Borges, jorge luis. obras completas. tomo i.

1170
1 m ;! ~§? l; í\¿W B * •«i * : i i ü ^d va a w i A OBF^AS Ék W -«& . -• ;'.; . . ^ 1 * COMPLETAS

description

Tomo I, obras completas de Jorge Luis Borges - Contiene: Fervor de Buenos Aires; Luna de enfrente; Cuaderno San Martín; Evaristo Carriego; Discusión; Historia Universal de la Infamia; Historia de la eternidad; Ficciones; El aleph; Otras inquisiciones; El hacedor; El otro, el mismo; Para las seis cuerdas; Elogio de la sombra; El informe de Brodie; El oro de los tigres.

Transcript of Borges, jorge luis. obras completas. tomo i.

  • 1. k1m;! ~? -&Wl ;WB : * . - ;.;i * ..iva a wOBF^ASi i A ^d ^1 *COMPLETAS

2. JORGELUIS BORGES 1929: Segundo Premio Municipal de Li- teratura. 1944: Gran Premio de Honor de la So- ciedad Argentina de Escritores. 1949: Miembro de la Academia Goethea- na de San Pablo, Brasil. 1950: Presidente de la Sociedad Argen- tina de Escritores (hasta 1953). 1955: Director de la Biblioteca Na- cional (hasta 1973).Miembro de nmero de la Academia Argentina de Letras.Director del Instituto de Literatura Alemana de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires. 1956: Primer Premio Nacional de Lite- ratura.Doctor horraos causa de la Universi- dad de Cuyo (Mendoza).Profesor titular de Literatura Inglesa y Norteamericana de la Facultad de Fi- losofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires. 1961: Premio Internacional de Literatu- ra Formentor, Mallorca.Commendatore del Gobierno de Ita- lia.1962: Commandeur de iOrdre desLettres et des Arts del Gobierno de| Francia.1963: Gran Premio del Fondo Nacionali de las Artes.Doctor honoris causa de la Universi-dad de los Andes, Colombia. 1965: Caballero de la Muy Distinguida Orden del Imperio Britnico. Premio de Poesa de la Ciudad de Florencia. Orden del Sol del Gobierno del Per. 1966: Premio Internacional Madonnina de la Ciudad de Miln. Premio Literario 1965. Fundacin Ingram Merril, Nueva York.Contina en la 2 " solapa) 3. J O R G E LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS 4. OBRAS COMPLETAS DE JORGELUISBORGLSFERVOR DE BUENOS AIRESLUNA DE ENFRENTE CUADERNO SAN MARTNEVARISTO CARRIEGODISCUSIN HISTORIA UNIVERSAL DE LA INFAMIA HISTORIA DE LA ETERNIDADFICCIONES EL ALEPH OTRAS INQUISICIONES EL HACEDOREL OTRO, EL MISMO PARA LAS SEIS CUERDASELOGIO DE LA SOMBRA EL INFORME DE BRODIEEL ORO DE LOS TIGRES 5. JORGE LUISBORGESCOMPLETAS 1923-1972EMEC E D I T O R E S BUENOS AIRES 6. Edicin dirigida y realizada porCARLOSV. FRAS Emec Editores, S.A, 1974Alsina 2062 - Buenos Aires, ArgentinaEdiciones anteriores: 62.000 ejemplares14a edicin en offset: 5.000 ejemplaresImpreso en Compaa Impresora Argentina S.A., Alsina 2041/49,Buenos Aires, septiembre de 1984IMIHLSO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINAQueda hecho el depsito que previene la ley 11.723.I.S.B.N.: 950-04-0217-339.009 7. ) y (A Leonor Acevedode BorgesQuiero dejar escrita una confesin, que a un tiempo serntima y general, ya que las cosas que. le ocurren a unhombre les ocurren a todos. Estoy hablando de algo yaremoto y perdido, los das de mi santo, los ms antiguos.Yo reciba los regalos y yo pensaba que no era ms queun chico y que no haba hecho nada, absolutamente .nada,para merecerlos. Pof supuesto, nunca lo dije; la niez estmida. Desde entonces me has dado tantas cosas y sontantos los aos y los recuerdos. Padre, Norah, los abuelos,tu memoria y en ella la memoria de los mayores lospatios, los esclavos, el aguace; c la carga de los hsaresdel Per y el oprobio de Rosas, tu prisin valerosa,cuando tantos hombres callbamos, las maanas del Pasodel Molino, de Ginebra y de Austin, las compartidas cla-ridades y sombras, tu fresca ancianidad, tu amor a Di-ckens y a Eca de Queiroz, Madre, vos misma. Aqu estamos hablando los dos, et tout le reste csi litt-rature, como escribi, con excelente literatura,ferame.J.1..B. 8. Fervor de Buenos Aires (1923) 9. ( 10. ) !3 (P R L O G OTo he reescrito el libro. He mitigado sus excesos barrocos, helimado asperezas, he tachado sensibleras y vaguedades y, en eldecurso de esta labor a veces grata y otras veces incmoda,hesentido que aquel muchacho que en 1923 lo escribi ya era esen-cialmentequ. significa esencialmente?el seor que ahorase resigna o corrige. Somos el mismo; los dos descreemos del fracasoy del xito, de las escuelas literarias y de sus dogmas; los dos somosdevotos de Schopenhauer,de Stevenson y de Whuman.Para mi,Fervor de Buenos Aires prefigura todo lo que hara despus. Porlo que dejaba entrever, por lo que prometa de algn modo, loaprobaron generosamente Enrique Dez-Canedo y AlfonsoReyes. Como los de 1969, los jvenes de 1923 eran tmidos. Temerososde una ntima pobreza, trataban como ahora, deescamotearlabajo inocentes novedades ruidosas. Yo, por ejemplo, me propusedemasiados fines: remedar ciertas fealdades (que me gustaban)de Miguel de Unamuno, ser un escritor espaol del siglo diecisiete,ser Macedonio Fernndez, descubrir las metforas que Lugonesya haba descubierto, cantar un Buenos Aires de casas bajas y, haciael poniente o hacia el sur, de quintas con verjas.. En aquel tiempo, buscaba los atardeceres, los arrabales y la des-dicha; ahora, las maanas, el centro y la serenidad. , J.L.li.Buenos Aires, 18 de agosto de 1969. 11. A QUIEN LEYERESi las pginas de este libro consienten algnverso feliz, perdneme el lector la descor-tesa de haberlo usurpado yo, previamente.Nuestras nadas poco difieren; es trivial yfortuita la circunstancia de que seas t ellector de estos ejercicios, y yo su redactor. 12. FERVOR DE BUENOS AIRESLAS CALLESLas calles de Buenos Airesya son mi entraa.No las vidas calles,incmodas de turba y de ajetreo,sino las calles desganadas del barrio,casi invisibles de habituales,enternecidas de penumbra -y de ocasoy aquellas ms afueraajenas de rboles piadososdonde austeras casitas apenas se aventuran,abrumadas por inmortales distancias,a perderse en la honda visinde cielo y de llanura.Son para el solitario una promesaporque millares de almas singulares las pueblan,nicas ante Dios y en el tiempoy sin duda preciosas.Hacia el Oeste, el Norte y el Surse han desplegado y son tambin la patria las calles;ojal en los versos que trazoestn esas banderas. 13. 18 JORGE LUIS BORGESOBRASCOMPLETAS LA RECOLETA Convencidos de caducidad por tantas nobles certidumbres del polvo, nos demoramos y bajamos la voz entre las lentas filas de panteones, cuya retrica de sombra y de mrmol promete o prefigura la deseable dignidad de haber muerto. Bellos son los sepulcros, el desnudo latn y las trabadas fechas fatales, la conjuncin del mrmol y de la flor y las plazuelas con frescura de patio y los muchos ayeres de la historia hoy detenida y nica. Equivocamos esa paz con la muerte y creemos anhelar nuestro fin y anhelamos el sueo y la indiferencia. Vibrante en las espadas y en la pasin y dormida en la hiedra, slo la vida existe. El espacio y el tiempo son formas suyas, son instrumentos mgicos del alma, y cuando sta se apague, se apagarn con ella el espacio, el tiempo y la muerte, como al cesar la luz caduca el simulacro de los espejos que ya la tarde fue apagando. Sombra benigna de los rboles, viento con pjaros que sobre las ramas ondea, alma que se dispersa en otras almas,fuera un milagro que alguna vez dejaran de ser, milagro incomprensible,aunque su imaginaria repeticininfame con horror nuestros das.Estas cosas pens en la Recoleta,en el lugar de mi ceniza. 14. FERVOR DE BUENOS AIRES 19EL SURDesde uno de tus patios haber miradolas antiguas estrellas,desde el banco dela sombra haber miradoesas luces dispersas que mi ignorancia no ha aprendido a nombrarni a ordenar en constelaciones,haber sentido el crculo del aguaen el secreto aljibe,el olor del jazmn y la madreselva,el silencio del pjaro dormido,el arco del zagun, la humedadesas cosas, acaso, son el poema. 15. 20 JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASCALLE DESCONOCIDA Penumbra de la paloma llamaron los hebreos a la iniciacin de la tarde cuando la sombra no entorpece los pasos y la venida de la noche se advierte como una msica esperada y antigua, como un grato declive. En esa hora en que la luz tiene una finura de arena, di con una calle ignorada, abierta en noble anchura de terraza, cuyas cornisas y paredes mostraban colores blandos como el mismo cielo que conmova el fondo. Todos la mediana de las casas, las modestas balaustradas y llamadores, tal vez una esperanza de nia en los balcones entr en mi vano corazn con limpidez de lgrima. Quiz esa hora de la tarde de plata diera su ternura a la calle, hacindola tan real como un verso olvidado y recuperado. Slo despus reflexion que aquella calle de la tarde era ajena, que toda casa es un candelabro donde las vidas de los hombres arden como velas aisladas, que todo inmeditado paso nuestro camina sobre Glgotas. 16. FERVOR K BUENOS AIRES LA PLAZA SAN M A R T N A Macedonio Fernndezlin busca de la lardeui a p u r a n d o en vano las calles.Ya estaban los zaguanes entorpecidos de sombra.Con fino b r u i m i e n t o de caobala tarde entera se haba remansado en la plaza,serena y sazonada,bienhechora y sutil como una lmpara,clara como una trente,grave como ademn de hombre enlutado.T o d o sentir se aquietabajo la absolucin de los rbolesJacarandas, acacias-cuyas piadosas curvasa t e n a n la. rigidez de la imposible estatuay en cuya red se exaltala gloria de las luces equidistantesdel leve azul y de la tierra rojiza.Ou bien se ve la tarde ,desde el fcil sosiego de los bancos!Abajoel puerto anhela latitudes lejanas la. honda plaza igualadora de almasse abre como la muerte, como el sueo. 17. 22JORGE LUIS fcORGESOBRAS COMPLETAS EL TRUCO Cuarenta naipes han desplazado la vida. Pintados talismanes de cartn nos hacen olvidar nuestros destinos y una creacin risuea va poblando el tiempo robado con las floridas travesuras de una mitologa casera. En los lindes de la. mesa la vida de los otros se detiene. Adentro hay un extrao pas: las aventuras del envido y del quiero, la autoridad del as de espadas, como don Juan Manuel, omnipotente, y el siete de oros tintineando esperanza. Una lentitud cimarrona va demorando las palabras y como las alternativas del juego se repiten y se repiten, los jugadores de esta noche copian antiguas bazas: hecho que resucita un poco, muy poco, a las generaciones de los mayores que legaron al tiempo de Buenos Aires los mismos versosy las mismas diabluras. 18. FERVOR DE BUENOS AIRES23UN PATIOCon la tardese cansaron los dos o tres colores del patio.Esta noche* la luna, el claro crculo,no domina su espacio.Patio, cielo encauzado.El patio es el declivepor el cual se derrama el cielo en la casa.Serena,la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.Grato es vivir en la amistad oscurade un zagun, de una parra y de un aljibe. 19. 24JORGK LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS INSCRIPCIN SEPULCRALPara mi bisabuelo, el coronel Isidoro SIMIV Dilat su valor sobre los Ancles. Contrast montaas y ejrcitos. La audacia fue costumbre de su espada. Impuso en la llanura de Junn trmino venturoso a la batalla y a las lanzas del Per dio sangre espaola. Escribi su censo de hazaas en prosa rgida como los clarines belsonos. Eligi el honroso destierro. Ahora es un poco de ceniza y de gloria. 