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CAPITULO II – Jung: Arte y Energía Psíquica David Iturregui 20 CAPITULO II – JUNG: ARTE Y ENERGIA PSÍQUICA JUNG, UN EXPLORADOR ONIRICO La psicología aparece como una ciencia un tanto joven, si la alquimia fue la antecesora de la química y la astrología guardaba cierto conocimiento que precedía a la astronomía, no es fácil identificar cual fue exactamente la predecesora de la psicología. Al menos es curioso que esta se remita a los mitos (Freud) para estructurarse en sus inicios, Jung no es ajeno a la búsqueda de respuesta en los mitos, más aun, a diferencia de su maestro Freud, Jung decide explorar la idea del mito en una profundidad que su colega nunca sospechó. Jung recorrió muchas partes del mundo, Norteamérica, África, India, en busca de respuestas de lo que define a la psique humana y porqué esta necesita apoyarse en el afán de abstracción que caracteriza a la construcción de los símbolos. Jung fue un científico integral que decidió hacer un experimento con su propia mente, ese experimento fue “El Libro Rojo”, un cuaderno realizado entre 1915 y 1930 por él mismo, haciendo hincapié en el periodo entre 1915 y 1917, este libro contiene 53 páginas de imágenes completas; 71 páginas contienen texto y obras de arte; y 81 Páginas de texto completo caligráfica. Una exploración simbólica que no fue dada a conocer al público hasta el año 2009. En el Libro Rojo, también conocido como Liber Novus, Jung nos abre una puerta a símbolos ancestrales que sacados de su contexto y apoyados por su visión subjetiva adquiriendo un nuevo significado. En el libro encontramos símbolos egipcios, cristianos, hindúes, medievales, nórdicos, y otros que parece que no hayamos visto jamás o pertenezcan a cultura alguna. Jung quiere llegar al Unus Mundus, a la raíz de su propio Yo, de su propia humanidad, más allá de la cultura a la que pertenece. Tenemos que pensar en que época desarrolla toda esta teoría y porqué siente toda esta urgencia y necesidad de hacerlo. Es la época del nazismo alemán, el considera a Hitler como un pirómano maniaco con deseo de quemar toda Europa, hay quién acusó de antisemita y nazi a Jung. Nante uno de sus grandes discípulos comenta con ironía en un estudio sobre el libro rojo que sus críticos deberían saber que Jung participo en un plan de la Agencia de inteligencia americana para tratar de derrocar a Hitler de su posición de poder. Como este no es el caso de defender a Jung en estas cuestiones, nos centraremos en el caso. La inquietud que Jung tenía por los símbolos de carácter abstracto que toda cultura milenaria creó. Para comentar las citas de este capítulo me remitiré al libro, “El libro Rojo de Jung” del Dr. Bernardo Nante, que realiza una introducción al mundo de Jung y a su obra ilustrada. Desde los símbolos egipcios, pasando por el I-Ching, a la alquimia, los símbolos cristianos y Páganos, los hindúes y árabes, Jung estaba convencido de que había algo común a toda la humanidad, una suerte de inconsciente colectivo, un sueño latente grupal que servía de crisol alquímico en la que se forjaban todas estas imágenes, algunas para ayudarnos y otras que

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CAPITULO II – Jung: Arte y Energía Psíquica David Iturregui

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CAPITULO II – JUNG: ARTE Y ENERGIA PSÍQUICA

JUNG, UN EXPLORADOR ONIRICO

La psicología aparece como una ciencia un tanto joven, si la alquimia fue la antecesora de la

química y la astrología guardaba cierto conocimiento que precedía a la astronomía, no es fácil

identificar cual fue exactamente la predecesora de la psicología. Al menos es curioso que esta

se remita a los mitos (Freud) para estructurarse en sus inicios, Jung no es ajeno a la búsqueda

de respuesta en los mitos, más aun, a diferencia de su maestro Freud, Jung decide explorar la

idea del mito en una profundidad que su colega nunca sospechó. Jung recorrió muchas partes

del mundo, Norteamérica, África, India, en busca de respuestas de lo que define a la psique

humana y porqué esta necesita apoyarse en el afán de abstracción que caracteriza a la

construcción de los símbolos. Jung fue un científico integral que decidió hacer un experimento

con su propia mente, ese experimento fue “El Libro Rojo”, un cuaderno realizado entre 1915 y

1930 por él mismo, haciendo hincapié en el periodo entre 1915 y 1917, este libro contiene 53

páginas de imágenes completas; 71 páginas contienen texto y obras de arte; y 81 Páginas de

texto completo caligráfica. Una exploración simbólica que no fue dada a conocer al público

hasta el año 2009.

En el Libro Rojo, también conocido como Liber Novus, Jung nos abre una puerta a símbolos

ancestrales que sacados de su contexto y apoyados por su visión subjetiva adquiriendo un

nuevo significado. En el libro encontramos símbolos egipcios, cristianos, hindúes, medievales,

nórdicos, y otros que parece que no hayamos visto jamás o pertenezcan a cultura alguna. Jung

quiere llegar al Unus Mundus, a la raíz de su propio Yo, de su propia humanidad, más allá de la

cultura a la que pertenece. Tenemos que pensar en que época desarrolla toda esta teoría y

porqué siente toda esta urgencia y necesidad de hacerlo. Es la época del nazismo alemán, el

considera a Hitler como un pirómano maniaco con deseo de quemar toda Europa, hay quién

acusó de antisemita y nazi a Jung. Nante uno de sus grandes discípulos comenta con ironía en

un estudio sobre el libro rojo que sus críticos deberían saber que Jung participo en un plan de

la Agencia de inteligencia americana para tratar de derrocar a Hitler de su posición de poder.

Como este no es el caso de defender a Jung en estas cuestiones, nos centraremos en el caso.

