Sentido Arendtiano de La Banalidad Del Mal

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    Sentido arendtiano de la banalidad del mal

    101Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    Sentido arendtiano de la banalidad del mal

    Sissi Cano Cabildo*

    RESUMEN

    En su obra Eichmann en JerusalnArendt habla de labanalidad del mal para referirse a la ambigedad delconcepto de maldad por el que algunas personas puedenser manipuladas por conceptos frvolos de lo bueno y de

    lo malo, banalidad que no minimiza la crueldad de susefectos.Este enfoque arendtiano no pretende explicar, ni definirde forma tota l a la ma ldad, ms bien deviene en una cr-tica a la trivialidad de los conceptos cerrados y dogm ti-cos de la maldad por los que se puede atentar contra lavida o la dignidad de las personas.La autora refiere esta tesis a partir del seguimiento delcaso Eichmann, quien siempre se mostr o rgulloso de sucolabora cin con el genocidio nazi. Arendt explica la ba-nalidad del mal a partir de la fa lta de pensamiento; sloel pensamiento como autorreflexin que busca el signifi-cado puede prevenirnos de criterios que pueden ser alta-mente perniciosos.Ahora bien, la actualizacin del pensamiento no d ependedel nivel informativo ni del contexto histrico, sino queslo depende de la libertad del Sujeto, por lo que no ha yprescripciones universales para atreverse a pensar.

    Palabras clave: Ba nalidad del mal; Pensamiento; Autor-reflexin; S ignificad o y libertad.

    Las dos fuentes del pensar que he trata doson distintas hasta el grado de contradecirse.

    U na es el asombro mara villado sobre el espectculoen medio del que hemos nacido ( ...)

    y la otra es la extrema miseria del ser humanode estar arrojado en un mundo cuya hostilidad es sobrecogedora

    (Hannah ARENDT)

    ENESTEARTCULOANALIZARel sentido arendtiano de la bana-

    lidad del mal, que bsicamente corresponde a la ambigedad

    *Maestra en C ien-cias Polticas(BUAP-1999) yDoctorado en Filo-sofa Prctica en laU niversidad Com-plutense de Madrid(Espaa-2004).Ca tedrtica detiempo completoen el Departamentode Filosofa en laUniversidad Aut-noma de Tlaxcala(U AT), Mxico.

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    semntica del sentido de la maldad, banalidad que con toda su

    trivialidad no deja de tener terribles consecuencias para uno

    mismo y para los dems.

    Arendt habla de banalidad del mal a partir del seguimiento

    del caso Eichmann, una de las principales cabezas burocrticasdel rgimen naz i y que sin embargo, nunca se sinti responsable

    ni culpable de su colaboracin con el genocidio; muy por el con-

    trario, siempre se mostr orgulloso de sus actos. Arendt relata

    con asombro cmo Eichmann, despus de ser sometido a an li-

    sis psicolgicos result que no tena el perfil psicolgico de psi-

    cpata sino una personalidad curiosamente normal . Nunca lo

    diagnosticaron como sdico, demente o retrasado mental pero

    s evidenci con franca naturalidad la falta de reflexin en sus

    argumentos, de lo que la autora comenta que la falta de pensa-miento puede devenir en una suerte de locura moral altamente

    peligrosa. Y es que por falta de reflexin las personas pueden ser

    fcilmente manipulables por cualquier concepto frvolo de lo

    bueno y de lo malo; banalidad que no minimiza la crueldad de

    sus efectos.

    D esde este enfoq ue, Arendt explica la banalidad del mal a

    partir de la falta de pensamiento. En la semntica arentiana el

    pensamiento corresponde a la actividad espiritual de la autorre-flexin y la autora juda enfoca este sentido del pensamiento al

    mbito tico-poltico por su funcin preventiva. Arendt no con-

    sidera que el pensamiento garantice actuar bien, ni siquiera consi-

    dera que nos pueda garantizar alguna definicin universal del

    bien y del mal, ni la mxima a ltura de algn otro ideal, sea la ver-

    dad absoluta, la felicidad perfecta , el bien pblico, la paz perpe-

    tua o cua lquier otro; ms bien supone que por falta de pensami-

    ento el hombre puede caer en la estupidez, q ue puede ser tanto o

    ms peligrosa q ue el sadismo declarado. No hace falta que ejem-plifique las terribles consecuencias contemporneas de concep-

    tos fanticos y/o fundamentalistas del bien, o la vaguedad soez

    de libertad duradera , justicia infinita ...

    Ahora bien, tampoco es que Arendt considere que todos los

    actos de maldad se expliquen a partir de la fa lta de pensamiento;

    de hecho, Arendt aborda otros factores como la indolencia, el

    egosmo o la falta de imaginacin para explicar como alguien

    puede trasgredir la vida y la dignidad de los otros; sin embargo,estos son temas de reflexin tica q ue distraeran de forma justi-

    ficada el tema central de esta ponencia. Por lo pronto, slo era

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    mi intencin dejar ver que segn la autora , por fa lta de pensami-

    ento el ser humano puede caer en la banalidad del mal .

    Procedo a analizar este tema y para esto, dividir mi exposi-

    cin en tres partes: primero mencionar algunos datos psico-

    biogrficos de Eichmann para comprender mejor las consecuen-cias tico-polticas de la falta de pensamiento, despus explicar

    ya propiamente el concepto arendtiano del pensamiento y por

    ltimo, aborda r el sentido a rendtiano de la banalidad del mal .

    Al respecto, anticipo que Arendt investig estos temas slo des-

    de la ptica f ilosfica , no pedaggica , por lo que en su investiga-

    cin no intenta abordar las estrategias didcticas para actua lizar

    el pensamiento y as es que en este art culo no a borda r alterna-

    tivas pedaggicas a l respecto. En este traba jo slo presentar los

    argumentos arendtianos en torno a la banalidad del mal y surepercusin en el mbito personal y pblico.

    C ASOE ICHMANN

    En este apartado presentar algunos datos psicobiogrficos

    de Eichmann que nos ofrece Arendt en su obra Eichmann en

    Jerusaln. El contenido de esta obra apareci por primera vezen Febrero y Marzo de 1963, luego fue ligeramente abreviadoen el New Yorkerque le pidi a Arendt un informe del curso deljuicio de Eichmann celebrado en Jerusaln en el ao 1961. Pos-

    teriormente se dio una edicin corregida y aumentada del libro

    publicado en Ma yo de 1963, q ue es ya la versin en la q ue me he

    apoyado para este trabajo.

    Presentar estos datos no para dramatizar a l genocidio de los

    nazis, ni para quedarnos con algn anlisis psicolgico y/o his-

    toriogrfico, sino como una invitacin a la reflexin tica quenos permita comprender mejor el sentido arendtiano de la bana-

    lidad del mal . D espus de todo y lamentablemente, E ichmann

    nos recordar muchos otros casos...

    A mi modo de ver, lo ms asombrosamente peligroso q ue re-

    fiere Arendt en el seguimiento del caso Eichmann, quien organi-

    zara el asesinato masivo de seis millones de judos, fue la refe-

    rencia de ser una personalidad aparentemente normal ; de he-

    cho, seis psiquiatras certificaron que era un hombre normal,incluso uno de ellos consider que los rasgos psicolgicos de

    Eichmann hacia su familia y amigos eran no slo norma les, sino

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    ejemplares. El religioso que le visit frecuentemente en la pri-

    sin declar q ue Eichmann era un hombre con ideas muy posi-

    tivas.

    Bien vale cierto recelo hermenutico ante el juego maq uiav-

    lico de las apariencias, si fueron muchos los nazis que no apa-rentaron algn tipo de sadismo en sus vidas ordinarias: a lgunos

    de ellos llevaban flores a la novia, acostumbraban rezar por las

    noches, etc.

    Eichmann tampoco dejaba ver un anormal odio hacia los

    judos, ni era partidario de algn fanatismo, incluso se dice que

    tuvo algn romance en su juventud con alguna juda.

    La lectura de la obra clsica sionista Der Jundenstaat deTheodor H erzl convirti a Eichmann al sionismo, doctrina de la

    que jams se apartara. Eichmann dijo haber quedado fascinadopor el idealismo de los judos. El ms grande idealista que Ei-

    chmann d ijo conocer fue Rudolf Kastner con q uien negoci las

    deportaciones de judos a Hungra y de quien dijo Eichmann

    que haba sacrificado a sus hermanos de raza en aras de su idea ,

    tal como deba ser (C f. AREND T, 1999, p. 68-70).

    Eichmann haba empezado su carrera como colaborador a cti-

    vo en el rescate de judos en Europa pero no por a lgn principio

    de solidaridad sino ms bien porque l mismo deca estar hartode su profesin de viajante de comercio y asimismo, si despus

    ingres en el partido nazi no fue por ntimas convicciones, de

    hecho, ni siquiera conoca el programa del partido. Digamos

    que se inici en el nazismo por criterios acomodaticios.

    El Doctor Franz Meyer, ex miembro del Ejecutivo de la Orga-

    nizacin S ionista de Alemania conf irm la propia historia de Ei-

    chmann: en Berln su comportamiento era totalmente correc-

    to pero el problema comenz al ser ascendido a un cargo con

    poderes ejecutivos, cua ndo su comportamiento cambi terrible-mente, el trato a los judos se convirti en insolencia y grosera.

