Cuadernos Del IDES 32 2016

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    ESTUDIOS SOBRE MEMORIA

    Situacin, dificultades, emergentes

    1 Nota introductoria

    4 Trayectorias y desafos de los estudios sobre memoria en Argentina Claudia Feld

    22 Los represorescomo objeto de estudio. Obstculos, problemas y dificultades para suinvestigacin en ArgentinaValentina Salvi

    42 Fotografa y desaparicin: itinerarios de un rostro sin nombre. El caso de Lujn Sosa Florencia Larralde Armas

    57 Apuntes sobre conservacin material de sitios de memoria emplazados en CCDTyE de

    la Ciudad de Buenos Aires: desafos y tensionesAdriana Leticia DOttavio

    77 Las funcionalidades esttica y poltica del uso del dispositivo testimonial en Teatro x laidentidadMara Luisa Diz

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    Nota Introductoria

    Este dossier rene un conjunto de artculos que, en su diversidad de interrogantes ypluralidad de enfoques, exploran sobre el status de la memoria como fenmeno socio-

    lgico al mismo tiempo social y personal, colectivo e individual y en su doble condicinde categora nativa y de objeto de indagacin cientfica. Se trata de textos que, a partirdel abordaje de estudios de casos especficos, del anlisis de emergentes de investiga-cin o de la reflexin sobre las dificultades y trayectorias que atraviesan al campo deEstudios sobre Memoriaen nuestro pas, se ocupan de temas inexplorados y proponenentradas novedosas. Su diversidad no es solo temtica aunque todos los artculos seabocan al estudio de la memoria sino que responde tambin a las condiciones y mo-mentos acadmicos de produccin de tales escritos. De modo tal, que el lector seencontrar con avances de investigaciones de tesis en curso, trabajos en progreso, artcu-

    los de carcter reflexivo sobre el campo de Estudios sobre Memoria en Argentina eindagaciones sobre los lmites del campo y sus dificultades epistemolgicos.

    Por su parte, este dossier se ofrece como una instantnea del trabajo acadmico que,un grupo de investigadore/as, becario/as y tesistas, compartimos en el Ncleo de Es-tudios sobre Memoriadel CIS-IDES/CONICET. Como muestra el artculo de ClaudiaFeld en este nmero, el Ncleo de Estudios sobre Memoriadebe su surgimiento a losdesarrollos pioneros realizados por Elizabeth Jelin en el marco del Programa de investi-gaciones Memorias de la represin del Social Science Research Council(SSRC). Desde2001, el Ncleo de Estudios sobre Memoriase ocupa de estudiar cmo las presen-cias y sentidos del pasado se configuran en procesos sociales de memoria queinvolucran actores diversos, luchas polticas entre memorias, modos y mbitos detransmisin memorial, y dispositivos, escenarios y temporalidades del recuerdo. Setrata de un programa de investigaciones, que si bien mant iene un eje temtico definido,

    aboga por un enfoque transdisciplinario que estimula entradas mltiples y complemen-tarias a un objeto de estudio dinmico y promueve anlisis de escala que tengan un

    alcance regional en Amrica Latina. Pero, por sobre todo, el Ncleo de Estudios sobre

    Memoriaes un espacio intelectual vivo y plural que sostiene el trabajo en equipo, elencuentro peridico como instancia de intercambio y reflexin y el contacto perma-nente con otros equipos de investigacin del pas y del extranjero.

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    Claudia Feld, desde una reflexin al mismo tiempo acadmica y personal, se interrogasobre las contribuciones que han hecho y los desafos que encierran las investigaciones

    sobre memoria para pensar los procesos sociopolticos relacionados con el pasadoreciente. Al reconstruir la trayectoria de los Estudios sobre Memoriaespecialmente ennuestro pas y en el Cono Sur de Amrica Latina, Feld identifica perodos, problemticas,contextos, abordajes, debates y agendas que coadyuvaron a la constitucin de uncampo con caractersticas inditas y perspectiva propia. Adems, el artculo se interrogasobre los desafos de un campo anfibio que se desplaza entre la reflexin crtica, el

    activismo poltico y la colaboracin en polticas pblicas de memoria.

    Por su parte, Valentina Salvi se interesa por la historicidad de la categora de represory

    los sentidos sociales y polticos que encierra, as como por las causas que han servidode obstculo para su estudio como objeto histrico y sociolgico. Ms all de las difi-cultades del carcter clandestino, el ocultamiento, el secreto y la destruccin depruebas materiales propios del crimen de desaparicin, el artculo se interesa por otrosimpedimentos, especialmente aquellos que remiten a los dilemas morales y polticoscuando se perfila como controvertido un objeto de estudio. Adems, Salvi se interrogapor las dificultades y debates que surgen a partir del uso de la palabra pblica de los

    represores como fuente testimonial o cuando tales declaraciones se obtienen por mediode entrevistas.

    A raz del caso de la fotografa de un detenido-desaparecido que fuera identificadocomo Lujn Alcides Sosa Valdz, rescatada de y por Vctor Basterra de la Escuela deMecnica de la Armada, el artculo de Florencia Larralde Armas reflexiona sobre larelacin/tensin entre las categoras de identidad e identificacin. La negativa de la ma-dre a reconocer a su hijo Lujn en el joven retratado en la foto y las derivas de lafotografa en peridicos, muestras museogrficas y publicaciones reinstalan, para Larral-de Armas, la pregunta por la imagen como prueba, la imagen como certeza. De cara alas vicisitudes y dilemas que la historia de esta fotografa encierra, el artculo problema-tiza la relacin socialmente construida por las prcticas de recordacin de losdesaparecidos entre rostro y nombre, cuestionando el vnculo necesario entre foto-grafa y testimonio.

    Adriana DOttavio analiza el rol de los equipos arqueolgicos de conservacin en elproceso de transformacin de los lugares donde funcionaron centros clandestinos dedetencin durante el terrorismo de estado en sitios de memoria de la Ciudad de Bue-nos Aires. Haciendo foco en las intervenciones que los equipos de profesionalesrealizan sobre tales materialidades, el artculo indaga sobre los cambios en las formasde trabajo que implican las nuevas prcticas profesionales en los sitios de memoria.

    Adems, DOttavio estudia el universo de la conservacin como prctica profesionaltensionada entre la normativa del patrimonio cultural, los protocolos para el cuidado

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    de la prueba judicial y el testimonio de los sobrevivientes como punto de partida material

    y como horizonte tico y poltico.

    A partir del anlisis comparativo de los monlogos testimoniales escritos para los ciclosde Teatro por la Identidadde los aos 2002 y 2005, Mara Luisa Diz da cuenta de losmodos estticos y polticos a travs de los cuales se tematizan y dramatizan tres tpi-cos centrales en la accin poltica y simblica de Abuelas de Plaza de Mayo: laidentidad sustituida/restituida de los/as menores apropiados/as; la lucha de los familia-res por la recuperacin de los/as menores apropiado/as; y la figura de las mujeresembarazadas detenidas-desaparecidas. Con el foco puesto en el uso del dispositivotestimonial como parte en la producciones teatrales, el artculo analiza no solo los me-

    canismos utilizados para despertar empata emocional, sino tambin las estrategias paraestimular la duda en torno a la identidad en aquellos espectadores nacidos durante elperodo dictatorial.

    En suma, y girando en torno la tensin entre la memoria como objeto de investigacincientfica y los sentidos que encierra como categora nativa, los artculos que compo-nen este dossier plantean ms preguntas que respuestas a temas que amplan loslmites del campo de Estudios sobre Memoria, al tiempo que problematizan las prcticasy los sentidos sociales del recuerdo y del pasado tanto como parte dinmica de la vidasocial como al interior del mundo del acadmico.

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    Trayectorias y desafos de los estudios

    sobre memoria en Argentina1

    Claudia Feld

    El presente texto intenta reflexionar, en trminos de trayectoria profesional, personal yde equipos de trabajo, acerca de la contribucin de las investigaciones sobre memoriapara pensar los procesos sociopolticos relacionados con el pasado reciente en tantoproblema social en nuestro pas. La memoria es actualmente objeto de una cantidadcreciente de investigaciones en la Argentina, pero es adems una categora nativa que

    cobra diversos sentidos polticos en los haceres y saberes de quienes gestionan sitiosde memoria, crean archivos, llevan adelante procesos judiciales e integran movimientosdiversos para reclamar por justicia o reivindicar a los actores polticos del pasado. Esteartculo no pretende mostrar un panorama completo de este campo tan fructfero deinvestigaciones ni mucho menos dar cuenta de la complejidad de los retos actuales enel terreno poltico, sino solamente proponer algunas preguntas y reflexiones que sedesprenden tanto de la trayectoria y origen de ciertas lneas de trabajo, como de unasituacin poltica ms reciente y de los nuevos desafos ofrecidos en estos nuevoscontextos a la investigacin.

    En este marco, comenzar por trazar una apreciacin general y muy breve sobre el sur-

    gimiento del campo de investigaciones y su desarrollo en la Argentina 2. Acontinuacin

    1 Versiones anteriores y parciales de este trabajo fueron presentadas en la Conferencia dictada en las XII Jornadas deEstudiantes de Posgrado en Humanidades, Artes y Ciencias de la Educacin, CECLA, Universidad de Chile (Santiago, 16 demayo de 2012) y en las I Jornadas Conocer y Hacer de la Red para la Articulacin y el Fortalecimiento de lasInvestigaciones en Derechos Humanos en Argentina (Crdoba, 21 y 22 de septiembre de 2015). Agradezco a MarinaFranco y a Valentina Salvi por la lectura de versiones preliminares de este texto.

