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    cadernos pagu(29),julho-dezembro de 2007:37-60.

    Vctimas, familiares y ciudadanos/as:

    las luchas por la legitimidad de la palabra*

    Elizabeth Jelin**

    Resumen

    El familismo y el maternalismo son criterios centrales de la

    atribucin de legitimidad de la palabra pblica en la Argentina

    post-dictatorial. Durante la dictadura (1976-1983), tanto losmilitares como el movimiento de derechos humanos utilizaron la

    matriz familiar para interpretar su lugar en la confrontacin

    poltica. Las definiciones familsticas dominaron las organizacionesde derechos humanos (Madres, Abuelas, Familiares, luego

    Hijos y Herman@s). A su vez, las pruebas de ADN para

    identificar nio/as secuestrado/as dieron a la gentica un lugar

    privilegiado para expresar demandas basadas en la condicin devctima. Esto plantea preguntas inquietantes sobre la relacin

    entre estos criterios y la conformacin de una nocin amplia de

    igualdad ciudadana.

    Palavras-chave: Familismo, Maternalismo, Represin Poltica,Secuestro de Nio/as, Argentina, DerechosHumanos.

    * Recebido para publicao em maio de 2007, aceito em agosto de 2007

    (Reviso: Martha Ramrez-Glvez).** Sociloga, CONICET-IDES, Buenos Aires, Argentina. [email protected]

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    Victims, Relatives, and Citizens:

    Battles over the Legitimacy of Speech

    Abstract

    Family-ism and maternalism have been key notions inlegitimizing certain forms of public speech in post-dictatorship

    Argentina. During the 1976-1983 dictatorship, the military, as well

    as the human rights movement, used rhetoric of the family to

    interpret their place in public confrontation. Family-relateddefinitions dominated human rights organizations (Mothers,

    Grandmothers, Relatives, and so Sons and Siblings). On

    the other hand, DNA tests to identify children who had been

    kidnapped gave genetics a privileged role in demands based on

    victimhood. This process poses perturbing questions about therelation between these criteria and the forging of a more ample

    notion of citizens equality.

    Key Words: Family-ism, Maternalism, Political Repression,Kidnapping of Children, Argentina, Human Rights.

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    La experiencia argentina puede ser tomada como un caso

    extremo del poder de la posicin de afectado/a directo/a y de las

    narrativas personales del sufrimiento en relacin con las disputasacerca del pasado dictatorial de la dcada de los setenta. En el

    perodo post-dictatorial, la verdad fue identificndose con

    la posicin de afectado/a directo/a, primero en la voz delos parientes directos de las vctimas de la represin estatal

    (la figura emblemtica es la de las Madres, complementadaposteriormente por la voz de Hij@s y de Herman@s). Las

    voces de los y las sobrevivientes de centros clandestinos dedetencin y lo/as militantes y activistas de los aos setenta no

    estuvieron presentes con la misma fuerza en el espacio pblicohasta despus, y llegaron a ocupar el centro de la escena pblica

    casi treinta aos despus del golpe militar de 1976.

    La presencia pblica de estas dos voces implic un poder

    considerable en la definicin de la agenda de derechos humanosdel pas. La propia nocin de verdad y la legitimidad de la

    palabra (o, si queremos ser ms extremos, la propiedad deltema) llegaron a estar encarnadas en la experiencia personal y en

    los vnculos genticos.1

    Dentro del campo poltico progresista quese identifica con la denuncia y la condena al terrorismo de estado,

    como mostraremos en este trabajo, la presencia simblica y el

    consiguiente poder poltico de estas voces en la esfera pblica esmuy fuerte, con una carga de legitimidad enorme. La fuerza delfamilismo, y ms recientemente de la identificacin con la

    militancia setentista implica, paradjicamente, un alto grado de

    exclusin de otras voces sociales por ejemplo, ancladas en la

    ciudadana o en una perspectiva ms universal referida a lacondicin humana en la discusin pblica de los sentidos del

    1 En trminos comparativos con otros pases de la regin, resulta sorprendente la

    vigencia de la expresin afectado/a directo/a en Argentina. Esta expresin se

    refiere a personas que han sufrido en carne propia la represin estatal(desaparicin, prisin poltica, tortura, en menor medida exilio) y a sus familiares

    ms directos. La expresin excluye otros criterios de sufrimiento o de cercana

    personal con el horror.

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    pasado y de las polticas a seguir en relacin con ese pasado. El

    desafo histrico y poltico es, ahora, el de frenar estas tendencias

    excluyentes y ampliar o extender el debate poltico y laparticipacin sobre el tema a la ciudadana en su conjunto.

    La familia en las polticas de la memoria

    Los lazos familiares y la imagen de la familia tienen en la

    Argentina un lugar muy particular a partir de la dictadura militar yel terrorismo de estado (1976-1983), sus violaciones a los derechoshumanos y las polticas de los movimientos de derechos humanos.

    El gobierno militar que asumi en marzo de 1976 se defini a smismo como salvador de la nacin, concibiendo su misin como

    una lucha en contra del caos y la subversin que estaban

    destruyendo los valores e instituciones naturales de la

    argentinidad. Su tarea era, segn su propia definicin, la dedevolver al pas la paz y el orden frente al caos imperante.

    Para recuperar estos valores, era necesario proteger a la nacin, ala familia y a las personas de los peligros de la subversin. Los

    militares iban a liderar el Proceso de Reorganizacin Nacional,convocando a los padres, madres e hijos sanos de nuestro pas a

    que cuiden el hogar. Preserven su seguridad. No acepten

    generosamente las ideas implantadas en las mentes jvenes porexpertos internacionales de la subversin La seguridad y la paz

    del pueblo [...] se construye dentro del hogar y las escuelas (LaNacin, 19/06/1976, apud Filc, 1997:35).

