Un libro sobre la historia geológica de la región

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LOS ACANTILADOS DE CHAPADMALAL Marcelo Zárate 1 , Cecilia Deschamps 2 , Susana Bargo 2 y Orlando Scaglia 3 Un libro sobre la historia geológica de la región pampeana

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LOS ACANTILADOS DECHAPADMALAL

Marcelo Zárate1, Cecilia Deschamps2, Susana Bargo2 y Orlando Scaglia3

Un libro sobre la historiageológica de la regiónpampeana

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Sitios de InterésGeológico

de la República Argentina

EDITORComisión Sitios de Interés Geológico de la República Argentina (CSIGA):

Gabriela Anselmi, Alberto Ardolino, Alicia Echevarría, Mariela Etcheverría, Mario Franchi,Silvia Lagorio, Hebe Lema, Fernando Miranda y Claudia Negro

COORDINACIÓNAlberto Ardolino y Hebe Lema

DISEÑO EDITORIALDaniel Rastelli

Referencia bibliográfica

Sitios de Interés Geológico de la República Argentina. CSIGA (Ed.) Institutode Geología y Recursos Minerales. Servicio Geológico Minero Argentino,

Anales 46, II, 461 págs., Buenos Aires. 2008.

ISSN 0328-2325Es propiedad del SEGEMAR • Prohibida su reproducción

Publicado con la colaboración de la Fundación Empremin

www.segemar.gov.ar | [email protected] | [email protected]

BUENOS AIRES - 2008

Av. General Paz 5445 (Colectora provincia)Edificio 25 - 1650 - San Martín - Buenos Aires

República Argentina

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INTRODUCCIÓN

Los acantilados de Chapadmalal (Fotografía1), ubicados al sur de Mar del Plata, han sidoseleccionados como sitio de interés geológicoporque representan una oportunidad única paradesentrañar el pasado de la llanura pampeana.Por sus características, constituyen un relevan-te y excepcional archivo de la historia del paisa-je de la región y, a su vez, atesoran una de lasmás ricas y variadas faunas fósiles que habita-ron el sur de Sudamérica durante los últimosmillones de años.

Entre los rasgos geográficos actuales de laregión pampeana se puede mencionar la existen-

RESUMEN

Los acantilados marinos de Chapadmalal, que se extienden a lo largo de más de 30 kilómetros entre Mar del Plata y Miramar, han

sido estudiados por varios de los más destacados investigadores de la ciencia argentina. Estos acantilados representan un archivonatural de la historia geológica de la región pampeana durante los últimos 4 a 5 millones de años y su registro fósil incluye

ejemplares que ponen en evidencia la primera conexión terrestre continua entre América del Sur y América del Norte, hace unos 3

a 4 millones de años atrás. Los acantilados están formados por depósitos de color castaño y compuestos por partículas de rocasvolcánicas de procedencia andina. Desde allí fueron transportados por el viento a la región pampeana y mayormente redepositados

por la acción del agua en ambientes de ríos y arroyos. Es característica la presencia de acumulaciones calcáreas blanquecinas, de

antiguos niveles de suelos del terreno pampeano, como así también de numerosas cuevas y galerías rellenas con sedimentos,construidas por diversos animales que habitaron la región. Además hay evidencias, representadas por un nivel sedimentario con

fragmentos vítreos, de la existencia de un episodio de impacto de un asteroide en algún lugar cercano aún no precisado.

ABSTRACT

The sea-cliffs of Chapadmalal, extending for more than 30 kilómetros between Mar del Plata and Miramar, have been studied by

some of the most outstanding investigators of Argentine science. They represent a natural archive of the geological history of the

Pampean region over the last 4 to 5 million years. Very well known for their paleontological richness, the fossil record includesspecimens documenting the first continuous land connection between South and North America, about 3 to 4 million years ago.

The sea-cliffs are formed of brownish deposits composed of particles of volcanic rocks derived from the Andes. These particles have

been transported by the wind, toward the Pampean region, and mostly redeposited by water in fluvial environments. The presenceof whitish calcareous accumulations and old soil levels that represent past surfaces of the Pampas is an outstanding characteristic,

along with the occurrence of numerous sediment-filled caves and galleries, constructed by diverse animals that inhabited this

region. There is also evidence, represented by a level including glass fragments, for an asteroid impact event somewhere nearby.

LOS ACANTILADOS DECHAPADMALAL

Marcelo Zárate1, Cecilia Deschamps2, Susana Bargo2 y Orlando Scaglia3

Un libro sobre la historiageológica de la regiónpampeana

1. CONICET, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad Nacional de La Pampa.2. Comisión de Investigaciones Científicas, Museo de Ciencias Naturales de La Plata.3. Museo Municipal Lorenzo Scaglia.

cia de lagunas, arroyos, pequeños bajos anega-bles, áreas de desborde de los ríos y zonas máselevadas. Estos ambientes se concatenan en elpaisaje generando frecuentes cambios -aprecia-bles en cortas distancias- en las característicasde los suelos, en el tipo de vegetación y en losdepósitos sedimentarios asociados a cada uno deellos. En el pasado, la región también presentóambientes diversos, sin embargo sus reconstruc-ciones se tornan complejas ya que las exposicio-nes de rocas que permiten observar y estudiar elsubsuelo pampeano son escasas. Para subsanaresta dificultad, al menos en forma parcial, se re-curre, en general, a la observación de cortes decaminos, paredes de canteras o barrancas de arro-

