IWGIA- Cronica de un Engaño Cordillera del Condor

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    Informe IWGIA: Crnica de un engaoLos intentos de enajenacin del territorio ronterizo Awajnen la Cordillera del Cndor a avor de la minera

    Copyright: El equipo de investigacin de ODECOFROC (Fredrerica BarclayRey de Castro, Pedro Garca-Hierro y Marco Huaco Palomino),El Grupo de Trabajo Racimos de Ungurahui y el Grupo Interna-cional de Trabajo sobre Asuntos Indgenas (IWGIA) 2009

    Produccin editorial: Alejandro Parellada

    Diseo grco: Ore-media

    Foto de tapa: Huampami, ebrero de 2009. Foto: Marco Huaco

    Produccin Editorial: Alejandro Parellada

    Impresin: Tarea Grca Lima

    ISSN: 978-87-91563-68-3

    Index: 1. Pueblos Indgenas 2. Pueblo Awajn 3. Pueblos indgenas y

    territorio 4. Pueblos indgenas y minera. I. Ttulo. II. Serie.rea geogrca: Amrica Latina, Per

    ORGANIZACIN DE DESARROLLO DE LASCOMUNIDADES FRONTERIZAS DEL CENEPA

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    Prlogo ..........................................................................................................................................6

    Introduccin .................................................................................................................................10

    La Cordillera del Cndor y la cuenca del ro Cenepa ..................................................................12

    Continuidad de la ocupacin Awajn en la cuenca del Cenepa ..................................................13

    El oro como motivacin de la conquista del territorio de los pueblos jvaro ................................14

    Patrones indgenas de ocupacin territorial en el Cenepa ..........................................................17Territorio Awajn y rontera ..........................................................................................................19

    La permanente bsqueda de la seguridad jurdica del territorio .................................................20

    La Cordillera del Cndor, la biodiversidad y la cuenca del Cenepa ............................................22

    El establecimiento de la Zona Reservada Santiago-Comaina ....................................................24

    El pacto territorial y la ormulacin del parque nacional ..............................................................26

    Frustracin de los pactos a avor de compromisos secretos con la minera ...............................28

    El oro en las negociaciones de paz .............................................................................................35

    Confictividad creciente................................................................................................................40

    El lobby empresarial ....................................................................................................................41

    Los riesgos de la minera en la Cordillera del Cndor.................................................................44

    El contexto de los confictos socioambientales en el Per ..........................................................47

    Derechos vulnerados y necesidad de medidas cautelares .........................................................48

    Acciones legales emprendidas y situacin actual .......................................................................50

    Petitorio .......................................................................................................................................51

    Notas ...........................................................................................................................................57

    Bibliograa ...................................................................................................................................60

    Documentos y enlaces de inters ...............................................................................................61

    Personas y direcciones de contacto para ampliar inormacin ...................................................61

    Contenido

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    A fnales del mes de septiembre de 2006, en tiempos de arranque del segundoperiodo de presidencia de la Repblica de Alan Garca, la Comisin de Deensadel Congreso de la Repblica del Per celebr una sesin sobre la permeabilidad dela rontera con Ecuador por la Cordillera del Cndor. Comparecan el ministro deAsuntos Exteriores, Jos Antonio Garca Belande, y el ministro de Deensa, AllanWagner. El asunto se entenda en trminos de soberana peruana amenazada por ac-tividades inormales extractivas de recursos emprendidas desde Ecuador. El minis-tro Wagner pronunci una rase que dene una poltica de ondo contra los pueblosindgenas de la zona: La nueva concepcin en el mundo es transitar de la seguridad de-

    ensiva a la seguridad corporativa; dicho de otra orma, de la seguridad proporcionadapor los ejrcitos a la seguridad suministrada por las empresas ignorando siempre,

    para una como para otra ase, la presencia indgena, la de los pueblos awajn ywampis en el caso. Otras alternativas se ignoran, inclusive una que se haba demos-trado operativa.

    En dicha zona ronteriza con Ecuador vena existiendo para el Per una alterna-tiva que tomaba ante todo en cuenta la presencia indgena. Aunque unos Ministrosquisieran nalmente ignorarlo a eectos prcticos, el territorio de reerencia es in-dgena, de unas comunidades para las cuales el problema pudiera no ser tanto lapermeabilidad de la rontera como la rontera misma, por su eecto de divisin delos propios pueblos, los indgenas. En todo caso, las comunidades del lado peruanode la rontera entre Estados se haban venido acomodando por la orma concreta deactuacin militar en la ase de seguridad deensiva. Al contrario que dichos miem-

    bros del Gobierno, el Ejrcito haba venido no slo tomando en consideracin la

    presencia indgena, sino tambin contando con ella para la deensa de la rontera. Enun territorio conocido y dominado por las comunidades indgenas, no se pudo pres-cindir de ellas para una implantacin del Estado que en principio slo ue militar.Y las comunidades de los pueblos awajn y wampis cooperaron con contrapartidaspor supuesto, la del compromiso de reconocimiento del dominio indgena medianteel registro de las propiedades comunitarias y la de entrenamiento militar de los pro-pios indgenas undamentalmente.

    Desde que Per ratica a nales de 1993 el Convenio 169 de la OrganizacinInternacional del Trabajo, sobre Pueblos Indgenas y Tribales en Pases Indepen-dientes, y se produce la entrada en vigor del mismo a principios de 1995, existeen el ordenamiento peruano el derecho de los pueblos indgenas a la consulta debuena e, mediante procedimientos apropiados, a travs de sus instituciones repre-sentativas, las de dichos pueblos, y con la nalidad de llegar a un acuerdo o lograrel consentimiento acerca de las medidas legislativas o administrativas susceptibles deaectarles directamente (art. 6 del Convenio), lo que puede desde luego ortalecerla reerida prctica de acuerdos en el rea ronteriza. Sin embargo, se produce porentonces un acontecimiento que la vigoriza de hecho en mayor medida. A los mis-mos principios de 1995, coincidiendo con la entrada en vigor del Convenio 169,se desencaden un ensimo conficto ronterizo armado con Ecuador en el quePer cont con el decisivo apoyo militar del pueblo awajn. Para las consiguientesnegociaciones con Ecuador que conduciran al trazado denitivo de la rontera en1998, Per contara con las comunidades indgenas cumpliendo en eecto a estepropsito, aunque no se ormulase expresamente de este modo, con las disposicio-nes del Convenio 169.

    Prlogo

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    El Tratado de Fronteras o Acuerdo Amplio Ecuatoriano-Peruano de IntegracinFronteriza, Desarrollo y Vecindad de 1998 contiene previsiones sobre la presencia in-dgena: Las Partes darn prioridad a las siguientes lneas de accin: () Desarrollar estudios

    y proyectos ambientalmente sostenibles para el mejoramiento de las condiciones de vida de las

    comunidades nativas, contando con la activa participacin de sus pobladores (art. 11.l; Ecua-dor haba raticado pocos meses antes el Convenio 169), junto a otras lneas de accinsobre extremos bien sensibles para las que la presencia indgena no se tiene espec-camente en cuenta: Aprovechar de manera coordinada los recursos mineros que se encuen-tran en las zonas ronterizas de los territorios de ambos pases conorme al marco jurdico que

    establezcan las Partes a travs de un Convenio sobre Integracin y Complementacin Minera(art. 11.i), Convenio que se acuerda y ratica por ambas partes con toda diligenciaacto seguido, en 1999. Entre compromisos adicionales al Acuerdo Amplio garantiza-dos por los Jees de Estado de Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos se incluye unoque aecta al territorio awajn y wampis, el de constitucin de una zona de proteccinecolgica bajo soberana y jurisdiccin del Estado respectivo contemplndose la presenciaindgena, aunque no en trminos de consulta o participacin: Los miembros de las co-

    munidades nativas de la regin podrn transitar libremente entre las zonas ecolgicas (Puntode Vista Vinculante de los Jees de Estado de los Pases Garantes del Protocolo de Paz,Amistad y Lmites de 1942, puntos 7 y 8, del mismo ao 1998).

    En Per los compromisos con Ecuador, adems de alguna de la subsiguiente re-glamentacin, se consultaron con las comunidades indgenas. Ya no slo se tratabade acuerdos con el Ejrcito. En 1997, tenindose a la vista el Tratado de Fronteras queal n se llamara Acuerdo Amplio (acuerdo ampliado a partir del reerido Protocolode Paz, Amistad y Lmites de 1942), el Gobierno convoc a los representantes de lascomunidades indgenas aectadas a una reunin en Torre Tagle, el palacio virreinallimeo que es ahora sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, no slo para su-ministrar inormacin, sino tambin para irse acordando la concrecin del Tratadosobre la base del respeto a los derechos territoriales de parte indgena. Ah se ue

    perlando el rea de la zona de proteccin ecolgica de la Cordillera del Cndor, laReserva Nacional Ichigkat Muja, a n de recabarse el consentimiento indgena porla cesin de derechos que implicaba de su parte. Como tal zona protegida, la Cor-dillera no podra titularse como comunitaria, pero los negociadores no dejaron deasegurarse de que la misma seguira siendo territorio indgena, con la participacinconsiguiente en su gestin; de que se titularan las propiedades comunitarias delresto del territorio y ampliaran las ya tituladas, y de que se crearan Reservas Co-munales bajo la gestin de las comunidades mismas. La dependencia de las tierras

    bajas de las cuencas fuviales respecto a las altas por el fujo y saneamiento de lasaguas, as como la necesidad de reas extensas para la disposicin y renovacin derecursos, son actores que requieren tales seguridades de manejo del territorio. Losacuerdos se ormalizaron por escrito mediante las debidas actas. Sigui un procesode debate y acuerdo sobre el terreno por parte de las asambleas de las comunidadescon presencia y compromiso de instituciones del Estado.

    El Gobierno inorm sobre el Tratado de Fronteras inminente con Ecuador, perono lo hizo respecto a todos los extremos que podran aectar a la parte indgena. Seocult particularmente inormacin sobre el citado pargrao i del artculo 11: LasPartes (Per y Ecuador) darn prioridad a las siguientes lneas de accin: ()Aprovecharde manera coordinada los recursos mineros que se encuentran en las zonas ronterizas de los

    territorios de ambos pases conorme al marco jurdico que establezcan las Partes a travs de

    un Convenio sobre Integracin y Complementacin Minera. En realidad, el Gobierno yavena otorgando concesiones mineras en la Cordillera del Cndor desde cerca de unlustro antes. Con la cobertura de dicho pargrao del Acuerdo Amplio y contra, portanto, del Convenio 169, la conjuncin de intereses entre una poltica desarrollista

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    mediante la extraccin de recursos naturales de una parte y, de otra, la disposicincodiciosa de las compaas mineras a la depredacin sin paliativos se conjur parasubvertir el acuerdo estatal-indgena, el Pacto de Torre Tagle como puede llamrsele.Por una parte, se ren el establecimiento de la Reserva o Parque Nacional IchigkatMuja para reducirse su extensin; por otra, se ralentiz el proceso de titulacin depropiedades indgenas y se demoraron las ampliaciones. Y ueron por su parte lasconcesiones mineras las que se incrementaron y reorzaron. Una institucin guber-namental a la que le haba correspondido un importante papel en la inormacin alas comunidades para la raticacin del Pacto de Torre Tagle, el Instituto Nacionalde Recursos Naturales, se resisti a dicha evolucin, pero lo que consigui ue quese procediera a una reconguracin de poderes para blindar las pretensiones de lascompaas mineras rente a los derechos de los pueblos indgenas.