    2 El presente artculo no intenta trazar un estado del arte ni ofrecer un estudio exhaustivo sobre el campo, y por esa raznlas referencias a trabajos publicados o en proceso sern parciales y a modo de ejemplo, con el objetivo de brindar algunasinformaciones para que se comprendan las reflexiones aqu enunciadas. Los aportes no mencionados en este trabajo sonmuchsimos y su valor no est en cuestin, el hecho es que este artculo no se propuso trazar un panorama general nisistematizar las investigaciones realizadas hasta ahora en la totalidad del campo. S es necesario decir que las apreciaciones y

    reflexiones vertidas aqu son fruto de la lnea de trabajo y los abordajes iniciados en nuestro pas por Elizabeth Jelin, a quienagradezco su tarea formativa y su constante empeo por crear grupos de investigadores/as cuyos dilogos e intercambioshan sido centrales en lo que se expone a continuacin.

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    me referir a una experiencia especfica que es personal pero que se enmarca en dosproyectos colectivos: el programa de investigaciones Memorias de la represin dirigi-

    do por Elizabeth Jelin en el marco del Social Science Research Council (SSRC) y elNcleo de Estudios sobre Memoriacreado en el Instituto de Desarrollo Econmico ySocial (IDES). Finalmente, quisiera dejar planteadas algunas preguntas que hacen a losactuales desafos de este campo de investigaciones, especialmente en aquellos aspec-tos en que en los ltimos aos la investigacin se ha vinculado con la gestin endiversos emprendimientos memoriales.

    Surgimiento del campo de estudios sobre memoria

    La nocin de memoriacomo categora articuladora y convocante de un campo deestudios especfico en las ciencias sociales tiene una rica trayectoria que, sin embargo,es relativamente corta. En efecto, a pesar de las contribuciones pioneras del socilogofrancs Maurice Halbwachs en los aos 20 y 30 del siglo pasado, el campo quepodramos llamar de Estudios sobre Memoria3 es en realidad bastante nuevo: talcomo se define actualmente, es posible decir que surge a fines de la dcada de 1970,en varios pases de Europa, con un nfasis especfico en Francia4.

    En el Cono Sur de Amrica Latina, particularmente en Argentina, este inters esmucho ms reciente y podramos datarlo entre mediados y fines de los aos 90. Lapreocupacin, desde las ciencias sociales, por la memoria en tanto objeto deinvestigaciones se instala en el marco de un clima de poca global en el que cobracentralidad la insistencia en diversas formas de memoria, tanto en el nivel individualcomo colectivo. Algunos autores, como Andreas Huyssen, hablan en esa dcada deuna explosin de la memoriaen el mundo occidental, expresada en la multiplicacinde conmemoraciones, en el boom editorial de testimonios, en la proliferacin deemprendimientos memoriales y proyectos de patrimonializacin, en la apertura de

    archivos, entre otras iniciativas (Huyssen, 2001)5

    .

    3 En castellano, la denominacin de este campo que en ingls se denomina Memory Studies vara segn los actores einvestigadores que la enuncian: estudios sobre la memoria, estudios de memoria, estudios sobre memoria. Prefieroutilizar esta ltima porque resulta ms clara y menos ambigua, para evitar, primero, el uso del artculo la que parecierahablar de una nica memoria y no de un concepto; y, segundo, para evitar la ambigedad en relacin con los diversossentidos de la expresin de memoria (o estudiar de memoria) en espaol.

    4 Sobre el surgimiento del campo de estudios en Francia, ver Lavabre, 2007. Paralelamente a este campo se ha creado yconsolidado el Holocaust Studies con preeminencia en los Estados Unidos, pero no centrado especficamente en losprocesos de memoria sino en la memoria y la historia de un acontecimiento particular como ha sido el genocidio de los

    judos de Europa.

    5 Debemos aclarar que este exceso de memoria, sealado tanto por Huyssen (2001), como por otros autores (Nora,

    1984; Todorov, 1998; Rousso, 1998) en los aos 80 y 90 no hace referencia, en general, a las luchas por la memoria en elCono Sur de Amrica latina. Se orienta, ms bien, tanto al clima general de sobrevaloracin del pasado (Huyssen, 2001;Nora, 1984), como a las reivindicaciones vinculadas con la memoria de la Sho (Todorov, 1998; Rousso, 1998).

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    Sin desconocer la importancia de este contexto global, es necesario decir que elsurgimiento del inters por la memoria en las investigaciones acadmicas del Cono Sur

    en los aos 90 se encuentra, sobre todo, influenciado por un contexto regionalespecfico. Se trata del momento de salida de dictaduras sangrientas en la regin, consu saldo de miles de vctimas y de desafos especficos en los terrenos de la verdad y lajusticia. En ese marco, las preguntas en torno a la democratizacin en estos pases y ala gobernabilidad en los incipientes procesos constitucionales, se traducen en una seriede demandas y debates de la sociedad; en muchas de ellas la memoria ocupa un papelcentral6.

    Las ciencias sociales no fueron ajenas a esos debates y luchas por el sentido del pasado

    (que no eran ni son, como ha sealado Elizabeth Jelin (2004), luchas de la memoriacontra el olvido, sino disputas entre memorias rivales, cada cual con su propia narrativay sus lecciones acerca del pasado, y tambin con sus propias omisiones y olvidos). Poresta razn, las primeras investigaciones que en nuestros pases tomaron a la memoriacomo objeto se planteaban, al menos, dos propsitos: por un lado, ayudar a gestionary a elaborar las experiencias traumticas y dolorosas ligadas a situaciones de violenciaestatal; y, por otro, contribuir en la profundizacin de los procesos democrticosrecin iniciados, proponiendo saberes especficos que permitieran conocer aquelpasado autoritario, entender sus consecuencias en el presente, saldar las heridas

    todava abiertas en la sociedad, etctera.

    Este proceso de iniciacin del campo de estudios se enmarcaba, a su vez en una situa-cin de impunidad hacia las violaciones a los derechos humanos que, por diferentesvas y en distintos momentos, se fue asentando en la regin como condicin en la queemergieron la mayora de las nuevas democracias. La Argentina fue una excepcin,pero por poco tiempo, puesto que en los aos 90 se haban revertido muchas de lasacciones de la justicia emprendidas en los primeros aos de la transicin argentina7.

    Como puede verse, en ese momento, las demandas ciudadanas de justicia y memoria

    confluyeron de una manera, por supuesto, no exenta de tensiones con los interesesacadmicos. Al respecto, Elizabeth Jelin seala:

    La memoria y el olvido, la conmemoracin y el recuerdo, se tornan cruciales cuando sevinculan a acontecimientos traumticos de carcter poltico y a situaciones de represin yaniquilacin, cuando se trata de profundas catstrofes sociales y situaciones de sufrimiento

    6 Tal como ha sealado Elizabeth Jelin, en este escenario, uno de los muchos debates de aquella coyuntura se dio entreaquellos que afirmaban que las polticas de olvido y reconciliacin eran las ms aptas para construir un futuro democrti-co (y se mostraban dispuestos a glorificar el supuesto orden y progreso de las dictaduras), y aquellos otros que sostenanlas consignas de memoria, verdad y justicia, afirmando que recordar para no repetir es el camino que debe hacerse paraestabilizar las instituciones democrticas recin recuperadas y construir sociedades ms justas (Jelin, 2004).

    7 Nos referimos a las leyes de Punto Final (1986) y Obediencia Debida (1987) , y a los indultos firmados por el presidenteCarlos Menem en 1989 y 1990, que dejaron en libertad a aquellos militares que haban sido condenados por violaciones alos derechos humanos en los primeros dos aos de la postdictadura.

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    colectivo. (...) Las tensiones entre la urgencia de rememorar y recordar hechos dolorosos y

    los huecos traumticos y heridas abiertas constituyen a la vez el tema de investigacin y

    uno de los mayores obstculos para su propio estudio (Jelin, 2004: 102).

    En ese marco, en la primera etapa de produccin intelectual sobre la problemtica dela memoria, se superponen de diversos modos la memoria como compromisociudadano y la memoria como problema a ser tratado por las ciencias sociales. Notodas las investigaciones de aquel momento tuvieron el mismo alcance ni la mismacalidad, pero podramos decir que en esa primera camada de estudios convivierontrabajos de distinto tipo: recoleccin de testimonios, investigaciones periodsticas,informes de organismos de derechos humanos, textos literarios, ensayos y, en menormedida, investigaciones acadmicas. Uno de muchos ejemplos de esta convivencia

    puede observarse en el relevamiento bibliogrfico realizado a mediados de los 90 enel libroJuicios, castigos y memorias(VVAA, 1995: 223-270). En esta bibliografa, recopi-lada por Luis Alberto Quevedo y Ariana Vacchieri, que recoge los textos publicadosen Argentina y en castellano sobre derechos humanos desde 1975 hasta 1990, muypocos textos de los mencionados se centran en la cuestin de la memoria. El valor deesta recopilacin reside justamente en que muestra la superposicin de trabajos dediverso tipo y en que da cuenta de un panorama de los estudios acadmicos justoantes de que la nocin de memoria se hiciera central en el abordaje de las cuestionesligadas a los derechos humanos, la democratizacin y la represin dictatorial8.

    Aunque dicha superposicin hace difcil valorizar la especificidad del trabajo deinvestigacin cientfica de aquel momento y diferenciarlo del activismo social hechoque asemeja el surgimiento de este campo con el de otros, como los estudios culturales y

    los estudios de gnero (Radstone, 2008), lo cierto es que esta superposicin sirvi paraimpulsar, delinear y legitimar un terreno de preocupaciones que rpidamente fuecobrando preponderancia en las ciencias sociales. Al mismo tiempo, como veremos,esto ha generado dificultades y lmites, en nuestro pas, tanto para la mirada sobre al-gunos de estos procesos como para la construccin de objetos de investigacin que

    tuvieran otros intereses, diferentes o incluso opuestos a las consignas y luchas del acti-vismo por la memoria9.

    8 El campo de investigaciones en Derechos Humanos, que se ha desarrollado desde los aos 80 en la regin y que Jelin(2004) califica como un cambio de paradigma en el estudio de los movimientos sociales, abon el terreno para la tarea deinvestigacin sobre memoria. Sus abordajes han permitido interrogar las transiciones en la regin, analizar el surgimiento denuevos sujetos colectivos, discutir la nocin de democracia y sus alcances, entre otras cuestiones. Ver, al respecto, Jelin,2004.