    Los militares que tomaron el poder en Argentina en 1976

    usaron (y abusaron) de la referencia a la familia. La familia comoclula bsica de la sociedad y la nacin, entendida como gran

    familia, fue parte de una imagen que fue leda de maneras

    diferentes e incluso contradictorias. Los militares fueron mucho

    ms all de la apelacin a la metfora y el discurso; intervinieronviolentamente en la privacidad y la intimidad de la vida familiar

    argentina.

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    La referencia a la familia tradicional fue central en el

    encuadre interpretativo del gobierno militar. Primero, defini a la

    sociedad como un organismo constituido por clulas (familias). Deesta forma, estableci un vnculo directo entre la estructura social y

    su raz biolgica, naturalizando los roles y valores familsticos.

    Exista slo una forma, la forma natural, en la que la sociedadargentina poda estar organizada. A partir de esta visin, los

    militares desarrollaron una masiva campaa para consolidar launidad familiar, justificada en el lugar natural de la familia en el

    orden social. Adems, los lazos familiares fueron definidos comoindisolubles y los derechos de los padres sobre sus hijos como

    inalienables. A su vez, en la medida en que la metfora de lafamilia era utilizada para la nacin como un todo, el Padre-Estado

    adquiri derechos inalienables sobre la moral y el destino fsico de

    los ciudadanos. La imagen de la nacin como la Gran Familia

    Argentina implicaba que slo los buenos chicos-ciudadanoseran verdaderamente argentinos. El discurso oficial representaba a

    los ciudadanos como nios inmaduros que necesitaban ladisciplina que les iba a imponer un padre fuerte.

    En este discurso, la autoridad paterna era fundamental. Seesperaba de los hijos e hijas que se comportaran acatando las

    obligaciones morales de obediencia no haba lugar para

    ciudadanos con derechos, para seres humanos con autonomapersonal. En un mundo como ese, natural ms que social ocultural, el peligro del mal o de la enfermedad tiene que venir

    siempre desde afuera algn cuerpo extrao que puede invadir e

    infectar. Y para reestablecer el equilibrio natural resulta necesaria

    una intervencin quirrgica, que permita extraer y destruir lostejidos sociales infectados. El rgimen militar, de esta forma, se

    transformaba en el padre protector quien se hara cargo de laardua responsabilidad de limpiar y proteger a su familia, ayudado

    por otros padres menores, a cargo de controlar y disciplinar a

    los adolescentes rebeldes. Las publicidades estatales en latelevisin preguntaran: Sabe Ud. dnde est su hijo ahora?,

    urgiendo a los padres a que reproduzcan ad infinitum el trabajo de

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    seguimiento, control e inteligencia que estaban llevando a cabo los

    militares.

    La imagen de la familia como clula de la nacinimplicaba que los padres tenan que proteger a la clula-familiar

    de la penetracin fornea, dado que un virus o una infeccin que

    invade una nica clula puede infectar al resto a travs delcontagio y la expansin. Los nios y los jvenes representaban los

    lazos ms frgiles o lbiles del cuerpo familiar-nacional, y porcontacto con el exterior, podan traer la enfermedad al cuerpo

    social. La nica manera de defender a la nacin era confrontar alenemigo en el punto de entrada: el lazo entre los jvenes y sus

    familias. En este punto, si el Padre-Estado estaba para proteger ala nacin, no deba perder de vista el interior de la familia. En

    consecuencia, la vida privada familiar se vea avasallada por el

    poder pblico, y la distincin entre vida pblica y familia privada

    desapareca.La defensa de la familia patriarcal tradicional era una

    poltica clara y explcita del gobierno (Filc, 1997). Al mismo tiempo,los militares implementaron una poltica sistemtica de represin

    clandestina que afect directamente a miles de familias. Estoimplicaba secuestros masivos de personas invadiendo inclusive

    los hogares , para luego ser torturadas y desaparecidas (Calveiro,

    1998). Los nios tambin eran secuestrados con sus padres y lasmujeres embarazadas eran mantenidas con vida hasta que dabana luz. Con identidades cambiadas, los bebs eran apropiados por

    personal militar y otros ligados a sus rangos. Las estimaciones

    sobre el nmero de desaparecidos varan, con cifras que llegan a

    los 30.000; las estimaciones de bebs secuestrados o nacidos encautiverio entregados con identidades falsas llegan a los 500 (de

    stos, hasta 2006 se cuentan cerca de 85 casos resueltos).En 1976, los parientes de personas detenidas y

    desaparecidas se reunieron y formaron la organizacin Familiaresde Detenidos y Desaparecidos por Razones Polticas. Abril de 1977marc el inicio de las reuniones de lo que ms tarde se transform

    en el emblema del movimiento de derechos humanos, las Madres

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    de Plaza de Mayo. En noviembre del mismo ao fue creada la

    Asociacin de Abuelas de Plaza de Mayo.

    Por qu deban ser planteadas en trminos de parentescolas denuncias y demandas del movimiento de derechos humanos?

