DES · 2019-10-05 · Unta la tarde en mi semblante yerto aterradora lobreguez, y sobre tu piel,...
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ENE- MAR 2019 NÚM. 0 TRIMESTRAL
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DES
Dirección editorial
Adrián Almonte
Consejo editorial
Valeria Bocanegra
Roxana Aguilar
Adonai Uresti
César Hernández
Corresponsales
Andrea Lárraga
Dalia García
Lorena Rojas
Editora gráfi ca
Montserrat Tristán
Redacción y corrección de estilo
Liliana Sánchez
Octavio Guerrero
DES
DESyerto, número 0, de enero a marzo de 2019, es una publicación trimestral
gratuita fundada en diciembre de 2018 y editada por estudiantes y egresados
de la carrera de Lengua y literatura hispanoamericanas de la Universidad
Autónoma de San Luis Potosí. Tiene como principales objetivos difundir
el conocimiento generado por la investigación académica de la UASLP y
otras instituciones nacionales y extranjeras e informar sobre los avances,
descubrimientos y teorías que se han obtenido en el área de la literatura. Av.
Industrias #101-A Fracc. Taller es C.P. 78399, tel. 8-32-10-00, ext. 9234 y 9235.
Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente refl ejan la postura
de la Universidad; el contenido publicado es responsabilidad de los mismos.
LA OBRA DE FERNANDO DEL PASO EN CUATRO PONENCIAS PRESENTADAS EN LA FCSYH DE LA UASLPPalinuro de México, mural neobarroco
por Roxana AguilarPalinuro el estudiante
por Leticia LeónFernando del Paso, un escritor cevantino
por Citlali RomeroDelirio a dos voces: historia y verdad simbólica en Noticias del Imperio
por Adrián Almonte
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CRÍticaApuntes (recientes) sobre una personalidad. Introducción a Soberbios ojos de tigre
por Daniel ZavalaParalelismos fi ccionales: La broma borgiana y La literatura nazi en América
por Liliana Sánchez
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Í NdiceBienvenida
por Adrián AlmontePresentación
por Joserra Ortiz
DOSsier
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NOVedadesRESEÑASBisonte mantra por Luis Jorge Boone
por David BendichoEl hambre heroica. Antología del cuento mexicano selección de Gabriel Rodríguez Liceaga
por Andrea Lárraga
LECTURASConocer y leer a más autoras mexicanas
por Lorena Rojas
ANECDOTARIOEnero, febrero y marzo
por Dalia García y Adrián Almonte
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CREAciónEl gatillo
por Adonai UrestiEl náufrago
por Andrés BriseñoPueblo olvidado por Dios
por Humberto RuizLa muerte es la suerte con una letra cambiada
por Vasthy Santoyo
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Unta la tarde en mi semblante yerto
aterradora lobreguez, y sobre
tu piel, tostada al sol, el sobre
y el sepia de las rocas del desierto.
MANUEL JOSÉ OTHÓN, IDILIO SALVAJE
BIENVENIDA
Nos gusta pensar que seguimos una vieja
costumbre. El período de 1915 a 1935
resultó ser una etapa fructífera para las revis-
tas estudiantiles en San Luis Potosí. Figuran
los títulos Juventud, Adelante, Higieya, Centro, Ba-
chiller y Vida Universitaria entre otras, creadas
por las Asociaciones de Estudiantes Potosinos.
Una revista como esta comparte rasgos con
aquellas formas de antaño que se resisten al ol-
vido, a su lectura y referencialidad, pero tam-
bién anunciará vasos comunicantes con lo que
la cultura anglosajona denomina una Review,
que nos hace pensar más en términos como
“crítica” o “revistar” y menos en los que atrae
la palabra Magazine. La idea central se conjuga
desde aquí, desde la noción de repasar y rever
lo que tenemos, los retazos de nuestra cultu-
ra inmediata. Desde luego que esto también
nos motiva a despertar. A cultivar un sentido
de comunidad y diálogo que parece cada vez
más olvidado entre nuestras generaciones.
Bajo el nombre de Desyerto llevamos la fe de
bautizo. Un nombre que sugiere dos o acaso
más lecturas posibles. Hoy nos sentimos más
de allá que de acá, alejados cada día más
del centro, uno que ya es marginal. Nuestras
deudas sentimentales a la llamada “literatura
del norte” parecen ir in crescendo. La frontera
árida comienza aquí, aquí empieza el norte y
hacia allá se propaga el desierto. Ahora bien,
nos hemos tomado el tiempo de repensarnos,
de redescubrirnos y reconociéndonos con el
“semblante yerto”, la “piel, tostada al sol”
(imagen en honor a M.J. Othón), encontramos
las afi nidades y nos entendimos como una
mínima generación en busca de un foro, una
plataforma de letras. Desyerto, la fuerza de este
prefi jo nos niega y nos invierte, “enterrados
pero vivos” es el lema. Buscamos una comuni-
dad que no está en comunión, a las voces que
hablan solas, las que se pierden entre susurros,
a las ideas innatas.
Podría concluir, esperanzado, que las pala-
bras vertidas en esta revista forman parte de
un coro de voces perdidas, sin embargo, las
habrá perdurables, las habrá nuevas, y segu-
ro, como ya he dicho, las habrá negadas, las
habrá invertidas. Le ofrecemos al probable
lector de este y futuros números eso mismo,
ante ustedes la generación del abismo. Somos,
como dijo alguna vez Almafuerte en algunos
versos recordados por algunos, la expresión del
vacío, de lo infecundo y de lo yerto, como ese polvo de-
sierto donde toda hierba muere… Los muertos que
quieren que no los tomen por muertos.
Adrián Almonte03
Poeta, pintor, diplomático, académico de
la lengua e incluso cocinero, Fernando
del Paso es más que nada recordado como
uno de los más grandes y arriesgados pro-
sistas no solo en México, sino en la nación
internacional de la lengua española. Su fa-
llecimiento, ocurrido en noviembre de 2018,
apenas tres años después de haber recibido
el reconocimiento más importante de la li-
teratura en nuestro idioma, el Cervantes, se
dio justo en el momento en que su obra y su
fi gura volvían a situarse en el centro del diá-
logo político y literario nacional. No es que
haya sido un autor secreto ni olvidado, nada
más lejano de eso, pero sí es verdad que, ante
un panorama editorial sobrepoblado de no-
vedades, y en un campo artístico como el
mexicano en que la mayoría de los escritores
reconocidos publican sus abultados archivos
a una velocidad de vértigo, la cuarta y últi-
ma novela de del Paso, Linda 67. Historia de
un crimen, había llegado a librerías en 1995.
Por supuesto que no se quedó de brazos cru-
zados y, entre esa novela y los últimos años
de su vida, el también autor de las clásicas
José Trigo (1966), Palinuro de México (1977) y
Noticias del Imperio (1987), mantuvo un ritmo
incansable de producción, publicando ensa-
yos de literatura e historia, títulos infantiles,
dramaturgia, colecciones de cuentos y poe-
mas y, también, un recetario. Igualmente,
fueron los años en que más se consolidó
como intelectual público, ingresando a la
Academia Mexicana de la Lengua y al Co-
legio Nacional, y obteniendo los premios y
reconocimientos más prestigiosos a los que
puede aspirar un escritor mexicano, como el
Alfonso Reyes y la Medalla Sor Juana Inés
de la Cruz, junto al ya mencionado Cervan-
tes y, en 2007, coincidente con el inicio de la
infame “guerra contra el narco”, el Premio
FIL de Guadalajara. Vale la pena mencionar
esta última coincidencia, porque el discurso
y la fi gura pública de Fernando del Paso,
siempre estuvieron o siguen estando ligados
a la inconformidad política y el respeto de
la paz y la justicia, sobre todo en el contexto
de la persecución ofi cial. Los temas de sus
04
PRESENTACIÓN
primeras dos novelas, sin ir más lejos, tran-
sitan y entraman confl ictos ideológicos y
políticos particularmente problemáticos en
nuestra historia reciente, refl exionados por
del Paso casi en su inmediatez. En ambos
casos—el de José Trigo y la huelga ferroca-
rrilera del 59, y el de Palinuro en medio de la
masacre estudiantil del 68—destaca lo que
no se puede leer de otra manera que no sea
la de un compromiso intelectual y profundo
con las causas más justas que son las de los
más débiles. No por nada, el autor todavía
alcanzó a pronunciarse por los 43 estu-
diantes desaparecidos en Iguala, la punta
representativa de un iceberg de desolación
y violencia en que se convirtió México en el
siglo XXI. Es en el reconocimiento de esta
cualidad que muchos lectores han entablado
una complicidad anímica con la novelística
de Fernando del Paso. Se trata, sobre todo,
de una complicidad que es también estética,
porque, como siempre se suele destacar, el
manejo que tuvo del lenguaje, la manera en
que entendió al hecho literario como un acto
de arquitectura o escultura a través de la pa-
labra, no ha tenido parangón jamás. Fue un
artista en el sentido más completo y comple-
jo del término, incansable batallador de su
material de trabajo al que con paciencia le
dio la cualidad del agua y el viento: libertad
desbocada y concentrada al mismo tiempo.
Por eso celebro la existencia de este primer
volumen de la revista Desyerto, en el que cua-
tro jóvenes ensayistas visitan de nuevo algu-
nas de las catedrales lingüísticas en las que
del Paso transformó la palabra, nunca con-
fi nándola sino dándole la centralidad que
merece. Los textos repasan especifi cidades
muy notorias de la novelística del Fernando
del Paso, como sus recursos fi gurativos o sus
infl uencias y diálogos con la gran tradición
literaria en español. Son breves umbrales a
la maravilla de una obra que fue breve pero
nunca se acaba.
Joserra Ortiz
DOSsier
PALINURO DE MÉXICO, MURAL NEOBARROCO
Roxana Aguilar
A lo largo de la historia, el canon de la
narrativa hispanoamericana estuvo
compuesto, en su mayoría, por novelas que
presentaban al lector una historia clara, con
personajes defi nidos y un espacio y tiempo
determinados. Sin embargo, partir del siglo
XX, autores como Juan Rulfo, José Lezama
Lima, Julio Cortázar y Guillermo Cabrera
Infante desafi aron este modelo y decidieron
escribir obras que rompían con todas las re-
glas, en las que ya no existe una anécdota cla-
ra sino historias fragmentadas y un lenguaje
deformado, experimental y alegórico.
Palinuro de México (1977) de Fernando del
Paso, forma parte del grupo de escritores que
incursionaron en esta clase de novelas en las
que predomina una intención lúdica. Produ-
ce una obra cuyo lenguaje es el elemento pri-
mordial y donde la intención fi ccionalizadora
se percibe en todos sus niveles. Al leer esta esta
novela se distinguen varios elementos, tanto
lingüísticos como diegéticos, que la unen con
novelas que han sido clasifi cadas dentro del
llamado neobarroco americano, como Para-
diso (1966) o Tres tristes tigres (1965).
Analizar el texto de Del Paso desde esta es-
tética (propuesta en primer lugar por autores
como Lezama Lima y Carpentier, para pos-
teriormente ser retomada por Severo Sarduy
en su ensayo “El barroco y el neobarroco”
(1972) y Omar Calabrese en La era neobarro-
ca (1987), críticos que ayudan a comprender
mejor la novela.
En su ensayo, Sarduy advierte la presencia
de la estética barroca en algunas manifesta-
ciones artísticas de la cultura hispanoame-
ricana hasta el punto de convertirse en una
expresión típica de la misma. Sin embargo,
a diferencia de Lezama Lima o Carpentier,
Sarduy no pretende explicar el barroco y el
neobarroco en términos históricos o ideoló-
gicos, sino que presenta un intento por res-
tringir el concepto y: reducirlo a un esquema
operatorio preciso, que no dejara intersticios,
que no permitiera el abuso o el desenfado
terminológico de que esta noción ha sufrido
recientemente y muy especialmente entre no-
sotros, sino que codifi cara, en la medida de
lo posible, la pertinencia de su aplicación al
arte latinoamericano actual. (Sarduy, 1972,
p. 168)
Tanto el barroco como su heredero, el neo-
barroco, son estéticas de ruptura en las que
se renuncia al nivel connotativo, al enunciado
lineal. Ambas estéticas buscan tensar los lí-
mites hasta transgredirlos y crear una nueva
expresión. Tal como menciona Roberto Bola-
ños Godoy, “el neobarroco en sí mismo ya es
un contradiscurso de inestabilidad. Uno que
se caracteriza por el exceso, el derroche, la
desmesura y la excedencia tanto en conteni-
dos como en formas, en estructuras discursi-
vas y en su recepción” (2014, p. 56). Es una
tendencia que, al mismo tiempo, difi ere de la
vanguardia y del tradicionalismo, entablando
una relación única con la ruptura y el legado.
Todas estas características se pueden ob-
servar en Palinuro de México, pues es una
novela que construye con una “intrincada
construcción verbal un mundo igualmente
extraño y enloquecido” (Arteaga, 2001, p.
17). Por medio del lenguaje, Del Paso rompe
con las convenciones, fabrica una realidad
nueva, pues, aunque el mundo narrado tiene
como referente directo a la Ciudad de México
de los años sesenta, no se trata de una copia
exacta de esta realidad, sino de un universo
sustituto, una realidad referencial fi ccionali-
zada, creada mediante metáforas e imágenes
caóticas. Dentro de este universo, la realidad
se transgrede y se transmuta en una realidad
sustituta que mutila, enrevesa y cuestiona las
verdades tangibles. En esta artifi cialización
se distinguen tres mecanismos que favorecen
la ambigüedad y difusión semántica: la susti-
tución, la proliferación y la condensación.
La proliferación, para Sarduy, consiste en
eliminar el signifi cante de un signifi cado
dado, reemplazándolo por una cadena de
signifi cantes que progresa metonímicamente.
En otras palabras, consiste en la acumulación
de signifi cantes para crear un nuevo signifi -
cado. En Palinuro de México “encontramos
una obsesión por acumular información, re-
ferencias, datos, conceptos. La acumulación
se expresa a veces mediante enumeraciones 06
La daguerrotipomanía, 1839. Théodore Maurisset. Litografía; The J. Paul Getty Museum.
interminables y comprende todas las
variantes posibles […]” (Vidaurre,
2004, p. 109). Estas enumeraciones
se pueden presentar de forma orde-
nada o totalmente caótica, pueden
tener un propósito metafórico o ca-
recer completamente de signifi cado,
adquiriendo un carácter deceptivo.
Uno de los ejemplos más claros lo
encontramos en el capítulo “Unas
palabras sobre Estefanía” donde se
hace un recuento de todas las carac-
terísticas de la prima de Palinuro y se
menciona que en la casa de Palinuro
hubo “alas trasparentes, alas negras,
alas de mariposa, alas de querube,
alas llovidas, alas nacientes y alas de
Altazor paracaidista. […] Alas tri-
colores como las alas de los ángeles
[…]. Alas pardas con ojos de pavo-
rreal […]” (Del Paso, 2013, p. 80).
La sustitución, por otro lado, es el
proceso mediante el cual el signifi cante es sus-
tituido por otro totalmente alejado semántica-
mente de él y que sólo funciona en el contexto
del relato. Se cambia un elemento por otro,
con el que no se relaciona en la cotidianeidad
y así se refuerza la idea de ruptura y resig-
nifi cación con la realidad. Este mecanismo
tiene como objetivo abrir una brecha entre
lo nombrante y lo signifi cado, en oposición al
estrecho margen de posibilidad que tiene lu-
gar en el arte clásico y, además, permite crear
una nueva realidad o afi rmar una realidad
referencial fi ccionalizada. Como ejemplo de
este mecanismo encontramos dentro de la no-
vela el siguiente fragmento donde “plancton
oscuro” sustituye a la vagina de Estefanía:
La piel de esa espalda suya, recorrida a todo
lo largo y a todo lo dulce por una cordillera
de escalofríos que se podían leer con un solo
dedo como el alfabeto Braille hasta llegar al
trampolín puritano del hueso cóccix y desde
allí darse un chapuzón en busca de
mayores fechorías, plancton oscuro,
estrellitas peristálticas.