20. FERVOR DE BUENOS AIRES ZS LA ROSALa rosa,la inmarcesible rosa que no canto,la que es peso y fragancia,la del negro jardn en la alta noche,la de cualquier jardn y cualquier tarde,la rosa que resurge de la tenueceniza por el arte de la alquimia,la rosa de los persas y de Ariosto,la que siempre est sola,la que siempre es la rosa de las rosas,la joven or platnica,la ardiente y ciega rosa que no canto,la rosa inalcanzable. 21. 26JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASBARRIO RECONQUISTADO Nadie vio la hermosura de las calles hasta que pavoroso en clamor se derrumb el cielo verdoso en abatimiento de agua y de sombra. El temporal fue unnime y aborrecible a las miradas fue el mundo, pero cuando un arco bendijo con los colores del perdn la tarde, y un olor a tierra mojada alent los jardines, nos echamos a caminar por las calles cmo por una recuperada heredad, y en los cristales hubo generosidades de sol y en las hojas lucientes dijo su trmula inmortalidad el esto. 22. FERVOR DE BUENOS AIRES 27SALA VACALos muebles de caoba perpetanentre la indecisin del brocadosu tertulia de siempre.Los daguerrotiposmienten su falsa cercanade tiempo detenido en un espejoy ante nuestro examen se pierdencomo fechas intilesde borrosos aniversarios.Desde hace largo tiemposus angustiadas voces nos buscany ahora apenas estnen las maanas iniciales de nuestra infancia.La luz del da de hoyexalta los cristales de la ventanadesde la calle de clamor y de vrtigoy arrincona y apaga la voz laciade los antepasados. 23. 28JORGE LUIS BORGESOBRASCOMPLETAS ROSAS En la sala tranquila cuyo reloj austero derrama u n tiempo ya sin aventuras ni asombro sobre la decente blancura q u e amortaja la pasin roja de la caoba, alguien, como reproche carioso, pronunci el n o m b r e familiar y temido. La imagen del tirano abarrot el instante, n o clara como u n m r m o l en la tarde, sino grande y umbra como la sombra de una montaa remota v conjeturas y memorias sucedieron a la mencin eventual como u n eco insondable. Famosamente infame su n o m b r e fue desolacin en las casas, idoltrico amor en el gauchaje y horror del tajo en la garganta. Hoy el olvido borra su censo de muertes, p o r q u e son venales las muertes si las pensamos como parte del T i e m p o , esa inmortalidad infatigable q u e anonada con silenciosa culpa las razas y en cuya herida siempre abierta q u e el ltimo, dios habr de restaar el ltimo da. cabe toda la sangre derramada. N o s si Rosas fue slo u n vido p u a l como los abuelos decan; creo q u e fue como t y yo> u n hecho entre los hechos q u e vivi en la zozobra cotidiana y dirigi para exaltaciones y penas la incertidumbre de otros. 24. FERVOR DE BUENOS AIRES29Ahora el m a r es una larga separacinentre la ceniza y la patria.Ya tocia vida, por humilde que sea,puede pisar su nada y su noche.Ya Dios lo habr olvid;vloy es menos u n a injuria que una piedaddemorar su infinita disolucincon limosnas de odio. 25. .80JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASFINAL DE AONi el pormenor simblicode reemplazar un tres por un dosni esa metfora baldaque convoca un lapso que muere y otro que surgeni el cumplimiento de un proceso astronmicoaturden y socavanla altiplanicie de esta nochey nos obligan a esperarlas doce irreparables campanadas.La causa verdaderaes la sospecha general y borrosadel enigma del Tiempo;es el asombro ante el milagrode que a despecho de infinitos azares,de que a despecho de que somoslas gotas del ro de Herclito,perdure algo en nosotros;inmvil. 26. FERVOR DE BUENOS AIRES 31CARNICERAMs vil que un lupanarla carnicera rubrica como una afrenta la calle.Sobre el dinteluna ciega cabeza de vacapreside el aquelarrede carne charra y mrmoles finalescon la remota majestad de un dolo. 27. .UH JORGE LUIS BORGESOBRASCOMPLETAS ARRABALA Guillermo de Tone El arrabal es el reflejo de nuestro tedio. Mis pasos claudicaron cuando iban a pisar el horizonte y qued entre las casas, cuadriculadas en manzanas diferentes e iguales como si fueran todas ellas montonos recuerdos repetidos de una sola manzana. El pastito precario, desesperadamente esperanzado, salpicaba las piedras de la calle y divis en la hondura los naipes de colores del poniente y sent Buenos Aires. Esta ciudad que yo cre mi pasado es mi porvenir, mi presente; los aos que he vivido en Europa son ilusorios, yo estaba siempre (y estar) en Buenos Aires. 28. FERVOR DE BUENOS AIRES33REMORDIMIENTO POR CUALQUIERMUERTELibre de la memoria y de la esperanza,ilimitado, abstracto, casi futuro,el muerto no es un muerto: es la muerte.Como el Dios de los msticos,de Quien deben negarse todos los predicados,el muerto ubicuamente ajenono es sino la perdicin y ausencia del mundo.Todo se lo robamos,no le dejamos ni un color ni una slaba:aqu est el patio que ya no comparten sus ojos,all la acera donde acech su esperanza.Hasta lo que pensamos podra estrlo> pensando l tambin;nos hemos repartido como ladronesel caudal de las noches y de los das. 29. JORGE LUIS BORGESOBRASCOMPLETASJARDNZanjones,sierras speras,mdanos,sitiados por jadeantes singladurasy por las leguas de temporal y de arenaque desde el fondo del desierto se agolpan.En un declive est el jardn.(jada arbolito es una selva de hojas.Lo asedian vanamentelos estriles cerros silenciosostpie apresuran la noche con su sombray el triste mar de intiles verdores.Todo el jardn es una luz apacibleque ilumina la tarde.El jardincitoes como un da de fiestaen la pobreza de la tierra.Yacimientos del Clmbul, ll)22 30. FERVOR DE BUENOS AJRES INSCRIPCIN EN CUALQUIER SEPULCRONo arriesgue el mrmol temerariogrrulas transgresiones al todopoder del olvido,enumerando con prolijidadel nombre, la opinin, los acontecimientos, la patria.Tanto abalorio bien adjudicado est a la tinieblay el mrmol no hable lo que callan los hombres.Lo esencial de la vida fenecidala trmula esperanza,el milagro implacable del dolor y el asombro del gocesiempre perdurar.Ciegamente reclama duracin el alma arbitrariacuando la tiene asegurada en vidas ajenas,cuando t mismo eres el espejo y la rplicade quienes no alcanzaron tu tiempoy otros sern (y son) tu inmortalidad en la tierra. 31. 36JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASLA VUELTA Al cabo de los aos del destierro volv a la casa de mi infancia y todava me es ajeno su mbito. Mis manos han tocado los rboles como quien acaricia a alguien que duerme y he repetido antiguos caminos como si recobrara un verso olvidado y vi al desparramarse la tarde la frgil luna nueva que se arrim al amparo1 sombro ce la palmera de hojas altas, como a su nido el pjaro.Ou caterva de cielos abarcar entre sus paredes el patio, cunto heroico poniente militar en la hondura de la calle y cunta quebradiza luna nueva infundir al jardn su ternura, antes que vuelva a reconocerme la casa y de nuevo sea un hbito! 32. FERVOR DE BUENOS AIRES 37AFTERGLOWSiempre es conmovedor el ocasopor indigente o charro que sea,pero ms conmovedor todavaes aquel brillo desesperado y finalque herrumbra la llanuracuando el sol ltimo se ha hundido.Nos duele sostener esa luz tirante y distinta,esa alucinacin que impone al espacioel unnime miedo de la sombray que cesa de golpecuando notamos su falsa,como cesan los sueoscuando sabemos que soamos. 33. 38JORGl- LUIS BORGESOB.RAS COMPLETAS AMANECER En la h o n d a noche universal que apenas contradicen los faroles una racha perdida ha ofendido las calles taciturnas como presentimiento tembloroso del amanecer horrible que ronda los arrabales desmantelados del m u n d o . Curioso de la sombra y acobardado por la amenaza del alba reviv la tremenda conjetura de Schopenhauer y de Berkeley que declara q u e el m u n d o es una actividad de la mente, un sueo de las almas, sin base ni propsito ni volumen. Y ya q u e las ideas no son eternas como el mrmol sino inmortales como un bosque o un ro. la doctrina anterior asumi otra forma en el alba y la supersticin d e esa hora cuando la luz. como una enredadera va a implicar las paredes de la sombra. dobleg mi razn v traz el capricho siguiente: Si estn ajenas de sustancia las cosas y si esta numerosa Buenos Aires no es ms q u e un sueo que erigen en compartida magia las almas, hay un instante en que peligra desaforadamente su ser v es el instante estremecido del alba, cuando son pocos los que suean el m u n d o V slo algunos trasnochadores conservan, cenicienta y apenas bosquejada. la imagen de las calles que definirn despus con los otros. Hora en (pie el sueo pertinaz de la vida 34. FERVOR DK BUKNOS AIRES ;9corre peligro de quebranto,hora en que le sera fcil a Diosmatar del todo Su obra!Pero de nuevo el mundo se ha salvado,La luz discurre inventando sucios coloresy con algn remordimientode mi complicidad en el resurgimiento del dasolicito mi casa,atnita y glacial en la luz blanca.mientras un pjaro detiene el silencioy. la noche gastadase ha quedado en los ojos de los ciegos. 35. 40 JORGE LUIS BORGKSOBRAS COMPLETAS BENARS Falsa y tupida como un jardn calcado en un espejo, la imaginada urbe que no han visto nunca mis ojos entreteje distancias y repite sus casas inalcanzables. El brusco sol, desgarra la compleja oscuridad de templos, muladares, crceles, patios y escalar los nfuros y resplandecer en un ro sagrado. Jadeante la ciudad que oprimi un follaje de estrellas desborda el horizonte y en la maana llena de pasos y de sueo la luz va abriendo como ramas las calles. Juntamente amanece en todas las persianas que miran al oriente y la voz de un almudano apesadumbra desde su alta torre el aire de este da y anuncia a la ciudad de los muchos dioses la soledad de Dios. (Y pensar que mientras juego con dudosas imgenes, la ciudad que canto, persiste en un lugar predestinado del mundo, con su topografa precisa, poblada como un sueo, con hospitales y cuarteles y lentas alamedas y hombres de labios podridos que sienten fro en los dientes.) 36. FERVOR DE BUENOS AIRES 41AUSENCIAH a b r d e levantar la vasta vidaq u e a n ahora es tu espejo:cada ntaana habr de reconstruirla.Desde q u e te alejaste,cuntos lugares se h a n t o r n a d o vanosy sin sentido, igualesa luces en el da.T a r d e s que fueron nicho de tu imagen,msicas en q u e siempre m e aguardabas,palabras d e aquel tiempo,yo tendr que quebrarlas con mis manos.En qu h o n d o n a d a esconder mi almapara q u e n o vea tu ausenciaq u e como u n sol terrible, sin ocaso,brilla definitiva y despiadada?T u ausencja me rodeacomo la cuerda a la garganta.el mar al q u es e h u n d e . 37. 42 JORGE LUIS BORGKSOBRAS COMPLETAS LLANEZA .1 Haydc Lange Se abre la verja del jardn con la docilidad de la pgina que una. [recuente devocin interroga y adentro las miradas no precisan fijarse en los objetos que ya estn cabalmente en la memoria. Conozco las costumbres y las almas y ese dialecto de alusiones que toda agrupacin humana va urdiendo. No necesito hablar ni mentir privilegios; bien me conocen quienes aqu me rodean, bien saben mis congojas y mi flaqueza. Eso es alcanzar lo ms alto, lo que tal ve/ nos dar el Cielo: no admiraciones ni victorias sino sencillamente ser admitidos como parte de una Realidad innegable, tomo las piedras v los rboles. 38. FERVOR I)K JBLKNOS A1RKS 13CAMINATAOlorosa como un mate curadola noche acerca agrestes lejanasy despeja las callesq u e acompaan mi soledad.hechas de vago miedo y de largas lneas.La brisa trae corazonadas de campo,dulzura de las quintas, memorias de los lamos,q u e h a r n temblar bajo rigideces de asfaltola detenida tierra vivaque o p r i m e el peso de las casas.En vano la furtiva noche felinainquieta los balcones cerradosq u e en la tarde mostraronla notoria esperanza de las nias.T a m b i n .est el silencio en los zaguanes.En la cncava sombravierten u n tiempo vasto y generosolos relojes de la medianoche magnfica,un tiempo caudalosod o n d e todo soar halla cabida,tiempo de anchura de alma, distintode los avaros trminos que midenlas tareas del da.Yo soy el nico espectador ele esta calle;si dejara de verla se. morira.