8/11/2019 Emir Rodriguez
1/18
8/11/2019 Emir Rodriguez
2/18
4 8 E M I R R O D R G U E Z - M O N E G A L
bre todo contribuyen a fomentar la profesionalizacin del escritor la-
tinoamericano.
Ese ao de 1940 habr de marcar el comienzo de un desarrollo que
en un par de dcadas transforma radicalmente la cultura latinoameri-
cana en cada uno de los pases del vasto continen te. Poco a poco se va
formando un pblico lector que si bien al comienzo es slo una lit
con el correr de los aos engendra su propia sucesin. Puede hablarse
por eso mismo de una segunda y hasta una tercera generacin de lec-
tores. Los de la primera generacin estn ms atentos a la obra extran-
jera que a la nacional prolongan viejas servidumbres que no son slo
espaolas sino tam bin y a veces prin cipalm ente francesas. Pero ya la
segunda generacin de lectores empieza a indagar por lo nacional. La
tercera la de hoy ya no tiene casi tiempo o paciencia para lo que n o
sea latinoamericano.
Pero no nos apresuremos. Si el aporte de los emigrados espaoles
un ido el cierre de las fuentes europeas modifica profundamente la si-
tuacin cul tural esa modificacin no sera posible sin la explosin de-
mogrfica que en un par de dcadas aumenta notablemente la pobla-
cin de las capitales por afluencia de gente de todas partes del pas y
que engrosa tambin relativamente el nmero de quienes ahora acce-
den a la educacin secundaria. Esa segunda generacin de lectores y an
ms la tercera son producto de esa explosin y la representan en su ni-
vel ms exigente.
Al mismo tiempo un crecimiento de la conciencia nacional que
haba tenido sus manifestaciones ms notables en Mxico despus de la
revolucin para poner un ejemplo conocido estimula la obra de en-
sayistas que se vuelcan cada vez con ms ahnco en una doble indaga-
cin: del ser de cada pas y del ser latinoamericano . Esta indagacin
poco a poco emerge del purgatorio de las buenas intenciones interna-
cionales para convertirse en materia viva polmica desgarrada. La
segunda generacin de lectores se apodera de ese ensayismo de indaga-
cin nacional en busca de una identidad que las grandes potencias co-
loniales le haban negado o que slo haban aceptado si asuma los for-
mas y las modas impuestas por la metrpoli. Para la tercera generacin
de lectores ya la bsqueda de la identidad no es un problema sino una
necesidad y una costumbre.
Tod o esto el aporte de la dispora espaola la incomunicacin
con Europa y en menor medida con unos Estados Unidos concentrados
en el esfuerzo blico la explosin demogrfica y el crecimiento deliran-
te de las grandes ciudades la creacin de editoriales y de dos y hasta
res generaciones de lectores todo esto es agua para el molino de la
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
3/18
8/11/2019 Emir Rodriguez
4/18
5 0 E M I R R O D R G U E Z - M O N E G A L
Amrica Latina . El resultado es la nueva novela y su lenguaje de fuego
que hoy corre de extremo a extremo de nuestro mundo hispnico.
Un lenguaje y cuatro promociones
Como la idea de un lenguaje de la nueva novela me parece de pri-
mera im portanc ia, voy a insistir un poco ms en este aspecto. Cuando
hablo de un lenguaje no me refiero exclusivamente al uso de ciertas
formas del lenguaje. En literatura, lenguaje no es sinnimo de sistema
general de la lengua, sino (ms bien) sinnimo de habla de un deter-
minado escritor o de un determinado gnero. El lenguaje de la novela
latinoamericano est hecho sobre todo de una visin muy honda de la
realidad circundante, visin que debe aportes fundamentales a la obra
de los ensayistas y de los poetas. Cmo no reconocer la huella ardiente
de Ezequiel Martnez Estrada en toda esa generacin parricida que aso-
ma en la Argentina hacia 1950 y tantos? Cmo no advertr el estilo y
hasta las palabras de Octavio Paz en tantos pasajes clave de las novelas
de Carlos Fuentes? Cmo no reconocer a Neruda y a Borges en las no-
velas de quienes han empezado a leer con las
Residencias
o a descifrar
la realidad con Ficciones En ese aprovechamiento de la obra de ensa-
yistas y poetas para la creacin de un lenguaje narrativo, la novela
latinoamericana ha demostrado su madurez. Porque si bien la retrica
quiere que los gneros se mantengan puros e incontaminados, la crea-
cin misma no tiene esos escrpulos y toma su bien donde lo halla.
Gracias a ese fondo comn que es la obra de los grandes escritores la-
tinoamericanos, la nueva novela se convierte no slo en el instrumento
potico ms completo para la exploracin de la realidad, sino en el
medio ms rico para trasmitir esa otra realidad paralela: la del lenguaje.
Y ahora se puede mirar un poco, panormicamente, la fbrica de esta
nueva novela latinoamericana.