(Del Paso, 2013, p. 74)
El tercer procedimiento para lo-
grar la artifi cialización es la con-
densación. Este mecanismo se
puede defi nir como el choque y
condensación de dos términos de
una cadena signifi cante de los que
surge un tercer término que resume
semánticamente los dos primeros.
En palabras de Sarduy, “Si en la
sustitución el signifi cante es escamo-
teado y remplazado por otro y en la
proliferación una cadena de signi-
fi cantes circunscribe al signifi cante
primero, ausente, en la condensación
asistimos a la ‘puesta en escena’ y a
la unifi cación de dos signifi cantes
que vienen a reunirse” (1972, p. 174).
Por ejemplo, podemos mencionar
los peluches que Palinuro crea para su bebé
mientras Estefanía está embarazada, pues
son la mezcla no solo del nombre, sino de las
características de los animales que une para
fabricar los juguetes.
Otro elemento característico del neobarro-
co para Sarduy es la parodia, entendida como
07
la deformación o desfi guración de un texto
anterior, donde un texto puede apropiarse de
otro, adaptarlo, absorberlo o transformarlo.
Este procedimiento obliga a una lectura en fi -
ligrana que crea un enfrentamiento de voces
distintas que provienen de textos distintos.
Para lograr este diálogo entre los diferentes
textos, Sarduy propone dos procedimientos:
la intertextualidad y la intratextualidad. El
primero consiste en la incorporación de un
texto extranjero al texto, su collage o super-
posición a la superfi cie de este, mientras que
la intratextualidad se refi ere a los textos que
no son introducidos en la aparente superfi cie
plana de la obra como citas y reminiscen-
cias, sino que participan del acto mismo de
la creación. Aquí hay que enfocarse en la
intertextualidad, pues es lo que permite más
claramente mostrar el diálogo entre obras y
uno de los elementos convierte a esta novela
en una obra polifónica.
Según Celorio, la intertextualidad se ma-
nifi esta “en la inclusión ya literal, ya modi-
fi cada, aunque reconocible, de otros textos.
Así considerada, la parodia implica un doble
discurso, una doble textualidad: un discurso
referencial, previo, conocido y reconocible,
que es deformado, alterado, escarnecido, lle-
vado a sus extremos por el discurso del barro-
co” (2001, p. 22). En Palinuro la mayoría de
las marcas intertextuales son explícitas, por
lo que el autor deliberadamente deja huellas
para que el lector pueda unir las piezas; sin
embargo, la habilidad para reconocer los re-
ferentes dependerá de lo que el lector conoz-
ca, de su acervo cultural.
Nota Vidaurre que, en Palinuro de México,
la intertextualidad aparece en “la inserción
de un personaje o de una frase de otro texto
en un contexto que le resulta ajeno” (Vidau-
rre, 2004, p. 109). En la trama nos encontra-
mos con esa “red de conexiones” que Sarduy
entiende propias de lo barroco, y “cuya ex-
presión gráfi ca no sería lineal, bidimensional,
plana, sino en volumen, espacial y dinámica”
(1972, p. 175). En cada página encontramos
referencias tanto a otros libros como a otras
formas artísticas: se mencionan obras de tea-
tro, pinturas, música, fi lmes, etc. Tal como
menciona José Ramón Ortiz (2015) en “Pa-
linuro de México, algunas consideraciones”:
“Su habla mítica no escatima en referencias y
construcciones a partir de una multiplicidad
de referentes posiblemente inabarcable para
la mayoría de sus lectores”. Por ejemplo, en los
capítulos “Estefanía en el País de las Maravi-
llas” y “Viaje de Palinuro por las Agencias
de Publicidad y otras Islas Imaginarias” hay
claras referencias a las obras de Lewis Caroll
y Jonathan Swift. Así mismo, en el capítulo
“El ojo Universal” se hace alusión a la obra
Histoire de l’œil (1928) de Georges Bataille,
así como a la ópera de Gioachino Rossini, Il
Barbiere di Siviglia. Otro caso de intertex-
tualidad se encuentra en ciertas frases que
remiten a otros textos, como “Pero en todo
caso menos que viento y agua, menos que
cenizas o harina, menos incluso que polvo, y
ni siquiera polvo enamorado”, que alude, ob-
viamente, al famoso poema “Amor constante
más allá de la muerte” de Quevedo.
Cabe destacar que “la intertextualidad en
Palinuro no parte de una necesidad de des-
colonización, […] ni nace de un sentimiento
de marginación cultural”, como distingue
García Peña. Es una muestra de un escritor
latinoamericano que se siente partícipe y
copropietario de la civilización occidental.
El neobarroco, al ser un arte de contracon-
quista, permite que el autor reciba una gran
tradición y, lejos de disminuirla, la devuelva
acrecida. Del Paso logra aceptarse heredero
de los grandes textos de la gran Romanía,
por lo cual tiene el derecho de usarlos y mo-
difi carlos a su gusto.
Tomando en cuenta todo lo anterior, pode-
mos decir que Palinuro de México es una obra
que conjunta todas las características propias
del neobarroco hispanoamericano y en la que
las distintas voces que podemos percibir me-
diante la intertextualidad crean una novela
polifónica. Esta novela de Del Paso cumple
con lo que Lezama Lima plantea como una
característica del barroco americano “una
apetencia de frenesí innovador, de rebelión
desafi ante, de orgullo desatado, que lo lleva a
excesos luciferinos” (1969, pp. 53-54). Es una
novela que toma la tradición para reinventar-
la y darle un nuevo enfoque, una novela que
“transforma todo su material original en algo
completamente nuevo, contenido y cargado
de una renovada signifi cación en los límites
del propio texto” (Ortiz, 2015).
Arteaga, Marlene. (2001) “Algunos elementos neobarrocos en Palinuro de México”, Revista Letras, 60, 17-39.Bolaños Godoy, Roberto. (2014) “Omar Calabrese, teórico del neobarroco.” Inventio. 10 (21), 53-60. Celorio, Gonzalo. (2001) “Del barroco español al neobarroco hispanoamericano”. Cátedra latinoamericana Julio Cortázar, 6-25. Del Paso, Fernando. (2013) Palinuro de México. México: FCE. García Peña, Lilia L. (1998) Intertextualidad e historia en Palinuro de México (Tesis doctoral). El Colegio de México.Ortiz, José Ramón. (2015) “Palinuro de México, algunas consideraciones”. Tierra adentro. Recuperado de www.tie-rraadentro.cultura.gob.mx/palinuro-de-mexico-algunas-con-sideraciones/.Sarduy, Severo. (1972) “El barroco y el neobarroco” en César Fernández Moreno (coord.) América latina en su literatura. México: Siglo XXI / UNESCO, 167-184.Vidaurre, Carmen. (2004) Galería de ecos: análisis sobre narrativa mexicana. Guadalajara: U. de G.
08
La masacre de los inocentes (sin el abeto), 1513-1515. Marcantonio Raimondi. Grabado; The Cleveland Museum of Art.
PALINURO EL ESTUDIANTELeticia Ramírez
P alinuro de México (1977), es la segunda
novela del escritor mexicano Fernando
del Paso, una novela fragmentada, constitui-
da por pequeñas historias que se formulan de
maneras diversas y que existen en diferentes
realidades. Fernando del Paso crea peque-
ños mundos, islas, que pueden defi nirse en sí
mismas pero que están en constante diálogo
entre ellas.
Aunque Palinuro de México es una lectura
compleja estructuralmente, la novela es en-
tendible y su lenguaje, a pesar de ser sintácti-
camente elaborado y claramente infl uenciado
por el neobarroco, tiende a lo coloquial.
Fernando del Paso tiene un gran manejo
del lenguaje. Logra crear el mundo a partir
de un relato. Crea una fi esta temporal en su
novela, convergiendo en esta personajes que
existen en diferentes realidades geográfi cas,
históricas y sociales; y que a pesar de estas di-
ferencias, dialogan y se infl uyen mutuamente.
Hay un juego fi ccional que impide conciliar
elementos reales e imaginarios, crea una di-
cotomía que divide lo real de lo imaginario, lo
formal de lo lúdico, lo científi co de lo mágico; 09
sin embargo, estas oposiciones siempre están
en contacto y se manifi estan incluso dentro
de los personajes.
Palinuro de México podría considerarse como
una Bildungsroman o novela de formación,
defi nida como “El relato que aborda la pe-
ripecia de un personaje en su periplo hacia
la edad adulta, subrayando todos aquellos
episodios y pasajes que jalonan la progresiva
construcción de su conciencia y de su iden-
tidad” (Escudero, 2007-08, p. 3). La novela
se construye con Palinuro al centro pero to-
mando en cuenta también la globalidad de
su vida familiar y su contexto histórico; en
palabras de Lilian Bendayan, “A través de
la reconstrucción del proceso global de su
vida, la novela se construye alrededor de tres
grandes secuencias: la infancia de Palinuro,
su adolescencia y su trágica muerte.” (Benda-
yan, 1990, p. 11).
Siguiendo este esquema, Palinuro de México
puede dividirse en tres partes. En la prime-
ra conoce a Estefanía, y adquiere por medio
del tío Esteban su pasión por la medicina. La
segunda parte lo desplaza a un cuarto en la
Plaza de Santo Domingo, donde vive su amor
con Estefanía. Aquí el personaje se desdobla
en Palinuro personaje y en Palinuro narra-
dor. El narrador profesa, a la vez, su amor por
Estefanía y su anhelo de ser médico, mien-
tras que el personaje, vive sin inhibiciones y
se interesa y participa en las protestas de los
estudiantes. Finalmente, la tercera se conecta
con el contexto político-social de la época y
lleva a la muerte de Palinuro en el contexto
del movimiento estudiantil de 1968.
Esta novela se desarrolla dentro de dos
mundos: el real y el imaginario. En el ima-
ginario tiene como eje central la fi gura de
Estefanía y el amor que le profesa; por otro
lado, en el mundo real están la medicina y la
historia familiar de Palinuro. En este plano
es donde Fernando del Paso, introduce pau-
latinamente los intereses y la preocupación de
Palinuro por la lucha de los estudiantes y su
apoyo para ellos.
Entre los temas que más resaltan dentro de la
novela, es la representación que hace del Paso
de uno de los movimientos más signifi cativos
para nuestro país: el movimiento estudiantil
de 1968. Podemos encontrar en Palinuro el
espíritu estudiantil de la época, con la vita-
lidad de la juventud, las ganas de un mejor
futuro, la necesidad de justicia. Del Paso dejó
una nueva versión de los hechos. La masacre
de Tlatelolco es un factor determinante en
ella a pesar de que solo se le da un capítulo en
concreto a lo largo de la novela. El protago-
10
nista hace numerosas referencias a los episo-
dios de huelga. Así como a las injusticas que
cometían el gobierno y las fuerzas armadas
en contra de los estudiantes. Palinuro es uno
de los tantos estudiantes que perdieron la voz
durante ese periodo.
Volviendo a la relación entre el mundo real
y el imaginario, es en esta tercera parte, en el
capítulo “Palinuro en la escalera o el arte de
la comedia”, donde se ubica a la novela den-
tro del movimiento político de fi nales de los
60. Y aunque Palinuro también pertenece al
movimiento del 68, es el primo Walter quien
refl exiona directamente al respecto de la
causa del problema: “¿Cómo es posible, por
ejemplo, que los periódicos digan «el cadáver
del estudiante fue encontrado en una zanja»,
[…] como si su cuerpo fuera un objeto (y sin
embargo es un objeto, un montón de objetos)
para llevárselo en brazos, si está muerto, o
ayudarlo a volver a la vida, a caminar y a
soñar, si está vivo?” (Del Paso, 2013, p. 515).
Palinuro fue escrito y concebido en medio
de un país lastimado por su gobierno, un país
que masacró y censuró a sus universitarios.
Como protagonista, Palinuro representa a los
estudiantes que se quedaron sin voz y sin ros-
tro, sin ser más que un cuerpo sin reconocer.
Palinuro es uno de los estudiantes que lucha-
ron por sus ideales, que sufrieron los ataques
y que padecieron las innumerables injusticas
del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, reclama
que sólo hay libertad para explotar al pueblo
y para crear monopolios: “¡Claro que sabe-
mos que hay libertad! ¡Libertad para crear
sindicatos blancos! ¡Libertad para explotar
al pueblo! ¡Libertad para crear monopolios!”
(Del Paso, 2013, p. 590). Es uno de los estu-
diantes que perdieron la vida el 2 de octubre
de 1968.
Es interesante cómo Fernando del Paso
recrea esta matanza y representa en su per-
sonaje a todo un colectivo. “Palinuro en la
escalera o el arte de la comedia”, se presenta
a manera de obra de teatro dividida en cua-
tro partes, una por cada piso superado, que
son, a la vez, cada parte de la historia que nos
cuenta Palinuro: describe cómo se infi ltraron
personas ajenas al movimiento, la represión,
la confusión y la falta de organización que
condujeron a la tragedia del 2 de octubre.
A pesar de describir visceralmente los acon-
tecimientos, Del Paso logra hacer humor den-
tro de la tragedia, este capítulo es uno de los
más signifi cativos para la novela, pues relata
la muerte de Palinuro, y a pesar de ver el su-
frimiento del protagonista, también vemos la
parte cómica, que refl eja que el mundo sigue
su curso y no se detiene por nada. Igualmen-
te, en este capítulo se nota el contraste entre
Palinuro y Estefanía, pues mientras él sufre
por llegar a su piso y narra todo lo que suce-
dió, Estefanía ríe por la gran noche que pasó.
Por esto, este es uno de los capítulos más cru-
dos y realistas de la novela, que contrasta con
lo lúdico del resto. Donde las acotaciones y el
personaje de la Muerte Ropavejero nos van
adentrando en la tragedia. El personaje de la
Muerte nos explica qué fue lo que pasó en el
confl icto estudiantil y nos invita a ser perso-
najes de la obra, con la única exigencia de
conocer el argumento.
Pocas novelas mexicanas están tan relacio-
nadas con este evento histórico como Palinuro
de México, una sátira que crítica y se burla de
la sociedad de la época y del gobierno opre-
sor. Una sátira de un episodio histórico que
pareciera muy lejano, pero no lo es.
Incluso desde su protagonista, Palinuro de
México es una novela polifónica: habla la voz
de un joven estudiante de medicina, también
la de un joven admirador, soñador y enamo-
rado; pero, sobre todo, la de un joven crítico
y políticamente consciente.
Palinuro representa a aquellos jóvenes con
ganas de justicia. La represión del movimien-
to estudiantil de 1968 generó una enorme
reacción, y debido a la censura, fueron varios
los escritores que encontraron en la literatura
una manera de manifestarse y no dejar que
esa fatídica noche quedara en el olvido.
“2 de octubre no se olvida” es el tan co-
nocido lema que se usa para recordar a los
estudiantes que perdieron la vida, a un pue-
blo que tiene memoria. El caso específi co del
joven Palinuro nos recuerda que cualquiera
puede tener el mismo fi nal; por eso no solo es
una representación de lo que fuimos, sino de
lo que somos, de lo que seremos y de lo que
pudimos haber sido.
Bendayan, Lilian. (1990) Palinuro de México: Fernando del Paso. Caracas: Equinoccio/ Universidad Simón Bolívar.Del Paso, Fernando. (2013) Palinuro de México. México: FCE.Escudero Prieto, Víctor. (2007-2008) Refl exiones sobre el sujeto en el primer Bildungsroman, Departamento de Filología Románica Universitat de Barcelona.
11
Relacionar a Miguel de Cervantes y
Fernando del Paso, nos remite de inme-
diato al humor que caracteriza a sus obras;
basta con recordar alguna de las aventuras de
Don Quijote como la lucha contra los molinos
de viento o las aventuras de Palinuro por las
agencias de publicidad y otras islas imagina-
rias. Tomando en cuenta esta convergencia
entre ambos autores, se hará una lectura
comparativa entre el episodio “Palinuro en
la escalera o el arte de hacer comedia” y el
entremés cervantino “El retablo de las mara-
villas” (1615) para intentar divisar los vínculos
existentes entre ambos autores.
