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    REVISTA AQUICHAN - ISSN 1657-5997

     AÑO 4 - Nº 4 - 6-9 - BOGOTÁ, COLOMBIA - OCTUBRE 20046

    RESUMEN

    La enfermería reconoce como algo esencial abordar a los usua-

    rios de manera totalitaria, para lo cual se hace necesario un mayor 

    conocimiento sobre la dimensión espiritual del cuidado. El artículo

    presenta las reflexiones, avances y proyecciones que en este senti-

    do tiene el Grupo Académico de Cuidado al Paciente Crónico y su

    Familia, de la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional deColombia, en donde se evidencia la importancia de la persona co-

    mo un ser espiritual. Para ello, parte de señalar las áreas de traba-

    jo prioritario en el campo, hace un recuento de los motivos para

    trabajar la espiritualidad y las dificultades y logros en el estudio de

    este tema, puntualiza cuáles son sus contenidos fundamentales, es-

    tablece la relación de la espiritualidad con el cuidado de la salud y

    su pertinencia en las situaciones de cronicidad y muerte. En rela-

    ción con el cuidado, la espiritualidad es vista como un elemento de

    crecimiento en tiempos difíciles. Por último, se invita al lector al es-

    tudio y profundización de la dimensión espiritual del cuidado, co-

    mo parte de un reto para asumir la totalidad del ser humano.

    PALABRAS CLAVE

    Espiritualidad, cuidado espiritual, cuidado crónico,totalidad.

    ABSTRACT

    Part of the nursing discipline’s nature it the importance of looking 

    at human beings in a totalitarian way. In order to do this it is neces-

    sary to have knowledge about the spiritual dimension of caring. This 

    paper includes some reflections, advances and projections that in such

    direction have been developed by the Academic Group of Patient and 

    Family’s Chronic Care at the School of Nursing in the Universidad Na-cional de Colombia. In the group’s work it is clear that the human

    being is important as a spiritual being. The paper contain the main

    areas of work in the spiritual care, the justification for working in the 

    field, difficulties and results that have been obtain while doing such

    work, it clarifies the core topics in the field, the established relationship

    between health care and spirituality, and addresses its pertinence in si-

    tuations of chronic and death care. Spirituality in its relationship to ca-

    re is seen as a growth element among hard times. At the end it invites 

    the reader to study and learn in the topic of spiritual care as a way to

    deal with the issue of total human care.

    KEY WORDS

    Spirituality, spiritual care, chronic care, totality.

    * Profesora Asociada, Facultad de Enfermería,Universidad Nacional de [email protected]

    Beatriz Sánchez Herrera* 

    Recibido: el 15 de marzo de 2004 Aprobado: el 14 de abril de 2004

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    esde hace varios años se adelantan algu-

    nos trabajos de investigación por parte

    del Grupo Académico de Cuidado al Pa-

    ciente Crónico y su Familia, de la Facul-tad de Enfermería de la Universidad Na-

    cional de Colombia, sobre la temática

    del cuidado, de la experiencia de la salud

    humana en situaciones de cronicidad y

    muerte, en las cuales se hace evidente la

    importancia de la persona como un ser 

    espiritual. Durante este tiempo se han

    podido identificar algunas necesidades

    prioritarias para la asistencia a estos suje-

    tos y a sus cuidadores familiares, y la im-

    portancia de desarrollar en cada uno de

    ellos sus habilidades de cuidado.

     A través de esta experiencia se haevidenciado que cuando el trabajo deenfermería está basado en lineamientosconceptuales propios, logra sus propósi-tos y fortalece el cuidado a las personas.Las prioridades en este trabajo han sido

    apoyar a quienes requieren de cambiosen el estilo de vida, aliviar el sufrimientode los que tienen dolor, limitación y mu-tilación, acompañar y respaldar a quie-nes viven situaciones que generan gran

    sentimiento de pérdida, temor o amena-za de muerte, y ser red efectiva de apo- yo de aquellos que tienen alterada la ca-pacidad de socializar. Los resultados hanpermitido en algunos casos interpretar,ante niveles decisorios, la importanciade ofertar nuevos servicios y de cualificar 

    los actuales, para mejorar la calidad devida de las personas que afrontan situa-ciones de enfermedad crónica.

