Sentido Arendtiano de La Banalidad Del Mal
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101Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004
Sentido arendtiano de la banalidad del mal
Sissi Cano Cabildo*
RESUMEN
En su obra Eichmann en JerusalnArendt habla de labanalidad del mal para referirse a la ambigedad delconcepto de maldad por el que algunas personas puedenser manipuladas por conceptos frvolos de lo bueno y de
lo malo, banalidad que no minimiza la crueldad de susefectos.Este enfoque arendtiano no pretende explicar, ni definirde forma tota l a la ma ldad, ms bien deviene en una cr-tica a la trivialidad de los conceptos cerrados y dogm ti-cos de la maldad por los que se puede atentar contra lavida o la dignidad de las personas.La autora refiere esta tesis a partir del seguimiento delcaso Eichmann, quien siempre se mostr o rgulloso de sucolabora cin con el genocidio nazi. Arendt explica la ba-nalidad del mal a partir de la fa lta de pensamiento; sloel pensamiento como autorreflexin que busca el signifi-cado puede prevenirnos de criterios que pueden ser alta-mente perniciosos.Ahora bien, la actualizacin del pensamiento no d ependedel nivel informativo ni del contexto histrico, sino queslo depende de la libertad del Sujeto, por lo que no ha yprescripciones universales para atreverse a pensar.
Palabras clave: Ba nalidad del mal; Pensamiento; Autor-reflexin; S ignificad o y libertad.
Las dos fuentes del pensar que he trata doson distintas hasta el grado de contradecirse.
U na es el asombro mara villado sobre el espectculoen medio del que hemos nacido ( ...)
y la otra es la extrema miseria del ser humanode estar arrojado en un mundo cuya hostilidad es sobrecogedora
(Hannah ARENDT)
ENESTEARTCULOANALIZARel sentido arendtiano de la bana-
lidad del mal, que bsicamente corresponde a la ambigedad
*Maestra en C ien-cias Polticas(BUAP-1999) yDoctorado en Filo-sofa Prctica en laU niversidad Com-plutense de Madrid(Espaa-2004).Ca tedrtica detiempo completoen el Departamentode Filosofa en laUniversidad Aut-noma de Tlaxcala(U AT), Mxico.
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semntica del sentido de la maldad, banalidad que con toda su
trivialidad no deja de tener terribles consecuencias para uno
mismo y para los dems.
Arendt habla de banalidad del mal a partir del seguimiento
del caso Eichmann, una de las principales cabezas burocrticasdel rgimen naz i y que sin embargo, nunca se sinti responsable
ni culpable de su colaboracin con el genocidio; muy por el con-
trario, siempre se mostr orgulloso de sus actos. Arendt relata
con asombro cmo Eichmann, despus de ser sometido a an li-
sis psicolgicos result que no tena el perfil psicolgico de psi-
cpata sino una personalidad curiosamente normal . Nunca lo
diagnosticaron como sdico, demente o retrasado mental pero
s evidenci con franca naturalidad la falta de reflexin en sus
argumentos, de lo que la autora comenta que la falta de pensa-miento puede devenir en una suerte de locura moral altamente
peligrosa. Y es que por falta de reflexin las personas pueden ser
fcilmente manipulables por cualquier concepto frvolo de lo
bueno y de lo malo; banalidad que no minimiza la crueldad de
sus efectos.
D esde este enfoq ue, Arendt explica la banalidad del mal a
partir de la falta de pensamiento. En la semntica arentiana el
pensamiento corresponde a la actividad espiritual de la autorre-flexin y la autora juda enfoca este sentido del pensamiento al
mbito tico-poltico por su funcin preventiva. Arendt no con-
sidera que el pensamiento garantice actuar bien, ni siquiera consi-
dera que nos pueda garantizar alguna definicin universal del
bien y del mal, ni la mxima a ltura de algn otro ideal, sea la ver-
dad absoluta, la felicidad perfecta , el bien pblico, la paz perpe-
tua o cua lquier otro; ms bien supone que por falta de pensami-
ento el hombre puede caer en la estupidez, q ue puede ser tanto o
ms peligrosa q ue el sadismo declarado. No hace falta que ejem-plifique las terribles consecuencias contemporneas de concep-
tos fanticos y/o fundamentalistas del bien, o la vaguedad soez
de libertad duradera , justicia infinita ...
Ahora bien, tampoco es que Arendt considere que todos los
actos de maldad se expliquen a partir de la fa lta de pensamiento;
de hecho, Arendt aborda otros factores como la indolencia, el
egosmo o la falta de imaginacin para explicar como alguien
puede trasgredir la vida y la dignidad de los otros; sin embargo,estos son temas de reflexin tica q ue distraeran de forma justi-
ficada el tema central de esta ponencia. Por lo pronto, slo era
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mi intencin dejar ver que segn la autora , por fa lta de pensami-
ento el ser humano puede caer en la banalidad del mal .
Procedo a analizar este tema y para esto, dividir mi exposi-
cin en tres partes: primero mencionar algunos datos psico-
biogrficos de Eichmann para comprender mejor las consecuen-cias tico-polticas de la falta de pensamiento, despus explicar
ya propiamente el concepto arendtiano del pensamiento y por
ltimo, aborda r el sentido a rendtiano de la banalidad del mal .
Al respecto, anticipo que Arendt investig estos temas slo des-
de la ptica f ilosfica , no pedaggica , por lo que en su investiga-
cin no intenta abordar las estrategias didcticas para actua lizar
el pensamiento y as es que en este art culo no a borda r alterna-
tivas pedaggicas a l respecto. En este traba jo slo presentar los
argumentos arendtianos en torno a la banalidad del mal y surepercusin en el mbito personal y pblico.
C ASOE ICHMANN
En este apartado presentar algunos datos psicobiogrficos
de Eichmann que nos ofrece Arendt en su obra Eichmann en
Jerusaln. El contenido de esta obra apareci por primera vezen Febrero y Marzo de 1963, luego fue ligeramente abreviadoen el New Yorkerque le pidi a Arendt un informe del curso deljuicio de Eichmann celebrado en Jerusaln en el ao 1961. Pos-
teriormente se dio una edicin corregida y aumentada del libro
publicado en Ma yo de 1963, q ue es ya la versin en la q ue me he
apoyado para este trabajo.
Presentar estos datos no para dramatizar a l genocidio de los
nazis, ni para quedarnos con algn anlisis psicolgico y/o his-
toriogrfico, sino como una invitacin a la reflexin tica quenos permita comprender mejor el sentido arendtiano de la bana-
lidad del mal . D espus de todo y lamentablemente, E ichmann
nos recordar muchos otros casos...
A mi modo de ver, lo ms asombrosamente peligroso q ue re-
fiere Arendt en el seguimiento del caso Eichmann, quien organi-
zara el asesinato masivo de seis millones de judos, fue la refe-
rencia de ser una personalidad aparentemente normal ; de he-
cho, seis psiquiatras certificaron que era un hombre normal,incluso uno de ellos consider que los rasgos psicolgicos de
Eichmann hacia su familia y amigos eran no slo norma les, sino
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ejemplares. El religioso que le visit frecuentemente en la pri-
sin declar q ue Eichmann era un hombre con ideas muy posi-
tivas.
Bien vale cierto recelo hermenutico ante el juego maq uiav-
lico de las apariencias, si fueron muchos los nazis que no apa-rentaron algn tipo de sadismo en sus vidas ordinarias: a lgunos
de ellos llevaban flores a la novia, acostumbraban rezar por las
noches, etc.
Eichmann tampoco dejaba ver un anormal odio hacia los
judos, ni era partidario de algn fanatismo, incluso se dice que
tuvo algn romance en su juventud con alguna juda.
La lectura de la obra clsica sionista Der Jundenstaat deTheodor H erzl convirti a Eichmann al sionismo, doctrina de la
que jams se apartara. Eichmann dijo haber quedado fascinadopor el idealismo de los judos. El ms grande idealista que Ei-
chmann d ijo conocer fue Rudolf Kastner con q uien negoci las
deportaciones de judos a Hungra y de quien dijo Eichmann
que haba sacrificado a sus hermanos de raza en aras de su idea ,
tal como deba ser (C f. AREND T, 1999, p. 68-70).
Eichmann haba empezado su carrera como colaborador a cti-
vo en el rescate de judos en Europa pero no por a lgn principio
de solidaridad sino ms bien porque l mismo deca estar hartode su profesin de viajante de comercio y asimismo, si despus
ingres en el partido nazi no fue por ntimas convicciones, de
hecho, ni siquiera conoca el programa del partido. Digamos
que se inici en el nazismo por criterios acomodaticios.
El Doctor Franz Meyer, ex miembro del Ejecutivo de la Orga-
nizacin S ionista de Alemania conf irm la propia historia de Ei-
chmann: en Berln su comportamiento era totalmente correc-
to pero el problema comenz al ser ascendido a un cargo con
poderes ejecutivos, cua ndo su comportamiento cambi terrible-mente, el trato a los judos se convirti en insolencia y grosera.
