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QUEMADURAS EN NIÑOS DEL HOSPITAL GENERAL SAN FELIPE * Dr. Carlos A. Delgado. Br. Leonel Pineda. Br. Edgardo Navarrete. QUEMADURAS GUIA PRACTICA DE TRATAMIENTO Ante un paciente con quemaduras en grado variable, es necesario hacer una evaluación de la severidad de su pade- cimiento al momento de la llegada a la Sala de Emergencia del Hospital, para decidir la conducta a seguir; es necesario mantener al paciente lo más cómodo posible en un área es- téril y examinarlo, de ser posible, usando gorro y masca- rilla. La evaluación de un paciente quemado comienza con co- nocer el estado de sus signos vitales, los cuales se seguirán controlando periódicamente si el paciente es hospitalizado; después, la extensión y profundidad de las quemaduras, con el fin de clasificarla según la gravedad del padecimiento. De la extensión dependerá la gravedad, la necesidad de hos- pitalización y el reemplazo de líquidos; de la profundidad dependerá la conducta del tratamiento' local. Por supuesto que intervienen otros factores que hacen variar las asevera- ciones anteriores, entre ellos la edad del paciente y el área afectada. Ya de todos es conocida la clasificación que se hace de acuerdo a la extensión de la superficie quemada; varía con la edad del niño. En niños mayores de diez año? puede emplearse la regla de los nueves. La regla de los nueves se puede usar en niños haciendo la siguiente modificación: Al nacer, la cabeza tiene un por- centaje de 19% en lugar de 9% del adulto; en cambio, los miembros inferiores sólo cuentan con 13%, el tronco y los Trabajo presentado al Congreso Médico de San Pedro Sula- Febrero de 1969. HONDURAS PEDIÁTRICA 6

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Q U E M A DU R A S E N N I Ñ O S DEL HOSPITAL GENERAL SAN FELIPE *

Dr. Carlos A. Delgado. Br. Leonel Pineda.

Br. Edgardo Navarrete.

QUEMADURAS

GUIA PRACTICA DE TRATAMIENTO

Ante un paciente con quemaduras en grado variable, es necesario hacer una evaluación de la severidad de su pade-cimiento al momento de la llegada a la Sala de Emergencia del Hospital, para decidir la conducta a seguir; es necesario mantener al paciente lo más cómodo posible en un área es-téril y examinarlo, de ser posible, usando gorro y masca-rilla.

La evaluación de un paciente quemado comienza con co-nocer el estado de sus signos vitales, los cuales se seguirán controlando periódicamente si el paciente es hospitalizado; después, la extensión y profundidad de las quemaduras, con el fin de clasificarla según la gravedad del padecimiento. De la extensión dependerá la gravedad, la necesidad de hos-pitalización y el reemplazo de líquidos; de la profundidad dependerá la conducta del tratamiento' local. Por supuesto que intervienen otros factores que hacen variar las asevera-ciones anteriores, entre ellos la edad del paciente y el área afectada. Ya de todos es conocida la clasificación que se hace de acuerdo a la extensión de la superficie quemada; varía con la edad del niño. En niños mayores de diez año? puede emplearse la regla de los nueves.

La regla de los nueves se puede usar en niños haciendo la siguiente modificación: Al nacer, la cabeza tiene un por-centaje de 19% en lugar de 9% del adulto; en cambio, los miembros inferiores sólo cuentan con 13%, el tronco y los

Trabajo presentado al Congreso Médico de San Pedro Sula- Febrero de 1969.

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miembros superiores tienen iguales porcentajes en niños y adultos. Para cada año de edad se sustrae 1% de la canti-dad correspondiente a la cabeza y se le agrega a los miem-bros inferiores. Ejemplo: a la edad de 6 años la cabeza tiene 13% y cada extremidad inferior 16%.

Quemaduras que afectan un área mayor del 50% de la superficie corporal son frecuentemente fatales. De acuerdo con la profundidad sabemos que se clasifican en tres grados: Grado I (eritema). Grado II (eritemia con flictena). Grado III (lesiones profundas con destrucción de tejido y que abarcan hasta la dermis). Generalmente son indoloras.

EVALUACIÓN DE LAS QUEMADURAS DE ACUERDO A LA PROFUNDIDAD DE LAS MISMAS

1. —Quemaduras de primer grado. a) Eritema cutáneo. b) Extremadamente sensibles.