    9 Tambin esto ha generado una movilidad y una circulacin de conceptos de un mbito a otro, que convoc todo un juegode legitimaciones y valorizaciones que han complejizado singularmente el uso de categoras en los trabajos acadmicos,especialmente las que provienen de la experiencia de la Segunda Guerra Mundial y la Sho: categoras como genocidio,campo de concentracin, trauma, sobreviviente, etctera. Todas estas categoras, que han tenido un peso especficoen las consignas de algunos actores como el movimiento de derechos humanos, se han cargado de diversas valorizaciones

    ticas, axiolgicas y polticas en el campo acadmico, lo cual ha dificultado su discusin y deconstruccin en el marco deinvestigaciones de las ciencias sociales. La amplitud y complejidad de esta cuestin hacen al centro de las relaciones entreactivismo, gestin e investigacin acadmica, pero exceden los alcances de este artculo.

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    La transdiciplinariedad de estos enfoquesy la convergencia entre diversos niveles dela memoria10 (desde lo subjetivo a lo institucional, lo comunitario, lo nacional o lo

    trasnacional), se convertirn en caractersticas propias de este campo de estudios y leotorgarn a los trabajos emprendidos en l dos caractersticas: por una parte, una granflexibilidad en la incorporacin de objetos y abordajes; y, por otra, una gran

    permeabilidad ante las nuevas acciones memoriales provenientes de los distintosactoresde la sociedad y ante los relatos emergentes producidos por dichas acciones.

    El programa del SSRC

    Como todo campo en construccin, las iniciativas de investigaciones acadmicas sobrememoria social fueron plurales, simultneas y, muchas de ellas, complementarias entres. Todava no est estudiada y sistematizada la multiplicidad de abordajes y la riquezade las diferentes propuestas que surgieron entre mediados de los aos 90 y hoy parainvestigar estas temticas. Voy a referirme slo a una, sabiendo que dejo de lado otrasmuy valiosas. Si bien no puedo remediar la parcialidad de este sesgo, s puedo aunquesea explicar las razones de la eleccin.

    La primera razn, aunque no la ms importante, es mi implicacin personal. Voy a re-

    ferirme a una experiencia de investigacin colectiva que se desarroll entre 1999 y2001, y en la que particip como becaria. La segunda razn es la magnitud del em-prendimiento, ya que el programa al que har referencia apoy a 60 becarios dedistintas disciplinas, provenientes de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Per y Uruguay.Y el tercer motivo son los resultados, puesto que esta experiencia finaliz con la publi-cacin de 12 libros, algunos individuales y otros colectivos, editados entre 2002 y2006 11 , que constituyen la primera experiencia de sistematizacin de trabajosacadmicos sobre esta temtica en el Cono Sur de Amrica Latina.

    Me refiero al programa Memoria colectiva y represin, desarrollado por el SocialScience Research Council (SSRC), bajo la direccin de Elizabeth Jelin y Carlos Ivn De-gregori. En este marco, las 60 investigaciones realizadas a lo largo de tres aos tuvieronun tema convocante cada ao: lugares y fechas, primero; actores e instituciones, des-pus; y, finalmente, transmisin entre generaciones. Como corolario y resultado deeste programa, se publicaron 12 volmenes en la coleccin Memorias de la Represin,

    10 Las luchas por las memorias y por el sentido del pasado se convierten aqu en un nuevo campo de la accin social en laregin. Y tambin en un nuevo campo de investigacin social, con caractersticas propias: la complementariedad dedistintos enfoques y disciplinas necesarias para un abordaje centrado en el punto de convergencia entre patronesinstitucionales, subjetividades y manifestaciones en el plano simblico (Jelin, 204: 102).

    11 Una lista de los libros y autores publicados en la coleccin Memorias de la represin, editada por Siglo Veintiuno deEspaa, entre 2002 y 2006, se encuentra en: http://memoria.ides.org.ar/publicaciones/coleccion-memorias-de-la-represion(ltima visita 20 de septiembre de 2015).

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    editada por Siglo Veintiuno de Espaa, bajo la direccin de Jelin. No es el propsito deeste artculo examinar los libros, que circulan ampliamente y han sido citados y traba-

    jados por numerosas investigaciones posteriores. S quisiera referirme a algunas de laspremisas de este programa de investigacin porque considero que han configuradotanto las potencialidades como los lmites de la investigacin sobre memoria en aquellaprimera etapa de trabajo.

    El programa se centraba en los procesos de reconstruccin y de significacin de losdiversos y mltiples pasados, con el acento puesto en las experiencias de las dictadurasrecientes en el Cono Sur y con una perspectiva comparativa entre los diferentes pases.

    El marco analtico, desarrollado por Jelin (2002)

    12

    propona tres premisas o puntos departida:

    !Primero, entender las memorias como procesos subjetivos, anclados en experiencias y enmarcas simblicas y materiales(Jelin, 2002: 2). La investigacin sobre memoria, en esteplano, trata de examinar esas marcas para reconstruir e interpretar los procesos com-plejos de rememoracin.

    !El segundo punto de partida era reconocer a las memorias como objeto de disputas,conflictos y luchas, lo cual apunta a prestar atencin al rol activo y productor de sentido de

    los participantes de esas luchas, enmarcados en relaciones de poder(Jelin, 2002: 2). Lainvestigacin, por lo tanto, se ocupa de interpretar estos conflictos entre memorias, dereconstruir las tramas en las cuales esas luchas se dan, de analizar las lgicas de esasdisputas, de caracterizar a los actores, y de reflexionar acerca de los sentidos sobre elpasado que entran en conflicto.

    !El tercer punto de partida fue historizarlas memorias, o sea, reconocer que existencambios histricos en el sentido del pasado, as como en el lugar asignado a las memorias

    en diferentes sociedades, climas culturales, espacios de luchas polticas e ideolgicas(Jelin,

    2002: 2). En este aspecto, si bien el abordaje reconoce que las memorias se constru-yen desde el presente13, interesa tambin analizar cmo la memoria cambia a lo largodel tiempo. Para esto es necesario comprender las dinmicas, las transformaciones ypermanencias que van teniendo, en una perspectiva diacrnica, tanto las narrativas delpasado como las disputas entre memorias (y la idea misma de memoria).

    12 El libro Los trabajos de la memoria (Jelin, 2002) abre la coleccin pero adems opera al mismo tiempo como conclusin ybase programtica de todo el proyecto. Por eso, en l se encuentran tanto las premisas de trabajo como un seguimientode los ejes y temticas centrales de todo el Programa.

    13 Jelin postula, en este aspecto, una temporalidad compleja para las memorias, a partir del esquema planteado por Kosellek,entre un espacio de la experiencia y un horizonte de expectativas, pero son los sucesivos presentes los que constituyen y

    modifican las memorias: Ubicar temporalmente a la memoria significa hacer referencia al espacio de la experiencia en elpresente. El recuerdo del pasado est incorporado, pero de manera dinmica, ya que las experiencias incorporadas en unmomento dado pueden modificarse en perodos posteriores (Jelin, 2002: 13).

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    Ledas ms de quince aos despus, estas premisas no slo condensan el abordaje ylos puntos de partida de este programa especfico de investigacin, sino que adems

    permiten entender el giro que se produjo cuando las tradiciones tericas y disciplina-rias provenientes de otros pases se encontraron con la realidad latinoamericana en elmarco que ya describ de preocupaciones y debates propios de la etapa postdictatorial.En efecto, al ser retrabajadas desde la realidad del Cono Sur muchas de las investiga-ciones europeas (y tambin algunas norteamericanas) con respecto al Holocausto, conrespecto al estudio de la memoria colectivaa lo Halbwachs y con respecto a los lieuxde mmoire a lo Nora14, fueron ledas con nuevas claves de interpretacin que leotorgaron a la nocin de memoria y a su estudio otros alcances y posibilidades. Alrespecto, podemos mencionar al menos tres giros importantes.

    En primer lugar, en estas investigaciones enfocadas en el Cono Sur de Amrica latinahay a diferencia de lo que haba sido preponderante hasta ese momento en los estu-dios europeos nombrados una preocupacin por lo polticocomo constituyente delas memorias y de los relatos sobre el pasado. Y no solamente en la vertiente de usospolticos del pasadocomo se plantearon, por ejemplo, algunas investigaciones france-sas15, sino en funcin del valor poltico de toda memoria, de la proyeccin pblica delas memorias colectivas y de la memoria como accin poltica. Este aspecto, que noplantea a la poltica desde una visin meramente instrumental sino que mira la raz

    constitutivamente poltica que tienen las memorias, es creo yo uno de los puntoscentrales de muchas investigaciones latinoamericanas.

    En segundo lugar, se incluye la idea de las transformaciones en el tiempoy de la histo-rizacin de la memoria (siguiendo la lnea que historiadores como Pierre Nora oHenry Rousso haban planteado), pero con el eje puesto en los conflictos entre me-morias y en las maneras en que estos conflictos evolucionan en el tiempo, ms queen la manera en que se suceden, sin conflicto, distintas memorias a lo largo del tiempo,como lo haban estudiado algunos de estos historiadores16. Al mismo tiempo, se leotorga al presente (a los sucesivos momentos presentes) un espesor mayor y una car-ga de conflictividad especfica que constituye y moldea las memorias. Al analizar los

    14 Ver, entre muchos otros, Lavabre, 2007; Halbwachs, 1997; Nora, 1984.

    15 La discusin por los usos polticos del pasado en los trabajos de acadmicos franceses como los de Marie-ClaireLavabre (1991) y Henry Rousso (1987, 1991), tiene que ver con una instrumentalizacin que actores polticos ligados alEstado realizan de los pasados conflictivos (como por ejemplo, Vichy, en el caso de Francia que es abordado por estosautores). Este tipo de indagaciones no ahonda en los juegos de fuerza entre diversos actores polticos, ni en la accinreivindicativa de colectivos de la sociedad civil, as como no piensa en el valor poltico de toda memoria en funcin degenerar imaginarios, representaciones y smbolos que movilizan polticamente a los actores sociales. Hay una separacinentre una esencia (supuestamente) no poltica de la memoria y un uso poltico. Como hemos dicho, los trabajos sobre elCono Sur de este programa de investigaciones no realiza esta separacin sino que plantea dos inmanencias esencialmentepolticas articuladas entre s.

