Organiza la cátedra unesco de la ur

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Organiza la Cátedra UNESCO de la UR Jornada 'La responsabilidad social de la Educación Superior' 14 de mayo de 2009 Universidad de la rioja sección noticias http://www.unirioja.es/apnoticias/servlet/Noticias? codnot=1494&accion=detnot La crisis económica que atraviesa el mundo interpela directamente a la Universidad. Se cuestiona cómo los intelectuales no han podido o no han sabido prever la crisis e incluso cómo la institución universitaria, en cuanto lugar de investigación e innovación, no ha formado personas capaces de reflexionar sobre la implementación de una gobernanza global justa y centrada en los derechos humanos. Hoy más que nunca se precisa una gobernanza moral para completar una gobernanza técnica. La crisis es quizás una oportunidad para repensar a fondo la Universidad: su función social, su responsabilidad, su capacidad para formar a ciudadanos con un elevado compromiso moral, su capacidad para anticipar los cambios y trabajar a favor de un mundo a la medida del hombre y no únicamente de las fuerzas económicas, del resultado técnico o del éxito individual. Hace falta, en fin, una nueva cooperación entre el Norte y el Sur fundada sobre bases éticas nuevas como las desarrolladas

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Organiza la Cátedra UNESCO de la UR

Jornada 'La responsabilidad social de la Educación Superior'

14 de mayo de 2009

Universidad de la rioja sección noticias

http://www.unirioja.es/apnoticias/servlet/Noticias?codnot=1494&accion=detnot

La crisis económica que atraviesa el mundo interpela directamente a la

Universidad. Se cuestiona cómo los intelectuales no han podido o no han sabido

prever la crisis e incluso cómo la institución universitaria, en cuanto lugar de

investigación e innovación, no ha formado personas capaces de reflexionar sobre

la implementación de una gobernanza global justa y centrada en los derechos

humanos.

Hoy más que nunca se precisa una gobernanza moral para completar una

gobernanza técnica. La crisis es quizás una oportunidad para repensar a fondo la

Universidad: su función social, su responsabilidad, su capacidad para formar a

ciudadanos con un elevado compromiso moral, su capacidad para anticipar los

cambios y trabajar a favor de un mundo a la medida del hombre y no únicamente

de las fuerzas económicas, del resultado técnico o del éxito individual.

Hace falta, en fin, una nueva cooperación entre el Norte y el Sur fundada sobre

bases éticas nuevas como las desarrolladas en el Documento de Bergamo sobre

Principios de ética de la cooperación internacional evaluada sobre la base de la

efectividad de los Derechos humanos (www.unibg.it/cattedraunesco), suscrito por

las cátedras UNESCO organizadoras de estas Jornadas. El desarrollo humano

sostenible implica la garantía de la seguridad humana, la ampliación de las

oportunidades de elección de las personas y una gobernanza democrática fuerte

que sepa poner en valor las capacidades de cada uno.

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El compromiso de la sociedad y la responsabilidad social

www.unesco.org

sección:Educacion/Compromiso de la sociedad y responsabilidad social

http://www.unesco.org/es/the-2009-world-conference-on-higher-education/

societal-commitment-and-social-responsibility/

©UNESCO

El tema del compromiso social con la enseñanza superior ha generado

abundantes debates – desde las cuestiones relativas a la financiación pública,

hasta la función del sector privado o la sociedad civil, pasando por la importancia

de la cooperación internacional para la circulación transfronteriza del

conocimiento. En cambio se ha discutido mucho menos acerca de la

responsabilidad social de las instituciones públicas, tales como las universidades y

otros institutos de educación superior, y sin embargo esa responsabilidad social

merece, más que nunca, una reflexión exhaustiva, tanto sobre su índole como

sobre su alcance.

La crisis económica reciente ha puesto de relieve el compromiso social con la

educación, subrayado por la decisión de algunos países económicamente

poderosos de aumentar masivamente el gasto en educación, como inversión

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prudente con miras a la recuperación y el crecimiento económico. Pero también ha

destacado el hecho de que la sociedad ha conferido a sus instituciones educativas

más responsabilidad social que nunca antes y que las expectativas son altas:

ahora esperamos que el sistema educativo no sólo capacite a nuestros niños y

jóvenes, sino además que nos libre de la pobreza y nos ponga en el camino de la

paz y el desarrollo sostenible. ¿Podrán nuestras instituciones de enseñanza

superior cumplir con sus crecientes responsabilidades en el ámbito del desarrollo

socioeconómico? ¿Cuál es el alcance razonable de las responsabilidades sociales

que deben asignarse a la educación superior y cómo podremos garantizar que

todos los países, lo mismo del Norte que del Sur, estén en condiciones de

cumplirlas? ¿Acaso el cumplimiento de estas responsabilidades necesitará de una

reformulación radical del pensamiento y el modelo de educación superior

dominantes?

