese cambio, as como ciencia conocimiento dela realidad a transformar con ideologa valoracin negativa delpresente y valoracin positiva del futuro propuesto y posible. Lo que
aqu no cabe es cualquier tipo de fatalidad en el curso de la historia.Ni el advenimiento del socialismo est garantizado como tampoco loest su imposibilidad. Depende de lo que se haga, de cmo se haga, de
5La Jornada, crnica de Hermann Bellinghausen, 11 de agosto de 1999.
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quines lo hagan y de las condiciones en las que se haga. Por eso Snchez
Vzquez coloca a la vinculacin con la prctica como el gozne entrelos aspectos fundamentales del marxismo como Filosofa de la praxiscrtica de lo existente, proyecto de emancipacin y conocimiento dela realidad, formando los cuatro una unidad indisoluble, y por esoes que el debate terico es fundamental para la praxis revolucionaria,mxime cuando dicha praxis acta con un grado alto de imprevisibi-lidad, unicidad e irrepetibilidad en el proceso y el resultado, es decir,sin recetas, dogmas ni paradigmas; hay que crear, lo cual significa
tambin crearse.6Este proceso no se cierra. La retroalimentacin entre teora y prc-
tica es permanente: la prctica no slo opera como criterio de validezde la teora, sino como fundamento de ella, ya que permite superarsus limitaciones anteriores mediante su enriquecimiento con nuevosaspectos y soluciones.7La praxis, entonces, adems de guiar la accinpoltica se convierte en una vacuna contra el dogmatismo al establecer
un mtodo que, en palabras del doctor, le toma el pulso a la realidad.se es el criterio con el que aplica los dos principios de Marx: dudarde todo y criticar todo lo existente; criterio, por cierto, que incluyeal propio Marx y a s mismo. Por ello este gladiador es gil, no seatrinchera en posiciones indefendibles y sus movimientos los hace conpasos firmes y medidos. Snchez Vzquez cambia, pero no improvisa.Su dinamismo es reflejo del dinamismo de las circunstancias y conse-cuencia del ejercicio de su crtica. Finalmente, cambia para persistir enlo fundamental: el compromiso terico-prctico con la emancipaciny desenajenacin humanas.
La creciente heterodoxia de Snchez Vzquez frente a la ideolo-ga oficial barruntada de conceptos filosficos en el tristemente celebreDiamatfue resultado de un proceso necesario. Sin duda, jugaron unpapel importante diversas causas que l mismo nos cuenta: el jovenMarx que lo despert de su sueo dogmtico con la lectura de losMa-
nuscritos de 1844, las revelaciones del XX Congreso del PCUS, laRevolucin cubana y la intervencin violenta del Pacto de Varsovia
6A. Snchez Vzquez, Filosofa de la praxis, pp. 286-318.7Ibid., p. 301.
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contra la Primavera de Praga.8Pero todo ello por s solo no explica
totalmente esa transformacin. Ah hay un espritu abierto, un hombrede ideas y debate que le quedaba estrecha la teora de manual sostenidapor consigna y una fuerza moral que lo ha llevado a responder a losrequerimientos de su propio raciocinio por encima del clculo intere-sado o del temor al anatema tan socorrido por losperros guardianesde la ortodoxia. Por eso su paso de la literatura a la filosofa y por esoes que no se detuvo con su contribucin a la renovacin del marxismocon su Filosofa de la praxisy ha seguido y seguir revisando lo que
su crtica, en contraste cotidiano con la realidad, vuelva insostenible ytambin lo que, en cambio, integre y asuma por considerarlo valiosopara fortalecer la posibilidad efectiva de esa sociedad superior que sepuede llamar o no socialismo.
Snchez Vzquez est abierto a los cambios de su tiempo, a las nue-vas luchas sociales, tnicas, sexuales, ecologistas, as como a las crticasafines o adversas que se hagan a Marx y al marxismo que representa,
aunque esto lo lleve al filo de lo que podramos llamar la emancipacinposmarxista. Es un gladiador que sabe mejorar sus armas incluso con lasde los enemigos y tirar las que ya no sirven, pues de lo que se trata es detransformar al mundo, no de defender estatuas ni prender inciensos nicuidarse de hacer sacrilegios:
Contribuir a fundar, esclarecer y guiar la realizacin de ese proyectode emancipacin que, en las condiciones posmodernas, sigue sien-
do el socialismo un socialismo si se quiere posmoderno slopuede hacerse en la medida en que la teora de la realidad que hayque transformar y de las posibilidades y medios para transformarla,est atenta a los latidos de la realidad y se libere de las concepcionesteleolgicas, progresivas, productivistas y eurocentristas de la mo-dernidad, que llegaron incluso a impregnar el pensamiento de Marxy que se han prolongado hasta nuestro tiempo. Lo cual significa a suvez que no hay que echar en saco roto las crticas de la modernidad
8A. Snchez Vzquez, Vida y filosofa, tomado deA tiempo y destiempo, Mxico,FCE, 2003, p. 38.
