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Ciencias Universidad Nacional Autónoma de México [email protected] ISSN (Versión impresa): 0187-6376 MÉXICO 2000 Maurice Cassier / Jean Paul Gaudillière LA GENÉTICA DEL CÁNCER DE SENO. MEDICINA Y MERCADO Ciencias, abril-junio, número 058 Universidad Nacional Autónoma de México Distrito Federal, México pp. 31-45 Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal Universidad Autónoma del Estado de México http://redalyc.uaemex.mx

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CienciasUniversidad Nacional Autónoma de Mé[email protected] ISSN (Versión impresa): 0187-6376MÉXICO

2000 Maurice Cassier / Jean Paul Gaudillière

LA GENÉTICA DEL CÁNCER DE SENO. MEDICINA Y MERCADO Ciencias, abril-junio, número 058

Universidad Nacional Autónoma de México Distrito Federal, México

pp. 31-45

Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal

Universidad Autónoma del Estado de México

http://redalyc.uaemex.mx

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MEDICINA Y MERCADO

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MAURICE CASSIER

JEAN PAUL GAUDILLIÈRE

En la actualidad, el ámbito en que se desenvuelve lo re f e re n t eal cáncer de seno es prototípico de la nueva genética humana,así como de las redes de investigación e innovación que la sos-tienen. La investigación sobre los genes de predisposición a estecáncer comenzaron con los primeros talleres alrededor del ge-noma humano llevados a cabo a mediados de los años ochen-tas. Para los inve s t i g a d o res en genética que hasta entonces ha-bían trabajado enfermedades poco extendidas, se trataba de laposibilidad de abordar “una patología de import a n c i a”, en pa-labras de Marie Claire King. El encuentro de la ciencia y elm e rcado llegó muy rápidamente con la expansión de inve r s i o-nes, patentes, comercialización de pruebas de diagnóstico, etc.

Este desarrollo de la investigación biomédica parece ilustrara la perfección la tesis de Gibbons y sus colaboradores, según lacual un nuevo modo de producción de conocimientos y técnicasestá emergiendo en el contexto de las aplicaciones de la cienciay en el marco de una red de instituciones heterogéneas (centrosclínicos, laboratorios universitarios, empresas de biotecnologíay laboratorios farmacéuticos). En él, la colaboración de los in-vestigadores con la industria y el mercado está lejos de ser uni-forme, y la república de los sabios, caracterizada por un ciert o“desdén” hacia la técnica y la economía, sigue coexistiendo conformas de investigación que se inscriben directamente en elmarco de la industria y el mercado.

Los medios de producción de conocimientos y técnicas

Los primeros trabajos sobre la genética del cáncer de seno fue-ron iniciados por investigadores universitarios que movilizaronrecursos disponibles en los medios clínicos y académicos. Así, amediados de la década de los ochentas, Gi l b e rt Lenoir, un in-vestigador francés de Lyon, visitó Islandia y después EstadosUnidos en busca de genealogías familiares bien documentadas,muestras de ADN y marcadores genéticos. En esa época, las co-lecciones de datos familiares sobre cáncer eran en general raras(hasta fines de la década de los setentas, la cuestión acerca de lah e rencia del cáncer era científicamente marginal). Uno de lospocos lugares en donde se había tomado como objeto de inve s-tigación el carácter hereditario de numerosos tipos de cáncer erala clínica de He n ry Lynch, en Omaha, Nebraska. Lynch se en-cuentra a la cabeza de un consultorio de genética de cáncer querecibe gente de toda la región, lo que le sirve para abastecerse dematerial para la construcción de una colección de casos.

El acervo de Lynch contiene fichas individuales de los pacien-tes, de los árboles genealógicos reconstituidos tras las entre v i s t a sy las muestras de tejido tomadas de algunos pacientes. Además,contiene miles de genealogías y nutre, en primer lugar, las pu-blicaciones de Lynch y sus colaboradores. A partir de la década

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néfica en el momento de establecer la ubicación de los elemen-tos en el mapa. Este dispositivo de investigación coord i n a d apermitía reducir la duplicación de tareas y el desperdicio de re-cursos, al tiempo que la coherencia de los resultados era mante-nida constantemente por el colectivo. La entrada a esta red seencontraba condicionada a un respeto total de las reglas esta-blecidas por los fundadores del Centro de Estudios sobre el Po-l i m o rfismo Hu m a n o. Su reglamento prevé la disposición gra-tuita de las muestras de A D N de las familias del p o o la cambiode los resultados obtenidos, a fin de que el Centro disponga deellos (esta estructura proviene de los seminarios H LA, iniciadospor el mismo Dausset a mediados de los sesentas).

En 1989, a iniciativa de un investigador francés del CentroInternacional de Investigación sobre el Cáncer, los investigado-res que habían emprendido la búsqueda de los genes de predis-posición al cáncer de seno constituye ron su propio consorc i ointernacional. La localización del primer gen ubicado por Ma-rie Claire King, el B RC A1, determinó la primera tarea de dichoc o n s o rcio: la confirmación del sitio en el que este gen se en-cuentra localizado. En la segunda reunión del consorcio, quet u vo lugar en Londres, King describió los marc a d o res utiliza-dos —resultados que aparecieron casi al mismo tiempo en unapublicación de diciembre de 1990— y cada uno de los partici-pantes regresó a su laboratorio con esta información para hacerla prueba en sus propias familias. En la tercera reunión, cele-brada en mayo de 1991 en Edimburgo, el equipo de Lenoirpresentó los resultados de algunas familias con un número ele-vado de cáncer de seno y de ovarios, que confirmaban los datosde King. El primer beneficio del consorcio internacional fue lal i b re circulación de las herramientas y los datos de las inve s t i-gaciones, así como el aceleramiento de la validación de los re-sultados por la comunidad científica. Inmediatamente despuésse entabló un estudio de amplia colaboración con un p o o ld eve i n t i c u a t ro familias, para afinar la localización del gen. Pa r aello se seleccionaron seis marc a d o res que serían probados porcada participante. Las muestras de A D N de las familias de cadauno de ellos no circ u l a ron, pero sí los resultados de los estu-dios, los cuales fueron transmitidos a un centro de estadísticaencargado del análisis del conjunto de los datos. Los resultadosse dieron a conocer por el total de los participantes.

La dinámica de cooperación coexistía con una fuerte com-petencia, tanto académica (prioridad de publicación) como in-dustrial (prioridad de registro de patente). Si bien los laborato-rios compartían algunos marc a d o res para afinar la localizacióndel gen, guardaba para ellos los marcadores más prometedores,“los recombinantes críticos”. Cada uno de los participantes si-guió su propia estrategia para identificar el gen. Y mientras másdelimitada era la región en que éste se encontraba, más se ce-

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de los ochentas, la caza de genes que predisponen al cáncer leconfiere un nuevo interés. Muchos investigadores se desplazanhasta Omaha para negociar el acceso a esta colección, que nose encuentra a disposición del público pero tampoco es dire c-tamente explotada por Lynch, quien no dispone de un labora-torio de genética molecular. Tras una corta colaboración conuna genetista estadounidense, Lynch decide pro p o rcionar susdatos de cáncer de seno y de ovarios al genetista que había ve-nido desde Lyon. Lenoir se convierte en su colaborador.