Lo cierto es que no es posible seguir considerando a la universidad únicamente

como una institución para el desarrollo personal – en el contexto actual de

mundialización, el avance intelectual del individuo debe ir a la par de los objetivos

más vastos del desarrollo sostenible, la reducción de la pobreza, la paz y los

derechos humanos. En una época de crisis medioambiental y económica, ¿por

qué deberían las universidades ser cada vez más útiles con miras a influir en el

desarrollo socioeoconómico y cómo podrían hacerlo? Más allá de la función de

preparar a los dirigentes de mañana y transmitirles los valores y conocimientos

necesarios para construir un futuro más sostenible, algunos van más allá y

sostienen que la universidad debería ejercer una función de prospectiva – que

debería servir de “observatorio y centro de reflexión”, con miras a prever y alertar a

la sociedad ante las nuevas tendencias y, en teoría, contribuir así a evitar las crisis

más graves. Por último, sobre nuestras instituciones de enseñanza superior recae

la responsabilidad de supervisar la creación e innovación en materia de nuevas

tecnologías. Dichas tecnologías pueden encerrar la respuesta a algunos de los

retos que el mundo afronta actualmente, pero para aprovecharlas es preciso que

los estudiantes estén dotados de las competencias éticas y empresariales

adecuadas.

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A la vista de estas y otras cuestiones recientes en materia de educación superior,

la sesión plenaria III y las mesas redondas temáticas que se celebrarán luego

simultáneamente, tratarán de investigar y desarrollar tres temas entre las

responsabilidades sociales de la educación superior: el fomento del desarrollo

sostenible, comprendido el uso de las nuevas tecnologías; la consecución de los

Objetivos de Desarrollo del Milenio, con especial atención a la reducción de la

pobreza, y la promoción del espíritu empresarial, con miras a la creación de

empleo y el progreso social.

Title: Responsabilidad Social

Universitaria: una nueva filosofía de

gestión ética e inteligente para las

universidades

Added Title: University Social Responsibility: a

new philosophy of ethical and

intelligent management for

universities

Series: Revista educación superior y

sociedad: nueva época

Series

(vol/issues):

13, 2

Author: Vallaeys, François

Corporate

author:

IESALC

Imprint: Sept. 2008

Country: Venezuela

Publ Year: 2008

Collation: p. 193-220

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Original

Language:

Spanish

General notes: Incl. bibl. (Abstract in English)

Main descriptors: universities; social responsibility;

educational management

Item available at: UNESCO Library 378(8)

http://unesdoc.unesco.org/images/0018/001820/182067s.pdf#182170

RESPONSABILIDAD SOCIAL

La responsabilidad social de la universidad es una estrategia válida para el

modelo de construcción sostenible y justa que requieren nuestras sociedades.

Esto implica tener que mirar a la universidad desde la óptica de su compromiso

por construir ciudadanía.

Se propone pensar el papel y la responsabilidad de la Universidad en América

Latina y El Caribe en el proyecto de construcción de una sociedad. Lo hace

abordando la reflexión desde las coordenadas de la ética, tratando de asentar

algunas bases sobre las condiciones que exige la categoría de la responsabilidad

aplicada a una institución como la universidad, y aportando algunas claves para su

incorporación en los procesos de relación de la universidad con el conjunto de la

sociedad. A partir de esta idea, que sitúa como eje nuclear de la

responsabilidad universitaria a su valor transformador y a su deber de ponerse

al servicio de la justicia social, el artículo avanza tratando de poner de manifiesto

el alcance que todo esto tiene y el reto que se les plantea a las universidades en

un momento de construcción tan rico como es el que propicia el nuevo Espacio de

Educación Superior en América Latina. Nuestro objetivo, consiste en ofrecer

algunas orientaciones muy básicas sobre las condiciones que se requieren para

que sea reconocido el liderazgo de la universidad en América Latina como una

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institución de Educación Superior responsable y como un agente de

transformación de la sociedad.

PENSAR LA UNIVERSIDAD DESDE LA CATEGORÍA DE LA

RESPONSABILIDAD

Pensar la universidad no es una tarea nueva. Además, quizás convenga no dudar

del afán de la universidad por pensarse a sí misma como parte del proyecto de

una sociedad.

La universidad se ha ido resituando en las sociedades que la acogen. Nos

interesa, como ya hemos señalado, pensar la manera en la que la universidad

está respondiendo a esas sociedades, y la manera en cómo cada una de esas

respuestas va delineando la manera de ser y estar de la universidad en la

sociedad.

El protagonismo de la reflexión sobre la universidad en un momento como el

actual, de transformación del espacio de Educación Superior en América Latina,

se explica precisamente por la definitiva perdida de hegemonía de la universidad

en ese contexto y por la necesidad de que la universidad sea reconocida en él

como un agente con un papel significativo. Se sabe suficientemente que el

conocimiento hoy en día se desarrolla en buena medida fuera de la universidad.

