La Subjetivacion Del Duelo

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    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Elmiger, Mara Elena

    La subjetivacin del duelo en Freud y LacanRevista Mal-estar E Subjetividade, vol. X, nm. 1, marzo, 2010, pp. 13-33

    Universidade de FortalezaFortaleza, Brasil

    Cmo citar? Nmero completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

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    La subjetivacin del duelo en Freud y Lacan

    Mara Elena Elmiger

    Profesora Adj. de Semiosis Social y Contribuciones del Psicoanlisis Escuela Francesa U:NT. Argentina. Invest. Proy. 26k408. CIUN. Pres. y Doc. de la Fund Freud. Coautora de Culpa, Responsabilidad y castigo Vol. I, II y III. Letra Viva Ed.

    End.: R. Pasaje Halley 4655. San Miguel de Tucumn. Argentina.

    E-mail:[email protected]

    ResumenEste trabajo tiene como hiptesis central que la funcin subjetivante de los duelos debe articular las esferas de lo pblico, de lo privado y de lo ntimo. Se propone hablar de funcin subjetivante en el duelo en lugar de trabajo de duelo, porque la misma atae a la posibilidad de traducir lo que se pierde en formas discursivas subjetivas y colectivas.

    Tanto Freud como Lacan sostienen que habra duelos normales y duelos patolgicos, aunque ni uno ni otro plantea una correlacin entre duelo normal y subjetivacin o duelo patolgico y desubjetivacin. Nos preguntamos si es posible an dividir las aguas en duelos normales y duelos patolgicos o, si mejor sera vincular los duelos desubjetivados al phatos, al sufrimiento. As,

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    propondremos que un duelo subjetivado deja como saldo mayor pacificacin de la subjetividad y los duelos desubjetivados dejan como saldo mayor pathos, ms sufrimiento.

    Ambos autores dicen que la muerte confronta al deudo en un estado de indefensin (Freud) con el vaco de la inexistencia del Otro (Lacan) y proponen algn encuentro con la angustia. De esos avatares devendr la diferencia entre duelo normal y duelo patolgico, segn sus supuestos. Recordemos que la nuestra plantea producir subjetivacin o desubjetivacin en el duelo. Es por ello que para Lacan el acting out es una de las respuestas ms frecuentes en las inmediaciones de las prdidas dado el encuentro con la angustia razn por la que plantea la necesidad de los rituales y del tiempo del duelo.

    Palabras-clave: Duelo. Subjetivacin. Pblico. Privado. Intimo.

    AbstractThis paper is as central hypothesis that the subjetivante function of the duels must articulate spheres of public, private and the intimate. You would speak of subjetivante in the duel instead of duel work function because it affects the ability to translate what is lost in discursive forms subjective and collective.

    Both Freud and Lacan argue that there would be normal duels and duels pathological, although neither one nor another raises a correlation between normal duel subjectivation or pathological duel and desubjetivacin. We wonder if possible even to split water into normal duels and pathological duels or better would link the desubjetivados duels to phatos, the suffering. Thus, we will propose a subjective duel leaves as balance more pacification of subjectivity and desubjetivados duels left as balance more pathos, more suffering.

    Both authors say death confronted to the deudo in a State of helplessness (Freud) with the absence of the other vacuum (Lacan) and propose any meeting with anguish. Of those avatars devendr the difference between normal mourning and pathological, duel according to their assumptions. Let us remember our raises produce subjectivation or desubjetivacin in mourning. This is why

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    for Lacan acting out is one of the most frequent in the vicinity of losses answers given the meeting with the anguish reason that raises the need for rituals and the time of mourning.

    Keywords: Duel. Subjectivation. Public. Private. Intimate.

    1. IntroduccinNos proponemos trabajar La subjetivacin del duelo en

    Freud y Lacan. En la misma nos referimos especficamente al duelo por la muerte de personas queridas.

    Este tema fue elegido en funcin de

    a) la clnica: psiclogos y psicoanalistas nos encontramos con pacientes invadidos por la angustia que provoca la muerte de seres queridos. Estos fenmenos, se muestran por ejemplo, en las versiones de inhibiciones, prdida de capacidad de amar, ano-rexias, bulimias, fobias, neurosis de borde, adicciones, actuaciones suicidas y homicidas (abiertas o encubiertas, a veces, disfrazadas de accidentes), sometimientos, autoacusaciones, violencias contra s mismo o contra otros, que muchas veces revelan ser dificultades del reconocimiento y subjetivacin de los duelos.

    b) La teora: si bien abundan los trabajos que intentan expli-car estos cuadros clnicos desde la psicologa, la psiquiatra, o el mismo psicoanlisis, no predominan las teoras que los traten como problemas relacionados a la subjetivacin de los duelos.

    Derivado del estudio de los duelos se habla frecuente-mente de trabajo, siguiendo los lineamientos freudianos; de tramitacin, de estado o de proceso, continuando con lecturas posfreudianas (Melanie Klein, Abraham, por ejemplo) o incluso lacanianas (Roudinesco y M. Plon). Son las conceptualizaciones de Lacan sobre el sujeto del inconciente las que nos llevan a re-flexionar sobre la subjetivacin en los duelos como posibilidad de ir ms all de aquellas propuestas para pensar en la recom-posicin subjetiva luego de la irrupcin traumtica por la muerte de alguien querido. Avanzamos hacia el concepto de subjetiva-cin porque el mismo ampla el horizonte terico ms all de la palabra trabajo que en Freud refiere a trabajo del inconciente; subjetivacin toma en sus redes tambin lo que escapa a esa

