II. Libros Históricos del Antiguo Testamento. - Libro...

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Biblia Comentada. II. Libros Históricos del Antiguo Testamento. Por Luis Arnaldich, O. F. M. PARA USOS INTERNOS Y DIDACTICOS SOLAMENTE ADAPTACION PEDAGOGICA: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol. Contenido: Biblia Comentada. II. Libros Históricos del Antiguo Testamento. José. Introducción. 1. Conquista de la Tierra Prometida (1-12). Sujeción de los Cananeos (9-12). 2. Distribución de la Tierra de Canaán (c.13-22). Segunda Distribución en Silo (c.18-19). Apéndices. Jueces. Introducción. 1. Introducción Histórica (1:1-2:5). 2. Historia Anecdótica. Campaña de Gedeón en Palestina (7:1; 8:4). Campaña de Gedeón en Transjordania (8:5-28). Corto Reinado de Abimeleg (c.9). Judicatura de Jefté (10:6; 12:7). Jueces menores. Historia de Sansón (c.13-16). 3. Apéndices. I. Origen del Santuario de Dan. 2. La Guerra contra Benjamín (c.19-21).

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  • BibliaComentada.

    II. Libros Histricosdel Antiguo Testamento.

    Por Luis Arnaldich, O. F. M.

    PARA USOS INTERNOS Y DIDACTICOS SOLAMENTE

    ADAPTACION PEDAGOGICA: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.

    Contenido:BibliaComentada.

    II. Libros Histricosdel Antiguo Testamento.

    Jos.Introduccin.1. Conquista de la Tierra Prometida (1-12).Sujecin de los Cananeos (9-12).2. Distribucin de la Tierra de Canan (c.13-22).Segunda Distribucin en Silo (c.18-19).Apndices.

    Jueces.Introduccin.1. Introduccin Histrica (1:1-2:5).2. Historia Anecdtica.Campaa de Geden en Palestina (7:1; 8:4).Campaa de Geden en Transjordania (8:5-28).Corto Reinado de Abimeleg (c.9).Judicatura de Jeft (10:6; 12:7).

    Jueces menores.Historia de Sansn (c.13-16).3. Apndices.I. Origen del Santuario de Dan.2. La Guerra contra Benjamn (c.19-21).

  • Rut.Introduccion.

    Samuel.Introduccin.

    I Samuel.1. Samuel, Juez de Israel (1:1-27).2. Institucin de la Monarqua (c.8-10).3. Sal y David (c.16-31).

    II Samuel.1. David en Hebron (c.1-4).2. David, Rey de Juda y de Israel (c.5-20).Apndices (c.21-24).Los Hroes de David (23:8-39).

    Reyes.Introduccin.

    Reyes.Historia del Reinado de Salomn (c.1-11).Construccin del templo de Jerusaln.Dedicacin del Templo.Segunda Parte.Historia Sincrnica de los Reyes hasta Ajab y Josafat (c.12-22).El ciclo de Elas (17:1-2 Re).

    II Reyes.1. Historia Sincrnica de los Reyes (c.1-17).2. Reyes de JudaHasta el Cautiverio de Babilonia (c. 18-25).

    Crnicas.Introduccin.

    I. Crnicas.1.Genealogas de Todo Israel. (c.1-9).2.De Adn a Israel (1:1-2:2).2. Historia de David (c.10-29).

    I Crnicas.1. Historia del Reinado de Salomn (c.1-9).2. Historia de los Reyes de Juda (c. 10-36).

    Esdras-Nehemias.Introduccin.

    Esdras.1. La Vuelta de los Primeros Cautivos (C.1-6).De Rey Vasallo a Monarca Soberano.2. Reformas de Esdras (c.7-10).

    Nehemas.bit.

    Introduccin.Judit.

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  • Introduccin.1. Antecedentes del Asedio de Betuli (c.1-7).2. Yahve Triunfa Sobre Nabucodonosor (c.7-16).

    Ester.Macabeos.

    Introduccin.I Macabeos.II Mcabeos.

    Abreviaturas.

    Jos.

    Introduccin.

    Ttulo.En el texto masortico lleva el ttulo de Yehoshua, que la versin de los LXX conserva,

    adoptando, sin embargo, la forma nominal ms reciente de Yesua (Neh 8:17). San Jernimo re-produce el encabezamiento hebraico y griego del libro al escribir: Josu Bennun, id est lesus Nave.

    En el canon judo el libro de Josu ocupa el primer lugar entre los de la segunda clase, llamada Profetas anteriores, e inicia en el canon eclesistico la serie de los libros histricos del Antiguo Testamento. Este lugar destacado en el canon se ha mantenido constantemente a travs de los siglos y en todos los manuscritos por razn del prestigio que alcanz Josu entre los heb-reos por estar ntimamente unido a Moiss, del cual fue asiduo colaborador y fiel ministro (mesharet) envida (Ex 17:8-16; 24:13; 33:11; Nm 14:30-38) e inmediato sucesor suyo al morir sobre el monte Nebo, en los umbrales de la tierra prometida.

    Argumento y Divisin.El argumento desarrollado en el libro de Josu es claro y directo. Antes de morir trans-

    mite Moiss toda su autoridad a Josu (Nm 27:18-23), Que pasa a ser el caudillo indiscutible de Israel en la empresa de la conquista de la tierra prometida y de su distribucin entre las doce tribus. Estaba lleno del espritu de sabidura, pues haba puesto Moiss sus manos sobre l (Deut 34:9). Moiss le confi la misin de velar por la estricta observancia de la Ley, conducir al pueblo en la conquista de Canan y distribuir su territorio entre las tribus.

    El libro se divide en dos grandes partes: conquista de la tierra de Canan (c.1-12) y dis-tribucin de la misma entre las tribus (c. 13-21). Siguen al final del libro (c.22-24) algunos apn-dices.

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  • Texto.El libro de Josu fue escrito originariamente en hebreo. Al cotejar el texto hebraico con

    el texto griego de los LXX se encuentran diferencias sensibles. De ah que haya surgido entre los crticos cierta discrepancia tocante a la valoracin de ambos textos. Unos se declaran abierta-mente en favor del texto griego (Humme-lauer, Clamer, Schulz), otros por el hebraico (Noth, Dillmann, Cales). La posicin ms aceptable es la de aquellos que rehuyen los apasionamientos y proceden en cada caso de un modo eclctico, de conformidad con las reglas de crtica textual, in-terna y externa. El texto griego est muy lejos de presentarse uniforme, y las variantes se acentan a propsito de los nombres geogrficos. Es tanta a veces la diferencia entre los diversos cdices que A. Rahlfs2 ha publicado en un cuadro sinptico los captulos 15 y 19 de los cdices B, A. Algunos crticos han contribuido eficazmente a dilucidar los problemas que ofrece el texto griego de Josu3. Despus de los estudios de Margolis, los autores ms recientes se inclinan por el texto masortico.

    Autor.El ttulo del libro y el texto de Eccli 46:1 Josu, hijo de Nun, sucesor de Moiss en la

    dignidad proftica dieron ocasin de atribuir a Josu el libro que lleva su nombre. Sin embargo, el ttulo se refiere al contenido del mismo, no a su autor. El mencionado texto de Eccli 46:1 dice solamente que Josu sucedi a Moiss en la misin proftica (Ex 24:13; 33:11; Nm 11:28; Jos 1:1). Una antigua tradicin talmdica (Baba Bathra 140), segn la cual Josu escribi su libro y los ltimos ocho versos de la Ley, tuvo poco eco en la tradicin cristiana primitiva, re-chazndola Teodoreto 4, el seudo Atanasio5, y San Jernimo6. La sentencia de que Josu escribi su libro es rechazada unnimemente por los autores modernos, y los argumentos aducidos en su favor carecen de slido fundamento 7.

    A falta de argumentos externos que decidan la cuestin de autor, vale la pena recurrir a argumentos de ndole interna. Del examen del libro aparece que en su redaccin actual se refier-en hechos sucedidos despus de la muerte de Josu (15:13-19; 19:47; 13:30). La observacin de 4:14: Y stos (los israelitas) le respetaron como haban respetado a Moiss todos los das de su vida, y la frase tantas veces repetida: hasta el da de hoy, sugieren que hubo un intervalo de tiempo entre los hechos que se refieren y su redaccin por escrito. Decisivo es el siguiente testi-monio de 24:31: Israel sirvi a Yahv durante toda la vida de Josu y durante toda la vida de los ancianos que le sobrevivieron y conocan cuanto haba hecho Yahv en favor de Israel.

    Cada pueblo conserva tenazmente los hechos ms salientes de su historia nacional, que se recuerdan y comentan con orgullo. Aparte de la inspiracin de los poetas y profetas, que los ex-altan y revisten con detalles pintorescos, existe la consignacin desapasionada de los mismos en-caminada a servir de leccin y estmulo para las generaciones posteriores. No puede determ-inarse el tiempo preciso en que las tradiciones orales se fijaron por escrito. Algunos quieren que parte del libro fue escrita antes de Salomn (16:10, comparado con 1 Re 9:16) y aun antes de David (15:63, comparado con 2 Sam 5:6-8).

    En el exilio, Israel se reconcentr en s mismo y reflexion acerca de las causas que lo motivaron. Un examen filosfico-teolgico de la historia demostrara a Israel que era l mismo el que se haba ganado su ruina a causa de su infidelidad al Pacto de la alianza. El libro de Josu es un captulo de esta historia, en la cual se prueba que Dios cumpli todas sus promesas

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  • hechas a los patriarcas (Gen 12:7) de dar a su descendencia la tierra de Canan, venciendo a to-dos los pueblos que en ella habitaban (24:18). Para el autor sagrado, la conquista de Canan por los israelitas no es un acontecimiento profano, sino teolgico.

    La Fecha del xodo.Dos son las sentencias sobre esta cuestin: i) unos colocan el xodo en tiempos de

    Amenofis II (c.1450-1425); 2) otros en el reinado de Mernefta (1234-1224). Los argumentos que aportan los patrocinadores de la primera sentencia se basan en la cronologa bblica (1 Re 6:1), en los resultados arqueolgicos de las excavaciones practicadas en Jeric y Hai, en la presencia de los Khapiru en la carta de Abdikhiba a Amenofis III y en la mencin de Israel en la estela de Mernefta. Pero todos estos argumentos no tienen valor, segn ha demostrado Drioton 11.

    La historia de Moiss y del xodo debe colocarse en un tiempo en que los faraones residan en la zona del Delta, donde llevaron a cabo grandes construcciones. Ahora bien, estas circunstancias solamente se dieron en tiempos de la 19 dinasta. La ciudad donde trabajaban los hebreos llambase Ramss (Gen 47:11; Ex 1:11), del rombre del faran Ramss II (1298-1232), ciudad que estuvo emplazada o bien en Tanis, como quiere M. Montet, o en Qantir, a 25 kilmet-ros al sur de Tanis. El resultado de las excavaciones arqueolgicas de Montet son favorables completamente a la fecha del xodo bajo el Ramss que cre la ciudad que lleva su nombre 12.

    Un argumento decisivo se encuentra en el panorama poltico de Siria y Palestina desde 1500-1200. nicamente en un perodo de debilidad poltica y militar de Egipto pudo producirse la conquista de Canan por Josu. Ahora bien, esta decadencia egipcia se acentu al fin de la XIX dinasta y se mantuvo bajo la XX, coincidiendo con la ruina del imperio hitita. Ni Josu ni los Jueces fueron nunca molestados por los faraones de Egipto, replegados en su territorio, lo que no suceda en tiempos de Tell el-Amarna. Adems, los reinos de Moab y Edom, que encontraron los israelitas en su viaje a Palestina, se fundaron en el siglo XIII. Terminamos diciendo que la en-trada en Canan se produjo en un momento en que Egipto, dividido interiormente, perdi su in-fluencia sobre Palestina. Este momento fue o durante los ltimos aos de Mernefta o durante el reinado de Ramss III (1 198-1166)13.

