Del Anticomunismo Al Antinacionalismo

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    Revista de Indias, 2007, vol. LXVII, nm. 240Pgs. 573-606, ISSN: 0034-8341

    DEL ANTICOMUNISMO AL ANTINACIONALISMO:LA PRESIDENCIA EISENHOWER Y EL GIRO AUTORITARIO

    EN LA AMRICA LATINA DE LOS AOS 50

    POR

    VANNI PETTINInstituto de Historia, CSIC

    Este trabajo ofrece una explicacin de las razones que llevaron la administracin republicana

    de Dwight Eisenhower (1953-1961) a desarrollar una poltica de apoyo a los regmenes autorita-

    rios latinoamericanos de los aos 50. Consideramos que durante las dos precedentes presidencias

    democrticas de Franklin Delano Roosevelt y de Harry Truman la poltica exterior estadounidense

    haba mantenido una posicin de compromiso con los proyectos de reformas social y poltica,

    llevados a cabo por una nueva elite nacionalista que haba hecho su entrada en el escenario conti-

    nental al final de los aos veinte. La hiptesis central es que en los 50, en un contexto internacio-

    nal diseado por la Doctrina de la Coexistencia Competitiva elaborada por Mosc, Washington

    madur una percepcin del fenmeno poltico nacionalista como instrumento potencial de la estra-tegia de expansin sovitica en las regiones en va de desarrollo. En Amrica Latina el resultado

    de esta percepcin fue la ruptura por parte estadounidense del compromiso nacionalista de los

    aos 30-40 y, consecuentemente, su alineacin con las fuerzas antidemocrticas del continente.

    PALABRAS CLAVE:Nacionalismo latinoamericano, democracia y autoritarismo en Amrica La-tina, Dwight Eisenhower, poltica exterior estadounidense, Guerra Fra.

    INTRODUCCIN

    Dos elementos llaman la atencin en el paisaje poltico latinoamericano delos aos 50: la inversin del proceso de democratizacin social y poltica que sehaba dado a lo largo de los aos treinta y cuarenta y el papel, a veces comple-mentario, a veces protagonista que la poltica exterior de EE.UU., bajo la presi-

    Este trabajo forma parte del proyecto de investigacin, HUM2006-00908/HIST, financiadopor el MEC, dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el CSIC.

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    dencia republicana de Dwight Eisenhower (1953-1961)1, desempe como est-mulo a ese giro autoritario.

    As, mientras las Polticas de Buena Vecindad inauguradas por el Presiden-te Franklin Delano Roosevelt (1933-1945)2y sustancialmente mantenidas bajo la

    presidencia de Harry Truman (1945-1952) se haban traducido en una posicingeneralmente favorable hacia los procesos de reforma en Amrica Latina, la tomadel poder por parte de la nueva administracin republicana empuj la polticaexterior de Washington hacia una poco disimulada simpata por los gobiernosautoritarios. Siguiendo esta poltica, Eisenhower brind su apoyo a la dinastanicaragense de Anastasio Somoza que detentaba el poder en el pas centro-americano desde la mitad de los aos 30 y que, con el comienzo del conflictobipolar entre Washington y Mosc (1947-1992), se haba vuelto un aliado deconfianza en la lucha contra los comunistas tanto en Nicaragua, como en CentroAmrica. Siempre por su mritos anticomunistas, el Presidente estadounidenseotorg durante ceremonias oficiales las Legiones de Honor a Manuel Orda y aPrez Jimnez, dictadores, respectivamente de Per y de Venezuela3. De la mis-ma manera, Eisenhower hizo pblico el gran respecto que tena al General Alfre-do Stroessner, dictador de Paraguay y Lenidas Trujillo, homlogo dominicano4.Otro caso igualmente significativo es el cubano, donde la proclamada diplomaciade la no interferencia en los asuntos internos de la isla se tradujo, durante losaos de la insurreccin castrista (1956-1959), en un apoyo de facto de Washing-

    1 Elegido Presidente de los Estados Unidos en 1952, Dwight Eisenhower haba pasado granparte de su vida como oficial del ejrcito. Despus de haber estudiado en la academia militar deWest Point, durante la Segunda Guerra Mundial escal las posiciones ms importantes en el mandoaliado. Habiendo sido antes jefe de la operacin Torch (1942), nombre en cdigo del desembarcoaliado en frica, fue nombrado Comandante Supremo de las tropas aliadas en Europa y coordina-dor del desembarque en Normanda (1944). Acabada la Guerra fue Jefe del Estado Mayor del ejer-cito estadounidense (Chief of Staff) desde 1946 hasta 1948, Rector de la Columbia University yfinalmente comandante de las tropas de la Organizacin del Tratado del Atlntico del Norte(OTAN) desde 1950 hasta su eleccin como presidente. NEAL, 1978. AMBROSE, 1983.

    2 GILBERT, 2004: 84. Vase tambin RUIZ JIMNEZ, Vol. 30/ 3, (Octubre 1998): 551-571.3 El General Manuel Orda se levant en 1948 en contra del presidente Bustamante y Rivero,

    detentando el poder hasta 1956, cuando las elecciones convocadas por el rgimen militar fueron gana-das por Manuel Prado. Prez Jimnez gan la presidencia de Venezuela en 1952 por medio de unaabierta manipulacin de los resultados electorales. Para mantener el poder frente a las crecientes con-testaciones tuvo que dar lugar a una siempre ms estricta dictadura que lleg a su fin en 1958.

    4 RABE, 1988: 86-87. El General Alfredo Stroessner tom el poder en Paraguay en 1954 a ra-z de un golpe de estado en contra del presidente Federico Chvez, del Partido Colorado. Stroessnermantuvo el poder hasta 1989. Remonta a 1930 la dictadura de Lenidas Trujillo. Trujillo, jefe de lapolica nacional dominicana creada por las tropas de ocupacin estadounidense que permanecieronen la isla caribea entre 1916 y 1924, se levant en 1930 en contra del presidente Horacio Vzquez,instaurando en el pas una larga dictadura que perdur hasta 1961, cuando fue asesinado por uncomplot organizado por disidentes del rgimen, ayudados por miembros tradicionales del entoura-gedel dictador.

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    ton al rgimen del Coronel Fulgencio Batista5. Adems, como afirma StephenRabe, la poltica de la administracin Eisenhower no se limit al solo estableci-miento de relaciones cordiales con los dictadores latinoamericanos, sino quetambin funcion como un actor activo del fenmeno de autoritarizacin delos espacios polticos continentales. En este sentido, el papel jugado por la CIAen el golpe que en 1954 llev al derrocamiento de la presidencia nacionalista deJacobo Arbenz, legtimamente elegido por los guatemaltecos a principios de19526, es ciertamente emblemtico.

    Finalmente, el creciente apoyo dado por la administracin Eisenhower a lasdictaduras latinoamericanas queda bien reflejado en las palabras pronunciadasdurante un encuentro entre John Foster Dulles, Secretario de Estado durante la

    presidencia republicana, y varios funcionarios del Departamento de Estado, re-cordadas por Robert Woodward quien entonces era Embajador estadounidense enCosta Rica. Segn Woodward, durante dicha reunin John Foster Dulles invitlos participantes a que no hicieran nada para ofender a los dictadores; ellos sonlas nicas personas en las que podemos confiar7.

    Considerando este escenario, el objetivo del presente trabajo es el de propor-cionar una explicacin del porqu la presidencia republicana se volc hacia unaestrategia de apoyo tan decidido a interlocutores de carcter autoritario, que sea,al mismo tiempo, alternativa a la que podramos definir como crtica economi-cista8a la cuestin que estamos debatiendo. Los autores que se inscriben bajoeste rtulo afirman que la razn de una poltica de apoyo a los regmenes autori-tarios latinoamericanos en los aos 50 estara en el conflicto entre las polticas

    ultra-liberales de la administracin Eisenhower y el proteccionismo de los go-biernos nacionalistas reformadores del continente, cuyos orgenes se remontan alos aos 30 y 40. De hecho, a partir de 1929 en diferentes estados de Amrica seasisti a la progresiva articulacin de movimientos polticos cuyos sujetos consti-tuyentes fueron por un lado sectores de capas medias, en particular funcionariosestatales y profesionales privados, pequeos empresarios a los cuales a veces se

    5 RABE, 1988: 87. La figura poltica de Fulgencio Batista haba emergido en Cuba durante laRevolucin de 1933, cuando, al mando de un grupo de jvenes suboficiales del ejrcito cubano se

    haba levantado en contra del Gobierno de Manuel de Cspedes, sucedido a la dictadura del depues-to General Gerardo Machado, y entregando el poder en las manos de Grau San Martn lder de losestudiantes universitarios cubanos. En el desorden desencadenado por las reformas radicales lleva-das a cabo por Grau, Batista emergi como figura fuerte del escenario cubano. En 1934, Batistaretir su apoyo y lo de las fuerzas armadas al lder estudiantil y lo entreg nuevamente en las ma-nos de Carlos Mendieta, quedndose, de hecho, como el verdadero poder detrs de la fachada delnuevo gobierno. En 1944, Batista perdi en comicios electorales regulares a favor del Partido Au-tntico que gobern la isla desde 1944 hasta 1952, cuando Batista retom el poder por medio de ungolpe de estado en contra del candidato ganador de las elecciones, Carlos Pro Socarrs.

    6 GLEIJESES, 1991: 294-342.7 RABE, 1988: 87.8 APPLEMAN WILLIAMS, 1972. SIEKMEIER, 1999. LOYAZA, Vol. 14/ 3, (Septiembre 2003): 83-105.