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    lgica: articula los discursos sociales, polticos, religiosos que refieren en cada tiempo a la muerte de las personas queridas lo pblico. Los modos, las costumbres, estilos de duelar en la vida privada de cada poca lo privado y la inscripcin inconcien-te de los mismos lo ntimo. Pensamos tambin tericamente los procesos de desubjetivacin en los duelos como la que pro-duce, por ejemplo, la vida contempornea. En la misma se fue situando una banalizacin del duelar, que deja al sujeto escaso de recursos simblico imaginarios con los que se podra en-volver el trauma que produce la muerte de un ser a quien se ama. Esta precariedad de recursos que fue instalndose luego de las guerras mundiales y del triunfo de la pareja discursiva Ciencia y Capitalismo Neoliberal, modific, no slo el mapa geogrfico del mundo sino el mapa geogrfico del mundo subjetivo y so-cial: se producen cada vez ms sujetos sin recursos simblicos para recomponer sus vidas subjetivas, el lazo social y la trans-misin simblica hacia las generaciones venideras. Las muertes no son acompaadas desde los mitos y ritos que antes propona el Otro y se deja a los deudos solos con sus muertos. El pasaje al acto suicida u homicida, los silenciosos duelos impedidos de los deudos y sus cadas en pasajes al acto, adicciones, locuras etc. vienen en el lugar de la respuesta.

    As tambin hay quienes buscan poner a funcionar el Otro Social tal como lo hicieran las Madres de Plaza de Mayo en la Argentina. Acto que produjera subjetividades y admitiera algn duelo posible donde pareca no poder haber trabajo de duelo: Sin tumbas, sin muertos, sin cuerpos, hubo una articulacin pro-ducida desde las Madres mismas entre lo pblico, lo privado y lo ntimo que fue permitiendo alguna subjetivacin. Todo esto desde el ms absoluto abandono y vaco del Otro Poltico, Jurdico y Social autores responsables, adems, de la desaparicin de sus hijos.

    Como vemos, el trmino subjetivacin va ms all del tra-bajo, tramitacin, estado o proceso, razn por la que sostenemos esa propuesta.

    c) En la investigacin: Encontramos sustento terico y cl-nico en los aportes del Proyecto de Investigacin que integramos donde se analizan hechos que corresponden a la vida subjeti-

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    va y/o social, intersecando los discursos jurdico y psicoanaltico. En ellos hemos constatado: los procesos de desubjetivacin en el pasaje al acto criminal y la posible subjetivacin del crimen por el autor del hecho criminal luego de la intervencin del aparato judicial. Tambin, los efectos de las mismas (subjetivacin o des-ubjetivacin) en el tejido social.

    2. Determinacin del problemaTanto Freud como Lacan sostienen que habra duelos nor-

    males y duelos patolgicos, aunque ni uno ni otro plantea una correlacin entre duelo normal y subjetivacin o duelo patol-gico y desubjetivacin.

    Nos preguntamos si es posible an dividir las aguas en due-los normales y duelos patolgicos o, si mejor sera vincular los duelos desubjetivados al phatos, al sufrimiento. As, propondremos que un duelo subjetivado deja como saldo mayor pacificacin de la subjetividad y los duelos desubjetivados dejan como saldo mayor pathos, ms sufrimiento.

    Ambos autores dicen que la muerte confronta al deudo en un estado de indefensin (Freud) con el vaco de la inexistencia del Otro (Lacan) y proponen algn encuentro con la angustia. De esos avatares devendr la diferencia entre duelo normal y duelo pato-lgico, segn sus supuestos. Recordemos que la nuestra plantea producir subjetivacin o desubjetivacin en el duelo.

    Es por ello que, para Lacan, el acting out es una de las respuestas ms frecuentes en las inmediaciones de las prdidas dado el encuentro con la angustia razn por la que plantea la necesidad de los rituales y del tiempo del duelo.

    La angustia deber transmudar en dolor y en duelo, lo que har posible algn camino hacia la subjetivacin en los mismos. Convirtiendo la angustia en dolor, (tanto Freud como Lacan dife-rencian la angustia del dolor) permitir al sujeto:

    Encontrar una significacin sobre su lugar en relacin al ob-jeto perdido. Esto podr dar lugar al sntoma, a las formaciones del inconciente, a las identificaciones (como efectos de significa-cin), o al acto sostenido desde el fantasma. A veces, se soporta

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    el vaco mismo y desde all se crea. (El ejemplo que propusimos de las Madres de Plaza de Mayo es bueno para esto).

    Pero frecuentemente en los caminos del duelo, el sujeto tran-sitar por los bordes de la tentacin a ofrecerse l mismo a fin de evitar el encuentro con el desamparo que supone el reconoci-miento de la muerte del prjimo, por lo que es comn, durante los duelos, la muerte del deudo. Sea por accidentes, suicidios dis-frazados o francos (Lo que llamamos duelos desubjetivados).

    Ser en este siempre difcil trnsito que se podra pensar en la subjetivacin del duelo: que el sujeto (deudo) pueda reconocer, luego de ese pasaje, las marcas que esa muerte dej en l y res-tablecer el lazo con la memoria del muerto, con su filiacin, por lo tanto, con el tejido social.

    Del recorrido expuesto se desprende el otro problema de-rivado en relacin al tema: la desubjetivacin del duelo y sus consecuencias en la subjetividad del deudo y en el tejido social, ya que las consecuencias de tal desubjetivacin devastan la condi-cin humana. El frgil lmite entre lo significable y lo irrepresentable, lo imposible de significarse, se rompe, lo que no puede ser sin con-secuencias para la sociedad.

    Desarrollaremos ahora lo que entendemos por subjetivacin y funcin subjetivante en el duelo.