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acantilados, en cambio, por su longitud y conti-nuidad a lo largo de varios kilómetros, ofrecenuna posibilidad inmejorable para efectuar inves-tigaciones del pasado geológico pampeano. Estoha permitido llevar a cabo un análisis detalladode las variaciones laterales y, por ende, lograruna mejor comprensión de los procesos geológicosque operaron en la región durante los últimosmillones de años. A excepción de las barrancasdel Paraná, no existen en la dilatada planiciepampeana exposiciones de dimensiones compa-rables a las aquí descriptas.

LOS ACANTILADOS

Los acantilados de la zona de Chapadmalalse prolongan a lo largo de unos 30 kilómetros ala vera de la ruta provincial 11, en dirección haciaMiramar, y brindan, sin duda, una de las vistaspanorámicas más espectaculares e insospecha-das de la costa bonaerense. Regionalmente, seubican en el ámbito sur del extremo oriental delas sierras de Tandil, conjunto de elevacionesbajas extendidas a lo largo de unos 350 kilóme-tros que terminan en las costas rocosas de Mardel Plata (Figura 1).

Los acantilados emergen por debajo de unacubierta de médanos extensos y potentes al surde la punta Mogotes y cobran mayor envergadu-ra en la zona de la playa San Carlos, donde seelevan hasta unos 20 metros. Desde allí confor-man un imperdible mirador de todo el ampliorosario de playas que se extienden al sur del farode Punta Mogotes, siendo posible observar tam-bién, hacia el norte, la rompiente de olas en elafloramiento más austral de las cuarcitas de Mar

Fotografía 1. Vista aérea panorámica de los acantilados en las cercanías de La Estafeta.

Figura 1. Ubicación relativa y mapa de un tramo de losacantilados entre Mar del Plata y Miramar. Se han represen-tado las isobatas (curvas de igual profundidad del mar) sólo

en la franja más inmediata a la costa.

yos. No obstante, estas observaciones sólo hacenposible analizar la conformación del subsuelo entramos cortos, aislados y muy discontinuos. Los

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Los acantilados de Chapadmalal

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del Plata. Según testimonios hasta la década de1960, en el sector mencionado existía una cu-bierta de médanos extensa y de 100 a 200 me-tros de ancho. Sin embargo, la erosión costeraproducida en los últimos decenios terminó porremover los médanos y exhumó parte de los acan-tilados en dicho tramo.

A lo largo de unos 6 kilómetros, desde laplaya San Carlos hasta la desembocadura delarroyo Lobería, la altura promedio del acantila-do es de unos 25 metros. Este segmento es el demayor majestuosidad y se halla recortado en se-dimentos castaño rojizos, con bahías diminutas,puntas y playas escondidas, como la de las Palo-mas y la de Los Lobos. Incluye también el mira-dor de barranca de los Lobos, que como el de laplaya San Carlos brinda un panorama amplio yúnico del arco de playas al sur de punta Mogotes.En la punta Martínez de Hoz se encuentra el pun-to más alto de las barrancas, unos 30 metros porencima del nivel del mar.

En todo este tramo la erosión marina es muyactiva y socava la base del acantilado. Durantelas fuertes tormentas el oleaje ocasiona colap-sos y desplomes del frente. En días calmos y demarea baja queda expuesta una amplia plata-forma de abrasión marina labrada en los depósi-tos que forman los acantilados (ver recuadro yFotografía 2). En ésta plataforma convive unavariada fauna marina típica de ambientesintermareales que incluye, entre otros, estre-llas de mar, anémonas y organismos incrustantes.Estos se aglomeran en pequeñas cubetas natu-rales y también debajo de bloques caídos. Oca-sionalmente es posible encontrar algún pingüinode Magallanes y lobos marinos, en otros tiemposmucho más abundantes.

A partir del arroyo Lobería y hasta Miramar,los acantilados pierden altura (alcanzan entre12 y 15 metros) y se tornan discontinuos debidoa las interrupciones que producen las desembo-caduras de varios arroyos. Entre estos, el másimportante es el Chapadmalal, en donde se ubi-ca la colonia homónima construida a mediadosdel siglo XX. A lo largo de este extenso tramo seencuentran varias playas formadas por acumu-lación de arena, precisamente en la desembo-cadura de los cursos de agua.

Investigaciones pioneras

Más allá de su propia belleza y de las «pos-tales» marítimas únicas y cambiantes, de tor-mentas, de atardeceres y amaneceres irrepe-tibles, de nieblas espesas y envolventes, que en

todas las estaciones del año atraen a miles devisitantes, los acantilados fueron una cita obli-gada para numerosos científicos desde media-dos del siglo XIX.