2. —Quemaduras de segundo grado. a) Flictenas. b) Color blanquecino y exudativas. c) Usualmente dolorosas.

3. —Quemaduras de tercer grado. Abarcan epidermis, dermis o estructuras más profundas, dando escaras secas, color pardo o negro.

A manera de ensayo puede hacerse una tabla que in-dica la severidad del padecimiento, clasificándolo en leve, moderado y grave.

— 10% 10 15% + 13% I Leve Leve Moderado

II Leve Moderado Grave III Moderado Grave Grave

Debe recordarse que aún cuando aparentemente sean leves las quemaduras de genitales y cara, deben considerar-se como graves, en el caso de la cara, principalmente por las

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complicaciones respiratorias. El manejo de un paciente quemado debe basarse en los siguientes principios:

— Evaluar si necesita hospitalización.

— Tratamiento general, prevenir o tratar las complica ciones (shock, anemia, infección, úlceras, etc.)

— Tratamiento local del área afectada.

— Cuidados nutricionales.

— Tratamiento reparatorio o plástico.

El criterio de hospitalización del paciente no se puede tabular de acuerdo a normas rígidas y dependerá de muchos factores, incluyendo ambientales, que el médico tratante deberá considerar al individualizar cada caso particular.

En el tratamiento general de un paciente quemado es fundamental una buena oxigenación con mascarilla o sonda, la cual estará indicada así:

— Hay disnea, estertores o cianosis. — Hay quemaduras de grado II o III en cara, nariz o

boca. — Hay historia de aspiración de humo o si el paciente

está confuso o con síntomas de hipoxia. — Hay historia de enfermedad cardíaca. — Hay más de un 50% de superficie corporal quemada. — El paciente fue rescatado del fuego. — Se presenta el color característico de la intoxicación

con CO, debido a presencia de COHb.

Para la oxigenación deberá usarse 02 95% a la tempera-tura corporal y humedecido. Para facilitar la oxigenación podría suponerse que la aspiración está indicada. Podría estarlo, pero es muy delicada; debe recordarse que debido a la aspiración de humo y a veces de quemadura directa, lo que existe es edema intenso de la mucosa de vías respirato-

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rías y a veces ulceraciones; por esta razón la aspiración puede ser muy sangrante. La traqueotomía estará indicada:

— Si hay retracción costal u obstrucción de vías aéreas superiores.

— Si hay fluido o secresiones en los pasajes aéreos su periores que no puede drenar fácilmente.

— Si la oxigenación por sonda o mascarilla es insufi ciente.

Al aspirar la tráquea o el tubo de la traqueotomía. deben observarse los siguientes cuidados:

— No mover el catéter mientras se aspira. De preferen cia usar un tubo en T para mientras se mueve el ca téter. Dejar abierto el extremo libre mientras se mueve el catéter.

— Nunca use el mismo catéter que usa en la boca o nariz para aspirar la tráquea, por el peligro de llevar gérmenes patógenos ajenos a la flora normal de la tráquea.

— Cambie el catéter de aspiración con cierta fre cuencia.

— Antes de continuar succión o aspiración, permita una inspiración profunda para favorecer expansión alveolar.

Para prevenir la infección, lo más importante es evitar la contaminación; pero muchas veces ya el paciente viene contaminado al hospital, por lo que está indicado el uso de antibióticos. La Penicilina deberá usarse de elección por-que los gérmenes contaminantes más frecuentes son sensi-bles a ella. No está bien indicado el uso de antibióticos de amplio espectro de entrada, por correrse el riesgo de resis-tencia en caso de que se desarrolle una superinfección. El uso de antibióticos no sustituye la limpieza y el cuidado local de la lesión. Hasta ahora no está bien estudiado el efecto favorable que pueda tener la administración de gam-ma-globulina a grandes dosis. La escición quirúrgica pri-maria en muchos casos es beneficiosa. Para prevenir la

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infección se prefiere la vía sistémica para administración de medicamentos a la local. Inmunización contra el tétanos y toma de muestras para cultivo microbiológico de las le-siones.

La anemia post-quemadura se debe: a la quemadura en sí, ya sea por destrucción inmediata de eritrocitos en el lugar de la quemadura o por hemolisis posterior de eritro-citos previamente dañados; la otra causa es por herida abierta, ya sea por hemorragia de la quemadura, infección de la quemadura o septicemia, hiponutrición o disminución de la formación de eritrocitos. La mayoría de autores pre-fieren no usar sangre en el tratamiento inicial de la quema-dura; posteriormente podrá usarse una vez que se haya re-gularizado la homeostasis.

