Cooper Mckenzie û La Compa±era Del PolicÝa û Serie Mates III- Las Ex 136

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    A A g g r r aa d d e e c c i i mmi i e e nn t t oo s s

    AA ll SStt a a f f f f EE xxccoo mm u u llgga a dd oo :: NNeellllyy VVaanneessssaa ppoorr llaa TTrraadduucccciióónn,, MMddf f 3300yy ppoorr llaa CCoorrrreecccciióónn ddee llaa

    TTrraadduucccciióónn,, TTaarraattuupp ppoorr llaa CCoorrrreecccciióónn,, AAnnaaEE ppoorr llaa DDiiaaggrraammaacciióónn yy CCaassssddyy ppoorr llaa LLeeccttuurraa FFiinnaall ddee eessttee LLii b brroo ppaarraa EE ll CC ll u u b b DD ee LL a a ss EE xxccoo mm u u llgga a dd a a ss……

    AA llaass CChhiiccaass ddeell CClluu b b ddee LLaass EExxccoommuullggaaddaass,, q q uuee nnooss aaccoommppaaññaarroonn eenn ccaaddaa ccaappííttuulloo,, yy aa NNuueessttrraass LLeeccttoorraass q q uuee nnooss aaccoommppaaññaarroonn yy nnooss aaccoommppaaññaann

    ssiieemmpprree.. AA TTooddaass……..

    GG r r a a cciia a ss!!!!!!

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    Argumento

    Matt Brady llegó a la ciudad para rescatar a su hermana de un millonario loco. Ensu lugar, se encuentra con la mujer que ha estado buscando toda su vida: a sucompañera de vida, una mimada were que atacó a su hermana dos veces. Peropronto descubre que no es en absoluto lo que él pensaba.

    Todo lo que Leigh Kincaid-Thorne quiere es a un compañero únicamente suyo. Sudesesperación la ha convertido en una vengativa bruja. Cuando su compañero llega

    después de que la nueva reina de la manada la tumbara, supo que estaba enproblemas. No sólo porque Matt lideraba su propia manada, sino porque era unmacho dominante y estaba decidido a destrozar sus malas maneras de princesamimada.

    Después de reconocer su presencia, todo lo que Leigh pudo decir fue: -Sí, señor.-

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    C C aa p pí í t t uu l l oo U U nnoo

    Matt Brady olió el aire y su pene de inmediato se puso rígido y le pidió queencontrara a la mujer a la que pertenecía el excitante olor. Se alegró de llevar ropainterior ajustada, que mantendría la erección, como una tienda de campaña, en laparte delantera de sus pantalones.

    Si hubiera llevado boxers como normalmente prefería, toda la habitaciónfácilmente se daría cuenta que estaba excitado y necesitado. Atrayendo la atención

    aún más de las hembras no apareadas que asistían a la junta de la Manada.

    En busca de la fuente del delicioso olor, lo rastreó hasta la hermosa mujer concabello largo marrón rojizo que acababa de entrar alejándose de su hermana y de supareja. Llevaba un vestido ceñido, carmesí, que dejaba más a la exposición de loque cubría. El vestido se aferraba a sus curvas como una segunda piel, lo quedemostraba que mientras podría llevar algo debajo de él, cualquier otra cosa que

    llevara no sería mucho.

    Su compañera. Por fin había encontrado a su compañera. Después de casi llegar alos cuarenta años, había decidido que no estaba destinado a tener una compañera.Durante los últimos cinco años, Matt había tratado de resignarse a estar solo elresto de su vida, pero sabía que tenía que haber una mujer en alguna parte delmundo destinada sólo para él, si sólo supiera dónde buscar.

    Pero ahí estaba, a 1.800 millas de su casa en Santa Fe y la mujer que las Parcashabían elegido para él acababa de entrar en la sala de estar. Olfateando el aire porsu persistente aroma, se lamió los labios mientras su nariz temblaba justo antes deestornudar. El perfume picante que llevaba casi dominaba su esencia natural.Dando una respiración profunda, la combinación el ácido, amargo y, sin embargotambién dulce azúcar y tarta de limón llenó sus pulmones. Sí, la mujer que apenashabía golpeado a su hermana era en verdad su mujer.

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    Desde el otro lado del cuarto, ella lo miró por encima del hombro. Él la miró a losojos de color verde pálido con una media sonrisa. Su pene palpitaba mientras susojos se abrían. Luego se dio media vuelta y corrió hacia un grupo de mujeres de suedad con las que Adam había compartido cuando habían llegado antes, estaban sinpareja y queriendo encontrar a su otra mitad.

    Sólo después de luchar contra el impulso de agarrar a la mujer de rojo, tirarla alsuelo, y aparearse directo en medio del hall de entrada se volvió a Margot BradyJackson, su hermana adoptiva.

    — ¿Quién es? —Asintió en dirección a su compañera.

    Margot arrugó la nariz como si hubiera olido algo malo.

    —Esa es Leigh Kincaid-Thorne. Es la perra mimada que trató de matarme lasemana pasada. Te recomendaría que te mantuvieras lejos de ella.

    Leigh Kincaid-Thorne. Matt saboreó el nombre tal y como ella se movió desde el

    nudo de mujeres jóvenes a un grupo de hombres con la edad suficiente para ser supadre. La vio sonreír y coquetear con cada hombre, llegando a tocar la manga deun hombre y a otro abrazándolo. Se mantuvo de espaldas a él, como si tratara dehacer caso omiso de él y de su conexión. ¿Acaso no entendería que las Parcashabían dictado que estuvieran juntos? El destino los había llevado a ese lugar y ellatenía que reconocerlo como su compañero.

    Gruñó bajo en su garganta a sus acciones de bronce. El sonido le valió una mirada

    penetrante de Adam, que era el alfa de la manada de Twin Rivers y su anfitrióndurante su estancia en New Bern, Carolina del Norte, por lo que Margot estaríasegura y feliz con ese hombre que la había reclamado como su compañera.

    —No estoy seguro de que sea posible —Dijo, aunque no dio más detalles—.- ré poruna bebida. ¿Puedo traerte algo?

    —Vino blanco, por favor. Y, ¿puedes traerle a Adam una cerveza?

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    Matt asintió y se dirigió a la barra, con la esperanza de que poner un poco dedistancia entre ellos podría conseguir tener todo bajo control. De lo contrario, latumbaría y reclamaría en el centro de la sala de estar, sin importarle que la manadade Adam estuviera en la habitación y observara todos sus movimientos. Eso nosería una buena impresión para nadie, a pesar de que los weres presentesciertamente comprenderían y simpatizarían con él.

    Al ver al camarero sirviendo una cola a la gente esperando para tomar una copa,Matt no dudó en dar un paso detrás de la barra y echarle una mano. Antes deunirse al Departamento de Policía de Santa Fe, había sido camarero mientras iba a

    la universidad para conseguir su título en justicia criminal. Trabajando juntos, sóloles tomó unos minutos limpiar la multitud.

    —Gracias, amigo —dijo el camarero mientras Matt servía un vaso de vino blanco yabría dos botellas de cerveza.

    —No hay problema —Dijo encogiéndose de hombros mientras salía de detrás de la barra y se dirigía a la sala para encontrarse con Adam y Margot.

    Después de entregarles las bebidas, encontró en un trozo de pared para sostenerse almismo tiempo que se entregaba a unos pocos minutos para observar a la gente.Nunca se había sentido cómodo en las multitudes, razón por la cual se habíanegado a sus últimas tres promociones. Le gustaba ser un oficial de patrulla. Pasabasus días solo en un coche que circulaba por la ciudad manteniendo a la población asalvo.

    Se adaptaba a su personalidad y a su forma were ayudar con los problemasmientras detenía a los que actuaban como tontos. Era un trabajo que le gustaba yera bueno como lo demostraba el número de premios que había recibido pordiversos actos de valentía o generosidad. No le gustaban los premios y la atenciónque recibía por simplemente hacer su trabajo, pero el departamento se habíadeshecho en elogios sobre los que sentían que se lo merecía. Matt sólo deseaba queeligieran a alguien y lo dejaran hacer su trabajo sin todo el alboroto.

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    Ese viaje habían sido las primeras vacaciones que se había tomado en dos años. Suidea original era que tendría que lavar el cerebro de su hermana que sostenía que elmultimillonario que había conocido hacía apenas unos días estaba tras ella. Ya era bastante malo que hubiera perdido su trabajo, pero conocer y vivir con el hombre elmismo día y luego dejarlo invadir toda su vida iba más allá de su comprensión.

    Eso fue hasta que conoció a Adam Thomasson y olió su forma were. CuandoAdam confirmó su doble naturaleza y, tan impactante como era, Margot era sucompañera, Matt se relajó.

    Por lo menos lo había hecho hasta que la hermosa mujer con el vestido rojo apenasse había cruzado en su camino. Ahora entendía que el destino lo había llevado aNew Bern, Carolina del Norte, por una razón totalmente diferente. No estaba ahípara rescatar a Margot de otra de las situaciones difíciles en las que parecía entrarde una forma regular. Estaba aquí para reclamar a su compañera de vida.

    Bebió un sorbo de su botella de cerveza mientras veía a la mujer de rojo trabajar enla sala. Coqueteaba con los hombres de todas las edades, acoplados o no, mientrasde vez en cuando miraba mal en dirección de Margot. Mientras algunas de las otrashembras no apareadas lo rodearon para competir por su atención, fue cortés, perodistante. Estaría reclamando a Leigh Kincaid-Thorne antes de que la nocheterminara y no quería darle a nadie una idea equivocada. Sólo tenía que aferrarse asu escasa paciencia rápida por su comportamiento en el ínterin.