La universidad no es una institución única en el ámbito de la Educación Superior ni

siquiera ha conseguido mantener el status de ser la más relevante debido a las

dificultades a las que se ha visto sometida por los bloqueos de su propia

estructura, rígida y poco flexible, para adaptarse a las exigencias del actual

mercado del conocimiento en nuestras sociedades.

La universidad ha reaccionado ante la necesidad de tener que ir transformando

paulatinamente sus estructuras de gestión, formación e investigación para

adaptarlas a las exigencias de este contexto competitivo.

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La velocidad con la que se está produciendo este cambio sobrepasa a veces

nuestra capacidad de comprender el alcance de muchas de las cuestiones que se

están planteando y que están pasando en ese escenario. La misma pregunta por

la responsabilidad de las instituciones de la Educación Superior en nuestra

sociedad es una pregunta que constata, hasta cierto punto al menos, que la

universidad es consciente de ese proceso de cambio. y las respuestas que está

dando son manifestación de su interés por formar parte activa de ese proceso y de

los ámbitos donde se están decidiendo las líneas básicas de actuación de la

Educación Superior en las próximas décadas. Pero también es evidente la falta de

referencias explícitas de ese proceso que les permitan vislumbrar a las

universidades tanto las distintas estaciones del camino como el alcance de todo lo

que se está planteando para hacer efectivo ese nuevo espacio de Educación

Superior.

En estos contextos de cambio y transición existen bastantes claroscuros y

demasiados intereses en juego. No olvidemos que, a fin de cuentas, tenemos que

valorar la responsabilidad de la universidad como un agente social que también

opera en la esfera de lo económico de nuestras sociedades. Ante esta situación,

suele ser habitual reclamar vivamente la presencia de la ética. ¿Es posible pensar

la universidad como una parte del proyecto de construcción de una sociedad de

espaldas a la ética? La respuesta parece evidente para todos, aunque también es

compleja de articular.

Nosotros pensamos que sí es posible pensar la universidad al margen de la ética.

De hecho, no faltan ejemplos que expliquen cómo hacerlo o cómo plantear un

modelo de crecimiento en una universidad que termine situándole en las antípodas

de cualquier pretensión ética. Sin embargo, admitimos el generalizado argumento

de que es algo que, en cualquier so, no podemos permitirnos. Al menos, debemos

intentar no perder de vista el marco de referencia incuestionable que el saber ético

supone para el desarrollo de la misión y de la tarea universitaria. Esta es una idea

compartida, que en cualquier caso -como decimos- es difícil de articular. De

hecho, es fácil arrastrar la dificultad hasta las categorías éticas que se anhelan en

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ese proceso: la equidad, la solidaridad, la autonomía, y la responsabilidad como

eje vertebrador de dicho proceso.

A la ética se la reclama con cierta desmesura, sin saber muy bien qué es aquello

que nos ofrece y de qué manera además podemos aplicarlo. Esta insistencia por

hacer presente a la ética quiere, por un lado, poner en valor, en momentos de

cambio, la vocación práctica de la ética. La ética suele aparecer entonces como un

muro de contención de una situación que parece desbordar a las propias

universidades. Un robusto pilar sobre el que sustentar la cautela con la que debe

construirse ese nuevo escenario para que no reproduzca de nuevo los errores del

pasado o sea capaz de hacer frente a las consecuencias que supone lidiar en la

arena del mercado de la Educación. Es fácil caer en la tentación del carácter

moralizante de estas llamadas a la ética. La mayoría de esas llamadas parecen

creer que basta solo con nombrarla para alcanzar todo aquello que necesitamos

de la ética para entender la realidad y para librarnos de todos los males en los que

podríamos incurrir sin su “élan”. La cuestión es “convocar” sin más a la ética,

aunque tanta insistencia se haga desde una retórica vacía que no alude a nada

concreto. Tan sólo se la invoca, sin constatar que no todas las ideas, doctrinas o

principios de la ética valen o, al menos, no todas ellas valen para lo mismo.

También es fácil caer en la tentación de la fuerza normativa de algunos de sus

principios para orientar el rumbo en los procesos de cambio en la Universidad.

Esta idealización del carácter normativo de la ética suele acabar naufragando, y

lamentablemente quien peor sale parada siempre de todo ese fiasco es la propia

ética, que es de quien todos terminan desconfiando. ¡Tantas esperanzas

albergadas en ella, y tanta incapacidad para cumplir con lo que promete! Este es

un panorama que a los que nos dedicamos a la ética no nos resulta desconocido.

Estas llamadas a la ética son intentos muchas veces insostenibles que agotan

además con su machacona insistencia l verdadero potencial de la ética aplicada.

