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  • Xavier Caadas Gascn

    Caso Scala

    Terrorismo de Estado y algo ms

  • Ttulo:Caso ScalaTerrorismo de Estado y algo ms

    Cubierta y maquetacin: Virus editorial

    Primera edicin: enero de 2008

    Edicin a cargo de:VIRUS editorial/Lallevir S.L.C/Aurora, 23 baixos08001 BarcelonaT./fax: 934413814c/e: [email protected]://www.viruseditorial.net

    Impreso en: Imprenta LUNAMuelle de la Merced, 3, 2. izq.48003 BilbaoT.: 944167518Fax: 944153298

    ISBN-10: 84-96044-92-0ISBN-13: 978-84-96044-92-0Depsito Legal:

    PrefacioUnos apuntes sobre mi trayectoria poltica . . . . . . . . . . . . . 7

    IntroduccinDe la dictadura franquista a los Pactos de la Moncloa . . . . 17

    El Caso Scala, punto de inflexin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

    Anexo I Algunos interrogantes que nunca fueron resueltos . . . . . . . 79

    Anexo II Primeras noticias publicadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

    Anexo III El montaje se desmorona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91

    ccrreeaattiivvee ccoommmmoonnssLICENCIA CREATIVE COMMONSautora - no derivados - no comercial 2.5

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    cc

    BY

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    ndice

  • A mis hijas Lara y Mara

    Las prisiones constituyen las casas del martirio legal,ese salvaje mecanismo del que se sirve el Estado para

    exterminar las conciencias subversivas de sus enemigos.

  • 7Corra el ao 1974, yo tena ya diecisis aos y me iniciaba como mili-tante poltico de izquierdas. Fue una poca en que el movimiento estu-diantil en Espaa, y ms concretamente en Barcelona, Madrid y Bilbao,estaba en auge.

    No resultaba difcil simpatizar y hasta incluso militar en alguna delas organizaciones estudiantiles de izquierdas de la poca, sobre todo sitenas, como yo, unos progenitores que eran militantes de izquierdasdesde haca muchos aos, desde 1959, y que se haban jugado penas deveinte aos de crcel y hasta incluso la pena de muerte.

    Mi padre, nacido en Barcelona, era hijo de un cenetista que fue al-calde de la FAI en un pueblo de Almera durante la guerra. Excesiva-mente dictatorial en las cuestiones de casa, mi abuelo consigui supon-go que por contraposicin que mi padre se adscribiera al PSUC(Partido Socialista Unificado de Catalunya) o, lo que es lo mismo, a lacorrea de transmisin catalana del PCE (Partido Comunista de Espaa)de Santiago Carrillo y Dolores Ibarruri.

    Mi madre, nacida tambin en Barcelona, era hija de un aragons deun pueblecito de Teruel que luch en el bando republicano porque laguerra le pill all. Ms que educada, esclavizada, por su condicin depobre, en un colegio de monjas, fue beata practicante, llegando inclusoal extremo de caminar de rodillas por caminos empedrados para sacrifi-carse al Seor.

    Cuando contrajeron matrimonio eclesistico y por tanto civil, allpor el ao 1957, mi padre era maestro soldador y trabajaba por su cuen-ta, y mi madre era modista sin trabajo, dado que el sueldo de mi padredaba para mantener con solvencia a una familia.

    Prefacio

    Unos apuntes sobre mi trayectoria poltica

  • PREFACIO

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    Recuerdo que muchas noches bajbamos todas las persianas de casay apagbamos todas las luces, como si no hubiese nadie en casa, y sin-tonizbamos Radio Pirenaica un repetidor situado en el sur de Fran-cia que emita directamente desde Mosc. En aquella poca, que lapolica encontrara en tu casa una radio con FM (frecuencia modulada)poda suponer unos cuantos aos de crcel.

    No digamos ya lo que poda suponer que encontraran propagandailegal o literatura marxista editada en el extranjero y, por supuesto, nisiquiera resulta preciso comentar lo que le poda pasar a alguien quecada quince das llevaba su automobil repleto de propaganda ilegal y sededicaba a distribuirla por los diferentes grupos de la ciudad y del cin-turn metropolitano, y que, una vez al ao, transportaba millones depesetas para los exiliados comunistas en Francia.

    El hecho de que prcticamente nadie supiese que mis padres eranmilitantes del PSUC y de que muchos de sus amigos considerasen, du-rante muchos aos, que eran personas muy cobardes y sin el ms mni-mo compromiso con la lucha antifranquista, hizo posible que jamscayesen en manos de la Polica ni el aparato de propaganda ni el aparatode distribucin de propaganda del PSUC.

    En 1973, con quince aos de edad y en mi tercer ao de estudianteen el Instituto Nacional de Enseanza Media San Jos de Calasanz,situado en la calle San Quintn de Barcelona, cursando cuarto curso debachillerato elemental, solicit mi ingreso en las Juventudes del PSUC.El movimiento estudiantil de Barcelona, Madrid y Bilbao, especial-mente, adquira unas connotaciones especiales de lucha antifranquista,por aquellos aos, apoyando de manera incondicional al movimientoobrero y luchando por una enseanza laica, obligatoria y gratuita.

    La mayora de hombres y mujeres que participaban en aquella luchaestaban organizados o eran simpatizantes de las diferentes organiza-ciones de izquierda casi todas ellas escisiones del PCE que prolifera-ban en la poca: estalinistas, leninistas, trostkistas, marxistas, maostas,independentistas, autnomos

    El hecho de que toda la izquierda siguiese siendo ilegal y persegidapor la BIC (Brigada de Investigacin Criminal), la BPS (Brigada Polti-co Social) y el TOP (Tribunal de Orden Pblico), todos ellos masacra-

    Mi madre lleg beata al matrimonio, pero, al contrario que otras mu-jeres, empez a leer lo que llegaba a sus manos, principalmente textosmarxistas y leninistas, y en breve cambi la beatitud por la militanciacomunista.

    Adscritos ambos al PSUC desde finales de la dcada de los cincuen-ta, su militancia siempre fue extremadamente clandestina, dado que mipadre, desde comienzos de los aos sesenta, fue elegido responsable delAparato de Distribucin de Propaganda de Barcelona y cinturn me-tropolitano (distribua Treball, Mundo Obrero, octavillas y alguna queotra revista comunista) y, adems, se dedicaban a pasar millones de pe-setas en billetes, bajo la faja de mi madre, para hacerlos llegar a los exilia-dos comunistas en Pars.

    Recuerdo que, durante nuestras estancias anuales en Pars, nos hospe-dbamos en casa de ngel Rozas, un dirigente comunista cataln, yCarmen, su mujer, que haban pasado muchos aos en las crceles es-paolas. ngel es enano mide poco ms de un metro de estatura,an vive hoy, simpaticote y muy agradable. Carmen era una mujeronaque meda cerca de metro ochenta, que muri hace unos aos y que,como l, tambin era muy agradable y simptica.

    La importante tarea de responsabilidad de mis progenitores en elseno del partido obligaba a que fueran clandestinos incluso para lospropios militantes de la organizacin, excepto, claro est, las personasde enlace imprescindibles.

    La mayora de amigos y amigas de mis padres eran militantes o simpa-tizantes del PSUC y todos ellos se declaraban comunistas. Recuerdo algu-nas disputas en las que ante convocatorias de manifestaciones obreristas opartidistas, mi padre deba hacerse pasar por cobarde, porque su grado deresponsabilidad poltica le impeda asistir a tales eventos.

    La formacin poltica de mi padre era nula, nunca ley absoluta-mente nada, ni siquiera ninguno de los diarios ni octavillas que quince-nalmente distribua por Barcelona; para l lo que deca Santiago Carril-lo iba a misa, tanto si acertaba como si se equivocaba.

    Mi madre, sin embargo, siempre lea lo que llegaba a sus manos(Obras Completas de Lenin, El Capital de Marx y Engels, La madre deMximo Gorki, El Poema Pedaggico de Makarenko).

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    (4.A); dos meses despus, delegado de curso (4.) y, a partir de ah, lohabitual era andar de asamblea en asamblea.

    Asamblea de clase, de curso, de instituto (en el Aula Magna), de ins-titutos de Barcelona (en cualquier instituto) y de estudiantes (en el AulaMagna de la Universidad Central).

    Cuando no estaba de asamblea estudiantil o de reunin poltica delas JRE, estaba en la granja de detrs del instituto tomando vino enporrn, pan con tomate y jamn y cantando canciones revolucionarias;nuestros cantos preferidos eran los que hacan referencia a la lucha revo-lucionaria de Ernesto Guevara, el Che.

    1974, 1975 y 1976 fueron tres aos de especial agitacin estudiantilen Barcelona. Cuando no estbamos en huelga por la defensa de la tablareivindicativa estudiantil, era en apoyo a huelgas de trabajadores de lasiderometalurgia o de la construccin.

    Cuando no haba una manifestacin por una cosa, la haba por otra,y lo habitual era ir a las mismas con ccteles molotov y barras de hierropara defendernos de las cargas policiales y de las agresiones fascistas.

    Cuando el Ministerio de Educacin y Ciencia instaur por decreta-zo la selectividad para acceder a la Universidad, hubo movimiento en el95% de los institutos de Barcelona. La noche anterior a la primera con-vocatoria de la selectividad impuesta por el Estado, se taponaron lascerraduras de los institutos con estao o silicona y aparecieron pintadasen las fachadas de numerosos institutos y universidades en contra de lacitada selectividad, que no pretenda otra cosa que favorecer el accesoa la universidad de las clases pudientes. Las pruebas tuvieron que re-trasarse algunas horas, pero de nuevo habamos perdido otra lucha, laspruebas de selectividad se celebraron igualmene.

    En febrero de 1976, la Universidad y todos los institutos deBarcelona, excepto el Narciso Monturiol, iniciaron una huelga salvajeen reivindicacin de los diez puntos de la tabla estudiantil.

    En una asamblea general, se decidi que un piquete fuese a con-vencer a aquellos estudiantes para que se sumaran a la huelga.

    En el piquete iba un estudiante de COU de la Academia Fivaller, dosestudiantes de COU del Instituto San Jos de Calasanz los tres mili-tantes del PORE y yo, estudiante de 4. del San Jos de Calasanz

    dores y reconocidos torturadores y asesinos al servicio del poder estable-cido, y el hecho de que mi padre siguiese siendo responsable del aparatode distribucin de propaganda del PSUC, unido esto al talante radicalque estaba tomando el movimiento estudiantil, hizo que me negaran laentrada en las Juventudes del Partido.

    Solicit asistir a los cursos de marxismo que los popes del partidoimpartan a los jvenes, pero esto tambin me fue denegado y, a cam-bio, me ofrecieron esas mismas clases de marxismo en mi propia casa.

    Yo necesitaba conectar con gente de mi edad, gente con la que poderluchar, compartir, vivir

    En el instituto, los militantes de las Juventudes del PSUC, supongoque advertidos por la direccin del Partido, no me hacan ni caso. Enseptiembre del ao siguiente entraron en contacto conmigo tres chicosy una chica estudiantes de COU y militantes de las JRE (JuventudesRevolucionarias de Espaa), adscritas al PORE (Partido Obrero Revo-lucionario de Espaa) de ideologa trotskista-leninista y claramenteantiestalinista.

    Le pregunt a mi padre si poda entrar en las JRE y, dada su nula for-macin poltica deba pensar que se trataba de un grupo excursio-nista, me dio su permiso.

