Bóvedas nazaríes construidas sin cimbra: Un ejemplo en...

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De entre las distintas modalidades de construcción debóvedas sin recurrir al uso de medios temporales desustentación de sus elementos, se debe destacar el delas bóvedas de cañón hechas con ladrillo cuyas ros-cas se colocan «a bofetón» sobre la anterior, adheri-das mediante yeso. Resulta curioso que este modo deconstruir, de origen oriental y cuya presencia en al-Andalus se detecta desde muy temprana época, hayaproliferado de modo especial durante el periodo na-zarí, del que contamos con mayor número de ejem-plos. En esta comunicación pretendemos dar a cono-cer un caso interesante, de la segunda mitad del sigloXIII y del que desgraciadamente sólo han quedadoalgunas huellas, pero que muestran y confirman elmodo de construcción de este tipo de bóvedas, y queademás, por sus circunstancias, no resulta visible nilo podrá ser en el futuro, al haber quedado de nuevoenterrado en el subsuelo.

Las bóvedas de roscas de ladrillo tomadas conyeso y colocadas «a bofetón» son una de las formasde construir en las que se tiende a minimizar o evitarel empleo de madera, tanto en las propias estructurasde los edificios como en las auxiliares usadas en elproceso de construcción, especialmente en lo relativoa las cimbras necesarias para sostener los arcos y lasbóvedas antes de que estén concluidos y puedan en-trar en carga y sostenerse por sí mismos.

Estas técnicas aparecieron en oriente próximo, pri-mero en construcciones de adobe ligadas con barro,pero pronto el yeso se manifestará como un materialidóneo al permitir adherir piezas que se sostienen por

sí gracias a la viscosidad y rápido fraguado del mor-tero de yeso. Desde el segundo milenio antes de cris-to tenemos casos de bóvedas de cañón construidascon ladrillo pegando cada rosca a la anterior conyeso «a bofetón», es decir, poniendo en contacto lascaras mayores de los ladrillos con la rosca anterior yen el caso de la primera rosca con la superficie delmuro del testero (Basenval 1984, Pl. 12-14). En lasconstrucciones hechas con adobes unidos con barrolas roscas se inclinan para evitar el escurrimiento delos distintos elementos. Al pegar las piezas con yesoya no es preciso inclinarlas y pueden colocarse verti-cales, lo que mejora su estética.

Los grandes usuarios de esta técnica fueron lospartos y sasánidas, rivales del imperio romano y delbizantino respectivamente, entre los siglos I a.C. has-ta el VI d.C. Especialmente en época sasánida son in-numerables las construcciones realizadas con yeso,que es el material casi exclusivo utilizado en susgrandes monumentos. Sus logros técnicos alcanzaránmetas casi impensables, haciendo de sus construccio-nes dignas rivales de las romanas y bizantinas. Así,la gran bóveda del iwan del palacio de Cosroes enCtesifonte (Irak) con sus 25,60 m de luz constituyetodo un alarde técnico al haberse efectuado sin cim-bra, por el procedimiento de roscas colocadas «a bo-fetón» (Basenval 1984, Pl. 200-203).

Estas técnicas pasaron directamente al mundo islá-mico cuando los árabes conquistaron Mesopotamia yPersia. De este modo las vemos utilizadas en los pri-meros edificios islámicos levantados en zonas de tra-

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Antonio AlmagroAntonio Orihuela

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Huerta, Santiago y Fabián López Ulloa (eds.). 2013. Actas del Octavo Congreso Nacional de Historia de la Construcción. Madrid, 9-12 de octubre de 2013. Madrid: Instituto Juan de Herrera.

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dición constructiva helenística y romana-bizantina,como son los actuales países de Siria y Jordania. Enlos llamados «castillos del desierto» como Qasr Ha-rrana, Qasr al-Mushatta y Qasr al-Tuba, encontramosusado el yeso como material de agarre, pero sobretodo el empleo de bóvedas construidas con ladrilloso incluso con piedras «a bofetón», siempre sin recu-rrir al empleo de medios auxiliares de madera, casiinexistente en la región.

En la Península Ibérica estas formas de construirllegaron sin duda con los musulmanes y los escasosejemplos de los que tenemos noticia de su empleoson edificios del último período de su presencia, sal-vo un caso aislado de comienzos del siglo X conser-vado en la torre, antiguo alminar, de la iglesia de SanJuan de Córdoba (Hernández 1975, Lam. XXVIIb).El resto de los ejemplos conocidos son de época na-zarí, de los siglos XIII y XIV.

BÓVEDAS NAZARÍES ROSCADAS CON LADRILLOS «A

BOFETÓN»

Este tipo de bóvedas son muy numerosas en la Gra-nada nazarí y sobre todo en la Alhambra, donde enuna primera revisión de sus principales torres, sóta-nos y pasadizos abovedados hemos localizado lasque a continuación vamos a describir brevemente:

– Puerta primitiva de acceso a la Alcazaba por ellado oeste: Presenta dos pequeñas bóvedas deeste tipo, situadas en el espacio donde se guar-necían sus dos hojas de madera una vez abier-tas y sobre el banco para la guardia del ladoeste. En el extremo sur del espacio extramurosprevio al acceso a la misma, junto a la esquinanoroeste de la Torre de la Pólvora, se conservaotra pequeña bóveda de este tipo.