La inquietud que Jung tenía por los símbolos de carácter abstracto que toda cultura milenaria

creó. Para comentar las citas de este capítulo me remitiré al libro, “El libro Rojo de Jung” del

Dr. Bernardo Nante, que realiza una introducción al mundo de Jung y a su obra ilustrada.

Desde los símbolos egipcios, pasando por el I-Ching, a la alquimia, los símbolos cristianos y

Páganos, los hindúes y árabes, Jung estaba convencido de que había algo común a toda la

humanidad, una suerte de inconsciente colectivo, un sueño latente grupal que servía de crisol

alquímico en la que se forjaban todas estas imágenes, algunas para ayudarnos y otras que

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ocultaban su significado como el enigma de la esfinge. No obstante Jung advirtió claramente

que había símbolos que funcionaban de forma descompensada, y que su aparición en el

inconsciente colectivo podía augurar problemas para la evolución del ser humano en una

convivencia pacífica. Por ejemplo, cuando distintos pacientes de Jung que no se conocían entre

sí empezaron a evocar imágenes del Dios Wotan, Jung empezó a temerse lo peor, una guerra

que se inició precisamente por Alemania, una descompensación de la energía masculino-

femenina de forma acusada en la sociedad podía desembocar en un fascismo, como de hecho

sucedió. [Pág.56] Para él la manifestación de Dioses como potencias reprimidas en el

inconsciente era una forma de evidenciar la contradicción del hombre moderno, que al no

entender la herencia de sus símbolos era poseído por su remanente. En palabras de Nante

acerca de Jung:

“Jung intentó descubrir y comprender los símbolos que dan sentido al efímero acontecer

humano. El hombre contemporáneo, confiándose unilateralmente en su razón esclarecida, se

cree libre de su propio mundo simbólico y de los influjos de los “dioses” de antaño pero, como

ya hemos señalado, para Jung los “dioses” negados han pasado a ser enfermedades”. [Pág.50]

En palabras del propio Jung, un símbolo de forma ideal debía poseer las siguientes

características:

“Un símbolo pierde fuerza, por así decirlo, mágica, o si se quiere, su fuerza redentora tan

pronto como se conoce su disolubilidad. De ahí que un símbolo eficaz haya de ser de naturaleza

inatacable. Ha de ser la mayor expresión posible de la visión del mundo propio de una

determinada época [y cultura], una expresión que en cuanto a su sentido sea imposible de

superar; además ha de estar tan alejado de la comprensión que al intelecto crítico le falten

todos los medios para poder disolverlo de manera válida y; finalmente, su forma estética ha de

resultarle convincente al sentimiento, de manera que tampoco pueda levantarse contra el

argumentos sentimentales” [Pág. 47]

Quizás es una visión excesivamente idealista acerca de la definición de un símbolo, pero no

nos permite poner en relevancia aquello que Jung considera de los símbolos, “su fuerza

mágica”. Aunque más tarde averiguaremos depende de su capacidad de representar “energía

psíquica” podemos entrever que dicha “energía” esta tejida a través de su “forma estética”, la

cual ha de resultar “convincente al sentimiento”, para Worringer esto sería como decir que las

necesidades psíquicas del observador de la imagen se vieran repletas.

La idea de magia para Jung equivalía a una fuerza creadora mediada por la imaginación, es por

ello que en la creatividad milenaria de las culturas antiguas empezó a ver patrones que se

repetían, mitos que se parecían e historias que tienen una estructura común. El Dios alfarero

Jnum de los egipcios que modela al ser humano a partir de la arcilla, la creación del barro de

Adán del mito católico, el mito de creación sumerio del primer humano a partir de catorce

bloques de arcilla por la diosa Mami (o Nintu), eran coincidencias que él no pasaba por alto. A

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este tipo de coincidencias que se repetían les puso un nombre, “sincronicidad”. Estos hechos

sincrónicos era algo que Jung veía como la idea de “Arquetipo”, es decir cuando se repite en

diferentes culturas querían decir algo, había como un “molde” en una idea que parecía no

pertenecer a una sola cultura. Dado que estas coincidencias se daban en religiones Jung tenía

una especial predilección por el tema religioso para investigar estos “arquetipos”:

“Entiendo que la religión es una actitud especial del espíritu humano, actitud que de acuerdo

con el concepto originario del concepto religioso podemos calificar de respeto y observación de

ciertos factores dinámicos concebidos como “potencias” (espíritus, démones, dioses, ideas o

cualquiera que fuera la designación que el hombre ha dado a dichos factores) que, dentro de su

mundo, la experiencia ha presentado como lo suficientemente poderosos, peligrosos o útiles

como para tomarlos en respetuosa consideración, o lo suficientemente grandes, bellos y

razonables para adorarlos y piadosamente amarlos” [Pág. 44]

Estos espíritus, démones, dioses, etc… son concebidos como potencias, es decir como

arquetipos, signos devenidos símbolos de adoración, y que para Jung representan un

remanente metafórico del inconsciente colectivo. El ser humano lucha entre sí porque el

insconsciente colectivo no está en un equilibrio armónico, porque el ser humano no lo ha

comprendido aún, según Nante: “Un mundo simbólico no asumido ni entendido puede ser

causa de grandes males” cuando el ser humano aún no se ha reconocido en el Unus Mundus,

en el Ser que nos representa a todos. Nante continua:

“Los arquetipos son innumerables, pero Jung se aboca sobre todo al estudio de la máscara, la

sombra, la relación anima –animus y el “Si-mismo” que abarca consciente e inconsciente y se

manifiesta dinámicamente guiando la individuación. Este proceso supone la apropiación del

sentido inmanente a la energía psíquica por parte del yo. Para Jung la energía psíquica equivale

a actividad imaginativa.” [Pág.56]