    3. Subjetivacin y funcin subjetivante en el duelo Freud interroga a propsito del duelo en su texto Duelo y

    melancola, no slo por la importancia de a quien pierde el su-jeto, sino qu pierde de l en esa prdida. Cuestin crucial para la subjetividad en el duelo, ya que en l algo de la subjetividad queda modificado, desgarrado, desmembrado, roto. De all la importancia de trabajar el lugar de la subjetividad en el duelo y de la posibilidad de que el sujeto pueda reconstruir lo que de l queda daado. Esta cuestin est clara en Freud, porque si bien no nombra la subjeti-vacin, alude sin duda a la funcin subjetivante en el duelo, que se ve dificultada en la melancola. Son los desarrollos de Lacan en torno al sujeto los que nos permiten sostener la importancia de la funcin de subjetivacin del duelo.

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    El sujeto, en el duelo por la muerte de personas queridas, es asediado por lo traumtico, ante ese golpe se desarma la trama significante que sostiene su escena del mundo y a su propia subje-tividad. La trama significante rompe su encadenamiento, y el sujeto en duelo queda vaciado de significantes para enfrentar el agujero de la embestida traumtica. De all que es muy importante la fun-cin subjetivante en el duelo, que tiene que ver con la posibilidad de cada sujeto de rearmar su escena del mundo, su trama signi-ficante, sus recursos simblicos e imaginarios para hacer frente a la embestida de lo real que la prdida la muerte de una per-sona querida ocasion. La subjetivacin del duelo su funcin subjetivante supone la factible recomposicin significante, lugar desde donde todo sujeto se encuentra representado: El signifi-cante representa al sujeto para otro significante (Lacan Seminario XII. Clase 3). Esa funcin subjetivante en el duelo permite el pasa-je del campo de lo traumtico (de la compulsin de repeticin), a la posible reinscripcin de la falta entretejida por el conjunto signi-ficante. En suma el vaciamiento del goce que cada duelo puede producir en el deudo, para arribar al deseo. Y decimos posible porque no siempre esto se logra, quedando muchas veces el saldo de la desubjetivacin, la prdida de la subjetividad tal como ocu-rre en el pasaje al acto.

    Tambin Lacan se ocupa al tratar la cuestin del duelo no slo a quien pierde el sujeto, sino qu pierde de l en esa prdi-da. Aborda esto en la clase del 30 de enero de 1963 cuando afirma Slo estamos de duelo por alguien de quien podemos decirnos Yo era su falta (Lacan. 1963, p.155). Es decir que slo es posible hacer duelo por aquel cuya falta fuimos y cuyo deseo causamos, en suma, Lacan se interesa por la subjetividad del duelante, por el impacto en el duelante de la prdida no slo del ser querido, sino algo de s que se pierde en el duelo. Por eso quien est de duelo, efecta su prdida con un pequeo trozo de si (Allouch, 1995, p. 10). Un sujeto en duelo sufre siempre un colapso traumtico y queda expuesto a lo real. Su trama significante se rompe y no hay inmediatas respuestas desde lo imaginario-simblico, por eso un sujeto en duelo se queda muchas veces no slo sin palabras, queda vaco. Y es importante trabajar en torno a esto la funcin subjetivante en el duelo. Tal como decamos ms arriba la posi-

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    ble recomposicin significante. Conviene aqu destacar que para Lacan la subjetivacin slo puede lograrse por la apelacin al sig-nificante, lo que le permite afirmar en 1961 en el Seminario de La transferencia que para subjetivar es preciso que algo se signifique para el sujeto y para ello es necesario encontrar un lugar tradu-cible en el Otro (seminario VIII, clase 5 de abril de 1961), donde dice para que algo se signifique es necesario que sea traducible en el lugar del Otro.

    De all la importancia que damos a la funcin de subjetiva-cin en el duelo, y a las consecuencias clnicas de su produccin, como tambin a las consecuencias clnicas de su fracaso en la des-ubjetivacin del pasaje al acto en los duelos impedidos.

    Decimos tambin que de cmo se signifique un duelo depen-der tanto el ahora en el sujeto y en su entorno, como el porvenir del mismo y su descendencia.

    4. Plantearemos aqu nuestra hiptesisPara subjetivar un duelo es necesario que, como dice Lacan

    en el seminario VIII, lo que se pierde pueda ser traducible en formas discursivas subjetivas y colectivas, para lo cual planteamos que es preciso la articulacin de lo pblico, de lo privado, y de lo ntimo.

    Pasar lo real el campo de lo traumtico a la posible reins-cripcin de la falta en tanto simblica, lo que admitir que el sujeto vuelva a encadenarse en la cadena significante y pueda represen-tarse en la misma y en el lazo social.

    Planteamos que para que se produzca la funcin subjetivan-te en el duelo es preciso que el Otro Social, lo pblico, sancione la muerte y legitime con los medios que dispone (Sistemas de la Lengua, Jurdico, Poltico, Religioso) el lugar del deudo como tal. Esto le permitir transitar los tiempos del duelo, permitindose en lo privado, los amarres y separaciones necesarios con el ser que-rido muerto para que en lo ntimo ste pueda inscribirse de otra manera. El deudo no ser nunca el mismo antes y despus de la subjetivacin del duelo. De all que lo pblico aportar los recursos simblico imaginarios para contornear lo real del trauma y traducir o sea significar lo que el deudo perdi con su muerto queri-

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    do. El resultado de este movimiento enlaza a los humanos con el nico lazo posible: el lenguaje. Por esto es preciso que cada muer-te sea contabilizada, contada (numerada y relatada) para entrar en el lazo social con los semejantes, con el muerto y con la descen-dencia. El muerto abonar el fantasma del deudo y lo que sobre l se edifica: formaciones del inconciente, identificaciones, objetos sustitutos, amores etc. en fin, dejar una marca en su trama sub-jetiva, pero tambin, cada duelo dejar algn resto incontorneable e incurable. La funcin subjetivante en el duelo dejar un resto fa-llido, por estar como dijimos montada sobre la funcin siempre errante de las palabras.