(Advierto un largo paredn erizadode una agresin de aristasy un farol amarillo q u e aventurasu indecisin de luz.T a m b i n advierto estiellas vacilantes.)Grandiosa y vivacomo el plumaje oscuro de un ngelcuyas alas tapan el da,la noche pierde las mediocres calles. 39. 44JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASLA NOCHE DE SAN JUAN El poniente implacable en esplendores quebr a filo de espada las distancias. Suave como un sauzal est la noche. Rojos chisporrotean los remolinos de las bruscas hogueras; lea sacrificada que se desangra en altas llamaradas, bandera viva y ciega travesura. La sombra es apacible como una lejana; hoy las calles recuerdan que fueron campo un da. Toda la santa noche la soledad rezando su rosario de estrellas desparramadas. 40. FERVOR DE BUENOS AIRES45CERCANASLos patios y su antigua certidumbre,los patios cimentadosen la tierra y el cielo.Las ventanas con rejadesde la cual la callese vuelve familiar como una lmpara.Las alcobas profundasdonde arde en quieta llama la caobay el espejo de tenues^ resplandoreses corno un remanso en Ja sombra.Las encrucijadas oscurasque lancean cuatro infinitas distanciasen arrabales de silencio.He nombrado los sitiosdonde se desparrama la ternuray estoy solo y conmigo. 41. JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS SBADOS AAiuera hay un ocaso, alhaja oscuraengastada en el tiempo,y una h o n d a ciudad ciegade hombres q u e no te vieron.La tarde calla o canta.Alguien descrtiica los anhelosclavados en el piano.Siempre, la m u l t i t u d de tu hermosura.## *A despecho de tu desamortu hermosuraprodiga su milagro por el tiempo.Est en ti la ventura.como la primavera en la hoja nueva.Va casi n o soy nadie,soy tan slo ese anheloque se pierde en la tarde.En ti est la deliciacomo est -la crueldad en las espadas. # * *Agravando la reja est la noche.En la sala severase buscan como ciegos nuestras dos soledades.Sobrevive a la tarde-la blancura gloriosa de tu carne.En nuestro amor hay una pena .que se parece al alma. # # *Ique ayer slo eras loda la hermosuraeres tambin todo e amor, ahora. 42. FERVOR DE BUENOS AIRESTROFEOComo quien recorre una costamaravillado de la muchedumbre del mar,albriciado de luz y prdigo espacio,yo fui el espectador de tu hermosuradurante un largo da.Nos despedimos al anochecery en gradua soledadal volver por la calle cuyos rostros an te conocen.se oscureci mi dicha, pensandoque de tan noble acopio de memoriasperduraran escasamente una o dospara ser decoro del almaen la inmortalidad de su andanza. 43. 48JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS ATARDECERES La clara muchedumbre de un poniente ha exaltado la calle, la calle abierta como un ancho sueo hacia cualquier azar. L,a lmpida arboleda pierde el ltimo pjaro, el oro ltimo. La mano jironada de un mendigo agrava la tristeza de la tarde. El silencio que habita los espejos ha forzado su crcel. La oscurid es la sangre de las cosas heridas. En el incierto ocaso la tarde mutilada fue unos pobres colores. 44. FERVOR M BUKNOS AtRJCS49CAMPOS ATARF.CIDOSEl poniente de pie como un Arcngeltiraniz el camino.La soledad poblada como un sueose ha remansado alrededor del pueblo.Los cencerros recogen la tristezadispersa de la tarde. La luna nuevaes una vocecita desde el cielo.Segn va anocheciendovuelve a ser campo el pueblo.El poniente que no .se cicatrizaan le duele a la tarde.Los trmulos colores se guarecenen las entraas de las cosas.En el. dormitorio vacola noche cerrar los espejos. 45. 50 JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS DESPEDIDA Entre mi amor y yo han de levantarse trescientas noches como trescientas paredesel mar ser una magia entre nosotros. No habr sino recuerdos. Oh tardes merecidas por la pena, noches esperanzadas de mirarte, campos de mi camino, firmamento que estoy viendo y perdiendo. . . Definitiva como un mrmol entristecer tu ausencia otras tardes. 46. FERVOR DK BUENOS AIRES LNEAS OUE PUDE HABER ESCRITO Y P E R D I D O HACIA 1922Silenciosas batallas del ocasoen arrabales ltimos,siempre a n t i g u a s derrotas de una guerra en el cieloalbas ruinosas q u e nos llegandesde el fondo desierto del espaciocomo desde el fondo del tiempo,negros jardines de la lluvia, una esfinge de u n libroq u e yo tena miedo de abriry cuya imagen vuelve en los sueos,la corrupcin y el eco que seremos.la hura sobre el mrmol,rboles q u e se elevan y perdurancorno divinidades tranquilas,la m u t u a noche y la esperada tarde,Walt W h i t m a n , cuyo nombre es el universo.la espada valerosa de un reyen el silencioso lecho de un ro,los sajones, los rabes y los godosque, sin saberlo, me engendraron,;soy yo esas cosas y las, otras(i son llaves secretas y arduas lgebrasde lo que no sabremos nunca? 47. 52 JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS N O T A S CALLE DESCONOCIDA. ES inexacta la noticia de los primeros versos. De Quincey(Writings, tercer volumen, pgina 293) anota que, segn la nomenclaturajuda, la penumbra del alba tiene el nombre de penumbra de la paloma;la del atardecer, del cuervo. EL TRUCO. En esta pgina de dudoso valor asoma por primera vez una ideaque me ha inquietado siempre. Su declaracin ms cabal est en "Sentirseen muerte" (El idioma de los argentinos, 1928) y en la "Nueva refutacin deltiempo" (Otras inquisiciones, 1952). Su error, ya denunciado por Parmnides y Zenn de, Elea, es. postular.queel tiempo est hecho de instantes individuales, que es dable separar unos deotros, as como el espacio de puntos. ROSAS. Al escribir este poema, yo no ignoraba que un abuelo de mis abuelosera antepasado de Rosas. El hecho nada tiene de singular, si consideramos laescasez de la poblacin, y el carcter casi incestuoso de nuestra historia. Hacia 1922 nadie presenta el revisionismo. Este pasatiempo consiste en"revisar" la historia argentina, no para indagar la verdad sino para arribara una conclusin de antemano resuelta: la justificacin de Rosas o de cualquierotro dspota disponible. Sigo siendo, como se ve, un salvaje unitario. 48. Luna de enfrente(1925) 49. ) 55 ( P R O L O G OHacia 1905, Hermann Bahr decidi: El nico deber, ser m o d e r n o . Veintitantos aos despus, yo me impuse tambin esa obligacindel todo superflua. Ser moderno es ser contemporneo,ser actual;todos fatalmente lo somos. Nadie -fuera de cierto aventurero queso Wells ha descubierto el arte de vivir en el futuro o en elpasado. No hay obra que no sea de su tiempo; la escrupulosanovela histrica Salammb, cuyos protagonistas son los mercena-rios de las guerras pnicas, es una tpica novela francesa del siglodiecinueve. Nada sabemos de la literatura de Cartago, que vero-smilmentefue rica, salvo que no poda incluir un libro como elde Flaubert., Olvidadizo de que ya lo era, quise tambin ser argentino.In-curr en la arriesgada adquisicin de uno o dos diccionarios deargentinismos, que me suministraronpalabras que hoypuedoapenas- descifrar: madre]n, espadaa, estaca p a m p a . . .La ciudad de Fervor de Buenos Aires no deja nunca de serintima; la de este volumen tiene algo de ostentoso y de pblico.Na quiero ser injusto con l. Una qua otra composicin El ge_-neral Quiroga va en coche al muere posee acaso toda la vistosabelleza de una calcomana; otras Manuscrito h a l l a d o en un librode foseph Conrad no deshonran, me permito afirmar, a quien las compuso. El hecho es que las siento ajenas; no me conciernensus errpres ni sus eventuales virtudes.Poco he modificado este libro. Ahora, ya no es mo. I.J.Ji.Buenos Aires, 2 de agosto de iy>f>/. 50. LUNA DE ENFRENTE57CALLE CON ALMACN ROSADOYa se le van los ojos a la noche en cada bocacalley es como una sequa husmeando lluvia.Ya todos los caminos estn cerca,y hasta el camino del milagro.El viento trae el alba entorpecida.El alba es nuestro miedo de hacer cosas distintas y se nos viene encima.Toda la santa noche he caminadoy su inquietud me dejaen esta calle que es cualquiera.Aqu otra vez la seguridad de la llanuraen el horizontey el terreno baldo que se deshace en yuyos y alambresy el almacn tan claro como la luna nueva de ayer tarde.Es familiar como un recuerdo la esquinacon esos largos zcalos y la promesa de un patio.Qu lindo atestiguarte, calle de siempre, ya que miraron tan pocas cosas mis das!Ya la luz raya el aire.Mis aos recorrieron los caminos de la tierra y del aguay slo a; vos te siento, calle dura y rosada.Pienso si tus paredes concibieron la aurora,almacn que en la punta de la noche eres claro.Pienso y se me hace voz ante las casasla confesin de mi pobreza:no he mirado los ros ni la mar ni la sierra,pero intim conmigo la luz de Buenos Airesy yo forjo los versos de mi vida y mi muerte con esa luz de calle.Calle grande y sufrida,eres la nica msica de que sabe mi vida. 51. 58 JORGE LUIS BORO IOSOBRAS COMPLETAS AL HORIZONTE DE UN SUBURBIO Pampa: Yo diviso tu anchura que ahonda las afueras, yo me estoy desangrando en tus ponientes. Pampa: Yo te oigo en las tenaces guitan as sentenciosas y en altos benteveos y en el ruido cansado de los carros de pasto que vienen del verano. Pampa: El mbito de un patio colorado me basta para sentirte ma. Pampa: Yo s que te desgarran surco y callejones y el viento que te cambia. Pampa sufrida y macha que ya ests en los cielos, no s si eres la muerte. S que ests en mi pecho. 52. LUNA DK KNFRKNTK 59 AMOROSA ANTICIPACINNi la intimidad de tu frente clara como una fiesta ni la costumbre de tu cuerpo, an misterioso y tcito y de nia. ni la sucesin de tu vida asumiendo palabras o silenciossern favor tan misterioso como mirar tu sueo implicadoen la vigilia, de mis brazo-..Virgen milagrosamente o:ru ve/ por la virtud absolutoria delsueo,quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige,me dars esa orilla de tu vida que t misma no tienes.Arrojado a quietud,divisar esa playa ltima de tu sery te ver por vez primera, quiz,como Dios ha de verte,desbaratada la ficcin del Tiempo,sin el amor, sin m. 53. 60JORGE LUIS BORGESOBRASCOMPLETASUNA DESPEDIDATarde que socav nuestro adis.Tarde acerada y deleitosa y monstruosa como un ngel oscuro.Tarde cuando vivieron nuestros labios en la desnuda intimidad de los besos.El tiempo inevitable se desbordaba sobre el abrazo intil.Prodigbamos pasin juntamente, no para nosotros sino para la soledad ya cercana.Nos rechaz la luz; la noche haba llegado con urgencia.Fuimos hasta la verja en esa-gravedad de la sombra que ya el lucero alivia.Como quien vuelve de un perdido prado yo volv de tu abrazo.Como quien vuelve de un pas de espadas yo volv de tus lgrimas.Tarde que dura vivida como un sueo entre las otras tardes.Despus yo fui alcanzando y rebasando noches y singladuras. 