    El Ministerio de Energa y Minas toma el poder en cuanto no slo a la promo-cin, sino tambin a la supervisin de las concesiones mineras, inclusive en todolo reerente a la estimacin de su impacto. Para cubrirse las apariencias se crea en2008 un Ministerio del Ambiente sin control alguno sobre tales procesos. Ah, en este

    contexto subversivo del Pacto de Torre Tagle, cobra sentido la rase pronunciada porAllan Wagner en su calidad de ministro de Deensa en 2006: La nueva concepcinen el mundo es transitar de la seguridad deensiva a la seguridad corporativa, esto es a laseguridad de la ocupacin del rea ronteriza por las compaas mineras, peruanasy orneas, rente a los pueblos indgenas. Poco importa al Gobierno la violacindel Pacto de Torre Tagle por la invasin de tierras y destruccin de recursos indge-nas. Tampoco le preocupa que pueda vulnerarse una disposicin de la Constitucin:dentro de cincuenta kilmetros de las ronteras, los extranjeros no pueden adquirir ni poseer,

    por ttulo alguno, minas, tierras, bosques, aguas, combustibles ni uentes de energa, directa

    ni indirectamente, individualmente ni en sociedad, bajo pena de perder, en benecio del Es-

    tado, el derecho as adquirido (art. 71). Aade este artculo que cabe excepcin caso denecesidad pblica expresamente declarada por decreto supremo, pero el Gobierno evita el

    compromiso de estas declaraciones cuando de lo que se trata es de mantener lo msposible desinormada a la parte indgena sobre la amenaza contra sus derechos porel incumplimiento deliberado y sistemtico del Pacto de Torre Tagle.

    Las compaas mineras ya estn por entonces prestas para introducirse por te-rritorios cercanos y en la Cordillera del Cndor depredando recursos, arrasandotierras y emponzoando aguas, hasta el envenenamiento literal, por los residuostxicos de sus actividades. Estn ya crendose en suma condiciones de un alcanceverdaderamente genocida segn van mostrando las experiencias cercanas. El Go-

    bierno no las ignora, sino que las omenta. Durante la primera mitad del ao 2008se intenta redondear la aena con la promulgacin de una serie de decretos que de-

    bilitan extremamente los procedimientos de consulta a las comunidades indgenasy desmantelan casi por completo los mecanismos de proteccin de sus propiedades.Tamaa subversin tanto del Pacto con las comunidades como del Acuerdo Ampliocon el Ecuador no puede mantenerse en secreto una vez que sus consecuencias es-tallan nada guradamente ante la vista indgena. El Estado vecino, el Ecuador, semuestra complaciente y cooperativo, pese a que la complicidad vulnera en mayormedida su propia y famante Constitucin, pero las comunidades indgenas no seresignan a surir el asalto de las mineras y de otras empresas extractivas. Ah, eneste contexto de depredacin y devastacin, tambin cobra sentido el levantamientode los pueblos awajn y wampis con la reaccin gubernamental que conduce a lamasacre de Bagua del 5 de junio de 2009, una masacre por la que todava no se handepurado responsabilidades ni polticas ni militares o, lo que es todava peor, unamasacre ante la que ningn ni ninguna responsable de la poltica o de la milicia hadado muestra ninguna de recapacitacin. La impunidad lo permite. Algn que otro

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    decreto contrario a garantas de derechos indgenas ha sido derogado, lo que no espoco importante desde luego, pero el designio del desarrollo depredatorio, la con-cepcin de la seguridad corporativa y las consiguientes polticas de consecuenciasgenocidas no se han modicado en modo alguno.

    La Declaracin sobre los Derechos de los Pueblos Indgenas, adoptada por laAsamblea General de Naciones Unidas el 13 de septiembre de 2007, con el votoavorable del Per contribuyendo a una mayora de cerca de un centenar y mediode Estados, dispone en el pargrao primero de su artculo 37: Los pueblos indgenastienen derecho a que los tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos concertados con los

    Estados o sus sucesores sean reconocidos, observados y aplicados y a que los Estados acaten

    y respeten esos tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos. Podr discutirse si elPacto de Torre Tagle es un tratado, pero resulta indudable que constituye un acuerdo

    y arreglo constructivo. En consecuencia, los pueblos awajn y wampis tienen derechoa su estricto cumplimiento y a la reparacin por los perjuicios de todo gnero quesu incumplimiento ha producido. Repsese en toda su extensin la Declaracin deNaciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indgenas para ver la larga serie

    de derechos pendientes, por cotidianamente violados, rente tanto a la Repblica delPer como a las compaas extractivas.

    Recordarle al Congreso, a la Justicia y al Gobierno peruanos tal tipo de obligacio-nes internacionales con unos pueblos equivale hoy por hoy a dirigirse a odos abso-lutamente sordos, a odos taponados a for de tmpano por el peor de los oclusivosen la comunicacin entre seres humanos, el racismo. Constitutivamente racista comosigue siendo, la Repblica del Per no slo es que no est comportndose de cara a lospueblos indgenas con la buena e requerida por el Convenio 169 y por el ms elementalsentido de la honestidad poltica, sino que lo hace como un verdadero rogue state alservicio de rogue corporations, como un Estado criminal y cmplice de criminales, cm-plice de unas empresas con nombres propios e identidad conusa y cmplice tambindel Estado vecino. Se responder alguna vez de unos crmenes que pudieran estar

    alcanzando nada menos que a constituir el gravsimo tipo delitictivo de genocidio?Recurdese la denicin de los apartados b y c del artculo segundo de laConvencin para la Prevencin y Sancin del Delito de Genocidio e iguales par-graos del artculo sexto del Estatuto de la Corte Penal Internacional: se entiende por

    genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuacin, perpetrados con la intencin

    de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, tnico, racial o religioso, como tal: ()lesin grave a la integridad sica o mental de los miembros del grupo; sometimiento inten-

    cional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destruccin sica, total

    o parcial () Per ratic la Convencin en 1960 y el Estatuto en 2001; Ecuador en1949 y 2002 respectivamente.

    Supongo que este prlogo puede dar por satisecha su uncin. Ya se habr po-dido entender el ttulo del inorme que sigue, la Crnica de un Engao. Se trata enverdad de ms de un engao, el del Per a los pueblos awajn y wampis y el delPer y del Ecuador a la comunidad internacional que a estas alturas ya no es aortu-nadamente tan slo la ormada por los Estados y como tal, entre ellos, complaciente,por no decir tambin que cmplice. El inorme orece crnica cumplida y anlisisconcienzudo de las relaciones entre el Per y el pueblo awajn con los intereses dela minera de por medio.

    Bartolom ClaveroForo Permanente de Naciones Unidas para las Cuestiones Indgenas

    http://clavero.derechos indigenas.org

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    Introduccin

    Con Alan Garca est empezando el tiempo contemporneo de acabar a los indgenas1

    Este documento argumenta y demuestra que el Estado peruano ha actuado demala e al recortar la propuesta original de creacin de un Parque Nacional Ichi-gkat Muja acordado con las comunidades Awajn y Wampis de la cuenca del Ce-nepa en cuyo territorio se encuentra la Cordillera que esta rea natural protegida

    buscaba conservar. Demuestra tambin que el Estado peruano ha actuado as parabeneciar a los intereses mineros y a un grupo de mineros con vinculaciones polti-cas. Con ello pone en riesgo el territorio de estos pueblos y desaa sus derechos y lasnormas nacionales e internacionales que los resguardan.

    El Estado peruano ha optado por armar un modelo de desarrollo que se susten-ta uertemente en la ampliacin de las ronteras de exploracin petrolera y minera aexpensas de los derechos indgenas. Durante este perodo no se han generado me-canismos institucionales ni normativos satisactorios que verdaderamente garanti-cen los derechos colectivos de los pueblos indgenas que resultan impactados porlos proyectos que autoriza el gobierno central. Pero como ha sido reconocido porel Comit para la Eliminacin de la Discriminacin Racial de las Naciones Unidas(CERD) en otras ocasiones, los objetivos de desarrollo no justican las violaciones de losderechos humanos y que, junto al derecho a explotar los recursos naturales, estn las obliga-

    ciones especcas y concomitantes hacia la poblacin local.2

    Al respecto, es pertinente recordar que el Comit ha expresado en diversos do-cumentos que la Convencin se aplica a poblaciones indgenas y tribales y requiere

    que los Estados Partes reconozcan y protejan los derechos de las poblaciones in-dgenas a poseer, explotar, controlar y utilizar sus tierras, territorios y recursos, as como su derecho a participar en y dar su consentimiento a actividades quepodran aectar sus derechos, y recibir restitucin por el derecho a una justa, ypronta indemnizacin3 . En armona con ello, el Comit tambin ha sealado quedeben tomarse todas las medidas apropiadas para combatir y eliminar dicha discriminacin contra pueblos indgenas y tribales. La Recomendacin General XXIII de la CEDRseala que una de las amenazas ms graves que vienen enrentando las poblacionesindgenas y tribales es la desposesin de tierras y recursos para nes de explotacinde recursos y observa que estas amenazas se encuentran directamente relacionadasa la preservacin de la identidad cultural e histrica.

    La Cordillera del Cndor hace parte del territorio tradicional de los PueblosAwajn y Wampis y as lo ha reconocido el Estado peruano en reiteradas ocasiones,incluyendo el proceso en el marco del cual se deni la propuesta de creacin delParque Nacional Ichigkat Muja. Sin embargo, el Estado ha procedido a tomar la de-cisin de recortarlo para dar lugar a la minera, introduciendo un intolerable riesgosobre el territorio de los Pueblos Awajn y Wampis, de manera clandestina.

    En este proceder, entre otras, se ha congurado una vulneracin del artculo 27del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos. Sobre los alcances de esteartculo, el Comit de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha declarado que Cuando se planican acciones que aectan a miembros de comunidades indgenas, el EstadoParte debe prestar una atencin primaria a la sostenibilidad de la cultura y estilo de vida in-

    dgenas y a la participacin de los miembros de las comunidades indgenas en las decisiones

    que los aecten.4 Las consideraciones especiales en cuanto a las decisiones que el

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    Estado adopta en los territorios indgenas, orman parte de los elementos que garan-tizan su propiedad colectiva, y al incumplirlos se vulnera este derecho.