En el manejo de fuídos para la prevención del shock se han empleado varias fórmulas; unos de ellas son bastante buenas y se prefiere usar la fórmula de Evans por ser bastante sencilla y práctica. El shock en las quemaduras se debe fundamentalmente a dos factores: destrucción de gló-bulos rojos, como se explicó anteriormente, y pérdida de plasma y líquidos tisulares por la superficie dañada. Las soluciones que deberán tenerse listas para empleo en el ma-nejo de un paciente quemado son: Plasma, Dextrán, Solu-ción Salina Isotónica, Suero Glucosado al 5% en agua, Sangre. En el tratamiento del shock por quemadura, la po-sición del paciente es de menor importancia.

Previo a la administración de fluidos, deberá hacerse lo siguiente:

— Tomar muestra de sangre para análisis de laborato rio (tipeaje, hemoglobina, hematócrito, NNP, elec trolitos, proteínas).

— Evaluar al paciente para determinar si existe un es tado hipotensivo.

— Catéter vesical para medir eliminación urinaria. — Canalizar una vena, si es necesario hacer venodisec-

ción, de preferencia usar una aguja gruesa. — Preparar una hoja de ingestas y excretas. — Haga plan de administración de fluidos según la

siguiente:

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FORMULA DE EVANS

Primeras 24 horas:

1 ce. sol. coloidal x Kg. peso x % superficie quemada. 1 ce. sol. salina isotónica X Kg. peso X % superficie

quemada. cc. fluidos de los requerimientos básicos con Sol. Glu-

cosa 5%, según las siguientes equivalencias:

1 a 4 años 80 ce. X Kg, peso 5 a 7 años 60 ce. X Kg. peso 8 a 10 años 40 ce. X Kg. peso + de 10 años 1500 ce. diarios + de 15 años 2000 ce. diarios

Todos estos fluidos deberán administrarse en la forma siguiente:

Primeras ocho horas, administrar la mitad del total. Siguientes ocho horas, administrar un cuarto del total. Siguientes ocho horas, administrar el resto.

Segundas 24 horas:

Administrar la mitad de las soluciones coloide y salina del día anterior, más los requerimientos básicos.

Es costumbre tratar las quemaduras que afectan más del 50% de la superficie corporal como si fueran de 50%, en cuanto a la administración de fluidos se refiere. La res-puesta del paciente se juzga (1) por la eliminación urinaria y gravedad específica; la eliminación urinaria deberá man-tenerse entre 15 a 40 ce. por hora y la gravedad específica entre 1.010 y 1.020, el hematócrito lo más cerca de lo normal posible. Si se presenta descenso de la presión sanguínea y la eliminación urinaria es menor de 10 ce. por hora, aumente la administración de coloide (plasma o dextrón). Si la presión es estable y disminuye la eliminación urinaria a menos de 10 ce. por hora, aumente la administración de so-

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lución salina. Si la eliminación urinaria comienza a exceder de 40 ce. por hora, disminuya la administración de fluidos.

Si después de varias horas de haber iniciado la terapia con fluidos se presenta anuria u oliguria (1), compruebe la permeabilidad del catéter mediante irrigación (2), practi-que un test del agua mediante la infusión rápida de sol. glu-cosa al 5% 500 ce. en 30 minutos, vigilando posibles sínto-mas de un edema pulmonar; si no hay respuesta, con mu-cha probabilidad habrá daño renal que deberá manejarse como tal. Si los requerimientos básicos pueden administar-se por boca, debe intentarse.

En cuanto al uso de diferentes drogas como parte del tratamiento general de un paciente con quemaduras, los analgésicos están indicados, pueden usarse analgésicos po-tentes, preferentemente inyectados, evitando uso de morfi-na, por ser depresor del centro respiratorio; puede usarse demerol, inclusive I.V. Los tranquilizantes podrían ser de utilidad, pero algunos de ellos tienen un efecto colateral in-deseable, la lesión hepática. Corticosteroides generalmente no están indicados, a menos que el paciente presente signos de insuficiencia corticoadrenal. Los vasopresores no están indicados.