    Otro caso similar fue el del doctor Stahlecker quien en opi-

    nin de Eichmann era una excelente persona libre de odios y de

    chovinismos de toda clase, en Viena sola estrechar la mano a

    los representantes judos pero ao y medio ms tarde cuando

    fue nombrado Einsatzgruppense las ingeni para mata r a t iros a

    doscientos c incuenta mil judos.

    S er q ue el poder corrompe? Arendt no a borda la posibili-dad de que al subir la escalera del poder simultneamente el

    hombre vaya pasando por alto el sufrimiento de quienes sostie-

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    nen la escalera porque aun cuando supongamos que esto es cier-

    to, por qu entonces hay personas que no estn dispuestas a

    cualquier cosa en aras del poder?

    Arendt nos trae a la memoria la historia que cuenta G nter

    Weisenborn de dos ca mpesinos q ue al ser llamados a filas por laSS se negaron a alistarse, por lo que fueron condenados a muerte

    y el da de su ejecucin escribieron a sus familiares: Preferimos

    morir a llevar sobre nuestra conciencia crmenes tan horribles;

    sabemos muy bien cules son los deberes de las SS (C f. AREN-

    D T, 1999, p. 158).

    Ahora que no todos los alemanes eran condenados a muerte

    por negarse a participar en el partido nazi, el precio que tenan

    que pagar por no militar en el partido no siempre fue tan ra dical

    como pagar con la vida misma. O sea q ue realmente muchos tu-vieron la posibilidad de no militar en el partido y sin embargo, lo

    hicieron.

    Uno de los factores por los que muchos alemanes se adhirie-

    ron al nazismo fue desde el punto de mira psicolgico, el can-

    sancio y la resignacin que tra an la clase obrera por las derrotas

    que haban sufrido despus de sus victorias, durante la revolucin

    de 1918, pero con Hitler encontraron un incentivo, el gobierno

    de Hitler se identific con Alemania y asimismo, la oposicin alnazismo no significaba otra cosa que la oposicin a la patria.

    En contraste con la resignacin asumida por la clase obrera y

    la burguesa liberal y cat lica, las capas inferiores de la c lase me-

    dia acogieron con gran entusiasmo la ideologa na zi con su es-

    pritu de obediencia ciega al lder, su odio a las minoras ra ciales

    y polticas, sus apetitos de conquista y su exaltacin del pueblo

    alemn y de la raza nrdica. En realidad, hay ciertos rasgos ca-

    ractersticos de esta baja clase media: su amor al fuerte, su odio

    al dbil, su mezq uindad, su hostilidad, su avaricia, no slo conrespecto al dinero sino tambin a los sentimientos y sobre todo,

    su ascetismo.

    Por otra parte, tambin la autoridad de la religin y de la moral

    trad icional se hallaba toda va firmemente arraigada. Lo que les

    faltaba en seguridad y agresividad a los individuos de esta clase,

    lo compensaron con el sometimiento a las autoridades fuertes.

    As que esta parte del pueblo se volvi fantica de la ideologa

    naz i, aunq ue tambin hubo otra parte de la poblacin q ue se ini-ci en este rgimen pero sin transformarse en admiradora de di-

    cho rgimen.

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    Pero si bien la poca entre 1924 y 1928 fue de mejoramiento

    econmico y aport nuevas esperanzas para la baja clase media,

    todas las ganancias desaparecieron con la crisis posterior a 1929,

    lo q ue constituy un golpe morta l contra la autoridad del Esta-

    do. Y como el Estado y el rgimen mon rquico haban constitui-do por decirlo as, la base psicolgica de la pequea burguesa,

    su fracaso y su derrota destruyeron el fundamento de su exis-

    tencia misma. Adems, la familia como el ltimo baluarte de la

    clase media tambin se vio debilitado en la posguerra, la autori-

    dad del padre perdi fuerza y con ello, las nuevas generaciones

    obraban a su antojo. D e este modo, la vieja generacin de la baja

    clase media se volvi m s resentida mientra s los jvenes se vean

    impulsados hacia la a ccin. Con lo cual, el oportunismo rad ical

    del nazismo encontr buena acogida. Miles de pequeos bur-gueses que hubieran tenido muy pocas probabilidades de ganar

    dinero o prestigio, obtenan ahora en la burocracia naz i una con-

    siderable tajada del poder. La satisfaccin emocional que les

    proporcionaba el poder del nazismo compensaba el empobreci-

    miento cultural y econmico de sus vidas.

    Todos estos factores psicosociales por supuesto que influye-

    ron en la adhesin a l nazismo, sin embargo , sigue latente la pre-

    gunta de por qu entonces hubo alemanes que se negaron a par-ticipar en el genocidio.

    Arendt por ejemplo, refiere de cien mil individuos ms o me-

    nos, de alto y bajo nivel educativo, que desde el principio del

    rgimen de Hitler se opusieron a l. Algunos fueron conocidos

    como K arl Jaspers y Reck-Malleczewen pero hubo muchos otros

    casos annimos como el que Arendt cuenta de un artesano q ue

    prefiri pasar a trabajar de obrero de fbrica a ingresar en el

    partido na zi, otros prefirieron renunciar a una ca rrera acadmi-

    ca antes que jurar en nombre de Hitler, hubo otro grupo de obre-ros especialmente en Berln y de intelectuales socialistas q ue ayu-

    daron a muchos judos. La filsofa de Knigsberg explica el re-

    chazo a militar en el partido nazi a partir del ejercicio de re-

    flexin mora l y de la apertura espiritual que permite interesarse

    en la otredad. En su conferencia Responsabilidad moral bajo la

    dictadura Arendt sostiene que los pocos que rechazaron ser

    cmplices del nazismo fueron los nicos que se atrevieron a

    juzgar por s mismos . Por el contrario, la falta de pensamientoconvierte a cualquier ser humano en presa fcil de la manipula-

    cin ideolgica, por estpida que sea. De hecho, Arendt sostie-

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    ne que el nacionalsocialismo se mantuvo gracias a personas su-

    perficiales e irreflexivas.

    Cuando el doctor D ieter Wechtenbruch a yudante del doc-

    tor Servatius y discpulo de Carl Schmitt estuvo presente du-

    rante las primeras semana s del juicio de Eichmann, pa reca m simpresionado por su falta de educacin que por sus crmenes.

    El propio S ervatius declar q ue la persona lidad de su cliente era

    la propia de un vulgar cartero (AREND T, 1999, p. 220).

    Qu poda esperarse de un hombre que primero declar q ue

    una de las primeras cosas que haba aprendido en su vida es que

    nunca se deba prestar juramento y que luego declar q ue prefe-

    rira testificar bajo juramento? Por qu Eichmann asegur al

    tribunal que la peor cosa que pudiera hacer era intentar escapar

    a sus responsabilidades, suplicar clemencia y luego present undocumento ma nuscrito que contena su splica de clemencia? .

    Cuando el joven polica encargado de su bienestar psicolgico le

    entreg Lolitapara que se distrajera leyendo, Eichmann lo de-volvi visiblemente indignado diciendo: Es un libro malsano

    por completo (AREND T, 1999, p. 79).

    El gusto de Eichmann por las palabras rimbombantes le hi-

    cieron un sujeto ideal para el empleo del lengua je en clave . La

    reiterada afasia de Eichmann y los repetitivos clis que deca, lellevaban a disculparse frecuentemente diciendo: mi nico len-

    gua je es el burocr tico (AREND T, 1999, p.79). Frases pegad i-

    zas a las que Eichmann llamaba palabras aladas, de las que

    repeta un eslogan constantemente: estas son batallas que las

    futuras generaciones no tendrn que librar.

    S iempre que los jueces en el curso del interroga torio intenta -

    ban apelar a su conciencia se sentan indignados y desconcerta-

    dos a l darse cuenta de que el acusado tena a su disposicin un

    clis de satisfaccin para cada perodo de su vida y para cadauna de sus actividades.

    Los jefes de las t ropas de los Einzatzgruppen haban sido ele-

    gidos por Heydrich entre los mejores de las SS, todos ellos con

    ttulo universitario. El miembro de la jerarqua nazi ms dotado

    para la resolucin de problemas de conciencia era Himmler.

    H immler ideaba eslganes como el famoso lema de las SS : Mi

    honor es mi lealtad (AREND T, 1999, p. 159) o bien sabemos

    muy bien que de lo que de vosotros esperamos es algo sobrehu-mano, esperamos que seis sobrehumanamente inhumanos

    (AREND T, 1999, p. 160) y justamente por este tipo de ideas, la

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    cualidad que los dirigentes del Tercer Reich tenan en la m s alta

    estima era la despiadada dureza , criterio por el cual elegan a

    los asesores en asuntos judos .

    D e ah que el problema rad icara, no tanto en dormir su conciencia,como en eliminar la piedad meramente instintiva q ue todo hombrenormal experimenta ante el espectculo del sufrimiento fsico. Eltruco ut ilizado por H immler [...] consista en invertir la direccinde estos instintos, o sea, en dirigirlos hacia el propio sujeto activo.Por esto, los asesinos, en vez de decir: Q u horrible es lo que hag oa los dems! , decan: Q u horribles espectculos tengo q ue con-templar en el cumplimiento de mi deber, cuan dura es mi misin!(AREND T, 1999, p. 161).