Los suizos Heusser y Claraz recorrieron esasbarrancas hacia 1860, a quienes siguieron otrosinvestigadores europeos y los más destacadoscientíficos de la Argentina de la generación del80. A comienzos del siglo XX, Florentino Ameghi-no (1908) efectuó una de las contribuciones pio-neras en relación a la conformación geológicade estas barrancas y sus restos fósiles, obra quetodavía es objeto de consulta. Muchos otrosdestacadísimos investigadores, como SantiagoRoth, Joaquín Frenguelli y Lucas Kraglievich, con-tinuaron con la tarea de Ameghino y sumaronsus esfuerzos para desentrañar la historia alma-cenada en los acantilados.

Los extendidos paredones recortados en esosdepósitos castaños constituyen así una suerte delibro de crónicas que sintetiza una historia devarios millones de años. Cada tramo, cada seg-mento, es comparable a páginas, algunas dete-rioradas y otras mejor conservadas, que aún so-breviven a los embates del tiempo. Esas páginasson los perfiles geológicos. Estos contienen in-

UN PROCESO EROSIVO MARINO: el retroceso de los acantiladosLas olas excavan progresivamente la base de las barrancas,socavándolas y formando, en consecuencia, cuevas y oquedadesque se hacen cada vez más profundas. Al mismo tiempo segeneran fracturas de alivio paralelas al frente acantilado, cuyodesarrollo se incrementa gradualmente. Si bien el proceso deexcavación es continuo, resulta particularmente intenso du-rante las fuertes tormentas con vientos del sudoeste que gene-ran una mayor energía de ola y por lo tanto mayor capacidaderosiva de las mismas. Así, es frecuente encontrar grandesderrumbes, generalmente en aquellos tramos que han estadosometidos a socavación o que poseen fracturas verticales biendesarrolladas. Al pie de los acantilados se forman entoncesacumulaciones de bloques de muy diverso tamaño que vansiendo desgastados por el oleaje, hasta desaparecer por com-pleto en el lapso de algunos meses. La plataforma de abrasiónes el resultado de la acción erosiva prolongada de las olas ycorrientes marinas sobre los depósitos que componen la basede los acantilados, generándose una superficie más o menosplana entre la marea alta y la marea baja.

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formación que puede leerse e interpretarse,pero, en este caso, el texto a «leer» está repre-sentado por rasgos, colores, espesores y formasque el geólogo observa y describe de maneradetallada. La información codificada en los se-dimentos se traduce en datos que se compilan,se analizan y finalmente se interpretan, proce-so que insume tiempo y esfuerzo. Estas tareaspermiten reconstruir los ambientes y paisajes delpasado y caracterizar sus cambios a través deltiempo.

HISTORIA GEOLÓGICA

Los depósitos que forman los acantilados sonmateriales sedimentarios finos, limos arenososy limos arcillosos, de característicos colores cas-taños amarillentos a castaño rojizos. En el sub-suelo, éstos continúan hasta unos 170 metros deprofundidad, según lo reveló una perforación rea-lizada en Miramar a principios del siglo XX.

Durante mucho tiempo, la edad de estosdepósitos se estimó a partir de los contenidosde restos fósiles de vertebrados, que permitíanasignar antigüedades aproximadas al lapso deacumulación de los sedimentos.

En la década de 1980 se realizaron estudiosen varios perfiles de los acantilados, que pro-porcionaron nuevas evidencias para asignar unacronología a esos sedimentos (entre otros Orgeiray Valencio, 1984; Orgeira, 1988). Estos análisis,basados en las variaciones del campo magnéticode la Tierra en el pasado, consistieron en deter-minar la orientación que adoptan las partículasde minerales de hierro que, a manera de una

brújula y al momento de acumularse, quedóplasmada en los depósitos. Estos estudios per-mitieron inferir que los niveles más antiguos delos acantilados, observables entre la playa SanCarlos y el arroyo Lobería, tienen una edad com-prendida entre 4 y 5 millones de años.

En los últimos años se han obtenido edadesnuméricas más precisas que han posibilitado ajus-tar aún más la cronología. Por ejemplo, en eltrabajo de Schultz y otros autores (1998) se de-terminó la edad de un nivel integrado por frag-mentos vesiculares de vidrio (denominados es-corias, como se describirá más adelante) en 3,3millones de años. Por otro lado, los depósitosmás recientes que coronan los acantilados con-sisten en arenas muy finas de origen eólico, cuyaacumulación, según las investigaciones realiza-das, cesó mayormente hace unos 10.000 años.

De acuerdo con varias evidencias convergen-tes -el contenido de vertebrados fósiles, las va-riaciones del campo magnético terrestre y ladatación del nivel de escorias- se ha determina-do que la sucesión que aflora a lo largo de losacantilados está formada por sedimentos acu-mulados entre los 5 millones de años y la actua-lidad, abarcando los períodos Plioceno, Pleisto-ceno y Holoceno (ver el cuadro Ubicándose enel tiempo).

Más en detalle...

Los depósitos que constituyen las barrancaspresentan un aspecto homogéneo (Fotografía 2),sólo interrumpido por algún nivel blanquecino deacumulaciones de carbonato de calcio, que sedestaca entre la base monocromática castaña.