    En el mismo sentido la CIDH, en aplicacin de las disposiciones de la Conven-cin Americana sobre Derechos Humanos, ha determinado5 que se debe consultarcon [los pueblos indgenas] en las primeras etapas del plany no nicamente cuandosurja la necesidad de obtener la aprobacin de la comunidad.

    El Relator Especial para Pueblos Indgenas tambin ha aclarado que el deber deconsultar de manera previa constituye un deber del Estado an cuando se aectentierras no tituladas:

    25. () el hecho de que el rea est uera de una comarca [titulada, n.a] no justica

    la alta de aplicacin cabal del derecho a la consulta libre, previa e inormada. Indepen-

    dientemente del carcter jurdico que en el mbito del derecho interno puedan tener

    las tierras y recursos naturales en cuestin, cuando un proyecto tiene un impacto

    signifcativo sobre la vida o existencia de comunidades indgenas, como es el

    caso de la inundacin de los lugares donde viven y llevan a cabo actividades para su

    subsistencia y del reasentamiento de sus miembros, la consulta deber realizarse conel n de conducir al consentimiento de las comunidades aectadas antes de la apro-

    bacin del proyecto, tal como lo sealan la Declaracin de la ONU en sus artculos

    10 y 19, y el Convenio 169 de la OIT.6

    Las obligaciones de consulta no solo abarcan al Estado sino que las responsabilida-des empresariales privadas son exigibles, como lo ha recordado el Relator Especialpara Pueblos Indgenas con reerencia a Panam, ya que stas deben actuar conor-me a las normas internacionales de derechos humanos, que en este caso son tambinley nacional.

    Finalmente, respecto a las concesiones mineras otorgadas mediante procedi-mientos administrativos inconsultos resulta pertinente recordar lo subrayado en-

    ticamente por el Relator Especial para el caso de la reorma constitucional Chilena:

    6. La obligacin de los Estados de consultar a los pueblos indgenas con carcter

    previo a la adopcin de medidas legislativas, administrativas o polticas que aecten

    directamente sus derechos y sus intereses est rmemente asentada en el derecho in-

    ternacional de los derechos humanos. El incumplimiento de la norma de consulta,

    o su realizacin sin observar sus caractersticas esenciales, compromete la

    responsabilidad internacional de los Estados. Asimismo, en pases como Colom-

    bia o Costa Rica, el incumplimiento de la consulta y sus requisitos esenciales implica

    la nulidad de derecho pblico de los procedimientos, actos y medidas adop-

    tadas.7

    No cabe pues que los procedimientos administrativos se desentiendan de estas obli-gaciones adquiridas por el Estado peruana al ms alto nivel.

    Esta situacin est a la base de los reclamos planteados por las organizacionesindgenas que condujeron a masivas movilizaciones en los aos 2008 y 2009 y unaprolongada huelga este ltimo ao, al trmino de la cual se produjeron los sangrien-tos hechos de Bagua (5 de junio) cuando el gobierno intervino con violencia paradesalojar a los contingentes de comuneros Awajn y Wampis que haban bloqueadouna carretera.

    El problema subsiste en la medida que no hay voluntad en el gobierno de reco-nocer que las decisiones tomadas violentan los derechos indgenas como tambin elderecho del resto de los ciudadanos a la transparencia en su actuacin. Pese a quese ha instalado una comisin para revisar las demandas indgenas, incluyendo una

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    agenda concertada con el gobierno en el ao 2001 que ninguno de los sectores del Es-tado ha procurado atender, con muchos de sus dirigentes y lderes bajo persecucin

    judicial es poca la conanza que se tiene en que de este proceso derivarn acuerdosrealmente exigibles. En esa medida se hace necesario documentar el caso de la de-manda de restitucin de la propuesta de creacin del Parque Nacional Ichigkat Mujay la anulacin de las concesiones mineras para evitar que el Estado contine toman-do decisiones de orma clandestina en temas que tienen gran importancia para lospueblos indgenas y el potencial de acarrear consecuencias graves para las comuni-dades de los Pueblos Awajn y Wampis de la cuenca del ro Cenepa.

    La Cordillera del Cndor y la Cuenca del ro Cenepa

    El verdadero oro es la Cordillera tal como est, de eso no se dan cuenta?

    La Cordillera del Cndor es un ramal aislado de la Cordillera Real Oriental que al-

    canza en la zona cerca de 3,000 m.s.n.m. El ro Cenepa, o Senep, como lo denominanlos integrantes de los Pueblos Awajn y Wampis en cuyo territorio se encuentra laCordillera nace en sus cumbres.

    Esta Cordillera ha llamado la atencin de los bilogos y estudiosos ambientalistaspor sus caractersticas geolgicas y la particularidad de su vegetacin y por ser la ni-ca muestra representativa del Bosque Montano de la Cordillera Real Oriental. En estaCordillera, que es un rea de reugio del Pleistoceno del Maran, se encuentran or-maciones de tipo tepui que son ms bien caractersticas del escudo de Guyanas. Lostepui son mesetas con paredes verticales donde predominan los suelos de areniscasy una altsima concentracin de plantas vasculares. De ah que en 1996 el rea ueraidenticada como zona prioritaria para la conservacin de la diversidad biolgicanacional en el documento Diversidad biolgica del Per-Zonas prioritarias para su

    conservacin del Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA)8

    .La particularidad del rea, su condicin de hotspot y su uncin respecto delciclo hidrolgico de la cuenca del Cenepa sustentan la importancia de proteger yconservar este ecosistema.

    La Cordillera del Cndor orma a su vez un tramo del lmite internacional entrePer y Ecuador. Se trata de uno de los trechos de rontera entre ambos pases tarda-mente delimitado tras la guerra de 1941 y la rma del Protocolo de Ro de Janeiro de1942. En la zona, de dicil accesibilidad y la continua nubosidad, las instruccionescontenidas en el Protocolo para practicar la delimitacin condujeron a interpretacio-nes divergentes entre las comisiones mixtas demarcatorias. All donde las instruc-ciones mencionaban la existencia de un divortiumaquarum entre los ros Zamora yel Santiago ms adelante se estableci que haba dos: uno entre los ros Zamora yCenepa, y otro entre el Cenepa y el ro Santiago. Adems la Cordillera del Cndorno era mencionada en el mismo artculo stimo del Protocolo. Como consecuenciade la inejecutabilidad del Protocolo, esta parte de la rontera en s misma una ron-tera naturalqued sin delimitar hasta 1998. La tarda delimitacin de la ronteraha permitido hasta recientemente al pueblo Awajn del Cenepa gozar de una ciertaestabilidad territorial slo interrumpida por los estallidos blicos y actualmente porlos proyectos mineros.

    La Cordillera marca al mismo tiempo el lmite histricamente negociado entrelos territorios tradicionales de los pueblos indgenas Shuar y Awajn ubicados enel fanco norte y sur respectivamente. Ambos pueblos son de liacin cultural ylingstica Jvaro. Los Shuar, constituidos en una de las nacionalidades de la Rep-

    blica del Ecuador, tienen una poblacin que asciende alrededor de 110.000 personas

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    distribuidas en ms de 500 centros y que se ubican en las provincias de Morona San-tiago, Zamora-Chinchipe y Pastaza. El Pueblo Awajn tiene segn el ltimo censoperuano (2007) una poblacin de 55.328 habitantes en 281 comunidades localizadasen diversas provincias de cuatro distintas Regiones del Per: Amazonas, Cajamar-ca, Loreto y San Martn. Al este de la Cordillera, en el lado peruano, se encuentrael territorio Wampis, cuyas 61 comunidades ocupan la parte media y superior delro Santiago, en la provincia de Condorcanqui, y del ro Morona, en la de Datm delMaran (Loreto), con una poblacin de 10.133 habitantes.

    La cuenca del ro Cenepa se inscribe dentro de la regin Amazonas, su provinciade Condorcanqui y el distrito de El Cenepa. Esta cuenca es desde tiempos inme-moriales parte del territorio Awajn. En el Cenepa existen 42 comunidades y 14anexos. Slo una comunidad y un anexo pertenecen al pueblo Wampis. El censo de2007 estim una poblacin de 8.474 habitantes. La capital del distrito es Huampami(220 m.s.n.m.), donde se halla la nica concentracin de poblacin no indgena de lacuenca (alrededor de 90 habitantes no indgenas).

    Continuidad de la ocupacin Awajn en la Cuenca del Cenepa

    Est ampliamente documentada y establecida la ocupacin continuada de la amazo-na occidental, al sur del Per y norte de Ecuador, por los pueblos jvaro a quienes losetnohistoriadores se reeren como conjunto jvaro. Adems, las poblaciones histri-cas de habla Jvaro habran ocupado extensas reas en zonas serranas de los actualesterritorios peruano y ecuatoriano9. Mientras que los jvaro andinos y sus lenguas sehan extinguido, el conjunto jvaro amaznico (Awajn, Wampis, Achuar, Shuar), con-serva en gran medida su ubicacin territorial, mantiene gran vitalidad cultural, y engeneral experimentan procesos signicativos de crecimiento demogrco.

    Por su ubicacin, el conjunto jvaro amaznico tuvo contacto con diversas pobla-

    ciones prehispnicas, incluyendo relaciones con poblaciones de la costa norte pe-ruana plasmados en la iconograa y mitologa. Estos contactos se vieron, acilitadospor la existencia de abras de la cordillera que en esa regin alcanza menor altitud, lacontinuidad del clima en algunos tramos, y la gran cercana entre las cabeceras delos ros de la costa y la selva. Hocquenheim sostiene que la infuencia de los Sicn,cultura que desarroll el bronce a base de cobre arsenical, lleg hasta la actual zonaconocida actualmente como Bagua hacia el siglo IX d.C. Reerencias mticas a estoscontactos parecen expresarse en la tradicin jvaro que se reere a los enrentamien-tos con Yuk Iwa10. El hallazgo de algunos objetos de diversas tradiciones culturalesen territorio Awajn refejara la existencia de fujos de intercambio material, inclu-yendo objetos de metal hallados reportados por Guallart (1990: 39; 1997: 88-90) enShamatak y a orillas del ro Comaina , en la parte alta de la cuenca del Cenepa.