Hemos de recordar que el primero, es el
único capítulo dentro de la novela Palinuro
de México (1977) que está escrito como una
comedia y en el que se da muerte al protago-
nista, después de ser golpeado en el Zócalo de
la Ciudad de México por un tanque, en medio
de la manifestación estudiantil del 2 de octu-
bre de 1968. Por su parte, en “El retablo de
las maravillas”, como describe el académico
Erwin Haverbeck “Cervantes ha escenifi ca-
do una burla con antiguas raíces folklóricas”
(1985, p. 57), en el que Chanfalla, dueño del
retablo, asegura que solo podrán verlo aque-
llos de sangre pura, sabiendo que todo es
mentira y no hay ningún animal o persona
saliendo del retablo. Una crítica burlesca del
pensamiento de la época.
En la presente lectura, y para entender cuál
es el punto en común entre el entremés y la
comedia, contemplo las características esen-
ciales de los entremeses, particularmente los
cervantinos, observadas por Haverbeck y
luego por Vicente Pérez de León. Haverbeck
(1985) en su artículo “Origen y características
del entremés”, defi ne al entremés como una
pieza teatral breve en la que se satirizan las
costumbres y tipos humanos de su época. Des-
taca, como característica esencial, que todo es
hilarante para el espectador: las imperfeccio-
nes del ser humano, sus instituciones, el bien y
el mal, la alegría y la tristeza; que en ocasiones
puede alcanzar un efecto denunciador.
Ahora bien, Manuel Gómez García (1998),
en el Diccionario Akal de Teatro, defi ne
FERNANDO DEL PASO, UN ESCRITOR CERVANTINO
Citlali Escandón
a la comedia como el género dramático
tradicional, contrapuesto a la tragedia. Este
tiene como fi n, reconocer (mediante la risa del
público) los vicios y defectos de las personas
para elaborar una crítica hacia ellas y sus ins-
tituciones, además que cuenta con un desen-
lace placentero u optimista. Tomando esto en
cuenta, es importante anotar que, aunque el
capítulo de “Palinuro en la escalera”, no tiene
fi nal optimista, sí contiene una crítica evi-
dente a determinadas personajes arquetípicos
como el policía, el burócrata o el médico. Por
lo tanto, dadas sus características, a pesar de
que este texto dramático contenido en Palinu-
ro de México podría identifi carse con la tra-
gicomedia, para compararla con el entremés
cervantino basta con considerar los elementos
de la comedia que en él se identifi can.
En palabras de Haverbeck el entremés y
la comedia convergen en que los personajes
dignos y el mundo sublimado de la comedia
coexisten con los personajes plebeyos, con las
situaciones cotidianas, con el excesivo “realis-
mo” que caracteriza la sátira, la caricatura y
la parodia burlesca del entremés. Coexisten
la idealización y la degradación. Comedia y
entremés son dos deformaciones antagónicas
y polares que se apoyan ambas en la exagera-
ción (Haverbeck, 1985, p. 54).
Particularmente, de los entremeses cervan-
tinos, el autor destaca cuatro características:
primera, que cuentan con perspectiva y am-
biente; segunda, que se delinea bien la indi-
vidualidad de los personajes; tercera, que el
humor es uno de sus elementos esenciales; y
cuarta, que los personajes cómicos se dividen
en dos grupos: los pasivos, que representan la
incomprensión de las normas; y los activos,
que habitualmente son los urdidores de enga-
ños, falsedades, y las imposturas.
De entre estas características, las últimas dos
son en las que mejor aproximan a “El retablo
de las maravillas” con “Palinuro en la escale-
ra”. En primer lugar, porque el humor es una
parte importante de la construcción de ambos
textos, pues, con ello se da entrada a la crítica
que hay detrás de toda la obra. Ya sea la bur-
la dirigida a todos aquellos que presumen de
12
No puede ya con los 98 años, 1819-1823. Francisco José de Goya y Lucientes. Pincel y tinta india; España, The J. Paul Getty Museum.
pureza de sangre, como lo hace Cervantes, o
al humor grotesco, a veces escatológico y la
parodia que rodea el lastimero y desesperante
acenso del Palinuro en las escaleras, como lo
hace Del Paso.
En cuanto a los personajes, podemos ob-
servar en “El retablo de las maravillas” la
presencia, como los defi ne Haverbeck, de
“personajes activos”, en Chirino y Chanfalla,
hábiles impostores y burladores. En esta ver-
sión del cuento medieval, usan la pureza de
sangre como motivo de burla hacia la socie-
dad de la época, como puede entenderse en
este diálogo de Chanfalla:
Por las maravillosas cosas que en él se ense-
ñan y muestran, viene a ser llamado Retablo
de las Maravillas; el cual fabricó y compuso
el sabio Tontonelo, debajo de tales paralelos,
rumbos, astros y estrellas, con tales puntos,
caracteres y observaciones, que ninguno pue-
de ver las cosas que en él se muestran, que ten-
gan alguna raza de confeso, o no sea habido y
procreado de sus padres legítimo matrimonio;
y el que fuere contagiado de estas dos tan usa-
das enfermedades; despídase de ver las cosas,
jamás vistas ni oídas, de mi pueblo. (Cervan-
tes, 2001, fol. 244r)
Desde la perspectiva de Palinuro de México,
los personajes cómicos son aquellos que tienen
No puede ya con los 98 años, 1819-1823. Francisco José de Goya y Lucientes. Pincel y tinta india; España, The J. Paul Getty Museum.No puede ya con los 98 años, 1819-1823. Francisco José de Goya y Lucientes. Pincel y tinta india; España, The J. Paul Getty Museum.
pureza de sangre, como lo hace Cervantes, o
al humor grotesco, a veces escatológico y la
parodia que rodea el lastimero y desesperante
acenso del Palinuro en las escaleras, como lo
servar en “El retablo de las maravillas” la
presencia, como los defi ne Haverbeck, de
“personajes activos”, en Chirino y Chanfalla,
sión del cuento medieval, usan la pureza de
dad de la época, como puede entenderse en
ñan y muestran, viene a ser llamado Retablo
de las Maravillas; el cual fabricó y compuso
el sabio Tontonelo, debajo de tales paralelos,
rumbos, astros y estrellas, con tales puntos,
gan alguna raza de confeso, o no sea habido y
procreado de sus padres legítimo matrimonio;
das enfermedades; despídase de ver las cosas,
Desde la perspectiva de Palinuro de México,
los personajes cómicos son aquellos que tienen
una versión parcial de la realidad, que no lo-
gran comprender el sufrimiento de Palinuro;
y se distinguen por ser torpes, indecentes, mo-
lestos, distraídos. Como ejemplos, tenemos al
cartero, al policía, a la portera, al burócrata o
a la vecina del 15 y al doctor, a quienes vale la
pena citar:
La vecina del 15: Ah, gracias a Dios, Y gra-
cias a ustedes, por supuesto… no sé si me ex-
plico: y usted, tenga más cuidado al atravesar
las calles…
El doctor: ¡Fue en el Zócalo, señora, ya nos lo
han repetido estos muchachos!
La vecina del 15: Pues entonces, que tenga
más cuidado al atravesar el Zócalo, ¿no les
parece? Además, creo que deberían poner se-
máforos para los tanques y así los estudiantes
podrían atravesar con seguridad. (Del Paso,
2013, p. 599)
Otras de las características de los entreme-
ses de Cervantes que explica Vicente Pérez
de León en Tablas destempladas: los entre-
meses de Cervantes a examen (2005) son el
13
carácter ejemplarizante y su relación con el
lector. De acuerdo con él, el carácter ejemplar
en los entremeses cervantinos no se puede
negar, aunque es probable que no sea igual
de visible en todos. En el caso de “El retablo
de las maravillas”, si bien no es estrictamente
ejemplarizante, el hecho de que todo se mues-
tre desde el ángulo de la risa, ya demuestra
directa o indirectamente una postura moral
y política. En este caso, Cervantes se burla de
las pretensiones e hipocresía de la sociedad de
su época, que le daba una importancia vital
a la nobleza y el buen nombre de las familias.
Insinuando al público que ningún individuo
está exento de pecado pero que todos hacen lo
posible por mantener las apariencias.
Es verdad que “Palinuro en la escalera o
el arte de hacer comedia” no es una obra
ejemplar. Sin embargo, Fernando del Paso,
en su reescritura de un evento trágico que
marcó el rumbo de un país, hace algo similar
a Cervantes: causa una risa incómoda en el
espectador, pues sus personajes, la parodia, e
incluso la confusión de eventos dentro de la
misma obra, formulan una postura crítica,
misma que ya podemos percibir a lo largo de
toda la novela. En ambos textos encontramos
un mecanismo similar, una muestra evidente
de la naturaleza humana y sus vicios; que se
construye de tal manera que provoca la risa
pero también incomodidad en el espectador.
Ambas obras están cargadas de una fuerte
crítica que pudiera resultar visceral si no tu-
viera el carácter cómico.
Finalmente, Pérez de León, nos señala que
en los entremeses cervantinos, a diferencia del
entremés tradicional, que tiende más a ofrecer
al público un “descanso” o comic relief de la
obra principal: existen transgresiones como
mutación de personajes, escenarios y emocio-
nes, tipos o bromas, con el fi n de recordarle al
espectador su lugar en el mundo; y que esto se
relaciona con el carácter ejemplar de la obra,
que muchos otros entremeses tradicionales no
poseen.
Así, en “El retablo de las maravillas”, el hilo
de la narración se mueve a partir del engaño
por parte de Chirilo y Chanfalla que se espar-
ce en el imaginario colectivo, que ante el lec-
tor o espectador le resulta hilarante, pues este
está en posición de refl exionar y entender la
burla y el engaño. Por su parte, en el caso de
Palinuro de México, para la estructura narra-
tiva es fundamental el cambio de escenarios,
el desdoblamiento y parodia que hacen los
personajes y, en particular, el rompimiento de
la cuarta pared. Esto última sirve para abrir
el diálogo con un público que se encuentra
representado en la obra dramática y al mismo
tiempo con el lector que le permite acceder a
la reescritura de este hecho histórico:
La-muerte-edecán: ¡O! ¡O! ¡O! ¡O! ¡O!
¡México, 1968! Señoras y señores, turistas y
compatriotas, viajeros y franceses, amigos
y gringos: están ustedes en el corazón de los
Decimonovenos Juegos Olímpicos ¡México,
1968! ¡A la derecha, ¡la Torre Latinoamerica-
na, el edifi cio más alto de México!...
[…]
La-muerte-edecán: ¡Y los hilos de sangre, se-
ñores y señoras, los conducirán a la Morgue,
al Hospital Rubén Leñero y al Hospital Gene-
ral, al Hospital de la Mujer y al Hospital de la
SCOP, a las Delegaciones y al Campo Militar
Número Uno…! […]
(Del Paso, 2013, p. 591)
A partir de lo expuesto, se puede concluir
que ambas obras manejan el humor, el juego
de escenarios entre la realidad y la fi cción, y la
representación de personajes cómicos, de una
manera intencionada que lleva a la refl exión
y replantea la situación social o moral que en
ellas se satiriza. Leer a Miguel de Cervantes y
Fernando del Paso, es, al mismo tiempo, una
experiencia humorística y crítica. Esta lectura
invita a la refl exión sobre el alcance potencial
que tiene la comedia para expresar posturas
políticas. Y, a pesar de la enorme distancia
temporal que existe entre Miguel de Cervan-
tes y Fernando del Paso, podemos concluir
que hay una comunicación directa entre las
obras de ambos autores, en más de un sentido,
en este trabajo podemos vislumbrar un poco
de esta.
De Cervantes Saavedra, Miguel. (2001) “El retablo de las maravillas” en Florencio Sevilla Arroyo (ed.), Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.Del Paso, Fernando. (2013) Palinuro de México. México: FCE.Gómez García, Manuel. (1998) Diccionario Akal de Teatro. Madrid: Akal.Haverbeck, Erwin. (1985) “Origen y características del entre-més.” Documentos Lingüísticos y Literarios. 11, 53-60.Pérez de León, Vicente. (2005) Tablas destempladas: los en-tremeses de Cervantes a examen. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos.
14
DELIRIO A DOS VOCES: HISTORIA Y VERDAD SIMBÓLICAS EN
NOTICIAS DEL IMPERIOAdrián Almonte
“Amo y señor de mis palabras…” (1982), este
es el título de un artículo publicado en la Re-
vista de Bellas Artes, fi rmado desde Londres por
Fernando del Paso, donde sugiere el Ars Poe-
tica narrativa de Noticias del Imperio. Esta gran
novela sobre el Segundo Imperio se suscribe
en lo que Seymour Menton bautizó como
“Nueva Novela Histórica”, que la crítica Aída
Nadi Gambetta interpreta como “un espacio
para investigar la Historia [mayúscula] en la
historia [minúscula], en procura de omisiones
y silencios, ilustrados en fragmentos signifi -
cativos que sugieren una totalidad escindida,
múltiple y heterogénea” (1995, p. 178).
Sin embargo, resultó doblemente innovado-
ra debido a que, partiendo de esta premisa, se
toma la libertad de relatar la Segunda Inter-
vención Francesa mediante una selecta poli-
fonía, además de que su protagonista, Carlota
de Bélgica, padece una locura que atenta con-
tra la Historia misma. El coro, en este senti-
do, llega a resultar aleatorio o ambiguo y no
se discrimina entre discursos objetivos, ima-
15
ginarios o hasta lunáticos. Del Paso refería:
“lo que busco es otra serie de verdades […]
[la] de las anécdotas y de los cuentos” (1982,
p. 3), lo que las sugiere como verdades de las
“historias de la vida privada” (1985, p. 50),
como notaba José Emilio Pacheco.
María Cristina Pons señala, por su parte,
que esta obra “cuestiona la asumida capaci-
dad de la novela histórica de representar una
realidad histórica objetiva” (1996, p. 111) y
destaca sobre ella su composición como un
constante diálogo crítico. Respecto de esto,
habría que señalar el capítulo de nombre
“Corrido de un tiro de gracia”, ya hacia el fi -
nal de la novela, pues representa un ejemplo,
de entre tantos contenidos, de dos naturalezas
discursivas en constante diálogo: un corrido
tradicional y un monólogo interno.
También, habría que señalar que del Paso
imprimió en la novela una cualidad composi-
tiva de estilo musical, la ópera. Partiendo de
esta idea, podemos entender la asociación con
la técnica narrativa de la que se sirvió para
conformar muchos episodios clave: el contra-
punto. Esta técnica de composición, fue puesta
en auge por los novelistas de la generación per-
dida: Joyce, Faulkner, Dos Passos, entre otros.
Según Beristáin en su Diccionario de retórica y
poética (2006), el contrapunto es una técnica
donde la alternancia de voces es dominante,
confl uyen puntos de vista como visiones del
mundo (p. 113). Y habría que añadir un par
de nociones; primero, que es un término apro-
piado de las artes musicales (su composición
etimológica punctum contra punctum entendido
como nota contra nota), que indica una forma
de composición e improvisación en pro de la
polifonía; y, segundo, una noción de desafío,
de cosmogonías enfrentadas.
Estos discursos se asocian constantemente
por el tema que tocan: un corrido tradicio-
nal típico del siglo XIX, parodia que versa
sobre el fusilamiento de Maximiliano de
Habsburgo y, por otra parte, un testimonio
monologado de un soldado del pelotón don-
de fue fusilado. Inicia con las primeras tres
estrofas y alterna con el discurso del soldado,
se distingue la oscilación entre ambas líneas
de acción, el corrido se interrumpe para darle
lugar a la voz de aquél.