El análisis microscópico de las partículas quecomponen la mayor parte de los depósitos reve-la que se trata de fragmentos de minerales, ta-les como plagioclasa, cuarzo, anfíbol y piroxeno,como así también pequeñísimos trozos de rocasvolcánicas (basaltos y andesitas) y vidrio volcá-nico. Esta asociación permite inferir que esaspartículas fueron parte de rocas volcánicas ori-ginadas en la cordillera de los Andes (Teruggi,1957), pero ¿cómo llegaron a donde están desdeáreas tan distantes?

Por largo tiempo se había propuesto que lascorrientes de aire habían transportado todas esaspartículas, depositándolas donde hoy se las en-cuentra y originando el loess, que se define comoun depósito de sedimentos finos, movilizado yacumulado por el viento. Sin embargo, un exa-men detenido permite determinar que si bien elviento intervino en una etapa del transporte,

Fotografía 2. Panorámica del acantilado en las inmediacio-nes de la punta Martínez de Hoz, sector en el cual poseenuna altura cercana a los 30 metros. En primer plano (parte

inferior de la fotografía) se puede apreciar la plataforma deabrasión expuesta.

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Los acantilados de Chapadmalal

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los sedimentos que forman los acantilados hansido acumulados mayormente por acción delagua. Es decir: los materiales sedimentarios,originalmente transportados y acumulados porel viento hacia esta zona, fueron luego retrans-portados y redepositados por el agua, originan-do los depósitos que hoy se observan. Testimo-nio de esto son las formas y estructuras que seaprecian en varios lugares sobre el frente de losacantilados y que indican la existencia de ríos yarroyos, algunos de gran envergadura, que en elpasado transportaban y depositaban las partícu-las en sus cauces.

Un espectacular ejemplo de un antiguo yamplio canal fluvial, de unos 300 metros de an-cho y actualmente relleno con arenas y peque-ños fragmentos (no mayores a los 3 centímetros)de rocas, se sitúa inmediatamente al norte de labajada de Barranca de los Lobos. En ese lugar,accesible ocasionalmente en períodos de mareamuy baja, se pueden observar las formas y es-tructuras dejadas por un antiguo río que fue,quizás, tan amplio como el actual río QuequénGrande de Necochea (Fotografía 3).

Por otro lado, desde la desembocadura delarroyo Lobería hasta el lugar conocido comoPunta Vorohué se extiende lo que fuese unaamplísima cuenca fluvial de unos 15 kilómetrosde ancho. En ella se pueden observar distintosbancos de sedimentos acumulados por los ríosen una dilatada planicie de inundación que per-maneció activa durante unos 3 millones de años.

Más en detalle, y en determinados intervalos, sepuede observar que en algunos sectores domi-naron los ambientes de pantanos y lagunas, se-gún se deduce de la presencia de bancos demateriales muy finos -arcillosos y de colores ver-dosos- que exhiben formas lenticulares en senti-do lateral.

En determinados niveles de las barrancas sonfrecuentes los depósitos arenosos muy finos, confragmentos de costras calcáreas y huesos roda-dos distribuidos al azar. Estos cambios bruscosen el tamaño de los sedimentos que constituyenlas barrancas sugieren episodios de crecientesde aguas muy rápidas y cargadas de sedimentos,similares a corrientes de lodo. Es interesantedestacar la presencia de estos depósitos, puesseñalarían la existencia, durante ciertos inter-valos de tiempo, de condiciones climáticas muysecas y con lluvias torrenciales, que serían lasresponsables de estas crecientes.

El rasgo más sobresaliente de los depósitosque integran las barrancas es la existencia deniveles de paleosuelos, es decir suelos del pasa-do. Lateralmente se pueden seguir por varioskilómetros (Fotografía 4) y representan sucesi-vas superficies soterradas, paisajes antiguos so-bre los que crecía una abundante vegetaciónherbácea, arbustiva y arbórea y, además, dondevivía y pastaba una fauna constituida fundamen-talmente por mamíferos en constante evolución.

Los paleosuelos se presentan como bancosde colores más oscuros que el resto de los depó-

Fotografía 3. Depósitos arenosos muy finos acumulados en un antiguo canal fluvial al norte de la bajada de Barranca de losLobos. Observese la base lenticular (línea punteada) dejada por el canal.

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sitos. Exhiben los rasgos morfológicos típicos dediferentes tipos de suelos actuales, tales comoacumulaciones de arcilla a cierta profundidad,agregados o porciones de sedimento formandoterrones, marcas de raíces y cambios en el ta-maño de las partículas en sentido vertical. Enconjunto, éstas y otras propiedades morfológicaspermiten diferenciar varias capas (horizontes)en los perfiles del suelo. En la región, la forma-ción de los antiguos suelos fue constante duran-te el proceso de acumulación sedimentaria. Noobstante, a lo largo del tiempo hubo intervalosdurante los cuales la formación de suelos predo-minó sobre la acumulación y viceversa. En este

último caso, el desarrollo de los suelos resultómás limitado.