Esta es una idea clave en Jung, en el que la “energía psíquica” equivale a “actividad

imaginativa”, es decir la energía psíquica del símbolo es proporcional a la cualidad de la

imaginación con la que ha sido creado. En ese sentido habría que preguntarse porque

entonces si tenemos la idea de la imaginación como algo divergente, ¿Cómo es que hay

símbolos que se repiten para representaciones parecidas a lo largo de la historia?. La

capacidad de la actividad imaginativa, no solo acaba aquí, cuando la cualidad de esta está

unida a la abstracción geométrica, entonces las “sincronicidades” Jungianas se disparan, y

sobre todo en el ámbito de la técnica y la ciencia. No por casualidad la idea del arquetipo

fascinó a gente como Gödel y Wolfgang Pauli, los cuales mantuvieron una relación con Jung,

Godël fue uno de los matemáticos lógicos más paradigmáticos de la historia y Pauli uno de los

pioneros de la física cuántica, Jung consideraba el mundo cuántico como algo propio de su

entendimiento de cómo se constituye la psique. En este tipo de relaciones entraremos en más

profundidad en capítulos posteriores.

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En cuanto al valor del símbolo creado a través de la imaginación activa, podemos entender que

este proceso es un proceso artístico, pero un tipo de arte que tiene que ver directamente con

el saber. En palabras de Nante en el libro rojo:

“El símbolo es verdadero cuando en el se hace presente lo ausente, aquello que no hubiera

podido manifestarse de otro modo y, en este sentido, no es posible concebir el libro rojo de

Jung como una obra de “arte”, salvo que retomemos la acepción tradicional e “arte” –

particularmente alquímica- como un saber que se desarrolla a partir del surgimiento natural de

la materia que se transforma y se transforma […] la meta de la obra alquímica era, a veces,

identificada con el “Vellocino de Oro” concebido como un bello libro capaz de recoger , al igual

que un espejo mágico las chispas diversas de la luz interior”. [Pág. 87]

Aparece aquí una idea fundamental, la idea de que el arte como alquimia ha de poder

“reflejar” como un “espejo mágico las chispas diversas de la luz interior” en ese sentido si se

entiende el proceso alquímico, con el arte nunca somos transformados de una vez para todas,

extraño sería ese caso, si no que al igual que un proceso alquímico de transmutación de la

“obra alquímica” , es decir, nosotros mismos, nuestra personalidad, se va destilando por

etapas en un proceso de sucesivas transformaciones que tienen como objetivo un

refinamiento hacia el Ser o el “Unus Mundus” o el “Sí mismo”, el lugar donde nos

reconciliamos con nuestra humanidad y nos sentimos participes de lo humano como especie.

Es un momento donde podemos recrear nuestros propios símbolos y no solo consumir los

heredados, acerca de ese instinto de creación Jung nos dice:

“El símbolo es la palabra que sale por la boca, que no se pronuncia, sino que asciende como

una palabra de fuerza y de la necesidad desde la profundidad del Sí mismo y que se posa

inesperadamente sobre la lengua” [Pág.100]

REALIDAD Y ENIGMA

En ese sentido el instinto de creación tiene la capacidad de reinterpretar lo real, como un

nuevo lugar enigmático, una nueva visión a ser interpretada de una forma potencial, en vez de

aceptar los códigos de nuestra cultura con todas sus carencias y prejuicios hacia otros sistemas

de vida. Lo que adquiere el individuo es la capacidad de observar la realidad en si como fuera

una “bella totalidad enigmática” en palabras de Jung, algo que conecta con la experiencia

numinosa de Rudolf Otto a la que Jung se refería tanto y consideraba tan importante. En

cuanto a esa nueva visión de lo real Jung apunta:

“Pero la realidad misma es un libro o El Libro y así aparece, por ejemplo, la totalidad del

desierto, esa “bella totalidad enigmática” que se presenta como un libro, como una summa

(compendio) que se desea devorar. La verdadera palabra, sin embargo, no es lo que surge del

signo – sino del símbolo” [Pág.100]

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Ese sería el lugar de conexión preciso, un lugar de encuentro con la realidad de una forma

sagrada y misteriosa, desconocida hasta el momento por el individuo que ha vivido de forma

inercial dentro de su burbuja perceptiva que le otorgaba su cultura y que el atribuía como el

potencial absoluto de definición de lo real. En cambio, el lugar de encuentro de la realidad con

la experiencia numinosa, sería una experiencia potencial, que haría a lo real una vivencia sin

definir, en palabras de Rudolf Otto esa experiencia seria “lo numinoso”, un encuentro con lo

que tiene de misterio lo sagrado y trascendente: «una experiencia no-racional y no-sensorial o

el presentimiento cuyo centro principal e inmediato está fuera de la identidad». Ese es el

estado que Jung quiere alcanzar al paciente, sacarle de la convención de sus inercias dentro de

la burbuja perceptiva y repetitiva de lo real para llevarle a lo potencial. En sus palabras:

“El principal interés de mi trabajo no reside en el tratamiento en el tratamiento de la neurosis,

sino en el acercamiento a lo numinoso. Es, no obstante, así: el ingreso en lo numinoso es la

verdadera terapia, y en la medida en que uno llega a la experiencia numinosa uno se libra del

temor a la enfermedad” [Pág.44]

Por enfermedad, Jung consideraba que cuando el individuo estaba totalmente inmerso en la

mentalidad del pensamiento masa del grupo, cuando el individuo pierde su voz interior, su

intuición e instinto. Eso provoca la aparición de las patologías, por ejemplo en la anorexia, la

imagen de lo femenino distorsionada es idealizada por la afectada pensado que es así como es

que será más aceptada por el resto de la sociedad. Si bien es cierto que es la propia sociedad la

que está generando modelos de imitación distorsionados por su falta de conexión con lo

numinoso, y por su falta de equilibrio entre lo masculino y femenino, lo que Jung entendió por

el equilibro entre Anima-Animus, ya que según él la sociedad occidental había negado

comprender las fuerzas operativas de los femenino, lo ctonico, la noche; de esta manera la

persona afectada no es capaz de no ser afectada por estos símbolos y conectar con su voz

interior, con su voluntad para construirse a sí misma. Jung consideraba a esto un trastorno de

la personalidad, en el sentido que la personalidad se ocultaba quedándose en el inconsciente y

siendo padecida por la persona afectada. A este respecto Jung nos apunta:

“Cuanto más pequeña es la personalidad tanto más indefinida e inconsciente se torna, hasta

confundirse con la sociedad, perdiendo su propio carácter, que se disuelve dentro de la

totalidad del grupo. La voz interior es reemplazada, entonces por la voz de la sociedad y de sus

conveniencias y el destino es sustituido por las necesidades colectivas.”[Pág.46]

A este respecto Jung que vivía un momento del aguje del nazismo, convencido de que su

sociedad estaba enferma y desconectada del Unus Mundus, de la armonía entre ánima y

animus (alma-ánimo o espiritualidad-carácter), él se preguntaba cómo solucionar dicha

situación, pero dicha situación se nos antoja contemporánea, pensemos en ISIS destrozando

obras de arte en Palmira, o los talibán destrozando los Budas de Bamiyan en la ruta de la seda,

por no decir todas las interpretaciones de cada cultura que piensan que su visión de la

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divinidad es la única y la mejor, la caída de las torres gemelas del 11 de septiembre alude

directamente a ese inconsciente colectivo en desarmonía. Nante nos explica su postura:

“¿Será posible sanar el universo simbólico colectivo? Desde un punto Jungiano ello requeriría

una enorme fuerza espiritual capaz de levantar proyecciones, para así recuperar esa energía

psíquica disociada y lograr que se ordene […] La tarea heroica consistirá entonces, en la

recuperación o el descubrimiento del símbolo personal, cultural, planetario. Pero la tarea

comienza en cada uno: habentius symbolum facilis est transitus, “con el símbolo el transito es

fácil” (decían los alquimistas) y esta tarea nos compromete a todos.” [Pág.49]

UN PSICONALASIS DE RE-CONEXIÓN A TRAVÉS DEL ARTE

En cierta manera, el arte es la fuerza espiritual con la creo que hacemos un esfuerzo por

levantar estas proyecciones, y así lograr recuperar esa energía psíquica disociada, una suerte

de desfragmentación de nuestros discos duros con información desordenada. Para el ser

humano el arte es una actividad simbólica que se reconfigura constantemente sobre sí misma,

una forma de representar el enigma de lo real. Frente a la descripción de la racionalidad que,

según Worringer, viene representado por un tipo de arte con afán de imitación, el arte

abstracto geométrico representaría según esta teoría una forma para lidiar con nuestros

símbolos interiores de una forma más efectiva. Aparentemente, dentro de este mundo de

publicidad y consumo el barroquismo de símbolos se nos muestra caótico, pero en realidad el

mundo de consumo utiliza pocos códigos pero dispuestos con distintas máscaras,

reconocimiento o no reconocimiento social, sexo y muerte, con ello el mundo de consumo de

objetos establece su lógica. Pero por eso Jung se fue al lenguaje de las religiones para tratar de

reconectar el Unus Mundus, porque allí estaba un simbolismo intuitivo no manufacturado aún

por las civilizaciones, aunque más tarde estos símbolos se alienaran como instrumentos de los

códigos establecidos por el poder.

“Ciertamente, la existencia de una realidad trascendental es evidente en sí misma, pero a

nuestra consciencia le resulta muy difícil construir los modelos intelectuales que han de ilustrar

el “en-si” de nuestras percepciones” [Pág.197]

El esfuerzo de Jung por llegar a esa realidad trascendental fue el trabajo durante años con el

proyecto del Libro Rojo, y lo que pretendía era precisamente ilustra el en-si de sus

percepciones, el resultado fue algo excepcional, pero críptico, aunque dicho libro ha inspirado

una forma de re-entender la psicología y también arte-terapia. Es conocido que Jung proponía

realizar mándalas a sus pacientes intentando que estos reflejaran su personalidad. Ayudaba a

través del acto creativo a que ellos llegaran a su “en-si” de sus percepciones.

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Imágenes de mándalas realizadas por pacientes de Jung a principios de siglo, Oglethorpe University Art Museum. 19

de febrero 2012, http://edition.cnn.com/videos/living/2012/02/19/pkg-sacred-circles.cnn

Algunos de los mándalas de los pacientes de C.G. Jung, algunos de ellos pertenece se remiten a

formas milenarias y míticas como la cruz, la espiral, el circulo. A través de estos dibujos Jung

podía establecer un seguimiento más claro de hacia dónde evolucionaba la psique de sus

pacientes.

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A modo personal también he realizado mi propio mándala siguiendo las ideas Jungianas y mis

propias inquietudes plasmándolas en este tablero a modo de mándala-mapa de conceptos.