    En el contexto poltico de la dictadura, la represin y la censura,

    las organizaciones polticas y los sindicatos estaban suspendidos.El uso que el discurso dictatorial hizo de la familia como unidad

    natural de la organizacin social tuvo su imagen en espejo enparte del movimiento de derechos humanos la denuncia y

    protesta de los familiares era, de hecho, la nica que poda serexpresada. Despus de todo, eran madres en busca de sus hijos

    La dictadura atribua a los padres la responsabilidad finalde prevenir que sus hijos se convirtieran en subversivos. Cuando

    los padres de los desaparecidos se acercaban al gobierno

    preguntando por el destino de sus hijos, la respuesta era una

    acusacin: no saban lo que estaban haciendo sus hijos porque nohaban estado ejerciendo debidamente su autoridad de padres; si

    los jvenes se transformaban en subversivos se deba a lasdeficiencias en la crianza familiar.

    De esta forma, la paradoja del rgimen militar argentino de1976-1983 (con similitudes en los otros regmenes militares del

    Cono Sur en esa poca) era que el lenguaje y la imagen de la

    familia constituan la metfora central del gobierno militar, perotambin la imagen central del discurso y las prcticas delmovimiento de derechos humanos. Lo que estaban denunciando

    eran crmenes en contra de la familia, proyectando al mismo

    tiempo una imagen de buen hijo del/a joven desaparecido/a y

    de una vida familia normal. La imagen paradigmtica es aquellade la MADRE simbolizada por lasMadres de la Plaza de Mayo con

    sus pauelos en la cabeza, la madre que deja su esfera privadanatural de vida familiar para invadir la esfera pblica en busca

    de su hijo secuestrado-desaparecido.2 LosFamiliares, lasMadres y

    2 La respuesta ms corriente a la pregunta por qu madres y no padres? remite

    a dos cuestiones: primero, que ser madre otorga ms seguridad frente al terror ya

    que todos inclusive los militares respetan la maternidad como algo sagrado;

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    las Abuelas a partir de los aos setenta, H.I.J.O.S (Hijos de los

    Desaparecidos) constituidos veinte aos despus y Hermanos en

    el siglo XXI, son las organizaciones que mantienen activas susdemandas por justicia, verdad y memoria. Lo que es significativo

    aqu es que estas organizaciones entran en la esfera pblica no

    como metforas o imgenes simblicas de los lazos familiares, sinoen un sentido literal (y biolgico) de las relaciones de parentesco.

    A pesar de sus orientaciones contrapuestas y en conflicto,ambas partes hablaban en la clave familiar de los lazos naturales y

    cercanos. Para unos, la familia era el control y la autoridad,presentados y enmascarados en trminos de proteccin contra las

    amenazas y el mal. Para los otros, el lazo familiar personalizado yprivado justific y motiv la accin pblica, con un doble

    propsito: por un lado, revertir la imagen de mala familia que

    los militares queran transmitir en relacin con las familias de las

    vctimas. Los desaparecidos y los detenidos eran presentados porsus familiares como nios ejemplares, buenos estudiantes y

    miembros de las familias viviendo en armona; en suma, comoideales o normales. Por otro lado, la prdida familiar impuls la

    salida de los lazos y sentimientos privados hacia la esfera pblica,rompiendo decisivamente la frontera entre la vida privada y el

    mbito pblico.

    Esta aparicin pblica de los lazos familiares en la vidapoltica es significativa, ms all de sus propios objetivos y supropia presencia. Implica una reconceptualizacin de la relacin

    entre vida pblica y privada. En la imagen que el movimiento de

    derechos humanos comunic a la sociedad, el lazo de la familia

    con la vctima es la justificacin bsica que da legitimidad para laaccin. Para el sistema judicial, en realidad era el nico. Slo los

    parientes son considerados afectados en sus demandas de

    adems, alguien (el hombre jefe de hogar) debe seguir trabajando para mantener

    a la familia. Como la trgica realidad lo mostr pocos meses despus de laprimera ronda de lasMadres, su status materno no les otorg ningn privilegio:

    en diciembre de 1977 desaparecan varias Madres; adems, no todas ellas eran

    amas de casa como la imagen popular lo ha cristalizado.

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    reparacin personalizadas e individualizadas. Sin embargo, este

    familismo pblico y poltico plantea dificultades y peligros en

    trminos de su impacto cultural y poltico. Las Madres puedenhaber generalizado su maternidad, con el slogan de que todos los

    desaparecidos son hijos de todas las Madres. Al mismo tiempo, y

    como efecto de esta interpretacin de la nocin de familia, se creauna distancia imposible de superar en las movilizaciones

    pblicas: entre quienes llevan la verdad del sufrimiento personaly privado y aquellos que se movilizan polticamente por la misma

    causa, pero presumiblemente por otros motivos que no son vistoscomo igualmente transparentes o legtimos. Es como si en la esfera

    pblica del debate, la participacin no fuese igualitaria sinoestratificada de acuerdo a la exposicin pblica del lazo familiar;

    un proceso que puede paradjicamente implicar nuevos conflictos

    y tensiones en el proceso de democratizacin y en la promocin

    de la igualdad.