Otro rasgo destacable en estos sedimentoses la existencia de sectores más duros y cohe-sionados debido a la presencia de carbonato decalcio y que forman la llamada tosca. Ésta ad-quiere formas diversas (Fotografía 5), desde pe-queños nódulos y acumulaciones a lo largo deraíces, hasta costras como lajas y acumulacio-nes que alcanzan el metro de diámetro.

La génesis de estas acumulaciones calcáreases diversa. Algunas están relacionadas con la pre-cipitación de carbonato a partir de aguas subte-rráneas, indicando en algunos casos la posición deantiguos niveles por donde éstas circularon. Unejemplo de ello se puede observar en el tramo delos acantilados ubicado entre la playa San Carlos yla desembocadura del arroyo Lobería. Otras estánvinculadas con el lavado de esta sal procedente delos sedimentos y su posterior concentración du-rante la formación de suelos; soliéndose generarcaracterísticos niveles de nódulos a cierta profun-didad de la superficie de los paleosuelos. Tambiénhay concentraciones calcáreas cuyas estructurasen láminas señalan la actividad de algas en char-cos de agua superficiales.

Las tierras cocidas

Además de lo señalado, un hecho singularde los acantilados es la presencia de un nivelcon fragmentos vítreos vesiculares o escorias-término que alude al aspecto del material re-sidual de fundiciones- de colores verdosos os-curo y negruzcos, junto a otros fragmentos ro-jizos endurecidos y semejantes a ladrillos, a losque se les dio el nombre de «tierras cocidas».

A comienzos del siglo XX, el hallazgo de es-tos materiales y las discusiones acerca de su ori-gen despertaron acaloradas polémicas, cuyasconsecuencias perduraron durante largo tiem-po.

Ameghino las consideró como restos de fo-gones hechos por el hombre prehistórico quehabía habitado la pampa. Por aquel entonces, elcientífico sostenía que el hombre se había origi-nado en esta región varios millones de años atrásy que desde ésta había emigrado hacia los otroscontinentes. Según sus escritos, las escorias ytierras cocidas aparecían asociadas con restosde cerámica y otros elementos culturales, lo cualevidenciaba su origen por parte del hombre.Otros investigadores plantearon interpretacio-nes alternativas. Entre éstas sobresalieron aque-llas que las consideraban de origen volcánico o

Fotografía 4. Proximidades de la bajada de Barranca de losLobos; los niveles horizontales que se destacan por su colo-ración más oscura, en contraste con el castaño del acantila-do, corresponden a antiguos niveles de suelos (paleosuelos).

Fotografía 5. Acumulaciones de carbonato de calcio (tosca)en forma de venas, tabiques y concreciones, en las cercanías

de la playa Santa Isabel.

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bien producto de alguna fuente de calor naturalintenso que, procedente del interior de la tie-rra, había fundido los sedimentos. Más tarde sepropuso también que podían ser el resultado decambios químicos ocurridos en los sedimentosuna vez que estuvieron depositados.

En los últimos años el tema fue reavivado apartir de nuevos estudios y análisis de detalle queexaminaron la composición química y la microes-tructura de estos extraños materiales. Así, basa-dos en criterios múltiples, se ha propuesto quelas escorias y tierras cocidas fueron el productode un episodio de impacto ocasionado por un as-teroide que colisionó en la región hace unos 3,3millones de años atrás (de acuerdo a la dataciónefectuada al material vítreo). Sorprendente-mente, dicha edad coincide con otros eventosclimático-ambientales muy significativos, talescomo cambios de polaridad magnética, extincio-nes de especies (algunos tipos de gliptodóntidosy aves cariámidas entre otros), así como cambiosen la composición isotópica del oxígeno en sedi-mentos marinos del Atlántico Sur (Schultz y otros,1998). Si bien hasta que se obtengan más eviden-cias no es posible establecer con certeza una re-lación de causa-efecto, continua el planteo deuna notable coincidencia.

La variación de los ambientes, unapelícula en vertical

Al considerar las características de los de-pósitos que conforman los acantilados, tanto ensentido lateral como vertical, es posible inferirque a través del tiempo y a medida que los sedi-mentos se fueron acumulando, han ocurrido unaserie de cambios en relación a los ambientes enque éstos se fueron depositando. Es así que lossedimentos más antiguos, depositados entre los5 y 3,3 millones de años, lo hicieron en ambien-tes húmedos o, al menos, con suficiente canti-dad de agua disponible para permitir el lavadode sales. Sobre estos depósitos y a partir de los3,3 millones de años se instauró una red fluvialque, en el tramo ubicado entre Los Acantiladosy la punta Lobería, estaba conformada por va-lles estrechos y profundos, mientras que, entrelas puntas Lobería y Vorohué, está representadopor un valle extenso y pando de unos 15 kilóme-tros de ancho. La parte más profunda de estevalle se habría ubicado en la zona de la desem-bocadura del arroyo Chapadmalal. A su vez, lascaracterísticas de los depósitos que rellenan es-tas formas fluviales reflejan climas más secosque los precedentes, aunque ocasionalmente con

intervalos de mayor disponibilidad de agua. Haytambién indicios de lapsos de pronunciada ari-dez, como lo atestiguarían los depósitos areno-sos muy finos mencionados anteriormente. Enalgún momento durante los últimos 100.000 añosse labraron los valles de los arroyos que actual-mente surcan la comarca, cuyos rellenos culmi-naron con una extensa cubierta de sedimentosarenosos eólicos depositados hace 10.000 años,durante el tramo final de la última glaciación.