La intención de Jung era conectar a modo simbólico a través del mándala con alguna imagen

que él pudiera asociar a algún mito o símbolos míticos y de ahí extraer un hilo conductor que

permitiera al paciente encontrar un guía para forjar de una forma más efectiva su

personalidad. En este sentido la reflexión de Jung acerca del uso de las imágenes era la

siguiente:

“… mi exposición suena como un mito gnóstico (…) el mito constituye el lenguaje más

apropiado para expresar estos procesos psíquicos; ninguna formulación intelectual puede, ni

siquiera aproximadamente alcanzar la plenitud y la fuerza expresiva de las imágenes míticas”

[Pág.113]

La idea de conectar con lo mítico era una forma de conectar con esa “realidad trascendental”

que es común al inconsciente colectivo. Consiguiendo una “actividad autónoma del alma” (del

sistema perceptivo) él podía llamar de nuevo a la voz interna no alienada por lo social del

paciente:

“A menudo, esta actividad autónoma del alma se incrementa hasta sustanciarse en la

percepción de una voz interna de imágenes visionarias, es decir, en una genuina experiencia

originaria del espíritu”. [Pág.101]

Y de ahí llegar a una “experiencia originaria del espíritu”, entiendo la idea de espíritu o alma en

Jung no en una tradición cristiana, sino como Jung veía al cristianismo, que era de una forma

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gnóstica, al igual que William Blake cuando decía “Si las puertas de la percepción fueran

depuradas todo aparecería como realmente es: infinito”. Es decir, veo aquí que a lo que Jung

se refiere con el “espíritu o alma” es en realidad su concepto del “en-si de las percepciones”

que conecta directamente con “las puertas de la percepción” de William Blake. La idea de

infinito en Blake, es la idea de totalidad, una idea de fractalidad. De nuevo, Jung se refiere a

ello bajo el concepto de lo “holográfico”, (la totalidad) en el libro de Nante:

El Holón, “EL segundo principio señala que este mismo acontecer psíquico se muestra como

una “totalidad de la psique”. El principio de totalidad psíquica debe ser entendido en un sentido

clásico – platónico y aristotélico de holón y no pan. La psique es un todo orgánico cuyas partes

son siempre una expresión del todo. Esto significa que si bien los fenómenos de la psique son

autónomos, estos son expresión de una totalidad, una y múltiple.” [Pág.102]

Llegar al holón, a lo holográfico, la totalidad que se fractaliza en las partes, es un camino que

se cumple a través de la realización de una potencia psíquica que es de naturaleza creativa, ese

es para Jung el camino de la magia, la recuperación de la autogestión en la creación de los

propios símbolos personales:

“La magia es desde el punto de vista Jungiano la manifestación misma de la potencia psíquica

que es por definición creadora.”[Pág. 113]

ENTRE EL ARTE, EL UNUS MUNDUS Y LA MÁGIA

Ilustraciones del “Libro Rojo” de Jung, en estas dos páginas aparecen “Filemón”(154) que era una fuerza

arquetípica del inconsciente de Jung representado con una túnica roja, barba y alado. En la siguiente

Página un mago frente a una congregación (155), para Jung el arquetipo del Mago equivalía al del guía,

maestro o sabio.

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Jung nos advierte, que el camino del Mago no es el que posiblemente tengamos en mente, el

del ilusionista o el del brujo. No, para Jung el camino del mago es aquel que crea su propia

realidad, que autogestiona sus propios símbolos, que ha visto que los símbolos hablan un

lenguaje muy parecido a través del tiempo. Pero, ser creadores, implica una responsabilidad,

como decía Arthur J. Clarke, “cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es

indistinguible de la magia”. Y estamos en ese punto, en que aquello que creamos puede ser

fuente de destrucción, el arte en cambio para Jung es una actividad de revelación, y por lo

tanto de re-equilibrio, de fuerzas que emergen para recuperar una armonía que ha sido

alienada por volverse polarizada. En sus palabras:

“La magia es, en cambio, algo que está más lejos de nuestro alcance, es “oscura” y acaso está

en el fondo mismo que posibilita la guerra, la destrucción o el contrario, la creación. En el libro

Rojo la magia aparece con diversas características, pero nos limitamos a enfatizar tres: el poder,

la creatividad y el carácter pedagógico. La magia es paradójica, en definitiva, oscura,

particularmente en su ejercicio, porque es menester entrar sin intenciones y sin querer

entender. Estas últimas son las enseñanzas que desconciertan al Yo.” [Pág. 113]

En este sentido, esta idea de no intención, ni entendimiento, sino tan solo de exploración es

clave para entender el punto de vista de Jung sobre la magia. No busca fascinación, ni engaño,

sino autoconocimiento, la cualidad de creación que lleva a limpiar las “puertas de la

percepción”, la magia que nos lleva al camino del Unus Mundus, el reencuentro con el Ser.

Nante nos explica la visión de Jung:

“… por cierto esto puede sorprender al lector, pues habitualmente se vincula a la magia con la

manipulación; pero quizá debería distinguirse la operatoria de la magia con los propósitos con

los cuales se la ejerce. La magia, al menos en su naturaleza inferior podrá tener pretensiones de

manipulación, pero a partir de un poder que se descubre, que se libera y que no se controla.”

[Pág. 113]

La magia siempre fue un acto de creación, en tiempos antiguos el mago era la figura

arquetípica del sabio, si observamos el personaje de Merlín creado para la película de John

Boorman “Excalibur”, Merlín es un gnóstico que conoce íntimamente las fuerzas y potencias

de la naturaleza, más que un prestigiador de tres al cuarto. En cambio Morgana representa ese

camino lleno de intenciones y de deseo de entender para poseer el poder de la magia, como

ilusionismo, como trampa. En cierta manera con el arte ha sucedió de una forma parecida, con

la aparición del cine y Leni Rienfesthal trabajando para los nazis, la ciudadanía alemana se

sentía sin defensas ante las narraciones fílmicas donde el tercer Reich aparecía dominando en

todo su esplendor las ciudades principales del país. Es por eso, que al igual que la magia, el

arte tiene dos vertientes, una de autoconocimiento de uno mismo y su relación con lo vivo, el

cosmos y otra de puro espectáculo que busca una hipnosis barata, rápida y de consumo, quizás

estimulante para los sentidos pero poco más. Quizás esa sea la diferencia entre magia y

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brujería, entre arte y espectáculo. En el libro Rojo Jung crea un mago arquetípico, como el

“Merlín” de Excalibur, a ese mago le llamará Filemón.