El trato entre Lynch y Lenoir se establece, sin acuerdo es-crito de por medio, sobre la base de una relación personal fun-dada en la confianza (para el primero, el francés es un investi-gador de gran calidad que sabrá valorar su colección), en lafidelidad (se garantiza a Lenoir el acceso exclusivo a estos datosy se hace de lado a otros universitarios interesados) y en la reci-p rocidad (Lynch recibe como beneficio la aparición de sun o m b re en todas las publicaciones que utilicen su colección),por lo que las muestras y las genealogías de He n ry Lynch seencuentran exc l u s i vamente en el laboratorio de Lenoir, en elCentre International sur le Cancer de Lyon. Esta colaboraciónes durable, pues en 1999 Lynch aparece aún como autor en to-dos los artículos de Lenoir.

A fin de obtener los marc a d o res necesarios para seguir latransferencia de las regiones cromosómicas entre individuos deuna misma familia, Gilbert Lenoir tuvo que acudir a Ray Whi-te, de la Universidad de Utah, ya que en Francia no los había,y además, a mediados de los ochentas los marc a d o res circ u l a-ban bastante libremente entre los inve s t i g a d o res, conforman-do una red de investigación colectiva. Así, por ejemplo, MarieC l a i re King, quien localizó el primer gen de predisposición alcáncer de seno en 1990, trabajaba en ese entonces en el Cen-t ro de Estudios sobre el Po l i m o rfismo Humano, creado porDaniel Cohen y Jean Dausset en 1983. El dispositivo de inves-tigación se basaba en el examen de todos los marc a d o res po-tenciales en un mismo poolde familias, cuyos árboles genealó-gicos eran bien conocidos (se trataba de familias reunidas porDausset para poner en evidencia los genes que controlan lacompatibilidad de tejidos y el rechazo de transplantes). Los re-sultados de los estudios de localización de los marcadores can-didatos se comparaban de un laboratorio a otro, y sobre tododurante los seminarios periódicos que reunían a los “c a rt ó g r a-fos” del genoma.

Esta empresa de investigación colectiva estaba fundada enel establecimiento de un mismo p o o lde familias para todos, en elempleo de un protocolo mínimo para realizar las pruebas y enla libre circulación de los resultados que se sumaban para cons-t ruir un mapa genético. Cabe señalar que la coordinación derecursos y conocimientos era particularmente necesaria y be-

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rraban los intercambios. Así, el consorcio se fragmentó en unaserie de grupos, cada uno de los cuales se acercó o se unió a una in-dustria. Los intercambios de datos estratégicos eran grandes alinterior de cada grupo y mínimos o nulos entre grupos. Así, lasreuniones perdieron su esencia y “el consorcio internacional sedisolvió muy rápido en miniconsorcios que nunca se integra-ron, cuenta una investigadora de Be rkeley a la que entre v i s t a-mos. Hubo varias reuniones, pero nadie quería presentar susdatos críticos. En aquel entonces éstos trataban de la localiza-ción de recombinantes críticos”.

Durante la búsqueda del segundo gen de predisposición, elB RC A2, la competencia se sobrepuso nuevamente a la coopera-ción. Si bien los laboratorios colaboraron para construir unaprimera carta del gen, publicada en Na t u re en diciembre de1994, se dividieron para clonarlo. En la primera de estas divi-siones los laboratorios académicos europeos se agru p a ron alre-dedor de un polo británico bien equipado en herramientas deanálisis estadístico y en instrumentos de secuenciación para ha-cer frente al polo Myriad Ge n e t i c s - Un i versidad de Utah y El iLilly. Es decir, un grupo académico financiado por la Comuni-dad Económica Eu ropea y una organización filantrópica, laCancer Re s e a rch Campaign, se enfre n t a ron a un grupo en sumayoría privado, reunido alrededor de Myriad Genetics. En lasegunda división los intercambios se cerraron, incluso al inte-rior del polo euro p e o. Así, cada participante comunicaba susdatos al laboratorio inglés, que hacía el análisis estadístico, altiempo que los intercambios horizontales entre los part i c i p a n-tes se cerraban. Finalmente, fueron los inve s t i g a d o res inglesesquienes en 1996 re g i s t r a ron la patente del B RC A2. La atribu-ción de esta propiedad a la Cancer Re s e a rch Campaign esmuestra de la asimetría de los medios y el papel que le ha toca-do jugar a cada uno de los laboratorios europeos.

Mirando las tensiones y asimetrías existentes entre los parti-cipantes se podría pensar, como lo hacen los economistas Das-gupta y David, que el consorcio internacional no fue una re a l i d a dni tuvo efecto alguno. No s o t ros pensamos que la cooperación nocareció de beneficio para los participantes, quienes utilizaron lainformación obtenida de dicho consorcio para orientar su in-vestigación y así evitar pistas falsas, ya que los laboratorios nomiembros eran excluidos de la fase de validación colectiva. Loslaboratorios siempre jugaron simultáneamente a la coopera-ción y a la competencia. Por ejemplo, Myriad Genetics asistía alas reuniones del consorcio para obtener datos que empleabaen su propia estrategia para la búsqueda del gen. Esta compa-ñía, iniciada por diversos inve s t i g a d o res académicos —en laque irrumpió un inve s t i g a d o r - e m p resario, Ma rk Skolnick, sufundador—, vive en medio de las tensiones del mercado de lagenética médica. Sus integrantes han acordado, por un lado,

compartir los datos obtenidos, y por el otro, el establecimientode contratos bilaterales con laboratorios farmacéuticos priva-dos interesados en los diagnósticos desarrollados, así como enlos usos terapéuticos de los genes buscados. Finalmente, mu-chos de los participantes, académicos e industriales, han solici-tado el re g i s t ro de patentes. Una vez hecho esto se re i n i c i a ro nlos intercambios de datos de interés médico —catálogo y fre-cuencia de las mutaciones.

A diferencia de los anteriores, el de Myriad Genetics es unmodo de producción de conocimientos típico de la organiza-ción de la investigación en este campo en Estados Unidos. Lan ovedad radica en la aparición de una esfera privada de la in-vestigación genómica financiada por capital de riesgo y un ju-goso contrato de investigación y desarrollo firmado con El iL i l l y. La movilización de los fondos privados permitió a My r i a dcambiar de escala en su investigación, equipándose para lleva ra cabo un trabajo de biología molecular y clonación de posicio-namiento (equipo de cómputo y de secuenciación automática).Aun así, siguió siendo una pequeña compañía hasta que logróclonar el B RC A1 (contaba con cerca de treinta personas en 1994),y hoy mantiene una competencia fuerte con centros de investi-gación gubernamentales de mayor tamaño, como el de F. Co-llins. Las ventajas de Myriad, además del capital privado y elcambio de escala en la investigación genómica, son, a nuestrop a re c e r, la división del trabajo bien establecida que mantienecon la Universidad de Utah, y en especial con el yacimiento dedatos que representa la población que le sirve de materia de in-vestigación, esto es, las familias mormonas.