Son, en fin, llamadas en las que, por el énfasis de quienes se empeñan en

convocarla, parece que lo que está en juego es “todo”. Precisamente el falso

alcance y las infundadas pretensiones que se tienen en ella son los que terminan

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haciendo de la ética un saber tan poco eficaz. Aquello que se le reclama pocas

veces se hace desde un contexto de realidad. Eduquemos en valores, pero ¿qué

valores? ¿Cuál es el alcance de cada uno de ellos? Igualdad, sí: pero ¿igualdad

de qué? Sociedades tolerantes y plurales, pero ¿hasta dónde tolerar? Virtudes

para la convivencia, pero ¿cuáles? ¿Ciudadanía activa, pero ¿ciudadanía para

quién?

APLICAR LA ÉTICA

Como venimos diciendo, a la ética se le confían expectativas demasiado

abstractas, o demasiado grandilocuentes o demasiado densas, y robustas.

También demasiado idealizadas. A la ética se le piden reflexiones sobre

cuestiones que luego no encuentran su correlato en la realidad por ninguna parte.

La petición al final parece tener únicamente un carácter de augurio: como si el solo

hecho de repetir palabras como justicia, igualdad, libertad o responsabilidad,

permitiera encarnar esos valores en la realidad.

Pero esa realidad, en la que, no lo olvidemos, sólo hay hombres y mujeres, y nada

más, ha dado suficientes muestras de su poco interés por la justicia, la igualdad, el

sentido, el valor o la responsabilidad. La llamada a la responsabilidad, las

exigencias de justicia, el énfasis en términos como igualdad o sentido no

garantizan su efectiva realidad en nuestra sociedad.

La robusta filosofía sólo ha conseguido hacerse eco en esa vida cotidiana

constatando los “déficits” éticos de esa realidad. Anhelamos y reclamamos justicia,

igualdad, o responsabilidad en un contexto en el que principalmente sólo somos

capaces de constatar su ausencia y una incapacidad notable para actualizar esos

valores en nuestro entorno. El fracaso está asegurado desde este enfoque, y el

resultado ya lo conocemos: las sospechas siempre recaen en el lado de la balanza

donde está la ética, y asumimos con cierta indiferencia que efectivamente quizás

por eso ya no sea posible hacer nada. Sospechamos de la ética, apantallando

nuestra responsabilidad en una falsa inocencia, y olvidando demasiado

gratuitamente lo que cada uno de nosotros podemos.

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Detengámonos por un momento: ¿cómo puede ser útil para la práctica la ética? [y

no desdeñemos aquí el término útil. Entendámoslo en términos de servicio, no de

resultados]. Quienes esto escribimos defendemos que una de las tareas más

nobles de la ética consiste en su capacidad para hacer claros algunos de sus

conceptos y de sus categorías, como inmediatamente nosotros pasaremos a

hacer con la de responsabilidad. Esta, sin duda, es una labor menor frente a otras

de más contundencia y calado. Sin embargo, esta tarea de esclarecimiento nos

pone frente a preguntas muy sencillas, muy concisas, nada abstractas. y su

respuesta tiene muchos más elementos para garantizar que el valor del análisis

ético impregne con más fuerza en esa realidad, sobre todo porque ayuda a

esclarecerla: ¿qué significa ser responsable? ¿De qué es responsable la

universidad en la sociedad? ¿Cómo ha de serlo y por qué? La ética se pone así al

servicio de la sociedad, y se ofrece como una herramienta útil que permite orientar

nuestras decisiones y acciones. La de todos: personas e instituciones. Ciudadanos

y organizaciones. La ética debe ocuparse en este plano de cuestiones tan básicas

como esto. Su acción quizás no sea muy robusta, pero sí que, en cambio, es muy

significativa. Rescatemos el valor de lo que supone ofrecer argumentos sólidos,

más allá de los romos criterios de utilidad económica, entre quienes tienen el

poder de tomar decisiones sustantivas en la vida de las personas, como ocurre

con todas las que se toman en la esfera de lo económico de nuestras sociedades.

El valor de la ética aplicada estriba en su fuerza persuasiva, y en su capacidad

para interpretar bien las prácticas y los procesos que articulan los distintos ámbitos

de la sociedad.

A nuestro juicio, aplicar la ética consiste precisamente en esto. Al menos en esto

debe consistir en primer lugar. y al menos así es como ella misma puede

comenzar a tener mayores posibilidades de hacerse efectiva en nuestra realidad

social. Cambiemos el rumbo de las preguntas, y encarnémosla en la realidad:

¿Cuándo y en qué es legitimo pedir responsabilidad a la universidad? ¿y por qué

es legitimo? ¿Qué tipo de responsabilidad se le exige a la universidad? ¿Podemos

pensar en algo más allá del enfoque normativo, tan gravoso siempre que solo

consigue poner a la defensiva a quien se le solicita el deber de cumplir? ¿Por qué

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no presentar el lado más constructivo de la responsabilidad y la posibilidad de

evitar, de ocuparse y encargarse que comporta? ¿No permite acaso este enfoque

una mayor y más significativa institucionalización de la ética en organizaciones

como la universidad, a las que no hace falta ponerlas en una actitud reactiva frente

a “algo” que parecen estar haciendo mal, sin saber muy bien “qué”? ¿Por qué no

aceptar esta invitación pensar la universidad desde planteamientos como el que

aquí proponemos de institucionalización responsable de la ética en las

organizaciones?