    Pero al da siguiente, informado ya por sus superiores del Partido,me dijo que deba desorganizarme inmediatamente porque eran trots-kistas, una especie de malas personas, contrarrevolucionarias.

    Lo siento le dije, ya soy militante de las JRE. Te ped permisoayer y me lo diste; si no sabas lo que era, es tu problema, no pienso des-organizarme.

    Una semana despus de mi ingreso en las JRE, ya estaba de piquetede defensa, con un cctel molotov en la mano, en una manifestacinconvocada por LC, LCR y PORE las tres organizaciones trotskis-tas en la calle Tusset de Barcelona.

    Milit cerca de dos aos y medio en las JRE.Nada ms entrar en la organizacin tenas que elegir un nombre de

    guerra para que nadie supiese tu verdadero nombre. Empec llamn-dome Isaac no s por qu razn, en aquella poca, todos nos pona-mos nombres hebreos. A los tres meses fui elegido delegado de clase

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    PREFACIO

  • militante de las JRE. Nuestra misin consista en dar un mitin decinco minutos en la hora del patio, explicando la tabla reivindicativa.

    Saltndonos todas las normas de seguridad y contraviniendo elacuerdo de la Asamblea General, dimos un mitin de media hora, des-pus estuvimos una hora con una clase que tena libre, la siguiente horacon otra clase que tena libre y, a la salida de clases del medioda, volvi-mos a dar otro mitin. Lleg la polica y nos detuvo a los cuatro.

    Pasamos las preceptivas setenta y dos horas en comisara, en la deVia Laietana, nos dieron alguna que otra hostia porque no saban queramos militantes trotskistas. Al tercer da nos llevaron al Palacio deJusticia y de all salimos en libertad provisional previo pago de una fian-za de 10.000 pts. cada uno.

    Mi padre tom la decisin de llevarme a Pars, a casa de ngel Rozas,con la intencin de exiliarme polticamente y de apartarme de mis com-paeros trotskistas.

    Una vez en Pars, ngel Rozas le dijo a mi padre que era una ton-tera exiliarme por ese delito, que si no me presentaba cada quince dasante el Juzgado, me declararan en busca y captura, me juzgaran en re-belda y no podra regresar a Espaa hasta que hubiese una amnista; ynadie saba cundo poda suceder eso. Le dijo adems que si me pre-sentaba a firmar cada quince das, lo ms seguro era que ni siquiera hu-biese juicio.

    Mi padre le dijo que bueno, que la nica manera de alejarme de lostrotskistas era exiliarme en Pars, y ah intervine yo:

    Tengo la direccin de la LIRCI (Liga Internacional por la Recon-struccin de la IV. Internacional), tarde o temprano los encontrar yseguir con los trotskistas aqu, en Pars.

    Finalmente decidieron que regresara a Barcelona.Una vez de vuelta a casa, mi padre, convencido de no poder evitar

    que me viera con los mos, decidi que, si quera seguir cobrando la pagade fin de semana (300 pts.), tena que ayudarle cada da a montar y em-paquetar las revistas del PSUC y, adems, ayudarle a hacer los repartos.

    Acept el castigo y lo utilic para incluir, en dos ocasiones, octavillasy revistas del PORE. En cuanto se dieron cuenta, dedujeron que era yoy me prohibieron ese trabajo de por vida.

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    El Ministerio de Educacin y Ciencia decidi que alguien tena quepagar nuestra detencin, enviaron una circular al instituto y me llamel jefe de Estudios.

    Usted repite 4. me dijo y, como no asiste a clase casi nunca,tampoco va a aprobar este ao. Sus compaeros estn cursando COU y esmuy probable que el ao que viene vayan a la Universidad. Usted decide.

    Le dije que me echara las culpas a m.Al mes siguiente llegaba una comunicacin del Ministerio de Edu-

    cacin y Ciencia de Madrid, mediante la cual me prohiban presen-tarme a exmenes al menos durante los cuatro aos siguientes.

    Como me haban obligado a dejar de ser estudiante y tampoco eraobrero, pas a militar en el sector barrios, concretamente en el barriode Verdum, distrito de Nou Barris.

    Tena 16 aos de edad, a punto de cumplir los 17, la situacin fami-liar resultaba cada vez ms insostenible, no haba manera de que mipadre y yo llegramos a entendernos; y eso lo pagaba mi madre conbroncas casi diarias.

    En el barrio de Verdum conoc a un compaero de la construccin,Plcido, antiguo militante del PORE, y ste me ofreci ir a vivir a un pisoque tena alquilado en el barrio, aun a sabiendas de que yo no trabajaba nitena dinero para comer. Esa misma tarde fui a casa de mis padres, hice lamochila y dej una nota sobre la mesa del comedor: Me voy de casa. Yaos llamar. Dos meses ms tarde convenca a mi padre para que se per-sonara en los Juzgados y firmara mi independencia, cuatro aos antes dela mayora de edad legal (antes era a los 21). Ya era mayor de edad.

    Por aquellas fechas abandon mi militancia en las JRE; de hecho nohaba militado nunca, pues nunca hice nada de lo que la direccin decaque tena que hacer, ni siquiera le jams ni intent vender ninguna Au-rora (publicacin del PORE).

    Los compaeros y compaeras del barrio que militaban en el POREo en las JRE tambin dejaron de militar. Bandera Roja, de inspiracinmaosta, nos invit a unas jornadas intentando captarnos pero no loconsiguieron.

    Hacia el mes de marzo de 1977, con todos los partidos y sindicatoslegalizados, lleg el dilema de afiliarnos o no a un sindicato. Final-

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    Apoyo a las luchas de Seat, Olivetti, Maquinista, Roca Radiadores.Boicoteamos la desaparicin de cobradores en los autobuses, secues-trndolos en horas punta y sellando con estao las mquinas que expe-dan los billetes.

    En una ocasin asaltamos el Hipercor de Meridiana antiguo Carre-four, llevndonos alimentos de primera necesidad para compaerosen paro.

    mente, decidimos que de todos los existentes el que menos mal ola erala Confederacin Nacional del Trabajao (CNT).

    Me sorprendi muchsimo el da que me present en la calleAviny, sede del sindicato de la siderometalurgia de Barcelona. Tanslo me pidieron el nombre y los apellidos y el nombre de la empresapara la que trabajaba. Acostumbrado como estaba a la clandestinidad,pens que pediran referencias, pero no. En aquella poca todos lossindicatos se dedicaban a repartir carnets y la CNT no era diferente alos dems en esa prctica; de ah la entrada masiva de militantes mar-xistas con doble adscripcin sindical y, como veremos ms tarde, el in-greso con los primeros nmeros de carnet del Sindicato de Oficios Va-rios de todos y cada uno de los miembros del Cuarto Grupo de laBrigada de Investigacin Criminal (BIC), dedicada a la persecucin deanarquistas y trotskistas.

    Por esas fechas, en Nou Barris ocupamos y desmantelamos una plan-ta asfltica ilegal propiedad del MOPU y la convertimos en Ate-neo Popular. El hecho de que la mayora de personas que gestion-bamos aquel espacio estuviramos afiliados a la CNT no sirvi para queaceptramos la imposicin de la central sindical de convertir el espacioen Ateneo Libertario.

    Estbamos afiliados a la CNT pero no ramos militantes, ms biense podra decir que ramos autnomos, ya que las acciones que reali-zbamos las decidamos nosotros mismos.

    En el Sindicato del Metal de Barcelona montamos los Comits deApoyo a Empresas en Conflicto. Se trataba de que los trabajadores queestaban en lucha vinieran a pedirnos apoyo. A travs de los compaerosdel Sindicato de Banca, conseguamos los nmeros de cuenta bancariade los empresarios y algunos datos ms. Nos presentbamos ante el em-presario con el carnet de la CNT y una pegatina de la FAI y los ame-nazbamos. Los empresarios se cagaban y accedan a las peticiones delos trabajadores. Sin embargo, nuestras amenazas no pasaban de puraspalabras, pues aparte de los datos del empresario, no tenamos nada conqu atacarles, ni siquiera una simple pistola de fogueo.

    Participbamos en todas las manifestaciones y luchas de apoyo quenuestro tiempo libre nos permita.

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  • 17

    El 20 de noviembre de 1975, hacia el medioda, Carlos Arias Navarrocomunica, con lgrimas en los ojos, la muerte del dictador FranciscoFranco Bahamonde, pero de todos es sabido que haba muerto das an-tes, tras varios meses de agona.

    La accin de la organizacin independentista vasca ETA, que habaacabado con la vida de Luis Carrero Blanco, dejaba sin sucesin clara alfranquismo.

    El posterior nombramiento de Carlos Arias Navarro no aseguraba elcontinuismo dictatorial fascista. En plena agona del dictador, urga laperentoria necesidad de asegurar la continuidad de todos aquellospolticos fascistas que vean peligrar su carrera poltica y, por tanto, suboyante situacin econmica.

    Haba que retrasar la muerte de Franco a cualquier precio.Se restablece la monarqua con la figura del entonces an demasiado

    joven Juan Carlos I, que accede a la Corona tras la abdicacin de su padreCarlos de Borbn, exiliado en Europa y contrario al rgimen franquista.

    El Gobierno monocolor y fascista presidido por Carlos Arias Nava-rro promete la continuidad del franquismo aun con el restablecimientode la monarqua.

    En 1976, se inicia la crisis del petrleo, que provoca en Espaa el en-deudamiento de la mayora de las empresas y, por tanto, el recrudecimien-to de las condiciones de vida de los trabajadores que haban conseguidograndes victorias laborales durante los ltimos aos del franquismo.

    La inflacin y el endeudamiento exterior se disparan desorbitada-mente. Un pas sin apenas parados, de la noche a la maana, se encuen-tra a finales de 1976 con 900.000 parados.

    Introduccin

    De la dictadura franquista a los Pactos de la Moncloa

  • INTRODUCCIN

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    por la lucha autnoma. Es as como a finales de los aos setenta se em-piezan a ocupar fbricas y, de ese modo, a colectivizar ciertos medios deproduccin.

    Las huelgas obreras en las empresas que no pueden ser colectivizadasson la actividad diaria, por aquel entonces. La clase obrera no est dis-puesta a perder lo que tanto le ha costado conseguir y, aunque aos mstarde lo perder todo, hasta la condicin de clase, se plantea unenfrentamiento directo contra el poder establecido.

    La lucha en la calle en esos aos es continua; casi no hay semana sinuna huelga o manifestacin. Las cargas policiales, las detenciones y lastorturas siguen estando a la orden del da.

    Franco ha muerto, pero la izquierda que aspira a entrar en el Parla-mento y repartirse el pastel de la Transicin permite el ejercicio de esadesproporcionada represin sin cuartel contra todo el que cuestione susintereses polticos. Los manifestantes se defienden de las cargas poli-ciales con barricadas, piedras y ccteles molotov.

    En 1977, se producen las primeras elecciones generales desde la Gue-rra Civil, preparadas de antemano para que las gane la derecha continuistadel rgimen franquista, y es as como la Unin de Centro Democrtico(UCD), liderada por el ex falangista Adolfo Surez, llega al poder.

    El consenso entre la derecha, el capital y la izquierda con aspira-ciones parlamentarias propicia, por un lado, el continuismo fascista y,por otro, la prdida de todas las victorias sociales y laborales consegui-das en los ltimos aos.