Detallemos un poco. El creador de Myriad es un genetistade poblaciones y especialista en cuestiones de informática(Skolnick trabajaba en el Departamento de Informática Médi-ca de la Universidad de Utah). Tras su trabajo realizado en po-blaciones de los Alpes italianos, re g resó a Utah para emplear losdatos familiares registrados por la Sociedad Genealógica de eseestado acerca de la descendencia de los pioneros. La Utah Pop-ulation Database contiene la genealogía de un millón doscien-tos cincuenta mil individuos. Estos datos familiares fueron cru-

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Un nuevo modo de producción de conocimientos ytécnicas está emergiendo en el contexto de las aplicacionesde las ciencias biomédicas y en el marco de una red de instituciones heterogéneas

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trabajo de clonación posicional. Esta colaboración se formalizópor medio de contratos de investigación para cada nueva bús-queda de un gen (la investigación que se realiza sobre enferme-dades card i ova s c u l a res, la obesidad y las enfermedades menta-les siguen la misma división del trabajo). Las dos partes sedividen la propiedad de las patentes. Myriad las explota y laUniversidad recibe regalías.

Lejos de los modelos mencionados, en Francia la inve s t i g a-ción sobre la genética del cáncer involucra a inve s t i g a d o res enbiología y a médicos-investigadores establecidos en centros an-ticancerosos o en hospitales. La primera tarea también fue aquíla colecta de familias que presentaban árboles típicos de enfer-medades genéticas. Esta colecta se apoyó en la creación ex pro -f e s ode consultas oncogenéticas, cuyo primer objetivo fue la i n vestigación (“vengo a buscar familias para hacer una inve s t i-gación. No hay prestación alguna de servicio para ellas”, nosdijo un médico-investigador de Marsella). No importaba queesto acarreara una demanda de atención médica (“había genteque venía de muy lejos a esta consulta que sólo era de inve s t i-gación, y que comenzaba a ser un poco médica”). A principiosde los noventas se creó una red de consulta con el apoyo de laFederation de Centres de Lutte contre le Cancer (“en menos dedos años los veinte centros de lucha contra el cáncer crearon uns e rvicio de consulta, ya fuera de tiempo completo o de mediotiempo”).

Esta red debía facilitar la colecta de familias, ya que en Fran-cia son susceptibles de estar dispersas en varias regiones (“n u e s t r aidea era establecer una red de trabajo para tener corresponsalesen las principales ciudades”, afirmó un profesor de Clermont-Ferrand). Las muestras se intercambiaban de un centro a otro.La Ligue contre le Cancer financiaba la creación de pequeñasunidades híbridas que asociaban la consulta oncogenética, lai n vestigación sobre los genes de predisposición y un laborato-rio de almacenamiento de las muestras, así como otro capaz deelaborar las pruebas de diagnóstico una vez que los genes hansido identificados.

Comparado con los precedentes, el modelo francés se carac-teriza por su carácter artesanal (cada equipo tiene uno o dos in-ve s t i g a d o res asociados y algunos técnicos) y su dispersión enlos establecimientos clínico-hospitalarios. No son la unive r s i-dad ni la industria, como sucede en Estados Unidos, las queimpulsan la investigación, sino la clínica en colaboración conuna fundación dedicada a la lucha contra el cáncer. El marc ode producción lo forma la consulta oncogenética, y no algúnc e n t ro público o privado de genómica, lo que tiene serias re-percusiones en la búsqueda de genes de predisposición, ya queestos pequeños equipos disponen de medios de clonación muylimitados para rivalizar con los centros de genómica de Estados

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zados con los del re g i s t ro de cánceres del estado (cerca de cienmil casos documentados) a fin de localizar aquellos de cánceresf a m i l i a res. Además del tamaño de la muestra, hay dos factore sque facilitan el trabajo de los genetistas: en primer lugar, el ta-maño de las familias que se pueden seguir a lo largo de seis osiete generaciones —en lugar de las tres que se registran paralos pacientes de oncología— y, en segundo, la cercanía geográ-fica de las familias, lo que facilita la toma de muestras de sangrepara elaborar los genotipos. Esto compensó el tamaño tan pe-queño que tenía el equipo de trabajo al inicio y su retraso en labúsqueda del BRCA1. Así, gracias a dos familias de gran tamañoque tenían un número elevado de personas afectadas, los inves-t i g a d o res de Utah pudieron confirmar y afinar la localizacióndel gen, e iniciar el trabajo de clonación, lo cual se realizó dea c u e rdo con una división del trabajo bien delimitada: la Un i-versidad, que aloja la Population Database, se encarga del estu-dio de las familias —la selección de buenas genealogías y la to-ma de muestras de ADN—, mientras que Myriad lleva a cabo el

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Unidos o Gran Bretaña. De hecho, aunque los médicos-inve s-tigadores franceses han contribuido a la investigación colectivaal interior del consorcio internacional, y han aportado familiasútiles para la identificación de genes (por ejemplo, las patentesregistradas por Myriad mencionan familias estudiadas en elInstituto Curie), no por ello figuran como coinve n t o res de lapatente del gen BRCA2, clonado, como ya lo señalamos, por unlaboratorio inglés.

La caza de los genes de predisposición al cáncer de seno si-gue la tendencia a la comercialización y la privatización de lainvestigación señalada por la abogada estadounidense R. Eisen-berg. De hecho, ésta termina con la solicitud de numerosos re-g i s t ros de patentes concurrentes. La N I H incita a Marie ClaireKing y a la Universidad de California a patentar las mutacionesque ella ha identificado, con el fin de no dejar el campo libre aMyriad, al tiempo que la Cancer Re s e a rch Campaign patentael B RC A2 para contrarrestar la conformación de un monopolioprivado en el mercado de las pruebas de predisposición.

Simultáneamente, las relaciones de los diferentes actore scon el mercado es bien distinta. Marie Claire King fue contac-tada por los laboratorios farmacéuticos después de la primeralocalización del gen que ella propuso, pero se negó a empre n-der la creación de una sociedad privada dedicada a la genética delcáncer de seno. Concentrada en la función biológica del gen,ella no creía en la emergencia de un ve rd a d e ro mercado dep ruebas de diagnóstico de susceptibilidad (“hasta que no setenga el gen y se sepa cómo usarlo, no habrá más que un pe-queño mercado [...] Dije a todo mundo que hacía falta esperara ver cómo es la biología; que no se podía crear un merc a d ocon los puros alelos de pre d i s p o s i c i ó n”, cuenta esta inve s t i g a-dora). De hecho, ella sigue trabajando en la universidad sobrela función del gen B RC A1 y participa en las discusiones acerc ade los usos de la genética en la American Society of Hu m a nGenetics.

La relación que Ma rk Skolnick tiene con el mercado es to-talmente diferente. Pr i m e ro que nada, su convocatoria al mer-

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nes que tienen con la industria son los intercambios de serv i-cios (proponen a las industrias probar sus nuevas técnicas yc o n s e rvan los resultados obtenidos de estos estudios). Su ingre s oal mercado ha sido tardío y brutal: confrontados a la extensiónen Europa de las patentes y al mercado de pruebas de diagnós -tico de Myriad Genetics, actualmente consideran la negocia-ción de las condiciones de acceso a sus acervos, la necesidad denegociar licencias (el caso del Instituto Curie), así como la crea-ción de una sociedad (como Clermont-Ferrand).

El mercado y la clínica

A partir de la identificación del gen B C R A1 en septiembre de1994 y la solicitud de registro de patente hecha por Myriad Ge-netics, se abre una controversia en Estados Unidos en torno alacceso y uso de la prueba de diagnóstico. Las asociaciones deenfermos e inve s t i g a d o res en genética humana temían que la pru e-ba se comercializara libremente al público y que ésta quedara

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cado de capital a riesgo le parecía indispensable para ingre s a ren la investigación genómica a escala industrial; después, laa p ropiación privada de la investigación, vía las patentes de losgenes identificados, le parecía la manera más eficaz de relacio-nar la ciencia y el bienestar por medio de la medicina (la ideade que las patentes incitan a los inversionistas a desarrollar in-novaciones biomédicas útiles a la sociedad); finalmente, el de-sarrollo de pruebas de diagnóstico ofrecía perspectivas de recu-peración financiera rápidas, al mismo tiempo que sentaba lasbases de un mercado de medicina predictiva.