    * * * *

    Leigh no quería estar allí. Quería estar en casa leyendo o jugando con su nuevovibrador. Tal vez le ayudaría a olvidar al hombre que había estado persiguiendodurante tres años y que se había emparejado hoy con una mujer mayor que él.

    Los dos vasos de vino que había bebido antes de salir de casa de sus padres con laesperanza de evitar hacer una escena, no estaba funcionando. Tampoco el vaso quehabía bebido con rapidez desde su llegada. En cambio, el vino había soltado su

    lengua hasta el punto de que cuando varias de las mujeres sin pareja comenzaron a

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    chismear sobre Margot Jackson, Leigh se sintió incapaz de parar de sonar fuera desí.

    — ¿Qué piensa Adam que está haciendo, reclamándola? No hay ninguna forma deque me incline ante esa perra humana, pareja del alfa o no.

    Las otras hicieron ruidos de acuerdo, y se encontró siguiendo adelante.Valientemente cuestionó el juicio de Adam, y ni siquiera debería ser el Alfa si suestado mental lo hacía elegirla como compañera. Era como si estuviera fuera de sucuerpo viendo como la escogía una y otra vez, ignorando el hecho de que los demás

    se habían retirado y estaban mirando a alguien detrás de ella.

    —Leigh Kincaid-Thorne, no sé qué escuela importante te enseñó que ser una puta basura hablando, era un comportamiento apropiado para una dama, pero te sugieroque tus padres la demanden.

    Leigh se volvió para encontrar la pequeña compañera humana de Adam de piedetrás de ella. Ella retrocedió dos pasos cuando vio la ira en su expresión y el fuego

    en sus ojos. Esa mujer estaba enfurecida y, obviamente, al final de su cuerda, si ibaa desafiar a una were en una habitación llena de ellos.

    —Sí, yo soy la compañera de tu Alfa. Si eso me hace algo especial, que así sea. Nisiquiera me importa que estés hablando mal de mí, pero no dejaré que hables tanmal de Adam, especialmente al estar de pie bajo su techo. En algunas sociedades,eso se llama traición a la patria y se castiga con la muerte. Aquí, en mi casa, es unaestupidez.

    El alcohol combinado con la vergüenza de haber sido descubierta charlando por eltema de ese chisme hizo que la vergüenza de Leigh perdiera el control. Gruñó bajoen su garganta y se sintió empezando a cambiar. El lobo vencía a su lado humano,empujando a un lado su mente racional, que ya respondía.

    —Puedes ser perra reina ahora, pero sólo será cuestión de tiempo antes de que

    Adam regrese a sus sentidos y se dé cuenta que necesita a una were como su

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    compañera. Entonces, te encontrarás muerta. Hasta entonces, si quieres que te hagauna reverencia, entonces será mejor que te ganes esa muestra de respeto.

    Al segundo siguiente, su lobo la abrumó y terminó de cambiar sólo paraencontrarse enredada en el vestido excesivamente sexual que su madre la habíaobligado a llevar. De alguna forma su madre le había metido en la cabeza que siLeigh se vestía provocativamente era más probable que encontrara a su pareja. Noentendía que Leigh no se preocupaba por el apareamiento. Sólo quería largarse decasa de sus padres.

    Sólo sus padres se aferraban a las tradiciones del Viejo Sur. Una mujer soltera vivíaen su casa hasta el día de su boda. Se le permitía trabajar en el negocio familiar,pero incluso a los treinta y cinco, se negaban a permitir que se mudara a unapartamento y viviera por su cuenta. Eso formaba parte de la razón por su locurasobre qué Adam no la reclamara y en su lugar se hubiera apareado con esa mujer.

    Antes que pudiera deshacerse de la seda, Margot le dio una patada, dándole justodetrás del hombro y tirándola al suelo.

    Antes que Leigh pudiera trepar hasta sus pies, Margot cayó encima de ella,sosteniendo su cuerpo hacia abajo con el suyo propio mientras trataba de evitar susdientes y garras. Leigh como lobo trató de recuperar el equilibrio. La mujer teníaun brazo alrededor del cuello de Leigh y le levantó la cabeza para que no se pudieramover. Después, Margot se inclinó y le mordió la oreja duro.

    El dolor cortó a través del pensamiento nebuloso de su lobo. Leigh dejó de lucharpor evitar a la mujer y comenzó a chillar de dolor.

    — ¿Qué demonios? —Oyó decir antes que Adam hablara con la mujer que estabaencima de ella—. Está bien, nena. Has demostrado tu punto.

    Ella se tomó unos segundos más antes de que el dolor en el oído de Leigh seredujera levemente. Cuando la mujer se alejó de ella, otro hombre le puso una

    pierna pesada por las costillas, justo donde Margot le había dado una patada.

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    Cuando se quejó de dolor, él envolvió su mano alrededor de su boca y le sostuvo lacabeza contra el piso.

    Fue entonces cuando lo olió. Un olor oscuro, de pino humeando que llegó a sucorazón y se lo apretó. Su compañero. El hombre, quienquiera que fuese, era sucompañero.

    —Por favor, déjame levantar —Se quejó, moviéndose para acercarse aún más alhombre de rodillas sobre ella.

    —Tranquila, pequeña. Te soltaré en un minuto —Dijo el hombre mientras leacariciaba la espalda con su mano libre. Se arqueó con su toque, deseandoacercarse a él.

    Cuando la atención se dirigió a la esquina de la habitación, le permitió levantarse,pero mantuvo una mano en la parte de atrás de su cuello. Le desenvolvió el vestidode la espalda y volvieron a la habitación vacía a pocos metros de distancia.

    —Cambia y vístete —Le ordenó en voz baja, golpeando con fuerza no muygentilmente su trasero para estimular su movimiento.

    De repente, Leigh no pudo pensar en nada más que en conocer la cara de sucompañero por primera vez. Una vez a solas, se tomó unos minutos para cambiar yluego arreglar su vestido y asegurarse de que cubría su lado derecho. Cuando oyó elanuncio de Adam y los aplausos, los efectos residuales de los vinos desafiaron a sulado más sensible. Acechó por la sala, abriéndose paso entre la multitud hasta que

    estuvo cara a cara con Margot y Adam.

    —No sé sobre el resto de las mujeres, pero me niego a reconocer a una humanacomo mi reina —Anunció con un gruñido mientras su lobo empujaba lasrestricciones que había en ella.

    Mirando detrás de ella se encontró con que las otras mujeres estaban mirando alsuelo o al techo o a cualquier lugar que pudieran para evitar mirarla. De hecho,

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    nadie la miraba a los ojos, ya que todos dieron un paso atrás. Sólo un hombre seacercó hasta quedar justo detrás de su hombro izquierdo, pero no lo miró.

    El aroma se envolvió alrededor de ella, ahogando todo lo demás en la habitación,incluyendo el perfume que su madre había insistido en que usara esa noche. Unperfume que odiaba como el resto de la imagen pública que su madre insistía enque mantuviera.

    Margot miró a su compañero.

    — ¿Ella puede hacer eso?

    Adam se volvió con los ojos color turquesa feroces en ella. Su desaprobación lahizo desear una vez más haber hecho caso omiso a la cita para que la manada se juntara y haberse quedado en casa con sus juguetes sexuales.

    —Leigh, acabas de ser derribada por tu reina, o ¿es que realmente tienes lamemoria corta? Margot es mi compañera, y le presentarás el debido respeto a mi

    compañera alfa, o puedes encontrar una nueva manada para que te reciba—.Entonces su mirada cambió a la gente detrás de ella—. Y eso va para cualquier otrapersona que piense que un humano no debe ser la compañera de tu alfa.

    Entonces sintió el calor de alguien que se acercaba. Se volvió y se encontrómirando hacia arriba, arriba, arriba a la expresión de desaprobación de un hombrealto y rubio con los ojos azules más intensos que jamás había visto.

    Leigh se congeló y dio una respiración profunda, inhalando el humo y el pino. Amedida que exhaló, todo su cuerpo se relajó y suavizó. Ese hombre era sucompañero. Finalmente había llegado a ella, y finalmente podría salir como elinfierno de la casa de sus padres.

    Bajando la mirada, Leigh reprimió el impulso de arrodillarse a sus pies y rogarleque la reclamara como su compañera.

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    Él se inclinó para oler su cuello. Después le puso una mano bajo la barbillalevantándole con fuerza la cabeza hasta que sus ojos se encontraron.

    — ¿Sabes quién soy? —Le preguntó en un gruñido suave, cavernoso.

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    C C aa p pí í t t uu l l oo D D oo s s

    Algo en su profunda y melodiosa voz envió un temblor de lujuria a través de Leigh.Sus pezones se levantaron debajo de la seda de su centro mojado en respuesta a supregunta.

    —Sí —Le respondió, tomando otra profunda respiración y soltándola con unsuspiro—. Eres mi compañero.

    Miró muy, muy arriba, e inmediatamente la lujuria del were se convirtió en amorpor una mujer. A excepción de la desaprobación oscureciendo sus facciones, se veíatan maravillosa como olía. No podía esperar para estar a solas. Quería correr susdedos por su cabello rubio dorado para ver si se sentía tan suave como se veía.Quería acariciar su frente para que dejara de fruncir el ceño. Quería que le sonrieracon la misma intensidad con que ahora fruncía el ceño.