Lo que primero llama la atencin es la coexistencia en un mismo
espacio literario de por lo menos cuatro generaciones de narradores:
cuatro generaciones que sera fcil separar y aislar en compartimentos
estancos, pero que en el proceso real de la creacin literaria aparecen
repartindose un mismo mundo, disputndose fragmentos suculentos de
la misma realidad, explorando avenidas inditas del lenguaje, o trasva-
sndose experiencias, tcnicas, secretos del oficio, misterios.
No es difcil agrupar esas cuatro promociones por el mtodo gene-
racional que ha tenido en lengua castellana expositores tan ilustres
como Ortega y Gasset y su discpulo Julin Maras. Pero aqu me inte-
resa subrayar menos la categora retrica de generacin que la reali-
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
5/18
8/11/2019 Emir Rodriguez
6/18
5 2 E M I R R O D R G U E Z - M O N E G A L
arquetpica que converta algunas de sus novelas, y sobre todo
La vor-
gine Doa Brbara Don Segundo Sombra ms en romances que en
novelas; es decir: en libros cuyo realismo est de tal modo deformado
por la concepcin mitolgica que escapan a la categora de testimonio
o documento que queran tener.
Es precisamente contra estos maestros que se levantarn las genera-
ciones que empiezan a publicar sus narraciones ms importantes a par-
tir de I940. Una primera promocin estara representada, entre otros,
por escritores como Miguel ngel Asturias, Jorge Luis Borges, Alejo
Carpentier, Agustn Yez y Leopoldo M arechal. Ellos, y sus pares que
no puedo mencionar aqu para no caer en el catlogo, son los grandes
renovadores del gnero narrativo en este siglo. Conviene aclarar que
incluyo a Borges ahora, aunque no se me escapa que no ha escrito nin-
guna novela salvo una, policial, con Adolfo Bioy Casares y bajo la
doble garanta del seudnimo y de una edicin no venal de 300 ejem-
plares);
pero me parece imposible toda consideracin seria del gnero en
Amrica Latina sin un estudio de su obra de cuentista verdaderamente
revolucionario.
En los libros de estos
escritores se
efecta
una
operacin crtica de
la mayor importancia. Volcando su mirada sobre esa literatura mtica
y de apasionado testimonio que constituye lo mejor de la obra de Ga-
llegos, Rivera y compaa, tanto Borges como Marechal, como Carpen-
tier, Asturias y Yez, intentan sealar lo que esa realidad novelesca
tena de retrica absoleta. Al mismo tiempo que la critican, y hasta la
niegan en muchos casos, buscan otras salidas. No es casual que la obra
de ellos est fuertemente influida por las corrientes de vanguardia que
en Europa perm itieron liquidar la herencia del naturalism o. Si en los
aos d su formacin, Borges pasa en Ginebra por la experiencia del
expresionismo alemn y por la lectura de Joyce y de Kafka, para desem-
bocar en Espaa en el ultrasmo y en la lectura de Ramn Gmez de la
Serna ese gran escritor olvidado), tan to Carpentie r, como Yez, Astu-
rias y Marechal recorren a distintos niveles pero con igual apetencia
el deslumbrante superrealismo francs.
La narracin latinoamericana sale de manos de estos fundadores
hondamente transformada en sus apariencias, pero tambin en sus esen-
cias.
Porque ellos son, sobre todo, renovadores de una visin de Am-
rica y de un concepto del lenguaje americano. Esto que no se suele ad-
vertir en la obra de Borges al que todava se le cuelga el sanbenito
de cosmopolita sin reconocer que slo alguien nacido en una tierra de
inmigrantes y educado en las varias lenguas vigentes en Buenos Aires
puede darse el lujo de ser cosmopolita; pero pasemos); esto que se suele
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
7/18
LA NUEVA NOVELA LATINOAMERICANA 5 3
negar en la obra de Borges, tan importante para definir una cosmovi-
sin del porteismo, resulta, es claro, evidente si se considera la obra de
Asturias, toda ella empapada del lenguaje y de la imaginera del pue-
blo maya, a la vez que ardiente de rebelin antimperialista; resulta
tambin clarsimo en el caso de Agustn Yez que ensea a Mxico a
ver sus propias caras y, sobre todo, sus seculares mscaras; y resulta
indiscutidsimo en el caso de Leopoldo Marechal, creador voluntario
de una novela argentina ; y resulta archiobvio en el caso de Alejo
Carpentier en quien el Caribe entero, y no slo Cuba, aparece meta-
morfoseado por la visin potica de su pasado, su presente y hasta su
tiempo sin tiempo.
Con los primeros libros de estos escritores se produce, lo quieran
ellos o no, una ruptura tan profunda y completa con la tradicin lin-
gstica y con la visin de Rivera y de Gallegos, que a partir de esos
libros ya no se puede novelar ms como aqullos hacan en Amrica.