    La bsqueda de las Abuelas,

    las pruebas de ADN y las identidades recuperadas

    Los militares secuestraron e hicieron desaparecer a miles de

    personas. En muchos casos, los nios fueron secuestrados con sus

    padres. A veces, los nios raptados fueron retornados a susfamiliares, habitualmente sus abuelos, pero no siempre. Tambinhubo secuestros de mujeres jvenes embarazadas. Esto llev a

    una doble bsqueda por parte de los familiares de los

    desaparecidos: buscar a lo/as jvenes adulto/as y, al mismo

    tiempo, buscar a sus hijos. Las Abuelas de Plaza de Mayocomenzaron su organizacin y la elaboracin de su estrategia

    cuando, a fines de 1977, muchas mujeres se fueron dando cuenta(cuando se encontraban en las interminables visitas a sedes

    policiales, oficinas de gobierno, iglesias y otras organizaciones)que su caso personal no era nico; que adems de buscar a sus

    hijos, haba que tratar de recuperar a sus nietos. Al mismo tiempo,

    comenzaron a circular rumores que indicaban que las mujeres

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    embarazadas eran mantenidas vivas en los centros clandestinos de

    detencin hasta que daban a luz, para luego separarlas de sus

    hijos y hacerlas desaparecer.Lo que sigui fue el darse cuenta que esos nios estaban

    transformndose en botines de guerra, apropiados y

    adoptados ilegalmente por los secuestradores mismos oentregados a otros mayormente personas ligadas al aparato

    represivo. Cuando fue claro que no todos los chicos secuestradoshaban sido asesinados, y que muchas de sus identidades haban

    sido cambiadas, las abuelas se movieron en diferentes direcciones:buscaron rastros y huellas para averiguar dnde podan estar;

    buscaron el apoyo internacional para prepararse para lahipottica situacin de recuperacin de la identidad de un nio

    secuestrado. Para ello, la comunidad cientfica internacional

    avanz en las tcnicas de estudios genticos: era necesario

    elaborar pruebas sanguneas y genticas basadas en parentescosde segundo y tercer grado, dado que los padres biolgicos

    haban desaparecido y las pruebas deban hacrselas a abuelos,tos y tas. Inmediatamente despus de la transicin al gobierno

    constitucional de 1983, las iniciativas se dirigieron a establecer unaBanco Nacional de Datos Genticos, donde los familiares de

    chicos secuestrados o nacidos en cautiverio pudieran depositar

    material gentico para eventuales pruebas futuras. En 1992 fueestablecida la Comisin Nacional por el Derecho a la Identidad

    (CONADI), creando un Banco Nacional de Datos Genticos. Hacia

    2003, haba casi ochenta casos de chicos secuestrados que haban

    recuperado su identidad legal (www.abuelas.org.ar).

    Despus de treinta aos, los nios y nias secuestrado/as ynacido/as en cautiverio son ahora jvenes adulto/as de ms de

    veinticinco aos. Las campaas deAbuelas se dirigen entonces aeso/as jvenes. Estas son campaas publicitarias, incluida una con

    el siguiente mensaje: Si tienes dudas acerca de tu identidad,

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    contactate conAbuelas. Cada caso est cargado de tensin, lleno

    de emocin, repleto de dilemas ticos y morales.3

    La restitucin de la identidad es una intervencin legal,psicolgica, cientfica y social compleja. El sistema judicial es la

    instancia formal final que debe resolver los conflictos involucrados.

    Por supuesto, esto no incluye la resolucin subjetiva de lassituaciones traumticas y sus marcas, que corre por otros caminos.

    En cada caso, hay al menos dos temas a ser tratados: el crimen delsecuestro y cambio de identidad cometidos por los militares (y

    otros), y la cuestin de la identidad personal del/a chico/a-jovenadulto/a. Tambin estn involucrados los reclamos de la familia

    del/a desaparecido/a y su derecho a la verdad, y la intencin de lasociedad en su conjunto de mantener el inters pblico en la

    bsqueda de verdad y justicia. En un caso muy controvertido, en

    2003 la Suprema Corte dictamin que una joven, hija secuestrada

    3 Un caso es el de un joven de 27 aos, criado por una familia como hijo

    biolgico (como tantos adolescentes) comenz a tener dudas sobre su identidadbiolgica. Siempre busqu un parecido fsico con alguien debido a que tengo

    rasgos y cualidades muy distintas a ellos, nunca encontr una respuesta

    convincente, aumentando ms mi presentimiento (Pgina 12, 10 de mayo de

    2003). En conversaciones con su novia, finalmente decidi acercarse a la

    CONADI. Luego de la prueba gentica, se confirm que era hijo de padresdesaparecidos y se estableci su identidad biolgica. El da que recibi la

    informacin oficial, comunicada por el sistema judicial, su reaccin fue: Ahora

    puedo tener una vida sana, tener hijos. En 1976, un oficial militar se apropi del

    beb cuando su madre fue asesinada. El militar haba prometido regalar el beb

    a un colega. Cuando su amigo desisti de aceptar al beb, el oficial lo entreg

    a la mujer que trabajaba como empleada domstica en su casa. El chico fue

    criado normalmente en una familia de clase trabajadora. En este caso a

    diferencia de muchos otros- la recuperacin de la identidad no implic unconflicto mayor con los padres, dado que no eran los perpetradores. Un par de

    meses despus de la recuperacin de su identidad, ocurri un nuevo hecho

    dramtico en la vida de este joven. El Equipo de Antropologa Forense estaba

    trabajando en la identificacin de cuerpos encontrados en una fosa comn en el

    Cementerio de San Vicente en la ciudad de Crdoba. Los exmenes de ADNpermitieron la identificacin del cuerpo de su padre, Horacio Pietragalla, y el

    joven Horacio Jr. pudo recuperar los restos de su padre biolgico desaparecido

    (Pgina 12, 28/08/2003).