    Lo que se grababa en la mente de aquellos asesinos era la

    simple idea de estar dedicados a una ta rea histrica, grandiosa,nica, una gran misin que se realiza una sola vez en dos mil

    aos . La conciencia de H immler era tan ridculamente superfi-

    cial que pretendi ensear a los hombres a ser criminales sin de-

    jar de sentir decencia. D e alguna forma los dirigentes nazis tenan

    que justificar las aberraciones cometidas y por este intento de

    demostrar sus buenas intenciones, los jefes sistemticamente

    eliminaban de las organizaciones a aquellos que experimenta-

    ban un placer fsico al cumplir con su misin.Tal vez por eso fue que Eichmann crea injusta la acusacin

    de asesinato porque segn l, nunca mat a alguien ni dio rde-

    nes de matar a un judo o a cualquier otra persona pero dej

    bien sentado q ue hubiera matado a su propio padre, si se lo hubi-

    eran ordenado. Una y otra vez repiti que tan slo se le poda

    acusar de ayudar a la a niquilacin de los judos y de tolerarla ,

    aniquilacin q ue segn declar en Jerusaln fue uno de los mayo-

    res crmenes cometidos en la historia de la humanidad (AREND T,

    1999, p. 41).El mejor ejemplo de las buenas intenciones de las SS lo te-

    nemos en las primeras c maras de gas construidas en 1939 para

    cumplimentar el primer decreto de Hitler que deca: Debemos

    conceder a los enfermos incurables el derecho a una muerte sin

    dolor, con lo cual, la palabra asesinato fue sustituida por el

    derecho a una muerte sin dolor .

    Arendt refiere de Reck-Malleczewen, el caso de una dirigente

    nazi que acudi a Baviera en 1944 para elevarles la moral a loscampesinos, dicindoles: El Fhrer, en su gran bondad, tiene

    preparada para todo el pueblo a lemn una muerte sin dolor, me-

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    diante gases, en caso de que la guerra no termine con nuestra

    victoria (AREND T, 1999, p. 168).

    Los na zis, como cualquier ser humano, tuvieron la capaci-

    dad de cuestionar las buenas intenciones de H itler, de sospe-

    char la distincin entre dignidad y honor, entre despiadada du-reza y valor y muchos otros valores? Por supuesto que s, slo

    que no lo hicieron, pereza mental, enajenacin, adoctrinamiento,

    autismo espiritual, indolencia?

    En el curso del juicio, por lo que refiere Arendt, Eichmann

    di inconfundibles muestras de indignacin siempre que los tes-

    tigos contaron a trocidades y crueldades cometidas por los hom-

    bres de las S S y an a s, no fue la a cusacin de haber enviado a

    millones de seres humanos a la muerte lo que verdaderamente le

    conmovi, sino la acusacin segn la cual Eichmann haba mata-do a palos a un muchacho judo. Aunque Eichmann confes ha-

    berse quedado anonadado cuando Heydrich le dijo: El Fhrer

    ha ordenado el exterminio fsico de los judos , dijo haber perdi-

    do la alegra por el trabajo, todo ... Eichmann explic que su ni-

    ca alternativa era el suicidio pero esto era mentira porque era

    sorprendentemente fcil para los miembros de los equipos de

    exterminio abandonar sus puestos, sin sufrir con ello, graves

    consecuencias. En los documentos de Nuremberg por ejemplo,no hay ni un solo caso en que se aplicara la pena de muerte a un

    miembro de las SS por negarse a participar en a lguna ejecucin.

    Eichmann finalmente reconoci q ue pudo haberse negado a cum-

    plir sus funciones tal como otros haban hecho pero consideraba

    que eso no era digno de admiracin , aseguraba con gran orgu-

    llo q ue siempre haba cumplido con su deber .

    De lo que Arendt postula la nocin de banalidad del mal,

    que lejos de significar que el mal no tiene importancia, quiere

    decir que el mal empieza a tornarse banal cuando se consideraque deriva de alguna verdad, como el caso de Eichmann que

    nunca cuestion la ideologa nazi y que se justificaba con las su-

    puestas virtudes de lealtad y obediencia a su partido, que segn

    l podra equipararse con el concepto kantiano del deber. Ob-

    viamente esto no puede ser ms que una tergiversacin soez de

    la filosofa moral de Kant que elimina por completo la obedien-

    cia ciega para dar paso a la capacidad humana de juzgar. Pero

    en fin, Eichmann deca haber ledo la Crtica de la razn prcti-cae intentado seguir fielmente los criterios de este filsofo a le-mn. Aunque despus explic que recin llev a cabo la Solu-

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    cin Final (el exterminio de los judos) se dio cuenta de q ue ha-

    ba dejado de vivir en consonancia con los principios kantianos

    pero que se haba consolado pensando que haba dejado de ser

    dueo de sus propios actos y que l no poda cambiar nada .

    El caso es que finalmente Eichmann no quiso mostrar arre-pentimiento porq ue el arrepentimiento es cosa de nios (sic!)

    (AREND T, 1999, p. 44). Y bien sabido es que para arrepentirse

    primero hay que tener conciencia de haber actuado mal, haber

    meditado a l respecto, pero ste no fue el caso de Eichmann. Al-

    guna vez Eichmann dijo haber tenido sentimientos de culpa y

    cuando le preguntaron por q u, contest porq ue de nio se ha-

    ba hecho dos veces la ra bona. S i hubiera querido ser astuto, ha-

    bra podido decir que tena sentimientos de culpa por haber ase-

    sinado a tantos judos pero lo que realmente le haca sentir malera transgredir el orden y por eso fue muy franco al decir con

    naturalidad lo que le haca sentir culpable.

    Ba ch-Zelewsky fue uno de los poq usimos q ue realmente pa-

    deci una crisis nerviosa tras las matanzas y fue el nico entre

    todos los de su categora que se acus a s mismo pblicamente

    de haber cometido a sesinatos en masa, a unque nunca le acusa-

    ron de ello (AREND T, 1999, p. 30). Por lo que relata Erich Fromm,

    G oering fue otro de los casos raros de quienes parecan sentirseculpables por la ma gnitud de los crmenes cometidos, G oering

    le rogaba al D r. G ustave G ilbert -un psiclogo q ue entrevist a

    varios lderes nazis prisioneros- que lo visitara todos los das y le

    deca: Mire, yo no soy tan malo como parece, no soy tan malo

    como H itler; l mat mujeres y nios, yo no; por favor, crame

    (FROMM, 1991, p. 83).

    Mientras que Eichmann fue incapaz de sentirse culpable como

    si no tuviera conciencia. Aunque Eichmann no tena ninguna

    necesidad de cerrar la voz de la conciencia, no porq ue no la tu-viera, sino porq ue la conciencia de la sociedad q ue le rodeaba le

    hablaba con una voz respetable. Eichmann siempre procuraba

    actuar amparado por las rdenes recibidas. C laro que la defensa

    no a leg la concurrencia de rdenes superiores sino de actos

    de Estado, aquellos que consisten en el ejercicio del poder de

    soberana y en consecuencia, se hallan fuera del mbito del po-

    der judicial.

    S egn Arendt el burcrata slo conoce un pecado, la trasgre-sin al orden, el contravenir las reglas. La lgica burocrtica

    dicta : si no lo hubiese hecho yo, cua lquier otro colega ha bra he-

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    Sentido arendtiano de la banalidad del mal

    111Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    cho lo mismo. Eichmann era criminal estadstico como la gran

    mayora de los nazis, con lo cual, el genocidio devino en una

    suerte de matanza administrativa. Desde un enfoque similiar,

    Fromm relata la caracterizacin que hizo Carl J. Burckhardt de

    Himmler: Es siniestro por su grado de subalternidad concen-trada, por una especie de miope escrupulosidad, de inhumana

    metodicidad, con un elemento de autmata (FROMM, 1985,

    p. 100).

    Ahora que, no slo podemos hablar de genocidio autma ta o

    de burocratizacin del exterminio; sino que tambin estuvo en

    juego el sad ismo sin ms, Viktor E. Frankl (1995) por ejemplo,

    refiere de su propia experiencia en los campos de concentra-

    cin, cmo entre los guardias de las SS siempre haba alguien

    dispuesto a torturar sd icamente a cualquier prisionero (p. 85).La elite de la vieja burocracia del partido naz i luchaban entre

    s por el honor de destaca r en aq uel sangriento asunto. M uchos

    acusados por el holocausto dieron un lamentable espectculo

    acusndose unos a otros, aunque nadie inculp a Hitler. La si-

    tuacin era ta n sencilla como desesperada : la abrumadora mayo-

    ra del pueblo a lemn crea en H itler, incluso despus del ataque

    a Rusia y del establecimiento de los tan temidos dos frentes, in-

    cluso despus de que los Estados U nidos entraran en la guerra,incluso despus de S talingrado, de la defeccin de Italia y de los

    desembarcos a liados en Francia (Cf. AREND T, 1999, p. 150).