54. LUNA DE ENFRENTE 61EL GENERAL OUIROGA VA EN COCHE AL MUEREEl madrejr desnudo ya sin una sed de aguay una luna perdida en el fro del albay el campo muerto de hambre, pobre como una araa.El coche se hamacaba rezongando la altura;un.galern enftico, enorme, funerario.Cuatro tapaos con pinta de muerte en la negruratironeaban seis miedos y un valor desvelado.Junto a los postillones jineteaba un moreno.Ir en coche a la muerte qu cosa ms oronda!El general Quiroga quiso entrar en la sonlbrallevando seis o siete degollados de escolta.Esa cordobesada bochinchera y ladina(meditaba Ouiroga) qu ha de poder con mi alma?Aqu estoy afianzado y metido en la vidacomo la estaca pampa bien metida en la pampa.Yo, que he sobrevivido a millares de tardesy cuyo nombre pone retemblor en las lanzas,no he de soltar la vida por estos pedregales.Muere acaso el pampero, se mueren las espadas?Pero al brillar el da sobre Barranca Yacohierros que no perdonan arreciaron sobre l;la muerte, que es de todos, arre con el riojanoy una de pualadas lo ment a Juan Manuel.Ya muerto, ya de pie, ya inmortal, ya fantasma,se present al infierno que Dios le haba marcado,y a sus rdenes iban, rotas y desangradas,las nimas en pena ele hombres y de caballos. 55. 62 JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS JACTANCIA DE QUIETUD Escrituras de luz embisten la sombra, ms prodigiosas qumeteoros. La alta ciudad inconocible arrecia sobre el campo. Seguro de mi vida y de mi muerte, miro los ambiciosos y quisieraentenderlos.Su da es vido como el lazo en el aire. Su noche es tregua de la ira en el hierro, pronto en acometer. Hablan de humanidad. Mi humanidad est en sentir que somos voces de una mismapenuria. Hablan de patria. Mi patria es un latido de guitarra, unos retratos y una viejaespada,la oracin evidente del sauzal en los atardeceres. El tiempo est vivindome. Ms silencioso que mi sombra, cruzo el tropel de su levantadacodicia. Ellos son imprescindibles, nicos, merecedores del maana.Mi nombre es alguien y cualquiera.Paso con lentitud, como quien viene de tan lejos que no esperallegar. 56. LUNA DE ENFRENTE (,HMONTEVIDEOResbalo por tu tarde como el cansancio por la piedad de un declive.La noche nueva es como un ala sobre tus azoteas.Eres el Buenos Aires que tuvimos, el que en los aos se alej quietamente.Eres nuestra y fiestera, como la estrella que duplican las aguas.Puerta falsa en el tiempo, tus calles miran al pasado ms leve.Claror de donde la maana nos llega, sobre las dulces aguas turbias.Antes de iluminar mi celosa tu bajo sol bieneventura tus quintas.Ciudad que se oye como un verso.Calles con luz de patio. 57. 64JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASMANUSCRITO HALLADO EN UN LIBRO DE JOSEPH CONRAD En las trmulas tierras que exhalan el verano, E da .es invisible de puro blanco. El da Es una estra cruel en una celosa, Un fulgor en las costas y una fiebre en el llano. Pero la antigua noche es honda como un jarro De agua cncava. El agua se abre a infinitas huellas, Y en ociosas canoas, de cara a las estrellas, El hombre mide el vago tiempo con el cigarro. El humo desdibuja gris las constelaciones Remotas. Lo inmediato pierde prehistoria y nombre. El mundo es unas cuantas tiernas imprecisiones. El ro, el primer ro. El hombre, el primer hombre. 58. LUNA DE ENFRENTE i5SINGLADURAEl mar es una espada innumerable y una plenitud de pobreza.La llamarada es traducible en ira. el manantial en tiempo, y la cisterna en clara aceptacin.El mar-es solitario como un ciego.El mar es un antiguo lenguaje que ya no alcanzo a descifrar.En su hondura, el alba es una humilde tapia encalada.De su confn surge el claror, igual que una humareda.Impenetrable como de piedra labradapersiste el mar ante los muchos das.Cada tarde es un puerto.Nuestra mirada flagelada de mar camina por su cielo:ltima playa blanda, celeste arcilla de las tardes.Qu dulce intimidad la del ocaso en el hurao mar!Claras como una feria brillan las nubes.La luna nueva se ha enredado a un mstil.La misma luna que dejamos bajo un arco de piedra y cuya luzagraciar los sauzales.En la cubierta, quietamente, yo comparto la tarde con mi hermana,como un trozo de pan. 59. 66JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS DAKARDakar est en la encrucijada del sol, del desierto y del mar.El sol nos tapa el firmamento, el arenal acecha en los caminos, el mar es un encono.He visto un jefe en cuya manta era ms ardiente lo azul que en el cielo incendiado.La mezquita cerca del bigrafo luce una claridad de plegaria.La resolana aleja las chozas, el sol como un ladrn escala los muros.frica tiene en la eternidad su destino, donde hay hazaas, dolos, reinos, arduos bosques y espadas.Yo he logrado un atardecer y una aldea. 60. LUNA DE ENFRENTE 07LA PROMISIN EN ALTA MARNo he recobrado tu cercana, mi patria, pero ya tengo tus estrellas.Lo ms lejano del firmamento las dijo y ahora se pierden en sugracia los mstiles.Se han desprendido de las altas cornisas como un asombro depalomas.Vienen del patio donde el aljibe es una torre inversa entre doscielos.Vienen del creciente jardn cuya inquietud arriba al pie delmuro como un agua sombra.Vienen de un lacio atardecer de provincia, manso como un yuyal.Son inmortales y vehementes; no ha de medir su eternidad ningnpueblo.Ante su firmeza de luz todas las noches de los hombres se curvarncomo hojas secas.Son un claro pas y de algn modo est mi tierra en su mbito. 61. ()8JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS DULCALINQUIMUS ARVAUna amistad hicieron mis abueloscon esta lejanay conquistaron la intimidad de los camposy ligaron 3, su baquala tierra, el fuego, el aire, el agua.Fueron soldados y estancierosy apacentaron el corazn con maanasy el horizonte igual que una bordonason en la hondura de su austera jornada.Su jornada fue clara como un roy era fresca su tarde como el aguaoculta del aljibey las cuatro estaciones fueron para elloscomo los cuatro versos de la copla esperada.Descifraron lejanas polvaredasen carretas o en caballadasy los alegr el resplandorcon que aviva el sereno la espadaa.Uno pele contra los godos,otro en el Paraguay cans su espada;todos supieron del abrazo del mundoy fue mujer sumisa a su querer la campaa.Altos eran sus das .hechos de cielo y llano.Sabidura de campo afuera la suya,la de aqul que est firme en el caballoy que rige a los hombres de la llanuray los trabajos y los dasy las generaciones de los toros.Soy un pueblero y ya no s de esas cosas,soy hombre de ciudad, de barrio, de calle:los tranvas lejanos me ayudan la tristezacon esa queja larga qu sueltan en las tardes. 62. LUNA. DE ENFRENTE69 CASI JUICIO FINALMi callejero no hacer nada vive y se suelta por la variedad dela noche.La noche es una fiesta larga y sola.En mi secreto corazn yo me justifico y ensalzo:He atestiguado el mundo; he confesado la rareza del mundo.He cantado lo eterno: la clara luna volvedora y las mejillas queapetece el amor.He conmemorado con versos la ciudad que me ciey los arrabales que se desgarran.He dicho asombro donde otros dicen solamente costumbre.Frente a la cancin de los tibios, encend mi voz en ponientes. .A los antepasados de mi sangre y a los antepasados de mis sueoshe exaltado y cantado.He sido y soy.He trabado en firmes palabras mi sentimiento que pudo habersedisipado en ternura.El. recuerdo de una antigua vileza vuelve a mi corazn.Como el caballo muerto que la marea inflige a la playa, vuelve a mi corazn.An estn a mi lado, sin embargo, las calles y la luna.El agua sigue siendo dulce en rrii boca y las estrofas no me niegan su gracia.Siento el pavor de la belleza; quin se atrever a condenarme si esta gran luna de mi soledad me perdona? 63. 70JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASMI VIDA ENTERAAqu otra vez, los labios memorables, nico y semejante a vosotros.He persistido en la aproximacin de la dicha y en la intimidadde la pena.He atravesado el mar.He conocido muchas tierras; he visto una mujer y dos o treshombres.He querido a una nia altiva y blanca y de una hispnica quietud.He visto un arrabal infinito donde se cumple una insaciadainmortalidad de ponientes.He paladeado numerosas palabras.Creo profundamente que eso es todo y que ni ver ni ejecutarcosas nuevas.Creo que mis jornadas y mis noches se igualan en pobreza y enriqueza a las de Dios y a las de todos los hombres. 64. LUNA DE ENFRENTELTIMO SOL EN VILLA ORTZARTarde como de Juicio Final.La calle es una herida abierta en el cielo.Ya no s si fue ngel o un ocaso la claridad que ardi en la hondura.Insistente, como una pesadilla, carga sobre m la distancia.Al horizonte un alambrado le duele.El mundo est como inservible y tirado.En el cielo es de da, pero la noche es traicionera en las zanjas.Toda la luz est en las tapias azules y en ese alboroto de chicas.Ya no s si es un rbol o es un dios, se que asoma por la verja herrumbrada.Cuntos pases a la vez: el campo, el cielo, las afueras.Hoy he sido rico de calles y de ocaso filoso y de la tarde hecha estupor.Lejos, me devolver a mi pobreza. 65. 72JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASPARA UNA CALLE DEL OESTEMe dars una ajena inmortalidad, calle sola.Eres ya sombra de mi vida.Atraviesas mis noches con tu segura rectitud de estocada.La muerte tempestad oscura e inmvil desbandar mis horas.Alguien recoger mis pasos y usurpar mi devocin y esa estrella.(La lejana como un largo viento ha de flagelar su camino.)Aclarado de noble soledad, pondr una misma anhelacin en tu cielo.Pondr esa misma anhelacin que yo soy.Yo resurgir en su venidero asombro de ser.En ti otra vez:Calle que dolorosamente como una herida te abres. 66. LUNA DE ENFRENTE73 VERSOS DE CATORCEA mi ciudad de patios cncavos como cntarosy de calles que surcan las leguas como un vuelo,a mi ciudad de esquinas con aureola de ocasoy arrabales azules, hechos de firmamento,a mi ciudad que se abre clara como una pampa,yo volv de las tierras antiguas del naciente"y recobr sus casas y la luz de sus casasy esa modesta luz que urgen los almacenesy supe en las orillas, del querer, que es de todosy a punta de poniente desangr el pecho en salmosy" cant la aceptada costumbre de estar soloy el retazo de pampa colorada de un patio.Dije las calesitas, noria de los domingos,y el paredn que agrieta la sombra de un paraso,y el destino que acecha tcito, en el cuchillo,y la noche olorosa como un mate curado.Yo present la entraa de la voz las orillas,palabra que n la tierra pone el azar del aguay que da a las afueras su aventura infinitay a los vagos campitos un sentido de playa.As voy devolvindole a Dios unos centavosdel caudal infinito que me pone en las manos. 67. Cuaderno San Martn (1929) 68. As to an occasional copy of verses, thereare few inen who have leisure to read, andare possessed of any music in their souls,who are not capable of versifying on someten or twelve occasions during their natu-ral Uves: at a proper conjunction of thestars. There is no harm in taking advantageof such occasions.FitzGerald. En una carta a Bernard Barton (1842) , 69. )79(P R L O G OHe hablado mucho, he hablado demasiado, sobre la poesa comobrusco don del Espritu, sobre el pensamiento como una actividadde la mente; he visto en Verlaine el ejemplo de puro poeta lrico;en Emerson, de poeta intelectual. Creo ahora que en todos lospoetas que merecen ser reledos ambos elementos coexisten. Cmoclasificar a Shakespeare o a Dante? En lo que se refiere a los ejercicios de este volumen, es notorioque aspiran a la segunda categora. Debo al lector algunas obser-vaciones. Ante la indignacin de la crtica, que no perdona queun autor se arrepienta, escribo ahora Fundacin mtica de BuenosAires y no Fundacin mitolgica, ya que la ltima palabra sugieremacizas divinidades de mrmol. Las dos piezas de Muertes deBuenos Aires ttulo que debo a Eduardo Gutirrez imperdo-nablemente exageran la connotacin plebeya de la Chacarita y laconnotacin patricia de la Recoleta. Pienso que el nfasis deIsidoro Acevedo hubiera hecho sonrer a mi abuelo. Fuera de Llaneza, La noche que en el sur lo velaron, es acasoel primer poema autntico que escrib.J.L.B.Buenos Aires, 1969. 