Es cierto que cuando salen a la calle esos nuevos libros, son pocos los
que los leen en toda su incandescencia. Pero los pocos de los aos cua-
renta son la gran minora de hoy. Baste decir que Borges publica la
Historia universal de la infamia en 1935; que El Seor Presidentees de
1946; que
Al filo del agua
la decisiva novela de Agustn Yez, es de
1947; que Leopoldo Marechal publica su ambicioso, su desmesurado,
Adn Buenosayresen 1948; que Alejo C arpen tier deslumhra con El
reino de este mundo en 1949.
Las obras que estos narradores publicarn ms tarde desde las Fic-
ciones de Borges, hasta El banquete de Severo Arcngel de Marechal,
pasando por
Hom bres de maz Las tierras flacas El siglo de las luces
podra ser, y seguramente son, ms maduras, ms importantes, pero aqu
no me interesa encarar el tema desde este ngulo sino apuntar lo que
significan como ruptura definitiva con una tradicin lingstica y con
una visin, estos libros que salen a rodar por las tierras de Amrica en
esos aos de transicin.
La forma narrativa como problema
La obra fecunda y renovadora de esta primera constelacin habr de
realizarse casi simultneamente con la de la generacin que la sigue y
que, para ilustrar con algunos ejemplos, podramos llamar la genera-
cin de Joo Guimares Rosa y iguel Otero Silva, Juan Carlos Onetti
y Ernesto Sbato, Jos Lezama Lima y Julio Cortzar, Jos Miguel Ar-
guedas y Juan Rulfo. Una vez ms podra indicarse que no son stos
los nicos pero que se mencionan slo ellos para ahorrarse el catlogo.
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
8/18
5 4 E M I R R O D R G U E Z M O N E G A L
Una
vez ms
habra
que
indicar
que si
estn unidos
por
algunas cosas,
la obra
de
cada
uno es
personal
e
intransferible hasta
un
grado mximo.
Pero
lo que me
interesa subrayar ahora
es lo que los une. En
primer
lugar, dira,
es la
huella dejada
en su
obra
por los
maestros
de la pro-
mocin anterio r. Para citar un solo ejemplo: Qu sera de Rajuela de
esa novela archiargentina
que es
Rajuela debajo
de su
ptina francesa,
sin Borges,
sin
Roberto Arlt,
sin
Marechal,
sin
Onetti? Aclaro
que Cor-
tzares elprimeroen reconocer esta filiacin mltiple,y aveceslohace
en
las
pginas
de la
novela misma cuando transcribe apuntes
de su
alter
ego narrativo,
el
ubicuo Morelli,
o en
ciertos homenajes discretos
que
constituyen episodios
de
raz indiscutidamente onettiana
o
marechaliana.
Otra cosa
que une a los
narradores
de
esta segunda promocin
es la
influencia visible
de
maestros extranjeros como Faulkner, Proust, Joyce
y hasta Jean-Paul Sartre.
En
esto
de las
influencias
hay
matices curio-
sos.
Citar
el
caso
de
Guimares Rosa
que ha
negado siempre
que le
interesase Fau lkner. Incluso lleg a decirme un da que lo poco que
haba ledo
de l, lo
haba predispuesto
en
contra,
que
Faulkner
le pa-
reca malsano
en su
actitud sexual,
que era
sdico,
etc., etc. Y sin em-
bargo,
en su
grande
y
nica novela,
la
huella
de
Faulkner,
de un
cierto
monlogo intenso,
la
visin
de un
mundo rural apasionado
y
mtico,
es
muy
visible.
La
explicacin
es sin
embargo fcil.
Ya no es
necesario
haber ledo directamente
a
Faulkner para estar sometido
a su
influen-
cia, para respirar
su
atmsfera, para heredar
sus
manas.
A
Guimares
Rosa
la
obra
de
Faulkner
le
pudo llegar,
muy
invisiblemente,
a
travs
de escritores como Sartre
que
Guimares Rosa haba practicado
y que
s haba
ido a la
escuela
del
maestro sureo.
Pero
no son las
influencias, reconocidas
y
admitidas casi siempre,
las
que definen mejor
a
este grupo, sino
una
concepcin
de la
novela
que,
por
ms
diferencias
que sea
posible marcar
en
cada
uno,
ofrece
por lo
menos
un
rasgo comn,
un
mnimo denominador compartido
por
todos.
Si
la
promocin anterior habra
de
innovar poco
en la
estructura
ex-
terna
de la
novela
y se
conformara
con
seguir casi siempre
los
moldes
ms tradicionales
(tal vez
slo Adn Buenosayres haya ambicionado,
con evidente exceso, crear
una
estructura espacial
ms
compleja),
las
obras
de
esta segunda promocin
se han
caracterizado sobre todo
por
atacar
la
forma novelesca como objeto
del
mayor desvelo narrativo.