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    aadan pequeos y medianos productores agrcolas, cuyo nmero haba aumen-tado durante el ciclo de expansin de las economas exportadoras. Por el otrolado, y en medida menor respeto a la participacin de las capas medias, dichosmovimientos fueron integrados por sectores pertenecientes al proletariado urbano

    proveniente originariamente del campo y cuyo ritmo de urbanizacin haba se-guido las fluctuaciones de los precios de los productos de exportacin, hasta laurbanizacin de masa siguiente a la crisis del 29. Es esta una generacin que sedefina como nacionalista al proponerse como objetivo el de la ampliacin de losconfines sociales y polticos de la nacin liberal poscolonial. A pesar de la hete-rogeneidad que caracteriz las manifestaciones polticas de este fenmeno, po-dramos identificar en la desconfianza en los mecanismos de representacin pol-tica liberal, considerados como instrumentos de abertura y integracin social, unelemento comn entre los diferentes movimientos; al contrario, se registraba unaconfianza bastante extensa en la posibilidad de alcanzar el objetivo del amplia-cin nacional por medio de reformas econmicas volcadas hacia el estmulo de laindustrializacin, la creacin de un mercado interno y acentuando el control por

    parte del estado sobre los procesos econmico. A grandes rasgos, podramosafirmar que esta generacin de reformadores nacionalistas logr llegar al poderen diferentes escenarios polticos del continente entre la mitad de los aos 30 ylos 50. En los aos 30, el punto de partida de este fenmeno podra probablemen-te ser considerado la Alianza Popular Revolucionaria Latinoamericana (APRA)de Haya de la Torre, seguido por la segunda ola revolucionaria mexicana, lidera-da por Lzaro Crdenas, en 1934. En Cuba se present bajo las formas del primer

    batistado (1934) que aglutinaba a su alrededor un complejo conjunto de fuer-zas nacionalistas radicales, como por ejemplo el ABC o la Unin NacionalistaRevolucionaria y que dio vida a la nueva y muy avanzada Constitucin de 1940.En Brasil, encontramos elEstado Novode Getrulio Vargas mientras, en Argenti-na no hace falta decirlo, es el Peronismo del final de los aos 40 que encarn laabertura del proceso de ampliacin de la nacin. De manera diferente en Chile elintento de inclusin aconteci en el marco del orden constitucional liberal y encorrespondencia de la victoria electoral del Frente Popular, integrado por Comu-nistas, Socialistas y Radicales, en 1937. En los aos 50, la continuacin de esta

    primera generacin nacionalista contempornea est bien representada por el

    gobierno de Jacobo Arbenz, elegido presidente de Guatemala en 1951 y el Mo-vimiento 26 de Julio, del cual Fidel Castro es unos de los lderes principales quelogr el poder en 1959 despus de una lucha de guerrilla de tres aos. Finalmen-te, cabe recordar la revolucin boliviana de 1952, llevada a cabo por el Movi-miento Nacionalista Revolucionario de Vctor Paz Estenssoro9.

    9 ANNINO, 1994: 550. CARMAGNANI, 1975: 16-17. HALPERIN DONGHI, 1998: 295-296.KNIGHT, Vol. 20/2, (2000): 147-186. LAMBERT, 1973. RUESCHMEYER, HUBER STEPHENS, STEPHEN,1992: 185.

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    Para los autores que hemos citado poco antes, la opcin poltica del autorita-rismo continental perseguida por Washington durante los 50, representara unaestrategia instrumental para la defensa de los intereses econmicos de las grandesempresas estadounidenses justificada bajo la consigna de la lucha anticomunis-ta frente a las polticas de proteccin de los intereses patrios puestas en mar-cha por los nacionalcitas de los aos 30-40 y proseguidas por los de los 50.

    Aunque se pueda admitir que la nueva administracin republicana fuese mssensible que las demcratas a las peticiones del capital nacional, la tesis econo-micista es discutible principalmente por tres razones. En primer lugar, se tendrque recordar que en las primarias de julio de 1952 la candidatura de Eisenhowerhaba representado la opcin del sector moderado e internacionalista del bandorepublicano frente a la candidatura de Robert A. Taft, que encarnaba el ala msradical del partido10. Tanto en cuestiones de poltica econmica exterior comointerior la imagen del ex-General era la de un mild republican a mitad caminoentre los demcratas ms comprometidos con el proyecto roosveltiano y los re-

    publicanos alineados con Taft11.En segundo lugar, habra que analizar la ecuacin comercio no ayuda (trade

    not aid) de la cual Eisenhower era un fuerte defensor12ya que consideraba el co-mercio internacional como el mejor medio para favorecer el despliegue de las eco-nomas menos desarrolladas y, en particular, de las latinoamericanas. Si analizamosesta frmula parece bastante evidente que no necesariamente indicaba una comple-ta alineacin de la nueva administracin con el capital nacional. Si por un ladohaca hincapi en una reduccin de la ayuda internacional, por otro implicaba tam-

    bin la reduccin de las tarifas arancelarias estadounidenses para favorecer el cre-cimiento de las economas antes subvencionadas. Como afirmaba el New YorkTimesdel mayo del 53, exista una fuerte conviccin en la nueva administracin deque una reduccin de las tarifas aduaneras coincidira a largo plazo con el intersnacional, aunque, no siempre, con el de las empresas estadounidenses:

    La administracin cree que es en el inters nacional una reduccin de lastarifas. La administracin piensa que nuestra poltica comercial tiene que ba-sarse sobre el inters de la nacin ms bien que en el inters de un grupo o deun inters particular13.

    Finalmente, hechas estas consideraciones que ayudan a situar mejor la figurapoltica de Eisenhower, redimensionando su supuesto extremismo liberal, hay

    10 NEAL,1978: 264-268.11 President Tries Middle Way on the Budget, The New York Times, (3 de Mayo 1953): 3,

    Seccin n.4.12 RABE, 1988: 66.13 Trade and Aid: Presidents Dilemma, The New York Times, (10 de Mayo 1953): 1, Sec-

    cin n. 4.

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    que destacar cmo, en los hechos, el escenario propuesto por la crtica economi-cista no logra explicar algunas situaciones concretas. Emblemtico es el casoboliviano, donde las polticas del Movimiento Nacionalista Revolucionario(MNR) liderado por Paz Estenssoro, que haba tomado el poder en 1952 a raz deuna revolucin, fueron apoyadas por Washington con un plan de ayudas de 18,4millones de dlares14de los cuales, por lo menos 9.000.000, estaban destinados afinanciar la reforma agraria15. Nada ms llegar al poder el MNR nacionaliz susrecursos mineros, llevando a cabo un plan de reformas no muy diferentes en suinspiracin a las del gobierno de Guatemala durante la presidencia de Jacobo Ar-benz o a los proyectos elaborados por Fidel Castro, en los aos de la guerrilla en laSierra. Aunque el peso de las nacionalizaciones bolivianas resultaba ser menoscontundente para los intereses econmicos estadounidense16, la importancia estra-tgica de los minerales nacionalizados para la produccin militar de la potencia del

    Norte, sobre todo el estao, amplificaba considerablemente el papel de las reformasllevadas a cabo por el MNR. El caso boliviano hubiese podido entonces constituirun paradigma perfecto para la tesis economicista donde a los intereses econmi-cos se sumaba una cuestin de carcter estratgico que habra podido proporcionara Washington el pretexto para intervenir, como hizo en Guatemala en 1954 o, aun-que de manera ms sutil, en el caso cubano. La diferencia entre el MNR, Arbenz yCastro no se encuentra tanto en el plan de una oposicin tout court de Washing-ton a las reformas econmicas de los gobiernos nacionalistas por considerarlasdainas a los intereses del capital estadounidense, como en la manera en que laadministracin Eisenhower interpret polticamente dichas reformas en el con-

    texto de la Guerra Fra. Como afirmaba un interesante artculo del New York Ti-mesde 1953 con respeto al problema guatemalteco:

    Es cada vez ms evidente que Guatemala no ha comprendido las causas delas preocupaciones estadounidenses acerca de su situacin. La mayora de lospolticos parecen incapaces de entender que estas preocupaciones estn dirigi-das hacia el problema del comunismo (...). La mayora de ellos parecen haber-se convencido de que si se solucionara el conflicto con la United Fruit Compa-ny, cada cosa ira inevitablemente en su sitio. Estn confundiendo el efecto conla causa, y no ha habido ninguna manera de hacerle ver claramente el punto de

    la cuestin. Aunque un acuerdo entre la United Fruit Companyy el Gobiernofuese alcanzado maana, no cambiara nada hasta que dicho acuerdo fueseacompaado por medidas volcadas a eliminar el estrecho control comunista

    14 LEHMAN, Vol. 21/ 2, (Primavera 1997): 185-213.15 Bolivia Land Reform is aided by U.S. Loan, The New York Times, (11 de Enero 1953):

    12.16 Siendo 3 las empresas mineras nacionalizadas, La Patio Minas, la Aramayo y la Hochs-

    child, el New York Times estimaba en un 25% la participacin del capital estadounidense, todaconcentrada en la Patio Mines. Tin Mining Rate is now an Enigma, The New York Times, (7 deEnero 1953): 52.

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    sobre la administracin de la reforma agraria, el sindicato de los campesinos yla mquina de propaganda del Gobierno17.

    La diferencia descansa en el hecho de que el MNR era un movimiento naciona-lista nacido en los aos treinta y que nunca haba escondido sus simpatas por laideologa nazi-fascista, tanto que, desde 1941 haba atrado sobre s la mirada crti-ca de los EE.UU., en vspera de su participacin en la guerra contra las potenciasdel Eje18. Si las simpatas del MNR con los totalitarismos nazi-fascistas europeoshaban representado una barrera durante los aos de la Segunda Guerra Mundial,en los cincuenta las mismas fueron vistas por Washington como una garanta deimpermeabilidad frente a las influencias comunistas19. Resulta bastante claro que nilos antecedentes del gobierno Arbenz, ni los borrosos planes de reforma expuestos

    por Castro en la Historia me Absolver20proporcionaban las mismas garantas

    en trminos de anticomunismo. Por ello, se puede afirmar que el nacionalismo bo-liviano, un caso bastante paradigmtico y nico por su orientacin ideolgica en elpanorama latinoamericano de aquellos aos, no constitua una amenaza por la au-sencia de cualquier tipo de conexin con el comunismo.

    La variable econmica, por tanto, aunque objetivamente presente, no fue la de-terminante en la orientacin de la poltica continental estadounidense. El problemadel anticomunismo no fue un pretexto utilizado por los estadounidenses para co-lonizar las economas de los vecinos del sur, sino la variable alrededor de la cualWashington fue moldeando su poltica continental. Por razones que la crtica eco-nomicista no logra del todo aclarar, en la percepcin estadounidense el naciona-

    lismo reformista acab siendo asociado a la amenaza sovitica o a la posibilidadde una expansin de la influencia de Mosc en el continente. Precisamente, laresolucin de este problema ser el objetivo de los prximos prrafos.