El tratamiento local debe hacerse según las medidas convencionales, recordando que las pomadas son de poco valor y no deben usarse en quemaduras extensas, evitar el uso de preparaciones a base de bórax, ácido tánico, iodo, violeta de genciana y antibióticos nefrotóxicos. Hay dos for-mas de tratamiento: abierto y cerrado; ambos tienen sus ventajas, pero también inconvenientes. El tratamiento ce-rrado mantiene la humedad y el calor necesario para favore-cer el crecimiento de bacterias que ya se encontraban en la quemadura. El tratamiento abierto evita estos factores de infección pero favorece la llegada de bacterias del ambiente. Sobre el particular hay mucho que tratar, pero no se hará en esta oportunidad, al igual que sobre el tratamiento re-parativo.

Los requerimientos calóricos del paciente son bastante-altos, similares a otras condiciones que aumentan el meta-bolismo. Debe proveerse una cantidad suficiente de proteí-nas y calorías.

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En resumen, puede decirse que el tratamiento de un paciente quemado requiere que el médico tenga presente la forma de manejo y esté atento a las complicaciones que pueden presentarse. A continuación se da una lista de las cosas que deben llevarse a cabo desde la llegada del pacien-te al hospital:

— Primeros auxilios, cubrir las lesiones, analgésicos. — Si ha pasado mucho tiempo, comenzar a tratar el

shock con plasma; si no hay, use Dextrán; si se consiguiera el plasma, inicie mientras tanto con Sol- de glucosa 5% ; use SSI si no hay ninguno de los an teriores. En cuanto pueda, haga un esquema de tra tamiento para administrar los fluidos en forma co rrecta.

— Localice al médico indicado. — Use gorro y mascarilla. — Quite las ropas del paciente y evalúe sus quema

duras. — Obtenga una breve historia, lugar de la quemadura,

dónde, cuándo, cuánto, edad, historia de inmuniza ción antitetánica, historia de cardiopatía, inhalación de humo, salud previa, alergia.

— Canalice una vena, muestra sangre para análisis de laboratorio.

— Catéter vesical. — Limpie las heridas con agua estéril y jabón muy

suave. — Quite tejido necrótico y cuerpos extraños con deli

cadeza. — Haga un esquema del área afectada. — Recuerde si será importante tomar fotografías. — Peso o peso estimado. — Determine si está indicada la traqueotomía. — Provea oxigenación adecuada. — Inmunización antitetánica. — Escriba las siguientes órdenes:

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1.—Nada por boca inicialmente. 2.—Hacer cuadro de ingestas y excretas. 3.—Presión arterial, pulso, medir orina horaria. 4.—Penicilina. 5.—Complejo vitamínico B, vitamina C 6.—No narcóticos. 7.—Barbitúricos y tranquilizantes según criterio

médico. 8.—Evitar el uso de morfina, ya que estimula la

hormona antidiurética que produce retenciones abundantes de líquidos,

9.—Intubación nasogástrica si se presentan vómi-tos.

10.—Estar atento a si se presenta dilatación gástrica. 11.—Cultivo de la quemadura investigando gérmenes

patógenos. 12.—Vigilancia estricta. 13.—Escriba los fluidos a administrar de acuerdo

con los cálculos.

LAS TRES FASES DE RECUPERACIÓN DE UN PACIENTE CON QUEMADURA GRAVE

(Lo importante en cada fase)

Nos parece interesante mencionar las experiencias ob-

tenidas con el alcohol del ácido pantoténico (Bepanthene) en las quemaduras de los niños, por la Dra. Dietz, en forma

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de tratamiento local. El ácido pantoténico, factor del Com-plejo B, se encuentra en los tejidos en su mayor parte como componente de la Coenzima A, la cual tiene un papel suma-mente importante en el metabolismo intermediario. La piel tiene un requerimiento muy elevado de Coenzima A y las alteraciones y trastornos funcionales de la misma dan lugar a una mayor exigencia de ácido pantoténico. Los resultados obtenidos por Dietz, después de 2 años de experiencias con Bepanthene en 71 niños, con quemaduras de todos los grados, fueron muy buenos, observándose una rápida esti-mulación del metabolismo fisular, una activación de la epi-telización y una cicatrización excelente de las heridas desde el punto de vista cosmético.