Aunque no se anuncie en un principio, el
soldado es quien determina su discurso a
partir de lo que el corrido va narrando, pero
no hay señales de estricta dependencia. A
partir de la calidad de testigo que demuestra
podemos asociarlo con la fi gura recurrente
del autor de corridos: quien presencia algún
suceso cultural decisivo que decide componer
una relación de lo vivido de manera única,
a veces de forma heroico-poética. El soldado,
que sufre una revelación, se arrepiente de
sus acciones y del camino que ha tomado, el
que lo ha llevado hasta ese día, un día que lo
cambiaría por completo, según cuenta, como
si todo estuviera predispuesto en su vida para
ese momento. Pronto empieza a padecer leves
desvaríos y contradicciones, comunes en el
monólogo interior, fi ja paralelismos entre los
derroteros de Maximiliano y los suyos.
También se advierten una serie de diálogos que
alternan entre el sí-no, entre la verdad-men-
tira que más adelante resultan esenciales.
Entre las anécdotas y evocaciones relatadas,
la más característica es el símil entre la fi gura
del Cristo en el Calvario y Maximiliano en
el Cerro: este último, acompañado de los dos
traidores (Miramón y Mejía) y su compasión
al dar monedas de oro a sus ejecutores. Abun-
dan las preguntas hipotéticas sobre lo veraz
de sus recuerdos, pero lo agobia la difi cultad
de validarse a sí mismo: “les diré que sí, que
está bien, que nos los voy a contradecir, que
les llevaré la corriente y les diré que es verdad.
Es decir, que es verdad que todo fue mentira”
(Del Paso, 1987, p. 462). Su testimonio parece
destinado a un auditorio que lo increpa de su
versión de los hechos.
Las revoluciones del monólogo aumentan
una vez que se narra el episodio de la ejecu-
ción. El soldado rememora en un estado de
shock febril los momentos exactos y percibe
una suerte de tiempo detenido aunado al
recuerdo, al mismo tiempo, de haber estado
rezando. Su discurso fl uye en aparente caos
entre cuestionamientos, el rezo del Padre
Nuestro y la voz misma de Maximiliano; se
desmiembra, pero busca en automático los
puntos de conexión sintáctico-semánticos,
16Fotocollage de 16 miembros, 1865-1875. Autor desconocido. Impresión a la alb˙mina; The J. Paul Getty Museum.
tan característicos en la narrativa de Del
Paso. Por ejemplo, el juego que hace a partir
del Padre Nuestro, cuando comúnmente se
oraría “Así en la tierra, como en el cielo” el
soldado cree haber escuchado del emperador
“Así en la Patria, como en el Cerro [el Cerro
de las Campanas]” (1987, p. 464), un registro
que relaciona signifi cativamente a Maximi-
liano con la fi gura del Cristo. La revelación
y el arrepentimiento son los detonantes de
ambos discursos, porque, como él lo dice,
“Maximiliano, el nuevo Cristo que llegó
a México para redimir nuestros pecados”
(1987, p. 463), acaso no merecía la muerte, al
menos no por su mano y manifi esta su deseo
porque su fusil se hubiese cargado con la bala
de salva que lo redima.
Quedaría claro, entonces, que es el soldado
quien efectivamente está rezándole al mismo
Maximiliano-Cristo, es él mismo pidiendo
perdón, la salvación de su alma, porque en
su delirio es así como él puede verlo, y porque
en ese mismo delirio de revelaciones perso-
nales él se cuestiona constantemente sobre las
identidades y los hechos, y concluye sobre esta
duda afi rmando: “Pues yo, señores, ¿quién
otro iba a ser? ¿A quién otro si no a mí, peca-
dor arrepentido de todos sus pecados a quien
el Señor privilegió con una gran revelación
esa mañana del 19 de junio del año 67 que
tan presente tengo yo, cuando le plugo mos-
trar, a mis ojos y solo a mis ojos, que Cristo
Crucifi cado y Maximiliano era dos personas
en una?” (1987, p. 464).
No cabe duda de que este discurso alcan-
za su mejor capacidad expresiva ya que se
percibe mejor la relación que fi lósofos como
William James o Henri Bergson pensaban
sobre el concepto del fl ujo o río de la concien-
cia, de la mente con su propia concepción del
tiempo. El teórico y crítico Darío Villanueva
señalaba, en relación a este tipo de narrati-
vas, cómo el novelista Thomas Mann pudo
entender el concepto de temporalidad en la
composición musical y traducirlo en su narra-
tiva. Villanueva cita a Mann:
La narración comprende dos especies de
tiempo. En primer lugar, su tiempo propio,
la duración musical y efectiva que determina
su desarrollo y su existencia; en segundo, el
tiempo de su contenido, que se presenta con
una perspectiva de aspecto tan diferente que
el tiempo imaginario del relato puede, o bien
coincidir casi completamente con su duración
musical, o bien hallarse infi nitamente aleja-
do. (Villanueva, 1994, p. 34)
A partir de esta refl exión, no sería una ca-
sualidad que, en la técnica del contrapunto, el
corrido tradicional como esquema narrativo
y el monólogo que, como dice Villanueva
“fi nalmente, es para su creador un modo
de musicalización de la narrativa” (1994, p.
35), terminen operando, como una sinfonía
estructurada como un método narrativo. El
personaje continuará sus vacilaciones de for-
ma muy parecida a lo que hemos obtenido
de la misma Carlota a lo largo de la novela,
padece una serie de arranques e indecisiones,
habla de hechos que pudieron o no haber
sucedido, los afi rma y los niega doblemente.
Deja entredicho este diálogo crítico que se
había mencionado: la Historia “una broma
que le jugamos los vivos a los muertos” (1987,
p. 500) en voz del Juárez novelado.
El escritor español Juan José Millás (2018)
en una entrevista reciente refl exiona acerca
de esta idea que bien podría resumir este
análisis. Ante la clásica pregunta sobre si
prefi riese habitar la realidad o la imagina-
ción, responde “la realidad es una forma de
imaginación […] la realidad es un delirio
consensuado” (El Faro, 2018) y, nuevamente,
deja de paso esta idea de simbiosis entre la
percepción temporal sujeta desde la locura o
desde la razón acerca la Historia ofi cial.
Permítaseme agregar un par de citas más
en torno a Fernando del Paso y el tema en
cuestión: la primera, presente en gran par-
te de su obra y que indica como su favorita
de Borges, que bien pudo ser el acicate de la
composición de episodios centrales de la no-
vela “Yo diría que me agradan las anécdotas
porque, aunque sea históricamente falsas, son
simbólicamente verdaderas” (Del Paso, 1982,
p. 3). Y una más, a manera de conclusión, en
torno a la búsqueda de la verdad “que, como
la zanahoria para el burro, está siempre a la
misma distancia, por más que nos acerque-
mos a ella” (1982, p. 2).
Beristáin, Helena. (2006) Diccionario de retórica y poética. Méxi-co: Porrúa.Del Paso, Fernando. (1982) “Amo y señor de mis palabras”. Revista de Bellas Artes, 6, 2-3.Del Paso, Fernando. (1987) Noticias del Imperio. Madrid: Mon-dadori.El Faro Cadena SER (2018). El Faro Entrevista a Juanjo Millás15/10/18 [video] Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=kAzZ3Zc3JVU.Gambetta Chuck, Aída Nadi. (1995) “La poética de Noticias del Imperio de Fernando del Paso: la Historia en la historia. Anuario IEHS: Instituto de Estudios Históricos Sociales, 29(enero). Menton, Seymour. (1993) La nueva novela histórica de la América Latina 1979-1992. México: FCE.Pacheco, José Emilio. (1985) “Inventario. Historia y novela: todos nuestros ayeres”. Proceso, 444, 50.Pons, María Cristina. (1996) Memorias del olvido: la novela histó-rica de fi nes del siglo XX. México: Siglo XXI.Villanueva, Darío. (1994) Estructura y tiempo reducido en la novela. Barcelona: Anthropos.
17
CRÍtica
Imagen tomada de la p. 278 de La Metrópolis Estadounidense desde los días de Knickerbocker hasta la actualidad: la vida de la ciudad de Nueva York en todas sus diversas fases ...
Ilustrado, 1897. Frank Moss. Ilustración; Londres, British Library.
APUNTES (RECIENTES) SOBRE UNA PERSONALIDAD INTRODUCCIÓN A
SOBERBIOS OJOS DE TIGRE (PREMIO BELLAS ARTES DE ENSAYO LITERARIO
JOSÉ REV UELTAS 2018)Daniel Zavala
...puede decirse que toda la prosa narrativa mexicana moderna
desciende de la obra de Martín Luis Guzmán, sin exageración alguna.
José Revueltas
19
Normalmente se confi esa que se es (o se
aspira a ser) discípulo de determinado
narrador o poeta. Yo quisiera poder decir que
Martín Luis Guzmán (1887-1976) fue una
especie de padrino literario para mí; decir
que La sombra del Caudillo defi nió de manera
defi nitiva y apasionada mi vocación por la
lectura.
Cuando era un adolescente, llegó a mis ma-
nos un maltratado ejemplar de La sombra del
Caudillo. No recuerdo las circunstancias en
las que se dio esto: mi familia, de extracción
bastante modesta, no contaba con algo que
pudiera ser considerado como una biblioteca.
Sin embargo, lo que mi memoria conserva con
toda claridad fue el extraordinario impacto
que me causó la lectura de las 250 páginas de
la vieja edición de Porrúa. No entendí gran
cosa –o no me interesó demasiado– el prólo-
go de Antonio Castro Leal. En los párrafos
del crítico circulaban personajes de nuestra
formación básica en historia: Porfi rio Díaz,
Francisco I. Madero, Venustiano Carran-
za, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles...
También, el nombre de un completo descono-
cido para mí, Francisco R. Serrano, pero que
–según se explicaba– era fundamental en el
desarrollo del argumento: La sombra del Caudi-
llo se basaba en una serie de disputas políticas
en la década de 1920, las cuales involucraron,
en una de las etapas, a Adolfo de la Huerta.
Estas contiendas concluyeron, en otro mo-
mento, con el asesinato de Serrano, quien se
había enfrentado con Calles y Obregón, en
los preámbulos de la lucha por la presidencia
de la República hacia 1927.
A partir de la trama de La sombra... pude
comprender algunos de los mecanismos más
oscuros de la lucha por el poder político. Una
radiografía implacable, fascinante, desolado-
ra, de los hombres, partidos y gobiernos del
México surgido de la Revolución... Pero lo
que más me deslumbró fue algo que iba más
allá de la trama de la novela: la portentosa
prosa narrativa de Martín Luis Guzmán.
Mi experiencia como lector era todavía muy
poca pero, aunque era tan sólo un jovencito,
tuve la sensación de que me encontraba fren-
te a un estilo literario absolutamente fuera
de lo común. Así, uno de los objetivos de este
libro es –debo confesarlo– proponer dos o
tres ideas que justifi quen el transcribir varios
párrafos que considero inolvidables de la his-
toria. Pasajes que –por el empleo de la pala-
bra exacta, por la construcción perfecta de las
frases, por la puntuación fi rme e inequívoca
para conducir el ritmo– me han maravillado
durante años.
Hay un hecho que no deja de asombrarme.
A pesar de que La sombra del Caudillo (salida a
la luz en 1928, en su versión periodística) ya
cumplió 90 años de su primera publicación,
tenemos un solo libro dedicado a estudiarla Imagen tomada de Las maravillas de la industria o, Descripción de las principales industrias modernas Vol. II, 1873-1877. Louis Figuier. Ilustración; París, Fondo antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla.
20
profusa y exclusivamente: Estructura, mito y
política en “La sombra del Caudillo” de Carlos
Javier González de la Mora. Se trata de un
volumen editado en 1993 y hoy casi incon-
seguible. Desde luego, sobre la novela hay
numerosos artículos especializados y tesis de
diferentes grados de formación académica
(muchos, disponibles en internet). Entre éstos,
varios excelentes: digamos, los trabajos de
Federico Campbell, donde examina la es-
tructura circular del argumento, a partir de
la aparición del Cadillac del general Ignacio
Aguirre, al comienzo y al fi nal de la historia,
y donde subraya la admiración que el autor
italiano Leonardo Sciascia sintió por Guz-
mán y su novela trágica. También contamos
con algunas obras más o menos recientes,
como la de Juan Antonio Rosado, pero cuyo
interés es más bien comparativo: El Presidente
y el Caudillo. Mito y realidad en dos novelas de la
dictadura. “La sombra del Caudillo” de Martín Luis
Guzmán. “El señor Presidente” de Miguel Ángel As-
turias (2001). El balance, como se percibe, no
es para entusiasmarnos demasiado.
Sin embargo, quisiera ser optimista y creer
que este abandono en el que se encuentra uno
Imagen tomada de la p. 290 de Armas pequeñas americanas; una verdadera enciclopedia de conocimiento para deportistas y militares, 1904. Edward S. Farrow. Ilustración; New York, University
of California Libraries.
de nuestros mayores clásicos del siglo XX
habrá de cambiar en el mediano plazo. Por
ejemplo, pienso en las consecuencias positivas
que puede tener entre los lectores la publi-
cación de El águila y la serpiente en 2016, que
editó Susana Quintanilla de manera notable
para la Academia Mexicana de la Lengua.
También, en dos volúmenes de corte biográ-
fi co: A salto de mata: Martín Luis Guzmán en la
Revolución mexicana (2009), de la propia Quin-
tanilla, y Martín Luis Guzmán: Entre el águila
y la serpiente (2015) de Tanya Huntington. De
igual modo, con este conjunto de ensayos
espero contribuir a despertar el interés en la
obra del genio de Chihuahua.
Pero, ¿por qué en la actualidad no parece
leerse con amplitud y curiosidad La sombra del
Caudillo? Desde mi perspectiva, son varios los
factores que, penosamente, se han conjugado.
El primero es de corte político: la cercanía,
la simpatía y la colaboración directa de Guz-
mán con diferentes administraciones guber-
namentales, a partir de la década de 1950.
El episodio más lamentable –y a la larga el
más imperdonable para la fama póstuma del
escritor– fue su respaldo incondicional al pre-
sidente Gustavo Díaz Ordaz, por las acciones
tomadas en contra del movimiento estudiantil
durante 1968. Si en 1967, para celebrar sus 80
años, el mundo intelectual de México se unió
en torno a la fi gura de Martín Luis Guzmán,
unos meses después se le dio la espalda por su
categórica defensa del gobierno autoritario.
El segundo es de tipo estético. Más o menos
a partir de la década de 1960, el interés de
los escritores se inclinó por prácticas literarias
experimentales, autorreferenciales. Fue el de-
cenio que vería nacer, digamos, los ejercicios
lúdicos y estilísticos del boom latinoamericano.
En ese contexto, una narrativa como la de la
Revolución, basada en episodios histórico-po-
líticos de principios del siglo XX, localizada
muchas veces en ambientes rurales y ancla-
da fuertemente en la tradición del realismo,
no despertaba ya mucho interés. Asimismo,
en México no tardaría en arribar la joven
generación de la literatura de la Onda. Las
tendencias artísticas y culturales estaban
cambiando radicalmente y la aceptación de
una obra como la de Guzmán no era fácil en
ese ambiente. Los maestros elegidos por los
nuevos autores fueron otros.
La mayoría de los artículos, tesis y estudios
comentan, de manera directa o indirecta, el
referente histórico y/o político de La sombra
del Caudillo o aspectos biográfi cos del autor.
En este libro, no he podido agregar muchos
datos al respecto de esos asuntos. En mis en-
21
sayos, más bien, se trataron cuestiones muy
poco usuales –quizás hasta sorprendentes o
inesperadas– en el análisis de la novela. Mis
temas fueron la importancia del cine en (y
para) algunos de los episodios; lo que hoy se
denomina animalidad y biopolítica (en este caso,
la conducta del Caudillo, quien no sólo se
bestializa en el gobierno, sino que animali-
za a sus gobernados), en el sentido del crítico
Gabriel Giorgi; el estudio del tipo de relacio-
nes de amistad en una obra donde, mayori-
tariamente, tenemos personajes masculinos
estableciendo vínculos de diverso tipo; el
problema del petróleo y la corrupción, en un
contexto donde esa riqueza nacional estaba
generando fuertes disputas con otros países;
y una revisión mínima de la infl uencia de La
sombra... en la narrativa mexicana reciente.