    1. LA NUEVA POTENCIA GLOBAL: ENTRE GUERRA FRA Y NACIONALISMO

    Se puede intentar explicar la maduracin de una diferente actitud de Was-hington hacia el nacionalismo latinoamericano reconstruyendo los efectos que

    17

    Guatemalans Fail to Grasp Concern of U.S. Over Reds, The New York Times, (26 deMayo 1954): 1 y 13.18 HALPERIN DONGHI, 1998: 429.19 Durante sus aos en el gobierno boliviano, las relaciones entre el MNR y la Unin Soviti-

    ca no fueron cordiales. Un ejemplo de ello lo proporciona la queja formal que el delegado del pasandino en Naciones Unidas present durante la reunin de la Asamblea General, del 2 de octubredel 1958, con motivo de los supuestos intentos soviticos de desestabilizar la revolucin boliviana,por medio del dumpingsobre los precios del cobre: La razn que justifica la presente actitud sovi-tica es que nuestra revolucin ha sido lograda sin interferencias extranjeras y sin la evocacin dedoctrinas ajenas a la tradicin cristiana. CLISSOLD, 1970: 196. LEHMAN, 1997: 191-192.

    20 Es el titulo de la arenga defensiva que Fidel Castro pronunci en 1953 durante el juicio alcual fue sometido por el ataque al Cuartel Moncada, de 1953.

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    tres diferentes procesos histricos, que se cruzaron a comienzos de la dcada de1950, produjeron sobre la percepcin estadounidense de los fenmenos polticosen el hemisferio occidental. Una serie de factores del contexto internacionaltransform la relacin entre nacionalismo y poltica exterior estadounidense,

    primero en una escala global y ms tarde en el mismo contexto latinoamericano.Esa transformacin condujo a los Estados Unidos a una lectura del escenariocontinental como terreno particular de un desafo que los vea contraponerse a lasombra que la alianza entre nacionalismo y comunismo proyectaba sobre su se-guridad nacional. En primer lugar, hay que destacar el proceso de definitivatransformacin de los EE.UU. de potencia regional a potencia mundial y, portanto, el perfeccionamiento de una manera de pensar los problemas de polticaexterior segn un eje global. Este proceso estara idealmente delimitado, por unlado, por la conferencia internacional que en el invierno de 1884-1885 reuni enBerln a las potencias europeas para debatir sobre las normas de reglamentacindel trfico comercial martimo, sobre los confines de frica Oriental, del Congoy, en general, sobre los principios que tenan que guiar la colonizacin del conti-nente africano21. Durante esta conferencia que represent el apogeo del poderoeuropeo, los representantes estadounidenses haban sido invitados si bien en una

    posicin completamente marginal. Dicha circunstancia no es sorprendente, con-siderado que no fue hasta 1892 cuando los estados europeos elevaron el estatusde sus delegados diplomticos en Washington de ministros a embajadores reco-nociendo as a Estados Unidos como nacin de primera clase. Al otro extremo deeste eje temporal se encuentra elNational Security Council69 (NSC69) de 1950,

    el primer documento de poltica exterior en el que Washington reconoca el findel dominio europeo y asuma directamente las responsabilidades del nuevo or-den internacional.

    Entre 1884 y 1950, las dos Guerras Mundiales justamente definida porPaolo Viola como el suicidio europeo22 haban producido una redistribucindel poder desde las potencias europeas hacia las dos naciones emergentes delconflicto: Estados Unidos y la Unin Sovitica. As pues en 1950, Paul H. Nize,en aquel entonces Director del polticamente muy relevante Despacho de Pro-gramacin Poltica del Departamento de Estado (State Department Policy Plan-ning Staff), entreg al Presidente Harry Truman un documento de planificacin

    de los ejes maestros que tenan que guiar la poltica exterior estadounidense fren-te a la competicin con la URSS23. El documento, conocido con el nombre de

    NSC69, estaba constituido en su primera parte por un largo y bien articuladoanlisis del escenario internacional que recoga las grandes transformaciones quese haban producido en el mundo despus de la conclusin de la Segunda Guerra.

    21 KENNEDY, 1987: 194.22 VIOLA, 2004.23 MAY, 1993.

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    La primera problemtica que Nize abordaba, dndole precedencia lgica a la delconflicto bipolar entendido como enfrentamiento ideolgico, era la cuestin deleclipse de las grandes potencias europeas, como consecuencia de las destruccio-nes producidas por el ltimo conflicto blico. Para el analista estadounidense, talsituacin asignaba a EE.UU. y a la URSS el indito papel de potencias mundialescon obligaciones y responsabilidades conexas. El documento defina el nuevoescenario con estas palabras:

    Son dos los factores que han sustancialmente alterado la distribucin tradi-cional del poder. En primer lugar, la derrota de Alemania y Japn y la deca-dencia del los imperios ingls y francs han interactuado con el desarrollo delos Estados Unidos y de la Unin Sovitica en tal manera que el poder ha gra-vitado de manera creciente hacia estos dos centros24.

    El anlisis en este documento parece efectivamente marcar el comienzo de unpensamiento de poltica exterior estadounidense realmente global. En otra pala-bras, aunque es verdad que EE.UU. haban empezado a desempear desde el fi-nal de la Guerra Civil de 1861-1864 un papel internacional de importancia cre-ciente y que, ya en 1835, el mismo Alexis de Toqueville haba profetizado unmundo hegemonizado por Washington y Mosc25, hay que volver a subrayarque fue slo con la conclusin de la Segunda Guerra Mundial cuando la hegemo-na mundial ejercida hasta entonces por las potencias europeas alcanz su fin.

    El documento analizado demuestra el alto nivel de conciencia que la clase di-

    rigente estadounidense tena del nuevo papel mundial que los hechos blicoshaban asignado a Estados Unidos y, sobre todo, marc la asuncin directa de lasnuevas responsabilidades que la indita posicin conllevaba. Adems, plantea un

    problema de orden historiogrfico bastante importante. Si nos detenemos en lareflexin desarrollada en el NSC69 sera oportuno replantearse la Guerra Fra,ms como un enfrentamiento entre dos potencias en competicin por la hegemo-na en el planeta y, slo en segundo lugar, como un choque de naturaleza ideol-gica. De hecho, si observamos desde una perspectiva histrica la evolucin de la

    posicin internacional de Washington, la visin de Nize adquiere consistencia yverosimilitud. La Guerra de 1812 contrapuso por ltima vez Londres y Washing-

    ton, marcando as el comienzo de una etapa de estrechamiento de relaciones entrelos dos ex enemigos que desemboc en una alianza estratgica que ha llegadointacta hasta nuestros das. Fue en este contexto en el que se consolid uno de loscimientos bsico de la poltica exterior estadounidense: la confianza en la poten-cia martima britnica por la seguridad que sta brindaba al trfico comercialocenico y, por ende, a la futura prosperidad de la nueva repblica.

    24 MAY, 1993: 25.25 GADDIS, 1997: 2.

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    Al mismo tiempo, Washington consideraba que la fuerza incontrovertible delos buques ingleses representaba la mejor garanta en contra de las estrategias deexpansin europeas en el hemisferio occidental. Sobre la base de estas evaluacio-nes, Estados Unidos haba compartido la poltica inglesa de Balance of Powerque Londres empleaba con el preciso objetivo de impedir que una potencia euro-

    pea pudiese asumir el control del continente adquiriendo de esta forma recursostales de permitirle construir una flota superior a la britnica y de poder invadir laisla26. La Doctrina Monroe (1823) representaba un complemento americano a laBalance of Power europea, un acuerdo tcito entre Londres y Washington paraimpedir que Francia, Espaa y sobre todo desde 1880, Alemania, volviesen aestablecer imperios dinsticos en las Amricas27, rompiendo as el orden configu-rado en el Congreso de Viena (1815).

    Como afirma Walter Russell Mead, la poltica exterior estadounidense a lolargo del siglo XIX y, por lo menos hasta la conclusin de la Guerra Fra, no sealej mucho de la senda trazada por la Doctrina Monroe. Durante la Primera y laSegunda Guerra Mundial, Washington haba intervenido para defender a GranBretaa y impedir que la Alemania del Kaiser Guillermo II (1859-1941) primeroy la de Hadolf Hitler despus, tomasen el control de Europa. En el caso de laGuerra Fra, el problema fue en cierta forma parecido, aunque en esa ocasin laamenaza sobre el equilibrio europeo fuese encarnada por la Unin Sovitica28.

    No obstante, hay una cuestin que marca una diferencia sustancial entre las dosguerras mundiales y la etapa de la Guerra Fra. Despus del segundo conflictomundial, la garanta militar inglesa se deshizo completamente por el peso de los

    costes de la guerra y por los problemas econmicos y polticos que la gestin deun imperio que se extenda desde la India hasta Canad conllevaba. La nuevasituacin plante a Washington, por primera vez, la obligacin de hacerse cargoen primera persona de la gestin del orden internacional.

    El anlisis de Nize confirma esta interpretacin y conduce a una lectura delconflicto bipolar que toma en cuenta, adems de la dimensin ideolgica, una

    perspectiva poltica de larga duracin. La imagen que emerge de la reflexin des-arrollada hasta ahora es la de una contraposicin entre dos potencias en lucha por lahegemona, en la cual la cuestin ideolgica representaba un elemento conflictivoaadido o, mejor dicho, la forma asumida paulatinamente por el mismo conflicto.

    Continuando con esta argumentacin y con la ayuda de las categoras deltiempo braudelianas, se podra afirmar que en la lectura histrica de los prime-ros aos cincuenta se va delineando un ciclo largo que est representado por lacontinuacin del enfrentamiento entre naciones, por la hegemona econmica y

    poltica, cuyo epicentro a raz de las dos guerras mundiales se haba trasladado

    26 MEAD, 2002: 101.27 MEAD, 2002: 81.28 MEAD, 2002: 81.

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    desde Europa hacia el mundo atlntico y euro-asitico. A esta corriente de largaduracin, se aade un ciclo corto que es identificable con la contraposicinideolgica entre socialismo y capitalismo que por un tiempo caracteriz cualitati-vamente el enfrentamiento. Es exactamente este ltimo ciclo el segundo fenme-no que queramos destacar en nuestro anlisis para definir el escenario de losaos 50, porque, en definitiva, mientras el ciclo largo ayuda a comprender lasrazones de la participacin estadounidense en la gestin directa del nuevo ordeninternacional, el ciclo corto permite identificar los contenidos que nutrieron elenfrentamiento por la hegemona. La actitud estadounidense hacia los fenmenos

    polticos contemporneos no sera del todo comprensible sin una evaluacin delos efectos de lo que he llamado ciclo corto, es decir, el conflicto ideolgico quese sobrepuso al geopoltico. El problema no es tanto el de subrayar las evidentescontradicciones entre la ideologa marxista a la cual haca supuestamente refe-

    rencia el estado sovitico y la capitalista-liberal que representaba la base del sis-tema estadounidense u occidental en general. Lo que resulta ms importante esdestacar el hecho de que el enfrentamiento entre Estados Unidos y URSS adqui-ri muy pronto un carcter fro.