Otro caso similar fue el del doctor Stahlecker quien en opi-
nin de Eichmann era una excelente persona libre de odios y de
chovinismos de toda clase, en Viena sola estrechar la mano a
los representantes judos pero ao y medio ms tarde cuando
fue nombrado Einsatzgruppense las ingeni para mata r a t iros a
doscientos c incuenta mil judos.
S er q ue el poder corrompe? Arendt no a borda la posibili-dad de que al subir la escalera del poder simultneamente el
hombre vaya pasando por alto el sufrimiento de quienes sostie-
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nen la escalera porque aun cuando supongamos que esto es cier-
to, por qu entonces hay personas que no estn dispuestas a
cualquier cosa en aras del poder?
Arendt nos trae a la memoria la historia que cuenta G nter
Weisenborn de dos ca mpesinos q ue al ser llamados a filas por laSS se negaron a alistarse, por lo que fueron condenados a muerte
y el da de su ejecucin escribieron a sus familiares: Preferimos
morir a llevar sobre nuestra conciencia crmenes tan horribles;
sabemos muy bien cules son los deberes de las SS (C f. AREN-
D T, 1999, p. 158).
Ahora que no todos los alemanes eran condenados a muerte
por negarse a participar en el partido nazi, el precio que tenan
que pagar por no militar en el partido no siempre fue tan ra dical
como pagar con la vida misma. O sea q ue realmente muchos tu-vieron la posibilidad de no militar en el partido y sin embargo, lo
hicieron.
Uno de los factores por los que muchos alemanes se adhirie-
ron al nazismo fue desde el punto de mira psicolgico, el can-
sancio y la resignacin que tra an la clase obrera por las derrotas
que haban sufrido despus de sus victorias, durante la revolucin
de 1918, pero con Hitler encontraron un incentivo, el gobierno
de Hitler se identific con Alemania y asimismo, la oposicin alnazismo no significaba otra cosa que la oposicin a la patria.
En contraste con la resignacin asumida por la clase obrera y
la burguesa liberal y cat lica, las capas inferiores de la c lase me-
dia acogieron con gran entusiasmo la ideologa na zi con su es-
pritu de obediencia ciega al lder, su odio a las minoras ra ciales
y polticas, sus apetitos de conquista y su exaltacin del pueblo
alemn y de la raza nrdica. En realidad, hay ciertos rasgos ca-
ractersticos de esta baja clase media: su amor al fuerte, su odio
al dbil, su mezq uindad, su hostilidad, su avaricia, no slo conrespecto al dinero sino tambin a los sentimientos y sobre todo,
su ascetismo.
Por otra parte, tambin la autoridad de la religin y de la moral
trad icional se hallaba toda va firmemente arraigada. Lo que les
faltaba en seguridad y agresividad a los individuos de esta clase,
lo compensaron con el sometimiento a las autoridades fuertes.
As que esta parte del pueblo se volvi fantica de la ideologa
naz i, aunq ue tambin hubo otra parte de la poblacin q ue se ini-ci en este rgimen pero sin transformarse en admiradora de di-
cho rgimen.
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Pero si bien la poca entre 1924 y 1928 fue de mejoramiento
econmico y aport nuevas esperanzas para la baja clase media,
todas las ganancias desaparecieron con la crisis posterior a 1929,
lo q ue constituy un golpe morta l contra la autoridad del Esta-
do. Y como el Estado y el rgimen mon rquico haban constitui-do por decirlo as, la base psicolgica de la pequea burguesa,
su fracaso y su derrota destruyeron el fundamento de su exis-
tencia misma. Adems, la familia como el ltimo baluarte de la
clase media tambin se vio debilitado en la posguerra, la autori-
dad del padre perdi fuerza y con ello, las nuevas generaciones
obraban a su antojo. D e este modo, la vieja generacin de la baja
clase media se volvi m s resentida mientra s los jvenes se vean
impulsados hacia la a ccin. Con lo cual, el oportunismo rad ical
del nazismo encontr buena acogida. Miles de pequeos bur-gueses que hubieran tenido muy pocas probabilidades de ganar
dinero o prestigio, obtenan ahora en la burocracia naz i una con-
siderable tajada del poder. La satisfaccin emocional que les
proporcionaba el poder del nazismo compensaba el empobreci-
miento cultural y econmico de sus vidas.
Todos estos factores psicosociales por supuesto que influye-
ron en la adhesin a l nazismo, sin embargo , sigue latente la pre-
gunta de por qu entonces hubo alemanes que se negaron a par-ticipar en el genocidio.
Arendt por ejemplo, refiere de cien mil individuos ms o me-
nos, de alto y bajo nivel educativo, que desde el principio del
rgimen de Hitler se opusieron a l. Algunos fueron conocidos
como K arl Jaspers y Reck-Malleczewen pero hubo muchos otros
casos annimos como el que Arendt cuenta de un artesano q ue
prefiri pasar a trabajar de obrero de fbrica a ingresar en el
partido na zi, otros prefirieron renunciar a una ca rrera acadmi-
ca antes que jurar en nombre de Hitler, hubo otro grupo de obre-ros especialmente en Berln y de intelectuales socialistas q ue ayu-
daron a muchos judos. La filsofa de Knigsberg explica el re-
chazo a militar en el partido nazi a partir del ejercicio de re-
flexin mora l y de la apertura espiritual que permite interesarse
en la otredad. En su conferencia Responsabilidad moral bajo la
dictadura Arendt sostiene que los pocos que rechazaron ser
cmplices del nazismo fueron los nicos que se atrevieron a
juzgar por s mismos . Por el contrario, la falta de pensamientoconvierte a cualquier ser humano en presa fcil de la manipula-
cin ideolgica, por estpida que sea. De hecho, Arendt sostie-
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ne que el nacionalsocialismo se mantuvo gracias a personas su-
perficiales e irreflexivas.
Cuando el doctor D ieter Wechtenbruch a yudante del doc-
tor Servatius y discpulo de Carl Schmitt estuvo presente du-
rante las primeras semana s del juicio de Eichmann, pa reca m simpresionado por su falta de educacin que por sus crmenes.
El propio S ervatius declar q ue la persona lidad de su cliente era
la propia de un vulgar cartero (AREND T, 1999, p. 220).
Qu poda esperarse de un hombre que primero declar q ue
una de las primeras cosas que haba aprendido en su vida es que
nunca se deba prestar juramento y que luego declar q ue prefe-
rira testificar bajo juramento? Por qu Eichmann asegur al
tribunal que la peor cosa que pudiera hacer era intentar escapar
a sus responsabilidades, suplicar clemencia y luego present undocumento ma nuscrito que contena su splica de clemencia? .
Cuando el joven polica encargado de su bienestar psicolgico le
entreg Lolitapara que se distrajera leyendo, Eichmann lo de-volvi visiblemente indignado diciendo: Es un libro malsano
por completo (AREND T, 1999, p. 79).
El gusto de Eichmann por las palabras rimbombantes le hi-
cieron un sujeto ideal para el empleo del lengua je en clave . La
reiterada afasia de Eichmann y los repetitivos clis que deca, lellevaban a disculparse frecuentemente diciendo: mi nico len-
gua je es el burocr tico (AREND T, 1999, p.79). Frases pegad i-
zas a las que Eichmann llamaba palabras aladas, de las que
repeta un eslogan constantemente: estas son batallas que las
futuras generaciones no tendrn que librar.
S iempre que los jueces en el curso del interroga torio intenta -
ban apelar a su conciencia se sentan indignados y desconcerta-
dos a l darse cuenta de que el acusado tena a su disposicin un
clis de satisfaccin para cada perodo de su vida y para cadauna de sus actividades.
Los jefes de las t ropas de los Einzatzgruppen haban sido ele-
gidos por Heydrich entre los mejores de las SS, todos ellos con
ttulo universitario. El miembro de la jerarqua nazi ms dotado
para la resolucin de problemas de conciencia era Himmler.
H immler ideaba eslganes como el famoso lema de las SS : Mi
honor es mi lealtad (AREND T, 1999, p. 159) o bien sabemos
muy bien que de lo que de vosotros esperamos es algo sobrehu-mano, esperamos que seis sobrehumanamente inhumanos
(AREND T, 1999, p. 160) y justamente por este tipo de ideas, la
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cualidad que los dirigentes del Tercer Reich tenan en la m s alta
estima era la despiadada dureza , criterio por el cual elegan a
los asesores en asuntos judos .
D e ah que el problema rad icara, no tanto en dormir su conciencia,como en eliminar la piedad meramente instintiva q ue todo hombrenormal experimenta ante el espectculo del sufrimiento fsico. Eltruco ut ilizado por H immler [...] consista en invertir la direccinde estos instintos, o sea, en dirigirlos hacia el propio sujeto activo.Por esto, los asesinos, en vez de decir: Q u horrible es lo que hag oa los dems! , decan: Q u horribles espectculos tengo q ue con-templar en el cumplimiento de mi deber, cuan dura es mi misin!(AREND T, 1999, p. 161).