    —Deja de hacerle pasar a mi hermana un mal rato inmediatamente —Ordenó consu voz suave, profunda, llena de una energía que tocaba algo muy profundo dentrode ella. No podía negar nada de lo que exigía—. Y te disculparás con Margot y conla manada por la conducta escandalosa que has demostrado esta noche.

    A pesar de que su tono de voz era suave, Leigh escuchó el hilo dominante de hierroatravesándolo. Aquí estaba el hombre fuerte que su padre siempre había queridopara ella. El hombre que no toleraría las formas salvajes y privilegiadas, de la

    mimada princesa que su madre había animado. Ella había adoptado la máscara deuna escandalosa y extrovertida belleza sureña para que el mundo no conociera laverdad, que era un alhelí, que prefería sentarse en el rincón de lectura que irse defiesta por la noche.

    Oyó que los rodeaba el susurro, pero no le importó. Desde ahí en adelante, nadie leimportaba, excepto este hermoso, rubio dios-hombre que estaba delante de ella.Cuando asintió aceptando su petición, su rostro severo se alivió. Un momento

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    después, una de las esquinas de su boca se inclinó hacia arriba. No era la sonrisallena que ella deseaba, pero al menos ya no parecía tan enfadado.

    —Buena chica —Dijo, tomándola de la mano antes de volverse hacia Adam yMargot—. Alfa Thomasson, con tu permiso, me gustaría reclamar a esta mujercomo mi compañera.

    Con su contacto, Leigh aspiró una bocanada. Ondas pulsantes de calor eléctrico sedispararon de su brazo para propagarse por todo su cuerpo. Su toque envió suexcitación más y más fuerte a su alrededor, enviándola peligrosamente cerca del

    orgasmo. Cuando declaró sus intenciones ante la sala llena de personas que incluíaa sus padres, tuvo que apretar los muslos juntos para evitar que sus jugos sedesbordaran de su vagina y corrieran por el interior de sus piernas.

    Vio cómo los ojos de Adam se abrían antes de mirarla.

    —Leigh, ¿es esto lo que quieres?

    Leigh asintió de inmediato.

    —Sí, Adam. Este hombre es mi compañero y... —Tragó mientras trataba de ponersus sentimientos en palabras. Pero no había palabras para explicarse—. Bueno, yasabes —Concluyó, encogiéndose de hombros mientras cambiaba una mirada aMargot. La compañera de Adam parecía igualmente sorprendida por losacontecimientos que se desarrollaban.

    Luego sonrió, pero aún se veía cautelosa.

    —Sí, Leigh, lo comprendemos. El destino te ha traído a tu pareja. Matt, ¿estásseguro acerca de esto? Ella es…

    Antes que Margot pudiera decir una palabra de advertencia, Leigh se volvió y pusosu mano libre sobre el gran pecho de su compañero. El calor que irradiaba a travésde la tela de algodón suave en la palma de su mano era caliente.

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    —Lo que está tratando de decir es que he sido una puta de verdad. La he atacadodos veces la semana pasada con la idea de que si la sacaba de mi camino, Adam mereclamaría como su compañera.

    Mientras que Matt no se inmutó en su brutal honestidad, jadeos sorprendidossubieron de la multitud a su alrededor. Matt ignoró a todos los demás. Siguiómirando profundamente sus ojos, con expresión seria, pero no enojada.

    —Eso se detiene ahora. De lo contrario te encontrarás en mi regazo mientrasgolpeo tu trasero desnudo hasta que no te puedas sentar. Eres mi compañera y

    actuarás con dignidad y respeto hacia todos, weres y humanos por igual.¿Entiendes?

    Leigh tragó antes de asentir. Nadie nunca le había pegado antes. No estaba segurade sí era miedo o excitación lo que había causado un temblor como reacción a suspalabras.

    —Y de aquí en adelante, te vestirás como una dama y no una puta.

    Una vez más Leigh asintió sin discutir. Después de todo, no había elegido elvestido, sino su madre. Ella prefería pantalones vaqueros gastados y suavescamisetas a vestidos de seda. Y estaría de acuerdo con cualquier cosa que él lepidiera. Era, después de todo, su compañero.

    —Palabras, compañera. Necesito palabras.

    —Sí, está bien.

    -Sí, está bien, ¿qué? —La presionó obviamente, exigiendo que se sometiera a suvoluntad delante de esa multitud de sus amigos y familiares.

    —Sí, está bien, ¿señor? —Susurró Leigh.

    Por un momento se preguntó si sería aún más dominante de lo que pensaba. Ese

    pensamiento envió otro escalofrío a través de ella. Siempre había querido a un

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    hombre que tomara el control, que fuera más fuerte que ella, pero ninguno de losque había tenido como cita había cumplido los requisitos.

    Matt asintió y se inclinó.

    —Buena chica —Murmuró antes de besarla.

    Con el contacto de sus labios sobre los de ella, Leigh sintió que su interior se fundíay se desbordaban los jugos de su vagina. Cuando Matt por fin levantó la cabeza,quiso tirar de él hacia abajo y seguir besándolo hasta la semana siguiente.

    Con un suspiro, puso su frente sobre su pecho mientras él le decía a Adam:

    —-Si no te importa, creo que voy a llevar a mi compañera a dar un paseo por los jardines.

    —Que tengáis muchos años felices juntos —Dijo Adam en respuesta.

    Acababa de recibir la bendición del alfa para su forma en la unión were. Si sólo

    fuera tan fácil recibir la bendición de sus padres.

    Cuando Matt se volvió hacia ella, doblándose por la cintura, y poniendo el hombroen contra de su mitad, se quedó sin aliento. Después, chilló cuando se enderezó yse encontró envuelta en una amplia cubierta de musculoso hombro.

    A pesar de la vergüenza por el trato cavernícola, no luchó contra él. No podía.Deseaba eso. Lo deseaba. Se preguntó si podría encontrar un lugar privado donde

    pudiera completar su unión por lo que nunca tendría que estar sola de nuevo.

    Tan pronto como se fueron por la puerta principal y se quedaron solos, Matt la bajóde nuevo.

    —Desnúdate —Le ordenó bruscamente. Su voz volvió a llenarse de ese poderoscuro que le ponía débiles las rodillas.

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    — ¿Aquí? ¿Ahora? —Le preguntó. Mirando a su alrededor, estuvo, por primera vezen su vida adulta, temerosa de lo que iba a suceder.

    En vez de responder con palabras, Matt levantó la mano y desató las correas quesujetaban la parte superior de su vestido por detrás de su cuello. Una vez que sesoltaron, las dejó caer y luego empujó la cintura de su vestido hasta que pasó porencima de su cadera y el vestido se reunió alrededor de sus pies.

    Tomándola de la mano, la ayudó a salir de sus tacones de estilete. Luego, sin decirpalabra, dio media vuelta y se dirigió por el camino de entrada pasando los coches

    aparcados allí. Él fue más lento, aunque se preguntó si era porque era baja y estabadescalza o si estaba simplemente prolongando lo que estaba por venir. Cuandollegaron a la esquina de la gran casa de piedra y al borde de la luz proporcionadapor los reflectores en el patio, siguió caminando hacia adelante sin dudarlo.

    A pesar de que sus sentidos eran tan agudos como los de cualquier forma were, letomó a sus ojos unos segundos adaptarse a la oscuridad repentina en que se habíansumido. Miró a su alrededor, tratando de averiguar a dónde se dirigía sucompañero, pero no podía ver ningún otro edificio a la vista.

    Continuaron caminando sobre la suave hierba al lado de un camino de piedra hastaque estuvieron fuera de la vista de la casa. Se detuvieron en un banco que estabaescondido en un recinto pequeño, rodeado por los tres lados por arbustos y árboles.

    Él se sentó en el centro de la banca y la ayudó a echarse en su regazo, con la cabezahacia abajo y el trasero hacia arriba.

    —Soy el ejecutor de mi manada. ¿Sabes lo que eso significa?

    —No realmente —Dijo tratando de no luchar en su agarre, pero resultándoledifícil.

    —Significa que soy aún más dominante que Adam. Hago cumplir las leyes delConsejo, las leyes de mi manada, y obedezco a los deseos de mi alfa. Ahora, debidoa que eres mi compañera, no consentiré que actúes como una princesa mimada,

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    incluso si es así como tu familia te crió. Yo soy un hombre sencillo, pero soy el jefede nuestra familia. Lo que significa que mi palabra es la ley. ¿Entiendes?

    —Sí —Dijo Leigh en voz baja, esperando que su sumisión le impidiera recibir suazote.

    Un golpe le dio escozor en su nalga izquierda y la hizo levantar la cabeza.

    —Oww —Chilló.

    —Cuando me contestes debes decir: sí, señor.

    —Sí, señor.

    —Desde que entramos esta noche, te has comportado como una niña mimada. Enmi familia, las niñas mimadas no se toleran. Se les pega hasta que aprenden acomportarse mejor.

    Matt la sujetó con un brazo fácilmente alrededor de la cintura mientras con la otra

    le frotaba las nalgas, después entre sus piernas, enviando calor y excitación enespiral a través de su cuerpo.

    Después comenzó a pegarle. Gritó por la sorpresa y el dolor, y luchó contra suagarre, pero él la ignoró. Utilizó un solo brazo para mantenerla segura en su regazomientras con el otro continuaba golpeándola con fuerza. Golpeó un lado de sutrasero y luego el otro, y al revés, una y otra vez, hasta que Leigh pensó que sutrasero se había incendiado. No se dio cuenta que estaba llorando hasta que sedetuvo y la movió, sentada en su regazo con la cabeza apoyada sobre su pecho justo debajo de su barbilla.