}

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RESPONSABILIDAD SOCIAL UNIVERSITARIA (RSU)

La Responsabilidad Social Universitaria se presenta como un desafío a las

universidades, dado que este concepto implica que los centros de educación

superior se comprometen no sólo a formar buenos profesionales, sino también

personas sensibles a los problemas de los demás, comprometidas con el

desarrollo de su país y la inclusión social de los más vulnerables, personas

entusiastas y creativas en la articulación de su profesión con la promoción del

desarrollo participativo de su comunidad. 

http://www.udlap.mx/rsu/

http://www.udlap.mx

universidad de las americas puebla

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La RSE en México

  Los orígenes de la RSE en México habrá que ubicarlos hacia mediados del siglo XX. Dos organizaciones empresariales destacaron por su insistencia y pronunciamiento en el tema: la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) y la, en ese entonces, Uniones Sociales de Empresarios de México, A.C. (USEM). Ambas aportaron elementos teórico-prácticos para la fundamentación y desarrollo del concepto mismo. Más tarde, en 1992, el Centro Mexicano para la Filantropía (Cemefi), creó el programa de Filantropía Empresarial con 6 empresas participantes. A partir de ese momento, se genera una serie de acontecimientos, entre los cuales cabe destacar los siguientes:

 En 1997 Cemefi crea el Programa de Responsabilidad Social Empresarial.

En 2000 con base en una iniciativa del mismo Cemefi, se lanza la convocatoria para reconocer a las Mejores Prácticas de Responsabilidad Social Empresarial. A esta iniciativa se suman las siguientes organizaciones: COPARMEX, Confederación USEM, Desarrollo Empresarial Mexicano y el Grupo Editorial Expansión.

Al siguiente año, se lanza por primera vez la convocatoria para poder ostentar el Distintivo ESR 2001 a la Empresa Socialmente Responsable. En esa ocasión, el Distintivo ESR se otorga a 17 empresas; este certamen se ha mantenido, de modo que en 2004 el Distintivo se otorga a 61 empresas socialmente responsables y en 2005 a 84 empresas.

Dentro del marco de la Asamblea Nacional de COPARMEX en 2001, se presenta a la Alianza por la Responsabilidad Social Empresarial en México o AliaRSE integrada por Administración por Valores (Aval), COPARMEX, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Cemefi, la Confederación USEM e Impulsa (antes Desarrollo Empresarial Mexicano). En 2002 CONCAMIN, se integra a AliaRSE

El breve recuento anterior es evidencia del proceso que el sector empresarial mexicano ha realizado al tomar conciencia de su condición de ciudadano corporativo, materializando el valor de la Responsabilidad Social Empresarial. En fechas recientes, el proceso de inserción de las empresas mexicanas en la economía global las está enfrentando a diversas presiones adicionales ejercidas por clientes extranjeros, gobierno, consumidores, etc., quienes les demandan no sólo la calidad especificada del producto o servicio que se trate, sino que sus procesos y estándares de trabajo, cumplan con requisitos legales y éticos, reforzando la integración de la Responsabilidad Social Empresarial dentro de sus estrategias de negocio. Tomando en cuenta el valor de oportunidad que representa la adopción y promoción de los principios del Pacto Mundial de la ONU en nuestro país, AliaRSE ha iniciado, a través de COPARMEX, la relación con diversas agencias especializadas de la ONU y dependencias gubernamentales para lanzar dicha iniciativa en México. 

Líneas Estratégicas

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  La responsabilidad social empresarial comprende, en consecuencia, las siguientes líneas principales de estrategia: Generación de riqueza

Ética empresarial

Calidad de

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vida en la empresa

Desarrollo de la comunidad

Cuidado y preservación del ambiente

Presencia pública

Generación de riqueza

Generar utilidades por medio de la entrega de bienes y la prestación de servicios útiles y provechosos a la sociedad, proporcionados con eficiencia y alta calidad. Generar empleos productivos y bien remunerados. Favorecer una justa distribución (con equidad) de la riqueza. Asegurar la permanencia y crecimiento de la empresa.

 Etica empresarial

Vivir los valores y desempeñarse éticamente. La ética empresarial es la base de relaciones más sólidas entre la empresa sus proveedores, clientes, accionistas y otros involucrados. Permite la interpretación y solución de controversias de acuerdo a principios que guían la toma de decisiones,  la formación de recursos humanos, la evaluación del personal y la forma en que se debe conducir el negocio.

.Desarrollo de la Comunidad.

Involucrarse con las comunidades en las que opera. La Empresa percibe e instrumenta el compromiso y responsabilidad con su comunidad; identifica las expectativas de la comunidad, propicia el involucramiento de los integrantes, autoridades y organizaciones de la comunidad. Impulsa la sinergia entre sectores para multiplicar resultados. 