    La lucha diaria en la calle, propiciada por la nueva poltica conti-nuista, se intensifica cada da ms, y una parte importante de la entoncesllamada extrema izquierda radicaliza sus posturas en defensa de todolo hasta entonces conseguido y se lanza a la accin directa y la lucha ar-mada, que no tardara en ser calificada tanto por la derecha como porla izquierda posibilista como terrorismo.

    Las agresiones fascistas son continuas: el asesinato de los abogadoslaboralistas de la calle Atocha en Madrid, el atentado contra la revista ElPapus en Barcelona, el asesinato de Yolanda Rodrguez en una mani-festacin estudiantil en Madrid. Atentados que segn declarara, en fe-brero de 1978, el ministro del Interior del Gobierno de UCD, Rodolfo

    La Trilateral obliga al Gobierno de Arias Navarro a la contencin delgasto y a la inmediata regulacin de los salarios, como condicin sinequa non para el ingreso en la UE.

    Como en todas las crisis econmicas orquestadas por cualquier sis-tema, los nicos sacrificados son los obreros; los capitalistas cierran laspuertas de sus empresas antes de empezar a dejar de obtener beneficios.

    Pero, en aquellos aos, los obreros espaoles tienen conciencia declase.

    La izquierda an no parlamentaria se plantea el gran dilema:ruptura poltica o consenso hacia la transicin democrtica.

    Todos los partidos de la entonces llamada izquierda radical optanpor la ruptura poltica.

    Pero el Gobierno, apoyado por la Trilateral, la burguesa espaola ylos principales partidos mal llamados de izquierda, PCE y PSOEprincipalmente, as como la mayora de partidos nacionalistas, optanpor el consenso como nica manera posible de participar en el repar-to econmico y el control de parte del poder poltico que va a significarla tambin mal llamada Transicin democrtica.

    El aterrador recuerdo de la Guerra Civil y de los masivos asesinatosfascistas contina enturbiando el putrefacto aire que se respira.

    No se trata tan slo de una opcin que deban tomar o no los par-tidos polticos, se trata de hacer perder a la clase obrera todas las con-quistas conseguidas que supusieron aos de prisin, terror, muerte y exi-lio y, de ese modo, los sindicatos CC. OO. (bajo la direccin del PCE) yUGT (bajo la direccin del PSOE) empiezan a perpetrar la traicin pre-meditada contra la clase obrera.

    El objetivo es convencer a esta clase obrera de que hay que aceptarunas nuevas condiciones que, aunque adversas, van a llevar a una granvictoria: la democracia.

    Los comunistas del PCE siempre haban defendido la estrategia dedos pasos atrs, uno adelante, pero en este caso lo que planteaban eradiez pasos atrs, ninguno adelante.

    La clase obrera de la poca, alterada de las repetidas traicionescometidas por CC. OO. y UGT, empieza a desorganizarse en masa deesos sindicatos; una parte se afilia a la CNT, pero una gran mayora opta

    CASO SCALA. TERRORISMO DE ESTADO Y ALGO MS

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  • INTRODUCCIN

    21

    Adolfo Surez, se estuvo reuniendo con los sindicatos CC. OO. (del PCE)y UGT (del PSOE) para urgirles a que convencieran a los trabajadores deque aceptasen la poltica de moderacin salarial, a fin de acabar con la in-flacin, y salvar a la Corona y a la oligarqua poltica y sindical de la queellos formaban parte. En septiembre de ese mismo ao 1977, FuentesQuintana discuti su documento base con el Gobierno; en octubre seredact el texto final, conjuntamente con los dems partidos polticos endistintas comisiones. Finalmente, el 25 de octubre, los representantes de losprincipales partidos polticos incluidos Santiago Carrillo y Manuel Fra-ga firmaron los Pactos de la Moncloa, antecedente inmediato de la futu-ra Constitucin. Dos das despus, el 27 de octubre, dichos Pactos fueronaprobados por el Parlamento en plena actividad constituyente.

    En este contexto, el Comit de Catalua de la CNT tom la iniciati-va de proponer a los comits de Catalua de UGT y CC. OO. formaruna mesa de anlisis y discusin crtica conjunta de los Pactos de laMoncloa. De estas jornadas, que las delegaciones de los tres sindicatoscatalanes desarrollaron durante el mes de septiembre y octubre de 1977,surgi el acuerdo de convocar a una manifestacin en contra de los Pac-tos de la Moncloa, que tuvo lugar en Barcelona durante el mes de oc-tubre, y en la cual participaron 400.000 trabajadores. Fue ste el primery ltimo acto unitario del movimiento obrero, durante toda la Transi-cin a la democracia, dirigido contra las decisiones dictadas al Go-bierno de Surez por la Trilateral, como requisito indispensable para elfuturo ingreso de Espaa en el Mercado Comn.

    De lo que se trataba con la manifestacin contra los Pactos de laMoncloa era de desbaratar el acuerdo entre el Estado y el conjunto de laburguesa para poner en cintura al movimiento obrero espaol, im-ponindole el plan de estabilidad; esto es, que se resignara a perder todolo conquistado en la lucha contra el franquismo para recomponer lascondiciones de explotacin del trabajo ajeno. La burguesa saba que, sineste consentimiento del movimiento obrero, la transicin al chollo dela democracia era imposible.

    Es por eso que lo primero que acordaron hacer los demcratas, ce-rrando filas en torno al Gobierno postfranquista, fue aislar a la CNTpara conseguir que las disidentes cpulas catalanas de UGT y CC. OO.

    Martn Villa, carecan de importancia para la seguridad del Estado.La CNT y el Movimiento Libertario cada vez cobraban ms auge y

    acabaron constituyendo el nico punto de apoyo en defensa de aquellasvictorias obreras que ya poco iban a durar.

    La opcin del Estado, de la derecha, del capital y de la izquierdaposibilista era acabar con los defensores de la anarqua. Intentaban con-vencernos de que la situacin poltica en Espaa haba cambiado. Obvia-mente, se trataba de los mismos perros con diferentes collares, contodo el respeto que me merecen los perros.

    La manifestacin de la crisis agravada por la subida espectacular delos precios del petrleo se hizo presente de forma explosiva en la so-ciedad espaola durante 1977, dos aos despus de la muerte de Franco.Ese ao, la situacin econmica del pas se vuelve polticamente explosiva;a la crisis de sobreacumulacin se le sum la crisis de abastecimiento delpetrleo; en esos doce meses, el barril de crudo pas de 1,63 a 14 dlares.

    Dado que Espaa es un pas importador de petrleo, el valor de lasexportaciones slo alcanz a cubrir el 45% de las necesidades de im-portacin, lo cual le ocasionaba una prdida en divisas de 100 millonesdiarios, acumulndose una deuda exterior de 14.000 millones de d-lares, superior al triple de las reservas de oro y divisas en poder del Ban-co de Espaa.

    La inflacin trep por encima del 20% en 1976, llegando al 44% amediados de 1977, frente al 10% de promedio en los pases de la Orga-nizacin para la Cooperacin y el Desarrollo Econmico (OCDE).

    El endeudamiento de las empresas ascendi a centenares de miles demillones de pesetas, y el desempleo se situ en 900.000 personasparadas de las cuales slo 300.000 reciban subsidio de paro, ysigui subiendo hasta alcanzar la cifra de 2.000.000 en 1978.

    Fue en tales circunstancias cuando, parafraseando a un poltico re-publicano de 1932, Enrique Fuentes Quintana, autor del documentobase cuyo contenido inspir los Pactos de la Moncloa, lleg a decir: Olos demcratas acaban con la crisis, o la crisis acaba con la democracia.

    Durante todo el mes de agosto, el Gobierno provisional monocolor dela Unin de Centro Democrtico formacin poltica ad hoc constituidapor la faccin reformista del franquismo, presidida por el ex falangista

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    Efectivamente, el 30 de enero de 1977, ocho das despus de la Matan-za de Atocha en un despacho de abogados laboralistas en Madrid, laConferencia para la Reconstruccin de la Federacin Anarquista Ibri-ca (FAI), que se celebra en Barcelona, era descubierta por la Polica ysus 54 asistentes, detenidos.

    Segn los abogados, no haba signos slidos de inculpacin; elderecho de reunin ya estaba siendo practicado por todo el mundoque sala de la clandestinidad. nicamente se trataba de desmontar laacusacin de reconstruccin de una organizacin clandestina.

    En realidad, estas detenciones fueron la primera fase de una ope-racin que de simple carcter policial iba a convertirse, cinco das des-pus, en un brillante servicio de poltica antiterrorista, al ser descu-bierto en Murcia un Grupo de FAI con un arsenal de armas yexplosivos.

    Una operacin de relojera montada por el supercomisario Rober-to Conesa, jefe de los Servicios Especiales de Informacin de la Briga-da Operativa Poltico-Social.

    El mtodo: se infiltraba a un confidente, Joaqun Gambn Hernndez,en un Grupo de la FAI de Murcia, al que se le ofreca dos maletas, unade armas y otra de explosivos (ambas facilitadas a Gambn por la Polica).

    Situado y controlado el material, la Brigada no actuaba en Murciasino en Barcelona...

    Primero se produce el impacto poltico: los asistentes a la citada con-ferencia de la FAI detenidos, entre ellos representantes de Portugal,Italia y Francia. La noticia estaba servida: Organizacin anarquista,clandestina, con ramificaciones internacionales.

    volvieran al redil de la transicin pactada. Lo segundo, destruir a esa or-ganizacin disidente lanzando contra ella las Unidades Mviles de lasBrigadas Poltico-Sociales (BPS). Para ello se utiliz la infiltracin de unconfidente en un grupo de la FAI, en Murcia, Joaqun Gambn, quienhaba proporcionado a encargo de la propia BPS a dicho grupo dosmaletas de armas y explosivos que, evidentemente, fueron descubiertaspor la Polica. Este hecho fue vinculado a las 54 detenciones realizadasen Barcelona el 30 de enero de 1977, con motivo de una reunin de laFAI, para poder acusar a los detenidos de conspiracin terrorista.

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    El Caso Scala, punto de inflexin

  • PUNTO DE INFLEXIN

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    La huelga general convocada por la CNT, para todas las empresasdel Bajo Llobregat, en apoyo a los trabajadores de Roca.

    El segundo montaje, el del Caso Scala, un ao despus, el 15 deenero de 1978, presenta un escenario distinto: el ministro del Interior,Rodolfo Martn Villa; la misma Brigada de Polica; el mismo confidenteGambn; la connivencia de los hermanos Riba (propietarios del Scala);la destruccin de un edificio de siete plantas; la muerte de cuatro traba-jadores; el embarque por el confidente de jvenes libertarios y mili-tantes de la CNT y la FAI; la implicacin abierta, poltica y pblica dela CNT por los medios de comunicacin y declaraciones institucio-nales, y el beneplcito de toda la izquierda parlamentaria.

    La finalidad de este montaje ya no es el de cortar las alas a la CNT,sino el amenazante dilema: integrarla o aplastarla.

    En efecto, en el curso de todo el ao 1977, la pujanza de la CNT seha desvelado claramente:

    Los primeros mtines multitudinarios convocados por la CNTen Madrid (San Sebastin de los Reyes), la Plaza de Toros de Valen-cia, la montaa de Montjuc en Barcelona, con una concurrencia, ensu conjunto, de unas 400.000 personas (ms del doble de lo con-seguido entre CC. OO. y UGT juntas en toda la historia del sindica-lismo espaol).

    Las Jornadas Libertarias Internacionales en el Parque Gell deBarcelona, convocadas por la CNT, durante una semana, con medio mi-lln de asistentes, situadas por algunos especialistas en el segundo lugardel ranking mundial de actos populares de programacin espontnea.