“Es significativo que Filemón, – más allá de que inicialmente aparezca disminuido en su

condición de mago – en tanto que parece pertenecer a la tradición hermética, utiliza la magia

sobre todo como un medio de relación entre el cosmos y lo divino y de recuperación de aquello

que se ha ocultado.” [Pág. 115]

Jung cree que esta “recuperación de lo ocultado” que establece un medio de relación entre el

cosmos y lo divino es una forma de establecer un vínculo entre ciencia y religión. Quiero

destacar este punto porque será clave para entender los capítulos donde expliquemos como el

afán de abstracción geométrica codificada en templos antiguos ha tenido capacidad de

predecir patrones que posteriormente descubriría la ciencia y podían llegar a tener

aplicaciones técnicas.

“La magia, en tanto que “magia superior”, es la mediadora entre ciencia y religión: es de algún

modo, la profecía de los oscuro que lleva a la religión. La magia es la savia que une y entreteje

lo más dispar.” [Pág. 141]

Y eso en cierta forma se establece por la relación entre la mente y la naturaleza (el cosmos)

puesto que de alguna manera en tanto que hemos evolucionado para indagar en la naturaleza,

también hemos desarrollado un sistema intuitivo acerca de los propios patrones de la

naturaleza.

“Los acontecimientos de la psique nos abren a los acontecimientos del Cosmos y en ese sentido

solo vinculados en profundidad con nuestra alma, cuyo lenguaje es la imagen, podemos dar

cuenta del Cosmos” [Pág.197]

La clave es que Jung nos dice que el lenguaje del alma (las puertas de la percepción) es la

imagen y que de esa forma profundizamos en el Cosmos y en nosotros mismos. Por eso Jung

nos dice:

“Lo venidero es creado en ti y a partir de ti” [Pág. 115]

Esta idea de génesis creadora incluye al individuo en el proceso, pero hasta Jung ese proceso

de creación podía tener una componente inconsciente. Jung trata de hacernos conscientes de

no solo heredar la reproducción de símbolos de forma automática, sino también

reinterpretarlos de una forma que conectemos con la subjetividad de nuestra interpretación

respecto al símbolo, pero además él siempre propone que lo hagamos de una forma

progresiva, como lo “venidero”, investigadores de nuestras propias percepciones para llegar a

una individuación más eficaz, en ese sentido para Jung la imaginación toma un papel central:

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CAPITULO II – Jung: Arte y Energía Psíquica David Iturregui

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“Para Jung, la imaginación comprendida como la función psíquica por antonomasia, constituye

una base de ser técnica de la imaginación activa por medio de la cual se intenta entrar en

términos con lo inconsciente. Jung desarrolló esta técnica antes de su contacto con la alquimia

pero, sin duda, constató que mutatis mutandis, la misma era utilizada por los alquimistas bajo

la denominación de la meditatio (meditación) o imaginatio (imaginación). [Pág. 183]

La aparición de la idea del alquimista es la idea del “transmutador” que parece indicar una

nueva posición también para el individuo creativo o el artista, por ello es tan importante el

vínculo entre meditación e imaginación como una forma de conexión con el sistema

perceptivo de cada uno de nosotros, en esa exploración de las experiencias que creemos que

nos definen podemos llegar a una autogestión de nuestros símbolos. Jung entiende que la

“magia”, nuestra forja creadora pertenece a todo ser humano como potencia latente y que

depende de nosotros activarla. El artista, el alquimista, el mago no sería otra cosa sino un

catalizador que ayuda a despertar esta creatividad en otros. De una forma parecida a como

Jung hacía con sus pacientes.

“Por eso se puede decir que la “magia es innata”. Pero aunque esa potencia se concentre a

través de diversos procedimientos que producen “calor mágico”, su naturaleza intima, por ser

pura actividad imaginativa, como es la psique en sí misma, es indeterminada e indeterminable y

solo puede proceder dejando que cierto quantum de fuerza se libere. La magia, así entendida,

es un saber que propicia la liberación de fuerzas poderosas y creadoras de la psique, cuya

oscuridad se relaciona con el hecho de que son potencias inconscientes impenetrables, porque

siguen una ley que ellas mismas crean o manifiestan.” [Pág. 113]

A si pues, como en el arte la magia tendría su propia lógica operativa que el individuo no

tendría más alternativa que “canalizar” a través de si, o a través del “Si-mismo”. Para ello

necesita de un ejercicio creativo, este ejercicio creativo en vez de estar mediado por la razón o

un cálculo de intenciones vendría a darse como un impulso, que al no ser decidido por la

conciencia, brota de forma inconsciente, según Jung:

“La necesidad imperiosa de ejecutar ciertas actividades, esa necesidad imperiosa puede brotar

de un estímulo externo o interno que desencadena psíquicamente el mecanismo del impulso, o

puede brotar de motivos orgánicos situados fuera de la esfera de las relaciones psíquicas

causales. “Impulso” es todo fenómeno psíquico que no brota de ninguna causación establecida

por una intención voluntaria, sino de una imperiosa necesidad dinámica, ya proceda ésta

directamente de fuentes orgánicas – y por lo tanto extra-psíquicas- ya se halle condicionada de

modo esencial por energías meramente desencadenadas por la intención voluntaria (…) En el

concepto de impulso entran, a mi parecer, todos aquellos procesos psíquicos de cuya energía

no dispone la consciencia.” [Pág.193]

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ARTE, PSIQUE Y ALQUIMIA

En la tradición hermética las imágenes de la alquímica fueron para Jung una inspiración que le

resolvían claves que el cristianismo no había sabido satisfacerle, en cierta manera, la “obra de

la piedra filosofal” era su forma de realización individual, pero él sabía que copiar simplemente

los símbolos de la alquimia no le llevaba a ningún lado. Puede que en el libro Rojo las

ilustraciones que encontramos tengan una aproximación a la estética de ilustraciones

alquímicas, pero la audacia de Jung fue reinterpretar el conjunto de sus creencias de una

forma que cada ilustración contuviera algo de su subjetividad personal.