    La oposicin a l partido na zi qued casi tota lmente destruida

    por las SS en sus campos de concentracin y en los stanos de

    la G estapo y lo q ue qued de esta izq uierda slo gan cierta im-

    porta ncia con la conspiracin de los actos del 20 de Julio pero la

    mayora de los conspiradores del mes de Julio eran en realidad

    antiguos nazis. Esta izquierda no conceda la menor importan-

    cia a los problemas morales y menos an a la persecucin de losjudos, lo que les situ en la oposicin fue que Hitler estuviera

    preparando una guerra. Los interminables conflictos y crisis de

    conciencia q ue los a tormentaban giraban todos, casi exclusiva-

    mente, en torno al problema de la alta traicin y de su violacin

    de juramento de fidelidad a Hitler. Estos hombres que lucharon

    contra H itler no estuvieron inspirados por la indignacin mora l

    ni por lo que saban del sufrimiento de las vctimas, sino por la

    inminente derrota y ruina de Alemania; a excepcin de ciertosindividuos y grupos como la Rosa Blanca 1que actuaron por re-

    pugnancia a l dictador. E l jefe de los conspiradores Carl Frie-

    1O rganizacin deestudiantes muni-quenses, en la q uedestaca n los her-manos Scholl, de-dicada principal-mente a la distribu-cin de octavillascontra los nazis.

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    Sissi Cano Cabildo

    112 Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    derich deca por ejemplo, que incluso un general debe compren-

    der que continuar una guerra q ue no puede terminar en la vic-

    toria es evidentemente un crimen (AREND T, 1999, p. 157).

    Eichmann fue ahorcado, su cuerpo incinerado y sus cenizas

    arrojadas al Mediterrneo, fuera de las aguas jurisdiccionalesisraelitas. Sus ltimas palabras fueron: Dentro de muy poco,

    caba lleros, volveremos a encontrarnos. Tal es el destino de todos

    los hombres. Viva Alemania! Viva la Argentina! Viva Austria!

    Nunca las olvidar! (AREND T, 1999, p. 382).

    ELPENSAMIENTO

    En la obra arendtiana,el pensamiento (Denken) es la a ctivi-dad espiritual de la a utorreflexin que busca el significado en

    el sentido kantiano.

    Empezar explicando en qu sentido el pensamiento es una

    actividad espiritual. En su obra de La vida del espritu, la fil-sofa de Knigsberg se refiere al espritu como a la actividad del

    pensamiento y del juicio que puede iniciarse o detenerse segn

    la voluntad del sujeto. En cambio, su concepto de alma tiene

    una connotacin ms amplia, corresponde a la idea griega depsych: principio de movimiento interno q ue potencializa la vida

    (Cf. ARISTTELES, 1994, p. 180). Para Arendt el espritu di-

    fiere por completo del alma en cuanto que la caracterstica fun-

    damental de la vida del espritu es el estar solo y relacionarse

    con uno mismo mientras que el alma es donde emergen nues-

    tras pasiones, sentimientos y emociones, que no se autogeneran

    sino que son suscitadas por acontecimientos externos. El alma

    es una mezcla ms o menos catica de hechos que no creamos

    sino que sufrimos (pathein), los sentimientos y las emocionesafectan a l alma y propician ciertas reacciones y que a veces pue-

    den embargarnos como ocurre con el placer y con el dolor

    (AREND T, 2002, p. 94).

    Ahora bien, el pensamiento es una actividad espiritual que

    podramos actualizar todos los seres humanos, salvo situacio-

    nes-lmite en las que uno se ve imposibilitado como la enferme-

    dad, la guerra o algo similar; pero en situaciones normales to-

    dos los seres humanos tenemos dicha potencialidad, la actuali-cemos o no. Quiero decir, que para la filsofa juda, es por libre

    voluntad que el Sujeto deviene en ente pensante; no es el pasa-

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    Sentido arendtiano de la banalidad del mal

    113Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    do, ni la historia, ni el contexto lo q ue genera el pensamiento, si-

    no el atreverse a pensar, el tener el valor de servirse del propio

    pensamiento, como ya lo advirtiera K ant en su momento. El pen-

    samiento ser as la mejor herramienta contra la manipulacin,

    que nadie nos puede quitar, inaprensible para los dems, por muypoderosos que sean. El pensamiento es as un recurso redentor.

    La gran importancia del pensamiento en la vida privada y

    pblica no radica en gara ntizar actuar bien, ni en alcanzar defi-

    niciones universales de algn ideal pero s garantiza una actitud

    escptica, que vale lo suficiente para cuestionar cr iterios banales

    de mucha s ideologas y prejuicios q ue pueden llevar al egosmo

    indolente, al ensimismamiento inerme o peor an, a la crueldad .

    Asumir una actitud crtica ante la vida no es poca cosa si repara-

    mos en la ambigedad de muchos de los criterios por los que sepuede atentar contra la vida y contra la dignidad.

    Si el pensar el dos-en-uno del dilogo silencioso actualiza ladiferencia dentro de nuestra identidad, dada en la conciencia, y porello produce la conciencia como su subproducto, entonces el juz-gar; el subproducto del efecto liberador del pensar, realiza el pen-samiento. (.. .) Y esto, en los raros momentos en que se ha alcanza -do un punto crtico, puede prevenir cat strofes, al menos para m.(AREND T, 2002, p. 215)

    Arendt distingue el pensamiento de cualquier otra forma de

    conocimiento. El objetivo del conocimiento es la verdad y de ta l

    bsqueda surgen las ciencias mientras que el pensamiento bus-

    ca el significado en el sentido kantiano, segn la a utora . Aren-

    dt equipara el significado con los conceptos kantianos fin

    (Zweck) y propsito (Absichtt). Y en este sentido, considera

    que el pensamiento no pregunta qu es algo o si existe, sino qu

    significa para s misma que exista. El pensamiento decide qu

    merece la pena conocer y tal decisin no puede ser cientfica(AREND T, 2002, p. 78-90).

    Pensar es especular con sentido. Y cmo el sentido de la vida

    o de tal experiencia es algo estrictamente personal y subjetivo,

    por eso mismo, cuando dicho sentido va ms all de cualquier

    inters privado y pretende algo ms universal, sea la verdad, la

    belleza o a lgn otro ideal, pudiera interpretarse como revelacin

    de cierta condicin divina en lo humano, llmese nous, lo a prio-

    ri o algo ms. Arendt lo asocia al eros: Concluimos que slo lagente inspirada por este eros, este amor deseoso de sabidura,

    belleza y justicia, es capaz de pensamiento esto es, nos queda-

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    Sissi Cano Cabildo

    114 Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    mos con la naturaleza noble de Platn como un requisito para el

    pensamiento (AREND T, 1995, p. 129).

    Para la filsofa de Knigsberg el pensamiento es autosufi-

    ciente, no depende de la opinin de los dems como el juicio. S i

    el pensamiento requiere algo, en todo caso ser a la memoriapara recordar y replantearse lo acontecido repetidas veces; y en

    este sentido, pensar es re-pensar y post-pensar . Y al replantear-

    nos una y tantas veces algn problema o alguna idea, de una u

    otra forma, uno acaba reviviendo el pasado como si uno estuvie-

    ra ag radecido de haber vivido ta l situacin. Tal vez por eso H ei-

    degger consideraba que denken(pensar) y danken (agradecer)

    esencialmente eran lo mismo.

    El pensamiento se mueve entre universales y esencias invisi-

    bles, no produce resultados concretos; es fuente incesante depreguntas sin respuestas. Arendt compara el proceso de pensar

    con el perpetuo tejer y destejer de Penlope. Esta capacidad no

    descubrir de una vez por todas lo que sea el bien y el mal ni

    proporciona algn mandato o proposicin moral, no confirma

    ms bien disuelve las reglas de conducta establecidas. Pero en-

    tonces para qu sirve? que el pensamiento o los gra ndes pen-

    sadores no puedan dar respuestas absolutas a los principales

    cuestionamientos humanos pudiera desanimar cualquier bs-queda al respecto. Arendt desconfa que pueda existir alguna

    forma de conocimiento que alcance la verdad absoluta y ms

    an, considera pedantes y peligrosas a los pilares de la verdad

    (bien, civilizacin, progreso, honor, etc.) si muchos de ellos han

    legitimado injusticias, muertes y guerras. Los errores ms ter-

    ribles han sustituido a las verdades ms conocidas (AREND T,

    2001a, p. 21).

    Arendt no pretende prescribir valores sino subrayar la apti-

    tud para interrogar todo valor, aptitud que constituye el carc-ter fundamental del pensamiento. No puedo decirles clara y

    explcitamente y odiara hacerlo cules son las consecuen-

    cias para la poltica actual del modo de pensar que intento, no

    adoctrinar sino suscitar o despertar entre mis estudiantes. Pero

    esperara que aquellas cosas extremas que son la consecuencia

    concreta de la fa lta de pensamiento no puedan aflorar (AREN-

    D T, 1995, p. 145).

    La aptitud para interrogar cualquier valor, pensar y repensaren estas cosas impide tener una a ctitud to talmente pasiva, sumi-

    sa u obediente hacia lo que digan los dems y permite a la vez,

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    Sentido arendtiano de la banalidad del mal

    115Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    ejercer el derecho a la denuncia y a la crtica, que viene muy bien

    para la efectividad de los derechos humanos.

    La conciencia de s no es lo mismo que el pensamiento pero

    sin ella el pensamiento no sera posible, pasa que el pensamiento

    es un dilogo interior con uno mismo q ue construye poco a pocouna voluntad autolegisladora, lo que garantiza cierta autonoma.

    Autonoma que se construye mediante criterios hilvanados a uno

    mismo que derivan por suerte en compromisos con uno mismo .