Lo que se grababa en la mente de aquellos asesinos era la
simple idea de estar dedicados a una ta rea histrica, grandiosa,nica, una gran misin que se realiza una sola vez en dos mil
aos . La conciencia de H immler era tan ridculamente superfi-
cial que pretendi ensear a los hombres a ser criminales sin de-
jar de sentir decencia. D e alguna forma los dirigentes nazis tenan
que justificar las aberraciones cometidas y por este intento de
demostrar sus buenas intenciones, los jefes sistemticamente
eliminaban de las organizaciones a aquellos que experimenta-
ban un placer fsico al cumplir con su misin.Tal vez por eso fue que Eichmann crea injusta la acusacin
de asesinato porque segn l, nunca mat a alguien ni dio rde-
nes de matar a un judo o a cualquier otra persona pero dej
bien sentado q ue hubiera matado a su propio padre, si se lo hubi-
eran ordenado. Una y otra vez repiti que tan slo se le poda
acusar de ayudar a la a niquilacin de los judos y de tolerarla ,
aniquilacin q ue segn declar en Jerusaln fue uno de los mayo-
res crmenes cometidos en la historia de la humanidad (AREND T,
1999, p. 41).El mejor ejemplo de las buenas intenciones de las SS lo te-
nemos en las primeras c maras de gas construidas en 1939 para
cumplimentar el primer decreto de Hitler que deca: Debemos
conceder a los enfermos incurables el derecho a una muerte sin
dolor, con lo cual, la palabra asesinato fue sustituida por el
derecho a una muerte sin dolor .
Arendt refiere de Reck-Malleczewen, el caso de una dirigente
nazi que acudi a Baviera en 1944 para elevarles la moral a loscampesinos, dicindoles: El Fhrer, en su gran bondad, tiene
preparada para todo el pueblo a lemn una muerte sin dolor, me-
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diante gases, en caso de que la guerra no termine con nuestra
victoria (AREND T, 1999, p. 168).
Los na zis, como cualquier ser humano, tuvieron la capaci-
dad de cuestionar las buenas intenciones de H itler, de sospe-
char la distincin entre dignidad y honor, entre despiadada du-reza y valor y muchos otros valores? Por supuesto que s, slo
que no lo hicieron, pereza mental, enajenacin, adoctrinamiento,
autismo espiritual, indolencia?
En el curso del juicio, por lo que refiere Arendt, Eichmann
di inconfundibles muestras de indignacin siempre que los tes-
tigos contaron a trocidades y crueldades cometidas por los hom-
bres de las S S y an a s, no fue la a cusacin de haber enviado a
millones de seres humanos a la muerte lo que verdaderamente le
conmovi, sino la acusacin segn la cual Eichmann haba mata-do a palos a un muchacho judo. Aunque Eichmann confes ha-
berse quedado anonadado cuando Heydrich le dijo: El Fhrer
ha ordenado el exterminio fsico de los judos , dijo haber perdi-
do la alegra por el trabajo, todo ... Eichmann explic que su ni-
ca alternativa era el suicidio pero esto era mentira porque era
sorprendentemente fcil para los miembros de los equipos de
exterminio abandonar sus puestos, sin sufrir con ello, graves
consecuencias. En los documentos de Nuremberg por ejemplo,no hay ni un solo caso en que se aplicara la pena de muerte a un
miembro de las SS por negarse a participar en a lguna ejecucin.
Eichmann finalmente reconoci q ue pudo haberse negado a cum-
plir sus funciones tal como otros haban hecho pero consideraba
que eso no era digno de admiracin , aseguraba con gran orgu-
llo q ue siempre haba cumplido con su deber .
De lo que Arendt postula la nocin de banalidad del mal,
que lejos de significar que el mal no tiene importancia, quiere
decir que el mal empieza a tornarse banal cuando se consideraque deriva de alguna verdad, como el caso de Eichmann que
nunca cuestion la ideologa nazi y que se justificaba con las su-
puestas virtudes de lealtad y obediencia a su partido, que segn
l podra equipararse con el concepto kantiano del deber. Ob-
viamente esto no puede ser ms que una tergiversacin soez de
la filosofa moral de Kant que elimina por completo la obedien-
cia ciega para dar paso a la capacidad humana de juzgar. Pero
en fin, Eichmann deca haber ledo la Crtica de la razn prcti-cae intentado seguir fielmente los criterios de este filsofo a le-mn. Aunque despus explic que recin llev a cabo la Solu-
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cin Final (el exterminio de los judos) se dio cuenta de q ue ha-
ba dejado de vivir en consonancia con los principios kantianos
pero que se haba consolado pensando que haba dejado de ser
dueo de sus propios actos y que l no poda cambiar nada .
El caso es que finalmente Eichmann no quiso mostrar arre-pentimiento porq ue el arrepentimiento es cosa de nios (sic!)
(AREND T, 1999, p. 44). Y bien sabido es que para arrepentirse
primero hay que tener conciencia de haber actuado mal, haber
meditado a l respecto, pero ste no fue el caso de Eichmann. Al-
guna vez Eichmann dijo haber tenido sentimientos de culpa y
cuando le preguntaron por q u, contest porq ue de nio se ha-
ba hecho dos veces la ra bona. S i hubiera querido ser astuto, ha-
bra podido decir que tena sentimientos de culpa por haber ase-
sinado a tantos judos pero lo que realmente le haca sentir malera transgredir el orden y por eso fue muy franco al decir con
naturalidad lo que le haca sentir culpable.
Ba ch-Zelewsky fue uno de los poq usimos q ue realmente pa-
deci una crisis nerviosa tras las matanzas y fue el nico entre
todos los de su categora que se acus a s mismo pblicamente
de haber cometido a sesinatos en masa, a unque nunca le acusa-
ron de ello (AREND T, 1999, p. 30). Por lo que relata Erich Fromm,
G oering fue otro de los casos raros de quienes parecan sentirseculpables por la ma gnitud de los crmenes cometidos, G oering
le rogaba al D r. G ustave G ilbert -un psiclogo q ue entrevist a
varios lderes nazis prisioneros- que lo visitara todos los das y le
deca: Mire, yo no soy tan malo como parece, no soy tan malo
como H itler; l mat mujeres y nios, yo no; por favor, crame
(FROMM, 1991, p. 83).
Mientras que Eichmann fue incapaz de sentirse culpable como
si no tuviera conciencia. Aunque Eichmann no tena ninguna
necesidad de cerrar la voz de la conciencia, no porq ue no la tu-viera, sino porq ue la conciencia de la sociedad q ue le rodeaba le
hablaba con una voz respetable. Eichmann siempre procuraba
actuar amparado por las rdenes recibidas. C laro que la defensa
no a leg la concurrencia de rdenes superiores sino de actos
de Estado, aquellos que consisten en el ejercicio del poder de
soberana y en consecuencia, se hallan fuera del mbito del po-
der judicial.
S egn Arendt el burcrata slo conoce un pecado, la trasgre-sin al orden, el contravenir las reglas. La lgica burocrtica
dicta : si no lo hubiese hecho yo, cua lquier otro colega ha bra he-
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cho lo mismo. Eichmann era criminal estadstico como la gran
mayora de los nazis, con lo cual, el genocidio devino en una
suerte de matanza administrativa. Desde un enfoque similiar,
Fromm relata la caracterizacin que hizo Carl J. Burckhardt de
Himmler: Es siniestro por su grado de subalternidad concen-trada, por una especie de miope escrupulosidad, de inhumana
metodicidad, con un elemento de autmata (FROMM, 1985,
p. 100).
Ahora que, no slo podemos hablar de genocidio autma ta o
de burocratizacin del exterminio; sino que tambin estuvo en
juego el sad ismo sin ms, Viktor E. Frankl (1995) por ejemplo,
refiere de su propia experiencia en los campos de concentra-
cin, cmo entre los guardias de las SS siempre haba alguien
dispuesto a torturar sd icamente a cualquier prisionero (p. 85).La elite de la vieja burocracia del partido naz i luchaban entre
s por el honor de destaca r en aq uel sangriento asunto. M uchos
acusados por el holocausto dieron un lamentable espectculo
acusndose unos a otros, aunque nadie inculp a Hitler. La si-
tuacin era ta n sencilla como desesperada : la abrumadora mayo-
ra del pueblo a lemn crea en H itler, incluso despus del ataque
a Rusia y del establecimiento de los tan temidos dos frentes, in-
cluso despus de que los Estados U nidos entraran en la guerra,incluso despus de S talingrado, de la defeccin de Italia y de los
desembarcos a liados en Francia (Cf. AREND T, 1999, p. 150).