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despus de Marx ni lo que la crtica posmodernista aporta sinproponrselo a esa emancipacin.9
Un punto fundamental en la aportacin de Snchez Vzquez al mar-xismo es la revaloracin positiva de la utopa como la proyeccin a unfuturo que no existe, pero que es posible y deseable su realizacin, elcual se distingue del que resulta irrealizable y que, por tanto, es utpicoen sentido negativo. Nuestro gladiador no slo pelea contra el presentesino que lucha por un futuro ms valioso. Esto contrasta con Marx, en
virtud de la parquedad de ste al describir la sociedad alternativa, loque es lgico si se tiene presente la necesidad que tena de distinguirsede los socialistas utpicos, as bautizados por l y Engels. Entiendoesta revalorizacin sanchezvazqueana como una consecuencia dela renovacin terica del marxismo que, entre otros, l ha llevado acabo. Si la historia la hacen los hombres en condiciones determinadastal como lo indica la cita archiconocida de Marx, las cuales ya no
favorecen a la primaca de la clase obrera en la praxis revolucionariay ahora los agentes del cambio histrico son muy diversos y hetero-gneos y, por otra parte, la contradiccin entre medios y relaciones deproduccin no signific el estancamiento de la fuerzas productivas en elcapitalismo, entonces la transformacin radical de la sociedad requieredel convencimiento de la mayora de los hombres de que vale la penahacer realidad esa alternativa social a partir de su viabilidad prcticay superioridad moral que tiene con respecto al presente, en lugar dedepender de la generacin de concienciadeclaseen el proletariado. Enese sentido, la imagen de ese socialismo hoy utpico es indispensable,mxime cuando se tiene como referencia a su negacin, lo que fue elsocialismo real. Y por eso, interpreto, Snchez Vzquez nos mues-tra lo que sera esa sociedad futura si la unin de personas, grupos yclases hacen una mayora consciente que decide convertirla en fin de supraxis creativa, reflexiva y colectivamente intencional: el reino de la li-
bertad del que hablaba Marx, la sociedad libre para cada uno de susmiembros, radicalmente democrtica, plural y diversa, promotora de la
9A. Snchez Vzquez, Radiografa del posmodernismo, tomado de Filosofa ycircunstancias, Mxico, Anthropos / UNAM, 1997, p. 329.
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creatividad humana. Una sociedad por la que, terica y prcticamente,
vale la pena pelear.10
Y eso es lo que ha hecho precisamente Adolfo Snchez Vzquezdesde antes de leer la tesis XIsobre Feuerbach: pensar y actuar paratransformar el mundo. Por eso hoy rendimos homenaje no slo a unaprolija obra de calidad y consistencia sino tambin al hombre que ade-ms de hacerla posible ha unido su pasin vital a ella, que adems dedefender sus ideas se ha comprometido con la realizacin de las mismas,que adems de sortear vendavales personales, polticos, ideolgicos y
filosficos sigue apostando al futuro. En los primeros aos del exiliodedic su libro de poemas,El pulso ardiendo, escrito poco antes de es-tallar la guerra y publicado en Mxico, al pueblo a quien debo el tesoroque ms aprecio: una salida a la angustia y la desesperanza. Y qu hasido su vida y obra sino un constante crear y compartir ese tesoro?
No puedo pensar en Adolfo Snchez Vzquez sin su drama vital, sinel exilio al que fue condenado por los emisarios de la muerte y agravado
por la indolencia y pusilanimidad de las democracias occidentales que sedesentendieron de la suerte de la Repblica Espaola, ofreciendo, comonico refugio, los campos de concentracin en la Francia del Frente Popu-lar. Mxico y Lzaro Crdenas representaron en ese momento los mejoresy ms humanos valores al invitar y recibir a los exiliados espaoles. Eldirigente juvenil, poltico, combatiente y editor de peridicos AdolfoSnchez Vzquez vivi, como la inmensa mayora de ellos, incluyendoa su esposa y compaera, tambin refugiada, Aurora Rebolledo, el dolorde la patria ida y en manos de tiranos, el desgarrn, como l mismo di-ce, de estar all y ac y la contradiccin de vivir un exilio sin fin aun cuan-do hubiera llegado el fin del exilio. Pero en ese momento descubre, con esapuerta a la angustia y la desesperanza que siempre carga, que lo decisivoes ser fiel aqu o all a aquello por lo que un da se fue arrojado alexilio. Lo decisivo no es estar ac o all sino cmo se est.11
10Ver A. Snchez Vzquez, Ideal socialista y socialismo real, Vale la pena elsocialismo?,La utopa de Don Quijote,La utopa del fin de la utopay Una utopa
para el siglo XXI,tomados deA tiempo y destiempoyEntre la realidad11A. Snchez Vzquez,Exilio sin finy fin del exilio, Mxico, Grijalbo, 1997, pp.
35-38. (El subrayado es del autor.)
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Es verdad que aunque el mundo por el que ha peleado con tanto
ahnco Adolfo Snchez Vzquez es necesario y deseable, su realizacinse ve lejana. Sin embargo, la historia nos recuerda que todo es tempo-ral, que la brega constante trae sus frutos y sus victorias parciales, quepuede cambiar la direccin del viento y traer tiempos mejores, dondeel socialismo vuelva a ser una posibilidad entre otras. Por lo pronto,tiene un xito innegable: buscando transformar al mundo ya nos hatransformado a muchos. Felicidades, pues, maestro, que sigue siendoun gladiador con la espada desenvainada y el pulso ardiendo!