    El ser ms autnomo es el ser ms comprometido. Por el contrario,

    la falta de pensamiento facilita la heteronoma, con lo cual, expone

    la propia vida a normas y preceptos externos, de la calidad que

    sean. Qu podra esperarse de alguien que acepta cualquier idea,

    que cree cualquier cosa? sera como pactar con nios, Kant consi-

    deraba minora de edad a la incapacidad de servirse del propioentendimiento sin la direccin de otro (KANT, 1988, p. 17).

    S egn Arendt, a lo largo de la historia los menos inclinados a l

    pensamiento fueron generalmente los ms dispuestos a obede-

    cer, los que abrazaron con ms firmeza el viejo cdigo fueron

    tambin los ms ansiosos por asimilar el nuevo cd igo, mientras

    que quienes parecan los elementos menos fiables del antiguo

    orden fueron los menos dciles (AREND T, 2002, p. 200). D e lo

    que podramos inferir que pareciera ms confiable aquel queejerza su pensamiento con autonoma y habra que ver la rareza

    de tal condicin. No es gratuito que Lutero dijera que el hom-

    bre necesita de Dios porque necesita de alguien en quien con-

    fiar . Mientras que Arendt se queda en el mundo humano con-

    tingente para encontrar a alguien en q uien confiar, siempre que

    ese alguien sea, por supuesto, un ente pensante. D e hecho, Arendt

    confa en el ser humano, desde el momento en que reivindica el

    sentido digno de la poltica aristotlica y criterios redentores como

    la libertad , la promesa, el perdn, la philay la solidaridad. Perobueno, por lo pronto slo me interesaba dejar ver que las rela-

    ciones humanas personales y pblicas son autnticas y confia-

    bles si y solo si las han creado entes con autonoma de pensa-

    miento; de otra forma, tendramos diplomacia, patrimonialismo

    o servilismo, pero no relaciones humanas dignas, ni autntica

    participacin poltica.

    La ausencia de pensamiento es un factor poderoso en los

    asuntos humanos, desde el punto de vista estad stico el ms pode-roso, y no slo en la conducta de la ma yora, sino en la de todos

    (AREND T, 2002, p. 93).

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    Sissi Cano Cabildo

    116 Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    BANALIDAD D EL MAL

    Antes de abordar el concepto de banalidad del mal que sos-

    tiene Arendt en su obra Eichmann en Jerusaln, publicada por

    primera vez en 1963, es importante puntualizar su antecedente:el concepto de mal radical que Arendt dej ver en la segunda

    edicin de Los orgenes del Totalitarismo de 1958 y que per-sistir en la tercera edicin: Podemos decir que el mal radical

    ha emergido en relacin con un sistema en el que todos los hom-

    bres se han tornado igua lmente superfluos (AREND T, 2001b,

    p. 557).

    Aunque Arendt misma seala que el concepto de mal radi-

    cal ya haba sido a cuado por Ka nt (AREND T, 2002, p. 350),

    la autora le da un giro semntico al concepto. El sentido aren-dtiano del mal radical bsicamente se refiere a la considera-

    cin de los seres humanos como superfluos, consideracin

    por la que se asumen decisiones rad icales e indolentes respecto

    a los dems, como si los otros fueran cosas y ni siquiera cosas

    importantes, sino cosas de ms.

    Despus del seguimiento histrico-poltico de totalitarismo

    que Arendt realiza en su obra, la autora sostiene que podemos

    hablar de mal radical cuando alguna persona o grupo se atre-ven a usar, t raicionar y hasta mata r a o tros sin remordimientos,

    como si desde una insolente indolencia la existencia de los de-

    ms no les interesara, soslayando un principio tico mnimo:

    que cualquier ser humano merece respeto.Pero posteriormente,

    a partir del estudio del caso Eichmann, ca mbia su enfoque de la

    maldad para referirse a la banalidad del mal en el que la pre-

    misa central pasa a ser la falta de pensamiento, por la que los

    hombres pueden aceptar irreflexivamente cualquier criterio, por

    cruel que sea.Richard J. Bernstein sostiene que el concepto arendtiano del

    mal rad ical es compatible con su concepto posterior de la ba-

    nalidad del mal en cuanto que ambos se refieren a considerar

    superfluos a los seres humanos y a erradicar las condiciones

    para vivir la vida propiamente humana. S in embargo, reconoce

    que hubo un cambio de enfoque al respecto, en cuanto que la

    nocin central del ma l radical es lo superfluo mientras que des-

    pus de presenciar el juicio de Eichmann desplaza su atencin ala idea de irreflexividad (BERNSTEIN, 2000, p. 253). De cual-

    quier forma, me parece que el concepto banalidad del mal tam-

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    Sentido arendtiano de la banalidad del mal

    117Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    bin contiene el sentido de lo humano implcito en el concepto

    arendtiano del mal radical en cuanto que la trivialidad por la

    que se puede aceptar cualquier idea por a bsurda que sea supone

    tambin cierta indiferencia hacia quienes les afectan esas ideas,

    como si los seres humanos en cuestin no importaran, como sifueran superfluos.

    Ahora bien, este concepto de la bana lidad del mal y de todo

    el libro sobre Eichmann fue muy polmico e incluso hubo recha-

    zos radicales por ejemplo, por parte de G olo Mann y de G eorge

    S teiner. Quien ms se ha toma do la tarea de sealar los errores

    punto por punto fue J. Robinson en And the crookedshall bemade straight: the Eichmann trial, the jewish catastrophe, andHannah Arendts narrative. Se organizaron actos pblicos de

    denuncia de las tesis de Arendt, en alguno de los cuales tomparte el propio fiscal del juicio para sugerir que no se publicara

    el juicio.

    Otra de las censuras fue por parte de G reshom S cholem, que

    en una de sus cartas a Arendt le critica entre muchas cosas su

    concepto de banalidad del mal porq ue le parece un simple slo-

    gan, una tesis contradictoria respecto a lo que sostena en su

    libro sobre el totalitarismo. De lo que Arendt responde que:

    Llevas razn: he cambiado d e parecer y ya no hablo del mal radical.(...) (Lo que no me queda claro, dicho sea de paso, es por qullamas slogan al giro banalidad del mal. Que yo sepa, nadie haempleado hasta ahora esa expresin; pero da igual). Mi opinin eshoy, en efecto, q ue el mal nunca es ser ra dical, q ue es slo extre-mo y q ue no posee ni profundidad ni dimensin demonaca ningu-na. Puede proliferar y a rrasar el mundo entero precisamente por-que se extiende como un hong o en la superficie. D esafa a l pensa-miento, segn dije, porque el pensamiento trata de alcanzar a lgunaprofundidad, de ir a la raz, y en el momento en que se ocupa del

    mal se ve frustrado porq ue ah no hay na da. Tal es su bana lidad.S lo el bien tiene profundidad y puede ser rad ical. (.. .) El modeloconcreto de lo que tengo en mente, seguir siendo sin duda Eich-mann. (AREND T; S H OLEM , 1998, p. 19)

    Arendt parece olvidar que anteriormente la banalidad ya

    haba sido considerada un factor explicativo de la maldad . En

    1946, q uince aos antes de Eichmann en Jerusaln, Ja spers leescribe una carta a Arendt dicindole que:

    U sted dice que lo q ue hicieron los nazis no se puede entender comocrimen. No me siento muy cmodo con ese punto de vista (...)Me parece que tenemos que entender esos fenmenos en su total

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    Sissi Cano Cabildo

    118 Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    banalidad, en su trivialidad prosaica, porque eso es lo que los ca-racteriza realmente. Las bacterias pueden causar epidemias quedevasten naciones enteras, pero siguen siendo simples bacterias.(AREND T; JAS P ERS , 1992, p. 54 y 62)

    La terrible veracidad de este comentario podra confirmarseuna y mil veces en la historia: muchos criterios prosaicos han

    llevado al asesinato, a la violencia o sencillamente a la indolen-

    cia. Las ideas pueriles no dejan de ser peligrosas. Cuntos de

    los ismos y de las buenas intenciones por los que se ha lu-

    chado en la historia poltica tienen altura espiritual o por lo me-

    nos consistencia racional, o ya mnimamente coherencia?

    No es retrica evocar al pensamiento para prevenir catstro-

    fes porque realmente nos prevee de una conciencia moral acei-

    tada que acepte cualquier insensatez. A Eichmann por ejemplo,le caracterizaba su incapacidad para pensar; se abstena de juz-

    gar de manera responsable, un mal engendrado por la bana lidad

    de sus objetivos de vida. Pero claro, el no tener la intencin ni la

    deliberacin profunda de hacer dao, no significa que no poda-

    mos hacer dao. D e hecho, para Arendt a lo largo de la historia

    se ha hecho mucho dao sin tener la intencin clara y explcita

    de ello. El extremo pecado como el mal voluntariamente desea-

    do son tan raros, incluso ms ra ros que las buenas acciones. Las leyes y todas las instituciones duraderas se arruinan no

    slo por la embestida de la maldad elemental, sino tambin por

    el impacto de la inocencia absoluta (AREND T, 1988, p. 85).