    Cuando esta funcin no se cumple, se ve dificultada o impe-dida, el sujeto no slo no logra tejer en la malla significante lo que perdi con el muerto sino que puede perderse l mismo. El ofreci-miento sacrificial de la vida misma, con el rostro de accidentes, suicidios abiertos o encubiertos; golpes de angustia, o pasajes al acto hablan de la imposibilidad de significar lo perdido.

    5. Ejemplo clnicoPodramos apelar aqu a innumerables ejemplos, pero vamos

    a citar uno de nuestra clnica, donde podremos situar la funcin subjetivante del duelo como resultado de la articulacin de lo p-blico, lo privado y lo ntimo.

    Tommy es un nio de nueve aos cuya mam se suicida casi un ao atrs, luego de una dolorosa convivencia y separa-cin matrimonial.

    Llamo Tommy a este nio, pues se es el nombre de un perso-naje de la TV. Un Power Ranger, humano que toma el poder de un jefe que est en otra dimensin y que le permite transformarse, junto a sus amigos, en animales-robots gigantes, como Dragozords, con tanto poder, que se hacen invencibles bajo sus armaduras y cascos construidos con aleaciones indestructibles. Juego con el que, desde sus fantasas, construye una coraza de hroe desde donde sosten-dr, en un recurso flico, su duelo durante el tratamiento.

    Sus padres se separaron hace dos aos, tras lo cual, la madre y los hijos, que hasta all vivan en otra ciudad, se trasladan

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    a Tucumn, lugar de origen de la familia materna. Un ao despus, luego de una profunda melancolizacin, la madre de Tommy se sui-cida. El nio tena entonces 9 aos.

    Posteriormente a la muerte de la mam, los nios (de 12, 9 y 7 aos), no son reclamados por el padre, que luego del velato-rio y del entierro, regresa a su lugar de residencia, sin los mismos. Desde all viven con la familia materna.

    Estos familiares son los que consultan. Creen que Tommy sabe la verdad acerca del suicidio de su madre, a pesar que se les dijo que fue un accidente. Cosa que efectivamente el nio confir-ma: Me dijo mi amiga que mi mam se mat, que se tir de un edificio, pero eso no es cierto, no puede ser, porque ella era muy feliz, estaba enamorada

    Los abuelos estn preocupados por las explosiones de Tommy. Dicen: se pone como loco como ciego. Se encoleriza, pelea con sus hermanos y con sus compaeros. Sube al techo de la escuela, con el riesgo de caer. l, luego me hablara del vrtigo y de su angustia.

    Mostraremos, en este caso, cuatro tiempos.

    1 Tiempo: Momento de la angustia. El nio, actinizado, con vrtigo, en riesgo de pasajes al acto por proezas como subirse a los techos, cadas, golpes, peleas y gritos.

    Luego de la separacin de sus padres, Tommy, su mam y sus hermanos se trasladan desde la ciudad donde vivan, a Tucumn, lugar de residencia de sus abuelos maternos. Haban abandonado al padre, y con l, la ciudad donde naci y creci, la casa, los amigos, los juguetes... Poco tiempo despus, perdera tambin a su madre.

    Los abuelos, alarmados por la violencia de Tommy y por las con-tinuas actuaciones riesgosas que el nio realiza, hacen la consulta.

    Durante las primeras entrevistas Tommy prefiere hablar. Habla como adulto, de cosas de adultos. De su padre, dice: Lo odio, lo odio, lo odio, lo odio... Yo lo reventara a se... Voy a tomar venganza por mi madre...

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    Lo acusa por los malos tratos a su mam y por el abandono hacia ellos. De alguna forma no explcita, lo acusa tambin por la muerte de la madre, revelando su sospecha acerca de la respon-sabilidad del mismo sobre la tristeza y posterior suicidio de ella.

    Lacan, en el Seminario VI, ubica la muerte de un ser querido en el orden de la Privacin. La prdida de aquel, cuya falta fuimos, produce un agujero en lo Real. Rompe la cadena significante, la cobertura, el disfraz con el que causo el deseo del Otro. La esce-na fantasmtica se va de gira, se quiebra. Y el yo era su falta, o yo era su causa, cae. Con qu se encuentra un nio de 9 aos cuando a esta suposicin, o a esta pregunta, se le contesta: eres totalmente prescindible no me importas, tu causa es una causa perdida? No es como matar con la indiferencia?. Amar u odiar son preferibles a la indiferenciaa Durante el anlisis, Tommy muestra su desconsuelo. Dice: ella era feliz; estaba bien, estaba enamora-da. Yo estaba siempre con ella. Le haca las compras, le llevaba los bolsos, pona las papas a hervir ella no estaba sola.

    La madre de Tommy le mostr, brutalmente, que ella no hace con l, diferencia alguna. Es in-diferente. Ni l, ni nadie podan evitar su acto de morir por voluntad propia. Aqu, el trauma, como en-cuentro con lo Real, borra la alteridad fantasmtica; Tommy casi no encuentra marco en qu sostenerse; esto lo lleva a estar como loco, estar como ciego. Su madre muerta ha devenido TODO PODER y tienta a Tommy, a caer de los techos de la escuela, a donde se sube en sus frecuentes actuaciones riesgosas.