    Con la ruptura del monopolio atmico en 1949 y con la instauracin de unasrelaciones militares basadas sobre el nuevo principio nuclear de la Mutual Assu-red Destruction (MAD), el enfrentamiento entre Washington y Mosc no pudodesahogarse por medio de canales blicos, asumiendo la forma de un choqueentre sistemas de valores y de modelos de desarrollo econmico29. Por tanto, enun sistema internacional en que el empleo de las armas para modificar sensible-

    mente el equilibrio de poder resultaba imposible, la comparacin de los dos mo-delos fue el verdadero campo de batalla y de enfrentamiento ideolgico entre lasdos superpotencias. La cuestin se hizo an ms compleja despus da la crisis deBerln (junio 1948- mayo 1949), cuando el escenario europeo qued sustancial-mente inmovilizado. Paulatinamente, el conflicto se fue desplazando hacia la

    periferia, donde a partir de los primeros aos cincuenta se desarrollaba un tercerciclo histrico que hay que destacar para definir por completo el escenario inter-nacional de aquellos aos. Se trata del fenmeno que el acadmico James Ma-yal30ha definido como tercera ola del proceso de formacin de las modernas na-ciones. En otras palabras, tras la Segunda Guerra Mundial lleg a su cenit el pro-

    ceso de nacimiento y construccin de los estados-naciones, comenzado enEuropa con el surgimiento de las grandes monarquas nacionales y que ahora veacomo protagonistas aquellas reas del Mundo en las cuales dicho desarrollo habasido al mismo tiempo congelado y estimulado por el imperialismo europeo y entiempos ms recientes por el expansionismo japons.

    29 El primer y ltimo conflicto que vio enfrentarse a las dos nuevas potencias, aunque de unaforma indirecta, considerado que los estadounidenses lucharon slo en contra de las tropas coreanasy chinas, fue el de Corea (1950-1954).

    30 MAYALL, 1998.

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    Tanto en Asia, como en frica y Oriente Medio, las viejas estructuras impe-riales europeas daban seales de una decadencia cuyas races se hallaban en elredimensionamiento de la capacidad de proyeccin exterior que las dos GuerraMundiales haban impuesto a las metrpolis occidentales y a Japn31. El aspectoms interesante de este fenmeno reside en el hecho de que, con el estallar de ladescolonizacin, el nacionalismo entendido como ideologa de referencia en los

    procesos de nacin y construccin del estado nacional, adquiri una nueva centra-lidad como actor poltico en el escenario internacional. Se trata de un nacionalismoque, como ha afirmado Alain Touraine, se planteaba el doble problema de la inde-

    pendencia poltica de la propia comunidad nacional por medio de la construccinde un estado soberano y de la emancipacin econmica, considerada paralela eindisoluble de la poltica, alcanzable slo por medio de industrializacin32. En elmomento en el cual, los nacionalismos en Asia, frica y Oriente Medio pasaron dela lucha en contra del colonialismo europeo al problema de la industrializacin, secre el factor que permiti la formacin de una ideologa nacionalista y desarrollis-ta que, de alguna manera, colocaba en el mismo bando tanto a las nuevas nacionessurgidas del proceso de descolonizacin cuanto a las que, aunque nacidas cien aosantes, haban registrado a partir del final del siglo XIX un proceso de periferiza-cin econmica. En otras palabras, en los aos cincuenta se consolidaron aquellascondiciones polticas que permitieron alinear los procesos de descolonizacin enAsia, frica y Oriente Medio con los de nacin y construccin de estados pro-blemticos, tpicos de contextos como el latinoamericano, otorgando al naciona-lismo desarrollista una inusitada centralidad poltica33.

    Sin embargo, con respecto al tema de los modelos de desarrollo econmico y,por ende, de las capacidades de atraccin sobre las elites nacionalistas, URSS yEE.UU. no se encontraban en una situacin de paridad y, probablemente, la posi-cin de partida de Mosc ofreca algunas ventajas relevantes. La misma historia

    31 Esta condicin no afectaba, sin embargo, slo a las potencias que haban sido derrotadas enla Segunda Guerra y cuyas posesiones coloniales haban sido requisadas de jure,segn lo esta-blecido en los tratados de paz. Los mismos estados vencedores del segundo conflicto y que se hab-an apoderado de las colonias de las potencias derrotadas, asistieron, tambin, al progresivo des-

    membramiento de sus propiedades ultramarinas entre el principio de los aos 50 y los 60. El casofrancs es bastante emblemtico: en 1953 logr la independencia Tnez; en 1954 el ejercito francsfue derrotado en la sangrienta batalla de Dien Bien Phu por los Viet Minh, acontecimiento despusdel cual Pars abandon de forma definitiva el control sobre Indochina; finalmente el 3 de julio de1962, despus de aos de insurgencia y a raz de un referndum, Argelia se proclam independien-te. Una suerte parecida toc a Gran Bretaa que, aunque haba empleado formas de control colonialmenos estrictas que las de Pars, en 10 aos perdi la mayora de sus posesiones coloniales, comen-zando por la India que en 1947 se declar independiente.

    32 TOURAINE, 2000.33 El resultado concreto de este proceso fue, en los aos 60, la formacin en la asamblea de las

    Naciones Unidas del grupo de los Pases No-Alineados, compuesto tanto por las naciones descolo-nizadas y por las en va de desarrollo, como la Cuba castrista o la Yugoslavia de Tito.

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    de la revolucin industrial sovitica, acontecida en aproximadamente veinte aos,alimentaba el mito de un desarrollo rpido, sostenido por las elites de los pasesdescolonizados a partir de la dcada de 1950. El gran atractivo del socialismo

    para los pases del tercer mundo y los que se encontraban en vas de desarrollo,descansaba en lo que pareca el gran descubrimiento de los tericos marxistas delos aos 20: una metodologa cientfica para la transformacin de la nacioneseconmicamente retrasadas, en economas modernas y, sobre todo, industriales34.Sin embargo, la ventaja sovitica no se concentraba exclusivamente en la mayorcompatibilidad que se daba entre su modelo de desarrollo y las exigencias deindustrializacin de la periferia, sino tambin en la esfera de la ingeniera polticaelaborada por la URSS entre los aos veinte y los aos treinta. A pesar de queKarl Marx no hubiese mantenido una posicin definida respecto al problema dela relacin entre socialismo y nacionalismo35, la posicin sovitica se fue defi-niendo claramente cuando, con Vladimir Ilich Lenin, la reflexin terica pasdesde el estudio clsico marxista sobre los modos de produccin, a las estrategias

    para la adquisicin del poder36. En este sentido, aunque el marxismo siguierasiendo, desde un punto de vista terico, una doctrina internacionalista, la aplica-cin poltica de este principio experiment durante la era sovitica un verdadero

    proceso de pragmatizacin.En primer lugar, el anlisis leninista del imperialismo, elaborado en 1916,

    haba contribuido a crear las bases para un acercamiento con los nacionalismosde las reas perifricas. Lenin haba afirmado que la expansin colonial habra

    postergado slo temporalmente el estallido de las contradicciones capitalistas.

    Segn el lder sovitico, una vez dividido el mundo entre las potencias colonia-les, a las contradicciones clsicas internas al capitalismo se habran aadido las

    34 HOBSBAWM, 2002: 68. Es verdad que, con el Plan Marshall, Washington haba demostradopoder utilizar la fuerza de su sistema productivo para ayudar a la recuperacin de las economaseuropeas en los aos inmediatamente posteriores a la conclusin del segundo conflicto mundial. Eldesafo en las reas perifricas presentaba, sin embargo, unas problemticas distintas a las queWashington haba encontrado en Europa occidental. As, desde un punto de vista econmico, ladiferencia sustancial estaba representada por el hecho de que en Europa las ayudas americanas seiban a colocar en un tejido industrial que, aunque casi completamente destruido por la Guerra,

    haba existido en trminos de infraestructuras y de capital social. En la periferia, por el contrario, elproblema era el de fomentar con aproximadamente un siglo de retraso la transformacin de econo-mas preponderantemente agrcolas en industriales. Por ello, la historia de la industrializacin so-vitica, es decir, la experiencia del exitoso desarrollo industrial de un pas sustancialmente subdes-arrollado, como era Rusia en los aos 20, ofreca ms atractivos.

    35 A pesar de haber definido el nacionalismo como una ideologa reaccionaria, los eventos revo-lucionarios de 1848-1849 en Europa lo haban conducido a una revisin de dicha postura. En estesentido, el nacionalismo del Risorgimento italiano o los prolegmenos del proceso de unificacinalemn haban tenido una influencia positiva sobre Marx, tanto que empez a aprobar el fenmenonacionalista en el caso de que se tradujera en un ensanchamiento de la dimensin productiva y, porende, en una aceleracin de la industrializacin. AVIERI, Vol. 26/ 3/4, (Septiembre 1991): 637-657.

    36 KANET, 1974: 5.

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    causadas por la resistencia de las poblaciones dominadas. Como afirma FrancisFukuyama, a diferencia de Marx, Lenin sostena que el fin del capitalismo nollegara desde la contradiccin producida por la lucha de clase dentro de los pa-ses capitalistas, cuanto, ms bien, desde la lucha entre el norte desarrollado y elproletariado global del mundo subdesarrollado37.Al mismo tiempo, Lenin re-conoca que los partidos comunistas fuera de la URSS no se encontraban en unasituacin que les permitiese liderar el proceso de liberacin de la dominacincolonial. Durante el cuarto congreso de la Tercera Internacional (1922), la tcticade la alianza con la burguesa nacional38, bajo la forma del Frente Unido An-tiimperialista, se propuso y adopt oficialmente. En otras palabras, se reconocaa los movimientos nacionalistas, aunque cuando no representasen polticamentelos intereses del proletariado, una funcin progresista y se teorizaba la posibi-lidad de una alianza tctica contra el enemigo comn, representado por el capita-lismo/imperialismo europeo39.