As Guimares. Rosa
ha ido a
buscar
en los
interminables monlogos
pico-lricos
de los
narradores orales
del
interior
del
Brasil,
el
molde
para
su
fabuloso Grande Sertdo: Veredas.
En
tanto
que
Onetti
ha
crea-
do,en una
serie
de
novelas
que
podran recogerse
con el
ttulo general
de
La
Saga
de
Santa Mara ,
un
universo roplatense onrico
y
real
a
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
9/18
LA NUEVA NOVELA LATINOAMERICANA 5 5
la vez, de una trama y una textura muy personales, a pesar de las re-
conocidas deudas con Faulkner. En algunas novelas de esa Saga , sobre
todo en El astilleroy Juntacadveres Onetti ha llevado la construccin
narrativa hasta los ms sutiles refinamientos, interpolando en la reali-
dad del Ro de la Plata un facsmil literario de aterradora irona. Un
parentesco de esencia (no de accidente) tiene este mundo narrativo con
el del venezolano Miguel Otero Silva en
Casas muertas o
con el del
argentino Sbato en Sobre hroes y tumbas. En cuanto a Juan Rulfo,
su
Pedro Pramo
es el paradigma de la nueva novela latinoam ericana:
una obra que aprovecha la gran tradicin mexicana de la tierra pero
que la metamorfosea, la destruye y la recrea por medio de una hond-
sima asimilacin de las tcnicas de Faulkner. Onrica tam bin como
la obra de Onetti, oscilando peligrosamente entre el realismo ms es-
cueto y la desenfrenada pesadilla, esta por ahora nica novela de Rulfo,
marca una fecha capital. Menos innovador exteriormente en Jos Mi-
guel Arguedas, pero su visin del indio, hecha desde la propia lengua
quechua, liquida definitivamente el bienintencionado folklorismo de
los intelectuales, peruanos o no, que slo hablan espaol.
De un orden a n' ms revolucionario, porque ataca no slo las es-
tructuras de la narracin sino las del lenguaje mismo, son las dos no-
velas centrales de Julio Cortzar y Jos Lezama Lima. Aqu se llega, en
ms de un sentido, a la culminacin del proceso iniciado por Borges y
Asturias, y al mismo tiempo se abre una perspectiva totalmente nueva:
una perspectiva que permite situar con lucidez y precisin la obra de
los ms recientes narradores. En Paradiso Lezama Lima logra mgica-
mente lo que se haba propuesto racionalmente Marechal con su novela:
crear una
summa
un libro cuya forma misma est dictada por la natu-
raleza de la visin potica que lo inspira; completar un relato en apa-
riencia costumbrista que es al mismo tiempo un tratado sobre el cielo
de la infancia y el infierno de las perversiones sexuales; trazar la crni-
ca de la educacin sentimental y potica de un joven habanero de hace
treinta aos que se convierte, por obra y gracia de la dislocacin meta-
frica del lenguaje, en un espejo del universo visible y sobre todo del
invisible. La hazaa de Lezama Lima es de las que no tienen par. Ah
est ese monumento que slo ahora, con mucha pausa y ninguna prisa,
es posible empezar a leer en su totalidad.
Ms aparentemente fcil es Rajuela de Cortzar, obra que se bene-
ficia no slo de una rica tradicin roplatense (como ya se ha indicado)
sino de ese caldo monstruoso de cultivo que es la literatura francesa y
en particular el superrealismo. Pero si Cortzar parte con todas esas ven-
tajas en tanto que Lezama en su isla de hace treinta aos estaba como
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
10/18
5 6 E M I R R O D R G U E Z - M O N E G A L
perdido en una vasta biblioteca de libros desparejos y semicarcomidos
por la polilla; si Cortzar parece haber escrito Rajuela desde el centro
del mundo intelectual, en tanto que Lezama Lima empez a escribir su
Paradisoen lo que era una de las periferias ms perifricas de Amrica
Latina, la verdad es que Cortzar arranca de esa apoteosis de la cultura
para negarla y que su libro quiere ser, sobre todo, una resta no una
summa; una anti-novela, no una novela; y ataca lo novelstico, aunque
preserva aqu y all, lo novelesco. La forma narrativa es puesta en
cuestin por el libro mismo que empieza por indicarle al lector cmo es
posible leerlo; que sigue proponiendo una clasificacin de lectores en
lector-hembra y lector-cmplice; y que termina encerrando al lector
en una lectura circular e infinita: el captulo 58 remite al 131 que remite
al 58 que rem ite al 131 y as hasta el fin de los tiempos. Aqu, la forma
misma del libro. un laberinto sin centro, una trampa que se cierra
cclicamente sobre el lector, una serpiente que se muerde la cola no
es sino un recurso ms para enfatizar el tema profundo y secreto de esta
exploracin de un puen te entre dos experiencias Pars, Buenos Aires),
un puente entre dos existencias Oliveira, Traveler), un puente entre
dos musas la Maga, Tali ta) . Obra que se desdobla para cuestionarse
mejor, es una obra sobre el desdoblamiento del ser argentino y, ms
profunda y vertiginosamente an, sobre el doble que acecha en otras
dimensiones de nuestras vidas. La forma del libro se confunde con lo
que antes se llamaba su contenido.