    —Lo siento —Balbuceó mientras él envolvía los brazos a su alrededor paraabrazarla más de cerca—. Había renunciado a encontrar algún día a mi compañero.Pensé que si no podía tener al compañero que las Parcas intentaban que tuviera, meestablecería con un hombre que tuviera todo lo demás. Lo siento.

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    —Shhh, pequeña. Todo está bien. Sólo es para que entiendas que no le darás esasexy y vengativa sonrisa tuya a ningún otro hombre a partir de ahora —Dijo Matt,con su voz profunda y baja, y sorprendentemente suave.

    —No lo haré, pero eso significa que no puedes coquetear con otras mujerestampoco —Dijo entre hipos mientras trataba de conseguir de nuevo su control.

    —No te preocupes por eso. No habrá nadie más en nuestro matrimonio, en nuestraunión. Seremos sólo tú y yo, pequeña compañera mía. Te amaré y te protegeré detodo el mundo, incluso de tus malas decisiones, si es necesario —Hizo la solemne

    promesa y luego inclinó la cabeza para acariciar su nariz contra el lugar donde sucuello se unía a su hombro—. Tu olor me está volviendo loco. Necesito que nosapareemos ahora, ángel. Por favor, dime qué quieres esto. Dime que me deseas.

    Con un suspiro, Leigh dejó caer la cabeza hacia el lado para permitirle un mayoracceso.

    —Sí, por favor, señor. Yo también te necesito.

    * * * *

    Se sentía tan bien en sus brazos y olía tan dulce. Matt estaba teniendo dificultadespara evitar lanzarla en el suelo y follarla directamente allí. Le pasó una mano porun sedoso muslo luego sobre la parte superior de la pierna y la espalda hasta sucoño. En el camino no estuvo sorprendido de encontrar sus muslos resbaladizoscon su crema dulce. Ella gimió cuando él puso sus manos sobre su pubis, con sus

    dedos sólo acariciando su entrada libre y húmeda. El suave sonido de su necesidadlo llevó al borde de su control. Tenía que encontrar un poco de intimidad, y rápido.

    Tirando de su mano, deslizó un brazo por debajo de sus rodillas y con la otraalrededor de su espalda. Cuando se levantó, su pequeña compañera se quedó sinaliento. Era evidente que no estaba acostumbrada a que los hombres fuertes fuerantras lo que deseaban. La llevó con facilidad a través de los arbustos, lejos de la ruta

    en la que alguien pudiera pasar en la búsqueda de algún lugar para su propia cita.

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    La llevó a través del bosque hasta llegar a un pequeño claro que estaba abierto alcielo lleno de estrellas.

    —Perfecto —Murmuró él mientras dejaba caer sus piernas y a su preciosa cargasobre sus pies.

    Desabrochándose la camisa, se la quitó y la puso en el suelo. Le tomó más tiempoquitarse las botas y el resto de su ropa, pero finalmente se quedó desnudo ante su bella compañera. Ella lo miraba con los ojos abiertos y aturdida mientras lo recorríade arriba a abajo.

    No podía decir si era debido al shock de haber encontrado a su pareja o a la palizaque acababa de administrarle o por alguna otra cosa. Dando una respiraciónprofunda para controlar su aullido del apareamiento de lobos, que era exigente einmediato, se obligó a estar tranquilo y a permitirle hacer el siguiente movimiento.

    * * * *

    Leigh lo vio desnudarse y se sorprendió por lo que su ropa escondía. Era unapreciosidad. De piernas largas, con gruesos músculos bien definidos, era más de loque había esperado de su compañero. No se merecía a un hombre que se veía tan bien y fuera decente y honesto. Envió una silenciosa oración de gracias a las Parcaspor haberle presentado a un hombre tan bueno. Miró arriba y abajo de su cuerporápidamente y de nuevo con más lentitud. Tenía un poco de miedo de que el vinoque había bebido antes hubiera distorsionado su visión. Nadie podría estar tan bienhecho fuera de las revistas, e incluso allí las imágenes estaban retocadas. Pero ahíestaba, de pie, desnudo, duro, y para que ella lo tomara. Era su propio dios delsexo.

    —Oh —Susurró ella.

    Acercándose, levantó la mano para tocarlo. Tenía que asegurarse que era real y nosólo un producto de su a veces imaginación hiperactiva. Recorrió sus anchos

    hombros luego fue hacia abajo, a sus gruesos y musculosos brazos. Cuando llegó a

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    sus muñecas, levantó las manos y después las movió para acariciar su ampliopecho.

    Sus músculos y huesos estaban cubiertos con un triángulo invertido de vello suave,rubio, que pasaba de pezón a pezón y luego se reducía a un punto justo por encimade su ombligo. Dejando caer la mano más abajo, trazó la línea de pelo quecomenzaba de nuevo por debajo del camino por donde se espesaba en la base de supene erecto.

    Ambos contuvieron el aliento cuando trazó una línea hasta la parte superior de su

    eje, desde la base hasta la punta con la yema de un dedo. Matt era grande en todo,y su pene estaba en proporción con el resto de él. También era más grande quecualquiera que hubiera visto antes en la vida real.

    —Lo quiero —Suspiró. Envolviendo una mano alrededor de la gruesa base, seencontró con sus dedos apenas uniéndose en el otro lado. Poco a poco acarició sularga longitud, gruesa, sonriendo cuando el eje se movió en respuesta.

    Levantando la mirada hacia él, leyó el fuego del hambre severa en susresplandecientes ojos azules. Coincidía con el infierno ardiente bajo de su pelvis. Apesar que tenía muchas preguntas sobre él, sobre su relación y su futuro juntos,todo se alejó hasta que no pudo pensar en nada más excepto él y ella, y la astilla desobrecarga de la luna.

    —Es todo tuyo por el resto de nuestras vidas —Respondió él en voz baja, poniendolas manos sobre sus hombros mientras se inclinaba para besarla.

    En cuestión de segundos, estaban de rodillas en la hierba al lado de su camisa. Sus brazos estaban envueltos apretadamente alrededor de la espalda del otro cuandosus cuerpos entraban en completo contacto. El beso siguió y siguió hasta que Leighse sintió mareada por la falta de aire y por la intensidad de la excitaciónabrumadora.

    Moviendo la cabeza hacia atrás para romper el beso, lamió sus labios antes dedecir:

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    —Tengo que acostarme.

    Él asintió y se acostaron juntos, con la camisa protegiéndolos de la hierba. Sequedaron envueltos juntos mientras los besos y toques continuaron hasta quefrotaron sus cuerpos juntos. Sus caderas se arquearon en conjunto, con la duracióndel roce del eje como un surco en los labios de su vagina, acariciando de ida yvuelta su clítoris duro, nudoso. Su contacto la enviaba más y más al borde de lalocura.

    —Por favor, ahora —Gimió ella contra sus labios cuando levantó la pierna y la

    envolvió alrededor de su cadera—. Te necesito ahora mismo.

    Él retrocedió para mirarla. Su expresión era tan salvaje como la de ella.

    — ¿Estás segura, pequeña? Una vez que te reclame, no habrá vuelta atrás. Serásmía para siempre...

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    C C aa p pí í t t uu l l oo T T r r e e s s

    Los ojos verdes miraron a los azules y ella asintió con una sonrisa creciendo lenta.

    —Estoy segura. ¿Y tú? ¿Estás seguro que me quieres como tu pareja?

    Su sonrisa sexy puso a temblar su aumento de necesidad, de deseo, y de emoción através de ella. En lugar de contestarle con palabras, él se elevó desde la cinturahacia abajo y lejos de donde había estado presionada contra el suyo. Le pasó una

    mano por la espalda entonces, sobre una todavía sensible nalga, deslizando dosdedos en su vagina antes de sacarlos de nuevo y acomodar la cabeza de su pene ensu apertura.

    Cuando presionó sólo su cabeza, ella gimió, y comenzó a jadear mientras él seempujaba más y más profundo. Su longitud y anchura le llenó todos los músculosde su vagina y se estremeció con el estiramiento que estaban recibiendo. Gruñó yclavó sus uñas en su piel cuando su cabeza embotada se apretó contra el cuello desu útero.

    —Eres tan malditamente apretada —Gruñó, mientras la bajaba hasta que quedótumbada de espaldas en el centro de su camisa. Empujándose hacia arriba, sequedó profundamente en su vagina mientras se ponía de rodillas entre sus piernas.Envolviendo sus piernas alrededor de su cintura, tomó sus caderas con sus grandesy poderosas manos.

    —Quería ir despacio y suave, pero... —Su voz se apagó mientras se deslizaba fuera,golpeándola una vez más profundamente.

    —Fóllame duro —Le suplicó ella, mientras arqueaba la parte inferior del cuerpopara tratar de moverse hacia arriba y hacia abajo en su pene.

    Pero no podía moverse. La tenía en una posición donde no se podía mover, solo

    podía aceptar lo que él le daba. Ni siquiera podía llegar a acariciar su hermosocuerpo, ya que estaba demasiado lejos. Comenzó a bombear dentro y fuera de su

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    cuerpo a un ritmo rápido y duro que hizo a temblar la emoción a través de ella.Mientras volvía a temblar, extendió la mano, necesitando sentirlo, pero nopudiendo llegar tan lejos de sus antebrazos. Agarró lo que pudo y lo mantuvo confuerza. Dos minutos más tarde, la parte superior del cuerpo se curvó hacia delante ygritó cuando su liberación la volteó como una avalancha.