    En 1935, frente al fracaso de la doctrina del social-fascismo40y para contra-rrestar el avance del nazi-fascismo, durante el sptimo congreso de la Tercera In-ternacional se decidi la adopcin de la estrategia del Frente Popular41. Su eje cen-tral fue, una vez ms, la alianza entre partidos comunistas, socialistas y radicalesrepresentantes de las capas medias42. Se trataba de una reedicin europea del frenteunido antiimperialista que reforzaba la flexibilidad de la estrategia sovitica. Unade las aplicaciones ms exitosas de esta estrategia fue la de las Democracias Popu-lares en Europa del Este. Como veremos en detalle en las pginas siguientes, Mos-c logr ocupar progresivamente el poder en los pases del Este, en los aos que

    siguieron al final del Segundo Conflicto, gracias a la alianza que comunistas y

    37 FUKUYAMA, 1992: 151.Dicha posicin terica fue oficialmente debatida como opcin realde la estrategia poltica sovitica durante el Segundo Congreso del Comintern, en el julio de 1920.En esta sede, la tesis de Lenin, segn la cual los partidos comunistas tenan que dar pleno apoyo alos movimientos emancipadores revolucionarios liderados por la burguesa nacional, se enfrentcon la posicin del delegado indio M.N. Roy, que sostena la necesidad de reforzar la lucha de claseen las reas coloniales. Para reforzar su posicin, en el julio de 1920 Lenin se hizo cargo de organi-zar en Baku una conferencia internacional dedicada a la Los Pueblos del Este, en la que partici-paron alrededor de dos mil delegados procedentes de Asia, cuyo tema central fue el derrocamiento

    de los imperios capitalistas europeos37

    .La eleccin formal de una estrategia definida de alianza conla burguesa qued como asunto pendiente hasta el Congreso de la Tercera Internacional de 1922.KANET, 1974: 3.

    38 T SHINN JUNIOR, Vol. 15/3, (Abril 1963): 377-389: 379.39 LIGHT, 1988: 80-90.40 Es esta la formula con la cual la Tercera Internacional, despus de 1928, haba definido a

    los partidos socialistas, considerados fuerzas tan reaccionarias como las fascistas. Consecuencia deesta doctrina haba sido una profunda divisin entre los partidos comunistas y los socialistas, de lacual se haban aprovechado exitosamente las formaciones fascistas.

    41 En Europa la eleccin frentista dio lugar, por ejemplo, a los frentes populares espaol(1935-1939) y francs (1935-1940).

    42 HAJEK, 1969: 278.

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    fuerzas nacionalistas establecieron entre 1945 y 1947. En este caso, la base de laalianza la constituan el antifascismo y las polticas de reconstruccin protagoni-zadas por el estado. A travs de esta colaboracin, los comunistas ocuparon pau-latinamente sectores claves del estado, empezando una poltica sistemtica demarginacin de las fuerzas burguesas que, en pocos aos, condujo a una comple-ta sovietizacin de los sistemas polticos de dichos pases. Una vez terminada laSegunda Guerra Mundial, y en vista de los prolegmenos de los procesos de des-colonizacin, la iniciativa poltica Sovitica hacia las reas coloniales volvi ahacerse consistente, tanto que, en 1948, un agente de la CIA declaraba:

    La Unin Sovitica est efectivamente aprovechando la cuestin colonial(...) dando apoyo concreto por medio de agitadores, propaganda y sus partidoscomunistas locales a los movimientos nacionalistas a lo largo de todo el mun-

    do colonial43.

    De la ventaja terica acumulada a lo largo de los aos 20 y 30, supo aprove-charse brillantemente la elite poltica que sucedi a Josef Stalin, despus de sumuerte en 1953, proponiendo antes con Georgii Malenkov, electo Premier (Pri-mer Ministro) de la URSS en 1953, la doctrina de la Coexistencia Pacfica yluego, con Nikita Khrushev Secretario del Comit Central del Partido ComunistaSovitico desde 1953 y Premier desde 1958, la de la Coexistencia CompetitivaEs interesante a este respecto, es el anlisis de un artculo del New York Times(NYT) de aquellos aos:

    Hay siempre mayores pruebas de que el Gobierno de la Unin Sovitica deMalenkov ha decidido por razones tcticas reforzar, en su actividad de propa-ganda, el deseo por un prolongado periodo de coexistencia pacfica entre lospases capitalistas y los pertenecientes al sistema socialista44.

    43 WARNER, 1994: 229.44 Soviet is Pushing Coexistence Line, The New York Times, (14 de Marzo 1953): 4. Las

    razones tcticas a las cuales alude el NYT estaban probablemente vinculada con el hecho de que losgastos de la Guerra de Corea haban acentuado la compleja crisis del sector agrario, cuya situacin

    de debilidad era compartida por los elementos ms influyentes del establishmentsovitico de aque-llos aos (TAUBMAN, KHRUSHEV, GLEASON, 2000: 77-79). En un contexto de crecientes dificultadeseconmicas internas, la estrategia de la Coexistencia Pacifica pareca maximizar las caractersti-cas ventajosas del escenario internacional de aquellos aos, principalmente la emergente cuestincolonial. De hecho, Mosc poda seguir con su poltica de expansin, jugando sobre su capacidadde influenciar las elites nacionalistas burguesas a su ventaja, sin tener que sostener los gastos deuna confrontacin militar, con las consecuencias que estos proyectaban sobre la gestin econmicainterna. Se podra probablemente afirmar que en los aos de la premiershipde Malenkov, la teorade la Coexistencia Pacfica sirvi para disminuir la tensin internacional y permitir a la URSSponer en marcha un proceso de reforma de su economa que, sobre todo en el sector agrario, habaregistrado crecientes problemas. Cuando, a partir de 1955, las reformas econmicas parecieronhaber dado nuevo dinamismo al sistema productivo, dicha estrategia vino a ser reforzada en trmi-

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    Tanto la Coexistencia Pacifica, cuanto la Competitiva demuestran la vo-luntad por parte sovitica, de crear un marco que desplazase paulatinamente laconfrontacin con los Estados Unidos, desde un eje predominantemente militar,hacia uno de competencia entre sistemas. En este contexto, la cuestin del apoyoeconmico a las elites nacionalistas y de la alianza entre partidos comunistas ynacionalistas, sobre una escala mundial, se transform en el baricentro dinmicode dicha estrategia.

    Washington pareca tener un perfecto conocimiento de la nueva situacin queel proceso de descolonizacin, con su enlace con el nuevo fenmeno nacionalis-ta, estaba creando en trminos de equilibrio entre las dos potencias. En el juniodel 54, durante un encuentro con el Rotary International Club, El Secretario deEstado John Foster Dulles afirmaba que:

    No quiero que piensen que somos complacientes frente a la cuestin colo-nial. Los abusos persisten y el proceso de reconocimiento de mayores espaciosde autodeterminacin ha disminuido su velocidad. Esto se debe, de todas for-mas, a la estrategia sovitica que utiliza el nacionalismo como un medio paraabsorber en su esfera a los pueblos coloniales45.

    De hecho, la casi totalidad de los documentos de inteligencia producidos a lolargo de los aos 50 colocaban el tema de la alianza tctica entre socialismo ynacionalismo en el centro de sus anlisis. As pues, resulta particularmente inte-resante el examen de un documento de la CIA, elaborado en 1958, y que intenta-

    ba analizar el cuadro general de los retos con los cuales Washington se enfrenta-ba en el periodo:

    En la variedad y complejidad de situaciones que caracterizan las reas sub-desarrolladas del mundo libre, son dos las fuerzas principales que se estn des-arrollando y cuyo crecimiento est llevando a cambios polticos y econmicosrealmente profundos. La primera y ms importante de estas fuerzas es el na-cionalismo (...). La segunda fuerza es el socialismo46.

    Segn la CIA haba evidentes convergencias entre nacionalismo y socialismo:

    nos ms competitivos. As pues, durante el XX Congreso del Partido Comunista (1956) (KANET,1974: 29) Khrushev propuso formalmente la doctrina de la Coexistencia Competitiva, oficialmen-te adoptada en esta misma sede como base de la poltica exterior sovitica.

    45 Text of Address by Dulles to the Forty-Fifth Annual Convention of Rotary International inSeattle, The New York Times, (11 de Junio 1954): 2.

    46 Retrospective Collection, CIA Digital Reading Room, CIA Declassified Documents, Library ofCongress Washington D.C., Operation General Intelligence Aid, CSHB-F 52-890-2, (Est Pub Date)Principal aspects of socialism in Latin America. Distribuido en octubre de 1958, publicado el13/02/2001, SECRET. Palabra Clave para bsqueda: DULLES PAPERS|DULLES ALLEN|DULLESCOLLECTION.

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    la naturaleza complementaria es evidente en el campo poltico donde el de-seo nacionalista de libertad de la dominacin extranjera poltica y econmicacoincide con el objetivo ms amplio del socialismo de la emancipacin huma-

    na. Es evidente tambin en las visiones econmicas de los nacionalistas enmuchos pases subdesarrollados. En este caso la relacin con el socialismo estconstituida por el hecho de que ste parece ofrecer herramientas para movilizarlos recursos de las naciones para una industrializacin rpida sin amenazar laindependencia del estado como ocurre al aceptar ayuda exterior47.

    Los dos movimientos encontraban, pues, un punto de contacto importante enla esfera econmica, donde el socialismo ofreca los medios para una industriali-zacin rpida, objetivo que, como se ha destacado antes, representaba un elemen-to central del movimiento nacionalista de las reas ex-coloniales y en desarrollo.

    Por tanto, Washington tena una percepcin global del problema nacionalista,comn tanto a las regiones descolonizadas, como a las reas del mundo donde eldesarrollo econmico segua siendo, como en el caso latinoamericano, una asig-natura pendiente y en las que este problema pareca ofrecer ventajas importantesal modelo sovitico. A partir de principios de la dcada de 1950, la estrategia deacercamiento al nacionalismo desarrollista perseguida por Mosc pareca empe-zar a dar sus frutos. Porque es evidente que, para los estadounidenses, la cuestinde la descolonizacin planteaba un problema que Mosc no tena, es decir, larelacin con sus aliados europeos que eran al mismo tiempo metrpolis. As,desde Indochina hasta Suez, pasando por Amrica latina, Washington se encon-

    traba frente un nacionalismo desbordante sobre el cual la poltica exterior sovi-tica pareca tener ms posibilidades de control.

    2. LANUEVA ALIANZA EN AMRICA LATINA.

    Las dificultades que Washington encontr en la gestin del nuevo escenario,marcado por las sinergias entre nacionalismo y estrategia sovitica, emergen congrande evidencia en el contexto medio-oriental, tanto que, durante una rueda de

    prensa que tuvo lugar en la vspera de la crisis de Suez (1956), el Presidente Ei-

    senhower, declar:Mis ideas sobre Oriente Medio han sido muy claras desde un principio.