    El nio est acorralado, merced a la angustia. Dir Marta Gerez Ambertnb Qu implica este peligro de la prdida de objeto (de amor)?. Es el objeto a como perdido, el que se pierde. Esto es, el objeto libidinal, investido libidinalmente y, por tanto, objeto que otorga envoltura a das-Ding y hace sustitucin de investiduras va el camino de facilitacin. Freudianamente, en la carta 52: El ata-que de vrtigo, el espasmo de llanto, todo ello cuenta con el Otro, pero la ms de las veces con aquel Otro prehistrico inolvidable, al que ninguno podr igualar ya.

    La tramitacin del duelo consistir en reconstruir alguna cobertu-ra, algn disfraz, alguna alteridad entre el sujeto y el objeto del fantasma, que reubique la falta, que circunscriba el objeto a y pacifique al nio.

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    2 Tiempo: Momento del despliegue de relatos fantsticos, paranoicos, en las sesiones, que perimetran la angustia, hablan de su desconfianza en el Otro, pero admiten la instauracin de la transferencia.

    Posibilito, durante las entrevistas, que Tommy despliegue sus relatos, a los que recibo como si verdaderos. Realizo una promesa: No los desestimar y, por supuesto, stos sern absoluta-mente secretos. Con el armado de estas escenas, donde el mundo se desmorona por la corrupcin, la violencia, las amenazas... l, Tommy, intenta dar cuerpo darse cuerpo a nivel imaginario. Reconstruccin del yo que le permite una barrera a la angustia. Vemos cmo en lo privado, relanza la prdida a lo ntimo, a las fan-tasas. Despliega en lo privado de las sesiones el horror que haba quedado xtimo ni dentro ni fuera pero sin velos: sus actuacio-nes violentas contra otros, o de saltos al vaco o de arrojarse bajo los autos, fueron montndose en escenarios de ficcin que se re-latan como verdades.

    En estas entrevistas, escucho atentamente: Dibuja planos de lugares que fueron invadidos y daados por los enemigos; cmo cavaron un canal en la cancha de ftbol y, cuando la pelota cae all, los chicos no quieren correr riesgos, es difcil sacarla, nos podemos resbalar y caer, aunque capaz que la pelota qued entre las rejas del canal y no se perdi. Texto en el que va desplegando su temor a resbalar y caer, pero tambin estn las rejas que pue-den retener a la pelota, lo que va dando cuenta de alguna reja transferencial que comienza a instalarse.

    Sus relatos se deslizan hacia las injusticias que ubica en la escuela, en el ftbol, en la polica y en los polticos corruptos que se quedan con el dinero de los jubilados, y en sus fantasas donde es capaz de agarrar cualquier cosa y partirles la cabeza o inva-dir con sus amigos (todos vestidos con armaduras de Titanio) la casa de gobierno y darle la plata a los jubilados o detectar bandas de policas corruptos que trafican drogas o los enemigos hacen negociaciones, toman venganza... Y siempre es el hroe, que llevar a cabo una hazaa para defenderse.

    Estas ideas separan al nio de la gravedad de las actuaciones, bordean la angustia, la sitian, y con la amenaza persecutoria respon-de en lo privado y en lo ntimo al descreimiento en el Otro.

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    Podra decir que, dado el desamparo en el que es arroja-do Tommy, luego del suicidio de su madre y del abandono de su padre, por la angustia, y por la ruptura del marco fantasmtico que sostendra alguna ficcin, anudada a la Ley, en Tommy aparecera este episodio paranoico, ubicable en la retaliacin. Freud, en Ttem y Tab, refiere al delirio de persecucinc: Aqu es exaltada de manera extraordinaria la significacin de una persona determinada, se exagera hasta lo inverosmil la perfeccin de su poder y ello con el objeto de imputarle tanto ms responsabilidad de cuanta con-trariedad sufra el enfermo... ...cuando el paranoico seala a una persona de su crculo de relaciones como su perseguidor, con ello la eleva a la serie paterna, la pone en condiciones que le permiten hacerla responsable, en su sentir, de toda su desdicha...

    Recibo estas historias de Tommy como verdaderos tesoros secretos. Le aseguro una escucha respetuosa (diferencindome en este momento de su familia, que los desestima), posibilitndole el despliegue de un saber que opera ya sombreando, disfrazan-do, en el como si, la angustia.

    Y slo digo, que as como hay gobernantes y policas co-rruptos, tambin hay jueces que, como sus abuelos, no lo son; y que es bueno poder confiar en ellos. Me pareca oportuno que lo pblico desde la justicia le legitimara un lugar en el que poder representarse: Quedaba inscripta legalmente la responsabilidad de los abuelos sobre el nio. Ya no estaba tan desamparado.

    3 Tiempo: Intervencin del Aparato Judicial. -Lo pblico-

    Sugiero a los abuelos gestionar la tenencia legal de los nios. Esto resolvera cuestiones formales como Obra Social, pago de Salario Familiar etc., pero sobre todo, les dara un marco sim-blico que le permitira pacificarse.

    A partir de este trmite, la familia consigue una orden del Juez para recuperar las pertenencias de los nios que quedaron an en otra provincia. As, Tommy recupera sus juguetes, sus libros, su bicicleta, y sobre todo, la confianza en el Otro simblico.

    Las verjas del Otro Social sostienen y ordenan ahora la vida del nio, desde esta intervencin concreta del Aparato Judicial. Desde aqu Tommy va a recostarse ms confiadamente en el lecho del Inconciente. Lo que abre otras puertas, otras vas, otros saberes

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    4 Tiempo: Pacificacin y construccin de una fobia, que posibilita continuar su duelo. (Ms tranquilamente).

    Desde este momento, Tommy puede traer recuerdos de su primera infancia; sus relatos fantsticos disminuyen, me pide jugar, como un nio, con juguetes o juegos con reglas que determina-mos previamente.