    Mientras el orgasmo rodaba por ella, Matt se inclinó. Se dejó caer hacia adelantepara ponerse en cuclillas encima de ella, con sus caderas siguiendo bombeandodentro y fuera de su vagina y apretando los dientes. Dejó caer la parte superior desu cuerpo incluso más abajo hasta que su pecho frotó sus pezones. Recostándose, le

    besó los labios húmedos, separándoselos. Luego cambió su atención al lóbulo de suoreja izquierda. Acarició su camino por su cuello a donde se unía a su hombro. Amedida que sus caderas se estrellaban hacia adelante una vez más, rugió su final.Luego le mordió el hombro, marcándola para siempre como su compañera.

    El erotismo de la mordedura y el aumento del calor fluyendo de su simienteenviaron a Leigh sobre el borde, una vez más. Se dio la vuelta para un segundoorgasmo, casi antes que el primero se hubiera calmado.

    Se quedaron inertes juntos, pero en lugar de aplastarla, él invirtió sus posiciones porlo que estuvo tendida sobre su pecho. Su pene se había quedado enterradoprofundamente en su vagina, mientras poco a poco se relajaban y recuperaban.

    — ¿Será siempre así? —-Le preguntó largo rato después. Con sus palabrasarrastradas por la intensidad de su relajación.

    —Si es así, podrías morirte sobre mí —Dijo él con una sonrisa que retumbó en sumejilla—. Pero Dios así lo espero.

    Leigh se mantuvo en silencio, pero secretamente esperaba lo mismo.

    Habría sido feliz de estar allí toda la noche con el pene medio duro de Matt dentrode ella, pero la temperatura estaba bajando a su alrededor.

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    —Tengo frío —Murmuró antes de lamer el pezón escondido en su pelo dorado quecubría el pecho en el que yacía atravesada.

    Matt gruñó un sonido sin compromiso, pero sus manos calientes viajaron de arribaa abajo de su espalda como si estuviera tratando de darle calor. Le tomó unosminutos conseguir que los músculos de su brazo trabajaran lo suficiente como paraempujarse hacia arriba y poder mirar hacia él.

    —Tenemos que volver a la fiesta. Necesitas conocer a mis padres —Dijo ella,oyendo una suavidad en su tono de voz que nunca había oído antes.

    — ¿Tengo que hacerlo? —Le preguntó Matt. Abrió los ojos y la miró como un niñoque no quería ir al dentista.

    —Sí, lo tienes. Especialmente si planeas llevarme de regreso a Santa Fe contigo encualquier momento. Mi padre es muy tradicional y está lleno de las formas delViejo Sur. No estoy segura que me deje salir contigo, incluso si eres mi compañero,sin por lo menos haberte conocido primero.

    —Supongo —Dijo Matt—. Te das cuenta que vas a venir a vivir a Santa Feconmigo, ¿verdad? —La levantó de su pene medio duro y moviéndola sobre lacamisa a su lado antes de llegar a sus pantalones.

    — ¿En serio? Me imaginé que viviría aquí y tú allí, y nos encontraríamos en algúnlugar en el centro cada seis meses o así —Vio como él sacaba un pañuelo limpio del bolsillo trasero de sus pantalones, que usó para limpiarlos a los dos. Riendo

    demasiado fuerte para moverse, lanzó un grito cuando él se agachó e hizo sonar suculo todavía tierno.

    —De ninguna manera eso funcionaría. Vas a tener que estar muy cerca hasta queesté seguro que puedes comportarte apropiadamente.

    Una vez estuvieron vestidos, Matt la giró en sus brazos. La llevó de nuevo al frentede la casa para que pudiera vestirse antes de regresar a la fiesta.

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    —Mi ropa no está —Observó ella sin hacer nada cuando llegaron a la escalinata.

    —Tienes razón. Supongo que eso significa que tendrás que entrar desnuda —Dijocon una amplia sonrisa cuando la dejó en el camino de piedra.

    —Estás bromeando, ¿verdad? —Leigh lo miró, una vez más, temerosa de sudominación, de su-estado-de-ánimo-lobo que realmente la haría entrar a la fiestacomo estaba.

    —Siempre puedes cambiar e irte de esa forma, pero no tengo ninguna correaconmigo y no estoy seguro de que Adam apreciaría que merodearas entre susinvitados en forma de lobo —Dijo Matt, sonando como si estuviera considerandoesa opción.

    —Por favor no me hagas hacer eso —Suplicó ella.

    En la última hora, había destruido su duro-trasero, con su imagen de no-dar-una-mierda que mostraba al mundo. Ahora mismo lo único que quería era encontrar un

    lugar tranquilo y acurrucarse con su pareja. Pero eso no iba a pasar con toda lamanada reunida poco más allá de la puerta en frente de ellos.

    —No te preocupes, pequeña. No podría manejar que alguien más te viera desnuda —dijo con una sonrisa tranquilizadora—. Nunca he sido conocido por compartircon los demás.

    Él se sacó la camisa de la cintura y se la sacó sobre su cabeza.

    —Gracias —Dijo después de que él se la entregara.

    Se la puso rápidamente, con un suspiro, mientras la camisa de algodón, todavíacaliente, cubría su cuerpo frío. Respiró hondo y saboreó el olor que la rodeaba.

    La camisa era enorme en ella, terminando justo por encima de sus rodillas, a varioscentímetros por debajo de donde su vestido rojo había terminado. Sus manos se

    perdieron en las mangas largas, y le encantó la sensación de seguridad que estar

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    vestida con su camisa le daba. Se levantó pacientemente mientras rodaba cadamanga varias veces hasta que terminaron por encima de sus muñecas.

    Cuando le tomó la mano y agarró la puerta, ella dio un paso atrás, tirando de élpara que se detuviera.

    — ¿Qué van a pensar de mí entrando sólo llevando la camisa? —Susurró, mirandohacia él.

    Sonrió y le guiñó un ojo.

    -Lo mismo que estarán pensando de mí al entrar sin camisa. Los que tienencompañeros suspirarán, recordarán cuando estuvieron en las mismas condicionesen que estamos, y serán felices por nosotros. Los que todavía tienen que encontrar asus compañeros estarán celosos como el infierno. Ahora vamos, tengo hambre yhay algo oliendo muy bien y el aroma está viniendo de la cocina.

    — ¿Son todos tus apetitos grandes? —Le preguntó, preguntándose si la denunciaría

    cuando se enterara de que, aunque ella se veía bien, tenía muy pocas habilidadesreales. Claro, podía mezclar casi 200 bebidas en el bar sin ningún problema, perono podía cocinar sin arruinar la mitad de ella o prenderle fuego a la cocina.

    —Nunca había pensado en ello antes, pero supongo podrías decir eso, al menos demi apetito por la comida y por mi compañera —Esta vez, su guiño la hizo reír alabrir la puerta y entraron en la casa riendo juntos.

    Todo el mundo se volvió para mirarlos mientras caminaban adentro. Toda esaatención desconcertó a Leigh. Para una mujer que, debido a sus comportamientosextravagantes, vivía en el centro de las miradas, tener a toda la manada mirando ysabiendo lo que ella y Matt acababan de hacer la ponía nerviosa. Se volvió yhundió su rostro en el brazo de Matt, deseando que todos acabaran de irse y que losdejaran para que pudieran abrazarse.

    * * * *

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    Matt le sonrió, ajeno a las miradas de quienes les rodeaban. No le importaba lo quepensaran de él. Había encontrado y afirmado a su compañera de repente tímida.Cuando Leigh trató de esconderse detrás de él, soltó su mano, para luego envolversu brazo alrededor de su espalda. Tirando de ella con fuerza a su lado.

    Luego inclinó la cabeza y murmuró:

    —Yo te protegeré siempre. Eres mi compañera, y nada más que la muerte nosseparará. Estos son tus amigos, tu familia. Sólo quieren lo mejor para ti.

    Esperó hasta que ella asintió. Todavía se veía nerviosa, pero al menos no estabatratando de usarlo como un muro para esconderse. No entendía que se veíaadorable llevando su camisa, que le cubría el doble de piel de lo que su escasovestido había hecho antes.

    —Llegas justo a tiempo, Matt —Dijo Adam con una amplia sonrisa, con un gestopara que fueran con ellos al otro lado de la sala de estar delante de la granchimenea de piedra. Un camino se abrió a través de la multitud hacia él.

    — ¿A tiempo para qué? —Preguntó Matt. Se dirigió a través del cuarto con Leighpegada a su lado. No tenía intención de dejarla atrás. Se sentía muy bien ubicadaen su contra.

    —A tiempo para mi boda —Anunció Margot con una sonrisa.

    Asintiendo con la cabeza, Matt tomó su lugar junto a su hermana, pasando a Leigh

    a su otro lado para interponerse entre las dos mujeres.

    —Me preguntaba cómo íbamos a arreglar esto —Miró a Adam.

    Adam se encogió de hombros.

    —Supuse que mientras estuvieras en la ciudad y la manada estuviera reunida ytuviéramos una gran cantidad de gente dispuesta a oficiarla, ahora era un momento

    tan bueno como cualquier otro.

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    Margot carraspeó mientras se sentía ofendida por las palabras del hombre.