    La primera huelga de gasolineras, que alcanza un gran nivel para-lizante de la circulacin viaria.

    La distribucin de carnets de afiliacin a la CNT alcanza ese ao,slo en Catalua, la cifra de 140.000.

    En octubre de 1977, la CNT arrastra a CC. OO. y a UGT, en Bar-celona, a una manifestacin concurrida por 400.000 trabajadorescontra los Pactos de la Moncloa, de inminente firma en aquellosmomentos.

    Cinco das despus se produce la detencin en Murcia, con el des-cubrimiento del arsenal y, automticamente, se aade al sumario deBarcelona (con la aceptacin sumisa de los jueces), con lo que el primerimpacto poltico se convierte en una brillante operacin antiterro-rista. Operacin montada por los Servicios Especiales de la BrigadaPoltico-Social con sendas celadas al Movimiento Libertario, siendo laCNT la principal destinataria de los efectos finales de la represin.

    La operacin de relojera que acabo de describir era, tanto por superfil como por sus perspectivas y resultados, una operacin artesanal,comparada con la que justo un ao despus iban a realizar los mismosprotagonistas: el confidente Joaqun Gambn Hernndez, el super-comisario Roberto Conesa y sus equipos de la Brigada Operativa y delGrupo Antianarquista, el 15 de enero de 1978, el Caso Scala.

    En el primer montaje, el de enero de 1977, el escenario estaba com-puesto por la Polica, el confidente Gambn, el arsenal y el pretexto:una reunin plenaria de la FAI. El resultado, prcticamente nulo.

    Pero la intencin del Estado y de la Brigada de Informacin deMadrid no era esta chapuza judicial, sino la introduccin de JoaqunGambn Hernndez en los Grupos Libertarios de Barcelona.

    Joaqun Gambn Hernndez, un delincuente habitual de 47 aosedad, con 28 condenas en su haber, que se remontan a 1947, y hastaentonces conocido en el mundo de la delincuencia como el Grillo,pasa de la noche a la maana de ser un delincuente comn a mili-tante poltico; es amnistiado ese mismo ao y rebautizado por lapolica y por algunos sectores cenetistas con el sobrenombre de elViejo Anarquista.

    La finalidad del Estado sigue siendo cortarle las alas a la CNT ydestruir el Movimiento Libertario, que en el ltimo trimestre de 1976haba protagonizado tres hechos importantes:

    La movilizacin contra el intento de creacin de una Central Sindi-cal nica, cuyo primer paso era formar la Coordinadora de Organiza-ciones Sindicales (COS), que fracas por el firme rechazo de la CNT.

    La solidaridad de la CNT, apoyada por las corrientes libertarias, conla huelga de los trabajadores de Roca, por lo que sta pudo mantenersems de tres meses, a pesar de la oposicin a la huelga de CC. OO. y UGT.

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    Jos Mara Belloch Puig, afirmando que se trataba de un atentadopoltico, con fecha de 18 de enero de 1978, es decir, tres das despus delos hechos, al objeto de facilitar a los hermanos Riba el cobro del seguro.

    Detenido por otros delitos en 1979, Joaqun Gambn Hernndez,el confidente, es puesto en libertad a pesar de hallarse en busca y cap-tura por el Caso Scala.

    Esta relacin de hechos, documentalmente contrastados, arrojan untal cmulo de datos que permiten afirmar que el Caso Scala constituyeel punto de inflexin de una dinmica de represin, polticamente con-cebida y previamente estudiada en los altos niveles del Gobierno, puesdichos hechos escapan a la competencia exclusiva de un estamento, deuna sola brigada o servicio policial, de un solo magistrado, de un soloMinisterio. El Caso Scala representa el punto de partida de una lnearepresiva poltico-policial pluridimensional que, progresivamente, perodirectamente, nos conduce al GAL.

    Habra que preguntar al Gobierno de Unin de Centro Democrti-co (UCD) y, ms concretamente a su entonces ministro del Interior,Rodolfo Martn Villa, al jefe de los Servicios de Informacin de la pocao al entonces jefe de la Direccin General de Seguridad del Estado:quines, cmo y por qu atentaron contra el Scala y asesinaron a cuatrotrabajadores?

    Y habra que preguntar tambin a toda la izquierda parlamentaria dela poca por qu permiti, con su beneplcito, que el Caso Scala fueraatribuido a la CNT y al Movimiento Libertario, cuando tenan plenacerteza de que se trataba de un acto indiscutible de terrorismo de Estado.

    La influencia y la capacidad de movilizacin de la CNT, tal comoestos hechos demuestran, con el apoyo de las corrientes libertarias, pro-duca la conexin de diversos espacios populares, sociales, laborales yculturales, causando gran pnico a los polticos de derechas y de izquier-das, arquitectos de la Reforma Pactada.

    stas son las razones por las que se monta el atentado del Scala. Elguin de los hechos, que los tribunales obviaron escandalosamente,prueba la responsabilidad poltica y prctica de los estamentos oficiales:

    La provisin de fondos, para primeros gastos, que Gambn recibeel 2 de enero de 1978 de la Brigada de Informacin desde Madrid.

    La llegada de Gambn a Barcelona el 11 de enero de 1978,cumpliendo la orden perentoria que le imparte el comisario ManuelGmez Sandoval, jefe de la Brigada Operativa de Madrid.

    El contacto de Gambn con su agente de conexin, Jos Mara Es-cudero, 24 horas antes del incendio.

    El desplazamiento desde Madrid del citado Escudero, el mismoda de los hechos, lo que indica que la operacin es supervisada desdeMadrid por el supercomisario Roberto Conesa.

    Las declaraciones institucionales, acusatorias contra la CNT, reali-zadas por el ministro del Interior, Rodolfo Martn Villa, antes de quehubieran empezado las diligencias judiciales.

    La circular reservada del ministro del Interior, dirigida personal-mente a todos los directores de los medios de comunicacin, al objetode orquestar una campaa contra la CNT.

    La desaparicin es decir, la destruccin de pruebas de uninforme pericial que constataba la existencia de fsforo (material de usoexclusivo del Ejrcito) en las ruinas del Scala.

    La negativa a investigar la existencia de varios focos simultneos,en distintos y distantes puntos del edificio, como causas iniciales del in-cendio, para impedir que se pudiera probar que el edificio estaba previa-mente preparado para arder.

    El encubrimiento estatal y periodstico de que los hermanos Ribahaban comprado la sala de fiestas Scala y la Discoteca 2001 adjuntaa la sala de fiestas unos meses antes del incendio.

    La declaracin documentada del gobernador civil de Barcelona,

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    PUNTO DE INFLEXIN

  • IEfectivamente, el 11 de enero de 1978, Joaqun Gambn Hernndez,el Grillo, bajo las rdenes del comisario Manuel Gmez Sandoval,jefe de la Brigada Operativa de Madrid, se desplaza desde Murcia hastaBarcelona.

    La noticia de que el Viejo Anarquista as es como lo conocimosen un principio en medios libertarios catalanes llegaba a Barcelonacorre como la plvora por todos los sindicatos de la CNT.

    Los jvenes radicales nos mostramos deseosos de conocer a tan bri-llante personaje. Nadie conoce cul es su brillante historial anarquista,pero el hecho de que en febrero de 1977 fuera detenido en Murcia juntoa dos compaeros de la FAI, con una maleta de armas y otra de explo-sivos, nos despierta el deseo de saber ms sobre l.

    Todo el mundo sabe que el Viejo Anarquista se va a reunir esemismo da con algunos miembros de la CNT en La Rivolta, antiguapizzeria de la calle Hospital frecuentada por anarquistas de la poca.

    Pero los jvenes radicales sufrimos las consecuencias de las deci-siones tomadas por aquellos a quienes consideramos compaeros, peroque realmente no son ms que dirigentes y nos quedamos con lasganas. La reunin la estn haciendo en el reservado.

    Resulta curioso, despus de tantos aos de clandestinidad, descubrirhasta qu punto llega el fervor del conocimiento y el absoluto con-vencimiento de que lo que te cuentan es cierto, simplemente porque aalguien se le ha ocurrido difundir la falsedad.

    Ya en 1977, cuando los compaeros de Murcia son trasladados a lacrcel Modelo de Barcelona para que los jueces puedan en conniven-cia con el Estado acusar a los 54 anarquistas de pertenencia a grupoterrorista internacional, un delincuente habitual, conocedor de la ne-gra trayectoria de Joaqun Gambn Hernndez, enva una carta desde lacrcel Modelo de Barcelona al conocido militante anarquista Luis An-drs Edo, secretario de la Federacin Local de Barcelona en aquellostiempos al que conoce por su estancia en varias crceles espaolas,

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    informndole de que el Grillo es un confidente de la polica y un asi-duo colaborador de los estamentos carcelarios.

    Luis Andrs Edo, inmediatamente, enva una carta al Comit Na-cional de la CNT y los miembros de dicho comit le contestan dicin-dole que es un problema de la FAI, no de ellos.

    De tal modo que aquella crucial informacin de 1977 queda impuney alguien, no se sabe quin, se dedica a difundir la informacin de queJoaqun Gambn Hernndez merece el apodo de Viejo Anarquista.

    El sbado 14 de enero de 1978, Pepe, un compaero de Nou Barris,militante del Sindicato de Oficios Varios de Badalona, que haba sidodetenido en la reunin de reconstruccin de la FAI en 1977, me llamaa casa y me dice que ha invitado a comer en su casa al Viejo Anarquis-ta y que si queremos conocerlo; nos invita a tomar el caf y me pideque se lo diga tambin a Arturo, otro compaero de Nou Barris afilia-do como yo al Sindicato del Metal de Barcelona y compaero mo detrabajo.

    Arturo, mi compaera Pilar y yo nos presentamos a la hora del cafen casa de Pepe. All estn l, su compaera Rosa y el Viejo Anarquista.

    Me pareci un hombre muy alto, metro ochenta aproximadamente,de unos cuarenta y muchos aos de edad. Usaba gafas graduadas conmontura dorada y en un dedo, de no recuerdo qu mano, luca unenorme sello de oro, ms tpico de un quinqui que de un anarquista.

    Mientras tombamos el caf, nos explic que lo buscaba la Polica deMurcia y que haba venido a esconderse a Barcelona, pero que an notena ningn lugar adnde poder ir.

    Sigui su conversacin haciendo referencia a la manifestacin quehaba convocado la CNT para el da siguiente en contra de los Pactos dela Moncloa.

    Vais a ir a la manifestacin, verdad? nos pregunt.No, no vamos a ir le dijo Pepe.De hecho haca algunos meses que no bamos a manifestaciones y no

    asistamos a asambleas de los sindicatos, ni siquiera habamos asistido alas Jornadas Libertarias del Parque Gell. Habamos decidido pasar a loque entonces entendamos por accin directa y formar un grupo arma-do; habamos convenido que era necesario pasar a la clandestinidad y

    CASO SCALA. TERRORISMO DE ESTADO Y ALGO MS PUNTO DE INFLEXIN

  • dejarnos ver lo menos posible, pero obviamente no dijimos nada al res-pecto en nuestra conversacin de caf.

    Tras una larga diatriva discursiva, nos convenci sobre la necesidadde asistir a aquella manifestacin tan vital para la defensa de los intere-ses de la clase obrera.