La oposicin a l partido na zi qued casi tota lmente destruida
por las SS en sus campos de concentracin y en los stanos de
la G estapo y lo q ue qued de esta izq uierda slo gan cierta im-
porta ncia con la conspiracin de los actos del 20 de Julio pero la
mayora de los conspiradores del mes de Julio eran en realidad
antiguos nazis. Esta izquierda no conceda la menor importan-
cia a los problemas morales y menos an a la persecucin de losjudos, lo que les situ en la oposicin fue que Hitler estuviera
preparando una guerra. Los interminables conflictos y crisis de
conciencia q ue los a tormentaban giraban todos, casi exclusiva-
mente, en torno al problema de la alta traicin y de su violacin
de juramento de fidelidad a Hitler. Estos hombres que lucharon
contra H itler no estuvieron inspirados por la indignacin mora l
ni por lo que saban del sufrimiento de las vctimas, sino por la
inminente derrota y ruina de Alemania; a excepcin de ciertosindividuos y grupos como la Rosa Blanca 1que actuaron por re-
pugnancia a l dictador. E l jefe de los conspiradores Carl Frie-
1O rganizacin deestudiantes muni-quenses, en la q uedestaca n los her-manos Scholl, de-dicada principal-mente a la distribu-cin de octavillascontra los nazis.
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derich deca por ejemplo, que incluso un general debe compren-
der que continuar una guerra q ue no puede terminar en la vic-
toria es evidentemente un crimen (AREND T, 1999, p. 157).
Eichmann fue ahorcado, su cuerpo incinerado y sus cenizas
arrojadas al Mediterrneo, fuera de las aguas jurisdiccionalesisraelitas. Sus ltimas palabras fueron: Dentro de muy poco,
caba lleros, volveremos a encontrarnos. Tal es el destino de todos
los hombres. Viva Alemania! Viva la Argentina! Viva Austria!
Nunca las olvidar! (AREND T, 1999, p. 382).
ELPENSAMIENTO
En la obra arendtiana,el pensamiento (Denken) es la a ctivi-dad espiritual de la a utorreflexin que busca el significado en
el sentido kantiano.
Empezar explicando en qu sentido el pensamiento es una
actividad espiritual. En su obra de La vida del espritu, la fil-sofa de Knigsberg se refiere al espritu como a la actividad del
pensamiento y del juicio que puede iniciarse o detenerse segn
la voluntad del sujeto. En cambio, su concepto de alma tiene
una connotacin ms amplia, corresponde a la idea griega depsych: principio de movimiento interno q ue potencializa la vida
(Cf. ARISTTELES, 1994, p. 180). Para Arendt el espritu di-
fiere por completo del alma en cuanto que la caracterstica fun-
damental de la vida del espritu es el estar solo y relacionarse
con uno mismo mientras que el alma es donde emergen nues-
tras pasiones, sentimientos y emociones, que no se autogeneran
sino que son suscitadas por acontecimientos externos. El alma
es una mezcla ms o menos catica de hechos que no creamos
sino que sufrimos (pathein), los sentimientos y las emocionesafectan a l alma y propician ciertas reacciones y que a veces pue-
den embargarnos como ocurre con el placer y con el dolor
(AREND T, 2002, p. 94).
Ahora bien, el pensamiento es una actividad espiritual que
podramos actualizar todos los seres humanos, salvo situacio-
nes-lmite en las que uno se ve imposibilitado como la enferme-
dad, la guerra o algo similar; pero en situaciones normales to-
dos los seres humanos tenemos dicha potencialidad, la actuali-cemos o no. Quiero decir, que para la filsofa juda, es por libre
voluntad que el Sujeto deviene en ente pensante; no es el pasa-
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do, ni la historia, ni el contexto lo q ue genera el pensamiento, si-
no el atreverse a pensar, el tener el valor de servirse del propio
pensamiento, como ya lo advirtiera K ant en su momento. El pen-
samiento ser as la mejor herramienta contra la manipulacin,
que nadie nos puede quitar, inaprensible para los dems, por muypoderosos que sean. El pensamiento es as un recurso redentor.
La gran importancia del pensamiento en la vida privada y
pblica no radica en gara ntizar actuar bien, ni en alcanzar defi-
niciones universales de algn ideal pero s garantiza una actitud
escptica, que vale lo suficiente para cuestionar cr iterios banales
de mucha s ideologas y prejuicios q ue pueden llevar al egosmo
indolente, al ensimismamiento inerme o peor an, a la crueldad .
Asumir una actitud crtica ante la vida no es poca cosa si repara-
mos en la ambigedad de muchos de los criterios por los que sepuede atentar contra la vida y contra la dignidad.
Si el pensar el dos-en-uno del dilogo silencioso actualiza ladiferencia dentro de nuestra identidad, dada en la conciencia, y porello produce la conciencia como su subproducto, entonces el juz-gar; el subproducto del efecto liberador del pensar, realiza el pen-samiento. (.. .) Y esto, en los raros momentos en que se ha alcanza -do un punto crtico, puede prevenir cat strofes, al menos para m.(AREND T, 2002, p. 215)
Arendt distingue el pensamiento de cualquier otra forma de
conocimiento. El objetivo del conocimiento es la verdad y de ta l
bsqueda surgen las ciencias mientras que el pensamiento bus-
ca el significado en el sentido kantiano, segn la a utora . Aren-
dt equipara el significado con los conceptos kantianos fin
(Zweck) y propsito (Absichtt). Y en este sentido, considera
que el pensamiento no pregunta qu es algo o si existe, sino qu
significa para s misma que exista. El pensamiento decide qu
merece la pena conocer y tal decisin no puede ser cientfica(AREND T, 2002, p. 78-90).
Pensar es especular con sentido. Y cmo el sentido de la vida
o de tal experiencia es algo estrictamente personal y subjetivo,
por eso mismo, cuando dicho sentido va ms all de cualquier
inters privado y pretende algo ms universal, sea la verdad, la
belleza o a lgn otro ideal, pudiera interpretarse como revelacin
de cierta condicin divina en lo humano, llmese nous, lo a prio-
ri o algo ms. Arendt lo asocia al eros: Concluimos que slo lagente inspirada por este eros, este amor deseoso de sabidura,
belleza y justicia, es capaz de pensamiento esto es, nos queda-
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mos con la naturaleza noble de Platn como un requisito para el
pensamiento (AREND T, 1995, p. 129).
Para la filsofa de Knigsberg el pensamiento es autosufi-
ciente, no depende de la opinin de los dems como el juicio. S i
el pensamiento requiere algo, en todo caso ser a la memoriapara recordar y replantearse lo acontecido repetidas veces; y en
este sentido, pensar es re-pensar y post-pensar . Y al replantear-
nos una y tantas veces algn problema o alguna idea, de una u
otra forma, uno acaba reviviendo el pasado como si uno estuvie-
ra ag radecido de haber vivido ta l situacin. Tal vez por eso H ei-
degger consideraba que denken(pensar) y danken (agradecer)
esencialmente eran lo mismo.
El pensamiento se mueve entre universales y esencias invisi-
bles, no produce resultados concretos; es fuente incesante depreguntas sin respuestas. Arendt compara el proceso de pensar
con el perpetuo tejer y destejer de Penlope. Esta capacidad no
descubrir de una vez por todas lo que sea el bien y el mal ni
proporciona algn mandato o proposicin moral, no confirma
ms bien disuelve las reglas de conducta establecidas. Pero en-
tonces para qu sirve? que el pensamiento o los gra ndes pen-
sadores no puedan dar respuestas absolutas a los principales
cuestionamientos humanos pudiera desanimar cualquier bs-queda al respecto. Arendt desconfa que pueda existir alguna
forma de conocimiento que alcance la verdad absoluta y ms
an, considera pedantes y peligrosas a los pilares de la verdad
(bien, civilizacin, progreso, honor, etc.) si muchos de ellos han
legitimado injusticias, muertes y guerras. Los errores ms ter-
ribles han sustituido a las verdades ms conocidas (AREND T,
2001a, p. 21).
Arendt no pretende prescribir valores sino subrayar la apti-
tud para interrogar todo valor, aptitud que constituye el carc-ter fundamental del pensamiento. No puedo decirles clara y
explcitamente y odiara hacerlo cules son las consecuen-
cias para la poltica actual del modo de pensar que intento, no
adoctrinar sino suscitar o despertar entre mis estudiantes. Pero
esperara que aquellas cosas extremas que son la consecuencia
concreta de la fa lta de pensamiento no puedan aflorar (AREN-
D T, 1995, p. 145).
La aptitud para interrogar cualquier valor, pensar y repensaren estas cosas impide tener una a ctitud to talmente pasiva, sumi-
sa u obediente hacia lo que digan los dems y permite a la vez,
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115Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004
ejercer el derecho a la denuncia y a la crtica, que viene muy bien
para la efectividad de los derechos humanos.
La conciencia de s no es lo mismo que el pensamiento pero
sin ella el pensamiento no sera posible, pasa que el pensamiento
es un dilogo interior con uno mismo q ue construye poco a pocouna voluntad autolegisladora, lo que garantiza cierta autonoma.