    16 Por ejemplo, Henry Rousso (1987), en su libro Le syndrome de Vichy, de 1944 nos jours, traza con gran lucidez lasdistintas etapas en las que se suceden las narrativas dominantes sobre Vichy, basndose en tres vectores de memoria:

    las conmemoraciones oficiales, los libros de historia y el cine. Lo que este trabajo no revisa (y que ser el objeto demuchas de las investigaciones que trabajan sobre el Cono Sur) es la multiplicidad de representaciones y la conflictividadentre los actores que conviven al interior de cada una de las etapas.

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    conflictos y las contradicciones del presente se pueden estudiar las memorias en susdiferentes momentos pensndolas como memorias en disputa y no slo como memo-

    rias que se suceden. En ese marco, las coyunturas de recalentamientoy enfriamientode las memorias que reconoce el trabajo de Jelin (basndose en la lectura de Rousso)se investigan aqu en funcin de tiempos ms largos en que esos recalentamientosresponden a luchas previas que han sido menos visibles y que emergen en coyunturasfavorables17.

    En tercer lugar, estos conflictos y disputas se estudian vinculndolos a actores sociales(ya sean personas u organizaciones sociales) que luchan por instalar y difundir sus pro-pias versiones del pasado en un terreno complejo y siempre cambiante. Y esto permi-

    permite indagar no slo en las memorias ms pblicas o ms exitosasen trminos deaceptacin social, o en las memorias nacionalescomo haba hecho por ejemplo Pierre

    Nora en su obra sobre los lieux de mmoire (1984), sino tambin en otras memoriasdenegadas, silenciadas o subterrneas18, que tambin forman parte de la sociedad.

    De algn modo, en este programa de investigaciones, dicho abordaje fue posible noslo por el tipo de acontecimientos sociales que se procuraba estudiar (esto es, lassociedades latinoamericanas que salan de dictaduras sangrientas y estaban enfrentn-dose a los dilemas de la transicin), sino tambin porque de entrada el proyecto se

    plante traspasar tanto las barreras disciplinarias como las nacionales

    19

    , proponiendopreguntas que implicaran la puesta en relacin de mltiples saberes y la comparacinentre diferentes experiencias histricas.

    En el perodo que se extiende entre 1999 y 2006, es decir, entre el comienzo de esteprograma de investigaciones y la publicacin del ltimo libro, se fue configurando uncampo de estudios que excedi con mucho a los becarios y docentes del programa yque respondi a diversas causas, tanto histricas, sociales y polticas, como de recursosuniversitarios y de disponibilidad de fuentes de investigacin. Proliferaron tesis, cursosde grado y posgrado, congresos y jornadas, libros y revistas cientficas, seminarios y

    conferencias de todo tipo, que se desarrollaron paralelamente, con diversos abordajesy modos de trabajo, y con distintos referentes en el mundo acadmico. Todo estoenmarcado por un creciente proceso de institucionalizacin y reconocimiento de estecampo de estudios en espacios centrales de la labor universitaria.

    17 Esto se liga tambin a la categora de memorias subterrneas de Michael Pollak (1993)

    18 La categora de memorias subterrneas, elaborada por Michael Pollak (1993) ha sido retrabajada y aplicada en distintasinvestigaciones del Cono Sur. Ver, entre otros, Jelin, 2002; Da Silva Catela, 2001.

    19 Primero, el programa se propuso traspasar las barreras disciplinarias, convocando a investigadores/as de distintasdisciplinas de las ciencias sociales y apuntando no slo a establecer dilogos entre ellos sino tambin a generar entradas

    novedosas y puntos de vista originales que surgieran de la puesta en relacin entre mltiples saberes y tradicionesdisciplinarias. Segundo, se intent franquear las barreras nacionales proponiendo una perspectiva comparativa y relacional,para estudiar las historias y realidades nacionales con nuevos marcos de interpretacin. Ver Jelin, 2002.

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    En ese marco, cuando el programa de becas del SSRC finaliz, en 2002, muchos/as delos/as que habamos sido becarios y becarias del programa seguimos reunindonos, en

    el marco del Instituto de Desarrollo Econmico y Social (IDES), en Buenos Aires, don-de empezamos a discutir los borradores de los 12 libros de la coleccin Memorias dela Represin. Fue con la idea de darle una estabilidad y una continuidad institucional aeste grupo como creamos en 2002 el Ncleo de Estudios sobre Memoria20. Este grupo

    fue amplindose21con el tiempo y sus actividades se fueron extendiendo e incluyendo

    cada vez ms asiduamente actividades abiertas para un pblico ms amplio, aunquesinabandonar su preocupacin especfica de investigacin en ciencias sociales. Se hicieronjornadas, conferencias, seminarios temticos, y ms recientemente charlas de actualiza-cin para investigadores y entrevistas pblicas en las que han participado tanto actores

    del campo de los derechos humanos como productores artsticos y culturales quetrabajan en estas temticas, adems de una revista cientfica y un Foro Virtual22.

    Al mismo tiempo que esto ocurra (y ms all de la situacin poltica en Argentina,sobre la que volver ms adelante) fueron amplindose los intereses de este campode investigaciones en, al menos, tres aspectos: hubo un desplazamiento del ejetemporal, de los actores estudiados y del tipo de violencia analizada en los distintosperodos del pasado23.

    En cuanto al eje temporal, si en las primeras investigaciones el foco estaba puesto enlas secuelas y consecuencias de las dictaduras, con un marco temporal claramentedelimitado por el principio y el final de cada rgimen militar, en las investigacionesposteriores se incorpor el estudio de la genealoga de estos regmenes dictatoriales,trabajando sobre la etapa anterior al golpe de estado y sobre los procesos de mslarga data que prepararon las prcticas represivas instauradas por las dictaduras(Franco, 2012). Por otra parte, la preocupacin por los procesos de memoriaposdictatoriales y por las secuelas del rgimen militar preocupacin que habapredominado desde las primeras investigaciones para ayudar a entender la impunidad y

    20 La propuesta fue presentada por Ludmila da Silva Catela y Claudia Feld a fines de 2001. El Ncleo de Estudios sobreMemoria comenz a funcionar en 2002 bajo la direccin acadmica de Elizabeth Jelin en el IDES.

    21 Cuando este grupo se crea, surgen tambin otros grupos similares, con vnculos muy estrechos con el Ncleo deEstudios sobre Memoria se basan, muchas veces, en afinidades y trayectorias personales, como ha sido por ejemplo elcaso del Programa de Estudios sobre la Memoria, del CEA, en la Universidad de Crdoba, dirigido por Hctor Schmucler,que se fund poco tiempo despus y en el que Ludmila da Silva Catela tambin tuvo un papel importante. Muchos otrosgrupos y equipos de investigacin se fueron creando, con el tiempo, con intereses a veces ms generales, otras veces msespecficos, en distintas instituciones del pas. Excede a las posibilidades de este artculo nombrar a todos ellos y detallarsus lneas de trabajo.

    22 Las actividades se detallan en la pgina Web del Ncleo Memoria: http://memoria.ides.org.ar/.

    En 2014, se generaron dos iniciativas para ampliar la convocatoria y la participacin de otros investigadores: una es larevista electrnica Clepsidra. Revista Interdisciplinaria de Estudios sobre Memoria, disponible en el Portal de PublicacionesCientficas y Tecnolgicas (PPCT) del CAICYT/CONICET: http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/clepsidra/index

    La otra son los Foros virtualesque funcionan en la pgina Web del Ncleo Memoria y convocan a una participacin muy

    abierta de todos aquellos que quieran dejar comentarios a un texto que se publica para iniciar el debate sobre unatemtica especfica.

    23 Segn Marina Franco, en comentario personal, estos desplazamientos son los mismos que atraviesa la historia reciente.

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    luchar contra ella se re-examina, ms recientemente, con la intencin de analizar lascontinuidades estructurales, no slo en el eje de la violencia estatal y los derechos

    humanos, sino tambin de los derechos sociales y econmicos vulnerados por elmodelo instaurado por la dictadura en cada pas.

    En cuanto a los actores, la investigacin tambin incluye a otros actores que han sidomenos visibles en las historias oficiales. En tanto los primeros trabajos indagaban enlas memorias, subjetividades y traumas de las vctimas de la violencia (sobrevivientes,familiares de desaparecidos, ex presos polticos, exiliados, etctera), algunas investigaciones

    ms recientes se preocupan por otros actores de la sociedad civil (profesionales,trabajadores, productores culturales, grupos religiosos, entre otros) y por el modo en

    que actuaron antes, durante y despus de la dictadura, complejizando no slo lacategora de vctima, sino tambin las de colaboracin, resistencia, connivencia,etctera 24 . Tambin se examina con mayor detalle la categora de represor operpetrador, estudiando las memorias militares25.

    Finalmente, las investigaciones no slo se preocupan por la historia y los efectos de laviolencia estatal (y del terrorismo de estado, en un sentido estricto), sino queinterrogan el fenmeno ms general de la violencia poltica, sus actores, susmodalidades y sus motivaciones, en el marco de una polmica social ms amplia sobrelos aos 70, la militancia y la lucha armada. Este ltimo punto, en definitiva, seentreteje fuertemente con los anteriores: el desplazamiento cronolgico y laproblematizacin de la categora de vctimas del terrorismo de Estado que, en estanueva perspectiva, pasan a ser consideradas tambin como sujetos activos ymovilizados en los aos pre-dictatoriales26.