    —Si eso es lo que sientes, tal vez no me quiera casar contigo esta noche, después detodo. Tal vez tengamos que hablar más sobre esto.

    Se volteó para irse, pero Adam la atrapó después de que había dado un solo paso.Después de lamer la mordida visible en su hombro, le susurró al oído. Ella seestremeció en respuesta y le susurró:

    —Te amo —Antes de que ella le diera un beso.

    Tardaron casi un minuto antes de que sus labios se abrieran de nuevo. Oyóretumbar el estómago de Leigh, lo que le recordó los dos estaban hambrientos. Perono podían comer hasta que ese problema familiar hubiera sido abordado.

    —Así ¿vosotros dos os vais a casar o no? —Preguntó.

    Leigh le pegó un codazo en las costillas mientras olfateaba con cierta emociónfemenina algo que no podía comenzar a entender. Con un levantamiento de ceja, lamiró mientras palmeaba su todavía tierno trasero.

    —Sí, nos vamos a casar —Dijo Adam después que Margot miró profundamente ensus ojos y asintió—. Madre, Sarah, ¿podríais uniros a nosotros?

    Las dos mujeres se acercaron mientras el resto de la manada seguía adelante, nadiequería perderse una palabra de la ceremonia de matrimonio de su alfa.

    Matt vio la ceremonia tradicional con sólo la mitad de su atención. El resto secentró en lo rápido que podría hablar con Leigh para que se casara con él. Esperabaque fuera pronto porque estaba determinado a atarla a él de todas las formasposibles. También tuvo la sensación de que sus padres no estarían muy felices si porlo menos no discutían el matrimonio antes de llevársela a su casa de Santa Fe.

    Cuando parpadeó y se centró en el presente, su hermana estaba casada, y su nuevo

    marido la estaba levantando en brazos. Adam se volvió y caminó por el senderoque se abría ante ellos y que llevaba al vestíbulo.

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    En la parte inferior de la escalera, se volvió para sonreírle a la multitud.

    —Hay champagne y postres en el comedor. El último en salir, por favor, queapague las luces y cierre la puerta.

    — ¿No os vais a quedar y a celebrarlo con nosotros? —Uno de los miembrosmayores de la manada le preguntó con una sonrisa mientras la diminuta mujer a sulado lo hacía callar con una sonrisa amable y amorosa. Matt casi podía imaginar aLeigh callándolo de esa forma muchos años en el futuro, cuando fueran viejos ysiguieran juntos, jugando y rieran juntos al ver lo que pasaba con los jóvenes

    miembros de su familia ampliada.

    —No, gracias, tenemos una luna de miel qué empezar —Respondió Margot, conuna sonrisa alegre.

    Matt vio cómo subían las escaleras. Ojalá pudiera coger a Leigh y seguirlos, perotenía hambre y sabía que Leigh se sentía de la misma forma.

    —Vamos, pequeña. Vayamos a la cocina y veamos si la señora Nicholas nos haguardado algo para la cena —Dijo mientras el resto de la manada, delante de ellos,emigraba a la sala del comedor para el postre prometido y el champagne.

    Antes que pudieran bordear alrededor de la multitud y escapar a la cocina, un gran,severo hombre dio un paso en su camino.

    —Sr. Brady, me gustaría tener unas palabras con usted y con mi hija.

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    C C aa p pí í t t uu l l oo C C uuaa t t r r oo

    El corazón de Leigh se hundió tan pronto como su padre se colocó delante de él.Sólo se había visto tan serio, cuando su cartera de acciones había caído cincopuntos o perdido el último campo de golf de caridad al que su madre había entrado.El hecho de que apestaba en el golf no importaba. Si Yancy Kincaid-Thornecompetía, se esperaba que fuera una masacre de competencia.

    —Papá, íbamos a la cocina a buscar algo de cenar. ¿No puedes esperar hasta más

    tarde? —Dio un paso frente a Matt, con la esperanza de evitar que su padre atacaraa su compañero.

    Su padre era muy tradicional, de la vieja escuela, del tipo de los viejos-buenos-muchachos-rigiendo-al-mundo-cambiaformas. Creía firmemente en el matrimonio,en el hogar y en la familia, y no entendía por qué, a la edad de treinta y cinco,Leigh no le había dado una media docena de cachorros. El hecho de que sólo

    hubiera encontrado ahora a su compañero no le importaba. Quería una familia, ycomo ella era su única hija, dependía de ella que le proporcionara la siguientegeneración.

    —No, quiero hablar con tu pareja antes que los dos desaparezcáis arriba, que estoyseguro que va a suceder tan pronto como podáis escabulliros de la reunión.

    Leigh se quedó sin aliento con su insinuación. Mientras que su padre nunca

    hablaba de su vida sexual, nunca actuaba tampoco como si estuviera orgulloso deella. Las manos de Matt se acercaron y comenzó a masajear sus hombros. Su toquela calmó y le aflojó los músculos tensos con la punta de sus dedos, mientras queotros causaron que su cuerpo se apretara en respuesta.

    —Me gustaría, señor, pero le diré que no importa lo que tenga que decir, reclamé asu hija como mi compañera. Vendrá a mi casa a Santa Fe mañana.

    — ¿Mañana? --Preguntaron Leigh y su padre al unísono.

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    Girando la cabeza, ella miró por encima del hombro para ver qué Matt se veía aúnmás serio que su padre. ¿Irían estos dos were-lobos a pelearse con las manos porella? ¿Cómo podía ser? Nadie se peleaba por ella.

    Matt bajó la mirada a la suya.

    —Mañana —Dijo él, dejando caer su voz a ese rango oscuro y sexy que le hacíacosquillas abajo en las caderas.

    Inmediatamente cualquier pensamiento de oposición hacia él se desvaneció.

    Asintió, sin dejar de mirar profundamente sus ojos.

    —Está bien, mañana.

    Él le guiñó un ojo mientras una de las esquinas de su boca se arqueaba hacia arriba.Luego se dio vuelta para mirar a su padre mientras Matt decía:

    —Si quieres venir a la cocina con nosotros, me encantaría hablar contigo, mientras

    Leigh y yo comemos algo.

    Su padre pareció aturdido por un momento y sacudió la cabeza.

    —Leigh puede ir contigo sólo si te casas con ella antes de salir de la ciudad. No voya dejar que mi hija salga de New Bern a menos que tenga un anillo en su dedo. Sepuede vestir como una puta, pero no es la fulana de nadie, y me niego a permitirque salga de la ciudad a menos que sea con su marido.

    Leigh se congeló, con miedo de mirar por encima del hombro para ver la reacciónde su pareja a la demanda de su padre. ¿Cómo podía ser tan audaz como para tratarde imponerse a otro hombre? ¿Matt estaría de acuerdo? ¿O decidiría que no valía lapena casarse?

    —Señor, mientras que aprecio a la familia y a las tradiciones tanto comocualquiera, no dejaré que me dicte lo que puedo y no puedo hacer en lo que serefiere al bienestar de mi compañera. Si Leigh y yo decidimos casarnos será nuestra

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    decisión, no un dictado de usted. Ahora bien, si nos disculpa, mi compañera tienehambre.

    Matt tomó su mano y la llevó más allá de su padre, que se quedó sin habla porprimera vez en la memoria de Leigh.

    —No puedo creer que hicieras eso —Le susurró en voz baja, mientras recorrían elfinal del pasillo a la cocina.

    Antes que Matt pudiera responder, alguien agarró el brazo libre de Leigh y tiróduro. Ella se dio la vuelta tan rápido que se mareó. Su padre parecía tan enfadadocomo nunca lo había visto, parecía estar luchando contra la necesidad de cambiar.Así que tal vez su temperamento no era un capricho de mercurio, como su madre lehabía estado diciendo durante años.

    Cuando Matt gruñó detrás de ella, le apretó la mano, con la esperanza de calmarlolo suficiente como para evitar una pelea frente a frente con su padre. Lo último quenecesitaba era un baño de sangre esa noche mientras Matt alejaba a su padre y a sus

    amigos.

    Pero Yancy parecía indiferente al otro hombre. La miró sólo a ella.

    —Leigh, si dejas la ciudad sin un anillo de bodas en el dedo, cortaré tus cuentas.No tendrás nada. ¿Entiendes? Ni un centavo. Y bloquearé el acceso a tu fondofiduciario a menos que regreses a tu sentido y te cases.

    Leigh parpadeó en estado de shock luego sintió que su ira se despegaba como uncohete. Normalmente, acabaría diciendo “sí, señor” y haría lo que le dictara supadre. Pero no hoy. Estaba unida, y de ahora en adelante, Matt sería el únicohombre que influiría en sus decisiones. No tenía idea de lo que había cambiado enella, pero se negaba a ser tratada como una imbécil sin cerebro por más tiempo.

    —Papá, te amo mucho a ti y a mamá, pero Matt es mi compañero. A partir deahora, será lo primero. Si no puedes estar contento porque por fin haya conocido alhombre con el que voy a pasar el resto de mi vida entonces supongo que no me

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    quieres tanto como pensaba. Me iré con Matt cuando salga de la ciudad, tengamostu bendición o no. Estamos emparejados, y para nosotros, la unión delapareamiento es un infierno mucho más sagrado que cualquier ceremonia dematrimonio. He sido una niña por mucho tiempo y me niego a permitir que dictesmis acciones por más tiempo. Disculpa.

    Leigh se volvió y se alejó de su padre sin decir nada más. No fue sino hasta queestuvieron en la cocina, en medio del caos del personal de limpieza, que finalmentetomó una respiración profunda.