Autonoma que se construye mediante criterios hilvanados a uno
mismo que derivan por suerte en compromisos con uno mismo .
El ser ms autnomo es el ser ms comprometido. Por el contrario,
la falta de pensamiento facilita la heteronoma, con lo cual, expone
la propia vida a normas y preceptos externos, de la calidad que
sean. Qu podra esperarse de alguien que acepta cualquier idea,
que cree cualquier cosa? sera como pactar con nios, Kant consi-
deraba minora de edad a la incapacidad de servirse del propioentendimiento sin la direccin de otro (KANT, 1988, p. 17).
S egn Arendt, a lo largo de la historia los menos inclinados a l
pensamiento fueron generalmente los ms dispuestos a obede-
cer, los que abrazaron con ms firmeza el viejo cdigo fueron
tambin los ms ansiosos por asimilar el nuevo cd igo, mientras
que quienes parecan los elementos menos fiables del antiguo
orden fueron los menos dciles (AREND T, 2002, p. 200). D e lo
que podramos inferir que pareciera ms confiable aquel queejerza su pensamiento con autonoma y habra que ver la rareza
de tal condicin. No es gratuito que Lutero dijera que el hom-
bre necesita de Dios porque necesita de alguien en quien con-
fiar . Mientras que Arendt se queda en el mundo humano con-
tingente para encontrar a alguien en q uien confiar, siempre que
ese alguien sea, por supuesto, un ente pensante. D e hecho, Arendt
confa en el ser humano, desde el momento en que reivindica el
sentido digno de la poltica aristotlica y criterios redentores como
la libertad , la promesa, el perdn, la philay la solidaridad. Perobueno, por lo pronto slo me interesaba dejar ver que las rela-
ciones humanas personales y pblicas son autnticas y confia-
bles si y solo si las han creado entes con autonoma de pensa-
miento; de otra forma, tendramos diplomacia, patrimonialismo
o servilismo, pero no relaciones humanas dignas, ni autntica
participacin poltica.
La ausencia de pensamiento es un factor poderoso en los
asuntos humanos, desde el punto de vista estad stico el ms pode-roso, y no slo en la conducta de la ma yora, sino en la de todos
(AREND T, 2002, p. 93).
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BANALIDAD D EL MAL
Antes de abordar el concepto de banalidad del mal que sos-
tiene Arendt en su obra Eichmann en Jerusaln, publicada por
primera vez en 1963, es importante puntualizar su antecedente:el concepto de mal radical que Arendt dej ver en la segunda
edicin de Los orgenes del Totalitarismo de 1958 y que per-sistir en la tercera edicin: Podemos decir que el mal radical
ha emergido en relacin con un sistema en el que todos los hom-
bres se han tornado igua lmente superfluos (AREND T, 2001b,
p. 557).
Aunque Arendt misma seala que el concepto de mal radi-
cal ya haba sido a cuado por Ka nt (AREND T, 2002, p. 350),
la autora le da un giro semntico al concepto. El sentido aren-dtiano del mal radical bsicamente se refiere a la considera-
cin de los seres humanos como superfluos, consideracin
por la que se asumen decisiones rad icales e indolentes respecto
a los dems, como si los otros fueran cosas y ni siquiera cosas
importantes, sino cosas de ms.
Despus del seguimiento histrico-poltico de totalitarismo
que Arendt realiza en su obra, la autora sostiene que podemos
hablar de mal radical cuando alguna persona o grupo se atre-ven a usar, t raicionar y hasta mata r a o tros sin remordimientos,
como si desde una insolente indolencia la existencia de los de-
ms no les interesara, soslayando un principio tico mnimo:
que cualquier ser humano merece respeto.Pero posteriormente,
a partir del estudio del caso Eichmann, ca mbia su enfoque de la
maldad para referirse a la banalidad del mal en el que la pre-
misa central pasa a ser la falta de pensamiento, por la que los
hombres pueden aceptar irreflexivamente cualquier criterio, por
cruel que sea.Richard J. Bernstein sostiene que el concepto arendtiano del
mal rad ical es compatible con su concepto posterior de la ba-
nalidad del mal en cuanto que ambos se refieren a considerar
superfluos a los seres humanos y a erradicar las condiciones
para vivir la vida propiamente humana. S in embargo, reconoce
que hubo un cambio de enfoque al respecto, en cuanto que la
nocin central del ma l radical es lo superfluo mientras que des-
pus de presenciar el juicio de Eichmann desplaza su atencin ala idea de irreflexividad (BERNSTEIN, 2000, p. 253). De cual-
quier forma, me parece que el concepto banalidad del mal tam-
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bin contiene el sentido de lo humano implcito en el concepto
arendtiano del mal radical en cuanto que la trivialidad por la
que se puede aceptar cualquier idea por a bsurda que sea supone
tambin cierta indiferencia hacia quienes les afectan esas ideas,
como si los seres humanos en cuestin no importaran, como sifueran superfluos.
Ahora bien, este concepto de la bana lidad del mal y de todo
el libro sobre Eichmann fue muy polmico e incluso hubo recha-
zos radicales por ejemplo, por parte de G olo Mann y de G eorge
S teiner. Quien ms se ha toma do la tarea de sealar los errores
punto por punto fue J. Robinson en And the crookedshall bemade straight: the Eichmann trial, the jewish catastrophe, andHannah Arendts narrative. Se organizaron actos pblicos de
denuncia de las tesis de Arendt, en alguno de los cuales tomparte el propio fiscal del juicio para sugerir que no se publicara
el juicio.
Otra de las censuras fue por parte de G reshom S cholem, que
en una de sus cartas a Arendt le critica entre muchas cosas su
concepto de banalidad del mal porq ue le parece un simple slo-
gan, una tesis contradictoria respecto a lo que sostena en su
libro sobre el totalitarismo. De lo que Arendt responde que:
Llevas razn: he cambiado d e parecer y ya no hablo del mal radical.(...) (Lo que no me queda claro, dicho sea de paso, es por qullamas slogan al giro banalidad del mal. Que yo sepa, nadie haempleado hasta ahora esa expresin; pero da igual). Mi opinin eshoy, en efecto, q ue el mal nunca es ser ra dical, q ue es slo extre-mo y q ue no posee ni profundidad ni dimensin demonaca ningu-na. Puede proliferar y a rrasar el mundo entero precisamente por-que se extiende como un hong o en la superficie. D esafa a l pensa-miento, segn dije, porque el pensamiento trata de alcanzar a lgunaprofundidad, de ir a la raz, y en el momento en que se ocupa del
mal se ve frustrado porq ue ah no hay na da. Tal es su bana lidad.S lo el bien tiene profundidad y puede ser rad ical. (.. .) El modeloconcreto de lo que tengo en mente, seguir siendo sin duda Eich-mann. (AREND T; S H OLEM , 1998, p. 19)
Arendt parece olvidar que anteriormente la banalidad ya
haba sido considerada un factor explicativo de la maldad . En
1946, q uince aos antes de Eichmann en Jerusaln, Ja spers leescribe una carta a Arendt dicindole que:
U sted dice que lo q ue hicieron los nazis no se puede entender comocrimen. No me siento muy cmodo con ese punto de vista (...)Me parece que tenemos que entender esos fenmenos en su total
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banalidad, en su trivialidad prosaica, porque eso es lo que los ca-racteriza realmente. Las bacterias pueden causar epidemias quedevasten naciones enteras, pero siguen siendo simples bacterias.(AREND T; JAS P ERS , 1992, p. 54 y 62)
La terrible veracidad de este comentario podra confirmarseuna y mil veces en la historia: muchos criterios prosaicos han
llevado al asesinato, a la violencia o sencillamente a la indolen-
cia. Las ideas pueriles no dejan de ser peligrosas. Cuntos de
los ismos y de las buenas intenciones por los que se ha lu-
chado en la historia poltica tienen altura espiritual o por lo me-
nos consistencia racional, o ya mnimamente coherencia?
No es retrica evocar al pensamiento para prevenir catstro-
fes porque realmente nos prevee de una conciencia moral acei-
tada que acepte cualquier insensatez. A Eichmann por ejemplo,le caracterizaba su incapacidad para pensar; se abstena de juz-
gar de manera responsable, un mal engendrado por la bana lidad
de sus objetivos de vida. Pero claro, el no tener la intencin ni la
deliberacin profunda de hacer dao, no significa que no poda-
mos hacer dao. D e hecho, para Arendt a lo largo de la historia
se ha hecho mucho dao sin tener la intencin clara y explcita
de ello. El extremo pecado como el mal voluntariamente desea-
do son tan raros, incluso ms ra ros que las buenas acciones. Las leyes y todas las instituciones duraderas se arruinan no
slo por la embestida de la maldad elemental, sino tambin por
el impacto de la inocencia absoluta (AREND T, 1988, p. 85).