    Pienso y creo que sta es un de las reas del planeta que tiene importancia es-

    47 Retrospective Collection, CIA Digital Reading Room, CIA Declassified Documents, Library ofCongress Washington D.C., Operation General Intelligence Aid, CSHB-F 52-890-2, (Est Pub Date)Principal aspects of socialism in Latin America. Distribuido en octubre de 1958, publicado el13/02/2001, SECRET. Palabra Clave para bsqueda: DULLES PAPERS|DULLES ALLEN|DULLESCOLLECTION.

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    tratgica. Creo que su integridad y el acceso a ella son de importancia funda-mental. En primer lugar para Europa Occidental y por ende para el Mundo en-tero. Por esto, tenemos que hacer cualquier cosa que sea posible para mantener

    la paz en esta regin, lo cual es posible slo si somos capaces de dar a los pue-blos de Oriente Medio la oportunidad de satisfacer sus legtimas aspiracioneseconmicas, sociales y polticas. Ahora, esto es muy fcil de decir, sin embar-go, se vuelve muy difcil de hacer a causa de los antagonismos y de las fuerzasque interactan en el rea. Estas dinmicas se cruzan de repente y en lugaresdiferentes. Bueno, gestionarlas es una tarea muy difcil48.

    No obstante, para Washington el problema de las conexiones entre los dosfenmenos no se limitaba nicamente a las realidades asitica y medio-oriental,como demuestra este anlisis de la CIA:

    Debe sealarse que muchos de los elementos que estn actualmente contri-buyendo al desarrollo del nacionalismo y del socialismo en Asia y OrienteMedio, estn tambin presentes en Amrica Latina. El rea est en generalsubdesarrollada; la mayora de la poblacin vive en la ignorancia y en la po-breza. El fuerte sentimiento antiamericano es parecido al anticolonialismo enAsia y Oriente Medio, y responsabiliza a los Estados Unidos de su situacin degeneral atraso y falta de desarrollo industrial (...) Los partidos comunistas loca-les estn utilizando este sentimiento antiamericano y proponiendo un FrenteDemocrtico de Liberacin Nacional para deshacerse de los gobiernos soste-nidos por el imperialismo americano o conniventes con el nuevo colonia-

    lismo estadounidense. La Unin Sovitica est intensificando sus programaseconmicos en Amrica Latina para facilitar el enfrentamiento de estos pasescon los Estados Unidos. En Amrica Latina aparece as, como en Asia y Orien-te Medio, el fantasma de gobiernos nacionalistas o socialistas que defiendanuna tercera va o adopten una posicin neutral pro-sovitica en el conflicto en-tre el comunismo y el mundo libre49.

    La agencia de inteligencia ms importante de los Estados Unidos considerabaque en Amrica Latina se daban las mismas compatibilidades polticas y econ-micas entre nacionalismo y socialismo que haban tenido lugar en Asia y OrienteMedio. Tanto en estas reas, como en Amrica Latina, el comunismo encontraba

    en los movimientos nacionalistas un terreno frtil para su expansin gracias a lacapacidad de atraccin que el modelo de desarrollo sovitico ejerca sobre las

    48 The Transcript of Eisenhowers News Conference on Foreign and Domestic Issue, TheNew York Times, (5 de Abril 1956): 10.

    49 Retrospective Collection, CIA Digital Reading Room, CIA Declassified Documents, Library ofCongress Washington D.C., Operation General Intelligence Aid, CSHB-F 52-890-2, (Est Pub Date)Principal aspects of socialism in Latin America. Distribuido en octubre de 1958, publicado el13/02/2001, SECRET. Palabra Clave para bsqueda: DULLES PAPERS|DULLES ALLEN|DULLESCOLLECTION: 7-8.

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    elites nacionalistas. Adems, el documento comentado reafirma lo problemticode la cuestin de la alianza tctica entre partidos nacionalistas y partidos comu-nistas bajo la frmula del Frente Democrtico de Liberacin Nacional. Pareceentonces posible afirmar que en el continente latinoamericano la hostilidad esta-dounidense hacia el nacionalismo no derivaba ni desde una simple paranoia tpi-ca de la era macartista, ni de una inquietud motivada por razones econmicas.

    Como se ha destacado antes, la URSS desde 1922 haba elaborado una estra-tegia concreta de acercamiento al nacionalismo perifrico, identificando en laalianza entre comunistas y capas medias nacionalistas un instrumento central

    para la expansin de su influencia fuera de sus confines. Dicha estrategia quehaba sido bsicamente pensada para el escenario asitico fue adoptada formal-mente tambin para el continente latinoamericano en 1928 durante el sexto Con-greso del Comintern. Los partidos comunista del continente fueron exhortados aformar alianzas con los partidos nacionalistas de capas medias, compartiendo conellos programas de reformas agrarias, de nacionalizacin de empresas extranjerasy nacionales y de rechazo de la deuda nacional exterior50. Amrica Latina tam-bin sigui la pauta frentista y de hecho los frentes populares representaronuna de las tantas formas del ciclo nacionalista-reformador de los aos 30-40, co-mo, por ejemplo, el caso del Chile en 1939 o el cubano despus de 1940, dondenacionalistas y comunistas haban gobernado conjuntamente. No obstante, enAmrica Latina, a diferencia del escenario asitico o africano, la cuestin de lasrelaciones con la burguesa nacional latinoamericana haba sido definitivamenteresuelta slo despus de la muerte de Stalin. Esta asimetra es principalmente una

    consecuencia de las polticas roosveltianas del Buen Vecino que durante losaos treinta y cuarenta haban favorecido el acercamiento de la burguesa lati-noamericana a las posiciones de Washington51. As que, fue slo en 1954 cuandolos Estados Unidos se estaban ya encaminando hacia una reorientacin generalde su actitud hacia el nacionalismo en Asia y en Oriente Medio, que el Kremlinadopt una posicin de revisin de su visin precedente sobre los sectores me-dios latinoamericanos y decidi optar para un apoyo ms decidido a las elitesnacionalistas de clase media, presentes en los escenarios polticos continentales.As que, mientras se preservaba la alianza con los campesinos, eje central de las

    polticas soviticas en la regin, se propona que los partidos comunistas locales

    se alinearan tambin con la pequea burguesa que entre los aos 30 y 40 habavisto crecer exponencialmente su nmero y que haca del tema del desarrollo

    50 CLISSOLD, 1970: 11-13.51 No es casualidad que en 1953, Mariia V. Danilevich, una de las autoridades ms reconoci-

    das sobre Amrica Latina de la URSS, analizando la situacin de la lucha de clases en el continentesegn una perspectiva histrica, destacara como el aliado principal de la poltica exterior estadou-nidense durante los aos 40 a la burguesa latinoamericana, mientras que en otras partes del Mun-do, como Asia o frica, en los mismos aos la misma clase social era considerada como una poten-cial aliada de las polticas antiimperialistas soviticas. HOUGH, Vol.16/1 (1981): 124-143; 126.

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    industrial su objetivo central52. A partir de los aos 50 esa alianza deba contri-buir a lo que se iba definiendo como una lucha en contra del neocolonialismoestadounidense53.

    Cabe subrayar que el giro dado por la estrategia sovitica en Amrica Latinapareca interpretar bien el fenmeno de radicalizacin que, en los primeros aos50, afectaba justamente a los sectores medios de dichas sociedades. Este procesotena una doble explicacin en parte debido a las caractersticas implcitas de laestructura social latinoamericana, en parte justificado, por lo menos en su re-orientacin anti-neocolonialista, por la actitud diplomtica estadounidense madu-rada durante los ltimos aos de la presidencia Truman.

    Por lo que se refiere al primer punto, hay que destacar cmo en las socieda-des latinoamericanas, caracterizadas por estadios pocos maduros de industrializa-cin, se configura una situacin de debilidad econmica de las capas medias que

    perciben como una amenaza la competencia extranjera sobre todo cuando en pe-riodos de crisis de los precios internacionales el menor acceso de divisa extranje-ra dificulta la adquisicin de insumos industriales54. Como afirma Di Tella, estasituacin genera normalmente elites radicalizadas en los niveles medios o aunaltos de la sociedad que pueden asociarse tcticamente con los antagonismo delnivel obrero o campesino55. Este anlisis describe bastante bien el escenario lati-noamericano de los aos 50 donde las consecuencias de la crisis inflacionaria,debida a la cada de los precios internacionales, redujeron en manera bastantehomognea la estabilidad de las capas medias56.

    Al mismo tiempo, hay que considerar la cuestin de la percepcin de estas

    mismas clases frente a la conducta de la poltica exterior estadounidense. Unapoltica que, despus del momento de oro de los aos 30 y 40, empez a ser per-cibida en trminos crticos ya en los ltimos aos de la administracin Truman.En particular, era la poltica de sustitucin de la ayuda directa o mejor dicho lafinanciacin en dlares de los proyectos de industrializacin, con la as llamadaasistencia tcnica inaugurada por Truman bajo el paraguas del Point Four Pro-

    grama ser cuestionada por parte de las naciones latinoamericanas y, tambin, poralgunos sectores del mundo poltico estadounidense57. Este programa, aprobadoen 1950 por el Congreso estadounidense, consista principalmente en la transfe-

    52 ALEXANDER, 1957: 7.53 HOUGH, Vol.16/ 1 (1981): 124-143; 126-127.54 DIAZ ALEJANDRO, 1970.55 DI TELLA, 2002: 37.56 South America is Beset by Internal Inflation as World Prices Fall, The New York Times,

    (7 de Enero 1953): 47 y 72.57 Nelson Rockfeller se transform en un crtico bastante feroz de las polticas de Truman

    hacia el continente, contestando cmo la substitucin de la financiacin directa por medio de laasistencia tcnica fuese en realidad un indicador que demostraba la disminucin de la importanciadel hemisferio occidental en la agenda de poltica exterior de la nueva administracin demcrata.Good Neighbors Meet with New Strains, The New York Times, (7 de Enero 1953): 47.