70. CUADERNO SAN MARTN81 FUNDACIN MTICA DE BUENOS AIRESY fue por este ro de sueera y de barroque las proas vinieron a fundarme la patria?Iran a los tumbos los barquitos pintadosentre los camalotes de la corriente zaina.Pensando bien la cosa, supondremos que l roera azulejo entonces como oriundo del cielocon su estrellita roja para marcar el sitioen que ayun Juan Daz y los indios comieron.Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaronpor un mar que tena cinco lunas de anchuray aun estaba poblado de sirenas y endriagosy de piedras imanes que enloquecen la brjula.Prendieron unos ranchos trmulos en la costa,durmieron extraados. Dicen que en el Riachuelo,pero son embelecos fraguados en la Boca.Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.Una manzana entera pero en mita del campoexpuesta a las auroras y lluvias y suestadas.La manzana pareja que persiste en mi barrio:Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga.Un almacn rosado como revs de naipebrill y en la trastienda conversaron un truco;el almacn rosado floreci en un compadre,ya patrn de la esquina, ya resentido y duro.El primer organito salvaba el horizontecon su achacoso porte, su habanera y su gringo.El corraln seguro ya opinaba YRIGOYEN,algn piano mandaba tangos de Saborido.Una cigarrera sahum como una rosael desierto. La tarde se haba ahondado en ayeres,los hombres compartieron un pasado ilusorio.Slo falt una cosa: la vereda de enfrente.A m se me hace cuento que empez Buenos Aires:La juzgo tan eterna como el agua y el aire. 71. 82 JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS ELEGA DE LOS PORTONES A Francisco Luis Bernrdez Barrio Villa Alvear: entre las calles Nicara- gua, Arroyo Maldonado, Canning y Rivera. Muchos terrenos baldos existen an y su importancia es reducida. MANUEL BILBAO: Buenos Aires, 1902. Esta es una elega de los rectos portones que alargaban su sombra en la plaza de tierra. sta es una elega que se acuerda de un largo resplandor agachado que los atardeceres daban a los baldos. (En los pasajes mismos haba cielo bastante para toda una dicha y las tapias tenan el color de las tardes.) sta es una elega de un Palermo trazado con vaivn de recuerdo y que se va en la muerte chica de los olvidos. Muchachas comentadas por un vals de organito o por los-mayorales de corneta insolente de los 64, saban en las puertas la gracia de su espera. Haba huecos de tunas y la ribera hostil del Maldonado menos agua que barro en la sequa y zafadas veredas en que flameaba el corte y una frontera de silbatos de hierro. Hubo cosas felices, cosas que slo fueron para alegrar las almas: el arriate del patio y el andar hamacado del compadre. 72. CUADERNO SAN MARTN83Palermo del principio, vos tenasunas cuantas milongas para hacerte valientey una baraja criolla para tapar la viday unas albas eternas para saber la muerte.El da era ms largo en tus veredasque en las calles del centro,porque en IQS huecos hondos se aquerenciaba el cielo.Los carros de costado sentenciosocruzaban tu maanay eran en las esquinas tiernos los almacenescomo esperando un ngel.Desde mi calle de altos (es cosa de una legua)voy a buscar recuerdos a tus calles nocheras.Mi silbido de pobre penetrar en los sueosde los hombres que duermen.Esa higuera que asoma sobre una parecitase lleva bien con mi almay es ms grato el rosado firme de tus esquinasque el de las nubes blandas. 73. 84JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASCURSO DE LOS RECUERDOS Recuerdo mo del jardn de casa: vida benigna de las plantas, vida corts de misteriosa y lisonjeada por los hombres. Palmera la ms alta de aquel cielo y conventillo de gorriones; parra firmamental de uva negra, los das del verano dorman a tu sombra. Molino colorado: remota rueda laboriosa en el viento, honor de nuestra casa, porque a las otras iba el ro bajo la campanita del aguatero. Stano circular de la base que hacas vertiginoso el jardn, daba miedo entrever por una hendija tu calabozo de agua sutil. Jardn, frente a la verja cumplieron sus caminos los sufridos carreros y el charro carnaval aturdi con insolentes murgas. El almacn, padrino del malevo, dominaba la esquina; pero tenas caaverales para hacer lanzas y gorriones para la oracin. El sueo de tus rboles y el mo todava en la noche se confunden y la devastacin de la urraca dej un antiguo miedo en mi sangre. 74. CUADERNO SAN MARTN85Tus contadas varas de fondose nos volvieron geografa;un alto era "la montaa de tierra"y una temeridad su declive.Jardn, yo cortar mi oracinpara seguir siempre acordndome:voluntad o azar de dar sombrafueron tus rboles. 75. 86 JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASISIDORO ACEVEDOEs verdad que lo ignoro todo sobre lsalvo los nombres de lugar y las fechas:fraudes de la palabra-pero con temerosa piedad he rescatado su ltimo da.no el que los otros vieron, el suyo,y quiero distraerme de mi destino para escribirlo.Adicto a la conversacin portea del truco,alsinista y nacido del buen lado del Arroyo del Medio,comisario de frutos del pas en el mercado antiguo del Once,comisario de la tercera,se bati cuando Buenos Aires lo quisoen Cepeda, en Pavn y en la playa de los Corrales,Pero mi voz no debe asumir sus batallas,porque l se las llev en un sueo esencial.Porque lo mismo que otros hombres escriben versos,hizo mi abuelo un sueo.Cuando una congestin pulmonar lo estaba arrasandoy la inventiva fiebre le false la cara del da,congreg los ardientes documentos de su memoriapara fraguar su sueo.Esto aconteci en una casa de la calle Serrano,en el verano ardido del novecientos cinco.So con dos ejrcitosque entraban en la sombra de una batalla;enumer los comandos, las banderas, las unidades."Ahora estn parlamentando los jefes", dijo en voz que le oyerony quiso incorporarse para verlos.Hizo leva de pampa:vio terreno quebrado para que pudiera aferrarse la infanteray llanura resuelta para que el tirn de la caballera fuera invencible.Hizo una leva ltima,congreg los miles de rostros que el hombre sabe, sin saber, despus de los aos:caras de barba que se estarn desvaneciendo en daguerrotipos,caras que vivieron junto a la suya en el Puente Alsina y Cepeda. 76. CUADERNO SAN MARTIN 87Entr a saco en sus daspara esa visionaria patriada que necesitaba su fe, no que unaflaqueza le impuso;junt un ejrcito de sombras porteaspara que lo mataran.As, en el dormitorio que miraba al jardn,muri en un sueo por la patria.En metfora de viaje me dijeron su muerte; no la cre.Yo era chic, yo no saba entonces de muerte, yo era inmortal;yo lo busqu por muchos das por los cuartos sin luz. 77. 88JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS LA NOCHE QUE EN EL SUR LO VELARON A Letizia lvarez de Toledo Por el deceso de alguien misterio cuyo vacante nombre poseo y cuya realidad no abar-camos hay hasta el alba una casa abierta en el Sur, una ignorada casa que no estoy destinado a rever, pero que me espera esta noche con desvelada luz en las altas horas del sueo, demacrada de malas noches, distinta,^minuciosa de realidad.A su vigilia gravitada en muerte caminopor las calles elementales como recuerdos,por el tiempo abundante de la noche,sin ms oble vidaque los vagos hombres de barrio junto al apagado almacny algn silbido solo en el mundo.Lento el andar, en la posesin de la espera,llego a la cuadra y a la casa y a la sincera puerta que buscoy me reciben hombres obligados a gravedadque participaron d los aos de mis mayores,y nivelamos destinos en una pieza habilitada que mira al patiopatio que est bajo el poder y en la integridad de la nochey decimos, porque la realidad es mayor, cosas indiferentesy sordos desganados y argentinos en el espejoy el mate compartido mide horas vanas.Me conmueven las menudas sabidurasque en todo fallecimiento se pierdenhbito de unos libros, de una llave, de un cuerpo entre losotros.Yo s que todo privilegio, aunque oscuro, es de linaje de milagroy mucho lo -es el de participar en esta vigilia,reunida alrededor de lo que no se sabe: del Muerto,reunida para acompaar y guardar su primera noche en la muerte.(El velorio gasta las caras;lo* o jas se nos estn muriendo en l o alto como jess,) 78. CUADERNO SAN MARTIN 89Y el muerto, el increble?Su realidad est bajo las flores diferentes de ly su mortal hospitalidad nos darun recuerdo ms para el tiempoy sentenciosas calles del Sur para merecerlas despacioy brisa oscura sobre la frente que vuelvey la noche que de la mayor congoja nos libra:la prolijidad de lo real. 79. 90J O R G E LUIS BORGESOBRAS COMPLETASMUERTES DE BUENOS AIRES i LA CHACARITAPorque la entraa del cementerio del surfue saciada por la fiebre amarilla hasta decir basta;porque los conventillos hondos del surmandaron muerte sobre la cara de Buenos Airesy porque Buenos Aires no> pudo mirar esa muerte,a paladas te abrieronen la punta perdida del oeste,detrs de las tormentas de tierray del barrial pesado y primitivo que hizo a los cuarteadores.All no haba ms que el mundoy las costumbres de las estrellas sobre unas chacras,y el tren sala de un galpn en Bermejocon los olvidos de la nruerte:muertos de barba derrumbada y ojos en vela,muertas de carne desalmada y sin magia.Trapaceras de la muerte sucia como el nacimiento del h o m b r e -siguen multiplicando tu subsuelo y as reclutastu conventillo de nimas, tu montonera clandestina de huesosque caen al fondo de tu noche enterradalo mismo que a la hondura de un mar.Una dura vegetacin de sobras en penahace fuerza contra tus paredones interminablescuyo sentido es perdicin,y convencidas de mortalidad las -orillasapuran su caliente vida a tus piesen calles traspasadas por una llamarada baja de barroo se aturden con desgano de bandoneoneso con balidos de cornetas sonsas en carnaval.(El fallo de destino ms para siempre,que dura en m lo escuch esa noche en tu nochecuando la guitarra bajo> la mano del orillerodijo lo mismo que las palabras, y ellas decan:La muerte es vida vivida, 80. CUADERNO SAN MARTN91la vida es muerte que viene;la vida no es otra cosaque muerte que anda luciendo.)Mono del cementerio, la Quemagesticula advenediza muerte a tus pies.Gastamos y enfermamos la realidad: 210 carrosinfaman las maanas, llevandoa esa necrpolis de humolas cotidianas cosas que hemos contagiado de muerte.Cpulas estrafalarias de madera y cruces en altose mueven piezas negras de un ajedrez final por tus callesy su achacosa majestad va encubriendoias vergenzas de nuestras muertes.En tu disciplinado recintola muerte es incolora, hueca, numrica;se disminuye a fechas y a nombres,muertes de la palabra.Chacarita:desaguadero de esta patria de Buenos Aires, cuesta final,barrio que sobrevives a los otros, que sobremueres,lazareto que ests en esta muerte no en la otra vida,he odo tu palabra de caducidad y no creo en ella,porque tu misma conviccin de angustia es acto de viday porque la plenitud de una sola rosa es ms que tus mrmoles. II LA RECOLETAAqu es pundonorosa la muerte,aqu es la recatada muerte portea,la consangunea de la duradera luz venturosadel atrio del Socorroy de la ceniza minuciosa de los braserosy del fino dulce de leche de los cumpleaosy de las hondas dinastas de patios.Se acuerdan bien con ellaesas, viejas dulzuras y tambin los viejos rigores.T u frente es el prtico valerosoy la generosidad de ciego del rboly la diccin de pjaros que aluden, sin saberla, a la muerte 81. 92JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASy el redoble, endiosador de pechos, de los tamboresen los entierros militares;tu espalda, los tcitos conventillos del nortey el paredn de las ejecuciones de Rosas.Crece en disolucin bajo los sufragios de mrmolla nacin impresentable de muertosque se deshumanizaron en tu tiniebladesde que Mara de los Dolores Maciel, ipa del Uruguaysimiente de tu jardn para el cielo~-se durmi, tan poca cosa, en tu descampado.Pero yo quiero demorarme en el pensamientode las livianas flores que son tu comentario piadososuelo amarillo bajo las acacias de tu costado,flores izadas a conmemoracin en tus mausoleosy en el porqu de su vivir gracioso y dormidojunto a las terribles reliquias de los que amamos.Dije el enigma y dir tambin su palabra:siempre las flores vigilaron la muerte,porque siempre los hombres incomprensiblemente supimosque su existir dormido y graciosoes el que mejor puede acompaar a los que murieronsin ofenderlos con soberbia de vida,sin ser ms vida que ellos. 82. CUADERNO SAN MARTIN i>.5A FRANCISCO LPEZ MERINOSi te cubriste, por deliberada mano, de muerte,si tu voluntad fue rehusar todas las maanas del mundo,es intil que palabras rechazadas te soliciten,predestinadas a imposibilidad y a derrota.Slo nos queda entoncesdecir el deshonor de las rosas que no supieron demorarte,el oprobio del da que te permiti el balazo y el fin.Qu sabr oponer nuestra voza lo confirmado por la disolucin, la lgrima, el mrmol?Pero hay ternuras que por ninguna muerte son menos:las ntimas, indescifrables noticias que nos cuenta la msica,la patria que condesciende a higueras y aljibe,la gravitacin del amor, que nos justifica.Pienso en ellas y pienso tambin, amigo escondido,que tal vez a imagen de la predileccin, obramos la muerte,que la supiste de campanas, nia y graciosa,hermana de tu aplicada letra de colegial,y que hubieras querido distraerte en ella como en un sueo.Si esto es verdad y si cuando el tiempo nos deja,nos queda un sedimento de eternidad, un gusto del mundo,entonces es ligera tu muerte,como los versos en que siempre ests esperndonos,entonces no profanarn tu tinieblaestas amistades que invocan. 83. 94JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS BARRIO NORTEEsta declaracin es la de un secretoque est vedado por la inutilidad y el descuido,secreto sin misterio ni juramentoque slo por la indiferencia lo es:hbitos de honlbres y de anocheceres lo tienen,lo preserva el olvido, que es el modo ms pobre del misterio.Alguna vez era una amistad este barrio,un argumento de aversiones y afectos, como las otras cosas de amor;apenas si persiste esa feen unos hechos distanciados que morirn:en la milonga que de las Cinco Esquinas se acuerda,en el pato como una firme rosa bajo las paredes crecientes,en el despintado letrero que dice todava La Flor del Norte,en los muchachos de guitarra y baraja del almacn,en la memoria detenida del ciego.Ese disperso amor es nuestro desanimado secreto.Una cosa invisible est pereciendo del mundo,un amor no ms ancho que una msica.Se nos aparta el barrio,los balconcitos retacones de mrmol no nos enfrentan cielo;Nuestro cario se acobarda en desganos,la estrella de aire de las Cinco Esquinas es otra.Pero sin ruido y siempre,en cosas incomunicadas, perdidas, como lo estn siempre las cosas,en el gomero con su veteado cielo de sombra,en la baca que recoge el primer sol y el ltimo,perdura ese hecho servicial y amistoso,esa lealtad oscura que ir palabra est declarando:el barrio. 84. CUADERNO SAN MARTIN95 EL PASEO DE JULIOJuro que no por deliberacin he vuelto a la callede alta recova repetida como un espejo,de parrillas con la trenza de carne de los Corrales,de prostitucin encubierta por lo ms distinto: la msica.Puerto mutilado sin mar, encajonada racha salobre,resaca que te adheriste a la tierra: Paseo de Julio,aunque recuerdos mos, antiguos hasta la ternura, te sabennunca te. sent patria.Slo poseo de ti una deslumbrada ignorancia,una insegura propiedad como la de los pjaros en el aire,pero mi verso es de interrogacin y de pruebay para obedecer lo entrevisto.Barrio con lucidez de pesadilla al pie de los otros,tus espejos curvos denuncian el lado de fealdad de las caras.,tu noche calentada en lupanares pende de la ciudad.Eres la perdicin fragundose un mundocon los reflejos y las deformaciones de ste;sufres de caos, adoleces de irrealidad,te empeas en jugar con naipes raspados la vida;tu alcohol mueve peleas,tus griegas manosean envidiosos libros de magia.Ser porque el infierno es vacoque es espuria tu misma fauna de monstruosy la sirena prometida por ese cartel es muerta y de cera?Tienes la inocencia terriblede la resignacin, del amanecer, del conocimiento,la del espritu no purificado, borradopor los das del destino 85. 96JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASy que ya blanco de muchas luces, ya nadie,slo codicia lo presente, lo actual, como los hombres viejos.Detrs de los paredones de mi suburbio, los duros carrosrezarn con varas en alto a su imposible dios de hierro y de polvo,pero, qu dios, que dolo, qu veneracin la tuya, Paseo de Julio?T u vida pacta con la muerte;toda felicidad, con slo existir, te es adversa. 86. Evaristo Carriego(1930) 87. ...a mode of trulh, not of truth coherent andcentral, but angular and splintered. D E QuiNcF.y. Writings, XI, 68. 88. cargada noche mededicara unas dcimas, de las que no olvidar este acierto impen-sado, esta resolucin de amistad: A ust, compaero Borges, Losaludo enteramente. Es visteador de ley, pero malevo que ha que-rido faltarle ha sido sujetado, no con el fierro igual, sino con el 104. 1 lbf JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASrebenque mandn o con la mano abierta, para mantener discipli-na. Los amigos, lo mismo que los muertos y las ciudades, colabo-ran en cada hombre, y hay rengln de El alma del suburbio: puesya u,na vez lo hizo ca. . .er de un hachazo, en que parece retumbarla voz de Paredes, ese trueno cansado y fastidiado de las impre-caciones criollas. Por Nicols Paredes conoci Evaristo Carriegola gente cuchillera de la seccin, la flor de Dios te libre. Man-tuvo por un tiempo con ellos una despareja amistad, una amis-tad profesionalmente criolla con efusiones de almacn y jura-mentos leales de gaucho y vos me fonocs che hermano y las otrasmorondangas del gnero. Ceniza de esa frecuentacin son lasalgunas dcimas en lunfardo que Carriego se desentendi de fir-mar y de las que he juntado dos series: una agradecindole aFlix Lima el envo de su libro de crnicas Con los nueve; otra,cuyo nombre parece una irrisin de Dies irae, llamada Da debronca y publicada sobre el seudnimo El Barretero en la revistapolicial JL. C. En el suplemento de este segundo captulo copioalgunas. No se le conocieron hechos de amor. Sus hermanos tienen elrecuerdo de una mujer de luto que sola esperar en la vereda yque mandaba cualquier chico a buscarlo. Lo embromaban: nuncale sonsacaron su nombre. Arribo" a la cuestin de su enfermedad, que pienso important-sima. Es creencia general que la tuberculosis lo ardi: opinindesmentida por su familia, aconsejada tal vez por dos supersti-ciones, la de que es denigrativo ese mal, la de que se hereda.Salvo sus deudos, todos aseveran que muri tsico. Tres conside-raciones vindican esa general opinin de sus amistades: la inspira-da movilidad y vitalidad de la conversacin de Carriego, favorposible de un estado febril; la figura, insistida con obsesin, dela escupida roja; la solicitud urgente de aplauso. l se saba de-dicado a la muerte y sin otra posible inmortalidad que la de suspalabras escritas; por eso, la impaciencia de gloria. Impona susversos en el caf, ladeaba la conversacin a temas vecinos de losversificados -por l, denigraba con elogios indiferentes o con re-probaciones totales a los colegas de aptitud peligrosa; deca, comoquien se distrae, mi talento. Adems, haba preparado o se habaagenciado un sofisma, que vaticinaba que la entera poesa con- tempornea iba a perecer por retrica, salvo la suya, que poda subsistir como documento como si la aficin retrica no fueradocumental de un siglo, tambin. Tenia sobrada razn escribedel Mazo al requerir personalmente la atencin general hacia su obra. Comprenda que la consagracin lentsima alcanza en vidaa contados ancianos, y sabiendo que no producira en amontona- miento de libros, abra el espritu ambiente a la belleza y grave- 105. EVARISTO CARRIEGO 119 dad de sus versos. Ese proceder no significaba una vanidad: era la parte mecnica de la gloria, era una obligacin del mismo orden que la de corregir las pruebas. La premonicin de la in- cesante muerte la urga. Codiciaba Carriego el futuro tiempo ge- neroso de los dems, el afecto de ausentes. Por esa abstracta con- versacin con las almas, lleg a desentenderse del amor y de la desprevenida amistad, y se redujo a ser su propia publicidad ysu apstol.Puedo intercalar una historia. Una mujer ensangrentada, ita- liana, que hua de los golpes de su marido, irrumpi una tarde en el patio de los Carriego. ste sali indignado a la calle y dijo las cuatro duras palabras que haba que decir. El marido (un cantinero vecino) las toler sin contestacin, pero guard rencor. Carriego, sabiendo que la fama es artculo de primera necesidad, aunque vergonzante, public un suelto de vistosa reprobacin en ltima Hora sobre la brutalidad de ese gringo. Su resultado fue inmediato: el hombre, vindicada pblicamente su condicinde bruto, depuso entre ajenas chacotas halagadoras el malhumor;la golpeada anduvo sonriente unos das; la calle Honduras sesinti ms real cuando se ley impresa. Quien as poda traslucir en los otros esa apetencia clandestina de fama, adoleca de ella tambin. ,La perduracin en el recuerdo de los dems lo tiranizaba.Cuando alguna definitiva pluma de acero resolvi que Almafuer-te, Lugones y Enrique Banchs integraban ya el triunvirato osera el tricornio o el trimestre? de la poesa argentina, Carriegopropona en los cafs la deposicin de Lugones, para que no tu-viera que molestar su propia inclusin ese arreglo ternario.Las variantes raleaban: sus das eran un solo da. Hasta sumuerte vivi en el 84 de Honduras, hoy 3784. Era infaltablelos domingos en casa nuestra, de vuelta del hipdromo. Repen-sando las frecuencias de su vivir los desabridos despertares ca-seros, el gusto de travesear con los chicos, la copa grande de guin-dado oriental o caa de naranja en el vecino almacn de Char-cas y Malabia, las tenidas en el bar de Venezuela y Per, la dis-cutidora amistad, las italianas comidas porteras en la Cortada,la conmemoracin de versos de Gutirrez Njera y de Almafuer-te, la. asistencia viril a la casa de zagun rosado como una nia,el cortar un gajito de madreselva al orillar una tapia, el hbitoy el amor de la noche veo un sentido de inclusin y de crculoen su misma trivialidad. Son actos comunsticos, pero el sentidofundamental de comn es el de compartido entre todos. Esas fre-cuencias que enunci de Carriego, yo s que nos lo acercanT Lorepiten infinitamente en nosotros, como si Carriego perduraradisperso en nuestros destinos, como si cada uno de nosotros fuera 106. 