    El imperio Inca nunca lleg a tener control del actual territorio Awajn, aunque sintegr administrativamente, por medios militares y de alianzas polticas, a algunossegmentos Palta y Guayacundo del conjunto Jvaro andino. La conquista inca de losGuayacundo ocurri durante el gobierno del Inca Yupanqui luego de la ocupacinde Cajamarca a mediados del siglo XV. Posteriormente, para terminar de aseguraresta zona tuvieron lugar extenuantes guerras en el gobierno de Huayna Cpac.11 Lascrnicas reeren las dicultades que debieron enrentar los Inca en sus intentos deconquistar a los jvaro Bracamoro y Rabona. Estos intentos se dieron primero desdeel suroeste, hacia 1490. En esta ocasin los Inca habran bajado el Maran en balsas.Un contingente habra llegado hasta el ro Cenepa y el Kumain, Kampanak y Num-patkaim al pie de la cordillera del Cndor donde se enrentaron a los antepasadosde los Awajn. El otro habra surcado en ro Chinchipe donde ueron resistidos por

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    los Bracamoro y los Xoroca. Todava al tiempo de las guerras civiles entre Huscary Atahuallpa, hacia 1520, un ejrcito Inca avanz desde el norte hacia el ro Chinchi-pe pero al intentar ocupar la zona de los jvaro Bracamoro el ejrcito Inca racas yvolvi huyendo de la uria de los hombres que en ella mora, como lo recogi Ciezade Len. En la tradicin Awajn los Bracamoro de las crnicas son denominadosPakamuru.

    La primera entrada espaola a Bracamoros tuvo lugar por encargo de Pizarroen 1536 y result en la undacin emera de Jerez de la Frontera en las inmedia-ciones del Pongo de Rentema, en la confuencia del Maran y el Chinchipe luegoreundada en 1543 como Nueva Jerez de la Frontera. Tambin se establecieron comoundaciones espaolas los pueblos de vila, Perico y Chirinos. Para cuando los es-paoles undaron Jan los conquistadores hispanos haban hecho avanzadas hacia laregin desde el norte y el sur. Por el norte penetraron a la cuenca del Zamora dondeundaron emeramente Bilbao en 1541. Otras entradas tempranas tuvieron lugarhacia el Yacuambi donde undaron Zamora de los Alcaides, hoy Macas. En base aestas conquistas la Corona espaola estableci las Gobernaciones de Bracamoros y

    Yahuazongos, luego consolidadas en una sola.En los documentos coloniales tempranos las poblaciones que habitan en el terri-

    torio Awajn son designadas con distintos nombres tales como, Xoroca (cabecerasdel Numpatkeim y el ro Maran arriba de la confuencia del ro Chinchipe hastael ro Cenepa), los Huambuco, los Cungarapa (ro Nieva), Guiarra (en el bajo y me-dio ro Santiago). Ms tarde se designa a indgenas que viven en Shushunga comoTontn como vecinos de los Xoroca. En el caso del trmino Guiarra se tratara de unacorrupcin del trmino Shuar(a), que se emplea ampliamente entre los jvaro paraidenticar a distintos segmentos de este conjunto amaznico. Totn estara relacio-nado con la localidad de Tutumberos, nombre que todava lleva un asentamientoAwajn.12 Por su parte, los Huambuco, conocidos por los Awajn como Wmpuku,en la tradicin oral se dice que eran altos, crespos y morenos, por lo que antiguamen-

    te se los conoca como Shuwashiwag.Los documentos del siglo XVI no mencionan con ese nombre a los Awajn. El tr-mino Aguaruna o Ahuarunes, que supuestamente reere a la costumbre masculinade tejer, recin guran en documentos de la primera mitad del siglo XVIII. El mapade Maldonado de 1750 ubica a los Ahuarunes en la margen derecha del ro Santiagocerca de su confuencia con el Maran. El trmino Antipas con que se denomintambin a los Awajn en la documentacin histrica es empleado undamentalmen-te en el siglo XIX y derivara del nombre de un lder local, Nantip (Instituto del BienComn 2009). En cualquier caso de acuerdo con la tradicin Awajn no parece haberexistido un nico nombre para designar a los antepasados de todos los grupos loca-les que hoy se identican como Awajn. Aquellas amilias originarias el alto Cenepason conocidas como Antashiwag, mientras que las del bajo Cenepa son denomina-das Pinchushiwag.

    An hoy en da los pueblos jvaro, entre ellos los Awajn y Wampis, ostentanuna reputacin de pueblos guerreros que se arma en su rme decisin de deendersus territorios. La capacidad de establecer alianzas entre los diversos grupos localespara la deensa de su territorio es uno de los rasgos ms saltantes.

    El oro como motivacin de la conquista del territorio de los pueblosJvaro

    El temprano inters de la Corona por el control de la regin de los jvaro estuvo engran medida relacionado con los descubrimientos de yacimientos de oro, los que

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    dieron lugar a un modelo de ocupacin extractivista. Las primeras minas ueronidenticadas por los espaoles en la regin de Zamora en 1556 lo que impuls nue-vos descubrimientos y undaciones con el n de obtener encomiendas de indios conlas cuales trabajarlas. Al ao siguiente se undaron sucesivamente en las cabecerasdel Chinchipe las ciudades de Valladolid y Loyola, Santiago de las Montaas en el roSantiago, Santa Mara de Nieva en la confuencia del Nieva con el Maran, Sevilladel Oro y Santa Ana de Logroo de los Caballeros en Yahuarzongos, al norte. Comoen la zona occidental estas undaciones y otros poblados ueron muy inestables.

    La zona adquiri creciente importancia cuando los espaoles descubrieron lasminas de oro de Cangasa e Iranbiza en la cuenca del ro Santiago sobre afuentesque nacen en la Cordillera del Cndor, donde se dice que el oro extrado era de 23quilates. En estas minas se sumaban a las de Zamora, Valladolid, San Francisco yNambija. En 1571 haba 71 encomiendas de indios en la Gobernacin de Bracamo-ros-Yahuarzongo con un total de 22.270 indios encomendados.

    All donde los espaoles hacan descubrimientos y undaban ciudades la po-blacin indgena quedaba sujeta a las encomiendas y el encomendero reciba el de-

    recho de cobrar los tributos a los que estaban obligados los indgenas desde los 14aos, como vasallos libres del rey espaol. Para someter a la poblacin los enco-menderos y las autoridades empleaban a soldados y los llamados indios de lanza,guerreros de otros pueblos indgenas aliados de los espaoles. El tributo se pagabaen especie o en servicios personales; en este caso principalmente con oro o trabajopara su extraccin. Ya que en esta zona no se llevaron a cabo censos, visitas, ni reta-sas hasta muy tarde, la arbitrariedad en el cobro de los tributos y el aprovechamientode la mano de obra indgena ue enorme, incluyendo el hecho de que se obligaba atrabajar a quienes no alcanzaban la edad requerida. Los intentos de conquista ue-ron continuamente resistidos pero las repetidas epidemias, como las de viruela ysarampin de 1589, contribuyeron a mermar drsticamente la poblacin jvaro enalgunas zonas, tanto que 1603 el Presidente de la Audiencia de Quito sealaba, es

    lstima que casi se han acabado los naturales, rerindose al mbito de Yahuarzon-go (Cuesta 1989: V, 448).Los abusos y maltratos daban lugar a constantes ugas castigadas con correras

    armadas- y alzamientos locales, como los registrados en la regin de las minas delCangasa en 1569 o el Logroo en 1579. En 1599 ocurri un levantamiento generalde diversos grupos locales jvaro aliados para expulsar a los espaoles. Ataques adistintos poblados espaoles como Logroo y Sevilla del Oro ocurrieron casi simul-tneamente con la participacin de jvaros del Morona y Santiago, al punto que que-daron interrumpidas las comunicaciones entre la zona de Santiago de las Montaasy las ciudades de la Audiencia de Quito. El historiador jesuita Velasco recogi la tra-dicin de que en respuesta a la ambicin desmedida por el oro, los alzados vertieronoro undido lquido en la boca de un encomendero.

    Despus del levantamiento general algunas zonas se cerraron completamentea la presencia espaola hasta casi el nal de la poca colonial, como es el caso deZamora, Logroo y Sevilla del Oro, lo que cerraba el paso hacia el Maran desdeel norte. En el ro Santiago los jvaro continuaron hostigando a los habitantes de losasentamientos espaoles y las minas de Cangaza quedaron cerradas.

    Pero para la Corona y los encomenderos resultaba crucial recuperar las minasde Cangasa y de Zamora y restablecer la seguridad de las rutas de acceso y trnsi-to, todo ello en territorio Jvaro. De ah que a lo largo del siglo XVII los espaoleshicieron diversos intentos para recuperar y asegurar el ingreso a las minas de Can-gasa. Todava en 1678, 1692 y 1695 los espaoles hicieron incursiones a la regin deCangasa procurando establecer una ruta a travs del Cenepa y el Cucuasa y reabrirla comunicacin con Loja. En estas incursiones los espaoles tomaron numerosos

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    prisioneros entre los jvaro, particularmente mujeres y nios, que ueron entregadospara uso personal de las autoridades. La reaccin de los Jvaro del Cenepa, en laszonas de Cangasa y Suririsa ue ahorcar a sus propios hijos para que no pudieran serextrados por los espaoles.13

    Despus de eso qued cerrada al trco y usuructo de los espaoles el rea com-prendida entre la margen izquierda del ro Santiago y la cuenca del Cenepa y losAwajn de esa ltima cuenca recuperaron su autonoma. Los espaoles continuarontracando con algunas limitaciones por el ro Maran desde la regin de haciendasen el valle del Uctubamba al oeste hasta el Pongo de Manseriche, pero no se volvie-ron a hacer all nuevas undaciones espaolas hasta muy tarde en la repblica.

    Al norte, en la vspera de la independencia del Per la resistencia de algunosgrupos Jvaro ue nalmente quebrada desde Cuenca (Ecuador) a partir de lo cualse pudo restablecer, aunque con ragilidad, la comunicacin al Maran va el San-tiago. A pesar del inters en las hachas y puntas de lanza de hierro que circulabanpor esa ruta, la poblacin jvaro continu rechazando el establecimiento de gente deauera entre ellos porque teman las enermedades que llegaban de all.

    A lo largo del siglo XIX la minera de oro al norte del ro Maran volvi a atraerel inters de las autoridades, tanto que a nes de ese siglo el Pdte. Andrs AvelinoCceres adquiri con unos socios una concesin minera para trabajar oro aluviala orillas de sus afuentes, pero la ocupacin de la zona ue resistida por los jvaro,quienes en 1894 protagonizaron algunos ataques a poblados de mineros y caucherosdicultando el trnsito en el Maran. En la zona occidental, los hacendados deUctubamba y Chachapoyas procuraron abrirse paso al Maran-Amazonas a travsdel territorio Awajn provocndose continuos enrentamientos y un relativo avancede la rontera con el establecimiento de un camino y algunas barracas para el co-mercio. Esta continua resistencia es la que explica que el territorio jvaro al oeste delPongo de Manseriche no se constituyera en regin de correras para reclutar peonescaucheros durante el auge de las gomas.