    En el curso del tiempo han surgidoreflexiones sobre la forma como se debe

    orientar la práctica de la enfermería, lasesperanzas y expectativas que nos alien-tan a unos y otros en estas vivencias, lasfortalezas y debilidades que tiene cadaprofesional y las formas de abordar cadasituación, disyuntivas que no terminande ser resueltas. Se ve con preocupación

    que, en la práctica, los principios del cui-dado holístico no siempre se reflejan, yse percibe lejanía en las respuestas apro-

    piadas para quienes buscan asistenciacálida y humanizada en instituciones desalud, con crecientes expectativas decosto-beneficio y tendencias a la siste-matización y la tecnología complejas.

    Estas reflexiones son el marco dondese ha iniciado la búsqueda del potencialespiritual de cada persona. La espirituali-dad, vista como una posible fortaleza, esuna dimensión de la cual solo se es cons-ciente en algunos casos. Esta exploraciónbusca lo más valioso de cada persona,

    frente a tantas inquietudes que van que-dando día a día sin respuesta. En las si-tuaciones de enfermedad crónica, el cui-dado de enfermería dirigido a la personatotal busca cuidar la experiencia de la sa-lud humana tal como ella se presenta, ylas metas de la enfermería se encaminana la vida y no a la enfermedad. Es la per-sona integral, interactuando con su am-biente, desarrollándose en su contexto,como un ser único, evolutivo y trascen-dente, lo que interesa a la enfermería.

    El estudio de la espiritualidad es unapequeña parte de esa totalidad, que confrecuencia se olvida. En parte podría de-jarse de lado, por el nivel de complejidadque lo caracteriza. La naturaleza intangi-ble y variable de la espiritualidad, la va-riedad de formas en que se experimentaentre las diferentes personas y en los dis-tintos momentos, las múltiples formasde expresión que tiene, a través del cuer-po, el pensamiento, los sentimientos, losjuicios y la creatividad, y su relación conlos aspectos no materiales de la vida, ex-

    plican en parte esta percepción.

    La espiritualidad agrupa las ideas fi-losóficas acerca de la vida y su propósi-to, y tiene el poder de dar forma y signi-ficado al ser, saber y hacer, que se puedereconocer como un impulso unificador,

    Si la espiritualidad tiene

    importancia terapéutica

    en pacientes que

    experimentan crisis o

    en quienes viven en

    situaciones deenfermedad, esta

    temática debe incluirse

    en los currículos de los

     programas, en la

    asistencia y en nuevas

    investigaciones, con el

    fin de cualificar la

     práctica con integración

    de la dimensión

    espiritual del cuidado.

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    un sistema de guía interno básico para elbienestar humano, que motiva para es-coger las relaciones y búsquedas necesa-

    rias. La espiritualidad no es prerrogativade los creyentes, pues puede estar des-vinculada de la religión y no ser expresa-da como una práctica religiosa. Es decir,que como componente de la salud siem-pre está presente y se relaciona con laesencia de la vida.

    Bajo el lema de hacer visible lo invi-sible, se ha señalado que la unión entrela espiritualidad y la salud es innegable.La evidencia deja ver con claridad quelas prácticas espirituales, y en especial las

    que se realizan dentro del marco de unacultura religiosa organizada, se asociancon mejores estados de salud, menor depresión, mejores hábitos y menor mortalidad1, 2, 3, 4. Se ha señalado, ade-más, que no basta con decir que se tie-ne una creencia o práctica religiosa, sinoque esta debe tener un rol importanteen la vida de la persona, para que la re-lación evidenciada esté presente.

    Con base en la revisión desarrolladapara el estudio, se dice que los creyentes

    tienen más salud y pueden disfrutar deuna vida más prolongada. Al parecer,esas afirmaciones surgen porque la gen-te que observa una vida religiosa conse-cuente posee un estilo de vida más salu-dable que los no creyentes, y los quecreen se interesan por acceder a undiagnóstico precoz de sus enfermeda-des, es decir, demuestran más interéspor el cuidado de su salud, procurandola mejor atención médica que puedenhallar y siendo más cumplidores de lasindicaciones profesionales. De otra par-

    te, su interés por el estado de la salud delos demás se relaciona con la fe quepractican, en donde como miembros deuna iglesia fraterna prodigan entre sí apoyo personal y ánimo mutuo. La

    proyección espiritual de los creyentespareciera protegerlos de las dolencias fí-sicas provocadas por las tensiones de la

    vida moderna, el estrés y la depresión.Ello les permite gozar de mayor salud yuna vida más prolongada que los demásque no practican su fe5.