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Snchez Vzquez y la esencia crtica de la filosofa de la praxis
DIANA FUENTES
Snchez Vzquez hoy
El tema que nos rene en esta mesa El maestro visto por antiguos
alumnos resulta particularmente sugerente si consideramos la
gran cantidad de alumnos que habrn pasado por las aulas en las que
imparti clase el doctor Adolfo Snchez Vzquez. Alumnos entre los
que se encuentra un buen nmero de los profesores que actualmenteimparten ctedra en la licenciatura y el posgrado de filosofa de nuestra
Facultad, as como un sinfn de destacados personajes de la vida cultural
y social de nuestro pas. Es de destacar que a los cursos, impartidos
por el doctor Snchez Vzquez, asistieron durante dcadas jvenes que
buscaban una formacin slida en el pensamiento de Marx. Es posible
imaginar que una vez que el texto Filosofa de la praxismostr su
innovadora lectura de la obra marxiana, misma que coloc a Snchez
Vzquez como un crtico del marxismo oficial de la entonces Unin
Sovitica y de la lectura cientificista francesa, habrn asistido a sus
ctedras muchos jvenes de izquierda que a principios de la dcada de
los aos setentas buscaban respuestas y soluciones a la posibilidad
de un cambio social, en el marco poltico de un rgimen que en 1968 y
en 1971 haba demostrado su determinacin de impedir el surgimiento
de una fuerza crtica del sector estudiantil.
No es difcil pensar que la Filosofa de la praxisde Snchez Vzquezrepresentara la posibilidad de generar una nueva va de comprensin de
la obra de Marx para una generacin de jvenes cuyo impulso crtico
se alejaba de la lgica terico-prctica del socialismo de Estado de los
pases soviticos y de los anquilosados partidos comunistas.
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Sin embargo, despus de la cada del bloque sovitico y de la conse-
cuente reivindicacin del sistema capitalista como modo de produccinhegemnico, la filosofa y la teora de corte marxista entr en una evi-
dente crisis que se llev a su paso a las ms divergentes interpretacio-
nes de la obra de Marx, incluyendo a aquellas que denunciaron durante
aos las contradicciones del socialismo realmente existente.
As, los estudiantes que ingresamos a la Facultad de Filosofa y
Letras, a una dcada de la cada del muro de Berln, encontramos que
Marx haba sido declarado perro muerto y que la lectura de la filo-
sofa en boga entre decenas de acadmicos se caracterizaba por evadirla discusin sobre la tradicin del pensamiento de Marx y su posible
vigencia.
La ma es una generacin que pareca estar condenada a una forma-
cin cuando menos parcial. Pero como parte de los miles de jvenes
que participamos en el movimiento estudiantil de 1999-2000, la
experiencia de la prctica poltica en el mbito estudiantil nos demostr
la necesidad de adquirir una formacin terica del pensamiento crticoy revolucionario. As, la primera ocasin en la que tom un curso con
el doctor Adolfo Snchez Vzquez fue en el periodo inmediatamente
posterior al fin de la huelga ms larga de la Universidad Nacional
Autnoma de Mxico, tras una toma de las instalaciones por la Polica
Federal Preventiva. Junto conmigo asistieron decenas de estudiantes que
convencidos de la necesidad de un cambio social buscaron en las au-
las de esta Facultad los elementos que nos permitieran comprender el
mundo contemporneo y sus contradicciones.
En este contexto, muchos de los estudiantes de mi generacin en-
contramos que pensadores como el doctor Adolfo Snchez Vzquez
no slo no haban renunciado a sus viejas crticas al sistema, sino que
abiertamente sostenan la posibilidad y la necesidad del socialismo.
De tal suerte que la obra del doctor Snchez Vzquez repentinamente
responda a muchas de las interrogantes tericas que surgieron a partir
de las contradicciones de la poltica concreta.
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El fundamento crtico de la filosofa de la praxis
Es en este marco filosfico-social en el que se inserta la revaloracin
y el estudio de la lectura hecha por Snchez Vzquez del pensamiento
marxiano, en particular de la obra del llamado joven Marx.
En el caso concreto de losManuscritos, Snchez Vzquez reconoce
una serie de conceptos que le permiten marcar una lnea de continuidad
entre las obras marxistas de juventud y de madurez. Si bien el autor
reconoce que losManuscritosrepresentan el primer intento sistemtico
de anlisis de la economa poltica capitalista en la obra de Marx, no
por ello representaran una reflexin fallida de la que Marx habra de
alejarse posteriormente, y, menos an, una obra que carezca de un rigor
conceptual que le impida hacer un anlisis explicativo de la sociedad
capitalista.
Es as que losManuscritosrepresentaran una transicin clave en
el pensamiento de Marx, en los que se desarrollan categoras como:
salario, renta de la tierra, ganancia del capital, enajenacin, etctera;categoras que para Snchez Vzquez siguen presentes en obras como
El capitalo los Grundrisse,textos pertenecientes al llamado periodo
de madurez.
Con base en su lectura de losManuscritos de 1844 y de los Cuader-
nos de Pars, Snchez Vzquez establece una relacin de continuidad
entre dichas obras, encontrando que ambas responden a un problema
que les es comn: el trnsito de la filosofa a la economa. Ambos
textos seran el resultado del contacto del pensamiento de Marx con
la economa y generan el primer intento de una crtica de la economa
poltica burguesa.