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    rencia de conocimiento cientfico o tcnico-industrial desde Washington hacia lasreas econmicamente subdesarrolladas. Adems de representar una reduccinde la ayuda directa, hay que subrayar que los recursos destinados al hemisferiooccidental fueron inferiores con respeto a los invertidos por Washington en otrosescenarios58. El problema se agudiz todava ms cuando la administracin Ei-senhower adopt una poltica volcada hacia la substitucin de la ayuda pblica

    por la dotacin de inversiones productivas privadas estadounidense que, segnlos latinoamericanos, representaban una clara competencia con las actividadeseconmicas locales ms que una ayuda al desarrollo. Estos conflictos emergieronde manera bastante evidente durante el sexto encuentro del Congreso Interameri-cano de Comercio y Produccin donde el delegado norteamericano, Herbert H.Schell, advirti sobre las necesidades de fortalecer la empresa privada como ins-trumento de desarrollo econmico en contraposicin al estatismo econmico,

    causando fuertes quejas por parte del delegado argentino Alejandro Shaw59.La combinacin de estos dos elementos, el estructural y el relacionado con loscambios de poltica exterior estadounidense hacia el continente, reforz la estrate-gia sovitica, hacindola muy compatible con el escenario social real. No es enton-ces extrao que, desde la perspectiva estadounidense, la idea de una continuidadentre la experiencia frentista de los aos 30 y la amenaza de nuevos nexos entrenacionalismo y comunismo aflorara con preocupacin en los aos 50.

    Adems en Amrica Latina, en comparacin con los casos asitico y africano,el problema de las alianzas tcticas entre comunistas y nacionalistas presentabaotros elementos de complejidad. En frica, la capacidad de proyeccin sovitica se

    consideraba ms fcilmente controlable; en Asia, la eleccin de una va militarcomo se haba dado en Corea en 1948, o la eleccin de la revolucin armada, comoes el caso chino de 1947 o vietnamita de la dcada de 1950, haca fcilmente detec-table la estrategia sovitica. En ambos casos Mosc haba utilizado la cuestinnacional como instrumento para expandir su influencia, sin embargo, la adopcinde esta estrategia haba sido desde un principio bastante evidente por el empleo dela fuerza armada. En Amrica latina, los estadounidenses teman, al contrario, unaestrategia de infiltracin ms sutil por parte de los comunistas:

    Desde 1948, la lucha armada se ha vuelto una tctica revolucionaria de pri-mera importancia en Asia y en 1948 ha sido proclamada la principal forma delucha. La derrota de los comunistas en Corea ha llevado paulatinamente a unabandono de esta estrategia de violencia sustituida por una tctica de ms largaduracin que prev la infiltracin y la manipulacin de los as llamadosaliados temporales.

    58 As, por ejemplo, en el ao fiscal 1951-1953 sobre un monto total de 188.835.000 dolaresprevistos para financiar los proyectos de asistencia, 163,521,922 eran destinados al continenteasitico, 75,500,000 a Oriente Medio, mientras slo 37.592.500 a Amrica Latina. Point 4 Costfor 2 Years is Placed at 276 Million, The New York Times, (12 de Enero 1953): 10.

    59 Free Enterprise is Urged on Latins, The New York Times, (7 de Enero 1953): 68.

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    Los comunistas vuelven a seguir as, a rasgos generales, las tcticas des-arrolladas por el Comintern, antes de las de lucha armada, en las reas subdes-arrolladas que destacan la importancia de aprovecharse de los movimientos

    nacionalistas locales cuando esto pueda conducir a una erosin de la autoridadestablecida. En este sentido los nacionalistas son considerados slo como alia-dos momentneos de los que hay que librarse cuando se haya alcanzado el ob-jetivo propuesto60.

    El anlisis desarrollado por este documento del servicio de inteligencia delDepartamento de Estado habla de una diferenciacin de la estrategia soviticadespus del final de los aos 40. Entre 1948 y 1949 se identifica una fase asiti-ca basada en la lucha armada en referencia a la experiencia china y coreana.Despus de dicha fecha, debido a las dificultades encontradas en Corea, segn los

    Estados Unidos el Kremlin haba vuelto a emplear la herramienta frentista,intentando utilizar los movimientos nacionalistas como aliados temporales parauna progresiva conquista del poder, conseguido por medio de una paulatina ero-sin de las instituciones y del poder establecido.

    A partir de principios de la dcada de 1950, Washington vio en Amrica La-tina no tanto el peligro de una exportacin del modelo de lucha armada segn el

    paradigma asitico, como el riesgo que se desarrollara una estrategia ms encu-bierta, centrada sobre la convergencia tctica con los movimientos nacionalistasen el marco del orden legal. En noviembre de 1953, Milton Eisenhower cumpli,en calidad de enviado especial de la presidencia en Amrica Latina, un largo via-

    je recorriendo el continente. En su informe final, el hermano del presidente con-firmaba la presencia de un movimiento que l mismo defina como ultra naciona-lista y que presentaba peligrosos lazos de conexin con los comunistas locales:

    ....el ultra nacionalismo, con su ceguera frente a los intereses de largo pla-zo, desempea hoy da un papel retrgrado, empujado por agentes comunistascuya ayuda es, en algunos casos, aceptada por lderes polticos no-comunistaspor razones de ventajas polticas coyunturales61.

    Esta visin estaba extendida entre los servicios de inteligencia estadouniden-ses. Los resultados de una investigacin de una comisin del Senado estadouni-dense de 1959 que, a raz de los eventos relacionados con la insurreccin cubana,trat de comprender hasta qu punto el Caribe estaba bajo una real amenaza so-vitica son prueba de ello. Durante una de las audiciones de la comisin, unos delos testimonios ms interesante fue el del General C. P. Cabell, Deputy Direc-

    60 Record Group (RG) 59 National Archives (NARA) Washington D.C., Records of Compo-nent Offices of the Bureau of Intelligence and Research, 1947-1963, LOT87D33.

    61 Dr. Eisenhower Recommends New Ties With Latin America, New York Times, (22 deNoviembre 1953): 1 y 56.

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    tor de la CIAentre 1953 y 1962 y que haba ocupado de 1951 a 1953 el impor-tante cargo de Director del Joint Chiefs of Staff62. Es oportuno subrayar que enlos aos en que Cabell ocup el cargo de vice-director de la CIA, la agencia deinteligencia ms importante del pas tena una relacin estrecha con la presiden-cia Eisenhower, ya que Allan Dulles, hermano del Secretario de Estado, ocupabaen aquella poca su direccin. Volviendo al contenido del documento, Cabellexpuso a los senadores cul era la percepcin de los aparatos de seguridad sobrelas lneas de expansin sovitica en la regin. Segn el General, la estrategia delKremlin giraba alrededor de lo que defini como national liberation struggle:

    La as llamada lucha de liberacin nacional busca eliminar el problema dela debilidad numrica y poltica de los comunistas por medio de la ayuda deorganizaciones internacionales y de tcnicas de infiltracin y coordinacin. El

    objetivo inmediato de esta estrategia es provocar acciones polticas o revolu-cionarias por movimientos no comunistas, que sean sin embargo polticamenteinfluyentes con el fin de crear un ambiente en el cual el Partido Comunistapueda organizarse y expandirse libremente. Es en este marco que los comunis-tas esperan poder lograr la que ellos llaman transicin pacfica al socialismodurante la cual la burguesa nacional es tenida como un aliado provisional en elcontexto de un gobierno de unidad nacional que ser substituido en seguidapor una democracia popular controlada por los comunistas. En Amrica Latinala estrategia gira alrededor de la unidad sobre temas como la oposicin a lasdictaduras, el control de la inflacin, el deseo de una industrializacin ms di-nmica, la nacionalizacin de los recursos y unos mercados nacionales ms

    amplios y estables63

    .

    El testimonio del alto cargo de la CIA confirma que para el aparato guberna-mental estadounidense el problema de la compatibilidad entre nacionalismo peri-frico y socialismo era el factor de mayor preocupacin. Cabell aade algunoselementos de anlisis que completan la documentacin citada hasta el momento.El General afirmaba que, debido a la fragilidad estructural de los comunistas enel continente, la estrategia sovitica se basaba obligatoriamente en la bsqueda deuna alianza tctica con las capas medias latinoamericanas, es decir, los mismossectores que haban sido protagonistas del ciclo reformador de las dcadas de

    1930 y 1940. Para Cabell, la base del acuerdo tctico entre comunistas y burgue-

    62 Es uno de los mximos organismos de la administracin estadounidense, siendo la principalinstitucin de asesoramiento de la presidencia respecto a cuestiones militares. Est constituido porlos Jefes de las fuerzas de tierra, de aire y de mar y por el Jefe del cuerpo de los Marines.

    63 Committee on the Judiciary, United States Senate, Eighty-Sixth Congress, First Session,Communist Threat to the United States trough the Caribbean , hearings before the subcommittee toinvestigate the administrations of internal security act and other internal security laws, part III,testimony of General C.P. Cabell, Deputy Director, Central Intelligence, Agency, November 51959, United States Government Printing Office, Washington 1960. Library of Congress, Washing-ton D.C.

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    sa nacional era una serie de reformas como las nacionalizaciones, la reformaagraria, la estabilizacin del mercado interno y el refuerzo de los mecanismosdemocrticos de los sistemas polticos. Estas reformas representaban tambin la

    plataforma programtica de los regmenes reformistas latinoamericanos de losaos 30 y 40, como por ejemplo el Partido Autntico en Cuba, la Presidencia deArvalo en Guatemala, el Cardenismo en Mxico, el Estado Novo en Brasil o elFrente Popular en Chile. Sin embargo, los mismos temas eran centrales tambinen los programas del nacionalismo latinoamericano de los aos 50, como porejemplo el de Arbenz en Guatemala o el de Castro en Cuba. En otras palabras, lasmismas reformas que durante los aos de Roosevelt no haban representado unobstculo en las relaciones continentales se volvieron en los aos 50 sntomas

    peligrosos de posibles puntos de convergencia con los comunistas.Adems, si se confronta este documento con el precedente, donde se indicaba

    la decisin de Mosc de volver al empleo de la estrategia frentista despus delfracaso del modelo asitico de lucha armada, se nota una cierta corresponden-cia con el anlisis de Cabell, en particular donde ste afirma que en Amrica La-tina el problema no era tanto el de un enfrentamiento militar, como el de una

    progresiva infiltracin comunista a travs de la alianza entre partidos comunistaslocales y burguesa nacionalista.

    En su intervencin frente a la comisin senatorial, Cabell emple explcita-mente la expresin peoples democracy. Para el vice-director de la CIA, loscomunistas buscaban una alianza tctica con la burguesa nacional en el marco deun gobierno de unidad nacional, cuyo objetivo principal era el de llegar progresi-

    vamente a la construccin de una democracia popular. El empleo de la frmulapeople democracy por un cargo tan alto de la CIA parece indicar un paradigmabastante preciso, al que Washington haca referencia para prever las polticas deexpansin en el continente por parte de Mosc.