    Los israelitas salieron de Egipto camino de Palestina. Intentaron penetrar en el territorio por la regin de Cades, pero los rechazaron los cananeos de Tell Arad (Nm 14:45; 21:1). Algun-os grupos de calebitas y quenitas penetraron por el sur directamente 14. No est fuera de lugar suponer, dicen Lemaire-Baldi, que los motivos que aconsejaron a los israelitas renunciar a su plan primitivo de penetrar en Palestina por el sur se basaban en la accin de Mernefta y Ramss III en Palestina, ocupados en atajar la marcha de los pueblos del mar hacia Egipto. Al entrar los israelitas en Palestina, el territorio estaba habitado por varios pueblos y razas. Quedaban res-tos de los antiguos cananeos, amorreos, jebuseos, fereceos. En cuanto a los hititas, bajo la presin de Salmanasar I (c. 1266-1236) caminaban hacia su ruina. Despus de la muerte de su rey Hattusil perdieron todo el territorio de Mitanni y poco despus las regiones del alto y medio Eufrates. En Palestina quedaron algunos islotes de hititas; los de Gaban y otras tres ciudades in-ventaron una estratagema para evitar el ataque militar de Josu y de su ejrcito.

    La conquista fue lenta y dur muchos aos. En la llanura fueron inferiores a sus enemi-gos, equipados con carros de combate tirados por caballos; en las montaas, y al amparo de los bosques, se crean ms fuertes y seguros. Si la campaa no fue tan brillante como da a entender una lectura superficial del libro de Josu; si muchas ciudades resistieron a su empuje, ms que a

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  • su inferioridad tcnica debe achacarse a la infidelidad del pueblo para con Dios. Ah debe buscarse la raz ms honda de los fracasos de que se habla en el libro de los Jueces (c.1). Yahv es ciertamente un Dios poderoso, es Yahv Sebaot (Sal 24:8-10), que combata por Israel (Jos 10:14); pero su intervencin efectiva en la campaa era mayor o menor segn la conducta del pueblo para con El.

    Ambiente Cultural y Religioso.Los exploradores enviados por Josu a la tierra prometida quedaron atnitos al contem-

    plar sus riquezas naturales, el grado de cultura y la altura de sus habitantes (Nm 13:28-34). A estas riquezas naturales se juntaba un grado de cultura muy desarrollado, que se manifestaba en la construccin de las ciudades grandes y amuralladas. El fondo de esta cultura era cananea, hitita, con influencia egipcia y egea. Palestina ocupaba un punto neurlgico en la confluencia de tres continentes y era lugar obligado de trnsito de los mercaderes egipcios y de los otros pueblos del Prximo Oriente. Las modernas excavaciones han puesto al descubierto la civilizacin de Canan en tiempos de la conquista, desenterrando plazas fuertes con magnficos servicios hidrulicos para resistir largo tiempo en caso de sitio; ricos santuarios, cermica trabajada al torno y decorada, as como objetos y utensilios caseros que deslumbraban al pueblo israelita proveniente del desierto (c.7).

    La religin cananea contrastaba fuertemente con la severidad del culto yahvstico. Baal y Astart eran las divinidades mximas del panten cananeo. En los santuarios construidos en lugares altos (bamoth) o entre la frondosidad de los bosques haba altares para el sacrificio y em-blemas masculinos y femeninos que simbolizaban la presencia de la divinidad. El culto iba acompaado con orgas, danzas frenticas, incisiones, sacrificios humanos y prcticas obscenas. A pesar de las exhortaciones de Josu, no pudo evitarse completamente que el culto cananeo fas-cinara a los israelitas,y se convirtiera en fuente de desventuras para el pueblo escogido15.

    Gnero Literario-Histrico del Libro.No es el libro de Josu una historia cientfica escrita de conformidad con las reglas de la

    historiografa moderna, sino una coleccin de datos que el autor sagrado, bajo el influjo de la divina inspiracin, ha recogido y seleccionado con el fin de poner de relieve el profundo signi-ficado religioso de la fidelidad de Dios en cumplir su promesa de entregar la tierra de Canan a su pueblo escogido. El autor no sacrifica la historia de los hechos a su tesis, sino que basa sta sobre la veracidad de aqullos. Todo el libro, incluso las ridas y fras listas de nombres geogrfi-cos, deben considerarse desde el punto de vista religioso.

    Yahv, que tan severo se muestra frente a los pueblos paganos de Palestina, se reviste de entraas de misericordia para con Israel. Dios habla a Moiss y le dicta el modo como debe com-portarse en los trances difciles. Smbolo de su presencia en medio de su pueblo es el arca de la alianza. Otro concepto religioso que se desenvuelve en el libro es la santidad de Dios, que re-clama adoradores santos, puros, prontos a poner en prctica todo cuanto prescribe la Ley, fuente de prosperidad y bienestar (1:7-9; c.22), mientras que su inobservancia acarrea desrdenes y cal-amidades.

    Los Santos Padres han visto en la lucha por la conquista de la tierra prometida una figura del combate para la conquista del reino de los cielos. Tambin ven ellos en Josu una figura de Cristo. As como Josu destruy a los enemigos de Yahv e introdujo a su pueblo en la tierra

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  • prometida, de la misma manera, Jesucristo, despus de librarnos del yugo del pecado, nos intro-duce en el reino de los cielos (Baldi).

    1 M. Lambert, Les premiers et les derniers prophtes: Revue des Etudes Juives, 66 (1913) 136-138.

    2 Septuaginta (Stuttgart 1935).3 Vanse A. Margolis, Specimen of a new Edition of the Greek Yeshua: Jewish Studies

    in memory of Israel Abrahams. The lexander Kohut Memorial Foundation (New York 1927) 307-323; dem, The Book of Joshua in Greek (New York 1931-1938; in-completo, ed. crtica del texto de Josu 0.1-19.31); dem, Corrections in the Apparatus of the Book of Joshua in Cambridge Septuagint: Journal of Biblical Literature, 49 (1930) 234-264; O. Pretzl, Die griechischen Handschriftengruppen im Buche Josu untersucht nach ihrer Eigenart una ihrem Verhditnis zueinander B 9 (1928) 377-427-; dem, Der hexaplarische und tetraplarische Sep-tuagintatext des Orgenes in den Bchern Josu und Richter: Byzantinische Zeitschrift, 30 (1929-1930) 262-268. Para un estudio comparativo entre el texto hebraico y griego, vanse: S. Holmes, Joshua. The Hebrew and Greek text (Cambridge 1914); CH. D. Benjamn, The vari-ations between the Hebrew and Greek text of Joshua c.i-9 (Philadelphia 1921). Des-pus de los estudios de Margolis, los autores ms recientes se inclinan por el texto masortico.

    4 Quaest. in los. 14: PG 80,473.5 Synopsis 10: PG 28,309.6 Epist. 53: PL 22:546.7 H. Hopfl-Miller-Metzinger, Introductio specialis in Vctus Testamentum (Roma 1946)

    124-125; B. Mariani, Introductio in libros sacros Veteris Testamenti (Roma 1958) 123-124.

    8 M.-J. Lagrange, Le livre des Juges (Pars 1903) 26.9 Das Sysem der Zwolf Stamme Israels (Stuttgart 1930); Studien zu den historisch-geo-

    graphischen Dokumenten des Josuabuches: Zeitschrift des deutschen Palstina Ver-eins, 58 (i935) 185-255; Das Buch Josua (Tbingen 1938),

    10 R. De Vaux: RB 47 d938) 462-463-11 E. Drioton, La date de l'Exode: Revue d'Histoire et de Philosophie religieuse, 35

    (1955) 36-49.12 P. Montet, Les nouvelles fouilles de Tanis (1929-1932; Pars 1933); dem, Le rame de

    Aavaris (Pars 1940); B. Couroyer, La rsidence ramesside de Delta et la Ramss bib-lique: RB 53 (1946) 75-98.

    13 Vase R. De Vaux, La Palestine et la Transjordanie au LTe millnaire et les origines is-ralites: Zaw 38 (1938) 225-237; W. F. Albright, The Israelite conquest of Canan in the Light of Archeology: Basor 74 (1939) 11-23; E. Drioton, La date de l'Exode l.c.; H. Cazelles, Donnes gographiques sur l'Exode: Rhphr 35 (i955^ 51-58; dem, Les loc-ali-sations de l'Exode et la critique littraire: RB 62 (1955) 321-364: Lemaire-aldi, l.c.

    14 Jue 1:16-17, comparado con Nm 21:3; Jue 1:9-15, comparado con Jos 15:13-19. (Vase Delorme, 399.)

    15 H, Vincent, Canan d'aprs l'exploration rcente (Pars 1907) 152-205.7

  • 1. Conquista de la Tierra Prometida (1-12).

    Josu, Caudillo de Israel (1:1-9).1Despus de la muerte de Moiss, siervo de Yahv, habl Yahv a Josu, hijo de Nun, ministro de Moiss, diciendo: 2Moiss, mi siervo, ha muerto. lzate ya, pues, y pasa ese Jordn, t y tu pueblo, a la tierra que yo doy a los hijos de Israel. 3Cuantos lugares pise la planta de vuestros pies, os los doy, como promet a Moiss. 4Desde el desierto hasta el Lbano y el ro grande, el Eufrates, y hasta el mar grande, a occi-dente, ser vuestro territorio. 5Nadie podr resistir ante ti por todos los das de tu vida; yo ser contigo como fui con Moiss; no te dejar ni te abandonar. 6 Esfurz-ate y ten nimo, porque t has de introducir a este pueblo a posesionarse de la tierra que a sus padres jur darles. 7Esfurzate, pues, y ten gran valor para cumplir cuida-dosamente cuanto Moiss, mi siervo, te ha prescrito. No te apartes ni a la derecha ni a la izquierda, para que triunfes en todas tus empresas. 8Que ese libro de la Ley no se aparte nunca de tu boca; tenlo presente da y noche, para procurar hacer cuanto en l est escrito, y as prosperars en todos tus caminos y tendrs buen suceso. 9No te mando yo? Esfurzate, pues, y ten valor; nada te asuste, nada temas, porque Yahv, tu Dios, ir contigo adondequiera que t vayas.

    Desde la cumbre del monte Nebo (Deut 3:17-27; 4:49), Moiss contempla ante sus ojos la tierra de promisin. A tu descendencia se la dar, le dice Dios; te la hago ver con tus ojos, pero no en-trars en ella. Moiss, el siervo de Dios, muri all, en la tierra de Moab, conforme a la voluntad de Yahv (Deut 34:4-5). Su muerte dejaba un vaco que deba llenarse para que la muchedumbre de Yahv no fuera como un rebao de ovejas sin pastor (Nm 27:18). Por voluntad divina fue elegido Josu, hombre sobre quien resida el espritu (Nm 27-18), y sobre el cual haba Moiss impuesto sus manos en seal de que le retransmita el liderazgo del pueblo (Nm 27:15-23; Deut 34:9). Desde su juventud haba sido colaborador ntimo de Moiss (Ex 34:11; Nm 11:28), quien le cambi el nombre de Oseas por el de Josu = salud de Yahv (Nm 13:17), nom-brndole su lugarteniente en las empresas blicas (Ex 17:9).

    La misin confiada a Josu era ardua y peligrosa, por estar ocupado el territorio por pueblos de raza mixta que se haban establecido desde haca tiempo en el pas. Todos ellos goza-ban de un grado de civilizacin y tcnica superiores a las de los hebreos. Los exploradores que en otros tiempos haban recorrido la tierra pudieron comprobar que el territorio que iban a ex-pugnar estaba habitado por pueblos fuertes, con ciudades muy grandes y amuralladas (Nm 13:29) y con guarniciones bien provistas de armas y carros de combate. En cambio, el pueblo de Israel, que slo dispona de armas rudimentarias, experto en la tcnica de las guerrillas, de la razzia y golpes de mano, era humanamente incapaz de medir sus fuerzas con un enemigo aguer-rido y atrincherado detrs de las murallas de sus ciudades. Para el autor sagrado, la toma de Canan no es un suceso profano, sino un acontecimiento teolgico.

    Se sealan los lmites ideales de la Tierra Prometida, que se trazan conforme a Deut 11:24-25. El Lbano se encuentra al norte (Deut 1:7; 3:25); el gran ro es el Eufrates (Gen 15:19). Como lmite occidental se seala el mar Mediterrneo, lugar donde se pone el sol (Deut 11:24).