EL REGISTRO FÓSIL

Una parte sustancial de los esfuerzos y tra-bajos realizados en los acantilados estuvieronorientados al estudio de los restos fósiles, ya queconstituyen una de las localidades fosilíferas másricas del territorio argentino, al punto que de-bería convertirse en patrimonio paleontológicode la Nación. Los numerosos hallazgos realiza-dos desde fines del siglo XIX integran las colec-ciones paleontológicas de diversos museos deciencias, tales como el Museo Argentino de Cien-cias Naturales Bernardino Rivadavia de la ciu-dad de Buenos Aires, el Museo de La Plata y elMuseo Municipal de Ciencias Naturales LorenzoScaglia, de la localidad de Mar del Plata. Esteúltimo museo surgió como resultado de las acti-vidades de un coleccionista pionero de la ciu-dad, Don Lorenzo Scaglia, cuya tarea fue conti-nuada por su hijo, Galileo Scaglia, y posterior-mente por su nieto, Orlando Scaglia, durantegran parte del siglo XX.

Desde fines del siglo XIX varios investigado-res estudiaron los fósiles de vertebrados de losacantilados de Chapadmalal, entre ellos Floren-tino Ameghino, Cayetano Rovereto, Carlos Ame-ghino, Lorenzo Parodi, Alfredo Castellanos, Lo-renzo J. Parodi, Carlos Rusconi y Lucas Kraglie-vich. Con Jorge L. Kraglievich y Osvaldo A. Reigcomenzó una etapa en la que participaron y aúnparticipan investigadores de distintas institucio-nes de nuestro país y del exterior, en la cual seformaron extensas colecciones (Alberdi y otros,1995).

George Gaylord Simpson es el paleontólogo,después de los hermanos Ameghino, que máscontribuyó al conocimiento e interpretación dela evolución de la vida en América del Sur, desdelos comienzos del período Terciario hasta la ac-tualidad. Nació en Chicago en 1902 y en 1923obtuvo su «Master» en Ciencias en la Universi-dad de Yale. A los 25 años fue nombrado CuradorAsistente de Paleontología de Vertebrados del

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American Museum of Natural History de NuevaYork. Su entusiasmo por los estudios realizadospor Carlos y Florentino Ameghino lo llevó a lide-rar, en los lapsos 1930-1931 y 1933-1934, expe-diciones a la meseta patagónica de Chubut, paraestudiar los mamíferos del Terciario, los que die-ron lugar a una larga serie de importantes tra-bajos. Recorrió también, entre otros, los yaci-mientos fosilíferos de la zona de Chapadmalal,siendo Galileo Scaglia su anfitrión. Fue una per-sonalidad multifacética que produjo fundamen-tales contribuciones sobre evolución biológica,biogeografía histórica y sobre interpretaciones

del significado de la vida y un prolífico autor,con más de 800 obras publicadas. Fue nombradomiembro de las más destacadas instituciones desu país y del extranjero, y el Museo de La Platalo cuenta entre sus Miembros Académicos Hono-rarios. Falleció en Tucson, Arizona, en 1984.

Los fósiles de mamíferos hallados en losacantilados son un notable testimonio de la grandiversidad alcanzada por este grupo hacia el Plio-ceno y han brindado información muy valiosapara el conocimiento de su evolución durante elCenozoico tardío en Sudamérica (Figura 2). Enestos afloramientos se encuentra documentada

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Los acantilados de Chapadmalal

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la culminación de la evolución de los mamífe-ros «autóctonos», es decir, aquellos que se de-sarrollaron exclusivamente en América del Surcuando ésta se hallaba aún aislada del resto deAmérica. A su vez, en los yacimientos están re-gistrados los cambios de faunas producidos porel evento conocido como el Gran IntercambioFaunístico Americano, entre América del Sur yAmérica del Norte.

Los restos hallados en distintos niveles delas extensas barrancas de la zona, permitieronidentificar diversas asociaciones faunísticas, lasque fueron utilizadas por Kraglievich (1952) paradistinguir unidades denominadas «Formaciones».

Aunque según las normas de nomenclaturavigentes, el término «formación» debe limitarsea unidades definidas sobre las características delas rocas (y no sobre su contenido faunístico),aún se utiliza el esquema de Kraglievich, en elcual, de la más antigua a la más moderna, sereconocen las siguientes formaciones: Chapad-malal, Barranca de los Lobos, Vorohué, San An-drés, Miramar, Arroyo Seco, Santa Isabel yLobería.

Posteriormente, las asociaciones faunísticascaracterísticas de estas formaciones fueron labase para el reconocimiento de unidades deno-minadas bioestratigráficas, es decir, unidadesdefinidas sobre la base de la fauna hallada encada nivel (Cione y Tonni, 2005).