Calidad de Vida en la Empresa.

Promover y establecer como prioridad la calidad de vida en la empresa. La Empresa crea un ambiente de trabajo favorable, estimulante, seguro, creativo, no discriminatorio, participativo; en el que todos sus miembros interactúan bajo bases justas de integridad y respeto que propician su desarrollo humano y profesional, contribuyendo a una mejor calidad de vida. Recibe por ello beneficios como: la eficiencia y la responsabilidad individual y colectiva; un mejor balance de vida personal y laboral; el impacto positivo en la productividad; relaciones obrero-patronales sanas y la percepción de la empresa como altamente humana y socialmente responsable. 

Cuidado y preservación del ambiente.

Cuidar y preservar su entorno, los recursos y el medio ambiente. La empresa, además de cumplir con todos los requerimientos legales aplicables, promueve esquemas de autorregulación e iniciativas voluntarias que mejoren tanto su desempeño ambiental como el de la cadena de valor en la que participa. Lo anterior se refleja en indicadores específicos que evidencian el compromiso de la empresa. De igual manera, la empresa influye en establecer y mantener un marco legal que promueva el crecimiento económico y la protección del ambiente. 

Presencia Pública.

La construcción del bien común requiere de la participación de todos. La vida cívica y pública no es ajena al empresario. Debe participar via las estructuras gremiales, civiles y políticas para orientar el desarrollo y buscar la modificación  de las condiciones sociales estructurales que impiden el desarrollo en general y el económico en lo particular. 

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La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en los últimos veinte años ha sufrido un cambio radical debido a las nuevas relaciones entre la sociedad y los negocios, que han obligado a los actores sociales de este ámbito a buscar respuestas más creativas para enfrentar los cambios estructurales que se han generado a nivel de todo el orbe. En ese sentido, un punto culminante de la relevancia asignada actualmente a la responsabilidad socia empresarial es la iniciativa denominada Pacto Mundial, la cual fue lanzada por el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas durante el Foro Económico Mundial el 31 de enero de 1999 con la intención de lograr una economía global más incluyente y sustentable a través de la formulación y promoción de diez principios en las áreas de derechos humanos, laboral, ambiental y anticorrupción. Esta iniciativa descansa, en buena medida, en el rol del sector privado como impulsor de soluciones (en coordinación con otros actores sociales) ante el reto de la globalización.

http://www.aliarse.org.mx/RseMexico.htm

aliarse por mexico

sección: que es la SER?

Articulo: La Responsabilidad Social Empresarial

http://www.articulosinformativos.com.mx/La_Responsabilidad_Social_Empresarial-

a1125989.html

seccion: Temas>negocios

Se trata de integrar a la gestión empresarial el respeto por los valores y principios éticos, trabajadores, comunidad y medio ambiente; crear un interés propio e inteligente que produzca beneficios a la misma empresa y quienes la rodean.

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Moda u opción, la RSE comienza a ser parte de la gestión de empresas que buscan implementarla como un modelo a   largo plazo. Pero ¿qué es la RSE y cuáles son sus beneficios?

Parece una moda fugaz, pero cada vez es más importante el valor que tiene la Responsabilidad Social empresarial (RSE) tanto para las empresas como para las comunidades en que se encuentre inserta.

Consiste en una forma de gestionar la empresa teniendo en cuenta sus objetivos económicos y compatibilizandolos con los impactos sociales y medioambientales. Se trata de integrar a la gestión empresarial el respeto por los valores y principios éticos, trabajadores, comunidad y medio ambiente; crear un interés propio e inteligente que produzca beneficios a la misma empresa y quienes la rodean.

La RSE mantiene su equilibrio en torno al área económica, social y ambiental, por lo que la idea principal de este concepto es generar ganancias tratando de dañar en lo más mínimo al medio ambiente. Se trata de llevar un comportamiento transparente y ético en todas las actividades que lleve a cabo la empresa, además de las políticas internas que mantenga.

Es utilizada en menor o mayor medida pero sus beneficios suelen ser medibles a corto o largo plazo.

A partir de una buena gestión de la RSE, se puede percibir aumento en la productividad de las empresas, así como también una mayor competitividad y la posibilidad de ingresar a nuevos mercados. Por otra parte, cada día es más importante el comportamiento social de las empresas, por lo que en la actualidad los organismos internacionales y bancos, para determinar el valor de una empresa, ya no se preocupan de evaluar solamente el capital y los valores económicos. Las empresas que poseen políticas de RSE suelen ser mejor evaluadas y tienen una mayor valoración en el mercado, que las que no las tienen.

La RSE permite mejorar la imagen corporativa de las empresas, de esta forma sus productos, servicios y marca logran un mayor fortalecimiento ante el mercado y la comunidad, de esta forma existe una mayor consideración y aceptación de los precios por parte de los consumidores, pues la empresa sigue pautas sociales responsables.