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  • Estos lmites fueron un ideal, nunca una realidad concreta. Creen algunos que la mencin aqu y en otros lugares (Gen 15:18) del ro Eufrates dbese a una glosa interpretativa fundada en la universalidad del reino mesinico, segn posteriores profecas.

    Josu ser el instrumento de que se valdr Dios para cumplir la promesa hecha anterior-mente a los patriarcas (Gen 15:18) y a Moiss (Deut 1:7) de introducir a su pueblo escogido en la tierra que mana leche y miel. Para salir airoso de la misin debe cumplir escrupulosamente todo cuanto le mand Moiss sobre la manera de comportarse con los enemigos del pueblo israelita (Deut 2:15). Si guarda fidelidad a la Torah o Ley (Deut 1:5; 4:8; 5:29), meditndola (Sal 1:2; Deut 17:18-19), Dios estar con l, no le abandonar; porque Yahv es Dios arriba en los cielos y abajo sobre la tierra.

    Primeras Medidas (1:10-11).10Dio, pues, Josu a los oficiales del pueblo esta orden: 11Recorred el campamento y dad esta orden al pueblo: Preparaos y proveeos, porque dentro de tres das pasaris ese Jordn para ir a ocupar la tierra que Yahv, vuestro Dios, os da en posesin.

    A pesar de contar Josu con el auxilio de Dios, toma las precauciones humanas necesarias para asegurar el xito de la misin que le haba sido confiada. Llama a los escribas (soferim), u ofi-ciales encargados de ejecutar las rdenes del jefe (Deut 20:5-9; 29:9), y les encarga retransmitan al pueblo la orden de que estn preparados todos y se provean de vveres, porque dentro de tres das pasaran el Jordn. Quiz, atendiendo a lo que se dice en 3:2, esta frase equivala a decir: dentro de tres das partiris para la empresa de pasar el ro Jordn. Es lgico que el pueblo hici-era acopio de provisiones, porque, adems del man, que seguira cayendo regularmente todas las maanas hasta que entrara en Palestina (5:10-12), consuma otros manjares, que sacaba de la tierra o compraba con su dinero (Deut 2:6-28).

    Llamamiento a la Solidaridad entre las Tribus (1:12-18).12A los rubenitas y gaditas y a la media tribu de Manases les dijo: 13Acordaos de lo que os mand Moiss, siervo de Yahv, dicindoos: Yahv, vuestro Dios, os ha conce-dido el reposo, dndoos esta tierra. 14Vuestras mujeres, vuestros nios y vuestros ganados quedarn en la tierra que Moiss os dio de este lado del Jordn; pero voso-tros, armados, iris delante de vuestros hermanos, todos vuestros hombres fuertes y valientes, y los auxiliaris, 15hasta que Yahv haya dado a vuestros hermanos el re-poso, como a vosotros, tomando tambin ellos posesin de la tierra que Yahv, vuestro Dios, les da. Despus volveris a la tierra que Moiss, siervo de Yahv, os dio al lado de ac del Jordn, a oriente. 16Ellos respondieron a Josu, diciendo: Cuanto nos mandas lo haremos, y adondequiera que nos enves iremos. 17Como en todo obedecimos a Moiss, as te obedeceremos a ti. Que quiera Yahv, tu Dios, estar contigo, como estuvo con Moiss. 18Quien rebelndose contra tus rdenes te desobedezca, morir. Esfurzate y ten valor.

    Las tribus de Rubn y Gad y media tribu de Manases habanse establecido en la TransJordania (Deut 3:12-17; 29:7). Rubn ocupaba la parte meridional, desde el torrente Arnn, al sur, hasta el valle de Hesbn, al norte, que coincida con el lmite meridional de Gad, que llegaba hasta el tor-

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  • rente Yaboc. La media tribu de Manases habitaba las regiones de Galaad o del Ashlun. Conforme ha probado A. Bergmann, no hay dificultad en admitir que Manases se estableciera en Galaad ya en este tiempo1.

    Las tribus transjordnicas mantuvieron su palabra ayudando a sus hermanos en la con-quista de Canan, ponindose bajo las rdenes de Josu. En el verso 14 del texto original se lee la expresin: Al otro lado del Jordn, que corresponde a la perspectiva del que escribe, que se encontraba en Palestina propiamente dicha, o sea, en la Cisjordania. En boca de Josu, la indica-cin correcta era: de este lado del Jordn (Deut 1:1-5; 3:8). La misma observacin vale para el verso 15.

    Espas a Jeric (2:1).1Josu, hijo de Nun, mand en secreto dos espas desde Setim, dicindoles: Id a ex-plorar la tierra y Jeric. Puestos en camino, llegaron los dos hombres a Jeric y en-traron en la casa de una cortesana de nombre Rahab y pararon all.

    Los exploradores parten de Setim (Shittim acacias), lugar que se identifica comnmente con Abelsatim (Nm 33:49), a once kilmetros y medio al este del Jordn 9. Desde los contrafuertes de las montaas de Abarim pudieron los israelitas contemplar la extensa llanura, pero no precisar su configuracin exacta. Importaba, adems, tener noticias concretas sobre Jeric, de sus fortific-aciones y de las posibilidades de expugnarla. Situada en la llanura del Ghor, a unos pocos kil-metros de la montaa de la Cuarentena o Qarantal, a veintiocho de Jerusaln, a diez clelmar Muerto y a ocho del ro Jordn, estaba protegida por una muralla difcil de forzar. Jeric deriva de la palabra yareah, luna, llamada as porque en la antigedad se renda all culto al dios Luna. En el curso de los siglos, la ciudad ha conocido tres emplazamientos distintos, muy prximos entre s: la actual Jeric (Er-Riha), la del tiempo de Herodes y la Jeric cananea, que se alzaba en el lugar conocido por tell el-Sultn.

    Rahab Acoge a los Espas (2:2-3).2Al rey de Jeric le dieron noticia, diciendo: Hombres de entre los hijos de Israel han llegado aqu durante la noche para explorar la tierra. 3El rey mand decir a Rahab: Saca a esos hombres que han venido a ti y han entrado en tu casa, porque han venido para explorar toda la tierra.

    Los dos exploradores entraron en la ciudad y se hospedaron en casa de una cortesana (zonah, de zanah, fornicar) de nombre Rahab. Flavio Josefo supuso que Rahab era hostelera de profesin. Sin embargo, el texto y el contexto no permiten ningn eufemismo en este punto. Meretriz (prne) la llama San Pablo (Hebr 11:31). Quiso Dios valerse de esta mujer para facilitar el in-greso de Israel en Canan y, al mismo tiempo, regenerarla espiritualmente, incorporndola al pueblo escogido. Sus buenos servicios a Israel fueron muy elogiados posteriormente por los autores inspirados. Rahab, tipo de las naciones paganas que se convierten, merece figurar en la genealoga de Cristo (Mt 1:5). San Pablo alaba su fe (Hebr 11:31); Santiago afirma que sus obras la justificaron al recibir a los espas y enviarles por otro camino (Sant 2:25). La Iglesia primitiva la coloca en el grupo de los pecadores arrepentidos 3.

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  • Alarma en la ciudad (2:4-7).4 Ella tomo a los dos hombres y los escondi en el terrado, y dijo: Cierto que han venido hombres a m, pero yo no saba de dnde eran, 5y cuando esta tarde se iban a cerrar las puertas, han salido y no s adonde han ido; daos prisa a perseguirlos y de seguro los alcanzaris. 6Pero ella los haba subido al terrado y los haba escondido debajo de tascos de lino que para ello dispuso en el terrado. 7Aquellos hombres fuer-on en su persecucin por el camino que va a los vados del Jordn, y, una vez que sa-lieron, se cerraron las puertas.

    El rey de Jeric tuvo noticia de la llegada a la ciudad de dos espas israelitas que se haban hos-pedado en casa de Rahab. Los dos llamaron la atencin, o bien por su indumentaria o por su manera de hablar. Rahab mantuvo un dilogo con los enviados del rey, a los que desorient con sus mentiras. Un registro minucioso en su reducida casa hubiera sido de fatales consecuencias para los dos espas israelitas. Siendo muy reducido el permetro de la ciudad, las casas se amon-tonaban unas sobre otras. Su interior constaba de una sala nica, en la planta baja, acaso un piso y una azotea, en donde, en pocas de calor, solan sus moradores pasar la noche. La noticia de que los espas fueron escondidos debajo de tascos de lino dispuestos en la azotea para secarse al sol demuestra que la entrada de Israel en tierras de Palestina se efectu a ltimos de abril. En el calendario de Gezer4 se dice que la cosecha del lino en la regin mediterrnea tena lugar en el mes sptimo (marzo-abril). En Jeric, situada a 250 metros bajo el nivel del mar, la cosecha era antes. Los exploradores llegaron a casa de Rahab a principios del mes sptimo.

    Evasin de los espas (2:8-21).8Antes de que los espas se acostasen, subi Rahab al terrado y les dijo: 9Yo s que Yahv os ha entregado esta tierra; el terror de vuestro nombre se ha apoderado de nosotros, 10pues hemos sabido cmo Yahv, a vuestra salida de Egipto, sec las aguas del mar Rojo y cmo habis tratado a los dos reyes de los amorreos del lado de all del Jordn, Sen y Og, que disteis al anatema. 11Al saberlo, nuestro corazn ha des-mayado, y todos se han acobardado ante vosotros; porque Yahv, vuestro Dios, es Dios arriba, en los cielos, y abajo, sobre la tierra. 12Ahora, pues, os pido que me juris por Yahv que, como yo he tenido misericordia de vosotros, la tendris voso-tros tambin de la casa de mi padre 13y dejaris la vida a mi padre, a mi madre, a mis hermanos y hermanas y a todos los suyos, y que nos libraris de la muerte. 14Los hombres le dijeron: Te juramos por nuestra vida que, si no nos denuncias, cuando Yahv nos entregue esta tierra, haremos contigo misericordia y fidelidad. 15Ella los baj con una cuerda por la ventana, pues su casa estaba adosada a la mur-alla. Antes les dijo: 16Idos al monte, no sea que los que os persiguen den con voso-tros; estad all escondidos durante tres das, hasta que aqullos estn de vuelta, y luego id vuestro camino. 17Los hombres le dijeron: Mira cmo habrs de hacer para que cumplamos el juramento que te hemos hecho: 18Cuando entremos en esta tierra, ata este cordn de hilo de prpura a la ventana por la cual nos has descol-gado y rene contigo en tu casa a tu padre, a tu madre, a tus hermanos y a toda la casa de tu padre. 19Si alguno sale fuera de la puerta de tu casa, su sangre ser sobre

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  • su cabeza y nosotros seremos inocentes; pero si alguien pone la mano sobre alguno de los que contigo estn en tu casa, su sangre sea sobre nuestra cabeza. 20Si nos de-nuncias, seremos libres del juramento que nos has pedido. 21Ella respondi: Sea como decs. Luego los despidi y se fueron, y ella at el cordn de prpura a la ventana.

    Siguiendo las indicaciones de Rahab, los emisarios del rey, a la luz de la luna, se dirigieron hacia el Jordn en busca de los exploradores, con el fin de alcanzarles antes de que llegaran a los vados del ro Que 3:28; 12:5). Entre tanto, la mujer subi a la terraza y mantuvo un largo dilogo con los espas. Parece que stos se disponan a pasar la noche en la azotea; pero Rahab les hizo com-prender la necesidad de ausentarse de su casa inmediatamente por temor a un registro. Por haber-se cerrado las puertas de la ciudad, el nico medio para huir era descolgarse por el muro (Act 9:25), al cual estaba adosada la casa de Rahab. Antes de despedirlos quiso arrancarles la promesa con juramento de que, al aduearse de la ciudad, conservaran su vida y la de sus familiares. La mujer no habla de su marido. La profusin de expresiones bblicas en boca de la mujer da a en-tender que el autor sagrado no intenta reproducir literalmente las mismas palabras de la meretriz. A travs del desierto corren las noticias de manera sorprendente. En Jeric ha llegado la noticia de los hechos principales referentes a la vida de Israel en el desierto. Como ni la mujer ni los dos espas sospechaban de que los muros de la ciudad se derrumbaran, como sucedi ms tarde, con-certaron de comn acuerdo colocar en la ventana un cordn de hilo, propiedad de los espas, para que les sirviera de seal. Aunque el texto diga que Rahab at el hilo en la ventana, no se debe de-ducir de que lo hiciera inmediatamente. Como en otros pasajes, el autor consigna el hecho con anticipacin. La narracin sobre la llegada y estanca de los espas en casa de Rahab adolece de orden lgico y cronolgico.