Por ahora, lamento haberme quedado con
ideas para dos o tres ensayos complementa-
rios. En el más adelantado, intento interpre-
tar en clave de tragedia griega una novela de
Gabriel García Márquez y la de Martín Luis
Guzmán. Como recordamos, Crónica de una
muerte anunciada presenta la desgracia de un
hombre que ignora que va a ser asesinado,
en un pueblo donde todo el mundo lo sabe
(menos el puñado de personas que habrían
podido impedirlo). De manera paralela en
Imagen tomada de la p. 87 de Armas pequeñas americanas; una verdadera enciclopedia de conocimiento para
deportistas y militares, 1904. Edward S. Farrow. Ilustración; New York, University of California Libraries.
La sombra del Caudillo, el general Ignacio Agui-
rre, ministro de la Guerra, se empeña en no
reconocer que, tarde o temprano, aceptará la
candidatura para disputar la presidencia de
la República –aunque la mayoría de los invo-
lucrados lo percibe con claridad–, ni quiere
aceptar que su ruptura defi nitiva con el Cau-
dillo tendrá consecuencias nefastas para él y
sus partidarios (desde las primeras páginas se
subraya, de manera simbólica, la ligera mio-
pía que padece Aguirre).
El título de este libro pudo ser diferente:
“Traiciones políticas, políticas de la traición”,
“El hombre que no fue Caudillo” o “Política
de pistola” (como el personaje Olivier Fer-
nández defi nió, en una parte del relato, los
usos y costumbres gubernamentales). Elegí,
fi nalmente, Soberbios ojos de tigre... El Caudillo
tiene una presencia protagónica en la obra.
Sin embargo, y de manera extraordinaria,
sólo aparece en escena en dos momentos
muy breves. Aunque el señor Presidente no se
oculta en ningún momento, tampoco requie-
re exhibirse para demostrar que su poder es
avasallador y omnipresente. La frase escogida
corresponde a la descripción que el narrador
de la novela hace de la penetrante mirada del
Caudillo, en quien se ha identifi cado al Ál-
varo Obregón histórico. No obstante, pienso
que esos soberbios ojos de tigre son también
los de Martín Luis Guzmán. Para compro-
barlo, basta con observar alguna fotografía
del maestro de Chihuahua. O hay que leer
cualquiera de sus páginas: sus descripciones
son una constatación de que el escritor lo ha
percibido –y lo ha plasmado con un estilo
magistral– prácticamente todo. Pero, acaso,
esos ojos de tigre son, asimismo, los que el
crítico literario aspira a aplicar a una obra;
quizás, los del lector atento frente a la página
escrita...
Guzmán murió en 1976, a los 89 años.
Tenía entonces a su cargo la dirección de la
Comisión Nacional de los Libros de Texto
Gratuitos. Por ello, siento que los magnífi cos
cuadernillos de español de mi formación pri-
maria fueron, de algún modo, obra de él. Con
lo anterior, se reiteraría un hecho: para mí,
Martín Luis Guzmán fue un padrino de mi
vocación como lector apasionado. El maestro
de la prosa perfecta que, para gozo de mi cu-
riosidad adolescente, me regaló las páginas
de El águila y la serpiente (¿quién podría olvidar
la morosa y terrible belleza de episodios como
«La fi esta de las balas»?), Muertes históricas y
“Mi amiga la credulidad”.
Soberbios ojos de tigre: Cinco ensayos sobre “La
sombra del Caudillo” es el mínimo homenaje
de gratitud que me gustaría ofrecerle...
22
PARALELISMOS FICCIONALES: LA BROMA BORGIANA Y
LA LITERATURA NAZI EN AMÉRICALiliana Sánchez
23
En 1996 Roberto Bolaño publica La lite-
ratura nazi en América con la editorial Seix
Barral, con este libro empieza a llamar la aten-
ción de la crítica. El autor describe este como
“una antología vagamente enciclopédica de la
literatura fi lonazi producida en América des-
de 1930 a 2013, un contexto cultural que, a
diferencia de Europa, no tiene conciencia de
lo que es y donde se cae con frecuencia en la
desmesura” (Bolaño y Braithwaite, 2006).
Es complicado ubicar esta obra dentro de un
género narrativo, quizás lo más conveniente
sea describirlo como una antología de biogra-
fías fi ccionales. Aunque no es del todo rigurosa
esta etiqueta puesto que el autor se toma mu-
chas libertades creativas que no encajan para
nada con el cultivo del género biográfi co.
El libro está conformado por catorce capítulos
en donde se relatan, a manera de biografía bre-
ve, las vidas de algunos escritores americanos
que simpatizaron (en mayor o menor medida)
con la ideología nazi:
Estamos no ante una novela al uso, sino ante
una especie de diccionario o de manual que
intenta ser informativo, veraz y notarial,
combinando la trayectoria personal de estos
escritores dentro de la realidad política y
cultural de un continente.
(Matas, 1996, p. 68)
Esta obra es una adaptación del género
biográfi co, si bien se trata de una fi cción, es una
invención literaria que obedece a una situación
real de la literatura americana del siglo XX.
Donde hubo una marginación constante hacia
las formas de expresión artística provenientes
de individuos con ideologías poco populares.
Es decir, es una fi cción que sirve también para
dramatizar y parodiar una situación histórica
real, de escritores que quedaron marginados
debido a sus posturas políticas. Bolaño se en-
carga de describir a estos escritores principal-
mente como artistas sin reparar demasiado en
su simpatía por el nazismo, más bien, concen-
trándose en crear personajes más redondos con
una sensibilidad compleja y además propuesta
artística interesante.
Todos son perdedores profesionales, resi-
diendo allí su dimensión más positiva que se
combina en posición contradictoria con sus
execrables ideas; rozando los caracteres de
la épica Bolaño los convierte en héroes, pero
grotescos, esperpénticos.
(Matas, 1996, p. 69)
Los mecanismos que utiliza Bolaño para do-
tar de verosimilitud y realismo a su obra fi ccio-
nal hacen que se vuelva una especie de juego
donde es tarea del lector discernir entre los
elementos fi ccionales y los reales, que siempre
están interactuando, para entender el texto en
totalidad. Estos mecanismos literarios están,
indudablemente, ligados a la obra de Jorge
Luis Borges, quien emplea por primera vez
estos recursos en la literatura hispanoamerica-
na y crea lo que los críticos después llamarían
broma borgiana.
El presente trabajo tiene como objetivo des-
cribir la construcción fi ccional de La literatura
nazi en América tomando como referentes al-
gunos textos críticos sobre la fi ccionalidad en
Borges, y explicar la construcción fi ccional del
texto de Bolaño a partir de la broma borgia-
na. Para empezar, hablar de Borges es compli-
cado puesto que es un autor que signifi có un
punto de partida para muchos aspectos de la
literatura, no sólo hispanoamericana sino ge-
neral. José Miguel Oviedo en su libro Historia
de la literatura hispanoamericana (2001) dedica un
capítulo a esbozar el enorme precedente que
sentó Borges tanto para los escritores que le
sucederían como para los lectores que ayudó
a formar.
Borges nos mostró que el acto de leer y el
de escribir, el de recordar e imaginar, el de
razonar y soñar podían confl uir y alcan-
zar una asombrosa armonía. Esa armonía
constituye un verdadero estatuto del arte
literario de nuestro tiempo. […] Borges no
sólo inventó una literatura: inventó los libros
que la conforman y se inventó a sí mismo
como autor y lector de todos ellos.
(Oviedo, 2001, p. 15)
Aunque es complejo e insufi ciente hablar de
un elemento aislado de Borges, para motivos
del presente trabajo se tratará únicamente la
fi ccionalidad y particularmente la broma bor-
giana que se genera en sus cuentos fantásticos.
El Teosofi sta, 1917-1918.
Ernst L. Kirchner. Xilografía;
Alemania, Los Angeles County Museum of Art.
La broma borgiana consiste en cruzar fi cción
con realidad y difuminar sus límites. Para ejem-
plifi car esto se puede utilizar el cuento “Tlön,
Uqbar, Orbis Tertius” (1940). El cuento se
presenta en forma de un artículo periodístico,
donde un Borges narrador da fe de cómo él y
su amigo Bioy Casares se encontraron con una
entrada insólita de la Enciclopedia Británica,
en su edición de 1902, que ofrece información
sobre un país desconocido llamado Uqbar,
ambos inician una investigación que deriva
en el descubrimiento de una gigantesca broma
planeada por numerosos intelectuales. Esta
broma consiste en generar mucha información
falsa sobre Uqbar, un país fi cticio que comien-
za estando en Asia pero que después ubican
en el planeta Tlön. Borges y Bioy descubren
el engaño y Borges escribe el artículo donde
revela la verdad. Pero esto es la primera parte
del cuento. La segunda parte es una extensión
del artículo donde Borges insinúa que Uqbar
es real y nuestro mundo se está transformando
lentamente en un Orbis Tertius.
En este cuento la broma se manifi esta a tra-
vés de los siguientes rasgos:
La combinación de elementos fi cticios y
reales. Dentro del cuento aparecen mencio-
nados autores reales, como Alfonso Reyes y
Adolfo Bioy Casares, junto con autores que
no existen. Hay autores reales que escribie-
ron libros que no existen y viceversa.
Hay un juego temporal. El cuento se publica
por primera vez en la revista “Sur” en 1940;
sin embargo, dentro de esta primera publi-
cación, la segunda parte del cuento aparece
fechada en 1944.
Hay un elemento fantástico. Es decir, al
fi nal no se determina si Uqbar existe o no,
provoca una vacilación por parte del lector.
La metafi cción. Hay un Borges dentro de
la historia que no es precisamente el mismo
que el Jorge Luis Borges autor del cuento,
sino más bien una fi ccionalización de sí
mismo.
Los elementos que se enumeraron anterior-
mente nos servirán para contrastar con lo que
ocurre en La literatura nazi en América, a conti-
nuación se enumerarán los rasgos que emplea
Bolaño en este libro para generar un juego
fi ccional parecido al de Borges.
Su título: en la contraportada de la edición de
Debolsillo reza: “La literatura nazi en América es
un libro extraño, que no brinda el placer in-
formativo que el lector esperaba confi ado en
el título, sino el tormentoso placer que secreta-
mente nos tenía reservado”. Es un libro que a
primera vista parece ofrecer información his-
tórica. Es decir, en un primer momento se lee
como un texto de divulgación histórica de
la misma manera que “Tlön, Uqbar, Orbis
Tertius” se leyó como artículo periodístico
cuando apareció por primera vez en la re-
vista Sur.
Su planteamiento como biografía: el he-
cho de que Roberto Bolaño haya recurri-
do a este género signifi ca mucho pues la
biografía es, tradicionalmente, un género
que se inscribe a los estudios históricos.
Ficcionalizar una biografía es un recurso
interesante porque genera desconcierto:
es, literalmente, plantear la vida completa
de un personaje inexistente en la vida real
del lector, que en primera instancia está
consciente de que se trata de una obra lite-
raria (cosa que se deja clara en la contra-
portada desde la primera edición). Por sí
mismo este recurso genera desconcierto.
Esto se relaciona con “Tlön, Uqbar,
Orbis Tertius” porque ambas narraciones
tienen forma de textos de no-fi cción, lo
que ayuda a establecer desde el principio
un pacto fi ccional sólido.
Los lugares y las situaciones históricas que
desencadenan hechos fi ccionales, los contex-
tos en donde se ubican los personajes suelen
estar detallados históricamente; a continua-
ción podemos ver una cita de la biografía de
24
la parte geográfi ca, sólo reconocimos tres
-Jorasán, Armenia, Erzerum-, interpolados
en el texto de un modo ambiguo. De los
nombres históri-
cos, uno solo: el
impostor Esmer-
dis el mago, in-
vocado más bien
como una me-
táfora. La nota
parecía precisar
las fronteras de
Uqbar, pero sus
nebulosos puntos
de referencias
eran ríos y crá-
teres y cadenas
de esa misma
región.
(Borges, 1944, p.
17)
La inserción de
lugares y aconteci-
mientos reales ate-
rriza el texto en una
realidad cercana al lector, hace que se genere
una identidad entre el mundo real y el mundo
narrativo; sin embargo, los elementos fi cciona-
les, que Bolaño disfraza y Borges hace obvios,
Retrato de Carl Sternheim, 1916. Ernst L. Kirchner. Litografía; Alemania, Los Angeles County Museum of Art.
vuelven a separar al lector de su propio mundo
y generan desconcierto.
La mezcolanza de personajes reales con perso-
najes fi cticios, como
se puede ver en el
siguiente ejemplo
que pertenece a la
biografía de Igna-
cio Zubieta:
En 1941, a la llama-
da de Dionisio Ri-
druejo, de quien es
amigo íntimo, Zu-
bieta se incorpora
de los primeros en la
División Española
de Voluntarios. […]
Durante el período
de entrenamiento
en Alemania, que
le resulta mortal-
mente aburrido, se
dedica, junto a su
inseparable Fer-
ná ndez- G ómez ,
a traducir la poesía de Schiller.
(Bolaño R. , 1996, p. 40)
Tanto Dionisio Ridruejo como Schiller son
escritores reales, Ignacio Zubieta y su amigo Je-
25
Jesús Fernández-Gómez dónde se habla de la
Guerra Civil a partir de lo que escribió en su
diario:
Terminada la Guerra Civil, más unido a
Zubieta que nunca, pasa casi sin transición
a la aventura rusa de la División Azul. La
batalla de Possad está narrada con un rea-
lismo sobrecogedor, exento de lirismo y de
concesiones de cualquier tipo. La descrip-
ción de los cuerpos destrozados por la arti-
llería se asemeja en ocasiones a las pinturas
de Bacon.
(Bolaño, 1996, p. 45)
Aquí utiliza como referente histórico la Gue-
rra Civil española para inscribir al personaje.
Además el tema de las obras literarias de Fer-
nández-Gómez, sirve para familiarizar al lec-
tor con la situación del autor y darle una idea
del contenido de sus escritos.
En el cuento de Borges, aparecen nombrados
sitios reales al lado de sitios inventados para
“precisar” geográfi camente la localización de
Uqbar. Desde un principio Borges narrador
aclara que no se lo cree; sin embargo, la in-
tención del escritor de esta entrada de la En-
ciclopedia Británica era hacer dudar al lector
sobre la existencia de los límites geográfi cos de
Uqbar.
De los catorce nombres que fi guraban en
sús Fernández-Gómez son personajes fi cticios
que interactúan con ellos. Esto no es gratuito
pues la inclusión de personajes reales ofrece
referentes que ayudan a dar profundidad a los
fi cticios. Tener simpatías con un escritor como
Dionisio Ridruejo, político español que fue
abiertamente franquista, nos dice de manera
indirecta mucho sobre sus afi ciones políticas;
su interés por Schiller habla sobre sus afi ciones
artísticas y fi losófi cas.
Borges hace uso de estos elementos también en
“Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”; sin embargo, va
un poco más lejos y hace también una autofi c-
ción, cosa que acerca aún más la narración al
mundo real y hace que el pacto de fi cción sea
más fuerte.
En el cuento de Borges, por ejemplo, aparece
Alfonso Reyes sumándose a los esfuerzos para
descifrar el misterio y la complejidad de Uqbar.
En vano hemos desordenado las bibliotecas
de las dos Américas y de Europa. Alfonso
Reyes, harto de esas fatigas subalternas de
índole policial, propone que entre todos aco-
metamos la obra de reconstruir los muchos
y macizos tomos que faltan: ex ungue leonem.
Calcula, entre veras y burlas, que una gene-
ración de tlönistas puede bastar.
(Borges, 1944, p. 21)
El incluir personajes reales en una obra de
fi cción ayuda a detallar la trama sin nece-
sidad de escribir demasiado. Los referentes
paratextuales que tiene el lector van llenan-
do huecos de información que podrían enri-
quecer la caracterización de los personajes o
de la situación.