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    de padres desaparecidos, tena el derecho de negarse a las

    pruebas deADN para determinar su identidad biolgica. El crimen

    de los apropiadores (los padres que la criaron) contina sucurso, ya que confesaron y est establecido judicialmente. Pero la

    joven no da el consentimiento para las pruebas de sangre,

    justificndose en que eso puede daar la defensa de su padre. Afirma que se someter a la prueba bajo su propia voluntad,

    cuando el caso contra su padre se cierre. La reaccin social encabezada por familiares de los desparecidos y por el

    movimiento de derechos humanos fue, como se esperaba, muycrtica de la decisin de la Corte Suprema.4

    El impacto social y cultural de la cuestin de la restitucin dela identidad es muy significativo, aunque difcil de calibrar. Existe

    un claro apoyo y admiracin social por la labor de las Abuelas y

    por avanzar en el esclarecimiento y la restitucin de la identidad

    de chicos secuestrados y nacidos en cautiverio. El banco genticoy las pruebas de ADN son, sin ninguna duda, herramientas

    fundamentales en esta tarea, reforzando la creencia de que laprueba definitiva de la verdad descansa en la prueba de ADN, en

    la gentica, en la biologa y en la sangre.Sin embargo, el tema plantea una paradoja, con

    consecuencias sociales difciles de prever. El recurso bsico de la

    prueba gentica se est desarrollando en un momento histrico enel que la gentica est tomando un fuerte protagonismo en temasfamiliares. Sin embargo, el parentesco y la familia son

    fundamentalmente lazos sociales y culturales. Cmo podrn las

    sociedades y los sistemas legales conciliar o confrontar las

    tensiones entre estas dos claves normativas? Indudablemente, lasociedad argentina o mejor dicho, la sociedad mundial en su

    conjunto afronta la necesidad de dar respuesta normativa avarios temas simultneamente: los dilemas ticos involucrados en

    4 En otro caso reciente, mientras navegaba por Internet, un joven descubri que

    era hijo de una persona desaparecida y que su padre haba sido el

    perpetrador.

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    la aplicacin de las tcnicas reproductivas, las normas en relacin

    con la adopcin y el derecho de los hijos por conocer su filiacin

    (introducido en la Convencin Internacional de los derechos delos nios), y los avances mdicos que ponen el nfasis diagnstico

    en las predisposiciones genticas. Dado el significado cultural y

    poltico de la recuperacin de la identidad robada que vieneenfrentando la Argentina durante los ltimos 25 aos y el sentido

    de verdad de las pruebas genticas, el pas puede llegar a ser uncaso testigo crucial para explorar cmo se transforman las

    interpretaciones sociales del vnculo entre biologa y cultura enrelacin con la familia.

    Sobrevivientes en la conmemoracin pblica

    Las luchas por los sentidos del pasado se actualizan en los

    rituales y en las conmemoraciones. Quines son los y lasprotagonistas en estos eventos? Qu voces se expresan? Con

    qu mensaje o interpretacin?El 24 de marzo se conmemora la fecha del golpe militar de

    1976. A partir de ese momento, el 24 se fue convirtiendo en unafecha importante, que evoca significados diferentes para diversos

    actores sociales y polticos. Nunca dej de conmemorarse, aunque

    con discursos antagnicos. Durante la dictadura, el escenariopblico de la conmemoracin estuvo ocupado por el discurso

    militar. En realidad, el acto militar fue siempre cerrado, con unaceremonia en los cuarteles sin participacin civil. El nico punto

    de contacto entre militares y civiles era el Mensaje al pueblo

    argentino, en el que se explicaba que los militares se haban vistoforzados a ocupar el estado para salvar a la nacin del caos, la

    falta de gobierno y la amenaza terrorista (Lorenz, 2002). El discurso

    nombraba al enemigo como la subversin, pero no haba

    confrontacin pblica con nadie. La represin era demasiadointensa como para imaginar la posibilidad de expresar

    pblicamente cualquier tipo de oposicin en eventos y fechas de

    conmemoracin. No haba voces pblicas en el pas, sino dolores

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    privados y resistencias silenciosas. En el exterior, las campaas de

    denuncia y de solidaridad fueron crecientes y cada vez con mayor

    impacto.Las organizaciones de derechos humanos fueron quienes

    expresaban con toda claridad una interpretacin antagnica de los

    hechos del 24 de marzo. A partir de la transicin (1984) fueronestas organizaciones quienes ocuparon el espacio pblico de la

    conmemoracin, mientras que los partidos polticos y el gobiernose mantenan en silencio y estaban ausentes de la fecha. Los actos

    conmemorativos incluyeron una gama muy amplia de formas deexpresin, todas ellas ligadas a la memoria de la dictadura y sus

    consecuencias: siluetas, murales, obras de teatro, adems de lasmarchas y los pauelos de las Madres. Gran cantidad de libros,

    pelculas documentales, programas especiales de televisin y una

    variedad de otras expresiones presentaban y re-presentaban las

    voces de la violencia y el sufrimiento de las vctimas y susfamiliares.

    El 24 de marzo de 2004 fue, en este contexto, unaconmemoracin muy especial. Para nuestro argumento, cuentan

    dos elementos centrales: el protagonismo de los y lassobrevivientes, con una fuerte presencia y legitimidad meditica, y

    el papel central ocupado por el Presidente Nstor Kirchner no

    tanto en su rol de Presidente, lo cual hubiera sido una verdaderanovedad dada la ausencia de la voz presidencial enconmemoraciones anteriores, sino en su identidad de militante y

    compaero de las luchas sociales de los aos setenta. Veamos

    algunos hitos de esa conmemoracin.