    Regreso al Campamento (2:22-24).22Los espas se fueron al monte y se estuvieron escondidos all tres das. Los que los perseguan los estuvieron buscando por el camino, sin hallarlos. 23Los dos espas, ba-jando del monte, repasaron el Jordn, se fueron a Josu, hijo de Nun, y le contaron todo lo sucedido, diciendo: 24Cierto es que Yahv ha entregado en nuestras manos toda esa tierra, pues los habitantes de ella estn acobardados de nosotros.

    A un kilmetro y medio de Jeric y al oeste de la ciudad comienzan las estribaciones de las montaas de Judea, formando en algunas partes una muralla infranqueable. Las cuevas abundan en la ladera del monte de la Cuarentena y all podan esconderse fcilmente los espas. Desde aquellas alturas dominaban la llanura que se extiende alrededor de Jeric, pudiendo observar los movimientos de sus perseguidores. Transcurridos tres das y cerciorados de que los comisionados por el rey haban regresado a la ciudad, los dos espas bajaron del monte, vadearon el Jordn y llegaron sanos y salvos al campo israelita. Su informe movi a Josu a ejecutar inmediatamente sus planes de la conquista de Canan.

    Paso del Jordn y entrada en Palestina (3:3-4).El texto de 3:1-5:1, al menos aparentemente, presenta cierto desorden cronolgico, digre-

    siones, repeticiones, incongruencias. B. Alfrink cree solucionar todas las dificultades apelando a 12

  • la psicologa de los antiguos historiadores orientales, que adoptan peculiares modos de decir y narrar5. En primer lugar, dice l, no debe olvidarse que esta historia es una narracin popular, en la que abundan las repeticiones y en donde se sigue un orden lgico ms que cronolgico. Teniendo en cuenta las caractersticas de la historiografa oriental, las dificultades de estos captulos se atenan. Los principales inconvenientes del texto son: 1) Resulta muy difcil concili-ar los datos de 3:17; 4:1 con 4:45, referentes al tiempo en que los israelitas pasaron el Jordn. En los primeros parece que el pueblo ha pasado ya el ro; en el ltimo sigue todava en la ribera ori-ental. 2) Comparando 4:9 con 4:1-3; 20-24, no se sabe cuntos fueron los monumentos erigidos: uno en el Jordn y otro en Galgala, o si las piedras del primero fueron utilizadas para levantar el segundo. 3) En 4:11 y 4:17 se habla del arca de la alianza, que transportaban los sacerdotes; en el primero de los mencionados textos, los sacerdotes aparecen en la orilla occidental; en el segundo se hallan todava en el lecho del ro.

    Estas anomalas sugieren a muchos exegetas y crticos la sospecha de que aqu, como en otros pasajes del libro, existen vestigios de fuentes distintas o de diversas etapas de composicin literaria. Wellhausen habl de Hexateuco, considerando el libro de Josu como continuacin del Pentateuco, con los consiguientes documentos yahvista, elohista, etc. Rudolph admite el docu-mento I, con adiciones deuteronomistas (3:2-4; 4:6-8a.21-24) o simples glosas (4:1a. 19a). Noth rechaza la teora del Hexateuco y distingue una narracin principal a la que se han aadido glo-sas (3:2-3; 6-10; 15; 17) y la fusin de dos leyendas etiolgicas sobre la ereccin de los monuen-tos. En cuanto a los autores catlicos, existe diversidad de pareceres, desde las interpolaciones de carcter midrsico (3:5; 7-13; 449-14; 20-24) hasta los insignificantes retoques del texto de que habla A. Fernndez (eliminacin de 3:12; un documento paralelo en 4:15-I7, mas detallado que 4:11), pasando por la hiptesis de Wiesmann de una supuesta trituracin del folio que contena el relato del paso del Jordn. Conocidas las diversas tentativas para solucionar las dificultades, y teniendo en cuenta los detalles que entorpecen la concatenacin cronolgica de los hechos, no ofrece dificultad el contenido de los captulos 3-46.

    Preparacin Espiritual del Pueblo (3:1-13).1Josu, levantndose bien de maana, parti de Setim, l y todos los hijos de Israel, y, llegados al Jordn, hicieron all alto y pasaron all la noche antes de atravesarlo. 2Al cabo de tres das, los oficiales recorrieron el campamento 3y dieron al pueblo esta orden: Cuando veis el arca de la alianza de Yahv, vuestro Dios, llevada por los sacerdotes, hijos de Lev, partiris de este lugar donde estis acampados y os pon-dris en marcha tras ella; 4 pero, dejando entre vosotros y ella una distancia de dos mil codos, sin acercaros a ella, para que podis ver el camino que habis de seguir, pues no habis pasado nunca por l. 5Y Josu dijo al pueblo: Santifcaos, porque maana Yahv har prodigios en medio de vosotros. 6Despus habl Josu a los sa-cerdotes, diciendo: Llevad el arca de la alianza e id delante del pueblo. Ellos ll-evaron el arca de la alianza, adelantndose al pueblo. 7Yahv dijo a Josu: Hoy voy a comenzar a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que yo estoy contigo, como estuve con Moiss. 8T da esta orden a los sacerdotes que llevan el arca de la alianza: Cuando lleguis al borde de las aguas del Jordn, os paris en el Jordn. 9Josu dijo a los hijos de Israel: Acercaos y od las palabras de Yahv, vuestro Dios. 10 Y dijo Josu: En esto vais a conocer que el Dios vivo est en medio

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  • de vosotros y que no dejar de arrojar delante de vosotros a los cananeos, los jteos, los jeveos, los fereceos, los guergueseos, los amorreos y los jebuseos. 11 El arca de la alianza del dueo de toda la tierra va a entrar delante de vosotros en el Jordn. 12 Tomad doce hombres de entre las tribus de Israel, uno por cada tribu; 13 y cuando los sacerdotes que llevan el arca de la alianza del dueo de toda la tierra pongan la planta de sus pies en las aguas del Jordn, las aguas del Jordn se partirn, y las que bajan de arriba se pararn en montn.

    Las sospechas levantadas por la presencia de espas en Jeric indujeron a Josu a obrar rpida-mente, adelantndose a una posible coalicin de reyezuelos de Canan. La empresa era relativa-mente fcil, porque, segn informes de los dos espas, los de la ciudad vivan confiados en que el Jordn llevaba mucha agua, por ser la poca del deshielo, y no les sera posible a los israelitas vadearlo. Josu dio las rdenes de movilizacin de todo el campamento. La mencin de los tres das en 1:11 y 32 da lugar a un pequeo conflicto cronolgico. Dijimos en 1:11 que la frase den-tro de tres das pasaran el Jordn puede interpretarse en el sentido de dentro de tres das partiris para la empresa de pasar el Jordn. En efecto, segn la Vulgata, el orden de los acontecimientos pudo ser el siguiente: Tan pronto como los escribas dieron la orden al pueblo (1:11) de prepararse, enviaba Josu en secreto a dos espas a Jeric (2:2), adonde llegaron el mismo da al atardecer. Tres das permanecieron escondidos en la montaa (2:16-22), regresando al quinto da al campamento. En la maana del sexto da dio Josu orden al pueblo de ponerse en marcha hacia el Jordn, en cuya ribera oriental permanecieron tres das. Segn la Vulgata, los is-raelitas vadearon el ro a los diez das del envo de los exploradores a Jeric. Otra ordenacin cronolgica de los acontecimientos es la siguiente: la fecha del envo de los espas y el anuncio de los escribas al pueblo de estar preparados coinciden. Los espas llegan a Jeric el mismo da por la noche, 7 de Nisn; durante la misma huyen al monte vecino (2:16), en donde moran todo el da siguiente, 8 de Nisn. Al oscurecer regresaron al campamento, en el que entraron al amanecer del tercer da, 9 de Nisn.

    A la orden de Josu, el pueblo se puso en marcha, llegando al atardecer a orillas del Jordn, donde acamp aquella noche. La preparacin espiritual inclua la limpieza de los vestidos y la abstencin de todo comercio carnal (Ex 19:10-14). Quiz el verso 4a sea una glosa inspirada en 1 Sam 6:19-20; 2 Sam 6:7. Por lo regular era incumbencia de los levitas llevar el arca (Nm 4:15; 10:21), pero en casos extraordinarios se confiaba a los sacerdotes.

    Dios habla a Josu y promete engrandecerlo a los ojos del pueblo con un hecho ex-traordinario para que se le obedezca como a Moiss y sepa el pueblo que Dios est con l (1:5-7). La arenga o conjunto de alocuciones de Josu tuvieron lugar antes del trnsito del ro. Schulz considera los versos 7-13 como midrsicos, porque, adems de romper la ilacin existente entre el v.6 y 14, no es de suponer que Josu hablara tan largo tiempo a un pueblo en marcha. El xito del paso del Jordn est asegurado por ir en vanguardia el arca de la alianza del Dios de toda la tierra (Miq 4:13; Zac 4:14; 6:5). Se eligen diez hombres de entre el pueblo a los que el texto no asigna misin especial. Trtase evidentemente de un anticipo del v.2 del c.4. Al poner los sacer-dotes el pie en las aguas del Jordn, stas se cortaron (yikkaterun), formando un dique o bloque compacto, como si un monte o una colina (ned) interceptaran la corriente.

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  • El milagro de las aguas (3:14-17).14Cuando hubo salido el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordn, precedidos por los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza, 15 en el momento en que los que ll-evaban el arca llegaron al Jordn y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca se mojaron en la orilla de las aguas pues el Jordn se desborda por todas sus orillas al tiempo de la siega , 16las aguas que bajaban de arriba se pararon, se amonton-aron a mucha distancia, desde la ciudad de Adam, que est cerca de Sartn, y las que bajaban hacia el mar del Araba, el mar de la Sal, quedaron enteramente parti-das de las otras, y el pueblo pas frente a Jeric. 17Los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza de Yahv se estuvieron en seco a pie firme en medio del Jordn, mientras todo Israel pasaba en seco, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pas-ar el Jordn.

    Destaca el hagigrafo la magnitud del milagro anotando que era la poca de la siega de la cebada (marzo-abril), en cuya estacin el ro Jordn va crecido por la licuefaccin de las nieves que cubren el monte Hermn. Las aguas interrumpieron su curso a unos veinticinco kilmetros al norte de Jeric, formando una barrera slida hasta que todo Israel hubo pasado el Jordn. Las aguas descendentes siguieron su curso hasta el mar Muerto.

    Los israelitas no vieron el dique o muro de aguas que se form a mucha distancia al norte, en Adam, la ciudad que est junto a Sartn, dice el texto masortico. La ciudad de Adam (1 Re 7:46) se identifica con tell el-Damyeh, a unos veinticinco kilmetros al norte de Jeric, y a dos kilmetros de la ribera oriental del Jordn, en la confluencia del Yaboc, donde se encuentra hoy el puente ed-Damiyeh, en la carretera de Naplusa a es-Salt. Sartn (1 Re 4:12; 7:46) se iden-tifica corrientemente con Qarn Sartabeh, promontorio de la parte oriental de la montaa de Efram, que en forma de cua se adentra en la cuenca jordnica, frente a ed-Damiyeh. En tiem-pos talmdicos era este promontorio uno de los lugares preferidos para anunciar el novilunio. Esta sentencia tradicional ha recibido un contratiempo principalmente por los estudios de N. Glueck7, que corrige el texto masortico como sigue: Desde Adam hasta la fortaleza (mesad, en vez de missad, lado) de Sartn. Este ltimo lugar, segn l, debe buscarse en tell es-Saidiyeh, a dieciocho kilmetros al norte de ed-Damiyeh. La historia recuerda otras dos ocasiones en que el desprendimiento de un inmenso bloque de un espoln oriental de la montaa de Efram cay sobre el lecho del ro, interceptando el curso de las aguas. Tal fenmeno se produjo, segn el his-toriador rabe Nuwairi, la noche del 6 al 7 de diciembre de 1267, en la regin de ed-Damiyeh. Mientras ste se produjo a consecuencia del reblandecimiento de la montaa por las lluvias tor-renciales de invierno, el del ao 1927 debise a un terremoto. Que igual fenmeno se produjera en el preciso momento en que los israelitas se disponan a pasar el ro Jordn, no lo afirma ni lo niega el texto sagrado. Aunque as fuera, no es menos cierto que todo fue previsto, querido y pro-vocado por Dios con el concurso de los agentes naturales dciles a su palabra.