– Torre de la Vela: Se encuentran cubriendo losestrechos corredores que bordean el espaciocentral de las salas internas de esta torre en losniveles 2 y 3 (Fernández 1997, 196-200). Lasbóvedas tienen perfil de medio punto y una luzde 1,20 m (Fig. 1). Gómez-Moreno Martínez(1966, 12), en su estudio de esta torre descri-bió con detalle la técnica constructiva de susbóvedas «aparejadas al través, como las calde-as y bizantinas, pero que en nuestros paísesnunca veo antes de generalizarse aquí en la Al-

hambra». También indicó que los ladrillos quelas formaban estaban fraguados con yeso blan-co muy duro.

– Torre del Homenaje: tiene bóvedas sin cimbrade arista en el nivel 2 (Fig. 2), esquifada sobretrompas en el 5 y de medio cañón en el 6 (Fer-nández 1997, 201-204).

– Torre Quebrada: Presenta estas bóvedas en losdos niveles a partir del adarve.

– Adarve cubierto de la muralla norte: tiene bó-vedas sin cimbra en la zona bajo el oratorio del

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Figura 1Bóveda con ladrillos sentados «a bofetón» de la Torre de laVela de la Alhambra

Figura 2Encuentro entre bóvedas de arista roscadas radialmente y«a bofetón» en el nivel 2 de la torre del Homenaje de la Al-hambra

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Huerta, Santiago y Fabián López Ulloa (eds.). 2013. Actas del Octavo Congreso Nacional de Historia de la Construcción. Madrid, 9-12 de octubre de 2013. Madrid: Instituto Juan de Herrera.

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Mexuar y el Cuarto Dorado, así como bajo al-gunas partes de la galería del Patio de la Reja.

– Sótanos del sector norte del Palacio de Coma-res: La llamada Sala de las Ninfas, situada bajola Sala de la Barca, posee una bóveda de mediopunto que arranca prácticamente del nivel delsuelo y que está construida con ladrillos coloca-dos en roscas dispuestas «a bofetón» sobre lasanteriores. Tiene unas dimensiones de 4,18 mde luz por 14,50 de largo (Fig. 3). La colindantehacia el oeste tiene bóveda del mismo tipo perocon su directriz en dirección perpendicular a laanterior. También tienen esta disposición lasbóvedas de la primitiva Torre de Comares (Fer-nández 1997, Fig. 156) así como las que cubrenla letrina de la guardia inmediata al patio delCuarto Dorado, con entrada en recodo.

– Sótanos del pabellón norte del Generalife: Delas seis bóvedas de este sótano se hicieron sincimbra las dos primeras del extremo oeste, unade las cuales cubre la escalera de bajada al lla-mado jardín de la «fuente redonda».

Fuera del recinto de la Alhambra, a lo largo denuestra vida profesional hemos localizado las si-guientes:

– Aljibe de Santa Isabel de los Abades: Ubicadoen la calle San Luis del antiguo Arrabal delAlbaicín de la ciudad de Granada. Su nave, de1,93 m de anchura, se cubre con bóveda deperfil aquillado, forma bastante poco frecuente

en la arquitectura nazarí, pero muy común enel oriente musulmán, desde Egipto a la India(Orihuela y Vílchez 1991, 144).

– Torre de Romilla en Chauchina (Granada):Esta torre de vigilancia y refugio situada en laVega de Granada a 20 km de la ciudad poseedos bóvedas superpuestas de este tipo. La infe-rior cubría el aljibe y la situada inmediatamen-te encima la planta baja de la torre que se si-tuaba casi 2 m por encima del nivel del terrenoexterior. Existían otras bóvedas menores cu-briendo los distintos tramos de la escalera. Laluz de las bóvedas mayores es de 4,00 m y lasde la escalera 0,90 de m (Almagro 1991).

– Torre de Agicampe, cerca de Loja (Granada):Se trata de una torre de alquería que ha sidoestudiada por nuestro compañero Luis JoséGarcía Pulido y presentada en este mismo con-greso.

– Torre primitiva del Cuarto Real de Santo Do-mingo, en Granada: A esta bóveda vamos adedicar nuestra mayor atención, pues por di-versas vicisitudes es la única que no puede servista ni analizada en la actualidad ya que, ade-más de que fue demolida, probablemente en lasegunda mitad del siglo XIX, sus restos y hue-llas han quedado ocultos de nuevo.