120 JORGE LUIS BORGESOBRASCOMPLETASpor unos segundos Carriego. Creo que literalmente as es, y queesas momentneas identidades (no repeticiones!) que aniquilanel supuesto correr del tiempo, prueban la eternidad. Inferir de un libro las inclinaciones de su escritor pareceoperacin muy fcil, mxime si olvidamos que ste no redactasiempre lo que prefiere, sino lo de menor empeo y lo que sefigura esperan de l. Esas borrosas imgenes suficientes de cam-po de a caballo, que son el fondo de toda conciencia argentina,no podan faltar en Carriego. En ellas hubiera querido vivir.Otras incidentales (de azar domiciliario al principio, de ensayoaventurero despus, de cario al fin) eran, sin embargo, las quedefenderan su memoria: el patio que es ocasin de serenidad,rosa para los das, el fuego humilde de San Juan, revolcndosecomo un perro en mitad de la calle, la estaca de la carbonera,su bloque de apretada tiniebla, sus muchos leos, la mamparade fierro del conventillo, los hombres de la esquina rosada. Ellaslo confiesan y aluden. Yo espero que Carriego lo entendi asalegre y resignadamente, en una de sus callejeras noches finales;yo imagino que el hombre es poroso para la muerte y que suinmediacin lo suele vetear de hastos y de luz, de vigilanciasmilagrosas y previsiones. 107. EVARISTO CARRIEGO121III LAS MISAS HEREJES Antes de considerar este libro, conviene repetir que todo escri-tor empieza por un concepto ingenuamente fsico de lo que esarte. Un libro, para l, no es una expresin o una concatenacinde expresiones, sino literalmente un volumen, un prisma de seiscaras rectangulares hecho de finas lminas de papel que debenpresentar una cartula, una falsa cartula, un epgrafe en bastar-dilla, un prefacio en una cursiva mayor, nueve o diez partes conuna versal al principio, un ndice de materias, un ex libris conun relojito de arena y con un resuelto latn, una concisa fe deerratas, unas hojas en blanco, un colofn interlineado y un piede imprenta: objetos que es sabido constituyen el arte de escri-bir. Algunos estilistas (generalmente los del inimitable pasado)ofrecen adems un prlogo del editor, un retrato dudoso, unafirma autgrafa, un texto con variantes, un espeso aparato crtico,unas lecciones propuestas por el editor, una lista de autoridadesy unas lagunas, pero se entiende que eso no es para todos.. . Esaconfusin de papel de Holanda con estilo, de Shakespeare conJacobo Peuser, es indolentemente comn, y perdura (apenas ade-centada) entre los retricos, para cuyas informales almas acsticasuna poesa es un mostradero de acentos, rimas, elisiones, dipton-gaciones y otra fauna fontica. Escribo esas miserias caracters-ticas de todo primer libro, para destacar las inusuales virtudesde este que considero. Irrisorio sin embargo sera negar que las Misas herejes es unlibro de aprendizaje. No entiendo definir as la inhabilidad,sino estas dos costumbres: el deleitarse casi fsicamente con de-terminadas palabras por lo comn, de resplandor y de auto-ridad y la simple y ambiciosa determinacin de definir porensima vez los hechos eternos. No hay versificador incipienteque no acometa una definicin de la noche, de la tempestad, delapetito carnal, de la luna: hechos que no requieren definicinporque ya poseen nombre, vale decir, una representacin com-partida. Carriego incide en esas dos prcticas. . Tampoco se le puede absolver de la acusacin de borroso.Es tan evidente la distancia entre la incomunicada palabrerade composiciones de descomposiciones, ms bien como Lasltimas etapas y la rectitud de sus buenas pginas ulteriores en 108. 122JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASLa canin del barrio, que no se debe ni recalcar ni omitir. Vin-cular esas naderas con el simbolismo es desconocer deliberada-mente las intenciones de Laforgue o de Mallarm. No es precisoir tan lejos: el verdadero y famoso padre de esa relajacin fueRubn Daro, hombre que a trueque de importar del francsunas comodidades mtricas, amuebl a mansalva sus versos en elPetit Larousse con una tan infinita ausencia de escrpulos quepantesmo y cristianismo eran palabras sinnimas para l y. queal representarse aburrimiento escriba nirvana.1 Lo divertido esque el formulador de la etiologa simbolista, Jos Gabriel, no seresuelve a no encontrar smbolos en las Misas herejes, y expende alos lectores de la pgina 36 de su libro, esta solucin ms bieninsoluble del soneto El clavel: Ha de decir (Carriego) que intent darle un beso a una mujer, y que ella, intransigente, interpuso su mano entre ambas bocas (y esto no se sabe sino despus de muypenosos esfuerzos); pero no, decirlo as, seria pedestre, no serapotico, y entonces llama clavel y rojo heraldo de amatorios cre-dos a sus labios, y al acto negativo de la hembra, la ejecucin, delclavel con la guillotina de sus nobles dedos. As la aclaracin; vase ahora el interpretado soneto:- Fue al surgir de una duda insinuativa cuando hiri tu severa aristocracia, como un smbolo rojo de mi audacia, un clavel que tu mano no cultiva. Hubo quiz una frase sugestiva o advirti una intencin tu perspicacia, pues tu serenidad llena de gracia fingi una rebelin despreciativa. . Y asi, en tu vanidad, por la impaciente condena de tu orgullo intransigente, mi rojo heraldo de amatorios credos mereci, por su smbolo atrevido, como un apstol o como un bandido la guillotina de tus nobles dedos. El clavel es fuera de duda un clavel de veras, una guarangaflor popular deshecha por la nia y el simbolismo (el mero gon-1 Conservo estas impertinencias para castigarme por haberlas escrito. Enaquel tiempo creaque los poemas de Lugones eran superiores a los de Da-ro. Es verdad quetambin crea que los de Quevedo eran superiores a losde Gngora. (Nota de 1954.) . 109. EVARISTO CARRIEGO123gorismo) es el del explicativo espaol, que lo traduce en labios. Lo no discutible es que una fuerte mayora de las Misas here-jes ha incomodado seriamente a los crticos. Cmo justificaresas incontinencias inocuas en el especial poeta del suburbio?A tan escandalizada interrogacin creo satisfacer con esta res-puesta: Esos principios de Evaristo Carriego son tambin delsuburbio, no en el superficial sentido temtico de que versansobre l, sino en el sustancial de que as versifican los arrabales.Los pobres gustan de esa pobre retrica, aficin que no suelenextender a sus descripciones realistas. La paradoja es tan admira-ble como inconsciente: se discute la autenticidad popular de unescritor en virtud de las nicas pginas de ese escritor que alpueblo le gustan. Ese gusto es por afinidad: el palabreo, el desfilede trminos abstractos, la sensiblera, son los estigmas de la ver-sificacin orillera, inestudiosa de cualquier acento local menosdel gauchesco, ntima de Joaqun Castellanos y de Almafuerte,no de letras de tango. Recuerdos de glorieta y de almacn measesoran aqu; el arrabal se surte de arrabalero en la calle Co-rrientes, pero lo altilocuente abstracto es lo suyo y es la materiaque trabajan los payadores. Repetido sea con brevedad: esa pe-cadora mayora de las Misas herejes no habla de Palermo, peroPalermo pudo haberla inventado. Prubelo este barullo: Y en el salmo coral, que sinfoniza un salvaje cicln sobre la pauta, venga el robusto canto que presagie, con la alegre fiereza de una diana que recorriese como un verso altivo el soberbio delirio de la gama, el futuro cercano de los triunfos futuro precursor de las revanchas; el instante supremo en que se agita la misin terrenal de las canallas. . .Es decir: una tempestad puesta en salmo que debe contenerun canto que debe parecerse a una diana que debe parecersea un verso, y la prediccin de un porvenir recin precursor en-comendada al canto que debe parecerse a la diana que se parece aun verso. Sera una declaracin de rencor prolongar la cita:bsteme jurar que esa rapsodia de payador abombado por elendecaslabo rebasa los doscientos renglones y que ninguna desus muchas estrofas puede lamentar una carencia de tempestades,de banderas, de cndores, de vendas maculada^ y de martillos.Eliminen su mal recuerdo estas dcimas, de pasin lo bastante 110. 124 JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETAScircunstancial para que las pensemos biogrficas, y que tan bienhan de llevarse con la guitarra: Que este verso, que has pedido, vaya hacia ti, corno enviado de algn recuerdo volcado en una tierra de olvido. . . para insinuarte al odo su agona ms secreta, cuando en tus noches, inquieta, por las memorias, tal vez, leas, siquiera una vez, las estrofas del poeta. Yo...? Vivo con la pasin de aquel ensueo remoto, que he guardado como un voto, ya viejo, del corazn. Y s en mi amarga obsesin que mi cabeza, cansada caer, recin, libertada de la prisin de ese ensueo cuando duerma el postrer sueo sobre la postrer almohada! Paso a rever las composiciones realistas que integran El almadel suburbio, en la que podemos escuchar al fin! la voz de Ca-rriego, tan ausente de las menos favorecidas partes: Las rever ensu orden, omitiendo voluntariamente unas dos: De la aldea (cro-mo de intencin andaluza y de una trivialidad categrica) y Elguapo, que dejo para una consideracin final ms extensa. La primera, El alma del suburbio, refiere un atardecer en laesquina. La calle popular hecha patio, es su descripcin, la con-soladora posesin de lo elemental que les queda a los pobres: lamagia servicial de los naipes, el trato humano, el organito consu habanera y su gringo, la espaciada frescura de la oracin, eldiscutidero eterno sin nmnbo, los temas de la carne y la muerte.No se olvid Evaristo Carriego del tango, que se quebraba condiablura y bochinche por las veredas, como recin salido de lascasas de la calle Junn, y que era cielo de varones noms, igualque la visteada l:1 La pica circunstanciada del tango ha sido escrita ya: su autor, VicenteRossi; su nombre en librera, Cosas de negros (1926) , obra clsica en nues-tras letras y que por la sola intensidad de su estilo tendr en todos razn.Para Rossi, el tango es afro-montevideano, del Bajo, el tango tiene motas 111. EVARISTO CARRIEGO 125 En la calle, la buena gente derrocha sus guarangos decires ms lisonjeros, porque al comps de un tango, que es La Morocha, lucen giles cortes dos orilleros. Sigue una pgina de misterioso renombre, La viejecita, feste-jada cuando se public, porque su liviana dosis de realidad, indis-tinta ahora, era infinitesimalmente ms fuerte que la de las rap-sodias coetneas. La crtica, por la misma facilidad de servir elo-gios, corre el albur de profetizar. Los encomios que se aplicarona La viejecita son los que merecera El guapo despus; los dedica-dos en 1862 a Los mellizos de la Flor de Ascasubi, son una pro-feca escrupulosa de Martn Fierro.Detrs del mostrador es una oposicin entre la urgente vidabarullera de los borrachos y la mujer hermosa, bruta y tapiada,detrs del mostrador como una .estatuaque impvida les enloquece el deseoy pasa sin dolor, asi, inconsciente,su vida material de carne esclava:la tragedia opaca de un alma que no ve su destino.La siguiente pgina, El amasijo, es el reverso deliberado deEl guapo. En ella se denuncia con ira santa nuestra peor reali-dad: el guapo de entrecasa, la doble calamidad de la mujer gri-tada y golpeada y del malevo que con infamia se emperra en esapobre hombra vanidosa de la opresin:Dej de castigarla, por fin cansadode repetir el diario brutal ultraje. que habr de contar luego, felicitado,en la rueda insolente del compadraje. . .Sigue En el barrio, pgina cuyo hermoso motivo es el acom-paamiento eterno y la eterna letra de la guitarra, proferidos nopor una convencin como es hbito, sino literalmente para in-en la raz. Para Laurentino Mejas, (La polica por dentro, II, 1913, Barce-lona) es afro-porteo, inaugurado en los machacones candombes de laConcepcin y de Monserrat, amalevado despus en los peringundines: el deLorea, el de la Boca del Riachuelo y el de Sols. Lo bailaban tambinen las casas malas de la calle del Temple, sofocado el organito de contra-bando por el colchn pedido a uno de los lechos venales, ocultas las armasde la concurrencia en los albaales vecinos, en previsin de un raid policial. 