    Supongo que iris armados nos dijo.Nosotros no tenemos armas le dijo Pepe.Ya sabes que eso no es un problema para m respondi, esta

    misma noche puedo conseguir armas, municiones y explosivos.No, no vamos a ir con armas dijo Pepe, nunca hemos tenido

    un arma y no sabemos utilizarlas.Pensad prosigui el Viejo Anarquista que es la primera

    manifestacin legal de la CNT y que con toda seguridad va a cargar lapolica y va a haber grupos fascistas armados.

    Podemos llevar ccteles molotov dije yo, s cmo se fabrican.Convinimos que Pepe ira en su coche a la Plaza Tetun, donde se

    hallaba la nica droguera de Barcelona que venda cido sulfrico,Rosa ira a casa de su madre a buscar seis botellas vacas de zumo, Ar-turo y Gambn iran a comprar una lata de gasolina y yo, con mi com-paera, ira a una farmacia a comprar pastillas de clorato de potasa.

    Quedamos en mi casa en una hora dije.Algo ms de una hora despus iban llegando todos a mi casa.Mi casa, un piso de alquiler situado en la calle Juan Riera, tena tres

    amplias habitaciones, un gran comedor, una cocina normal y un bao,y slo la habitbamos mi compaera Pilar y yo, que adems slo uti-lizbamos una habitacin.

    Mi vivienda no la conoca nadie de CNT ni del Movimiento Liber-tario y propuse a Gambn que se escondiera en mi casa, mientras le en-contrbamos otro lugar ms seguro.

    No, que esta casa es un piso franco dijo Pepe.Lo que aquella vivienda tena de piso franco era que all esconda-

    mos toda la propaganda ilegal que nos llegaba desde Francia y que nadiede la organizacin la conoca, pero supongo, como se ver ms adelante,que por piso franco Gambn entendi otra cosa.

    Mientras mi compaera Pilar y Rosa preperaban caf y unas pastas

    3130

    en la cocina, Arturo, Pepe y Gambn tomaban asiento y yo empezaba apreparar los ccteles molotov.

    Limpiar y secar bien las botellas, introducir en cada una un chorro decido sulfrico, llenarlas de gasolina, poner el correspondiente tapnmetlico y sellarlas con cera. Lavar y secar de nuevo las botellas y adherirleun papel secante previamente impregnado de polvo de clorato de potasa.

    An hoy, hay gente, aparte de los que estbamos en casa en aquelmomento, que asegura haber participado en la fabricacin de aquellosccteles, tal vez con la intencin de sentirse partcipes de algo impor-tante, si es que se puede llamar algo importante a pasar ocho aos enla crcel por un atentado terrorista cometido directamente por los servi-cios secretos del Estado.

    Una vez fabricados los ccteles molotov, el Viejo Anarquista nosinvit a cenar en un bar situado al lado del Candromo de Meridiana.Otro dato a tener en cuenta en el que entonces ni nos fijamos: cmoun murciano que estaba por primera vez en Barcelona nos invitaba acenar en ese bar, distante unos cinco kilmetros de donde nos encon-trbamos y con ms de trescientos bares por el camino?

    Mi compaera y yo decidimos no ir a cenar con ellos, y quedamos enque al da siguiente, por la maana, vendran todos a casa y llevaramoslos ccteles a la manifestacin en el coche de Gambn.

    II

    El domingo 15 de enero de 1978, tal como habamos quedado el da an-terior, sobre las diez de la maana, se presentaron todos en casa, lla-maron al interfono y bajamos mi compaera y yo.

    Yo cargaba con los seis ccteles molotov previamente introducidosen una bolsa de deporte de color verde.

    Una vez en la calle, nos encontramos con el resto de compaeros.Aparcado delante de mi puerta estaba el coche de Gambn, un Seat1430 ranchera de color blanco con matrcula de Murcia tampoco nosfijamos en ese detalle. No creo que por esas fechas circulasen porBarcelona muchos coches como aqul y con matrcula de Murcia.

    PUNTO DE INFLEXINCASO SCALA. TERRORISMO DE ESTADO Y ALGO MS

  • El Viejo Anarquista se conoca perfectamente la ciudad, pues sinindicarle por dnde tena que ir, nos condujo desde Nou Barris hasta elinicio de la manifestacin en la otra punta de Barcelona; eso s, noscondujo por el camino ms largo y bajando por paseo de Sant Joan,donde detuvo su vehculo ante las puertas de la sala de fiestas Scala.

    Si no utilizis los ccteles en la manifestacin, los podis tiraraqu, ser un buen ataque contra la burguesa nos dijo.

    Si no utilizamos los ccteles en la manifestacin, nos desprende-remos de ellos dijo Pepe.

    Llegamos a las Atarazanas sobre las diez y media de la maana, mediahora antes del inicio de la manifestacin. Pepe, Arturo y yo nos dirigi-mos a la Federacin Local de CNT de Barcelona, situada en la Plaza delDuque de Medinaceli. All preguntamos a unos compaeros si ya esta-ban organizados los piquetes de defensa de la manifestacin. Nos di-jeron que s y les comentamos que nosotros habamos trado seis ccte-les molotov. Nos dijeron que nos situsemos entre la gente porque lospiquetes delantero, trasero y laterales ya estaban organizados.

    Volvimos al lugar donde Gambn haba aparcado el coche; all nosesperaba junto a nuestras compaeras Rosa y Pilar, cogimos la bolsa dedeportes con los ccteles y nos dirigimos al inicio de la manifestacin,que comenz, como estaba previsto, a las once de la maana.

    La manifestacin transcurri por la avenida Marqus del Duero (hoyParalelo) y, segn nota oficial de la Jefatura Superior de Polica, stafinaliz pasadas las 13:00 horas (Diario de Barcelona, 18-01-1978).

    Durante la manifestacin, nos turnamos la carga de la bolsa deccteles entre Arturo, Pepe y yo. Gambn iba a nuestro lado bien ergui-do, como dejndose ver en todo momento, conducta no demasiado lgi-ca para alguien a quien persigue la Polica. Como se ver posteriormen-te, en el segundo juicio del Caso Scala, celebrado contra Gambn (1982),la Polica nos estuvo tomando fotografas a los cuatro durante todo eltrayecto de la manifestacin.

    Al llegar a la plaza de Espaa, muchos de los manifestantes anima-ron a que la manifestacin continuase hasta la crcel Modelo de Barce-lona, en apoyo a la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL). Losefectivos de la Polica Nacional descendieron de sus vehculos y todos

    33

    cremos que iban a cargar contra los manifestantes; de hecho, todos lospiquetes de seguridad se prepararon para responder a la carga policialcon ccteles molotov.

    Pero de repente, y sin que nadie entendiera por qu, se replegaron ydejaron que muchos manifestantes continuasen rumbo a la crcel Mode-lo. Haban recibido rdenes explcitas de sus superiores?

    Vais a tirar los ccteles al Scala? nos pregunt Gambn.No, vamos a deshacernos de ellos en una cloaca y nos vamos para

    el barrio, quedamos en el bar Crdoba (situado en Nou Barris, en la ViaJlia), en una hora.

    Sois unos cobardes. Vaya mierda de anarquistas! Qu mierda derevolucin vamos a hacer con niatos cagados como vosotros? nosreplic.

    Tras unos momentos de enconada discusin revolucionaria, con-sigui convencernos.

    Est bien, vamos al Scala le dijimos.Nos entreg dos billetes de cien pesetas.No hay tiempo que perder, coged un taxi que llegaris antes

    nos dijo.Pilar y Rosa se quedaron con Gambn.Nos dirigimos hacia la Gran Via con la intencin de coger un taxi y

    en el camino nos encontramos con unos compaeros de la FederacinLocal de la CNT de Rub, conocidos de Pepe.

    Estuvimos unos diez minutos discutiendo con ellos. Nos instaron adeshacernos de los ccteles y a que no furamos al Scala, pero al final losconvencimos.

    ramos siete, seis chicos y una chica, todos de aspecto hippy, pelolargo, barba de das...

    Como los siete no cabamos en un taxi, nos dirigimos al Scala a pie,lugar al que llegamos sobre las 13:30 horas. En el camino, habamos de-cidido que si la puerta de la sala de fiestas estaba abierta, significaba quehaba alguien dentro y entonces no tirbamos los ccteles.

    Cerca de la sala de fiestas, vimos que por la parte de atrs de sta salauna enorme columna de humo; no conocamos la zona y pensamos quepoda ser una fbrica o una panificadora.

    PUNTO DE INFLEXINCASO SCALA. TERRORISMO DE ESTADO Y ALGO MS

  • PUNTO DE INFLEXIN

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    Efectivamente, esa llamada tan urgente era su contacto policial, elcomisario Jos Mara Escudero al que tambin haba llamado el da ante-rior por la noche desde una cabina cercana al bar donde haban ido a cenar,junto al Candromo de Meridiana, miembro del grupo del comisariojefe de la Brigada Operativa de Madrid, Manuel Gmez Sandoval.

    Mientras comamos en casa de los padres de Pilar, un avance infor-mativo especial de TVE anunciaba que la sala de fiestas Scala deBarcelona estaba en llamas y que las causas podan deberse a un corto-circuito.

    Una coincidencia? Tampoco reparamos en ello. Sabamos que losccteles que habamos lanzado no haban quemado el Scala, ni tansiquiera haban chamuscado la puerta de entrada.

    Cuando acabamos de comer, Pilar y yo nos fuimos al cine Paladium, aver Emmanuelle, la primera pelcula ertica que se proyectaba en Espaa.

    Una vez acabada la pelcula, nos dirigimos a nuestra casa a intentarponer en prctica algunas de las escenas de la pelcula.

    A las cinco de la madrugada del da 16 de enero de 1978, sonaba eltimbre de la puerta de mi casa. Yo dorma desnudo. Me levant, medirig a la puerta y pregunt quin era.

    Soy el vecino de abajo. Tienes unas aspirinas? Mi seora tienejaqueca me dijo.

    S tengo, espere un momento le contest.Fui a mi habitacin, me puse una bata, me dirig al lavabo, cog la

    caja de aspirinas y abr la puerta para entregarle las aspirinas al vecino.Al suelo hijo, de puta, o te fremos aqu mismo!Mi compaera, aterrorizada, grit desde la cama.

    III

    Doce hombres armados con ametralladoras de doble cargador se aba-lanzaban sobre m, regalndome un sinnmero de patadas y culatazos.

    En un principio cre que se trataba de un comando fascista, no era laprimera vez que actuaban as contra anarquistas y miembros de la izquier-da radical. Estaba convencido de que me iban a asesinar all mismo.

    Una vez frente al Scala, sub los cuatro escalones, mir hacia el inte-rior del vestbulo y no haba nadie; intent abrir alguna de las cuatropuertas de entrada pero todas estaban cerradas. Baj los escalones y lan-zamos los seis ccteles molotov contra los cristales de la entrada. Salimoscorriendo, atravesamos el paseo de San Juan y, al llegar al otro lado, nosgiramos; en la puerta del Scala donde acabbamos de tirar los seis ccte-les ya no haba fuego. La columna de humo que antes habamos vistoelevarse al cielo por detrs del edificio era cada vez ms ancha y larga.

    El incendio se inici a las 13:15 horas, segn un informe de losBomberos de Barcelona, publicado en Mundo Diario (16-1-1978).

    Arturo, Pepe y yo cogimos un autobs y nos dirigimos al Bar Crdo-ba, donde habamos quedado con Gambn, Rosa y Pilar. Llegamosaproximadamente a las 14:15 horas, el bar estaba lleno de compaeras ycompaeros del Centro Social de Roquetas, al menos unas cincuentapersonas, pero Gambn, Rosa y Pilar no haban llegado an.