Las grandes mquinas de novelar
Lo que esta promocin transmite a la siguiente e inmediata es, sobre
todo,
una conciencia de la estructura novelesca externa y una sensibili-
dad agudizada para el lenguaje como materia prima de lo narrativo.
Pero el desarrollo de ambas es casi simultneo y hasta paralelo. La
relativa demora con que publican Guimares Rosa, Lezama Lima y Ju-
lio Cortzar sus obras maestras, hace que estas novelas sean incluso pos-
teriores a muchas de las ms importantes de la promocin que ahora
estudio. Aqu las generaciones se solapan, y la influencia es ms de
coexistencia y trasvasamiento directo que de herencia. Bastar decir,
creo,
que integran esta tercera promocin narrativa escritores como Car-
los Martnez Moreno, Clarice Lispector, Jos Donoso, David Vias,
Carlos Fuentes, Gabriel Garca Mrquez, Salvador Garmendia, Guiller-
mo Cabrera Infante y Mario Vargas Llosa para reconocer precisamen-
te en ellos esa doble atencin a las estructuras externas y al papel crea-
dor y hasta revolucionario del lenguaje. No todos son novelistas visi-
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
11/18
LA NUEVA NOVELA LATINOAMERICANA 5 7
blemente innovadores, aunque algunos lo son hasta los lmites mismos
de la experimentacin. Un Donoso, por ejemplo, se ha limitado a se-
guir los causes de la narracin tradicional, pero ha concentrado su in-
vencin en explorar una realidad subterrnea: la que est debajo de las
capas de estuco de la novela costumbrista chilena. Lo mismo podra
decirse de Carlos Martnez Moreno en el Uruguay, de Salvador Gar-
mendia en Venezuela y de David Vias en la Argentina: la exploracin
de la realidad los lleva hasta el expresionismo e incluso a la gran cari-
catura.
Pero la gran mayora de los narradores de esta tercera promocin
son eficaces fabricantes de mquinas de novelar. Mientras Clarice Lis-
pector en
A maga no oscuro
y
A paixo segundo G H
encuentra en el
Nouveau Romn un estmulo para describir esos mundos ridos, tensos,
metafsicamente pesadillescos y sin salida que son los de sus acosados
personajes, Carlos Fuentes utiliza toda la experimentacin de la novela
contempornea para componer obras complejas y duras que son a la vez
denuncias de una realidad que le duele salvajemente y alegoras expre-
sionistas de un pas suyo, un Mxico mitopotico de mscaras super-
puestas, que tiene que ver muy poco con la superficie del Mxico actual.
Mario Vargas Llosa aprovecha por su parte las nuevas tcnicas discon-
tinuidad cronolgica, monlogos interiores, pluralidad de los puntos de
vista y de los hablantes) para orquestar magistralmente unas visiones
a la vez muy modernos y tradicionales de su Per natal. Inspirado si-
multnea y armoniosamente en Faulkner y en la novela de gran aliento
pico para el que los sucesos y los personajes siguen importando terri-
blem ente. Su renovacin es, en definitiva, una nueva forma del realis-
mo: un realismo que abandona el maniquesmo de la novela de protesta
y que sabe que el tiempo tiene ms de una dimensin, pero que no se
decide nunca a levantar los pies de la slida, atormentada tierra.
No son estos grandes novelistas jvenes, ya reconocidos como maes-
tros por la crtica de esta dcada, los que han aprovechado los aspectos
ms fermntales de la obra de las dos promociones anteriores, sino auto-
res como Garca Mrquez y Cabrera Infante, que se han manifestado
ms tardamente pero ya han producido obras de singular importancia.
Tanto en
Cien aos de soledad
como
Tres tristes tigres
es posible re-
conocer, sin duda alguna, el parentesco con el mundo lingstico de
Borges o de Carpentier, con las visiones fantsticas de Rulfo o de Cor-
tzar, como el estilo internacional de Fuentes o de Vargas Llosa. Aunque
no es ese parecido al fin y al cabo superficial) lo que verdaderamente
cuenta en ellas.
Ambas novelas se apoyan en. una visin estrictamente lcida del ca-
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
12/18
5 8 E M I R R O D R G U E Z - M O N E G A L
rcter ficticio de toda narrac in. Son ante todo formidables construccio-
nes verbales y lo proclaman de una manera sutil, implcita, como es el
caso de
Cien aos de soledad
en que el tradicional realismo de la no-
vela de la tierra aparece contaminado de fbula y de mito, servido en
el tono ms brillan te posible, impregnado de humor y fantasa. Pero
tambin lo proclaman de manera militantemente pedaggica como en
Tres tristes tigres que, a la zaga de Rajuela y tal vez incluso con ms
constante invencin novelesca, instala en su centro mismo la negacin
de su verdad , crea y destruye, term ina por demoler la fbrica tan
cuidadosamente levantada de su ficcin.