De tal manera que la crtica de Snchez Vzquez puede ser desen-
traada a travs de tres hilos conductores que permitirn reconocer no
slo los fundamentos de dicha crtica, sino ante todo la interpretacin
que hace Snchez Vzquez del joven Marx y que permitirn al filosofo
desarrollar su comprensin de la filosofa de la praxis.
a) La recuperacin de los aspectos histrico-sociales de los textos
de juventud.
b) Los conceptos de ser humano y de trabajo enajenado.
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c) La continuidad de los conceptos humanistas en la obra de
Marx.
El primero de ellos: La recuperacin de los aspectos histrico-
sociales de los textos de juventud, se desarrolla a partir de una lectura
de los Manuscritos econmico-filosficos de 1844. En este periodo
el ser humano es visto por el joven Marx a travs de sus relaciones
sociales, mismas que fundamentan su modo de existir y de actuar. En
estas relaciones sociales se desenvuelven los individuos concretos;
se trata de relaciones objetivas contradas por esos individuos. LosCuadernos de Parsy losManuscritos del 44buscan representar con
claridad dichas relaciones sociales que no haban podido ser descifradas
desde el campo de la filosofa. Es por ello que la critica marxista a la
filosofa especulativa del Hegel ahora se convertir en una crtica de
la economa poltica.
Por tanto, el joven Marx se instala desde ese momento en un proceso
terico-prctico, en el que losManuscritoscuyas reflexiones son msorganizadas que las de los Cuadernos de Pars encarnan el paso de
la filosofa a la economa; esto no significa en absoluto que la filosofa
desaparece del aparato terico de Marx o que sea absorbida por la
economa. La filosofa en unin con la economa funcionar como eje
rector del pensamiento marxiano para responder a aquellos aspectos
que la economa poltica burguesa no haba podido resolver o que ni
siquiera identificaba como problemas.
Con base en esta relacin entre el anlisis econmico y los elementos
filosficos presentes en las obras de juventud, Snchez Vzquez afirma
que en esta serie de textos Marx encalla al hombre, como sujeto concre-
to, en las relaciones materiales de la sociedad capitalista. Sin embargo,
este acercamiento a la economa es un acercamiento crtico en el que el
joven Marx tomar algunas de las categoras centrales de la economa
poltica para profundizarlas y encontrar en ellas las contradicciones
que impiden a la economa burguesa ver las verdaderas relaciones delsistema de produccin capitalista. Y son, precisamente, estos puntos
en los que Snchez Vzquez concentrar sus esfuerzos.
Para el autor de Filosofa de la praxis, la crtica de Marx y Engels a la
economa poltica clsica, claramente representada por la teora del valor
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de Adam Smith, ubica un alejamiento de los economistas burgueses de
la realidad; la economa clsica es una economa abstracta, que desde lavisin de Marx y Engels hace abstraccin de su propio fundamento:
la propiedad privada.
La crtica contra la economa poltica cobrar sustento terico, a
partir del estudio marxiano de los elementos econmicos que sustentan
al capitalismo. Los conceptos que se generan a partir de dicho estudio
son los que permitirn afirmar que Marx ha entrado en la esfera de la
economa y que no se trata de una reflexin meramente especulativa.
Razn por la que profundizar en ellos resulta imprescindible si sepretende reconocer los elementos crticos de las obras de juventud (en
este caso de losManuscritos).
Por ello, nos muestra Snchez Vzquez, que Marx, sin salir de la
economa y de la crtica histrica, con auxilio de la filosofa, da razn
del trabajo como trabajo enajenado. De ah el segundo hilo conductor de
la lectura crtica de Snchez Vzquez a travs del desarrollo de los
conceptos de esencia humana y trabajo enajenado.Para hablar de la esencia humana hay que comprender que en dicho
concepto se resuelve la relacin entre economa y filosofa presente en
el joven Marx, as como el vnculo entre su concepcin del hombre en
este periodo de su produccin terica con su posterior comprensin
materialista de la historia; razones por las que dicho concepto permite
distinguir el marxismo de Snchez Vzquez del marxismo humanista, por
una parte, y del marxismo derivado del diamat sovitico, por el otro.
Como ya se ha anticipado, el concepto de esencia humana para
Marx est en el trabajo, es decir, el hombre es tal en su trabajo, en los
productos del mismo y en sus relaciones con otros trabajadores. Sin
embargo, Marx observa en la realidad efectiva que el trabajo en lugar de
humanizar al hombre y al mundo se convierte en la causa del sufrimiento
del trabajador, mismo que ve en el trabajo una carga obligada, pero, a
pesar de ello, necesaria; trabajo que lo aleja de aquellas actividades que
le son verdaderamente gozosas y que, adems, le empobrece anmicay materialmente. Marx descubre que el trabajo en la realidad material,
lejos de expresar la esencia humana es ajeno al propio ser humano,
al trabajador; es por ello que esta clase de trabajo se presenta como
negacin de la esencia humana.
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Basado en esta separacin hallada por Marx, Snchez Vzquez
focaliza la ruptura entre la esencia del ser humano (el trabajo) y suexistencia objetiva y se pregunta por la forma en la que Marx ha podido
deducir el concepto de esencia humana cuando en la realidad material
slo se muestra su negacin. Cmo hablar de la esencia humana en
trminos de trabajo, si en el mundo social dicha esencia no slo no se
hace presente, sino que por el contrario a travs del trabajo se expresa
como negacin? Para Snchez Vzquez la cuestin radica en reconocer
que en losManuscritos el joven Marx no se ha librado de cierta carga
especulativa que le permite hablar de un concepto universal que no haemanado de forma inmediata de la realidad en la que viven y se inte-
rrelacionan los individuos.