Otro trabajo interesante es el presentado por el Dr. James R. Hoyd, en la 37ª reunión anual del Real colegio de Médicos y Cirujanos del Canadá, en el cual usó el nitrato de plata al 0.5% en forma de baños. La aportación princi-pal de la Terapia con nitrato de plata radica en la supresión bacteriana que produce en lesiones de quemaduras pro-fundas.

INTRODUCCIÓN

Al exponer el presente trabajo sobre Quemaduras en Niños, lo estamos haciendo para demostrar los daños y gastos que como problema social representa el tema en re-ferencia. La prevalencia de daños debidos a quemaduras puede reconocerse cuando se demuestra que cerca de 8.000 personas en Estados Unidos de Norte América y un estima-do de 60.000 en el mundo, mueren cada año por esta causa. Estas cifras se vuelven insignificantes, cuando se comparan con los cientos de gentes hospitalizadas, debido a este tipo de daño y que sufren varios grados de desfiguración cada año.

Cuando uno calcula el asombroso número de horas de trabajo perdidas por la industria, el número de camas re-queridas y las horas de cuidado médico y de enfermería que se necesitan, es asombroso ver que se han adoptado tan pocas medidas preventivas.

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No está dentro de nuestras posibilidades la solución del problema, pero sí nos cabe plantear medidas preventivas, tratar de sensibilizar a nuestras autoridades superiores para adoptar algunas medidas educativas, enseñando a nuestro pueblo en general los cuidados especiales que requiere un niño, mejoramiento de las condiciones económicas, ambien-tales e higiénicas de un adecuado tratamiento, para así lograr algo positivo con este trabajo.

EXPLICACIÓN DE LOS GRÁFICOS

Se analizan un total de 86 casos de niños quemados que ingresaron al Hospital General San Felipe durante los años 1966, 67 y 68; este grupo comprende las edades de 044 años; localización, grado, porcentaje de extensión, compli-caciones y la zona de procedencia.

En la gráfica y cuadro Nº 1 se aprecia comparativamente la incidencia de casos, según sexo y edad, y se advierte que, en lo que respecta al sexo, hay ligero predominio del femenino sobre el masculino. En lo que a la edad se refiere, la mayor incidencia corresponde a las edades de: 1-4 años (en el gráfico de barras), con 38 casos un 44.2% del total; este dato comprende un rango de 3 años. En cambio, el grupo siguiente de 5-14 años, pareciera ser mayor, puesto

CUADRO Nº 1

QUEMADURAS SEGÚN EDAD Y SEXO DE LOS PACIENTES

SERVICIO DE PEDIATRÍA. — HOSPITAL GENERAL Y ASILO DE INVÁLIDOS

TEGUCIGALPA, D. C, HONDURAS, C. A. — 1968

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que le corresponderá el 57.1% con un total de 44 casos; pero debe hacerse notal que en este grupo se encuentran niños desde 5 hasta 14 años, lo que da un amplio rango de 9 años, el triple del anterior. Antes del año de edad son muy raros los casos de quemaduras.

En el cuadro y graneo Nº 2, puede verse una relación entre el grado, porcentaje de extensión, número de casos y las complicaciones de las quemaduras en estudio. Aprecia-

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mos que un 63.9% de los casos no tuvo ninguna complica-ción. El resto, un 36.1%, está dividido en sinequias, la com-plicación más frecuente, con 11.5%, seguida de cerca por muerte en 10.4%, lo que da una totalidad bastante elevada. Se aprecia, además, que la muerte se presenta en casos de quemaduras de 2? grado 5 casos y de 3er. grado 4 casos,, para hacer un total de 9 pacientes muertos: 10.4% del total de 86 niños quemados. Además, la muerte se presenta cuan-do el porcentaje de extensión de la quemadura llega al 16%. Podríamos considerar este porcentaje como la frontera ante la cual debemos estar alerta para evitar la muerte de un niño quemado.

Sigue su orden decreciente la infección como complica-ción con 5.0% y formalmente un grupo de complicaciones, cada una con 1.2% de incidencia (absceso, amputación, ci-catriz retráctil, destrucción de tendones, hemorragia y neu-monía). Aunque la desnutrición está incluida como com-plicación, no debe tomarse como tal, puesto que es lo contrario.

En el cuadro Nº- 2, complementación de estos mismos (N? 2), vemos cómo las quemaduras de 2°- grado ocupan la mayor parte de niños hospitalizados, para hacer un total de 50 niños, las de 3er. grado con 23 niños y las de ler. grado 6 casos, existiendo 7 niños cuyo grado de lesión no estaba consignado en la historia clínica.