Si Garca Mrquez parece adaptar las enseanzas recogidas en Foulk-
ner y en la Virginia Woolf de
Orlando
(libro que tradujo Borges al
espaol), a la creacin de ese Macondo imaginario en que vive y muere
el coronel Aureliano Buenda, conviene advertir desde ya que no hay
que dejarse engaar por las apariencias. El ya ilustre narrador colom-
biano est haciendo algo ms que contar una fbula de infinito encan-
to,
humor inagotable, fantasa envolvente: est borrando con la prc-
tica ms insidiosamente suasoria la enojosa distincin entre realidad
y fantasa en el cuerpo mismo de la novela, para presentar e n una
sola frase y en un mismo nivel metafrico la verdad narra tiva de
lo que viven y lo que sueon sus entes de ficcin. Enraizado simult-
neamente en el mito y en la historia, traficando con episodios de las
Mil y una noches o de la.parte ms arcaica de la Biblia, Cien aos de
soledad
slo
alcanza
plena coherencia en esa realidad hondsima del
lenguaje. Lo que no advierten necesariamente la mayor par te de sus
lectores, seducidos por el embeleso de un estilo que no tiene igual en
su fantasa, en su rapidez, en su precisin.
La operacin que practica Cabrera Infante es ms escandalosamente
llamativa porque toda su novela tiene sentido slo si se la examina
como una estructura lingstica narrativa. A diferencia de
Cien aos
de soledad que est contada por un ubicuo y omnisapiente narrador,
Tres tristes tigres est contada por sus personajes mismos; o tal vez
habra que decir por sus hablantes, ya que se trata de un collage de
voces.
Discpulo evidente de Joyce, Cabrera Infante no lo es menos
de Lewis Carroll, otro gran manipulador del lenguaje, y de Mark Twain
que descubri (antes que tantos) un tono de voz hablado para el di-
logo de sus personajes. La estructura lingstica de
Tres tristes tigres
est hecha, desde el ttulo, de todos los significados posibles de una
palabra, y a veces de un fonema, de los ritmos de la frase, de los re-
trucanos verbales ms inauditos. Discpulo de aquellos maestros pero
sobre todo discpulo de su propio odo, Cabrera Infante ha aportado
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
13/18
LA NUEVA NOVELA LATINOAMERICANA 5 9
al cuerpo de su novela cosas que no vienen de la literatura sino del
cine o del jazz, integrando en los ritmos del habla cubana los de la
msica ms creadora de este tiempo o del arte cuya persuasin visual
nos ha colonizado a todos.
Cuando digo que en Garca Mrquez o en Cabrera Infante predo-
mina la concepcin de la novela como estructura lingstica, no olvido
(naturalmente) que tanto en Cien aos de soledadcomo en Tres tristes
tigres
los conten idos son de perd urab le importancia. Cmo no ad-
vertir que el proceso demente de la violencia en Colombia queda per-
fectamente trazado, en su superficie y en sus vertiginosas entraas, por
la mano mgica de Garca Mrquez? Cmo no reconocer en La Ha-
bana del crepsculo del batistato en que se agitan estos tristes tigres,
una sociedad que est en las ltimas, una vela a punto de apagarse
o ya apagada cuando Cabrera Infante la evoca en su libro? De acuerdo.
Es obvio. Pero lo que hace de
Cien aos de soledad
y
Tres tristes tigres
las creaciones singularsimas que son no es su testimonio que el lector
podr encontrar tambin en otros libros menos logrados y extralitera-
ros.
Lo que singulariza a estas dos obras es su devocin a la causa de
la novela como ficcin total.
El vehculo es el viaje
Con Garca Mrquez y Cabrera Infante, as como con el Fuentes que
habr de revelarse en su ltima complejsima novela, Cambio de piel
ya se entra en el dominio de la cuarta y por ahora novsima promocin
de narrad ores. No se puede hab lar con mucho detalle de ellos porque
casi todos han publicado slo una primera novela, aunque ya trabajan
en otra u otras. Pero me prevalezco del carcter de novedad que lleva
etimolgicamente implcita la palabra
novela
para adelantar algunos
nombres que me parecen de indiscutible imp ortancia. Sobre todo en
Mxico, en Cuba y en la Argentina, hay actualmente una cantidad de
narradores jvenes que acometen el acto de novelar con la mxima la-
titud posible y sin respetar ninguna ley o tradicin visible, salvo la
del experimento. Se llaman Gustavo Sainz, Fernando del Paso, Salvador
Elizondo, Jos Agustn, Jos Emilio Pacheco en Mxico; en Cuba, den-
tro y fuera de la isla pero en la Cuba unida por su literatura, son
Severo Sarduy, Jess Daz, Reinaldo Arenas, Eugenio Desnoes; en la
Argentina, son Nstor Snchez y Daniel Moyano, Juan Jos Hernndez
y Manuel Puig, Leopoldo Germn Garca, Rodolfo Walsh y Abelardo
Castillo. Es imposible hablar de todos, y ya esta num eracin se parece
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
14/18
6 0 E M I R R O D R G U E Z - M O N E G A L
sospechosamente a un catlogo. Prefiero correr el riesgo de equivocar-
me y elegir cuatro dentro de esa plyade.