“Solo cuando estudié alquimia vi claro que lo inconsciente es un proceso y que la relación del

yo con los contenidos de los inconsciente motiva una trasformación o evolución de la psiquis

(…) A través del estudio de los procesos individuales y colectivos de transformación y mediante

la comprensión del simbolismo de la alquimia, llegué al proceso central de mi psicología, el

proceso de individuación. Sin duda es la “vera imaginatio” la que permite un enlace consciente

–al menos en algún grado – entre lo proyectado y su levantamiento. Ella posibilita una síntesis y

nos remite a una realidad intermedia, si se quiere “sutil” a la vez que corporal y espiritual”

[Pág.183]

La “vera imaginatio” es la verdadera imaginación que vincula consciente e inconsciente,

manifestándolo de forma materica, traduciéndolo plásticamente, creando una huella, un

registro del proceso inconsciente que es capturado como quien rememora una imagen onírica.

La idea de Jung era llegar a “la imagen del mundo” a una suerte de alegoría gráfica, a una

capacidad para metaforizarlo, de darle una imagen aunque fuera temporal a su misterio, tal

vez ese sea el porqué de esta frase:

“Quien posee el mundo más no su imagen, posee solo la mitad del mundo pues su alma es

pobre y despojada” [Pág.197]

“El simbolismo de la alquimia permitió a Jung precisar y dar mayor fundamentación histórico-

cultural a la emergencia de las formas arquetípicas en el curso de una proceso de individuación.

Hemos adelantado el lugar de la sombra en el simbolismo alquímico, pues la obra misma

comienza con la totalidad que en ella se sumerge o, desde otro punto de vista, que en ella se

evidencia.”[Pág.183]

Es como si la imagen para Jung fuera una especie de Grial, de piedra filosofal que ha de ser

destilada para que produzca conocimiento, un hilo de Ariadna para la reconstrucción del Holón

que representa el Unus Mundus y el encuentro con el “Si- Mismo”. Sería entonces el arte una

herramienta de autoconocimiento para Jung, un coloquio con nuestro ser interno.

“Este intimo coloquio es algo con lo que el psicólogo está familiarizado, pues constituye una

parte esencial de la técnica de discusión de lo inconsciente. Pero la definición de Ruland

muestra, más allá de toda duda, que cuando los alquimistas hablan de meditar; no se refieren

en modo alguno a la mera reflexión, sino a un coloquio interior y por tanto a una relación viva

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con la voz del “otro” que está en nosotros y nos contesta, precisamente pues, de lo

inconsciente” [Pág.183]

Este coloquio no es otra cosa sino un dialogo interno, un intercambio y una exploración, hacer

de lo inconsciente algo visible. Es como pasar a un estado de vigilancia de nuestra expresión,

de saber qué y queremos expresar sin saberlo del todo previamente, sino que lo descubrimos

mientras esto sale a flote.

“Un dialogo creador por el cual las cosas que se hallan en un estado potencial inconsciente para

pasar a un estado manifiesto” [Pág.183]

“El simbolismo de la alquimia permitió a Jung precisar y dar mayor fundamentación histórico-

cultural a la emergencia de las formas arquetípicas en el curso de una proceso de individuación.

Hemos adelantado el lugar de la sombra en el simbolismo alquímico, pues la obra misma

comienza con la totalidad que en ella se sumerge o, desde otro punto de vista, que en ella se

evidencia.”[Pág.183]

La idea de conectar con “la sombra” es la idea de conectar con lo que es inconsciente para

Jung, pues en cierta manera es sincerar nuestro deseo haciéndonos conscientes de cómo

queremos ser para nosotros mismos, sin tener en cuenta el pensamiento masa de lo social. El

viaje alquímico es un viaje de autodescubrimiento. Pero al mismo tiempo permite algo más

allá de nosotros mismos. La conexión que media entre ciencia y religión es por definición un

intento de búsqueda de verdad, y es allí donde precisamente nos lleva el arte a un territorio de

confrontación con reflejos que tratan de ser una imagen de lo real. Esta es la ambición del

arte, y su lucha por tratar de ser fiel a esta búsqueda es también su anhelo de autonomía. En

cierta manera nosotros no hacemos al arte sino “que este nos hace” y ese es un gran misterio

al que se refería Jung:

“La obra en ciernes [Fausto] es el destino del creador y determina su psicología. No es Goethe

quien hace a Fausto, sino que el componente anímico Fausto hace a Goethe.”[Pág. 133]

Lo que nos dice Jung es que la liberación de cierto componente anímico que es capaz de

hacernos, de crearnos a nosotros mismos.

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ILUSTRACIONES Y COMENTARIOS SOBRE EL LIBRO ROJO DE JUNG

Este es el aspecto del libro rojo de Jung, en cierta manera nos puede recordar a otros

manuscritos como los de Athanasius Kichner, u otros libros de alquimia cercanos a la época

medieval. Jung mezclaba distintos lenguajes, entre ellos el latín pero también el griego y a

veces runas. La ilustración de la página contigua (169) donde aparecen individuos de verde y

cuando se acercan a la luz van tomando su apariencia real es una metáfora del pensamiento

masa y del acercamiento a esa energía –mándala –luminoso que representa el “Si-Mismo” o el

“Unus Mundus”, para Jung el “Si- Mismo” es una unidad autónoma, y no tiene que ver con un

ego ideal, es más el habla de que sustituir la idea de divinidad por un ego humano ideal es un

error.