    En estos desplazamientos puede notarse que no todos los trabajos interrogan yproblematizan la nocin de memoria ni proponen especficamente a la memoria comoobjeto de investigacin. Muchas veces, las memorias son un insumo y un marco para elanlisis, especialmente cuando se recurre a fuentes orales no slo como seala Vera

    Carnovale para acceder a informacin no contemplada en otros documentos, sino tambin,

    24 Entre muchos otros ejemplos, los abogados, investigados por Ariel Edelman; reporteros grficos, investigados por CoraGamarnik; las instituciones judas, investigadas por Emmanuel Kahan (2014). Desde la Comisin Nacional de Valores, elequipo integrado por Bruno Napoli, Mara Celeste Perosino y Walter Bosisio, hizo un inmenso esfuerzo en los ltimosaos por establecer el rol de las corporaciones y la situacin de empresarios perseguidos en el marco de los crmeneseconmicos de la dictadura: ver

    http://www.cnv.gob.ar/Publicaciones/InformeDDHH/INFORME_ECONOMIA_POLITICA_Y_SISTEM_FINANCIERO-DDHH.pdf (visitado por ltima vez el 20 de septiembre de 2015).

    25 Adems del libro sobre memorias militares publicado en la serie Memorias de la represin (Hershberg y Agero,2005), ver los trabajos de Mximo Badar (2009) y Valentina Salvi (2012).

    26 Entre otros muchos trabajos, mencionamos: Carnovale, 2011; Ollier, 2005; Calveiro, 2005. Adems, la revista LuchaArmada, bajo la direccin de Sergio Bufano, ha servido como mbito de debate y espacio para la publicacin de muchosavances de investigacin en esta temtica.

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    para explorar las formas en que los sujetos recuerdan y otorgan sentido a su propia experiencia,

    trascendiendo la dimensin individual de sta(Carnovale, 2007: 168).

    Por todo esto, podramos decir que muchas de estas investigaciones no se encuadranen el marco estricto de los estudios sobre memoria, sino que ingresan al campo de lahistoria reciente, aunque no en una clave exclusivamente historiogrfica, sinoconservando la entrada transdisciplinaria, los puentes entre lo individual y lo colectivo,el involucramiento de la afectividad, la preocupacin por las luchas entre memorias ypor la historicidad de las memorias que portan los sujetos estudiados, entre otrascuestiones (Franco y Levn, 2007).

    Al mismo tiempo, las investigaciones ms nuevas sobre memoria social tambin em-piezan a desbordar la problemtica estricta de la violencia poltica y la dictadura, y deun modo general los procesos polticos de los aos 70, para dirigirse a fenmenosdiversos: desde la construccin de identidades culturales en otro tipo de actores me-nos visibles en aquellos procesos, otras memorias que involucran miradas de ms largoalcance (como las memorias de los pueblos originarios), o experiencias sindicales y delmundo del trabajo durante el siglo XX; hasta la focalizacin en acciones de moviliza-cin poltica mucho ms recientes en las que la memoria ha jugado un rolpreponderante (la crisis econmico-poltica del ao 2001 en Argentina, por ejemplo).27

    De modo que estas temticas ms clsicasque haban definido en un inicio la especi-ficidad de este campo de estudios conviven hoy con nuevas problemticas productode investigaciones recientes que tensionan permanentemente los lmites del campo yreflejan nuevas experiencias sociales y preguntas a tener en cuenta.

    Nuevas preguntas y desafos

    Mirado retrospectivamente, ms all de sus grandes aportes, el Programa del SSRCtambin dej algunos vacos y temticas vacantes que quedaron al margen de las

    preocupaciones de entonces y que en los ltimos aos pasaron a ocupar el primerplano de la discusin.

    Concebido a fines de los aos 90, este Programa de investigaciones casi no prestatencin a la institucionalizacin y al rol de los Estados como configuradores y em-prendedores de la memoria, tema que s se haba estudiado profusamente y muy

    27 Un prrafo aparte que, sin embargo, desborda los alcances de este trabajo es toda la vertiente de investigaciones ligada alos estudios culturales que trabaja con producciones de la cultura (cine, fotografa, literatura, teatro, etctera) en el ConoSur, en tanto soportes o representaciones de la memoria. Es muy amplia, activa y heterognea la produccin en estatemtica. Pueden mencionarse, entre muchsimos otros, los siguientes volmenes editados: Jelin y Longoni (2005); Feld yStites Mor (2009); Blejmar, Fortuny y Garca (2013); Salomone (2015). Una activa y muy interesante tarea en lasdiscusiones en esta rea la realiza el grupo Arte, cultura y poltica en la Argentina reciente, que Ana Longoni haformado hace varios aos en el Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires.

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    centralmente en otros pases como, por ejemplo, en Francia. Esto se explica, en parte,por el hecho de que en los aos 1998-1999 cuando se cre el Programa casi nin-

    guno de los Estados en los pases que formaban parte del proyecto de investigacintena polticas activas de memoria. Ms bien suceda lo contrario: muchos de esos Es-tados obstaculizaban, desatendan o impedan las iniciativas pblicas de memoria y lasdemandas de amplios sectores de la sociedad civil.

    En Argentina, el giro que se produjo, en este aspecto, con el gobierno de NstorKirchner, especialmente a partir de medidas tomadas en 2004, 2005 y 200628, genernuevos desafos, no slo en el terreno del activismo por los derechos humano sinotambin en el mbito acadmico dedicado a esta temtica. Menciono esta cuestin, no

    slo para sealar que las investigaciones que abordan y estudian las polticas pblicasde memoria son ms recientes, sino para aludir a otro aspecto que tiene que ver conla existencia de una masa crtica de investigadores/as que con los aos comenzarona involucrarse cada vez ms en la concepcin y concrecin de dichas polticas de me-moria. Muchos/as investigadores/as han trabajado activamente en los ltimos aos enla gestin de sitios, en la colaboracin con los juicios por crmenes de lesa humanidad,en la construccin de archivos de la memoria (en relacin con distintos acervos y do-cumentaciones), en el asesoramiento y capacitacin de personal inserto en estosespacios estatales (en los diferentes niveles, nacional, provincial y municipal). Estas ta-

    reas no son, como podra pensarse, simplemente las de intervenir en un mbitopblico aplicando saberes concebidos en un trabajo acadmico, no son tampoco sim-plemente las del dilogo y el aprendizaje mutuos con estos otros actores29, sino que,adems, esta intervencin interroga y modifica tambin el tipo de trabajo acadmicoque realizamos en nuestras investigaciones.

    Estas intervenciones han reconfigurado de alguna manera la agenda y las preocupacio-nes de investigacin, no slo de las personas especficas que intervinieron sinotambin de otros/as investigadores/as del campo que se vieron de distintas maneras ycon distintos requerimientos interpelados en esta configuracin de preocupaciones,temas, debates, etctera. O sea, la conocida relacin entre activismo e investigacin,entre compromiso ciudadano y trabajo acadmico, que mencion al comienzo vuelve,pero esta vez no exclusivamente desde el reclamo y la denuncia, como haba sido enlos aos 90, sino desde la inquietud por cmo trabajar en esta temtica desde polticas

    28 Entre muchas otras medidas: la anulacin por inconstitucionales de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, larecuperacin de ex centros clandestinos de detencin, el conocido episodio de la bajada de los cuadros del ColegioMilitar, la instauracin del feriado del 24 de marzo en conmemoracin del aniversario del golpe de estado de 1976, laobligatoriedad del tratamiento de esta temtica en las currculas escolares, la apertura de procesos judiciales a represores

    y a actores de la sociedad civil cmplices de la represin dictatorial.29 Dilogos y aprendizajes que involucran tensiones especficas, cuya descripcin y anlisis exceden los alcances de este

    trabajo.

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    de Estado y por cules pueden ser los aportes de las ciencias sociales para pensar eimplementar polticas pblicas de memoria.

    En este sentido, para dar un ejemplo reciente, en el Ncleo de Estudios sobre Memo-ria, a travs de las diversas actividades realizadas sobre la problemtica de los sitios yespacios de memoria30, han surgido preguntas que desafan los lmites de la agenda deinvestigaciones. En el Foro Virtual Qu es legtimo hacer en los sitios de memoria?,realizado en junio de 2014 para debatir un texto de Ludmila da Silva Catela sobre elArchivo Provincial de la Memoria en Crdoba y otro de Eduardo Jozami sobre el Cen-tro Cultural Conti31, el debate involucr a acadmicos y a gestores de sitios de variospases, especialmente de pases del Cono Sur de Amrica Latina. Entre los temas que

    surgieron, se debati sobre los relatos y contenidos de las memorias instaladas en lossitios, y sobre cmo generar emprendimientos que no fijen una memoria de una vez ypara siempre, pero que al mismo tiempo tengan la posibilidad de crear algo duradero ysignificativo. La cuestin de los pblicos y asistentes a los sitios tambin fue otra de lastemticas debatidas, con la pregunta de a quin se dirige la comunicacin de estossitios: si los sitios se hablan a s mismos, si le hablan al pblico en general, a los acto-res involucrados, o si salen a la calle. Finalmente, una discusin central fue lacomplejidad del rol del Estado en estos espacios y las diferencias entre la institucionali-zacin de la memoria, la implementacin de polticas estatales de memoria, la llamada

    estatizacin de la memoria y la construccin de una memoria oficial32

    .

    De esta manera, los sitios convocan y necesitan consensos y acuerdos entre diversosactores para materializar los emprendimientos memoriales, as como pluralidad, di-vergencias y disidencias. Esta tensin, esta dinmica, es la que los vuelve importantescatalizadores y potenciadores para los debates que, desde hace tiempo, son parte delcampo de estudios sobre memoria. En esa misma dinmica, tambin se generan silen-cios y denegaciones, temporalidades diferentes de acceso, incertidumbres y desafosdel presente y para el futuro.