Los ms visibles, o por lo menos los que ya han producido una no-
vela que los distingue y singulariza del todo, son Manuel Puig, Nstor
Snchez, Gustavo Sainz y Severo Sarduy. A los cuatro los une una
conciencia agravada de que la textura ms ntima de la narracin no
est ni en el tema (como fingan creer, o tal vez crean, los romnticos
narradores de la tierra) ni en la construccin externa, ni siquiera en
los mitos. Est, muy naturalm ente para ellos, en el lenguaje. O para
adaptar una frmula que ha sido popularizada por Marshall McLuhan:
El medio es el mensaje . La novela usa la palabra n o pa ra decir algo
en particular sobre el mundo extra-literario, sino para transformar la
realidad lingstica misma de la narracin. Esa transformacin es lo
que la novela dice , y no lo que suele discutirse in extenso cuando se
habla de una novela: trama, personajes, ancdota, mensaje, denuncia,
como si la novela fuera
la realidad
y no una creacin verbal paralela.
Esto no quiere decir, aclaro, que a travs de su lenguaje la novela
no aluda na tura lmente a realidades extra-literarias. Lo hace, y por eso
es tan popular. Pero su verdadero mensaje no est a ese nivel, que
puede ser sustituido por el discurso de un presidente o un dictador,
por las consignas de un comit poltico o del prroco ms cercano. Su
mensaje est en su lenguaje. De ah que en un libro como
La traicin
de Rita Hayworth
de Manuel Puig, lo importante no es la historia de
ese nio que vive en una ciudad argentina de provincias y va todas las
tardes al cine con su mam, ni tampoco es excesivamente importante la
estructura narrativa externa que se vale del monlogo interior de Joyce,
o de los dilogos sin sujeto explcito, a la manera de Ivy Compton-
Burnett, o de su discpula, Nathalie Sarraute. No. Lo que realmente
importa en el fascinante libro de Puig es ese
continuo
de lenguaje
hablado que es a la vez el vehculo de la narracin y la narracin mis-
ma. La enajenacin de los personajes por el cine, que indica el ttulo
y que se manifiesta en los menores detalles de su conducta slo ha-
blan de las pelculas que vieron, se proyectan imaginariamente dentro
de episodios cinematogrficos que recortan de viejos films, sus valores
y su misma habla derivan del cine, son los nuevos prisioneros de la
caverna platnica creada en todo el mundo de hoy por el cinemat-
grafo; esa enajenacin central no slo est contada por Puig con un
humor avasallador y un sentido finsimo de la parod ia. Ta mbin est
recreada en la experiencia personal del lector por el lenguaje enajenado
que emplean los personajes, un lenguaje que es casi facsmil de esos
folletines radiales, ahora televisivos, o de las fotonovelas. El lenguaje
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
15/18
LA NUEVA NOVELA LATINOAMERICANA 6 1
enajenado explcita la enajenacin de los personajes: el lenjuaje ena-
jenado es la enajenacin misma. El medio es el mensaje.
En Nosotros dosy en Siberia Blues, Nstor Snchez duplica, aunque
desde una dimensin ms cortaziana y a la francesa, el intento de Ca-
brera Infante de crear una estructura sobre todo sonora. Tambin l
est influido por la msica pop ula r (el tango en su caso) y por el cine
de vanguardia. Pero su textu ra na rrativa, su medio, es an ms com-
plejo y confuso que el de Cabrera Infante, en que una atroz lucidez
britnica gobierna finalmente todo delirio y en el que la ocultacin de
un segmento importante de la realidad (la pasin de dos personajes de
Tres tristes tigrespor Laura Daz) es sobre todo seal de pudor. Pero
en Snchez, la tensin y la ambicin desembocan a veces en el exceso.
Cuando acierta, logra crear una sola sustancia narrativa en que se mez-
clan presentes y pasados, todos y cada uno de los personajes, para sub-
rayar que la nica realidad central en ese mundo de ficcin, la nica
aceptada y asumida en todo su riesgo, es la del lenguaje: vidrio que a
veces no deja pasar nada y que otras se vuelve invisible y transparen-
tsimo. En sus novelas no slo est actuante el autor de Rajuela (por
quien Snchez tiene una devocin que llega hasta el mimetismo) sino
tambin est presente el mundo visual y rtmico, uniforme y serial a la
vez, de Alain ResnaisAlain Robbe-Grillet, en L anne dernire a Ma-
nenb d
Gustavo Sainz llega a a misma materia por medio de un aparato
casi tan trivial en el mundo de hoy como los molinos de viento en el de
Cervantes: el magnetfono. Su novela, Gazapo,finge haber sido regis-
trada en vivo por dicho apa rato. Ya no se trata de componer una no-
vela en la mquina de escribir, utilizando como claves secretas lo que
dijo Fu lano (aunque atribu ido a Mengano para despistar) o trasla-
dando, por una operacin en la que Proust se hizo experto, la cabeza
de A sobre los hombros de B. No, nada de esto: Sainz pretende usar
la grabadora para que todo quede en el mundo de la palabra hablada.