    Monumento Conmemorativo (4:1-9).1Cuando toda la gente hubo acabado de pasar el Jordn, Yahv dijo a Josu: 2Tomad de entre el pueblo doce hombres, uno por cada tribu, 3y dadles esta orden: De ah, del lecho del Jordn, donde los sacerdotes han estado a pie firme, coged doce

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  • piedras, traedlas y depositadlas en el lugar donde acampis esta noche. 4Josu llam doce hombres, que eligi entre los hijos de Israel, uno por tribu; 5les dijo: Id al medio del Jordn, ante el arca de Yahv, vuestro Dios, y echaos al hombro una piedra cada uno, segn el nmero de las tribus de los hijos de Israel, 6para que sea seal en medio de vosotros. Cuando un da os pregunten vuestros hijos: Qu signi-fican para vosotros estas piedras? 7les responderis: Las aguas del Jordn se partieron ante el arca de la alianza de Yahv; cuando ella pas el Jordn, las aguas del ro se dividieron; y esas piedras sern para siempre jams un memorial para los hijos de Israel. 8Los hijos de Israel cumplieron la orden de Josu. Tomaron del me-dio del Jordn doce piedras, como se lo mand Yahv a Josu, segn el nmero de las tribus de los hijos de Israel, y, llevndolas consigo al lugar donde pasaron la noche, las depositaron all. 9Josu alz doce piedras en el lecho del Jordn, en el lugar donde haban estado a pie firme los sacerdotes que llevaban el arca de la ali-anza, y all han estado hasta hoy.

    Quiere Josu que se conserve una memoria del paso del Jordn, como en Ex 12:26; 13:9.14; Deut 6:20. El texto del v.9 puede interpretarse en el sentido de que fueron dos los monumentos levantados en recuerdo del hecho, uno en Cagala y otro en el lecho del ro. As lo creen Hum-melauer, Ubach y Fernndez. En favor de la unidad se pronuncian Wiesmann y Alfrink, por no citar ms que autores catlicos. Segn Wiesmann, en el v.9 se dice que se colocaron doce piedras en el cauce del ro para impedir que los pies de los sacerdotes se hundieran en el lodo del ro. Tales piedras ms tarde fueron sacadas del Jordn y colocadas en Cagala, donde permanecen hasta el da de hoy. Con esta interpretacin, dice Baldi, se quita la posibilidad de un monumento en medio del Jordn, que, salvo en tiempos de mucha sequa, no sera visible, no sirviendo, por lo mismo, para el fin al que se le destinaba.

    Orden de Marcha (4:10-18).10Los sacerdotes que llevaban el arca se estuvieron a pie quieto en medio del Jordn, hasta que se hizo todo cuanto Yahv haba mandado a Josu decir al pueblo,, con-forme a todo cuanto Moiss haba ordenado a Josu, y el pueblo se; apresur a pas-ar. 11Cuando el pueblo hubo acabado de pasar, el arca de Yahv y los sacerdotes se pusieron al frente del pueblo. 12Los hijos de Rubn, los de Gad y la media tribu de Manases, armados, iban en vanguardia delante de los hijos de Israel, como se lo haba mandado Moiss. 13Unos cuarenta mil hombres de ellos, armados en guerra, pasaron ante Yahv a los llanos de Jeric. 14Aquel da engrandeci Yahv a Josu a los ojos de todo Israel, y stos le respetaron, como haban respetado a Moiss, todos los das de su vida. 15Yahv habl a Josu, diciendo: 16Manda a los sacerdotes que llevan el arca del testimonio que salgan del Jordn; 17y Josu dio a los sacerdotes esta orden: Salid del Jordn; 18y en cuanto los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza de Yahv salieron del medio del Jordn y asentaron la planta de su pie en la tierra seca, las aguas del ro volvieron a su lugar y se desbordaron, como antes es-taban, por todas las orillas.

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  • No dio Moiss ninguna disposicin tocante al paso del ro Jordn, pero el autor refuerza la autor-idad de Josu con la de Moiss (1:17; 3:7). En la narracion se habla del paso del ro por el pueblo, lo que realiz ya antes (3:16-17; 4:1). Segn el v.11, el arca y los sacerdotes se pusieron al frente del pueblo estando ya en la ribera derecha del Jordn; en cambio, los v. 15-18 suponen que permanecan todava en el ro. Schulz considera los v.9-14 como una adicin. Para Ubach, los v. 15-18 son residuos de una documentacin que el autor sagrado tuvo ante sus ojos y que puso en el lugar que ocupan por creer que contenan detalles nuevos. Parece que el . 11 se re-fiere a 3:7; 4:1. Una vez hubo pasado el pueblo, el arca y los sacerdotes se colocaron de nuevo delante de la comitiva. Pero a la misma preceda, conforme a lo prescrito en Nm 32:28-30; Deut 3:18, un destacamento militar para defender el arca. La cifra de cuarenta mil guerreros es una hiprbole manifiesta, como en otros pasajes anlogos (Ex 12:37; Nm 1:46).

    Tan pronto como los sacerdotes abandonaron el cauce, las aguas volvieron a afluir como ayer y anteayer, es decir, como antes. No determina el texto el lugar exacto por donde pasaron el ro los israelitas. Una tradicin judo-cristiana lo fija en el vado de Bethabara, frente a Qars el-Yehud, donde se encuentra el monasterio del Prdromos, construido en memoria del ministerio de San Juan Bautista y del bautismo de Jess.

    En la Tierra Prometida (4:19-25).19El pueblo sali del Jordn el da diez del mes primero y acamp en Glgala, al lmite oriental de Jeric. 20Josu alz en Glgala las doce piedras que haban cogido del Jordn, 21y dijo a los hijos de Israel: Cuando un da os pregunten vuestros hi-jos: Qu significan esas piedras? 22instruid a vuestros hijos, diciendo: Israel pas este Jordn a pie enjuto; 23porque Yahv, vuestro Dios, sec delante de vosotros las aguas del Jordn, como lo haba hecho Yahv, vuestro Dios, 24con las aguas del mar Rojo, que sec delante de nosotros hasta que hubimos pasado, 25(24)para que to-dos los pueblos de la tierra sepan que es poderosa la mano de Yahv y vosotros con-servis siempre el temor de Yahv, vuestro Dios.

    El sueo dorado de los israelitas se haba realizado y Dios haba cumplido su promesa. Israel haba entrado en tierras de Palestina el da 10 de Nisn (marzo-abril), coincidiendo con el princi-pio de la Pascua (Ex 12:3), a los cuarenta aos de haber salido de Egipto. Los israelitas acampar-on en Cagala, que los autores identifican o bien con Jirbet en-Netele, a unos cinco kilmetros al sur de la antigua Jeric, o con Jirbet Mefshir, a dos kilmetros al noreste de la misma. Sobre la antigua Cagala, nombre que se deriva de la palabra hebrea galgal = rueda, rueda de piedras, se edific una iglesia bizantina llamada Dodekalithori, en recuerdo del sitio donde hizo colocar Josu las doce piedras en forma de rueda o cromlech 8. Para la posteridad israelita, Cagala o Guilgal fue considerado como lugar sagrado muy concurrido (1 Sam 7:16; 10:8; 11:14; 13:4-15; Os 4:15; Am 4:4)9.

    Pnico en Palestina (5:9-1).1Cuando todos los reyes de los amrteos, a occidente del Jordn, y todos los reyes de los cananeos de cerca del mar supieron que Yahv haba secado las aguas del Jordn hasta que ellos pasaron, desmay su corazn, y perdieron todo su valor ante los hi-jos de Israel.

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  • El hagigrafo empieza el captulo 5 de su libro con una noticia sobre el pnico que se apoder de los cananeos y de los amorreos al enterarse del milagro que haba obrado Yahv. Para el autor sagrado y para los enemigos de Israel es Yahv quien mueve todos los resortes y determina los hechos que deben conducir a los israelitas al corazn de Palestina. La noticia del paso del Jordn corri como reguero de plvora por todo el territorio; sus habitantes temieron una invasin in-minente de los israelitas.

    La circuncisin (5:2-9).2Entonces dijo Yahv a Josu: Hazte cuchillos de piedra y circuncida a los hijos de Israel. 3Hzose Josu cuchillos de piedra y circuncid a los hijos de Israel en el col-lado de Aralot (collado de los Prepucios). 4He aqu por qu los circuncid Josu: To-dos los salidos de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, haban muerto en el desierto, durante el camino, despus de la salida de Egipto. 5El pueblo que sali estaba circuncidado; pero los nacidos en el desierto durante el camino despus de la salida de Egipto no haban sido circuncidados; 6pues los hijos de Israel anduvieron durante cuarenta aos por el desierto, hasta que perecieron todos los hombres de guerra salidos de Egipto, por no haber escuchado la voz de Yahv. Yahv les haba jurado que no les dejara ver la tierra que conjuramento haba prometido a sus padres darles, la tierra que mana leche y miel. 7Los hijos de aqullos les sucedieron en su lugar; y stos son los que circuncid Josu, porque estaban sin circuncidar, pues no haban sido circuncidados durante el camino. 8Cuando todos se circuncid-aron, quedronse en el campamento hasta curarse; 9y Yahv dijo a Josu: Hoy he quitado de sobre vosotros el oprobio de Egipto. Y aquel lugar fue llamado Cagala hasta hoy.

    No era ste un rito propio de los hebreos, sino que se practicaba en el antiguo Egipto, en Fenicia y, probablemente, en Canan. La operacin deba ejecutarse con cuchillos de piedra, como lo hizo Sfora con su hijo (Ex 4:24-26). La circuncisin tena en Israel un carcter marcadamente religioso, siendo el signo distintivo de la alianza de Dios con Abraham y de la pertenencia a la comunidad religiosa de Israel (Gen 17:12-14:25:27). Segn el texto griego, gran parte del pueblo judo haba descuidado la prctica de la circuncisin durante su permanencia en Egipto; pero, segn el texto hebraico, el abandono de esta prctica empez durante los aos de pereg-rinacin por el desierto. El autor sagrado no considera, al parecer, como culpa grave esta negli-gencia, que recaa sobre los dirigentes de la comunidad judaica. Quiere con ello atenuar la culpabilidad de Moiss? No fue acaso sta una de las razones por las cuales se le deneg la en-trada en la Tierra de Promisin ? Que el gran caudillo de Israel fuera remiso en este punto, aparece de Ex 4:24.

    A primera vista choca que Josu pensara en la circuncisin de todos los varones del pueblo inmediatamente despus de haber pasado el Jordn, cuando era de temer un ataque por sorpresa de los habitantes del pas. Sabido es que la circuncisin es una operacin dolorosa que va acompaada de un estado febril que llega a su punto lgido al tercer da (Gen 34:25). Josu impuso la obligacin de circuncidar el prepucio de los varones con el fin de preparar la celebra-cin de la Pascua, o para recordar que la circuncisin era el signo de la alianza (Gen 17:10;

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  • Ex 12:48)10. Con la circuncisin se quit la dependencia de Egipto, por haber dejado de ser escla-vos de los egipcios para convertirse en servidores de Yahv y propiedad suya. 11

    La Pascua (5:10-12).10Los hijos de Israel acamparon en Cagala; y all, el da catorce del mes, celebraron la Pascua, a la tarde, en los llanos de Jeric. 11Comieron de los frutos de la tierra, desde el da despus de la Pascua, panes cimos y trigo tostado ya aquel mismo da; 12y el da siguiente de comer de los frutos de la tierra, no tuvieron ya el man, y com-ieron ya aquel ao de los frutos de la tierra de Canan.