    Tomamos asiento rodeados de algunos compaeros y compaeras.Arturo y yo nos tomamos algunas cervezas, Pepe slo bebe agua.

    A las 15:00 horas cerraban el bar y el propietario nos invitaba airnos. Gambn, Rosa y Pilar an no haban llegado.

    Se habrn equivocado de cita? dije yo.Fuimos primero a mi casa, tres calles por encima del bar y all no es-

    taban. Fuimos a casa de Pepe, siete calles por debajo de mi casa y tam-poco estaban all. Volvimos al Bar Crdoba donde llegamos a las 15:20horas, las puertas estaban cerradas y Gambn, Rosa y Pilar nos espera-ban ante la persiana cerrada.

    Cmo habis tardado tanto? pregunt Pepe.El trfico terci el Viejo Anarquista.Pilar y yo nos fuimos a casa de sus padres donde nos haban invitado

    a comer.Habis tirado los ccteles en el Scala? me pregunt.No, nos hemos deshecho de ellos, llevamos esperando en el bar

    desde las dos y cuarto. Qu os ha pasado? Cmo habis tardado tanto?le dije.

    Justo cuando os fuisteis con los ccteles, Gambn nos dijo que leespersemos en el coche, que tena que hacer una llamada urgente.

    CASO SCALA. TERRORISMO DE ESTADO Y ALGO MS

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  • PUNTO DE INFLEXIN

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    Esposados a la espalda, se llevaron primero a Pilar, entre el jefe y dospolicas ms, y cuando avisaron a los dems de que ella ya estaba dentrode un coche policial, los diez restantes me bajaron a mi dndome patadasy culatazos y consiguiendo que en dos ocasiones rodara escaleras abajo.

    Frente a la puerta de la calle, se hallaban cinco coches marca Seat1430 de color azul, camuflados, sin sirenas ni distintivos policiales.

    Me introdujeron en uno de los coches y se subieron cuatro miem-bros de la Polica secreta.

    Iniciaron la marcha con sigilo, sin sirenas y sin prisas. Durante eltrayecto hasta la comisara de Via Laietana, siguieron golpendome portodas las partes del cuerpo sin preguntarme absolutamente nada.

    Una vez en comisara, me sentaron en un banco de madera, junto aPilar; ella continuaba llorando y yo no saba qu decirle.

    Al poco se acercaron dos policas uniformados de gris, tomaron a Pilarde los brazos.

    Al calabozo dijo uno de ellos.Y se la llevaron.Un par de minutos despus, seis de los policas secretas que nos haban

    detenido vinieron a por m y me llevaron directamente a interrogatorio.El cuarto de interrogatorios se compona de dos estancias, una pe-

    quea con muy poca luz en la que pude ver una baera y algo que ima-gin sera la mquina de electrodos, y la otra, un poco ms grande, conuna mesa de escritorio de hierro de color gris, una antigua mquina deescribir sobre ella, un silln detrs del escritorio y una silla de maderadelante de l.

    Me sacaron las esposas, me sentaron en la silla y me volvieron a colo-car las esposas de tal manera que sujetaran mis muecas a la silla.

    Vamos a ver, hijo de puta! dijo uno. Dnde coo escondeslas armas?

    No tengo armas volv a decir.La primera patada en el pecho hizo que la silla cayera hacia atrs; se

    abalanzaron sobre m y empezaron a darme patadas y puetazos sin pre-guntarme nada. Cuando descubrieron que sus golpes ya no me pro-ducan dolor, pararon de golpearme y nos levantaron a la silla y a m.

    Nos vas a decir ahora dnde guardas las armas? dijo otro.

    Polica! grit el que pareca el jefe y que tan slo llevaba unapistola.

    Entonces me tranquilic, saba que no se trataba de fascistas y queno me iban a asesinar, al menos no en mi casa.

    Esposado con las manos en la espalda, me cogieron del pelo y de lasmuecas y en volandas me llevaron hasta el comedor.

    Dnde escondes las armas, hijo de puta? me grit uno.No tengo armas respond.Que no tienes armas, asesino de mierda! dijo otro. Vamos a

    desmontar toda la casa, las baldosas del suelo, todo; sabemos que tenisarmas en este piso franco y las vamos a encontrar.

    Empezaron a golpearme brutalmente sin hacerme una sola pregun-ta, mientras mi compaera permaneca en la habitacin; dos de elloshaban ido a buscarla.

    De repente dejaron de golpearme, el que pareca ser el jefe del grupose haba ido unos momentos antes y regresaba con un vecino para quefuera testigo del registro que iban a hacer en mi casa.

    En la habitacin contigua al comedor encontraron una lata de gaso-lina vaca, una botella con un poco de cido sulfrico y dos trozos depapel secante. En otra habitacin encontraron el arsenal que ms tardeaparecera en blanco y negro en las portadas de los diarios ms impor-tantes del pas: varias pilas de propaganda de la CNT, de la FAI y de lasJuventudes Libertarias, del interior y del exilio, una pistola de plstico,de juguete, de esas que tienen un cowboy y un indio en cada lado de laempuadura, una coleccin de cartuchos de todos los colores, utiliza-dos por los electricistas para fijar cables en las vigas de hierro y quenosotros utilizbamos para hacer collares, y una pequea caja de plsti-co con el fulminante extrado de los cartuchos.

    El vecino que presenciaba el registro firm el acta de conformidad.Trajeron a mi compaera al comedor y empezaron a preguntarle por

    las armas; ella lloraba desconsolada, no entenda nada.No te preocupes, todo se arreglar, seguro que se trata de un error

    intent tranquilizarla.Pero ella segua llorando desconsoladamente.Vamos a comisara dijo el jefe del grupo.

    CASO SCALA. TERRORISMO DE ESTADO Y ALGO MS

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  • PUNTO DE INFLEXIN

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    Ya vers como s tienes y ya vers como nos dices dnde las escondes!Y empez a golpearme la planta de los pies, al principio suavemente

    y, a medida que pasaba el tiempo, con ms vileza.Las esposas, sin seguro, se clavaban en mis muecas, la barra de hier-

    ro me produca un intenso dolor en las piernas, y comenzaba a no so-portar el dolor que me produca la goma de butano en las plantas de lospies.

    De pronto dej de golpearme con la goma, uno de ellos dio unapatada a una silla y me desplom con la barra de hierro entre las piernasy los brazos. Me sacaron la barra, me levantaron en volandas y mesoltaron. Ca desplomado como un saco de patatas, mis pies doloridosno soportaron el peso del cuerpo.

    Salieron todos y me dejaron no s cunto tiempo tumbado en elsuelo. Sobre la mesa haban dejado una de sus pistolas, descargada segu-ramente.

    De repente volvieron a entrar en tromba.Hijo de puta, ibas a coger la pistola para matarnos! Verdad?Yo segua tendido en el suelo y de nuevo volvieron las patadas y los

    puetazos.Cuando se cansaron, salieron y me volvieron a dejar en el suelo no s

    cunto tiempo.De nuevo regresaron.Levntate, hijo de puta! grit uno dndome una patada en los

    riones.No saba si mis pies iban a soportar el peso de mi cuerpo y me reincor-

    por como pude. Los pies me dolan enormemente pero poda soste-nerme de pie. Ellos lo saban, son especialistas en el arte de la tortura.

    Ponte los zapatos, vamos a una rueda de reconocimiento dijouno.

    Con las manos todava esposadas me puse los zapatos como pude.Me sacaron de aquel cuarto maloliente y, a travs de diferentes pasi-

    llos, bajando unas escaleras y subiendo otras, me introdujeron en uncuarto bastante amplio con un enorme espejo en una de las paredes.

    Al rato me sacaron.Bueno, bueno, ahora nos lo vas a contar todo, cabrn.

    No tengo armas repet.De repente entraron en la habitacin de tortura los otros seis que

    nos haban detenido.Tenemos nuevas informaciones dijo uno de los nuevos. De-

    jadnos a solas con l, que este hijo de puta nos va a cantar la Traviata.Empecemos por el principio dijo uno de los nuevos. En abril

    del ao pasado hicisteis un atraco en el Carrefour de Tarragona, eviden-temente ibais con pasamontaas, pero comparando tus fotos y las delatraco sabemos que el perfil de uno de ellos coincide con el tuyo. En esaocasin llevabas un fusil ametrallador. O nos dices dnde escondes lasarmas o no sales vivo de aqu.

    Iban mal encaminados, yo no haba estado en mi vida en Tarragonay, por descontado, nunca haba hecho un atraco.

    No he estado nunca en Tarragona y, ya lo he dicho tres veces, notengo armas respond sabiendo que de nada iba a a servir.

    Ellos saban que no haba participado en el atraco de Tarragona, novolvieron a preguntarme sobre l, pero no se crean que no tuviera ar-mas y de nuevo se ensaaron conmigo.

    Bueno dijo otro cuando se cansaron de pegarme. Explcanoscundo, cmo y con qu armas ibais a hacer el atraco en el Candromode Meridiana.

    No tengo ni idea de lo que me preguntan dije.De nuevo otra tanda de patadas y puetazos, tumbado con la silla en

    el suelo.Me levantaron de nuevo, me sacaron las esposas, trajeron otra silla

    de madera del cuarto de interrogatorios contiguo. Me esposaron con lasmanos delante. Un repentino puetazo de un orangutn consigui quemi cabeza golpeara estrepitosamente el suelo. Me doblaron las rodillas,acercaron mis manos esposadas a los tobillos y me colocaron una barrade hierro entre los brazos y las piernas dobladas. Levantaron la barra yapoyaron cada extremo en una silla. Me quitaron los zapatos y los cal-cetines, y uno se sent en el silln delante de m con una goma de bu-tano en la mano.

    Nos dices dnde guardas las armas de una puta vez, hijo de puta?No tengo armas repet.

    CASO SCALA. TERRORISMO DE ESTADO Y ALGO MS

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  • PUNTO DE INFLEXIN

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    lo que se lea en la pancarta colgada en la pared.Me sealaron a cuatro que estaban en una esquina.Conoces a estos?No.Se rieron a carcajadas.Mranos a la cara, imbcil!Los mir a la cara, volv a mirar la fotografa y los reconoc, eran

    ellos.Cerraron ese lbum y abrieron otro, ms o menos por la mitad.Quin es este?No lo s, no lo he visto en mi vida.Empezaron a darme puetazos y patadas de nuevo.Cmo que no lo conoces de nada, gilipollas? Este es Jos Cuevas,

    el Enano, y t lo conoces por el alias de Pepe.Efectivamente, yo conoca a un tal Pepe, pero no saba que se llama-

    se Jos Cuevas y nunca lo haba visto con el pelo largo, barba y la caraamoratada. Deba ser una foto de archivo de cuando lo detuvieron elao anterior, en la cada de los 54 que pretendan reorganizar la FAI.

    Pues sigo sin conocerlo dije.Bueno, vamos arriba otra vez, intenta refrescar la memoria porque

    nos vas a contar dnde coo se ha metido.Si no lo haban encontrado en su casa, yo no tena ni idea de dnde

    poda estar, con lo que me esperaban otras tantas sesiones de tortura in-necesarias porque no me iban a sacar nada.

    De vuelta a la sala de interrogatorios, con los seis que me haban tor-turado al principio, hicieron un crculo a mi alrededor, de manera queyo quedaba en medio, siempre esposado a la espalda.