    Por falta de reflexin es que el ser humano puede aceptar

    ideas cortas como buenas y ha sta enorgullecerse de ellas. Vea-

    mos algunos ejemplos. S hopenhauer present en el Arte del buenvivira la sfilis y al mantenimiento de duelos por causas de ho-nor dos enormes atrasos si se piensa en la Ilustracin como

    sntomas del mal caracterstico de su poca. Otro ejemplo se-ran los carteles de las cocinas de Auschwitz que decan: Hay

    un camino ha cia la libertad. S us hitos se llaman obediencia, labo-

    riosidad, limpieza, honradez, sinceridad y amor a la patria (BIL-

    BENY, 1993, p. 34). Qu significado tuvieron estos valores en

    el cdigo nazi y qu nivel de anlisis hizo posible la aceptacin

    de estas ideas? Otro ejemplo de los peligros de la irreflexin se

    deja ver en la credibilidad popular de ciertos ismos que no so-

    portaran un anlisis lgico y q ue sin embargo, han movilizadomasas. En los captulos V y VI de La guerra de Asia, Chomskyrefiere la declaracin de William Calley, el oficial que dirigi la

  • 7/26/2019 Sentido Arendtiano de La Banalidad Del Mal

    19/30

    Sentido arendtiano de la banalidad del mal

    119Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    matanza del pueblo vietnamita de My Lai, en Marzo de 1968:

    que no haba ido a la guerra para usar el sentido comn sino pa-

    ra cumplir rdenes, ni haba ido a matar seres humanos sino a

    matar la ideologa representada por ellos; todo en nombre de su

    pas, Estados U nidos de Amrica. Tambin tenemos el caso deS talin, por lo q ue relata Norbert Bilbeny,q uien en la Conferen-

    cia de Tehern, junto a Churchill y Roosevelt, brind con enor-

    me satisfaccin por la liquidacin inmediata de por lo menos

    cincuenta mil prisioneros a lemanes (BILBENY, 1993, p. 23). Y po-

    dramos seguir con m s ejemplos lamentablemente, pero no ms.

    Ahora bien, si es cierto que Arendt seala los peligros de la ir-

    reflexin, no por ello sigue el optimismo socrtico de que el cono-

    cimiento del bien garantice actuar bien, si ni siquiera confa en

    que se pueda alcanzar dicho conocimiento (como ya lo comenten prrafos anteriores); tampoco sigue con la idea socrtica de

    que el mal sea causado por la ignorancia. No es propiamente la

    ignorancia lo que causa la maldad en cuanto que la falta de in-

    formacin no implica necesariamente incapacidad de autorre-

    flexin, q ue propiamente es lo q ue causa la maldad .

    Segn Arendt, la ausencia de pensamiento puede encontrar-

    se tanto en personas ignora ntes como en personas con alto nivel

    informativo y lamentablemente esto lo podramos constatar enla cantidad de personas inteligentes que hay en la sociedad con-

    tempornea y que sin embargo, no tienen claridad conceptual

    de los valores que rigen su propia vida ni del sentido de su pro-

    pia existencia. Y es una pena que muchos de los males de nues-

    tro siglo quiz pudieran solucionarse si se superara la apata

    moral de tantas personas de alto nivel intelectual.

    Arendt no sigue a K ant, al considerar q ue la incapacidad para

    pensar no es estupidez, q ue puede encontra rse en gente muy in-

    teligente y que la maldad difcilmente es su causa.

    Ausencia de pensamiento no quiere decir estupidez; puede encon-trarse en personas muy inteligentes, y no proviene de un mal cora-zn; probablemente sea a la inversa, q ue la maldad puede ser cau-sada por la ausencia de pensamiento. (AREND T, 2002, p. 24)

    Cmo explicar que la solucin final fuera planeada por

    cientficos de alto rango en la C onferencia de Wannsee, q ue emi-

    nentes mdicos se ofrecieran para practicar la castracin de 4000individuos al da o que Hans Frank, de rango intelectual incom-

    para blemente superior al de Eichmann, confesara ser quien diri-

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    Sissi Cano Cabildo

    120 Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    gi el exterminio en Po lonia ante el tribunal de Nuremberg, con

    la misma frialdad q ue Eichmann? (BILBENY, 1993, p. 23 y 85).

    Para Arendt, la ignorancia no es la causa de la maldad, ni la

    maldad es la causa de la estupidez, ms bien considera que la

    ausencia de pensamiento puede llevar a decisiones frvolas, indo-lentes y/o ambigas, de lo que puede resultar la banalidad del

    mal. Me parece que el enfoque arendtiano de la banalidad del

    mal est presente en lo que Norbert Bilbeny refiere como una

    suerte de idiotismo moral donde no hay algn tipo de disca-

    pacidad mental sino inaplicabilidad del juicio prctico (BILB ENY,

    1993, p. 22). Veamos el caso que relata Susan Sontag en su

    obra Ante el dolor de los dems, cuando a principios de 1994el fotoperiodista ingls Paul Lowe present una exposicin de

    fotografas de Sarajevo y de Somalia; los habitantes de Saraje-vo, si bien estaban deseosos de ver nuevas fotos de la destrucci-

    n continuada de la ciuda d, se ofendieron por la inclusin de las

    imgenes somales. Qu premisas o qu estructura lgica ope-

    r en la mente los bosnios para subestimar a otras razas? Sin

    duda haba un matiz racista en su indignacin, la gente en S ara-

    jevo nunca se cans de sealar a sus amigos extranjeros que los

    bosnios son europeos (Cf. S ONTAG , 2003, p. 130-1).

    A principios del s. XIX Philippe Pinel clasific como manasin delirio el inslito comportamiento irracional en personas

    con fa cultades de raciocinio intactas. Por ejemplo, Bilbeny refie-

    re el caso de Mengele el ngel de la muerte (como le llama ban

    en Auschwitz) q uien ejerci una criminalidad celosa de medidas

    de correccin, al punto de ordenar que el parto fuera impecable,

    antes de enviar a una madre y a su recin nacido al crematorio

    (BI LBE NY, 1993, p. 32). P ritchard le llam a este tipo de com-

    portamiento locura moral , Morel le llam locura de los dege-

    nerados , Kurt S chneider los consideraba ms bien personali-dades psicopticas , S cholz le llam anestesia mora l y Tramer

    cuadro hipotico (BILBENY, 1993, p. 44 y 64), entre otros.

    Claro que detenernos en cada uno de estos enfoques psiquitri-

    cos exigira todo un trabajo especializado. Por el momento, mi

    intencin ms bien era dejar ver que la Psiquiatra tambin ha

    detectado como altamente peligrosos a los efectos de la irrefle-

    xin en el mbito moral: la frialdad de su carcter errtico, inca-

    pacidad de sentir culpa o a rrepentimiento, irresponsabilidad , in-capacidad de escuchar crticas, necedad, intransigencia e irrita-

    bilidad ante las diferencias.

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    Sentido arendtiano de la banalidad del mal

    121Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    En a lguna carta Blucher le escribi a Arendt: cuando la estu-

    pidez se vuelve terquedad acaba convirtindose en maldad o en

    cualquier caso, no puede distinguirse de la maldad (ETTIN-

    G ER, 1995, p. 119). La mentablemente sobran ejemplos de cmo

    muchos casos de egosmo y de violencia han sido provocadospor el argumento infantil: Porque lo digo yo . La Psicologa ha

    dado constancia de que cundo no se quiere aceptar a lguna idea

    o acontecimiento puede darse cierto bloqueo mental, sin que

    haya alguna lesin cerebral o algn tipo de demencia. An cuan-

    do una persona pueda procesar el modus ponens y silogismos

    ms sofisticados, si no q uiere aceptar x idea y slo por el he-

    cho de que no quiere aceptar x idea, seguramente de nada

    servirn mil y un argumentos a l respecto para hacerle entender.

    Un dicho popular dicta que no hay mejor ciego que el que noquiere ver.

    D e ah que la apertura de pensamiento y de la a utocrtica sea

    de gran importancia no slo para la investigacin humanstica

    sino que resulta fundamental para garantizar cierto nivel de jus-

    ticia en la convivencia con los dems. Pocos son los psiquiatras

    que no suscribiran que si al menos hubiese reflexionado, el

    ndice de violencia fsica y psicolgica disminuira considerable-

    mente. El pensar prctico est en el origen de la responsabilidady sin embargo, no reparamos en el pensar prctico como un re-

    medio contra la irresponsabilidad.

    Probablemente desde Scrates, el pensamiento se entendi

    como el dilogo interior con el que uno habla consigo (eme emau-

    t) y a unque este dilogo ca rece de toda manifestacin externa e

    incluso requiere un cese ms o menos completo de las dems acti-

    vidades, constituye por s mismo un estado grandemente activo.

    Pensar por uno mismo (Selbstdenken), dialogar con uno mis-

    mo supone cierto examen de conciencia que nos previene deaceptar algn sentido banal de la ma ldad y llevarlo a ca bo sin re-

    mordimientos. Cuntos crmenes se han cometido por el des-

    honor ? , guerra contra el terrorismo? D ostoievsky, por ejem-

    plo, cuenta que en Siberia, entre docenas de asesinos, violado-

    res y ladrones, nunca conoci a un solo hombre que admitiera

    haber obrado mal.