    La temtica de los sitios tambin permite percibir otro problema ya mencionado, quees el de los corrimientos y movimientos de conceptos y categoras. En alguna de lasdiscusiones recientes del Ncleo de Estudios sobre Memoria ha surgido la pregunta porlas fronteras de los sitios, el adentro y el afuera, en funcin de que el cautiverio en

    muchos centros clandestinos de detencin involucr, a veces, mecanismos de salidas y

    30 Me refiero especialmente a las actividades realizadas por el Grupo Lugares, marcas y territorios de la memoria,coordinado por Luciana Messina, y ms particularmente a las Jornadas temticas organizadas peridicamente por dichogrupo en el IDES.

    31 Para acceder al foro y a los textos: http://memoria.ides.org.ar/archivos/2344

    32 La cuestin comparativa y la escala regional que estuvo presente en los primeros trabajos del campo de estudiosreferidos en este artculo, fue central en el debate, que involucr a gestores / investigadores de Argentina, Uruguay,Brasil, Chile, Per y Espaa.

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    entradas de prisioneros por diversas razones que hacan tanto a la dinmica de la re-presin como al funcionamiento interno de esos lugares. Aunque estas experiencias

    fueron minoritarias en cuanto a la cantidad de detenidos-desaparecidos involucradosen ellas (en proporcin con los que fueron directamente aniquilados), estas experien-cias han creado tramas sociales muy complejas en lo que ha sido el cautiverioclandestino, e implican una nueva interrogacin sobre el lugar y la representacin deese espacio de encierroen el marco de la gestin de los sitios. O sea, estos interro-gantes que hemos debatido en el grupo ponen en cuestin gran parte del abordajebasado en la categora de encierro y de universo concentracionarioque viene conmatrices tericas referidas a otras experiencias histricas, y de esta manera se incluyen

    temas todava difciles de discutir como son las preguntas acerca del trabajo forzado en

    los centros clandestinos de detencin, las complejas relaciones entre represores y vcti-

    mas , la cotidianeidaddel cautiverio, etctera.

    En este contexto, se producen nuevas tensiones entre la tarea de investigar y la degestionar polticas de memoria.Entre otras cuestiones, vale la pena preguntarse porlos modos en que este involucramiento configura e incluso condiciona la investigacin.En qu aspectos estas memorias pblicas y, en algunos casos, oficiales con sus na-rrativas y sus puntos ciegos, nos condicionan en lo que podemos pensar y proponerpblicamente en determinado momento? Esto es, los indecibles e inescuchables que se

    producen en el campo poltico y que limitan muchas veces los abordajes acadmicos.

    Para terminar, quisiera recurrir a una breve caracterizacin del campo de los MemoryStudies que hizo hace algunos aos la investigadora britnica Susannah Radstone(2008). Radstone seala tres elementos interrelacionados que caracterizan el campoen una dimensin internacional: primero, un compromiso y una preocupacin frente alas variadas instancias de la violencia histrica y contempornea; segundo, un vnculoestrecho con las cuestiones de la identidad (y especialmente las identidades polticas); ytercero, la posibilidad de poner en relacin los terrenos de lo pblico, lo individual y losocial (Radstone, 2008). Al mismo tiempo, Radstone realiza algunas advertencias queme gustara repasar.

    Segn ella, la cristalizacin de categoras y abordajes en un campo de estudios estable-cido, como el de losMemoryStudies, corre una serie de riesgos: primero, utilizar lo queRadstone llama conceptos viajerosque pasan de una disciplina a otra sin una crticaexhaustiva de sus lmites y posibilidades (ella se refiere al concepto de trauma; peropodramos decir lo mismo, por ejemplo, de nociones como lugar de memorialieuxde mmoire elaborada por Pierre Nora); segundo, la universalizacin de problemticasy preguntas que hacen referencia a una realidad y no a otra (como el uso del Holo-

    causto como tropos universal en las investigaciones sobre memoria en Amrica

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    Latina y todas las categoras asociadas a ese acontecimiento histrico33); tercero, ladespolitizacin de investigaciones e investigadores/as del campo; y, cuarto, el riesgo de

    que algunas preguntas puedan clausurarse demasiado pronto, limitando cuestiones queen el trabajo analtico deberan quedar abiertas y en permanente revisin.

    Es evidente que las advertencias de Radstone deben ser tomadas en cuenta y adopta-das como permanente recordatorio en un campo que est en expansin y que hamanejado recursos crecientes de legitimidad, publicaciones, espacios universitarios,financiamientos, etctera.

    Sin embargo, para volver a nuestra regin, no quiero dejar de sealar que, al menos en

    la Argentina, la renovacin del campo sigue producindose por los intercambios per-manentes con los diversos actores de la sociedad. Aunque consignas como recordarpara no repetir, que eran centrales en los primeros trabajos, ya no sean tomadas irre-flexivamente por las ciencias sociales, sigue habiendo como hemos sealado unainteraccin constante entre el mundo acadmico y el mundo de la poltica. Por unlado, como seala Jelin (2012), el trabajo de investigacin se alimenta de las preguntasque surgen del compromiso socio-poltico. Es adems, en este campo memorial, consus narrativas y sus puntos ciegos, en el que se sitan los/as investigadores/as para pen-sar sus preguntas, sus temticas y sus reflexiones, desplazando a veces las fronteras delo decible pero quedando a la saga muchas otras veces, limitados por indecibles denaturaleza poltica que configuran tambin el campo de lo cuestionable y de lo investi-gable en determinado momento.

    Por otro lado, muchas de las cuestiones investigadas por los estudios sobre memoriahan desbordado el marco de las ciencias sociales para convertirse en una parteimportante de la agenda poltica y de la representacin meditica, de la preocupacinde organizaciones sociales, de la labor de la justicia y del trabajo artstico, entre otrasreas. El dilogo entre estos diversos mbitos es permanente, al punto que no slo lascategoras del activismo han pasado al lenguaje acadmico sino que muchas de las

    categoras elaboradas por las ciencias sociales se utilizan actualmente en el lenguajepoltico. El uso de la categora memoria y de la memoria como instrumento en lasnuevas luchas polticas es un fenmeno que debera estudiarse, pero que en alguna me-

    dida estuvo, en los ltimos aos, en la base de la repolitizacin de la sociedad argentina,

    especialmente de la movilizacin juvenil.

    No sabemos an si este dilogo servir para evitar la cristalizacin de la que hablaRadstone o si, por el contrario, tender a acelerarla. Los procesos memoriales siempreestn al borde de la cosificacin, ya que su reduccin a consignas ms o menos cristalizadas

    33 Para la idea de Holocausto como tropos universal, ver Huyssen, 2001.

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    suele ser la condicin para que las causas memoriales puedan ampliarse en busca deotrosno interesados previamente o no directamente concernidos por estos proce-

    sos34. Pero si hay un peligro de cosificacin de la memoria entonces tal vez sean losestudios sobre memoria de las ciencias sociales, con su acento puesto en los conflictosy en las transformaciones, los que puedan observar esta cristalizacin, generando he-rramientas para hacer nacer otras visiones y para crear nuevos lenguajes en nuestraaproximacin al pasado.

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    34 En otro lugar, hemos analizado la condensacin de procesos memoriales en consignas y frases clich en el marco deproducciones masivas como las de la televisin de los aos 90 y primeros 2000 (Feld, 2009).

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    ____________________

    Resumen

    Este artculo presenta una reflexin acerca del campo de estudios sobre memoria en la Argen-tina. En primer lugar, se traza una apreciacin general sobre la trayectoria de este campo deestudios, teniendo en cuenta las preocupaciones iniciales en el marco de su surgimiento yconstruccin. En segundo lugar, el texto se refiere a una experiencia especfica de investigacin:el Programa Memorias de la represin dirigido por Elizabeth Jelin y a sus continuidades en elmarco del Ncleo de Estudios sobre Memoria creado en 2002 en el IDES. Se analizan las

    premisas de dicho Programa para plantear tanto sus aportes como los abordajes no tomadosen cuenta por sus investigaciones. Finalmente, el artculo plantea interrogantes que hacen a losactuales desafos de este campo de investigaciones, especialmente en aquellos aspectos en que-en los ltimos aos- la investigacin se ha vinculado con la gestin en diversos emprendimien-

    tos memoriales realizados desde el mbito estatal.

    Abstract

    This article presents a reflection on the field of memory studies in Argentina. First, we give a

    general outline of the trajectory of this field of studies, taking into account the initial concernspresent in the context of its emergence and construction. Second, the text refers to a specificresearch experience: the Program Memories of repression (Memorias de la represin), ledby Elizabeth Jelin, and its continuation within the framework of the Group of Memory Studies(Ncleo de Estudios sobre Memoria) created in 2002 at the IDES (Instituto de DesarrolloEconmico y Social), in Buenos Aires. We analyze the premises of this Program in order toelaborate on its contributions as well as on the perspectives that were not taken into consid-eration by its investigations. Finally, the article poses a series of questions regarding the presentchallenges for this field of research, especially in the aspects in which in the past few years-research has become connected with the management of a diversity of memorial undertakings

    promoted by the State.

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    Los represorescomo objeto de estudio

    Obstculos, problemas y dificultades para su investigacin en Argentina"

    Valentina Salvi

    A pesar del carcter fructfero y diversificado del campo de estudios sobre memoria ehistoria reciente en nuestro pas, el abordaje del universo de los represorescontinasiendo una lnea de investigacin escasamente desarrollada.1Al respecto, en un artculopublicado en 2014, Emilio Crenzel afirma que las historias de vida de los perpetradores,su perfil de clase, sus ideas y valores permanecen como tpicos inexplorados(Crenzel, 2014:

    47). Si bien es necesario aclarar que existen trabajos de investigacin que buscaron apro-ximarse a la temtica, al menos a travs de sus memorias (Salvi, 2012), sus declaraciones

    pblicas (Feld, 1998; 2001), sus experiencias en el monte tucumano (Garao, 2012)y lacirculacin de rumores y formas de construccin del enemigo que sostuvieron y alen-taron durante la llamada lucha contra la subversin (Salvi y Garao, 2014), tambincontina siendo un tema relegado y un objeto de estudio evitado. Muchas razones ydificultades coadyuvaron a que esto haya sido as. De all que me interesa, en este ar-tculo, identificar y poner de relieve algunas de las causas que han servido de obstculoa la hora de adentrarnos sociolgica e histricamente en ese universo: el de los repre-

    sores, de los grupos de tareas, de las patotas, de los grupos de inteligenciao de lallamada comunidad de inteligencia.