    Ms tarde, hacia 1930, la zona del ro Chirinos y Chinchipe se hizo atractiva parala minera y hubo un perodo de auge de la minera de oro en la regin pero la tec-nologa empleada limit la continuidad de la explotacin y las vetas aureras ueronprogresivamente abandonadas. No obstante al momento de la guerra de 1941 seespeculaba acerca del potencial aurero de toda la regin en disputa. El gegraonorteamericano, George McBride encargado de los estudios aerootogrcos parala delimitacin de la rontera seal en su inorme nal de 1949: Ms al este, a lolargo de las colinas occidentales, norteas y orientales de la Cordillera del Cndor,hay depsitos de oro que, en alguna oportunidad, rindieron buenas utilidades, peroque ahora se hallan mayormente abandonados. Algunos consideran que estos dep-sitos constituyen una riqueza potencial de las regiones en litigio comparable con laproduccin de petrleo prevista. Otros consideran que los depsitos de oro se hallancasi agotados (McBride 1996: 119). Mientras las antiguas vetas aureras oro colonia-les haban dejado de ser explotadas de orma intensiva en los ros Cenepa, Santiagoy Maran se explotaba oro aluvial en pequea escala el sin emplear mercurio (Se-rrano Caldern de Ayala 1995).

    En pocas recientes el inters por la minera de oro en la Cordillera del Cndorse origin a nes de la dcada de 1970 cuando se redescubri en la zona de Nambija(Ecuador), en el fanco ms occidental de la Cordillera, una veta de oro de muy bue-na ley en sitios antiguos de laboreo inca. A raz de estos hallazgos se produjo unaestampida de mineros hacia la regin. Pero a medida que las vetas superciales seueron agotando los mineros avanzaron hacia el noreste, ya sobre las laderas de laCordillera del Cndor. Poco despus ocurri un derrumbe masivo de los socavonesde arenisca de la zona de Nambija. Este tuvo por resultado el ingreso de empre-

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    sas mineras asociadas a grandes capitales que desplazaron a los pequeos minerosquienes avanzaron masivamente hacia el noreste a lo largo de la rontera, regndosepor el bajo Nangaritza en los sectores Machinaza, Ro Blanco, y El Zarza, siguiendocaminos a los puestos ronterizos y los ros.

    Patrones indgenas de ocupacin territorial en el Cenepa

    El paisaje del territorio Awajn es heterogneo. Est compuesto por terrenos disec-cionados por varias cordilleras de diversa altitud y longitud que irrumpen sbita-mente produciendo a la altura de los ros los llamados pongos que dicultan la na-vegacin fuvial. Cortados por estas cordilleras o cadenas montaosas se encuentranvalles de diversa amplitud.

    En la regin del Cenepa el territorio presentan una caprichosa topograa que dalugar a valles interiores, relativamente amplios como el Numpatkeim, y desladerosangostos donde no se encuentran terrenos cultivables a la vera algunos tramos de

    los ros. En el curso bajo del ro Cenepa el terreno es menos accidentado salvo por lairrupcin de la cordillera de Huaracayo. Con todo, se estima que apenas el 6% de lasupercie de la cuenca tiene capacidad mayor para uso agrcola, en limpio o perma-nente. El ro Cenepa tiene una longitud de 185 km.

    El patrn tradicional de asentamiento Awajn tiene a la base la conormacin degrupos locales reunidos en torno a un hombre uerte que congrega en torno suyo asus hijas y yernos y a amilias aliadas por vnculos repetidos de matrimonio. Estosgrupos locales orman lo que Ph. Descola y A. Taylor han denominado un nexo en-dogmico.

    La guerra de 1941 tuvo algunas implicancias nivel de los patrones de ocupacinterritorial, sobre todo las restricciones de acceso a las partes altas de la Cordillera,pero estando de por medio sta, que separaba los territorios de los Awajn y Shuar

    respectivamente, en el Cenepa las amilias Awajn no tuvieron que trasladarse paracongregarse a un solo lado, dentro del territorio peruano. 14 Adems, la guerra trajoconsigo la decisin de las autoridades peruanas de nacionalizar la regin lo que trajoconsigo un incremento de la presencia militar y de nuevos agentes culturales. As,ese mismo ao se cre el distrito de El Cenepa, se establecieron nuevos campamen-tos, guarniciones y puestos militares y se invit a misioneros catlicos a establecerseen la regin del Alto Maran con lo que se reund la localidad de Santa Mara deNieva que atrajo a algunos comerciantes y ms tarde se invit al Instituto Lingsticode Verano a realizar estudios del idioma aguaruna y a capacitar maestros bilinges.

    Las primeras escuelas bilinges en el Cenepa ueron establecidas en la dcada de1960 y contribuyeron a alentar la ormacin de ncleos de poblacin o comunidadesa base de las amilias que vivan tradicionalmente ms dispersas. La ubicacin delas escuelas ue seleccionada con un criterio estratgico para abarcar distintos seg-mentos del valle.

    En la parte baja y media del Cenepa y el Canga tuvo lugar un proceso de concen-tracin de la poblacin cerca del ro. Ms arriba, sobre el Cenepa y sus principalesafuentes, el Comaina y Numpatkeim este proceso ha sido ms tardo y menos inten-so. Con todo, en la actualidad el nmero de comunidades en los segmentos del roCenepa bajo, medio y alto, es equivalente, siendo adems que la ms poblada de lascomunidades se encuentra no el primero sino en el tramo central.

    Las amilias Awajn de un nexo endogmico rotan la ubicacin de sus viviendasy reas de cultivo dentro de un mismo mbito geogrco, una subcuenca. La bajadensidad de los asentamientos tradicionales y este patrn de movilidad permitennormalmente la recuperacin peridica de la ertilidad de los suelos, al tiempo que

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    las amilias conservan acceso a los barbechos antiguos donde se mantienen rbolesrutales y otras especies valiosas.

    Con el establecimiento de comunidades en torno a las escuelas y algunos otrosservicios como puestos de salud, buena parte de la actividad productiva ms visiblese lleva a cabo en las inmediaciones de las comunidades, cuyo tamao es altamentevariable, desde 50 hasta 3.000 habitantes. As, las chacras para la produccin de ali-mentos y algunos cultivos comerciales (pltano, cacao) y algo de pastos se encuen-tran por lo general a media hora de las viviendas o poco ms, mientras que las crian-zas (gallinas, peces) se tienen ms cerca de stas. El establecimiento de comunidadesy la concentracin de poblacin tienden a agotar ms rpidamente la disponibilidadde auna silvestre para la caza por lo que la existencia de amplios territorios comu-nales y de reservas son undamentales.

    Desplazamientos mayores ocurren peridicamente obedeciendo a una estrategiade movilidad territorial gracias a la cual se renueva el acceso a la auna silvestre amedida que los cazadores se ven obligados a caminar mayores distancias para cazar.Esa es la dinmica que est detrs del surgimiento de anexos en las comunidades y

    del establecimiento de nuevas comunidades y de movimientos peridicos de las a-milias dentro del espacio territorial tradicional que permite tambin resolver confic-tos internos. Esta estrategia permite la renovacin del stock de auna silvestre. Esalgica es la que exige la existencia de un territorio indgena ms all de la existenciade comunidades con reas tituladas circunscritas a los ncleos poblados.

    Es notorio que en el Cenepa en las ltimas dcadas ha habido un movimientoprogresivo de reocupacin de las partes altas de la cuenca y de reagrupamiento de lapoblacin. Este proceso se ha visto inducido y acilitado por la expansin del sistemaeducativo aunque se halla an hasta cierto punto limitado por la existencia de mi-nas antipersonales en algunas zonas colocadas durante el conficto internacional de1995, perodo en el que los Awajn como los Wampis en el alto Santiago se vieronobligados a desplazarse hacia el sur.

    Por su perl extremadamente escarpado la zona de la Cordillera del Cndorconstituye un rea sometida a un uso poco intensivo. sa es precisamente el reaque se acord ceder para la creacin del Parque Nacional de la Cordillera. Al pie, enlos valles, se hace agricultura, pero en las laderas escarpadas la capa de suelo es muydelgada y est sujeta a mucha erosin con sus 4.000 mm anuales de lluvia y uertespendientes. La Cordillera es un lugar culturalmente protegido donde coinciden laragilidad del medio se corresponde con el carcter sagrado que tienen muchos desus elementos. Se trata de una zona que tiene para los pueblos jvaro y los Awajnen particular una enorme importancia cultural.

    Elemento central de zona de la Cordillera es el cerro Kumpanam (una ormacintipo tepui) que alcanza los 3.280 pies de altura desde su base y tiene su cumbre gene-ralmente cubierta por nubes. Se ubica al pie del ro Comaina que orma el ro Cene-pa. Se considera que este cerro, que en la tradicin mitolgica Awajn ue gente, essumamente poderoso y de l dependen los truenos y la lluvia. Se dice que en el cerroviven 5 tijai,o dueos de los cerros,que cuidan el agua, las nubes, los animales, lasplantas. Los Awajn saben por la tradicin que les han transmitido sus ancestrales(padres, abuelos y antepasados) que el cerro Kumpanam es una reserva y as debequedar. En sus aldas existe una abundante auna y una impresionante biodiversi-dad. Se dice que se encuentra la mayor cantidad de especies de sapos (indicadorclave de la biodiversidad), aves, tigres, as como en las pequeas quebradas que seall nacen se encuentran bujurquis y bagres locales pues es all donde de reproducenen el agua cristalina que sale de los manantiales. Tambin hay numerosas palmeraschonta. El agua que nace en Kumpanam es agua clara sin enermedades que alimen-ta las quebradas donde viven las amilias de las comunidades. Por eso existe la tradi-

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    cin de respetar al cerro que da la vida. Tal es el poder de este cerro misterioso quedesde la perspectiva Awajn el cerro puede desplazarse en caso sea molestado.

    Tanto en el propio cerro Kumpanam como en otras elevaciones de la Cordilleradel Cndor existen numerosas cataratas sagradas (tuna). A estas cataratas acuden losvarones desde la juventud a n de obtener una visin y de puricarse. Permanecenall varios das dietando y tomando to hasta obtener la visin. La visin permite auna persona adquirir poder y ver su vida tal como va a transcurrir, saber si van aser lderes o guerreros y poder enrentar los retos. Ese poder trasmitido a los sereshumanos nace en las cataratas y sobre todo en aquellas que se encuentran en la Cor-dillera y en el cerro Kumpanam.