    El nuevo presidente Nstor Kirchner y el Jefe de Gobiernode la Ciudad de Buenos Aires iban afirmar un acuerdo acerca de

    la ESMA(Escuela Superior de Mecnica de la Armada), por el cualese sitio infame, donde haban estado detenidas clandestinamente

    unas 5000 personas la gran mayora desaparecidas iba a

    convertirse en un lugar de memoria. Durante los das anteriores,los y las sobrevivientes estuvieron en el foco de la atencin: sus

    voces eran escuchadas permanentemente en radio y en televisin,

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    los diarios publicaban entrevistas y testimonios, y se las poda ver

    guiando a figuras pblicas (inclusive al Presidente y a su esposa-

    senadora) a travs de los pasillos y escaleras de su calvario, detrsde las monumentales rejas, columnas y jardines de la ESMA,

    ubicada en uno de los barrios ms elegantes de Buenos Aires.

    Aunque las voces de sobrevivientes haban sido escuchadasantes ya que fueron testigos fundamentales durante el juicio a

    los ex comandantes de las juntas militares ocurrido en 1985, y sustestimonios estaban plasmados en libros y entrevistas mltiples

    su posicin en la escena pblica no haba sido muy sencilla o fcilhasta entonces. El hecho de haber sobrevivido al horror generaba

    en muchos un halo de sospecha. A menudo, rondaba lapregunta acerca del por qu. Desde los primeros testimonios

    ofrecidos por sobrevivientes (hacia fines de los aos setenta,

    generalmente en el exilio en Europa) se saba que las autoridades

    navales de la ESMA haban organizado una elite de personasdetenidas (incluyendo profesionales, periodistas, lderes del grupo

    guerrillero Montoneros), conocido como el staff y el mini-staff,dndoles tareas especiales segn sus habilidades polticas

    preparar informes, traducir textos de idiomas extranjeros, preparararchivos de recortes de publicaciones.5 Un mecanismo cultural

    perverso atrap entonces una parte de la sociedad argentina: la

    sospecha de que haba alguna racionalidad en la detencin y ladesaparicin. El por algo ser que el sentido comn trataba deaplicar para comprender las detenciones arbitrarias y clandestinas

    se fue deslizando hacia la sobrevivencia: debe haber alguna razn

    que explique quines iban a sobrevivir. Esta sensacin de

    sospecha y desconfianza ti la recepcin de las voces desobrevivientes. La falta de credibilidad implicaba por un lado un

    claro reconocimiento de su sufrimiento y la aceptacin comoverdad de las descripciones de las condiciones de los campos de

    detencin. Al mismo tiempo, la sospecha con relacin a las

    5 El sistema perverso de detencin clandestina est descripto y analizado en

    Calveiro, 1998.

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    condiciones privilegiadas en los centros de detencin. Era ms

    bien una sospecha acerca de los silencios (colaboracin?,

    delacin?, traicin?) que acerca de lo que contaban. ComoCalveiro muestra, sin embargo, imaginar que los detenidos tenan

    alguna chance de participar en la decisin acerca de su destino es

    una ilusin: el poder estaba en manos de los perpetradores, ynada de lo que hicieran o dijeran las vctimas poda afectar su

    suerte. El poder era total y arbitrario. A pesar de esto, imgenes dedesconfianza, descreimiento, traicin y delacin aparecen

    repetidas veces en informes del perodo, incluyendo obras deficcin especialmente la imagen recurrente de la mujer militante

    que traiciona su causa y se salva a travs de sus servicios sexualesa los represores (Longoni, 2004).

    El acontecimiento que sucedi el 24 de marzo de 2004

    es emblemtico en este contexto. Los y las sobrevivientes de

    la ESMA ocuparon el centro de la escena. Eran ello/as quienesexploraban el lugar y marcaban los itinerarios de la detencin,

    los lugares de tortura y confinamiento, tocando paredes,registrando movimientos corporales, sonidos y olores (hay que

    recordar que en la mayora de los casos no haban visto nadadurante su detencin, ya que estaban encapuchados). Sus

    testimonios y relatos fueron el teln de fondo para la ceremonia

    pblica que iba a producirse.La ceremonia misma se desarroll en varias etapas, con

    diferentes protagonistas: las organizaciones de derechos humanos,

    especialmente Madres, Familiares e HIJOS; el Presidente Kirchner

    y el Jefe de Gobierno Ibarra firmando los papeles formales para la

    creacin del sitio; la apertura de los portones y la entrada de milesde personas a los edificios, siguiendo las rutas de la represin

    y la tortura; finalmente, un escenario, discursos y actos deconmemoracin. Fijemos la atencin en esta ltima etapa.

    Los oradores en el acto fueron el Jefe de Gobierno de la

    Ciudad de Buenos Aires, dos jvenes nacidos en la ESMA (unarepresentando a la organizacin HIJOS; el otro, un joven hijo de

    desaparecidos apropiado por represores, criado con identidad

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    falsa, que haba recuperado su identidad poco antes del acto del

    24), y el Presidente Kirchner. Tambin se ley un poema de una

    mujer detenida-desaparecida, escrito durante su detencin, yparticiparon varios cantantes populares.