La posición de los médicos-inve s t i g a d o res franceses es toda-vía muy diferente a ésta y ha cambiado bastante en la décadade los noventas: su investigación se lleva a cabo en el marco dela clínica, de manera artesanal. La circulación de sus trabajos,científicos y técnicos, tiene lugar en espacios no merc a n t i l e s :en el ámbito académico y por medio de los intercambios entrelaboratorios de investigación y laboratorios clínicos. Care c e nde una cultura de la propiedad industrial, y las únicas re l a c i o-

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fuera de la tutela de la investigación clínica. A finales de 1996,mucho antes de que se acordaran las patentes de los genesB C R A1 y B C R A2, ya había dos compañías de biotecnología enEstados Unidos, On c o r Med, en el este, y Myriad Genetics, en eloeste, que ofrecían pruebas de predisposición al cáncer de se-n o. Estas pruebas cre a ron una clara división entre la inve s t i g a-ción clínica, que hasta entonces había sido la responsable derealizar las pruebas genéticas, y el mercado de la medicina pre d i c-t i va, que se establece de manera conjunta al mercado de pro-ductos y tecnologías terapéuticos. En cambio, en Francia, hastah oy, estas pruebas únicamente se utilizan dentro del marco dela medicina clínica y en los consultorios de oncogenética. Estonos permite identificar dos modelos de producción y de uso delas pruebas genéticas: el de Estados Unidos, donde se estableceun mercado privado en torno a dos actores centrales y asocia-dos, el laboratorio de diagnóstico privado y la organización delmanaged care, las H M O, y el de Francia, donde la pro d u c c i ó nde las pruebas de rutina y la regulación del uso médico están enmanos de la clínica y de la profesión médica, mientras que elcontexto económico y jurídico de las pruebas genéticas no hasido aún definido de manera formal.

Nos interesa precisar los contornos del mercado de las prue-bas de BCRA en Estados Unidos y, en particular, la constitucióndel monopolio industrial y comercial por parte de Myriad Ge-netics. Esta empresa decidió enfocarse al desarrollo y a la co-mercialización de las pruebas genéticas. Cuando en 1991 firmóun contrato con Eli Lilly, acordaron que la división de los dere-chos sería de la manera siguiente: el laboratorio farmacéuticose quedaba con la propiedad de las aplicaciones terapéuticasderivadas de los genes, mientras que Myriad se reservaba la ex-clusividad de los derechos sobre los usos diagnósticos. Ot ro sacuerdos firmados por Myriad con grandes laboratorios farma-céuticos para varias patologías (cáncer, enfermedades card i o-va s c u l a res, obesidad, asma, depresión, etcétera) muestran lamisma división de los derechos y de los mercados. En este sen-tido, las pruebas de B C R A, que fueron las primeras en ser desa-rrolladas y en salir a la venta, forman parte de una serie de pro-ductos de “medicina pre d i c t i va personal” que pro m u e ve estacompañía, la cual incluso fundó una filial, Myriad Ge n e t i c sLab’s, que se dedica exclusivamente a este tipo de mercado.

Pe ro más original aún es el hecho de que las pruebas deBCRA no fueran puestas a disposición de los médicos clínicos enforma de k i t s, sino que se decidió que éstas se realizarían en unaplataforma que se implantó junto a los laboratorios de investi-gación y desarrollo. Esta decisión estuvo en parte dictada por lacomplejidad de los genes y de las pruebas de BCRA (“la decisiónde establecer este programa estuvo motivada por la biologíap ropia del gen”, señala B. Wa rd, director médico de My r i a d

L a b’s). En efecto, las mutaciones se encuentran re p a rtidas a lolargo del gen que es de gran tamaño (diez veces mayor al pro m e-dio), no hay una mutación dominante que se presente en lamayoría de los casos y aún se están identificando y catalogandon u e vas mutaciones que predisponen al cáncer. Tomando encuenta la imposibilidad de fabricar una prueba simple que detec-tara un pequeño número de mutaciones presentes en un grann ú m e ro de casos, Myriad se orientó hacia la realización de pru e-bas y los dire c t i vos de la compañía decidieron construir unaplataforma técnica automatizada, e incluso secuenciar dire c t a-mente el gen completo. La automatización del pro c e d i m i e n t o(una línea de autómatas que aíslan, reproducen y decriptan dis-tintos segmentos del gen) les permitió reducir el tiempo de rea-lización de las pruebas, que en los laboratorios hospitalarios euniversitarios necesitaba de varios meses. Además, esta infraes-tructura técnica de gran capacidad puede ser utilizada para rea-lizar pruebas de otros genes, conforme a la estrategia de la com-pañía de ofrecer al público todo tipo de pruebas genéticas.

Una vez que se ha leído, la secuencia se envía a un centro deanálisis de datos. Ahí, un equipo de médicos-genetistas compa-ra la secuencia obtenida con la secuencia del gen normal—consensado— y con las mutaciones ya conocidas. Ellos deci-den si las alteraciones observadas en los genes de la clienta sonmutaciones que predisponen a la enfermedad. También re g i s-tran las nuevas mutaciones, las cuales no se revelan al portadorhasta pasados dos meses, tiempo que les permite realizar va l i-

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resolución del primer conflicto no fue resultado de la aplica-ción de la justicia, sino de un acuerdo comercial entre On c o r-Med y Myriad, la que por medio de éste recibía los derechos deOn c o r Med y su fondo comercial (lista de clientes y re l a c i o n e sentre los médicos de las clínicas y los centros contra el cáncer).Este acuerdo también ponía fin al litigio con el organismo bri-tánico, puesto que On c o r Med era la beneficiaria de la patentedel gen BCRA2 registrada por la Cancer Research Campaign pa-ra todo el mundo, menos para Gran Bretaña. ¿Cómo se explicala salida de OncorMed? La razón principal fue la solidez de losactivos científicos e industriales de Myriad, dedicada desde ha-ce más de quince años a la genética del cáncer de seno. Oncor-Med no disponía de una base científica ni técnica suficiente-mente sólida para poder defender sus patentes frente a Myriad.Y aunque fue la primera en recibir una patente, tuvo que cederel lugar. El conflicto con los británicos se resolvió de maneraafortunada para Myriad, ya que la batalla en torno a la primiciaen la identificación del BCRA2 parecía difícil (había rumores deque esta compañía había tenido noticia de los resultados de losingleses por medio de un estudiante de posdoctorado, antes deque éstos hubiesen dado a conocer sus datos).

Myriad no sólo posee una gran cantidad de patentes que lepermiten ensanchar su mercado, sino que además sus patentesson también muy “a m p l i a s”. Éstas reivindican todos los pro-ductos ligados o derivados de las secuencias de los genes (cual-quier re p roducción de la secuencia cae en sus manos) y todaslas aplicaciones potenciales, ya sean de diagnóstico o terapéuti-cas. En part i c u l a r, en el ámbito de las pruebas de diagnóstico,las reivindicaciones no se limitan a una técnica particular para laidentificación de una mutación. De tal suerte que, en caso deque se aprobaran las demandas de patentes europeas de My-riad, todas las técnicas empleadas por los clínicos europeos seconvertirían en fraudes.