    Precisamente en los ltimos aos ha habido una revalorizacin de las prcticasrituales tradicionales de ormacin de la persona que hacen parte del proceso deeducacin del pueblo Awajn como lo dejan ver diversos documentos producidosen la ltima dcada por las organizaciones indgenas Awajn. Pero tambin paraquienes son evanglicos las cataratas sagradas son lugares de oracin para adquiriruna visin religiosa. Las zonas sagradas culturalmente protegidas no son directa-

    mente apropiables por los individuos y por eso tambin es que se emplea la gurade reserva, de acceso abierto a todas las comunidades. Otro tanto sucede con elcerro Tuntanain, ahora declarado Reserva Comunal.

    En las laderas de la Cordillera del Cndor, a menudo cerca de las orillas de losros y quebradas, son numerosas las llamadas cuevas de gucharos (tayu) que, encambio, se heredan de generacin en generacin y que hacen parte de la memoria to-pogrca de los habitantes indgenas de la regin. Las cuevas de gucharos cumplenun papel importante en los intercambios sociales, pues el dueo de la cueva invitaanualmente a capturar aves.15

    La existencia de estas reas culturalmente reservadas de alto valor biolgico ycultural constituye una pieza central de la estrategia de manejo territorial del pue-

    blo Awajn. Reservas como sta son la garanta para la sostenibilidad de la cuenca

    del Cenepa por su papel en la reproduccin de la auna y su uncin productora deagua. Otro tanto ocurre con la cordillera de Tuntanain, declarada actualmente reser-va comunal, que separa la cuenca del Cenepa de la del Santiago y que es cuidadacomo espacio culturalmente reservado por las comunidades de una y otra cuenca.Tanto mayor es su papel en la estabilidad ecolgica cuando que el estrecho valle delCenepa ha soportado de manera continuada una relativamente densa poblacin.Sin la proteccin intangible de las partes altas de la cuenca y las nacientes de todossus ros ormadores la cuenca no tendra garanta de sostenibilidad.

    Territorio Awajn y frontera

    La existencia de un tramo no delimitado de la rontera peruana con el Ecuador yla ausencia de poblacin no indgena en la regin dio a la zona del Cenepa y sushabitantes indgenas un papel particular en la estrategia de seguridad nacional, demanera ms marcada an que en el Santiago, donde exista una reducida poblacinmestiza, con cierto arraigo y una mayor accesibilidad.

    A partir de 1940 el Estado peruano, principalmente a travs del ejrcito, buscestablecer un pacto de colaboracin mutua, no escrito, con la poblacin Awajn, elcual se mantuvo claramente vigente hasta despus de la guerra de 1995.

    Gracias a la densa presencia de poblacin indgena ntimamente amiliarizadacon su territorio el ejrcito peruano poda contar con un invalorable apoyo logs-tico, un seguro abastecimiento de alimentos bsicos, principalmente yuca y plta-no, adems de carne y pescado seco para sus campamentos asentados en remotas

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    ubicaciones16. Adems los jvenes Awajn y Wampis eran el principal elemento dereclutamiento para atender los numerosos puestos y campamentos militares de larontera y abrir y mantener caminos. El pacto permita tambin al ejrcito, y por suintermedio a las autoridades, gozar de la lealtad de la poblacin local para contarcon el oportuno aviso de inltraciones militares desde el lado ecuatoriano. En el Ce-nepa este apoyo era tanto ms importante cuanto que la rontera se encuentra en unazona de acceso extremadamente limitado donde las trochas son la nica alternativaa los vuelos de helicptero. Adems, como lo ha relievado el propio ejrcito, tanto enlos enrentamientos de 1981 como en 1995 los Awajn y los Wampis jugaron un rolde apoyo undamental a nivel logstico y militar17.

    La relacin resultante del pacto con el ejrcito peruano no estuvo exenta de ten-siones y abusos porque la presencia militar en la zona restaba libertad de movi-miento a la poblacin indgena, subordinaba a los indgenas al poder militar y noestaban ausentes los abusos, particularmente contra las mujeres. Sin embargo, desdela perspectiva de las comunidades y sus lderes el pacto representaba la posibilidadde contar con un interlocutor que canalizara sus demandas de que su territorio tra-

    dicional uera respetado en un contexto en el que los gobiernos promovan la colo-nizacin de la amazona. Despus de todo, el pueblo Awajn tena para entoncesla experiencia del impacto de los rentes de colonizacin siguiendo el trazo de lacarretera desde la dcada de 1940 y del oleoducto norperuano, a inicios de la dcadade 1970, pues sobre la seccin occidental del territorio una oleada de colonizacinde gente procedente de la sierra y unas colonias promovida por el propio ejrcitohaban resultado en la invasin de tierras y en continuos confictos.18 Al procurarevitar la colonizacin los Awajn y Wampis buscaban asegurar la estabilidad terri-torial y socioambiental, as como la integridad y autonoma territorial. En la prctica,y tomando en consideracin la existencia de un tramo no delimitado de rontera,el hecho de que la zona constitua un territorio bajo control militar impidi que lacolonizacin avanzara sobre la margen izquierda del ro Maran al sur-este de la

    Cordillera del Cndor.Puede decirse que este pacto, que responda a intereses diversos con propsitoscomunes dio rutos durante varias dcadas pues la cuenca del Cenepa contina sien-do un valle donde no hay asentamientos colonos y donde ha sido posible mantenerla integridad territorial y asegurar la estabilidad ambiental. Nuevos actores y alian-zas amenazan ahora al territorio.

    La permanente bsqueda de la seguridad jurdica del territorio

    Hasta antes de 1974 apenas se haba establecido poco ms de una decena (14) dereservas a avor de amilias en todo el territorio Awajn en base al Decreto Supremo03 de 1957, de muy tarda aplicacin.19 Inmediatamente despus de promulgada laley de comunidades nativas de 1974 los lderes Awajn se movilizaron para lograrel reconocimiento legal de su territorio. En los primeros aos de aplicacin de la ley,en la dcada de 1970, 18 comunidades en la cuenca del Cenepa ueron inscritas y 14de ellas ueron tituladas. A partir de entonces el pueblo Awajn asumi una perma-nente bsqueda de la seguridad jurdica de su territorio.

    Las primeras inscripciones y titulaciones en el Cenepa corresponden grossomodo a lugares donde se haban establecido escuelas bilinges. Aunque la mayorparte de las comunidades inscritas y tituladas en el perodo inicial, a partir de 1975,corresponden al tramo medio y bajo del ro Cenepa, tambin se titul en esa etapaalgunas comunidades situadas aguas arriba de la confuencia del ro Cenepa y elro Comaina, como es el caso de la comunidad de Shaim. Las primeras titulaciones

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    tienen en comn el haber buscado proteccin de las tierras ubicadas a orillas de losros principales en cuyas inmediaciones se haba establecido las escuelas. Con ello

    buscaban conservar no slo su derecho a pescar y a lavar oro aluvial, sino tambinpreservar el acceso y el derecho a las reas interiores.

    El lento avance de la inscripcin y titulacin de comunidades en el Cenepa du-rante la dcada de 1980 hizo temer que el mpetu colonizador alentara la invasindel territorio Awajn de la cuenca del Cenepa, pues no se logr la inscripcin deninguna nueva comunidad y apenas se titul 3 de las previamente inscritas. Par-ticularmente la prolongacin y mejoramiento de la carretera de penetracin desdeImacita acrecentaba el riesgo de que los colonos terminara regndose hacia la cuencadel Cenepa pues los enrentamientos entre Per y Ecuador por el llamado FalsoPaquisha en 1981 dieron pie al surgimiento de la teora de las ronteras vivas y elauspicio de colonizaciones.

    De hecho, el gobierno de Fernando Belaunde lleg a proponer undar CiudadDemocracia en plena Cordillera del Cndor en el punto donde haba estado ubica-do el puesto Falso Paquisha. Los lderes Awajn y Wampis tuvieron que hacer gala

    de sus habilidades diplomticas para hacer valer su pacto con el ejrcito nacionaly convencer a las autoridades de que no haba mejor deensa de la rontera que laestabilidad de la ocupacin indgena, entre cuya poblacin se hallaban centenaresde jvenes que haban realizado su servicio militar en los campamentos de la regin.Los lderes Awajn hicieron ver a las autoridades que el establecimiento de ncleosde poblacin colona, que habran de requerir del ejrcito y el Estado apoyo logsticopermanente para sobrevivir en un medio remoto y poco propicio para el estableci-miento de plantaciones comerciales, no oreca garantas y antes bien stos corran elriesgo de devenir en ncleos confictivos.20 Finalmente en la cuenca del Cenepa no sematerializaron los planes gubernamentales de colonizacin ronteriza.

    En las etapas subsiguientes los lderes Awajn y sus organizaciones buscaronampliar la cobertura de los ttulos comunales logrando inscribir nuevas comunida-

    des a orillas de los ros y rellenar espacios interiores de reas uertemente valoriza-das por su abundancia de recursos y sitios de alto valor cultural.A consecuencia de la guerra del Cenepa de 1995 entre el Per y Ecuador volvieron

    a levantarse las voces a avor de la colonizacin del rea de rontera y nuevamentese habl del valor de la colonizacin para establecer ronteras vivas, desconocien-do la preexistencia de un territorio indgena y de la poblacin originaria, as comode las condiciones agroecolgicas de la zona. En respuesta a esto y con la intuicinde que una vez zanjado el problema ronterizo con Ecuador el pacto con el Ejrcitoperuano pudiera resquebrajarse, los lderes y organizaciones Awajn impulsaronactivamente programas de titulacin ya que an quedaban numerosos espacios delterritorio Awajn del Cenepa sin seguridad jurdica. Estos esuerzos dieron rutos enlos aos 1997-1999 cuando se logr inscribir y titular un buen nmero de comunida-des para garantizar la integralidad del territorio del Cenepa, cerrar algunas brechasen el espacio territorial y permitir un acceso ms pleno a los recursos y la biodiversi-dad del territorio. Para 1999 se haba titulado un total de 158.910 has en la cuenca delCenepa. Quedaba pendiente la titulacin de algunas comunidades y la ampliacinde ms de una decena de antiguos ttulos comunales.

    La Cordillera del Cndor, la biodiversidad y la cuenca del Cenepa

    La regin de la Cordillera del Cndor es una extensin oriental aislada de la cadenaandina principal. Tiene una longitud total de alrededor de 150 km de norte al sur yalcanza tiene una altitud mxima de cerca de 2900 m.s.n.m. en ella se encuentran las

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    nacientes de varias cuencas de gran importancia para el sistema fuvial del Mara-n-Amazonas y vitales para la existencia en los territorios indgenas de la ronteraperuano-ecuatoriana21. En el lado nor-occidental de la rontera se origina el ro Nan-garitza que orma el ro Santiago que recibe a su vez varios afuentes que nacen en ellado sur-occidental. En ese mismo fanco nacen los ros Comaina, Sawientsa y Num-patkeim que fuyen al ro Cenepa cuyas cabeceras estn compuestas por un abanicode numerosos riachuelos que brotan en las propias cumbres de la cordillera.