     A pesar de la gran evidencia que aso-cia la religiosidad con la salud, ella nosignifica que la religión y la fe sean lafuente de la salud y de la vida. Los cre- yentes también experimentan el progre-sivo deterioro, debilitamiento, limitacio-nes y dificultades de todos los demás,pero se ha demostrado que no los sufren

    del mismo modo, pues la fe les brinda amuchos creyentes el impulso interior y ladeterminación necesaria para superar lasinevitables dolencias físicas, proveyén-doles una adecuada capacidad de recu-peración emocional. Para muchas perso-nas en situación de enfermedad crónica y cercanía a la muerte, la espiritualidades un elemento esencial para disfrutar lavida y hacerla productiva.

    Son varios los motivos para que laespiritualidad, vivida de manera religio-

    sa, sea útil en la salud; entre ellos, se hareconocido que la oración o la medita-ción generan un estado de paz interna

    que ayuda a la recuperación, y el tener pensamiento positivo es terapéutico. Deotra parte, los grupos religiosos dan so-porte social, y varias religiones rechazanhábitos no saludables. Más aún, el senti-do de la disciplina y la esperanza, pro-pios de las culturas religiosas, se han po-dido asociar con mejor acatamiento delos regímenes prescritos6.

    Para muchos que viven situacionesde cronicidad y muerte, donde la incer-tidumbre impera, tener la confianza en

    un ser superior, o en la fuerza de una re-lación con ellos mismos o con otros,apoya la recuperación. Para otros, con-tar con Dios, un poder o fuerza superior o un grupo de personas cercanas comoaliados, en quienes descansa parte de lapesada carga que constituye la enferme-dad, con la confianza de que las cosassuceden con algún propósito, aunque elmismo no sea claro de momento, aliviade manera importante.

     A pesar de ello, al preguntar a mu-

    chos profesionales del área de la salud sihan podido ayudar a un paciente de ma-nera espiritual, se obtienen respuestasnegativas o evasivas, que reflejan en am-bos casos desconocimiento y descon-cierto. Al parecer, falta mucha compren-sión de la gran herramienta que es la es-piritualidad, y lo que ella constituye pa-ra ayudar a una persona que vive situa-ciones de enfermedad o crisis. Quizámuchas de las personas entrevistadas sí han podido ayudar a las demás de ma-nera espiritual, pero no son conscientesde haberlo hecho. Esa es la diferenciaque los estudios de la Facultad de Enfer-mería pretenden evidenciar: no se tratade dar una ayuda espontánea, sino unbuen cuidado, uno que refleje una

    1. Ross, Linda. Nurses Perception of Spiritual Care , Avebury, Sydney, 1997, pp. 5-23.

    2. Coyle, J. “Spirituality and health: towards a framework for exploring the relationship between spirituality and health”, Journal of Advanced Nursing , 37 (6): 589-597, 2002.

    3. Koenig, Harold. Spirituality in Patient Care: Why, How, When, and What , London, Templeton Foundation Press, 2002.

    4. “Spiritual coping strategies: a review of the nursing research literature”, Journal of Advanced Nursing , 34 (6): 833-841, Jun. 2001.

    5. Koenig, Harold. “An 83-Year-Old Woman with Chronic Illness and Strong Religious Beliefs”, JAMA, 288 (4): 487-493, Jul. 24/31, 2002.

    6. Koenig, Harold. Op. cit.

    ...para admitir que un

     profesional cuida y

    valora a una persona,

    se debe partir de que

    él mismo sea formado y

    valorado como persona y

    esté en la capacidad de

    asumir el reto de

    la totalidad.

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    conciencia expandida, con intención pa-ra actuar, para buscar y generar un espa-cio de crecimiento humano mutuo entre

    el profesional y el usuario, a través de larelación entre ellos. Es decir, para admi-tir que un profesional cuida y valora auna persona, se debe partir de que élmismo sea formado y valorado comopersona y esté en la capacidad de asumir el reto de la totalidad.

     Al profundizar en este conocimiento y ver la espiritualidad de manera amplia,se hace evidente que dentro de la expe-riencia de vivir en situaciones de enfer-medad, además de las grandes dificulta-

    des existen espacios de crecimiento, através de redimensionar la vida y de ayu-dar a otros. La persona que vive con laenfermedad puede desesperar o tras-cender con su experiencia, aceptar laayuda o rechazarla, vivir en armonía in-terna, a pesar de su malestar físico, opuede desesperar, aunque su pronósticosea bueno. Esta experiencia, tanto parala persona implicada en forma directacomo para sus cuidadores, puede cons-tituir un camino de fortalecimiento, deempoderamiento, e incrementar la au-

    toestima; en estos casos, el cuidado pue-de convertirse en una fuerza sanadoraespiritual para las partes.