    Aqu los Power, la malvada Rita, se despliegan en el juego. Alejados estn de los relatos de sus proezas y ms an de los acting-out del primer tiempo.

    Y as, me cuenta de su fobia: El fantasma de Antonio Machado, en la escuela, asusta a los chicos. (Va a una escuela que lleva el nombre del escritor). O los empuja y caen de los techos.

    Esto comienza cuando en algn momento va con sus com-paeros a una Iglesia, donde supone que estn los restos de Antonio Machado. l se asusta, se esconde atrs de una colum-na, y siente que algo pasa, como un viento, algo misterioso, sospecha que es el fantasma de Antonio Machado.

    Cree que el alma del poeta ronda por la escuela, sobre todo por los techos. Me dice: Antes los chicos se portaban mejor y el fantasma era buenito. Ahora se portan mal, hay cosas misteriosas, un chico se cay del 1 piso, sinti que algo lo empujaba y no vio nada. El ao que viene yo voy a estar en el piso de arriba. Y agre-ga, a modo de jaculatoria: Que por favor descanse en paz y haga que los chicos sean buenos y que los asuste de una vez, as se portan bien. Fobia que habla de su culpa y va construyendo la po-sibilidad de dar un texto, alguna respuesta a esa culpa. Su madre se llamaba Adriana, y el apellido comenzaba con M.

    Claro valor significante del objeto fobgeno; el fantasma de Antonio Machado (Adriana M) que, como metfora fallida, o sig-nificante comodn, se ubica, como el naipe, en el lugar necesario, dando cobertura flica y, cual bisagra, posibilita la verja el mis-terio los barrotes, aunque tambin, puede empujar a los chicos cuando se portan mal.

    Tommy tambin habla de su miedo al vrtigo: Me invit mi amigo a la montaa, y no fui; por el miedo a las alturas; no voy a ir

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    Hacia sus ltimas sesiones, me dice: Ya encontr la fr-mula para no tener miedo al fantasma de la otra dimensin. No tienes que mirar para atrs. No tienes nunca que mirar para atrs, porque te puede convertir y te podes morir.

    Construccin de una fobia que circunscribe la angustia por el desamparo al haber perdido a su mam, a su pap, y a su ciudad natal, y que habla de que la funcin de lo pblico y de lo privado reinstalaron lo ntimo pacificando al nio.

    Freud dice en Ttem y Tab, que las fobias de los nios se sostienen en las prohibiciones y en la tentacin a traspasar la pro-hibicin. Cual bisagra, la fobia sostiene el pasaje de la angustia al deseo anudado a la ley, posibilitando las sustituciones.

    Al comienzo del tratamiento Tommy no encontraba respuesta a su pregunta puedes perderme?, dirigida a sus padres, (porque la respuesta era del orden de la certeza: S! Puedo abandonarte brutalmente). Hacia el final, mediando la colaboracin de la justicia y de sus abuelos, se reinstala alguna creencia, soporte de la trans-ferencia. Esto abre las puertas a la reescritura de su novela familiar y a la construccin de una fobia, ya como metfora del sujeto. Al finalizar su anlisis, y a modo de despedida, me dice: Antes yo senta una cosa rara Era como mi mam. Vomitaba cuando iba al cementerio. Ahora ya no. Ya no soy igualito a mi mam.

    6. ConclusionesPlanteamos la cuestin de la funcin subjetivante en el

    duelo en tanto el sujeto para el psicoanlisis lacaniano, heredero de Freud, es un sujeto que slo puede representarse en la cade-na significante. De all nuestra hiptesis central: Para subjetivar un duelo es necesaria la articulacin de lo pblico, de lo privado y de lo ntimo. (De las lenguas, de sus prcticas y de sus marcas)

    Si bien es Lacan el que postula la cuestin del sujeto divi-dido por el significante, Freud no habla de un sujeto indiviso, ms bien, descubre el deseo inconciente y plantea su Primera Tpica: Conciente, Preconciente e Inconciente; y en su Segunda Tpica: la divisin subjetiva en Yo, Ello y Supery para plantear los escar-pados caminos de hacer conciente lo inconciente.

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    El sujeto del psicoanlisis es un ser dividido por el lenguaje, separado de s y del mundo y sin embargo unificado por los lazos del lenguaje (Legendere, Pierre, 2004, p.70).

    Atravesado por el lenguaje, dividido de s, el sujeto huma-no se inscribe en una filiacin lo que no es ms que una cadena de smbolos, de palabras, con historias, mitos, saberes, tradicio-nes y recibe, por lo tanto, su herencia biolgica y simblica. Esto hace decir a Marta Gerez Ambertn que por esto tiene que pagar deudas que no contrajo deudas prestadas, que lo encadenan a un linaje (Gerez Ambertn, 2008, p.19) porque las leyes que lo anteceden y transmiten sus ascendientes tampoco son perfectas, aunque tengan valor simblico.

    El sujeto dividido por el lenguaje producto de Otro dividido tambin: el resto de esa operacin se llamar en Freud pulsin y en Lacan, desde el Seminario X, objeto a. El resto, lo real, que, te-jido en la malla de las palabras, enmarcado en el fantasma, opera como objeto causa en el lazo social mismo, pero queda al desnudo, vaco de las mallas simblicas ante lo traumtico de la muerte de un ser querido. Esta opacidad del sujeto y del Otro, esta no com-plementariedad, es lo que hace que, ante el encuentro con lo real de la muerte, el sujeto pueda perderse sin un nuevo amarre a la ca-dena discursiva. Pero tambin permite la funcin subjetivante en el duelo: que el sujeto que fuera atravesado por l, confrontado con el requerimiento pulsional, con la satisfaccin (Freud) al que lo con-fronta la muerte de un ser querido, con la insuficiencia estructural de elementos significantes para hacer frente al agujero creado en la existencia (Lacan), pueda por las vas de la subjetivacin recubrir el agujero en lo real (lo traumtico, la compulsin a la repeticin y la tentacin a la satisfaccin pulsional, a caer con el objeto) con la falta simblica y reencadenarse para siempre diferente a la ca-dena significante, o sea, a su condicin humana.