La concesión de las patentes de los genes BCRA ha sido cues-tionada por distintas asociaciones de enfermos federados enuna coalición internacional animada por la Foundation onEconomic Trends de Je remy Rifkin. En mayo de 1994, estacoalición de organizaciones ecologistas y feministas dio a cono-cer su oposición a la demanda de obtención de una patente porp a rte de Myriad. Esta oposición se basaba en varios argumen-tos: primero, que el derecho a las patentes no se aplica a entida-des ya existentes en la naturaleza (un argumento que encontra-mos en la historia de la patentatibilidad de productos químicosy biológicos); además, estas organizaciones se oponen a la exis-tencia de un derecho exc l u s i vo de explotación comercial sobretécnicas que tienen un interés médico, y que por lo tanto noserán accesibles a personas de bajos recursos económicos (argu-mento de la no patentabilidad por tratarse de un interés de sa-

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daciones y depositar la petición de una patente. La apropiaciónde los conocimientos acerca de los genes se encuentra en unafase de rutina, ya que apenas se están identificando nuevas mu-taciones (“para nuestra sorpresa, en este preciso momento esta-mos encontrando que hay mutaciones re p a rtidas a lo largo deestos genes, de las cuales 40% son nueva s”, nos comentó B.Ward, director médico). Finalmente, estos datos se comunicana algunos centros de investigación para que se realicen estudiosepidemiológicos acerca de los genes de predisposición (colabo-ración entre Myriad y el Dana Faber Cancer Institute).

Esta herramienta industrial, única en materia de pru e b a sgenéticas, es un elemento crucial de la estrategia de mercado deMyriad. El poder de Myriad reposa en gran medida en el cono-cimiento y la habilidad industrial, que se van reforzando con elrápido crecimiento del número de pruebas realizadas. El proce-dimiento ha sido certificado por el Departamento de Salud (yaque satisface los estándares de calidad de las Clinical Labora-t o ry Im p rovement Amendments). Myriad Laboratories se haconstituido en el centro de referencia para las pruebas de BCRA

en Estados Unidos, si no es que en el mundo entero (a pesar deque la técnica empleada, la secuenciación directa, haya sidocuestionada por algunos investigadores clínicos en el caso de laidentificación de mutaciones de gran tamaño).

Las patentes constituyen la segunda pieza clave del mercadode las pruebas genéticas establecidas por Myriad, que actual-mente posee una cobertura muy amplia sobre los dos genes,BCRA1 y BCRA2 (es decir, cinco patentes en Estados Unidos so-b re B C R A1 y una sobre B C R A2, además de las demandas de ex-tensión de las patentes para Europa que se encuentran en revi-sión por la Oficina Eu ropea de Patentes). Sin embargo, lapropiedad industrial de Myriad se consolidó hasta 1998. Antesde esta fecha, mantenía dos disputas en torno a las patentes:una contra la Sociedad On c o r Med, a quien la Oficina Ameri-cana de Patentes había acordado la primera patente del genBCRA1; y la otra contra la Cancer Research Campaign, que ha-bía depositado una demanda de patente para el gen BCRA2. La

La concesión de las patentesde los genes que provocan el cáncer de seno ha sido cuestionada por distintas asociaciones de enfermosorganizados en una coalición internacional.

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lud pública); finalmente, cuestionan los criterios de la patentey las reivindicaciones de la misma que, por ser tan amplias, in-hibirán nuevas investigaciones e innovaciones. Sin embargo,algunas asociaciones de mujeres que luchan en contra del cán-cer ven de manera favorable el derecho a las patentes como unmedio de estimular a los inversionistas en el campo, por lo queno se unieron a la coalición propuesta por Rifkin.

El conflicto entre Myriad y la Cancer Re s e a rch Campaignse debe a que esta última decidió otorgarle una licencia de supatente a la compañía On c o r Med, cuya naturaleza va en con-tra de los intereses de Myriad, ya que establece, en primer lu-gar, que OncorMed a su vez debía de conceder licencias a otrascompañías para la realización de pruebas de diagnóstico, y ensegundo, el acceso a las pruebas debía de ser únicamente a tra-vés de un médico y de una consulta antes y después del diag-nóstico. Con este acuerdo se buscaba prevenir la emergencia deun monopolio y conciliar la comercialización con el seguimien-to médico de las pruebas.

Ahora bien, el uso médico de estas pruebas está lleno de in-t e r rogantes que han sido propiciadas tanto por los pro f e s i o n a-les como por las asociaciones de pacientes (por ejemplo la NBCC

y la National Alliance of Breast Cancer Organization). La incer-t i d u m b re de la predicción y la ausencia de una prueba queconfirme la eficacia de las intervenciones pre ve n t i vas (mastec-tomía, quimioterapia pre ve n t i va) hacen que el riesgo sea muydifícil de manejar. En todo caso, los resultados positivos de lasp ruebas pueden desembocar en programas de rast reo específi-cos para mujeres de alto riesgo de entre ve i n t i c i n c o y cuare n t aaños. En este contexto, la perspectiva de comercialización delas pruebas de diagnóstico suscita grandes controversias (lamedicina pre d i c t i va se convierte en una entidad autónomaque se emancipa de la clínica). Los actores de los pro g r a m a spúblicos de genómica se mostraron más bien hostiles a estai n i c i a t i va .

En 1994, la American Society for Human Genetics elaboróuna serie de recomendaciones para las pruebas de diagnósticode predisposición de cáncer de seno y de ovario que establecíansu distribución exc l u s i vamente en el marco de la inve s t i g a c i ó nclínica, en el que se pudiera garantizar el consejo genético y elseguimiento a largo plazo indispensables, al menos mientras nose determinen los riesgos a desarrollar un cáncer de acuerd ocon el tipo de mutación de los genes B C R A ( “en el ínter, el usode los genetistas clínicos para aplicar las pruebas es la mejortáctica para maximizar el beneficio y minimizar los daños po-tenciales asociados a estas pru e b a s”). Las recomendaciones he-chas por el National Ad v i s o ry Council for the Human Ge n o-me Re s e a rch van en el mismo sentido (“es aún pre m a t u roo f recer pruebas de A D N de predisposición al cáncer fuera del

contexto de la investigación científica, que es la única que ofre-ce un monitoreo riguroso”).

En 1996, F. Collins, director del programa del genoma hu-mano, reiteró esta opinión en respuesta al ofrecimiento de laUniversidad Mac Gill de realizar una serie de pruebas acerca deuna mutación frecuente en mujeres judías ashkenazes. Mi e n-tras que la Universidad Mac Gill hacía notar que junto a la fia-bilidad de su prueba estaba la ausencia de seguros privados enmateria de salud en Canadá, y por lo tanto para el acceso a estetipo de pruebas, Collins insistió en la necesidad de contar conun seguimiento médico (“la incert i d u m b re actual acerca decuáles son los cuidados adecuados necesarios para los portado-res de las mutaciones re p resenta un reto mayor para los médi-cos y para los pacientes [...] La falta de conocimiento científicoacerca del BCRA1 y el BCRA2 hace que el uso de las pruebas parael diagnóstico clínico fuera de los protocolos experimentalessea aún pre m a t u ro”). Aun cuando algunas asociaciones de pa-cientes concuerdan con los científicos en que se exija un segui-miento clínico estricto de las pruebas genéticas según las re-comendaciones de la National Breast Cancer Coalition, otrasorganizaciones ven en estos lineamientos una actitud paterna-lista y militan por el libre uso y elección de las pruebas (“la re-solución inicial de confinar las pruebas genéticas al ámbito dela investigación fue rechazada, ya que implicaba que las muje-res no eran capaces de decidir por ellas mismas la utilización delas pruebas”).