“Abandonó la imagen que habíamos hecho de Él, ¿Y dónde volveremos a encontrarla? El

interregno está erizado de peligros, pues los hechos naturales impondrán sus derechos bajo la

forma de diversos “ismos”. De ello no surge sino el anarquismo y la destrucción; porque a causa

de la inflación la hybris humana elige al Yo, en su más ridícula mezquindad, para que señoree

sobre el universo” [Pág. 487]

Es por eso que aquello que con lo que Jung quiere que conectemos no es nuestro “Yo egoico”,

el “Si-Mismo” puede estar en la naturaleza, el un árbol, una hoja, como decía William Blake:

“Para ver el mundo en un grano de arena,

Y el Cielo en una flor silvestre,

Abarca el infinito en la palma de tu mano

Y la eternidad en una hora.”

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CAPITULO II – Jung: Arte y Energía Psíquica David Iturregui

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En esta ilustración Jung muestra un

Mándala primigenio laberintico naciendo

de la frondosidad de un árbol. Nos invita a

que salgamos de nosotros mismos, como

dice Worringer a “enajenar nuestro Yo”,

mirando más allá de nuestra inercia

mundana, tratando de conectar con una

inteligencia ancestral mítica que Jung

pone en la naturaleza. El “Si-Mismo” nace

de una representación potencial que

puede surgir en cualquier parte. Depende

de nuestro símbolo interno.

Otro poema de Blake en una carta al Dr.

Trustler el 23 agosto de 1799 puede

ilustrarnos a este respecto:

“El árbol que mueve algunos a lágrimas de felicidad /en la Mirada de otros no es más que un objeto

Verde/ que se interpone en el camino. / Algunas personas Ven la Naturaleza como algo Ridículo y

Deforme, /pero para ellos no dirijo mi discurso; /y aun algunos pocos no ven en la naturaleza nada en

especial. / Pero para los ojos de la persona de imaginación, /la Naturaleza es imaginación misma. /Así

como un hombre es, ve. / Así como el ojo es formado, así es como sus potencias quedan establecidas.”

La esfera representa para Jung, la totalidad, la

consciencia, el encuentro con esa percepción que es en

cierta manera atemporal. Jung tenia mucha fijación con

la idea de tiempo, y ello queda evidenciado por su

inquietud acerca del símbolo de Aión, dios del tiempo.

Aión tiene una representación de una persona con

cabeza de león y una serpiente enroscada, al mismo

tiempo la esfera recuerda al huevo mitrianico que esta

estrechamente relacionado con Aion. La esfera

atemporal nos remite a una consciencia que esta por

encima de las nociones de la época a la que pertenece el

individuo, en el Si-mismo es capaz de ver mas alla de su

Zeitgeist. (fuente de imagen : libro rojo de Jung)

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CAPITULO II – Jung: Arte y Energía Psíquica David Iturregui

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De nuevo otro mándala en el centro en otra

ilustración de Jung. El dragón representa

para Jung la sombra, la serpiente, un poder

ocultado por la psique. Por ello para llegar

al “Si-Mismo” uno debe integrar los

opuestos, la energía masculina y femenina,

la luz y oscuridad, para completar su

personalidad. En palabras de Jung:

“La totalidad del alma, es decir, el Sí Mismo,

representa una conjunción de opuestos. Sin

Sombra el Si-Mismo no es real” [Pág.287]

Es decir, la consciencia de la sombra, del

inconsciente debe ser integrada en el

individuo, para completar su Ser, no quiere

decir que lo oculto de repente prevalezca en

la personalidad, sino que aquello negado

puede ser fuente de información para completar el camino hacia lo que uno es. En este caso el

dragón esta realizado con colores rojos y azules que son complementarios, Jung sabía lo que se

hacía incluso de forma cromática.

La abstracción geométrica tenía una

importancia destacable para Jung a través de

los mándalas. Una vez trascendida la dualidad

que propone la figuración con

representaciones del bien o el mal, Jung

representaba el Unus Mundus o Si Mismo a

través del mándala como máxima expresión

de lo indeterminado que corresponde al Ser.

Lo que observamos en este mándala es como

una forma de energía, quizás la energía

psíquica a la que Jung se refería. Aunque

como vamos a ver posteriormente ciertos

símbolos que han estado presentes en la

historia tienen también una fuerte vinculación

de tipo científico, aunque estos fueran

realizados antes de que la ciencia se

estableciera como disciplina.

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CAPITULO II – Jung: Arte y Energía Psíquica David Iturregui

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Cabe destacar que los mándalas para Jung podían

tener diferentes representaciones, por ejemplo

este es la ilustración de una ciudad fortificada vista

desde lo alto. Este dibujo corresponde a la última

página del Libro Rojo. Aunque esta ciudad es ficticia

producto de la mente de Jung, de hecho este tipo

de ciudades radiales y simétricas existen como

gigantescos mándalas, como por ejemplo la ciudad

de Palmanova en Italia (foto abajo). De esta manera

las manifestaciones físicas quedan vinculadas a la

psique y no solo son “proyecciones mentales”.

Ciertas manifestaciones del ser humano pueden ser

de esta forma una referencia al mundo simbólico

del inconsciente colectivo, y así ciertas ciudades,

lugares o templos podrían estar más conectados a

ciertas representaciones del “Si-Mismo” y el “Unus

Mundus” Junginanos que otras. Es por eso que las

experiencias cualitativas de aquello que podemos

sentir en un lugar como “Stonehenge”, las

pirámides de Egipto, Santa Sophia de

Constantinopla u otras localizaciones parecidas

puedan tener un vinculo mucho más estrecho para

conectar con una experiencia que trascienda a Yo,

provocando una enajenación al individuo de su

propia individualidad, y tal vez haciéndole

experimentar el “Unus Mundus”, una trascendencia temporal, una conexión con lo intemporal,

con algo que no le pertenece, ni nos pertenece, pero que nos define.

A este respecto el Mandala budista Kalachakra (izquierda) también tiene una traducción tridimensional (derecha)

1999 Atsuro. Fuente: http://www.cc.rim.or.jp/~atsuro/web3d/draft_web3d.html