Los libros: es evidente que al tratarse de un
libro que habla de escritores, hablará de sus
libros. Las publicaciones que aparecen mencio-
nadas en La literatura nazi en América también se
dividen en las que existen o existieron, y las que
no. Por ejemplo, la siguiente cita que aparece en
la biografía de Pedro González Carrera:
A los veinticuatro, según sus biógrafos, Gon-
zález intenta publicar su segundo poema en la
Revista del Instituto Pedagógico de Santiago. […] El
poema, de treinta versos exactos y límpidos, era
una reivindicación de los vilipendiados ejércitos
del Duce del burlado valor italiano, […] y al
mismo tiempo, y esto es lo que lo hace original,
una negación de la fl agrante derrota, una pro-
mesa de victoria fi nal que llegará “por cauces
inéditos, insospechados, maravillosos”.
(Bolaño R. , 1996, pp. 65-66)
La Revista del Instituto Pedagógico es una publi-
cación real que pertenece a una institución
real, el poema de González Carrera no
existe, pero al insertarlo en una publicación
real cobra verosimilitud, aún más cuando
se profundiza sobre su contenido, y más aún
cuando se cita un fragmento del mismo. El
elemento real aquí se presenta como base para
dar verosimilitud a los elementos fi ccionales.
En “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” aparecen
varios libros fi cticios, todos ellos tienen rela-
ción con el espacio geográfi co que Borges está
buscando. En el ejemplo siguiente el libro que
se menciona es fi ccional; sin embargo el autor
del que habla es real.
La bibliografía enumeraba cuatro volúme-
nes que no hemos encontrado hasta ahora,
aunque el tercero -Silas Haslam: History of
the Land Called Uqbar, 1874- fi gura en los ca-
tálogos de librería de Bernard Quaritch. El
primero, Lesbare und lesenswerthe Bemerkungen
über das Land Ukkbar in Klein-Asien, data de
1641 y es obra de Johannes Valentinus An-
dreä.
(Borges, 1944, p. 18)
El autor Johannes Valentinus Andreä es real
pero el libro Lesbare und lesenswerthe Bemerkun-
gen über das Land Ukkbar in Klein-Asien no lo es,
aunque bien podría serlo puesto que este autor
tuvo cierta fama por escribir utopías. En este
caso el autor real sirve como referente para sa-
ber cuál podría ser el contenido del libro.
La fi ccionalidad en las fechas de las biografías:
el libro de Bolaño pretende abarcar desde 1894
dividen en las que existen o existieron, y las que
no. Por ejemplo, la siguiente cita que aparece en
A los veinticuatro, según sus biógrafos, Gon-
zález intenta publicar su segundo poema en la
de Santiago. […] El
poema, de treinta versos exactos y límpidos, era
una reivindicación de los vilipendiados ejércitos
del Duce del burlado valor italiano, […] y al
mismo tiempo, y esto es lo que lo hace original,
una negación de la fl agrante derrota, una pro-
mesa de victoria fi nal que llegará “por cauces
Retrato de Ludwig Schames, 1918. Ernst L. Kirchner. Xilografía; Alemania, Los
Angeles County Museum of Art.26
hasta el 2013, lo que resultaría desconcertante
para cualquier lector ingenuo que se acerque
al libro desde su fecha de publicación (1996)
hasta antes del 2013.
Lo que ocurre con “Tlön, Uqbar, Orbis Ter-
tius” es algo similar. Se publica por primera
vez en 1940 en la revista sur, con su apéndice
fechado en 1944. Entonces un lector de aque-
llos años experimentaría desconcierto primero
al descubrir que está leyendo un cuento y no
un reportaje, después por la broma temporal
que hacer parecer que Borges le escribe desde
el futuro para alertarlo.
A partir de los rasgos anteriormente descritos
se da cuenta de que el juego fi ccional presente
en La literatura nazi en América consiste princi-
palmente en la mezcla de elementos fi ccionales
y reales con la fi nalidad de darle verosimilitud,
profundidad y detalle a la narración sin nece-
sidad de detallar todo textualmente. También
se observa que el texto no se esfuerza por pa-
recer histórico sino que se toma la libertad de
combinar la fi cción y la realidad sin llegar a ser
completamente uno u otro.
Para explicar el funcionamiento de la fi ccio-
nalidad en este La literatura nazi en América hay
que remitirse al concepto de pacto fi ccional,
que Umberto Eco explica en su libro Seis paseos
por los bosques narrativos (1992), una adaptación
de las seis jornadas de conferencias que le otor-
gó la universidad de Harvard, específi camente
en la cuarta jornada, que titula, “Los bosques
posibles”. Así describe brevemente lo que es un
pacto fi ccional:
La regla fundamental para abordar un
texto narrativo es que el lector acepte, tá-
citamente, un pacto fi ccional con el autor,
lo que Coleridge llamaba “la suspensión de
la incredulidad”. El lector tiene que saber
que lo que se le cuenta es una historia ima-
ginaria, sin por ello pensar que el autor está
diciendo una mentira. Sencillamente, como
ha dicho Searle. El autor fi nge que hace una
afi rmación verdadera. Nosotros aceptamos
el pacto fi ccional y fi ngimos que lo que nos
cuenta ha acaecido de verdad.
(Eco, 1996, p. 85)
El pacto fi ccional varía dependiendo del gé-
nero de la narración: en el caso tanto de Borges
como de Bolaño funciona de la siguiente ma-
nera: El lector está consciente de que se trata
de un texto literario de fi cción; sin embargo el
pacto fi ccional consiste en leerlo desde la pers-
pectiva de quién lee un libro de divulgación
histórica o un artículo periodístico, asumiendo
como reales los elementos fi ccionales y vién-
dolos desde la perspectiva de un habitante del
mundo desde el que se escribe el texto. Es así
que mientras no haya problemas de verosimi-
litud el pacto fi ccional no se rompe. Aunque
eso genera una pregunta importante: ¿cómo es
posible que haya un problema de verosimilitud
en una obra donde se mezclan elementos fi c-
cionales y elementos reales?
La literatura nazi en América presenta un mundo
que es esencialmente idéntico al nuestro, con la
única diferencia de que en aquél aparecen per-
sonajes y obras literarias que no existen aquí.
Las consistencias históricas que hacen que li-
guemos el mundo del texto con el nuestro son
precisamente el punto donde es más frágil el
pacto de fi cción.
Por ejemplo, si en alguna de las biografías se
mencionara alguna guerra que no ocurrió en
la vida real o algún país que no existiera en
este planeta, el lector se sentiría desconcertado
y la idea que se busca mantener: que la fi cción
se desarrolla en un mundo paralelo a la reali-
dad, se rompería. Es decir, el pacto de fi cción
no funcionaría.
Entonces, el autor tiene la libertad de inven-
tar cuantos personajes, revistas, libros o insti-
tuciones quiera; mientras estos no interfi eran
con el funcionamiento esencial del mundo o
con la historia que le es familiar al lector. Tan-
to Bolaño como Borges utilizan precisamente
estos elementos para “retar la erudición” del
lector; es decir, hacerlo dudar de la existencia
de los elementos enumerados, o bien, hacerlo
recurrir a enciclopedias para confi rmar lo que
sabe.
Hay algunos elementos que no aparecen en
La literatura nazi en América que sí forman parte
de la fi ccionalidad en Borges, como la meta-
fi cción, que es una parte fundamental de la
broma borgiana. La metafi cción, y particu-
larmente la autofi cción, hacen que el texto de
Borges tenga un pacto fi ccional más fuerte que
el de Bolaño porque ofrecen un referente mu-
cho más directo.
Es importante mencionar que el elemento
fantástico en el cuento de Borges hace que el
pacto fi ccional sea mucho más fuerte, puesto
que lo fantástico hace que el mundo posible
que crea el lector tenga una realidad más fl exi-
ble. Es por esto que Borges puede insertar un
país inexistente sin perder el pacto, y Roberto
Bolaño no.
Este juego de fi cción y realidad es una de
las grandes preocupaciones de Borges como
cuentista: “La fi cción incursiona en la rea-
lidad o viceversa. Esta frontera ondulante
entre planos diferentes, esa intromisión de
lo contado con la realidad, o viceversa, es
la preocupación de Borges.” (Montanaro
Meza, 1994, p. 88).
Roberto Bolaño parte de esta preocupación
para construir un libro que reinventa las fi ccio-
nes borgianas y las adapta a su contexto y a su
sentido del humor. La literatura nazi en América no
es un simple homenaje porque no reconstruye
una fórmula, es un ejercicio de creatividad que
reconfi gura los juegos fi ccionales planteados
por Borges. Este libro logra despegar la ca-
rrera literaria de Bolaño porque lo confi rmó
como un autor talentoso e innovador.
Bolaño, Roberto. (1996) La literatura nazi en América. Madrid: Seix Barral.Bolaño, Roberto & Braithwaite, Andrés. (2006) Bolaño por sí mismo: entrevistas escogidas. Ediciones Universidad Diego Portales.Borges, Jorge Luis. (2011) “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” en Ficciones. México, D.F.: Random House Mondadori, 15-37.Eco, Umberto. (1996) “Los bosques posibles” en Seis paseos por los bosques narrativos. Barcelona: Lumen, 83-105.Matas, Ramiro. (1996) “Review of La literatura nazi en América by Roberto Bolaño”. (A. C. Latina, Ed.) Guaraguao, 1(2), 68-69.Montanaro Meza, Oscar. (1994) “La voz narrativa y los meca-nismos develadores en Historia universal de la infamia de Borges”. Filología y Lingüística, 87-108.Oviedo, José Miguel. (2001). “Sistema y estratagema de Bor-ges”. En Historia de la Literatura Hispanoamericana Vol. 4 (págs. 15-37). Madrid: Alianza.
27
CREAción
EL GATILLOAdonai Uresti
Las horas de viaje se vuelven una odisea bajo el sol que irradia sobre cabezas agachadas
que no pueden mirar atrás. Nucas mancilladas por los rayos calientes que ya no queman,
laceran. Una sola meta mal planeada: cruzar. No solo los gringos nos tratan mal, los mexas tienen lo suyo.
El sueño se le cumplió hace un par de años, sin papeles que acrediten su lugar de procedencia,
solo fotografías de personas que ya le son ajenas. Tal vez no puede con la carga que representa
estar del otro lado, tal vez le duela su posición. Siempre se repite que es mejor no volver a llamar
a los suyos, así es mejor, siempre lo repite.
Por azares del destino a Julián se le permitió pasar. Era una fi la enorme de cabezas rapadas-
tatuadas de la cual solo dos salieron vivas, el resto azotó en la tierra caliente. Ya no recuerda cómo
fue, pero estaba de este lado. Quién sabe qué habrían visto en sus ojos para dejarlo pasar, quizá el
nunca bajar la mirada le dio ventaja frente a los otros, nunca lo supo.
Ahora Julián portaba uniforme camufl ado y botas estilo militar. Recibió un rifl e de asalto M16
que nunca le enseñaron a usar, o no quiso aprender, una de dos. Portaba un brazalete que presumía
la bandera estadounidense en el brazo derecho. Julián fue trasladado a la frontera.
Cuando llegó masticaba un espanglish aprendido en las esquinas de Tijuana y se fue modifi cando
hasta llegar a un inglés semifl uido. El español se fue o, mejor dicho, lo fue borrando de a poco.
29
Había veces en que su único lenguaje era el silencio. Mirar, revisar, no decir nada. Jalar el gatillo.
Volver a callar y nada más.
La lista de nombres resonaba en sus oídos e iba en aumento, no le permitían olvidar de dónde
venía. Era difícil calcular el número, los gritos que no gritaban más que auxilio, misericordia,
paz. Nunca volvió a llamar a los suyos, así estaba mejor, se repetía. A la hora del descanso ya no
revisaba las ahora borroneadas fotografías. Ya no las tenía, o las perdió, o las rompió, lo había
olvidado. Pero los rostros no se olvidan. Ni los suyos ni los otros. Aquella noche su lenguaje fue el
llanto a solas.
Una fi la más, una fi la menos. Decidir en complicidad a quiénes dejar pasar y a quiénes no. La
decisión no era fácil, unos ofrecían más que otros, los otros, los que eran mayoría no ofrecían
nada. Las lágrimas son infértiles al caer en tierra gringa, de ellas no fl orece nada. Un rostro le
resulta familiar. En las manos solo carga tierra y nada. Esta vez no decidió él. Alguien más jaló el
gatillo. Encontró la fotografía. Sí, era familiar.
EL NÁUFRAGOAndrés Briseño
Imagen tomada de la p. 87 de El Polo Norte y el Polo Sur ... Libro ilustrado, etc., 1889. Victor Tissot y Constant Améro. Grabado; París, British Library.
Cuando logró brincar la reja del jardín avistó el estante. A pesar del frío, sus movimientos
eran fi rmes, alentados por la excitación. Muchas veces había visto esa como vitrina repleta
de libros; desde la primera vez concibió la idea. De una pedrada rompió el cristal y, antes de que el
velador tuviera conciencia de lo que sucedía, el hombre tomó un ejemplar, sólo uno elegido desde
hacía mucho, y escapó.
Hecho bola tras una columna de los portales del teatro de la ciudad, otro hombre, cubierto con
periódicos, lo esperaba. Cuando el primero llegó, lo cuestionó:
–¿Y las cobijas?
–No las conseguí, pero traje esto…
El de los periódicos miró el libro con desconcierto, luego pareció comprender que defi nitivamen-
te no habría nada con qué hacerle frente al invierno.
–¡Pendejo! – masculló antes de girarse para conciliar el sueño.
Su compañero posó el libro sobre el suelo, eligió una página en particular y saltó al fondo de la
hoja. Cayó en una isla tropical; dos hombres, uno blanco y barbado, otro un negro adolescente,
lo miraban atónitos. El recién llegado, ignorándolos, dio tres saltos de alegría, se despojó de sus
harapos y se tiró al mar.
Tras un cuarto de hora de jugueteo, por fi n decidió presentarse:
–Robinson, Viernes – dijo solemnemente, acompañándose de señas por si los otros no entendían
el español– me llamo Arturo, pero pueden decirme “Diciembre”; vine porque allá afuera hace un
frío de la chingada…
30
Harto de tantas llamadas, decidió hacer algo al respecto. Pidió a sus ayudantes que le con-
siguieran una camioneta Tracker, sabía que la ruta para llegar a Jachimil, en el sur de
México, se encontraba llena de obstáculos de todo tipo.
Al estacionar de la camioneta, tomó su cartera y se dirigió al lugar. Para llegar al destino no
necesitaba ni guías ni acompañantes, él sabía dónde era. Salió de la ciudad y prendió el radio de
la Tracker, sonó: en una hacienda escondida, Laurita mató a su novio. Jesús sonrió y cambió de estación
donde se oía otro corrido:
En la Suburban Dorada
Traía el motor alterado
y estaba toda blindada
Arturo dice orgulloso,
ni el demonio nos alcanza.
Jesús tuvo el deseo de cambiar la Tracker por una Suburban, aunque no dorada, no fuera a ser
que la policía lo detuviera por extravagante. Escuchó atento a la canción, pensó en el infortunio
de los personajes, luego acabó, escuchó por un rato al locutor que hablaba con personas que
marcaban a la estación y les hacía bromas en doble sentido. El viaje no le pareció pesado, se
entretuvo escuchando a otras personas que marcaban a la radio y daban su número de teléfono
para alguna posible cita con algún extraño. Luego se acabó la señal radiofónica, así supo que ya
estaba próximo a su destino.
Cinco kilómetros adelante tuvo que detenerse, los colonos habían bloqueado la carretera, él
sabía que cosas así pasaban por esos rumbos; apagó la camioneta y se dispuso a esperar con una
calma que sólo él tenía. Pensaba en el viaje y en las llamadas que no cesaban, Jesús esto, Jesús
aquello, Jesús lo otro, escuchaba él.