112. 126 JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASdicar un efectivo amor. El episodio de esa reanimacin de sm-bolos es de embargada luz, pero es fuerte. Desde el primitivopatio de tierra o patio colorado, llama con ira de pasin la urgentemilonga que escucha insensible la despreciativa moza, que no quiere salir de.la pieza. Sobre el rostro adusto tiene el guitarrero viejas cicatrices de crdeno brillo, en el pecho un hosco rencor pendenciero y en los negros ojos la luz del cuchillo. Y no es para el otro su constante enojo. A ese desgraciado que a golpes maneja le hace el mismo caso, por bruto y por flojo, que al pucho que olvida detrs de la oreja. Pues tiene unas ganas su altivez airada de concluir con todas las habladuras. Tan capaz se siente de hacer una hombrada de la que hable el barrio tres o cuatro das. . .! La estrofa antefinal es de orden dramtico; parece.dicha porel mismo tajeado. Es intencionado tambin el ltimo verso, laapurada atencin de unos pocos das que el barrio, mal acostum-brado entonces, dedicaba a una muerte, lo pasajero de la gloriade poner un barbijo. Despus est Residuo de fbrica, que es la piadosa notificacinde una pena, donde lo que ms importa quiz es la versin ins-tintiva de las enfermedades como una imperfeccin, una culpa. Ha tosido de nuevo. El hermanito que a veces en la pieza se distrae jugando sin hablarle, se ha quedado de pronto serio, como si pensase. Despus se ha levantado y bruscamente se ha ido, murmurando alalejarse, con algo de pesar y mucho de asco: que la puerca otra vezescupe sangre. Entiendo que el nfasis de emocin de la estrofa penltimaest en la circunstancia cruel: sin hablarle. Sigue La queja, que es una premonicin fastidiosa de no s 113. EVARISTO CARRIEGO127cuntas letras fastidiosas de tango, una biografa del esplendor,desgaste, declinacin y oscuridad final de una mujer de todos.El tema es de ascendencia horaciana Lydia, la primera de esaestril dinasta infinita, enloquece de ardiente soledad comoenloquecen las madres de los caballos, matres equorum, y en suya desertada pieza amat janua limen, la hoja se ha prendidoal umbral y desagua en Contursi, pasando por Evaristo Ca-rriego, cuyo harlots progress sudamericano, completado por latuberculosis, no cuenta mayormente en la serie. La sigue La guitarra, descaminada enumeracin de imgenesbobas, indigna del autor de En el barrio y que parece desdearo ignorar las situaciones de eficacia potica motivadas por elinstrumento: la msica prodigada a la calle, el aire venturoso quenos es triste por el recuerdo incidental que le unimos, las amista-des que apadrina y corona. Yo he visto amistarse dos hombres yempezar a correr parejo sus almas, mientras punteaban en lasdos guitarras un gato que pareca el alegre sonido de esa con-fluencia. La ltima es Los perros del barrio, que es una sorda reverbe-racin de Almafuerte, pero que tradujo una realidad, pues elpobrero de esas orillas abund siempre en perros, ya por lo cen-tinelas que son, ya por curiosear su vivir, que es una diversinque no cansa, ya por incuria. Alegoriza indebidamente Carriegoesa perrada pordiosera y sin ley, pero trasmite su caliente vida enmontn, su chusma de apetitos. Quiero repetir este versocuando beben agua de luna en los charcosy aquel otro daullando exorcismos contra la perrera,que tira de uno de mis fuertes recuerdos: la visitacin disparatadade ese infiernito, vaticinado por ladridos en pena, y precedidocerca por una polvareda de chicos pobres, que espantaban agritos y pedradas otra polvareda de perros, para resguardarlosdel lazo.Me falta considerar El guapo, exaltacin precedida por unafamosa dedicatoria al tambin guapo electoral alsinista San JuanMoreira. Es una ferviente presentacin 1, cuya virtud reside tam-bin en los nfasis laterales: en elconquista la larga renombre de osado1Lstima, en los versos finales, la mencin arbitraria del mosquetero. 114. 128 JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETASque est significando- las muchas candidaturas a ese renombre, yen esa casi mgica indicacin de podero ertico: caprichos de hembra que tuvo la daga. En El guapo, tambin las omisiones importan. El guapo noera un salteador n r u n rufin ni obligatoriamente u cargoso;era la definicin de Carriego: un cultor del coraje. Un estoico,en el mejor de los casos; en el peor, un profesional del barullo,un especialista de la intimidacin progresiva, un veterano delganar sin pelear: menos indigno siempre que su presente des-figuracin italiana de.cultor de la infamia, de malevito doloridopor la vergenza de no ser canflinflero. Vicioso del alcohol delpeligro o calculista ganador a pura presencia: eso era el guapo,sin implicar una cobarda lo ltimo. (Si una comunidad resuelveque el valor es la primera virtud, la simulacin del valor sertan general como la de la belleza entre las muchachas o la depensamiento inventor entre los que publican; pero ese mismoaparentado valor ser un aprendizaje.) Pienso en el guapo antiguo, persona de Buenos Aires que meinteresa con ms justificada atraccin que ese otro mito ms po-pular de Carriego (Gabriel, 57) la costrerita que dio aquel malpaso y su contratiempo orgnico-sentimental. Su profesin carrero,amansador de caballos o matarife; su educacin, cualquiera de lasesquinas de la ciudad, y stas principalmente: la del sur, el Altoel circuito Chile, Garay, Balcarce, Chacabuco, la del norte, laTierra del Fuego el circuito Las Heras, Arenales, Pueyrredn,Coronel, otras, el Once de Setiembre, la Batera, los CorralesViejos.No era siempre un rebelde: el comit alquilaba su temi- 1 Su nombre? Entrego a la leyenda esta lista, que debo a la activa ama-bilidad de D. Jos Olave. Se refiere a las dos ltimas dcadas del sigloque pas. Siempre despertar una suficiente imagen, aunque borrosa, dechinos de pelea, duros y ascticos en el polvoriento suburbio lo mismo quelas tunas.PARROQUIA DEL SOCORROAvelino Galeano (del Regimiento Guardia Provincial) . Alejo Albornoz(muerto en pelea por el que sigue, en calle Santa Fe). Pi Castro.Ventajeros, guapos ocasionales: Toms Medrano. Manuel Flores. PARROQUIA I)EI. PILAR, ANTIGUAJuan Maraa, Romualdo Surez, alias El Chileno. Toms Real. FlorentinoRodrguez. Juan Tink (hijo de ingleses, que acab inspector de policaen Avellaneda). Raimundo, Renovales (matarife).Ventajeros, guapos ocasionales: Juan Ros. Damasio Surez, alias Carnaza. 115. EVARISTO CARRIEGO 129bilidad y su esgrima, y le dispensaba su proteccin. La polica,entonces, tena miramientos con l: en un desorden, el guapo noiba a dejarse arrear, pero daba y cumpla su palabra de con-currir despus. Las tutelares influencias del comit restaban todazozobra a ese rito. Temido y todo, no pensaba en renegar de sucondicin; un caballo aperado en plata vistosa, unos pesos parael reidero o el monte, bastaban para iluminar sus domingos.Poda no ser fuerte: uno de los guapos de la Primera, el PetisoFlorestera un tapecito a lo vbora, una miseria, pero con el cu-chillo una luz. Poda no ser un provocador: el guapo Juan Mu-raa, famoso, era una obediente mquina de pelear, un hombresin ms rasgos diferenciales que la seguridad letal de su brazo yuna incapacidad perfecta de miedo. No saba cundo proceder, ypeda con los ojos alma servil la venia de su patrn de turno.Una vez en pelea, tiraba solamente a matar. No quera criar cuer-vos. Hablaba, sin temor y sin preferencia, de las muertes que co-br mejor: que el destino obr a travs de l, pues existen he-chos de una tan infinita responsabilidad (el de procrear un hm-bre o matarlo) que el remordimiento o la vanagloria por elloses una insensatez. Muri lleno de das, con su constelacin de muertes en el recuerdo, ya borrosa sin duda. PARROQUIA DE BELCRANOAtanasio Peralta (muerto en pelea con muchos). Juan Gonzlez. EulogioMuraa, alias Cuervito.Ventajeros: Jos Daz. Justo Gonzlez.Nunca peleaban en montn, siempre con arma blanca, solos.El menosprecio britnico del cuchillo se ha hecho tan general, que puedorecordar con derecho el concepto vernculo: Para el criollo la nica peleaseria, de hombres, era la que permita un riesgo de muerte. El puetazoera un mero prlogo del acero, una provocacin. 116. l-jJORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS IVLA CANCIN DEL BARRIO Mil novecientos doce. Hacia los muchos corralones de la calleCervrno o hacia los caaverales y huecos del Maldonado zonadejada con galpones de zinc, llamados diversamente salones,donde flameaba el tango, a diez centavos la pieza y la compaerase trenzaba todava el orilleraje y alguna cara de varn quedabahistoriada, o amaneca con desdn un compadrito muerto conuna pualada humana en el vientre; pero en general, Palermose conduca como Dios manda, y era una cosa decentita, infeliz,como cualquier otra comunidad gringo-criolla. El jbilo astrol- giro del Centenario era tan difunto como sus leguas de lanilla azul de banderas, como sus bordalesas de brindis, sus cohetes botara-tes, sus luminarias municipales en el herrumbrado cielo de la plaza de Mayo y su luminaria predestinada el cometa Halley, ngel de aire y de fuego a quien le cantaron el tango Indepen- dencia los organitos. Ya la gimnasia interesaba ms que la muerte: los chicos ignoraban el visteo por atender al jootball, rebautizado por desidia verncula el foba. Palermo se apuraba hacia la son- sera: la siniestra edificacin art nouveau brotaba como una hin- chada flor hasta de los barriales. Los ruidos eran otros:, ahora la campanilla del bigrafo ya con su buen anverso americanode coraje a caballo y su reverso ertico-sentimental europeo seentreveraba con el cansado retumbar de las chatas y con el sil-bato del afilador. Salvo algunos pasajes, no quedaba calle porempedrar. La densidad de la poblacin era doble: el censo queregistr en mil novecientos cuatro un total de ochenta mil almaspara las circunscripciones de Las Heras y de Palermo de San Be-nito, registrara el catorce uno de ciento ochenta mil. El tranvamecnico chirriaba por las aburridas esquinas. Cattaneo, en laimaginacin popular, haba deshancado a Moreira... Ese casiinvisible Palermo, matero y progresista, es el de La cancin delbarrio.Carriego, que public en mil novecientos ocho El alma delsuburbio, dej en mil novecientos doce los materiales de La can-cin del barrio. Este segundo ttulo es mejor en limitacin y enveracidad que el primero. Cancin es de una intencin ms l-cida que alma; suburbio es una titulacin recelosa, un aspavientode hombre que tiene miedo de perder el ltimo tren. Nadie nos 117. EVARISTO CARRIEGO131ha informado Vivo en el suburbio de Tal; todos prefieren avisaren qu barrio. Esa alusin el barrio no es menos ntima, servicialy unidora en la parroquia de la Piedad que en Saavedra. La dis-tincin es pertinente: el manejo de palabras de lejana para elu-cidar las cosas de esta repblica, deriva de una propensin a ras-trearnos barbarie. Al paisano lo quieren resolver por la pampa;al compadrito por los ranchos de fierro viejo. Ejemplo: el perio-dista o artefacto vascuence J.