    Cada uno de los gestos y palabras de los oradores haca

    referencia al lugar donde se desarrollaba el acto, o sea la ESMA.Cada uno de los protagonistas remarc algn tipo de vinculacin

    particular y personal con el lugar: el poema elegido para ser ledofue escrito por una compaera de militancia poltica del

    Presidente; el Jefe de Gobierno hizo referencia a un compaerode estudios que desapareci en la ESMA; los jvenes se refirieron a

    la experiencia personal de haber nacido en la ESMA.6 Algunos elementos del discurso presidencial merecen ser

    mencionados:

    [1. El discurso comienza]

    Queridos Abuelas, Madres, Hijos: cuando recin vea lasmanos, cuando cantaban el himno, vea los brazos de mis

    compaeros, de la generacin que crey y que siguecreyendo en los que quedamos que este pas se puede

    cambiar.[2. Esto/as destinatario/as se reiteran]

    Por eso Abuelas, Madres, hijos de detenidos desaparecidos,

    compaeros y compaeras que no estn pero s que estn

    en cada mano que se levanta aqu y en tantos lugares de laArgentina

    [3. Y al final, vuelve el mismo destinatario]

    Por eso, hermanas y hermanos presentes, compaeras y

    compaeros que estn presentes por ms que no estn

    6 El texto completo de los discursos de Mara Isabel Prigioni Greco y de Juan

    Cabandi Alfonsn, ambos jvenes nacidos en la ESMA de madres en cautiverio

    que luego fueron desaparecidas la primera criada por sus parientes; el segundo

    secuestrado y criado bajo falsa identidad hasta dos meses antes del evento , ascomo el texto completo del discurso del Presidente Nstor Kirchner, se

    encuentran en http://www.pagina12.com.ar/flash/24marzo/index.php. Esta

    pgina incluye tambin un video con voz e imagen de toda la ceremonia.

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    La otra, remarcando su lugar secundario en relacin con la

    identidad de compaero (en una frase que no reconoce la

    connotacin de identidad poltica que esta palabra tiene): Yo novengo en nombre de ningn partido, vengo como compaero y

    tambin como Presidente de la Nacin Argentina y de todos los

    argentinos.Qu significa todo esto? Por qu prestar atencin a este

    evento y a este discurso? Desde mi punto de vista, su significacincentral est en el nfasis en las relaciones particulares y en la

    pertenencia a un grupo especfico, en este caso los militantes yactivistas polticos de los aos setenta que se identificaban con la

    izquierda peronista, aunque la palabra Montoneros no fuemencionada ni una sola vez por los oradores en la ceremonia.

    Recordemos que hubo otras vctimas de la represin poltica del

    rgimen militar la izquierda revolucionaria, cuya aniquilacin

    estuvo en manos del Ejrcito ms que de la Marina y huborepresin en todo el pas y no solamente en la ESMA. Sin

    embargo, la ceremonia estuvo dominada por este lenguajeparticularstico, expresando una vez ms la centralidad del

    familismo y del testimonio personal.

    Una vez ms, vctimas y familiares. Y la ciudadana?

    Poda haber sido diferente? Existe en la Argentina espacio

    para un enfoque ms universalizador de las violaciones a losderechos humanos durante la dictadura? Para una perspectiva

    que permita contribuir a la construccin de ciudadana basada en

    un principio de igualdad? Es la legitimidad de la voz personaltestimonial un obstculo para tal proceso? Tericamente no tiene

    por qu serlo. Pero la visibilidad y legitimidad de las voces

    ancladas en la perdida familiar primero, en la vivencia corporal de

    la represin y en la participacin cercana en la militancia polticade los aos setenta despus, parecen delinear un escenario

    poltico que define las nociones de afectado/a y ciudadano/a

    como antagnicas, dando preeminencia a la primera.

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    En un texto que analiza las prcticas de memoria en

    Alemania, Koonz (1994) pide que el legado de los campos sirva

    como alerta contra todas las formas del terror poltico y del odioracial. Al hacerlo, est exhortando a un uso universalizador de la

    memoria de los mltiples horrores de los campos, en contra de

    quienes se quieren apropiar de uno solo de esos horrores el delos horrores nazis contra judos o gitanos, o los horrores soviticos

    contra alemanes lo cual llevara a una poltica de glorificacin deunos y la infamia de otros, al mismo tiempo que permitira la

    identificacin de vctimas privilegiadas.Se trata de una apelacin a la memoria ejemplar, segn

    los trminos propuestos por Todorov (1998). Esta postura implicauna doble tarea. Por un lado, superar el dolor causado por el

    recuerdo y lograr marginalizarlo para que no invada la vida; por el

    otro y aqu salimos del mbito personal y privado para pasar a la

    esfera pblica aprender de l, sacar lecciones para que el pasadose convierta en principio de accin para el presente.

    Segn Todorov, la contracara de la memoria ejemplar es lamemoria literal, que queda encerrada en s misma. Todo el trabajo

    de memoria se sita en la contigidad directa. Las bsquedas y eltrabajo de memoria servirn para identificar a todas las personas

    que tuvieron que ver con el sufrimiento inicial, para relevar en

    detalle lo acontecido, para entender causas y consecuencias delacontecimiento, para profundizar en l. Pero no para guiarcomportamientos futuros en otros campos de la vida, porque los

    recuerdos literales son inconmensurables, y est vedada la

    transmisin hacia otras experiencias. El uso literal, dir Todorov,

    hace del acontecimiento pasado algo insuperable, y a fin decuentas somete el presente al pasado (Todorov, 1998:31). En el

    caso literal, la memoria se convierte en un fin en si mismo, laaccin se explica y justifica como deber de memoria, y hay un

    mandato moral de perpetuacin del recuerdo contra toda forma

    de olvido.El problema pblico y social que acompaa a estas dos

    posturas refiere, de manera directa, a la conformacin de la

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    comunidad poltica y a las reglas que la rigen. Podemos introducir

    aqu las falencias del espaol y las sutilezas del guaran. En

    guaran hay dos vocablos para expresar la idea de nosotros. El

    ore marca la frontera entre quienes pertenecen a la comunidad de

    quien habla y los otros, que escuchan u observan, pero que

    estn claramente excluidos. El ande es un nosotros incluyente,que invita al interlocutor a ser parte de la misma comunidad. Voy