    Planteamos, entonces, que el duelo es propio de la condi-cin humana y es oportuno hablar de ello para continuar situando sujeto y subjetivacin.

    Lo humano se diferencia de lo animal por estar moldeado, atravesado por los discursos que lo anteceden y lo fundan, pero tambin por habitarlos, por construirlos, por modificarlos. Esto por-

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    que esos discursos no slo son palabras que emiten un mensaje o posibilitan la supervivencia biolgica sino que, ese decir tren-za, enhebra el deseo inconsciente, que es propiamente humano o subjetivo. Gestos, hbitos, miradas, estilos trasmiten de genera-cin en generacin y de semejante a semejante algo desconocido y propiamente subjetivo: un plus, una diferencia, algo que falta y se desconoce, y que hace de esa mirada, de ese gesto, un gesto que dice algo: mirada de odio, de enamorado, de indiferencia gesto de asco, de negacin etc. Una receta de cocina, o un oficio trasmitido de un padre a un hijo lleva en l mitos, historias, relatos; incluyen al hijo en una serie generacional y a la vez tiene la con-dicin que el hijo no va a repetir, de manera igual, ni la receta ni el oficio, sino que, al apropiarse de ellos, har algo nuevo, creativo. Esto hace a la singularidad de cada sujeto a la vez que lo inclu-ye en una filiacin, en una serie generacional. Esto es propio de la condicin humana, de la subjetividad.

    Es as que slo los seres humanos necesitan de rituales ante el acontecimiento de la muerte. Cada poca propuso los suyos. Lo real de la muerte debe ser atrapado, circunscrito, debe ingresar en un mundo de smbolos tpicamente significante que va a bordear y significar con un plus, con algo ms la muerte en s, ya que la misma se inscribe al mundo de lo humano, de lo significable, del lenguaje. Se rodea al muerto, a la muerte y al deudo de saberes transmitidos desde lo religioso, lo cultural, lo jurdico, lo cientfico, o las costumbres. De este modo, la muerte se monta en un edifi-cio que la instituye y la nombra como tal.

    Dada la divisin estructural del sujeto, ste no abandona fcilmente su lazo con el muerto. Lo alucina, habla con l y de l, lo incluye en su vida cotidiana y su falta deja un agujero presen-te durante mucho tiempo. Su interlocucin tiene particularidades: Singulariza al deudo y al muerto. Tie de peculiaridades los cemen-terios, los obituarios, los recordatorios a los muertos. Todos son modos en que el deudo incluye en su subjetividad lo real, lo inde-cible de la muerte. El deudo habla de mi muerto.

    Se trata, de acuerdo a lo que venimos proponiendo, qu se hace con eso que Freud llam pulsin y Lacan objeto a que queda suelto, desnudo y que es lo que sostena el lazo con el muer-

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    to, pero envuelto, enmascarado, disfrazado, en falta. (Causando el deseo, en el marco del montaje subjetivo de cada uno). Tommy saba que su mam estaba dolida por el abandono y por el maltra-to de su pap. Saba que su mam, a quin l amaba y por la que se preocupa profundamente, estaba ms convocada por su padre que por l, an en el sufrimiento. Sin embargo apostaba a que algo de l produjera una mejora en la mam, sin lograrlo. Qued, con su muerte, loco. Pero realizar la consulta era una apuesta a llevar esa locura a algn lugar comunicable, traducible, interpretable. A meter eso que estallaba y empujaba a hacer lo mismo que su madre, en un lugar de palabras, de textos, enmascarado, que le funcione como respuesta posible.

    Es interesante pensar esto en los velatorios, en los obitua-rios o en los cementerios. All se escriben mensajes. Dirigidos a quin? Por qu los cementerios, sobre todo los del siglo pasado, o los rurales son un espacio donde el deudo habla, escribe, dice, ora, re-liga (re-ligia) su pacto con el difunto? Lugar que lo Pblico, el Otro Social propona, para que en lo privado, el sujeto conser-ve el tiempo que an necesitaba para velar el objeto que qued ah, como alma en pena, para ligarlo, encadenarlo a la cadena significante. Pues esos lugares que el Otro Social propone, son un espacio que posibilitan iniciar algn enmascaramiento al obje-to desnudo que estalla y que el muerto nos arroja con su muerte. Planteamos con esto la necesidad de los mismos donde el deudo contina su interlocucin con el muerto, es ms, la ostenta, dado que lo real (pulsin u objeto a) y la angustia como dijimos deja al sujeto muy prximo a la tentacin a caer como objeto; los ri-tuales permiten ese difcil trnsito de rearmado simblico donde el sujeto puede continuar algn lazo singular con el muerto. El ac-ting out como llamada desesperada, pero llamada al fin al Otro aqu tendra su lugar.

    Lacan propone en el seminario de La Angustia, en la clase del 30 de enero de 1963 Slo estamos de duelo por alguien de quien podamos decir Yo era su falta Estamos de duelo por per-sonas a quienes hemos tratado bien o mal y respecto a quienes no sabamos que cumplamos la funcin de estar en el lugar de su faltad. La divisin estructural del sujeto y del Otro, la falta que ella conlleva y el resto, el objeto a como resto, nos llevan a pensar en la necesidad de la funcin subjetivante en el duelo.