    Hacemos un combate de boxeo? propuso uno.Vale, as nos divertimos un rato dijo otro.Mi adversario era un enano delgaducho de tez plida como la muer-

    te que no deba medir ms de metro cincuenta.Empez a darme puetazos en el estmago. Yo segua con las manos

    esposadas a la espalda. De vez en cuando daba un corto saltito imita-cin artes marciales y me golpeaba la cara.

    Defindete, hijo de puta, no eras tan valiente en la calle! me

    De nuevo me llevaron al cuarto de interrogatorios.Dnde vive Arturo?No s de quin me habla.Puetazo y de nuevo al suelo con la silla.En tu casa hemos encontrado una lista con los nombres y tel-

    fonos del comit de tu empresa y entre ellos, que seis de la CNT, sloestis t y Arturo. Dnde vive?

    No lo s, no he estado nunca en su casa.De pronto entraron tres y dijeron.Ya hemos detenido a Arturo, estn a punto de llegar.

    IV

    Bueno, bueno dijo el mismo, ya faltan menos. Ahora dinosdnde coo est el Enano.

    No s quin es el Enano.Jos Cuevas, dinos dnde coo se ha metido porque en su casa no

    est.No conozco a ningn Jos Cuevas.De nuevo lluvia de puetazos y patadas.Bueno dijo otro, dejad ya al chaval que lo vais a matar. Vamos

    a ver fotografas, a ver si conoces o no a Jos Cuevas.Me sacaron de nuevo del cuarto de interrogatorios. De nuevo es-

    caleras abajo, escaleras arriba, pasillos, escaleras abajo de nuevo.Me hicieron entrar en una habitacin repleta de lbumes de fo-

    tografas. Nada ms entrar en ese cuarto, a mano izquierda, sobre unamesa de madera, haba una carpeta de cartn de color verde claro, sobrela cual, en letras escritas con rotulador rojo, se lea: Caso Scala FS-FORO DEL PANI.

    No creo que descubriesen que haba visto la carpeta porque no mepreguntaron nada al respecto.

    Empezaron a ensearme fotografas, centenares de ellas, y yo no re-conoca a nadie, no sola frecuentar las asambleas de la CNT.

    Me ensearon una de una asamblea plenaria de la CNT, al menos es

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  • PUNTO DE INFLEXIN

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    rrillo se apag en mi mejilla derecha.Lo sabemos todo, como te he dicho, y tambin sabemos que el

    Scala no se quem con los ccteles que tirasteis en la puerta de entrada,pero desde arriba quieren haceros pagar a vosotros. Ahora slo nos faltadetener al resto del comando.

    Tenemos las declaraciones elaboradas, slo necesitamos que nosdigis dnde est el resto de vuestros compaeros y que firmis las de-claraciones. Hemos conseguido un permiso del juez para teneros aqudiez das ms, si no habis colaborado en setenta y dos horas, y la verdades que ya han pasado diecisiete y el tiempo se agota.

    No s de qu me habla repet, aunque pareca claro que lo sa-ban todo.

    Bueno, yo lo he intentado por las buenas, pero se me ha agotadola paciencia, te dejo con ellos de nuevo.

    Sali del cuarto de interrogatorio y momentos despus entraron cuatro.Hijo de puta! Cmo te has quitado las esposas, cabrn?Y empezaron a golpearme de nuevo.Bueno, ya ves que ahora somos menos dijo uno. Antes

    podamos dedicarte todo el tiempo a ti, pero ya hemos detenido a Ar-turo y a Pepe y tenemos que repartirnos el trabajo.

    Escucha dijo otro.Del cuarto de interrogatorios contiguo llegaban estremecedores gri-

    tos de terror.Lo oyes? Es el Enano. Mira como grita el muy maricn, si es lo

    que yo digo, en la calle sois muy valientes, pero aqu sois una puta mierda.De nuevo me esposaron de modo que mis muecas y la silla queda-

    ran atrapadas.Nos hemos follado a tu novia los cuatro, folla bien la cabrona y le

    hemos dado mucho gusto. No te importa, verdad? Vosotros estis porel amor libre.

    Hemos pensado que ya que no quieres colaborar, la traemos aquy nos la follamos delante de ti, a vosotros os gusta eso de mirar.

    No saba si realmente lo haban hecho o no, saba que eran capacesde eso y de mucho ms.

    Por cierto dijo otro la novia del Enano est embarazada

    grit uno de ellos.Yo meda un metro setenta y dos y era delgaducho como l, pero

    estoy seguro de que en la calle, cuerpo a cuerpo y sin armas, lo hubiesemolido a palos. Pero estaba en un cuarto de tortura, esposado a la espal-da y con una pandilla de matones enormes.

    A mitad del tercer asalto del combate, entr en el cuarto de torturasotro polica secreta que no haba participado en la detencin.

    Era un hombre alto, vestido con traje y corbata, entrado en aos ycon el pelo cano.

    Parad ya, cabrones, que vais a matar al chaval! Fuera todos, des-pus arreglar cuentas con vosotros!

    Salieron y me qued solo con el nuevo.Me quit las esposas, me hizo sentar en la silla y se sent en el silln,

    al otro lado de la mesa.Qu animales son! Te van a destrozar si no colaboras, chaval!

    Cuntame todo a m y se acabaron los interrogatorios. Ya s que notienes nada que ver con el atraco de Tarragona y tambin s que notienes armas. La burocracia es as y los de arriba han tardado tanto queno sabamos por qu estabais detenidos, y como alguien nos haba dichoque escondais armas, tenamos que averiguar la verdad.

    Quieres agua?Bueno.Me ofreci un vaso de agua y lo beb de golpe, tena la boca seca.Fumas?Si.Me quit las esposas y me ofreci un cigarrillo rubio.Mira chaval prosigui, estis metidos en un buen lo. Habis

    quemado la sala de fiestas Scala de Barcelona y, por el momento, hay unmuerto y cuatro desaparecidos. Sabemos todo lo que hicisteis desde elsbado al medioda. Tu compaero Arturo est detenido desde estamaana y a Pepe acaban de detenerlo ahora, no tardar en llegar; si mecuentas dnde est el resto del comando, se acabaron las torturas.

    No s de qu me habla le dije.No pude terminar el cigarrillo, se levant del silln y me dio un

    guantazo con la mano girada, de tal modo que lo que quedaba de ciga-

    CASO SCALA. TERRORISMO DE ESTADO Y ALGO MS

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    enormes, heladas y silenciosas celdas para llevarnos como legalmentehubiera debido ser ante la presencia del juez para que de nuevo nostomara declaracin.

    Cuando me toc el turno y me sacaron de aquella enorme celda,justo antes de atravesar una gran puerta de madera labrada, descubrsentados en un banco de madera a Jordi Oliveras y a Mateu Segu, dosabogados de CNT.

    En aquella poca an no exista el habeas corpus y, del mismo modoque no les dejaron estar presentes en las declaraciones de comisara,tampoco les dejaron estar presentes en lo que deba haber sido una de-claracin ante un magistrado.

    Traspasada la gran puerta de madera labrada, a mano derecha se halla-ba una ostentosa mesa de madera, pero en esta ocasin con sorpresa.Sentado tras aquella seorial mesa no haba un juez ni un secretario, es-taba el jefe del Cuarto Grupo de la Brigada de Investigacin Criminalde Barcelona y, junto a ste, cuatro de los policas secretas que habanparticipado en la detencin.

    Firmas o prefieres volver a comisara? me dijo burln.Qu otra cosa poda hacer sino firmar!

    V

    Un furgn blindado de la Guardia Civil nos condujo a Pepe, a Arturo ya m a la crcel Modelo de Barcelona, y otro condujo a Pilar, Rosa yMara a la entonces crcel de mujeres de La Trinidad.

    En comisara quedaban Luis y Maite, que an permaneceran dosdas ms, pues los haban detenido el da anterior.

    El 18 de enero de 1978, muy pasada la medianoche ingresbamos enla crcel Modelo de Barcelona.

    Era una noche oscura y helada, pero empezaba para nosotros el caminode la tranquilidad y, aunque en aquellos momentos pensamos que no iba aser as, el largo periplo por diferentes prisiones del Estado espaol.

    El furgn de la Guardia Civil se detuvo ante el portn de madera dela calle Entenza. Se abri el portn y el furgn blindado continu su

    pero an no nos la hemos follado, a ver si lo hace tan bien como la tuya.Las ininterrumpidas sesiones de tortura fsica y psicolgica fueron

    haciendo mella y as es como dieron con el paradero de Luis y Maite,dos compaeros de la CNT de Rub a los que Arturo y yo no conoca-mos de nada. Pero seguan buscando a dos ms a los que nunca llegarona encontrar. Eso s, por Gambn, el Viejo Anarquista, no nos pregun-taron nada en ningn momento.

    Cuando llevbamos casi setenta y dos horas en comisara fuimosdesmoronndonos y firmando las declaraciones.

    No s qu fue de los otros, creo que nunca hemos hablado de ello,pero yo pas las setenta y dos horas en interrogatorios, a palizas conti-nuas, sin comer, sin dormir, sin beber excepto el vaso de agua del queiba de bueno.

    Cuando firm la declaracin me bajaron a un calabozo, pero, cincominutos despus, me volvan a subir a interrogatorios.

    Las ltimas seis horas, aproximadamente, tan slo me dieron algnque otro puetazo y alguna que otra patada. La tortura consista enmantenerme de pie todo el rato y explicarme cmo me iban a poner elculo los presos de la Modelo.

    Antes de trasladarnos al Palacio de Justicia y de all, obviamente, conlo que habamos firmado, a la crcel, nos hicieron la preceptiva sesinfotogrfica.

    Fotografalo enterito dijo uno, tenemos que enviar la ficha ala Interpol.

    Unas horas ms tarde, nos conducan esposados a la espalda y en unfurgn blindado de la Guardia Civil al Palacio de Justicia. Creo recor-dar que a Pilar y a Rosa las llevaron en un furgn, y a Pepe, a Arturo y am, a cada uno en uno diferente para que no pudisemos hablar, aunqueste es un dato que no recuerdo con exactitud.

    Una vez en el Palacio de Justicia, nos instalaron a cada uno en unacelda; ah s que recuerdo perfectamente que estbamos separados.

    Eran enormes celdas con las paredes recubiertas de azulejos blancos,que se asemejaban ms a las dependencias de un psiquitrico que a de-pendencias judiciales.

    A medida que iban pasando las horas, nos iban sacando de aquellas

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    servir de colchn. La manta tambin mojada y llena de mierda eracomo las que entregaban a los reclutas en el servicio militar. La cucharay el plato, ambos de alpaca, eran dos utensilios aboyados y llenos degrasa.

    Cargados, seguimos de nuevo al carcelero. Una vez en el blancopasillo se abri otr portn de hierro que daba paso a un amplio espaciohexagonal, con una garita de vigilancia, tambin hexagonal, y las rejasde las diferentes galeras a cada lado del hexgono, modelo de prisinclaramente representativa del panptico ms ortodoxo.

    Estos van a la segunda dijo otro carcelero que provena delhexgono central.

    Se abri la cancela enrejada de la segunda galera, y otro carcelero denariz aguilea y aspecto cetrino nos condujo a una celda situada en elprimer piso del pasillo izquierdo.

    Se trataba de una celda de seis metros de largo, tres de ancho y sietede alto. Estaba totalmente oscura, donde deba estar la bombilla habados cables pelados. Nada ms entrar, a mano derecha, vimos lo quedeba ser la mampara del inodoro, un amasijo de hierros retorcidos. Alfondo de la celda, a mano izquierda, una litera con dos camas y a manoderecha un camastro adosado a la pared; sobre stas, a unos dos metrosde altura, en la pared del fondo, la ventana de la celda sin cristales.