La fauna más antigua, cuya edad aproxima-da puede estimarse en 5 a 3,2 millones de años,procede de la Formación Chapadmalal. Esta aso-ciación está representada por una gran diversi-dad de grupos autóctonos extintos, entre los quese cuentan marsupiales -como el «tigre dientede sable marsupial» (Figura 3) y las comadrejas-también armadillos (entre ellos los primeros re-gistros de los géneros vivientes de peludos y

EL GRAN INTERCAMBIOEste hecho consistió en el pasaje recí-proco de numerosos grupos de animalesterrestres y dulceacuícolas entre Amé-rica del Norte y América del Sur, a tra-vés del corredor del istmo de Panamá.A los mamíferos que ingresaron a Amé-rica del Sur por esta vía se los conocecomo «inmigrantes holárticos». Si bienlos primeros inmigrantes están registra-dos en sedimentos más antiguos, elcambio en la proporción de fauna esnotorio recién en los afloramientos deChapadmalal. Esto se debe a que laconexión plena entre ambas Américas,a través del istmo de Panamá, se pro-dujo entre los 3,6 y 2,7 millones deaños, a causa de un marcado descensodel nivel del mar relacionado con unperíodo de enfriamiento a nivel global.

Figura 2. Principales eventos faunísticos registrados en losdepósitos de los acantilados de Mar del Plata-Miramar.

Figura 3. Cráneo de Achlysictis: marsupial del tamaño de unoso que cumplía un rol equivalente al del tigre diente de

sable del Pleistoceno.

MAMÍFEROS MARSUPIALESLos mamíferos primitivos se ramifica-ron en tres linajes principales: Losmonotremas (como el actual orni-torrinco) son ovíparos pero nutren conleche a la progenie luego del nacimien-to. Los marsupiales (como los actualescanguros) son vivíparos, pero sus críasnacen diminutas y completan su desa-rrollo en una bolsa (marsupia). Losplacentarios (la mayoría de los mamífe-ros actuales) son llamados así por suconexión nutritiva (la placenta) entreel útero y el embrión. Se desarrollantotalmente en el útero de la madre.

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quirquinchos), gliptodontes (Figura 4), perezo-sos terrestres gigantes o milodontes (Figura 5),roedores (tuco-tucos, vizcachas, carpinchos) ylos denominados ungulados «nativos» (entre ellosmacrauquenias y toxodontes).

Los grupos inmigrantes de América del Nor-te, en cambio, se encuentran escasamente re-presentados en esta formación y comprendenroedores cricétidos (lauchas y ratones), carní-voros prociónidos (ositos lavadores) y pecaríes.Entre las aves se destacan las corredoras (Figura6) y los cóndores, con representantes de granporte (Alberdi y otros, 1995).

En el tope de la Formación Chapadmalal,hacia los 3,3 millones de años, se detecta uncambio muy importante en la fauna: se extin-gue el 37% de los géneros y el 53% de las espe-cies de mamíferos (Vizcaíno y otros, 2004). Es-tas cifras resultan más altas que las correspon-dientes a la conocida extinción de finales delMesozoico y en la que desaparecieron grandesgrupos como los dinosaurios. Si bien la extinciónen el área de Chapadmalal ha sido tradicional-mente relacionada con cambios climáticos, lainfluencia de impactos de meteoritos registra-dos en este nivel no puede ser descartada(Schultz y otros, 1998). Como consecuencia deesta gran extinción, la unidad suprayacente,Formación Barranca de los Lobos, no presentaun gran número de mamíferos autóctonos, perosí es interesante destacar que se produce el pri-mer registro de guanacos, entre los inmigrantesholárticos.

En niveles más altos de la barranca, en laFormación Vorohué, se registran importantesrepresentantes del Gran Intercambio FaunísticoAmericano, como las familias de los cánidos (zo-rros) y mustélidos (hurones), entre los carnívo-ros, y los équidos (caballos).

Posteriormente, en los depósitos de la For-mación San Andrés, se registra otro drástico cam-bio en la fauna. Se produce el ingreso de mamí-

feros autóctonos, adaptados a condiciones ári-das, desde otras regiones de nuestro país. Porejemplo, se registra una fauna de roedores indi-cativa de ambientes áridos: ratas chinchilla, lie-bres de las salinas y tucos, lo que sugiere unperíodo seco, probablemente contemporáneocon el deterioro climático global detectado ha-cia los 2,5 millones de años (Verzi y Quintana,2005). Por otra parte, comienza el auge de losperezosos terrestres gigantes, como el mega-terio.

La superpuesta Formación Miramar, cuyamejor exposición se encuentra en los acantila-dos del norte de Mar del Plata, se habría forma-do entre los 2.400.000 y los 780.000 años. Enella se destaca una fauna conocida como «Fau-na Ensenadense», dentro de la cual se registrala llegada de otras familias procedentes de Amé-rica del Norte, como las de los ciervos, osos,tapires, tigres diente de sable placentarios ymastodontes. Los armadillos, gliptodontes y pe-rezosos terrestres son muy abundantes y pre-sentan gran diversidad. Particularmente, los

Figura 6. Procariama: ave corredora con muy escasa capaci-dad de vuelo. La forma de su pico (grueso y robusto) es

reflejo de sus hábitos carnívoros.