LA DESAPARECIDA BÓVEDA DEL SÓTANO DEL

CUARTO REAL DE SANTO DOMINGO

El Cuarto Real de Santo Domingo es un monumentode enorme interés histórico, artístico y constructivo,situado en lo que fue el arrabal meridional de la ciu-dad islámica de Granada y cuya edificación se re-monta a los inicios del periodo nazarí (último cuartodel siglo XIII; Rodríguez 2008, 35). Se trata de unaantigua propiedad real de los sultanes granadinos queen el momento de la conquista castellana se conocíacomo Huerta Grande de la Almanxarra y que fue do-nada por los Reyes católicos a la Orden de Santo Do-mingo para la fundación del convento de Santa Cruzla Real. Desde ese momento, y hasta la desamortiza-ción de los bienes eclesiásticos en la década de 1830,formó parte de las propiedades del convento, com-prendiendo básicamente un jardín cerrado por murosy un salón con forma de qubba, alojado dentro de untorreón de la muralla del Arrabal de los Alfareros

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Figura 3Bóveda de la Sala de las Ninfas de la Alhambra

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hubiera en el muro noreste. Esta última posibilidadplantea serias dificultades ya que dicho muro lo es decontención del terreno y el acceso por ese lugar ten-dría que haber sido subterráneo. En las excavacionesrealizadas en el vestíbulo del edificio, que correspondecon el antiguo pórtico de la qubba, no apareció ningúnindicio de la existencia de bajada o pasaje a esa salainferior. Como quiera que todo el paramento del muronoreste fue rehecho con una fábrica de verdugadas deladrillo y mampostería, a la vez que se demolía la bó-veda y se rellenaba con escombros este espacio bajorasante, no fue posible comprobar la existencia dehueco alguno en ese lado, que de haber existido quedótotalmente tapiado. Este recalce se continuó por enci-ma del actual suelo de la qubba hasta distintas alturaspor ambas caras del muro según se pudo comprobardurante las obras de restauración (Almagro 2001,182). Otros recalces hechos enteramente con ladrillose efectuaron para apear las testas de los muros de se-paración entre las alhanías y las alhacenas contiguaspor el lado norte, hasta darles adecuado apoyo en el te-rreno natural (Fig. 4 y 5).

Entre los datos más interesantes que se pudieronobtener figura el poder asegurar que la bóveda estaba

construida con ladrillo roscado «a bofetón» para evi-tar el uso de cimbra (Almagro 2001), habiéndose ini-ciado su ejecución por el lado noroeste. Para su apo-yo se realizó una roza a todo lo largo de los muroslaterales de un modo similar a como se ejecutó en latorre de Romilla (Almagro 1991). Esta roza sólo seconserva en el muro del lado suroeste pues en el delnoreste, como ya indicamos, tras la demolición de labóveda se rehizo su cara eliminando todo vestigiodel apoyo (Fig. 5-7).

En el paramento del lado noroeste se conservanrestos e indicios que nos permiten conocer diversosdetalle de la bóveda, hoy totalmente desaparecida(Fig. 9). En primer lugar, sobre la superficie de la fá-brica de tapia se apreciaba el replanteo de la genera-triz de la bóveda marcada con un fino punzón sobreel paramento, seguramente aún no endurecido. Deacuerdo con este replanteo, parece que su perfil fueligeramente apuntado o quizás parabólico, ya que

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Figura 7Roza practicada en la tapia y el apoyo de la bóveda tras sudemolición, en el ángulo suroeste

Figura 8Detalle de la roza practicada en la tapia en el ángulo suroes-te con restos del mortero de yeso que muestran la improntade las testas de los ladrillos

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Huerta, Santiago y Fabián López Ulloa (eds.). 2013. Actas del Octavo Congreso Nacional de Historia de la Construcción. Madrid, 9-12 de octubre de 2013. Madrid: Instituto Juan de Herrera.

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sólo se pudo observar en algo menos de la mitad másmeridional al haber quedado la otra mitad oculta odestruida tras la fábrica de ladrillo adosada para re-calzar la testa del muro divisorio de las alcobas deese lado. Tanto en el arranque como en la clave que-dan restos de la pasta de yeso usada para pegar la pri-mera rosca de ladrillo puesta «a bofetón». No haquedado in situ ninguna pieza cerámica, pero sí seveían las improntas de los cuatro primeros ladrillosdel arranque (Fig. 10) y de otros tres cerca de la cla-ve. En el resto de la superficie del testero se podíanobservar golpes de pico practicados sobre la costrade las tapias para mejorar la adherencia y algunosrestos de rebabas del extradós de la primera rosca.Como ya indicamos, los cajones del muro de tapiainterior presentan en su cara las huellas de los tapia-les con las improntas de los clavos que unían las ta-blas. Los tableros tenían 0,80 m de altura.

A unos 50 cm aproximadamente por debajo delpavimento actual se pudo apreciar la existencia deuna capa de cal que podría ser parte del pavimentode la sala superior de esta primera torre (Fig. 11).Los restos se encontraban sobre la hoja interior del

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Figura 9Replanteo de la bóveda realizado sobre el muro noroestecon golpes de pico para favorecer la mejor adherencia delyeso. En el lado derecho se ven restos del yeso de agarre detres ladrillos con la impronta de éstos cortada por el recalcedel siglo XIX

Figura 10Replanteo de la bóveda realizado sobre el muro noroestecon restos del yeso de agarre de los primeros ladrillos y elpavimento de la sala alta de la primitiva torre en la partealta de la imagen

Figura 11Impronta de los ladrillos del arranque de la primera roscaen el ángulo suroeste del sótano de la torre primitiva

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