    Las categoras perpetrador y verdugo resultan ampliamente utilizadas en la literaturasobre el Holocausto y otros procesos genocidas, cuya definicin remite en general alo/as agentes (estatales o gente corriente) considerados responsables mediatos o

    " Este artculo se realiz en el marco del Proyecto UBACYT (2013-2015) Narrativas, escenarios y temporalidades de lamemoria. Un anlisis sobre los modos de reelaboracin de la memoria social y poltica sobre el terrorismo de Estado enel marco de los juicios por crmenes de lesa humanidad y del Proyecto PICT (2013-0299) Las declaraciones pblicas derepresores: narrativas y conflictos en la memoria social sobre el terrorismo de estado en la Argentina. Agradezco aClaudia Feld sus generosos aportes.

    1 La nocin de represor suele ser incorporada acrticamente en el discurso nativo y la ausencia de investigaciones alrespecto ha contribuida a su escasa problematizacin en el mbito de las ciencias sociales. Es por esto que, de aqu enadelante en este artculo, el trmino aparecer en cursiva.

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    inmediatos de cometer crmenes en masa (Goldhagen, 1999; Milgran,1980; Bauman,1997; Browning, 1992; Friedlander, 1992; Staub, 1989; Todorov, 1993; LaCapra, 1998).

    En la Argentina, la categora nativa (pero tambin de extendido uso acadmica) es lade represor, cuyo significado remite tambin a todas las personas,sean civiles u oficialesy suboficiales de las Fuerzas Armadas y de Seguridad que estuvieron involucrados y/oson denunciados, acusados, procesados y condenados por violaciones a los derechoshumanos durante la ltima dictadura militar (1976-1983).2 Con respecto a la nocin depatota y de grupo de inteligencia, Calviero (1998: 20-21) seala que en funcin de ladivisin de tareas del sistema represivo implementado por la ltima dictadura militar, lapatota era especficamente el grupo operativo que realizaba la operacin de secuestrode personas, ya fuera en la calle, en su domicilio o en su lugar de trabajo, mientras que

    el grupo de inteligenciaera el encargado de realizar interrogatorios bajo tortura paraobtener informacin. Por su parte, el trmino grupo de tareastiene un origen en losesquemas de organizacin militar y fue parte de la jerga utilizada por las fuerzas arma-das para referir al conjunto de oficiales, suboficiales y civiles a cargo de accionesrepresivas y que operaban en la clandestinidad y en una cadena de mandos paralela ala convencional.3Por ltimo, la llamada comunidad de inteligencia refiere al vnculoentre los servicios de inteligencia de las distintas fuerzas armadas y del Estado a travsdel cual intercambiaban informacin para proceder en sus planes represivos.

    En tanto categora social, la nocin de represortiene una historicidad y remite a senti-dos construidos poltica, moral y socialmente al calor de las denuncias, las estrategiasde identificacin y visibilizacin, as como a las luchas por la judicializacin emprendidaspor los organismos de derechos humanos, que fue sedimentando, con el tiempo, enalgunas figuras ms o menos estereotipadas. En el marco de las disputas simblicas porla memoria, la figura social y poltica del represor ayud, en muchos casos, a configurar,tal como sostiene Giesen (2001), la diferencia entre el bien y el mal en comunidadesmorales que deben refundarse tras el horror y hacer frente a ese pasado de violencia.

    Los obstculos, dificultades y problemas para el estudio de los represoresse explican,en parte, por el carcter clandestino, el ocultamiento, el secreto y la destruccin depruebas materiales propios del crimen de desaparicin, lo que constituye, sin duda, un

    2 Si bien en su mayora los miembros del aparato represivo fueron hombres, tambin hubo mujeres que fueronapropiadoras de nios, miembros del servicio penitenciario y de las policas e, incluso, algunas de ellas afrontaron cargosen los juicios por crmenes de lesa humanidad.

    3 Las grupos de tareas tambin eran denominados Fuerza de Tareas o Equipo de Combate, () y si bien se hallabanalojados en determinadas dependencias militares o de Seguridad, las que otorgaban su infraestructura, y en algunos casosse hacan cargo de las Jefaturas, los GT no dependan directamente de esos lugares sino de la Fuerza en la que tenan susede: GT1 y GT2 de Ejrcito con sede en () el Batalln 601 (), GT3 dependa del Servicio de Inteligencia Naval (SIN)

    de Marina de Guerra., GT4 del Servicio de Inteligencia Area (SIA) de Aeronutica y el GT5 de la SIDE. (TestimonioLegajo N 7170 de un ex integrante de estos grupos). Ver en

    http://www.desaparecidos.org/arg/conadep/nuncamas/256.html, consultado 12 de noviembre de 2015.

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    impedimento a priori para la investigacin en ciencias sociales.4Ms all de estas dificul-tades que se dan en el plano de las huellas materiales, en este artculo se busca

    mostrar que hubo otros impedimentos en el abordaje de este controvertido objeto deestudio, especialmente aquellos que remiten a los dilemas morales y polticos enraiza-dos en las condiciones de produccin que fue adquiriendo el campo de estudios sobrela violencia estatal del pasado reciente en el marco de las luchas por la memoria, en losmodos de interlocucin del debate intelectual y acadmico y en las formas de legitima-cin que asumi el conocimiento sobre el terrorismo de Estado en la Argentina.

    Sobre archivos y fondos documentales

    Para comenzar, resulta importante identificar ese conjunto de impedimentos que remi-

    ten a la condicin intrnseca del crimen de desaparicin y que constituyen eseobstculo a-priori con el que se enfrenta cualquier investigacin que haga foco en eluniverso de los represores.5 La desaparicin, cuya definicin jurdica es crimen en eltiempoo de comisin perpetua(Schindel, 1999), est ntimamente ligada a una vo-luntad de poder que busc borrar todas las huellas y, de este modo, olvidar que en laArgentina un espacio de la desaparicin fue posible (Schmucler, 1995: 52). En cuantodao, la desaparicin implica tanto el secuestro de un cuerpo como la sustraccin deun saber (Jelin, 1995). De all que el carcter clandestino y la cadena paralela de man-dos, las estrategias de ocultamiento de los procedimientos criminales de desaparicin,

    el borramiento y destruccin de las pruebas materiales y registros burocrticos de lasprcticas represivas, el secreto que rode el accionar de los grupos de tareas y las es-casas confesionesde represoresbrindando detalles sobre lo perpetrado en los centrosclandestinos de detencin componen este conjunto de impedimentos que se dan, aldecir de Ricoeur (2000), en el plano de las huellas materiales. En cuanto tales, tornandifcil acceder a un mnimo de fuentes orales o escritas que permitan conocer las moti-

    vaciones, creencias, compromisos, prcticas y conformacin de lazos sociales y, con ello,

    comprender las condiciones simblicas y emocionales para el ejercicio de la violencia estatal

    y la conformacin de agentes capaces de ponerla en funcionamiento (Salvi y Garao,

    2014:182).

    4 En los ltimos ocho aos, se prob jurdicamente la responsabilidad criminal de mas de 600 personas entre civiles, oficialesy suboficiales de las fuerzas armadas y de seguridad en causas por crmenes de lesa humanidad. Tambin se dispone, graciasal minucioso trabajo investigativo llevado a cabo por los organismos de derechos humanos, por la Comisin Nacional por laDesaparicin de Personas (CONADEP) y los tribunales federales, de un conocimiento indiscutible y con altos grados deprecisin sobre el modo en que fue perpetrado el terrorismo de Estado: la estructura represiva, la ubicacin de los centrosclandestinos de detencin, los nombres y apellidos de los responsables y los grupos de tareas de los eran parte, losmtodos empleados, las cadenas de mandos e, incluso, la identidad de mas cien nieto/as apropiado/as.

    5 El prefijo ex es generalmente utilizado entre los militantes de derechos humanos para denominar aquellos lugares opersonas que, a pesar que portan las huellas de la violencia estatal, su identidad o su funcin exceden esa condicin como,por ejemplo, los ex centros clandestinos de detencin o los ex detenidos-desaparecidos, entre otras. Sin embargo, no es

    frecuente su uso cuando se nombra a quienes fueron responsables del terrorismo de estado: represor, torturador,genocida o dictador pues se trata, desde el punto de vista activista, de una condicin que no se pierde ni se modifica apesar del tiempo trascurrido, adems de tener una funcin de denuncia.