En el cuadro y gráfico Nº 3 se establece una relación entre el factor etiológico, la localización, el porcentaje y el grado de extensión de la quemadura. Puede verse que el factor etiológico más frecuente lo constituyen los líquidos hirvientes, en los que van incluidos: agua, café, miel, nixta-mal, almidón, leche, suero de leche, los cuales suman un total de 42 casos, que vienen a ser el 48.9% de la totalidad; y de éstos el mayor porcentaje recae en el agua hirviente, a la que corresponden 29 casos, es decir 33.6%.

Siguen en orden de frecuencia, como factores etiológi-cos, el candil con 17 casos, o sea el 19.8%. Luego los quema-dos con fogón y kerosene con 8 y 7 casos, para un 9.3 y 8.1%, respectivamente.

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CUADRO Nº 2

QUEMADURAS SEGÚN GRADO, DÍAS ESTANCIA V COSTO DÍAS ESTANCIA

SERVICIO DE PEDIATRÍA. — HOSPITAL GENERAL Y ASILO DE INVÁLIDOS TEGUCIGALPA, D. C, HONDURAS, C, A, — 1968

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GRÁFICO Nº 2

QUEMADURAS SEGÚN GRADO SERVICIO DE PEDIATRÍA. — HOSPITAL GENERAL Y

ASILO DE INVÁLIDOS TEGUCIGALPA, D. C, HONDURAS, C, A, — 1968

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Otros factores etiológicos de menor importancia en cuanto a frecuencia, lo constituyen: las brasas, gasolina, velas y electricidad, que constituyen un 8.1%, los cuales, si fueran representados en un gráfico, nos darían lo siguiente:

que nos representa un 51.1% para los diferentes materiales ígneos que hemos incluido dentro del grupo y 48.9% para los líquidos hirvientes.

En este cuadro es también apreciable la relación entre niños quemados procedentes de zonas rurales y de zonas urbanas, lo que nos proporciona la cifra de 42 y 44 casos, respectivamente, lo que nos da 48,84 y 51.18%, respectivamente, que gráficamente viene a ser:

En el cuadro y gráfico Nº 4 se establecen las relaciones entre la etiología, localización y el grado de quemaduras. Para no incurrir en repetición establecemos aquí que se ad-

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CUADRO Nº 4

QUEMADURAS SEGÚN GRADO, EXTENSIÓN Y COMPLICACIÓN

SERVICIO DE PEDIATRÍA. — HOSPITAL GENERAL Y ASILO DE INVÁLIDOS

TEGÜCIGALPA, P. C, HONDURAS, C, A, — 196S

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GRÁFICO Nº 5

QUEMADURAS SEGÚN ETIOLOGÍA SERVICIO DE PEDIATRÍA. — HOSPITAL GENERAL

Y ASILO DE INVÁLIDOS TEGUCIGALPA. D. C. HONDURAS. C. A. — 1968

Hacemos constar que el costo diario de cada paciente

hospitalizado se calculó o se tomó de la cifra establecida en el I.H.S.S., en vista de que no se conoce el valor que el Hospital San Felipe tiene establecido y considerando, entre otros, los siguientes factores, que suman para hacer los L. 40.00 día que se tomaron: agua, luz eléctrica, local, telé-fonos, donaciones; servicios éstos que pertenecen al Estado, el hospital no los paga y al hacer los cálculos, costo-día, no se toman en cuenta.

Vaya nuestro agradecimiento en este trabajo por la ayuda prestada en el Departamento de Bioestadística del Ministerio de Salud Pública, en la tabulación de los datos.

CONCLUSIONES

1.—En lo que respecta al sexo, el mismo no tiene mayor importancia y la pequeña predominancia del sexo femenino sobre el masculino puede explicarse fácilmente o tentativa-mente por la mayor cantidad de niñas que nacen en relación con los varones, puesto que la actividad e inquietud que desarrollan es igual para ambos sexos; aunque sí podría-

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mos evocar el supuesto hecho de la mayor fortaleza de los varones, lo cual en la infancia no es del todo cierto.