Por falta de reflexin es que el ser humano puede aceptar
ideas cortas como buenas y ha sta enorgullecerse de ellas. Vea-
mos algunos ejemplos. S hopenhauer present en el Arte del buenvivira la sfilis y al mantenimiento de duelos por causas de ho-nor dos enormes atrasos si se piensa en la Ilustracin como
sntomas del mal caracterstico de su poca. Otro ejemplo se-ran los carteles de las cocinas de Auschwitz que decan: Hay
un camino ha cia la libertad. S us hitos se llaman obediencia, labo-
riosidad, limpieza, honradez, sinceridad y amor a la patria (BIL-
BENY, 1993, p. 34). Qu significado tuvieron estos valores en
el cdigo nazi y qu nivel de anlisis hizo posible la aceptacin
de estas ideas? Otro ejemplo de los peligros de la irreflexin se
deja ver en la credibilidad popular de ciertos ismos que no so-
portaran un anlisis lgico y q ue sin embargo, han movilizadomasas. En los captulos V y VI de La guerra de Asia, Chomskyrefiere la declaracin de William Calley, el oficial que dirigi la
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119Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004
matanza del pueblo vietnamita de My Lai, en Marzo de 1968:
que no haba ido a la guerra para usar el sentido comn sino pa-
ra cumplir rdenes, ni haba ido a matar seres humanos sino a
matar la ideologa representada por ellos; todo en nombre de su
pas, Estados U nidos de Amrica. Tambin tenemos el caso deS talin, por lo q ue relata Norbert Bilbeny,q uien en la Conferen-
cia de Tehern, junto a Churchill y Roosevelt, brind con enor-
me satisfaccin por la liquidacin inmediata de por lo menos
cincuenta mil prisioneros a lemanes (BILBENY, 1993, p. 23). Y po-
dramos seguir con m s ejemplos lamentablemente, pero no ms.
Ahora bien, si es cierto que Arendt seala los peligros de la ir-
reflexin, no por ello sigue el optimismo socrtico de que el cono-
cimiento del bien garantice actuar bien, si ni siquiera confa en
que se pueda alcanzar dicho conocimiento (como ya lo comenten prrafos anteriores); tampoco sigue con la idea socrtica de
que el mal sea causado por la ignorancia. No es propiamente la
ignorancia lo que causa la maldad en cuanto que la falta de in-
formacin no implica necesariamente incapacidad de autorre-
flexin, q ue propiamente es lo q ue causa la maldad .
Segn Arendt, la ausencia de pensamiento puede encontrar-
se tanto en personas ignora ntes como en personas con alto nivel
informativo y lamentablemente esto lo podramos constatar enla cantidad de personas inteligentes que hay en la sociedad con-
tempornea y que sin embargo, no tienen claridad conceptual
de los valores que rigen su propia vida ni del sentido de su pro-
pia existencia. Y es una pena que muchos de los males de nues-
tro siglo quiz pudieran solucionarse si se superara la apata
moral de tantas personas de alto nivel intelectual.
Arendt no sigue a K ant, al considerar q ue la incapacidad para
pensar no es estupidez, q ue puede encontra rse en gente muy in-
teligente y que la maldad difcilmente es su causa.
Ausencia de pensamiento no quiere decir estupidez; puede encon-trarse en personas muy inteligentes, y no proviene de un mal cora-zn; probablemente sea a la inversa, q ue la maldad puede ser cau-sada por la ausencia de pensamiento. (AREND T, 2002, p. 24)
Cmo explicar que la solucin final fuera planeada por
cientficos de alto rango en la C onferencia de Wannsee, q ue emi-
nentes mdicos se ofrecieran para practicar la castracin de 4000individuos al da o que Hans Frank, de rango intelectual incom-
para blemente superior al de Eichmann, confesara ser quien diri-
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gi el exterminio en Po lonia ante el tribunal de Nuremberg, con
la misma frialdad q ue Eichmann? (BILBENY, 1993, p. 23 y 85).
Para Arendt, la ignorancia no es la causa de la maldad, ni la
maldad es la causa de la estupidez, ms bien considera que la
ausencia de pensamiento puede llevar a decisiones frvolas, indo-lentes y/o ambigas, de lo que puede resultar la banalidad del
mal. Me parece que el enfoque arendtiano de la banalidad del
mal est presente en lo que Norbert Bilbeny refiere como una
suerte de idiotismo moral donde no hay algn tipo de disca-
pacidad mental sino inaplicabilidad del juicio prctico (BILB ENY,
1993, p. 22). Veamos el caso que relata Susan Sontag en su
obra Ante el dolor de los dems, cuando a principios de 1994el fotoperiodista ingls Paul Lowe present una exposicin de
fotografas de Sarajevo y de Somalia; los habitantes de Saraje-vo, si bien estaban deseosos de ver nuevas fotos de la destrucci-
n continuada de la ciuda d, se ofendieron por la inclusin de las
imgenes somales. Qu premisas o qu estructura lgica ope-
r en la mente los bosnios para subestimar a otras razas? Sin
duda haba un matiz racista en su indignacin, la gente en S ara-
jevo nunca se cans de sealar a sus amigos extranjeros que los
bosnios son europeos (Cf. S ONTAG , 2003, p. 130-1).
A principios del s. XIX Philippe Pinel clasific como manasin delirio el inslito comportamiento irracional en personas
con fa cultades de raciocinio intactas. Por ejemplo, Bilbeny refie-
re el caso de Mengele el ngel de la muerte (como le llama ban
en Auschwitz) q uien ejerci una criminalidad celosa de medidas
de correccin, al punto de ordenar que el parto fuera impecable,
antes de enviar a una madre y a su recin nacido al crematorio
(BI LBE NY, 1993, p. 32). P ritchard le llam a este tipo de com-
portamiento locura moral , Morel le llam locura de los dege-
nerados , Kurt S chneider los consideraba ms bien personali-dades psicopticas , S cholz le llam anestesia mora l y Tramer
cuadro hipotico (BILBENY, 1993, p. 44 y 64), entre otros.
Claro que detenernos en cada uno de estos enfoques psiquitri-
cos exigira todo un trabajo especializado. Por el momento, mi
intencin ms bien era dejar ver que la Psiquiatra tambin ha
detectado como altamente peligrosos a los efectos de la irrefle-
xin en el mbito moral: la frialdad de su carcter errtico, inca-
pacidad de sentir culpa o a rrepentimiento, irresponsabilidad , in-capacidad de escuchar crticas, necedad, intransigencia e irrita-
bilidad ante las diferencias.
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En a lguna carta Blucher le escribi a Arendt: cuando la estu-
pidez se vuelve terquedad acaba convirtindose en maldad o en
cualquier caso, no puede distinguirse de la maldad (ETTIN-
G ER, 1995, p. 119). La mentablemente sobran ejemplos de cmo
muchos casos de egosmo y de violencia han sido provocadospor el argumento infantil: Porque lo digo yo . La Psicologa ha
dado constancia de que cundo no se quiere aceptar a lguna idea
o acontecimiento puede darse cierto bloqueo mental, sin que
haya alguna lesin cerebral o algn tipo de demencia. An cuan-
do una persona pueda procesar el modus ponens y silogismos
ms sofisticados, si no q uiere aceptar x idea y slo por el he-
cho de que no quiere aceptar x idea, seguramente de nada
servirn mil y un argumentos a l respecto para hacerle entender.
Un dicho popular dicta que no hay mejor ciego que el que noquiere ver.
D e ah que la apertura de pensamiento y de la a utocrtica sea
de gran importancia no slo para la investigacin humanstica
sino que resulta fundamental para garantizar cierto nivel de jus-
ticia en la convivencia con los dems. Pocos son los psiquiatras
que no suscribiran que si al menos hubiese reflexionado, el
ndice de violencia fsica y psicolgica disminuira considerable-
mente. El pensar prctico est en el origen de la responsabilidady sin embargo, no reparamos en el pensar prctico como un re-
medio contra la irresponsabilidad.
Probablemente desde Scrates, el pensamiento se entendi
como el dilogo interior con el que uno habla consigo (eme emau-
t) y a unque este dilogo ca rece de toda manifestacin externa e
incluso requiere un cese ms o menos completo de las dems acti-
vidades, constituye por s mismo un estado grandemente activo.
Pensar por uno mismo (Selbstdenken), dialogar con uno mis-
mo supone cierto examen de conciencia que nos previene deaceptar algn sentido banal de la ma ldad y llevarlo a ca bo sin re-
mordimientos. Cuntos crmenes se han cometido por el des-
honor ? , guerra contra el terrorismo? D ostoievsky, por ejem-
plo, cuenta que en Siberia, entre docenas de asesinos, violado-
res y ladrones, nunca conoci a un solo hombre que admitiera
haber obrado mal.