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Puede realizarse un mejoramiento del clima laboral, por lo tanto un mayor rendimiento y compromiso por parte de los empleados en la tareas que se emprendan.

Por último, partir de la RSE se puede colaborar en la reducción de problemas sociales graves, por lo que a través de la realización de algunas actividades, se puede lograr un pequeño pero significativo cambio social.

La responsabilidad social en las Pymes

*Miguel Ángel Axtle Ortiz y Carlos Miguel Barber Kuri

 

Los términos responsabilidad social corporativa (RSC) o responsabilidad social

empresarial (RSE) se ven cada vez con más frecuencia en diferentes

publicaciones enfocadas a los negocios y también en las páginas de internet de

los grandes corporativos. Generalmente se identifican con actividades

filantrópicas, remedios a la contaminación ambiental debida a la forma de

producción y el desarrollo sustentable de la empresa, así como de la comunidad

donde ésta se encuentra.

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En 1999 el Consejo Mundial de Negocios para el Desarrollo Sostenible realizó la

siguiente definición: "Responsabilidad Social Corporativa es el continuo

compromiso del negocio en comportarse éticamente y contribuir al desarrollo

económico mientras que se mejora la calidad de vida de la fuerza laboral y sus

familias, también como de la comunidad local y sociedad en general”.

Trata sobre los esfuerzos de mejora al interior de la empresa, como son las

condiciones de trabajo y de vida de los colaboradores y accionistas cuidando e

incrementando sus rendimientos. También atiende la comercialización y

producción responsable, así como la ética empresarial. Al exterior se realizan

esfuerzos que favorezcan las condiciones económicas y ambientales de

proveedores, clientes, familia de los colaboradores, así como de la comunidad

donde se encuentra la empresa.

La responsabilidad social infiere una deuda y obligación moral hacia dentro y fuera

de la empresa y su medio. Reconoce y acepta los beneficios y las consecuencias

de la generación de riqueza, generando también otro tipo diferente a la del capital

monetario. Se trata de la generación de riqueza de capital social.

Es posible que el término cause confusión insertado en el contexto de la

responsabilidad social. Se requiere aclarar que no se trata del concepto contable

relativo al valor monetario de los bienes de los dueños de una sociedad y que

corresponde en, el estado de situación financiera, a una partida contable con el

mismo nombre.

El capital social al que se refiere este artículo es aquel que genera la

responsabilidad social. Comprende a la conciencia cívica, la solidaridad, la ética y

demás valores que permiten la capacidad de asociación y fortalecimiento de todos

los actores y redes sociales para lograr el desarrollo equitativo y sustentable en un

inicio dentro de las organizaciones, luego hacia su entorno y por consiguiente en

su país. También consiste en la confianza entre las personas, la cuál es necesaria

para que se manifieste lo anterior. El capital social es capital para generar

bienestar individual y colectivo.

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Hace poco menos de cuatro décadas Milton Friedman, Premio Nobel de

Economía, escribía a manera de crítica que la responsabilidad social no es

corporativa ni empresarial, pues el principal propósito de la empresa es maximizar

las utilidades de los accionistas dentro del marco legal. La responsabilidad sería

en todo caso de los integrantes de la empresa y en especial de los mandos

directivos.

Las empresas ya sean grandes o Pymes, se encuentran conformadas por

personas. Es deber de las personas con capacidad de decisión de las empresas

modificar la orientación de la organización hacia la responsabilidad social.

¿Conviene el posible sacrificio económico en el presente, por un posible beneficio

futuro?

Robert Putnam, profesor de la Universidad de Harvard y pionero en la teoría de

capital social postuló que este capital genera valor para la gente que está

asociada a él y en ocasiones también para quienes están en su perímetro. Sólo

generando bienestar dentro de la empresa, se puede generar fuera de ella pues la

mejor manera de construir un cambio significativo en una comunidad, que es

incrementando el capital social.

Los grandes corporativos, a los que se hace mención al inicio, no se encuentran

equivocados al fortalecer su capital social. Han descubierto que hacerlo también

les otorga beneficios económicos, que si bien no debería ser la motivación de

fondo, es otra forma de incrementar su capital intelectual y a su vez crecer su

capital monetario.

El capital intelectual es de igual importancia que el monetario y el social,

comprende a los llamados activos intangibles de las organizaciones, entre ellos se

encuentran el nombre de la empresa, su reputación, su cultura corporativa y su

publicidad.

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Realizar acciones enfocadas al crecimiento del capital social tiene efectos

económicos favorables para las empresas. Al ser conocidos los esfuerzos, la

percepción de buena empresa crece y el mercado estará dispuesto a pagar más

por sus acciones repercutiendo en un incremento del valor de la empresa. Por el

contrario, una mala imagen de una empresa a causa de que no sea socialmente

responsable afectará negativamente su valor.