    El enorme valor de la biodiversidad de la Cordillera est asociado en gran partea su origen geolgico y a la condicin aislada de esta cordillera subandina. La cor-dillera se compone principalmente de sedimentos terciarios y mesozoicos de rocasareniscas y calizas, derivados de la erosin de los antiguos Escudos Guyans y Bra-sileo, que ueron depositadas en el lado occidental del continente sudamericano enel mezozoico y terciario temprano, antes del levantamiento y plegamiento de los An-des, y levantadas concurrentemente con la cordillera andina, desde el mioceno (25millones de aos) y el plioceno tardo, en los ltimos 4-5 millones de aos. En el Cn-dor los estratos sedimentarios se extienden desde la ormacin jursica temprana,

    con rocas calizas e intercalaciones volcnicas, hasta la ormacin Tena del paleocenoy eoceno temprano, ormada de arcillas rojizas. A su vez, la ormacin arenisca deHolln, depositada por erosin del Escudo de Guyanas, orma una capa de no msde 150 metros que procede del perodo cretceo pero que ue elevada mayormenteen los ltimos 10 millones de aos. Esa misma compleja historia geolgica es respon-sable de la existencia de las ormaciones gneas intrusas, que contienen depsitos deoro, cobre y otros minerales, y del llamado batolito grantico de Zamora, el cual esresultado de grandes eventos volcnicos y tectnicos en el jursico que inyectarongigantescos plutones granticos y grandes masas volcnicas en varios niveles.

    La Cordillera del Cndor, como otras cordilleras subandinas, est entre las reasms diversas del mundo en trminos biolgicos. Estudios realizados por diversasinstituciones y proyectos cientcos en la Cordillera han revelado una inesperada co-

    nexin biogeogrca entre sta y el Escudo Guyans. Esta se refeja en la existenciade mesetas o montaas aisladas de roca arenisca de tipo tepui y en la presencia enla Cordillera del Cndor de un nmero importante de gneros de plantas vasculares,posiblemente la mayor concentracin de plantas de especies vasculares, considera-dos gneros disyuntos de los encontrados en Guyana.

    Estas mesetas ocurren en ragmentos de variado tamao y altitud, variables quea su vez aectan la densidad y altura de la vegetacin hallada en stos. El CerroKumpan o Kumpan Muja es uno de esos tepui que presentan una extraordinariadiversidad forstica y de algunas especies animales. Debido a estas caractersticasimportante investigadores han declarado que la Cordillera del Cndor podra tenerla fora ms ricas de cualquier rea de tamao similar dondequiera en el Neotrpico.Los estudios del Missouri Botanical Garden en conexin con instituciones cientcasperuanas y ecuatorianas haban arrojado hasta el 2007 1.900 especies vasculares, 300-400 bitas y un nmero considerable de especies nuevas para la ciencia.

    La combinacin de la diversidad de sustrato geolgico y la humedad de los bos-ques a lo largo de todo el ao hacen de la cordillera un espacio muy singular dondese han identicado 17 distintos tipos de vegetacin con alta variabilidad ecolgica.Los estudios de diversidad biolgica arrojan numerosos registros notables sea porla rareza de las especies halladas o ser especies nuevas, por la amplitud de rango,el estar amenazadas o por su importancia para conservacin. En las ormacionesde arenisca expuesta del alto Comaina se ha encontrado la rara planta insectvoraDrosera sp.

    En la Cordillera del Cndor predominan el Bosque Pluvial Premontano Tropical,el Bosque muy Hmedo Tropical y el Bosque muy Hmedo Premontano Tropical. La

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    zona presenta precipitaciones anuales en torno a los 3.000 mm, llegando a los 4.000mm en las estribaciones de la cordillera del Cndor y temperaturas medias anualesde 25C. El bosque pluvial premontano tropical comprende la margen izquierda delro Cenepa y la parte oriental de la cordillera del Cndor. Se ubica desde los 600 700 m.s.n.m hasta los 2.000 m.s.n.m. La ormacin vegetal Bosque Pluvial MontanoTropical se ubica en las cumbres de la cordillera del Cndor, se sita por encima delos 2.000 m.s.n.m y el clima dominante es de tipo pluvial y semiclido

    En las partes altas de la Cordillera entre los 1.700 m y 2.900 los la vegetacin esachaparrada de hasta 15 m de altura debido tanto a los uertes vientos como a los suelospoco proundos sobre rocas calizas, particularmente en los llamados bosques nubladosde transicin al lo de las colinas. A pesar de ello en el bosque alto del Cenepa los estu-diosos han hallado especies de 83 amilias (145 gneros, 228 distintas especies).

    No obstante que la media y baja cuenca del Cenepa no presentan una abundanteauna mayor, en la Cordillera del Cndor y cuencas de altos del Cenepa y Comainase ha encontrado una alta riqueza de especies comparada con hbitats similares deequivalente ubicacin altitudinal. Destaca la presencia de algunas especies en vas

    de extincin y de especies en situacin vulnerable, en total 19 especies de mamerosen dierentes categoras de amenaza. A nivel de aves se ha encontrado 5 especiesnuevas para el Per. Se ha registrado un nmero importante de especies de lepidp-teros, diurnos y nocturnos incluyendo una especie nueva para la ciencia. Entre lasespecies nuevas encontradas en la Cordillera del Cndor se hallan varias especiesendmicas de sapos arborcolas.

    En los ambientes de aguas claras y negras, as como en los ambientes lnticos,que al momento de los estudios se hallaban en buen estado de conservacin, se halluna gran riqueza de especies, siendo que las variaciones de la ictioauna est aso-ciada a la altura. Los estudios detectaron en su momento una notable presencia denutrias, refejo entonces de la abundancia de peces en las partes altas de las cuencasdel Cenepa y sus afuentes.

    La red de ros, quebradas y arroyos labra su camino en el sistema montaosoproundamente diseccionado. Las aguas que nacen en la cordillera constituyen parteundamental de los subsistemas de las cuencas del Cenepa y Santiago que aportan asu vez volmenes importantes de agua y sedimentos al ro Maran.

    Por la estructura de las calizas areniscas, la presencia estas ormaciones y porla extensa red de ros y riachuelos existen cientos de cascadas de gran importanciacultural. Estas ormaciones tambin dan lugar a cuevas de gran importancia para laespeleologa y para la poblacin local. Se ingresa a estas cuevas por largas chime-neas angostas de 60 y hasta 80 metros de proundidad, dentro de las que se puedecaminar varios das. En estas cuevas donde se encuentran los nidos de gucharoseran anteriormente lugares de enterramientos secundarios por lo que para los pue-

    blos jvaro los sitios estn vinculados a los ancestros.Con estas caractersticas y condiciones la Cordillera del Cndor se presenta como

    un sitio de gran valor para la conservacin. Tanto por la importancia de la existenciade la cordillera subandina de caractersticas geolgicas y biolgicas enormementerelevantes para el estudio la cuenca amaznica y el continente como por su rol enel mantenimiento de los ciclos hdricos de las cuencas del Cenepa y el Santiago. Setrata de un espacio de encuentro donde coinciden los intereses de la conservacindesde una perspectiva global, como los intereses de la estrategia nacional de conser-vacin y, adems, con las prioridades de conservacin de las comunidades Awajny Wampis en el Per y los Shuar en el Ecuador, como se aprecia de la comparacinde los siguientes mapas.

    De all que establecidas las condiciones para el trazado denitivo de la ronte-ra la Cordillera del Cndor se retomara la idea de crear un rea protegida con el

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    propsito de conservar el importante ncleo de biodiversidad y de contribuir a darestabilidad y seguridad a la rontera.

    El establecimiento de la Zona Reservada Santiago-Comaina

    Las conversaciones de paz que siguieron a la guerra del Cenepa de 1995 conclu-yeron en 1998 con un acuerdo para el trazado de la rontera en los tramos todavano demarcados. Los acuerdos de paz comprendan en esta rea el compromiso deconstituir una zona de proteccin ecolgica a ambos lados la rontera de acuerdoal Punto de Vista Vinculante N 7 emitido por los Presidente de los 4 pases garantesdel Protocolo de Ro de Janeiro (Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos).22 La zonade proteccin ecolgica inicialmente denida cubra parte de las cabeceras directasde Cenepa y las nacientes del ro Coangos, precisamente la zona que haba sido tea-tro de los ms cruentos enrentamientos en la guerra de 1995 que abarcaba la zonaconocida como Tiwintza o Tiwientsa.

    La zona de proteccin ecolgica refejaba una idea ormulada por algunas enti-dades conservacionistas desde inicios de la dcada en relacin al establecimiento deuna zona de reserva en las cumbres de la Cordillera del Cndor. Esta idea haba sidoplanteada por el Per a Ecuador en 1992 y dejada a estudio pero los enrentamientosde 1995 interrumpieron las conversaciones.

    Durante el desarrollo del conficto en Per y Ecuador se haban alzado tambinvoces proponiendo zanjar la delimitacin de la rontera mediante el establecimientode una zona de reserva. Las propuestas incluan alternativamente el establecimientode una reserva para la conservacin siguiendo las lneas de los estudios biolgicosque se haban llevado a cabo en ambos lados de la rontera, una zona de reserva de

    bisera, o una reserva plurittnica y binacional en el rea no delimitada, que a lavez que trazara los lmites actuara como ncleo de integracin.

    Con estos elementos sobre la mesa de negociacin diplomtica en el segundo se-mestre de 1997 la Cancillera peruana convoc a las organizaciones Awajn y Wam-pis de las 5 cuencas del ro Maran a una reunin en Torre Tagle, en Lima. En sta,las organizaciones ueron inormadas acerca de las condiciones que estaban siendotratadas con el Ecuador para dar n al litigio ronterizo. Se inorm a los lderesindgenas acerca de los posibles uturos trazos de carretera y la opcin de establecersobre parte de la lnea de rontera una zona de proteccin ecolgica garantizndoles,al mismo tiempo, que se respetaran y cautelaran sus derechos territoriales.

    La Zona Reservada Santiago-Comaina ue decretada en 1999, ampliada al aosiguiente hasta abarcar 1.642.567 has, esta vez a pedido de las organizaciones23. Estarea deba ser categorizada para crear a su interior un parque nacional, sobre elfanco oriental de las cumbres de la Cordillera del Cndor, a partir de los estudiosrealizados hasta esa echa por instituciones ambientalistas, donde rigieran normasestrictas para dar proteccin a la cuenca del Cenepa-Comaina. Poco despus el Es-tado peruano cre legalmente la zona de Proteccin Ecolgica prevista por el Acuer-do Vinculante N 7, cuya rea ue integrada a la propuesta de creacin del ParqueNacional de la Cordillera del Cndor. En junio de ese mismo ao Ecuador cre elParque Binacional El Cndor en la cuenca del ro Coangos (Decreto 936), colindantecon la Zona de Proteccin Ecolgica peruana. Asimismo, complementariamente elEcuador decret el Bosque Protector Cordillera del Cndor, el Reugio de Vida Sil-vestre El Zarza y la Reserva Biolgica El Quimi.