    Arendt no cree que el pensamiento nos garantice distinguir

    de forma definitiva el bien del mal pero por lo menos, nos prote-ger de asumir cualquier criterio pueril de los valores que rigen

    nuestras vidas. La introspeccin en uno mismo es el puente ha-

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    Sissi Cano Cabildo

    122 Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    cia la interiorizacin de los dems y si bien es cierto que no ga-

    rantiza conocer al ser humano en su totalidad, por lo menos nos

    ampla el sentido crtico para prevenirnos de cualquier manipu-

    lacin. En el proceso de Eichmann y en los Juicios de Nurem-

    berg fue muy evidente que muchos de los nazis no fueron capa-ces de distinguir lo justo de lo injusto y mucho menos fueron ca-

    paces de valerse de su propio juicio.

    Claro que nadie quiere sentirse mal, quin deseara tener

    que convivir con un mentiroso o con un asesino? Pero no deja

    de ser impresionante los efectos del idiotismo moral porque pare-

    ciera anestesiar los sentimientos de quienes pueden hacer tanto

    dao sin sentirse afectados por ello. Richard Rorty relata cmo

    en Bosnia Petrovac, un musulmn fue obligado a corta rle el pene

    con los dientes a otro musulmn y lo explica a partir de que losasesinos y violadores serbios no crean estar violando los dere-

    chos humanos porque suponan que tales cosas no se las esta-

    ban haciendo a seres humanos como ellos sino a musulmanes;

    segn ellos, nunca se comportaron de un modo inhumano sino

    slo estaban diferenciando a los seres humanos verdaderos de

    los falsos (Cf. RORTY, 1995). En estos y muchos otros casos

    pareciera que algunas personas carecen de sensibilidad, imagi-

    nacin y pensamiento; de lo que obviamente sera imposible espe-rar responsabilidad moral.

    Los efectos de la falta de pensamiento se dejan ver no sola-

    mente en el mbito intelectual sino en la vida prct ica. E l pensa-

    miento nos puede prevenir de actuar mal, aunque no tota lmente

    porque es posible actuar mal a sabiendas de ello; pero eso no

    quita la importancia del efecto preventivo del pensamiento. El

    examen de conciencia rechaza la idea de hacer el mal porque

    aunque parezca tautolgico, uno se siente mal cuando acta mal.

    El mal es execrable, siempre que el sentido de la maldad haya si-do comprendido por reflexin propia, claro. Lamentablemente

    la ma ldad tiene otras tanta s formas de manifestarse que pueden

    ser ms sofisticadas de realizar y de comprender pero de cual-

    quier forma sigue viable la posibilidad de que al dialogar con

    uno mismo, uno pueda valorar las propias acciones y sentirse

    mal por hacer lo que suponemos que est mal , aun cuando di-

    cha suposicin no corresponda a un a lto concepto propiamente

    filosfico de la maldad . D e hecho, todos lo hacemos conscienteo inconscientemente. Scrates ya haba sealado q ue la vida huma-

    na nunca es moralmente neutra, siempre est sometida a examen.

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    Sentido arendtiano de la banalidad del mal

    123Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    Ahora que, lo deseable sera que los criterios axiolgicos de

    cada uno de nosotros sean construidos a partir de la crtica y el

    dilogo, lo que Charles Taylor llama fuerte evaluacin : las esti-

    maciones ms estables de la conciencia comn q ue por su estru-

    ctura binaria, distinguen cada una a su manera entre el bien y elmal (TAYLOR, 1989, p. 18). D istincin q ue en mi opinin, ha de

    estar presta siempre al debate pblico como una forma de preve-

    nirnos del maniquesmo fascista o de la severidad jacobina.

    Por otra parte, la necesidad de estar en consonancia con uno

    mismo constituye para Arendt la fuente de lo que se llama con-

    ciencia. Conciencia significa conocer conmigo y por m mis-

    mo , una suerte de conocimiento q ue se actualiza en cada pro-

    ceso de pensamiento (AREND T, 2002, p. 31).

    Segn Scrates, como debo convivir conmigo mismo y enrealidad soy la nica persona de quien jams podr separarme y

    cuya compaa deber soportar eternamente, no deseo conver-

    tirme en asesino, ni pasarme la vida acompaada de un asesino.

    Es mejor que mi lira est desafinada y que desentone de m,

    e igua lmente el coro q ue yo dirija, y que muchos hombres no es-

    tn de acuerdo conmigo y me contradigan, antes de que yo, que

    no soy ms que uno, est en desacuerdo conmigo mismo y me

    contradiga (P LATN, 1992, p. 79).D esde un enfoque similar, Aristteles consideraba que la cohe-

    rencia est implcita en la bondad y as mismo, es propio de las

    personas perversas estar en conflicto consigo mismas (ARIS-

    TTELES, 1995, p. 361). Pero Arendt no cree en eso, deca

    que la gente mala, diga lo que diga Aristteles, no est llena de

    remordimientos (AREND T, 2002, p. 91); porq ue quien desco-

    noce la relacin silenciosa del yo consigo mismo no le preocu-

    par en absoluto contradecirse a s mismo.

    Eichmann y muchos otros naz is tampoco padecieron de arre-pentimiento, nunca se sintieron mal por sus crmenes, al contra-

    rio, parecan orgullosos de cumplir con su misin.

    Todo lo que hay que hacer es no iniciar nunca este di logo silencio-so y solitario que llamamos pensar, no regresar nunca a casa ysometer las cosas a examen. Esto no es una cuestin de maldad ode bondad , as como tampoco se trata de una cuestin de inteligen-cia o de estupidez. A quien desconoce la relacin d el yo y m mismo(en la que examino lo que digo y lo q ue hago) no le preocupar enabsoluto contra decirse a s mismo, y esto significa que nunca sercapaz de dar cuenta de lo que dice o hace, o no querr ha cerlo; ni le

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    Sissi Cano Cabildo

    124 Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    preocupar cometer cualquier delito, puesto q ue puede estar segu-ro de q ue ser olvida do en el momento siguiente. (AREND T, 1995,p. 135)

    Por el contra rio, C laude Eatherly, el piloto del avin q ue arroj

    la bomba sobre Hisoshima y que fue capaz se sufrir la culpaatroz al respecto, por lo que refiere el exmarido de Arendt que

    realizaba idntica tarea respecto de Claude, cuando Arendt enca-

    raba la investigacin de Eichmann. A Eatherly y a sus copilotos

    los recibieron como hroes, fueron condecorados porq ue con su

    misin sellaron la derrota del enemigo y lograron la victoria to-

    tal en la segunda guerra mundial. Pero Eatherly se volvi loco,

    literalmente loco por un sentimiento de culpa implaca ble. Nad ie

    lo escuchaba, se desequilibraba porque su espanto era devuelto

    con felicitaciones, con lo que el horror se le volva locura y lodiagnosticaron como sntoma de fatiga de guerra . Tuvo varias

    internaciones infructuosas, sala del hospital para asa ltar un ban-

    co sin llevarse el dinero. Aparentemente lo que le interesaba era

    que lo acusasen de algn delito porq ue lo otro, el megadelito del

    megacrimen era festejado como un triunfo. Vivi en hospitales

    psiquitricos por ms de diez aos.

    En Burning conscience, G nther Anders, militante de gru-

    pos pacifistas que bregaban por el desarme nuclear, dijo queEatherly fue el primer culpable-inocente de los inicios de una

    tercera guerra mundial y le agradece su sufrimiento porque su

    pesadilla es una esperanza para el futuro. Encontrar a alguien

    como Eatherly, que fue capaz de sufrir por el dolor que haba

    provocado en los dems, dignifica la condicin humana q ue pare-

    ca ya muy devaluada despus de la segunda guerra mundial

    (Cf. ABRAHAM, 2002, p. 209).

    Por qu Eatherly no fue tan indolente como Eichmann? S i-

    guiendo a Arendt, diramos que Eatherly se atrevi a hacer exa-men de conciencia y sufri la condena del autodesprecio y de la

    aversin interior. Mientras que Eichmann pareca que nunca se

    atrevi a pensar por s mismo, por lo que nunca se cuestion si

    estuvo bien o mal lo que hizo, con lo cual, nunca padeci de re-

    mordimientos de conciencia.

    Durkheim (1998) deca en el captulo I de El suicidio, queen los pases donde hay menos locos son donde hay ms suici-

    dios (p. 41). Pa sa q ue, a veces la consciencia y la autoconcienciapueden rebelar monstruos interiores y eso puede resultar tan in-

    soportable que puede llevar a l suicidio o a la evasin de la reali-

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    125Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    dad, llmese locura, como le ocurri a Eatherly; pero este tipo

    de experiencias no siempre tienen un final tr gico, de la terrible

    experiencia de sentirse mal por actuar mal, tambin puede deri-

    var el inters por mejorar mora lmente. Y esto es ms esperanza-

    dor q ue la idiotez moral de Eichmann.

    nicamente la pura y simple irreflexin que en modo alguno pode-mos equiparar a la estupidez fue lo que le predispuso a convertir-se en el mayor crimina l de su tiempo. Y si bien esto merece ser cla-sificado como banalidad, e incluso puede parecer cmico, y nisiquiera con la mejor voluntad cabe at ribuir a Eichmann d iablicaprofund idad . (AREND T, 1999, p. 434)

    Pero si aceptamos la incapacidad de pensar en Eichmann,

    prcticamente estaramos d iciendo q ue Eichmann es un disca-pacitado o peor an, que ni siquiera es un ser humano. Recor-

    demos la idea aristotlica segn la cual, una de las cualidades

    que le faltan a los esclavos para poder ser considerados seres

    humanos era la facultad de elegir deliberadamente.