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    Por lo tanto, para significar o subjetivar un duelo es preci-so que el mismo pueda ser traducido en el orden del lenguaje, en el orden de las costumbres, de las religiones, de los rituales. Slo as entra en el mundo de smbolos que es lo humano, lo subjetivo. Slo as se sostiene el lazo social con los semejantes. (Ms tarde, seguramente, el deudo para siempre transformado por esa muer-te podr evocar, aorar, hacer chistes1, relatar un sueo, volver a tener amigos o a enamorarse) lo que puede compartirse con otros y an, transmitirse de generacin en generacin como rela-tos, mitos, rasgos identificatorios etc. Los muertos de cada deudo no dejan de habitar el mundo simblico de los vivos. Pero, como veremos en la desubjetivacin tampoco dejan de habitar el mundo de otros modos: lo que planteamos como padecimientos, pathos, angustias, suicidios u homicidios, adicciones, violencias son maneras de conservar al muerto y a la muerte, pero silencio-sa y coactivamente.

    De lo que se tratara en la subjetivacin del duelo es de en-contrar una significacin acerca de la prdida que le permita al deudo no objetalizarse, ya que ante la muerte de otro humano, lo que se pierde como dijimos no es slo al que acaba de morir, sino lo que el sujeto era en presencia del extinto, es decir que lo que se pierde es una parte ma que tuvo que ver con el muerto, aquello que Lacan llam objeto causa de deseo. Sa, en tanto remi-te al lazo del sujeto con el Otro y su resto. Sea en relacin a la falta (enmarcado en el fantasma: causa de deseo) o al exceso (cuando el enmarcamiento cojea se produce un recupero de goce). Como bien plantean tanto Freud como Lacan, se duela tanto lo amado como lo odiado, en realidad, lo amado-odiado.

    Recurriremos a Freud y Lacan para aclarar el tema.

    Dice Lacan que en el fondo de todo duelo hay una ofensa inexpiable (Lacan, clase 22/04/59: indito); Freud habla de ambi-valencia en los sentimientos hacia el muerto, cosa que desarrolla en los textos que refieren a la muerte de los seres queridos. El duelo es, entonces, una produccin humana ante la muerte que enmas-cara y permite contabilizar el paradojal lazo con el extinto.

    Vale citar nuevamente a Lacan: el duelo en Hamlet no nos permite ocultar que, en el fondo de ese duelo, hay un crimen.

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    Que, hasta un cierto punto, todos esos duelos se suceden en cas-cada, como los resultados, las secuelas, las consecuencias del crimen de donde parte el drama.

    Nuevamente Lacan, ahora en el Seminario 7: Freud dice tambin que el trabajo del duelo se aplica a un objeto incorporado, a un objeto al cual, por una u otra razn, uno no le desea demasia-do el bieng. As tambin dir en la misma clase: Para el hombre comn, en la medida en que el duelo del Edipo est en el origen del supery, el doble lmite, de la muerte real arriesgada a la muerte preferida, asumida, al ser-para-la-muerte, slo se le presenta bajo un velo. Ese velo se llama en Jones el odio.

    Tanto Freud como Lacan proponen que se est en duelo por aquel a quien faltamos, a quien, por haber amado-odiado porque el amor es ambivalente deseamos algn mal. Falta, entonces, en su versin culpable. Pero falta tambin en su lugar de causa: era su falta, me hace falta hablan de que el objeto amado est impli-cado en el fantasma del deudo.

    Es decir: si la muerte, en todas sus formas (por enfermeda-des, accidentes, suicidios, homicidios), produce una estocada en el fantasma, conmociona y atae lo pblico, lo privado y lo ntimo; fue propuesto en el plan de tesis como fundamental para la subjetivacin de los duelos el anudamiento de esos tres registros. Lo pblico en los rituales que circunscriben y sancionan la muerte, lo privado que posibilita los discursos (hablar sobre las/los muertes/os) y lo ntimo en la posibilidad de subjetivar lo perdido del lazo con el muerto.

    Notas1. El humor negro implica ya la posibilidad de llevar a lo cmico lo

    que antes fuera trgico, por las vas del duelo.

    ReferenciasAllouch, J. (1995). Ertica del duelo en tiempos de la muerte seca.

    Buenos Aires, Argentina: Literales.

    Freud, S. (1988). Ttem y Tab (Obras Completas). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu. (Originalmente publicado en 1913).

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    Gerez Ambertn, M. (2008). Entre deudas y culpas: Sacrificios. Buenos Aires, Argentina: Letra Viva.

    Lacan, J. (1959). El Seminario: Libro VI: El deseo y su interpretacin. Sesin de 22/04/59. Indito. Versin de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

    Lacan, J. (1964-65). Seminario XII: Problemas cruciales para el psicoanlisis. Sesin del 16/12/64. Indito. Versin de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

    Lacan J. (1990). Seminario VII: La tica. Buenos Aires, Argentina: Paids. (Originalmente dictado en 1959-60).

    Lacan, J. (2003). Seminario VIII: La Transferencia. Buenos Aires, Argentina: Paids. (Originalmente dictado en 1961).

    Lacan, J. (2006). Seminario X: La Angustia. Buenos Aires, Argentina: Paids. (Originalmente dictado en 1963).

    Legendere, Pierre (2008). Lo que Occidente no ve de Occidente. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu. (Publicado originalmente en 2004).

    Ravinovich, D. (1993). La angustia y el deseo del otro. Buenos Aires, Argentina: Manantial.

    Recebido em 05 de janeiro de 2010Aceito em 11 de janeiro de 2010Revisado em 22 de janeiro de 2010