    —Oh, Dios mío, ¿qué he hecho?

    Matt no respondió. Saludó a la señora Nicholas que dirigía el hogar de Adam conun puño de hierro oculto en un guante de terciopelo. El ama de llaves le devolvió elsaludo con una sonrisa.

    —Le chillé a mi padre. Los dos lo hicimos. Nadie le chillá de nuevo a mi padre.Nunca —Leigh le permitió empujarla a una silla mecedora que estaba en un rincón

    de la sala aislado de la fluidez del tráfico.

    Él se encogió de hombros y arrancó una ramita de su pelo, mientras se ponía derodillas.

    —Entonces hablaremos de nuevo con él. No es como si fuera a venir con nosotrosa Santa Fe. Me niego a que alguien dicte nuestras vidas.

    Leigh parpadeó y miró fijamente al hombre arrodillado ante ella.

    — ¿Y si no me deja mi fideicomiso?

    Él miró fijamente sus ojos durante un largo rato.

    —Estoy seguro que Adam tiene una pandilla de abogados, a quienes les puedellamar a ver qué se puede hacer a primera hora en la mañana. ¿O prefieres aplacar a

    tu padre y casarte?

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    — ¿Es una propuesta?

    Matt se encogió de hombros otra vez, pareciendo incierto por primera vez desdeque lo había conocido.

    — ¿O no te quieres casar conmigo?

    Leigh sintió que sus ojos se abrían.

    —Soy tu compañera. Por supuesto que me gustaría casarme contigo. Sólo que noquiero que te intimiden por ello. Quiero que me lo propongas porque sientes que es

    el momento adecuado, no por algo que te dijo mi padre.

    Necesitaba tocarlo, por lo que le movió su mano arriba y abajo de su pierna, sindarse cuenta de lo que estaba haciendo. En el poco tiempo que se habían conocidoel uno al otro, la sensación de su compañero se había convertido en algo tanreconfortante para ella como una manta para un niño.

    Matt le sonrió.

    —Aprenderás pequeña, que nadie me dice lo que tengo que hacer ni me hace haceralgo que no quiero hacer. Lo discutiremos esto más adelante —Tomó la mano quefrotaba el interior de su muslo derecho. Se la llevó a los labios y la besó en la palmaantes de colocarla en su regazo y darle palmaditas suaves—. Ahora vamos a comer.Después nos acercaremos sigilosamente por las escaleras de atrás, y dejaré que mereclames si lo deseas. Ahora quédate aquí y pediré algo para comer.

    —No hay necesidad de que pidáis algo y arruinen mi cocina, Matthew. Me imaginéque querríais algo de comer antes o después. Dejé algunas cosas y puedes tomar loque desees, llevárlas escaleras arriba y lo disfrutarlas. Y felicitaciones por vuestraunión, por cierto —Le entregó una canasta que parecía llena y pesada—. Ahora salde mi cocina —Le ordenó, señalando hacia la escalera trasera que conducía alsegundo piso.

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    —Sí, señora —Matt aceptó la canasta—. Ven, compañera. Vamos a ver lo que estamaravillosa mujer puso para nosotros.

    En el momento en que subieron las escaleras y caminaron por el pasillo hasta suhabitación, Leigh quiso olvidarse de comer y en su lugar darse un festín con sucompañero rubio y grande. Ni siquiera miró alrededor de la habitación a la que lahabía llevado cuando cerró la puerta detrás de ellos. Tomó la cesta de él con ungruñido por su pesadez y la llevó a la mesa junto a las ventanas de la habitación.Una vez que eso estuvo resuelto, se agachó y tiró de su camisa sobre su cabeza y latiró hacia lo que parecía ser la puerta del armario.

    —Oh —Dijo él mientras caminaba por la habitación hacia ella—. ¿Qué pasa? ¿Note gusta usar mi camisa?

    —Está haciendo un poco de calor. ¿No lo sientes? —Le preguntó con una sonrisamientras tomaba su cinturón.

    En cuestión de segundos, abrió el cinturón de sus pantalones y luego lo empujó por

    sus muslos, dejando al descubierto su pene duro en el medio. Este se movió ysacudió cuando ella lo tomó entre sus manos y jugó con él, volviéndose como acerorígido en cuestión de segundos.

    —Estoy cada vez más caliente a cada segundo —Dijo, él dejando caer su voz en esetono bajo que le provocaba olas de calor y necesidad directamente a su vagina.

    Ella tuvo la sensación de que sólo le tomaría unos pocos días antes que todo lo que

    tuviera que hacer fuera mirarla y mojaría sus bragas y empezaría a buscar unahabitación vacía para tirar de él.

    —Yo también —Ronroneó mientras se arrodillaba delante de él.

    Lamió de su raja la gota de líquido pre-eyaculatorio que se había formado, que levalió un silbido de aprobación. Ese sonido suave le dio el valor para girar su lenguaalrededor de la parte superior de su pene.

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    —Mmmm, sabes tan bien —Le susurró antes de tomar la cabeza de su pene entresus labios y amarla.

    —Oh nena —Gimió él mientras sus dedos se deslizaban por su pelo suelto parasostener la parte de atrás de su cabeza.

    Envolviendo una mano alrededor de la base de su eje, sacó su pene de su boca, lomiró, y sonrió.

    —Así, ¿verdad?

    El gemido con el que él respondió fue más profundo en su pecho y envió un aleteoa través de ella. Cuando se movió hacia atrás, de modo que no pudiera tocarlo, sequejó.

    — ¿A dónde vas?

    —Tengo que quitarme esta ropa. Después, comeremos algo —Dijo mientras sesentaba en una silla.

    —Pero yo prefiero comerte —Dijo arrastrándose por el suelo.

    —La comida primero, el juego más adelante —Dijo. El hilo conductor dominantede poder estuvo de regreso en su voz, haciendo que a ella se le debilitaran lasrodillas.

    Agarró sus botas en un momento y se las quitó. Luego agarró las perneras de sus

    pantalones y tiró de ellos. Una vez que estuvo tan desnudo como ella, se metióentre sus piernas. Le pasó las manos por sus muslos mientras miraba su cuerpo,más allá de su erección a sus impresionantes ojos de un azul profundo que brillabancon necesidad.

    — ¿Estás seguro que no te gustaría jugar primero?

    —No, no estoy seguro, pero los dos estamos hambrientos, y no quiero que tedesmayes por nada más que no sea por el agotamiento de la satisfacción sexual.

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    Le tomó las manos y la ayudó a ponerse de pie. Girando a su alrededor, deslizóuna mano entre sus muslos luego la arrastró entre sus labios hinchados por lo queviajó a cada lado de su clítoris. No se detuvo allí, sino que se movió aún más abajo.Las movió contra la entrada de su vagina abierta, como si recogiera la crema que sedesbordaba de su vagina y se la frotara en sus muslos superiores. Leigh se oyó darun quejido de protesta cuando él apartó la mano.

    —Vacía la cesta, mujer —Le ordenó—, a menos que quieras otros azotes por seruna mocosa mandona tratando de distraerme de alimentarte.

    Cuando le dio con la palma de la mano en su nalga, ella saltó lejos con un grito.

    —¡No hagas eso! —Lo reprendió mientras se movía fuera de alcance.

    —Entonces, deja de pelear conmigo. Tan pronto como llenes ese ruido hueco en tuestómago, estaré encantado de llenarte con otro tipo de carne.

    Leigh se quejó en voz baja con la visión de sus palabras cuando se volvió e hizo lo

    indicado. En cuestión de minutos, habían desempacado la canasta sobre la mesa,sorprendidos de encontrar que la señora Nicholas había pensado en todo,incluyendo una media botella de vino y dos cervezas.

    Una vez que estuvo llena de comida, miró a su compañero que había tomadoasiento en una silla cómoda, que estaba al otro lado de la habitación.

    — ¿Quieres que te lleve un plato o tienes la fuerza suficiente como para arrastrarte

    hasta aquí?

    Matt se rió mientras permanecía de pie y se acercaba a su lado.

    —Cuidado, pequeña, podrías encontrarte con un lobo hambriento que no puedasdomesticar con una sonrisa, un guiño o un movimiento de caderas.

    —Mmmm, suena delicioso —Dijo.

    * * * *

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    Su sonrisa sexy lo tentó a barrer el panorama de todo para poder acostarla y darseun festín en su lugar.

    Su pene estaba cerca de estallar, pero había decidido que cenaría primero. Sentadoen la silla más cercana a la mesa, levantó a Leigh por la cintura y la volteó para quequedaran cara a cara mientras se sentaba a horcajadas su regazo. Levantándola aúnmás alto, la acomodó hasta que la cabeza de su pene le dio un empellón contra laentrada de su vagina. Entonces la bajó hasta que sus nalgas se posaron en su muslo.

    Sus suspiros se armonizaron mientras la llenaba con su calor, en su húmeda vagina

    por completo. Ella se apretó a su alrededor, lo que causó un tirón en respuesta.

    La besó profundo y duro, antes de retroceder y darle un recipiente de plásticocubierto.

    —Esto es lo que se llama un compromiso. Ahora aliméntame.

    Él gruñó desde el fondo de su pecho, mientras sus manos sujetaban a su cintura

    para sostenerla quieta.

    —Aliméntame primero —Le exigió.