    En una carta q ue Mary McC arthy le escribe a Hanna h el 9 de

    Junio de 1971, le dice que:

    lo que ests d iciendo es que Eichmann ca rece de una cua lidad hu-

    mana intrnseca, la capacidad de pensar, de tomar conciencia: laconciencia. P ero, entonces, no es sencillamente un monstruo? S iadmites que es malvado de corazn, le ests dejando cierta liber-tad, y eso nos permite cond enarlo. (AREND T; McC ARTH Y, 1999,p. 351)

    Al respecto, me parece que habra q ue recordar q ue para Aren-

    dt todos los seres humanos tenemos la capacidad del pensamiento

    pero que la ejerzamos o no ya depende de la voluntad de cada

    quien. En La vida del esprituArendt menciona explcitamente

    que las act ividades espirituales se llevan a cavo o no segn la vo-luntad del sujeto (C f. AREND T, 2002, p. 94). Quin nos pue-

    de prohibir pensar por s mismo? Supongo que nadie. Aunque

    ya lo d ifcil sera llevar a cabo lo que pensamos, sobre todo en si-

    tuaciones-lmite donde es imposible que los individuos sean con-

    gruentes, pero parece ser que ste no fue el caso de Eichmann.

    Por supuesto que Arendt siempre reconoci que Eichmann

    era un ser humano y que por eso mismo tena la capacidad de

    pensar, por lo que pudo actuar de forma responsable, esto es,con la posibilidad de prever los efectos del propio comporta-

    miento y corregir el comportamiento mismo a partir de tal pre-

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    Sissi Cano Cabildo

    126 Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    visin, pero si particip irreflexivamente en el genocidio fue por-

    que as lo q uiso (sea por pereza, por conveniencia o por la razn

    que sea). As que, la irresponsabilidad de Eichmann no le res-

    ta imputabilidad.

    Rorty pareciera ser ms condescendiente que Arendt al sos-tener que las malas personas son as porque no fueron tan

    afortunadas en las circunstancias de su crianza (Cf. RORTY,

    1995, p. 74). Mientras que Arendt siempre defendi el sentido

    tico de la libertad individual (tema que abordar en el tercer

    aparta do de este captulo), por lo que consider q ue Eichmann,

    como cualquier ser humano que no est en situaciones-lmite,

    tuvo la libertad de decir NO y hacer otra cosa con su vida. Re-

    cordemos que una accin es censurable si el agente pudo abste-

    nerse de realizar dicha accin; y parece ser que Eichmann pudoabstenerse pero no lo hizo, y por eso es que fue condenado.

    Eichmann fue un claro ejemplo de cmo por falta de pensa-

    miento a lguien puede participar en la burocrat izacin de la ma l-

    dad, donde las maquinarias administrativas parecen obnubilar

    la responsabilidad individua l, donde los subalternos desde la je-

    rarq uizacin de funciones tramitan la responsabilidad final a las

    lites.

    Habra muchos Eichmann en potencia durmiendo dentrode los ganadores de la sociedad hipertecnificada? Arendt re-

    chazaba la idea de que hay un Eichmann en cada uno de noso-

    tros. Bernstein (2001) cuenta que cuando alguien quiso atri-

    bursela, Arendt respondi: Siempre he odiado esta idea de un

    Eichmann en cada uno de nosotros. Es simplemente falsa. Tan

    falsa como la afirmacin contraria, que Eichmann no est en

    nadie (p. 38).

    Para Arendt todos los seres humanos somos libres. Ningn

    ser humano es efecto necesario de algn fa talismo histrico y/obiolgico, de manera que ni Eichmann ni nadie representan el

    paradigma fatal de la conciencia humana.

    Lo que s ocurre es que todos tenemos la libertad de actuali-

    zar o no las potencialidades espirituales y en este sentido, pode-

    mos ejercer o no el pensamiento. Pero el problema es que actua-

    lizar o no nuestras posibilidades humana s siempre repercute en

    los dems, lo queramos o no, y es prudente darse cuenta de ello.

    La autonoma de nuestras capacidades no se traduce en inde-pendencia de sus efectos; veamos q ue por falta de pensamiento,

    de juicio o de voluntad, podemos atentar contra los dems. Es

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    Sentido arendtiano de la banalidad del mal

    127Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    as que debemos y podemos ser juzga dos de responsables o irres-

    ponsables.

    Uno de los grandes problemas planteados en el proceso de

    Eichmann, comn a todos los modernos ordenamientos jurdi-

    cos, fue que para la comisin de un delito es imprescindible queconcurra el nimo de causar dao y cuando dicho nimo no

    concurre por las razones que sean, incluso las de la locura mo-

    ral, que el sujeto no pueda d istinguir entre el bien y el mal, con-

    sideramos que no puede haber delito. Desde este enfoque Eich-

    mann pudiera interpretarse como inocente porque pareca no

    haber actuado con alevosa pero Arendt considera que tambin

    deben ser condenados los actos cometidos por estupidez. En es-

    te aspecto, Berstein sost iene que el juicio de Arendt sobre Eich-

    mann llev a una reelaboracin del concepto de responsabilidadmoral a l afirmar que la responsabilidad ya no estaba intrnseca-

    mente ligada a la intencin criminal. El proceso oblig a poner

    en duda la idea de que un delito es reconocido como ta l si lo co-

    metieron con la intencin de causar dao; sobre todo en los reg-

    menes tota litarios donde la responsabilidad moral ya no puede

    limitarse a los iniciadores del mal sino que tambin hay que te-

    ner en cuenta a los agentes y a los coadyuvantes del mal. Para

    Arendt Eichmann es moral y legalmente culpable de los crme-nes que cometi aunque no hubiera ma tado con sus propias ma-

    nos por lo que finalmente se mostr a fa vor de la pena de muerte

    para Eichmann. Ya detenernos en analizar si es correcto estar a

    favor de la pena de muerte sera comprometernos en otro tema

    de investigacin q ue bien nos distraera del tema centra l de este

    traba jo, tema que podra ser muy cuestionado en una pensadora

    que tambin reivindicaba el perdn, sin embargo, mi intencin

    slo era dejar ver que Eichmann fue considerado culpable para

    Arendt a part ir del reconocimiento de la libertad y es que para laautora juda, cada hombre es libre y por lo tanto, responsable de

    sus actos y de sus pensamientos. Dejar el tema de la libertad

    con libertad para otro momento.

    C ONCLUSIN

    Para Arendt el pensamiento (Denken) es la actividad espiri-tual de la autorreflexin.

    Arendt no considera que el pensamiento nos pueda garanti-

  • 7/26/2019 Sentido Arendtiano de La Banalidad Del Mal

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    Sissi Cano Cabildo

    128 Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    zar la mxima altura de algn ideal pero s supone que el hom-

    bre puede caer en la estupidez por falta de pensamiento, lo que

    puede ser tanto o ms peligroso que el sadismo declarado; tesis

    que Arendt sostuvo despus de estudiar el caso Eichmann, una

    de las principales cabezas de la burocracia nazi y que muri conla idea de no haber actuado ma l, muy por el contrario, siempre

    se mostr satisfecho y orgulloso de s mismo.

    D esde este enfoque, el pensamiento tiene una importante fun-

    cin preventiva en el mbito tico-poltico, en cuanto que la au-

    torreflexin nos previene de la banalidad del mal y con esto,

    de la a mbigedad del concepto de maldad q ue suponen algunas

    personas, que les hace manipulables a cualquier concepto su-

    perficial de lo bueno y de lo malo; banalidad q ue no minimiza la

    crueldad de sus efectos en lo privado y en lo pblico.El ejercicio del pensamiento no depende del nivel informati-

    vo del Sujeto, ni de cualquier otro factor cultural, sino bsica-

    mente de su libertad. Lo que deviene en mayor responsabilidad

    para el Sujeto pero tambin en una rfaga esperanzadora para

    la apropiacin de algn peldao hacia el progreso.

    En un mundo con tantos prejuicios sociales y religiosos, con

    tanta informacin tergiversada por los medios de comunicacin

    y con tanta demagog ia poltica, a sumir la duda socrtica nospuede alertar o prevenir de criterios perniciosos. Despus de

    todo, ninguna reflexin est de m s...

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    Sentido arendtiano de la banalidad del mal

    129Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004

    ABSTRACT

    Arendt talk abaut banality of badness in Eichmann inJerusalem to refer the ambiguous criteria of badnesswhich lead to ma nipulations people; so much people canfollow frivolous concept of goodness and badness, and itbana lity don t d iminish the cruelty abaut consequences.It arendtian s sence dont try to explain the universal senceof the ba dness, its only a c riticism abaut the triviality ofthe dogmatics concepts of badness wich can to attemptthe life and the dignidty of so much persons.Arendt refer it sence of bana lity of ba dness because ofthe pursuit Eichmanns prosecute; Eichmann alwaysseems proud by his colaborat ion with the na zism. Arendtexplain the banality of badness because the absence ofthought, only the thought as a self-reflection process mightprevent us from having ambiguous criteria which couldbe very pernicious.Now , to think dont depend the informat iv level neitherthe historic context, to think only depend abaut the fry,consequently there arent universal prescriptions for todare do thinking.

    Key words: Ba nality of badness; Thought; S elf-reflectionprocess; Meaning and fry.

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