Arendt no cree que el pensamiento nos garantice distinguir
de forma definitiva el bien del mal pero por lo menos, nos prote-ger de asumir cualquier criterio pueril de los valores que rigen
nuestras vidas. La introspeccin en uno mismo es el puente ha-
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122 Horizonte, Belo Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, 2 sem. 2004
cia la interiorizacin de los dems y si bien es cierto que no ga-
rantiza conocer al ser humano en su totalidad, por lo menos nos
ampla el sentido crtico para prevenirnos de cualquier manipu-
lacin. En el proceso de Eichmann y en los Juicios de Nurem-
berg fue muy evidente que muchos de los nazis no fueron capa-ces de distinguir lo justo de lo injusto y mucho menos fueron ca-
paces de valerse de su propio juicio.
Claro que nadie quiere sentirse mal, quin deseara tener
que convivir con un mentiroso o con un asesino? Pero no deja
de ser impresionante los efectos del idiotismo moral porque pare-
ciera anestesiar los sentimientos de quienes pueden hacer tanto
dao sin sentirse afectados por ello. Richard Rorty relata cmo
en Bosnia Petrovac, un musulmn fue obligado a corta rle el pene
con los dientes a otro musulmn y lo explica a partir de que losasesinos y violadores serbios no crean estar violando los dere-
chos humanos porque suponan que tales cosas no se las esta-
ban haciendo a seres humanos como ellos sino a musulmanes;
segn ellos, nunca se comportaron de un modo inhumano sino
slo estaban diferenciando a los seres humanos verdaderos de
los falsos (Cf. RORTY, 1995). En estos y muchos otros casos
pareciera que algunas personas carecen de sensibilidad, imagi-
nacin y pensamiento; de lo que obviamente sera imposible espe-rar responsabilidad moral.
Los efectos de la falta de pensamiento se dejan ver no sola-
mente en el mbito intelectual sino en la vida prct ica. E l pensa-
miento nos puede prevenir de actuar mal, aunque no tota lmente
porque es posible actuar mal a sabiendas de ello; pero eso no
quita la importancia del efecto preventivo del pensamiento. El
examen de conciencia rechaza la idea de hacer el mal porque
aunque parezca tautolgico, uno se siente mal cuando acta mal.
El mal es execrable, siempre que el sentido de la maldad haya si-do comprendido por reflexin propia, claro. Lamentablemente
la ma ldad tiene otras tanta s formas de manifestarse que pueden
ser ms sofisticadas de realizar y de comprender pero de cual-
quier forma sigue viable la posibilidad de que al dialogar con
uno mismo, uno pueda valorar las propias acciones y sentirse
mal por hacer lo que suponemos que est mal , aun cuando di-
cha suposicin no corresponda a un a lto concepto propiamente
filosfico de la maldad . D e hecho, todos lo hacemos conscienteo inconscientemente. Scrates ya haba sealado q ue la vida huma-
na nunca es moralmente neutra, siempre est sometida a examen.
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Ahora que, lo deseable sera que los criterios axiolgicos de
cada uno de nosotros sean construidos a partir de la crtica y el
dilogo, lo que Charles Taylor llama fuerte evaluacin : las esti-
maciones ms estables de la conciencia comn q ue por su estru-
ctura binaria, distinguen cada una a su manera entre el bien y elmal (TAYLOR, 1989, p. 18). D istincin q ue en mi opinin, ha de
estar presta siempre al debate pblico como una forma de preve-
nirnos del maniquesmo fascista o de la severidad jacobina.
Por otra parte, la necesidad de estar en consonancia con uno
mismo constituye para Arendt la fuente de lo que se llama con-
ciencia. Conciencia significa conocer conmigo y por m mis-
mo , una suerte de conocimiento q ue se actualiza en cada pro-
ceso de pensamiento (AREND T, 2002, p. 31).
Segn Scrates, como debo convivir conmigo mismo y enrealidad soy la nica persona de quien jams podr separarme y
cuya compaa deber soportar eternamente, no deseo conver-
tirme en asesino, ni pasarme la vida acompaada de un asesino.
Es mejor que mi lira est desafinada y que desentone de m,
e igua lmente el coro q ue yo dirija, y que muchos hombres no es-
tn de acuerdo conmigo y me contradigan, antes de que yo, que
no soy ms que uno, est en desacuerdo conmigo mismo y me
contradiga (P LATN, 1992, p. 79).D esde un enfoque similar, Aristteles consideraba que la cohe-
rencia est implcita en la bondad y as mismo, es propio de las
personas perversas estar en conflicto consigo mismas (ARIS-
TTELES, 1995, p. 361). Pero Arendt no cree en eso, deca
que la gente mala, diga lo que diga Aristteles, no est llena de
remordimientos (AREND T, 2002, p. 91); porq ue quien desco-
noce la relacin silenciosa del yo consigo mismo no le preocu-
par en absoluto contradecirse a s mismo.
Eichmann y muchos otros naz is tampoco padecieron de arre-pentimiento, nunca se sintieron mal por sus crmenes, al contra-
rio, parecan orgullosos de cumplir con su misin.
Todo lo que hay que hacer es no iniciar nunca este di logo silencio-so y solitario que llamamos pensar, no regresar nunca a casa ysometer las cosas a examen. Esto no es una cuestin de maldad ode bondad , as como tampoco se trata de una cuestin de inteligen-cia o de estupidez. A quien desconoce la relacin d el yo y m mismo(en la que examino lo que digo y lo q ue hago) no le preocupar enabsoluto contra decirse a s mismo, y esto significa que nunca sercapaz de dar cuenta de lo que dice o hace, o no querr ha cerlo; ni le
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preocupar cometer cualquier delito, puesto q ue puede estar segu-ro de q ue ser olvida do en el momento siguiente. (AREND T, 1995,p. 135)
Por el contra rio, C laude Eatherly, el piloto del avin q ue arroj
la bomba sobre Hisoshima y que fue capaz se sufrir la culpaatroz al respecto, por lo que refiere el exmarido de Arendt que
realizaba idntica tarea respecto de Claude, cuando Arendt enca-
raba la investigacin de Eichmann. A Eatherly y a sus copilotos
los recibieron como hroes, fueron condecorados porq ue con su
misin sellaron la derrota del enemigo y lograron la victoria to-
tal en la segunda guerra mundial. Pero Eatherly se volvi loco,
literalmente loco por un sentimiento de culpa implaca ble. Nad ie
lo escuchaba, se desequilibraba porque su espanto era devuelto
con felicitaciones, con lo que el horror se le volva locura y lodiagnosticaron como sntoma de fatiga de guerra . Tuvo varias
internaciones infructuosas, sala del hospital para asa ltar un ban-
co sin llevarse el dinero. Aparentemente lo que le interesaba era
que lo acusasen de algn delito porq ue lo otro, el megadelito del
megacrimen era festejado como un triunfo. Vivi en hospitales
psiquitricos por ms de diez aos.
En Burning conscience, G nther Anders, militante de gru-
pos pacifistas que bregaban por el desarme nuclear, dijo queEatherly fue el primer culpable-inocente de los inicios de una
tercera guerra mundial y le agradece su sufrimiento porque su
pesadilla es una esperanza para el futuro. Encontrar a alguien
como Eatherly, que fue capaz de sufrir por el dolor que haba
provocado en los dems, dignifica la condicin humana q ue pare-
ca ya muy devaluada despus de la segunda guerra mundial
(Cf. ABRAHAM, 2002, p. 209).
Por qu Eatherly no fue tan indolente como Eichmann? S i-
guiendo a Arendt, diramos que Eatherly se atrevi a hacer exa-men de conciencia y sufri la condena del autodesprecio y de la
aversin interior. Mientras que Eichmann pareca que nunca se
atrevi a pensar por s mismo, por lo que nunca se cuestion si
estuvo bien o mal lo que hizo, con lo cual, nunca padeci de re-
mordimientos de conciencia.
Durkheim (1998) deca en el captulo I de El suicidio, queen los pases donde hay menos locos son donde hay ms suici-
dios (p. 41). Pa sa q ue, a veces la consciencia y la autoconcienciapueden rebelar monstruos interiores y eso puede resultar tan in-
soportable que puede llevar a l suicidio o a la evasin de la reali-
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dad, llmese locura, como le ocurri a Eatherly; pero este tipo
de experiencias no siempre tienen un final tr gico, de la terrible
experiencia de sentirse mal por actuar mal, tambin puede deri-
var el inters por mejorar mora lmente. Y esto es ms esperanza-
dor q ue la idiotez moral de Eichmann.
nicamente la pura y simple irreflexin que en modo alguno pode-mos equiparar a la estupidez fue lo que le predispuso a convertir-se en el mayor crimina l de su tiempo. Y si bien esto merece ser cla-sificado como banalidad, e incluso puede parecer cmico, y nisiquiera con la mejor voluntad cabe at ribuir a Eichmann d iablicaprofund idad . (AREND T, 1999, p. 434)
Pero si aceptamos la incapacidad de pensar en Eichmann,
prcticamente estaramos d iciendo q ue Eichmann es un disca-pacitado o peor an, que ni siquiera es un ser humano. Recor-
demos la idea aristotlica segn la cual, una de las cualidades
que le faltan a los esclavos para poder ser considerados seres
humanos era la facultad de elegir deliberadamente.