    Toda la celda ola a mierda y a humedad.Pero estbamos los tres molidos, necesitbamos dormir, colocamos

    como mejor pudimos los petates sobre los camastros y nos tumbamosvestidos, tapndonos con aquellas mantas mojadas que nos producanms fro.

    Vamos a dormir dijo Pepe, por la maana hablaremos de losinterrogatorios.

    No nos cost dormir, despus de tres das impedidos de hacerlo.Por la maana nos despert un toque militar de corneta psima-

    mente tocada.Nos levantamos de la cama, intentamos asearnos pero no haba

    agua. El hedor a mierda era persistente y descubrimos que, tras aquelamasijo de hierros retorcidos que algn da haba constituido la mam-para del inodoro, haba un agujero en el suelo taponado con un montn

    camino unos metros, hasta entrar en el patio interior y ante la primerapuerta de hierro de entrada a la crcel. Tras abrirse el primer portn,cuatro guardias civiles armados con subfusiles ametralladores nos invi-taron a descender del furgn y a penetrar en los fros muros del olvido.Se cerr el primer portn de hierro y se abri el siguiente; los tres, es-posados an a la espalda, traspasamos el segundo portn conducidospor los cuatro guardias civiles.

    A mitad de un largo y ancho pasillo forrado de azulejo blanco nos es-peraban seis carceleros, uniformados de verde, uno de ellos con gorra deplato, guantes negros y gafas de sol, al ms puro estilo nazi.

    Los guardias civiles nos quitaron las esposas y dieron a firmar undocumento de entrega y recibo al carcelero de la gorra de plato.

    Las manos contra la pared y las piernas abiertas! nos grituno.

    La cosa no empezaba bien, uno de ellos nos dio unas cuantas patadasen las piernas para que las abrisemos ms.

    Otro nos dijo: Los cojones se dejan en la calle!Al rato, de uno en uno bamos entrando por una pequea puertecita

    situada a la izquierda, donde nos iban tomando las huellas y los datos.Pasado este trmite burocrtico habitual, otro carcelero nos condujohacia el interior de la crcel, nos hizo entrar por un oscuro, ennegrecidoy hmedo pasillo que se encontraba tambin a mano izquierda. En unahabitacin oscura, helada y sin ventanas nos oblig a desnudarnos parael cacheo rutinario. Despus de registrar nuestras ropas y hacernoshacer una cuantas flexiones, sali del cuartucho maloliente con nuestrasropas y lo cerr tras de s. Nos tuvo all, desnudos y helndonos de frouna media hora. Volvi, nos entreg nuestras ropas, nos vestimos y noshizo acompaarlo de nuevo.

    Volvimos a salir al largo pasillo forrado de azulejo blanco y, denuevo, nos hizo entrar en otro cuarto oscuro situado tambin a laizquierda del pasillo.

    Cojan un petate, una manta, un plato y una cuchara.El petate era un saco de tela mojada, con fuertes olores a sangre y

    orines que contena una nfima parte de lana apelmazada y que deba

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  • PUNTO DE INFLEXIN

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    Lo cual no era cierto, pero consideraba que Gambn no deba sabernada de nuestras intenciones futuras.

    En ese preciso momento nos dimos cuenta de que el confidente ymano negra de casi todo era l. Mi compaera y yo no fuimos a cenarcon ellos y por tanto no sabamos nada de su propuesta de atraco.

    Habr que informar a la CNT! dije yo.No dijo Pepe. Vamos a salir pronto en libertad no haba

    ningn testigo que pudiera reconocernos. A m en comisara no mellevaron a rueda de reconocimiento; la nica prueba que tienen es la de-claracin en comisara bajo torturas. Cuando salgamos en libertad lomatamos.

    A m s me llevaron ante el espejo de reconocimiento dijo Artu-ro.

    A m tambin dije yo.Todo estaba ms claro an, la persona que estaba detrs del espejo

    reconocindome primero a m y al da siguiente a Arturo era el cabrnde Gambn.

    Entonces los tres tenamos muy claro que bamos a salir en libertad enpocos das. An no ramos conscientes de que aquello no era una tonterasino alta poltica de Estado contra el Movimiento Libertario, respalda-da por todos los partidos parlamentarios de derechas y de izquierdas.

    VI

    Quince das despus de nuestro ingreso en prisin, recibimos la visitadel secretario del Juez de Instruccin, el cual nos comunicaba prisinincondicional sin fianza y el pago de 1.000 millones de pesetas en con-cepto de responsabilidad civil, a pagar solidariamente entre Pepe, Ar-turo, Luis y yo.

    Queremos declarar ante el Juez Instructor le dijo Pepe.Ah! Pero no lo han hecho ya? pregunt sorprendido el fun-

    cionario.No, slo hemos firmado una declaracin elaborada por la Polica,

    bajo intensas sesiones de tortura.

    de defecaciones y un enjambre de moscas verdes repartindose tan su-culento para ellas pastel.

    Galera, recuento! se oy un grito que provena de la plantabaja.

    El carcelero de la galera acompaado por el cabo de galera (unpreso) iba abriendo celda por celda, contando los presos que haba den-tro de cada una y cerrando de nuevo todas las puertas con aquel inolvi-dable y ensordecedor ruido metlico y estruendoso, eco que nos acom-paara durante ocho interminables aos.

    Una vez finalizado el recuento, legaosos por la inexistencia de agua,pero descansados tras tres largas noches de interrogatorios, empezamosa hablar de las detenciones y los interrogatorios.

    Cuando coment que una de las primeras cosas por las que me tortu-raron fue porque queran saber dnde esconda las armas y cundobamos a hacer el atraco en el Candromo de Meridiana, qued inme-diatamente desvelada nuestra intriga.

    Joaqun Gambn Hernndez, alias El Grillo o el Viejo Anar-quista, estaba detrs de todo el montaje.

    El sbado 14 de enero, despus de fabricar los ccteles en mi casa,Arturo, Pepe y Rosa aceptaron la invitacin de Gambn y se fueron acenar al bar situado al lado del Candromo. Nada ms llegar al bar,sali diciendo que deba hacer una llamada urgente, que dur algo msde media hora y que les result un tanto sospechosa porque, pudiendollamar desde la cabina del bar situada junto a la mesa donde estaban, sefue a una cabina de la calle.

    Efectivamente, iba a llamar al comisario Jos Mara Escudero, de laBrigada de Informacin de Madrid, para decirle que los ccteles molo-tov ya estaban fabricados.

    En el transcurso de la cena estuvo intentando convencer a Pepe y aArturo para atracar el Candromo de Meridiana. Extraamente, tenatodos los datos, qu das, a qu horas y cmo se haca la recaudacin, yla cantidad de millones que recogan segn fuera un da u otro.

    Por las armas no os preocupis les dijo, os las paso yo.Pepe le contest que no, que nosotros no queramos saber nada de

    armas ni de atracos, ya mosqueado por su insistencia en pasarnos armas.

    CASO SCALA. TERRORISMO DE ESTADO Y ALGO MS

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  • PUNTO DE INFLEXIN

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    paas exigiendo nuestra libertad.Ante esta inesperada noticia, tomo la decisin de abandonar la Con-

    federacin y, mediante dos cartas escritas de puo y letra, lo comunico ala Federacin Local de Barcelona y al Comit Nacional en Madrid, a lavez que renuncio a que me defienda el abogado Jordi Oliveras i Badapor cuestiones que no es necesario explicar aqu.

    En toda Catalua y en algunos lugares del resto del pas se crearonComits de Apoyo al Caso Scala, tanto desde compaeros anarquis-tas, como desde militantes y ex militantes de la izquierda radical, losno parlamentarios.

    Hacia finales de mayo de 1978, Pepe, Arturo y Luis eran conducidosa la prisin de Carabanchel, en Madrid.

    Mis padres, militantes an del PSUC, me buscan como abogado de-fensor a Sol Barber.

    En marzo de ese ao, en la prisin de Carabanchel, era asesinadoAgustn Rueda Sierra a manos de los carceleros. Agustn, no te olvi-damos. Militante de la CNT, repudiado por sta tras su detendin yreivindicado escandalosamente tras su muerte, y vengado, no por anar-quistas, sino por miembros de un comado del stalinista GRAPO.

    En junio, en la crcel Modelo de Barcelona se produce la fuga msmasiva de la historia de las prisiones espaolas: se evaden 45 presos.Una fuga organizada por los propios presos, que pretenda la evasin deseiscientos, de los ochocientos presos que en aquellos momentos abarro-taban los muros de la prisin. Pero tambin una desgraciada fuga detec-tada por la direccin de la crcel que permite que se escapen cuarenta ycinco presos no peligrosos, con la clara intencin de desmontar la co-gestin en las prisiones ideada por el tecncrata Carlos Garca Valds.

    Mala suerte! No nos dio tiempo a fugarnos.Ese mismo mes de junio, nuestras compaeras Pilar y Rosa, que

    meses antes haban sido trasladadas desde la prisin de mujeres de laTrinidad (Barcelona) a la de Yeseras (Madrid), son puestas en libertadprovisional bajo fianza de 25.000 pts. cada una.

    Para Maite, que hasta la fecha estaba acusada, igual que Pilar y Rosa,como encubridora, la suerte no funciona. La Audiencia Nacional cam-bia la acusacin y ahora la acusa de coautora del atentado y, por tanto,

    Desean declarar malos tratos?S dijo Pepe, que continuaba con la cara magullada y llena de

    moratones.Bien, le har llegar sus peticiones al Juez Instructor. Me firman la

    comunicacin, por favor?No, no firmamos nada.Ningn juez nos tom nunca declaracin, ni el primer Juez de In-

    struccin, ni el Juez de la Audiencia Nacional, ni el Tribunal de la Audien-cia Provincial ni el Tribunal Supremo que fue quien finalmente, dosaos despus de nuestra detencin, en 1980, decidi que nuestra causaconstitua un delito comn y, por tanto, deba ser entendida en la Au-diencia Provincial de Barcelona.

    Seis meses despus de la visita del secretario judicial, se personaba enla crcel el mdico forense para valorar los moratones y heridas de Pepeevidentemente ya haban desaparecido, para incluirlo en la denun-cia que Pepe haba hecho por torturas.

    Un ao despus, Pepe sera condenado a seis meses de prisin menorpor falso testimonio.

    Desde un primer momento, decidimos que el juicio se iba a llevarcomo queramos nosotros y no como pretenda la CNT o los abogadosque nos defendan.

    Decidimos negarlo todo, incluso la fabricacin de los ccteles molo-tov, pues equivocados o no, entendamos que reconocer este hechosupona entregar en bandeja a la Judicatura un atentado que nohabamos cometido.

    Los que estbamos entre rejas ramos nosotros y no la CNT ni nues-tros abogados y, por tanto, nosotros ramos quienes debamos estable-cer la estrategia de nuestra defensa.

    Ante la imposibilidad de la CNT de tomar las riendas sobre nuestrodestino, en una sesin plenaria del Comit Nacional, celebrada en abrilde 1978, tomaron la decisin de dejar de pagar a nuestros abogados,dinero que, por otra parte, no proceda de las arcas de la Confederacin,sino del esfuerzo sobrehumano de muchos militantes compaeros deverdad, que dedicaban gran parte de su tiempo lib