    La Zona Reservada Santiago-Comaina quedaba bajo la autoridad del Institu-to Nacional de Recursos Naturales (INRENA) perteneciente al sector Agricultura.Comprenda una amplia rea que no slo abarcaba la propia ranja ronteriza y la

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    Cordillera del Cndor, sino tambin el ntegro de las comunidades de la cuenca delro Cenepa (y el Santiago) en el entendido de que servira para llevar a cabo un pro-ceso de ordenamiento territorial en el marco del cual se concluira el proceso de ti-tulacin y ampliacin de las comunidades y se creara las reas naturales protegidasen las reas ambientalmente ms vulnerables.

    La Zona Reservada tambin abarcaba un rea de la zona ronteriza donde se ha-llaban ubicados algunos petitorios y concesiones mineras que el Estado haba otor-gado desde 1993 sin tomar en consideracin la ragilidad de la zona de cordilleraen la rontera, su potencial impacto sobre el resto de la cuenca ni el hecho de que sehallaban en territorio del pueblo Awajn. El otorgamiento de estos denuncios habasido realizado sin que previamente se inormara y consultara a las comunidadesAwajn titulares del territorio ronterizo, no obstante que el Convenio 169 de la OITque obliga a la consulta- ue raticado por el Per en diciembre de 1993.

    Aunque alguno de estos denuncios mineros haba sido otorgado con anteriori-dad al establecimiento de la Zona Reservada quedaban de cualquier orma sujetos ala opinin del INRENA acerca de la compatibilidad de la actividad minera en tanto

    en esta rea natural se proyectaba la creacin de un parque nacional ronterizo. Sinembargo, desde un inicio los titulares de los denuncios mineros pretendieron darprioridad a sus intereses mineros por encima de los intereses ambientales, los dere-chos indgenas y la seguridad nacional.

    Para llevar adelante el proceso de denicin de las reas naturales protegidas yel ordenamiento territorial el INRENA cont con el apoyo del proyecto ITTO (Orga-nizacin Internacional de las Maderas Tropicales) Paz y Conservacin Binacionalen la Cordillera del Cndor y la asistencia tcnica de Conservacin Internacional.Complement el esquema el Proyecto PIMA (Participacin de la Comunidades Na-tivas en el Manejo de las reas Naturales Protegidas de la Amazona Peruana) deINRENA nanciado por el Banco Mundial, que tena por objetivo el ortalecimientode capacidades para la gestin y conservacin de reas protegidas. En Ecuador el

    proyecto ITTO se ejecut a travs de Fundacin Natura en convenio con el Ministe-rio del Ambiente de ese pas.

    El pacto territorial y la formulacin del parque nacional

    Los compromisos establecidos por los acuerdos de paz con Ecuador en la zona deproteccin ecolgica y los planes de establecer un rea protegida sobre el resto delrea de las cumbres signicaban que quedaba excluida la posibilidad de que la Cor-dillera del Cndor pudiera ser titulada como territorio comunal aunque no dejarade ser parte del territorio indgena. Sobre la base de las seguridades dadas a lasorganizaciones Awajn y Wampis por la Cancillera peruana stas ajustaron sus ex-pectativas de saneamiento territorial.

    Apenas creada la Zona Reservada Santiago-Comaina las comunidades de la cuen-ca del Cenepa se reunieron en asamblea ordinaria en octubre de 1999 para analizaresta medida y sentar su posicin rente al proceso de ordenamiento territorial, en pre-sencia de representantes de INRENA. El acta rmada por los representantes de lascomunidades acord que se debera culminar la ampliacin y titulacin de comuni-dades como paso previo a la categorizacin de las reas naturales protegidas para lacreacin del Parque Nacional y de las reservas comunales que seran establecidas enlas reas no tituladas y colindantes con las comunidades.24 Estos acuerdos refejaban elhecho de que una vez establecidos los acuerdos de paz con el Ecuador y distendido elconficto militar ronterizo deba extenderse a la zona de rontera la institucionalidadestatal que antes se haba hallado estrictamente en manos del ejrcito peruano.

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    A partir del 2002 INRENA, con la asistencia tcnica de Conservacin Internacio-nal, y la participacin de las comunidades comprendidas dentro de la Zona Reser-vada Santiago Comaina, desarroll en un intenso proceso de generacin de inorma-cin para terminar de identicar las zonas ms vulnerables, las amenazas existentesa la biodiversidad de la zona, documentar los derechos indgenas y valores cultura-les del rea e impulsar un proceso de ortalecimiento institucional. Asimismo lleva-ron a cabo un proceso participativo concertado para disear herramientas de gestiny asegurar un uso sustentable partiendo de un ordenamiento territorial, as comoestablecer una estructura tcnico administrativa local para el co-manejo de las reasnaturales protegidas.25 El proyecto cont con un equipo proesional interdisciplina-rio y un equipo de promotores indgenas.

    Como parte de un proceso altamente ormalizado las organizaciones acordaronceder el rea prevista para el Parque Nacional llevados por los siguientes compro-misos: 1. Participacin de las comunidades y sus organizaciones en el proceso de or-denamiento territorial de la Zona Reservada y denicin conjunta con la autoridadambiental de los linderos del Parque Nacional Ichigkat Muja y de su plan de manejo;

    2. Consolidacin de la propiedad territorial comunal atendiendo las solicitudes deampliacin de algunas comunidades e inscribiendo y titulando otras de manera queesa rea natural protegida colindara ntegramente con las comunidades y; 3. Crea-cin por la autoridad ambiental de las reservas comunales Tuntantain y Kampankisa ser gestionadas por las comunidades circundantes a travs de comits de gestiny planes de manejo.

    A lo largo de numerosos talleres con la participacin de las comunidades delCenepa y Santiago y de tres grandes asambleas con la participacin de las organi-zaciones indgenas locales se ue logrando una serie de consensos. As se acord lascategoras respectivas que tendran las reas protegidas. En ese marco se convinoque a toda la Cordillera del Cndor le correspondera la categora de mayor protec-cin, es decir la de Parque Nacional en tanto las zonas de Tuntanain y Kampankis

    seran designadas Reservas Comunales que son reas protegidas de uso directo26

    .Se acord asimismo los linderos del Parque a denominarse Ichigkat Muja-Cordi-llera del Cndor. En las palabras del entonces Presidente de ODECOFROC (Organi-zacin de Comunidades Fronterizas del Cenepa), el proceso de establecimiento delos linderos del Parque estuvo orientado a excluir el territorio [donde] los ancestros hacan su chacra, su mitayo. Los promotores iban a guiar a los uncionarios delProyecto [por] los lmites del parque nacional, hasta donde utilizaban el territoriolos ancestros, luego de eso, iba a ser el parque nacional (Crdenas et. al, 2008: 47),coincidiendo con el rea que las comunidades siempre consideraron una reserva.El rea designada para el Parque se corresponda con las zonas de proteccin delas cabeceras del Cenepa y Comaina, lo mismo que las cabeceras de algunos de losafuentes derechos del ro Santiago en su curso por territorio peruano. Siendo estazona territorio tradicional de los pueblos Awajn y Wampis, era cedida para el esta-

    blecimiento de un rea natural protegida del mayor nivel de proteccin por su un-cin en la conservacin del ciclo hidrolgico de las cuencas del Cenepa y Santiago.

    De esta manera, las comunidades adecuaban los requerimientos del Estado dedar seguridad jurdica a la rontera, respetando los acuerdos alcanzados en Brasiliaen 1998, garantizando al mismo tiempo la seguridad de sus derechos sobre el terri-torio.

    Finalmente en marzo del 2004 los representantes de las comunidades nativas lo-calizadas dentro del rea de la Zona Reservada Santiago Comaina, involucradas enla propuesta del Parque Nacional Cordillera del Cndor, dieron su conormidad a lacreacin del Parque Nacional Ichigkat Muja-Cordillera del Cndor y su Plan de Ma-nejo mediante un acta, en presencia de INRENA y del PETT (Proyecto Especial de

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    Titulacin de Tierras y Catastro Rural).27 El acta establece que Los lmites del Par-que Nacional Cordillera del Cndor corresponden a los lmites de las comunidadestituladas y a los lmites de los pedidos de ampliacin. Una vez terminado el procesode ampliacin de las comunidades nativas y de la titulacin de la comunidad nativa,las reas libres y las reas dadas en cesin en uso a las comunidades que estn soli-citando ampliacin y titulacin sern incorporadas al Parque Nacional respetndo-se los derechos ancestrales de las comunidades, brindndose asimismo una mayorproteccin legal para el uturo, compromisos que se especican en el documento decreacin del Parque Nacional.

    La propuesta de creacin del Parque Nacional en la Cordillera del Cndor y suZona de Amortiguamiento consensuada con las comunidades y sus organizacionesue elevada a los Ministerios de Relaciones Exteriores y Deensa en el 2004 para suopinin en materia de seguridad nacional y cumplimiento de los acuerdos de Brasi-lia, los que se reservaron su opinin hasta el 2006.

    Pero, en el nterin, los intereses mineros recurrieron a mltiples ormas de cabil-deo y presin para rustrar la creacin del Parque Nacional Ichigkat Muja, a ser esta-

    blecido sobre 152,873.76 ha., y el pacto territorial que el Estado haba consagrado conlos pueblos Awajn y Wampis a avor de la estabilizacin denitiva de la ronteracon el Ecuador en el tramo de la Cordillera del Cndor28.

    Las primeras seales de incumplimiento por parte del Estado se dieron a travsde la demora en la culminacin de los procesos de ampliacin y titulacin. En elmarco del proceso de ordenamiento de la Zona Reservada las organizaciones ind-genas haban actualizado la solicitud de ampliar 19 comunidades y titular 3 nuevascomunidades. En su momento se presentaron los expedientes preparados con laasistencia tcnica del IBC (Instituto del Bien Comn) a partir del ao 2000 primeroal PETT y luego a COFOPRI (Organismo de Formalizacin de la Propiedad Inor-mal), entidad que asumi las competencias de titulacin y catastro desde el 2007.Sin embargo, para el ao 2004 apenas se haba inscrito 2 comunidades (Kunchai y

    Kuyumatak) a las que se les demarc nicamente reas orestales y de proteccin yse haba resuelto la demarcacin de 8 ampliaciones quedando pendiente en ese casola emisin de la resolucin de aprobacin del plano demarcado por COFOPRI porparte de la Direccin Re