No obstante, desde el momento en el que Marx pone el concepto de
esencia humana en relacin con su objetivacin material, est teniendo
que poner los ojos en el mundo concreto en el que dicha objetivacin
debiese materializarse, y es aqu donde Marx encontrar la gran contra-
diccin entre esencia y existencia que se vive en la realidad efectiva.Es por ello que Snchez Vzquez encuentra una clara relacin entre
el concepto de enajenacin y el concepto de relaciones de produccin.
El trabajo enajenado servir para determinar, en los Manuscritos, el
tipo de relaciones que establecen los hombres en la sociedad capitalista;
mientras que en las obras de madurez son las relaciones de produccin
las que determinan al trabajo.
La historia entendida como desarrollo humano tiene que ser ana-
lizada desde su esencia, en la que finalmente estar fundada la enaje-
nacin. Mas la pregunta lgica a formular es: qu es la esencia de la
historia, qu es la esencia del desarrollo humano? A esta pregunta Sn-
chez Vzquez responde: La esencia del desarrollo humano sera, en
definitiva, el desarrollo de la esencia humana.1
Respuesta que lejos de ser un simple juego de palabras conlleva
uno de los puntos nodales de la obra del joven Marx: la historia como
expresin de la esencia del ser humano.
1Adolfo Snchez Vzquez,El joven Marx: los Manuscritos de 1844, Mxico, Itaca
/ UNAM, FFL, 2003, p. 118.
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Desde la lectura Snchez Vzquez, Marx ha marcado ahora con cla-
ridad la aparente gran paradoja de la historia: la contradiccin entre esen-cia y existencia. Aparente porque dicha contradiccin no es muestra de
un estado universal y permanente, sino que en el proceso del desarrollo
humano se implica tambin su necesaria abolicin en el comunismo.
Es necesario comprender que esta contradiccin en la que se niega
la esencia del ser humano no implica para Snchez Vzquez ms que
una negacin que se vuelve tal en el terreno de la prctica y de la vida
social, es decir, que a pesar de que los individuos no se reconocen a s
mismos en su trabajo, estos individuos se encuentran determinados porsu prctica y por sus relaciones sociales, independientemente, de que
esa prctica y dichas relaciones nieguen su propia esencia.
Sobre este punto, Snchez Vzquez seala con claridad que el pro-
blema de la enajenacin del hombre dentro del proceso de la historia
no tiene que ver con la prdida y la recuperacin de la esencia como si
se tratase de cualquier objeto que a veces se posee y otras no; dado que
esa posibilidad implicara que la esencia humana se puede comprenderindependientemente de las relaciones en las que viven los seres humanos
concretos. Lejos de ello, el verdadero problema es que la enajenacin
debe ser entendida como una forma histrica en la que se manifiesta
la esencia humana y que bajo ninguna circunstancia puede separase de la
realidad material en la que se desarrollan los individuos a travs de sus
actividades, de su prctica.
Lo importante es que tambin en el terreno de la prctica el ser
humano puede superar la contradiccin entre la esencia humana y su
existencia efectiva, derivada del trabajo enajenado, humanizando as
su mundo. De tal suerte que lo verdaderamente importante es el reco-
nocimiento del papel de la prctica humana en la historia.
El problema sobre la interpretacin de los conceptos de esencia
humana y trabajo enajenado radica justo en este ltimo punto, sobre
el que Snchez Vzquez afirma que desde el momento en el que Marx
distingue entre esencia humana y trabajo enajenado como opuestosen el desarrollo histrico del trabajo en las sociedades basadas en la
propiedad privada, se genera una definicin del concepto de esencia
humana que necesariamente cae en el terreno de la especulacin mas
no de la metafsica. Marx especula, segn el autor de Filosofa de la
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praxis, porque no pudo haber derivado su concepto de esencia humana
de una realidad en la que en los hechos dicha esencia no se expresa enlas relaciones sociales, sino que, cuando menos, se mantiene oculta.
La clave de dicha relacin radica en reconocer el vnculo intrnseco
entre el concepto de esencia humana y el de trabajo enajenado; desde el
momento en el que Marx engarza el concepto de esencia humana, en-
tendida como trabajo, a la forma en la que se expresa el trabajo en las
sociedad capitalista, ha abandonado la simple especulacin para entrar
en el camino de la historia. El concepto de esencia humana se hace
necesario para el joven Marx para dar cuenta del carcter histrico ytransitorio del trabajo enajenado, pero a su vez el concepto de trabajo
enajenado ha sido derivado de las contradicciones reales que revela la
sociedad burguesa.
Es entonces que a partir del estudio del concepto de esencia humana
surge el tercer hilo conductor de la lectura crtica de Snchez Vzquez:
La continuidad de los conceptos humanistas en la obra de Marx.
La interpretacin hecha por el filsofo espaol de la totalidad dela obra de Marx (apoyada en textos como los Grundrisse), lo lleva a
establecer una relacin de continuidad entre algunos de los conceptos
presentes en el joven Marx que seguirn expresndose en las obras pro-
piamente econmicas del periodo de madurez.