    Era la segunda vez que los judos salidos de Egipto celebraban solemnemente la Pascua (Nm 9,iss). El pan cimo y el trigo tostado que comi el pueblo el da de la Pascua podan ser en parte productos de la tierra de Canan. Al da siguiente ces el man.

    Aparicin Misteriosa (5:13-16).13Estando Josu cerca de Jeric, alz los ojos y vio que estaba un hombre delante de l, en pie, con la espada desnuda en la mano; y Josu se fue hacia l y le dijo: Eres de los nuestros o de los enemigos? 14Y l le respondi: No; soy un prncipe del ejr-cito de Yahv, que vengo ahora. 15Entonces Josu se prostern rostro a tierra y, ad-orando, dijo: Qu es lo que manda mi seor a su siervo? 16(15)El prncipe del ejr-cito de Yahv dijo a Josu: Descalza tus pies, pues el lugar que pisas es santo. Hzolo as Josu.

    Parece que este episodio est desplazado de su lugar primitivo. La actitud del prncipe del ejr-cito de Yahv que aparece con una espada desenvainada en su mano es de amenaza, no especific-ando el texto el motivo que la provoc. Supone Dhorme que el paso de un ro requiere la autor-izacin de la potencia celestial que guarda el acceso del territorio situado al otro lado. Por de pronto, la aparicin obedeca a consignas ms graves y trascendentales que a la de intimar a Josu a que se quitara el calzado (Gen 32:25-33). Lo ms probable es que el personaje misterioso quiso urgir el rito de la circuncisin, que se haba descuidado en el desierto. Quiz en un princi-pio la percopa preceda al v.2 de este captulo. En Ex 4:24 se dice que Yahv sali al encuentro de Moiss, querindole matar. Sfora aplac su ira circuncidando a su hijo. Con la narracin de este episodio, sin terminar, sin duda, se destaca la relevante personalidad de Josu, que por su reverencia y humildad puede parangonarse con Abrahm (Gen 15:12) y Moiss (Ex 3:3-6). Todo en el contexto invita a reconocer en el jefe de los ejrcitos de Yahv a un ser sobrenatural, a un ngel de Yahv que deba convertirse en gua de los israelitas en la penetracin y conquista de Canan (Ex 23:20; 32:34; 33:2). El v.16 es copia de Ex 3:512.

    Primeros Combates (cap. 6-8).Se narra en el captulo 6 la toma de Jeric. El texto de la versin de los LXX difiere

    mucho del texto hebreo; los exegetas, o bien se esfuerzan por combinar ambos textos, o se pro-nuncian por uno o por otro. Aun en el supuesto de adoptar el texto ms corto de los LXX, no se eliminan todas las incoherencias de la narracin. La solucin ms obvia consiste en distinguir

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  • entre el texto que se cree primitivo y las adiciones posteriores. Con ello la narracin fluye e manera lgica y desaparecen o se atenan las dificultades. Es imposible, por ejemplo, armonizar los v.4; 5; 16a.20a con 8; 9; 13. Schulz, seguido en parte por Gelin, considera como texto primit-ivo los v.1-2a.3-7; 11; 14-15; 16; 20b; 21; 24-27. El P. Fernndez admite dos recensiones, una larga y otra breve, de las cuales considera como autntica la ltima. Segn Ubach, dos escribas testigos de los hechos escribieron cada uno independientemente sus impresiones, haciendo uno hincapi en unas circunstancias y otro en otras. El relato es una combinacin de una doble tctica: una marcha en silencio alrededor de la ciudad durante siete das hasta el estentreo grito de guerra, y una procesin con el arca, al son de las trompetas sagradas, smbolo de la coopera-cin divina en la empresa 13. Defiende Abel que el redactor final ha querido unificar dos situa-ciones sucesivas. Baldi opta por la fusin de dos relatos o tradiciones paralelas dispuestas psicolgicamente de manera distinta. En una tradicin se dio ms importancia al valor del ejr-cito judo; en otra, de origen sacerdotal, se puso de relieve la cooperacin religiosa. El re-dactor ltimo trat de conservar estos dos aspectos de la misma tradicin fundindolos en un solo relato. Expliqese como se quiera, lo cierto es que el texto se presenta con todas las carac-tersticas de una composicin literaria heterognea.

    Toma de Jeric (6:1-14).1Tena Jeric cerradas las puertas y bien echados sus cerrojos por miedo a los hijos de Israel, y nadie sala ni entraba en ella. 2 Yahv dijo a Josu: Mira, he puesto en tus manos a Jeric, a su rey y a todos sus hombres de guerra. 3 Marchad vosotros, todos los hombres de guerra, en torno a la ciudad, dando una vuelta en derredor suyo. As haris por seis das. 4Siete sacerdotes llevarn delante del arca siete trompetas resonantes. Al sptimo da daris siete vueltas en derredor de la ciudad, yendo los sacerdotes tocando sus trompetas. 5Cuando ellos toquen repetidamente el cuerno potente y oigis el sonar de las trompetas, todo el pueblo se pondr a gritar fuertemente, y las murallas de la ciudad se derrumbarn. Entonces subir el pueblo, cada uno enfrente de s. 6Josu, hijo de Nun, llam a los sacerdotes y les dijo: Ll-evad el arca de la alianza, y que siete sacerdotes vayan con siete trompetas reson-antes delante del arca de Yahv. 7Dijo tambin al pueblo: Marchad y dad tambin una vuelta a la ciudad, yendo los armados delante del arca de Yahv. 8 As que Josu hubo hablado al pueblo, los siete sacerdotes con las siete trompetas resonantes iban tocando las trompetas delante de Yahv, y el arca de la alianza de Yahv iba en pos de ellos. 9Los hombres de guerra iban delante de los sacerdotes que tocaban las trompetas, y la retaguardia, detrs del arca. Durante la marcha se tocaban las trompetas. 10Josu haba dado al pueblo esta orden: No gritis ni hagis or vuestra voz, ni salga de vuestra boca una palabra hasta el da en que yo os diga: Gritad. Entonces gritaris. 11El arca de Yahv dio una vuelta en derredor de la ciudad, una vuelta sola, y se volvieron al campamento, donde pasaron la noche. 12Al da siguiente se levant Josu bien de maana, y los sacerdotes llevaron el arca de Yahv. 13 Los siete sacerdotes que llevaban las siete trompetas resonantes delante del arca de Yahv se pusieron en marcha tocando las trompetas. Los hombres de guerra iban delante de ellos, y detrs la retaguardia segua al arca de Yahv; y durante la

    20

  • marcha iban tocando las trompetas 14Dieron el segundo da la vuelta en derredor de la ciudad y se volvieron al campamento; esto mismo hicieron por siete das.

    Por miedo a los hijos de Israel, la ciudad de Jeric tena las puertas cerradas; pero Yahv pro-meti ponerla en manos de Josu (Nm 21:34; Deut 2:24; 3:2). Era Jeric una plaza fuerte cana-nea edificada sobre un altozano elptico de 307 por 161 metros, dominando la llanura de su nombre. La descripcin del ataque de la ciudad por los israelitas es bien conocida. Pero, como hemos apuntado ms arriba, cabe distinguir entre el relato primitivo y las adiciones posteriores de carcter religioso referentes a los sacerdotes, arca de la alianza y trompetas sagradas. Los soldados de Josu combatieron contra Jeric y la tomaron. En ciertos ambientes pareci que el relato primitivo era demasiado pagano, por darse excesiva importancia a las causas puramente humanas que contribuyeron a la conquista de la ciudad, por lo cual se le aadieron elementos procedentes de ambientes sacerdotales. El relato primitivo, segn Noth, era ms o menos el siguiente: (v.2): . Yahv dijo a Josu: Mira, he puesto en tus manos a Jeric. Todos los hombres de guerra (3) rodearn la ciudad, dando una vuelta en derredor suyo. As haris por seis das. (4) Al sptimo da daris siete vueltas en derredor de la ciudad. (5) Cuando toque el cuerno., todo el pueblo se pondr a gritar fuertemente, y las murallas de la ciudad se derrumbarn. Entonces subir el pueblo, cada uno enfrente de s. (6) . (7) Dijo Josu al pueblo: Marchad y dad la vuelta a la ciudad. (8) y se hizo conforme a la orden dada por Josu al pueblo. (10) Josu dio al pueblo la siguiente orden: No gritis ni hagis or vuestra voz, ni salga de vuestra boca una pa-labra hasta el da en que yo os diga: Gritad. Entonces gritaris. (12) Al da siguiente se levant Josu bien de maana. (14) y se hizo el giro de la ciudad ., regresando al campamento. Esto mismo hicieron por seis das. (15) Al da sptimo se levantaron al alba, dieron siete vueltas en torno a la ciudad. (16) A la sptima. dijo Josu al pueblo: Gritad, porque Yahv os entrega la ciudad. (20) Entonces todo el pueblo se puso a gritar clamorosamente, y las murallas de la ciudad se derrumbaron y cada uno subi a la ciudad frente de s.

    Suerte de Jeric (6:15-24).15Al da siguiente se levantaron con el alba, y dieron del mismo modo siete vueltas alrededor de la ciudad. 16A la sptima, mientras los sacerdotes tocaban las trompetas, Josu dijo al pueblo: Gritad, porque Yahv os entrega la ciudad. 17La ciudad ser dada a Yahv en anatema, con todo cuanto en ella hay. Slo Rahab, la cortesana, vivir, ella y cuantos con ella estn en su casa, por haber escondido a los exploradores que habamos mandado. 18Guardaos bien de lo dado al anatema, no sea que, tomando algo de lo que as habis consagrado, hagis anatema el campa-mento de Israel y traigis sobre l la confusin. 19Toda la plata, todo el oro y todos los objetos de bronce y de hierro sern consagrados a Yahv y entrarn en su te-soro. 20Los sacerdotes tocaron las trompetas, y cuando el pueblo, odo el sonido de las trompetas, se puso a gritar clamorosamente, las murallas de la ciudad se der-rumbaron, y cada uno subi a la ciudad frente de s. 21Apoderndose de la ciudad, dieron al anatema todo cuanto en ella haba, y al filo de la espada a hombres y mujeres, nios y viejos, bueyes, ovejas y asnos. 22Pero Josu dijo a los dos explor-adores: Entrad en la casa de Rahab, la cortesana, y sacad a esa mujer con todos los suyos, como se lo habis jurado. 23Los jvenes, los espas, entraron y sacaron a Ra-

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  • hab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y a todos los suyos, y los pusieron en lugar seguro, fuera del campamento de Israel. 24Los hijos de Israel quemaron la ciudad con todo cuanto en ella haba, salvo la plata y el oro y todos los objetos de bronce y de hierro, que pusieron en el tesoro de la casa de Yahv.

    Cul fue la causa que provoc el desmoronamiento de las murallas de Jeric? Se produjo este fenmeno, o el texto sugiere o permite otra interpretacin? No es de creer que el gritero (teruah) de la multitud (Ex 32:17; 1 Sam 4:5; 2 Sam 6:15) y el sonido de las trompetas fueran tan ensor-decedores que derribaran las murallas. Algunos suponen que ayud Dios a los sitiadores pro-vocando a su debido tiempo un terremoto que derrib las murallas. Hizo Dios lo que no pudieron lograr los israelitas con su gritero y sus trompetas. Es muy posible que el autor sagrado, llevado totalmente de la idea de poner de relieve la intervencin de Dios en la expugnacin de la tierra de Canan, no haya dicho todo lo que aconteci junto a los muros de la ciudad clave para entrar en Palestina. Es sintomtico a este respecto lo que dice Josu en su discurso de despedida de que las gentes de Jeric combatieron contra vosotros (24:11), lo que debe interpretarse en el sentido de que fueron necesarios varios combates para conquistar la ciudad, y de que, de no intervenir Dios abiertamente en favor de los israelitas, nunca hubieran stos penetrado en ella.