En una carta q ue Mary McC arthy le escribe a Hanna h el 9 de
Junio de 1971, le dice que:
lo que ests d iciendo es que Eichmann ca rece de una cua lidad hu-
mana intrnseca, la capacidad de pensar, de tomar conciencia: laconciencia. P ero, entonces, no es sencillamente un monstruo? S iadmites que es malvado de corazn, le ests dejando cierta liber-tad, y eso nos permite cond enarlo. (AREND T; McC ARTH Y, 1999,p. 351)
Al respecto, me parece que habra q ue recordar q ue para Aren-
dt todos los seres humanos tenemos la capacidad del pensamiento
pero que la ejerzamos o no ya depende de la voluntad de cada
quien. En La vida del esprituArendt menciona explcitamente
que las act ividades espirituales se llevan a cavo o no segn la vo-luntad del sujeto (C f. AREND T, 2002, p. 94). Quin nos pue-
de prohibir pensar por s mismo? Supongo que nadie. Aunque
ya lo d ifcil sera llevar a cabo lo que pensamos, sobre todo en si-
tuaciones-lmite donde es imposible que los individuos sean con-
gruentes, pero parece ser que ste no fue el caso de Eichmann.
Por supuesto que Arendt siempre reconoci que Eichmann
era un ser humano y que por eso mismo tena la capacidad de
pensar, por lo que pudo actuar de forma responsable, esto es,con la posibilidad de prever los efectos del propio comporta-
miento y corregir el comportamiento mismo a partir de tal pre-
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visin, pero si particip irreflexivamente en el genocidio fue por-
que as lo q uiso (sea por pereza, por conveniencia o por la razn
que sea). As que, la irresponsabilidad de Eichmann no le res-
ta imputabilidad.
Rorty pareciera ser ms condescendiente que Arendt al sos-tener que las malas personas son as porque no fueron tan
afortunadas en las circunstancias de su crianza (Cf. RORTY,
1995, p. 74). Mientras que Arendt siempre defendi el sentido
tico de la libertad individual (tema que abordar en el tercer
aparta do de este captulo), por lo que consider q ue Eichmann,
como cualquier ser humano que no est en situaciones-lmite,
tuvo la libertad de decir NO y hacer otra cosa con su vida. Re-
cordemos que una accin es censurable si el agente pudo abste-
nerse de realizar dicha accin; y parece ser que Eichmann pudoabstenerse pero no lo hizo, y por eso es que fue condenado.
Eichmann fue un claro ejemplo de cmo por falta de pensa-
miento a lguien puede participar en la burocrat izacin de la ma l-
dad, donde las maquinarias administrativas parecen obnubilar
la responsabilidad individua l, donde los subalternos desde la je-
rarq uizacin de funciones tramitan la responsabilidad final a las
lites.
Habra muchos Eichmann en potencia durmiendo dentrode los ganadores de la sociedad hipertecnificada? Arendt re-
chazaba la idea de que hay un Eichmann en cada uno de noso-
tros. Bernstein (2001) cuenta que cuando alguien quiso atri-
bursela, Arendt respondi: Siempre he odiado esta idea de un
Eichmann en cada uno de nosotros. Es simplemente falsa. Tan
falsa como la afirmacin contraria, que Eichmann no est en
nadie (p. 38).
Para Arendt todos los seres humanos somos libres. Ningn
ser humano es efecto necesario de algn fa talismo histrico y/obiolgico, de manera que ni Eichmann ni nadie representan el
paradigma fatal de la conciencia humana.
Lo que s ocurre es que todos tenemos la libertad de actuali-
zar o no las potencialidades espirituales y en este sentido, pode-
mos ejercer o no el pensamiento. Pero el problema es que actua-
lizar o no nuestras posibilidades humana s siempre repercute en
los dems, lo queramos o no, y es prudente darse cuenta de ello.
La autonoma de nuestras capacidades no se traduce en inde-pendencia de sus efectos; veamos q ue por falta de pensamiento,
de juicio o de voluntad, podemos atentar contra los dems. Es
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as que debemos y podemos ser juzga dos de responsables o irres-
ponsables.
Uno de los grandes problemas planteados en el proceso de
Eichmann, comn a todos los modernos ordenamientos jurdi-
cos, fue que para la comisin de un delito es imprescindible queconcurra el nimo de causar dao y cuando dicho nimo no
concurre por las razones que sean, incluso las de la locura mo-
ral, que el sujeto no pueda d istinguir entre el bien y el mal, con-
sideramos que no puede haber delito. Desde este enfoque Eich-
mann pudiera interpretarse como inocente porque pareca no
haber actuado con alevosa pero Arendt considera que tambin
deben ser condenados los actos cometidos por estupidez. En es-
te aspecto, Berstein sost iene que el juicio de Arendt sobre Eich-
mann llev a una reelaboracin del concepto de responsabilidadmoral a l afirmar que la responsabilidad ya no estaba intrnseca-
mente ligada a la intencin criminal. El proceso oblig a poner
en duda la idea de que un delito es reconocido como ta l si lo co-
metieron con la intencin de causar dao; sobre todo en los reg-
menes tota litarios donde la responsabilidad moral ya no puede
limitarse a los iniciadores del mal sino que tambin hay que te-
ner en cuenta a los agentes y a los coadyuvantes del mal. Para
Arendt Eichmann es moral y legalmente culpable de los crme-nes que cometi aunque no hubiera ma tado con sus propias ma-
nos por lo que finalmente se mostr a fa vor de la pena de muerte
para Eichmann. Ya detenernos en analizar si es correcto estar a
favor de la pena de muerte sera comprometernos en otro tema
de investigacin q ue bien nos distraera del tema centra l de este
traba jo, tema que podra ser muy cuestionado en una pensadora
que tambin reivindicaba el perdn, sin embargo, mi intencin
slo era dejar ver que Eichmann fue considerado culpable para
Arendt a part ir del reconocimiento de la libertad y es que para laautora juda, cada hombre es libre y por lo tanto, responsable de
sus actos y de sus pensamientos. Dejar el tema de la libertad
con libertad para otro momento.
C ONCLUSIN
Para Arendt el pensamiento (Denken) es la actividad espiri-tual de la autorreflexin.
Arendt no considera que el pensamiento nos pueda garanti-
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zar la mxima altura de algn ideal pero s supone que el hom-
bre puede caer en la estupidez por falta de pensamiento, lo que
puede ser tanto o ms peligroso que el sadismo declarado; tesis
que Arendt sostuvo despus de estudiar el caso Eichmann, una
de las principales cabezas de la burocracia nazi y que muri conla idea de no haber actuado ma l, muy por el contrario, siempre
se mostr satisfecho y orgulloso de s mismo.
D esde este enfoque, el pensamiento tiene una importante fun-
cin preventiva en el mbito tico-poltico, en cuanto que la au-
torreflexin nos previene de la banalidad del mal y con esto,
de la a mbigedad del concepto de maldad q ue suponen algunas
personas, que les hace manipulables a cualquier concepto su-
perficial de lo bueno y de lo malo; banalidad q ue no minimiza la
crueldad de sus efectos en lo privado y en lo pblico.El ejercicio del pensamiento no depende del nivel informati-
vo del Sujeto, ni de cualquier otro factor cultural, sino bsica-
mente de su libertad. Lo que deviene en mayor responsabilidad
para el Sujeto pero tambin en una rfaga esperanzadora para
la apropiacin de algn peldao hacia el progreso.
En un mundo con tantos prejuicios sociales y religiosos, con
tanta informacin tergiversada por los medios de comunicacin
y con tanta demagog ia poltica, a sumir la duda socrtica nospuede alertar o prevenir de criterios perniciosos. Despus de
todo, ninguna reflexin est de m s...
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ABSTRACT
Arendt talk abaut banality of badness in Eichmann inJerusalem to refer the ambiguous criteria of badnesswhich lead to ma nipulations people; so much people canfollow frivolous concept of goodness and badness, and itbana lity don t d iminish the cruelty abaut consequences.It arendtian s sence dont try to explain the universal senceof the ba dness, its only a c riticism abaut the triviality ofthe dogmatics concepts of badness wich can to attemptthe life and the dignidty of so much persons.Arendt refer it sence of bana lity of ba dness because ofthe pursuit Eichmanns prosecute; Eichmann alwaysseems proud by his colaborat ion with the na zism. Arendtexplain the banality of badness because the absence ofthought, only the thought as a self-reflection process mightprevent us from having ambiguous criteria which couldbe very pernicious.Now , to think dont depend the informat iv level neitherthe historic context, to think only depend abaut the fry,consequently there arent universal prescriptions for todare do thinking.
Key words: Ba nality of badness; Thought; S elf-reflectionprocess; Meaning and fry.
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