    Ella asintió y quitó la tapa del recipiente. Viendo el contenido, metió la mano en lacanasta buscando una cuchara. Su pecho estaba tan cerca y era demasiado deliciosocomo para dejarlo pasar, así que Matt lamió el nudo de su pezón, lo que la hizosaltar con sorpresa. Cuando lo miró, le sonrió y trató de parecer inocente.

    Tomaron turnos para alimentarse con la comida que la señora Nicholas habíaelegido convenientemente para ser comida con sus dedos o con la cuchara quehabía preparado. A medida que el hambre de alimentos se aliviaba, su necesidad delos demás crecía exponencialmente.

    Finalmente, Matt no pudo más. Después de terminar lo último de su cerveza, seinclinó y le chupó un pezón aún fresco con la boca.

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    —Ooooh —Se quejó Leigh mientras arremolinaba la lengua y la cerveza fría sobresu piel. Le clavó los dedos de una mano en su cabello y mantuvo su boca estrechacontra su pecho.

    Luego ella alcanzó entre ellos con su otra mano y suavemente le rascó con sus uñasel pecho desde la clavícula hasta el ombligo. Al mismo tiempo, movió sus caderaspara que su pene presionara contra las paredes de su apretada vagina.

    Deslizando sus manos en sus nalgas, comenzó a subirla y bajarla por encima de supene, obligándose a mantener el ritmo lento y fácil. Sus manos se agarraron de sus

    hombros y empezó a moverse arriba y abajo, y de lado a lado, cada vez más rápido.

    Luego ella inclinó la cabeza y lo besó. Deslizó su lengua dentro y fuera de su bocaal mismo ritmo acelerado con que montaba su pene. Cuando separó sus labios delos de él y besó su camino por el lado de su cuello donde se unía a su hombro, élinclinó la cabeza hacia un lado, sabiendo lo que iba a hacer.

    Plantando sus pies y sosteniendo sus caderas en un apretón, comenzó a presionar

    su pelvis hacia arriba, mientras la movía hacia abajo cada vez más fuerte hasta queella gritó con su liberación. Su vagina se cerró sobre su pene y lo envió por encimadel borde a su propio orgasmo. Él gritó su finalización mientras sus dientes seenterraban en su hombro y lo marcaba como su compañero. El aguijón del dolor desu mordisco lo envió aún más alto por lo que inundó su vagina con su semen.

    Finalmente, sacó los dientes de su piel, le lamió la marca de mordida cerrándoselay se dejó caer sobre su pecho. Apenas tenía fuerzas para levantar los brazos yenvolverse alrededor de la espalda. La abrazó con fuerza con la esperanza de queno se deslizara de la silla para terminar en un charco de babas en el suelo.

    Fue sólo después que su corazón desaceleró y que pudo sentir los dedos una vezmás que la besó en el pelo.

    — ¿Qué tal un baño antes de meternos en la cama y empezar todo de nuevo?

    Ella gimió y levantó la cabeza para mirarlo.

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    En vez de responder a su pregunta, gimió y abrió más las piernas. Su dedo fue másabajo y se movió en círculos en su clítoris. Vueltas y vueltas con su dedo hasta queella le agarró la muñeca y la apartó de su cuerpo.

    —Pensé que querías tomar un baño.

    —Sí, pero estoy teniendo problemas para mantener las manos lejos de ti —Seinclinó y lamió la marca de mordida en su hombro.

    Ella gimió y dijo:

    —Si te mantienes en eso, nunca vamos a meternos en la bañera. Y el cuarto de baño se inundará si no cierras el grifo pronto.

    Matt miró sobre su hombro.

    —Oh, mierda.

    Ella se rió mientras él saltaba a través del espacio entre el mostrador y la bañera, y

    cerraba el agua justo antes que comenzara a derramarse sobre la parte superior de lamisma. Luego giró el desagüe abriéndolo y permitiendo que la bañera se desaguarahasta la mitad. Cuando el nivel del agua fue lo suficientemente bajo para quepudieran entrar sin miedo a que el agua saliera de la bañera, se volvió y le sonrió.

    —El baño espera, pequeña.

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    C C aa p pí í t t uu l l oo C C i i nnc c oo

    Leigh se despertó y se encontró a sí misma llorando, con un millón depensamientos acelerados a través de su mente que competían por el primer puestoen la tabla de su preocupación. Frunciendo el ceño, se preguntó cómo había llegadoa casa y a la cama.

    Lo último que recordaba era haberse metido en un baño caliente con Matt. Luegotodo regresó. No sólo había hecho el ridículo en la reunión de grupo, sino que Matt

    Brady la había reclamado como su compañera de vida. Entonces la había llevado al bosque donde le había dado de nalgadas antes de aparearse con ella. Después deeso, se había enfrentado a su padre, que había amenazado con cortarle todo,incluyendo su fondo fiduciario.

    ¿Podría hacerlo? Había recibido el fondo fiduciario de sus abuelos, que lo habíanpreparado para ella cinco años antes. Sus padres se habían sorprendido porque no

    lo hubiera dilapidado todo de fiesta, de viajes o comprando juguetes para adultos.En cambio, había contratado a un abogado, a un contable y a un grupo de asesoresfinancieros para cuidar y proteger su herencia, asegurando así su futuro. Ni siquierahabía sido afectado cuando el mercado de valores había volado varios años antes,porque su equipo se había alejado de las inversiones cuestionables.

    Al abrir los ojos, miró a su alrededor sin moverse. A excepción de una franja de luzdel cuarto de baño, la habitación estaba a oscuras. Se preguntó si podría salir de la

    cama y de la casa antes que Matt se despertara. No quería estar cerca cuando elgran hombre se diera cuenta que había cometido un error descomunal y decidierarechazar la unión a pesar de que no estaba segura que pudiera.

    No reconoció los sonidos suaves de gemidos que estallaron en mitad del silencio dela noche viniendo a ella hasta que Matt puso un beso sobre la marca que sumordida de apareamiento había dejado en su hombro.

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    —Shhh, pequeña, que estoy aquí. Todo está bien —Murmuró él soñoliento. Semovió más cerca en el mismo momento en que pasó un brazo alrededor de sucintura y tiró con más fuerza en contra de su largo y duro cuerpo.

    —Por favor no lo sientas —Susurró mientras las lágrimas le nublaban la visión.

    De cerca de nuevo, se obligó a bajar su respiración cuando lo único que quería eradarse la vuelta y rogarle que no la odiara, que no alejara su apareamiento.

    — ¿Sentir qué? —Sus palabras sonaron como si estuviera despertando, que era laúltima cosa que ella quería.

    —Nada. No importa.

    Antes de que pudiera parpadear, la volteó sobre su espalda y se acercó.

    — ¿Qué no sienta qué? —Repitió. A pesar que todavía sonaba soñoliento yarrastraba las palabras, los ojos azul intenso de su mirada estaban fijos y biendespiertos.

    Leigh suspiró y parpadeó varias veces, tratando de evitar que las lágrimas cayeran,pero una se le escapó y poco a poco se perdió por su rostro hacia su oreja.

    —Ángel, si no sé lo que está roto no lo puedo arreglar. ¿Te lastimé? ¿No quieresestar unida a mí? —Le preguntó, en voz baja y suave—. ¿O hay otra cosa mal?

    Leigh cambió su mirada de esos ojos que todo lo veían. Miró por encima del

    hombro en su lugar.

    —No quiero que sientas haberte apareado conmigo. Soy una estafa horrible. No sécómo cocinar. No me gusta limpiar la casa. Sin mi fondo fiduciario, estoy sin blanca y no solo no tengo, sino que nunca he tenido trabajo, no es que sepa haceralgo, además. No quiero una docena de niños, aunque tal vez uno o dos algún díapodrían estar bien —Soltó su miedo justo antes de echarse a llorar en serio.

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    El Club de las Excomulgadas

    C o o p e r M c k e n z i e – L a C o m p a ñ e r a D e l P o l i c í a – S e r i e M a t e s I I I

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    —Oh, ángel, nunca podría sentir nuestra unión. Te puedo enseñar cómo cocinar.Tengo un ama de casa, porque me gusta la limpieza, también. Como te dije antes,soy un hombre sencillo y el dinero no significa una mierda para mí. No espero queme apoyes. En cuanto a los niños, vamos a hablar de eso más tarde. Mucho mástarde —Se inclinó y rozó un beso en sus labios—. Estaremos juntos para siempre,pequeña. El futuro cuidará de sí mismo. No hay necesidad de preocuparse por nadaesta noche.

    —Pero mi fondo fiduciario... —Se interrumpió cuando estuvo a su lado y tiró deella para abrazarla de nuevo a su pecho con él.

    —El fondo fiduciario puede esperar hasta mañana, también —Dijo con una vozprofunda y gruñona que marcó su creciente excitación.

    Matt se movió atrás y se bajó de la cama por lo que su eje se deslizó entre susmuslos. Ella gimió mientras la lujuria al instante pasó a través de ella, despertandocada nervio con su toque.

    Con un grueso brazo sobre su cabeza, su otra mano viajó por su cuerpo. Jugó consus pezones hasta que se volvieron cuentas y pidieron más que una caricia de suavecosquilleo. Gimió cuando él siguió adelante, haciendo patrones de dibujo al azarpor su vientre y caderas, y luego de cadera a cadera antes de pasar aún más abajo.Cuando llegó a la piel en la parte superior de su raja, ella levantó la pierna y la pusode nuevo sobre la suya, lo que le permitió tener más espacio. Sus dedos índice yanular extendieron sus labios separándoselos, lo que permitió su acceso con un

    dedo medio completo a su clítoris. Pasó la yema de