Es por ello que las relaciones sociales establecen el mbito de la
esencia humana, pero, es necesario aclarar, que para Snchez Vzquez
no son ellas la propia esencia del hombre, sino la esfera en la que sta se
desarrolla y existe como tal. La autntica esencia humana es la prctica
que se genera y se desenvuelve en el mundo material, en el mundo de las
relaciones humanas. De tal forma que las relaciones explican el mun-
do en el que se desenvuelve el ser humano, pero no son suficientes
para explicarlo a l.
Uno de los aspectos centrales de la interpretacin de Snchez Vz-
quez de la transicin del pensamiento marxiano entre los llamados
textos de juventud y aquellos del periodo de madurez, entre los que seencuentraEl capital, es justo que se entienda como una transicin. Si
bien el concepto de esencia humana ha perdido su carcter especula-
tivo, el concepto en s no desapareci. Es decir, desde la perspectiva
de Snchez Vzquez, Marx no rechaza el concepto de esencia humana
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como forma explicativa del hombre concreto por tratarse de un concepto
necesariamente abstracto, sino que se aparta de aquellas concepcionesque hacen del hombre un ser abstracto; la distincin recae en la dife-
rencia entre un concepto que por ser tal es forzosamente general y un
ser humano al que se le han adjudicado caractersticas que lo abstraen,
lo aslan, de su realidad efectiva. El hombre es un ser que produce
socialmente, y que en este proceso se produce a s mismo. Este auto-
producirse como proceso en el tiempo hace de l un ser histrico.
Estas tres dimensiones esenciales del hombre son inseparables; cada
una entraa necesariamente las dems.2
Estas tres dimensiones de las que habla Snchez Vzquez son: pri-
mera, el ser humano que produce sus relaciones sociales, mismas que
lo determinan como sujeto histrico; otra, es que el hombre se hace a
s mismo a partir de la construccin de sus relaciones, siempre desde
su realidad histrica, y, finalmente, la dimensin histrica del hombre
que es producto de su actividad prctica.
Esta triple dimensin de la esencia humana deriva de la lectura deSnchez Vzquez que encuentra en el paso de los Manuscritosa La
ideologa alemanay a las Tesis sobre Feuerbarch, un distanciamiento
de Marx de la concepcin de la esencia humana alejada o enajenada de
la existencia efectiva, para identificar ambas esferas en el concepto de la
esencia humana, entendida sta como la de un ser creador, productor
de su entorno fsico y social.
Es as que conceptos tan importantes como esencia humana o trabajo
enajenado, desarrollados por el joven Marx, no desaparecen ante la
presencia de nuevos conceptos, sino que prevalecen como conceptos
explicativos.
De tal forma que para Snchez Vzquez la totalidad de la obra de
Marx se caracteriza por un desarrollo continuo y discontinuo, es
decir, que en el proceso de desarrollo de la obra marxiana se observa
la profundizacin de ciertas problemticas que le llevan a generar nue-
vos conceptos que le permitan dar cuenta de la economa capitalista yde la forma como se relacionan los seres humanos en ella, as como a
eliminar los resabios de todo pensamiento abstracto que lo aleje de la
2A. Snchez Vzquez, Filosofa de la praxis, Mxico, Siglo XXI, 2003, pp. 337.
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posibilidad de dar cuenta sobre las formas en las que se establecen las
relaciones sociales entre las personas reales. Pero ello no implica unaruptura interna en su pensamiento filosfico.
La crtica a la economa poltica clsica y a la sociedad capitalista
expresada en las obras del joven Marx es ante todo comprendida por
Snchez Vzquez como un proyecto de emancipacin del hombre. La
crtica implica aqu una afirmacin de un proyecto humano, la lectura
de Snchez Vzquez perfila la intencin marxiana de encontrar las con-
tradicciones del sistema vigente con objeto de demostrar la necesidad
de destruir el sistema que les da origen. Por ello, la lectura del filsofoespaol implica una reivindicacin de lo verdaderamente humano en
el contexto de las relaciones sociales marcadas por la explotacin del
hombre por el hombre.
Es en esta bsqueda de transformar la realidad que Snchez Vzquez
fundamenta la necesidad de comprender el marxismo como filosofa de
la praxis. Praxis entendida, en el sentido de la Tesis Isobre Feuerbach,
como actividad objetiva que implica: la crtica de lo existente, el cono-cimiento de la realidad a transformar y un proyecto de emancipacin.
En el textoLa filosofa de la praxis como nueva prctica de la fi-
losofa, Snchez Vzquez establece tres elementos que caracterizan a
la filosofa de la praxis: el proyecto de emancipacin, la crtica de lo
existente y el conocimiento de la realidad a transformar.
Elementos que implican una reflexin filosfica que toma como
centro de su pensamiento la tesis de que el ser humano se autoproduce
a travs de la transformacin del mundo, es decir, de los cambios que
produce el hombre en su entorno; autoproduccin en la que l mismo
se humaniza.
Es as que la filosofa de la praxis dejara de ser tal sin una concep-
tualizacin del hombre y de sus relaciones sociales e ideolgicas. Es
por ello que se trata de una filosofa, pero no de cualquier filosofa, sino
de la filosofa que toma como eje de su reflexin a la praxis.
El factor distintivo de la filosofa de la praxis radica en que la filosofano slo posee un rostro contemplativo frente al mundo, sino que se trata
de una filosofa que representa un momento de la transformacin de
dicho mundo. La diferencia estriba en que para esta filosofa no basta
con tener como centro de su reflexin a la praxis, sino que hace de la
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praxis entendida como prctica emancipatoria su prctica filosfi-
ca. Es por ello que la filosofa de la praxis se distingue de cualesquierfilosofas, porque en ella la praxis consiste en transformar al mundo
de forma radical.