    Hay que recordar que la frmula peoples democracy era polticamenteajena al continente. Haba sido empleada por primera vez en la segunda mitad delos aos cuarenta, por el comunista blgaro y terico del frentismo popular,George Dimitrov, haciendo referencia a la posibilidad de que los partidos comu-nistas abandonasen la va revolucionaria en aquellos contextos en que se encon-traban en inferioridad estructural, para volcarse hacia la bsqueda de una alianza

    con la burguesa industrial, comercial y agraria64. Dicha estrategia era una actua-lizacin de la posicin frentista y haba sido pensada con el preciso objetivo defacilitar la absorcin de aquellos sistemas polticos colocados en las zonas que,despus de 1945, haban sido liberadas por el Ejrcito Rojo, es decir, la Europacentro-oriental. El concepto de democracia popular defina una solucin interme-dia entre el estado socialista y la social-democracia liberal, con un programa dereformas basado en un ambicioso plan de nacionalizaciones, reforma agraria y

    64 CLAUDIN, 1975: 461.

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    defensa de la integridad territorial. Este ncleo de reformas constitua la base deacuerdo de los comunistas con las fuerzas de la burguesa nacionalista65. Al mis-mo tiempo, la alianza tctica establecida con los sectores medios permita a lasfuerzas comunistas ocupar ministerios claves como el del interior, de seguridadnacional, de economa y del ejrcito66.

    Existen importantes analogas entre lo que Cabell identificaba como la estra-tegia de expansin de Mosc en los pases al sur del Ro Bravo y la que habasido la experiencia de la sovietizacin, bajo la frmula de las democracias popu-lares en Europa del Este. En el documento de Cabell, afloraba el miedo a que laalianza tctica entre comunistas y nacionalistas pudiese crear una situacin de

    progresiva ventaja para los primeros, gracias al control de puestos claves del apa-rato administrativo que permitiesen a Mosc hacerse con el control del estado.

    Por tanto, una primera motivacin para la maduracin de un pensamiento an-tinacionalista por parte de la elite poltica norteamericana derivaba desde el te-

    65 Tambin en la Europa del Este, as como en Amrica Latina, el nacionalismo haba sido porlo menos durante el siglo XX un fenmeno de capas medias.

    66 Este fue un recorrido bastante comn en todas las realidades del Este. Hugh Seton-Watsonlo ha resumido en tres fases que se adaptan a los diferentes estados de Europa oriental, SETONWATSON, 1985: 169-171. La primera era la alianza autntica, en la cual partidos de inspiracinideolgica diferente, con races en sectores distintos de la sociedad se aliaban sobre la base de unprograma comn de corta duracin, alrededor de principios encaminados a borrar la huella dejadapor los gobiernos de corte nazi, reformas econmicas y sociales moderadas y la adopcin de una

    poltica exterior neutral. Ejemplos de esta primera fase, que se podra ubicar temporalmente entrelos ltimos meses de 1944 y los primeros de 1945, pueden ser considerados la Alianza Antifascistaen la Alemania del Este, constituida por el KPD (comunista), el SPD (socialista), los liberales y loscristianos demcratas (BROGAN, 1990: 19), o la Alianza Agraria en Bulgaria liderada por GeorgeDimitrov y constituida por comunistas, socialistas y por el Partido Agrario. Desde el punto de vistasovitico el objetivo de esta fase era aumentar el consenso hacia los comunistas, mientras la ocupa-cin de ministerios claves en el gobierno garantizaba el control de poderosos instrumentos de poderen las manos del partido, CLAUDIN, 1975: 461. La segunda fase es identificada por Seton-Watsoncomo la de la alianza engaosa y se caracteriza por la presencia de un gobierno que formalmentesigue presentando elementos de pluralismo pero que est ya firmemente controlado por los comu-nistas. Los partidos agrarios y los liberales eran expulsados a la oposicin, mientras los comunistasescogan algunos exponentes destacados de la sociedad civil para que entraran a formar parte del

    gobierno, proporcionando as una imagen ilusoria de pluralismo. Esta fase se desarroll entre 1945y 1947 y se caracteriz por una fuerte presin por parte comunista sobre los partidos de oposicinno solamente desde el gobierno sino tambin a travs de los ncleos auto-organizados comunistasen contra de los cuales la polica asuma una actitud de neutralidad. Ejemplos emblemticos son elde la Polonia entre 1945-1947, cuando el gobierno firmemente en manos de los comunistas contabacon la presencia del liberal Mikolacjzyk o el de Hungra en el mismo periodo donde seguan en elpoder el Partido Comunista junto con el Catlico de Barankovics. Finalmente, la tercera fase es ladel rgimen monoltico en el cual los partidos comunistas asuman definitivamente el poder, obli-gando a los socialistas a una colaboracin forzosa o a una fusin bajo la frmula del Partido Unidode los Trabajadores. Se trataba de un recorrido menos radical que el previsto por una sovietizacininmediata y permita en alguna medida respetar una apariencia de legalidad para impedir una inter-vencin aliada.

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    mor a que la convergencia entre comunistas y nacionalistas creara un escenarioparecido a lo de Europa del Este entre 1947 y 1948. Esta afirmacin cobra mssentido si se considera que el presidente Eisenhower haba vivido en primera

    persona, como Jefe del Estado Mayor aliado, la impotencia de las fuerzas occi-dentales frente a la progresiva transformacin de los estados orientales en regi-menes comunistas. Parte de la campaa electoral de noviembre de 1952, se cen-tr precisamente en la propuesta republicana de un programa de poltica exteriorque rompiera con la supuesta debilidad de la diplomacia demcrata, consideradaresponsable directa de la adquisicin sovitica del control de toda Europa orientaly de partes importantes de Asia. Durante la campaa, el candidato republicanohaba criticado frecuentemente el abandono de las naciones orientales en las ma-nos del Kremlin:

    Tenemos que dejar claro al Kremlin que no desistiremos nunca en nuestrapoltica de ayuda y apoyo a los hombres y a las mujeres de estas tierras prisio-neras que buscan refugio en nosotros67.

    Eisenhower gan las elecciones de 1952 tambin gracias a los ataques con-tundentes en contra tanto de los acuerdos secretos de Yalta, que segn la opininrepublicana haban entregado Europa oriental a Stalin, como contra la estrategiade contencin sovitica seguida por Truman, proponiendo una poltica de contra-

    posicin ms rigurosa hacia la URSS. Bajo este enfoque se puede ver una lneade continuidad entre la progresiva intervencin estadounidense en Vietnam, la

    prudencia en la gestin de las relaciones con el nacionalismo africano y la con-tundencia con la que Washington actu en contra de la ambigedad del naciona-lismo latinoamericano como en los casos de Guatemala o del castrismo en Cuba.

    En un contexto de creciente hostilidad hacia el discurso nacionalista, la am-bigedad respecto a las relaciones con los comunistas fue un elemento objetivoque tuvo un papel decisivo en el escenario latinoamericano de los aos 50. Comoha afirmado Stephen Rabe, cuando Eisenhower acept apoyar las peticiones de laUnited Fruit Company, cuyas plantaciones haban sido expropiadas por la refor-ma agraria de Arbenz, lo hizo pensando estar actuando en contra de un gobiernonacionalista que de manera irresponsable dejaba espacio a la infiltracin de los

    comunistas en el gobierno del pas68. El problema, entonces, no era tanto Arbenzo sus reformas. El NSC en un documento de 1953 sealaba que el presidenteguatemalteco consideraba a los comunistas simplemente como una fuerza refor-mista ms que como aliados del Kremlin69. El problema para Washington era quelos compaeros de reformas de Arbenz lograran adquirir progresivamente el con-

    67 DIVINE, 1981: 15.68 RABE, 1988: 46.69 RABE, 1988: 47.

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    trol del poder y del estado centroamericano, causando una amenaza a la seguri-dad y a la imagen de los Estados Unidos.

    En el caso cubano la situacin fue parecida. Aqu tambin la caracterizacinnacionalista de Castro, la incertidumbre que Washington tena respecto a susrelaciones con los comunistas y el miedo a que una victoria castrista pudieseabrir el terreno al avance de los comunistas determin una actitud de hostilidadhacia el movimiento insurgente:

    Adems de poner en riesgo la seguridad de nuestros ciudadanos y de nues-tras inversiones, la ruptura del proceso democrtico en Cuba, no solamenteconstituye un mal ejemplo para las otras naciones del hemisferio, para nohablar del mundo, sino tambin proporciona un terreno frtil para el fortaleci-miento del comunismo en la isla. Los comunistas estn esperando el momento

    oportuno para entrar en juego, dejando a otros las tareas violentas, pero listospara intensificar sus actividades, en el momento en que se venga abajo el ordendemocrtico70.

    Las palabras de Dulles que se han citado al principio de este trabajo acerca dela relacin cordial que haba que mantener con los dictadores, definidos como lasnicas fuerzas confiables del continente, adquieren ahora su pleno significado. Enun contexto en que el nacionalismo pareca una fuerza cada vez ms cercana alKremlin, Washington se encontr privado de un interlocutor que haba representa-do su principal aliado durante los aos 30 y 40. Las dictaduras militares y civiles

    parecan proporcionar una garanta de mayor estabilidad y confianza y, en algunamedida, constituyeron para Washington la nica opcin alternativa al nacionalismoprogresista. De hecho, no se trataba de una situacin nueva para el ex-General. Yaen el invierno de 1942, cuando cubra el cargo de Jefe Supremo de la operacinTorch, el nombre en cdigo para el desembarco aliado en frica del Norte, Eisen-hower haba sido fuertemente criticado en dos ocasiones por haber antepuesto elobjetivo final a cualquier evaluacin de los medios para lograrlo.

    El primer caso fue el asunto Darlan. En el intento de ahorrar prdidas en lasfilas aliadas, Eisenhower haba logrado un compromiso con el Almirante Darlan,ministro de Defensa, Jefe de las Fuerzas Armada del Gobierno de Vichy y cono-

    cido colaborador de los nazis. Segn este acuerdo, Darlan habra ordenado a lastropas francesas de estancia en frica del Norte de no reaccionar frente al des-embarque anglo-americano. En cambio se le ofreca el mando poltico en las zo-nas franceses del norte de frica, la continuacin en cargo de los oficiales y fun-cionarios de Vichy y finalmente la prosecucin de las polticas hasta entonces

    puestas en marcha, inclusive la persecucin de los judos. Frente a las crticas que

    70 NARA RG59 Washington DC 737.00/11-2157 Office Memorandum, United States Go-vernment. To ARA-Mr. Rubottom, Form MID Mr. Weiland and Mr. Stewart. Possible UnitedStates Courses of Action in Restoring Normalcy to Cuba. Secret.

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