    El ensaamiento de los israelitas al exterminar todo ser viviente de la ciudad se rige por las leyes del herem o del anatema, comunes a los pueblos del antiguo Prximo Oriente. Con el anatema (herem) de destruccin (Lev 27:29; Deut 2:35; 7:25; 20:16; 25:17-19), Jeric deba ser arrasada completamente. Dios manda que las ciudades idoltricas sean destruidas con todos sus habitantes, animales domsticos y bienes (Deut 13:16). La misma suerte deban seguir los pueblos enemigos de Israel (1 Sam c.15; Is 34:3; 43:28; Jer 26:9). nicamente se exceptan de este anatema en nuestro texto el oro y la plata y todos los objetos de bronce y de hierro (v.24), que se destinaban al tesoro de Yahv, siendo estos objetos conceptuados como anatema de obla-cin (Lev 27:28; Nm 18:14). Habla el texto del tesoro de la casa de Yahv porque el autor del relato tiene en su mente la idea del templo 14.

    Rahab a Salvo (6:25-27).25Josu dej la vida a Rahab, la cortesana, y a la casa de su padre, que habit en me-dio de Israel hasta hoy, por haber ocultado a los enviados por Jesu a explorar a Jeric. 26Entonces jur Josu, diciendo: Maldito de Yahv quien se ponga a reedifi-car esta ciudad de Jeric. Al precio de la vida de su primognito ponga los cimien-tos; al precio de la de su hijo menor ponga las puertas. 27Yahv fue con Josu, y su fama se extendi por toda la tierra.

    Los espas cumplieron la promesa hecha a Rahab, salvando a ella y a toda la familia. En un prin-cipio la mujer ocup un lugar fuera del campamento de Israel (v.23), pero ms tarde habit en medio de Israel hasta hoy, figurando en la genealoga de Jesucristo. Josu maldice al que intente reedificar de nuevo la ciudad de Jeric. La imprecacin de Josu cumplise con Hil, en el siglo IX (1 Re 16:34). Parece que el texto alude a la costumbre cana-nea de sacrificar un nio en la fundacin de una ciudad, costumbre que imitaron algunos israelitas. Dios condenaba este infanti-cidio.

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  • Las Excavaciones de Jeric.Grandes esperanzas pusieron exegetas e historiadores en las excavaciones de Tell el-Sul-

    tn para conocer las modalidades de la toma de Jeric por parte de los israelitas, aportando con ello luz al texto oscuro, enigmtico y complejo de la Biblia. Las primeras fueron llevadas a cabo por los alemanes E. Sellin, E. Langenegger y G. Watzinger, durante los aos 1907-1913, cuyos resultados fueron publicados en 1913. Algunas de las conclusiones de los citados excavadores fueron censuradas, por lo que se pens en reanudar las excavaciones con mejor base cientfica. La tarea fue confiada a J. Garstang, bajo los auspicios de Palestne Exploration Fund, siendo ex-cavado el Tell desde 1930-1936. El mrito principal de Garstang consiste en haber trazado la evolucin histrica de la ciudad. La primera ciudad (precananea), fundada hacia el ao 3000 antes de Cristo, se hallaba en la parte septentrional de Tell. La primera ciudad cananea fue edi-ficada sobre las ruinas de la anterior hacia los aos 2100 ocupando la parte mas alta del Tell en una extensin aproximada de dos hectreas. Sus murallas eran de ladrillo con bloques e piedra en los fundamentos. La segunda ciudad cananea surgi entre 1900 y 1600, y puede considerarse como ampliacin de la limera; ocupa una extensin de dos a cinco hectreas. Una slida muralla protegida con una rampa o glacis envolva la ciudad. Es sta la ciudad ms prspera de todas por coincidir con la poca de los hicsos, a juzgar por un escarabajo egipcio de la XIII dinasta encon-trado en el lugar. Por circunstancias desconocidas, la ciudad fue destruida y abatidas sus murallas hacia el ao 1580. Otra vez fue reedificada, protegindola con un muro hacia el ao 1500. Las nuevas edificaciones desaparecieron por efectos de un cataclismo, sobre cuya fecha discuten los arquelogos. Garstang lo fija entre los aos 1400 y 1385; W. F. Albright, entre 1360 y 1320. El gran arquelogo H. Vincent, basndose en algunos restos, vajilla y cermica ilustrada, seala la fecha de la destruccin de esta ciudad en la segunda mitad del siglo xm, y ms concretamente en 125015. Esta ltima hiptesis tiene en su favor el registro de las ciudades conquistadas por Ram-ss II, encontrado en los muros de un templo de Amarah, en la orilla izquierda del Nilo. Entre los nombres de las ciudades asiticas conquistadas por el monarca figura la de Jeric16. Estas diver-gencias profundas entre arquelogos tocante a la fecha de la destruccin de Jeric movieron a la British School of Archaeology y a la American Schools of Oriental Research a emprender nuevas excavaciones, que dirigi la seorita K. Kenyon. Su finalidad principal era zanjar definitiva-mente las discusiones en torno a la fecha de la destruccin de Jeric (ciudad D). Las excava-ciones empezaron en 1952. Cul no fue la sorpresa al comprobar que la. ciudad de Jeric de Josu se volatilizaba bajo los golpes de los picos de los obreros especializados! Ningn resto de la ciudad bblica se encontr en Tell el-Sultn! El doble muro (muro D) atribuido por Garstang al Bronce reciente, y, por lo mismo, identificado con el que fue destruido en tiempos de Josu, no es ms que una parte del complejo sistema defensivo, reconstruido y retocado varias veces dur-ante el tercer milenio (Bronce antiguo y medio). Ningn rastro de cermica en toda el rea ex-cavada del Bronce reciente, o sea, de los tiempos de Josu. Los excavadores de Tell el-Sultn han perdido toda esperanza de encontrar la Jeric de Josu a causa de haber desaparecido las edifica-ciones de la superficie o por la erosin o por obra de los hombres. A tenor de los resultados de las exploraciones arqueolgicas, hacia el ao 1200, fecha de la conquista de Canan, no exista Jer-ic, o al menos no quedan vestigios arqueolgicos de la misma17.

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  • La Arqueologa y el texto Sagrado.La comprobacin de que la ciudad del Bronce reciente (ciudad D) fue destruida por un

    cataclismo o por el fuego produjo en el nimo de J. Garstang la ms grande satisfaccin. Para concordar los resultados arqueolgicos con el texto bblico, coloc Garstang la fecha del xodo en tiempos de Amenofis II (1447-1442), y la conquista de Jeric hacia el ao 1400. Pero, como vimos en la introduccin, la sentencia ms corriente hoy da fija la penetracin de Josu en Palestina hacia el ao 1200. Por lo mismo, las cenizas encontradas por Garstang corresponden a una destruccin de la ciudad en tiempos anteriores al incendio provocado por los soldados israel-itas (6:24). Con el fin de solventar estas dificultades se recurri a la hiptesis de varios xodos de israelitas de Egipto. Cabe otra, que ha sealado la seorita Kenyon, segn la cual, sobre los res-tos de la ciudad de 1900-1600 a.C. pudo levantarse otra ms reciente, que ha desaparecido, vc-tima de la erosin, sin dejar huellas sobre el Tell18.

    Puestos a enjuiciar toda la cuestin, cabe admitir que el v.20 puede interpretarse en el sentido de que las varias vueltas del ejrcito israelita en torno a Jeric, con las consiguientes amenazas para los que se negaran a entregarla, impresionaron y descorazonaron a los defensores de tal manera, que la resistencia de la guarnicin se derrumb (wattippol hahomah), entrando los israelitas en la ciudad. El trmino homah significa muro, pero se emplea tambin en el sentido de guarnicin, proteccin, como en 1 Sam 25:16: Nos protegan de da y de noche todo el tiempo. En este texto, un criado de Abigail confiesa que las gentes de David eran para ellos un valladar, una proteccin. Con esta explicacin se comprende que la casa de Rahab quedara en pie, lo que no habra sucedido en el caso de haberse derrumbado los muros. Con ella se armonizan los datos de la arqueologa con los de la Biblia. Al presentarse Josu ante Jeric, encontr a los cananeos atrincherados detrs de las imponentes ruinas de una ciudad que fue destruida antes por causas desconocidas hasta el presente. El ejrcito israelita luch, venciendo la resistencia cananea. Segn 24:11, ante Jeric hubo fuertes combates, hasta que la suerte se inclin por los israelitas.

    Algunos autores ven en el relato de la conquista de Jeric huellas de un estilo pico. Es-cribe Delorme que toda la narracin tiende a destacar la importancia de esta victoria y atribuirla a Yahv. En el relato se hace uso del nfasis, se recorta la participacin de los valores humanos en el xito de la empresa, se citan cosas inslitas y maravillosas19. Nunca sabremos ciertamente cules fueron los pormenores de la toma de Jeric ni cul fue la mente del autor sagrado respecto de los mismos. Pero, si los pormenores son oscuros, est patente, en cambio, que la toma de la ciudad abri a los judos las puertas de Canan. Si Dios no hubiera luchado junto a los israelitas, difcilmente hubieran cedido las defensas de la ciudad, ni su guarnicin se hubiese rendido20.

    Prevaricacin de Acn (7:1).1Los hijos de Israel cometieron una prevaricacin en lo del anatema. Acn, hijo de Jarmi, hijo de Zabdi, hijo de Zare, de la tribu de Jud, se apropi objetos de los da-dos al anatema, y la clera de Yahv se encendi contra los hijos de Israel.

    En virtud de la ley de la solidaridad, el pecado de Acn recae sobre todo el pueblo. A este episo-dio y a sus consecuencias aluda implcitamente el texto en 6:18-19. El autor sagrado, en una breve introduccin, hace referencia al precepto divino sobre el herem y anticipa la razn del de-sastre de Hai. Josu haba conminado al pueblo a no tomar nada de lo que deba ser consagrado

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  • al exterminio ni de lo que deba reservarse para el tesoro de Yahv. El pueblo obedeci a su pa-labra, pero la codicia ceg a Acn. Era Acn hijo de Jud por Zarac (Gen 38:30; 46:12).

    Desastre en Hai (7:2-5).2Josu mand desde Jeric hombres hacia Hai, que est al oriente de Betel, y les dijo: Id a explorar la tierra. Llegaron y reconocieron Hai. 3De vuelta a Josu, le dijeron: No se necesita que el pueblo todo se ponga en marcha contra la ciudad. Dos o tres mil hombres que suban bastaran para tomar Hai, pues sus habitantes son pocos en nmero; no es preciso que todo el pueblo se fatigue. 4Pusironse, pues, en marcha unos tres mil hombres, que emprendieron la fuga ante los hombres de Hai. 5Las gentes de Hai les mataron unos treinta y seis hombres y los persiguieron desde la puerta hasta Sebarim, batindolos en la bajada. El corazn del pueblo des-may y perdi todo valor.

    Yahv es un Dios celoso que castiga las infidelidades de su pueblo. Como represalia por el pecado de Acn le abandona a sus propias fuerzas en el ataque a Hai y es derrotado, a pesar del exiguo nmero de sus defensores. El autor sagrado conoce la ciudad y sus alrededores, pero usa de la aproximacin al sealar el nmero de guerreros que atacaron la ciudad y las bajas que tuvi-eron. El nmero de atacantes parece excesivo en relacin con las prdidas sufridas. Hai, que sig-nifica la Ruina, se identifica con el actual et-Tell, a tres kilmetros al sudeste de Betel (Gen 12:8; 13:3). Estaba edificada sobre uno de los promontorios que se adelantan hacia la depresin jordnica, con una posicin excepcional desde el punto de vista estratgico. Hai era la llave para penetrar en el macizo central de Palestina.