De tal suerte que la filosofa de la praxis implica una opcin ideol-
gica, es decir, la asuncin de una posicin de clase frente a la realidad
que, a su vez, involucra valores, ideas, concepciones especficas sobre
el ser humano, sobre sus relaciones con el entorno y con los otros seres
humanos.
Ahora salta a la vista la cuestin de la transformacin del mundocomo un problema que tiene que ser abordado por la filosofa de la praxis
y que Snchez Vzquez desglosa en lo que l llama funciones.
La funcin crtica de la realidad y de las ideologas, la funcin pol-
tica, la funcin gnoseolgica, la funcin como conciencia de la praxis
y la funcin autocrtica de la praxis conforman las diversas esferas a
travs de las que se desarrolla la filosofa de la praxis. En todas ellas la
filosofa de la praxis se despliega como filosofa crtica, prctica, te-rica, como filosofa consciente de ser una unidad entre teora y prcti-
ca, como una filosofa que se renueva constantemente, y que por ello
genera conceptos y categoras que le permitan hacer anlisis concretos
de la realidad.
Es as que la filosofa de la praxis de Adolfo Snchez Vzquez no
puede ser reducida a una esfera gnoseolgica (aunque sta sea una
funcin de la misma), ni meramente prctica, sino que desde su ob-
jetivo ltimo la emancipacin del hombre ella integra la teora y
la prctica.
Snchez Vzquez reconoce en el marxismo el nico pensamiento
con capacidad de vincular la teora y la prctica; vnculo que tiene co-
mo principio el propsito explcito de poner a la filosofa al servicio
de la transformacin del mundo. De hecho es la transformacin del
mundo el objetivo inicial (en el sentido de que es el origen y el fin al
mismo tiempo) del marxismo y ser esta intencin de modificar larealidad la que determinar las relaciones que se establezcan entre
la teora y la prctica.
Por esto es que no se puede concluir que la relacin que se establece
entre teora y prctica es una relacin inmediata, mecnica, que se desa-
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rrolla de manera paralela en ambas esferas en todo momento histrico.
Snchez Vzquez seala que la relacin entre la teora y la prcticaes parte de un proceso histrico-social, es decir, de un proceso que
se genera bajo ciertas condiciones sociales; por lo que, de hecho, hay
momentos en que la teora surge para responder necesidades de carcter
terico sin salir de s misma.
Pero Snchez Vzquez seala, adems, cuatro elementos fundamen-
tales que la prctica debe poseer necesariamente: a) conocimiento de
la realidad, b) conocimiento de los medios de la transformacin y uso
de ellos, c) conocimiento de la prctica acumulada en forma de teoray d) anticipacin ideal de los fines.
La praxis del hombre est constituida por dos elementos que man-
tienen una relacin dialctica necesaria y en la que ambos elementos
participan en su mutua transformacin. El primero de ellos es el carcter
subjetivo de la praxis como producto de la conciencia, y el segundo
es su objetividad que le viene de la transformacin que ejerce sobre un
objeto que es independiente de la conciencia.En la Filosofa de la praxis, Snchez Vzquez afirma que el marxismo
posee aspectos ideolgicos que derivan de su pretensin de interpretar y
de transformar la realidad. El marxismo constituye un sistema de ideas
que responden a una situacin social y expresan ciertos intereses que
no necesariamente son verdaderos.
De tal forma que es en el proyecto de transformacin y de emanci-
pacin donde se expresa el aspecto ideolgico del marxismo. Pero ello
no significa que el marxismo pueda ser reducido a su esfera ideolgica;
si as fuera entonces el marxismo se alejara de la posibilidad de trans-
formar el mundo de manera radical.
La vigencia del marxismo
La nuestra es una poca que est marcada por la decepcin de las ge-neraciones que nos precedieron. La gran mayora de los intelectuales,
particularmente muchos de los que dcadas atrs eran militantes de
izquierda, declararon como utpica la posibilidad, no slo de trans-
formar, sino siquiera de criticar de forma radical la sociedad en la que
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vivimos. La filosofa poltica contempornea muestra hasta la fecha
desde el ala progresista y, tambin, desde la conservadora, la resaca dela cada de la geopoltica bipolar que se haba consolidado en la Guerra
fra. La cada del bloque sovitico no slo llev a los conservadores a
decretar el triunfo del sistema capitalista, con su vertiente neoliberal,
y a encumbrar la democracia de los Estados nacionales contempor-
neos como la nica forma de asociacin perdurable entre ciudadanos
libres, sino que, aunado a lo anterior, la capitalizacin de los viejos
pases soviticos tambin llev a muchos de los antiguos militantes e
intelectuales de izquierda, sin importar su origen, a asumir la mundia-lizacin capitalista como un hecho al que no slo no se le poda oponer
resistencia alguna, sino y quiz es lo ms importante a convertir el
viejo radicalismo en pesimismo frente a la realidad. De tal forma que,
aquellos que una vez creyeron con fervor que las crisis inherentes al
sistema capitalista traeran consigo la coyuntura de paso para el cambio
social, resultaron profundamente decepcionados por la capacidad de
reestructuracin del sistema. Pero result ms sorprendente para ellosque, a pesar de las grandes crisis econmicas que caracterizaron el fin
del siglo XX, la poblacin no adquiriera repentinamente conciencia de
su papel histrico en el cambio social. As, para finales del siglo XX,un
gran nmero de los intelectuales y viejos militantes de izquierda dieron
un giro importante haca lo que los clsicos llamaban socialdemocracia,
pero ahora revestida de nomenclaturas con una menor tradicin, mi-
mas que no exhibieran el alejamiento real de una posicin de carcter
revolucionario.