Figura 4. Paraglyptodon: gliptodonte de gran tamaño corpo-ral y cercano a los 800 kilogramos de peso. Su cuerpo estaba

cubierto por una coraza rígida y su cola reforzada por unestuche óseo.

Figura 5. Glossotheridium: perezoso terrestre gigante queposeía fuertes garras en sus patas delanteras y con las cualescavaba en busca de alimento o desgarraba los vegetales de

los cuales se alimentaba.

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Los acantilados de Chapadmalal

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gliptodontes y perezosos alcanzaron formas gi-gantescas, de entre una y cinco toneladas depeso. Los roedores cricétidos sufrieron un cam-bio notable, ya que en ese momento se estable-cen los géneros y especies que viven en la ac-tualidad.

Las últimas tres unidades, Arroyo Seco, San-ta Isabel y Lobería, están representadas de mane-ra discontinua en el tope de la barranca. Por lafauna hallada, se asignan al Pleistoceno Medio-Tardío (Edades Bonaerense y Lujanense).

¿Hogar dulce hogar?

Además de los restos fósiles propiamentedichos, en la totalidad de los depósitos que in-tegran el acantilado es muy característico elhallazgo de huellas dejadas por la actividad dela fauna del pasado. Estas marcas, denominadasbioturbaciones, son atribuibles tanto a organis-mos muy pequeños (como invertebrados que vi-ven en el suelo), como así también a grandesmamíferos.

Entre las marcas dejadas por organismos depequeño porte se ha descrito un termitero fósil(Genise, 1998), siendo también muy frecuentesotras en forma de tubos minúsculos. Sin duda,las de mayor espectacularidad son aquellas mar-cas efectuadas por vertebrados. Éstas muestranuna notable diversidad, pero las más abundan-tes y frecuentes son las cuevas atribuidas al roe-dor Actenomys, un género plioceno antecesorde los tuco-tucos actuales (Fotografía 6).

Los diámetros de estás cuevas oscilan en-tre los 10 y 15 centímetros y se observan tam-bién numerosas galerías, algunas de hasta 2metros de longitud. Los sectores del acantila-do que presentan una mayor frecuencia deestas estructuras se sitúan en el tramo desdela playa San Carlos hasta el arroyo Lobería. Tam-bién existen otras cuevas, de tamaño algo ma-yor, que se relacionarían con las vizcachas(Lagostomus) y armadillos pliocenos.

Más espectaculares aún, son unas cuevas quevarían desde 0,80 hasta 1,50 metros de diámetroy que, en corte perpendicular, exhiben una sec-ción bastante circular (Zárate y otros, 1998) (Fo-tografía 7). Estudios biomecánicos y morfo-funcionales realizados sobre perezosos terrestres(Scelidotherium y Glossotherium) permitieroninferir que sus miembros estaban muy bien adap-tados para excavar. Esta evidencia, sumada a lasdimensiones de las cuevas -que se aproximan aldiámetro corporal estimado de estos mamíferos-ha permitido atribuir su construcción a estos pe-rezosos gigantes (Vizcaíno y otros, 2001). Más aún,en algunas de ellas se observaron huellas, en eltecho y paredes de las galerías, que coincidencon la forma de las garras de los miembros ante-riores de estos mamíferos. El motivo por el cualestos grandes organismos cavaban cuevas es aúnincierto, sin embargo se especula que podría ha-ber sido para defenderse de depredadores, parahibernar o como madrigueras para reproducción.Quizás futuros estudios permitan formular inter-pretaciones más ajustadas.

Fotografía 6. Cuevas y galerías de roedores pliocenos (algunas de ellas señaladas por una «A») hacia el sur de la puntaMartínez de Hoz.

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TRABAJOS CITADOS

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Ameghino, F., 1908. Las formaciones sedimen-tarias de la región litoral de Mar del Plata yChapadmalal. Anales Museo Nacional de Bue-nos Aires (3), 10:343-428.

Cione, A.L. y Tonni, E.P., 2005. Bioestratigrafíabasada en mamíferos del Cenozoico Superior

de la Provincia de Buenos Aires, Argentina.En: de Barrio, R.E., Etcheverry, R.O., Caballé,M.F. y Llambías, E. (eds.): Geología y Recur-sos Minerales de la Provincia de Buenos Ai-res. 16º Congreso Geológico Argentino, Capí-tulo XI: 183-200.

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Kraglievich, L., 1952. El perfil geológico deChapadmalal y Miramar, provincia de BuenosAires. Resumen preliminar. Revista Museo de

Fotografía 7. Cuevas atribuibles a milodóntidos hacia el noreste de la playa Santa Isabel. El relleno sedimentario ha sidoparcialmente eliminado por acción de la erosión marina; las acumulaciones blanquecinas en forma de venas y tabiques corres-

ponden a carbonato de calcio (tosca).

UBICÁNDOSE EN EL TIEMPO

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Ciencias Naturales y Tradicional de Mar delPlata 1 (1): 8-37.

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