Para que las empresas aporten capital social a sus comunidades se requiere

comenzar desde adentro generando sentido de interrelación, de pertenencia, de

comunidad que alcanza objetivos comunes a través de compartir valores y normas

que las integran y generan respeto, cooperación, confianza y reciprocidad en la

generación de bienestar de la comunidad interna y externa.

El capital social opera a través de la confianza, la cooperación y la solidaridad,

permitiendo el flujo de información y la ayuda entre los diferentes actores sociales

manteniendo la reciprocidad, que consiste en el apoyo mutuo entre las

comunidades.

La empresa se beneficia también de un diferente tipo de capital intelectual que es

el de sus colaboradores, el cual incluye a las capacidades y facultades humanas

que son aplicadas al ejercer el trabajo. La empresa obtiene rendimientos y debe

ser recíproca al otorgar beneficios y condiciones de trabajo justas, sin que sólo

considere la toma de decisiones en relación a los aspectos financieros.

La empresa también se beneficia de su entorno, del espacio geográfico que

ocupa, de sus recursos y debe cuidar de ellos produciendo o realizando servicios

sin afectarlo, sin deteriorarlo, cuidando las consecuencias sociales y ambientales

en su propio beneficio en el presente y en el futuro, lo que resulta en un genuino

sentido de comunidad.

El capital social crece al crear y fortalecer los nexos con la comunidad de la

empresa, trátese de sus colaboradores al interior o al exterior con clientes,

proveedores, familiares, organizaciones de la sociedad civil (OSC) e instituciones

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con fines de beneficio social. Son las comunidades con alto capital social aquéllas

que tienen mejor educación, eficiencia en los gobiernos e instituciones generando

mayor desarrollo socio económico.

El capital social se crea promoviendo y ejerciendo normas morales comunitarias,

como la lealtad, honestidad, confiabilidad y responsabilidad en el aprovechamiento

de los recursos tangibles e intangibles que favorecen el desarrollo. Se fortalece

mediante ritos y hábitos de cultura corporativa que promueven la equidad,

inclusión e integración al desarrollo, facilitando la capacidad de asociación,

solidaridad y conciencia cívica.

¿Es posible aplicar la responsabilidad social en las Pymes de México?

No sólo es posible, sino que es el lugar propicio para hacerlo. Las Pymes en su

gran porcentaje son empresas familiares. La empresa familiar representa

alrededor del 90 por ciento de las empresas en el mundo, incluyendo empresas

tan conocidas y grandes como Levi-Strauss, Marriot, Ford, entre otras, a las que

se suman 175 de las 500 Fortune en Estados Unidos.

El 90 por ciento de los más de 15 millones de negocios en los Estados Unidos son

familiares, cubren el 50 por ciento de todos los salarios pagados y representan el

40 por ciento del producto nacional bruto. La tercera parte de las empresas que

aparecen en la revista Fortune dentro de las 500 más grandes, son de propiedad

familiar o controladas familiarmente.

En México no hay una cifra exacta del porcentaje de empresas familiares. El

ITESM estima que el 85 por ciento de las empresas son administradas por sus

dueños y familiares, mientras que el IPADE considera que en México, Chile y

Argentina, el 98 por ciento de las empresas son familiares.

Las Pymes de México se ubican con un comportamiento que corresponde al que

presentan muchas organizaciones en Latinoamérica. Tienen una identidad

colectiva que manifiesta en interdependencia, solidaridad y cooperación.

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En un inicio se presenta en el ámbito familiar, lo cual puede observarse

rápidamente en materia crediticia. Son los miembros de la familia quienes apoyan

la puesta en marcha de la generalidad de los negocios a falta de financiamiento de

otras instituciones o los altos costos que representan. Esto se realiza en la

mayoría de las ocasiones a la palabra, demostrando altos niveles de confianza y

solidaridad. Este comportamiento se traslada después al actuar comunitario, se

busca el genuino bienestar colectivo.

Son las Pymes quienes tienen mayor posibilidad de realizar cambios, de ser

flexibles y reinventarse más rápido que un corporativo grande. Son los directivos

de las Pymes, generalmente dueños de la empresa familiar, quienes deben cruzar

la barrera del beneficio únicamente familiar y trasladarlo al comunitario. Tarea no

sencilla pero sí con el mayor impacto social posible, debido a las cifras antes

enunciadas.

 

*Miguel Ángel Axtle Ortiz es ingeniero por el ITESM, MBA de Thunderbird y

candidato a doctor en Administración por la Universidad Anáhuac México Sur. Es

director ejecutivo del Instituto de Capital Intelectual y consultor de negocios

internacionales. [email protected]

 

*Carlos Miguel Barber Kuri es doctor en administración por la Universidad La Salle

y director general Académico de la Universidad Anáhuac México Sur.

http://revistafortuna.com.mx/opciones/archivo/2007/mayo/htm/

responsabilidad_PYMES.htm

Año V No. 52 Mayo 2007

Pagina: revistafortuna.com.mx

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