As, salieron al paso autores y tendencias reformistas o abiertamente
conservadoras que con slo algunos aos de existencia demostraron la
simpleza y vacuidad de sus tesis. Cmo no recordar el famoso fin de
la historia o las llamadas o autodenominadas tendencias posmodernas
que muchas veces con elocuente simpleza casi potica cercana al de-
lirio decretaban la muerte de la realidad, de la distincin entre verdad
y mentira, la desaparicin de la certeza, en medio del universo de lacomunicacin que monopoliza la vida pblica y que impide reconocer
la diferencia entre realidad y ficcin. Tendencias todas cuyo aliento
comn es un escepticismo que se caracteriza por la inmovilidad poltica.
Es por ello que incluso alguien tan moderado como Habermas, desde
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1980, adverta la carga neoconservadora de aquellos intelectuales que
dirigan hacia al modernismo cultural las cargas de la modernizacincapitalista, en particular de los jvenes conservadores que alejan a la
poltica de la vida moral-prctica.
Adems de estas tendencias, en la actualidad cobran vigencia los
grupos abiertamente conservadores que separan el pensamiento filosfi-
co de la prctica poltica concreta. Se trata de aquellos para los que la
filosofa poltica comporta una propensin hacia el conocimiento del
bien, ella es la bsqueda de la verdad, mientras que la teora poltica
o ciencia poltica es aquella que es afilosfica y que sirve como basepara la construccin de una prctica poltica concreta. Por lo que la
filosofa poltica sirve, al estilo clsico, como gua que conduce hacia
la buena sociedad. La filosofa poltica est restringida a la creacin de
propuestas de carcter ideal que sirvan como mviles de cambio de la
vida social, e implica un amplio conocimiento de la vida poltica, pero
sin reconocerse jams como parte de la prctica concreta.
De tal forma que en nuestra poca, la filosofa poltica se caracterizaen gran medida por un abandono de las relaciones entre pensamiento
filosfico y prctica poltica, entre lo que Snchez Vzquez entiende co-
mo teora y praxis. La prctica poltica es vista como la perversin de la
teora, como la objetivacin de principios e ideales, que al ser puestos
en la escena concreta de las tenciones sociales pueden ser enajena-
dos de su sentido original. La poltica se entiende como el terreno de lo
mundano, de la simple realidad. Ante esta posibilidad algunos tericos
optan por mantener la pureza abstracta de ideales que jams vern la
luz, mientras que otros prefieren el cinismo de la asuncin del sistema
vigente y la imposibilidad de cualquier cambio social.
La filosofa poltica conservadora ha atacado la vigencia de la crtica
marxiana, basados en la experiencia de la Unin Sovitica y han hecho
de las ms evidentes contradicciones del llamado socialismo real, la
expresin de la imposibilidad de crear una sociedad econmicamente
igualitaria. El problema no estriba en reconocer que la poltica estatalseguida por los pases soviticos llev a la desaparicin durante largos
periodos de tiempo de los derechos individuales ms bsicos de la pobla-
cin, as como a la creacin de una elite poltica que gozaba de mltiples
privilegios y que tena en sus manos el poder econmico y poltico.
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La cuestin radica en que, frente a las antinomias de la experiencia
del socialismo real y su derrota, se ha encumbrado al sistema capitalis-ta como la nica forma de explotacin y de creacin de riqueza, y se
ha celebrado a la democracia liberal como la nica va que garantiza
la igualdad legal y el libre desarrollo entre los individuos. En resumen,
se ha declarado la muerte del proyecto del comunismo con base en la
experiencia del socialismo de Estado; muerte que resulta particularmen-
te conveniente para los guardianes del liberalismo y el neoliberalismo,
en un mundo donde el mapa geopoltico se ha distribuido en grandes
bloques econmicos que luchan por mercados, recursos econmicos ymano de obra barata.
No obstante, el capitalismo est marcado por la explotacin y la
desigualdad, la democracia de la que se vanaglorian algunos de los pa-
ses ms altamente desarrollados demuestra en la vida poltica las pro-
fundas diferencias sociales derivadas de la desigualdad social. Lejos de
avanzar de forma sostenida hacia el progreso de la humanidad, en nuestra
poca han resurgido viejos nacionalismos chovinistas. Presenciamos lasms violentas expresiones de fanatismo religioso, as como una gran
diversidad de conflictos tnicos profundamente irracionales, y algu-
nos de los que se consideraban logros del siglo XXcomo los derechos
laborales y sociales de la mujer tambalean frente a la descomposicin
social de los pases ms pobres. Estamos en un mundo polarizado, cada
vez ms inhumano y explosivo.
Pero la cuestin es que no estamos en un mundo esencialmente distin-
to al que estudi Marx en el siglo XIX; el modo de produccin capitalista
est definido por una contradiccin que le es esencial: la contradiccin
entre capital y