Los lineamientos de 1996 de la American Society of Clini-cal Oncology registran el veloz crecimiento de la oferta depruebas genéticas a través de laboratorios comerciales y univer-sitarios ajenos a la clínica (“el estado de las pruebas científicasde la susceptibilidad al cáncer ha evolucionado rápidamente[...] A pesar de que aún quedan varios temas importantes pori n vestigar y la necesidad de regular la calidad de las pruebas esevidente, algunos laboratorios han empezado a ofrecer pruebasgenéticas para ciertos síndromes reconocidos de predisposiciónh e reditaria al cáncer”). La asociación de oncólogos se deslindade manera explícita de los lineamientos del National Ad v i s o ryCouncil for Human Genome Research y de la American Asso-ciation of Human Genetics, e introduce una disociación entreel contexto de la provisión de las pruebas, que bien puede ser elmercado, y la investigación clínica. Las acciones de Myriad Ge-netics concuerdan plenamente con esta postura, por lo que ha-ce suyos los lineamientos de la American Society of ClinicalOncology (que recomiendan que los pacientes sean seguidospor un consejo de genética y aceptados según su historia clíni-ca familiar; que haya un consentimiento informado y que tan-to pacientes como médicos sean educados al respecto; así comoque las pruebas formen parte de ensayos clínicos de larga dura-

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Las pruebas se ofrecen directamente al público y las pacien-tes toman la iniciativa de someterse a la prueba, lo que con-c u e rda con las reivindicaciones de ciertos grupos feministas.Esta medicina pre d i c t i va y personalizada igualmente conve r g econ las propuestas de las Managed Care Organizations para lagestión de riesgos (personalización de los riesgos y difere n c i a-ción de los tipos de pacientes). Al mismo tiempo, Myriad bus-ca dar seguridad a los pacientes informándoles acerca de las le-yes que los protegen del uso de la información genética confines de discriminación social. Los beneficios de colaborar con es-tas organizaciones médicas son múltiples: por un lado, Myriadestablece contratos con aseguradoras (entre las cuales figuraAetna, con veintitrés millones de asegurados) para solventar sumercado, y por el otro, puede ofrecer el servicio de una gestiónintegral del riesgo, mientras que estas organizaciones puedenproponerle a sus pacientes de alto riesgo la opción de un segui-miento médico. El acuerdo firmado entre Myriad y Aetna U S

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ción). Los laboratorios privados pueden proponer a sus clientesitinerarios de seguimiento que abracen estos lineamientos.

Un itinerario tipo para los pacientes bajo los conceptos deMyriad está compuesto de cinco etapas: 1) se invita a los pa-cientes a llenar un cuestionario sobre su historia clínica fami-liar (¿hay indicios de alto riesgo en mi historia familiar?); 2) s eles envía directamente a centros locales de evaluación genética(¿dónde puedo encontrar un centro local de evaluación genéti-ca?; su proveedor de atención primaria junto con los expert o sde los centros locales de evaluación de genética pueden ayudar-le a decidir si una prueba genética podría serle útil); 3) p o s t e-riormente se invita a las pacientes-clientes a que escuchen eltestimonio de cinco mujeres que se hicieron la prueba (un vi-deo que dura veintidós minutos); 4) Myriad asiste a las pacien-tes en el costo del tratamiento de la prueba genética por mediode un plan de seguro (programa de reembolso), y 5) esta etapase ocupa de analizar las distintas opciones médicas.

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Healthcare en agosto de 1998 prevé que Myriad será el provee-dor de las pruebas de susceptibilidad de cáncer de seno y deovario, mientras que Aetna pro p o rcionará la cobertura de losgastos médicos de los pacientes con alto riesgo. No se trata úni-camente de reembolsar el costo de las pruebas sino de una co-b e rtura amplia de los gastos médicos (“los análisis de las pru e-bas de B C R A serán utilizados por Aetna para poder ofrecerle asus clientes un servicio de seguro médico de mayor calidad” ) .Aetna cuenta con doscientos cincuenta mil médicos y dos miltrescientos hospitales afiliados en Estados Unidos.

El mercado de las pruebas genéticas de cáncer de seno es porlo pronto relativamente pequeño (la población potencialmentei n t e resada re p resenta únicamente 5% del total de los casos).Esta cifra puede aumentar ligeramente si las pruebas se ofrecend i rectamente sin tener la necesidad de pasar por el filtro de laclínica. A pesar de ello, la demanda de las pruebas está crecien-do de manera acelerada y las ganancias obtenidas por las prue-bas de laboratorio, en comparación con el total de las ganan-cias de Myriad, también van en aumento (en 1999 el ingre s opor concepto de las pruebas constituyó 20% de las gananciasde la empresa, a la par de los ingresos provenientes de los con-tratos de investigación con otras empresas farmacéuticas). Losi n g resos en 1999 por las pruebas fueron más del doble delmonto del año anterior (5.3 millones de dólares).

A mediano y largo plazo, el establecimiento del mercado delas pruebas de B C R A, es decir, la creación de una plataforma de se-cuenciación del genoma, la cobertura de las patentes y los acuer-dos con las organizaciones médicas, sirve a Myriad como unensayo del funcionamiento del mercado de la medicina predic-t i va de vocación universal (también vende ahora pruebas paraenfermedades card i ova s c u l a res). A corto plazo, con el pro p ó s i-to de aumentar sus ingresos, esta compañía lanzó una ofensivaen Eu ropa para captar, con ayuda de laboratorios clínicos y dei n vestigación, las pruebas de B C R A que serán hechas en los la-boratorios de Myriad en Salt Lake City.

En Francia, estas pruebas se realizan y se proveen por me-dio de la consulta en oncología. Las personas no pueden acce-der a ellas sin la intermediación de los médicos genetistas delas clínicas, que re c o n s t ru yen sus historias familiares, estimanel riesgo de predisposición y, en caso necesario, proponen labúsqueda de una fragilidad hereditaria por medio de unap rueba genética. El consejo genético define a qué población sele deben hacer las pruebas. De hecho, éste es uno de los argu-mentos centrales que utilizan los inve s t i g a d o res clínicos fran-ceses para negociar con Myriad la desigualdad que padecen enel plano de la propiedad industrial (arguyen que son ellos losque poseen el acceso a las poblaciones locales y, por lo tanto,la apertura del merc a d o ) .

Asimismo, las pruebas de diagnóstico son producidas direc-tamente por los inve s t i g a d o res clínicos en una decena de cen-tros de lucha contra el cáncer. Se trata de una actividad híbridaen la frontera entre la investigación y la clínica. Por ejemplo, elconsultorio de oncogenética del Instituto Curie combina acti-vidades de consejo genético con la búsqueda de mutaciones,d e s a r rollo tecnológico y ayuda psicológica a los pacientes. Elinvestigador clínico que dirige el grupo de cuatro personas par-ticipa en investigaciones genéticas (colabora con el Breast Can-cer Linkage Consortium), en la investigación de epidemiologíagenética (programa B I O M E D), en consultorías colectivas acerc adel uso de las pruebas (un comité ad hoc fue creado bajo losauspicios de la Federación de Centros de Lucha contra el Cán-cer) y, por último, también forma parte de un grupo francés dee valuación de las técnicas de prueba propuestas por los distin-tos laboratorios proveedores.