2.—En cuanto a la edad, la notable predominancia de las edades de 0-4 años nos viene a demostrar que las mis-mas ocurren por descuido de los padres, la irresponsabili-dad de los mismos en algunos casos; el exceso de trabajo en familias sumamente numerosas; el hecho de que la madre tenga que dejar a su pequeño al cuidado de la her-manita mayor, mientras ella vende en el mercado o por las calles y el padre permanece en su trabajo, esto nos viene a evocar nuevamente el problema socio-económico, las condi-ciones infra-humanas en que vive nuestra clase pobre. El hecho de que existan pequeñas quemadas entre el nacimiento y el año de edad, nos hace pensar en la irresponsabilidad de los padres, en la falta de educación de los mismos, puesto que a esta edad el niño aún no puede ni siquiera caminar. Ahora, ya entre el año de edad y los 4 años, es una de las épocas de mayor actividad en el niño, cuando el mismo em-pieza a caminar, se despierta su curiosidad y todo lo quiere tocar, puesto que es edad de gran aprendizaje, el niño se acerca y toca para conocer, entre más atractivo y luminoso o brillante se presenta un objeto, más rápidamente irá hacia él o es el caso de un fogón, una vela o una tetera que des-prende humo, las brasas, un candil. En otro caso puya con un clavo o mete el dedo en un toma corriente. Así es que ésta es una edad que exige un cuidado muy especial del niño por parte de los padres; y es aquí en donde a veces se falla, por cuanto la mayoría de nuestra gente tiene demasia-do en qué entretenerse y descuida los niños; en otras oca-siones es verdaderamente falta de responsabilidad y descui-do; no existe una sólida enseñanza. Por lo tanto, es lamen-table que más del 90% de las quemaduras ocurran por des-cuido de los padres,

3.—Relacionando el porcentaje y grado de extensión, veremos que esto es muy variable y depende de la clase de material con que se quema el niño. Sin embargo, hay una observación que puede hacerse en lo que respecta al grado, puesto que en nuestro trabajo predominan los grados II y III; pero la verdad es que existe una proporción bastante alta de quemaduras G. I. que no ameritan hospitalización y muchas otras que no llegan al hospital. Y es así como en

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nuestro trabajo hay 50 niños con quemaduras G.II, 23 con quemaduras G.III, 7 no consignados, los cuales debemos aclarar que llegaron al hospital, no por quemadura en sí, sino por las secuelas de los mismos, en este caso sinequias de diversa localización. Y nos encontramos sólo con 6 quema-dos G.I, pero la verdad es que muchas quemaduras G.I no ameritan hospitalización y las mismas dependerán, por su-puesto, del porcentaje de extensión.

4. —La gravedad de una quemadura y la trascendencia social que tiene puede advertirse cuando nos encontramos que en nuestro estudio, con sólo 86 casos, existen 11.5% de sinequias por quemadura y 10.4% muertos por complica-ciones inmediatas, que están incluidos dentro de un 36.1% de quemados que sufrieron diversas complicaciones. Muchos de estos pacientes quedan imposibilitados por el resto de sus días; otros quedan desfigurados y con grandes problemas sicológicos difíciles de resolver, lo cual los imposibilita para un buen desenvolvimiento en la sociedad constituyendo a la larga, un problema, una carga social.

5.—Observamos que en nuestro trabajo, lo que coincide con otros autores, es el hecho de que la muerte se presenta sólo con las quemaduras II y III, y cuando el porcentaje de extensión es mayor de 16%, que en nuestro trabajo es la cifra límite inferior. Según otros autores, la muerte con quemaduras de II ocurre con porcentaje mayor de 50% del área corporal. La mayor mortalidad es con las quenia-duras de G.III y las secuelas son más frecuentes con las mismas, así como sucedió en nuestro trabajo, pues de un total de 20, hubo 4 muertes; en cambio, con las quemaduras de G.II, para 50 casos hubo 5 muertes. La causa más fre-cuente de muerte es la infección sobreagregada en los mis-mos, lo que conlleva a septicemia y muerte. Se desconoce agente etiológico predominante, puesto que no se hicieron los estudios correspondientes para encontrarlos; pero revi-sando algunos autores, ellos han encontrado que en un gran porcentaje de los casos el agente responsable es la Speudo-mona Aerugínosa.