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    No obstante lo dicho, despus de 30 aos de democracia, en la Argentina se constru-y, de modo progresivo y de manera colectiva entre diversas instituciones estatales y

    organizaciones de la sociedad civil, un acumulado de huellas documentales de lo suce-dido durante la dictadura. Como parte de tales acervos se pueden mencionar, sinpretensin exhaustividad, los archivos de testimonios orales de sobrevivientes comoson el Archivo Oral de Memoria Abierta, el Archivo de Historia Oral Memorias delD2del Archivo Provincial de la Memoria de Crdoba y la base de datos Presentesorganizado por el rea legal de H.I.J.O.S., las declaraciones realizadas por testigos yvctimas en sede judicial tanto en los tribunales federales (desde la denominada Causa13 hasta los juicios por crmenes de lesa humanidad iniciados en 2006) como en losjuicios por la verdad6; el hallazgo y/o construccin de diversos archivos de inteligencia

    que pertenecan a las fuerzas represivas como el de la Direccin de Inteligencia de laPolica de la Provincia de Buenos Aires a cargo de la Comisin Provincial de la Memo-ria de la Provincia de Buenos Aires, los diversos acervos del Archivo Provincial de laMemoria de Crdoba y del Archivo del Terror de Paraguay o, incluso, los fondos do-cumentales de la CONADEP que se encuentran en el Archivo Nacional de laMemoria.7

    Tambin, muchos represores fueron identificados a lo largo de estas dcadas, hoy seconocen sus nombres completos y sus rostros, se sabe en qu centros clandestinos de

    detencin operaron y las cadenas de mandos y la fuerza de las que fueron parte gra-cias a las tareas investigativas y de recopilacin de los organismos de DerechosHumanos junto con familiares y sobrevivientes.8Hace apenas unos aos, se desclasifi-caron los legajos del personal militar y civil de las fuerzas armadas y de seguridad. Ypor ltimo, cabe mencionar que en el marco de los juicios por crmenes de lesa huma-nidad pero tambin desde el inicios de los trabajos de la CONADEP muchosacusados hablaron. Aunque en muchos casos lo hicieron para reivindicar y justificar loactuado durante el terrorismo del estado, al hacerlo dieron indicios tanto de suscreencias y representaciones como de sus valores y posiciones personales. En cambio,

    6 En 1983 se abri un ciclo de juicios que incluye la llamada Causa 13 a los Ex Comandantes y los juicios penales a diversosjefes policiales, de zona y subzona que luego quedarn truncos con la leyes de Punto Final y Obeciencia Debida. Durante ladcada del 90, cuando estaba cerrada la va judicial en Argentina, se realizaron denuncias y se celebraron juicios enausencia en en diversos pases de Europa. Hacia 1998 comienzaron los juicios por la verdad que si bien carecan de sancinpenal produjeron un acumulado de pruebas testimoniales que dieron base a la sustanciacin de los jucios por crmenes delesa humanidad que se celebran en la actualidad luego de la nulidad de las leyes de impunidad en 2005.

    7 La CONADEP identific tempranamente a numeros represoresque actuaron en diversos centros clandestinos de detencin,aunque no hizo pblica la lista de esos 1351 represores identificados ni en el momento de la entrega del informe septiembre de 1984 ni en el libro Nunca Ms.

    8 La identificacin de represores con nombre, apellido y rostro fue una tarea prioritaria hacia el final de la dictadura y lainmediata posdictadura emprendida por los organismos de derechos humanos y lo/as sobrevivientes. Durante los ltimosaos de la dictadura, por ejemplo, las primeras referencias a la identidad de los represores las realizaban los sobrevivientesde los centros clandestinos de detencin ante organizaciones humanitarias en el exterior. En agosto de 1983, losorganismos de derechos humanos formaron una comisin tcnica de recopilacin de datos para reunir y sistematizar lainformacin que posean sobre desaparecidos, centros clandestinos de detencin y represores (Crenzel, 2008: 55). En 1986,

    justamente para aportar elementos a los juicios que estaba en curso en ese momento, el CELS public un informe tituladoTerrorismo de Estado. 692 responsables dedicado a la identificacin, por Centro Clandestino de Detencin, de losagentes de la fuerzas armadas y de seguridad (CELS, 1986, 1).

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    otros represores o miembros del aparato represivo rompieron el llamado pacto desilencio y revelaron, con detalle, el funcionamiento de los grupos de tareas y de sumodus operandi.9

    Tal como se mostr hasta aqu son innegables las dificultades en cuanto al acceso defuentes escritas producidas por el propio sistema represivo, la escassima visibilidad quetienen los grupos de tareas como unidad de observacin historiogrfica, y los eufe-mismos, falacias y mentiras que rodean a la palabra de los victimarios. No obstanteello, a ms de 30 aos de terminada la dictadura no se puede desconocer que en laactualidad hay disponible un conjunto de fuentes orales y escritas que podran ser inte-rrogadas e interpretadas con el fin de saber ms sobre los agentes estatales que

    llevaron adelante el terrorismo de estado. Por otra parte, tambin es cierto que cual-quier aproximacin sociolgica o histrica al universo de los perpetradores producirun tipo de conocimiento parcial, incompleto, fragmentario, como si se tratara de unaentrada posible a un objeto de estudio esquivo e huidizo que requiere de nuevas con-tribuciones y avances. En suma, si a pesar de las dificultades mencionadas, contamoshoy con fondo de archivos documentales, expedientes judiciales y testimonios orales,en suma, un acumulado de informacin que los organismos de derechos humanoscomenzaron a construir muy tempranamente- para indagarlo e interpretarlo, surge unapregunta abierta: por qu no se pensaron e instrumentaron estrategias investigativas o

    se recrearon recursos analticos para interrogar esos materiales y avanzar as en lacompresin del universo de los represoresy de los grupos de tareas, su modalidad defuncionamiento, sus prcticas, sus valores y sus creencias?10

    La palabra pblica de los represorescomo fuente testimonial

    Es necesario aqu hacer mencin a otro conjunto de dificultades, especialmente aaquellas que surgen del uso de la palabra pblica de los represorescomo fuente testi-monial. Como ya mencion, en Argentina, desde el denominado show del horroren1984 hasta los actuales juicios por crmenes de lesa humanidad, los represoreshablaron

    pblicamente. En el banquillo de los acusados o protegidos por las leyes de impunidad,tomaron la palabra con muy variados propsitos: manifestarse de manera provocativasobre la tortura y la desaparicin de cuerpos, maltratar a los sobrevivientes y a losfamiliares, dar detalles sobre el sistema represivo, acusar a otros represores, sealar a

    9 Algunos casos fueron el ex polica Rodolfo Peregrino Fernndez quin declar primero ante la Comisin de DerechosHumanos de Naciones Unidas y luego en la CONADEP, el teniente primero Ernesto Urien y el gendarme Omar Torresquienes lo hicieron ante la CONADEP para volver a hacerlo en el marco de los juicios por crmenes de lesa humanidad,as como lo hizo en el juicio por la Causa Guerrieri I en la Ciudad de Rosario el agente civil de inteligencia EduardoCostando pero en calidad de imputado.

    10 Cabe mencionar, como ejemplo, la investigacin de Mariana Joffily (2013) en la que analiza el funcionamiento de laestructura represiva de la Operao Bandeirante, del Centros de Operaes de Defesa Interna y de los Destacamentosde Operaes de Informaes de So Paulo a partir del anlisis de las fichas creados durante los llamados

    interrogatorios preliminares realizados bajo tormento. Tambin es justo mencionar la reciente iniciativa llevadaadelante por los equipos de investigacin reunidos en torno a la revista Contensiosa que se concentran en al anlisis delos procesos represivos en comparacin trasnacional.

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    dirigentes polticos, y mayormente, justificar o reivindicar su actuacin, entre otrascuestiones. Se trate de descargos y alegatos judiciales, presentaciones ante el poder

    legislativo, entrevistas periodsticas o libros testimoniales, todas estas declaracionespblicas divergieron en el modo en que fueron solicitadas y producidas (Pollak, 2006:62), por ello, muestran diferentes grados de espontaneidad, mltiples propsitos en elacto de tomar la palabra, diversas estrategias de exculpacin y justificacin, ademsde dirigirse a interlocutores y pblicos distintos.

    Con excepcin de los trabajos de de Claudia Feld (1998-2001) y Leigh Payne (2008)quienes estudiaron lo dicho por los represoresdurante la dcada del noventa, la circulacin

    pblica de sus palabras y las repercusiones y efectos sociales y polticos que causaron, no

    fue un tema sistemticamente abordado desde la investigacin acadmica. La identificacinde estas declaraciones a lo largo de dcadas, su historizacin y contextualizacin encondiciones polticas de posibilidad y de escucha social, as como comprenderlas comouna parte no insignificante en la dinmica de construccin de memorias sociales sobreel terrorismo de estado en la Argentina, son an temas pendientes. No obstante ello,fueron un tpico de inters para intelectuales, activistas, polticos y periodistas, dado elimpacto que generaron cuando alguna de estas declaraciones alcanzaron los medios decomunicacin (Gruner, 1995).11

    Ahora bien, y a la luz de los debates pblicos que los dichos de los represores produjeron

    cuando tuvieron lugar, se pueden identificar diversas cuestiones a ser tenidas en cuenta.En primer lugar, existe un punto en comn que resulta central en las consideracionessociales sobre la palabra de los perpetradores: sus relatos podran no slo esclarecerhechos que se mantuvieron en secreto durante aos sino tambin aportar detallessobre quin lo hizo, a quin, cmo, dnde y cundo. En Argentina, el reclamo histrico

    de los organismos de derechos humanos ha sido precisamente que los represoresdigan

    dnde estn los desaparecidos y los nios apropiados, una verdad que slo ellos conocen(Salvi, 2014).

    No obstante este reclamo compartido, existen posiciones, en cierto sentido, antagni-cas respecto de tres cuestiones: primero, el modo en que resultan valoradas laspalabras de los represorescuando estas tienen lugar; segundo, los efectos polticos queestas podran tener; y tercero, las estrategias a travs de las cuales tales declaraciones

    11 Algunos casos resonantes fueron las declaraciones del ex cabo de la Armada Ral Vilario y del ex jefe de la Polica de laProvincia de Buenos Aires Ramn Camps en diversos medios periodsticos (1984), del ex jefe de la Armada EduardoMassera en su alegato final en el Juicio a las Juntas (1985) y en la televisin (1995), de los oficiales de la Armada AntonioPernas y Juan Carlos Roln en el Senado de la Nacin (1994), de capitn de corbeta (r) Adolfo Scilingo en el libro deHoracio Verbitsky (1995) y en varios programas de televisin, del ex cabo del Ejrcito Vctor Ibez, el ex polca JulioSimn y la del capitn de la Armada Hctor Vergez en la televisin (1995); del ex-comisario Miguel Etchecolatz en su libroLa otra campana del Nunca Msy en la televisin (1997); de Alfredo Astiz en la revista Tres Puntos (1998); de Jorge RafaelVidela en diversas entrevistas periodsticas (2012) y por sus palabras finales en la causa como plan sistemtico de robo debebs (2012), o casos mas locales como fueron las declaraciones de Antonio Bussi en el Juicio por la Causa VargasAignasse en Tucumn (2008), de Luciano Benjamn Menndez en los varios juicios que afront en