PUEBLO OLVIDADO POR DIOSHumberto Ruiz
31
¿Por qué tenía que ir hasta allá? Recordó que no disponía de mucho tiempo y se bajó de la Trac-
ker, vestido de pantalón vaquero y camisa a cuadros. Se peinó el bigote y caminó hasta el inicio
del bloqueo, pasó sin hacer la menor provocación ni llamar la atención, sentía que le faltaba poco
para llegar.
–¡Ey! usted no es de por aquí ¿pa dónde va? –le recriminó un señor que llevaba una cachucha al
revés. Jesús, se detuvo.
–Voy aquí a Jachimil, con la señora Rosario.
El señor de cachucha volteó hacia atrás y gritó.
–¡Pedro, buscan a tu cuñada!
Pedro caminó hacia donde Jesús estaba siendo interrogado.
–¿Y usted qué viene a ver a mi cuñada?
–Ella me ha estado llamando que viniera para acá desde hace dos semanas. –Respondió Jesús,
sin prisa.
–¡¿Cómo va a llamarle la Chayito?! –Se enojó Pedro. Si hace dos semanas que desaparecieron
a mi hermano. Ella anda rezando allá en su casa y si le hubiera llamado a alguien, yo lo sabría.
Jesús resolvió no hablar más, todo estaba dicho. Pedro lo tiró al piso, hurgó entre su ropa bus-
cando un celular para verifi car si en verdad Rosario pudiera haber llamado a aquel hombre. No
encontró nada.
–¡Ey! –gritó Pedro –guárdenme a este. Se acercaron dos hombres con cachuchas que llevaban
escrito “Policía Comunitaria”.
Jesús ni siquiera pidió agua, por miedo al chiste del vinagre. En una celda improvisada, esperó
a quedar solo, prometió olvidar ese pueblo y desapareció.
LA MUERTE ES LA SUERTE CON UNA
LETRA CAMBIADAVasthy Santoyo
Valeria decidió levantarse de la cama,
era cierto que la vida le dolía aún
más que el propio diagnóstico revelado un
día antes por el médico. Desde los dieciocho
años se había dedicado principalmente a ser
normal y sana, los gimnasios y la comida
nutritiva eran parte de su rutina, dormir ocho
horas cada día era ley; alcohol y cigarro ni
pensarlo. Hasta ese momento había tenido la
convicción de cuidar su espíritu y mantener
su alma digna. Esa mañana todo dejó de
tener lógica. Jamás había refl exionado sobre
su propia mortalidad y ahora la idea le era
insoportable.
Mientras se vestía buscaba entre sus
recuerdos al menos un instante satisfactorio
en su vida. Los recuerdos, además de ser
engañosos, no le daban respuesta, mucho
menos calma, mucho menos paz.
Desde que se levantó de la cama hasta el
momento de verse en el espejo transcurrieron
quince angustiosos minutos. Ahora pensaba
Imagen tomada de la p. 411 de El teatro mundial, o historia mundial general desde la creación hasta el año 1840, 1834. C. Stralheim. Boceto; Frankfurt, British Library.
32
en cómo le daría la noticia a su marido, qué suerte que en esos días había ido al D.F., Jaime era
comerciante y cada mes hacía un viaje a Tepito en busca de los mejores clones de lentes Ray-Ban,
siempre entre semana para no faltar a misa el domingo. Llevaban dos años de casados y todo
marchaba bien, después de siete años de novios, casarse había sido lo lógico.
La angustia continuaba creciendo, el espejo refl ejó unos ojos carentes de vida; sintió una
necesidad desbordante por ensuciarse el espíritu, igual iba a morir, pensaba. Se llenó de coraje al
darse cuenta de lo injusto que el creador “Papá Diosito”, como lo llamaba ella, había permitido
que la enfermedad ocupara su cuerpo sin importarle la bondad de su alma. Se vio a sí misma
deseando la muerte de todos.
Deseaba la muerte de Doña Silvia, su vecina, siempre metida en la vida de todos, acomodada y
como hasta empotrada ya en la puerta de su casa se la pasaba todo el día en la calle para poder
tener santo y seña de lo que los de la cuadra hacían. Esa vieja metiche nomás quita aire a los
demás. O del morboso del Pacote, mejor amigo de Julio, que cada que iba a tomar cerveza a su
casa, esperaba el momento en que su amigo se descuidara y le echaba miraditas de harta lujuria
a Valeria, viejo cochino, ese sí que debería estar condenado a morir. Parece que hasta la muerte
se equivoca cuando de decidir se trata. Nada de lo que rondaba en su cabeza la tranquilizaba, a
quien culpar de su terrible enfermedad, a quien reclamar su vida sin instantes de felicidad.
Sonó el teléfono, no le sorprendió ver el nombre “amor” en la pantalla, Julio era el único que le
llamaba, miró fi jamente el celular y el estómago se le revolvió, tuvo ganas de vomitar, perdió esa
llamada. Supo de golpe que el malestar lo causaba la verdad, una verdad que es bastante jodida:
nunca había amado a Julio. Volvió a sonar el celular, esta vez contestó tratando de disimular el
desamor.
–¡Chaparra!, qué crees que llegando al puesto del Toño, que llega un operativo acá bien mamalón
y le quitaron toda su mercancía –dijo Julio.
–¿Y luego amor? –contestó Valeria sin el más mínimo interés.
–Pos que le preste una lana y me la paga mañana, así que me voy a quedar, no te me vayas a
poner celosa mija, el Toño vive con su mamá y ya sabes que no me gusta planchar pa desarrugar
–Julio pensó que le haría gracia su chiste.
–Está bien.
33
–La quiero mi chaparra, no se le olvide ir a misa, y ai pide por los dos. Acuérdate que el Pacote
pasa en un rato por los lentes que me pidió, pa que se los des, ya sabes dónde están.
Así termino la llamada.
La inmovilidad generada en Valeria por tanto vacío, pesaba más que lo soñado, que lo planeado
toda su vida, una mujer buena que lo único que podía reprocharse era no haber querido nunca ir
a la escuela. Y se lo reprochaba de vez en cuando, solo cuando ante los demás quedaba expuesto
que no sabía leer y que había aprendido a hacer su fi rma copiando la de un autógrafo que le dio
en un baile la Alicia Villareal.
Como si alguien quisiera derrumbar la puerta, se escucharon tres golpes. Valeria reaccionó y al
abrirla lo vio, recargado con pose de Mauricio Garcés, ahí estaba el mejor amigo de Julio. Con la
confi anza de siempre, entró al mismo tiempo que decía:
–¡Qué carita, mi Vale! hasta parece muerta.
Valeria no contestó y se dirigió al cajón donde estarían los lentes para dárselos al Pacote. Cuando
regresó a la sala, él estaba sentado en el único sillón que en dos años de casados habían podido
comprar, su postura era relajada al mismo tiempo que insinuante; tenía la mano sobre el pantalón
y se daba palmaditas como queriendo despertar las ganas de Valeria, ella estiró las manos para
darle el encargo, él la jaló con rapidez y estuvieron tan cerca que el Pacote no se pudo contener y
la besó.
Al principio ella buscó zafarse, pero sintió algo extraño y desistió de quitarse, sin pensarlo
correspondió, comenzaron a entrar en calor. Nada le importaba, ahí estaba su momento para
vengarse de la vida, de la muerte y de Papá Diosito, fue ella quien se quitó la blusa y se subió la
falda, sugiriendo que había llegado el momento de que el Pacote cumpliera su fantasía: darse a la
buena esposa de su mejor amigo. Se sentía viva, excitada, de pronto el amigo traidor se separó de
ella y le dijo con voz temblorina.
–¡Pérese, morra! unos besitos están chidos, pero ¿cómo cree que me voy a dar a la esposa de mi
amigo? Nel. –Se medio peinó, caminó hacia la puerta al mismo tiempo que volvía la mirada hacia
Valeria con tremenda cara de susto.
A ella no le importó, sentía adrenalina, estaba colmada de emoción, no pudo contener la risa;
incluso cuando él por fi n salió, seguía riendo. Las carcajadas le daban placer, rio más fuerte y
luego más alto y más alto, hasta que aquella tos volvió, recordándole el diagnóstico tan
terrible, la angustia reapareció.
Imaginó su funeral. A la chismosa de Doña Silvia, preguntándole a Julio de qué había
muerto su mujer, a lo que él le contestaría llorando y gritando de dolor: ¡La maldita amigdalitis
se la llevó! También imaginó el remordimiento del Pacote al acompañar en su entierro al
mejor amigo.
La risa reapareció, ahora no sabía por qué, la risa tomó el control de su mente, una euforia
jamás vivida la impulsó a poner a todo volumen a su grupo favorito, trataba de cantar igualito
que Alicia Villareal, la realidad era que solo gritaba, comenzó a intentar ese pasito popular
que hacía la vocalista, tropezó con la Biblia que su tía abuela Irmita le había regalado en la
boda, cayó sin poder reaccionar y su nuca pegó fuertemente contra el piso.
En el funeral Julio estaba muy tranquilo. En su último viaje a Tepito había conocido a la
Tania y estaba enamorado de ella. Casi al fi nal, cuando se llevarían el cuerpo, llegó el Pacote
y le dio un abrazo diciéndole –Dios sabe por qué hace las cosas, carnal.
34
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NOVedades
El siglo XX es un siglo retrospectivo de
neurosis y nostalgia vacía. Nostalgia va-
cía por añorar un pasado pacífi co y fecundo
instalado en los albores mismos de la historia.
Neurosis, por sentirse/sentirnos huérfanos en
un encrucijado presente que poco parece te-
ner de sentido y dirección.
Desde hace algún tiempo, el poema parece
convertirse en enigma y testimonio, umbral
hacia lares en los que el tiempo se difumina y
en su convergencia parece traernos susurros
de voces antiguas y profecías de funestos des-
tinos. Constatación, pues, de un presente que
BISONTE MANTRA DE LUIS JORGE BOONE
David Bendicho
de la sombra (2015), entre otros; y de los volú-
menes de ensayo Lados B (2008), y Sobre mapas
circulares (2015).
Boone, que se declara como un habitante
más del mundo, confi esa que no tiene una
gran historia que contar y destaca en él una
reposada humildad. Gran lector primero, pa-
rece no rendirse a lo largo de su obra hasta
encontrar los brillos de alguna verdad dis-
traída. En él, la poesía se libra del lenguaje y
vamos a ver como en Bisonte Mantra (2016) el
poema muestra un “destino de mantra” o de
retal sagrado que consigue “teletransportarte
/ verso adentro / al corazón del paisaje”.
En Bisonte Mantra no se pretende asir o atrapar
lo oculto. El poema, el texto, es ya lo oculto.
El poema es ya el secreto de la naturaleza y
sus lejanas, para nosotros, certezas. Nos en-
contramos frente a un viaje, un éxodo intros-
pectivo que, como canto ritualístico, hermana
diferentes tradiciones espirituales para llegar
a lo trascendental, divisado y sensible en lo
profundo y no lingüístico del texto. La pági-
na se nos presenta como un desierto que nos
acompaña hasta sentir el entorno intratex-
tual, que es también el nuestro. El autor, atra-
pado en las redes de un tiempo diegético que
conecta y refl eja su realidad extradiegética,
actual, convierte sus poemas en ecos o latidos
extratextuales dotados progresivamente de
un ritmo profundo, calmo y extra-terrestre.
“El hombre es solo y sordo, lo abruman /
sus golpes de ciego, los bastonazos / con que
intenta –o no- descifrar el paisaje”. Y aquí
está una de las principales misiones del libro:
descifrar el paisaje, comprender, sin enjuiciar,
36
RESEÑAS
no se siente comprendido ni, si se me permite,
nuestro.
Hijo de estos tiempos, Luis Jorge Boone
(Monclova, Coahuila, 1977) ha buceado por
diferentes géneros dando a luz a libros de
cuentos como La noche caníbal (2008), Largas fi -
las de gente rara (2012), Cavernas (2014), y Figuras
humanas (2016); y a la novela Las afueras (2014).
Además, es coautor, junto con Julián Her-
bert, del díptico narrativo El polvo que levantan
las botas de los muertos; autor de los poemarios
Traducción a lengua extraña (2007), Los animales
invisibles 2012), Versus Ávalon (2014) y Por boca
sin fi ltrar a través de nuestra oxidada racio-
nalidad, “la cordillera”, por ejemplo, como
“una sintaxis de siglos” y poder convertirse así
en un “estado del agua” o “un trueno de ca-
racteres” transformando el poema en un más
allá donde es sensible, palpable, respirable, la
atmosfera de la naturaleza, sus ciclos, su vida
y sus distorsionados mecanismos tan alejados
hoy en día de nosotros. Luis Jorge Boone se
encuentra, pues, “en el desierto, tratando de
encontrar las líneas / que unen mi vida / con
fragmentos del paisaje”.
Merodea y plasma la majestuosidad de la
naturaleza disgregada en paisajes: montañas,
bosques, desiertos; y en elementos: agua, vien-
to, tierra; para enseñarnos, para proponernos
una estrategia: olvidar, no recordar, no es-
perar la eternidad a la que aspiramos, pues
se borra apenas sucede. No debemos esperar
ninguna ley, “en los libros de agua no se dicta
ninguna condenación”, sólo pretende “darle
forma fugitiva a un instante hecho de arcilla
/ es decir ahora, basándonos en un reloj que
se retrasa”.
Incautos, necios, atrapados por nuestros
miedos, estamos ciegos. Se nos dice aquí que
es moderno eso de nombrar nuestros miedos
y naturaliza algo que el psicoanálisis ha inten-
tado racionalizar: nuestra parte de oscuridad.
Es curioso cómo hemos pretendido racionali-
zar nuestro inconsciente, nuestras pulsiones
inciertas y oscuras por tan solo, quizá, ser
incomprendidas o demasiado antiguas.
Así pues, busca o se asienta en el Anima
Mundi, pero refl exiona sobre su propio ejer-
cicio: “¿Cómo / saber que este diálogo no es
una esquizofrenia / en sed de eternidad, la
mano extendida y vacía / del Hombre Men-
dicante ante el desfi le lejano de / Todas las
Cosas y Todos los Tiempos?”. Difícil rescatar,
sentir los vestigios de la antigüedad, la paz del
bisonte pastando la página, si “la percepción
tiene miedo de ver las cosas infi nitas”. Las
puertas de la percepción deben de abrirse y
37
cerrarse, encerrando en el vislumbre alguna
huella de sentido o verdad. Pero esa verdad
antigua parece estar prohibida, lejana, re-
miniscente y nos insta a tomarla por asalto,
sabiendo burlar sus rejas. Hemos de reinter-
pretar lo clásico, nos dice, ecualizar desde un
ahora perdido y sin sentido los pliegues y las
cavernas del paisaje infi nito, único testimonio
disponible de los tiempos.
Boone, en defi nitiva, quiere hacernos com-
prender que toda Historia tiene un halo de
perversión y, frente a esto, “Todo es mito”.
Así entendemos el mundo y así lo hacemos
nuestro. El ejercicio a llevar a cabo es pues
sentir el abrazo que nos da y no sabemos
sentir.
Como se puede apreciar, el propio libro se
contesta. Acude a un paraje inmaterial, inter-
no, propio, desde el que comienza a entender
y ver la manada de bisontes que plasman el
nomadismo de unos hombres antiguos que
sabían sentir en sí los tiempos y los ciclos de
la naturaleza. Unos hombres que no pregun-
taban al miedo ni a los viajes migratorios.
Unos hombres que perseguían estos grupos
de animales para subsistir y que adoraban a
su vez a dichos animales. Unos hombres que
daban forma a lo ilusorio, que escuchaban las
pulsiones y el canto de la lluvia, que compren-
dían la lejanía de las verdades y no imponían
su prepotente necesidad de comprensión y
raciocinio. Unos hombres, cuyos corazones
silenciados por los vientos han sido y son par-
te de la tierra, parte de un ciclo que continua
y al cual parece ya no formamos parte.