6.—En nuestro estudio, la cifra de 63.9%, sin compli-caciones, parece favorable; sin embargo, no debemos olvi-dar que muchos de estos pacientes fueron despachados a

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sus casas cuando ya había pasado la fase principal, y no conocemos su evolución posterior. Esto nos podría aumen-tar la cifra de complicaciones o, mejor dicho, secuelas de los mismos, lo que ahondaría aún más el problema.

7.—Constituyendo los líquidos hirvientes el factor etio-lógico principal, 48.9%, esto nos viene a corroborar lo que habíamos dicho sobre el descuido, la irresponsabilidad y falta de educación de los padres.

Ahora bien, el hecho de que el candil y el fogón tengan un buen porcentaje (19.8 y 9.3%, respectivamente), nos ad-vierte del gran problema socio-económico, nos toca lo prin-cipal, puesto que en un cuadro posterior nos encontramos con que la cifra de pacientes de la zona rural es 48.84% y la zona urbana 37.15%, y además las quemaduras por elec-tricidad nos representan sólo un 1.2% (2 casos); o sea que en las zonas urbanas la clase pobre vive en igualdad de con-diciones o peor que en las zonas rurales, puesto que debe-mos suponer que las personas que viven en zonas urbanas han alcanzado la civilización, lo máximo en nuestro medio. Pero, ¿qué sucede? En los barrios aledaños a nuestra capi-tal, los suburbios, no conocen la luz eléctrica y se alumbran con candil o con velas y en un descuido de la madre un candil se cae, se quiebra, se derrama sobre o al lado del pe-queño y el kerosene de inmediato hace una llama mayor. Lo mismo puede suceder cuando el niño juega con una vela encendida o candil, se enciende la sábana o la cortina y te-nemos un incendio, tan frecuentes en las cuarterías de Te-gucigalpa. Además, como no se conocen las estufas de ke-rosene, es el fogón el elemento indispensable. Muchas veces no hay ni siquiera fogón y solamente se recogen tres o cua-tro piedras grandes que se colocan en el suelo y forman un fogón, ambas cosas de fácil acceso al niño, ya sea que mete las manos en el fuego o en su defecto en un caldero con maíz hirviente, agua, leche o café hirviente, o caen en ambas cosas a la vez.

8.—Si viéramos las cosas con un sentido más amplio y futurista, podríamos observar que con la cantidad de dinero invertida en el cuidado y curación de estos niños quemados, con el dinero que posteriormente se perderá con las secue-las de los mismos, que viene a dejar al paciente en im-

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posibilidad de trabajar, se podrían electrificar algunos de los barrios pobres de nuestra capital, para empezar, y solu-cionaríamos así un problema por lo menos, como ser el de! candil, la vela. Posteriormente se puede extender a la zona rural.

Es asombroso que el gasto efectuado en el cuidado da estos 86 niños nos dé la cifra de L. 151.400. Con el mismo pudo haberse electrificado algunos barrios aledaños de Te-gucigalpa.

SUMMARY

During the period 1966 to 1968, 86 cases of bumed chil-dren admited at the San Felipe Hospital have been studied, in the o to 14 years age group. The ratio in females is sligh-tly raised. More burns occured in the age 1 to 4 years with a 44.29-6.

A 36.1% showed complications due to synichia. The mortality in burns was 16%. A great number of severo cases showed malnutrition also. The second degrce burns occupy the fírst place; above all were the hot liquids or scald burns, its etiology is under study.

These children required many days of hospitalization, causing a large sum of money for their treatment and has to be taken in consideration the socio-economical and cul-tural problem among our people.

B L B L I O G R A F I A

1.—Baxter, Hamilton: Daños debidos a agentes físicos, trauma tér-mico de irradiación, eléctrico y químico.

2.—Chamberlain, Welch, Morse: The Management of Burns in ChÜ-dren Published by CIBA Pharmaceutical Products, Inc., N. J.

3.—Dietz: Experiencias con Bepanthene en las quemaduras de los niños. Revista Colombiana de Pediatría y Puericultura. Bogotá, diciembre de 1967, N" 6.

4.—Yloyd, James R.: Consideran Nitrato de Plata terapia ideal. El Heraldo Pediátrico, septiembre, octubre 68. Vol. 5, N" 5. 5.—Manual Pediátrico Mead Johnson: Lesiones producidas por el

calor. 6.—Nelson, Waldo: Tratado de Pediatría. Quemaduras. 7.—Quemaduras. Tratamiento Inicial. Material proporcionado por el

Dr. Carlos Delgado.

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