    a sugerir que las dos formas de memoria corresponden a estas dosnociones de nosotros o de comunidad una inclusiva, la otra

    excluyente.7Tanto en las conmemoraciones como en el establecimiento

    de los lugares de la memoria generalmente hay una lucha polticacuyos adversarios principales son las fuerzas sociales que

    demandan marcas de memoria y quienes piden borramientos de

    las marcas, sobre la base de una versin del pasado que minimiza

    o elimina el sentido de lo que los otros quieren rememorar.Tambin hay confrontaciones acerca de las formas o medios

    apropiados de rememorar, acerca de la determinacin de quactores tienen legitimidad para actuar, es decir, quines tienen el

    poder (simblico) de decidir cul deber ser el contenido de lamemoria. Estos conflictos pueden resumirse en el tema de la

    propiedad o la apropiacin de la memoria.

    En un nivel, hay una confrontacin acerca de las formasapropiadas y no apropiadas de expresar la memoria. Existenestndares para juzgar las rememoraciones y los memoriales?

    Pero, y esto es lo ms importante, quin es la autoridad que va a

    decidir cules son las formas apropiadas de recordar? Quines

    encarnan la verdadera memoria? Es condicin necesaria habersido vctima directa de la represin? Pueden quienes no vivieron

    en carne propia una experiencia personal de represin participaren el proceso histrico de construccin de una memoria

    7 He aprendido esta distincin de Line Bareiro, colega paraguaya con quiencompartimos inquietudes y preocupaciones en estos temas. Los vocablos en

    guaran no estn acentuados, ya que en esa lengua toda palabra que termina en

    vocal es aguda. La pronunciacin es or y and.

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    compartida? La propia definicin de qu es vivir en carne

    propia o ser vctima directa es tambin parte del proceso

    histrico de construccin social del sentido.Nadie duda del dolor de la vctima, ni de su derecho a

    recuperar las verdades de lo ocurrido. Tampoco est en discusin

    el papel protagnico (en trminos histricos) que en diferentescasos tuvieron las vctimas directas y sus familiares como voces

    iniciales en los emprendimientos sociales ligados a la memoria. Eltema, ms bien, es otro, y es doble. Por un lado, quin es el

    nosotros con legitimidad para recordar? Es un nosotrosexcluyente, en el que slo pueden participar quienes vivieron el

    acontecimiento? O hay lugar para ampliar ese nosotros, en unaoperacin por la cual comienzan a funcionar mecanismos de

    incorporacin legtima sobre la base del dilogo horizontal ms

    que de la identificacin vertical de (nos)otros? Se trata de un

    ore o un ande?La cuestin sobre la autoridad de la memoria y la VERDAD

    puede llegar a tener una dimensin an ms inquietante. Existe elpeligro (especular en relacin con el biologismo racista) de anclar

    la legitimidad de quienes expresan la VERDAD en una visinesencializadora de la biologa y del cuerpo. El sufrimiento personal

    (especialmente cuando se lo vivi en carne propia o a partir de

    vnculos de parentesco sanguneo) puede llegar a convertirsepara muchos en el determinante bsico de la legitimidad y dela verdad. Paradjicamente, si la legitimidad social para

    expresar la memoria es socialmente asignada a aquellos que

    tuvieron una experiencia personal de sufrimiento corporal, esta

    autoridad simblica puede fcilmente deslizarse (consciente oinconscientemente) a un reclamo monoplico del sentido y del

    contenido de la memoria y de la verdad.8 El nosotros reconocido

    8 Los smbolos del sufrimiento personal tienden a estar corporeizados en las

    mujeres las Madres y las Abuelas en el caso de Argentina mientras que los

    mecanismos institucionales parecen pertenecer ms a menudo al mundo de los

    hombres. El significado de esta dimensin de gnero del tema, y las dificultades

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    es, entonces, excluyente e intransferible. En el extremo, este poder

    puede llegar a obstruir los mecanismos de ampliacin del

    compromiso social con la memoria, al no dejar lugar para lareinterpretacin y la resignificacin en sus propios trminos del

    sentido de las experiencias transmitidas.

    Hay aqu un doble peligro histrico: uno es el olvido. Elotro, el vaco institucional que convierte a las memorias en

    memorias literales de propiedad intransferible e incompartible. Seobturan as las posibilidades de incorporacin de nuevos sujetos y

    de nuevos sentidos. El resultado es la fijacin de los militantes dela memoria en el acontecimiento especfico del pasado. En estos

    casos, ms que abrir y ampliar la comunidad que comparte unainterpretacin del pasado, los intentos pocas veces deliberados

    resultan en una tendencia a la exclusin y la expulsin. Quienes

    quieren incorporarse a la comunidad poltica que recuerda,

    quebrando exclusividades y particularismos, debern encarar unlugar arduo para lograrlo. El resultado podr ser ms incluyente y

    ms democrtico, con nuevos proyectos y nuevos espacios. Es alldonde reside la posibilidad de un ande y de la accin de la

    memoria ejemplar.

    Referencias bibliogrficas

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    LONGONI, Ana. Traiciones. La figura del traidor (y la traidora) en losrelatos acerca de los sobrevivientes de la represin. En: JELIN,

    de quebrar los estereotipos de gnero en relacin con los recursos del poder

    requieren, sin duda, mucha ms atencin analtica.

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    Editores/Siglo XXI de Argentina Editores, 2004.

    LORENZ, Federico De quin es el 24 de marzo? Las luchas por la

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    TODOROV, Tzvetan.Les abus de la mmoire. Paris, Arla, 1998.