Bisonte Mantra es, pues, unos hombres, un
mundo y una poesía que en la distancia nos
llama para que repensemos hacia dónde
queremos ir, sin pensar tanto en dónde nos
perdimos.
EL HAMBRE HEROICA: ANTOLOGÍA DEL CUENTO MEXICANO SELECCIÓN
DE GABRIEL RODRÍGUEZ LICEAGAAndrea Lárraga
La dignidad del movimiento de un iceberg se debe a
que solo una novena parte está por encima del agua.
Ernest Hemingway
A mediados de 2018, se publicó con el
sello de la editorial Paraíso Perdido,
El hambre heroica, una colección de dieci-
séis cuentos. La selección de las narraciones
corre a cargo de Gabriel Rodríguez Liceaga
(Ciudad de México, 1980), ganador del Pre-
mio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí
2012 y autor de El demonio perfecto (2008),
Balas en los ojos (2011), El siglo de las muje-
res (2012) y Niños tristes (2013). En las anto-
logías siempre emergen los gustos e intereses
del antologador. En este caso, Rodríguez
Liceaga propone historias del siglo XXI por
autores nacidos entre la década de los setenta
38
RESEÑAS
y ochenta. Los narradores seleccionados para
este primer volumen son: Paulette Jongitud,
Jorge Comensal, Jaime Muñoz, Alfonso
López, Ave Barrera, Joel Flores, Alejandro
Badillo, Herson Barona, Leonardo Teja, Úr-
sula Fuentesberain, Eduardo Sabugal, Zoe
Castell, Aniela Rodríguez, Liliana Blum,
Julián Herbert y Roberto Wong. Algunos
más populares que otros pero que, sin duda,
comparten una calidad en la escritura indis-
cutible que se demuestra a lo largo de las 160
páginas que componen la antología.
El libro se encuentra dedicado a Edmundo
Valadés, a quién se le agradece su enorme
labor por fomentar y resguardar un sinfín
de historias, a través de la revista El cuento
(1939-1999). Una página más adelante, Paule-
tte Jongitud abre la selección con “Desagüe”,
una narración breve, pero abrumadora. La
historia de un aborto, un tema que en la ac-
tualidad se encuentra en boga y que marcará
estas primeras décadas en la historia univer-
sal. La ubicación del cuento no es al azar, Ro-
dríguez Liceaga busca captar la atención del
lector, y lo logra, pues es imposible no querer
leer más.
La siguiente narración es “El hambre y la
tristeza” donde Jorge Comensal retrata la
triste ineptitud del sistema policial mexicano
en uno de los casos más sonados en México:
El caso Paulette. Siguiendo la línea de lo que
se vive en este siglo en México, “Los dioses
momentáneos” reproduce la vida de un sica-
rio, un texto de la violencia, pero suavizado
en sus letras. Mientras que, en otras narra-
ciones la historias parten desde el recuerdo
familiar, así lo expresa, Joel Flores en el texto
“Los que sobreviven”. Pero, la diversidad de
los subgéneros es amplia, pues Roberto Wong
en “El ruido del vidrio roto” deja la incerti-
dumbre de estar leyendo un cuento fantástico
con la historia de dos hermanos que compar-
ten sexo con la misma mujer. Entre esa diver-
sidad sobresale Úrsula Fuentesberain con un
cuento, o quizá debería llamar micro-fi cción,
de nombre “La cara de Ángel” que narra una
historia de vida en pocas líneas con un fi nal
que sorprende al lector.
La antología no se describe en una línea
temática, ni en hombres ni mujeres, lo cual
se agradece, el único género que aquí im-
porta es el cuento. El único criterio para la
selección es el asombro del lector. Creo que
Gabriel Rodríguez Liceaga cumple con ello.
Pues las dieciséis narraciones te dejan con ese
knockout del que hablaba Julio Cortázar. Er-
nest Hemingway dijo alguna vez que el cuen-
to es la punta del iceberg: sólo es una parte lo
que se asoma. De igual forma lo es El hambre
heroica, sólo es la puntita de la enorme pro-
ducción cuentística actual en el país.
En el siglo XX, clave para el desarrollo
de las mujeres en todos los ámbitos,
surgieron en nuestro país escritoras que son
importantes referentes en México y el mun-
do. Entre las más destacadas se encuentran
Rosario Castellanos y Elena Garro, que han
gozado una amplia lectura y su obra ha des-
pertado interés por parte de la academia, en
un medio editorial protagonizado en su ma-
yoría por las propuestas masculinas.
En la actualidad, el conocimiento de la li-
teratura escrita por mujeres va en aumento,
pues conocemos más autoras mexicanas y se
publica su literatura con mayor frecuencia,
aunque no por eso son tan leídas. Sin embar-
go, existen numerosas autoras cuyo trabajo
ha sido sepultado por el tiempo, tal vez debi-
do a la temática o por el género literario de
narrativa breve que eligieron. En los mejores
casos, su obra se ha redescubierto tiempo des-
pués, siendo al fi n reeditadas y leídas por un
público más amplio.
Imagen tomada de la p. 134 Pro Patria. Un pequeño boceto sobre un vasto tema, 1897.
Alfred Touchemolin. Ilustración; Londres, British Library.
CONOCER Y LEER A MÁS AUTORAS MEXICANAS
Lorena Rojas
39
LECTURAS
De acuerdo con un estudio realizado por
la escritora y académica Liliana Pedroza
(1976) incluido en Historia secreta del cuento
mexicano (2018), en los 30 años comprendi-
dos entre 1957 y 1987 fueron publicados 175
libros de cuentos escritos por mujeres. Entre
las autoras que publicaron en esos años, en-
listo en primer lugar a algunas que proba-
blemente resulten desconocidas debido a la
poca disponibilidad y difusión de su obra,
que no ha sido reeditada desde hace tiempo,
pero que pueden ser leídas gracias a que la
colección Material de Lectura de la UNAM
ha rescatado en línea un cuento de cada una.
Las tres posteriores han corrido con mayor
suerte, su obra ha tenido un nuevo auge y
están siendo estudiadas y leídas con mayor
atención por lectores más jóvenes. La obra de
estas escritoras puede encontrarse en librerías
actualmente.
CARMEN BÁEZ (Michoacán, 1909 - Ciu-
dad de México, 1999)
Narradora, poeta y maestra normalista de
profesión, Carmen Báez fue contemporánea
de Nellie Campobello; como ella, Báez es-
cribió relatos sobre la Revolución, periodo
que marcó a su generación por la violencia y
los cambios sociales que implicó. Para 1938
ya publicaba cuentos en antologías, además,
estuvo a cargo de la Dirección de Cinemato-
grafía de 1962 a 1964. Publicó Cancionero
de la tarde (1928) y La roba-pájaros (1957).
De este último, se encuentra un cuento en
línea, “El hijo de la tiznada”, en el Material
de Lectura de la Universidad Nacional Autó-
noma de México.
MARÍA ELVIRA BERMÚDEZ (Duran-
go, 1916 - Ciudad de México, 1988)
Abogada de profesión, María Elvira Bermú-
dez fue la primera mujer en graduarse de la
Escuela Libre de Derecho, fue actuaria de
la Suprema Corte de Justicia y profesora de
enseñanza especial en la SEP. Ensayista y
narradora, es considerada pionera del géne-
ro policíaco en México, pues algunos de sus
cuentos en este género fueron publicados des-
de 1948 en distintas revistas. Su vasta obra
tiene libros de cuentos, una novela y diversos
ensayos; además, fue compiladora de cuentos
fantásticos y policíacos. Sus libros de cuentos
son Soliloquio de un muerto (1951), Alegoría
presuntuosa y otros cuentos (1971), Cuentos
Herejes (1984), Detente, sombra (1984), Muer-
te a la zaga (1985) (cuya reedición de 1986, in-
cluida en la colección Lecturas mexicanas de
la SEP, puede aún encontrarse en algunas li-
brerías de viejo) y Encono de hormigas (1987),
del cual, puede leerse un cuento homónimo
en el Material de lectura de la UNAM.
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GUADALUPE DUEÑAS ( Jalisco, 1920 -
Ciudad de México, 2002)
Esta narradora y ensayista, cuyos cuentos
se incluyeron en diversas antologías, estudió
Literatura en la UNAM, realizó guiones de
telenovelas y trabajó como censora cinema-
tográfi ca. Publicó sus primeros cuentos en
Ábside en 1954. Dueñas, contemporánea de
Rosario Castellanos, Elena Garro y Ampa-
ro Dávila, entre otras, comparte con ellas la
experimentación fantástica. Publicó los libros
de relatos Las raras y otros cuentos (1954),
Tiene la noche un árbol (1958), No moriré
del todo (1976) y Antes del silencio (1991). La
totalidad de su producción cuentística puede
leerse en Obras completas (2017), con una
introducción de la también escritora Beatriz
Espejo.
INÉS ARREDONDO (Sinaloa, 1928 - Ciu-
dad de México, 1989)
Inés Arredondo es una de las escritoras mexi-
canas que ha gozado de un mayor número de
lectores e interés en su obra por parte de la
academia en los últimos años, su obra aunque
publicada en vida consta de un total de 34
relatos. Sus narraciones abarcan temáticas
realistas, relaciones familiares y de pareja,
amor y locura (entre otros temas), que a me-
nudo provocaron un cuestionamiento y una
ruptura con los valores tradicionales de su
época. Publicó tres libros de relatos: La señal
(1964), Río subterráneo (1979), por el cual
fue reconocida con el Premio Villaurrutia, y
Los espejos (1988). Todos sus relatos pueden
encontrarse en sus Cuentos completos (2011),
prologados por Beatriz Espejo.
AMPARO DÁVILA (Zacatecas, 1928)
Narradora y poeta, aunque reconocida espe-
cialmente por sus relatos fantásticos, Amparo
Dávila realizó sus estudios en San Luis Potosí
y, al igual que Inés Arredondo, ha gozado de
mayor popularidad durante los últimos años.
Su obra ha sido incluida en varias antologías
del género fantástico, pues trata temáticas
como la locura, el concepto del doble y los se-
res sobrenaturales, que en ocasiones llegan a
los límites del horror. Ha publicado los libros
de cuentos Tiempo destrozado (1959), Música
concreta (1964), Árboles petrifi cados (1977) y
Muerte en el bosque (1985), entre otros. Sus
relatos pueden conseguirse actualmente en
las compilaciones: Entre sombras: Relatos de
suspenso y tinieblas (2013), Cuentos reunidos
(2009) y El huésped (2018).
40
ENEROEn Lagos de Moreno, Jalisco, nació MARIANO AZUELA. (1 de enero 1873), autor de la obra
que inauguraría el género de la Novela de la Revolución, Andrés Pérez, maderista (1911). Ejerció la
medicina; sus experiencias revolucionarias desde esa perspectiva alimentaron su obra. Un escritor
siempre preocupado por el otro, por los que no tenían voz y a quienes les dedicaría la gran novela
de una verdad que fue de todos Los de abajo (1915). Respecto de sus memorias gustó por llamarlas
llanamente “Autobiografía del otro”.
El día 15 de enero de 1996 se le reserva un sillón en la Real Academia Española al primer latinoame-
ricano elegido como miembro académico: MARIO VARGAS LLOSA. Su discurso de ingreso
se intituló Las discretas fi cciones de Azorín, a Don Camilo José Cela se le encomendó la contestación.
Ante la falta de una letra en el espaldar de su asiento, el nobel peruano apuntaba “Hasta donde
entiendo, fui elegido académico sin silla, o, mejor dicho, una silla sin pasado”, esto le dio la opor-
tunidad de nombrar un mentor y deudor del sitial: Don José Martínez Ruiz (Azorín).
Muere debido a un cáncer de pulmón JUAN RULFO ( 7 de enero 1986). Decir de él que es autor
de una de las obras más infl uyentes del siglo, ya no resulta una novedad. Sus narraciones han sido
llevadas al cine en numerosas ocasiones, entre las que destacan El gallo de oro (1964) de Roberto
Gavaldón, Pedro Páramo (1967) de Carlos Velo y El rincón de las vírgenes (1972) de Alberto Isaac. El
nobel Kenzaburo Oe hubo confesado que vino a México porque le dijeron que acá vivía el mejor
escritor del mundo, un tal Juan Rulfo.
FEBREROEDMUNDO VALADÉS (22 de febrero 1915) nació en Guaymas, Sonora. Es autor de la obra
clásica La muerte tiene permiso (1955), y uno de los máximos conocedores y difusores del cuento
mexicano del siglo XX. Valadés dijo alguna vez, que había dos tipos de cuento: el “que nos hará
concebir lo inverosímil, lo sorprendente, lo imprevisto; y el otro, que toca fundamentalmente
nuestro corazón, es decir, el que restituye partes del ser humano y ciertos hechos de la realidad de
todos los días”. Aseguraba que el optaba por los cuentos que brindarán ambas cualidades.
Nacionalizado francés, pero jamás renunciando a su argentinidad JULES FLORENCIO COR-
TÁZAR, conocido como Julio, muere en París (12 de febrero 1984). Escritor polifacético, cultivó
casi todos los géneros. Se destacó principalmente en la narrativa y se le considera el maestro del
relato corto. Carlos Fuentes recordaba cuando se reunía con él y con Gabriel García Márquez y
juntos gustaban de entonar corridos revolucionarios hasta entrada la noche.
El 11 de febrero de 1938 en Londres, la B BC (British Broadcasting Corporation) produce el primer
programa televisivo de ciencia fi cción. Basado en la obra RUR (Robots Universales Rossum). Su autor
Karel Capek, checoslovaco, confesaría haber hurtado el término robot de una ocurrencia de su
hermano. La palabra proviene de una derivación de robota de origen eslavo, que literalmente
signifi ca “trabajo duro”. Dejando de lado las mitologías grecorromanas, los rastros de la ciencia
fi cción datan desde Utopía (1516) de Moro, Somnium (1634) de Kepler y Frankenstein o el moderno
Prometeo (1818) de Shelley.
ANECDOTARIO
41
MARZOINÉS ARREDONDO (20 de marzo 1928), nació en Culiacán, Sinaloa. Eduardo Antonio Parra
afi rmó que se trata de la primera, y la más grande, narradora mexicana del siglo XX. Confesó
haberse sentido siempre a la sombra de la Generación de Medio Siglo donde destacaban Tomás
Segovia (quien fue su esposo), Rosario Castellanos, Salvador Elizondo, Amparo Dávila, entre
otros. Hoy su obra es un parangón de la literatura en nuestra lengua, lo demás, acaso, crecerá a
su sombra.
Perece ADOLFO BIOY CASARES (8 de marzo 1999). Sus restos yacen en el Cementerio de la
Recoleta en Buenos Aires. Quizá el mejor novelista de su generación, el género policial y el fantás-
tico eran de su predilección. Fue capaz, se dice, de lidiarse una reputación a la sombra de Borges,
si uno revolucionó las letras desde el cuento, el otro haría lo propio con la novela. De él se cuentan,
además, anécdotas de galantería y se le ha recordado como un hombre clásico, es decir, de clase.
Un día 11 de marzo de 1920 el diario El Sol publica una nota “El QUIJOTE en las escuelas como
enseñanza obligatoria es una plausible iniciativa del ministro de Instrucción Pública, porque los
niños aprenderán HIGIENE DE LA BOCA (sic.) al leer la sentencia de Cervantes En mucho más
se ha de estimar un diente que un diamante.” Se ha contemplado la opción de leerlo al menos una vez al
año (en Semana Santa de preferencia, apuntan algunos) y así, continuar descubriendo las innume-
rables maravillas que oculta este gran tesoro de las letras hispánicas.
42
Soy la expresión del vacío,
de lo infecundo y lo yerto,
como ese polvo desierto
donde toda hierba muere...
¡Yo soy un muerto que quiere
que no lo tengan por muerto!
ALMAFUERTE, EN EL ABISMO
«Enterrados pero vivos»
D o s s i e r / C r í t i c a / C r e a c i ó n / N o t i c i a s
Henri Charles Guérard (France , Paris, 1846-1897)