Sus propios personajes parecen estar registrando lo que les pasa (la
vida, ya se sabe, es un continuo y tedioso happening ). Pero ese regis-
tro bsico es a la vez utilizado para suscitar nuevas grabaciones, o para
contradecirlas, o es empleado dentro de una narracin que uno de los
personajes, tal vez el alter ego del autor, escribe. El registro de la rea-
lidad novelesca dentro del libro, as como el registro del libro mismo,
participan de idntica condicin verbal y sonora. To do es palabras, al
fin y al cabo. Como en el segundo
Quijote,
en que los personajes dis-
cutan el primer Quijote y hasta las aventuras apcrifas que les invent
Avellaneda, los personajes de Sainz pasan y repasan su propia novela
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
16/18
6 2 E M I R R O D R G U E Z - M O N E G A L
grabada. Estn presos en la telaraa de sus voces. Si todos esos planos
ms o menos apcrifos de la realidad narrativa de esta novela son
vlidos, es porque la nica realidad que viven realmente los persona-
jes es la del libro . Es decir: la de la palab ra. Tod o lo dems es cues-
tionable y est cuestionado por Sainz.
He dejado deliberadamente para el final el narrador que ha ade-
lan tado ms en este tipo de exploraciones. Me refiero a Severo Sarduy
que ya lleva dos libros publicados: Gestos que paga tributo a cierta
forma del Nouveau Romn: los tropismos de Nathalie Sarraute, pero
ya revela un ojo y un odo propios; y
De dnde son los cantantes
que
me parece una de las obras decisivas en esta empresa colectiva de la
creacin de un lenguaje para la novela latinoamericana. Lo que este
libro presenta son tres episodios de una Cuba pre-revolucionaria y esen-
cial: uno de los episodios ocurre en el mundo chino de La Habana,
mundo limitado, de travest y pacotilla, pero a la vez mundo de hon-
dsimos smbolos sexuales inquietantes; el segundo episodio muestra
a la Cuba negra y mestiza, la superficie colorida del trpico, en un
relato pardico y satrico que es a la vez una cantante; la tercera parte
se concentra sobre todo en la Cuba espaola y catlica, en la Cuba
central. Pero lo que el libro cuenta es secundario para el propsito de
Sarduy; lo que importa es cmo lo cuenta. Porque unificando las tres
partes, dispares en extensin e inters, hay un medio que se convierte
en un fin, un vehculo que es en s mismo el viaje. Aqu la lengua
habanera del auto r (no la de los personajes, como en Cabrera Infante)
es el verdadero protagonista. Es el suyo un lenguaje barroco en el sen-
tido de Lezama Lima y no en el de Carpentier; un lenguaje que se
vuelca crticamente sobre s mismo, como pasa con los escritores fran-
ceses del grupo
Tel Quel
con el que tan honda relacin tiene Sarduy.
Es un lenguaje que evoluciona a lo largo de la novela, que vive, padece,
se corrompe y muere para resucitar de su propia materia corrompida,
como esa imagen de Cristo que en la tercera parte llevan en procesin
a La Habana.
Con esta novela de Sarduy, as como con La traicin de Rita Hay-
worth las obras de Nstor Snchez yGazapo de Sainz, el tema de la no-
vela latinoamericana que haba sido puesto en cuestin por Borges y
por Asturias, que haban desarrollado deslumbrantemente desde distin-
tos campos magnticos Lezama Lima y Cortzar, que es enriquecido,
metamorfoseado, fabulizado por Garca Mrquez, por Fuentes y Cabrera
Infante, llega ahora a un verdadero delirio de invencin prosaica y
potica a la vez. Es el tema subterrneo de la novela latinoamericana
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
17/18
LA NUEVA NOVELA LATINOAMERICANA 6 3
ms nueva: el tema del lenguaje como lugar (espacio y tiempo) en que
realm ente ocurre la novela. E l lenguaje como la realidad nica y
final de la novela. El medio que es el mensaje.
EMIR
RODRGUEZ-MONEGAL
niversidad de Yale
AIH. Actas III (1968). La nueva novela latinoamericana. EMIR RODRGUEZ-MONEGAL
8/11/2019 Emir Rodriguez
18/18
COM UNIC CIONES DE SECCIN
Top Related