Hasta ahora las técnicas de las pruebas han sido desarro l l a-das por los propios inve s t i g a d o res clínicos de manera pococoordinada (hay una serie de conocimientos y habilidades loca-les que aprovechan los recursos de los laboratorios en que fue-ron desarrollados, y que no son fácilmente adaptables a otro ssitios). Para poder probar los prototipos o nuevas técnicas quesalen al mercado, los inve s t i g a d o res clínicos colaboran con laindustria o con instituciones científicas (el Instituto Pasteur) y,en caso necesario, incluso inventan algunas adaptaciones, puespara ellos la técnica es un instrumento para adaptar y mejorar,y no un pro d u c t o. Sus relaciones con las compañías industria-les son de intercambio de servicios (“me habría gustado esta-blecer una colaboración con Affymetrix para que probaran en

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evaluación seleccionaron, por un lado, a los centros que teníanuna gran experiencia en investigación de genética médica des-de finales de los años ochentas, y por el otro, a aquellos que re-cientemente se habían equipado con secuenciadores pero queno contaban con experiencia suficiente. Sin embargo, este tra-bajo colectivo no desembocó en la armonización de las técnicasde prueba y los laboratorios piloto siguieron empleando sustécnicas iniciales (a pesar de que había diferencias en la sensibi-lidad de las pruebas). Hasta hoy, una decena de centros ofre c e n ,de manera dispersa, pruebas con niveles de calidad y equiposmuy distintos. Desde esta perspectiva, la ofensiva de My r i a ddemanda una racionalización de la oferta.

Los médicos clínicos no sólo producen las pruebas, sino quetambién establecen las reglas de su uso médico. Como re s u l t a-do de la petición de la Federación de los Centros de Lucha con-tra el Cáncer, el I N S E R M reunió entre 1996 y 1998 un comitéad hocpara establecer los lineamientos de las pruebas. Las reco-mendaciones circunscriben el empleo de las pruebas B C R A a lcontexto de la consulta oncogenética. También definen cuál esla población de mujeres a las que se les puede aplicar la prueba, laorganización de la consulta y del consejo de genética y el segui-miento médico de las pacientes con riesgo (estas opciones sonespecialmente detalladas). Tales lineamientos, redactados porgenetistas moleculares y expertos en salud pública, establecenla “práctica médica corre c t a” en el contexto de la clínica. Enningún momento se discutió la posibilidad de que hubiese unm e rcado privado de las pruebas (ni siquiera en las listas de lostemas a tratar). Como punto de comparación, recordemos queen 1996 la American Society of Clinical Oncology se pro n u n-ció por la distinción entre investigación clínica y mercado.

En el contexto francés las pruebas son producidas fuera delámbito comercial, y éstas no forman parte de la cobertura del se-g u ro social, pues se financian por medio de créditos a la in-vestigación o por el presupuesto de los hospitales dedicados aella. Se trata de la autoproducción de pruebas por parte de loshospitales con fondos públicos y sociales. Este tipo de oferta dep ruebas, basado en arreglos locales a nivel de centros clínicos,es viable para un volumen reducido de actividad. Aun así, ge-nera tensiones: primero, las pruebas de rutina se llevan a caboen los laboratorios de investigación y no en estructuras det r a n s f e rencia hospitalaria (salvo el Instituto Gu s t a ve Ro u s s y ) ,lo que puede contrariar sus actividades; asimismo, el aumentoen la demanda puede representar a futuro un problema de cos-tos; finalmente, los laboratorios no están certificados y laspruebas son de calidad heterogénea, lo que significa que los pa-cientes tienen acceso a distintos niveles de prestaciones.

Los genetistas franceses se agru p a ron en torno a la Associa-tion Nationale des Practiciens de Génétique Mo l é c u l a i re, cre a d a

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ciego todas las mutaciones que hemos identificado”, cuenta uni n vestigador clínico del Instituto Pasteur). Tampoco empleanla propiedad intelectual para proteger las mejoras (salvo el Ins-tituto Gu s t a ve Ro u s s y, cuyo laboratorio de pruebas, disociadode la consulta, tiene un enfoque industrial). Los clínicos tienensus re s e rvas en cuanto a la viabilidad del mercado de las pru e-bas de diagnóstico que juzgan muy limitado. Todos estos cen-tros de investigación tienen capacidades de análisis reducidas ytrabajan con técnicas de identificación de mutaciones, en lugarde la secuenciación directa, como lo hace Myriad en su progra-ma genómico. El laboratorio del Instituto Curie decidió recien-temente dotarse de robots para poder satisfacer la demanda cre-ciente y anticiparse a la racionalización de la oferta de estaspruebas en Francia.

Esta actividad aún se encuentra dispersa y no está estandari-zada. En 1996 los once laboratorios prove e d o res tomaron la ini-ciativa de reunir un grupo para evaluar y armonizar las técnicasde prueba. Este trabajo colectivo comenzó su tarea escogiendouna serie definida de mutaciones que serían evaluadas. Los part i-cipantes re c i b i e ron una colección completa conformada port reinta y cinco mutantes seleccionadas para que las pro b a r a nen sus instalaciones. Los resultados se centralizaron en un labo-ratorio coordinador y se discutieron en reuniones conjuntas.Los resultados mostraron que había una gran hetero g e n e i d a dde habilidades entre los distintos laboratorios y a partir de una

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en 1996 para promover la elaboración de un marco de produc-ción y uso de las pruebas genéticas ante el Ministerio de la Sa l u dy la Agencia del Me d i c a m e n t o. El libro blancoa c e rca de la ge-nética molecular médica en Francia propone la creación de unared nacional de acuerdo con el tipo de patología (el grupo dearmonización de las técnicas del BCRA representa ese tipo de or-ganización), la designación de centros de re f e rencia (lo que enel caso de esta prueba significaría una selección entre los oncecentros existentes), un financiamiento de las pruebas complejas(del tipo de BCRA) por medio de contratos y el establecimientode un control de calidad en los laboratorios de genética molecu-lar médica. No quieren que esta actividad se realice de maneraautónoma, en instituciones independientes del sistema de sa-lud. Piensan también que parte de la producción de las pru e-bas, en particular la secuenciación, podría confiarse a un cen-t ro de genómica nacional, siempre y cuando la interpre t a c i ó n

quedase en manos de los facultativos clínicos, quienes son losencargados del consejo genético de las familias, y si bien estánconscientes de la división de papeles entre el hospital y las com-pañías genómicas financiadas por capital de riesgo, no se die-ron a la tarea de reflexionar más en torno a la problemática queesto re p resenta (“esa reflexión va más allá de los objetivos den u e s t ro libro blanco”). De forma sintomática, El libro blancono menciona ninguno de los problemas en torno a la pro p i e-dad industrial en el campo de la genética médica (a pesar deque la controversia sobre las patentes de Myriad está abiert adesde hace varios años).