    Los estudios de la Facultad de Enfer-mería de la Universidad Nacional de Co-lombia admiten que el conocimientoempírico puede contradecir lo espiritual y jamás podrán responder a todas laspreguntas. Sin embargo, a pesar delconflicto entre lo espiritual y lo científi-co, es decir, entre lo verificable y lo intui-ble, estos estudios han enseñado a reco-

    nocer indicadores de las necesidades es-pirituales, a identificar la salud espiritual,a indicar límites y terrenos comunes en-tre las diferentes profesiones que se vin-culan al área de la salud, en donde lospastores, capellanes y otros orientadores

    espirituales deben estar presentes, y, por supuesto, a encontrar formas de ayudar  y de transmitir el conocimiento del cui-dado, concebido de una forma holística.

    Con base en los hallazgos de estasinvestigaciones, se ha podido clarificar laambigüedad de la relación entre el con-cepto espiritualidad y religión; se ha se-ñalado que el tema no solo implicaasuntos positivos, sino que exige una

    formación que trascienda el abordajemecanicista de solución de problemas ybusque una relación más simétrica entreel cuidador y el cuidado, que no enfati-ce en lo individualista y respete la totali-dad del ser.

    La mirada a más de trescientas per-sonas, entre aquellas que viven con do-lor, limitación y mutilación, con pronós-tico de muerte inminente; en quienestienen un síndrome de inmunodeficien-cia adquirida; en los que su vida está dis-

    puesta alrededor del cuidado de un fa-miliar enfermo, y en quienes saben quedeben modificar el estilo de vida paramejorar su pronóstico, comparándolas acasi todas con grupos de personas simi-lares en situación de no enfermedad7,

    todo sumado a estudios anteriores reali-zados por el mismo grupo8, 9, ha permiti-do concluir, en casi todos los casos, que

    el nivel de bienestar espiritual encontra-do es alto, pero es mayor en la dimen-sión religiosa que en la existencial, y quepara quienes viven en situaciones de en-fermedad crónica o terminal, o para losque se encuentran cerca de estas perso-nas, el bienestar espiritual puede signifi-car un factor de crecimiento personal,un aspecto de trascendencia que losacerca a muchas respuestas, necesariaspara dar sentido a la vida, la cotidiani-dad, el dolor y el sufrimiento humano.

    Se espera continuar aportando, des-de esta perspectiva, a la construccióndel cuidado de las personas en situaciónde enfermedad crónica y terminal, y alde sus familiares, respetando el bienestar espiritual como un potencial para el mis-mo. Crear salud en la experiencia de en-fermedad crónica o terminal demandaun foco unitario, que supere la dicoto-mía entre salud y enfermedad, y acepteque estas son la expresión de una mismadimensión, que solo tiene sentido den-tro de la totalidad del ser humano10.

    Si la espiritualidad tiene importanciaterapéutica en pacientes que experi-mentan crisis o en quienes viven en si-tuaciones de enfermedad, esta temáticadebe incluirse en los currículos de losprogramas, en la asistencia y en nuevasinvestigaciones, con el fin de cualificar lapráctica con integración de la dimensiónespiritual del cuidado.

    El cuidado de quienes viven con en-fermedad, o sufren a consecuencia de

    ella, debe priorizar aspectos espirituales,donde se logren espacios de reconcilia-ción con Dios, un ser o fuerza superior,compañía de los demás y reflexión de lapropia vida, como parte fundamental dela experiencia de la salud.

    7. Sánchez, Beatriz. Dimensión espiritual del cuidado de enfermería en situaciones de cronicidad y muerte , Bogotá, 2004 (en prensa).

    8. Pinto, Natividad. Comparación del empleo de dos escalas de bienestar espiritual en cuidadores familiares de niños con enfermedad crónica . Trabajo de promoción a profesora asociada, Facultad de Enfermería,

    Universidad Nacional de Colombia, 2002.

    9. Barrera, Lucy, y Pinto, Natividad. Comparación entre el bienestar espiritual y la habilidad de cuidado de los cuidadores de niños en situación de enfermedad crónica, Facultad de Enfermería, Universidad Nacional

    de Colombia, 2002.

    10. Newman, Margaret. Salud como conciencia expandida, 2a. ed., NLN, 1994, pp. 1-14.

     La espiritualidad no es

     prerrogativa de los

    creyentes, pues puede estar 

    desvinculada de la religión y no ser expresada como

    una práctica religiosa.

     Es decir, que como

    componente de la salud 

    siempre está presente

     y se relaciona con

    la esencia de la vida.