    Consternacin de Josu (7:6-15).6Josu rasg sus vestiduras, y se postr rostro en tierra ante el arca de Yahv, hasta por la tarde, l y los ancianos de Israel, y echaron polvo sobre sus cabezas. 7Josu dijo: Oh Seor, Yahv! por qu has hecho pasar el Jordn a este pueblo, para en-tregarnos en manos de los amorreos, que nos destruyan? Por qu no hemos sabido quedarnos al otro lado del Jordn? 8 Por favor, Yahv, qu voy a poder decir yo despus de haber vuelto Israel las espaldas ante los enemigos? 9Lo sabrn los cananeos y todos los habitantes de la tierra, y nos envolvern y harn desaparecer de la tierra nuestro nombre. Y qu hars t por la gloria de tu nombre? 10Yahv dijo a Josu: Levntate; por qu te echas sobre tu rostro? 11Israel ha pecado y ha llegado a traspasar mi alianza, la que yo le he mandado guardar, hasta tomar cosas de las dadas al anatema, robarlas, mentir y guardarlas entre sus enseres. 12Por eso los hijos de Israel no han podido resistir ante sus enemigos y les dieron las espaldas, porque han venido a ser anatema. Ya no estar yo en adelante en medio de ellos, si no quitis de en medio de vosotros el anatema. 13Levntate, santifica al pueblo, y diles: Santifcaos para maana, porque as dice Yahv, Dios de Israel: Hay en me-dio de ti, oh Israel! un anatema, y no podrs resistir ante el enemigo mientras no hayas quitado el anatema de en medio de vosotros. 14Os acercaris maana por tribus; y la tribu que Yahv seale, se acercar por familias; y la familia que seale Yahv, se acercar por casas; y la casa sealada por Yahv, se acercar por cabezas.

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  • 15El que fuere cogido en el anatema, ser consumido por el fuego, por haber traspas-ado la alianza de Yahv y haber cometido en Israel una maldad.

    El revs sufrido en Hai desconcierta a Josu y a sus ntimos colaboradores por lo que significaba y por las repercusiones que la derrota tendra en el futuro. Yahv en esta ocasin no haba com-batido al lado de su pueblo, lo que deba interpretarse como seal de que estaba resentido por alguna infidelidad cometida contra El. Como muestras externas de dolor, rasga Josu sus vestiduras (Gen 37:29; 44:13; Nm 14:6), echa polvo sobre su cabeza (Job 2:12; Lam 2:10, etc.), y, postrado en tierra, se queja a Yahv, casi reprochndole su conducta (Jer 1:6; 4:10; 14:13) hacindole ver el porvenir de su pueblo y el menoscabo de su gloria ante los otros pueblos de Palestina. La conducta de Yahv en momentos tan crticos es desconcertante. No cobrarn n-imo los pueblos de toda Palestina al enterarse de que un puado de hombres de Hai ha infligido una gran derrota a los israelitas, considerados por algunos como invencibles?

    Dios seala a Josu la causa del revs sufrido en Hai (v. 10-12); en 13-15 se sealan los procedimientos para aplacar su ira. Como sujeto de este pecado, seis veces se dice que es una colectividad; una vez el pecador es Israel (hata Yisrael, Israel pec); cinco veces se dice que el-los, es decir, los israelitas, han pecado. De todo el contexto aparece que el pecador es Acn, quien con su pecado trajo la confusin sobre el campamento de Israel (6:18). Para que entre Dios y el pueblo se reanuden las relaciones de amistad, es preciso que desaparezca la infamia de en medio del pueblo (Gen 34:14; Deut 22:21) y de que sea quemado (Gen 38:24; Lev 21:9) el que falt a la alianza. Dios mismo sugiere a Josu el mtodo que debe seguirse para individualizar al culpable (1 Sam 14:40-42; 10:19-21).

    Sealamiento del culpable (7:16-26).16Al da siguiente de maana, Josu hizo que se acercara Israel por tribus, y fue sealada la tribu de Jud. 17Hizo acercarse a las familias de Jud, y fue sealada la familia de Zare. Hizo acercarse a la familia de Zare, por casas, y fue sealada la casa de Zabdi. 18 Hizo acercarse a la casa de Zabdi, por cabezas, y fue sealado Acn, hijo de Jazmi, hijo de Labdi, hijo de Zare, de la tribu de Jud. 19Josu dijo a Acn: Hijo mo, anda, da gloria a Yahv, Dios de Israel, y rndele honor. Con-fisame lo que has hecho, no me lo ocultes. 20Acn respondi a Josu, diciendo: Es cierto, soy yo el que ha pecado contra Yahv, Dios de Israel. He aqu lo que he hecho: 21Vi entre los despojos un hermoso manto de Senaar, doscientos siclos de plata y una barra de oro de cincuenta siclos de peso, y, codicioso, los tome, y los en-terr en medio de mi tienda, poniendo debajo el dinero. 22Josu mand entonces comisionados, que fueron corriendo a la tienda y vieron los objetos enterrados en la tienda de Acn, y debajo el dinero. 23Tomronlo de en medio de la tienda y se lo ll-evaron a Josu y a los hijos de Israel, y lo depositaron ante Yahv. 24Josu tomo a Acn, hijo de Zare, y le condujeron al valle de Acor. 25Josu dijo: Por qu nos has puesto en perturbacin? Pertrbete a ti hoy Yahv. Y todo Israel le lapid. Despus de lapidado, fue quemado en el fuego, 26y echaron sobre Acn un gran montn de piedras, que todava hoy subsiste. Yahv aplac el ardor de su clera. Por eso se llam a aquel lugar valle de Acor, hasta el da de hoy.

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  • Segn lo que haba mandado Dios, echronse suertes para descubrir al culpable empleando el sistema de eliminacin, empezando por las tribus y terminando por los individuos. Con el efod en la mano, un sacerdote interpretaba las respuestas dadas por las dos suertes sagradas, el urim y el tummim, dos piedras preciosas que, convencionalmente, significaban s o no. Acn result ser el culpable. Reconoci su falta y confes haber sustrado un hermoso manto de Senaar, es decir, de Babilonia (Gen 10:10; 11:2; 14:1-9), y una cantidad de plata y oro en lingotes, cuya es-timacin en medidas actuales era de tres kilos y 800 gramos respectivamente. El texto mas-ortico actual extiende el castigo a los familiares y a la hacienda del sacrlego, pero el texto griego reduce la lapidacin al culpable, lo que est conforme con Deut 24:16. Como en otras partes del libro de Josu, se ha amplificado el texto primitivo de este pasaje con glosas redac-cionales con el fin de acentuar las penas en que incurren los transgresores de la alianza. Como glosa debe tambin considerarse la noticia de que Acn fuera quemado en el fuego 21.

    Emboscada en Hai y toma de la ciudad (8:1-23).1Yahv dijo a Josu: No temas ni te acobardes. Toma contigo a todos los hombres de guerra, levntate y sube contra Hai. Mira, pongo en tus manos al rey de Hai, a su pueblo, su ciudad y su territorio. 2Trata a Hai y a su rey como trataste a Jeric y a su rey; pero el botn y el ganado, tomadlo para vosotros. Pon una emboscada detrs de la ciudad. 3Josu se dispuso a subir con todos los hombres de guerra contra Hai. Escogi treinta mil, todos ellos hombres valerosos, y los hizo partir de noche, dn-doles esta orden: 4Estad sobre aviso; poneos en emboscada detrs de la ciudad, sin alejaros mucho, y estad todos prontos. 5Yo, con la gente que llevo conmigo, nos acer-caremos a la ciudad, y cuando salgan a nuestro encuentro como la primera vez, huiremos ante ellos. 6Ellos saldrn en persecucin nuestra; y cuando los hayamos at-rado lejos de la ciudad, porque se dirn: Huyen delante de nosotros, como la primera vez; 7entonces, saliendo vosotros de la emboscada, os apoderis de la ciudad. Yahv, vuestro Dios, la entregar en vuestras manos. 8Cuando la hayis to-mado, la incendiaris. Haced segn lo que ha dicho Yahv. Ved, sas son mis rdenes. 9Josu los hizo partir; y ellos fueron a ponerse en emboscada entre Betel y Hai, al occidente de Hai. Josu pas la noche en medio del pueblo. 10Levantse Josu bien de maana, y, despus de revisar al pueblo, avanz a la cabeza de l, l y los an-cianos de Israel, contra Hai. 11Todos los hombres de guerra que estaban con l subi-eron y se acercaron; llegados frente a Hai, se detuvieron al norte de la ciudad, teniendo el valle entre ellos y Hai. 12Tom Josu unos cinco mil hombres, y los puso en emboscada entre Betel y Hai, al occidente de la ciudad. 13Luego que todo el pueblo hubo tomado posiciones al norte de la ciudad, y la emboscada al occidente de ella, avanz Josu durante la noche al medio del valle. 14Cuando el rey de Hai vio esto, se levant de prisa, bien de maana, para combatir a los hijos de Israel. Y sin saber que detrs de la ciudad haba una emboscada contra ella, el rey, con todo su pueblo, se dirigi a un cierto lugar del llano. 15 Josu y todo Israel, fingindose derrotados por ellos, huyeron por el camino del desierto; 16 se reuni toda la gente que haba en la ciudad, para perseguirlos con gran gritero, y persiguieron a Josu, que los alej as de la ciudad. 17No hubo ni uno de Hai que no saliera tras de Israel y le persiguiera, dejando abierta la ciudad. 18 Yahv dijo a Josu: Tiende hacia Hai el

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  • dardo que llevas en la mano, porque voy a poner en tu poder la ciudad. Josu tendi hacia la ciudad el dardo que tena en la mano, 19y las gentes de la emboscada se levantaron prestamente del lugar donde estaban, y, corriendo, entraron en la ciudad, se apoderaron de ella y le pusieron fuego. 20Cuando los de Hai miraron atrs y vieron el humo que de la ciudad suba al cielo, ya no pudieron ponerse en salvo por ningn lado; pues el pueblo, que hua camino del desierto, se volvi contra los que le perseguan. 21Josu y todo Israel, viendo que la ciudad haba sido tomada por los emboscados y cmo suba el humo de la ciudad, se volvieron y derrotaron a los de Hai; 22los otros salieron de la ciudad a su encuentro; los de Hai se vieron envuel-tos por los de Israel, de un lado por unos, del otro por otros; y los de Israel los bati-eron, sin dejar ni un superviviente ni un fugitivo; 23 tomaron vivo al rey de Hai y se lo llevaron a Josu.

    Con el castigo de Acn se normalizaron las relaciones entre Dios y el pueblo, estando seguro Josu del xito de una futura operacin contra Hai. Es probable que los exploradores enviados a Hai (7.2-3) subestimaran su capacidad defensiva y los efectivos de su ejrcito. Ante la dolorosa experiencia, Josu se dispuso a atacar la ciudad con todos sus hombres de guerra. De noche mand un grueso cuerpo de tropa con la consigna de colocarse en emboscada entre Betel y Hai. El nmero de treinta mil es una hiprbole manifiesta; algunos exegetas22 lo reducen a tres mil y les parece todava excesivo, por la razn de que difcilmente pasara inadvertido a las gentes de Hai un nmero tan crecido de soldados apostados detrs de la ciudad. Hablando H. Vincent del relato de la conquista de Hai, nota en el texto un formulario enftico, cifras incoherentes y desmesuradas, insistencia sobre cosas maravillosas cuya inverosimilitud nos es notoria, pero que no desconciertan a un espritu oriental.23

    A la maana siguiente, muy de madrugada (6:12), subi Josu con el resto del ejrcito y se acerc a la ciudad. La disposicin de los combatientes con respecto a la ciudad era la siguiente: la emboscada enviada durante la noche subi de Jeric por Ain ed-Duq, sigui por el valle Zeitn, dejando Hai a la izquierda, escondindose detrs del cerro llamado hoy da Burd-jmus, entre Betel y Hai. Josu, al llegar a la altura de Jirbet Haijan, se dirigi hacia Hai por la llanura que se encuentra al sudeste de la misma, con el fin de hacerse visible a los habitantes de la ciudad. Hai quedaba entre dos fuerzas. La estratagema de Josu surti el efecto deseado. Los versculos 12-13 faltan en el texto griego; deben considerarse como una glosa narrativa.

    Castigo infligido a Hai (8:24-29).24Cuando Israel hubo acabado de exterminar en el campo a todos los habitantes de Hai, camino del desierto, por donde los haban perseguido, y todos hasta el ltimo hubieron sido pasados a filo de espada, todo Israel