Conclusión

La genética médica del cáncer de seno nos permite abordar va-rios aspectos de las relaciones entre investigación biomédica,

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ciales que se usan como primers, construcciones que contenganuna secuencia de A D N en una célula hospedera, etcétera), y to-das las aplicaciones potenciales derivadas, diagnósticas, tera-péuticas o de identificación. En caso de que las patentes se ex-tiendan a Eu ropa, la recomendación de algunos expertos enpropiedad industrial de no conceder más que “patentes de pro-c e d i m i e n t o s” (es decir, patentes sobre el uso del gen), y no laspatentes de secuencia, sería extralimitada, ya que habría paten-tes que formarían un “p a q u e t e” con la secuencia, los objetosd e r i vados o ligados y las aplicaciones. Esas patentes que rigensobre los datos de la secuenciación del genoma y sus aplicacio-nes presentan problemas en cuanto a la derogación de la inves-tigación (el precio que propone Myriad para las pruebas clíni-cas es de dos mil cuatrocientos dólares, mientras que para lai n vestigación es de mil ochocientos). También presentan pro-blemas en cuanto a la mediación entre bien público y bien pri-vado en materia de salud pública. Por estas razones, varias aso-ciaciones de mujeres enfermas han cuestionado la extensión delmonopolio comercial e industrial atribuido a Myriad con la am-plitud de las patentes. Este derecho exc l u s i vo, arguyen, lleva atarifas demasiado caras, lo que disuade a futuros innova d o re sa mejorar las pruebas. La licencia otorgada por la Cancer Re-s e a rch Campaign a On c o r Med es un ejemplo de compro m i s oentre el bien privado, definido por la propiedad industrial, y elbien común en materia de salud pública. Esta licencia acompa-ñada de reglas de buena conducta médica concuerda con cier-tas propuestas hechas por abogados acerca del derecho de lap ropiedad y de la explotación del conocimiento del genoma.C. Labrusse Riou empleó en 1988 la noción de “bien común”para definir aquellos bienes que podrían ser objeto de unaa p ropiación limitada para fines terapéuticos definidos y con-t rolados (entendiendo terapia en el sentido estricto, lo que ex-cluye a los cosméticos).

La genética del cáncer de seno sirve también como terre n opara experimentar la recomposición del sistema de salud. EnEstados Unidos las compañías privadas de genómica y las orga-nizaciones del managed care, que constituyen la esfera priva d ade la biomedicina, son los actores centrales de esta transforma-ción. Los actores de los grandes programas públicos de genó-mica, como el National Advisory Council for Human GenomeRe s e a rch, se han esforzado por establecer un contrapeso a estae volución, mientras que los clínicos han integrado esta nuevaorganización en sus prácticas. Las patentes y las plataformas degenómica son los instrumentos centrales de dicha re o r g a n i z a-ción. El itinerario de los pacientes se ve definido por el labora-torio de pruebas genéticas y las aseguradoras privadas. En Fran-cia, la integración de los saberes con la técnica es también muyf u e rte, pero ésta se da en el contexto del hospital re s p a l d a d a

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medicina y mercados. Mientras que generalmente la actividadde la investigación en el campo de la genómica se re p resenta apartir de un modelo único, el del investigador-empresario, no-sotros hemos podido identificar distintas posturas entre los in-ve s t i g a d o res y los inve s t i g a d o res clínicos que se mueven en elespacio de la ciencia-técnica-mercado, cada una con sus pro-pias definiciones de lo que constituye el bien privado y el bienpúblico, así como de sus relaciones con la salud y el papel de lamedicina.

Para calificar estas posturas podemos retomar un términoempleado por el historiador inglés E. P. Thompson, y hablar de“economía moral”. La economía moral resume a la vez las prác-ticas y las normas de acción y de juicio económicas de los acto-res. La economía moral de los científicos dedicados a la genéticadel cáncer de seno se puede situar en un continuo que va de unpolo mercantil y liberal (es la visión de Mark Skolnick y de My-riad Genetics, que conciben el bien social y médico como re-sultado de operaciones mercantiles, a saber, de prácticas deapropiación por medio de patentes, transferencias entre cienciae industria, itinerario de los pacientes en laboratorios priva d o sy compañías de seguros) a espacios no mercantiles basados enla profesión y en la clínica (los investigadores clínicos francesesconciben el bien común en materia de salud como parte deldominio de la profesión médica, la cual debe definir las nor-mas de lo que constituye una buena práctica y las técnicas ade-cuadas fuera del mercado), o bien, en la investigación pública ylas asociaciones de enfermos (es la visión de Marie Claire King,quien privilegia las asociaciones de pacientes, que eve n t u a l-mente interaccionan con los profesionales para ejercer pre s i ó ncon el fin de que se pongan a disposición las pruebas de mane-ra equitativa y que ofrezcan garantías del uso médico). Esta dis-tribución de la economía moral de los científicos se distingue,a la vez, tanto de la visión de una institución científica homo-génea gobernada por normas de gran originalidad (las normasm e rtonianas de la ciencia) como de una tendencia única hacia elneoliberalismo que reduce las prácticas de la investigación a lacomercialización y a la privatización de la ciencia. En realidad,se percibe una gran variedad de registros de acción de los inves-tigadores en la interfase de la ciencia, de la medicina y del mer-cado, cada uno relativamente coherente.

La genética del cáncer de seno nos muestra el papel primor-dial que juegan las patentes en el desarrollo de la genómica yde las aplicaciones médicas. Las patentes de Myriad sobre losgenes de predisposición son instrumentos de apropiación deconocimientos y de acaparamiento de mercados, tan podero-sos como su amplitud. Se trata de patentes que cubren a la vez lasreproducciones de la secuencia (secuencia aislada o fragmentosde la secuencia que se emplean como sondas, secuencias artifi-

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por la Ligue contre le Cancer, una fundación dominada poroncólogos. Los investigadores clínicos controlan todo el proce-so, desde la consulta hasta la realización de las pruebas, pasan-do por las normas de buena conducta. El marco es estrictamen-te hospitalario, autoorganizado por los facultativos y no ha sidoreconocido de manera oficial por los actores públicos y sociales(las pruebas de diagnóstico no están inscritas en la nomencla-tura del seguro social). La extensión europea de las patentes deMyriad provoca el choque entre estas dos formas de pro d u c-ción y de uso de las pruebas genéticas.

Para poder controlar el mercado es necesario limitar la am-plitud de las patentes y crear procedimientos de control de lavalidez y de la utilidad clínica de las pruebas genéticas. Un edi-torial reciente de Sciencediscutía la falta de regulación del mer-

cado de las pruebas genéticas ofrecidas por varias decenas decompañías de genómica. Según este editorial, la falta de eva-luación clínica perturba el mercado: “Cuando las mujeres conriesgo de cáncer de seno se enteraron por medio de fuentes aje-nas a las compañías de la incertidumbre de las pruebas, bajó sudisposición a utilizarlas. Por lo tanto, todos los interesados, in-c l u yendo aquellos que desarrollan las pruebas, se beneficiaríande la recopilación de la información acerca de la va l i d ez y lautilidad de las pruebas antes de su comercialización”. El edito-rial concluía con la necesidad de regular las pruebas por mediode la Food and Drug Administration. La regulación de la pro-fesión en forma de lineamientos no es suficiente para discipli-nar el mercado en el interés de la salud pública. Ésta debe deser ampliada a una regulación estatal.

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Maurice Cassier • Jean Paul Gaudillière .

Centre de Recherche Médicine, Sciences,

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